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Resumen: Uno de los fenmenos celestes que ms atrajo la atencin de los antiguos fueron los cometas, sobre todo por las connotaciones negativas que su aparicin suscitaba y el
terror que produca. Eso explica que griegos y romanos escribieran varios tratados De cometis, la mayora perdidos, siendo el ms amplio de los que nos ha llegado el de Sneca, que
constituye el libro VII de sus Naturales Quaestiones. Apoyndonos en todo momento en
las fuentes literarias griegas y romanas, en este artculo analizamos las distintas teoras que
se formularon acerca de su origen y naturaleza, as como las tipologas que se establecieron
principalmente segn su forma y detallamos algunas de las apariciones de cometas que ms
impresionaron entonces.
Abstract: One of the most impressive celestial phenomena for the ancients were comets,
because their appearance was considered very negative and evil and used to arouse feelings of
terror. That explains why both Greeks and Romans wrote several treatises De cometis, most
of them lost; among those extant, the most comprehensive is that by Seneca, inserted as the
7th book of his Naturales Quaestiones. Using at all times Greek and Roman literacy sources,
in this paper we analyse all the theories then formulated about their origin and nature as well
as all the typologies based mainly on their physical shape, and we describe some of the more
impressive comets seen at that time.
Sneca comienza el libro VII de sus Naturales Quaestiones, el tratado ms amplio sobre los cometas que nos ha llegado de la Antigedad1, constatando que el hombre, por lo general, slo mira
al cielo cuando en l aparece un fenmeno inslito, por insignicante que sea, mientras que permanece indiferente ante el espectculo cotidiano de los astros. Esto sucede, por ejemplo, cuando
aparece un cometa:
si rarus et insolitae gurae ignis apparuit, nemo non scire quid sit cupit et, oblitus aliorum, de adventicio quaerit, ignarus utrum debeat mirari an timere.
Lo raro de su aparicin motiv que el hombre antiguo sintiera una mezcla de admiracin y temor ante esta clase de luminarias, a las que, por lo comn, consideraba como prodigios anunciadores de catstrofes. Esto mismo explica que desde muy pronto se despertara el inters de los sabios
acerca de su verdadera naturaleza:
Non enim desunt qui terreant, qui signicationes eius graves praedicent. Sciscitantur itaque et cognoscere volunt prodigium sit an sidus.
42
Buena muestra de ese inters es el gran nmero de testimonios que conservamos al respecto en la literatura antigua, destacando como tratadistas principales Aristteles, Sneca, Manilio2,
Plinio el Viejo y Ptolomeo. Un lugar relevante tambin ocupan entre los escritos sobre los cometas la doxografa denominada De placitis philosophorum (Opiniones de los lsofos), del Pseudo-Plutarco, en concreto los pargrafos 893 B-D3, los apuntes del gramtico Servio a Eneida
X, 272, la parte de la De cometis dissertatio de Campestrio que conservamos en el De ostentis de
Juan Lido, 11-15 y las referencias que encontramos en la Antologa de Juan Estobeo (I, 28), procedentes de los Aetii Placita4.
Adems, gracias a estas fuentes, pero en especial a Aristteles, Sneca, al Pseudo-Plutarco y
Estobeo, conocemos las opiniones al respecto de otros muchos autores cuyas obras no nos han
llegado y sabemos de la existencia de varias Cometografas o peri\ komhtw'n, como las de Queremn5 (cf. Orgenes, c. Cels. I, 59 p. 373) y Campestrio6 (cf. Juan Lido, de ost. 11-15), o la de
un tal Carmandro7 (cf. Sneca, nat. 7, 5, 3). De este modo, a pesar de las notables lagunas que
presenta nuestro conocimiento sobre la doctrina antigua de los cometas, estamos en condiciones
de trazar con cierto detalle la evolucin de las teoras acerca de su origen y las diversas tipologas
que se hicieron sobre los mismos, por lo general en base a su forma aparente. En n, estos mismos testimonios literarios son nuestra principal fuente de informacin para documentar apariciones histricas de cometas y poder as relacionarlos con estos mismos fenmenos en los tiempos modernos.
2 En las cometografas generalistas al uso suele ignorarse prcticamente al tratadista latino, a pesar de la
relevancia de su contribucin a la teora sobre la naturaleza y origen de los cometas en el mundo antiguo,
como tendremos ocasin de ver ms adelante.
3 Aunque Eusebio, Cirilo y Teodoreto consideraban estos Placita como obra de Plutarco, un buen
nmero de autores desde el siglo hasta hoy (Voss,
Jons, Volkmann, Diels o Ziegler) niegan esta atribucin, aunque es fcil entender la razn ltima de la
misma, pues como dice Ziegler (Plutarco, ed. ital. Bruno Zucchelli, trad. M. Rosa Zanzan Rinaldini, Brescia, 1965, p. 288): forse perch esistevano parecchi
suoi scritti di storia della filosofia; si potrebbe anche
pensare che essa si sia trovata in suo possesso e che, al
pari di tanti altri scritti, sia stata tratta dalla sua eredit letteraria e pubblicata col suo nome. Por eso, nosotros, siguiendo la que es la opinin ms extendida
entre los expertos, hablamos de Pseudo-Plutarco como
autor de estos Placita.
4 La personalidad de Aecio y su obra es realmente
problemtica y es mrito de H. Diels el haber reivindicado su figura dentro de la historia de la filosofa y
la literatura griega y haber reconstruido en parte su
obra. En principio, en 1787, Ch. D. Beck observ
notables coincidencias en un buen nmero de pasajes
entre el De placitis del Pseudo-Plutarco, la Antologa
de Estobeo y el tratado del Pseudo-Galeno, lo cual
apuntaba hacia la existencia de una fuente comn.
A. Meineke atribuy este papel a Ario Ddimo, mientras
que Diels propuso a Aecio, un autor que habra vivido
43
. S
1.1. Sobre la nocin de cometa
En su breve referencia a los cometas, San Isidoro da las claves para comprender las razones del
nombre aplicado a este tipo de fenmeno:
Cometes stella est dicta eo quod comas luminis ex se fundat... Cometae autem Latine crinitae appellantur, quia in modum crinium ammas spargunt (orig. 3, 16-17)8.
Es decir, el cometa debe su nombre (cometes y su denominacin latina crinita) al hecho de poseer una cabellera de luz o a que va esparciendo llamas a modo de cabellera.
En efecto, esta circunstancia explica la mayora de sus denominaciones en griego y en latn9.
As, entre los griegos, los cometas eran llamados o{ a}sth;r komh/thj o simplemente komh/thj, derivados en ambos casos del trmino ko/mh, cabellera. En otras ocasiones el trmino lampa/j, antorcha, se utiliza tambin con el sentido de cometa10.
Entre los latinos, se utilizaron diversas expresiones que en su mayora ponen de relieve la idea de
que estamos ante astros dotados de cabellera, entre ellas stella crinita11, sidus crinitum12 y, ms raramente, stella cincinnata13.
Tambin en latn se utilizaron a veces giros poticos en base al trmino crinis, literalmente cabellera, como en Virgilio, Aen. 5, 528: crinemque volantia sidera ducunt (cf. tambin: Ovidio, met.
15, 849 ss. y Lucano, 1, 528 ss.).
Tambin se encuentra la expresin stella comans, ms cercana al grecismo cometes: in sidus vertere
novum stellamque comantem (Ovidio, met., 15, 749).
Pero, con mucho, el trmino ms usado (probablemente en un 80% de los casos) es el prstamo
cometes, que se encuentra ampliamente difundido tanto en poesa como en prosa: Virgilio, georg. 1,
487: fulgura, nec diri totiens arsere cometae; Sneca, nat. 7, 2, 1: Ad haec inuestiganda proderit quaerere num cometae condicionis eiusdem sint cuius superiora; Plinio, nat., 2, 92: sed cometes numquam
in occasura parte caeli est.
Tambin se encuentra el trmino latinizado cometa (Octavia, 232; Prudencio, Cat. XII, 21) o
soluciones de compromiso como sidus cometes (Tcito, ann. 15, 22, 1 y 15, 47, 1) y stella cometes
(Justino, XXXVII, 2, 2).
En n, podemos rastrear tambin en la literatura latina otras expresiones en base al concepto de
llama, fuego (amma, ignis) que se pueden aplicar para aludir a los cometas. As, respecto a
amma, en Lucrecio, 5, 1191 encontramos la expresin ammaeque volantes; en Sneca, nat. 7, 20, 2:
aliaeque insigni novitate ammae. Respecto a ignis, encontramos la expresin rarus ignis para aludir
8 Definicin muy similar encontramos en Plinio,
nat. 2, 89: cometas Graeci vocant, nostri crinitas, horrenti
crine sanguineo et comarum modo in verticem hispidas.
9 Respecto a la denominacin de los cometas, cf. A.
Le Boeuffle, Les noms latins dastres et de constellations,
Pars, 1977, pp. 66-68.
10 Cf. Diodoro Sculo, XIV, 50; Dion Casio, LIV,
19; Pseudo-Aristteles, De mundo, IV, 24, 395 b 11.
11 Suetonio, Divus Iulius, 88, 1: stella crinita per septem continuos dies fulsit exoriens circa undecimam horam;
Sneca, nat. 6, 3, 3: actae in transuersum faces et caeli
magna pars ardens et crinita sidera et plures solis orbes et
44
45
Epgenes, en cambio, armaba, segn Sneca, que los caldeos no haban estudiado nada sobre
los cometas; como opinin personal, Epgenes sostena que parecan producirse por una especie de
cicln de aire que gira a gran velocidad:
Epigenes contra ait Chaldaeos nihil de cometis habere comprensi, sed videri illos accendi turbine
quodam aeris concitati et intorti. (nat. 7, 4, 1).
Otro testimonio de gran valor sobre los caldeos nos lo ofrece Juan Estobeo en su Antologa I,
28, donde incluye un Peri\ komhtw~n kai\ diatto/ntwn kai\ tw~n toiou~twn, que proviene de Aecio (III,
2, 1-11 p. 366, 6 Diels).
Aqu, hablando de los caldeos, arma:
Caldai/ouj me\n dh\ lo/goj peri\ komhtw~n w^de gignwskein, o$ti ei}si/ tinej kai\ a!lloi e$xw tw~n fainome/nwn planhtw~n a}ste/rej, oi$ te/wj me\n a}fanei~j ei}sin, o$ti e}pi\ polu\ a$nw pou a}f h{mw~n fe/rontai
(Ant. I 28, 1b)
Donde sostiene que los caldeos conocan la causa ltima que originaba los cometas, a saber,
que eran unos astros diferentes a los planetas que vemos, los cuales normalmente no son visibles
porque tienen sus rbitas muy lejos de nosotros. Es decir, que vendra a coincidir con Apolonio
de Mindos16.
Sobre las teoras de Epgenes y Apolonio de Mindos habremos de volver cuando citemos a Sneca, pues gran parte de su larga exposicin se basa en la presentacin y la refutacin de las teoras
de estos dos autores.
El periodo de los lsofos presocrticos (640-360 a. C. aprox.) conoci dos teoras acerca
de los cometas, la atmosfrica y la que los consideraba como un fenmeno propiamente astronmico.
En efecto, segn Pseudo-Plutarco, en su De placitis philosophorum 893D, para Jenfanes de
Colofn (570-470 a. C.), los cometas seran formaciones o movimientos de nubes incandescentes17:
Xenofa/nhj pa/nta ta\ toiau~ta nefw~n pepurwme/nwn susth/mata h! kinh/mata.18
16 Sin embargo, es posible que con Caldai/ouj Estobeo no se refiera aqu a los caldeos como pueblo, sino
que se trate de la denominacin genrica para aludir a los
astrlogos. De otro lado, sobre la mencin de Sneca a la
teora de los caldeos sobre los cometas, cf. lo que dice M.
E. Bailey et al., The Origin of Comets, Pergamon Press,
Oxford, 1990, p. 11: Senecas brief references to Babylonian views are therefore consistent with the existence of a
fairly accurate understanding of the behaviour of comets
in the early civilizations of Mesopotamia, suggesting that
the earliest known ideas about comets may have been remarkably close to the truth. En efecto, es sorprendente
la modernidad de las teoras de Apolonio, lo cual lleva a
pensar, como dice Bailey, que el conocimiento que sobre
el tema tenan los babilonios deba ser muy completo.
