Chloe Santana - Una Noche en Paris

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Sinopsis

Judith es una ejecutiva aburrida de su montona vida


social. En su ajetreada agenda no hay tiempo para los
hombres, las citas romnticas o los encuentros
sexuales. Para ella no existe la espontaneidad, por eso,
cuando se ve obligada a viajar a Francia, sus estrictas
reglas se ven desmoronadas.

Charlie es un mujeriego encantador con un don para


las mujeres y los negocios. Su compaera de trabajo,
la siempre sosa Judith, es lo nico que se le escapa.
Por ello, un hombre como l, al que el xito parece
acompaar en todas las facetas de su vida, no
entiende como puede estar interesado en alguien
como ella.

Juntos coincidirn en Pars, y juntos pondrn sus vidas


patas arriba, Pero es posible que dos personas tan
diferentes consigan congeniar en la cama?
Quin sabe, en la ciudad del amor todo es posible.

NDICE
Captulo uno
Captulo dos
Captulo tres
Captulo cuatro
Captulo cinco
Captulo seis

COPYRIGHT
YRIGHT

NOTA INFORMATIVA
QUEDA PROHIBIDA LA VENTA AS COMO LA ALTERACIN TOTAL O PARCIAL DE LA
MISMA. EL AUTOR SE RESERVA TODOS LOS DERECHOS.

CAPTULO UNO
Judith se pein el cabello hacia atrs en un gesto cansado. Aquel da tan
deprimente iba a acabar con ella. Tena dos manchas grises bajo los
prpados, el cabello pelirrojo alborotado en amplias ondas que caan sobre
sus hombros y la espalda dolorida a causa de mantenerse sentada frente al
ordenador de su oficina desde haca ms de cuatro horas.
El negocio de la publicidad era un mundo difcil, y slo los ms
cualificados llegaban a alcanzar el xito. Ella lo saba, y por eso, dedicaba a
su trabajo ms tiempo que a cualquier otra parcela de su vida. Ahora, con
veintisiete aos, un gato como nica compaa y su nula vida social los
fines de semana, estaba empezando a replantearse sus prioridades. Pero el
negocio de la publicidad es competitivo, se dijo, aqu no llega cualquiera,
slo los ms preparados.
Sus compaeros de trabajo ya se haban marchado y la oficina estaba
rodeada de una completa oscuridad excepto por su despacho fugazmente
iluminado. Apag el ordenador y cogi la cartera. Frente a la puerta estaba
uno de sus compaeros de trabajo.
-Eh, Judith, Todava aqu?-le dijo en tono burln, sealndola con un
dedo- Sabes que no pagan las horas extras, verdad? O quiz no te importa,
Cundo fue la ltima vez que saliste, en el siglo diecinueve?
Judith lo fulmin con la mirada.
Al negocio de la publicidad no llegaba cualquiera, pero con el idiota de
Charlie haban hecho una excepcin.

Aquel cretino era un mujeriego que pareca tenerlo todo en la vida.


Mujeres, dinero y xito en el trabajo. Era popular entre sus compaeros,
adorado por las chicas jvenes y respetado por sus jefes.
Ella no poda negarlo. Charlie era una combinacin explosiva de carisma,
talento y don de gentes que consegua ganarse a todo el mundo. A todo el
mundo menos a ella. A Judith no poda engaarla. A pesar de su
incuestionable atractivo, Charlie era el tipo de hombre dispuesto a pisotear
a cualquiera con tal de conseguir lo que quera.
Le obsequi con una sonrisa glida.
-Ya me iba.
Charlie no se apart de su lado cuando ella intent pasar. Desde aquella
corta distancia ella pudo observarlo mejor. Tena el pelo de un rubio
castao, los ojos color miel y la barba cuidada. Sus facciones eran duras y
masculinas, suavizadas por el contorno de unos labios bien formados. Era
alto, meda ms de un metro ochenta, y tena el cuerpo atltico y esculpido,
el cual ocultaba bajo un traje negro que le aada un toque de atractivo
ejecutivo
Judith suspir para s. Si no fuera tan capullo
-Quieres ir a tomar una copa?-le pregunt l, en un tono demasiado
diferente al que sola emplear cuando se refera a ella.
-Contigo no voy ni a la vuelta de la esquina-le espet de mala gana-y ahora
aprtate, tengo cosas que hacer.
Charlie no se movi.
-Qu cosas, tragarte la reposicin de Gossip Girl y acurrucarte con tu
gato?
Judith lo contempl furiosa a travs de sus chispeantes ojos verdes, Cmo
se atreva?
-Cualquier plan es mejor que pasar un solo segundo contigo.
Charlie la contempl divertido.

-Querida-le dijo, cogindole la barbilla con dos dedos y alzndola hacia l.


Judith se sinti extraamente excitada y nerviosa ante aquello, pero le
mantuvo la mirada- no hay plan mejor que una noche con Charlie.
Judith se solt de un manotazo, alz la cabeza de manera ufana y se larg
de all con paso apresurado. A su espalda pudo or la risa de l.

Estaba metida en su baera de hidromasaje, con los chorros de agua


apuntando hacia su espalda dolorida. Tena ptalos de rosas y sales
aromticas que haban perfumado el agua, y una densa espuma cubra todo
su cuerpo. Se sirvi otra copa de vino mientras se deleitaba con la msica
del altavoz, una meloda clsica a piano.
El telfono son en aquel momento. Judith apret los labios irritada. Saba
que slo una persona poda llamarla a aquellas horas de la noche. No quera
cogerlo, era su tiempo de descanso, su vida privada. Y, sin embargo, lo
hizo. Descolg el aparato y contest de mala manera.
-Judith-salud su jefa-tengo malas noticias.
Sinti ganas de meter la cabeza bajo el agua y no salir nunca ms. Seguro
que as tendra el deseado descanso que tanto se mereca.
-Qu pasa ahora?-pregunt.
-La campaa de perfume para la empresa Sybil no ha salido. Nos han
llamado hoy para comunicarnos que prescindan de nuestros servicios. Al
parecer nuestro mayor competidor les ha ofrecido algo mejor.
-Qu?-exclam-pero si yo cerr ese trato la semana pasada, Y estaban
muy contestos con la campaa!
-Ya sabes como es este mundo. Hay una gran competencia.-explic su jefaquiero que viajes a Francia maana y los convenzas. S que puedes
hacerlo, eres la mejor. Sea lo que sea lo que les hayan ofrecido, mejora la
oferta. No podemos perderlo.
Viajar a Francia maanagenial.
-Y por qu no puede ir Charlie?-protest molesta.
Por qu siempre tengo que hacer yo todo el trabajo sucio? Quiso decir.

