Sociología Clínica I PDF
Sociología Clínica I PDF
Sociología Clínica I PDF
Universidad de la Repblica
Facultad de Psicologa
2003
1
Compilador
Jorge Barcel
Universidad de la Repblica
Facultad de Psicologa
2003
2
ndice
Ana M. Arajo: Introduccin .................................................................. 3
Jorge Barcel: Presentacin................................................................... 4
Ana M. Arajo: Interjuego de lo psquico y lo social ...........................5
Vincent de Gaulejac: Entre el inconsciente y los determinismos sociales 11
Eugne Enriquez: El anlisis clnico en ciencias humanas ................... 21
Eugne Enriquez: Ponencia al Primer Encuentro de Sociologa Clnica en
Uruguay ......................................................................................................32
Jacques Rhaume: Dimensiones epistemolgicas de las relaciones entre
teora y prctica ........................................................................................39
Ana M. Araujo: Desde el lado oscuro de la excelencia empresarial, hacia
una posible utopa de la vida........................................................................ 48
Equipo docente de Sociologa: Ms all de las cifras - Vivencias del
desempleo hoy .......................................................................................58
Eduardo Alvarez Pedrosian: La escucha activa en la comprensin crtica ..78
Nota: esta ficha es de circulacin interna, destinada a estudiantes
universitarios de la Universidad de la Repblica.
3
Introduccin
A partir de esta primera Ficha, centrada en la concepcin de implicacin e
investigacin de la Sociologa Clnica, queremos realizar -desde la ctedra de
Introduccin a la Sociologa e Historia Social del Uruguay de la Facultad de
Psicologa (Universidad de la Repblica)- un aporte terico que habilite la
reflexin, la crtica y el debate sobre orientaciones contemporneas en el
campo de las Ciencias Humanas en general.
Nos parece fundamental que, a travs del anlisis de estos textos, abramos un
nuevo espacio que posibilite una mayor comprensin de la sociedad actual, en
movimiento.
Comprensin que genere conocimiento y transformacin.
Dra. Ana Mara Arajo
4
Presentacin
Con la presente ficha se inicia, esperamos, una nueva etapa en la edicin de
los materiales bibliogrficos que ofrecemos a nuestros estudiantes de la carrera
de Psicologa: ediciones dignas, impresas en formato libro, con textos
revisados y de inters permanente.
Hemos preferido iniciarla con documentos pertenecientes a la corriente de
Sociologa Clnica, la mayora de los cuales son de difcil acceso, ya sea por
haber sido publicados originalmente en francs o por estar agotados en
libreras.
Recoge varios trabajos medulares de los fundadores de la referida corriente:
Vincent de Gaulejac, Jacques Rhaume y Eugne Enriquez, traducidos al
espaol por Argene Benedetti. Unos presentan una visin general del itinerario
intelectual realizado por el anlisis clnico en Ciencias Humanas, a la vez que
otros versan sobre aspectos epistemolgicos y metodolgicos cruciales que
plantea la citada corriente.
Tambin se editan dos artculos de Ana M. Arajo: Interjuego de lo psquico y
lo social", referido a la construccin del conocimiento de lo social desde la
Sociologa Clnica, y "Desde el lado oscuro de la excelencia empresarial, hacia
una posible utopa de la vida", en el que reflexiona sobre las particularidades
de la sociedad managerial actual.
Asimismo, se ha incorporado el texto "Mas all de las cifras - Vivencias del
desempleo hoy", informe de avance de la investigacin sobre "Impactos del
desempleo" dirigida por Arajo y que fuera elaborado por el equipo de
investigadores, el cual constituye una apretada sntesis de algunas de sus
conclusiones.
Finalmente, se recoge el artculo "La escucha activa en la comprensin crtica",
de inters epistemolgico, producido por el Antroplogo Eduardo lvarez,
integrante del equipo docente de la materia.
Agosto de 2003
Lic. Jorge Barcel
Compilador
5
INTERJUEGO DE LO PSQUICO Y LO SOCIAL
Eros y Thanatos
Dra. Ana M. Araujo
"Nosotros sabemos que el orden se constituye a
partir del desorden; que el amor no existe sin la
experiencia de la muerte; que la Ley y el deseo se
funden recprocamente."
Eugne Enriquez
Evitar la doble trampa de la vivencia subjetiva sin el entorno conceptual y
terico de lo social, y de lo social sin la vida, como deseo y conflictividad nica
e inmanente, de eso hoy se trata.
Enfrentarnos hoy, como investigadores, a una vasta gamas de inteligibilidades
parciales, indisociables de un dispositivo multidimensional.
Romper el orden del discurso.
Aceptar nuestras incapacidades y re-conocer campos disciplinarios que
encerrados en s mismos no darn nunca cuenta de la complejidad de los seres
humanos como proyecto, abierto, espacio-temporal.
Trabajar el conflictivo binomio hombre-sociedad -desde una actitud nmade-
sin esquemas referenciales tericos que den respuestas a todo y totalicen el
mundo, la vida, o el deseo y la pasin.
Osar transgredir la Norma -de un anlisis socio-econmico esclerosado o de un
psico-anlisis centrado solamente en "la Falta": la sublimacin y la Ley.
Atrevernos a incursionar en el territorio libre del deseo, donde los fantasmas
existen y el imaginario es real.
Y entonces, comenzar a preguntarnos:
Por qu no la crisis de la modernidad?
Por qu las ideologas del siglo pasado y de este siglo agonizante ya no
alcanzan para interpretar el mundo ni en lo psquico, ni en lo social?
Por qu nos dicen desde Enriquez y De Gaulejac, los pensadores de la
Sociologa Clnica, por que no comenzar a desentraar los mecanismos ocultos
del hombre en lo social, confrontndose as con el campo de la ideologa y sus
bifurcaciones, de la pulsin secreta que se desprende de un grupo, del anlisis
riguroso y devastador de la opresin internalizada, de los mecanismos
inconscientes que se establecen en toda relacin dominado-dominador?
6
Porque si el marxismo trat de aportar en el siglo pasado una respuesta: la
opresin proviene del exterior y nos corrompe; si bien design la opresin
moderna la propiedad privada, y su opresor la Burguesa; elabor una teora de
la Historia: la lucha de clases y una teora de la felicidad, es cierto, el
marxismo, en este sentido, intent desentraar el por qu de la opresin. De la
opresin exterior... nos dirn Horkheimer, Fromm, Reich.
Pero parecera que no alcanzan...
Porque quiz, para comenzar a comprender lo social, habra que romper las
mscaras y abordar los terrenos pantanosos del inconsciente. Del Deseo.
Social e individual.
Nadie ni hombres, ni mujeres, ni comunidades escapan al Deseo...
Y ese complejo fenmeno que se ha llamado "hecho social", no escapa al
juego de las pulsiones humanas, donde todo ser humano se vive
conflictivamente tironeado entre el reconocimiento de su deseo y el deseo de
reconocimiento (identificacin).
A partir de 1913 quiz, con su obra "El inters del Psicoanlisis" y luego ya ms
claramente en "Ttem y tab" (1914), "Malestar de la Cultura" (1919),
"Psicologa de las masas y anlisis del Yo" (1921), y finalmente, ya en 1931,
"Moiss y el Monotesmo", ese judo austraco que fue tipificado por los
cientistas de la poca y el Poder Mdico como "un aventurero y un farsante",
un hipnotizador de segunda clase y excluido de la Comunidad Cientfica
Europea, Freud comienza a hablar seriamente de Psicoanlisis y Sociedad...
Si en la primera parte de la obra de Freud, el descubrimiento del inconsciente,
como realidad psquica esencial para comprender el comportamiento humano,
lo llev a centrarse en funcionamientos estrictamente personales, es en su obra
madura donde Freud nos dir: la oposicin entre la psicologa individual y la
psicologa social pierde mucho de su actualidad si se examina a fondo.
Cierto, la psicologa individual tiene por objeto el hombre aislado y busca saber
por qu va l intenta realizar sus mociones pulsionales, pero al hacerlo, no
puede hacer abstraccin del individuo con los otros.
"En la misma vida psquica del individuo, incluso tomado aislado, el otro
interviene regularmente en tanto modelo, objeto, sostn o adversario y en este
sentido, toda psicologa es simultnea y al mismo tiempo una psicologa
social." (Freud, S.: "Psichologie des foules et analyse du Moi", Ed. Pense,
Pars, 1972)
Es el otro quien puede reconocer al individuo como portador de deseos y quien
puede asegurarse un espacio en lo simblico social. Es la comunidad, el grupo
de pertenencia, los regentes latentes, sumergidos, las pautas y valores
colectivos que le permitirn identificase e identificar, constituirse en sujeto
activo de una historia que emerge, no ya como visin globalizadora de
paradigma, sino como emergente tambin del individuo vivido como
individuacin social.
7
Por que el individuo nace "pre-maturo" y es a travs del largo proceso de
sujetacin, en su doble concepcin epistemolgica de sujeto-sujetado por la
historia, que deviene ser autnomo, capaz de confrontarse, como ser maduro
ya, al espacio social.
Y transformarlo.
Sin la internalizacin de normas y prohibiciones, sin el pasaje por la violencia
simblica y la ruptura dolorosa con la madre, primer objeto-sujeto de Amor; sin
el pasaje por el complejo laberinto de las identificaciones sexuales, el proceso
de sujetacin, el proceso de socializacin, no tendr lugar. Y el hecho social
implica inexorablemente el atravesamiento, vivido como transversalidad, de los
mltiples procesos de socializacin, con sus rupturas reales y simblicas, con
sus amores y odios, con sus ideales y sus miedos. La educacin como
vehculo, transmisor (en su doble dimensin de emisor y receptor) de lo
ideolgico, van a estar en la base de tal proceso.
Las caricias, el cuidado, la leche materna; gestos y rituales que el nio recibe
desde la primera infancia, se imprimirn en su cuerpo como primer contacto
con lo social. Cuerpo que desde el alumbramiento y an anteriormente, desde
el vientre materno, recibir estmulos e improntas del entorno social que
marcarn su desarrollo posterior, pautando la conflictividad de esa ancestral
relacin individuo-sociedad.
El objeto del Psicoanlisis es develar los mecanismos inconscientes por los
cuales el ser humano vive y acta. Y vive y acta siempre en sociedad.
Pero remitirnos slo a "ese inconsciente" freudiano y desconocer la obra de
Castoriadis, Enriquez o Devereux me parece grave. Aproximmonos entonces
al concepto de "inconsciente cultural" de Devereux.
Desde un doble posicionamiento, desde una doble formacin -antropolgica y
psicolgica- Devereux introducir la importancia de lo cultural, como
construccin de un basamento mtico-simblico, donde las pulsiones de los
seres humanos estarn inmersas en l ineludiblemente y como su entorno y su
ontologa, como su gnesis y su devenir.
"Cada cultura -nos dice Devereux- permite a ciertas fantasas, pulsiones y otras
manifestaciones del psiquismo, acceder y permanecer en un nivel consciente, y
exige que otras sean reprimidas. Por eso los miembros de una misma cultura
poseen en comn un cierto nmero de conflictos inconscientes que los
caracterizan, los identifican." (Devereux, G.: "Ensayos de etnopsiquiatra
general", Barral Ediciones, Barcelona, 1973)
Y la salud o enfermedad, "lo normal o patolgico" ya no seran paradigmas
universales (desde la economa o el Psicoanlisis) sino conceptos con-
textuados en campos culturales-sociales y simblicos; conceptos concretos y
cambiantes. En movimiento, desde la inmanencia de los tiempos y la relatividad
arbitraria de los espacios.
8
Comprender los procesos narcisistas, de identificacin, de proyeccin; la
formacin de fantasmas que interactan y que afectan la vida psquica de sus
protagonistas, interpretar los imaginarios individual y colectivo, que producen
sufrimiento o placer, que crean praxis desde un devenir cultural.
Y si el objeto de la Sociologa sigue siendo intentar aprehender cmo los
individuos interactan en grupos y para eso fundan sociedades, elaboran mitos,
crean cultura, vehiculizan ideologas, entonces ella (la Sociologa) tendr que
dar cuenta del inconsciente social y de su produccin real e imaginaria.
Si las Ciencias Sociales mantienen su vocacin por "explicar el comportamiento
del grupo social todo entero", segn el precepto de Marcel Mauss, hacer
abstraccin sobre cmo los individuos sienten, actan, aman y suean, o sobre
los procesos de represin, sublimacin y canalizacin de pulsiones en el medio
social, nos parece caer en una oscurantista actitud pragmtica: en la religin
mecanicista.
A priori, el mundo de los fantasmas es fundamentalmente diferente de la
realidad.
El Edipo (o el Electra) no se juega, sin embargo, solamente a nivel de
fantasma, y de lo individual, sino que se refiere tambin y esencialmente a lo
real y a lo social. Sabemos, Lvi-Strauss incluso, que la prohibicin del incesto
trajo aparejados los orgenes de la simbolizacin, la cultura y la civilizacin.
Sabemos tambin que Edipo era Rey.
Sin embargo, sabemos tambin que no es imprescindible que exista acto para
que se desarrolle el fantasma, porque "el fantasma es inventivo, se nutre de
impresiones o de proyecciones, las ms inesperadas y es expresin de la
pulsin y del deseo. Sin embargo, lo real representa el punto de partida y el
sostn de su creacin, de su manifestacin." (Enriquez, E.: "Realit physique et
realit historique", en "L'etat des Sciences Sociales en France", Ed. Maspro,
1986). Porque, en definitiva, los fantasmas individuales toman sus races de la
realidad de la vida colectiva.
Por otro lado, la realidad social est atravesada de mitos y smbolos, de
"dioses" intocables y de hombres que se metamorfosean en dioses, inmersos
en procesos de paranoia o de delirio colectivo. Despus de W. Rreich analizar
el fenmeno del Nacional Socialismo en Alemania y del racismo anti-judo, por
ejemplo, basndose exclusivamente en un anlisis marxista materialista-
histrico, sin tener en cuenta el peso de lo irracional y de fantasmas colectivos,
sin interpretar la Autoridad y la imagen del Padre, y la "catarsis expansionista"
del pueblo ario, nos parece ya casi imposible.
Toda esta creacin social es ante todo "institucin imaginaria", nos dice
Cornelius Castoriadis. Porque si el hecho social existe, existe tambin en el
imaginario social de aquellos individuos que lo construyeron, le dan cuerpo y lo
viven. "El hombre, lo social, es una creacin de lo imaginario, de lo quimrico,
9
del deseo, y no solamente una creacin de la necesidad." (Bachelard, G.: "La
psichanalyse du feu", Ed. Gallimard, 1983). Y lo racional emerge tambin a
partir de elementos irracionales, de nuestros intereses desmesurados, de
nuestros sueos.
El Psicoanlisis al "descubrir" lo oculto, lo "innombrable", aquello excluido de la
escena aparente de la historia, nos enfrenta a los fantasmas y a las
elaboraciones imaginarias.
Pero si, algunas veces, el Psicoanlisis se obstina en des-contextualizar el
significante y el significado, se olvida de los mitos como historia condensada y
memoria deseante; de los smbolos como vivencias sociales de un inconsciente
primero o de un imaginario social arcaico. Si no transgrede el texto del "Padre"
e incursiona en el "continente negro", entonces su tarea no ser ya cuestionar y
cuestionarse, sino dar la espalda a la vida misma, esclerosndose.
Nos confrontamos hoy esencialmente, con la problemtica del Deseo (sea a
travs de la voluntad de Poder o de la sexualidad).
Y detrs de l aparece la conflictividad de lo inconsciente y de los elementos
pulsionales que marcan la vida del individuo, como ser social. Eros y Thnatos
van a situarse en la base misma el desarrollo social.
Freud, en "Ms all del principio del placer" (1920) ha mostrado que la vida y el
comportamiento humano (que es siempre social), est regido por dos pulsiones
antagnicas, conflictivas e indisociables: la pulsin de la vida-Eros (expresada
en sus ms diversas formas de sexualidad, sensualidad, creacin, produccin
artstica, solidaridad, ternura...) y Thnatos (la pulsin de muerte).
Eros est en el origen de la construccin de lo social.
Y "al igual que en el individuo, tambin en el desarrollo de la humanidad entera
es el Eros (el amor o la fuerza pulsional sexual-afectiva) que acta como factor
de civilizacin en el pasaje del egosmo al altruismo" (Freud).
La pulsin o las pulsiones de muerte (compulsin de repeticin, pulsin de
destruccin y autodestruccin) actan, en cambio, como desintegradores de lo
social, orientndose hacia el bloqueo de la sntesis dialctica de los contrarios y
la angustia y el miedo a la libertad.
Ambos coexisten. Ambos dan cuenta de la vida individual y social, como
realidad en movimiento, en conflicto, en transformacin y cambio. Ambos nos
enfrentan a un inconsciente sumergido que pautar el juego de identificaciones,
de lucha y de proyecciones individuales, de grupos, de naciones y clases.
Los grandes mitos, la fuerza de lo ideolgico, el placer, el gusto, la sexualidad
de una comunidad o de un grupo, el lenguaje, la fuerza del lder, la
servidumbre, la dominacin, el poder y el contra-poder, las instituciones, van a
estar impregnados de una realidad inconsciente, de un inconsciente social
donde Eros y Thnatos estarn presentes, inequvocamente juntos.
10
Cmo comprender si no, que los hombres, guiados por el principio de Placer y
las pulsiones de vida, aspirando a la paz, a la libertad y desean -
conscientemente- la felicidad, forjen sociedades alienantes, donde reina el
autoritarismo, la represin, la agresin y la destruccin a la vida comunitaria;
donde se aplasten las diferencias?
La complejidad de lo social nos exige en todo caso no limitarnos a una visin
monocsmica, sino por el contrario, abrir perspectivas de anlisis, otras...
diferentes.
Articular lo psico-simblico y lo socio-histrico. Dar cuenta, como nos dice V.
De Gaulejac, de la historia y de la historicidad.
La obra de Enriquez, Castoriadis, De Gaulejac, Pags, Devereux, favorece otra
aprehensin de lo social, donde el universo subjetivo emerge con su complejo
juego de afectos, identificacin y confrontaciones.
"Las Ciencias Sociales sin el aporte del Psicoanlisis se limitan a la escena de
lo visible. Sin embargo, lo invisible, lo enmascarado, lo no dicho, lo reprimido,
tiene a menudo tanta o ms importancia que lo aparente. Cierto, el
psicoanlisis no debera convertirse en una ideologa ms, o en una religin,
con sus Dioses y sus rituales... Cierto tambin, no se trata bajo ningn
concepto de reducir toda la vida social, la vida de grupos, a l. Pero no
esbozarlo, es aceptarse ciego frente a las motivaciones ms profundas que
gobiernan la vida en sociedad, a todo aquello donde la razn no podr jams
tener totalmente razn: es decir, el deseo y el odio del otro; el deseo de crear y
de destruir." (Enriquez, Eugne: "L' tat des Sciences Sociales en France", Ed.
Maspro, 1986).
De vivir y de morir.
11
EL SUJETO ENTRE EL INCONSCIENTE Y LOS
DETERMINISMOS SOCIALES
Vincent de Gaulejac
1
El tema del sujeto se inscribe en el punto de interseccin de tres universos
tericos, de tres "rdenes" que remiten a diferentes campos disciplinarios sobre
los que conviene pensar las conexiones.
El universo de la ley, las reglas, las normas, el lenguaje y lo simblico, en el
cual el individuo es "sujeto de derecho", confrontado a la tica del respeto de
cdigos y de valores.
El universo del inconsciente, de las pulsiones, fantasmas y lo imaginario,
donde el individuo es "sujeto de deseo" y es confrontado al deseo del otro que
contribuye a producirlo y/o sujetarlo.
El universo de la sociedad, la cultura, la economa, las instituciones,
relaciones sociales, status y posiciones sociales, en el que el individuo es
"sujeto socio-histrico" confrontado a determinaciones mltiples ligadas al
contexto del cual emerge.
El sujeto se construye en el punto de interseccin de estos diferentes registros.
En el universo de la sociologa asistimos hoy a un retorno del sujeto. As, me
sorprendi y me agrad escuchar a Pierre Bourdieu, en un coloquio sobre la
pobreza en 1991, decirnos: "la sociologa era un refugio contra lo vivido, me
tom mucho tiempo comprender que el rechazo a lo existencial era una
trampa... que la sociologa se ha constituido en contra de lo singular, lo
personal, lo existencial. " (Gaulejac, 1993). El mismo escriba, junto con
J.C.Passeron en su manual "El oficio del Socilogo": "Es tal vez la maldicin de
las ciencias del hombre el tener por objeto de estudio un objeto que habla."
(Bourdieu, Chamboredon, Passeron, 1969). Qu distancia entre estas dos
posturas!
En la misma perspectiva, se asiste igualmente a un retorno del sujeto en las
ltimas obras de Alain Touraine (Crtica de la modernidad, 1992) y de Franois
Dubet (Sociologa de la experiencia, 1994).
Ese "regreso" conduce a reconsiderar las relaciones entre sociologa,
psicologa y psicoanlisis, a salir de las oposiciones simplistas entre objetividad
y subjetividad, exterioridad e interioridad, realidad y fantasma, social y psquico.
Esto nos plantea algunas interrogantes:
1. Cmo pensar las relaciones entre el sujeto social (el de la sociologa) y
el sujeto de deseo (el del psicoanlisis).
1
Dr Vincent de Gaulejac. Prof. Catedrtico de Sociologa y Director del Laboratorio de Cambio
Social, Universit de Paris VII. Fundador y miembro directivo del Comit Internacional de
Investigacin en Sociologa Clnica (AIS). Autor de numerosos libros y artculos.
12
2. Cmo conciliar la bsqueda de la objetividad, integrando la cuestin de
la subjetividad?
3. No estamos amenazados hoy por una nueva ideologa que coloca la
construccin de uno mismo como finalidad de la existencia?
13
EL SUJETO ENTRE LO SOCIAL Y LO PSQUICO
El objeto de la sociologa tradicional es comprender las regularidades sociales
objetivas que sobredeterminan el comportamiento de los actores. El tema del
sujeto ha sido por mucho tiempo considerado por los socilogos como una
ilusin. "Conocer es mostrar cmo, ah donde los actores creen ser sujetos, no
son en el fondo ms que el soporte de los mecanismos sociales que los
sobrepasan y que ignoran", escribe Franois Dubet a propsito del lugar del
sujeto en la sociologa clsica (Dubet, 1995). Contra esta sociologa clsica, l
defiende una sociologa de la experiencia, que la asimila a una sociologa del
sujeto cuyo objeto es la "capacidad de los actores de construir su experiencia,
de ah el trabajo del actor en la construccin de su experiencia. Es en este
trabajo que se forma la actividad del sujeto."
Pero esta rehabilitacin del sujeto en la sociologa contempornea contina
dominada por el proyecto durkheimiano. No logra realmente integrar en sus
sistemas explicativos la dinmica propia del sujeto. Cuando Franois Dubet
utiliza el trmino deseo (p.ej: en la frase: "el sujeto se manifiesta en el deseo y
en la capacidad de dominar esta experiencia", este deseo se mantiene como
una caja negra. Qu pasa con el sujeto como ser deseante? Si el sujeto se
manifiesta en el deseo, qu pasa con el deseo de ser sujeto?
No podemos responder a estas preguntas sin apoyarnos en el aporte del
psicoanlisis, e integrar en el anlisis la dimensin inconsciente. No podemos
pensar el tema del sujeto, sin inscribirlo en una doble determinacin psquica y
social. Si el individuo es el producto de una historia, esta historia condensa, por
una parte, el conjunto de factores sociales histricos que intervienen en el
proceso de socializacin y, por otra parte, el conjunto de factores intrapsquicos
que determinan su personalidad.
Por eso, las tentativas de construccin de una metateora que englobe en un
mismo conjunto lo social y lo psquico, nos parecen vanas. Cada uno de estos
registros obedece a leyes de naturaleza diferente, son "realidades"
heterogneas que conviene estudiarlas como tales sin asimilarlas,
construyendo mtodos y conceptos apropiados, si bien estos fenmenos estn
ligados entre ellos, se influencian recprocamente y no sean totalmente
autnomos.
La autonoma relativa de lo social y de lo psquico tiene dos consecuencias
para el investigador:
Por una parte, reconocer la necesidad de someter la comprensin de los
procesos psquicos a los mecanismos que rigen los procesos sociales e,
inversamente, integrar la dinmica del psiquismo como elemento para
comprender la realidad social.
Por otra parte, construir problemticas complejas que permitan pensar las
articulaciones, las influencias, los puntos oscuros, las conexiones entre estos
procesos (Pags, 1993) As pues, posicionar al sujeto como el lugar de
interseccin del conjunto de contradicciones a las cuales es confrontado en su
14
existencia. Porque est sometido a influencias mltiples y a exigencias
conflictuales, es que el individuo busca elaborar respuestas, estrategias y
proyectos.
Se trata de reestablecer los "eslabones perdidos" entre las aproximaciones
sociolgicas, que establecen las regularidades objetivas, las probabilidades
que organizan los destinos humanos y las aproximaciones psicolgicas. Es
decir, analizar las circularidades dialcticas que van desde el deseo al mundo
de los objetos, del narcisismo al status social, de las representaciones a las
ideologas, etc... Fue lo que intentamos hacer en nuestra obra "La neurosis de
clase" (Gaulejac, 1987), que caracteriza el cuadro clnico de los conflictos y de
los trastornos psicolgicos vividos por individuos que, ya sea en la negacin, ya
sea en la ruptura, son confrontados a un desplazamiento social.
No tenemos aqu el espacio necesario para presentar un caso clnico. Pero la
literatura nos ofrece una cantidad de testimonios autobiogrficos de personas
que buscan en la escritura el medio de contar su neurosis, intentando liberarse
de ella. Es el caso de Annie Ernaux, quien cuenta en dos novelas (Los
armarios vacos, El lugar) su trayectoria familiar y las dificultades psicolgicas
vividas en su desplazamiento entre su posicin social heredada y su posicin
adquirida. Hija de campesinos pobres, luego obreros, luego pequeos
comerciantes en un barrio popular, Annie Ernaux es investida por sus padres
del proyecto de proseguir un ascenso social ganado al precio de un trabajo
encarnizado. Este trabajo entraa un costo psicolgico bajo la forma de
humillacin, de culpabilidad, de herida narcisista junto a dificultades
econmicas, sociales y culturales. Es este complejo entre conflictos de
naturaleza diferente, a la vez sociales y psquicos, lo que forma el ncleo de la
neurosis de clase.
En un pasaje de "Los armarios vacos" (1974), Annie Ernaux relata una escena
de su llegada en sexto ao a una escuela privada, y su primer contacto con "la
gente bien educada" y los barrios "bien". Ir a confesarse, es decir, anotar todos
sus pecados en una hoja para luego reconocerlos ante un sacerdote, que le
plantea preguntas sobre su "impureza". "Acab sucia y sola. Solo yo, nadie
ms se masturbaba, nadie se miraba en un espejo... si los otros hubieran sido
como yo, no hubieran hecho tal escndalo. Nada que hacer, fui rechazada,
separada de los otros, por cosas inmundas." Se ve aqu cmo la culpabilidad,
ligada a los mecanismos sexuales, se apoya sobre el sentimiento de
inferioridad, ligado a mecanismos sociales. Lo que le es significado como
impuro, condensa su culpabilidad en lo que tiene que ver con el placer sexual y
su culpabilidad proveniente de la diferencia social, que la separa de los otros.
La invalidacin de la que es objeto por parte de sus compaeros y de sus
profesores, por su pertenencia a otro mundo, se encuentra reforzada por la
emergencia de la culpabilidad originada en el impulso sexual propio de la
pubertad: "Me qued sola con mi viejo pecado inclasificable... mezcla de
suciedad viciosa... no toques esto, caramelos robados, sueos turbios en la
escuela y sobretodo mis paps, mi medio de comerciante." La pertenencia a su
medio y la idea de pecado, estn indisolublemente ligadas: "algo pegajoso e
impuro me rodea, definitivamente ligado a mis diferencias, a mi medio." El mal
es, al mismo tiempo, el sentimiento de impureza de origen sexual y el
15
sentimiento de ser "mal educada", que le es remitido por aquellos que son ms
"educados" que ella.