Por eso cuesta entender por qu despus, entre los griegos, la teora que triunf fue la atmosfrica propuesta,
sobre todo, por Aristteles. Para una visin de conjunto
sobre la evolucin de la nocin de cometa entre los cal-
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Por su parte, Aristteles (Mete. 342 b 27-29) nos dice que Anaxgoras (500-428 a. C.) y Demcrito (460-370 a. C.) crean que los cometas surgan por una conjuncin de planetas19 que, al acercarse unos a otros, daban la impresin de estar tocndose mutuamente20:
}Anaxago/raj me\n ou#n kai\ Dhmo/krito/j fasin ei#nai tou\j komh/taj su/mfasin tw~n planh/twn a}ste/rwn, o$tan dia\ to\ plhsi/on e}lqei~n do/xwsi qigga/nein a}llh/lwn.
Asimismo, en Aristteles (Mete. 342 b 29-35) leemos que los pitagricos tambin suscriban la
tesis astronmica, como Anaxgoras y Demcrito, slo que en vez de considerarlos resultado de
una conjuncin planetaria, pensaban que se trataba de un planeta ms, que apareca tras largos intervalos de tiempo y que se elevaba slo un poco por encima del horizonte, como le suceda a Mercurio, lo cual explicara que slo se le viera de vez en cuando21:
Tw~n d' }Italikw~n tinej kaloume/nwn Puqagorei/wn e$na le/gousin au}to\n ei#nai tw~n planh/twn a}ste/rwn, a}lla\ dia\ pollou~ te cro/nou th\n fantasi/an au\tou~ ei#nai kai\ th\n u{perbolh\n e}pi\ mikro/n, o$per
sumbai/nei kai\ peri\ to\n tou~ {Ermou~ a}ste/raa dia\ ga\r to\ mikro\n e}panabai/nein polla\j e}klei/pei fa/seij, w$ste dia\ cro/nou fai/nesqai pollou.
Evidentemente, si como opinaban los pitagricos, se trataba de un planeta ms, esto implicara
que habra un nico cometa22.
Pasa Aristteles (Mete. 342 b 35-343 a 4) a mencionar a continuacin la opinin de Hipcrates
de Quos (s. a. C.) y de su discpulo Esquilo23. Segn stos, la cola de un cometa no forma parte
del cometa propiamente dicho, sino que la adquiere en su recorrido por el espacio y la percibimos
cuando el Sol se reeja en la humedad que arrastra el cometa y a nuestros ojos da la impresin de
tener una cola24:
Paraplhsi/wj de\ tou/toij kai\ oi{ peri\ {Ippokra/thn to\n Ci~on kai\ to\n maqhth\n au}tou~ Ai}scu/lon
a}pefh/nanto, plh\n th/n ge ko/mhn ou}k e}x au{tou~ fasin e$cein, a}lla\ planw/menon dia\ to\n to/pon e}ni/
ote lamba/nein a}naklwme/nhj th~j h{mete/raj o!vewj a}po\ th~j e{lkome/nhj u{gro/thtoj u{p' au}tou~ pro\j to\n
h$lion.
19
47
Adems, aaden, tardan ms en aparecer que las dems estrellas porque tienen una rbita retrgrada respecto a ellas25:
Dia\ de\ to\ u{polei/pesqai bradu/tata tw~/ cro/nw/ dia\ plei/stou cro/nou fai/nesqai tw~n a!llwn
a!strwn, w{j o$tan e}k tau}tou~ fanh~ u{poleleimme/non o$lon to\n e{autou~ ku/klon (Mete. 343 a 4-7).
Segn estos autores, los cometas presentan ese movimiento retrgrado tanto hacia el norte
como hacia el sur.
Asimismo, hay regiones de la bveda celeste donde los cometas no son visibles, en concreto
entre los trpicos y en el sur. Entre los trpicos, la razn es que el cometa no obtiene agua suciente porque el Sol seca la regin en su recorrido; en el sur, en cambio, es verdad que no falta
la humedad, pero debido a que la parte de su rbita que est por encima del horizonte es corta
y la que hay por debajo ms larga, es imposible que nuestra vista sea reejada hasta el Sol, tanto
cuando ste se acerca a la zona tropical como cuando est en su giro estival, es decir, en el solsticio de verano:
u{polei/pesqai d' au}to\n kai\ pro\j a!rkton kai\ pro\j no/ton. e}n me\n ou#n tw~/ metaxu\ to/pw/ tw~n
tropikw~n ou}c e$lkein to\ u$dwr pro\j e{auto\n dia\ to\ kekau~sqai u{po\ th~j tou~ h{li/ou fora~j pro\j de\
no/ton o$tan fe/rhtai, davi/leian me\n e$cein th~j toiau/thj noti/doj, a}lla\ dia\ to\ mikro\n ei#nai to\
u{pe\r th~j gh~j tmh~ma tou~ ku/klou, to\ de\ ka/tw pollapla/sion, ou} du/nasqai th\n o!vin tw~n a}nqrw/
pwn fe/resqai klwme/nhn pro\j to\n h$lion ou!te tw~/ tropikw~/ to/pw/ plhsia/zontoj ou!t' e}pi\ qerinai~j
tropai~ j o! n toj tou~ h{ l i/ o u; dio/ p er e} n tou/ t oij me\ n toi~ j to/ p oij ou} gi/ g nesqai komh/ t hn au} t o/ n ;
Cuando sufre la retrogradacin hacia el norte, toma una cola debido a que la parte de su
crculo por encima del horizonte es larga, mientras que la que permanece por debajo es pequea:
o$tan de\ pro\j bore/an u{poleifqei\j tu/ch, lamba/nein ko/mhn dia\ to\ mega/lhn ei#nai th\n perife/reian
th\n a!nwqen tou~ o{ri/zontoj, to/ de\ ka/tw me/roj tou~ ku/klou mikro/n; (Mete. 343 a 16-19).
Candel, ibid., n. 86, se hace eco del comentario de Juan Filpono, segn el cual el movimiento retrgrado del cometa no debera tomar como referente
las estrellas fijas, sino el Sol, pues es el hecho de estar
muy cerca de ste lo que le hace ser invisible durante
VELEIA, 23, 2006
48
1.3. Teora sobre los cometas de Aristteles y autores del periodo helenstico
Despus de refutar las teoras de los autores que acabamos de mencionar27, pasa Aristteles a
exponer la suya propia, segn la cual los cometas son un fenmeno meteorolgico o al menos del
mundo sublunar, por eso habla de ellos en los Meteorologica y no en el De caelo, libro reservado
para tratar de los astros.
Dice Aristteles que la Tierra est envuelta por una exhalacin seca y caliente y que sta, junto
con el aire situado por debajo, son arrastrados en torno a la Tierra por la traslacin y el movimiento circular del cielo.
Cuando por el movimiento superior un principio gneo se condensa de modo tal que es lo sucientemente grande y presente en la mayor parte de la regin y, simultneamente, asciende desde
abajo una exhalacin lo bastante fuerte, al encontrarse se forman los cometas, cuya cabellera adoptar la forma que tuviera la masa exhalada:
o$tan ou#n ei}j th\n toiau/thn pu/knwsin e}mpe/sh dia\ th\n a$nwqen ki/nhsin a}rch\ purw/dhj, mh/te ou$tw
pollh\ li/an w$ste tacu\ kai\ e\pi\ polu\ e}kkai/ein, mh//q' ou$twj a}sqenh\j w$ste a}posbesqh~nai tacu/, a}lla\
plei/wn kai\ e}pi\ polu/, a$ma de\ ka/twqen sumpi/pth/ a}nabai/nein eu!kraton a}naqumi/asin, a}sth\r tou~to gi/gnetai komh/thj, o$pwj a!n to\ a}naqumiw/menon tu/ch/ e}schmatisme/non; (Mete. 344a 16-22).
Cuando se extiende de modo igual por todas partes, tenemos el cometa propiamente dicho;
cuando se extiende en longitud tenemos lo que los griegos llamaban pogonas, es decir un astro con
barba.
Para que se entienda mejor lo que quiere decir, compara Aristteles el cometa con la estrella fugaz en los siguientes trminos: una estrella fugaz es como un fuego que se propaga a gran velocidad
devorando una gran cantidad de materia inamable, mientras que el cometa es un fuego desatado
en un punto con una gran densidad de combustible que tiene en s mismo su principio y su nal:
ei} dh\ tou~to mei/neie kai\ mh\ katamaranqei/h dielqo/n, h^ ma/lista e}pu/knwse to\ u{pe/kkauma, ge/noit'
a!n a}rch\ th~j fora~j h{ teleuth\ th~j diadromh~j. toiou~ton o{ komh/thj e}sti\n a}sth/r, w$sper diadromh\ a}ste/roj, e!cwn e}n e{autw/~ pe/raj kai\ a}rch/n. (Mete. 344a 29-33)
Un cometa puede aparecer por s mismo cuando la exhalacin se produce en la propia regin
inferior. Pero si la exhalacin la forma alguno de los astros, tanto los errantes como los no errantes,
entonces ese astro se convierte en cometa, en cuyo caso la cabellera es como el halo que a veces vemos que se forma en torno a algunos astros, como el Sol o la Luna.
27 Los argumentos que utiliza Aristteles son como
siguen: a los que defienden la idea de que los cometas son
astros errantes, hay que advertirles que stos slo tienen
movimiento dentro del crculo zodiacal, mientras que
muchos cometas tambin han sido vistos fuera de ese crculo. Por supuesto, se niega que haya un nico cometa,
como sugeran estos autores, pues a menudo se ha visto
ms de uno. Si los cometas fueran planetas ya conocidos
pero en situacin especial (por llevar una cola de humedad), no se podran ver cometas cuando todos los planetas son visibles a la vez en el cielo. Sin embargo, esto ha
ocurrido a veces. Tampoco es cierto que los cometas se
formen slo en el norte, cuando el Sol se encuentra prximo al solsticio de verano, pues hay documentados hist-
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Ahora bien, si el agente productor de la exhalacin es un astro, el cometa deber moverse segn
la misma trayectoria o curso que siga dicho astro; pero si el cometa se forma por s mismo, entonces parecer llevar un movimiento retrgrado respecto a los dems astros.
Aade Aristteles, como refutacin a los que armaban que la cabellera del cometa era un simple reejo de nuestra vista hacia el astro, que los cometas ms frecuentes son los que se forman por
s mismos, y no los que se constituyen en torno a unos astros determinados:
tou~to ga\r ma/lista mhnu/ei mh\ ei#nai a}na/klasi/n tina to\n komh/thn, w{j a$lw e}n u{pekkau/mati kaqarw/~ pro\j au}to\n to\n a}ste/ra gignome/nhn, kai\ mh\ w{j le/gousin oi{ periv {Ippokra/thn, pro\j to\n h$lion,
o$ti kai/ kaq' au{to\n gi/gnetai komh/thj polla/kij kai\ pleona/kij h! peri\ tw~n w{risme/nwn tina\j a}ste/rwn.
Una prueba de que la esencia de los cometas son esas exhalaciones gneas comentadas, es que su
formacin y aparicin anuncian vientos y sequas, pues cuando estas exhalaciones son muy grandes
el aire est ms seco y se disuelve la evaporacin hmeda, por lo que no es fcil que se condense en
agua. Por eso en aos en que se ven muchos cometas seguidos stos son secos y ventosos:
o$tan me\n ou#n puknoi\ kai\ plei/ouj fai/nwntai, kaqa/per le/gomen, xhroi\ kai\ pneumatw/deij gi/gnontai oi{ e}niautoi\ e}pidh/lwj; (Mete. 344b 26-28)
Termina Aristteles su exposicin diciendo que el movimiento del Sol y de los astros es la causa
de que no se formen muchos cometas ni con mucha frecuencia, pues no slo expulsan el calor sino
que tambin disgregan lo condensado. Adems, cree, con Hipcrates, que los cometas se forman
con ms frecuencia fuera de los trpicos que dentro, porque aqu la accin descrita del Sol y de los
astros es ms fuerte.
En n, de lo dicho queda claro que para Aristteles no hay un solo cometa, como opinaban los
autores que le precedieron, sino muchos y que incluso pueden verse varios a la vez; que se trata de
un fenmeno de naturaleza gnea con un doble origen, o bien cuando exhalaciones de aire caliente
y seco que ascienden desde la Tierra se condensan y, al llegar a las altas capas de la atmsfera se incendian por el movimiento de la esfera celeste contigua, o bien cuando una estrella o planeta condensa a su alrededor exhalaciones atmosfricas, creando una especie de halo que parece como la
cola del cometa en cualquier caso, un fenmeno de naturaleza meteorolgica o sublunar, no astronmica; en n, el pronstico que extrae de los cometas, que anuncian vientos y sequas, caera ya dentro del mbito de la astrometeorologa28.
