01 Liahona Enero 1994

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Discursos y acontecimientos que tuvieron lugar los das 2 y 3 de octubre de 1993, en el Tabernculo de la
Manzana del Templo, en Salt Lake City, Utah.

l pensar en los que


sobrellevan pesadas
cargas, pienso en nuestro
amado Profeta", dijo el presidente
Gordon B. Hinckley, Primer
Consejero de la Primera
Presidencia, al abrir la sesin del
domingo por la maana de la
conferencia general de octubre.
Refirindose al presidente Ezra
Taft Benson, el presidente Hinckley
dijo que "el presidente Benson vive
ya sus noventa y cinco aos. Sigue
poseyendo la autoridad de su
sagrado oficio aunque sus
actividades se han visto muy
limitadas. El no puede estar con
nosotros ni hablarnos. Lo amamos.
Lo honramos. Rogamos por l. Lo
sostenemos y seguimos adelante".
"Esta Iglesia", dijo el presidente
Hinckley, "se ha establecido sobre
principios divinos. Desde el da en
que fue organizada, ha sido guiada
por profetas, y yo les doy solemne
testimonio de que el Seor
Jesucristo, de quin :s esta Iglesia, y
cuyo nombre sta lleva, nunca
permitir que hombre alguno o
grupo de hombres la hagan errar el
camino".
Las sesiones de esta conferencia
general se llevaron a cabo bajo la
direccin del presidente Gordon B.
Hinckley, Primer Consejero de la
Primera Presidencia y del
presidente Thomas S. Monson,

Segundo Consejero.
En la sesin del sbado por la
maana se llevaron a cabo algunos
cambios administrativos de
importancia. Los eideres Joe J.
Christensen, Monte J. Brough y W.
Eugene Hansen fueron sostenidos
como miembros de la Presidencia de
los Setenta. Los eideres Adney Y.
Komatsu, Jacob de Jager y H. Burke

E N E R O

D E

1 9 9 4

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Peterson pasaron a ser Autoridades


Generales Emritas. (Vase pgina 4 (Sostenimiento de oficiales
de la Iglesia.)
Las sesiones de la conferencia se
transmitieron va satlite a ms de
tres mil locales. Se provey
interpretacin simultnea en quince
idiomas diferentes.
Los Editores

LIAHONA
ENERO DE 1994, VOL. 18, NUMERO 1
94981-002
Publicacin oficial de La Iglesia tic Jesucristo tic los
Santos de los ltimos Das, en el idioma espaol.
La Primera Presidencia:
Eira Taft Benson, Cordn B. Hinckley,
Thomas S. Monson.
El Quorum de los Doce Apstoles:
Howard W. Huntcr, Boyd K. Packer, Marvin J. Ashton,
L. Tom Pcrry, David B. Haight, James E. Faust,
Ncal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks,
M. Russell Ballard, Joseph R. Wirthlin,
Richard G. Scott.
Editores:
Rex D. Pincgar, joe ]. Christensen.
Asesores:
William R. Bradford, SpencerJ. Conde,
John H, Groberg.
Administradores del Departamento de Cursos de
Estudio:
Director administrativo: Ronald L, Knighton.
Director de radrtecin y planeamiento: Rrian K, Kelly.
Director de artes grficas; Alian R, Loyborg.
Gerente de artes grficas; M. M. Kawasaki.
La Revista Internacional:
Editor aministravo: Marvin K. Gardner.
Ayudante del editar administrativo: R. Val Johnson.
Editor asociado: David Mitchell,
Ajudante del editor /Seccin para ios nios:
DcAnnc Walker.
CtxrrditKion: Maryann Martindale.
Diseo artstico: Scott D Van Kampen.
Diseo: Sharri Cook.
Produccin; Regnald J. Ghristensen, Jennifer Dauvylcr,
Jane Ann Kcmp, Dcnise Kirby.
Personal de subscription;
Director de circulacin: 1 liornas L. Peterson.
Gerente de distribucin: Joycc Hansen.
Gerente de venias: Kent H. Sorcnscn.
Coordinacin de Liahona: Elizabcth Smania.
Derechos reservados 1994 La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los ltimos Das,
50 East Nortb Temple Street, Salt Lakc City,
Utah, 84150, EE.UU.

LOS SIGUIENTES TEMAS SE


T R A T A R O N EN LOS
DISCURSOS QUE APARECEN
EN LAS PGINAS QUE SE
INDICAN A CONTINUACIN:
Actitud 42
Agradecimiento 35
Animo 92
Apoetasa 19, 42
Arrepentimiento 27, 49, 98
Barrios y ramas 92
Cambio en el corazn 16
Caridad 108
Castidad 84
Cometido 74, 115
Conocimiento 101
Consejos de la iglesia 89
Consuelo 80,92, 110
Convenios 115
Costumbres 16
Decisiones apropiadas 77
Diezmo 4
Enseanza 32
Escultismo 55
Espritu Santo 16
Espiritualidad 11, 115
Expiacin 5, 38, 80, 98
Familia 8 , 1 1 , 3 2 , 3 5 , 6 7 , 9 2 , 1 0 4
Fe 1 4 , 1 9 , 2 9 , 5 1 , 1 0 1 , 104, 110
Felicidad 4 2 , 7 7 , 9 5
Gratitud 35
Jesucristo 5,80, 110
Juventud 55
Lealtad 42,74
Lide rasgo 89
Maternidad 23, 67, 103
Matrimonio 23, 84
Moralidad 11,49,67
Nios 32

Las colaboraciones y los manuscritos deben


enviarse a las oficinas de la revista Liahona, a
la direccin arriba mencionada.
The LIAHONA (ISSN 0885-3169) is published monthly
by The Church of Jess Christ of Latter-day Saints, 50
East North Temple, Salt Lakc City, Utah, 84 50.
Sccond-class postage paid at Salt Lake City, Utah, and at
additional mailing offices. Subscription pricc $9.00 a
ycar. $1.00 per single copy. Thirty days' nortee required
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queries to Church Magazines, 50 East North Temple
Street, Salt Lake City, Utah 84150, U.S.A. Subscription
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La Revista Internacional de La Iglesia de Jesucristo de os
Santos de los ltimos Das se publica me nsi talmente en
alemn, coreano, chino, dans, espaol, finlands,
francas, holands, ingls, italiano, japons, noruego,
portugus, samoano, sueco y tongaiio; cada dos meses en
indonesio, tailands; y cada tres meses en bulgarian,
checoslovaco, hngaro, islands, y ruso.
L I A H O N A

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Obediencia 77, 95, 101


Obra misional 29, 51, 71
Oracin 29, 103
Orgullo 16
Padres 8,32,67
Perdn 98
Plan de salvacin 38, 84
Pornografa 49
Preparacin 46, 71
Pureza 49
Rectitud 95
Responsabilidad 46
Restauracin 19, 63
Sacerdocio 8, 23, 38, 42, 67, 89
Sacerdocio Aarnico 46, 55
Santificacin 27
Servicio 42, 92, 108
Sociedad de Socorro 104, 108
Tareas exclusivas 23, 104
Testimonio 5 , 1 4 , 5 1 , 4 , 7 1
Valor 67,74
Verdad 27
Visin 51

LOS DISCURSANTES DE LA
CONFERENCIA POR O R D E N
ALFABTICO
Amado, Carlos H. 51
Ballard, M. Russell 89,104
Banks, BenB. 32
Brough, Monte J. 74
Busche, F. Enzio 27
Christensen, Joe J. 11
Clyde, Aileen H. 108
Condie, Spencer J. 16
de Jagcr, Jacob 36
Faust, James E. 42
Groberg, John H. 29
Haight, David B. 71
Hales, Robert D. 8
Hansen, W. Eugene 95
Hinckley, Gordon B. 4, 63, 67
Holland, Jcffrey R. 14
Inouye, Jeanne 103
jack Elaine L. 115
Komatsu, Adney Y. 35
Maxwell, Neal A. 19
Monson, Thomas S. 55, 80
Nelson, Russell M. 38
Oaks, Dallin H. 84
Okazakii Chieko N. 110
Packer, Boyd K. 23
Pearce, Virginia H. 92
Perry, L. Tom 77
Peterson, F. Burke 49
Pinnock, Hugh W. 46
Poelman, Ronald E. 98
Scott, Richard G. 101
Wirthlin, Joseph B. 5

NDICE
Informe de la Conferencia General Semestral nmero
163 de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
ltimos Das
1

Las Autoridades Generales de la Iglesia de Jesucristo


de los Santos de los ltimos Das
60
Mi testimonio
Presidente Gordon B. Hinckley

Sesin del sbado por la maana

Sostenimiento de oficiales de la Iglesia


Presidente Gordon B. Hinckley

Nuestro Seor y Salvador


Eider Joseph B. Wirthlin

Cmo nos recordarn nuestros hijos?


Obispo Robert D. Hales

63

Sesin del domingo por la maana

La crianza de los hijos en un ambiente contaminado


Eider joe J. Christensen
11
"Asegrate de acudir a Dios para que vivas"
Eider Jeffrey R. Holland

14

Un gran cambio en el corazn


Eider Spencer J. Condie

16

"Instruye al nio en su camino..."


Presidente Gordon B. Hinckley

67

La obra misional: Nuestra responsabilidad


Eider David B. Haight

71

Los valientes hombres de Israel


Eider Monte J. Brough

74

"Haz lo justo"
Eider L. Tom Perry

77

Hagamos frente a los retos de la vida


Presidente Thomas S. Monson

80

Sesin del domingo por la tarde

"Desde el principio"
Eider Neal A. Maxwell

19

Sesin del sbado por la tarde

El gran plan de salvacin


Eider Dallin H. Oaks

84

Fortalezcamos los consejos


Eider M. Russell Ballard

89

92

Por esta vida y por la eternidad


Eider Boyd K. Packer

23

La clave es la verdad
Eider F. Enzo Busche

27

Las familias del barrio y de la rama: Parte del


plan de nuestro Padre Celestial para nosotros
Virginia H. Pearce

Seamos el viento para el Seor


Eider John H. Groberg

29

La verdadera felicidad
Eider W. Eugene Hansen

95

Dediquen tiempo a sus hijos


Eider Ben B. Banks

32

El perdn divino
Eider Ronald E. Poelman

98

La gratitud
Eider Adney Y. Komatsu

35

Cmo adquirir conocimiento espiritual


Eider Richard G. Scott

El servicio y la felicidad
Eider
Jacob

de

Jager

La constancia en medio del cambio


Eider Russell M. Nelson

Reunin General de la Sociedad de Socorro

36

La igualdad a pesar de las diferencias


Eider M. Russell Ballard ,

38

104

La Sociedad de Socorro: La caridad, un principio


guiador
Aeen H. Clyde
108

Sesin de sacerdocio

Guardemos los convenios y honremos el sacerdocio


Eider james E. Faust
42
Un vuelo eterno lleno de gozo
Eider Hugh W. Pinnock

101

46

La fortaleza que nos da nuestro Salvador


Chieko N. Okazaki

110

"Sed de buen nimo"


Jeanne Inouye

113

"Examina la senda de tus pies"


Elaine L. Jack

115

No toquen el don malo ni la cosa impura


Eider H. Burke Peterson

49

Una visin eterna


Eider Carlos H. Amado

51

Tambin se dirigen a nosotros

119

Condecoracin de Escutismo
al presidente Thomas S. Monson

53

Correlacin de los discursos de la conferencia


con los cursos de estudio de la Iglesia

12 0

Alcancemos lo ms alto
Presidente Thomas S. Monson

55
Impreso en Chile por Cochrane S. A.
E N E R O

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94981

002

SESIN DEL SBADO POR LA M A A N A


2 de octubre de 1993

Sostenimiento de
oficiales de la Iglesia
Presidente Gordon B. Hinckley
Primer Consejero de lo Primera Presidencia

ermanos y hermanas,
proceder ahora a presentar
los nombres de las
Autoridades Generales y de los
miembros de las presidencias de las
organizaciones auxiliares de la
Iglesia para su voto de
sostenimiento.
Se propone que sostengamos al
presidente Ezra Taft Benson como
Profeta, Vidente y Revelador y
Presidente de a Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los ltimos Das; a
Gordon B. Hinckley como Primer
Consejero de la Primera Presidencia
y a Thomas S. Monson como
Segundo Consejero de la Primera
Presidencia.
Los que estn de acuerdo,
srvanse indicarlo levantando la
mano derecha. Contrarios, si los
hay, con la misma seal.
Se propone que sostengamos a
Howard W. Hunter como
Presidente del Consejo de los Doce
Apstoles y a los siguientes

miembros de ese consejo: Howard


W. Hunter, Boyd K. Packer, Marvin
]. Ashton, L. Tom Perry, David B.
Haight, James E. Faust, Neal A.
Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin
H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph
B. Wirthin y Richard G. Scott.
Los que estn de acuerdo,
srvanse manifestarlo. Contrarios,
con la misma seal.
Se propone que sostengamos
a los consejeros de la Primera
Presidencia y a los Doce Apstoles
como Profetas, Videntes y
Reveladores.
Todos los que estn a favor,
srvanse manifestarlo. Contrarios, si
los hay, con la misma seal.
Se ha relevado de sus cargos de
Presidentes de los Qurumes de los
Setenta a los lderes Dean L. Larsen,
James M. Paramore y J. Richard
Clarke. Los que deseen dar su voto
de agradecimiento a estos hermanos
por su fiel servicio, pueden hacerlo
levantando la mano derecha.
Se propone que sostengamos
como Presidentes de los Qurumes
de los Setenta a los eideres Rex D.
Pinegar, Carlos E. Asay, Charles
Didier, L. Aldin Porter, Joe J.
Christensen, Monte J. Brough y
W. Eugene Hansen.
Los que estn a favor, srvanse
manifestarlo. Los que se opongan,
con la misma seal.
Se ha dado el estado de
Autoridad General emrita a los
eideres Adney Y. Komatsu, Jacob
de Jager y H. Burke Peterson. Los
que deseen agradecer a estos
hermanos su servicio fiel y eficaz
pueden demostrarlo levantando la
mano derecha.

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Se releva al eider L. Lionel


Kendrick de su cargo de Segundo
Consejero de la Mesa General de los
Hombres Jvenes por estar
sirviendo como Presidente del
Templo de Dallas. Los que deseen
agradecer su servicio pueden
hacerlo con la seal acostumbrada.
Se propone que sostengamos al
eider Vaughn J. Featherstone como
Segundo Consejero de la
Presidencia General de los Hombres
Jvenes.
Los que estn a favor, srvanse
manifestarlo. Contrarios, si hay
algunos, con la misma seal.
Se propone que sostengamos a
las dems Autoridades Generales y a
las presidencias de las
Organizaciones Auxiliares de la
Iglesia en sus llamamientos actuales.
Los que estn de acuerdo,
srvanse manifestarlo. Contrarios,
con la misma seal.
Todo parece indicar que el
sostenimiento ha sido unnime y
afirmativo,
Gracias, hermanos y hermanas,
por su voto de amor y confianza. D

Nuestro Seor y
Salvador
Eider Joseph B. Wirthlin
Del Quorum de los Doce Apstoles

"La nica forma de encontrar paz, felicidad y seguridad, y de vencer la


maldad del mundo y las tentaciones de esta generacin es aferrarse al
Evangelio de Jesucristo."

uego que el Espritu del Seor


me acompae en esta sagrada
ocasin. El presidente Ezra
Taft Benson es la nica persona que
tiene todas las llaves del reino.
Adems, sostenemos a otros catorce
profetas, videntes y reveladores. La
gran influencia del presidente
Benson se siente de muchas formas.
Sus consejos apropiados e inspirados
de que leamos el maravilloso Libro
de Mormn han hecho sentir a todos
los que siguieron este consejo un
aprecio mayor por esta santa
Escritura.
Hace algunas semanas, fui testigo
del poder que irradia el presidente
Benson; l se encontraba en uno de
los sagrados salones del templo en
ocasin del casamiento de una de
sus nietas. Cuando entr en el
saln, pude notar lo dbil que

estaba debido a su edad, ya que


tiene noventa y cuatro aos. Todos
nos pusimos de pie para honrarlo
como profeta y Presidente de la
Iglesia. Irradiaba un hermoso y
tierno espritu de amor y paz.
En esta poca de confusin y de
ansiedad por el bienestar de nuestra
nacin y por el bienestar de todo el
mundo, debemos prestar atencin a
la vida noble y ejemplar del
presidente Benson y a lo que ha
escrito y dicho como Presidente de
la Iglesia.
Hoy quisiera hacer hincapi en la
divinidad de nuestro Seor y
Salvador, Jesucristo.
Vivimos en una poca en la que
la influencia de Lucifer se hace
sentir ms que nunca. A juzgar por
el pecado, la maldad y la iniquidad
que hay en la tierra, podramos
comparar esta poca con la de No
antes del Diluvio. Nadie es inmune
a los sufrimientos y a los problemas,
as sean econmicos como
emocionales o espirituales. La
inmoralidad, la violencia y el
divorcio, con las tristezas que los
acompaan, plagan la sociedad de
todo el mundo.
La nica forma de encontrar paz,
felicidad y seguridad, y de vencer la
maldad del mundo y las tentaciones
de esta generacin es aferrarse al
Evangelio de Jesucristo (vase Alma
42:16).
Jesucristo est a la cabeza de Su
Iglesia, es el Creador del universo, el
Salvador y Redentor de la

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humanidad y el juez del alma


humana. Lo que El es y lo que hace
nos afecta a cada uno desde antes
de nacer y nos afectar durante toda
nuestra vida terrenal y por las
eternidades. Mucho de lo que Cristo
es y hace est ms all de la
comprensin humana, pero el
Espritu Santo ha testificado a mi
alma esas verdades.
Estoy agradecido por saber que
nuestro Seor y Salvador est a la
cabeza de esta Iglesia y que la dirige
por medio de Sus siervos. Esta es la
Iglesia del Seor; no es una iglesia
de hombres. Los hermanos que
presiden los concilios son llamados
de Dios; y su nico deseo es servir
de acuerdo con Su voluntad, con
humildad, y con todo el corazn,
alma, mente y fuerza (vase D. y C.
4:2). La Iglesia lleva Su nombre
porque es Su Iglesia. El mand a los
neftas que llamaran la Iglesia por
Su nombre, "Porque si... se le da el
nombre de algn hombre, entonces
es la iglesia de ese hombre; pero s
lleva mi nombre, entonces es mi
iglesia, si es que estn fundados
sobre m evangelio" (3 Nefi 27:8).
Al profeta Jos Smith, el Seor le
revel que en esta poca Su iglesia
restaurada deba llamarse La Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los
ltimos Das (vase D . y C . 115:4).
El Seor le dijo a Moiss cuando
hablaron cara a cara en la montaa:
"He creado incontables mundos...
por medio del Hijo...
"Pero slo te doy un relato de
esta tierra... hay muchos mundos
que hoy existen, y que son
incontables para el hombre; pero
para m todas las cosas estn
contadas, porque son mas y las
conozco" (Moiss 1:33, 35).
Este breve pasaje de las
Escrituras nos da una idea de la
inmensidad de nuestro Seor como
Creador. Un astrnomo
contemporneo nos aclara: "El
Cosmos es todo lo que existe, que
ha existido o que existir... El
tamao y la edad del Cosmos son
incomprensibles para el hombre...
sus dimensiones son de tal magnitud
que las unidades de distancia que

utilizamos pierden significado.


Medimos las distancias con la
velocidad de la luz. En un segundo
un rayo de luz viaja casi 300.000
km... En un ao atraviesa nueve
trillones de kilmetros... Esa unidad
de longitud, la distancia que recorre
la luz en un ao, se llama un aoluz, pero no mide tiempo sino
distancias enormes... El Cosmos est
casi vaco... Los mundos son
valiosos... Una galaxia se compone
de gases, polvo y estrellas; billones y
billones de estrellas. Cada estrella
podra ser un sol para alguien...
Existen cientos de billones de
galaxias, cada una formada por unos
cientos de billones de estrellas...
Desde la inmensidad del espacio, es
difcil distinguir el grupo en la que
est nuestra galaxia y casi imposible
es distinguir nuestro Sol y la
Tierra... La Va Lctea, la galaxia a
la que pertenecemos, tiene unos 400
mil millones de estrellas que se
mueven con orden y gracia. De
todas las estrellas, hasta el
momento, los habitantes de la tierra
conocen de cerca slo una" (Cari
Sagan, Cosmos, New York: Random
House, 1980, pgs. 4-5, 7, 10).
En una conversacin entre Dios
y Moiss, Dios dijo: "...sta es mi
obra y mi gloria, llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna del
hombre" (Moiss 1:39). Dios dijo
tambin: "Mi Unignito es y ser el
Salvador" (vers. 6). La inmortalidad
y la vida eterna del hombre se hace
realidad por medio de la expiacin
de Jesucristo, nuestro Salvador y
Redentor. Es "el acontecimiento
ms transcendental que haya
ocurrido o que vaya a ocurrir entre
los hijos de nuestro Padre" (Bruce
R. McConkie, The Millennial
Messiah, Salt Lake City: Deseret
BookCo., 1982, pg. 15). Es una
prueba de amor por la que nos
deberamos sentir ms, agradecidos
que por cualquier otra bendicin o
don de Dios. La Expiacin asegura
la inmortalidad de todo ser humano.
Da tambin la oportunidad de
obtener la vida eterna, la vida que
Dios vive, a los que tienen fe en
Cristo, se arrepienten de sus

pecados y obedecen las leyes del


evangelio. En forma milagrosa, la
Expiacin nos salva y nos redime de
las consecuencias de la cada de
Adn, tanto de la muerte fsica al
fin de esta vida como de la muerte
espiritual, que es no poder vivir con
nuestro Padre.
Slo Jesucristo, porque es el Hijo
Unignito del Padre, pudo efectuar
esa infinita y eterna Expiacin para
que pudiramos ser uno con nuestro
Padre Celestial. Cuando Jess naci
en esta tierra, sus padres eran Dios,
el Eterno Padre (vase 1 Nefi 11:21)
y Mara, a la que Nefi vio en una
visin y dijo que era: "Una virgen,
ms hermosa y pura que toda otra
virgen" (1 Nefi 11:15). El es el Hijo
Unignito, el nico que ha nacido o
que nacer sobre la tierra con
padres de esa naturaleza. Debido a
la naturaleza mortal heredada de su
madre, tena "...la capacidad
humana de morir... de separar el
espritu del cuerpo" (Bruce R.
McConkie, The Promised Messiah,
Salt Lake City: Deseret Book Co.,
1978, pg. 471). Y gracias a Su
naturaleza divina, heredada de Su
Padre, tena "...la capacidad de ser
inmortal, que es el poder de vivir
para siempre, o si escoga morir, el
poder de resucitar como ser
inmortal." El Salvador dijo: "...yo
pongo mi vida para volverla a tomar.
"Nadie me la quita sino que yo de
m mismo la pongo. Tengo poder
para ponerla y tengo poder para

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volverla a tomar" (Juan 10:17-18).


"Fue debido a esa mezcla de lo
divino y lo humano que nuestro
Salvador pudo efectuar la Expiacin
infinita y eterna... El tena el poder
de vivir y de morir a voluntad, y una
vez que muriera, poda resucitar, y de
forma incomprensible para nosotros,
tena el poder de compartir esa
resurreccin con todos nosotros para
que todo el gnero humano pudiera
levantarse de la tumba" (The
Promised Messiah, pg. 471).
Durante la Segunda Venida,
Jesucristo irrevocablemente juzgar
a la humanidad. En el Evangelio de
Juan leemos:
"Porque el Padre a nadie juzga,
sino que todo el juicio dio al Hijo...
"...el Padre... ha dado al Hijo...
autoridad de hacer juicio...
"...porque vendr hora cuando
todos los que estn en los sepulcros
oirn su voz;
"y los que hicieron lo bueno,
saldrn a resurreccin de vida; mas
los que hicieron lo malo, a
resurreccin de condenacin" (Juan
5:22, 26-29). El profeta Mormn
escribi: "...tendris que comparecer
ante el tribunal de Cristo, s, toda
alma que pertenece a toda la familia
humana de Adn; y debis
presentaros para ser juzgados por
vuestras obras, ya sean buenas o
malas" (Mormn 3:20). Leemos en
Mateo:
"Cuando el Hijo del Hombre
venga en su gloria, y todos los

santos ngeles con l, entonces se


sentar en su trono de gloria,
"y sern reunidas delante de l
todas las naciones; y apartar los
unos de los otros, como aparta el
pastor las ovejas de los cabritos.
"Y pondr las ovejas a su
derecha, y los cabritos a su
izquierda.
"Entonces el Rey dir a los de su
derecha; Venid, benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundacin del
mundo...
"Entonces dir tambin a los de
la izquierda: apartaos de m,
malditos, al fuego eterno preparado
para el diablo y sus ngeles" (Mateo
25:31-34,41).
Considerando todo lo que Jess
es y todo lo que hace por nosotros,
cmo podemos demostrarle nuestro
agradecimiento/ Debemos ir mucho
ms all de conocer Sus atributos y
Su misin. Debemos conocer al
"nico Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado"
Quan 17:3). "Una cosa es saber algo
acerca de Dios y otra es conocerle
bien. Podemos saber que es un ser
en cuya imagen hemos sido creados;
podemos saber que el Hijo es
idntico a Su Padre; podemos saber
que tanto el Padre como el Hijo
tienen ciertas cualidades y poderes.
Pero cuando experimentamos y
gozamos de las mismas cosas que
Ellos, los conocemos y eso nos

capacita para alcanzar la vida


eterna. Conocer bien a Dios
significa pensar lo que El piensa,
sentir lo que siente, tener el poder
que tiene, comprender las verdades
que entiende y hacer lo que hace.
Los que lo conocen llegan a ser
como El y viven la vida que El vive,
que es la vida eterna" (Bruce R.
McConkie, Doctrinal Neiv Testament
Commentary, 3 tomos, Salt Lake
City: Bookcraft, 1965-1973, 1:762).
En otras palabras, para conocer a
Cristo, tenemos que ser como El.
Llegamos a ser "...participantes de la
naturaleza divina" (2 Pedro 1:4).
Cristo ense a Sus discpulos
neftas: "...qu clase de hombres
habis de ser? En verdad os digo,
aun como yo soy" (3 Nefi 27:27).
Un principio bsico caracteriza
la vida, la misin y las enseanzas
del Salvador: el de que nos amemos
los unos a los otros. El dijo a Sus
discpulos:
"Un mandamiento nuevo os doy;
Que os amis unos a otros; como yo
os he amado, que tambin os amis
unos a otros.
"En esto conocern todos que
sois mis discpulos, si tuviereis amor
los unos con los otros" (Juan
13:34-35). Tambin dijo:
"Si me amis, guardad mis
mandamientos" (Juan 14:15).
Imaginen por un momento lo que
sucedera si todos se amaran los
unos a los otros como Jess ama a

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Sus discpulos. No habra


discusiones ni peleas ni contencin
en el hogar. No diramos ni
haramos nada que pudiera herir a
otras personas. No tendramos
discusiones innecesarias sobre
nimiedades. Sera imposible tener
guerras, sobre todo las guerras
basadas en la religin.
Tenemos numerosos testimonios
de la veracidad y la divinidad de
nuestro Seor, Jesucristo. Desde los
tiempos de Adn, los profetas
antiguos, incluso el hermano de
Jared, conocan a nuestro Salvador
en Su estado espiritual como
Jehov. Durante Su vida terrenal,
en Palestina, Sus discpulos lo
trataban personalmente. Estuvieron
con El cuando enseaba, cuando
haca milagros, cuando lo
crucificaron y despus que resucit.
Pedro escribi:
"Porque no os hemos dado a
conocer el poder y la venida de
nuestro Seor Jesucristo siguiendo
fbulas artificiosas, sino como
habiendo visto con nuestro propos
ojos su majestad" (2 Pedro 1:16).
Cuando nuestro Seor resucitado
visit a los neftas y les ense;
"...extendi la mano, y habl al
pueblo, diciendo: he aqu, yo soy
Jesucristo, de quien los profetas
testificaron que vendra al mundo"
(3 Nefi 11:9-10).
En nuestra poca, el Padre y el
Hijo visitaron al profeta Jos Smith
en la Arboleda Sagrada. Sobre esta
visita Jos escribi: "...vi en el aire
arriba de m a dos Personajes, cuyo
fulgor y gloria no admiten
descripcin. Uno de ellos me habl,
llamndome por mi nombre, y dijo,
sealando al otro; Este es mi Hijo
Amado: Escchalo!" (Jos Smith
Historia 1:17). Cuando el Salvador
acept el Templo de Kirtland como
Su casa, Jos Smith y Oliver
Cowdery vieron: "...al Seor sobre
el barandal del pulpito...
"Sus ojos eran como llama de
fuego; el cabello de su cabeza era
blanco como la nieve pura; su
semblante brillaba ms que el
resplandor del sol; y su voz era como
el estruendo de muchas aguas, s, la

voz de Jehov que deca: Soy el


primero y el ltimo; soy el que vive,
soy el que fue muerto; soy vuestro
abogado ante el Padre" (D. y C.
110:2-4). En una visin, el Profeta y
Sidney Rigdon vieron y hablaron
con Jesucristo y escribieron:
"...despus de los muchos
testimonios que se han dado de l,
ste es el testimonio, el ltimo de
todos, que nosotros damos de l:
Que vive!
"Porque lo vimos, s, a la diestra
de Dios; y omos la voz testificar que
l es el Unignito del Padre" (D. y C.
76:22-23).
Cuando era nio, tuve la suerte
de escuchar los fervientes
testimonios de las personas mayores
de mi barrio. Ahora les aconsejo a
ustedes, los que son maduros
espiritualmente, que den su
testimonio de la veracidad del
evangelio; de que existe nuestro
Salvador y de Su amor por cada uno
de nosotros; y del llamamiento
divino de Sus profetas, videntes y
reveladores. El testimonio de ustedes
nutrir el testimonio de los jvenes
como nutri el mo el de los
miembros de mi barrio. Los padres
deben dar su testimonio con
frecuencia para fortalecer la
conviccin de sus hijos.
Me siento humilde y agradecido de
ser uno de los testigos especiales del
nombre de Cristo en todo el mundo
(vase D. y C. 107:23). Yo s que El
vive. El est con nosotros y podemos
sentir Su influencia si somos
obedientes, seguimos Sus enseanzas
y oramos. El quiere que tanto
nosotros como la Iglesia tengamos
xito y que los miembros lleven Sus
enseanzas a todo el mundo. La
Iglesia es la institucin por medio de
la cual El puede dar al mundo Su
mensaje de esperanza en la salvacin,
el derecho de vivir con nuestro Padre
Celestial y Su. Hijo para siempre.
Nuestro Padre Celestial vive y ama a
Sus hijos. Testifico que Jos Smith es
un Profeta de Dios, tal como lo son
sus sucesores hasta el presidente Ezra
Taft Benson, nuestro Profeta actual.
Doy este testimonio en el sagrado
nombre de Jesucristo. Amn.

Cmo nos recordarn


nuestros hijos?
Obispo Robert D. Hales
Del Obispado Presidente

"De muchas maneras, los padres terrenales representan a su Padre


Celestial en el proceso de criar, amar y ensear a los hijos. Estos, de
manera natural, observan a sus padres para aprender las caractersticas
de su Padre Celestial."

i mensaje de hoy es sobre el


amor. Amo a mi querida
compaera, Mary, a mis
dos hijos y a sus familias. Expreso mi
agradecimiento por todo el gozo que
han trado a mi vida.
Al meditar sobre mi relacin con
los miembros de mi propia familia,
recuerdo sin querer el ejemplo que
recib de mis padres. Nuestros hijos
nos recordarn por el ejemplo que
les dimos. Desde temprana edad,
recuerdo experiencias que me
ensearon en cuanto al sacerdocio
que poseo, as como a sentir respeto
y amor gracias a la relacin que mis
padres tenan el uno para con el
otro.
Mi padre me ense a respetar el
sacerdocio. Cuando desempeaba
mis deberes en el Sacerdocio

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Aarnico, solamos pasar la Santa


Cena en bandejas de aluminio, las
cuales a menudo estaban opacas con
manchas del agua que se derramaba.
Como poseedor del Sacerdocio
Aarnico, yo tena la
responsabilidad de ayudar a preparar
la Santa Cena. Pap me pidi que
llevara las bandejas a casa, y juntos
las limpiamos hasta que quedaron
relucientes. Cuando reparta la
Santa Cena, saba que habamos
ayudado a hacer esa ordenanza un
poco ms sagrada.
Durante las vacaciones, pap
sola llevarnos a lugares que eran
parte de la historia de la Iglesia con
el fin de fortalecer nuestro
conocimiento y testimonio.
En una ocasin, cuando tena
doce aos y posea el oficio de
dicono, pap me pregunt si me
gustara ir a la galera que tena todo
lo que haba sido famoso en el
bisbol y que quedaba en
Cooperstown, Nueva York, y a la
representacin teatral sobre la
historia de la Iglesia en el cerro
Cumorah, cerca de Palmyra, Nueva
York. Fue ah donde Jos Smith
recibi las planchas de oro, que ms
tarde se tradujeron y llegaron a
conocerse como el Libro de
Mormn. Pap tambin me llev a
la Arboleda Sagrada, en donde Jos
Smith or a nuestro Padre Celestial
y recibi una visin de Dios, el
Padre, y de Su Hijo, Jesucristo. All
oramos juntos y expresamos nuestro

deseo de ser fieles al sacerdocio que


poseamos. Ms tarde, pap hizo una
pintura del lugar donde habamos
orado y me la dio como recordatorio
de las promesas que habamos
hecho juntos aquel da. Hoy da
cuelga en una de las paredes de mi
oficina y me sirve para recordar
todos los das la sagrada experiencia
y las promesas que hice con mi
padre terrenal, como as tambin
con mi Padre Celestial.
En otra ocasin, pap me llev al
ro Susquehanna, en donde, en
1829, Jos Smith y Oliver Cowdery
recibieron el Sacerdocio Aarnico,
cuando se les apareci Juan el
Bautista. Pap me explic que la
restauracin del sacerdocio era uno
de los acontecimientos ms
importantes de esta dispensacin.
Del tierno cuidado que mi padre
les daba a mi madre y a mi hermana
aprend a respetar a la mujer. Pap
era el primero que se levantaba
despus de cenar para levantar la
mesa. A pedido de mi padre, mi
hermana y yo nos encargbamos de
lavar la vajilla todas las noches. Si
no estbamos en casa, pap y mam
limpiaban la cocina juntos.
Aos ms tarde, cuando mam
sufri un ataque de apopleja, pap
la cuid y la atendi fielmente. Los
dos ltimos aos de su vida
requirieron que la cuidara las 24
horas del da, y ella lo llamaba a
cada momento, da y noche. Nunca
olvidar el ejemplo del cuidado
amoroso que mi padre brind a su
querida compaera. El me dijo que
era un precio insignificante
comparado con los ms de 50 aos
de dedicacin que ella le haba
dado.
Pap era dibujante comercial y
trabajaba para una gran agencia
publicitaria de la ciudad de Nueva
York. En una ocasin, se encontraba
trabajando bajo un tremendo estrs
en una campaa publicitaria. Haba
llegado a casa un viernes al
atardecer, y haba seguido
trabajando hasta altas horas de la
noche. El sbado por la maana,
despus de trabajar unas horas en el
jardn, se retir a su estudio para

idear una campaa de publicidad


para un nuevo producto. Mi
hermana y yo nos estbamos
divirtiendo mucho persiguindonos
alrededor de la mesa del comedor,
que estaba situado en la planta alta
directamente encima de donde l
estaba trabajando. Por lo menos dos
veces nos dijo que nos sosegramos,
pero fue en vano. Al poco rato subi
las escaleras con pasos firmes y me
agarr del cuello; hizo que me
sentara y me ense una gran
leccin. No me grit ni me golpe a
pesar deque estaba sumamente
molesto.
Nos explic el proceso creativo
as como la necesidad de meditar
tranquilamente para sentirse cerca
del Espritu y de este modo poder
dar rienda suelta a la creatividad.
Por haberse tomado el tiempo de
explicarme y ayudarme a
comprender, aprend una leccin
que he puesto en prctica muy a
menudo. La razn por la que les
relato estas ancdotas es que
nosotros, como padres, tenemos el
privilegio y la responsabilidad de
ensear a nuestros seres queridos los
principios del evangelio mediante
nuestro ejemplo y testimonio.
Mi padre falleci hace varios
aos, pero lo recuerdo con amor y
respeto. Los ejemplos se convierten
en recuerdos que guan nuestra
vida:
Recuerdos de mi madre, sus
pequeos pies sobre los de mi padre,
mientras bailaban alrededor de la
cocina con una expresin de amor
en sus rostros.
Recuerdos de un nio pequeo
sentado junto al lecho de sus padres,
mientras ellos se turnaban para leer
en voz alta las Escrituras.
Recuerdos de aos ms tarde
en el Templo de Salt Lake City
viendo a mam y a pap participar
en la presentacin de la ceremonia
de la investidura.
Quisiera que los recuerdos que
tengan nuestros hijos tambin
guiaran sus vidas.
Ahora me encuentro
preguntndome a m mismo:
"Cmo me recordarn mis hijos:?"

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Cmo les recordarn a ustedes sus


hijos?
El llamamiento de ser padres es
sagrado y lleva consigo un gran
significado. Uno de los privilegios y
responsabilidades ms sublimes que
se nos ha dado es el de ser padre:
ayudar a traer a la tierra a un hijo de
Dios y tener la responsabilidad
sagrada de amar, cuidar y guiar a los
hijos nuevamente a la presencia de
nuestro Padre Celestial. De muchas
maneras, los padres terrenales
representan a su Padre Celestial en
el proceso de criar, amar y ensear a
los hijos. Estos, de manera natural,
observan a sus padres para aprender
las caractersticas de su Padre
Celestial. Una vez que aprenden a
amar, respetar y tener confianza en
sus padres terrenales, con
frecuencia, y sin darse cuenta,
empiezan a sentir lo mismo hacia su
Padre Celestial.
Ningn padre terrenal es
perfecto. De hecho, los hijos son
muy comprensivos si sienten y
perciben que sus padres
verdaderamente se preocupan por
ellos y estn tratando de hacer lo
mejor que pueden.
Es bueno para los hijos ver que
los padres pueden tener diferencias
de opinin, y que stas se pueden
resolver sin necesidad de pegar,
gritar ni romper cosas. Necesitan
ver y sentir que se comunican con el
respeto debido a pesar de os puntos
de vista diferentes que tengan el
uno y el otro, a fin de que ellos,
tambin sepan cmo resolver los
problemas de esa ndole.
Se les aconseja a los padres que
enseen a sus hijos por medio del
precepto y el ejemplo. El Seor ha
dicho: "Y adems, si hay padres que
tienen hijos en Sin o en cualquiera
de sus estacas organizadas, y no les
ensean a comprender la doctrina
del arrepentimiento, de la fe en
Cristo, el Hijo del Dios viviente, del
bautismo y del don del Espritu
Santo por la imposicin de manos,
al llegar a la edad de ocho aos, el
pecado ser sobre la cabeza de los
padres" (D. y C. 68:25).
"Y tambin ensearn a sus hijos

Los eideres Richard P. Lindsay y V. Dallas Merrell, de los Setenio.

a orar y a andar rectamente delante


del Seor" (D. y C. 68:28).
A los hijos a quienes se les
ensea a orar y que oran con sus
padres cuando son pequeos es ms
probable que oren cuando sean
mayores. A aquellos a los que se les
ensee cuando son pequeos a amar
a Dios y a creer que El vive,
frecuentemente continuarn su
desarrollo espiritual y aumentarn
sus sentimientos de amor a medida
que maduran.
No obstante, tal vez uno de
nuestros hijos, aunque se los haya
criado y enseado con mucho amor
y cuidado, elija, al llegar a la edad
adulta, no seguir esas enseanzas
por una variedad de razones. Cmo
debemos reaccionar?
Comprendemos y respetamos el
principio del albedro. Rogamos que
las experiencias de la vida les
ayuden a recobrar su deseo y
habilidad de vivir el evangelio; de
todas maneras, seguirn siendo
nuestros hijos por lo que debemos
continuar amndolos y
preocupndonos siempre por ellos.
Algunas personas piensan que no
pueden aceptar o cumplir con un
llamamiento en la Iglesia si uno de
sus hijos se ha descarriado. Al

aceptar el llamamiento y al
esforzarnos por desempearlo de la
mejor manera, podremos tener una
profunda influencia espiritual en
aquellos a quienes ms amamos. Si
nos imaginamos que otras familias
no tienen ninguna dificultad, es que
simplemente no las conocemos bien.
Si el ejemplo que recibimos de
nuestros padres no fue bueno,
tenemos la responsabilidad de
interrumpir ese ciclo.
Seguramente los padres
cometern errores en el proceso de
la paternidad, pero por medio de la
humildad, la fe, la oracin y el
estudio, toda persona puede
aprender a superarse y, al hacerlo,
traer bendiciones a os miembros de
la familia y ensearles tradiciones
correctas para las generaciones
futuras.
Las promesas del Seor son
ciertas. "Te har entender, y te
ensear el camino en que debes
andar" (Salmos 32:8). Y adems,
"...cualquier cosa que pidis al Padre
en mi nombre, si es justa, creyendo
que recibiris, he aqu, os ser
concedida" (3 Neft 18:20).
Frecuentemente el egosmo es el
ncleo de los problemas de
relaciones familiares. Cuando las

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personas enfocan su atencin en sus


propios intereses egostas, pasan por
alto las oportunidades de escuchar,
comprender, o de tomar en
consideracin las necesidades, los
sentimientos o la forma de pensar
de los dems.
El presidente Benson nos ha
exhortado:
"Debemos ser ms parecidos a
Cristo en nuestra actitud y nuestras
acciones que lo que somos
actualmente. Debemos ser
benvolos y considerados con
nuestros seres queridos, como Cristo
lo es con nosotros. El es bondadoso,
amoroso y paciente con cada uno de
nosotros. No debemos retribuirle
dando ese mismo amor a nuestra
esposa y a nuestros hijos?
" 'Qu clase de hombres habis
de ser?' Recordaris que la respuesta
del Seor es: 'En verdad os digo,
aun como yo soy1 (3 Nefi 27:27;
cursiva agregada)" (vase "Qu
clase de hombres tenemos que ser?",
Liahona, enero de 1984, pg. 79).
El presidente Benson contina:
"Al escuchar esos informes [de
malas acciones], me he preguntado:
''Cmo puede un miembro de la
Iglesia cualquier hombre que
posea el sacerdocio de Dios ser
cruel con su propia esposa y sus
hijos?'.
"El que un poseedor del
sacerdocio acte de esa manera es
casi inconcebible, puesto que tales
hechos son del todo incompatibles
con las enseanzas de la Iglesia y el
Evangelio de Jesucristo.
"Como poseedores del
sacerdocio, tenemos que emular el
carcter del Salvador" ("'Qu clase
de hombres tenemos que ser?",
Liahona, enero de 1984, pg. 75).
La seccin 121 de Doctrina y
Convenios nos ensea: "Ningn
poder o influencia se puede ni se
debe mantener en virtud del
sacerdocio, sino por la persuasin,
por longanimidad, benignidad,
mansedumbre y por amor sincero"
(D.y C. 121:41).
Estas cualidades de ternura y
conocimiento puro son cualidades
de nuestro Padre Celestial.

En la oracin intercesora de Jess,


registrada en la Biblia, en el captulo
17 de Juan, obtenemos una
perspectiva del amor que Jess tena
por Su Padre, nuestro Padre Celestial.
El sufrimiento y sacrificio
expiatorio eran inminentes.
"Estas cosas habl Jess, y
levantando los ojos al cielo, dijo;
Padre, la hora ha llegado, glorifica a
tu Hijo, para que tambin tu Hijo te
glorifique a ti" (Juan 17:1).
"Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el nico Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado" (Juan 17:3).
Jess reconoce que El estaba con
Su Padre antes de venir a la tierra y
tambin el amor que tenan el uno
por el otro. El dijo:
"Ahora pues, Padre, glorifcame t
al lado tuyo, con aquella gloria que
tuve contigo antes que el mundo
fuese... para que el mundo conozca
que t me enviaste, y que los has
amado a ellos como tambin a m
me has amado... porque me has
amado desde antes de la fundacin
del mundo" (Juan 17:5, 23-24).
Es algo conmovedor que Jess
acabara Su oracin con el deseo de
que pudisemos conocer y amar a
nuestro Padre, tal como El lo hace, a
pesar de no poder recordarle en
nuestro estado mortal.
Jess or:
"Padre justo, el mundo no te ha
conocido, pero yo te he conocido, y
stos [discpulos] han conocido que
t me enviaste" (Juan 17:25).
Jess pudo llevar a cabo Su
misin en la tierra, la Expiacin,
porque conoca a Su Padre y gracias
al ejemplo y al amor que El le haba
dado. Del mismo modo, ruego que
cada uno de nosotros, como padres,
y especialmente como hermanos en
el sacerdocio, y por medio de
nuestro ejemplo, amor y cuidado,
permanezcamos en la memoria de
nuestros hijos con las cualidades que
poseen nuestro Padre Celestial y
nuestro Salvador, a fin de que
perseveremos hasta el fin y algn da
volvamos a Su presencia celestial, lo
ruego en el nombre de Jesucristo.
Amn.

La crianza de los hijos


en un ambiente
contamina
Eider Joe J. Christensen
De la Presidencia de los Setenta

"No tengan temor de fijar normas claras de comportamiento. Digan "no'


cuando se requiera."

o hace mucho, tuve una


conversacin con un grupo
de padres que se sentan muy
preocupado por tener que criar a sus
hijos en un ambiente moral mente
contaminado. Y me pidieron ayuda
para guiar a sus hijos en un mundo
que parece estar desmoronndose.
Escuchamos y leemos a diario
sobre el ambiente contaminado: la
lluvia acida, el humo [smog], los
desperdicios txicos. Pero estos
padres reconocen que existe otra
clase de contaminacin mucho ms
peligrosa: la contaminacin moral y
espiritual.
En una conferencia reciente, el
lder Boyd K. Packer dijo: "Al hacer
una prueba del medio ambiente
moral, encontramos que el ndice de

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contaminacin contina
empeorando" (Liahona, julio de
1992, pg. 73). El apstol Pablo
predijo "...que en los postreros das
vendrn tiempos peligrosos..."
(2 Timoteo 3:1). Y refirindose a
los ltimos Das, el profeta
Moroni declar:'
"S, suceder en un da en que
habr grandes contaminaciones
sobre la superficie de la tierra..."
(Mormn8:31).
Lamentablemente, el efecto de
esta gran contaminacin se hace
ms evidente en los medios de
comunicacin como las pelculas,
la televisin y la msica popular.
El senador de los Estados Unidos
Robert D. Byrd dijo:
"Si en este pas continuamos
presentando imgenes de asesinatos,
violencia, abuso de drogas...
perversiones y pornografa... ante los
ojos de millones de nios, ao tras
ao, y da tras da, no debiera
sorprendernos que los cimientos de
nuestra sociedad se carcomieran
como si tuvieran lepra" (Michael
Medved, Hollywood vs. America,
Nueva York: Harper Pe re n ni al,
1992, pg. 194).
A pesar de que existen algunas
excepciones, la mayora de los
medios de comunicacin parecen
haber declarado la guerra en contra
de lo que la mayora considera ms
valioso: la familia, la religin y el
patriotismo. Degradan el

matrimonio y promueven e idealizan


las relaciones premaritales y el
adulterio.
Las expresiones ms vulgares y
degradantes bombardean os odos
de todos los que pueden or. Se dice
que en una pelcula no apta para
menores se dijo la palabrota ms
comn doscientas cincuenta y seis
veces! La exposicin constante de
violencia y de crmenes degrada el
valor de la vida humana. Recuerden
que cualquier cosa que no est bien
para los nios muy pocas veces est
bien para los adultos.
Como parte de una campaa
infructuosa para evitar que las
jovencitas solteras tengan hijos y
combatir las terribles enfermedades
que azotan a nuestra sociedad, se
distribuyen libremente ciertas cosas
para el control de la natalidad.
Estoy convencido de que esta
prctica ensea a los jvenes que
pueden hacer cualquier cosa con tal
de que se protejan para evitar las
consecuencias.
No es de extraar que los padres
se preocupen tanto al tratar de
cumplir con el sagrado cometido de
criar a los hijos cuando se enfrentan
a tan horribles influencias.
Lamentablemente, estos problemas
acechan tanto a los miembros de la
Iglesia como a los que no lo son.
Los padres que realmente
quieran recibir ayuda deben volver a
lo bsico, que son los principios del
evangelio. Entre todo lo que pueda
decirse, les doy cuatro sugerencias
que, si las aplican, les darn
resultados positivos.
Primero: No tengan temor de fijar
normas claras de comportamiento.
Digan "no" cuando se requiera. Y
como lo aconsej el Dr. John
Rosemond:
"...den a sus hijos a diario varias
dosis de vitamina N. Este nutriente
esencial se compone de las dos
letras ms disciplinarias de la lengua
castellana. [No]... Lamentablemente, muchos nios en la
actualidad, por no decir todos,
sufren una deficiencia de la
vitamina N. Ellos han sido malcriados por padres bien intencionados

que les han dado demasiado de las


cosas que queran y muy poco de lo
que realmente necesitaban" (John
Rosemond, Six-Point Plan for Raising
Happy, Healthy Children, Kansas
City, Misuri: Andrews & McMeel,
1989, pg. 114).
Aunque los hijos digan: "Todos
mis amigos van a quedarse hasta la
una o las dos de la madrugada y los
padres los dejan. Por qu no
puedo hacerlo yo? No confan en
m?" Dganles que hay ciertas cosas
que como miembros de la familia
de ustedes simplemente no pueden
hacer. Algunos padres tienen una
preocupacin hasta morbosa de
que sus hijos no sean aceptados en
la sociedad y les permiten hacer
muchas cosas que saben que no
estn bien, como comprar ropa
costosa o indecente, regresar tarde
a la casa, tener novio o novia antes
de los diecisis aos, ver pelculas
indecorosas, etc. Tanto los hijos
como los padres que hacen lo
correcto muchas veces se sentirn
solos. A veces tendrn que
quedarse en casa mientras otros
van a las fiestas, dejar de ver
algunas pelculas y hasta divertirse
un poco menos que los dems.
Pero la paternidad no es un
concurso de popularidad.
Tal vez tengan que consultar a los
padres de los amigos de sus hijos y

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ponerse de acuerdo con ellos para


darles permiso a los jvenes para
divertirse en forma aceptable y
volver a una hora prudente. Sus
hijos se sentirn malhumorados al
principio, pero un da llegarn a
quererlos an ms porque se darn
cuenta de que les pusieron reglas y
normas, debido al cario que les
tienen.
Segundo: Enseen a los hijos a
trabajar y a ser responsables.
Especialmente en las ciudades,
muchos nios crecen en un
ambiente en el que no tienen
mucho para hacer. Son como el
jovencito de trece aos al que le
preguntaron qu haca durante el
verano:
"Bueno, me levanto a las diez u
once, despus mam me da el
desayuno. A veces voy con los
muchachos a jugar al basquetbol
(baloncesto), o miro televisin y
despus voy a las tiendas o a los
centros comerciales a mirar a las
chicas y a pasar el rato".
Y cuando le preguntaron a qu
hora se acostaba, dijo: "Alrededor
de la una o las dos. Voy a la casa de
un amigo y miramos videos. Es
fabuloso porque la madre de mi
amigo le permite alquilar y mirar
cualquier clase de pelcula, incluso
las no aptas para menores".
Me preocupa mucho el futuro de

este joven Santo de los ltimos


Das y tambin el de sus amigos.
Me gusta lo que el presidente
Spencer W. Kimball ha dicho sobre
el tema:
"La generacin holgazana
desperdicia los das sin nada que
hacer...
"Queremos que ustedes, los
padres, inventen trabajo para sus
hijos...
" 'Qu podemos hacer?' se
preguntarn.
"Vayan al mercado, trabajen en
el hospital, ayuden a los vecinos y al
limpiador de la capilla, laven la
vajilla, barran los pisos, hagan las
camas, aprendan a coser y a cocinar.
"Lean buenos libros... limpien la
casa, planchen la ropa, junten las
hojas, saquen la nieve, repartan
peridicos..."
Y entonces termina diciendo:
"Los gobernantes, para proteger a
los nios, han hecho leyes para que
no se los obligue a trabajar, pero se
han ido al otro extremo. Pero no
hay leyes que prohiban los trabajos
que sugiero... y los padres pueden
inventar otras tareas" (The Teachings
of Spencer W Kimball, ed. Edward L.
Kimball, Salt Lake City: Bookcraft,
1982, pgs. 360-361).
Adems, ayuden a los hijos a
autodisciplinarse con actividades
como tocar un instrumento musical
u otra actividad que requiera
esfuerzo y concentracin. Recuerdo
lo que cont un vendedor que fue a
una casa un da de mucho calor, y
por la puerta entreabierta, vio a un
nio estudiando escalas en el piano.
Tena un guante de bisbol y la
gorra a su lado. El vendedor
pregunt: "Est tu madre?" y el
nio contest: "Qu pregunta!" Es
una suerte tener buenos padres!
Se debe ayudar a todos los nios
a desarrollar algn talento del que
puedan sentirse orgullosos y los
ayude a sentirse seguros de s
mismos.
Los misioneros que van a la
misin sabiendo trabajar mucho y
que son autodisciplinados tienen
ms xito que los dems.
Tercero: Creen un ambiente en el

hogar propicio a las experiencias


espirituales. Por ejemplo:
Recuerden orar a diario como
familia. Si los horarios de todos
fueran muy diferentes, tal vez
tengan que orar ms de una vez a
medida que estn disponibles.
Mandar a los hijos a la calle sin la
proteccin que brinda la oracin es
como mandarlos sin abrigo en una
tormenta.
Tengan noches de hogar todas
las semanas sin fallar. Esos
momentos son ideales para
expresarles a sus hijos el testimonio
que poseen. Denles tambin a ellos
la oportunidad de expresar lo que
piensan y sienten acerca del
evangelio. Aydenlos a reconocer la
presencia del Espritu. La noche de
hogar crear una atmsfera de
seguridad dentro de su propia casa.
Lean las Escrituras juntos todos
los das para que sientan el poder
que ellas tienen. El presidente
Benson ha dicho: "...permtanme
exhortarlos a que participen en un
programa diario de lectura y de
meditacin de las Escrituras... El
Libro de Mormn cambiar sus
vidas, los fortificar en contra de la
maldad de hoy da y les dar una
espiritualidad que ningn otro libro
puede darles" (vase Liahona, julio
de l986 l P g. 41).
Leen el Libro de Mormn tanto
como las dems Escrituras? Cuenten
la cantidad de promesas que el
presidente Marin G. Romney hizo
a los padres cuando dijo:
"Estoy seguro de que si los padres
leen el Libro de Mormn en forma
regular y con oracin, solos y con
sus hijos, el gran espritu de ese libro
penetrar en sus hogares... el
espritu de reverencia aumentar y
el respeto y la consideracin mutuos
sern an mayores, desvanecindose
el nimo de contencin; los padres
aconsejarn a sus hijos con ms
amor y sabidura, y los hijos sern
ms sumisos al consejo de sus
padres; la justicia aumentar; la fe,
la esperanza y la caridad, que
constituyen el amor puro de Cristo,
engalanarn el hogar y la vida y les
darn paz, gozo y felicidad" (vase

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Liahonai julio de 1980, pg. 109).


Debemos tomar muy en serio
esas diez promesas.
Cuarto: Sigan el consejo de los
profetas. Escuchen sus discursos en
esta conferencia y vuelvan a leer los
consejos que dieron en ocasiones
previas. Si ustedes o su familia no
viven de acuerdo con los consejos
que han recibido, entonces, por el
bienestar de todos ustedes, cambien
de vida.
El presidente Harold B. Lee dijo:
"...Debemos obedecer las palabras y
los mandamientos que el Seor nos
dar por medio de Su profeta... [y
citando de Doctrina y Conveniosl,
'...con toda fe y paciencia como si
viniera de mi propia boca' (D. y C.
21:5)." Luego continu: "Habr
muchas cosas que requieran
paciencia y fe. Es posible que no les
guste lo que dicen las Autoridades
de la Iglesia. Puede que contradiga
sus opiniones polticas o sociales.
Puede que interfiera con su vida
social... La seguridad de todos
nosotros depende de si seguimos o
no a los que Dios ha llamado para
presidir Su Iglesia..." (vase liahona,
febrero de 1971).
Desde nuestro punto de vista
personal, en qu nos beneficia
tener profetas vivientes si no
obedecemos sus consejos?
Padres, no es demasiado tarde
para cambiar. Todava hay
esperanzas. Empiecen hoy mismo a
aplicar estas sugerencias y otras que
se les ocurran. Podemos ayudar a
nuestros hijos y nietos a sobrevivir
espiritual y moralmente en un
mundo en el que el ndice de
contaminacin contina escalando.
Nuestra intencin no es apartarlos
del mundo sino, como rog nuestro
Seor, guardarlos del mal (vase
Juan 17:15).
Yo s que nuestro Padre Celestial
vive. Nosotros somos Sus hijos
espirituales y El ama a Su familia.
Jess es el Cristo, sta es Su
Iglesia y la dirigen profetas
vivientes.
De esto testifico con toda
sinceridad en el nombre de
Jesucristo. Amn.

"Asegrate de acudir a
Dios para que vivas"
Eider Jeffrey R. Holland
De los Setenta

"En una poca en que prevalecen el temor y la desesperacin, en que la


humanidad est afiebrada y delirante sin mdicos que la alivien, yo
tambin digo: 'Confa en Jess'."

sta maana, deseara hablar y


saludar no slo a los miembros
de la Iglesia, sino a todos
aquellos que no pertenecen a
nuestra fe y que nos estn
escuchando a travs de la radio o la
televisin. Gracias por unirse a
nosotros en esta hermosa maana
de otoo.
En todas las pocas, la vida ha
tenido sus problemas. Seguramente
el nombre de Oscurantismo que se
dio a la Edad Media fue apropiado
para esa poca, y a nadie de entre
nosotros le entusiasma la idea de
regresar ni siquiera a los aos
posteriores a ese tiempo, digamos a
la poca de la Guerra de los Cien
Aos o a la de la Plaga Negra (siglo
14 en Europa). No, estamos
contentos de haber nacido en un
siglo de inapreciables bendiciones

materiales; sin embargo, en


comunidad tras comunidad, en
grandes y pequeos pases, vemos
que tanto personas como familias
sufren cada vez ms de ansiedad y
temor. Parecera que el desaliento,
la depresin y ia desesperacin son
nuestra "Plaga Negra" contempornea. Vivimos, como dijo
Jess que sucedera, en una poca
de angustia y confusin (vase
Lucas 21:25).
Sabemos que algunos de los
sufrimientos ms grandes ocurren en
silencio, en el dolor de una vida
solitaria. Pero, una parte de ese
sufrimiento se expresa en forma ms
violenta. Hay millones de personas
en el mundo, dice un comentarista,
"enojados, armados y peligrosos". En
muchas ciudades, el que se dispare a
alguien desde un vehculo en
marcha es algo que ya no llama la
atencin, y muchos jovencitos llevan
un arma a ia escuela igual que
anteriormente llevaban la merienda.
La gente est cada vez ms
convencida de que vivimos en una
poca de desorden y confusin; de
que nadie parece tener la sabidura
ni el poder para enderezar las cosas.
Hay gobiernos que presiden, pero
que no tienen poder; lo gente ya no
se enorgullece de sus vecindarios ni
conserva los valores de sus
comunidades y, muy a menudo, el
hogar es un fracaso alarmante.
Ms an, muchas de las
soluciones sociales y polticas de la
actualidad por lo general no son

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muy eficaces; de manera que, esos


doctores "...permanecen al lado del
paciente, esa humanidad afiebrada y
delirante; desacreditados y
pasmados... sin saber de qu forma
encontrar la solucin" (Charles
Edward Jefferson, The Character of
Jess, Salt Lake City: Parliament
Publishers, 1968, pg. 17).
Permtanme tener la osada de
sugerir cmo encontrar esa
solucin. En trminos simples,
debemos volvernos haca Dios;
debemos reafirmar nuestra fe y
aferramos a la esperanza. Cuando
sea necesario, debemos
arrepentimos y, por supuesto,
necesitamos orar. La ausencia de la
fidelidad espiritual es lo que nos
lleva a los problemas morales de los
ltimos aos del siglo veinte. Hemos
sembrado en vientos del
escepticismo religioso y estamos
segando en los torbellinos de la
desesperacin de las filosofas
existencialistas.
Sin fe religiosa, sin reconocer la
realidad y la necesidad de una vida
espiritual, el mundo no tiene
sentido y un mundo sin sentido es
un lugar horrible. Solamente si el
mundo tiene sentido, a nivel
espiritual, les es posible a los seres
humanos seguir adelante y
continuar tratando. Al igual que
Hamlet tan prudentemente implor,
as debe ser: "Angeles y ministros
de piedad, amparadnos!" (acto
primero, escena IV).
Mi testimonio hoy da es acerca
de los ngeles y ministros piadosos
que siempre nos defendern si,
como el profeta Alma nos
amonest, cuidamos estas cosas
sagradas, si acudimos a Dios para
vivir (vase Alma 37:47). Ms
oracin y humildad, ms fe y
perdn, ms arrepentimiento y
revelacin, y ms fortaleza del cielo
es lo que necesitamos para
encontrar el remedio y la liberacin
necesarios para curar a la
"humanidad ferviente y delirante".
Testifico esta maana del amor
ilimitado de Dios hacia Sus hijos, de
Su deseo continuo de ayudarnos a
sanar nuestras heridas, en forma

individual y colectiva. El es nuestro


Padre, y Wordsworth (poeta ingls,
1770-1850) sabiamente escribi que
venimos a la tierra "en nubes de
gloria... de Dios, que es nuestro
hogar". Pero, en demasiados casos,
no encontramos creencias modernas
acerca de un Padre Celestial y,
cuando existe una creencia en El, a
menudo est equivocada. Dios no
est muerto ni es un amo ausente.
No es un Dios descuidado,
caprichoso ni irritable y, por sobre
todo, no es una especie de arbitro
divino a la espera de que cometamos
una falta para castigarnos.
El primero y grande
mandamiento sobre la tierra es que
amemos a Dios con todo nuestro
corazn, alma, mente y fuerza
(vase D. y C. 59:5; Mateo 22:37),
porque con toda seguridad la
primera y gran promesa en los cielos
es que El .siempre nos amar de esa
forma.
Mucho de lo que tantos piensan
sobre Dios (si verdaderamente
piensan en El) debe de hacerlo
llorar. En realidad, sabemos que lo
hace llorar. Podra haber una
escena ms conmovedora que esta
conversacin registrada por Moiss?
"Y aconteci que el Dios del
cielo mir al resto del pueblo, y
llor;...
"Y dijo Enoc al Seor: Cmo es
posible que t llores, si eres santo, y

de eternidad en eternidad? [Por


qu llora El?]
"El Seor dijo a Enoc: He all a
stos, tus hermanos; son la obra de
mis propias manos, y les di su
conocimiento... y... le di al hombre
su albedro;
"y a [ellos]... he dado
mandamiento, que se amen el uno
al otro, y que me prefieran a m, su
Padre, ms he aqu, no tienen afecto
y aborrecen su propia sangre;
"...todos los cielos llorarn sobre
ellos... por tanto no han de llorar los
cielos, viendo que stos han de
sufrir?" (Moiss 7:28-29, 32-33, 37).
Nos defienden ngeles y
ministros de gracia? Estn a nuestro
alrededor, y su soberano sagrado, el
Padre de todos nosotros, est
descoso de bendecirnos en este
mismo instante. La misericordia es
Su misin y el amor Su nica obra.
John Donne (poeta ingls,
1573-1631) dijo en una
oportunidad que "...pedimos nuestro
pan de cada da y Dios nunca dice
'debiste haber venido ayer...' [sino
que nos dice] Si deseas escuchar mi
voz hoy da, yo escuchar la tuya...
si has estado en la obscuridad hasta
ahora, en el invierno de la vida,
nublado y sin sol, dejado y olvidado,
asfixiado y aletargado hasta ahora,
an Dios viene a ti, no como en el
atardecer del da sino como el sol
del medioda, para desplazar toda

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sombra..." (Collected Sermona).


