El documento presenta un prólogo que analiza la poesía de Elizabeth Schön. Explica que su poesía une la multiplicidad en la unidad del ser a través de la palabra. Su visión poética muestra el origen, el mundo y el sacrificio cósmico que lo sostiene. Su poesía une lo opuesto dentro del ser humano, mostrando el mundo en su integridad a través de la imagen y la palabra.
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El documento presenta un prólogo que analiza la poesía de Elizabeth Schön. Explica que su poesía une la multiplicidad en la unidad del ser a través de la palabra. Su visión poética muestra el origen, el mundo y el sacrificio cósmico que lo sostiene. Su poesía une lo opuesto dentro del ser humano, mostrando el mundo en su integridad a través de la imagen y la palabra.
Título original
Elizabeth Schon_La Granja Bella de La Casa-Poetica
El documento presenta un prólogo que analiza la poesía de Elizabeth Schön. Explica que su poesía une la multiplicidad en la unidad del ser a través de la palabra. Su visión poética muestra el origen, el mundo y el sacrificio cósmico que lo sostiene. Su poesía une lo opuesto dentro del ser humano, mostrando el mundo en su integridad a través de la imagen y la palabra.
El documento presenta un prólogo que analiza la poesía de Elizabeth Schön. Explica que su poesía une la multiplicidad en la unidad del ser a través de la palabra. Su visión poética muestra el origen, el mundo y el sacrificio cósmico que lo sostiene. Su poesía une lo opuesto dentro del ser humano, mostrando el mundo en su integridad a través de la imagen y la palabra.
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1
La granja bella de la casa
Elizabeth Schn Potica
Editorial Diosa Blanca
2 Prologo
El verbo, la luz, el hombre. El alma, el cuerpo, la palabra. La palabra, el Ser, la casa. Bajo esta hipstasis de creacin, la poesa de Elizabeth Schn, -tal vez podramos decir toda la poesa-, constituye de manera conmovedora y potente la unidad del Ser dentro del hombre mismo. Padre, hijo, espritu Santo. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero, nos propone el mayor de los misterios cristianos. Se trata aqu, del mismo misterio de la multiplicidad unvocamente manifestada.
Y es a travs de la palabra, que ese Ser fragmentado, centro de todas las oposiciones posibles e imposibles es nuevamente redimido, reconstituido, y con l, a un mismo tiempo, es recompuesto el mundo, integrado en su absoluta integridad. Desde los orgenes, vale decir desde aquel principio y la toma de conciencia de ste en el hombre, la explicacin potica del mundo y de la creacin, ha tomado casi siempre tres elementos a saber: la energa csmica o circular espiral, la determinacin de esa energa en la forma o la materia, y el impulso o aliento vital que las penetra de manera activa e infinita, constituyendo a su vez lo que sentimos como permanente.
Esta explicacin potica del mundo, de su origen, de su nacimiento, no est ajena a la exigencia y a la vivencia del sacrificio. En este caso y bajo la visin totalizadora de esta explicacin potica del mundo, el sacrificio tiene tambin dimensiones absolutas. Estaramos hablando de un sacrificio csmico. Vale decir que el mundo, las formas y la materia que lo compone slo pueden existir por la gracia de la permanente e infinita transformacin del Ser o energa primordial, con todas las consecuencias que este sacrificio aporta a nuestra humanidad.
Esta es la gran visin potica que nos da el verbo de Elizabeth Schn, su visin del origen, del mundo, de la materia, de las formas cambiantes, del mundo fenomnico, y del Ser por cuyo sacrificio se sostuvo y se sostiene. Sin embargo, del sacrificio csmico, del caos, del hundimiento del cielo, surge la rosa eterna ocupando espacio a nuestros 3 ojos, desplegndose en el tiempo; en nuestro propio tiempo y aquel otro que nos rebasa.
Pero esta recomposicin potica del mundo, ese choque vital, ese despliegue fenomnico del existir desde y hacia el absoluto incomprensible e indescriptible del Ser, nos muestra que el tiempo es una ilusin. El espacio no es sino el humano deseo de trascender ms all del horizonte y de la mirada. Sin embargo, tampoco se trata aqu de la simple y racional visin del Ser de manera aislada al ente o al existir. No es la interpretacin pensante del tiempo como horizonte de cualquier abstraccin del Ser en sentido absoluto. Tampoco se trata de la relacin trascendental que detenta el ser absoluto con los entes que son trascendidos por l, otorgndole por ello un sentido oscuro e inexplicable por incomprensible, o de aquella explicacin racional del mundo y de la existencia autentica o cotidiana que Heidegger llamaba el estar en el mundo que no tardara en desembocar en el existencialismo.
Como hemos dicho, no se trata de una explicacin racional del mundo, de una parcializacin o de un proceso mltiple de definiciones de ese mundo, que existe bajo el reconocimiento de una actualidad presente, salvndonos as de la profunda angustia de la muerte, del cese de nuestra propia existencia. Tal vez como la misma Elizabeth nos lo confiesa a menudo, se encuentra ms cercano a las concepciones espiritualistas de Bergson.
El tiempo medible, trascendente, el tiempo de luz que es concientizado y por ende parcelado y definido no es otra cosa que una ilusin ntimamente ligada a nuestra vida y muerte. Bergson por el contrario, trata al tiempo como una duracin Pura. Esa duracin, es la transmutacin que le ocurre a nuestros estados conscientes cuando se permiten vivir, cuando separados de los procesos racionales, se abstienen de separar el pasado del presente y del futuro. Es lo que l llama tiempo vivo, El Elan Vital, el aliento vivo que impulsa el devenir permanente de una realidad que nunca termina de hacerse.
Si pensamos el tiempo, si lo racionalizamos, inevitablemente estaremos visionando lo ocurrido o lo por ocurrir. Sin embargo, muy al 4 contrario, Elizabeth Schn, desde el centro de un eterno presente, acoge en principio un proceso que se opone radicalmente a la razn, constituyendo o revelndonos otros niveles de pensamiento, tal vez algo que yo llamara pensamiento potico.
El hombre entre la tierra y los cielos. Ese especial devenir de la especialidad Bergsoniana, donde el ascenso y el descenso muestran en una sola imagen la diversidad y la unidad por ella constituida. Algo as como un ngulo cuyo vrtice se encuentra arriba, de manera que lo que asciende provoca la unidad, mientras que lo que desciende la separa. Pero nuestra poeta sin duda y de manera arrojada y valiente por dems va ms all. Ella no se limita a individualizar la duracin del existir. Su postura igualmente espiritual y antiracional no se contenta con separar la conciencia individual de la duracin viva del mundo, del despliegue infinito y trascendente de ese otro tiempo csmico, sino que los une y recompone dentro del propio ser humano, dentro del propio hombre. Ella instaura en los paisajes del alma humana, ese mismo mundo pero en su integridad, en su pureza, intacto. Y lo hace, a travs de la unidad que constituyen los propios opuestos: el espacio y el tiempo, la materia y la memoria, el cuerpo y el alma, an la razn y la intuicin.
