Respirar Con Las Branquias de Google
Respirar Con Las Branquias de Google
Respirar Con Las Branquias de Google
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Me bullan en la cabeza estos pequeos descubrimientos, realizados al ir a observar los saqueos de los brbaros. Era
todo lo que saba de ellos. Cmo luchaban. Los escriba para m, en una columna, o todo seguido: inverta el orden,
lo intentaba en orden alfabtico. Me pareca evidente que si, saba leerlos en su conjunto, como un nico
movimiento armnico, entonces habra visto al animal: corriendo. A lo mejor entendera adonde se diriga, y qu
clase de fuerza empleaba, y por qu corra. Era como intentar unir las estrellas en la figura completa de una
constelacin: se sera el retrato de los brbaros.
Una innovacin tecnolgica que rompe con los privilegios de una casta, abriendo la posibilidad de un gesto a una
poblacin nueva.
El xtasis comercial que va a poblar ese gigantesco ensanchamiento de los campos de juego.
El valor de la espectacularidad, como nico valor intocable.
La adopcin de una lengua moderna como lengua base de toda experiencia, como condicin previa para todo
acontecimiento.
La simplificacin, la superficialidad, la velocidad, la mediana.
El pacfico acomodo a la ideologa del imperio americano.
El laicismo instintivo, que pulveriza lo sagrado en una mirada de intensidades ms leves y prosaicas.
La sorprendente idea de que algo, cualquier cosa, tenga sentido e importancia nicamente si consigue enmarcarse
en una secuencia ms amplia de experiencias.
Y ese sistemtico, casi brutal, ataque al tabernculo: siempre, y sea como sea, contra el rasgo ms noble, culto,
espiritual de todos y cada uno de los gestos.
No tengo dudas, tengo que decirlo sinceramente: no tengo dudas de que sa sea su forma de luchar. No tengo
dudas sobre el hecho de que todos esos movimientos los hacen de forma simultnea, y que por tanto a sus ojos
representan un nico movimiento; somos nosotros los que estamos ciegos y no lo entendemos, para ellos es muy
simple: se trata del animal que corre, amn. Y nosotros no nos damos cuenta, pero en el fondo ya hemos
metabolizado ese movimiento, esa carrera la conocemos, en cierto sentido, sin querer conocerla, pero la
conocemos. Hasta el punto de que cuando no se encuentra uno de esos elementos, no nos contesta cuando
pasamos lista, nosotros lo buscamos, s seor, vamos a buscarlo, porque nos hace falta. Como en el caso de los
libros, pensadlo, donde todo eso se encuentra, salvo la innovacin tecnolgica, sa no se encuentra; y entonces,
mira por dnde, uno va a buscarla, casi la implora, yendo a preguntar a los escritores si escribir con el ordenador ha
cambiado las cosas, y la respuesta es no, est completamente seguro?, s, lstima, pues entonces quiz los blogs,*
eso es, tal vez los blogs han dinamitado la literatura, incluso la han sustituido; pero no es verdad, es tan evidente
que no es verdad, que por eso tampoco nos quedamos tranquilos y terminamos con la pregunta de las preguntas,
que insoslayablemente se le hace a todos los Nobel, y que es si el libro tiene algn futuro todava, si un objeto tan
antiguo y obsoleto puede resistir an algunos aos ms; pero la respuesta tambin entonces es implacable, y dicen
que no se ha inventado todava nada mejor, algo tecnolgicamente ms refinado y formidable, porque ninguna
pantalla es mejor que la luz reflejada de la tinta, e intentad llevaros a la cama el ordenador porttil y leer ah a
vuestro Flaubert o a vuestro Dan Brown, intentadlo, qu asco. Por tanto, el desarrollo tecnolgico no existe. Aunque
en el fondo nos disgusta. As resultara todo ms comprensible, si la humanidad leyera ya sobre un nico soporte
gomoso, sin hilos, en el que, segn nuestros deseos, aparecieran los peridicos, los libros, los cmics, y los links de
todas las clases, y fotos y pelculas; as resultara ms sencillo entender por qu a Faulkner ya no lo lee nadie.
Resultara ms comprensible el animal, mientras que as, sin las patas traseras, parece slo una broma grotesca, y
por tanto un apocalipsis sin causa. Porque de hecho la aldea de los libros a da de hoy es mucho ms una ciudad
abierta, donde conviven dos civilizaciones, que un saqueo concluido en el que haya vencido una nueva cultura. En
cuanto se invente ese objeto gomoso sin hilos, entonces s que vamos a ver un buen bao de sangre intelectual.)