Alma ense esa verdad a su
hijo, Helamn, suplicndole que
confiara en Dios. Le dijo que Dios
era "pronto para or los clamores de
su pueblo y contestar sus oraciones".
Por experiencia personal, Alma
testific: "Y he sido sostenido en
tribulaciones y dificultades de todas
clases... Dios me ha librado... y
pongo mi confianza en l, y todava
me librar" (Alma 9:26; 36:27).
Mi testimonio en esta maana es
que El tambin librar al resto de
nosotros, que El librar a toda la
familia humana si "[cuidamos] estas
cosas sagradas" y "[acudimos] a
Dios para... [vivir]"
La ms grande afirmacin de esa
promesa que se ha dado al mundo,
fue la ddiva del perfecto y amado
Hijo Primognito de Dios, un don
que no se dio para condenacin del
mundo sino para apaciguar, salvar y
dar seguridad al mundo: "Porque de
tal manera am Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unignito, para
que todo aquel que en l cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna" (Juan
3:16; cursiva agregada).
Katie Lewis es mi vecina; su
padre, Randy, es mi obispo; la madre
de ella, Melanie, es una santa; y el
hermano mayor de Katie, Jimmie,
lucha contra la leucemia.
Recientemente la hermana Lewis
me coment sobre el temor y el
dolor'inexplicables que experimentaron cuando se diagnostic la
enfermedad de Jimmie. Habl de las
lgrimas y el dolor que toda madre
hubiera sentido ante un problema
como el que tena Jimmie. Pero,
como fieles Santos de los ltimos
Das que son, los Lewis se volvieron
inmediatamente hacia Dios, con fe y
esperanza. Ayunaron y oraron,
oraron y ayunaron, y fueron una y
otra vez al templo.
Un da, la hermana Lewis lleg a
su hogar de una sesin del templo
cansada y preocupada, sintiendo el
impacto de tantos das de temor tan
slo controlados por una fe
monumental.
Al entrar en su casa, su nia,
Katie, de cuatro aos, corri hacia

ella con amor en el semblante y un


manojo de papeles arrugados en la
mano, que dio a su madre
dicindole: "Mami, sabes qu
son stos?"
La hermana Lewis dice con
franqueza que su primer impulso fue
decirle a Katie que no tena ganas de
jugar en ese momento. Pero pens
en sus hijos, en todos sus hijos, y en
que tal vez tuviera que arrepentirse
despus por no haber aprovechado
la oportunidad de disfrutar de esas
pequeas vidas que pasan tan
rpidamente. As es que sonri a
travs de su pena y dijo:
No, Katie, no s que son; dime.
Son las Escrituras, dijo
Katie y sabes qu dicen?
La hermana Lewis dej de sonrer,
mir seriamente a su pequea, se
arrodill para estar a su altura, y dijo:
Dime, Katie, qu dicen las
Escrituras?
Dicen 'Confa en Jess'. Y se
fue.
La hermana Lewis dice que al
levantarse, con esos escritos de su
hija de cuatro aos en las manos,
sinti en forma tangible un abrazo
de paz que rodeaba su intranquila
alma y un sentimiento divino que
calmaba su corazn atormentado.
Katie Lewis, "ngel y ministro de
gracia", pienso como t. En un
mundo de desaliento, dolor y
plagado de pecado, en una poca en
que prevalecen el temor y la
desesperacin, en que la humanidad
est afiebrada y delirante sin
mdicos que la alivien, yo tambin
digo: 'Confa en Jess'.
Permtanle calmar la tempestad y
que nos eleve por sobre la tormenta.
Confen en que El puede levantar al
gnero humano de su lecho de
afliccin, en esta vida y en la
eternidad.
"Su gran amor debemos hoy saber
corresponder,
y en Su redencin confiar y
obedientes ser"
(Himnos, 1992, No. 119).
En el nombre de Jesucristo.
Amn.

Un gran cambio en
el corazn
Eider Spencer J. Condie
De los Setenta

"Una de tas poderosas doctrinas del Libro de Mormn es que podemos y,


en verdad, debemos efectuar un gran cambio en nuestro corazn/'

respondi: "Bueno, Spencer, si vas a


andar imitndome, espero que te
portes bien".
SED PERFECTOS

ace algunos aos, cuando la


hermana Condie y yo
bamos saliendo del
Tabernculo, se nos acerc una
encantadora hermana que nos dijo
con alegra: "Buenos das, presidente
Hinckey". Le respond: "Siento
desilusionarla, hermana, pero soy el
lder Condie, de los Setenta". Su
feliz expresin se torn en
desilusin. Casi no haba pasado un
minuto, cuando otra hermana me
salud de la misma manera: "Buenos
das, presidente Hinckey". Para no
causarle la misma desilusin que a la
otra hermana, le di la mano y le dije:
"Gracias, hermanita; que tenga
usted un buen da".
Unos meses ms tarde, cuando el
presidente Hinckey se encontraba
de visita en Portugal para una
conferencia regional, le confes mi
pecado, y en su tpico tono amable

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El Salvador nos ha dado a cada


uno de nosotros el mandamiento de
no solamente comportarnos bien,
sino de ser perfectos, tal como El y Su
Padre son perfectos (vase Mateo
5:48; 3 Nefi 12:48). A veces esta
bsqueda de la perfeccin prueba
nuestra paciencia y nuestra fe a
medida que continuamos luchando
con las debilidades de la carne. Pero
un Padre Celestial amoroso no nos ha
dejado solos en nuestra batalla con el
adversario. Una doctrina que se
repite con frecuencia en el Libro de
Mormn es que el Espritu Santo
participa activamente en nuestras
vidas, persuadindonos a hacer el
bien. Tanto Nefi como Mormn nos
ensean que el Espritu Santo lucha
con nosotros para ayudarnos a resistir
la maldad (vase 2 Nefi 26:11 y
Mormn 5:16). El rey Benjamn nos
exhorta a someternos al influjo del
Espritu a fin de despojarnos del
hombre natural, que es un enemigo
de Dios (vase Mosah 3:19). Amulek
nos exhorta a que no contendamos
ms en contra del Espritu Santo
(vase Alma 34:38), y Moroni nos
asegura que el Espritu Santo nos
persuade a hacer lo bueno (vase
ter 4:11).
Las palabras luchar, influir,
contender y persuadir son todos verbos
que denotan accin e indican la

influencia positiva que el Espritu


Santo puede tener en nuestras vidas
al ayudarnos activamente en nuestra
bsqueda de la perfeccin. Pero
Lucifer, cuya malicia siempre conduce
al sufrimiento, trata persistentemente
de distraernos para evitar que
logremos nuestra meta eterna. El
diablo utiliza miles de diferentes
tcticas para tentarnos, pero yo dira
que todas sas podran agruparse
dentro de dos estrategias satnicas
principales.
EL ORGULLO Y EL DESNIMO

La primera es el orgullo, descrito


por el presidente Benson como "la
piedra de tropiezo de Sin" (Ensign,
mayo de 1989). La segunda estrategia
principal de Satans es el desnimo,
el cual conduce a la prdida de la fe,
la esperanza y la paciencia. Estas dos
estrategias inicuas del adversario son
resistentes a los cambios. Para los
orgullosos, el cambio es algo
amenazador ya que requiere un
corazn quebrantado y un espritu
contrito, un corazn sumiso y
humilde.
Aquellos que estn desanimados
piensan que no pueden hacer nada
para cambiarse a s mismos ni para
modificar sus circunstancias. Ya sea
que Satans nos aflija con el orgullo o
el desnimo, el resultado es
mayormente el mismo: que
empezamos a aceptarnos a nosotros
mismos tal como somos, declarando;
"As soy yo".
Una de las poderosas doctrinas del
Libro de Mormn es que podemos y,
en verdad, debemos efectuar un gran
cambio en nuestro corazn (vase
Mosah 5:2; Alma 5:14). El Libro de
Mormn tambin nos ensea que "la
maldad nunca fue felicidad" (Alma
41:10) y que "existen los hombres
para que tengan gozo" (2 Neft 2:25).
La jornada que lleva de la iniquidad
al gozo requiere un gran cambio en el
corazn.
EL VENCER LOS MALOS HBITOS

Tengo un viejo amigo que era


dueo de un prspero negocio.

A veces, en busca del alivio de


todas las presiones de sus
responsabilidades, participaba de
sustancias prohibidas por la Palabra
de Sabidura. A medida que las
tensiones en su vida fueron
aumentando, lo mismo ocurri con
el consumo del alcohol. De hecho,
se estaba convirtiendo en prisionero
del alcohol.
Una tarde sinti los susurros del
Espritu que lo alentaban para dejar
a un lado aquel vicio que haba
empezado a infringir en su albedro
moral. Sali de su oficina por varias
horas y fue en su auto a un lugar
solitario, lejos de la ciudad. Ah se
arrodill y le suplic humildemente
al Seor, pero con toda la energa de
su corazn, que le diera la fortaleza
para vencer aquel vicio que le
robaba su espiritualidad y
amenazaba con destruir su alma.
Permaneci largo tiempo de rodillas,
y finalmente un espritu dulce y
purificador empez a destilar en su
alma, despojndolo de cualquier

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deseo de beber y fortificndolo con


una firme determinacin de guardar
los mandamientos.
Un obispo que era sensible a las
cosas espirituales not un cambio en
mi amigo y le extendi un
llamamiento para que trabajara con
los jvenes del Sacerdocio Aarnic
del barrio. Como lder tena un
talento innato y cumpli con
entusiasmo su llamamiento, y
aproximadamente un ao ms tarde
fue llamado para ser el nuevo
obispo, a quienes todos queran por
la habilidad que tena de aconsejar a
los que eran prisioneros del pecado.
El presidente Joseph Fieiding
Smith nos ense: "Los hbitos se
forman fcilmente; es igual de fcil
formar buenos hbitos como formar
los malos" ("The Wisdomof
President joseph Fieiding Smith",
New Era, pgs. 20-23).
Conozco a otro buen hombre que
se cri en una familia que careca de
las bendiciones del evangelio. A
travs de una serie de sucesos

desdichados ocurridos a temprana


edad, fue introducido a la
homosexualidad, y gradualmente se
convirti en prisionero de este
comportamiento adictivo.
Un da, dos jvenes misioneros
tocaron a su puerta y le preguntaron
si estara interesado en aprender
acerca del Evangelio restaurado de
Jesucristo. En el fondo de su
corazn l deseaba librarse de
aquella prisin de inmundicia, pero
al sentirse incapaz de cambiar el
rumbo que su vida haba tomado,
ms tarde opt por dejar de recibir
las charlas misionales. Antes de irse
de su apartamento, los dos lderes
le dejaron una copia del Libro de
Mormn, testificndole de su
veracidad.
Mi amigo lo coloc en un
estante y se olvid de l por varios
aos. Continu poniendo en
prctica sus tendencias
homosexuales, con la creencia de
que esas relaciones le traeran la
felicidad. Pero tristemente, con cada
ao que pasaba, su desdicha
aumentaba.
Un da, en las profundidades de
la desesperacin, busc en el estante
algo para leer que pudiese edificarlo
y elevarlo y que restaurara su propia
estimacin. Sus ojos se detuvieron
en un libro con tapas azules que los
misioneros le haban dado haca
varios aos. Empez a leerlo; en la
segunda pgina del libro ley en
cuanto a la visin del padre Lehi, en
donde le fue dado un libro, y
"mientras lea, fue lleno del Espritu
del Seor" (1Nefi 1:1.2). Y a
medida que mi buen amigo
continu leyendo, l tambin fue
lleno del Espritu del Seor.
Ley la exhortacin de despedida
del rey Benjamn, de realizar un
potente cambio en el corazn no
un cambio leve sino un potente
cambio. Recibi esperanza mediante
las consoladoras ancdotas de
conversin de Ens, Alma, Araran
y Aarn. Asimismo, se sinti
inspirado por el relato de la visita
del Salvador a los antiguos nefitas.
Para cuando termin de leer la
ltima pgina del Libro de Mormn,

estaba preparado para aceptar la


tierna exhortacin de Moroni:
"...venid a Cristo y perfeccionaos en
l, y absteneos de toda impiedad"
(Moroni 10:32).
Mi amigo se puso en contacto
con la Iglesia, se le ense el
evangelio y fue bautizado. Al poco
tiempo se cas con una encantadora
jovencita y hoy da son padres de
varios bellos hijos. El y su esposa son
siervos dinmicos y devotos del
Seor, que tienen una influencia
positiva en muchas otras personas.
FORTALECER EL MATRIMONIO
Algunas personas no solamente
se convierten en prisioneras de sus
propios comportamientos adictivos,
sino que tambin empiezan a
sentirse prisioneros dentro de los
lazos del matrimonio.
Hace algunos aos, mi esposa
Dorthea y yo atravesbamos los
jardines de un templo en un pas
extranjero, y nos topamos con una
hermana de cabello cano que
pareca muy feliz. Su rostro alegre,
semejante al de Cristo, pareca
distinguirla de aquellos que la
rodeaban, y me sent inclinado a
pedirle que me explicara por qu se
vea tan feliz y contenta en la vida.
Sonriente, nos dijo: "Hace varios
aos, yo tena prisa por casarme y,
francamente, despus de unos
meses, me di cuenta de que me
haba casado con el hombre
equivocado". Despus continu: "El
no tena ningn inters en la Iglesia
como me haba hecho creer, y me
trat muy mal durante varios aos.
Un da llegu a la conclusin de que
ya no poda seguir soportando esa
situacin, de manera que,
desesperada, me puse de rodillas y le
pregunt a mi Padre Celestial si El
estaba de acuerdo con que me
divorciara de mi esposo.
"Tuve una experiencia muy
peculiar", coment. "Despus de
haber orado fervientemente, el
Espritu me revel varias
perspectivas a las que previamente
no les haba puesto atencin. Por
primera vez- en mi vida me di cuenta

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de que, al igual que mi esposo, yo


tampoco era perfecta. Empec a
tratar de superar mi intolerancia e
impaciencia por su falta de
espiritualidad.
"Empec a tratar de ser ms
caritativa, amorosa y comprensiva.
Y saben lo que sucedi? Cuando yo
empec a cambiar, mi esposo empez
a cambiar. En vez de molestarlo
constantemente para que fuera a la
Iglesia ya no le deca nada y l poco
a poco decidi por s mismo
acompaarme.
"Recientemente nos sellamos en
el templo, y ahora pasamos un da
por semana en el templo juntos.
Bueno, l todava no es perfecto,
pero me siento tan feliz de que el
Seor nos haya amado lo suficiente
para ayudarnos a resolver nuestros
problemas".
El presidente Benson ha dicho:
"El orgullo se preocupa en quin est
en lo correcto; la humildad se
preocupa en qu es lo correcto".
Cuando nos humillamos, el Espritu
siempre nos indicar lo correcto.
En Doctrina y Convenios el
Seor prometi: "El poder de mi
Espritu vivifica todas las cosas"
(D. y C. 33:16). Por medio del
Espritu Santo, Su Espritu consuela
a los que lloran, ensea y testifica a
los que tienen sed de la verdad,
purifica a los quebrantados de
corazn que quieren ser limpios, y
nos advierte en cuanto a los peligros
que hay en nuestro camino, como lo
ilustra la siguiente experiencia.
LA VOZ DE AMONESTACIN
En enero de 1975, en una noche
obscura y lluviosa en Tasmania, una
barcaza de siete mil toneladas choc
contra dos pilares del puente
Tasman, que conecta Hobart,
Tasmania, con los suburbios
orientales al otro lado de la baha.
Se haban desplomado tres de las
secciones del puente. Una familia
australiana, de nombre Ling, iba
cruzando el puente en su automvil
cuando de pronto el puente qued a
obscuras. En ese momento un
automvil que viajaba a gran

velocidad los rebas y desapareci


de su vista. Murray Ling fren de
inmediato, detenindose
abruptamente a tan slo un metro
del borde del vaco.
Sac a su familia del auto y luego
empez a hacer seales con el fin de
advertirles a los que se acercaban
en cuanto al desastre. A medida
que agitaba frenticamente los
brazos, horrorizado vio a un auto
que vir violentamente a un lado
de l para caer en el abismo. Un
segundo automvil apenas pudo
detenerse a tiempo, mientras que
un tercero no se detuvo y choc
con el auto de la familia Ling en el
borde del puente.
De pronto, un autobs lleno de
personas se dirigi hacia l sin hacer
caso de sus seales de advertencia.
Con desesperacin, y arriesgando su
vida, corri junto al bus del lado del
conductor gritndole: "Se ha cado
una seccin del puente!". El autobs
vir justamente a tiempo, yendo a
parar contra el enrejado. Se haban
salvado docenas de vidas. (Stephen
Johnson, "Over the Edge!", Reader's
Digest, noviembre de 1977, pgs.
127-130.)
Estoy agradecido por estos
Hermanos a quienes sostenemos
como profetas, videntes y
reveladores, y que nos previenen en
cuanto a los puentes que no
debemos cruzar. Estos grandes
hombres a quienes sostenemos como
profetas, videntes y reveladores no
predican palabras persuasivas con
sabidura humana, sino con una
demostracin de poder por medio
del Espritu" (vase 1 Corintios 2:4).
Sus intenciones son puras a medida
que se esfuerzan por edificar e! reino
de Dios y por elevar y edificar a los
santos de Dios. Segn las palabras
del apstol Pablo, se han llegado a
convertir en "prisioneros de Cristo"
(vase Efesios 3:1, 4:1; Filemn 1, 9;
2 Timoteo 1:8), cuyo nico deseo es
hacer la voluntad del Seor... nada
ms ni nada menos. Estos son
hombres de Dios! Ruego que demos
odo a sus voces de amonestacin, lo
ruego humildemente en el nombre
de Jesucristo. Amn. D

"Desde el principio
por el eider Neal A. Maxwell
Del Quorum de los Doce Apstoles

Muchos se alejaron del evangelio y sus verdades "claras y preciosas" (1


Nefi 13:40). Era demasiado sencillo. Prefirieron buscar lo que no podan
entender (vase Jacob 4:14).

unque el ensear acerca de


las grandes apostasas de la
historia ha sido desde hace
largo tiempo un factor constante del
evangelio restaurado, no siempre se le
ha prestado mucha atencin. Dado
que comprendemos en toda su
amplitud que algunas de nuestras
creencias no las comparten otras
personas y viceversa, mi objetivo es la
instruccin interna y no la persuasin
externa. Pero la buena voluntad
puede seguir prevaleciendo; en
realidad, junto con ustedes,
hermanos, me regocijo por las buenas
obras y las expresiones de fe de
muchas personas de otras religiones.
Por ejemplo, las recientes
declaraciones del Papa sobre la
castidad han sido apropiadas y
valerosas y yo las aplaudo.
Incontables personas honorables de!
mundo hacen mucho sin tener lo que
nosotros, los miembros, llamamos la
plenitud del evangelio, mientras que

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algunos de nosotros,
lamentablemente, hacemos tan
poco, teniendo tanto!
Creemos que Adn y Eva fueron
los primeros seres humanos de este
planeta y los primeros cristianos.
"Y as se empez a predicar el
evangelio desde el principio, siendo
declarado por santos ngeles enviados
de la presencia de Dios, y por su
propia voz, y por el don del Espritu
Santo.
"Y as se le confirmaron todas las
cosas a Adn mediante una santa
ordenanza..." (Moiss 5:58-59;
cursiva agregada).
Y as, hermanos, qued
establecida la manera en que Dios
se comunicara con el hombre desde
el comienzo, tal como en la
posterior Restauracin.
"...por tanto, envi [Dios]
ngeles para conversar con ellos, los
cuales causaron que los hombres
contemplaran la gloria de Dios.
"Y de all en adelante empezaron
los hombres a invocar su nombre;
por tanto Dios convers con ellos y
les hizo saber del plan de
redencin... {Alma 12:29-30; vase
tambin Moiss 5:58-59).
No obstante, la primera plenitud
de conocimiento no tard en
perderse. La resultante
fragmentacin, dilucin y distorsin
llev a una amplia gama de
religiones: cristianas y no cristianas.
El presidente Joseph E Smith dijo
que en medio de esa difusin algunas
leyes y algunos ritos los "llev la
posteridad de Adn a todas las tierras,
y los conservaron, ms o menos puros,
hasta el Diluvio, y desde No... hasta

los que le sucedieron, esparcindose


por todas las naciones y los pases... No
es extrao, entonces, que hallemos
vestigios del cristianismo entrenaciones que no conocen a Cristo y
cuya historia comenz despus del
Diluvio, independiente y separada de
los anales de la Biblia" (Joseph E
Smith, Journal of Discourses, tomo XV
pg. 325. Vase tambin Alma 29:8).
A la primitiva plenitud del
conocimiento siguieron el hambre
de "or la palabra de Jehov
peridicamente" (Amos 8:11). Las
apostasas del antiguo Israel fueron
citadas por Jehov, incluyendo el
cambio d las ordenanzas, el haber
quebrantado los convenios y su
rebelda. (Vase Isaas 24:5;
Ezequiel 2:3.)
Una gran apostasa se produjo
despus de la muerte de los
Apstoles, "los sembradores de la
semilla" (D. y C. 86:2, 3; vase
tambin Judas 1:17; Mosah 26:1).
Las epstolas del Nuevo
Testamento indican claramente que
una grave y general apostasa no
slo una espordica disensin
comenz poco despus. Santiago
habl de "las guerras y los pleitos"
dentro de la Iglesia (vase Santiago
4:1). Pablo se lament de las
"divisiones" que haba en la Iglesia y
mencion a los "lobos rapaces, que
no perdona [ran] al rebao" (vase
1 Corintios 11:18; Hechos
20:29-31). El saba que vendra la
apostasa y les escribi a los
tesalonicenses dicindoles que la
segunda venida de Cristo no
ocurrira "sin que antes [viniera] la
apostasa" y les advirti adems, "ya
est en accin el misterio de la
iniquidad" (2 Tesalonicenses 2:3, 7).
Cerca del fin, Pablo,
reconociendo lo extensa que era la
apostasa, escribi: "me
abandonaron todos los que estn en
Asia" (2 Timoteo 1:15).
A Pablo le acusaron injustamente
de haber enseado: "Hagamos males
para que vengan bienes" (Romanos
3:8). La calumnia que le levantaron a
Pablo quiz haya reflejado los
desatinos nicolatas, los que decan
que puesto que Dios nos da la

Lderes de la Iglesia y miembros provenientes de distintas partes del mundo pudieron escuchar
el desarrollo de la conferencia en su propio idioma por medio de audfonos conectados con las
cabinas de los intrpretes instaladas en el subsuelo del Tabernculo.

manera de ser salvos de nuestros


pecados, debemos pecar a fin de
permitirle efectuar ese gran bien. Con
razn, el Seor, en el Apocalipsis,
conden las enseanzas y los actos
perniciosos de los nicolatas (vase
Apocalipsis 2:6, 15.)
La propagacin de la fornicacin
y de la idolatra alarm a los
Apstoles (vase 1 Corintios 5:9;
Efesios 5:3; Judas 1:7). Juany Pablo
se lamentaron del surgimiento de
falsos apstoles (vase 2 Corintios
11:13; Apocalipsis 2:2). La Iglesia
estaba evidentemente sitiada.
Algunos no slo se alejaron de ella
sino que despus abiertamente
manifestaron su oposicin. En cierto
momento, nadie estuvo al lado de
Pablo, y l se lament, diciendo:
"todos me desampararon"
(2 Timoteo 4:16). Tambin se quej
de los que trastornaban casas
enteras (vase Tito 1:10, 11).
Algunos lderes locales se
rebelaron, como aquel al que le
gustaba tener el primer lugar entre
ellos y que no reciba a los
Apstoles (vase 3 Juan 1:9-10).
Por eso el presidente Brigham
Young dijo:
"...Se dice que el Sacerdocio se
quit de la Iglesia; pero no fue as, lo
que ocurri fue que la Iglesia se
apart del Sacerdocio..." (Journal of
Discourses, tomo XII, pg. 69).
Las inquietudes que expresaron

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Pedro, Juan, Pablo y Santiago por el


abandono de lo verdadero no eran
paranoia sino profticas
advertencias sobre la Apostasa.
Adems, haba otra influencia en
juego: la helenizacin cultural del
cristianismo. Escribi Will Durant
en su obra Historia de la
Civilizacin: "La lengua griega,
duea durante siglos del cetro de la
filosofa, fue tambin el medio de
expresin de la literatura y el ritual
cristianos" (Will Durant, The Story
of Civilization: Pan III, Caesar and
Christ. New York: Simn and
Schuster, 1944, pg. 595). Las
sendas errneas que se haban
seguido hasta entonces para
describir a Dios estaban all y era
muy fcil seguir transitndolas
(vase Robert M. Grant, Gocs and
the One God, Philadelphia: The
Westminster Press, pgs. 71-85,
152,158).
Otro erudito sac en conclusin
que:
"Era imposible para los griegos...
cuyo conocimiento permeaba todo
su ser, recibir o retener el
cristianismo en su primitiva
sencillez" (The Influence of Greek
Ideas on Christianity [New York:
Harper and Row, 1957], pg. 49).
Las experiencias de Pablo en
Atenas ponen de manifiesto la
mentalidad de los griegos (vase
Hechos 17). Los intelectuales que lo

escuchaban le preguntaron: "...qu


es esta nueva enseanza... Pues
traes a nuestros odos cosas
extraas..." (Hechos 17:19-20).
Luego, cuando Pablo les habl del
Dios Viviente y de la Resurreccin,
"se burlaron" (Hechos 17:32)
porque pareca ser "predicador de
nuevos dioses" (Hechos 17:18;
vase tambin el vers, 29).
Algunos crean que la materia era
intrnsecamente mala, concepto que
representaba tanto el pensamiento
griego como el oriental (vase E. R.
Dodds, Pagan and Christian in an Age
of Anxiety. New York: W. W Norton
and Company, Inc., pg. 14). Y por
eso razonaban que si el cuerpo
constitua una "crcel tenebrosa" de
la que se deba procurar escapar,
para qu desear la resurreccin?
(Dodds, pg. 30. nota 1). Esa opinin
contrasta marcadamente con la
revelacin de los ltimos das que
dice que slo cuando el cuerpo
resucitado y el espritu de la persona
estn al fin inseparablemente unidos
recibirn "una plenitud de gozo"
(vase D. y C. 93:33; 88:15-16;
138:17). Adems, Dios us la materia
para crear esta tierra "para que fuese
habitada", despus de lo cual, El
"vio... todo lo que haba hecho, y he
aqu que era bueno en gran
manera"... y no malo! (Isaas 45:18;
Gnesis 1:31.)
Adems, algunos tenan sus
dudas con respecto a adorar a un
Dios que sufra. Un erudito
contemporneo observ que "los
sufrimientos humanos de Jess...
eran causa de bochorno para
algunos cristianos porque daban
lugar a las crticas de los paganos"
(Dodds, pg. 119). Por eso, muchos
griegos consideraban a Cristo y a lo
que El representaba como una
"locura" (1 Corintios 1:23).
Muchos se alejaron del evangelio
y sus verdades "claras y preciosas"
(1 Nefi 13:40). Era demasiado
sencillo. Prefirieron buscar lo que no
podan entender (vase Jacob 4:14).
El apstol Juan conden a los
anticristos que enseaban que Jess
no haba "venido en carne" (1 Juan
4:3) dando a entender que la

apariencia corporal de Jess era una


ilusin adaptada a la debilidad del
ser humano (vase Juan 1:1-3, 14).
Otra forma griega de ir ms all de
la verdad era el interpretar los
acontecimientos histricos con
sentido alegrico. Esa insistencia de
antao de no creer que Jess fuera
parte de la historia humana se repite
hoy en da.
La razn, la tradicin filosfica
griega, domin y despus suplant la
confianza en la revelacin, un
resultado que fue probablemente
acelerado por bien intencionados
cristianos que deseaban acomodar sus
creencias al pensamiento de la poca.
El historiador Will Duf ant
tambin escribi: "El cristianismo
no destruy el paganismo, sino que
lo adopt, y, as, el pensamiento
griego, que iba perdiendo vitalidad,
cobr renovada vida" (Caesar and
Christ, pg. 595).
Lamentablemente, demasiados
miembros de la Iglesia, como lo dijo
Pablo, se cansaron y se desanimaron
(vase Hebreos 12:3).
Hacia mediados del siglo dos, las
cosas cambiaron notablemente. Otro
erudito escribi sobre la estructura
teolgica y la forma considerable en
que sta se haba cambiado,
reflejando as la helenizacin del
cristianismo (vase Stephen
Robinson, Emign, enero de 1988,
pg. 39).
Pedro, que presenci lo que
estaba ocurriendo, habl con
esperanza de un da lejano, de los
largamente esperados "tiempos de la
restauracin de todas las cosas, de
que habl Dios por boca de sus
santos profetas que han sido desde
tiempo antiguo" (Hechos 3:21).
Pablo, tambin, escribi sobre "la
dispensacin del cumplimiento de los
tiempos", una poca particular entre
todas, (Romanos 11:25; Efesios 1:10),
que reunira "todas las cosas en
Cristo... las que estn en los cielos,
como las que estn en la tierra"
(Efesios 1:10). Todo sera restaurado,
incluso la plenitud que tuvo Adn en
el principio. (D. yC. 128:21;
Abraham 1:3.) Sin embargo, nunca
ms habra otra apostasa universal,

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sino slo individual (vase Daniel


2:44; D. y C. 65:2).
Entre las cosas gloriosas que se
restauraron en el siglo diecinueve,
se cuenta el llamamiento del profeta
Jos Smith, que oy la propia voz de
Dios, recibi revelaciones anglicas
y tambin el Santo Apostolado y las
llaves del sacerdocio. Tambin
recibi Escrituras adicionales, que
abrieron las puertas a las Escrituras
que seguiran y que incluy la
restitucin del conocimiento sobre
la naturaleza de Dios, el Padre, y de
Cristo, el Hijo, y de la Expiacin.
Nuestro Mismo Salvador declar:
"Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el nico Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado" (Juan 17:13).
Habindolo aprendido por
revelacin, Jos Smith ense: "S los
hombres no entienden el carcter de
Dios no se entienden a s mismos"
(Enseemos del Profeta Jos Smith,
pg. 343). Asimismo, hermanos y
hermanas, si no comprendemos los
propsitos de Dios, no comprenderemos el propsito de la vida! En el
plan de salvacin de Dios, El no hace
nada que no sea para el beneficio de
Sus hijos en el mundo; el hombre es
su objetivo central (vase Mosah
8:18; D. y C. 46:26; vase tambin
Moiss 1:39).
Del mismo modo, se restauraron
doctrinas, ordenanzas y convenios
relacionados con los santos templos.
Y as, la revelacin reemplaz la larga
y desmesurada dependencia en la
razn. No obstante, con respecto a la
razn, la invitacin del Seor de la
Restauracin es: "Por tanto, escuchad
y razonar con vosotros" (D. y C
45:15). Ese escuchar realza y extiende
el intelecto, y da entrada a las
iluminadas altiplanicies del
entendimiento revelado. "Y ahora
venid... razonemos juntos para que
entendis" es una invitacin a la
enseanza divina, pero slo los
mansos tienen la sabidura
indispensable para aceptarla. (Isaas
1:18; vase tambin 2 Nefi 32.7).
Y ha de venir an ms
conocimiento en palabras que
"...revelan todas las cosas desde la

fundacin del mundo hasta su fin"


(2 Nefi 27:10; vase tambin
D. y 0.121:28-32).
Las "gozosas nuevas" de la
Restauracin vinieron para que la fe
"aumente en la tierra" (D. y C.
1:21), un remedio vivificante para lo
que Matthew Arnod describi as:
La fe como el mar era,
como marea alta y plena...
Pero ahora slo oigo su melanclico
rumor de retirada,
que las playas del mundo desnuda.
("Dover Beach". Traduccin.)
Mientras que es justificado
nuestro regocijo por la
Restauracin, aprendamos tambin
las lecciones del pasado y
reconozcamos los mtodos de
revelacin de Dios, incluso el don
del Espritu Santo por medio del
cual se recibe apoyo y confirmacin.
Honremos tambin a "los
sembradores de la semilla" de la
actualidad: los Apstoles. Tengamos
cuidado de no adaptar las doctrinas
reveladas a las ideas personales.
Alimentmonos espiritualmente
tanto nosotros mismos como a
nuestros familiares y a las
congregaciones de la Iglesia, a fin de
que nuestro "nimo no se canse
hasta desmayar" (Hebreos 12:3).
Hay quienes se separan ellos
mismos de la Iglesia, y de eso el
presidente George Q. Cannon dijo
en 1875:
"Estoy agradecido de que Dios
permita que los que no guardan los
mandamientos que se aparten de la
Iglesia, para que sta sea limpiada, y
en cuanto a eso, esta Iglesia es
diferente de cualquier otra que exista
sobre la tierra... El proceso de
arrancar la mala hierba ha estado en
vigencia desde el comienzo de esta
Iglesia hasta el presente" (George Q.
Cannon, Journal of Discourses, 18:84).
En los das que vienen, "todas las
cosas estarn en conmocin" (D. y C.
88:91). Quiz hasta sintamos
nostalgia por los tiempos en que la
Iglesia no era muy conocida {vase
D. y C. 1:30). En medio de los
retumbantes acontecimientos, las

complejas y convergentes
condiciones del mundo nos traern
tribulaciones, as como
oportunidades. Sin embargo, los
miembros fieles de la Iglesia sentirn
el aumento gradual de todo ello,
mientras son impulsados hacia
adelante como en la cima de la ola
de imponentes circunstancias.
Aquel, cuyo nombre lleva esta
Iglesia, nos ha prometido que estar
"en medio de [nosotros!" (D. y C.
6:32), que nos guiar (vase D. y C.
78:18), que ir delante de nosotros
(vase D y C. 44:27; 84:88) y que
aun pelear nuestras batallas (vase
D. y C. 98:37). El tambin nos ha ,
dicho: "No temis, pues, a vuestros
enemigos, porque he decretado en
mi corazn probaros en todas las
cosas... para ver si permanecis en mi
convenio hasta la muerte, a fin de
que seis hallados dignos" {D. y C.
98:14)- Por tanto, tengamos tambin
paciencia y fe, como las tuvo Lehi,
que vio a los que con burla sealaban
a los que se aferraban a la barra de
hierro, la misma a la que,
paradjicamente, se haban aferrado
una vez algunos de los que se
burlaban (vase 1 Nefi 8:27, 33).
Pero Lehi dijo: "no les hicimos caso".
Lo mismo debe suceder con
nosotros! Hermanos y hermanas, si
seguimos la direccin correcta no
tenemos por que preocuparnos de
que se nos seale.
Nosotros, los Santos de los

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ltimos Das, a pesar de estar muy


lejos de tener hambre doctrinal,
todava no percibimos el enorme
alcance de la Restauracin. Con
nuestra limitada visin, nos
concentramos en los pequeos
baldosines y azulejos del evangelio,
y no vemos el magnfico mosaico de
la Restauracin! Por ejemplo, la
verdad revelada nos haba de la
extraordinaria vastedad de la obra
de Dios con sus "incontables
mundos" (Moiss 1:33; vase D. y C.
76:24). Y, no obstante, tambin se
da una gran importancia a cada
persona en forma individual, como
en las ordenanzas y las promesas de
los sagrados templos.
Podemos expresar mejor nuestra
gratitud por esta gloriosa plenitud
de conocimiento si aumentamos
nuestro amor hacia todo el gnero
humano. Y por qu no?, ya que a
Restauracin nos ha indicado quin
es en verdad nuestro prjimo.
Expresemos del mismo modo
nuestra gratitud esforzndomos por
llegar a ser, cualidad tras cualidad,
cada vez ms parecidos a Jesucristo
(vase 3 Nefi 27:27). Si vivimos as,
el nuestro no ser entonces un mero
agradecimiento por Jess, ni una
modesta admiracin hacia El, sino
que ser nuestra adoracin a jess
expresada en nuestro esfuerzo por
llegar a ser como El es.
As lo testifico en el Santo
nombre de Jesucristo. Amn.

SESIN DEL SBADO POR LA TARDE


2 de octubre de 1 993

Por esta vida y por la


eternidad
Elder Boyd K. Packer
Del Quorum de los Doce Apstoles

"Las leyes naturales y espirituales que gobiernan esta vida fueron


decretadas antes de la fundacin de este mundo. Son eternas, al igual
que las consecuencias de obedecerlas o desobedecerlas."

ueridos hermanos y
hermanas: Las Escrituras y
las enseanzas de los
profetas dicen que nosotros fuimos,
en la vida preterrenal, hijos e hijas
espirituales de Dios (vase D. y C.
76:24; Nmeros 16:22; Hebreos
12:9). Las diferencias sexuales
existan antes de que naciramos
(vase D. y C. 132:63).
En el gran concilio de los cielos
(Enseanzas del Profeta Jos Smith,
pgs. 433, 442, 453), se present el
plan de Dios (vase Abraham
3:24-27); el plan de salvacin
(vase Jarom 1:2; Alma 24:14; 42:5;
Moiss 6:62); el plan de redencin
(vase Jacob 6:8; Alma 12:25-36;
17;16; 18:39; 22:13-14; 39:18;

,42:11, 13) y el gran plan de felicidad


(vase Alma 42:8). Dicho plan
requiere que seamos probados, que
elijamos entre lo bueno y lo malo
(vase Alma 42:2-5); nos provee un
Redentor, la Expiacin y la
resurreccin y, si obedecemos, el
regreso a la presencia de Dios.
El adversario se rebel y adopt
su propio plan (vase 2 Nefi 9:28;
Alma 32:4,5; Helamn 2:8; 3 Nefi
1:16; D. y C. 10:12, 23; Moiss 4:3).
Los que lo siguieron perdieron el
derecho de tener un cuerpo mortal
(vase Enseanzas del Profeta Jos
Smith, pg. 217, 362). Nuestra
presencia en la tierra demuestra que
aceptamos el plan de nuestro Padre
(vase Enseanzas del Profeta Jos
Smith, pg. 217).
El nico objetivo de Lucifer es
oponerse al gran plan de felicidad y
corromper las ms puras, las ms
hermosas y las ms agradables
experiencias de esta vida, que son el
romance, el amor, el matrimonio y
la paternidad (vase 2 Nefi 2:18;
28:20). Los fantasmas del dolor y la
culpabilidad (vase Alma 39:5;
Moroni 9:9) le siguen de cerca. Slo
el arrepentimiento cura lo que l
hiere.
El plan de felicidad requiere la
unin digna del varn y la hembra,
del hombre y la mujer, del marido y
su esposa (vase D. y C. 130:2;
131:2; 1 Corintios 11:11; Efesios

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5:31). La doctrina nos ensea qu


hacer ante los fuertes impulsos
naturales que tan a menudo
dominan nuestras acciones.
Un cuerpo creado a imagen de
Dios fue creado para Adn (vase
Moiss 6:8-9), y se le llev al Jardn
de Edn (vase Moiss 3:8). Al
principio, Adn estaba solo. Tena el
sacerdocio (vase Moiss 6:67),
pero, solo, no poda cumplir con los
requisitos de su creacin (vase
Moiss 3:18).
Otro hombre no podra ayudarlo;
ni solo n con otro hombre poda
Adn progresar. Tampoco hubiera
podido hacerlo Eva con otra mujer.
As era entonces y sigue siendo
verdad hoy da.
Eva, una ayuda idnea para l,
fue creada; el matrimonio fue
instituido (vase Moiss 3:23-24) al
mandrsele a Adn que se allegara a
su esposa [no a cualquier mujer] y a
nadie ms (vase D. y O 42:22,
cursiva agregada).
Sobre Eva recay la
responsabilidad de tomar la decisin
(vase Moiss 4:7-12). Y debemos
honrarla por la decisin que tom.
Despus 'Adn cay para que los
hombres existiesen" (2 Nefi 2:25).
El lder Orson E Whitney
opinaba que la Cada haba ocurrido
"en dos direcciones: hacia abajo
pero tambin hacia adelante. Trajo
al hombre al mundo y lo encamin
hacia el progreso eterno" (Cowley
and Whitney on Doctrine,
compilacin de Forace Green, Salt
Lake City, Bookcraft, 1963).
Dios bendijo a Adn y a Eva y el
Seor les dijo: "Fructificad y
multiplicaos" (Moiss 2:28; vase
tambin Gnesis 1:28; 9:1), y as se
estableci la familia.
No existe nada en las
revelaciones que implique que ante
Dios sea preferible ser hombre y no
mujer, ni que El valore ms a Sus
hijos que a Sus hijas.
Todas las virtudes mencionadas
en las Escrituras como el amor, el
gozo, la paz, la fe, la divinidad, la
caridad, las comparten ambos sexos
(vase Glatas 5:22-23; D. y C
4:5-6; Alma 7:23-24}, y la

ordenanza del sacerdocio ms


importante en esta vida se imparte
slo al hombre y a la mujer juntos
(vase D. y C. 131:2).
Despus de la Cada, la ley de la
naturaleza ejerca autoridad
suprema en cuanto a los
nacimientos. Como dijo el
presidente J. Reuben Clark, hijo:
Existen "jugarretas de la naturaleza"
(vase "Our Wives and Our
Mothers in the Eternal Plan",
discurso pronunciado en la
conferencia general de la Sociedad
de Socorro, 3 de octubre de 1946),
que causan anormalidades,
deficiencias y deformaciones. A
pesar de que el razonamiento
humano considere injustas estas
cosas, ellas parecen contribuir al
cumplimiento de los objetivos de
Dios de probar a la humanidad.
La doctrina del Evangelio de
Jesucristo apoya y aprueba que se
siga todo instinto apropiado, que se
cumpla todo impulso justo, que se
consuma toda relacin humana que
glorifique, pues los mandamientos
revelados a Su Iglesia protegen estas
cosas.
Si Adn y Eva no fueran
diferentes el uno del otro, no
hubieran podido multiplicarse y
henchir la tierra (vase Gnesis
1:28). La clave del plan de felicidad
se basa en esas diferencias que se
complementan.
Algunas tareas se adaptan mejor a
la capacidad del hombre; otras, a la
naturaleza femenina. Tanto las
Escrituras como las leyes naturales
dictan que el hombre sea el protector
y el proveedor (vase D. y C. 75:28;
1 Timoteo 5:8).
Las responsabilidades del
sacerdocio en cuanto a la
administracin de la Iglesia se
realizan lgicamente fuera del hogar
y, por decreto divino, se han confiado
al hombre. Ha sido as desde el
principio, porque el Seor revel: "El
orden de este sacerdocio se confirm
para descender de padre a hijo... en
los das de Adn" (D. y C.
107:40-41; vase tambin D. y C.
84:14-16).
El hombre que tenga el

sacerdocio no le lleva ninguna


ventaja a la mujer para merecer la
exaltacin. La mujer, por. naturaleza,
es tambin creadora con Dios y la
principal encargada de la crianza de
los hijos. Las virtudes y los atributos
de los que dependen la perfeccin y
la exaltacin son naturales en la
mujer y se refinan con el
matrimonio y la maternidad.
El sacerdocio slo se da a los
hombres dignos para cumplir con el
plan de felicidad de nuestro Padre.
Es simplemente mejor cuando las
leyes de la naturaleza y la palabra
revelada de Dios trabajan
armonios ament.
El sacerdocio lleva consigo una
gran responsabilidad. "Ningn
poder o influencia se puede ni se
debe mantener en virtud del
sacerdocio, sino por persuasin, por
longanimidad, benignidad,
mansedumbre y por amor sincero;

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por bondad y por conocimiento


puro" (D. y C. 121:40-41, cursiva
agregada).
Si un hombre "ejerce mando,
dominio o compulsin... en
cualquier grado de injusticia" (vase
D.y C. 121:37), viola "...el
juramento y el convenio que
pertenecen al sacerdocio" (D. y C.
84:39). Entonces "...los cielos se
retiran, el Espritu del Seor es
ofendido" (D.yC. 121:37) ya
menos que se arrepienta, pierde sus
bendiciones.
Los papeles diferentes del
hombre y la mujer se declaran en
revelaciones celestiales, pero se
aprecian mejor en la experiencias
prcticas y rutinarias de la vida
diaria.
No hace mucho escuch a un
hermano quejarse en la reunin
sacramental de que no entenda por
qu sus nietos siempre decan que

iban a la casa de la abuela y nunca a


la casa del abuelo. Yo le aclar el
misterio: Los abuelos no hacen
pasteles!
Las leyes naturales y espirituales
que gobiernan esta vida fueron
decretadas antes de la fundacin de
este mundo (vase Enseanzas del
Profeta Jos Smith, pgs. 376-77,
455-56). Son eternas, al igual que
las consecuencias de obedecerlas o
desobedecerlas. No estn basadas en
normas polticas ni sociales y no
pueden cambiarse. Ni la presin, ni
las protestas, ni la legislacin
pueden alterarlas.
Hace algunos aos yo
supervisaba los seminarios para los
indios en Estados Unidos. Una vez
que fui a una escuela de
Albuquerque, estado de Nuevo
Mxico, el director me cont un
incidente ocurrido en una clase de
nios de seis aos.
Durante la leccin, un gatito
entr en el saln y distrajo a los
alumnos. La maestra lo llev al
frente para que todos pudieran
verlo. Una nia pregunt:
Es gatito o gatita?
No importa lo que es dijo la
maestra, porque la pregunta la tom
de sorpresa.
Pero los nios insistan y un
niito dijo:
Yo s cmo podemos decidir si
es gatito o gatita.
La maestra se dio por vencida y
contest:
Bueno, dinos entonces cmo
podemos saberlo.
Y el nio respondi:
Podemos votar!
Algunas cosas no se.pueden
cambiar. La doctrina no se puede
cambiar. El presidente Wilford
Woodruff dijo:
"Los principios que han sido
revelados para la salvacin y la
exaltacin de los hijos de los
hombres son principios que no
podemos revocar. Son principios que
ningn grupo de hombres [ni mujeres}
puede destruir. Son principios que no
mueren... Estn ms all del alcance
de los hombres y nadie los puede
tocar ni destruir. Ni siquiera si todo

el mundo se juntara para anular esos


principios, no podran hacerlo... Ni
una jota ni una tilde de estos
principios se suprimirn" (Journal of
Discourses, 22:342; cursiva
agregada).
Durante la Segunda Guerra
Mundial muchos hombres fueron al
combate. Por esas circunstancias, las
esposas y las madres de esos
soldados tuvieron que salir a
trabajar. La peor consecuencia de la
guerra fue la desintegracin de la
familia, fenmeno que se ha
prolongado hasta ahora.
En la Conferencia General de
octubre de 1942, la Primera
Presidencia mand un mensaje a
todos los santos de todas las tierras y
climas, que deca: "Por medio de la
autoridad que poseemos como
Primera Presidencia de la Iglesia,
advertimos a nuestra gente: Uno de
los primeros mandamientos que el
Seor dio a Adn y a Eva fue ste:
'multiplicad y henchid la tierra'. El
ha reiterado este mandamiento en
la actualidad. Ha revelado otra vez
en esta ltima dispensacin el
principio del convenio eterno del
matrimonio...
"El Seor nos ha dicho que es el
deber de todo marido y mujer
obedecer el mandamiento dado a
Adn de multiplicarse y henchir la
tierra, para que las legiones de
espritus escogidos que esperan
tabernculos de carne puedan venir
a la tierra y progresar por medio del
gran plan de Dios y llegar a ser
almas perfectas, porque sin estos
tabernculos de carne no pueden
progresar y llegar al lugar que Dios
les ha destinado. Por lo tanto, todos
los maridos y las mujeres en Israel
deben llegar a ser padres de nios
que nazcan bajo el sagrado convenio
eterno.
"Al traer al mundo a estos
espritus escogidos, tanto padres
como madres contraen una
obligacin sagrada hacia esos
espritus y haca el Seor mismo.
Porque el destino de esos espritus
en las eternidades, las bendiciones o
castigos que les esperarn en el ms
all dependern, en gran parte, del

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cuidado, las enseanzas y la


disciplina que los padres les den a
esos espritus.
"Ningn padre puede escapar esa
obligacin y responsabilidad, a cuya
estricta adherencia el Seor nos
har responsables. No hay otro
deber ms excelso que ste".
Con respecto a la maternidad, la
Primera Presidencia dijo: "La
maternidad, por lo tanto, se
convierte en un llamamiento
sublime, una dedicacin sagrada
para llevar a cabo los planes del
Seor, una consagracin a la crianza
y educacin del cuerpo, la mente y
el espritu de los que guardaron su
primer estado y vinieron a la tierra a
vivir el segundo estado, 'para ver si
harn todas las cosas que el Seor
su Dios les mandare' (Abraham
3:25). La tarea de las madres es
ayudarles a guardar su segundo
estado y 'a quienes guarden su
segundo estado, les ser aumentada
gloria sobre su cabeza para siempre
jams' (Abraham 3:26).
"Este divino cuidado maternal
slo pueden dispensarlo las madres.
No puede delegarse a otros. Las
nieras no pueden hacerlo; las
guarderas pblicas tampoco; las
empleadas domsticas tampoco;
slo las madres, con la ayuda de las
amorosas manos de los padres y de
los hermanos pueden dar de lleno
este cuidado constante".
La Primera Presidencia aconsej
que: "La madre que delega a otros el
cuidado de sus hijos para hacer
trabajos no maternales as sea por
dinero, fama o por servir a la
comunidad, debe recordar que el
hijo que se abandona 'avergonzar a
su madre' (Proverbios 29:15). En
esta poca, el Seor ha dicho que a
menos que los padres enseen a los
hijos las doctrinas de la Iglesia "el
pecado ser sobre la cabeza de los
padres" (D. y C. 68:25).
"La maternidad se acerca a lo
divino. Es el servicio ms sublime y
ms sagrado que podemos llevar a
cabo. Coloca a la mujer que honra
su sagrado llamamiento y servicio a
la altura de los ngeles"
(Conference Report, oct. de 1942,

pgs. 7, 11-13).
Este mensaje y advertencia de la
Primera Presidencia se necesita ms
ahora que cuando se dio en aquel
entonces. Y la voz de ninguna de las
organizaciones de la Iglesia, no
importa a qu nivel se encuentre, se
iguala a la de la Primera
Presidencia.
A cualquier persona que, por
circunstancias ajenas, no tenga la
bendicin de casarse ni de ser padre
o madre, o que deba criar sola a sus
hijos, teniendo que trabajar para
mantenerlos, no se le negar
ninguna bendicin en las
eternidades, si cumple con los
mandamientos (vase D. y C.
137:7-9). Como prometi el
presidente Lorenzo Snow: "Eso es
definitivamente seguro" (Millennial
Star, 61:547, 31 de agosto de 1899).
Termino con una parbola.
Una vez, un hombre recibi dos
llaves como herencia. Le fue dicho
que la primera llave abra una
bveda que l deba proteger a toda
costa. La segunda llave era de una
caja fuerte que estaba dentro de la
bveda y que contena un tesoro
invalorable. Se le dijo que abriera la

caja fuerte y usara las cosas


preciosas que all se guardaban. Se
le advirti que muchos trataran de
robarle su herencia. Se le prometi
que si usaba el tesoro para bien, ste
no se gastara, nunca desaparecera
y lo tendra eternamente. Sera
probado, y si lo usaba para
beneficiar a otros, su gozo y
bendiciones aumentaran.
El hombre entr solo en la
bveda. La primera llave abri la
puerta y con la otra trat de abrir
donde estaba el tesoro, pero no
pudo, porque haba dos cerraduras
en la caja fuerte. Aquella llave sola
no la abra. Hizo todo lo posible,
pero no pudo abrirla. Estaba
confundido porque le haban dado
las llaves; saba que el tesoro le
perteneca; haba obedecido las
instrucciones, pero no poda abrir
la caja.
Por fin lleg una mujer a la
bveda y ella tena otra llave. Era
muy distinta de la llave que l tena.
La llave de ella abra la otra
cerradura. Le hizo sentir humilde el
saber que no poda recibir la
herencia sin la ayuda de ella.
Hicieron un pacto de que juntos

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abriran el tesoro y, como se les


haba indicado, l protegera la
bveda y ella cuidara el tesoro. A
ella no le molestaba que l, por ser
el guardin de la bveda, tuviera
dos llaves, porque el objetivo de l
era asegurarse de que ella estuviera
bien, mientras ella cuidaba lo que
era tan valioso para ambos. Juntos
abrieron la caja y usaron la herencia
y se alegraron porque tal como se les
haba prometido, nunca disminua.
Con gran gozo se dieron cuenta
de que podan compartir el tesoro
con sus hijos; y cada uno poda
recibir la misma cantidad que la
generacin anterior.
Tal vez algunos de sus
descendientes no encontraran un
compaero que tuviera la llave
complementaria, o uno que fuera
digno y dispuesto a cumplir con los
convenios que regan el tesoro. Sin
embargo, si guardaban los
mandamientos, no perderan la ms
mnima bendicin.
Puesto que algunos los tentaban
para que desperdiciaran el tesoro, se
aseguraron de ensearles a sus hijos
en cuanto a llaves y convenios.
Un tiempo despus, entre sus
descendientes, hubo algunos que se
dejaron engaar o que sentan
envidia o que eran egostas y se
quejaban porque a uno le haban
dado dos llaves y a ellos slo una.
"Por qu no puede ser slo mo el
tesoro para usarlo como guste?",
decan los egostas.
Algunos trataron de rehacer la
llave que les haban dado para que
se pareciera a la otra. Tal vez,
pensaron, pueda abrir las dos
cerraduras. Y por ese motivo no
pudieron abrir la caja fuerte. Sus
llaves remodeadas eran inservibles,
y stos perdieron la herencia.
Los que recibieron el tesoro con
gratitud y obedecieron las leyes
pertinentes sintieron gozo sin lmites
por esta vida y por la eternidad.
Testifico en cuanto al plan de
felicidad de nuestro Padre, y
testifico en el nombre de Aquel que
llev a cabo la Expiacin, que as
sea, en el nombre de Jesucristo.
Amn.

La clave es la verdad
Eider F. Enzio Busche
De los Setenta

"Todo lo que aprendamos nos llevar a la nada a menos que ese


aprendizaje se centre en encontrar las races de la verdad, la cual no
podemos recibir si primero no somos honrados."

n la seccin 1, versculo 4, de.


Doctrina y Convenios leemos:
"Y la voz de amonestacin ir
a todo pueblo por boca de mis
discpulos, a quienes he escogido en
estos ltimos das".
Este mensaje de "advertencia"
nos recuerda que como seres
humanos somos hijos espirituales de
un Padre Celestial que es el autor y
consumador de toda verdad y que,
en este estado terrenal y cado,
estamos perdidos a menos que
permitamos que la luz de Cristo, o
sea, el Espritu de verdad, sea
nuestro gua constante e infinito.
En el mensaje de la Restauracin,
vemos que durante nuestra vida
mortal se pone a prueba nuestro
albedro por medio de la inseparable
conexin que existe entre nuestro
espritu y los elementos de esta
tierra: "la carne", o el "hombre
natural" (vase D. y C. 88:15). Por
medio de esta revelacin, no slo

entendemos la causa de la miseria


de la humanidad, sino que tambin
recibimos las llaves y el poder que
nos permite poner fin a esa miseria
de una vez por todas.
Al iluminarse nuestro intelecto
mediante el estudio del plan de
salvacin, llegamos a la conclusin
de que nuestra vida significa que "el
verdadero yo" o "el hijo espiritual de
Dios", creado en inocencia y
belleza, est en una lucha de vida o
muerte con los elementos de la
tierra, "la carne", la que, en el
irredimible estado actual, est
sometida a las tentaciones y a la
influencia del enemigo de Dios.
De las revelaciones registradas en
el Libro de Mormn, sabemos que
ese enemigo lucha con toda su fuerza
y astucia para que "todos los
hombres sean miserables como l"
(2 Nefi 2:27). Es Jesucristo el que,
por medio de Su luz, busca y

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encuentra a todo hijo de Dios que


aore y luche por la justicia y la
verdad y que est pidiendo ayuda.
Sin Cristo, perderamos; esa lucha
interna; sin Su plan de redencin y
sin Su sacrificio expiatorio, todos nos
habramos perdido. Nosotros
sabamos eso antes de venir a esta
tierra, y volvemos a percibirlo
cuando la luz de Cristo "vivifica
nuestro entendimiento" (D. y C.
88:11).
La clave es la verdad, mis
hermanos, y la nica forma de
encontrar ia verdad es educarnos a
nosotros mismos con persistencia y
sinceridad para llegar a una total
comprensin del "verdadero yo", el
hijo de Dios, con toda su inocencia
y potencial, en contraste con la
influencia de la otra parte del yo, "la
carne", con todos sus deseos y
necedades egostas. Slo en ese
estado de total honradez podemos
ver la verdad en toda su dimensin.
Tal vez la honradez no lo sea todo,
pero el todo es nada sin ella. La
honradez total es un don del
Espritu por medio del cual los
verdaderos discpulos de Cristo
sienten el deseo de testificar de la
verdad de una forma tan poderosa
que llega hasta lo ms profundo de
nuestra alma.
Un gran ejemplo del efecto que
tiene la prdica de los profetas est
registrado en el Libro de Mormn,
cuando el rey Benjamn, motivado

por el amor y el inters que tena


hacia su pueblo, predica la verdad
del plan de salvacin. Lo hace de un
modo tan generoso y puro que
despierta en la gente el sentido de
su nulidad y de su estado indigno y
cado (vase Mosah 4:5). Este
ltimo paso, el de saber conocer la
honradez y en el que nos vemos en
nuestra existencia terrenal y
pecaminosa, hace que el pueblo del
rey Benjamn clame a la vez: "Oh,
ten misericordia, y aplica la sangre
expiatoria de Cristo para que
recibamos el perdn de nuestros
pecados" (Mosah 4:2).
Al or a palabra verdadera, un
discpulo de Cristo, por lo tanto,
aun en medio de todas sus
actividades regulares, se esfuerza
todo el da, por medio de la
silenciosa oracin y la meditacin,
por ser totalmente consciente de
quin es, a fin de ser manso y
humilde de corazn. El profeta
Moron es el que seala que: "...por
motivo de la mansedumbre y la
humildad de corazn viene la
visitacin del Espritu Santo, el cual
Consolador llena de esperanza y de
amor perfecto" (Moroni8:26).
Con una clara comprensin de la
batalla mortal que se lidia dentro de
nosotros, tristemente nos damos
cuenta de que slo podemos pedir y
recibir la ayuda del Seor, como el
Dios de verdad, si somos totalmente
honrados con nosotros mismos.

Esa es una batalla que todos los


hijos de nuestro Padre Celestial
deben luchar, sean o no conscientes
de ello. Y, sin un buen conocimiento
del plan de salvacin y sin la
influencia de la divina luz de Cristo
que nos da conocimiento, esa
batalla se pelea en el subconsciente
y, por lo tanto, ni siquiera sabemos
dnde estn las lneas delanteras de
la lucha y, por consiguiente, no
tenemos probabilidades de ganar.
Las luchas que se desenvuelven en
nuestro interior, sin conocer los
campos de batalla, conducen a
derrotas, las cuales tambin nos
hieren el subconsciente. Esas
derrotas se reflejan en nuestra vida
consciente por medio de las
expresiones de sufrimiento tales
como la falta de propia estimacin,
la falta de felicidad y de gozo, la
falta de fe y de un testimonio, o por
medio de reacciones exageradas de
nuestro subconsciente, que luego se
manifiestan como orgullo,
arrogancia y otras formas de mal
comportamiento, incluso como
actos de crueldad e indecencia.
No! No hay salvacin sin Cristo,
y El no puede estar con nosotros a
menos que luchemos
constantemente por ser honrados
con nosotros mismos.
Una de las tragedias ms grandes
de la vida es que el adversario, por
medio de la influencia que tiene
sobre nuestra "carne", nos engaa

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hacindonos crear nuestras propias


imgenes de la verdad o
percepciones de la verdad. Nuestra
mente, la gran computadora donde
se almacenan juntos los recuerdos
de los hechos de la vida, tambin se
puede programar por medio de la
"carne" y de sus eglatras ideas,
para engaar al "yo" espiritual. Sin
un esfuerzo constante, por medio de
la oracin y la meditacin, por llegar
a conocernos y a ser honrados,
nuestra mente puede, basndose en
falsedades disfrazadas de verdad,
jugar muchos juegos para
justificarse, para impresionar e
intimidar a los dems, para sacar
provecho a expensas de otras
personas y hasta para manipular la
verdad, lo cual resulta en el engao.
Sobre estas personas, el apstol
Pablo escribi: "...habr hombres
amadores de s mismos...
vanagloriosos... blasfemossoberbios... que tendrn apariencia
de piedad, pero negarn la eficacia
de ella... siempre estarn
aprendiendo, y nunca pueden llegar
al conocimiento de la verdad"
(2 Timoteo 3:2, 5, 7).
Todo lo que aprendamos nos
llevar a la nada a menos que ese
aprendizaje se centre en encontrar
las races de la verdad, la cual no
podemos recibir si primero no somos
honrados. En medio de esa lucha,
nos damos cuenta de lo que debemos
pedir en nuestras oraciones. Pablo
dijo: "...pues qu hemos de pedir
como conviene, no lo sabemos, pero
el Espritu mismo intercede por
nosotros" (Romanos 8:26).
Iluminados por la luz del Espritu
de verdad, podremos entonces orar
pidiendo ms capacidad para
continuar en la verdad y no para que
sta nos enoje (vase 2 Nefi 28:28).
En lo ms profundo de esa oracin,
es posible que se nos gue al solitario.
lugar donde, finalmente, nos veamos
a nosotros mismos imparcial y
sinceramente tal como somos. All
no existen todas las pequeas
mentiras que decimos para justificar
nuestros actos; all nos vemos a
nosotros mismos con nuestra
vanidad y con nuestras falsas

esperanzas de tener seguridad carnal;


nos asombra ver todas nuestras
limitaciones, nuestra falta de gratitud
por las cosas pequeas que siempre
hemos dado por sentado. Estamos en
ese sagrado lugar al que, segn
parece, slo pocos tienen la valenta
de entrar, porque es un terrible lugar
donde el inextinguible dolor arde en
medio del fuego. Y se es el lugar
donde nace el verdadero
arrepentimiento, donde se produce la
conversin y donde el alma vuelve a
nacer. Ese es el lugar en donde
estuvieron los profetas antes de haber
sido llamados a servir; se es el lugar
donde los conversos se encuentran a
s mismos antes de tener el deseo de
ser bautizados para la remisin de sus
pecados; se es el lugar donde se
produce la santificacin, la redencin
y donde se renuevan los convenios;
ah es donde, sbitamente, se
comprende y se abraza la expiacin
de Cristo; el lugar donde,
sbitamente, una vez que se haya
establecido una firme determinacin,
el alma comienza a cantar la cancin
del amor que redime y en donde nace
la indestructible fe en Cristo. (Vase
Alma 5:26.) Ese es el lugar donde,
sbitamente, vemos abrirse los cielos
al sentir el impacto total del amor de
nuestro Padre Celestial que nos llena
con un gozo indescriptible. Con este
amor en nuestro corazn, nunca
volveremos a ser felices pensando
slo en nosotros mismos o llevando
una vida egosta. No estaremos
satisfechos hasta que hayamos
entregado nuestra vida en los brazos
del Cristo lleno de amor, ni hasta que
El haya pasado a ser el que motive
todas nuestras acciones y todas
nuestras palabras. Tal como El lo ha
dicho: "Yo soy la vid, vosotros los
pmpanos; el que permanece en m, y
yo en l, ste lleva mucho fruto;
porque separados de m nada podis
hacer" Quan 15:5).
Por lo tanto, oigamos la voz de
advertencia, mis queridos hermanos.
Abracemos el Espritu de verdad
para que aparezcamos sin mancha
mediante la expiacin de nuestro
Seor. Digo esto en el nombre de
Jesucristo. Amn.

