Elizabeth Schon - La Granja Bella de La Casa-Poetica

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La granja bella de la casa



Elizabeth Schn
Potica















Editorial Diosa Blanca


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Prologo


El verbo, la luz, el hombre. El alma, el cuerpo, la palabra. La
palabra, el Ser, la casa. Bajo esta hipstasis de creacin, la poesa de
Elizabeth Schn, -tal vez podramos decir toda la poesa-, constituye de
manera conmovedora y potente la unidad del Ser dentro del hombre mismo.
Padre, hijo, espritu Santo. Tres personas distintas y un solo Dios
verdadero, nos propone el mayor de los misterios cristianos. Se trata aqu,
del mismo misterio de la multiplicidad unvocamente manifestada.

Y es a travs de la palabra, que ese Ser fragmentado, centro de todas
las oposiciones posibles e imposibles es nuevamente redimido,
reconstituido, y con l, a un mismo tiempo, es recompuesto el mundo,
integrado en su absoluta integridad. Desde los orgenes, vale decir desde
aquel principio y la toma de conciencia de ste en el hombre, la explicacin
potica del mundo y de la creacin, ha tomado casi siempre tres elementos a
saber: la energa csmica o circular espiral, la determinacin de esa energa
en la forma o la materia, y el impulso o aliento vital que las penetra de
manera activa e infinita, constituyendo a su vez lo que sentimos como
permanente.

Esta explicacin potica del mundo, de su origen, de su nacimiento,
no est ajena a la exigencia y a la vivencia del sacrificio. En este caso y bajo
la visin totalizadora de esta explicacin potica del mundo, el sacrificio
tiene tambin dimensiones absolutas. Estaramos hablando de un sacrificio
csmico. Vale decir que el mundo, las formas y la materia que lo compone
slo pueden existir por la gracia de la permanente e infinita transformacin
del Ser o energa primordial, con todas las consecuencias que este sacrificio
aporta a nuestra humanidad.

Esta es la gran visin potica que nos da el verbo de Elizabeth
Schn, su visin del origen, del mundo, de la materia, de las formas
cambiantes, del mundo fenomnico, y del Ser por cuyo sacrificio se sostuvo
y se sostiene. Sin embargo, del sacrificio csmico, del caos, del
hundimiento del cielo, surge la rosa eterna ocupando espacio a nuestros
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ojos, desplegndose en el tiempo; en nuestro propio tiempo y aquel otro que
nos rebasa.

Pero esta recomposicin potica del mundo, ese choque vital, ese
despliegue fenomnico del existir desde y hacia el absoluto incomprensible
e indescriptible del Ser, nos muestra que el tiempo es una ilusin. El espacio
no es sino el humano deseo de trascender ms all del horizonte y de la
mirada. Sin embargo, tampoco se trata aqu de la simple y racional visin
del Ser de manera aislada al ente o al existir. No es la interpretacin
pensante del tiempo como horizonte de cualquier abstraccin del Ser en
sentido absoluto. Tampoco se trata de la relacin trascendental que detenta
el ser absoluto con los entes que son trascendidos por l, otorgndole por
ello un sentido oscuro e inexplicable por incomprensible, o de aquella
explicacin racional del mundo y de la existencia autentica o cotidiana que
Heidegger llamaba el estar en el mundo que no tardara en desembocar en
el existencialismo.

Como hemos dicho, no se trata de una explicacin racional del
mundo, de una parcializacin o de un proceso mltiple de definiciones de
ese mundo, que existe bajo el reconocimiento de una actualidad presente,
salvndonos as de la profunda angustia de la muerte, del cese de nuestra
propia existencia. Tal vez como la misma Elizabeth nos lo confiesa a
menudo, se encuentra ms cercano a las concepciones espiritualistas de
Bergson.

El tiempo medible, trascendente, el tiempo de luz que es
concientizado y por ende parcelado y definido no es otra cosa que una
ilusin ntimamente ligada a nuestra vida y muerte. Bergson por el
contrario, trata al tiempo como una duracin Pura. Esa duracin, es la
transmutacin que le ocurre a nuestros estados conscientes cuando se
permiten vivir, cuando separados de los procesos racionales, se abstienen
de separar el pasado del presente y del futuro. Es lo que l llama tiempo
vivo, El Elan Vital, el aliento vivo que impulsa el devenir permanente de
una realidad que nunca termina de hacerse.

Si pensamos el tiempo, si lo racionalizamos, inevitablemente
estaremos visionando lo ocurrido o lo por ocurrir. Sin embargo, muy al
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contrario, Elizabeth Schn, desde el centro de un eterno presente, acoge en
principio un proceso que se opone radicalmente a la razn, constituyendo o
revelndonos otros niveles de pensamiento, tal vez algo que yo llamara
pensamiento potico.

El hombre entre la tierra y los cielos. Ese especial devenir de la
especialidad Bergsoniana, donde el ascenso y el descenso muestran en una
sola imagen la diversidad y la unidad por ella constituida. Algo as como
un ngulo cuyo vrtice se encuentra arriba, de manera que lo que asciende
provoca la unidad, mientras que lo que desciende la separa. Pero nuestra
poeta sin duda y de manera arrojada y valiente por dems va ms all. Ella
no se limita a individualizar la duracin del existir. Su postura igualmente
espiritual y antiracional no se contenta con separar la conciencia individual
de la duracin viva del mundo, del despliegue infinito y trascendente de ese
otro tiempo csmico, sino que los une y recompone dentro del propio ser
humano, dentro del propio hombre. Ella instaura en los paisajes del alma
humana, ese mismo mundo pero en su integridad, en su pureza, intacto. Y lo
hace, a travs de la unidad que constituyen los propios opuestos: el espacio
y el tiempo, la materia y la memoria, el cuerpo y el alma, an la razn y la
intuicin.

Estamos hablando ya de otro nivel dimensional, dira incluso que
estamos hablando de la revocatoria de las dimensiones, de la fluctuacin del
alma de una poeta capaz de atravesar de una manera asombrosamente
reversible lo que para la mayora representan mundos diversos de materia
tiempo y espacio, poseyendo adems, el coraje de regresar de esos viajes y
de esas visiones para mostrrnoslas.

Casi podra decir que en el corazn de un amplio crculo hemos de
encontrar la verdadera estructura metafsica del mundo: la Monada, la
unidad, el punto, ese punto, an el que no llega, y en donde la existencia
vida-muerte, ya no es horizonte, lmite, porque incluso contiene, nos
contiene, el horizonte, es cncavo.

***

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Esta visin, esta recomposicin del mundo en su pureza, esta
fluctuacin arrebatada del yo hacia el afuera, su valenta y su retorno hacia
nosotros, este matrimonio de opuestos y contrarios donde vemos con
absoluta diafanidad la unidad, es constituida y conformada en la imagen a
travs de la palabra

Entre todas las actividades creadoras, tejer, danzar, moldear la
tierra, hay una que priva: El verbo, la palabra. Es a travs de la palabra
como el mundo se constituye. El mundo como texto vivo que surge a travs
de la palabra. El hombre, a travs de la imagen potica, asume lo infinito, lo
permanente. Lo fugaz, e individual en trminos universales y permanentes.
As, nuestra poeta nos dice: No hay fronteras entre la imagen y la palabra.
La palabra cotidiana rueda por el mundo convirtindose cada vez ms en
moneda de alcance indetenible.

La metfora, aro vivo e irrompible, es propiedad de un poblado que
no admite separaciones, tanto sta como la imagen llevan consigo una
consigna indivisible.

Si decimos; el agua es una piel impetuosa, veloz, que llega hasta
aquel primer gesto de la luz, en esta metfora nos es imposible separar el
agua de la piel. En el supuesto caso de ocurrir, quedaran ambas eliminadas,
impidindole al lenguaje ser ese grano luminoso de donde brotaron el agua
y la piel. Adems, se perdera la presencia temporal de sealar el origen del
primer rastro de la luz acogiendo al agua. Lo que implicara que el lenguaje
como centro orquestal de lo potico, quedara eliminado y la palabra
impedida de ser casa del Ser.

Ante la angustia rigurosa del escribidor, la palabra no sede en su
prstino repique de palabra para la casa del Ser. Es del Ser y para los
hombres que la reconozcan ah, semejante al inmenso azulado samn de las
sabanas


***
Fuerza abstracta y fuerza conformante, materia pura y materia
visible, energa y forma. Este doble paso capaz de unir el verbo con la
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forma, la voluntad con la materia creada y regida por un orden, requiere
adems un triple supuesto de creacin: el Elan Vital o anima mundi, para
unir en slo y nico evento al misterio inefable de la existencia

Las infinitas formas del mundo entrando y saliendo
permanentemente de la existencia. De dnde salen y hacia dnde entran?
He aqu el secreto, el misterio de ese incesante e ilimitadamente abarcador
espacio que nos contiene, el vaco, la nada.

