La Estetica Del Laberinto o Recuperación Del Lugar Urbano

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A Parte Rei 50.

Marzo 2007

La Esttica del Laberinto o la recuperacin del Lugar Urbano


Roberto Goycoolea Prado
Departamento de Arquitectura, Universidad de Alcal

Fig. 1: Labyrinthus - hic habitat Minotauros.1


El laberinto superlativo, el palacio infranqueable concebido por Ddalo para
proteger y encarcelar al toro-humano del rey Minos en Creta, aunque estuviese
construido, es la anttesis de lo arquitectnico. Es todo lo opuesto al arte de cobijar y
orientar las actividades humanas. J. L. Borges expone claramente esta contradiccin
cuando en El libro de los seres imaginarios concluye que ms irracional que el
monstruoso engendro nacido de la relacin antinatural del toro que Poseidn hizo salir
del mar y la reina Pasifae, es pensar un edificio destinado a algo que por definicin es
contrario a la arquitectura: La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es
tal vez ms rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la
imagen del laberinto conviene a la imagen del minotauro. [Fig. 1] Ms que por el
temor a enfrentarse al monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano, es debido a la
zozobra que produce sentirse perdido en una red de calles artificiosamente
configuradas para desorientar a quien ose cruzarlo, que la imagen del laberinto
construida por la tradicin ha sido ante todo negativa. Smbolo de enmaraado,
confuso y angustioso, lo laberntico sintetiza una manera de pensar y actuar antiarquitectnica. Un hacer contrario a todo razonamiento secuencial, a toda lgica
silogstica propia de la dialctica clsica, a toda mentalidad racional y tcnica
caracterstica del positivismo moderno.
El mito de Teseo muestra claramente esta oposicin, manifestando sin reservas la
superioridad conceptual y prctica de las estructuras claras y lgicas frente a la angustia
producida por los caminos que no se sabe dnde conduce o, incluso, si conducen a algn
sitio. Teseo lograr llegar y destruir al Minotauro gracias a un ardid propio de la razn
prctica: la posibilidad de orientarse en el Laberinto introduciendo un elemento ajeno a l,
el ovillo facilitado por Ariadna, que permita franquear sin resolverlos los ingeniosos trucos
desorientadores de ese primer anti-arquitecto que, a decir de Fco. Alonso de Santos, fue
su constructor: Ddalo reconocido como el primer arquitecto por su laberinto, sera el
1

Texto que acompaa al dibujo de un laberinto en un muro de Pompeya. (Encyclopaedia Britnica:


Laberinto).

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primer enemigo de la Arquitectura, aqul que nos desorienta [] El primer arquitecto


[fue] Ariadna, que es la que restituye la falta de orientacin en el laberinto, la que
permite orientar, fijar, saber lo que hay delante, detrs, arriba y abajo, lo que pesa y lo
que no.2
Pero no slo en el sagaz truco del
ovillo muestra el mito la superioridad de la
razn prctica frente a lo laberntico. Al
regresar a Atenas y suceder en el trono a
su padre Egeo, Teseo promueve la
federacin tica. Tras lograr la ansiada
unificacin, el hroe reorganiza Atenas y
sus habitantes. Su modelo a seguir no
fue el inextricable recinto cretense sino la
lgica funcional. En efecto, para evitar el
caos del crecimiento urbano incontrolado,
uni los suburbios con la ciudad
propiamente dicha, que hasta el
momento consista en la Acrpolis y sus
dependencias ms inmediatas por el lado
sur,3 y para ordenar derechos y
obligaciones sociales dividi la poblacin del tica en doce comunidades y tres clases:
los euptridas, o sea, los que merecen todo el bien de la patria; los gergicos, o
labradores; y los demiurgos, o artesanos. Racionaliz tambin el comercio, siendo el
primer rey ateniense que acu dinero, estampando en las monedas, como
corresponda a su hazaa, el sello de un toro.4 [Fig. 2]
Esta concepcin racional de las estructuras sociales y del espacio urbano no slo
se presentaba como una alternativa de orden y funcionalidad ante las caticas
configuraciones de las primeras ciudades griegas. Sobre todo se mostraba como una
teora completamente diferente a la subyacente en los mticos edificios de estructura
laberntica, como el fabuloso palacio de Amenenhet III del siglo XIX a.C., descrito por
Herdoto y Estrabn, con 3.000 habitaciones y 12 patios interconectados, el legendario
laberinto de Lemnos, con la ingeniosa disposicin de sus 150 columnas jams halladas y,
por supuesto, el construido por Ddalo. El mito de la destruccin del Minotauro por Teseo
avalaba, por tanto, la irrupcin victoriosa de las goras griegas y los amplios foros
romanos, la distribucin ordenada y racional del urbanismo geomtrico que Hipodamo
impuso como modelo del mundo grecorromano, la racionalidad del cardus y el
decumanos como ejes estructurales del espacio habitable.
La vasta extensin social y espacial que logr la racionalidad grecorromana,
civilizando pueblos y territorios dominados por la barbarie, hizo creer a algunos la
derrota definitiva del laberinto. Todos los caminos llegan a Roma es probablemente el
aforismo que mejor resume la derrota fsica y conceptual del laberinto. Sin embargo,
como tantas veces ha ocurrido en la historia, tras la suntuosa magnificencia de la
racionalidad triunfante el espritu dedlico permaneca latente.5 Y fueron precisamente
2