La inuencia posterior de las ideas de Aristteles sobre los cometas fue, como sabemos, de tal
envergadura que, con algunas matizaciones, se encuentra en la base de la mayora de las teoras surgidas hasta nales de la Antigedad, con la salvedad de las de Sneca.
Por mencionar algunas, segn nos informa Pseudo-Plutarco (De placit. phil. 893C), Herclides
Pntico (387-312 a. C.) opinaba que los cometas no eran sino nubes situadas a gran altura e iluminadas por una luz venida de lo alto y, segn comenta el doxgrafo, explicaba las diferentes formas
de los cometas por la forma que tuviera la nube29:
28 Evidentemente, si se considera a los cometas
como astros. De otro lado, esta interpretacin tuvo una
amplia aceptacin en el mundo antiguo. La encontramos en Sneca y en Avieno, Arat. 1813-1819. En ste
leemos que si brillan en el cielo abundantes cometas, un
aire reseco abrasar las mieses, pues los cometas se originan, precisamente, por las emanaciones que brotan del
50
{Hraklei/dhj o{ Pontiko\j ne/foj meta/rsion u{po\ metarsi/ou fwto\j kataugazo/menon. o{moi/wj d} }ai}
tiologei~ pwgwni/an a$lw doki/da ki/ona kai\ ta\ suggenh~ tou/toij, kaqa/per a}me/lei pa/ntej oi{ Peripathtikoi/, para\ tou\j tou~ ne/fouj tauti\ gi/nesqai schmatismou/j.
Tambin en Pseudo-Plutarco (De placit. phil. 893D) leemos que para Metrodoro30 los cometas
provendran de nubes iluminadas por el choque violento del Sol en las mismas, que provocara destellos como de fuego:
Mhtro/dwroj th\n ei}j ta\ ne/fh tou~ h{li/ou biai/an e!mptwsin spinqhri/zein.
Muy similar es el pensamiento de Estratn de Lmpsaco, autor que vivi probablemente entre
nales del siglo y comienzos del a. C. Segn Pseudo-Plutarco (De placit. phil. 893C), para Estratn, a veces la luz de un astro se ve envuelta por una nube espesa, y esto es justamente lo que sucede con las antorchas31:
Stra/twn a!strou fw~j perilhfqe\n ne/fei pukn+~, kaqa/per e}pi\ tw~n lampth/rwn gi/netai.
Asimismo, Epgenes deende la teora de los fuegos originados en la atmsfera como causa de
los cometas. Sus teoras son expuestas por Sneca en nat. 7, 6.
En concreto, para este autor, dos son los tipos de cometas: los que desprenden fuego por todas
partes y no cambian de lugar, y los que desprenden fuego en una nica direccin a modo de cabellera y pasan ante las estrellas:
Duo, inquit Epigenes, cometarum genera sunt. Alii ardorem undique eundunt nec locum mutant;
alii in unam partem ignem vagum in modum comae porrigunt et stellas praetermeant (nat. 7, 6, 1).
Los primeros estn prximos a la Tierra y se forman, al igual que las vigas y las antorchas, por el
exceso de aire turbio, el cual arrastra consigo muchos elementos secos y lquidos exhalados por la
Tierra. De hecho, aade Sneca, si se obliga a una corriente de aire a pasar por un espacio estrecho,
puede inamar el aire que tiene encima, si, adems, ste est cargado de sustancias inamables; despus, por alguna razn, puede volver atrs y debilitarse. Luego puede levantarse de nuevo al da siguiente y los dems e inamar el mismo lugar, igual que les suceden a los vientos, las lluvias y otros
fenmenos meteorolgicos, que tienen un cierto carcter peridico, pues regresan en poca ja (nat.
7, 6, 1-2).
Sneca (nat. 7, 6, 3) resume as las ideas de Epgenes: ste cree que los cometas se constituyen
igual que los fuegos provocados por un cicln, con la nica diferencia de que los ciclones que provocan los cometas presionan a la tierra desde arriba, mientras que los dems parten de la tierra para
alcanzar la zona superior32.
Por su parte, la escuela estoica, en general, se mostr tambin partidaria de la teora de Aristteles sobre los cometas. En efecto, Sneca atribuye a los estoicos la idea de que estas luminarias
no son autnticos astros, porque no son permanentes y se acaban disipando al poco tiempo de
aparecer:
30 Segn Bailey et al. (ibid.), se tratara de Metrodoro de Quos, autor del siglo a. C.
31 Como seala Bailey et al. (o. c., p. 62), la descripcin de Estratn coincide plenamente con la forma aparente que presentan algunos cometas: Indeed, the view
of Halleys comet itself was recently described as like a
51
quidam esse quidem, sed non quibus siderum nomen imponas, quia dilabuntur nec diu durant et
exigui temporis mora dissipantur. In hac sententia sunt plerique nostrorum... (nat. 7, 19, 2-20, 1).
No obstante, no todos los miembros de la escuela opinaban lo mismo. Tambin en Sneca (nat.
7, 19, 1) leemos que Zenn era partidario de la teora de la conjuncin entre los astros para explicar el origen de los cometas: las estrellas coinciden y confunden sus rayos de luz, lo cual da como
resultado la imagen de una estrella ms alargada:
Zenon noster in illa sententia est. Congruere iudicat stellas et radios inter se committere; hac societate luminis existere imaginem stellae longioris.
Similar postura parece defender Artemidoro de Paros, al menos segn lo que de sus doctrinas
dice Sneca en nat. 7, 13,1. ste, en apoyo de la teora de la conjuncin planetaria, arma que son
muchas las estrellas y planetas que surcan el cielo y que son desconocidos para nosotros debido a la
falta de luz o a la situacin de sus rbitas. Estos planetas desconocidos mezclan su luz con los que
ya conocemos y despliegan un fuego mayor que el de aquellos:
non has tantum stellas quinque discurrere, sed has solas observatas esse; ceterum innumerabiles ferri
per occultum aut propter obscuritatem luminis nobis ignotas aut propter circulorum positionem talem ut
tunc demum cum ad extrema eorum venere visantur. Ergo intercurrunt quaedam stellae, ut ait, nobis
novae, quae lumen suum constantibus misceant et maiorem quam stellis mos est porrigant ignem.
Radicalmente diferente a stas es la teora de Apolonio de Mindos, que podemos leer tambin
en Sneca, nat. 7, 17. Por lo pronto, para ste un cometa no se forma con la conjuncin de muchos planetas, sino que muchos cometas son planetas:
Ait enim cometen non unun ex multis erraticis eci, sed multos cometas erraticos esse (nat. 7, 17, 1).
Es un astro propiamente dicho, como el Sol y la Luna. Otras caractersticas suyas son: su forma no es la de un redondel, sino en punta, de gran longitud; su recorrido no es claro, pues corta
las partes superiores del cosmos y se hace visible cuando llega a lo ms bajo de su recorrido; por supuesto, no hay un nico cometa, sino muchos y distintos, de tamaos y colores diferentes; los hay
con llama, que al girar sobre s mismos producen un fuego que humea; algunos son sangrientos y
portan augurios de la sangre que va a caer; aumentan y disminuyen su luz segn se encuentren ms
cerca o a mayor distancia33 (nat. 7, 17, 2-3).
1.4. Teora sobre los cometas durante la poca imperial romana
1.4.1. Sneca
En esta relacin de teoras sobre el origen y naturaleza de los cometas es el momento de abordar las
ideas de Sneca al respecto34. Como ya se ha dicho, stas se encuentran en el libro VII de sus Cuestiones
33
52
53
Asimismo, la caracterstica propia de los ciclones es su brevedad, pues se basan en la pugna que
varios vientos mantienen entre s, la cual no puede nunca ser larga. Ninguna tempestad importante
dura mucho. Adems, esa violencia sera ms contundente cuanto ms cerca se encontrara de la Tierra, pues al elevarse se expandira y se raricara, dispersndose. Y, aunque alcanzara las zonas ms altas del cosmos, se disgregara por el propio movimiento que arrastra al universo (nat. 7, 9, 2-4).
Adems, en las zonas superiores del cielo existe un movimiento de rotacin propio, en sentido contrario al del posible cicln, que ya por s solo neutralizara el movimiento de ste. Asimismo, tampoco es lgico pensar que un movimiento violento y perturbador, como el de un cicln, se
pueda situar entre la serie de los astros, que tienen un movimiento divino y constante, dominado
por el orden y la tranquilidad (nat. 7, 10, 1-2).
Por otro lado, sera lgico que el fuego producido supuestamente al dar vueltas el cicln y
salir expulsado hacia las regiones superiores del cielo, tuviera la misma forma que ste. Sin embargo, los ciclones son redondos y los fuegos cuyo origen se atribuye a stos son largos y dispersos (nat. 7, 10, 3).
Tras esta larga exposicin, pasa Sneca a repasar otras hiptesis planteadas al respecto.
Previamente deja establecidas una serie de notas sobre los cometas: stos aparecen en cualquier
parte del cielo, aunque lo suelen hacer con mucha ms frecuencia en el Norte; su conguracin es
nica, como su nombre, a pesar de que los griegos distinguieran y aplicaran nombres diferentes a
stos35. Pero incluso admitiendo que los cometas se diferencien por su forma, lo lgico es que se
originen de la misma manera. En este punto (nat. 7, 11, 3), Sneca llega a una especie de denicin de minimis de lo que supone este fenmeno:
Illud unum constare debet praeter solitum aspici novam sideris faciem circa se dissipatum ignem trahentis.
Esta novam sideris faciem ya supone una indicacin clara de cul es la hiptesis que deende
nuestro autor: los cometas son un fenmeno astronmico inhabitual, es decir, un tipo de astro diferente a los que de modo regular vemos en el cielo.
Establecida esta especie de denicin mnima, Sneca expone la teora de que el origen de los
cometas se encuentra en una conjuncin planetaria, algo que Aristteles haba atribuido a Anaxgoras y Demcrito, segn hemos visto ms arriba, pero que l asigna a un genrico quibusdam antiquorum (nat. 7, 12, 1).
Segn estos autores antiguos, un cometa se producira cuando uno de los planetas entra en
conjuncin con otro, circunstancia sta en que se mezcla la luz de los dos y el astro se hace ms
alargado cosa que sucede no slo cuando un planeta entra en contacto con otro, sino incluso
cuando se aproxima:
Cum ex stellis errantibus altera se alteri applicuit, confuso in unum duarum lumine facies longioris
sideris redditur; nec hoc tunc tantum evenit, cum stella stellam attigit, sed etiam cum appropinquavit
(nat. 7, 12, 1).
Para refutar a los defensores de la teora de la conjuncin, Sneca aduce los argumentos siguientes: el nmero de estrellas errantes es jo y suelen aparecer a la vez que los cometas, por lo que su
35 Sneca, en efecto, no se detiene demasiado en esta
tipologa de cometas que en algunos autores como Plinio
alcanza un importante desarrollo, como luego veremos.
Los argumentos que utiliza son: en primer lugar, que al
verse muy de tarde en tarde es difcil comparar sus formas; adems, ni siquiera cuando son visibles existe acuerdo entre los espectadores sobre su aspecto.
54
naturaleza es distinta e independiente de aquellas; conjunciones planetarias hay todos los aos, por
lo que tambin debera haber cometas todos los aos, cosa que no sucede; si los cometas dependieran de conjunciones planetarias, seran visibles poco tiempo por la velocidad a la que se desplazan
los astros, como vemos que sucede con los eclipses36; los planetas, aunque nos parezcan cercanos,
estn en realidad a gran distancia uno de otro, por lo que no es posible que la conjuncin de la luz
de uno con la de otro d la sensacin de tratarse de un astro nico; adems, a ello hay que aadir
que la luz que emiten los planetas es muy dbil, pues les viene del Sol, y en todo caso insuciente
para producir un cometa; en n, el recorrido de los planetas se produce dentro del Zodaco, mientras que los cometas se ven por todas partes (nat. 7, 12, 2-8).