Un silencio incmodo rode la comunicacin.


-Mmmmvers, lo hemos mandado a otro sitio-dijo ella-ya s que no os
llevis bien, as que bueno, no quera que coincidieseis.
-Por supuesto que no quiero verlo ni en pintura!-exclam-slo quiero que
lo mandes a l en lugar de a m. Es la tercera vez que viajo al extranjero en
una semana.
-Judith-sentenci su jefa-es necesario que vayas.
Colg el telfono malhumorada y se prepar para hacer la maleta. Le
quedaban cinco horas para descansar antes de tomar un vuelo.
Oh, la la!

Lleg al aeropuerto a las nueve de la maana. Al menos su jefa haba sido


amable y le haba reservado un asiento en clase vip. Llegara a Francia a las
diez y media, un taxi la recogera para ir a la empresa y luego se hospedara
en un lujoso hotel junto a la torre Eiffel hasta tomar el vuelo de vuelta.
Pas el trayecto con un delicioso Martini en la mano y con la vista de un
increble moreno dos asientos delante suya. Se retoc el maquillaje,
ayudada por su espejo de mano. Deba estar impecable para la reunin.
Llevaba un traje color crema que acentuaba el tono de su piel, que era muy
plido. Se haba recogido el pelo en un moo del que no dej escapar
ningn mechn rebelde. Y su maquillaje consista en unos discretos tonos
rosados y marrones que se fundan con el tono natural de su piel.
Judith no era como el resto de mujeres tan sexys de su oficina. Ella no se
senta cmoda vistiendo con escotes, faldas cortas y tacones de veinticinco
centmetros. Ella slo era una perfecta mujer de negocios con aura discreta
y elegante.
Se observ a s misma en el espejo de manos tratando de saber qu haba
mal en su aspecto para que ningn hombre pudiera fijarse en ella. Tena los
ojos verdes y el cabello de un brillante color naranja, los pmulos altos y
los labios carnosos. A simple vista podra decirse que ella era una mujer
atractiva. Una mujer atractiva escondida bajo un moo apretado, un traje
holgado y unas gafas de pasta que escondan la belleza de sus ojos.

Su actitud era el problema. Su actitud a causa de las pocas relaciones


sexuales insatisfactorias que haba mantenido con algunos hombres. Para
ser ms exacta: dos. Dos hombres que no haban conseguido que ella
disfrutara plenamente del sexo. Estaba claro que ella tena algn tipo de
problema. O que ella era el problema, lo cual era ms trgico.
Record con vergenza el da en el que uno de sus compaeros de
universidad la haba llamado frgida. Lo haba hecho delante de todo el
campus. Ella le haba dado una bofetada, luego haba salido corriendo y se
haba escondido en el servicio de chicas para echarse a llorar.
Qu deprimente era su vida.
Tena veintisiete aos y llevaba ms de uno sin follar.
El chico moreno le lanz una mirada furtiva y ella sonri con timidez.
Estaba claro que la actitud de colegiala inocente no iba a serle de gran
ayuda. Si ella quera cambiar necesitaba tener iniciativa. Se levant
decidida cuando el vuelo lleg a su destino y garabate su nmero de
telfono en una servilleta. Sin pensarlo dos veces, camin hacia el chico
moreno, le dej la servilleta sobre el regazo y se fue hacia la salida, con una
sonrisa en la cara seal de que aquel viaje iba a traerle algo bueno a su
vida.
Decepcin.
Cuando se volvi para echar un ltimo vistazo al chico, ste sostena el
papel con las manos y sus ojos estaban abiertos como platos. Su
acompaante, al que Judith no haba visto en todo el trayecto por estar
junto a la ventanilla, le dio un largo beso y se fij en el papel. Ambos
soltaron una carcajada.
Judith desapareci de all con la cara blanca y la vergenza apoderndose
de cada poro de su piel. Haba hecho el mayor ridculo posible.

Visualiz el cartel con su nombre a manos de un hombre vestido con traje


oscuro que la estaba esperando. De mal humor por lo que acababa de
suceder, agach la cabeza y lo sigui sin mantener el contacto visual.
Estaba segura de que si alguien la miraba a los ojos descubrira lo que
haba pasado.

l hombre le abri la puerta trasera del coche y le hizo un gesto profesional


para que pasara. Ella entr en el coche sin mediar palabra.
Y entonces lo vio.
-Qu coo haces t aqu?!-grit a Charlie.
ste la observ echado sobre el asiento en actitud informal. Tena una
sonrisa ladeada sobre la cara que lo haca an ms atractivo.
-Ayudarte a arreglar este desastre-dijo-Mnica no te lo dijo?
Judith neg furiosa y alarg la mano hacia el pomo de la puerta.
-Bueno, me ofrec a acompaarte-explic-pens que te alegraras de
tenerme a tu lado.
Le gui un ojo y Judith sinti como su cara se pona roja por momentos.
-Yo no te necesito. Puedo arreglar sola lo de la campaa. Estoy segura.
-Tambin estabas segura de haber cerrado el trato, y mira lo que pas.
Judith abri la puerta del coche, pero Charlie fue ms rpido, agarr su
mano, cerr la puerta y empuj a Judith sobre l.
-Arranque-orden al conductor.
-Ni se le ocurra!-grit ella, an encima de l.
El coche comenz a moverse.
Judith sinti como cada parte de su piel se calentaba ante el contacto con la
de l. Estaba tirada encima de Charlie, quien la observaba con una sonrisa
triunfal y mantena sus manos a ambos lados de las caderas de ella. Se
incorpor irritada, pero algo tir de ella hacia l.
-El botn, se ha enganchado-Charlie seal hacia el botn de su camisa que
se haba enganchado a la chaqueta de l-permteme-le dijo.
Desliz sus dedos hbiles por su camisa y ella se tens cuando l la rozo a
travs de la fina tela. Mantuvo la mirada fija en sus dedos, que se movieron
con facilidad a travs de la camisa y la liberaron.

