Este documento analiza la representación de las relaciones de género y la violencia contra las mujeres en los diarios Clarín y La Nación. Aborda la violencia en el espacio público y privado, incluyendo la discriminación y desigualdad. También examina cómo los medios pueden reproducir estereotipos de género.
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Este documento analiza la representación de las relaciones de género y la violencia contra las mujeres en los diarios Clarín y La Nación. Aborda la violencia en el espacio público y privado, incluyendo la discriminación y desigualdad. También examina cómo los medios pueden reproducir estereotipos de género.
Este documento analiza la representación de las relaciones de género y la violencia contra las mujeres en los diarios Clarín y La Nación. Aborda la violencia en el espacio público y privado, incluyendo la discriminación y desigualdad. También examina cómo los medios pueden reproducir estereotipos de género.
Este documento analiza la representación de las relaciones de género y la violencia contra las mujeres en los diarios Clarín y La Nación. Aborda la violencia en el espacio público y privado, incluyendo la discriminación y desigualdad. También examina cómo los medios pueden reproducir estereotipos de género.
Esta Tesis tiene el propsito de examinar la produccin y circulacin de sentido acerca de las relaciones de gnero mediante el estudio de un corpus de noticias que dan cuenta, directa o indirectamente, de las distintas violencias que se ejercen sobre las mujeres -discriminacin, desigualdad y crmenes-. La investigacin se basa en los dos diarios de circulacin nacional considerados como prensa de referencia -Clarn y La Nacin. 1 -, y est dividida en dos partes: la primera aborda las relaciones de gnero en el espacio pblico a travs de un anlisis de la informacin de las secciones polticas, en noticias en las que estn representadas o tematizadas las mujeres que se desempean en el mundo poltico. En la segunda parte se analiza lo femenino violentado en el espacio privado, a travs de noticias sobre crimen y violencia sexual en dos casos que tuvieron gran repercusin pblica.
Violencia no es un concepto unvoco. Por el contrario, es una voz polismica que se utiliza cotidianamente para calificar comportamientos y sensaciones segn el mbito donde se experimenten. As, la violencia puede ser clasificada como interpersonal, familiar o social; y tambin como tnico-racial, escolar, deportiva, o institucional
1 En algunas secciones de la investigacin se hace referencia al contenido de otros medios grficos. 2 (policial, penitenciaria, por ejemplo). Por lo tanto los distintos mbitos son al mismo tiempo contextos de significacin y fuentes de la violencia real. 2 Como quiera que sea, y ms all de sus diferentes significaciones y explicaciones, en esta investigacin la violencia ser entendida como uno de las modos que tienen los sujetos para relacionarse; en consecuencia, ella se produce y se reproduce en la interaccin social: En la reproduccin de la violencia es fundamental el sistema fenomnico generador (sociocultural) y por lo tanto ella expresa caractersticas de la sociedad donde emerge (Hernndez, 2002:62).
La violencia hacia las mujeres por razones de gnero permite advertir que las relaciones intergenricas no son igualitarias y que en la sociedad persiste una imagen desvalorizada de las mujeres. Ha sido definida por la Convencin Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer como aquella accin o conducta, basada en su gnero, que cause muerte, dao o sufrimiento fsico, sexual o psicolgico a la mujer, tanto en el mbito pblico como en el privado 3 . Esta violencia puede ser real o simblica. La violencia real abarca problemticas varias y heterogneas. Comprende la violencia fsica, sexual y psicolgica que tienen lugar dentro en el mbito domstico o en cualquier otra relacin interpersonal. Incluye abuso y acoso sexual, maltrato y violacin; y tambin la violencia ejercida por razones de etnia y sexualidad, el trfico y la trata de personas y la prostitucin forzada (Villaplana, 2006). Y por supuesto comprende la forma ms extrema de violencia basada en la desigualdad de gnero: el femicidio. El femicidio no es un hecho delictivo aislado, sino un problema de ndole social, poltica y de derechos humanos que se sigue multiplicando. Es un fenmeno histrico, de orden cultural, que en determinadas ocasiones se ejerce para disciplinar a las mujeres (Cfr. Segato, 2004) en un sistema que permite y aprueba -no sin fisuras- la desvalorizacin de lo femenino y la distribucin del poder en forma asimtrica, generando vulnerabilidad y desventajas para las mujeres. 4
2 Cuando se habla de violencia, en Colombia se alude a la de origen poltico; en las grandes ciudades de la Argentina a la violencia delictiva; en Estados Unidos, a la violencia escolar, y en ciertas zonas de frica, a la violencia tnica, como expresiones del sentido comn que dan cuenta tanto de una realidad como de su percepcin por parte de tales culturas. 3 Artculo 1. Convencin Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Belm do Par, 1994. 4 La violencia contra la mujer es un tema que abarca a la globalidad del planeta, siendo la agresin fsica infligida por sus parejas la ms comn. Segn un informe de Naciones Unidas, una de cada tres mujeres padece este tipo de violacin de sus derechos. Maridos, ex cnyuges, novios y antiguos compaeros son 3
La violencia simblica es aquella que se presenta amortiguada, insensible e invisible para sus propias vctimas. Es una forma de relacin social extremadamente comn, que se ejerce a travs de los caminos puramente simblicos de la comunicacin y el conocimiento (Bourdieu, 2000:12). La discriminacin y la desigualdad de gnero -evidentes, pero a la vez soslayadas- podran ser entendidas como formas de violencia simblica: La discriminacin es una forma de violencia contra las mujeres, genera modos de constituirse como sujetos en el espacio pblico y determina pautas conscientes e inconscientes, estrategias de posicionamiento social y tambin mecanismos de defensa que se ponen permanentemente en juego y que marcan un alerta femenino (que est ausente en la subjetividad masculina) que slo puede ser equiparado a las vivencias de vulnerabilidad social que padecen los colectivos marginados.(Principios de Montreal sobre derechos econmicos, sociales y culturales de las mujeres) 5
La discriminacin por razones de gnero es una accin que anula o limita el reconocimiento, goce o ejercicio por las mujeres de los derechos polticos, econmicos, sociales y culturales en condiciones de igualdad, y que por su consistencia simblica se expresa encubierta, enmascarada, o naturalizada en la cultura, en el lenguaje y en los imaginarios sociales. Sus manifestaciones pueden ser detectadas en la discursividad y en las prcticas sociales, polticas y jurdicas 6 . Y tambin en las mediticas: el 18/3/2009 se sancion en la Argentina la ley de para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. En el artculo 6 (inciso f) se define a la violencia meditica contra las mujeres como aquella publicacin o difusin de mensajes e imgenes estereotipadas a travs de cualquier medio masivo de comunicacin, que de manera directa o indirecta promueva la explotacin de mujeres o de sus imgenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, adolescentes y nias en mensajes e imgenes pornogrficas, legitimando la desigualad de trato o construya patrones culturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.
los responsables de la mitad de las muertes violentas de mujeres en el mundo. Slo el 5% de las muertes de hombres se debe a ataques de sus parejas (Informe mundial sobre Violencia y Salud de la Organizacin Mundial de la Salud, Bruselas, 3/10/ 2002).
5 Principios de Montreal sobre derechos econmicos, sociales y culturales de las mujeres. Seccin C: Principios referidos a la igualdad y la no discriminacin. Montreal, Canad, 2002. 6 El Derecho Penal y Civil legitima el orden desigual de las cosas, pues el principio de igualdad ante la ley es, apenas, una ficcin jurdica respecto de hombres y mujeres (Otano, 2000). Por ejemplo, la mujer casada fue considerada una incapaz civil hasta hace menos de 40 aos. Recin adquiri la igualdad en el Cdigo Civil con la reforma de 1968. 4
Tanto las violencias reales como las simblicas son actos comunicativos que expresan los lmites de aceptacin existentes entre los sujetos, por lo que definen las posibilidades y las imposibilidades de la interrelacin humana. Sus expresiones ms radicales niegan directamente al otro, en consecuencia se hacen ms visibles cuando median relaciones de poder que producen desigualdades, discriminaciones y exclusiones, aunque stas no sean siempre entendidas como tales: La violencia es un modo de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de conversaciones (hablas), que hace posible y conserva el emocionar que lo constituye, y en la que las conductas violentas se viven como naturales (Hernndez, 2002:.64).
Las violencias y las desigualdades materiales y simblicas estn entre los fenmenos sociales ms negativos que caracterizan las sociedades actuales. Se sabe de esos fenmenos por sus representaciones mediatizadas en un contexto de creciente y significativa presencia de los medios de comunicacin en la vida social. Para Denis McQuail (2000) estas representaciones pueden operar en los grupos sociales como fuente principal de conciencia de un tiempo pasado comn y de una posicin social actual, al tiempo que son almacn de recuerdos y mapa orientador de la identidad propia y ajena. En tanto que estructuras que estructuran (Bourdieu, 1999), los medios constituyen aquello de la realidad que permite una vida pblica y social comn. Si se acuerda en este punto, es pertinente interrogarse sobre las caractersticas de la realidad que ellos constituyen, pues siendo una construccin se asume que no necesariamente confluye con la realidad real, ya que debe descartarse la posibilidad de una mediacin neutral o inocente.
Sostiene Hctor Borrat (2006) que los medios actan como narradores pblicos de interacciones y procesos de la actualidad poltica, social, econmica y cultural. Determinar la densidad significativa y las retricas de esas narraciones es una cuestin central para los investigadores en comunicacin y/o en periodismo. En otras palabras: puesto que la totalidad de lo real es inabarcable para los medios, es importante constatar, en primer lugar, qu seleccionan y qu desechan, y, en segundo lugar, cmo relatan aquello que han seleccionado, es decir cmo hacen sentido:
5 Algunas reas de sentido adquieren un mayor grado de estructuracin que las restringidas a la rutina cotidiana, por el expediente de importar sistemas de conocimientos especficos. La vida cotidiana (Altag) de las sociedades modernas est cada vez ms moldeada por tales importaciones: los medios de comunicacin masivos difunden en forma popularizada el saber de los expertos y la gente se apropia de fragmentos de dicha informacin y los integra al bagaje de experiencias (Berger y Luckman, 1997:38).
Sin embargo, Stella Martini advierte que no siempre las modalidades que adopta el discurso periodstico se refieren de manera transparente a los sentidos que estn vigentes en una sociedad, sino que resultan aproximaciones a l, o construcciones que intentan acercarse a un estado muy general de consenso (2000:23). Esta investigacin se basa en el supuesto que repone este ltimo aserto: la noticia no refleja la realidad sino que la construye; y lo hace con sentidos que no necesariamente estn emparentados de manera directa, o de un modo transparente, con los que circulan socialmente. Podra pensarse en una suerte de interfase en la construccin del sentido en la que se intersectaran los significados que los medios y sus pblicos les asignan a los acontecimientos.
Los medios absorben gran parte de los prejuicios y estereotipos socialmente instituidos y los dotan de nuevos significados a partir de sus propios valores y rutinas periodsticas. As, por ejemplo, la caracterizacin negativa de una vctima se vuelve ms consistente y se legitima por medio de las voces autorizadas que los medios utilizan en la construccin de la noticia (Fernndez Daz, 2003). De esta manera, los medios cada uno desde su tica y su ideario- ejercen un poder simblico gracias al cual son capaces de influir en la percepcin de la audiencia mediante la exclusin/inclusin o la iluminacin/oscurecimiento de creencias y valores.
En el caso de la informacin que atraviesa, explcita o implcitamente, las relaciones pblicas/privadas -o sociales/ individuales- entre las mujeres y los hombres, se ha constatado la presencia de prejuicios y estereotipos particulares que, por lo general, construyen una feminidad en trminos negativos y una masculinidad en trminos positivos. Hay pues una asimetra en la representacin meditica de hombres y mujeres, pese a que el papel social de las segundas se ha visto jerarquizado notablemente en los ltimos cuarenta aos. Es que la realidad y el orden simblico regulador de la vida social no siempre coinciden, y esta falta de sintona acta como una rmora para el cambio, ya que se contina proponiendo un universo de valores 6 anclados en estereotipos y clichs periclitados que frenan, disuaden o dificultan la plena superacin de la desigualdad (Gallego, 2006).
La interrelacin entre los gneros humanos se define por su asimetra, puesto que el poder del dominio ha sido histricamente ejercido por los hombres. Esta desigualdad entre los gneros opera en las relaciones sociales (Scott, 1990) bajo distintos aspectos. Se evidencia esta desigualdad estructural en la informacin periodstica? Cuando estn de por medio distintas formas de violencia, qu naturaleza tienen las representaciones hegemnicas en las secciones polticas y policiales de la prensa grfica? Qu sentidos les atribuyen a los gneros masculino y femenino? En esta Tesis se plantea rastrear esas representaciones en un corpus acotado de informacin para interpretarlas dentro de su contexto sociocultural y poltico. De este modo, asociando elementos distintos para posibilitar un conocimiento inexistente o disociado (Orozco Gmez, 1996), se busca identificar y formalizar en el discurso periodstico los mecanismos de produccin de sentido que dan forma a las representaciones de gnero.
B) Justificacin
El estudio de la noticia permite indagar sobre las imgenes, los valores y los significados de las series y agendas que se constituyen como relatos interpretativos de la realidad. Lorenzo Gomis (1991) seala que la tarea del periodismo consiste en interpretar la realidad social para que el pblico pueda entenderla, y sugiere dos niveles de interpretacin: el primero describe el acontecimiento, y el segundo permite ubicarlo como noticia dentro de un determinado contexto. Por otra parte, y como sostiene McQuail (2000), los medios proveen valores morales y patrones de conducta admitidos; definen las funciones de las relaciones interpersonales y de los roles sociales, y contribuyen a la creacin y difusin de lenguajes y cdigos. Los medios tambin son fuentes de ideas e imgenes que construyen una parte significativa del entorno simblico de los sujetos.
En determinadas circunstancias y a travs de diferentes mecanismos, la opinin pblica tambin influye sobre los medios. Estos no cumplen sus funciones de manera totalmente autrquica; no existe el solipsismo informativo desde el momento en que en la informacin es posible encontrar las huellas de imgenes e ideas que circulan 7 socialmente. Por eso puede sostener de Mar de Fontcuberta (1993) que la noticia es un sntoma social, cuyo anlisis de produccin suministra pistas del mundo. En efecto, de acuerdo con Martini (2000), la informacin multiplica y naturaliza una buena parte de los discursos que circulan en la sociedad.
Afirma Bronislav Baczko (1991) que la informacin y los imaginarios se estimulan y se contaminan mutuamente. Los imaginarios son efectos de sentido producidos por los discursos que ordenan la relacin con lo real, y estn constituidos por representaciones construidas en procesos de interaccin y comunicacin social que son narrados por los medios (Borrat, 2006)- y se cristalizan en las prcticas sociales (Petracci y Kornblit, 2004). Puede suponerse, en consecuencia, que las imgenes y explicaciones que circulan a travs de los medios son, mayormente, aquellas que circulan en la sociedad. No obstante, las agendas temticas y atributivas necesitan del consenso de ciertos sectores sociales para poder circular y ser aceptadas como imgenes o reales posibles.
La violencia y la discriminacin hacia las mujeres no estn desvinculadas de un contexto social que produce y reproduce ideas, valores y roles diferenciados para cada gnero que derivan en la desigualdad entre hombres y mujeres. Bourdieu (2000) sostiene que introducir la visin de un sujeto universal como relator e intrprete de la realidad forma parte de las estrategias de dominacin masculina. Estrategias que pondran en prctica los medios de comunicacin para ejercer la violencia simblica segn la cual se reproduce como real aquello que es slo una construccin ms de la realidad y se fijan y naturalizan unas ideas y unas creencias que no son ms que el producto de un momento histrico (Gallego, 2002:169).
En esa construccin de la realidad los medios apelan a imgenes de lo femenino que albergan prejuicios y estereotipos de gnero. Estos, a su vez, forman parte del marco interpretativo (frame) que el periodismo elabora para cada acontecimiento sobre el que informa (Sdaba, 2008). Los medios son capaces de imponer estas interpretaciones a sus pblicos. En efecto: una encuesta realizada en la Unin Europea pregunt sobre las causas de la violencia contra las mujeres. Slo una nfima cantidad de encuestados respondi que la violencia se debe a la desigual distribucin de poder entre hombres y mujeres. La gran mayora seal al alcohol, las drogas, la pobreza o el 8 desempleo como sus causas. Ello se explica porque los medios hacen nfasis en esas causas, y no en la asimetra que existe en las relaciones sociales (Ariznabarreta y col., 2006). En la medida en que primen este tipo de percepciones, la violencia de gnero no podr ser entendida como una problemtica que requiere de polticas pblicas para su erradicacin. Y si toda discriminacin es una forma negada de violencia (Margulis y Urresti, 1999) que construye subjetividades de un modo muy encubierto- se torna imperioso visibilizar esa manifestacin solapada de violencia simblica. Por lo tanto, si las noticias representan a las mujeres como culpables del delito del que fueron vctimas; o describen a sus victimarios actuando impulsados por un loco enamoramiento, o los califican de hiena asesina o de monstruoso psicpata, reduciendo as la naturaleza estructural de la violencia de gnero a las caractersticas personales de los que agraden a las mujeres, y hasta justificando sus conductas, esas noticias forman parte del problema de la violencia real contra las mujeres. Asimismo, si las noticias censuran a las mujeres que asumen otras competencias, diferentes a las postuladas por las representaciones tradicionalmente hegemnicas de lo femenino, o si las ignoran o soslayan como protagonistas de la vida social y poltica, esas noticias son parte del problema de la violencia simblica.
De all que se justifique una investigacin cientfica que estudie los mecanismos productivos de la informacin que originan la falta de reconocimiento que tienen las problemticas de gnero en la comunicacin masiva. En efecto, estas problemticas no conforman una categora profesional dentro de la cultura periodstica. Las diferencias debidas al gnero no existen como concepto en los distintos niveles de la produccin informativa, y sin embargo las diferencias de posicin social entre hombres y mujeres s existen, por lo tanto deberan ser reconocidas y significadas en el discurso noticioso (Gallego, 2002). Mientras los poderes polticos, y los medios, no reconozcan la dimensin concreta de las violencias de gnero, y en tanto no adviertan que su origen se encuentra en la discriminacin y la desigualdad que sufren las mujeres, no ser posible abordar tales problemticas con la eficacia que su importancia requiere.
C) Antecedentes
9 En Estados Unidos y Europa los estudios sobre gnero desde el campo de la comunicacin periodstica comenzaron a tomar fuerza a partir del desarrollo del pensamiento y la teora feminista a fines de los aos 70. Sin embargo, la teora feminista en el rea acadmica de los estudios de comunicacin de masas todava no est legitimada definitivamente, pese a que algunos de sus tempranos sealamientos como la desigual representacin de gnero en los medios- se convirtieron en la protohistoria de este tipo de estudios. A finales del siglo XX nuevas investigaciones basadas en esta teora se ocuparon de describir las imgenes de las mujeres que construyen los medios, bajo el supuesto de que stos son instrumentos principales en la reproduccin de la ideologa patriarcal. A principios de los 80, la sociloga funcionalista Gaye Tuchman (1983), una precursora en el anlisis de la produccin informativa, seal que las mujeres sufren en los medios una aniquilacin simblica que dificulta la presentacin de imgenes positivas del gnero femenino. Desde fines de los 90, las autoras espaolas produjeron numerosos trabajos a partir de la visibilizacin meditica que adquiri la violencia de gnero en su pas. Larraitz Ariznabarreta y col. (2006) abordaron el tratamiento de la violencia de gnero en la prensa vasca, y Natalia Fernndez Daz (2003) hizo lo propio con la representacin de la violencia sexual en siete diarios espaoles. En ambos casos, el enfoque metodolgico se bas en el anlisis crtico del discurso noticioso pospuesto por Teun van Dijk (1990).
Por su parte, Juana Gallego (2002), utilizando un mtodo etnogrfico, produjo un importante trabajo que indaga la relacin entre la produccin informativa y los mecanismos de transmisin de estereotipos de gnero. Consiste en una observacin participante realizada en cinco medios espaoles con el objeto de analizar cmo las rutinas productivas y la toma de decisiones afectan a los temas de gnero. En tanto que su trabajo se centra en el proceso productivo y relega el anlisis de los contenidos, sus conclusiones explican de modo consistente la constitucin de la agenda temtica de los medios, pero queda poco evidenciada la naturaleza de la agenda atributiva. Al apuntar Gallego su enfoque metodolgico hacia la cultura del trabajo periodstico, y al soslayar en la interpretacin de sus hallazgos la interrelacin entre medios y opinin pblica, la ausencia de una mirada de gnero en la informacin parece reducirse a un problema funcional y estructural de las redacciones periodsticas, en tanto grupos operativos. Cabe recordar en este sentido que Martini y Luchessi (2004) han demostrado que en las lgicas de funcionamiento de las redacciones influyen problemticas y conflictos 10 internos de la empresa informativa que, en cierta medida, reproducen algunas de las relaciones jerrquicas y de poder que imperan en la sociedad. Asimismo, Gallego no toma en cuenta en su interpretacin el papel que juegan los imaginarios sociales, el verosmil construido y el contrato de lectura. Es decir que no piensa la informacin como un producto de la relacin de mutua influencia entre los medios y sus pblicos. Por el contrario, cuando caracteriza los medios como trasmisores de estereotipos parecera estar aludiendo a una relacin lineal entre un emisor y sus receptores.
Al igual que en Europa, en la Argentina organizaciones no gubernamentales y ciertas instituciones oficiales, como la Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires (Cfr. Boschi, 2000, por ejemplo) han producido algunos trabajos cuantitativos monitoreos-. La ONG Artemisa Comunicacin public un libro que trabaja periodismo y gnero, pero limitado al anlisis de la funcin expresiva del lenguaje (Chaer y Santoro, 2007).
En el mbito acadmico, Mara Alicia Gutirrez y July Chneton tienen producciones tericas referidas a la problemticas de la subalternidad y la salud en los medios de comunicacin (Gutirrez, 2005), y a la discursividad massmeditica en relacin con la construccin de subjetividades, respectivamente (Chneton, 2007 y1997). Si bien el gnero tiene en las ciencias sociales un status similar al de conceptos tales como etnia o clase social, una perspectiva terica que considere que los hombres y las mujeres no son comunicados de la misma forma an no goza de suficiente legitimacin. Ello en parte puede deberse a que las problemticas de gnero no ocupan todava un lugar destacado en las agendas polticas, sociales o mediticas. Esto, a su vez, ocasionara un escaso reconocimiento por parte de la academia. 7 Y, lgicamente, a un escaso reconocimiento le corresponde una reducida produccin terica: relevando las Actas de las Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicacin se constata que de entre las miles de ponencias presentadas en los encuentros que se llevaron a cabo en el perodo 2002-2006, apenas una decena de ellas se ocupa de problematizar las relaciones entre las mujeres y los hombres en los medios, y no en todos los casos desde
7 Por ejemplo, en la Carrera de Comunicacin Social, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, no hay ejes ni problemticas que sean abordados desde la perspectiva de gnero en las materias del tronco comn (Gonzlez Abidor, 2004). El enfoque de gnero est relegado, por el momento, a los seminarios optativos que han dictado en esa unidad acadmica Gutirrez y Chneton. 11 una perspectiva de gnero. Es ms, dentro de las once o doce reas temticas en las que se suelen clasificar los trabajos para estas Jornadas, no existe una especfica para gnero y comunicacin. Las escasas ponencias que se relacionan de alguna manera con esta cuestin son ubicadas en el rea Comunicacin e identidades, en mesas de trabajo que pueden denominarse Gnero, vida cotidiana y salud reproductiva, Regulacin cultural y retricas de las diferencias o Discursos y narrativas: poder y nominacin social. Son todava menos las que afrontan las cuestiones de gnero desde lo meditico. 8
Hay por cierto una produccin que atae a comunicacin y gnero en otros mbitos disciplinares, pero siempre desde marcos ms amplios, que incluyen la ficcin y otras reas de comunicacin no periodstica. Por ltimo, debo mencionar como antecedente ms especfico mi Tesina de Licenciatura en Ciencias de la Comunicacin (Pereyra, 2002), en la que estudi la construccin de noticias policiales en casos donde la violencia de gnero estaba originada en el mbito domstico. El objetivo era detectar las marcas de posibles relatos de control social, o de exigencia de control en la sociedad, en relacin con el incumplimiento por parte de las vctimas de las ciertas normas de conducta que la sociedad espera y acepta de las mujeres. Esta Tesis avanza en tal sentido y es una ampliacin en lo que se refiere a los espacios noticiosos, y porque pretende elaborar nuevas interpretaciones tericas sobre la cuestin, aspirando a convertirse en un aporte a la constitucin de una teora sobre periodismo y gnero.
D) Marco terico
El marco conceptual de esta investigacin est apoyado en dos pilares: el anlisis de las informaciones seleccionadas se realiza bajo los supuestos de la teora de la noticia, y la interpretacin de los hallazgos se efecta desde una perspectiva de gnero.
El primero de estos abordajes tericos se refiere a la noticia como un discurso (Van Dijk, 1990) que es el resultado de unas rutinas productivas periodsticas que seleccionan y elaboran aquel acontecimiento "cuya novedad, imprevisibilidad y efectos
8 En el rea Discursos, lenguajes y textos se presentaron apenas cuatro ponencias: Los delitos sexuales en la prensa (Alonso, Laudano y Scatena, 2003); Modos de leer las pelculas argentinas del 30 al 50 desde una perspectiva de gnero (Conde, 2004); La construccin de un contrapblico a travs del discurso de Las/12 (Fernndez Hassan, 2006) e Imgenes del cuerpo femenino en la publicidad grfica (Tavelli y Moris, 2006).
12 futuros sobre la sociedad lo ubican pblicamente para su reconocimiento" (Martini, 2000:33). Se trata de un discurso que no espeja la realidad sino que ayuda a constituirla como fenmeno social compartido, puesto que en el proceso de describir un suceso la noticia define y da forma a ese suceso. (...) La noticia est definiendo y redefiniendo, constituyendo y reconstituyendo permanentemente fenmenos sociales (Tuchman 1998:107).
Los medios seleccionan las noticias que publican de acuerdo con el propsito editorial que sustenta su agenda temtica. Este dispositivo est estrechamente ligado a los valores noticiosos que maneja cada medio, y stos, a su vez, responden a su contrato de lectura: una manera de ver al mundo y explicarlo, segn determinadas modalidades discursivas, que tiene un fuerte sustrato ideolgico. De esta manera, los mecanismos de inclusin/exclusin, sociales, polticos y culturales, que operan sobre ciertos acontecimientos y sus protagonistas, pueden verse ratificados simblicamente a travs de la informacin (Pereyra, 2005). Pero sobre lo que se incluye en la informacin hay un segundo nivel de seleccin que tiene que ver con su valoracin positiva o negativa, puesto que los medios no pueden ser entendidos como mediadores neutrales entre la realidad y sus pblicos, sino que son actores polticos que reproducen prejuicios, arquetipos, estereotipos e ideologa a travs de su agenda atributiva. La construccin de la noticia, por lo tanto, tiene la mirada sesgada con la que los periodistas valoran cada acontecimiento y a sus protagonistas. Esas valoraciones por lo general se efectan desde un sentido comn que, como sealara Gramsci, tiende a conservar el orden establecido. As, la noticia se presenta como un discurso proclive a naturalizar los sentidos hegemnicos.
Entre los rasgos que caracterizan las noticias en la actualidad estn su pobreza informativa y su riqueza valorativa. Esto implica menos informacin y ms opinin, lo cual resulta paradjico en un momento en el que la tcnica posibilita un flujo abundante y veloz de informacin desde innumerables fuentes, y adems facilita la produccin y el diseo de la noticia. No obstante, los adelantos tcnicos no han llegado todava a influir decisivamente en la concepcin tradicional de la noticia. En este sentido, el proceso que explica el crecimiento de lo valorativo en las noticias tiene que ver con lo que Mauro Wolf denomina una asfixiante preponderancia de la crnica, o mejor, de la visibilidad de la informacin segn los criterios de la crnica (2000: 41); y tambin se explica por 13 la creciente tendencia hacia la narrativizacin informativa y el predominio de la casustica sealados por Anbal Ford (1999). Son procesos todos que transforman la noticia en un discurso especulativo que deviene moralizador e ideolgico, pues cada vez menos se basa en datos duros y cada vez ms hace referencia a situaciones arquetpicas que estn en ntima relacin con los imaginarios sociales predominantes. En fin, discurso que abusa de la generalizacin como herramienta cognoscitiva, y en consecuencia simplifica en exceso donde es necesario complejizar.
Una de las formas que adquiere la simplificacin periodstica de la realidad es la recurrente utilizacin de estereotipos para caracterizar a los protagonistas de las noticias. De Fontcuberta define al estereotipo como uno de los mecanismos que tiene una sociedad para describir a personas, pueblos y culturas mediante la reduccin de su especificidad a unos cuantos rasgos distintivos (2006: 111). En tal sentido los estereotipos tienen como primera funcin la construccin de identidades sociales, pero de una manera prejuiciosa y muchas veces discriminatoria. Alts Rufias (2006) los considera como clichs prejuiciosos, que funcionan como artefactos simblicos que proponen explicaciones y creencias, y que reproducen desvirtuadamente los arquetipos, que son los modelos ideales de caractersticas esenciales e invariantes. Al espejarse en los arquetipos, dice, los estereotipos disfrutan de dos de sus caractersticas: la inalterabilidad y la facilidad para encontrar rpidamente el consenso social. La estereotipacin es histrica, se adapta a cada poca, y reproduce pobremente la complejidad que tienen los acontecimientos periodsticos y sus protagonistas. De Fontcuberta descree que los estereotipos puedan facilitar la comprensin del mundo; por el contrario, entiende que, como mxima expresin del reduccionismo, introducen importantes distorsiones en la construccin de las imgenes de los sujetos. Para Fowler (1991), los estereotipos explotan ciertas categoras mentales que los individuos utilizan para catalogar sus experiencias. 9
Los valores que presuponen los estereotipos estaran destinados a preservar la unidad de los grupos sociales a los que un medio aspira a representar- y contribuiran a identificar y aislar a la otredad (Fowler, 1991). Lo notable es que el impacto de las
9 Ello explicara que en algunas noticias policiales se mencionen la profesin y/o la edad de la vctima, datos que podran remitir a un valor determinado y que le asignaran al contenido del mensaje un sentido ideolgico.
14 representaciones estereotipadas resulta poderoso no slo en el caso de los grupos de los que no se tiene conocimiento efectivo, sino tambin de aquellos con los que se tiene contacto cotidiano o los grupos a los que uno pertenece (Amossy y Herschberg Pierrot, 2005). La imagen de la mujer es un ejemplo paradigmtico en este aspecto. Su construccin es el resultado de un repetido contacto con representaciones producidas y/o filtradas por los medios. Finalmente, el estereotipo sera el resultado de un aprendizaje social. Ruth Amossy y Anne Herschberg Pierrot descartan que la naturaleza de los estereotipos sea totalmente arbitraria. Sostienen que pueden que tienen cierta relacin con la realidad y que pueden fundarse en una base factual observable. No obstante, en la estereotipacin de un colectivo social se percibe como una esencia inmutable aquello que deriva de su status social o del papel social que se le ha conferido a ese colectivo:
Los comportamientos de la mujer reflejan roles sociales: lo que se espera de ella determina sus modos de hacer y de ser. Aparece como preocupada por el bienestar de su entorno y abnegada, mientras que los hombres aparecen como ms deseosos de imponerse y controlar su entorno. No se trata aqu de rasgos innatos que definen la feminidad como tal, sino de efectos de la distribucin social de roles entre los sexos (Amossy y Herschberg Pierrot, 2005: 42).
La estabilidad y la pregnancia de los estereotipos tienen como frecuente resultado un crculo vicioso: las nias son educadas en base al estereotipo dominante para adquirir las destrezas necesarias par cumplir las funciones que les estn destinadas, lo cual, a la vez, tambin promueve la reproduccin del estereotipo. Sin embargo, la preocupacin analtica debe centrarse en cmo afectan los estereotipos la vida social y la interaccin entre individuos de los dos gneros, antes que por su veracidad.
En una redaccin periodstica circulan muchos de los estereotipos de gnero presentes en la sociedad. Luego, los periodistas reenvan a la sociedad algunos de ellos modificados o no- y coadyuvan en la construccin de otros nuevos. Estos aportes mediticos al proceso de estereotipacin provienen de una prctica periodstica donde predominan el apuro por el cierre, la pelea por la primicia y la rigidez de las rutinas productivas. Como contrapartida, escasea una reflexin sobre las repercusiones que puede ocasionar una forma de trabajar:
Cuando los periodistas seleccionan y redactan una y otra vez noticias sobre los malos tratos no parecen tener conciencia de estar suministrando argumentos a la sociedad para la estereotipificacin de la mujer como vctima. Tambin cuando relatan una y otra vez los 15 logros de las mujeres en posiciones hasta entonces exclusivas de los hombres (la primera soldado, la primera presidenta, etctera) contribuyen a la imagen de la mujer pionera. La forma que tienen los periodistas de trabar conocimiento con la realidad noticiable, les hace confundir la objetividad y la distancia periodstica con la inconciencia (Gallego, 2002:111).
El periodismo define una visin uniformizada del mundo a partir de la dependencia que mantiene con ciertas fuentes informativas y, sobre todo, porque la utilizacin de las mismas fuentes se reitera diariamente en el espacio meditico. Un mismo ideologema, entonces, puede circular en distintos medios. Esa visin comn reproduce estereotipos y seala desviaciones que pueden remitir tanto a la actividad poltica y social, como a los patrones de conducta y a las identidades socialmente aceptadas. La asignacin de roles estereotipados para el hombre y para la mujer implica la necesidad y el desafo de desentraar el conjunto de mensajes que, circulando en la cultura y en los medios, produce y reproduce un imaginario comn acerca las identidades sexuales. Desde este abordaje epistemolgico, ciertas noticias pueden ser entendidas como relatos que al explicar la sociedad sancionan o justifican conductas sociales e individuales (Martini, 1999; Pereyra, 2002). En la informacin sobre la violencia sexual, por ejemplo, Silvia Chejter (1995) observa que se visibilizan el imaginario social de la sexualidad, del poder, de la violencia, la justicia, la verdad, las concepciones de lo normal y lo desviado, de lo cultural y lo natural, de lo aceptable y lo intolerable, desplegando ampliamente las jerarquas y ordenamientos sociales.
El segundo soporte terico, el concepto de gnero, se refiere precisamente a una construccin social que incluye un conjunto de valores, creencias, rasgos personales, actitudes, conductas y sentimientos que diferencian a hombres y mujeres (Ariznabarreta y col., 2006). Interpretar las marcas del discurso periodstico desde una perspectiva de gnero supone basarse en teorizaciones que diferencian el sexo del gnero: el primero viene provisto por la naturaleza, el segundo se construye socialmente. Teresa De Lauretis (1987), por ejemplo, sostiene que el gnero, como representacin o auto representacin, es la consecuencia tanto de un conjunto de tecnologas sociales y discursos institucionalizados, como de la vida cotidiana. El gnero advierte- al igual que la sexualidad, no es una propiedad de los cuerpos sino la sumatoria de efectos producidos en los cuerpos, las conductas y las relaciones sociales por una compleja tecnologa poltica.
16 El gnero es un concepto que descansa en lo relacional, lo histrico y lo identitario. M. Burin e I. Meler lo definen como una red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, valores, conductas y actividades que diferencian a hombres y mujeres. Tal diferenciacin es producto de un largo proceso histrico de construccin social, que no slo produce diferencias entre los gneros femeninos y masculinos sino que a la vez estas diferencias implican desigualdades y jerarquas entre ambos (en Corsi y Peyr, 2003: 118). Como explica Gallego (2002), la diferenciacin entre sexo y gnero se evidencia en el tratamiento desigual de cada sexo, por un lado, y de cada gnero, por otro; de esta manera, en ciertas ocasiones las mujeres podran padecer una doble discriminacin: sexual y genrica. Como quiera que sea, estos razonamientos rechazan el discurso que encasilla lo masculino en el mbito de la cultura y lo femenino en el de la naturaleza. En segundo lugar, la lnea de pensamiento liderada por Joan Scott (1990) relaciona gnero con poder. Sostiene que el gnero es un importante elemento a la hora de establecer relaciones de poder, y especficamente considera que constituye las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los gneros. En tercer lugar, la mirada del culturalismo relaciona al gnero con los comportamientos sociales: el gnero sera la definicin cultural de las conductas apropiadas para ambos sexos en un contexto social e histrico determinado.
El lenguaje y otros sistemas simblicos aportan a la constitucin de las relaciones sociales. Michel Foucault resalta las vinculaciones del discurso con el deseo y el poder: El discurso afirma- no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominacin, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que uno se quiere aduear (1996: 15). Desde este marco es importante el estudio del discurso periodstico como prctica significante, en cuya produccin o interpretacin operan condicionamientos ligados a las relaciones de poder y a lo ideolgico, puesto que son innegables las estrechas e intrincadas relaciones entre el texto noticioso y el contexto en el que ha sido producido (Van Dijk, 1990). La produccin y la decodificacin del mensaje periodstico exigen que los criterios de noticiabilidad y los marcos interpretativos que utilizan los medios sean compartidos por sus pblicos.
Si una noticia es un discurso con reglas de produccin y una estructura propias, en el estudio del discurso periodstico sobre cuestiones de gnero la pregunta pasa por las especificidades que pudiera tener dicho discurso. Una de ellas podra radicar en la 17 interrelacin entre lo meditico, el poder y el gnero. En efecto, en el anlisis de noticias relacionadas con la violencia fsica se debe tener en cuenta qu instituciones, agencias estatales (polica, justicia, servicio penitenciario) y especialistas (abogados, fiscales, jueces) tienen una privilegiada presencia en el discurso periodstico: es decir, quines son los que opinan. Porque quienes lo hacen estn legitimados por los medios para hacerlo, y en tanto que son poseedores de un capital valorado en el mercado lingstico (Bourdieu, 1985), su opinin puede influir en la interpretacin que hace el lector del hecho, de acuerdo con la hiptesis de la agenda-setting (McCombs, 2004; Garca Beaudoux y D Adamo, 2007).
El discurso periodstico es, entonces, un espacio jerrquico y jerarquizado (Fernndez Daz, 2003). En el estudio de la produccin de la noticia, por tanto, es necesario develar los valores, la ideologa y las relaciones de poder que subyacen en ella. En este sentido, van Dijk (2003) opina que las formas que adquiere el discurso sobre la violencia sexista son parte de una estructura de poder controlada por la ideologa patriarcal. 10
Asimismo, el discurso periodstico est socialmente legitimado para clasificar, delimitar e interpretar los mundos femeninos y masculinos; puede as definir los lugares sociales que les corresponden a mujeres y hombres. Esto es, produce y reproduce aquello que sera lo propio de cada sujeto segn su adscripcin genrica, y simultneamente demarca lmites y posibilidades de accin en cada cultura. En el caso de las identidades, la perspectiva de gnero entiende que los cuerpos sern inteligibles en el discurso a la luz de las caractersticas que las relaciones entre varones y mujeres establezcan para cada formacin sociohistrica, porque nada en los gneros est dado ni es universal: son construcciones simblico-culturales que se modifican de sociedad en sociedad, de poca en poca. De modo que es importante definir las identidades porque ellas han sido histricamente un modo de normalizar y disciplinar a los sujetos.
La utilizacin de la perspectiva de gnero no pasa slo por la reivindicacin de lo femenino violentado y discriminado: identificar las relaciones entre la verdad y la
10 El concepto de patriarcado implica tanto una ideologa como un sistema social en los que el poder es usufructuado por los varones, ocupando las mujeres un lugar subordinado. El patriarcado asigna a las mujeres como nica funcin social reconocida la de la maternidad, reprime su sexualidad y se apropia de su fuerza de trabajo, especialmente del trabajo reproductivo (CISCSA, 2008). 18 subjetividad (Foucault, 1996) es un desafo terico y poltico. En consecuencia, adoptar esta perspectiva para interpretar el discurso periodstico implica una ampliacin epistemolgica en el campo de los estudios sobre medios; involucra adems una nueva forma de conocer y de pensar el mundo. Garrido (2005) postula que el gnero como categora para el anlisis de una realidad social, cultural e histrica alude a una imagen intelectual, a un modo de considerar y estudiar a las personas y a una herramienta analtica: no es entonces ni una ciencia ni una disciplina sino una perspectiva de anlisis socio-cultural, un enfoque terico que puede ser aplicado a diversos campos cientficos, como el de la comunicacin.
E) Hiptesis Al indagar en cmo la prensa grfica representa las relaciones e identidades de gnero en distintas reas del mundo social, esta Tesis parte del supuesto de que tales representaciones pueden estar interrelacionadas, y por lo tanto los efectos de sentido presentes en una seccin de un diario podran reproducirse en otra, aunque bajo formalizaciones diferentes. Se infiere de ello que las identidades de gnero que se construyen en la seccin policial tendran ms de un punto de contacto con las que se construyen en la seccin poltica, por lo cual podran compartir ciertos efectos de sentido. Si muchas de las noticias policiales, en general, pueden ser entendidas como relatos de control social, que funcionan como herramientas efectivas para la naturalizacin del sentido y el logro del consenso (Martini, 2001), lo que me propongo demostrar es que tambin las noticias de las secciones polticas podran funcionar de un modo semejante cuando estn atravesadas por cuestiones de gnero.
F) Objetivos
General
Estudiar las formalizaciones que adoptan las relaciones entre los gneros en las noticias polticas y policiales para determinar si existe un discurso especfico para dar cuenta de tales relaciones. Ello implica constatar si en la informacin hay una preocupacin por analizar y comprender las semejanzas y diferencias que existen entre mujeres y hombres. La pregunta es por si se desvelan hechos ocultos, si se designa de otra forma a lo que ya se conoce y si se proponen nuevos sentidos. La indagacin 19 tambin apunta a verificar si las noticias dicen de la dispar socializacin de mujeres y hombres y de la consecuente diversidad en sus formas de comportarse, en sus creencias y en sus valores. En definitiva, se trata de rastrear en el discurso meditico la existencia de reflexiones sobre el diferente papel social que desempean mujeres y hombres. Es decir: qu jerarqua se les atribuye a unas y a otros y de qu significado se dota a la diferencia.
Especficos
En las noticias de las secciones polticas
* Relevar cualitativa y cuantitativamente la ocurrencia, regularidad y representacin de las mujeres para cotejarla con la representacin que tienen en la actividad poltica y en las instituciones y poderes del Estado.
* Interpretar el papel asignado a las mujeres en la tarea poltica y en la funcin ejecutiva para evaluar si se corresponde con los avances ocurridos desde 1983.
