Vida Íntima de Beethoven
Vida Íntima de Beethoven
Vida Íntima de Beethoven
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A N D R
DE
VIDA
H E V E S Y
NTIMA
DE
BEETHOVEN
TRADUCCIN DE
ENRIQUE
PRLOGO
DE
RUIZ
A.
E D I T O R I A L
DE
LA
SERNA
H E R N N D E Z
M U N D O
M A D R I D
CATA
LATINO
V I D A
NTIMA
BEETHOVEN
85959
ANDR
DE
VIDA
H EV E S Y
NTIMA
DE
BEETHOVEN
TRADUCCIN
ENRIQUE
PRLOGO
DE
RUIZ
DE
D E LA
SERNA
A. HERNNDEZ CATA
EDITORIAL
MUNDO
MADRID
LATINO
ES PROPIEDAD
PRLOGO
El rbol de la gloria,
suele
mgica.
Coincida
o no la fe-
prodcese
y por los
en recuerdos,
y transfusiones
en
estudios,
del ensueo
viva,
del
el concepto de
la tumba
en 1827 encerrronse
de Ludwig
los despojos
donde
van
Beethoven.
Pocas obras, pocos hombres, han suscitado
grafa
comentarios
escueta de los
ms conocidos, desbordara
nas destinadas
a servir de introduccin
biblio-
vida
huma-
PRLOGO
VI
el musicgrafo
traducida en perfecto
francs
Andr
castellano por
Enri-
Ricardo
Vida de Romain
referencia
del Grove,
Ro-
o episo-
alguna
bastara
de
escritos
somero y semi
cortesa erudita.
que este
inconfundi-
adverso,
camino
Mejor
espritu.
irremediablemente
ya de potestad
duro
de la
divina!
culto si no
guarda
en
PRLOGO
el permetro
cardinales
de la msica
occidental
Bach, Monteverde,
VII
vrtices
por Juan
Sebastin
Chopin y Mussogorky,
puede re-
a plano secundario;
tan
mas no
lo que las
un Rousseau,
para un Amiel.
Nadie en la
para
pattica
errneamente
sufrir de
cualquiera
de sus tiempos lentos est ya implcito en algn andante de Mosart, o que sin la concepcin de la sonata realizada
de Beethoven
habra
formales
inigua-
semi-
musi-
de su vida. Si la
tan sa-
es siempre
la msica.
llaman
Meloda y Armona.
senti-
Sus. hemisferios
Castigada por
tempes-
se
por
alum-
espejismos
PRLOGO
VIII
acercan y realidades
all. Las facciones
crueles
alejan
siempre
ms
en
cualquiera de sus ciento treinta y ocho obras, lo mismo en la soberana Sinfona con coros o en la Misa
en re, que en la menor de sus bagatelas.
dera msicadice
a Elisabet
La verda-
Brentano en 1810es
es el soplo divino
sensorial.
se abrasa
que
eternos.
a su destino
hu-
el dolor es siempre
aumenta su espritu.
aprendidas
la levadura
que
tener
en una misteriosa
anterioridad
a la exis-
adquirir
debi
anhelo de huma-
mnimo.
de digitacin
las necesidades
la desconfianza
y comprensin,
pe-
de los maestros.
Crusa la
PRLOGO
ebullicin alucinada
mismado
IX
de la primera
juventud,
ensi-
amor;
para no
oro de su
pasin.
manantiales
es volup-
ridos.
un
que no
que a veces
que ha de
adivina
transformar
en
inmortal
oasis de creador.
Durante mviy pocos aos pueden
huellas de sus progenitores
identificarse
artsticos.
las
As como su
la
guardar
inconfundibles
ya, en
PRLOGO
la obra temprana.
Desde el principio
en l, nada manera.
instrumental
de que se sirvatro,
to, septimino,
instrumentos
todo es estilo
combinacin
cuarteto,
quinte-
de viento, piano,
vos
decir: Beethoven.
Y esa
no obedece a particularidades
su-
interior,
en
trasciende el sello
el
ms
sosega-
vicisitu-
. des, ni siquiera
apasionada-
esa frialdad
anticipo
de la
muerte
Fe es la palabra
clave de su genio. El
inflama-
verde envidia,
ni equivoca
la brjula
del
doen
pensa-
miento.
Que auspicios
adversos
pa-
sos; que la miseria de los suyos le impida poner entre el sueo y su realisacin
el ocio fructfero;
que
su g-
PRLOGO
neo vivir
veleidosas;
le vuelvan
la espalda
XI
incomprensivas
tirano
cordialidad
no responda
a su
de Rossini
de las sinfonas,
y desdee la vos
de las sonatas,
y de las oberturas, no
opere-
su produccin,
mengua
dndole esa
je al travs de tremendas
t
tormentas
hacia un cielo
de sereno jbilo. Recordad los andantes confidenciales que turban y obligan a una solidaridad
fraternal;
incon-
trensan
No es el yoismo
pretende transformar
la depresin
destal: es la confesin
alternada
presuntuoso
que
y de
abstracto de la msica,
PRLOGO
XII
de las
pasio-
presen-
vida
de
el
Infierno.
Crisol que transform
Beethoven.
fu
Al
suyo,
Goethe, la simpata
alemn
desnivela
el sentimiento..
Del
recuerdo
giles y voluntariamente
senci-
de los
dramas,
segregarse
un pasmo
producido
por
la
a la lus
propia las luces confluentes de una cultura que hasta en el lecho ltimo tenda los brasos hacia la lus
del conocimiento.
en la clebre protesta
de las
alarde
ante
disminuida
a l expresin
de
alma.
innovado-
PRLOGO
sin
nes externas,
sobrepasan
y fructferos,
todo lo adjetivo.
No compone pequeas
pesares,
peculiar
emocionada
ligereza
grandes
borra en l
canciones
Heine:
crea
El
Hom-
de adulacin
de la
inteligen-
de la sangre y
de insuperada
dentro de s para
de los pode-
polifona
ha de
cuando la hora de la
guarda?
adversidad
ms perversa
la democracia
sagr
a Juana
Leonora
Brunsvik,
de Honrat,
Brenning,
a Amelia
a Mara
a Julieta
que con-
Westerhold,
Guicciardi,
a Teresa
en la primera
a
a
y a Be-
dispuesto a vaciar
de ellas que hubiera
prever
PRLOGO
XIV
en su candieles fuerte
siendo
y ventajas
materiales
eje de las
uniones entre hombre y mujer. Vida pura, vida henchida de amor, vida llevada por todas las alas
polutas hasta lo ms alto, y jams
manchada por el
sus trabajos;
con la visin
mundanales.
cada derrota,
ellos un esfuerso
fuersas
divino,
o morir,
de
de los
hroe no del
minu-
sino de la hora,
de la creencia
a la larga invictas,
un gemido,
halla
del premio
semidis
ni santo pagado
Hombre,
im-
del espritu.
un crujido;
en
A
mas tras de
jams
se mesclaron
en proporciones
tan
justas.
La decepcin que otras vidas
de grandes
artistas
producen,
El borracho, el disoluto
sa alquimia
del espritu
resuman
que por
asociacin
misterio-
PRLOGO
XV
alma gotas de belleza o de bien, nada tienen de comn con Beeihoven. Tampoco el insincero que vierte
con coquetera femenil falsas
lgrimas
por
dolores
sus trances
ni
convencerse.
se exhalan veracidad,
y emocin fundidos
pen-
indisolublemente.
cuidado
sabidu-
ra feliz de un Mendelshonn,
de sus
ni que ninguna
de aquel surtidor
de Wolff, o
melodioso
llamado
no confundir
jams
beethovenianas,
bre. Ni investigadores
como de la icono-
scase la misma
certidum-
races
que en la
Ni la caricatura,
reducida
en l a pueril
cinsilueta.
exagera-
XVI
PRLOGO
cin de proporciones,
pregna
la materia y, en cambio,
viril
modifica
im-
el con-
se ha
formado,
principalmente.
Una
perdura
y Teltscer.
de Max Klinger
de von Kugelgen,
Y lo mismo
que en la
miniatura
la impresin
de alma de
magnitudes.
en el
tamao
de la vida lo
que le deja
quiere
fuerzas
alegra, ca-
borde de la inmortalidad,
tam-
de su canto. Y al
igual
selva
de
de Schiller,
PRLOGO
XVII
para
trasmutarlas.
Hasta la imaginacin
Poco
acuidad.
Primero
se
nublan
van apagndose
las prximas
incomunica-
sera la negrura
lo engrandece
a albo-
inexorable.
y recrea la expresin
do. Pjaros,
no empezase
verti-
fuentes,
de viento y rumor
tempestades,
Y dominando
y posteriores
del
auroras,
de mar, surgirn
mente de su espritu.
tentos precursores
auditiva
munrumor
de la novena
el himno cristiano y
Sinpaga-
ingrvido
para
XVIII
nuestra
PRLOGO
por la
tierra.
Beethoven.
Haendeladquieren
lBach,
la categora
superior
de
la polifona,
es
de todo: un msico,
carcter
y sus amigos,
de la alegra pura
al cielo,
por
prepa-
cuyo disobtendrn
recuerdo de la posteridad.
tal
en perpetua
sus Pilatos
presencia
Apstoles
ante el juicio
y sus
Sus
salva
del
o condena
vida.
sivas de la Nqturalpsa
hayan
destruido
corro-
el
ltimo
Gran
PRLOGO
XIX
humano
br-
el sol en la tan-
de dolo-
de sinceridad
oscuras,
por
pentagrama
pierde futilidad
de
tropo.
hombre...
la pretensin
darwiniana
para
y reafirmar
la
semejan-
za de Dios.
Cien aos desde su muerte, y poco ms desde que
en Bonn, Beln de la msica,
en las brisas de
por la incomprensin
y Occidente, por
virtud
detendr
siquiera
otras guerras.
libres ya
o la envidia,
de su bienhechora
un da su marcha suicida
Ofrendas,
estudios,
lluvia,
hacia
homenajes...
su vida
Y
nti-
de su obra. En ella
XX
PRLOGO
cualquier
hombre de cualquier
puede aprender
rango y
profesin
la leccin de la perfecta
hombra.
exclamacin
reaccio-
el espritu. Y
antes de
la Historia.
en todos
Insoluble
incomprensin:
Cmo
existir
fcil y de resolucin
reales pierden
deseosa de no
suales,
domesticada,
a nosotros
universo sin
tan
exac-
convencerse.
en el
mundo
sin comodidades
Beethoven.
A . HERNNDEZ CATA.
Febrero, 1927.
senun
querido prolongar
hasta
padre
hom-
castellanas
estas
dolien-
tes jornadas
de su va de amargura,
ha apartado
ni un punto se
que tu espritu
perla
ADVERTENCIA
Cuntos
son simples
obras
de pura
De ellos,
de documentos;
imaginacin.
Hay,
unos
son
sin
otros
embargo,
de aquella
lorosa?