Se separ abruptamente de l y se sent lo ms alejada posible, con las


piernas apretadas y el rostro tenso.
-No muerdo-dijo l, con tono cordial.
Ella omiti responder a aquello.
-Espero que todo salga bien. Ms nos vale-le inform, tratando de sonar lo
ms profesional posible.
-Saldr bien-asegur l, con una extraa y tentadora sonrisa en los labios.

CAPTULO DOS
Judith no haba trabajado con Charlie antes. Sus encuentros se basaban ms
bien en desencuentros a la hora del almuerzo en la oficina, varias miraditas
fugaces por su parte cuando saba que l no la observaba y algunos
comentarios mordaces que ambos se dedicaban acerca de lo intil que era
el otro en su trabajo.
Aquella, por tanto, era una experiencia nueva.
Le dedic a Charlie una mirada glacial.
-No la cagues-le espet sin amabilidad alguna.
l se seal a s mismo con un gesto de indignada superioridad herida.
-Si alguien hubiera hecho bien su trabajo ninguno de los dos estara ahora
aqu.
Judith apret el vaso de papel entre sus dedos y lo tir a la papelera sin
hacer canasta.
-Para tu informacin, el trato ya estaba cerrado. Y si alguien me hubiera
informado de cierta campaa de nuestra mayor empresa competidora yo
habra tomado cartas en el asunto. Oh, disculpa, Ese no era tu trabajo?
Joder a la competencia?-lo acus.
-No exactamente.
-Seguro. Jodes a todo el mundo.

-No a todo el mundo-le lanz aquella indirecta cargada de una insinuacin


sexual que ella no recibi nada bien.
Se subi las gafas de pasta con ambos dedos corazn en alza. Charlie no
pareci afectado.
-Pueden pasar-inform la recepcionista.
La chica rubia, una joven atractiva, dedic una sonrisa a Charlie. l le
guio un ojo.
-Oh, para ya.
-Molesta, seorita Judith?-le pregunt.
-Podrs ver lo molesta que estoy si no haces bien tu trabajo-murmur a su
odo.
Ambos esbozaron sendas sonrisas de idntica profesionalidad ante el
comit de ejecutivos sentados alrededor de la larga mesa de madera. Judith
tom la iniciativa.
-Buenos das, seores. Hoy estamos aqu para mejorar la oferta que les
hicimos para la campaa de publicidad de navidad. Como ya saben, la
compaa Smith&Jonhs es lder en el sector de la publicidad. Nuestra
poltica se basa en dar lo mejor a nuestros clientes, que no es otra cosa que
ofrecer una cobertura de todas las necesidades que necesitan.
-Seorita Garca, hemos recibido una buena oferta y no creemos que la
suya vaya a-coment uno de los ejecutivos.
Charlie lo interrumpi.
-No estamos aqu para hablar de lo que otros pueden ofrecerles, sino para
tratar de lo que Smith&Jonhs puede ofrecer a Sybil SA, y seores, nuestra
compaa slo ofrece lo mejor.
-Un descuento del treinta por ciento de la campaa-continu Judith-y la
posibilidad de agregar sucesivos descuentos si Sybil SA firmara un
contrato de dos aos con Smith&Jonhs. Slo una compaa lder en el
sector de la publicidad puede ofrecer estas condiciones sin mermar la
calidad de nuestros servicios.

-Que sin duda son los mejores-aadi Charlie.


-Y adems, fijndonos en el ranking de ventas que obtuvo una compaa
similar a Sybil SA gracias a las campaas publicitarias de nuestro mayor
competidor, stas se encuentran ligeramente por debajo de nuestro margen.
-En Smith&Jonhs elegimos estar de parte de las grandes compaas-dijo
Charlie-porque sabemos que las grandes empresas necesitan de otras para
crecer.
-Y estamos seguros de que tanto Smith&Jonhs como Sybil SA pueden
alcanzar sus objetivos en comn.-matiz Judith.

Ambos salieron de la reunin veinte minutos ms tarde. Lo haban logrado.


Y mejor an, haban conseguido un contrato de dos aos.
Eufrica, Judith se abraz a Charlie y ste la recibi incrdulo.
Ella cerr el puo y bati su brazo hacia atrs en un gesto triunfal.
-Genial!-exclam, cuando salieron del edificio.
-S, lo has conseguido.
-Lo hemos conseguido-lo corrigi ella-no habra sido posible sin tu ayuda.
Siempre pens que eras un idiota.
-Ah.
-No te lo tomes a mal-ella le dio un codazo-ahora no lo pienso.
Comenz a llover y ambos se resguardaron de la lluvia bajo el tejado de un
edificio. Judith se limpi las gotas de lluvia de la cara, mientras que Charlie
la contemplaba sin ocultar la risa. No le ech cuenta hasta que sac su
espejo de bolsillo y se contempl en l. Su condenado pelo rizado se haba
encrespado a causa de la maldita lluvia, y ahora, luca como una loca a la
que le haban revuelto el cabello.
-No ests tan mal
Judith lo fulmin con la mirada.
-En serio. Ests mejor que con ese moo apretado estilo rotenmeyer.

-Me dejas ms tranquila-replic secamente.


-Voy a buscar un taxi-sugiri l.
Charlie volvi dos minutos ms tarde completamente empapado. Se quit
la chaqueta y la puso sobre sus hombros con un gesto galante para que ella
no se mojara al subirse al taxi.
-Vamos Judith, si no consigo llevarte al hotel en menos de cinco minutos
vas a asesinarme.