Seamos el viento para


el Seor
Elder John H. Groberg
De los Setenio

"No importa cules sean nuestras pruebas, nunca debemos decir: 'Es
suficiente'. Slo Dios tiene ese derecho. La responsabilidad que tenemos
es la de preguntar: 'Qu ms puedo hacer?' "

l cuarto Artculo de Fe dice:


"Creemos que los primeros
principios y ordenanzas del
evangelio son: primero, Fe en el
Seor Jesucristo; segundo,
Arrepentimiento; tercero, Bautismo
por inmersin para la remisin de
los pecados; cuarto, Imposicin de
manos para comunicar el don del
Espritu Santo".
Si reflexionamos sobre esto, nos
damos cuenta de que el primer
principio fe en el Seor
Jesucristo sirve de fundamento
para todo lo dems; es decir, se
requiere la fe en Jesucristo para
arrepentimos o ser bautizados o para
efectuar cualquier otra ordenanza
del evangelio. Jess hizo que por
medio del arrepentimiento
pudiramos salvarnos y dio
significado al bautismo. Si tenemos

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fe en El, nos arrepentiremos y


seremos bautizados. Si no nos
arrepentimos o rehusamos ser
bautizados o si no estamos
dispuestos a guardar Sus
mandamientos, es porque no
tenemos suficiente fe en El. Es por
eso que el arrepentimiento, el
bautismo y todos los dems
principios y ordenanzas no estn
aislados, sino que en realidad son
extensiones de nuestra fe en Cristo.
Sin la fe en El, es poco lo que
hacemos de valor eterno. Con fe en
El, nuestras vidas se concentran en
llevar a cabo cosas de valor eterno.
Se requiere una fe profunda y
constante en Cristo para perseverar
fielmente hasta el fin de nuestra
vida terrenal. Algunas veces oramos
para tener la fortaleza de perseverar;
no obstante, resistimos las cosas
mismas que nos brindaran esa
fortaleza. Muchas veces buscamos el
camino fcil, olvidndonos que la
fortaleza se logra cuando vencemos
aquellas cosas que requieren de
nosotros un esfuerzo mayor del que
normalmente estaramos dispuestos
a dar. El apstol Pablo dijo: "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece"
(Filipenses 4:13). Permtanme darles
un ejemplo:
Hace aos, cuando era un joven
misionero, se me asign trabajar en
un grupo de diecisiete islas pequeas
en el Pacfico Sur. En aquel tiempo,
el nico medio de transporte entre
las islas eran veleros. Debido a
malentendidos y tradiciones, era

difcil encontrar personas que


estuvieran dispuestas a escucharnos.
Sin embargo, un da, un miembro
nos dijo que si acudamos a
determinado puerto de cierta isla,
antes del atardecer del da siguiente,
estara una familia esperndonos
para escuchar nuestro mensaje.
Qu alegra nos dio or aquello! Era
como encontrar una moneda de oro.
En ese tiempo yo estaba
trabajando solo, pero rpidamente
encontr a otros cuatro miembros
que eran hbiles marineros y que
accedieron a llevarme a la isla al da
siguiente.
Muy temprano al otro da, los
cinco emprendimos el viaje. Una
suave brisa nos hizo avanzar
rpidamente a lo largo de la costa,
por la apertura del arrecife, hacia la
extensa expansin del enorme
Ocano Pacfico.
Avanzamos bastante durante
unas horas, pero a medida que el sol
ascenda y el velero se iba alejando
ms de la costa, el viento se calmaba
ms y ms hasta que dej de soplar y
nos dej flotar sin rumbo en el
tranquilo ocano.
Todos saben que para llegar a
cualquier lado en un velero se
necesita viento. A veces hay brisas
que son buenas, sin tormentas ni
mares agitados, pero con frecuencia
todo esto va de la mano. Los
marineros no les temen a las
tormentas, ya que contienen el
elemento vital de la navegacin: el
viento. A lo que ellos le temen es al
no tener viento.
Pas el tiempo; el sol empez a
calentar ms y el mar sigui
ponindose cada vez ms tranquilo.
Nada se mova. Pronto nos dimos
cuenta de que a menos que algo
cambiara, no llegaramos antes del
atardecer. Suger que orramos y le
suplicramos al Seor que nos
enviara el viento. Qu otro deseo
ms justo podra tener un grupo de
hombres? Yo ofrec la oracin. Al
terminar, las cosas parecan ms
tranquilas y calmas que nunca.
Continuamos a la deriva.
Luego uno de los hombres de
ms edad sugiri que todos nos

El lder Boyd K. Pocker, izquierdo, y el lder L. Tom Perry, miembros del Quorum de los Doce,
saludan al presidente Gordon B. Hinckley y ai presidente Thomas S. Monson de la Primera
Presidencia.

arrodillramos y unisemos nuestra


fe y oraciones, lo cual hicimos. Se
sinti el Espritu sobremanera, pero
cuando todos abrimos los ojos, no
haba pasado nada! No haba
ningn movimiento; las velas
colgaban flojas e inmviles. Incluso
haba cesado la leve agitacin de las
olas contra el costado de la
embarcacin. El ocano pareca un
mar de cristal.
Pasaba el tiempo y nos sentamos
desesperados. El mismo hombre de
antes sugiri que todos nos
arrodillramos de nuevo para orar, y
que cada persona se turnara para
hacerlo en voz alta para todo el
grupo. Ascendieron al cielo muchas
oraciones bellas, suplicantes y fieles,
pero cuando termin de orar la
ltima persona y todos abrimos los
ojos, el sol nos quemaba con una
intensidad an mayor que antes. El
ocano pareca un espejo gigante;
era como si Satans se estuviese
riendo y dijera: "Ven? No pueden ir
a ningn lado; no hay viento y estn
en mi poder".
Yo pens: "Hay una familia en el
puerto que desea escuchar el
evangelio. Nos encontramos aqu,
en medio del ocano y queremos
ensearles el mensaje. El Seor
controla los elementos; todo lo que
se interpone entre nosotros y la
familia es un poco de viento. Poiqu no lo enva? Es un deseo justo".

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Mientras as meditaba, not que


este fiel hermano mayor se diriga
hacia la parte trasera del velero. Lo
observ mientras desataba el
pequeo bote salvavidas, colocaba
las argollas para sostener los remos y
con mucho cuidado lo bajaba por el
costado. Me mir y me dijo
suavemente:
Sbase.
Le respond:
Qu va a hacer? Apenas
caben dos personas en ese botecillo!
No desperdicie tiempo ni
esfuerzo; sbase. Voy a llevarlo hasta
la costa y es necesario irnos ahora
mismo para llegar antes del
atardecer.
Lo mir con incredulidad:
A dnde?
A la familia que quiere
escuchar el evangelio. Tenemos una
asignacin del Seor; sbase.
Yo estaba boquiabierto. Eran
varios kilmetros hasta la costa. El
sol era abrasador y este hombre era
ya mayor; pero al ver el rostro de ese
fiel hermano, sent la intensidad de
su mirada, una voluntad de hierro en
su interior y una firme determinacin
en su voz cuando dijo:
Antes de que se ponga el sol,
usted estar enseando el evangelio
y dando su testimonio a una familia
que desea escucharlo.
Yo protest:
Pero, mire, usted es mucho

mayor que yo; si lo vamos a hacer,


djeme remar a m.
Con la misma mirada resuelta y
una voluntad anclada en la fe, el
anciano respondi:
No, djeme a m; sbase y no
pierda ms tiempo hablando.
Vamonos!
Nos subimos al bote, yo en la
parte delantera y l en el medio,
dndome la espalda y con las piernas
extendidas hasta el otro extremo.
La superficie vidriosa del ocano
se alter con la entrada de este
pequeo bote y pareci emitir una
queja: "Este es mi territorio;
slganse". No haba el ms leve
movimiento del aire, no se oa
ningn ruido, excepto el rechinar de
los remos y el ruido de las argollas a
medida que la pequea embarcacin
se alejaba del velero.
El anciano encorv la espalda y
empez a remar con un rtmico
"Uno, dos, tres. Uno, dos, tres".
Cada vez que meta el remo, pareca
quebrar la superficie del espejado
ocano. Cada vez que levantaba los
remos, el botecillo segua
avanzando, separando los cristalinos
mares para abrirle camino al
mensajero del Seor. Uno, dos, tres.
El anciano no levant la vista, no
descans ni habl, sino que rem
hora tras hora. Los msculos de su
espalda y brazos, fortalecidos por la
fe y movidos por una inalterable

determinacin, se flexionaban en
una cadencia maravillosa, como un
reloj bien afinado. Era algo digno de
verse. Avanzbamos quieta e
inexorablemente hacia un destino
inevitable. El anciano concentraba
sus esfuerzos y energa en cumplir el
llamamiento que tena del Seor: de
llevar a un misionero a una familia
que deseaba escuchar el evangelio.
Aquel da l era el viento del Seor.
En el momento en que el sol se
esconda tras el horizonte, el botecillo
llegaba al puerto. All estaba la
familia. El anciano habl por primera
vez despus de muchas horas y dijo:
Vaya, enseles la verdad; lo
esperar aqu.
Me baj, me present a la
familia, fuimos a su hogar y les
ense el evangelio. Al testificarles
del poder de Dios en esta Iglesia, en
mi mente vea al anciano tongano
que haba remado a esta costa
distante, y que me esperaba
pacientemente. Testifiqu con un
fervor como el que jams haba
sentido, que Dios da al hombre y a
la mujer el poder para hacer Su
voluntad si tienen fe en El. Le dije a
la familia: "Cuando ejercemos
nuestra fe en el Seor Jesucristo,
podemos hacer cosas que de otro
modo no podramos hacer. Cuando
nuestro corazn est resuelto a
hacer lo correcto, el Seor nos da el
poder para lograrlo".

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La familia crey y con el tiempo


se bautiz.
En los anales de la historia, pocas
personas tendrn conocimiento de
este incidente. Casi nadie sabr de
esta isla insignificante, de la familia
que esperaba ni del callado anciano
que no se quej de estar cansado ni
de que le doliera nada. Nunca dijo
si tena sed ni si lo quemaba el sol
abrasador mientras remaba hora tras
hora. nicamente mencion el
privilegio de ser un agente de Dios
para llevar a un misionero a ensear
la verdad a los que deseaban
escucharla. Pero Dios lo sabe! El le
dio la fortaleza para ser el viento
aquel da, y El nos dar a nosotros la
fuerza para hacer lo mismo cuando
sea necesario.
Cuntas veces nos dejamos
vencer porque oramos para que haya
viento y nada sucede? Pedimos cosas
buenas que no recibimos, de modo
que nos sentamos a esperar sin hacer
nada. Siempre debemos orar para
recibir ayuda, pero siempre debemos
escuchar para recibir la inspiracin y
las impresiones para proceder de
maneras diferentes de las que se nos
haban ocurrido. De los cinco
hombres que iban en el velero, slo
uno escuch y actu. Dios escucha
nuestras oraciones; El sabe ms que
nosotros; El tiene una experiencia
infinitamente ms grande que la
nuestra. No dejemos de avanzar
porque pensemos que hay un
obstculo en el camino o que la
nica puerta por la que podemos
pasar est cerrada.
No importa cules sean nuestras
pruebas, nunca debemos decir: "Es
suficiente". Slo Dios tiene ese
derecho. La responsabilidad que
tenemos es la de preguntar: "Qu
ms puedo hacer?", y luego escuchar
la respuesta y actuar.
Nunca olvidar a aquel anciano.
Ruego que siempre incrementemos nuestra fe en el Seor
Jesucristo y la demostremos por
medio de nuestras acciones. S que El
vive y nos ama; s que nos fortalece y
alienta; s que nos ayuda y sana; s
que nos perdona y salva. En el
nombre de Jesucristo. Amn.

Dediquen tiempo a
sus hijos
Elder Ben B. Banks
De los Setenta

"Cuando los hijos sienten que pueden hablar libremente acerca de lo que
piensan, de sus problemas y sus logros, se desarrolla una maravillosa
relacin entre padres e hijos."

l dirigirse a los habitantes de


Sin, el Seor dijo:
"Ensearn a sus hijos a orar
y a andar rectamente delante del
Seor" (D. y C. 68:28).
Un sbado temprano por la
maana, en la poca en que era
presidente de estaca, recib una
llamada telefnica del obispo
Nelson, solicitndome ayuda. Me
cont que la familia Janzen, que
perteneca a su barrio, durante un
paseo que haban realizado a las
montaas, haba perdido a su hijo
Mathew, de siete aos de edad.
Debido a la obscuridad, el viernes
por la noche tuvieron que detener
la bsqueda del pequeo, pero al
cabo de pocas-horas, el sbado por
la maana, ms de cien hermanos y
hermanas de la estaca se dirigieron
hacia el lugar para unirse a la

bsqueda. Despus de varias horas


de buscar cuidadosamente por los
senderos, los caminos y las laderas
arboladas, encontraron finalmente a
Mathew. Pueden imaginar la
alegra de todos cuando sus padres
lo estrecharon entre sus brazos?
Entre las lgrimas de gratitud de los
padres, les escuch preguntar:
Qu te pas?
Me equivoqu de camino y me
perd fue su respuesta. Cuando
se hizo de noche trat de idear algo
en donde refugiarme y dormir, pero
hacia tanto fro que no pude. Me
arrodill sobre una piedra y or
cinco veces durante la noche y otra
vez esta maana. Ustedes me
ensearon que si alguna vez me
perda, deba orar a nuestro Padre
Celestial y permanecer en el
sendero, y que ustedes me
encontraran. El Padre Celestial
escuch mis oraciones.
El lder Richard L. Evans
declar: "A pesar de que los aos
pasan con mucha rapidez, de tanto
en tanto pareciera que una voz
apremiante, que se eleva por encima
de todas las dems, nos dijera:
'Dediquen tiempo a sus hijos'. Cada
vez ms profesionales en la materia
nos dicen que los nios se moldean
y se forman a una edad muy
temprana" (Improvement Era,
noviembre de 1970, pg. 125).
En la vida tan ocupada que la
mayora de nosotros llevamos, es
difcil encontrar el tiempo para
hacer lo'que deseamos hacer. Como

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regla general, todos los padres


quieren ser buenos padres y estn al
tanto de que es dentro del ncleo
familiar que se presentan las mejores
oportunidades para ensear los
principios del evangelio a los hijos y
de ayudarlos a comprenderlo mejor.
Cuando el Seor resucitado
visit a los nefitas, cit las palabras
de Isaas:
"Y todos tus hijos sern
instruidos por el Seor; y grande
ser la paz de tus hijos" {3 Nefi
22:13).
Hace pocas semanas, mientras
asista a una conferencia de estaca
en las Filipinas, donde estoy
viviendo en este momento, escuch
a un nio, de once aos de edad,
pararse en el pulpito y decir con la
fe caracterstica de los nios:
"Mi hermana tena dolor de
muelas, pero yo le dije que le pidiera
a pap una bendicin. El se la dio y
el dolor se le pas. Mis padres me
ensearon a orar cuando era
pequeo y yo deca cosas muy
graciosas cuando lo haca, pero s
que mi Padre Celestial igual me
escuchaba. Siempre leamos las
Escrituras cuando yo era chico; y en
ese entonces no las comprenda,
pero ahora s las entiendo".
Nunca ser demasiado el
hincapi que hagamos en la
importancia que tiene la paternidad
y la familia. Algunas familias de
miembros de la Iglesia son lo que
llamamos "familias tradicionales",
las cuales consisten en padres e
hijos juntos en una relacin estable,
en las que tanto la madre como el
padre comparten la responsabilidad
de cuidar a los hijos. Otras slo
tienen al padre o a la madre en el
hogar. Ese era el caso de mi familia.
Mi padre perdi la vida en un
accidente de construccin cuando
yo apenas tena dos aos, dejando a
mi madre con siete hijos para criar.
Sin embarg, aun esas familias
siguen existiendo, porque las
familias son eternas. Quizs haya
muy pocos desafos que sean ms
grandes que el de ser buenos padres.
Aun con las mejores intenciones,
padres buenos y responsables

experimentan muchas veces


sentimientos de desesperacin, de
fracaso y de dolor cuando los hijos
no toman decisiones correctas y no
son lo que ellos quisieran que
fuesen. Aun en esas circunstancias,
es sumamente importante que los
padres amen a sus hijos, oren y
nunca se den por vencidos cuando
un hijo o una hija se haya desviado
del camino o los haya
decepcionado. El presidente
Howard W. Hunter declar:
"Las responsabilidades de los
padres son de mxima importancia,
y los resultados de nuestros
esfuerzos tendrn consecuencias
eternas para nosotros y para los
jvenes que criemos. Toda persona
que llega a ser padre tiene la estricta
obligacin de proteger, amar y
ayudar a sus hijos a regresar a
nuestro Padre Celestial" ("Se ha
extraviado vuestro hijo?", Liahona,
enero de 1984, pg. 113).
Los padres deben ser los maestros
principales de sus hijos. La Iglesia
ayuda a los padres en la enseanza
de los hijos, pero no puede hacer
ms que eso: ayudar. La Iglesia no
puede tomar sobre s la
responsabilidad de los padres.
El eider Richard L. Evans dijo; "El
hogar determina nuestra vida y, por
ende, tambin puede determinar
nuestra vida eterna. Por tanto, rogamos ajos padres que dediquen el
tiempo que sea necesario para
acercarse a los hijos que Dios les ha
dado. Permitan que el amor reine en
su hogar, que haya en l cario y
enseanzas, y que no deleguen a
otros el cuidado de los hijos. Que
Dios nos ayude para que nunca estemos demasiado ocupados para hacer
las cosas que tienen ms importancia,
ya que es en el hogar donde se
moldea al hombre" {Richard L.
Evans, Quote Book, pg. 21).
Al hablar de esta gran
responsabilidad de la paternidad,
deseo analizar con ustedes algunos
conceptos que los padres pueden
utilizar para fortalecer a sus familias
en contra de las tentaciones del
mundo y para crear amor, unidad y
tener el xito que todos deseamos.

1. Comiencen desde temprana


edad. "Una vez, un padre muy
preocupado le pregunt al periodista
Sydney Harris:
"Qu puedo hacer para que
mi hijo de diecisis aos me
obedezca?
"A lo cual el periodista contest
simplemente:
"Haga que vuelva a tener seis
meses, y comience a criarlo en
forma diferente.
"Este no es un consejo muy
alentador para los padres que tienen
problemas con sus hijos
adolescentes, pero para quienes
acaban de comenzar el camino de la
paternidad puede servirles para que
recuerden que el amor y la
capacitacin no pueden posponerse"
(Jon M. Taylor, Ensign, octubre de
1972, pg. 9).

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En una revelacin dada al profeta


Jos Smith, el Seor explic que
todos los nios son inocentes
delante de Dios debido a la
redencin de Cristo (vase D. y C.
93:38). Ms adelante dijo: "Pero yo
os he mandado criar a vuestros hijos
en la luz y la verdad" (versculo 40).
2. Una comunicacin eficaz.
Los padres deben pasar un tiempo
considerable escuchando a los hijos
y no slo dicindoles lo que deben
hacer o saber. Al escuchar deben
hacerlo con la mente y el corazn
abiertos o receptivos, libres de
prejuicios e imparcialmente.
Cuando los hijos sienten que
pueden hablar libremente acerca de
lo que piensan, de sus problemas y
sus logros, se desarrolla una
maravillosa relacin entre padres e
hijos.

Los miembros del Quorum de los Doce se saludan cordiolmente los unos a los oros al reunirse
para una sesin de la conferencia. De izquierda a derecha: eideres Richard G. Scott, Joseph B.
Wirthlin, Dallin H. Oaks y M. Russell Ballard.

3. Hacer que el amor y la


unidad adquieran ms
importancia. Es importante que sus
hijos sepan que ustedes Sos quieren y
que sepan lo que piensan. Eso lo
pueden lograr por medio de cientos
de pequeos hechos y gestos, tales
como el de taparlos cuando se van a
la cama despus de escuchar sus
oraciones; consolarlos con un
abrazo o escucharlos cuando se
sientan desanimados. Insten a sus
hijos a apoyarse mutuamente
asistiendo a los partidos o
actuaciones en los que alguno de
ellos participe.
4. Hacer cosas juntos. Las
vacaciones y las actividades
recreativas, y aun los proyectos de
trabajo a nivel familiar, dan a los
padres una buena oportunidad para
ensear la importancia de
desarrollar buenos hbitos de
trabajo. El hacer cosas juntos da al
hijo y al padre o a la madre la
oportunidad de trabajar juntos para
alcanzar un objetivo en comn.
5. Dar oportunidades para que
aprendan a ser independientes y
responsables. Ensear a los hijos a
tomar sus propias decisiones, aun
cuando fracasen de vez en cuando.
Es necesario que ayudemos a
nuestros hijos a distinguir el bien del

mal para que, como dijo Lehi,


puedan "...actuar por s mismos, y
no... se acte sobre ellos" (2 Nefi
2:26).
6. Disciplinar con amor. La
"disciplina" y el "castigo" no son
sinnimos. Castigar es vengarse de
alguien por algo que haya hecho
mal. La disciplina se aplica para
ayudar a la persona a ser mejor.
(William E. Homan, "How to Be a
Better Paren t", Readers Digest,
octubre de 1969).
7. Servicio. En su grandioso
discurso de despedida, el rey
Benjamn ense: "Cuando os
hallis en el servicio de vuestros
semejantes, slo estis al servicio de
vuestro Dios" (Mosah 2:17).
Existen muy pocas recompensas en
la vida que den ms satisfaccin,
gozo y paz que servir a alguien que
necesite ayuda.
8. Lo ltimo y ms importante
es establecer una "casa de Dios".
Las instrucciones que el Seor le dio
al profeta Jos Smith, registradas en
la seccin 88 de Doctrina y
Convenios, se refieren especficamente a la construccin de un
templo; sin embargo, en este
versculo de las Escrituras se
describe en forma muy hermosa la
clase de hogar que debemos tener:

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"Organizaos; preparad todo lo


que fuere necesario; y estableced
una casa, s, una casa de oracin,
una casa de ayuno, una casa de fe,
una casa de instruccin, una casa de
gloria, una casa de orden, una casa
de Dios" (D. y C. 88:119).
No es fcil para los nios y los
jvenes mantenerse puros en el
mundo de hoy. Hay muchas veces
que se hace muy difcil para ellos
distinguir el bien del mal.
Necesitamos ensear a nuestros
hijos, tal como Alma ense a su
hijo, Coriantn, que: "la maldad
nunca fue felicidad" (Alma 41:10).
Ensenles a permanecer del lado
del Seor. Lleven a cabo noches de
hogar en forma regular; si es posible,
oren como familia dos veces al da;
ensenles a amar las Escrituras y
cmo pueden sentir la clida
contestacin de la oracin
individual. Ensenles a
comprender y a reconocer la forma
en que el Espritu Santo se
comunica con nosotros por medio
de la inspiracin, los pensamientos,
las impresiones y los sentimientos.
Ensenles el sagrado significado
del sacrificio expiatorio de nuestro
Salvador Jesucristo.
El lder Boyd K. Packer ha dicho:
"Enseen a nuestros jvenes a
expresar su testimonio, a testificar
que Jess es el Cristo, que Jos
Smith es un profeta de Dios, que el
Libro de Mormn es verdadero, que
hemos vivido antes de venir a la
tierra, que Cristo muri para
redimirnos y que El es el Hijo de
Dios" (Let Not Your Heart Be
Troubled, Salt Lake City: Bookcraft,
1991, pg. 154).
S, "lo mejor que podemos
ofrecer a nuestros hijos es nuestro
tiempo" (Arnold Glasow, Richard L.
Evans' Quote Book, pg. 18).
Que todos los que son padres
tengan xito en convencer a sus
hijos de que el verdadero gozo y la
verdadera felicidad se obtienen
viviendo el Evangelio de Jesucristo;
y que los padres se sientan realizados
y felices en sus esfuerzos y en su
sagrada misin, es mi oracin en el
nombre de Jesucristo. Amn.

La gratitud
Eider AdneyY. Komatsu
Miembro emrilo de los Setenio

" 'No juegues con las cosas sagradas'... Hay muchas cosas sagradas en el
evangelio, pero una de las ms sagradas es el convenio que hacemos en
el santo templo."

is queridos hermanos,
hermanas y amigos, al
acercarme a esta ltima
asignacin en calidad de Autoridad
General, y llegar a su fin esta etapa
de mi servicio en la Iglesia, mi
corazn rebosa de gratitud y de
agradecimiento por las muchas
bendiciones que mi familia y yo
hemos recibido durante estos aos.
Me gustara expresar mi profundo
amor y gratitud a mi esposa y
compaera por el apoyo que siempre
me ha brindado. Su apoyo y su
alentadora influencia han hecho de
mis asignaciones un verdadero
regocijo y placer. Sea cual fuere el
llamamiento o asignacin que yo
recibiera, ella siempre ha estado a
mi lado ayudndome y
sostenindome, preocupndose e
interesndose por mis nuevas
respons abilidades.
Tambin me gustara agradecer a
nuestros hijos el amor y el apoyo

que nos han brindado en todos estos


aos, mientras estbamos lejos de
ellos, cumpliendo con nuestras
asignaciones. Sin su apoyo, habra
sido muy difcil tener paz y
contentamiento en nuestra labor,
Ha sido una gran experiencia
participar en los distintos
llamamientos que he recibido y toda
asignacin que hemos cumplido ha
sido con el total apoyo de todos
ellos.
Adems, deseara agradecer a las
Autoridades Generales y a los
muchos amigos que nos han
ayudado de muchas formas durante
todos estos aos. Agradecemos su
bondad y su preocupacin por
nuestro bienestar.
Al contemplar las experiencias
que hemos tenido y tratar de
expresar lo que siento en e! da de
hoy, podrn imaginar todo lo que
pasa por mi mente. No obstante, al
analizar todo mi sentir, me gustara
continuar con el tema de la gratitud
hacia mi familia y mis amigos,
compartiendo con ustedes una
amonestacin que el Seor dio al
profeta Jos Smith y a Oliver
Cowdery en Harmony, Pensilvania,
en abril de i 829, y que se aplica,
tanto o quizs ms a nosotros en la
actualidad que a la gente de aquella
poca. Dicha amonestacin est
registrada en el versculo 12 de la
seccin 6 de Doctrina y Convenios,
y dice as: "No juegues con las cosas
sagradas".
Hay muchas cosas sagradas en el
evangelio, pero una de las ms
sagradas es el convenio que
hacemos en el santo templo. El

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verbo jugar y el sustantivo sagrado


son las palabras claves de la
amonestacin que nos advierte no
tomar por sentado ni a la ligera las
sagradas y honorables bendiciones
que all recibimos.
La relacin entre marido y mujer
es sagrada, y nunca debemos jugar
con esa gran bendicin. Muchas
parejas van al matrimonio sin haber
entendido la importancia de la
advertencia de no jugar con las
cosas sagradas y terminan
divorcindose.
Del mismo modo, debemos
aplicar esa amonestacin a las
relaciones entre padres e hijos.
Nunca debemos dejar de valorar anuestros hijos y siempre debemos
cerciorarnos de que nuestra relacin
con ellos sea sagrada, honorable y
santa.
En 1986, el presidente Ezra Taft
Benson, nuestro Profeta, habl a los
jvenes varones durante una sesin
del sacerdocio de la conferencia
general y les dio las siguientes
instrucciones, las que tambin se
aplican a las jovencitas. Dijo:
"Mis jvenes hermanos [y

hermanas], les aconsejo a cada uno


de ustedes a que se acerquen ms a
su madre, a que la honren, a que
reciban sus consejos, porque ella les
ama y los instruye en justicia.
Honren y obedezcan a su padre, que
representa la cabeza del hogar,
imitando sus mejores cualidades.
"Jvenes, la unidad familiar es
para siempre, y deberan hacer todo
lo que est de su parte por fortalecer
dicha unidad. Efecten la noche de
hogar en su propia familia y
participen activamente en ella.
Hagan su parte por desarrollar una
unidad familiar real y solidaria. En
hogares que hacen esto, no existen
brechas de comunicacin" (vase
"Para la juventud bendita", Liahona,
julio de 1986, pg. 40).
Agradezco las muchas
oportunidades que he tenido de
expresar mi testimonio de la
veracidad de este evangelio a
muchas personas en muchas partes
del mundo durante mis aos de
servicio en la Iglesia. Gracias a ello
nos hemos hecho de muchos amigos
y hemos conocido a mucha gente en
distintas partes del mundo, y su
amistad es muy sagrada y muy
querida para nosotros. La amistad es
algo que no se puede comprar con
dinero; hay que esforzarse por
lograra, hay que honrarla y
entonces se hace importante y
sagrada en nuestra vida. Una vez
ms testifico que yo s que el
Evangelio de Jesucristo ha sido
restaurado en su plenitud; que
nuestro Padre Celestial, lleno de
amor, envi a Su Hijo Unignito al
mundo para ayudarnos a
comprender lo que son el sacrificio y
las bendiciones. Por medio de la
Restauracin del evangelio, se
venci el aguijn de la muerte y
Jesucristo pas a ser las primicias de
la resurreccin para indicarnos que
hay vida en el ms all.
Que todos seamos diligentes y
obedientes en guardar los
mandamientos del Seor a fin de
que seamos dignos de recibir las
bendiciones que El tiene reservadas
para los fieles, lo ruego en el nombre
de Jesucristo. Amn.

El servicio y la felicidad
Eider Jacob de Jager
Miembro emrito de los Setenta

"Esta es una Iglesia de trabajadores y no un museo de santos. Aquellos


que no piensen de esta manera no han llegado a comprender la
verdadera finalidad de la divina organizacin a la cual pertenecen."

is estimados hermanos,
hermanas y amigos de todo
el mundo, tal como habrn
escuchado de una fuente fidedigna
al comienzo de esta conferencia, a
partir de hoy, paso a ser Miembro
emrito de los setenta. Si no me
equivoco, el voto de agradecimiento
y de aprobacin de ustedes fue
unnime, por lo que les estoy muy
agradecido.
Cuando fui llamado en calidad de
miembro del Quorum de los
Setenta, en abril de 1976, el eider
LeGrand Richards, a quien muchos
de ustedes recordarn, y a quien
considerbamos holands, aunque
no lo fuera, siempre me llamaba el
"holands feliz". Despus de
diecisiete aos y medio, quiero que
sepan que todava soy un holands
feliz y les dir por qu:
Todos esos aos de servicio en el
quorum han trado regocijo e
innumerables bendiciones, tanto a

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m como a mi esposa Bea, mi


compaera eterna. Adems, he
tenido el privilegio de ser asignado a
estacas desde Punta Arenas, en
Amrica del Sur, hasta Anchorage,
Alaska; desde Hobart, Australia,
hasta el japn. He trabajado en
estrecha colaboracin con fieles
Representantes Regionales y
devotas presidencias de estaca,
siempre ensendoles principios
correctos a fin de que aprendieran a
gobernarse a s mismos.
Fue una gran bendicin visitar a
las misiones de la Iglesia en muchas
partes del mundo y ensear a los
misioneros todo lo relacionado con la
obra misional, o sea, transmitir por
medio del Espritu el conocimiento
sagrado a la gente que vive en la
ignorancia pero que tiene el derecho
de or el mensaje del evangelio
restaurado. Ese mensaje les permite
aprender que lo ms importante en la
vida de todos ellos es hacer convenios
sagrados que les permitirn volver a
la presencia de su Padre Celestial.
Soy ahora tan feliz como lo era
cuando fui llamado a servir en el
Quorum y, al igual que las pelculas
de vaqueros del Oeste americano,
me dirijo hacia el horizonte, despus
de haber cumplido con mi deber;
pero yo s que a un lado del camino
encontrar a un amoroso lder del
sacerdocio que, por inspiracin, me
dar otra asignacin significativa.
Tres das despus de haberme
bautizado en Toronto, Canad,
recib mi primer llamamiento en la
Iglesia, que era estar-encargado de
los himnarios. La verdad es que no
me molestara en absoluto regresar

pronto a los himnarios porque estoy


convencido de que sta es una
Iglesia de trabajadores y no un
museo de santos. Aquellos que no
piensen de esta manera no han
llegado a comprender la verdadera
finalidad de la divina organizacin a
la cual pertenecen.
S, he tenido una buena
disposicin y me gustara compartir
con ustedes algunas ideas positivas:
Aprendan a amar el
llamamiento que tengan en la
Iglesia y lo querrn tanto que llegar
a ser vigorizador.
Aprendan a sentirse satisfechos;
da el mismo trabajo que estar
disgustado y es mucho ms
agradable.
" Aprendan a aceptar la
adversidad. Sean quienes sean o
estn donde estn, la van a tener. Y
no tengan miedo del viento de la
adversidad; recuerden que una
cometa se remonta en contra del
viento y no a favor de l.
Acostmbrense a decir cosas
agradables en vez de hacer
comentarios negativos.

Vivan el momento presente en


toda su plenitud, y no vivan ni en el
pasado ni en el futuro. El xito es
una jornada y no un lugar de
destino.
Vivan y honren los convenios
que hicieron cuando se bautizaron y
cuando entraron en el templo.
Cuando hayan llegado a los
setenta aos de edad, resistan el
impulso de arreglar los asuntos de
todos los dems y admitan de vez en
cuando que pueden estar
equivocados.
Hace poco tuve el privilegio de
asistir con el eider David B. Haight,
del Consejo de los Doce, a un
seminario de presidentes de misin
en San Francisco, donde l expres
lo siguiente, de un autor
desconocido, acerca de envejecer.
"No se envejece slo por vivir
cierta cantidad de aos. La gente
envejece cuando abandona sus
ideales y su fe. Siempre debe
perdurar el inters por las maravillas
que nos rodean, un anhelo intenso
de lo que nos espera y del gozo de
vivir. Somos tan jvenes como

nuestra fe; tan viejos como nuestras


dudas; tan jvenes.como la
confianza que tengamos en nosotros
mismos; tan viejos como el temor o
la desesperacin.
"En lo profundo de nuestro
corazn hay una cmara donde se
graban los mensajes que recibimos, y
mientras se reciban all mensajes de
belleza, de esperanza, de alegra, de
aliento y de fe, seguiremos siendo
jvenes" (Ensign, noviembre de
1983, pg. 25).
Somos grandemente bendecidos
al ser parte de una Iglesia que crece
muy rpidamente, que ensea en
cuanto a la belleza, la esperanza, la
alegra, la valenta, la fe y la
felicidad que nos permiten
conservarnos jvenes en nuestro
corazn por medio del servicio fiel
en cualquier llamamiento que
tengamos.
En el Mensaje de la Primera
Presidencia de la revista Ensign de
octubre de este ao, "La felicidad,
una bsqueda universal", el
presidente Thomas S. Monson nos
habla de modos importantes de
lograr la felicidad eterna en esta
vida y en la venidera, basndose en
las siguientes palabras del profeta

Jos Smith:
"La felicidad es el objeto y
propsito de nuestra existencia; y
tambin ser el fin de ella, si
seguimos el camino que nos
conduce a la felicidad" (Enseanzas
del Profeta Jos Smith, pg. 312).
Hermanos, caminemos todos por
las sendas claras y bien definidas
que conducen a la felicidad.
Para terminar, expreso mi
solemne testimonio de que Dios,
nuestro Padre Eterno, vive; que
Jess es el Cristo, el Hijo Unignito
del Padre nacido en la carne, el
Salvador y Redentor de toda la
humanidad; que Jos Smith fue un
Profeta del Dios viviente y que todo
hombre que le haya sucedido en
calidad de Presidente de la Iglesia
ha sido un Profeta viviente, incluso
el presidente Ezra Taft Benson de
nuestros das. Y ste es mi
testimonio personal y eterno, en el
nombre de Jesucristo. Amn.

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La constancia en medio
del cambio
Elder Russell M. Nelson
Del Quorum de los Doce Apstoles

"Aun cuando la comprensin que se tenga de ella sea fragmentada, la


verdad en s no cambia. La verdad y la sabidura eternas provienen del
Seor."

l igual que el presidente


Monson, felicito a los
hermanos Peterson,
Komatsu y de Jager, quienes se
merecen nuestro mayor
agradecimiento. Y tambin expreso
gratitud por este excelente coro de
jvenes de la Universidad Brigham
Young; son maravillosos.
Nuestros jvenes son admirables
y tienen una habilidad especial para
hacer preguntas que hagan
reflexionar. Hace poco, tuve una
conversacin con dos a quienes
llamar "Ruth" y "Juan". Ruth fue
quien comenz a hablar
preguntando, con un suspiro:
Nuestro mundo est sufriendo un
cambio constante, verdad?
S le respond, desde su
creacin, tanto geolgico como
geogrfico; y sus habitantes tambin

estn cambiando, poltica y


espirtuamente. Puedes preguntar a
tus abuelos cmo se viva en la
poca en que ellos tenan tu edad, y
vers lo que piensan al respecto.
Ya les pregunt contest
ella. Mi abuelo resumi su
opinin con este ingenioso
comentario: "A m que me den los
viejos tiempos... pero con
penicilina".
A continuacin, Juan, expres
una gran preocupacin:
Esas condiciones que estn
cambiando constantemente hacen
que el futuro sea muy incierto para
nosotros. Me asusta eso; es como si
estuviramos parados en arena
movediza.
Y los dos me preguntaron:
En qu podemos confiar?
Hay algo que sea constante y que
no cambie con el correr del tiempo?
Les respond a esa pregunta con
un enrgico,
S, muchas cosas!
Debido a que Ruth y Juan son
tpicos representantes de muchas
personas que actualmente buscan la
nvariabilidad y la constancia en un
mundo siempre variable, me
gustara hablar de ese tema dando a
mis palabras el ttulo de "La
constancia en medio del cambio".
A travs de los aos, los profetas y
Apstoles han hablado de muchas
cosas que permanecen inalterables y
constantes. Para que mis palabras
sean ms fciles de entender,
agrupar esos elementos en tres

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categoras: los personajes, los planes


y los principios celestiales.
I. LOS PERSONAJES
Nuestro Padre Celestial tiene un
cuerpo glorificado de carne y
huesos, que est inseparablemente
unido con Su espritu. Las Escrituras
dicen que El es "infinito y eterno, de
eternidad en eternidad el mismo
Dios inmutable" (D. y C. 20:17).
Su Hijo Amado, Jesucristo, es
nuestro Salvador y la piedra angular
de nuestra religin. "El es la vida y
la luz del mundo" (Alma 38:9). "Y...
no se dar otro nombre, ni otra
senda ni medio por el cual la
salvacin llegue a los hijos de los
hombres, sino en el nombre de
Cristo, el Seor Omnipotente, y por
medio de ese nombre" (Mosah
3:1.7).
El otro Ser es el Espritu Santo,
cuya influencia perdurable
trasciende los lmites del tiempo.
Las Escrituras afirman:
"El Espritu Santo ser tu
compaero constante, y tu cetro, un
cetro inmutable de justicia y de
verdad; y tu dominio ser un
dominio eterno, y sin ser compelido
fluir hacia ti para siempre jams"
(D. y C. 121:46; cursiva agregada).
Mis hermanos, estos Seres
Celestiales los aman y Su amor es
constante como lo es el amor ms
grande que pueda encontrarse entre
los padres terrenales.
Pero hay otro personaje que no
debemos olvidar: Satans, que
tambin existe y que procura "que
todos los hombres sean miserables
como l"(2Nefi2:27).
II. LOS PLANES
Me referir ahora a la segunda
categora: la de los planes
inalterables. Una vez, se convoc un
Concilio Celestial, en el cual, segn
parece, todos participamos; all,
nuestro Padre Celestial nos anunci
Su plan. Las Escrituras se refieren a
ese plan de Dios dndole diferentes
nombres. Quizs por respeto al
nombre sagrado de la Deidad, o

para dar una idea de su amplio


alcance, se le llama tambin el plan
de felicidad, el plan de salvacin, el
plan de redencin, el pan de
restauracin, el plan de
misericordia, el plan de liberacin y
el evangelio sempiterno. Los
profetas han utilizado esas
denominaciones indistintamente.
Pero, sea como sea que se le llame,
la esencia misma de ese plan es la
expiacin de Jesucristo. Por tratarse
del punto central del plan, es
preciso que comprendamos el
significado de la Expiacin; sin
embargo, antes de que podamos
entenderlo, debemos comprender la
cada de Adn; y antes de poder
comprender plenamente la Cada,
debemos comprender la Creacin.
Estos tres acontecimientos la
Creacin, la Cada y la Expiacinson tres pilares principales del plan
de Dios y se hallan relacionados
entre s en la doctrina.
La Creacin
La creacin de la tierra fue una
parte preparatoria del plan de
nuestro Padre. Despus, "los Dioses
descendieron para organizar al
hombre a su propia imagen... para
formarlos varn y hembra. Y dijeron
los Dioses: Los bendeciremos..."
(Abraham 4:27-28). Y ciertamente
nos bendijeron, con un plan que nos
permitira tener un cuerpo fsico.
Adn y Eva fueron las dos
primeras personas que hubo sobre la
tierra; las cuales eran diferentes de
la vida animal y vegetal que se haba
creado anteriormente. Ellos eran
hijos de Dios, y sus cuerpos de carne
y huesos haban sido hechos a Su
exacta imagen. En su estado de
inocencia, todava no eran seres
mortales; no podan tener hijos, no
estaban sujetos a la muerte y
podran haberse quedado para
siempre en el Jardn de Edn. Por
ese motivo, podramos referirnos a
la Creacin diciendo que fue
paradisaca.
Si hubieran permanecido en
aquel estado, nosotros nos
encontraramos todava entre las
huestes celestiales en condicin de

hijos de Dios sin un cuerpo mortal.


As, "se habra frustrado el gran plan
de salvacin" (Alma 42:5).

2:27). Y la libertad de escoger no se


puede ejercer sin la responsabilidad
de las decisiones que se tomen.

La cada
Esto nos lleva a la cada de Adn.
A fin de que se llevara a efecto el
plan de felicidad, Dios les dio a
Adn y a Eva el primer
mandamiento que se haya dado a la
humanidad, el de engendrar hijos.
Se es explic una ley, dicindoles
que si coman del fruto "del rbol de
la ciencia del bien y del mal", su
cuerpo sufrira un cambio; que
pasaran al estado mortal y
quedaran sujetos a la muerte. Pero
el comer de aquel fruto era un
requisito para que llegaran a ser
padres.
Aunque no comprendo
completamente todos los cambios
qumicos que se efectuaron en sus
cuerpos, s que stos cambiaron; la
sangre empez a circular por ellos y
se volvieron seres mortales.
Felizmente para nosotros, tambin
pudieron engendrar hijos y cumplir
el propsito por el cual el mundo
haba sido creado. Y
afortunadamente para ellos, el
Seor le dijo a Adn (y, por
consiguiente, a Eva): "He aqu, te
he perdonado tu transgresin en el
Jardn de Edn" (Moiss 6:53).
Nosotros, lo mismo que todo el
gnero humano, hemos sido
bendecidos gracias al gran valor y a
la sabidura de Eva. Al ser la
primera en comer del fruto, ella hizo
lo que deba hacerse; y Adn fue
prudente e hizo lo mismo. Por lo
tanto, podemos referirnos a la cada
de Adn diciendo que fue una
creacin mortal, porque "Adn cay
para que los hombres existiesen"
(2Nefi 2:25).
Por medio de la Cada tambin
obtuvimos otras bendiciones: sta
puso en vigencia dos dones de Dios
que estn estrechamente
relacionados y que son casi tan
preciados como la vida misma: el
albedro y la responsabilidad. Nos
volvimos "libres para escoger la
libertad y la vida eterna... o escoger
la cautividad y la muerte" (2 Nefi

La expiacin
Hemos llegado al tercer pilar del
plan de Dios: la Expiacin. De la
misma forma que Adn y Eva no
iban a vivir para siempre en el
Jardn de Edn, nuestro destino
final tampoco sera el quedarnos en
este planeta, sino que debamos
regresar a nuestro hogar celestial.
Por consiguiente, era necesario
otro cambio, el de una expiacin
infinita que redimiera a Adn y a
Eva y a toda su posteridad; esa
expiacin deba tambin habilitar
nuestro cuerpo fsico para la
resurreccin y cambiarlo a una
condicin en la que no tuviera
sangre ni estuviera sujeto a las
enfermedades, el deterioro ni la
muerte.
De acuerdo con la ley eterna, la
Expiacin exiga que un Ser
inmortal, no sujeto a la muerte, se
ofreciera en sacrificio; pero tambin
deba morir y volver a tomar Su
cuerpo. El Salvador era el nico que
poda llevar esto a cabo, pues haba
heredado de Su madre la facultad
de morir y de Su Padre el poder
sobre la muerte. El Redentor lo
explic con estas palabras:"...yo
pongo mi vida, para volverla a
tomar.
"Nadie me la quita, sino que yo
de m mismo la pongo. Tengo poder
para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar..." (Juan
10:17-18).
El Seor dijo: "...sta es m obra y
mi gloria: Llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna dei
hombre" (Moiss 1:39). El, que
haba creado la tierra, vino a esta
vida para cumplir la voluntad de Su
Padre y todas las profecas sobre Su
expiacin, la cual redime a todas las
almas del castigo de sus
transgresiones, con la condicin de
que se arrepientan.
Por esa razn, podemos referirnos
a la Expiacin diciendo que fue una
creacin inmortal. "Porque as como
en Adn todos mueren, tambin en

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Cristo todos sern vivificados"


(1 Corintios 15:22).
He hablado de la importancia de
a Creacin, de la Cada y de la
Expiacin, sabiendo que los padres
tienen la responsabilidad de ensear
a sus hijos estos preceptos del plan
de Dios.
Antes de abandonar este tema
de los planes inalterables,
debemos, sin embargo, recordar
que el adversario se dedica a
promover un astuto plan propio
con el que invariablemente ataca
el mandamiento de engendrar hijos
que dio Dios al marido y a la
mujer; adems, tienta con tcticas
que encierran infidelidad, falta de
castidad y otros tipos de abusos del
poder procreador. La banda de
Satans proclama a toda voz la
libertad de eleccin, pero silencia
la responsabilidad. No obstante, su
capacidad est desde hace mucho
tiempo limitada, pues l "no
conoca la mente de Dios" (Moiss
4:6).
Me referir ahora a a tercera
categora: los principios inalterables.
III. LOS PRINCIPIOS
Los principios son inalterables
porque provienen de nuestro Padre
Celestial, que es inmutable. Por
mucho que traten, no habr
parlamento ni congreso en a tierra
que pueda jams anular la ley de la
gravedad de la tierra ni enmendar
los Diez Mandamientos; esas leyes
son constantes. Todas las leyes de la
naturaleza y de Dios forman parte
del evangelio sempiterno; por eso,
son muchos los principios
inalterables; pero el tiempo slo nos
permitir considerar unos cuantos.
El sacerdocio
Uno de esos principios es el del
sacerdocio. El profeta Jos Smith
ense que "es un principio
sempiterno, y existi con Dios desde
la eternidad, y existir por las
eternidades, sin principio de das o
fin de aos" (Enseanzas del Profeta
Jos Smith, pg. 183).
Sabemos tambin que el

sacerdocio "fue dado primeramente


a Adn; a l se dio la Primera
Presidencia, y tuvo las llaves de
generacin en generacin. Lo
recibi en la Creacin, antes de ser
formado el mundo..." (Enseanzas
del Profeta Jos Smith, pg. 182).
Las Escrituras confirman que el
sacerdocio ha continuado y
continuar "por el linaje de
[nuestros] padres" (D. y C. 86:8).
Adems, la ordenacin a sus
diferentes oficios tiene
implicaciones que trascienden el
tiempo. El poseer un oficio del
sacerdocio puede extenderse a los
reinos del ms all; por ejemplo, las
Escrituras afirman que el que ha
sido ordenado sumo sacerdote
quizs sea sumo sacerdote para
siempre. Y las bendiciones del
sacerdocio que se, han prometido se
extienden a los hombres, mujeres y
nios de todo el mundo y pueden
ser eternas.
El Seor ha establecido las
condiciones que gobiernan el
ejercicio del sacerdocio; El dijo:
"Ningn poder o influencia se
puede ni se debe mantener en
virtud del sacerdocio, sino por la
persuasin, por longanimidad,
benignidad, mansedumbre y por
amor sincero" (D. y C. 121:41).
"Es cierto que se nos pueden
conferir [los derechos del
sacerdocio]; pero cuando
intentamos encubrir nuestros
pecados, o satisfacer nuestro
orgullo, nuestra vana ambicin, o
ejercer mando, dominio o
compulsin sobre las almas de los
hijos de los hombres, en cualquier
grado de injusticia... el Espritu del
Seor es ofendido, y cuando se
aparta, se acab el sacerdocio o
autoridad de tal hombre" (D. y C.
121:37).
Aunque el sacerdocio es un
principio eterno, los que tienen
el privilegio de ejercer su autoridad
deben mantenerse dignos da
tras da.
Otro principio inalterable es el de
la ley moral; la transgresin de sta
acarrea serias consecuencias; el
obedecerla trae bendiciones

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inmutables (vase D. y C. 104:2).


Las bendiciones siempre se basan en
la obediencia a la ley. Por eso, la
Iglesia nos ensea a abrazar el bien y
rechazar el mal, a fin de que
tengamos gozo.
El Salvador y Sus siervos no
hablan para complacer a la gente,
sino para ensear lo que es preciso
que las personas sepan. A travs de
las pocas, la historia confirma que
los crticos han presionado a los
lderes de la Iglesia de sus das para
que alteren algn decreto del Seor;
pero sa es una ley eterna que no
puede modificarse. Ni siquiera por
Su Hijo Amado hubiera podido
Dios cambiar la ley que exiga una
expiacin. Las doctrinas divinas no
pueden comprimirse dentro de
moldes compactos para adaptarlas a
los modelos que estn de moda en el
momento. Tampoco pueden
expresarse por completo en un
pequeo cartel.
El juicio
Otro principio inalterable, mis
hermanos, es el de nuestro juicio
final. Cada uno de nosotros ser
juzgado de acuerdo con sus obras y
con los deseos de su corazn. A
nadie se le requerir pagar la deuda
de otra persona; tampoco se dejar a
la casualidad el hecho de que
vayamos al reino celestial, al
terrestre o al telestial. El Seor ha
prescrito ciertos requisitos
inalterables para cada uno de
nosotros. Podemos averiguar lo que
ensean al respecto las Escrituras y
ajustar nuestra vida a ese modelo.
Los mandamientos divinos
Hay otros principios inalterables
que son los mandamientos divinos,
incluso los que son aparentemente
temporales. El diezmo, por ejemplo,
no es una ley temporal (ni
temporaria), sino un principio
eterno. El Seor dijo:
"...Aquellos que hayan entregado
este diezmo pagarn la dcima parte
de todo su inters anualmente; y
sta les ser por ley fija
perpetuamente..." (D. y C 119:4;
cursiva agregada).

Sabemos que los que pagan el


diezmo no sern quemados en la
Segunda Venida.
La verdad

Otro principio inalterable es el


de la verdad. Las Escrituras nos
recuerdan que "la verdad
permanece para siempre" (D. y C.
1:39). Aun cuando la comprensin
que se tenga de ella sea
fragmentada, la verdad en s no
cambia. La verdad y la sabidura
eternas provienen del Seor. La
primera verdad que se ense al
hombre provino directamente de
Dios; despus, generacin tras
generacin, El ha ido dando cada
vez ms luz. Ya sea que surja de un
laboratorio cientfico o
directamente por medio de la
revelacin, la verdad siempre forma
parte del evangelio.

La familia

Quiero mencionar otro principio


eterno: el de la familia. Los
miembros de una familia pueden
estar juntos para siempre. Aun
cuando cada uno de nosotros
tendr que atravesar los umbrales
de la muerte, el momento de esa
partida tiene menor importancia
que la preparacin para la vida
eterna; parte de esa preparacin es
el servicio que se presta en la
Iglesia, el cual no debe ser una
carga sino una bendicin para la
familia. El Seor dijo lo siguiente:
"...tu deber es para con la iglesia
perpetuamente, y esto a causa de tu
familia..." (D. y C. 23:3).
Ruth, Juan y cada uno de los que
me escuchen entendern mejor ese
concepto si lo relacionan con esta
promesa de las Escrituras:
"...si un hombre se casa con una

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mujer por mi palabra, la cual es mi


ley, y por el nuevo y sempiterno
convenio, y les es sellado... se les
dice: ...heredaris tronos, reinos,
principados, potestades y dominios...
exaltacin y gloria en todas las
cosas... y esta gloria ser una plenitud
y continuacin de las simientes por
siempre jams" (D. y C. 132:19).
Esta promesa hace que valgan la
pena todos los esfuerzos y la
perseverancia que sean necesarios.
La constancia en medio del
cambio se encuentra en los
personajes celestiales, en los planes
y en los principios del Seor.
Debemos depositar en ellos nuestra
confianza. A todo el que se deje
guiar por ellos le brindarn paz,
progreso eterno, esperanza y gozo. Y
son verdaderos, ahora y siempre, lo
testifico en el nombre de Jesucristo.

Amn.

SESIN DEL SACERDOCIO


2 de octubre de 1993

Guardemos los
convenios y honremos
el sacerdocio
Elder James E. Faust
Del Quorum de los Doce Apstoles

"En las asambleas gubernamentales de algunos pases, hay grupos a los


que en ingls llamamos 'la oposicin leal', pero esa expresin no se
aplica al Evangelio de Jesucristo."

ermanos, nunca he estado


ante esta gran asamblea del
sacerdocio con un
sentimiento de humildad ms
profundo que el que tengo esta
noche. Oro fervientemente,
pidiendo no slo que me
comprendan, sino tambin que no
me interpreten indebidamente. Con
verdadero anhelo procuro la gua
del Espritu Santo y la comprensin
de mis hermanos, y expreso mi amor
y mi profundo respeto por los
hermanos del sacerdocio de esta
Iglesia. Jovencitos y nios, pronto se

les dar la responsabilidad de guiar


espiritualmente a su familia y a la
Iglesia, por lo que es esencial que
entiendan la importancia de guardar
los convenios y de honrar el
sacerdocio que poseen.
Como preludio de lo que quiero
analizar, creo que es importante que
exponga algunos principios
fundamentales tal como yo los
entiendo. La obra de Dios es "llevar
a cabo la inmortalidad y la vida
eterna del hombre" (Moiss 1:39).
En varias pocas, desde los das de
Adn, Dios ha dado al hombre el
sacerdocio con el fin de llevar a
efecto el gran plan de salvacin para
toda la humanidad. Por medio de la
fidelidad, las bendiciones
transcendentales de la vida eterna
proceden de la autoridad de este
sacerdocio.
Para que estas bendiciones del
sacerdocio se manifiesten, es preciso
que haya una unidad constante
entre los que poseemos esa
autoridad. Debemos ser leales a los
lderes que han sido llamados a
presidir sobre nosotros y a poseer las
llaves del sacerdocio. Las palabras
del presidente j. Reuben Clark, hijo,
todava resuenan en nuestros odos:
"Hermanos, .seamos unidos".

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El tambin explic: "Un aspecto


esencial de la unidad es la lealtad, la
cual es una cualidad muy difcil de
poseer, y requiere la habilidad de
poner a un lado el egosmo, la
codicia, la ambicin y todas las
caractersticas mezquinas de la
mente humana. No se puede ser leal
a menos que se est dispuesto a
entregarse a s mismo... Hay que
dejar de lado las preferencias y los
deseos personales y tener presente
slo la gran meta final" (J. Reuben
Clark, hijo, Inmortalidad y vida
eterna, Curso de estudio del
Sacerdocio de Melqusedec,
1968-1969, pgs. 158-63).
Cul es la naturaleza del
sacerdocio? El profeta Jos Smith
dijo al respecto:
"Es la autoridad eterna de Dios
por medio de la cual se cre y se
gobern el universo, y se crearon las
estrellas del firmamento; es la
autoridad por medio de la que obra
el gran poder de la exaltacin en
todo el universo".
El profeta Jos Smith tambin
ense:
"Qued instituido desde antes de
la fundacin de esta tierra, antes
que 'las estrellas todas del alba
alabaran, y se regocijaran todos los
hijos de Dios', y es el sacerdocio
mayor y ms santo, y es segn el
orden del Hijo de Dios..."
(Enseanzas del Profeta Jos Smith,
pg. 198).
No cabe la menor duda de que el
poder del sacerdocio es mucho
mayor de lo que podemos
comprender. El profeta Jos Smith
dijo lo siguiente de ese gran poder:
"...todo aquel que fuese ordenado
segn este orden y llamamiento
tendra poder, por medio de la fe,
para derribar montaas, para dividir
los mares, para secar las aguas, para
desviarlas de su curso;
"para desafiar los ejrcitos de
naciones, para dividir la tierra, para
romper toda ligadura, para estar en
la presencia de Dios... y esto por la
voluntad del Hijo de Dios que
existi desde antes de la fundacin
del mundo" (Traduccin de Jos
Smith, Gnesis 14:30-31).

El sacerdocio obra en base a un


sistema de orden divino. No
obstante, no es algo vago, una
esencia etrea, sino que debe
conferirse por medio de la
ordenacin y tiene oficios
especficos. Los hombres que lo
poseen tienen la responsabilidad
sagrada de emplear su autoridad
para llevar a cabo la obra de Dios
con el fin de bendecir a hombres,
mujeres y nios por igual. Nadie
puede decir que tiene la autoridad
del sacerdocio a menos que ste les
haya sido conferido por los que
tengan la autoridad "y sepa la Iglesia
que tiene autoridad y que ha sido
debidamente ordenado por las
autoridades de la iglesia" (D. y C.
42:11).
El ejercicio de la autoridad del
sacerdocio est dirigido por medio
de las llaves que le corresponden, y
que estn en poder de los lderes
locales y de las Autoridades
Generales de la Iglesia. Los que
poseen las llaves tienen la
responsabilidad de dar impulso y de
dirigir la obra del Seor sobre la
tierra. Es evidente que, tal como
Alma lo dijo, los pastores de la
Iglesia son los responsables de
proteger al rebao:
"Pues, qu pastor hay entre
vosotros que, teniendo muchas
ovejas, no las vigila para que no
entren los lobos y devoren su
rebao? Y he aqu, si un lobo entra
en medio de su rebao, no lo echa
fuera?..." (Alma 5:59).
Los que posean las llaves, las
cuales comprenden la autoridad de
dictaminar medidas disciplinarias,
tienen la obligacin de depurar la
Iglesia de toda iniquidad (vase
D. y C. 20:54, 43:11). Los obispos,
los presidentes de estaca y de misin
y todos aquellos que tengan la
responsabilidad de conservar limpia
la Iglesia deben cumplir esa labor
con un espritu de amor y bondad.
No debe hacerse con la intencin
de castigar, sino ms bien de ayudar.
No obstante, no se demuestra
bondad hacia un hermano o
hermana que haya cometido una
transgresin si los oficiales del

sacerdocio que presiden hacen caso


omiso de la situacin. El presidente
John Taylor dijo lo siguiente en
cuanto a este asunto:
"An ms, he odo que hay
obispos que han estado tratando de
ocultar las iniquidades de los
hombres; a ellos les digo, en el
nombre de Dios, que tendrn que
llevar sobre s... esas iniquidades; si
algunos de vosotros deseis
participar de los pecados de los
hombres, o defenderlos, tendris
que ser responsables por los mismos.
Me escuchis, obispos y
presidentes? Dios os har
responsables. Vosotros no tenis
derecho de falsificar ni de adulterar
los principios de justicia, ni de
encubrir las infamias y las
corrupciones humanas" (Spencer W.
Kimball, "Sed dignos poseedores del
sacerdocio", Liahona, octubre de
1975, pg. 21).
En cuanto a este asunto, insto a
los hermanos que presiden a
esforzarse por tener consigo el
Espritu de Dios, a estudiar y a
dejarse guiar por las Escrituras y por
el Manual General de Instrucciones.
La disciplina de la Iglesia no se
limita al pecado sexual sino que se
aplica en diversos actos como el
homicidio, el aborto, el robo, el
fraude y otras acciones deshonestas
de desobediencia premeditada a las
normas y reglas de la Iglesia;

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asimismo, a la defensa o prctica de


la poligamia, la apostasa u otro tipo
de conducta que no sea cristiana,
incluso la de desafiar y ridiculizar a
los ungidos del Seor, lo cual est
totalmente en desacuerdo con la ley
de Dios y con el orden de la Iglesia.
Cmo obra el sacerdocio? Las
decisiones que toman los lderes y
los qurumes del sacerdocio deben
seguir el patrn de los qurumes que
presidan.
"Las decisiones de estos
qurumes... se deben tomar con
toda rectitud, con santidad y
humildad de corazn, mansedumbre
y longanimidad, y con fe, y virtud, y
conocimiento, templanza, paciencia,
piedad, cario fraternal y caridad"
(D.y C. 107:30).
En las asambleas
gubernamentales de algunos pases,
hay grupos a los que en ingls
llamamos "la oposicin leal", pero
esa expresin no se aplica al
Evangelio de Jesucristo. El Salvador
nos hizo la siguiente advertencia:
"Sed uno; si no sois uno, no sois
mos" (D.y C. 38:27).
El Seor ha puesto bien en claro
que "toda decisin que tome
cualquiera de estos qurumes se
har por la voz unnime del mismo;
es decir, todos los miembros de cada
uno de los qurumes tienen que
llegar a un acuerdo en cuanto a sus
decisiones..." (D. y C. 107:27). Esto

significa que, despus de una


conversacin franca, el consejo
toma una decisin bajo la direccin
del oficial que preside, que es el que
tiene la autoridad para tomar la
decisin final. Despus, todos
apoyan la decisin, puesto que
nuestra unidad proviene del
concordar plenamente con
principios correctos y de seguir la
inspiracin del Espritu de Dios.
En [a Iglesia se promueve la
discusin franca; sin duda, las libres
opiniones que se dan en la reunin
de ayuno y testimonios, y en las
clases de la Escuela Dominical, de la
Sociedad de Socorro y de las
reuniones del sacerdocio dan fe de
ello. Sin embargo, el privilegio de la
libre expresin en la Iglesia debe
tener ciertos lmites. En 1869,
George Q. Cannon lo explic de la
siguiente manera:
"Un amigo... deseaba saber si...
una sincera diferencia de opinin
entre un miembro y las Autoridades
de la Iglesia se consideraba
apostasa... Le contestamos que...
podemos comprender que una
persona discrepe sinceramente con
las autoridades de la Iglesia sin ser
necesariamente apstata. Pero, no
podemos concebir que esa persona
publique sus diferencias de opinin
y trate de inculcar en la gente su
manera de pensar por medio de
discusiones, sofisteras y otros
medios de persuasin con el fin de
causar desunin y contiendas, y
haga aparecer los hechos y los
consejos de las autoridades de la
Iglesia como equivocados, y no sea
apstata, porque ese modo de
proceder es apostasa, de acuerdo
con el sentido de la palabra" (Gospel
Truth, sel. de Jerred L. Newquist,
2 vol., Salt Lake City: Deseret Book
C o , 1974, 2:276-277).
La Iglesia entiende por actos de
apostasa el caso de miembros "(1)
que en forma reiterada actan en
oposicin clara, directa e
intencional contra la Iglesia o sus
lderes; (2) que persisten en ensear
como doctrina de la Iglesia
elementos que no son tal cosa, an
despus de haber sido reprendidos

por su obispo o por una autoridad


mayor; o (3) que continan
cindose a las enseanzas de cultos
apstatas (como aquellos que
sostienen el matrimonio plural) an
despus de haber sido reprendidos
por su obispo o por una autoridad
mayor" (Manual General de
Instrucciones, 1989, 10-3).
Los miembros, tanto hombres
como mujeres, que persisten en
poner pblicamente en tela de
juicio las enseanzas bsicas, las
prcticas y la institucin de la
Iglesia se privan de la inspiracin
del Espritu del Seor y pierden el
derecho de ocupar un lugar en la
Iglesia y de tener influencia en ella.
Exhortamos a los miembros a
estudiar los principios y la doctrina
de la Iglesia a fin de poder
entenderlos; entonces, si tienen
dudas y surgen diferencias de
opinin que sean sinceras, se les
insta a que hablen de ello en
privado con los lderes del
sacerdocio.
El pensar que cualquiera de
nosotros es ms inteligente, desde el
punto de vista espiritual, ms
instruido o ms digno que los
Consejos que han sido llamados a
presidir sobre nosotros encierra
cierto grado de arrogancia. Esos
Consejos estn en ms armona con
el Seor que cualquier persona
sobre la que presidan, y

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generalmente cada uno de sus


miembros en particular se gua por
la decisin del Consejo. En esta
Iglesia, en la que no tenemos
clrigos profesionales, es inevitable
que se ponga en cargos de autoridad
sobre nosotros a personas con una
preparacin muy diferente de la
nuestra; pero esto no quiere decir
que los que tengan un empleo o una
profesin diferente tengan menos
derecho que los dems de recibir el
espritu del oficio que posean. Entre
los mejores obispos que he tenido en
mi vida, uno era albail, otro
tendero, otro granjero, otro lechero
y otro tena una heladera; sin
embargo, el hecho de que no
hubieran recibido una educacin
acadmica formal careca
totalmente de importancia; eran
hombres humildes y, gracias a ello,
el Espritu Santo les ense y los
magnific. Sin excepcin, recibieron
gran fortaleza mientras se esforzaban
por cumplir diligentemente con su
llamamiento y por ministrar a los
santos a los que haban sido
llamados a presidir. Y as sucede con
todos los llamamientos de la Iglesia.
El presidente Thomas S. Monson
nos ense que: "A quien el Seor
llama, el Seor prepara" ("Vosotros
sois la clave", Liahona, julio de
1988,pg.45).
Cmo deben los poseedores del
sacerdocio tratar a las hermanas de

la Iglesia? Desde los comienzos de


esta iglesia, las hermanas han hecho
siempre una grande y maravillosa
contribucin a la obra del Seor;
han hecho un gran aporte de
inteligencia, de trabajo, de cultura y
de refinamiento tanto a la Iglesia
como a nuestras familias. Al avanzar
hacia el futuro, necesitamos ms
que nunca la contribucin de las
hermanas a fin de establecer los
cdigos morales y la fe, y definir el
futuro de nuestras familias y el
bienestar de nuestra sociedad. Es
necesario que sepan que las
valoramos, honramos y apreciamos.
Es preciso hacer participar y
escuchar a las hermanas que sirvan
en calidad de lderes e incluirlas en
nuestras reuniones de consejo de
estaca y de barrio, especialmente en
cuanto a asuntos relacionados con
las hermanas en general, con los
jvenes y con los nios.
Cmo deben los poseedores del
sacerdocio tratar a su esposa y a las
dems mujeres de su familia?
Debemos venerar a nuestra esposa;
ella necesita que su esposo la alabe y
es preciso que los nios oigan al
padre elogiar a la madre (vase
Proverbios 31:28). El Seor valora a
Sus hijas tanto como a Sus hijos. En
el matrimonio, ninguno es superior
al otro y cada uno de los cnyuges
tiene una responsabilidad principal
diferente y divina. La ms
importante de todas las

responsabilidades de una esposa es


la maternidad. Creo firmemente que
nuestras queridas y fieles hermanas
poseen una nobleza espiritual que es
parte intrnseca de su naturaleza.
El presidente Spencer W. Kimball
dijo:
"El ser una mujer justa durante
estas cruciales y finales etapas de la
historia de la tierra, antes de la
segunda venida del Salvador, es en
verdad un llamamiento noble y
especial... Otras instituciones
sociales pueden flaquear y hasta
fracasar; pero la mujer justa puede
ayudar a salvar el hogar, que puede
ser el nico refugio que algunos
mortales conozcan en medio de la
tempestad y la contienda"
("Privilegios y responsabilidades de
la mujer de la Iglesia", Ijahona,
febrero de 1979, pgs. 142,143).
El sacerdocio es en s una
autoridad justa, y cualquier intento
que se haga en el hogar de usarlo
como un ltigo para maltratar o
ejercer injusto dominio est
totalmente en desacuerdo con esa
autoridad y trae como consecuencia
la prdida de ella. Como poseedor
del sacerdocio, la responsabilidad
principal del padre es pedir al Seor
bendiciones espirituales y
temporales para s, para su esposa y
para sus hijos; pero slo puede
reclamar esas bendiciones en la
rectitud, conforme honre su
sacerdocio. El Seor nos ensea que

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"ningn poder o influencia se puede


ni se debe mantener en virtud del
sacerdocio, sino por la: persuasin,
por longanimidad, benignidad,
mansedumbre y por amor sincero"
(D. y C. 121:41).
En mi opinin, hay pocas
expresiones en las Santas Escrituras
que tengan un mayor significado
que las hermosas palabras que se
encuentran en la seccin 121 de
Doctrina y Convenios sobre la
forma en que se debe ejercer el
sacerdocio:
"Por bondad y por conocimiento
puro, lo cual ennoblecer
grandemente el alma sin hipocresa
y sin malicia;
"reprendiendo en la ocasin con
severidad, cuando lo induzca el
Espritu Santo; y entonces
demostrando mayor amor hacia el
que has reprendido, no sea que te
considere su enemigo;
"para que sepa que tu fidelidad es
ms fuerte que los lazos de la
muerte.
"Deja tambin que.tus entraas
se llenen de caridad para con todos
los hombres, y para con ios de la
familia de la fe, y deja que la virtud
engalane tus pensamientos
incesantemente; entonces tu
confianza se har fuerte en la
presencia de Dios; y la doctrina del
sacerdocio destilar sobre tu alma
como roco del cielo.
"El Espritu Santo ser tu
compaero constante, y tu cetro, un
cetro inmutable de justicia y.de
verdad; y tu dominio ser un
dominio eterno, y sin ser compelido
fluir hacia ti para siempre jams"
(D. y C. 121:42-46).
El presidente Spencer W. Kimball
dijo lo siguiente con respecto a los
convenios del sacerdocio:
"El poder del sacerdocio que
poseemos no tiene lmites.
Cualquier limitacin proviene de
nosotros si no estamos en armona
con el Espritu del Seor y nos
limitamos nosotros mismos en el
poder que ejercemos.
"Se viola el convenio del
sacerdocio quebrantando los
mandamientos, pero tambin se

hace eso al no cumplir con sus


obligaciones. Por consiguiente, para
quebrar este convenio basta con no
hacer nada" (The Tcadngs of
Spencer W. Kimball, Salt Lake City:
Bookcraft, 1982, pgs. 498, 497).
Otro gran recordatorio de
nuestras obligaciones y bendiciones
es el juramento y el convenio del
sacerdocio tal como figura en la
seccin 84 de Doctrina y Convenios.
All se nos dice que las obligaciones
transcendentales de los poseedores
del sacerdocio son: "estar
diligentemente atentos a las palabras
de vida eterna... dar testimonio a
todo el mundo" y ensear al mundo
del "juicio que ha de venir" (vers.
43, 61, 87). Y entonces se nos da la
maravillosa promesa de que si somos
feles en el cumplimiento de nuestras
responsabilidades del sacerdocio,
seremos "santificados por el
Espritu", nos convertiremos en "los
elegidos de Dios", -y todo lo que
nuestro Padre tiene nos "ser dado"
(vers. 33, 34, 38). Es mucho ms
importante aceptar todo lo que el
Padre tiene para darnos que buscar y
recibir cualquier otra cosa que
ofrezca esta vida.
Las bendiciones supremas de esta
vida se obtienen por medio de la
obediencia a los convenios y
honrando las ordenanzas recibidas
en los santos templos, incluso el
nuevo y sempiterno convenio del
matrimonio, el cual es la coronacin
de la santa investidura.
Guiados por el deseo de ser
liberales, de ser aceptados, de que
nos quieran y nos admiren, no
juguemos con a doctrina ni con los
convenios que se nos han dado, ni
tampoco con lo que digan los que
tienen las llaves del Reino de Dios
sobre la tierra. Las palabras de Josu
resuenan ms que nunca para todos
nosotros:
"Escogeos hoy a quin sirvis...
pero yo y mi casa serviremos a
Jehov" (Josu 24:15).
Ruego que el Espritu del Seor
est con nosotros para ayudarnos a
magnificar la gran autoridad del
sacerdocio, y lo hago en el nombre
de Jesucristo. Amn.