Para reconstituirla,
fuentes
de Poli-
nicamente
en
BEETHOVEN
CAPTULO
PRIMERO
EL ORGANISTA DE BONN
BEETHOVEN
agilidad diablesca, sobre las ruedas y registraban afanosamente las maletas, a la busca y captura de cerillas de fsforo y libros prohibidos. En seguida, el coche atravesaba como un rayo los suburbios. El puente
de madera que cubra el foso resonaba huecamente
bajo los ferrados cascos de los caballos. Asomada a
las macizas murallas, tras el pretil pintado de negro
y amarillo, muchedumbre de curiosos contemplaba
la llegada de los suabiosnombre con que se designaba a los naturales de la Alemania occidental.
Innumerables manos serviciales se tendan al viajero
que, al fin, bajo las altas bvedas de la Burg-Thor (1)
se adentraba en las estrechas callejuelas de Viena,
capital apacible entre todas. La reseda era su flor, la
buena olla, su perfume; su poesa, la msica. Guiado
por sta, un joven renano de veintids aos, Luis van
Beethoven, llegaba en noviembre de 1792 a la metrpoli. No era un intruso. Una serie de felices casualidades abrale las puertas de la sociedad vienesa.
Descenda de una familia de menestrales, que desde los alrededores de Lovaina habase trasladado a
Amberes. E n su progenie pueden encontrarse clrigos, algunos artistas y, finalmente, un sastre, Enri-
(1)
T.)
VIDA
NtlMA
3
terrqueo,
tena u n establecimiento en la Ru Neuve, de Amberes. Uno d e sus doce hijos, Luis van Beethoven, perteneci, como msico, en 1733, a la corte del Elector
de Colonia, con u n sueldo anual de cien florines. Al
fin de su carrera, lleg a dirigir la orquesta electoral.
E n u n retrato pintado por Radoux, mustrase Luis
van Beethoven envuelto en una capa brandenburguesa, tocado con u n gorro de terciopelo guarnecido de
piel, y con unos papeles de msica bajo el brazo. Este
orondo personaje posea un espacioso piso en Bonn,
buena ropa y, para remate, un capitalito que empleaba en vinos: caldos del Rin y de Holanda, que luego
revenda.
El director de orquesta habase casado con una muchacha del pas: Mara Josefina Poli. La joven tuvo la
desgracia de que se le muriesen varios hijos. Tena
las llaves de la bodega y acudi a sta en busca de
consuelo. Mara Josefina termin sus das en un convento de Colonia. Luis van Beethoven muri en 1773.
Su nico hijo superviviente, Juan, hered las aficiones maternales. Como msico, desempe funciones
subalternas, bien como cantor, ya como violinista de
la capilla del Elector. En 1767 se cas con Magdalena Leym, hija del jefe de la cocina electoral, y
BEETHOVEN
viuda de un ayuda de cmara de este prelado. El matrimonio Beethoven tuvo tres hijos: Luis, Juan Nicols y Carlos Gaspar. El tenor, guapo mozo, por cierto, tena el vino alegre. Muchas veces al anochecer,
los tres pequeuelos iban a buscarlo a la taberna, y
llamndole papato, papato, se lo llevaban.
El mayor de los nios, Luis, nacido en 1770, era un
mcete de breve estatura, cabeza grande, erizada de
espesos cabellos negros y cetrina tez. Sus camaradas
le llamaban el espaol. Gracias a su precoz virtuosismo, obtuvo en 1784, esto es, a los catorce aos, el
cargo de organista suplente de la corte.
Habitaba esta modesta familia los altos de una casa
patricia de la Bonngasse.
VIDA
NTIMA
BEETHOVEN
conde F e m a n d o a la orden de los Caballeros Teutnicos. Haca frecuentes viajes a Bonn, y se alojaba
en el palacio de Max Franz, gran maestre de aqulla.
Prefera, no obstante, recorrer el ancho mundo para
' satisfacer su curiosidad.
Pero donde los Waldstein, emparentados con el
prncipe de Ligne, figuraban ms, era en Pars. Manuel Felipe, apasionado por las ciencias ocultas, tena amistad con Casanova y hosped al ilustre aventurero en su castillo de Dux. A Fernando no le daba
por lo cabalstico. E n cambio, durante sus frecuentes
estancias en Francia, se dedicaba a estudiar el patois,
inocente mana que haba de salvarle la vida. Durante la Revolucin, en efecto, consigui escapar de
Pars y ganar la frontera fingindose tratante en ganados . Era un tipo original, grande aficionado a las
1
artes y que gustaba de los caracteres muy personales. Desde el primer momento, se interes por el
joven pianista, a quien conoci en casa de unos hidalgos de Bonn, los Breuning, amigos de Beethoven
desde su infancia. Sus dones innatos, las tradiciones
del aprendizaje musical y,
finalmente,
un trabajo
asiduo, haban hecho del muchacho un verdadero virtuoso. Mas apenas abandonaba, luego de los ltimos
acordes, el piano o el rgano, en los cuales era ya
VIDA
NTIMA
BEETHOVEN
timidez se ocultaba apenas un salvaje afn de independencia. No deba, con todo, permanecer mucho
tiempo en Viena. Su madre, que an no tena ms
que cuarenta aos, se mora devorada por la tisis.
Su padre, estaba cada vez ms entregado a la bebida.
Luis volvi, pues, a Bonn, donde lleg a tiempo de
recoger el ltimo suspiro de su madre. Poco tiempo
despus, el hurfano se vio obligado a pedir la jubilacin de su padre, y consigui que la mitad del
sueldo que ste haba de percibir, le fuese entregado
a l para la educacin de sus hermanos. A los diez
y nueve aos, era ya el nico sostn de su familia.
Tambin su salud era delicada. Las preocupaciones lo consuman. Oh, aquellos terribles fines de
mes, en que haba que acudir al Monte de Piedad!
Un da, a falta de otro objeto de valor, hubo de empear el retrato del abuelo. Un msico de la guardia
electoral, Ries, lo sacaba a menudo de apuros.
P a r a aumentar sus menguados recursos, el organista de la corte tocaba el primer violn en la orquesta del teatro de Bonn. Los aos de su mocedad transcurrieron entre un trabajo constante, veladas musicales en casa de los Breuning, que haban acogido
fraternalmente al hurfano, y solitarios paseos por
las mrgenes del Rin. Aquellos jardines, aquellos
VIDA
NTIMA
sotos, aquellas riberas sembradas de leyendas, invitan a soar. Pero no es solamente el rumor del ro
lo que acuna el alma inquieta y y a adolorida del
mancebo. Del lado de Francia, el viento trae clidos
efluvios. Qu bello espectculo es la Revolucin
para quienes la miran de lejos! Lo mismo en su bohardilla, cubierta de musgo, que sumergido en la orquesta, donde mueve el arco para solaz de las lindas
damas y los apuestos caballeros, el joven violinista
suea con un mundo regenerado, en que
florecieran
las virtudes antiguas. El choque con la realidad atenuar en l estas impresiones juveniles, sin llegar
nunca a borrarlas del todo.
Una miniatura atribuida a Gerardo de Kgelgen lo
muestra con los cabellos cayndole hasta la mitad de
la arqueada frente, las cejas bien dibujadas, los ojos
de un azul gris velado, y en la boca una melanclica
sonrisa. E n el otoo de 1792, el Elector lo arranca de
su atril, de sus paseos, de sus sueos, al concederle
una licencia con el sueldo ntegro para que contine
sus estudios al lado de Haydn. Torna Beethoven a la
capital austraca. All va a vivir y a morir.
CAPTULO II
UN GRANDE HOMBRE DE PROVINCIAS EN EL GRAN MUNDO
12
BEETHOVEN
cen todo lo posible por adquirir el aspecto y las maneras de un lord, en tanto que su hermano menor, el
conde Mauricio, producase con vivacidad completamente meridional. Ambos hermanos tenan una pasin comn: la msica.
H e aqu, pues, al grande hombre de provincias en
el gran mundo. Singular g r a n mundo, en verdad, el
de Viena en las postrimeras del siglo XVIII!
Las pesadas puertas,
flanqueadas
por caritides
cuyos bustos se prolongaban perezosamente, abranse sobre ceremoniosas escaleras. Las estucadas volutas de doradas molduras ostentaban formas no
menos pomposas que los torneados hierros de las
barandillas. En los salones, llenos de ecos y resonancias, veanse muebles caprpedos, tapices chinos
y algunos provectos personajes que cualquiera hubiese credo, asimismo, del Celeste Imperio; tan corteses, mesurados e impasibles se mostraban. Estos
vejestorios, contemporneos de Mara Teresa, reciban con solemne empaque a sus vastagos para el
besamanos. El hijo llamaba a la madre Vuesamerced. L a generacin siguiente, la de Jos II, amamantada en los enciclopedistas, haca gala, por el
contrario, de la desenvoltura propia de los espritus
que se han libertado de los antiguos prejuicios, y
VIDA
INTIMA
13
14
BEETHOVEN
VIDA
NTIMA
15
16
BEETHOVEN
rizadas.
Pero pasa el tiempo, cambian las costumbres. Lichnowsky, ms joven, de ideas ms modernas que el
altivo protector de Haydn, recibi a Beethoven como
a un amigo. El artista acababa de llegar del extranjero, tena ya cierto renombre, su talento cautivaba,
sus modales sorprendan. El singular husped de
aquel palacio de la Alterstrasse,
VIDA
NTIMA
17
El ambiente renano haba dado al nieto de los menestrales flamencos la mentalidad de un joven romntico alemn. Esto se advierte bien al examinar la
lista de sus libros, fieles compaeros de su vida, y
de los que al da siguiente de su muerte se apoderaron los chamarileros . Conservaba una antigua Bi2
ideas
18
BEETHOVEN
comensal que lo fuese en menor grado que este msico. Lichnowsky le ofreci albergue, mesa, preciosos instrumentos de arco: violines, violas, violonchelos, que llevaban la firma de los ms famosos luthiers
de Cremona. Un amigo de su husped, el conde
Browne, le regal u n caballo. Los nombres ms ilustres de la capital figuraban en las listas de suscriptores a sus primeras composiciones . Beethoven acep3
Him-
figurilla
VIDA
19
NTIMA
20
BEETHOVEN
publicada en 1796, alcanz ms de cincuenta ediciones. Dos comerciantes vieneses en estampas se apresuraron a solicitar del dibujante Steinhauser el retrato del autor. E n su grabado vemos una especie de
esculido convencional; la blanca corbata, de triple
vuelta, hace resaltar la oscuridad de la tez. Dirasele
u n meridional o un criollo.
Aquel mismo ao, un estudiante provinciano, Kbeck, que se ganaba la vida dando lecciones de msica, conoci a Beethoven en una reunin. Era un
hombre bajitoescriba Kbeck, de espesa y tupida cabellera, picado de viruelas, que guiaba sin cesar los ojos y se agitaba sin tregua. Sentse al piano,
toc, y durante media hora tuvo encantados a todos
los oyentes. La traviesa Nina M...r (la hija del dueo
de la casa), queriendo atormentarme, me present al
g r a n artista como un joven virtuoso que acababa de
VIDA
INTIMA
21
Este episodio demuestra que el joven renano gozaba y a de cierta autoridad en los salones de Viena.