A partir de estos distintos elementos, intentamos mostrar su importancia
respectiva y la articulacin entre los factores psquicos y sociales en la neurosis
de clase.
Sabemos por Freud que la neurosis es un conflicto psquico que tiene sus
races en la historia infantil, y que uno de los polos del conflicto est siempre en
la sexualidad (S. Freud, 1896). Entre las causas desencadenantes de un
proceso neurtico, Freud plantea dos principales: la frustracin y la incapacidad
de adaptarse a una realidad por fijacin. Sin minimizar la importancia de la
sexualidad como elemento motor del desarrollo psquico, planteamos la
hiptesis de que, en un cierto nmero de individuos, la aparicin de la neurosis
puede estar ligada, o ser provocada, por una situacin social de dominacin.
De esta manera, la frustracin puede desarrollarse a partir del momento en que
el nio constata que sus padres estn dominados, o son invalidados, por el
hecho de su pertenencia de clase, que otros nios han sido ms favorecidos
que l, que sus maneras de ser y de hablar (sus "habitus") son utilizados por
otros para remitirle una imagen negativa de s mismo, provocando una
desvalorizacin narcisista. No se trata de oponer lo social a lo sexual, en la
etiologa de la neurosis, sino de analizar una combinacin, una articulacin,
una interaccin entre elementos de naturaleza diferente que se apoyan
recprocamente, en el desarrollo de problemas psquicos.
EL SUJETO ENTRE LA OBJETIVIDAD Y LA SUBJETIVIDAD
El paradigma de la objetividad en las ciencias humanas sigue teniendo poder.
Cuando Bourdieu considera como una maldicin tener que trabajar con
"objetos que hablan", en reaccin a las tentaciones del empirismo, indica que
no es suficiente "ponerse a la escucha de los sujetos... para dar cuenta de sus
conductas y an de las razones que ellos proponen." (P.Bourdieu,
J.C.Passeron, 1969). Pero al plantear esto, tiende a excluir del cuestionamiento
del socilogo el hecho de que trabajamos con "sujetos que hablan". No se
puede hacer economa de la "cuestin del sujeto (historia personal, experiencia
vivida, creacin continua de s mismo...) o ms exactamente, de la cuestin de
la subjetividad, de su lugar en el campo social, de sus relaciones complejas con
el funcionamiento social." (C.Revault d'Allonnes, 1989).
Tomar en cuenta la subjetividad, es aceptar interrogarse sobre la dimensin
existencial como elemento ineludible para comprender las conductas, los
comportamientos, las actitudes y las relaciones sociales. Muchos socilogos
desconfan de la "vivencia", por temor al empirismo, al subjetivismo, al
psicologismo y llegan as a considerarla como un residuo, o un obstculo para
el conocimiento. Efectivamente, hay un riesgo al reducir el mundo social a las
representaciones que de l se hacen los actores, y aprovecharse de la regla
fundacional de la sociologa, que consiste en "tratar a los hechos sociales como
cosas." (E. Durkheim, 1895).
16
Esta necesidad de no reducir el sentido del acto a la conciencia del actor, est
en el fundamento de la postura sociolgica, y no puede jams hacer
abstraccin de una nueva toma de conciencia. "La prueba de lo social no
puede ser ms que mental; dicho de otra manera, nunca podemos estar
seguros de haber aprehendido el sentido y la funcin de una institucin, si no
podemos revivir su incidencia sobre una conciencia individual. Como esta
incidencia es una parte integrante de las instituciones, toda interpretacin debe
hacer coincidir la subjetividad del anlisis histrico o comparativo con la
subjetividad de la experiencia vivida." (C. Lvi-Strauss, 1960).
Se trata, entonces, de integrar en el objeto la subjetividad como un elemento de
conocimiento, y un elemento a conocer. Esta integracin no se hace sin riesgo:
la vivencia es, a la vez, portadora de sentido y de ilusin, saber y disimulacin,
verdades y deformaciones, persuasin y neutralizacin, distancia e implicacin.
Su expresin no es ms que parcialmente directa. Como la novela, ella realiza
una reconstruccin de la realidad muy rica, llena de contradicciones y
ambigedades.
La sociologa clnica se desarrolla en el corazn de estas contradicciones, entre
el anlisis y la experiencia, entre la objetividad y la subjetividad, evitando la
doble trampa de la vivencia sin concepto, y del concepto sin vida, segn la feliz
expresin de Henri Lefebvre.
El primer obstculo consiste en sumergirse en lo vivido, lo sentido, la
experiencia personal como si sta fuera ella misma portadora de sentido, y
como si el sujeto pudiera producir una verdad sobre l mismo por el simple
hecho de relatarla. Una conducta, una actitud, no tienen autonoma con
relacin a las condiciones sociales que las producen, y al sistema de relaciones
en el que se expresan. Pensar que el saber sobre el hombre pueda caer en
una ilusin empirista, que asimila lo real a la percepcin subjetiva, o an la
ilusin biogrfica, segn la cual una vida individual constituir una totalidad
coherente, que posee una lgica interna, un sentido. (P. Bourdieu, 1986).
Cuestionar la vivencia es analizar los sentimientos, las emociones, las
representaciones que un individuo produce sobre su existencia y la sociedad,
es decir, la relacin imaginaria que mantiene con sus condiciones concretas de
existencia. El anlisis de estas condiciones es indispensable para comprender
las conductas humanas, y es para fundamentar este anlisis que la teora es
necesaria.
Pero conviene evitar el segundo obstculo, que consiste en sumergirse en
la teora, en el saber puro, en las construcciones intelectuales, que tenderan a
eliminar la subjetividad, a considerar la vida como puro producto de
determinismos, a evitar el hecho de que los individuos no son objetos inertes
sino sujetos activos que pueden intervenir en la construccin de su existencia,
su trayectoria, su identidad social y cambiar el curso de su historia. Ignorar este
hecho mayor es caer en la ilusin objetivista que reduce la realidad al estudio
de determinaciones estadsticas, y a regularidades objetivas, a las cuales
obedecen las conductas humanas.
17
Si bien conviene considerar los fenmenos sociales como cosas, conviene
precisar que se trata de cosas que no obedecen a leyes de la fsica, sino
sujetos socio-histricos que obedecen a leyes particulares que ellos mismos
contribuyen a producir, sobre las cuales intervienen permanentemente, no slo
a travs de relaciones de fuerza, reglas, normas, sino tambin de creencias y
pasiones. "El hombre, en tanto que ser objetivo y sensible, es un ser que sufre
y como es un ser que siente el sufrimiento, es un ser apasionado. La pasin es
la fuerza esencial del hombre, que tiende enrgicamente hacia su objeto." (K.
Marx, 1848). Si citamos aqu esta frase de Marx, no es buscando un aliado de
peso que reafirme nuestro propsito, sino porque marca claramente en qu
medida el sufrimiento y la pasin son, en toda su subjetividad, los elementos
motores de la historia humana.
Es entonces, en su dimensin socio-histrica, que el sujeto se construye: el
hombre es historia. Esta frmula recubre varios sentidos:
El individuo es producido por la historia: su identidad es construida, por un
lado, a partir de sucesos personales que ha vivido y que forman la trama de su
biografa, historia singular y nica, y por otro, por elementos comunes en su
familia, su medio, clase de pertenencia, que lo posicionan como un ser socio-
histrico.
El individuo es un actor de la historia: si bien es un producto de sta, es
igualmente un productor. Es portador de historicidad, es decir, de la capacidad
de intervenir sobre lo que lo produjo, de actuar sobre las determinaciones, no
para suprimirlas sino para modificar sus efectos. Y es esta capacidad de accin
que lo posicionan, en tanto que sujeto, en un movimiento dialctico entre lo que
l es y en lo que se convierte.
El individuo es productor de historia: mediante sus actividades
fantasmticas, su memoria, su palabra, sus escritos, los hombres fabrican
reconstrucciones del pasado, como si quisieran, a falta de controlar su curso,
por lo menos dominar el sentido.
Entre la ilusin determinista que ve al hombre como un objeto pasivo, o una
especie de producto interiorizado de la sociedad, y la ilusin liberal que lo
considera como un electrn libre e independiente de toda atadura, y que acta
por sus propias elecciones, la sociologa clnica busca aprehender la historia de
los hombres como momentos de ruptura, de continuidad y/o de elecciones que
se elaboran en espacios inciertos, y que no son ni el producto del libre albedro,
ni la consecuencia lgica de determinaciones estructurales, sino que son
respuestas que los individuos y los grupos aportan frente a situaciones
contradictorias: "Paradjicamente, el espacio de libertad, de maniobra, no nace
de una relativa debilidad de las determinaciones estructurales, sino de su
acumulacin contradictoria en un punto, en un lugar determinado. Es porque
las relaciones estructurales no van todas en el mismo sentido, que en su punto
de encuentro emerge algo que es del orden de la libertad, y la praxis concreta
es ms que la suma de sus determinaciones estructurales." (D. Bertaux, 1977)
18
Encontramos aqu una formulacin del objeto de la sociologa clnica: la
articulacin entre el anlisis de las relaciones estructurales, las contradicciones
que ellas producen, las prcticas concretas de los actores sociales y las
respuestas personales que cada individuo aporta para intentar "constituirse l
mismo." (J .P. Sartre, 1943)
Es entonces, en su dimensin socio-histrica, que el sujeto se construye: el
hombre es historia. Esta frmula recubre varios sentidos:
El individuo es producido por la historia: su identidad es construida, por un
lado, a partir de sucesos personales que ha vivido y que forman la trama de su
biografa, historia singular y nica, y por otro, por elementos comunes en su
familia, su medio, clase de pertenencia, que lo posicionan como un ser socio-
histrico.
El individuo es un actor de la historia: si bien es un producto de sta, es
igualmente un productor. Es portador de historicidad, es decir, de la capacidad
de intervenir sobre lo que lo produjo, de actuar sobre las determinaciones, no
para suprimirlas sino para modificar sus efectos. Y es esta capacidad de accin
que lo posicionan, en tanto que sujeto, en un movimiento dialctico entre lo que
l es y en lo que se convierte.
El individuo es productor de historia: mediante sus actividades
fantasmticas, su memoria, su palabra, sus escritos, los hombres fabrican
reconstrucciones del pasado, como si quisieran, a falta de controlar su curso,
por lo menos dominar el sentido.
El hombre no es solamente el producto de la historia, es igualmente portador
de una historia, de la cual busca y construye la significacin: hay pues un
sentido de la historia, que es el sentido que los hombres -viviendo- dan a su
historia. (J .P. Sartre, 1943)
Es este movimiento de la historicidad el que explica porqu, sobre condiciones
concretas de existencia similares, se incorporan tomas de conciencia variables.
En consecuencia, el sentido de una historia es a la vez objetivo y subjetivo, es
decir, necesario y contingente.
La sociologa clnica tiene como tarea comprender esta dialctica entre la
historia y la historicidad, entre el individuo que es historia y el individuo que
produce la historia.
EL RIESGO DE LA IDEOLOGA DEL SUJETO
Constatamos hoy, pues, un retorno fuerte del "sujeto" en sociologa, pero
tambin en el campo del trabajo social, las ciencias de la educacin, la
psicologa, etc. Este retorno nos enfrenta a una contradiccin. Como clnico,
uno no puede ms que alegrarse al ver que las tesis que defendemos sean
retomadas por otros. Como socilogo, uno debe interrogarse sobre este
fenmeno, preguntndose si no hay aqu una nueva ideologa frente a la crisis
que atraviesan actualmente los "grandes relatos" (Lyotard, 1988). Y si el
regreso del sujeto fuera la ideologa de la posmodernidad?
19
Frente al estallido de lo social, la familia y diferentes instituciones, frente al
ascenso del individualismo, narcisismo, psicologuismo, frente a la crisis del
trabajo, lo poltico, la religin... por fin encontramos un recurso. Y este recurso
es el sujeto mismo, quien toma el lugar de Dios como creador de su existencia,
productor de la sociedad, empresario de su vida, revelacin de su "yo ntimo."
El sujeto se volvera, entonces, la clave explicativa de todo lo que no podemos
explicar de otro modo, de todo lo que escapa a la produccin de sentido. Ah
donde no sabemos ms, el sujeto emerge como fuerza autnoma, capaz de
definirse l mismo, de hacer explcita su conducta; ah donde el hombre y la
mujer sufren, y frente a la impotencia de las instituciones y de la poltica para
aportar respuestas, se espera del sujeto que encuentre la solucin.
Parece entonces que el sujeto es el ltimo recurso frente al desencantamiento
del mundo. A partir del momento en el cual ya no podemos creer en las
grandes utopas, que deban permitir al hombre acceder al progreso y construir
un mundo mejor, a partir del momento en el cual ya no creemos en la verdad
de los mensajes religiosos o cientficos, a partir del momento en el que cada
individuo es confrontado a identidades mltiples, entonces el sujeto se
desarrolla en la interseccin de estas determinaciones mltiples, heterogneas
y a veces contradictorias. El sujeto viene a llenar el "vaco social" y la crisis de
sentido: cada uno es invitado a producir el sentido de s mismo. Y a revelar su
"identidad" ntima. Esto no es nuevo. Althusser escriba en su tiempo: "La
ideologa interpela al individuo como sujeto." Si no viene de la ideologa, de
dnde viene entonces esta exigencia de construccin de uno mismo? No
podemos aqu desarrollar esta idea. nicamente plantear la interrogante en
particular, en el centro de las ciencias humanas, y en los practicantes cuya
actividad est fundada sobre el postulado de que el sujeto se construye por un
trabajo sobre s mismo, trabajo que es necesario y liberador.
Cmo clnico, tengo la necesidad de postular la existencia del sujeto, de
apoyarme en ello. Puedo, de hecho, constatar que esta necesidad encuentra
una demanda social: funciona! Veo todos los das a personas que tienen el
sentimiento de que puedo ayudarlos a comprender mejor lo que son, y que as
podrn vivir mejor. Ellas desarrollan as su capacidad de historicidad, en el
sentido de que el trabajo para situarse en relacin a su historia, les permite
proyectarse en un porvenir. Y yo mismo he hecho esta experiencia. Estoy en
esta bsqueda, en este trabajo de construccin permanente, en esta distancia
de uno en relacin consigo mismo.
Como socilogo, soy ms dubitativo, desconfiado y crtico. La solicitacin del
sujeto es problemtica, en la medida en que participa en el desarrollo del
individualismo que caracteriza a nuestra sociedad. Richard Sennet escribi:
"Con el desarrollo del individualismo, el yo de cada individuo se volvi su
principal carga." Y podramos aadir que, con el desarrollo del capitalismo, el
yo de cada individuo se convirti en un capital que hay que hacer fructificar.
Vemos bien estos efectos en la familia "posmoderna": educar es "hacer valer "
las capacidades del nio. El yo del nio es una instancia que conviene
desarrollar, cultivar, valorizar. La realizacin personal se vuelve la finalidad de
20
la existencia, cada uno vive "para s mismo." La familia es un lugar de
desarrollo, en donde hacemos el aprendizaje de la seguridad, la confianza en
uno mismo: la obligacin de ser fuerte y sentirse bien consigo mismo, se vuelve
una necesidad psicolgica y social. El "estar bien" es ms importante que el
"ser como se debe." La realizacin del deseo cuenta ms que el respeto del
orden y la ley, las satisfacciones del ideal del yo cuentan ms que las
exigencias del supery. La familia transmite la ideologa del xito y los logros:
hay que empujar a los nios a tener xito en sus vidas, hay que formarlos como
combatientes, ganadores. Esta exigencia mantiene el miedo al fracaso y el
sentimiento de inseguridad, ligado en particular a los resultados escolares.
Invitamos a los nios a involucrarse en mltiples actividades para desarrollar
sus capacidades mentales, corporales, intelectuales, con el fin de darles todas
las posibilidades para situarse en la lucha por un lugar (Gaulejac, 1994).
Estamos entonces en la bsqueda de logros en todos los mbitos, ya sean
profesionales, corporales, culturales, afectivos o sexuales. De hecho, el xito
de la pareja depende cada vez ms de la capacidad de los cnyuges de tener
xito en sus respectivas carreras. Vemos aqu la introduccin de la ideologa
del "management" en la familia. As, la gestin de la carrera escolar y
profesional se vuelve el elemento central alrededor del cual se organiza el
funcionamiento de la familia: las tareas, las notas, los exmenes, las
promociones... marcan el tiempo familiar.
Del mismo modo, para mejorar el clima familiar y los logros de cada uno de sus
miembros, son constantemente utilizados como medios la comunicacin,
adhesin, negociacin y motivacin. Hay que aprender cuanto antes la gestin
del capital social, es decir, escoger bien los amigos e introducirse en redes
sociales "tiles." Estas diferentes caractersticas, resumidas aqu sucintamente,
muestran que la ideologa de la gestin y del management se vuelve un
elemento esencial del funcionamiento familiar por entero, centrado en la
produccin de la autonoma del sujeto. (Aubert, Gaulejac, 1991)
Es en esta tensin permanente entre el inters por la clnica y la interrogacin
sociolgica que debemos pensar la cuestin del sujeto.
Se trata entonces de poner la contradiccin en el corazn de nuestras prcticas
y reflexiones, porque est en el centro de nuestras existencias.
Trabajo presentado en el "Coloquio Internacional de Sociologa Clnica e
Investigacin Cualitativa en Ciencias Sociales", Cuernavaca, Mxico,
1997.
21
EL ANLISIS CLNICO EN CIENCIAS HUMANAS
2
Eugne Enriquez
3
La aproximacin clnica ha sido puesta en una especie de pedestal. Ella
parece ser la nica aproximacin adecuada para las ciencias humanas. En
efecto, se presenta como una ciencia (o al menos) un arte de investigacin y de
bsqueda progresiva del sentido. El sentido, en este caso, no est fijado de
una vez para siempre, no existe de manera emprica y no se trata de volver a
encontrarlo. El sentido o los sentidos estn para ser buscados, para ser
construidos en el tiempo, o an estn por aparecer, por revelarse lentamente
en el curso el trabajo (lleno de lapsus, de no dichos, de actos fallidos) que el
clnico emprende con su cliente (individuo o grupo) y con la colaboracin activa
de este ltimo (Freud hubiera podido, por ejemplo, elaborar su teora de la
histeria sin la cooperacin de sus pacientes, quienes lo pusieron a menudo en
la direccin correcta y quienes le propusieron las interpretaciones que le
permitieron edificar y afinar su teora?).
Un trabajo de este tipo, en comn, que procura hacer surgir al sentido (y al no
sentido) y por consecuencia al cambio, parece particularmente atractivo. Y no
soy yo, que defiendo desde hace tiempo a la psicosociologa y la sociologa
clnica, quien dira lo contrario. Pero es indispensable profundizar en el
problema. En efecto, las otras aproximaciones (psicolgica, antropolgica,
sociolgica) que no quieren ser clnicas, son percibidas, de hecho, de manera
negativa, como objetivantes, reificantes, clasificatorias, modelizantes, y que
dejan escapar lo que es el pulso de la vida.
Podemos preguntarnos (la respuesta vendr a su tiempo) si en realidad no est
funcionando un mecanismo maniquesta: la ciencia clnica vista como el blanco
ms puro y las ciencias "objetivas" como el negro ms sombro.
Para tratar de ir ms lejos, debemos preguntarnos qu es el saber? Cmo
se constituye? Cules son las races del deseo de saber? Y esta pregunta es
an ms fuerte, en la medida que nosotros vemos alrededor nuestro, cada da,
personas que actan sin cuestionarse (ellos no pueden naturalmente ahorrarse
todos los cuestionamientos sin tomar conciencia de sus actitudes y conductas,
y que en gran medida, viven mejor que nosotros, descartando -por lo menos
por un tiempo- los elementos que pueden hacer surgir la angustia). Al contrario,
querer saber, involucrarse en un cuestionamiento infinito es penoso y trgico.
Por qu aceptamos, entonces, "atravesar el desierto"?
El deseo de saber (aquello que algunos psicoanalistas denominan la pulsin
epistemoflica) se origina en el problema existencial que se plantea todo ser
humano, y que se puede exponer as: quin soy yo, por qu estoy ac, por
2
Traduccin de A. Benedetti
3
Eugne Enriquez: Profesor Emrito de la Universit de Paris VII, Co-Director del Laboratorio
de Cambio Social de dicha Universidad, Co-Redactor de la Revista Internacional de
Psicosociologa, autor de numerosos libros y artculos, Fundador y Miembro directivo del
Comit Internacional en Sociologa Clnica.
22
qu he nacido, qu pasa con el deseo de mis padres frente a m, cmo he sido
procreado?
Freud nos ha hecho comprender que el "hombre pequeo" (expresin de
Freud) elabora sus primeras "teoras" a partir de una reflexin, por ms que
tenga lagunas, sobre la significacin de la existencia y, ulteriormente, sobre la
sexualidad (por qu, como dicen los filsofos, existe el ser y no slo
simplemente el no ser?)
Las sociedades (las culturas) humanas se hacen la misma pregunta. Por qu
razones se ha constituido esta sociedad? Qu ha precedido a su nacimiento?
Qu es lo que le permite mantenerse? Cada sociedad ha encontrado su
respuesta, que es siempre la misma, a pesar de que se presenta en formas
mltiples: en el origen, un gran ancestro, un Ttem, Dioses o un Dios nico han
querido crear seres humanos que vivan en una forma social definida. As la
religin, dicho de otra manera, aquello que nos une al cosmos y a los otros
seres humanos, tiene por funcin calmar la ansiedad social y favorecer la vida
en comn.
No es lo mismo para el nio. El slo puede encontrar respuesta inmediata al
primer elemento de su pregunta: quin soy yo?, teniendo cierto dominio de las
cosas y de los seres. El nio que no accedi a la palabra no quiere saber por
saber. Para l, conocer un objeto (el pecho de su madre o un objeto fsico), es
poder tocarlo, manipularlo, desarmarlo, a veces destruirlo (de all la angustia
del nio, tratada por Mlanie Klein, de destruir el pecho y atentar as contra la
integridad de su madre), es decir, en todo caso, tener satisfacciones
inmediatas. No existe sadismo en el nio: cuando l destruye es siempre para
conocer. La pulsin epistemoflica, bajo la cual yace la pulsin de posesin, le
permite situarse en el mundo y constituir el mundo. Cuando crezca y hable,
cuando se haya transformado en adulto, continuar, junto a los otros, tratando
de crear su mundo. El sujeto humano (individual o colectivo) tiene conciencia,
ya que ha entrado en el orden del lenguaje, de vivir en un universo dado que
determina en parte sus conductas. Pero siente que puede actuar sobre ese
mundo al percibirlo, forjndose representaciones sobre l y tambin
constituyndolo y cambindolo, transformndolo profundamente gracias a la
"imaginacin radical" que le ha sido dada.
Esa pulsin de posesin, que da satisfaccin a la pulsin epistemoflica de la
que deriva, puede estar presente o no en un proceso de sublimacin. Cuando
no hay sublimacin, o ella habla en voz baja, el conocimiento del otro se
transforma en deseo de dominacin del otro (ser humano u objeto fsico). En
ese momento el carcter irreductible del otro, su alteridad fundamental (el
hecho de que sea un ser nico, irreemplazable) es negado. El otro no est all
ms que para ser analizado, fragmentado, partido. El sujeto se comporta
entonces como alguien que diseca, "un disector", siguiendo la expresin del
escritor Robert Musil, que se define a s mismo como tal, ya que l no deja de
despedazar en su obra a sus contemporneos y a sus personajes.
Podemos preguntarnos (y algunos lo declaran desde el principio) si una
psicologa objetivante que clasifica a las personas en categoras (ej.: histrica,
23
paranoica o introvertida-extrovertida, o incluso, nerviosa, sentimental, colrica)
no nos encierra en determinaciones de las que no podemos salir. Estaremos,
entonces, encasillados definitivamente y a merced de disectores que
"analizarn" nuestras conductas y personalidad, concebidas como inmutables o
susceptibles de poco cambio. Los tests psicotcnicos, la grafologa, los tests de
personalidad, as como los tarots de hoy, y la astrologa (me acuerdo de un
empresario que me deca: "yo estoy maldito por ser de Tauro, ya que ninguna
empresa solicita ni quiere reclutar una persona nacida en tal signo"), son
instrumentos -cuya fiabilidad es naturalmente cuestionable- de conocimiento
neutro, distanciado del ser humano que puede sentirse, con derecho, reificado.
Podemos igualmente adelantar, sin equivocarnos mucho, que una sociologa
fundada sobre paradigmas de determinacin social global (ej.: la sociologa de
P. Bourdieu), que trata de explicar el sistema social y su funcionamiento con la
ayuda de algunas variables simples, an cuando puedan ser cruzadas (ej.: la
sociologa de T. Parsons) o incluso una sociologa de tipo cuantitativo, tienen
todas la pretensin de mostrar y demostrar todos los engranajes de una
sociedad, en la cual nuestro rol, en tanto que sujeto actuante y pensante de
manera autnoma, sera casi nulo.
Esas aproximaciones parecen muy extraas en la medida que los especialistas
de las ciencias que se llaman exactas, en particular los fsicos, han planteado
desde hace mucho, que el observador no puede ubicarse en una posicin
neutra, ya que toda observacin tiene un impacto sobre el fenmeno
observado.
Esas aproximaciones objetivantes, que no buscan el sentido de las acciones
humanas, no seran entonces ms que modalidades variadas de una pulsin
epistemoflica transformada no slo en pulsin de posesin, sino en pulsin de
dominacin, y cuyo objetivo es tratar a los seres humanos y las culturas vivas
segn el principio de la diseccin.
Tal constatacin no puede ms que plantear al anlisis clnico como la nica
aproximacin, no objetivante y respetuosa del objeto estudiado, con el cual se
establecen relaciones de transferencia y de contratransferencia, digna de ser
utilizada en las ciencias humanas.
La novia es demasiado bella y es indispensable inclinarse igualmente sobre la
aproximacin clnica, para ver si ella no tiene verrugas.
La aproximacin clnica, se ha dicho en las exposiciones precedentes, se
caracteriza por el hecho de que el clnico est, de cierta manera, al pie de la
cama, al borde de la cama de su paciente, trata de escuchar el sufrimiento de
su paciente con su "tercer" oreja. El objetivo del clnico (psiclogo,
psicosocilogo, socilogo) es ayudar a su cliente a encontrar su propio camino,
a ser capaz de salir del stress y de la enfermedad, a comprender el sentido de
sus sntomas (y no forzosamente a erradicarlos), a llegar a un estado de
equilibrio superior al precedente, a desarrollar orientaciones normativas (K.
Goldstein, G. Canguilhem) y a acceder a un cierto grado de autonoma. (La
autonoma total no puede realizarse, ya que todo individuo tiene necesidad,
24
para vivir, de conservar una parte de heteronoma en la medida que pertenece
a un grupo social que le dicta, a l tambin, sus propias normas).
Tal es el objetivo explcito de la aproximacin clnica. Sin embargo, debemos
preguntarnos, una vez que esta aproximacin logra bien sus fines, si no cae en
los mismos sesgos que las aproximaciones objetivantes, si no tiende a crearle
al clnico una falsa "conciencia limpia", que slo sera una racionalizacin de
una prctica que, en muchos casos, es bien distinta de lo que debera ser.
