Este documento presenta una interpretación de la obra Residencia en la Tierra de Pablo Neruda realizada por Jaime Concha. En la introducción, Concha describe la visión del mundo en la obra como una búsqueda obsesiva y patética de los estratos creadores del ser, marcada por una lógica rigurosa de la imaginación. Luego, analiza el primer capítulo centrándose en la visión de la destrucción y desintegración que subyace en los poemas, aunque sugiere que también hay un sentimiento de apaciguamiento a través del am
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Este documento presenta una interpretación de la obra Residencia en la Tierra de Pablo Neruda realizada por Jaime Concha. En la introducción, Concha describe la visión del mundo en la obra como una búsqueda obsesiva y patética de los estratos creadores del ser, marcada por una lógica rigurosa de la imaginación. Luego, analiza el primer capítulo centrándose en la visión de la destrucción y desintegración que subyace en los poemas, aunque sugiere que también hay un sentimiento de apaciguamiento a través del am
Título original
Interpretación de Residencia en La Tierra j Concha
Este documento presenta una interpretación de la obra Residencia en la Tierra de Pablo Neruda realizada por Jaime Concha. En la introducción, Concha describe la visión del mundo en la obra como una búsqueda obsesiva y patética de los estratos creadores del ser, marcada por una lógica rigurosa de la imaginación. Luego, analiza el primer capítulo centrándose en la visión de la destrucción y desintegración que subyace en los poemas, aunque sugiere que también hay un sentimiento de apaciguamiento a través del am
Este documento presenta una interpretación de la obra Residencia en la Tierra de Pablo Neruda realizada por Jaime Concha. En la introducción, Concha describe la visión del mundo en la obra como una búsqueda obsesiva y patética de los estratos creadores del ser, marcada por una lógica rigurosa de la imaginación. Luego, analiza el primer capítulo centrándose en la visión de la destrucción y desintegración que subyace en los poemas, aunque sugiere que también hay un sentimiento de apaciguamiento a través del am
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Interpretacin de Residencia en la Tierra de Pablo Neruda
por Jaime Concha
Introduccin. En Residencia en la Tierra percibimos una honda resonancia metafsica. Por encima de adolescentes delicuescencias, ms all de las erupciones pasionales impdicamente exteriorizadas, esta poesa contiene una singular energa que objetiva el flujo lrico, ofrecindonos una meditacin de la totalidad de la vida. La mirada del poeta no es nunca subjetiva, y su yo no permanece clausurado en una seudointerioridad hermtica, antes bien, su intimidad est poblada por las fuerzas de la naturaleza, y es su comunin con ellas lo que da a su canto el valor de fulgurante revelacin que posee. La infinitud del sistema estelar, nuestro planeta y la emanacin de la vida desde los fondos marinos o el centro terrestre, el paraso perdido de la Amrica precolombina, la aparicin del ser humano en el mundo, en fin, todo lo que constituye la vasta cosmogona de El Gran Ocano o La Lmpara en la Tierra, necesita y se apoya en la privilegiada vivencia metafsica que las Residencias nos entregan. En su temple expresivo, uno de los ms caractersticos y originales de la poesa contempornea, en la plstica idoltrica que domina las actitudes y gestos dramticos de su personaje, en su sintaxis descoyuntada, donde la libertad artstica despliega vuelos de elevada jerarqua, en la general desesperacin de la forma, podemos advertir ya el nimo bsico que preside su canto: la vehemencia por el Fundamento. Desde nuestro punto de vista, pues, que ser el de este estudio, Residencia en la Tierra se nos presentar como una obsesiva y pattica bsqueda de los estratos creadores del ser. Con todo, el hecho decisivo para que pretendamos efectuar un anlisis de esta metafsica, ha sido la rigurosa lgica de la imaginacin que la articula. Neruda posee lo que Bachelard denominara una perfecta "unidad de imaginacin". Bajo este rgimen de discurso potico, los procedimientos significantes mayores - imgenes y smbolos- nunca pierden su peculiar irradiacin sensible, deslumbradora en esta poesa; pero, a su vez, poseen una sistemtica coherencia que la hace sumamente rica en posibilidades intelectivas. Y esto, pese al irracionalismo de su cosmovisin, y a su hermetismo -de hecho inexistente, o slo condensacin del misterio consubstancial al poema-, atributos ambos tan halagadores para la gente sensitiva, que slo gusta de permanecer en el estadio de recepcin emotiva de una poesa. As, pues, este doble carcter de las Residencias, el rigor interno de su simbolismo y su naturaleza metafsica, son los factores que nos han inducido a realizar esta investigacin. Parecen indispensables, finalmente, dos advertencias. En general, y tal como indica el ttulo de este trabajo, siempre hemos preferido circunscribirnos al mbito textual de las Residencias, es decir, a la Primera (1925-1931) y a la Segunda (1931-1935) que se editan juntas; adems tomamos en cuenta para nuestras citas los poemas preespaoles de la Tercera Residencia (1935-1945). Conocida es la fuerza de metamorfosis que para la poesa de Neruda tuvo la experiencia de la guerra espaola. A veces, sin embargo utilizamos textos del Canto Genera, especialmente, eso s, de sus partes cosmognicas, cuyo contenido y simbologa se vinculan directamente con la concepcin del mundo de las Residencias. Las citas pertenecientes a otras obras aparecen suficientemente justificadas en sus lugares correspondientes,y se deben siempre a circunstancias excepcionales. Por otra parte, hemos omitido todo dato y detalle eruditos que no nos fuese til a nuestra investigacin. Ni es mucho tampoco lo que se ha escrito sobre la poesa de Neruda que no sean libros informativos o divagaciones impresionistas; y mucho menos, en consecuencia, con el criterio y finalidad de nuestra actual indagacin, salvo el caso preclaro de- Finlayson. De ah que hayamos preferido un dilogo ms bien a solas con la poesa de las Residencias, en que una mayor interioridad compense la modestia de los resultados. En cuanto al mtodo, creemos que queda, en principio, convenientemente legitimado por la coherencia misma de los resultados obtenidos, pues stos, a su vez, van garantizados por citas abundantes. Pero hay ms: una dilucidacin conceptual, corno la que efectuamos, de una experiencia potica, aparece ya tericamente justificada con Dilthey, cuando establece que la metafsica no es monopolio exclusivo de la filosofa ni del arte, sino territorio comn donde ambas, cuando son grandes y verdaderas, arraigan fraternalmente. Desde luego la metafsica se manifiesta en sentido eminente en los sistemas clsicos de pensamientos; pero el arte, y sobre todo la poesa, contienen tambin elementos metafsicos en cuanto se da en ellos una cierta visin o concepcin del mundo y de la vida (Weltanschauung).
Captulo I ... no s hacer el canto de los das sin querer suelto el canto la alabanza de las noches. (Tentativa... ) 1. Amado Alonso describe la visin del mundo y de la vida, raz de la poesa de las Residencias, en el primer captulo de su importante estudio dedicado a Neruda [1] . Citamos con amplitud, pues nuestra exposicin partir estimulada por ciertas observaciones crticas a lo que nos dice el investigador espaol: "Los ojos del poeta, incesantemente abiertos, como si carecieran del descanso de los prpados ("Como un prpado atrozmente levantado a la fuerza"), ven la lenta descomposicin de todo lo existente en la rapidez de un gesto instantneo, como las mquinas cinematogrficas que nos describen en pocos segundos el lento desarrollo de las plantas. Ven en una luz fra de relmpago paralizado el incesante trabajo de zapa de la muerte, el suicida esfuerzo de todas las cosas por perder su identidad, el derrumbe de todo lo existente, el desvencijamiento de las formas, la ceniza del fuego. La anarqua vital y mortal, con su secreto y terrible gobierno. El deshielo del mundo. La angustia de ver a lo vivo murindose incesantemente: los hombres y sus afanes, las estrellas, las olas, las plantas en su movimiento orgnico, las nubes en su volteo, el amor, las mquinas, el desgaste de los inmuebles, y la corrupcin de lo qumico, el desmigamiento de lo fsico, todo, todo lo que se mueve como expresin de vida, es ya un estar muriendo..."[2] . Pablo Neruda ve cada cosa del mundo en un adisgrgacin incontenible [3] . ... No hay pgina de Residencia en la Tierra donde falte esta terrible visin de lo que se deshace. Es lo invenciblemente intuido por el poeta, visto, contemplado [4] . Es la visin alucinada de la destruccin, de la desintegracin y de la forma perdida, la visin omnilateral que se expresa como en amontonado relampagueo recosiendo sobre cada cosa que se deforma y desintegra otras deformaciones y desintegraciones [5] . Esta es, sin duda, la impresin ms inmediata y evidente que suministra la lectura de las Residencias. Hemos destacado adrede las palabras invenciblemente y omnilateral que quieren precisar el carcter definitivo de esta visin de la realidad. Sin embargo, lo que sigue quiz logre aadir algo substancial, olvidado por las descripciones citadas. 2. Comencemos mirando la secuencia de los poemas, circunscribindonos, por el momento, al grupo de la primera seccin [6] . Los ttulos ya nos dan un indicio. El primero es Galope muerto, cuyo motivo, resumido conceptualmente, es el continuo movimiento destructivo de todas las cosas, su constante pulverizacin: Como cenizas, como mares poblndose en la sumergida lentitud, en lo informe, o como se oyen desde el alto de los caminos cruzar las campanadas en cruz, teniendo ese sonido ya aparte del metal, confuso, pesando, hacindose polvo, en el mismo molino de las formas demasiado lejos, o recordadas o no vistas, y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra se pudren en el tiempo, infinitamente verdes [7] . Galope muerto participa, pues, sin reservas, de los motivos caractersticos que, segn Alonso, constituyen la imagen del mundo de Neruda. A este poema sigue Alianza (sonata), de significativo nombre: es un sustantivo abstracto (anlogo a "residencia", por ejemplo) que conlleva el sentido militar de "pacto entre beligerantes", junto a un huidizo matiz ertico proveniente de su alusin nupcial. Los versos que continan estn acordes con la sensibilidad expresada en el ttulo: apaciguamiento de su angustiada visin del cambio destructor y sentimiento ertico encauzado al destinatario del poema. Ahora bien, quin es ste? Alonso piensa sin vacilacin en una "mujer". Dice, en efecto: "El poeta puede dejarse asaltar de imgenes que le hacen ver a la mujer..." [8] . Para l lo que diferencia precisamente las dos pocas de Residencia en la Tierra es la persistencia en la primera del amor, como nica forma de escapar el poeta a la angustia que le corroe, y de salvarse el mundo del derrumbe que lo acosa. "En muchos poemas, el oscuro instinto amoroso es todava el espinazo que mantiene desde dentro a un mundo que se quiere deshacer" [9] . La distincin no parece exacta si se tiene en cuenta, ya desde el comienzo, que despus de su pattica sonata No hay olvido, el poeta establece "el azul material vagamente invencible" de los recuerdos amorosos en el ltimo poema del libro, Josie Bliss. Pero ahora nos importa sealar que una lectura atenta de Alianza nos manifiesta directamente a la Noche, y no a la mujer, como el objeto ertico cantado [10] . Copio algunos versos: T guardabas la estela de luz, de seres rotos que el sol, abandonado, atardeciendo, arroja a las iglesias. Teida con miradas, con objeto de abejas, tu material de inesperada llama huyendo precede y sigue al da y a su familia de oro. Los das acechando cruzan en sigilo pero caen dentro de tu voz de luz. Oh duea del amor, en tu descanso fund mi sueo, mi actitud callada. Con tu cuerpo de nmero tmido, extendido de pronto hasta las cantidades que definen la tierra, detrs de la pelea de los das blancos de espacio y fros de muertes lentas y estmulos marchitos, siento arder tu regazo y transitar tus besos haciendo golondrinas frescas en mi sueo [11] . Es la noche entonces la que trae paz al angustiado corazn del poeta. De ah que se cante como amada. 