Un vuelo eterno lleno


de gozo
Eider Hugh W. Pinnock
De los Setenta

"La direccin que tomen en el vuelo de su uventud determinar el lugar


donde aterrizarn cuando sean adultos."

sta noche deseo dirigir mis


palabras a los varones jvenes
que me escuchan junto con su
padre, con el asesor del quorum, con
el obispo y con sus amigos.
A muchos de nosotros nos
fascina la aeronutica. Los pilotos
siguen cierto procedimiento para
despegar con confianza, sobrevolar
la tierra pacficamente o explorarla
desde la atmsfera sintindose
seguros, y regresar aterrizando sin
accidentes. Ya sea que pilotee un
avin monomotor o que dirija el
vuelo de un transbordador espacial
que puede dar una vuelta alrededor
del mundo en noventa y dos
minutos, todo piloto tiene una lista
de verificacin que revisa cuidadosamente a fin de asegurarse de que e
aparato funcione bien.
Sea que nos refiramos a un avin
de combate (Hornet F14 o F18)

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que se lanza rugiendo hacia los


cielos desde el portaviones, a un
avin fumigador que vuele a poca
altura sobre las granjas de los
estados de Washington o Kansas, o
al transbordador espacial Discovery
volando en el espacio, lanzando
satlites y haciendo experimentos
cientficos, siempre se sigue el
mismo procedimiento. El piloto y los
miembros de la tripulacin
examinan antes del despegue una
lista de verificacin detallada para
cerciorarse de que todo est en
orden.
Cada uno de ustedes es mucho
ms importante que cualquier avin;
por lo tanto, sera prudente que
examinaran y proyectaran su propia
lista de verificacin antes de lanzarse
al espacio de la vida que les quede
por delante. Al dirigirse en ese vuelo
hacia una eternidad feliz, les sugiero
que examinen a menudo cinco
elementos. iPiensen que a algunos
de ustedes les quedan todava
ochenta aos o ms de vida!
Tendrn un futuro muy promisorio
si se preparan y se concentran en lo
que es importante.
El primer artculo en la lista de
verificacin es el sacerdocio.
Comprendan y utilicen de verdad el
sacerdocio que poseen; hnrenlo,
dense cuenta de su poder. Piensen
que el Sacerdocio Aarnico que
poseen es el sacerdocio preparatorio
que los gua hacia el Sacerdocio de
Melquisedec. Por el poder del
Sacerdocio de Melquisedec, el Hijo
Unignito cre innumerables

mundos (vase Hebreos 1:2; D. y C.


76:24; Moiss 1:33) siendo el
Jehov de la poca preterrenal; y
luego, como nuestro Salvador
Jesucristo, llev a cabo muchos
milagros en la tierra. Un sabio lder
del sacerdocio ha afirmado que ste
es el momento de su vida en que
deben ponerse en accin a fin de
convertirse despus en el hombre
que deben llegar a ser.
Nuestro Padre Celestial confa en
ustedes, quienes poseen el mismo
sacerdocio que Aarn posey
honorablemente y que ejerci Juan
el Bautista cuando bautiz a Jess,
para que se cumpliera "toda justicia"
(Mateo 3:15). Unos mil ochocientos
aos despus, en las orillas del ro
Susquehanna, tambin orden a
Jos Smith y a Oliver Cowdery a ese
mismo Sacerdocio Aarnico (vase
Jos SmithHistoria 1:68-73).
Recuerden que:
Jos Smith tena la edad que
tienen los que son diconos cuando
empez a meditar profundamente
sobre Dios.
Jos Smith tena la edad que
tienen los maestros cuando fue a la
arboleda a orar y recibi la
bendicin de poder hablar con Dios
el Padre y con Jess, nuestro
Hermano Mayor (vase Jos
SmithHistoria 1:1120).
Jos Smith tena la edad que
tienen los presbteros cuando

Moroni lo visit por primera vez y le


habl del registro que estaba escrito
en planchas de oro (vase Jos
SmithHistoria 1:27-54).
El sacerdocio que poseen los
habilita para preparar, bendecir y
repartir el pan y el agua: los
emblemas sagrados del sacramento
de la Santa Cena. Ustedes dirigen a
los miembros de la Iglesia cuando
hacen el pacto solemne de "tomar
sobre s el nombre [del] Hijo...
recordarle siempre, y... guardar sus
mandamientos que l les ha dado"
(D. y C. 20:77). Ustedes recogen las
ofrendas de ayuno para ayudar al
pobre y al necesitado, y muchos
prestan servicio como
acomodadores, arreglan mesas y
sillas para las reuniones y cumplen
otros deberes importantes. Los que
son presbteros tienen la autoridad
de bautizar (vase D. y C. 20:46}, lo
mismo que los misioneros, sus
padres y otros poseedores del
sacerdocio que son adultos ya. Y en
circunstancias apropiadas, ustedes
tambin ordenan a otras personas
(vase D. y C. 20:46-49).
El Padre Celestial los ama. Los
lderes del sacerdocio llamarn a
muchos, muchsimos jvenes para
apartarlos como miembros de la
presidencia y secretarios del
quorum. Mientras dirigen a otros
durante su juventud, aprendern
grandes lecciones de liderazgo.

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Obispos, ustedes tienen la tarea


vital de proporcionar a nuestros
jvenes capacitacin y experiencias
como parte de las posiciones de
liderazgo que ocupen en los
qurumes.
El segundo artculo en la lista
de verificacin es la familia y los
amigos. Deben recordar siempre la
importancia de su hogar, de sus
padres y otros miembros de la
familia, y tambin de sus amigos. No
esperen que sus padres hagan por
ustedes las cosas que ustedes
mismos pueden hacer; ha llegado la
hora de que asuman mayores
responsabilidades. Quizs digan:
"Pero, mi pap es quien debe hacer
eso" o "Quiero que mi mam siga
haciendo tal cosa por m". Para
tener xito, el hogar debe basarse
tanto en el amor y los deseos de
ayudar de los hijos como en el amor
de los padres al cumplir sus
responsabilidades.
Cuando yo tena diecisiete aos,
estaba un da lavando el auto y
pensando con gran expectativa en
una salida que hara esa noche con
una chica. Mi padre sali de la casa
y se puso a observar lo que estaba
haciendo, criticndome a tal punto
que me hizo pensar que no haba
hecho nada bien. Al fin le dije algo
as: "Pap! Djame tranquilo. No
te das cuenta de que sta es la
primera vez en mi vida que soy un
adolescente?" El me mir y me
contest: "Y t no te das cuenta,
compaero, que sta es la primera
vez en mi vida que yo soy padre?"
Ese da, al darme cuenta de que
todos estamos aprendiendo juntos
en familia, adquir un poco ms de
sabidura. De la misma manera que
no podemos esperar ser ahora todo
lo que esperamos llegar a ser,
tampoco podemos pretender que
nuestros padres sean perfectos.
Cuando surjan problemas en el
hogar, tengan una buena disposicin
para perdonar. Cuando sea
necesario, ayuden a sus padres en el
cuidado de sus hermanos menores;
ustedes son sus hroes. Al asumir
ms responsabilidades en el hogar,
descubrirn otras oportunidades que

surgen en otros aspectos de su vida.


Elijan con mucho cuidado a sus
amigos; relacinense con jvenes de
ambos sexos que sean ntegros y que
les inspiren a ser ms responsables;
ayuden ustedes a sus amigos a tomar
la decisin de cumplir una misin,
de asistir a las reuniones de la Iglesia
y de disfrutar actividades sanas. A
los que son de diecisis aos y
mayores, les recomiendo que,
cuando salgan con una jovencita, se
aseguren de que vuelva a su hogar
tan buena como era cuando la
fueron a buscar.
El tercer artculo en la lista de
verificacin es vivir los
mandamientos. Nunca les den de
comer a los zorros! Qu quiero
decir con eso? Que violar un
mandamiento es como darles de comer
a los zorros. En Inglaterra, donde
estamos viviendo, mi esposa y yo
omos al principio hablar de los
zorros que haba en la ciudad
misma. Tenamos grandes deseos de
ver uno, y un vecino nos dijo que si
les ponamos comida, con seguridad
veramos alguno; el carnicero nos
dio unos huesos, y todas las noches
ponamos unos cuantos en el
terreno del fondo de la casa; no
pas mucho tiempo antes de que
apareciera un zorro; y despus
aparecieron otros. Ahora tenemos
todas las noches por lo menos cinco
zorros que corren pisoteando las
flores, escarban en el csped y dejan
todo sucio. Lo que empez por ser
una curiosidad es ahora un
problema; lo mismo que el pecado.
Un pequeo desliz puede comenzar
un proceso que desgarre y destroce
toda la vida de una persona. As
que, recuerden, si no les dan de
comer a los zorros, stos no podrn
destrozarles el jardn. Si evitan
cometer los errores que
aparentemente son inofensivos, su
vida se ver libre de otros mucho
ms grandes. Jvenes, sean valientes
viviendo con rectitud. Creen
recuerdos felices para ustedes y para
aquellos que los rodean.
El cuarto artculo a considerar
en la lista de verificacin son los
estudios. Aprovechen bien sus aos

de estudios. Las Escrituras nos dicen


que todo tiene su tiempo debajo del
cielo (vase Eclesiasts 3:1-8).
Este es el tiempo en que deben
prepararse. La direccin que tomen
en el vuelo de su juventud determinar el lugar donde aterrizarn
cuando sean adultos. Estn
encaminados en la direccin a la
cual desean ir?
Los mayores recordamos que no
todo lo que se hace a su edad en la
institucin de enseanza o en el
trabajo es agradable, ni tampoco
todo parece provechoso y necesario.
Pero la mayora de lo que aprenden
es til. Entusismense con sus
estudios y desarrollen el hbito de
recorrer la segunda milla (vase
Mateo 5:41; 3 Nefi 12:41), o sea, de
dar un poco ms de lo que les
exijan; esa segunda milla puede
ayudarles a cruzar continentes
cuando sean mayores. Por medio del
estudio y el esfuerzo, se prepararn
para una vida de autosuficiencia
espiritual, emocional y econmica.
Construyan ahora el cimiento sobre
el cual edificarn el futuro (vase
Mateo 7:24-25). Conozcan el
entusiasmo de ver finalizadas las
labores arduas. Los jvenes

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trabajadores y empeosos de hace


unos pocos aos son los industriosos
y respetados lderes de hoy. Muchos
de ellos trabajaron duramente
cuando eran jvenes, ahorrando
parte de lo que ganaban para una
misin y para sus estudios. Desde
entonces, han sido una bendicin
para otras personas. Recuerden que
sus padres no tienen la obligacin
de proveerles todo lo que deseen
tener. El Seor nos ha enseado
que no debemos ser ociosos! (vase
D. y C. 42:42; 60:13; 75:3; 88:124).
E quinto artculo de la lista de
verificacin es una misin. Cuando
era asistente en el ejrcito de un
general de divisin de la Reserva,
muchas veces entablaba
conversaciones con aquel
extraordinario lder militar. El no
era de nuestra fe, pero un da me
dijo: "Pinnock, sabes la suerte que
tienen los mormones?" A lo que le
contest con un vago: "S, seor, lo
s; pero a qu se refiere usted?" El
me dijo entonces: "La misin!
Pinnock, eso es lo ms importante.
A ustedes se les insta a salir y servir
a los dems en una misin. As se
hacen ms fuertes y prudentes, y se
convierten en personas de fiar".
El Profeta les ha pedido que sean
misioneros; el mundo los necesita
desesperadamente y ustedes deben
experimentar el poder y progreso
que se obtiene al servir y ensear a
otras personas. Si por algn motivo
imprevisto no se les llama para ir a
una misin, habr un sinfn de otras
oportunidades para servir al Seor.
Esa es la lista de verificacin que
los har volar en la direccin
apropiada. Para tener xito, un
piloto debe contar con la ayuda de
una tripulacin capaz; y sus padres,
el obispo, los lderes de quorum y los
buenos y fieles amigos, todos ellos
los apoyarn en su vuelo a travs de
estos aos tan fundamentales de su
vida. Les espera un futuro
maravilloso si se aferran a su lista de
verificacin personal. Oramos y nos
preocupamos por ustedes, y estamos
dispuestos a ayudarles. De esas
verdades yo testifico en el nombre
de Jesucristo. Amn.

No toquen el don malo,


ni la cosa impura
Eider H. Burke Peterson
Miembro emrito de los Setenta

" N o podemos participar en el programa de diversiones auspiciado por


Satans y esperar que se nos considere inocentes. Por qu?, porque
somos hombres jvenes y adultos del convenio."

ermanos, les saludo con un


espritu de amor y respeto.
Les agradezco todo lo que
hacen por los hijos de nuestro Padre
en todo el mundo. Quisiera que
supieran que esta asignacin de
dirigirles la palabra me ha tenido
muy preocupado.
Como s que sta ser la ltima
oportunidad que tenga de dirigirme
desde este pulpito a ustedes,
hermanos del sacerdocio, he sentido
que deba tratar un tema que quizs
desconcierte a algunos. As como el
rey Benjamn suplic, yo tambin lo
hago, para que "...abris vuestros
odos para que podis or, y vuestros
corazones para que podis entender,
y vuestras mentes para que los
misterios de Dios sean desplegados a
vuestra vista" (Mosah 2:9).
Ruego que esta noche reciban lo

que voy a decirles por medio del


Espritu.
En Moroni 10:30 dice: "Y otra
vez quisiera exhortaros a que
vinieseis a Cristo, y procuraseis toda
buena ddiva; y que no tocaseis el don
malo, ni la cosa impura" .(cursiva
agregada).
Mis palabras se referirn a la
participacin, algunas veces
inocente, en una de las terribles
"cosas impuras" a las que se refiri
este antiguo profeta.
Satans, el diablo, el padre de
todas las mentiras, astuta y
lentamente ha ido rebajando a un
nivel trgico y destructivo las
normas morales de la sociedad. En
revistas como en libros, en discos y
videos, as como en las pantallas del
cinc y la televisin, se exhibe cada
vez con ms frecuencia, un estilo de
vida que podra competir con el de
los habitantes de Sodoma y
Gomorra; se ven personas desnudas,
escenas sexuales y se escuchan
palabras vulgares.
La gran tragedia es que muchos
hermanos, tanto jvenes como
adultos, que poseen el sacerdocio de
Dios miran y escuchan esas cosas.
Al principio, algunos lo hacen de
vez en cuando y se consideran
espiritualmente fuertes e inmunes a
su influencia. Esta inmundicia no es
nada ms ni nada menos que
pornografa ataviada con esplendor;
es una de los mejores instrumentos
del maestro del engao.
El problema es que estos

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hermanos no reconocen que estn


atrapados o que pronto lo estarn.
Me temo que, lamentablemente,
incluso algunos de los que me estn
escuchando tienen ese vicio y no se
dan cuenta. Lo consideran una
forma de diversin que les quita en
forma temporaria el peso de los
problemas diarios. Pero, en realidad,
lo que les quita es la espiritualidad y la
capacidad para invocar el poder de
los cielos cuando lo necesitan.
Debemos comprender
plenamente las consecuencias de
tomarle el gusto a esa clase de
diversin. Los padres y las madres
deben prevenir a sus hijos y hacerles
ver el castigo eterno que tendrn.
Ningn hombre o joven aqu
presente puede mirar, leer o
escuchar esa clase de vulgaridad
explcita, por ms leve que sea, sin
causarle dolor a un Dios amoroso
y un dao terrible al espritu propio.
No podemos mirar ni escuchar esas
cosas inicuas en nuestros propios
hogares, o dondequiera que se
exhiban, sin sufrir las consecuencias... y esas consecuencias
son reales.
Debemos recordar que las .
recompensas de un vivir recto slo
se gozan pai"cialmente en esta vida
terrenal; asimismo, las penas por
quebrantar los mandamientos de
Dios tampoco se sentirn en su
totalidad mientras estemos en la
tierra. La eternidad es muy, muy
larga.
Hermanos, les suplico que no
participen en ello; mantnganse
alejados de cualquier video,
pelcula, publicacin o msica, no
importa si dicen que es apto para
menores, que muestre o en el que se
escuchen cosas ilcitas u obscenas.
Tengan el valor de apagar el aparato
que sea si estn en su casa;
desechen esas cintas y publicaciones
en el tarro de la basura, ya que eso
son, basura.
En Doctrina y Convenios se
encuentra una exhortacin y una
promesa. La promesa dice: "Y si
vuestra mira est puesta nicamente
en mi gloria, vuestro cuerpo entero
ser lleno de luz y no habr tinieblas

en vosotros; y el cuerpo lleno de luz


comprende todas las cosas" (D. y C.
88:67).
Si aplicamos este pasaje de las
Escrituras a esta poca, entiendo
que cada vez que miramos o
escuchamos las cosas que he
mencionado, por ms inofensivas
que parezcan, se opaca nuestra luz
interior a la vez que aumentan las
tinieblas. Eso nos afecta, porque no
podremos pensar con tanta claridad
ni resolver los problemas de la vida
as se trate de negocios, de la
Iglesia, de estudios, de la familia o
personales ya que el pasaje que
conduce a la fuente de toda luz est
obstruido con imgenes impuras. O
sea, que se limita el derecho que
tenemos de recibir revelacin
personal sobre cualquier tema. Ya
no nos va tan bien en los estudios ni
en el trabajo; nos tenemos que valer
por nosotros mismos y, como
resultado, cometemos ms errores y
no somos tan felices. Recordemos
que nuestra mente es maravillosa y
que registra y guarda cualquier cosa
que pongamos en ella, tanto
inmundicia como belleza. Siempre
que vemos u omos algo obsceno o
vulgar, no importa de dnde
provenga, la mente lo graba, y
cuando hace esta grabacin, empuja
a un lado la belleza y los
pensamientos puros. La esperanza y
la fe en Cristo se disipan y la
confusin y el descontento se hacen
parte de nosotros.
Los integrantes de la familia ya
no se sienten contentos de estar
juntos como solan hacerlo.
Encontramos menos paz y alegra en
nuestro corazn y en nuestro hogar.
Hacemos cosas que ms tarde
lamentaremos haber hecho. La
discordia sale a relucir, y una vez
que aparece, el Espritu de Cristo se
aparta de nosotros.
Vuelvo a repetir: Alejmonos de
la pornografa, quemmosla,
borrmosla, destruymosla. S que
sonamos muy estrictos cuando
decimos que las pelculas que se
clasifican "slo para adultos" y
muchas de las que son "aptas para
mayores de trece aos" se producen

bajo influencias satnicas. Nuestras


normas no deben estar a merced de
la clasificacin que se les d. Repito,
a causa de lo que realmente
representan, este tipo de pelculas,
msica, videos, etc., sirven los fines
del creador de todo lo malo.
Hermanos, analicemos de nuevo
por qu no podemos participar en el
programa de diversiones auspiciado
por Satans y esperar que se nos
considere inocentes. Por qu?,
porque somos wmbres jvenes y
adultos del convenio y eso nos hace
diferentes de todos los dems. El
haber hecho convenios con el Seor
nos hace especiales. El ama a todos
Sus hijos, pero los del convenio tienen
una responsabilidad especial.
En las Santas Escrituras el Seor
nos ha dicho que mucho antes de
que viniramos a la tierra, todos
fuimos llamados para poseer Su
sacerdocio y llevar a cabo Su obra
aqu. La tarea que tenemos no es
pequea ni insignificante.
Tendremos que rendirle cuentas de
la parte de la obra que se nos ha
encomendado.
Ahora, si padecen del problema

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del que acabamos de hablar,


permtanme ofrecerles esperanza y
un plan de ataque. Si son jvenes,
acudan a sus padres o a su obispo
para recibir ayuda. Tanto jvenes
como adultos deben acudir al Seor.
Abandonar ese vicio y limpiar el
espritu de las impurezas de las que
hemos estado hablando no ser fcil
ni tampoco rpido. Hace varios aos
se dijo lo siguiente desde este
pulpito:
"El secreto de limpiar el espritu
de impurezas no es muy complicado:
comienza todas las maanas con una
oracin sincera y devota, y termina
con otra oracin por la noche. Este
es el paso ms importante que
conozco en el proceso de
purificacin. Puede ser una oracin
sencilla para pedir la fortaleza
necesaria para alejarnos del mal
hbito" o para pedir que le tomemos
aversin al pecado (Ensgn,
noviembre de 1980, pg. 39).
Mientras tanto, recuerden que
no todas las oraciones reciben
respuesta el mismo da ni al da
siguiente. A veces requiere mucho
tiempo. Pero una vez que se da este

paso, "he visto llevarse a cabo


cientos de milagros. Sin. la oracin,
uno no puede librarse del vicio y
contina desdichado y
desesperanzado" (Ibid.).
Si han tratado de hacerlo y se han
dado por vencidos, les suplico que
sigan esforzndose. Si perseveran,
nuestro Padre Celestial no los
abandonar.
El segundo paso de este plan de
ataque es obtener fortaleza espiritual
mediante el estudio diario de las
Escrituras.
El estudio no tiene que ser largo
pero debe hacerse todos los das. Si
yo fuera ustedes, empezara a leer las
Escrituras esta noche y nunca
dejara pasar un da sin leerlas,
aunque fuese slo por unos minutos.
A los que leen las Escrituras con
regularidad se les promete ms
inspiracin de Dios.
Las Escrituras nos ayudarn a
vencer las tinieblas con la luz.
El tercer paso que les aconsejara
es el siguiente: Cuando sea
necesario, confiesen sus pecados al
obispo y recibirn bendiciones.
Muchas personas guardan en su
interior el sentimiento de
culpabilidad que resulta de los
pecados impenitentes. La confesin
es parte del proceso del
arrepentimiento. Si usted es una de
esas personas que necesita
confesarse, le suplico que vaya a ver
a su obispo maana antes del
atardecer.
Testifico que el Salvador est a la
cabeza de esta obra. Quisiera hacer
eco de las palabras que el gran
profeta Moroni pronunci en su
discurso de despedida: "S, venid a
Cristo, y perfeccionaos en l, y
absteneos de toda impiedad, y si os
abstenis de toda impiedad, y amis
a Dios con toda vuestra alma, mente
y fuerza, entonces su gracia os es
suficiente, para que por su gracia
seis perfectos en Cristo; y si por la
gracia de Dios sois perfectos en
Cristo, de ningn modo podris
negar el poder de Dios" (Moroni
10:32).
De El testifico en el nombre de
Jesucristo. Amn. D

Una visin eterna


Elder Carlos H. Amado
De los Setenta

" E x t i e n d a n su visin y reconozcan q u e t i e n e n parentesco con Dios; eleven


la vista y v i v a n dignos del sacerdocio q u e p o s e e n . "

iervo y servicio son palabras


comunes en la Iglesia
restaurada.
Alguien dijo: "El que no vive
para servir no sirve para vivir".
Palabras sabias que se aplican a todo
poseedor del sacerdocio. Una
palabra que describe el sacerdocio es
servicio; literalmente, todo hombre
que recibe el sacerdocio es "llamado
a servir". El apstol Pedro dijo que
ustedes eran "...linaje escogido, real
sacerdocio, nacin santa, pueblo
adquirido por Dios" (1 Pedro 2:9).
Ilustrar este concepto con un
relato de la vida real.
Mara Coj era una joven
miembro de la Iglesia que tena 17
aos y era la mayor de 8 hermanos.
Haba contrado una infeccin
parasitaria, cisticercosis, al comer
alimentos contaminados. Con el
tiempo, el parsito en estado
embrional form un quiste en el
cerebro de la jovencita,
provocndole terribles dolores de

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cabeza y luego ceguera. Para


aliviarle los dolores, fue necesario
trasladarla desde su pueblo, Solla, a
la ciudad de Guatemala. All se
agrav a causa de fuertes
convulsiones por lo avanzado de la
enfermedad. La mantenan con vida
en un respirador artificial;
evidentemente, no vivira mucho
tiempo en esas condiciones.
Simultneamente, Erika Alonzo,
una nia miembro de la Iglesia de
12 aos y parcialmente ciega,
viajaba 22 horas en autobs desde
Honduras a Guatemala para
operarse de los ojos. Durante dos
semanas esper que llegara de los
Estados Unidos una crnea joven
para recibir el trasplante, pero no se
conseguan. En esos das falleci
Mara. Como la ceguera de la joven
haba sido causada por la presin del
quiste en el cerebro, sus crneas
eran sanas. Los padres de Mara
autorizaron la donacin. La
operacin tuvo xito y el 12 de julio
de 1993, Erika fue a Solla a
conocer a la familia Coj.
Asombrados, le preguntaron:
"puedes ver?", y ella les contest:
"S, veo todo con claridad". Fue un
encuentro muy espiritual. La
hermana Coj, que no entenda
mucho espaol porque su lengua
madre es el cakchiquel, sinti de
todos modos el espritu y el amor
que reinaba mientras conversaban.
Gracias a la donacin de la crnea
de su hija, Erika ahora puede ver y
disfrutar de cuanto la rodea. La
muerte de una persona y el amor de
sus padres fueron una bendicin en
la vida de otra. El milagro de la
medicina actual de que alguien

Las Autoridades Generales y los miembros del coro de hombres cantan un himno durante la
sesin del sacerdocio.

pueda ver con los ojos de otra


persona es una asombrosa realidad.
Espiritualmente hablando, todos
ustedes, jvenes del Sacerdocio
Aarnico, a travs de los ojos de sus
fieles padres, maestros, obispo,
Apstoles y profetas, pueden
contemplar las bendiciones de esta
vida y de la eternidad. Pueden
descubrir as que, por medio de las
donaciones pequeas de tiempo, a
diario, como el estudio de las
Escrituras, la oracin y la
meditacin, ellos les ensearn que
ustedes tienen algo divino en su
interior.
Extiendan su visin y reconozcan
que tienen parentesco con Dios;
eleven la vista y vivan dignos del
sacerdocio que poseen. Aprendan
en la juventud a controlar sus
pasiones, deseos y apetitos.
Preprense seriamente para cumplir
con la gloriosa responsabilidad de
predicar as buenas nuevas de la
Restauracin, las cuales son: que
Jess es el Cristo y que no hay otro
nombre dado en el cual haya
salvacin, que Jos Smith fue un
profeta que, guiado por mensajeros
divinos, restaur con poder y
autoridad todas las ordenanzas y
convenios que se encuentran en La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los ltimos Das. En todo poseedor

del sacerdocio debe arder la


conviccin personal de que la
misin de Jesucristo fue nica: como
Hijo de un Padre Celestial Eterno y
de una madre mortal especialmente
escogida, lleg a ser el Unignito, el
Hijo de Dios, lo cual lo calific para
ser el Mediador, el Salvador y el
Redentor del gnero humano.
Aunque lo calumniaron,
escupieron, golpearon, azotaron y
humillaron, permaneci "como una
oveja muda ante sus
escarnecedores" (Isaas 53:7). Muri
a una edad temprana; era joven y
fuerte, de sabidura ilimitada;
cuando ustedes tengan 33 aos lo
comprendern mejor. Su sacrificio
fue doloroso pero imprescindible.
Fue el primero que resucit
revestido de gloria y vida eterna.
La expiacin del Hijo de Dios
abri la posibilidad para que todo el
gnero humano pudiese volver a la
presencia del Padre. Ahora nos dice
que lo sigamos y que hagamos las
cosas que le hemos visto hacer
(vase 2 Nefi 31:12). Ahora,
ustedes tienen el privilegio de servir
dos aos como misioneros con la
nica mira de glorificar a Dios y de
edificar Su Reino (vase D. y C.
4:5). Durante ese tiempo, Cristo les
refinar el espritu, les moldear el
carcter e implantar en sus

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corazones los principios que les


permitirn vivir con rectitud y gozo
en esta vida y por la eternidad.
Puede que piensen que van a
sacrificar mucho al alejarse de su
familia o al dejar a un lado la
educacin, o incluso al dejar una
vida cmoda. Otros tal vez se
quejen de que la vida misional es
rigurosa; sin embargo, los miles que
ya han servido les testificarn que,
al contar sus bendiciones, se han
dado cuenta de que en realidad no
han sacrificado nada.
Permtanme compartir con
ustedes una experiencia de fe. El
eider Hermelhido Coy era hijo
nico. Sali de su aldea, Senah,
por primera vez en su vida para
entrar en el Centro de Capacitacin
Misional el 14 de marzo de 1991, y
dej sola a su mam. Aunque tena
slo dos aos de ser miembro de la
Iglesia y era muy tmido para hablar
con la gente, su determinacin de
servir era grande. Haba cursado
menos de cinco aos de escuela
primaria en su idioma nativo
kekch, y el idioma oficial de
Guatemala, el espaol, era una
lengua extraa para l.
Durante su misin aprendi a
vivir con dolor en una pierna y rara
vez se quejaba. En agosto de 1992,
adems de sentir ms dolor, not
que tena algo anormal en la rodilla.
Un examen mdico diagnostic que
tena cncer en los huesos. Un
estudio ms minucioso revel que el
cncer se haba reproducido en el
hgado, los pulmones y en el sistema
linftico. En otras palabras, su
enfermedad no tena cura. El no
entenda cul era el problema ni la
causa ni la gravedad del mismo.
Con la ayuda de un intrprete y con
ejemplos de la vida del campo, se e
ayud a comprender que tena poco
tiempo de vida.
Nunca pregunt: Por qu me
tiene que pasar esto a m? No se
lament ni expres sentimientos
negativos. Fue obediente a todo lo
que se requiri de l. Se le pregunt
si deseaba volver a casa, pero l
pidi quedarse en la misin hasta
donde le fuera posible servir, o hasta

que muriera.
Para octubre de ese mismo ao ya
caminaba con dificultad y requera la
ayuda de un bastn; slo poda
trabajar algunas horas al da; en
diciembre ya no poda caminar. Fue
la primera vez que se sinti
desanimado porque no poda
trabajar. Su preocupacin siempre
haba sido que quin cuidara de su
madre cuando l muriera.
En una de sus visitas, el
presidente de misin le pidi que
enseara la doctrina bsica de la
Iglesia a su mam, quien, junto con
las misioneras de bienestar,
permanecan con l las 24 horas del
da. Cuando le ense a su mam el
plan de salvacin en su lengua
nativa, irradiaba seguridad y luz;
enseaba con poder y conviccin.
A medida que sus fuerzas se
agotaban, tena ms y ms confianza
en el Seor. En una ocasin en que
el dolor era muy intenso, expres en
una oracin: "Padre Celestial, yo no
s el da ni la hora en que morir,
pero espero que pronto me digas
cul va a ser mi nueva asignacin".
Muri en febrero de 1993. Su
ejemplo fue una bendicin para
todos los misioneros, los lderes, los
miembros e incluso los que no eran
miembros que se enteraron de su
valor y de su perseverancia hasta el
fin. Su fe era tan simple que se
contagiaba. Nunca temi la muerte
y fortaleci a todos los que lo
conocieron.
Mis queridos jvenes, les prometo
que si sirven con la misma fe que lo
hizo el eider Coy, y si aceptan mirar
a travs de los ojos de sus padres y
lderes que los aman, tendrn un
testimonio ms fuerte, vern ms
all de lo que ven ahora e
iluminarn a los que ahora estn
espiritualmente ciegos y los
prepararn para volver a Cristo.
Levntense y hagan brillar su luz,
sean como los ms de 49.000
misioneros que hoy llevan luz,
esperanza y conocimiento a los que
lo necesitan. Agrego mi testimonio a
los dems, de la divinidad de esta
obra, en el nombre de Jesucristo.
Amn. G

Condecoracin de
Escultismo al presidente
Thomas S. Monson
Inmediatamente despus del discurso del eider Carlos H. Amado, e
presidente Gordon B. H'mckley, Primer Consejero de la Primera Presidencia,
present a funcionarios administrativos de la organizacin mundial de Boy
Scouts antes de la presentacin de la condecoracin del Lobo de Bronce al
presidente Thomas S. Monson, Segundo Consejero de la Primera
Presidencia.

enemos el honor de tener


con nosotros esta noche al
seor Jere B. Ratcliffe, jefe
administrativo de los Scouts; al
seor Eugene F. Reid, miembro de
la Mesa Directiva Nacional y del
Comit Internacional de los Boy
Scouts de EE.UU. y ex presidente
del Comit Mundial Scout; y al
seor C. Michael Hoover, asistente
del jefe administrativo de los
Scouts. Es un privilegio escuchar al
seor Ratcliffe y despus al seor
Reid, los que condecorarn al
presidente Thomas S. Monson,

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Segundo Consejero de la Primera


Presidencia, despus de lo cual el
presidente Monson nos dirigir
la palabra.
El seor Ratcliffe:
Es realmente un honor para m
estar en esta conferencia general del
sacerdocio para condecorar al
presidente Thomas Monson con la
condecoracin del Lobo de Bronce
de la Organizacin Internacional de
los Scouts. El presidente Mnson es
uno de los asociados ms
distinguidos de los Boy Scouts de
EE.UU. y es el miembro con ms

El eider H. Burke Peterson, de los Setenta, pas a ser Autoridad General Emrita en la
conferencia.

antigedad de la Mesa Directiva


Nacional. Ha servido desde las
elecciones de 1969.
Durante este perodo de tiempo,
los Boy Scouts de EE.UU. y La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los ltimos Das han estado
asociados con la mira de ayudar al
desarrollo apropiado de los jvenes.
Esta asociacin entre la Iglesia SUD
y los Scouts tiene gran valor para m
porque nuestras organizaciones
estn basadas en creencias bsicas
similares, como los principios
religiosos y los valores tradicionales
de la familia.
Los lderes de los Boy Scouts
de EE.UU. reconocen que los principios religiosos son sumamente
importantes: cuando un joven
desarrolla su fe, crece espiritualmente y por lo tanto est mejor
preparado para beneficiar a la
sociedad.
Los Scouts tambin hacen
hincapi en los valores tradicionales
de la familia. El presidente David O.
McKay, un gran y entusiasta Scout,

deca a menudo: "Ningn xito


puede compensar el fracaso en e
hogar". Tanto los Scouts como la
Iglesia siguen apoyando los valores
de la familia.
El presidente Monson ha
ayudado a los Boy Scouts a
mantener nuestra meta fija en esas
creencias bsicas mutuas. Es un
Scout excepcional y ha dedicado su
vida a mantener en alto y a poner
en prcrica las enseanzas de la
Iglesia y la misin de los Boy Scouts,
la misin de ensear valores que
sirvan toda una vida.
De parte de todos los colegas
Scout, deseo felicitarlo, presidente
Monson, y Ees deseo a usted y a su
esposa, Francs, felicidad y xito.
El seor Reid:

Por la autoridad que me confiere


el Comit Mundial Scout, tengo el
honor y el privilegio de condecorar a
Thomas S. Monson con la distincin
del Lobo de Bronce. Este es el nico
galardn que otorga la Organizacin
Mundial del Movimiento Scout.
Quisiera pedirle al presidente

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Monson que se pusiera de pie.


Ahora leer las palabras que
acompaan esta distincin:
"Presidente Thomas S. Monson,
EE.UU., Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los ltimos Das.
"Miembro de la Mesa Directiva
Nacional de los Scouts de EE.UU.
"El presidente Monson ha sido
un Scout activo toda su vida.
Cuando joven, recibi el rango de
Scout de por Vida y despus sirvi
como Explorador y Representante
de la Institucin.
"Dentro de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los
ltimos Das ha dirigido las
actividades de los Scout a muchos
niveles. Ha sido consejero de
especialidades Scout y miembro del
Comit Scout SUD de Canad y
capelln del Jamboree canadiense.
Durante diez aos fue miembro del
Comit General Scout de la Iglesia.
En los ltimos aos ha participado
en una campaa de los Scout para
conseguir alimentos para los pobres.
"En 1969, Thomas S. Monson se
hizo miembro de la Mesa Directiva
Nacional de los Boy Scouts de
EE.UU., donde tambin sirve como
miembro del Comit Internacional.
Ha sido honrado con la
condecoracin para lderes Scout, el
Bfalo de Plata, y ha representado a
los Boy Scouts de EE.UU. como
delegado en las conferencias
mundiales de Tokio, Nairobi y
Copenhague.
"Como parte de sus
responsabilidades de lder de La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los ltimos Das, el presidente
Monson ha promovido el
movimiento Scout en muchos
pases. Ha trabajado de cerca con la
Organizacin Mundial del
Movimiento Scout para encontrar
la manera de fortalecer los vnculos
entre la Iglesia y las organizaciones
Scout de otros pases. Es un
voluntario dedicado, ntegro y
trabajador del Movimiento Scout y
su liderazgo ha sido ejemplar".
Coloco ahora la condecoracin
del Lobo de Bronce alrededor del
cuello de Thomas S. Monson.

Alcancemos lo ms alto
Presidente T h o m a s S. M o n s o n
Segundo Consejero de lo Primera Presidencia

"El Sacerdocio Aa ron ico prepara a los jvenes para que sean hombres
responsables y cumplan los importantes deberes del Sacerdocio de
Melquisedec. El Escultismo ayuda a nuestros jovencitos a marchar con
honra por el camino del sacerdocio hacia la exaltacin."

is queridos amigos y
compaeros Exploradores,
Jere Ratclife, Bud Reid y
Mike Hoover, ustedes me honran
esta noche con su presencia y sus
comentarios. Es un gran honor para
m recibir el premio Lobo de
Bronce. Yo s que al entregar esta
mencin honorfica, ustedes
tambin estn expresando gratitud
a la Iglesia y a los lderes del pasado
y del presente que me han
permitido servir durante estos
veinticuatro aos pasados en la
Mesa Ejecutiva Nacional y seguir
los pasos del presidente Ezra Taft
Benson y del presidente Georgc
Albert Smith, que me precedieron
en este oficio. Como miembro de la
Mesa Directiva del Comit
Internacional, he tenido el
privilegio de ir a muchos pases y
presenciar la influencia favorable
del Escultismo en la vida de los

jvenes de distintas lenguas, razas y


culturas.
Como Iglesia, estamos llevando a
cabo el programa Scout bastante
bien en los Estados Unidos y
Canad. Con la ayuda de jacques
Moreillon, secretario general de la
Organizacin Mundial del
Movimiento Scout, estamos dando
los pasos necesarios para extender la
influencia del Escultismo a nuestros
jvenes de todo el mundo.
Cunto agradezco las palabras
inspiradas que el presidente Spencer
W Kimball dirigi a los miembros
de la Iglesia de todo el mundo: "La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los ltimos Das ratifica su continuo
apoyo al Escultismo y har lo posible
por proveer liderazgo para ayudar a
los jovencitos a mantenerse cerca de
sus familias y cerca de la Iglesia
mientras aprenden a ser buenos
ciudadanos y desarrollan la
integridad y la preparacin fsica
que estn comprendidas en el
Escultismo... Nos hemos mantenido
fuertes y firmes en nuestro apoyo a
este gran movimiento para los
jvenes y a la Promesa y a la Ley
que son el ncleo del mismo"
(Spencer W Kimball, Ensign, mayo
de 1977, pg. 36). Esta noche
renovamos ese apoyo.
Si me lo permiten, quisiera
relatarles una experiencia personal.
Cuando yo tena catorce aos de
edad, nuestra tropa fue en una
excursin al desfiladero de la
montaa Big Cottonwood. Despus
de armar el campamento, nuestro
lder me dijo; "Monson, a ti te gusta

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pescar; te voy a dar dos carnadas


(artificiales): una mosquita negra y
una polilla; pesca lo suficiente para
alimentar a esta tropa durante los
prximos tres das; yo los vendr a
buscar el sbado". Y se march.
Nunca puse en tela de juicio la tarea
que me haba asignado: saba que si
haca mi parte, podra sacar peces y
alimentar a la tropa; y lo hice. Ya
era hombre cuando me di cuenta de
que no es conveniente que el
Maestro Scout deje solos a los
muchachos. Pero qu experiencia
fue sa para nosotros!
Las pinturas de Norman
Rockwell [pintor norteamericano
(1894-1978) conocido por su libro y
sus ilustraciones en las revistas] en
la cubierta de la revista The
Saturday Evenng Post o en la revista
de los Boys Scouts de Amrica
siempre me traen tiernos recuerdos.
De sus pinturas, las dos que ms
admiro son: una de un Maestro
Scout sentado al lado de las brasas
mortecinas de una fogata,
observando a los muchachos que
duermen en sus pequeas carpas. El
cielo est cubierto de estrellas y el
resplandor del fuego ilumina las
cabezas despeinadas de los chicos.
El rostro del Maestro Scout refleja
su amor, su fe y su devocin. La
escena hace pensar: "El regalo ms
grande que un hombre puede dar a
un jovencito es compartir parte de
su vida con l".
En la otra pintura se ve a un nio
enfundado en el uniforme
demasiado grande de su hermano
mayor. Se est mirando en un espejo
que adorna la pared y su pequeo
brazo est levantado en el saludo
Scout. Este se podra titular:
"Siguiendo los pasos del
Escultismo".
En este mundo donde algunos
hombres y mujeres equivocados
tratan de denigrar y destruir
grandes movimientos como el
Escultismo, tengo el gusto de
apoyar una organizacin que
ensea el deber a Dios y a la patria,
que se adhiere a la Ley Scout; s,
una organizacin cuya divisa es:
"Siempre listo" y cuyo lema es:

"Ejecutar una buena accin diaria".


El Sacerdocio Aarnico prepara a
los jvenes para que sean hombres
responsables y cumplan los
importantes deberes del Sacerdocio
de Melquisedec. El Escultismo
ayuda a nuestros jovencitos a
marchar con honra por el camino
del sacerdocio hacia la exaltacin.
A lo largo de esc camino habr
curvas y desvos que requerirn
tomar decisiones de suma
importancia. La inspiracin divina
nos proveer un mapa de los
caminos que nos asegurar la
precisin de nuestras elecciones.
Despus llega una poca en la vida
de todo joven en que tendr que
considerar seriamente y evaluar con
buen juicio su futuro para tomar las
decisiones que determinarn su
destino.
Esta noche, entre tantos
poseedores del sacerdocio, hay
quienes han recorrido con xito los
caminos de su juventud. Esos
hombres de experiencia y fe son
necesarios como ejemplos para
aquellos que los miran en busca de
gua y seguridad. Hermanos,
estamos preparados para esta
oportunidad de guiar a los jvenes,
de aprovechar este privilegio de
salvar vidas? Nuestra ayuda es
necesaria aqu y ahora.
En las ciudades de todo el pas
y en las naciones de todo e mundo,
hay un deterioro del hogar y la
familia. En muchos casos se ha
abandonado la red salvadora de
la oracin personal y familiar.
Una actitud de orgullo que dice:
"Puedo hacerlo solo", o "No
necesito la ayuda de nadie",
domina la diaria filosofa de
muchos. Con frecuencia es rebelda
contra las tradiciones establecidas
de la decencia y e orden, y la
tentacin de ir con la corriente es
irresistible. Tal filosofa destructora,
esa frmula para el fracaso, puede
llevar a la ruina a menos que
hombres de fe, llenos de amor, den
un paso al frente para mostrar al
jovencito vacilante el camino
correcto que debe seguir.
Recordemos e siguiente verso:

cruce del camino


para mostrarle el sendero de su
glorioso destino.
{Central Christian Monitor)

En un cruce del camino,


con el rostro iluminado por el sol,
solo y ante lo desconocido,
permaneca listo y sin temor
para alcanzar la gloria de su
destino.
Pero las sendas iban en opuesta
direccin
y ese joven ignoraba cul camino
era mejor.
Escogi el equivocado y perdi su
galardn.
Atrapado de amargura, en las
garras del error,
porque nunca hubo alguien
que lo guiara en aquel cruce hacia
el camino mejor.
Otro da, en el mismo sitio, otro
joven anheloso
a iniciar se hallaba presto el camino.
hacia su gozo.
Pero l no estaba solo,
haba alguien a su lado que el
camino conoca
y que comparti gustoso su
direccin y su gua.
El joven no escogi el error y obtuvo
el galardn
porque alguien estuvo all, en el

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Aquellos que poseen e


Sacerdocio de Melquisedec no son
los nicos con la fortaleza para
elevar, la sabidura para guiar y la
habilidad de salvar. Muchos de
ustedes, jvenes, integran las
presidencias de qurumes de
diconos, de qurumes de maestros
y ocupan puestos de liderazgo
ayudando a los obispos en la tarea
de guiar a.los qurumes de
presbteros. Al magnificar sus
llamamientos asistiendo a aquellos
sobre quienes presiden, recibirn la
ayuda celestial. Recuerden que a
travs de las pocas nuestro Padre
Celestial ha mostrado Su confianza
en los jovencitos.
Samuel debe haberse parecido a
cualquier otro jovencito de su edad
cuando l ministraba al Seor en
presencia de E. Una noche Samuel
estaba durmiendo cuando oy la voz
del Seor que lo llamaba, y
creyendo que era el anciano Eli,
respondi: "Heme aqu". Entonces,
despus que Eli escuch el relato del
jovencito y le dijo que era el Seor,
Samuel sigui el consejo de Eli y
posteriormente respondi al llamado
del Seor con la notable respuesta:
"Habla, porque tu siervo oye". El
registro entonces revela que
"Samuel creci, y Jehov estaba con
l" (1 Samuel 3:4, 10,19).
Consideremos por un momento
las consecuencias de la oracin de un
jovencito, nacido en el ao 1805 en
Sharon, Condado de Windsor, estado
de Vermont: s, Jos Smith, el primer
profeta de esta dispensacin. El Padre
y e Hijo se le aparecieron y recibi
gua divina; todo con el propsito de
exaltar a los hijos de Dios.
Recordamos con gratitud la ms
maravillosa de todas las noches, la
que marc el cumplimiento de a
profeca de que un humilde pesebre
dara abrigo a un recin nacido. Con
el nacimiento del nio de Beln, el
mundo recibi un gran don, un
poder ms fuerte que las armas, una

riqueza ms duradera que las


monedas del Csar. Este nio,
nacido en esas humildes
circunstancias, iba a ser el Rey de
reyes y el Seor de seores, el
Mesas prometido, s, Jess el Cristo,
el Hijo de Dios.
Cuando era nio, encontraron a
Jess "en el templo, sentado en
medio de los doctores de la ley,
oyndoles y preguntndoles. Y todos
los que le oan se maravillaban de
Su inteligencia y de Sus respuestas.
Cuando [Jos y Su madre] le vieron,
se sorprendieron... Y Jess creca en
sabidura y en estatura, y en gracia
para'con Dios y los hombres" (Lucas
2:46-48,52).
El "anduvo haciendo bienes...
porque Dios estaba con l" (Hechos
10:38).
Menciono estos poderosos
ejemplos para que todo joven que
me escuche sepa por s mismo la
fuerza que tiene cuando Dios est
con l.
Al darse cuenta del potencial que
tiene y de lo que nuestro Padre
Celestial espera de l: una
determinacin de seguir normas
correctas, de ser honrado consigo
mismo y de proceder siempre de
acuerdo con altos valores morales,
sentir un gozo incomparable y una
paz duradera.
Hay cuatro pautas que nos
servirn para fijar nuestra atencin

en esa meta:
Primero: Estemos donde debemos
estar. Un padre sabio aconsej a su
hijo: "Si alguna vez te encuentras
donde no debes estar, isal de
inmediato!" Elijan a sus amigos con
cuidado, porque tratarn de ser
como ellos e irn a donde ellos
quieran ir.
Segundo: Digamos lo que debemos
decir. Lo que decimos y cmo lo
decimos tiende a reflejar lo que
somos. En la vida del Apstol Pedro,
cuando l trat de alejarse de Jess
alegando ser otro que en realidad no
era, los que lo acosaban
descubrieron su verdadera identidad
con una observacin perspicaz: "Tu
manera de hablar te descubre"
(Mateo 26:73). Las palabras que
pronunciemos reflejarn los
sentimientos de nuestro corazn, la
fuerza de nuestro carcter y la
profundidad de nuestros
testimonios.
Tercero: Hagamos lo que debemos
hacer. Pierre, uno de los personajes
centrales de la obra de Tolstoi, La
Guerra y la Paz, atormentado por
una agona espiritual, clam a Dios:
"Por qu sabiendo lo que est bien
yo hago lo que est mal?" Pierre
necesit tener el valor de encauzar
sus pensamientos hacia el bien. Uno
que era hbil con las palabras dijo,
al parafrasear un conocido consejo:
"No dejes para maana lo que

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puedes hacer hoy", pero agreg:


"Por qu no dejamos para maana
lo que no debemos hacer hoy!
Y aqu viene la excusa del dbil:
"El diablo me tent y lo hice". Slo
cuando tenemos control de nuestras
acciones podemos encauzarlas por la
va apropiada.
Cuarto: Seamos lo que debemos ser.
El Apstol Pablo aconsej a su
querido y joven amigo Timoteo:
"Ninguno tenga en poco tu
juventud, sino s ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta,
amor, espritu, fe y pureza"
(1 Timoteo 4:12). Pedro dijo:
"Cmo no debis vosotros andar en
santa y piadosa manera de vivir!"
(2 Pedro 3:11). La vida de Pedro
aclara esto. La voz del Maestro
pregunta: "Qu clase de hombres
habis de ser? En verdad os digo,
aun como yo soy" (3 Nefi 27:27).
En ocasiones, cuando me he
reunido con los jvenes, me
preguntan: "Hermano Monson,
hay algo que yo pueda hacer que
me ayude a encaminar mi vida y a
alcanzar mi pleno potencial?" Al
buscar en mi memoria algo que
diera respuesta a esa pregunta, he
recordado algo que sucedi hace
pocos aos. Unos amigos iban
cabalgando por un sendero
montados en fuertes caballos
cuando llegaron a un claro desde
donde se vea una exhuberante
pradera en donde serpenteaba un
claro riachuelo. Ningn venado
podra desear un hogar mejor. Sin
embargo, haba un peligro al
acecho. Un ciervo sagaz puede
detectar el ms mnimo movimiento
en los arbustos a su alrededor;
puede or el crujido de una ramita y
reconocer el olor del hombre; slo
es vulnerable desde arriba. En un
rbol grande, los cazadores haban
preparado una plataforma alta sobre
el sitio escogido. Aunque en
muchos lugares no est permitido, el
cazador puede matar a su presa
cuando sta llega a comer o a beber
agua. No se oye el crujido de una
ramita, todo est tranquilo y no hay
olor que revele la presencia del
cazador. Por qu? Porque el

magnfico ciervo macho, que tiene


muy desarrollados los sentidos para
advertir el peligro inminente, no
tiene la capacidad para mirar
directamente hacia arriba y as
detectar a su enemigo. El hombre
no est tan limitado. Su seguridad
mayor reside en su habilidad y en su
deseo de "acudir a Dios para vivir"
(Alma 37:47).
El poeta dijo que lo ms grande
entre las obras maravillosas de Dios
y lo supremo del plan de Dios es el
hecho de que El puso en el corazn
del hombre el deseo de ser mejor.
Quisiera terminar con el
emocionante relato de un nio, un
Lobato cuyo amor por el Escultismo
lo llev a l y a aquellos que lo
conocan y amaban ms cerca de
Dios mientras l alcanzaba lo ms
alto y pasaba los lmites de la
mortalidad para entrar en la amplia
extensin de la eternidad, vestido
en el uniforme que am y
exhibiendo el honor que haba
ganado en el Escultismo.
En el mes de octubre de 1992,
Jared Barney, de nueve aos de
edad, muri como consecuencia de
un cncer en el cerebro. En su corta
existencia tuvo que soportar muchas
operaciones, as como tratamientos
de radiacin y quimioterapia. El 9
de agosto de 1992 le hicieron la
ltima operacin; un mes ms tarde
le descubrieron seis nuevos tumores,
dos de los cuales ya eran bastante
grandes.
La radiacin y la quimioterapia le
hacan sentir muy mal; las
operaciones eran difciles, pero l
siempre se repona muy rpido.
Aunque sufri mucho, el Seor le
bendijo y le sostuvo.
Jared tena un espritu especial
que atraa a las personas. Nunca se
quej porque se senta mal, por estar
enfermo o por los tratamientos que
le hacan. Cuando le preguntaban
cmo se senta, siempre contestaba
"Bien", aunque no fuera as.
Siempre le conocieron por su
sonrisa contagiosa. La luz de Cristo
estaba en sus ojos.
Quisiera citar algo que escribi la
madre de Jared, Olivia, sobre los

ltimos das del nio: "Nuestras


muchas oraciones en favor de
nuestro pequeo hijo fueron
contestadas. Oramos para que l
pudiera caminar, hablar y ver hasta
el final y que entonces el Seor se lo
llevara rpido. El pudo hacer todo
eso y estamos tan agradecidos al
Seor por haber contestado
nuestras oraciones. Jared amaba
mucho la vida y nosotros queramos
que l pudiera gozarla plenamente
hasta el fin.
"Tres semanas antes de morir,
Jared obtuvo algunas insignias de los
Lobatos. Haba ganado el distintivo
del Oso, el de Fe en Dios, una punta
de flecha dorada y dos puntas de
flecha de plata. Sabemos que l vivi
para conseguir esas insignias. Se
estaba debilitando rpidamente y ni
siquiera quera dormir en espera del
da en que asistira a la reunin de la
Manada, que se llev a cabo el 14 de
octubre de 1992, y recibir sus
insignias. En esa reunin, l levant
la mano tres veces y les dijo a todos
cunto tiempo haba esperado
recibirlas y qu contento estaba de
haberlas logrado. Cuando volvimos a
casa, me pidi que le cosiera los
distintivos en la camisa esa misma
noche; y lo hice. Entonces or al
Padre Celestial para que le hiciera

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dormir porque estaba muy cansado.


