Homo Capax Dei
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Cristiana I
2. Posibles
respuestas
El
Atesmo
La palabra "atesmo" designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios
expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que
someten la cuestin teolgica a un anlisis metodolgico tal, que reputa como intil el
propio planteamiento de la cuestin. Muchos, rebasando indebidamente los lmites
sobre esta base puramente cientfica o, por el contrario, rechazan sin excepcin toda
verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en
Dios, ya que les interesa ms, a lo que parece, la afirmacin del hombre que la
negacin de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene
que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestin de la
existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no
perciben el motivo de preocuparse por el hecho religiosos. Adems, el atesmo nace a
veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como
adjudicacin indebida del carcter absoluto a ciertos bienes humanos que son
considerados prcticamente como sucedneos de Dios. La misma civilizacin actual,
no en s misma, pero s por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en
grado notable el acceso del hombre a Dios.
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Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazn a Dios y soslayar las
cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de
culpa. Sin embargo, tambin los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad.
Porque el atesmo, considerado en su total integridad, no es un fenmeno originario,
sino un fenmeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar tambin la
reaccin crtica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo,
sobre todo contra la religin cristiana. Por lo cual, en esta gnesis del atesmo pueden
tener parte no pequea los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la
educacin religiosa, o con la exposicin inadecuada de la doctrina, o incluso con los
defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado ms bien que revelado el
genuino rostro de Dios y de la religin.
El atesmo sistemtico
Con frecuencia, el atesmo moderno reviste tambin la forma sistemtica, la cual,
dejando ahora otras causas, lleva el afn de autonoma humana hasta negar toda
dependencia del hombre respecto de Dios. Los que profesan este atesmo afirman que
la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de s mismo, el nico
artfice y creador de su propia historia. Lo cual no puede conciliarse, segn ellos, con
el reconocimiento del Seor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmacin de
Dios es completamente superflua. El sentido de poder que el progreso tcnico actual
da al hombre puede favorecer esta doctrina.
Entre las formas del atesmo moderno debe mencionarse la que pone la liberacin
del hombre principalmente en su liberacin econmica y social. Pretende este atesmo
que la religin, por su propia naturaleza, es un obstculo para esta liberacin, porque,
al orientar el espritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartara al hombre del
esfuerzo por levantar la ciudad temporal. Por eso, cuando los defensores de esta
doctrina logran alcanzar el dominio poltico del Estado, atacan violentamente a la
religin, difundiendo el atesmo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos
los medios de presin que tiene a su alcance el poder pblico.
Actitud de la Iglesia ante el atesmo
La Iglesia, fiel a Dios y fiel a los hombres, no puede dejar de reprobar con dolor,
pero con firmeza, como hasta ahora ha reprobado, esas perniciosas doctrinas y
conductas, que son contrarias a la razn y a la experiencia humana universal y privan
al hombre de su innata grandeza.
Quiere, sin embargo, conocer las causas de la negacin de Dios que se esconden
en la mente del hombre ateo. Consciente de la gravedad de los problemas planteados
por el atesmo y movida por el amor que siente a todos los hombres, la Iglesia juzga
que los motivos del atesmo deben ser objeto de serio y ms profundo examen.
La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la
dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y
perfeccin. Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la
sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la unin con Dios y a la
participacin de su felicidad. Ensea adems la Iglesia que la esperanza escatolgica
no merma la importancia de las tareas temporales, sino que ms bien proporciona
nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese
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fundamento divino y esa esperanza de la vida eterna, la dignidad humana sufre
lesiones gravsimas -es lo que hoy con frecuencia sucede-, y los enigmas de la vida y
de la muerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al
hombre a la desesperacin.
Todo hombre resulta para s mismo un problema no resuelto, percibido con cierta
obscuridad. Nadie en ciertos momentos, sobre todo en los acontecimientos ms
importantes de la vida, puede huir del todo el interrogante referido. A este problema
slo Dios da respuesta plena y totalmente cierta; Dios, que llama al hombre a
pensamientos ms altos y a una bsqueda ms humilde de la verdad.
El remedio del atesmo hay que buscarlo en la exposicin adecuada de la doctrina
y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer
presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua
renovacin y purificacin propias bajo la gua del Espritu Santo. Esto se logra
principalmente con el testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir
con lucidez las dificultades y poderlas vencer. Numerosos mrtires dieron y dan
preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda
la vida, incluso la profana, de los creyentes, e impulsndolos a la justicia y al amor,
sobre todo respecto del necesitado. Mucho contribuye, finalmente, a esta afirmacin
de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que con espritu unnime
colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de unidad.
La Iglesia, aunque rechaza en forma absoluta el atesmo, reconoce sinceramente
que todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben colaborar en la edificacin de
este mundo, en el que viven en comn. Esto no puede hacerse sin un prudente y
sincero dilogo. Lamenta, pues, la Iglesia la discriminacin entre creyentes y no
creyentes que algunas autoridades polticas, negando los derechos fundamentales de
la persona humana, establecen injustamente. Pide para los creyentes libertad activa
para que puedan levantar en este mundo tambin un templo a Dios. E invita
cortsmente a los ateos a que consideren sin prejuicios el Evangelio de Cristo.
La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje est de acuerdo con los deseos ms
profundos del corazn humano cuando reivindica la dignidad de la vocacin del
hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus destinos ms altos.
Su mensaje, lejos de empequeecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el
progreso humano. Lo nico que puede llenar el corazn del hombre es aquello que
"nos hiciste, Seor, para ti, y nuestro corazn est inquieto hasta que descanse en ti".