Desde su establecimiento en esta ciudad habase entregado a un trabajo tenaz. H a y d n primero, y despus Albrechtsberger, maestro de capilla de la catedral, lo iniciaron en el contrapunto. Schuppanzig le
ense el violn. E n 1794 los acontecimientos lo pri-
22
BEETHOVEN
varn de sus modestos recursos. La revolucin destituy y arruin al Elector; a Waldstein, descendiente
del famoso duque de Friedland, hubo de obligarlo a
adoptar el oficio de condotiero: este caballero teutnico reclut un regimiento en Alemania y lo puso al
servicio del rey de Inglaterra. Alejado desde entonces
de sus protectores, Beethoven tuvo que ganarse la
vida dando lecciones y conciertos y escribiendo algunas composiciones. Toc en Berln, en Praga, en
Presburgo, en Pest. En ningn instante lo abandon
la confianza en su estrella. En 1796 escriba en su cuaderno. Valor! A pesar de todos los desfallecimientos de la materia, mi alma triunfar. Veinticinco
aos! Ya estn aqu, ya los tengo... Es preciso que
este mismo ao, el hombre se revele por completo.
Tuvo algunos xitos, gan un poco de dinero, la
estimacin de los inteligentes, casi la celebridad.
Consigui llevar a sus hermanos a Viena. Carlos
Gasparchiquitn y pelirrojoempez dando lecciones de msica y luego obtuvo un empleo de cajero
en el Banco Nacional. J u a n Nicols, que era un guapo mozo, entr como mancebo en una botica titulada Al Espritu
hermanos una solicitud paternal. Durante una excursin a Praga, en 1796, escriba a Juan Nicols
VIDA
NTIMA
23
era ya en
aquella sazn un artista de moda, envidiado, combatido, buscado. Las gentes de Viena se mostraban
muy indulgentes en lo que atae a las costumbres.
E r a aquella la ciudad de las amistades sin peligro (1).
La franqueza y la despreocupacin lo presidan todo,
hasta las intrigas galantes. Pero Beethoven despreciaba el libertinaje y desdeaba las aventuras fciles
que se disfrazaban con un barniz sentimental. Aquel
muchacho de carcter tan entero, sentase atrado hacia las mujeres delicadas, grciles, aficionadas a la
msica. Momentos hubo en que lo tent el matrimonio: pensaba casarse con una cantante, Magdalena
Willmann, que, siendo an muy nio, haba conocido
en Bonn. Pero ella prefiri un oscuro ciudadano apellidado Galvani. Encontraba a Beethoven feo y estrafalario. Otras fueron menos crueles. El artista tuvo
algunos amoros. Pero ninguno logr absorber aquel
alma grave, solitaria, adolorida, pattica, que aspiraba a una gran pasin.
(1) Liaisons sans danger escribe el autor, por contraposicin, sin duda, a las famosas Liaisons dangereuses,
de Lacios. (N. del T.)
CAPITULO I I I
EL SUEO DE UNA NOCHE DE VERANO
Freisingers-
Pja-
ro de Plata, movidas de su aficin a la msica. Acababan de llegar a Viena. Un su amigo, Alberto Rost, haba ido a saludarlas a la hospedera El
grifn
26
BEETHOVEN
del com-
Tro.
VIDA
NTIMA
27
28
BEETHOVEN
y las
LMINA I.
PALFALVA.
VIDA
NTIMA
29
Josefina era bonitilla, vivaracha, muy blanca. Teresa mostraba, a pesar de sus veintin aos, ms
grave continente. Casi siempre llevaba sus cuadernos de msica bajo el brazo y un velo que caa en artsticos pliegues cubra sus hombros, ligeramente
encorvados. (Lm. I.)
Llamaron las graciosas extranjeras a la puerta de
Beethoven. Al cabo de breve espera, Teresa se sent
al piano. Fu al conjuro de su arte olo que es ms
probableatrado por el lozano aroma de juventud
que sus visitantes exhalaban? Ello es que el terrible
mozo prometi ir a diario al hotel del Grifn
Dorado.
30
BEETHOVEN
Pues si miramos a las mujeres, cuntas y qu lindasl Babette Keglevich, a quien una estrecha amistad con las seoritas Brunsvik, y que era una de las
VIDA
NTIMA
31
Bosque de
32
BEETHOVEN
de aquel Museo. Volvi, al fin, a Viena, y en 1796 organiz una exposicin de sus obras, con lo que su
galera lleg a ser uno de los mayores atractivos de
la ciudad. Admirbanse en ella as las efigies en cera
de los soberanos contemporneos, como las reproducciones de los antiguos. Pero el seor Mller haba
humanizado las estatuas procurando a los rostros su
color natural y adornndolos con cabellos postizos. La
Venus de Mdicis luca un traje de liviana seda. E n
la sala llamada la alcoba de las Gracias, Venus Colepgea, vestida de igual suerte, reflejaba su imagen
en lunas dispuestas de modo que diesen al espectador
la ilusin de que se hallaba ante las tres Gracias.
Mas ahora, el seor Mller-Deym hubo de reconocer que una de sus desconocidas visitantes lo interesaba ms que sus figuritas de cera mejor engalanadas.
Los encantos de Josefina lo impresionaron hondamente.
El aspecto de aquellas seoras hzole creer que se
trataba de la viuda y las hurfanas de un oficial. Y
as, cuando, a la salida, un lacayo ech un chai sobre
los hombros de la condesa, al tiempo que la llamaba
Excelencia, el buen Mller peg un brinco. El da
siguiente fu a presentarles sus respetos y no mucho
despus peda la mano de Josefina.
VIDA
NTIMA
33
rodeaban en el Prater
el cabriol de
Josefina, bella como un ngel, y digna de un cuadro. El marid no Ocultaba su clera. Sucedanse sin
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Falsa//,
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Una tierna amistad una a Beethoven y las dos hermanas. E n 1798, el artista escribi en el lbum de las
muchachas seis variaciones sobre la poesa de Goethe
Ich denke dein (Pienso en ti).
Muy pronto, una nueva oyente haba de animar con
su presencia aquellas reuniones. Josefina esperaba la
visita de su prima Julieta Guicciardi.
Oriundos de Cremona, los Guicciardi haban alcanzado altas graduaciones en el ejrcito austraco.
Jos Guicciardi, chambeln del Emperador, prefiri
la toga a la espada. Haba sido miembro del Gobierno de Trieste, y a la sazn acababa de ser designado
(1) En el catlogo de las obras de Beethoven se
da como escrita para piano y trompa o violonchelo.
(N.delT.)
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LMINA I I .
JULIETA GICCIARDI,
MINIATURA HALLADA ENTRE LOS PAPELES DE BEETHOVEN.
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y con fre-
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LMINA I I I .
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'
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Dentro de pocos das nos marcharemos para reunirnos a los Finta, en Pescen . Por varias razones
7
tculos tenis siempre que vens a sta, ha alcanzado tambin al pobre Francisco. Durante los dos
das que ha estado en Viena no han dado nada digno
de verse... Se ha ido, pues, sin haber pisado el teatro.
El jueves que viene ejecutarn en el Augarten
el
oratorio de Beethoven. T u hermano se hubiera quedado de buena gana para asistir a la audicin, tanto
ms cuanto que le he dicho lo lindamente que Beethoven improvis la ltima vez que toc. Pero resisti a la tentacin como un hroe.
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Los reflejos de las bujas, encendidas en los candelabros del clavecn, se pierden en las tinieblas del parque. All domina el tilo, y hacia este rbol sagrado
de los siglos paganos, se dirigen, enlazadas, las parejas de enamorados. Sus perfumes las atraen, su
frondosidad las oculta.
Beethoven sali de Korompa ebrio de pasin y de
esperanza. E r a una tarde tormentosa. Los baches del
camino relucan bajo un cielo amenazador. Los cascos de cuatro caballejos hngaros chapoteaban en el
barro. Agazapado en el fondo del coche que lo llevaba a las aguas de Postyon, gritaba un nombre en el
silencio de la noche.
Su secreto se ha perdido. Pero de aquella gran pasin han quedado tres cartas de amor. Tres cartas
balbucientes, delirantes. Helas aqu:
6 de julio, por la maana.
ngel mo, mi todo, mi yo. Hoy, unas palabras tan
slo y con lpiz (con el tuyo). De aqu a maana estar definitivamente alojado. Qu miserablemente
se pierde el tiempo en estas cosas! Pero, a qu entristecerse as cuando la necesidad se impone! Puede
nuestro amor vivir de otra cosa que de sacrificios y
renunciaciones? Puedes t conseguir que yo sea todo
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probablemente hasta el sbado no recibirs mis primeras noticias. Por mucho que t me quieras, todava yo te quiero ms. Nada mo te oculto. Buenas
noches; mientras est tomando las aguas es preciso que me acueste a estas horas. Ay, Dios mo!
Tan cerca! Tan lejos!... No hay mansin celeste
comparable a nuestro amor, slido como el firmamento.
7 de julio, al amanecer.
Estando an en la cama, mis pensamientos se dirigen a ti, mi inmortal bien amada, gozosos primero,
tristes despus, en espera de que el destino quiera
favorecernos. No puedo vivir sino contigo, o no vivir.
S; he decidido irme, errante, lejos, hasta que pueda
volar a tus brazos, verme siempre en mi casa a tu
lado, y elevar mi alma, llena de ti, hasta el reino de
los espritusOh, s, es preciso!. T tendrs nimo, tanto ms cuanto que conoces mi fidelidad a ti;
jams otra podr poseer mi corazn, jams, jams.
Oh, Dios! Por qu ser preciso alejarse de lo que
tanto se ama? Y sin embargo, mi vida en V[iena] tal
como es ahora, es bien msera vidatu amor ha
hecho de m el hombre ms feliz y ms desgraciado
a la vez. A mi edad, me convendra una vida ms
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una
Contessa Julietta
Guicciardi, y si se tiene
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abundaban. Una de las ms atractivas era la representacin de cuadros plsticos. En uno de ellos, Teresa Finta representaba a Minerva.
Yo lucaescribe en 17 de agostoun precioso
casco de papel de plata con un penacho magnfico.
Ante la chimenea estaban sentados el conde Lousel
Batthianyi, que haca de viejo, y la seorita Renard,
que desempeaba un papel de anciana y tena un
nio en los brazos. Detrs de estos personajes vease a Julia Guicciardi. P a r a hacerse ms la interesante, quiso representar la Niobe que en casa de
Deym est bajo un espejo.
Ninguno de estos jvenes haba escogido un papel
apropiado. Tanto tena Teresa Finta de Minerva,
como Julieta de Niobe. Antes pareca la Guicciardi
una doncellita escapada de una pgina de Boccacio,
coqueta, sensual, desenvuelta; su madre la maltrataba
y el amor la hostigaba en demasa. E n Korompa, todas sus amigas admiraban al maestro, de quien ella
se saba preferida, as como estaba segura de que
comparta sus propios triunfos. La msica y los sentidos hicieron lo dems.
F u aquello el sueo de una noche de verano. Pero
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pobres, un matrimo-
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Kahlenberg.
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LMINA I \
CAPITULO I V
JOSEFINA, O EL CONSUELO
Lleg de nuevo el invierno. Las sombras envolvan, en la habitacin del msico, el piano y los papeles que en el suelo se amontonaban. Pero en el
Hotel de las Artes (Lm. IV) lo aguardaban buena
luz, rostros amigos y un dulce ambiente familiar.
