La Estetica Del Laberinto o Recuperación Del Lugar Urbano
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Marzo 2007
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Francisco Alonso de Santos, conferencia del 05.1.992 en La cultura del proyecto de J. SEGU
et al.; ETS de Arquitectura, U. Politcnica de Madrid; 1996.
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GRAVES, Robert; Los mitos griegos, [1955]; RBA; Madrid; 2005; 99.c
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GRAVES, Robert; Los mitos griegos, [1955]; RBA; Madrid; 2005; 99.e-f
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Mientras el foro se compona de soberbios edificios pblicos y majestuosos templos,
separados por anchas avenidas, ornamentados con esculturas y rodeados por amenos
jardines sombreados por rboles aosos, los barrios restantes eran srdidos y sucios,
formados por laberintos de estrechas callejuelas por las que discurran gentes de las ms
diversas razas, en un tumulto indisciplinado de carruajes, literas, caballeras, soldados,
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estas fuerzas labernticas las que tomaron el mando cuando la eficiente racionalidad
burocrtica imperial fue incapaz de controlar sus propias realizaciones. Qu otra
descripcin es acaso ms precisa que lo laberntico para describir los desestructurados
asentamientos de la Edad Media europea, asimilables desde todo punto de vista a
"ddalos" espontneos? Qu otro vocablo es
mejor que laberinto describe las estrechas
callejuelas de Estambul, Siena o Crdoba? La
geometra del foro dio paso a irregulares plazas
de mercados; la Va Appia fue transformada en
uno ms de otros tantos infinitos e
indistinguibles caminos. En pocas palabras, la
racional
mentalidad
grecorromana
fue
reemplazada por el misticismo teolgico: en
actos llenos de simbolismos, las procesiones
recorran las ciudades para finalizar en la
catedral; en el interior los fieles recorran de
rodillas los laberintos blanqui-negros dibujados
en los pavimentos, en cuyo centro se
encontraba la Jerusaln celestial y que an se
conservan en Chartres, Amiens y San
Reparatus.[Fig.3].
Estos
laberintos
catedralicios, al igual que la ciudad medieval,
con sus meandros interminables [...] constitua
una figuracin del recorrido de la vida humana
en su camino a Dios.6
Mucho se habr de discutir todava sobre las causas que llevaron a la que puede
considerarse segunda gran derrota de Ddalo en el pensamiento y el urbanismo
occidental. Triunfo atribuible al humanismo renacentista que rompi con el dominio de las
visiones cortadas, de la bsqueda del oro en el mercurio, del caminar tortuoso hacia la
divinidad. Frente a las representacin eminentemente simblicas de las iluminaciones
medievales los filsofos y artistas renacentistas sentaron las bases de la racionalidad
moderna: Brunelleschi geometriz la percepcin visual de aqu al infinito, proporcionando
una visin exacta y unvoca del mundo; ante el caos urbanstico medieval, Alberti recobr
la unidad platnica, la ntima relacin y dependencia de las partes al todo, afirmando que
una casa es en realidad una ciudad en miniatura; oponindose a la espontaneidad de los
canteros gticos, con sus inverosmiles esculturas situadas en los ms sorprendentes
rincones del templo divino; Palladio exigi una estructuracin del espacio basada en
ordenes, proporciones y cnones de aplicacin universal. Pero pocos textos pueden
reflejar mejor la nueva mentalidad anti-laberntica que la valoracin que Scamozzi realiza
de la hoy tan admirada catedral de Miln: Carece en primer lugar de la excelencia en
la creacin, y en la forma universal, y despus en la correspondencia entre las partes:
y finalmente en la proporcin de los miembros y en la conexin de las cosas; porque
todas son dbiles y muy partidas [...] al final no resulta ms que una montaa de
mrmol y otros materiales, perforada y llevada a cabo con enormes gastos; estando
aqullos labrados y puestos unos sobre otros con desorden y confusin.7
Destruido el Minotauro por estos nuevos Teseos, la ciudad retorn al orden y los
neoplatnicos descansaron tranquilos. Regresaron las grandes avenidas, se crearon
escenarios de perspectivas luminosas, majestuosas escalinatas y una sucesin lgica de
hitos indic sin ambigedades el camino al acceso, el centro y el palacio. Amrica fue el
smbolo de esta nueva visin urbana. La ciudad de la razn fue eternizada por Felipe II en
sus famosas Leyes de indias y en su racional monasterio. Descartes teoriz el orden de
los ejes, convirtindolos en mtodo de conocimiento y vida. El orden perfecto de la
geometra domin los razonamientos, las ciudades, la arquitectura toda. Del urbanismo
renacentista al decimonnico y posterior, el positivismo y el racionalismo disearon la
ciudad mediante unvocas relaciones funcionales.