As que no tengo dudas, y s que el retrato de los brbaros est escondido ah dentro, y est inscrito en esas pocas
lneas, en esa especie de lista de la compra. Que me gustara que a estas alturas fuera ya una lista de la compra que
llevis en el bolsillo vosotros tambin, hecha de palabras que se han vuelto vuestras, que podrais explicarle a
vuestra novia, o comentar con un hijo. Si no es as, es un desastre. Pero yo no creo en los desastres.
As que, por el contrario, creo que lo habis entendido, que si habis ledo, lo habis entendido, y que por tanto
comprenderis bien por qu en un momento dado, a base de dormir sobre esa lista de la compra, he visto un
animal, oh yes, estaba ah e iba corriendo, y se dejaba ver. No de forma ntida, obviamente, corra por lo ms espeso
del bosque, se poda ver tan slo desde lejos, pero era justamente l, o por lo menos yo creo que era justamente l.
Y donde haba estrellas, ah la tenemos, hay ya una constelacin. Es tpico de mi no ser brbaro el hecho de que todo
empezara leyendo un libro. No era Kant, tampoco era Benjamn, esta vez. Era un libro sobre Google.
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Google es un motor de bsqueda. El ms famoso, valorado y utilizado del mundo. Un motor de bsqueda es una
herramienta inventada para orientaros en el mar de los sitios web.* Vosotros escribs lo que os interesa lasaa y
l os da la lista de todos, he dicho de todos, los sitios en los que se habla de lasaa (3.360.000, para ser exactos).
Hoy en da, en el planeta Tierra, si un ser humano enciende un ordenador, en el 95% de los casos lo hace para
realizar una de estas dos operaciones: enviar, recibir correos y consultar un motor de bsqueda (as, ti margen,
anoto que una de cada cuatro veces, cuando al quien escribe una palabra en un buscador, esa palabra est
relacionada con sexo y pornografa. Qu traviesos!). Hay que sealar que no siempre ha sido as. Debido a esa
particular forma de miopa que caracteriza la mirada de todos los profetas que nos acechan, los primeros dueos de
la web intuyeron que nos decantaramos por el correo electrnico, pero excluyeron que bamos a utilizar ese cosa
sin sentido que era el motor de bsqueda. Creo que por la cabeza les pas la famosa aguja en el pajar: no tena
sentido buscar las cosas de esa forma. Ellos en lo que crean era en los portales:* una de las ideas que ha hecho
perder ms dinero en los ltimos diez aos. Crean, vamos, que todos bamos a buscarnos un proveedor de
confianza y que a l se lo pediramos todo: previsiones del tiempo, fotos de Laetitia Casta desnuda, noticias, msica,
pelculas y, naturalmente, tambin la receta de la lasaa. Es decir, que entraramos en el inmenso ocano de la red
eligiendo una puerta particular, con la que nos sintiramos identificados, y que luego nos encaminara. El portal,
exactamente. Hoy, segn parece, casi nadie piensa en hacerlo as. No camos en la trampa! (Explicadme por qu
tendra que dejar que Virgilio* me diga qu tiempo har maana cuando puedo ir directamente a una pgina
meteorolgica, sin tener que tragarme toda esa otra paja: es eso ms o menos lo que pensamos.) En fin, que no se
lo crean: y mientras se gastaban cantidades exorbitantes en los portales, los motores de bsqueda languidecan,
haciendo aguas por todas partes y aguardando el momento de desaparecer.
Lo que ocurri entonces fue que un par de estudiantes de la Universidad de Stanford, cansados de utilizar AltaVista*
y de perder el tiempo, pensaron que haba llegado la hora de inventar un motor de bsqueda como Dios manda.
Fueron a ver a su profesor y le dijeron que sa iba a ser su investigacin de doctorado. Muy interesante, dijo l,
luego debi de aadir algo as: y ahora, bromas aparte, decidme qu tenis pensado hacer. No ignoraban que para
programar un motor de bsqueda era necesario, en primer lugar, descargar toda la red en un ordenador. Si no
tienes una baraja de cartas en la mano, una baraja con todas las cartas, no puedes inventar un juego de manos con
el que encontrar una. En ese caso concreto se trataba de descargar algo as como 300 millones de pginas web.