Lo dijo tres veces; se fue a dormir y ni
siquiera se movi en toda la noche.
Desde ese momento casi siempre
estaba durmiendo, hasta que muri.
"Le sepultamos con su camisa de
los Lobatos con los emblemas que
tanto haba esperado cosidos y
asegurados en la pechera. Tuvo un
hermoso funeral. Mucha gente
estuvo presente, porque se haba
hecho de muchos amigos en la
comunidad por medio de su ejemplo
de valor y de fe".
Este relato ilustra la influencia de
un programa inspirado en la vida de
un nio y su familia.
A todos los poseedores del
Sacerdocio Aarnico reunidos esta
noche con sus padres y sus lderes
les digo que el programa del
sacerdocio de la Iglesia, con sus
actividades correspondientes, as
como el Escultismo, les ayudar y no
sern obstculos en su camino por la
vida. Que cada uno de nosotros
tome la determinacin de seguir el
ejemplo de nuestro Seor y
Salvador, Jesucristo, guarde Sus
mandamientos y viva Sus
enseanzas, para que heredemos el
mayor de todos los dones: la vida
eterna con Dios. En el nombre de
Jesucristo. Amn. D

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Mi testimonio
Presidente G o r d o n B. Hinckley
Primer Consejero de la Primera Presidencia

"De todos los dones, el ms precioso es la conviccin que tengo en mi


corazn de la veracidad y la divinidad de esta sagrada obra."

elicito sinceramente al
presidente Monson por el
honor que se le ha dado. Los
expertos en ecologa dirn que es
bueno tener un "lobo" entre
nosotros. Este es un reconocimiento
bien merecido por sus aos de
servicio leal a los Scouts, un
programa que la Iglesia ha
patrocinado durante ochenta aos,
para la bendicin de cientos de
miles de nios y jvenes.
Hermanos, sta ha sido una
hermosa reunin. Todos hemos sido
fortalecidos. Ruego que el Espritu
Santo me gue para poder finalizar
mi discurso con mi testimonio.
Cuando era joven, asist a una
conferencia general en este
Tabernculo y escuch al presidente
Heber J. Grant declarar que l se
senta agradecido ms que nada por
el testimonio que tena de sta, la
obra de Dios.
Ahora, yo tengo ms aos de los
que el presidente Grant tena

cuando lo escuch decir esas


palabras, y bien s cmo se senta.
Yo tambin siento que de todos los
dones, e ms precioso es la
conviccin que tengo en mi corazn
de la veracidad y la divinidad de
esta sagrada obra.
Agradezco al Seor el
conocimiento que me ha dado de
que Jos Smith fue un Profeta del
Dios viviente. He mencionado antes
la experiencia que tuve cuando
tena doce aos y acababan de
ordenarme dicono, y fui con mi
padre a la reunin de sacerdocio de
nuestra estaca. El era miembro de la
presidencia de la estaca y se sent
en el frente y yo me sent en la
ltima hilera de la capilla. Los
hombres en esa gran congregacin
se pusieron de pie y cantaron:
Al gran profeta rindamos honores.
Fue ordenado por Cristo Jess
a restaurar la verdad a los hombres
y entregar a los pueblos la luz(Himnos, Nm. 15.)
Cuando los escuch cantar ese
himno con tanta conviccin, sent
en mi corazn un testimonio del
llamamiento divino del joven Jos
Smith, y agradezco que el Seor
haya mantenido en m ese testimonio por ms de setenta aos.
Estoy contento de que mi fe no haya
tambaleado al leer lo que escriben
los crticos de la Iglesia, que nunca
reconocen que el conocimiento de
las cosas de Dios se obtiene por el
poder del Espritu y no medante la
sabidura de los hombres.
A ellos les dedico estas palabras
de George Santayana, un

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distinguido profesor de la
Universidad de Harvard:
Oh, mundo, no escoges t lo mejor.
No es sabio tener slo erudicin
ni cegamos a nuestra intuicin;
lo sabio es creer al cerrazn.
(Charles L. Wallis, The Treasure
Chest, Nueva York: Harper and
Row, 1965, pg. 93.)
Agradezco a mi Padre Celestial el
testimonio que tengo de la realidad
de la Primera Visin. Me he
detenido entre los rboles donde
Jos Smith se arrodill de joven, y
escuchado la confirmacin del
Espritu asegurndome que las cosas
pasaron tal como l dijo que haban
pasado. He ledo las palabras de los
crticos que, desde 1820 hasta
ahora, han tratado de destruir la
validez de ese relato. Han destacado
el hecho de que existieron dos o tres
versiones y de que el relato que
tenemos ahora no fue escrito sino
hasta 1838. Y qu? Yo encuentro
apoyo para mi fe en la simplicidad
de la narracin, en que no trata de
debatir nada, en lo franca y
razonable que es y en el hecho de
que sell su testimonio con su
sangre. Qu respaldo ms fuerte
habra podido dar a sus palabras?
Es acaso de extraar que
Santiago, que escribi hace tantos
aos, haya exhortado a todos los
que quisiramos saber la verdad a
preguntar a Dios con fe? Nos
sorprende que una oracin como
sa reciba respuesta? Agradezco al
Seor la fe de creer que la
contestacin a esa oracin vino
acompaada de una manifestacin
gloriosa del Padre Eterno y de Su
Amado Hijo, a fin de levantar el
velo despus de siglos de oscuridad y
abrir una nueva y ltima
dispensacin del evangelio como se
haba prometido. Sucedi esto? No
me cabe la menor duda. No haba
acaso llegado el momento, justo al
amanecer de una gran era de
esclarecimiento, de que el Padre y el.
Hijo se revelaran para mostrar Su
apariencia, Su poder y Su existencia
verdadera, y de que as manifestaran

de una vez por todas la verdadera


naturaleza de la Deidad?
Agradezco al Todopoderoso mi
testimonio del Libro de Mormn,
este maravilloso compaero de la
Santa Biblia. Me extraa que los
incrdulos todava den crdito a las
viejas mentiras de que Jos Smith
escribi el libro basado en ideas que
tom del libro View of the Hebrews
(Resea de los hebreos), de Ethan
Smith, y del Solomon Spaulding's
Manuscript (Manuscrito de
Salomn Spaulding). Comparar el
Libro de Mormn con estos otros es
como comparar un hombre con un
caballo: es cierto que ambos
caminan, pero excepto por eso no se
parecen en nada. Para comprobar su
veracidad, hay que leerlo; yo hablo
con propiedad, porque lo he ledo
una y otra vez y he disfrutado de su
belleza, su profundidad y su poder. Y
pregunto: Podra Jos Smith, el
jovencito criado en la zona rural del
estado de Nueva York, casi sin
educacin escolar, haber dictado en
tan poco tiempo un libro tan
complejo y tan uniforme en su
contenido, con una cantidad tan
grande de personajes y tan extenso
en su alcance? Podra l, con su
propia capacidad, haber creado el
lenguaje, los pensamientos y la
inspiracin que han conmovido a
millones de personas y les han
hecho decir: "Es verdadero"?
En la universidad he ledo mucha
literatura inglesa. He disfrutado de
la belleza y la variedad del vasto
campo de la literatura antigua y
moderna; me han elevado las
creaciones producidas por el genio
de escritores de talento, hombres y
mujeres. Pero, a pesar de todo eso,
no he recibido de ninguno de esos
libros la inspiracin, el
conocimiento de las cosas sublimes
y eternas que me han dado los
escritos de los profetas de este Libro
de Mormn, que fue traducido en
las comunidades rurales de
Harmony, estado de Pensilvania, y
Fayette, estado de Nueva York, e
impreso por la imprenta Grandin de
Palmyra. He ledo muchas veces el
testimonio final de Moroni, que

contiene las siguientes palabras:


"Y os exhorto a que recordis
estas cosas; pues se acerca
rpidamente el tiempo en que
sabris que no miento, porque me
veris ante el tribunal de Dios; y el
Seor Dios os dir: "No os declar
mis palabras, que fueron escritas por
este hombre, como uno que
clamaba de entre los muertos, s,
como uno que hablaba desde ei
polvo?
"Y Dios os mostrar que lo que
he escrito es verdadero" (Moroni
10:27,29).
Agradezco al Seor, mis
hermanos, que no tendr que
esperar a conocer a Moroni para

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creer en la veracidad de sus


palabras. S esto ahora y lo he
sabido por mucho tiempo por medio
del poder del Espritu Santo.
Agradezco a mi Padre Celestial la
restauracin del Santo Sacerdocio,
para que "...todo hombre pueda
hablar en el nombre de Dios el
Seor, el Salvador del mundo"
(D. y C. 1:20). He presenciado lo
maravilloso que es ese sacerdocio en
su forma de gobernar esta
extraordinaria Iglesia; he sentido
fluir por mi cuerpo ese poder para
bendecir y curar enfermos; he visto
la nobleza que les confiere a
hombres humildes que reciben
llamamientos de gran

responsabilidad. Lo he visto cuando


esos hombres han hablado con el
poder y la autoridad de los cielos,
como s la voz de Dios se expresara
por medio de ellos.
Agradezco al Seor el testimonio
que me ha dado de la naturaleza
ntegra del evangelio, de su
amplitud, su alcance y su
profundidad; tiene como objeto
bendecir a los hijos de Dios de todas
las generaciones, tanto los muertos
como los que viven ahora. Nunca
podra agradecer lo bastante a
Expiacin que llev a cabo nuestro
Salvador y Redentor. Por medio de
Su sacrificio como culminacin de
una vida perfecta, un sacrificio
realizado con sufrimientos
inimaginables, se rompieron las
cadenas de la muerte y se asegur la
resurreccin de todos. Adems de
eso, las puertas de la gloria celestial
se abrieron para todos los que
acepten las verdades divinas y
obedezcan sus preceptos.
Podra encontrarse en la
literatura palabras que fueran ms
reconfortantes que stas que se han
recibido por revelacin y que se
refieren a los que obedecen los
mandamientos de Dios?
"Y otra vez testificamos, porque
vimos y omos, y ste es el
testimonio del evangelio de Cristo
concerniente a los que saldrn en la
resurreccin de los justos:
"Estos son los que recibieron el
testimonio de Jess, y creyeron en
su nombre, y fueron bautizados
segn la manera de su sepultura...
"Son aquellos en cuyas manos el
Padre ha entregado todas las cosas;
son sacerdotes y reyes que han
recibido de su plenitud y de su
gloria;
"Estos son aquellos cuyos cuerpos
son celestiales, cuya gloria es la del
sol, s, la gloria de Dios, el ms alto
de todos, de cuya gloria est escrito
que tiene como smbolo el sol del
firmamento" (D. y C. 76:50-51,
55-56,70).
Estas no son las palabras del
hombre Jos Smith; son las palabras
de una revelacin divina que habla
de la oportunidad gloriosa, de las

bendiciones prometidas y puestas a


nuestra disposicin gracias al Hijo
de Dios y por medio de Su expiacin
realizada en beneficio de todos los
que escuchen y obedezcan. Estas
palabras son la promesa de!
Redentor del mundo,, quien
gobierna y reira en ese Reino
Celestial, y que nos invita a
hacernos merecedores de estar en
Su presencia.
Agradezco a mi Redentor el
testimonio de estas verdades
eternas. Y le agradezco el testimonio
del valor de esta gran obra vicaria
que se realiza en los templos. Si no
se hiciera esta obra, Dios no sera
justo. Por medio de ella, todos los
hijos de nuestro Padre pueden
participar de los beneficios de la
Redencin. Agradezco al Seor la
majestuosidad y la maravilla de
Su plan.
Estoy agradecido por el
testimonio que tengo del programa
misional de esta iglesia. En la
actualidad, tenemos ms de 49.000
misioneros. Ellos son una bendicin
para la gente a dondequiera que
vayan en esta tierra, pues llevan
buenas nuevas de paz y de salvacin
para todos los que los escuchen.
Agradezco al Seor el espritu
que hay en esta obra misional y que
reside en el corazn y en los hogares
de nuestros miembros de todo el
mundo. Las familias no limitan sus
sacrificios para enviar a sus hijos a la
misin. Quisiera leer una carta que
recibimos hace poco en respuesta al
llamamiento de un joven para
cumplir una misin. Dice as:
"Estimados hermanos:
Gregory muri en un accidente dos
das antes de que llegara su
llamamiento. Pensamos que el
talento, la habilidad y el testimonio
de Greg estn utilizndose en la
vida del ms all. Muri el sbado
19 de junio.
"Adjuntamos un cheque por la
cantidad que l haba ahorrado para
la misin con el deseo de donarlo al
Fondo Misional Internacional; y
solicitamos que, si fuera posible, lo
utilizaran en la Repblica
Dominicana. Quisiramos que los

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santos menos afortunados que no


pueden costearse la misin usaran
ese dinero. Lo dejamos a su
discrecin.
"Greg ahorr todo eso l mismo.
Desde que empez a ganar dinero,
ahorr cincuenta por ciento para la
misin, diez por ciento para los
diezmos y el resto... lo usaba para
sus gastos. Este dinero (el de la
misin) estaba dedicado a la obra
del Seor, por lo que estamos
seguros de que l quiere que se gaste
con ese fin.
"Reciban nuestro amor. Sabemos
que la obra es verdadera, sabemos
sin ninguna duda que Greg est
atendiendo los asuntos de su Padre
Celestial. Estamos agradecidos por
nuestras bendiciones.
"Que la obra del Seor contine
extendindose por el mundo."
Firmada por la
madre de Greg.
Con la carta vena un cheque por
casi nueve mil dlares.
Agradezco a mi Padre porque
tengo un testimonio de lo que
algunos consideraran las leyes
menores del evangelio. Primero,
hablo del diezmo. Me maravilla la
sencillez de este gran principio por
medio del cual se lleva a cabo la
edificacin del reino de Dios en la
tierra. Los que pagan el diezmo no
lo hacen forzados por ninguna
obligacin legal. Si no cumplen, no
se les quitan los derechos de
miembros ni se excomulga a nadie;
sin embargo, millones de nuestros
miembros lo pagan fiel, honrada y
voluntariamente; lo hacen por la
conviccin que tienen en su
corazn de que esta obra es
verdadera y de que esa ley es divina.
Yo estoy en una posicin desde
donde veo lo que sucede. Me
maravilla y le agradezco a Dios la fe
y dedicacin de Sus santos. S que
lo que donan es sagrado y me
comprometo siempre a asegurarme
de que esos fondos sagrados no se
malgasten, sino que se utilicen con
honradez e integridad para edificar
Su santa obra en la tierra.
Veo tambin otra dimensin de
este gran principio: Es la promesa

del Seor que se cumple para los


que lo obedecen en este
mandamiento. Veo que las ventanas
de los cielos se abren para nuestra
gente y que las bendiciones del
Todopoderoso se derraman sobre
ellos; veo la felicidad, la bondad, la
gratitud y el optimismo de los que
son honrados con el Seor en el
pago de sus diezmos y ofrendas; veo
que El los hace prosperar y testifico
que es as.
Le agradezco al Seor mi
testimonio de la Palabra de
Sabidura. Me gustara que la
viviramos con ms exactitud; pero
aunque no lo hacemos, el Seor
bendice abundantemente a ios que
se esfuerzan. La promesa que nos da
es que si la obedecemos, recibiremos
saud en el vientre y mdula en los
huesos y que encontraremos
sabidura y grandes tesoros de
conocimiento, incluso tesoros
escondidos; y correremos sin
cansarnos, andaremos sin desmayar
y e ngel destructor no nos daar,
como no da a los hijos de Israel
(vase D. y C. 89:18-21). Para m es
asombroso que adems de las
promesas de salud fsica se nos
prometan tambin tesoros
escondidos de conocimiento acerca
de las cosas divinas y eternas.
Estoy agradecido por el
testimonio que tengo del

llamamiento divino de los lderes de


la Iglesia. A pesar de que el
presidente Benson est muy
limitado en su capacidad, yo s que
fue llamado por Dios para este cargo
preeminente y sagrado. Lo apoyo y
lo sostengo como Profeta, Vidente y
Revelador. Mi mayor deseo es
servirlo bien y lealmente como
consejero y por medio de mi servicio
a la Iglesia y a sus miembros.
He servido ya como Autoridad
General ms tiempo que ningn
otro hermano, excepto el
Presidente de la Iglesia. Creo que
he trabajado en las oficinas
administrativas de la Iglesia ms
tiempo que ninguna otra persona;
conozco desde hace casi sesenta
aos personalmente a todos los que
integran la Primera Presidencia, el
Consejo de los Doce y el Primer
Consejo de los Setenta, y ms
recientemente a los del Primero y
del Segundo Qurumes de los
Setenta, como tambin a los del
Obispado Presidente. Ellos han sido
y son hombres mortales, que no
estn exentos de debilidades; entre
muchos, ha habido dos o tres que
han tropezado en todos esos aos;
pero estoy seguro de que no hay
hombres mejores en ninguna otra
causa ni lugar en la tierra. No se
han adjudicado este honor ellos
mismos, sino que han sido llamados

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por Dios, como lo fue Aarn, y


sirven a la Iglesia con un espritu de
consagracin y amor. Son hombres
que oran y tienen fe, hombres que
poseen el sacerdocio y que con
humildad ejercen la autoridad
divina. Su nico objetivo es edificar
y mejorar el reino.
Los amo y les agradezco a ellos; y
los amo y agradezco a ustedes, mis
hermanos, dondequiera que sirvan
en las regiones, estacas y barrios,
misiones y templos. Los amo y
agradezco su fidelidad, su devocin,
su lealtad, sus oraciones y su fe.
Ustedes tambin forman parte de
mi testimonio, as como las
hermanas fieles y capaces que sirven
en las mesas generales y locales,
mujeres de gran capacidad y fe sin
las cuales esta obra sera
terriblemente incompleta. Ellas
tambin recibieron sus llamamientos
de Dios.
A mi Padre Eterno agradezco la
esencia divina que tenemos todos
nosotros y el don de la vida misma
que proviene de El. Agradezco a mi
Redentor el don supremo que nos
dio a todos, el don de la vida eterna.
Al Padre y al Hijo adoro, honro y
amo. A ellos elevo mis oraciones.
Ellos son mi Padre y mi Dios, mi
Redentor y mi Seor. De ellos doy
testimonio en el sagrado nombre de
Jesucristo. Amn.

SESIN DEL D O M I N G O POR LA M A A N A


3 de octubre de 1993

"Instruye al nio en su
camino..,"
Presidente Gordon B. Hinckley
Primer Consejero de la Primera Presidencia

"Si deseamos cambiar las cosas, la labor tiene que comenzar con los hijos
cuando son pequeos y dciles, y cuando escuchan y aprenden."

is hermanos y hermanas de
todas parres:
Hago llegar a cada uno
de ustedes mi amor y mi gratitud.
Me siento profundamente
agradecido por su fe y sus oraciones
por nosotros. Necesitamos sus
oraciones y deseamos ser siempre
dignos de ellas. Muchos de ustedes
nos escriben alentndonos y
expresndonos su confianza.
Gracias. Nosotros tambin oramos
por ustedes.
Hace unos das, fue a verme a mi
despacho un seor de Las Vegas,
Nevada; le acompaaban su esposa
y una hija casada. Una vez cumplido
el objeto de su visita, la dama ms
joven me pregunt si aceptara un
presente de su hija de trece aos, y,

en seguida, desenvolvi una pintura


de un arbusto florido sobre el que
revoloteaban dos mariposas. Me
explic que a la jovencita la haba
atropellado un automvil cuando
tena cuatro aos de edad, lo que le
produjo mltiples y graves fracturas,
y que el accidente la haba dejado
paralizada de los hombros para
abajo. Sin el uso de ninguno de sus
miembros, la nia haba pintado ese
cuadro sosteniendo el pincel entre
los dientes y moviendo la cabeza.
AI escuchar ese relato, la pintura
adquiri mayor relieve en belleza y
valor para m; ya no fue tan slo un
cuadro de mariposas: lleg a
representar una extraordinaria
valenta en medio de una terrible
desgracia, una prctica tenaz al
sostener y mover el pincel,
oraciones de peticin de ayuda, de
fe la fe de una nia, alimentada
por sus cariosos padres, para crear
belleza pese a sus impedimentos.
Habr quienes opinen que el
cuadro no es una obra maestra. Si
no se conoce su origen, se podra
ser el dictamen. Pero, /cmo se
prueba el arte? No es acaso la
inspiracin que tiene lugar al
contemplarlo?
Pondr esa pequea pintura en
mi estudio para que, si alguna vez
paso momentos difcics, vuelva a mi
memoria la imagen de una bella
niita, privada del uso de las piernas
y de los brazos, sujetando el pincel

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entre los dientes para crear un


motivo bello. Gracias, Kristal, por lo
que t has hecho por m. Confo en
que el relato de tu caso infunda
renovado valor a otras personas que,
en medio del desaliento, hayan
pensado que no pueden seguir
adelante. Espero que tu ejemplo sea
como la estrella polar que los gue
en las tinieblas en medio de las
cuales tropiezan.
Al pensar en los que sobrellevan
pesadas cargas, pienso en nuestro
amado Profeta. El presidente
Benson vive ya sus noventa y cinco
aos. Sigue poseyendo la autoridad
de su sagrado oficio aunque sus
actividades se han visto muy
limitadas. El no puede estar con
nosotros ni hablarnos. Lo amamos.
Lo honramos. Rogamos por l. Lo
sostenemos y seguimos adelante.
Esta Iglesia se ha establecido
sobre principios divinos. Desde el
da en que fue organizada, ha sido
guiada por profetas, y yo les doy
solemne testimonio de que nuestro
Seor Jesucristo, de quien es esta
Iglesia, y cuyo nombre sta lleva,
nunca permitir que hombre alguno
o grupo de hombres la hagan errar
el camino. De El es el poder de
quitarlos de su lugar si llegaran a
seguir un rumbo malo.
Hay quienes nos critican tanto
dentro como fuera de la Iglesia.
Aunque publican sus opiniones y
tienen acceso a los medios de
difusin, son relativamente pocos en
nmero. Si no nos criticasen,
entonces nos preocuparamos.
Nuestro deber no es complacer al
mundo sino hacer la voluntad del
Seor, y desde el principio la
voluntad divina ha sido las ms de
las veces contraria a los modos del
mundo.
Esos modos del mundo van por
un camino que debe preocupar a
toda persona reflexiva.
En los Estados Unidos estamos
afligidos por el enorme dficit
econmico del presupuesto
nacional, que ha llevado al pas a
una deuda de proporciones
astronmicas.
Pero hay otro dficit que, por sus

consecuencias a largo plazo, es


mucho ms serio. Se trata del dficit
moral, de la decadencia de la escala
de valores morales de la gente, que
est socavando el mismsimo
fundamento de nuestra sociedad. Es
grave en este pas, y tambin es
grave en la mayora de los dems
pases.
Hace unos meses, se public en
el peridico Wall Street Journal lo
que se clasificaba de "ndice de... lo
que est ocurriendo a nuestra
cultura", y deca:
"Desde 1960, la poblacin de los
Estados Unidos ha aumentado en
un 41%; la produccin nacional
bruta casi se ha triplicado y los
gastos sociales totales de todos los
niveles del gobierno... han
aumentado ms de cinco veces...
"Pero durante el mismo perodo
ha habido un aumento del 560% de
crmenes violentos; un aumento del
419% de nacimientos ilegtimos; se
ha cuadruplicado el porcentaje de
divorcios; se ha triplicado el
porcentaje de nios que viven con
slo uno de los padres; ha habido un
aumento de ms del 200% de!
porcentaje de suicidios de
adolescentes..." (Watt Street Journal,
15 de marzo de 1993).
El artculo conclua con la
siguiente referencia de Alejandro
Soljenitsyn:
"El occidente ha sufrido una
erosin y un obscurecimiento de los
elevados ideales morales y ticos.
La espiritualidad ha disminuido".
(Ibid.)
No es preciso, desde luego, leer
las estadsticas para darse cuenta de
la decadencia moral que se va
produciendo en todos los mbitos.
Es evidente en la facilidad con que
se deshacen los matrimonios, en la
general infidelidad, en el aumento
de las pandillas de jvenes, en el
incrementado uso de las drogas, en
la propagacin del SIDA y en la
creciente falta de respeto por la vida
y la propiedad de los dems. Se ve
en la desfiguracin de la propiedad
pblica y privada con la escritura en
los muros y las paredes, lo cual
destruye la belleza y es un insulto al

Las Autoridades Generales conversan con los visitantes despus de una sesin de la conferencia.

arte. Se expresa en e lenguaje


obsceno que se hace llegar a
nuestros hogares.
La interminable obscenidad y la
violencia de la televisin, la
inutilidad de tantas pelculas, la
exagerada sensualidad que se
encuentra en gran parte de la
literatura moderna, el nfasis en la
educacin sexual, la desintegracin
de la ley y del orden, todos ellos son
manifestaciones de esa decadencia.
Cul es la respuesta? Hay algn
modo de cambiar la marcha del
deterioro tico y moral que estamos
viviendo? Creo que s lo hay.
Lo que est ocurriendo es
sencillamente una desagradable
expresin de los decadentes valores
de nuestra sociedad. A los que les
preocupa el problema abogan por
una mayor regulacin legal, grandes
asignaciones de dinero para
aumentar las fuerzas policacas,
aumento de impuestos para edificar
ms crceles y prisiones. Puede ser
que todo eso haga falta para hacer
frente a los problemas actuales y que
sirva durante un corto tiempo, pero
slo constituirn una venda
demasiado pequea para tan grande
herida; servirn para algo, pero no
llegarn a la raz del problema. Al
buscarse un remedio, se habla de
intensificar la labor de las escuelas.
Pero los educadores en gran parte
han abdicado a su responsabilidad

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de ensear valores morales.


Tambin se piensa en la Iglesia: en
sta y en todas las dems. Estoy
agradecido por lo que el Papa dijo
hace poco en Denver al advertir en
contra de las trampas morales. Me
agrada saber que los bautistas han
comenzado una campaa de
castidad. Nosotros, como Iglesia,
realizamos y logramos mucho, pero
ello no es suficiente.
Despus de que todo se haya
dicho y hecho, el lugar principal
para instituir un sistema de valores
morales es el hogar de la gente.
El otro da le de un padre de
familia que suplic a un juez que
encerrara a su hijo porque l no
poda controlarlo. No me cabe duda
de que lo ha intentado; pero ya es
demasiado tarde, pues las actitudes
se han cimentado. Los hbitos se
han arraigado. Si deseamos cambiar
las cosas, la labor tiene que
comenzar con los hijos cuando son
pequeos y dciles, y cuando
escuchan y aprenden.
Poco despus que mi esposa y yo
nos casamos, edificamos nuestra
primera casa. Tenamos muy poco
dinero e hice yo mismo gran parte
del trabajo. Se llamara pagar con el
propio trabajo hoy en da. El jardn
tuve que hacerlo yo solo. El primero
de los muchos rboles que plant
fue una acacia negra sin espinas.
Previendo el da en que con su

sombra refrescara la casa en el


verano, lo puse en un extremo
donde el viento del desfiladero
oriental soplaba con ms fuerza.
Hice un hoyo, asent all las races
del arbolito, lo cubr con tierra, le
ech agua y prcticamente me
olvid de l. Era un arbolito
pequeo, quiz de unos dos
centmetros de dimetro, y era tan
flexible que poda doblarlo con
facilidad en cualquier direccin. No
le prest mucha atencin al pasar
los aos hasta que un da invernal
en que el rbol no tena hojas, lo vi
casualmente al mirar por la
ventana; me fij entonces en que se
inclinaba hacia el poniente, que
estaba deforme y desequilibrado. Me
cost creerlo. Sal y trat con todas
mis fuerzas de enderezarlo, pero el
tronco ya meda casi 30 centmetros
y mi fuerza no era nada en contra de
l. Fui a buscar una polea y una
cuerda; despus de haber amarrado
un extremo de sta al rbol y el otro
a un poste firme, tir de la cuerda.
La polea se movi un poco y el
tronco del rbol se estremeci
ligeramente, pero eso fue todo.
Pareca decirme: "No puedes
enderezarme. Es demasiado tarde.
He crecido as porque t me has
desatendido y no me doblar".
Por fin, desesperado, con la sierra
le cort la rama grande y pesada que
daba al poniente. La sierra le dej
una horrible cicatriz de ms de
veinte centmetros. Retroced para
contemplar lo que haba hecho:
haba cortado la parte principal del
rbol, dejando slo una rama que
creca hacia arriba.
Ha transcurrido ms de medio
siglo desde que plant aquel rbol.
Mi hija y su familia viven ahora all.
El otro da volv a mirar el rbol. Es
grande. Tiene mejor forma y
embellece la casa. Pero cuan serio
fue el trauma de su juventud y cuan
brutal el tratamiento que emple
para enderezarlo.
Cuando lo plant, un pedacito de
cuerda lo hubiera mantenido
derecho en contra de la fuerza del
viento. Yo habra podido y deb
haberle puesto esa cuerdecita con

tan poco esfuerzo; pero no lo hice, y


se dobl ante las fuerzas que
cayeron sobre l.
He visto algo similar, muchas
veces, en nios cuyas vidas he
observado. Los padres que los
trajeron al mundo virtualmente
abdicaron a su responsabilidad y los
resultados han sido trgicos. Unos
pocos y sencillos soportes les
habran dado la fortaleza para
resistir las fuerzas que han dado
forma a su vida. Ahora, me temo
que sea demasiado tarde.
Todas las personas del mundo
son hijas o hijos de una madre y de
un padre; ninguno de stos puede
escapar de las consecuencias del ser
padres. Inherente al acto mismo de
la procreacin de un nio est la
responsabilidad con respecto a l.
Nadie puede librarse impunemente
de esa responsabilidad.
No es suficiente proporcionar al
nio tan slo alimento y techo, pues
se tiene la misma responsabilidad de
ensearle y de guiar su espritu, su
intelecto y su alma. Pablo escribi a
Timoteo: "porque si alguno no
provee para los suyos, y mayormente
para los de su casa, ha negado la
fe, y es peor que un incrdulo"
(1 Timoteo 5:8).
Estoy convencido de que Pablo se
refera a ms que tan slo el atender
a lo material.
En la revelacin de los ltimos
das, el Seor lo ha indicado con
mayor firmeza y con mayor claridad:
"Y adems, si hay padres que
tienen hijos en Sin o en cualquiera
de sus estacas organizadas, y no les
ensean a comprender la doctrina
del arrepentimiento, de la fe en
Cristo, el Hijo del Dios viviente, del
bautismo y del don de! Espritu
Santo por la imposicin de manos,
al llegar a la edad de ocho aos, el
pecado ser sobre la cabeza de los
padres" (D. y C. 68:25).
Y ha aadido; "Porque sta ser
una ley para los habitantes de
Sin...
"Y tambin ensearn a sus hijos
a orar y a andar rectamente delante
del Seor" (D. y C 68:26, 28).
Hace muchos aos, el presidente

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Stephen L Richards, que entonces


era consejero de la Primera
Presidencia, hablando desde este
pulpito, hizo la elocuente splica de
"reinstituir al padre en calidad de
cabeza de la familia". Yo repito esa
splica a todos los padres de familia
que me estn oyendo. De ustedes es
la bsica e ineludible
responsabilidad de estar a la cabeza
de su familia. Eso no quiere decir en
forma alguna que acten como
dictadores ni que ejerzan injusto
dominio. Conlleva el mandato de
que el padre de familia atienda a las
necesidades de su familia. Esas
necesidades son ms que alimento,
ropa y techo. Entre ellas se cuentan
el dirigir y el ensear con rectitud,
tanto por el ejemplo como por
precepto, los principios de la
honradez, la integridad, el servicio,
el respeto por los derechos de los
dems y el entendimiento de que
somos responsables de lo que
hagamos en esta vida, no slo unos
ante otros, sino tambin ante el
Dios del Cielo, que es nuestro Padre
Eterno.
Comprenda toda madre que no
posee mayor bendicin que los hijos
que ha recibido como don del
Todopoderoso; que no tiene mayor
misin que la de criarlos en la luz y
en la verdad, con comprensin y
amor; que no tendr mayor felicidad
que la de verlos crecer y convertirse
en jvenes que respeten los
principios de la virtud, que se
conserven limpios de las manchas
de la inmoralidad y de la vergenza
de la delincuencia.
Dijo el que escribi los
Proverbios: "Instruye al nio en su
camino, y aun cuando fuere viejo no
se apartar de l" (Proverbios 22:6).
Hace ya muchsimas
generaciones, el profeta Isaas habl
palabras que deben grabarse en el
corazn de todo hogar en todo el
mundo. En sus palabras haba tanto
un mandato como una promesa;
dijo: "Y todos tus hijos sern
enseados por Jehov". Ese es el
mandato, y sta es la promesa: "y se
multiplicar la paz de tus hijos"
(Isaas 54:33).

Eso est tan en vigencia ahora


como lo estuvo entonces. La salud
de cualquier sociedad, la felicidad
de su gente, su prosperidad y su paz
tienen sus races en la enseanza
que los padres den a sus hijos.
La misma estructura de nuestra
sociedad se ve ahora amenazada por
hogares deshechos y el trgico fruto
de esos hogares.
Creo que si ponemos el debido
empeo, podremos cambiar el curso
de los acontecimientos. Tiene que
comenzar por los padres. Tenemos
que proporcionar discernimiento a
todo hombre y a toda mujer de los
propsitos eternos de la vida, de las
obligaciones del matrimonio y de las
responsabilidades de ser padres. A
los hombres que engendran hijos y
despus los abandonan, yo les digo
que Dios los har responsables ante
El, porque stos son tambin Sus
hijos, cuyos clamores por lo que
ustedes han hecho llegan hasta El.
A la obligacin de engendrar le
acompaa la responsabilidad de
criar, de proteger, de ensear, de
guiar con rectitud y con verdad. De
ustedes es la facultad y la
responsabilidad de presidir en un
hogar en el que reinen la paz y la
seguridad, el amor y la armona.
Recuerdo a las madres de todas
partes la santidad de su
llamamiento. Nadie ms puede
ocupar adecuadamente el lugar de
ustedes. Ninguna responsabilidad es
mayor, ninguna obligacin es ms
apremiante que la de criar con
amor, con paz y con integridad a los
hijos que han trado al mundo.
A ustedes dos les digo: no
permitan que ria alguna
ensombrezca el espritu de su hogar.
Dejen a un lado su egosmo y den
preferencia a una causa ms grande
y eterna. Cren a sus hijos en la luz y
en la verdad, como el Seor lo ha
mandado.
Podran desear otra cosa que no
fuese la paz para sus hijos? Podran
beneficiar a la sociedad de un modo
mejor? Les hago la solemne y
sagrada promesa de que si desean
hacer esto, llegar el da en que, al
contemplar a los que hayan

procreado, enseado y amado,


vern los agradables frutos de sus
enseanzas y caern de rodillas para
dar gracias al Seor por la bendicin
que les ha dado.
Ahora bien, s que hay hombres
y mujeres, incluso los muchos que
me estn escuchando, que son
excelentes padres y cuyos hijos estn
creciendo en la rectitud. Feliz y
fructferas sern sus vidas y el
mundo ser mejor para ellos. Les
doy las gracias por ello y los felicito
de todo corazn. Sin duda, son
ustedes afortunados.
Pero hay otros -demasiados
entre nuestra gente cuyos hijos,
para citar las revelaciones, "estn
creciendo en la iniquidad" y que no
"buscan esmeradamente las riquezas
de la eternidad, antes sus ojos estn
llenos de avaricia" (D. y C. 68:31).
A ellos les hago una splica
especial.
Puede que no sea fcil y que est
lleno de desilusiones y de retos;
requerir valor y paciencia. Les
recuerdo la fe y la determinacin de
la jovencita de trece aos que,
sosteniendo un pincel entre los
dientes, cre la pintura que les

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mostr anteriormente. Pero el amor


cambiar las cosas: el amor, el
cario que den a sus hijos
generosamente en la infancia y
tambin a lo largo de los difciles
aos de la juventud; har lo que el
dinero en abundancia que se d a
los hijos no lograr jams.
Y la paciencia, con el control
de la lengua y el autodominio para
aplacar la clera. El autor de los
Proverbios dijo: "La blanda respuesta
quita la ira..." (Proverbios 15:1).
Y el aliento estimulante, que es
rpido en felicitar y lento en criticar.
Todo eso junto con la oracin
obrarn maravillas. No pueden
esperar realizarlo solos; necesitan la
ayuda del Cielo para criar a un hijo
del Celo: su hijo o hija es tambin
hijo o hija del Padre Celestial.
Oh, Dios, nuestro Padre Eterno,
bendice a los padres para que
enseen con amor, con paciencia y
con estmulo a los que son los ms
valiosos, los nios que han venido de
Ti, que juntos sean protegidos y
dirigidos para bien, y en el proceso
del crecimiento, traigan bendiciones
a la sociedad de la cual forman parte,
en el nombre de Jesucristo. Amn. D

La obra misional:
Nuestra responsabilidad
Eider D a v i d B. H a i g h t
Del Quorum de los Doce Apstoles

'El Seor necesita mensajeros que estn a la altura de Su mensaje/

e orado pidiendo que las


bendiciones del cielo dirijan
mis palabras esta maana
para hacerles llegar los sentimientos
de mi corazn.
Hace algunas semanas, al ir mi
esposa y yo al aeropuerto para
despedirnos de nuestro undcimo
nieto, que se iba a la misin, se
reflejaban tanto nuestro gozo como
nuestra nostalgia en nuestras
palabras. Durante la breve reunin
que tuvimos en el aeropuerto con
los familiares y amigos que estaban
all, entre abrazos y emocionados
saludos, recordamos algunos
acontecimientos histricos de cmo
el mensaje de la restauracin del
evangelio haba sido una influencia
en nuestra familia; de cmo el
tatarabuelo de nuestro nieto
misionero, joseph Toronto, escuch
y crey el mensaje del evangelio que
le dieron los misioneros en Boston,

en 1843, hace 150 aos.


Joseph Toronto ayud en la
edificacin del Templo de Nauvoo.
El presidente Brigham Young haba
hecho un importante llamado el
domingo 6 de julio de 1845, para
que los santos "recordaran y oraran
por el templo" y para que "pagaran
sus diezmos". Los santos estaban
ansiosos de que el templo se
terminara pronto para as empezar
la obra de las ordenanzas antes de
salir en el xodo hacia el Oste. Se
necesitaban con suma urgencia ms
trabajadores y ms diezmos. Joseph
Toronto visit a Brigham Young
despus de la reunin y declar que
"deseaba darse a s mismo y todo lo
que posea para el reino de Dios".
Le entreg US$2.600 en monedas
de oro (vase Church News, 20 de
junio de 1981, pg. 16). Brigham
Young bendijo al italiano recin
convertido proclamando que
"estara a la cabeza de su posteridad
y que ni a l ni a su familia jams le
faltara el pan" (vase Joseph
Toronto: Italian Pioneer and Patriarch,
compilado por Toronto Family
Organization, 1983, pg. 10). Ms
tarde, en 1849, fue llamado para
acompaar al nuevo Apstol,
Lorenzo Snow, a su tierra natal,
Italia, para abrir el pas a la
enseanza del evangelio (vase
Church News, 20 de junio de 1981,
pg. 16).
Tambin conversamos sobre
Hctor C. Haight, otro antepasado,
llamado desde su hogar en
Farmington, Utah, para presidir la
misin Escandinava en 1856, con

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poca o casi sin ninguna habilidad de


hablar dans, sueco o noruego. Sin
embargo, poniendo su confianza en
el Seor y con la ayuda de los santos
escandinavos, llev a cabo su
asignacin. En 1858 inform que "se
haban bautizado 2.610 almas... y
que 990 miembros haban emigrado
hacia Sin" (vase Andrew Jenson,
History of the Scandinavian Mission,
Salt Lake City: Deseret News Press,
1927, pg. 128).
Estos antepasados, junto con
muchos otros, inspiraron el
establecimiento de un precedente
de amor por el evangelio y su verdad
divina, as como la obra misional,
que nuestros hijos y nietos
heredaron, pero que deben
experimentar y adquirir por s
mismos.
Nuestros corazones rebozaron esa
maana al ser testigos nuevamente
del milagro que ya haba empezado y
que sabamos que continuara, no
slo por los siguientes dos aos, sino
por el resto de su vida: la
transformacin de un joven
excelente en un poderoso portavoz
del Evangelio de Jesucristo. Se
profundiz y fortaleci nuestra
gratitud y confianza en el programa
misional de la Iglesia, en todas sus
dimensiones espirituales.
Al observar en el aeropuerto las
expresiones de amor y gozo, adems
de las lgrimas, pens en los cientos
de jvenes, jovencitas y
matrimonios misioneros que salen
semana tras semana de los centros
de capacitacin misional de todo el
mundo, para embarcarse en la
experiencia ms grandiosa de sus
vidas: salir a servir a nuestro Padre
Celestial con todo su corazn, alma,
mente y fuerza. Este es, en verdad,
uno de los sublimes milagros de
nuestro tiempo.
Recientemente el peridico
Church News coment sobre Aaron
Thatcher, un joven que ama el
bisbol. Muchos entrenadores han
observado el gran talento de este
joven, pero varias veces l les
reiter que no firmara un contrato
profesional hasta que hubiese
cumplido sus obligaciones con el

Seor de ir a una misin por dos


aos.
La gente se pregunta: Cmo
puede un jovencito rechazar tal
oferta? Pero lo hizo! Su deseo de
servir al Seor fue ms importante
que sus deseos de una fama
instantnea. Aaron explica: "Voy a
ir a una misin no porque... mi pap
fue; voy porque tengo un testimonio
del evangelio y los profetas nos han
dicho que todos los hombres dignos
y saludables deben cumplir con una
misin. Deseo hacerlo con todo mi
corazn" (Church News, 4 de
septiembre de 1993, pg. 5).
Hermanos y hermanas, el Seor
est abriendo el camino y
expandiendo Su obra a travs del
mundo, y i qu bendecidos somos al
participar en esta obra, cada uno a
su propia manera! Durante los
ltimos aos el nmero de
misioneros que prestan servicio por
todo el mundo ha aumentado de
36.000 a 49.700. El nmero de
misiones ha aumentado de 220 a
294. Casi un milln y medio de
nuevos conversos se ha unido a la
Iglesia y nuestros misioneros
actualmente predican el evangelio
en ms de cuarenta pases donde
hace cinco aos no podan entrar.
Quin, sino los profetas de Dios,
podran preveer el milagro de la
expansin tan rpida de la obra del
Seor? En verdad, como lo predijo
e Seor en la seccin 88 de D. y C,
El apresurar Su obra en Su tiempo
(vase D. y C. 88:73).
Me emociona comprender cada
vez ms la profundidad e
importancia de la visin e
inspiracin del profeta Jos Smith,
recibidas de mensajeros celestiales, a
medida que cuidadosamente
colocaba los cimientos de la Iglesia
restaurada. Despus de la
experiencia que tuvo y el
conocimiento que logr, el profeta
Jos Smith pudo, sin vacilacin,
escribir en marzo de 1842:
"Nuestros misioneros irn a
diferentes naciones... se ha elevado el
Estandarte de la Verdad... la verdad
de Dios seguir adelante audaz,
noble e independientemente, hasta

El eider L. Tom Perry, del Quorum de los Doce, conversa fuero del Tabernculo con dos
visitantes a la conferencia.

que haya penetrado todo continente,


visitado todo clima, inundado todo
pas y sonado en todo odo, hasta que
los propsitos de Dios Seor se
cumplan y el Gran Jehov diga que la
obra est completa" (History of the
Church, 4:540).
Nuestra gente est empezando a
sentir el espritu y el deseo de vivir
en armona con la verdad, lo que
algn da les llevar a responder a la
oportunidad de prestar servicio. Este
es el mismo espritu y la misma
influencia divina que llev a John
Taylor, a Wilford Woodruff y a
Willard Richards a tener que
alejarse de los santos en la ciudad de
Far West, al amanecer del 26 de
abril de 1839, antes de partir a sus
misiones a Gran Bretaa (vase D. y
C. 118:4-5.) En esa oportunidad se
turnaron para orar en el predio del
templo y dieron su testimonio.
Luego, despus de cantar un himno,
se pusieron en marcha, dirigidos por
revelacin, colmados de las
bendiciones del cielo y con la
confirmacin del Espritu Santo.
Estos primeros Apstoles partieron
a sus misiones habiendo sido

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nutridos espiritualmente y
bendecidos de una manera que los
sostendra a ellos y a sus familias a
travs de muchos problemas y los
inspirara con un testimonio
poderoso de la veracidad del
mensaje de la restauracin de la
Iglesia de Jesucristo sobre la tierra.
Qu privilegio y bendicin es el
ser parte de esta gran obra! Sin
embargo, con esta herencia viene
una gran responsabilidad. El Seor
necesita mensajeros que estn a la
altura de Su mensaje, necesita a
aquellos que sean capaces de ejercer
la influencia poderosa y eterna que
El ha puesto en sus manos. En la
seccin 88, donde el Seor habla de
apresurar Su obra, da a los obreros
de Su reino el mandamiento de que
"os preparis y santifiquis; s,
purificad vuestro corazn y limpiad
vuestras manos y vuestros pies ante
m para que yo os haga limpios"
(D. y C. 88:74).
El llamamiento de servir al Seor
nos da una responsabilidad enorme,
pero noble. En 1839, el Quorum de
los Doce envi una epstola de
inspiracin y direccin a aquellos

que haban sido llamados a predicar


el evangelio. Adems de sus
bendiciones, testimonios y
oraciones, declararon:
"Dios les ha extendido un...
llamamiento sagrado, el de ser...
mensajeros a las naciones de la
tierra; y de su diligencia... y la
exactitud de las doctrinas que
enseen... depende el destino de la
familia humana. Ustedes son las
personas que Dios ha llamado para
extender Su reino; El les ha
encomendado el cuidado de las
almas... y el Gran Dios requiere que
ustedes sean fieles" (History ofthe
Church, 3:395).
El presidente Spencer W. Kimball
anunci una nueva era para la obra
misional cuando dijo:
"Cuando pido ms misioneros, no
estoy pidiendo ms misioneros sin
testimonios o indignos. Estoy
pidiendo que... capacitemos mejor a
nuestros misioneros en cada rama y
barrio... que [nuestros] jvenes
entiendan que es un gran privilegio ir
a una misin y que se deben
encontrar saludables, mental y
espiritualmente, y que 'el Seor no
puede mirar el pecado con el ms
mnimo grado de tolerancia'.
Pedimos misioneros que hayan sido
cuidadosamente... capacitados en las
familias y en las organizaciones de la
Iglesia, y que vengan... con un gran
deseo" (Ensign, octubre de 1974).
"Debemos preparar mejor a
nuestros [jvenes] misioneros, no
slo con palabras, sino tambin con
Escrituras y, por sobre todo, con un
testimonio y un fuego ardiente que
fortalezca sus palabras", (seminario
para Representantes Regionales,
abril de 1976).
La Primera Presidencia ha puesto
hincapi recientemente en este
importante cometido. El servir al
Seor como misionero regular es un
privilegio; el objetivo principal del
servicio misional regular es la
edificacin del reino de Dios, y el
Seor necesita lo mejor. Los jvenes
y las jovencitas que respondan al
llamamiento se deben preparar para
el desafo ms riguroso de sus vidas:
prepararse espiritual, intelectual,

emocional y fsicamente.
Aun cuando los misioneros se
fortalecen, elevan, y magnifican por
su servicio, ste no es su objetivo
principal y ni ellos, ni sus familiares,
ni sus lderes deben pensar en una
misin como una solucin a un
problema no resuelto. El Seor
necesita lo mejor. Necesita a los que
puedan correr, no slo caminar, sino
correr fsica como espiritualmente, a
aquellos que puedan llevar Su
influencia eterna con pureza y
fortaleza y conviccin.
Significa esto que aquellos que
an no estn preparados deben ser
rechazados i1 Claro que no! Significa
que nuestra gente joven, sus
familiares y sus lderes deberan
aceptar en forma personal la
responsabilidad de preparar
voluntarios dignos, capaces y
dedicados para integrar las huestes
reales del Seor.
Al unirnos en esta gran
responsabilidad, el Seor
magnificar nuestros esfuerzos y
magnificar a nuestros misioneros; y
stos llegarn a ser los instrumentos
mediante los cuales el Seor llevar
a cabo Sus milagros.
Recib recientemente una carta
de un joven amigo de California que
sirvi una misin en Chile. Me
escribi,sobre el inolvidable
bautismo de un hombre, su esposa y
dos nios, en el cual l haba
participado. Mencion la increble
fe de ese padre que haba trabajado
como un humilde ayudante en un
establo de caballos de carrera, con
una educacin muy limitada pero
con gran fe en los principios del
evangelio. Este hombre acept el
evangelio y lo vivi, y ense a su
familia por medio del ejemplo.
"Como misioneros", escribi,
"consideramos quizs a esa familia
como nuestra mejor conversin. El
padre tena una actitud muy
positiva en cuanto al trabajo, el
trabajo arduo, a fin de mantener a
su familia y poder servir al Seor."
Mi amigo recientemente se
enter de que ese hermano acaba de
ser llamado a servir como primer
consejero en la presidencia de una

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de las estacas de Chile.


Hace ms de quince aos el
presidente Kimball pidi que "todas
las familias, todas las noches y todas
las maanas... oraran al Seor para
que abriera las puertas de otras
naciones para que esa gente
tambin pudiera tener el Evangelio
de Jesucristo" (The Teachings of
Spencer W. Kimball, Salt Lake City:
Bookcraft, 1982, pg. 586). En los
ltimos aos hemos visto los frutos
de esa proftica visin: se han
abierto puertas y han cado muros.
Debemos estar preparados para
marchar, legal y apropiadamente,
a medida que el Seor abre
esas puertas.
Estamos agradecidos por los miles
que han respondido al llamado de
servir, y estamos agradecidos por los
valientes misioneros que salen cada
semana a llevar a cabo la gran
cosecha que el Seor est apurando.
Reconocemos y agradecemos el
sacrificio y el servicio de sus hijos e
hijas y la maravillosa obra que'
cumplen. Agradecemos a los
matrimonios maduros que han
dejado las comodidades de sus
hogares y a sus amados hijos y
nietos. Sus esfuerzos y sacrificios se
transformarn en bendiciones.
Termino con estas inspiradas
palabras, tomadas de la epstola de
aliento del Consejo de los Doce,
dirigida a los santos, con fecha 3 de
julio de 1839, que concluye de la
siguiente manera:
"Entre el... fragor de la guerra, el
furor de las pestilencias, la
conmocin de las naciones... y la
disolucin de los imperios, la verdad
progresar con gran poder, guiada
por el brazo de la Omnipotencia y
retendr a los de corazn sincero de
entre las naciones; Sin florecer
como la rosa y los pueblos acudirn
a su pendn, y los reinos del mundo
pronto llegarn a ser los reinos de
Dios y de Su Hijo Jesucristo, y El
reinar por siempre jams" (History
ofthe Church, 3:397).
Cuando llegue ese da glorioso,
ruego que todos seamos parte de l,
lo ruego humildemente, en el
nombre de Jesucristo. Amn. D

Los valientes hombres


de Israel
Eider M o n t e J. Brough
De la Presidencia de los Setenta

"Esos hombres no tenan la 'doblez de corazn' que los llevara a poner


sus propios intereses antes que los de Israel."

iendo todava pequeo, en una


de mis primeras clases de la
Primaria, tuve la suerte de
tener un lder que me dio a conocer
la historia de "los valientes de
David". Este es un relato detallado
de los hechos de un grupo de
excelentes soldados al mando del
rey David. En cierto momento,
solamente a treinta y siete hombres
de las numerosas fuerzas armadas
israelitas se les consider dignos de
recibir el codiciado ttulo de
"valientes".
Aprendamos ms acerca de las
virtudes de ese extraordinario grupo
de soldados. En el libro de Crnicas
leemos:
"Estaban armados de arcos, y
usaban de ambas manos para tirar
piedras con honda y saetas con
arco..." (1 Crnicas 12:2).
Eran "...hombres de guerra muy

valientes para pelear, diestros con


escudo y pavs; sus rostros eran
como rostros de leones, y eran
ligeros como las gacelas sobre las
montaas" (1 Crnicas 12:8).
Esos hombres valientes haban
desarrollado a un alto nivel sus
habilidades guerreras; eran resueltos
y sus rostros, como los de leones, no
reflejaban temor. Estaban
preparados para librar cualquier
batalla.
El impacto que dej en m,
cuando mi maestro me explic
acerca de los logros y proezas de
esos valientes hombres, fue
realmente profundo. Incluso,
mientras mis amigos jugaban a los
vaqueros o a los astronautas o a
imitar a los deportistas famosos, yo
me imaginaba que el rey David me
haba elegido y que era uno de sus
valientes soldados. Me haba hecho
hasta espadas de madera y lanzas de
ramas largas de sauce y finga que
iba a la guerra a pelear contra los
enemigos del rey. Lo divertido,
ahora que lo pienso, es que el
enemigo eran invariablemente mis
dos hermanos menores. El relato de
la preparacin y la devocin de esos
valientes ha sido desde que era muy
nio una fuente de inspiracin
para m.
Se cuenta que tres de esos
valientes escucharon que el rey
David ansiaba intensamente beber
agua del pozo de Beln. Por lo que
parece, en Beln haba un
manantial del que brotaba agua de
una frescura sin igual. El rey no

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demand ni orden que le trajeran


agua de ese pozo; simplemente
expres el deseo de beber el fro y
refrescante lquido.
Sin que se les ordenara, ni
siquiera por deber, tres de los
valientes hombres del rey David
pasaron por entre las filas enemigas,
arriesgando la vida, y se dirigieron a
Beln. Una vez all, sacaron agua
del pozo y volvieron nuevamente a
travs del ejrcito enemigo a llevarle
el exquisito y refrescante lquido al
rey David. Este se sinti tan
agobiado por ese servicio
desinteresado, que rehus beber el
agua; y lo consider un acto de
tanta valenta y tan maravilloso que
verti el agua al suelo. En las
Escrituras dice que "la derram para
Jehov" (2 Samuel 23:14-17;
1 Crnicas 11:17-19).
/No es ste un relato inspirador
de dedicacin y de servicio
voluntario? Esa lealtad e iniciativa
eran comunes entre esos hombres.
Existe entonces alguna duda de por
qu esos valientes se convirtieron en
hroes para un nio pequeo? Pero
examinemos otras cualidades de
esos valientes varones y otros
aportes que hicieron.
Eran hombres "...entendidos en
los tiempos, y que saban lo que
Israel deba hacer..." (1 Crnicas
12:32).
Esa comprensin de la poca y la
consecuente habilidad que tenan
para saber lo que Israel deba hacer
es sumamente significativa. En otras
palabras, esos valientes varones se
mantenan informados de los
asuntos relacionados con las
condiciones de la poca en que
vivan. Cmo obtuvieron ese
conocimiento? Esos treinta y siete
varones provenan de muchas de las
tribus o estados de Israel. Debido a
la diversidad cultural que posean,
llevaron consigo una fortaleza
adicional al ejrcito israelita.
Templados por difciles experiencias
personales, varias de las cuales se
relatan en las historias de esos
treinta y siete, llegaron a
comprender su poca. Eso les
permiti entender mejor las

necesidades de su gente y las


soluciones de muchos de los difciles
problemas de esos tiempos. Debido
a ese conocimiento, llegaron a saber
lo que Israel deba hacer.
Eran hombres "dispuestos a
pelear sin doblez de corazn"
(1 Crnicas 12:33).
Esos valientes varones
comprendan la necesidad de una
organizacin que se mantuviera
firme durante tiempos difciles y de
grandes problemas. Esos hombres no
tenan la "doblez de corazn" que
los llevara a poner sus propios
intereses por encima de los de Israel.
Y porque no tenan doblez de
corazn, demostrado esto por sus
intenciones puras, no aspiraban a
tener un cargo o rango diferente
dentro del ejrcito del rey David.
Cada uno de los treinta y siete poda
depender absolutamente de los
otros para cumplir con las
asignaciones que se les daba, sin
importar el rango que poseyeran.
Comprendan sus responsabilidades
y se mantenan en su lugar.
La ltima cualidad a la cual
deseo referirme es sin duda una de
las ms importantes que posean

esos valientes varones.


Nuevamente, leemos:
"Todos estos hombres de guerra,
dispuestos para guerrear, vinieron
con corazn perfecto a Hebrn,
para poner a David por rey sobre
todo Israel; asimismo todos los
dems de Israel estaban de un
mismo nimo para poner a David
por rey" (1 Crnicas 12:38).
La cualidad de la que hablamos
es el "corazn perfecto", el cual se
puso en evidencia cuando se
dedicaron por entero a edificar el
antiguo reino de Israel.
Ellos no tenan ninguna meta ni
propsito aparte de su compromiso
con el rey y su cometido de edificar
Israel. Entendan la naturaleza
divina del llamamiento de David y
le ofrecieron una lealtad y devocin
total. Posean un corazn perfecto.
i As eran los valientes de Israel!
Despus, aprend la historia de
otras personas cuyo carcter las
hara tambin merecedoras de ser
llamadas valientes. Analicemos la
historia del progreso y desarrollo
espiritual del apstol Pedro. El
Seor lo gui cuidadosamente para
que adquiriera las habilidades y la

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determinacin que le permitira


convertirse en un hombre valiente.
Su logro final de un corazn
perfecto se manifiesta en la
respuesta que dio la tercera vez que
el Seor le pregunt:
"Me amas? y le respondi:
Seor, t lo sabes todo; t sabes que
te amo" (Juan 21:17).
Y tambin tenemos al valiente
apstol Pablo, cuya valenta e
iniciativa se resumen en estas
palabras profticas:
"Porque yo ya estoy para ser
sacrificado y el tiempo de mi partida
est cercano. He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe" (2 Timoteo 4:6-7).
Qu hombres tan valientes!
Incluyamos tambin uno de los
ms hermosos ejemplos de
caractersticas heroicas. La siguiente
declaracin la hizo una mujer, Rut,
quien tambin posea esas
extraordinarias cualidades:
"No me ruegues que te deje, y me
aparte de ti; porque a dondequiera
que t fueres, ir yo, y dondequiera
que vivieres, vivir. Tu pueblo ser
mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Donde t murieres, morir yo, y all
ser sepultada" (Rut 1:16-17).
Qu mujer valiente!
David mismo, siendo muy joven,
dio un ejemplo de las caractersticas
de ios valientes varones que ms
adelante dirigira. Al enfrentarse a
un gigante guerrero, expres:
"T vienes a m con espada y
lanza y jabalina; mas yo vengo a ti
en el nombre de JEHOVA de los
ejrcitos, el Dios de los escuadrones
de Israel" (1 Samuel I 7:45).
Qu joven valiente!
De los hombres contemporneos,
Jos Smith es el mejor ejemplo de
las virtudes que poseen los hombres
valientes. Su historia de sacrificio y
dedicacin se puede tambin
resumir citando una de sus ltimas
declaraciones:
"Voy como cordero al matadero;
pero me siento tan sereno como una
maana veraniega; mi conciencia se
halla libre de ofensas contra Dios y
contra todos ios hombres" (D. y C.
135:4).

Qu hombre tan, pero tan


valiente!
Y aun ahora sigo buscando y
encontrando ejemplos de hombres y
mujeres valientes. Permtanme
hablarles sobre las Autoridades
Generales y sobre los lderes de las
organizaciones auxiliares generales
de la Iglesia, tanto hombres como
mujeres. No estoy muy seguro de
que puedan tirar una lanza con
ambas manos como lo hicieron
aquellos valientes varones de la .
antigedad; sin embargo, traen
consigo toda una vida de excelente
preparacin para cumplir con sus
asignaciones. Las familias de esos
valientes guerreros modernos no
han estado libres de los problemas
de la vida. A travs de las
experiencias vividas, entre las cuales
se encuentran las tragedias, las
enfermedades, los accidentes, la
pobreza y, en algunos casos, los
achaques propios de la vejez, estos
valientes siervos han llegado a
comprender la poca en que viven.
Estos hombres y mujeres, junto a
sus cnyuges, que los apoyan, han
alcanzado gran experiencia en el
campo de la ley, la medicina, la
economa domstica, la educacin,
los negocios y la agricultura. A pesar
de enfrentar problemas, han tenido
gran xito en su funcin de padres y
cabezas de familia. Como grupo,
han contribuido con muchos aos
de servicio a la Iglesia. Han
colaborado tambin sirviendo como
miembros de las legislaturas
estatales, de los gobiernos de la .
ciudad, de los comits de las
escuelas (o de los distritos escolares)
y de organizaciones profesionales
nacionales e internacionales. Sus
aos de servicio comunitario
abarcan el realizado dentro de las
organizaciones filantrpicas y
educativas, y la recaudacin de
fondos (donaciones) para una gran
diversidad de obras comunitarias.
Al igual que los valientes de la
antigedad, estos hombres y
mujeres contemporneos vienen de
diferentes estados y pases, y traen
consigo una diversidad de culturas
y experiencias vividas. Estas

experiencias colectivas abarcan


cientos de aos de servicio en otras
tierras que no son su pas natal.
Algunos de ellos se encuentran
aqu mismo, sufriendo la tensin
causada por el cambio de horarios
que se experimenta cuando se viaja
en avin y la fatiga causada por los
requisitos de viaje en s, todo lo
cual forma parte de sus
asignaciones. Muchos se han
reunido aqu de todas partes del
mundo y, en unos pocos das,
regresarn de nuevo a seguir
sirviendo en otros pases. En la
mayora de los casos, se separan
otra vez de sus hijos y nietos
mientras cumplen con las
responsabilidades que tienen
gracias a su corazn sin doblez. Les
aseguro que estos valientes de
Israel han llegado a obtener una
comprensin de estos tiempos
modernos y de lo que "deben
hacer" la Iglesia y los miembros.
Esa comprensin y ese
entendimiento no lo obtuvieron
slo por medio de su intelecto sino
mediante un "corazn perfecto".
Qu grandes personas son stas!
Estoy seguro de que todos los que

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me escuchan se pueden beneficiar al


meditar sobre la vida de los que
sostenemos como Autoridades
Generales de la Iglesia. Encontrarn
entre ellos grandes ejemplos y
llegarn a darse cuenta de cules de
ellos poseen "un corazn perfecto".
Sepan que yo soy uno de los
testigos de Jesucristo, el que es el
ms valiente de todos y al que ms
deseamos imitar. Vuelvan a repasar
en el Libro de Mormn Su gran
declaracin de devocin y
obediencia a Su Padre:
"He aqu, yo soy Jesucristo... y he
bebido de la amarga copa que el
Padre me ha dado, y he glorificado
al Padre, tomando sobre m los
pecados del mundo, con lo cual me
he sometido a la voluntad del Padre
en todas las cosas desde el
principio" (3 Nefi 11:10-11).
Hermanos y hermanas, durante
esta conferencia escuchen a los
grandes y valientes hermanos de
nuestra era. Ellos hablan con un
corazn perfecto y sin doblez y por
eso entienden nuestros tiempos y lo
que la Iglesia debe hacer.
En el nombre de Jesucristo.
Amn. D

"Haz lo justo"
Eider L. Tom Perry
Del Quorum de los Doce Apstoles

"Los mensajes fciles y populares del mundo por lo general no sern los
correctos y se requerir mucho valor para 'hacer lo justo'."

l coro del emocionante himno


de james L. Townsend nos da
un consejo imperecedero
sobre lo que se debe hacer al llegar a
una encrucijada de la vida. Siempre:
"Haz el bien, haz el bien,
y la prudencia te guiar.
Con su luz haz el bien,
y siempre Dios te bendecir".
(Himnos, N2 155.)
En un viaje que hice hace poco a
Nueva Zelanda, me reun con un
presidente de misin que llevaba un
hermoso prendedor de corbata con
las inspiradoras letras HLJ, o sea, el
emblema de "Haz lo justo". Me dio
la impresin de que ese prendedor
peculiar tendra alguna historia
particular. Despus de regresar, le
escrib una nota de agradecimiento
por sus atenciones, y de paso le
pregunt sobre el prendedor. Recib
la siguiente contestacin:
"Usted es una persona muy

observadora. S, el prendedor que


uso tiene una historia particular.
Tengo unos cuantos que me son
muy preciados, regalos de mis hijos,
mi esposa y amigos. Sin embargo,
prefiero usar ese hermoso escudo de
plata con turquesa que lleva el
inspirador emblema HLJ de nuestra
Primaria.
"Por qu? Tal vez se remonte a
la poca en que, siendo obispo, tuve
una entrevista con un apuesto
jovencito que iba a recibir el
Sacerdocio Aarnico. El me cont
un relato especial. Me dijo que un
da, despus de la escuela, l y
algunos amigos haban encontrado
un paquete de cigarrillos y haban
decidido bajar a un barranco, y
fumarlos detrs de unas grandes
rocas. Dijo que cuando encendi el
suyo, al mirar el cigarrillo humeante
que tena entre los dedos, vio su
anillo de HLJ; inmediatamente
apag el cigarrillo y tom la
prudente determinacin de no
volver a hacer jams algo as. Al
recordar lo que quera decir ese
emblema, decidi "hacer lo justo".
Desde que o su relato, he sentido
un afecto especial por el emblema
de los HLJ.
"Ahora bien, la forma en que
llegu a recibir el prendedor HLJ es
sta: Hace poco tiempo, antes de
venir a Nueva Zelanda como ,
presidente de misin, me
encontraba en el Barrio Kayenta, de
Kayenta, estado de Arizona.
Mientras me despeda
afectuosamente de muchos de mis
amigos navajos, un joven y
extraordinario obispo navajo me dio
un apretado abrazo y despus, se

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desprendi el prendedor que llevaba


y lo prendi en mi corbata. Mientras
lo haca, me pidi que no me
olvidara de l.
"Ahora, ac, en Nueva Zelanda,
lo ltimo que hago todas las
maanas, al vestirme para cumplir
con otro da de este gran
llamamiento, es colocarme en la
corbata mi prendedor con el
hermoso emblema HLJ de plata y
turquesa. Le tengo cario! S que
me ayuda a tomar las decisiones
correctas durante el da; tambin s
que contribuye al cumplimiento de
una promesa proftica que
recibimos mi esposa y yo del
presidente Gordon B. Hinckley
cuando nos puso las manos sobre la
cabeza.para apartarnos.
"El nos dijo algo por el estilo de
esto: 'Tendrs una ligadura de
afecto instantnea por todos los
misioneros de tu misin'. Y no
puedo decirle cuntas son las veces
en que un misionero que me visita
me ha dicho: 'Presidente Gardner,
me encanta su prendedor', y a
continuacin me muestra su anillo
de HLJ.
"Creo que aquel obispo navajo
fue inspirado para darme el
prendedor, y que al decidir usarlo
todos los das, estoy tomando una
decisin correcta. El bonito
prendedor de plata y turquesa de HLJ me ayuda a ligarme a un
ejrcito real de misioneros en la
Misin de Nueva Zelanda,
Wellington.
"Le agradezco la oportunidad que
me ha dado de contarle mi
experiencia especial con ese gran
lema de la Primaria: 'Haz lo justo' ".
Esa carta particular del
presidente de misin de Nueva
Zelanda me ha inspirado a hablarles
a ustedes, excelentes nios y
jvenes de la Iglesia. Ustedes han
tenido, o tienen ahora, la
oportunidad de tener amorosas
maestras de la Primara que les
enseen los principios del evangelio
que les ayudarn a "hacer lo justo".
El Libro de Mormn est lleno de
relatos de lo que le sucede a la gente
cuando toma decisiones, ya sean

justas o equivocadas. He aqu dos


ejemplos:
Durante el primer ao en que
Alma ocup el asiento judicial, un
hombre grande y fuerte llamado
Nehor fue llevado ante l para ser
juzgado. De acuerdo con las
Escrituras, Nehor andaba entre el
pueblo causando mucha disensin.
Dice:
"Y... haba andado entre el
pueblo, predicndole lo que l deca
ser la palabra de Dios,
importunando a la iglesia,
declarando que todo sacerdote y
maestro deba hacerse popular; y
que no deban trabajar con sus
manos, sino que el pueblo deba
sostenerlos.
"Y tambin testificaba al pueblo
que todo el gnero humano se
salvara en e postrer da, y que no
tenan por qu temer ni temblar,
sino que podan levantar la cabeza y
regocijarse; porque el Seor haba
creado a todos los hombres, y
tambin los haba redimido a todos;
y al fin todos los hombres tendran
vida eterna" (Alma 1:3-4).
Las palabras de Nehor atraan a
la gente, pero la doctrina que
enseaba, aunque resultaba
popularmente aceptada, era
incorrecta. Al enfrentarnos con
muchas de las decisiones de la vida,
los mensajes fciles y populares del
mundo por lo general no sern los
correctos y se requerir mucho valor
para "hacer lo justo".
Ahora, el segundo ejemplo: En
la tierra de Ammonah, Amulek y
Alma encontraron tambin
personas que seguan enseanzas
falsas, y Amulek trat de
convertirlas al evangelio
verdadero. Zeezrom, un hombre
experto en las artimaas del
diablo, desafi las enseanzas de
Amulek y le pregunt: "Salvar
[Cristo] a su pueblo en sus
pecados?", a lo que Amulek
contest, diciendo: "Te digo que
no, porque le es imposible negar su
palabra" (Alma 11:34).
A continuacin, Zeezrom
provoc a Amulek, pero la forma en
que ste le respondi fue

maravillosa, al explicarle el plan de


redencin de esta manera:
"Y te vuelvo a decir que no
puede salvarlos en sus pecados;
porque yo no puedo negar su
palabra, y l ha dicho que ninguna
cosa impura puede heredar el reino
del cielo; por tanto, cmo podis
ser salvos a menos que heredis el
reino de los ciclos? As que no

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podis ser salvos en vuestros


pecados...
"Y vendr al mundo para redimir
a su pueblo; y tomar sobre s las
transgresiones de aquellos que crean
en su nombre; y stos son los que
tendrn vida eterna, y a nadie ms
viene la salvacin.
"Por tanto, los malvados
permanecen como si no se hubiese

hecho ninguna redencin, a menos


que sea el rompimiento de las
ligaduras de la muerte; pues he aqu,
viene el da en que todos se
levantarn de los muertos, y
comparecern delante de Dios, y
sern juzgados segn sus obras"
(Alma 11:37, 40-41).
Ms adelante, despus de mucha
tribulacin y de recibir una
bendicin de salud, Zeezrom se
convirti a la Iglesia.
El profeta Jos Smith nos ense
esto: "La felicidad es el objeto y el
propsito de nuestra existencia, y
ser el fin de sta si seguimos el
camino que conduce a la felicidad.
Y ese camino es la virtud, la
integridad, la fidelidad, la santidad y
la observancia de todos los
mandamientos de Dios" (History of
the Church, vol. 5, pgs. 134-135).
En la actualidad, vivimos en un
mundo de constantes decisiones. La
televisin nos ofrece al mismo
tiempo lo malo y lo bueno; las
libreras estn llenas de
publicaciones que contienen tanto
material correcto como equivocado;
son muy pocas las pelculas que vale
la pena ver por la profanidad, la
violencia y la inmoralidad que
abundan en ellas; la publicidad est
repleta de atractivos avisos
comerciales que nos llevan a violar
la Palabra de Sabidura; la msica,
con sus ritmos sugestivos, introduce
en nuestra mente pensamientos
ilcitos.
Consideremos este consejo que
nos dio el presidente Spencer W.
Kimball:
"Quiero hacer una recomendacin. Desarrollen el autodominio
de manera que, al enfrentarse
repetidamente con una misma
tentacin, no tengan que tomar
cada vez una decisin al respecto.
Algunas decisiones tienen que
tomarlas slo una vez. Y es una gran
bendicin no tener que estar
angustindose reiteradamente con
respecto a una tentacin; eso nos
hace perder tiempo y es muy
peligroso.
"De la misma manera, mis
queridos jvenes amigos, solamente

tienen que decidir una sola vez en


cuanto a todo lo positivo que
deseen lograr como ir a una
misin y ser dignos de casarse en el
templo, y entonces, todas las
dems decisiones que se relacionen
con esas metas ya estarn tomadas.
De lo contrario, cada consideracin
que tengan que hacer ser
arriesgada, y cada vez que se
equivoquen pueden cometer un
error. Hay algunas cosas que los
Santos de los ltimos Das hacemos
y otras que simplemente no
hacemos. Cuanto ms pronto tomen
una determinacin, tanto mejor se
sentirn" (President Kimball Speaks
Out, Salt Lake City: Deseret Book
Company, 1981, pg. 94).
A fin de compensar por los
mensajes mundanos que nos tientan
a escoger lo malo, el Seor nos ha
bendecido con smbolos de pureza
que nos mantienen en el curso recto
para "hacer lo justo". Hace unos
meses, en el bautismo de una de mis
nietas, pens en esos smbolos
cuando, en el breve programa que
precede al bautismo, mi nietecita
ley este poema que su madre haba
escrito para esa ocasin especial:
MIS TRES VESTIDOS BIANCOS
Mam me compr un vestido
que es blanco y muy especial.
Es la segunda vez que uso uno
y no tengo ninguno igual.
Hace mucho tuve otro
que ahora guardo en un cajn.
Lo us hace ya largo tiempo
el da de mi bendicin.
Era entonces muy pequea
y, toda vestida de blanco,
mi pap me bendijo ese da
mientras me tena en sus brazos.
Era tambin limpia y pura,
y tena que aprender
sobre el plan de nuestro Padre
para la gloria obtener.
Ahora tengo edad de saber
lo que es bueno y lo que es malo;
y hoy para mi bautismo
me he puesto un vestido blanco.
Quedar limpia de pecado,
lo veo muy claramente;
me asir a la barra de hierro,
lo prometo solemnemente.