3. Se establece, de este modo, una conexin que vincula con hondura los adolescentes versos romnticos (Crepusculario: 1923, etc...) y la densa poesa que analizamos. La ruptura de su mundo de amor, retocado estticamente de melancola y de dolor, se precipita en los Veinte Poemas... Pero postergaremos esta cuestin, porque su anlisis requiere los resultados mismos de nuestra bsqueda actual [12] . Con todo, en otro poemario contemporneo, El Hondero Entusiasta (1923-4), es tambin sobremanera perceptible el cambio del sentimiento amoroso. El poeta inicia aqu una anhelante vacilacin entre el mundo trgico que se resiste a aceptar y la mujer amada que ya no le basta. En el poema 3 todava dice: ... Mujer, mame, anhlame [13] En el siguiente ya la separacin es irresistible: Yo me sent crecer. Nunca supe hacia dnde. Es ms all de ti. Lo comprendes, hermana? [14] En Residencia en la Tierra, asumida ya como verdad definitiva la lgubre tirana del tiempo y de la muerte, se produce correlativamente, una poderosa profundizacin del erotismo. La amada, antes mujer natural, cobra ahora una dimensin csmica, metafsica. La sensibilizacin simblica de esta amada de gran presencia en la Noche. De hecho, este magno smbolo impregna totalmente Tentativa del hombreinfinito. Esta obra, inmediatamente anterior a las Residencias, es pura poesa nocturna: el hombre infinito es el hombre nocturno. En la eleccin de la imagen pesan, sin duda, algunos antecedentes gratos a toda hermenutica psicologista. En primer lugar, los recuerdos infantiles de las noches del Sur, dispersos en innumerables versos primerizos, y que se condensan unitariamente en la rverie Soledad de los pueblos [15] . Pero adems es posible indicar una explicacin obvia, casi trivial, en el hecho de que, precisamente, el sueo nocturno libera al poeta de su conciencia de lo terrible, cerrando por lapsos intermitentes el que durante el da fuera "prpado atrozmente levantado". En el mismo poema Alianza se da pie a esta interpretacin: Oh duea del amor, en tu descanso fund mi sueo, mi actitud callada. ... siento arder tu regazo y transitar tus besos haciendo golondrinas frescas en mi sueo. 4. Sin embargo, constatamos en el flujo imaginativo de esta poesa un motivo que parece contradecir la ltima observacin. En efecto, repetidas veces alude el poeta a la fuente onrica de las revelaciones de su fantasa. As en Coleccin nocturna, donde el tema poetizado, por lo menos hasta el ltimo verso citado, es la llegada del sueo, se dice: He vencido al ngel del sueo, el funesto alegrico... ... su substancia sin ruido equipa de pronto, su alimento proftico propaga tenazmente [16] . Encontramos en el ltimo verso "lo proftico" de que tambin nos habla en su Arte potica. El poeta se ve, pues, sobrecogido durante el sueo nocturno de una penetrante videncia que parece dar pbulo a su angustia aperceptiva de vigilia, intensificndose hasta los lmites de alucinada pesadilla. No queremos con esto establecer que el proceso creador encuentre su savia inspiradora en un trabajo nocturno de puro onirismo. Sin duda, todo el tesoro de imgenes que hallamos en esta poesa, reliquias maravillosas del alma mtica, proceden de su rica fantasa inconsciente, pero sta no es necesariamente onrica; con todo, en cuanto esa inspiracin, esa capacidad proftico reside en los fondos inconscientes del alma, es poticamente identificada, es decir, imaginada en el poetizar como flujo onrico. De aqu tambin la peculiar naturaleza del smbolo nerudiano, que no posee un carcter metafrico, mediante el cual, por un juego alegrico del espritu, un elemento simboliza un valor que lo trasciende; antes bien, en esta poesa el smbolo mismo es una realidad, un hecho, y tiene, por tanto, una consistencia casi corprea. Jean Wahl ha sealado con precisin esta condicin del smbolo inconsciente: "Dans le rve, (...) ilya une unit aussi grande que possible des termes en prsence. Et le Symbole n'est plus un moyen, mais une ralit." "Un symbole n'a toute sa valeur que s'il unifie autant que possible les deux termes en prsence, c'est--dire s'il ten nier sa nature de svmbole et s'il est inconscient" [17] . Pero dejemos esta breve digresin sobre el smbolo nerudiano en general y volvamos a nuestro smbolo concreto. La Noche -lo hemos visto- no es solamente la dulce amada que pacifica al poeta; en el umbral de toda noche nerudiana est siempre "el ngel del sueo, el funesto alegrico". Esta doble condicin, que hace a la Noche dionisacamente catrtica, est captada con toda lucidez en La noche del soldado: "Ahora bien, dnde est esa curiosidad profesional, esa ternura abatida que slo con su reposo abra brecha, esa conciencia resplandeciente cuyo destello me vesta de ultra-azul" [18] . 5. Las determinaciones poticas de la Noche que hemos sealado tienen notables implicaciones todava incomprensibles a esta altura de nuestra investigacin. Conformmonos, por ahora, con repetir que en el poema Alianza la Noche es psicolgicamente vivida como lapso de apaciguamiento, como tregua y descanso en la fatalidad del acaecer. En este sentido, se preludiaba ya en el poema mencionado la contraposicin del Da y de la Noche. Cito nuevamente algunos versos: T guardabas la estela de luz, de seres rotos que el sol, abandonado, atardeciendo, arroja a las iglesias. Esta contraposicin, aqu interior al poema, se persigue con un ritmo alternativo de gran exactitud a lo largo de toda la primera seccin [19] . Aprciense los ttulos y lanse los poemas Dbil del alba, Diurno doliente y Sistema sombro. Se alude en ellos explcitamente al miembro diurno de la pareja de contrarios. En el primero, por ejemplo, se postiza la instauracin, en los comienzos del da, del cambio y movimiento destructivos, de la sustitucin, mortal de las cosas. Citamos la primera estrofa: El da de los desventurados, el da plido se asoma con un desgarrador olor fro, con sus fuerzas en gris, sin cascabeles, goteando el alba por todas partes: es un naufragio en el vaco, con un alrededor de llanto [20] . El otro trmino del par contrapuesto, la Noche, es objeto de una lnea an ms reiterada de ttulos: Unidad, Tirana y Serenata. En este ltimo poema se individualiza con toda claridad a la Noche, por si todava quedaran dudas sobre su identidad: Oh noche, mi alma sobrecogida te pregunta desesperadamente a ti por el metal que necesita. [21] 6. Pero es sobre todo en Unidad donde percibimos algo importantsimo para nuestro estudio. Copiamos slo los versos que nos interesan: Hay algo denso, unido, sentado en el fondo, repitiendo su nmero, su seal idntica. Me rodea una misma cosa, un solo movimiento: el peso del mineral, la luz de la piel, se pegan al sonido de la palabra noche: la tinta del trigo, del marfil, del llanto, las cosas de cuero, de madera, de lana, envejecidas desteidas, uniformes, se unen en torno a m como paredes. [22] Frente a las zonas ltimas de la realidad, el lenguaje del poeta adquiere una balbuceaste certidumbre. Indica temblorosamente una provincia soterrada del ser, que contrasta con el acontecer y sus atributos definitorios. Lo que existe all es lo "denso", por oposicin a lo raro. Raros son, por ejemplo, la ceniza y el polvo, elementos en que se hace sensible la disgregacin de las cosas. Este "algo" subyacente posee, por el contrario, plenitud de consistencia. De ah que tambin sea lo "unido", en contraste con el espectculo de las formas finitas desintegradas. Es, por ltimo, lo sentado en el fondo". Con esto se significa la presencia inmvil de lo que aqu se intuye, frente al movimiento y al cambio que imperan en nuestro mundo cotidiano. Ese reino inmvil se ubica "en el fondo", es decir, en un plano inferior del espacio total, en que se concentran valores mximos de profundidad vertical [23] . En una palabra, la intuicin a la que asistimos es la intuicin del Fundamento, o permanencia que funda la existencia. Pero ms adelante, en el andar del poema, el "fondo" de la realidad se vincula a la Noche, con exactitud que garantiza su naturaleza simblica: Me rodea una misma cosa, un solo movimiento: el peso del mineral, la luz de la piel, se pegan al sonido de la palabra noche... As, pues, la calma y la quietud que la Noche representaba para el poeta no son un espejismo subjetivo de su nimo, sino algo efectivamente existente, cuyos predicados son, como hemos visto, plenitud real, consistencia unitaria, inmovilidad y profundidad. Permanencia, en suma. Con estas determinaciones la intuicin metafsica aprehende el Fundamento de lo existente, la unidad que subyace a todas las manifestaciones precarias de las formas individuales, es decir, la realidad en su sentido ms eminente [24] . 7. Tenemos entonces que la asombrada experiencia del mundo a que asistimos en Residencia en la Tierra se arquitectura poticamente en la alternancia del Da y de la Noche, y sus variantes correspondientes Luz-Oscuridad. Da y Noche, en cuanto smbolos poticos de rdenes metafsicos, son las formas mayores de sentido que encontramos en las Residencias, y como tales, constituyen un terna insistente y primordial que es desarrollado con perfecta coherencia. El Da, a pesar de la luz solar que lo constituye, es el reino de la destruccin, el hbitat de la caducidad y la muerte; se lo imagina entonces como una atmsfera de sombras. En lenguaje literalmente nerudiano, la clara presencia del Da "significa sombras"; en verdad, es un "sistema sombro". De ah que el poeta se refiera a l acentuando la contradiccin: Un enlutado da cae de las campanas. (Vuelve el otoo). Hay tanta luz sombra en el espacio. (El reloj cado en el mar). De cada uno de estos das negros como viejos hierros. (Sistema sombro) . La Noche, en cambio, en virtud de sus atributos descritos, aparece amorosamente luminosa: En lo alto de las manos el deslumbrar de mariposas, el arrancar de mariposas cuya luz no tiene trmino. (Alianza). Flor de la dulce luz completa. (Madrigal escrito en invierno). Los textos citados nos muestran que el contraste de luminosidades se establece con precisin: si la luz del Da es dbil y plida, la luz nocturna es completa, no tiene trmino. Como es de sospechar, estos oxmora van ms all de un mero valor retrico, y adquieren su pleno sentido en funcin de las estructuras metafsicas a que sirven de signos. 8. Se inaugura la Residencia II con Un da sobresale. La dualidad ptica Da y Noche, con el sentido que le atribuimos, es en ese poema sobremanera evidente. Pero, sobre su trasfondo, percibimos una nueva imagen, tambin doble, aunque de naturaleza auditiva. Se trata de la oposicin Silencio-Sonido, que es explcitamente congruente con la anterior: De lo sonoro, creciendo, cuando la noche sale sola, como reciente viuda, En lo sonoro la luz se verifica y se ahoga de bruces en la luz que suena [25] . El origen de esta nueva pareja de contrarios reside, sin duda, en la representacin sensorial-realista de que el Da se inicia con un conjunto de ruidos que irrumpen en el alba: Zapatos bruscos, bestias, utensilios, olas de gallos duros derramndose, relojes trabajando como estmagos secos, ruedas desenrollndose en rieles abatidos, y water-c!osets blancos despertando con ojos de madera, como palomas tuertas, y sus gargantas anegadas suenan de pronto como cataratas. De modo que, mientras la Noche es el recinto del silencio, el Da arraiga precisamente en los ruidos primeros de la maana: De lo sonoro sale el da... Conviene acaso aclarar que el par Silencio-Sonido no substituye, sino se superpone a la dualidad ya analizada. Sin embargo, quizs por su influencia, la Noche pierde en la Residencia II su poderosa dimensin simblica, y adquiere su lgubre sentido natural: Por qu una negra noche se acumula en la boca? Por qu muertos? [26] (No hay olvido). En sntesis, la gigantesca sinestesia complementaria Da-Sonido y Noche-Silencio preside la bifronte estructura de la realidad que Neruda postiza. La descripcin de Amado Alonso, citada al comienzo, resulta, sino inexacta, por lo menos incompleta y unilateral. Se contenta con sealar el estado "diurno y sonoro", podramos decir, pero olvida otra capital instancia metafsica, el fondo unitario subyacente. Es preciso, pues, meditar el nuevo semblante que otorga a la cosmovisin nerudiana esta silenciosa Noche de las Residencias.