Francisco Alonso de Santos, conferencia del 05.1.992 en La cultura del proyecto de J. SEGU
et al.; ETS de Arquitectura, U. Politcnica de Madrid; 1996.
3
GRAVES, Robert; Los mitos griegos, [1955]; RBA; Madrid; 2005; 99.c
4
GRAVES, Robert; Los mitos griegos, [1955]; RBA; Madrid; 2005; 99.e-f
5
Mientras el foro se compona de soberbios edificios pblicos y majestuosos templos,
separados por anchas avenidas, ornamentados con esculturas y rodeados por amenos
jardines sombreados por rboles aosos, los barrios restantes eran srdidos y sucios,
formados por laberintos de estrechas callejuelas por las que discurran gentes de las ms
diversas razas, en un tumulto indisciplinado de carruajes, literas, caballeras, soldados,
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estas fuerzas labernticas las que tomaron el mando cuando la eficiente racionalidad
burocrtica imperial fue incapaz de controlar sus propias realizaciones. Qu otra
descripcin es acaso ms precisa que lo laberntico para describir los desestructurados
asentamientos de la Edad Media europea, asimilables desde todo punto de vista a
"ddalos" espontneos? Qu otro vocablo es
mejor que laberinto describe las estrechas
callejuelas de Estambul, Siena o Crdoba? La
geometra del foro dio paso a irregulares plazas
de mercados; la Va Appia fue transformada en
uno ms de otros tantos infinitos e
indistinguibles caminos. En pocas palabras, la
racional
mentalidad
grecorromana
fue
reemplazada por el misticismo teolgico: en
actos llenos de simbolismos, las procesiones
recorran las ciudades para finalizar en la
catedral; en el interior los fieles recorran de
rodillas los laberintos blanqui-negros dibujados
en los pavimentos, en cuyo centro se
encontraba la Jerusaln celestial y que an se
conservan en Chartres, Amiens y San
Reparatus.[Fig.3].
Estos
laberintos
catedralicios, al igual que la ciudad medieval,
con sus meandros interminables [...] constitua
una figuracin del recorrido de la vida humana
en su camino a Dios.6
Mucho se habr de discutir todava sobre las causas que llevaron a la que puede
considerarse segunda gran derrota de Ddalo en el pensamiento y el urbanismo
occidental. Triunfo atribuible al humanismo renacentista que rompi con el dominio de las
visiones cortadas, de la bsqueda del oro en el mercurio, del caminar tortuoso hacia la
divinidad. Frente a las representacin eminentemente simblicas de las iluminaciones
medievales los filsofos y artistas renacentistas sentaron las bases de la racionalidad
moderna: Brunelleschi geometriz la percepcin visual de aqu al infinito, proporcionando
una visin exacta y unvoca del mundo; ante el caos urbanstico medieval, Alberti recobr
la unidad platnica, la ntima relacin y dependencia de las partes al todo, afirmando que
una casa es en realidad una ciudad en miniatura; oponindose a la espontaneidad de los
canteros gticos, con sus inverosmiles esculturas situadas en los ms sorprendentes
rincones del templo divino; Palladio exigi una estructuracin del espacio basada en
ordenes, proporciones y cnones de aplicacin universal. Pero pocos textos pueden
reflejar mejor la nueva mentalidad anti-laberntica que la valoracin que Scamozzi realiza
de la hoy tan admirada catedral de Miln: Carece en primer lugar de la excelencia en
la creacin, y en la forma universal, y despus en la correspondencia entre las partes:
y finalmente en la proporcin de los miembros y en la conexin de las cosas; porque
todas son dbiles y muy partidas [...] al final no resulta ms que una montaa de
mrmol y otros materiales, perforada y llevada a cabo con enormes gastos; estando
aqullos labrados y puestos unos sobre otros con desorden y confusin.7