* Comparar los resultados del anlisis en ambos diarios en funcin de sus respectivos contratos de lectura.
En las noticias de las secciones policiales
* Explicar la construccin de las noticias, esto es, criterios de noticiabilidad, fuentes, agendas y marcos interpretativos, en casos que dan cuenta de la violencia de gnero.
* Identificar los dispositivos de tematizacin y serializacin para caracterizar la concepcin de la violencia de gnero que tienen los medios bajo estudio.
* Comparar datos y resultados del anlisis en ambos diarios segn los tipos de casos y en funcin de sus respectivos contratos de lectura.
En las noticias de ambas secciones 20
* Sealar las representaciones de gnero para identificar y verificar la existencia de prejuicios y estereotipos que podran contribuir a construir imgenes distorsionadas de hombres y mujeres.
* Relacionar las identidades construidas en ambas secciones y en los dos diarios para buscar semejanzas y diferencias que aporten a la profundizacin del estudio.
* Verificar qu sentido y qu valor le otorga el conjunto noticioso estudiado a la relacin entre gnero y violencia.
H) Metodologa
Esta Tesis, al preguntarse por el sentido de las noticias en estudio, exige un abordaje desde la metodologa cualitativa, y para el relevamiento de ocurrencia y regularidad de la informacin publicada apela a tcnicas del trabajo cuantitativo. En ese marco, propone una combinacin metodolgica que incluye, por una parte, el estudio de la construccin de la informacin acudiendo a las categoras propias de la teora de la noticia, y del anlisis comunicacional y cultural, y, por otra, el examen de las representaciones de gnero mediante el anlisis del discurso.
Si la teora de las representaciones sociales postula que por medio de estas figuras simblicas los sujetos toman contacto y aprehenden la naturaleza de los objetos, es decir construyen su realidad (Petracci y Kornblit, 2004), su abordaje tcnico implica la identificacin de matrices informativo-culturales y la construccin de un patrn significativo consistente. Las representaciones sociales se forman a partir de la comunicacin social, en sus formas cara a cara y massmediatizada. Ahora bien, como en la comunicacin periodstica los profesionales de la informacin utilizan sus propias representaciones simblicas de los objetos y los sujetos, y en la medida en que aquellos provienen de la misma sociedad hacia la cual proyectan su trabajo, y que el proceso comunicacional est dotado de circularidad, puede inferirse que las representaciones mediticas y las sociales se retroalimentan mutua y continuamente, lo cual exige metodolgicamente la identificacin, comprobacin de ocurrencia, sus regularidades y 21 variaciones para comparar y alimentar las matrices que se identifican en el material noticioso.
Para el abordaje que se ha planteado, se apela al anlisis crtico del discurso, Teun van Dijk (1990), con el objetivo de indagar y explicar la relacin entre la sociedad y el discurso meditico. En tanto que pone el acento en las relaciones de poder y el ejercicio de la dominacin que existen en una sociedad, que se expresan en los textos que por ella circulan, es una perspectiva metodolgica que luce como adecuada para esta investigacin, que conceptualmente parte de que las relaciones entre hombres y mujeres estn atravesadas por profundos desequilibrios y desigualdades que no siempre estn visibles en la informacin. Y justamente el anlisis crtico tiene como objetivo descubrir en la noticia en tanto discurso- aquello que no est transparentado y aquello que est consensuado como natural y legtimo. Se propone tambin develar lo que no se dice explcita sino implcitamente, a travs de sobreentendidos y supuestos que se asume son compartidos por el productor y el lector de la noticia.
Adems del anlisis textual, Van Dijk se plantea el desafo de relacionar los contenidos informativos con los atributos o valores que los periodistas les asignan a los acontecimientos que les dan origen, para poder as detectar las creencias que los profesionales ponen en juego en cada caso. Creencias que, como mencion ms arriba, son por lo general compartidas por el pblico de cada medio a travs del enlace enunciativo que constituye el contrato de lectura. En tal sentido Kornblit y Verardi (2004) sugieren que para van Dijk las representaciones sociales son la conexin entre el texto periodstico y el contexto en el que aquel se produce. El contexto sera el marco - espacio relacional- de cada texto que posibilita su interpretacin- en el que hace sentido todo lo que el texto expresa. Desde esta mirada, las representaciones sociales gobernaran los criterios de seleccin de acontecimientos noticiables y la utilizacin de las fuentes informativas, y como tales, e igualadas a un marco interpretativo-productivo, su abordaje busca en los discursos las marcas de la enunciacin y la presencia del destinatario.
Toshio Takeshita (1997), inspirado tambin en la nocin de marco de Erving Goffman, relaciona el estudio de instalacin de agendas atributivas por parte de los medios con el concepto de enmarcamiento o framing. Destaca que en el segundo nivel 22 de la hiptesis de agenda setting es posible identificar un listado de atributos para las problemticas y personajes pblicos que publicitan los medios. La agenda de atributos se conecta con las modalidades estilsticas y retricas con las que se representan y explican los tems que componen la agenda temtica. Por lo tanto, sugiere que el establecimiento de agenda atributiva est ligado a la construccin de imagen y estereotipos. El enmarcamiento meditico ilumina algunos aspectos de la realidad y oscurece otros; lo que equivale a decir que cuando los medios representan personajes pblicos, visibilizan algunos de sus rasgos e invisibilizan otros. Lgicamente, slo los rasgos visibilizados son los que construyen la identidad de cada personaje, y al resaltrselos a lo largo del tiempo la audiencia supuestamente los memorizar y los utilizar para crear sentido. En definitiva, el enmarcamiento comprende una seleccin y jerarquizacin de una parte de lo real que es percibida y explicada de una -y slo de una- manera particular. De hecho, una vez que un marco produce una visin consensuada sobre algo se dificulta la aparicin de miradas distintas.
En resumen, la estrategia metodolgica procura identificar las significaciones presentes en el paratexto (Alvarado, 1994) y en el texto informativo. El camino terico- metodolgico resulta pertinente cuando, como en este caso, no hay pretensin de generalizar sino de realizar una investigacin acotada pero intensiva. Es discutible lo que afirma Gallego (2002) en el sentido de que los estudios de contenido en niveles micro, como el presente, no permiten pensar en el contexto global de la produccin informativa. Lo cierto es que tanto el texto como el paratexto pueden dar cuenta del proceso productivo; a la vez, el anlisis de sus modalidades enunciativas permite sospechar el lector al cual estn dirigidos. En definitiva, el enfoque terico- metodolgico pretende, dentro del campo de los estudios en periodismo relacionados con la problemtica de gnero, superar los prejuicios y las simplificaciones conceptuales que limitan el rigor analtico, y avanzar en la exploracin de los efectos de los medios sobre las subjetividades.
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Presentacin
Esta seccin de la Tesis est destinada a estudiar las relaciones de gnero desde lo social y lo poltico, a travs del relevamiento de la representacin cualicuantitativa en los medios de las mujeres en general y en particular de aquellas que tienen distintos grados de protagonismo en la accin poltica, en sus distintas facetas y estamentos.
Pero para esta tarea es imprescindible una contextualizacin histrico-poltica que posibilite la correcta interpretacin de los hallazgos. Por ello, en primer lugar, en el captulo I se efecta un somero relato sobre cmo se fueron modificando las relaciones de gnero en funcin del lugar social que tradicionalmente le fue asignado a la mujer. Este recorrido no pretende ser exhaustivo sino sealar ciertos momentos histricos clave en la situacin social de las mujeres que permitan entender ms acabadamente su papel actual y sus consecuentes representaciones mediticas. Muchos de esos momentos estn ntimamente relacionados con la sancin de distintas leyes, reglamentos y cdigos que, de una manera u otra, fueron modelando y naturalizando unas relaciones de gnero basadas en la subordinacin del gnero femenino. Su situacin en cada sociocultura y en cada etapa histrica debe escrutarse poniendo una lupa analtica sobre el poder y los privilegios gozados por los varones. La representacin meditica de esa situacin en la 24 actualidad es analizada a partir de un relevamiento cualicuantitativo efectuado en los diarios Clarn y La Nacin.
El captulo II releva la presencia femenina en los mbitos poltico- institucionales, teniendo particularmente en cuenta la tensin entre el grado de representacin y el ejercicio concreto del poder en esos mbitos. En este caso el anlisis de las representaciones mediticas se basa en dos investigaciones: la primera es un relevamiento cualicuantitativo de las secciones polticas de los diarios citados, y la segunda consiste en un estudio de la agenda atributiva construida sobre mujeres de la poltica a partir de un corpus integrado por distintos diarios y revistas.
Captulo I Las mujeres en la sociedad: 1852-2009
1-1 El contexto histrico
El estudio de la historia de la condicin social de las mujeres est fuertemente influido por los mecanismos por los cuales ellas fueron reprimidas o dominadas, y por la ocultacin de esos mecanismos. Razn por la cual, sostiene Andre Michel (1988), la historia mundial de las mujeres comenz a ser visibilizada a recin a mediados del siglo XIX gracias a labor de las feministas de Europa y Estados Unidos.
1-1-2 La organizacin de la vida pblica y privada
En la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX las relaciones entre mujeres y hombres estaban marcadamente asentadas en el sistema patriarcal de creencias. Una idea central e histrica de este sistema impone una tajante divisin de mbitos de accin para mujeres y hombres: en su lugar asignado el hogar- las mujeres deban representar cabalmente el papel de abnegadas madres y devotas esposas. No obstante, en las ltimas dcadas del siglo las ideas liberales propiciaron un lento proceso de secularizacin de la vida pblica gracias al cual las mujeres pudieron obtener ciertos beneficios. El Estado 25 procur un ordenamiento de la vida privada a travs de la legislacin: el Cdigo Civil se ocup de reglamentar el funcionamiento de la familia, pero asignando de manera dispar derechos y deberes a hombres y mujeres de tal forma que ellas quedaron bajo el control administrativo de ellos. De hecho, se estableci para la mujer casada un grado tal de incapacidad que haca necesaria y aceptable la tutela y representacin de su esposo. La discriminacin de gnero presente en el Cdigo Civil de 1869 se reprodujo en el Cdigo Penal sancionado en 1887. En efecto, si todo sistema punitivo tiene un mayor o menor grado de selectividad, la historia demuestra que el peso del derecho penal cae con ms peso sobre la mujer que sobre el hombre (Otano, 2000). En los casos de adulterio, por ejemplo, el Cdigo era mucho ms duro con las esposas que con los esposos, tal vez porque se entenda que si la adltera quedaba embarazada quebraba la pureza de sangre de la familia, y adems afectaba el honor de su esposo. Seala Dora Barrancos (2007), que el honor impronta de nuestros ancestros hispnicos- se vea reavivado por ese entonces en la subjetividad patriarcal de los nuevos grupos sociales en tanto instrumento que aseguraba identidad viril a los sujetos de cualquier condicin social.
El concepto de honestidad aplicado a la mujer se refera de manera excluyente a una sexualidad recortada. As, se castigaba con reclusin o prisin el acceso carnal a mujeres menores de entre 12 y 15 aos que fuesen honestas, de lo que se infiere que la honestidad era propia de la inexperiencia sexual porque aquella que la tuviere no era considerada vctima de este delito. Puede apreciarse de esta forma cmo la legislacin civil y penal originaria controlaba la sexualidad femenina y explicitaba cul era el papel que se esperaba de la mujer: reproductora fecunda y esposa fiel de moralidad intachable, pero al mismo tiempo ser inferior que deba ser tutelado.
1-1-3 Mujeres pobres y prostitucin
Si las mujeres deban ser y parecer honestas, la infidelidad de los hombres era una anomala moral tcitamente aceptada. La ley penal incluso les conceda graciosamente la posibilidad de concurrir a los prostbulos porque no consideraba como adulterio esa prctica, antes bien se la lleg a considerar inevitable ante cierta represin o indiferencia frente a la sexualidad genital que pareca ser comn entre las esposas de las clases medias y altas. En el Buenos Aires de 1870 los prostbulos florecan por doquier, no 26 slo en la periferia sino en las calles ms cntricas de la ciudad. Es que la demanda de sexo pago se haba incrementado a partir del arribo de una enorme cantidad de migrantes europeos, en su mayora hombres solos. Por su parte, los jvenes burgueses nativos concurran a los lenocinios para iniciarse sexualmente y para divertirse.
A partir de 1875 el ejercicio de la prostitucin en Buenos Aires fue legitimado mediante la sancin de Reglamento sobre la Prostitucin, cuyo espritu -coincidente con el imaginario social que entenda que la prostitucin como un mal necesario imposible de eliminar- era permitir la actividad pero controlarla. Para las autoridades de la ciudad era slo un problema de salud pblica asociado a las enfermedades venreas y a la higiene ambiental y les tenan sin cuidado la explotacin y el mal trato hacia las mujeres prostituidas. Slo les interesaba que estuviesen sanas. El censo de 1887 revel que en la ciudad de Buenos Aires haba cerca de 600 prostbulos y entre 2.000 y 3.000 prostitutas (Carretero, 1998). En un momento en el que el proceso migratorio estaba en su apogeo, el 75 por ciento de las prostitutas eran extranjeras, mujeres solteras y pobres provenientes de Europa. Muchas de ellas fueron tradas por organizaciones de rufianes bajo engao y obligadas a prostituirse, pero muchas ms saban a lo que venan. Es que para ellas la prostitucin era antes una respuesta consciente a la pobreza, que el resultado de una trampa tendida por un siniestro proxeneta (Guy 1991). En cuanto a las mujeres argentinas, estas llegaban a la prostitucin despus de comprobar que si trabajaban en alguna industria o taller ganaban la mitad de lo que ganaban los hombres por la misma tarea. Pero el empleo no abundaba para los hombres, que deban competir en ciertos trabajos con las mujeres y los nios. Las mujeres que conseguan trabajo en las fbricas de cigarros rara vez terminaban en un burdel, por lo cual la prostitucin apareca como una alternativa al desempleo. Antes de 1875, las mujeres sospechosas de cometer algn delito eran arrestadas y enviadas a la frontera para dar servicios sexuales a una tropa formada por hombres tambin renegados de la justicia. Es decir que desde tempranos momentos de nuestra historia moderna las mujeres y los hombres de las clases bajas fueron considerados como rebeldes y perseguidos por el delito de ser pobres. De esta manera, la exclusin social se transform en el ncleo originario del delito en las zonas rurales.
Hacia 1888 se abri una segunda instancia en la prostitucin portea. Si la primera se haba caracterizado por una disposicin ms o menos voluntaria por parte de 27 las mujeres que ingresaban al oficio bajo la tutela y proteccin de rufianes orlados de cierto romanticismo, la segunda se caracterizara por una prostitucin violenta o compulsiva (Carretero, 1998, p. 76), a partir del momento en que fue posible vender mujeres en calidad de prostitutas-esclavas.
Recin en 1912 se decidi acometer el problema de la trata de mujeres para ser prostituidas. Ese ao se sancion una ley que calificaba a la trata como un delito y se penaba con crcel a los que hubiesen obligado a una mujer a ejercer la prostitucin. Era la primera vez que se dispona la persecucin penal para este tipo de situaciones. Sin embargo la ley no termin con la prostitucin sencillamente porque no era su objetivo.
Ni siquiera la Primera Guerra Mundial afect el florecimiento del negocio prostibulario. Sin embargo, el clima de la poca con respecto a la prostitucin ya no era tan benvolo. Entonces, las autoridades municipales intentaron acometer el problema desde otro enfoque: una ordenanza de 1919 puso en marcha un plan para intentar la desercin de las mujeres de la prostitucin. Se les ofreca trabajo y alojamiento, y para las que quisieran regresar a su pas se les prometa agilizar los trmites migratorios. El xito de esta iniciativa fue escaso. Otra ordenanza, de 1925, se propuso combatir el rufianismo prohibiendo los burdeles de muchas mujeres. Con ello, sin embargo, se facilit la prostitucin individual, e incluso la clandestina. La organizacin de rufianes judos Zwi Migdal tena cerca de 200 prostbulos en Buenos Aires, con unas 2.200 prostitutas. En 1930 una de ellas denunci estaba siendo explotada por la Zwi Migdal. La justicia intervino y los diarios publicitaron ampliamente el caso. Los rufianes fueron procesados por secuestro, estupro, manceba, violacin y adulterios reiterados. Cuatro aos despus, la Ordenanza 5.953 dispuso la clausura de los prostbulos en Buenos Aires, y en diciembre de 1936 sancion la ley nacional de Profilaxis de Enfermedades Venreas (12.231) que adems de prohibir los prostbulos en todo el pas, dispuso la obligatoriedad de un examen prenupcial para detectar enfermedades infectocontagiosas.
1-1-4 Las primeras profesionales
Las mujeres de las clases medias de fines del siglo XIX tuvieron casi como nica opcin laboral la docencia. En efecto, el ideario liberal se vio ms claramente plasmado en una poltica educacional que, en principio, estaba destinada a promover 28 cierta igualdad social en un momento de conformacin y movilizacin de grupos sociales. El desarrollo que Sarmiento impuls en el magisterio lo convirti en un espacio muy apto para el trabajo femenino, en tanto que se emparent la funcin docente con la venerable simbologa de lo maternal. Pero por entonces, adems de ser apropiado para las mujeres honestas, el magisterio era el nico trabajo que la sociedad aceptaba para ellas. La escuela se constituy en la fuente del pensamiento cvico, republicano y secular, con lo que las maestras acrecentaron su aura sagrada. Opina Barrancos (2007) al respecto que es propio del patriarcado una suerte de doble juego que, por un lado, excluye y discrimina a las mujeres y, por otro, produce discursos que las rehabilitan. Al comenzar la ltima dcada del siglo XIX se graduaron en la Universidad de Buenos Aires las primeras mujeres. Aquellas pioneras -como Cecilia Grierson o Elvira Rawson- se volcaron a las ciencias mdicas como para ratificar que, por su natural abnegacin, las mujeres deban ocuparse del cuidado de los dems.
1-1-5 El trabajo femenino
Las mujeres del Viejo Continente llevaron la peor parte bajo el capitalismo decimonnico. En efecto, como sostiene Michel (1988), aquel capitalismo mundializado por los procesos coloniales necesitaba reproducirse permanentemente, y lo haca en buena parte gracias a las mujeres en tanto productoras domsticas no mercantiles que reproducan la fuerza de trabajo que sus maridos e hijos vendan en el mercado del trabajo. Es indudable que las mujeres recluidas en el hogar, y alejadas por lo tanto del mercado laboral, no constituan una amenazante competencia para los obreros y servan de domsticas sin cargo a los burgueses europeos. Bajo estas condiciones, mujeres de todas las clases sociales comenzaron a rebelarse en la Europa de fines del siglo XIX, y encontraron clida acogida en las organizaciones polticas y gremiales de izquierda quienes se convirtieron en activas defensoras de los derechos de las mujeres y de la igualdad entre los gneros. De manera simultnea reverdeci y se expandi el pensamiento feminista que se haba originado en la primera mitad del siglo en Francia (Michel, 1988.).
As las cosas, las migrantes imbuidas de ideas de izquierda viajaron a Amrica imaginando que en la tierra nueva y virgen podran sembrar las semillas de un nuevo orden social que contemplara los derechos particulares de las mujeres y que sostuviera 29 la igualdad entre los gneros. 11 A poco de desembarcar en Buenos Aires, las migrantes revolucionarias se encontraron con un panorama similar o peor al que haban dejado atrs. No obstante, en 1912, por iniciativa de Alfredo Palacios se sancion la primera ley de proteccin del trabajo femenino.
1-1-6 El Centenario y el movimiento de mujeres
El ao del Centenario encontr a las mujeres que ms activaban por la causa femenina divididas en dos bandos, pues como parte de los festejos del histrico acontecimiento se realizaron dos congresos de mujeres. Las resoluciones finales de ambas asambleas reflejaron perspectivas muy distintas al respecto en el marco de un festejo patrio que puso en acto las contradicciones que atravesaban a la sociedad argentina en ese momento (Recalde, 2005). Por un lado se desarroll el Congreso Patritico de Seoras y por otro el Congreso Femenino Internacional. El primero fue la expresin femenina de los sectores dirigentes; el segundo expuso el pensamiento reformista de las intelectuales. Ideolgicamente las seoras se identificaron con el orden establecido y con la tradicin nacional, ideario este ltimo de contenidos xenfobos que a travs de la exaltacin de lo patritico expresaba la preocupacin que representaban las ideas y las prcticas de los migrantes anarquistas, socialistas y comunistas. Las seoras pensaban que a travs de la educacin, la caridad y de su proselitismo sobre los sectores obreros podran detener la marea roja. La caridad era para ellas una proyeccin social que continuaba la labor acometida en el seno del hogar. Pero tambin las sociedades benficas eran funcionales a la contencin de la protesta social. Al tiempo que las seoras se declararon profundamente cristianas, convencidas de que era su deber transmitir su religiosidad a sus hijos, reivindicaron el papel de madre para la mujer y se manifestaron contrarias al voto femenino.
11 Un pequeo ejemplo sirve para ilustrar el papel secundario que ocupaban las mujeres en ese momento: el gobierno espaol otorgaba a todos los migrantes un documento que les permita salir del pas, la Cartera de Identidad del Emigrante. En l se incluan los requisitos a cumplir para poder emigrar, los que estaban discriminados por sexo. Los varones no tenan restricciones para migrar si acreditaban su identidad. En cuanto a las hembras (sic), si eran viudas deban presentar la partida de defuncin de su marido. La casada que emigraba sin su cnyuge, pero para ir a reunirse con l, deba presentar una autorizacin para viajar firmada por el marido. Es de hacer notar aqu -adems de la inslita y discriminatoria animalizacin en la forma de designar al sexo femenino- lo apuntado ms arriba sobre la incapacidad civil de las mujeres. En este caso no slo la casada deba contar con la autorizacin del marido para ir a su encuentro: hasta la viuda segua siendo controlada post mortem por su cnyuge.
30 Por su parte, las asistentes al Congreso Femenino Internacional fueron bsicamente mujeres universitarias y docentes, de diferentes orientaciones polticas y religiosas, que se consideraban parte del movimiento feminista internacional. Enfrentadas al patriarcado, se declararon anticlericales y criticaron las relaciones sociales de produccin. Rechazaron adems la presunta inferioridad intelectual femenina basada en parmetros antropomtricos aportados por la frenologa-, y reclamaron la igualdad de derechos civiles, el divorcio vincular y la eliminacin de la prostitucin reglamentada. Para Barrancos aquel congreso de intelectuales, que denunci el retardo que produca la confesionalidad religiosa y que defendi a la escuela pblica, constituy un hito en el primer feminismo argentino y signific una holladura singular en la sociedad argentina que se ensanch an ms en la dcada siguiente (2007:134).
Al finalizar la dcada del 20 se reform el Cdigo Civil otorgndose a las mujeres una capacidad civil plena. A pesar de ello, las esposas todava deban pedir la autorizacin del marido para comprar o vender, y ellos conservaron la patria potestad y la autoridad para fijar el domicilio conyugal. Por otro lado, no terminaba de consolidarse el papel de la mujer como trabajadora fuera del hogar. Los partidos y sindicatos de izquierda denunciaban las deplorables condiciones en las que laboraban las mujeres en fbricas y talleres, pero les inquietaba el supuesto abandono de las tareas domsticas. Slo se admita que trabajaran las compaeras de los obreros para as poder aumentar los ingresos, pero apenas se lograba ese objetivo se procuraba que las obreras volvieran a ocuparse exclusivamente del cuidado de la casa y los hijos. Excepcin hecha del magisterio y de ciertas actividades intelectuales y artsticas, la ilegitimidad del trabajo femenino fuera de la casa fue una marca que perdur durante buena parte del siglo XX.
1-1-7 Vientos de cambio En los aos 40 nuevas formas de la sociabilidad posibilitaron una progresiva incorporacin de las mujeres a la vida productiva. Las ms inquietas comenzaron a participar en distintas organizaciones sociales, culturales y polticas. En ese estado de movilizacin las encontr la llegada del peronismo, que reconoci y cuestion las desigualdades sociales y de gnero de la poca. Una singularidad del peronismo fue la resignacin parcial del poder por parte de su lder mximo en beneficio de su 31 compaera: Eva Pern. Como se ver en el captulo siguiente, fue durante el primer gobierno de Pern cuando se sancion la ley que reconoci los derechos polticos de la mujer, 35 aos despus de haber sido sancionada la ley Senz Pea. No obstante, como bien apunta Barrancos (2007), el peronismo no produjo una feminizacin del poder ni una igualdad absoluta en las relaciones de gnero.
Luego de las elecciones de 1951 las mujeres tuvieron por primera vez representacin poltica en el Congreso Nacional (ver captulo II). Sin embargo nada se avanz en la representacin sindical, a pesar de la gran cantidad de mujeres que se incorporaron a la actividad laboral, sobre todo en la industria textil y en el comercio. Es ms paradjico an que no haya habido dirigentes sindicales femeninas de peso y notoriedad en un perodo en el que la estructura sindical argentina se expandi geomtricamente.
En lo que hace a los derechos civiles, durante el gobierno de Pern se modific el Cdigo Civil para igualar jurdicamente a los hijos legtimos e ilegtimos. Como los hijos extramatrimoniales eran sujetos estigmatizados, lo mismo que sus madres, la modificacin intent revertir una desigualdad filiatoria que afectaba a hombres y mujeres, pues todava se consideraba que el haber nacido en un hogar constituido era un buen comienzo para el xito social. Por otro parte, en 1954, y en un contexto de conflicto con la Iglesia Catlica, el gobierno peronista impuls la sancin de una ley de divorcio (haba habido varios intentos en las dcadas anteriores) que luego fue suspendida indefinidamente por decreto de la autodenominada Revolucin Libertadora.
Quizs el mayor logro del peronismo en relacin con las mujeres haya sido el importante desarrollo de su educacin formal, sobre todo en el nivel secundario. Este hecho tuvo como beneficiosa consecuencia la incorporacin masiva de mujeres a la enseanza terciaria y universitaria en los aos 60, justo cuando los movimientos contraculturales y el pensamiento marxista atravesaban por un perodo de fulgor. Muchas mujeres se unieron activamente a estas corrientes, lo mismo que al embrionario movimiento feminista. Sin embargo, para las militantes ms radicalizadas algunas de las cuales participaran en organizaciones guerrilleras- los derechos femeninos deban quedar subsumidos bajo la exigencia de una sociedad ms justa para hombres y mujeres. Simultneamente, la aparicin de la pldora anticonceptiva signific un cambio 32 importantsimo, pues autonomiz la vida reproductiva de las mujeres de las clases medias y altas, permitindoles separar la sexualidad de la procreacin.
1-1-8 Persistencia de los viejos moldes
Los cambios no fueron fciles ni simples. Tampoco masivos: el estereotipo femenino tradicional gozaba en los 60 de vigorosa vigencia y era reproducido sin fisuras por los medios de comunicacin. Veamos un par de ejemplos tomados de Crnica de 1964. El diario dedicaba una pgina de su segunda seccin para los temas femeninos: Crnica para la mujer. El nfasis temtico estaba puesto en tres ejes: aspecto e indumentaria (Cmo debe vestirse una mujer de poca estatura), tareas del hogar (Recetas de cocina), cuidado de los hijos (El nio y la disciplina) y comportamiento amoroso (Sepa cmo tratar a su novio). El segundo de los ejemplos, en cambio, es una nota acerca de una mujer cuya ocupacin era inverosmil para aquel tiempo, aunque en la actualidad sea habitual en las clases populares: la recoleccin de residuos domiciliarios. Crnica se escandaliz: Una mujer recogiendo basura en la calle! Un oficio digno como cualquier otro trabajo honrado. Pero ejercido por una mujer cobra un sentido triste. Revela el dursimo precio que hay que pagar para evitar el hambre y un alto espritu de sacrificio materno (29/5/1964).
Del primer ejemplo se desprende que, a pesar de la modernizacin de las costumbres y los pensamientos, subsista el modelo clsico de la mujer como ama de casa y madre. El segundo de los ejemplos muestra la extraeza frente al desempeo de un papel no tradicional. Empero, a la recolectora se la justific al atribursele un alto espritu de sacrificio materno. En otras palabras: slo por su abnegacin de madre se poda entender que ejerciera un oficio con un sentido triste.
En 1968 una nueva reforma del Cdigo Civil extendi los derechos femeninos al eliminar la minoridad relativa a la que las mujeres haban sido destinadas por el Cdigo de Vlez Sarsfield, sancionado cien aos atrs. La ley 11.771 dispone que cada cnyuge pueda disponer libremente de sus bienes propios y de los bienes gananciales obtenidos exclusivamente por su trabajo personal. Por primera vez, entonces, se alcanz el rgimen de administracin separada de los bienes. Esta ley incluy el famoso 67 bis, artculo mediante el cual los cnyuges podan separarse de mutuo acuerdo. 33
La dictadura militar 1976-1983 cercen la vida de miles de mujeres. Cientos de ellas, debieron sufrir incluso la apropiacin de sus bebs nacidos en cautiverio. En este perodo se produjo la hibernacin de los movimientos intelectuales y sociales progresistas. En el caso de las mujeres y la lucha por sus derechos, sus incipientes organizaciones inspiradas en las nuevas teoras feministas del universo anglosajn- se llamaron a silencio. El escenario pblico fue ocupado por completo por las voces dictatoriales que reivindicaron para la mujer el tradicional papel de madre y educadora (Laudano, 1998), estimulando as el imaginario masculino ensalzador de la abnegacin maternal y domstica (Luna) propio del patriarcalismo ms cerril.
1-1-9 Toma de conciencia Con el retorno a la democracia en 1983 se reactiv el trabajo y el debate dentro del movimiento de mujeres. Los regresos del exilio trajeron nuevas ideas y un entendimiento ms acabado del funcionamiento del sistema patriarcal. O en las palabras de Barrancos (2007: 272): Haban comprendido que la diferencia sexual estaba en la base de las jerarquizaciones sociales discriminantes. En algn sentido la dictadura ayud para que se rechazara todo autoritarismo, incluido el de gnero. El diario Tiempo Argentino public entre noviembre de 1982 y septiembre de 1986 el primer suplemento dedicado a la mujer con un enfoque decididamente feminista (Placci, 2008).
A lo largo de los gobiernos de Carlos Menem se alter dramticamente el paisaje social al ponerse en prctica polticas neoliberales que acentuaron la marginalidad y la exclusin preexistentes. El colectivo ms afectado fue, de nuevo, el de las mujeres. La feminizacin de la pobreza impeli masivamente a las mujeres de las clases subordinadas al mercado laboral y las oblig a adoptar nuevas y mayores responsabilidades familiares y sociales ante el retiro del Estado de las reas de asistencia social. Con todo, la constante visibilizacin de las problemticas femeninas dio lugar a la creacin de organismos oficiales especficos: en 1987 se haba creado la Subsecretara de la Mujer que Menem elimin por decreto, pero durante su administracin se instituy el Consejo Coordinador de Polticas Pblicas para la Mujer, desde donde se impuls la ley de cupo femenino (ver captulo II). Un ao ms tarde se cre el Consejo Nacional de la Mujer, organismo que tuvo como principal preocupacin las desigualdades y desventajas de las mujeres en el campo econmico-laboral, 34 entendiendo que all resida el ncleo duro de la inequidad de gnero. De alguna manera, el agravamiento general de las condiciones socioeconmicas gener ms conciencia acerca de la particularmente desfavorable situacin de las mujeres.
En materia legislativa desde 1983 se registraron importantes avances en pos de mejorar las prerrogativas femeninas en las jurisprudencias civil y penal. En 1985 se sancion la ley de patria potestad compartida que termin con la centenaria primaca de la figura masculina sobre la tutela de los hijos. Tambin en ese ao se ratific la Convencin contra todas las formas de Discriminacin contra la Mujer (CEDAW). En 1991 la ONU ampli la normativa antidiscriminatoria con el Protocolo Facultativo. La Convencin fue incorporada a la Constitucin en 1994, pero el Protocolo fue transformado en ley recin en 2006. 12 En 1987, cien aos despus de que se presentara el primer proyecto, se sancion la ley de divorcio vincular. En 1995 se promulg la ley de Proteccin contra la Violencia Familiar (24.417). Al ao siguiente, mediante la ley 4632, se adhiri a una norma similar pero ms amplia: la Convencin para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, proclamada en Belm, Brasil.
Por ltimo, en el plano de la legislacin penal, cabe mencionar la supresin del delito de adulterio para ambos cnyuges. El adulterio pesada rmora del pasado patriarcal (Barrancos, 2007: 295)- tutelaba bienes jurdicos diferentes segn el sexo: en el caso de las mujeres era un delito contra el honor que deba castigarse; en el caso de los hombres slo atena a cuestiones patrimoniales. Luego, mediante la ley 25.087 se dispuso que los delitos contra la honestidad fueran considerados como atentados a la integridad sexual. Es pertinente recordar en este sentido que el Cdigo Penal tuvo proverbialmente como objeto de tutela a la mujer honesta. De all que no castigue a la prostituta, pues la considera como una desviada en cuanto al papel sexual asignado a la mujer. Ello demuestra que el hecho de que algunas conductas no estn tipificadas como delito en el Cdigo no tiene efecto simblico en la sociedad, en tanto que el ejercicio de la prostitucin sigue siendo considerado como un extravo extremo de lo femenino. Entonces, el ideal femenino que el Cdigo ha instaurado es el maternal (en este sentido
12 En la morosidad de la tramitacin parlamentaria tuvieron mucho que ver las presiones ejercidas por la Iglesia Catlica. Es que la Convencin y su Protocolo protegen ampliamente a la libertad de las mujeres en materia reproductiva, lo cual fue interpretado como un va libre para la legalizacin del aborto. 35 la mujer es tanto objeto de tutela como de represin), y en cuanto a lo sexual no ha tutelado la libertad de la mujer sino su honestidad (Larrandart, 2003).
En abril de 2008 se sancion la ley contra la trata de personas, una importantsima problemtica calificada de esclavitud moderna- de la que se ocupan tanto organismos internacionales como organizaciones no gubernamentales. 13 La ley sancionada define al delito de trata como la "captacin, transporte o traslado y la acogida o recepcin" de personas con fines de explotacin sexual, laboral o para la extraccin de rganos. Las penas, que van de los tres a los quince aos de prisin, han sido calificadas de leves por organizaciones de mujeres y de derechos humanos. Sostienen que para el sistema punitivo argentino un objeto material tiene ms valor que una persona, pues las penas por robo pueden ser mayores que por trata, delito este ltimo que agrupa todas las violaciones de los derechos humanos: secuestro, servidumbre, esclavitud, extraccin y venta de rganos, proxenetismo, violacin sexual, torturas, prostitucin infantil, trabajo esclavo y privacin ilegtima de la libertad. Por sta y otras razones, las organizaciones sostienen que con la nueva ley se tiende a legitimar a la prostitucin como un trabajo y que se est consagrando cierta forma de impunidad para los que explotan sexualmente a mujeres y nias y cometen el delito de trata. 14
El 11/3/2009 la Cmara de Diputados aprob una ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en todos los mbitos de la vida social. La norma, que se inspira en una perspectiva de gnero, contempla las diversas formas que puede adquirir la violencia: fsica, sexual, simblica, psicolgica y econmica. Asimismo incluye la violencia ejercida a travs de los medios de comunicacin,
13 'La trata de personas es un delito que a nivel mundial somete anualmente a millones de personas -4 millones de adultos y 2 millones de nias y nios- a condiciones de esclavitud y genera ganancias estimadas en 32 mil millones de dlares, donde ms del 85 por ciento proviene del comercio sexual', asegura la Organizacin Internacional para las Migraciones (OIM) en base a datos recopilados por la Organizacin Internacional del Trabajo en 2005 (Argenpress, 20-3-2007). Segn la OIM, durante 2006 en Argentina desaparecieron 400 mujeres con el fin de ser explotadas sexual y comercialmente. 14 Entre estos delincuentes a menudo se encuentran policas y funcionarios polticos y judiciales que por su condicin suelen delinquir impunemente, lo que demuestra la conexin entre poder y relaciones de gnero. Un recordado ocurri en Mar del Plata, donde una organizacin de tratantes integrada por policas asesin a varias prostitutas para que no revelaran sus relaciones con funcionarios judiciales. La polica bonaerense atribuy los asesinatos a un asesino serial que la prensa denomin El loco de la ruta. Para otros casos informados por la prensa acerca de policas implicados en el delito de trata ver Pgina/12, 18/1/2005 y 22/9/2006; La Nacin, 7/7/2006 o Crtica de la Argentina, 6/8/2008.
36 definindola como la difusin de imgenes y estereotipos que de manera directa o indirecta injurian, difaman o discriminan a las mujeres. Finalmente, el 10 de octubre de 2009 se promulg la ley de Servicios de Comunicacin Audiovisual (N 26.522). Entre sus objetivos figura el siguiente: Promover la proteccin y salvaguarda de la igualdad entre hombres y mujeres, y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminacin por gnero u orientacin sexual (art. 3, inciso m).
1-1-10 Deudas pendientes (Hay) un proceso central en la sociedad contempornea, producido fundamentalmente por una globalizacin llevada a cabo de manera salvaje y absolutamente dependiente del mercado: me refiero al crecimiento de diferentes tipos de brechas, diversidades crticas y diferencias socioeconmicas y socioculturales (Ford, 1999:9).
En el contexto de una cada vez ms competitiva economa global capitalista, las mujeres siguen siendo el elemento ms vulnerable. 15 En la Argentina, las mujeres de los sectores populares son las ms pobres entre los pobres, pero en el diseo de las polticas pblicas an se considera que es mejor que trabajen solamente en el hogar: el Plan Jefes y Jefas de Hogar se reconvirti a principios de 2006 para que sean solamente los hombres los que tengan la posibilidad de capacitarse. De esta forma se pretende evitar, como en el siglo XIX, que las mujeres presionen sobre el mercado de trabajo. Una medida de este tenor contribuye a reforzar los papeles masculino y femenino tradicionales. En cuanto las mujeres de las clases medias, se verifica que de acuerdo con las tasas de desocupacin por sexo ellas son la variable de ajuste. Tambin como ocurra en el siglo XIX, todava perciben menor remuneracin que los hombres por igual trabajo. Las mujeres conforman el ncleo duro de las desigualdades socioeconmicas. Esta situacin se ha venido sosteniendo en el tiempo desde que, en el siglo XIX, se estableci una ntima relacin entre el ideario patriarcal con el sistema capitalista de acumulacin de ganancias y de poder, cuando los argumentos patriarcales referidos a la naturaleza de la mujer se incorporaron, modernizados, al capitalismo liberal (Pateman, 1996).
1-1-11 Nuevas crisis, nuevas luchas, nuevo papel social de la mujer
15 Segn la CEPAL (2006) el 99% de la tierra cultivada del planeta pertenece a los hombres, mientras que las mujeres producen 70% de las cosechas, al tiempo que constituyen el 70% de la poblacin mundial ms pobre. Adems, cerca de la mitad de los 180 millones de migrantes internacionales son mujeres que van en busca de mejores condiciones de trabajo.
37 Las consecuencias de las bruscas transformaciones sociales y econmicas de los 90 muchas de las cuales no se han revertido, o se han revertido parcialmente- llevaron a miles de mujeres a un nivel de participacin en las distintas facetas de la cosa pblica nunca antes visto. En primer trmino hay que mencionar el incremento en las tareas de voluntariado y asistencia en comedores populares, asilos y hospitales. Otras mujeres salieron a las rutas para reclamar por el cierre de sus fuentes laborales, para luego realizar tareas comunitarias en los movimientos de desocupados.
Impulsadas por distintas problemticas, muchas mujeres aprendieron a organizarse, a reclamar frente a los poderes republicanos, a manejarse con los medios de comunicacin y/o a expresar sus puntos de vista en diferentes foros nacionales e internacionales. En el devenir de esta praxis lo domstico se hizo pblico y lo pblico en ocasiones se transform en poltico. Hubo mujeres que frente a la prdida de la vida de sus hijos, y otros familiares, a manos de delincuentes o de integrantes de las fuerzas de seguridad, fundaron nucleamientos como Asociacin Vctimas de Violacin (AVIVI) (Cf. Pereyra, 2005), Organizacin por la Vida, Madres del Dolor o la Comisin de Familiares de Vctimas de la Violencia Institucional (COFAVI). En esos mbitos trabajan para brindar asistencia psicolgica y/o legal para los familiares de las vctimas, al tiempo que reclaman en el espacio pblico polticas eficaces para combatir el delito comn o para la eliminacin de la violencia institucional. Por ltimo, fue en la esfera de los derechos humanos donde las mujeres conformaron los organismos que hoy en da son internacionalmente reconocidos. Las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo representan el paradigma de la presencia femenina en la arena pblica.
Una gran cantidad de mujeres participan de la actividad de las ONGs. El costado negativo de este hecho es la existencia de normas sociales y distintas barreras que traban el acceso de las mujeres a la poltica. Muchas de ellas le vuelven la espalda a los cargos pblicos en la creencia de que tienen ms oportunidades de obtener resultados en el mbito de las ONG (Hunt, 2007.12). Incluso las mujeres que llegaron a gobernar pases no provenan del movimiento feminista, por lo que no hicieron gran cosa por mejorar la situacin de su gnero, apenas impulsaron la agenda social que habitualmente concierne a las mujeres que actan en poltica (Hunt, 2007:15).
38 Aunque todava est muy limitado, el creciente acceso de las mujeres a la poltica y a las instituciones republicanas, que se viene registrando en la Argentina desde 1983, ha tenido importantes consecuencias, por lo menos en lo simblico: en octubre de 2009 una de ellas ejerce la presidencia del pas, y tres la acompaan como ministras; adems hay dos juezas en la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, una vicepresidenta primera en la Cmara de Diputados y una gobernadora.
1-2 El registro meditico de una nueva realidad
A pesar de que, desde 1983 en adelante, la obtencin de derechos polticos y civiles por parte de las mujeres no se vio equiparada con el logro de prerrogativas econmicas y laborales -quizs porque son mbitos cualitativamente distintos, lo que implica que los avances que se dan en uno no se reproducen necesariamente en el otro-, es innegable que su papel social y poltico ha sufrido transformaciones que tienden a alejarlas de los estereotipos histricos. En qu medida han reconocido los medios de comunicacin este nuevo escenario? Para abordar esta cuestin realic un registro cualicuantitativo de la representacin de lo femenino en las tapas de los diarios Clarn y La Nacin.