Captulo II Lo verdadero y lo fiel reside solamente en la profundo: falso y cobarde es lo que all arriba se solaza. (WAGNER: Das Rheingold). 1. Debernos detenernos un instante para sopesar y profundizar los resultados obtenidos. Hemos visto que el objeto de la experiencia metafsica es doble: por una parte, el doloroso devenir de los seres, la incontenible destruccin de las formas y de la vida; por otra, el centro misterioso de la existencia, la esfera inmvil que rene lo mltiple y cambiante. He aqu el Fundamento de la totalidad del mundo. Sus predicados poticos tratan de ser lo ms omnicomprensivos. El Fundamento es lo oscuro, con la oscuridad de la Noche; el Fundamento es lo silencioso. "Y luego esa condensacin, esa unidad de elementos de la noche, esa suposicin puesta detrs de cada cosa" [27] . La Noche recuerda a los reses terrestres las fuentes maternas de su existencia; es ella la reliquia intermitente de la substancia original, que hace siempre presente a las cosas su dependencia de la materia elemental. 2. Para nuestro sentido natural, la noche no es sino tiempo, una medida que los astros imponen a nuestro planeta. La noche, para nosotros, individuos de vigilia, es apenas un lapso de oscuridad en la atmsfera. Pero el poeta no hace caso de su carcter temporal, antes bien, vimos que categricamente lo negaba. En cambio, la Noche es sentida corno espacio; es la ptima configuracin que el espacio puede adoptar, el lugar de la felicidad [28] . En la Noche el mundo se aboveda, recuperando su intimidad primordial, manifestando una esfrica plenitud. La Noche entonces se convierte, en su valoracin ms intensa, en el vientre csmico. Alianza, el poema de la Noche por antonomasia dice: siento arder tu regazo... En la Noche habita la esperanza de la creacin; all se fragua la vida silenciosamente. Pero hay algo ms: este gran espacio creador se diversifica en pequeas noches. Cualquier lugar en profundidad, lleno de sombras, despierta en la fantasa del poeta asociaciones nocturnas, y sus consiguientes valoraciones gensicas. Tomemos una estrofa de El fantasma del buque de carga, opus perfectissimum: Bodegas interiores, tneles crepusculares, que el da intermitente de los puertos visita: sacos, sacos que un dios sombro ha acumulado como animales grises, redondos y sin ojos, con dulces orejas grises, y vientres estimables, llenos de trigo o copra, sensitivas barrigas de mujeres encinta, pobremente vestidas de gris, pacientemente esperando a la sombra de un doloroso Cine [29] . Tenemos una cadena de asociaciones en que el elemento eslabonador es el que venirnos analizando. Las "bodegas interiores", los "sacos" que all navegan y que se comparan a "sensitivas barrigas de mujeres encinta", el "doloroso cine" son especificaciones subordinadas de ese espacio mayor en que se imaginan los orgenes de la vida. Por eso no podemos aceptar que Alonso, en su prosificacin del poema, traduzca el ltimo verso as: "esperando en la sombra de un triste cine" [30] . Neruda dice "doloroso cine". El adjetivo "doloroso" no es metafrico, y su irradiacin emotiva es derivada. Ya hemos dicho que la poesa de Neruda y su simbologa son constitutivamente ametafricas, y positivamente materializantes, fcticas. De ah que "doloroso" signifique aqu primariamente los dolores del parto. El "cine", en cuanto espacio nocturno, tambin da a luz. As, pues, en el seno de cada Noche, en toda pequea noche, en todo espacio sombro y profundo, hay siempre una promesa de luz, una fuerza que organiza en secretas cavidades el milagro de la creacin. La oscuridad nocturna es una fragua de seres luminosos [31] . Resumamos: dos perspectivas convergentes sobre la Noche nos ofrece la percatacin potica de Neruda. La Noche es primeramente el mundo de la unidad, y es tambin el espacio donde se verifica la germinacin de la existencia. El primer punto de vista, pese a la hondura de los rdenes a que apunta, es an superficial: slo constata la corporeidad material del Fundamento. La concepcin de la Noche como espacio, en cambio, averigua la intimidad de los procesos que en ella fermentan, su fisiologa intestina. Sin embargo, no es la Noche la nica imagen de las fuerzas maternales del mundo. El Mar participa tambin de este alto privilegio [32] . Los pasajes son innumerables, pues, lo mismo que la Noche, el Mar es consubstancial al poetizar nerudiano. El pasaje ms claro -con claridad racional, claridad cartesiana- es una estrofa de El fantasma del buque de carga. En este poema el tema poetizado es la omnipresencia del Tiempo. Este resulta antropomorfizado, pues se lo experimenta como el tiempo especficamente humano, el tiempo existencial [33] . Frente al poder del Tiempo, surge una nueva fuerza, inmaculada de temporalidad: Solamente las aguas rechazan su influencia, su color y su olor de olvidado fantasma, y frescas y profundas desarrollan su baile como vidas de fuego, como sangre o perfume, nuevas y fuertes surgen, unidas y reunidas. Sin gastarse las aguas, sin costumbre ni tiempo, verdes de cantidad, eficaces y fras ... [34] . Alonso establece para este pasaje el influjo de Byron. Sin embargo, el Mar, como smbolo de la unidad profunda desde donde brota la vida, tiene egregios antecedentes en la tradicin potica occidental. Indiquemos solamente dos cspides: Le cimetire marin, de Valry, y La muerte del Mar, de la Mistral. Aun sin mediatizaciones literarias, el Mar se presenta como el padre de los dones ms maravillosos, del don por excelencia. As, incluso la lrica de Claudel, que identifica los orgenes en la palabra de un Ser trascendente, ha desenvuelto una ingente contemplacin del Ocano, de la "haz de las aguas" del segundo versculo del Gnesis [35] . Recojamos nosotros por ahora la sinonimia con que se imagina al Fundamento: Noche y Mar. En el Gran ocano, cuando despliegue en todo esplendor su cosmogona materialista, el poeta unir estos smbolos en sntesis genial. El ltimo poema de El gran ocano se denomina precisamente La Noche Marina, coral de liturgia apasionada, elevadsimo oda de amor al Fundamento. 3. As como la determinacin del Fundamento como Noche origina la dialctica de la oscuridad y de la luz, la identificacin sucesiva con el Mar engendra tambin su oposicin potica a la Tierra. Estoy mirando, oyendo, con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra, y con las dos mitades del alma miro el mundo [36] . (Agua sexual) . Lo mismo que la anterior, esta dualidad posee tambin un alcance totalizador, con el que se quiere captar la estructura biforme de la realidad. El poeta contempla desde la costa la tnica infinita del mar. La costa es sentida como lmite; desde ella hasta los manantiales del mar hay una distancia abismal. La separacin de la tierra y del mar, la ausencia de vnculo entre las dos mitades csmicas, se imagina en laarena. Es la arena de la triste repblica. En las orillas del Fundamento, donde deban florecer todas las promesas de la vida, slo se constata el desierto, la esterilidad. Pero la imaginacin nerudiana profundiza siempre su objeto, y no se detiene en esta aprehensin tpica de las arenas. Penetrada hasta su corazn, la arena se muestra como la ceniza de las piedras. 4. Aun con el riesgo de extraviarnos, intentaremos una digresin sobre las piedras, esas dulces criaturas nerudianas. Su carne suave, su alma inocente son poetizadas con amor entraable, restituyndoselas, de este modo, su dignidad primera, calumniada por tantos prejuicios personalistas. Para ellas tiene el poeta elogios de amante: en su fina materia... en las piedras quisiera reposar su frente ardorosa para sentir la frescura original de las honduras marinas; sus rostros esfngeos guardan todava el recuerdo de un estado de inocencia del mundo, el paraso del mundo recin creado. Su antigedad posee una silenciosa sabidura: slo quiero mirar la boca de las piedras por donde los secretos salen llenos de espuma. Las piedras son, entonces, vestigios, en el sentido escolstico del trmino. "Per modum vestigii" es la relacin de semejanza que existe entre Dios y los seres naturales [37] , segn los telogos; y anlogamente para Neruda, las piedras son los vestigios ms evidentes del Fundamento profano de las cosas. 5. Decamos recin que desde la costa, desde las estriles playas de arena, observa el poeta el Mar inaccesible. Su figura sobre los acantilados est vista en trminos de una poderosa plstica semiexpresionista, semiidoltrica: slo quiero morder las costas y morirme. A la funcin de la costa corresponde en otro plano, con estricta equivalencia, el sentido del crepsculo. Para evitar lnguidas resonancias post-romnticas, el poeta prefiere a este desprestigiado vocablo el ms directo de "tarde", o el tan suyo de lo "vespertino". En la tarde, en los momentos vespertinos se consuma con forzosa seguridad la muerte del Da; es, como se ve, una vieja imagen, cara a toda la poesa clsica, pero el poeta la renueva con una inusitada abstraccin: lo vespertino, lo vesperal. Por cada da que cae, con su obligacin vesperal de sucumbir... As, pues, en la costa termina el Mar; lo que separa el Da de la Noche es la tarde. Estos dos elementos, de sentido convergente, se unen con precisin en este verso: Mi corazn, es tarde y sin orillas. 6. Sin embargo, en honor a la verdad, es necesario establecer que la oposicin Tierra-Mar no es tan omnipresente como lo es la definitiva valoracin de las sombras y de la luz. Obedece, ms bien, a estmulos circunstanciales, y, por eso, no tiene larga vida en las Residencias. Y no podra ser de otro modo si se toma en cuenta que, en definitiva, Neruda siente a los rdenes terrestres y marinos corno elementos solidarios de planeta, como irradiaciones de un mismo centro csmico de creacin vital. Gabriela Mistral lo ha expresado con maestra de intuicin y lenguaje: "Ha de haber tambin unos espritus anglicos de la profundidad, como quien dice, unos ngeles de caverna o de fondo marino, porque los planos de frecuentacin de Neruda parecen ser ms subterrneos que atmosfricos, a pesar de la pasin ocenica del poeta" [38] . Con esto quizs ya ingresemos al centro esencial de la cosmovisin nerudiana, muchas veces incomprendido o impreciso. Residencia en la Tierra quiere ser una reiterada consolidacin del Fundamento. Este es visto, como en un espectro, ya en la Noche, ya en la desconocida fuerza de los planos profundos del Mar, o en las vrgenes cavidades de la tierra. Hemos dicho ya que estos smbolos no son en verdad tales: tienen gravidez ontolgica, son efectivamente el Fundamento. 9.La metafsica nerudiana es pues una geografa. Nada ms y nada menos. Geologa profunda, batologa. Neruda da a la tierra lo que es de la Tierra, y est sobremanera consciente de este carcter de su poesa. "Por eso para Quevedo la metafsica es inmensamente fsica, lo ms material de su enseanza" [39] . Si bien es dudoso que se sea el espritu de la metafsica del poeta espaol, s que es cierto que Neruda simpatiza all con su propia visin de las cosas. La metafsica de Neruda es "inmensamente fsica" no slo por su rotunda intolerancia para toda trascendencia no slo por su adhesin inquebrantable a la verdad de la Naturaleza. Es tambin fsica en cuanto los planos de existencia que ella distingue, el plano de la temporalidad y el plano del Fundamento, presentan una concreta ubicacin espacial que es necesario aceptar en toda su literalidad. Lo que decimos explican versos como los siguientes: Por eso, en lo inmvil, detenindose, percibir, entonces, como aleteo inmenso, encima... [40] ... poniendo el odo en la pura circulacin, en el aumento, cediendo sin rumbo el paso a lo que arriba .. [41] . El plano de lo inmvil es -lo hemos visto- el plano del Fundamento; la zona del tiempo y del cambio se sita, respecto a aqul, encima, arriba. El poeta, cual Orfeo, desciende a las profundidades, y all se experimenta poetizando. Es obvio que esta exacta ubicacin de la realidad en el espacio, como en un rgimen de latitudes geogrficas, es de muy otra ndole que la geometra interior que habita, por ejemplo, el pensamiento platnico-cristiano. Slo por metfora se sita arriba el mundo de las Ideas o el reino de la Bienaventuranza, aunque Platn y el catecismo nos lo sealen all. 10. Pero Neruda no se detiene an en su cada vez ms honda ensoacin del Fundamento. A orillas de los cauces primeros del ser, palabra y pensamiento adquieren un virtuoso laconismo. La verdad all es breve, y la metafsica - filosfica o potica- disminuye su poder nominativo y se contagia de silencio creador. Acaso la bsqueda del poeta no pueda ya superarse a s misma. El Fundamento -Noche, Mar o Tierra- es lo denso, la unidad, lo inmvil, lo profundo, lo pleno. Pero la tenaz penetracin encuentra finalmente el ms abarcador predicado potico, donde pierden su individualidad los vrtices del tringulo simblico mencionado. Noche, Mar y Tierra hallan en esa determinacin el punto central en que coinciden: ...y desde entonces al final del Ocano desciende, azul y azul, atravesada por azules, ciegos azules de materia