En relacin con la teora de la conjuncin planetaria, Sneca trae a colacin las ideas de un defensor de la misma, Artemidoro de Paros, ya mencionado, segn el cual las posibles conjunciones
planetarias que originaran los cometas no se reducen a las de los astros conocidos, sino tambin a
ese gran nmero de estrellas y planetas que recorren el cielo y que no conocemos por su falta de luz
o por la situacin de sus rbitas37.
En la refutacin de las ideas de Artemidoro no slo criticar su propuesta de que los planetas
son muchos ms de los cinco que conocemos en el sentido de que si fueran tantos como l dice
y formaran cometas como fruto de su conjuncin, stos se veran mucho ms a menudo, cuando
estamos hablando de un fenmeno relativamente raro (nat. 7, 14, 4), sino toda su concepcin
del universo, que no resumiremos aqu por apartarse de nuestro propsito.
En 7, 15, tras citar el caso concreto de un cometa que se vio despus de la muerte de Demetrio, rey de Siria, de un extraordinario brillo, no menor que el Sol, aade Sneca otra objecin a
las teoras de Artemidoro: teniendo en cuenta este caso concreto, cuntas estrellas habra que unir
para formar un cuerpo tan grande? A partir de otro cometa concreto, uno que apareci en el reinado de Atalo (probablemente Atalo III), que lleg a cubrir la zona del cielo que ocupa la Va Lctea,
cuntos planetas habra que unir para formar un cuerpo de semejante extensin?
En la lista de autores a los que Sneca cita, normalmente para refutar, le llega el turno a foro,
el historiador, de quien se critica no sus argumentos, sino lo que dice como testigo. En efecto, segn Sneca, foro habra dicho que ese cometa que trajo consigo la inmersin de Hlice y Buris a
su salida, se dividi en dos estrellas, algo que nadie cuenta38 (nat. 7, 16, 2).
Adems, de haberse dividido en dos estrellas, se tendra que haber formado a partir de dos estrellas, algo que nadie vio. Adems, tampoco dijo en qu dos estrellas se dividi, puesto que deberan
haber sido alguno de los cinco planetas (nat. 7, 16, 3).
Viene ahora la mencin a las teoras de Apolonio de Mindos, ya vistas tambin, para quien los
cometas son planetas.
La contestacin a estas teoras se basa en diferenciar los cometas de las dems estrellas. As, dice Sneca que los cometas son ms grandes el primer da en que aparecen; mantienen su aspecto originario
hasta que empiezan a extinguirse; un cometa no puede ser uno ms de los astros errantes, porque entonces marchara dentro del crculo del Zodaco; a travs de un planeta no se ve otro planeta, en cambio, a travs de un cometa se ven las regiones de ms all, igual que a travs de una nube. De esto se extrae como conclusin que un cometa no es un astro, sino un fuego tenue y desordenado (nat. 7, 18).
36 A este respecto, afirma Sneca que los cometas llegan a durar seis meses, cosa que sera imposible si fueran el
resultado de una conjuncin planetaria (cf. nat. 7, 12, 4).
37 No fue Artemidoro original en esta parte de sus
teoras, pues la idea de que deban existir innumerables
planetas invisibles ya aparece en Anaxmenes y Digenes
55
Cita luego Sneca la opinin de los estoicos para la mayora de los cuales los cometas son fuegos que se producen en la parte superior del cielo, pero en particular la de Zenn, que ya se ha
comentado, y cita casi de pasada a Posidonio en relacin a unos prodigios mencionados por ste,
columnas y escudos al rojo vivo39.
Aade tambin que para muchos estoicos los cometas se originan en una atmsfera densa, por
lo cual se ven muchos de ellos en torno al septentrin, ya que el aire es all especialmente inerte.
Y no permanece quieto, sino que avanza, porque va tras su alimento como el fuego. Aunque trate
de llegar a las zonas superiores, cuando le falta su combustible, vuelve atrs, a la atmsfera, donde
tiene alimento. Adems, tampoco se inclina a la derecha o a la izquierda, sino que va por donde le
lleva la veta que le proporciona el alimento. En suma, no tiene un recorrido jo como un planeta,
sino que repta como el fuego (nat. 7, 21, 1-2).
Tampoco coincide Sneca con los de su misma escuela. Por lo pronto, no cree que sea un fuego
sbito, sino que se trata de una de las creaciones eternas de la naturaleza:
Non enim existimo cometen subitaneum ignem sed inter aeterna opera naturae (nat. 7, 22, 1).
Pues si la razn de la existencia de los cometas fuera la inamacin de una masa de aire, teniendo en cuenta que todo lo que crea el aire es de corta duracin y sumamente variable, un fuego que surgiera en ese medio no podra permanecer inmutable y no podra evitar salir despedido
(nat. 7, 22, 2).
Adems, si fuera cierto que un cometa se desplaza tras su alimento, teniendo en cuenta que el
aire es ms denso cuanto ms cerca est de la Tierra, por fuerza el cometa se desplazara constantemente hacia abajo, llegando incluso a aproximarse al suelo, algo que sabemos que no ocurre (ibid.).
Teniendo en cuenta que el fuego va por donde lo lleva su naturaleza, es decir, hacia arriba, o por
donde lo conduce la materia de la que se alimenta, no es posible encontrar un fuego, ni corriente
ni celeste, que siga un camino curvo. Por contra, es propio de los cometas trazar una curva. Tienen rbita los cometas? S, al menos los dos que se vieron en la poca del autor (nat. 7, 23, 1).
De otro lado, la mayora de los fenmenos gneos que se ven en la atmsfera, que se inaman
por una causa coyuntural, se consumen rpidamente, como ocurre con las antorchas, que arden
mientras atraviesan el cielo, o las estrellas fugaces. Los fuegos celestes slo perduran en su elemento
propio.
Por su parte, los cometas tienen una actividad, una continuidad y se mantienen iguales. Frente a los otros fuegos, que slo son visibles cuando caen, el cometa posee un lugar propio, que recorre poco a poco, y no se extingue, sino que deja de verse cuando sale del campo de visin40
(nat. 7, 23, 2-3).
En una suerte de dilogo que Sneca establece con supuestos contrincantes para exponer su opinin, alguien podra objetarle que la razn para no reconocer a los cometas como un planeta est
en que, si lo fuera, tendra que moverse dentro del Zodaco. A esto Sneca responde que no ve incompatible la naturaleza de planeta de los cometas y que tengan un recorrido que no pase necesariamente por el Zodaco, pues se adecua con la inmensidad del universo el mantener su poder distribuido entre muchos caminos y el no avanzar por una sola senda (nat. 7, 24).
39 Aunque el modo de citar a Posidonio d la impresin de que para Sneca es una fuente de segundo
orden, para Yeomans (o. c., p. 9), es un autor fundamental: llega a decir que mucho de lo que contienen las
Naturales Quaestiones procede de Aristteles a travs de
Posidonio.
56
Pero si fuera un planeta, por qu no se ha registrado su rbita como en los otros cinco planetas?
La respuesta: sabemos que hay muchas cosas, pero ignoramos cmo son. E igual que, por ejemplo,
todos reconocen que tenemos un espritu y que actuamos por su impulso, pero no hay acuerdo sobre su naturaleza ni sobre su emplazamiento exacto, a nadie debera extraarle que los cometas, espectculo inhabitual de por s, no estn sometidos an a unas leyes jas41.
Siguiendo las secuencias de este supuesto dilogo consigo mismo, podra ser un obstculo para
conrmar la naturaleza de astro de los cometas el que a travs de las estrellas no se ven las zonas de
ms all, cosa que no ocurre en el caso de los cometas, pues podemos ver a travs de ellos. Como
respuesta, en realidad, vemos slo a travs de la cabellera del cometa, no por la parte por donde el
fuego es ms compacto y denso (nat. 7, 26, 1).
De otro lado, las estrellas son redondas, mientras que los cometas son alargados, por lo que stos ltimos no seran estrellas. La respuesta: lo cierto es que el cometa propiamente dicho es redondo, mientras que lo alargado es el resplandor que produce (nat. 7, 26, 2).
Adems, la propia diferencia que mantienen los cometas respecto a otros astros no impide que
sean tambin astros. Igual que la Luna, que recibe su luz del Sol, vara de forma y color, y eso no le
impide ser considerado un astro; o que el Sol tenga un comportamiento diferente segn la constelacin en que se encuentre, del mismo modo sucede con los cometas, aunque su forma no responda al modelo de los dems. De hecho, la naturaleza no se limita a una nica forma, sino que goza
de su propia variedad:
Non ad unam natura formam opus suum praestat, sed ipsa varietate se iactat (nat. 7, 27, 5).
Sneca admite que los cometas, como dice Aristteles, sean indicio de tempestad, puesto que
esto conrmara su naturaleza de astro. La nica precisin que hace es que no amenaza con vientos
y lluvias inmediatos, como dice Aristteles, sino que sus pronsticos afectan al ao entero42, por lo
cual:
ex quo apparet illum non ex proximo quae in proximum daret signa traxisse, sed habere reposita et
comprensa legibus mundi (nat. 7, 28, 2).
Frente a la armacin de que la lentitud de los cometas es demostracin de que son pesados y que
contienen elementos terrosos, adems de su propia rbita, pues suelen ser arrastrados hacia el polo,
Sneca sostiene que, en parte como le sucede a Saturno que es el ms lento en recorrer su rbita no
por ser el ms pesado, sino porque tiene la rbita ms larga y su lentitud se debe a que va ms lejos
que los dems, es falsa la supuesta lentitud de los cometas, pues alguno se ha visto que ha recorrido
en seis meses la mitad del cielo y otros incluso en menos tiempo (nat. 7, 29, 1-2).
Tampoco es cierto que por ser pesados sigan un recorrido descendente. stos, como astros autnticos que son, se desplazan en crculo. Adems, los ejemplos de cometas vistos recientemente siguieron una ruta que conrma que su recorrido no fue descendente: uno de ellos, el de la poca de
41
Viene a este respecto una curiosa esperanza, y previsin de futuro: Veniet tempus quo ista quae nunc latent
in lucem dies extrahat et longioris aevi diligentia...Veniet
tempus quo posteri nostri tam aperta nos nescisse mirentur
(nat. 7, 25, 4-5). Y respecto a los cometas: Erit qui demonstret aliquando in quibus cometae partibus currant, cur
tam seducti a ceteris errent, quanti qualesque sint.
42 Se trata de un caso ms de previsin astrometeorolgica, muy en la lnea de considerar que los astros tienen
57
Claudio, fue visto por el norte y no dej de desplazarse hacia lo alto, hasta que sali del campo visual (nat. 7, 29, 3).
Frente a los que como Panecio consideran que los cometas no son astros corrientes, sino una
falsa apariencia de astro, Sneca replica que, primero, deberan investigar si cualquier momento del
ao es igual de adecuado para que aparezcan los cometas; si cualquier regin del cielo es apta para
que surjan, y otras cosas as, de modo que, para resolver esas cuestiones, basta con decir que no son
fuegos casuales, sino que forman parte del universo, que los muestra de vez en cuando:
Quae universa tolluntur, cum dico illos non fortuitos esse ignes sed intextos mundo, quos non frequenter educit sed in occulto movet (nat. 7, 30, 2).
Sin olvidar que puede haber muchos que no lleguemos a ver nunca, pues la mejor y ms importante parte de la obra divina escapa a nuestra vista.
Teniendo en cuenta los misterios que encierra el mundo y que stos no se muestran de una vez,
slo con mucho esfuerzo podremos llegar a desentraarlos. Termina Sneca su exposicin con un
alegato contra la depravacin y perversin moral de su tiempo, donde se desprecia lo que es la verdadera cultura y, por supuesto, el conocimiento, la ciencia y la losofa:
Philosophiae nulla cura est. Itaque adeo nihil invenitur ex his quae parum investigata antiqui reliquerunt ut multa quae inventa erant oblitterentur (nat. 7, 32, 4).
Esto traer como consecuencia que no se descubra nada de lo que los antiguos dejaron poco investigado y que mucho de lo que descubrieron se olvide.
Donald K. Yeomans resume as el signicado de la obra de Sneca:
While Senecas views did little, in a quantitative way, to advance understanding of the phenomenon,
his rejection of the prevailing Aristotelian theory inspired eventual rethinking of the nature of comets43.
