Sobre Signismo Artículo Bajarlía
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Sobre Signismo Artículo Bajarlía
SI ES POSIBLE
EL POEMA
ES POSIBLE
LA VIDA
LAS 2001
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SEM
ESCUELA DE PSICOANLISIS
GRUPO CERO
TEMPORADA 2004-2005
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- F REUD
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- CLAVES DEL PENSAMIENTO
Ms informacin pg. 8
N. 74
POESA DE
ENRIQUE MOLINA
HOTEL PJARO
Por Juan-Jacobo Bajarla
Enrique Molina, junto con Aldo Pellegrini, y Elas Piterberg integraron el movimiento surrealista de Buenos Aires. No fue un
movimiento ortodoxo porque todos ellos se unan, por lo general, a
los invencionistas y otras tendencias de avanzada que confundan
o denominaban surrealistas.
Enrique Molina naci en Buenos Aires. Fue tripulante de barcos
mercantes y viajero de todos los mares. Con Pellegrini fund y
dirigi la revista A partir de cero, de orientacin surrealista, en la
que colabor Enrique Pichon Rivire, el argentino que haba investigado muchsimo en la vida y obra de Lautramont.
Public Las cosas y el delirio, su primer libro, en 1941, Pasiones
terrestres, en 1946, Fuego libre, en 1962, y Las bellas furias en
1966.
Fue traducido al francs y publicado en Cahiers du Sud.
Despus, en 1967, el Centro Editor de Amrica Latina, lanz su
antologa de Hotel pjaro, de la que se toman algunos poemas para
este trabajo.
TAMBIN NOSOTROS
S, zarparemos con los ltimos barcos.
Al mar tambin le duelen las piedras que lo cien,
cuando su ronca clera no basta
a estremecer la muerte del pequeo marisco.
Apartadme de m, de mi larga estada.
Siempre el rostro y las manos, el sueo y el espejo.
Podras recordarme como al humo:
para eso hay muelles de dulce declive.
Eternas criaturas de la tierra,
seguiremos andando debajo de las flores,
con ligeras estras azules en el hombro.
Y acaso reconozcan nuestros nietos por su pelo arbolado,
por sus ojos de tristes nadadores
y su manera de decir: Otoo...
E NRIQUE MOLINA
MIENTRAS CORREN
LOS GRANDES DAS
17
Desndate en silencio.
La noche se desata
debajo de las hojas,
y en su lechoso zumo
nadars blandamente.
Es un valle indeciso
el mundo de tu cuerpo,
un inerme alimento
para el musgo que mira
con devorantes ojos.
Deja en orden tus huesos
a orillas de tu almohada.
Descarnados pases
suben ya por tu mdula:
muertos llenos de espinas
y gastadas pelucas,
y una blandura extraa
en sus rotas gargantas.
Crece un csped nocturno
debajo de esas telas.
Del otro lado yacen
tus vidriosos vecinos:
son ese rumor clido
que el alba descompone.
Pero apaga esas sbanas.
Oye las dulces cosas
resonar en la lumbre
con que indave sus formas
un perezoso ocano.
Acaricia esa copa.
Contempla una vez ms
tu rostro hereditario,
la pequea buja
bajo la noche inmensa,
y despide tu sangre
junto a ese muro plido.
Argentina, 1910
EL DA Y LA NOCHE
De ti slo conoces
tu pipa de tabaco.
21
DESCENSO AL OLVIDO
Oh! he aqu los muertos, sentados,
inmviles alrededor del Tiempo;
adorando su plida, eterna hoguera,
extraamente sombros en su reunin solitaria.
Ah estn, invadidos por maraas mentidas;
poblados por hmedas msicas, por tenaces cigarras.
Sobre ellos el cierzo ha pesado, y sus gestos de antao,
sus cuerpos de vapor,
se condensan de pronto en alargadas lluvias.
No; no hables un idioma olvidado.
No pronuncies tu nombre.
Que no giren con letal lentitud la borrada, tormentosa cabeza.