CAPTULO TRES
Todo haba salido bien, tal y como haba asegurado Charlie. El carisma de
l unido a la profesionalidad de ella formaron un tndem perfecto que
convenci a los empresarios.
De vuelta al hotel, Charlie se mostr ms amable que de costumbre con
ella.
-Has estado genial-le dijo con sinceridad-sobre todo cuando sealaste las
deficiencias de la competencia. Conseguiste ser despiadada sin sonar como
una vbora.
Judith se encogi de hombros.
-Trabajar durante tantos aos en publicidad te ensea ciertas cosas.
-Y qu hay de ti, Judith? Nunca sales con tus compaeros de trabajo y
apenas tienes tiempo libre. En qu ocupas tu vida?
Ella se tens y se puso a la defensiva.
-Y a ti que te importa-grazn.
-No pretenda ser grosero-le dijo l, ponindole una mano sobre el hombro.
Ella sinti una extraa oleada de placer cuando l la toc.
-Una copa para celebrar nuestro primer xito conjunto?
Seal hacia el restaurante del hotel.

-No bebo-minti ella, que cada vez se senta ms nerviosa en su presencia.


Charlie no perdi la sonrisa. Empezaba a entender a todas las chicas que
caan rendidas ante sus encantos.
-Ya es casi la hora de cenar-la cogi de la mano y tir de ella hacia el
restaurante-y ahora no vayas a decir que tampoco cenas.
Judith comenz a rerse y se dej llevar.
-Vaya, he conseguido que te ras! Pellzcame para que sepa que no estoy
soando.
Se sentaron en una mesa alejada de la multitud, y Judith descubri en l a
un hombre inteligente que haba conseguido el xito por sus propios
mritos. Charlie no paraba de hablar. Y ella estaba fascinada por todas las
cosas que l saba. No era el tipo de hombre aburrido que siempre sacaba
los mismos temas. l hablaba de arte, de historia o de trigonometra sin
perder el sentido del humor y haciendo que ella riera ms de lo que haba
hecho en los ltimos meses.
-Consigues que me olvide del trabajo por un tiempo-le dijo.
-Brindemos por ello-alz su copa y la hizo chocar contra la de ella- y ahora,
Qu hay de ti, Judith? Yo ya te lo he contado todo.
-No es cierto, slo has hablado de tus intereses , Qu hay del Charlie que
conquista a todas las mujeres y tiene amigos en todo el mundo?-las
palabras escaparon de su boca antes de que ella pudiera frenarlas.
-Oh, ese Charlie es un tipo que no te gusta-apunt con irona.
-No es que no me
-No te gusta.
Judith asinti.
-A m tampoco. A veces lo detesto.
Judith enarc una ceja.
-En serio?

-S-afirm-l est rodeado de gente superficial. No tiene amigos de verdad


y las mujeres a las que frecuenta no lo llenan.
-A m tampoco me gusta Judith-se sincer ella. El vino haba comenzado a
subrsele a la cabeza.
-Ah, no?
-No. Ella es una chica solitaria y aburrida.
-Estoy seguro de que no es as-dijo l, acariciando su mano por encima de
la mesa.
-Oh, ella es as. No le gusta a nadie-dijo con amargura.
Charlie masaje la palma de su mano y sus dedos ascendieron hacia su
brazo. Era una caricia sutil e inocente, que, sin embargo, provoc que ella
se estremeciera de la cabeza a los pies.
-A m me gusta Judith-dijo l, con voz ronca.
Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, l haba
tomado su pie por debajo de la mesa y le haba descalzado el tacn. Acerc
la planta de su pie desnuda hacia su entrepierna. Lo que ocurra bajo el
mantel de la mesa era algo que slo ellos dos saban, a pesar de que el
restaurante estaba lleno de gente. l la tom por su empeine y la acerc an
ms hacia su entrepierna. Su pie lo rozaba a travs de la tela del pantaln.
-Q-qu haces?-pregunt nerviosa y con un hilo de voz.
Charlie le sujet el pie con la mano derecha, mientras la izquierda
ascendi.
-Me gustan tus gemelos.
Judith trag con dificultad y trat de apartar el pie, pero l lo mantuvo
sujeto. Para su mortificacin, los dedos de sus pies se apretaron
inconscientemente contra su entrepierna, y ella comenz a sentir que bajo
la tela del pantaln algo creca. Su pie se apret ms contra l.
-Estonoestbien-dud, cuando su mano izquierda subi an ms.
-Me gustan tus pantorrillas-dijo, acariciando la suave piel de sus piernas
por dentro del borde de la falda.

Las manos de Judith se apretaron contra el mantel.


La planta de su pie se mova sobre la entrepierna de l sin que ella pudiera
controlarla. Haba algo oscuro que se haba apoderado de ella. Poda sentir
como aquella sensacin tomaba posesin de su cuerpo, y haca que su pie
masajeara la entrepierna de l. Charlie la estudiaba a travs de sus intensos
ojos color miel, que se haban oscurecido.
-Me gusta tu
La mano de l ascendi hacia sus muslos, y Judith sinti el calor que
irradiaba dentro de ella, en su parte ms ntima. Sus piernas se cerraron
pero Charlie las abri sin dificultad y sigui ascendiendo hacia el lugar
prohibido. Ella gimi y se mordi el labio. Iba a tener un orgasmo all
mismo, rodeada de un montn de gente.
Y mientras, su pie segua jugando con su entrepierna. Y l se haca ms
grande bajo la tela, ms poderoso y sus caricias ms exigentes.
Judith se levant abruptamente y la silla se cay a su espalda. Se agach,
recogi el zapato y lo contempl agitada.
No saba lo que se haba apoderado de ella pero no volvera a pasar, se
prometi.
-Esta cena la pagas t-le espet.
Y sali corriendo del restaurante.

Tena la respiracin agitada y el sudor pegado a la frente. Caminaba


apresurada hacia el ascensor. Los ojos le picaban.
No tena ni idea de por qu le haba dejado hacer tal cosa. Ella haba estado
a punto de llegar al clmax en una lugar rodeado de gente. Estaba loca!
Pero lo haba disfrutado. Aquella era la experiencia ms ertica que haba
tenido en toda su vida. Y lCharlie era el demonio. Capaz de hacer que
ella se abrasara en el infierno por un minuto de sexo con l. Si ella lo
miraba a los ojos, haba una promesa de sexo salvaje y duro. Justo lo que
ella necesitaba.