La decisin metodolgica de analizar las primeras planas parte de la premisa de que son el lugar de mxima jerarquizacin informativa que, a la vez, configura la identidad pblica de cada diario (Sunkel, 2001) -y en buena medida la de los protagonistas de las noticias-. En realidad la utilizacin metafrica de tapa para referirse a la primera plana de los diarios no es del todo ajustada: las tapas de los diarios no cubren, en realidad des-cubren lo que hay en el interior, no slo por sus ttulos sino tambin por los sumarios o sntesis de noticias que algunos diarios incluyen en ellas. Los ttulos son la mdula de la noticia, una sntesis rigurosa de ella. Lorenzo Gomis (1991) sostiene que cuando en una redaccin se discute acerca de si una noticia debe o no estar en la portada, lo que se est discutiendo es por dnde se va a titular, y que slo cuando se tiene el ttulo se tiene la noticia. En otras palabras, el ttulo es la noticia. Martini y Luchessi afirman que el ttulo permite la existencia de la noticia: es condicin de relevancia. Esta afirmacin agrega un criterio ms entre los que jerarquizan un hecho como noticiable () Si los ttulos rigen la noticia es tambin en trminos de circulacin (exitosa), porque desde ese lugar atrapan al lector. (2004:121) 39 Efectivamente, los ttulos de tapa tienen una funcin publicitaria porque sirven para seducir al lector, sobre todo en diarios cuyo contrato de lectura apunta a lectorados de las clases medias y/o bajas, que sera el caso de Clarn. En cambio, La Nacin, segn Holubica (2006), es adquirido de manera invariable por su pblico, independientemente del mayor o menor atractivo que tengan sus ttulos.
El corpus analizado est compuesto por 116 tapas que pertenecen a dos perodos temporales: el primero corresponde a la totalidad de las ediciones del mes de noviembre de 2006 (30 das corridos), y el segundo a las ediciones comprendidas entre el 20/5/2007 y el 16/6/2007 (28 das corridos), perodo en el que tuvieron lugar la campaa y las elecciones para la jefatura del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. De entre todo este material apart aquellas noticias en cuyo ttulo una mujer fuera el objeto de la informacin, esto es, protagonista principal de la accin relatada a travs de un discurso propio o referido, textual y/o icnico. A estas noticias las llam sobre mujeres y las divid en las siguientes categoras: Poltica, Justicia, Polica, Economa Espectculos y Poltica Internacional. En estos casos la clasificacin se corresponde con las secciones de los diarios en las que fueron incluidas. Aquellas noticias que incumben al colectivo femenino como tal, que los diarios usualmente ubican en las secciones Inters general (La Nacin) y/o Sociedad (Clarn), estn agrupadas en un tem designado como Situacin de la mujer. El resto de las noticias sobre mujeres est representado en el tem Miscelnea.
1-2-1 Estudio cualicuantitativo: Diagramas de ocurrencia de ttulos en las tapas
Clarn La Nacin Total noticias Noticias sobre mujeres % Total noticias Noticias sobre mujeres % Noviembre 06 311 26 8.3 220 24 10.9 May-jun 07 299 20 6.6 196 27 13.7 Totales 610 46 7.5 416 51 12.2 Cuadro N 1.Noticias generales y sobre mujeres en las tapas de Clarn y La Nacin
De lo observado en ambos perodos temporales resulta, tal como se muestra en el cuadro N 1, que sobre un total de mil veintisis (1.026) noticias publicadas en las 40 tapas de los dos matutinos slo 96 (el 9.4%) tematizaron a las mujeres. De acuerdo con las categoras sealadas ms arriba, las noticias femeninas se distribuyeron de la siguiente forma:
Cuadro N 2. Distribucin de las noticias sobre mujeres por categora
Analizando el cuadro N 2 surge que:
a) Las mujeres aparecieron ms representadas en Justicia y en Espectculos.
b) El tercer grupo donde hubo mayor representacin femenina fue en el de noticias relacionadas con la poltica, aunque la mayora de ellas correspondieron a La Nacin, y especialmente en el perodo pre y post electoral de mayo-junio 2007.
c) Las noticias de Polica y Justicia constituyeron casi la mitad del total.
Clarn La Nacin Total general Noviembre 2006 Mayo/Junio 2007 Total Noviembre 2006 Mayo/Junio 2007 Total Justicia 7 9 16 4 9 13 29 Espectculos 4 3 7 6 7 13 20 Poltica 1 2 3 4 8 12 15 Polica 9 2 11 2 0 2 13 Miscelnea 3 3 6 3 2 5 11 Situacin de las mujeres 1 0 1 2 0 2 3 Economa 1 0 1 1 0 1 2 Internacionales 0 0 0 2 0 2 2 Totales 26 19 45 24 26 51 96 41 d) Fue llamativamente baja la cantidad de noticias polticas sobre mujeres en Clarn que incluso no aument de manera significativa en el perodo electoral- y sugerentemente alto el nmero de noticias del espectculo en La Nacin.
e) Tambin fue escaso el nmero de noticias referidas a la situacin general de las mujeres.
f) Solo La Nacin ubic en sus tapas noticias de mujeres polticas en el mbito internacional.
g) En noviembre de 2006 los dos diarios publicaron un total similar de noticias sobre mujeres, pero en mayo-junio de 2007 La Nacin public siete ms que Clarn (igual nmero en Justicia pero seis ms en Poltica).
1-2-2 Descripcin de los ttulos de tapa Estas fueron las noticias de tapa en el rubro Polica en Clarn:
a) En noviembre de 2006: 1. Nena enterrada viva en Lavallol. 2. Pido que devuelvan a mi hijo (Madre del secuestrado Hernn Ianone). 3. Crimen del country: la hiptesis pasional en primer plano (Nora Dalmasso). 4. Foto principal de la tapa del primer implicado en el asesinato de Nora Dalmasso. 5. Roban en San Telmo a la hija del presidente George Bush. 6. Una mujer fue mantenida cautiva por un ladrn, quien tras liberarla se suicid. 7. Crimen, pasin y misterio (crimen de Nora Dalmasso). 8. El siniestro negocio del trfico de mujeres. 9. Pagan por una mujer $500 y un auto viejo (volanta: Trata de blancas).
b) En mayo-junio de 2007: 1. A seis meses del asesinato de Nora Dalmasso. 2. En un asalto disparan sobre una mujer.
En esta categora puede observarse la absoluta prevalencia de representaciones de la mujer como vctima, lideradas por el asesinato de Nora Dalmasso ocurrido en noviembre de 2006. En cuanto a La Nacin, las nicas dos noticias policiales del corpus corresponden al hurto de la cartera que sufri una de las hijas del presidente George Bush y, en la edicin del da siguiente, a las repercusiones de este hecho que se registraron en el exterior del pas. Resulta sugestivo que esas dos solitarias 42 informaciones se refiriesen a un delito menor sufrido por una extranjera de visita en el pas. Es evidente que la noticiabilidad del acontecimiento estuvo relacionada con el status de la vctima. De alguna manera esto qued comprobado cuando pocos das despus La Nacin public en su tapa otra foto de las hermanas Bush, pero en esta oportunidad presenciando un partido de ftbol.
Veamos ahora las noticias del tem Justicia en Clarn: a) noviembre de 2006: 1. Una jueza sentenci a una mujer por no pasar alimentos. 2. Estudios de ADN en restos de Juan Pern pedidos por Marta Holgado. 3. Se anuncia el juicio oral en el caso Mara Marta Garca Belsunce. 4. Liberan a una chica jujea que mat a su beb (Romina Tejerina). 5. Reportaje a Romina Tejerina. 6. En el primer da del juicio, una mujer perdon y abraz al asesino de su hijo. 7. Un fallo y un llanto (absolucin de una mujer en un caso semejante al de Romina Tejerina).
b) mayo-junio de 2007: 8. Perpetua para Carrascosa por el asesinato de Mara Marta Garca Belsunce (ttulo principal). 9/16. Imputacin por homicidio a Facundo Macarrn, hijo de Nora Dalmasso.
Las informaciones referidas al caso Dalmasso fueron en dos oportunidades el ttulo principal de la primera plana de Clarn en el perodo mayo-junio, hecho que no haba ocurrido en noviembre en oportunidad de publicitarse el crimen. De lo que puede inferirse que la imputacin al presunto matricida result para este diario mucho ms noticiable que el asesinato de su madre. En lo que concierne a la noticia acerca del reclamo de Marta Holgado, quien afirmaba ser hija de Juan Domingo Pern, su titular fue un textual de la reclamante refirindose a la viuda de Pern: A Isabel no le voy a dejar ni las pelusas. Entonces, lo noticiable aqu sera el posible escndalo que se hubiese originado entre dos mujeres disputndose ferozmente la herencia del General. Por otra parte, la noticia N 6 -la mujer que perdon y abraz al asesino de su hijo, que fue la foto principal del da en la primera plana- resulta adecuada para apreciar cmo se refuerzan los estereotipos tradicionales al poner el nfasis informativo en el 43 perdn de una madre hacia quien mat a su hijo. Adems, el relato pietista que ponen en juego la foto y la narracin en clave dramtica del acontecimiento son marcas de una retrica sensacionalista.
Estas fueron las informaciones de Justicia en La Nacin:
a) noviembre de 2006:
1. Favorece una sentencia de Servini de Cubra al Jefe de Gabinete (sobre los gastos de la campaa electoral). 2. Investigan por la represin ilegal a la viuda de Pern. 3. Caso Tejerina: revocan fallo. 4. No es hija de Pern (se refiere a Marta Holgado).
b) mayo-junio de 2007:
5/13. Imputacin por homicidio a Facundo Macarrn, hijo de Nora Dalmasso.
Se advierte en las cuatro primeras noticias que las mujeres aludidas aparecen en situaciones desventajosas: la jueza Servini favoreciendo a un alto funcionario del poder Ejecutivo; la ex presidenta implicada en la causa de las Tres A; y, finalmente, los reveses procesales para Tejerina y Holgado. En cuanto al proceso judicial en el caso Dalmasso, La Nacin jerarquiz de manera semejante a Clarn la imputacin criminal a Facundo Macarrn: las nueve noticias de Justicia que public en sus tapas en mayo- junio estuvieron dedicadas exclusivamente a ese tema.
En la nica noticia correspondiente a Poltica de Clarn, en noviembre, se destaca el trato familiar dado a las dos mujeres que son aludidas en el ttulo. En efecto, el ttulo Cristina felicit por carta a Hillary y la invit al pas parece aludir ms a una relacin entre dos amigas que a una entre dos actrices centrales de la poltica en Argentina y Estados Unidos. Incluso la forma en que la que se titul la informacin, y la costumbre de designar a estas mujeres polticas por sus nombres de pila, podran ser entendidos como gestos descalificatorios hacia ellas.
44 En Poltica de La Nacin del mismo mes, Cristina Fernndez fue aludida en tres de las cuatro noticias seleccionadas:
1. Kirchner insiste: la candidata ser Cristina. 2. Impulsa el gobierno una Corte de cinco miembros/Es un proyecto de Cristina Kirchner. 3. Cambios en la justicia: apuran el proyecto de Cristina Kirchner. 4. El gobernador de Misiones, Rovira, no pag las promesas de campaa/Miles de mujeres esperan an los cheques de mil pesos. 45 En cuanto al perodo mayo-junio de 2007, en el rubro Poltica en La Nacin, cabe resaltar la mayor presencia de las candidatas en la cobertura de la campaa electoral de la ciudad de Buenos Aires en comparacin con Clarn: cuatro de las siete noticias seleccionadas para este estudio correspondieron a ese rubro. De las tres restantes, una aludi a la promocin de la candidatura de Cristina Fernndez por parte de Nstor Kirchner, y las otras dos mostraron una imagen negativa de la ministra de Defensa, Nilda Garr (Nuevo escndalo/Admiti Garr que hubo contrabando de armas a Estados Unidos, y Faltan fondos para los militares). Los cuestionamientos a Garr pueden explicarse por la tradicional afinidad que tiene La Nacin con las posiciones del sector militar; y tal vez tambin estn relacionados con la irritacin que puede haber provocado el que una mujer fuera nombrada al frente de la cartera de Defensa, una designacin inusual que para colmo recay en una activista de la defensa de los derechos humanos y ex militante peronista en los aos 70. Esa actitud crtica de La Nacin para con la ministra se verifica no slo en la agenda atributiva de informaciones como las que acabo de citar, sino tambin en algunas notas editoriales y cartas de lectores referidas a asuntos militares que frecuentemente aparecen en este diario.
En lo que hace a la informacin clasificada como Economa, es notable el hecho de que haya habido nada ms que dos noticias con presencia femenina en las 116 tapas relevadas, mxime si se tiene en cuenta que fue una mujer la que se desempe como ministra del rea durante los dos momentos histricos abarcados por el estudio. Esta comprobacin da cuenta de la vigorosa impronta masculina en la gestin de los asuntos econmicos. Con todo, en esas dos solitarias noticias la mencionada fue la ministra Felisa Miceli, aunque con miradas distintas: Clarn la present alcanzando lo que el diario consideraba como un logro: Supervit: ya pas la meta para todo el ao; pero en La Nacin la entonces ministra apareci reconociendo un dficit en su cometido: La inflacin es alta y hay que convivir con ella, admiti Miceli.
Clarn y La Nacin publicaron, en total, apenas tres noticias que pueden incluirse en la categora que he llamado Situacin de la mujer. Las dos de La Nacin tuvieron que ver con proyectos e iniciativas parlamentarias (Media sancin en el Congreso para 46 aumentar penas por acoso sexual, Quieren exigir que los maridos compartan las tareas domsticas [Proyecto de ley]). La que public Clarn (Violencia familiar, un drama que crece), suele ser la clsica nota que este diario produce todos los aos en ocasin de conmemorarse en el mes de noviembre el Da Internacional de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres. La Nacin, en cambio, no produjo ningn informe especial para la ocasin.
Para finalizar corresponde ahora examinar las informaciones que agrup bajo el ttulo Miscelnea. En Clarn fueron las siguientes:
1. Evita escribi un libro en su agona. 2. Ms anorexia. En Brasil muri una aspirante a modelo. 3.Ellas y la segunda adolescencia (trastornos hormonales en mujeres de edad mediana). 4. Sexo entre profesores y alumnas en una escuela de Escobar. 5. Otro diario como el de Ana Frank (escrito por una joven juda muerta en Auschwitz). 6. Muerte de Marta Holgado.
En este tem hay un predominio de imgenes en las que las mujeres estn en relacin con la muerte (noticias 1, 2, 5 y 6), o en una situacin de padecimiento (la n 3). En este ltimo caso la bajada del ttulo de tapa resulta por dems elocuente: A los 40 [las mujeres] sufren alteraciones hormonales parecidas a las de la pubertad. Eso les provoca dudas y planteos existenciales. Y cambios de hbitos y hasta de pareja. Ntese que la comparacin con la pubertad crea un efecto de sentido de tragedia, y hasta de patologa, acerca de un proceso natural de la vida.
Para Miscelnea de La Nacin seleccion estas informaciones:
1. Las hijas de Bush en la cancha de Boca (Foto). 2. Reportaje a la filsofa Diana Cohen. 3. Fotos de la mujer a la que se le efectu un transplante de cara en Francia. 4. Adis a Mata Hari, bienvenida doa Rosa/El MI 6 busca reclutar amas de casa. 5. Reportaje a la especialista en arte Silvia Berjman. 47
En primer lugar, es para destacar la inclusin de dos mujeres en la serie de reportajes a intelectuales, pero, como contrapartida, el ttulo de la noticia n 4 nombra a las amas de casa con un mote doa Rosa- que tiene un connotacin peyorativa y, por otra parte, da por descontado que todas las espas son mujeres fatales. Por tanto, cabe deducir que la noticiabilidad que tuvo la decisin del servicio de inteligencia britnico de reclutar espas entre las mujeres comunes, pasa por lo novedoso, pero tambin por lo extico. Y finalmente, las nada agradables fotografas del trasplante de cara (noticia n 3) evidencian, nuevamente, la victimizacin de una mujer y tambin deben ser interpretadas como una marca de amarillismo informativo.
1-2-3 Agendas temticas y atributivas
La agenda temtica de la portada de Clarn privilegi la representacin de las mujeres como involucradas, bajo distintas formas, en cuestiones policiales y judiciales: 27 de las 45 noticias aparecidas en las 58 ediciones observadas correspondieron a estos tems, y slo 3 al de Poltica.
Si bien La Nacin dio ms importancia a las mujeres del mundo de la poltica especialmente en el perodo electoral-, entrevist a dos mujeres intelectuales, y public menos noticias policiales-judiciales que Clarn, no podra decirse que, en relacin con su competidor, tiene un contrato de lectura ms progresista en cuestiones de gnero. En efecto, en su portada hubo una cantidad de noticias protagonizadas por mujeres en la seccin de Espectculos que fue similar a la de Poltica. Incluso en el perodo no electoral public dos noticias ms de Espectculos que de Poltica, y apenas una menos durante perodo electoral. Es ms: Clarn public la mitad de noticias de Espectculos que La Nacin. A menudo las noticias de Espectculos incluyen mujeres a manera de bello decorado y, por lo dems, su importancia en trminos de informacin socialmente necesaria suele ser absolutamente menor. Estas noticias en realidad sirven, igual que las deportivas, para equilibrar el contenido de la tapa: los diarios como Clarn y La Nacin no se caracterizan por apostar fuerte a un solo ttulo como lo hacen Pgina/12 o Crtica de la Argentina- 48 sino que su portada es un muestrario del contenido ms significativo del diario, casi un sumario marcado por la relevancia. Asimismo, las noticias de Espectculos pueden servir tambin para amortiguar los efectos generados por la presencia de informaciones graves o dramticas.
En los dos perodos examinados la mayor parte de las noticias policiales-judiciales publicadas por ambos diarios correspondi al asesinato de Nora Dalmasso. Si a travs de los titulares de sus portadas los diarios destacan ciertos temas, lo que hace que los lectores atiendan a stos y desatiendan a otros, debe recordarse que este crimen fue noticia de tapa en Clarn tres das seguidos en noviembre y ocho en mayo-junio, y nueve das durante mayo-junio en La Nacin. El hecho de que una noticia del mbito policial-judicial sea ttulo principal de la portada de un diario de referencia es una clara evidencia de cmo se enfatizan este tipo de informaciones, y debe entenderse en el marco de una creciente sensacionalizacin en los contratos de lectura de la prensa grfica seria. Asimismo, que para Clarn haya sido dos das consecutivos la noticia ms importante de su tapa sugiere una construccin de la realidad inscrita en relatos que hablan de un mundo hostil y peligroso, ms en este caso porque el crimen fue cometido en un barrio privado, lugar que se da por seguro. Desde otro punto de vista, y como ya lo he sealado, es sugestivo que la imputacin al hijo de la vctima haya sido ms noticiable que el asesinato en s: la importancia puesta por ambos diarios en el primero de los acontecimientos lo revela como ms noticiable por ser ms escandaloso- que el mismo crimen. La fuerte tematizacin del caso Dalmasso lleva reflexionar sobre los cambios operados en las agendas temticas de estos dos diarios, donde las noticias policiales-judiciales tienen una relevancia cada vez mayor en detrimento de informaciones polticas y econmicas. Observa Martini al respecto, que puede apreciarse en las agendas sobre la vida cotidiana en la prensa grfica de referencia un nfasis sobre la alteracin del orden pblico, especialmente en la noticia policial, que cobra mayor sentido por el lugar que tales diarios tienen en el espectro massmeditico del pas (2007:172).
Lo que seal en el prrafo precedente tiene una fuerte correspondencia con el escaso nmero de noticias que los dos diarios publicitaron en sus tapas sobre Situacin de 49 la mujer. Idealmente esta agenda incluira, entre otros temas, los derechos sexuales y reproductivos; la equidad laboral, salarial y domstica y la violencia de gnero. Suelen ser unidades informativas que se clasifican dentro de las secciones no explcitamente polticas (Inters general, en La Nacin y Sociedad, en Clarn), y que tienen escaso valor noticioso per se para merecer una tapa, salvo que puedan ofrecer algn ribete escandaloso. Aunque los editores en jefe de esta clase de secciones aspiran a tener un lugar en las primeras planas, se cuidan de proponer a sus superiores aquellas noticias que consideran de poco impacto, porque saben que la informacin que va en tapa es la ms valorada por toda la redaccin (Gallego, 2002: 383). Sucede, como lo ha comprobado Rodrigo Alsina en un estudio sobre el temario de las portadas de la prensa, que no existe en ellas en principio un espacio determinado o fijo para los distintos temas, a pesar de cierta homogeneidad que pudo constatar entre los temarios de los distintos diarios. Lo que s encontr fue una clara dependencia de las caractersticas del acontecimiento a la hora de introducirlo en la portada (1996:95). Aunque se han producido transformaciones en las tapas de los diarios desde que este autor public su estudio, cabe preguntarse igualmente si el conjunto de las mujeres es un objeto noticioso ms dentro del listado global de objetos noticiosos.
Como sea, el demrito informativo en cuestiones de gnero -problemticas que son inherentes a la mitad de los lectores de los diarios-, responde, entre otras causas, a los criterios restrictivos que al respecto imperan en los altos cargos de las redacciones, responsables de la elaboracin de la portada. Gallego (2002:157) ha constatado en estos periodistas un bloqueo ideolgico frente a miradas de la realidad que no sean las dominantes. En Polica y en Justicia, en ambos diarios, la imagen preponderante en el corpus fue la de las mujeres cadas en desgracia, tanto por ser vctimas del delito, o por haber sufrido reveses procesales o imputaciones criminales. Las madres llevaron la peor parte. Tanto las buenas las victimizadas-, como a la que le mataron el hijo, o la que clamaba para que le devolvieran al que le haban secuestrado, como las malas las victimarias- como las que mataron a sus bebs o la que no le pasaba alimentos a su hijo. Otras desgraciadas con mala imagen fueron la jueza sospechada de haber favorecido a un alto funcionario y la ex presidenta imputada de los terribles crmenes de la Triple A en 1975. 50
Encontrar que en las noticias policiales-judiciales predominan las que hablan de mujeres victimizadas no es por cierto una originalidad. Pero s lo es el hecho que esa imagen se reproduzca en las noticias que agrup bajo el tem Miscelnea. Al haber aislado ya en otras categoras las noticias ms duras o dramticas, supuse que Miscelnea iba a contener notas de color u otras informaciones ms cordiales sobre la realidad femenina. Por el contrario, en este grupo informativo encontr tambin el costado sufriente de las mujeres en las informaciones referidas a la muerte de Marta Holgado, en las fotos de la mujer a la que se le efectu un transplante de cara en Francia y en ttulos como:
-Evita escribi un libro en su agona. - Ms anorexia. En Brasil muri una aspirante a modelo. -Ellas y la segunda adolescencia (sobre trastornos hormonales). -Otro diario como el de Ana Frank (escrito por una joven juda muerta en Auschwitz),
Se deduce de la precedente enumeracin que en el corpus relevado las mujeres fueron presentadas como la noticia en s misma, a travs de informaciones con ms trascendencia individual que social -excepto las notas sobre los cambios hormonales y la anorexia-, en las que fueron expuestos padecimientos propios de la esfera privada de sus actoras, y dentro de un marco ms emocional que informativo, a semejanza de las noticias policiales. Al respecto apunta Macassi que hubo en los ltimos aos en los medios un desplazamiento de la discusin y debate de los temas pblicos en favor del drama social individual, carente de todo contenido colectivo y por lo tanto ajeno de responsabilidad pblica ni objeto de polticas (2001:13). Es que, como bien indica de Fontcuberta (2006), las noticias ms atractivas son las que cuentan historias individuales. Los lectores demuestran inters por consumir informacin sobre la vida privada de famosos e ignotos, tal vez porque aspiran a verse representados, o porque buscan explicaciones a sus propios problemas, o porque los sentimientos ms primarios pueden ser compartidos por todos los seres humanos, ms all de su sexo y posicin social. Como quiera que sea, ese inters es bien conocido por los medios y procuran satisfacerlo asegurndose de brindar el toque humano en la cobertura de cualquier tipo de acontecimientos. De este modo los criterios 51 de noticiabilidad que ponen en juego estn predominantemente orientados a satisfacer inclinaciones mrbidas. Puesto que los medios no siempre intentan interpretar la masa crtica de la informacin en busca de su sentido, abusan de la argumentacin emocional y escatiman la argumentacin racional. Y si se trata de hurgar en sentimientos y en conflictos privados, qu mejor que incluir en el temario noticias sobre mujeres, a quienes histricamente se las ha asociado con el mundo privado de las pasiones y los sufrimientos. Como contrapartida, en las tapas de los diarios estudiados, la representacin cuantitativa de las mujeres que trajinan los campos de la poltica y la economa fue significativamente escasa. En otras palabras, resultaron minimizadas como actrices en la esfera de los asuntos pblicos, incluso en la cobertura de la campaa preelectoral de 2007, en la que hubo varias candidatas a legisladoras, a jefa y a vicejefa de la ciudad que es la capital poltica y administrativa del pas. 52 Captulo II El gnero en los poderes republicanos
2-1 Antecedentes
Con frecuencia se ha calificado la participacin del colectivo femenino en la poltica como de conservadora y pasiva. Tambin, por lo comn, se ha dicho que las mujeres son apticas y desinteresadas de la poltica; es decir, que son por naturaleza apolticas. Tales apreciaciones tienen su basamento en parmetros que han justipreciado histricamente la normalidad poltica como de carcter masculino. Estos parmetros se asientan en una construccin social de gnero que ha determinado la relacin de los hombres y las mujeres con la esfera poltica en funcin de las dicotomas hombre/mujer, pblico/privado y activo/pasivo (Vega, 2007). Slo adoptando una perspectiva de gnero como herramienta analtica se puede distinguir que a partir de las diferencias sexuales ser hombre/ser mujer- se han edificado las diferencias socioculturales, polticas y econmicas que han marginado a las mujeres de la esfera pblica y la accin poltica. Esta perspectiva permite entender que la identidad se forma en un largo proceso, que incluye prcticas y discursos, que conforma un horizonte cultural, en tanto que conjunto de mandatos, que posibilita o imposibilita ciertas trayectorias de vida para las mujeres y los hombres.
La genealoga de esta violencia discriminatoria, que por muchos aos releg a las mujeres del sistema poltico liberal democrtico, se encuentra en las formulaciones originarias del pensamiento poltico occidental moderno segn las cuales lo pblico es distinto de lo privado y lo personal. El origen de esta concepcin se encuentra en las ideas expuestas por Aristteles en La Poltica (2005). En el contexto de una democracia griega esclavista y sexista, el filsofo peripattico entenda la accin poltica como una actividad pblica masculina que se realizaba en la polis, mientras que en la esfera privada, el mbito femenino, se realizaban las acciones que permitan sostener la vida material de la polis. Para Aristteles las mujeres no eran la razn, imprescindible para la poltica, sino la naturaleza. Por lo tanto, en la Grecia clsica la ciudadana estaba restringida a los varones, 53 adultos, nativos y propietarios que discutan en el gora las decisiones sobre la cosa pblica. Mujeres y esclavos carecan de derechos y ciudadana, y su vida social se reduca al gineceo y la domus.
Muchos aos despus, las revoluciones burguesas dieron vida al ciudadano abstracto, indeterminado, que se desplazaba en una esfera distinta la poltica- respecto de las esferas sociales, econmicas y culturales, reinos tradicionales del burgus egosta y competitivo y de aquellos perdedores en el mercado: los proletarios y las mujeres, excluidas slo por serlo. En suma, un orden que se autoproclamaba igualitario, al tiempo que practicaba exclusiones, distribuciones desiguales de poder, y generaba inequitativas posibilidades de satisfaccin de necesidades (Marx, 1958). Si en el ideario patriarcal el poder paterno y el poder poltico eran uno slo, los tericos contractualistas los separaron, aunque manteniendo la idea de que el poder paterno era de origen natural. Es decir que si bien desterraron la subordinacin biolgica de la mujer, hicieron de la diferencia sexual una diferencia poltica que naturaliz la exclusin femenina. Para Jean Jacques Rousseau, por ejemplo, la distincin entre sociedad poltica y sociedad familiar era bien ntida: la sociedad familiar deba regirse por la ley del padre, que no requera de un contrato como en la sociedad poltica. Rousseau tambin consideraba que la mujer era naturaleza, una pasin que amenazaba el mundo racional de lo masculino. Ella se redima en la maternidad, como procreadora de ciudadanos. Posteriormente, el discurso moderno reformul el patriarcado, pero obtur el acceso a los derechos civiles y polticos de las mujeres, quienes solamente fueron sujetos de ciudadana a travs de la maternidad, instancia en la cual se les reconoci poder. Debe advertirse que precisamente este reconocimiento ratifica el carcter poltico del gnero, puesto que se lo formula desde representaciones ideolgicas creadas a partir de la diferencia sexual (Luna).
A principios del siglo XX, en Amrica Latina las relaciones entre el Estado y el conjunto de las mujeres eran de tipo patrimonialista. Es decir, las mujeres como los indios de las encomiendas- eran un bien; una concepto en cuya construccin influyeron la Iglesia y la familia, instituciones que garantizaron y modernizaron el viejo orden patriarcal manteniendo la exclusin de las mujeres del sistema poltico. En este sentido el mito de la 54 Virgen Mara-madre designaba el mbito familiar como propio de las mujeres, en el que estaban confinadas a la reproduccin biolgica y social, carcter en el cual se las consideraba superiores a los hombres. Esta condicin vendra a revocarse por lo menos nominalmente- con la relacin ms pragmtica que establecieron los primeros gobiernos populistas con el colectivo femenino. En efecto, Juan Pern en Argentina, Lzaro Crdenas en Mxico, Getulio Vargas en Brasil y Gustavo Rojas Pinilla en Colombia, establecieron una relacin ms pragmtica con las mujeres. Esto es, dejaron por un momento de lado el patriarcalismo e impulsaron leyes de sufragio femenino como una de las estrategias para lograr continuarse en el poder. Esta fue la marca de nacimiento del proceso de obtencin de derechos polticos por parte de las mujeres: por un lado, un discurso que deca reconocer o reivindicar sus derechos postergados, pero, por otro, unas prcticas que ponan en acto esos derechos con exclusivos fines electoralistas. Esta marca, que extendera sus representaciones imaginarias hasta los medios de comunicacin, determinara, incluso hasta en el presente, la obtencin de nuevos derechos para las mujeres. Un buen ejemplo de lo antedicho puede encontrase en los condicionamientos simblicos y materiales que rodearon el debate y la concrecin del sufragio femenino en la Argentina a partir de 1946.
No cabe duda de que el peronismo logr atraer a muchas mujeres detrs de la figura emblemtica de Eva Pern. La campaa por el voto femenino contribuy a que ella se legitimara como lder en el espacio pblico. Su discurso seal acertadamente el oscuro y secundario lugar que ocupaban las mujeres en la gestin poltico-institucional, aunque construy una imagen de la feminidad destacando sus virtudes humansticas, como el sufrimiento, la abnegacin, el sacrificio. Y no se apart de los estereotipos epocales al reivindicar para la mujer el mbito domstico:
() sueo siempre con el da () cuando la mujer sea lo que debe ser; reina y seora de una familia digna, libre de toda necesidad econmica apremiante. () El problema de la mujer es siempre en todas partes el hondo y fundamental problema del hogar. Ese es su destino. Su irremediable destino. (Pern, 1952: 282)
Esos estereotipos incluan la ms pura y rancia feminizacin de las mujeres y excluan su masculinizacin, la que se consideraba propia de las militantes feministas. Lobato (2008) sostiene que el discurso de Evita no implicaba una ruptura en relacin con 55 los sentidos de gnero hegemnicos, por el contrario los reforzaba. La lder no aport a la constitucin de una identidad femenina dentro del peronismo, sino que reivindic una identidad peronista que inclua a la mujer. De esta forma, segn apunta Barrancos (2007), el ideario de Eva devino contradictorio: por una parte esgrima una retrica tradicional con respecto al papel que deban cumplir las mujeres en tanto madres y esposas y, por otra, demandaba entrega y fidelidad haca la figura de el General, instando a las mujeres a abandonar sus hogares para seguirlo. Se origin as una tensin entre la vida pblica y privada que fue difcil de resolver para las mujeres peronistas, y que las acompaara a ellas y al resto de las mujeres polticas incluso hasta la actualidad. Para Barrancos, esa contradiccin fundamental, en la que se exiga a las mujeres trascender su vida privada para participar en la pblica, pero en apoyo de la suprema figura masculina del lder, implicaba reconocer explcitamente la hegemona del patriarcado poltico. Escribi Eva Pern al respecto:
Cuando el hombre nos d un lugar en sus decisiones trascendentales habr llegado la hora de hacer valer nuestra opinin tal vez menos del cerebro que del corazn (ob. cit.; p.286; la negrita es propia).
Es para subrayar en la frase precedente, en primer trmino, la presencia del estereotipo femenino ancestral; se por el cual siempre se les asign a las mujeres ms sentimientos que racionalidad. Y en segundo trmino, aparece un imaginario segn el cual la igualdad genrica se lograra por una dacin de los hombres y no por la lucha de las mujeres. Estas representaciones, donde las mujeres aparecan dotadas de inferioridad intelectual y subordinadas al poder patriarcal, tambin estaban presentes en ciertos textos periodsticos de la poca. En un editorial del 10/11/1951 -da previo a las elecciones nacionales en las que las mujeres votaron por primera vez- Clarn afirm que:
Por varios motivos importantes, la contienda cvica cuyo desenlace ha de conocerse maana mismo va a ser, pues, una de las ms grandes y trascendentales de nuestra historia institucional. Uno de los aludidos motivos que merece sealarse en primer trmino es el de la incorporacin de la mujer a la vida pblica, armada de los derechos polticos que se le concedieran recientemente sin restriccin alguna. (la negrita es propia).
56 Se destaca de este prrafo la utilizacin del verbo conceder: su acepcin ms comn refiere al hecho de otorgar alguna cosa quien tiene poder para hacerlo. Efectivamente, en 1951 quienes tenan el poder para conceder eran los hombres, por lo que el editorialista no consider que la incorporacin de la mujer a la vida pblica resultaba un acto de justicia en pos de establecer una igualdad natural. Un segundo ejemplo confirma lo que estoy sosteniendo: en otra nota de la misma edicin, Clarn inform que para que Eva Pern pudiera votar se habilitara una urna especial en el sanatorio en el que estaba internada. Ello poda hacerse gracias a las disposiciones de la ley 13. 010 que hoy permite a la mujer argentina intervenir en las contiendas cvicas. En esta oportunidad, el uso del verbo permitir es de por s elocuente.
2-2 Representacin femenina en los poderes republicanos
2-2-1 Poder Legislativo
En las elecciones presidenciales del 11/11/1951, con un padrn general que superaba los 8 millones de personas, votaron 3.816.460 mujeres. Esta cifra represent casi el 94% del padrn femenino, indicando una altsima participacin. El 63,9 % de las mujeres vot por el partido Justicialista, el 33% por la UCR, el 2.2 % por el partido Demcrata y el resto se reparti entre los dems partidos. Un hecho poltico fundamental fue que el entonces presidente Juan Pern pudo obtener la reeleccin gracias a las mujeres, pues en algunas de las circunscripciones electorales clave, como por ejemplo la ciudad de Buenos Aires, el voto femenino peronista super al masculino. En consecuencia, la estrategia de promover el voto femenino dio resultado. En aquellos comicios resultaron electas 23 diputadas y 6 senadoras, todas peronistas. De esta forma, la representacin femenina lleg al 15% en Diputados y al 18% en Senadores. Una mujer fue Vicepresidenta en Diputados y otra Vicepresidenta segunda en Senadores. En las siguientes elecciones parlamentarias (1953 y 1955), los porcentajes se ampliaron al 16 por ciento en Diputados y al 25 en Senadores, y en todos los casos las legisladoras fueron peronistas, lo cual a larga significara un problema para la representacin femenina parlamentaria, pues en los otros partidos la participacin de las mujeres era muchsimo menor, y al ser prohibida o 57 restringida la presencia del peronismo en la vida poltica, a partir del golpe de 1955 y hasta 1973, se produjo un gran retroceso para la participacin poltica de las mujeres.
En las elecciones presidenciales de 1958 varios partidos polticos incluyeron mujeres en sus listas, pero apenas cuatro de ellas (de la Unin Cvica Radical Intransigente- UCRI) accedieron a la Cmara de Diputados. A fines de los 60 varios partidos de izquierda y las organizaciones armadas dieron cabida a la problemtica femenina, al tiempo que creca el empuje del movimiento feminista, y aunque fueron precarios e inconstantes, el feminismo y la izquierda establecieron algunos vasos comunicantes. El debate de ideas y la democracia acotada que caracterizaron aquellos aos atravesados por los movimientos contraculturales, la dictadura 1966-1973, las experiencias del mayo francs y el Cordobazo- , estimularon a las mujeres de las clases media y baja para sumarse a la militancia poltica. Segn Barrancos (2007), en Montoneros y ERP casi la mitad de los militantes fueron mujeres, aunque pocas fueron las que tuvieron presencia en la conduccin de ambas organizaciones, pues participaron ms bien en tareas logsticas. La lucha armada propiamente dicha estuvo en manos de los hombres, as que la divisin de papeles atribuidos a los gneros se mantuvo casi sin modificaciones.
Otras mujeres encaminaron su militancia dentro de los partidos tradicionales. Algunas de ellas lograron posicionarse como candidatas a legisladoras nacionales en las elecciones de 1973. El 1 de marzo de aquel ao La Nacin public en su seccin La mujer, el hogar, el nio un artculo con preguntas muy singulares para las candidatas: Qu medidas adoptara con respecto a la mujer? Cules son las reformas educativas referidas a los primeros aos de vida del nio? De qu manera se encarar la salud pblica? Qu medidas se adoptarn para solucionar los problemas de la canasta familiar?. Como puede constatarse, en el canon cultural establecido los estereotipos tradicionales seguan en vigencia pese al clima de fervorosa agitacin de aquella poca que, por lo menos en algunos sectores, procuraba poner en cuestin las viejas ideas y estructuras polticas y sociales. Ya el ttulo de la seccin de La Nacin ratificaba que el lugar de la mujer era en el hogar, y las preguntas formuladas a las candidatas destacaban a la niez, la salud y el hogar como preocupaciones que seran tpicamente femeninas. Por otro lado, con 58 respecto a las relaciones entre los gneros, Ethel Daz, del FREJULI, proclam que era necesario alcanzar la total igualdad del hombre y la mujer en lo civil y lo poltico, mientras que su colega de la UCR, Mara Elena Perrone, prometa luchar por la eliminacin de toda discriminacin contra la mujer, dndole la igualdad, aunque hay que reconocer que en muchos aspectos somos nosotras las culpables de la situacin de inferioridad; mientras que la candidata a la vicepresidencia por el Partido Socialista de los Trabajadores, Nora Ciappone, entenda que objetivamente la mujer est discriminada en nuestro pas, por una parte en el trabajo y en sus posibilidades y por otra por medio de prejuicios que la condicionan a marginarse a s misma. En contradiccin con las posturas precedentes, la candidata del partido Nueva Fuerza, Mara Julia Alsogaray, respondi a la pregunta por la situacin de la mujer afirmando que no hemos diferenciado los problemas por sexo porque la etapa de desigualdad entre hombres y mujeres ya ha sido superada.
En las elecciones del 11-3-1973 las mujeres volvieron al Senado: fueron electas tres senadoras por el Frente Justicialista de Liberacin (FREJULI). En Diputados entraron veinte mujeres (18 del FREJULI, una de la UCRI y otra del Movimiento Popular Jujeo). Luego del forzado parntesis dictatorial, se inici con la recuperacin democrtica, en 1983, un paulatino proceso de integracin de las mujeres a la poltica que culmin con la sancin de la ley de cupo femenino. Diferentes recomendaciones emanadas de foros de las Naciones Unidas haban instalado la necesidad de una mejor representacin de las mujeres y alentaban la sancin de leyes de cuotas. 16 En Amrica Latina las leyes que establecen cuotas para mujeres en las listas de candidatos se sancionaron a partir de los aos 90. En Argentina, el trabajo de la Subsecretara de la Mujer y el del organismo que la suplant -el Consejo Nacional de la Mujer- cristaliz en 1991 con la sancin de la ley 24.012. La norma dispone que los partidos polticos deben integrar sus listas con al menos un treinta por ciento de mujeres y en posiciones que posibiliten su eleccin (una mujer cada dos hombres). As, la Argentina -octavo pas latinoamericano en sancionar el sufragio femenino- se transform en la primera nacin del mundo en adoptar una cuota mnima de candidaturas legislativas para mujeres. La ley debut en las elecciones nacionales para
16 Me refiero a la Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin contra las Mujeres, de 1979, y las Conferencias Mundiales de Nairobi (1985) y Beijing (1995). 59 diputados de 1993. Como resultado de su aplicacin, el nmero de diputadas nacionales se duplic entre 1993 y 1997. Empero, recin en 1999 se sobrepas la cantidad de diputadas que haba en 1955. El 28 de diciembre de 2000, el presidente Fernando De la Ra firm el decreto por el cual la ley de cupo se extendi al Senado, aplicndose por vez primera en las elecciones de octubre del 2001 (Cuadro N 3).
Ao Diputadas Senadoras 1983 4.3 6.5 1985 4.7 --- 1987 4.7 --- 1989 5.9 4.3 1991 6.3 --- 1993 12.5 1.4 1995 25 --- 1997 28 --- 1999 27.6 4.1 2001 29.6 36.1 2003 34.3 --- 2005 35.4 43.1 Cuadro N 3-Porcentajes de diputadas y senadoras electas en comicios nacionales entre 1983 y 2005 (segn datos del Consejo Nacional de la Mujer)
En cuanto al nmero de legisladoras en las cmaras parlamentarias, Argentina ocupa el primer lugar en Amrica -incluyendo los Estados Unidos y Canad- y el octavo en el mundo -despus de Suecia, Holanda, Dinamarca, Noruega, Costa Rica, Islandia y Austria-. No obstante, el cumplimiento de la ley de cupos no ha venido a asegurar un reparto igualitario de los puestos de decisin en el mbito parlamentario, porque tal cosa no est contemplada en su articulado. Lo cual demuestra que cuando una ley no obliga a una distribucin equitativa entre los gneros, los varones acaparan los espacios. Y no casualmente los espacios no contemplados por la ley de cupos son aquellos por donde pasa verdaderamente el poder en el Congreso: las jefaturas de los bloques partidarios y de las presidencias de las comisiones. En el perodo 2004-2005, estuvieron liderados por mujeres 5 de los 19 bloques en Diputados (el 26,3 %), y 5 de los 14 bloques en Senadores (el 36,1 %). En lo que hace a la presidencia de las comisiones, de las 43 comisiones en Diputados las mujeres titularizaron 14 (32,5 %), y en el Senado 11 (47,8 %) de las 23. En el presente las mujeres presiden el 35 por ciento de las comisiones de la Cmara de Diputados.