La configuracin del pensamiento y
del espacio moderno se presenta as como
algo eminentemente arquitectnico. Todo
l est configurado para cumplir una
funcin lgica y predeterminada. Los
presupuestos urbanos de los arquitectos
del Movimiento Moderno no dejan lugar a
duda respectos al papel de la racionalidad
en la organizacin del espacio y de la vida:
Reglas inviolables garantizarn a los
habitantes el bienestar del alojamiento, la
facilidad del trabajo, el empleo feliz de las
horas libres. El alma de la ciudad quedar
vivificada por la claridad del plan.8
Con estos principios redactados por el influyente Le Corbusier como principio de
accin, la ciudad comenz fue diseada desde el estudio cientfico de los problemas
urbanos y sociales, concretndose en las zonificaciones funcionales, en la racionalizacin
burocrtica, en las grandes infraestructuras como ejes de organizacin del espacio, en el
orden formal como valor supremo. [Fig. 4]
Ante la extensin global que tuvo esta manera de organizar el espacio y, con ello,
de condicionar las vidas individuales y colectivas, resultaba difcil anticipar que en las
postrimeras del siglo XX se observase un cambio radical en la valoracin de lo
laberntico. Contraviniendo la aspiracin de Teseo, lo anti-arquitectnico se ha
transformado en objeto de deseo. No hay que buscar mucho para observar que en
diversos foros lo laberntico es un valor en alza: en la Gua Michelin de Espaa, por
ejemplo el Viejo Madrid es valorado por su laberinto de calles pintorescas, sus
comercios galdosianos, sus viejos oficios artesanos y su animacin y la publicidad
turstica cubana resalta que la ciudad de Camagey es de impresionante complejidad
por lo laberntico de su trazado. Sin duda, bastan estos dos ejemplos, que el lector
puede completar con otros que seguramente conoce, para inducirnos a preguntarnos
el porqu de estas reivindicaciones anti-arquitectnicas, a averiguar qu valores tiene
lo laberntico, aquello que no es orden en sentido cartesiano, para que sea hoy apreciado.
Y es importante tener en cuenta que no es esta una reivindicacin limitada al mbito de la
nostalgia turstica, encontrndose tambin en no pocos tericos disciplinares. Para los
crticos Massad y Yeste, por ejemplo, hemos tratado durante los dos pasados siglos
de crear un estado de confort que ha tendido a perder el valor de lo intil, creando
sobre nosotros la necesidad de ser tiles y prsperos, transformando nuestra vida en
crceles del confort, pero con esto hemos perdido la libertad de hacer lugares que
estimulen.9 En la misma lnea la artista Lucia Leao propone una accin colectiva para
reconstruir la cartografa de esta megalpolis que es Sao Paulo configurando todos
los posibles e imposibles mapas de ese laberinto donde todava resulta agradable
perderse.10
Segn lo entiendo, detrs esta reivindicacin de lo laberntico aparece una
razonable crtica a algunas de las consecuencias prcticas de la filosofa, la esttica y el
urbanismo del racionalismo moderno. Una crtica que en nuestra disciplina apunta
directamente al tipo y calidad de vida generado por las funcionales metrpolis
contemporneas. Un malestar conceptual y espacial ante el cual lo laberntico se presenta
como antdoto del panptico metropolitano, por la serie de razones que apuntamos a
continuacin:
MASSAD, Fredy y Alicia G. YESTE; Notas sobre ciudades (mutantes), Revista BtbW;
Internet; 1996
10
LEAO; Lucia; Plural maps: lost in So Paulo; http://www.lucialeao.pro.br/pluralmaps/
11
MOLES, Abraham & Elisabeth ROHMER; Psicologa del espacio [1972]; ed. Ricardo
Aguilera; Madrid; 1972; p. 165.
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MOLES, Abraham & Elisabeth ROHMER; Psicologa del espacio [1972]; ed. Ricardo
Aguilera; Madrid; 1972; p.186-7
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BARNEY CALDAS, Benjamn, Entre gustos s hay disgustos, El Pas, Cali 23/08/2001.
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una ciudad de estas caractersticas: "Puede imaginarse una ciudad permisiva sin puertas
ni fronteras, en la que las nicas barreras de acceso fuese el secreto abierto de los
trayectos a recorrer al dominio propio de cada cual, trayectos ms o menos discretos,
ms o menos fciles de llegar".14
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A modo de conclusin
De uno u otro modo, los aspectos recin sealados sobre lo laberntico y sus
connotaciones espaciales constituyen una crtica sin paliativos a la cada vez menos
acogedora esttica medioambiental y a la pobre calidad de vida de nuestras metrpolis.