Surge entonces la pregunta por la nada. Ser la nada la negacin del
Ser? El Ser siempre es lo que est y slo cuando es negado aparece la nada?
Estaramos hablando de la nada absoluta, del no-ser, la alteridad, la
negacin?

Y es aqu cuando la poeta nos muestra que el silencio contiene la
palabra, que el Ser es a su vez contenido por la nada, que no hay oposicin,
que cmo propona Heidegger, la nada como concepto es slo pensada por
el hombre en cuanto el ser del hombre (la existencia) y su imposibilidad de
contener por s mismo la totalidad del Ser, que no hay divisin conceptual
que nos separe del Ser y a este de la nada, que lo contenido no puede ser
separado de lo continente

Dejaremos entonces de excluirnos, de auto desterrarnos de la
totalidad bajo el angustiante argumento de que el ser del hombre es la nada
del Ser, para ser de nuevo acogidos y sostenidos por la nada que lo contiene
todo. Nos ser devuelta nuestra madre, la magna mater, en un abrazo sin
dobleces, nios abiertos al azulado abarcamiento de la aparicin de la
nica vez

He aqu entonces la inocencia: flor de la pureza, ella, la nica, la
sola, la inefable, en su transparencia silenciosa, inagotable, inabordable,
impronunciable, invisible a nuestra razn y a nuestra mirada.

Un filsofo tal vez dira que la pureza no existe, que slo existe
aquello que se manifiesta profundamente mezclado y penetrado por los
contrarios, siendo que en la constitucin de las formas y los entes, stos se
anulan o subsisten al desprenderse del Ser total hacia la existencia. La
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pureza sera una abstraccin inexistente per-se y hacia donde apuntan las
formas impuras en su despliegue existencial. La pureza nada tendra que ver
con la materia manifestada, con las formas cambiantes, con el mundo
fenomnico.

Estas parcializaciones pensantes del Ser y de la Nada que nos han
venido dando a travs de la razn, no han hecho otra cosa que abrir cada vez
ms la grieta que impone nuestra impermanencia entre el Ser y la existencia,
entre nuestra individualidad finita y el absoluto inefable.

Mas, ante todo esto, Elizabeth Schn a lo largo de su vivencia
potica nos viene a transmitir una profunda verdad: Que no hay grieta, que
el hombre puede ser salvado de la tragedia de la alteridad, porque entre el
Ser y el existir no hay diferencia posible, sino por el contrario, un vnculo
inmutable y permanente que a travs de la Palabra, se proclama de manera
apasionada y unvoca entre el Ser y esa otra sagrada trinidad del hombre, los
cielos y la tierra, en el aqu, en el ahora, en nuestra casa y nuestra voz que es
tambin la casa del Ser, porque: la casa es el corazn del hombre.
Buscamos su altura y la raz baja hacia los pies. El agua en la techumbre no se
derrumba. El calor en lo oscuro del albergue, el silencio subiendo desde las
races, ellas no mueren, estn en el ir del agua, del fuego, en el principio de la
voz y el ademn. Univocidad de la granja bella de la casa.



Edgar Vidaurre










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I

La palabra es la casa del Ser dice Martn
Heiddeger.

Qu hacer entonces?

Si decimos casa, ella nos sale al encuentro y la
puerta se nos abre para que entremos y escuchemos
donde la casa comienza.

Puede erguirse sobre la cresta, sobre el viento,
sobre la herida, aun sobre la frente. De vez en cuando la
cambiamos por el emblema, la taza, la pasin. Somos los
encargados de armarla, de pintarla y mirar cun lejos se
extienden sus aleros, cun dcil es su ventanal y cun
redondo su cntaro entre el verdor de los helechos.

Es preciso escoger una habitacin; dejar que su
claridad nos invada hasta tomar el lpiz con el corazn
lleno de la casa.

*

La casa nos ofrece el color de los cielos, el olor de
las huellas y los rastros, la briosa sonoridad del pasto,
aun el aroma de la palabra al girar la cerradura y entrar
el da.

Y si decimos fronda, fauna, ella, la casa, no se
altera en su cavidad de primer punto luminoso de la
redonda oscuridad terrestre. Y si clamamos desafo,
parquedad, canto, igualmente no cambia. Mas, cmo
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brotan las aguas a travs de sus tejas con las nubes y el
crculo del sol dentro de la oveja esplendente del valle
metafrico.

*

No hay fronteras entre la imagen y la palabra. La
palabra cotidiana rueda por el mundo convirtindose
cada vez ms en moneda de alcance indetenible.

La metfora, aro vivo e irrompible, es propiedad de
un poblado que no admite separaciones; tanto sta como
la imagen llevan consigo una consigna indivisible.

Si decimos, el agua es una piel impetuosa, veloz,
que llega hasta aquel primer gesto de la luz, nos es
imposible separar el agua de la piel. En el supuesto caso
de ocurrir, quedaran ambas borradas, impidindole al
lenguaje ser ese grano luminoso de donde brotaron el
agua y la piel. Adems, se perdera la presencia temporal
de sealar el origen del primer rastro de la luz acogiendo
al agua. Lo que implicara que el lenguaje como centro
orquestal de lo potico, quedara inutilizado y la palabra
impedida de ser casa del Ser.

Ante la angustia rigurosa del escribidor, la
palabra no cede en su prstino repique de palabra para la
casa del Ser. Es del Ser y para los hombres que la
reconozcan ah, semejante al inmenso azulado samn de
las sabanas.



*
10

Pan Pan Pan
Pan
Serafn de la voz
dentro del margen encantado
de la vida, del amor, de la muerte.

*

Mas la casa vibra igual a un cristal de torrentosas
brisas; su simiente de limpio blancor horizontal no
tiembla, no dispara. La metfora, pequea fresa
indetenible, prolonga los espacios de las habitaciones al
techo, a los recodos del solar, aun hacia las canales y las
grgolas.

La metfora rene ese conglomerado y junto a la
luz del alba entra por la puerta que calla si quien la
habita no es escuchado como debera de ocurrir, por ser
casa de palabra del Ser.

*

La hojarasca tupe las profundidades. No hay
quicios que perturben a la imagen, es un lago donde los
peces van, retornan, muerden, caen, sin romper la
ondeante superficie de las aguas.

*

Un ave parte las espumas de la marejada y
prosigue, quedando intacto el azul plido de los oleajes.


11

*

Un bosque, y qu sealamos la abundancia
donde el sol cuece y las races resbalan como escuderos
hacia lo oscuro de la tierra?

*

El tiempo metafrico crece con la sangre de los
hombres y no se descompone aun si regresa a las alas
abiertas del albatros.

*

El Ser que vive nombra como fuego interno al
horizonte; nos marca en un siempre-despus. No se nos
retira, no es materia que se multiplica o desaparece lo
mismo que las cumbres dentro de las nubes. Y si nos
acercamos a su presencia de sereno oculto en el desvn,
qu nos responde, escuchamos acaso la brisa de la
medalla enigmtica de lo innombrable?

*

Cuando Lao Tse habl del Tao no le dio ninguna
definicin, crendose una soledad conceptual imposible
de llenar, diferente a lo que hizo Tales de Mileto al darle
al agua un significado de verdad esencial Al pronunciar
el agua como lo primordial, acaso surgi el concepto que
le hizo a Heraclito nombrar el Logos como forma
inteligible de lo absoluto? El sabio chino al referirse al
Tao, solamente alcanz a decir lo innombrable que
implica ausencia de comprensin, vale decir, no hallar
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ningn elemento que defina; por consiguiente carente de
forma expresiva, proporcionndole a todo pensador la
posibilidad de encontrarse con algo semejante a lo que
podra ser una libertad inigualable al no cargar consigo
lo que posee el arraigo del nombre al pronunciar alguien:
carga, injuria.

*

La libertad es un estado de comprensin inusitada
que no se hace presa de bordes, fin, dobleces, comienzo.

Ningn rbol es esclavo del espacio.

*

Lo innombrable tendr algn vnculo con aquel
manto que cubra a la diosa Hestia para no mostrar su
rostro? Si esto tuviera alguna certeza podramos decir
que lo innombrable, como la faz de la diosa, carece
totalmente de figuracin y por lo tanto de lo
determinante del concepto? Ambos son presencias que
no se manifiestan de igual manera como el rbol en su
sombra.

*

La libertad se anuncia desde la quietud invisible
del rostro de Hestia. Empieza ah el anhelo de conocerle
sus facciones, y es el vaco el que nos abraza con su
ilimitada oscuridad.

Es cuando la palabra se abre al patio de la casa
donde los pilares y la techumbre estn y alguien
13
anuncia: hermoso no ser nombrado, bello un rostro
desconocido totalmente para la contingencia diaria,
andante.