Estamos hablando ya de otro nivel dimensional, dira incluso que estamos hablando de la revocatoria de las dimensiones, de la fluctuacin del alma de una poeta capaz de atravesar de una manera asombrosamente reversible lo que para la mayora representan mundos diversos de materia tiempo y espacio, poseyendo adems, el coraje de regresar de esos viajes y de esas visiones para mostrrnoslas.
Casi podra decir que en el corazn de un amplio crculo hemos de encontrar la verdadera estructura metafsica del mundo: la Monada, la unidad, el punto, ese punto, an el que no llega, y en donde la existencia vida-muerte, ya no es horizonte, lmite, porque incluso contiene, nos contiene, el horizonte, es cncavo.
***
5 Esta visin, esta recomposicin del mundo en su pureza, esta fluctuacin arrebatada del yo hacia el afuera, su valenta y su retorno hacia nosotros, este matrimonio de opuestos y contrarios donde vemos con absoluta diafanidad la unidad, es constituida y conformada en la imagen a travs de la palabra
Entre todas las actividades creadoras, tejer, danzar, moldear la tierra, hay una que priva: El verbo, la palabra. Es a travs de la palabra como el mundo se constituye. El mundo como texto vivo que surge a travs de la palabra. El hombre, a travs de la imagen potica, asume lo infinito, lo permanente. Lo fugaz, e individual en trminos universales y permanentes. As, nuestra poeta nos dice: No hay fronteras entre la imagen y la palabra. La palabra cotidiana rueda por el mundo convirtindose cada vez ms en moneda de alcance indetenible.
La metfora, aro vivo e irrompible, es propiedad de un poblado que no admite separaciones, tanto sta como la imagen llevan consigo una consigna indivisible.
Si decimos; el agua es una piel impetuosa, veloz, que llega hasta aquel primer gesto de la luz, en esta metfora nos es imposible separar el agua de la piel. En el supuesto caso de ocurrir, quedaran ambas eliminadas, impidindole al lenguaje ser ese grano luminoso de donde brotaron el agua y la piel. Adems, se perdera la presencia temporal de sealar el origen del primer rastro de la luz acogiendo al agua. Lo que implicara que el lenguaje como centro orquestal de lo potico, quedara eliminado y la palabra impedida de ser casa del Ser.
Ante la angustia rigurosa del escribidor, la palabra no sede en su prstino repique de palabra para la casa del Ser. Es del Ser y para los hombres que la reconozcan ah, semejante al inmenso azulado samn de las sabanas
*** Fuerza abstracta y fuerza conformante, materia pura y materia visible, energa y forma. Este doble paso capaz de unir el verbo con la 6 forma, la voluntad con la materia creada y regida por un orden, requiere adems un triple supuesto de creacin: el Elan Vital o anima mundi, para unir en slo y nico evento al misterio inefable de la existencia
Las infinitas formas del mundo entrando y saliendo permanentemente de la existencia. De dnde salen y hacia dnde entran? He aqu el secreto, el misterio de ese incesante e ilimitadamente abarcador espacio que nos contiene, el vaco, la nada.
Surge entonces la pregunta por la nada. Ser la nada la negacin del Ser? El Ser siempre es lo que est y slo cuando es negado aparece la nada? Estaramos hablando de la nada absoluta, del no-ser, la alteridad, la negacin?
Y es aqu cuando la poeta nos muestra que el silencio contiene la palabra, que el Ser es a su vez contenido por la nada, que no hay oposicin, que cmo propona Heidegger, la nada como concepto es slo pensada por el hombre en cuanto el ser del hombre (la existencia) y su imposibilidad de contener por s mismo la totalidad del Ser, que no hay divisin conceptual que nos separe del Ser y a este de la nada, que lo contenido no puede ser separado de lo continente
Dejaremos entonces de excluirnos, de auto desterrarnos de la totalidad bajo el angustiante argumento de que el ser del hombre es la nada del Ser, para ser de nuevo acogidos y sostenidos por la nada que lo contiene todo. Nos ser devuelta nuestra madre, la magna mater, en un abrazo sin dobleces, nios abiertos al azulado abarcamiento de la aparicin de la nica vez
He aqu entonces la inocencia: flor de la pureza, ella, la nica, la sola, la inefable, en su transparencia silenciosa, inagotable, inabordable, impronunciable, invisible a nuestra razn y a nuestra mirada.
Un filsofo tal vez dira que la pureza no existe, que slo existe aquello que se manifiesta profundamente mezclado y penetrado por los contrarios, siendo que en la constitucin de las formas y los entes, stos se anulan o subsisten al desprenderse del Ser total hacia la existencia. La 7 pureza sera una abstraccin inexistente per-se y hacia donde apuntan las formas impuras en su despliegue existencial. La pureza nada tendra que ver con la materia manifestada, con las formas cambiantes, con el mundo fenomnico.
Estas parcializaciones pensantes del Ser y de la Nada que nos han venido dando a travs de la razn, no han hecho otra cosa que abrir cada vez ms la grieta que impone nuestra impermanencia entre el Ser y la existencia, entre nuestra individualidad finita y el absoluto inefable.
Mas, ante todo esto, Elizabeth Schn a lo largo de su vivencia potica nos viene a transmitir una profunda verdad: Que no hay grieta, que el hombre puede ser salvado de la tragedia de la alteridad, porque entre el Ser y el existir no hay diferencia posible, sino por el contrario, un vnculo inmutable y permanente que a travs de la Palabra, se proclama de manera apasionada y unvoca entre el Ser y esa otra sagrada trinidad del hombre, los cielos y la tierra, en el aqu, en el ahora, en nuestra casa y nuestra voz que es tambin la casa del Ser, porque: la casa es el corazn del hombre. Buscamos su altura y la raz baja hacia los pies. El agua en la techumbre no se derrumba. El calor en lo oscuro del albergue, el silencio subiendo desde las races, ellas no mueren, estn en el ir del agua, del fuego, en el principio de la voz y el ademn. Univocidad de la granja bella de la casa.
Edgar Vidaurre
8
I
La palabra es la casa del Ser dice Martn Heiddeger.
Qu hacer entonces?
Si decimos casa, ella nos sale al encuentro y la puerta se nos abre para que entremos y escuchemos donde la casa comienza.
Puede erguirse sobre la cresta, sobre el viento, sobre la herida, aun sobre la frente. De vez en cuando la cambiamos por el emblema, la taza, la pasin. Somos los encargados de armarla, de pintarla y mirar cun lejos se extienden sus aleros, cun dcil es su ventanal y cun redondo su cntaro entre el verdor de los helechos.
Es preciso escoger una habitacin; dejar que su claridad nos invada hasta tomar el lpiz con el corazn lleno de la casa.
*
La casa nos ofrece el color de los cielos, el olor de las huellas y los rastros, la briosa sonoridad del pasto, aun el aroma de la palabra al girar la cerradura y entrar el da.