ciega, ... [42] (El sur del ocano). ... yo s que hay grandes extensiones hundidas, cuarzo en lingotes, cieno, aguas azules para una batalla, mucho silencio... [43] ...y el vino ardiendo entra en calles usadas buscando pozos, tneles, hormigas, bocas de tristes muertos, por donde ir al azul de la tierra en donde se confunden la lluvia y los ausentes [44] (Estatuto del vino) Etctera [45] . As, pues, la ms esencial percatacin del Fundamento lo determina cromticamente corno azul. El azul es el resplandor interior de la Materia; lo azul es su atributo poticamente decisivo, pues la aprehende con sin igual concrecin sensible. Esta condicin privilegiada del color azul aparece destacada en unas lneas ya citadas: "Ahora bien, dnde est esa curiosidad profesional, esa ternura abatida que slo con su reposo abra brecha, esa conciencia resplandeciente cuyo destello me vesta de ultra-azul?" La expresin "ultra-azul" ya a primera vista se nos presenta con sentido metafsico. Conviene, sin embargo, precisarlo. El prefijo "ultra" tiene un doble valor en nuestro uso idiomtico cuando se lo emplea en formas compuestas como la de arriba. "Ultra", en primer lugar, es lo que est ms all de un lmite; por ejemplo, ultratumba, ultramar. En este sentido, "ultra-azul" es lo que est ms all de todos los azules que la existencia nos muestra. Sera un error, sin embargo, atribuirle un carcter trascendente; significa simplemente lo que est al trmino de todo, el azul que habita las latitudes finales y ltimas del Todo. Pero "ultra" tiene tambin un valor superlativo, de uso frecuentsimo en Chile. Decir ultrarreaccionario, por ejemplo, equivale a reaccionario en grado sumo. "Ultraazul" alude, en este segundo sentido, al aspecto mismo del matiz cromtico, a la pureza y plenitud de su ser. En una palabra, este "ultra-azul" nerudiano es un azul metafsico. En el pasaje citado, aprendemos adems que el origen de este azul reside en la visin del firmamento nocturno. Es un azul oscuro, "enfonc", que se profundiza hasta los lmites cuando es imaginado en el fondo del Mar o en el corazn de la Tierra. Para Neruda el cielo es subterrneo, el firmamento est sumergido. Es decir, que para l no existe una polarizacin simblica de los planos csmicos. En efecto, en el contraste entre la superficie de la tierra y la bveda celeste buena parte de los poetas ve favorecidas sus propensiones platnicas, que son, en general, las del espritu. Quiero decir que el camino del espritu encuentra siempre en el cielo una meta ideal para su ascensin. El poeta que expresa en una cosmovisin perfecta lo que decimos es Dante. En la Divina Comedia se desarrollan con todo vigor la valoracin platnica del cielo y la calumnia cristiana de las profundidades. Para Neruda, en cambio, tierra y cielo constituyen una unidad indisoluble. En su universo no hay horizonte, no hay lnea separatriz. Ms an: a veces es posible sentir que, transitoriamente, el poeta imagina los fenmenos atmosfricos como prevaricacin del cielo contra el planeta. En efecto, cuando azota el viento, cuando arrecia la lluvia el ser terrestre percibe la hostilidad de las esferas astrales [46] . De ah la oposicin nerudiana entre la "geografa pura" y las "falsas astrologas". Y el alma nerudiana, ya lo hemos dicho, es ardorosamente geogrfica, pues no tienen cabida en ellas las supersticiones. En las profundidades alienta lo poderoso y lo eficiente; en ellas viven los minerales su vida secular, y duermen su sueo precioso el diamante y el oro; all piensa la raz en la futura felicidad de las hojas, y el trigo prepara el alimento ms simple; en las profundidades crea la vid el zumo vivificante. He aqu la fuerza metafsica -que Alonso no reconoce [47] - y que el poeta ansa con desesperacin. En Residencia en la Tierra Neruda quiere, antes que nada, reconquistar definitivamente el Fundamento. El rescate no es empresa fcil. "Les dieux jaloux ont enfoui quelque part le secret de la descendance des choses" (M. de Gurin). Wotan ha ocultado la urea materia en lo hondo del Rhin, y se solaza en lo alto despreocupadamente.
Captulo III Dondequiera palpita la vida, en el agua, en la tierra o en el aire, estuve preguntando, indagu ante todos, donde la fuerza se agita y laten los grmenes... (WAGNER: Das Rheingold). 1. Todos los nerudianos fervientes sienten que las Residencias alcanzan su ms alta eficacia potica en los Tres Cantos Materiales. "Se llega por jalones lentos hasta las 3 piezas ancladamente magistrales del tro de las materias. Recompensa cumplida: los poemas mencionados valen no slo por una obra individual; podran tambin cumplir por la poesa entera de un pueblo joven" [48] . Esas maravillosas creaciones son Entrada a la madera, Apogeo del apio y Estatuto del vino, que no constituyen, desde nuestro punto de vista, cantos separados, sino que describen una trayectoria de sentido. Emprenderemos ahora el anlisis del primero, sin duda la obra maestra de las Residencias; y esto no slo por su integracin esttica perfectsima, sino especialmente como testimonio de hondo poetizar metafsico. a) Con mi -razn apenas, con mis dedos, con lentas aguas lentas inundadas, caigo al imperio de los nomeolvides, a una tenaz atmsfera de luto, a una olvidada sala decada, a un racimo de trboles amargos. Caigo en la sombra, en medio de destruidas cosas, y mi .ro araas y apaciento bosques de secretas maderas inconclusas, y ando entre hmedas fibras arrancadas al vivo ser de substancia y silencio. b) Dulce materia, oh rosa de alas secas, en mi hundimiento tus ptalos subo con pies pesados de roja fatiga, y en tu catedral dura me arrodillo golpendome los labios con un ngel. Es que soy yo ante tu color de mundo, ante tus plidas espadas muertas, ante tus corazones reunidos, ante tu silenciosa multitud. Soy yo ante tu ola de olores muriendo, envueltos en otoo y resistencia: soy yo emprendiendo un viaje funerario entre tus cicatrices amarillas: soy yo con mis lamentos sin origen, sin alimentos, desvelado, solo, entrando oscurecidos corredores, llegando a tu materia misteriosa. b) Veo moverse tus corrientes secas, veo crecer manos interrumpidas, oigo tus vegetales ocenicos crujir de noche y furia sacudidos, y siento morir hojas hacia dentro, incorporando materiales verdes a tu inmovilidad desamparada. Poros, vetas, crculos de dulzura, peso, temperatura silenciosa, flechas pegadas a tu alma cada, seres dormidos en tu boca espesa, polvo de dulce pulpa consumida, ceniza llena de apagadas almas, venid a m, a mi sueo sin medida, caed en mi alcoba en que la noche cae, cae sin cesar como agua rota, y a vuestra vida, a vuestra muerte asidme, vuestros materiales sometidos, a vuestras muertas palomas neutrales, hagamos fuego, y silencio, y sonido, ardamos, y callemos, y campanas [49] . Los momentos del poema son los siguientes: a) acceso al Fundamento; b) invocacin y visin del Fundamento; c) descripcin del estado de indeterminacin dialctica de la materia. a) El primer momento comprende las dos estrofas iniciales. La obvia alusin del comienzo: Con mi razn apenas, con mis dedos, indica el medio por el que se cumplir el conocimiento de lo real. La materia se deja aprehender digitalmente en su espesor y solidez, y en su energa. Ahora bien, el proceso, el camino para llegar a este contacto con la materia se describe como cada. Caigo... El anhelo telrico -quiz lo hemos adelantado ya- quiere ser profundizacin vertical. Proponemos la siguiente definicin de esta actitud bsica de la cosmovisin nerudiana: el nimo telrico es gravitacin hacia los orgenes elementales. Pero con esto la materia slo es vista en su dimensin de profundidad: el hombre telrico la valora tambin y sobre todo, en su fuerza generatriz. En esta segunda y capital instancia,el telurismo es vrtigo que quiere experimentar la germinacin del ser. Pero digmoslo mejor, con palabras de Neruda. El individuo telrico es, para l, "aquel que se nutri' de geografa pura y estremecimiento" [50] . "Geografa pura" es la disciplina de los seres que aman el Fundamento; en ella reside su simple y hondo saber. Estremecimiento" describe la conmocin fisiolgica provocada por la experiencia telrica, la conducta del nimo enfrentado al Fundamento. Estremecimiento es la versin profana del "temor y temblor" del Salmista y del Apstol. Este movimiento de penetracin hacia abajo, cada y hundimiento, esta voluntad de descenso, es uno de los elementos ms determinantes en la poesa de, Neruda; podemos denominarlo el nimo de Orfeo, y es como la fuerza de gravedad en el mundo que las Residencias configuran [51] . Caigo al imperio de los nomeolvides, a una tenaz atmsfera de luto, a una olvidada sala decada, a un racimo de trboles amargos. El poeta se ubica de inmediato en los lmites, en la frontera misma de la tierra, cuya superficie es delgada vellosidad de "nomeolvides" y "trboles" Caigo en la sombra... y ando entre hmedas fibras arrancadas al vivo ser de substancia y silencio. Trnsito hacia la sombra, consubstancial al Fundamento, segn hemos visto. El poeta quiere ser raz. Desde su punto de vista, la limitacin del hombre y el privilegio del rbol es la raz. La raz es penetracin en la tierra, o sea, efectividad del amor. De ah el ttulo Entrada a la madera [52] . b) El segundo momento incluye todas las estrofas restantes, exceptuando slo las dos ltimas. He aqu la invocacin: Dulce materia... Se dice materia, y no madera, a pesar del ttulo. Sin pretensiones heideggerizantes, anotaremos un timo significativo. El pensamiento griego llam "hyl" a lo que nosotros llamamos materia. Pero "hyl" es tambin, en griego corriente, bosque o madera (bois, wood). Los latinos tradujeron "materia", que da en castellano el culto materia y el popular madera. Nuestro idioma nos devuelve, pues, por azarosa gracia, el elemento singular perdido en la generalidad del concepto materia. El texto nos dice, en consecuencia, que en la experiencia potica de la materia, tal como aqu la vemos, el criterio simblico es tambin lo vegetal. Seguro que por aqu andan los bosques del Sur (Temuco, etc...). Pero lo decisivo, lo metafsica y estticamente decisivo, no es el bosque, lo vegetal o la madera, sino todos ellos como smbolo. En el smbolo precisamente los accidentes subjetivos se transmutan en estructuras arquetpicas. Pero volvamos al poema: Dulce materia... La dulzura de materia es la dulzura de la maternidad. Mater materia. Su frustracin es lesa maternidad: oh rosa de alas secas. El hbito ertico de la materia hacia formas que son sus hijas, se describe como vuelo: alas secas. Esta bellsima representacin es tambin la ms adecuada, por un doble motivo: a) en el vuelo el voltil reposa sobre s mismo, parece ser autnomo. Ahora bien, el amoroso impulso de la materia hacia las formas es un despliegue inmanente, en que las formas estn nsitas en el Fundamento. La materia que vuela no es sino ella misma volando hacia s misma, en un movimiento que conserva su identidad; b) que el eros de la materia se figure como vuelo, explica por qu el ser fon-nado sea precisamente paloma. En efecto, todos los exgetas estn de acuerdo (y en esto no hacen sino inclinarse ante la evidencia), en que la paloma expresa la vida formada en su ms potica generalidad. Pero va el mismo Neruda lo ha dicho: "La paloma me parece la expresin ms acabada de la vida, por su perfeccin formal" [53] . La paloma es, pues, el ave fnix nerudiana que resurge desde las cenizas del Fundamento. Y en cuanto al movimiento que la origina, el vuelo, ella tambin expresa, ahora desde el lado de la forma, la inmanencia perfecta de la materia: paloma y vuelo son la ecuacin de su total autonoma. As, la metafsica materialista de Neruda se esquematiza en esta trinidad profana: VUELO MATERIA (Noche, Mar o Tierra) ---------------------- ---------------------- > PALOMA Tenemos ante nuestros ojos la respuesta, conquistada a lo largo de todo el transcurso de esta poesa, a la pregunta que Neruda se hiciera en el prtico de las Residencias: Ahora bien, de qu est hecho este surgir de palomas que hay entre la noche y el tiempo como una barranca hmeda? (Galope muerto). 