La perspectiva clnica en psicologa se desarroll al final del Siglo XIX y
principios del Siglo XX con objetivos profundamente operativos. Su finalidad
era formular un diagnstico que permitiera distinguir los individuos normales de
los patolgicos. As el famoso test de Binet, perfeccionado por Simon, para
medir la inteligencia, tena por objetivo -ms o menos explcito- separar a los
nios idiotas o retardados de los nios capaces, y as integrarlos al sistema
escolar y a la vida de la nacin. Numerosos ensayos de pedagoga centrados
en el nio, adoptan una concepcin de ste como un animal fogoso que hay
que dominar y normalizar. Algunas citas son bienvenidas para ilustrar mi
propsito. El psicoanalista francs Ren Allendy hablaba as de los nios en
1941: "el nio perezoso, mentiroso, ladrn, malo, rabioso, tmido, miedoso,
disipado, turbulento, difcil, mal enseado, fugitivo, zurdo, desviado" a quien es
necesario enderezar, en su libro "La infancia desconocida". Al final del Siglo
XIX en Nancy, en torno de Edgar Berillon, Paul Ladame e Hippolyte Bernheim,
se cre una escuela que tena por objetivo lograr, mediante la sugestin
hipntica, moralizar a los nios: "El nio est somnoliento, su espritu vacila, su
voluntad se le escapa. Nosotros lo desarmamos sin anularlo, le privamos de
sus elementos de resistencia. No queremos sustituir su voluntad por la nuestra,
pero lo llevamos a pensar como nosotros, a compartir nuestras ideas
(subrayado por m). Lejos de destruir en l el sentimiento de responsabilidad,
volveremos ese sentimiento ms vivo. No cesaremos de exhortarlo. Es una
accin que emprendemos, con mtodo y sin caer en debilidades, ya que es
necesario triunfar" declara P. Ladame. Hans Zulliger, discpulo de Freud, va a
utilizar la transferencia para favorecer la accin pedaggica. "Los lazos
transferenciales son aquellos de una comunidad con su lder (Fhrer), el
maestro debe obrar para favorecer la identificacin de sus alumnos en tanto
que grupo, en el sentido freudiano del trmino, y el deseo de identificacin con
el maestro-gua, la idea, la fuerza moral que l representa (el ideal del yo)",
escribi en 1930.
Por su lado, Madeleine Ramerot, psicoanalista, declara en 1945: "es un grave
problema, por cierto, el de civilizar a los pequeos salvajes que son los nios".
De ah que la tarea del adulto consciente y competente es simple: tiene como
carga "moldear una vez ms al nio", fundamentalmente agresivo, violento,
cruel, que ha sido mal moldeado por sus padres por la intermediacin del
juego. El nio agresivo se volver, entonces, progresivamente bueno y dulce.
Dejo en este punto las citas. Podra haber citado centenas de ejemplos. Todos
muestran que las investigaciones psicolgicas sobre los nios (con la ayuda de
tests, sugestin, manipulacin, transferencia y las tcnicas psicoanalticas
activas) si toman en cuenta su especificidad, tienen todas como proyecto no
25
respetar al nio en su alteridad ni favorecer su autonoma, sino por el contrario,
guiarlo estrechamente, transformarlo con el fin de hacer de l un ser dcil.
De esta forma, al centrarse en la persona (C. Rogers) el terapeuta o el
pedagogo estn lejos de carecer de un deseo de dominio, que ejercen sin
cuestionarse sobre la significacin que este deseo tiene para ellos y los nios.
Si intento ahora valorar los mtodos psicosociolgicos de formacin, consulta e
intervencin, debo evaluarlos de manera relativa. Cierto, ellos permiten a
individuos que jams pensaron que su palabra poda ser tomada en
consideracin, volverse sujetos sociales, concientes del alcance as como de
los lmites de sus acciones. Tambin permiten a los grupos afirmarse y
transformar las estructuras de la organizacin del trabajo y de divisin de
responsabilidades, en una palabra (muy respetada y que me es querida) de
acceder a la autonoma (Freud agrega: "y a la originalidad"). Sin embargo,
muchas veces pasa que los que integran los cuadros son los que estuvieron en
el nivel ms implicado en este camino clnico, armados con nuevos
instrumentos ms sutiles para ejercer su influencia o su supremaca sobre las
personas que ya ocupaban posiciones de autoridad. Esos "cuadros" (de la
industria, administracin, trabajo social) han podido, al "aprender" a escuchar
mejor a los otros, saber comunicarse con ellos adoptando un modo de
direccin ms democrtica, lograr que sus colaboradores y subordinados
realicen actos que ellos jams hubieran pensado imponerles si los hubieran
conducido de otra manera. La psicosociologa y la sociologa clnica pueden
producir efectos contrarios a su proyecto: en lugar de favorecer la democracia,
a veces han reforzado, sin quererlo o saberlo, el poder de un cierto dirigente
sobre los otros.
Naturalmente, no se trata de "tirar al beb con el agua del bao". Lo que trato
de decir es que toda aproximacin, por ms cuidadosa del otro que pueda ser,
puede desembocar, a veces, en resultados paradojales o incluso perversos.
No hay que olvidar que fue Freud quien, en "Psicologa de masas y anlisis del
yo" (1921), escribi el texto inaugural de la psicosociologa clnica, ciencia de
los grupos, las organizaciones e instituciones. Ms all que, tanto Freud como
su obra, han tenido gran amplitud e importancia, no se ha registrado que esa
obra se basa (trascendindola) en los trabajos de Gustave Le Bon, en
particular "La psicologa de masas". Le Bon fue el primero que estudi lo que
denomina "el alma colectiva", analiz su funcionamiento, mostr las
caractersticas emotivas. Escribe: "la masa es impulsiva, mvil, irritable,
extraordinariamente sugestionable y crdula, no soporta ninguna demora entre
su deseo y la realizacin de aquello que desea." Aunque podemos pensar que
tales afirmaciones (o an otras: "las masas son siempre femeninas"), no quita
que fue Le Bon el primer autor que desarroll una visin clnica de la sociedad,
inspeccion los intersticios inexplorados, escrut lo que se trama en las zonas
sombras y puso en evidencia la capacidad de fascinar o seducir de los
polticos, capacidad indispensable para atraer a las masas y hacerlas adherir a
las causas ms nobles tanto como a las ms aberrantes.
26
Le Bon, como lo ha mostrado S. Moscovici, ha tenido una influencia enorme
(disimulada por largo tiempo) sobre los tericos y en particular sobre los
militares y polticos. "Grandes espritus", como Horkheimer y Ardoino, le han
rendido homenaje: "Despus de la experiencia de los ltimos decenios, hay
que reconocer que las afirmaciones de Le Bon han sido confirmadas en un
grado sorprendente, al menos de manera superficial, en las condiciones de la
civilizacin tecnolgica moderna, en la que uno hubiera esperado que las
masas fuesen ms esclarecidas."
La teora de Le Bon fue enseada en Francia en la Escuela de Guerra a
principio de siglo. De Gaulle, en su descripcin y concepcin de jefe, reprodujo
directamente las ideas de Le Bon. Lenin, que ley a Sorel, conoci los libros de
Le Bon. Sorel fue un gran partidario de dicho autor, citando sus obras con gran
admiracin. Dos lderes polticos que jugaron un rol esencial y nefasto en este
siglo, pusieron en prctica las ideas de Le Bon: Mussolini y Hitler. Mussolini
declar, despus de la muerte de Le Bon, al que condecor: "puedo decir que
desde el punto de vista filosfico, soy uno de los ms fervientes adeptos de
vuestro ilustre Gustave Le Bon, por lo cual no puedo ms que lamentar su
muerte. He ledo su obra inmensa y profunda, me he inspirado inclusive en un
cierto nmero de los principios que contiene, para fundar el rgimen actual de
Italia." En cuanto a Hitler: "La teora de Le Bon, constantemente sometida a la
crtica y confrontada a la realidad, le haba dado la certeza de contener las
verdaderas categoras del pensamiento revolucionario. Slo Le Bon le haba
aportado el conocimiento de las cualidades necesarias a un movimiento contra-
revolucionario. Le Bon le aport los principios bsicos para influenciar a las
masas."
Dejo de evocar a Le Bon. Pero ustedes comprenden entonces que una
aproximacin clnica, cuando no est sometida a un proceso de sublimacin
puede, queriendo revelar el sentido de las conductas humanas, llevar a sus
partidarios a volverse (voluntaria o involuntariamente) consejeros del prncipe,
alinearse entre los disectores, volverse manipuladores sutiles o crear
instrumentos poderosos para la dominacin de las masas. Nunca estamos
seguros de no sucumbir a la tentacin de ser un Le Bon. En todo caso, su
ejemplo (como aquel de los pedagogos y de los terapeutas anteriormente
citados) nos muestra en qu medida la aproximacin clnica, que concierne a
los nios o los adultos, puede transformarse en una tcnica que niega toda
alteridad.
Los clnicos deben ser invitados a la modestia. Ellos pueden, as como los
partidarios de las aproximaciones objetivas, reificar el mundo y los seres, an
cuando su proyecto es explcitamente de otra naturaleza.
Si bien todos podemos (clnicos y objetivistas) caer en ese sesgo, es
simplemente porque la vida es una tragedia. Es necesario, como dice Miguel
de Unamuno, poseer "el sentido trgico de la vida." Las concepciones
amistosas, a veces ligeramente idlicas, del individuo y la sociedad que tienden
a prevalecer en Amrica del Norte, deben ser recusadas. No hacerlo, creer que
basta el dilogo para comprenderse entre los hombres, que el individuo puede
"crecer" y desembarazarse de sus instintos ms bajos, es volverse ciego ante
27
la "banalidad del mal", eso que han demostrado, cada uno a su manera, H.
Arendt y S. Milgram.
Pero no hay que dejarse llevar y ver en la vida slo las zonas sombras, la
violencia de las pulsiones, la voluntad de dominio y la objetivacin de los otros.
El sentimiento trgico de la vida debe ser acompaado por la idea de que el
mundo es pensable, y que es posible un orden razonable. Las "luces de la
razn" permiten deshacerse (al menos por un tiempo) de los monstruos. Es por
eso que, en lugar de oponer continuamente los mtodos clnicos y los mtodos
objetivos, ser interesante ver en qu medida se excluyen, pero tambin en
qu medida pueden ayudarse recprocamente. Las aproximaciones que se
dicen neutras favorecen la explicacin (explicar quiere decir etimolgicamente
desplegar), es decir, cuando ello es posible, la bsqueda de causas mltiples y
no de una nica causa (la investigacin causal dej en el olvido -por lo menos
podemos esperarlo- a la causalidad en "ltima instancia", apela a la
multicausalidad, la sobredeterminacin y la causalidad circular), y cuando esto
se vuelve muy difcil, la elaboracin de leyes o de regularidades.
Las aproximaciones clnicas favorecen la comprensin (como lo ha demostrado
Dilthey, Weber, Scheler), dicho de otra manera, la aptitud de simpata, de
empata, de comprensin del interior de eso que pasa en el exterior y que tiene
siempre eco en uno mismo, a condicin de ser sensible y no resistirse, que
permite el advenimiento progresivo del sentido e igualmente la interpretacin
que permite salir de la confusin, la amalgama, y que da a cada uno la
posibilidad de situarse en su sexo, generacin y grupo social.
Todos tenemos necesidad de explicar, comprender, interpretar el universo en el
cual nos movemos y los seres con los cuales compartimos la vida. Porque
somos seres de lenguaje y de palabra, tenemos la ardiente obligacin de
nombrar los objetos, actuar sobre ellos para conocerlos y hacerlos pertenecer a
nuestro mundo.
Podemos, entonces, tener una idea ms clara de la posicin que debemos
tener para no sucumbir en la tentacin de dominio, y en el fantasma de la
omnipotencia intelectual, sea cual sea la aproximacin que utilicemos (aunque,
a pesar de las posibilidades de manipulacin que eso significa, doy de todas
maneras mi preferencia a la aproximacin clnica).
Explicar, comprender, interpretar, supone que la pulsin epistemoflica en la
base de la pulsin de dominio pueda volverse una pulsin sublimada, obrando
como libertad de espritu, eso que Freud denomina -utilizando un trmino
pasado de moda, pero que me parece necesario rehabilitar- la espiritualidad.
Voy a precisar la nocin de sublimacin, tal como la utilizo en este texto. La
sublimacin aparece como deseo (y placer doloroso) de pensar, como
bsqueda apasionada de la verdad, como construccin de un objeto cientfico,
artstico o relacional. Ella permite que la pulsin de dominio se transforme en
deseo de investigacin, respetando al objeto estudiado o a crear. Pero ello slo
puede proceder si la bsqueda de verdad supone, para el sujeto, estar
preparado a vivir la experiencia de la duda, los remordimientos, interrogarse, la
28
prdida de las certezas y aceptar confrontarse al objeto perdido y no
retornable, mostrarse capaz de vivir cerca del objeto de angustia y tomar a
cargo la herencia infantil. La sublimacin implica, para cada uno, el
reconocimiento de su propia extranjeridad. El sujeto se da cuenta, entonces. de
que l no se conoce, que no puede dominarse a s mismo y menos a los otros
por el hecho de trabajar los procesos inconscientes, y que no puede evitar la
angustia provocada (una vez que el trabajo de duelo ha podido llegar a los
objetos-sujetos amados y desaparecidos) por la bsqueda de nuevos objetos
de implicacin y apoyo. Sin embargo, existe una compensacin: si bien se
siente extrao o extranjero, debe transformar ese vaco profundo en l -a
condicin de no zozobrar- en deseo y voluntad de creacin. Aristteles plante
ya la cuestin cuando escriba: por qu todo ser de excepcin es
melanclico?
La sublimacin, comprendida de esta forma, significa reencontrarse a s mismo
con la sorpresa que provoca el reencuentro que la mayor parte de la gente
evita. Ese reencuentro se da en el reconocimiento del otro (individuo o grupo).
Cuanto ms extranjero para s mismo es el ser, ms prximo se vuelve el
extranjero, y el ser es ms capaz de ver a ste como "un otro" que es como l,
con sus sufrimientos, deseos, clivajes. La reflexin que evoco remite a una
experiencia intra e interpsquica, en la que la subjetividad del sujeto est
totalmente comprometida. Es un modo de pensar, donde lo vivido y lo sentido
encuentran su lugar junto a la actividad racional. Slo esta reflexin permite la
reflexividad, es decir, la facultad del pensamiento de retornar sobre s mismo y
aprehender las condiciones de creacin de la reflexin.
Este trabajo, como he sealado, no se puede hacer solo. El otro est siempre
presente. El lenguaje nos invita a la intercomunicacin, y as a pensar nuestro
propio pensamiento, teniendo en cuenta la actividad "espiritual" del otro y los
cuestionamientos que se presentan sobre nuestro discurso, y las razones de su
creacin.
Este trabajo es el de la filosofa, que naci en Grecia y se desarroll en Europa
y Amrica. En cada momento, cada uno de nosotros es invitado a hacerse
preguntas cruciales: qu puedo decir, qu debo decir o callar; qu secreto hay
que guardar? Como lo escribe admirablemente E. Jabs: "Si es cierto que en
cada palabra, una palabra tiembla por nacer, mira, escucha, en la palabra
umbral se debate la palabra sola". Es necesario, siempre, retener en cada
palabra "su punto de silencio", que abre su camino en nosotros mismos y en el
otro.
4
Si no nos preguntamos: qu debo decir?, caemos en la civilizacin de la
confesin, bien descrita por Michel Foucault, civilizacin en que, a fuerza de
decir todo, terminamos por no enunciar nada significativo (el mensaje televisivo
nos lo prueba, diariamente). La sociedad de la transparencia no puede existir
afortunadamente. El derecho al secreto es consustancial a la vida, ya que hay
palabras que hacen vivir y otras que matan. Es por esa razn que, como lo
remarc A. Lvy, uno no se puede decir todo a s mismo an cuando la barrera
del inconsciente no existiera.
4
Juego de palabras: umbral (seuil), similar a sola (seul) (N. T.)
29
Toda aproximacin en las ciencias humanas, que no cede el prestigio de la
"intelectualidad" pero s al de la espiritualidad, pone en escena a un terico
investigador-prctico que se comporta a la vez como homo sapiens, poniendo
orden en el mundo, y como homo demens (aceptando en s el exceso, la
desmesura, el furor, la existencia de las pasiones y preservndolas como
actuantes en los otros y en el universo). Pero ese investigador (adoptando ese
trmino para abreviar) es tambin homo estheticus, homo ludens y homo viator.
Algunas palabras para precisar mi pensamiento:
Homo estheticus, lo es porque quiere crear formas que sean bellas para mirar y
respirar, ya sea que esas formas tomen el aspecto de una obra de arte, un
objeto cientfico y una relacin apasionada (el clnico debe estar en condicin
de amar y de favorecer el amor entre las personas, amor recproco donde las
palabras se llaman, conjugan y responden, amor que, como deca Freud, "aleja
cada da la guerra", amor que es el fundamento mismo de su trabajo, ya que es
imposible aportar su apoyo al otro si no hay algn amor presente). Cada vez
que se est en el origen de un objeto maravilloso, uno no puede ms que
sentirse afortunado, aun cuando sepa, en su fuero interior, que la tarea est
siempre por recomenzar.
Homo ludens, debe ser para ayudar a la gente a aprender a desprenderse del
deleite morboso, de una dramatizacin ombliguista (el drama no es la tragedia,
es justamente su caricatura) a la cual se dejan llevar los pacientes (sujetos
individuales o colectivos) que creen, falsamente, que analizndose
continuamente, "arrancndose las tripas", empuarn la voz de la verdad. Si
bien el cuestionamiento, lo hemos visto, es indispensable, el cuestionamiento
permanente hace creer que la culpabilidad alimentada por la "miserable
acumulacin de pequeos secretos (A. Malraux) es el bien a cubrir y a
mantener. Conocemos todos esos anlisis interminables, donde analista y
paciente hacen desaparecer la vida bajo el anlisis.
Al contrario, el investigador debe abrir el campo de lo posible, permitiendo a las
personas reaprender a sonrer, a rer (eso "propio del hombre") a dejarse ir.
Sabemos que nos remos menos que a principios de siglo y que cada vez ms
los mdicos aconsejan a las personas dejarse llevar por la alegra y la risa, la
carcajada, terapia poco conocida u olvidada. Es necesario hacer ver la
importancia del juego. Un socilogo como R. Caillois ha demostrado que
podemos describir a los hombres y las sociedades a partir de los juegos de
azar, de competencia, simulacro o vrtigo, a los cuales se dedican y ha
inventado el adagio "dime a qu juegas y te dir quin eres". En cuanto a
Winnicott, seal fuertemente la importancia del juego en la creatividad del
hombre.
Slo porque esas personas pueden afortunadamente acercarse a esos lmites
difciles, el investigador debe ser alguien que sabe rer, jugar, danzar,
divertirse. Est lejos el tiempo en el que el modelo de psiclogo era la esfinge
impasible. Si el investigador no siente nada, si no est atravesado por la libido,
por la urgencia de la vida, no ser ms que portador de una violencia mortfera
que detectar en los otros para seguir sintindose vivo.
30
Homo viator ya que, como Ulises el navegante astuto, sabe utilizar los vientos
contrarios (las resistencias de las personas) para hacer llegar su barco a buen
puerto. Su rol no es slo desplazarse (mediante el anlisis de su
contratransferencia) sino tambin, y sobretodo, llevar a sus clientes a
desplazarse en el espacio de su propia vida, jugar nuevos roles, renovar sus
compromisos, cambiar, si es necesario, los objetos de su implicacin, querer
cambiar el mundo instituido en el cual se encuentran, an cuando el impacto de
su accin sea dbil o irrisorio. El movimiento es la vida misma, con la condicin
-naturalmente- de que se trata de un viaje donde el ser puede ser sorprendido,
tomado, arrebatado por la percepcin de lo irreductiblemente nuevo y
transformarse con su contacto.
Homo sapiens, demens, estheticus, ludens, viator. Qu programa! Sabemos
bien que ninguno de nosotros podemos realizarlo plenamente. Pero slo las
tareas casi imposibles son excitantes para el espritu y el cuerpo.
En todo trabajo de formacin, investigacin e intervencin, somos solicitados
en esos diferentes aspectos. Tratemos de hacer a los especialistas de las
ciencias humanas seres ms vivos; si hacemos eso, tanto las ciencias
humanas como sus especialistas, sern ms apreciados.
Quiero terminar con una nota muy trgica. Hay situaciones sociales globales en
las que no podemos intervenir, y que merecen sin embargo que nos ocupemos.
Freud vio bien el problema en el "Malestar en la civilizacin". Escribi en 1929:
"la mayor parte de las civilizaciones o pocas culturales -incluso quizs toda
la sociedad- no se vuelven neurticas bajo la influencia de los esfuerzos de la
civilizacin misma?". Y agregaba, modestamente, "en lo referente a la
aplicacin teraputica de nuestro conocimiento, para qu servira el anlisis
ms penetrante de la neurosis social, si nadie tendr la autoridad necesaria
para imponer a la colectividad la teraputica querida?."
No es evidente, naturalmente, caracterizar a una sociedad como enferma.
Sera caer en la dicotoma simple de E. Fromm, que opone sociedades sanas a
sociedades enfermas. En realidad, en todas las sociedades y en todo momento
se viven mutaciones, crisis, conductas aberrantes. Sin embargo, algunas
aberraciones son ms aceptables que otras, algunas sociedades (culturas)
viven el malestar en ciertos momentos ms profundamente que en otros. El
retorno violento de los integrismos religiosos, los nacionalismos exacerbados,
la xenofobia generalizada, el racismo, el antisemitismo, merece un anlisis
clnico. Permitir, quizs, comprender el sentido de esas "patologas" (escribo
esta palabra con prudencia), estudiar las razones por las cuales los pueblos o
las masas, en ciertos casos, marchan con la ilusin, la creencia, la idealizacin
de sus lderes, escuchando los discursos ms huecos y mentirosos, no
queriendo saber la verdad (sin duda demasiado molesta para sus certezas) y,
en otros casos, son capaces de tomar conciencia de la complejidad de las
situaciones, de rebelarse a pesar de los riesgos e intentar construir
instituciones donde sern capaces de expresarse y reencontrar a los otros,
haciendo prevalecer las pulsiones de vida sobre las pulsiones de muerte.
31
De todas maneras, este anlisis se volver cada vez ms indispensable.
Algunos ya han construido algunas bases. Su esfuerzo debe ser seguido. Es
gracias a ellos que podemos describir los sntomas, detectar el resurgimiento
de la violencia y quizs oponernos a ella. La psicosociologa y la sociologa
clnica nos ayudarn, entonces, a vivir no en la sumisin sino en la autonoma,
a auto-organizarnos, a superarnos. Es a esta tarea que los invito, dado que se
trata de todos nosotros, de nuestro destino y nuestra aptitud para pensar,
sentir, actuar, amar, gozar. Qu sera la vida si se excluyera de ella todas
estas facultades?
Publicado en "L'analyse clinique dans les Sciences Humaines", bajo la
direccin de E.Enriquez, G.Houle, R.Sevigni. Edition Saint-Martin, Paris,
1993.
32
PONENCIA DE EUGENE ENRIQUEZ
5
Siempre es difcil pronunciar la conferencia de cierre de un congreso. Hemos
vivido muchsimas cosas durante estos dos ltimos das, y adems hay
muchos problemas no resueltos, pero para m hay dos dificultades
suplementarias.
La primera es lo que podemos esperar de las conclusiones. Como deca
Flaubert, "la tontera es querer concluir", entonces yo espero que esta
conferencia de cierre sea ms bien una conferencia de apertura.
La segunda dificultad, en la cual me detendr por ms tiempo, es que tiene
lugar en Montevideo, y que yo tengo una relacin particular con esta ciudad a
la que no conoca hasta ayer.
Una relacin particular, porque en mi juventud yo era sobre todo un poeta -no
muy buen poeta- y me di cuenta cuando tena 14 o 15 aos, que haba una
ciudad en el mundo que haba producido tres de los grandes poetas franceses
y que esta ciudad era Montevideo.
Porque en Montevideo, en el Siglo XX naci Jules Supervielle, en el Siglo XIX
Jules Laforgue -que ha influenciado toda la gran poesa angloamericana- e
Isidore Ducasse, que tambin naci aqu y se daba a s mismo el nombre de
Conde de Lautramont, cuyos cantos de Maldoror y su poesa me influenciaron
de una manera particular, en la medida que Lautramont ha sido el gran
inspirador del movimiento surrealista francs, y que pertenec durante algn
tiempo a ese movimiento. Por lo tanto, en mi juventud Montevideo tena para
m una imagen de ciudad mgica, una ciudad que produce posea, y esto me
ha quedado, aunque no sea tan simple como ahora lo expongo.
Luego, como Vincent de Gaulejac lo ha evocado ayer, he seguido con gran
inters todos los problemas polticos de este pas y sent como propias todas
las esperanzas y desesperanzas que ustedes hayan podido vivir, sobre todo
porque dada mi edad viv la Segunda Guerra Mundial, y esto tuvo una
influencia directa en mi accionar. Dije siempre que "jams esos horrores
recomiencen". Desgraciadamente, como todos lo sabemos, los horrores
siempre pueden recomenzar.
Dirigindome a ustedes, quisiera hacerles sentir que esta experiencia de la
Segunda Guerra Mundial me impuls a convertirme en una persona que
interviene en el mbito social. Hay entonces en m una relacin bastante
directa: cmo intervenir para que las cosas mejoren?
En la poesa de Lautramont hay una frase famosa: "la poesa debe ser hecha
por todos y no por uno" y que traduzco "el cambio debe ser hecho por todos y
no por uno." Por lo tanto, he tomado de Lautramont una especie de visin
democrtica directa, lo que hace que me haya preguntado sobre el problema
del interviniente. Sobre aquel que es capaz de ayudar a la gente a comprender
5
Presentada al Primer Encuentro de Sociologa Clnica en Uruguay, julio de 1995.
33
las situaciones que les son propias, a comprender las determinaciones que
sufren y a comprender igualmente cual es la zona de libertad de la que
disponen, y cmo pueden ensayar ensancharla continuamente.
Pero, al mismo tiempo, me di cuenta que no era posible cambiar el mundo de
una manera global, quizs debido a que desde mi juventud era un hombre muy
escptico, y por eso las teoras generales y globales del cambio social no me
han impresionado verdaderamente.
Siempre prefera pensar, como deca Wilhelm Reich, que la revolucin "era un
problema de todos los das y que se hace en los lugares de trabajo, en la
familia y en las relaciones humanas de una manera general, y que es capaz de
cuestionar las relaciones de poder en su funcionamiento real." Y, para terminar
esta primera aproximacin, tuve ocasin en los aos 49-50 de estar en
contacto en Francia con el Grupo "Socialismo o Barbarie", que estaba dirigido
por Cornelius Castoriadis, que criticaba en sus textos tanto al imperialismo
norteamericano como al burocratismo sovitico. Es por eso que me interes
ms por aquello que era vivo y dinmico. Por eso pienso, como Georges
Meyers, que el interviniente debe internarse en el ro desordenado de la vida.
Voy a centrar ms particularmente mi proposicin, sobre las formas de tica
que el interviniente puede poner en obra, no importa cual sea su campo de
intervencin.
Hay dos formas de tica que son conocidas, que fueron teorizadas por Max
Scheler. La primera es la tica de la conviccin, la segunda la tica de la
responsabilidad. Hay una tercera forma de tica propuesta por Jrgen
Habermas, la tica de la discusin, y yo propuse igualmente, hace algunos
aos, una cuarta forma de tica, la tica de la finitud.
Voy a tratar de retomar estos cuatro puntos que me parecen importantes.
En la tica de la conviccin existe la idea de que se procede por todo o por
nada, dicho de otra manera, el hombre de conviccin es un hombre guiado
por una idea fija y que quiere realizar su proyecto, cueste lo que cueste.
Para l, todos los medios son buenos para llegar al fin que desea. Ha
habido muchos hombres de conviccin, pero naturalmente diferentes. Cristo
era un hombre de conviccin. Hitler tambin. Dicho de otra manera, en el
hombre de conviccin est la idea de poseer la verdad y transmitirla, y
llevado al lmite, puede convertirse en una paranoia. Pero, al mismo tiempo,
es importante decir que podemos defender las ideas en las cuales creemos,
porque de lo contrario caeramos en esa mezcla post-modernista, donde
todo el mundo dice una cosa un da y otra al da siguiente. Tener
convicciones es prohibirse uno mismo convertirse en un camalen. Lo que
hay que rescatar, de la idea de la tica de la conviccin, es la necesidad de
tener cierta consistencia en las ideas.