menestrales, esclavos y mendigos. (R. TEJA, Espectculos y deportes en la Roma antigua,


Santillana, Madrid, 1996, p. 16)
6
Enciclopedia de la Religin Catlica; ed. Dalman y Jover, S. A., Barcelona, 1953.
7
Vincenzo Scamozzi, Idea dell'Architettura universale, Venecia, 1615, Parte l, Lib. I, XVIII;
traduccin tomada de Patetta 1984, 111.
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Destruido el Minotauro por estos nuevos Teseos, la ciudad retorn al orden y los
neoplatnicos descansaron tranquilos. Regresaron las grandes avenidas, se crearon
escenarios de perspectivas luminosas, majestuosas escalinatas y una sucesin lgica de
hitos indic sin ambigedades el camino al acceso, el centro y el palacio. Amrica fue el
smbolo de esta nueva visin urbana. La ciudad de la razn fue eternizada por Felipe II en
sus famosas Leyes de indias y en su racional monasterio. Descartes teoriz el orden de
los ejes, convirtindolos en mtodo de conocimiento y vida. El orden perfecto de la
geometra domin los razonamientos, las ciudades, la arquitectura toda. Del urbanismo
renacentista al decimonnico y posterior, el positivismo y el racionalismo disearon la
ciudad mediante unvocas relaciones funcionales.
La configuracin del pensamiento y
del espacio moderno se presenta as como
algo eminentemente arquitectnico. Todo
l est configurado para cumplir una
funcin lgica y predeterminada. Los
presupuestos urbanos de los arquitectos
del Movimiento Moderno no dejan lugar a
duda respectos al papel de la racionalidad
en la organizacin del espacio y de la vida:
Reglas inviolables garantizarn a los
habitantes el bienestar del alojamiento, la
facilidad del trabajo, el empleo feliz de las
horas libres. El alma de la ciudad quedar
vivificada por la claridad del plan.8
Con estos principios redactados por el influyente Le Corbusier como principio de
accin, la ciudad comenz fue diseada desde el estudio cientfico de los problemas
urbanos y sociales, concretndose en las zonificaciones funcionales, en la racionalizacin
burocrtica, en las grandes infraestructuras como ejes de organizacin del espacio, en el
orden formal como valor supremo. [Fig. 4]
Ante la extensin global que tuvo esta manera de organizar el espacio y, con ello,
de condicionar las vidas individuales y colectivas, resultaba difcil anticipar que en las
postrimeras del siglo XX se observase un cambio radical en la valoracin de lo
laberntico. Contraviniendo la aspiracin de Teseo, lo anti-arquitectnico se ha
transformado en objeto de deseo. No hay que buscar mucho para observar que en
diversos foros lo laberntico es un valor en alza: en la Gua Michelin de Espaa, por
ejemplo el Viejo Madrid es valorado por su laberinto de calles pintorescas, sus
comercios galdosianos, sus viejos oficios artesanos y su animacin y la publicidad
turstica cubana resalta que la ciudad de Camagey es de impresionante complejidad
por lo laberntico de su trazado. Sin duda, bastan estos dos ejemplos, que el lector
puede completar con otros que seguramente conoce, para inducirnos a preguntarnos
el porqu de estas reivindicaciones anti-arquitectnicas, a averiguar qu valores tiene
lo laberntico, aquello que no es orden en sentido cartesiano, para que sea hoy apreciado.
Y es importante tener en cuenta que no es esta una reivindicacin limitada al mbito de la
nostalgia turstica, encontrndose tambin en no pocos tericos disciplinares. Para los
crticos Massad y Yeste, por ejemplo, hemos tratado durante los dos pasados siglos
de crear un estado de confort que ha tendido a perder el valor de lo intil, creando
sobre nosotros la necesidad de ser tiles y prsperos, transformando nuestra vida en
crceles del confort, pero con esto hemos perdido la libertad de hacer lugares que