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El pecado manchar mi alma


como el barro mi vestido.
Pero quedar otra vez blanca
despus de haberme arrepentido.
Y si me esfuerzo de verdad,
ser muy bendecida
cuando en la Casa de Dios
entre, de blanco vestida.
Tratar de hacer lo justo
siempre desde mi bautismo,
que es ordenanza sagrada.
Por eso es blanco el vestido.
(Linda Gay Perry Nelson, 1993.)
Estamos en una poca de la
historia del mundo en que Satans
se encuentra dirigiendo todas sus
fuerzas para apartar a la gente de!
sendero estrecho y angosto.
Felizmente, la mayora de los
miembros de la Iglesia saben
claramente a quin deben servir; y,
como Josu, de antao, tambin
proclaman: "...yo y mi casa
serviremos a Jehov" (Josu 24:15).
Espero y ruego que ustedes, los
excelentes nios y jvenes de la
Iglesia, tengan el valor de "hacer lo
justo" continuamente. Ms an, les
sugiero que cada uno elija o busque
recordatorios que les ayuden a
ustedes y a sus seres queridos a
hacer lo justo cuando deban tomar
una decisin. Un prendedor, un
anillo de HLJ o un vestido blanco
colgado en un armario pueden ser
de gran influencia si se relacionan
con nuestros deseos de mantener la
pureza y la rectitud. Y, ms
importante que los recordatorios
materiales, es tener en nuestro
corazn la conviccin profunda de
vivir de tal manera que tomemos las
decisiones correctas, no slo por la
paz y felicidad que tendremos en
este mundo ahora, sino tambin por
las que lograremos para la
eternidad.
Les prometo que, si constantemente deciden hacer lo justo (lo
correcto), recibirn felicidad eterna.
Dios vive! Jess es el Cristo! La
obediencia a Su ley nos conducir a
la vida eterna, y doy solemne
testimonio de esto en el nombre de
nuestro Seor y Salvador Jesucristo.

Amn. .

Hagamos frente a los


retos de la vida
Presidente T h o m a s S. M o n s o n
Segundo Consejero de lo Primera Presidencia

"Siempre que nos sintamos acongojados por los tropiezos de la vida,


recordemos que otros han pasado por ese mismo camino, han
perseverado y han salido victoriosos."

n una conferencia, hoy hace


treinta aos, fui llamado y
sostenido miembro del
Consejo de los Doce Apstoles. En
aquella ocasin, solicit la fe y las
oraciones de los presentes, y hoy, al
tener la oportunidad de dirigirme a
ustedes, renuevo aquella splica, de
poder sentir su fe y oraciones.
Hace un mes, mientras
celebrbamos un da festivo
nacional, el eider Russell M. Nelson
y yo nos encontramos con nuestros
hijos y nietos en una piscina llena
de agua tibia, desde la que se
apreciaba en lo alto un grandioso
cielo azul. Ms que nada, estbamos
cuidando a los pequeos, tal como
la gallina vigila los movimientos de
sus polluelos. Le coment al eider
Nelson: "No es interesante que
aunque los padres estn vigilando a

sus hijos, usted y yo pensamos que


somos nosotros, los abuelos, los que
tenemos la responsabilidad total de
supervisar a nuestros respectivos
nietos?" Nos divertimos muchsimo
al ver a los nios jugar y al escuchar
sus expresiones de alegra.
Entonces me fij que en la
piscina haba tambin un padre que
sostena a su hijo severamente
incapacitado y que mova de un
lado a otro el cuerpecito enjuto del
nio. Lo ayudaban otros familiares,
y era obvio que el muchachito
estaba disfrutando de la diversin,
aunque dependa totalmente de los
dems. De sus labios no sala
ninguna exclamacin de gozo, ni sus
extremidades casi inertes hacan
ningn movimiento de alborozo.
Cuando era pequeito, una
enfermedad grave le haba hecho
perder el habla, le haba daado el
cerebro, y seguramente seguira
siendo una carga para sus seres
queridos. Sin embargo, el abuelo del
nio me dijo: "Es mi nieto; toda
nuestra familia lo quiere mucho; nos
gusta su compaa y todos lo
atendemos; es una bendicin en
nuestras vidas".
Despus de un rato, la gente
empez a salir de la piscina. Cesaron
la risa y el juego; se hizo silencio a
medida que el sol de la tarde
empezaba su descenso y el fresco de
la tarde me record que era hora de
irnos. Pero aquella tierna escena de
amor y devocin ha permanecido
conmigo.

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Mis pensamientos se remontaron


a un lugar muy lejano, de hace
mucho tiempo, a otro estanque
llamado Betesda. El libro de Juan
describe lo que ocurri ah:
"Y hay en Jerusaln, cerca de la
puerta de las ovejas, un estanque,
llamado en hebreo Betesda, el cual
tiene cinco prticos. En stos yaca
una multitud de enfermos, ciegos,
cojos y paralticos, que esperaban el
movimiento del agua. Porque un
ngel descenda de tiempo en
tiempo al estanque, y agitaba el
agua; y el que primero descenda al
estanque despus del movimiento
del agua, quedaba sano de cualquier
enfermedad que tuviese.
"Y haba all un hombre que
haca treinta y ocho aos que estaba
enfermo. Cuando Jess lo vio
acostado, y supo que llevaba ya
mucho tiempo as, le dijo: Quieres
ser sano?
"Seor, le respondi el enfermo,
no tengo quien me meta en el
estanque cuando se agita el agua; y
entretanto que yo voy, otro
desciende antes que yo.
"Jess le dijo: Levntate, toma tu
lecho y anda.
"Y al instante aquel hombre fue
sanado, y tom su lecho, y anduvo"
(Juan 5:2-9).
Otra escena de dolor y
sufrimiento se encuentra en la
famosa galera de arte Tate, en
Londres, Inglaterra. Ah adorna la
pared de un transitado corredor una
obra de arte intitulada Enfermedad y
Salud. La pintura representa a un
organillero con un pequeo mono y
un grupo de nios felices y
saludables que juguetean y se
divierten al ver las payasadas del
animalito. Hacia el fondo se aprecia
la figura de un nio pequeo y
plido confinado a una silla de
ruedas, sin poder jugar o participar
en la diversin de los dems nios.
Quienes contemplan la escena
perciben su sufrimiento y sus ojos se
llenan de lgrimas al pensar en los
mudos sentimientos que abriga el
corazn de aquel nio enfermo.
Quin puede contar los nios y
los adultos en quienes las

enfermedades han dejado su marca,


incapacitando extremidades una vez
fuertes y haciendo que los seres
queridos derramen lgrimas de dolor
y ofrezcan oraciones de fe por ellos?
La enfermedad no es el nico
villano que se mete y altera nuestras
vidas. En este mundo tan agitado,
los accidentes pueden, en tan slo
un instante, asestarnos dolor,
destruir la felicidad y acortar
nuestro futuro. Esa fue la
experiencia del joven Robert
Hendricks. Siendo una persona
saludable y libre de preocupaciones
hace tres aos, un repentino
accidente automovilstico lo dej
con lesiones cerebrales y el uso
limitado de sus extremidades y del
habla. Cuando su madre,
desesperada, me pidi que fuera a
verlo, contempl el cuerpo casi sin
vida que yaca en la camilla del
hospital en la seccin de cuidados
intensivos. Conectado a aparatos
para sostenerle la vida, con la
cabeza envuelta en vendajes, su
futuro no slo era dudoso, sino, que
la muerte pareca inminente.,
Ocurri, sin embargo, el milagro
esperado. Se recibi la ayuda divina
y Robert vivi. Su recuperacin ha
sido difcil y lenta, pero constante.
Un buen amigo de ellos que era
obispo cuando ocurri el accidente
cuida a Robert una vez por semana,
ayudndolo a vestirse y llevndolo a
las reuniones dominicales de la
Iglesia... siempre paciente y fiel.
Un da, ese ex obispo lo llev a
mi oficina, ya que Robert deseaba
conocerme, y sin recordar que yo lo
haba visto aquella noche crtica en
el hospital. El y el dedicado obispo
se sentaron, y Robert se comunic
conmigo por medio de una pequea
mquina electrnica en la que
deletreaba lo que quera decir y
luego apareca impreso en tiras de
papel. Por medio de aquella
mquina, expres el amor que tiene
por su madre, su agradecimiento por
las manos bondadosas y de buen
corazn que le ayudaron, as como
su gratitud hacia un Padre Celestial
tierno y amoroso que lo ha
fortalecido mediante sus oraciones.

Algunos de los mensajes menos


privados y personales que me
escribi fueron: "Me voy
recuperando bien, considerando lo
que he pasado". "S que podr
ayudar a la gente y ser una buena
influencia en sus vidas, lo cual es
maravilloso." "No s hasta qu
punto puedo considerarme
afortunado, pero en contestacin a
mis oraciones se me ha dicho que
contine luchando."
Al final de nuestra visita, el
obispo dijo: "A Robert le gustara
darle una sorpresa". Robert se puso
de pie y, con muchos esfuerzos, dijo
en voz alta: "Gracias". Una gran
sonrisa se dibuj en su rostro. Estaba
en camino a la recuperacin.
"Gracias a Dios", fueron las nicas
palabras que pude musitar. Ms
tarde or en voz alta: "Gracias
tambin por obispos amorosos,
maestros caritativos y especialistas
diestros".
Hoy, mediante la ayuda de aquel
obispo, su obispo actual y otras
personas, Robert ha ido al templo.
Ha aprendido a usar la
computadora, materia que est
estudiando en la universidad;
durante la recuperacin tambin
recibi ayuda del personal de las

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Industrias Deseret, quienes le


brindaron aliento y le ensearon
ciertas destrezas esenciales.
Actualmente, Robert camina con la
ayuda de un bastn. Ha aprendido a
hablar, aunque lo hace con frases
entrecortadas y con sumo esfuerzo.
Su progreso ha sido fenomenal.
A veces, las enfermedades y los
accidentes cobran la vida de sus
vctimas, no importa el lugar, el
nivel social o la edad. La muerte se
lleva al anciano que camina con
pasos inciertos, los que apenas han
llegado a la mitad de su jornada en
la vida y con frecuencia calla la risa
de los nios pequeos.
Por todo el mundo se repite
diariamente la escena dolorosa de
seres queridos que lloran al
despedirse de hijos, hermanos,
madres, padres y amigos.
Veamos una de estas escenas que
se llev a cabo apenas el mes pasado
en un cementerio local. Se
encontraban reunidos amigos y
familiares de Roger S. Olson, cuyo
atad, cubierto de ores, contena
sus restos terrenales. Claudia, su
esposa, seis hijos adorados, y
familiares, amigos y asociados
permanecan en silencio.
Haca apenas unos das, Roger

El presidente Go.rdori B. Hinckiey y el presidente Thomas S. Monson conversan antes de una de


las sesiones de la conferencia.

haba ido al trabajo, en el que se


desempeaba como un talentoso y
reconocido fotgrafo especializado.
Ocurri un accidente: cay el
helicptero en que iba y perdi la
vida... todo en un abrir y cerrar de
ojos y sin previa advertencia. Llenos
de pesar, pero consolados por la fe,
aquellos que lo haban amado y
vivido junto a l se despedan tan
slo temporalmente del esposo y del
padre. Les infunde esperanza el
conocimiento que rechazan los
incrdulos. Atesoran el relato
registrado en Lucas, el cual describe
el acontecimiento ms importante
despus de la crucifixin y sepultura
de nuestro Seor y Salvador
Jesucristo:
"El primer da de la semana, muy
de maana [Mara Magdalena y la
otra Mara], vinieron al sepulcro".
Para su sorpresa, el cuerpo de su
Seor no estaba ah. Lucas registra
que dos varones con vestiduras
resplandecientes se pararon junto a
ellas y dijeron: "Por qu buscis
entre los muertos al que vive? No
est aqu, sino que ha resucitado"
(Lucas 24:1, 4-6).
En contra de la. filosofa que
prevalece en el mundo actual de
dudar de la autenticidad del Sermn
del Monte, de abandonar las
enseanzas de Cristo, de negar a

Dios y rechazar Sus leyes la


familia Olson y los verdaderos
creyentes de todo el mundo
atesoran el testimonio de los que
presenciaron Su resurreccin.
Esteban, condenado a la muerte
cruel un mrtir, mir hacia los cielos
y exclam: "He aqu, veo los cielos
abiertos, y al Hijo del Hombre que
est a la diestra de Dios" (Hechos
7:56).
Saulo, en el camino a Damasco,
tuvo una visin del Cristo
resucitado y exaltado. Pedro y Juan
tambin testificaron del Cristo
resucitado. Y en nuestra
dispensacin, el profeta Jos Smith
dio testimonio elocuente del Hijo de
Dios porque lo vio y oy al Padre
presentarlo as: "Este es mi Hijo
Amado: Escdiah!" (Jos Smith,
Historia 1:1.7).
Al meditar sobre lo que nos
puede suceder a todos nosotros,
incluso enfermedades, accidentes,
muerte e infinidad de cosas menos
graves, podemos decir, como Job:
"El hombre nace para la afliccin"
(Job 5:7). Est por dems decir que
en esa referencia de la Biblia, en el
libro de Job, tambin va incluida la
mujer. Creo que acertadamente se
podra decir que no hay persona
alguna que haya vivido libre del
dolor y la tribulacin, y que

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tampoco ha habido un perodo


alguno en la historia de la
humanidad que no haya tenido su
porcin de inquietud, ruina y
sufrimiento.
Cuando el sendero de la vida
toma una cruel desviacin, existe la
tentacin de pensar o emitir la
pregunta: "Por qu yo?" El
culparnos a nosotros mismos es una
prctica comn, aun cuando no
hayamos tenido nada que ver con
nuestro problema. Scrates dijo lo
siguiente: "Si todos llevramos
nuestras penas a un lugar comn, a
fin de que cada persona recibiera
una porcin igual en la distribucin,
la mayora se alegrara de volver a
llevarse las suyas".
Sin embargo, a veces parece que
no hay luz al final del tnel, no hay
aurora que rompa la obscuridad de
la noche. Nos sentimos rodeados
por el dolor de los corazones
quebrantados, la desilusin de los
sueos destruidos y la desesperacin
de las esperanzas que se han
desvanecido. Nos unimos a aquellos
que en tiempos bblicos hicieron la
splica: "No hay blsamo en
Galaad?" (Jeremas 8:22). A veces
somos propensos a ver nuestras
propias desgracias a travs del
distorsionado prisma del pesimismo.
Nos sentimos abandonados,
acongojados y solos.
A los que sufran de esta manera,
permtanme ofrecerles la seguridad
de las palabras del salmista: "Por la
noche durar el lloro, y a la maana
vendr la alegra" (Salmos 30:5).
Siempre que nos sintamos
acongojados por los tropiezos de la
vida, recordemos que otros han
pasado por ese mismo camino, han
perseverado y han salido victoriosos.
Job era un hombre perfecto y
recto, "temeroso de Dios y apartado
del mal" (Job 1:1). Devoto en su
conducta, prspero en su fortuna,
Job estaba a punto de hacer frente a
una prueba que tentara a cualquier
hombre. Despojado de sus
posesiones, despreciado por sus
amigos, afligido por su sufrimiento e
incluso tentado por su esposa, Job
declarara desde las profundidades

de su alma: "Mas he aqu que en los


cielos est mi testigo, y mi
testimonio en las alturas" (Job
16:19). "Yo s que mi Redentor
vive" (Job 19:25).
Volviendo a nuestra poca,
permtanme darles un ejemplo de fe,
valor, compasin y victoria que
ilustra la manera de hacer frente,
con intrepidez, a los retos de la vida.
Es un ejemplo de la capacidad para
sufrir impedimentos fsicos, soportar
dolor y sufrimiento, y an as, nunca
quejarse. As son Wendy Bennion,
de Sandy, Utah, y Jami Palmer, de
Park Valley, Utah. Ambas son
adolescentes que han soportado
aflicciones similares. Sus situaciones
son casi idnticas. Puesto que
Wendy ha luchado por ms tiempo
esa batalla, quisiera hablar en
cuanto a ella.
Habiendo contrado cncer a
temprana edad, y habiendo
soportado largos perodos de
quimioterapia, Wendy persever
valientemente. Los maestros
cooperaron, padres y familiares
ayudaron, pero la mayor fortaleza en
su afliccin ha sido su espritu
indomable. Ha infundido aliento a
los que tienen aflicciones similares;
ha orado por ellos; les ha dado su
apoyo por medio de su ejemplo y fe.
Despus de completar un
tratamiento de quimioterapia que
dur dieciocho meses, se llev a
cabo una fiesta en honor de Wendy
en la que se lanzaron globos al aire.
Los medios de difusin estuvieron
presentes para tal acontecimiento.
Uno de los globos que se lanzaron
aquel da lo encontr Jayne
Johnson, a cuatro millas de
distancia. Haba descendido en el
patio de atrs de su casa, y ella lo
haba encontrado cuando estaba a
punto de empezar su propio
tratamiento de quimioterapia. Le
escribi a Wendy para decirle que se
haba estado sintiendo triste y
atemorizada, pero el encontrar el
globo con la nota que haban
depositado adentro, en la que
hablaban sobre Wendy, el cncer y
el haber terminado su tratamiento,
le haba dado fortaleza, y que

Wendy era para ella una verdadera


inspiracin. Wendy respondi:
"Creo que era muy apropiado que
ella encontrara ese globo a fin de
que se diera cuenta de que no es el
fin del mundo y que la gente s se
mejora".
A pesar de que a Wendy le volvi
el cncer, y fue necesario un
segundo tratamiento, la fe de esta
jovencita no ha flaqueado, ni
tampoco ha evitado la serie de
tratamientos. Raras veces he visto a
alguien con tanto valor, tanta
determinacin y tanta fe. Lo mismo
se puede decir de Jami Palmer;
ambas son un ejemplo de las
palabras de la poetisa Ella Wheeler
Wilcox, quien escribi:
Fcil es ser agradable
cuando la vida es placentera.
Pero el que sonre es el que vale
cuando todo mal le sale.
Prueba del corazn es la afliccin
que con los aos nos pilla,
y la que vale es la sonrisa
que a travs de las lgrimas brilla.
(Traduccin.)
Hay una vida que da apoyo a los
acongojados o a los que se sienten
acosados por el dolor y la afliccin:
la de nuestro Seor Jesucristo. Al
predecir Su venida, el profeta Isaas
escribe: "No hay parecer en l, ni
hermosura; le veremos, mas sin
atractivo para que le deseemos.
"Despreciado y desechado entre
los hombres, varn de dolores,
experimentado en quebranto; y
como que escondimos de l el
rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos.
"Ciertamente llev l nuestras
enfermedades, y sufri nuestros
dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y
abatido.
"Mas l herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre l, y por su llaga fuimos
nosotros curados" (Isaas 53:2-5).
S, nuestro Seor y Salvador
Jesucristo es nuestro ejemplo y
nuestra fortaleza; es la luz que brilla

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en las tinieblas; es el Buen Pastor. A


pesar de que se encontraba en el
desempeo de Su ministerio
majestuoso, aprovech la
oportunidad para aligerar cargas,
dar esperanzas, curar y restaurar la
vida.
Pocos relatos del ministerio del
Maestro me conmueven ms que el
ejemplo que mostr a la afligida
viuda de Nan: "Aconteci... que l
iba a la ciudad que se llama Nan; e
iban con l muchos de sus
discpulos, y una gran multitud.
"Cuando lleg cerca de la puerta
de la ciudad, he aqu que llevaban a
enterrar a un difunto, hijo nico de
su madre, la cual era viuda; y haba
con ella mucha gente de la ciudad.
"Y cuando el Seor la vio se
compadeci de ella y le dijo: No
llores.
"Y acercndose, toc el fretro; y
los que lo llevaban se detuvieron. Y
dijo: Joven, a ti te digo, levntate.
"Entonces se incorpor el que
haba muerto y comenz a hablar. Y
lo dio a su madre" (Lucas 7:11-15).
Qu poder, qu ternura, qu
compasin demostr nuestro
Maestro! Nosotros tambin
podemos ser una bendicin para los
dems si tan slo seguimos Su noble
ejemplo. Hay oportunidades por
doquier. Se necesitan ojos que vean
la deplorable situacin y odos que
escuchen la silenciosas splicas de
un corazn quebrantado. S, y un
alma llena de compasin, a fin de
que nos podamos comunicar no
solamente con el contacto visual o
con la palabra, sino al estilo
majestuoso del Salvador: de corazn
a corazn.
Sus palabras se convierten en
nuestra gua: "En el mundo tendris
afliccin; pero confiad, yo he
vencido al mundo" Quan 16:33).
El vive; El nos dar Su apoyo.
Ruego que guardemos Sus
mandamientos; ruego que le
sigamos y seamos merecedores de
Su compaa a fin de que con xito
podamos hacer frente y vencer los
retos de la vida, lo ruego
humildemente en Su Santo nombre,
el nombre de Jesucristo. Amn. D

SESIN DEL D O M I N G O POR LA TARDE


3 de octubre de 1993

El gran plan de
salvacin
Eider Dcillin H. Oaks
Del Quorum de los Doce Apstoles

"Al comprender el plan de salvacin, tambin comprendemos el propsito


de los mandamientos que Dios ha dado a Sus hijos"

l Evangelio de Jesucristo
contesta preguntas como:
"De dnde vinimos, por qu
estamos aqu y hacia dnde vamos?"
Los profetas lo han llamado el plan
de salvacin y "el gran plan de
felicidad" (Alma 42:8). Podemos
entender por inspiracin ese "mapa"
de la eternidad y emplearlo para que
nos gue en nuestra jornada por este
mundo.
El evangelio nos ensea que
somos los hijos espirituales de
nuestros Padres Celestiales. Antes
de nuestro nacimiento aqu tuvimos
"una personalidad espiritual y
premortal, como hijos de nuestro
Padre Eterno" (Primera Presidencia,
Improvement Era, marzo de 1912,

pg. 417; vase tambin Jeremas


1:5). Se nos coloc en esta tierra
para que progresramos hacia
nuestro destino, que era la vida
eterna. Estas verdades nos ofrecen,
como gua para tomar decisiones,
una perspectiva exclusiva y valores
diferentes de los de aquellos que
dudan de la existencia de Dios y
creen que la vida es el resultado de
un proceso casual.
Nuestro punto de vista de lo que
es la vida comienza con un concilio
en los cielos. All se les ense a los
hijos espirituales de Dios el plan
eterno que El tena para ellos. Ya
habamos progresado todo lo que
era posible sin un cuerpo fsico y sin
tener la experiencia terrenal. A fin
de lograr la plenitud de gozo,
tenamos que probar que estbamos
dispuestos a obedecer los
mandamientos de Dios en
circunstancias en las que no
tuviramos memoria alguna de lo
que pas antes de que naciramos
aqu en la tierra.
En el transcurso de la vida
terrenal, estaramos sujetos a la
muerte y manchados por el pecado.
Para poder rescatarnos de la muerte
y del pecado, el plan de nuestro
Padre Celestial nos conceda un
Salvador, cuya expiacin nos
redimira a todos de la muerte y
pagara el precio para que todos
quedramos limpios de pecado bajo

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las condiciones que El nos


impondra (vase 2 Nefi 9:19-24).
Satans tena su propio plan. El
propona asegurar la salvacin de
todos los hijos espirituales de Dios
quitndoles la libertad de eleccin y
eliminando as la posibilidad de que
pecaran. Cuando se rechaz su plan,
Satans y los espritus que lo
siguieron se opusieron al plan del
Padre y fueron expulsados.
Todos los innumerables seres
humanos que han nacido en esta
tierra eligieron el plan del Padre y
lucharon para defenderlo; muchos
de nosotros tambin hicimos
convenios con nuestro Padre con
respecto a lo que haramos en la
vida terrenal. Aunque no se nos ha
revelado de qu forma, nuestras
acciones en el mundo de los
espritus influyen sobre nosotros
aqu.
No obstante el hecho de que
Satans y sus seguidores han
perdido su oportunidad de tener un
cuerpo fsico, se les permite utilizar
sus poderes espirituales para tratar
de frustrar los propsitos de Dios.
Esto proporciona la oposicin
necesaria para probar a los seres
humanos y ver cmo emplearn su
libertad de eleccin. La oposicin
ms implacable de Satans se dirige
hacia aquello que es ms importante
en el plan del Padre; el diablo
procura desacreditar al Salvador y
restar importancia a la autoridad
divina, anular los efectos de la
Expiacin, falsificar la revelacin,
apartar a la gente de la verdad,
minar la responsabilidad del
individuo, confundir las diferencias
entre los sexos, debilitar el
matrimonio y evitar el nacimiento
de los hijos {especialmente entre los
padres que criaran a sus hijos con
rectitud).
La virilidad y la femineidad, el
matrimonio y la crianza y educacin
de los hijos son todos elementos
esenciales del gran plan de la
felicidad. La revelacin moderna
aclara que lo que llamamos gnero
en el ser humano era parte de
nuestra existencia antes de nacer.
Dios dice que El cre "varn y

hembra" (D. y C. 20:18; Moiss


2:27; Gnesis 1:27). El eider James
E. Talmage explic lo siguiente:
"La distincin entre el varn y la
mujer no es una condicin exclusiva
del perodo relativamente breve de la
vida terrenal, sino que era una
caracterstica esencial de nuestra
condicin premortal" (Mllennial Star,
24 de agosto de 1922, pg. 539).
El Seor les dijo al primer
hombre y la primera mujer que hubo
en la tierra; "Fructificad y
multiplicaos" (Moiss 2:28; vase
tambin Gnesis 1:28; Abraham
4:28). Este mandamiento fue el
primero en el orden de
mandamientos y era primordial en
importancia; era esencial que los
hijos espirituales de Dios tuvieran
un nacimiento carnal y la
oportunidad de progresar hacia la
vida eterna. En consecuencia, todo
lo que se relacione con la procreacin es un blanco atractivo para
que el adversario dirija a l sus
esfuerzos por desbaratar el plan
de Dios.
Cuando Adn y Eva recibieron el
primer mandamiento, estaban en un
estado de transicin; ya no se
hallaban en el mundo de los
espritus, pero sus cuerpos fsicos no
estaban todava sujetos a la muerte
ni tenan el poder de procrear. No
les era posible en ese estado cumplir
el primer mandamiento del Padre
sin traspasar la barrera entre la
beatfica felicidad del jardn de
Edn y las terribles pruebas y las
maravillosas oportunidades de la
vida terrenal.
Por motivos que no se nos han
revelado, esa transicin o "cada" no
poda tener lugar sin que ocurriera
una transgresin, o sea, el ejercicio
del albedro moral llevado hasta el
punto de violar una ley (vase
Moiss 6:59). Se trataba de una
ofensa "planeada", de una
formalidad que servira un propsito
eterno. El profeta Lehi explic que
"si Adn no hubiese transgredido,
no habra cado" (2 Nefi 2:22), sino
que habra permanecido en el
mismo estado en el que haba sido
creado.

"Y no hubieran tenido hijos; por


consiguiente, habran permanecido
en un estado de inocencia, sin sentir
gozo, porque no conocan la miseria;
sin hacer lo bueno, porque no
conocan el pecado".
Sin embargo, la Cada se haba
planeado as, segn dice Lehi,
porque "todas las cosas han sido
hechas segn la sabidura de aquel
que todo lo sabe" (2 Nefi 2:23-24).
Eva fue quien traspas los lmites
establecidos en el Edn a fin de
iniciar las condiciones de la vida
terrenal; su accin, fuera la que
fuera, fue oficialmente una
transgresin, pero en la perspectiva
eterna fue un glorioso requisito para
abrirnos los portales hacia la vida
eterna. Adn demostr sabidura
haciendo lo mismo. Y as fue que
Eva con "Adn cay para que los
hombres existiesen" (2 Nefi 2:25).
Hay cristianos que la condenan
por su accin, dando por sentado
que ella y todas sus hijas han
quedado un tanto manchadas por lo
que hizo. Los Santos de los ltimos
Das no pensamos as. Con el
conocimiento que nos da la
revelacin, celebramos el acto de
Eva y honramos la sabidura y el
valor que demostr en ese gran
episodio que llamamos la Cada.
(Vase de Bruce R. McConkie, "Eve
and the Fall", Woman, Salt Lake
City: Deseret Book Company, 1979,

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pgs. 67-68.) Jos Smith ense


que no se haba tratado de un
"pecado", puesto que Dios lo haba
decretado. (Vase The Words of
Joseph Smith, editado por Andrew E
Ehat y Lyndon W. Cook, ed. Provo,
Utah: Religious Studies Center,
Universidad Brigham Young, 1980,
pg. 63.) Brigham Young declar
que "no debemos jams culpar a
Eva, en lo ms mnimo" (Journal of
Discourses, 13:145). Y el presidente
Joseph Fielding Smith dijo:
"Cuando me refiero a la parte
que le correspondi a Eva en la
Cada, nunca la califico de pecado,
ni tampoco acuso de pecado a
Adn...
"...Esta fue una transgresin de la
ley, pero no un pecado... porque era
algo que Adn y Eva tenan que
hacer" (Doctrina de Salvacin, tomo
1, pg. 109).
Este contraste que se indica entre
un pecado y una transgresin nos
recuerda las claras palabras del
segundo Artculo de Fe: "Creemos
que los hombres sern castigados
por sus propios pecados, y no por la
transgresin de Adn" (cursiva
agregada). Tambin se asemeja a
una distincin que se hace en la ley
y que nos es bien conocida: Algunos
actos, como el asesinato, son delitos
porque son en s de naturaleza mala;
otros, como manejar un vehculo sin
licencia de conducir, son delitos slo

por estar prohibidos por la ley. De


acuerdo con esas distinciones, el
hecho que dio como resultado la
Cada no fue un pecado o sea,
algo de naturaleza mala sino una
transgresin, algo que era malo por
estar prohibido. Estas palabras no
siempre se emplean para denotar
algo diferente, pero esta diferencia
parecera propia si la aplicamos a las
circunstancias de la Cada.
La revelacin de nuestros das
indica que nuestros primeros padres
entendan la necesidad de la Cada.
Adn dijo:
"...Bendito sea el nombre de
Dios, pues a causa de mi
transgresin se han abierto mis ojos,
y tendr gozo en esta vida, y en la
carne de nuevo ver a Dios"
(Moiss 5:10).
Notemos la perspectiva diferente
y la gran sabidura que tuvo Eva,
que dio nfasis al propsito y al
efecto del gran plan de felicidad,
diciendo:
"...De no haber sido por nuestra
transgresin, nunca habramos
tenido posteridad, ni hubiramos
conocido jams el bien y el mal, ni
el gozo de nuestra redencin, ni la
vida eterna que Dios concede a
todos los que son obedientes"
(Moiss 5:11).
En su visin de la redencin de
los muertos, el presidente joseph E
Smith vio a "los grandes y
poderosos" congregados para recibir
al Hijo de Dios, y entre ellos estaba
"nuestra gloriosa madre Eva"
(D. y C. 138:38-39).
Al comprender el plan de
salvacin, tambin comprendemos
el propsito de los mandamientos
que Dios ha dado a Sus hijos. El nos
ensea principios correctos y nos
deja que nos gobernemos, lo cual
hacemos con las decisiones que
tomamos en la vida terrenal.
Vivimos en una poca en que hay
muchas presiones polticas, legales y
sociales para introducir cambios que
tratan de hacer desaparecer las
diferencias que existen entre el
hombre y la mujer. Nuestra
perspectiva eterna nos coloca en
oposicin a los cambios que alteren

esos deberes y privilegios separados


de mujeres y hombres que son
esenciales para lograr el gran plan
de felicidad. No nos oponemos a
todos los cambios en el tratamiento
del varn y la mujer, pues algunos
que enmiendan leyes o costumbres
sirven para corregir errores antiguos
que jams se fundaron en los
principios eternos.
El poder de crear vida es el ms
exaltado que Dios ha dado a Sus
hijos. El empleo de ese poder se
orden en el primer mandamiento,
pero hubo otro mandamiento
importante que se dio para que no
se abusara de l. La importancia que
damos a la ley de castidad se debe a
la comprensin que tenemos del
propsito de nuestro poder procreador para que se lleve a cabo el
plan de Dios.
A El le agrada la expresin de
esos poderes procreadores, pero ha
mandado que se confinen a la
relacin matrimonial. El presidente
Spencer W. Kimball ense que,
"dentro de los lazos del matrimonio
legal, la intimidad de las relaciones
sexuales est bien y cuenta con la
aprobacin divina. No hay nada
impuro ni degradante en la
sexualidad de por s, puesto que por
ese medio el hombre y la mujer se
unen en un proceso de creacin y
en una expresin de amor" (The
Teachings of Spencer W. Kimball, ed.
por Edward L. Kimball, Salt Lake
City: Bookcraft, 1982, pg. 311).
Fuera de los lazos del matrimonio, todas las formas de emplear
el poder procreador son, en uno u
otro grado, una degradacin
pecaminosa y una perversin del
atributo ms divino dado al hombre
y a la mujer. El Libro de Mormn
ensea que la falta de castidad es
ms abominable "que todos los
pecados, salvo el derramar sangre
inocente o l negar al Espritu
Santo" (Alma 39:5). En nuestros
das, la Primera Presidencia de la
Iglesia ha declarado esta doctrina de
la Iglesia: "Que la gravedad del
pecado sexual las relaciones
sexuales ilcitas entre el hombre y la
mujer se compara con la del
L I A H O N A

86
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asesinato" ("Mensaje de la Primera


Presidencia", citado en Messages of
the First Presidency of Tlie Ghurch of
jess Christ ofLatter-day Saints,
comp. por James R. Clark, 6 tomos,
Salt Lake City: Bookcraft,
1965-1975,6:176).
Algunas personas que no
conocen el plan de salvacin se
comportan como animales salvajes,
pero los Santos de los ltimos Das
especialmente los que han hecho
convenios sagrados no se pueden
tomar esa libertad. Somos
seriamente responsables ante Dios
de la destruccin o el abuso de los
poderes procreadores que El ha
puesto en nosotros.
El acto de destruccin ms
abominable es quitarle la vida a
alguien; por eso, el aborto es un
pecado tan grave. Nuestra posicin
en cuanto al aborto no se basa en
un conocimiento revelado que nos
aclare desde el punto de vista legal
cundo empieza la vida, sino que lo
que la determina es nuestro
conocimiento de que, de acuerdo
con un plan eterno, existe un
propsito glorioso para que todos los
hijos espirituales de Dios vengan a
la tierra, y que la identidad
individual de cada uno comienza
mucho antes de la concepcin y
continuar en las eternidades por
venir. Confiamos en los profetas de
Dios, que nos han dicho que,
aunque existen "raras" excepciones,
"la prctica del aborto voluntario
est fundamentalmente opuesta al
mandamiento del Seor: 'No...
matars, ni hars ninguna cosa
semejante"'(D. y C. 59:6)
(Suplemento 1991 delManual
General de Instrucciones, 1991).
Nuestro conocimiento del gran
plan de felicidad nos proporciona
adems una perspectiva exclusiva
del matrimonio y de los hijos;
tambin en este aspecto vamos en
contra de la fuerte corriente de las
costumbres, las leyes y la economa.
Cada vez aumenta ms la
proporcin de parejas que
desprecian el matrimonio, y muchos
de los que se casan deciden no tener
hijos o limitar el nmero de hijos

que tengan. En los ltimos aos, la


difcil situacin econmica que
existe en muchos pases ha alterado
la costumbre tradicional de que
haya en el hogar slo uno que gane
el sustento de la familia; el aumento
de las mujeres que trabajan y que
tienen hijos pequeos ndica que
inevitablemente debe reducirse el
tiempo que la madre dedique a
ensear a sus hijos. El efecto que
esto tiene se hace evidente en el
continuo incremento de abortos,
divorcios, nios descuidados y
delicuencia juvenil.
Se nos ensea que el matrimonio
es indispensable para que se cumpla
el plan de Dios, para proveer a los
espritus que nazcan el ambiente
propicio y aprobado, y para preparar
a los miembros de la familia para la
vida eterna. El Seor dijo:
"...el matrimonio lo decret Dios
para el hombre.
"...para que la tierra cumpla el
objeto de su creacin;
"y para que sea llena con la
medida del hombre, conforme a la
creacin de ste antes que el mundo
fuera hecho" (D. y C. 49:15-17).
Nuestro concepto del
matrimonio est motivado por la
verdad revelada, no por la sociologa
del mundo. El apstol Pablo ense
que "en el Seor, ni el varn es sin
la mujer, ni la mujer sin el varn"
{1 Corintios 11:11). Y el presidente

Spencer W. Kimball explic esto:


"Sin un matrimonio cabal y feliz, el
hombre no puede ser exaltado"
(Marriage and Divorce, Salt Eake
City: Deseret Book Company, 1976,
pg. 24).
De acuerdo con las costumbres,
se espera que sea el hombre quien
tome la iniciativa de buscar
compaera para el matrimonio; por
eso, el presidente Joseph E Smith
dirigi a los hombres estas profticas
palabras de exhortacin: "...ningn
varn apto para casarse est
observando en forma completa su
religin si permanece soltero"
(Doctrina del evangelio, pg. 269).
Sabemos que hay hombres dignos,
que son miembros de la Iglesia y que
han pasado los treinta aos, que se
hallan muy ocupados en acumular
bienes materiales y disfrutan de
estar libres de las responsabilidades
familiares sin ningn apuro por
contraer matrimonio. Tengan
cuidado, hermanos! Ustedes estn
desatendiendo un deber sagrado.
El conocimiento del gran plan de
felicidad tambin da a los Santos de
los ltimos Das un sentido
diferente de la importancia de tener
hijos y ensearles correctamente.
En diversas pocas y sociedades,
los nios no tienen ms valor que
como obreros dentro de la
organizacin familiar o como un
medio de sostn para sus padres en

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la vejez. Hay personas que, aunque


se horrorizaran ante esa represin,
no vacilan en tener una actitud
similar con la que subordinan el
bienestar de un hijo espiritual de
Dios a la comodidad o a la
conveniencia de sus padres.
El Salvador ense que no
debemos hacernos tesoros en la
tierra, sino prepararnos tesoros para
el cielo (vase Mateo 6:19-21). Si
consideramos el propsito principal
del gran plan de felicidad, creo que,
ya sea en la tierra o en el cielo,
nuestro tesoro principal deben ser
nuestros hijos y nuestra posteridad.
El presidente Kimball dijo lo
siguiente: "...Rehusar tener hijos
cuando se tiene la capacidad de
hacerlo constituye un acto de
extremo egosmo por parte de un
matrimonio" ("Fortalezcamos
nuestros hogares en contra del mal",
Liahona, agosto de 1979, pg. 8).
Cuando los matrimonios posponen
el tener hijos hasta despus de haber
satisfecho sus deseos materiales, el
tiempo que pase con seguridad
reducir las posibilidades de
contribuir al adelanto del plan de
nuestro Padre Celestial para todos
Sus hijos espirituales. Eos Santos de
los ltimos Das que son fieles no
pueden considerar a los hijos como
un estorbo para lograr lo que el
mundo llama el "cumplimiento de
sus sueos". Los convenios que

hemos hecho con Dios y el


propsito principal de esta vida se
encuentran ligados a esos
pequeitos que esperan de nosotros
tiempo, amor y sacrificios.
Cuntos hijos debe tener una
pareja? Todos los que pueda atender
bien! Por supuesto, atender a los
nios implica algo ms que darles la
vida; es preciso amarlos, ensearles,
alimentarlos, vestirlos, alojarlos y
prepararlos para que ellos mismos
lleguen a ser buenos padres. Muchas
parejas de Santos de los ltimos
Das, ejerciendo la fe en las promesas
que Dios les ha hecho de bendecirlos
si guardan Sus mandamientos, tienen
familias grandes; otras las desean
pero no tienen la bendicin de tener
hijos o no tienen todos los que
desearan. En asuntos tan ntimos
como ste, no debemos juzgarnos los
unos a los otros.
El presidente Gordon B.
Hinckley dio este inspirado consejo
a una congregacin de jvenes
miembros de la Iglesia:
"Prefiero pensar en el lado
positivo del problema, en el
significado y la santidad de la vida,
en el propsito de este estado en
nuestra jornada eterna, en la
necesidad de tener experiencias
terrenales en el gran plan de Dios
nuestro Padre, en el gozo que slo se
puede sentir cuando hay nios en el
hogar, en las bendiciones que se
reciben de una buena posteridad.
Cuando pienso en estos valores y veo
que se ensean y se obedecen,
entonces estoy dispuesto a dejar el
asunto del nmero [de hijos] al
hombre, la mujer y el Seor" ("If I
Were You, What Would I Do?", BYU
1983-84 Fireside and Devotional
Speeches, Provo, Utah: University
Publications, 1984, pg. 11).
Algunos de los que escuchan este
mensaje probablemente se
preguntarn: "Pero, y yo?" Sabemos
que hay muchos excelentes y dignos
Santos de los ltimos Das a
quienes les faltan las oportunidades
ideales y los requisitos esenciales
para su progreso. La soltera, la falta
de hijos, la muerte y el divorcio
frustran los ideales y posponen el

cumplimiento de las bendiciones


prometidas. Adems, algunas
mujeres que desean dedicar todo su
tiempo a la maternidad y al hogar se
han visto forzadas a entrar en las
filas de los que trabajan en empleos
regulares; pero esas frustraciones
son slo temporales, pues el Seor
ha prometido que en la eternidad
no se negar ninguna bendicin a
Sus hijos que obedezcan los
mandamientos, sean fieles a sus
convenios con El y deseen lo
correcto.
Muchas de las privaciones ms
serias de la vida terrenal se
compensarn en el Milenio, que es
el tiempo en que se cumplir todo lo
que haya quedado incompleto en el
gran plan de felicidad para todos los
hijos de nuestro Padre que sean
dignos; sabemos que eso suceder
con las ordenanzas del templo; y
tambin creo que suceder con las
relaciones y experiencias familiares.
Y ruego que no permitamos que
las dificultades y las distracciones
temporales de la vida nos hagan
olvidar nuestros convenios y perder
de vista nuestro destino eterno. Los
que conocemos el plan de Dios para
Sus hijos, los que hemos hecho el
convenio de participar en l,

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tenemos una clara responsabilidad.


Debemos sentir el deseo de hacer lo
correcto y hacer todo lo que sea
posible de acuerdo con nuestras
circunstancias en esta vida.
En medio de todo esto, debemos
recordar la advertencia del rey
Benjamn de "que se hagan todas
estas cosas con prudencia y orden;
porque no se exige que un hombre
corra ms aprisa de lo que sus
fuerzas le permiten" (Mosah 4:27).
Siempre que me siento inadecuado,
frustrado o deprimido, recuerdo esa
enseanza inspirada.
Despus de haber hecho todo o
posible, podemos confiar en la
misericordia que Dios nos ha
prometido. Tenemos un Salvador,
que no slo tom sobre s los
pecados sino tambin "los dolores y
las enfermedades de su pueblo... a
fin de que segn la carne sepa cmo
socorrer a los de su pueblo, de
acuerdo con las enfermedades de
ellos" (Alma 7:11-12). El es nuestro
Salvador, y despus de haber hecho
todo lo que podamos, El compensar
todo lo que no podamos lograr, y lo
har de acuerdo con Su propia
manera y en Su propio tiempo. De
esto testifico en el nombre de
Jesucristo. Amn. Q

Fortalezcamos los
consejos
Elder M. Russell B a l l a r d
Del Quorum de los Doce

"Cuando hacemos un esfuerzo colectivo, creamos sinergia espiritual, o


sea, un incremento en la eficacia como resultado de la cooperacin."

urante esta conferencia, los


hermanos han enseado
desde este pulpito verdades
claras y preciosas acerca del
Evangelio de Jesucristo. Testifico
que hemos escuchado "la voluntad
del Seor... la intencin del Seor...
la palabra del Seor... la voz del
Seor y el poder de Dios para
salvacin" (D. y C 68:4).
Como el Seor dijo en Su
prefacio de Doctrina y Convenios:
"Lo que yo, el Seor, he dicho, yo
lo he dicho, y no me disculpo; y
aunque pasaren los cielos y la tierra,
mi palabra no pasar, sino que toda
ser cumplida, sea por mi propia voz
o por la voz de mis siervos, es lo
mismo" (D. y C. 1:38).
En esta conferencia hemos
echado de menos las voces del
presidente Benson, el presidente
Hunter y el eider Ashton. Espero

recibir la ayuda del Seor porque


deseo ensear un importante
principio con el mismo espritu y
claridad con que mis hermanos han
enseado.
En la vida preterrenal, Dios
realiz un gran concilio para
presentar Su glorioso plan
relacionado con nuestro bienestar
eterno. La Iglesia del Seor est
organizada en consejos en todos los
niveles, comenzando por el Consejo
de la Primera Presidencia y el
Quorum de los Doce Apstoles y
continuando con los consejos de
estaca, de barrio, de quorum, de las
organizaciones auxiliares y de
familia.
El presidente Stephen L. Richards
dijo:
"La extraordinaria fuerza
intelectual del gobierno de nuestra
Iglesia radica en gobernar por medio
de consejos... He tenido bastante
experiencia para saber lo valiosos
que stos son. No pasa un da en el
que no pueda apreciar... la sabidura
de Dios en la creacin de consejos...
para gobernar Su reino...
"Sin vacilar, les aseguro que, si
se renen en consejo para deliberar,
como se supone que lo hagan, Dios
les dar las soluciones a los
problemas que enfrentan"
("Conference Report", octubre
del953,pg.86).
Como miembro de los Doce,
presto servicio en varios consejos y
comits de la iglesia, reunindome
regularmente con los lderes de las
organizaciones auxiliares, juntos

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deliberamos, escudriamos las


Escrituras y oramos pidiendo gua,
mientras nos esforzamos por
aprender la forma en que las
organizaciones auxiliares pueden
bendecir y fortalecer ms
eficazmente a los miembros de la
Iglesia.
En muchos aspectos1, los consejos
generales de la Iglesia funcionan de
manera muy similar, a la de los de
estaca y barrio. Todos los consejos
de la Iglesia deben alentar el anlisis
libre y abierto al deliberar entre s y
al esforzarse por tener una
comunicacin clara y concisa. Los
consejos deben analizar los objetivos
y los asuntos de inters, siendo el
entendimiento mutuo la meta final.
Los. consejos de estaca y de barrio
son la oportunidad ideal para que
los lderes de todas las organizaciones dialoguen y se fortalezcan
entre s. La finalidad principal, de las
reuniones de consejo de estaca y
barrio no debe ser planificar sino
coordinar las actividades y ejercer la
mayordoma. En esas reuniones, los
lderes del sacerdocio y de las
organizaciones auxiliares deben
repasar juntos sus responsabilidades
y encontrar la forma en que los
programas de la Iglesia ayuden a los
miembros a vivir el evangelio en sus
hogares. Hoy da, tanto las personas
solas como las familias necesitan la
ayuda inspirada y sabia de la Iglesia
para combatir las maldades del
mundo.
En una reunin reciente de
consejo con las presidencias de las
organizaciones auxiliares de las
mujeres, las hermanas me dijeron
que muy pocas mujeres de la Iglesia
expresan inters en poseer el
sacerdocio; lo que desean es que las
escuchen y valoren y hacer
contribuciones significativas a la
estaca o el barrio y a sus miembros
para servir al Seor y ayudar a llevar
a cabo la misin de la Iglesia.
Por ejemplo, no hace mucho,
hablbamos acerca de.la dignidad
de la juventud para prestar servicio
misional. La presidenta Elaine Jack
me dijo:
"Sabe, eider Ballard, si pre-

guntramos a las hermanas de la


Iglesia, ellas quizs tengan algunas
buenas sugerencias para preparar a
la juventud para salir a una misin.
Despus de todo, nosotras somos las
madres de esos jvenes!"
Las sugerencias de las hermanas
pueden ayudar tanto en lo relacionado con la asistencia al templo como
en una variedad de otros asuntos que
a los lderes del sacerdocio puede
costarles ms resolver.
Hermanos, asegrense de contar
con la contribucin fundamental de
las hermanas en sus reuniones de
consejo. Insten a todos los miembros
del consejo a expresar sus
sugerencias e ideas para que la estaca
o el barrio funcione ms eficazmente
en la proclamacin del evangelio, el
perfeccionamiento de los santos y la
redencin de los muertos.
Lo ideal sera que todos los
miembros de los consejos de la Iglesia
o de familia expresaran sus
preocupaciones y sugirieran
soluciones basadas en los principios
del evangelio. Creo que la Iglesia y
nuestras familias se fortaleceran si los
presidentes de estaca y los obispos
utilizaran sus reuniones de consejo
para encontrar la forma de mejorar la
calidad de las reuniones
sacramentales, de perfeccionar la
reverencia, de centrar nuestra
atencin en los nios y fortalecer a la
juventud; de ayudar a las personas
solteras, viudas o divorciadas, incluso
a los padres que se encuentran en esa
situacin; de ensear y hermanar a
los investigadores y a los miembros
nuevos; de mejorar la enseanza del
evangelio; y muchos otros temas
similares.
Durante la ltima mitad de este
ao, en combinacin con cada
conferencia de estaca, hemos estado
llevando a cabo una reunin de
capacitacin especial, para analizar
la moral de nuestra juventud; lo
hacemos con la participacin de
miembros de los consejos de estaca
y barrio. Toda pregunta que me
dirigieron durante el perodo de
anlisis se podra haber tratado en
forma mucho ms apropiada en una
reunin de consejo de barrio; sin

embargo, los que hacen las


preguntas muy pocas veces piensan
que han tenido la oportunidad de
hacerlas y de expresar sus
preocupaciones y ofrecer
sugerencias en esas reuniones de
consejo.
En esta poca tan peligrosa,
necesitamos el esfuerzo colectivo de
los oficiales de la Iglesia, hombres y
mujeres, ya que es necesario una
atencin absoluta de parte de todas
las personas a las cuales se les ha
confiado la labor de velar por el
reino. Cada uno de nosotros tiene
grandes responsabilidades
individuales; sin embargo, es
igualmente importante la
responsabilidad que compartimos
con otros de reunimos en consejo
'en un esfuerzo unificado para
resolver los problemas y bendecir a
todos los miembros de la Iglesia.
Cuando hacemos un esfuerzo
colectivo, creamos sinergia
espiritual, o sea, un incremento en
la eficacia como resultado de la
cooperacin, cuyo resultado es
mucho ms grande que la suma de
sus partes.
El antiguo moralista y fabulista
griego Esopo, con el fin de ilustrar la
fortaleza del sistema de
colaboracin, mostr una vara y
pidi de entre sus escuchas a un
voluntario que pensara que poda
romperla; claro est que el
voluntario pudo quebrar la vara con

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mucha facilidad. Pero despus,


Esopo fue agregando ms varas a la
primera, hasta que al voluntario le
fue imposible quebrarlas todas
juntas. La moraleja de la
demostracin es muy simple: Juntos
podemos generar cooperacin, lo
que nos hace mucho ms fuertes
que cuando actuamos solos.
La intencin de Dios no fue
nunca que Sus hijos estuvieran solos
en esta vida. Los hijos tienen padres
y los padres tienen a la Iglesia, con
las Escrituras, los profetas y los
Apstoles, y al Espritu Santo para
ayudarles a comprender
apropiadamente los principios y
obrar de acuerdo con ellos en el
cumplimiento de las
responsabilidades de la paternidad.
El apstol Pablo ense que el
Salvador organiz la Iglesia
completa, con Apstoles, profetas y
otros oficiales y maestros, "a fin de
perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la
edificacin del cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe" (Efesios 4:12-13).
Pablo compar a los miembros de
la Iglesia y sus diferentes
responsabilidades con el cuerpo:
"Adems, el cuerpo no es un solo
miembro, sino muchos...
"Mas ahora Dios ha colocado los
miembros cada uno de ellos en el
cuerpo, como l quiso...
"Pero ahora son muchos los

miembros, pero el cuerpo es uno solo.


"Ni. el ojo puede decir a la mano:
No te necesito, ni tampoco a
cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros... De manera que si
un miembro padece, todos los
miembros se duelen con l, y si un
miembro recibe honra, todos los
miembros con l se gozan"
(1 Corintios 12:14, 18, 20-21, 26).
Las Escrituras explican
claramente que aun cuando
nuestros respectivos cargos puedan
ser diferentes y cambiar de tanto en
tanto, todos los llamamientos son
importantes para el funcionamiento
de la Iglesia. Necesitamos que los
qurumes del sacerdocio se afiancen
y cumplan su autorizada
mayordoma de origen divino, de la
misma forma que necesitamos que
la Sociedad de Socorro, la Primaria,
las Mujeres Jvenes, la Escuela
Dominical y los comits de
actividades lleven a cabo sus
funciones esenciales. Y es
indispensable que los oficiales y
miembros de todas esas
organizaciones inspiradas trabajen
juntos, ayudndose mutuamente
cuando sea necesario para el
beneficio individual y de la familia.
Esta no es una obra del hombre, ni
de la mujer, es una obra
absolutamente de Dios, la cual se
centra en la expiacin de nuestro
Seor Jesucristo. Tengo algunas
sugerencias especficas que, si se
siguen, creo que nos ayudarn a
cumplir ms eficazmente con
nuestras familias y nuestros
llamamientos de la Iglesia.
Primero, concentrarse en los
principios fundamentales. No hay
duda de que durante esta conferencia
se nos ha enseado acerca de esos
principios fundamentales. Quienes
ensean deben asegurarse de que la
doctrina permanezca pura y de que se
ensee; deben ensear por medio del
Espritu, utilizando las Escrituras y los
cursos de estudio aprobados; no deben
traer a colacin ni insistir en tratar
temas de especulacin o discutibles.
Es preciso que estudien las
enseanzas de esta conferencia
durante las noches de hogar y en las

conversaciones familiares, pues


fortalecern su hogar. En un mundo
plagado de pecado, conflictos y
confusin, podemos encontrar paz y
seguridad al obtener conocimiento y
vivir las verdades reveladas del
evangelio.
Segundo, concentrarse en la
gente. La coordinacin y el
planeamiento tienen su razn de ser,
pero muchas reuniones de consejo
comienzan y terminan all. En lugar
de repetir una letana de planes e
informes de organizacin, deben
pasar la mayora del tiempo en
reuniones de consejo repasando las
necesidades individuales de los
miembros. Al hacerlo, es preciso
recordar que el carcter
confidencial de todo lo que se trate
es fundamental. Los miembros del
consejo deben mantener en estricta
confidencia todos los asuntos que se
hablen en sus reuniones.
Tercero, promover una
expresin de opiniones libre y
abierta. Esa actitud es esencial si
deseamos alcanzar el propsito de
los consejos. Los lderes y los padres
deben establecer un clima que
conduzca a.la franqueza, donde toda
persona sea importante y toda
opinin sea valiosa. El Seor nos
amonest, diciendo:
"...Hable uno a la vez y escuchen
todos lo que l dijere, para que
cuando todos hayan hablado, todos
sean edificados..." (D. y C. 88:122;
cursiva agregada).
Los lderes deben proporcionar
un tiempo adecuado para realizar las
reuniones de consejo y recordar que
los consejos son para que los lderes
escuchen por lo menos en la misma
medida que hablan.
Cuarto, recordar que la
participacin es un privilegio. Con
ese privilegio viene aparejada una
responsabilidad: la responsabilidad
de trabajar dentro de los lmites de
la organizacin, de estar preparados,
de dialogar, de defender
enrgicamente la posicin que
ustedes consideren correcta. Pero es
tambin igualmente importante la
responsabilidad de apoyar y
respaldar la decisin final del lder

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del consejo, aun cuando no estn


totalmente de acuerdo; con l.
El presidente David O. McKay
contaba acerca de una reunin del
Consejo de los Doce Apstoles en la
cual se estaba tratando un asunto de
grave importancia. El y los dems
Apstoles estaban firmemente
convencidos acerca de cierto curso
de accin que se deba tomar y
estaban preparados para expresar lo
que pensaban en una reunin con la
Primera Presidencia. Pero, para su
sorpresa, el presidente Joseph F.
Smith no les pidi su opinin sobre
el asunto, como era su costumbre.
Lo que hizo fue levantarse y decir:
"Esto es lo que el Seor desea".
"A pesar de que no estaba en
completa armona con lo que l
haba decidido...", escribi el
presidente McKay, "el Presidente de
los Doce fue el primero en ponerse
de pie y decir: 'Hermanos, propongo
que sa sea la opinin y la decisin
de este consejo'.
" Apoyo la mocin', dijo otro, y
el voto fue unnime. No pasaron ni
seis meses para que se demostrara la
sabidura de aquel lder" (Gospel
Ideis, Salt Lake City: Improvement
Era, 1953, pg. 264).
Cuando el lder de un consejo
llega a una decisin, los miembros
del consejo deben apoyarla de todo
corazn.
Quinto, dirigir con amor. Jess
ense que el primero y ms grande
mandamiento de la ley es: 'Amars
al Seor tu Dios con todo tu
corazn, y con toda tu alma, y con
toda tu mente... el segundo es
semejante: Amars a tu prjimo
como a ti mismo" (Mateo 22:37,
39). Los lderes del sacerdocio
deben dirigir con "persuasin...
longanimidad... benignidad,
mansedumbre... amor sincero...
bondad y... conocimiento puro..."
(D. y C. 121:41-42). Esos son los
principios que deben guiar nuestras
relaciones de prjimos en la Iglesia
de Jesucristo.
Los que posean el sacerdocio no
deben olvidar nunca que no tienen
el derecho de ejercer la autoridad
del sacerdocio como un garrote

sobre las cabezas de los dems, ya


sea dentro del seno familiar o en los
llamamientos de la Iglesia.
El Seor le dijo a Jos Smith que
"cuando intentamos encubrir
nuestros pecados, o satisfacer nuestro
orgullo, nuestra vana ambicin, o
ejercer mando, dominio o
compulsin sobre las almas de los
hijos de los hombres, en cualquier
grado de injusticia, he aqu, los cielos
se retiran, el Espritu del Seor es
ofendido, y cuando se aparta, se
acab el sacerdocio o autoridad de
tal hombre" (D. y C. 121:37).
En otras palabras, cualquier
hombre que diga que tiene poderes
especiales del cielo con propsitos
personales y egostas y trate de
ejercer el sacerdocio de una forma
inicua dentro de la Iglesia o en su
casa, sencillamente no comprende
esa autoridad. El sacerdocio es para
prestar servicio, no para exigir
servidumbre; es compasin, no
coaccin; es cuidado, no control.
Quienes piensen de otra forma estn
actuando fuera de los lmites de la
autoridad del sacerdocio.
Felizmente, la mayora de los
padres y oficiales del sacerdocio
guan con amor, de la misma forma
que lo hacen la mayora de nuestras
madres y nuestros lderes de las
organizaciones auxiliares. El
liderazgo basado en el amor genera
un poder increble; es real y da
resultados duraderos en la vida de
los hijos de nuestro Padre.
Que el Seor los bendiga, mis
hermanos, para que encuentren
acuerdos inspirados y unidad al
reunirse juntos en los consejos, en el
servicio que se prestan el uno al
otro. Slo si lo hacen, pueden la
Iglesia y nuestras familias comenzar
a acercarse a la plenitud de su
potencial de hacer el bien entre los
hijos de Dios sobre la tierra.
S que Dios vive y que Jess es el
Cristo. S que podemos llevar a cabo
mejor Su obra por medio de la
unidad y el amor al sentarnos en los
consejos los unos con los otros. Que
seamos bendecidos para poder
hacerlo, es mi humilde oracin, en el
nombre de Jesucristo. Amn. G

Las familias del barrio y


de la rama: Parte del
plan de nuestro Padre
Celestial para nosotros
Hermana Virginia H. Pearce
Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jvenes

"Les invito a amar, a querer el barrio en que se encuentren, a participar


en l, disfrutar en l, aprender de l"

s agradable reunimos en este


ambiente edificante en
presencia de miles y miles que
se unen gracias a la transmisin va
satlite. Creo que nuestro Padre
Celestial saba que si bien nuestra
relacin con El y nuestra
responsabilidad ante El son
profundamente personales, nos
fortaleceramos al estar reunidas.
Tenemos necesidad de que se nos
recuerde a menudo que formamos
parte de un gran todo al continuar
realizando nuestra parte. Todos los
domingos, reunidas en diversas
partes del mundo, las mujeres
jvenes se ponen de pie para recitar

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al unsono: no "Soy", sino "Somos


hijas de nuestro Padre Celestial que
nos ama y nosotras lo amamos a El.
Seremos "testigos... etc." (Lema de
las Mujeres Jvenes; cursiva
agregada).
El aprender en grupo es tan
importante que nuestro Padre
Celestial dispuso que naciramos en
un grupo: el ms bsico, el ms
santo y el ms influyente de la
tierra: la familia. Hemos odo
buenos consejos sobre la familia en
estos ltimos dos das. Quisiera
aadir a ello la familia del barrio o
de la rama: el grupo eclesistico
bsico al que todos pertenecemos
como miembros de la Iglesia de
Jesucristo, y hablar sobre ello. Para
abreviar, emplear el trmino
"barrio" para referirme a los barrios
y a las ramas, puesto que los dos
sirven los mismos fines. Los barrios
no tienen por objeto reemplazar la
unidad de la familia, sino apoyar a
esa institucin y a sus rectas
enseanzas. El barrio constituye otro
lugar en el que hay suficiente
dedicacin y energas para formar
una especie de familia protectora
para cada uno de nosotros cuando
nuestras familias no pueden
proporcionarnos o no nos
proporcionan todas las enseanzas
que precisamos para volver a la

presencia de nuestro Padre


Celestial.
Es mi deseo y mi oracin que
durante los minutos que siguen
aumente nuestro reconocimiento de
la influencia que tiene sobre
nosotros la familia del barrio y que
renovemos nuestra promesa de
tomar parte activa en esa
comunidad de santos.
La familia del barrio es como el
hogar. Robert Frost dice en su
poema: "La muerte del labriego"
(Death of the Hired Man"):
"El hogar es el sitio en el que,
cuando tienes que ir a l,
tienen que recibirte".
"Debiera decir que
es algo que no tienes que ganarte".
El barrio es algo que no tienes que
ganarte. El ser miembros de la Iglesia
de Jesucristo nos da ese hogar. En el
barrio, al igual que en la familia,
toda persona es diferente y valiosa.
Pablo dijo: "Porque por un solo
Espritu fuimos todos bautizados en
un cuerpo, sean judos o griegos,
sean esclavos o libres... el cuerpo no
es un solo miembro, sino muchos"
(1 Corintios 12:13-14). Nuestro
Salvador dijo que nos reuniramos
con frecuencia y que no
prohibiramos a nadie estar con
nosotros. (Vase 3 Nefi 18:22.)
Hace varios meses, cuando
visitbamos a nuestros hijos en otro
estado, llev a mi nieto de dos aos
y medio de edad de la capilla a la
guardera. Al caminar l con energa
por el pasillo, por lo menos cinco
personas lo llamaron por su nombre
adolescentes, nios y adultos:
"Hola, Benjamn"... "Qu tal,
Benjamn!"... "Buenos das,
Benjamn". Me sent llena de
gratitud porque Benjamn est
aprendiendo que l, como persona,
pertenece a la familia del barrio. A
lo largo de su vida, la familia del
barrio har por l lo que su familia
sola no puede hacer.
En la conferencia de abril de
1992, la Presidenta General de las
Mujeres Jvenes, Janette C. Hales,
pidi a los miembros adultos que

"aprendieran el nombre de los


jvenes de sus barrios y ramas, y los
llamaran por su nombre" (vase
Ensign, mayo de 1992, pg. 80).
Hoy, yo quisiera ampliar esa
invitacin, invitndolos a ustedes,
jvenes y jovencitas, a aprender el
nombre de los adultos y de los
nios. Venzan su timidez natural y
saluden al mayor nmero posible de
personas llamndolas por su nombre
todas las semanas. Nuestros barrios
sern lugares mejores si, al igual que
Benjamn, todos oyen su propio
nombre cuatro o cinco veces en el
trayecto entre la capilla y el saln de
clases. Todos podemos hacer eso
realidad.
La familia del barrio infunde
tranquilidad y presta atentos
odos. Alguien ha dicho que las
personas prefieren que se les
comprenda a que se les quiera. En
verdad, la forma ms segura de
aumentar nuestro afecto hacia
alguien es escucharle con paciencia
y con respeto. Creo que nuestro
convenio bautismal supone el hacer
eso. Cmo podremos "llorar con los
que lloran [y] llevar las cargas d
unos y de otros" (vase Mosah
18:9, 8) si no escuchamos para saber
cules son esas cargas?
El hablar en s nos sirve para
analizar, afianzar o descartar
nuestras ideas. Y sentimos consuelo
cuando los dems nos escuchan
sabiendo que lo que decimos no son
conclusiones irrevocables sino
expresiones dichas al azar para
alcanzar una comprensin ms clara
de lo que nos ocurre.
Pero debemos tener cuidado de
no escuchar como Laman y Lemuel
se escuchaban el uno al otro, pues
se instaban mutuamente a
murmurar. Cuando algunos
miembros del barrio se quejen,
culpen a otros y repitan cuentos
negativos, ejerzamos la
autodisciplina para no echarle ms
lea al fuego de su descontento. El
murmurar entre dos es un fuego
lento que puede arder en grandes
llamaradas y destruir un barrio.
La familia del barrio nos da
aliento. El segundo hijo de Becky y

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de Danny naci prematuro. Al


recordar los das, y luego las semanas
y los aos en que cuid a un nio
gravemente enfermo, Becky dijo:
"Era difcil para mi madre vernos
lidiar con esa situacin, y deseaba
aliviar mi carga. Vivamos entonces
en un lejano estado; mam me
llamaba por telfono y se senta
impotente al escuchar nuestra diaria
batalla. Un da, me dijo: 'Becky, no
s cmo vas a salir adelante, pero
estoy segura de que lo logrars'. El
nimo que me infundi entonces fue
un nuevo punto de partida para m.
Como familia de un barrio,
podemos dar el tipo de aliento que
Becky recibi de su madre.
Cuando mis amigos expresan su
confianza en m, sobre todo cuando
me siento atrapada por
circunstancias difciles, cobro
renovados bros. El que los
miembros del barrio me expresen la
confianza que me tienen vale ms
que el que me lleven regalos o
comidas.
Una madre de familia estaba
ocupada cocinando cuando su hijito
entr corriendo en la cocina y le
dijo: "Mam, quieres jugar conmigo
a los dardos?" El "espera un minuto"
no satisfizo al pequeo, as que la
madre lo sigui escaleras abajo. Al
llegar al cuarto de juegos, ella le
dijo: "Pero si yo no s las reglas del
juego ni siquiera cmo se juega".
"No es difcil, mam", le dijo el
chico sonriendo, y aadi: "Yo me
quedo aqu y lanzo los dardos y t te
quedas all y dices: " 'Muy bien,
muy bien!' " Es fcil de recordar,
verdad?
Los "muy bien, muy bien", las
notas, el saludo afectuoso, los
abrazos, todos ellos hacen mucho
bien en el barrio. Los comentarios
favorables cambian el proceder para
bien mientras que la crtiqa
estabiliza el proceder indebido e
impide el cambiar.
George Eliot, la novelista inglesa
del siglo diecinueve, dijo: "Para qu
vivimos si no es para hacernos la
vida menos difcil los unos a los
otros?" (George Eliot, Middlemarch,
Penguin Books, Londres, Inglaterra,

1965, pg. 789). Nos haremos la


vida menos difcil los unos a los
otros si hacemos de nuestro barrio
un lugar emocionalmente ms
seguro: siendo amables, aceptando a
los dems, siendo tolerantes,
brindado apoyo y haciendo
comentarios favorables. Los que
enseamos a nios y jvenes
tenemos la responsabilidad especial
de insistir con delicadeza y con
bondad en que los miembros de la
clase, en su hablar y en su proceder
muestren respeto por los dems. A
nadie se le debe menospreciar ni
hacer sentir menos de lo que es
dentro de las paredes de un saln de
clases de la Iglesia.
La familia del barrio es un
refugio. Conozco a un matrimonio
joven con una criatura de brazos
que viva en el sur de Los Angeles
[California, Estados Unidos]
durante los violentos sucesos del
verano de 1992. Al sentir el calor de
los incendios, aterrorizados en su
pequeo apartamento, telefonearon
a sus padres a Salt Lake City, y sus
familiares les dieron aliento y les
dijeron que oraban por ellos, pero
era todo lo que podan hacer desde
tan lejos. Fue un miembro del barrio
que se encarg de sacarlos de all
para que estuviesen a salvo, y
permanecieron en casa de otros
miembros hasta que les fue posible
volver a su apartamento.
Multipliquemos ese caso por
todas las crisis naturales y civiles.
Obispos y lderes de quorum
averiguando cmo se encuentran las
familias despus de huracanes,
miembros llevando alimentos y
mantas... no importa dnde vivamos
ni qu clase de caos ocurra, La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los ltimos Das s permanecer
organizada y el orden s prevalecer:
los barrios y las "estacas de Sin"
sern un "refugio contra la
tempestad" (D. y C. 115:4, 6).
La familia del barrio nos brinda
la oportunidad de dar. No hay
lmites para dar de nuestro tiempo y
de nuestros talentos. Es de esperar
que demos dondequiera que
estemos, y el barrio nos proporciona

un buen terreno de capacitacin.