3. En mi hundimiento tus ptalos subo con pies pesados de roja fatiga. La continuacin del descenso, ahora subterrneo, se precisa como "hundimiento". La invocacin toma en la actitud mtica del poeta un carcter ritual, de conjuro mgico. Y en tu catedral dura me arrodillo golpendome los labios con un ngel. Se establece explcitamente en estos versos el modo de vinculacin con el Fundamento. El poeta lo muestra con un elemento que la tradicin cristiana le entrega como sagrado: la catedral. Para desvirtuar la resonancia extraa de su asociacin, la rompe a continuacin con otro elemento de la misma tradicin (ya ms discutible, por cierto) : el ngel. En la genuflexin asume el poeta la total devocin al Fundamento sagrado de la vida. "Naturaleza es el mbito sagrado donde crece la vida" (Heidegger) . En un poema anterior, Maternidad, la ofrenda se intensifica hasta el lmite del sacrificio; el poeta quiere ser vctima propiciatorio para que la vida advenga a la tierra. Porque La sangre tiene dedos y abre tneles debajo de la tierra. La visin del Fundamento y de su "color de mundo" le revela, en un mismo acto de conocimiento, su ser, negado y renegado en el habitat de la destruccin: Es que soy yo ante tu color de mundo. Este sentimiento progresa poderosamente a medida que el poeta profundiza su viaje en el espesor de la materia, y despus de retener en anhelante pausa el aliento de la oda, se cumple en un verso solitario que es como la consumacin de su movimiento: ... llegando a tu materia misteriosa. c) El ltimo momento incluye las dos estrofas finales. Se describe un ocano de sensaciones (veo..., oigo..., siento...). Tomemos una: veo crecer manos interrumpidas. La imagen es genial. Su elevacin plstica es extrema, trgica, inadjetivable. Lo que en la imagen vemos es el anhelo de nacimiento de todos los seres en el seno del Fundamento. Es el anhelo de la "silenciosa multitud", que es suplicante deprecacin, extiende sus brazos humillados porque la vida no adviene a ellos. Si algo pudiera todava hacer ms sensible a la vista lo que la imagen dice, pinsese en la rebelda vital que expresan los rboles de Van Gogh. Luego: ...y siento morir hojas hacia adentro incorporando materiales verdes a tu inmovilidad desamparada. Lo aqu sentido es la constitucin del Fundamento por la destruccin. La destruccin crea el Fundamento (aqu slo sealamos de pasada lo que en el pargrafo 6 desarrollaremos en detalle). Nos interesa sobre todo la ltima estrofa del poema, que semeja xtasis dionisaco [54] . Este consista en la experiencia, siempre renovada en primavera, del resurgimiento de la vida. Lo mismo presenciamos ahora. "Los seres dormidos", "las apagadas almas" comienzan a despertar, comienzan a encenderse. Y es que el Fundamento adquiere una prodigiosa movilidad, es decir, la movilidad del Prodigio: "las muertas palomas neutrales", comienzan a levantar el vuelo. Ritmo y anttesis expresan el suceso en plasmacin esttica, absolutamente eficaz: ... y a vuestra vida, a vuestra muerte asidme, a vuestros materiales sometidos, a vuestras muertas palomas neutrales, y hagamos fuego, y silencio, y sonido, y ardamos, y callemos, y campanas. Lo cantado es el pathos de la creacin. He aqu el Gnesis del poeta. Se inicia el proceso autocreador de la materia, y es eso lo que celebran las campanas finales; las cuales no son, desde luego, las del domingo de Pascuas, pues la resurreccin aqu profetizada es la vida que emana de la materia. y hagamos fuego, y silencio, y sonido, y ardamos, y callemos, y campanas. El elemento que surge como negacin dialctica, como negacin creadora, es el fuego. l produce el despliegue de la materia que genera el ser. Neruda ha meditado en todas sus formas a esa maravillosa creatura. Lo ha poetizado en la picarda de las chispas, cuyo juego es chacota como de pjaros; en la melancola de las brasas, esa "materia trrea" del fuego, que los escolsticos contemplaban con severo ceo; y en la voluntad de la llama, figura en que se nos apersona el fuego en este instante, al final de Entrada a la madera. Hasta donde conocemos, las dos ms bellas meditaciones del fuego, en las que este elemento nos descubre los ntimos repliegues de su alma, son la Oda al fuego -que aqu no cabe considerar detenidamente- y las pginas que Hegel le dedica en su Naturphilosophie. Ahora bien, hay tal correspondencia en las intuiciones del poeta americano y del metafsico alemn, que no nos resistimos a traducir los pasajes hegelianos ms significativos: "El fuego es el tiempo materializado, lo intranquilo y que consume sin ms ni ms ... ; un consumir a otro que, a la vez, se consume a s mismo, y as pasa a la neutralidad. "El calor es slo la manifestacin de esta consuncin en los cuerpos individuales, y, por lo tanto, es idntico al fuego. El fuego es ser-para-s existente, la negatividad como tal; slo que no la negatividad de otro, sino la negacin de lo negativo, de la cual resulta la generalidad y la igualdad. La primera generalidad es muerta afirmacin; la verdadera afirmacin es el fuego. Lo que no-es es en l puesto como siendo, e invertido; as el fuego es el tiempo. Como uno de sus momentos es el fuego, de plano, condicional, slo siendo en referencia a la materia particularizada, como el aire. Es actividad, que slo es en la oposicin, a diferencia de la actividad del Espritu; para que consuma, debe haber algo que consumir; si no tiene algn material, desaparece. El proceso de la vida es tambin proceso de fuego, pues persiste desde dentro en consumir la particularidad; pero engendra su material siempre de nuevo" [55] . En los versos de Neruda vemos tambin al fuego como factor determinante del proceso de la vida. En general, la intuicin que Hegel expresa con sorprendente poder terico parece connatural a la experiencia potica del fuego [56] , pero se enfatiza en autores que participan de una cosmovisin dialctica, como es el caso de Neruda. Pero cmo es posible que el fuego represente el proceso de la vida? El mismo Hegel nos da la respuesta: "El fuego es tiempo materializado". Neruda ha establecido, para subrayar la diferencia entre los dos planos de la realidad, la naturaleza intemporal del Fundamento. Recin en Entrada a la madera, deca: a tu inmovilidad desamparada. Pero como ya se poda sospechar, no se representa con eso el estado ideal de Fundamento, lo que en l se anhela y ansa, sino su patologa; patologa, como veremos, endmica a las Residencias. Lo que sucede es lo siguiente: el tiempo, en su dinmica, se nos presenta con un doble sentido: uno positivo, creador, en que se mantiene y sostiene la otro negativo, destructor, en que la vida se consume y corrompe. En la Oda al fuego se poetiza con todo rigor esta fuerza contradictoria que se percibe en el tiempo: T eres... . . . . . . . . . . . . ... tempestuosa ala de muerte y vida, creacin y ceniza ... [57] . De ah que, en verdad de verdades, el Fundamento no sea intemporal. Mientras en la esfera de las existencias individuales el Tiempo rige con inexorable fuerza destructora, al Fundamento corresponde la dinmica creadora y positiva del Tiempo. En La lmpara en la tierra, cuando el poeta imagine el paraso indgena, fijar como primer y capital elemento paradisaco: En la fertilidad creca el tiempo. El Tiempo se hace creador en la fertilidad. La fertilidad es el ritmo temporal de la tierra, que adquiere toda su velocidad en la fuerza surgente de los grmenes. He aqu la anhelada direccin del Tiempo, por la que se lucha incansablemente en las Residencias. As, pues, cuando Neruda canta: y hagamos fuego, y silencio, y sonido, y ardamos, y callemos, y campanas, [58] poetiza al Tiempo fecundando el Fundamento. El esquema simblico definitivo de la intuicin dialctica [59] , es entonces: NOCHE FUEGO PALOMA. El proceso, cuyos trminos simblicos se imaginan como el acaecer efectivo de la vida originndose, es de un cromatismo deslumbrante. De los oscuros fondos de la Noche, fecundada por la roja energa del Fuego, vuela una blanca vida de clida nieve. Podra ser el espectculo primero, el magno espectculo por nadie visto: la Noche de la creacin, de cuyas sombras surgen las cleras rojas de los volcanes. 5. Con Entrada a la madera asistimos a la inauguracin de la vida en el mundo de las Residencias. El ser creado, el ser recin nacido, es el apio, que se canta en el poema siguiente, Apogeo del apio, es, sobre todo al comienzo, casi una oda elemental, de temple risueo y luminoso. No pretendemos efectuar un anlisis exhaustivo; veamos simplemente cmo en el principio de este poema se poetizan los mismos elementos que hemos estimado decisivos en la imaginacin nerudiana de los orgenes: Del centro puro, que los ruidos nunca atravesaron, de la intacta cera. salen claros relmpagos lineales, palomas con destino de volutas ... [60] . Prefiere aqu el poeta la determinacin del Fundamento como centro de Silencio. Los primeros indicios de la vida que se indican son: claros relmpagos lineales, es decir, los destellos de vida que el fuego proyecta hacia el da; Palomas con destino de volutas. Cualquiera persona que nos haya seguido admirar la fidelidad casi sistemtica de la imaginacin nerudiana: la vida que surge es -lo liemos dicho-, en su ms potica generalidad, paloma. Y el trnsito de la materia a la vida es vuelo, que aqu se concretiza por asociacin con las estras del apio: volutas. El apio, pues, se genera poticamente de los relmpagos que el fuego desprende y de un vuelo de palomas. Pero no prosifiquemos ms. Retengamos mejor la arquitectura de los Cantos Materiales, donde se expresa, para Neruda, el ciclo de la existencias Entrada a la madera poetiza, como vimos, el ser que nace;Apogeo del apio el ser vivo en su plenitud existencias, y Estatuto del vino, el ser que retorna al Fundamento. Ahora bien, esta trayectoria tiene su exacta correspondencia en el plano humano, en la Seccin v de la Residencia II: El Desenterrado, canta al hombre que nace, resurgiendo por unificacin de su corporcidad material; FEDERICO GARCA LORCA es el hombre en el apogeo de la vida, y AI,BERTO ROJAS JIMNEZ... el amigo que desciende a las profundidades. 6. Pero con nuestra alegra de constatar el triunfo de las fuerzas de la vida, hemos olvidado la atmsfera pesimista de las Residencias, esa amarga conciencia de una temporalidad negativa, que por ser tan insistente ha extraviado a ms de un intrprete. Sin embargo, dado que la aparicin de la vida en los Cantos Materiales es un suceso solitario, y que, por tanto, no existe entre el Fundamento y las existencias un vnculo permanente de creacin, y dada, por otra parte, la ambicin unificante de toda experiencia metafsica, qu conexin hay entonces entre las dos zonas experimentadas, entre el Fundamento y las cosas que todava subsisten? Srvanos una comparacin, la que utilizamos slo con valor aclaratorio, sin atribuirle validez per se. Ya hemos criticado el abigarramiento de filsofos con que Finlayson quiere hacernos comprender a Neruda, y no quisiramos nosotros cometer el mismo error. Al griego, sobre todo al pensador presocrtico, se le pudo revelar la Unidad como arkh, es decir, como fundamento del devenir, slo porque la interpretaba como physis, en su mpetu generativo; para Neruda, en cambio, la realidad temporal se da patticamente en su instancia corruptiva, en la consumacin y la muerte. All pone su desolado canto el poeta. Con esta comparacin expresamos, desde otro flanco, algo que ya queremos dejar establecido con suficiente claridad. El Fundamento en las Residencias no es fundante; y a pesar de la embrionario promesa que hemos atisbado, adolece de una general esterilidad. La relacin, pues, es de otro tipo, precisamente de sentido inverso. En efecto, lo que el poeta intuye con mxima evidencia es que la Unidad se constituye en virtud de un proceso de acumulacin csmica. Es el desgaste materialmente visto de las cosas por el Tiempo, es la sedimentacin del Tiempo mismo lo que produce la densa consistencia que subyace (ya lo habamos adelantado en un pasaje de nuestro anlisis de Entrada a la madera, pg. 33). Este sentimiento mineral de la existencia, que dira Keyserling, est poetizado por doquiera en las Residencias, pero en escala csmica alcanza su sensibilizacin ms poderosa en los poemas El sur del Ocano y El reloj cado en el mar[61] . En esta imagen universal del derrumbe de las cosas, el Tiempo aparece materializado, por ser precisamente la dimensin ms ntima de la materia existencias. En el plano humano la visin nos llega enAlberto Rojas Jimnez viene volando, que, antes que una elega en el sentido clsico, en que se poetiza espiritualizadamente el dolor por el amigo ido, es la narracin directa de su disgregacin material. Pero la materia, humana o csmica, se destruye para incorporarse al seno del Fundamento. All llega el torrente infinito de los seres temporales. Comprendemos con claridad esta concepcin leyendo en Elgran Ocano, ese apstrofe al Mar: Tiempo, tal vez, o copa acumulada de todo movimiento, unidad pura que no sell la muerte, verde vscera de la totalidad abrasadora [62] . Pero mientras aqu, en El gran Ocano, la Unidad marina est dotada de cosmognica fecundidad: (Toda tu fuerza vuelve a ser origen), en Residencia en la Tierra el Fundamento est condenado a trgica esterilidad, a fatal impotencia originante. Es un mundo en que todas las cosas mueren de Tiempo, en que el Mar mismo se muere de Tiempo(El reloj cado en el mar), en que hasta el propio tiempo se muere de Tiempo (El sur del ocano) [63] . La tragedia de este mundo no reside entonces, primaria y fundamentalmente, en la limitacin de la existencia temporal, sino en la hondamente sentida imposibilidad de creacin csmica. Tal vez la debilidad natural de los seres recelosos y ansiosos busca de sbito permanencia en el tiempo y lmites en la tierra, tal vez las fatigas y las edades acumuladas implacablemente se extiendan como la ola lunar de un ocano recin creado sobre litorales y tierras angustiosamente desiertas [64] . (Significa sombras) Ahora bien, el smbolo que preside el universo destruyndose es la lluvia. La lluvia es la forma que adopta el agua muerta. Pero cogida en profundidad, la valoracin nerudiana de la lluvia parte de la misma intuicin que Hegel capta con seoro terico: "La neutralidad en la cual el fuego se hunde, el fuego apagado, es el agua" [65] . Los residuos de las cosas que el Tiempo gneo devora se trasmutan poticamente en agua. De ah que el universo de las Residencias sea un universo inundado. Veamos un momento de esta desorbitado visin: Es una regin sola, ya he hablado de esta regin tan sola, donde la tierra est llena de ocano, y no hay nadie sino unas huellas de caballo, no hay nadie sino el viento, no hay nadie sino la lluvia que cae sobre las aguas del mar, nadie sino la lluvia que crece sobre el mar. [66] Es tanta la ausencia de vida, que lo nico que se genera en el Fundamento es la destruccin. 