En efecto, como hemos visto a lo largo de esta ya larga exposicin, la importancia de las Naturales Quaestiones de Sneca en la historia de la Cometografa radica, ante todo, en haber defendido
unos puntos de vista que no eran los dominantes en su tiempo, ni siquiera en su escuela: los cometas no son fuegos que surgen sbitamente cerca de la Tierra por haberse inamado una masa
de aire caliente, sino que se trata de autnticos astros, con sus propias rbitas, creaciones eternas
de la naturaleza, que aparecen espordicamente y parecen lentos por las largas rbitas que tienen
que recorrer.
Su inuencia en su momento no fue todo lo decisiva que habra cabido esperar, pues, de hecho,
sigui dominando el punto de vista aristotlico hasta al menos el siglo , cuando ciertos astrnomos, como Edmond Halley, desempolvaron este tratado de Sneca para replantearse los argumentos aristotlicos sobre este tipo de fenmenos celestes.
1.4.2. Manilio, Plinio y Ptolomeo: los cometas como signa o presagios
Entre los aos 9 y 16 d. C. debi de componerse el tratado de astrologa de Manilio, sus Astronomica44. En I, 809 ss., como el mismo poeta dice, antes de empezar a atribuir poderes a las estre43
tra scienza e filosofa: la dottrina delle comete, Prometheus, 15, 1 (1989) 1-30, que aqu hemos seguido muy
de cerca.
58
llas y de conceder derechos a las constelaciones sobre los destinos, pasa a hacer una descripcin de
todo lo que tiene brillo y potencia en el cielo, en particular los cometas, fuegos que aparecen slo
de vez en cuando y que desaparecen inmediatamente y cuya aparicin coincide con momentos de
grandes perturbaciones:
sunt etenim raris orti natalibus ignes,
protinus et rapti subitas candescere ammas
aera per liquidum natosque perire cometas
rara per ingentis viderunt saecula motus. (1, 813-816)
Tras estos versos de introduccin, Manilio incluye un captulo amplio sobre los cometas que,
segn Caldini Montanari45, se divide en dos partes: en la primera (vv. 817-875), el poeta expone a
modo de doxografa una serie de opiniones acerca de la naturaleza y origen de este fenmeno; en
la segunda (vv. 876-921), reere una serie de hechos luctuosos ocurridos en la historia tras la aparicin de un cometa, entre los que sita la derrota de Varo (clades Variana) y las guerras civiles, que
culminaron con la batalla de Accio.
Respecto a esta divisin, discrepamos de la autora italiana en el hecho de que esta segunda parte sea completamente independiente de la doxografa. Desde nuestro punto de vista, los versos
876-921, el catlogo de desgracias, podra entenderse perfectamente como una enumeracin de los
presagios funestos que anuncian los cometas, por tanto, como una conrmacin de la tercera de las
tres hiptesis que el poeta latino expondr en la primera parte y que, como veremos, es la que l
deende.
En la mencionada doxografa da cuenta de tres teoras respecto al origen de los cometas. La primera (I, 817-866) es la que sostiene que stos provienen de la inamacin de los vapores exhalados
por la Tierra. En efecto, la Tierra desprende de su interior unos vapores. Cuando el aire seco se impone al hmedo debido al buen tiempo y este aire se reseca por la accin de los rayos del Sol, entonces acaba inamndose, originndose un fenmeno luminoso que dura poco y que anda errante
de forma parecida al humo: los cometas brillan y se ocultan casi al mismo tiempo (1, 817-826).
Contina el poeta diciendo que, dado que este vapor seco que sirve de alimento a la llama, no
se dispersa de la misma forma ni es captado de la misma manera por el fuego, las luminarias que se
originan a partir de l adoptan formas diversas. Unas veces las llamas vuelan imitando las cabelleras; en otras parece un globo con una ardiente barba; otras una viga o columna redondeada; a veces
se parecen a toneles; o bien ofrecen la imagen de pequeas cabritas; etc. (1, 831 ss.)
En esta teora meteoros y cometas se explican igual y viene a corresponder con la de Aristteles
y los estoicos46.
La segunda posibilidad es que la naturaleza haya creado, de forma misteriosa, estas luminarias
como estrellas de brillo tenue. Sobre ellas el Sol ejerce una fuerte atraccin, las absorbe con su propio fuego y luego las abandona, como les sucede a los planetas Mercurio y Venus, que se ocultan
con frecuencia para volver a aparecer de nuevo (1, 867-873)47.
Aunque est claro que se reere a la teora de los cometas como astros, no est tan clara la fuente de la que Manilio est sacando esta informacin48. Despus de un concienzudo estudio del pasa45
59
je, Caldini Montanari concluye49 que el nico texto parangonable con el de Manilio es el ms breve de Plinio, nat. 2, 9450; que, adems, Manilio se aparta tanto de la teora pitagrica como de la
defendida por los caldeos, segn vemos en Sneca; y que su explicacin de que el movimiento de
los cometas se debe a la accin solar51 parece reejar una adaptacin de la hiptesis pitagrica a la
teora radiosolar52, tan en boga entonces en Roma53.
La tercera es la que hace de los cometas seales, en todos los casos funestas, que la divinidad enva a los hombres para evitar calamidades mayores (1, 874-875)54. Como demostracin o conrmacin de esta hiptesis, segn creemos55, enumera el poeta, en los versos 876-921, una larga lista
de los males que anuncian estos fuegos divinos: terribles sequas, pestes (como la de Atenas), epidemias, armas empuadas por engaos ocultos (citando como ejemplo concreto la derrota de Varo
en el bosque de Teutoburgo el ao 9 d. C.), disensiones entre ciudadanos y entre parientes (como
con ocasin de la batalla de Filipos y la serie de guerras que se sucedieron hasta la victoria nal de
Augusto en Accio).
Caldini Montanari, en su estudio ya tantas veces citado, dedica especial atencin a esta tercera
hiptesis porque resulta, en su opinin, especialmente signicativa.
Por lo pronto, aqu asistimos a un cambio total de la relacin tradicional entre astrologa y astronoma. En efecto, si en la Antigedad el astrlogo sola partir de los descubrimientos y conocimientos cientcos de la astronoma, entre los cuales escoga aquellos que mejor servan a sus pronsticos, en Manilio la parte que prevalece es la astrologa, que se independiza de la astronoma,
puesto que se arma que la aparicin de los cometas no depende de la naturaleza fsica del fenmeno, sino de su condicin de mensajero divino de desgracias y catstrofes inminentes56.
Puestos a buscar posibles fuentes para estos versos, Caldini Montanari sugiere un pasaje del
Corpus Hermeticum, en concreto Stob. 1.21.9, I p. 189 W., donde se hace una interesante exposicin de las entidades que pueblan el cielo y en particular de los decanos y su inujo sobre la
Tierra:
49
60
$Etero/n e}sti ge/noj, w# Ta/t, to\ tw~n kaloume/nwn komhtw~n, kata\ kairo\n e}pifainome/nwn kai\ pa/lin meta\ cro/non o}li/gon a}fanw~n ginome/nwn, mh/te a}natello/ntwn mh/te duno/ntwn mh/te dialuome/nwn,
oi$tinej faneroi\ a!ggeloi kai\ kh/rukej kaqolikw~n a}potelesma/twn gi/nontai mello/ntwn e!sesqai;
ou^toi de\ to\n to/pon e!cousin u{po\ to\n ku/klon to\n tou~ h{li/ou. }Epa\n ou#n me/llh/ ti t+ ko/sm+ sumbai/nein, ou^toi fai/nontai <kai\> fane/ntej o}li/gaj h{me/raj, pa/lin u{po\ to\n ku/klon e}lqo/ntej tou~ h{li/ou a}fanei~j me/nousin, e}n t+~ a}phliw/th/ fane/ntej <a!lloi>, a!lloi de\ e}n t+~ borr&~, a!lloi de\ e}n t+~ libi/,
a!lloi de\ e}n tw/~ no/tw/: ma/nteij de\ tou/touj proshgoreu/samen.
Aunque la crtica ya haba descubierto los paralelismos que guardaban ambos textos, sin embargo apenas se ha detenido en ellos. Segn Caldini, el pasaje del Corpus Hermeticum contiene elementos de las dos ltimas teoras enunciadas por Manilio57.
De aqu concluye que, en lo que respecta a la inversin de la relacin entre astronoma y astrologa, los dos testimonios se conrman y se refuerzan mutuamente, come espressioni di una precisa tendenza, appartenente probabilmente ad un medesimo ambito culturale58.
Otra cuestin suscitada por el pasaje de Manilio es que, en contra de lo que sucede en el resto
del poema, contemplamos en estos dos versos la imagen de una divinidad compasiva, que enviara
al hombre los cometas como seales instantis fati miseratus in orbem.
Asimismo, el empleo del trmino signa para referirse a los cometas evidencia que para Manilio
stos son meras seales, no causas de los acontecimientos que anuncian.
Todo esto lleva a plantear la cuestin de si se trata de seales de un destino ineluctable o si hay
algn espacio para la utilizacin prctica de las mismas59.
Para Caldini, despus de reconocer que este pasaje y las posibilidades aqu planteadas rompen con el sistema expuesto a lo largo del poema, no es descartable que Manilio, por una vez, admita que la aparicin de un cometa, en cuanto hecho extraordinario, pueda ser una seal utilizable
para impedir la amenaza que anuncia o, al menos, reducir sus efectos60.
Si esto es as, sigue diciendo Caldini, sera esta tercera hiptesis la preferida por Manilio61.
Otro tema diferente es por qu razn Manilio, en esta ocasin, est dispuesto a romper los esquemas que ha mantenido en su poema y hace esta concesin a un cierto humanitarismo antifatalista.
Tal desviacin podra haber sido favorecida por una fuente que, hablando de una divinidad
piadosa, dejaba abierta la posibilidad de que se pudiera impedir los estragos anunciados por los cometas; una fuente que, adems de proporcionarle la explicacin de la naturaleza de los cometas, se
situaba en un contexto ideolgico-religioso muy diferente al del poema de Manilio; una fuente, en
suma, que se podra inscribir dentro del mbito hermtico62.
Sin embargo, para Caldini, la explicacin es otra. Las previsiones astrolgicas procedentes de los
cometas pertenecen a la apotelesmtica universal, tema al cual Manilio dedica muy poco espacio a
57 Cf. R. Caldini Montanari, l. c., p. 23: La trattazione del CH appare dunque quasi una contaminazione
della seconda e della terza alternativa previste da Manilio, che si sono esaminate: le comete infatti sono corpi
perenni, che si trovano nelle vicinanze del sole, come
nella seconda ipotesi, ma i loro movimenti sono dovuti, anzich allattrazione esercitata dai raggi del sole, alla
necessit di annunciare eventi di portata universale, e qui
la corrispondenza invece con lultima alternativa considerata da Manilio.
58 Cf. R. Caldini Montanari, ibid. A esto aade la
autora italiana en p. 25 que se podra suponer que Mani-
61
lo largo del poema. Adems, Manilio no dice nada de cmo se obtienen los pronsticos a partir de
estas luminarias. Por todo ello, concluye Caldini, se podra admitir que Manilio aceptase, al menos
a nivel terico, que los sucesos de carcter general se pudieran conjurar de alguna manera63.
Tambin en el siglo I d. C. se sita la Historia Natural de Plinio, obra llamada a ejercer una gran
inuencia en la Edad Media. Sus ideas sobre los cometas se recogen fundamentalmente en el libro
2, 89-97.
Plinio comienza su exposicin, tras denir lo que son los cometas, estableciendo una tipologa
del fenmeno en la cual distingue bsicamente diez clases de cometas, como veremos en el epgrafe
siguiente.
Respecto a lo que son los cometas propiamente dichos, arma que son 7 das el tiempo mnimo
de visibilidad del fenmeno y 180 el tiempo mximo (nat. 2, 90).
Aade que hay cometas que se mueven como si fueran planetas y otros que permanecen inmviles. Casi todos se ven en la parte norte del cielo, en la zona de la Va Lctea. Pone en duda que se
puedan ver varios cometas a la vez, como dice Aristteles, y se hace eco de la previsin astrometeorolgica del autor griego, segn la cual los cometas anuncian fuertes vientos e intensos calores. Para
l los cometas aparecen tambin en el hemisferio austral, pero stos no tienen cola. A veces los planetas y otros astros adquieren una especie de cabellera, aunque los autnticos cometas no aparecen
nunca en la parte occidental del cielo. Tambin sostiene Plinio y sta es su idea sobre la procedencia del fenmeno que los cometas son prodigios que siembran el terror y con los que no sirve
cualquier clase de expiacin:
terricum magna ex parte sidus atque non leviter piatum (nat. 2, 92).