Tras haber vivido veinte aos en
el mismo barrio, me cas y nos
mudamos a una ciudad distante,
donde mi marido prosigui sus
estudios. La gente era amistosa,
pero yo era tmida por naturaleza y
no me senta cmoda. Un domingo
por la maana, me levant de mi
asiento, invariablemente en los
bancos de atrs de la capilla y, al
volverme para ir a la Escuela
Dominical, un miembro del
obispado me salud sonriendo y me
dio la mano. El hermano Goates era
uno de los muchos que se haban
esforzado por acogernos con afecto.
Al estrecharme la mano, me dijo:
"Virginia, deje los asientos de la
ltima fila y deje de pensar en usted
misma!"
Al instante, vi las cosas de otra
manera. El tena razn, pero yo no
saba a ciencia cierta cmo dejar de
pensar en m misma. No obstante, al
pasar las semanas, el aceptar un
llamamiento me sac
automticamente de la ltima fila,
hacindome pensar en los dems y
no slo en m misma. Mi comodidad
y mi confianza crecieron en la
misma proporcin. Los
llamamientos y las tareas que se nos
asignen constituyen formas fciles
de interesarnos por los dems.
Paradjicamente, al concentrarnos

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en las necesidades de los dems, las


nuestras dejan de obsesionarnos
tanto.
La familia del barrio constituye
un laboratorio en el cual aprender
y practicar el evangelio. Una
maestra de HLJ B ense una
leccin sobre el ayuno. Despus de
hablar con los padres de los nios de
su clase, concert una hora para
visitar al hermano Dibble, un
miembro del barrio que estaba muy
enfermo. Durante la visita, la
hermana McRae le explic a ste
que la clase haba aprendido en la
Primaria acerca del ayuno, que la
mayora de los nios nunca haban
ayunado, pero que deseaban ayunar
y orar por l el siguiente domingo.
Con lgrimas en los ojos, el
hermano expres con afectuosas
palabras su gratitud... por ellos, por
el evangelio y por el principio del
ayuno. Llegado el domingo, tras
haber ayunado, la hermana McRae
y los nios de su clase se
arrodillaron juntos en la sala de
clase, oraron por el hermano Dibble
y terminaron el ayuno.
Siempre he pensado que, para
que las personas de veras aprendan
algo necesitan ms que una
explicacin: necesitan vivir la
experiencia. Alma ense ese
principio al instar a "experimentar
con la palabra" (vase Alma 32:17).

Los nios de la case de la hermana


McRae recibieron la explicacin y
vivieron la experiencia; aprendieron
y pusieron en prctica la doctrina
del ayuno en el esplndido
laboratorio de aprendizaje del
evangelio: su barrio.
Al igual que a la clase de la
hermana McRae, a las jvenes se les
ensean los principios de evangelio
en su case dominical. Se les invita a
"experimentar con la palabra" al
participar en las actividades de los
Valores que se encuentran en su
libro de Progreso Personal. Ellas
siguen el mismo procedimiento, vale
decir, se es da una explicacin y
luego la llevan a la prctica.
Nuestro Padre Celestial espera
que participemos en nuestros
barrios. Ello es parte del plan. "Pero,
hermana Pearce", tal vez estn
pensando, "usted tiene un concepto
muy idealista de un barrio... mi
barrio no es as".
Quieren decir que en su barrio
hay personas reales? Personas
egostas o que se creen mejores que
los dems, sin preparacin, etc.?
Pues cunto me alegro! Cmo
podra ser un verdadero laboratorio
para practicar los principios del
evangelio como la paciencia, la
longanimidad, a caridad y el perdn
si no hubiera personas ni situaciones
que hicieran preciso el uso de esos
principios? El milagro de todo ello es
que somos personas reales puestas en
una ingeniosa estructura, diseada
por Dios, para ayudarnos a llegar a
ser como El.
Les invito a amar, a querer el
barrio en que se encuentren, a
participar en l, disfrutar en l,
aprender de l.
Todos podemos anhelar que
nuestro barrio o rama sea como Sin
y, en seguida, esforzarnos por que
lleguen a serlo.
Doy testimonio de que la familia
de los barrios y de las ramas forman
una parte hermosa del plan de
nuestro Padre Celestial. Ruego que
les demos su debido lugar en nuestra
vida para que podamos progresar y al
fin volver a Su presencia, y lo pido en
el nombre de Jesucristo. Amn. D

La verdadera felicidad
Elder W . Eugene H a n s e n
De la Presidencia de los Setenta

"Uno de los problemas ms grandes que tiene el hombre actual es


reconocer la diferencia entre la felicidad y el placer."

esde los comienzos del


mundo, todos los seres
humanos buscamos la
felicidad. Yo creo que la mayora de
nosotros nos dejamos influir a diario
por lo que pensamos que nos va a
hacer felices o nos va a dar gozo, ya
sea a nosotros o a los dems.
Yo pienso que sa es una buena
meta. El Seor ha dicho que
"existen los hombres para que
tengan gozo" (2 Nefi 2:25).
Los autores de nuestra
Constitucin consideraban que la
felicidad era tan importante que la
pusieron al mismo nivel que la vida
y la libertad. La Declaracin de la
Independencia dice:
"Afirmamos que estas verdades
son evidentes, que todos los
hombres fueron creados iguales, que
su Creador les ha dado ciertos
derechos irrevocables, entre los
cuales estn la vida, la libertad y la
bsqueda de la felicidad".
Qu es la felicidad? Dnde la

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encontramos? Cmo la obtenemos?


Recuerdo haber ledo hace un
tiempo una encuesta que se realiz
en todo el pas tratando de
determinar, segn las respuestas de
la gente, qu nos trae la felicidad.
Aunque no recuerdo todos los
detalles de la encuesta, me acuerdo
de que la mayora pensaba que el
dinero era gran parte de la felicidad;
sin embargo, las investigaciones del
autor indicaban que el dinero en s
muy pocas veces daba como
resultado una felicidad verdadera.
Dos ideas me han venido a la
memoria: Un discurso que dio el
presidente David O McKay en el
que mencion lo que haba dicho
John D. Rockefeller, en ese entonces
uno de los hombres ms ricos del
mundo, y que aparentemente sufra
de problemas estomacales:
"Preferira gozar de una buena
comida que tener un milln de
dlares". Y con una guiada, el
presidente McKay dijo: "Por
supuesto, l dijo eso porque tena un
milln de dlares".
Admito que es importante tener
suficiente dinero para nuestras
necesidades, pero fuera de eso, las
riquezas tienen muy poco que ver
con la felicidad verdadera. A
menudo, lo que produce la mayor
satisfaccin son el trabajo y el
sacrificio que se hacen para ganar
dinero con un fin justificado.
Mi padre cuenta en su historia
personal de las experiencias de mi
abuela que creci en Brigham City,
Utah, a fines del siglo pasado. La
familia era muy pobre, habiendo
emigrado de Dinamarca
prcticamente slo con lo que

llevaba puesto. La abuela era


jovencita y deseaba mucho
comprarse un par de zapatos para
usar en ocasiones especiales; para
lograr ese justo deseo, durante todo
un verano junt fruta silvestre y
cuid nios con el fin de ganar el
dinero de los zapatos. Pero la
satisfaccin que sinti cuando
compr los zapatos fue
indescriptible, porque no slo poda
usarlos ella sino tambin su mam;
haban arreglado para que ella los
usara para ir a la Escuela Dominical
por la maana y la mam se los
pusiera para ir a la reunin
sacramental por la tarde.
Las palabras de Wiliam George
Jordn nos ensean sobre eso:
"La felicidad no siempre requiere
xito, prosperidad o logros
especiales; muchas veces proviene
del gozo del esfuerzo esperanzado,
de la dedicacin de nuestras
energas a un fin justo. La raz de la
verdadera felicidad est plantada en
la abnegacin y su flor es el amor"
(The Crown of' Individuality, 2a. ed.,
Nueva York: Fleming H. Revell Co.,
1909, pgs. 78-79).
Uno de los problemas ms
grandes que tiene el hombre en la
actualidad es reconocer la diferencia
entre la felicidad y el simple placer.
Satans y sus fuerzas se han vuelto
muy eficaces en el empeo que
hacen por convencer a la gente de
que el objetivo ms importante en la
vida es el placer; l promete con
engaos que el placer, sea donde sea
que lo hallen, los har felices.
La televisin y las pelculas estn
llenas de incitaciones muy evidentes
que alientan y persuaden a jvenes y
adultos por igual a entregarse a sus
pasiones prometindoles que
encontrarn la felicidad. El
resultado de este arriesgado camino
se evidencia en el dao social y
sicolgico que va cada vez ms en
aumento. Esa: influencia ha hecho
aumentar los casos de adolescentes
embarazadas, ;de abortos,
violaciones, abuso sexual de nios,
provocacin sexual en los adultos,
asaltos, drogadiccin, alcoholismo,
hogares destruidos, etc. Las

Los eideres M. Russell 8a I lord y James E. Faust, del Quorum de los Doce.

alarmantes estadsticas siguen' .


probando que as es, pero nada se
soluciona.
Hace algunos aos el eider James
E. Talmage describi con tanta
certeza lo que sucede en la
actualidad que es como si lo hubiera
escrito ahora. Dijo esto:
"La poca actual es una
bsqueda de placeres, y el hombre
est perdiendo el juicio en su loco
afn por sentir sensaciones que no
hacen ms que excitar y
desilusionar. En estos tiempos de
falsificaciones, adulteraciones y viles
imitaciones, el diablo est ms
ocupado que en cualquier otra
poca de la historia humana en la
produccin de placeres, viejos as
como nuevos; y los ofrece a la venta
de la manera ms atractiva, con la
falsa etiqueta de Felicidad. En esta
asechanza destructora de almas
nadie lo supera; ha tenido siglos de
experiencia prctica, y por medio de
su astucia ha monopolizado el
mercado. Conoce todas las tretas y
sabe la mejor manera de llamar la
atencin, y despertar el deseo de sus
clientes. Envuelve sus artificios en

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paquetes de brillantes colores,


atados con cintas y moos; y las
multitudes se apian para adquirir
sus gangas, empujndose y
aplastndose unos a otros en su
frenes por comprar.
"Sigamos a uno de los
compradores que se aleja ufano con
su llamativo paquete y observmoslo
mientras lo abre. Qu halla adentro
de la envoltura brillante? Haba
esperado encontrar una fragante
felicidad, pero slo halla una clase
inferior de placer cuyo mal olor le
produce nuseas" (vase Jess el
Cristo, pgs. 261-262).
Qu interesante es que el eider
Talmage, que escribi hace tantos
aos, pudiera captar con tanta
exactitud las condiciones en que se
encuentra el mundo actual y
describirlo de una manera que
resulta ms evidente ahora de lo
que era entonces. Algunos dirn
que debemos conformarnos al ver
los males sociales de aquella poca y
suponer que las cosas andaban tan
mal antes como ahora. Yo no soy de
esa opinin. Pienso que las palabras
del eider Talmage deban de

habernos servido de aviso y


tendramos que haber aprendido de
ellas, toda la nacin, mucho ms de
lo que lo hemos hecho.
El gozo y la felicidad verdaderos
provienen de vivir de tal manera
que nuestro Padre Celestial est
complacido con nosotros. En la
seccin 52 de Doctrina y Convenios
el Seor nos dice que nos dar "una
norma en todas las cosas, para que
no seis engaados; porque Satans
anda por la tierra engaando a las
naciones" (D. y C. 52:14).
Esa norma es la plenitud del
Evangelio de Jesucristo, el cual
debemos sentirnos bendecidos de
tener.
Para ser felices, indefectiblemente debemos aprender ciertas
lecciones en esta vida; podemos
aprenderlas con gozo o con pesar.
Recuerdo las palabras de Jacob, el
hermano de Nefi, que escribi hace
muchos siglos:
"Y en esto nos regocijamos; y
obramos diligentemente para grabar
estas palabras sobre planchas,
esperando que nuestros amados
hermanos y nuestros hijos las
reciban con corazones agradecidos,
y las consideren para que sepan con
gozo, no con pesar..." (Jacob 4:3,
cursiva agregada).
No es cierto esto? Hay ciertas
verdades y principios bsicos que
debemos aprender si vamos a
adaptarnos a esta vida y a ser felices.
Y los aprendemos, ya sea con gozo
haciendo lo bueno, o con pesar o
por medio de experiencias que nos
hacen sufrir. No se puede
desobedecer los mandamientos de
Dios y ser felices. Recordemos el
pasaje de las Escrituras que se ha
citado ya en esta conferencia y que
dice: "...la maldad nunca fue
felicidad" (Alma 41:10).
Recuerdo que cuando era nio,
mi padre me deca antes de
administrarme un bien merecido
castigo: "Si te niegas a or, tendrs
que sentir".
Si prestramos ms atencin, no
sera necesario que sintiramos tan
a menudo las consecuencias.
Ahora quisiera hablarles un

momento a los jvenes. Queremos


que ustedes sean felices. Como
padres, abuelos, lderes del
sacerdocio y asesores, nos preocupa
mucho ver la decadencia moral que
est tan generalizada y aceptada en
este pas y en muchos otros.
Por lo tanto, esta preocupacin
nos lleva a tener ms
conversaciones con ustedes, a
pedirles cuentas de adonde van, qu
van a hacer y con quines se juntan;
y, en algunos casos, a ponerles
restricciones en cuanto a ciertos
lugares, ciertos planes y ciertas
amistades.
Debe de parecerles que somos
demasiado estrictos cuando los
aconsejamos que refrenen sus
pasiones, que eviten toda clase de
pornografa, que cumplan la Palabra
de Sabidura, que eviten situaciones
y lugares peligrosos, que se fijen un
cdigo moral y lo mantengan, que
sientan la responsabilidad de sus
acciones, que miren por encima de
lo popular y estn dispuestos a
defender solos sus normas si los
principios del evangelio as lo
exigen.
S, parecemos preocuparnos
demasiado, pero permtanme
preguntarles: Supongan que ven
que uno de sus hermanitos est por
cambiar un triciclo por un helado en
un da de mucho calor; o imaginen
que ven a un niito que camina
hacia u transitado bulevar o hacia
un ro torrentoso sin darse cuenta
del peligro que para ustedes es tan
evidente por su edad y experiencia.
Por supuesto, inmediatamente iran
a rescatarlo; si no lo hicieran, seran
irresponsables.
De la misma manera, sus padres y
lderes sienten una gran
responsabilidad de aconsejarlos y
avisarles de os peligros que quizs
ustedes no perciban y que podran
causarles consecuencias desastrosas
tanto fsicas como mental y
espiritualmente.
Qu es la felicidad entonces?
En qu se diferencia del mero
placer? Cito otra vez las palabras del
eider Talmage:
"La felicidad es el alimento

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verdadero, sano, nutritivo y dulce;


fortifica el cuerpo y produce la
energa para obrar, fsica, mental y
espiritualmente. El placer no es sino
un estimulante engaoso que, como
la bebida espiritosa, hace a uno
creer que es fuerte, cuando en
realidad est desfallecido; le hace
suponer que est bien, cuando
padece de una enfermedad
incurable.
"La felicidad no deja un sabor
amargo en la boca, no viene
acompaada de una reaccin
deprimente; no exige el
arrepentimiento, no causa pesar, no
produce remordimiento. El placer
con suma frecuencia hace necesario
el arrepentimiento, la contricin y
el sufrimiento; y, cuando se le da
rienda suelta, conduce a la
degradacin y la destruccin.
"La memoria puede evocar una y
otra vez la felicidad verdadera,
siempre renovando el bien original.
Un momento de placer impo puede
causar una herida punzante, la cual,
semejante a un aguijn en la carne,
es causa de constante angustia.
"La felicidad no tiene relacin
con la frivolidad, ni est
emparentada con el regocijo
superficial. Se origina en las fuentes
ms profundas del alma, y con
frecuencia viene acompaada de
lgrimas. Os habis sentido alguna
vez tan felices que tuvisteis que
llorar? Yo s" (vase Jess el Cristo,
pg. 262).
Ojal pudiramos ser como la
gente que se menciona en el Libro
de Mormn:
"Y ocurri que no haba
contenciones en la tierra, a causa
del amor de Dios que moraba en el
corazn del pueblo.
"Y no haba envidias, ni
contiendas, ni tumultos, ni
fornicaciones, ni mentiras, ni
asesinatos, ni lascivias de ninguna
especie; y ciertamente no poda
haber un pueblo ms dichoso entre
todos los que haban sido creados
por la mano de Dios" (4 Nefi
1:15-16).
En el nombre de Jesucristo.

Amn, n

El perdn divino
Eider Ronafd E. Poelman
De los Setenta

"El comienzo y la terminacin del proceso del arrepentimiento que lleva


al perdn es la fe en Jesucristo, que es el Autor y el Perfeccionador de
nuestra fe,"

l Salvador del mundo, el


Redentor de los hijos de Dios,
Jess de Nazaret, tiene el
poder de perdonar nuestros
pecados. En el Nuevo Testamento
se encuentra registrado Su propio
testimonio de ese poder (vase
Mateo 9:6; Marcos 2:10; Lucas
5:20, 24). Sus Apstoles, Pedro y
Pablo, testificaron de esa verdad
(vase Hechos 5:31, 13:38-39,
Efesios 1:7), as como tambin los
profetas del Libro de Mormn
(vase Ens 1:5, Mosah 4:3,
Moroni 6:8) y de los tiempos
modernos (vase D. y C. 61:2).
A travs de los siglos, muchas
personas han recibido gran gozo y
paz interior al comprender y aceptar
el perdn del Seor. Sin embargo,
muchas otras personas siguen
llevando una carga de culpabilidad,
remordimiento e inseguridad porque
no entienden debidamente la
doctrina de Cristo ni tienen un

testimonio firme de esa doctrina.


Hace poco tuve una
conversacin privada con una
persona que, despus de haber
cometido una seria transgresin,
haba hecho un gran esfuerzo por
arrepentirse y recibir el perdn de
los que haba agraviado
directamente, de los lderes de la
Iglesia y del Seor. Cuando le
pregunt: "Siente que nuestro
Padre Celestial lo ha perdonado?",
me contest afirmativamente, pero
en su voz se notaba vacilacin e
inseguridad. Yo le pregunt
entonces: "De qu manera
obtenemos el perdn?".
El me dijo que haba abandonado
su comportamiento pecaminoso del
pasado, que haba confesado sus
transgresiones a las debidas
autoridades del sacerdocio y tratado
de reparar el mal causado a las
personas que haba afectado
directamente. Luego describi el
esfuerzo que haba realizado con el
fin de vivir de acuerdo con los
principios del evangelio y las normas
de la iglesia.
Sin embargo, no mencion para
nada al Salvador y Su sacrificio
expiatorio. Parecera que daba por
sentado que el perdn divino se
obtiene por medio de esos pasos del
arrepentimiento, los cuales llevan al
cambio de la conducta del
penitente. De todas maneras, a
pesar de lo que este hermano se
haba esforzado por arrepentirse,
todava segua abrumado por el
cargo de conciencia y el pesar por lo
que haba hecho, y el sentimiento
de que deba seguir pagando e!

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precio de sus pecados.


Lamentablemente, ste no es un
caso nico; s que otros se
encuentran abrumados por los
errores pasados, grandes y pequeos,
debido a una comprensin errnea y
parcial del plan de redencin y la
misericordia de nuestro Padre. Ellos
luchan innecesariamente toda una
vida sin disfrutar del gozo y de la paz
interior que el verdadero
arrepentimiento y el perdn divino
traen consigo.
La persona que piense que puede
o debe pagar el precio de sus
pecados y de esa forma obtener el
perdn de Dios no puede continuar
progresando libremente para
alcanzar su potencial divino, que es
la vida eterna. El hecho es que no
podemos salvarnos a nosotros
mismos.
El Libro de Mormn es la mejor
fuente de informacin para
comprender correctamente la forma
de obtener el perdn. Analicemos
algunos ejemplos concernientes a
esas enseanzas.
Ens escribi para nosotros la
experiencia que vivi, cuando
estaba solo en el bosque recordando
las palabras de su padre acerca de la
vida eterna.
"Y mi alma tuvo hambre; y me
arrodill ante mi Hacedor, y clam a
l con potente oracin y splica por
mi propia alma...
"Y vino a m una voz, diciendo:
Ens, tus pecados te son
perdonados...
"por tanto, mi culpa fue
expurgada.
"Y dije yo: Seor, cmo se lleva
esto a efecto?
"Y l me dijo: Por tu fe en Cristo"
(Ens 1:4-8).
Cmo se lleva esto a efecto? Es
una pregunta sobre la cual todos
debemos reflexionar. Y nuevamente
nos dirigimos al Libro de Mormn
para entender mejor esta doctrina.
Lehi nos ensea que e! propsito
divino de nuestra probacin terrenal
requiere que experimentemos
oposicin en todas las cosas y,
conociendo el bien y el mal,
ejerzamos nuestro albedro moral,

tomemos decisiones y seamos


responsables de las consecuencias
(vase 2 Nefi 2).
Del profeta Alma aprendemos
que estamos sujetos a la ley divina,
la cual, todos, de una forma u otra,
hemos transgredido, hacindonos
acreedores a "las demandas de la
justicia" (vase Alma 42:14, 18).
La justicia de Dios se basa en
leyes divinas por medio de las cuales
recibimos lo que merecemos de
acuerdo con nuestra obediencia o
desobediencia a dichas leyes.
La justicia no proporciona el
perdn para los transgresores, sino
que prescribe el castigo (vase
D. y C. 82:4). Ninguna persona est
libre de ese castigo (vase D. y C.
107:84). Despus que nos
arrepentimos, seguimos estando
sujetos a las demandas y a los
castigos de la justicia, los cuales no
podemos satisfacer.
Sin embargo, de Alma
aprendemos acerca del plan de
misericordia de nuestro Padre, por
medio del cual el Hijo de Dios
expiara los pecados del mundo y
"apaciguar[a] las demandas de la
justicia, para que Dios sea un Dios
perfecto, justo y misericordioso
tambin" (Alma 42:15).
El sacrificio vicario del Salvador
apacigua la justicia de Dios; por
tanto, Dios extiende Su
misericordia, por medio de la cual
podemos recibir el perdn de
nuestras transgresiones mediante

nuestra fe en el Redentor y a
obediencia a las leyes y ordenanzas
del evangelio.
Lehi ense a su hijo Jacob:
"Por tanto, la redencin viene
por el Santo Mesas y por medio de
l, porque l es lleno de gracia y de
verdad.
"He aqu, l se ofrece a s mismo
en sacrificio por el pecado, para
satisfacer las demandas de la ley, por
todos los de corazn quebrantado y
de espritu contrito" (2 Nefi 2:6-7).
El comienzo y la terminacin del
proceso del arrepentimiento que lleva
al perdn es la fe en Jesucristo, que es
el Autor y el Perfeccionador de
nuestra fe (vase Moroni 6:4).
Nuestra fe en El como Salvador y
Redentor hace que nazca en nosotros
una tristeza profunda por nuestras
transgresiones, un corazn quebrantado y un espritu contrito, y nos
sentimos responsables por hacerlas
cometido. A ello, le sigue un cambio
de actitud y un acercamiento a Dios.
Tomamos la resolucin de ser
obedientes, de no ser negligentes y
de esforzarnos an ms por conocer
y amar a nuestro Padre Celestial, y
de obedecer Sus leyes y mandamientos. Desde el principio hasta el
fin, oramos a El solicitndole el
perdn, la fortaleza para resistir la
tentacin y Su gua para llenar
nuestra vida de todo lo que El
considere bueno. Buscamos el
perdn de las personas a las que
quizs hayamos herido y tratamos de

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reparar hasta donde podamos el


dao causado.
Si nuestro comportamiento
pasado puede afectar nuestra
posicin dentro de la Iglesia,
debemos confesarlo a las debidas
autoridades de ella y, si fuera
necesario, someternos a un consejo
disciplinario, cuyo propsito no es
el de castigar sino el de aliviar y
renovar. Durante el proceso del
arrepentimiento, experimentamos
sentimientos de remordimiento,
culpabilidad y cargo de conciencia
que nos hacen sufrir; sin embargo,
nuestro sufrimiento no satisface las
demandas de la justicia que son las
consecuencias de a desobediencia a
leyes divinas. Nosotros no podemos
pagar el precio de nuestros pecados.
El Cristo resucitado ha dicho:
"Porque he aqu, yo, Dios, he
padecido estas cosas por todos, para
que no padezcan, si se arrepienten"
(D. yC. 19:16).AIosnefitas, El
declar: "...volveris a m ahora, y
os arrepentiris de vuestros pecados,
y os convertiris para que yo os sane"
(3 Nefi 9:13; cursiva agregada).
No obstante, el perdn de Dios,
que es un don que El nos da, no se
hace efectivo hasta que lo
aceptamos. Un arrepentimiento
verdadero y completo es un proceso
por medio del cual nos
reconciliamos con Dios y aceptamos
el don divino del perdn.
Segn las palabras de Nefi: "Es
por la gracia de Dios por la que nos
salvamos, despus de hacer cuanto
podamos" (2 Nefi 25:23).
El efecto del sacrificio expiatorio
tena dos propsitos: Primero, la
resurreccin y la inmortalidad de
todos, concedida en forma incondicional. Segundo, la vida eterna para
el que cumpla las condiciones
prescritas, que son: Fe en Jesucristo,
nuestro Salvador y Redentor, seguida
del arrepentimiento.
Luego, debemos ser dignos y
recibir las ordenanzas que nos hacen
merecedores de la salvacin y de la
exaltacin, con sus convenios
pertinentes, y continuar
esforzndonos por guardar esos
convenios y obedecer los

mandamientos de Dios.
Como seres humanos, y a pesar
de nuestra resolucin y nuestros
esfuerzos, seguiremos sin alcanzar la
perfeccin. Sin embargo, al igual
que Nef, conscientes de nuestras
debilidades, tentaciones y pasados
errores, podemos decir: "no
obstante, s en quien he confiado"
(2 Nefi 4:19). De esa forma,
sentimos el impulso natural de
reanudar nuestros esfuerzos.
Para recibir el perdn divino, es
esencial que reconozcamos y
aceptemos la misericordia de
nuestro Padre, la cual est a nuestro
alcance mediante el sacrificio
expiatorio de Jesucristo y nuestra
determinacin de obedecer los
principios del evangelio.
En el Libro de Mormn
encontramos ejemplos de ese proceso
y de sus resultados. El pueblo del rey
Benjamn, habiendo sido instruido
en cuanto a la doctrina de la
Expiacin, y conscientes de sus
pasadas transgresiones, rogaron
pidiendo misericordia, solicitando
que por medio de la sangre expiatoria
de Cristo pudieran recibir el perdn
de sus pecados, ya que, segn
dijeron, crean "en Jesucristo, el Hijo
de Dios...
"Y... el Espritu del Seor descendi sobre ellos, y fueron llenos de
gozo, habiendo recibido la remisin
de sus pecados, y teniendo paz de
conciencia a causa de la gran fe que
tenan en Jesucristo" (Mosah 4:3).
Cada uno de nosotros se debe
preguntar: "Cmo s que he sido
perdonado?"
Despus de completar los pasos
del arrepentimiento, de confiar en la
gracia y la misericordia de Dios, es
completamente natural para
nosotros testificar del Salvador y de
Su sacrificio expiatorio, y
esforzarnos por ser un ejemplo de
los creyentes.
El eider Bruce R. McConkie, un
Apstol de Jesucristo, nos dej las
siguientes palabras:
"La relacin que existe entre el
testimonio que se da por el poder del
Espritu Santo y el perdn de los
pecados ilustra un principio glorioso

del evangelio, el cual es que siempre


que los miembros fieles de la iglesia
obtienen la compaa del Espritu
Santo, quiere decir que estn limpios
y puros delante del Seor, ya que el
Espritu no mora en tabernculos
impuros. Por tanto, reciben la
remisin de los pecados cometidos
despus del bautismo" (The Mortal
Messiah, 4 tomos, Salt Lake City:
Deseret Book Co., 1980, 3:40-41).
El ncleo mismo del evangelio es
el sacrificio vicario del Salvador, el
cual satisface la justicia divina y
pone en accin la misericordia de
Dios, dando como resultado la
resurreccin universal e
incondicional, y la posibilidad de la
vida eterna para todo el que acepte
a Jesucristo como el Redentor y
obedezca los principios, las
ordenanzas y los convenios del
evangelio.
El antiguo profeta Isaas ense:
"dejad de hacer lo malo...
"aprended a hacer el bien...
"si vuestros pecados fueren como
la grana, como la nieve sern
emblanquecidos; si fueren rojos
como el carmes, vendrn a ser
como blanca lana" (Isaas 1:16-18).
Y contina: "Ciertamente llev
l nuestras enfermedades, y sufri
nuestros dolores...
"Mas l herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre l, y por su llaga fuimos
nosotros curados" (Isaas 53:4-5).
Jos Smith, el profeta de esta

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dispensacin, con su compaero


Sidney Rigdon, dio testimonio del
evangelio, el cual se encuentra
registrado en la seccin 76 de
Doctrina y Convenios. Cada uno de
nosotros puede recibir un
testimonio espiritual similar y es por
ello que les sugiero que expresemos
el testimonio de ellos como si fuera
nuestro, con estas palabras:
Y stas son las buenas nuevas...
Que Jess vino al mundo para ser
crucificado por m y llevar mis
pecados... y para santificarme y
limpiarme de toda iniquidad;
para que por medio de l yo
pudiera ser salvo (vase D. y C.
76:40-42).
Para terminar, leo estas estrofas
de un himno favorito:
"Cuan dulce la ley de Dios!
Cuan grande Su bondad!
Traed a El vuestro pesar;
En Su amor confiad.
"No os dejis vencer
por pruebas que vendrn
Pedid consuelo ante Dios;
Su dulce paz buscad.
"Cwn firme Su amor;
constante Su bondad!
Mis faltas a Sus pies pondr,
y gozo me dar"
(Himnos, Nmero 66).
A estas verdades que he tratado
de ensear aado mi solemne
testimonio, en el sagrado nombre de
nuestro Seor y Salvador, Jesucristo.

Amn. D

Cmo adquirir
conocimiento espiritual
Eider Richard G. Scott
Del Quorum de los Doce Apstoles

"Obtener conocimiento espiritual no es un proceso mecnico, sino un


privilegio sagrado basado en una ley espiritual. Testifico que te es posible
recibir ayuda inspirada."

os excelentes y fieles miembros


de la Iglesia me inspiran y
motivan constantemente.
Gracias por el entusiasmo que
tienen, por su abnegacin, su
devocin y su determinacin de ser
dignos. Tambin expreso gratitud a
las personas que se han unido a
nosotros para escuchar estas
sesiones de la conferencia. Deseo
que los mensajes que se den sean
una bendicin para ustedes.
Hace poco, en Sudamrica, invit
a unos jvenes a hacerme preguntas.
Uno de ellos me pregunt, dando
evidencia de su madurez y devocin:
"Nos dara sugerencias que nos
ayudaran a conocer mejor al
Salvador y a seguir continuamente
Su ejemplo?" Esa pregunta y otras
por el estilo me han inspirado para
dar este mensaje sobre "Cmo

adquirir conocimiento espiritual".


El presidente Benson ha hecho
hincapi en la importancia del
conocimiento espiritual. El dijo:
"...debemos hacer del estudio de
las Escrituras una actividad de toda
la vida... una de las cosas ms
importantes que podis hacer... es
compenetraros en las Escrituras.
Escudriadlas cuidadosamente.
Alimentaos con la palabra de
Cristo. Aprended la doctrina.
Dominad los principios que se
encuentran en ellas... Debis daros
cuenta de que... escudriar las
Escrituras no es una carga impuesta
por el Seor, sino... una bendicin y
una oportunidad maravillosas" ("Las
caractersticas divinas del maestro",
Liahona, ene. de 1987, pg. 48).
El presidente Spencer W Kimball
explic por qu debemos concentrarnos en adquirir conocimiento
espiritual, diciendo:
"El conocimiento espiritual tiene
precedencia sobre todo lo dems. Lo
temporal sin la base de lo espiritual
es... como una sombra que se
desvanece. No tenemos por qu
limitarnos a escoger uno de los dos...
hay oportunidad de adquirir ambos
simultneamente" (The Teachings of
Spencer W Kimball, editado por
Edward L. Kimball, Salt Lake City:
Bookcraft, 1982, pg. 390).
Al procurar el conocimiento
espiritual, busca los principios,
separando el principio en s de la
explicacin de ste. Un principio es
una verdad concentrada y preparada

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para aplicarse en una amplia gama


de circunstancias; cuando es
verdadero, hace que las decisiones
sean claras aun en medio de las
condiciones ms confusas. Vale la
pena que nos esforcemos por resumir
las verdades que escuchemos en la
sencilla declaracin de un principio;
eso es lo que he tratado de hacer
con este tema y te lo doy a conocer
con la esperanza de que sea el punto
de partida para iniciar tu estudio:
A fin de adquirir conocimiento
espiritual y obedecerlo, se debe:
Buscar con humildad Id luz divina.
Ejercer la je en Jesucristo.
Prestar atencin a Sus consejos.
Obedecer Sus mandamientos.
Al ir recibindolo, ese conocimiento
espiritual debe comprenderse,
valorarse, obedecerse, recordarse y
ampliarse.
Explicar esas palabras con
ejemplos de las Escrituras, de los
profetas, y de la escuela de la
experiencia propia. Deseo que mis
sugerencias te ayuden durante toda
tu vida en esa bsqueda de la
verdad espiritual. Despus, cuando
llegue el momento, quizs logres el
objetivo del cual habl el presidente
Joseph F. Smith:
"El mayor logro que el gnero
humano puede alcanzar en este
mundo es familiarizarse tan
completa y perfectamente con la
verdad divina que ningn ejemplo
ni conducta pueda apartarlos jams
del conocimiento que han
recibido...
"Desde mi niez he deseado
aprender los principios del evangelio
de tal manera... que, no obstante
quin se apartara de la verdad... mi
fundamento permaneciera seguro...
en las verdades que he
aprendido... (vase Doctrina del
Evangelio, pg. 4).
Como el presidente Smith, t y
yo necesitamos ese fundamento
seguro a fin de mantener nuestra
vida concentrada en la rectitud y
evitar que nos arrastren las
implacables olas de lo mundano. Los
siguientes pasajes de las Escrituras
nos ensean por qu debemos
buscar la verdad divina:

"Lmpara es a mis pies tu


palabra, y lumbrera a mi camino"
(Salmos 119:105; cursiva agregada).
"...yo, el Seor... ser una luz para
aquellos que oigan mis palabras"
(2 Nefi 10:14; cursiva agregada).
"...soy yo el que hablo; soy la luz
que brilla en las tinieblas, y por mi
poder te doy estas palabras.
"...Pon tu confianza en ese
Espritu que induce a hacer lo
bueno, s, a obrar justamente, a
andar humildemente, a juzgar con
rectitud, y este es mi Espritu..,
"...Te dar mi Espritu, el cual
iluminar tu mente y llenar tu alma
de gozo;
"y... por este medio sabrs todas
las cosas que de m deseares, que
corresponden a la rectitud, si crees
con fe en m que recibirs" (D. y C.
11:11-14; cursiva agregada).
Las analogas con la luz fsica nos
ayudan a entender el poder de la luz
espiritual. Una lmpara en un cuarto
obscuro elimina la obscuridad; sin
embargo, si las tinieblas son muy
intensas, tal vez venzan a la luz, como
sucedera si se sumergiera una bombilla elctrica encendida en un
recipiente de tinta negra. La luz
espiritual vence a las tinieblas de la
ignorancia y la incredulidad. Cuando
la transgresin obscurece la vida de
una persona, el concentrarse en las
verdades espirituales del evangelio
atraviesa la tiniebla como un rayo
lser penetra la ms obscura de las
tintas.

La humildad es esencial para


adquirir conocimiento espiritual. El
humilde siempre est dispuesto a
aprender; la humildad permite que el
Espritu nos ensee y que recibamos
instruccin de las fuentes inspiradas
por el Seor, como lo son las
Escrituras. Las semillas del progreso y
la comprensin germinan en el frtil
suelo de la humildad; su fruto es el
conocimiento espiritual que te guiar
en esta vida y en la venidera.
El orgulloso no puede conocer las
cosas del Espritu. Pablo ense esta
verdad, diciendo:
"...nadie conoci las cosas de
Dios, sino el Espritu de Dios...
"Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espritu
de Dios, porque para l son locura, y
no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente"
(1 Corintios 2:11, 14).
El obtener y emplear un
conocimiento valioso exige mucho
esfuerzo; no puedes dedicarte a
probar todos los escenarios de la
vida que te resulten fascinantes. Por
lo tanto, debes seleccionar unos
cuantos aspectos vitales en los que
concentrars tus energas para
aprender y dar a conocer las
verdades esenciales. Bien s que se
requiere un gran esfuerzo para
obtener un conocimiento valioso, y
esto se aplica particularmente al
deseo de lograr conocimiento
espiritual. El presidente Kimball lo
dijo con estas palabras:

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"Los tesoros de conocimiento


temporal y espiritual se hallan
ocultos, pero slo estn escondidos
de aquellos que no los busquen en
forma apropiada ni luchen por
obtenerlos... El conocimiento
espiritual no se obtiene con slo
pedirlo; las oraciones no son
suficientes en este caso, sino que es
necesario persistir y dedicar la vida a
buscarlos... De todos los tesoros de
conocimiento, el ms esencial es el
de conocer a Dios" (The Teachings of
Spencer W. Kimball, editado por
Edward L. Kimball, Salt Lake City:
Bookcraft, 1982, pg. 390).
El presidente Brigham Young
aprendi la verdad escuchando con
gran atencin a Jos Smith y
esforzndose por entender todo lo
que se le enseara mediante la
palabra, el ejemplo y el Espritu; las
instrucciones que recibi han
bendecido a generaciones enteras y lo
prepararon a l para aprender otras y
ensear mucho ms de lo que
personalmente haba recibido del
profeta Jos Smith. Sigan su ejemplo.
La necesidad de ejercer la fe en
Jesucristo es absolutamente esencial;
es el fundamento del plan de
salvacin. Cuando se une ese
ejercicio de la fe con un esfuerzo
sincero y basado en el deseo de
escuchar Sus consejos, se obtiene el
progreso y se reciben bendiciones.
El Salvador dijo:
"Y ahora os doy el
mandamiento... de estar
diligentemente atentos a las
palabras de vida eterna.
"Porque viviris de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
"Porque la palabra del Seor es
verdad, y lo que es verdad es luz, y
lo que es luz es Espritu, a saber, el
Espritu de Jesucristo.
"Y el Espritu da luz a todo
hombre que viene al mundo; y el
Espritu ilumina a todo hombre en el
mundo que escucha la voz del
Espritu.
"Y todo aquel que escucha la
voz del Espritu, viene... [al] Padre"
(D. y C. 84:43-47; cursiva
agregada).
La funcin de la obediencia para

obtener conocimiento espiritual es


crucial, como lo confirma este
comentario del presidente Joseph
Fielding Smith:
"El Seor nos da dones; El nos
aviva la mente, nos da... un
conocimiento tan profundamente
arraigado en nuestra alma que...
jams se desarraigar si buscamos la
luz... y la comprensin que se nos
prometen y que podemos recibir
siempre que seamos verdicos y
fieles a todo mandamiento y deber
que correspondan al Evangelio de
Jesucristo" (en "Conference
Report", oct.de 1958, pg. 22).
Para obedecer los mandamientos,
tenemos que conocerlos, y la mejor
fuente para ello son las Escrituras.
El presidente Joseph Fielding Smith
dio esta admonicin:
"En la actualidad, nos
encontramos asediados por personas
malvadas que se esfuerzan por
destruir el testimonio de los
miembros de la Iglesia, y muchos...
estn en peligro porque les falta
comprensin y no buscan la gua del
Espritu... es un mandamiento del
Seor que los miembros... sean
diligentes... y estudien... las
verdades fundamentales del
evangelio. Toda persona que se haya
bautizado en la Iglesia puede tener
un testimonio firme... pero ste.., se
ir extinguiendo y desaparecer
sin... el estudio, la obediencia y la
bsqueda asidua que se necesitan
para conocer y comprender la
verdad" (vase "Conference
Report", oct. de 1963, pg. 22).
Las verdades espirituales
profundas no pueden simplemente
transmitirse de la mente y el
corazn de una persona a otra, sino
que el conocerlas requiere fe y un
esfuerzo constante. Recibimos la
verdad poco a poco por medio de la
fe, con grandes esfuerzos y, a veces,
con denodadas luchas; el Seor lo
ha dispuesto as a fin de que
maduremos y progresemos. Moron
dijo: "...no contendis porque no
veis, porque no recibs ningn
testimonio sino hasta despus de la
prueba de vuestra fe" (ter 12:6).
Para explicar esa verdad, el

presidente Harold B. Lee dio esta


enseanza:
"La sangre del Salvador, Su
expiacin, nos salvar, pero slo
despus que nosotros mismos
hayamos hecho todo lo posible por
salvarnos obedeciendo Sus
mandamientos. Todos los principios
del evangelio son principios que
llevan consigo una promesa, por
medio de los cuales se despliegan
ante nosotros los planes del
Todopoderoso" (Ye Are the Light of
the World, Salt Lake City: Deseret
BookCompany, 1974, pg. 245).
Al desplegarse ante nuestros ojos
el conocimiento, es preciso
comprenderlo, valorarlo, obedecerlo,
recordarlo y ampliarlo. Lo explicar:
Comprenderlo: AI enfrentarte
con cada elemento de la verdad,
debes examinarlo cuidadosamente
relacionndolo con el conocimiento
que tenas antes para determinar
dnde aplicarlo. Reflexiona sobre l;
examnalo por todas partes;
estudalo desde todos los ngulos
para descubrir su significado
escondido; contmplalo en su
verdadera perspectiva para
asegurarte de no haber cado en
conclusiones falsas. La reflexin con
la ayuda de la oracin te dar mayor
comprensin. Esa evaluacin ser
particularmente importante cuando
la verdad te llegue bajo la forma de
una impresin del Espritu.
Valorarlo: Expresando gratitud
demuestras el valor que le das al

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conocimiento, especialmente
cuando es en una oracin sincera.
El Seor dijo:
"Y el que reciba todas las cosas
con gratitud ser glorificado; y le
sern aadidas las cosas de esta
tierra, hasta cien tantos, s, y ms"
(D. y C. 78:19).
Obedecerlo: La obediente
aplicacin de la verdad es la manera
ms segura de tenerla contigo
eternamente. El uso prudente del
conocimiento llenar tu vida con su
preciado fruto.
Recordarlo: A menos que
proveas un medio para conservarla,
esa potente direccin espiritual
puede ser destruida o relegada a un
rincn. Brigham Young dijo: "Si amas
la verdad, la recordars" (Discourses
of Brigham Young, sel. por John A,
Widtsoc, Salt Lake City: Deseret
BookCompany, 1954, pg. 10).
El conocimiento que se archive
cuidadosamente estar siempre
disponible en momentos de
necesidad. Debes mantener en un
rincn sagrado de tu ser los datos
que sean espritu alente ntimos,
un lugar que le comunique al Seor
el valor que les das. Esa costumbre
har posible que recibas ms luz.
Ampliarlo: Con esto me refiero
a los beneficios que recibirs ai
esforzarte por ampliar, extender y
aumentar tu comprensin de la
verdad. Emplea las Escrituras y las
palabras de los profetas para
expandir tu conocimiento. Vers que

cuando trates de darlo a conocer a


los dems, muchas veces se te
recompensar dndote ms, con una
nueva luz que inunde tu mente y tu
corazn (vase D. y C. 8:2-3).
Hemos llegado al fin de una gran
conferencia. Sin mucho esfuerzo de tu
parte, has recibido por medio de sus
mensajes la verdad inspirada.
Posesinate de estas verdades por
medio del estudio y de la aplicacin
reflexiva, y haciendo lo que hizo
Spencer W. Kimball al finalizar una
conferencia:
"Mientras me encontraba sentado
en el estrado,.tom la determinacin
de que al regresar a mi hogar tras la
finalizacin de esta conferencia hoy,
habr muchos, muchos aspectos de
mi vida que puedo perfeccionar; he
hecho una lista mental de los
mismos, y espero ponerme a trabajat
en ellos tan pronto como esta
conferencia termine" (vase "Las
palabras de los lderes", Liahona, feb.
del976,pg.95).
El privilegio de aprender la verdad
absoluta es para m muy sagrado. Me
maravilla el que nuestro Padre
Celestial y su Amado Hijo estn
dispuestos, e incluso deseosos de que
aprendamos de Ellos. Te pido que
emplees lo que te he dicho con sumo
cuidado y diligencia, debido al
extraordinario privilegio que se da a
todos los que estamos preparados para
que se nos ensee la verdad eterna.
Obtener conocimiento espiritual no
es un proceso mecnico, sino un
privilegio sagrado basado en una ley
espiritual. Testifico que te es posible
recibir ayuda inspirada. Pdele
humildemente a tu Padre Eterno;
busca la luz divina; ejerce la fe en el
Salvador; empate en prestar
atencin a Sus consejos y en obedecer
Sus mandamientos. El te bendecir y
te guiar mientras caminas por este
mundo, que muchas veces es
traicionero.
Testifico que El gua Su iglesia. El
te conoce personalmente y te ama. Si
andas con fiel obediencia, El te
bendecir, te inspirar y te guiar para
obtener conocimiento y capacidad
mayores. Certifico que El vive, en el
nombre de Jesucristo. Amn.

REUNIN GENERAL DE LA SOCIEDAD DE SOCORRO


25 de septiembre de 1993

La igualdad a pesar de
las diferencias
Eider M. Russelt Ballard
Del Quorum de los Doce Apstoles

"Al asignar responsabilidades diferentes al hombre y a la mujer, nuestro


Padre Celestial nos ha dado ms oportunidades para crecer, servir y
progresar."

ermanas de la Sociedad de
Socorro: es un honor para
m el dirigirles la palabra.
Ustedes pertenecen a la
organizacin de mujeres ms grande
y antigua del mundo, y la nica
organizada por un profeta de Dios.
La Primera Presidencia y el Consejo
de los Doce Apstoles les envan sus
saludos. Hermanas, tanto nosotros,
como sus lderes locales del
sacerdocio reconocemos su gran
labor y las estimamos mucho.
Reconocemos y agradecemos todo
lo que hacen para edificar el reino
de Dios. Nos maravillamos al ver la
fe y el servicio dedicado que brindan
a sus familias, a la Iglesia y a sus

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comunidades. Oramos por cada una


de ustedes y les extendemos nuestro
cario.
Mis hermanos, los eideres
Charles Didier y W. Mack
Lawrence, y yo somos asesores del
sacerdocio de la presidencia general
y a la mesa directiva de la Sociedad
de Socorro. La tarea de la Sociedad
de Socorro es ms difcil que nunca
por motivo de la variedad de
idiomas, culturas y ambientes, as
como por las circunstancias que
constantemente cambian en el
mundo. La planificacin tiene que
ser tanto general como particular;
general como para satisfacer las
diversas necesidades de ms de tres
millones de mujeres que viven en
ms de ciento treinta pases y
lugares, y particular como para
satisfacer las necesidades de cada
hermana. La Sociedad de Socorro y
el evangelio deben incluir a cada
mujer. Cada una de ustedes es
bienvenida y es necesaria, ya sea que
tenga dieciocho u ochenta aos, sea
casada o soltera; as hable ingls o
portugus, viva en una isla o en las
montaas, tenga hijos o
simplemente ame a los nios; as
tenga un ttulo universitario o poca
instruccin; as tenga un marido que
no participe activamente en la
Iglesia o uno que sea presidente de
estaca; as tenga un testimonio firme

del evangelio o est luchando por


fortalecerse espritu rmente.
Aqu es donde deben estar! La
iglesia necesita urgentemente sus
talentos, energas y contribuciones.
Tal como dijo Eliza R. Snow,
segunda presidenta general de la
Sociedad de Socorro: "No existe
una hermana que se halle tan
aislada o que su influencia est tan
restringida que no pueda contribuir
significativamente al establecimiento del reino de Dios sobre la
tierra" (Womans's Exponent, 15 de
septiembre de 1893, pg. 62).
Hermanas, ruego que el Espritu
del Seor me acompae esta noche
mientras enseo un principio
fundamental del evangelio que, si se
llegan a comprender, les fortalecer
y bendecir en su bsqueda de la
vida eterna.
Nuestro Padre Celestial ama a
todos Sus hijos por igual y de una
maera perfecta e infinita. El amor
que siente por Sus hijas no es
diferente del que siente por Sus
hijos. Nuestro Salvador, el Seor
Jesucristo, tambin ama por igual a
hombres y mujeres. Su sacrificio
expiatorio y Su evangelio son para
todos los hijos de Dios. Durante Su
ministerio terrenal Jess sirvi, san
y ense a hombres y a mujeres
por igual.
El evangelio de Jesucristo puede
santificar a hombres y mujeres de la
misma manera y por medio de los
mismos principios. Por ejemplo, la
fe, el arrepentimiento, el bautismo y
el don del Espritu Santo son
requisitos para todos los hijos de
Dios, sin importar su sexo. Lo mismo
se aplica a los convenios y a las
bendiciones del templo. La obra y
gloria de nuestro Padre es llevar a
cabo la inmortalidad y la vida eterna
de Sus hijos (vase Moiss 1:39). El
nos ama a todos por igual, y su don
ms grandioso, el don de la vida
eterna, se halla al alcance de todos.
Aunque el hombre y la mujer
sean iguales ante Dios en cuanto a
sus oportunidades eternas, tienen
deberes diferentes, si bien
igualmente importantes, en Su plan
eterno. Debemos comprender que

Dios contempla a todos Sus hijos


con infinita sabidura y perfecta
equidad. Como consecuencia,
reconoce e incluso fomentar
nuestras diferencias pero a la vez
nos da oportunidades similares para
nuestro desarrollo y progreso.
Cuando vivimos con El como
hijos e hijas espirituales, nuestro
Padre Celestial asign responsabilidades terrenales diferentes al
hombre y a la mujer. A Sus hijos les
dio el sacerdocio y las responsabilidades de la paternidad, y a Sus
hijas, las responsabilidades de la
maternidad, cada tarea con sus
funciones correspondientes.
La creacin del mundo, la
expiacin de Jesucristo y la
restauracin del evangelio en los
ltimos das por medio del profeta
Jos Smith tienen un solo objetivo:
permitir que todos los hijos
espirituales de nuestro Padre
Celestial obtengan cuerpos mortales

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y luego, mediante el don del


albedro, sigan el plan de redencin
que fue hecho posible gracias a la
expiacin del Salvador. Dios prepar
todo esto para nosotros, a fin de que
podamos regresar a nuestro hogar
celestial, revestidos de inmortalidad
y vida eterna, para vivir con El
como familias.
Una familia puede vivir con El
slo despus que marido y mujer se
sellen por las eternidades, por el
poder del santo sacerdocio.
Reconocemos que muchos
miembros de la Iglesia desean esta
gran bendicin pero ven pocas
posibilidades de que se cumpla en
esta vida. No obstante, la promesa
de la exaltacin contina siendo
una meta que cada uno de nosotros
podemos lograr. Los profetas han
declarado que, sin lugar a dudas, a
los hijos e hijas de Dios no se les
negar ninguna bendicin si lo
aman, tienen fe en El, guardan Sus

mandamientos y perseveran
fielmente hasta el fin.
La mayor parte de lo que el
hombre y la mujer deben hacer para
alcanzar una vida familiar exaltada
se basa en responsabilidades y metas
mutuas. Muchos de los requisitos
son exactamente los mismos para
los hombres que para las mujeres;
por ejemplo, la obediencia a las
leyes de Dios debe ser la misma para
ambos, tanto ellos como ellas deben
orar de la misma manera; ambos
tienen el mismo privilegio de recibir
respuestas a sus oraciones y obtener
as revelacin personal para su
propio desarrollo espiritual.
Tanto hombres como mujeres
deben servir a sus familias y a sus
semejantes, pero las maneras
especficas de hacerlo son a veces
diferentes. Por ejemplo, Dios ha
revelado por medio de Sus profetas,
que los hombres deben recibir el
sacerdocio, ser padres y, con
mansedumbre y amor sinceros, guiar
a sus familias con rectitud como el
Salvador gua a la Iglesia (vase
Efesios 5:23). A ellos se les ha dado
la responsabilidad principal de
satisfacer las necesidades temporales
y fsicas de la familia (vase D. y C.
83:2). Las mujeres tienen el poder
de traer hijos al mundo y se les ha
dado el deber primordial y la
oportunidad, como madres, de
guiarlos, nutrirlos y ensearles en un
ambiente espiritual y lleno de amor.
En esta relacin santa, los cnyuges
se apoyan mutuamente en las
funciones que les encarg Dios. Al
asignar responsabilidades diferentes
al hombre y a la mujer, nuestro
Padre Celestial nos ha dado ms
oportunidades para crecer, servir y
progresar. El no dio diferentes tareas
a hombres y mujeres simplemente
para perpetuar la idea de una
familia; ms bien, lo hizo para
asegurar que la familia continuara
para siempre, que es la meta
suprema del plan eterno de nuestro
Padre Celestial.
En todo esto es necesario que
reconozcamos que la realidad a
veces es otra, y que debemos
guiarnos por el sentido comn y la

revelacin personal. Algunos no se


casarn en esta vida; algunos
matrimonios fracasarn; otros no
tendrn hijos; algunos hijos
decidirn no hacer caso a los
consejos ms tiernos y devotos de
padres que los quieren. En algunos
casos, la salud y la fe podrn
flaquear; algunas mujeres que
preferiran quedarse en casa tal vez
tengan que trabajar. No juzguemos a
otros, ya que no sabemos su
situacin ni tampoco sabemos lo
que el sentido comn y la
revelacin personal les ha indicado
hacer. Lo que s sabemos es que en
esta vida, el hombre y la mujer se
enfrentarn a problemas y pruebas
cuanto tratan de llevar a cabo el
plan que Dios tiene para ellos.
Debemos recordar que las pruebas y
las tentaciones son una parte
importante de nuestra vida. No
debemos criticar a los dems por la
manera en que elijan ejercer su
albedro moral cuando hacen frente
a la adversidad o a los sufrimientos.
En estos ltimos das, vemos a un
nmero cada vez mayor de personas
que instan a otros a sentir y a
manifestar desacuerdo cuando
tienen problemas. Quieren hacernos
creer que la Iglesia y sus lderes son
injustos con las mujeres, o que a
stas se les niega la oportunidad de

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desarrollar su pleno potencial


dentro del marco del evangelio.
Hermanas, sabemos que la Iglesia
est compuesta de seres humanos,
que los lderes del sacerdocio son
imperfectos y que algunos no
siempre llevan a cabo su deber con
la debida sensibilidad. Sin embargo,
deseo que comprendan esta simple
verdad: el evangelio de Jesucristo
provee la nica va por medio de la
cual mujeres y hombres pueden
lograr su pleno potencial como hijos
de Dios. Slo el evangelio puede
librarnos de los terribles efectos del
pecado. Slo si seguimos el plan que
Dios traz para nosotros, con fe y
determinacin para al final llegar a
vivir como familias eternas,
podremos hacernos acreedores de la
vida eterna en Su presencia. Lo
bueno es que la Iglesia y la familia
no restringen nuestro progreso, sino
que lo aceleran al plantar nuestros
pies firmemente en el sendero del
evangelio que nos conduce de
nuevo a la presencia de Dios. Cada
uno de nosotros tenemos el
privilegio de buscar detenidamente
por medio de la oracin, la voluntad
del Seor con respecto a nuestros
retos y dilemas individuales. La
revelacin personal es, en efecto,
personal; no se basa en el sexo ni en
la posicin, sino en la dignidad. Se

recibe como respuesta a una sincera


peticin. No obstante, la revelacin
para la Iglesia en general la reciben
nicamente los profetas, videntes y
reveladores del Seor.
En estos tiempos de confusin, el
mantener nuestros pies en el
sendero del evangelio puede ser
difcil. Escuchamos muchas voces
persuasivas que nos incitan a
volverle la espalda a las verdades
reveladas y a abrazar las filosofas
del mundo. Les ofrezco tres
sugerencias sencillas que nos
ayudarn a todos a mantener clara y
sin obstculos nuestra perspectiva
eterna.
Primero, concntrense en lo
bsico. Con la abundante riqueza y
sustancia que existen en las
verdades simples del evangelio, no
necesitamos perder tiempo en
pobres especulaciones teolgicas.
Ensense unas a otras en la
Sociedad de Socorro y en sus visitas
de maestras visitantes las doctrinas
puras que se encuentran en las
Escrituras y en los cursos de estudio
aprobados; el Espritu guiar y
confirmar su enseanza. Enseen a
sus hijos en, cuanto a la fe, el
arrepentimiento, el bautismo y los
otros principios bsicos del
evangelio restaurado. Hagan
convenios con Dios y reciban todas
las ordenanzas del sacerdocio.
Estudien y mediten sobre las

Escrituras, especialmente el Libro de


Mormn, individualmente y como
familia. En un mundo Heno de
conflictos y confusin, encontrarn
paz y seguridad en la palabra
revelada de Dios.
Segundo, mantengan un
equilibrio. Una franca y sincera
conversacin doctrinal es
importante para obtener un
conocimiento del evangelio, pero
recuerden que la mayora de las
cosas han sido establecidas por Dios
y simplemente no estn sujetas a los
cambios. Las doctrinas y los
principios de la Iglesia se
establecieron nicamente por
revelacin, y no por legislacin. Este
es el plan de Dios; no tenemos la
prerrogativa de alterarlo o
modificarlo.
La tarea que tenemos es la de
integrar los principios del evangelio
en nuestras vidas a fin de que stas
obtengan un equilibrio. Cuando esto
suceda, y antes de que nos demos
cuenta, nuestras vidas se llenarn de
conocimiento espiritual que nos
confirmar que nuestro Padre
Celestial nos ama y que Su plan es
justo y verdadero, y que debemos
esforzarnos por comprenderlo y tener
gozo en vivirlo.
Tercero, comuniqense unas a
otras con amor, porque "la caridad
nunca deja de ser" (Moroni 7:46).
Muchas hermanas, incluso algunas

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de las que se hayan aqu presentes,


pueden estar sufriendo por una
razn u otra. Ayuden a las que
sufren, escuchen sus
preocupaciones, sean dignas de su
confianza y siempre guarden sus
confidencias. Alivien sus cargas;
ensenles, tanto por el precepto
como por el ejemplo, acerca del
plan de nuestro Padre Celestial para
Sus hijos; aydenles a comprender
el cometido inalterable de nuestro
Padre en cuanto al principio del
albedro moral; ensenles acerca
de la parte esencial que juega la
adversidad en nuestra vida eterna.
Tmenlas de la mano y aydenlas a
arrepentirse, a perdonar, a tener fe,
a perseverar o a hacer lo que sea
necesario. Nunca olviden que el
Seor puede obrar un milagro en la
vida de ellas por medio de ustedes.
Hermanas, ustedes pertenecen a
la Sociedad de Socorro, la cual est
organizada bajo la direccin del
sacerdocio en todo barrio y rama.
Las integrantes de la presidencia de
su Sociedad de Socorro son mujeres
sensatas e inspiradas que han sido
llamadas por revelacin y apartadas
por aquellos que poseen la
autoridad de administrar las
ordenanzas del evangelio. En dos
ocasiones he sido obispo y quiero
que sepan que ustedes son parte de
una organizacin que es vital en sus
barrios y que la contribucin
individual que ustedes hacen es de
gran valor en la obra del Seor.
Que Dios las bendiga, mis
queridas hermanas, en sus vidas
personales, en sus hogares y sus
familias, as como en sus
llamamientos eclesisticos. Que les
bendiga por su servicio dedicado.
Que puedan sentir la seguridad
reconfortante de que nuestro Padre
Celestial las ama a cada una de
ustedes, Sus hijas, y que la va que
El ha sealado para ustedes es la
que lleva hacia una equidad y
libertad perfectas en esta vida y en
la eternidad. De esto les testifico, y
ruego humildemente que las
bendiciones del Seor las
acompaen, en el nombre de
Jesucristo. Amn.