*

La vida temporal de la metfora es casa de palabra
donde finito e infinito forjan la piel andante, unvoca del
Ser.

El Ser es el Uno completo de la raz inaprensible, lo
pronuncia la voz quedando la raz dentro de ella, igual a
ese pjaro al que envolvi el nubarrn de la tempestad.

*

Si decimos agua nos es fcil salir de ella? Al
nombrarla quedamos atrapados dentro de su
ambivalente tul mojadizo. Y si alguien grita fuego! La
diferencia entre ste y el agua nos acercara menos a la
vida y ms a la destruccin, debido a que aun el menor
de los fuegos tiende a devorar. De all que lo
innombrable carezca del concepto figurativo con que los
elementos nombrados se nos presentan en el
pensamiento, el habla y la escritura.

Lo innombrable es aquello que jams podr
alcanzar una presencia directa, como el grano que
reposa dentro del cuenco de la mano. Lo innombrable se
constituye entonces en solitaria libertad para cada alma
que desnudamente lo escuche y lo sienta.


*
14

No traspasa el rayo, mas cun clara su clara
oscuridad.

*

No cae dentro del agua, mas adivinamos su
inagotable profundidad.

*

El concepto como demostracin significativa,
retiene para s su propio cuerpo demostrativo, el que a
su vez demarca ese lmite originado a travs de la
figuracin del objeto que muestra el concepto.

*

Tabla, y no es posible conseguir otra distinta a la
que se nombra.

Multitud: arco fijo igual al cero.

*

El objeto significante y demostrativo jams se
desprender de la palabra, es un cuerpo plenamente
unitario que no posee ni admite espacios por donde salir
hacia las caadas, hacia los estuarios, hacia las
ciudades; es inarrancable.


*

15
El objeto dentro de la palabra vive cmodamente,
no le rodea ningn otro elemento que no sea l mismo,
razn suficiente para imaginarlo semejante al arrecife
clavado en la profundidad del mar.

*

Nadie extraer al pordiosero ese cerrado recodo
significativo donde el alimento se le dar ntegro a travs
de la mano que lo escribe.

*

El objeto al ser expuesto mediante la palabra
construye a su alrededor y por s mismo, una especie de
muro invisible, inamovible, permaneciendo la palabra
prisionera de ese muro-objeto.

Del cuerpo humano podran huir los huesos? La
sangre, el corazn, los huesos son fieles al cuerpo, se
diluyen junto con l.

*

Casa, y alguien adivina un reflejo de nieve audaz,
abarcante.

Casa, y contemplamos una hilera de cuartos con
mil puertas y mil postigos.

Mas, casa siempre para aquel que la coloca dentro
del alma.
II

16
En la palabra el elemento de unidad lo forma la
figuracin entitativa del objeto que se muestra.

Hablamos de la palabra "casa" como "casa del Ser".
Lo primero en asimilar, es su innata y segura
patentizacin, "casa del Ser", adquiriendo de esta
manera, una significativa realidad mediante la figuracin
entitativa de "casa"; sta a su vez, al anunciarse, funda
dentro de s misma un contorno de lmites fijados por la
propia figuracin. Son esos lmites los que al encontrarse
inseparablemente unidos a la palabra, imponen un cierto
estatismo incambiable.

No se altera el significado de la palabra "agua" por
el de la palabra "plantacin". Ambos significados
permanecen cual velmenes entre las arenas.

Que se pueda hablar de "casa" como albergue del
Ser, propone que esos lmites, al ser habitados, no
pueden llevar en su figuracin tal estatismo; lo contrario,
poseen, dentro de ellos mismos, la imprescindible
docilidad de no ser opuestos para que el Ser permanezca
dentro de la palabra, originndose la increble, inefable
presencia del verbo identificado con el Ser.

**

Hecho que induce al establecimiento de un
conjunto de conceptos donde cada uno se arroga una
misma condicin: la de no contener opuestos y ser una
flexible e interna abertura global.
Son stas las condiciones que nos permiten decir:
"El canto lleva la raz hasta la cima".

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Si existieran los opuestos, podra la madera,
mediante la palabra potica, convertirse en ceniza, polvo
y podra la cuenca ser mano que jams se retira? Es
posible que el amor sea brisa porque en lo esencial de la
imagen no privan los contrarios?

**

La hoja abre su piel y en la imagen se funda lo
entraable de su verdad. Esplendente principio de la
palabra para la vida del hombre, su dolor y su muerte.

**

Por la palabra de la "casa" el iluminado valle de la
voz metafrica.

**

El traspaso de la potencia al acto dicho por
Aristteles, se hace posible porque la potencia no es
opuesta al acto ni el acto a la potencia? Si fuera
diferente, podra la materia desarrollarse cabalmente,
as como la semilla se desenvuelve hasta concluir en
rbol? Y cuando Heraclito afirma, de acuerdo a lo
expresado por Garca Bacca en su libro acerca de los
presocrticos, que en el Logos se da la aparicin
inteligible de lo absoluto Significa acaso que el Logos se
injerta sin oposicin alguna a lo inteligible de lo
absoluto? Si esto ocurre, que ni el Logos es contrario a lo
inteligible de lo absoluto, ni lo inteligible de lo absoluto
es opuesto al Logos, se debe a un enlace invisible del
Logos con el absoluto. Si tanto el Logos como lo
inteligible de lo absoluto contuvieran en s mismos y
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como propiedad intrnseca, el oponerse hubiera sido
fcil para Heraclito proponer tan hermoso y profundo
pensamiento?

Razones que justifican, a travs de esos conceptos,
la presencia unificadora del Ser al morar sin
contradiccin alguna dentro del verbo. No en balde
Garca Bacca apunta: "Fuego como metfora sencilla de lo
absoluto o lugar de aparicin sencilla de Dios".

Tal afirmacin de lo inteligible de lo absoluto en el
Logos es acaso semejante a lo dicho por Heidegger, "La
palabra es la casa del Ser" lo que cambia son los
trminos significativos, ambas conclusiones sostienen
una misma realidad. En Heidegger lo inseparable del Ser
con la palabra; en Heraclito la integracin de lo absoluto
con el Logos y en Aristteles el traslado de la potencia al
acto. Planteamientos que nos hacen pensar en lo
indivisible de la esencia con la existencia.

Acaso el ro vive separado de su hondura, su
grandeza y su pequeez?

No es fcil para el pensamiento habituado a pensar
en trminos de opuestos, acatar que tanto en la esencia
como en la existencia aquellos no existen, como existen
cuando el pensamiento le asigna la verdad a un solo
factor del dilogo. Si observamos bien, notamos
enseguida, que el pensar se ha mantenido como dentro
de un sendero donde rige ms un lado que los otros; y
por consiguiente quedara oculto ese engarce
indestructible de la tierra con su redondez.

19
Esta separacin que pareciera llevar el
pensamiento consigo mismo, no es visible para el
hombre; se ha constituido en arma secreta con la cual
ste dispara de un lugar hacia otro, y dejando intacto lo
invisible, no le es posible asir esa unin continua que
hay entre un tallo y el aroma de la flor, entre las
espumas y la cuenca ms oscura.

**

Que el fuego sea metfora sensible de lo absoluto
qu propone? La metfora como constituyente de
palabra, no tiene impedimento en ser la aparicin
sensible de lo absoluto. Hecho que establece una
informacin ms en ser la palabra el mbito
fundamental de la aparicin del Ser. No es fcil
comprender estos enunciados, acostumbrados a pensar
a travs de limites, diferencias, semejanzas, por s mismo
el pensar rechaza que el pensamiento no contenga
dentro, separacin alguna con el Ser, a su vez es fcil
acatar que si el pensar es pensar mediante la palabra,
lgicamente tal cual A + B = B + A, el pensamiento como
palabra no puede contener dentro del s algo contrario al
Ser.

**

Cun hermoso seria si el pensamiento pudiera
mirarse en un espejo y ver que quien all late y vive es el
Ser, sin contradicciones ni dualidades, como las que
ejerce el hombre cuando juzga y su balanza se inclina
haca un solo lado. En el espejo igualmente abarca lo
innombrable.

20
**

Cierra las manos, calla, ha entrado
sobre el alfizar irrumpen semillas
ni blancas ni rojas
un verde caprichoso
repele las hojuelas del hundimiento


**

La palabra mira, corre, dibuja una montaa,
traspasa las galaxias y funda en cualquier lugar el nido
metafrico.

**

A la casa le naci un trbol y fueron los bosque los
que se hicieron nios.

**

Pensar un hilo es pensar un ro, un camino, un
desfiladero, aun el borde de un labio. Realidades de un
orden natural creadas por el prodigio del Ser al no llevar
dentro de s la oposicin, la contradiccin, lo
ambivalente, lo semejante, el lmite, la hora: libre pureza
sin reflejos.