Porque, de hecho, nadie saba con exactitud hasta dnde llegaba el gran ocano, y todos saban que cada da
dibujaba nuevas playas. Al profesor tuvo que quedarle claro que aquellos dos le estaban proponiendo dar la vuelta
al mundo en una baera. La baera era el ordenador ensamblado que tenan en el garaje.
Yo me lo imagino dejndose caer sobre el respaldo y, estirando las piernas, preguntando con una sonrisita de
aristcrata: acaso pretendis descargaros la red entera?
Ya lo estamos haciendo, respondieron ellos.
Aplausos.
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Los dos chicos americanos que, en contra del sentido comn, estaban descargando en su garaje toda la red se
llamaban Larry Page y Sergey Brin. Por entonces tenan veintitrs aos. Formaban parte de la primera generacin
crecida entre ordenadores: gente que ya desde la escuela primaria viva con una nica mano, porque la otra la
tenan agarrada al ratn. Adems, procedan ambos de familias de profesores o investigadores informticos.
Adems, estudiaban en Silicon Valley.* Adems, tenan dos cerebros letales (quiero decir uno por cabeza, claro).
Mora nos sorprendemos por el hecho de que despus, en cinco aos, llegaran a ganar algo as como 20 millones de
dlares: pero es importante entender que, al principio, no era dinero lo que buscaban.
Lo que tenan en la cabeza era un objetivo tan ingenuamente desaforado como simplemente filantrpico: hacer
accesible toda la sabidura del mundo: accesible a cualquiera, de una manera fcil, rpida y gratuita. Lo bonito es
que lo lograron. Su criatura, Google, es de hecho lo ms parecido a la invencin de la imprenta que nos ha tocado
vivir. Ellos son los nicos Gutenberg venidos despus de Gutenberg. No cargo las tintas: es importante que os deis
cuenta de que es cierto, profundamente cierto. Hoy, utilizando Google, se necesitan un puado de segundos y una
decena de clics* para que un ser humano con un ordenador acceda a cualquier mbito del saber. Sabis cuntas
veces los habitantes del planeta Tierra harn esa operacin hoy, precisamente hoy? Mil millones de veces. Ms o
menos cien mil bsquedas por segundo. Sabis lo que eso significa? No percibs el inmenso sentido de todos
libres, no os los gritos apocalpticos de los sacerdotes que se ven destronados y repentinamente intiles?
Lo s, la objecin es: lo que est en la red,* por muy grande que sea la red, no es el saber. O, por lo menos, no es
todo el saber. Por mucho que esto derive, con frecuencia, de una determinada incapacidad para utilizar Google, se
trata de una objecin sensata: pero no os hagis demasiadas ilusiones. Pensis que no ocurri lo mismo con la
imprenta y con Gutenberg? Tenis idea de las toneladas de cultura oral, irracional, esotrica, que ningn libro
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mipreso ha podido contener en su interior? Sabis todo lo que se ha perdido porque no entraba en los libros? O
en todo lo que ha tenido que simplificarse e incluso degradarse para poder llegar a ser escritura, y texto, y libro?
Pese a todo, no hemos llorado mucho por ello, y nos hemos acostumbrado a este principio: la imprenta, como la
red, no es un inocente receptculo que cobija el saber, sino una forma que modifica el saber a su propia imagen. Es
un embudo por donde pasan los lquidos, y adis muy, buenas, yo qu s, a una pelota de tenis, a un melocotn, o a
un sombrero. Nos guste o no, eso ya sucedi con Gutenberg, volver a suceder con Page y Brin.
Digo esto para explicar que si hablamos aqu de Google no estamos hablando nicamente de una cosita curiosa o de
una experiencia como otra, tipo el vino o el ftbol. Google no tiene diez aos de vida siquiera y se encuentra ya en el
corazn de nuestra civilizacin: si uno lo observa, no est visitando una aldea saqueada por los brbaros: est el] su
campamento, en su capital, en el palacio imperial. Me explico? Es en este lugar donde, si existe un secreto, tino
puede hallarlo.