7. Creemos haber establecido definitivamente la estructura que asume la realidad en la cosmovisin de Neruda, y el carcter que presenta el Fundamento en la metafsica de las Residencias. Pero aun esta percatacin es posible a partir de una pura constatacin estilstica. En efecto, las dos modalidades de eptesis ms caractersticas son el gerundio y el participio pasado [67] . Ya Alonso percibi bien el sentimiento que era necesario atribuir al uso reiteradsimo del gerundio: "pues el gerundio significa la accin o el suceso ocurriendo o el estado en su concreta duracin temporal" [68] . Efectivamente, el gerundio es el epteto que caracteriza sobremanera el mundo temporal y la dinmica de la destruccin. En cambio el participio pasado, en el cual no se fija Alonso, quiere expresar el resultado efectivo de la accin del tiempo, el sedimento acumulado por la destruccin; en l se acenta sobre todo el valor de la temporalidad dejada atrs, su sentido pasado. Su diferencia es radical con su hermano renacentista, el epteto en participio de nuestra lrica clsica, tal como figura en Garcilaso, Gngora o Fray Luis. En ellos se enfatiza el valor participial, pues expresa una cualidad del ser, vista en un presente casi sin mcula temporal. Su abolengo es platnico, mientras el nerudiano es inmanentista. Valga esta digresin estilstica como el afn de asegurar todava nuestra interpretacin. El gerundio y el participio, como las formas ms anormales de eptesis en el lenguaje de las Residencias, son los detalles spitzerianos que permiten, a partir de un criterio estilstico ortodoxo, el acceso al mbito metafsico, que es regin de sentido mayor. Dicho todo lo anterior, cabe hacer una ltima pregunta, que es, al mismo tiempo, la pregunta ms elemental: qu origina la desventura en el mundo de Residencia en la Tierra? Qu hace que la promesa cumplida por los Cantos Materiales no sea un don permanente? En otras palabras, averiguamos por las causas que determinan el llamado "pesimismo" de Residencia en la Tierra. Porque una ensoacin tan honda de la generosidad de la tierra no puede ver en ella una envidiosa madrastra de la vida. Pero con esto surge en las lejanas del horizonte, all en los extremos del desolado paisaje nerudiano, un punto dbil y efmero: es el hombre residenciario.
Captulo IV Cuntase de un ingls que se ahorc por no tener que vestirse y desnudarse todos los das. (GOETE: Poesa y Verdad, III, XIII) . 1. En las primeras secciones de Macchu Picchu, poema de aliento tan elevado que su inspiracin parece medir las alturas de la fortaleza incsica, nos entrega Neruda una mirada retrospectiva para su poesa anterior. Todo poeta de verdad es poeta de obra lar-a y sucesiva, y tiene siempre un balcn interior desde donde observa el pasado y averigua progresos. Recordemos slo el pegajoso "Yo soy aquel que ayer no ms deca". (-Gracia y estragos de la eufona de Daro-) Neruda ya nos ha contado su experiencia espaola en Explico algunas cosas; en Macchu Picchu recorre nuevamente el itinerario de estados y pasiones que animan la lrica de Residencia en la Tierra: Alguien que me, esper entre los violines encontr un mundo como una torre enterrada hundiendo su espiral ms abajo de todas las hojas de color de ronco azufre: ms abajo, en el oro de la geologa, como una espada envuelta en meteoros, hund la mano turbulenta y dulce en lo ms genital de lo terrestre. Puse la frente entre las olas profundas descend como gota entre la paz sulfrica, y, como un ciego, regres al jazmn de la gastada primavera humana. [69] Estos versos son un retrato magistral del sentimiento del mundo que hemos percibido en Residencia en la Tierra. Se afirma inequvocamente la conquista del Fundamento: hund mi mano turbulenta y dulce en lo ms genital de lo terrestre, tal como nosotros lo hemos sostenido. Qu impide entonces al poeta asumir esta soterrada verdad? Y, como un ciego, regres al jazmn de la gastada primavera humana. En un verso est dicho todo: la metafsica "pesimista" de las Residencias deriva de una experiencia negativa del ser humano. Como tantas otras veces en la literatura hispanoamericana, tenemos que la imagen de la naturaleza estcondicionada por la visin de la sociedad. 2. Partiendo de esta idea matriz, se nos revela una tercera zona de contenido. A la meditacin del Fundamento, a la descripcin de la caducidad, es necesario agregar la decepcin de la sociedad. En este sentido es sumamente significativo que las tres piezas que inauguran la Primera Residencia correspondan precisamente a esta triple rbita de poetizacin. Ya explicamos los sentidos opuestos de Galope muerto y Alianza. Veamos el comienzo del poema siguiente, Caballo de los sueos: Innecesario, vindome en los espejos, con un gusto a semanas, a bigrafos, a papeles, Vago de un punto a otro, absorbo ilusiones, converso con los sastres en sus nidos... [70] Las conclusiones, sin duda, pueden irse previendo automticamente. Y los lectores asiduos de las Residencias saben que no es ste un fragmento aislado. Siguen Dbil del alba, Unidad, cuyo sentido, concentrado en los ttulos ya hemos dilucidado; y a continuacin de ellos, Sabor. Nos conformamos con citar sus primeras estrofas: De falsas astrologas, de costumbres un tanto lgubres vertidas en lo inacabable, y siempre llevadas al lado, he conservado una tendencia, un sabor solitario. [71] Etctera, etctera [72] . En una palabra, y utilizando los mismos smbolos de Neruda: un trptico angelolgico, como esas figurillas rococ situadas a la entrada de los templos dieciochescos, indica los rdenes ms amplios de sentido que se poetizan en las Residencias. El funesto alegrico tiene una espada de destruccin en sus manos. El "ngel verde" es la vida triunfante, el esplendor vegetal de las hojas; pero hay tambin un "ngel invariable" que concentra las fatigas del existir consuetudinario. 3. Los elementos que determinan su visin de la sociedad se los suministra al poeta la vida urbana. Nada hay en esta poesa de horizontes de campia, de aire fresco. Su atmsfera es la enrarecida de la ciudad, con fbricas y con laberintos oficinescos. El yo romntico se desespera ante el trabajo organizado que gasta la vida de miles de seres, pero opone esta mecnica, no la libertad del espritu, sino el poder creador de la Naturaleza, La poesa moderna sigue, en este aspecto, la compulsin del sino baudelairiano: o la descripcin de la vida ciudadana se opone, como en Eliot, a un ideal de conducta espiritual, slo asequible por una ascesis religiosa; o su degradada imagen, como en Neruda, se impone con amarga certidumbre sobre el generoso amor de lo profundo. Doquiera rige esta evidencia. En Desespediente,por ejemplo, despus de poetizar los infiernos de la burocracia, sigue: Todo llega a la punta de los dedos como flores, a unas uas como relmpago, a sillones marchitos, todo llega a la tinta de la muerte y a la boca violeta de los timbres. Lloremos la defuncin de la tierra y el fuego... [73] Hemos dicho antes que hay, en el mundo nerudiano, una gigantesca tensin centrpeta, que es como su fuerza de gravedad. Ella rige el nimo metafsico primario del poeta. Pero la civilizacin tiene suficiente peso como para destruir este impulso vertical, y crear un movimiento horizontal de inercia. Es el desplazamiento de Walking Around. Vago de un punto a otro... Dos fuerzas antagnicas, pues, luchan afanosamente en el mundo nerudiano. Y la inercia parece triunfar, ya que en su vagabundeo el poeta intensifica su experiencia de espectculos dolorosos. Sastreras, cines, hospitales, peluqueras, prostbulos, iglesias, constituyen los hitos de su mapa urbano, que la gente cumple cotidianamente con seriedad ritual. Red hostil en que la civilizacin atrapa todo deseo espontneo y profundo. Pero veremos todava cmo este asco de todo lo artificial con que la sociedad y la civilizacin limitan al ser humano, es hondamente integrado en su metafsica, y no permanece en dispersas efusiones de un desaforado romanticismo. 4. En la casa ve el poeta la prevaricacin del hombre contra la Naturaleza. La casa es la primera clula de la ciudad, y el patrimonio de la familia, que es, a su vez, la primera agrupacin de la sociedad. Neruda participa y cree en el mito cainita: la vida del pastor era vida libre y abierta a las estrellas y a la noche; Can, despus del fratricidio, funda la ciudad de Henoch. La casa es, pues, desde el punto de vista nerudiano, un objeto malfico, donde se ejercita la rutina domstica de los seres mnimos. Veamos el poema Melancola en las familias: Yo s que hay grandes extensiones hundidas, cuarzo en lingotes, cieno aguas azules para una batalla, mucho silencio, muchas vetas de retrocesos y alcanfores, cosas cadas medallas, ternuras, paracadas, besos. (... ) No es sino el paso de un da hacia otro, una sola botella andando por los mares, y un comedor adonde llegan rosas, un comedor abandonado como una espina. (... ) ... Es una casa situada en los cimientos de la lluvia, una casa de dos pisos con ventanas obligatorias y enredaderas estrictamente fieles. (... ) Pero por sobre todo hay un terrible, un terrible comedor abandonado,(... ) Es slo un comedor abandonado y alrededor hay extensiones, fbricas sumergidas, maderas que slo yo conozco porque estoy triste y viajo, y conozco la tierra, y estoy triste. [74] El poema est presidido por lo que hemos llamado el "nimo de Orfeo": afn de penetracin al corazn del mundo. Vemos explcitamente en la primera estrofa el descenso gradual hasta los subestratos geolgicos. Y de sbito el poeta nos sube la audaz imagen: Es una casa... Pero, an ms concretamente, se trata de una pieza de la casa, repetida por tres veces: ...y un comedor... Asistimos a la cosmizacin de la casa, o, con inversin ms precisa, el Fundamento se ha transformado en casa. Se trata de una cruel metamorfosis: el aburguesamiento de la materia original. Estamos ante un "comedor solitario", la habitacin domstica por excelencia. Lo cual, desde luego, supone una sublime valoracin del comer, como incorporacin vivificadora de lo inanimado; pero, visto en trminos humanos, este acto queda preso del asco a la ritina, a la costumbre diaria. Lo que est en el principio de todas las negaciones de Neruda es la duda cotidiana. As comprendemos ms ntimamente al da en la poesa de Neruda. Lo habamos entendido como el reino de la destruccin. Pero desde el punto de vista del condicionamiento humano de la metafsica, encontramos la causa de que se le atribuya ese lgubre sentido. En efecto, el da es la unidad mnima de tiempo, es el instante del vivir nerudiano. "Aucun des trois rgnes n'echappe aux rhythmes de toute vie. L'animal, c'est la vie quotidienne. Le vgtal, la vie annuelle, Le minral, la vie sculaire, la vie qui compte par millnaires" El poeta deseara vivir a grandes ritmos geolgicos, donde los actos se desvanecieran como puntos en un ocano de eternidad; o al menos participar de los ciclos estacionarios de callada germinacin y luminosas primaveras. Pero nada de esto hay en el existir humano: Aguardo el tiempo uniforme... no es sino el paso de un da hacia otro. 5. Hemos apreciado cmo el Fundamento ha dejado de ser espacio csmico y se convierte en objeto domstico. Es una ruinosa casa sepultada en la tierra. Pero el Fundamento es la Noche; la casa debe ser entonces un "establecimiento nocturno". Llegamos as a una magna presencia soterrada: la casa nocturna es el prostbulo. La imagen fantasmal del prostbulo puebla los ms hondos estratos del vivir humano en esta poesa. Es una forma de la residencia terrenal, el modo nocturno de la vigilia vagabunda. Pero es tambin la Noche transformada en casa, la casa donde el amor se define como estril. Es la casa en todo su poder demonaco; csmicamente proyectada, son las profundidades transubstanciadas en infierno: el infierno laico donde la sociedad humilla al ser humano con hiel y vinagre implacables. En el prostbulo, pues, se alcanza con plenitud la determinacin social de la imagen csmica que nos presenta Residencia en la Tierra. 