Arma tambin que se concede una gran importancia, a la hora de obtener predicciones del fenmeno, a las regiones hacia las que se dirige el cometa, al planeta cuya inuencia sufre, a las formas que adopta y a los lugares donde aparece, dando a continuacin algunos ejemplos de tales predicciones: si el cometa se parece a una auta, se trata de un presagio relativo a la msica; si aparece
junto a las partes venerandas de las constelaciones, se reere a costumbres depravadas; si en conjuncin con estrellas jas forma un tringulo equiltero o un rectngulo, se reere al genio y al saber, entre otras previsiones (nat. 2, 92-93).
Menciona tambin Plinio que Roma es el nico lugar donde se rinde culto a un cometa, el famoso cometa que apareci al comienzo de la vida pblica de Augusto, poco despus de la muerte
de su padre Csar (nat. 2, 93).
Plinio tambin se hace eco de las otras dos teoras acerca del origen de los cometas: los que piensan que son astros, por lo tanto, que son permanentes y tienen su propia revolucin, pero que no
son visibles sino cuando los abandona el Sol; y los que lo atribuyen a la presencia fortuita de humedad y de fuego y que, por lo tanto, no son permanentes, sino que se disuelven (nat. 2, 94).
En nat. 2, 97, despus de hablar de algunos tipos de luminarias (las faces, o antorchas, y las trabes, o columnas) concluye su exposicin sobre este tipo de fenmenos (incluidos, obviamente, los
cometas), diciendo que no es su aparicin la que provoca las catstrofes, sino que aparecen por la
cercana de dichas catstrofes, por lo que no son los responsables de las mismas, sino meros prodigios anunciadores, es decir, meros signa:
[] quippe ingentium malorum fuere praenuntia; sed ea accidisse non quia haec facta sunt arbitror, verum haec ideo facta quia incasura erant illa
63
62
Aade Plinio que, en n, la propia rareza del fenmeno oculta la ley que los rige e impide que
se conozca igual que otros fenmenos celestes considerados habituales, como los ortos de los astros
o los eclipses, entre otros (ibid.).
En n, como conclusin a la exposicin de Plinio, digamos que en l, como ya hemos advertido
en Manilio, aunque demuestra conocer las teoras de otros sobre el origen de los cometas, apuesta por un origen divino de los mismos, como presagios de catstrofes por venir, pero no como causantes de las mismas. La importancia y la inuencia de Plinio en la posteridad se debern ante todo
a la importancia y respeto de que goz la Historia Natural durante la Edad Media.
En esta ya larga exposicin sobre los autores que se ocuparon de teorizar sobre el origen de los
cometas, es el momento de hablar de Ptolomeo.
Por lo pronto, el autor alejandrino trata de los cometas en la obra que dedica a la astrologa, el
Tetrabiblos, no en la de astronoma, debido a que, al tratarse de fenmenos inusuales, merecan ms
el calicativo de portentos que de fenmenos astronmicos64.
No es mucho el espacio que Ptolomeo consagra a los cometas, en concreto, de ellos se habla en
II, 10, 3-4, en el epgrafe que dedica al color de los eclipses, de los cometas y de otros fenmenos
similares, pues, segn dice, en las previsiones de acontecimientos de tipo general est bien observar,
durante un eclipse, no slo el color de las luminarias mismas sino tambin el de los fenmenos que
se producen a la vez, entre ellos la formacin de los cometas.
Lo que de ellos dice se reere a las previsiones que se pueden obtener de los mismos, los efectos que provoca su aparicin (guerras, sequas, convulsiones varias), citando de pasada algunos
como las vigas, las trompetas y los toneles, pues en su accin coindicen con Marte y Mercurio65.
Las partes del Zodaco en que son visibles y la direccin de su cola indican los lugares amenazados por el evento; la forma del cometa indica el tipo de evento y las personas que sern afectadas
por l; el tiempo que se ve el cometa indicar la duracin del acontecimiento anunciado, y la posicin respecto al Sol el inicio del mismo; si aparece en Oriente indica que los acontecimientos se
producirn de modo inminente, si lo hace en Occidente, que esos acontecimientos se retrasarn
en el tiempo.
En el caso de Ptolomeo, ste contina en el siglo una tradicin, que parece haberse aanzado
en el mundo romano en el siglo d. C., como hemos visto en Manilio y Plinio, que considera a los
cometas como seales, en principio de origen divino, anunciadoras de catstrofes66. Este sentido de
los cometas como signos, sin embargo, surge mucho antes, pues ya el Trismegisto egipcio considera
a los cometas como mensajeros y heraldos, anunciadores de presagios universales, tal como leemos
en Juan Estobeo 1, 21:
64
63
$Etero/n e}sti ge/noj, w# Ta/t, to\ tw~n kaloume/nwn komhtw~n [...], oi$tinej faneroi\ a!ggeloi kai\ kh/rukej
kaqolikw~n a}potelesma/twn gi/nontai mello/ntwn e!sesqai: ou^toi de\ to\n to/pon e!cousin u{po\ to\n ku/klon to\n tou~ h{li/ou.
E incluso, es posible que remonte a los caldeos, pues ya Apolonio de Mindos, segn Sneca
(nat. 7, 17, 3), hablaba de cometas que portan augurios de la sangre que se va a derramar (cruenti
quidam minaces<que>, quia omen prae se futuri sanguinis ferunt).
Pero el cometa tambin puede ser seal de buena nueva67. Este doble aspecto de la luminaria se
reeja perfectamente en la obra de Suetonio, donde la encontramos, en su vertiente favorable, asociada al catasterismo del emperador que acaba de morir (lo cual se interpreta como seal evidente
de su inmortalidad astral), y, en la desfavorable, como anuncio de una muerte cercana (tambin, en
este autor, de un emperador)
As, en la vida de Csar (I, 88), se anuncia la aparicin, sobre la hora undcima, de un cometa
durante los juegos que Augusto daba en su honor despus de haber sido divinizado, que brill durante siete das seguidos. ste se crey que era el alma de Csar acogido en el cielo, por lo cual se le
representa con una estrella sobre la cabeza:
[] stella crinita per septem continuos dies fulsit exoriens circa undecimam horam, creditumque est animam esse Caesaris in caelum recepti; et hac de causa simulacro eius in uertice additur
stella.
En cambio, en la vida de Claudio (V, 46), entre los principales presagios de su muerte, adems
de la cada de un rayo sobre la tumba de su padre Druso y el que durante ese ao haba muerto la
mayora de los magistrados de todas las categoras, gura la aparicin de un cometa.
Asimismo, en la vida de Nern (VI, 36, 1), se dice de un cometa, que apareci durante el reinado de ste, que es signo de ruina segn la creencia popular (stella crinita, quae summis potestatibus
exitium portendere uulgo putatur, per continuas noctes oriri coeperat).
Este sentido ambivalente del pronstico extrado de los cometas se conrma tambin en la interpretacin que Orgenes da en el Contra Celso de la estrella, nueva, vista en Oriente y que anunciaba el nacimiento de Jess. En efecto, en I, 59, Orgenes arma que se han visto a menudo estrellas semejantes a sta coincidiendo con grandes acontecimientos, que anuncian cambios de dinastas, guerras o cualquier cosa que pueda suponer una importante convulsin.
Apoyndose en el libro Sobre los cometas de Queremn, arma que los cometas tambin anuncian cosas favorables y buenos augurios, como sera el referido al nacimiento de Jess.
Pero lo que realmente dene a Ptolomeo es que considera a estas luminarias no ya como meros
mensajeros de los dioses, sino que de ellos se pueden extraer pronsticos de carcter astrolgico, lo
cual supone un paso ms en la evolucin de la nocin de cometa.
67
E. Flintoff, en su artculo Comets and confidence tricks. A meditation on Eclogue IX 47, Acta Classica,
28 (1992) 65-71, en particular en pp. 67 ss., considera
que la opinin habitual sobre los cometas en el mundo
antiguo, tanto del supersticioso como del que no lo era,
debi ser unnimemente negativa, por lo que cualquier
intento por darle un sentido positivo o favorable deba
ser fruto de la manipulacin y la propaganda poltica.
Como ejemplos notables, el caso del cometa del ao
44 cuya interpretacin como portento favorable slo
pudo ser posible, segn este autor, por las dudas que
VELEIA, 23, 2006
existan sobre la verdadera naturaleza, celestial o meteorolgica, del fenmeno, haciendo ver que la luminaria
era de origen celeste y, ante todo, un astro nuevo, no un
mero cometa, algo que se recoge muy bien en la expresin Caesaris astrum de la gloga 9, 47 de Virgilio o lo
que hace Sneca en nat. 7, 17, 2, en el que intenta despojar, quizs irnicamente, de cualquier valor negativo
a un cometa que apareci durante el reinado de Nern:
Nec est quod putemus eundem visum esse sub Claudio [...]
nec hunc qui sub Nerone Caesare apparuit et cometis detraxit infamiam.
64
Este sentido est ya claramente expresado en las palabras del Hermes Trismegisto ya citadas e
incluso en Plinio. En el pasaje de la Vida de Nern de Suetonio ya mencionado, se pone tambin
de relieve la relacin de los cometas con la astrologa.
En efecto, segn dice el bigrafo romano, ante la aparicin del cometa y sabedor del signicado
nefasto que normalmente se le atribua, recurri al astrlogo Balbilo para tratar de conjurar su inuencia negativa. Balbilo le hizo saber que los reyes68 conjuraban este peligro sacricando a algn
personaje ilustre y haciendo recaer el presagio negativo sobre la cabeza de los primeros ciudadanos.
Ante esto, Nern decidi dar muerte a los ciudadanos ms ilustres, para lo cual cont con la circunstancia favorable del descubrimiento de dos conjuras, la de Pisn, en Roma, y la de Vinicio, en
Benevento.
Los pronsticos astrolgicos extrados de un cometa son, en el caso de Ptolomeo, muy someros,
meras indicaciones orientativas. Ms jugo podemos extraer del comentario que el gramtico Servio
dedica al verso de la Eneida cometae sanguinei lugubre rubent (Aen. X, 272).
Por lo pronto, comienza atribuyendo a Plinio el Viejo algo que realmente l no dice (o al menos no de modo explcito), que los cometas se forman a partir de los cinco planetas, por lo que su
naturaleza depender del planeta del que proceda: si proceden de Venus y Jpiter, anuncian cosas
favorables; si proceden de Marte o Saturno, cosas negativas; el que procede de Mercurio ser igual
que el del planeta con el que ms cerca est.
Despus hace una serie de pronsticos segn sea el tipo de cometa observado. As el cometa denominado Hippeus, si recorre el camino desde la puesta del Sol hasta su orto, trae malos presagios
para Persia y Siria; si se dirigiera al sur, librara a frica y Egipto de las desgracias, anunciando slo
epidemias para los ganados; si se dirigiera al Norte, traera guerras y desgracias a Egipto; si se dirigiera a Occidente, anunciara la desgracia para Italia y todas las tierras desde Italia hasta Hispania;
si se dirigiera desde el Sur hasta el Norte, anunciara que se est libre del peligro de guerras externas, pero prev conictos internos.
Respecto al tipo de cometa denominado Xiphiae, que tiene forma de espada, arma que, si se
dirigiera a Oriente, anunciara traiciones para el rey de Persia y guerras; el mismo tipo de pronstico afectara a los sirios; tambin anunciara engaos y traiciones a Libia y Egipto; si se dirigiera a
Occidente, anunciara pactos perjudiciales para su rey.
El tipo denominado Lampas, que se asemeja a una antorcha encendida, si se dirigiera a Oriente, anunciara que las regiones orientales podran verse afectadas por nieblas y a consecuencia de
ellas sus frutos se corromperan; si se dirigiera al Sur, anunciara sequa y una plaga de serpientes
para frica; si se viera en Occidente, anunciara frecuentes inundaciones para Italia. Si se viera en
el Norte, signicara que los pueblos de esta parte del mundo sufriran hambre.
El cometa propiamente dicho, curiosamente, es el nico favorable, pues si apareciera en Oriente, traera alegras a esta parte del mundo; si apareciera en el Sur, esas alegras las traera a frica
o Egipto; y si apareciera en Occidente, sera la tierra italiana la que disfrutara de este pronstico.
ste tipo de cometa se dice que fue el que apareci en la poca en que Augusto obtuvo el imperio y
ello signic el anuncio de prosperidad para todos los pueblos.
