Los Dos Soras
Los Dos Soras
Los Dos Soras
Vagando sin rumbo, Juncio y Analquer, de la tribu de los soras, arribaron a valles y
altiplanos situados a la margen del Urubamba, donde aparecen las primeras
poblaciones civilizadas de er!"
#n iquillacta, aldea marginal del gran r$o, los dos %&venes salva%es permanecieron
toda una tarde" Se sentaron en las tapias de una r!a, a ver pasar a las gentes que
iban y ven$an de la aldea" Despu's, se lanzaron a caminar por las calles, al azar"
Sent$an un bienestar ine(able, en presencia de las cosas nuevas y desconocidas que
se les revelaban) las casas blanqueadas, con sus enre%adas ventanas y sus te%ados
ro%os) la c*arla de dos mu%eres, que mov$an las manos alegando o escarbaban en el
suelo con la punta del pie completamente absorbidas) un vie%ecito encorvado,
calent+ndose al sol, sentado en el quicio de una puerta, %unto a un gran perrazo blanco
que abr$a la boca, tratando de cazar moscas, Los dos seres palpitaban de %ubilosa
curiosidad, como (ascinados por el espect+culo de la vida de pueblo, que nunca
*ab$an visto" Singularmente Juncio e-perimentaba un deleite indecible" Analquer
estaba muc*o m+s sorprendido" A medida que penetraban al coraz&n de la aldea
empez& a azorarse, presa de un pasmo que le aplastaba por entero" Las numerosas
calles, entrecruzadas en varias direcciones, le *ac$an perder la cabeza" .o sab$a
caminar este Analquer" /ba por en medio de la calzada y sesgueaba al acaso, por todo
el anc*o de la calle, c*ocando con las paredes y a!n con los transe!ntes"
012u' cosa3 4 #-clamaban las gentes0" 2u' indios tan est!pidos" arecen unos
animales"
Analquer no les *ac$a caso" .o se daba cuenta de nada" #staba completamente (uera
de s$" Al llegar a una esquina, segu$a de (rente siempre, sin detenerse a escoger la
direcci&n m+s conveniente" A menudo, se paraba ante una puerta abierta, a mirar una
tienda de comercio o lo que pasaba en el patio de una casa" Juncio lo llamaba y lo
sacud$a por el brazo, *aci'ndole volver de su con(usi&n y aturdimiento" Las gentes,
llamadas a sorpresa, se reun$an en grupos a verlos)
012ui'nes son3
0Son salva%es del Amazonas"
0Son dos criminales, escapados de una c+rcel"
0Son curanderos del mal del sue5o"
0Son dos bru%os"
0Son descendientes de los /ncas"
Los ni5os empezaron a seguirles"
06am+0re(er$an los peque5os con asombro0, tienen unos brazos muy (uertes y est+n
siempre alegres y ri'ndose"
Al cruzar por la plaza, Juncio y Analquer penetraron a la iglesia, donde ten$an lugar
unos o(icios religiosos" #l templo aparec$a pro(undamente iluminado y gran n!mero de
(ieles llenaban la nave" Los soras y los ni5os que les segu$an, avanzaron descubiertos,
por el lado de la pila de agua bendita, deteni'ndose %unto a una *ornacina de yeso"
7rat+base de un servicio de di(untos" #l altar mayor se *allaba cubierto de pa5os y
crespones salpicados de letreros, cruces y dolorosas alegor$as en plata" #n el centro
de la nave aparec$a el sacerdote, revestido de casulla de plata y negro, mostrando una
gran cabeza calva, cubierta en su vig'sima parte por el solideo" Lo rodeaban varios
ac&litos, ante un improvisado altar, donde le$a con m$stica unci&n los responsos, en un
(acistol de *o%alata" Desde un coro invisible, le respond$a un maestro cantor, con voz
de ba%o pro(undo, mon&tona y llorosa"
Apenas son& el canto sagrado, poblando de con(usas resonancias el templo, Juncio se
ec*& a re$r, pose$do de un %!bilo irresistible" Los ni5os, que no apartaban un instante
los o%os de los soras, pusieron una cara de asombro" Una aversi&n repentina sintieron
por ellos, aunque Analquer, en verdad, no se *ab$a re$do y, antes bien, se mostraba
estupe(acto ante aquel espect+culo que, en su alma de salva%e, tocaba los l$mites de lo
maravilloso" 6as Juncio segu$a riendo" #l canto sagrado, las luces en los altares, el
recogimiento pro(undo de los (ieles, la claridad del sol penetrando por los ventanales a
de%ar c*ispas, *alos y colores en los vidrios y en el metal de las molduras y de las
e(igies, todo *ab$a cobrado ante sus sentidos una gracia adorable, un encanto tan
(resco y *ec*izador, que le colmaba de bienestar, elev+ndolo y *aci'ndolo ligero,
ingr+vido y alado, sacudi'ndole, *aci'ndole cosquillas y despertando una vibraci&n
incontenible en sus nervios" Los ni5os, contagiados, por (in, de la alegr$a candorosa y
radiante de Juncio, acabaron tambi'n por re$r, sin saber por qu'"
Apenas son el canto sagrado, poblando de confusas resonancias
el templo, Juncio se ech a rer, posedo de un jbilo irresistible.
Vino el sacrist+n y, persigui'ndoles con un carrizo, los arro%& del templo" Un individuo
del pueblo, indignado por las risas de los ni5os y las soras, se acerc& en(urecido"
0/mb'ciles" 1De qu' se r$en3 8las(emos" Oye 4 le di%o a uno de los peque5os 91de qu'
te r$es, animal3
#l ni5o no supo qu' responder" #l *ombre le cogi& por un brazo y se lo oprimi&
brutalmente, rec*inando los dientes de rabia, *asta *acerle cru%ir los *uesos" A la
puerta de la iglesia se (orm& un tumulto popular contra Juncio y Analquer"
0Se *an re$do0 e-clamaba iracundo el pueblo0" Se *an re$do en el templo" #so es
insoportable" Una blas(emia sin nombre,
: entonces vino un gendarme y se llev& a la c+rcel a las dos soras"