60 Si en la cmara alta hay mayor paridad en la representacin y en la distribucin de las zonas de poder entre hombres y mujeres no se debe a que en ella impere una mayor sensibilidad de gnero: por el contrario, obedece a una cuestin ntimamente relacionada con la pervivencia de un poder cuasi feudal y patriarcal en las provincias en las que el pluralismo poltico est reducido. En efecto, al ser representantes de los poderes polticos provinciales, los/as senadores/as nacionales son producto de las relaciones de fuerza provinciales; es decir, que quien controla la legislatura local puede imponer los dos senadores que le corresponden a la mayora. Ello ha determinado el ingreso al Senado de mujeres que tienen una relacin de parentesco o de cercana poltica con el hombre fuerte de su provincia. 17 En las elecciones legislativas de 2009 este fenmeno se extendi a otros cargos electivos, tanto en la diputacin nacional como en las provinciales y en las concejalas municipales. 18 De estas mujeres podra decirse que acceden a la escena pblica gracias al acto masculino que les insufla vida poltica.
En lo que concierne a la integracin de las comisiones de ambas cmaras, las legisladoras tienden a concentrarse, o a ser concentradas, en las que estn relacionadas con los intereses que tradicionalmente se han entendido como femeninos. Las comisiones de Minoridad y Familia, y de Familia, Mujer y Minoridad, en Diputados y Senadores respectivamente, son aquellas en las que hay mayor cantidad de mujeres. No obstante, hasta la ley de cupos ninguna mujer haba participado en comisiones clave como las de Asuntos Constitucionales, Presupuesto y Hacienda, Finanzas o Vivienda.
Si en el Poder Legislativo las mujeres han logrado acceder a un buen nmero de cargos electivos, aunque no al poder real, en los partidos polticos el crecimiento numrico de su representacin parlamentaria no les signific un reconocimiento especial en las cpulas partidarias. Es que los partidos an no han adecuado sus cartas orgnicas al artculo 37 de la Constitucin Nacional de 1994, que los obliga a incorporar a un mnimo de treinta
17 Por ejemplo: Ada Maza, Luz Sapag, Alicia Saadi, Hilda Gonzlez de Duhalde, Cristina Fernndez. 18 Las esposas de los gobernadores de Santa Cruz y Chaco fueron candidatas a diputadas; las de los intendentes de Tigre, Tres de Febrero y Merlo se candidatearon para concejales y las de los intendentes de Lans y Hurlingham se postularon para diputadas provinciales (Crtica de la Argentina, 10/5/2009). 61 por ciento de mujeres en sus cuerpos directivos. 19 Por otro lado, todava es el establishment partidario, predominantemente masculino, el que arma las listas sbana decidiendo los nombres y la ubicacin de hombres y mujeres. Sostienen Archenti y Tula (2008) que en la cultura poltica latinoamericana predominan ciertos rasgos patriarcales, relativos a la identidad de gnero, que inciden negativamente en la efectividad de las leyes de cuotas para las mujeres en la poltica. Muchos de esos rasgos estn en relacin con la dinmica interna prevaleciente en los partidos polticos:
En la medida en que stos [los partidos polticos] tienen el monopolio de las candidaturas, el grado de democratizacin interna de cada partido en los procesos de seleccin de candidatos condiciona el cumplimiento de cuotas de gnero al privilegiar una aplicacin de tipo universalista o particularista. As, una respuesta particularista de las cuotas consiste en una aplicacin formal de la ley que muchas veces se expresa en la designacin de candidatas con bajos niveles de autonoma poltica, pero que garantizan determinadas lealtades por relaciones adscriptas, como es el parentesco (Archenti y Tula (2008:15).
2-2-2 Poder Ejecutivo
El candidato del FREJULI, Hctor Cmpora, triunf en las elecciones nacionales de 1973. Distintas circunstancias polticas derivaron en su renuncia y posterior llamado a nuevas elecciones para septiembre de aquel ao. Juan Pern fue candidato a presidente por tercera vez, y para compartir la frmula eligi a su tercera esposa. De perfil bajo y sin militancia ni aspiraciones polticas explcitas, Mara Estela Martnez hasta entonces haba cumplido discretamente el papel de fiel compaera. El matrimonio obtuvo el porcentaje de votos ms alto en toda la historia electoral argentina. Al morir Pern diez meses despus, Martnez se convirti en la primera mujer en Amrica Latina en ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo. Fue derrocada por el golpe militar del 24 de marzo de 1976. En 2007
19 En abril de 2008, la renovada conduccin del partido Justicialista estuvo integrada por diez hombres y una mujer, Beatriz Rojks. Confirmando lo sealado a propsito de cmo se incorporan algunas mujeres a la poltica, la diputada Rojks es la esposa del gobernador de Tucumn, Jos Alperovich, aliado poltico del entonces presidente del partido, Nstor Kirchner. En 2009, Rojks fue elegida senadora nacional.
62 Cristina Fernndez se convirti en la primera esposa en suceder a su marido en el ms alto cargo ejecutivo de un pas como resultado de un acto eleccionario. 20
En cuanto a los ministerios del Poder Ejecutivo nacional, no son muchas las mujeres que hayan ocupado su titularidad. La primera en la historia fue Susana Ruiz Cerutti, quien encabez la cartera de Relaciones Exteriores entre el 26 de mayo y el 8 de julio de 1989, en el final del gobierno de Ral Alfonsn. Debieron pasar siete aos para que otra mujer fuera ministra: Susana Decibe encabez el ministerio de Educacin entre abril de 1996 y mayo de 1999, gobierno de Carlos Menem. En 2000, durante el gobierno de la Alianza, sobre diez ministerios hubo una sola ministra, Graciela Fernndez Meijide, en Bienestar Social. Durante la presidencia de Eduardo Duhalde las ministras aumentaron a tres, sobre doce ministerios en total. Tambin fueron tres en el gobierno de Nstor Kirchner y en el de Cristina Fernndez.
En lneas generales, en el mbito de la administracin pblica nacional lo usual es que las mujeres detenten puestos de liderazgo en los organismos de menor rango y en los que tienen incumbencia en ciertas temticas sociales como educacin, salud y bienestar social. La titularidad del ministerio de Economa que detent Felisa Miceli, y el actual de desempeo de Nilda Garr al frente del de Defensa son dos excepciones a esta norma, que por cierto, se reproduce en todos los pases latinoamericanos. 21 Salvo la Constitucin de la Ciudad de Buenos Aires, que dispone una cuota femenina en los organismos colegiados, descentralizados y de contralor, no existe legislacin alguna en el mbito nacional o provincial que propugne la participacin equitativa de las mujeres en la administracin pblica.
20 En todo el mundo son muy pocas las mujeres que han ejercido la titularidad de un poder ejecutivo nacional. En Asia y Medio Oriente: las primeras ministras de Sri Lanka, Sirimavo Bandanaraike y su hija Chandrika; en Israel, Golda Meir; en India, Indira Ghandi; en Bangladesh, Jaleda Za; en Pakistn, Benazir Bhuto, y de Turqua, Tansu Ciller. En Extremo Oriente: las presidentas de Filipinas, Corazn Aquino y Gloria Macapagal. En Europa: las primeras ministras Margaret Thatcher (Gran Bretaa), Johanna Sigurdardottir (Islandia) y Angela Merkel (Alemania). Y en Amrica Latina: Lidia Gueiler Tejada (Bolivia), Violeta Barrios de Chamorro (Nicaragua), Mireya Moscoso (Panam) y Michel Bachelet (Chile). 21 De las 279 carteras existentes en 17 pases de Amrica Latina, 69 (24,7%) son ocupadas por mujeres. Ocho de ellas son titulares del rea Salud (47% del total de funcionarios del rea). Le siguen Desarrollo Social, Medio Ambiente y Educacin, con 6 ministras en cada caso (35% del total).
63
La supremaca masculina es aplastante en lo que se refiere a la titularidad de los ejecutivos provinciales, pues no fue sino hasta 2007 que una mujer, Fabiana Ros, fue electa por primera vez como gobernadora por el voto popular (en Tierra del Fuego). La desigual ocupacin de cargos con capacidad de decisin afecta tambin a los ejecutivos municipales: una investigacin efectuada en toda Amrica Latina ha constatado que de los 16.000 municipios que existen en la regin apenas 835 (5.3%) estn a cargo de una mujer. Ello constituye una notable paradoja, pues a pesar de que las mujeres tienen alta participacin en organizaciones sociales y solidarias de base no se les posibilita un mayor acceso a los cargos ejecutivos de los municipios, que son los espacios polticos ms prximos a la poblacin y por ende los que deberan estar ms estrechamente vinculados a sus necesidades, que son bien conocidas por las mujeres. Lo cierto es que en el mbito municipal la participacin femenina se reduce a tareas vinculadas con la familia y la comunidad recurdese la tarea de Las Manzaneras durante la gobernacin de Eduardo Duhalde-, mientras que los hombres se reservan los cargos de poder en las instancias institucionales. De esta forma, y tal como ya lo planteaba Eva Pern, las mujeres son valoradas como intermediarias para lograr el bienestar de los otros, a partir de una mirada instrumental de su intervencin ligada a problemas sociales como la droga y la pobreza. En este caso particular, adems, las tareas las realizan mayormente mujeres de los sectores populares, para quienes su participacin es antes un acto de supervivencia que un libre ejercicio del derecho ciudadano a intervenir en los asuntos pblicos.
2-2-3 Poder Judicial
Aqu se reproduce la situacin vigente en los otros poderes. Como ejemplo vale un primer dato: el primer juez fue designado en 1853; la primera jueza fue nombrada ms de cien aos despus, en 1957. Sin embargo, en los aos recientes ha aumentado significativamente la presencia de mujeres en la Magistratura -como resultado de una creciente expansin de la matrcula femenina en las facultades de Derecho-, al punto que actualmente casi la mitad de los juzgados de primera instancia de la justicia nacional con sede en la Ciudad Autnoma de Buenos Aires estn titularizados por mujeres. Pero subsiste 64 una divisin sexual del trabajo que destina a las juezas a los juzgados civiles para atender asuntos de familia y minoridad. El fuero Penal y los juzgados federales son reductos exclusivos de la masculinidad.
Adems, dicha divisin sexual reserva para las mujeres los puestos ms bajos de la estructura judicial y las relega de los tribunales superiores, que son las instancias de mayor poder y jerarqua. Recin en 1970 una mujer Margarita Argas- pudo acceder a la Corte Suprema de la Nacin. Durante treinta aos no volvi a haber presencia femenina en el alto tribunal hasta la designacin de Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco (julio de 2004). En lo que concierne a las 23 cortes superiores provinciales, en 9 de ellas no hay juezas, y en las 14 restantes las mujeres representan el 16% del total de los magistrados. 22
Se ha sealado que el proceso de seleccin empleado por el Consejo de la Magistratura dibuja un perfil que dificulta que las mujeres puedan progresar en la carrera judicial. 23 Dicho proceso no descansara en la calidad y la eficiencia del trabajo diario de los magistrados, sino en sus antecedentes acadmicos. Y se estima que para la mayora de las juezas es ms complicado acumular estos antecedentes por su doble actividad en el juzgado y en el hogar, que le restara tiempo para dar clases y conferencias y para redactar artculos. Habra entonces una tendencia a disear un perfil de candidato al ascenso que estara ms acorde con el tipo de carrera que hacen los hombres: las mujeres seran incorporadas a la estructura judicial para integrar preferentemente la base de la pirmide la que requiere el trabajo ms duro-, y slo en ciertos fueros que se supone son afines con lo que se entiende que es la naturaleza femenina. 24 .
De lo referido hasta aqu puede colegirse que en la actualidad la ciudadana de las mujeres dista de ser completa, pues subsiste la barrera que divide lo pblico-masculino de
22 Informe Regional de Derechos Humanos y Justicia de Gnero 2008, Equipo Latinoamericano de Justicia y Gnero (www.ela.org.ar). 23 Investigacin del rea de Justicia y Gnero del Centro Interdisciplinario de Investigacin de Polticas Pblicas (www.ciepp.org.ar). 24 Esta situacin se compadece con lo que ocurre en el ejercicio privado de la abogaca. En los doce estudios jurdicos ms importantes del pas es nfima la cantidad de mujeres que ocupan altos puestos de direccin (Centro de Investigaciones Jurdicas y Sociales, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Crdoba). 65 lo privado-femenino. Esta barrera se hace bien visible en las dificultades que tienen para ingresar en las agendas polticas y mediticas algunos temas crticos de la agenda de las mujeres, como los derechos sexuales y reproductivos y la violencia que sufren. Seguidamente, procurar demostrar que esta situacin de desigualdad y discriminacin tiene un correlato en las representaciones de las mujeres en las secciones polticas de los diarios de referencia.
2-3 Presencias y ausencias de mujeres en las secciones polticas de los diarios 2-3-1 Relevamiento cuantitativo
Para indagar en qu proporcin estn presentes las mujeres en las secciones El Pas, de Clarn y Poltica Nacional, de La Nacin, con qu jerarquizacin se las incorpora y cules son las presencias y las ausencias notorias, conform un corpus que abarca dos perodos de tiempo: el primero corresponde a la totalidad de las ediciones de Clarn y La Nacin del mes de noviembre de 2006, y el segundo concierne a las ediciones de ambos diarios comprendidas entre el 20/5/2007 y el 16/6/2007 (28 das). El segundo perodo corresponde a los das previos y posteriores a la eleccin del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y lo seleccion con la intencin de determinar qu diferencias podan presentarse respecto de las representaciones femeninas en dos escenarios polticos distintos. En total relev en ambas secciones 3029 unidades informativas de distintos gneros periodsticos -crnicas, reportajes, opinin y notas anecdticas-, y de distinta importancia, tanto las noticias principales como las secundarias -recuadros, breves-. A las noticias que mencionaron en el ttulo -y/o en la bajada y/o en la volanta- a una mujer como protagonista principal de la accin relatada, y/o a las unidades informativas que en esos espacios paratextuales describieron principalmente por discurso propio o referido- las acciones y/o la imagen de alguna mujer, las design como noticias sobre mujeres. Se trata de una categora ms descriptiva que conceptual, pero que me result operativa para esta seccin cuantitativa de la investigacin. Cabe aclarar que el resto de las noticias que se publicaron no pueden ser consideradas como de hombres, pues los sujetos de muchas de ellas fueron instituciones -entidades empresariales, sindicatos, organismos de derechos 66 humanos y organismos gubernamentales- y/o figuras genricas como el gobierno, el campo, el mercado o los sindicatos.
2-3-1-1 Perodo noviembre de 2006
Clarn public en noviembre de 2006 934 notas en su seccin El Pas, mientras que en su seccin Poltica Nacional La Nacin public 567. La notable diferencia numrica entre ambos medios tiene una primera y evidente explicacin en el hecho de que Clarn unific en El Pas las informaciones de los mbitos poltico y econmico. El total de noticias sobre mujeres en este diario fue de 64, o sea 2.3 por edicin, lo que represent un mdico 6.8% del total de noticias polticas. La Nacin, por su parte, public 47 noticias sobre mujeres -1,5 por edicin-, lo que signific un porcentaje proporcionalmente mayor (8,2) dentro del conjunto de sus noticias polticas. En total los dos matutinos editaron 1501 noticias polticas, de las cuales clasifiqu como sobre mujeres a 111 (7.39%) (Cuadro N 4).
NOVIEMBRE 2006 Noticias polticas Noticias sobre mujeres % Clarn 934 64 6.8 La Nacin 567 47 8.2 TOTALES 1501 111 7.3 Cuadro N 4.Noticias polticas/noticiassobre mujeres
Ms de la mitad de las noticias sobre mujeres se refirieron a funcionarias del Poder Ejecutivo Nacional. En Clarn la ms mentada de las funcionarias fue la entonces ministra de Economa Felisa Miceli, y en La Nacin, la ministra de Defensa, Nilda Garr. No hubo menciones de funcionarias de los poderes ejecutivos provinciales ni del gobierno de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires. En lo que atae al Poder Judicial nacional hubo en total 11 noticias sobre mujeres (7 en Clarn y 4 en La Nacin). Las legisladoras nacionales, por su parte, protagonizaron slo dos noticias y las provinciales ninguna. Fuera de los espacios de los poderes republicanos, en una escasa cantidad de noticias tuvieron un lugar central algunas intelectuales y defensoras de los derechos humanos. (Cuadro N 9) 67 2-3-1-2 Perodo mayo-junio de 2007
Aparecieron en este perodo 928 notas polticas en Clarn y 600 en La Nacin, de las que clasifiqu como sobre mujeres a 91 en el primer diario y a 53 en el segundo. Es decir que, sobre un total de 1528 notas, 144 (9.4 %) pueden considerarse como sobre mujeres (Cuadro N 5). Este pequeo aumento porcentual en relacin con el perodo anterior se correlaciona con un incremento en la cantidad de noticias lideradas por mujeres polticas. Es obvio que ambos hallazgos se explican en el marco de una cobertura electoral, pese a que el nmero global de noticias polticas no aument significativamente en ninguno de los dos diarios (Cuadros 6 y 7).
MAYO JUNIO 2007 Noticias polticas Noticias sobre mujeres % Clarn 928 91 9.8 La Nacin 600 53 8.8 TOTALES 1528 144 9.4 Cuadro N 5. Relacin noticias polticas/sobre mujeres
NOV 06 MAY-JUN 07 TOTAL Clarn 934 928 1862 La Nacin 567 600 1167 TOTALES 1501 1528 3029 Cuadro N 6. Noticias polticas publicadas en ambos perodos
NOV 2006 M-J 2007 TOTAL Clarn 64 91 155 La Nacin 47 53 100 TOTALES 111 144 255 Cuadro N 7. Noticias sobre mujeresen ambos perodos
El tiempo electoral de este perodo explica tambin la preeminencia de las mujeres polticas sobre las funcionarias. Entre las primeras, las ms destacadas fueron nuevamente Cristina Fernndez y Elisa Carri; entre las segundas, se repiti el protagonismo de Miceli 68 y Garr. Este perodo tiene la particularidad de presentar una mayor diversidad de representaciones en todas las categoras de clasificacin. 2-3-1-3 Resumen de los dos perodos
En ambos diarios las mujeres ms mencionadas como figuras centrales de la informacin fueron las que tenan como actividad primordial a poltica. Cristina Fernndez casi no fue aludida en su calidad de senadora, sino como primera dama y/o como posible candidata presidencial. Otro aspecto destacable es que las tres mujeres polticas que lideraron la informacin fueron las mismas en los dos diarios, lo cual indicara que ambos manejan, en este sentido por lo menos, criterios semejantes de noticiabilidad (Cuadro N 8).
Clarn La Nacin TOTAL NOV 06 M-J 07 Total NOV 06 M-J 07 Total Cristina Fernndez 17 17 34 14 11 25 59 Elisa Carri 4 13 17 4 11 15 32 Patricia Walsh 0 7 7 0 9 9 16 Margarita Stolbizer 0 5 5 0 1 1 6 Cuadro N 8. Principales polticas protagonistas de noticias sobre mujeres
Las funcionarias siguieron en importancia numrica a las polticas, mientras que tuvieron escasa presencia las integrantes de otros nucleamientos que tienen puntos de contacto con la actividad poltica y gubernamental. En efecto, las mujeres que participan en organizaciones sociales, organismos de derechos humanos, entidades empresariales, o sindicatos aparecieron en otras secciones (Cuadro N 9).
Resulta evidente entonces que Clarn y La Nacin tienen una concepcin de la poltica basada en lo que hacen y dicen los polticos profesionales, y muy primordialmente los que estn ms cercanos a la toma de decisiones en los tres poderes republicanos, en particular en el ejecutivo. Y en las campaas electorales cubren con mayor detalle a aquellos candidatos que tienen las mayores posibilidades de triunfar. Esto ltimo tiene estrecha relacin con la cantidad de personas afectadas y los efectos a futuro que puede tener un acontecimiento, dos valores noticiosos que adquieren mayor importancia cuando toman decisiones los/as que estn prximos/as al poder. En este sentido las mujeres 69 polticas no son una excepcin. Por eso Cristina Fernndez, en su doble condicin de primera dama y posible futura candidata, lider ampliamente el protagonismo femenino. De hecho, de la totalidad de las mujeres de las noticias sobre mujeres, Fernndez fue la ms mencionada por los dos diarios (Cuadro N 8). Ella encabez el 23,1% de estas noticias publicadas por los dos diarios en los dos perodos.
Clarn La Nacin TOTAL GRAL NOV 2006 MAY-JUN 2007 Total NOV 2006 MAY-JUN 2007 Total Polticas 23 46 69 20 40 60 129 Funcionarias 24 27 51 12 8 20 71 Juezas 7 1 8 4 0 4 12 Defensoras DD. HH. 3 3 6 2 3 5 11 Legisladoras 0 1 1 2 0 2 3 Intelectuales 2 0 2 1 0 1 3 Otras actividades 5 13 18 6 2 8 26 Totales 64 91 155 47 53 100 255 Cuadro N 9. Noticias sobre mujeres discriminadas por actividad de sus protagonistas
La representacin total de las mujeres en las secciones relevadas totaliz un significativamente bajo 8.4 por ciento de las noticias polticas, pero si se eliminan las noticias protagonizadas por Cristina Fernndez la cifra desciende a un 6.4 por ciento (Cuadro N 10).
Noticias polticas Noticias sobre mujeres % Clarn 1862 155 7.9 La Nacin 1167 100 8.5 TOTALES 3029 255 8.4 Cuadro N 10. Porcentaje de noticias sobre mujeres en Relacin al total de noticias polticas.
2-4 Estudio de agenda atributiva
70 El segundo nivel de la hiptesis de establecimiento de agenda de McCombs y Shaw (1973) trata de los atributos que los medios le asignan a un tema y de cmo esos atributos son transferidos al pblico. Ello implica que los atributos que son enfatizados por los medios sern enfatizados por el pblico, y, al mismo tiempo, que esos atributos enfatizados inciden en la jerarquizacin y relevancia que el pblico le concede a ese tema (Pereson, 2008). Lo mismo puede decirse para las personas que tienen o adquieren alta visibilidad meditica, puesto que la agenda atributiva se conecta a travs de las modalidades enunciativas con la construccin de imagen y los estereotipos. Esto resulta un aspecto sensible cuando esa persona es un candidato electoral: la agenda de atributos que se le asignan se trasforma en un conjunto de cualidades que termina delineando su imagen. Y puesto que los votantes conocen casi exclusivamente a los candidatos a travs de los medios, la imagen que tendrn de ellos depender de una construccin meditica que enfatiza algunas de sus cualidades y opaca otras. Hay estudios empricos que demuestran que la agenda atributiva de la prensa grfica tiene influencia sobre la decisin de los votantes (Takeshita y col., 1997).
Para la formulacin original de la hiptesis de agenda-setting, la agenda atributiva se conecta con el concepto de encuadre (framing). El encuadre es una descripcin y caracterizacin dominante de un tema que opera como principio organizador y esquema interpretativo. La teora del encuadre ha sido aplicada para el estudio del comportamiento de la prensa explorando asuntos diversos, entre ellos la imagen de la mujer en los medios (Sdaba, 2008).
El que sigue es un estudio sobre la construccin de la imagen de Cristina Fernndez llevado a cabo mediante una seleccin aleatoria de noticias publicadas en Clarn y La Nacin, y en otros medios grficos, entre noviembre de 2006 y diciembre de 2007. El perodo seleccionado abarca tres momentos clave de su vida poltica: el lanzamiento de su candidatura presidencial, su triunfo en las elecciones del 28 de octubre de 2007 y su asuncin como Presidenta el 10 de diciembre de ese ao.
2-4-1 Cristina candidata 71 A fin de noviembre de 2006 comenz a hablarse en los medios de la candidatura de Cristina Fernndez. En una nota del da 27, Clarn describi su imagen con marcados contrastes: por un lado la defini como una figura fuerte, indiscutida, al menos pblicamente, en el oficialismo, y, por otro, la caracteriz como una pieza que Nstor Kirchner estaba jugando en el tablero electoral: es decir, que la candidatura pareca ser una decisin unilateral del entonces Presidente. En este sentido, la nota invitaba a pensar sobre los posibles problemas de gestin que ocasionara un triunfo de la senadora en las elecciones presidenciales de 2007. Se preguntaba si en esa eventualidad el poder sera compartido entre los dos integrantes del matrimonio, o si Kirchner dara un paso al costado. Rengln seguido, afirmaba que interrogantes de este tenor ya estaban circulando entre los opositores como base de posibles crticas, porque su respuesta hace al tipo y la calidad de gobierno que podra sugerir el proyecto kirchnerista. Pasndolo en limpio, pareci insinuarse en la nota que si Cristina Fernndez accediese a la primera magistratura no tendra ningn problema en compartir el gobierno con su esposo. Ahora bien, este avenimiento revelaba en ella debilidad de carcter o una adecuada aceptacin de un papel secundario? Pero adems se sugera que una particin del poder podra afectar la calidad de la gestin gubernamental, aunque no se explicitaba cmo. Se quiso decir tal vez que Kirchner debera quedarse detrs de los cortinados palaciegos para supervisar o controlar a su esposa? O acaso se estaba indicando que l detentara el verdadero poder? Como se ver ms adelante, la autonoma de Fernndez para tomar sus decisiones polticas y la influencia que en ello podra tener su marido fue una cuestin que los medios tematizaron y calificaron continuamente.
En febrero de 2007, Cristina Fernndez viaj a Pars. Horas antes de su partida, una nota en el suplemento Las 12 realiz un balance de su status poltico: como rasgo positivo le adjudic ser una carta ganadora [que] acumula capital poltico a cada momento. Deca luego la periodista que otro hallazgo en la construccin poltica de CK era el haber convertido en virtud los roles tradicionales y los estereotipos- asociados a las mujeres en poltica: la fortaleza del carcter, el inters por la esttica, el marido con nombre propio. Nada de eso le ha jugado en contra sino a favor. Y conclua afirmando que la clave de sus fortalezas era el producto de una capitalizacin de los atributos del 72 poder. Como rasgos negativos se resalt el no haber hecho camino en base a alianzas y estrategias de gnero.
La Nacin inform, el 4 de febrero, que la comitiva argentina se hospedara en el clebre hotel Meurice, destacando su ubicacin privilegiada y el alto costo de sus habitaciones. La publicacin del dato, al margen de que puede interpretarse como un detalle anecdtico, parece destacar un rasgo elitista y snob en la entonces primera dama. Perfil, por su lado, compar el periplo parisino con el viaje que Eva Pern realiz por Europa en 1947. El semanario afirm que a Eva Duarte la llev sobre todo la poltica y la ayuda humanitaria, mientras que a Cristina la lleva ahora la necesidad de pasear su glamourosa (sic) estampa de joven estadista por una de las pasarelas ms iluminadas del escenario poltico internacional. () Su viaje apuesta ms a pegar su imagen con la de la candidata sexy y bien socialista Sgolne Royal (curiosamente en baja), como lo hizo ya cuando la senadora Hillary Clinton se consagr como presidenciable, y antes con Michelle Bachelet (la negrita es propia).
Cuando das despus Fernndez se encontr con Royal. La crnica que public Clarn fue un catlogo de detalles frvolos que crearon la impresin de que no se estaba narrando una reunin poltica sino un encuentro de dos amigas para tomar el t. As, por ejemplo, se mencion que la diputada socialista le entreg a Fernndez el "pajarito de la suerte" como amuleto electoral, y se describieron minuciosamente los atuendos de ambas mujeres. Desde otra perspectiva, las crnicas de Pgina/12 obviaron la banalidad y destacaron los que se consideraban aciertos de la visita. Con indisimulada euforia, el diario afirm que el mircoles 7 haba sido un da con sabor a victoria para la futura candidata: primero porque haba sido recibida en el Senado francs, siendo que este tipo de encuentros estn reservados a los Jefes de Estado, y, segundo, porque le haba dado suerte al equipo nacional de ftbol al visitarlo en los vestuarios del estadio antes de un partido con la seleccin gala. En otra nota de este diario se subray el tono slido que Fernndez utiliz en sus discursos en la Cancillera francesa y en la embajada argentina, frente a un grupo de argentinos residentes en Pars.
73
2-4-2 Cristina ganadora
La campaa electoral de 2007 present un hecho indito: tres mujeres, Cristina Fernndez, Elisa Carri y Vilma Ripoll, compitieron por la presidencia del pas. Con todo, esta situacin llev la marca de lo ms tradicional de la poltica argentina reciente: el personalismo, lo que llev a las dos primeras candidatas a destacar sus estilos de liderazgo y sus convicciones personales antes que sus propuestas de gestin. Los medios de comunicacin reprodujeron esa tendencia y la sazonaron con numerosos detalles anecdticos. Cuando Fernndez gan las elecciones, los diarios editaron notas describiendo sus antecedentes personales y polticos, su personalidad y especularon abundantemente sobre el papel que le estara reservado en el futuro a Nstor Kirchner. Pgina/12 (29-10- 2007) public una nota que en algunos tramos roz el panegrico. Refirindose a su etapa de estudiante universitaria afirm que segn los cnones de la poca [era] demasiado linda como para ser inteligente y que su inteligencia y su tenacidad estaban todava a la espera de alguna conviccin muy fuerte. Y con respecto a su arreglo personal, la autora de la nota traz una sorprendente hiptesis que una aquel pasado de Fernndez con su presente:
Cuando Cristina K. accedi con 18 o 20 aos a ese mundo hiperpolitizado de los universitarios platenses, el rimmel ya estaba puesto. El pelo ya estaba domesticado. Las uas ya eran largas y estaban pintadas. Hay una autoimagen que parece necesitar y a la que se aferra la flamante presidente electa. Su maquillaje setentista podra ser ledo, creo, como un pacto con una versin de s misma que floreci en aquella poca.
Y por si no hubiese quedado claro que estaba naturalizando la aficin que todas las mujeres deben tener por el buen aspecto personal, la periodista agreg:
No us lo presuntamente femenino en su campaa. Ni en su campaa ni nunca. Se desmarca. Le han llovido escupitajos por su debilidad por las carteras. Ese tipo de consistencia han tenido la mayora de las crticas que se le hicieron. Pero ella, furtivamente, en dilogo con alguien, deja escapar un Me pierden las carteras. Y con esa frase cortita y tan sencilla desarticula el mecanismo que se haba puesto en marcha: 74 la peronista-sin-conciencia-de-clase-loca-por-el-shopping dice Me pierden las carteras y es una mina como cualquier otra. A qu mina no la pierden las carteras?
Segn La Nacin (29-10-2007), Cristina Fernndez tiene carcter fuerte, indmito a veces, es fra y otro poco distante de sus colaboradores, y, por otra parte, le destina una especial preocupacin a su esttica:
El cuidado de su aspecto es uno de sus rasgos ms notables () Con fama de mujer bella, cuida su presencia desde cuando cursaba la universidad. () Parece que est estrenando siempre ropa de buena calidad () y es as hasta cuando baja a los barrios pobres (la negrita es propia).
Esta referencia coincide con otras en las que se quiere resaltar la frivolidad de Fernndez como un atributo negativo. Una frivolidad que incluso ella no abandonara segn el autor de la nota- ni siquiera cuando condesciende a contactarse con los pobres. Para completar el concepto la nota se ilustr con una caricatura de Cristina Fernndez, quien en actitud de mirarse en el espejito de su polvera, luce simultneamente los atributos del poder y accesorios de uso habitual en mujeres de buena posicin econmica. En cuanto a la relacin poltico-matrimonial Kirchner-Fernndez dijo La Nacin: -La senadora fue una protagonista activa en la resolucin de las principales cuestiones del poder. Nstor es el nmero uno y Cristina la nmero dos en la cadena de mandos, suele recordar siempre un actual ministro (la negrita es propia).
-Cristina Kirchner fue la extensin del brazo de su esposo en el Parlamento (), arriando senadores y diputados, a veces con la sola herramienta de su famoso dedo en alto como si fuera la amenaza de un ltigo furioso.
- Soberbia por momentos, mandona a veces, inteligente para descubrir el centro de un problema, cuenta con los sensores polticos necesarios como para saber, segn la frmula de Cocteau, hasta dnde se puede llegar demasiado lejos.
Es muy interesante la alusin a Cocteau. Puesto que la frase del poeta surrealista francs es La prudencia consiste en saber hasta dnde se puede llegar demasiado lejos, se podra inferir que, para La Nacin, Cristina Fernndez tena conciencia de que como mujer tena lmites, y de que no deba rebasarlos.
75 Newsweek (31-10-2007), si bien coincidi en que Fernndez tiene un carcter fuerte e irascible, puso en duda si por ser mujer tendra la suficiente fortaleza fsica para soportar el ritmo demoledor que requerira ejercer la presidencia. Refirindose a la relacin entre Fernndez y Kirchner, la revista apunt:
Algunos funcionarios temen que el trabajo diario genere conflicto entre los dos. Hasta ahora, como ocurri siempre en su carrera poltica, Nstor escuchaba a Cristina, le haca caso o no, pero siempre tena la ltima palabra. () Qu pasar ahora que Cristina Fernndez ser la Presidenta? Nadie en el Gobierno se anima a especular al respecto: son cuestiones que se definirn en la intimidad de la habitacin presidencial de Olivos (la negrita es propia).
El prrafo resulta muy ilustrativo para reflexionar sobre los roles que se esperan de un hombre y una mujer que ejercen el poder. Advirtase que se dice que en el ejercicio de sus cargos Kirchner escuchaba a su mujer, aunque siempre retena la facultad de decidir. Pero se proyecta una duda hacia el futuro, que en esencia es la remanida pregunta por cul de los dos ejercera el poder de decisin con Fernndez en la presidencia. En efecto, ella todava no haba asumido cuando ya se estaba hablando del doble comando: AFIRMAN QUE LA GESTIN DE CRISTINA KIRCHNER NO SER DE DOBLE COMANDO, titul La Nacin el 29/10/2007. La declaracin era del ex Jefe de Gabinete, Anbal Fernndez, quien sostena que Fernndez y Kirchner conversan todo y que conocen perfectamente el rol de cada uno. El mismo da Clarn tambin opin sobre la cuestin: Y quin va a mandar?, se pregunt el matutino. Y contest:
Un hombre que conoce a la pareja desde su lejana poca de abogados sola contar que las peleas eras speras, y en general era l quien se impona por persuasin; algunas veces, sin embargo, le conceda a ella la toma de alguna decisin. Casi siempre fallaba. El sistema de toma de decisiones no va a cambiar, admiti ante este diario un ministro importante. Sin dejarse tentar por ningn antecedente, no es arriesgado decir que Kirchner tendr en sus manos la conduccin del proyecto poltico, como ha sido hasta hoy. Terminar siendo el presidente que se va el poder en las sombras? (la negrita es del original; lo destacado es propio).
Nuevamente se pona en duda la capacidad de gobierno que podra tener Cristina Fernndez; se afirmaba que ella fallaba en la toma de decisiones y se aseguraba que su marido retendra la conduccin del proyecto poltico, ejerciendo su poder en las 76 sombras. La metfora utilizada es significativa: en la literatura y el cine, el poder ejercido de manera oculta suele ser presentado como tenebroso y siniestro. 25
2-4-3 Cristina presidenta
Sin perjuicio de lo expresado en el apartado anterior, en notas previas a su asuncin como Presidenta la rebelda y la firmeza en el carcter de la senadora fueron sealados como atributos positivos. Por ejemplo, Clarn, en su edicin del da del 10-12-2007, reseando la militancia poltica juvenil de Fernndez, afirm que nunca dej de lado su carcter, que tanto irritaba a algunos de sus pares en el Senado: rebelda, frontalidad, pasin, capacidad de anlisis, fortaleza de carcter (). La nota de La Nacin del mismo da fue an ms explcita: EL LARGO CAMINO DE LA REBELDA AL PODER TOTAL. En ella se relat su retiro del bloque de senadores en 1997, horrorizada porque Augusto Alasino intent aplicarle el verticalismo peronista. "Yo no soy la recluta Fernndez", fue la histrica frase que coron aquel primer gran acto de rebelda contra el poder omnmodo del senador entrerriano. En la misma fecha Pgina/12 ment tambin el episodio con Alasino, al repasar la historia de discusiones y desencuentros que Fernndez mantuvo con sus pares en las cmaras del Congreso: LA LEGISLADORA QUE NO QUISO SER LA RECLUTA FERNNDEZ, fue el ttulo de la nota.
La firmeza es una cualidad que se le atribuye por lo general a los hombres y como tal es valorada si la posee una mujer: En las mediciones, la ayuda su temperamento, su carcter y su postura: demuestran que es una persona muy fuerte, de convicciones, y eso ayuda a desmitificar el prejuicio de que la mujer puede ser dbil, dijo a La Nacin la titular de una empresa de encuestas. El marco de esa declaracin fue una nota, publicada el 31-12-2007, en la que el matutino resumi los resultados de tres encuestas realizadas a poco de asumir Fernndez la presidencia. Un 81.7% de los encuestados elogi su firmeza,
25 Jung, en su concepcin del arquetipo de la Sombra, hace referencia a los oscuros abismos del alma humana, a esas fuerzas violentas que en las tragedias de William Shakespeare son personificadas por siniestros personajes como Yago, Ricardo III o Macbeth (Cf. Jung, Carl Recuerdos, Sueos, Pensamientos. Barcelona, Seix Barral, 1974). Otro ejemplo que puede mencionarse en este sentido es la interpelacin a la Sombra de Quiroga que realiza Domingo Sarmiento en Facundo: Sombra terrible de Facundo,!.
77 pero, contrariamente, otro encuestador asegur que haba mejorado la comunicacin de la flamante Presidenta, pues su discurso era ms abierto y flexible que el de su marido. Est mejor que en la campaa agreg el entrevistado-; no grita tanto y su discurso genera ms empata. Esta contradiccin indicara que en el imaginario social se espera que la mujer que tiene el poder lo ejerza con firmeza masculina, pero con un toque femenino. 26 Dos opiniones expresan con claridad este permanente antagonismo entre lo masculino y lo femenino con el que deben convivir las mujeres del poder. Pertenecen a personas con las que se entrevist Cristina Fernndez en su visita a Pars de febrero de 2007. Luego de la reunin un publicista evalu: Tiene una especie de frescura con los problemas polticos y macroeconmicos porque los mira como una mujer, mientras que un empresario consider que la economa argentina est fuerte, y adems produce (sic) mujeres firmes como Cristina (Pgina/12, 14-2-2007).
Firmeza y fortaleza, atributos tradicionales de la masculinidad, deben ser perennes en los lderes polticos, sobre todo si son mujeres y ms si ejercen la titularidad de un poder ejecutivo. Indira Ghandi, Margaret Thatcher y Golda Meir no alcanzaron sus altos cargos por ser feministas, o por reivindicar el feminismo: por el contrario, se mostraron tan masculinas como cualquier hombre. 27 Ahora bien, los eventuales problemas de salud de esta lderes son vistos como un signo de debilidad, razn por la cual se convierten en secretos de Estado y tienden a ser minimizados por los voceros oficiales. 28
26 En un reportaje que concedi al diario La Nacin (5-8-2009), la sociloga Dora Barrancos afirm: Las mujeres han asimilado el poder tal como lo ejercen los hombres. Por eso, cuando les toca mandar, suelen imitar a los amos varones. Aadi luego que las mujeres que dirigen tienen necesidad de agradar y ser aprobadas por los varones: Hay miedo a perder el respeto ajeno si no se adopta una identidad masculina. 27 Recurdese que a Thatcher se la llamaba Dama de hierro, un apelativo que es casi un oxmoron pues la dureza del hierro no se condice con el arquetipo de lo femenino. 28 En 1975 la enfermedad que afect a Mara E. Martnez de Pern la llev a pedir una licencia y delegar el ejercicio de la presidencia en talo Luder. El hecho fue interpretado como una seal ms de debilidad de la entonces presidenta, de quien la prensa insinuaba que estaba manejada por un cercano grupo de colaboradores, entre ellos Jos Lpez Rega. El nfasis que la mayora de los medios puso en la construccin de una presidenta frgil, en el marco de un pas convulsionado por la violencia poltica, fue uno de los argumentos que justific el golpe de Estado de 1976, bajo la excusa de que era necesario imponer el orden y la mano dura.
78 El 8 de enero de 2009, la presidenta Fernndez sufri un mareo mientras trabajaba en la residencia de Olivos. Su mdico le indic reposo, por lo que debi suspender una gira que tena prevista por Cuba y Venezuela.
Tres das despus, el episodio mereci la nota principal de la seccin poltica de Clarn. El diario puso en cuestin el informe oficial, mencion rumores sobre anemia y sobre desrdenes alimenticios por lo obsesivamente que cuida su imagen y figura. Esta preocupacin por la esttica se les suele asignar a las mujeres, exclusivamente, y, segn el caso, es elogiada o criticada. En este caso, el carcter obsesivo que tendra el cuidado de la esttica en Cristina Fernndez mereci la crtica de Clarn: UNA MUJER OBSESIONADA CON EL CUIDADO DE LA IMAGEN Y LA SALUD, fue el ttulo de otra unidad informativa publicada el mismo da. Y en una tercera nota, consult a Nelson Castro, quien sostuvo que el cuadro podra haber sido el resultado de la ingesta de medicacin psiquitrica. Aludi as el mdico y periodista a las versiones mediticas acerca de la enfermedad mental que afectara a la primera mandataria, que tuvieron su origen en la nota que public la revista Noticias (19-11-2006), donde asegur que ella padece el llamado trastorno bipolar. 29
Noticias, 19-11-2006
29 No pocas veces se ha relacionado a las mujeres con la locura. Es ms, Frigon sostiene que ellas la corporizan; que ser mujer es, de algn modo, ser loca. Y agrega: Dentro de los sistemas dualistas de lenguaje y representacin, las mujeres estn del lado de la irracionalidad, el silencio, la naturaleza, y el cuerpo, mientras que los varones, estn del lado de la razn, el discurso, la cultura y el pensamiento (p.9). Estas representaciones consolidadas no slo dan pi a conductas discriminatorias, tambin sirven para descalificar a las mujeres.