Carlota Brunsvik pas unos meses en casa de los
Deym. Desde all escriba a su hermana Teresa:
En el preciso momento en] que recib tu ltima
(carta) lleg Beethoven. Le le la reprimenda que le
dedicas, que lo afect mucho, y me dio muchos recuerdos para ti. Viene casi todos los das; no te puedes figurar lo amable que es. H a compuesto un aria,
que te envo, para P e p i ; pero te ruego que no se la
J
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conservarte
pura.
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m. p .
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lento magnate. El sobrino de Alexis, Andrs Kirillowits, hered esta condicin de hombre afortunado
con las mujeres y tuvo que salir del Imperio por no
haber sido indiferente a la esposa de un gran duque.
El seductor fu enviado al destierro con un cargo diplomtico. Nombrado embajador de Rusia en Viena
y casado con una cufiada de Lichnowsky, mademoiselle de Thun, Andrs Kirillowits se hizo construir
rpidamente, a fuerza de dinero, un soberbio palacio.
Kirillowits era muy alto, de facciones casi femeninas,
arqueadas cejas y labios delgados. No obstante las ricas pieles en que se envolva y la profusin de gruesos cordones que cubran su pecho, pareca estar
siempre tiritando. Al tiempo que haca gala, jactanciosamente, de su fortuna, tan sbitamente lograda,
mostraba muy buen sentido en materia poltica y depurado gusto en lo que a la msica ataa.
Gracias al concurso de Schuppanzigh, Razumowski consigui formar un excelente cuarteto. Otro gran
seor vienes, el prncipe Jos Maximiliano Lobkowitz, hijo de un Saboya-Carignan, y sobrino de la
princesa de Lamballe, sostena una orquesta a sus
expensas. Beethoven dispona del cuarteto y de la
orquesta para ensayar sus composiciones. L a vida
intelectual de Viena no le ofreca, sin duda, muchos
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lo. Nombrado ms adelante arzobispo de Olmuk, Rodolfo se mostr tolerante con todas las excentricidades del msico, cuyo benvolo y timorato protector
haba de ser siempre.
Pero sus mejores padrinos seguan siendo los
Brunsvik. Beethoven tuteaba a Francisco Brunsvik.
E n febrero de 1807 dedic una de sus ms hermosas
sonatas, la Appassionata,
amigo y hermano.
El nombre de Beethoven aparece constantemente
en la correspondencia de las tres hermanas Brunsvik. Se escriba tanto en aquel tiempo y las damiselas sensibles tenan tantos secretos que confiarse! El
conde Emeric Teleki, gentilhombre de Transilvania
que estaba de paso en Viena, se prend de las orejitas de Carlota y luego del resto de su linda personilla. Ella corresponda a este sentimiento. Pero la madre de Teleki exiga un ao de espera, por lo que el
pretendiente hubo de volver a su pas.
E n cuanto a Teresa, que segua viviendo en Hungra, haba entregado su corazn a u n joven oficial que tan pronto cabalgaba por Italia como por
las mrgenes del Rin, y que entre batalla y batalla,
as como en el campamento, se entretena leyendo
versos.
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dido. La dedicatoria tiene mucha gracia. Adis, queridos mos, tengo que acabar aqu.
Antes que se me olvide: mndame, lo ms pronto posible, un par de zapatos blancos, de tafetn fuerte, un poquito azulado. Envamelos por la diligencia.
Pueden estar aqu para el 23, da de mscaras. Ya he
visto vuestro sello. Es precioso, precioso.
Abrazos para mi querida Pepi, y para los nios.
Tambin a ti te abrazo.
Quiere mucho a tu
Teresa.*
(1) Comida que se paga a escote. (TV. del T.)
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BEETHOVEN
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pera.
Las hermanas Brunsvik pasaron el invierno de 1806
en Buda. Tomaron parte en una pantomima alegrica que organiz Jos Brunsvik, su to, con ocasin del
santo del archiduque Jos, elector palatino de Hungra. Teresa represent un papel de viuda, que apa-
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que le en-
de la que ya dio
resa sigue en Buda. Una carta de Beethoven a Francisco Brunsvik, fechada en 1. de mayo de 1806, demuestra la cordialidad de sus relaciones. Beethoven
da las gracias al conde Francisco por una partida de
vino que le ha enviado, y le anuncia la boda del violinista Schuppanzigh. He aqu el final de la misiva:
Abraza en mi nombre a tu hermana Teresa. Dile
que temo llegar a grande hombre sin que ella contribuya a mi gloria con algn monumento.
Se refera, sin duda, a su retrato. Las seoritas de
Brunsvik cultivaban la pintura. El 9 de agosto de
1807, Carlota escriba desde Viena a Teresa:
LMINA V .
RETRATO DE BEETHOVEN,
PINTADO PARA FRANCISCO BRUNSVIK, POR NEUGASS.
( P r o p i e d a d de M a d a m e H u g o F i n a l } ' , de F l o r e n c i a . )
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Acababa la muchacha de experimentar serios disgustos. El ao anterior, los asuntos de sus tierras
fueron tan bienla seora de Brunsvik obtuvo treinta mil florines solamente de la lana de sus ganados,
que aquella prudente madre decidi casar a su hija.
Partieron las seoras para las aguas de Carlsbad.
Pero fu en vano que los carneros de Martonvasar
suministrasen su lana: Teresa no se cas. F u e r a de
los ojos', nada tena bello, sino sus sentimientos,
que no encontraron en nadie la recompensa que merecan.!
H e aqu, pues, a la hermosa viuda y a la dulce provincianita dejando Iverdon para marchar a Italia,
acompaadas de un discpulo de Pestalozzi, que haba de ser preceptor de los nios. Durante el viaje,
las miradas de las mujeres se dirigen a las cimas,
pero sus corazones laten por el Desconocido. Y el
Desconocido se present bajo la traza del barn Cristbal Stakelberg, gentilhombre estoniano y uno de
los diez y seis hijos de Otn Stakelberg, seor de la
isla de Worms, prxima a Reval. El barn Cristbal
era una mezcla de erudito y hombre de mundo. Viajaba para formar su inteligencia, que aquellas damas
juzgaron poco comn. Hicieron juntos el camino.
E n enero de 1808, los viajeros franqueaban
el
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LMINA V I .
QUE SE CONSERVA
EN
EL
CASTILLO
DE
KoROMPSA.
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CAPTULO V
SUEO
DE
HOGAR
Junto a las ltimas murallas de Viena que la piqueta demoledora ha olvidado, muy cerca del hotelito
color de rosa donde el prncipe de Ligne terminaba
su alegre vejez, la casa Pasqualati duerme an tras
sus rejas voladas, florecidas de reseda y geranios.
Beethoven suba de un brinco la rampa que conduca
a la puerta que las armas de los Pasqualati coronaban, y atravesaba a grandes zancadas el abovedado
zagun, donde varios bancos invitaban al visitante a
descansar antes de acometer la estrecha escalera de
caracol.
El msico residi en este hotel, con algunas intermitencias, desde 1804 hasta 1812. De vez en cuando,
se incomodaba por cualquier futesa y se largaba. Con
todo, el propietario, que, a su vez, era compositor de
aficin y muy indulgente con las manas de Beethoven, no consenta en alquilar el aposento de ste, en
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hallaba establecida en el Neuer Markt (1). Se alojaban en ella gentes a pie y a caballo y se procuraban
carrozas y lacayos a los seores viajeros. E n otro
tiempo fu morada de Ulrico de Lichtenstein (2),
que siempre vesta de terciopelo blanco. De ah el
ttulo de la hostera.
E n aquellos parajes, que haban conocido la magnificencia del apuesto trovador, vease ahora a Beethoven embutido en un modesto frac azul marino
con botones de metal. Mas tambin l mostraba predileccin por lo blanco; blancos eran, as en verano
como en invierno, su chaleco y su corbata, que llevaba siempre meticulosamente limpios. Aunque era
muy pulcro y cuidadoso, la brusquedad de sus movimientos lo haca parecer desordenado. Su impetuosidad atemorizaba a veces a los concurrentes a la posada. Su mesita aislada era como un trono donde soaba o maldeca.
Qu alivio fu para l poder comer en su domicilio! Zmeskall, su benvolo mayordomo, tom un matrimonio para que se encargase de guisar. El nefito
hombre de su casa frisaba a la sazn en los cuaren(1) Nuevo Mercado. (N. del T.)
(2) Famoso minnesinger alemn del siglo XIII. (Nota
del T.)
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que facili-
taba por igual a austracos y franceses. Teresa Obermayer, hija de un panadero vienes, rega su casa.
Cuando llegaron a odos de Luis los proyectos matrimoniales de su hermano con aquella mujer, corri
a Linz, amonest al enamorado, dirigise al prefecto
y al obispo, y se dio tan buena maa que logr, al
fin, que el farmacutico se apresurase a casarse con
su querida.
Ambos hermanos dejaron, durante algn tiempo,
de verse. Asqueado de la vulgaridad de sus cuadas,
Beethoven pensaba, muy a menudo, fundar un hogar. En su ejemplar de la Odisea se ve, subrayado
por su mano, el siguiente pasaje:
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pblica.
Beethoven acababa de obtener su primera distincin honorfica: la Academia de Amsterdam le haba nombrado individuo correspondiente. Ya lo te-
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vencedores. La gracia meridional, aadida a la campechana vienesa, daba singular atractivo a aquella
capital.
Gleichenstein present su amigo a una familia originaria de Luca, los Malfatti. Ya Beethoven, por otra
parte, conoca al ilustre doctor Malfatti, to de dos
gentiles muchachas: A n a y Teresa. Gleichenstein estaba enamorado de la mayor. Beethoven se prend
de la pequea.
Ah te mando la sonata que he prometido a Teresaescriba en 1807 a Gleichenstein. Como no puedo verla hoy, dsela t, con mis saludos para todos.
Soy tan feliz entre ellos que me parece que las heridas con que malas gentes me han desgarrado el alma,
podran curar a su lado.
No sabes cunto te agradezco, mi buen Gleichenstein, que me los hayas presentado. Te remito tambin
con sta cinco florines para las corbatas. Si te hace
falta ms, dmelo.
En el verano de aquel mismo ao, escriba desde
Viena a Teresa:
Vivo solo y m u y tranquilo. Sin embargo, desde
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A pesar de su amor propio, el enamorado de Teresa tena sus temores y sus dudas. En una hora de
desaliento, confiaba a Gleichenstein: Para ti, pobre
Beethoven, no existe la felicidad que viene de fuera;
debes crertela por ti mismo; no hallars amigos
sino en el mundo ideal. Esper, sin embargo, du-
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cias a que Pckler-Muskau no vacil un punto en socorrerla y la vea asiduamente, sin que RobertoWenceslao diera la ms mnima seal de alarma.
Todos los aos, Julieta pasaba algunas temporadas
en Viena y en Hungra. Sus cartas a Teresa Brunsvik prueban que los reveses de fortuna no haban alterado su alegra ni moderado su aficin a los espectculos. Relata, con entusiasmo, a su prima las hazaas del famoso bailarn parisiense Henry. Tambin
habla de sus nios: Hugo, Mara y Fritz.