LE CORBUSIER, La Carta de Atenas o Principios del urbanismo [1933]; Planeta Agostini;


Barcelona; 1993; Art. 32.
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estimulen.9 En la misma lnea la artista Lucia Leao propone una accin colectiva para
reconstruir la cartografa de esta megalpolis que es Sao Paulo configurando todos
los posibles e imposibles mapas de ese laberinto donde todava resulta agradable
perderse.10
Segn lo entiendo, detrs esta reivindicacin de lo laberntico aparece una
razonable crtica a algunas de las consecuencias prcticas de la filosofa, la esttica y el
urbanismo del racionalismo moderno. Una crtica que en nuestra disciplina apunta
directamente al tipo y calidad de vida generado por las funcionales metrpolis
contemporneas. Un malestar conceptual y espacial ante el cual lo laberntico se presenta
como antdoto del panptico metropolitano, por la serie de razones que apuntamos a
continuacin:

Orientacin individual no prefigurada. Al no existir recorridos


preestablecidos y direcciones inequvocas la
orientacin en el laberinto no esta condicionada a
priori por ejes y rutas invariables, siendo individual,
mudable y azarosa. En los recorridos prefigurados
del
funcionalismo
arquitectnico
no
hay
identificacin posible con el espacio en cuanto
configuran la materializacin de las formas del o
los poderes que han logrado imponerse. Para que
un espacio sea considerado propio, para que sea
por tanto habitable, hay que reconstruirlo a partir
de experiencias vitales individuales. Lo laberntico
resulta aqu tan atractivo porque permite una
configuracin subjetiva, no impuesta, del espacio
derivada de los hitos, lugares y acontecimientos
urbanos especficos: "El individuo que recorre un
laberinto [...] debe descubrir en l un trayecto que
le lleve de la entrada a la salida, es decir, construir
en su espritu una gestalt, un mensaje selectivo y
jerarquizado a partir de fragmentos de recorrido".11
Dominar la ciudad es hacerla propia, pero cuando
la ciudad no requiere de este dominio para
orientarse, cuando no es posible aumentar el
grado de conocimiento inherentes a la estructura
urbana, nunca podremos sentirnos identificados con el espacio que habitamos. Puedo
recorrer y orientarme en las grandes avenidas urbanas pero cuenca sentir como propios
su espacio diseado para el automvil; en cambio, si logro orientarme en la compleja red
de calle de cualquier mediana o judera, si en estos espacios ocurren acontecimientos
que de algn modo me conciernen, el espacio se convertir en lugar, en hbitat. [Fig. 5 y
6]

Seguridad espacial. El panptico y el laberinto son artificios


arquitectnicos ideados para controlar las acciones que en ellos ocurren. Pero las formas
de dominio son opuesta, como tambin lo son las consecuencias para la habitabilidad de
los espacios que configuran. El panptico general el control total mediante una
9