Y si decimos fronda, fauna, ella, la casa, no se altera en su cavidad de primer punto luminoso de la redonda oscuridad terrestre. Y si clamamos desafo, parquedad, canto, igualmente no cambia. Mas, cmo 9 brotan las aguas a travs de sus tejas con las nubes y el crculo del sol dentro de la oveja esplendente del valle metafrico.
*
No hay fronteras entre la imagen y la palabra. La palabra cotidiana rueda por el mundo convirtindose cada vez ms en moneda de alcance indetenible.
La metfora, aro vivo e irrompible, es propiedad de un poblado que no admite separaciones; tanto sta como la imagen llevan consigo una consigna indivisible.
Si decimos, el agua es una piel impetuosa, veloz, que llega hasta aquel primer gesto de la luz, nos es imposible separar el agua de la piel. En el supuesto caso de ocurrir, quedaran ambas borradas, impidindole al lenguaje ser ese grano luminoso de donde brotaron el agua y la piel. Adems, se perdera la presencia temporal de sealar el origen del primer rastro de la luz acogiendo al agua. Lo que implicara que el lenguaje como centro orquestal de lo potico, quedara inutilizado y la palabra impedida de ser casa del Ser.
Ante la angustia rigurosa del escribidor, la palabra no cede en su prstino repique de palabra para la casa del Ser. Es del Ser y para los hombres que la reconozcan ah, semejante al inmenso azulado samn de las sabanas.
* 10
Pan Pan Pan Pan Serafn de la voz dentro del margen encantado de la vida, del amor, de la muerte.
*
Mas la casa vibra igual a un cristal de torrentosas brisas; su simiente de limpio blancor horizontal no tiembla, no dispara. La metfora, pequea fresa indetenible, prolonga los espacios de las habitaciones al techo, a los recodos del solar, aun hacia las canales y las grgolas.
La metfora rene ese conglomerado y junto a la luz del alba entra por la puerta que calla si quien la habita no es escuchado como debera de ocurrir, por ser casa de palabra del Ser.
*
La hojarasca tupe las profundidades. No hay quicios que perturben a la imagen, es un lago donde los peces van, retornan, muerden, caen, sin romper la ondeante superficie de las aguas.
*
Un ave parte las espumas de la marejada y prosigue, quedando intacto el azul plido de los oleajes.
11
*
Un bosque, y qu sealamos la abundancia donde el sol cuece y las races resbalan como escuderos hacia lo oscuro de la tierra?
*
El tiempo metafrico crece con la sangre de los hombres y no se descompone aun si regresa a las alas abiertas del albatros.
*
El Ser que vive nombra como fuego interno al horizonte; nos marca en un siempre-despus. No se nos retira, no es materia que se multiplica o desaparece lo mismo que las cumbres dentro de las nubes. Y si nos acercamos a su presencia de sereno oculto en el desvn, qu nos responde, escuchamos acaso la brisa de la medalla enigmtica de lo innombrable?
*
Cuando Lao Tse habl del Tao no le dio ninguna definicin, crendose una soledad conceptual imposible de llenar, diferente a lo que hizo Tales de Mileto al darle al agua un significado de verdad esencial Al pronunciar el agua como lo primordial, acaso surgi el concepto que le hizo a Heraclito nombrar el Logos como forma inteligible de lo absoluto? El sabio chino al referirse al Tao, solamente alcanz a decir lo innombrable que implica ausencia de comprensin, vale decir, no hallar 12 ningn elemento que defina; por consiguiente carente de forma expresiva, proporcionndole a todo pensador la posibilidad de encontrarse con algo semejante a lo que podra ser una libertad inigualable al no cargar consigo lo que posee el arraigo del nombre al pronunciar alguien: carga, injuria.
*
La libertad es un estado de comprensin inusitada que no se hace presa de bordes, fin, dobleces, comienzo.
Ningn rbol es esclavo del espacio.
*
Lo innombrable tendr algn vnculo con aquel manto que cubra a la diosa Hestia para no mostrar su rostro? Si esto tuviera alguna certeza podramos decir que lo innombrable, como la faz de la diosa, carece totalmente de figuracin y por lo tanto de lo determinante del concepto? Ambos son presencias que no se manifiestan de igual manera como el rbol en su sombra.
*
La libertad se anuncia desde la quietud invisible del rostro de Hestia. Empieza ah el anhelo de conocerle sus facciones, y es el vaco el que nos abraza con su ilimitada oscuridad.
Es cuando la palabra se abre al patio de la casa donde los pilares y la techumbre estn y alguien 13 anuncia: hermoso no ser nombrado, bello un rostro desconocido totalmente para la contingencia diaria, andante.
*
La vida temporal de la metfora es casa de palabra donde finito e infinito forjan la piel andante, unvoca del Ser.
El Ser es el Uno completo de la raz inaprensible, lo pronuncia la voz quedando la raz dentro de ella, igual a ese pjaro al que envolvi el nubarrn de la tempestad.
*
Si decimos agua nos es fcil salir de ella? Al nombrarla quedamos atrapados dentro de su ambivalente tul mojadizo. Y si alguien grita fuego! La diferencia entre ste y el agua nos acercara menos a la vida y ms a la destruccin, debido a que aun el menor de los fuegos tiende a devorar. De all que lo innombrable carezca del concepto figurativo con que los elementos nombrados se nos presentan en el pensamiento, el habla y la escritura.
Lo innombrable es aquello que jams podr alcanzar una presencia directa, como el grano que reposa dentro del cuenco de la mano. Lo innombrable se constituye entonces en solitaria libertad para cada alma que desnudamente lo escuche y lo sienta.
* 14
No traspasa el rayo, mas cun clara su clara oscuridad.
*
No cae dentro del agua, mas adivinamos su inagotable profundidad.
*
El concepto como demostracin significativa, retiene para s su propio cuerpo demostrativo, el que a su vez demarca ese lmite originado a travs de la figuracin del objeto que muestra el concepto.
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Tabla, y no es posible conseguir otra distinta a la que se nombra.
Multitud: arco fijo igual al cero.
*
El objeto significante y demostrativo jams se desprender de la palabra, es un cuerpo plenamente unitario que no posee ni admite espacios por donde salir hacia las caadas, hacia los estuarios, hacia las ciudades; es inarrancable.
*
15 El objeto dentro de la palabra vive cmodamente, no le rodea ningn otro elemento que no sea l mismo, razn suficiente para imaginarlo semejante al arrecife clavado en la profundidad del mar.
*
Nadie extraer al pordiosero ese cerrado recodo significativo donde el alimento se le dar ntegro a travs de la mano que lo escribe.
*
El objeto al ser expuesto mediante la palabra construye a su alrededor y por s mismo, una especie de muro invisible, inamovible, permaneciendo la palabra prisionera de ese muro-objeto.