Por ello se vuelve algo importante comprender qu hizo, con exactitud, ese par, eso que nunca a nadie se le haba
pasado antes por la cabeza. La respuesta apropiada sera: muchas cosas. Pero existe una, en particular, que para
este libro parece reveladora. Voy a intentar explicarla. Por extrao que pueda parecer, el verdadero problema, si
alguien quiere inventar un buscador perfecto, no es tanto el hecho de tener que descargar una base de datos de
trece mil millones de pginas web (son tantas, hoy en da). En el fondo, si amontonas miles de ordenadores en un
hangar y eres de los que nacieron con Windows,* con paciencia puedes conseguirlo. El verdadero problema es otro:
una vez que has aislado en medio de ese ocano los 3 millones y pico de pginas web donde aparece la palabra
lasaa, cmo te las apaas para ponerlas en un orden, el que sea, que facilite la bsqueda? Est claro que si las
vuelcas ah al azar, todo tu trabajo es baldo: sera como dejar entrar a un pobrecito en una biblioteca en la que hay
3 millones de volmenes (sobre lasaa) y luego decirle: ya te las apaars. Si no resuelves ese problema, el saber
sigue siendo inaccesible; y los motores de bsqueda, intiles.
Cuando Brin y Page empezaron a buscar una solucin, tenan muy clara la idea de que los dems, los que ya lo
estaban intentando, estaban lejos de haberla encontrado. Por regla general, trabajaban partiendo de un principio
muy lgico, mejor dicho, demasiado lgico, y, pensndolo bien ahora, tpicamente prebrbaro y, por tanto, antiguo.
En la prctica, confiaban en las repeticiones. Cuantas ms veces apareciera en una pgina la palabra re querida, ms
suba a las primeras posiciones* esa pgina. Conceptualmente, se trataba de una solucin que remite a una forma
clsica de pensar: el saber se encuentra donde el estudio es ms profundo y articulado. Si uno ha escrito un ensayo
sobre la lasaa, es probable que el trmino lasaa aparezca muchas veces, y por tanto es ah adonde es llevado el
investigador. Naturalmente, aparte de ser obsoleto, el sistema haca aguas por todas partes. Un estpido ensayo
sobre la lasaa, de ese modo, figuraba mucho antes que una simple pero til receta. Adems, cmo poda uno
defenderse de la pgina personal del seor Mario Lasaa? Era un infierno. En AltaVista (el mejor motor de bsqueda
de esa poca) reaccionaron con una operacin que dice mucho sobre el carcter conservador de esas primeras
soluciones: pensaron en poner a trabajar a algunos editors que estudiaran los 3 millones de pginas sobre la lasaa,
y que luego las pusieran en orden de relevancia. Hasta un nio se habra dado cuenta de que aquello no poda
funcionar. No obstante, lo intentaron y para nosotros esto constituye una piedra millar: es el ltimo intento
desesperado de encomendar a la inteligencia y a la cultura un juicio sobre la relevancia de los lugares del saber. De
ah en adelante, todo iba a ser distinto. De ah en adelante, estaban las tierras de los brbaros.
EXPERIENCIA
Tenis algn lugar tranquilo donde podis leer esta entrega? En cierto modo, si habis recorrido el camino hasta
aqu, os merecis leerla en santa paz. No es nada extraordinario, pero lo cierto es que estbamos intentando ver al
animal, y aqu lo tenemos. Lo que yo puedo hacer que comprendis de los brbaros, aqu lo tenemos.
Yo lo aprend merodeando en las aldeas saqueadas, pidiendo que me explicaran qu tctica emplearon los brbaros
para ganar y para abatir muros tan altos y slidos. Me gust estudiar sus tcnicas de invasin, porque en ellas vea
los movimientos particulares de una andadura ms amplia, a la que era estpido negarle un sentido, una lgica, y un
sueo. Al final llegu hasta Google, y pareca nicamente un ejemplo entre otros, pero no lo era, porque no era una
vieja aldea saqueada, sino un campamento construido en la nada, su campamento. Me pareci ver ah algo que no
era el corazn del asunto, pero que sin duda pareca un latido: un principio de vida anmalo, indito. Un modo
distinto de respirar. Branquias.
Ahora me pregunto si se es un fenmeno circunscripto, relacionado con un instrumento tecnolgicamente
novsimo, la red, y esencialmente relegado a ese mbito. Y s que la respuesta es no: con las branquias de Google a
estas alturas respira ya un montn de gente, con los ordenadores apagados, en cualquier momento de sus das.
Escandalosos e incomprensibles: animales que corren. Brbaros. Me permits que intente dibujarlos? He venido
aqu para eso. Probablemente, lo que en Google es un movimiento que persigue el saber, en el mundo real se
convierte en el movimiento que busca la experiencia.
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Los humanos viven, y para ellos el oxgeno que garantiza su no muerte viene dado por el acontecer de experiencias.