MASSAD, Fredy y Alicia G. YESTE; Notas sobre ciudades (mutantes), Revista BtbW;
Internet; 1996
10
LEAO; Lucia; Plural maps: lost in So Paulo; http://www.lucialeao.pro.br/pluralmaps/
11
MOLES, Abraham & Elisabeth ROHMER; Psicologa del espacio [1972]; ed. Ricardo
Aguilera; Madrid; 1972; p. 165.
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organizacin racional de las formas en el espacio, siendo su visibilidad intencionalmente


absoluta, y nulas las posibilidades de escapar al papel de dominado o dominante que nos
hayan asignado. En cambio, el laberinto es una forma de control que slo afecta a
quienes no lo conquistan. El laberinto es desorientador y, por tanto, impide la accin,
en la medida en que el usuario no comprenda sus recodos. Por eso, aunque lo
laberntico puede ser atroz para el nefito, es seguro y estticamente seductor para
quien de alguna manera lo domina y, consecuentemente, puede servirse de l. El
inmueble y la ciudad como laberintos concilian [] la defensa de la privatizacin con la
ausencia de constreimiento represivos legales, en la medida misma en que sus
propios habitantes se ven defendidos por la complejidad del trayecto contra la
incursin de los otros, de los extraos, sin dejar por eso de estar siempre al mismo
nivel en que se desarrolla la vida pblica. El habitante conoce su trayecto personal, lo
domina y puede al mismo tiempo llegar al lugar de la concentracin. El desconocido, el
extrao, el enemigo, que ignora ese trayecto, no llega nunca, sin costosas
inquisiciones, a violar el arcano.12 Quien haya recorrido espaciosamente una ciudad
laberntica, habr comprobado como paulatinamente lo desconocido se va haciendo
familiar, lo intricado coherente, hasta que llegar un momento en que la desasosiego
inicial dar paso al disfrute del recorrido, a la tranquilidad inherente al cobijo del lugar que
nos es propio.

Sentido personal del recorrido y la accin. El recorrido de un laberinto


es una sucesin de canales y nodos donde se presentan diferentes alternativas hacia
lugares y acontecimientos distintos, que a su vez conducen a otros acontecimientos. La
idea principal consiste en que no existen puntos fijos repetitivos, que no hay ejes claros ni
monumentales que conecten los puntos significados por el poder. Urbanamente implica
concebir la ciudad no como una red de calles homogneas, con edificios y
acontecimientos igualmente homogneos, sino como una red de calles y espacios que
contengan una variedad tal que cada nodo signifique acto y lugar. Se trata de reivindicar
el recorrido y sus detenciones como acontecimientos significativos. Desde la ptica de la
concepcin del espacio, implica recuperar la teora del lugar de Aristteles, donde cada
cuerpo conforma un lugar propio y caracterstico, frente a una ciudad donde el espacio se
entiende como algo neutro e intercambiable. Ejemplo de esta manera de entender la
configuracin del espacio sera, segn Benjamn Barney, la Biblioteca Virgilio Barco de
Bogota: Pero no es solo la buena idea de poner la biblioteca en medio de un parque;
el gran acierto del proyecto de Rogelio Salmona es entrelazarla con sus alrededores,
cuyas construcciones complementarias, plazuelas y senderos se curvan, bajan, suben
y esconden prometiendo sorpresas como de laberinto de enamorados.13

Nocin de centralidad y lmite. Uno de los grandes problemas de la


ciudad contempornea es la indefinicin de sus bordes y centros, con implicaciones que
van desde las psicolgicas a las impositivas. Al contrario de nuestras inmensas y amorfas
metrpolis, en un laberinto siempre los lmites estn claramente definidos, as como
tambin los estn sus accesos y salidas. El o los centros, dependiendo de si se trata de
un laberinto radial, como el del Minotauro y los cristianos, o uno en red, como en el
laberinto de Amenenhet, quedan siempre dentro de l. Al contrario de los actuales centros
comerciales situados en los terrenos baldos de los extrarradios y a los que siempre hay
que ir, a los que nunca se llega, el o los centros del laberinto son elementos de
configuracin y orientacin espacial; son los lugares de encuentro desde los que cada
individuo organiza el espacio de acuerdo a sus experiencias y aspiraciones. En una de
sus sugerentes Ciudades invisibles, I. Calvino intenta comunicarnos como sera para l
12

MOLES, Abraham & Elisabeth ROHMER; Psicologa del espacio [1972]; ed. Ricardo
Aguilera; Madrid; 1972; p.186-7
13
BARNEY CALDAS, Benjamn, Entre gustos s hay disgustos, El Pas, Cali 23/08/2001.
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una ciudad de estas caractersticas: "Puede imaginarse una ciudad permisiva sin puertas
ni fronteras, en la que las nicas barreras de acceso fuese el secreto abierto de los
trayectos a recorrer al dominio propio de cada cual, trayectos ms o menos discretos,
ms o menos fciles de llegar".14

