Francisco Pineda, La Muerte El Hombre Ante Dios, Exegese de Romanos
Francisco Pineda, La Muerte El Hombre Ante Dios, Exegese de Romanos
Francisco Pineda, La Muerte El Hombre Ante Dios, Exegese de Romanos
l. Cfr. A FEUILLET, Mort du Christ et mort du chrtien d'apres les pitres pauliniennes, en Revue Biblique 66 (1959), p. 484.
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Si la ley y la carne aparecen en numerosas ocasiones como instrumentos al servicio del pecado, en estrecha relacin con l, la muerte
parece tener an mayor intimidad, es su compaera inseparable: Por
un hombre entr el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y
as la muerte pas a todos ... (Rom 5,1); por la transgresin de uno
slo rein la muerte (Rom 5,17); Las pasiones de los pecados ...
daban frutos de muerte (Rom 7,5). Incluso el cuerpo del hombre
acosado por los asaltos de la concupiscencia desordenada es denominado indistintamente cuerpo de pecado (Rom 6,6) o cuerpo de
muerte (Rom 7,24).
San Pablo hace una personificacin literaria de estas realidades:
presenta al pecado y a la muerte como dos verdaderas potencias de
perdicin cuyos reinados se complementan. En el perodo que precede a Cristo el pecado reinaba como soberano absoluto (cfr. Rom
5,21); su maldad se manifiesta en la prdida de la vida eterna y en la
instauracin del reino de la muerte (cfr. Rom 5,17). La muerte, la perdicin eterna, es el verdadero mal que el hombre ha de temer; y, precisamente, el pecado lo arrastra inexorablemente hacia esa perdicin
(cfr. Rom 6,16)>>2.
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3. Cfr. SANTO TOMAS, In Rom, c.5, lect.3, n.417: pertransiit in omnes, quia
scilicet per origine m vitiatam contrahunt homines necessitatem moriendi.
4. Cfr. S. JUAN CRISOSTOMO, In Rom hom XI; en PG 60, col 496.
5. Cfr. M LAUNEY, Recherches sur les armes he/lnistiques, (Paris, 1950) p.
726-775.
6. C. SPICQ, Teologa moral del Nuevo Testamento (Ed. Universidad de Navarra. Pamplona, 1970), p. 469.
7. Cfr. K. LIMBURG, Las homilas de San Juan Crisstomo sobre la Epstola a
los Romanos (cap. 1-11) (Tesis doctoral de la Facultad de Teologa, Universidad de
Navarra, pro manuscripto. Pamplona, 1978), p. 133.
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2.QUE ES LA MUERTE')
Causa
Efecto
transgresin de uno
mueren muchos
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la muerte
Verbo
Complemento
rein
por obra de uno solo
Se pone en contraste la muerte, efecto del pecado de un solo hombre, con la vida justa15 de quienes reciben la gracia de uno solo, Jesucristo. En este caso el contexto prximo no impone tan taxativamente
como antes la necesidad de referir el texto a la muerte fsica, mientras
que la frase paralela resalta otra vez la oposicin entre la abundancia de la gracia y el don de la justicia con esa muerte, que es el
pecado, que priva al alma de la vida sobrenatural.
En el versculo 21 se aadir un nuevo matiz:
Sujeto
Verbo
Complementos
el pecado
rein
en la muerte
la gracia
reine
en virtud de la justicia
. para la vida eterna
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16.
Crf. F. AMIOT, L'enseignement de Saint Paul (2< ed.; Desc1e. Paris, 1968),
p. 73.
17. Cfr. SANTO TOMAS, In Rom, e.5, leet4, n. 425: quia regnavit mors, scilicet
eorporalis, primo quidem aliquas passiones indueendo, puta famen, et sitim et aegritudinem, et tandem totaliter dissolvendo.
18. Cfr. G. RICCIOTTI, Las Epstolas de San Pablo (Ed. Conmar. Madrid, 1953),
p. 229.
Olas
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19. San Pablo ha tenido presente el principio de retribucin, tan propio del
judasmo. Cfr. J. BoNSIRVEN, Thologie du Nouveau Testament (Aubier. Paris, 1951),
p. 281. Algunos exegetas recurren a este principio para decir que si todos murieron es
porque todos pecaron personalmente: Cfr. W.G. KMMEL, La teologia del Nuovo Testamento. Ges, Paolo, Giovanni (Ed. Paideia. Brescia, 1976), p. 228. Cfr. W. DA VIES,
Aproximacin al Nuevo Testamento (Ed. Cristiandad. Madrid, 1979), pp. 253. 258259. Cfr. K. ScHELKLE, Teologa del Nuevo Testamento IV (Ed. Herder. Barcelona,
1978), p. 91. Sin embargo esa interpretacin contradice abiertamente a las propias
palabras del Apstol, que se refiere a aquellos que no haban pecado a semejanza de
la transgresin de Adn (Rom 5,14), esto es, con una trasgresin personal.
Hay autores que, an manteniendo la cIara relacin de este texto con la doctrina del
pecado original, advierten que no puede buscarse ah una doctrina completa sobre ese
tema; se tratada simplemente de una afinnacin hecha como punto de partida de una
argumentacin destinada a probar el valor universal de la reparacin obrada por Jesucristo. Cfr. A. VIARD, Epitre aux Romains en SBPC XIb, p. 74.
20. Cfr. R GUNDRY, Soma in Biblical Theology (Cambridge University Press.
Cambridge, 1976), p. 45.