6. De este modo hemos detallado algunos aspectos de la visin de la sociedad que el poeta nos ofrece. Socialmente condicionada, su metafsica nos muestra a la Naturaleza asfixiada por la Sociedad, y mimetizada con ella en su esterilidad. En un plano biogrfico -plano menor y contingente- es Santiago substituyendo a los bosques del Sur. As nos lo dir el poeta en Carta para que me manden madera,nostlgico poema posterior. Analizaremos ahora el aspecto propiamente antropolgico del condicionamiento humano, es decir, cmo la experiencia de su propia individualidad lleva al poeta hacia la cosmovisin ya estudiada. Para obviar las complejidades biogrficas, que para la perspectiva terica que ensayamos nos estn vedadas, tomaremos un solo elemento, quiz el ms importante, de la autoconsciencia moral del individuo residenciario: el recuerdo. Ya en el primer poema de Residencia en la Tierra, leemos: Confuso, pesando, hacindose polvo en el mismo molino de las formas demasiado lejos o recordadas o no vistas. Se nos presentan en estos versos, coordinados, dos tipos de destruccin: la corrupcin de los objetos, y la huida de la experiencia con el transcurso del tiempo. En el mismo molino. Un mismo hado gobierna ambas zonas del acaecer, la material y la psquica. Pero lo ms asombroso es lo ltimo: ... de las formas demasiado lejos o recordadas o no vistas. La experiencia pasada es tan inexistente como lo no experimentado; tiene la misma lejana, el mismo grado de ausencia y de irrealidad que un objeto que nunca hubiera estado presente. As, el tema del recuerdo, continuamente poetizado en las Residencias, esconde una trgica constatacin final: la imposibilidad de integrar creadoramente la experiencia. De ah que otra fundamental direccin del nimo potico sea la bsqueda del pasado, la conquista de los antiguos sucesos olvidados. El joven sin recuerdos te saluda, te pregunta por su olvidada voluntad... El olvido no permite sentir la continuidad de la vida, su sentido creador. La prdida del pasado condena al presente como vaco y hace ciego al futuro. La vida se siente entonces como una continua dispersin en los hechos cotidianos, en los acontecimientos pequeos, incapaces de ser interiorizados. Respecto de esto, es posible constatar la existencia de un adjetivo especficamente nerudiano, de una palabra que, pronunciada por su voz, se carga de una singularsima expresividad: Recordando un golpe de ola en cierta roca con un adorno de liarina y espuma, y la vida que hace uno en ciertos pases, en ciertas costas solas, ... "Cierto" es la palabra con que el poeta parece conjurar al pasado a retornar vivo a la actualidad; palabra apenas balbuceada, pues lo "cierto" del recuerdo es su incertidumbre. Se sabe, se sospecha que hemos vivido algn suceso; pero su presencia desaparece, obnubilada por las brumas de nuestra superficialidad, de nuestra liviandad connatural. Impreciso es el recuerdo, inaccesible, trozo de vida irrecuperable. Amarga seguridad: la ingratitud para con nuestros propios actos. 7. Ahora bien, anlogamente a lo que sucede con la visin de la sociedad la experiencia del olvido aparece integrada a la metafsica de las Residencias. Ya estos versos nos llevan a esa conclusin: ... admito los postreros das y tambin los orgenes, y tambin los recuerdos, ... Pero ms precisin presentan stos: Como surges de antao, llegando, encandilada, plida estudiante... La amada recordada se poetiza como surgiendo desde la sombra a la luz: encandilada... Es decir: el elemento del recuerdo comparte tambin la ptica general de las Residencias, la biparticin de la realidad en la Noche y la Luz. De ah que la experiencia del recuerdo nos entregue el carcter del vnculo que une el alma del poeta con la unidad profunda donde se origina la existencia: Mientras tanto crece a la sombra del largo transcurso en olvido... La verdad yace olvidada. El olvido, experiencia subjetiva, se transmuta como siempre ocurre en las Residencias, en experiencia metafsica. En el Fundamento no florece la vida porque ha sido olvidada. Y esta poesa quiere ser, como toda poesa, 11 recuerdo del Fundamento" (Heidegger). En el origen del poetizar est siempre la imagen virginal del Mnemosyne, la madre de las Musas. 8. El punto de vista de la concepcin del mundo, desprendido de la comprensin de Residencia en la Tierra, nos suministra una nueva mirada para la poesa anterior de Neruda. Hemos dicho ya que el erotismo fsico de los Veinte poemas de amor... de hecho grandes latencias metafsicas. Desde luego, es posible percatarse que la figura de la mujer aparece en todas circunstancias descrita con los elementos peculiares de su todava incompleta cosmogona materialista. Pero ms importante nos parece que la delicada trama, la fina cinta que ata este ramillete de conmovedores poemas, es la fluctuacin entre el recuerdo y el olvido de la mujer. Por eso es que, en realidad, los Veinte poemas no son sino una alegora a lo humano de una vasta intuicin del mundo. Varn y mujer, poeta y amada, como personajes de esta lrica amorosa, son, desde este respecto, figuraciones de un cosmos bisexuado, en que el Amor, a diferencia del demonio platnico, no alcanza a unir las mitades. El olvido de la amada en el Poema 20,olvido dramticamente asumido, no es sino la prdida del recuerdo de los orgenes. Y luego, finalmente, la Cancin desesperada es el preludio en que se configura el temple de nimo que engendra y preside el canto de las Residencias. As, en su ltimo verso, que es tambin el ltimo verso de los Veinte poemas, se dice: Es la hora de partir. Oh abandonado. De acuerdo al sentido natural, es la mujer la "abandonada" por el poeta. Pero esta inversin casi cnica desaparece si se considera esta situacin como relacin de fatalidad entre el poeta y el Fundamento telrico. 9. As suceden las cosas en los Veinte poemas y en las Residencias. Al final del primer libro, hemos encontrado la desesperada certeza del olvido. En las postrimeras de Residencia en la Tierra, y como coronacin de su itinerario de sentido, est el poema Josie Bliss. No lo transcribiremos, aunque su lectura total sea absolutamente necesaria para compenetrarse de los resultados de nuestro anlisis. En josie Bliss se conjugan, en un gran tema nico, la bsqueda del recuerdo y la bsqueda del Fundamento. Color azul de exterminadas fotografas... El poema aparece impregnado de un arrollador cromatismo. Pero lo ms impresionante es que se produce a la vez un gigantesco fenmeno de mimetismo: el recuerdo se identifica con el "color azul" del Fundamento. La excavacin de los recuerdos en los pozos del alma ser entonces tambin la persecucin del Fundamento. Y, de este modo, asistimos a un suceso largamente esperado, desesperadamente esperado; asistimos al cumplimiento del ansia, a la inauguracin de la dicha: ... de pronto hay algo, como un confuso ataque de pieles rojas, el horizonte de la sangre tiembla, hay algo, algo, sin duda, agita los rosales. Por qu esta resurreccin? Nada ms que por la recuperacin de los sucesos olvidados. Es la vida de los recuerdos que resucita, finalmente, en un descubrimiento definitivo: Ah estn, ah estn, dedos, palabras, ojos: ah estn otra vez como grandes peces que completan el cielo con su azul material vagamente invencible. Alborozo en el alma y en el mundo: la materia azul de los recuerdos y de la vida ha sido declarada, con temblorosa certidumbre, vagamente invencible. "Vagamente invencibles. He aqu, en dos palabras, toda la ambivalencia del temple metafsico de Residencia en la Tierra. Las pginas precedentes han querido ser un homenaje de admiracin a una gran poesa. Admiramos la arrolladora 'libertad de este canto, que tiene la violencia de la atmsfera en convulsin. Su palabra es dicha como el trueno, su voz parece forjarse en las mquinas de un viento tempestuoso. Como un meteoro que se desploma sobre el suelo cae el canto de Neruda al alma de sus discpulos! Poesa sta no de cmara; poesa para ser vociferada en la expansin de los espacios. Pero Residencia en la Tierra es tambin poesa rigurosa, cuyo contenido no es "conceptualmente irrepresentable", como creen algUnOS. Cada detalle, la menor aprehensin de la fantasa se incorpora al canto como a un todo orgnico, con la ciega sabidura con que se desarrollan las formas vivas. Lgica unitaria y severa, que procede de la verdad interior que habita esta poesa. La hemos mostrado, en efecto, como comunicacin profunda del alma con el Fundamento, y hemos trazado las grandes lneas en que se arquitectura su visin del mundo. En su modo ms reiterado, ste se nos apareci polarizado entre la Noche y el Da. La Noche, plena y azul -como la genial escultura de Maillol- es la generosa madre de los dones naturales; el Da es el reino de las mseras vidas de a uno, el mundo de nuestra existencia marchita. La luz no es, por consiguiente, adulada como a representante del espritu, como sucede en la tradicin platnico, bblica y dantesca; lo que crea a la luz, lo que genera al Da, es el fuego, en su espesa e irreductible materialidad. En los Tres Cantos Materiales vimos cumplirse transitoriamente la esperanza vehemente de la vida. Neruda, poeta primigenio y originario, crea el mundo en el tercer da de la Creacin. La intuicin de Keyserling del alma de nuestro Continente encuentra su ms abrumadora confirmacin en esta poesa. Y Neruda tambin lo sabe, cuando dice de otro poeta americano, Lautramont: "... con la misma sinrazn y el mismo desequilibrio que el hocico sangriento del puma, el caimn devorador y destructor y la pampa llena de trigo, para que la humanidad entera no olvide, a travs de nosotros, su comienzo, su origen". Expusimos finalmente cmo es una valoracin del hombre y de la sociedad lo que hace que los nacimientos no sean un don permanente en las Residencias. All se expresa la substancia tica primaria del hombre residenciario en la doble limitacin del rechazo y la frustracin. Rechazo a la sociedad, a su onerosa forma de esclavitud, a la hipocresa congnita de la convivencia. Frustracin para dar sentido a la existencia individual y de hacer la propia vida creadora. Pero las latencias ticas existen como energas detenidas: slo cuando ms tarde el poeta encauce su desbordante amor por la dolorida humanidad, aparecer un nuevo ideal moral, de sacrificio y de combate. Para esto se necesita salir de la estrecliez del yo individual, superando la limitacin y la finitud de los "recuerdos" ; y as la di-nidad del individuo es substituida por la dignidad del pueblo. Bajo la forma del pueblo recupera el poeta al hombre, y en su anchura inrnortal, en su extensin inagotable percibe la verdad permanente de la humanidad. Pero el pueblo es valorado sobre todo en profundidad. En efecto, a la mujer de sus versos romnticos, al poeta residenciario, cuya inspiracin es tambin nocturna e gnea, como las fuerzas creadoras, sucede el pueblo corno creatura telrica en su poesa pico-social. El pueblo conoce los secretos de la sabidura de la Tierra: su vida es subterrnea. Las magnas imgenes de este sentimiento del pueblo -imgenes dignas de un Dante que es poeta del pueblo y de la tierra, y no de Dios y del trasinundo- son los incsicos de Macchu Picchu y los mineros de Lota. Unos enterrados en la muerte; otros enterrados en la vida. Unos ya casi legendarios por los aos, otros sufrientes y vecinos. incsicos y mineros se vinculan con la Tierra, con el Fundamento, mediante el trabajo. A la valoracin negativa de ste en Residencia en la Tierra sucede su ms vigorosa exaltacin. De ah que el pueblo que trabaja sea proletariado, y se convierta en clase social. Lo anterior muestra el trnsito de la poesa que hemos interpretado a la fase social, pica y poltica, pues el amor del pueblo as descubierto determina el tono de toda esta poesa post-residenciaria: la metafsica materialista, potica de nacimiento, se hace poltica, y adhiere al marxismo como praxis revolucionaria que sube al pueblo desde las tinieblas a la aurora. A los crepsculos romnticos, a la Noche residenciara, sigue la ms ancha claridad, en este aleccionador itinerario de bsquedas. Slo entonces se hace creador el Fundamento, por obra y gracia del pueblo. Slo entonces surge, desde los abismos sonrientes, la paloma nerudiana, la presencia perfecta de la vida. No desciende desde los cielos, como el animal trinitaria. Porque Lo verdadero y lo fiel slo est en las profundidades Lo fiel, o mejor, lo fidedigno, es decir, lo digno de fe, lo nico que es digno de fe. ADVERTENCIA. La crtica y el mismo Neruda apoyan la designacin de "metafsica" para la concepcin del mundo de Residencia en la Tierra. Conviene recordar, eso s que despus de la crtica kantiana, una metafsica no puede decidir sino una total y definitiva inmanencia del ser. De ah que la poesa residenciatia slo sea metafsica en cuanto es canto al Fundamento, imaginado ste como origen inmanente de la vida. Esta precisin es til para evitar cualquier interpretacin vaga, sugestiva o edificante de su contenido metafsico. en: revista Mapocho. Santiago, Editorial Universitaria, 1963, n 2, tomo 1, pp. 5- 39.