L a situacin del matrimonio Gallenberg deba de
ser desastrosa. E n abril de 1811, Teresa escribe a su
madre:
Me duele que no queris encargaros de esos pobres nios de Gallenberg.
Al tiempo que Julieta segua tratando todas las cosas de la vida con la misma ligereza que pusiera en
el amor, Beethoven llegaba a un momento de su car r e r a en que la seguridad material se le apareca
como una necesidad imperiosa.
l, en otro tiempo tan indiferente a las cuestiones
de dinero, vigila sus intereses. Discute speramente
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el
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primera. Remito tambin la otra meloda que he compuesto apenas me hube separado de ti, querido, queridsimo corazn.
Qu fuerte angustia te oprime,
corazn, corazn mo?
Qa nueva y extraa vida
te me hace desconocido?
Responded, s, mi amada amiga, escribidme qu
debo hacer desde que mi corazn se me h a declarado
en rebelda. Escribid a vuestro fidelsimo amigo
Beethoven
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una leve inclinacin de cabeza; el archiduque Rodolfo le larg un sombrerazo. No eran bien notorias
sus extravagancias? La emperatriz saba representar
muy bien su papel; Beethoven fu invitado a acompaarla al piano. Rehus la invitacin; lo molestaba
aquella princesa con su pasin por los bibelots. Mas
cuando de nuevo se dirige a Bettina, se muestra con
ella tan tierno y sumiso como altivo con la soberana:
No s lo que pas por mi cabeza cuando te conoc,
en el Observatorio pequeo durante la admirable lluvia de mayo, tan fecunda tambin para m. Cuando
vos me mirabais acariciaban mi corazn los ms bellos temas que seguirn deleitando a la Humanidad
aun cuando Beethoven no est entre ella para dirigirlos. Si Dios me da an algunos aos de vida, es
seguro que habr de verte de nuevo, querida Bettina, pues as me lo dice mi voz interior que nunca me
engaa. Espritus como los nuestros pueden amarse,
y yo suspirar siempre ardientemente por el vuestro.
Complaceros es para m lo ms apetecible de este
mundo .
8
bres grandes, almas que estn por encima de las miserias del mundo... As, cuando dos hombres como yo y
Goethe se juntan, tales seores deben sentir bien su pequenez.
(Vid. Romain Rolland. Ob. cit., pg. 59.)-iV. del T.
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CAPITULO V I
INTERMEDIO
MUNDANO
en la Ballgdsschen.
maceta
grupos de bebedores que se aglomeraban a la entrada, atravesaba el patio donde una cabeza de len
verta agua en un tazn desbordante, y suba al primer piso, reservado a los parroquianos distinguidos.
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no proceda as,
dis-
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El lpiz de carpintero de que se vala para escribir sus composiciones servale tambin para apuntar
en su cuaderno pensamientos sueltos, pasajes que
copiaba durante sus lecturas, cuentas domsticas y
menudos sucesos familiares. H e aqu algunos ejemplos tomados del ao 1814:
Siete pares de calcetines.
-
ba en la isla de Elba, sobre la inestabilidad de la fortuna, sus vencedores se reunan en Viena. El mercado
donde haban de cotizarse los despojos del continente, abrase jubilosamente. Mentideros y cafs hervan
de entusiasmo. Las cabalas polticas y las intrigas
galantes proseguan entre ceremonias y diversiones.
L a kermesse de los reyes no poda prescindir de los
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o la
Sinbatalla
Britania,
as
instante.
H e aqu, pues, a Beethoven convertido en msico
charse de la guerra y de la paz. Razumowski lo presenta a la emperatriz de Rusia; sta le encarga una
polonesa, le concede una audiencia particular y lo
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gratifica con doscientos ducados. El antiguo organista de Bonn se deja envolver en estas nubes de incienso, sin mostrarse muy impresionado. Se jacta de hablar con los reyes de igual a igual, con cierto prurito
de impasibilidad. En una fiesta celebrada en e] palacio imperial en honor de los congresistas, acompaa
al piano Adelaida.
fo de Wellington.
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de pose, se plant de u n brinco ante el piano y empez a aporrear las teclas a puetazo limpio.
E n el palacio Razumowsky, teatro de tantos triunfos del msico, se esperaba la llegada de setecientos
invitados para la noche de San Silvestre, que haba
de poner fin a aquel agitado ao. La mesa se haba
puesto en un pabelln de madera, expresamente
construido para aquella ocasin. E n menos que se
dice, un incendio consumi los preparativos del festn y devor la soberbia mansin del favorito.
Al resplandor de estas llamas se desvaneci la
boga mundana de Beethoven. No se le dio mucho de
ello. No haba escrito a Francisco Brunsvik, al invitarlo para asistir en Viena a la audicin de su Octava
sinfona:
En cuanto a m, mi reino est en el aire. As como
el sonido arrastra en remolinos al viento, as tambin
mi alma es arrastrada por frecuentes torbellinos.
Teresa mantena, asimismo, correspondencia con
el msico. E n un cuaderno de la solterona, fechado
en 1814, se lee: Recibida la carta de Beethoven. Escribo a Beethoven . Y, ms adelante, en otro cua2
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apenas sala de Hungra. Por otra parte, el nuevo estado de Francisco fu parte a que disminuyese la intimidad entre los dos amigos.
Lichnowsky muri en 1814. La condesa Erdody
resida en uno de sus castillos de Croacia. E n torno
al soltern se iba haciendo el vaco. Y el veneno que
minaba su organismo , debilitaba, de da en da, su
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CAPITULO V I I
AISLAMIENTO
ENFERMEDAD
vivir retrado, los asuntos domsticos cobraban importancia excesiva. Su hogar era, segn su frase, un
allegro di confusione. Servidores casados, lacayos,
una menegilda con pies de elefante, una cocinera
vieja y arrugada, todos fueron violentamente despedidos. El compositor repasaba minuciosamente las
cuentas que le presentaban sus criados, y sospechaba
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ningn precio. No era aquella la herencia del muchacho en quien recaa el afecto de su corazn insatisfecho: Carlos Beethoven?
Carlos Gaspar haba muerto en 1815. En la misma
casa mortuoria, la viuda pas la noche con su amante. El pequeo Carlos no ignoraba estas torpezas .
4
provincial. Este fall la causa a favor de Beethoven. Pero su cuada apel de su sentencia y llev
adelante la querella. En diciembre de 1818, Beethoven fu requerido a exhibir sus ttulos de nobleza.
Vanrespondi
el compositor en el curso de su
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perviviente, Mim, que a la sazn tena diez y nueve aos, su perro Fidelio, su secretario Brauchle y
finalmente, una croata llamada Nina. El 14 de abril
de 1820, Mim intenta envenenarse con opio. Una
camarera del hotel le arrebata el frasco. El agente
de polica Siber hace investigaciones. Brauchle, acusado de haber contribuido, por sevicia, a la muerte
de los otros dos hermanos, e impulsado al suicidio a
la joven Mim, es detenido. La madre expone, en
una larga carta dirigida al jefe de polica, un triste
drama ntimo. Odios domsticos, luchas de intereses, procesos, calumnias, y, en torno a esta fortuna
principesca, las ms bajas intrigas unidas a las mayores humillaciones. El marido se desentiende por
completo de los suyos, y el padre de la condesa, a
pesar de sus seiscientos mil florines de renta, se niega a pagar incluso las medicinas de la enferma.
Es muy difcil discernir la verdad al travs de estos informes de asalariados y espas. El ministro
Sedlnitzky, sucesor del barn Hager, da fin al asunto
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In-
glesas de Sanct-Plten. Su madre no cesaba de enviar cartas justificativas a dicho alto funcionario, y
con ellas inclua las que Mim le escriba desde el
convento: untuosos billetes, dictados por las buenas
hermanitas y que nada tenan de espontneos, fuera
de la direccin: A mi buena mam, en sus hermosas
manos, besos para el perro Fidelio y, finalmente, la
peticin de que le enviase msica de Beethoven .
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puesto... Diana am tambin una vez, y, sin embargo, sigui siendo la casta diosa.
Algunas cartas de Fernando Deym, sobrino de Teresa, dan la solucin del enigma. Estn dirigidas a
Luis-William Migazzi , erudito de nota, que se dedi8
finalmente.
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En tanto que la solterona deshaca noche por noche la urdimbre de su vida de continua abnegacin
para tejer con ella mala literatura, Julieta segua
frecuentando los teatros y el gran mundo. Bella,
nada arisca, si no sala de apuros, era debido a su
falta de clculo, a esa imprevisin, que fu su desgracia y su nica nobleza.
Su familia se vea en la imposibilidad de ayudarla.
Su propio padre, el conde Guicciardi, haba de sostener ruda lucha con sus acreedores . El 30 de octu10
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te para arrebatar la batuta al enfermo. Al fin, Schindler lo tom de un brazo y se lo llev. El, de ordinario
tan irascible, lo sigui sin pronunciar palabra, con
la muerte en el alma.
Aislado de las gentes a causa de su sordera, conservaba, sin embargo, su aficin a conversar. Gracias a sus cuadernos, se pueden reconstituir, a partir
de 1819, las charlas que mantuvo con las personas a
quienes reciba. Expresbase con ruda concisin y
expona ideas que en aquel tiempo parecan demasiado atrevidas.
Si la nobleza no va acompaada del dinero, no
sirve para nada.
Son esclavos de las cortes para poner a unos maestros frente a otros.
Dentro de cincuenta aos no habr ms que repblicas.
Si Napolen volviese ahora, podra esperar mejor
acogida en Europa. (Esta conversacin se celebraba
en 1819.)
Conoca el espritu de su tiempo y saba gobernar.
Nuestros descendientes sabrn juzgarlo mejor.
Yo he sido, como alemn, su mayor enemigo. Las
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de sus movimientos y del descuido de su indumentaria, emanaba de l una especie de dignidad leonina.
Hubisele dicho un jefe militar en la reserva. Y no
haba perdido, en efecto, la batalla de la vida?
Su expresinobservaba el poeta sueco Amadeo
Atterbom no declara la menor alegra de vivir.
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CAPITULO V I I I
EL
HOMBRE
DE
LA
ESTATUA
DE
BRUTO
El 8 de abril de 1820, el Tribunal de Casacin decidi en favor de Beethoven el pleito entablado entre
ste y su cuada. La seora de Beethoven elev al
Emperador una instancia, que fu desestimada.
Beethoven estaba radiante. No vacil en pedir dinero a cuenta a sus editores de Viena, para pagar las
cuentas de su adversaria, as como la pensin de
Carlos. Acariciaba mil proyectos para el porvenir de
aquel muchacho, a quien tanto quera.
Este, por su parte, no abra un libro. Era un mozo
de carcter dbil, indiferente y que no pensaba ms
que en divertirse. Mostraba precoz aficin al billar,
la cerveza y las faldas. Las morigeradas costumbres
de su tutor lo fastidiaban e ingenibase en sacarle pequeas sumas, con diversos pretextos, y an llegaba
a pedir dinero a los criados. Su to, con el corazn
henchido de afecto contenido, lo aburra con sus
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finalmente,
el vicio sin velos ni tapujos. El farmacutico no tena ya ilusin alguna respecto a su mujer; mas, a
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Sinfona.