Hace mucho tiempo, Benjamin, de nuevo l, nos ense que adquirir experiencias es una posibilidad que puede
incluso llegar a no darse. No se nos da de forma automtica, con el equipaje de la vida biolgica. La experiencia es
un paso fuerte de la vida cotidiana: un lugar donde la percepcin de lo real cuaja en piedra miliar, en recuerdo y en
relato. Es el momento en el que el ser humano toma posesin de su reino. Por un momento es dueo, y no siervo.
Adquirir experiencia de algo significa salvarse. No est dicho que siempre vaya a ser posible.
Puede que me equivoque, pero creo que la mutacin en curso que tanto nos desconcierta puede sintetizarse
completamente en esto: ha cambiado la manera de adquirir experiencias. Haba unos modelos, y unas tcnicas, que
desde haca siglos acarreaban el resultado de adquirir experiencias: pero de alguna manera, y en un momento dado,
han dejado de funcionar. Para ser ms exactos: en ellos no haba nada estropeado, pero ya no producan resultados
apreciables. Uno tena los pulmones sanos, pero respiraba mal. La posibilidad de adquirir experiencias se disip.
Qu tena que hacer el animal? Curarse los pulmones? Es lo que hizo largo tiempo. Luego, en un momento dado
se puso unas branquias. Modelos nuevos, tcnicas inditas: y volvi a adquirir experiencias. Para entonces, no
obstante, ya era un pez.
El modelo formal del movimiento de ese pez lo hemos descubierto en Google: trayectorias de links, que corren por
la superficie. Traduzco: la experiencia, para los brbaros, es algo que tiene la forma de sirga, de secuencia, de
trayectoria: supone un movimiento que encadena puntos diferentes en el espacio de lo real: es la intensidad de esa
chispa.
No era as, y no fue as durante siglos. La experiencia, en su sentido ms elevado y salvfico, estaba relacionad, con
la capacidad de acercarse a las cosas, una a una, y de madurar una intimidad con ellas capaz de abrir las
habitaciones ms escondidas. A menudo era un trabajo de p,,i ciencia, y hasta de erudicin, de estudio. Pero
tambin poda ocurrir en la magia de un instante, en la intuicin relmpago que llegaba hasta lo ms hondo y traa a
casa el icono de un sentido, de una vivencia efectivamente acaecida, de una intensidad del vivir. En todo caso, se
trataba de un asunto casi ntimo entre el hombre y un fragmento de lo real: era un duelo circunscrito, y un viaje a
fondo.
Parece que para los mutantes, por el contrario, la chispa de la experiencia salta en el movimiento veloz que traza
entre cosas distintas la lnea de un dibujo. Es como si nada pudiera experimentarse ya salvo en el seno de secuencias
ms largas, compuestas por diferentes algo. Para que el dibujo sea visible, perceptible, real, la mano que traza la
lnea tiene que ser un gesto nico, no la vaga sucesin de gestos distintos: un nico gesto completo. Por esto tiene
que ser veloz; de este modo adquirir una experiencia de las cosas se convierte en pasar por ellas justo el tiempo
necesario para obtener de ellas un impulso que sea suficiente para acabar en otro lado. Si en cada una de las cosas
se detuviera el mutante con la paciencia y las expectativas del viejo hombre con pulmones, la trayectoria se
fragmentara, el dibujo quedara hecho pedazos. As que el mutante ha aprendido el tiempo, mnimo y mximo, que
debe demorarse sobre las cosas. Y esto lo mantiene inevitablemente lejos del fondo, que a estas alturas para l es
una injustificada prdida de tiempo, un intil impasse que destruye la fluidez del movimiento. Lo hace alegremente
porque no es ah, en el fondo, donde encuentra el sentido: es en el dibujo. Y el dibujo o es veloz o no es nada.
Os acordis de esa pelota que circula rpidamente entre los pies no tan refinados de los profetas del ftbol total,
ante la mirada de Baggio, en el banquillo? Y de esos vinos simplificados que conservan algo de la profundidad de
los grandes vinos, pero que se prodigan a una velocidad de experiencia que permite ponerlos en secuencia con otras
cosas? Y os acordis de esos libros, tan dispuestos a renunciar al privilegio de la expresin para salir al encuentro
en superficie de las corrientes de la comunicacin, del lenguaje comn a todos, de la gramtica universal basada en
el cine o en la televisin? No veis la repeticin de un nico instinto concreto? No veis al animal corriendo siempre
de la misma forma?