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Las formas femeninas de hacer poltica tienen un verdadero issue en la cuestin del arreglo personal. El problema adquiere importancia porque los medios se la suelen dar. La nota que public La Nacin el 27/1/2007, con el ttulo MODA, POLTICA Y GLAMOUR, es un claro ejemplo, ms an teniendo en cuenta que fue ubicada en Enfoques, un suplemento que se dedica a temas de cierta profundidad. La hiptesis que la recorre es que en Estados Unidos las mujeres de la poltica asocian su mayor o menor xito en la actividad con su imagen, pero imagen entendida principalmente como arreglo personal, es decir vestuario, peinado, maquillaje, joyas, etc. Al parecer la preocupacin tiene su razn de ser en que los votantes y quienes manejan el poder en el Congreso y los medios prestan mucha atencin al menor furcio. La presidenta de la Cmara baja estadounidense, Nancy Pelosi, es presentada como la figura emblemtica en estos menesteres porque, se afirma, ha sabido combinar poder con buen gusto. Por el contrario, algunas de sus colegas parece que viven en una disyuntiva permanente: quieren verse lindas y modernas, aunque no mucho, porque es necesario tambin dar una imagen de seriedad, pero no deben vestirse demasiado severas porque si no son acusadas de dominantes en el masculinizado mundo poltico en el que les ha tocado actuar. Un mundo dice la periodista que firma la nota- en que la palabra moda suena a frivolidad y la coquetera suele ser censurada.
En la mayora de los medios el arreglo de Cristina Fernndez se convirti en un tema recurrente conforme fue creciendo su visibilidad. La mirada meditica ha sido a veces meramente frvola. 30 Otras, ha sido fuertemente crtica o condescendiente. 31 Como sea, en algn punto las cuestiones del carcter y el arreglo personal de las mujeres polticas parecen confluir: La poltica exige a la mujer vestirse segn el lugar que ocupa, afirm el diario La Nacin (19-3-2009) en su suplemento Moda & Belleza. Aparentemente el tema ha
30 En seguida les vamos a contar lo que ms les interesa a todas las mujeres: todo sobre el look de Cristina en el primer da de su presidencia (periodista de radio Mitre). En Las 12, 14-12-07. 31 En alguna oportunidad la prensa ha cuestionado el estilo desaliado del ex presidente Kirchner. Cristina Fernndez, en un acto de su campaa presidencial en el que estaba presente su marido, se refiri a esas crticas y a las dirigidas hacia su persona asignndoles una motivacin poltica: Los mismos que lo critican a usted, Presidente, me critican a m porque me arreglo demasiado, exactamente por lo contrario de lo suyo. Porque en realidad no les molestan ni sus mocasines ni su saco cruzado, ni mi pintura ni mi pelo; lo que les molesta son los intereses que hemos tocado en la Repblica Argentina. (Pgina/12, 21-9-2007).
80 sido estudiado en detalle por los profesionales de la imagen. Entrevistada por el diario, la titular de una consultora de imagen afirm que cuando una mujer ejerce el poder lo importante es atacar las cuestiones bsicas que se imputan a la mujer: ser dbil, por ms Hillary o Cristina que sean. Lo primero es mostrar poder de decisin. Y con un vestido muy floral y voladitos eso no se transmite. Mejor, los colores ms neutros y lo que se parezca al traje de varn. En cambio, cuando acta como Primera Dama la mujer debe mantener su personalidad, pero con discrecin respecto del marido. Algo difcil, como les pas a Hillary Clinton y a Cristina Kirchner en su momento, y ahora a Michelle Obama y a Carla Bruni: cumplen un rol, pero con distancia, porque si no la mujer pasa a ser vista como dominadora. En este sentido la imagen de Cristina Fernndez sufri una notable transformacin, pues cuando era legisladora tena una marcada imagen de dominadora, y cuatro meses de haber comenzado su mandato presidencial, cuando su marido empez a reunirse con dirigentes polticos en su oficina de Puerto Madero, ya se la tena por dominada. El diario Crtica de la Argentina opin en esa lnea en su edicin del 9 de marzo de 2008:
En la campaa para las elecciones de abril de 2003 a Cristina le hicieron bajar el perfil. Ella era una legisladora meditica y su marido un lejano gobernador del sur. No quedaba bien que ella pisara ms alto que l. Ahora, en cambio, las crticas apuntan a que las pisadas del poder se dan en Puerto Madero.
Pocos das despus se desencaden el conflicto poltico-econmico entre el gobierno de Cristina Fernndez y las entidades que agrupan a los productores agropecuarios. Durante su desarrollo, la figura pblica de la Presidenta pareci ensombrecerse conforme su marido comenz a tomar partido y a hacer apariciones y declaraciones pblicas. Con el paso del tiempo, este nuevo status poltico se fue naturalizando. Luego de la derrota parlamentaria que sufri el gobierno por la implementacin de retenciones a los granos, Nstor Kirchner dej a un lado las formalidades, abandon la oficina de Puerto Madero y comenz a atender asuntos polticos en la residencia presidencial de Olivos. As, unos meses ms tarde, el 12- 11-2008, el diario espaol El Pas afirm que es difcil saber si gobierna Cristina Fernndez o sigue hacindolo su marido, pues casi nunca est claro qu papel desempea la presidenta Cristina Fernndez y cul su marido y antecesor, el ex presidente Nstor Kirchner: 81 Tan serio como los problemas que minan el crdito de la Casa Rosada es el convencimiento general de que el ex presidente consorte () es el motor poltico del pas. Kirchner no ha cumplido su promesa de no inmiscuirse en las tareas de gobierno que le competen a su esposa, con quien le une una aparentemente inexpugnable afinidad ideolgica. El matrimonio gobierna la Argentina como una sociedad en comandita que ni siquiera guarda las apariencias ms elementales: el lder justicialista despacha con ministros y hace or regularmente su voz, con frecuencia airada, sobre los temas ms variopintos.
Nstor Kirchner retom visibilidad con la campaa electoral de 2009, en la que compiti por una banca en la Cmara de Diputados. La derrota electoral del 28 de junio, paradjicamente, renov su protagonismo en el trmite de los asuntos pblicos: el 13 de septiembre, un editorial de La Nacin asever que el papel central de Kirchner en la marcha de la administracin se convirti ya en un hecho aceptado. A tal punto que el relato periodstico reporta las decisiones de Estado que l va tomando sin necesidad de aclaracin alguna. La afirmacin es difcil de rebatir, porque desde aquel conflicto con los ruralistas el doble comando adquiri creciente verosimilitud. La famosa sombra macbetheana pareci haberse materializado, y los diarios ms opositores aprovecharon para descalificar a la administracin de Cristina Fernndez. Por lo visto su carcter fuerte y rebelde se haba esfumado misteriosamente.
La Nacin, 29-10-2007
82 A) Importancia social del problema 32
La violencia contra las mujeres y las nias es un problema con proporciones de epidemia, quizs la violacin de los derechos humanos ms generalizada de las que conocemos. Destroza vidas, rompe comunidades y detiene el desarrollo (Kofi Annan, Secretario General de la ONU).
Analizar o discurrir sobre ciertas problemticas sociales remite, inevitablemente, a su cuantificacin. En este apartado suministro un conjunto de datos estadsticos sobre las distintas formas de violencia fsica contra la mujer. 33 Lo he reducido a una mnima expresin para que no resulte tediosa su lectura, pero que permita graficar la magnitud ms aproximada posible de la cuestin. Esta dimensin es de tal naturaleza y est tan extendida geogrficamente que los organismos internacionales han procurado cuantificarla en distintas partes del planeta. Segn la ONU, en el mundo, el 25% de las mujeres son violadas en algn momento de su vida. Estudios de la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) han determinado que en la Unin Europea la violencia domstica 34 , afecta a entre un 20% y un 25% de las mujeres, mientras que en Estados Unidos el 25% refieren que han sido fsica o sexualmente agredidas por esposos, acompaantes, o citas. La OMS ha efectuado en Amrica Latina el mayor estudio que se conozca sobre la violencia domstica entrevistando a 25.000 mujeres de quince ciudades correspondientes a diez pases. El 50% o ms de las entrevistadas dijo haber sufrido violencia moderada o severa en su casa en seis de esas ciudades, en tanto que en casi todas las ciudades un 25% manifest que haber padecido violencia domstica en el ltimo ao.
32 Violencia fsica, configurada por todo acto de agresin en el que se utilice cualquier parte del cuerpo, algn objeto, arma, sustancia o elemento para sujetar, inmovilizar o causar dao a la integridad fsica de otra persona, encaminado hacia su sometimiento o control. Artculo 5, ley de Violencia familiar, n 9283, Crdoba.
33 Los datos provienen de la Organizacin Mundial de la Salud, la Organizacin Panamericana de la Salud, el Fondo de desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. La Argentina no dispone de estadsticas oficiales unificadas y sistematizadas con perspectiva de gnero: slo hay cifras aisladas registradas por organizaciones no gubernamentales
(Artemisa Comunicacin, La Casa del Encuentro), y por algunas oficinas de estadsticas y tribunales de justicia.
34 Se entiende por violencia domstica o familiar cualquier maltrato o abuso que afecte la integridad fsica, psquica, y/o sexual ejercidos sobre alguno de los componentes del grupo familiar por quienes generalmente detentan posiciones de poder o autoridad en ese grupo. Esta violencia tiene lugar mayormente dentro del espacio domstico y las mujeres son sus principales vctimas. 83
Los organismos crediticios tambin investigaron la violencia sobre las mujeres, aunque con otras motivaciones El Banco Mundial estim que uno de cada cinco das de trabajo que pierden las mujeres se debe a este problema y que su productividad laboral se ve afectada. Por su parte el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estim que el 70% de las mujeres mejicanas, y el 60% de las chilenas y ecuatorianas sufren violencia por parte de su pareja. Segn el BID, la violencia domstica, sin incluir los costos policiales, judiciales y de salud, significa del 1.6% al 2% del Producto Bruto, cifra con la que se podra casi doblar la inversin en salud en diversos pases de la regin.
Para la Argentina el BID estimaba a fines de los 90 que el 25% de las mujeres era vctima de violencia. En 2006, en una encuesta realizada solamente en Capital Federal y Gran Buenos Aires, la cifra subi al 30%. En 2007, en la provincia de Buenos Aires, segn datos aportados por las 24 Comisaras de la Mujer, 35 las denuncias por violencia familiar crecieron un 57 por ciento con respecto al ao anterior. El 28% de las denuncias incluyeron lesiones fsicas y el 21% amenazas. En otra dependencia provincial, la Secretara de Derechos Humanos, se puso en prctica Programa de Atencin a Mujeres Vctimas de Violencia que cuenta con una lnea telefnica de atencin: durante el primer cuatrimestre del 2009 se recibieron cerca de 5.000 llamadas por violencia de gnero. Casi el 90 por ciento de ellas fueron para denunciar a la pareja actual de las mujeres, puesto que el vnculo predominante con el agresor es el de pareja conviviente (87,87%), un dato que revela que la violencia en el seno de las relaciones familiares es violencia de gnero. Por otra parte, una comparacin con el primer cuatrimestre de 2008 indica un incremento del 10% en las consultas por violencia psicolgica. 36 Este dato ha sido interpretado favorablemente pues estara indicando una disminucin en los casos de agresin fsica, tal vez como resultado de las campaas de sensibilizacin. Segn el Tribunal Oral Federal N 9 de la Capital Federal, el 35% de las causas por lesiones y el 38% de las amenazas son casos de violencia familiar, en su gran
35 Estadstica publicada por Clarn el 24/11/2007.
36 Violencia psicolgica o emocional, originada en aquel patrn de conducta, tanto de accin como de omisin, de carcter repetitivo, consistente en prohibiciones, coacciones, condicionamientos, intimidaciones, amenazas, actitudes devaluatorias o de abandono, capaces de provocar, en quien las recibe, deterioro o disminucin de la autoestima y una afectacin a su estructura de personalidad. Artculo 5, ley de Violencia familiar, n 9283, Crdoba.
84 mayora de violencia ejercida contra la mujer. En la Justicia de Instruccin de la Capital Federal, las infracciones a ley 24.417 (de violencia domstica) alcanzan slo el 3,61%, pero si se analizan las sentencias se observar que en el 78% de las causas por abuso deshonesto y en el 50% de los homicidios las vctimas son mujeres. En este mbito judicial las causas de violencia sexual 37 crecieron un 43% entre 2006 y 2007. 38
La manifestacin extrema de violencia fsica contra la mujer se conoce como femicidio, trmino que alude a los asesinatos de mujeres por parte de hombres motivados por desprecio, odio, placer o sentido de propiedad sobre ellas. 39 Es un concepto que ha sido producido como consecuencia de nuevos enfoques tericos que reconocen que la violencia basada en la desigualdad de gnero tiene una naturaleza socialmente generalizada. Femicidio pone en cuestin todo argumento que tienda a disculpar y/o naturalizar la violencia al representar a los violentos como locos o pasionales. La teora feminista considera que el asesinato de mujeres es la forma ms brutal de un terrorismo sexista que procura sostener la dominacin masculina y el orden patriarcal. 40 Hay dos tipos de femicidios: el ntimo, que seran los asesinatos cometidos por varones con quienes las vctimas tenan una relacin cercana, familiar, de convivencia; y no ntimo, en el que falta esa relacin. A menudo estos asesinatos estn precedidos por un ataque sexual previo.
Monitoreos efectuados en agencias de noticias y diarios sealan que el nmero de femicidios en la Argentina es el siguiente: 34 en 2004; 38 en 2005; 68 en 2006; 95 en 2007; 105 en 2008 y 82 al 30/06/2009. 41 Dos evidencias se desprenden de estos datos: la primera es que en 2008 se cometi en la Argentina un femicidio cada dos das; y la
37 Violencia sexual, definida como el patrn de conducta consistente en actos u omisiones que infrinjan burla y humillacin de la sexualidad, induccin a la realizacin de prcticas sexuales no deseadas y actitudes dirigidas a ejercer control, manipulacin o dominio sobre otra persona, as como los delitos contra la libertad y el normal desarrollo psicosexual. Artculo 5, ley de Violencia familiar, n 9283, Crdoba.
38 Es muy sugestivo que de los 473 casos de violacin que pasaron por los tribunales en 2007 slo haya habido condena en 47 de ellos (Perfil, 9/2/2008).
39 Caputo, Jane y Russell, Diana: Femicide: Speaking the unspeakable. En www.wola.org/vaw 40 Russell, Diana y Radford, Jill: Femicide. The politics of woman killing. En www.wola.org/vaw
41 El clculo se realiz teniendo en cuenta noticias difundidas y/o publicadas por las agencias Tlam y DyN y 43 diarios de distribucin nacional y/o provincial. En www.lacasadelencuentro.org
85 segunda es que el asesinato de mujeres por razones relacionadas estrictamente con su gnero es una tendencia que acusa un aumento muy significativo en los ltimos aos (ms del 300%). Sin embargo, esta medicin puede estar sesgada por la mayor visibilidad que ha adquirido la violencia de gnero en las comunicaciones masivas. Lamentablemente, se carece de estadsticas criminales especializadas que puedan corroborar estos datos. Se ha realizado, en cambio, un trabajo muy interesante basado en datos de la Subsecretara de Informacin para la Prevencin del Delito del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires (Cisneros y col., 2005), que indica que en el territorio bonaerense se cometieron, en el perodo 1997-2003, 12.289 homicidios, de los cuales en 10.917 las vctimas fueron varones y en 1.284 (10%) fueron mujeres. Entre estos ltimos, el 82% son femicidios, lo cual implica que en esta provincia tambin se comete un femicidio cada dos das.
Hay otros hechos sumamente reveladores en esta investigacin que coinciden plenamente con los hallazgos de los monitoreos de medios: la mayor parte de los femicidios son cometidos por varones y son femicidios ntimos porque sus responsables son en primer lugar los esposos, concubinos, parejas y novios, y en segundo lugar las ex parejas de las vctimas; recin en tercer lugar estn los desconocidos que adems ejercen violencia sexual, y por ltimo hombres con alguna vinculacin directa familiar. Se confirma de esta manera que para las mujeres la inseguridad no est tanto en las calles sino en la intimidad de sus hogares.
B) El estudio de la violencia fsica en los medios
El abordaje metodolgico del tratamiento en los medios del problema de la violencia fsica en la relaciones entre los gneros admite diversas estrategias. Veamos tres ejemplos, todos de autoras espaolas, que centran sus investigaciones en el producto informativo. En primer trmino, Fernndez Daz (2003), examina la cobertura de la agresin sexual a partir de los prejuicios de base sexual, la forma en que estos prejuicios se introducen en los medios y los prejuicios creados por los propios medios. Siguiendo los lineamientos de Van Dijk, sostiene que los discursos mediticos reproducen los prejuicios y creencias que se asientan en los modelos sociales. Acude entonces al anlisis crtico con el objeto de evidenciar los vnculos entre los discursos y los modelos mentales, y con la ideologa y el poder. Luego, Ariznabarreta y otros 86 (2006) estudian la representacin de la violencia de gnero con anlisis cuantitativos y cualitativos efectuados sobre los titulares y otros gneros periodsticos. Tambin hay aqu una declarada adscripcin a los estudios de Van Dijk que parten de considerar a la noticia como un discurso, esto es, como un evento comunicativo especfico dentro de un tipo de anlisis socialmente orientado. As, por ejemplo, uno de los captulos trabaja sobre aspectos lingsticos y semnticos de los titulares de las noticias por entenderlos como la macro-estructura textual que cimienta el sentido de la noticia. Por ltimo, Vives-Cases y col. (2005) cotejan el tratamiento periodstico de la violencia contra las mujeres con la evolucin temporal de las muertes por esta causa en Espaa, con el objetivo de ilustrar el contexto social en el que acontecen los eventos mediticos. Para ello recurren a un anlisis de contenido cuantitativo de noticias de violencia contra las mujeres, al que cruzan con el clculo de las tasas de mortalidad brutas en el mismo perodo.
Por mi parte, y como ya he adelantado, decid apelar a una estrategia multidisciplinaria que tiene fuerte basamento en la teora sobre la noticia, y que incluye tambin algunas herramientas del anlisis crtico del discurso para ciertos aspectos semntico-lingsticos. Van Dijk (1990) desarroll el anlisis crtico del discurso con el objetivo de indagar la relacin entre la sociedad y el discurso meditico. En tanto que pone el acento en las relaciones de poder y el ejercicio de la dominacin que existen en una sociedad, que se expresan en los textos que por ella circulan, es una perspectiva que luce como adecuada para esta investigacin, que conceptualmente parte de que las relaciones entre hombres y mujeres estn atravesadas por profundos desequilibrios y desigualdades que no siempre estn visibles en la informacin. Y justamente el anlisis crtico tiene como objetivo descubrir en la noticia en tanto discurso- aquello que no est transparentado y aquello que est consensuado como natural y legtimo. Se propone tambin desvelar lo que no se dice explcita sino implcitamente, a travs de sobreentendidos y supuestos que se asume son compartidos por el productor y el lector de la noticia.
Adems del anlisis textual, Van Dijk se plantea el desafo de relacionar los contenidos informativos con los atributos o valores que los periodistas les asignan a los acontecimientos que les dan origen, para poder as detectar las creencias que los 87 profesionales ponen en juego en cada caso. Creencias que, como mencion ms arriba, son por lo general compartidas por el pblico de cada medio a travs del enlace enunciativo que constituye el contrato de lectura, y adquieren una mayor visibilidad en aquellos hechos que se constituyen en casos periodsticos, esto es, acontecimientos individuales o microsociales que los medios exponen mediante una estructura discursiva bsicamente narrativa(Ford, 1999: 246). Lo narrativo aqu alude no solamente a lo estructural-formal sino tambin a la presentacin o resolucin de conflictos apelando ms que a la informacin concreta, a situaciones arquetpicas (Ford, 1999: 264), en las que es posible identificar estereotipos, prejuicios y valores ideolgicos que tambin atraviesan las relaciones entre los gneros. En el caso periodstico siempre hay un discurso moralizante, un discurso del deber ser, y la constitucin periodstica de las identidades de los gneros y de las relaciones entre ellos, no escapa a esa norma.
Los casos elegidos para estudiar la violencia de gnero en los dos diarios de referencia son los de Nora Dalmasso y Romina Tejerina. El de Dalmasso fue el femicidio que ms repercusin meditica nacional tuvo en los ltimos aos. Ocurri el 26/11/2006 en Ro Cuarto, Crdoba, y apenas fue conocido los medios en general - incluso aquellos que, como La Nacin, hasta ese momento se haban caracterizado por una cierta discrecin y mesura en la cobertura de sucesos policiales- efectuaron un despliegue informativo inusualmente extenso e intenso. Tanto Clarn como La Nacin le adjudicaron una noticiabilidad poco vista en este tipo de acontecimientos. En las dos primeras semanas de cobertura el caso fue varias veces tapa y noticia principal de la seccin Policiales en Clarn. La Nacin no lo jerarquiz de la misma forma, pero le dedic un considerable centimetraje. Con el correr de los das, el asesinato fue tomado tambin por la televisin y las radios y comenz a ser tema obligado de cualquier reunin social, muy especialmente en Ro Cuarto: sus habitantes casi no hablaron de otra cosa durante varios meses y agotaron las tiradas de diarios y revistas cada vez que hubo alguna sensacional novedad. Qu fue lo que provoc semejante repercusin en la sociedad riocuartense: las circunstancias inherentes al crimen, su cobertura meditica o una combinacin de ambas cosas? Hubo tambin repercusiones polticas en el mbito provincial: funcionarios sospechados, funcionarios que renunciaron y funcionarios que fueron renunciados; y policas y fiscales desplazados del caso.
88 Nadie podra dudar que Dalmasso fue vctima de una violencia ejercida por un hombre sobre ella por el slo hecho de ser mujer. Es un clsico ejemplo de violencia de gnero. Sin embargo, se podr verificar ms adelante que la imagen de la vctima se confundi con la de victimaria, puesto que se dej entrever que la condicin social y/o la personalidad y/o las conductas sociales de Dalmasso haban impulsado la accin violenta de su victimario. En cambio, de Romina Tejerina se ha generalizado su imagen de victimaria. La inclusin del caso de una madre que mat a su beb en esta seccin que versa sobre la violencia de gnero se sustenta en su paralela calidad de vctima. Efectivamente, abundan los argumentos y hechos objetivos que permiten sostener que sobre Tejerina se ejerci violencia en razn de su condicin genrica, porque no puede dudarse de que haya sido violada si se consideran la verosimilitud de su relato del hecho, su ocultacin del embarazo y su reaccin violenta para con el fruto de ste, aspectos todos que han sido ratificados por varias opiniones cientficas serias y honestas. Subsidiariamente, el anlisis de este caso permite apreciar la aplicacin de una sustantiva violencia institucional sobre la mujer que delinque, ya que los aparatos judicial y penitenciario -como as tambin el poder poltico- fueron extremadamente severos con Tejerina. En el lugar en el que ocurrieron los hechos la provincia de Jujuy- ese rigor podra explicarse porque la tramitacin de su proceso judicial revel algunas de las negligencias, abusos y atropellos en las que incurren a diario esas reas del poder sobre todo para con los sujetos de las clases inferiores-, que suelen ser pasar desapercibidos a fuerza de haber sido naturalizados. Pero, adems, la victimizacin institucional de Tejerina tiene que ver con que su caso expuso en la escena pblica la vigencia incuestionable de un patriarcado difusamente extendido en los estratos de los poderes republicanos y en las principales instituciones de la provincia nortea. As tambin lo entendieron todos aquellos funcionarios nacionales de distintos niveles, legisladores, acadmicos, periodistas, militantes polticos y sociales- que de diferentes maneras expresaron su inquietud, apoyo y comprensin para con la joven. Pocos casos han sido tan emblemticos para la lucha por los derechos de las mujeres como el que tuvo a Romina Tejerina como protagonista. Su condicin de vctima de una justicia con rmoras patriarcales fue reivindicada una y otra vez por numerosas organizaciones no gubernamentales, de derechos humanos y colectivos feministas del pas y del extranjero. Se construy as, a lo largo de seis aos, un relato de su trgica historia que para muchas de mujeres y de hombres se convirti en smbolo de la relacin de inequidad entre los gneros. Miles de personas se movilizaron por ella; 89 cientos de declaraciones clamaron por su inocencia, varias legisladoras nacionales y provinciales intercedieron para tratar de mejorar su situacin procesal y sus condiciones de encierro; se presentaron proyectos de ley para reponer la figura del infanticidio en el Cdigo Penal. Su caso engendr un sinnmero de debates pblicos y privados sobre aspectos muy sensibles de la vida social en general y de la subjetividad femenina en particular pues, como pocos, concentr en su seno problemticas como la violencia sexual, el aborto y la anticoncepcin. Y en un plano ms amplio puso en discurso reflexiones acerca de las polticas pblicas sobre salud reproductiva, la igualdad ante la ley, el carcter sexista de la justicia y la subordinacin y opresin de las mujeres.
Las razones de la figuracin pblica de Nora Dalmasso fueron muy distintas, aunque igualmente lamentables, porque ella fue tan vctima como Tejerina de una violencia machista que considera a las mujeres como objetos de los que es vlido apropiarse. Pero su asesinato provoc escasos gestos de compasin y simpata entre propios y extraos.
Captulo III Nora Dalmasso: vctima-victimaria
3-1 Introduccin El anlisis de las coberturas del caso Dalmasso de Clarn y La Nacin est divido en tres momentos. El primero atae a las primeras semanas apenas conocido el hecho. El segundo corresponde a algunas de las derivaciones polticas y repercusiones 90 que tuvo el caso en sectores del pblico relacionadas, directa o indirectamente, con su tratamiento periodstico. El tercero da cuenta de la reactualizacin de la noticiabilidad del caso que se produjo cuando fue imputado el hijo de la vctima. En un apartado final analizo la calidad de vctima que le fue atribuida por los diarios a Nora Dalmasso.
3-2 Primer momento: un crimen entretenido Es indiscutible que, desde un primer momento, las connotaciones sexuales marcaron a fuego la identidad de este crimen, al tiempo que fueron los condimentos que sazonaron su dilatada y destacada presencia en las pginas de Clarn y La Nacin. ESTRANGULARON CON EL CINTURN DE SU BATA DE SEDA A UNA MUJER DE 51AOS. LA HALLARON SEMIDESNUDA. SE PIENSA EN MOTIVOS PASIONALES, titul Clarn en su tapa del 28/11/2006. En una operacin simultnea, a travs de este ttulo el diario constituy un escenario criminal sugerente y brind la pista para interpretarlo. Para el primer propsito concurrieron las alusiones a la edad de la vctima, a cmo fue hallada en la escena del crimen y al material de su bata: los tres datos, sobre todo los dos ltimos, tienen innegables connotaciones erticas. El segundo de los propsitos el interpretativo- se evidencia en la ltima frase, en la que el autor de la accin pensar en- est oculto. Es muy llamativo tambin, aunque no infrecuente, que el diario haya arriesgado la hiptesis pasional en la primera edicin en la que se refiri al crimen, cuando an haba escasa informacin al respecto. En el desarrollo de la informacin, Clarn dio por sentado que la mujer haba tenido relaciones sexuales consentidas y que no haba signos de violencia en la habitacin ni de defensa en su cuerpo. Y como las pistas apuntaron a un crimen pasional, los investigadores se propusieron poner la lupa sobre el crculo de relaciones de la mujer para rastrear detalles de su vida que puedan aportar datos sobre posibles relaciones ntimas. Estas aseveraciones ya dejaban entrever el frame que predominara durante la cobertura, y pese a que algunas de ellas se iran descartando con en el transcurso de la investigacin judicial, cada recapitulacin del caso reiter aquellas primeras impresiones que lo enmarcaron como un crimen asociado al sexo y la pasin en el marco de un adulterio.
As, el da 29/11/2006 Clarn afirm que la hiptesis del crimen pasional creca porque la vctima haba tenido relaciones sexuales antes o durante su muerte. Por primera vez ambos diarios mencionaron la palabra hipoxifilia: Una 91 prctica sexual en la que uno de los miembros de la pareja es estrangulado suavemente por el otro para llegar al orgasmo (en negrita en el original). De acuerdo con Clarn, Dalmasso le haba abierto la puerta a su amante, y ya en la cama ella muri asfixiada por estrangulamiento (en el momento de) alcanzar el clmax sexual. En su cuerpo no encontraron otra marca de violencia que no sea la del lazo de seda con dos vueltas atadas prolijamente al cuello, con un nudo final (en negrita en el original).
Era evidente la intencin de subrayar la dimensin ertica al hecho que se presentaba ms como un accidente que como un asesinato. Pero la informacin contena errores tan groseros y nunca reconocidos- que parecan ser fruto ms de cierta intencionalidad que de la ignorancia o la negligencia: el glamoroso lazo de seda no fue tal, sino el cinturn de una vulgar bata de toalla, y, adems, las dos vueltas atadas prolijamente al cuello le hubiese indicado al ms inexperto de los criminalistas que all no haba habido un juego ertico pues no eran necesarias para ese fin- sino una intencin de matar. Los indicios de la escena del crimen por un momento fueron mucho ms atractivos que el crimen mismo, una percepcin que es bien propia de la novela policial donde siempre hay avidez por el milagro del indicio (Barthes, 1967: 231). Lo pasional era el gran atractivo para el periodismo ya que la noticiabilidad no resida en el femicidio en s sino en determinadas circunstancias que lo haban rodeado. Con el correr de los das, el tratamiento periodstico husme en la vida privada de la vctima hasta lmites tal vez nunca alcanzados. En su edicin del 7/12/2006, Clarn transcribi literalmente mensajes de texto enviados por Dalmasso a su esposo y a otro hombre; estos ltimos hacan referencia explcita a situaciones sexuales. A dos semanas de ocurrido el crimen, la justicia decidi efectuar una autopsia psicolgica. Clarn dio por vlidos los postulados de dicha tcnica, siendo el principal el que sostiene que la forma de vida de una persona est relacionada directamente con su muerte (en negrita en el original). As, por ejemplo, el haber tenido una relacin sexual en la cama de su hija puede ser indicio de una mujer transgresora. El diario no explic por qu la naturaleza transgresora de una mujer puede ser una pista para descubrir a su asesino. Tampoco indic de qu transgresin se estaba hablando. 92 Quizs las noticias que ms espectacularizaron el crimen fueron las que dieron cuenta del resultado de la autopsia, porque en ellas no se ahorraron palabras ni imgenes para describir la escena del crimen y la mecnica de la muerte:
haba una bombacha en el antebao y dentro del bao dos o tres ms,el cuerpo desnudo, sin maquillaje, tendida en la cama, piernas semiabiertas, moretn en el pezn izquierdo, tomada desprevenida despus de haber tenido relaciones sexuales consentidas, lesiones anales y genitales producto de una prctica sexual no comn...,frasco de vaselina en la mesita de luz, manchas de sangre, intent defenderse, mechn de pelo del asesino, muestras de semen.
A esta explcita cadena sintagmtica hay que sumar las infografas, publicadas por ambos diarios, que ilustraron detalladamente los hallazgos de los forenses. Fernndez Daz (2003) afirma que en las noticias sobre agresiones sexuales abundan la magia de la anatoma fragmentada y el gusto por el detalle genital como producto de la influencia de una mirada pornogrfica del acontecimiento:
Lo que las noticias asimilan de este gnero [el pornogrfico] son los elementos ms atractivos para los lectores, que en trminos retricos se definiran como sincdoques y metonimias: lo sexual reemplaza a la mujer; o mejor, la mujer se reduce a su vagina y sus senos. La pornografa reduce el todo a la parte, es falocntrica y silencia lo femenino. Por aadidura, la mujer no es una persona, sino un ente que se caracteriza por su sexo y cuya identidad se limita a ste (Fernndez Daz, 2003: 203).
Clarn, 28-11-2006 La Nacin, 29-11-2006 93 Aport tambin a montar un espectculo de la muerte de Dalmasso la publicacin de pormenorizados relatos en los que se puede apreciar una difuminacin entre la ficcin y la realidad. A la vez, esos relatos completaron la exposicin pblica de la vida privada de la vctima: Nora lleg de la cena con sus amigas () y se ba pensando en irse a descansar o se duch para esperar una cita con quien nunca pens que sera su asesino? () La puerta de la casa que da al jardn siempre estaba abierta y su amante lo saba. Por ah entr y sali el asesino sin que nadie ms que Nora lo viera (Clarn, la negrita es del original).
Tal vez aquella noche Dalmasso estuvo con un amante. Dicen que tena ms de uno. ()El hecho de que el asesino mirara el rostro de la mujer mientras la mataba abon la hiptesis del crimen pasional. ()No debe descartarse la emocin violenta como complemento fatal de un amamante herido en su orgullo y sentimiento de posesin, que, estando con la vctima participa de la recepcin de mensajes apasionados de alguien que aparece como su contrincante amoroso (La Nacin).
En resumen, en sus primeros quince das de cobertura, para explicar e interpretar el crimen los dos diarios recurrieron a un nutrido conjunto de prejuicios, valores morales e imaginarios acerca de la sexualidad femenina, el erotismo fuerte, los secretos de la vida en los barrios cerrados, la doble moral de la clase alta y los manejos del poder poltico, entre otros tpicos. Ambos utilizaron con frecuencia el recurso de la narrativizacin y apelaron a retricas sensacionalistas con el doble propsito de provocar un impacto emocional en el lector y estimular su curiosidad morbosa. Estrategias que son habituales en Clarn, pero no tanto en La Nacin, lo cual es un significativo indicio de los cambios operados en el contrato de lectura de un diario al que se considera serio. Las descripciones minuciosas de las circunstancias del crimen y del cadver de la vctima, y los relatos de su muerte, construyeron un receptor que fue voyeur y detective aficionado a la vez; un lector que cada da se interesaba ms en la trama criminal en la medida en que ms se entrometa la prensa en la intimidad de Dalmasso y su entorno. Clarn y La Nacin hicieron mucho por erigir un goce esttico de la violencia ejercida contra la vctima. Si se los compara con la prensa tradicionalmente sensacionalista, lo hicieron de una manera ms refinada, escudndose a menudo en la racionalidad del discurso forense. No obstante, sus contratos de lectura y la sensibilidad de la poca les impusieron algunos lmites. Si en el pasado en publicaciones de crmenes, como la revista Esto!, se utilizaban las fotografas de los cuerpos violentados como principal recurso expresivo, Clarn y La Nacin emplearon dispositivos -como la jerarquizacin, la infografa o el despliegue informativo- que 94 quizs fueron menos expresivos, pero igualmente eficaces. De esa eficacia da cuenta el siguiente apartado.
3-3 Segundo momento: repercusiones y derivaciones
El tratamiento de la informacin reseado hasta aqu acerc El asesinato de Dalmasso al suceso bartheano, entendido ste como un espacio donde se proyectan las angustias y las inseguridades con relatos que satisfacen la atraccin popular por el misterio, que en otras pocas fue abastecido por la religiosidad y los mitos (Barata Villar, 1998: 67). La estrategia fue eficaz para atraer la atencin del pblico, a lo que debe aadirse el efecto de instalacin del crimen en la agenda pblica producto de similares coberturas realizadas por otros medios grficos y por los audiovisuales.
95 El 12/12/2006 la noticia sobre el asesinato ocup los tres primeros puestos entre las ms ledas en el sitio web del diario cordobs La Voz del Interior; en la edicin digital de La Nacin del mismo da, tres de las cinco notas ms ledas correspondieron al crimen, y en el buscador Google haba 130.000 entradas para Nora Dalmasso (www.rionegro.com.ar, 17/12/2006). Si bien la informacin sobre el femicidio atrap al pblico en todo el pas, en el nivel local las repercusiones fueron ms evidentes y, a su vez, ellas se transformaron en acontecimientos noticiables. En notas que Clarn y La Nacin publicaron el 9 y el 10 de diciembre de 2006, pueden advertirse distintos y contradictorios efectos en la sociedad de Ro Cuarto derivados de las caractersticas del tratamiento periodstico utilizado por los dos diarios. Por ejemplo: el da 9 La Nacin public una nota -ilustrada con una foto de la tumba de Dalmasso- que relataba, con alguna pretensin literaria, la visita de un periodista del diario al cementerio local:
Las dos mujeres han dejado un ramo de rosas, claveles y orqudeas sobre una placa provisoria que dice Nora Dalmasso () Las mujeres no hablan. Slo se oye el rumor del viento que mueve las hojas de los sauces, cerca de la capilla. Las mujeres cruzan el parque, bajo el sol del medioda, y se alejan del cementerio. Tres pjaros negros caminan cerca de la tumba () En una entrevista con LA NACIN, el viudo, Marcelo Macarrn, haba dicho: Yo fui dos veces a la tumba. Facundo tambin. Valentina estuvo tres minutos y me dijo: Bueno, pa, ya est. Vamos. Tenemos que salir adelante. Ahora, no hay nadie en el parque, adems de los pjaros negros.
A La Nacin le result extrao que dos desconocidas visitaran la tumba de Dalmasso pese a que la gente reprueba cierto tratamiento morboso de la informacin. Como es norma cuando los medios en general son cuestionados, el matutino deslind responsabilidades y se excluy de aquellos que habran sido 96 reprobados por la gente. Clarn public un anlisis firmado por su experto en temas mediticos, Miguel Wiazki, en el que el periodista se pregunt: El periodismo prefiri sumergirse en una trivialidad perversa y abrumadora? O son las audiencias la gente quienes no consideran triviales sino cruciales a las historias de la vida privada, cuando estn atravesadas por la violencia y por cuestiones tan sensibles para cualquiera como la infidelidad, el engao y la muerte? Se observa en este prrafo un intento de justificar la retrica sensacionalista utilizada por el diario, bajo el argumento de que es la gente la que considera que es crucial inmiscuirse en la vida privada cuando estn de por medio cuestiones muy sensibles. Es un recurso frecuente responsabilizar al pblico por lo que un medio informa. Desde este punto de vista, el medio se limitara a cumplir con su deber satisfaciendo no importa cmo ni a qu precio- las necesidades informativas de su pblico. 42
Pese a todo, el crimen, sus implicancias y su tratamiento meditico siguieron siendo la comidilla de la comunidad de Ro Cuarto: El aire est cargado de rumores e intrigas, fue la metfora metereolgica a la que recurri La Nacin para describir la situacin. El matutino transcribi asimismo declaraciones del jefe comunal y del obispo de Ro Cuarto motivadas por las derivaciones escandalosas del caso: Parece que soy el intendente de Sodoma y Gomorra, dijo el primero; Todos somos pecadores y nadie debe regodearse del mal ajeno, afirm el segundo. Por su parte Clarn sostuvo en su nota del da 10 de diciembre que Ro Cuarto era una ciudad que no poda salir de su asombro en relacin a lo que los medios informaban sobre el caso: El asombro, la curiosidad y el tema excluyente se centran en la trama de relaciones cruzadas que exista en ese jet set local del crculo social de la vctima, no tanto en el propio asesinato. () Las supuestas infidelidades se transformaron en algo ms que una novela. Se trata de un nuevo cristal con el que los vecinos miran ahora a los profesionales ms encumbrados de una ciudad en la que las campanas de la Catedral
42 El Senado nacional aprob por unanimidad una declaracin donde expres su preocupacin y malestar por la forma en la que es utilizado el asesinato de Nora Dalmasso (La Nacin, 14/12/2006). Las crticas partieron incluso desde otros medios. Pgina/12, por ejemplo, le dedic la tapa del 10/12/2006 bajo el ttulo Argentina voyeur. En la bajada seal: El crimen de Ro Cuarto desat la voracidad meditica, basada en la culpabilizacin de la vctima y centrada en los detalles de su vida sexual ms que en el asesinato. En la contratapa, la periodista Sandra Russo afirm que la cobertura del crimen era un ejemplo claro y contundente de la sancin disciplinadora de la opinin pblica que cumplen los medios de comunicacin, y de cmo cierto morbo indispensable para hacer periodismo es completamente funcional al disciplinamiento social en materias privadsimas. 97 suenan todas las tardes y delatan a su comunidad catlica practicante () haba un mundo desconocido que ocurra all, frente a todos, sin que nadie lo supiera (la negrita es del original). En su nota del mismo da La Nacin expres:
Las cosas han cambiado en Ro Cuarto. En los bares, en las calles, todo el mundo habla del crimen. No. Del crimen, no. La verdad es que la gente parece ms interesada en hablar de las supuestas costumbres de ciertas familias acomodadas que del homicidio.
De los textos de esas notas no surga la posibilidad de que los mismos medios fueran los causantes de lo que se estaba dando cuenta en ellas. Su papel estaba oculto en esos relatos. S fue evidente, en cambio, la eficacia con la que lograron instalar el crimen en la agenda pblica al iluminar aquellos atributos del acontecimiento que ms atractivos le podan resultar al pblico. En este sentido, a los diez das de haberse conocido el crimen, el sitio web de Clarn (www.clarin.com) pregunt a sus lectores por qu crean que el crimen haba generado tanta atencin. El 57,5% de los lectores eligi la respuesta Por sus implicaciones sexuales, y el 18,5 % seal "Por el misterio que envuelve al crimen". Represe en que en la formulacin de la pregunta el diario le atribuy al crimen el haber generado atencin y no a su cobertura, la cual no figuraba como opcin dentro de las respuestas posibles. El planteo de la encuesta implic as un nuevo borramiento del papel de los medios: como si no hubiesen existido, como si el pblico se hubiese podido enterar del acontecimiento prescindiendo de ellos. De todas formas, el resultado de la consulta confirm que -en trminos de marketing-, el enfoque haba sido el adecuado, y en lo sucesivo Clarn no modific en nada la retrica sensacionalista de su cobertura. Lo mismo ocurri con La Nacin.
Durante enero de 2007 Clarn y La Nacin informaron espordicamente sobre las alternativas de la investigacin judicial. El caso fue perdiendo importancia en la agenda de los diarios porque poco fue lo que se avanz en su esclarecimiento. Pero al mes siguiente la detencin de Gastn Zrate, el pintor que estaba trabajando en la casa del matrimonio Dalmasso-Macarrn, reaviv el inters social y meditico por el femicidio. Miles de riocuartenses se manifestaron en contra de esa detencin en una marcha que se denomin el perejilazo. Su reaccin puede tambin entenderse por la agenda de atributos y el marco interpretativo que haban primado en casi todos los medios, incluyendo los dos que aqu se analizan. Debe recordarse que hasta ese momento la informacin haba puesto el acento en el juego sexual, el amante despechado, las 98 implicaciones polticas, el crimen relacionado con el poder, las costumbres de la familias acomodadas, la doble moral, el posible involucramiento de los profesionales ms encumbrados de la ciudad y, en fin, en la trama de relaciones cruzadas que exista en ese jet set local del crculo social de la vctima. En ese marco interpretativo, y siendo que el nico imputado en la causa era un funcionario del gobierno provincial, la acusacin contra Zrate despert sospecha e indignacin, y de all la reaccin vecinal.