Que no te reconozcan sus huecos corazones comidos por los
pjaros.
El alba ha retornado.
Su lenta furia invade
los lmites del mundo,
y su insensible nata
corroe las estrellas.
Ya ha vuelto el imperioso
y resonante da,
y abriendo las canillas
caen tus desnudos ojos
con un gran chorro fro.
Contempla sin terror
tu desierta camisa.
Ya casi est la luz
ms alta que las flores.
Pronto estar ms alta
que tu pobre esperanza.
De pie! Bello durmiente.
Regresa a tus vestigios.
Despierta una vez ms
en tu lecho nativo.
Se aproximan tus manos
y tu sed se levanta.
Recuerda: sta es la tierra,
los hombres y las cosas.
22
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N. 74
FOLLETN PASIONAL
ENTRE LAS LLUVIAS
En memoria de *** muerta por su amante.
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3
N. 74
100 AOS
DE SU NACIMIENTO
P ABLO NERUDA
Chile, 1904
CABALLO
DE LOS SUEOS
Innecesario, vindome en los espejos,
con un gusto a semanas, a bigrafos, a papeles,
arranco de mi corazn al capitn del infierno,
establezco clusulas indefinidamente tristes.
Vago de un punto a otro, absorbo ilusiones,
converso con las sastres en sus nidos:
ellos, a menudo, con voz fatal y fra
cantan y hacen huir los maleficios.
Hay un pas extenso en el cielo
con las supersticiosas alfombras del arco-iris
y con vegetaciones vesperales:
hacia all me dirijo, no sin cierta fatiga,
pisando una tierra removida de sepulcros un tanto frescos,
yo sueo entre esas plantas de legumbre confusa.
Paso entre documentos disfrutados, entre orgenes,
vestido como un ser original y abatido:
amo la miel gastada del respeto,
el dulce catecismo entre cuyas hojas
duermen violetas envejecidas, desvanecidas,
y las escobas, conmovedoras de auxilio:
en su apariencia hay, sin duda, pesadumbre y certeza.
Yo destruyo la rosa que silba y la ansiedad raptora:
yo rompo extremos queridos: y aun ms,
aguardo el tiempo uniforme, sin medida:
un sabor que tengo en el alma me deprime.
Qu da ha sobrevenido! Qu espesa luz de leches,
compacta, digital, me favorece!
He odo relinchar su rojo caballo
desnudo sin herraduras y radiante.
Atravieso con l sobre las iglesias,
galopo los cuarteles desiertos de soldados
y un ejrcito impuro me persigue.
Sus ojos de eucaliptus roban sombra,
su cuerpo de campana galopa y golpea.
Yo necesito un relmpago de fulgor persistente,
un deudo festival que asuma mis herencias.
COLECCIN
NOCTURNA
He vencido al ngel del sueo, el funesto alegrico:
su gestin insista, su denso paso llega
envuelto en caracoles y cigarras,
marino, perfumado de frutos agudos.
Es el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repeticin de distancias, un vino de color confundido,
un peso polvoriento de vacas bramando.
A veces su canasto negro cae en mi pecho,
sus sacos de dominio hieren mi hombro,
su multitud de sal, su ejcito entreabierto
recorren y revuelven las cosas del cielo:
l galopa en la respiracin y su paso es de beso:
su salitre seguro planta en los prpados
con vigor esencial y solemne propsito:
entra en lo preparado como un dueo:
su substancia sin ruido equipa de pronto,
su alimento proftico propaga tenazmente.
Reconozco a menudo sus guerreros,
sus piezas corrodas por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazn a buscarlo:
l es el propietario de las mesetas inaccesibles,
l baila con personajes trgicos y cotidianos:
de noche rompe mi piel su cido areo
y escucho en mi interior temblar su instrumento.
Yo oigo el sueo de viejos compaeros y mujeres amadas,
sueos cuyos latidos me quebrantan:
su material de alfombra piso en silencio,
su luz de amapola muerdo con delirio.