Del cuerpo humano podran huir los huesos? La sangre, el corazn, los huesos son fieles al cuerpo, se diluyen junto con l.
*
Casa, y alguien adivina un reflejo de nieve audaz, abarcante.
Casa, y contemplamos una hilera de cuartos con mil puertas y mil postigos.
Mas, casa siempre para aquel que la coloca dentro del alma. II
16 En la palabra el elemento de unidad lo forma la figuracin entitativa del objeto que se muestra.
Hablamos de la palabra "casa" como "casa del Ser". Lo primero en asimilar, es su innata y segura patentizacin, "casa del Ser", adquiriendo de esta manera, una significativa realidad mediante la figuracin entitativa de "casa"; sta a su vez, al anunciarse, funda dentro de s misma un contorno de lmites fijados por la propia figuracin. Son esos lmites los que al encontrarse inseparablemente unidos a la palabra, imponen un cierto estatismo incambiable.
No se altera el significado de la palabra "agua" por el de la palabra "plantacin". Ambos significados permanecen cual velmenes entre las arenas.
Que se pueda hablar de "casa" como albergue del Ser, propone que esos lmites, al ser habitados, no pueden llevar en su figuracin tal estatismo; lo contrario, poseen, dentro de ellos mismos, la imprescindible docilidad de no ser opuestos para que el Ser permanezca dentro de la palabra, originndose la increble, inefable presencia del verbo identificado con el Ser.
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Hecho que induce al establecimiento de un conjunto de conceptos donde cada uno se arroga una misma condicin: la de no contener opuestos y ser una flexible e interna abertura global. Son stas las condiciones que nos permiten decir: "El canto lleva la raz hasta la cima".
17 Si existieran los opuestos, podra la madera, mediante la palabra potica, convertirse en ceniza, polvo y podra la cuenca ser mano que jams se retira? Es posible que el amor sea brisa porque en lo esencial de la imagen no privan los contrarios?
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La hoja abre su piel y en la imagen se funda lo entraable de su verdad. Esplendente principio de la palabra para la vida del hombre, su dolor y su muerte.
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Por la palabra de la "casa" el iluminado valle de la voz metafrica.
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El traspaso de la potencia al acto dicho por Aristteles, se hace posible porque la potencia no es opuesta al acto ni el acto a la potencia? Si fuera diferente, podra la materia desarrollarse cabalmente, as como la semilla se desenvuelve hasta concluir en rbol? Y cuando Heraclito afirma, de acuerdo a lo expresado por Garca Bacca en su libro acerca de los presocrticos, que en el Logos se da la aparicin inteligible de lo absoluto Significa acaso que el Logos se injerta sin oposicin alguna a lo inteligible de lo absoluto? Si esto ocurre, que ni el Logos es contrario a lo inteligible de lo absoluto, ni lo inteligible de lo absoluto es opuesto al Logos, se debe a un enlace invisible del Logos con el absoluto. Si tanto el Logos como lo inteligible de lo absoluto contuvieran en s mismos y 18 como propiedad intrnseca, el oponerse hubiera sido fcil para Heraclito proponer tan hermoso y profundo pensamiento?
Razones que justifican, a travs de esos conceptos, la presencia unificadora del Ser al morar sin contradiccin alguna dentro del verbo. No en balde Garca Bacca apunta: "Fuego como metfora sencilla de lo absoluto o lugar de aparicin sencilla de Dios".
Tal afirmacin de lo inteligible de lo absoluto en el Logos es acaso semejante a lo dicho por Heidegger, "La palabra es la casa del Ser" lo que cambia son los trminos significativos, ambas conclusiones sostienen una misma realidad. En Heidegger lo inseparable del Ser con la palabra; en Heraclito la integracin de lo absoluto con el Logos y en Aristteles el traslado de la potencia al acto. Planteamientos que nos hacen pensar en lo indivisible de la esencia con la existencia.
Acaso el ro vive separado de su hondura, su grandeza y su pequeez?
No es fcil para el pensamiento habituado a pensar en trminos de opuestos, acatar que tanto en la esencia como en la existencia aquellos no existen, como existen cuando el pensamiento le asigna la verdad a un solo factor del dilogo. Si observamos bien, notamos enseguida, que el pensar se ha mantenido como dentro de un sendero donde rige ms un lado que los otros; y por consiguiente quedara oculto ese engarce indestructible de la tierra con su redondez.
19 Esta separacin que pareciera llevar el pensamiento consigo mismo, no es visible para el hombre; se ha constituido en arma secreta con la cual ste dispara de un lugar hacia otro, y dejando intacto lo invisible, no le es posible asir esa unin continua que hay entre un tallo y el aroma de la flor, entre las espumas y la cuenca ms oscura.
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Que el fuego sea metfora sensible de lo absoluto qu propone? La metfora como constituyente de palabra, no tiene impedimento en ser la aparicin sensible de lo absoluto. Hecho que establece una informacin ms en ser la palabra el mbito fundamental de la aparicin del Ser. No es fcil comprender estos enunciados, acostumbrados a pensar a travs de limites, diferencias, semejanzas, por s mismo el pensar rechaza que el pensamiento no contenga dentro, separacin alguna con el Ser, a su vez es fcil acatar que si el pensar es pensar mediante la palabra, lgicamente tal cual A + B = B + A, el pensamiento como palabra no puede contener dentro del s algo contrario al Ser.
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Cun hermoso seria si el pensamiento pudiera mirarse en un espejo y ver que quien all late y vive es el Ser, sin contradicciones ni dualidades, como las que ejerce el hombre cuando juzga y su balanza se inclina haca un solo lado. En el espejo igualmente abarca lo innombrable.
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Cierra las manos, calla, ha entrado sobre el alfizar irrumpen semillas ni blancas ni rojas un verde caprichoso repele las hojuelas del hundimiento
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La palabra mira, corre, dibuja una montaa, traspasa las galaxias y funda en cualquier lugar el nido metafrico.
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A la casa le naci un trbol y fueron los bosque los que se hicieron nios.
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Pensar un hilo es pensar un ro, un camino, un desfiladero, aun el borde de un labio. Realidades de un orden natural creadas por el prodigio del Ser al no llevar dentro de s la oposicin, la contradiccin, lo ambivalente, lo semejante, el lmite, la hora: libre pureza sin reflejos.
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21 El pensar es un vaco en su vertiente ms originaria y quien lo invade es la materia para construir dentro de esa vacuidad el concepto; por consiguiente, es aquello que seala; y sealando propone un tipo de verdad acerca de la propia materia. De all que el pensamiento pueda manifestar cmo, dentro de s mismo, creci la ventisca de una nieve distante de las fortalezas. Es el momento en que nos es fcil observar cmo la astilla al entrar en el pensar reverdece y se hace campo de anchura interminable. Si leo esta frase ltima, llevando una palita en la mano para escarbar, creo distinguir que el pensar y la materia se conectan de una manera inseparable.
El pensamiento se desliza entonces, dndole cabida a la invasin de la materia.