Concilio Vaticano II, Constitucin Pastoral Gaudium et Spes, 19-21.
El
atesmo
antropolgico
de
Ludwig
Feuerbach
La negacin de Dios constituye el elemento ms significativo y constante de la
filosofa de L. Feuerbach (1804-1872). En su obra fundamental, La esencia del
cristianismo, se propone mostrar, segn sus propias palabras, que la esencia misma y
objetiva de la religin, especialmente de la cristiana, no es otra cosa que la esencia de
los sentimientos humanos... y por tanto, [que] el secreto de la teologa es la
antropologa. En consecuencia, puede tambin decirse que la religin no es sino la
proyeccin inconsciente que hace el hombre de su propia esencia en un ser ilusorio e
ilimitado Dios y la relacin que establece con l: El hombre convierte sus
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pensamientos e incluso sus afectos en pensamientos y afectos de Dios; su esencia y su
punto de vista en la esencia y punto de vista de Dios1. La religin es la expresin, la
conciencia de la de la esencia del hombre, esencia no individual, sino genrica,
infinita. Y en qu consiste la esencia del hombre, de la que ste es consciente, o qu
es lo que constituye en el hombre el gnero?: la razn, la voluntad, el corazn...
Querer, amar, pensar son las fuerzas supremas, son la esencia absoluta del hombre en
cuanto tal, en cuanto hombre, y el fundamento de su existencia. Por tanto Dios no es
ms que la proyeccin de la razn, la voluntad y el corazn humanos. Pero en la
proyeccin religiosa las cualidades humanas, limitadas y finitas, son atribuidas a Dios
de forma ilimitada e infinita, despojndose as el hombre de su propia esencia y
separndose y distinguindose de Dios. se es el origen de la religin: Primero crea
el hombre, inconsciente e involuntariamente, a Dios segn su propia imagen, y luego,
a su vez, este Dios crea consciente y voluntariamente a los hombres a su imagen.
Ahora bien, al proyectar sus cualidades y su esencia sobre Dios el hombre afirma en
Dios lo que se niega a s mismo. Lo positivo, lo esencial en la naturaleza de Dios es
puesto por la naturaleza del hombre, por eso al hombre slo le queda lo negativo. Para
enriquecer a Dios el hombre ha de empobrecerse; para que Dios sea todo el hombre
ha de ser nada. Frente a este proceso de alienacin y despojamiento del hombre lo
que pretende entonces Feuerbach es reintegrarle lo que es suyo a travs de la
identificacin del hombre con Dios: si la esencia del hombre es la esencia de Dios,
as tambin el amor del hombre por el hombre debe ser prcticamente la ley primera
y suprema. Homo homini deus est: ste es el primer principio prctico, ste es el
momento crtico de la historia de la humanidad.
Luis Miguel Arroyo, El humanismo ateo.
El
agnosticismo
relativista
El agnosticismo reviste varias formas. En ciertos casos, el agnstico se resiste a
negar a Dios; al contrario, postula la existencia de un ser trascendente que no podra
revelarse y del que nadie podra decir nada. En otros casos, el agnstico no se
pronuncia sobre la existencia de Dios, manifestando que es imposible probarla e
incluso afirmarla o negarla.
El agnosticismo puede contener a veces una cierta bsqueda de Dios, pero puede
igualmente representar un indiferentismo, una huida ante la cuestin ltima de la
existencia, y una pereza de la conciencia moral. El agnosticismo equivale con mucha
frecuencia a un atesmo prctico
Catecismo de la Iglesia Catlica, 2127-2128
El
hombre
capaz
de
Dios
El deseo de Dios est inscrito en el corazn del hombre, porque el hombre ha sido
creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia s, y slo en
Dios encontrar el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:
La razn ms alta de la dignidad humana consiste en la vocacin del hombre
a la comunin con Dios. El hombre es invitado al dilogo con Dios desde su
nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado
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siempre por amor; y no vive plenamente segn la verdad si no reconoce libremente
aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).
De mltiples maneras, en su historia, y hasta el da de hoy, los hombres han
expresado su bsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos
religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las
ambigedades que pueden entraar, estas formas de expresin son tan universales que
se puede llamar al hombre un ser religioso:
Dios cre [...], de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase
sobre toda la faz de la tierra y determin con exactitud el tiempo y los lmites del
lugar donde haban de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas
le buscaban y le hallaban; por ms que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros;
pues en l vivimos, nos movemos y existimos.
Pero esta "unin ntima y vital con Dios" puede ser olvidada, desconocida e
incluso rechazada explcitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener
orgenes muy diversos: la rebelin contra el mal en el mundo, la ignorancia o la
indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas , el mal ejemplo de los
creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religin, y finalmente esa
actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios y huye ante su llamada.
"Algrese el corazn de los que buscan a Dios". Si el hombre puede olvidar o
rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y
encuentre la dicha. Pero esta bsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su
inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazn recto", y tambin el testimonio de
otros que le enseen a buscar a Dios.
T eres grande, Seor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu
sabidura no tiene medida. Y el hombre, pequea parte de tu creacin, pretende
alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condicin mortal, lleva en s el
testimonio de su pecado y el testimonio de que t resistes a los soberbios. A pesar de
todo, el hombre, pequea parte de tu creacin, quiere alabarte. T mismo le incitas a
ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti
y nuestro corazn est inquieto mientras no descansa en ti (San Agustn,
Confessiones, 1,1,1).
Catecismo de la Iglesia Catlica, 27-30.