Componente ldico de lo laberntico. Un tema poco comentado en el


mito griego del Laberinto, es que frente al complejo de estancias y corredores que era la
casa de labrys o casa del hacha doble (y de donde se supone que proviene el vocablo
laberinto) en cuyo centro se encontraba el Minotauro, exista un espacio abierto
ocupado por una pista de baile con un diseo laberntico que serva para guiar a los
danzarines que tomaban parte en el baile ertico de primavera. El origen de este
diseo, llamado tambin laberinto, parece haber sido el tradicional laberinto de
matorrales utilizado para atraer a las perdices hacia uno de sus machos, encerrado en
una jaula en el centro [] y seguramente los danzarines imitaban el xtasis de las
perdices [] al ejecutar su danza amorosa.15 De este modo el mito recoge una
vertiente de lo laberntico opuesta a la de crcel del Minotauro. Nos referimos al
componente ldico de lo laberntico. Como es sabido, aunque el racionalismo espacial
dominaba el espacio poltico y productivo, permiti la permanencia lo laberntico en los
espacio del ocio: fue desplazado a los jardines del Hampton Court Palace de Guillermo
III, al Alcazar sevillano, a los jardines franceses del siglo XVIII y, ltimamente, a los
"trenes fantasmas" y "casas de espejos" de las verbenas populares. Pese a su mala
fama, lo laberntico se transform en occidente en objeto ldico, en objeto funcionalmente
intil o, si se prefiere, apto slo para el esparcimiento y recreacin del espritu.
Paradjicamente, ser precisamente esta componente ldica de lo laberntico permitida
por el funcionalismo espacial la que se esgrimir para oponrsele. En efecto, en gran
medida la reivindicacin turstica y disciplinar de los espacios labernticos radica en las
experiencias espaciales y vitales que stos generan comparndolas con los previsibles
adormecimientos generados por los innumerables edificios tediosamente funcionales,
tediosamente similares. Frente a esta monotona espacial, los laberintos permiten ser
recorridos segn ritmos individuales, en una secuencia no programada y vital de lo bello,
de lo seductor, del placer. La estructura del tejido urbano tradicional, con sus calles de
visiones entrecortadas, sus espacios recoletos y atracciones localizadas, con la sorpresa
reconfortante de una mirada cruzada, los encuentros fortuitos y las visiones luminosas de
los atardeceres otoales, resultan argumentos suficientemente convincentes como para
anteponer la incertidumbre de los lugares labernticos a la previsible discrecin del
funcionalismo. [Fig. 7 y 8]

14

15

CALVINO, Italo, Las ciudades invisibles [1972]; Minotauro; B. Aires; 1974.