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Mas, el pensar al ser vaco, acata la figuracin que arrastra consigo la mirada, y es entonces el momento en que el concepto emerge dentro de la metfora o la imagen.
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"Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo; botn de pensamiento que busca ser la rosa" Rubn Daro.
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22 El pensar hace pensar el fuego, el nmero, la copa. Dnde esta la casa? La palabra la carga y ella se acomoda para el representar pensante del concepto. De esta manera se nos presenta casi con la autoridad del juez.
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Y llega la rosa y ni la brisa ni el rayo pueden impedir su nacimiento en la palabra
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Y es lo natural, la oposicin no existe, y si existiera sera posible que el fuego iluminara las cuencas del mar o la luz de un astro corriera hasta caer extenuada? Lo contradictorio es la forma que encontr el hombre para descubrir o averiguar aquello que pone a hablar la palabra de la casa.
Mas, el hombre prefiri ser ave, alejndose de la casa.
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La espina se clava en la pared
Emerge la montaa y salta la cotorra azul de la muralla
Quin entra?
23 El soldado abanica la bandera No hay nadie La luz y la sombra corren como nios Slo silencio slo espera slo
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Las contradicciones en el pensamiento las provoca el ente como abrazo que tupe la mirada. Le ocurre al Ser algo semejante? En su gran poema "Germania" Hlderlin nos dice: "...Entre el da y la noche de repente / Lo verdadero ha de mostrarse. / En tres sentidos sircunscrbelo, / aunque habr de quedar inexpresado / tal como all aparece, / en toda su inocencia..."
Nos preguntamos inocente por carecer de divisiones, de dualidades? Hablar de ello es hablar de un tendido sin rasgadura alguna, razn suficiente para ser rechazado por el hombre. Su lmpida pureza se nos convierte en un peso demasiado extrao, demasiado nsito para ser soportado. En ese aparecer de la inocencia, el hombre se retira, adhirindose ms hacia su propia necesidad existencial.
En el Ser no existe la contradiccin ni la oposicin, de all que este altsimo poeta alemn pueda hablar de inocencia, y es lo natural, acaso la inocencia lleva consigo lo contradictorio? La inocencia es el aparecer de la nica vez. Y qu ms podemos aspirar? Hlderlin dice que los poetas somos como los nios; lo que quiere decir que tambin somos inocentes, y es dentro de esa cualidad 24 que lo inefable del Ser entra en el mbito de la palabra; como un color, es un rubor sin dobleces ni descalabros.
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La inocencia asoma, y de tanto que es, no se la reconoce. As su pureza, as su vnculo, con el vaco quieto del abismo: Torres de aquello otro, del tiempo, del alma.
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Llena, llenando por donde pas Zeus sin tocar las sabias de las aguas oro, blanco, interminables.
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Abierta la inocencia se nos cuela. Compacta se tiende donde cualquier piso pueda volar.
La palabra entra viva, rebota en los espacios mientras los naranjales, los aires y los ros encarnan el azulado abarcamiento locuaz.
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Y la casa dnde est? Aireada, llena de inocencia, nunca en contradiccin. Y la detencin, la discontinuidad?
No hay oposicin.
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Inocentes cuando tocamos fuera, dentro y crece repentinamente, el almbar de una imagen que Cupido tal vez ocult para no amar.
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Aqu estoy Toda nube es blanca toda oscuridad es estrella toda penumbra es para el sol y est en la casa La palabra lo sigue es el Ser que estando no mancha La rosa lo retiene entre su forma y all permanece quizs un anciano abandonado Lo golpean los hombres hasta romper el manubrio y escarban sin cesar sin que a las manos le llegue la esfera justa para su aire de exaltacin
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El cedro y la luz lo encierran Un vaso se rompe mas su vaco sigue intacto por ser vaco de la casa
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El vaco es membrana intangible le llueve la quietud su contorno nunca ha iluminado 26
Ser acaso un hueco donde caben todos los cuerpos?
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La llave es para quien la encuentre Las caretas son barcos ngrimos que no conocen la casa donde la metfora pinta el agua entre la puerta y la pureza igual a una nia sentada en el muro de la ventana
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La imagen salta y es una cruz Las palabras encontraron la puerta abierta Fue entonces cuando el dilogo empez a contar la historia del tacn que por primera vez habl y hablando se hizo matorral para las hienas
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La tigresa tiene siempre listo su colmillo por eso nunca llega a habitar la casa
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La contradiccin arranca la ingenuidad con la que el hombre cree disminuirse. Para la casa del Ser, la palabra en su ms pura naturaleza, no arranca; deja. Y deja por una sencilla razn; al llevar consigo el Ser, no 27 desaloja. Y si la mirada no puede divisarlo, como pas en la lejana, ningn destrozo nos alcanza.
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Nos inquirimos entonces, cual es el oficio del Ser? El alberga en la palabra y es ella la que expresa, porque es el pensar el que permite que la rosa crezca dentro de s, quedando el Ser rezagado como un corredor, mientras los otros avanzan llenndose de cabalgaduras, bridas y cascos. Y l, siguiendo igual en la casa; dejando que las puertas se abran, las ventanas batan y la imagen irrumpa para colocarse su corona.
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Hablar del Ser semejante a un triangulo sin color, orificios, oposiciones, es situarlo demasiado distante de los hombres acostumbrados a poseer y a encaminar lo ms mnimo de la realidad circunstante y aun ms, la realidad incontablemente csmica. Este distanciamiento conduce a no acatarlo, a pensarlo como lo invisible, lo inexistente. Tal vez sea ello lo espectacular de su presencia; no aparecer tal cual el rostro, no asomar tal cual esas inmensas aguas claras que destierran la sed, o mostrarse inesperadamente, lo mismo que la inocencia al tocar los espacios buscando la raya final del horizonte.
Nos ata el amor, el poder, la ambicin, la soledad, aun la nada; esa que adviniendo desde nosotros mismos, se nos adapta sin que ella estorbe a nuestra visin fatdica de la vida, del tiempo, al no permitirnos ser inmortales en la existencia. Mas, el Ser est en el hombre como est en el ente. El hombre es igualmente 28 ente al llevar consigo una materialidad corporal, viva, creadora aun para la mirada inscrita dentro del propio cuerpo humano. Entre el rbol, la piedra y el hombre hay diferencias, estas se agrandan ms cuando en nuestro pensamiento, adems de ser un movimiento hacia afuera y hacia dentro, lo apoya y lo sustenta esa palabra fiel a la casa.
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El Ser yace en el hombre, el hombre lo rechaza. El rechazo es signo de una presencia que no cabe dentro de los cnones lgicos de la razn.
Si tomamos un fruto solo cuenta para el corazn, su color, su aroma, su corteza, prescindiendo de lo ms real de su realidad; es decir, lo otro completo aun tembloroso de la casa.
Epifana? No, lo espectacular.
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Si la montaa es una curva, y la curva vuela y se va tras la neblina, y se hunde y aparece ms all, por qu decir que la curva es nicamente para la montaa?