Pero, por otra parte, para el sistema penal Zrate represent un tipo de victimario ms adecuado por cumplir con los parmetros del delincuente por antonomasia: varn, joven y pobre. Habra sido ms normal que l hubiese sido el asesino. Para los medios, en cambio, la hiptesis del pintor desbarrancaba la mucho ms conveniente del amante engaado. Como dice Barthes, en el suceso-asesinato hay algunas causalidades que decepcionan: en este caso, Zrate responda al estereotipo, s, pero para el crimen de Dalmasso era un victimario demasiado vulgar, demasiado prosaico. Como sea, si bien sigui en condicin de imputado, Zrate fue rpidamente puesto en libertad y el caso perdi nuevamente atractivo. Las marchas y contramarchas de la investigacin policial- judicial haban dejado hasta ese momento un tendal de catorce renuncias o desplazamientos: un fiscal general, dos fiscales, un ministro y un secretario de Seguridad, un asesor de esa rea, y el jefe, el subjefe y otros seis funcionarios de la polica.
El 27 de mayo de 2007, a seis meses de haberse producido el crimen, Clarn public una recapitulacin en la que repuso, incluso con mayor vigor, la retrica sensacionalista de los pasajes iniciales de la cobertura. La nota afirma que cuando en noviembre de 2006 se hizo pblico el caso ste estallara en los telfonos de todo (sic) Crdoba y llegara a las redacciones de Buenos Aires en una ola imparable que devolvera decenas de periodistas, enviados a seguir el caso durante semanas. Es para remarcar la utilizacin de las metforas del estallido y de la ola imparable, pues ambas justificaban -en trminos de un suceso natural, esto es, como algo no previsto y que escapa a todo control- las hipertrficas coberturas que se desarrollaron en las primeras semanas. Hay luego numerosos datos acerca de la vida privada de Dalmasso. Refirindose a su matrimonio con Macarrn, por ejemplo, dice que cuando se 99 investig la pista de un presunto amante, se determin claramente que ambos haban sido infieles en algn momento.
En consonancia con esta afirmacin, la investigacin del diario retom la hiptesis del amante despechado, indudablemente la ms atrayente de todas, describiendo con sumo detalle los indicios presentes en la escena del crimen y las pericias mdicas, en particular aquellas que se referan a cmo haba mantenido la vctima relaciones sexuales en el momento de ser asesinada, porque el dato clave para resolver el caso pareca ser si el sexo haba sido consentido o forzado. Clarn brinda en este aspecto versiones contrarias: sostiene que las dos opciones eran posibles, pero duda de una violacin por la falta de seales resistencia de Dalmasso, algo que sus amistades consideran imposible por su personalidad. En consecuencia, el diario se inclina por la primera opcin que es la que sostiene la hiptesis del amante resentido-, y la revalida cuando transcribe un supuesto dilogo, ocurrido durante el velorio de Dalmasso, entre Marcelo Macarrn y un mdico amigo que haba presenciado la autopsia: el viudo quera saber toda la verdad, por ms dura que sea, y su amigo le habra asegurado: Esto fue consensuado con acceso anal y vaginal. Usaron mucha vaselina.
3-4 Tercer momento: quienes viven peor
En cuanto al lecho de tu madre, no has de temer: hay muchos hombres que se han acostado con su madreen sueos, pero son los que no hacen caso de estas cosas quienes viven mejor (Sfocles, Edipo rey)
El 7 de junio de 2007 el fiscal de la causa basndose en una pericia gentica- acus a Facundo Macarrn de abuso sexual agravado y homicidio calificado. Al da siguiente la noticia apareci en las tapas de La Nacin y Clarn. En este ltimo fue el ttulo principal. La impactante decisin judicial rescat al caso del olvido y reactiv su serie periodstica, pero los dos diarios lo jerarquizaron de una manera inusual: en los diez das comprendidos entre el 6 y el 16 de junio, el caso fue tapa ocho veces en Clarn y nueve en La Nacin; ambos diarios mandaron periodistas y fotgrafos a Ro Cuarto y produjeron una notable cantidad de material periodstico 43; consultaron reiteradamente a genetistas, criminlogos, jueces y abogados; publicaron declaraciones de familiares y
43 El 8 de junio, por ejemplo, Clarn le dedic tres pginas, diez fotografas y una infografa. 100 allegados a las familias Macarrn y Dalmasso y se entrometieron impdicamente en la vida ntima del nuevo sospechoso haciendo nfasis en su orientacin sexual y en sus relaciones familiares. Alternaron as entre el discurso racional de la ciencia y la espectacularizacin de la privacidad, y entre la lgica del Orden y el discurso del melodrama. Clarn y La Nacin dirigieron su atencin hacia el impacto emocional que haba causado en los Macarrn y los Dalmasso la acusacin recada sobre Facundo, subrayando la sorpresa y la preocupacin producidas en las dos familias.44 En este aspecto, Marcelo Macarrn fue objeto de una atencin especial.45
Simultneamente, comenzaron a publicar relatos de la vida pasada y presente de ambas familias, tal vez con la intencin de encontrar aquello que podra explicar una anomala en las relaciones de parentesco. Con ese propsito, especularon acerca de la naturaleza del vnculo entre Nora Dalmasso y su hijo (Ahora esa relacin entre madre e hijo est en la mira de los investigadores, Clarn, 8/6/2007). Cuando Facundo Macarrn fue citado a una declaracin indagatoria, Clarn (15/6/2007) public una detallada reconstruccin de su comparecencia ante el fiscal. En ella reprodujo, sin precisar la fuente, el siguiente tramo de la audiencia: Usted dorma en alguna de la cama (sic) de la casa con su mam?, habra sido la primera pregunta del fiscal. A la que Facundo contest: Yo nunca dorm con mi mam. Esta frase encabez la nota y fue ttulo de tapa de aquella edicin.
44 Por ejemplo: Dalmasso: cmo se derrumb la familia (La Nacin, 10/6/2007, tapa); Abuelos, yo soy inocente, dijo el hijo de Dalmasso (Clarn, 9/6/2007, tapa, ttulo principal) y La abuela defendi a su nieto/Dijo que est triste y desesperada (La Nacin, 15/6/2007). 45 Cf. El viudo no visit la tumba ni jug al golf (Clarn, 11/6/2007); El padre, solo y deprimido (Clarn, 9/6/2007);La desesperacin del padre de Facundo (La Nacin, 10/6/2007, tapa).
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La Nacin, 15-6-2007
Como era de esperarse, la frondosidad y el tono de las coberturas revivieron el inters del pblico sobre el caso. Nuevamente en el mbito local tuvieron lugar las repercusiones ms notorias y, como ya haba sucedido, esas repercusiones se convirtieron en noticia. As, los diarios nacionales y provinciales aumentaron un 40% sus ventas; los vecinos de Ro Cuarto hicieron cola durante la madrugada para esperar la salida del diario local Puntal, y adems agotaron la edicin de la revista Para Ti, pues ninguno de los ciudadanos de Ro Cuarto se quiso quedar sin conocer a la supuesta nueva pareja de Marcelo Macarrn (El drama que conmueve a una provincia que no sale del shock, La Nacin, 9/6/2007). Al da siguiente, La Nacin relacion el femicidio de Dalmasso con otros Crmenes Resonantes ocurridos en mbitos familiares (Garca Belsunce, Schoklender, Barreda, Da Bouza) y, en ese sentido, en otra unidad informativa (Casos que alimentan el morbo del pblico) analiz el porqu del inters de los lectores por estos asesinatos. La pieza recoge opiniones de especialistas, sugestivamente ninguno de ellos del campo de la comunicacin periodstica, que como es habitual opinan y arriesgan hiptesis basados nicamente en lo que conocen a travs de los medios, es decir, sin haber ledo ni una sola pgina del expediente judicial. As, por ejemplo, la sociloga Ana Wortman, dando por probado el incesto entre Facundo y su madre, sostiene:
Estos hechos incestuosos suelen atriburseles a las clases populares, y sumado a la presin de los medios, llaman mucho la atencin porque muestran que las miserias humanas estn afuera y adentro de esos mbitos (los countries) que fueron promocionados como un paraso social. 102
Los especialistas coincidieron en sostener que el status social de las vctimas y/o de sus victimarios era el principal factor de inters. La Nacin agreg:
Hay casos, como el de Nora Dalmasso o el de Mara Marta Garca Belsunce, que consiguen una atencin rayana con la morbosidad, en parte, exacerbada por expedientes policiales que, como una caja de Pandora de mil tapas, vomitan detalles escabrosos, degradantes y misteriosos que suceden en hogares de alta educacin y buena posicin econmica.
Es notable cmo el diario atribuye la responsabilidad por la difusin de los detalles escabrosos a un ente impersonal los expedientes policiales-, cuando es bien sabido que son los medios los principales interesados en hacerlos pblicos. Con todo, un columnista de La Nacin, Bartolom de Vedia, ensay una crtica hacia los medios reprendindolos por haber producido un torrente de informaciones tan desaprensivo como escandaloso, que en ms de un caso conduce a una intromisin reprobable y morbosa en la intimidad de las personas, y porque su esfuerzo informativo, aunque parezca absurdo, parece dirigido ms a daar la imagen de las vctimas que a identificar a los autores de los asesinatos (La Nacin, 12/6/2007). De Vedia no identific a ningn medio en su filpica; tampoco, por supuesto, aludi a La Nacin. 46
De todas formas, estos suaves regaos y otras exhortaciones cayeron en saco roto: es que con la hiptesis del matricidio la tragedia de Edipo y Yocasta pareca haber revivido en Ro Cuarto, y Clarn y La Nacin se dedicaron con esmero a escudriar en sus pormenores. Borraron de esta forma toda frontera con los diarios de corte popular, donde es norma que los hechos que suman lo sexual a lo parental tengan un lugar de privilegio en la agenda. Lo noticiable del supuesto matricidio se localiz ms all de su violencia e incluso de su connotacin sexual: la relacin incestuosa por su condicin de hecho desviado result lo ms atractivo. Clarn y La Nacin revelaron una nueva arista de su poltica editorial cuando decidieron dar cuenta de esta faceta del caso Dalmasso en
46 El Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) tambin amonest a medios y periodistas. En un comunicado, que distribuy el 19/6/2007, expres su desagrado por la forma en la que algunos medios vienen abordando los casos policiales ms resonantes, y exhort a colegas y propietarios de medios a reflexionar sobre la necesidad de atender con especial dedicacin los principios de inocencia de los ciudadanos no condenados y el debido respeto a la intimidad y privacidad de las personas. Este comunicado no fue publicado ni por Clarn ni por La Nacin. Tampoco aparecieron en sus pginas cuestionamientos puntuales y concisos hacia sus responsabilidades editoriales en el tratamiento informativo del caso Dalmasso. 103 clave de suceso melodramtico, esto es, con ese lenguaje de las emociones que interpela las zonas ms oscuras del psiquismo (Barata Villar, 1998); all donde lo desviado provoca repudio y fascinacin a la vez, en lectores vidos de versiones folletinescas de la realidad que les resulten ms atractivas que los turbios relatos de la poltica y la economa:
El crecimiento en los medios de la informacin social o de inters pblico producida a partir de casos, articulados narrativamente, en detrimento de la dada o propuesta en forma macro o estructural a travs de tipos de discurso informativo-argumentativos, marca nuestra sociocultura (Ford, 1990: 246).
3-5 Una vctima es alguien que se puede matar
Hacen falta dos personas para un crimen: un criminal y una vctima. Y una vctima es alguien que se puede matar. Y un hombre a quien se puede matar es un hombre que con una pasin oculta pero profunda desea ser muerto (D. H. Lawrence, Mujeres Enamoradas).
Esther Madriz (20001) explica que las imgenes de mujeres como vctimas tienen dos extremos: las vctimas inocentes y las culpables. Las vctimas inocentes son en primer lugar, buenas: no se relacionan con personas indeseables, no estn en lugares que se consideran inapropiados a horas que se consideran inadecuadas, se visten de manera no provocativa, toman sus precauciones de seguridad, son respetables, y si son atacadas su victimario es el delincuente ideal, esto es, un desconocido Las culpables son, por supuesto, todo lo contrario. Pero cmo puede entenderse que se hable de culpabilidad para referirse a alguien que ha sufrido una agresin, o incluso la muerte? En el discurso criminolgico, como en tantos otros, ha predominado histricamente el ideario patriarcal, cuyos valores y efectos son sociales y subjetivos, estticos y afectivos, e impregnan, evidentemente, toda construccin social y, por ello, a todos los sujetos sociales, tanto hombres como mujeres (De Lauretis, 1992:66). Insinuar que una mujer es culpable de su victimizacin contribuye a la justificacin de las acciones violentas de sus victimarios. Es decir, si una mujer se busca lo que le pasa, la culpa es de ella y no tanto de su agresor. Por otra parte, cuando las mujeres son vctimas de un ataque sexual hay igualmente dos imgenes extremas posibles en la victimologa de visin masculina: la virgen o la vampiresa (Benedict, 1992). Esta ltima es la vctima mala, la que por su capacidad de seduccin tambin es culpable de lo que provoca en los hombres y de lo que los hombres le hacen a ella. 104
Nora Dalmasso, en tanto vctima, fue representada desde el primer momento como alguien que se busc su trgico destino. La hiptesis preliminar de la muerte, resultado de un juego ertico durante el acto sexual con un amante, fue legitimada inmediatamente por la prensa, incluso cuando todava no se haba realizado la autopsia. Clarn y La Nacin, refirieron las circunstancias en las que se haba cometido el crimen sugiriendo que la propia vctima haba organizado un escenario non sancto, que a la postre resultara ser el de su muerte. Los diarios afirmaron que el fin de semana en el que fue asesinada, Dalmasso le haba dado franco a su empleada domstica y les haba dicho a sus ntimas que no la molestaran.La vctima apareci as como responsable de la produccin de las circunstancias que terminaron con su muerte, no slo porque haba introducido a su amante en su vivienda, sino porque haba practicado con l un juego peligroso con tal de alcanzar el climax sexual.
En segundo lugar, favoreci la culpabilidad de la vctima el nfasis puesto en su pertenencia de clase en relacin con la doble vida que llevara adelante. En este sentido no hay que olvidar lo conveniente que result para los medios que el crimen hubiese ocurrido barrio de la clase alta: los diarios afirmaron desde el principio que el barrio Villa Golf de Ro Cuarto era un country. Por ello etiquetaron al hecho como El crimen del country y lo relacionaron con el asesinato de Mara Marta Garca Belsunce. Dnde resida aqu lo noticiable?: en que se supone que en estas urbanizaciones cerradas no hay crmenes porque son seguras. En el suceso tambin hay relaciones de coincidencia que aproximan dos trminos o contenidos distantes. Esta contrariedad u oposicin nos lleva a una figura retrica fundamental en nuestra civilizacin: la anttesis (Barthes, 1967). En el contexto informativo sobre el delito que los medios han producido en los ltimos aos que ha tenido como efecto concreto una paranoia colectiva o sensacin de inseguridad-, un asesinato en un country es una anttesis porque es el colmo que maten a alguien en un lugar seguro. Qu quedara entonces para los que viven sin cercos perimetrales ni guardias de seguridad?
Pero como quiera que sea, Villa Golf no es un country. A pesar de ello, durante la cobertura varias veces se lo mencion como tal o como el exclusivo barrio de Villa Golf. Por qu? Enfatizar en la (supuesta) vigilancia que tena el lugar, y en su (supuesta) exclusividad, subrayaba el misterio y la curiosidad del pblico de manera 105 semejante a los cuentos policiales en los que se narra un asesinato cometido en una habitacin cerrada con llave por dentro. Porque si nadie de afuera poda ingresar sin autorizacin, caba sospechar que el asesino viva dentro de Villa Golf, lo cual acentuaba la extraeza del hecho, pues el estereotipo dominante del status de un homicida est bien lejos del de un integrante de la clase alta. La violencia en general, y la violencia familiar en particular, no suelen ser asociadas con el glamour y el dinero, sino con la pobreza y la marginacin de las clases bajas.
En la primera edicin en la que hizo referencia al crimen (28/11/2006), Clarn public un perfil de Dalmasso donde combin representaciones positivas y negativas: las primeras caeran rpidamente en el olvido, y las segundas marcaran el patrn interpretativo de la cobertura. De esta forma, si en un primer momento se la describi como empresaria exitosa aunque realmente era empleada administrativa en una empresa familiar- y madre ejemplar, querida en el mbito familiar y respetada en su trabajo, que adems colaboraba con un grupo de lucha contra el cncer, casada con un reconocido y prestigioso mdico traumatlogo. Luego, en una contraposicin sugestiva, se le atribuyeron numerosos amantes y se aludi a su carcter alegre, expansivo y desinhibido a la hora de hablar de cualquier tema, incluido el sexo. En el relato periodstico la madre ejemplar y empresaria exitosa tena su lado oscuro: haba planificado quedarse sola, aprovechando la ausencia de su esposo y de sus hijos, para tener sexo duro con un amante. En Clarn se public una frase que resumi esta representacin de Dalmasso con un sayo que bien le podra haber cabido a Emma Bovary:Una excelente mujer y madre que tuvo un ltimo desliz.
Presentndolas como amas de casa desesperadas, que afectadas de bovarismo buscaban un poco de diversin, los dos diarios subrayaron que la vctima y sus amigas eran mujeres de la clase acomodada que a menudo salan a comer sin sus maridos y tomaban un costoso champagne. Sostuvieron en ese orden que despus del asesinato de Dalmasso comenzaron a circular en Ro Cuarto (...) historias de sexo, traicin, poder y dinero, protagonizadas por Dalmasso y sus amigas.47 Detrs del imaginario que
47 Hubo medios que publicaron que en ese grupo de mujeres se practicaba un intercambio aleatorio de parejas. Tal vez por eso, el semanario Perfil sostuvo que en el crimen estaba involucrado un crculo social de alto nivel atravesado por las contradicciones y las miserias de la condicin humana.
106 vincula a la riqueza con la corrupcin, haba otro que entenda que estas mujeres podan superar las pautas morales y sexuales legitimadas gracias a su pertenencia de clase.
Cuando los resultados de la autopsia descartaron que Dalmasso hubiese practicado un juego ertico, los diarios pasaron a hablar de un asesinato perpetrado luego de relaciones sexuales consentidas, es decir, relaciones mantenidas con un amante que se convirti en su asesino. Pero por qu motivo podra haberla matado? Aqu la explicacin brindada por los diarios descans, una vez ms, en las condiciones personales de la vctima. Basados en chismes y especulaciones, presentaron a Dalmasso como una mujer promiscua: En medio del acto sexual hubo un llamado de otro hombre que puso como loco al amante? () es un amante despechado? (Clarn, 10/12/2006, el subrayado es del original).
Y tambin la pintaron como una aficionada al sexo grupal: Buscan saber si hubo ms de un hombre en la escena del crimen. () [Los resultados de la autopsia] determinarn si hubo semen de ms de una persona (Clarn, 11/12/2006). Como en ese momento se hizo hincapi en las motivaciones pasionales que podra haber tenido el asesino, para policas, fiscales y periodistas cherchez la femme se transform en el quid hermenutico del asesinato. De este modo, el crimen en s mismo perdi noticiabilidad pues lo interesante pas a ser la vida privada de la vctima. Desde este enfoque los diarios resaltaron su aspecto fsico para que resultara ms llamativa. La describieron como una bella empresaria, como una atractiva mujer, que tomaba sol y nadaba en la pileta de su casa, cuyo bello cuerpo -que aparentaba unos diez aos menos- era capaz de provocar la lascivia de los varones.
Clarn y La Nacin completaron el sensual retrato de la vctima publicando la ms conocida de sus fotos. En ella aparece vestida con musculosa y jean blancos ajustados al cuerpo, bronceada, maquillada y abrazada por su marido. Ciertamente, esa foto ratific y resumi lo que escribieron sobre la apariencia de Dalmasso y sobre su conducta sexual. Lo textual y lo icnico concurrieron a crear imgenes de la vctima que encajaron perfectamente en las dos principales hiptesis que se plantearon policas y fiscales durante el tramo preliminar de la investigacin. En efecto: para la hiptesis del accidente en un juego ertico apareci como una mujer sexualmente desinhibida, capaz 107 de arriesgar su vida con el fin de obtener ms placer; y para la hiptesis del amante despechado, una femme fatale capaz de provocar una tremenda emocin violenta en un hombre.
Si se analizan con detalle los primeros das de la cobertura podr verificarse que Clarn y La Nacin hicieron otra construccin negativa de la vctima. No es tan grosera como las anteriores y surge de comparar la imagen de frvola y libertina de Dalmasso con la atildada representacin que construyeron de su marido. Lo describieron como un reconocido mdico y exitoso profesional, que colaboraba gratuitamente con un club de rugby, que se vio sorprendido por el deceso de su esposa mientras jugaba despreocupadamente al golf en Punta del Este, que ignoraba que uno de sus compaeros de juego haba tenido un affaire con ella y que, transformado ya en un doliente viudo, le perdon a su mujer el ltimo desliz y adopt la costumbre de visitar su tumba todos los domingos, despus de misa, para dejar un ramo de crisantemos. En sntesis, una imagen ideal o idealizada- de una persona digna de ser respetada, elogiada y compadecida. As, la doble vida de Dalmasso se contrast con la pblica transparencia de su esposo. Entonces, todo lo virtuoso que haba en l resalt todo lo corrompido de ella, con lo que se reforz la imagen de una mujer culpable de su victimizacin. La siguiente composicin fotogrfica, publicada por La Nacin, sintetiza esta argumentacin: a Nora Dalmasso se la muestra provocativamente vestida, sonriente, divertida. El contraste con la foto en la que aparece su marido es notorio: Macarrn se muestra serio, atildado, en el ambiente familiar y acompaado por su hijo. 108
La Nacin, 10-12-2006
Apareci luego una tercera hiptesis: la de una violacin seguida de muerte, con Gastn Zrate como sospechoso. Segn se especul, el pintor haba entrado a la casa ya no por una puerta abierta por una gentil amante, sino trepando por una escalera; haba luego sorprendido a su vctima descansando y la haba violado y matado. Si esta reconstruccin era cierta, Dalmasso no poda ser culpada de su victimizacin pues nada haba hecho para facilitarla. Pero no fue as. En primer lugar, y con respecto a la posibilidad de un ataque sexual, debe recordarse que hubo en este caso abundante y truculenta especulacin acerca de si las lesiones en las zonas genitales de la vctima correspondan al sexo fuerte o a lesiones producidas por una penetracin forzada. Esta cuestin entra en juego en toda sospecha de violacin, pues una mujer resulta absuelta slo cuando hay indicios que demuestran que opuso resistencia a su atacante. As lo estipula la ley, que exige corroborar fehacientemente materialmente- la ausencia de consentimiento de la vctima. Como dice Hercovich (1997:57), sea para culpar o para defender a la mujer, las imaginaciones tejidas alrededor de la violencia sexual tienen al eterno femenino como motivo de sus enunciados. Los perpetradores, en tanto, se mantienen como sujetos tcitos. En segundo lugar, qu impuls a Zrate a intrusar la casa de sus empleadores a las tres de la maana arriesgndose a ser reconocido por alguno de los vecinos? Qu motivos podra haber tenido para correr semejante peligro y por qu ejerci una violencia fatal? El diario cordobs La Voz del Interior (07/02/07) contest estas preguntas con una simpleza pasmosa: de acuerdo con una alta fuente del caso () el tipo [Zrate] estaba obsesionado por Norita, se lo comentaba a todos sus 109 compaeros". En esta hiptesis, por lo tanto, Dalmasso era una mujer tan atractiva y seductora que haca que los hombres se obsesionaran por ella al punto de querer matarla. Es de hacer notar aqu la presencia una construccin mtica que deviene funcional a los fines de justificar la violencia de gnero: as como hay un mito sobre la ilimitada potencia sexual de ciertos hombres, hay otro acerca de la ilimitada capacidad de seduccin de ciertas mujeres. Igual que las brujas con sus hechizos, estas mujeres hacen que los hombres se obsesionen por ellas, pierdan su raciocinio y cometan actos violentos. Ellas son, en consecuencia, vctimas-victimarias. Finalmente, la negatividad en la imagen de Nora Dalmasso alcanz un punto extremo cuando su hijo fue acusado de haber abusado sexualmente de ella y de haberla matado. Las insinuaciones que formularon los dos diarios acerca de una relacin incestuosa entre ambos y sobre la homosexualidad de Facundo, dieron pi a especulaciones periodsticas sobre la clase de mujer y de madre que haba sido Dalmasso. Esa relacin prohibida era una aberracin que, en tanto tal, exceda el mundo de lo jurdico para quebrantar los lmites morales social y culturalmente establecidos, pues, como apunta Vilker (2006: 25), una falta no slo es aquello que se comete contra la ley, sino tambin todo aquello que falte a la ley natural, a la religiosa, o bsicamente- a la ley moral. Sucede que en una sociedad hay ciertas reglas, como la del incesto, que no se enuncian porque funcionan como el piso a partir del cual los hombres desarrollan su vida en la sociedad: ninguna madre le dice a su hijo que no puede acostarse con ella, pero la imposibilidad de acostarse con la madre sigue funcionando (Vilker, 2006: 33). Precisamente, en esta ltima hiptesis sobre el femicidio de Dalmasso, la poltica editorial de Clarn y La Nacin fue la de lanzarse a enunciar aquello que funciona, pero que no se enuncia.
En sntesis: para cada tramo de la cobertura del caso, para cada hiptesis pergeada por la investigacin policial-judicial, los diarios levantaron una imagen propicia de la vctima: independiente, atractiva, desinhibida, sensual, promiscua y sexualmente perversa; es decir, una sumatoria de transgresiones al modelo de mujer naturalizado y legitimado. De esta forma, hallada la causa un determinado tipo de mujer-, Clarn y La Nacin realizaron una inferencia con la que pudo entenderse y legitimarse una consecuencia: un determinado tipo de muerte.
110 Captulo IV Romina Tejerina: victimaria-vctima
4-1 Introduccin
Romina Tejerina fue una victimaria, pero adems fue una vctima, y nunca habra sido una victimaria si no hubiese sido antes una vctima. Si esto es as, el contexto sociocultural y poltico en el que tuvo lugar su caso puede ser considerado como un ejemplo vlido para pensar cmo la violencia de gnero se construye a partir de prcticas que no son universales sino propias de una sociedad y una cultura, puesto que la ideologa sexista funciona articulndose con peculiares imaginarios sociales histricamente determinados. Esto es: si el caso no hubiese sucedido en una provincia del noroeste argentino, su trama y consecuencias podran haber sido otras. La biografa de Romina presenta algunas huellas de que cmo operaron esos contextos en ella, antes y despus de su doble tragedia. Por tal razn este captulo comienza describindolos sumariamente, para luego poder dar cuenta de las condiciones de produccin de los discursos jurdicos y mediticos que se generaron desde el momento en el que el caso tom estado pblico. Cabe puntualizar, en este sentido, con Concha Fagoaga (1994), que los interlocutores ms vlidos para los medios masivos son las instituciones principales, por eso las noticias suelen ser un consenso entre ambos, en el que los medios transforman el discurso institucional en un sistema periodstico de significaciones que tiende a expulsar los significados emergentes y a acoger aquellos que provienen de las fuentes legitimadas. La consecuencia es que los estereotipos que operan en los discursos de las instituciones son cabalmente reproducidos por los medios. Por eso es pertinente y necesario analizar tanto el discurso de los medios como el de las instituciones que ellos privilegian como fuentes.
4-2 Claves para entender a la sociedad jujea 48
48 Mucha de la informacin que contienen los siguientes apartados la recog personalmente en julio de 2004, en Jujuy. En esa oportunidad me entrevist en la crcel con Romina Tejerina. Tambin convers con su abogada, su psicloga y con Mirta, su hermana mayor. Mantuve adems un iluminador intercambio de ideas con Liliana Louys, directora del rea Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer y de Gnero, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Jujuy. Tambin recog la opinin de otros integrantes de la comunidad acadmica de esa Facultad y de periodistas locales.
111 La sociedad jujea muestra algunos rasgos marcadamente patriarcales. Una de las bases del patriarcado se encuentra en su estructura econmica altamente concentrada, la cual, a su vez, es el resultado de relaciones de produccin latifundistas en las que predomina un poder oligrquico: un puado de familias es el propietario de grandes extensiones de las mejores tierras para cultivo, de los ingenios tabacaleros y azucareros y de las minas de hierro. Las fuentes de riqueza de la provincia provienen casi exclusivamente de estas explotaciones, ya que las polticas neoliberales de los 90 obturaron la posibilidad de un desarrollo industrial. El Estado provincial es el principal empleador, pero eso no alcanza a combatir la desocupacin. Esa es la razn por la cual existe la misma cantidad de beneficiarios de planes Jefas y Jefes de Hogar que de empleados pblicos.
Hay en Jujuy un imaginario conservador que predomina en la Iglesia, en las instituciones del poder y en la sociedad misma, que tiene su origen en la forma en que se construyeron las sociedades del norte del pas, sociedades que desde la Colonia se asentaron sobre mltiples opresiones que tuvieron -y tienen- prcticas y discursos muy discriminadores como mecanismos de control social. La jujea es una sociedad marcadamente sesgada por cuestiones de clase y tnico culturales. Aquello que no encaja en un patrn conservador de comportamiento suele ser censurado y denostado, y ese patrn de comportamiento incluye al pater familiae como propietario de los seres y los bienes de su familia.
En este marco no debe llamar la atencin que la violencia de gnero sea un grave problema en Jujuy. Persiste todava, como en otras provincias del norte argentino, el derecho de pernada, ya que el abuso sexual goza de una suerte de impunidad. El abuso se da dentro de la propia familia y tambin lo sufren las nias sacadas del campo para ser puestas bajo la custodia de familias con mejor posicin econmica para que hagan los quehaceres domsticos.
Este tipo de violencia es ms visible en los sectores populares porque son los que se atienden en los hospitales pblicos, que son los nicos que llevan algn tipo de registro. Las violaciones son alarmantemente frecuentes, tanto sobre mujeres como sobre chicos. La provincia est un 74% por encima de la media nacional en el rubro de delitos contra la integridad sexual. La mayora de las mujeres que entrevista el servicio 112 de psicopatologa del hospital de San Salvador de Jujuy sufrieron abuso sexual en su infancia. Para una poblacin de 250.000 habitantes hay un promedio diario de nueve de este tipo de abortos (ms de 3.000 por ao) 49 . Si a stos se suman los que no llegan al hospital y los que se hacen en consultorios privados, la cantidad de abortos en Jujuy es tan grande que puede decirse que es el principal mtodo anticonceptivo. Pero un mtodo peligroso que es el principal causante de mortalidad materna. En Jujuy la mortalidad materna -200 cada 100.000- es el doble o el triple de la de las provincias del centro y sur, y est muy cerca de ser la mayor del pas. Un ndice similar de mortalidad materna se registra en los pases ms pobres del continente africano. 50 Se han sancionado leyes de salud sexual y reproductiva y de violencia familiar, pero se cumplen parcialmente. Tampoco hay un programa para la atencin de las vctimas de violaciones, y las comisaras no cuentan con personal idneo para recibir las denuncias de las pocas mujeres que se animaban a presentarlas (Pereyra, 2004, b).
Como tantas otras mujeres, Tejerina no denunci en su momento la violacin que sufri. Cuando no hay polticas pblicas adecuadas, la sensacin de desproteccin estatal, legal e institucional frente a esta problemtica opera de diversas maneras, especialmente culpabilizando a la vctima, ya que denunciar una violacin es un proceso tan traumtico como el delito denunciado, y all se pone en evidencia la ineficiencia del Estado. Por eso, desde sectores cientficos, polticos y sociales se coincidi en denunciar que el crimen de Tejerina se podra haber evitado si la situacin de la mujer en la sociedad jujea fuera otra y as Romina hubiese tenido la oportunidad de denunciar inmediatamente su violacin, ser atendida en un hospital y asesorada sobre la posibilidad de una anticoncepcin. Y, en lo personal, otro habra sido su destino si hubiese tenido la posibilidad de hablar en su mbito familiar de su violacin y posterior embarazo sin ser reprendida o apostrofada; en definitiva, sin ser culpabilizada.
4-3 El gran problema de Romina El gran problema de Romina son esos silencios que ella tiene (Elvira Bao, mam de Romina)
49 http://www.msal.gov.ar/htm/site/estadisticas.asp 50 Ibd. 113 Romina Anah Tejerina naci el 24/6/83 en San Pedro, Jujuy. Es la menor de cuatro hermanos. Relata haber sido una nena extremadamente retrada y tmida, temerosa de los retos de sus padres. Creci en un entorno familiar estricto, severo y de marcada religiosidad catlica, con episodios de violencia fsica contra ella y sus hermanos por parte de sus padres. Al llegar a la adolescencia, Romina y Erica, la hermana ms cercana en edad, comenzaron a ir a bailar. Su padre se opona considerando que el baile era una cosa de chicas libertinas: Un da de estos me van a venir embarazadas y a m me va a dar un infarto, dicen ellas que les deca. (Pereyra, 2004, a). En marzo de 2001 Romina, Erica y Mirta, la hermana mayor, se fueron a vivir solas para despegarse del rgido ambiente de la casa de sus padres. Al lado de su nuevo hogar viva Eduardo Vargas, un comerciante de 38 aos, con su mujer y su hijo. Vargas y Romina nunca cruzaron palabra, pero l le demostr estar atrado por ella. El 1 de agosto de 2002 Romina concurri a un local bailable. Segn su testimonio, Vargas la sigui hasta all. La acos durante toda la noche hasta que logr sacarla del local y meterla a los empellones dentro de su auto donde la viol. Refiere Tejerina que cuando advirti su embarazo tuvo miedo y vergenza por la sancin paterna, y, persuadida de que iba a ser sealada como la responsable de lo ocurrido, decidi callar la violacin y ocultar el embarazo. Varias veces intent abortar empleando mtodos caseros. Ms tarde fue a ver a un mdico que practicaba abortos. El facultativo le manifest que slo la atendera si concurra acompaada por una persona mayor, pero que de todas formas ya era tarde para practicar un aborto (Pereyra, 2004, a). El embarazo entonces sigui su curso hasta que siete meses despus de la violacin se produjo un parto prematuro, tal vez como consecuencia de que Romina no haba abandonado los procedimientos abortivos. En ese inesperado momento para el cual no estaba preparada, ella sufri, de acuerdo con su psicloga, un episodio psictico debido a un estrs postraumtico originado en la violacin, resultado del cual atac a su beba recin nacida con un objeto punzante. 51
51 Cuando Romina es violada y queda embarazada afirma Fernndez- se le viene encima el discurso del padre, un discurso estigmatizado donde se haba cumplido lo que l les adverta que iba a pasar. A ella eso la aterroriz y call lo que le haba sucedido; en el transcurso del callar sigui tan violentada durante todo el embarazo que lo que pudo hacer en el parto fue terminar con la vida del violador, que estaba engendrada en la criatura que pari (Pereyra, 2004, c).
114 La familia recin se enter de todo ese da, 23 de febrero de 2003, cuando tuvieron que llevar de urgencia a la beba y a su madre al hospital (la beba morira dos das despus). Romina permaneci internada dos semanas afectada por un colapso fsico y mental. En ese estado la notificaron de su detencin acusada de homicidio calificado. Una vez que le dieron el alta la llevaron a la comisara de San Pedro y de all la enviaron a la crcel.
4-4 El proceso judicial Ustedes que dan a luz en limpias camas de maternidad y llaman benditos a sus vientres preados quieran no condenar a los dbiles perdidos pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande. Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las dems.
(Bertolt Brecht, La infanticida Marie Farrar)
Apenas Tejerina lleg a la crcel, sus allegados, su defensa y dirigentes sociales y gremiales de Jujuy pusieron en marcha una campaa para difundir su caso. Al comienzo hubo una gran resistencia, incluso entre los sectores ms conscientes de la existencia de la opresin de gnero, para entender los factores que condicionaron el crimen de Tejerina: en una sociedad en la que el rol materno es la mxima aspiracin de la mujer, a muchos y a muchas les fue difcil comprender su conducta desviada. Los movilizados por Romina debieron trabajar intensamente, en particular sobre los medios de comunicacin locales, para revertir la generalizada condena hacia ella por haber violado el mandato del amor maternal.
Pero fue a travs de los medios como el caso Tejerina alcanz difusin nacional. A cuatro meses de la detencin, en julio de 2003, se organiz una conferencia de prensa en el Congreso de la Nacin a la que concurrieron representantes de unas cincuenta ONGs de derechos humanos y de mujeres, de la Asociacin de Abogados de Buenos Aires y del Consejo de los Derechos de los Nios, Nias, y Adolescentes de la ciudad de Buenos Aires en la se pidi la libertad de la joven y la detencin de su violador. La conferencia fue encabezada por varias diputadas y senadoras quienes se comprometieron a impulsar la sancin de un Programa Nacional de Asistencia a Vctimas de Delitos Sexuales y a trabajar en un proyecto para reincorporar de la figura 115 del infanticidio en el Cdigo Penal. 52 En el marco de la reforma de 1994, un conjunto de legisladoras breg por excluir el infanticidio del captulo Delitos contra la honestidad del Cdigo, pues lo consideraban una rmora machista del Derecho Penal, en tanto que consideraba al delito sexual contra la mujer como leve y lo interpretaba como una ofensa al honor, pero el del marido de la vctima. Al ser derogada esta figura, el infanticidio pas a ser considerado como un homicidio agravado por el vnculo, y la pena trep de tres aos a prisin perpetua. Las diputadas y senadoras tambin prometieron trabajar en un proyecto relacionado con la despenalizacin del aborto para casos de violacin. Cuando dos meses despus se realiz en Rosario el Encuentro Nacional de Mujeres, las militantes feministas que apoyaban a Tejerina introdujeron la despenalizacin del aborto como reivindicacin central. 53 Y de all en ms los padecimientos de la joven jujea se convertiran en las evidencias centrales de una reverdecida campaa pro despenalizacin del aborto. Sus promotoras argumentaban que si hubiese sido legal cuando Romina fue violada ella podra haber abortado inmediatamente y no habra habido todo ese manto de ocultamiento, de vergenza y de desorientacin frente a un embarazo no deseado, resultado de una violacin. La violacin de Tejerina fue denunciada en sede judicial por su abogada al da siguiente de haber llegado al hospital, pero Eduardo Vargas recin fue detenido siete
52 El infanticidio estaba previsto en el artculo 81, inciso 2 del Cdigo y contemplaba una pena atenuada para la madre que matara a su hijo con el objeto de ocultar su deshonra dentro del perodo puerperal, es decir dentro de los 40 das posteriores al parto, bajo la justificacin de sufrir un estado similar al de la emocin violenta, basada en que se considera que el puerperio es un momento psicobiolgico muy particular. Se trataba de un enfoque endocrinolgico de la delincuencia femenina segn el cual las hormonas determinaran emociones diferenciadas en los dos sexos (Meo, 1992). En cuanto a la deshonra, remita a la condicin sexual de la mujer y a la publicidad de un eventual desliz que significara un parto. Otano (2000) observa al respecto que este tipo delictivo consideraba a la mujer solamente en su papel sexual y como reproductora de la especie. 53 Los movimientos feministas de mitad de siglo XX procuraron desarticular la dicotoma entre los mbitos pblico y privado que caracterizaron como propia de la teora poltica androcntrica- a travs de la afirmacin lo personal es poltico. Quisieron instalar con esta consigna el carcter poltico de la sexualidad, la maternidad y la procreacin. Afirmaron tambin que el aborto es una violencia sexual que debera perder su condicin de asunto privado y ser socialmente reconocido. Lo cierto es que la toma de conciencia sobre lo poltico en la corporalidad impact en el reclamo por la despenalizacin del aborto. Para Campagnoli (2009), el aborto en tanto hecho social atraviesa aspectos materiales y simblicos. Donde est penalizado dice- se teje una trama de violencias simblicas que culpan a las mujeres y que tienden a considerarlas como delincuentes. El ministerio de Salud de la Nacin estima que anualmente se realizan en el pas 500.000 abortos clandestinos que provocan la muerte de cien mujeres y lesiones o enfermedades en 68.000 (http://www.msal.gov.ar/htm/site/estadisticas.asp).
116 meses ms tarde (el 8/10/2003). El fiscal se tom todo ese tiempo para imputarlo por abuso sexual, y lo hizo luego de que funcionarios de la Secretara de Derechos Humanos de la Nacin se interesaran por el trmite de las dos causas. Cuando Tejerina fue llamada a declarar en la causa de la violacin, el juez se mostr particularmente interesado en su aficin a los bailes y a las polleras cortas (Vargas, 2006). Le insinu incluso si ella no haba provocado a Vargas la noche en la que se lo encontr en el baile. Este clase de preguntas, que apuntan a indagar sobre la honestidad de una mujer que denuncia una violacin, son frecuentes en comisaras y juzgados de todo el pas -de hecho tambin se le formularan a Tejerina en el juicio oral- y se basan en que el derecho penal todava evala la honestidad de una mujer slo en trminos sexuales y por cierto muy restrictivos, es decir opuestos a la libertad sexual. 54 Si bien en el caso Tejerina el hecho de violacin se produjo cuando ella tena ya 18 aos, el imaginario del atentado al honor familiar que podra haber provocado su conducta supuestamente licenciosa iba a estar presente no slo durante la tramitacin del juicio oral, sino tambin en varios tramos de la cobertura informativa.
Cuando finalmente fue indagado, Vargas reconoci haber tenido relaciones sexuales con la joven, pero aleg que haban sido consentidas. La defensa de Tejerina pidi un ADN de la beba y del violador para demostrar su paternidad. El juez neg el examen, pero se bas en la no demostracin de la paternidad para sobreseer al sospechoso. La defensa solicit asimismo una autopsia de la beba que tambin fue negada. Con esta pericia se quera determinar con mayor precisin el tiempo de gestacin. Segn la letrada de Tejerina, la ausencia de una determinacin ms exacta tambin sirvi para sobreseer al violador (Pereyra, 2004, b). Como quiera que sea, luego de pasar veinte das en la crcel Vargas fue sobresedo y liberado. Las sucesivas apelaciones contra esa decisin que interpuso la defensa de Tejerina fueron rechazadas.