[1] A. ALONSO: Poesa y estilo de Pablo Neruda. Interpretacin de una poesa hermtica. Editorial Sudamericana, Bs. As., 2 edicin, 1951. Es ste el libro capital sobre la poesa que analizamos. El cap. I,Angustia y Desintegracin, se refiere precisamente al mismo objeto de nuestro trabajo (pp. 13-32). [2] Op. cit., pg. 18. [3] Op. cit., pg. 19. [4] Op. cit., pg. 30. [5] Op. cit., pg. 20. [6] La Residencia I consta de cuatro secciones. La primera seccin contiene 20 poemas. [7] P. NERUDA: Obras Completas. Edit. Losada, Bs. As., 1956, pg. 143 (en adelante citamos siempre por esta edicin, abrevindola OC.) [8] Op. cit., pg. 25. [9] Op. cit., pg. 24. [10] Lo cual no impide que la Noche conserve muchos elementos femeninos entre sus atributos imaginarios. [11] OC., pg. 144. [12] Vase Cap. IV, 7. [13] OC., pg 131. [14] OC., pg. 132. [15] OC., pg. 117. [16] OC., pg. 151. [17] Jean Wahl: Posie, pense, perception. Aclaman-Lvy, 1948, pp. 28-9. [18] OC., pg. 160. [19] Un grupo aparte, que ms adelante explicaremos (Cap. IV, 2), constituyen los poemas Caballos de los sueos, Sabor y Coleccin nocturna. Arte potica, por su tema mismo, se separa de la dialctica Noche-Da que analizamos. [20] OC., pg. 146. [21] OC., pg. 155. [22] OC., pg. 146-7. [23] Se comprende as, por llana lgica, que debido a esta lejana infinita ante el fondo, el espacio se convierta en abismo. (De qu est hecho este surgir de palomas, / que hay entre la noche y el tiempo como una barranca hmeda?). [24] Esta es la fuerza de mero sentido metafsico, cuya presencia Alonso no advierte (OC., pp. 31-32). [25] OC., pg. 178. [26] OC., pg. 213. [27] OC., pg. 164. [28] Bachelard, en La ptique de lespace (PUF., 1958), ha acuado esta categora, frtil para el estudio de imaginacin potica. Sin embargo, sus anlisis del espacio dichoso se refieren especialmente al sentimiento, de origen infantil, del espacio domstico. [29] OC. , pg. 168. [30] Op. cit. , pg. 65. [31] Esta estructura potica de la metafsica nerudiana, tal como la conocemos en Residencia en la Tierra, es definitiva. En Cancin de Gesta, donde canta a la Revolucin Cubana, todava dice: Es esa la unidad que alcanzaremos: / la luz organizada por la sombra. [32] Ya Clarence Finlayson insisti mucho en el alcance significativo del Mar en la poesa nerudiana. A l pertenecen anlisis de extremada finura, sobre todo para nuestro gusto aqullos en que desentraa el valor simblico de la costa. Por eso se hace necesario justipreciar la validez de sus meditaciones nerudianas. Desde luego, tiene el honor de ser el primero que se dedicara a inteligir a Neruda desde un punto de vista filosfico. Ya nos habla, hacia 1940, con soltura terica, del "desquiciamiento del mundo" como contenido vertebral de las Residencias. Con todo, creemos que sus interpretaciones se resienten de cierto trascendentisrno a que automticamente lo conduca su mentalidad catlica. Por ejemplo, no podemos aceptar afirmaciones como las siguientes: "A Spinoza, escribe Unamuno, le dola Dios. A Neruda le duele Dios... " (Poesa de Neruda. Significacin de elementos, pg. 15). "Cantando al no-ser (sic) ha alcanzado las estrellas que permanecen ms all de las sombras, y sentido el sonido de la realidad inteligible Esa es su tragedia: llevar una concepcin materialista cuando toda su inspiracin potica asume caracteres metafsicos" (El problema de la muerte ontolgica y la poesa de Pablo Neruda, pg. 319). La interpretacin se hace en trminos platnico-cristianos. De ah que se llegue a blasfemar contra la materia llamndola "no-ser". Por ltimo -y esto es capital-, no hay contradiccin entre una concepcin materialista y una inspiracin de carcter metafsico. La tragedia de esta poesa no reside all, simplemente, porque eso no es trgico. Otra observacin: Finlayson exagera el principio de semejanzas, sin duda entusiasmado por sus recientes estudios de historia de la filosofa, lo cual le confiere a sus trabajos una nota de abstrusidad. Particularmente. nos es difcil comprender lo que significan "la concepcin csmico-bdica" en la poesa de Neruda y "el no-ser" como "Nirvana atarxico". Por lo dems, participan demasiado en sus exgesis categoras de Tales, Herclito, Aristteles, Spinoza, etc... A pesar de todo lo dicho, queda siempre en pie el valor general de sus ensayos, especialmente si se tiene en cuenta que su sentir religioso no le obnubil, como a tantos otros, la simpata por la belleza fulgurante de esta poesa. [33] Como es sabido, este poema es sensu stricto circunstancial, pues fue escrito cuando el poeta regresaba de Oriente en un viejo buque de carga. La fatiga del largo viaje le revel, con cruel intensidad, la omnipresencia fantasmal del tiempo. Creemos, sin embargo, que se equivoca Osses cuando generaliza la antropomorfizacin del Tiempo, aqu evidente, a todas las Residencias. "Como el tiempo es la dimensin propia del hombre, el devenir en que estriba su cosalidad, se nos presenta antropomorfizado en el Fantasma" (MARIO OSSES: Trinidad potica de Chile, s. a., pg. 79). Por el contrario: el Tiempo general de esta poesa tiene una dimensin csmica, que trasciende el romntico solipsismo del ego que es presa de la angustia existencia. De ah que el smbolo del Tiempo sea el fuego, como veremos ms adelante (Cap. III, 4). Consideramos, en este sentido, que es un buen servicio de nuestro trabajo el purificar la poesa de Neruda de existencialismos populares, simplificadamente adheridos a su visin autntica y original de las cosas. [34] OC. , pg. 169. [35] Cinq Grandes Odes. [36] OC. , pg. 196. [37] In sola cretula rationale invenitur similitudo Dei per modus imaginis; in aliis autem creaturis per modum vestigii. (STO. TOMS, Sum theol. , Ia. , q. 13, a. 6). [38] Recado sobre Pablo Neruda. El Mercurio, 26 de abril de 1936. En Recados: Contando a Chile. Seleccin, prlogo y notas de Alonso Escudero. Edit. Del Pacfico, Santiago, 1957. [39] Viajes al corazn de Quevedo, pp. 17-18. viajes. Nascimento, 1955 [40] OC. , pg. 143. [41] OC. , pg. 146. [42] OC. , pg. 183. [43] OC. , pg. 188. [44] OC. , pg. 202. [45] Para no distraer la atencin de lo que vamos diciendo, citamos slo los versos indispensables. El contexto en que figuran debe ser revisado por quienes deseen asegurarse de nuestra interpretacin. [46] "Su primera vida determinada (de la Tierra) es la atmsfera. Pero el proceso meteorolgico no es el proceso vital de la Tierra, a pesar de que sta sea vitalizada por l; pues esta vitalizacin es slo la real posibilidad de que la subjetividad se produzca en aqulla como lo vivo. Como puro movimiento, como existencia ideal tiene la atmsfera ciertamente en sla vida de las esferas celestes, ya que sus transformaciones dependen del movimiento celeste; pero se materializa, al mismo tiempo, en sus elementos (HEGEL: Naturphilosophie, pg. 483. System der Philosophie. Zweiter Teil. Smtliche Werke. Jubilumsausgabe in 20 Bden (9B). Stuttgart, 1958). [47] ...ni rastro tampoco de una fuerza divina (sic) de mero sentido metafsico. Pp. Cit. , pp. 31-2. [48] G. Mistral: Op. cit. , pg. 166. [49] OC. , pg. 197-8. [50] OC. , pg. 152. [51] Este nimo de Orfeo est por doquiera, implcito o manifiesto, en Residencia en la Tierra. Los casos paradigmticos son aqullos en que aparece totalmente desarrollado (El Sur del Ocano, la primera estrofa de Melancola en las familias, etc...). [52] anhelo de transformacin por va de analoga y simpata, el poeta se maderiza para escuchar el aliento y respiracin de lo muerto (FINLAYSON: Entrada a la madera, pg. 23.). [53] Citado en Alonso, op. cit. , pg. 210 (Los textos columbinos son casi infinitos en Residencia en la Tierra). [54] Lo ha sealado ya MARIO PICN-SALAS, Ensayos Escogidos. [55] HEGEL: Op. cit. , pp. 191-2. [56] Copiamos este hermoso verso de SAINT-JOHN PERSE:...et la vie fait son bruit de ronce en flamme sur les cimes. (CHRONIQUE, Gallimard, 23). Pero el poeta, de alta visin humanista, espiritualiza el smbolo mediante el recuerdo horebita: el episodio mosaico de la zarza ardiendo. [57] OC. , pg. 872. [58] OC. , pg. 276. [59] La intuicin dialctica se expresa a veces directamente, por palabras bien precisas: "batalla" o "furia", que recuerdan el "Plemos" heracliteano. Pero su formulacin ms corriente consiste en la yuxtaposicin de contrarios: ... en la secreta / tormenta inmvil de la tierra (La lmpara en la Tierra, pg. 283). Veamos, finalmente, cmo es consecuente Neruda con la tensin cromtica entre Noche y fuego, estos versos tomados de El gran ocano, cosmogona muy posterior: Lo que form la oscuridad quebrada / por la sustancia fra del relmpago (pg. 568). [60] Oc. , pg. 198. [61] OC. , pg. 182-3 y 211. [62] OC. , pg. 566. [63] Neruda ha dicho: De qu puede morir el tiempo sino de tiempo?. [64] OC. , pg. 173. [65] HEGEL, op. cit. 194. [66] OC. , pg. 183. [67] Las citas pueden ser innumerables. Con participio: "con lentas aguas lentas inundadas", a una olvidad sala decada, entrando oscurecidos corredores etc... Con gerundio: como cenizas, como marespoblndose, o de hojas sin sentido y sepultndose, etc... [68] Op. cit. , pg. 109. [69] Oc. , pg. 289. [70] OC. , pg. 145. [71] OC. , pg. 147. [72] Vase especialmente Coleccin Nocturna. Con todo, esta constatacin est poetizada con mayor unidad en Walking Arround y Desespediente. [73] Oc. , pg. 182. [74] OC. , pg. 188-9.