Escapes que forman la zanja irreparable entre el viento blanco de la casa y la red inamovible del concepto y su figuracin.
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Y como principitos de Saint-Exupery seguimos insistiendo porqu la separacin del hombre con el Ser?
Es igualmente una epifana? es igualmente una lucha por estar o por entrar dentro de lo que nunca a dejado de existir?
Dnde estn las respuestas?
La casa responde. La palabra habla.
Habla el Ser?
Una multitud camina hacia la casa, como nunca ha cerrado sus puertas, la multitud entra y se extienden los lagos y entra el sol donde el rostro cubierto es el camino que se abre.
Ah de nosotros que le clamamos destino y nos perdemos sin antes entregarle la rosa a la puerta!
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La casa aun si es movida, no se nos aleja; la rosa trajo el canto de la neblina. El adolescente junto a la piedra, al mandril, a la uva, al corno, escucha y comienza la palabra a engarzar en la imagen la voz amante de todos los hombres.
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Casa y Ser constituyen una unidad inaprensible por una sencilla razn: la mirada al mirar hacia afuera se hace foco que no traspasa los lmites los horizontes las cumbres, por consiguiente, no se interna all donde ella y el Ser permanecen sin diferencias, sin opuestos, sin semejanzas.
Cuando San Juan De La Cruz dijo: "ntreme donde no supe / y qudeme no sabiendo", ese "ntreme donde no supe" podra responder a aquel mbito sugerido carente de tiempo, espacio, opuestos, diferencias, semejanzas?
Al meditar acerca de estos planteamientos, tenemos la sensacin de permanecer dentro de un mar con aguas parejas donde no tenemos la necesidad, la prisa de lanzar el anzuelo ni hallar la montaa que, por alta y encumbrada, pareciera gritarnos: yo, soy yo y t, eres el otro! **
No es posible que la palabra rbol contenga dentro de s misma, la posibilidad de ser viento, fuego; no se puede alterar la figuracin de ninguna de ellas. De all que podamos pensar que la palabra tenga algo de roca pero con un distintivo: ni se eleva ni desciende, permanece frente a nosotros en llanura amplia, extensa, que nos permite, por carecer de opuestos, descubrir como se une la raz a la montaa, la montaa a la nube y la nube a un libro que alguien abandon sobre el lecho. Si en la imagen como en la palabra, no existen espacios cmo acaece la transformacin de raz en 31 montaa y nube en libro? La respuesta la conocemos. La transformacin se realiza por no contener la palabra y la imagen ninguna oposicin que le impida a la palabra nube enlazarse con la palabra libro. Volvemos a inquirirnos es acaso la transformacin una especie de lgica informtica perteneciente ms a lo aparente inmediato, que a la unin indestructible de la esencia con la existencia, de la vida con la muerte?
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La palabra existe, vive por la mxima de las razones "Ser casa del Ser" La palabra al existir se arroga una realidad tan potente como la de una colina o un rojo, adquiriendo de esta manera, la dignidad de un ente lingstico. Ella es el rescoldo donde anida el Ser y lo acompaa.
Parmnides dijo hace siglos, cuando escuch a la diosa Ditima dictarle su poema ontolgico; "Del ente es ser, del ente es no ser". S del ente es ser, la palabra como ente existencial del lenguaje no puede poseer ningn fundamento contrario, distinto al que contiene el Ser dentro de su afirmativa respuesta de ser.
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Ser y la palabra ama. Ser y la palabra toca el cielo. Ambos en silencio unvoco, sin divisin alguna, sin exigencias, dejando a la figuracin ser lo suficientemente ser para ser en el Ser y para los dems.
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32 La obra de Frank Kafka est sostenida por uno de los aportes ms importantes en la literatura del siglo pasado: el absurdo. Qu es el absurdo? En su cuento "La muralla china" Kafka nos narra la manera como fue construida esta antigua maravilla. Un personaje fue partcipe de esa titnica empresa, dejndonos en duda si la muralla fue concluida en su totalidad o no.
Al tomar en cuenta ese aspecto de si fue o no fue concluida con qu nos quedamos? con una no existencia de la posibilidad de un fin? Si Kafka no precisa la construccin, se debi tal vez a que cualquier afirmacin propondra un fin y no un final incomunicable. Acaso lo incomunicable se asemeja a lo innombrable? Ambos trminos proponen lo imposible de definir, concretar, aun explicar.
En la obra de este pensador praguense corre, como los ros, la incomunicacin. La incomunicacin no es una muralla imposible de traspasar? El personaje de "El castillo" nunca entra a este, ello qu indica? acaso la imposibilidad de quitar el velo que cubre el rostro de la diosa Hestia?
Qu ocurre cuando la incomunicacin prevalece entre los hombres como uno de los distintivos ms fundamentales de la existencia?
Que cada hombre slo se mire hacia dentro, y no encontrando otro asidero distinto al de su propia soledad, cierre la puerta de su alma y como piedra enterrada en lo ms hondo del ro, prescinde de la luz, del movimiento de los ramajes, del ciclo del efervescente 33 espectculo de una ciudad y se sienta a doler su propio hueco de neblina intraspasable.
Dnde queda el Ser?
Las tejas sobre los aleros. Las huellas sobre los candados. Las rosas entre las puertas.
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Cuando pronunciamos hombre, un crculo resonante, universal, encierra, como en un lazo, a todos los hombres de la tierra. Esa universalidad es distinta, o mejor dicho, tiene un movimiento de diferente explicacin a cuando decimos "La palabra es la casa del Ser". Lo que une palabra y Ser es ese "es" del cual Parmnides hizo nfasis al constatar "Del ente es ser, del ente es no ser".
Habituados a admitir la divisin entre Ser y existencia, no es difcil sospechar que en esa frase corta, pequea, fundamental, se encuentre, como la semilla bajo de la tierra, esencia y existencia inseparablemente unificados y no como ro entre mrgenes de palpitante color explicativo.
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En los ros de nuestros bosques encontramos dos mrgenes, las aguas resbalan junto a ellas y al llegar a las desembocaduras entran en el gran crculo donde las dems aguas viven en un azul inseparable del azul de los cielos. 34
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Si la palabra, como ente originario del pensamiento, llevara consigo algn elemento contrario podramos anunciar qu en el ro la oveja siembra el cielo?
Si una oveja siembra el cielo dentro de un ro que no existe, porque su existencia pertenece exclusivamente a lo invisible-imaginario de la vivencia creadora, se debe a que la palabra contiene el mismo silencio del Ser para poder ser la oveja la que funda cielos entre las aguas de un ro, igualmente ser esa guarida de "casa" que los hombres no visitan, es ms, la desconocen, sin recordar que si somos, se debe a que nunca dejaremos de ser, ser en el Ser.