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Los gastos que le originaron sus pleitos y la manutencin de su sobrino, haban aumentado su penuria.
Como todos los deudores muy entrampados, se creaba nuevos acredores para aplacar a los antiguos.
E n 1819 la Sociedad de Amigos de la Msica le dio
cuatrocientos florines por un oratorio. Beethoven no
lleg a entregar la obra. Pero la Junta directiva de la
Sociedad no le reclam nunca la suma adelantada.
Antonio Tayber, compositor oficial de la corte, y
cabeza visible del grupo de pobretes envidiosos de
Beethoven y hostiles a l, acababa de morir. Mauricio Lichnowsky se esforz por conseguir este cargo
para Beethoven. Logr convencer al prncipe Dietrichstein, ex preceptor del duque de Reichstadt y
Hofmusikgraf, esto es, superintendente de msica.
Ambos gentileshombres encargaron al maestro una
misa para el Emperador. En realidad, no era muy
probable que el msico agradase al soberano. El antiguo comensal del capitn Pinterics segua sustentando las mismas ideas polticas y s jactaba de sus
opiniones subversivas. Llamaba a las audiencias pblicas de Francisco I engaabobos.
Su antigua inquina contra Napolen habase convertido, al ver cmo los adversarios del Csar haban
aprovechado su victoria, e n indulgencia. Tambin al
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El soli-
LMINA
BEETHOVEN,
POR
W A L D M U L L E R .
IX.
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sus editores Breitkopf y Hrtel, el vienes Waldm11er lo pintaba de frente (Lm. IX). Beethoven no
pos ms que una vez. Y, sin embargo, qu expresin de majestad y dolor en sus claros ojos de sombro mirar, en sus fruncidos labios, que el sufrimiento adelgazara, en aquel conjunto, en fin, serenado
por una corona de cabellos grises, casi blancos y
una amplia corbata de muselina! Dirasele un personaje de Goya (1).
Tuvo algunas temporadas de reposo, en que se
daba frenticamente al trabajo. Luego, la enfermedad volvi a agobiarlo. Acostumbraba a apuntar en
sus cuadernos los ttulos de los libros de que le
haban hablado o que pensaba comprar. E n 1819
anota:
L. V . Legunan. El arte de conocer y curar todos
los contagios venreos.
Otra vez cambi de mdico. Llam al vienes
Braunhofer, y luego a Staudenheimer, mdico del
Emperador. Tambin vari de dolores: en 1821 fu la
ictericia; al ao siguiente una penosa afeccin a la
vista.
(1) Dirasele, casi, Goya mismo. Obsrvese, en efecto, el extrao parecido entre ambos. Es, sin duda, el parecido del genio. (N. del T.)
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crneo amplios y abovedados como un templo; la nariz achatada, leonina; la boca noble y delicada, el
mentn ancho, las mandbulas parecan hechas para
cascar las nueces ms duras. Bajo las ceudas y speras cejas, dos ojillos luminosos contemplaban a los
visitantes. Beethoven reconoci a Weber, lo abraz
y grit: Al fin te veo', buen mozo! Bienvenido
seas! Despus, el enfermo tendi un cuaderno a su
visitante. En el curso de la conversacin, Beethoven
se quej amargamente del pblico, de los italianos,
de su sobrino. Weber lo invit a hacer una excursin
por Alemania o trasladarse a Inglaterra.
Demasiado tarderespondi Beethovendemasiado tarde.
En efecto: el renombre de Beethoven disminua en
Viena. Como todos los innovadores, tena en contra
suya a los espritus rutinarios, incluso a ciertos admiradores fanticos de Mozart, tales como el venerable abate Stadler, que no faltaba a ninguna audicin del cuarteto Schupanzigh, pero que, en cuanto
comenzaba un trozo de Beethoven, se levantaba y
sala. Los contemporneos del maestro se iban alejando de l poco a poco. El mismo agente de polica
que haba facilitado los informes sobre las aven-
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thoven, se yergue una aplastante mayora de inteligentes, que se niegan en absoluto a escuchar, de hoy
ms, sus obras.
Tenan stas un adversario harto ms poderoso
que el impertinente cotilleo o los celos de los profesionales: el espritu del tiempo. A veces, el compositor pareca inclinado a resignarse y trabajar para
la galera, a fin de conquistar fama y fortuna. Pero
en 1816 anotaba en uno de sus cuadernos:
Dejarse de peras y dems zarandajas; no escribir sino a la manera propia.
Pero el mundo haba sufrido demasiado. Estaba
anhelante de alegra. Rossini se la procuraba (1). En
(1) No estamos pasando, desde hace casi diez aos,
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Sinfona,
el italiano era el hombre de moda en la capital austraca. Beethoven tena a menos entrar en liza con
aquel rival a quien llamaba un buen pintor escengrafo. Y as entabl negociaciones para que su obra
se ejecutase en Berln. Mauricio Lichnowsky lo supo.
Reuni a los admiradores de Beethoven, y aquellos
seores redactaron un llamamiento - al compositor,
donde lo conjuraban a no privar a su patria adoptiva
de las primicias de su ltima obra. La splica conmovi a Beethoven. La audicin de la Novena
Sin-
Kdrthnerthor.
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trasladarse a Munich .
Por lo que hace a las muchachas con quienes en
otro tiempo haba tenido Beethoven amistad, Carlota
viva en Transilvania, Teresa en Martonvasar. Jose
fina haba muerto en 1821. Ms tarde, Teresa habla
ba Zmeskall del afecto que haba sentido por su
hermano. Ambos conservaban verdadero culto por
Beethoven. Teresa escriba con mucha frecuencia a
Zmeskall, y este compaero de los bellos das de an
tao la entretena recordndole los hechos y los ges
tos del compositor. Pero lleg un da en que la gota
inmoviliz al viejo funcionario en su departamento
5
del Brgerspital ,
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Karthnerthor.
Filarmnica
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go. Su compaa preferida era la de las damas aristocrticas, sensibles, delicadas, frgiles. En cuanto a
l, es un sanguneo. Sus sentimientos se le escapan
como lava hirviente. Hacia el trmino de su vida, la
sordera, los progresos del mal que haba de llevrselo, sus apuros econmicos y, sobre todo, su irascibilidad eruptiva lo condenaban a la soledad. Pero los
propios sufrimientos de su vida elevan su arte. Se
aisla y se concentra.
Su formacin intelectual parece obra del azar. Su
educacin musical es el fruto de una labor consciente. H a tocado, uno tras otro, el rgano, los instrumentos de arco, el piano; ha empuado la batuta de
director de orquesta. Despus de la prctica, la teora: a los profundos estudios del contrapunto, aade
un vasto conocimiento de cuanto se ha producido en
materia musical.
Tiene en la masa de la sangre los hbitos de paciencia y de precisin de una larga dinasta de artesanos. Cierto que fu un romntico, esto es, u n imaginativo exaltado. Pero las inspiraciones de su temperamento y de su genio pasan por el tamiz del oficio, que conoce a fondo, y que practica con el afn
de perfeccin propio de todo gran artista. Sus sentimientos personales le sugieren temas en los que, en
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El tema
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la estatua de Bruto.
LMINA X .
,-'/
I l
CAPITULO I X
LA
CASA
DE
LOS
ESPAOLES
NEGROS
Por extrao azar, Beethoven, a quien sus camaradas de Bonn llamaran en otro tiempo el espaol,
iba a terminar sus das en una mansin que, a su
vez, recordaba a Espaa. Unos benedictinos catalanes, consagrados al culto de la Virgen Negra de
Montserrat, construyeron a principios del siglo XVII
una capilla y un monasterio en Viena. Jos II disolvi la congregacin de los Espaoles negros. E n lo
que fuera iglesia, se instal un depsito de catres de
cuartel, llamado por el pueblo el almacn de las
pulgas. El monasterio qued convertido en casa de
vecindad. Era un amplio casern de dos pisos, que
por u n lado daba a las murallas y las frondosas colinas que rodean la capital y por el otro a un vasto
terreno que antao sirviera para los ejercicios militares.
Aquella vivienda de altas y resonantes bvedas tena algo de monacal. El 15 de octubre de 1825, Been
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(1)
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El poeta Rellstab, que vio por entonces a Beethoven, lo describe como un hombre precozmente envejecido, con el rostro marchito, consumido, de un
tono tostado que no es el sano del cazador, sino el
del enfermo .
3
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so de la eternidad. Desde el hondo surco que la helada espolvorea de cristal, el cuervo tiende el vuelo
al cielo que las nubes agrisan. Por all camina el anciano con la mirada perdida en el infinito, tropezando con las hayas, espantando a la yunta de u n boyero, abismado en sus pensamientos, vacilante en su
santo ardimiento; luego, de sbito, extenuado por
el dolor, busca apoyo en un rbol. Ah! [Cunto
dara por hallar el remedio que procurase algunos
aos de reposo a este cuerpo que lo atenazal Lleva
tanta msica en el corazn! Pero, ay!, la materia es
inexorable. Es preciso expiar las menguadas bacanales del padre, es necesario purgar las propias alegras, las propias penas, el agotador trabajo por el
sustento cotidiano, las jarras bebidas bajo el emparrado, los entusiasmos y los vrtigos del arte. l, que
durante tanto tiempo haba combatido la hereditaria
aficin a la bebida, fu dbil en sus postreros aos.
Muchas veces se le pasaban las horas en las tabernas,
con el violinista Holz. Aquellos arrebatos dionisiacos, que momentneamente le devolvan su mpetu,
acababan por agotar sus ltimas fuerzas. Y para los
tormentos que le inflinga su hgado, eligi el ms
funesto remedio: slo se alimentaba con huevos, que
rociaba con copiosos tragos de vino.
CAPITULO X
EL
FIN
DEL
SOLITARIO
lizaron su voz. Pidi un momento de tregua a Schindler, que traz su respuesta en el librillo y se la pas
a Beethoven,
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se apresu-
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Quera ponerse inmediatamente a trabajar. El mdico le aconsej que se abstuviese de ello, y lo invit a
buscar descanso en las lecturas amenas. Ariel se
apresur a llevarle sus libros de colegial.
Eran libros sobre Grecia y Roma, con grabados. Al
hojear aquellas pginas, el viejo nio sublime, tendido en su lecho de dolor, y el chicuelo que le sostena la mano, imaginbanse a los romanos como seres
superiores, llenos de virtudes. Mas aquellos personajes de otrora, envueltos en sus togas, eran, en
realidad, muy diferentes de los que entonces deambulaban sobre la derretida nieve, al travs de las calles de Viena, llenando con sus rumores la ciudad
que treinta y un aos antes acogiera al organista del
Rin? Desfilan claramente ante los moribundos todas
las alegras y todos los dolores de su vida? Vea de
nuevo Beethoven los ros y la mujer de su juventud?
O slo miraba al porvenir? Y, como el viento hinche
las velas, acaso no henchiran sus febriles sienes los
acordes de su Fausto y de una dcima sinfona?
Mas, ay!, muy pronto la agudizacin de los dolores que le desgarraban las entraas haba de ahogar
los impulsos del alma. Las piernas se le hincharon
monstruosamente.