Se abraz a s misma mientras esperaba a que el ascensor llegara.


Temblaba de la cabeza a los pies, y nunca antes se haba sentido tan
expuesta y vulnerable. Entr en el ascensor cuando las puertas se abrieron y
puls el botn de su planta. Las puertas comenzaron a cerrarse y ella se
relaj contra el cristal. Ahora estaba segura. l estaba lejos.
Una mano se introdujo entre las puertas justo antes de que stas se cerraran
por completo. Charlie entr en el ascensor. Tena el mismo aspecto
impecable que antes, pero sus ojos brillaban furiosos. Su mandbula estaba
apretada, tena el ceo fruncido y el porte de un magnfico dios griego
apunto de descargar toda su ira contra ella.
Charlie dio dos pasos hasta ella y Judith se encogi contra el cristal. l la
cogi por la cintura, la estrech contra su cuerpo y la bes. Su beso era
caliente, salvaje y hmedo. La reclamaba por completo. La apret contra el
cristal del ascensor y una de sus rodillas se clav entre los muslos de ella,
torturndola de una manera deliciosa que le hizo pedir ms. Ella gimi,
cuando la lengua de l tom posesin de la suya. Nunca nadie la haba
besado as, de una manera tan primitiva y violenta que la haca parecer la
nica mujer en el mundo que pudiera complacerlo. Las manos de l
vagaron por sus pechos y sus pezones se erizaron ante el contacto de sus
dedos.
Se separ de ella cuando las puertas del ascensor se abrieron.
-Ven a mi habitacin esta noche-le orden.
Fue una orden extraa, anhelante y casi suplicante.
Charlie sali del ascensor y la dej all, aferrada a la pared.

CAPTULO CUATRO
Judith se meti bajo la ducha, dispuesta a olvidar las manos seguras de
Charlie sobre su piel y el sabor de sus labios. Era difcil, en pocos minutos
l haba conseguido despertar sensaciones que crea inexistentes en ella.
Nunca antes otro hombre consigui que ella anhelara ser tocada, pero con
l haba sido fcil. Saba como quera que la tocara y comprenda como
quera que la besara.

Antes de que fuera consciente, apunt el chorro del grifo contra su cltoris
y se dej llevar. Las caricias del agua en su punto ms dbil hicieron que
ella pudiera olvidarse de Charlie. Slo durante unos minutos.
Se puso su camisn y se ech sobre la cama, dispuesta a olvidarse de l. No
iba a entregarse a un hombre como Charlie. Aunque para ello tuviera que
negarse el placer que tanto anhelaba.
Cogi el mando a distancia y encendi el televisor. Una reposicin de lo
que el viento se llev apareci en la pantalla. La imagen corresponda a la
escena en la que Reth haca el amor con Scarlett. Cambi de canal. Un
documental de dos monos aparendose le revolvi el estmago. Cambi de
canal. Una pelcula ertica mostraba a dos amantes encendidos por la
pasin. Apag el televisor alterada y se dispuso a dormir.
Treinta minutos ms tarde slo haba conseguido dar vueltas en la cama. Su
cuerpo estaba caliente y expectante, y sus pensamientos vagaban hacia l.
Cmo sera Charlie desnudo. Cmo le hara el amor
Se sent en la cama, con los pies sobre el suelo. Sus manos se aferraban a
las sbanas para que se quedara. Las plantas de sus pies se pegaban al fro
mrmol del suelo para que se marchara.
No puedes ir.se dijono puedes ir.
Antes de que pudiera pensrselo ya desfilaba por el pasillo en camisn.
Adopt una actitud segura, coloc una mano en la cadera y llam a la
puerta.

Charlie la contempl anonadado. Aquel camisn dejaba entrever demasiada


piel. Era de una tela de seda roja, con un amplio escote y transparencias
que se fundan con su piel marfilea.
La cogi de la mano y la arrastr hacia su habitacin, cerrando la puerta
tras de s. Se volvi a ella furioso.
-Ests loca? Alguien podra haberte visto medio desnuda.
Ella disfrut ante el tono desesperado y posesivo de sus palabras, Estaba
Charlie celosopor ella? La idea la emocion.

l se congratul al visualizar la curva de sus caderas, sus pechos del


tamao perfecto y sus piernas estilizadas. Sin mediar palabras, avanz
hacia ella y le dio un suave empujn hasta tumbarla sobre la cama.
-No sabes cunto he esperado este momento-le dijo.
Ella tembl, sin estar segura de lo que tena que hacer. Sus manos torpes
comenzaron a desabrocharse el camisn, pero Charlie la detuvo con un
gesto amable.
-Ests nerviosa-le acarici la mejilla y plant un suave beso sobre su
frente-tranquila. Voy a servirte una copa.
Judith se maravill al observarlo de espaldas. Llevaba una simple camisa
blanca por fuera de los pantalones vaqueros. Era el hombre ms sexy del
planeta.
l se tumb a su lado y le tendi la copa. Judith dio un sorbo tmido y se la
devolvi. Charlie dej la copa de cristal sobre la mesita de noche, rode a
Judit por la cadera y la subi a horcajadas sobre l. Ella pudo sentir su
miembro apuntando contra sus muslos.
-Por qu has venido, Judith?-le pregunt sin dejar de mirarla a los ojos.
-Porque quiero esto-respondi segura.
l baj la tiranta de su camisn y le acarici el hombro.
-Eso es una buena seal-dijo en un tono extrao. Baj la otra tiranta de su
camisn y repiti el gesto, haciendo que todo el fro que senta la
abandonara.
-Siempre ests tanpreparado?-pregunt ella, sealando con timidez
hacia su entrepierna.
Los ojos de Charlie brillaron con diversin.
-La ocasin lo merece, No crees?
Judith asinti.
-No ests nerviosa-le pidi, sin dejar de tocarla-te gustar.
Ella no dijo nada.

-Voy a hacer que disfrutes-le prometi.