GRAVES, Robert; Los mitos griegos, [1955]; RBA; Madrid; 2005; 98.2

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A modo de conclusin
De uno u otro modo, los aspectos recin sealados sobre lo laberntico y sus
connotaciones espaciales constituyen una crtica sin paliativos a la cada vez menos
acogedora esttica medioambiental y a la pobre calidad de vida de nuestras metrpolis.
Se trata, en definitiva, de una crtica que aboga por recuperar la sorpresa del espacio
vital, las posibilidades de descubrimiento y de acciones espontneas, que tanto
enriquecen las trayectorias individuales y colectivas. El opresivo ambiente de tantas
ciudades dormitorios, as como de las tantas zonas monofuncionales de nuestras
metrpolis, se debe a su artificial y antiurbana estructura bsica; es decir, a que las
alternativas entre las esferas pblica y privada no se pueden llevar aqu a cabo, puesto
que esos lugares consisten en realidad en un apelotamiento de espacios privados".16
Frente a la sobrevaloracin de la eficiencia funcional y la rentabilidad
econmica sobre cualquier otro parmetro en la configuracin y gestin del espacio, lo
laberntico se presenta como una alternativa plausible si aspiramos a una ciudad ms
habitable y nos horroriza la perspectiva de una ciudadana convertida en
consumidores. Nuevamente la metfora del museo es esclarecedora. Quien
acostumbre a visitar lugares de exposiciones, as como arquitecturas patrimoniales de
inters turstico, habr comprobado que cada vez son ms habituales e inevitables las
visitas organizadas y/o los recorridos lineales donde el orden de la experiencia esttica
viene impuesto. Ante ello, un museo, una ciudad, pensado y construido sobre el
esquema de un laberinto de salas, corredores y actividades, cuya experiencia admita
mltiples alternativas, es posible que la experiencia musestica, al igual que la urbana, se
convierta en un lugar vital, en un espacio de posibilidades y descubrimientos, en algo
que podamos hacer nuestro, en el sentido ntimo y trascendente del trmino.
Hace unos aos, R. Venturi, en uno de los libros claves de la postmodernidad
arquitectnica, abogaba, sin mencionar directamente a la metfora, por la recuperacin
de lo laberntico en la ciudad y los ciudadanos: Los arquitectos no pueden permitir que
sean intimidados por el lenguaje puritano moral de la arquitectura moderna. Prefiero
los elementos hbridos a los puros, los comprometidos a los limpios, los ambiguos a
los articulados, los tergiversados que a la vez son impersonales, a los aburridos que
a la vez son interesantes, los convencionales a los diseados, los integradores a los
16

MITSCHERLICH, Alexander; Tesis sobre la ciudad del futuro [1971] ; Alianza AU 194;
Madrid; 1977

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excluyentes, los redundantes a los sencillos, los reminiscentes que a la vez son
innovadores, los irregulares y equvocos a los directos y claros. Defiendo la vitalidad
confusa frente a la unidad transparente. Acepto la falta de lgica y proclamo la
dualidad.
La reivindicacin de la esttica del laberinto no es, por tanto, la exaltacin del caos
ni la peticin de indulto del monstruo encerrado por Heracles. Es, ms bien, una demanda
a favor de una manera de estructurar y gestionar el espacio urbano que no sea una copia
fiel de las visiones simplificadoras de la ciudad y la ciudadana propias del poder polticoeconmico. Es una demanda a favor de la posibilidad de configurar espacios con los que
nos sintamos identificados, en los que podamos actuar y convivir porque los dominamos,
porque en ellos nos sentimos seguro. Pero, y esto es importante, se trata de espacio en
que la seguridad no proviene de la vigilancia y el control policial sino de la proteccin y
libertad ntima que otorga a quin quiera ejercerla el dominio de lo complejo, el control de
las posibilidades de las alternativas y las soluciones mltiples que ofrecen los laberintos e
impiden los panpticos. Como recordaban A. Moles es esta una idea intuitivamente
familiar a los que habitan en las estrechas calles del corazn de la ciudad antigua,
pero una idea nueva para una ciencia urbanstica corrompida por el cartesianismo.17
ndice de figuras.
1. Britannica Copperplate Engravings (1792-1796);
www.greenfieldbooks.com/Britannica/Labyrinth.jpg
2. Theseus and the Centaur, escultura de Antonio Canovas, 1804-19;
Kunsthistorisches Museum, Viena; www.wga.hu/art/c/canova/2/6theseu.jpg
3. Laberinto de la catedral de Chartres, siglo XII, dimetro de 12,87 metros y
desarrollo de 250 metros. www.avs-philo-ethno.org/UserFiles/Image/a.jpg
4. Le Corbusier, Plan Voisin para Pars, 1925
5. Estructura urbana racionalista. Av. Karl Mark, Berln. Foto R. Goycoolea P.
6. Estructura urbana laberntica. La alfama, Lisboa. Foto R. Goycoolea P.
7. Anodino restaurante higinico y funcional. Centro comercial, Santiago de Chile. Foto
R. Goycoolea P.
8. Sorprendente y atractivo restaurante en el bazar de Estambul, Turqua. Foto R.
Goycoolea P.

17

MOLES, Abraham & Elisabeth ROHMER; Psicologa del espacio [1972]; ed. Ricardo
Aguilera; Madrid; 1972; p. 187.
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