El 23 de marzo, Hummel y su mujer fueron a ver-
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Los
prepara-
do con el zumo de plantas silvestres y que los campesinos renanos crean un remedio infalible para la
hidropesa. Schindler coloc las botellas, en hilera,
sobre una repisa, que haba cerca del lecho. El en-
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min la nieve al mismo tiempo que la faz del agonizante. Estall un trueno y Beethoven se estremeci.
Levant la mano derecha, cerr el puo. Luego, la
mano cay, inerte, sobre la colcha; los prpados quedaron semientornados. Httenbrenner le cerr los
ojos.
Conservaba el muerto la fiera expresin de un
guerrero cado en el campo de batalla. El endeble
lecho amenazaba derrengarse bajo el peso del cadver. Sobre la cabecera vease colgado un relojito parado, como el corazn de su dueo. (Lm. X.)
El da siguiente, la cmara mortuoria fu teatro de
una desagradable escena. Juan Beethoven buscaba
con febril afn las acciones del Banco Nacional. No
haba modo de encontrarlas. Y a el ex boticario dejaba traslucir que sospechaba de los amigos de su hermano all presentesBreuning, Holz y Schindler,
cuando este ltimo oprimi, casualmente, el botn de
una cajita. Abrise un departamento que contena
algunos papeles: las famosas acciones, en primer trmino, y luego varios plieguecillos de. vitela muy
arrugados y amarillentos: las cartas a la inmortal
bienamada.
Dos das despus, el cirujano Wagner hizo la
autopsia del cadver. El muy brbaro destroz la
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comenzar de nuevo, porque este precursor ha terminado donde acaban los lmites del arte.
Se apart de los hombres luego de haberles dado
todo y sin haber recibido nada de ellos. Vivi la soledad porque no encontr igual.
Algunas semanas despus, los bienes de Beethoven
fueron dispersados a la rebatia. Los editores de msica se repartieron sus manuscritos, los chamarileros
se llevaron sus enseres. La familia guard una coleccin de retratos. Los amigos se quedaron con algunos objetos de uso personal, en recuerdo del muerto. El nio Gerardo recibi, en memoria de su grande amigo, u n medalln que representaba a una esbelta joven de negros rizos: era Julieta Guicciardi.
EPLOGO
Ya los llorosos sauces cubran, en el cementerio
de Wahring, la tumba de Beethoven, y an los que
en su insigne vida dolorosa le sirvieron de comparsas continuaban su oscuro camino.
Juan Nicols llev con ostentacin el luto de su
hermano. En todos los conciertos donde se interpretaban las obras de ste, el farmacutico ocupaba un
asiento de primera fila y aplauda hasta romperse las
inmensas manos enguantadas de blanco, que hacan
las delicias de los espectadores.
Carlos no dur mucho en su regimiento. Se hizo
cargo de la herencia del compositor, hered tambin
a su to Juan Nicols y malbarat el dinero en ftiles
diversiones. Una fotografa que le hicieron en la flor
de su edad, lo representa embutido en una levita negra, con los cabellos peinados hacia atrs y una mirada inexpresiva, que se ampara a la sombra de unas
gruesas narices sensuales.
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E P L O G O
en
L a ltima noticia que se tiene de la condesa Erdody data de 1829. Es una cuenta de 120 florines por
retraso en el pago de derechos de sus pasaportes.
El conde Gallenberg haba tomado en arriendo la
E P L O G O
183
184
E P L O G O
que
ella misma le haba regalado. Recomienda que confe su Diario; que contiene los materiales para su biografa, a Jos de Sonnleitner, que deber enviarlos,
despus de hacer uso de ellos, al jefe de la familia,
Jos de Z m e s k a l l .
2
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186
E P L O G O
LMINA X I
T E R E S A
BRUNSVIK
E L
LITOGRAFA
AO
D E
D E
SU
BARABAS.
MUERTE,
E P L O G O
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Julietta,
que tam-
N O T A S
CAPITULO PRIMERO
1 Baronesa del Montet. Recuerdos, Pars, 1904. Thrhein. Memorias, 1913.
2 Hay una silueta de Beethoven, de 1786, cuya reproduccin, as como la de la mayor parte de los retratos
del maestro, puede hallarse en la excelente obra de Th.
, Frimmel Beethovens ussere Erscheinung, Mnchen,
1905. (Aspecto fsico de Beethoven, Munich, 1905.)
CAPITULO II
1 Stendhal. Vidas de Haydn, de Mozart y de Metastasio.
2 Proceso verbal de tasacin de los libros pertenecientes a la testamentarla de Ludwig van Beethoven.
Vanse las piezas anejas, 3.
3 Dr. Nicolaus Zmeskall de Domanovecz, concipista
aulicus. Im Brgerspital, Kapucinertrof. Stiege 9. Schematismus Regni Hungarioe, Bude, 1798.
4 Carl Friedrich von Kbeck. Tagebcher, Wien,
(Diario, Viena), 1909,1,1,11.
CAPITULO III
1 Los papeles de Teresa Brunsvik, que sta leg a
su sobrino Atila de Gerando, se encuentran en los
archivos de Palfalva. Nada ms familiar que el tono de
estas cartas, tan pronto redactadas en alemn como en
el francs que entonces se hablaba a orillas del Danubio.
190
NOTAS
Con la correspondencia de Teresa Brunsvik, hllase tambin en Palfalva su Diario, desde 1810 hasta 1862,
con la sola excepcin de los aos 1849 y 1850
Con el ttulo de Beethovens unsterbliche Geliebte, das,
Geheimniss der Grfin Brunswik (La inmortal bienamada de Beethoven, el secreto de la condesa de Brunsvik), la seora La Mar public en 1909 una autobiografa de Teresa Brunsvik, escrita pocos aos antes de su
muerte.
Segn parece, adems de la copia del manuscrito que
los sobrinos nietos de Josefina Dejan han puesto a la
disposicin de la seora La Mar existen diversas variantes de estas Memorias. Tales, las que posee la condesa Bianca Maldeghen (Dezasse, por su nacimiento),
en Presburgo. Debo estos informes a la amabilidad del
archivero de esta ciudad Juan Batka, ya fallecido. Otro
manuscrito de las Memorias pertenece a un descendiente de los Deym, establecido en Alemania.
2 Vanse las piezas anejas, 2.
3 Cuenta Teresa en sus Memorias, que las Brunsvik
llegaron a Viena en mayo del ltimo ao del siglo pasado, y que Josefina se cas diez y ocho das ms tarde.
Octogenaria ya en la poca en que escriba sus Memorias, confunda las fechas. En 1796 haba hecho imprimir
un folleto, donde celebraba, en versos alemanes, las reproducciones antiguas de Deym: Uber Mllers KunstGallerie in Wien, von einer Kennerin der Kunst, Wien,
1796. Gedruckt bei Anton Pichler. (En torno a la Exposicin artstica de Mller en Viena, por una aficionada
al arte. Viena, 1796. Imprenta de Antn Pichler.) En la
biblioteca de Palfalva se conserva un ejemplar de este
opsculo. Los sucesos relatados en el texto acaecieron
entre 1796 y 1799.
4 Alude, sin duda, a la sonata en fa sostenido (F. dur).
Op. 17.
5 Antonio de Brunsvik tena cuatro hermanas: Isabel, casada con un Finta; Susana, con un Guicciardi;
N O T A S
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N O T A S
CAPITULO I V
1 A Josefina le daban familiarmente el nombre de
Pepi o Pips.
2 Dcese que Lichnowsky haba intentado obligar a
Beethoven a que tocase ante sus invitados. Pero, cmo
achacar semejante falta de tacto a un seor tan verdaderamente distinguido? Adase a esto que desde haca
diez aos trataba ntimamente al msico, cuyo indomable carcter deba de conocer muy bien.
3 Archivos de Kismarton. C. D. 3449-807.
4 Cuentas del castillo de Kismarton. C. D. 4433-807.
NOTA: Dominus Musicus Compositor Beethofen Cum
Socio secum allato et fmulo a 10 sept. usque 16 ejusdeum apud infrascriptum inquarterisatus fuit in quorum intertentionem et servitium insumpti sunt. Rh. f. 20.
Josephus Baranyai, Secretarius.
5 Emeric Teleky.
6 Inteligente aficionado a la msica, que se cas con
Julieta Brunsvik.
7 F. H. Kleinheinz fu ms adelante, desde 1817 hasta 1824, director de orquesta en el teatro de Praga.
8 Profesor de esttica en la Facultad de Pest, y protegido de la familia Brunsvik.
CAPITULO V
1 Archivos de la polica, 2 de marzo de 1814, nmero 1044.
2 Vase su reproduccin en Le Menestrel, 1905.
3 Kalischer: Beethovens Smtliche Briefe. (Coleccin
de cartas de Beethoven.) Berln, 1909. Carta nm. 213.
4 Frst Hermann Pckler-Muskatt. Briefe. (Principe Hermann Pckler-Muskau. Cartas.) Berln, 1874.
V. 441.
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N O T A S
5
6
7
8
194
NOTAS
NOTAS
195
CAPITULO V I I I
1 Kalischer, Ob. cit., III, 68.
2 Nunca el nio olvid tales impresiones. Esta ancdota fu contada por sus hijas, las seoras de Begas y de
Lvenbruch, a Teodoro Szanto.
3 El barn Nicols Krafft, uno de los fundadores de
la Sociedad de Amigos de la Msica, de Viena.
4 Viena. Archivos de la polica, nms. 7498 y 8053.
5 D. Nicolaus Zmeskall de Domanovecz, Secretarius Aulicus, una director protocolli. In Brgerspital,
nm. 1166. Pfarrhof Stiege, nm. 1100. Schematismus
Regni Hungarice, Budae, 1824, 238.
CAPITULO IX
1 Reproducido en la obra de Jean de la Laurencie
El ltimo alojamiento de Beethoven, (Le dernier logement de Beethoven.). Pars, 1908.
2 La ltima estrofa est en alemn. Kalischer. Obra
citada, V.
3 L. Rellstab. Aus meinen Leben. (De mi vida). Berln, 1861.
CAPITULO X
1 Frimmel Beethovens Jahrbuch. Mnchen, (Anuario de Beethoven; Munich). 1909, II, 378.
2 Kalischer, Beethoven und Seine Zeitgenossen. (Beethoven y sus contemporneos).
Berln, 1914, IV, 276.
3 Esta acuarela se encuentra en !a casa de Beethoven, en Bonn.
196
NOTAS
EPLOGO
1 Archivos de la Cancillera de Hungra, 17386-824.
1891-825.
2 Archivos de la Cancillera de Hungra. N. Dep. 334.
3 En octubre de 1865.
NOTICIA
BIBLIOGRFICA
198
NOTICIA
BIBLIOGRFICA
DOCUMENTOS
ANEJOS
dedicados
200
DOCUMENTOS
ANEJOS
D O C U M E N T O S
201
A N E J O S
202
D O C U M E N T O S
A N E J O S
Madame de Schonfeld.
Prncipe Schwarzenberg.
Princesa Schwarzenberg (por su cuna princesa de
Aremberg), 3 ejemplares.
Princesa viuda de Schwarzenberg.
Madame Schwingschuh.
Mr. de Scio.
Baronesa de Sebottendorf.
Mr. de Selliers.