**

21
El pensar es un vaco en su vertiente ms
originaria y quien lo invade es la materia para construir
dentro de esa vacuidad el concepto; por consiguiente, es
aquello que seala; y sealando propone un tipo de
verdad acerca de la propia materia. De all que el
pensamiento pueda manifestar cmo, dentro de s
mismo, creci la ventisca de una nieve distante de las
fortalezas. Es el momento en que nos es fcil observar
cmo la astilla al entrar en el pensar reverdece y se hace
campo de anchura interminable. Si leo esta frase ltima,
llevando una palita en la mano para escarbar, creo
distinguir que el pensar y la materia se conectan de una
manera inseparable.

El pensamiento se desliza entonces, dndole
cabida a la invasin de la materia.

**

Mas, el pensar al ser vaco, acata la figuracin que
arrastra consigo la mirada, y es entonces el momento en
que el concepto emerge dentro de la metfora o la
imagen.

**

"Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo;
botn de pensamiento que busca ser la rosa"
Rubn Daro.



**

22
El pensar hace pensar el fuego, el nmero, la copa.
Dnde esta la casa? La palabra la carga y ella se
acomoda para el representar pensante del concepto. De
esta manera se nos presenta casi con la autoridad del
juez.

**

Y llega la rosa
y ni la brisa ni el rayo
pueden impedir su nacimiento
en la palabra

**

Y es lo natural, la oposicin no existe, y si existiera
sera posible que el fuego iluminara las cuencas del mar
o la luz de un astro corriera hasta caer extenuada? Lo
contradictorio es la forma que encontr el hombre para
descubrir o averiguar aquello que pone a hablar la
palabra de la casa.

Mas, el hombre prefiri ser ave, alejndose de la
casa.

**

La espina se clava en la pared

Emerge la montaa y salta la cotorra azul de la
muralla

Quin entra?

23
El soldado abanica la bandera
No hay nadie
La luz y la sombra corren como nios
Slo silencio
slo espera
slo

**

Las contradicciones en el pensamiento las provoca
el ente como abrazo que tupe la mirada. Le ocurre al
Ser algo semejante? En su gran poema "Germania"
Hlderlin nos dice: "...Entre el da y la noche de repente /
Lo verdadero ha de mostrarse. / En tres sentidos
sircunscrbelo, / aunque habr de quedar inexpresado /
tal como all aparece, / en toda su inocencia..."

Nos preguntamos inocente por carecer de
divisiones, de dualidades? Hablar de ello es hablar de un
tendido sin rasgadura alguna, razn suficiente para ser
rechazado por el hombre. Su lmpida pureza se nos
convierte en un peso demasiado extrao, demasiado
nsito para ser soportado. En ese aparecer de la
inocencia, el hombre se retira, adhirindose ms hacia
su propia necesidad existencial.

En el Ser no existe la contradiccin ni la oposicin,
de all que este altsimo poeta alemn pueda hablar de
inocencia, y es lo natural, acaso la inocencia lleva
consigo lo contradictorio? La inocencia es el aparecer de
la nica vez.
Y qu ms podemos aspirar? Hlderlin dice que
los poetas somos como los nios; lo que quiere decir que
tambin somos inocentes, y es dentro de esa cualidad
24
que lo inefable del Ser entra en el mbito de la palabra;
como un color, es un rubor sin dobleces ni descalabros.


**

La inocencia asoma, y de tanto que es, no se la
reconoce. As su pureza, as su vnculo, con el vaco
quieto del abismo: Torres de aquello otro, del tiempo, del
alma.

**

Llena, llenando por donde pas Zeus sin tocar las
sabias de las aguas oro, blanco, interminables.

**

Abierta la inocencia se nos cuela. Compacta se
tiende donde cualquier piso pueda volar.

La palabra entra viva, rebota en los espacios
mientras los naranjales, los aires y los ros encarnan el
azulado abarcamiento locuaz.

**

Y la casa dnde est? Aireada, llena de inocencia,
nunca en contradiccin. Y la detencin, la
discontinuidad?

No hay oposicin.

**
25

Inocentes cuando tocamos fuera, dentro y crece
repentinamente, el almbar de una imagen que Cupido
tal vez ocult para no amar.

**

Aqu estoy
Toda nube es blanca
toda oscuridad es estrella
toda penumbra es para el sol y est en la casa
La palabra lo sigue
es el Ser que estando no mancha
La rosa lo retiene entre su forma
y all permanece
quizs un anciano abandonado
Lo golpean los hombres hasta romper el manubrio
y escarban sin cesar
sin que a las manos le llegue
la esfera justa para su aire de exaltacin

**

El cedro y la luz
lo encierran
Un vaso se rompe mas su vaco sigue intacto
por ser vaco de la casa

**


El vaco es membrana intangible
le llueve la quietud
su contorno nunca ha iluminado
26

Ser acaso un hueco donde caben todos los
cuerpos?

**

La llave es para quien la encuentre
Las caretas son barcos ngrimos
que no conocen la casa
donde la metfora pinta el agua
entre la puerta y la pureza
igual a una nia sentada
en el muro de la ventana

**

La imagen salta y es una cruz
Las palabras encontraron la puerta abierta
Fue entonces cuando el dilogo empez a contar
la historia del tacn que por primera vez habl
y hablando se hizo matorral para las hienas

**

La tigresa tiene siempre listo su colmillo
por eso nunca llega a habitar la casa


**

La contradiccin arranca la ingenuidad con la que
el hombre cree disminuirse. Para la casa del Ser, la
palabra en su ms pura naturaleza, no arranca; deja. Y
deja por una sencilla razn; al llevar consigo el Ser, no
27
desaloja. Y si la mirada no puede divisarlo, como pas en
la lejana, ningn destrozo nos alcanza.

**

Nos inquirimos entonces, cual es el oficio del
Ser? El alberga en la palabra y es ella la que expresa,
porque es el pensar el que permite que la rosa crezca
dentro de s, quedando el Ser rezagado como un
corredor, mientras los otros avanzan llenndose de
cabalgaduras, bridas y cascos. Y l, siguiendo igual en la
casa; dejando que las puertas se abran, las ventanas
batan y la imagen irrumpa para colocarse su corona.

**

Hablar del Ser semejante a un triangulo sin color,
orificios, oposiciones, es situarlo demasiado distante de
los hombres acostumbrados a poseer y a encaminar lo
ms mnimo de la realidad circunstante y aun ms, la
realidad incontablemente csmica. Este distanciamiento
conduce a no acatarlo, a pensarlo como lo invisible, lo
inexistente. Tal vez sea ello lo espectacular de su
presencia; no aparecer tal cual el rostro, no asomar tal
cual esas inmensas aguas claras que destierran la sed, o
mostrarse inesperadamente, lo mismo que la inocencia
al tocar los espacios buscando la raya final del horizonte.

Nos ata el amor, el poder, la ambicin, la soledad,
aun la nada; esa que adviniendo desde nosotros mismos,
se nos adapta sin que ella estorbe a nuestra visin
fatdica de la vida, del tiempo, al no permitirnos ser
inmortales en la existencia. Mas, el Ser est en el
hombre como est en el ente. El hombre es igualmente
28
ente al llevar consigo una materialidad corporal, viva,
creadora aun para la mirada inscrita dentro del propio
cuerpo humano. Entre el rbol, la piedra y el hombre
hay diferencias, estas se agrandan ms cuando en
nuestro pensamiento, adems de ser un movimiento
hacia afuera y hacia dentro, lo apoya y lo sustenta esa
palabra fiel a la casa.

**

El Ser yace en el hombre, el hombre lo rechaza. El
rechazo es signo de una presencia que no cabe dentro de
los cnones lgicos de la razn.

Si tomamos un fruto solo cuenta para el corazn,
su color, su aroma, su corteza, prescindiendo de lo ms
real de su realidad; es decir, lo otro completo aun
tembloroso de la casa.

Epifana? No, lo espectacular.

**

Si la montaa es una curva, y la curva vuela y se
va tras la neblina, y se hunde y aparece ms all, por
qu decir que la curva es nicamente para la montaa?

Escapes que forman la zanja irreparable entre el
viento blanco de la casa y la red inamovible del concepto
y su figuracin.



**
29

Y como principitos de Saint-Exupery seguimos
insistiendo porqu la separacin del hombre con el Ser?

Es igualmente una epifana? es igualmente una
lucha por estar o por entrar dentro de lo que nunca a
dejado de existir?

Dnde estn las respuestas?

La casa responde. La palabra habla.

Habla el Ser?

Una multitud camina hacia la casa, como nunca
ha cerrado sus puertas, la multitud entra y se extienden
los lagos y entra el sol donde el rostro cubierto es el
camino que se abre.

Ah de nosotros que le clamamos destino y nos
perdemos sin antes entregarle la rosa a la puerta!