El tipo denominado Disceus, con forma de tambor, que no brilla mucho y que es del color del
mbar, anuncia matanzas, rapias, guerras y dems catstrofes.
Por ltimo, el tipo llamado Tifn, que fue visto por etopes y persas, que no es del color del fuego, sino del de la sangre, trajo a estos pueblos toda clase de desgracias y el hambre.
68
cometas: regnorum eversor cometes. Y esta idea est presente en muchos otros autores (cf. Lucano, I, 528 ss.;
Tibulo, II, 5, 72 ss., etc.)
VELEIA, 23, 2006
65
En n, de lo dicho por Ptolomeo y por Servio y por lo contado por Suetonio sobre el cometa
visto en la poca de Nern, nos podemos hacer una idea aproximada de cmo se obtenan los pronsticos astrolgicos a partir de los cometas.
En principio, como antorchas surgidas de los planetas, los cometas compartan las mismas
atribuciones que stos y en ellas se basaba el grueso de los pronsticos.
El lugar del cielo donde se les vea o hacia el que se dirigan (Oriente, Occidente, Septentrin y
Sur) determinaba la parte de la Tierra afectada por el pronstico, segn un elemental principio de
corografa astral.
La forma de los cometas determinaba una parte importante de los pronsticos, segn hemos
visto en Servio. Adems se referan a las personas o colectivos a los que afectaba el pronstico. Al
principio, como las propias predicciones astrolgicas, la aparicin de cometas slo pareca afectar a
reinos y poderosos, como le pronostica Balbilo a Nern. Con el tiempo y el desarrollo de la melotesia zodiacal, los pronsticos pasaron a afectar a los hombres en general, as como a los animales y
las plantas69. Por lo tanto, el mbito de aplicacin de los pronsticos extrados de estas luminarias
era la apotelesmtica universal.
En n, el tiempo que duraba la aparicin del cometa inua directamente en la duracin de su
efecto, y el momento del da de su aparicin inua en el momento en que se producira el pronstico: un cometa matutino, que apareciera antes que el Sol, aceleraba el cumplimiento del pronstico; si apareca por la tarde, lo retrasaba70.
. T
De entre todos los autores que escriben sobre los cometas, algunos dedicaron una especial atencin a clasicar la forma aparente bajo la que eran visibles. Como resultado surgen unas tipologas,
ms o menos elaboradas71, fruto en algunos casos de la confusin entre los cometas y otros tipos de
luminarias o meteoros. La terminologa utilizada se caracteriza sobre todo por la valeur descriptive des noms, qui sont des mtaphores ou des drivs dont les suxes expriment lide de ressemblance72. En latn, muchos de los trminos tcnicos utilizados son prstamos directos del griego o
adaptaciones de los nombres acuados en esa lengua.
A continuacin vamos a intentar establecer una tipologa lo ms completa posible en base a los
testimonios de los autores antiguos73.
Aristteles (Mete. 344a) haba establecido dos tipos bsicos de cometas: el denominado propiamente komh/thj, astro con cabellera que se extiende igual por todas partes, y pwgwni/a, cuando la cabellera se extiende en longitud a modo de barba.
Sneca, aunque no parece haber prestado mucha atencin a la cuestin, atribuye a los griegos
(nat. 7, 11, 2) el haber distinguido entre tres tipos de cometas: eorum quibus in morem barbae am69
66
ma dependet (el cometa con la cabellera en forma de barba), eorum qui undique circa se velut comam
spargunt (el primer tipo de cometa de Aristteles) y eorum quibus fusus quidem est ignis sed in verticem tendens (un tercer tipo de cometa con la cola hacia arriba)
Una de las principales contribuciones de Plinio a la Cometografa es el haber establecido
una completa tipologa de diez tipos de cometas, de acuerdo con su forma, sirvindose de su
denominacin griega, que luego repetiran, con ms o menos variantes, otros autores antiguos
y que sera objeto de elaboracin en el periodo medieval. En nat. 2, 89-90 enumera los tipos siguientes:
11. Pogoniae: son los que tienen en su parte inferior una cabellera en forma de larga barba.
12. Acontiae: son los que se mueven como jabalinas y presagian acontecimientos inminentes,
como el que el emperador Tito, durante su quinto consulado, describi detalladamente en
un poema.
13. Xiphiae: son los ms cortos y terminados en punta.
14. Disceus: de forma discoidal, pero del color del mbar, proyecta pocos rayos fuera de su contorno.
15. Pitheus: tiene forma de tonel.
16. Ceratiae: tienen forma de cuerno, como el que apareci durante la batalla de Salamina.
17. Lampadiae: se asemejan a las antorchas ardiendo.
18. Hippeus: tiene crines como las de los caballos, dotadas de un movimiento rpido y que giran
sobre s mismas.
19. Argenteus: cometa blanco con cabellera de plata, tan brillante que cuesta trabajo mirarlo.
10. Hirci: seran algo as como cometas-macho cabro, de cabellera muy poblada y rodeados por
una especie de nube74.
Por su parte, el bizantino Juan Lido, en su De ostentis 10, menciona los mismos tipos que Plinio, aadiendo los siguientes: el komh/thj propiamente dicho, el sa/lpigx (que ya mencionaba Ptolomeo) y el tipo denominado Tufw/n75.
Este mismo autor, en De mens. IV, 116, habla de diez tipos de cometas, siguiendo a Apuleyo:
kata\ de\ to\n {Rwmai~on }Apoulh/ion de/ka: i{ppi/aj xifi/aj pwgwni/aj doki/aj pi/qoj lampadi/aj komh/thj diskeu\j tufw\n kera/sthj:
Que son prcticamente los mismos de Plinio, ms el Cometa propiamente dicho y el tipo denominado Typhon.
En Servio, como ya hemos visto, se mencionan los tipos de cometas siguientes: Hippeus, Xiphiae, Lampas, el Cometa propiamente dicho, el Disceus y el Typhon. Todos traen presagios negativos, salvo el Cometa, que es el que apareci al comienzo del reinado de Augusto. Curiosamente, el
tipo denominado Lampas sirve de base para hacer pronsticos astrometeorolgicos.
En algunos textos astrolgicos se establece una tipologa de los cometas relacionando los tipos
ya vistos con el planeta del que deriva cada uno, de donde se extrae el pronstico correspondiente.
74
en la nota anterior.
67
As, en Hefestin, Apotelesm. 74-75, se relaciona el cometa denominado Hippeus con Venus, el
Xiphiae con Mercurio, el Lampas con Marte, el Cometa propiamente dicho con Jpiter, el Disceus
con Saturno76.
En la De cometis dissertatio de Campestrio, recogida por Juan Lido, De ost. 11-15, se hace una
relacin de cometas y el astro del que derivan muy similar: el Hippeus se atribuye a Venus, el Xiphiae a Mercurio, igual que el Lampadias o Lampas, el Cometa propiamente dicho lo relaciona con
Jpiter, el Disceus es casi como un calco del Sol y el Typhon nace de los remolinos de la atmsfera.
Cuando los autores latinos escriben sobre el tema, adems de tomar tal cual el trmino del griego, a veces lo traducen o lo intentan adaptar lo mejor posible al latn.
As el tipo de cometa griego denominado doki/j o doko/j, que designa los fenmenos luminosos
de las vigas o columnas, que introdujo Herclides Pntico77, son designadas en latn mediante el
trmino trabs, viga, por ejemplo, en Manilio (I, 841), quadratamve trabem; o en Plinio (nat. 2,
96), Emicant et trabes... quas dokou\j vocant78.
El tipo de cometa identicado con una columna, que en griego poda designarse tambin como
ki/wn, lo adapta el latn como columen o columna, columna, por ejemplo, Sneca (nat. 7, 20, 2):
illa a Posidonio scripta miracula, columnae.
El tipo de cometa que el griego asociaba con una trompeta (sa/lpigx) era designado en latn con
el trmino tuba, trompeta militar, normalmente recta, como en Sneca (nat. 7, 21, 1), o tibia,
auta, como en Plinio (nat. 2, 93).
A su vez, los trminos lampas, prstamo directo del griego, y fax, su equivalente semntico, se
pueden utilizar tanto para designar a un tipo particular de cometa, como a unos meteoros, caracterizados por presentar unos fuegos ramicados79.
En n, como curiosidad, mencionemos un pasaje de Calcidio (Comm. 126, 3 ss.), donde se habla de un extrao astro, Ach, cuya aparicin anuncia enfermedades y que, segn algunos autores,
podra asimilarse con un cometa:
Aegyptiorum quoque prophetae stellam quandam aliquot annis non uisam uerentur, quam uocant
Ach. Porro sidus hoc exoriens morbos populorum multorumque optimatium mortes denuntiat.
Para Le Boeue80, Akh es una autntica palabra egipcia que designaba a seres sobrenaturales prximos a los dioses, aplicndose sobre todo a los muertos que haban encontrado la felicidad
eterna tras haberse cumplido adecuadamente los ritos funerarios. Este autor hace derivar la palabra
de una raz que signicara brillar, por lo que se identicara al alma feliz del muerto con su residencia en una estrella. Aade Le Boeue que el hierglifo correspondiente al nombre es un pjaro con un moo o un copete, un ibis comata, de forma que el trmino estara aludiendo a un tipo
particular de estrella que aparece adornada con una especie de moo o cabellera, un cometa81.
76
68
. L
Los textos nos proporcionan informacin, por lo general muy escueta, sobre observaciones de cometas en distintos momentos de la Antigedad. Las descripciones a veces son ms pormenorizadas y,
fuera de las supuestas catstrofes que tales luminarias habran provocado, nos permiten identicar en
ocasiones tal o cual cometa con algunos de los que han sido testigos los tiempos modernos82. Por supuesto, no pretendemos hacer un catlogo exhaustivo de tales apariciones u observaciones, sino limitarnos a algunos que por razones diversas se puedan considerar ms signicativos.
Segn Plinio (nat. 2, 90), durante la batalla de Salamina en 480 a. C., apareci un cometa de
los denominados Ceratias, por tener la apariencia de un cuerno.
Aristteles (Mete. 344b 35) menciona la aparicin de un astro con cabellera, coincidiendo con
la cada de un meteorito en Egosptamos, en 427/683.
Tambin Aristteles (Mete. 343b 1ss.) habla de un gran cometa aparecido sobre 373/2, cuando
el terremoto de Acaya y el maremoto que se produjo a continuacin, que se levant desde el punto
equinoccial occidental. Sneca (nat. 7, 5, 4) menciona el cometa del que habla Aristteles, diciendo que ste no era una viga sino un autntico cometa y que, inmediatamente despues de brillar en
el cielo, el mar se ech sobre Buris y Hlice, dos localidades de Acaya
Plinio (nat. 2, 90) habla de un cometa visto durante la 108 Olimpada, el ao 408 de la fundacin de Roma (sobre el ao 345/44), cuya cabellera se transform en lanza.
Sneca (nat. 7, 15, 2) menciona un cometa visto en 137 a. C., al principio del reinado de Atalo
III (138-133 a. C.), de tamao mediano, que se distendi y lleg a ocupar la zona del cielo que se
denomina Va Lctea, alcanzando una extensin incalculable. ste parece coincidir con el que Julio
Obsequens (24) sita en Preneste. Este cometa se habra visto tambin en China, hacia el noreste.
Plinio (nat. 2, 92) habla de varios cometas observados con ocasin de enfrentamientos y conictos civiles, como el que se vio en el ao 87, durante el consulado de Octavio cuando ste trat de
impedir a Cinna y a Mario que volvieran a tomar Roma, que parece coincidir con otro descrito en
crnicas medievales chinas y que hoy parece posible identicar con el cometa Halley.
En el 44 a. C. apareci un cometa, quizs el ms famoso de toda la literatura antigua, coincidiendo con los juegos que Octavio Augusto celebraba en honor del asesinado Csar, el sidus Iulium,
el astro de Csar84, que fue aprovechado por la propaganda poltica que lo consider una seal del
cielo que conrmaba la divinizacin de Csar, su catasterismo. Plinio (nat. 2, 94) da una completa
descripcin del cometa, basndose en el relato del propio Augusto: el cometa fue visible durante siete das, en la regin septentrional del cielo. Apareci hacia la hora undcima (sobre las cuatro de la
tarde), muy brillante y visible desde todas las partes de la Tierra. Este astro anunciara que el alma
de Csar haba sido recibida entre las potencias divinas inmortales85. Probablemente sea el mismo
82
Para una relacin pormenorizada de tales observaciones, cf. Gundel, l. c., 1182-1193 y Donald K.