En la tica de la responsabilidad, la persona se interesa directamente por
las consecuencias de sus actos, y lo hace de manera que stos no tengan
consecuencias nocivas, pero el problema es muy difcil, porque hay
34
diferentes tipos de responsabilidades que podemos tener: responsabilidad
tcnica, organizacional, comercial, poltica, ideolgica, cvica, ecolgica,
psquica. Con esto quiero decir que no es lo mismo tratar de ser eficaz en
su organizacin y, por ejemplo, preocuparse de las consecuencias
psicolgicas acerca de la manera en que funciona dicha organizacin. No
es lo mismo decir que toda organizacin, en su funcionamiento, tiene
consecuencias polticas, que estar interesado por las consecuencias
polticas de los actos que realizamos. Hay aqu un problema central, que es
establecer una jerarqua de responsabilidad. Me parece que un interviniente
no puede trabajar de una manera conveniente, si no siente al menos una
responsabilidad cvica, poltica, psquica. Dicho de otra manera, hay que
tratar de combinar aquello que hemos dicho sobre la consistencia de
nuestras ideas y la responsabilidad de nuestros actos.
Habermas complica la situacin al plantear el problema de la tica de la
discusin, porque lo que l evoca es que nadie puede considerarse
detentador de la verdad, y justamente es necesario que todo el mundo
pueda confrontar argumentos razonables en un espacio de libre discusin,
donde todos tendrn derecho a la palabra y la posibilidad de ser
escuchados. Por lo tanto, la idea de Habermas es que la verdad surge de la
intersubjetividad, de la confrontacin del individuo consciente de sus actos y
que persigue un ideal de verdad. Sabemos muy bien que el mundo no es
tan ideal como lo muestra Habermas, pero podemos retener, sobre todo en
una perspectiva de Sociologa Clnica, que la verdad va a buscarse y
construirse entre muchos. Por lo tanto, aunque tenga convicciones
profundas, acepto ponerlas en discusin y cambiar, en el caso de que
llegue a persuadirme de la pertinencia de otras ideas.
Estas tres formas de tica me parecieron siempre muy interesantes, pero
demasiado racionales. Dejaban de lado un elemento que a m me parece
absolutamente central, es decir, la experiencia de los lmites del ser humano
que habla y que acta. Y es por eso que dir algunas palabras sobre la
tica de la finitud, y es por eso tambin que he buscado esta cuarta forma
de tica. Me parece que est fundada en la idea de que cada uno de
nosotros hace su experiencia, no slo de conocer sus lmites y su
impotencia, sino igualmente su mortalidad, ya que sabemos bien que,
porque el hombre se sabe mortal, es capaz de emprender ciertas cosas.
Lo que quiere decir que, en cada individuo, existe la posibilidad de preguntarse
sobre las heridas narcisistas que recibe. Quiere decir tambin que el individuo
debe ser capaz de realizar efectivamente un trabajo de duelo de un cierto
nmero de ilusiones, y tambin de confrontarse a sus tendencias
autodestructivas o heterodestructivas. Pero, al mismo tiempo, en la tica de la
finitud est la idea de un pensamiento que crea continuamente, y del placer del
pensamiento. Es decir, est la idea de aceptar que sufrimiento y placer estn
mezclados siempre. En cierta manera, la tica de la finitud puede retomar de
las tres primeras formas de tica elementos esenciales:
De la tica de la conviccin, la idea de la importancia en la consistencia de
las ideas.
35
De la tica de la responsabilidad, la idea de la importancia de las
consecuencias de nuestros actos.
Y, de la tica de la discusin, la necesidad constante de confrontarse a
otros, aunque a veces eso no nos guste.
Pienso que el interviniente, si no toma como referencia ciertas formas de tica,
hace justamente cualquier cosa. Pero esta tica mezclada que propongo,
encuentra en cada interviniente tambin cierto nmero de fantasmas de los
otros. No quiero desarrollarlos todos, pero podemos ver por ejemplo el
fantasma de la partera, que hace surgir las ideas de los dems; el del analista,
que quiere interpretar todo de los otros; el del reparador, que vemos mucho en
los trabajadores sociales, tratando de reparar aquello que la sociedad ha roto;
el del militante, que cree tener la verdad y la muestra en la vanguardia; el del
experto, que piensa que, en cierta forma, tiene una respuesta para todo.
Atencin, eso no quiere decir que estos fantasmas sean malos, estamos todos
atravesados por ellos, y por otro, el fantasma del formador.
Me parece importante que en el anlisis de la contratransferencia que podemos
hacer a nuestro propsito, seamos al menos conscientes del tipo de fantasmas
que ponemos en obra y podamos preguntarnos sobre las consecuencias que
acarrea.
El interviniente est atrapado entre la tica, por un lado, y el fantasma por el
otro, pero de una manera paradjica. De un cierto modo quiere ayudar a las
personas y grupos a desarrollarse, y a adquirir una cierta autonoma. Debe
situarse no en la plenitud sino al contrario, en una especie de lugar vaco, es
decir, en un lugar que permite a los otros hablar y actuar, y no un lugar donde
se colma al otro de su saber y de sus proyectos. Podemos decir que, de una
cierta manera, el interviniente puede adoptar un rol de padre protector.
Precisemos ese trmino, para que no sea ambiguo: el padre protector es aquel
que accede a ser desposedo del mnimo de poder que pueda tener, para que
los otros accedan a su lugar y a su situacin de poder.
Hay una muy bella frase de Hegel que dice: "los nios viven la muerte de sus
padres." Lo que l quera decir es que, por el hecho de que el padre va
desapareciendo progresivamente en su condicin de padre, poco a poco los
hijos crecen, se autonomizan y matan al padre simblicamente. Esto quiere
decir que el padre protector es aquel que acepta morir simblicamente, para
que los que tiene a su cargo puedan acceder a su autonoma.
Podemos ir ms lejos, y decir tambin que el padre puede aceptar volverse
menos que sus hijos, o que puede ser muerto de verdad. Despus de todo,
Moiss nunca tuvo su tierra prometida y Cristo fue crucificado.
Mientras tanto, el padre no protector mata a los otros, para probarse que est
vivo. Esto significa que el interviniente parte de una situacin que en el
comienzo es asimtrica, para vivir el hecho que las relaciones se van volviendo
36
ms simtricas y, como lo deca Jacques Rhaume, que los conocimientos
puestos a punto sean hechos en conjunto por el interviniente y la poblacin con
la cual trabaja. Esto es un ideal, y no es sencillo de llevar a cabo.
Para realizar esta perspectiva, deber hacer que los individuos accedan
verdaderamente a la condicin de sujeto. Sujeto que yo diferencio del individuo.
El individuo es aquello que provoca, que crea el individualismo exagerado en el
cual nos encontramos. Es decir, el hecho de centrarse en s mismo, de
prescindir de los lazos de solidaridad, de instrumentalizar a los otros y de
instrumentalizarse a s mismo, para volverse el ganador del cual hablaba
Vincent de Gaulejac ayer.
En definitiva, el individuo no es ms que una imagen opuesta de la masa, o sea
que, de alguna manera, todos deberamos funcionar de la misma manera, en
tanto que el sujeto es aqul que, a pesar de todas las determinaciones que
sufre, hace gala -como lo deca Freud- de una cierta originalidad y autonoma.
Es decir, piensa y acta por s mismo, pensando siempre que no est solo, al
interior de una historia colectiva y social de la cual es protagonista.
Dicho de otra manera, deviene un personaje que puede influenciar la historia,
ser creador de historia. Retomando una frase de Walter Benjamn: "todo
hombre es un personaje histrico y debe saberlo", hacer surgir el sujeto no
como un sujeto estrictamente individual sino como un sujeto que reconoce su
diferencia y que acepta que sea confrontada con la de los dems. Alguien que
puede interrogarse sobre las formas de poder que existen, sobre las formas de
alienacin que padece y puede tratar de luchar contra ellas.
El hecho de tratar de volverse sujeto no quiere decir tratar de transformarlo en
gran hombre, y a ese propsito, no quisiera dejar de evocar con una sonrisa
cierto nmero de programas de Maestras en New York, en las Universidades
de Estados Unidos. Por ejemplo, intentan ensear a las personas no slo
devenir tales, sino convertirlas en lder local, director de empresa, .en alguien
parecido al director de la Hiller. Hay una serie de programas que son realmente
delirantes, convertirse en Luis XIV, Napolen, o sea, dar efectivamente esa
especie de sentimiento a la gente que hace que crean formar parte de una
elite. Pero el objetivo es que los hombres sean sujetos, y no grandes hombres.
Decir que no formamos grandes hombres no significa no ser hombres grandes
y mujeres grandes.
Lo que quiero decir por hombre grande, est en oposicin a lo que Reich
evocaba cuando hablaba de pequeo hombre, en ese texto llamado "Escucha,
pequeo hombre". Dice W. Reich al hombre al cual le habla, que est
equivocado al escuchar los pensamientos de los hombres que ve como
grandes hombres y no tomar conciencia de sus propios pensamientos y sus
propios actos y le dice, ten atencin, queriendo quedarte pequeo y seguir
admirando a los grandes hombres eres, sin saberlo, el instrumento de todos los
fascismos.
Entonces, en ese texto, Reich dice a cada hombre: trata de volverte lo ms
grande posible, siempre y cuando conozcas tus lmites. Este tipo de trabajo que
37
el interviniente puede hacer no es de conviccin o de persuasin, su rol es
precisamente, dira prcticamente como dicen algunas personas, tratar de
ensearle a la gente a respirar, de ensearles el gesto de la creacin, provocar
en ellos la necesidad de hacer nacer nuevas ideas.
Por ejemplo, en la pintura existe esa idea: lo importante es invitar a los otros a
desarrollar el gesto creador, y para que ese gesto sea posible, tambin se debe
tratar que la poblacin y los sujetos a los cuales uno se dirige, puedan
resituarse en una historia colectiva como hombres de memoria, como hombres
de historicidad. Por que si no, tendrn la tendencia, por ejemplo, de vivir
solamente el instante y, al mismo tiempo, no tener ms posibilidades que la de
vivir en la repeticin.
Hay una frase de un filsofo, George Santayana, que dice: "aqul que rechaza
u olvida la historia, est condenado a volver a vivirla", y eso es ciertamente un
problema muy verdadero y muy importante, y es un problema realmente
importante y cierto para ustedes aqu en el Uruguay.
Y esta historia no es simplemente de una memoria por la memoria. Es tambin
que cuando nosotros retomamos la memoria, somos capaces de realizar
proyectos para el porvenir y no slo tener proyectos, comenzar a entrar en la
accin, en la verdadera accin. En ese punto, Hanna Arendt ha dicho cosas
muy importantes, que la accin en conjunto es tambin la posibilidad de hacer
cosas que jams hubiramos pensado hacer.
Justamente es as, es tambin en la accin en conjunto que podemos
reconstituir esa memoria, en una dinmica decursiva. Y para que esta memoria
pueda crearse y pueda ser dinmica, las personas deben vivirse, vivir sus
races con referencia a algo. Hay muchas poblaciones aqu o en otro lado que
viven, por ejemplo en Brasil, como lo evocaba Teresa Carreteiro, con
problemas de desarraigo. Este es un punto realmente esencial. Ver que la
gente pueda tener races reales en un espacio, en una historia, es decir
arraigarse, pero al mismo tiempo sin encerrarse dentro como si fuera un ghetto.
Es decir, despus de haber aprendido, despus de haber tocado realmente
esas races, tener la capacidad de poder abrirse hacia el mundo y volverse
personas que pueden disfrutar, gustar de toda la diversidad del mismo.
De otra manera, personas que al mismo tiempo tienen races en una cultura, en
luchas polticas, y son capaces, en cierto momento, de tomar la suficiente
distancia en relacin a los compromisos en los cuales se encuentran.
Para terminar, y si puedo permitirme -en tanto que teniendo algunas
responsabilidades que me han depositado, en la creacin de la sociologa
clnica- yo dira como deca Ana Mara, que uno de los elementos
absolutamente esenciales del interviniente es efectivamente el amor que puede
tener en relacin a los otros seres pero atencin, en esa especie de amor
universal que no quiere en realidad decir nada. Amar seres concretos, definidos
e implicados y, si el amor es una gran palabra, podemos al menor decir ternura.
Con eso, recuerdo la clebre frase de Shakespeare que habla de la leche, de la
ternura humana.
38
Pero no quisiera quitar el amor tan rpido, porque cuando nosotros miramos
bien, el amor ha sido algo siempre presente en los primeros socilogos, y son
los que los siguieron quienes los olvidaron. Por ejemplo, Augusto Comte deca:
"no hace falta orden y progreso, hace falta amor." Saint Simon deca que no se
hace nada sin grandes pasiones. Y ustedes saben bien que Fourier ha
ensayado en su sistema que los deseos, an los deseos erticos, tuvieran un
lugar en la vida social.
Despus llegaron socilogos llamados "cientficos" que olvidaron el amor. Pero
quizs eso pueda volver. Pero si aun nosotros no llegamos hasta eso, hay algo
en nuestro trabajo: la ternura, la simpata en el sentido que le ha dado Max
Scheler. Cuando habla de simpata -que es diferente de empata- cada uno
permanece absolutamente diferente, pero justo el juego de la diferencia hace
que tengamos ganas de hacer algo en conjunto. Max Scheler hablaba de esto
en su trabajo con la gente, tener al menos un mnimo de simpata por las
personas con las cuales uno trabaja. Pero simpata no significa connivencia.
Un socilogo francs, Jacques Detrois, que fue obrero durante 30 aos antes
de convertirse en socilogo, deca que tena ms dificultad en trabajar con
personas que fueran obreros, porque estos le decan: "t, que eres como
nosotros, ensanos a maniobrar a los patrones." Y l tena como objetivo
ayudarlos a reflexionar, ayudarlos a que fueran capaces de encontrar otros
caminos de reflexin, a decidir verdaderas acciones, teniendo conciencia que
ellos podan hacerlo.
Me critican por que yo no estoy con la connivencia, pero si estuviera en
connivencia, en definitiva no hara ms que repetir lo que ellos tienen ganas de
or. Y entonces, para realmente terminar aqu, yo dira -tomando un poco la
conclusin que Vincent de Gaulejac me "rob" ayer- que no slo el interviniente
ha de ser un Homo Sapiens y Homo Faber, sino tambin un Homo Ludens
como Vincent deca, es decir, alguien que siente placer al trabajar con los
otros. Agregara tambin a un Homo Steticus, un hombre que procura hacer
cosas bonitas y provocar en los otros las ganas de hacer cosas hermosas, y
tambin un Homo Viator, hombre de pasaje, o sea, aquel que permite a la
gente desplazarse en sus pensamientos, en sus acciones.
Ahora, naturalmente, no somos jams por completo todo eso, de lo contrario yo
caera tambin en el fantasma de omnipotencia que critico. Pero creo que por
esta va es posible trabajar y al mismo tiempo, a travs de todo esto, ubicar una
realidad que sea buena para todos.
Terminar con una muy bella cita de Montesquieu, que me parece expresa esta
ltima idea: "Si yo supiera algo que me fuera til pero que fuera perjudicial a mi
familia, lo olvidara enseguida. Si yo supiera algo til a mi familia y que fuera
perjudicial a mi patria, lo sacara de mi espritu. Si supiera algo til para mi
patria, y que fuera perjudicial para Europa, o si supiera algo que fuera til para
Europa y que fuera perjudicial para el resto de la humanidad, considerara esa
cosa como un crimen."
Los invito a ser todos dignos de esas palabras de Montesquieu, y les
agradezco.
39
DIMENSIONES EPISTEMOLGICAS DE LAS
RELACIONES ENTRE TEORA Y PRCTICA
6
Dr. Jacques Rhaume
7
El anlisis clnico en Ciencias Humanas - Nota epistemolgica
Qu se desea expresar al decir "anlisis clnico" en Ciencias Humanas?
Qu status epistemolgico se puede atribuir a esta metodologa general de
investigacin? Se trata de la produccin de un saber cientfico? De un
mtodo particular? De un modo diferente de hacer y producir ciencia? Cmo
situar el anlisis clnico en la diversidad de mtodos y tcnicas de investigacin
en ciencias humanas y sociales? Esas son las preguntas que abordamos al
concentrarnos alrededor de tres temas centrales:
La naturaleza del anlisis clnico
Su status epistemolgico
El anlisis clnico en sociologa
1) Las caractersticas del anlisis clnico
Hablar de anlisis clnico es evocar, entre otras, cuatro grandes "imgenes" o
modelos de prcticas profesionales y modos de produccin de conocimiento.
a) La clnica mdica
La nocin de "clnica" refiere bastante directamente a la "clnica mdica", en el
sentido preciso del saber mdico que se desarrolla en el contacto directo con
los "enfermos". Saber-hacer clnico, por cierto, pero saber mdico ms
fundamental tambin, apuntando a producir un mejor conocimiento de las
enfermedades y de sus causas. Hasta principios del siglo XX, este saber
elaborado en la clnica mdica ocupaba un lugar central. Se caracterizaba por
el intercambio constante entre la prctica de cuidados, el contacto
personalizado con el "paciente" y la investigacin de las causas de la
enfermedad. En una aproximacin de este tipo de investigacin mdica, se
utilizaba abundantemente el material clnico extrado del examen clnico y de
los tratamientos. Este mtodo clnico de produccin del saber mdico es bien
diferente del saber biomdico "moderno", fundado al principio sobre una
gestin cientfica de produccin de conocimientos tal que se la puede
desarrollar en las ciencias naturales (biologa, qumica, fsica). Este modo de
construccin del saber biomdico, bsico o aplicado, domina largamente ahora
la escena mdica. Se construye habitualmente por fuera del nexo clnico,
6
Publicado en "Analyse Clinique en Sciences Humaines", Ed. Saint Martin, Quebec, 1993.
7
Dr. Jacques Rhaume. Fundador y Miembro Directivo del "Comit de investigacin en Sociologa
Clnica" de la Asociacin Internacional de Sociologa (A.I.S.). Catedrtico de Sociologa de la
Universidad de Qubec en Montral, Canad. Autor de numerosos artculos y textos de Sociologa
Clnica.
40
considerado como simple lugar de aplicacin de un saber elaborado en el
laboratorio, siguiendo los cnones del mtodo experimental. Es ms, la
investigacin implica pacientes y datos experimentales de investigacin clnica
en la produccin del saber. Si es verdad que "el estudio del caso clnico" forma
aun parte integrante de la formacin mdica, dicho estudio se sita, de ahora
en adelante, en la prolongacin obligada del saber biomdico as formado.
b) La psicologa clnica
El anlisis clnico hace pensar, tambin, en toda la tradicin de la psicologa
clnica, donde la psicoterapia es una de las formas ms tpicas. Se trata,
entonces, del saber acerca de la persona humana y su desarrollo, construido
sobre la base del contacto entre el psiclogo y su "cliente/paciente". Este saber
comprende tanto lo que se aprende de la persona en la relacin teraputica en
s misma, como los componentes dinmicos del desarrollo de la persona, tal
como se revelan en la expresin de problemas y experiencias de vida, que
constituyen la traba de un trabajo teraputico. Para tomar el ejemplo del
psicoanlisis, es a travs de una larga exploracin de "sntomas" y de
"defensas" manifestados por el paciente, que el anlisis puede elaborarse. Esto
incluye igualmente la reflexin acerca de la "transferencia y la
contratransferencia", dimensiones fundamentales de la relacin clnica y los
mayores reveladores de la dinmica de la personalidad. As, las condiciones de
la relacin clnica son parte integrante de la teora psicoanaltica.
Este saber desarrollado en psicologa clnica es distinto, en cuanto a sus
condiciones de produccin, del saber de la psicologa experimental, bsica o
aplicada. Este ltimo se desarrolla idealmente en el laboratorio, siguiendo las
etapas y los criterios del trabajo cientfico, tal como se desarrolla en las
ciencias naturales. Entre este modo del saber y el anlisis clnico la distancia
es grande, salvo quizs en las corrientes ms recientes del behaviorismo o del
enfoque cognitivo behaviorista, en los cuales la terapia representa, al menos en
principio, una aplicacin prctica directa de los saberes ms fundamentales
desarrollados en la teora del aprendizaje.
c) La investigacin-accin
El anlisis clnico se acerca igualmente a la investigacin-accin. En la
tradicin de la "investigacin-accin", iniciada por Kurt Lewin en psicologa
social, la formacin del saber cientfico es inseparable de la prctica social.
Ms precisamente, la gestin cientfica y la gestin de resolucin de problemas
en la accin, participan del mismo modelo epistemolgico. Las situaciones
"experimentadas" en la accin, para resolver tal o cual problema social, por
ejemplo, pueden constituir "pruebas" posibles para verificar el valor de tal o
cual hiptesis cientfica acerca de la conducta humana. La prctica social
constituye as, literalmente, un verdadero laboratorio de "experimentacin
social", con la diferencia que se reconoce el carcter nico y particular de las
situaciones histricas estudiadas, no reproducibles: la accin social concreta es
el objeto apropiado de las ciencias humanas. La implicacin del investigador en
la accin es otra caracterstica de este acercamiento. La relacin investigador-
41
grupo participante es fuerte, y condicin de anlisis, rasgo fundamental de un
acercamiento clnico de la produccin de conocimientos.
Se puede contrastar esta tradicin de investigacin con la de la psicologa
social experimental, elaborada siguiendo las caractersticas del mtodo de las
ciencias naturales en el laboratorio. Se encuentra all la misma distancia que
existe entre la psicologa clnica y la psicologa experimental.
Hay otra tradicin dentro de la investigacin-accin, de inspiracin ms
sociolgica y fundada en las prcticas de animacin social, siendo Sal Alinski
y Paulo Freire buenos ejemplos de ella. Las caractersticas de la investigacin-
accin estn, en lo esencial, cerca de la tradicin lewiniana: relacin estrecha
de la teora y de la accin, relaciones de implicacin entre el investigador y el
grupo participante, estudio de situaciones particulares de accin.
Sin embargo, existen dos grandes diferencias. Esta segunda tradicin de
investigacin-accin se funda, casi siempre, sobre la perspectiva de una
sociologa "crtica", poniendo de antemano el anlisis de la accin social en
trminos de relaciones de clases y de movimientos sociales. Adems, la
relacin entre el investigador y la poblacin participante es interpretada
explcitamente como una apuesta socio-poltica: la democratizacin de la
gestin cientfica se convierte en condicin de democratizacin del saber. Los
que sostienen la tradicin lewiniana de investigacin-accin son a menudo
acusados, desde ese punto de vista, de establecer un nexo no-crtico entre el
investigador y la poblacin participante, de favorecer bajo formas ms sutiles,
la primaca del modelo cientfico clsico (el de las ciencias naturales) y sobre
todo, de reproducir el status privilegiado del investigador. Los lewinianos
tendran tendencia, segn ellos, de favorecer la integracin social, la
manipulacin, o sea, la reproduccin de las relaciones sociales de dominacin.
d) La consulta organizacional
El anlisis clnico puede ser asociado, por ltimo, a otro sector de prctica y de
produccin del conocimiento: la consulta organizacional. Esta se ha
desarrollado, principalmente, en Amrica del Norte, dentro de la tradicin
lewiniana de la investigacin-accin. Mencionemos, como estrategias
principales, la formacin en relaciones humanas en la industria, las
aproximaciones tales como el Desarrollo Organizacional, el mtodo socio-
tcnico, y hasta los enfoques ms recientes de la "Calidad de vida en el
trabajo", gestin de la "Excelencia" y "Calidad Total". Se encuentra all el
principio lewiniano de la produccin de un saber ligado a la accin: la
elaboracin terica acerca del funcionamiento y desarrollo de las
organizaciones es inseparable de la prctica de intervencin. El saber se
construye por la "experimentacin" directa, en una accin que apunta a
modificar o a reformar la empresa. Se construye, tambin, por la explicitacin
del contexto de la relacin entre investigadores-consultores y la "organizacin
cliente".
Este saber, producido dentro y a partir de la consulta organizacional, es distinto
del que se desarrolla dentro del marco acadmico de las ciencias de la gestin,
42
en el que predomina el trabajo cientfico ms tradicional en ciencias humanas o
sociales, como la encuesta o el laboratorio experimental. El nexo con las
situaciones concretas es, de todos modos, ms frecuente en este sector, tal
como lo testimonia la larga tradicin del mtodo de casos, utilizado como base
de aprendizaje, pero tambin como modelo de aplicacin terica. Encontramos,
tambin en este terreno, otra tradicin de consulta organizacional, en la que los
fundamentos estn bsicamente inspirados en la sociologa crtica y en una
"psicologa crtica" (psicoanlisis "social"). A menudo relacionada en su origen
con ciertos elementos de la tradicin lewiniana norteamericana, ella se
desarrolla particularmente en un contexto europeo.
Psicosociologa, anlisis institucional, sociopsicoanlisis y socioanlisis son
otros acercamientos en los que se intenta, por medio de intervenciones en la
empresa y una reflexin acerca de la intervencin, construir un anlisis crtico
de las organizaciones formales. Esta segunda tradicin tiene, como punto
comn, una mirada crtica de la prctica norteamericana de la consulta: esta es
vista como una prctica manipuladora, que favorece la integracin y la
reproduccin de las formas dominantes de la empresa.
2) El anlisis clnico
El repaso rpido de estas grandes tradiciones de prctica, nos permite extraer
un cierto nmero de rasgos a retener que pueden contribuir a definir lo que
sera un anlisis clnico en ciencias humanas y sociales.
A) El anlisis clnico es una gestin de investigacin, basada en una
relacin dialctica entre la teora y la accin: la elaboracin terica se
desarrolla a partir de estrategias orientadas a solucionar los problemas
de accin que la gente vive. La teora es, entonces, el resultado de una
actividad reflexiva dentro de la accin, para comprender o explicar esta
accin. Recprocamente, la accin es de algn modo la base de
referencia y una fuente de validacin de la teora.
B) El anlisis clnico se basa en la relacin e interaccin particular entre el
investigador y la poblacin a la que la investigacin va dirigida. La
persona o el grupo implicado en la investigacin son tratados como un
sujeto productor de conocimientos sobre su propia situacin. Se instaura
as, progresivamente, una relacin con miras igualitarias entre el
investigador y los participantes, en el contexto de un proyecto de accin
comn.
C) El anlisis clnico apunta a la construccin de un saber acerca de la
accin social, dando a esta ltima expresin el significado de "toda
conducta individual o colectiva inscrita dentro de relaciones sociales
histricamente situadas". Ms especficamente, el anlisis clnico se
desarrolla en un contexto de intervencin que favorece una co-
construccin del saber entre el investigador y sus "partenaires".
D) Por ltimo, el anlisis clnico da lugar a la elaboracin de un saber sobre
el proceso mismo de interaccin o de intervencin, establecido entre el
43
investigador interviniente y las personas o grupos en los que l
interviene.
Estos cuatro rasgos ponen el acento sobre la relacin del anlisis clnico con la
intervencin y la accin, el cual apuntara as, a producir conocimientos que
puedan ayudar a hacer ms eficaz la prctica. Otras tradiciones de
investigacin, que asimismo pueden ser asociadas a la aproximacin clnica,
en ciertos aspectos, nos incitan a dar relevancia al polo de la teora en el
anlisis clnico. La larga tradicin etnogrfica, tanto en antropologa cultural
como en sociologa (la "primera escuela de Chicago"), toma tambin el aspecto
de un "anlisis clnico", en el sentido de una relacin concreta entre un
investigador y una poblacin determinada, de un esfuerzo de comprensin de
los puntos de vista expresados por la gente "estudiada" a propsito de su
cultura y de las relaciones sociales establecidas entre ellos. El mtodo
biogrfico, las historias de vida y la observacin participante se relacionan con
el anlisis clnico, en lo que refiere a la implicacin del investigador en su
relacin con la poblacin estudiada, tomada de una situacin de accin
especfica.
La relacin con la accin es ms claramente una relacin de estudio y de
produccin de conocimientos, menos mezclada con una preocupacin de
intervencin o de ayuda, como lo supone una prctica mdica o una consulta
organizacional.