**

La casa aun si es movida, no se nos aleja; la rosa
trajo el canto de la neblina. El adolescente junto a la
piedra, al mandril, a la uva, al corno, escucha y
comienza la palabra a engarzar en la imagen la voz
amante de todos los hombres.




**
30

Casa y Ser constituyen una unidad inaprensible
por una sencilla razn: la mirada al mirar hacia afuera
se hace foco que no traspasa los lmites los horizontes
las cumbres, por consiguiente, no se interna all donde
ella y el Ser permanecen sin diferencias, sin opuestos,
sin semejanzas.

Cuando San Juan De La Cruz dijo: "ntreme donde
no supe / y qudeme no sabiendo", ese "ntreme donde
no supe" podra responder a aquel mbito sugerido
carente de tiempo, espacio, opuestos, diferencias,
semejanzas?

Al meditar acerca de estos planteamientos,
tenemos la sensacin de permanecer dentro de un mar
con aguas parejas donde no tenemos la necesidad, la
prisa de lanzar el anzuelo ni hallar la montaa que, por
alta y encumbrada, pareciera gritarnos: yo, soy yo y t,
eres el otro!
**

No es posible que la palabra rbol contenga dentro
de s misma, la posibilidad de ser viento, fuego; no se
puede alterar la figuracin de ninguna de ellas. De all
que podamos pensar que la palabra tenga algo de roca
pero con un distintivo: ni se eleva ni desciende,
permanece frente a nosotros en llanura amplia, extensa,
que nos permite, por carecer de opuestos, descubrir
como se une la raz a la montaa, la montaa a la nube
y la nube a un libro que alguien abandon sobre el
lecho.
Si en la imagen como en la palabra, no existen
espacios cmo acaece la transformacin de raz en
31
montaa y nube en libro? La respuesta la conocemos. La
transformacin se realiza por no contener la palabra y la
imagen ninguna oposicin que le impida a la palabra
nube enlazarse con la palabra libro. Volvemos a
inquirirnos es acaso la transformacin una especie de
lgica informtica perteneciente ms a lo aparente
inmediato, que a la unin indestructible de la esencia
con la existencia, de la vida con la muerte?

**

La palabra existe, vive por la mxima de las
razones "Ser casa del Ser" La palabra al existir se arroga
una realidad tan potente como la de una colina o un
rojo, adquiriendo de esta manera, la dignidad de un ente
lingstico. Ella es el rescoldo donde anida el Ser y lo
acompaa.

Parmnides dijo hace siglos, cuando escuch a la
diosa Ditima dictarle su poema ontolgico; "Del ente es
ser, del ente es no ser". S del ente es ser, la palabra
como ente existencial del lenguaje no puede poseer
ningn fundamento contrario, distinto al que contiene el
Ser dentro de su afirmativa respuesta de ser.

**

Ser y la palabra ama. Ser y la palabra toca el cielo.
Ambos en silencio unvoco, sin divisin alguna, sin
exigencias, dejando a la figuracin ser lo suficientemente
ser para ser en el Ser y para los dems.

**

32
La obra de Frank Kafka est sostenida por uno de
los aportes ms importantes en la literatura del siglo
pasado: el absurdo. Qu es el absurdo? En su cuento
"La muralla china" Kafka nos narra la manera como fue
construida esta antigua maravilla. Un personaje fue
partcipe de esa titnica empresa, dejndonos en duda si
la muralla fue concluida en su totalidad o no.

Al tomar en cuenta ese aspecto de si fue o no fue
concluida con qu nos quedamos? con una no
existencia de la posibilidad de un fin? Si Kafka no
precisa la construccin, se debi tal vez a que cualquier
afirmacin propondra un fin y no un final
incomunicable. Acaso lo incomunicable se asemeja a lo
innombrable? Ambos trminos proponen lo imposible de
definir, concretar, aun explicar.

En la obra de este pensador praguense corre, como
los ros, la incomunicacin. La incomunicacin no es
una muralla imposible de traspasar? El personaje de "El
castillo" nunca entra a este, ello qu indica? acaso la
imposibilidad de quitar el velo que cubre el rostro de la
diosa Hestia?

Qu ocurre cuando la incomunicacin prevalece
entre los hombres como uno de los distintivos ms
fundamentales de la existencia?

Que cada hombre slo se mire hacia dentro, y no
encontrando otro asidero distinto al de su propia
soledad, cierre la puerta de su alma y como piedra
enterrada en lo ms hondo del ro, prescinde de la luz,
del movimiento de los ramajes, del ciclo del efervescente
33
espectculo de una ciudad y se sienta a doler su propio
hueco de neblina intraspasable.

Dnde queda el Ser?

Las tejas sobre los aleros. Las huellas sobre los
candados. Las rosas entre las puertas.


**

Cuando pronunciamos hombre, un crculo
resonante, universal, encierra, como en un lazo, a todos
los hombres de la tierra. Esa universalidad es distinta, o
mejor dicho, tiene un movimiento de diferente
explicacin a cuando decimos "La palabra es la casa del
Ser". Lo que une palabra y Ser es ese "es" del cual
Parmnides hizo nfasis al constatar "Del ente es ser, del
ente es no ser".

Habituados a admitir la divisin entre Ser y
existencia, no es difcil sospechar que en esa frase corta,
pequea, fundamental, se encuentre, como la semilla
bajo de la tierra, esencia y existencia inseparablemente
unificados y no como ro entre mrgenes de palpitante
color explicativo.

**

En los ros de nuestros bosques encontramos dos
mrgenes, las aguas resbalan junto a ellas y al llegar a
las desembocaduras entran en el gran crculo donde las
dems aguas viven en un azul inseparable del azul de los
cielos.
34

**

Si la palabra, como ente originario del
pensamiento, llevara consigo algn elemento contrario
podramos anunciar qu en el ro la oveja siembra el
cielo?

Si una oveja siembra el cielo dentro de un ro que
no existe, porque su existencia pertenece exclusivamente
a lo invisible-imaginario de la vivencia creadora, se debe
a que la palabra contiene el mismo silencio del Ser para
poder ser la oveja la que funda cielos entre las aguas de
un ro, igualmente ser esa guarida de "casa" que los
hombres no visitan, es ms, la desconocen, sin recordar
que si somos, se debe a que nunca dejaremos de ser, ser
en el Ser.

La facilidad de sembrar en el ro al cielo tiene su
consecuencia. Lo entitativo del ro, del cielo, por no
contener dentro de s oposicin alguna, pudo establecer
una nueva realidad existente, y tan veraz como al decir
agua y saber que nos referimos a un agua verdadera
dulce o salobre, o si clamamos rbol y nos seala el
rbol asequible de los horizontes.

El cielo, el ro, pertenecen a un orden visible, la
palabra a un orden invisible; pero tan dependiente el
cielo y el ro de la palabra en el lenguaje, que parecieran
ser hermanas gemelas en vez de figuraciones entitativas
de significados diferentes. Hay un detalle de gran
importancia que debe anunciarse. Si, por ejemplo,
estamos en la montaa y vemos la ciudad convertida en
una especie de cascarn doble y se nos viene a la mente
35
la palabra carta, ocurre entonces que un ningn sitio
podemos verla, menos tocarla; ella habita en nuestra
imaginacin o en nuestro pensamiento y a pesar de los
esfuerzos que podamos hacer para encontrarla afuera,
sta permanece invisible, se dira tupida por la neblina
que cubre a los cerros. Pero, si tropezamos con un papel
y all la encontramos escrita, ella, la Carta, surge ante
nuestros ojos, menuda, real, con la fortaleza que dan las
cosas al hacer visible su estructura formal. Hecho que
nos induce a decir: la palabra al llevar consigo lo
invisible hace posible lo visible.

Es cuando acaece el mejor de los hallazgos: la
palabra por ser ente figurativo adquiere por s misma y
sin que nadie la obligue, o la detenga, una condicin
permanente. El gran poeta alemn del romanticismo,
Hlderlin, no se equivoc al proclamar que los poetas
fundaban lo permanente.

Retomando de nuevo nuestra actitud frente a lo
esencial y lo existente, nos decimos; si esa permanencia
es posible debido a un hecho sencillo, tan sencillo como
son las arenas. Entre lo fugaz y lo permanente no puede
haber oposicin; ambos existen sin repelerse, y ambos
existen por ser precisamente la palabra la que nos habla
de ellos desde su intimo rescoldo de la casa con las rosas
y el portn abierto.

**

La permanencia la origina la estabilidad del ente
creador al acarrear consigo lo pasajero.

36
"La Iliada" es un libro de los que permanecen. Su
escritura est sostenida mediante esa fugacidad
existencial que emergi desde el momento en que Elena
fue raptada y empez la guerra de Troya; por
consiguiente en "La Iliada" su permaneca se ala a lo
fugaz al mostrarnos guerra, vida, encono, pasin,
mortandad.