Cadveres dormidos que a menudo
danzan asidos al peso de mi corazn,
qu ciudades opacas recorremos!
Mi pardo corcel de sombra se agiganta,
y sobre envejecidos tahures, sobre lenocinios de escaleras
gastadas,
sobre lechos de nias desnudas, entre jugadores de foot-ball,
del viento ceidos pasamos:
y entonces caen a nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pjaros, las campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutri de geografa pura y estremecimiento,
se tal vez nos vio pasar centelleando.
Camaradas cuyas cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado buque prfugo, lejos,
amigos mos sin lgrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha llegado y un gong de muerte
golpea en torno mo como el mar.
Hay en la boca el sabor, la sal del dormido.
Fiel como una condena, a cada cuerpo
la palidez del distrito letrgico acude:
una sonrisa fra, sumergida,
unos ojos cubiertos como fatigados boxeadores,
una respiracin que sordamente devora fantasmas.
En esa humedad de nacimiento, con esa proporcin tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araa siniestra:
se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
oh Capitn, en nuestra hora de reparto
abre los mudos cerrojos y esprame:
all debemos cenar vestidos de luto:
el enfermo de malaria guardar las puertas.
Mi corazn, es tarde y sin orillas,
el da, como un pobre mantel puesto a secar,
oscila rodeado de seres y extensin:
de cada ser viviente hay algo en la atmsfera:
mirando mucho el aire apareceran mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado
quiere trabajar su parte en nuestro interior.
Yo busco desde antao, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino.
AGUA SEXUAL
Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador ro de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetra, pegando en las costuras
del alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
Solamente es un soplo, ms hmedo que el llanto,
un lquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
hacindose, espesndose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco ocano,
hacia su ola sin agua.
Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estmulos,
habitaciones, nias
durmiendo con las manos en el corazn,
soando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo rboles de mdula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y rganos y hoteles.
Veo los sueos sigilosos,
admito los postreros das,
y tambin los orgenes, y tambin los recuerdos,
como un prpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.
Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntndose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.
Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en
la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.
Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazn
enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracn de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a travs de los huesos.
N. 74
LAS FLORES
DE PUNITAQUI
IX
SABOR
De falsas astrologas, de costumbres un tanto lgubres,
vertidas en lo inacabable y siempre llevadas al lado,
he conservado una tendencia, un sabor solitario.
De conversaciones gastadas como usadas maderas,
con humildad de sillas, con palabras ocupadas
en servir como esclavos de voluntad secundaria,
teniendo esa consistencia de la leche, de las semanas muertas,
del aire encadenado sobre las ciudades.
EL FUGITIVO
I
Por la alta noche, por la vida entera,
de lgrima a papel, de ropa en ropa,
anduve en estos das abrumados.
Fui el fugitivo de la polica:
y en la hora de cristal, en la espesura
de estrellas solitarias,
cruc ciudades, bosques,
chacareras, puertos,
de la puerta de un ser humano a otro,
de la mano de un ser a otro ser, a otro ser.
Grave es la noche, pero el hombre
ha dispuesto sus signos fraternales,
y a ciegas por caminos y por sombras
llegu a la puerta iluminada, al pequeo
punto de estrella que era mo,
al fragmento de pan que en el bosque los lobos
no haban devorado.
EL TIGRE
Soy el tigre.
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
El ro blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por aos en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmvil, lejos
del odio y de la clera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.
XI
La muerte iba mandando y recogiendo
en lugares y tumbas su tributo:
el hombre con pual o con bolsillo,
a medioda o en la luz nocturna,
esperaba matar, iba matando,
iba enterrando seres y ramajes,
asesinando y devorando muertos.
Preparaba sus redes, estrujaba,
desangraba, sala en las maanas
oliendo sangre de la cacera,
y al volver de su triunfo estaba envuelto
por fragmentos de muerte y desamparo,
y matndose entonces enterraba
con ceremonia funeral sus pasos.
Las casas de los vivos eran muertas.