El anlisis etnogrfico apunta ms a comprender que a contribuir a poner en
regla los problemas, o a volver eficaz la accin. Pero este acento sobre el
conocimiento a producir, seala bien lo que caracteriza al anlisis clnico como
gestin de investigacin en todos los casos: la produccin de un conocimiento
riguroso. Dicho de otro modo, la investigacin-accin, la consulta o la terapia
no son ejemplos de anlisis clnico, aunque contribuyen a esta elaboracin de
un saber cientfico. Muchos de los que trabajan en esos sectores, podra
decirse la mayora, se definen fuera de tal enfoque explcito de investigacin.
El anlisis clnico parece as desarrollarse entre dos polos extremos: entre un
conocimiento directamente orientado y producido para la accin (contribuir a un
mejor saber-hacer) y un conocimiento orientado a la construccin de un saber
terico (contribuir a explicar o comprender una situacin de accin). Nosotros
hemos sugerido muchas veces que el anlisis clnico constituye un trabajo
cientfico, que puede conciliarse con una perspectiva de accin, el cual puede,
entonces, desarrollarse en el anlisis de situaciones concretas, nicas,
particulares.
Qu entendemos, entonces, por labor cientfica? Cul es el estatuto
epistemolgico de un trabajo de "anlisis clnico"? Qu nexo preciso mantiene
este trabajo con los diversos enfoques o mtodos de investigacin que hemos
citado?
3) El anlisis clnico como proyecto
44
El anlisis clnico se inscribe en el amplio espectro de enfoques, mtodos y
tcnicas. Citemos las que hemos tratado: investigacin clnica mdica,
psicologa clnica, investigacin-accin, consulta organizacional, enfoque
etnogrfico, del cual en particular se trataron los mtodos de historias de vida y
observacin participante. Podramos hablar, tambin, del mtodo de casos, las
ciencias de la intervencin, la tcnica de la entrevista clnica en profundidad,
etc. En muchos de estos casos, el trmino anlisis clnico est ausente. Y
aquellos en los que es utilizado, por ejemplo en terapia, evoca demasiado
exclusivamente a veces, el polo "intervencin de ayuda", apartado de las
coordenadas de la investigacin.
La mejor definicin para el anlisis clnico, pensamos nosotros, es la de un
proyecto en plena emergencia, donde se intenta reunir un cierto nmero de
condiciones especficas para lograr una manera distinta de hacer investigacin
cientfica en ciencias humanas y sociales: una aproximacin distinta, pero
integrando varios de los elementos fundamentales de las vas ms clsicas de
investigacin, que son los mtodos inspirados en las ciencias naturales. Estas
condiciones raramente se encuentran presentes en forma conjunta, en uno u
otro de los enfoques del amplio abanico ya citado. Y es por eso que pensamos
que una aproximacin clnica en ciencias humanas o sociales tiene su razn de
ser. Cules son las caractersticas principales de una tarea de este tipo?
Mencionamos las que nos parecen esenciales:
EL OBJETO: la accin social en sus manifestaciones concretas
El anlisis clnico se caracteriza, principalmente, por la preocupacin de
estudiar y comprender situaciones de accin sociohistricas, concretamente
situadas. Esto implica un cierto nmero de condiciones en la eleccin de los
problemas a investigar, la clase de actores sociales y de los datos a recoger.
La pertinencia social de un estudio es considerado como un criterio priorizado,
o por lo menos, tan importante como el criterio del inters terico y cientfico.
Pero, ms simple y radicalmente, la investigacin se vuelve subordinada del
siguiente objetivo central: captar los elementos necesarios para la comprensin
de esas situaciones de accin, de donde surgen las caractersticas siguientes:
CUADRO TERICO: el anlisis de la complejidad
Toda produccin cientfica, y el anlisis clnico no es la excepcin, es llevada a
desprender una conceptualizacin organizada de lo real y, haciendo esto, a
"reducir" la complejidad concreta de la situacin sociohistrica estudiada. Pero
esta reduccin, resultado del proceso de abstraccin e interpretacin ligado al
conocimiento cientfico, puede ser ms o menos grande segn cierto nmero
de opciones metodolgicas de partida. El anlisis clnico se presenta como un
estudio de la complejidad. Este anlisis apunta a dar cuenta de la multiplicidad
de los niveles de la realidad entremezclados en las situaciones concretas de
estudio: individuos y grupos, organizaciones, comunidades de pertenencia,
movimientos sociales, instituciones, etc. Esto supone la confrontacin e
integracin relativa de una diversidad de perspectivas tericas, en una
perspectiva interdisciplinaria: psicologa, sociologa, gestin, trabajo social, etc.
En este sentido, el anlisis clnico no podra identificarse con una aproximacin
45
especializada, como es el caso de la psicologa clnica, ni an a una
aproximacin mayor, pero an demasiado especializada, como son las ciencias
de la organizacin. En el otro caso, el objeto est cortado de modo restrictivo:
la organizacin formal. Un anlisis clnico implica varios niveles de realidad,
que van del individual al societal.
La interaccin entre el investigador y la poblacin estudiada
El anlisis clnico da una gran importancia a la relacin entre el investigador y
el grupo "sujeto" de "su" investigacin. Ya sea que el investigador se site en el
polo ms discreto del observador, que est sobremanera implicado en la vida
del grupo estudiado, o aun, que intervenga como consejero o gua, la relacin
con su grupo forma parte integrante del trabajo de investigacin. En este
sentido, el anlisis clnico retiene una de las caractersticas primarias del
sentido "clnico": la relacin de interaccin e implicacin recproca entre el
interviniente y su "cliente/paciente". Sin embargo, un nexo tal toma aqu una
orientacin muy particular, como la de interactuar para conocer mejor o
comprender mejor. La interaccin se vuelve condicin especfica de produccin
de conocimiento cientfico.
LGICA DE ARGUMENTACIN: ms all de lo cualitativo y de lo
cuantitativo
El investigador busca producir conocimientos con sus partenaires-sujetos de la
investigacin, desarrollar una lgica de argumentacin y conclusiones
provisorias, sobre los mtodos de naturaleza cuantitativa y otros mtodos de
anlisis, en los que los razonamientos ms rigurosos se cuestionen, bajo forma
de anlisis conceptual, establecimiento de relaciones explicativas e
interpretaciones de significaciones. Lo importante, y esto se une a la opcin de
complejidad afirmada anteriormente, es construir una argumentacin donde
sean igualmente necesarios el punto de vista expresado por los actores
sociales implicados en la situacin estudiada, y el que resulte de un anlisis
ms "externo" de los documentos o de otras fuentes de informacin
relacionadas con esta situacin. Esta diversidad de fuentes supone una
actividad de integracin, y no de pura confrontacin o yuxtaposicin.
Esta perspectiva de integracin, en un cuadro de anlisis complejo excluye, por
definicin, aproximaciones con miras exclusivistas hacia un solo punto de vista.
Por ejemplo, la medida de los fenmenos, el uso de argumentos ms
estadsticos, de anlisis ms formales, son conciliables con una aproximacin
clnica, con una condicin: que estas tcnicas o mtodos no impliquen un
camino de investigacin exclusivamente "positivista", en el que domine la
"razn instrumental" que posee el control como eje. La condicin es que estas
tcnicas o mtodos no desplacen el ritmo de la investigacin hacia una lgica
de la evidencia y de la prueba establecida fuera del contexto de la accin, y de
las significaciones producidas por los actores implicados. No se trata,
repetimos, de que los problemas vistos con mirada de anlisis clnico sean
debidos a los caracteres cuanti o cualitativos, explicativo o comprensivo, sino
ms bien al enfoque fundamental de investigacin y la relacin establecida
entre el investigador y la poblacin elegida para la investigacin.
46
LA INVESTIGACIN: un sistema comunicacional
El anlisis clnico es inseparable de la instalacin de un sistema
comunicacional, en el cual dicho anlisis se inscribe y, a la vez, contribuye a
crear. Ya sea en la manera de entrar al "terreno" de investigacin, de asociar
all a las personas concernidas, de producir el anlisis teniendo en cuenta el
punto de vista de distintos grupos de actores, as como de presentar esos
puntos de vista y discutirlos, el anlisis clnico reposa fundamentalmente sobre
una prctica comunicacional, en el sentido -por ejemplo- en que lo aborda un
autor como Jrgen Habermas. Es a causa de ese sesgo preciso del "actuar
comunicacional", que se produce y reproduce el saber, especialmente, podra
decirse, del saber cientfico. En este mismo sentido, la construccin del saber
cientfico difcilmente puede llevarse a cabo si se separan hechos y valores,
cultura y poltica. El inters del conocimiento est siempre socialmente
asentado y orientado, en el sistema de relaciones sociales.
EL UNIVERSO SIMBLICO Y CULTURAL
Como prctica comunicacional, el anlisis clnico privilegia el universo de la
produccin simblica: discursos o relatos, testimonios o debates, expresiones
simblicas. En este sentido, el anlisis clnico se acerca a menudo al anlisis
de la cultura o de la ideologa, aprehendido gracias a la palabra de los actores
sociales implicados. No es sorprendente tampoco, en este contexto, que los
aportes de la lingstica o la semiologa estn frecuentemente en el meollo de
los mtodos utilizados: anlisis de contenido, anlisis de interacciones, anlisis
de la enunciacin, etc.
CONCLUSIN
El anlisis clnico, un proyecto a desarrollar
El anlisis clnico mezcla, as, varias de las aproximaciones que hemos
mencionado, pero se diferencia de ellas en varios aspectos. El anlisis clnico
da ms peso al anlisis y a la teora de lo que lo que hacen frecuentemente,
sobre todo en nuestros das, la prctica de la intervencin clnica (mdica o
psicolgica), las aproximaciones de consulta y de intervencin organizacional o
comunitaria. De igual modo, el anlisis clnico se sita muy claramente en el
polo "investigacin-accin", con la que por otra parte comparte varios rasgos: la
implicacin del investigador en situaciones reales de accin, etc. Adems, el
anlisis clnico valoriza ms la dimensin de implicacin del investigador y el
nexo con la accin social concreta, de lo que la valorizan los mtodos definidos
en una relacin de fuerte exterioridad en relacin con los "sujetos de
investigacin", como algunos mtodos etnogrficos o de anlisis de casos.
El anlisis clnico se diferencia an ms, en este aspecto, de las formas ms
clsicas de investigacin, como la encuesta tradicional, el anlisis estadstico,
el anlisis estructural. Como proyecto integrador, siempre intenta asociar y
relacionar constantemente esos dos polos: el anlisis riguroso y la construccin
terica por un lado, la referencia emprica y la relacin con la accin por otro.
47
Es por esto tambin que difcilmente puede identificarse con las
aproximaciones ya mencionadas, puesto que la mayora de ellas se muestran
ms exclusivistas, al menos en cuanto a mtodos de uno u otro de esos dos
polos. Hemos mostrado que esas posiciones metodolgicas tienden
constantemente a establecer una relacin dicotmica entre comprensin /
explicacin, teora / accin, hechos / valores, subjetividad / objetividad, etc.
El anlisis clnico, redefinido en este contexto de conjunto, es un proyecto que
apunta a hacer converger distintas aproximaciones de investigacin en ciencias
humanas y sociales, a facilitar convergencias. Definido como aproximacin
general de investigacin, encontrara su pertinencia actual como lugar de
desarrollo de una ciencia renovada del "sujeto social", tal como l se manifiesta
en situaciones de accin concreta. El peligro est en que el anlisis clnico sea
visto simplemente como una nueva etiqueta o mtodo. Que se le encuentre,
entonces, otro nombre...
48
DESDE EL LADO OSCURO DE LA EXCELENCIA
EMPRESARIAL, HACIA UNA POSIBLE UTOPA DE LA
VIDA
Dra. Ana M. Araujo
"Los pescadores de luna lanzan sus redes, sin
desesperar jams por recoger el astro"
Edmond Rostand
8
Fin de las modernidades...
Dice Martn Buber que "la problemtica del hombre se replantea cada vez que
parece rescindirse el pacto primero entre el mundo y el ser humano; en tiempos
en que el ser humano parece encontrarse en el mundo como un extranjero,
solitario, desamparado.
Son tiempos en que se ha borrado una imagen del Universo, desapareciendo
con ella la sensacin de seguridad que se tiene ante lo familiar: el hombre se
siente a la intemperie, sin hogar. Entonces se pregunta nuevamente sobre s
mismo. As es nuestro tiempo."
9
As son nuestras sociedades, despus del muro de Berln o de la fugaz era de
Clinton, desde el Bronx neoyorquino hasta la Baha de Todos los Santos.
Sociedades semejantes a Cronos, aquel primer dios griego que devoraba sus
propios hijos, en su insaciable hambre de podero y reino en los albores de la
humanidad---
Hoy, hacia comienzos del Siglo XXI, la tercera revolucin tecnolgica opera en
un mundo organizacional diferente; crea y recrea valores y habitus; impone
cambios en las relaciones sociales; genera nuevas contradicciones entre el
capital y el trabajo; planifica economas mundializadas; abre an ms el
espacio entre norte y sur; imparte modelos totalizantes devorando la diversidad
y lo distinto; hegemonizando paradigmas de "xito", deslumbrndonos con sus
imgenes virtuales.
El "mundo de lo efmero" del que nos hablaba Lipovetsky se confunde con el
crepsculo de la tica: todo vale.
En estas sociedades dualizadas donde la "lucha de lugares" exacerba
individualismos descarnados en detrimento del individuo y del ser humano, la
crisis de la modernidad comporta una "terciarizacin" de la economa, donde
8
Rostand, Edmond: "Les pcheurs de lune lancent leurs filets sans jamais dsesprer de ramener l'astre".
(4 de junio de 1903).
9
Sbato, Ernesto: "Hombres, engranajes y heterodoxias". Alianza Editorial, Madrid, 1983.
49
nuevos sectores del mundo son expulsados, se encuentran fuera del umbral de
la existencia, fuera de la vida misma: homeless de Manhattan o habitantes del
frica negra. Marginados.
Hoy, para entender lo que est sucediendo, pienso en Foucault, ese pensador
de los mrgenes.
Michel Foucault, al analizar los distintos tipos de poder y, por lo tanto, los
distintos tipos de sociedad, haca referencia a tres tipos distintos: las
sociedades soberanas, aquellas donde el poder era regido en forma absoluta
e incuestionable, polticamente la poca de las Monarquas Absolutas,
avaladas por el poder divino. Estas sociedades estaban regidas por una
mecnica sumamente primaria, y el control en estas sociedades soberanas
estaba dado por la aceptacin pasiva de sus miembros, a ese Poder
incuestionado e incuestionable.
La historia va a ir transformando estas sociedades soberanas en sociedades
disciplinarias, donde el poder y el control se impartir no ya a travs de la
aceptacin sumisa a un poder absoluto, sino a partir de distintas formas y
dispositivos institucionales que permitan que estas sociedades "disciplinen" a
los seres sociales. El concepto de disciplinamiento social s el eje de este tipo
de sociedades. Foucault, para ejemplificar, nos habla de las crceles, de los
hospitales psiquitricos, de la educacin.
Las sociedades de control seran aquellas en donde no son ya necesarios los
distintos dispositivos disciplinarios para impartir y llevar adelante su poder, sino
que el poder se expresa a travs de una omnipotente y totalizadora visin
panptica que semi-invisiblemente observa, dirige y determina. Es el reino de la
violencia simblica. El control se impone de forma altamente tecnologizada.
Hoy coexisten estos dos ltimos tipos de sociedades: disciplinarias y de control.
La internalizacin que de ellas hacen los actores sociales, da lugar al desarrollo
de la cultura de la excelencia, de la cultura de la empresa y de la competencia
como clave del nuevo desarrollo social.
Por eso, es imprescindible referirnos a la vida cotidiana.
Cmo hombres y mujeres de hoy internalizan el poder?
Cmo construimos y desconstruimos nuestros modelos identificatorios?
Cmo en este tipo de sociedades somos capaces de enfrentarnos a la cultura
de la "excelencia", oponiendo una contra-cultura del ser?
Cmo nos rebelamos frente a esta dualizacin de la sociedad y del mundo?
No solamente a nivel macro socio-econmico, sino a nivel micro social, desde
nuestros pequeos actos y palabras, desde lo simblico y los deseos, desde
los fantasmas y nuestra idealidad.
50
Porque hay, en la re-estructuracin psico-social de los individuos que hoy
pueblan las sociedades tecnologizadas, una incertidumbre profunda: dnde
ubicarse?. O desde la lucha por ganar espacios y obtener la "calidad total" en
el trabajo o la prdida del "lugar logrado" en el mundo y la inexistencia laboral y
por lo tanto social.
Hay una necesidad "desesperante" de aferrarse a lo seguro, sabiendo que "esa
seguridad" slo existe en la visin de una economa mutante, la cual absorbe
hoy y expulsa maana, y pauta sus tiempos fuera de lo humano.
La inseguridad y el miedo a la prdida y el fracaso; el resquebrajamiento de
nuestras libertades en ese mundo empresarial planificado y cosificado crea,
como ya nos deca Reich, cuerpos rigidizados. Cuerpos contracturados,
sexualidades semi-muertas, pequeos hombrecitos obedientes y asimilados.
Crea stress psquico, cansancio... un gran cansancio.
Parecera que hacia fines de este siglo, las sociedades no explotan afuera sino
que se produce un desmoronamiento interno, un quiebre, una "implosin" de la
que ya hablaba Baudrillard.
En ellas coexisten la marginalizacin del Sur junto a la modernidad
computarizada del Norte; y a su vez, el mundo "managerial" y el "cuarto
mundo" se debaten cual mquinas de guerra infernales. La sociedad entera se
fragmentariza. Todo, entonces, es simulacro.
Era crepuscular esta donde el signo sustituye al smbolo; y el imperio de lo
efmero reina sobre los lentos y profundos afectos del ser humano. "Todo vale"
para acercarse a la excelencia y el emperio empresarial del "winner".
Ser o tener, deca Fromm y el pensamiento crtico de la escuela de Francfort
muchos, muchos aos atrs realizaba ya de forma implacable una crtica
rigurosa a la modernidad cosificante, a la tecnologizacin des-humana y al
"hombre unidimensional". El consumo analizado como espejo perverso de
nuestro yo herido, y de nuestro narcisismo, se transforma en una minimizacin
del deseo.
La empresa, sin embargo, exige cuerpos deseables, aunque ya casi no
deseantes.
LA VORACIDAD DEL TAPIR: UNA LEYENDA AMAZNICA
El mundo de la empresa est en expansin. El mundo del manager y de la
tecnologa impone en nuestros imaginarios sociales, como paradigma, el xito.
Sin embargo -nos dicen Vincent de Gaulejac y Alain Bron en su reciente libro
10
-
a la inversa de las esperanzas suscitadas y de los progresos esperados, vemos
desarrollarse organizaciones cada vez ms caticas, reduccin de efectivos y
desilusin.
10
"La gourmandise du tapir", Ed. Hommes et Perspectives, Paris, 1995.
51
Por qu el progreso tecnolgico en s mismo no permite, no ha permitido a los
hombres, ser felices?
Cmo explicar que, aunque la produccin de riqueza no cesa de aumentar,
engendra al mismo tiempo mayor pobreza y exclusin de una parte cada vez
ms creciente de la poblacin mundial?
Por qu, siendo que las nuevas tecnologas apuntaban a abrir nuevos
espacios de tiempo libre y goce para el ser humano, de hecho, somos esclavos
de nuestro tiempo rigidizado, y nuestros cuerpos se agotan en la lucha por
alcanzar la calidad total?
Por qu esa ansiedad de logros externos, cuando nos desconocemos
nosotros mismos tanto?
Vincent de Gaulejac y Alain Bron nos hablan de una antigua leyenda de los
indios Pihaoras de la zona amaznica.
Cuenta la leyenda que en el bosque haba un rbol gigante lleno de frutos, de
los cuales viva y se alimentaba toda la comunidad. Un da de tormenta, un
rayo abati al rbol. Una vez cado ste, un tapir muy voraz y demasiado
ansioso se precipit para comer todos sus frutos. De inmediato fue petrificado
por los dioses y se transform en montaa. La montaa luego permaneci all
para siempre, al borde del pueblo, para recordar a los hombres que nunca hay
que tomar de los bosques y de la naturaleza ms que aquello de lo que
tenemos necesidad para vivir. Con esta condicin, el bosque proveer siempre
todo o que nos sea necesario y grato.
Parecera que nuestra cultura centrada en la explotacin a ultranza y en la
organizacin empresarial como nicos paradigmas exitosos de nuestra
sociedad, se comporta de forma semejante a la del joven tapir.
Las empresas multinacionales, transnacionales, todopoderosas en la economa
de mercado, parecera que quieren "devorar todo": a sus competidores, a sus
clientes, pero tambin a sus propios miembros, al personal, a sus directivos. Al
igual que Cronos... Obedeciendo a una lgica y a una simbolizacin del mundo
centrada en el "ms, siempre aun ms". Sea a nivel de la ganancia en el
mercado, o en juego de oferta y demanda, o en las innovaciones tecnolgicas,
o en las presiones, a veces asfixiantes, de la excelencia y de la calidad total.
Voluntad de poder ilimitada, compulsin desmedida hacia el xito que produce
ansiedad y angustia, y una visin guerrera de la vida y de la interaccin social.
Esta lgica de poder, nos dice de Gaulejac, constituye la referencia principal y
la Norma de Racionalidad Universal de las Decisiones. Las consecuencias de
esta visin son conocidas: desconocimiento de las necesidades colectivas;
desgaste de las fuentes naturales y de los recursos no recuperables;
desigualdades enormes que van implantndose a travs del proceso de
dualizacin dela sociedad; abismo cada vez mayor entre Norte y Sur; destrozo
del ecosistema. La vida misma est en peligro.
52
La economa mercantil centrada exclusivamente en la ganancia, pretende
traducir los objetivos del desarrollo y el nivel de desarrollo de la sociedad en
trminos exclusivamente monetarios, postulando que todo se compra, todo se
vende, todo es simulacro.
Los analistas buscan respuestas macro econmicas... como si el crecimiento
econmico y las nuevas tecnologas fueran la solucin a la crisis.
"Aumentando la productividad y la competencia de manera ciega, no hacemos
ms que alimentar un sistema que est en vas de auto destruccin. Los
efectos creados por la ideologa "managerial" y el sueo tecnolgico estn en
tal contradiccin con el sistema social, que no hay coherencia entre el progreso
econmico, el progreso tecnolgico y el progreso social."
11
Cmo encontrar esta coherencia? Cmo orientarnos hacia un mundo donde
el desarrollo vital del ser humano, sus derechos y sus deseos sean el eje de
nuestra economa toda, de nuestros avances tecnolgicos, de nuestra
sociedad?
EL DIOS EMPRESA
SUS SACERDOTES: LOS MANAGERS
SU RITO SUPREMO: LA EXCELENCIA
Frente a la crisis de aquellas ideologas totalizantes que permitan dar
respuesta al mundo y a la vida; y a la incertidumbre de nuestro cuestionamiento
esencial, los aos 80 irrumpen con un nuevo modelo real y simblico: el mundo
empresarial.
La empresa, como paradigma de este fin de siglo, desarrolla su propia lgica y
su propia episteme, aparece en el imaginario de esta modernidad
resquebrajada como posible solucin, crea fantasas, construye mitos y forma
modelos identificatorios de hombres y mujeres exitosos, "performantes". Crea
un nuevo lenguaje: "la excelencia", la "calidad total", el "winner", el "looser", la
"motivacin extrema", el "marketing", la "imagen", la "venta de imagen" ...
El contenido es la imagen, y la imagen vale el contenido, la forma vale el
contenido, siempre que todo ello, imagen, contenido y forma, sean rentables.
Vivimos en el mundo de la rentabilidad y la eficacia suprema.
La EMPRESA exige, impone, gratifica, consuela, premia, expulsa, otorga, no
otorga, resuelve, absorbe, despide. Es madre dadora de goce, continente
afectivo, clido, es familiar. "Somos una gran familia", premia a sus hijos
obedientes con sus Premios Estmulos; o se transforma en la Mala Madre:
exigente, rgida, dura, imperturbable, expulsora. Y los nios obedecen, se
esfuerzan y luchas desde ella, en ella y con ella. Solos, en esta nueva "lucha
de lugares". Panpticamente asimilados.
11
"La gourmandise du tapir", Ed. Hommes et Perspectives, Pars, 1995.
53
Sin embargo, se "desarrollan y crecen", avanzan, escalan posiciones. Todo ello
tiene un costo.
EL COSTO DE LA EXCELENCIA
12
Porque la excelencia tiene un costo alto, muy alto. El stress permanente, el
desgaste interno, el estar "burn out", la productividad obsesiva, las
inadaptaciones fsicas, esa sensacin de nunca llegar, de nunca alcanzar el
"Top level", sufrir da a da la motivacin extrema temiendo siempre una posible
expulsin, un posible despido, la muerte empresarial.
Mx Pags
13
define a la empresa como sistema que aglutina tres procesos:
uno poltico, de dominacin, que delimita los roles y los aparatos de poder. Otro
inconsciente, caracterizado por la presencia de fantasmas todopoderosos,
posesivos y destructores. Y finalmente un proceso inhibitorio de los
intercambios corporales entre los dominados y los dominantes.
Podramos hablar de un fenmeno socio-psico-corporal, aglutinador de
elementos de estructura social (el sistema de la organizacin y de sus
necesidades); elementos psico-afectivos, la relacin sentimental y emocional;
corporales y simblico-culturales.
Los intercambios corporales, emocionales y afectivos se iran canalizando
adecuadamente para cumplir los objetivos de la Empresa. Nuestros deseos,
nuestras alegras y satisfacciones, nuestra libido constituyen la energa base y
fundante: son el carburante humano esencial del universo empresarial.
La empresa se encargar de transformar y proyectar hacia sus objetivos
mximos "nuestro yo deseante" a travs de un proceso de sublimacin que
tiene en la excelencia uno de sus fundamentos. El xito del "winner", el ser "el
N 1" exige, sin embargo, un precio.
El "otro", nuestro semejante, se desvanece frente a la carrera individualista por
la excelencia. Estoy yo, solo, yo y mis potencialidades tensas -cual el arco y la
flecha- hacia el cumplimiento del objetivo que la empresa cuenta. Y en ltima
instancia si existe un sentimiento "grupal" y una sensacin de colectivizacin de
la tarea es digitado, rpidamente, por la lgica de la competencia final.
Frente al stress y a la angustia constante de perder ese lugar, aparecen lo que
Freundenberger
14
llama el "hombre quemado", "burn out". Baudrillard hablara
del ser humano en implosin. Explotamos por dentro, vamos quemando
nuestras energas y nuestro cuerpo.
Cuando un edificio se quema desde adentro, aparecen los escombros, desde
afuera todo est simplemente chamuscado.
12
"El coste de la excelencia", Vincent de Gaulejac y Nicole Aubert. Ed. Paids, 1994.
13
"L'Emprise", Bulletin de Psychologie XXXVI, Pars, N 366.
14
Freundenberger. "L'puisement professionnel, la brulre interne", Pars, 1990.
54
"Las personas a veces sufren incendios al igual que los inmuebles. Bajo el
efecto de la tensin que produce la vida de nuestro complejo mundo, sus
recursos internos acaban por consumirse como si estuvieran bajo la accin de
las llamas, dejando tan solo un inmenso vaco en el interior aun cuando la
apariencia externa parezca ms o menos intacta."
15
Nos vamos agrietando. La sociedad vaciada de sentido proyecta su propia
imagen en sus representantes ms fieles. Y todo es empresa hoy, desde la
familia hasta la educacin. Y quizs esta implosin, esta quemadura interna
est significando el no sentido de nuestra vida, como suprema fragilidad.
La quemadura interna es adems la enfermedad del agotamiento de nuestros
recursos fsicos, intelectuales y afectivos, que sobreviene tras un esfuerzo
desmesurado por alcanzar un fin inalcanzable en forma solitaria. Por que los
"otros" sern puntualmente aliados del instante, pero siempre potencialmente
nuestros competidores.
Otra vez la pregunta.
Dnde la inter-relacin humana?
Dnde los derechos humanos?