Permanencia, fugacidad vendran a ser los apoyos
necesarios para el existir del hombre. Mas, lo primordial
radica en que al obtener la creacin una realidad
individual, recoge como estampa primera lo que para la
vida es pasajero. Acaso en " La Iliada" vida, muerte,
amor, desolacin, no son situaciones fugaces, temporales
que el verbo convierte en intemporales?. Una Elena
raptada en tiempos remotos, se nos presenta como si por
primera vez Menelao se la llevara de Troya.

En el arte es donde mejor se encuentra unido lo
fugaz y lo permanente. La ciudad desaparecida de Troya
retorna mediante la palabra a la existencia, hacindose
presente, sugestiva, hasta aromtica. All est viva,
latente, sus murallas empinadas, el humo de los fuegos
recorriendo los espacios; el quejido, la muerte,
resbalando, como ovejas por el precipicio.

Estn vivas las catacumbas donde aglomeraban a
los cristianos perseguidos por los leones que ya no
existen, mas siguen existiendo si alguien, mirando las
arenas del circo, los evoca.

Si imaginamos al hombre de las cavernas ese
hombre regresa a la vida y hasta nos muestra sus
afilados dientes blancos como de nubes. Y si pensamos
37
en la ciudad futura del planeta Marte, igualmente esa
ciudad crece se alarga y nuestra tierra a lo lejos igual a
un guijarro enterrado dentro de los orificios de algn
jarrn.
Por qu entonces hablar de lo fugaz como lo que
nunca jams retornar, y del futuro como aquello slo
imaginable? Porqu hablar de lo permanente, si dentro
de l se halla igualmente el tiempo de lo pasajero.
Tiempo t, fruto de un color que jams concluye y que
nunca ha comenzado, tiempo slo t, fruto que va
siguiendo el rbol que traspasando los limites coloca el
alma donde el color de la casa sostiene.

**

Escalemos la montaa. Lleguemos al rbol.
Nuestro odo en la tierra, nuestra voz en la palabra; esa
que nos dibuja la silueta de un Zenn, de un Agatn, de
un Scrates.

Escuchemos... asteroides











38
III

Lo eterno es contrario a lo intemporal? Ni lo uno ni
lo otro. Del "ente es ser" y es ese "es" lo que impide que lo
eterno rechace a lo intemporal. De all que a ambos los
unifique el ser "es" y por consiguiente permanezcan dentro
de una misma cualidad "es".

Pero qu es entonces lo eterno en s mismo?
significa lo que queriendo no poseemos? Scrates dijo en
el dilogo el Feln, que el amor radicaba en desear lo que
no poseemos: y precisamente lo inmortal es lo que no nos
pertenece, ocurriendo que para lograr esa inmortalidad, lo
hacemos a travs de la perpetuacin de nuestra especie y
por medio de la gestacin, el herosmo, la creacin
artstica. Mas, tenemos lo eterno porque es nuestro lo
fugaz, como lo es la heroicidad, la creacin, aun la
gestacin.

En nosotros la fugacidad pertenece al momento, a la
hora, al siglo, y ms al cuerpo que vive y muere semejante
aquel fragmento ntimo de la corporeidad, que debido a los
grandes nubarrones que oscurecen, se desprendi de su
centro material de carne, sangre y huesos y alejndose
cada vez ms despierta, dndose cuenta que contina
siendo fugaz debido a que lo fugaz le propici la entrada a
lo eterno.

Lo eterno que estando dentro de la interioridad lo
alcanzamos cuando el alma entra ah y es acogida lo
mismo a como recibe el labio el almbar fresco de todas las
brisas de la tierra paraje que sostiene sin bordes, sin
39
espumas, sin puentes, aun sin bicicletas! paraje de la
extensin sin fin, comienzo.

Rosa blanca que guarece estando arriba de la otra
rosa blanca, nacida entre los surcos de los postigos,
ventanales, de la casa?

***

No hay hora para la muerte, la muerte es vida. La
muerte no se enfrenta a la vida, y la vida no rechaza la
muerte: aro rodante entre el pursimo sigilo de la claridad
clara de la rosa blanca eternal.


***

Vida; movimiento que nace junto al sol,
desapareciendo dentro de l.

Muerte; marca que se asienta dentro la techumbre
de las rosas blancas, ntimas.

***

Las aguas son bellas; esa realidad es posible debido
a que el agua no repele a lo bello que vive en ella, y de una
manera tan natural y viva como quien duerme sobre un
lecho, resultando que lo bello y el agua crean una imagen
de figuracin, cuya veracidad contiene en su origen, lo que
el Ser lleva al morar en la casa y ser el verbo el que
expresa.

***
40

El impedimento para llegar al Ser no es solamente el
pensar; es la necesidad impostergable del hombre de
apresar la naturaleza, la materia y hacerla suya y tan
suya que se convierte en el sustento imprescindible para
su vida, es ms, para sentirse seguro y continuar
aumentando su ansia de posesin.

***

El hombre establece el tiempo dividindolo en una
nomenclatura que al acaecer, crea el espacio, la hora, el
siglo, el instante. Mas el tiempo sigue siendo el tiempo y
semejante al aire que estando frente y dentro de nosotros,
no podemos apresarlo, escapndosenos como un errante
que nunca mira hacia ninguna direccin por el hecho de
estar esparcido, aun en lo que no tuvo principio ni fin.

El tiempo no es una cscara ni un redondel, y por
no tener asidero y carecer de lmites, el tiempo, no
conlleva en su ms intima concentracin, ni una chispa
que pueda contradecir su propia e intima condicin de
encontrarse a plenitud. De all que habite la casa dejando
que las paredes lo reflejen y los ventanales se abran como
nubes blancas para que pase el soplo de la palabra.

***

Pensar como dice Heiddeger en su libro "Qu
significa pensar?" pareciera ser pensar el Ser. Y nosotros
audaces, arrogantes, nos decimos: es pensarlo y
comprenderlo a travs de la palabra y como casa del Ser?
El Ser no es materia, siendo esta la que origina las
controversias, las discusiones; l se arroga como el fruto a
41
la pulpa y ningn impedimento del fruto le impide
significar ese fruto. Entonces, al pensar el Ser sin
contradicciones ni opuestos entenderamos mejor las
contradicciones, las discusiones, aun las violencias que
ocurre diariamente entre los hombres al proclamar
verdades desvinculadas del ese ser del Ser que al albergar
en la palabra deja ser la vida, el amor, la justicia?

***

El Ser no existe como algo que se pueda descubrir,
el simplemente est, el hombre lo interpreta y l no se lo
impide; lo contrario, permite que la voz lo contenga y que
se haga el corazn, sitio para su estada; sin explicacin se
traduce. Gozo para el que lo sienta, alegra al reconocerlo.

***

Con la mirada no distinguimos al Ser, como no se ve
al hombre que duerme dentro de su habitacin.

No captar, no descubrir al Ser dentro de la casa de
la palabra a qu se debe? a esa mira que vive en las
pupilas y que semejante a una brisa se detiene en las
superficies sin tropezar el delgado hilo del horizonte?

La mirada recuerda la hormiga que camina muy
lejos mas nunca llega a la cima.

La mirada es un paso corto. Si toca la luna all se
queda, permaneciendo el secreto de su amarillenta piel
dentro del circulo cerrado de su propia oscuridad.

42
La mirada entonces se parece a esa amapola que al
desprenderse del rbol, queda sobre la tierra.

***

Y el universo qu es? acaso la estrella que
resguarda entre sus brillos la redonda y sonora casa del
Ser?, o es el tablado resonante que provoca el zapateo
eterno de alguna danzarina?, o el ring donde
constantemente esta golpeando el meteorito, el fuego, un
astro luminoso que se parte esparciendo un velo de
mostacillas que ignoramos donde concluir? Insistimos al
preguntarnos: una estrella contendr dentro de s, otra
estrella que nunca se ha visto pero que algn da mostrar
su luz a la hendidura de algn piso o de alguna rosa tan
abierta como el mismo pensar acerca de la casa del Ser?

Nos es dado pensar el Cosmos sin el Ser? Si as
ocurriera, quedara ste como un fenmeno nicamente
existencial que en s mismo rueda y en s mismo estalla
para morir. Dicho fenmeno al ser captado por el
pensamiento como hecho, que al existir por s mismo,
tiene una consecuencia lgica y racional: permanecer
totalmente separado; o si se prefiere desligado en su
entraa ms honda de la esencialidad del Ser. Este s
mismo del universo crea la divisin de lo existente con lo
absoluto, dndonos la sensacin de ser ese universo
semejante a un andariego que nunca ms quiso saber del
pie que sostiene a las montaas.

***

43
Entre tanto el pensamiento seguir siendo esa luz
un tanto azulada donde se encuentran las arenas del
cncavo crculo del mar?