La facilidad de sembrar en el ro al cielo tiene su consecuencia. Lo entitativo del ro, del cielo, por no contener dentro de s oposicin alguna, pudo establecer una nueva realidad existente, y tan veraz como al decir agua y saber que nos referimos a un agua verdadera dulce o salobre, o si clamamos rbol y nos seala el rbol asequible de los horizontes.
El cielo, el ro, pertenecen a un orden visible, la palabra a un orden invisible; pero tan dependiente el cielo y el ro de la palabra en el lenguaje, que parecieran ser hermanas gemelas en vez de figuraciones entitativas de significados diferentes. Hay un detalle de gran importancia que debe anunciarse. Si, por ejemplo, estamos en la montaa y vemos la ciudad convertida en una especie de cascarn doble y se nos viene a la mente 35 la palabra carta, ocurre entonces que un ningn sitio podemos verla, menos tocarla; ella habita en nuestra imaginacin o en nuestro pensamiento y a pesar de los esfuerzos que podamos hacer para encontrarla afuera, sta permanece invisible, se dira tupida por la neblina que cubre a los cerros. Pero, si tropezamos con un papel y all la encontramos escrita, ella, la Carta, surge ante nuestros ojos, menuda, real, con la fortaleza que dan las cosas al hacer visible su estructura formal. Hecho que nos induce a decir: la palabra al llevar consigo lo invisible hace posible lo visible.
Es cuando acaece el mejor de los hallazgos: la palabra por ser ente figurativo adquiere por s misma y sin que nadie la obligue, o la detenga, una condicin permanente. El gran poeta alemn del romanticismo, Hlderlin, no se equivoc al proclamar que los poetas fundaban lo permanente.
Retomando de nuevo nuestra actitud frente a lo esencial y lo existente, nos decimos; si esa permanencia es posible debido a un hecho sencillo, tan sencillo como son las arenas. Entre lo fugaz y lo permanente no puede haber oposicin; ambos existen sin repelerse, y ambos existen por ser precisamente la palabra la que nos habla de ellos desde su intimo rescoldo de la casa con las rosas y el portn abierto.
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La permanencia la origina la estabilidad del ente creador al acarrear consigo lo pasajero.
36 "La Iliada" es un libro de los que permanecen. Su escritura est sostenida mediante esa fugacidad existencial que emergi desde el momento en que Elena fue raptada y empez la guerra de Troya; por consiguiente en "La Iliada" su permaneca se ala a lo fugaz al mostrarnos guerra, vida, encono, pasin, mortandad.
Permanencia, fugacidad vendran a ser los apoyos necesarios para el existir del hombre. Mas, lo primordial radica en que al obtener la creacin una realidad individual, recoge como estampa primera lo que para la vida es pasajero. Acaso en " La Iliada" vida, muerte, amor, desolacin, no son situaciones fugaces, temporales que el verbo convierte en intemporales?. Una Elena raptada en tiempos remotos, se nos presenta como si por primera vez Menelao se la llevara de Troya.
En el arte es donde mejor se encuentra unido lo fugaz y lo permanente. La ciudad desaparecida de Troya retorna mediante la palabra a la existencia, hacindose presente, sugestiva, hasta aromtica. All est viva, latente, sus murallas empinadas, el humo de los fuegos recorriendo los espacios; el quejido, la muerte, resbalando, como ovejas por el precipicio.
Estn vivas las catacumbas donde aglomeraban a los cristianos perseguidos por los leones que ya no existen, mas siguen existiendo si alguien, mirando las arenas del circo, los evoca.
Si imaginamos al hombre de las cavernas ese hombre regresa a la vida y hasta nos muestra sus afilados dientes blancos como de nubes. Y si pensamos 37 en la ciudad futura del planeta Marte, igualmente esa ciudad crece se alarga y nuestra tierra a lo lejos igual a un guijarro enterrado dentro de los orificios de algn jarrn. Por qu entonces hablar de lo fugaz como lo que nunca jams retornar, y del futuro como aquello slo imaginable? Porqu hablar de lo permanente, si dentro de l se halla igualmente el tiempo de lo pasajero. Tiempo t, fruto de un color que jams concluye y que nunca ha comenzado, tiempo slo t, fruto que va siguiendo el rbol que traspasando los limites coloca el alma donde el color de la casa sostiene.
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Escalemos la montaa. Lleguemos al rbol. Nuestro odo en la tierra, nuestra voz en la palabra; esa que nos dibuja la silueta de un Zenn, de un Agatn, de un Scrates.
Escuchemos... asteroides
38 III
Lo eterno es contrario a lo intemporal? Ni lo uno ni lo otro. Del "ente es ser" y es ese "es" lo que impide que lo eterno rechace a lo intemporal. De all que a ambos los unifique el ser "es" y por consiguiente permanezcan dentro de una misma cualidad "es".
Pero qu es entonces lo eterno en s mismo? significa lo que queriendo no poseemos? Scrates dijo en el dilogo el Feln, que el amor radicaba en desear lo que no poseemos: y precisamente lo inmortal es lo que no nos pertenece, ocurriendo que para lograr esa inmortalidad, lo hacemos a travs de la perpetuacin de nuestra especie y por medio de la gestacin, el herosmo, la creacin artstica. Mas, tenemos lo eterno porque es nuestro lo fugaz, como lo es la heroicidad, la creacin, aun la gestacin.
En nosotros la fugacidad pertenece al momento, a la hora, al siglo, y ms al cuerpo que vive y muere semejante aquel fragmento ntimo de la corporeidad, que debido a los grandes nubarrones que oscurecen, se desprendi de su centro material de carne, sangre y huesos y alejndose cada vez ms despierta, dndose cuenta que contina siendo fugaz debido a que lo fugaz le propici la entrada a lo eterno.
Lo eterno que estando dentro de la interioridad lo alcanzamos cuando el alma entra ah y es acogida lo mismo a como recibe el labio el almbar fresco de todas las brisas de la tierra paraje que sostiene sin bordes, sin 39 espumas, sin puentes, aun sin bicicletas! paraje de la extensin sin fin, comienzo.
Rosa blanca que guarece estando arriba de la otra rosa blanca, nacida entre los surcos de los postigos, ventanales, de la casa?
***
No hay hora para la muerte, la muerte es vida. La muerte no se enfrenta a la vida, y la vida no rechaza la muerte: aro rodante entre el pursimo sigilo de la claridad clara de la rosa blanca eternal.
***
Vida; movimiento que nace junto al sol, desapareciendo dentro de l.
Muerte; marca que se asienta dentro la techumbre de las rosas blancas, ntimas.
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Las aguas son bellas; esa realidad es posible debido a que el agua no repele a lo bello que vive en ella, y de una manera tan natural y viva como quien duerme sobre un lecho, resultando que lo bello y el agua crean una imagen de figuracin, cuya veracidad contiene en su origen, lo que el Ser lleva al morar en la casa y ser el verbo el que expresa.