Pero en contrapartida se nos ofrece "control y consumo", a la minora, ya que la
gran mayora del mundo pasa a convertirse en marginales, en "poblacin
chatarra". La minora accede a vidas cotidianas agradablemente
tecnologizadas, vacaciones a travs de imgenes virtuales, "todo a nuestro
alcance", el lado oscuro de ellos se condensa en nuestros cuerpos.
DESGASTE DE NUESTROS CUERPOS Y NUESTRAS ALMAS...
Contracturas intensas, dolores musculares, tensin en los hombros, dolores de
columna, taquicardias, sensacin de ahogo, cada de cabello, problemas
digestivos, gastritis, lceras, insomnios, impotencia sexual, desgano sexual,
enfermedades cardio vasculares.
Nuestros cuerpos estn gritando...
Nuestros cuerpos gritan y hablan.
Reich, el primero nos hablaba.
16
Nuestro cuerpo est solo. La relacin sexual plena, intensa, larga, se
desvanece en encuentros casuales, "del instante", "performantes", gimnasias
casi perfectas... Donde el vnculo fuerte con el "otro" va desapareciendo: se
tiene miedo al "otro".
Tener un cuerpo; no ser un cuerpo. "Tener relaciones sexuales", no ser con el
"otro" en esa relacin sexual.
"No implication", sobre todo no vnculos afectivos. No hay tiempo. Nuestra
libido se sublima en el universo simblico de las sociedades empresariales.
15
dem.
16
" Ecoute petit homme", Folio, Pars, 1981.
55
La sociedad industrial en el siglo XIX irrumpe con el capitalismo salvaje, el
trabajo de doce, catorce, diecisis horas de obreros durmiendo en galpones,
amontonados.
Inglaterra del siglo XIX: Charles Dickens.
Francia de Emile Zola.
Marx y su trabajo alienado. El concepto de enajenacin el Marx.
Cuerpos destrozados para la mayora del mundo.
La Revolucin Post Industrial nos habla de una tecnologa que, si bien apost
al mayor tiempo libre y al mayor goce humano, crea hoy, carreras laborales
agobiantes y la dualizacin terrible de: el espejismo abrumador de la excelencia
para los unos, el no tener trabajo y el ser expulsados del mundo laboral para
los otros.
Cuerpos exhaustos por el trabajo o cuerpos desesperados por trabajo. Nuestra
sociedad, sin embargo, produce "alternativas" soft: jogging, musculacin,
aparatos, aerbic, alimentacin diet. O alternativas "hard": ciruga plstica,
lipoaspiraciones, curas de diez das en clnicas selectas de remodelacin total,
caras lisas, cuerpos siliconizados. Cuerpos plastificados.
Dnde est nuestro cuerpo?
Cmo se relaciona nuestro cuerpo con los otros cuerpos?
No quisiera caer en una visin apocalptica... Porque sabemos que el Poder
siempre crea contrapoderes en ese, su movimiento constante. Pero sin duda,
en nuestras sociedades, el precio lo paga tambin, y quizs esencialmente,
nuestro cuerpo.
Los dispositivos institucionales y organizacionales de los "Nuevos Modelos de
Desarrollo" crean una relacin con nosotros mismos de hiper exigencia y
stress; y con el otro, una interrelacin de competencia constante.
"La competencia, nos dice A. Ehrenberg
17
, es una forma de regular el
comportamiento humano mucho ms eficaz que el palo y la zanahoria que
empleaban los sistemas jerrquicos clsicos.
El "sndrome de fatiga crnica" ante ese control panoptizado no crea entonces
individuos que desarrollen su propia individualidad, sino individualismos
solitarios.
La posible bsqueda de nuevas alternativas frente a esta realidad exige,
fundamentalmente, comprender la lgica y la episteme del universo de la
excelencia; para enfrentar as sus repercusiones en la vida cotidiana, para
desentraar lo dicho y lo no dicho, no limitarnos al tener, y atrevernos a apostar
al ser humano.
DESDE EL IMPERIO DE LO EFMERO HACIA EL REENCANTAMIENTO DE
LO HUMANO
17
"L'hroisme socialmente transmisible", in Autrement N 86, Paris, 1982.
56
Qu pistas abrir?
Hacia dnde apuntar para enfrentar a este mundo catico?
Cmo, en definitiva, y desde nuestro lugar, seguir resistiendo al Poder e ir
creando espacios nuevos de esperanza?
Ni todo est tan "empresarialmente" digitado, ni el simulacro se impone de
forma inexorable. Hay intersticios del poder siempre, nos deca Foucault.
Todava existe la esperanza, nos dice Deleuze, el filsofo rebelde de la
errancia.
Lipovetsky en su ltimo libro nos anuncia
18
: Estamos ante la lgica
individualista del Bienestar, de la autonoma del consumo y de la felicidad."
Frente a ella queda la posible construccin de lneas abiertas, casi invisibles,
de una tica que atraviese e impregne las nuevas interacciones de la vida
cotidiana.
Por que si bien es cierto que nos hemos favorecido del progreso tcnico, del
crecimiento econmico, del avance tecnolgico, todo ello se transforma en
proceso negativo si no se vive desde una tica donde lo esencial apunte al ser
humano en su totalidad. Al ser humano capaz de establecer vnculos fuertes,
afectivos, solidarios, con los otros seres humanos.
Una tica que nos hable del cuidado de la naturaleza, de la Tierra como
smbolo supremo de fertilidad, como Madre (Pacha Mama), de la armona del
ecosistema, resguardndolo y resguardndonos en todos nuestros matices, en
todas nuestras diferencias.
Donde la investigacin biogentica ms elaborada o el anlisis geolgico ms
complejo apuntalen y fortalezcan el respeto a la vida. Lo que importa es, hoy,
que los nuevos progresos tecnolgicos sean capaces de crear y abrir nuevas
fuentes de riquezas y de actividades que permitan a la mayora de la
comunidad humana salud, solidaridad, dignidad.
Una tica de la Libertad.
Una tica que nos hable de lo femenino y de lo masculino en su
complementariedad y dilogo.
Entonces, frente a la "era del vaco" resignificar el silencio, escuchar nuestros
sonidos ms profundos y los de nuestros semejantes.
Frente al mundo de signos, redescubrir los smbolos como vida y
trascendencia.
Frente al imperio de lo efmero, la Bsqueda del Tiempo.
Frente al costo de la excelencia, la lucha por la solidaridad.
Frente a la marginalizacin de la inmensa mayora de la humanidad, el
combate constante por abrir nuevas alternativas de justicia.
18
"El crepsculo del deber", Gilles Lipovetsky, Ed. Anagrama, Barcelona, 1994.
57
Frente al desencantamiento del mundo, la imperiosa necesidad de re encantar
nuevos mundos, y re inventar utopas que nos hablen de lo humano como
posible libertad.
"Creer en el mundo - nos dice Deleuze- es lo que ms falta nos hace, hemos
perdido al mundo, nos lo han desposedo. Creer en el mundo es, adems,
suscitar acontecimientos, aunque sea pequeos, que escapen al control, o
hacer nacer nuevos espacios-tiempos de resistencias.
Es a nivel de cada instante que nos jugamos a la capacidad de resistencia, o a
la sumisin al control.
Necesitamos, al mismo tiempo, creacin y pueblo."
19
19
G.Deleuze: "Pourparleurs", Gallimard, Pars, 1990.
58
MS ALL DE LAS CIFRAS
Vivencias del desempleo hoy
(Hacia un anlisis clnico de la realidad social)
Vivimos el reinado de lo insignificante, frente a la
desaparicin de las trascendencias. Necesitamos
ms que nunca esperanza y cambio social"
C. Castoriadis
"Debemos articular el pesimismo de la
inteligencia y el optimismo del corazn y de la
voluntad"
A. Gramsci
Quizs este nuevo milenio nos enfrente de forma inexorable ya a la urgencia y
a la importancia de pensar y pensarnos desde la complejidad y la
incertidumbre.
Tambin desde la articulacin de saberes y la multiplicidad de dimensiones:
sociales, simblicas, psico-somticas, culturales.
Desde la necesidad de aprehender la velocidad del tiempo en el ciber-mundo
que nos invade y ser capaces de analizar el estigma y la exclusin social a
travs de tiempos y espacios interiores des-encontrados consigo mismo y con
el mundo.
La era del vaco y el mundo de lo efmero parecera que conducen a la
implosin de nuestras identidades, de nuestro ser social... Y el proyecto de
pensar la trascendencia y no perderse en el instante; de apostar a la creacin y
al fortalecimiento del vnculo con el otro desde una nueva solidaridad se
enfrenta al proyecto de subjetividades liberadas al vrtigo de sociedades
incapaces de generar trabajo para todos, inscribindonos en una cultura de la
ansiedad, de la prdida y del despojo.
La Tercera Revolucin Tecnolgica, cultural, comunicacional; la globalizacin
econmica y simblica de este nuevo contexto histrico nos exige descodificar
cdigos distintos y nuevos paradigmas: comprender las vivencias del sujeto en
la sociedad actual y ser capaces de desentraar los procesos conscientes e
inconscientes de las nuevas formas de exclusin social.
La hiper-modernidad nos enfrenta al desafo de una crtica profunda frente a las
fracturas identitarias que vive hoy el ser humano, perdido en una subjetividad
sin sentido donde la vertiginosidad del tiempo y la inmanencia y des-
territorializacin del espacio generan angustia y ansiedad. Frente a la
dualizacin social de esta hipermodernidad naciente "la lucha de lugares" crea
"winners y loosers" (perdedores y ganadores), "excelencias" y exclusin social.
59
Fortalece el narcisismo de los unos y genera la cada de la autoestima de los
otros, la omnipotencia de unos pocos y la fragilidad de los ms. Vulnerabilidad
y vergenza frente a la prdida de la insercin social. Nos enfrentamos -hoy,
quizs ms que nunca, a espejos fracturados, donde se confunden imgenes y
se desestructuran almas y cuerpos en la lucha constante por lograr satisfacer
las necesidades bsicas del ser humano: trabajo, habitacin, salud y
educacin. En esta "Nueva Economa" de la hipermodernidad, 100
transnacionales gobiernan directa o indirectamente el 45% de la economa
mundial (V. de Gaulejac, 2000) y la desinsercin social se transforma en el
tema central del mundo contemporneo como fantasma real o virtual, como
posibilidad posible para todos.
Des-insercin social y laboral que engendra des-afiliaciones, miedos e
inseguridades.
El sujeto social se encuentra hoy confrontado a procesos de exigencia y de
autocontrol que desgastan y crean el sndrome de estar "quemado por dentro",
agotados internamente en la lucha por guardar el lugar o en la desolacin de
perderlo.
Se encuentra confrontado tambin, a la herida narcisista de ser excluido de su
propio trabajo, de su espacio social, de su historia misma. Personal y colectiva.
Las transformaciones tecnolgicas y cientficas de este ltimo perodo
conllevan cambios profundos en la construccin de nuestras subjetividades.
Exigen una lectura interdisciplinaria frente a la complejidad de una nueva
realidad social fragmentada.
Desde qu lugar entonces analizar el proceso de desinsercin social sino a
travs de una actitud de compromiso e implicancia?
Cmo elaborar la escucha de la palabra del otro sin ser capaces de vivir en
nosotros mismos, como investigadores, la empata necesaria para comprender
y transformar, junto al actor social mismo, la realidad social?
Cmo conceptualizar la "vivencia"? Cmo vivenciar los conceptos?
Desde qu marco referencial- epistemolgico nos enfrentamos al anlisis de
la desinsercin social y del desempleo?
Desde la clnica. Desde la clnica social. Desde el anlisis clnico en ciencias
sociales.
Construyendo y des-construyendo historias de vidas, rboles genealgicos,
proyectos parentales, trayectorias socio-laborales' Asumiendo nuestra propia
angustia: la angustia del investigador de la cual habla Devereux. La angustia
como trabajadores frente al desempleo y la exclusin social.
60
Y quizs, paradjicamente en medio de tanta desolacin e Injusticia, al
escuchar la historia de Juan, el obrero de 55 aos, desempleado de una fbrica
del norte de Montevideo, transmitiendo su lucha por guardar la cultura solidaria
de una clase obrera que va desapareciendo, sentimos con l, una fuerte
sensacin de resistencia.
Resistencia que permite seguir por encima de todo, apostando a la vida. A la
vida misma como transformacin y cambio.
La dimensin social
El estudio de las repercusiones relativas a la dimensin social hace necesario,
en primer lugar, definir o focalizar lo que en este caso, comprender lo "social".
Nos referiremos, de este modo, a las relaciones sociales que mantiene un
individuo a lo largo de su vida, las redes, los vnculos, las interrelaciones a
travs de las cuales el sujeto se socializa, convive, en resumen, lo sita dentro
de determinada sociedad; son los lazos del individuo con las instituciones y los
grupos sociales.
Es de esta manera que un individuo se integra a la comunidad en la cual vive.
El tema de la integracin ha sido una preocupacin de la sociologa desde sus
comienzos, las formas que asume el contrato social y la conformacin de
identidades colectivas.
En muchas ocasiones la preocupacin por la integracin, deriv de la
necesidad de encontrar mecanismos de reproduccin social y mantenimiento
del orden establecido, en contraposicin por la preocupacin con los procesos
y el cambio social; pero hoy esta temtica adquiere un giro en relacin a la
cuestin de la fragmentacin social, que se manifiesta de las ms diversas
formas: en la distribucin urbana de las ciudades, las opciones educativas, las
subculturas, entre otros, a la vez que avanzan y pretenden imponerse modelos
homogneos y globalizados.
Los lazos sociales inscriben a los individuos en redes complejas. Vincent De
Gaulejac aporta la distincin entre lazos sociales horizontales y verticales. Los
lazos horizontales se realizan en los grupos primarios tales como la familia, los
vecinos, amigos o agrupamientos voluntarios, en donde las relaciones son cara
a cara. Por su parte, los lazos verticales, ligan a cada individuo con el conjunto
de la colectividad bajo la idea de nacin o de sociedad, por caminos
institucionales e instancias intermediarias.
La disminucin de los lazos sociales horizontales acarrea, fragilizacin e
inseguridad, debilitamiento de la identidad y de los sentimientos de
pertenencia. As como la disminucin de los lazos verticales trae aparejado otro
tipo de problema, ya que todo contrato social se basa en la reciprocidad y si la
sociedad no le brinda las mnimas garantas en cuanto la efectiva realizacin
de sus derechos y la satisfaccin de sus necesidades, entonces, el sujeto
comienza a sentirse lejos, afuera del contrato social.
61
El ideal democrtico, incluye lo poltico, implica participacin, derechos
humanos y sociales as como individuales. Al perder el trabajo, el individuo se
va desinsertando de las instituciones y por tanto se debilita la democracia, el
funcionamiento democrtico de la sociedad, disminuye la participacin en los
diferentes mbitos: econmico, social, cultural, entre otros. "El lazo social se
debilita al punto de tener que preguntarse si pueden an ser considerarse
como ciudadanos que tienen un lugar en la sociedad". ("La "exclusin social",
Vincent De Gaulejac. Traduccin A. Benedetti)
El Senador Cr. Alberto Couriel, en su carcter de asesor de la investigacin
agregaba en este sentido lo siguiente: "Y yo te dira que de alguna manera,
habra que ver el lmite entre consumidores y ciudadanos, porque el ciudadano
tiene un tratado internacional que le da el derecho de la educacin y la salud,
para darte dos ejemplos. Entonces vos sents que los principios solidarios para
todo ciudadano y que aparece en muchas cartas institucionales aparece, que
todo ciudadano tiene el derecho a determinados beneficios o determinados
servicios, en vez de ciudadano se convirti en consumidor. Y de pronto el
desocupado, o el marginal, o el pobre deja de ser consumidor, no puede
consumir esos servicios bsicos. Este es un fenmeno que se empieza a
revertir entre ciudadana y consumidor."
Esto est sucedindole a las mismas personas que se vieron involucradas en
una sociedad con un alto ndice de politizacin y gran inters por la
participacin ciudadana. Una entrevistada que parece ser un caso
paradigmtico, no slo por su trayectoria particular, sino por asimilar
participacin social con trabajo, el mayor referente identitario, nos deca
utilizando el plural: "Laburamos democracias, en Espaa, en Argentina y luego
en Uruguay. Cuando llegamos a Espaa haca poco que haba muerto Franco.
Inauguramos la democracia en Espaa, Camos en Buenos Aires cuando gan
Alfonsn y ac lo mismo." Mujer 55 aos, profesional, sector medio-alto.
La sociedad era concebida como un orden jerrquico y estable, en el cada uno
ocupa un lugar y una posicin en la estratificacin social. Dicho lugar puede
tener ciertas modificaciones a lo largo de la vida del individuo, tanto hacia
arriba como hacia abajo, respecto de cierto orden dentro de la escala social,
pero el nivel de movilidad en general sola ser dbil.
El contrato social deca en relacin al trabajo que "nada te cae del cielo" y que
"te ganars el pan con el sudor de tu frente", que "el ahorro es la base de la
fortuna" y que orden es sinnimo de progreso. Los "dioses" de la modernidad
eran, siguiendo a Barrn, principalmente el trabajo, luego el ahorro, el orden y
la salud y la higiene corporal.
En relacin con este tema el Socilogo Marcos Supervielle entrevistado como
asesor de la investigacin nos planteaba: "Mi impresin primera es que hay una
cuestin tradicional en nuestro pas, es que digamos la edad lmite para
conseguir empleo son 40 aos. En realidad este modelo es un modelo atado o
articulado, esta cifra mgica de 40 aos es articulada a una idea culturalmente
muy slida en Uruguay, que era empleo a vida, empleo hasta la jubilacin.
Entonces nadie quera agarrar a alguien que dentro de 10 o 15 aos se iba a
62
jubilar. Queran a alguien que estuviera mucho ms tiempo. Est muy vinculado
a la idea de estabilidad. Yo creo que la estabilidad se perdi, pero esta cifra
mtica sigue estando ah, que tiene que ver con otro tipo de racionalidades, que
por un gur de 20 aos se paga mucho menos plata que por un tipo de 40".
"Antes decir que estabas en seguro de paro era como un delito, un pecado y
una vergenza. Ahora no, ahora es tan comn que ..." Mujer, 45 aos
desocupada de la salud, sector medio.
La ruptura del contrato social y la incertidumbre respecto a la no existencia de
una nueva formulacin del mismo, se unen a un acelerado proceso de
desinsercin social. La estabilidad social se resquebraja, el contrato social se
desvanece, as como la no creencia en lo colectivo. Los nuevos niveles de
competitividad se traducen en desconfianza en los lazos ms inmediatos y la
crisis laboral lleva al escepticismo. Hay un tema de repercusiones en torno a la
integracin social.
El trabajo y la familia son los dos pilares que componen el contrato social, y
ambos comparten las caractersticas de ser nicos, "para todo la vida" y
monogmicos, en sentido estricto y bajo la idea de un solo empleador.
En sntesis, se podra considerar que un sujeto est integrado cuando
pertenece a grupos primarios y a la sociedad global a travs de los espacios
sociales institucionales, o sea cuando mantiene lazos sociales y vnculos de
pertenencias con diferentes instituciones: familiares, educativas, barriales,
laborales, entre otras, en las cuales va desarrollando diferentes niveles de
compromiso y pertenencia.
A continuacin se desarrollar, a modo de primeras aproximaciones, ciertas
consideraciones que surgen de la investigacin en relacin a las repercusiones
del desempleo en la familia y en los grupos secundarios que forman o
formaban parte de la vida de los sujetos.
La familia
Comenzaremos por el primer lugar de pertenencia y socializacin, del cual ya
mucho se ha dicho acerca de su rol tanto en la construccin de la subjetividad
individual como dentro de la organizacin social. Es as que, entonces, se
desarrollarn algunos de los impactos y de las modificaciones que la familia
sufre como consecuencia del debilitamiento del contrato social, los problemas
de empleo, as como los nuevos valores que se van incorporando al imaginario
social.
Como resultado de la realizacin fundamentalmente de las tcnicas "rbol
genealgico", "trayectoria social", y "proyecto parental"
20
se ha podido analizar
en profundidad el lugar que ocupa la familia, tanto como lugar desde el cual
individuo se forma y adquiere capitales, econmicos, culturales, simblicos,
entre otros, as como su funcin de contencin y proteccin, tanto como el
20
Soportes metodolgicos de la sociologa clnica.
63
lugar donde se despliegan los conflictos, sobretodo en momentos de crisis
econmica y laboral.
Compete distinguir, en esta poblacin que abarca entre los 40 a los 55 aos, el
lugar y la funcin de su familia de origen, respecto de la familia que l o ella
misma ha conformado, y sus descendientes.
Es tambin por esta motivo que resulta fundamental el estudio de este tramo
etario, profundamente afectado por la crisis del empleo, y muchas veces
responsable "hacia arriba", el cuidado de sus padres ya mayores, y
responsable "hacia abajo", con respecto a sus hijos.
A. 1) La familia de origen
En relacin con la familia de origen, ha marcado muchas huellas. Por un lado
es de destacar el valor del trabajo y la estabilidad, que van de la mano, casi
como una unidad indisoluble muchas veces explcito y manifiesto,
prcticamente todos los valores de la modernidad.
Estas personas no han sido preparadas para esta nueva situacin de movilidad
laboral que exige versatilidad de talentos y conocimientos. No se socializaron
en la idea de cambio permanente y vertiginoso. Se sienten perdidas, no saben
como volver a empezar o como continuar, todo se desorganiza, se vuelve
catico y sobreviene mucha inseguridad y desorientacin.
"Yo pens que de ac me sacaban con las patitas para adelante, o me mora o
me jubilaba .... me pareci que yo no hice nada mal en la vida, al contrario, si
poda a un compaero lo ayudaba, nunca dej a nadie a pie ... yo no me haca
la viva, yo no me haca ver, yo no iba a desfilar, yo iba a trabajar". Mujer
desempleada de la salud.
Si bien estamos tratando con una poblacin adulta, la interconexin con la
familia de origen se mantiene muy fuerte no slo desde el punto de vista
afectivo sino tambin econmico y vinculado a la vida cotidiana, de dos modos
contrapuestos: en algunos casos la familia de origen sigue oficiando de soporte
econmico, se hace cargo del cuidado de los hijos, provee el lugar donde vivir,
y en otros casos los sujetos son los que le aportaban un complemento
econmico imprescindible para los mayores que viven de su insuficiente
jubilacin.
En relacin a la ltima situacin planteada un ejemplo significativo es lo que
nos deca una de las entrevistadas: 'M madre se tuvo que mudar porque yo la
ayudaba econmicamente en el alquiler y ya no me pudo seguir cuidando a mis
hijos, entonces yo no tena con quien dejarlos para salir a trabajar".
Bastante mas amplio es el tema vinculado al "colchn', que an queda de la
poca del Estado Benefactor, de la poltica de sustitucin de importaciones,
donde las propias relaciones familiares ofician de "colchn", as como la
posibilidad de la casa propia, jubilaciones y pensiones, alquileres o
arrendamientos de campos, taxis o partes de mnibus, todas situaciones
64
efectivamente relatadas por los entrevistados, y que operan como
amortiguadores del impacto que ejerce el desempleo o la precariedad del
mismo.
En relacin con este tema un asesor nos planteaba que "Claro, en este pas
todava los ms viejos son ms ricos que los jvenes. Vos pens, vos ests
accediendo a niveles de ingresos econmicos y de respetabilidad social igual
que tus padres? Si vos mirs la movilidad intergeneracional, ves que todos
nosotros llegamos a menos, a veces con inconsistencia de status. Mas all de
los que todava viven de la renta de la poca de las vacas gordas son los
viejos, cuantas familias viven porque hay un jubilado en la casa, o que viven en
una casa donde los ttulos son de ese jubilado que lo que le queda es la casa y
nada ms. Pero si perdiesen ese ttulo no tendran la posibilidad de tener casa
propia de nuevo. Todava esa acumulacin perdura y le da estabilidad a esta
sociedad. Y esto no solo abarca el tema de la vivienda, tambin en cuanto a
las referencias familiares".
A.2) La familia generada
"Me encant formar una familia pero yo tenia una vida independiente,
independiente de todo..... Te sents encerrada, me he volcado a estar
encerrada, como que me siento de repente protegida, sabes, tena miedo de
salir a la calle a buscar trabajo, a empezar de vuelta, entonces me encierro ac
entre cuatro paredes, estoy podrida, estoy aburrida de estar ac, pero a su
vez... " Mujer 45 aos.
Se da nuevamente, una situacin compleja y contradictoria. El hogar es por un
lado el lugar donde el individuo se recluye, se siente seguro y contenido.
Tambin el lugar donde toda la tensin se manifiesta, donde los problemas
econmicos estn actualizndose todo el tiempo y donde pesa la
responsabilidad y los compromisos. Es bastante directa la relacin que existe
entre la situacin vivida y un permanente conflicto del cual las rupturas,
separaciones o divorcios, no son ms que esperables repercusiones.
Mucho habra que decir en cuanto a los que afecta en cuanto al gnero y al
lugar en el que se sita y lo colocan a un adulto, sea hombre o mujer, que pasa
a estar en situacin de dependencia y pasa a depender de su pareja, de sus
padres o de sus hijos para sobrevivir. Los modelos tradicionales sufren las ms
variadas modificaciones, no existiendo un modelo identificatorio claro.
Como la situacin de desempleo es vivida como fracaso individual, con culpa y
vergenza, lleva a una tendencia a evitar el contacto social, o sea a la soledad
y al aislamiento. El hogar es por un lado el lugar donde el individuo se recluye y
que en algunos casos los contiene. Desde este punto de vista, la integracin a
una familia es un factor de proteccin social, de contencin y de amparo,
respecto de la vivencia de vulnerabilidad.
En relacin a la o las familias generadas, mas all que continen o no, hay un
aspecto fundamental, que preocupa y angustia en especial y es en relacin a
los hijos. La culpa, la vergenza y los miedos se potencian.
65
"Yo esperara, ya que no tienen profesin u oficio que tuvieran un trabajo y un
lugar donde poder mantenerse, poder estar, una empresa, un lugar donde
fueran progresando, algunas empresas facilitan por convenio el acceso a
cursos, que tuvieran la oportunidad de progresar' Mujer 48 aos, sector medio-
bajo.
Mujer de 42 aos, de clase media desocupada, que decidi emigrar nos dice:
Me parece que va ser ms fcil all. Yo ac no puedo ms, yo un ao ms
ac me da miedo, pobres chiquilines, de verdad. Miedo por el dentista, el liceo,
la facultad, si quieren estudiar o si quieren ser msicos.
B) Redes sociales y grupos secundarios de pertenencia
La poblacin que hoy tiene entre 40 y 55 aos, viene de una fuerte impronta de
lo colectivo, ya sea por la vivencia barrial, por la pertenencia a colectivos
gremiales, polticos o de movimientos sociales. Los grupos de pares, la
generacin como colectivo, ocup un rol fundamental en la conformacin
ideolgica e identitaria.
Yo que s, te puedo decir que mi viejo se juntaba con el vecino all y se
hacan comidas. O se venan para ac y hacan comidas y se iba a la playa. A
m me encantaba porque mi viejo siempre tiene un nimo terrible y mi vieja
tambin, en el sentido de hacer comidas, juntar gente, y pasaban por Punta
Gorda y se compraban una corvina y la hacan all, y se segua la joroba y
despus todos se levantaban temprano... Ahora ya no hay ms lo del vecino, lo
de juntarse, ahora hay ms aislamiento porque la gente est ms con la
problemtica econmica y est siempre con la cabeza caliente y se hace ms
individualista la cosa." Hombre 40 aos, sector medio-bajo.
"En 1967 entro a preparatorios del IAVA. Ah descubr el mundo. Lo hice en
tres aos al preparatorio y mi hermano tambin. Descubrimos el mundo... Ah
empec a cuestionar los hechos sociales, a dios, ah empec la militancia... Ah
en Humanidades segu descubriendo el mundo". Mujer 55 aos, sector medio-
alto.