Ella desvi la mirada, y l le cogi la barbilla para que ella pudiera
observar la sinceridad que desprendan sus ojos.
-Judith, prometo no hacer nada que no te guste.
-Es que misrelaciones no han sido muy satisfactorias-musit
avergonzada.
Charlie roz sus labios con la lengua.
-Slo dime donde quieres que te toque-dijo con voz ronca. Ella gimi
cuando sus manos se deslizaron a travs de la tela del camisn y dejaron al
descubierto sus pechos-Aqu?
Ella ech la cabeza hacia atrs y solt un suspiro. Las manos de l vagaron
por sus pechos, acaricindolos, acunndolos y pellizcndolos.
-Aqu?
Sus manos bajaron hacia sus caderas, calentando cada trozo de su piel.
-O aqu?
Rodaron entre los pliegues de su interior, acaricindola por encima de la
tela de su ropa de interior. Ella volvi a gemir.
Charlie la tumb sobre la cama con dulzura y la despoj del camisn,
devorando con la mirada cada parte de su piel que estaba al descubierto.
Luego baj hasta sus braguitas y la despoj de ellas. Judith intent taparse
avergonzada, pero l mantuvo sus manos quietas a ambos lados de su
cabeza.
-Eres preciosa, no tienes de qu avergonzarte.
Su boca baj hasta su pecho y succion su pezn entre sus labios. Judith se
estremeci, excitada ante aquella oleada de placer desconocida. l sigui
besando sus pechos, saborendolos y mordisqueando sus pezones.
Volvi a su boca y la bes, de manera suave y tranquilizadora. Ella se
sinti segura entre sus brazos, sabedora de que no tena nada de qu
avergonzarse. Sus manos seguan acaricindola mientras la besaba.

Sus labios volvieron a descender, siguieron la curva de su cadera y bajaron


an ms. Judith se tap los ojos, entendiendo lo que iba a hacer. l la
contempl encantado.
-Puedes cerrar los ojos, pero no puedes escapar de esto.
Su lengua pas entre sus muslos y lleg al cltoris. Ella arque las caderas
pidiendo ms, y l se lo dio. Su lengua sigui vagando a travs de sus
labios vaginales, besndola, lamindola y ofrecindole un placer que no
haba sentido en su vida. Comenz a penetrarla con la lengua, y Judith
sinti como cada parte de su cuerpo se tensaba ante el inminente placer que
estaba a punto de llegar. Enterr sus manos en el cabello de l, siguiendo el
ritmo de las embestidas de su lengua. Dominndolo como una amazona. l
no se detuvo, y acompa las caricias que le prodigaban su lengua
introduciendo dos dedos.
-Ah-gimi ella.
Charlie se concentr en su botn. Su lengua sabore su cltoris mientras sus
dedos se introducan y salan de ella sin concederle tregua. Las lgrimas
escapaban de sus ojos incapaz de contener aquella sensacin tan intensa.
Sus dedos se perdan en su cabello dorado, aferrndose a sus mechones,
incapaz de contralar los espasmos que comenzaban a sacudir todo su
cuerpo. El arque los dedos dentro de ella para hacerla sentir an ms
plena, y su lengua succion el botn, hasta que ella se desvaneci en
oleadas de placer que recorrieron todo su cuerpo. Su boca no la abandon
hasta que tom todo su flujo, y Judith sinti una extraa sensacin de estar
completa y perdida al mismo tiempo.
-Judith, Utilizas algn mtodo anticonceptivo?
Ella lo atrajo hacia s, demasiado excitada como para haber recado en ello.
Por suerte utilizaba la pldora. Balbuce un s ininteligible y le rog con
ojos ansiosos que continuara.
Lo necesitaba dentro de ella, ahora, en aquel momento. Charlie senta lo
mismo, y comenz a quitarse la ropa de manera apresurada. Las manos
temblorosas de Judith lo ayudaron a zafarse de la camisa, y se maravillaron
con el tacto duro y clido de su piel. Los msculos de sus brazos eran
firmes, su pecho duro. Baj hacia el pantaln y desabroch la hebilla.

Charlie liber su miembro y se quit los pantalones, abandonndolos en el


suelo.
Judith envolvi sus brazos alrededor del cuello y volvi a besarlo. Y l la
penetr de un solo movimiento. Se qued paralizada, sintindolo dentro.
Las lgrimas escaparon de sus ojos y Charlie las bes una a una sin
moverse, dejando que ella se adaptara a l.
Judith arque las caderas cuando aquella plenitud se adapt a su interior. l
comenz a moverse. Movimientos lentos y acompasados que la estaban
matando. Lo rode con sus piernas y se abraz a su espalda, pidiendo ms.
-Llevo tanto tiempo deseando esto-dijo l con voz ronca-quiero que dure.
Ella arque sus caderas de nuevo, apremindolo. Y l le concedi lo que
ella deseaba. Se movi ms rpido, entrando y saliendo de ella con grandes
embestidas. Era tal y como se lo haba imaginado; salvaje, violento y
sucio. Y le encantaba.
Charlie entr y sali de ella, hasta que se fundieron en aquella nube de
placer, y juntos llegaron al clmax.
Charlie cay derrotado sobre ella y rod hacia un lado para no aplastarla.
Judith lo contempl extasiada. El sexo haca que sus ojos se aclararan y su
piel brillara. No era justo que l fuese tan guapo.
l la contempl con aquella sonrisa que provocaba maremotos en el
interior de ella. Su mano le acarici el cabello.
-Tienes un pelo precioso-le dijo, con una mueca de lascivia en sus labiosno sabes la de cosas que yo podra hacer con l.
Judith se apoy sobre sus codos y acerc su rostro al suyo.
-Dmelas.

CAPTULO CINCO
-Charlie, Qu ests?