***

Si la palabra es casa del Ser, sta tiene que contener
lo original del Ser y no poseer algo que no le incumba.

En el caso de que la palabra mantuviera consigo un
elemento contrario o distinto a ella misma en qu sitio de
la palabra permanecera dicho elemento? Como ente
figurativo que es, no posee espacio interno; su figuracin
la abarca totalmente, por consiguiente ese supuesto
elemento cmo podra permanecer estando junto a lo que
es distinto a la propia forma figurativa y por consiguiente
al Ser? y si esto ocurriera provocara acaso y muy
sutilmente, la invisible separacin entre Ser y el ente que
es la palabra?.

Ser posible hablar del rbol eliminando todo
aquello que lo lleva a ser rbol?

Ningn elemento es contrario a la palabra. Su
identidad figurativa consiste en unirse a otra y fundar una
presencia real nunca vista antes; presencia que posee
como eje central de su forma, la vida, el hombre, el vinculo
y aun lo eterno.

Si decimos; el agua es la mejor doncellez, el agua
como ente natural que es nunca sospech ser una
doncella; siendo precisamente el lenguaje quien realiza la
increble manifestacin de ser la palabra la que, como
casa del Ser, realiza tal ambrosa vocal.
44

***

El Ser duerme dentro de la casa y la casa alimenta.

Casa y Ser constituyen para el hombre una unidad
inaprensible que estando fuera pareciera recogerse hacia
dentro, tanto, que ni aun la mano ni la mirada podran
traerla de nuevo hacia afuera. Ser cierto este
movimiento? ser acaso que nuestro pensamiento solo
puede dar noticias de lo de afuera y no de lo de adentro
que se recoge? El recogimiento no es seal de lo no
existente, todo lo contrario, es indicio de ser como dira
Juan Ramn Jimnez; "eterna plenitud desnuda" lo que
podra asociarse a esa unidad inaprensible, como una
limpieza sin rostros ni cadas, un contorno sin limites que
ahorquen, un cielo sin estrellas que concluyan. Solamente
lo no significativo, lo no por concluir, lo no por empezar es
el Ser dejando ser, toda intervencin suya en la materia le
cortara a esta la libertad de ser, hecho que se podra
considerar como una oposicin a la propia limpieza del
Ser, semejante a la nsita libertad del hombre al ser
hombre de accin, pensamiento, justicia, y amor. Por lo
tanto el Ser est no para entrometerse, si no para dejar
ser, como el aire que deja a las hojas seguir adelante, y en
ese hacia adelante detenerse sobre la piedra, sobre la
tierra o sobre el agua.

Primera y ltima cada?



***

45
El vaco, la nada y el abismo poseen una misma
condicin; no llevar consigo ninguna figuracin entitativa,
como lleva el concepto de mesa, de leche, o de sal. Cul
es la diferencia entre ellos? Los ltimos mencionados
toman para s, aquello que destaca la figuracin de los
conceptos de mesa, de leche y de sal. Es decir,
manifiestan la alteridad, as como se miran en los pozos
las figuras quietas de las hojas. En cambio, los primeros
mencionados, el vaco, la nada y el abismo, tienen una
cualidad distinta, no apuntar hacia ningn aspecto de lo
real circundante; lo contrario, parecieran haber nacido
debajo de esos grandes peascos donde la oscuridad y el
silencio son los ms callados establos que sostienen. Tales
conceptos surgen en el lenguaje, como neblinas que si
ponemos a andar, nos dejan all, donde comienza ese
mbito carente de opuestos de tiempo, de espacios, de
semejanzas y tropiezos.

Es cuando nos preguntamos dnde esta el espacio
y el tiempo de la nada? dnde mirar el espacio y el
tiempo del vaco, del abismo? poseen ellos las medidas
que el hombre utiliza para constatar los lmites, la
duracin?

Decimos nada y qu ocurre? Nada. Mas, decimos
nada, y vale tanto como un bostezo o un suspiro. La nada
entonces es algo? Es nada, solo que no tiene elemento de
figuracin, ni tiene medida de espacio ni tiempo de
marcador. Mas "es nada" y ya deja de ser nada para ser
ese "es" del que Parmnides dijo que "del ente es ser", lo
que implica "existencia" y con ella darle a la nada una
afirmacin de existencia tan plena como la que posee el
agua al ser agua. La diferencia entre ambos radicara en
que la nada no es virtual, como lo es el agua, y por lo
46
tanto pertenece al orden de lo invisible. La nada es una
presencia abarcante, no sumisa ni pedante al querer
manifestar la presencia de otros entes que por s mismos,
viven y que son para el hombre, para la mujer, el nio. De
aqu que podamos asumir que su no figuracin la induzca
a poseer una especie de intocable carnosidad sin espacio
ni tiempo que contribuyan a incrustarle otro motivo u
otra cualidad distinta a la de ser "nada".

Ninguna palabra la puede sustituir. Est, y ningn
lazo tiende para rivalizar con el Ser; se mantiene all
porque su nico poder es pertenecer a la casa y no al
dominio de sta. El dominio es condicin demonaca de
poseer, en cambio el de la nada es ser sencillamente nada;
que es lo mismo y de alguna manera a ser sincero y a no
cubrirse con ninguna mscara.

La nada en su cualidad esencial es una afirmacin
que, por s misma, se afirma al decirse nada, vale decir,
dentro de ella no hay contradiccin alguna que le pueda
arrebatar su total sinceridad de limpia credibilidad. Si
dijera; no soy nada, estuviera negndose a s misma al
apoyarse en un "no" que contradice su simple presencia
de nada; lo que quiere decir: me atengo nicamente a m,
sin poder huir de m misma, soy un mbito carente de luz,
segundo, abrazo, tristeza, aun "copete de rey", mi mayor
libertad consiste en ser "nada", semejante a un bosque
donde nunca hubo, ro, aves, rboles que alcancen las
nubes y por lo tanto el cielo.

La nada y la palabra conviven y no dominan. La
palabra hace de la casa el alimento para el hombre y la
nada hace de su nada el ngrimo testigo de la limpia e
nsita pureza del Ser.
47

La nada se acerca al Ser por carecer de materia, de
tiempo y espacio; ella se acata a s misma, ocurrindole
convertirse en el primer escaln que lleva al hombre a la
casa del Ser.

***

El hombre utiliza la nada incluso para conocerse a
s mismo al proclamar "soy nada". Pero esta nada tiene un
acento negativo sobre el "soy", obligndola a contener
una accin de la que ella no es responsable debido a la
falta de recursos lingsticos en el hombre, y al querer
especificar la negacin de "no ser" frente a esa inmensidad
inacabable que lo cerca constantemente conducindolo a
que se sienta disminuido y casi imposibilitado al asirse a
la ms profunda entraa del existir. Y de acuerdo a
nuestro criterio; son la creencias, los mitos y aun la
ciencia, lo que mediante sus imagines y frmulas, nos
incrustan dentro de un gigantesco cajn blindado que nos
impiden llegar a la frescura, a lo limpio, puro, inocente, de
esa simple y genuina casa del Ser.

***

Las explicaciones pasan y van quedando atrs como
una especie de adis. El Ser queda porque nunca naci, y
el nacer y el morir son una explicacin formal del
movimiento de la materia.

El Ser est y ya es demasiado, y est igual a las
races en lo entraable de la tierra.

***
48

Ocurre entonces que a travs de la repeticin de la
palabra "nada" le aparece a ella un tiempo insistente en el
pensamiento que la lleva a poseer una figuracin muy
especial, nica, y por lo tanto distinta a la palabra mesa,
o a la palabra leche. Carecer de piel que fije tiempos de
combate, que fije tiempos de destruccin.

En la palabra nada su figuracin se asemejara a
un color sin forma ni lmites. En cambio en la palabra
mesa o leche, se define la forma con que estos
conceptos se presentan en la realidad circundante.

***

"...El cumplimiento de mi obra es no querer nunca
nada. Pues, mientras no quiero nada estoy sola en el, sin
mi, y del todo liberada, mientras que, al querer algo, estoy
conmigo y pierdo as mi libertad. Y si no quiero nada, si lo
he perdido todo fuera de mi querer, no me falta nada: libre
es mi conducta, y no quiero nada de nadie..."

"...Pensar ya nada vale aqu / ni obrar ni hablar..."

Margarita Porte (1250-1310)

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Resultando que la nada se nos aparece como una
especie de agua seca, no quedando dentro de ella ningn
ramaje, ninguna raz que pueda destrozar a otra. Si algn
elemento distinto a ella la invadiera, dejara de ser lo que
es para ser otra distinta; se detendra all, como un brazo
que buscando, no encuentra.
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La nada es nada, el Ser es Ser. Qu los
identificara? ambos conceptos se distinguen uno del
otro? La nada se asemeja a una quieta sinceridad, ngrima
como el silencio. Y el Ser? se podra relacionar con la
rosa de la que habla Rubn Daro y que es la
consecuencia del pensar?