Escoria, techos rotos, orinales,
agusanados callejones, cuevas
acumuladas con el llanto humano.
-As debes vivir -dijo el decreto.
-Pdrete en tu substancia -dijo el Jefe.
-Eres inmundo -razon la Iglesia.
-Acustate en el lodo -te dijeron.
Y unos cuantos armaron la ceniza
para que gobernara y decidiera,
mientras la flor del hombre se golpeaba
contra los muros que le construyeron.
El cementerio tuvo pompa y piedra.
Silencio para todos y estatura
de vegetales altos y afilados.
Al fin ests aqu, por fin nos dejas
un hueco en medio de la selva amarga,
por fin te quedas tieso entre paredes
que no traspasars. Y cada da
las flores como un ro de perfume
se juntaron al ro de los muertos.
Las flores que la vida no tocaba
cayeron sobre el hueco que dejaste.
N. 74
EL GRAN OCANO
III
MAANA
XLIV
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EN TI LA TIERRA
AUTORRETRATO
Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mnimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza,
creciente de abdomen, largo de piernas,
ancho de suelas, amarillo de tez, generoso
de amores, imposible de clculos, confuso
de palabras, tierno de manos, lento de andar,
inoxidable de corazn, aficionado a las
estrellas, mareas, maremotos, administrador de
escarabajos, caminante de arenas, torpe de
instituciones, chileno a perpetuidad, amigo
de mis amigos, mudo de enemigos,
entrometido entre pjaros, mal educado en
casa, tmido en los salones, arrepentido sin
objeto, horrendo administrador, navegante
de boca, y yerbatero de la tinta, discreto entre
los animales, afortunado de nubarrones,
investigador en mercados, oscuro en las
bibliotecas, melanclico en las cordilleras,
incansable en los bosques, lentsimo de
contestaciones, ocurrente aos despus,
vulgar durante todo el ao, resplandeciente
con mi cuaderno, monumental de apetito,
tigre para dormir, sosegado en la alegra,
inspector del cielo nocturno, trabajador
invisible, desordenado, persistente, valiente
por necesidad, cobarde sin pecado,
sooliento de vocacin, amable de mujeres,
activo por padecimiento, poeta por maldicin
y tonto de capirote.
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Pequea
rosa,
rosa pequea,
a veces,
diminuta y desnuda,
parece
que en una mano ma
cabes,
que as voy a cerrarte
y a llevarte a mi boca,
pero
de pronto
mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios,
has crecido,
suben tus hombros como dos colinas,
tus pechos se pasean por mi pecho,
mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada
lnea de luna nueva que tiene tu cintura:
en el amor como agua de mar te has desatado:
mido apenas los ojos ms extensos del cielo
y me inclino a tu boca para besar la tierra.
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- Martes, 24 de agosto.
RECITAL DE POESA.
Bar Tun. Maip 849
"100 VOCES, 3 MUJERES". A cargo de: Norma Menassa, Luca
Serrano, Carmen Salamanca
POR INDIOS
- Sbado 7 de agosto.
CONCIERTO DEL GRUPO POTICO-MUSICAL
INDIOS GRISES.
Guebara Bar. Humberto Primo 463. San Telmo.
- Mircoles, 25 de agosto
RECITAL DE POESA.
Club de amigos de La Vaca Profana. Lavalle 3683.
MIGUEL MENASSA Y TOM LUPO RECITAN A GRANDES POETAS:
Tun, Girondo, Orozco, Borges, Bukowski, Pessoa, Pardo
Garca, Oliver Labra, Garca Lorca, Pizarnik)
- Mircoles, 11 de agosto.
RECITAL POTICO.
Escuela de Psicoanlisis y Poesa Grupo Cero.
Mansilla 2686 Pb 2.
"JVENES POETAS ESPAOLES": Alejandra Menassa, Jorge
Fabin Menassa, Manuel Menassa, Cruz Gonzlez,
Magdalena Salamanca y Cristina Fernndez.
- Jueves, 26 de agosto.