Solt un suspir de placer cuando l la volvi de espaldas a la cama y


comenz a masajear su espalda.
-Tienes la espalda contracturada. Es por estar todo el santo da sentada en
ese maldito escritorio.
Estaba Charlie preocupado por ella? La simple idea le llen el corazn de
felicidad.
-Y qu se supone que debera hacer?-protest.
l apret sus pulgares contra su espalda y los desliz hasta el comienzo de
sus glteos.
-Se me ocurren un par de cosas-le dijo al odo.
Era difcil no prestar atencin a las connotaciones sexuales que desprendan
sus palabras cuando l estaba encima de ella, masajeando su espalda con
dedos hbiles. Pareca todo un profesional. Un profesional de las artes
amatorias
-Mmmm.
-Te gusta?-le pregunt-ah, justo aqu tienes una contractura.
-Mmmm
-Eso no es una respuesta.
Judith tena la cara enterrada en la almohada. Su cuerpo estaba totalmente
relajado gracias a las manos de Charlie. Sonri para s misma. En la vida
habra imaginado que Charlie pudiera darle un masaje. Claro, que tampoco
habra credo posible acostarse con l.
-Por qu sonre, seorita Judith?
-No se te escapa nada, eh?
-Se me escapan tus pensamientos-le dijo-es difcil adivinar lo que piensas,
todo el da en la oficina mirndome con desprecio.
-Yo no te desprecio-replic.
-Y entonces?

-Simplemente pensaba en que nunca habra imaginado que t me dieras un


masaje y que nosotros
-Yo lo he estado imaginando todas las noches.
Judith volvi la cara para mirarlo, segura de que se estaba riendo de ella.
Pero en la cara de Charlie estaba la seriedad ms absoluta.
-En mis sueos te follaba de mil formas distintas.
Judith trag. La boca se le haba secado.
-Y-y cmo estaba?-pregunt con un hilo de voz.
-Debo reconocer que no te he hecho justicia. La realidad supera a la
ficcin.
l le dio la vuelta y la dej tumbada boca arriba frente a l, totalmente
desnuda. Charlie la observ con descaro; sus ojos vagaron a sus labios,
hacia sus pechos, sus caderas y sus muslos.
-Estos pechos no eran tan perfectos cuando yo los imagin-dijo, rozndolos
con el pulgar.
Baj la mano hacia su vagina y la acarici por encima.
-Y definitivamente esto supera cualquier tipo de sueo.
Dibuj crculos por encima de sus rizos de forma ertica. Estaba abstrado,
sumergido en su propio mundo. Ella dese absorber cada uno de sus
pensamientos. Pero no fue necesario. Aquella noche l iba a hacerla
partcipe de todas y cada una de sus ms oscuras fantasas.
-Judith
-Mmmm
-Si me dices que s, voy a mostrarte esta noche mil formas de hacerte el
amor. Todas y cada una de las maneras en las que yo he fantaseado que te
follaba.
Y ella respondi que s.

-No!
Le tir el antifaz a la cama, del mismo modo que haba hecho con las
esposas.
-S-la ret l.
-No pienso dejar que me esposes y me tapes los ojos!-protest-no sabra lo
que vas a hacerme
Charlie puso los ojos en blanco.
-De eso se trata.
-Pues no quiero hacerlo.
Dio un paso hacia atrs, l la cogi de la mano y la apret contra s.
-Judith, Recuerdas que dije que no iba a hacerte nada que no te gustara?
Ella seal hacia el antifaz y las esposas con recelo.
-Eso no me gusta.
-Te gustar. Slo confa en m.
-Pero
-No hay peros que valgan , solo confa en m-l se acerc a la cama, le
mostr las esposas y se las tendi,-si no te gusta puedes pedirme que pare.
-Y parars?-pregunt ella sin ocultar su ansiedad.
-Por supuesto que parar!
-Bien
Judith se tumb en la cama sin ocultar su desconfianza. Si alguien le
hubiera preguntado haca un par de horas que era lo que pensaba de los
juegos con esposas en la cama, habra contestado que aquello eran cosas de
locos.
Slo que ella se haba vuelto loca.

Charlie cogi una de las esposas y le encaden la mueca a la cama. Luego


hizo lo mismo con la otra.
Cogi el antifaz, y antes de ponrselo le dio un beso clido en los labios.
-Tranquila.
Judith era ahora completamente vulnerable a l. No vea nada y no poda
mover los brazos. Sinti como algo fro se deslizaba por su piel y
endureca sus pezones.
Era hielo! Y l lo estaba utilizando sobre su cuerpo.
Poda imaginar como el cubito de hielo se deslizaba sobre su piel hasta que
terminaba por derretirse debido al calor. l lo pas por su ombligo, hasta
que un riachuelo de agua se form en la cavidad. Sus labios bebieron del
hueco del obligo y dejaron besos all donde el hielo le haba enfriado la
piel.
Cuando los besos pararon, sinti como l la haba abandonado. El calor que
irradiaba su cuerpo ya no estaba junto a ella.
-Charlie?-pregunt, temerosa de que l la hubiera abandonado.
Un lquido clido se filtr a travs de sus labios y ella lo sabore. Era
chocolate lquido. Pas la lengua por sus labios. La lengua de l se apoder
de su boca y ambos compartieron aquel sabor.
Suspir cuando l volvi a dejarla.
La ansiedad que le provocaba sentirse sola cada vez que l la dejaba
chocaba contra el placer que senta cuando l estaba a su lado. Era una
mezcla perfecta.
Pocos segundos despus volvi junto a ella. Las manos de l le acariciaron
sus labios vaginales, preparndola para algo. Provoc crculos sobre su
cltoris con el pulgar y sinti como la lengua de l la devoraba. Ella solloz
de placer, se retorci contra las esposas y dese poder agarrarse a su
cabello. Justo cuando estaba a punto de llegar al clmax la boca de l la
abandon, y en su lugar, un consolador penetr en su interior. Judith grit
de placer cuando el consolador comenz a vibrar dentro de ella. Jams
haba experimentado una sensacin como aquella. Tan intenta. Tan buena.