El Ser calla, calla la nada; el Ser no impone, la nada
no cie y es el pensamiento lo que les da un poder, tan
poderoso que no podra pertenecer a la materia que se
impone por s misma, semejante a un parlanchn que
nunca deja de hablar. La materia a travs del nmero y de
la palabra, nos habla, aquellos callan; callar es silenciarse,
nunca dicen: " para eso est la casa, para eso est la
palabra" que inocentemente se recogen para acercarnos
tanto a la nada como al Ser.

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El vaco, el abismo, la nada, no podran contener lo
que son s algn otro elemento diferente a ellos
permanecieran all. Surgen como neblinas a las cuales si
logramos caminar dentro de ellas nos dejan all donde
comienza ese "territorio" carente de tiempos, de espacios,
de semejanzas y tropiezos. Dimensin imposible de
sealar, imposible de definir, porque no es tangible ni
tiene centro donde se pose la mirada para que el pensar
intervenga y pueda la rosa entrar en la tierra y echar sus
races.

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La nada, el vaco y el abismo constituiran apoyos
invisibles para detectarles una dimensin espacial y
temporal muy distinta a la habitual que usamos para
ubicar un punto, una ciudad, una galaxia. Unido a sto
tambin la temporalidad que establecen cada uno por s
mismos. La nada, el vaco y el abismo al ser espacios
invisibles son ilimitados y atemporales, dndonos la
oportunidad de sentirlos como concavidades o recipientes
sin bordes, sin principios ni fin, toda una gruta que
caminamos sin encontrar ningn gozne, ninguna aldaba
que sostenga. Configuracin completamente diferente a lo
que es un camino, un horizonte; en ambos, espacio,
tiempo, son elementos imprescindibles que sostienen la
presencia de camino u horizonte; en los otros; la nada, el
vaco, el abismo, se comportan como hechos existentes
que no utilizan ninguna otra figuracin para mantenerse.

El hombre usa estos tres conceptos para explicar
lo que no es posible definir con otras palabras distintas,
lo que nos lleva a decir: son conceptos utilitarios para el
lenguaje al contribuir al conocimiento del origen de la
propia materia, del hombre, del animal. Y lo pensamos
as por una razn lgica, al preguntarnos cuando
comenz la vida? cundo terminar la existencia?
sentimos un sobrecogimiento que no sabemos explicarlo
y sobre ese no saber, contestarnos lo que de alguna
manera plantara, un vaco abismal.

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Nada, vaco, abismo; oleajes imprescindibles que al
tocar sus aguas nos colocan dentro de la casa de la
palabra del Ser.
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Abismo, vaco, nada; sin races, sin sonoridad,
incapaces de mostrar algo diferente a lo que son: velos
traspasables. Y nos preguntamos por qu se nos
convierten en imgenes? Cun suave es un velo si ese velo
nos remite al Ser y si jams se opone a que esos tres
conceptos sean los puentes fecundos y primarios del
pensar.

Pensar es pensar el pan, la fruta, el beso y el amor;
es cuando la palabra nos pone la casa y la habitamos para
que el mundo, la vida, puedan correr y seguir y alcanzar el
velo y traspasarlo, hasta llegar al Ser. Y desde all tocar,
abrazar, amar, conocer, sabiendo que los opuestos solo
existen para dividir, separar y al efectuarlo ampliarse cada
vez ms el dominio operante del espacio, del tiempo y aun
de la vida y la muerte.

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Es posible que el amor pueda convertirse para el
poeta en brisa, teja, alero?

Alguien dice: "el canto lleva la raz hasta la cima."

Que el canto lleve consigo la raz no puede
sorprendernos, si vivimos y miramos desde el lugar
unvoco del Ser.

La metfora se forma por la necesidad inexorable de
originar un "canto" al que le fue dado contener una raz y
conducirla hasta la cumbre.

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Movimiento invisible que crea la presencia de una
unidad existente sin que alguien pueda destruirla, unidad
plena como el sol, unidad mvil donde canto y cima
pertenecen a un mismo camino totalmente real por lo
sencillo y unido de su razn potica, trans-lumnica,
entendindose dicho trmino como lo concibe el filsofo
Ernesto Maiz Vallenilla.

Llevados por ese movimiento invisible, y a su vez
unitario, nos preguntamos entonces la evolucin de la
materia es acaso la presencia ms clara y definida para
advertir en su envolvente movimiento, la ausencia de los
opuestos? La transformacin de la materia en energa
acontece por la carencia de contrarios tal cual ocurre
dentro del Ser? Lo decimos por un simple hecho; si la
materia llevara consigo la fortaleza irrompible que
constituye un objeto podra la materia padecer de esa
transformacin al convertirse en energa?

La transformacin es la consecuencia de la no
existencia de opuestos dentro de la propia materia, dando
la impresin de ser la materia, o aquello a lo que damos el
nombre de materia, o la constatacin unitaria cuya
presencia no tiene otro camino si no la de ser, es decir, la
de ser la materia y la energa un centro donde existencia y
esencia no conviven separadamente si no todo lo
contrario, son un arco que gira sin girar y rueda sin
cambiar debido al traspaso de la energa a la materia y de
la materia a la energa; confirmacin de un centro unitario
que si pudiramos verlo tal cual miramos la montaa o el
agua nos daramos cuenta que existe nicamente en ser
del Ser. El Doctor Fernando Risques comenta en su
excelente conferencia "Las vrgenes negras" acerca de la
alquimia; refirindose a lo planteado por Jung: "la
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alquimia es el resultado de las maniobras para unir los
opuestos."

Si lo opuesto se impusiera en la materia, podramos
pensar que el Ser no es su semejante y quin podra
respondernos? acaso lo fugaz? Mas lo fugaz qu lleva
consigo? si no el limite aparente de un fin que realmente
no es fin porque la materia prosigue su proceso evolutivo
mucho ms all de la simple apariencia de un gajo
cayendo sobre el camino.

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La hoja abre su piel y en la imagen se funda lo
entraable de su verdad

Esplendente la palabra que entrega su
realidad al hombre en su dolor y su muerte


La palabra del poeta alumbra el propio rbol
pronunciado

rbol nuestro, de ayer, de hoy fortalecido por el
amor y las aguas, noble en su fijeza, calmo en su
esbeltez

rbol l, al or el ventarrn de la angustia
nuestra de mil ramajes adheridos al instante de la
sombra, al instante del sol en la lejana

Entre el borbotn del aire corriendo hacia aquel
otro rbol del bullicio ntimo y la sobriedad redonda

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Para quien descubre su camino entre el
desfiladero y la piedra, entre la hojarasca y la lluvia
de azul marfil y grano

En el pensamiento con lo prximo y la
sorpresa, con lo asido e hiriente del silencio, nacido
en el instante primario de la tierra y entre los aos
intocables aun para el sol

En el pasado de un da naciendo para el sueo

rbol s, para las manos que se retiran ante el
filo sordo de la desolacin

rbol s, suyo, nuestro: conjuro que atraviesa el
rencor, aun el festn del destello y una voz que no
responde

Con sus mil astas bajo los cielos clavadas en el
fondo de los siglos

Con sus mil gajos creciendo para el ya otro y
diferente entre las pupilas que buscan el albergue
protector

rbol de la palabra, numeroso, hasta el
instante de la desaparicin

rbol de circulo tuyo, mo, en su ida de semilla
y la nueva del manjar, de nuestra soledad, de
nuestro silencio, de nuestro fin en lo esfumado de la
neblina por la palabra de la casa en el iluminado
valle del canto metafrico

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***

La fachada de la casa tiene un semblante parecido
al de la inmensidad. Busquemos su altura y no habr fin,
miremos su ventanal y no encontraremos limites; as de
unvoca es.

Encontramos el Ser al pronunciar casa y brotar ella
tan fragante y tan exacta como el mismo rbol que
ilumina la palabra: milagrosa presencia que hace del verbo
el recinto confortable para que el Ser nos seale la puerta
donde se siembra lo que en la propia casa hay de agua,
distancia, paladar, encogimiento.

***

La races del origen estn en lo prstino de las aves,
de las nubes, en el alma y su canto de agua y sol. Son las
que ms conocen ese fondo donde ni actan los contrarios
ni se destacan puntos superiores junto a otros menores.

La casa es el corazn del hombre. Buscamos su
altura y la raz baja hacia los pies. El agua en la
techumbre no se derrumba. El calor en lo oscuro del
albergue, el silencio subiendo desde las races, ellas no
mueren, estn en el ir del agua, del fuego, en el principio
de la voz y el ademn.

Univocidad de la granja bella de la casa.

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