A pesar de que el Cdigo Penal fija un plazo mximo de treinta das, el juez de la causa del infanticidio demor casi un ao para pronunciarse. Dict el procesamiento de Tejerina el 4 de febrero de 2004, intimado por el Superior Tribunal de Justicia ante el que la abogada de Romina haba interpuesto un recurso de queja por retardo de
54 La doctrina jurdica entiende que honestidad debe relacionarse con inexperiencia sexual. Ms: en los casos de estupro algunos juristas consideran que la mujer de costumbres corrompidas no puede ser vctima de ese delito. Otano (2000) opina al respecto que este tipo penal es una rmora del culto a la virginidad, de un atentado contra la doncellez que deriva en una prdida del honor familiar. 117 justicia. Para tomar su resolucin, el juez descart la posibilidad de un episodio psictico agudo como consecuencia de un Trastorno por Estrs Post Traumtico (TEPT), diagnstico presentado por la perito psicloga de parte. Adems al haberse rechazado la autopsia no se pudo saber establecido si el feto era o no viable, o si el cordn umbilical estaba roto, hallazgos que podran haber fundamentado un cambio de cartula: si se hubiese calificado al hecho como un aborto, la pena habra sido mucho menor que la del homicidio calificado por el vnculo.
La abogada Vargas apel la prisin preventiva, pero tambin debi intervenir en varias oportunidades para resguardar los derechos de su defendida. Por ejemplo, cuando necesit ser operada de complicaciones post parto y se le neg la posibilidad de hacerlo mediante la obra social de su padre; cuando se le neg atencin psicolgica y cuando el servicio penitenciario le dificult seguir con sus estudios secundarios en la crcel. Todo ello la letrada lo denunci pblicamente invocando persecucin judicial y maltrato carcelario hacia la joven. Para la defensora de Tejerina la justicia de Jujuy es sexista y cree que el caso sirvi para desocultar la naturalizacin de la violencia contra la mujer, y que aquella desocultacin fue lo que provoc el ensaamiento judicial y penitenciario (Vargas, 2006). 55
El juicio oral y pblico tuvo lugar en junio de 2005. En su alegato, la fiscal Liliana Fernndez de Montiel destac que Tejerina usaba minifaldas, sala a bailar y se peleaba con los padres. Sostuvo adems que el haber intentado abortar era otra razn para condenarla, sustentando as el argumento de la Iglesia de que las mujeres que abortan son asesinas, lo que fundamenta la ilegalidad del aborto. Neg la violacin fundndose, entre otros, en el testimonio de una asistente social que asegur poder detectar una violacin en una mujer guindose nicamente por su intuicin. 56 Objet asimismo que existieran condiciones atenuantes, por lo que pidi la pena mxima para
55 Liliana Louys, directora del rea Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer y de Gnero, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Jujuy, coincidi con la letrada al afirmar que la justicia jujea es profundamente sexista y cumple ritualmente con todas las opresiones: es muy rpida para procesar a luchadores populares, pero es ciega o lenta en ciertos casos como el de Romina, donde es muy significativo cmo ha operado la justicia en la causa contra el violador: hubo un partido tomado que ni siquiera respet los procedimientos preestablecidos (Pereyra, 2004, b).
56 La frase textual de la asistente social Mara Moya fue: Yo me doy cuenta si una mujer fue violada por una cuestin de piel. Su testimonio fue repudiado por asociaciones de asistentes sociales por carecer de cientificidad. 118 el homicidio agravado por el vnculo. La defensa, solicit la absolucin basndose en cuatro argumentos: primero, que durante el episodio psictico agudo Tejerina no haba comprendido la criminalidad de su acto, por lo tanto era ininputable; segundo, que una de las pericias psicolgicas en la que se haba basado el juez de primera instancia para procesarla haba sido efectuada por un mdico cirujano, esto es, un perito inhbil; tercero, que si bien los peritos psiclogos no haban coincidido totalmente en el diagnstico, deba prestarse ms atencin a la opinin de la perito de parte, pues ella haba mantenido numerosas entrevistas con Tejerina y por lo tanto la haba examinado con mayor profundidad; cuarto, dado que los peritos opinaban distinto la acusada deba ser declarada inocente por el principio in dubio pro reo (en caso de duda se debe fallar a favor del acusado).
El tribunal dictamin que Romina haba cometido un homicidio simple (8 a 25 aos de pena), y la sentenci a catorce aos de prisin. Los jueces Antonio Llermanos, Hctor Carillo y Alfredo Jos Fras consideraron que la joven haba vivido una infancia plagada de violencia tanto fsica como moral, que se encontraba sola esperando un nio sin padre [conocido] y que no tena apoyo familiar. Por estas circunstancias atenuantes el tribunal no hizo lugar al pedido de la fiscal de sentenciarla a prisin perpetua. Fue un xito parcial para la defensa y para el movimiento que vena sosteniendo la absolucin de Tejerina: las marchas, las declaraciones y toda la visibilidad que lograron darle al caso sin duda influyeron sobre la decisin de los jueces. No obstante, muchas voces de distintos mbitos cientficos, sociales y polticos se alzaron para rechazar el veredicto. 57
La defensora volvi a apelar en las instancias superiores de la justicia local con resultado negativo. Y reiter que la justicia estaba ensaada con Tejerina. Fundament esta afirmacin con la negativa para que su defendida pasara Navidad con su familia,
57 Como por ejemplo la de Diana Maffa, Doctora en Filosofa, Instituto Interdisciplinario de Estudios de Gnero, FFyL, UBA, quien escribi: Se descuenta y se consiente que la sexualidad de los varones es irreprimible, que la nica barrera es el recato de las mujeres. Si la mujer es violada se supondr como primera hiptesis que no ha tenido el recato suficiente. Lo supondrn los jueces, que interrogarn cmo iba vestida, si sala de noche, si estaba sola, y slo aceptarn como prueba lesiones fsicas graves y visibles para admitir que hubo resistencia. Que la mayor parte de los embarazos de las menores de 18 aos sea con hombres de ms de 30 no se considera un abuso de poder (Caras y Caretas, N 1, julio, 2005).
119 con la demora en la resolucin de su recurso de casacin, con el rechazo de la prisin domiciliaria y con el permanente hostigamiento que deca sufrir en la crcel. 58 Entonces interpuso un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nacin. Entretanto se conocieron dos casos muy similares al de Tejerina en los que los tribunales intervinientes absolvieron a las imputadas: en Entre Ros, Rita Cerrudo, de 21 aos, haba matado en estado de shock a una beba fruto de una relacin sentimental (Pgina/12, 30/7/2005). En Villa Dolores, Crdoba, en un juicio por jurados llevado a cabo en noviembre de 2006, la sentencia absolutoria benefici a Mara Elizabeth Daz, de 19 aos, quien dijo en el estrado judicial que su empleador la violaba desde que era una nia. Daz haba sido encontrada ensangrentada en el bao de la casa donde trabajaba. No recordaba qu haba pasado con su beba. Su empleador fue detenido (Clarn, 28/11/2006). 59
El 8 abril de 2008 la Corte Suprema fall ratificando la sentencia del juicio oral sin expresarse sobre la cuestin de fondo, pues el recurso presentado fue rechazado por no reunir las condiciones de gravedad e inters federal (artculo 280 del Cdigo Civil), necesarias para la intervencin de la Corte. 60 De esta manera, el proceso judicial qued cerrado. Los pedidos de indulto o conmutacin de pena presentados ante los gobernadores jujeos, Eduardo Fellner y Walter Barrionuevo, por la Asociacin de Abogados de Buenos Aires, por la diputada Fernanda Gil Lozano y por la defensa de Tejerina fueron rechazados. La joven est detenida desde hace seis aos. En 2011 podr
58 Otros fallos de la justicia de Jujuy, dictados incluso despus del caso Tejerina, parecen darle la razn. Por ejemplo: en julio de 2008, en Palpal, Adriana Marisel Zambrano, de 28 aos, fue asesinada a golpes de puo y puntapis por Jos Manuel Alejandro Zerda, ex pareja y padre de su beba de nueve meses. Para la justicia el asesino actu en un estado de emocin violenta, y entendiendo que su delito era un homicidio preterintencional lo sentenci a tan solo cinco aos de prisin, pero si observa buena conducta pasar apenas tres aos encarcelado y recuperar la patria potestad sobre la beba. Sugestivamente, este caso no sali ni en los medios locales ni en los nacionales.
59 El diario Clarn tild el fallo de este caso de polmico porque result dividido: los jurados legos votaron por la absolucin y los letrados por la condena. Se argument que los legos carecen de idoneidad y que pueden ser engaados por los abogados defensores. El juicio por jurados se implement en Crdoba en 2005 por la presin que ejercieron los medios de comunicacin y distintos sectores sociales encabezados por Juan Carlos Blumberg.
60 Los jueces Maqueda, Fayt y Zaffaroni votaron a favor de Tejerina. Lorenzetti, Petracchi, Argibay y Nolasco, en contra. No deja de ser significativo el voto negativo de Argibay que ha tenido manifestaciones pblicas a favor de la despenalizacin del aborto. La jueza afirm en su voto que un embarazo fuera del matrimonio ya no escandalizaba a nadie, y que, por lo tanto, el pretexto de ocultar la deshonra no era justificacin suficiente para atenuar la pena en un homicidio calificado (Pgina/12, 9/4/2008).
120 pedir la libertad condicional al cumplirse los dos tercios de su condena. Termin su enseanza secundaria y ahora cursa el CBC para comenzar la carrera de abogaca.
Los dispositivos del poder punitivo atraviesan y se expresan en normativas, enunciados y justificaciones que sancionan las conductas indeseadas e indeseables: en trminos foucaultianos son penas que disciplinan los cuerpos. Por eso, lo que el poder punitivo construye son, en definitiva, las subjetividades. En otras palabras, las relaciones sociales de dominacin modelan a los sujetos mismos. Y el sistema penal contribuye a sostener esas relaciones, que son de jerarqua y subordinacin. Se admite que el sistema penal es por naturaleza selectivo, siendo su clientela preferida los individuos de los sectores ms vulnerables (Otano, 2000). En un sistema penal con fuertes componentes patriarcales, como el de la provincia de Jujuy, las mujeres son doblemente discriminadas: por su gnero y por su condicin de clase. Al repasar toda la tramitacin del proceso judicial a Tejerina y considerando especialmente: las diferentes decisiones que tomaron jueces y tribunales superiores en las causas del infanticidio y la violacin; las dilaciones procesales -los siete meses que se demor la indagatoria al acusado de violacin-; que casi todas las medidas de prueba pedidas por la defensa de Tejerina fueron rechazadas -lo mismo que la totalidad de las apelaciones y los pedidos de indulto-, y los diferentes criterios aplicados por otros tribunales en los casos semejantes, es vlido preguntarse por la inflexibilidad de la justicia jujea, cuyas providencias y fallos fueron en un todo ratificados por la Corte Suprema.
Larrandart (2000) ha postulado que la justicia en general suele ser ms dura con las mujeres porque sus delitos se consideran transgresiones ms graves que las de los varones, un argumento que tiene su origen en la biologa criminal lombrosiana que consideraba naturalmente inferiores a las mujeres: De esta concepcin se deriva una doble condena de la cual es objeto la mujer que delinque: una, legal, por el delito que se comete y una social, por la anormalidad biolgica y sexual que se le imputa a la mujer transgresora (Meo, ob. cit., p. 116). No puede decirse que esta representacin de la delincuente haya sido totalmente eliminada de la penologa ni del imaginario social actuales 61 .
61 Los criminlogos no han dedicado mucho esfuerzo a estudiar la criminologa femenina, y cuando lo hicieron fue desde una perspectiva androcntrica, es decir, entendiendo al delito como un fenmeno 121 Por otra parte, la dureza del reproche judicial hacia Tejerina puede pensarse desde el control social de gnero. En una sociocultura masculinizada, el derecho no puede tener sino un fuerte sesgo androcntrico, y naturalmente el control sobre las mujeres es ejercido por los varones. Pero el derecho penal es una de las formas del control social, y con respecto a las mujeres no es la ms frrea: es el control social informal el que tiene mayor eficacia para modelar las conductas femeninas (Otano, 2000). El control social informal se ejerce sobre la mujer en el mbito domstico, a travs de los padres y el esposo y en el discurso mdico, que regula ciertos comportamientos al calificarlos como patolgicos. Hay tambin un control social difuso, que es el que demarca la relacin de las mujeres con el espacio pblico, entendido ste como los mbitos de la poltica o el trabajo, y/o como ciertos lugares pblicos que no se consideran apropiados para ellas. El control social informal es tan intenso incluso las mismas mujeres participan en su reproduccin- que el mayor peso de la ley recae en las mujeres que no tienen los controles tradicionales o sobre las que el control informal es ms lbil y el institucionalizado ms frreo. En cualquier caso algo es indudable: la ley y el orden tienen una naturaleza sexuada (Frigon, s/d).
El podero del control sobre las mujeres se demuestra, por ejemplo, en la baja criminalidad femenina. 62 Por eso los delitos violentos de las mujeres son muy noticiables para los medios; y tambin, como ocurri con Tejerina, porque sus vctimas suelen ser seres cercanos a ellas, lo que vuelve mucho ms chocantes a sus crmenes (Jimeno, 2004).
La Corte Suprema ratific la condena a Tejerina amparndose en un resquicio administrativo, sin embargo el diario Pgina/12 (9/4/2008) consign que una fuente del tribunal explic el fallo con otro argumento: No se quiso dar a la sociedad el mensaje de que cualquier madre que matara a su hijo viniera [a la Corte] en recurso extraordinario. Si esto fue as es oportuno tener en cuenta que Romina Tejerina no era cualquier madre. Su nombre a esa altura ya representaba a muchas mujeres discriminadas y oprimidas por razones de clase y de gnero. Por lo cual cabe pensar si
exclusivamente masculino. Una de las consecuencia de esta exclusin es que las teoras criminolgicas sobre la desviacin femenina reflejan y contribuyen a reproducir un paradigma de mujer irracional, pasiva y dependiente (Meo, ob. cit., p. 114). 62 El informe El sistema de la crueldad IV, del Comit Contra la Tortura de la Comisin Provincial por la Memoria, consigna que en la provincia de Buenos Aires la poblacin femenina en las crceles es apenas un 4% del total (Pgina/12, 06/08/2009). 122 el rgano mximo del poder punitivo quiso con su resolucin darles una seal: Tejerina haba escapado al control domstico, por lo que fue necesario disciplinarla institucionalmente. En suma, con sus decisiones, jueces, funcionarios y carceleros les demostraron a otras Rominas qu podra pasarles si desoyen los mandatos institucionalizados. A continuacin se podr apreciar cmo esta cruzada disciplinadora se reprodujo en las coberturas del caso Tejerina de Clarn y La Nacin.
4-5 El caso en Clarn y La Nacin Santa Tejerina es la que sana los das de perpetua reclusin de los que siempre pagan para que otros hagan de una vida un gran dolor (Santa Tejerina, de Len Gieco)
El anlisis del contenido informativo puede ser dividido en tres perodos que estn relacionados con las distintas etapas del proceso judicial. El primero de ellos abarca el lapso que va desde que se conoce el hecho y el dictado de la prisin preventiva (junio/2003-febrero/2004). Como mencion ms arriba, en este tramo hubo un decisivo trabajo sobre los periodistas locales por parte de la defensora y los allegados de Tejerina. La abogada Mariana Vargas entendi muy rpido que deba hacer pesar pblicamente su punto de vista:
Recuerdo una necesidad imperiosa de hacer frente a las notas amarillistas que venan apareciendo. Trat de hacer notar que todo era una tragedia, y no una historia a explotar por morbosos que relataban sin acierto el nmero de heridas y el objeto con el que se haban producido las mismas (Vargas, 2006).
Durante este perodo los medios nacionales no se interesaron particularmente por el acontecimiento: era aberrante y poco habitual, pero haba ocurrido muy lejos y en un mbito social-cultural que no era el de sus lectorados. En suma, el acontecimiento no tena la necesaria cercana emocional y geogrfica para revestirse de noticiabilidad. Clarn y La Nacin publicaron muy pocas notas, y como no enviaron periodistas a Jujuy se basaron en los cables de las agencias de noticias. Quienes trabajaban en esas agencias eran periodistas jujeos que tenan algn grado de simpata con la causa de Tejerina. Por eso en aquellas primeras notas de Clarn y La Nacin prevaleci la mirada de la abogada defensora de Tejerina, convertida en fuente privilegiada ya que poca informacin emanaba del juzgado que tena la causa. Apareci entonces en las noticias la justificacin del crimen por el estado psictico, se dio por consumada la violacin y se comparti el reclamo por el retardo de justicia. Ejemplos:
123 POLMICA POR UNA CHICA QUE FUE VIOLADA Y LUEGO MAT A SU BEB// () Si llegan a condenarla, recibira una pena de prisin perpetua. () Organismos de derechos humanos de Jujuy, organizaciones de Buenos Aires y su abogada, Marina Vargas, sostienen que la pena es desproporcionada y que la chica actu bajo los efectos de un shock que le impidi entender lo que haca. La violacin afirma la defensora- le ocasion una total negacin del embarazo. Y esa crisis le gener un episodio psictico que desemboc en el homicidio (Clarn, 12/6/2003, la negrita es del original).
SAN SALVADOR DE JUJUY.- Diversas organizaciones de derechos humanos, de desocupados e instituciones intermedias realizarn hoy movilizaciones en Buenos Aires, en la capital jujea y en San Pedro de Jujuy con el objetivo de pedir la libertad de Romina Tejerina, la joven de 19 aos que, desde febrero ltimo, se encuentra detenida por haber matado a su bebe de varias pualadas, el que haba nacido como consecuencia de una violacin. La joven actu en un estado psictico. La defensora Mariana Vargas dijo que la chica se encuentra desesperada porque se acercan las fiestas y no quiere pasarlas en la crcel (La Nacin, 23/12/2003).
No obstante, los dos diarios recurrieron a formas narrativizadas para suministrar los detalles del caso: La vida de Romina Tejerina se quebr en la madrugada del 1 de agosto del ao pasado, cuando fue a buscar a su hermana a una bailanta de las afueras de San Pedro, en Jujuy. Un vecino la persigui con un auto, la viol y la dej embarazada. Avergonzada por lo que pudiera decir la gente del pueblo, la chica que entonces tena 18 aos- nunca habl del tema con nadie. Siete meses despus de esconder la panza, tuvo un beb una nena- y lo mat a pualadas. Ahora est presa, acusada de homicidio calificado. () La defensora Vargas dice que la propia vergenza fue lo que llev a Tejerina a no contarle a nadie acerca de la violacin: Romina tema terminar ella misma como responsable de ese abuso (Clarn, 12/6/2003, la negrita es del original).
En ese entonces considerar verosmil la violacin reforzaba la noticiabilidad del acontecimiento y, al mismo tiempo, justificaba calificarlo como dramtico y polmico. Por otra parte, resultaba creble porque haba tenido lugar en circunstancias que los medios suelen informar como habituales para este tipo de delitos (de noche, en cercanas de un local bailable). No obstante, si no hubiese estado asociada al infanticidio, la violacin por s sola no hubiese sido noticia.
El segundo perodo corre desde el dictado de la prisin preventiva hasta el juicio oral (junio de 2005), y comprende la detencin y posterior liberacin de Eduardo Vargas, el violador. En l se produjeron dos hechos que alteraron el tono de las coberturas informativas: el primero fue que el dictado de la prisin preventiva a Tejerina y el sobreseimiento a Vargas atenuaron aquella simpata de algunos periodistas jujeos que informaban a los diarios nacionales. Es que la justicia al fin haba hecho or su voz a travs del auto de procesamiento, y esa voz -en tanto relato legitimado de los 124 hechos- fue respetada por aquellos periodistas, lo cual qued reflejado en las informaciones que mandaron a Buenos Aires en las que la versin de la abogada de Tejerina qued descolocada frente a los veredictos judiciales. De todas formas, es notable el ttulo de la nota de Clarn (7/2/2004) que anunciaba el dictado de la prisin preventiva porque todava aceptaba la violacin: UN CASO POLMICO// PROCESAN A UNA CHICA QUE MAT A LA BEBA QUE TUVO POR UNA VIOLACIN. La nota hace un racconto del caso que tiene otros dos aspectos sugerentes: el hecho de que todava no se mencionaba a la infanticida por su nombre y apellido, y la afirmacin de que ella haba ocultado su embarazo avergonzada por lo que pudiera decir la gente del pueblo (la negrita es del original), lo cual no tena ningn asidero, pero posibilitaba construir una imagen de la protagonista y su entorno en clave de pueblo chico, infierno grande. Una imagen estereotipada que combinaba escndalo y atraso sociocultural. En esa nota no faltaron algunos detalles truculentos: Tejerina la mat (a la beba) de 17 pualadas. El beb tena la cara del violador, le confes Romina a Erika, una de sus hermanas (la negrita es del original).
Actos como el protagonizado por Tejerina suelen impactar en la legalidad y moralidad socialmente establecidas, pero no por ser censurables dejan de ser exhibidos por los diarios en todos sus pormenores, de manera que el morbo precede a la censura: La morbosidad es el primer paso, irreflexivo; el rechazo de los actos es un paso secundario, reflexivo, y con vistas a dejar sentados los valores interiorizados irreflexivamente por el orden de la cultura (Vilker, 2006: 26).
La otra cuestin a considerar en el cambio de enfoque de las coberturas en este segundo perodo, es que las sucesivas derrotas judiciales impulsaron a familiares y adherentes de Tejerina a denunciar lo que entendan como ensaamiento judicial para con ella y complicidad de gnero para con su violador. En el desarrollo de la ya mencionada campaa de difusin y movilizacin aparecieron nuevas voces. Militantes, legisladores, acadmicos, dirigentes sociales, miembros del clero, abogados y funcionarios aportaron sus argumentos a un debate que se estableci alrededor de tres aspectos centrales: la probidad en el desempeo de los jueces y tribunales relacionados con el caso, la pertinencia de la reposicin de la figura del infanticidio y la despenalizacin del aborto. El resultado de esta polifona en el plano informativo fue una demarcacin ideolgica de las posiciones enfrentadas. En otras palabras, en Clarn 125 y La Nacin qued claro quines estaban a favor y quines en contra de Tejerina: entre los primeros los periodistas ubicaron prioritariamente a organizaciones de derechos humanos, partidos de izquierda, medios alternativos, y mujeres feministas y/o pro abortistas, es decir, todos actores de no mucha significacin en la escena pblica y en la comunicacin masiva. Cuando estos sectores comenzaron a movilizarse en el espacio pblico, la cuestin Romina Tejerina emigr algunas veces a la seccin poltica, donde qued coligada a lo que Clarn y La Nacin consideran acciones negativas (los cortes de calles) y grupos conflictivos (los piqueteros).
MAS DE 10 PROTESTAS PROVOCARON CAOS//Trabajadores, piqueteros y organizaciones sociales reclamaron ayer en el centro porteo. (.) Al mismo tiempo, frente a la Casa de la provincia de Jujuy, en Santa Fe 967, unos 500 piqueteros de Corriente Clasista y Combativa y otras organizaciones reclamaron la libertad de Romina Tejerina, la madre que mat a su bebe, fruto de una presunta violacin (La Nacin, 10/6/2005, seccin Poltica).
La asociacin entre las organizaciones sociales y partidos polticos que denunciaron la violencia de gnero y expresaron su simpata por Romina Tejerina tal vez no ayud mucho a su causa: estas son expresiones marginales para la mayora de los medios y para los sectores sociales medios y altos de Buenos Aires que, justamente por la accin de los medios, perciben como ms preocupante otra violencia, la del delito comn.
Desde el dictado de la prisin preventiva, las fuentes judiciales adquirieron mayor importancia y su mirada ti la tnica informativa. Esta circunstancia se ratific y se repotenci con el fallo condenatorio en el juicio oral. La serie sobre el caso se reactiv considerablemente con el juicio oral, sobre todo porque fue transmitido por la televisin y por la agitacin y movilizacin que promovieron las organizaciones sociales y polticas que sostenan la exculpacin de Tejerina. Las acciones de estas y otras organizaciones, y de distintas personalidades, fueron eficaces para enmarcar polticamente el caso Tejerina dentro del debate por la despenalizacin del aborto, lo cual tuvo repercusin en las pginas de Clarn y La Nacin en el momento en que fue conocida la sentencia del tribunal. En ROMINA, EJE DE LA POLEMICA SOBRE LA DESPENALIZACIN DEL ABORTO (10/6/2005), Clarn explic las posiciones antagnicas sobre la despenalizacin mencionando como defensoras a algunas organizaciones no gubernamentales, y como opuesta a la Iglesia Catlica. Tambin 126 mencion la posicin pro despenalizacin del por entonces ministro de Salud, Gins Gonzlez Garca, y la dura respuesta a este funcionario de algunos sectores de la Iglesia. Al da siguiente el diario fij su posicin editorial a travs del editor general adjunto, Ricardo Roa. La columna de opinin comienza con afirmaciones tajantes:
El derecho est fundamentalmente para proteger la vida. Romina Tejerina, la joven jujea que asesin de 14 pualadas a su beb, fue condenada por algo tan horrendo como real: matar. Y, adems, mat a su propia hija (la negrita es del original, lo resaltado me pertenece).
Pero despus se conduele, entendiendo que todo pasa por la cuestin de pobreza: La condicin social de centenares de miles de mujeres como Romina, sobre todo en las provincias ms pobres, las vuelve vctimas de la violencia, las violaciones y los hijos indeseados (la negrita es del original).
No obstante rechaza la violacin como atenuante, para abordar seguidamente el tema del aborto: El caso de Romina dispara innumerables debates. Uno est relacionado al aborto. Los defensores de la despenalizacin ya citan su ejemplo como un drama que podra haberse evitado si el aborto no fuese punible. Sin embargo, es posible pensar el asunto al revs. Para un antiabortista no hay diferencias entre matar a un recin nacido y el aborto. Ellos piensan que hay que proteger la vida humana desde su mismo comienzo (la negrita es del original).
Y en ltimo trmino vuelve a ser muy riguroso con la accin de Tejerina, aunque paradjicamente- en la frase que cierra la columna cuestiona la pena que le acaban de imponer: Pero Romina acuchill a su hija despus de haberla parido. Se argument tambin que en ese momento fue vctima de un brote psictico, pero eso tampoco pudo probarse y muchas veces los criminales asesinan en estado de emocin violenta. Si todos los asesinos reclamasen ser absueltos porque estaban violentamente emocionados cuando mataron, habra muy pocas condenas. De all que el castigo por el crimen no debera estar en cuestin. El punto es si los 14 aos no son una pena excesiva para un ser tan desprotegido como Romina (la negrita es del original).
Es de destacar en esta nota de opinin un enfoque que combina una fuerte condena para con el crimen cometido y su responsable, relativizando todas las circunstancias atenuantes enarboladas por la defensa, con una suerte de eximicin moral de la condenada en razn de su condicin de pobre y de desprotegida. No aclara el opinante por quin estara desprotegida Tejerina y por qu esa desproteccin la habra llevado a cometer el acto condenado.
127 El da de la sentencia el caso salt a las tapas de los dos diarios por nica vez- con fotos que muestran el llanto de Romina luego de haber escuchado que haba sido sentenciada a 14 aos de prisin.
La Nacin coment la sentencia con una produccin que incluy diversas opiniones. Para este diario, culpable o inocente, vctima o victimaria, el fallo que conden a Romina Tejerina reaviv debates polmicos y pendientes, que dividen a la sociedad. As, en una primera nota (CUALQUIER FALLO HABRA SORPRENDIDO/VISIONES DIVERSAS SOBRE EL TEMA,11/6/2005) agrup reacciones a favor y en contra de la sentencia: un conocido recurso al que se suele apelar en el periodismo comercial para dar la impresin de objetividad y neutralidad.
El matutino public tambin dos notas de opinin. Una de ellas, rubricada por una integrante del Instituto de Biotica de la Universidad Catlica Argentina. Su autora centraba su argumentacin en la gravedad del crimen y rechazaba con vehemencia los argumentos pro abortistas.
128 La segunda de las notas, firmada por la subdirectora del Hospital Teodoro lvarez y coordinadora de Asistencia a Vctimas de Violencia Sexual, tena un tono ms bien didctico y recomendaba la necesidad de denunciar inmediatamente las violaciones. De alguna manera, le atribua a la demora que tuvo Tejerina en hacer su denuncia las consecuencias de todo lo que le pas despus.
En los das sucesivos La Nacin produjo una serie de notas que tuvo como objetivo retratar la personalidad de la condenada y narrar los avatares de su vida familiar y social. Para esta produccin el diario decidi enviar una periodista a Jujuy, pero despus de finalizado el juicio oral. En este conjunto de relatos se la describi como una adolescente rebelde y agresiva, bastante imprudente, de vida algo disoluta, poco instruida, (se transcribieron fielmente los modismos populares norteos en su habla), criada dentro de una familia disfuncional, con padres pegadores y una hermana mayor muy sumisa. Esta produccin comenz con la nota del da 12 de junio: ME DESQUIT CON UNA CRIATURA QUE NO TENA NADA QUE VER//Tejerina hizo confesiones desde la celda: Una noche, en el baile, esta chica me dice: Pero Romina, vos ests ms gorda. Porque a m no se me notaba la panza, pero la espalda s: la tena como ms ancha. Y ah le cont. Ella me dijo: Metete una sonda; metete perejil; tom agua con laurel; pegate la panza, y yo le deca: Ni loca. Me da miedo. Y fui a varios mdicos para que me sacaran la beba. Yo les contaba que me haban violado, pero todos me queran cobrar trescientos pesos. Se me juntaban las amenazas del violador con las de mi viejito, que siempre me deca que era una puta, que si llegaba embarazada, le iba a dar un infarto. Porque ellos son as, chapados a la antigua. El da 14 hay una nueva nota en la que se acenta la narrativizacin: Qu hago con el bebe?, sigue llorando, est vivo, no lo voy a enterrar as, dijo Romina a su hermana Erica la maana del 23 de febrero de 2003, descompuesta, despus de haber masticado tres chicles laxantes juntos y de dar a luz a una nia que cay en el interior del inodoro del bao. Hac lo quieras, es tuyo, le contest (). Entonces, Erica busc una caja de cartn y Romina tom el cuchillo Tramontina que solan usar para limpiar los hongos de los azulejos del bao. Esta unidad informativa contena tambin un reportaje a la fiscal del juicio oral quien afirmaba sobre Tejerina: Cuando investigu sobre su vida anterior al hecho, cuando revis su entorno familiar y su personalidad, encontr que era una chica difcil, que no aceptaba los lmites que le imponan los padres. La nota ms significativa y que clausur 129 esta serie fue la del 17 de junio (ROMINA, LA CHICA QUE QUERIA SER GENDARME). La enviada se haba trasladado a la ciudad de San pedro para reconstruir la saga familiar: Los Tejerina se hicieron conocidos en San Pedro. La familia vivi unida en una casita del barrio Roberto Sancho; hace tres aos, Mirta, la mayor, se mud con sus hermanas Erica y Romina a una vivienda a quince cuadras, en el barrio Santa Rosa de Lima. Mis padres nos quieren. Hasta la mami cambi desde que pas todo esto, asegura Mirta. Hay que entenderlos. Son de una generacin que creci con otros modelos culturales, muy propios del Norte, con la figura del hombre autoritario y la mujer servil, sumisa, agrega, y evita abundar en los peritajes que figuran en el expediente, que hablan de un hogar violento, de una madre golpeadora. Tambin se consult a los vecinos sobre Romina. Uno de ellos afirm: Yo la llevaba a los boliches en mi remise. Iba al club Gimnasia, y a muchos bailes de por ac. Sala casi sin ropa, ust viera, muy provocativa. () Ac los muchachos dicen que ella deca: Me voy con este tipo, y se iba noms. El 23 de junio se difundieron los fundamentos de la sentencia. La Nacin resalt que los jueces haban atenuado la pena por la falta de educacin de Tejerina y la carencia de una familia contenedora. El mismo da el diario hizo or su voz institucional a travs de una nota editorial que manifest su acuerdo con la condena y que embisti contra los defensores de la despenalizacin del aborto: De inmediato se elev un coro de defensores de la condenada, fundamentalmente grupos partidarios del aborto y, paradjicamente, varios organismos defensores de derechos humanos, que no contentos con justificar plenamente tal accin si sta hubiese sido llevada a cabo cuando la nia estaba en el seno de la madre, ahora parecen justificar tambin el asesinato a cuchilladas de un recin nacido. En el rapapolvo antiabortista hubo lugar incluso para una advertencia a los periodistas para que evitasen que el tratamiento de causas judiciales de esta clase derive en la agitacin de reivindicaciones tales como el derecho de la mujer a ponerle fin a la vida del nio en gestacin, o que se hable de una violacin cuando el acusado de ese delito ha sido sobresedo por la Justicia. Por otra parte, el editorialista coincidi con el tribunal jujeo en que la falta de una adecuada educacin haba incidido en el fatal desenlace. El argumento de la poca educacin, utilizado por jueces y periodistas, suele ser una construccin de sentido comn que explica o justifica determinadas conductas de los sujetos de los sectores populares. Pero no caba aplicarlo en este caso, pues era de pblico conocimiento que Tejerina estaba cursando el ltimo ao del colegio secundario. La intencin de la editorial ms bien parece haber sido 130 comprender el acto criminal desde una racionalidad civilizatoria no exenta de pietismo: Con toda la piedad posible por la victimaria y su drama personal, no dejamos de sentir un peso ominoso en el espritu al ver que se reivindica un crimen tan contrario a la naturaleza humana, y que se lo levanta como bandera de otra causa igualmente terrible: la del aborto. Una mirada semejante a la de esta editorial puede encontrase en la columna de opinin publicada por Clarn un par de meses despus (15/9/2005). El periodista comienza diciendo que Tejerina cumpli con una estadstica segn la cual en la Argentina el infanticidio se suele dar en zonas rurales mientras que en las urbanas predomina el aborto. En relacin a este caso se trata de una afirmacin sorprendente porque ya he referido que San Pedro cuenta con 60.000 habitantes y es la segunda ciudad en importancia en Jujuy. Ergo no es, obviamente, una zona rural. Explica luego las caractersticas de lo que era el delito de infanticidio la cuestin del honor mancillado- y critica su derogacin; relativiza la idealizacin del instinto maternal, ya que habra races culturales que rompen justamente el deseo de ser mam; sostiene que es posible que en ciertas regiones de la Argentina el honor no sea un valor sentido por la mujer y que en otras la presin social haga que la mujer no soporte la vergenza de un embarazo descalificado socialmente; afirma que no todos los grupos sociales han evolucionado en el mismo sentido ni al mismo tiempo ni tienen las mismas caractersticas; en el pas hay diversidad cultural y social (la negrita es del original); y concluye compadecindose de la condenada: No parece justo dejar solas a mujeres como Tejerina, de crtico desarrollo social, cultural y sometidas a grandes presiones, frente a la enormidad de la prisin perpetua. Hay ciertos rasgos de etnocentrismo y paternalismo en este texto. Su argumentacin central sera que como el infanticidio lo cometen las mujeres que viven en zonas rurales, precarias, donde hay otras races culturales y diversidad social, sera mejor reponerlo como figura penal para que las sentencias fueran menos duras para con ellas.
El tercer perodo de cobertura periodstica transcurre entre la sentencia del juicio oral y la confirmacin de esa sentencia por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin (9 131 de abril de 2008). Fueron escasas las noticias que aparecieron en este intervalo temporal. De tanto en tanto, alguna informacin daba cuenta de cierta novedad procesal y de los fallidos pedidos de indulto (Por ejemplo: Clarn, 28/11/2006, 23/3/2007; La Nacin, 23/11/2006, 2/4/2008); o de una marcha a favor de Tejerina (La Nacin, 28/12/2006); o su nombre era citado en alguna nota referida al aborto (Clarn, 28/6/2006). 63
De este perodo merece destacarse la nota aparecida en la revista de La Nacin el 14 de abril de 2008, porque tiene varios puntos de contacto con la serie ya comentada de junio de 2005, luego de que Tejerina fuera sentenciada a 14 aos de prisin. Apelando nuevamente a un estilo de fuerte impronta narrativa, que incluye pasajes ficcionalizados, la nota recapitula para el lectorado los hitos de la tragedia, detenindose largamente -morbosamente- en el relato del infanticidio. Una retrica sensacionalista, no exenta de cierta truculencia, se hace presente en varios tramos, como en el siguiente, en el que los padres de Romina se refieren a la muerte y entierro de su nieta a partir de ciertas representaciones propias de la cultura popular: Nosotros la hemos puesto en un cajoncito dice Elvira. Que han dicho que nosotros la hemos tirado como un perro. Nosotros la hemos puesto en un cajoncito, con vestido y todo. Y la pusimos en un terrenito. No, pero yo digo que se ha hecho lo correcto. Hay miles de casos que lo llevan a un cementerio de esos viejos o lo entierran en el patio. Nosotros no. Y dicen que tena 24 pualadas. Pero en el cuerpito no tena mucho. La cabecita, noms, tena as, pelito y como lastimadito. Con estas frases, y con las que se transcriben seguidamente, la pintura de Tejerina y de su familia deviene casi en una nueva sentencia condenatoria: Mi peso normal era 48 kilos. Ahora peso 51. En el embarazo casi igual estaba. Lo que s tena era mucho deseo de sanda. Por eso es que la beb sale limpita. No ves que dice mi mam que estaba relimpita? Porque la fruta te limpia (Romina Tejerina).
63 El caso recobr una pasajera noticiabilidad cuando se conoci la cancin Santa Tejerina, de Len Gieco. El mismo abogado de Eduardo Vargas, el acusado de violacin por Tejerina, promovi una denuncia contra el cantante por apologa del delito en los tribunales de San Pedro; el mismo fiscal que demor varios meses la imputacin a Vargas inculp rpidamente a Gieco y pidi que fuera citado a declaracin indagatoria. Gieco concurri a Jujuy en septiembre de 2005; se present en los tribunales y luego visit a Romina en la crcel.
132 Ahora estoy ms responsable. Antes dejaba todo por salir a divertirme, a joder con Romina. Yo era tmida. Era como su sirvienta, su esclava. Pero cambi. Ya no es como aquellos aos de San Pedro, que era bailar, bailar, bailar. (Erica Tejerina). Yo no me olvido de los caazos de mi pap. Me daba caazos por cualquier cosa. Igual, la de los golpes era ms la mami. Mi papi lo que haca era la agresin verbal. Si usaba tacos, si me pona maquillaje. Por todo me deca que era una prostituta (Mirta Tejerina). Esa chinita es terrible. Siempre con la ropa. No le importa otra cosa. Medio vaguita era. (Elvira, madre de Romina). S, pero no es como dicen que somos violentos. Yo nunca la golpi. Mi mujer, a veces. No le dejbamos salir, eso s. (Florentino, padre de Romina). Como puede apreciarse en estos pocos prrafos elegidos, la exposicin de las vidas privadas de los Tejerina ilumin aspectos familiares poco favorables, que fueron mostrados como la excluyente explicacin causal de los sucesos. A pesar de la notable visibilizacin que adquiri el caso de Romina Tejerina en amplios y numerosos colectivos sociales, medios alternativos de comunicacin, organizaciones no gubernamentales y agrupaciones feministas; a pesar de la campaa nacional e internacional de apoyo a su causa; a pesar de que por ella intercedieron pblicamente funcionarios, legisladores y personalidades; y teniendo en cuenta las innumerables marchas y actividades promovidas en todo el pas para pedir por su excarcelacin, el resumen de la cobertura analizada de Clarn y La Nacin muestra un despliegue, un inters y una jerarquizacin en ambos diarios que no se condice con semejante repercusin. Resulta evidente que el marco interpretativo de los matutinos nunca coincidi con el de quienes vieron en el crimen de Tejerina un smbolo de la opresin, la violencia y la discriminacin de gnero. Para estos dos medios grficos se trat simplemente de un delito que haba tenido lugar en una provincia lejana y atrasada, y que haba sido cometido por una joven de una clase social distinta a la del lectorado de los matutinos: alguien que no formaba parte del nosotros el diario+sus lectores-, sino de esos otros que suelen perpetrar crmenes ms propios de la barbarie que de la civilizacin. Porque haba sido un crimen revulsivo, como aquellos en los que estn implicadas las relaciones de parentesco, pero ms revulsivo an por quebrar el mito del amor maternal, caracterstico del estereotipo femenino dominante.
En consecuencia, como los diarios enmarcaron el hecho meramente dentro lo policial les result escasamente noticiable por carecer del misterio y suspenso que 133 vuelven atractivos a los crmenes, pues ya estaba esclarecido cuando se lo conoci. Por eso, en tanto caso policial-judicial, slo recuper noticiabilidad cuando se llev a cabo el juicio oral. Para interpretar el crimen de Tejerina los diarios slo atendieron a las caractersticas personales de la victimaria y la dinmica de sus relaciones sociales y familiares. Construyeron as una historia que todos sus lectores podan entender. Cuando hicieron alguna referencia al contexto sociocultural en el que de desarroll la tragedia, lo hicieron para mostrar a Jujuy como una provincia pobre y cerril. Sus coberturas se plasmaron no pocas veces desde un etnocentrismo que no ayud a entender que lo diferente no necesariamente es inferior, y desde un extraamiento que no se avino a considera otros contextos socioculturales que no fueran los de sus lectores de las clases medias y altas.
Clarn y La Nacin convalidaron las decisiones y sentencias de los jueces intervinientes en el caso y no consideraron interesante investigar las denuncias relativas al ensaamiento judicial y penitenciario para con Tejerina. Los medios en general suelen acoplarse al discurso del Derecho y a cualquier otro discurso que ratifique el orden social vigente (Chejter, 1995), pero no son solamente una mquina de reproducir los discursos institucionales: su intervencin sobre los acontecimientos jerarquizacin, clasificacin, tematizacin, editorializacin- edifica un sentido previamente inexistente. Sentido que se evidencia con ms nitidez en las notas que tienen una marcada retrica narrativa, que en el caso Tejerina fueron aquellas que se interesaron por indagar en la victimaria y en su familia para armar una explicacin del crimen. El frame construido por los diarios fue semejante al que apelaron los jueces para fundamentar su condena. Unos y otros cargaron sobre Tejerina la doble culpabilidad de ser joven y poco cuidadosa en sus conductas sociales. A todas luces ella haba transgredido cdigos morales y legales. Si en realidad haba sido violada era porque estaba en el lugar equivocado, a una hora equivocada y con un hombre equivocado. En otros trminos: a pesar de que la violacin permita entender mejor que el sexo consentido sus intentos de aborto y el infanticidio, los diarios coincidieron con la justicia al justipreciar los hechos basndose exclusivamente en las condiciones personales de la victimaria, descartando la posibilidad de que ella hubiera sido una vctima de violencia sexual. Optaron por poner el acento informativo en el infanticidio, en tanto acto aberrante atravesado por las relaciones de parentesco. Es que se trata de un delito que pone en aguda contradiccin 134 las virtudes de la feminidad con la maternidad. Por eso todas las notas que recapitulaban el caso comenzaban recordando que Romina Tejerina era la joven que mat a su beb despus de haber sido violada, y no la joven que despus de ser violada mat a su beb. El infanticidio era lo ms grave e inusual; lo ms noticiable. En cambio, siguiendo una jerarqua penal, en las pginas de Clarn y La Nacin una violacin no es tan grave, es bastante comn, y difcilmente sea considerada como una aberracin. Si no est asociada a otro delito, pasa por ser, apenas, una alteracin en la vida cotidiana.