Se trata, en definitiva, de una crtica que aboga por recuperar la sorpresa del espacio
vital, las posibilidades de descubrimiento y de acciones espontneas, que tanto
enriquecen las trayectorias individuales y colectivas. El opresivo ambiente de tantas
ciudades dormitorios, as como de las tantas zonas monofuncionales de nuestras
metrpolis, se debe a su artificial y antiurbana estructura bsica; es decir, a que las
alternativas entre las esferas pblica y privada no se pueden llevar aqu a cabo, puesto
que esos lugares consisten en realidad en un apelotamiento de espacios privados".16
Frente a la sobrevaloracin de la eficiencia funcional y la rentabilidad
econmica sobre cualquier otro parmetro en la configuracin y gestin del espacio, lo
laberntico se presenta como una alternativa plausible si aspiramos a una ciudad ms
habitable y nos horroriza la perspectiva de una ciudadana convertida en
consumidores. Nuevamente la metfora del museo es esclarecedora. Quien
acostumbre a visitar lugares de exposiciones, as como arquitecturas patrimoniales de
inters turstico, habr comprobado que cada vez son ms habituales e inevitables las
visitas organizadas y/o los recorridos lineales donde el orden de la experiencia esttica
viene impuesto. Ante ello, un museo, una ciudad, pensado y construido sobre el
esquema de un laberinto de salas, corredores y actividades, cuya experiencia admita
mltiples alternativas, es posible que la experiencia musestica, al igual que la urbana, se
convierta en un lugar vital, en un espacio de posibilidades y descubrimientos, en algo
que podamos hacer nuestro, en el sentido ntimo y trascendente del trmino.
Hace unos aos, R. Venturi, en uno de los libros claves de la postmodernidad
arquitectnica, abogaba, sin mencionar directamente a la metfora, por la recuperacin
de lo laberntico en la ciudad y los ciudadanos: Los arquitectos no pueden permitir que
sean intimidados por el lenguaje puritano moral de la arquitectura moderna. Prefiero
los elementos hbridos a los puros, los comprometidos a los limpios, los ambiguos a
los articulados, los tergiversados que a la vez son impersonales, a los aburridos que
a la vez son interesantes, los convencionales a los diseados, los integradores a los
16
MITSCHERLICH, Alexander; Tesis sobre la ciudad del futuro [1971] ; Alianza AU 194;
Madrid; 1977
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excluyentes, los redundantes a los sencillos, los reminiscentes que a la vez son
innovadores, los irregulares y equvocos a los directos y claros. Defiendo la vitalidad
confusa frente a la unidad transparente. Acepto la falta de lgica y proclamo la
dualidad.
La reivindicacin de la esttica del laberinto no es, por tanto, la exaltacin del caos
ni la peticin de indulto del monstruo encerrado por Heracles. Es, ms bien, una demanda
a favor de una manera de estructurar y gestionar el espacio urbano que no sea una copia
fiel de las visiones simplificadoras de la ciudad y la ciudadana propias del poder polticoeconmico. Es una demanda a favor de la posibilidad de configurar espacios con los que
nos sintamos identificados, en los que podamos actuar y convivir porque los dominamos,
porque en ellos nos sentimos seguro. Pero, y esto es importante, se trata de espacio en
que la seguridad no proviene de la vigilancia y el control policial sino de la proteccin y
libertad ntima que otorga a quin quiera ejercerla el dominio de lo complejo, el control de
las posibilidades de las alternativas y las soluciones mltiples que ofrecen los laberintos e
impiden los panpticos. Como recordaban A. Moles es esta una idea intuitivamente
familiar a los que habitan en las estrechas calles del corazn de la ciudad antigua,
pero una idea nueva para una ciencia urbanstica corrompida por el cartesianismo.17
ndice de figuras.
1. Britannica Copperplate Engravings (1792-1796);
www.greenfieldbooks.com/Britannica/Labyrinth.jpg
2. Theseus and the Centaur, escultura de Antonio Canovas, 1804-19;
Kunsthistorisches Museum, Viena; www.wga.hu/art/c/canova/2/6theseu.jpg
3. Laberinto de la catedral de Chartres, siglo XII, dimetro de 12,87 metros y
desarrollo de 250 metros. www.avs-philo-ethno.org/UserFiles/Image/a.jpg
4. Le Corbusier, Plan Voisin para Pars, 1925
5. Estructura urbana racionalista. Av. Karl Mark, Berln. Foto R. Goycoolea P.
6. Estructura urbana laberntica. La alfama, Lisboa. Foto R. Goycoolea P.
7. Anodino restaurante higinico y funcional. Centro comercial, Santiago de Chile. Foto
R. Goycoolea P.
8. Sorprendente y atractivo restaurante en el bazar de Estambul, Turqua. Foto R.
Goycoolea P.
17
MOLES, Abraham & Elisabeth ROHMER; Psicologa del espacio [1972]; ed. Ricardo
Aguilera; Madrid; 1972; p. 187.
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