21. C. SPICQ Teologa moral del Nuevo Testamento, p. 183-184.
22. Cfr. CONCILIO DE TRENTO, sess. 5, c.3; Dz 790.
23. Cfr. SANTO TOMAS, In Rom c.5, lect 4, n. 428: Et ne aliquis dicat quod
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del pecado de los hombres, en aquellos que no haban pecado personalmente no debera aparecer la muerte; seal evidente de que no es
efecto del pecado personal de cada individuo, sino de una culpa
comn a todos los hombres, esto es, del pecado originaf4.
La muerte extiende su reinado sobre todos los hombres en castigo
del pecado de nuestros primeros padres. La muerte biolgica, la separacin del alma y el cuerpo, forma parte de la 'condicin natural' del
hombre; sin embargo, despus de la elevacin sobrenatural de que fue
objeto la humanidad, la prdida del don de la inmortalidad forma
parte de la pena infligida por el pecadd5 El hombre, segn los principios intrnsecos de su naturaleza es un ser corruptible, mortal. Sin
embargo fue dotado por la divina providencia de la justicia original,
que era cierta rectitud por la que la mente del hombre estaba sometida a Dios, y sus fuerzas inferiores a la mente, y el cuerpo al alma, y
todas las cosas exteriores al hombre; de modo que mientras el hombre
estuviese sujeto a Dios las fuerzas inferiores estaran sujetas a la
razn y el cuerpo al alma recibiendo indeficientemente la vida de
ella 26 . Segn los primitivos planes del Creador sobre el hombre, ste
no tendra que someterse a la dolorosa experiencia de la muert7.
La doctrina de la Epstola a los Romanos acerca del pecado y la
muerte est en perfecta concordancia con las verdades reveladas
sobre este tema en otros libros de la Sagrada Escritura. En el libro de
la Sabidura se dice con una expresin similar a la de San Pablo:
Dios cre al hombre para la inmortalidad, y lo hizo imagen de su
propia eternidad; ms, por envidia del diablo, la muerte entr en el
mundo (Sap 2,23-24). En efecto, la tentacin diablica incit a
nuestros primeros padres a desobedecer el precepto divino. La falta
moriebantur propter pece ata actualia, ad hoc excludendum dicit quod regnavit etiam in
eos qui non peccaverunt proprio actu, scilicet pueros, et etiam in iustos qui non peccaverunt mortaliter, qui tamen peccaverunt in primo homine, ut supra dictum est}).
24. Cfr. A PIOLANTI, Il peccato originale, en P. PALAZZINI, Il peccato (Ed. Ares.
Roma, 1959), p. 157.
25. CONCILIO VATICANO 11, Gaudium et spes n. 18: Mors corporis, a qua horno
si non peccasset subtractus fuisset. Cfr. S. LYONNET, La soteriologia paulina, en A.
ROBERT-A. FEUILLET,Introduccin a la Biblia 11, p. 778.
26. SANTO TOMAS, In Rom c.5, lect.3, n.416: Quae quidem iustitia erat quaedam
rectitudo, ut mens hominis esset sub Deo, et inferiores vires essent sub mente, et corpus
sub anima, et omnia exteriora sub homine: ita scilicet, quod quamdiu mens hominis
Deo subderetur, vires inferiores subderentur rationi, et corpus animae, indeficienter ah
ea vitam recipiens}).
27. Cfr. B. ENGLEZAKIS, Rom 5,12-15 and the Pauline Teaching on the Lord's
Death, en Biblica}) 58 (1977), p. 234.
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de Adn, jefe de toda la humanidad, hace que tanto l como sus descendientes queden fuera del orden de la justicia establecida por Dios
para ellos 28. Renunciaban a la amistad divina para aliarse con el diablo y hacerse pecadores, pues la ofensa inferida a Dios por esa transgresin signific la ruptura del sometimiento del hombre a Dios; en
justo castigo el alma perdi su dominio sobre el cuerpo de modo que
la muerte inici su reinado sobre la humanidad, y las potencias inferiores se sublevaron contra las superiores de modo que acosan continuamente al hombre inducindolo a cometer pecados personales.
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30. Lo mismo ocurre en 1 Cor 15, 21-22. Puesto que el contraste se establece en
la resureccin para la vida (eterna), es claro que tambin en este caso San Pablo est
pensando en la muerte espiritual, no fsica. Cfr. J. FrrZMYER, Teologa de San Pablo
(Ed. Cristiandad. Madrid, 1975), p. 141.
31. Cfr. C. SPICQ, Teologa moral..., op. cit., p.I92: Desde que Jess present al
hijo perdonado como un muerto que ha regresado a la vida (Le 15,32), los Apstoles
consideran a los pecadores como muertos espirituales, es decir, 'seres animados', pero
no por la nica vida digna de este nombre: hombres privados de Dios.
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CONCLUSION
En la presente comunicacin pensamos que se ha puesto suficientemente de manifiesto que la palabra muerte (8vato;;) tiene en la
Epstola a los Romanos tres niveles semnticos, cada uno de ellos
rico en consecuencias teolgicas:
l. Muerte fsica. En la actual situacin de la humanidad es castigo del pecado original. Alcanza, lo mismo que ese pecado, a todos
los hombres.
32. Cfr. T. BARROSE, Death and Sin ... , arto cit., p. 441-442.
33. Cfr. SANTO TOMAS, In Rom c.6, lect.3, n.501: in mortem, id est aetemam
damnationem praecipitandi.
34. Cfr. S. JUAN CRlSOSTOMO, In Rom hom XI, en PG 60, col. 488.
35. Cfr. G. SEGALLA, La estructura circolare di Romani 5,12-21 e il suo significato teologico, en Studia Patavina 28 (1981), p. 379.
36. Cfr. SANTO TOMAS, In Rom c.6, lect.4, !l.51!: cum aliquis ad tempus vult
separari a Deo, propter concupiscentiam peccati, dignum est ut ab eo aetemaliter separetur, quod est mors aetema.
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