Mr. de Siche, para Troppau, 6 ejemplares.
Barn de Specht.
Mlle. T. de Stettner.
Barn de Stroganoff, 6 ejemplares.
Mr. de Stuard.
S. E. el barn Van Swieten, 3 ejemplares.
Conde Rodolfo de Taaffe, 10 ejemplares.
Lord Templetown.
Mr. Jean Thaut.
S. E. el conde de Thun.
S. E. la condesa de Thun (por su cuna condesa de
Uhlefeld), 2 ejemplares.
S. E. la condesa de Thun (por su cuna condesa Kolowrath), para Praga, 22 ejemplares.
Condesa Fischkiewitz (por su cuna princesa Poniatowsky).
Prncipe Trubetzkoi.
Madame de Tschoffen.
Conde Vaudreuil.
Madame de Wambold (por su cuna de Hongraben).
Conde Miguel Wielhorsky.
Barn Raimundo de Wetzler, 3 ejemplares.
Conde Rodolfo Wrbna, 3 ejemplares.
S. A. S. la princesa Wrtemberg (por su cuna princesa Crartoriska).
Barn Jos Zois.
Mr. Nic. de Zorkovics.
Condesa Zichy (por su cuna condesa Pallfy).
ANTONIO I DE BRUNSVIK
ANTONIO I I
A N A DE SEEBERG
11830
t1827
Julia Enriqueta
I
Conde Forray
Mara Teresa Francisco Josefina Carlota
1775-1861
1776-1832 1779-1821 1782-1840 Conde Choteck
Conde Emeric-Telekl
Blanca
Emma
Mme. A. de Gerando
Sidonia Justa Conde Jos Deym.
Csase en 1810 en Estrigonia.
con Cristbal Stackelberg
Mara
Gejza Miona 11897
1832-1902 18341899
Mara Josefina Deym
Serafina Siegl.
ISABEL
BRUNSVIK
Ana de Adelffy.
SUSANA
Fr. I .
Coronel
Finta Guicciardl
t 1802
JULIETA
CATALINA
FRANCISCA
Conde
Pablo de Revay
Carlomagno
Dezasse
204
D O C U M E N T O S
A N E J O S
INFORMES POLICIACOS A C E R C A
J O S E F I N A BRUNSVIK
DE
El 30 de junio de 1815, el barn Hager, ministro de Polica, ordenaba a tres espas que se informasen discretamente de la situacin familiar y econmica de Josefina
Stackelberg. He aqu la respuesta de uno de estos f un cionarios, que firmaba J. J., y que no era otro que el concejal de Pest, Hoffmann:
Segn informes dignos de crdito, la hija de la condesa viuda de Brunsvik, y a su vez viuda, ha emprendido un viaje a Viena para arreglar los embrollados asuntos financieros de la condesa Stackelberg. Dicha condesa
ha vivido, durante algn tiempo, tan pronto en la posesin de su hermano, situada a cuatro leguas de Buda,
y titulada Martonvasar, como en la propia Buda, con su
madre, cuya ayuda es el nico medio de subsistencia
con que cuentan la condesa y los tres hijos de su matrimonio con Deym.
A lo que parece, en otro tiempo vivi con desahogo,
en compaa de su marido, el conde Stackelberg, en una
finca de Moravia, comprada gracias a la herencia de su
primer marido, el conde Deym. Esta fortuna ha sido dilapidada por Josefina y el conde Stackelberg, por lo que
no solamente ellos y sus hijos han llegado a una situacin sumamente angustiosa, sino que han puesto en
grave apuro al hermano de la condesa, que los haba
avalado una deuda de 5.000 ducados.
La moralidad de esta condesa no est, al parecer, muy
D O C U M E N T O S
A N E J O S
205
206
DOCUMENTOS
ANEJOS
VALOR
CONVENCIONAL
VIENES
Florines.
Florines.
Billetes de banco
Bonos canjeables
12.115
600
TOTAL
12.115
600
Una accin del Banco Nacional Privilegiado de Austria, nm. 2, A. Fol. 3.099, del 13 de julio de 1819, con
cupones nm. 28.624, a nombre de Ludwig van Beetho(1) Landesgericht, Vlena, F. 2
DOCUMENTOS
207
ANEJOS
7 MI
Fl.
c.
43,20
66,53
208
DOCUMENTOS
ANEJOS
Fl.
c.
144,53
OBJETOS PRECIOSOS
TOTAL
313,50
El metlico, las acciones del Banco y los objetos preciosos arriba mencionados han sido depositados en manos de la justicia para ser vendidos en pblica subasta.
ENSERES Y ROPAS DIVERSAS
15
6
6
DOCUMENTOS
ANEJOS
209
10
37
12
4
6
2
6
4
4
6
8
100
156
14
210
DOCUMENTOS
ANEJOS
INSTRUMENTOS
40
10
16
12
TOTAL
78
MSICA
10 fl, 20
. 1.215
7.441
144 fl. 53
314 fl. 30
31
156
78
480 fl. 30
18fl. 20
..
9.878 fl. 33
600
600
DOCUMENTOS
ANEJOS
211
2
3
Tasacin
enV.V.
10
5
30
212
D O C U M E N T O S
A N E J O S
Tasacin
Nms.
*4
TTULOS D E L A S OBRAS
Seume. Excursin a S i r c u s a en el
ao 1802, 8. mayor, Brunsvik, 803..
*5 Apcrifos, 8. mayor, 811
7 Thomson. Las estaciones, en yambos
alemanes, 8. mayor, Setona, 796....
*8 Kotzebue. De la nobleza
9 Hufeland. Noticia de las fuentes minerales de Alemania, en 8., Berln, 815
10 Lichtenthal. Ideas sobre la higiene,
para uso de los vecinos de Viena,
en 8., Viena, 810
11 Sailer. Pequea biblia para uso de enfermos y moribundos, 8., Sratz, 819.
12 Streckfuss. Poesas, en 8., Viena, 804,
Bouterweil. Poesas, 8., Reutlingen, 803
13 Schenk. Album de bolsillo para los baistas de Baden, con grabados, en
8., Viena, 805
14 Fergar. Pequeo manual de poesa, en
12., Pest, 823
*15 Mller. W . Chr. Pars en el cnit, en
8., Brema, 816
*16 Fessler. Consideraciones sobre la Religin y la Iglesia, 3 vols., Berln,
805
17 La Fontaine. Fbulas escogidas, en 8.,
Viena, 805
18 Gaal. Poesas, en 8., Dresde, 1812....
19 Peucer C. Commantarius de proecipuis generalibus divinationum, en
8., Wifembergae
20 Tiedge. Urania, en 8., Halle, 808 . . . .
en V . V .
1
20
15
5
10
5
5
5
10
5
5
1
5
5
5
10
DOCUMENTOS
Ntms.
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
ANEJOS
213
Tasacin
en V. V.
20
Thomas Kempis. Imitacin de Jesucristo, en 16., Reutlingen
5
Matthison. Antologa lrica, 16 vols.
en 12., Zurich
1 fl. 30
Goethe. Obras completas, 24 vols., muchos de ellos repetidos, en 8., Viena, 811
2
Schiller. Obras completas, edicin de
bolsillo de Gratz, 210 ttulos diversos y tres cuadernos de grabados...
1
Campe. Cuentos para nios, 20 vols.,
en 12., Viena
45
Klopstock. Obras, vols. 1, 2, 4 a 8, en
8., Troppau, 785
10
Holty. Poesas en 12., Viena, 815
20
Nageli. Corona de cnticos, en 8., Zurich, 825
20
Hainse. Linz y sus alrededores, en 8.,
Linz, 812
5,
Weissenbach. Mi viaje al Congreso,
en 8., Viena, 816
5
Seckendorff. Prometeo, 6 cuadernos,
en 8., Viena, 1808
20
Bode. Gua para el estudio del cielo
estrellado, con grabados, en 8.,
Berln
1
Kalirroe. Tragedia, en 8., Leipzig, 804.
Polydos, tragedia, en 8., Leipzig,
804
20
Cacilia. Gaceta del mundo musical;
214
Nms.
37
38
39
40
41
42
43
44
DOCUMENTOS
'
ANEJOS
V. F
Tasacin
en V. V.
2
20
4
2
1
2
15
45
5
45,50
DOCUMENTOS
ANEJOS
215
Ferd. Prandstetter.
S. M. Franz. Joseph. RStzl, perito-jurado en librera.
Ignacio Sleicher, guardasellos.
Chr. Gottfr. Kaulfuss, perito-jurado en librera.
Omissis deletis admittuntur. Los volmenes confiscados, previo examen, como condenados por la censura,
debern ser llevados al depsito oficial.
Por la Administracin J. y R. de la Librera.
6-junio-827.
STUCKLY.
INDICE DE
LMINAS
Pginas
29
36
37
61
79
84
97
116
147
177
187
INDICE DE
MATERIAS
Pginas
Prlogo
Dedicatoria del traductor
Advertencia
CAPITULO
V
xxi
xxm
PRIMERO
EL ORGANISTA DE BONN
CAPITULO II
UN GRANDE HOMBRE DE PROVINCIAS EN SOCIEDAD
11
218
NDICE
DE
MATERIAS
Pginas
CAPITULO I I I
EL SUEO DE UNA NOCHE DE VERANO
25
CAPITULO I V
JOSEFINA, O EL CONSUELO
61
NDICE
DE
219
MATERIAS
Pginas
CAPITULO V
SUEO DE HOGAR
87
CAPITULO V I
INTERMEDIO MUNDANO.
La taberna de La maceta
floridaOpiniones
polticas de Beethoven.La bancarrota del Estado
influye en su situacin econmica.Nanette Streicher.El prncipe Lichnowsky hace antesala.
El Congreso de Viena.La Batalla de Vitoria.
Beethoven, de moda.Sus xitos en Inglaterra.
Carlos Neate.Incendio del palacio Razumowski.
Fin de los triunfos mundanos del compositor.
Julieta en Viena.Triste destino de Josefina.
Aislamiento de Beethoven.Progresos de su enfermedad.El doctor Bertolini.El solitario ante
la jaula de los leones.Melanclicos presentimientos
:.107
220
N D I C E
D E
M A T E R I A S
Pginas
CAPITULO V I I
AISLAMIENTO
"
ENFERMEDAD
BRUTO
N D I C E
D E
221
M A T E R I A S
Pginas
ni, hombre del da.Los ltimos amigos de Beethoven.La condesa Erdody se expatra a Munich . Correspondencia de Teresa Brunsvik y
Zmeskall.La primera audicin de la Missa Solennis y de la Novena Sinfona.La. invitacin de la
Sociedad Filarmnica.Aficin a la soledad.
Proyectos de composiciones.Mengua del poder
creador del msico.Su formacin intelectual.
Las fuentes de su inspiracin.Beethoven y BalzacEl hombre de la estatua de Bruto
141
CAPITULO IX
LA
NEGROS
SOLITARIO
222
NDICE
DE
MATERIAS
Pginas
169
181
189
197
199
203
204
206
216
217
223
E R R A T A S MS IMPORTANTES
Pgina.
Lnea.
Dice.
Debe decir.
32
45
67
10-11
3
18
Colopgea
Julieta
hermano
Calpige
Teresa
marido
vv
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