La Sociedad de Socorro:
La caridad, un principio
guiador
Aileen H. Clyde
Segunda Consejera de la Presidencia General de lo Sociedad de Socorro

"Ya sea que la persona sea miembro de un barrio firmemente establecido o


de una rama que apenas empieza, lo que ella aporte a la obra como
miembro participante afectar lo que le suceda a ella y a los que la rodean."

racias por esa hermosa


msica; gracias a los que la
compusieron y a los que la
presentaron. Agradezco el poder
que tiene ese himno para
conmoverme; es un testimonio del
amor de Cristo y de lo que puede
resultar de nuestra relacin con El.
Como miembros de la Sociedad de
Socorro, reclamamos el derecho de ser
Sus discpulas y nos regocija serlo.
Ruego que lo que diga ahora,
fortalezca nuestra comprensin de
Su misericordia para con nosotros.
Esta sociedad, organizada y
dedicada para poner en prctica el
amor y la caridad, en 151 aos ha
crecido de 20 mujeres a ms de 3.4
millones por todo el mundo. La idea

de tener una organizacin femenina


en la recin establecida Iglesia de
1842, provino de la iniciativa de
mujeres rectas. Como resultado de su
peticin, un profeta de Dios cre una
entidad para ellas, a la que llamamos
Sociedad de Socorro. Slo mediante
el poder del sacerdocio y por medio
de la autoridad de un profeta,
podran las mujeres de la Iglesia
organizarse de una manera que
desempearan un papel significativo
en la Iglesia, dndoles as una
participacin importante en la
edificacin del reino de Dios. Poco
despus de su fundacin, el profeta
Jos Smith dijo: "Ahora os entrego la
llave en el nombre de Dios, y esta
Sociedad se regocijar y de ahora en
adelante recibir conocimiento e
inteligencia... ste es el comienzo de
das mejores para esta Sociedad"
(Derr, Cannon, Beecher, Women of
Covenant, pg. 47, cursiva agregada).
En el libro Women of Covenant
("Mujeres del convenio"), recientemente publicado en ingls sobre la
historia de la Sociedad de Socorro,
leemos que los deberes temporales de
la organizacin de la Sociedad de
Socorro cambiaran segn las
circunstancias lo requirieran, pero
que su propsito espiritual era
permanente. El profeta Jos Smith
declar: "Ensead a las hermanas de
la comunidad... y salvad almas". En
1906, el presidente Joseph F. Smith

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nos volvi a recordar el propsito:


"Ellas deben (o sea, la Sociedad de
Socorro) estar pendientes del
bienestar espiritual y la salvacin de
las madres e hijas de Sin; y
asegurarse de que no se descuide a
nadie, y que a todas se les proteja
contra la desgracia, la calamidad, los
poderes de las tinieblas y las maldades
que las amenazan en el mundo"
(Ibd,pg.48).
Cuando la hermana Elaine Jack
fue llamada Presidenta en 1990, y la
hermana Chieko Okazaki y yo fuimos
nombradas consejeras, las tres
humildemente deseamos ser
instrumentos en manos de Dios con
el fin de aumentar los "das mejores"
de nuestras hermanas por todo el
mundo. Sabamos que sus
circunstancias eran muy variadas y
que no debamos descuidar su
bienestar espiritual. Enfocamos
nuestra atencin en Jacob, captulo 4,
versculo 13: "...porque el espritu
habla la verdad, y no miente. Por
tanto, habla de las cosas como
realmente son, y de las cosas como
realmente sern; as que estas cosas
nos son manifestadas claramente para
la salvacin de nuestras almas".
Sabamos que aquellas mujeres que
luchaban por definir su identidad
podran hacerlo, no comparndose
con otras mujeres, sino obteniendo
una comprensin del importante
lugar que ocupan como compaeras
de los hombres y con iguales derechos
de recibir, con rectitud, las
ordenanzas salvadoras establecidas
por Cristo. Sabemos que tanto los
hombres como las mujeres son
bautizados, se les ofrece el don del
Espritu Santo, participan de la Santa
Cena y hacen sagrados convenios en
los templos de la Iglesia exactamente
de la misma manera. Decidimos que
no trataramos de describir a la mujer
mormona ideal, sino que en vez de
ello trataramos de ensear que
Cristo es nuestro modelo, y que a
medida que nos llenemos de Su amor,
nos convertiremos en Sus discpulas.
Deseamos tener las bendiciones
descritas en Moroni 7:48 de que
seremos "...semejantes a El...".
Contemplamos nuestra

organizacin y vimos que desde un


punto de vista estructural, la
responsabilidad de la Sociedad de
Socorro hoy da es de: dar lecciones
dominicales, hacer las visitas de
maestras visitantes, tener reuniones
de Economa Domstica, prestar
servicio caritativo y velar por el
bienestar de los miembros. El
cumplir con estas responsabilidades
provee a nuestros miembros
maneras de aumentar su
conocimiento de los principios del
evangelio y de cuidarse las unas a
las otras. Una vez al mes dedicamos
una hora y media para recalcar la
importancia de nuestros hogares y
que deben ser un refugio para
nuestra familia. Esta reunin de
Economa Domstica nos ayuda a
atender mejor a nuestras familias, a
edificar la hermandad y a desarrollar
y a poner en prctica la caridad.
Pero el ver nicamente la
estructura no revela todo lo que
abarca. La Sociedad de Socorro se
est estableciendo en muchos lugares
del mundo en donde la Iglesia es relativamente nueva. Esto nos permite
ver claramente que la fortaleza de
nuestra sociedad se logra cuando la
estructura se vivifica por medio de la
fe, el empuje y las obras de sus
miembros. Ya sea que la persona sea
miembro de un barrio firmemente
establecido o de una rama que apenas
empieza, lo que ella aporte a la obra
como miembro participante afectar
lo que le suceda a ella y a los que la
rodean. El ensear y ayudar a salvar a
otros, el ver que no se descuide a
nadie, es una gran causa. Esta obra
requiere el trabajo de todas y requiere
nuestros mejores esfuerzos.
En la Sociedad de Socorro, la
caridad de que habla nuestro lema no
es algo abstracto; es un amor que va
ms all de lo que podamos sentir por
otras o de lo que otras personas
sientan por nosotros. No es una clase
de amor condicional. El ser cordiales,
generosas y consideradas son cualidades que nos ayudan a olvidarnos de
nosotras mismas, pero la clase de
amor desinteresado que Cristo nos
mand aprender es verdaderamente
algo sublime, "...bendecid a los que os

maldicen, haced bien a los que os


aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen" (3 Nefi,
12:44). El nos promete que S
aprendemos a amar de esa manera,
podemos llegar a ser perfectos!
ltimamente he visto que alguien
ha puesto eso en prctica. Una mujer
a la que no conoca vino a mi hogar y
me habl de la congoja que senta al
ver su matrimonio arruinado por el
engao y la crueldad. Se senta
apesadumbrada por sus hijos jvenes
que se sentan confusos y heridos. En
tres ocasiones diferentes ella haba
sido presidenta de la Sociedad de
Socorro de barrio y tambin haba
sido presidenta de la Sociedad de
Socorro de estaca, servicio que le
haba demostrado la evidencia
irrefutable de la bondad y la
misericordia de Dios, as como
algunas de las difciles y dolorosas
realidades que muchas personas
sufren; an as, le sorprendi no estar
mejor preparada para hacer frente a
su propia tragedia. Como ltima cosa,
dijo: "Lo nico que puedo hacer
ahora es aferrarme a mi fe en Dios y
orar para que mi amor por Cristo y
por mis hijos me ayude a salir
adelante". En ese momento, el dolor
impeda reconocer su propio valor y

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resolucin. En medio de esa


tribulacin, se mantuvo firme en
Cristo y manifest su amor y caridad.
Yo saba que ella y sus hijos an
tendran que soportar muchas cosas,
pero ambas omos resonar las palabras
de Moroni, de que quien poseyera la
caridad o el amor puro de Cristo en el
postrer da, le ira bien (vase Moroni
7:47). Mediante la dolorosa
experiencia de buscar la verdadera
naturaleza del amor, ella literalmente
estaba ofreciendo lo que Dios
requiere de cada uno de nosotros, o
sea, un corazn quebrantado y un
espritu contrito. A la vez, al tener
esa actitud positiva, estaba
adquiriendo fortaleza y paz.
Otro ejemplo del poder del amor
desinteresado es la experiencia de mis
amigos Thales y Charone Smith,
quienes recientemente regresaron de
una misin humanitaria en Albania.
El, pediatra, y ella, enfermera, fueron
los primeros misioneros que la Iglesia
mand a esa regin. Se embarcaron
en la tarea tal como lo haban hecho
durante los 46 aos de matrimonio;
cada uno encontr oportunidades de
utilizar sus talentos. Thales trabaj
como instructor en un hospital
peditrico que proporcionaba una
variedad de servicios. A Charone se
le asign trabajar en un hospital en el
que haba ochenta nios, desde
recin nacidos hasta nios de dos o
tres aos de edad, que reciban
tratamiento por deficiencias
nutritivas y otros problemas graves.
A causa de que el hospital abarcaba
una zona muy extensa, los padres
raras veces podan visitar a los nios.
A algunos nios los dejaban abandonados a causa de la pobreza y de las
circunstancias desesperantes de los
padres. Cuando Charone lleg, los
pequeos pacientes estaban apticos
e indiferentes; a la mayora los
envolvan con frazadas de manera de
que no se podan mover en la cama.Ella observ que tanto los mdicos
como las enfermeras actuaban como
profesionales y hacan todo lo posible
por mantener a los nios limpios y
alimentados, pero que todo eso se
llevaba a cabo siguiendo un estricto
horario. Los nios carecan total-

mente de cario y de cuidado


individual. A Charone se le asign el
cuidado de diez nios; empez a
cantar y a hablarles a medida que
trabajaba. Al principio los nios ni
siquiera se fijaban en ella; ella los
sostena en los brazos cuando les daba
el bibern en vez de acomodrselos
para que ellos se alimentaran solos, y
les hablaba. En menos de dos semanas
empezaban a fijar la vista en ella y a
seguirla con la mirada. Despus de
seis semanas todos notaron los
cambios. Los nios empezaron a
sonrer, aumentaron de peso y
empezaron a manifestar su
personalidad. Charone les haca
ejercitar ios brazos y las piernas y les
enseaba a sentarse. Bajo su cuidado,
los nios progresaron tanto que los
doctores le modificaron el horario a
fin de que ella y otras enfermeras
pudieran cuidar a los ochenta nios.
A pesar de que los pequeos
pacientes an enfrentaban
dificultades, cuando lleg el tiempo
en que Charone tuvo que partir, haba
ocurrido un cambio maravilloso en la
condicin de aquellos nios. El amor
no solamente es bueno sino que es
esencial para la vida.
Como podrn ver en el video que
se va a presentar, hay muchas
evidencias de la bondad de todas
ustedes, hermanas, y de los principios
que generan su servicio y fidelidad.
Ustedes nos dan dignidad a todas
nosotras a medida que buscan el
Espritu del Seor, trabajan con los
lderes del sacerdocio, utilizan su
capacidad para determinar lo que se
necesita y actan con valor. Su
trabajo trae bendiciones a la vida de
los dems y edifica el reino de Dios en
la tierra. La Sociedad de Socorro
ensea que el poner en prctica el
amor y la caridad, y el participar
plenamente en las ordenanzas
esenciales del evangelio restaurado y
gozar de sus bendiciones nos ayuda a
ser ms como Cristo. Esto es
ciertamente el "conocimiento y la
inteligencia" que nos llevar a "das
mejores" para todas alcanzar la vida
eterna y llegar a ser como dioses. De
esto testifico en el nombre de
Jesucristo. Amen.

La fortaleza que nos da


nuestro Salvador
Chieko N. Okazaki
Primera Consejero de lo Presidencia General de la Sociedad de Socorro

"Hermanas, fortalzcanse buscando la fuente de la verdadera fortaleza,


que es nuestro Salvador. Vengan a El. El las ama."

is queridas hermanas,
aloha!
Qu gran regocijo es
reunimos con ustedes esta noche y
sentirnos unidas a todas nuestras
hermanas de la Iglesia al prestar
servicio, como lo hemos visto en esc
video, con el apoyo y la direccin de
nuestros lderes del sacerdocio. Me
siento agradecida por la gua que
recibimos de los profetas, Apstoles
y los dems lderes de la Iglesia.
En esta oportunidad, quisiera
darles algunas ideas sobre el modo
de fortalecer la familia. Si les
preguntara qu ensea la Iglesia
sobre ello, sin duda me diran:
"pasar tiempo juntos, orar en
familia, realizar la noche de hogar y
estudiar regularmente las Escrituras
tambin en familia". Adems de esas
importantes actividades, quisiera
hablar del establecer familias ms

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firmes, fortalecindonos ms
nosotras: teniendo una fe ms firme
en nuestro Salvador. La familia
firme en la fe proviene de personas
firmes en la fe.
El presidente Gordon B. Hinckley
ha dicho:
"La fortaleza de la Iglesia no est
en los miles de centros de reuniones
que tiene en todo el mundo, ni en
sus universidades, ni en sus
institutos y seminarios. Todos stos
son parte de ella, convenientes
medios para lograr un fin, pero son
slo complementos de su verdadera
fortaleza. La fortaleza de esta Iglesia
reside en el corazn de su pueblo, en
el testimonio y la conviccin
individuales de la verdad de esta
obra" ("No es acaso la verdad?",
Mensaje de la 'Primera Presidencia,
Liahona, octubre de 1993, pg. 5).
Todas las mujeres tenemos una
imagen de la familia ideal: el
casamiento en el templo con un leal
poseedor del sacerdocio e hijos
obedientes y fieles. Sin embargo, el
presidente Benson indic que slo el
14 por ciento de todas las familias
de los Estados Unidos en 1980 eran
familias tradicionales constituidas
por el padre, la madre que no
trabaja fuera del hogar y los hijos.
(Vase "Principios fundamentales
en las relaciones familiares
perdurables", Liahona, enero de
1983, pg. 113.) Estadsticas
fidedignas indican que slo una de
cada cinco familias mormonas de los
Estados Unidos tienen al padre y a
la madre casados en el templo con

hijos en el hogar (Encyclopedia of


Mormonism, tomo IV, pg. 1: 532).
Como lo ha sealado el eider
Ballard, hay gran diversidad entre
los hogares Santos de los ltimos
Das; pero en todos ellos puede
reinar la rectitud donde las personas
se amen las unas a las otras, amen al
Seor y se fortalezcan mutuamente.
Quisiera emplear un ejemplo:
Tengo aqu dos acolchados. Los dos
se han hecho a mano, son bonitos y
deliciosos para envolverse con ellos
o para envolver a un nietecito.
Fjense en este acolchado: es
hawaiano y tiene un diseo
predecible, o sea, que al ver la mitad
de l se puede predecir el dibujo que
tiene en la otra mitad. A veces,
nuestra vida tiene un diseo
predecible, feliz y ordenado.
Fijmonos ahora en este otro
acolchado... su estilo es extravagante; algunas piezas son del mismo
color y todas son de distintos
tamaos y de extraas formas, que
se juntan en ngulos raros. Este es
un acolchado impredecible. A veces
nuestra vida es impredecible, pues
no sigue un diseo determinado, ni
est muy en orden.
Y bien, no hay una sola forma
apropiada de hacer un acolchado
en tanto las piezas se hayan unido
con una costura firme. Estos dos
acolchados nos darn abrigo. Los
dos son bonitos y se han hecho
con amor. Tampoco hay una sola
forma apropiada de ser una mujer
mormona, en tanto nos mantengamos firmemente cimentadas en la
fe en nuestro Salvador, hagamos
convenios y los guardemos, vivamos
los mandamientos y trabajemos
juntas con caridad.
Todas encaramos diferentes
circunstancias familiares y distintas
situaciones en casa, y todas
necesitamos fortaleza para hacerles
frente. Esa fortaleza proviene de la
fe en el amor de nuestro Salvador y
en el poder de Su expiacin. Si con
confianza ponemos nuestra mano en
la del Salvador, haremos efectiva la
promesa de la oracin sacramental
de que su Espritu nos acompae
siempre. Todos los problemas

pueden abordarse con esa fortaleza,


y todos los dems problemas son
secundarios en urgencia al hecho de
mantener una firme vida espiritual.
Si tenemos fe, tendremos deseos
de orar a menudo y con sinceridad,
y el Espritu nos ensear aquello
por lo que debemos orar. (Vase
Romanos 8:26-27.) Tendremos la
disposicin de nimo indispensable
para prestar servicio caritativo al
prjimo. Contaremos con la
sabidura que nos haga falta para
cumplir con nuestros llamamientos
de la Iglesia. Formaremos un
compaerismo carifoso y respetuoso
con nuestro marido, nuestros hijos,
padres y amistades. Si siempre
tenemos el Espritu de Cristo con
nosotras, tendremos un sabio
consultor al cual acudir cuando no
sepamos cmo hacer frente a las
necesidades de nuestros hijos.
Recibiremos ayuda para tomar
decisiones inteligentes y fortaleza
para llevarlas a cabo. Daremos y
recibiremos amistad leal, y sabremos
en nuestro interior cuando el

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consejo que nos den los dems sea


en verdad el adecuado a nuestras
necesidades. Tendremos una clara
visin de los ideales del evangelio y
procuraremos alcanzarlos aunque
necesitemos paciencia para
enfrentarnos a las trabas que nos
presente la realidad. Por medio de la
fe en el Salvador, magnificaremos
nuestras oportunidades, haremos
frente a nuestros problemas, y
mantendremos aqullas y stos en
su debida perspectiva.
En las familias firmes se forman
personas firmes que, a su vez,
fortalecen a los dems familiares.
Nos animamos unos a otros en
ocasiones diversas. Yo he vivido eso
en mi propia vida.
Cuando mi esposo y yo nos
casamos, yo era miembro de la
Iglesia pero l no lo era. Aunque me
inquietaba que no fuera mormn,
los dos tenamos una gran fe en
nuestro Salvador, y presenta que Ed
buscara la verdad y la aceptara.
Diez meses despus de nuestro
casamiento, se bautiz. Eramos los
nicos miembros de la Iglesia de
nuestras respectivas familias, y nos
fortaleceramos el uno al otro.
Cuando Ed fue ordenado al
Sacerdocio de Mequisedec, el
concepto del sacerdocio nos
emocion vivamente. El fue el
primer poseedor del sacerdocio de la
familia Okazaki, y, yo, desde luego,
no tena parientes poseedores del
sacerdocio. Hablbamos del
sacerdocio y nos esforzamos juntos
por comprenderlo. Cuan agradecida
me siento por la bondad de Ed y por
las muchas oportunidades que la
Iglesia le dio de ser una bendicin
para los dems. El nunca tom su
sacerdocio con ligereza, sino que
siempre fue un privilegio para l, y
lo ejerci con accin de gracias y
con humildad. El apoyar a mi
marido en sus llamamientos y el
apoyarme l a m en los mos era
parte del compaerismo de nuestro
matrimonio.
En 1988, se nos llam a una
entrevista con el Comit Misional.
Como supusimos que tal vez hubiera
un llamamiento en perspectiva, mi

marido, que haba tenido un ataque


de apopleja dos aos antes, lo cual
le afect el corazn, fue a hacerse
un reconocimiento mdico para
saber a ciencia cierta si poda
aceptar un llamamiento misional. El
mdico le dijo categricamente que
no saliera del pas. Por eso, cuando
le preguntaron si aceptaba un
llamamiento para servir en el
extranjero, con tristeza tuvo que
repetir el veredicto del mdico. Yo
lo habra apoyado de todo corazn
en ese llamamiento que no pudo ser.
Unas semanas ms tarde, yo
recib el llamamiento de servir en la
Mesa Directiva General de la
Primaria y, un ao y medio despus,
fui llamada al cargo que ocupo
actualmente en la Sociedad de
Socorro.
Cuando me iban a apartar, el
presidente Monson, que nos haba
conocido desde haca aos, le dijo a
mi esposo: "Eddie, Chieko te ha
apoyado en tus llamamientos del
sacerdocio en el obispado, como
presidente de misin y como
Representante Regional. Ahora
te toca a ti apoyarla a ella". Ed,
sonriente convino en hacerlo.
Naturalmente, eso no era nada
nuevo para Ed.
Mi marido y yo fuimos felices
progresando en el evangelio como
familia, agradecidos de poder criar a
nuestros hijos y de verlos crecer y
convertirse en hombres
autosuficientes, preparados para
ayudar a los dems. Nos sentimos
felices por la fortaleza que una
inteligente y delicada nuera trajo a
nuestra familia. Nos llen de alegra
ver nacer a nuestros nietos y verlos
seguir el ciclo de la vida familiar.
Nunca haba reconocido la
fortaleza personal de mis hijos como
el ao pasado cuando mi marido se
estaba muriendo. Los tres nos
apoybamos mutuamente y nos
consultbamos unos a otros; Ken se
encarg de hablar con los mdicos y
de los asuntos del hospital.
Posteriormente, cuando mi esposo
Ed falleci, Bob se encarg de los
trmites del funeral y de los trmites
legales que haba que seguir. Del

servicio funerario, me encargu yo.


Mientras cada uno de nosotros
pasaba por las diversas etapas de la
conmocin emocional y del dolor,
nos servamos de apoyo el uno al
otro. Si uno de nosotros precisaba
armarse de valor, poda hacerlo, e
igualmente si otro necesitaba estar a
solas con su pesar, tambin tena la
libertad de hacerlo.
He citado el ejemplo de mi propia
familia, porque he visto por m
misma que es a nuestros familiares a
los que recurrimos en crisis como
sas. Pero sean cuales fueren
nuestras circunstancias familiares,
creo que la fortaleza que
necesitemos siempre la recibiremos
porque proviene de nuestro Salvador
y de Su amor. A veces nuestra propia
fe nos permite sacar fuerzas de ese
amor. A veces la fe y el amor de los
dems nos dan fuerzas.
Si bien no sabemos los problemas
ni los golpes de la adversidad que
nos deparar la vida, las Escrituras
nos prometen que "nada hay
imposible para Dios" (Lucas 1:37), y
podemos decir junto con el apstol
Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece" (Filipenses 4:13).
Las Escrituras estn llenas de
testimonios de la fortaleza que
proviene de nuestro Salvador.
Siempre me llena de nimo y de
regocij el leer las bellas palabras de
los profetas:
De Moiss:
"Jehov es mi fortaleza y mi
cntico, y ha sido mi salvacin"
(xodo 15:2).
David cant:
"Dios es el que me cie de
fuerza, y quien despeja mi camino"
(2 Samuel 22:33).
A Isaas, el Seor le prometi:
"No temas, porque yo estoy
contigo; no desmayes, porque yo soy
tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudar, siempre te sustentar con
la diestra de mi justicia" (Isaas
41:10).
Cmo podemos llegar a tener
esa clase de fe en la fortaleza qu
nos da nuestro Salvador? David dio
a la gente de su poca el siguiente
consejo:

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"Buscad a Jehov y su poder...


continuamente..." (1 Crnicas
16:11).
"Bienaventurado el... que tiene
en ti sus fuerzas, en cuyo corazn
estn tus caminos... Irn de poder
en poder..." (Salmos 84:5, 7).
Hermanas, fortalzcanse
buscando la fuente de la verdadera
fortaleza, que es nuestro Salvador.
Vengan a El. El las ama; desea que
sean felices y se regocija en sus
deseos de ser rectas. Hagan de El su
fortaleza, su compaero constante,
su vara y su cetro. Permtanle
consolarlas. No hay carga alguna
que tengan que llevar solas. Su
gracia compensa nuestras
imperfecciones. La fortaleza de
ustedes pasar a sus hijos, a su
marido, a sus amigas y a sus
hermanas en el evangelio. Esa
fortaleza volver a pasar de ellos a
ustedes cuando la necesiten.
A lo largo de los aos, mis
circunstancias han cambiado. Fui
una mujer soltera, luego la esposa de
un hombre que no era miembro de
la Iglesia, despus esposa eterna al
ser sellados en el templo, fui madre,
y posteriormente, suegra y abuela, y
ahora soy viuda. He conocido el
amor de nuestro Salvador en todas
esas circunstancias. Mi propia fe se
ha visto recompensada al sentir la
presencia y el poder del Salvador en
mi hogar.
Mis queridas hermanas, nuestras
circunstancias no siempre sern las
ideales, pero an as podremos
esforzarnos por vivir a la altura de
nuestros ideales. Desde lo ms
profundo de mi alma y con mis ms
de cincuenta aos de experiencia en
la Iglesia, testifico que nuestro
Salvador hace llegar a todos la
misma misericordia, el mismo poder
sanador y el mismo amor perfecto.
El nos ha asegurado que Su obra y
Su gloria es llevar a cabo nuestra
inmortalidad y nuestra vida eterna.
Qu alegra nos produce el
contemplar la vida eterna con
nuestros familiares como parte de la
gran familia de Dios! Digo esto en el
nombre de nuestro Salvador
Jesucristo. Amn.

"Sed de buen nimo"


Jeanne Inouye
Del Barrio Provo Decimosexto, de la Estaca Edgemont, Provo, Utah

"Cuando hemos sido sinceras con nosotras mismas y humildes ante el


Seor en cuanto a las decisiones pertinentes al trabajo, as como a la
maternidad, podemos seguir adelante con valor."

ecib mi bendicin patriarcal


a los diecisiete aos de edad.
Se me exhort buscar a un
compaero que rae llevara al templo
y se me bendijo para llegar a ser una
madre en Israel. Despus de eso, di
por sentado que terminara mis
estudios superiores, que me casara y
comenzara una familia.
Pero a los treinta aos an no
me haba casado. Fue entonces que
llegu a darme cuenta de que las
promesas mencionadas en mi
bendicin patriarcal tal vez no se
realizaran durante mi vida terrenal.
A pesar de que comprenda que si
era digna y fiel algn da gozara de
todas esas bendiciones, an me
senta preocupada. Me preguntaba
si podra ser feliz si no llegaba a
casarme y a tener una familia tal
como lo haba esperado. Durante
un perodo especialmente difcil,
asist con frecuencia al templo. En

una ocasin, recib un claro


mensaje de Dios de que no tena
que temer.
Al reflexionar sobre aquella
experiencia, llegu a comprender
que mi felicidad no dependa de
cundo me casara o de si era
bendecida con una familia, ni
tampoco de las condiciones de mi
vida, sino de que confiara en Dios y
lo obedeciera. Nuestro Padre
Celestial nos conoce y nos ama a
cada una de nosotras, El conoce las
circunstancias y retos de nuestras
vidas, y El nos ayudar. Las
Escrituras ensean: "Sed de buen
nimo, pues, y no temis, porque yo,
el Seor, estoy con vosotros y os
amparar" (D. y C. 68:6).
Y result que s me cas; yo tena
treinta y cuatro aos y mi esposo
treinta y siete. Queramos empezar a
tener nuestra familia rpidamente,
pero tuvimos dificultades para tener
hijos. Le dijimos a nuestro Padre
Celestial que si nos daba un hijo, se
lo dedicaramos a Su servicio.
Cuando tena treinta y siete aos de
edad, naci nuestra primera hija. Le
pedimos a nuestro Padre Celestial
que nos enviara otro hijo y de nuevo
le prometimos que lo consagraramos
a Su voluntad. Tuvimos otro hijo
cuando yo tena casi cuarenta aos.
Suplicamos tener ms hijos pero no
tuvimos ms.
Emily tiene casi diez aos y
Danny siete, y estamos tratando de
criarlos en cumplimiento a las
promesas que hemos hecho. Tal
como los padres Santos de los
ltimos Das de todas partes,

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reconocemos que nuestros hijos son


un don de Dios y estamos tratando
de ayudarlos a amarlo y servirle.
An tengo mucho que aprender
en cuanto a la crianza de los hijos,
pero la Sociedad de Socorro me ha
dado la oportunidad de compartir
algunas ideas que he aprendido de
mis propias experiencias, as como
de las conversaciones que he tenido
con amistades y familiares. Se
relacionan con mi conviccin de
que debemos tener nimo, porque el
Seor estar con nosotros y nos
ayudar con los diversos pero
inevitables problemas que nos
vendrn a todos.
Una de las cosas que he
aprendido es que la maternidad
conlleva decisiones difciles.
Cuando naci nuestra primera hija,
yo haba trabajado por
aproximadamente doce aos,
primero como maestra y luego como
abogada. Me preguntaba si deba
continuar trabajando. Los ingresos
de mi esposo eran suficientes para
satisfacer nuestras necesidades, pero
ramos aproximadamente veinte
aos mayores que la mayora de los
padres con hijos pequeos. Me
preguntaba si ambos viviramos lo
suficiente para criar a nuestros hijos
y, si yo enviudara, cmo proveera
para ellos. Me preguntaba cuan
difcil sera encontrar un trabajo a
los sesenta aos de edad, en caso de
que surgiese la necesidad cuando
nuestros hijos entraran a la
universidad o recibieran
llamamientos para ir a la misin.
El presidente Kimball, que en
aquel entonces era el profeta,
aconsej a las hermanas de la Iglesia:
"Algunas mujeres, a causa de
circunstancias imprevistas, deben
trabajar. Lo reconocemos... no
obstante, no cometan el error de
desviarse hacia tareas secundarias
que las obligarn a descuidar aquellas
asignaciones eternas como el dar a
luz y la crianza de hijos espirituales
de nuestro Padre Celestial. Oren
cuidadosamente en cuanto a todas
las decisiones que tengan que tomar"
(Spencer W Kimball, discurso
pronunciado en una charla para

mujeres de la Iglesia, el 15 de
septiembre de 1979, reimpreso en
M}> Beloved Sisters, Deseret Book
Company, 1979, pg. 41).
Yo tom este consejo muy en
serio. Saba que tena que decidir si
me encontraba entre aquellas que
deban trabajar. Despus de orar
sinceramente en cuanto al asunto,
le ped a mi esposo que me diera
una bendicin del sacerdocio. En
ella se me prometi que podra
tomar una decisin que sera para el
bienestar de nuestra familia, pero no
indic cul sera la decisin. Trat
de imaginarme el efecto que aquella
decisin tendra en mi esposo, mis
hijos y yo, mientras esperaba recibir
inspiracin. Mi decisin fue la de ser
ama de casa.
Nunca he lamentado aquella
decisin; he gozado de estar en mi
hogar con mis hijos, verlos crecer y
ayudarlos a aprenden Pero s que
algn da tal vez llegar el tiempo en
que tenga que proveer para mi
familia. Despus de haber tratado de
tomar una sabia decisin y de hacer
todo lo necesario para mantenerme
al da en mi profesin, creo que
debo y puedo confiar en que el
Seor me ayudar en caso de que
surja dicha necesidad.
Definir lo que tiene prioridad es
un proceso continuo para todas
nosotras. Por toda la Iglesia, muchas
hermanas en circunstancias mucho
ms difciles que las mas, han
meditado y orado sobre el consejo
de los profetas y buscado la gua del
Espritu Santo a medida que han
tratado de tomar decisiones
correctas en lo que concierne al
bienestar de sus familias. Y no
obstante que esas decisiones han
sido inevitablemente diversas", y
algunas veces no han tenido el
apoyo de los dems, creo que ellas
tambin deben y pueden confiar en
el Seor para que las ayude a
cumplir sus responsabilidades.
Cuando hemos sido sinceras con
nosotras mismas y humildes ante el
Seor en cuanto a las decisiones
pertinentes al trabajo, as como a la
multitud de. decisiones
concernientes a la maternidad,

podemos seguir adelante con valor.


"Porque no nos ha dado Dios
espritu de cobarda, sino de poder,
de amor y de dominio propio"
(2 Timoteo 1:7).
A medida que he tratado de
establecer lo que es ms importante
para m, me he dado cuenta de que
casi siempre tenemos demasiado
que hacer. Como madre que me
quedo en casa con slo dos nios,
tengo demasiado que hacer. Cunto
ms grandes son las exigencias para
las mujeres que trabajan o cuyas
familias son numerosas o que estn
criando solas a sus hijos. Al pensar
en las restricciones de nuestro
tiempo, he llegado a la conclusin
de que el designio de Dios no era
que pudiramos hacer todo lo que
deseramos hacer. Si no hubiese
nada ms que hacer que lo que
individualmente somos capaces de
llevar a cabo, no tendramos que
tomar decisiones y tampoco
llegaramos a reconocer lo que
valoramos ms.
A veces.es difcil saber qu es lo
ms importante. Somos bendecidas
al poder criar a nuestros hijos en
una poca en que el evangelio ha
sido restaurado y en que Dios ha
llamado a profetas para ayudarnos
en el proceso de tomar decisiones.
Estoy agradecida por la gua que
recibimos mediante el presidente
Ezra Taft Benson. En la preparacin

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de este discurso, he estudiado de


nuevo sus consejos con respecto a la
manera en que las madres pueden
bendecir la vida de sus hijos. Me
gustara relatarles la experiencia que
tuve al poner en prctica una de sus
sugerencias.
Tal. como otros profetas, el
presidente Benson nos exhort a
leer las Escrituras diariamente con
nuestra familia. Durante varios
aos, nuestra familia ha estado
tratando de hacerlo. El ao pasado,
sin embargo, not que se nos
presentaba un problema. Nuestros
hijos practican instrumentos
musicales, cosa que les aconsejo que
hagan durante las maanas, cuando
no tienen tantas distracciones Pero
algunas veces se acostaban tarde y
se levantaban tarde; en esos das no
disponan del tiempo suficiente para
terminar la prctica de msica,
vestirse, desayunar y leer las
Escrituras antes de irse a la escuela.
La actividad que inevitablemente se
dejaba de lado era el estudio de las
Escrituras. Algunas veces leamos
un versculo o dos y a veces
decamos que lo haramos despus
de la escuela, pero nuestros .
esfuerzos no eran constantes. Este
ao me di cuenta de que mis
prioridades estaban equivocadas. Se
me ocurri que tal vez estaba
enseando a mis hijos que el estudio
de la msica era ms importante
que el estudio del evangelio. Decid
que en aquellas maanas, cuando
no disponamos de mucho tiempo,
estudiaramos las Escrituras y
pospondramos la prctica de la
msica. Les testifico que he sentido
una gran paz al haber seguido el
consejo del Profeta en este asunto.
El aceptar la gua de nuestro
Padre Celestial mediante las
Escrituras y Sus profetas, es una
fuente de gran fortaleza y valor. Tal
vez no podamos hacer todo, pero El
nos bendecir en nuestros esfuerzos
por hacer aquellas cosas que nos ha
pedido hacer. Al igual que Nefi,
podemos hacer las cosas que el
Seor nos ha mandado, porque
"...El nunca da mandamientos a los
hijos de los hombres sin prepararles

la va para que cumplan lo que les


ha mandado" (INefi 3:7).
Otra fuente de valor han sido las
experiencias que me han enseado
que Dios guiar a las madres en lo que
concierne a las necesidades
individuales de sus hijos. Algunas de
mis oraciones ms fervientes han sido
para suplicar bendiciones para mis
hijos y ayuda para dirigirlos. Aunque
la mayora de las veces las respuestas
se han recibido en la confirmacin de
que debo seguir cierto camino, a veces
me ha sorprendido la claridad con que
nuevas ideas han acudido a mi mente.
Dios har mucho ms. Toda
mujer que ha criado a sus hijos se
preocupa por los errores que ha
cometido. Me siento sumamente
angustiada cuando me doy cuenta
de que he herido los sentimientos de
mis hijos, he sido impaciente o he
desperdiciado las oportunidades de
ayudarlos. Pero cada una de nosotras
puede tener esperanza en la
Expiacin de Cristo, para que no
slo podamos arrepentimos y ser
perdonadas, sino que mediante Su
gracia, nuestros hijos puedan sanar
de las heridas emocionales que tal
vez les hayamos causado y ser
compensados por los errores que
hayamos cometido. Cristo declar:
"La paz os dejo, mi paz os doy;... No
se turbe vuestro corazn, ni tenga
miedo" (Juan 14:27).
Estoy agradecida de ser madre;
testifico que la maternidad es, tal
como dice mi bendicin patriarcal,
"una tarea sublime e importante dada
a las mujeres de la Iglesia". Agradezco
a mi Padre Celestial el privilegio de
asistir en Su obra de "llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna del
hombre" (Moiss 1:39).
Testifico de Su amor e inters por
ayudarnos, del acceso a Su gua por
medio de profetas y la oracin, as
como de Su misericordia y perdn
por los errores que cometemos.
Como madres en Sin, y como
hermanas en el Evangelio de
Jesucristo, estamos en la obra del
Seor. Tengamos buen nimo,
porque El estar con nosotras y a
nuestro lado. En el nombre de
Jesucristo. Amn.

"Examina la senda de
tus pies"
Elaine L. Jack
Presidenta General de la Sociedad de Socorro

"Todas tenemos el privilegio de tratar de saber, por medio de la oracin,


la voluntad del Seor para con nosotras."

is queridas hermanas, deseo


expresarles lo que siento
por el evangelio y mi amor
por mi Padre Celestial. Qu gran
bendicin hallarnos reunidas, hablar
de los temas que en verdad
importan y saber que estamos unidas
en esta gran obra!
Nos encontramos aqu en esta
ocasin no por lo que hacemos sino
por lo que somos: hijas de nuestro
Padre Celestial. Tenemos en mucho
esa definicin porque somos mujeres
que han entrado en el convenio.
Nuestros convenios tienen suma
importancia por haberlos hecho con
el Seor, y nos sirven de
fortificacin en contra del podero
de la oposicin, como un refuerzo,
as como de recordatorio del motivo
por el que estamos aqu. Las mujeres
y los hombres de esta Iglesia dan

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testimonio al mundo de que esta


vida es la etapa en la que debemos
prepararnos para comparecer ante
Dios. Aun cuando vivimos en
tiempos muy difciles en los que nos
salen al paso grandes problemas,
estamos en el camino que lleva a la
vida eterna y no podemos permitir
que nada nos retarde ni nos impida
el paso.
En Proverbios leemos la
admonicin; "Examina la senda de
tus pies" (Proverbios 4:26). Hay
muchos pies que se afanan
laboriosamente en esta Iglesia.
Todos hemos odo el consejo de
"estar anhelosamente empeados"
y la aclaracin de que debe ser "en
una causa buena" (D. y C. 58:27).
De esa."causa buena" hablar en
esta ocasin.
Ser una mujer que ha entrado en
el convenio es una sagrada y santa
responsabilidad, y la tenemos en
forma exclusiva. No es por
casualidad que nos hallamos en la
obra del Seor en la actualidad, sino
que es por eleccin que vinimos a
esta tierra para seguir el camino de
nuestro Salvador. Al bautizarnos,
hicimos convenio, como lo hicieron
los nefitas en las aguas de Mormn,
de ser llamadas Su pueblo, de
servirle, de guardar Sus
mandamientos, de ser testigos de
Dios en todo momento, y en todas
las cosas y en todo lugar, (vase
Mosah 18:8-10).
El convenio que hemos hecho de
seguir a Cristo est enmarcado

contraste con muchas personas


cuyas opiniones llenan los
peridicos, cuya nueva moralidad
cubre las pantallas de cine y
televisin y cuyos valores, al
actualizarse, se han desarraigado.
Las mujeres que hemos entrado
en el convenio buscamos la
exaltacin y la paz de la vida eterna
en el Reino Celestial. Con esa
resolucin viene la serena seguridad
que habla apaciblemente a nuestras
almas y nos confirma que la paz y el
amor, la esperanza y la gentileza, la
reverencia, el regocijo y la
obediencia producen cambios y
buenas obras. En verdad, nos
presentamos hoy ante el mundo
para regocijarnos, no en el poder de
hombres y mujeres, sino en la
bondad de Dios.
Hermanas, ya ha pasado el
tiempo de limitarnos slo a creer;
tenemos que ser vehementes en
nuestras creencias. La mujer del
presente anhela con toda el alma las
cosas del Espritu. Una de las
razones principales por las que las
mujeres asisten a la Sociedad de
Socorro es para recibir alimento
espiritual y aprender ms de las
enseanzas de Dios. Nuestro
testimonio personal, al ir
acrecentndose, patrocina nuestra
causa de "Venir a Cristo".
Hoy en da vemos a nuestro
alrededor al adversario en plena
faena... y va teniendo xito; ha
deformado las verdades para
conseguir sus fines, y multitud de
personas le han seguido. O nos
aferramos con firmeza a la barra de
hierro o, quiz, inconscientemente,
vamos soltando algunos dedos y nos
vamos deslizando lentamente. Tal
vez piensen "Yo no", pero nadie est
libre de ello; como tampoco estamos
libres de evadir responsabilidades y
decisiones en el mpetu frentico de
hacerlo todo, el deseo de tenerlo
todo y la tendencia a justificarnos
afirmando que lo necesitamos
todo... y ahora mismo. Satans es
despiadado y sus esfuerzos son
constantes.
Eliza R. Snow dijo: "Nosotras nos
encontramos, en una posicin

diferente... Hemos hecho convenio


con Dios y comprendemos Su
orden" (Millenial Star, septiembre de
1871, pg. 578). Entre esos
convenios est el consejo a Emma
Smith, que se encuentra en
Doctrina y Convenios, y que dice:
"...desechars las cosas de este
mundo y buscars las de uno mejor"
(D.yC.25:10).
Yo deseo cumplir ese mandato.
El sendero, estrecho y angosto, lo
marc Jesucristo. Isaas lo llam el
"Camino de Santidad" (Isaas 35:8).
Testifico que el Seor ha confiado a
las mujeres de esta Iglesia las obras
ms sagradas del camino a la
perfeccin.
Supe de una madre de cinco nios
pequeos, del estado de Carolina del
Sur, que, habindose lesionado la
columna vertebral, qued postrada
en cama. En una carta me contaba
de las "pequeas brigadas de
compasin" de su barrio que la
atendieron da y noche; me deca:
"Me daban de comer, me
remendaban la ropa, me enjugaban
las lgrimas y me administraban
terapia por las noches,
asegurndome constantemente que
no era ninguna molestia, que slo
deseaban aprender ms de la
caridad y precisaban a alguien en
quien ponerla en prctica".
En algunas ocasiones hay
personas que nos tienden la mano y
nos ayudan, pero hay otras
oportunidades en que no hay nadie
que nos ofrezca la mano, slo el
Seor.
Una hermana de noventa y tres
aos de edad, del estado de Idaho,
describa su vida con estas palabras:
"He tenido alegras, y muchos
problemas y muchos pesares". Por
nuestras propias experiencias en la
vida, podemos comprender las de
ella. Aun cuando nuestro Seor
Jesucristo pudo haberse valido de
los poderes de los cielos, Sus sendas
fueron casi siempre solitarias y Su
padecimiento final infinito, y lo
sufri solo.
La causa de Cristo fue
excepcional y tuvo una finalidad
determinada, pues El dijo: "...vine al

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mundo a cumplir la voluntad de mi


Padre..." (3 Nefi 27:13). Nosotras
tambin debemos hacerlo. Nuestros
deseos de tomar con seriedad los
convenios que hacemos nos
brindarn consuelo en medio del
pesar, alegra en medio del dolor,
bendiciones en medio del
sufrimiento.
En toda la Iglesia hay mujeres
magnficas que ejercen una gran
influencia. Hermanas, tenemos
mucho que compartir: nuestra
fortaleza espiritual, la percepcin de
nuestro propsito, nuestra
dedicacin al evangelio, las
bendiciones que recibimos del santo
sacerdocio. Examinemos juntas
estos cuatro aspectos en que
podemos influir en los dems.
Somos mujeres de fortaleza espiritual!
Tenemos dentro de nosotras el
Espritu del Seor que nos gua por
el sendero de la rectitud. A diario,
escogemos entre la tentacin y la
santificacin; tratamos de gozar de
momentos espirituales al leer las
Escrituras; oramos y llevamos una
oracin en el corazn. Conocemos
la paz que proviene no del aplauso
de los dems sino de la voz apacible
y delicada que nos habla con
dulzura. Escuchamos menos al
mundo y ms a la inspiracin que
proviene de lo alto.
Recordemos que el espritu no es
lo mismo que el ego; el espritu no
se realza con el egosmo, ni con la
lstima ni el orgullo de s mismo, ni
con engaarse a s mismo. "Ser de
nimo espiritual es vida eterna"
(2 Nefi 9:39).
Nuestra espiritualidad tambin
nos la reforzamos mutuamente.
Manifestmonos caridad las unas a
las otras; demostrmonos comprensin y no nos juzguemos; seamos
bondadosas y no nos critiquemos;
sintamos alegra y no envidia.
Amemos como el Seor ama.
Pienso en un pequeo grupo de
hermanas de Bangalur, India, que
tienen slo una vez al mes la
reunin de la Sociedad de Socorro;
las dems semanas se renen en
pequeos grupos en casas

Seor que est siempre con


nosotros? (vase Mateo 28:20). No
slo est a nuestro lado en la Iglesia,
en el templo o cuando nos
arrodillamos a orar; El est siempre
con nosotros si vivimos de acuerdo
con Sus enseanzas.

particulares. Las visit el ao pasado


y no tard en darme cuenta de que
el Espritu del Seor estaba con
ellas. Cuando su presidenta, de
treinta aos de edad, conversa
desde hace dos aos, me present y
dio testimonio de las bendiciones de
la hermandad de la Sociedad de
Socorro, me conmovi el amor que
se demostraban unas a otras. Son
mujeres de Dios. Sent el Espritu de
Dios en esa ocasin tal como lo
siento ahora, entre nosotras.
Somos mujeres que tenemos a
percepcin de nuestro propsito!
El profeta Miqueas, del Antiguo
Testamento, dijo: "Aunque todos los
pueblos anden cada uno en el
nombre de su dios, nosotros...
andaremos en el nombre de Jehov
nuestro Dios eternamente y para
siempre" (Miqueas 4:5).
Nos preguntamos cmo, en este
complejo mundo, andaremos en el
nombre del Seor nuestro Dios,
cuando los asuntos del hogar, de la
familia, del matrimonio, del trabajo,
de los hijos, de la edad y de la
muerte forman parte tan importante
de nuestro diario vivir. Y cmo
pensaremos igual que el Seor
cuando nos sintamos desanimadas,
cmo pensaremos con prudencia
cuando estemos abatidas, cmo
seremos pacientes en medio de los
apremios de la vida y nos sentiremos
respetadas cuando se nos rechace.

Hermanas, acudamos al Seor.


A El le interesan profundamente
nuestra felicidad y nuestro bienestar.
Hablemos con El seriamente y a
menudo, y recibiremos la respuesta
que busquemos.
A continuacin, echemos una
mirada a lo que ocupe un lugar de
prioridad en nuestra vida. Las
mujeres que hemos entrado en el
convenio tenemos que dar
precedencia a lo que en verdad
importa; el hogar, la familia y las
personas en general son los que
importan. Para las que tengan nios,
ellos deben tener prioridad. No me
refiero a mantenerlos limpios y
alimentados, aunque esto es
importantsimo, me refiero a amar
a nuestros hijos y a ensearles
principios rectos; me refiero al
corazn dispuesto que pone las
necesidades eternas de los hijos
delante de las preferencias
personales; me refiero al dolor que
se siente cuando alguno de nuestros
hijos ha extraviado el camino y lo
ayudamos a volver dando un paso
a la vez.
Cuando era yo una joven madre,
recuerdo haber dicho a mi hijo
menor, Gordon, un da en que se
cay de la bicicleta y no slo se
lastim las rodillas sino que tambin
perdi la confianza: "Aqu estoy,
contigo", rodendolo con mis brazos
para consolarlo. "Aqu estoy,
contigo". No nos recuerda eso al

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Somos mujeres de dedicacin!


Presenci esa dedicacin al
visitar a una hermana en su hogar
en Filipinas. No tena ninguna de
las comodidades del mundo; sus
ocho hijos vivan apiados en una
choza de dos habitaciones sostenida
sobre dbiles pilares. Al llegar a la
puerta, tras subir la escalera de
mano, me llev de inmediato a un
rincn donde haba una mquina de
coser porttil en una mesita; no era
una mquina de coser moderna que
haca una variedad de puntadas,
nada de eso: Era una mquina ms
antigua que la de mi madre! Pero la
hermana no me la mostraba para
presumir, no, lo que deseaba era
demostrarme su dedicacin.
Durante dos aos, haba hecho
costuras para otra gente'en esa
sencilla mquina de coser a fin de
ganar el dinero indispensable con el
que llevar a su familia al templo
para ser sellados all. El ltimo de
sus hijos, segn me dijo sonriendo,
naci en el convenio.
Estaba dedicada a sus convenios
y valoraba las bendiciones del
sacerdocio que haban llegado a su
vida a causa de su fidelidad. No se
qued estancada despus del
bautismo porque comprenda que
"de aquel a quien mucho se da,
mucho se requiere" (D. y C. 82:3).
Gracias a sus labores, su familia fue
sellada para siempre. Imaginen su
alegra!
Somos mujeres que conocemos las
bendiciones del sacerdocio!
Contamos con las bendiciones
del sacerdocio en stos, los ltimos
das, lo cual nos hace ver con
claridad y actuar como corresponde.
Como discpulas de Cristo se nos
bendice con mucho ms qu sentido
comn, buenas ideas y rectas
inclinaciones. Debemos recordar

siempre que "Jesucristo, es el Gran


Sumo Sacerdote de Dios. Por
consiguiente, Cristo es la fuente de
toda autoridad y poder verdaderos
del sacerdocio en esta tierra"
(Encyclopedia of Mormonism, Nueva
York: Macmillan, 1992, pg. 1133).
Sabemos lo que significa
depositar nuestra fe, nuestras
oraciones, nuestra confianza y
nuestra estimacin en aquellos a los
que Dios ha nombrado para dirigir.
El Seor nos ha dicho: "...sea por mi
propia voz o por la voz de mis
siervos, es lo mismo" (D. y C. 1:38).
Quiero que sepan que yo, como
Presidenta General de la Sociedad de
Socorro, acepto de corazn las
bendiciones que provienen del servir
bajo la direccin de lderes que
poseen el sacerdocio. Debemos
permanecer unidos como pueblo para
que el Seor nos llame uno. El eider
John A. Widtsoe habl de hombres y
mujeres unidos en su devocin
conjunta a principios rectos,
diciendo: "En las ordenanzas del
sacerdocio, el hombre y la mujer
tienen partes iguales... En la iglesia de
Cristo la mujer no est subordinada al
hombre, sino que est al mismo nivel
que l" (Relief Society Magazine,
junio-julio de 1943, pg. 373).
Mujeres y hombres tienen a su
alcance todas las bendiciones del
sacerdocio que son esenciales para
la salvacin: las bendiciones del
bautismo, de recibir el Espritu
Santo, de renovar los convenios
hechos por medio de la Santa Cena
y de hacer los convenios del templo
y guardarlos. Como mujeres que han
entrado en el convenio,
comprendemos la directiva de
Doctrina y Convenios, que se aplica
tanto a la mujer como al hombre:
"...a tal grado han puesto su
corazn en las cosas de este mundo,
y aspiran tanto a los honores de los
hombres, que no aprenden esta
leccin nica;
"Que... los poderes del cielo... no
pueden ser gobernados ni
manejados sino conforme a los
principios de justicia" (D. y C.
121:35-36).
Quisiera repetir: "Examina la

senda de tus pies". Recurramos al


Seor y a Sus profetas en busca de
orientacin y gua, como mis
excelentes consejeras y nuestra fiel
hermana lo han testificado hoy.
Meditemos sobre el mensaje que
nos ha dado un Apstol de
Jesucristo: el eider M. Russell
Ballard no ha aconsejado no juzgar
a los dems por las decisiones que
tomen; nos ha recordado que todas
tenemos el privilegio de tratar de
saber, por medio de la oracin, la
voluntad del Seor para con
nosotras con respecto a los
problemas de la vida. Adems, nos
ha recordado que ste es el plan de
Dios y que no tenemos el derecho
de cambiarlo ni manipularlo

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indebidamente.
Les pido que den la debida
importancia a esos mensajes; sepan
que provienen del Seor por medio
de Sus siervos. Al testimonio de
ellos aado el mo. S que nosotras,
hijas del Altsimo, estamos aqu para
hacer la voluntad del Seor en una
poca que es muy difcil, pero en la
que los ngeles de Dios se regocijan
por nuestras labores. S que el
Seor reina sobre todas las cosas y
que El ha preparado un lugar para
nosotras en Su reino en lo alto. S
que como mujeres que han entrado
en el convenio escogeremos el
sendero que conduce a la vida
eterna. En el nombre de Jesucristo.
Amn. D

Tambin se dirigen a
nosotros
Conferencia G e n e r a l Semestral, 2 y 3 de octubre de 1993

residente Gordon B. Hinckley,


Primer Consejero de la
Primera Presidencia:
"Agradezco al Seor el
conocimiento que me ha dado de
que Jos Smith fue un Profeta del
Dios viviente."
"Agradezco a mi Padre Celestial el
testimonio que tengo de la realidad
de la Primera Visin. Me he detenido
entre los rboles donde Jos Smith se
arrodill de joven, y escuchado la
confirmacin del Espritu
asegurndome que las cosas pasaron
tal como l dijo que haban pasado."
Presidente Thomas S. Monson,
Segundo Consejero de la Primera
Presidencia: "Elijan a sus amigos con
cuidado, porque tratarn de ser como
ellos e irn a donde ellos quieran ir."
"Las palabras que pronunciemos
reflejarn los sentimientos de
nuestro corazn, la fuerza de
nuestro carcter y la profundidad de
nuestros testimonios."
Elder L. Tom Perry del Quorum

de los Doce Apstoles: "Espero y


ruego que ustedes, los excelentes
nios y jvenes de la Iglesia, tengan
el valor de "hacer lo justo"
continuamente. Ms an, les
sugiero que cada uno elija o busque
recordatorios que les ayuden a
ustedes y a sus seres queridos a
hacer lo justo cuando deban tomar
una decisin."
"Les prometo que, si
constantemente deciden hacer lo
justo (lo correcto), recibirn
felicidad eterna."
Elder Monte J. Brough de la
Presidencia de los Setenta: "Estoy
seguro de que todos los que me
escuchan se pueden beneficiar al
meditar sobre la vida de los que
sostenemos como Autoridades
Generales de la Iglesia. Encontrarn
entre ellos grandes ejemplos y
llegarn a darse cuenta de cules de
ellos poseen 'un corazn perfecto'."
Elder John H. 29 de los
Setenta: "Siempre debemos orar

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para recibir ayuda, pero siempre


debemos escuchar para recibir la
inspiracin y las impresiones para
proceder de maneras diferentes de
las que se nos haban ocurrido."
Elder Eugene Hansen de los
Setenta: "El gozo y la felicidad
verdaderos provienen de vivir de tal
manera que nuestro Padre Celestial
est complacido con nosotros."
"No se puede desobedecer los
mandamientos de Dios y ser felices.
Recordemos el pasaje de las
Escrituras que se ha citado ya en esta
conferencia y que dice: "...la maldad
nunca fue felicidad" (Alma 41:10)."
Elder Hugh W. Pinnock de los
Setenta: "Para tener xito, el hogar
debe basarse tanto en el amor y los
deseos de ayudar de los hijos como
en el amor de los padres al cumplir
sus responsabilidades."
"Cuando surjan problemas en el
hogar, tengan una buena disposicin
para perdonar. Cuando sea
necesario, ayuden a sus padres en el
cuidado de sus hermanos menores;
ustedes son sus hroes."
Elder E Enzio Busche de los
Setenta: "No hay salvacin sin
Cristo, y El no puede estar con
nosotros a menos que luchemos
constantemente por ser honrados
con nosotros mismos."
Obispo Robert D. Hales del
Obispado Presidente: "Del tierno
cuidado que mi padre les daba a mi
madre y a mi hermana aprend a
respetar a la mujer. Pap era el
primero que se levantaba despus de
cenar para levantar la mesa. A
pedido de mi padre, mi hermana y
yo nos encargbamos de lavar la
vajilla todas las noches. Si no
estbamos en casa, pap y mam
limpiaban la cocina juntos."
Elder Jacob de Jager, Miembro
Emrito de los Setenta: "Aprendan
a sentirse satisfechos; da el mismo
trabajo que estar disgustado y es
mucho ms agradable."
"Acostmbrense a decir cosas
agradables en vez de hacer
comentarios negativos."
"Vivan y honren los convenios
que hicieron cuando se
bautizaron."

Correlacin de los
discursos de la
conferencia con los
cursos de estudio de
la Iglesia
El cuadro que figura a continuacin tiene por objeto servir de ayuda en el estudio del evangelio tanto a
bs padres, como a los maestros y a os miembros de la Iglesia en forma individual. En l se correlacionan los
discursos pronunciados en la Conferencia General de octubre de 1 993 con bs cursos de estudio de los
adultos para 1994.
GUA DE ESTUDIO PERSONAL DEL
SACERDOCIO DE MLQUISEDEC 1994
Leccin
Discursante
Brough, M. J.
1
Scott, R. G.
3
Conde, S. j.
4
Hinckley, G. B. (domingo por la
5
maana); Banks, B. B.
Monson, T. S. (domingo por la
6
maana); Groberg, J. H.
Perry,L.T.;Hansen,W. E.
10
Busche, F. E.
13
Condie, S. j.
14
Peterson, H. B.
15
Pinnock, H. W.
18
Amado, C. H-; Komatsu, A. Y.
19
Hales, R. D.
20
Christensen, J. J.
21
Oaks, D. H.
22
Faust, J. E.; Peterson, H. B.
23
26
dejager,].;Holland,J. R.
Groberg, J. H.
27
Amado, C. H,; de Jager, J.
29
30
Ballard, M. R.
31
Haighr, D. B.
Poeiman, R. E.
34
35
Scott, R. G.
36
Wirthlin,J.B.

Leccin
1
4
7
8
10
Leccin
4

Instruccin sobre el Hogar y la


Familia
Packer, B. K.
Packer, B. K.; Oaks, D. H.
Komatsu, A. Y.
Hinckley, G. B. (domingo por la
maana); Banks, B. B.; Hales, R. D,
Scott, R. G.
Servicio Caritativo/Relaciones
Sociales
Christensen, J. J.; Peterson, H. B.

' ! : #

GUIA DE ESTUDIO PERSONAL DE LA


SOCIEDAD DE SOCORRO 1994
Leccin
Vida Espiritual
2
Scott, R. G.
Maxwell, N. A.; Condie, S.J.
5
6
Nelson, R. M.
Perry, L. T.; Wirthlin; J. B.;
7
Pinnock, H. W.
12
Perry, L. T.; Christensen, J. J.;
Condie, S. J.; Peterson, H. B.
13
Busche, F. E.; Hansen, W. E.
18
Holland,].R.
Leccin
2
10

Administracin del Hogar


Monson, T. S. (domingo por la
maana).
Banks, B. B.

bibliotecasud.blogspot.com

5
8
9
10

Haight, D. B.
Pearce, V. H.
Peterson, H. B.
Banks, B. B-; Poclman, R. E.

DOCTRINA DEL EVANGELIO 1994: EL


ANTIGUO TESTAMENTO
Leccin
Discursante
3
Packer, B. K.; Nelson, R. M.;
Wirthlin,J.B,;Conde,S.J.;
Komatsu, A.Y.
Packer, B. K.; Maxwell, N. A.;
4
Nelson, R.M.; Oaks. D.H.;
HollandJ.R.; Hales, R.D.
5
Holland.J.R.
8
Peterson, H. B.
10
Faust, ]. E.; Busche, F. E.;
Groberg, J. H,
Hinckley, G. B. (domingo por la
14
maana); Monson, T, S.
(sacerdocio).
16
Perry, L. T.; Pinnock, H. W,
19
Wirthlin.J.B,; Amado, C, H,
Brough, M. j.
20
Scott, R. O.; Hansen, W. E.
'23
28
Pearce, V. H.
29
Ballard, M. R31 .
Haight, D. B.; de Jager, J.
32
Banks, B. B. Poelman, R. E.
Christensen, J. J.
16
Hinckley, G. B. (sacerdocio).
39
43
Monson, T. S. (domingo por la
maana).
SERVICIOS DE BIENESTAR
Tenia
Discursante
El hacer frente
Monson, T. S. (domingo
a los retos de
por la maana).
la vida

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El centro de Salt Lake City


resplandece bajo el sol de la tarde.
Al fondo se ven las montaas Wasatch.
Para los santos pioneros, las montaas
simbolizaban la fortaleza del evangelio
de Jesucristo y el poder que los gui al
Valle del Gran Lago Salado por medio
de revelaciones. Hoy en da, los miembros de la Iglesia se renen aqu dos
veces al ano para asistir a la conferencia general y escuchar a los profetas,
videntes y reveladores de Dios y as
fortalecerse espiritualmente.

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