Yeomans, o. c., pp. 362-424 (con una cronologa detallada y una breve descripcin de los cometas vistos desde
el siglo antes de nuestra era hasta 1700), en especial,
pp. 363-379 (las observaciones referidos al mundo antiguo
hasta el siglo de nuestra era aproximadamente). En lo
que se refiere a las apariciones del cometa Halley en la poca
romana, cf. A. Le Boeuffle, La comte de Halley lpoque
romaine, BAGB, XLIV (1985) 385-389.
83 Una descripcin muy completa de este meteorito
y de las causas a las que se atribuy su cada se puede
encontrar en Plutarco, Vida de Lisandro, 12, 2 ss.
84
La denominacin astro de Csar se puede encontrar, entre otros, en Virgilio, ecl. 9, 47 (astrum Caesaris), Horacio, carm. 1, 12, 47 (sidus Iulium) y Ovidio,
met. XV, 841 (iubar).
85 Sin embargo, como bien ha visto R. Schilling, La
religion romaine de Vnus dpuis les origines jusquau temps
dAuguste, d. E. de Boccard, Pars, 19822, pp. 321-323,
la informacin que dan las fuentes no coinciden unnimemente en considerar este sidus como un cometa. Ya Suetonio (Csar, 78, 2) afirma que una stella crinita brill durante siete das seguidos: hac de causa simulacro eius in vertice
additur stella, motivo por lo cual, dice Suetonio, se aadi
una estrella en la cabeza de su estatua. Por su parte, Servio
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cometa que se vio por China y Corea, en la regin noroccidental del cielo, de un color amarillo rojizo y que meda doce grados. Tras unos pocos das, se situ cerca de Orin y ya meda 15 grados y
tom direccin noreste.
Sobre el ao 12/11 a. C., una nueva aparicin del cometa Halley habra coincidido con la
muerte del general romano Agripa, como testimonia Din Casio 54, 29, 8. ste cometa tambin
se vio ampliamente en China. Apareci primero el 26 de agosto cerca de la estrella Canis Minor y
la ltima vez en Escorpio, 54 das despus. Algunos autores quieren ver en esta aparicin del cometa Halley el astro que habra anunciado el nacimiento de Cristo.
Sneca (nat. 7, 6, 1; 17, 2; 21, 3) menciona el cometa que habra aparecido durante el reinado de Nern y que hemos visto mencionado tambin por Suetonio, entre otros autores86. Este cometa habra aparecido en 60 d. C. y habra sido visible durante nada menos que seis meses, movindose de norte a sur.
Sobre el ao 79 apareci otro cometa, que podemos identicar con el que describe Suetonio
en poca de Vespasiano, cuando ya estaba cercana su muerte, con el que el emperador se permiti
bromear diciendo que, al tener la luminaria una abundante cabellera, no podra anunciar su muerte, pues l era calvo, sino la del rey persa Vologeso, que tena mucho ms pelo que l.
En 218 se vio otro cometa, que describe Dion Casio (78, 30, 1), el cual apareci poco antes de
la muerte de Macrino, que se vio mucho tiempo en el cielo. Se trata de nuevo del cometa Halley.
En 336 apareci un cometa, que es mencionado por Eutropio 10, 8, 2 y Tefanes Confesor,
Chron. de Boor p. 29, 37, que supuestamente anunciara la muerte de Constantino al ao siguiente. Segn Tefanes, se le vio brillar sobre Antioqua, en el ao 30 del reinado de Constantino, durante el da, de la tercera a la quinta hora, por el Este, desprendiendo mucho humo, es decir, de un
gran tamao, algo que conrma Eutropio (crinitam stellam, quae inusitatae magnitudinis aliquamdiu fulsit). Este cometa tambin se vio en China y Corea.
En n, sobre 400 se vio un cometa de los del tipo de espada, de un tamao inusual sobre Roma,
que describen entre otros Scrates, Hist. Eccl. VI 6, 46 ss. Anunciaba la rebelin de Gainas y muchas muertes. Es posible que coincida con un cometa de gran tamao visto en China, sobre marzo
de ese ao, que meda 45 grados, que apareci en la regin entre Andrmeda y Piscis. Su parte superior llegaba hasta Casiopea y entr en la Osa Mayor y en Leo.
. A
De la lectura detenida y del comentario de las fuentes antiguas queda bien claro que el de los
cometas es un tema que permite ser abordado desde mltiples puntos de vista. De l tendran algo
(Ad Aen. VIII, 681) habla slo de la aparicin de una estrella: apparet sidus in vertice, hoc est super galeam. Nam ex
quo tempore per diem stella visa est, dum sacrificaretur Veneri
Genetrici et ludi funebres Caesaris exhiberentur, per triduum
stella apparuit in septentrione. Para Schilling, las razones que
explicaran esta vacilacin podran ser bsicamente dos: en
primer lugar, el conflicto, respecto a la interpretacin del
fenmeno celeste, entre los defensores del cometa y los partidarios de la estrella, pues los cometas eran considerados
omina dira, algo que no casaba bien con el supuesto feliz
presagio que traa el astro milagroso, lo cual se solventaba
satisfactoriamente convirtiendo el cometa en estrella es
la interpretacin que ya sugiri Wagenvoort apoyndose en
un pasaje de Dion Casio 45, 7, 1. Otra razn, la que
parece preferir Schilling, es que hubo una clara intencin
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que decir el astrnomo, el astrlogo, el historiador de las religiones y de las instituciones antiguas y,
por supuesto, tambin el llogo.
Tambin se puede armar que, a pesar de sus intentos, el hombre antiguo no lleg a desentraar el misterio que envolva el origen y naturaleza de estas luminarias.
En efecto, el uso ambiguo e irregular que se hace de la terminologa al respecto demuestra que
no siempre se tena claro si lo que se estaba viendo era un cometa u otro tipo de luminarias, como
estrellas fugaces, auroras boreales, etc.
En cuanto a su origen y naturaleza, sorprende que si ya los pitagricos hablaban de los cometas
como astros muy probablemente por inuencia caldea, sin embargo, la tesis predominante a
lo largo de la Antigedad fuera la aristotlica, que los consideraba un fenmeno de naturaleza meteorolgica o al menos sublunar, resultado de la inamacin de una masa de aire seco condensada,
exhalada por la Tierra.
Ciertamente, no es fcil explicar esta aparente paradoja. En principio, lo irregular de su aparicin y el hecho de que, cuando sta se produca, los testigos ni siquiera se pusieran de acuerdo sobre su forma, hacan difcil su tratamiento digamos cientco. En este sentido, habra hecho falta llevar un registro detallado y dedigno de las observaciones de estas luminarias, que diera cuenta
de los lugares donde se vieron, de su forma, de su duracin y del lugar por donde desaparecieron.
Este mtodo es el que parece sugerir Sneca y fue el que siguieron los caldeos durante muchos siglos, lo cual les permiti descubrir prcticamente la verdadera naturaleza del fenmeno.
Ante esta dicultad para someter a regla el comportamiento aparentemente catico de la luminaria, se dira que los astrnomos profesionales se desinteresaron por ella, absorbidos por la no menos ingente pero ms graticante tarea de observar la parte del cielo cuyo comportamiento era ms
predecible, por estar sometido a una norma ja. Por eso el gran astrnomo de la Antigedad, Ptolomeo, cuando habla del fenmeno lo hace, casi de pasada, no en su obra astronmica, sino en la
que dedica a la astrologa, el Tetrabiblos.
Asimismo, los que se ocupan de explicar el fenmeno no son en su mayora astrnomos profesionales, lo cual les puede llevar a dar pbulo a las teoras ms disparatadas, siempre que se inserten
adecuadamente en una determinada visin del mundo.
Y, en n, su carcter de fenmeno inusual y la posible coincidencia de su aparicin con alguna
catstrofe, epidemia o guerra llevaron, tanto al hombre de letras como al pueblo llano, a despreocuparse sobre su posible origen fsico ((inamacin de una masa de aire caliente condensada, astro
de comportamiento particular e incluso ilusin ptica), para jarse preferentemente en su carcter
de signum, de presagio e incluso de portento, del cual podran derivarse pronsticos diversos.
En este sentido, ya Aristteles utiliz los cometas para hacer pronsticos meteorolgicos puntuales, que Sneca considera vlidos para el ao entero. Pero a partir de poca helenstica, con el
hermetismo, y sobre todo en poca imperial romana, con Manilio, Plinio y Ptolomeo, el cometa es
visto sobre todo como un prodigio divino anunciador de catstrofes, imagen que se har tan popular que ser la predominante hasta hace bien poco.
En esta evolucin del concepto de cometa, el siguiente paso ser considerarlo no ya como
mera seal o anuncio, sino como responsable ltimo de las catstrofes, epidemias y guerras que
anuncia. De ah el temor que su aparicin suscita en casi cualquier momento de la historia. De
ah tambin que la aparicin del cometa tenga casi unnimemente connotaciones negativas. No
obstante, el hecho de que, tras la muerte de Csar, apareciera un cometa durante la celebracin de
los juegos organizados por Augusto y eso se interpretara como seal evidente de su catasterismo
y de su inmortalidad astral; o el que se hiciera coincidir el nacimiento de Cristo con la aparicin
de, segn algunos, un cometa, avalan la idea de que, a pesar de su mala prensa, los cometas adVELEIA, 23, 2006
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mitan tambin una interpretacin ms benvola y positiva: seran signos de grandes cambios, no
siempre negativos.
De aqu surge su uso y manipulacin poltica y religiosa. Respecto a su manipulacin poltica,
uno de los casos ms conocidos es el de Augusto con el sidus Iulium. Aunque pblicamente la interpretacin que dio fue la de que su aparicin signicaba que el alma de Csar fue acogida entre
los dioses inmortales, a ttulo particular, segn Plinio (nat. 2, 94): sibi illum natum seque in eo nasci
interpretatus est, algo que rearma el propio Plinio cuando dice que, en efecto, salutare id terris fuit.
Este uso poltico de la aparicin del cometa lo conrma plenamente el hecho de que, entre los
aos 30 a.C. y 14 d.C., Augusto hiciera acuar monedas conmemorativas de plata, en cuyo anverso guraba su propio busto con la inscripcin AVGVSTVS CAESAR y en el reverso una estrella de
ocho puntas con su cola de llamas y la inscripcin DIVVS IVLIVS87.
En cuanto al uso religioso, Plinio nos dice que en Roma se lleg a dedicar todo un templo para
venerar a este famoso cometa. Sin embargo, en este punto el caso ms notorio lo constituye el astro
que gui a los Magos hasta Beln y que anunciaba el nacimiento de Cristo. El debate estaba servido entre los propios Padres de la Iglesia sobre la autntica naturaleza del fenmeno y, como hemos
visto, ya Orgenes se inclinaba por considerarlo un cometa.
En la poca imperial romana sobre todo, cuando la interpretacin predominante es la que hace
de l un prodigio de origen divino, asistimos a la ltima fase en la evolucin del concepto de cometa: su empleo para obtener pronsticos astrolgicos, en el mbito de la apotelesmtica universal,
como un elemento ms de la compleja maquinaria celeste. Es la interpretacin que encontramos
en Ptolomeo, por muy escueta y sucinta que sea, o en el comentario de Servio o en tratados astrolgicos, donde se atreven incluso a establecer una nueva tipologa de cometas, basada no ya en su
forma fsica aparente, sino en el planeta del que se supone que procede pues los astrlogos aceptan la idea aristotlica de que se trata de una exhalacin de aire inamada, salida no ya de la Tierra,
sino de alguno de los cinco planetas.
En n, a nales de la Antigedad, cuando el mundo romano se hizo cristiano, el concepto de
cometa tambin se cristianiza. En lo esencial seguir siendo considerado un signum anunciador
ya no slo de catstrofes o guerras que afecten a un obispado concreto o a la relacin entre el poder temporal y el eclesistico, sino que tambin advertir de la llegada del Mesas, de cambios en la
Iglesia o del nal de los tiempos. En todo caso, se convertir en un medio ms para mostrar el poder y las intenciones de Dios88. Para el terreno de la especulacin se deja el hecho de si son signa de
carcter natural o creados por Dios ex professo de un modo milagroso.
C M V
Universidad de Mlaga
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