CHARLA-COLOQUIO.
Escuela de Psicoanlisis y Poesa Grupo Cero.
Mansilla 2686 Pb 2.
"LA IMPORTANCIA DEL PSICOANLISIS EN EL GRUPO CERO"
POR MIGUEL OSCAR MENASSA.
- Viernes, 13 de agosto.
PROYECCIN DE CORTOS Y RECITAL POTICO
MUSICAL
La nave de los sueos. Suipacha 842.
PROYECCIN DE LOS CORTOS: LA MUJER Y YO y CARTA AL
PRESIDENTE, ganador del Premio del Pblico en la Primera
Maratn de Vdeo Digital 2004, Madrid. Direccin: Miguel
Oscar Menassa.
RECITAL DE MIGUEL OSCAR MENASSA ACOMPAADO POR
INDIOS GRISES.
ENTREVISTAS
- Domingo, 15 de agosto.
CONCIERTO DEL GRUPO POTICO-MUSICAL
INDIOS GRISES.
Toledo Bar. Scalabrini Ortiz 3170
- Martes, 17 de agosto.
INAUGURACIN DE LA MUESTRA DE PINTURA
"MENASSA 2004".
Escuela de Psicoanlisis y Poesa Grupo Cero.
Mansilla 2686 Pb 2.
RECITAL POTICO a cargo del autor, Miguel Oscar
Menassa.
- Lunes, 16 de agosto.
Invitados: Alejandra Menassa, Cruz Gonzlez, Magdalena
Salamanca y Leandro Briscioli.
- Mircoles 18 de agosto.
RECITAL DE POESA.
Escuela de Psicoanlisis y Poesa Grupo Cero.
Mansilla 2686 Pb 2.
"VAMOS TODOS QUE GANAMOS".
A cargo de: Manuel Menassa, Fabin Menassa, Alejandra
Menassa, Olga Menassa, Norma Menassa y Miguel
Menassa.
- Martes, 24 de agosto.
Invitada: Amelia Dez Cuesta.
- Viernes 20 de agosto.
CONCIERTO DE INDIOS GRISES
Bartolomeo Bar.
Bm. Mitre 1525 (esquina Pasaje de la Piedad)
- Lunes, 23 de agosto.
SUPERVISIN DE CASOS CLNICOS.
Escuela de Psicoanlisis y Poesa Grupo Cero.
Mansilla 2686 Pb 2.
- Lunes, 23 de agosto.
RECITAL POTICO.
Escuela de Psicoanlisis y Poesa Grupo Cero.
Mansilla 2686 Pb 2.
"JVENES POETAS": A cargo de: Amelia Dez, Ins Barrio,
Marcela Villavella, Alejandra Madormo, ngela Cascini y
Renata Passolini.
BUENOS AIRES
GRUPO CERO
TALLERES DE POESA
EN LA FACULTAD DE PSICOLOGIA. UBA
MARTES 14,30hs.: coordina Marcela Villavella
JUEVES 16,30hs.: coordina Alejandra Madormo
INFORMES: Tel: 4966-1710/13
www.grupocerobuenosaires.com
[email protected]
[email protected]
- Lunes, 23 de agosto.
Invitadas: Norma Menassa, Luca Serrano y Carmen
Salamanca.
- Lunes, 9 de agosto.
Entrevista telefnica al cantante de Indios Grises, Leandro
Briscioli.
* RADIO FM. Espacio Buenos Aires
Programa CIUDAD DE LUNA. Carlos Caporali.
- Lunes, 9 de agosto
Invitados: Alejandra Menassa de Lucia, Fabin Menassa de
Lucia y Manuel Menassa de Lucia.
- Lunes 23 de agosto
Invitada: Carmen Salamanca Gallego.
* RADIO LA TRIBU
Programa: "LOS LOCOS DE BUENOS AIRES". Roberto Ruz.
-Viernes, 13 de agosto.
Invitadas: Alejandra Menassa y Cruz Gonzlez.
BUENOS AIRES
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