Asimismo, el frame policial de la prensa estudiada relativiz cualquier alusin atinente a polticas pblicas sobre derechos y salud reproductiva. Tejerina revel a los diarios numerosos intentos de aborto por mtodos caseros. Al hacerlo seguramente pensaba que se comprendera su desesperacin el da que pari la beba. Pero en las narraciones periodsticas su intencin abortista no fue entendida en ese sentido. Por el contrario, en un mbito social muy influido por los discursos penales y morales que consideran que el aborto es un delito, la reiterada mencin al tipo de mtodos a los que acudi reforz su rstica imagen, y la revisti de culpabilidad por haber atentado contra la vida de su hija cuando an estaba gestndose.
Cuando las organizaciones sociales lograron instalar la problemtica del aborto en relacin con el caso Tejerina, Clarn y La Nacin se refirieron a la cuestin de una manera marginal, atribuyndole siempre el carcter de polmico, en tanto sinnimo de controversial. Y si es controversial es noticiable. Es evidente que el discurso pro despenalizacin implica una amenaza a los valores culturales y significados con los que se manejan los medios, y en la medida en que pone en juego unas relaciones de gnero teidas por el ideario patriarcal, ese discurso no es reconocido ni legitimado, sobre todo en los medios de contrato ms conservador. As, por ejemplo, el da previo al dictado de la sentencia a Tejerina el sitio on line de La Nacin pregunt a sus lectores: Cree que Romina Tejerina debe ser condenada por matar a su beba que habra sido fruto de una violacin?. De entre 10.602 votos, el 42% respondi afirmativamente; el 38 % contest s, con atenuantes y slo el 20% opin que no deba ser condenada. Pero, por otro lado, la realidad concreta medida, por ejemplo, en la cantidad de abortos que se efectan anualmente- indicara que hay otras ideas y actitudes sobre la sexualidad y la anticoncepcin que parecen estar ya arraigadas en buena parte de la sociedad. Muraro 135 (1997) menciona una encuesta realizada hace quince aos -en 1995- entre mujeres de ms de 18 aos en la regin metropolitana de Buenos Aires, a propsito de la ilegalidad del aborto. A contramano de los discursos religiosos, polticos y mediticos hegemnicos, la mayora de las encuestadas se mostr a favor de la despenalizacin, de la implementacin de la educacin sexual en las escuelas y reclam la atencin pblica y gratuita de la salud reproductiva. Para Muraro estos datos indican que los ciudadanos son capaces de generar consensos extrapolticos, es decir, a espaldas de los funcionarios y los periodistas (p. 95). Tambin demuestran que hay temas de la agenda pblica invisibilizados total o parcialmente por los medios masivos, en funcin de la dificultad que tiene la mayora de ellos para registrar nuevas tendencias sociales y adecuarse a ellas.
136 Reflexiones
A) Poltica y relaciones de gnero
El estudio cuantitativo del captulo II demostr una pobre representacin de las mujeres en las secciones polticas de los diarios analizados, que no se condice con la expansin que se ha operado en su participacin en el mundo poltico, sobre todo en lo que atae a su creciente presencia en el Congreso a partir la sancin de la ley de Cupos. Es evidente que un conjunto de diputadas y senadoras, por ms numeroso que sea, no genera per se acontecimientos noticiables. Y en las raras ocasiones que lo hace, tiene que ver con preocupaciones que conciernen al gnero femenino. O que tal vez incumban a los dos gneros, pero la sociocultura dominante las desva hacia un camino colateral: las transforma en preocupaciones sectoriales o, dicho en lenguaje coloquial, en cosas de mujeres. Y en tal carcter esas preocupaciones son soslayadas por unos medios masivos que orientan su trabajo en funcin de un inters pblico homogeneizado, que ignora la existencia de intereses de gnero (entre otros). Podra decirse que tal inters pblico tiene una impronta de masculinidad, en la que lo privado se equipara con lo femenino y lo pblico con lo masculino.
Hay que considerar tambin que la exigua presencia de mujeres en puestos clave dentro del mbito legislativo no contribuye a resaltar su representatividad numrica. En la medida en que ejercen un poder limitado, la presencia y la tarea de las legisladoras no son registradas por los medios, salvo que alguna de ellas se destaque por razones que excedan su labor parlamentaria. Por otra parte, en un rgimen democrtico de fuerte sesgo presidencialista los rganos parlamentarios resultan de regular atractivo para el periodismo, salvo que se aboquen a la discusin de proyectos de ley que se consideren de inters para grandes sectores de la poblacin. An as, esos debates resultan noticiables por sus resultados y no por las ideas que se ponen en juego en los recintos parlamentarios. En cambio, para la lgica massmeditica es ms atrayente la rpida y operativa toma de decisiones que caracteriza a los poderes ejecutivos. Esto explica que en el relevamiento del captulo II las funcionarias hayan protagonizado ms noticias que 137 la sumatoria de las intelectuales, las juezas, las defensoras de los DD. HH. Y las legisladoras. 64
En definitiva, la representacin general de las mujeres que actan en poltica en distintas reas totaliz un 8.4 % del total de noticias publicadas en las secciones polticas. Porcentaje que desciende al 6.4% si se excluyen las noticias que encabez Cristina Fernndez, ms en calidad de eventual candidata presidencial que como senadora (lo que indica que el criterio de noticiabilidad referido a la posicin social de quien protagoniza la noticia rige tambin para el gnero femenino). Este exiguo porcentaje muestra la inequidad que existe en las relaciones de gnero dentro de la esfera poltica. Es evidente que la mayor presencia de mujeres en esa esfera no ha sido suficiente an como para volcar la relacin de fuerzas, pues todava ocupan un papel subordinado y en general escasamente valorado. A pesar de ello, los medios de comunicacin escudrian sus conductas y discursos con una lupa ms severa y ms potente, extendiendo la atencin meditica hasta los detalles ms frvolos. 65 Cuando en una crnica de un acto de gobierno, sobre todo si es de ndole protocolar, se menciona a Cristina Fernndez muy frecuentemente se alude a su indumentaria y arreglo personales, muchas veces en trminos meramente descriptivos, sin opinar al respecto, como si fuera una suerte de deber u obligacin periodstica, similar a la de describir la decoracin de un saln donde tiene lugar un encuentro poltico. 66 Y justamente, si las mujeres tienen un papel decorativo en la escena poltica, los medios se empean en describir cmo la decoran. Ahora bien, este nfasis sexista termina relativizando lo que dicen y lo que hacen las mujeres; es una manera de despreciar su talento y de banalizar su desempeo.
Si el relevamiento cuantitativo no revel resultados dismiles entre Clarn y La Nacin, el estudio de la agenda de atributos de Cristina Fernndez posibilit, en primer lugar, comprobar unas diferencias en la construccin de su imagen que estn en estrecha relacin con los distintos contratos de lectura de los medios estudiados. Ello es as porque los atributos de un acontecimiento o una persona se valoran o se desmerecen en
64 De todas formas, el nmero de funcionarias result muy bajo en relacin al de sus colegas varones.
65 La frivolidad en las mujeres es un atributo criticado o celebrado segn sea la protagonista de la noticia. Por lo general se la celebra en una modelo y se la critica en una funcionaria o en una referente social, como ocurri cuando Nina Peloso particip en un concurso televisivo de baile. 66 Por ejemplo: (Michelle) Bachelet luca uno de sus acostumbrados trajecitos azules; Cristina Kirchner, un conjunto que, segn concluyeron las periodistas chilenas que cubrieron el evento, era de color damasco (Pgina/12, 9-11-2007). 138 funcin de los valores periodsticos, prejuicios y representaciones sociales que se ponen en juego voluntaria e involuntariamente- en la construccin de la noticia. As por ejemplo, los medios ms opositores destacaron como atributo negativo el apego al cuidado personal que tiene Fernndez -como si la frivolidad fuera suficiente para deslegitimarla como gobernante-, mientras que los ms afines transformaron esa caracterstica en un rasgo positivo, incluso extendindolo a todas las mujeres (A qu mina no la pierden las carteras?).
En segundo lugar, el estudio de la agenda atributiva permiti verificar que cuando las mujeres se dedican a la poltica se espera que lo hagan de acuerdo a los cnones masculinos. Como todava las cpulas de los partidos polticos estn comandas por hombres, las mujeres han aprendido a adoptar modelos masculinizados y patriarcales de hacer poltica para poder acceder a espacios de poder. 67
Sobre las mujeres que cuentan con un varn como mentor poltico se cierne una crtica acerca del papel que ste eventualmente podra representar. En el caso de Cristina Fernndez, la actuacin poltica que comenz a desarrollar su esposo a los pocos meses de haberse iniciado el mandato de ella fue utilizada por la prensa adversa para mostrarla como una presidenta dominada. Lo paradjico es que el acceso de Fernndez a la primera magistratura del pas fue interpretado por algunos medios, como Clarn, como una ficha jugada antojadizamente por su marido en el tablero electoral. Es decir, como la consecuencia directa de la exclusiva voluntad de su mentor. El poder de Fernndez sera de esta manera un poder delegado y no construido por ella. En febrero de 2007 la revista Veintitrs calific el viaje a Pars de la entonces senadora como un peldao significativo en su objetivo de heredar la presidencia. Es significativo que el
67 Cristina Fernndez no es la excepcin sino la confirmacin de este aserto. En su discurso de asuncin, en diciembre de 2007, se dirigi a las mujeres presentes diciendo: Quiero recurrir a mis compaeras de gnero, a las mujeres, formadoras de valores, la primera formadora de valores junto a su hijo. Ustedes saben que nunca he concebido al gnero como un espacio de confrontacin, lo considero ridculo eso. () Las mujeres estamos preparadas biolgicamente para el dolor, culturalmente para la dificultad y funcionalmente para trabajar en simultneo.Al calificar de ridculo al gnero en tanto espacio de lucha por una sociedad ms igualitaria, Fernndez reprodujo la estrategia de Eva Pern (Cf. Captulo II) en el sentido de denunciar desigualdades sociales, pero en forma ambigua e inespecfica. Es decir, soslayando la vigencia del patriarcado como sistema cultural e ideologa hegemnica. Como Evita, Fernndez retom el estereotipo clsico de las mujeres, al que apel para autovictimizarse, y despreci el feminismo. Hasta el momento no ha promovido polticas orientadas a reducir las brechas entre los gneros en la vida social y ha tenido la precaucin de no declararse a favor de la despenalizacin del aborto. En sntesis, se ha cuidado de hacer una poltica no confrontativa en cuestiones de gnero.
139 periodista haya utilizado la palabra heredar, en vez de otras, como conseguir, obtener, ganar o lograr, que sugieren que alcanzar una meta poltica es una tarea ardua, que implica un esfuerzo personal. En cambio heredar connota una concesin graciosa, un cierto derecho adquirido, que en este caso tendra Cristina Fernndez slo por ser la seora de alguien con poder. La crisis poltica de los ltimos aos ha demostrado el fracaso de un modelo de partido poltico que ha sido incapaz de resolver las demandas y expectativas de gran parte de la sociedad. Frente a esa realidad, el ascenso de las mujeres a cargos de mayor peso especfico ha promovido ciertas expectativas favorables, en el sentido que, por su naturaleza, ellas podran producir algunos cambios beneficiosos. Es que frente al vaciamiento ideolgico de las propuestas polticas los atributos personales reales o imaginados- de los polticos y las polticas han adquirido mayor relevancia. En ese marco, las mujeres polticas aparecen como reservorio de cierta sensibilidad social, pragmatismo y bsqueda de consenso. Estos atributos son los demandados frente a una realidad que combina exclusin social y corrupcin poltica. Entonces, y sin perjuicio de lo expresado ms arriba, se espera que las damas hagan poltica con una mirada de mujer. Para Chneton (1995), si esta mirada no es adecuadamente contextualizada si no se especifican determinadas condiciones- instala al receptor en el plano del mito. Esto es, en algo no construido sino esencial, propio de la naturaleza. As surge una nueva contradiccin, pues en algunas de las notas analizadas la mirada de mujer atribuida a Cristina Fernndez consiste en ser ms receptiva (que su marido) a las ideas y consejos de los otros, sobre todo si son varones. En lneas generales, el imaginario que se despliega en los medios analizados supone que la mujer poltica debe ser adecuadamente decorativa, tener perfil bajo y no ser confrontativa. Se espera que sea sumisa, manejable. Pero adems, debe sazonar la poltica con un toque femenino. Pero apenas un toque!, so pena de que sus acciones o su discurso sean atacados por exceso de femeneidad. Algo as como cumplir con el estereotipo tradicional de mujer, pero no mucho. El equilibrio justo puede ser difcil de alcanzar. 68
68 La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, lament que se la juzgue en base a lo que calific como prejuicios machistas. Segn la mandataria, "cuando un hombre habla fuerte, tiene carcter, cuando lo hace una mujer, se puso histrica o furiosa; cuando un hombre se conmueve es sensible, la mujer no sabe manejar sus emociones; si un hombre se toma un tiempo para una decisin, es sabio y prudente; la mujer es indecisa" (Clarn, 14/7/2007). 140 B) Violencia y relaciones de gnero
La violencia contra las mujeres pierde su especificidad si se reduce a hechos aislados que espasmdicamente saltan a las secciones policiales de los diarios. De hecho en los dos casos analizados no hubo en ninguna de las piezas periodsticas una mnima reflexin sobre esta violencia como cuestin social. Volcados decididamente hacia las retricas sensacionalistas, los diarios de referencia eligieron en el caso Dalmasso privilegiar el drama, lo pasional, el sexo, las infidelidades Trataron la violencia de gnero como una violencia ms y convirtieron el sufrimiento de la vctima en un artculo de consumo, mixtura de relato ertico-policial con nota de revista de chimentos de la alta sociedad.
El anlisis de las coberturas evidencia que los mundos privados de las mujeres vctimas de la violencia son evaluados desde los valores y las conductas, prescriptos por la moral patriarcal, que se consideran como propios de los varones y que son los que se utilizan para justipreciar el comportamiento que se espera de las mujeres (Hercovich, 1997):
No podemos olvidar que la mirada periodstica se asienta sobre una cosmovisin social compartida que sigue siendo marcadamente patriarcal, una cultura occidental heredera de la ilustracin y del positivismo, en algunos aspectos, pero que incorpora tambin elementos mticos, mucho ms remotos en el tiempo. As, el periodismo, que nace en Europa con la ilustracin puede construir un discurso androcntrico como si fuera universal, practicar una mirada masculina a su alrededor con la pretensin de abarcarnos a todos y a todas, y a partir de una serie de prcticas y de mecanismos, ofrecer unos significados y explicaciones de los hechos como si estuvieran sustentadas por un sujeto neutro, sin sexo ni gnero, un narrador omnisciente y objetivo. En ese caldo de cultivo de la cultura compartida, en esa cosmovisin que en mayor o menor medida hemos asimilado a travs de la socializacin, es donde se encuentran los estereotipos, unos excelentes aliados para la accin de comunicar (Alts Rufias, 2006).
Como muchas otras creencias masivamente compartidas, la patriarcal goza de una gran estabilidad que impide que sea fcilmente modificada. En parte, dicha estabilidad reside en que su ideario se difunde desde instancias institucionales que tienen gran influencia sobre la sociedad. Las agencias policiales y judiciales son las fuentes privilegiadas por los medios para informar sobre delitos. Las agendas temticas y atributivas y los marcos interpretativos llevan la impronta de estas fuentes. Los
141 estereotipos que ellas ponen en juego son ingredientes bsicos para la elaboracin de las noticias policiales. A la vez, los criterios de noticiabilidad y los profesionales del periodismo aportan sus propios estereotipos. Todas estas imgenes deben coincidir para que la informacin que suministra una fuente sea legitimada y forme parte de la rutina productiva. Encarnado en estas agencias, el poder se cuela a travs de los intersticios de la informacin policial; es su mirada del mundo la que los productores de la informacin aceptan sin cuestionar (Baratta-Villar, 1998).
La informacin sobre la violencia contra las mujeres est bajo la influencia de esa forma de poder que es el patriarcado, que es una marca ideolgica. As, las imgenes de culpabilidad e inocencia de las mujeres-vctimas y victimarias- que postula el discurso criminolgico dominante se reproducen acriticamente en el discurso periodstico. A la vez, policas, jueces y fiscales son consumidores de medios, por lo que el imaginario sobre los crmenes contra las mujeres tiende a reproducirse ad infinitum en la relacin medios-polica/justicia. Este imaginario, en tanto que es una simplificacin, no responde cabalmente a la realidad. No obstante sus imgenes estereotipadas son reconocidas y aceptadas por gran parte del pblico de los medios: as lo demuestra la importante repercusin que tuvo la cobertura del asesinato de Dalmasso.
Cuando la prensa califica un asesinato de pasional sabe que se asegura el inters de su pblico por la atraccin que tienen los asuntos amorosos para el ser humano. Como la emocin amorosa es un tema de la cultura, el crimen pasional es escaso en exotismo y se sita dentro de un amplio horizonte cultural (Jimeno, 2004). En el relato meditico del crimen pasional es posible reconocer como antecedente textos literarios, sobre todo del romanticismo decimonnico, en las que se traza una asociacin entre el amor-odio, la perturbacin mental y la violencia.
Calificar un crimen como pasional no es un acto inocente, porque de esta forma se quiere aludir al criminal como un enajenado, alguien que actuara posedo por fuerzas exteriores, inmanejables por l el amor, la pasin, la venganza-, sobrepasado por la situacin, que ha cometido actos que no controla, o muchas veces, que son justificados en el marco de otros crmenes (Chejter, 2005). Por lo tanto, la alusin a lo pasional descontextualiza El acontecimiento violento: la violencia queda en las sombras y toma preeminencia el arrebato de locura provocado por la vctima al victimario -con lo cual 142 la culpabilidad queda a cargo de la primera y la responsabilidad del segundo se desdibuja-. De este modo, la narracin del crimen en los medios se transforma en un relato melodramtico de las vidas amorosas de la vctima y/o de su victimario, y as el paradigma patriarcal se ve reproducido gracias a la funcin ideolgica que cumple el estereotipo pasional: justificar o atenuar la violencia del crimen suministrando un por qu, una causalidad, que coincide con valores y prcticas significantes hegemnicas. 69
Por ejemplo, el crimen de Aurelia Briant fue explicado sosteniendo que su ex esposo no haba podido soportar que su mujer se rebelara. El pretenda manejarla como a un robot y se enfureci cuando ella lo abandon (Crnica, 12/8/1984). Aqu a lo pasional se suma otro estereotipo el de la ruptura de la pareja- que induce a considerar como romntico el acoso de los varones sobre sus ex parejas. Sin embargo, Fagoaga opina que lo que se presenta como romntico no es ms que intolerancia a que las mujeres puedan vivir en paz sin sus ex compaeros (2004: 77). Veinticinco aos despus del asesinato de Briant, otro ejemplo, que proviene del diario que se supone ms progresista en cuestiones de gnero, permite verificar la vigencia del estereotipo pasional:
El concubino de la mujer que el martes pasado fue encontrada descuartizada en Pilar fue detenido ayer, acusado del crimen () la polica encontr la cabeza y la pierna que le falta al cadver. La vctima del crimen fue identificada como Nancy Lpez, de 33 aos, y segn coinciden fuentes policiales y judiciales, se trat de un crimen pasional motivado por cuestiones de celos y desengaos (Pgina/12, 26/3/2009, la negrita me pertenece).
En casos como el de Dalmasso, o el de Oriel Briant (cf. Pereyra, 2002), la prensa erotiza el cuerpo de la vctima, constituyndolo en un cuerpo para ser contemplado y deseado. La representacin del cuerpo femenino como localizacin de la sexualidad, como sede del placer visual (De Lauretis, 1992) est sumamente arraigada en una cultura que responde a los valores estticos de la masculinidad. Los medios, en tanto reproductores de esa cultura, operan con una doble moral: por un lado se alarman con las manifestaciones individuales y sociales de violencia, resaltan la saa empleada por algn asesino, se indignan cuando un menor es abusado, protestan cuando un crimen queda impune. Pero, por otro, aceptan publicar avisos comerciales donde provocativas modelos son fotografiadas en poses sugerentes y escasas de ropa. Esta cultura
69 El estereotipo pasional funciona como atenuante en algunas sentencias judiciales: Un polica mat a su mujer cuando (ella) le confes que le era infiel. Un juez consider como atenuante al adulterio y slo lo conden a 12 aos de prisin (Viva, 6/6/2004; la negrita me pertenece); Ella lo atac tras una discusin por celos. l le quit el cuchillo y le dio 11 pualadas () El fiscal dijo que la pareja tena una relacin tormentosa y que el crimen fue el resultado de graves desajustes y una relacin enfermiza, motivo por el cual solicit la pena de ocho aos de prisin (en vez de la de prisin perpetua). (Clarn, 11/12/2006; la negrita es del original). 143 masculinizada cosifica a la mujer la convierte en un objeto sexual- y la explota sexualmente, mientras que condena el libre ejercicio de la sexualidad femenina (Elias, 2001). Las prescripciones de la moral patriarcal tienden a trivializar la violencia masculina y a erotizar los vnculos violentos para extraer los elementos ms perturbadores de las representaciones de la violencia: el miedo, la angustia, la indefensinErotizar la violencia es quitarle entidad, es posibilitar que los violentos esquiven su responsabilidad como victimarios, y es insinuar que la naturaleza activa y provocadora de las mujeres es la razn que explica y justifica la violencia que se ejerce sobre ellas (Hercovich, ob. cit.). Una violencia erotizada pierde su sentido real, es decir, se despolitiza y se privatiza, porque una grave problemtica social pasa a ser un asunto entre una vctima y su victimario.
Cada vez que una mujer sufre o comete un delito se reactiva el naturalizado conjunto de imgenes que sirve para juzgarla y catalogarla de acuerdo con normas de conducta femenina apropiadas/inapropiadas. Esas imgenes pueden responder a arquetipos o a estereotipos. Los arquetipos -figuras ideales, prototpicas- suelen ser mticos. Leyendas de dioses y diosas que transfigurados en diversas expresiones de la cultura popular (canciones, relatos, poesas) llegaron hasta nuestros das como poderosas imgenes que apelan al imaginario social y aaden significados ocultos a los mensajes explcitos. Para que un arquetipo pueda ser relacionado con el significado que tiene adjudicado deber contar con un requisito: cada poca y cada sociedad ha de proponer sus propias versiones de los arquetipos. Slo de esta forma los arquetipos pueden cumplir con su funcin sancionadora: designar las cualidades deseables y repudiables en los individuos (Alts Rufias, ob. cit.). La conducta sexual que Clarn y La Nacin le atribuyeron a Dalmasso fue ms propia de un hombre que de una mujer, por ello transgredi lo que el imaginario patriarcal autorizaba para ella. Desbordado su arquetpico destino de madre y esposa sumisa, fue convertida en otro arquetipo, el de la amazona: Mujer exigente, autosuficiente, que dirige una empresa con la misma energa y eficacia que lleva su casa, que sabe lo que quiere (hasta el punto que prefiere cambiar al compaero antes que a la lavadora), y que parece haber conseguido reunir en s misma las capacidades del varn y de la mujer (Alts Rufias, ob. cit.). 144 En su condicin de transgresora del cdigo penal, Tejerina recibi una condena en los estrados judiciales y en las pginas de los diarios. La cobertura el caso Dalmasso deriv en una crnica de la transgresin del deber ser femenino. En este caso hubo tambin una condena, pero por haber quebrantado un cdigo moral. En ocasiones, dice Frigon (s/d), parece ser que no es necesario transgredir fronteras legales para ser una transgresora: basta con ser mujer.
Los diarios que se han estudiado no siempre entienden la violencia contra las mujeres como una problemtica social y poltica. Como a menudo la reducen a su materialidad criminal, la produccin informativa en los casos Tejerina y Dalmasso no escap a la estructura caracterstica de los sucesos. El suceso, anota Barthes (1967), es una informacin total pues contiene en s todo su saber. Para construir el suceso el periodismo no necesita incorporar informacin suplementaria: el suceso no remite a nada implcito, es inmanente; no se necesita saber nada del mundo para consumirlo. En un suceso, se da todo a nivel de la lectura; sus circunstancias, sus causas, su pasado, su desenlace (Barthes, ob. cit., 226). El suceso alberga relaciones de causalidad. En el suceso policial es la relacin entre el delito y su mvil donde funcionan cliss como, por ejemplo, el crimen por encargo, el ajuste de cuentas o el crimen pasional. Siempre tiene algo de aberrante la causalidad del suceso. All reside su inters. El relato periodstico hace nfasis en la aberracin: en el caso Tejerina, la explicacin de que haba matado a la beba porque haba visto en ella la cara de su violador; en el caso Dalmasso, el lazo de la bata con el que fue ahorcada. Pero en ltima instancia el inters no est tanto en el motivo del crimen sino en las emociones personales que pone en acto. Ms que las razones que llevaron a Tejerina a matar a su hija, lo que import fue dar cuenta de su vida familiar y personal como marco explicativo de su tragedia.
El suceso tambin tiene relaciones de coincidencia merced a las cuales dos trminos cualitativamente distantes se aproximan, aunque sin dejar de ser contrarios. Camina as hacia la retrica de la anttesis, uno de cuyos ejemplos es el colmo de la tragedia clsica (Barthes, ob. cit., 233). En el suceso-Tejerina la prensa construy una relacin de contrariedad entre maternidad y criminalidad. Es decir, no slo hubo un suceso-asesinato, sino que el colmo fue que el asesinato lo perpetrara alguien una mujer- condicionada para dar la vida y no para quitarla. Encontramos aqu otra transgresin del arquetipo maternal. 145
El melodrama reina en el suceso. El gnero melodramtico surgi en la Revolucin Francesa para dar cauce a la emocionalidad burguesa. La atmsfera fabulosa del suceso, que es similar a la del folletn del siglo XIX, est cada vez ms presente en las crnicas periodsticas. Ahora bien, lo folletinesco y el suceso se aproximan cuando, como ocurre en la actualidad, se asiste al fenmeno de la privatizacin generalizada de lo social (Sodr, 1998). Acaso a los individuos por tener dificultada y desalentada su participacin en la vida pblica por lo menos en trminos reales-, y por estar recluidos en su existencia privada, les resultara cmodo y atractivo enterarse de la vida privada de los dems?
Del suceso se da cuenta mediante la narracin, y la narracin es la forma actual legitimada de incorporar conocimiento que, en los medios, ha comenzado a superar a la argumentacin como tecnologa cognitiva. Las razones de este fenmeno estn en relacin con el movimiento global de puesta en la escena pblica de la vida privada que incide sobre los modos de redaccin de la noticia, gracias a la primaca de secciones de entretenimiento en el periodismo contemporneo (Sodr, ob. cit: 156). En paralelo, en los medios los valores pblicos de la informacin han derivado hacia la intimidad y la personalizacin noticiosa donde el drama humano es la principal materia prima para legitimar las noticias de cualquier orden (Bonilla Vlez, 1997). El proceso se acenta en las noticias policiales, y en las de violencia sobre las mujeres en particular - tal como ha podido comprobarse en los casos Tejerina y Dalmasso-, en las que lo sustancial para la prensa pas por exhibir lo ms ntimo del dolor humano, despojando a la violencia de su dimensin pblica.
C) Conclusiones finales Los hallazgos que exhibe el relevamiento cualicuantitativo del captulo I de esta Tesis tienen varios puntos de contacto con el ms importante de los monitoreos sobre la presencia de mujeres y varones en los medios: el Proyecto de Monitoreo Global de los Medios (GMMP). 70 El ltimo informe (2005) revela que persiste un desequilibrio entre
70 El Proyecto de Monitoreo Global de los Medios (GMMP) se realiz por primera vez en 1995 y luego en 2000 y en 2005. El de este ltimo ao se llev a cabo el 16 de febrero en 76 pases. Cientos de voluntarios monitorearon casi 13.000 noticias en los soportes radial, grfico y televisivo con el objetivo de trazar un mapa de la representacin meditica de mujeres y hombres. El GMMP est organizado por la 146 quines son noticia y quines no lo son en las agendas temticas y en los protagonistas de las noticias. As, por ejemplo: 1- Las voces de los hombres dominan en las noticias duras. La mujer est presente en las noticias sobre poltica y gobierno en un 14% y sobre economa en un 20%.
2- El 86% de todas las personas que aparecen como voceros en las noticias son hombres. Los hombres tambin constituyen el 83% de todos los expertos. Es mucho menos probable que las mujeres sean consideradas como expertos. En cambio estn presentes en forma ms frecuente como voces que expresan una experiencia personal (31%) o la opinin popular (34%).
3- La representacin de las mujeres como vctimas (19%) es desproporcionada en relacin a los hombres (8%).
4- Solamente el 10% de las noticias en todo el mundo tiene a mujeres como el foco central. Las mujeres aparecen como figuras centrales en el 17% de las noticias de las secciones blandas (celebridades, deportes y temas sociales). Solamente el 3% de los artculos sobre economa y el 8% de artculos sobre poltica y gobierno tienen mujeres como el foco central.
En total las mujeres fueron actrices de las noticias en un 21%, mientras que en el monitoreo de 1995 lo haban sido en un 17% y en el de 2000 en un 18%, lo que demuestra un escaso aumento de su protagonismo a lo largo de diez aos. En 2005 las mujeres tienen mayor presencia en las secciones Celebridades, artes y deportes (28%), representacin que ha crecido cuatro puntos desde 1995. La menor representacin est en Poltica y gobierno (14%), aunque duplicando el porcentaje registrado en 1995. En cuanto a la presencia femenina en secciones de Crimen y violencia, los registros se han mantenido invariables (ver Cuadro N 11). 71 En resumen, los datos globales muestran que la situacin ha cambiado poco desde 1995. Prevalecen imgenes negativas y estereotipadas de las mujeres. Se las describe ms por su apariencia que por sus destrezas. Aquellas que sobresalen en algn mbito de la vida pblica son presentadas como la primera mujer en; esto es, casi como un acontecimiento extico. Algunos grupos de mujeres son francamente invisibles, como los que pertenecen a minoras tnicas o raciales.
World Association for Christian Comunication (WACC). Su informe se denomina Quin figura en las noticias?, y est disponible en www.whomakesthenews.org
71 En Argentina se monitorearon 289 noticias. Los datos que se obtuvieron fueron similares en cuanto a la representacin total (22% de mujeres), pero sustancialmente mayores en lo que se refiere a la presencia de las mujeres como vctimas (34%)
147
TEMAS DE LAS NOTICIAS 1995 2000 2005 Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Celebr., artes y dep. 24 76 23 77 28 72 Social y Legal 19 81 21 79 28 72 Crimen y Violencia 21 79 18 82 22 78 Ciencia y Salud 27 73 21 79 22 78 Economa 10 90 18 82 20 80 Poltica y gobierno 7 93 12 88 14 86 Cuadro N 11. Representaciones de mujeres y varones en las noticias segn el GMMP
Se puede inferir de todos estos datos que las mujeres son prioritariamente presentadas como vctimas y como figuras de las artes, el espectculo y el jet set; mientras que se las relativiza como actrices de la vida y acciones pblicas. La sobrerrepresentacin como vctimas puede tender a crear una imagen de debilidad para la mujer. A menudo estas noticias las presentan como sujetos pasivos. Por lo general se titula una mujer fue asesinada por un hombre en vez de un hombre mat a una mujer. Esta imagen de debilidad inhabilitara a las mujeres para desempaarse en la vida pblica donde se requiere de firmeza y fortaleza- y sera la excusa ideal para relegarlas a las artes, la moda u otros tpicos banales o frvolos, asignndoles un papel fundamentalmente decorativo en la informacin.
Con frecuencia la imagen de las mujeres se usa de manera deliberada para causar impacto en informaciones sobre catstrofes, violencia regional, terrorismo y hambrunas corroborando de esta manera el mensaje tradicional y conservador de que las mujeres son el rostro de la desgracia y la tragedia. Por lo tanto, y coincidiendo con los hallazgos del relevamiento del captulo I de esta Tesis, el lugar central de las mujeres en las noticias tiene que ver con el mundo de las emociones, ya sea dando detallada cuenta de sus sufrimientos como vctimas o en otras situaciones. Y si con alarmante frecuencia los medios hacen del sufrimiento un espectculo, ello se verifica particularmente cuando el otro es una mujer. Se robustece as el prejuicio de que la mujer ha nacido para sufrir, sobre todo si es madre. A la vez, la fragilidad femenina legitimara la funcin sobreprotectora del varn, uno de los mitos del patriarcado.
148 Exaltacin de la emotividad femenina. Despus de haber estado secuestrada durante 25 das, Patricia Nine llora de emocin tras ser liberada (Clarn, 20-10-2004). Se ha podido verificar tambin la poca noticiabilidad que se le asigna a los temas y noticias que podran explicitar la inequitativa relacin que existe entre los gneros. 72
La comprobacin es preocupante porque los medios no slo informan: tambin definen y legitiman modos de socialidad, de constitucin de demandas, de aparicin de sujetos en el espacio pblico, de conformacin de identidades. Esa capacidad socializadora podra y debera ser puesta al servicio de la erradicacin de las discriminaciones sexistas, los estereotipos tradicionales y los prejuicios patriarcales. Se avanzara de esa forma hacia una sociedad ms libre, plural y democrtica, porque es una condicin formativa de las democracias actuales la centralidad que tienen los medios de comunicacin masiva en la conformacin del espacio pblico. En cambio, segn Bonilla Vlez, se ha impuesto una lgica informativa que ha legitimado desde sus representaciones noticiosas un tratamiento discriminatorio y desvalorizante hacia asuntos ciudadanos considerados de segundo orden y relacionados descalificadamente con la oposicin poltica o con las diferencias tnicas, generacionales, sexuales, religiosas, de gnero y de clase. Lo pblico, agrega, ha sido puesto ms all de los individuos y se ha dejado fuera de l a los movimientos culturales y sociales y a las diferencias culturales que hoy luchan contra la discriminacin y buscan participar en la socializacin de maneras plurales de ser y de sentir, y no por ello, menos dignas (1997:42). De all que si diarios de referencia, como Clarn y La Nacin, que son capaces de influir en las esferas de decisin poltica, no contribuyen a la visibilizacin de las desigualdades y violencias de gnero, estos tpicos no sern muy tenidos en cuenta al momento de disear polticas pblicas, como por ejemplo el presupuesto
72 En el informe GMMP slo el 4% de las noticias relevadas dio cuenta de esta problemtica. 149 nacional. No obstante, en algn momento las necesidades o estrategias del poder poltico pueden sintonizar con los reclamos de las organizaciones femeninas/feministas, lo cual facilita la legitimacin meditica de sus demandas (as ocurri cuando se discuti la ley de Cupos). Dice Fagoaga (1994) que ello ocurre cuando esos reclamos no se plantean en forma amenazante, sino como resultado de reformas o proyectos viables. En otras palabras, cuando se presentan de una manera que compatibiliza con los valores y esquemas establecidos y legitimados por medios e instituciones.
Seala Silva (2000) que los medios continan construyendo sus contenidos sin modificar la aeja nocin de lo que es noticia, definida sta por lo que sucede principalmente en el mundo pblico, en el mundo poltico y en los acontecimientos que tienen caractersticas de tragedia y/o hechos que transgreden claramente el orden establecido. Conflicto y tragedia en el mundo pblico son las dimensiones subyacentes en la construccin de la actualidad. Visto desde una perspectiva de gnero, este concepto de noticia restringe el registro y la emergencia de la mujer como protagonista de la actualidad meditica. Se asume de ello que los criterios de noticiabilidad que estructuran la seleccin y construccin de noticias, las agendas y hasta las tapas de los diarios (Martini, 2000: 83)- estn ms orientados a satisfacer inclinaciones morbosas, que a interpretar la masa crtica de la informacin en busca de su sentido. En consecuencia, menudea en los medios la argumentacin emocional y escasea la racional. Y si se trata de hurgar en sentimientos y en conflictos privados, qu mejor que incluir en el temario noticias sobre mujeres, a quienes histricamente se las ha asociado con el mundo de las pasiones y los sufrimientos, soterrados unas y otros en el recoleto mbito del hogar.
Si en los medios lo femenino reina en lo privado, desfallece en lo pblico. Lo cual explica la escasa cantidad y calidad de noticias halladas sobre mujeres en la poltica, donde pervive una imagen masculinizada de la actividad, pese a que la participacin femenina aument drsticamente en las instituciones republicanas y en las organizaciones de la sociedad civil. Pero ese nuevo escenario no tuvo un registro conveniente en el material estudiado. Existira, por lo tanto, una relacin desfasada entre la representacin meditica de la mujer y la realidad cotidiana objetiva, donde la vida de hombres y mujeres ha sufrido importantes cambios culturales. Los medios masivos, proverbiales adherentes al discurso del sentido comn -conservador por antonomasia-, 150 tienen grandes dificultades para registrar esos cambios. Las prcticas periodsticas no habilitan ni facilitan miradas alternativas de la realidad. Hacer lo contrario llevara a los medios a complejizar justamente all donde tienden a simplificar.
Aunque algunas de las imgenes son distintas en relacin a las que los medios presentaban en dcadas pasadas, pero subsisten diferentes grados de invisibilizacin y estereotipificacin cuando ellos abordan las relaciones sociales de gnero, u otras temticas que ponen en cuestin la sexualidad tradicional. De acuerdo con Lovera (2007), tanto en los medios como en la sociedad, toda construccin de diferencia sexual determina a lo femenino como subordinado a lo masculino. Por otra parte, la educacin sexual, el aborto, el casamiento entre homosexuales, o la adopcin de nios por una pareja homosexual son vistos y tratados con desagrados o rechazos variables, segn el medio. Si se coincide en que estas temticas tienen un debate mucho ms adelantado en vastos sectores de la sociedad -que se ha traslucido en reconocimientos, aceptaciones y novedosas prcticas concretas-, y si se conviene en que las mujeres han ido tomando otros lugares, quehaceres y propuestas en la sociedad, resulta todo un desafo para los investigadores en comunicacin desentraar la razn de ser de este desfasaje entre las imgenes mediticas y la realidad real. O, en otras palabras, se hace necesaria una indagacin sobre las causas por las que la cultura periodstica se ha mantenido inalterable a pesar de las modificaciones en las costumbres y en las mentalidades.
Dicha indagacin debera comenzar teniendo en cuenta los cambios estructurales que se han producido en la sociocultura y en el sistema infocomunicacional a partir de la globalizacin econmico-financiera (Ford, 1999). En este camino deben sealarse procesos de centralizacin, monopolizacin y creacin de productos culturales globalizados. Lovera (2007) afirma que los capitales mundializados intentan imponer controles al consumo y a las conciencias y que, en paralelo, estimulan una cultura de consumo frentico de tener para ser. Como consecuencia de ello, la globalizacin habra fortalecido al patriarcado. Ciertamente, el control de los medios se ha convertido en un elemento fundamental de las estrategias de dominacin, y en el ncleo de esta accin se articula la representacin de la imagen del otro 'a imagen y semejanza' del inters hegemnico (Moya Richard, 2005). Por ello dichas estrategias son, en ltima instancia, dispositivos globales de estigmatizacin para el control social (Ford, 1999), que incluso se expanden hasta las relaciones sociales de gnero. 151
Relegando a otras instituciones que tradicionalmente tenan un gran peso en la configuracin del imaginario colectivo innegable, los medios masivos reproducen el pensamiento hegemnico y contribuyen a consolidar las representaciones sociales dominantes. Por ejemplo, la reproduccin del sexismo a travs del lxico y las imgenes tiene su origen en ideas e imaginarios arraigados en una cultura de la desigualdad que legitim histricamente la discriminacin y opresin de las mujeres (Moya Richard, 2005).
Desde otras miradas (IORTV, 2002), se proponen tres causales principales para explicar la pertinaz resistencia de los medios a modificar sus contenidos y el tratamiento que hacen de los relatos tanto de ficcin como de no ficcin- sobre hombres y mujeres. La primera tiene que ver con los intereses econmicos de los grandes grupos mediticos, que se aseguran resultados pergeando relatos que apoyan y fortalecen los valores sociales dominantes sobre los cuales se asienta su xito econmico. La segunda se basa en los procesos y rutinas de produccin, que obligan a menudo a la profesin periodstica a reproducir las noticias de agencia sin el tiempo necesario para contextualizar, documentar y/o contrastar fuentes; es decir, para elaborar informacin de calidad. Se podra argumentar que esta causal no puede ser disociada de la primera. En la lgica meditica se desprecia a sabiendas la calidad en aras de una efectividad o un impacto que garanticen un rdito jugoso. O, como afirma Martini (2007), la espectacularizacin de la noticia es una estrategia productiva de los diarios. Esto significa que no es tanto un problema de rutinas ajetreadas ni de tiempos acotados, sino de decisiones editoriales. Hay, por ltimo, una causal derivada de una conciencia social endeble y de una ausencia de sensibilidad de gnero en la profesin periodstica, asentadas ambas en la falta de conocimientos y capacitacin sobre el tema. Esta tercera causal tambin est relacionada con la primera, pues esta insensibilidad se corresponde con el desinters que existe en muchos medios por aquellos temas que no provocan impactos profundos e inmediatos. Tal vez las formas de opresin y silenciamiento de las mujeres se hayan reciclado y sofisticado, pero ha habido importantes avances en las relaciones entre los gneros, hay nuevas leyes que promocionan los derechos de la mujeres y hay nuevos niveles de conciencia de todo aquello que incumbe a los gneros sobre el papel que 152 hombres y mujeres pueden y deben cumplir en la sociedad. Los avances, es cierto, son lentos y no siempre se terminan de consolidar, sobre todo si de polticas pblicas se trata. Empero, da tras da aparecen en la sociedad civil nuevas y mltiples iniciativas dirigidas a establecer relaciones ms equitativas y no violentas entre hombres y mujeres. Si se mira hacia atrs, hay mucho por hacer en este campo, pero es muchsimo lo que se ha hecho. Los medios observados en esta Tesis se han mostrado remisos a tomar nota de que hay un nuevo entramado social, y que por lo tanto todo aquello que incumbe a los gneros humanos ya no es posible dejarlo como est o, mejor dicho, como estaba hasta no hace mucho tiempo. Marcelo R. Pereyra Diciembre de 2009.