Por regla general, los brbaros van donde encuentran sistemas de paso. En su bsqueda de sentido, de experiencias,
van a buscar gestos en los que sea rpido entrar y fcil salir. Privilegian los que en vez de acopiar el movimiento lo
generan. Les gusta cualquier espacio que genere una aceleracin. No se mueven en direccin a una meta, porque la
meta es el movimiento. Sus trayectorias nacen por azar y se extinguen por cansancio: no buscan la experiencia, lo
son. Cuando pueden, los brbaros construyen a su imagen los sistemas con los que viajar: la red, por ejemplo. Pero
no se les oculta que la mayor parte del terreno que deben recorrer est hecha de gestos que heredan del pasado y
de su naturaleza: viejas aldeas. Lo que hacen entonces es modificarlos hasta que se convierten en sistemas de paso:
a esto nosotros lo llamamos saqueo.
Ser banal, pero a menudo los nios nos ensean. Creo que he crecido en una intimidad constante con escenario
concreto: el aburrimiento. No es que fuera ms desgraciado que los dems, para todos era as. El aburrimiento era
un componente natural del tiempo que pasaba. Era un hbitat, previsto y valorado. Benjamn, de nuevo l: el
aburrimiento es el pjaro encantado que incuba el huevo de la experiencia. Hermoso. Y el mundo en que crecimos
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pensaba exactamente as. Mora coged a un nio de hoy y buscad, en su vida, el aburrimiento. Medid la velocidad
con que la sensacin de aburrimiento se dispara en l en cuanto le ralentizis el mundo que lo rodea. Y sobre todo:
daos cuenta de lo ajena que le es la hiptesis de que el aburrimiento incube algo distinto a una prdida de sentido,
de intensidad. Una renuncia a la experiencia. No veis al mutante en la hierba? Al pececito con branquias? A su
escala, es lo mismo que con la bicicleta: si disminuye, la velocidad, uno se cae. Necesita de un movimiento constante
para tener la impresin de que est adquiriendo experiencias. De la manera ms clara posible os lo har entender en
cuanto sea capaz de exhibirse en el ms espectacular surfing inventado por las nuevas generaciones: el multtasking.
Sabis qu es? El nombre se lo han dado los americanos: en su acepcin ms amplia define el fenmeno por el que
vuestro hijo, jugando con la Game Boy, come una tortilla, llama por telfono a su abuela, sigue los dibujos en la
televisin, acaricia al perro con un pie y silba la meloda de Vodafone. Unos aos ms y se transformar en esto:
hace los deberes mientras chatea en el ordenador, escucha el iPod,* manda sms, busca en Google la direccin de
una pizzera y juguetea con una pelotita de goma. Las universidades americanas estn llenas de investigadores
dedicados a intentar comprender si se trata de genios o de idiotas que se estn quemando el cerebro. Todava no
han llegado a una respuesta concreta. Ms simplemente, vosotros diris: es una neurosis. Puede que lo sea, pero las
degeneraciones de un principio revelan mucho acerca de ese principio: el multitasking encarna muy bien una idea,
naciente, de experiencia. Habitar cuantas zonas sea posible con una atencin bastante baja es lo que ellos,
evidentemente, entienden por experiencia. Suena mal, pero intentad comprenderlo: no es una forma de vaciar de
contenido muchos gestos que seran importantes: es un modo de hacer de ellos uno solo, muy importante. Por
extraordinario que pueda parecer, no tienen el instinto de aislar cada uno de esos gestos para realizarlos con ms
atencin, ni de forma que obtengan lo mejor de ellos. Se trata de un instinto que les es ajeno. Donde hay gestos, ven
posibles sistemas de paso para construir constelaciones de sentido: y por tanto de experiencia. Peces, ya sabis lo
que quiero decir.
Existe un nombre para semejante manera de estar en el mundo? Una nica palabra que podamos utilizar para
entendernos? No s. Los nombres los dan los filsofos, no los que escriben libros en los peridicos. Por eso no voy a
intentarlo siquiera. Pero me gustara que, a partir de esta pgina, por lo menos entre nosotros nos entendiramos:
cualquier cosa que percibamos de la mutacin en curso, de la invasin brbara, es necesario que la miremos desde
el punto exacto en el que estamos ahora: y que la comprendamos como una consecuencia de la profunda
transformacin que ha dictado una nueva idea de experiencia. Una nueva localizacin del sentido. Una nueva forma
de percepcin. Una nueva tcnica de supervivencia. No quisiera exagerar, pero lo cierto es que me vienen ganas de
decir: una nueva civilizacin.