Otra de las medidas que toma el desempleado es cortar sus lazos sociales
para preservar la alicada autoestima a la vista de los dems. Basndonos en
esta afirmacin pasaremos a reproducir relatos de los propios entrevistados,
que creemos tienen ms fuerza y realidad que toda interpretacin. La exclusin
social es de este modo entendida, no como un estado sino como un proceso,
un proceso de desinsercin social, de aislamiento, de ruptura o debilitamiento
del sujeto con sus grupos de pertenencia.
"El primer tiempo fue muy jodido, el cambio de estar trabajando y estar
dialogando con gente tambin al dejar de trabajar y dialogar ms con tus
padres o con la gente del barrio. Al principio le di al ojo como loco, dorma
mucho, despus dije, no!, tengo que empezar a hacer cosas... Vos tens una
actividad y decs, bueno este fin de semana vamos a comer un asado, es todo
un crculo, de la gente que tens-alrededor. Atando cabos, te queds vaco.
66
Hombre, 40 aos, que logr movilidad social ascendente respecto de sus
padres.
"Este ao pas algo que me doli, que este ao por primera vez, a la fiesta de
los tcnicos, que se hace desde el 87, y si voy o no voy es cosa ma, pero este
ao no me llamaron. Estuve laburando doce aos con ellos, siendo tcnica y
este ao no me llamaron. Me qued con una rabia. Quiz no hubiera ido. Es el
primer ao que me pasa y aunque yo ya no estoy trabajando en esto, no hay
tanta gente que labur tantos aos en esto. Se olvidaron de mi. No me
consideran tcnica. O no soy tcnica porque no tengo trabajo. Tus amigos no
se pueden olvidar. No te pods olvidar. No te puede pasar eso.... Tambin
queds afuera de verdad porque suponete hasta hace un ao a mi me llegaban
invitaciones para estrenos, o me llegaban invitaciones para eventos de
vernisages, exposiciones, eventos de lanzamientos de obras de teatro, de
pintura, de lo que sea y ahora no me llegan ms, pero mas all de lo
econmico estuviste mucho tiempo dentro de un circuito interesante y quedas
afuera. Otra cosa horrible de las ltimas veces que fui a los eventos culturales,
es que vos te encontrs con la gente que trabajaste histricamente y te
preguntan en que ands, y vos le decs en nada y se piensan que estoy en
algo, que estoy escondiendo algn dato, que estoy en algo que todava no se
puede decir. Al principio se rean. A la gente tambin le cuesta que vos siempre
anduviste en algo y que de repente le digas no ando en nada, o que estoy por
poner un quiosco. Se lo toman como que los ests jodiendo. Capaz que por
eso no me invitaron ms. Vas perdiendo relaciones que nos son
fundamentales para la existencia pero enriquecen la existencia. Mujer 42
aos, sector medio que pretende mantener la calidad de vida de la clase media
de otras pocas.
"Las repercusiones no es tanto lo econmico sino que te permite mantener
vnculos profesionales y sociales. Los mantuve durante algn tiempo haciendo
proyectos. Te junts, te reuns, los presents y despus no te sale. Nunca
salieron. Mantuve un vnculo social y profesional por lo menos haciendo
proyectos. Despus se perdi." Mujer 55 aos, profesional, que tiene la
posibilidad de un "colchn" familiar.
"Las amistades y las relaciones casi todas perdidas. Tena relaciones sociales
bastantes ricas, ricas en el sentido de que yo estaba en ese nivel de trabajo, en
ese cargo, estaba a nivel directivo, de gran poder adquisitivo, que dos por tres
se hacan fiestas o se casaba el hijo de uno, o hacia 25 aos de la boda de
otro, y siempre buscando motivos de fiesta. Yo estaba en todas. Ahora nada,
slo me queda de repente rescato una de mis compaeras que era la ms
allegada, te digo perd todo, lo perd totalmente". Mujer, 45 aos, sector medio,
que haba logrado ascenso social a travs del trabajo.
La exclusin simblica
Hasta el momento del despido, hasta ese momento me vena todo bien .. yo
ca, yo ca, me lapid como ser humano, o sea no lo pude superar como ser
humano. No pude superarlo. Te destruye todo, ms cuando uno es una
persona de buena voluntad, que trabaja bien...
67
El trabajo, desde principios del 900, se ha ido constituyendo en nuestra
sociedad como el valor supremo, fue pasando a ser uno de los "Nuevos
Dioses" como dice Barrn: "el hombre civilizado comenz a sentir que en el
trabajo se hallaba la plenitud y la felicidad" construyndose, entonces, la
representacin colectiva que el trabajo "ennoblece, significa y vigoriza, es el
origen del bienestar y fuente de placer".
Siendo en los aos 960-70 el lugar de alineacin, es a partir de la dcada del
90 que vuelve virulentamente como valor supremo y total. Hoy pasa a ser el
"nico" lugar portador de identidad; pasa a ser al mismo tiempo Dios y
Demonio en la construccin y re-construccin del s mismo. La capacidad de
definirse laboralmente se ha vuelto ms fuerte que toda otra pertenencia. El no
poder definirse laboralmente pone en peligro a toda la identidad, ya que sta
parecera como que ha perdido su multiplicidad y su movimiento. La identidad
laboral-profesional estara abarcando a toda la persona, la identidad nacional
se ha ido diluyendo junto al desvanecimiento de la identidad poltica (partidaria)
que durante dcadas atraves a los uruguayos. Se ha pasado del pas de las
"vacas gordas", de la "Suiza de Amrica", del pas "culturoso" y diferente al
resto de Amrica Latina, al pas de la nada y de nadie.
"Ac en este pas nada da nada.
"Algunos se han ido y otros siguen, pero es una incertidumbre porque de 700
hay 70. Parece esas ciudades del lejano oeste donde ya no hay nadie, que la
mina se agot y se fueron todos para otro lado. Es igual."
Estoy absolutamente descreda de... la poltica y de los dirigentes... se termin
para m, no hay ms.
Tengo un proyecto que es irme a Espaa... Yo ac no puedo ms... hay
muchas cosas que ac no pods. Son cosas mnimas, casi absurdas pero que
hacen a la calidad de vida, para todos.
La identidad familiar permanecera dbilmente en algn sector social, ya los
apellidos, los roles parentales, se opacan en la presentacin de las personas
en la vida cotidiana o implican una vuelta atrs en la historia de las mujeres, la
identidad barrial se disgrega en los conglomerados habitacionales o se esfuma
ante la urgencia de sobrevivencia, de auto-conservacin, los vnculos sociales
y las pertenencias se desvanecen.
"Ahora (al estar sin trabajar) soy la madre de, o la mujer de....
"Ahora ya no hay ms lo del vecino, lo de juntarse, ahora hay ms aislamiento
porque la gente est ms con la problemtica econmica y est siempre con la
cabeza caliente y se hace ms individualista la cosa.
"Y ahora uno la est pasando mal, y no tens a quin recurrir, y si le decs o no
puede, porque realmente no puede, o se escapa por la tangente, estn en la de
ellos.
68
A su vez, el sujeto ya prcticamente no se define en referencia a un sector
social ni a una identidad colectiva ni sindical que le confen un lugar en un
orden establecido; o se define siempre como clase media, no encuentra en qu
sector ubicarse ya que ha vivido en el movimiento, tanto promociones como
regresiones sociales, pertenencias dismiles y permanencias efmeras con
cadas abruptas, y tambin desilusiones, ya no sabe dnde est su lugar, o
aparece simblicamente desligado de lo social y en la soledad.
"Yo soy de sector-medio, bueno, medio bajo", sus orgenes sociales son
obreros.
"Yo me he vuelto dura, ahora estoy para la ma", la familia le dice que perdi el
trabajo por ser sindicalista, a la vez, siente que el sindicato la dej sola ante el
despido.
"En un primer momento me encontr perdido... los que iban conmigo antes
eran los locos del laburo, y algunos estaban laburando, otros estaban perdidos,
otros estaban lejos. No s, el vaco era muy grande... mucha soledad.
El trabajo no es solamente un factor de produccin indispensable al
funcionamiento de la economa, es tambin, el medio reconocido
colectivamente de integracin a la vida social y por tanto, estructurante de la
identidad individual (De Gaulejac, V- 1994).
La prdida del trabajo, entonces, implicar fuertemente al s mismo,
produciendo una des-estructuracin identitaria de muy difcil y compleja re-
construccin. A partir de las historias de vida, podemos decir junto a varios de
los entrevistados, que el perder el trabajo, produce el sentirse extrao con uno
mismo, impotente, confundido, la prdida de confianza en s mismo y de la
dignidad, la incertidumbre, la angustia permanente de cmo sobrevivir, una
herida identitaria que la misma urgencia del da a da no deja cicatrizar: cmo
afrontar cada nuevo da, cmo pagar o hacer revalos con las deudas (ya no
slo de tarjetas de crditos, sino de la vivienda, el abrigo, la comida, los
impuestos, etc), una urgencia que, las ms de las veces, no posibilita siquiera
elaborar proyecciones en el futuro donde jugar un rol activo y valorizado.
"A veces pienso, de dnde saco fuerzas para levantarme todos los das, porque
yo no me levantara, hay veces que no me levantara... todo se te va
desgastando y perdiendo, no podes reponer, no pods aguantar las cosas, ya
tambin estoy debiendo, entonces decs, y a dnde voy a ir a parar?... estoy
obsesionada con pagar cuentas, estoy como loca, no quiero deber, no quiero...
yo no s hasta cuando voy a poder, porque yo no puedo ms... entonces digo,
me mataron, me mataron por todos lados... me siento muy bajoneada, hago lo
necesario... se me vino todo abajo, se me desplom todo. Todo lo que trat de
construir, de estos castillitos de arena, que los pons y te viene una oleadita y
te tira todo abajo, as fue.
La prdida del empleo significar la prdida de la confianza en s mismo, para
unos la entrada en la decadencia no slo econmica sino tambin interna,
69
corporal, familiar y la entrada en un crculo que da vueltas sobre s mismo y no
encuentra salida, cuando el desempleo ya es de larga duracin; para otros, la
entrada en una lucha permanente de construccin de la esperanza que los
sostiene y no los deja caer del todo, aunque van y vienen de la depresin a la
esperanza, de la fragilidad a la fortaleza y la lucha. Nos preguntamos hasta
cundo?
Vernica se re-afirma continuamente, no me puedo quedar, se lo repite a s
misma y se lo repite a los otros que estn en su misma situacin: "no se
queden". Ha formado una carpeta en donde colecciona frases, narraciones,
dichos, que la energizan, la positivizan, le dan fuerza. Re-afirma que no se
puede quedar por sus hijos, y que adems ella es muy curiosa y esa curiosidad
la mantiene, ya que quiere saber qu es lo que va a pasar. Trabaj en una
empresa de servicios, aproximadamente veinte aos, senta el gusto por su
trabajo, desarrollaba su creatividad, era reconocida. De un origen social-
familiar obrero, vive una promocin social y luego una regresin social abrupta.
Pierde el trabajo en el 93, ahora tiene un trabajo precario, hace limpieza en la
escuela a la que van sus hijos, la Comisin de Fomento le paga $ 1000. Siente
cierta vergenza frente a sus hijos, su hija se avergenza de ella al verla
limpiar en la escuela. No sabe qu hacer: "no he sido educada para pedir en la
calle, no me voy a ir a vivir al Borro, mis hijos no estn educados como
marginales, no podran vivir con nios marginales, no tienen la educacin para
ello, los destrozaran, no se sabran defender. No puede pagar ms el alquiler,
est pensando en mudarse. Ha ido a cursos de reconversin laboral, no
consigue trabajo. Se re. Se interroga sobre la demanda institucional de actitud
positiva en la bsqueda laboral, se pregunta y se re, piensa "qu es la
actitud!", es lo que piden ahora". Esa curiosidad es la que le permite construir
la esperanza. Trasciende la vergenza, el miedo, la frustracin, el fracaso, el
aislamiento que vive, a travs de la curiosidad, desde otro lado de los
sentimientos, desde el querer saber. Ello es lo que ha marcado la historia de
Vernica, el aprender, el crecer, en estrecha relacin con su fragilidad, el ser
hija natural, -que por un lado, la estigmatiza, la inhibe y le ha dado
histricamente vergenza-, pero por otro la ha llevado a mantener vivo el deseo
de saber, de aprender, de ir construyndose a s misma. Y las fuerzas
contrarias estn dadas en estas dos dimensiones, su fragilidad y su deseo, la
historia social y familiar la inclinan alternativamente hacia una u otra en una
lucha de contrarios constante, en la que sigue predominando el deseo de
saber, la lucha, la bsqueda de energa: "no me puedo quedar". Su pareja es
quien la remite a su fragilidad, es quien la sita en "una intil" y se est
separando. Prima su curiosidad. Y transmite energa, ms all de sus
insomnios, y se re, hace chistes, comenta que escucha la radio y todo lo
referido a lo que est sucediendo, busca referencias y personas con quien
identificarse que le aporten energa a travs de, entre otros, los medios de
comunicacin, busca recursos para situar su propia identidad, recursos que le
permitan re-valorizarse a s misma; y a la vez, llora por su situacin y luego
vuelve a rer. Vernica se define en su sentimiento, en su manera de ser, a
travs de su deseo de saber, ms all de categoras legitimadas socialmente,
se reconoce a s misma. Podr seguir sostenindose a s misma?
70
El trabajo ha pasado a ser vivido como la nica puerta de entrada en el sistema
social y como el gran proveedor de lugar en la sociedad. El sistema social
librado al mercado reclama que la "vida es el trabajo", "la empresa la familia",
"la camiseta la organizacin". La no pertenencia a una organizacin laboral,
estara dejando al sujeto en la intemperie, despojndolo de todo rasgo
identitario, envolvindolo en el sentimiento de inutilidad social y en el abandono
simblico. El trabajo se ha vuelto el criterio y la norma de integracin social as
como el portador de identidad social. Se unidimensionaliza la "utilidad" de la
persona en lo econmico, a travs de sus consumos y de su insercin en el
mercado laboral, al mismo tiempo que dicho mercado se comprime,
desligndole de las distintas dimensiones en que aporta a la comunidad.
La voluntad de trabajar, el trabajar bien, la responsabilidad, la entrega a la
tarea y la organizacin, son rasgos identitarios que el desempleado subraya en
su presentacin ante los otros, buscando eludir la estigmatizacin social de la
cual es objeto, aquella de un ciudadano sin utilidad social, endeudado, privado
de dignidad, de razn de ser y de valor.
Cuando trabajaba "me senta que serva, que ahora no... Senta que vala, me
senta segura... Senta que poda contra el mundo . Yo me senta, no es que
me senta "Superman ", pero me senta que yo me vala, que serva para algo,
que yo, no slo serva para el trabajo, sino que serva para mi casa, porque yo
aportaba, yo traa... se pagaban las cuentas... Y de repente me Dieron no, me
bajaron, dice Marta.
Marta cuando trabajaba se senta reconocida. La integracin simblica de las
personas se da por su reconocimiento social, es decir, por la utilidad social que
ellos tienen en el sistema y por el reconocimiento del lugar que ocupan en el
mismo. Cuando Marta pierde el trabajo, no encuentra nuevos cdigos de
referencia que le permitan inscribirse simblicamente, se siente confundida,
busca desesperadamente reconocerse y ser reconocida. Su pareja la inscribe
en su rol de madre y ama de casa, siente una profunda regresin en su
identidad. Cae, se siente que "no sirve", se encierra, se culpabiliza, siente
lstima de s misma, siente que se "ha quedado", siente miedo, pnico, est
paralizada, cae en una profunda depresin y siente que arrastra a sus hijos a
su pozo, no quiere vivir: Esto no es vida, preferira pelarme... a veces digo, La
pucha!, ms vale que me venga algo y me muera. Porque estar as, digo, qu
es estar viva para m?... Porque de repente ni tampoco de ejemplo para los
chiquilines".
El sentimiento de indignidad se acompaa de la sensacin de ser un objeto
pasivo, del sentimiento de impotencia. Marta se define como alguien que no
cuenta para los otros, ni para s misma, ni que puede dirigir al menos
parcialmente su vida y ser fuente para sus cercanos. En su identidad familiar,
tambin se siente perdida, con escasos y fluctuantes recursos ni siquiera
puede "administrar" su hogar, no puede asumir el modelo de "ama de casa" ni
interna, ni econmica, ni afectivamente, no sabe qu hacer con su vida. A su
pareja prcticamente no la ve, trabaja todo el da como trabajador
independiente ya que tambin fue despedido, sus ingresos no cubren las
necesidades. Marta era la que haca el aporte econmico ms importante en la
71
casa ("yo era una persona que traa a mi casa ms dinero que mi esposo"). La
cada laboral de uno de la pareja implica que ya no hay sostn econmico
familiar a partir del otro, se precisan ambos ingresos.
Su identidad personal y corporal se va desfigurando: Yo tena otra elegancia...
si no me pintaba no sala, yo me arreglaba, siempre impecable... ms flaca...
me arreglaba la cara... ahora apenas en alguna oportunidad... ahora no
taconeo, voy caminando despacio (el no trabajar) me llev a quedarme quieta,
a engordar... Te sents impotente... insegura en m misma... no soy la misma,
tengo cara amargada, tengo las ojeras... he perdido mucho la memoria... de
estar encerrada... asumo que me he quedado, y de que le tengo miedo a salir
de vuelta, a vender mi producto, de que yo soy de confianza, que s trabajar ...
me da miedo volver a empezar, me da miedo enfrentarme, como que no s,
me cortaron ... como que ya me qued en el tiempo...
Marta no puede dar pruebas de su utilidad social y de sus cualidades, no tiene
un contrato de trabajo, no puede re-construirse en el contrato social, en el
contrato familiar, en el contrato parental, en el contrato consigo misma. Ha
perdido su pertenencia a una organizacin laboral que la ha arrastrado al vaco.
De orgenes sociales tambin obreros, vive una promocin social vertiginosa y
luego una cada vertiginosa y abrupta. Ocupaba en una empresa un cargo
directivo, de confianza, realiz una carrera profesional dentro de la
organizacin, se senta fuerte: "yo tena que preparar todo, presentarme, poner
normas de trabajo, acomodar al personal... me encargaba de todo, los
proveedores, los laboratorios, el banco, de ir a hablar con el gerente del
Banco... no le tena miedo a nada... tena que poner la cara ante cantidad de
gente... representaba a la empresa... Y bueno, todos me reconocan". Era una
"reina" como lo fue en su infancia. Los costos personales eran "un horario a
veces terrible, me vena de noche... tena que salir corriendo a las dos de la
maana... me llamaban a m. Su costo ahora es haber dado la vida a la
organizacin. Se siente traicionada, ... porque despus de todo lo que hice, di
mi vida... Fue una traicin... no te han reconocido...
Se siente humillada, abandonada, ignorada y menospreciada, y se
menosprecia. Marta flucta entre fortalecerse o dejarse "morir lentamente,
quiere salir de su situacin y se desestabiliza, sus condiciones de existencia
articuladas a su herencia cultural y a su historia personal parecera que no le
permiten recurrir a nuevas significaciones y proyecciones. Sin embargo, seala
"como que yo me estoy despertando ahora".
Al igual que algunos otros entrevistados, al romperse el modelo de estabilidad
laboral, no se identifican con los nuevos referentes ofrecidos socialmente (la
cultura fast, el mundo managerial, el ser performantes, exitosos), buscan el
objeto perdido, sienten nostalgia por la cultura de la mediana, afloran
referentes histricos: "la estabilidad", el "empleo seguro".
"Mi padre 40 y pico de aos en la misma empresa y lo jubilaron de esa
empresa, y yo me pareca que segua igual, 24 aos, yo voy a hacer lo mismo
que mi padre.
72
Mi vida personal y el pas eran estables antes"
"En lo laboral son cosas muy distintas, en la poca de mi viejo haba
estabilidad... en cambio lo mo es todo as, para arriba y para bajo, es otro
momento histrico... La clase media de antes era diferente de la clase media
de ahora. Era la estabilidad, vos tenas tu casa, o tu camioneta, o no s, pero
tenas tu estabilidad....
La organizacin pblica, la burocracia es el refugio, contina siendo el "lugar
seguro": "Espero quedarme en la administracin pblica... me re-
distribuyeron... yo ahora me quiero quedar ah, hacerme mi lugar....
Con una concepcin ms lineal de la vida, con una ilusin de trayectoria laboral
y social similar a las de sus padres, de permanencia en el mismo lugar laboral
durante toda la vida, con un recorrido laboral en el cual no se han proyectado a
partir de su deseo o su gusto, sino que parecera que ha estado signado por "lo
que se dio", sin proyectos laborales y vocacionales propios durante su historia
laboral, el desempleo inscribe, a muchos de ellos, en una incertidumbre total
que los coloca prximos al quiebre personal. No se reconocen en los nuevos
referentes de la hiper-modernidad y no encuentran otras alternativas
referenciales colectivas en donde puedan re-construirse en una nueva
identidad individual y social, no encuentran normas colectivas a las cuales
adherirse, no encuentran un grupo con el cual identificarse, no encuentran un
proyecto social que les permita proyectarse en futuro.
Nos preguntamos si no tendremos que entrar en el territorio de la curiosidad, la
curiosidad como forma de bsqueda de alternativas, y no centrarnos tanto en
los discursos que giran en tomo a procesos de frustracin y aislamiento, que al
mismo tiempo que se producen son productores de frustracin y aislamiento
como discursos con "voluntad de verdad". La frustracin y aislamiento son
tambin construcciones sociales, quizs esta construccin sea funcional al
sistema produciendo procesos de desinsercin. Por algo, las canciones de
algunos grupos rescatan dos caras de toda vida, los logros y los fracasos,
contestando y cuestionando la construccin social en categoras que separan a
unos de otros: ganadores y perdedores.
Dimensin psico-somtica
Ah empez el hachazo, me cortaron... fue un desastre todo.
Qu es estar viva para m? Cmo zafo? Me siento mal. (Marta)
El abordaje en trminos de dimensiones facilita el anlisis de fenmenos
complejos, pero hay que destacar que esta complejidad existe y lo psico-
somtico es indisociable de las otras dimensiones, la social y la simblica.
El no poder proyectarse desde un trabajo seguro genera sufrimiento individual
y social, genera nuevas "patologas de la frustracin". Hay estrs, no ya el
estrs del que est dentro del sistema, en lucha por su lugar, sino el estrs de
la frustracin, del agotamiento de los recursos internos. Se sufre una profunda
fatiga y "no se sabe qu hacer con la vida de uno".
73
"Estoy como loca... Estoy completamente achatada, sin voluntad, sin ganas de
nada, trato de estar bien pero no puedo." (Marta)
Se genera un sufrimiento psquico, que es social al mismo tiempo y nace al no
poder ser realizados socialmente los deseos profundos del sujeto, no poder ser
ms lo que se quera ser.
La situacin de desempleo implica, obviamente, condiciones de vida que no
favorecen el bienestar del individuo. "Bienestar" condensa una dimensin
"subjetiva (sentirse bien) y una dimensin "objetiva" (tener un cierto confort
material, estabilidad y acceso al mercado de los bienes materiales). El
sufrimiento social, como plantea De Gaulejac, es "un "mal estar" provocado por
una situacin caracterizada a la vez por la ausencia de confort material y la
ausencia de reconocimiento moral. Por un lado las condiciones de vida
precaria, difciles, inestables, lamentables y por otro lado la vulnerabilidad
identitaria, una desvalorizacin narcisista, una imagen invalidada de s mismo".
En trminos de un entrevistado "atando cabos, te quedas vaco y sin orden". El
orden resulta fundamental tambin para Eduardo: qu tens que ordenar? ",
pregunto, "todo... la cabeza... la cabeza es lo primero...
Se interioriza el conflicto, "todo esto me est pasando por mala" (Marta), "yo
debo haber bajado mi productividad, eso influy" (Silvia) el individuo siente que
no puede salir, porque no tiene los medios para salir, "tengo miedo de salir"
(Marta). El sufrimiento psquico se somatiza, hay un desgaste mental que
puede llevar a la emergencia de patologas psicosomticas: cardiopatas,
hipertensin arterial, patologas digestivas y depresin. "Alterno la depresin y
la mana" (Antonio). "Me siento cada da peor. Por cada cosa que hago un
esfuerzo. Me siento desgastada, me est influyendo, estoy mal tratada porque
no tengo asistencia, yo necesito hormonas para decir bueno, estoy bien, de
repente me falta ese levante... me vaciaron, no tengo ovarios... Me avejent"
(Marta) "Hay que tener cuidado con el colesterol porque te puede saltar el
corazn, no puedo con mi cuerpo" (Silvia), "dicen que es gastritis esto que
tengo ahora, que me la tengo que tratar a ver por qu viene... Tambin pueden
ser los mismos nervios" (Mary) "Hace dos aos empec con problemas de
hipertensin, tengo que comer sin sal. (Carlos)
El perfil de salud-enfermedad es pautado por las condiciones de existencia y en
estas situaciones puede hablarse de un "empobrecimiento psquico, deterioro
de la simbolizacin y el temor a la destruccin interna" (Moise, 2000). Llegu a
un grado de pobreza, porque la pobreza no la meds con plata, sino que la
pobreza est en el interior, siempre jodo con mis amigos y les digo "cuando yo
era rico... " porque tena otra seguridad, mis horarios, mi vida, y siempre poda
ayudar a alguien, para m cambiar un enchufe era un ratito... Cuando yo era
rico era porque que me senta realmente til... La pobreza empieza cuando te
vens abajo, cuando no tens valor, cuando no pods dar." (Eduardo)
Esta situacin puede llevar a la "bsqueda de satisfacciones sustitutivas"
(Moise, 2000), entre las que estn las conductas adictivas. En nuestros
entrevistados encontramos la cada en esos engaos, de que te toms primero
74
una y despus otra, no pars con el alcohol" (Eduardo), y tambin "el
incremento notorio en las cajillas de cigarros que fumo por da, ahora son tres...
Fumo, fumo mucho..." (Antonio).
El sujeto pierde la confianza en s mismo y en los otros. No tengo confianza en
la calle. Ni siquiera, es ms, el da que golpe una puerta no s... No tengo
confianza... no sabs lo que puede llegar a pasar. A m los muchachos me
decan ayer tens que largarte y salir a vender, te deja plata, pero yo tengo
inseguridad (Silvia). Aparte del miedo, perd el hbito de trabajar y perd la
confianza en m, tengo la autoestima por el piso" (Marta), "Tengo un
descreimiento muy grande, yo antes no era as" (Eduardo).
Los miedos se multiplican: "miedo al fantasma negro de la miseria" (Antonio).
"Yo no le tena miedo a nada, ahora le tom miedo a la computadora, me da
miedo enfrentarme, me cortaron... Como que no saco la cabeza afuera."
(Marta).
Encontramos "auto-encierros" como producto de la situacin de desinsercin
social "Me aisl, me he volcado a estar encerrada" (Marta), "me recluyo"
(Eduardo), "yo estaba decada desde que me despidieron en diciembre hasta
junio de este ao. Cuando me levant, yo llegu a estar en la cama, que me
levantaba slo para ir al bao y a baarme porque soy medio histrica con la
limpieza. Me levant un da y dije, de ac en ms tengo que solucionar todo lo
que veo que est mal, fin de junio, principios de julio, capaz que un poco
tarde... Pero lo hice... logr hacerlo" (Mary)
La vida supera siempre la escritura... pero la
escritura salva imgenes perdidas y experiencias,
las eleva por encima de la absurdidad y la
desesperanza.
Pierre
Goldman
Una tarde de lluvia y viento de un mes de setiembre, todava de invierno.
Estamos frente a la computadora escribiendo este artculo a ltimo momento.
Recibimos el diskette de Gabriela. Lo lemos. Emocionadas. En silencio.
La escritura -como dice Pierre Goldman -el compaero negro militante del
mayo 68 francs asesinado- salva s imgenes perdidas y experiencias y lucha
contra la desesperanza. Por eso, entonces, la escritura de Gabriela que ayuda
a entender y a entendernos.
La angustia del colaborador
Sin empleo, el hombre a la intemperie, la subjetividad porosa, abierta, el
hombre expuesto, la retirada de las instituciones, sin amparo legal, la prdida
de las redes sociales, sin amparo vincular, afectivo. Sin amigos, sin
75
compaeros de tareas, sin compaera/o en la vida. El clima de desesperanza,
desprotegidos, desamparados (como dice Gonzalo), impotentes, solos. Qu
nos queda?