El antifaz le impeda ver, y las esposas la obligaban a mantener los brazos


quietos. Y aquello consegua que sus sentidos se agudizarn y que
disfrutara de aquella experiencia al completo. Sus piernas se abrieron, su
respiracin se volvi jadeante y unos temblores comenzaron a apoderarse
de su cuerpo.
El vibrador entraba y sala de ella lentamente. Era una agona deliciosa. La
manera en la que l la provocaba era exquisita.
Estaba a punto de irse cuando l se detuvo.
El vibrador sali de ella y Charlie volvi a abandonarla.
Aquella tortura estaba matndola.
Las caricias volvieron a provocarla de nuevo. Las manos de l parecan
estar en todos los lugares de su cuerpo. En sus pechos, en sus caderas, en
sus muslos
-Charlie-gimi, al sentir que ya no poda ms.
l le dio lo que ella peda, y apunt con la cabeza de su pene contra su
hendidura. La penetr hasta el fondo y Judith grit de placer. Poda sentir
su polla entrando y saliendo , llenndola por completo cada vez que l se
enterraba dentro de su carne. Judith se apret contra las esposas,
retorcindose de placer, hasta que ambos llegaron al clmax.
Se alej para quitarle el antifaz y la liber de las esposas.
La oscuridad desapareci, y la libertad volvi a apoderarse de sus brazos.
Pero tambin sinti una intensa sensacin de abandono. Lo necesitaba
como nunca antes haba necesitado a ningn hombre.
Charlie la bes. Baj por su cuello y plant un reguero de besos desde el
cuello hasta su clavcula.
-Ests cansada-le dijo.
Ella neg, pero sus prpados hablaban por s mismos.
-Duerme-le dijo, abrazndola por la espalda y tumbndose a su lado.
Judith se sumi en un placentero sueo. Pero ambos saban que no durara
demasiado. El deseo que sentan era demasiado grande.

CAPTULO SEIS
Judith se despert dos horas ms tarde. La ereccin de Charlie estaba
pegada a la curva de sus glteos de una manera demasiado tentadora para
obviarla.
-Charlie?-susurr.
El sigui dormido, con unos apacibles ronquidos saliendo de sus labios.
Se dio la vuelta para admirarlo.
-Charlie?-lo llam.
Judith baj la mirada hacia su entrepierna para constatar lo que ella haba
visto. Cmo era posible que l durmiera con eso tandespierto?
No quera despertarlo, pero
Baj hacia su entrepierna y se arrodill. Se pregunt cmo sera tenerlo
dentro de su boca. Lo sostuvo entre las manos temblorosas y bes la punta.
Los ojos de l se abrieron de inmediato.
-Judith, Qu ests..?
Ella rode su glande entre sus labios y succion. Charlie dej escapar un
sonido ronco de su garganta.
Instintivamente, ella desliz su lengua alrededor de la fina piel y lami la
punta, dejando que su miembro entrara y saliera de su boca, y
acompaando aquel movimiento con sus manos.
Charlie le recogi el pelo con las manos y comenz a guiarla, siendo ms
exigente. Ella se movi con ms rapidez, con su lengua y sus labios
bajando y subiendo. Senta las manos de l enredadas en su cabello y sus
caderas empujar hacia su garganta.
Era una sensacin extraa. Al mismo tiempo se vea sometida y duea de la
situacin; como si ella fuera la que lo tuviera en sus manos y no al revs.
-OhdiosJudith-gimi l.

Ella sigui succionndolo dentro de su boca, lamindolo con la lengua y


acaricindolo entre sus manos.
-Judith..djame que utilice tus maravillosos glteos-le pidi. Sus manos
dejaron su cabello y bajaron hacia ellos-llevo toda la maldita noche
empalmado por su culpa.
Ella lo mir con ojos dubitativos.
-Yo nunca he
-No es doloroso-le prometi.
l la levant y la puso a cuatro patas sobre la cama.
Cuando l paso su lengua por la cavidad anal ella dej caer un suspiro.
-Ohh
Estaba eso permitido?
La lengua de l la bes, mientras que con la palma de su mano la
masturbaba preparndola para aquella entrada.
Judith se sinti demasiado estrecha cuando l comenz a penetrarla, y
apret las uas contra la almohada. l la bes en la espalda, y le masaje la
sien.
-Tranquila carioslo necesitas acostumbrarte a m.
Y l tena razn.
La estrechez pas, y en su lugar dio paso a un amplio abanico de
sensaciones. l empuj ms sobre ella, hasta llenarla por completo, y luego
comenz a moverse. Entrando y saliendo, rpido. Sus manos estaban a
ambos lados de sus caderas, empujndola de nuevo hacia l cada vez que
sala de ella.
-Eres perfectay ma-le dijo con voz ronca al odo.
Ambos llegaron al unsono, gimiendo sus nombres. l cay sobre ella,
abrazndola por detrs. Bes su nuca y la rode con los brazos. Sin decir
nada, tan slo abrazados.

Pasaron un largo tiempo as, abrazados y exhaustos. Hasta que lleg el


amanecer.

-Judith-le dijo, cuando los primeros rayos de luz inundaron la habitacinQu vamos a hacer ahora?
Ella se haba hecho la misma pregunta mientras estaban abrazados. No slo
haban compartido una noche de sexo, sino que ella haba encontrado a un
hombre que la comprenda, que saba lo que necesitaba y que estaba
dispuesto a drselo.
-Qu quieres hacer t?-le pregunt, temerosa de saber la respuesta.
-Te quiero en mi vida.
Los ojos de ella se inundaron de lgrimas, sin creer lo que estaba oyendo.
l, y ella. Ella, con Charlie. Pareca un sueo.
Charlie bes cada una de sus lgrimas.
-Y quiero que dejes esa maldita oficina.
Ella quiso protestar, pero l le puso un dedo en los labios.
-Judith, ya est bien de vivir para trabajar. Cuando estuve ayer en la
reunin contigo, supe que puedes hacer grandes cosasconmigo.
-A qu te refieres?-pregunt emocionada.
-Quiero que seas mi socia. A la mierda el resto del mundo. Juntos podemos
hacerlo.
-Oh, Charlie.
Ella lo rode por el cuello y le dio un beso.
-Qu te parece?-le pregunt l, tan emocionado como ella.
-Charlie, creo que si eres tan bueno en la cama como en los negocios
realmente mereces la pena.

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