Como colaboradora honoraria en esta investigacin, he desgrabado entrevistas
de personas quebradas, y saben qu?, yo he sido, un poco como todos ellos.
Actuaban a su manera personajes que tambin son mos, que he tenido que
jugar en distintos momentos.
Acabo de recibirme y no tengo empleo, lo que estuve haciendo en los ltimos
aos, fue sonrerle a los distribuidores, cargar libros, levantar las cajas y
llevarlas hasta Tres Cruces, era un trabajo (informal, en negro) por unos p...
pesos. Pero llenaba un vaco. Mitigaba una vergenza. Pero no lo disfrutaba ni
me senta bien. Era un engao, quera borronear esa imagen de cada del
mapa, de perdedora, de tonta que no supo hacerse un lugar, sin las
herramientas para enfrentar este mundo, ms revuelto y frgil de lo que
pensbamos, el albergue de los ganadores acaba de ser abofeteado. Porque
ahora, adems de la formacin, se exigen determinadas actitudes... no hay
lugar para la inocencia y muy poco para los buenos modales. Pero yo no
quiero ese lugar de "ganador"! Tambin es un engao, la misma mentira, la
otra cara de la moneda. Qu me queda? No hay un mango, bueno, vamos a
poner la energa en lo que me gusta.
Quin sostiene esto? M familia, mis amigos, mi colega Adriana, compaera
de proyectos (sueos) que me tiene fe, Gonzalo que siempre tiende una mano.
No levant una caja ms, me recib y claro, me deprim. Las cartas estaban
jugadas. Mientras tanto, con los que me acompaan, disebamos caminos
para alcanzar los sueos (proyectos), sin ellos (sin proyectos ni compaa), yo
era un lquido que se derramaba.
Hasta que un da suena el telfono y era Ana Mara, haba ganado el puesto
de colaborador honorario en su investigacin!, (junto con otro compaero, que
ahora se va a Mxico a trabajar). Tal vez en otra cultura no se entienda, pero
me puse muy contenta de poder trabajar en lo que me gusta, aunque no me
paguen, me estoy acercando al objetivo para el que he estudiado durante
quince aos. No me siento ganadora ni perdedora, estoy acomodando el
cuerpo a los sueos. Estoy trabajando para eso. Si pierdo esto...
Por eso digo que, al escuchar a los entrevistados, mis miedos eran expresados
por otro. Cul es la alternativa? No encontr ni un sueldo ni un empleo, pero
me siento bien con lo que hago porque colaboro en lo que me interesa y
porque me permite insertarme en un lugar, y cuando uno tiene un lugar desde
el cual partir, puede elaborar nuevas estrategias para llegar a distintos niveles
de insercin, en donde alcance el aporte econmico, bueno, es mi esperanza.
Y tambin, porque encontr un equipo, que primero me recibi con un beso, y
luego vimos cmo podamos trabajar juntos, Argene se preocup de que me
sintiera cmoda, Ana Mara escuch y alent cada grano de arena que arrim,
Betty, Mabela y Eduardo valoraron lo que poda dar en ese momento. Me sent
aceptada, sin juicios, sent la calidez que como grupo tienen y dan a los dems,
76
no tuve que sufrir el sudor fro de las entrevistas de trabajo ni ponerme un traje
que no es mo.
El primer da estaba nerviosa porque no saba cmo iba a ser, me pondran
bajo una lupa? A Leonardo y a m nos explicaban qu estaban haciendo, los
cinco a la vez, yo no estaba para hilar fino, as que no me qued muy claro qu
se esperaba de nosotros. De cualquier modo, l y yo salimos contentos,
todava no sabamos qu tenamos que hacer, pero era bueno que fuera all
(aqu).
Esto lo traigo por lo de la alternativa, la dualizacin entre ganadores /
perdedores es el espejismo de un mismo discurso que nos objetiva como tales
(nos subjetiva), la "lnea de subjetivacin" (G. Deleuze) es la misma, el discurso
pone una lnea y nos hace ver: los que estn de un lado y los que estn del
otro; tens trabajo, ests de un lado, lo perds, ests del otro, pero no es as,
es lo que nos hacen creer, porque nadie est a salvo, el miedo es el mismo en
todos, estamos todos en un mismo barco. En este sentido se trata de la misma
subjetividad, todos estamos a la intemperie en este nuevo orden social, en las
sociedades de control, (hasta el Pentgono).
Adems de las lneas de subjetivacin, existen las "lneas de fuga" (G.
Deleuze), cuando nos escapamos de ese discurso en la creatividad, en la
transgresin, en la singularidad, en el enamoramiento... cuando alguien que
nos quiere nos ve y nos llama por el nombre, no nos ve como ganador o
perdedor, nos reconoce simplemente por lo que significamos en esa relacin,
amigo, padre, hijo, compaero, bueno, tambin existen formas enlatadas
(Moreno) de serlo, dnde est la escapatoria?, est en el deseo, en hacer las
cosas porque te gustan, porque lo disfruts, estar de novio porque tens ganas
de estar con esa persona y te enamoraste, no por cumplir un mandato social...
Palabras de una entrevistada: "Ella estaba todo el tiempo comprando,
comprando y comprando, porque estaba muy bien econmicamente, y gastaba
e iba al shopping, compulsivo total, compulsivo. Y todo el tiempo comprando y
gastando y regalando y generosa, y bueno, hasta quedarse sin nada, hasta sin
marido, se re-encuentra con su... un novio que tuvo y empiezan a tener una
muy linda relacin. l econmicamente mal y le hace ver las cosas desde otra
ptica, que no tienen plata para comprar, pero que estn juntos, que estn
felices, el nico programa que tienen es poner un poco de asado en el fuego y
una copita de vino, y ah estn los fines de semana, no van ni a tomar un caf,
no van ni a la puerta. Y ahora ella ve todo desde otra ptica. No gasta un peso,
no se compra absolutamente nada, est bien anmicamente, la ves contenta, la
ves bien... y como ella dice "yo tengo unos brazos que me estn esperando,
me siento amparada"... la ves bien, ella s que no finge, la ves bien, la ves con
muchas ganas de rerse, con ganas de vivir, con problemas de todo tipo, pero
que est saliendo adelante".
Cuando me veo haciendo lo que me gusta, quisiera ser como un duende y
soplarle al odo algn polvo mgico a los entrevistados, para que encuentren
de nuevo el gusto por las cosas, las ganas. Parece magia pero no lo es, es
tener un lugar junto a los dems.
77
El Desempleo es un fantasma negro y desgarrador, pero el enemigo es la
desesperanza. Hay una frase de Pichn-Rivire que siempre me fascin y me
agarro de ella: "Para sobrevivir, planificar la esperanza".
Tal vez este aporte no quepa en la sociedad actual... Pero, qu mundo
queremos? Para empezar, yo quiero uno en el que se puedan decir esta
cosas.
Todo esto viene a cuento de lo que ha dicho Devereux al inicio de su libro: A la
luz de la opinin de Einstein de que slo podemos observar los
acontecimientos "en" el observador, -de que slo sabemos lo que sucede en y
al aparato experimental, cuyo componente ms importante es el observador-
he ido un paso ms all por el camino que dejara Freud. Afirmo que es la
contratransferencia y no la transferencia el dato de importancia ms decisiva en
toda ciencia del comportamiento...
Responsable del Proyecto: Dra. Ana Mara Araujo.
Equipo de Investigacin: Socs. Argene Benedetti, Mabela Ruiz, Betty Weisz.
Colaboradores Honorarios: Antr. Eduardo Alvarez, Psic. Gabriela Toledo,
Psic. Leonardo Dorony.
Investigadora Asociada: Psic. Madeln Casas.
Bibliografa
Arajo, A. Ma. "Desde el "lado oscuro" de la excelencia empresarial, hacia
una posible utopa de la vida". En "Segundas Jornadas de Psicologa
Universitaria". Ed. Multiplicidades, Montevideo, 1995. Pg. 351.
Beck, U. "Un nuevo mundo feliz", Paids, Barcelona, 2000.
Cceres, A.; Gmez, L.; Lago, F.; Pedemonte, V.; Schinca, G. y Toledo, G.
"Desempleo. Dispositivo de Control Social?". Trabajo curricular para rea de
Psicologa Laboral, 2000.
Castoriadis, C. "El mundo fragmentado", Editorial Nordan-Comunidad,
Montevideo.
Cortazzo I., Moise C. Estado, Salud y Desocupacin, Paids, Bs. As.,
2000.
De Gaulejac, V., Taboada, L. "La lucha de lugares", De.Descle de
Brouwer, Pars, 1994.
Deleuze, G. "Qu es un dispositivo?". En "M. Foucault, Filsofo". Ed.
Gedisa, Barcelona, 1990. Pg. 155.
Devereux, G.: "De la Ansiedad al Mtodo en las Ciencias del
Comportamiento". Ed. Siglo XXI, Madrid, 1989.
Fuentes, G. "Psicologa y Organizacin del Trabajo. Segundas Jornadas.
2001". Ed. rea de Psicologa Laboral y Multiplicidades. Montevideo. 2001.
Forrester, V. "Una extraa dictadura", FCE, Bs. As., 2000.
lanni, O. "Teoras de la globalizacin", Siglo XXI, Mxico, 1997.
Rifkin, J. "La era del acceso", Paids, Barcelona, 2000.
78
la escucha activa en
la comprensin crtica
Ant. Eduardo Alvarez Pedrosian
21
Max Ernst, El arribo de los viajeros, 1922; fragmento.
Nadie es, si prohbe que los
otros sean.
Freire,
La educacin como prctica de la libertad.
El arte de construir un problema
es muy importante: antes de
encontrar una solucin, se
inventa un problema, una
posicin de problema... El quid no
est en responder las preguntas,
sino en escapar, en escaparse de
ellas.
Deleuze y Parnet,
Dilogos.
I
21
Antr. Eduardo Alvarez Pedrosian: Docente de la ctedra de Sociologa e Historia Social del Uruguay.
79
Este ensayo pretende ser una contribucin para una fundamentacin tica y
epistemolgica de una actitud, de una manera de participar, la cual considero
esencial en el trabajo de campo y en cualquier intervencin en general.
Metodolgicamente, ms que a un conjunto de normas a seguir, se refiere a
una manera de actuar, a una disposicin, que coloca o afina en determinada
clave a la conciencia investigativa y le da el tono de su mirada.
En un trabajo de campo, la necesidad de romper todo tipo de estereotipos es
fundamental. Sean estos los de gnero, los de la clase, los de etnia, cualquier
manifestacin que localice de antemano tal problemtica, que encasille tal
fenmeno, que esconda las diferencias bajo mantos de lo obvio, que inhiba la
apertura de la personalidad, que nos muestre tan solo una de sus caras, la
primera de sus tantas mscaras. En los hechos se trata de una actitud y una
actividad, la de estar lo ms posible en silencio, en poder devenir
imperceptible, en dejar discurrir y movilizar el discurso, en fomentar que se
exprese el otro, el sujeto o los sujetos que viven el fenmeno, lo constituyen.
En la tensin entre el distanciamiento y la proximidad, en la tensin de la
objetivacin encarnada y producida en sujetos, cuando lo que deseamos es
conocer al otro, acceder a las diferencias que hacen de cada cual lo que es,
nuestra participacin debe ser comprensiva y crtica a la vez.
Esto quiere decir, hacer el intento siempre por mantener la tensin, hacer de la
situacin de interaccin en el trabajo de campo justamente- un campo de
batalla para los supuestos bsicos subyacentes de las partes. Mantener la
tensin, no puede hacerse de otra forma que no sea retro-alimenticia. Nunca es
en el aire, sin piso, sin contar con una instalacin o estar mnimo que
asegure el vnculo, sin un mnimo de sentido otorgado a algo que sea
compartido, que traspase los cuerpos, sin unas tomas de posicin.
II
Jams se est fuera del todo, y jams, y eso es lo deseado, se es idntico. Ms
an, la cuestin es, que lo ms peligroso, es que se den supuestos
establecidos que cohban la apertura a la hora de dialogar. Pero tambin puede
suceder que el investigador se agarre de muletillas conformadas por supuestos
a los que apele para resguardarse de lo anterior, y de esa manera tambin se
establecen cotas para que se exprese la diferencia. Se puede llegar,
transferencialmente, a otorgarle al sujeto investigado rtulos, indicadores,
modelos, rasgos que lo definan segn concepciones slidamente ancladas en
lo ya conocido por nosotros, cerrando la posibilidad de efectivamente conocer
lo an no conocido. Creencias de toda ndole, pero de las ms potentes en su
intensidad, tradicionalismos tanto de la doxa y el sentido comn, como de la
propia acumulacin de los saberes instituidos como los de las ciencias;
ataduras que se reproducen combinadas con lo nuevo.
Desde el punto de vista de la vigilancia epistemolgica, lo que est por
conocerse puede perderse, metodolgicamente el investigador se autoimpone
un lmite a priori para el acceso en el universo subjetivo del otro. Se puede
correr el peligro de realizar alianzas, frente a la inseguridad ante lo
desconocido, y con ello se cierra definitivamente la posibilidad de conocer lo
80
particular. Opera por el contrario el miedo que construye diques, que, frente al
abismo de lo diferente, estipula convenciones como plataformas ficticias de una
solidez ingenua. Si se justifica de algo nuestra labor, si tiene algn sentido, lo
constituye axiomticamente la naturaleza heterognea de lo humano, la
diferencia, en sus diversas intensidades, hasta llegar a los fondos vacos de la
interioridad subjetiva, a la cual ni el propio sujeto se aventura slo sin aceptar
correr riesgos; a veces lo puede hacer tan solo junto a otro sujeto.
Una escucha activa, crtica, punzante, demandante del ejercicio del
extraamiento, tiene que ser a la vez comprensiva, conocedora de los marcos
que van englobando, de lo tcito entendido no como valor invariable sino como
trampoln hacia el ms all o el ms ac, hacia la diferencia o singularidad
constituyente de lo que queremos conocer. Este tipo de fenmenos de
aperturas y clausuras, tan cotidianos para los cientistas humanos, no pueden
ejemplificarse digamos, en la transcripcin de lo hablado en una entrevista,
pues se trata de un proceso general en el sentido de que solo se lo comprende
en el total del dilogo, en sus mapas de intensidades, en la modulacin variable
de las afecciones resultantes luego de finalizada la instancia concreta de
interaccin en el campo: marco variable de afecciones en el cual se tejen las
emociones englobando y superando cualquier acto reflexivo, y discursivo; un
encuentro entre diferentes formas de ser.
Lo tcito como instancias interminables que, al establecerse, se difuminan
nuevamente; esa ha sido nuestra actitud, que conlleva la actividad de
cuestionarlas si es necesario en el cara-a-cara. Ningn oasis puede complacer
al nmade tanto como para no partir nuevamente. Esto permite acelerar
nuestro proceso de creacin de conocimiento. No se trata tampoco de hacer
que el otro rompa todos sus modelos y se quede en una especie de vaco, o en
demostrarle su inaptitud al estilo de la mayutica socrtica o la simplificacin
ideolgica. Por el contrario, se trata de que el otro, el sujeto que est frente a
nosotros construyendo el relato de su vida por nuestra peticin y volcada hacia
s mismo, en una experiencia autonmica, pueda experimentar la ruptura para
poder controlarla, para poder construirse con las herramientas ms
efectivamente. Herramientas que no estn dadas de antemano y que no son
pertenencia de nadie.
No se trata de hacer que el otro tome conciencia de su propia condicin en un
sentido ingenuo, como lo plantearan tantas tendencias tericas que
consideraban al intelectual-investigador como a un dueo de una verdad de
otros. Se trata de un proceso de autonomizacin productor de subjetividad,
esto quiere decir de deslinde, en el momento mismo del otorgamiento de
herramientas. Ello debe ser lo ms plsticamente posible, el enmarque
metodolgico de una tcnica de investigacin por ejemplo lo menos
direccionado, incluidas las intervenciones verbales y gestuales de una
entrevista. La escucha es sustancial, no sin perder protagonismo, a veces,
callar es lo mejor que podemos hacer, en este sentido la psicologa toda posee
una larga tradicin de indagaciones al respecto.
La escucha no tiene nada de pasividad, el investigador se encuentra en pleno
proceso de complejizacin participativa, pues demanda del otro la misma
81
actitud sin consuelos hacia l, y cuando alza la voz, sea para explicitar y
confrontar, sea para cuestionar y relativizar lo que el sujeto de la investigacin
afirma, siempre busca un efecto problematizador, pero en la continuidad de la
accin, sin cortar el devenir que s cambia nuevamente de rumbo, en el
proceso errante del movimiento entre las diferencias, pasando por experiencias
compartidas, por clidos parajes de lo tcito, pero no para quedarse en ellos.
La tica lo demanda, la responsabilidad de no poner en palabras del otro lo que
pensamos nosotros, sino tratar de que brote algo entre el sujeto y l mismo;
tener, en el sentido nietzscheano, una relacin de amistad con l. Al ser
asimtrica la situacin por naturaleza contingente, como ya hemos dicho en
otra parte, la accin del investigador buscar siempre la posibilidad de
establecer un universo de comunicacin para acceder, un mbito de interaccin
emergente. Y por tratarse de que es uno el que dispone de las tcnicas de
antemano y es quien aparece con la pretensin de indagar, se algo, para que
emerja, necesita de nuestra escucha y no de nuestras afirmaciones. Las
afirmaciones le competen al otro, quien queremos que las realice desde su
punto de vista en concreto, el que deseamos conocer, no desde el nuestro.
El sujeto no necesita ser consolado, el paciente no necesita ser vctima de
nuestra condescendencia, necesita herramientas para entrar en accin, entrar
en movimiento, tratar de superar la angustia, y por ello se cuenta con el
ejercicio del distanciamiento contra todo tipo de esencias establecidas, de la
problematizacin que hace de nosotros mismos entes maleables. Hace que
nos concibamos como construccin en trnsito, y por tanto, que se conciban
horizontes ms all y ms ac de la situacin objetiva que nos circunde, con
sus limitaciones tan reales y a veces tan opresivamente envolventes.
Cuando se cae en lugares comunes, cuando el llamado sentido comn reina
en la interaccin, lo que se produce entre los sujetos es pura doxa,
referencialidad que es tambin dato, pero el ms pobre de todos los posibles,
dato extrado por todo ser humano en el da a da cotidiano. La escucha para el
investigador es esencial en tanto necesita percibir las perturbaciones, necesita
constantemente calibrar emocionalmente los bordes entre l y los otros, entre
los sujetos. Debemos estar inmersos, dentro, y a la vez tratando de salir, de
salir-nos a la vez con el sujeto, el cual fuga hacia otros parajes, y all todo se
dispersa nuevamente. Sabemos que para producir esto no necesitamos de una
identificacin con el otro en el sentido de una asimilacin, y debemos reconocer
la existencia de grados de simpatas que fluyen cambiando la atmsfera. El
carcter de una afeccin es universalizante pero siempre y por ello singular.
Tan slo la transferencia imaginada de modelos y rasgos nos confunde
hacindonos caer en una homogeneidad intersubjetiva. Se trata como siempre,
ahora s es legtimo el siempre, de los lmites, que son en s conocimiento. Las
semejanzas que podemos encontrar y localizar con quienes interactuemos en
el trabajo de campo constituyen los acuerdos mnimos para asegurar una
consistencia de la experiencia compartida. Jams hay que forzarlas para que
aparezcan, por el contrario el esfuerzo es para usarlas como trampolines hacia
lo diferente, resortes que liberan su energa potencial acumulada en las
certezas. Si se las trata de establecer y se vuelve a ellas, el efecto es de los
ms nocivos, se convierten en centros de atraccin que succionan remitiendo a
s todo sentido.
82
Conocimiento de las posibilidades, de los alcances, de la aspiraciones, tanto
como de lo realizado, de lo hecho. La explicitacin de las vivencias de un sujeto
convertidas en discurso oral en la interaccin, es decir en otra vivencia como lo
es un dilogo, pero ahora en la cual somos agentes intervinientes
22
, no nos
acerca al otro en un plano idntico con l. Por el contrario, el conocimiento as
entendido es productor, es algo nuevo, indito en el encuentro con lo
desconocido.
Como se ha dicho hasta el hartazgo, no se trata tan solo y nada ms que de
una traduccin, de un lado hacia el otro, sino, de la creacin de un lenguaje
nuevo en el cruce y la bifurcacin de los heterogneos, voz en la cual se pueda
decir lo que antes no poda ser enunciado. En generar un mbito productor de
subjetividad y no de simple demarcacin de lo real. Esa produccin ser
genuina en tanto nuestra intervencin no adopte la posicin de poder que
pueda hegemonizar el intercambio productivo. Claro esta que para que esto
sea posible el investigador debe estar dispuesto a transformar su necesidad,
miedosa, de ser valorado por el otro como igual; una necesidad que no se
justifica, cuando sabemos que es desde la heterogeneidad que se plantea la
bsqueda y se dan los encuentros, cuando sabemos que lo que vamos a
buscar nos exige enfrentar gustosamente el conflicto de la diferencia.
III
La proximidad, la distancia, los lmites, no se trata de la vieja empata
weberiana sin ms, y tampoco de la dicotoma emic-etic del materialismo
idealista, se trata de un continuo cualitativamente diferencial, de un mbito
donde se fluya de lo propio a lo ajeno y viceversa. Para el antroplogo Clifford
Geertz
23
el problema se plantea ms claramente siguiendo al psicoanalista
Heinz Kohut, quien distingue entre conceptos de experiencia prxima y de
experiencia lejana o distante. Los primeros son aquellos que el sujeto puede
emplear naturalmente y sin esfuerzo alguno para definir lo que es o sus
prjimos ven, sienten, piensan, e imaginan. La diferencia es de grado y no se
22
En la llamada tica de la finitud plantada por Enriquez, vienen contenidas las tres que l considera ya
existentes, que son las de la conviccin, la responsabilidad, y de la discusin. Estas tres formas de tica me
parecieron siempre muy interesantes pero demasiado racionales. Dejaban de lado un elemento que a m me
parece absolutamente central, es decir, la experiencia de los lmites del ser humano que habla y acta...
cada uno de nosotros hace la experiencia, no solamente de conocer sus lmites y su impotencia, sino
igualmente de su mortalidad, ya que nosotros sabemos bien que es porque el hombre se sabe mortal que es
capaz de emprender algunas cosas. Lo que quiere decir que en cada individuo existe la posibilidad de
preguntarse sobre las heridas narcicsticas que l recibe. Quiere decir tambin que el individuo debe ser
capaz de efectuar efectivamente el trabajo de duelo de un cierto nmero de ilusiones, y tambin de
confrontarse a sus tendencias autodestructivas o heterodestructivas. Pero al mismo tiempo, en la tica de la
finitud hay esa idea de un pensamiento que se crea continuamente y del placer del pensamiento. Es decir
que hay esa idea de aceptar que sufrimiento y placer estn mezclados siempre.
E. Enriquez, Ponencia, en 1
er
Encuentro Nacional de Sociologa Clnica, 1996:18.
23
Geertz, Desde el punto de vista del nativo: sobre la naturaleza del conocimiento antropolgico, en
Conocimiento local, 1992.
83
caracteriza por una oposicin dual. Malinowski ha enseado desde los albores
de la etnografa, que no hay que ser un nativo ms para conocer a uno de
ellos. El tema es para Geertz cmo esos conceptos se despliegan en una
interpretacin para llegar a la forma en que un sujeto o una cultura toda vive y
que no sea a su vez prisionera de sus horizontes (etnografa de brujera por y
para brujas) ni se mantenga ajena a las cualidades singulares (etnografa
escrita por un gemetra). Se requiere plantear una conexin significativa, el
mbito entre las diferencias que emerge, hacer fluir lo prximo y lo distante, y
desplegar todo un nuevo mundo. No se trata de situarse espiritualmente en el
mismo lugar del otro; la cuestin consiste en descifrar qu demonios se creen
ellos que son, y nadie puede conocer mejor la respuesta que ellos mismos,
quienes tampoco la poseen.
Frente a la diferencia radical, frente a la inconmensurabilidad entre el
investigador y el investigado, entre los propios componentes subjetivos de cada
uno de ellos que son en s heterogneos, frente a aquello que no se comparte
ni puede compartirse, aquello que no es composible, la actitud no debe ser ni
de resignacin contemplativa ni de negacin narcisista del hecho, sino de
produccin de subjetividad, de puesta en marcha del proceso de generacin de
formas de ser humano en el cruce provocado intencionalmente en la tarea del
trabajo de campo. Hacer fluir lo prximo y lo ajeno, tambin nos refiere al
fenmeno de la graduacin de la creencia en los trminos de Vaz Ferreira,
aunque quizs con otros alcances y buscando otros fines a los por l
perseguidos, siendo igualmente sustancial en el planteo la existencia de la
posibilidad de establecer una diferencia radical, una extraccin y corte en el
flujo, un punto/instante de deslinde que se sita entre las partes,
emergiendo de all nuevos posicionamientos.
La comprensin crtica se encuentra al borde del estallido y no cesa de
reconstituirse junto a las partes y no por encima de ellas; graduar la creencia y
por tanto instrumentar las intensidades, nos puede servir para neutralizar las
diferencias y emparejarlo todo, o para, por el contrario, incentivar y radicalizar
las diferencias con el fin de hacer visible lo singular siempre entramado en
relaciones tambin singulares, constituyendo una totalidad abierta y parcial.
Por eso como dice Devereux, el lmite no es que sea mvil strictu sensu, el
lmite es constantemente nuevo: el deslinde est en cualquier momento dado
en el lugar donde se produce la perturbacin. Si no hay perturbacin, no hay
deslinde. Por eso no hay deslinde, en el sentido que nos interesa, en un
cadver... la vida es un estado de la materia en que puede producirse una
perturbacin autoamplificada creadora de deslinde
24
. La escucha atenta es
creadora de deslinde, pretende hacer audible lo que el otro tiene para decirnos,
ms cuando las motivaciones para hacerlo surgen de la accin inicial del
investigador.
La objetivacin del sujeto objetivante
25
implica hacerle al sujeto lo mismo que
nos hacemos a nosotros mismos; lo que se presenta ticamente como una
24
Devereux, De la ansiedad al mtodo en las ciencias del comportamiento.
25
Bourdieu & Waquant, Respuestas para una antropologa reflexiva.
84
verdad a defender: el otro es un sujeto como el investigador, el otro se
objetiviza en tanto tambin el sujeto investigador se objetivice a s mismo frente
a frente con sus miedos. Por tal motivo, puede plantearse la necesidad de
romper lo ms posible con todo aquello que se considera como lo establecido,
lanzndose a los encuentros con un afuera de cual tratar de aprehender lo
ms posible, comprendindolo crticamente, criticndolo comprensivamente.
BIBLIOGRAFA DE REFERENCIA
-Bourdieu, Comprender, en La miseria del mundo, Paids, Barcelona, 1999.
-Bourdieu y Waquant, Respuestas para una antropologa reflexiva, Grijalbo,
Mxico, 1995.
-Deleuze y Guattari, Capitalismo y esquizofrenia I (El Anti-Edipo, Paids,
Barcelona, 1998) y II (Mil mesetas, Pre-textos, Barcelona, 1992).
-Devereux, De la ansiedad al mtodo en las ciencias del comportamiento, Siglo
XXI, Mxico, 1996.
-Enriquez, Ponencia, en 1
er
Encuentro Nacional de Sociologa Clnica,
Montevideo, 1996.
-Freire, La educacin como prctica de la libertad, Siglo XXI, Madrid, 2000.
-Geertz, Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretacin de las culturas,
Paids, Barcelona, 1992.
-Gouldner, La crisis de la sociologa occidental, Amorrortu, 1988.
-Grner, El fin de las pequeas historias. De los estudios culturales al retorno
(imposible) de lo trgico, Paids, Bs. As., 2002.
-Kusch, El miedo de ser nosotros mismos, en Geocultura del hombre
americano, Garca Cambeiro, Bs. As., 1976.