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El impedimento para llegar al Ser no es solamente el pensar; es la necesidad impostergable del hombre de apresar la naturaleza, la materia y hacerla suya y tan suya que se convierte en el sustento imprescindible para su vida, es ms, para sentirse seguro y continuar aumentando su ansia de posesin.
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El hombre establece el tiempo dividindolo en una nomenclatura que al acaecer, crea el espacio, la hora, el siglo, el instante. Mas el tiempo sigue siendo el tiempo y semejante al aire que estando frente y dentro de nosotros, no podemos apresarlo, escapndosenos como un errante que nunca mira hacia ninguna direccin por el hecho de estar esparcido, aun en lo que no tuvo principio ni fin.
El tiempo no es una cscara ni un redondel, y por no tener asidero y carecer de lmites, el tiempo, no conlleva en su ms intima concentracin, ni una chispa que pueda contradecir su propia e intima condicin de encontrarse a plenitud. De all que habite la casa dejando que las paredes lo reflejen y los ventanales se abran como nubes blancas para que pase el soplo de la palabra.
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Pensar como dice Heiddeger en su libro "Qu significa pensar?" pareciera ser pensar el Ser. Y nosotros audaces, arrogantes, nos decimos: es pensarlo y comprenderlo a travs de la palabra y como casa del Ser? El Ser no es materia, siendo esta la que origina las controversias, las discusiones; l se arroga como el fruto a 41 la pulpa y ningn impedimento del fruto le impide significar ese fruto. Entonces, al pensar el Ser sin contradicciones ni opuestos entenderamos mejor las contradicciones, las discusiones, aun las violencias que ocurre diariamente entre los hombres al proclamar verdades desvinculadas del ese ser del Ser que al albergar en la palabra deja ser la vida, el amor, la justicia?
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El Ser no existe como algo que se pueda descubrir, el simplemente est, el hombre lo interpreta y l no se lo impide; lo contrario, permite que la voz lo contenga y que se haga el corazn, sitio para su estada; sin explicacin se traduce. Gozo para el que lo sienta, alegra al reconocerlo.
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Con la mirada no distinguimos al Ser, como no se ve al hombre que duerme dentro de su habitacin.
No captar, no descubrir al Ser dentro de la casa de la palabra a qu se debe? a esa mira que vive en las pupilas y que semejante a una brisa se detiene en las superficies sin tropezar el delgado hilo del horizonte?
La mirada recuerda la hormiga que camina muy lejos mas nunca llega a la cima.
La mirada es un paso corto. Si toca la luna all se queda, permaneciendo el secreto de su amarillenta piel dentro del circulo cerrado de su propia oscuridad.
42 La mirada entonces se parece a esa amapola que al desprenderse del rbol, queda sobre la tierra.
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Y el universo qu es? acaso la estrella que resguarda entre sus brillos la redonda y sonora casa del Ser?, o es el tablado resonante que provoca el zapateo eterno de alguna danzarina?, o el ring donde constantemente esta golpeando el meteorito, el fuego, un astro luminoso que se parte esparciendo un velo de mostacillas que ignoramos donde concluir? Insistimos al preguntarnos: una estrella contendr dentro de s, otra estrella que nunca se ha visto pero que algn da mostrar su luz a la hendidura de algn piso o de alguna rosa tan abierta como el mismo pensar acerca de la casa del Ser?
Nos es dado pensar el Cosmos sin el Ser? Si as ocurriera, quedara ste como un fenmeno nicamente existencial que en s mismo rueda y en s mismo estalla para morir. Dicho fenmeno al ser captado por el pensamiento como hecho, que al existir por s mismo, tiene una consecuencia lgica y racional: permanecer totalmente separado; o si se prefiere desligado en su entraa ms honda de la esencialidad del Ser. Este s mismo del universo crea la divisin de lo existente con lo absoluto, dndonos la sensacin de ser ese universo semejante a un andariego que nunca ms quiso saber del pie que sostiene a las montaas.
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43 Entre tanto el pensamiento seguir siendo esa luz un tanto azulada donde se encuentran las arenas del cncavo crculo del mar?
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Si la palabra es casa del Ser, sta tiene que contener lo original del Ser y no poseer algo que no le incumba.
En el caso de que la palabra mantuviera consigo un elemento contrario o distinto a ella misma en qu sitio de la palabra permanecera dicho elemento? Como ente figurativo que es, no posee espacio interno; su figuracin la abarca totalmente, por consiguiente ese supuesto elemento cmo podra permanecer estando junto a lo que es distinto a la propia forma figurativa y por consiguiente al Ser? y si esto ocurriera provocara acaso y muy sutilmente, la invisible separacin entre Ser y el ente que es la palabra?.
Ser posible hablar del rbol eliminando todo aquello que lo lleva a ser rbol?
Ningn elemento es contrario a la palabra. Su identidad figurativa consiste en unirse a otra y fundar una presencia real nunca vista antes; presencia que posee como eje central de su forma, la vida, el hombre, el vinculo y aun lo eterno.
Si decimos; el agua es la mejor doncellez, el agua como ente natural que es nunca sospech ser una doncella; siendo precisamente el lenguaje quien realiza la increble manifestacin de ser la palabra la que, como casa del Ser, realiza tal ambrosa vocal. 44
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El Ser duerme dentro de la casa y la casa alimenta.
Casa y Ser constituyen para el hombre una unidad inaprensible que estando fuera pareciera recogerse hacia dentro, tanto, que ni aun la mano ni la mirada podran traerla de nuevo hacia afuera. Ser cierto este movimiento? ser acaso que nuestro pensamiento solo puede dar noticias de lo de afuera y no de lo de adentro que se recoge? El recogimiento no es seal de lo no existente, todo lo contrario, es indicio de ser como dira Juan Ramn Jimnez; "eterna plenitud desnuda" lo que podra asociarse a esa unidad inaprensible, como una limpieza sin rostros ni cadas, un contorno sin limites que ahorquen, un cielo sin estrellas que concluyan. Solamente lo no significativo, lo no por concluir, lo no por empezar es el Ser dejando ser, toda intervencin suya en la materia le cortara a esta la libertad de ser, hecho que se podra considerar como una oposicin a la propia limpieza del Ser, semejante a la nsita libertad del hombre al ser hombre de accin, pensamiento, justicia, y amor. Por lo tanto el Ser est no para entrometerse, si no para dejar ser, como el aire que deja a las hojas seguir adelante, y en ese hacia adelante detenerse sobre la piedra, sobre la tierra o sobre el agua.
Primera y ltima cada?
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45 El vaco, la nada y el abismo poseen una misma condicin; no llevar consigo ninguna figuracin entitativa, como lleva el concepto de mesa, de leche, o de sal. Cul es la diferencia entre ellos? Los ltimos mencionados toman para s, aquello que destaca la figuracin de los conceptos de mesa, de leche y de sal. Es decir, manifiestan la alteridad, as como se miran en los pozos las figuras quietas de las hojas. En cambio, los primeros mencionados, el vaco, la nada y el abismo, tienen una cualidad distinta, no apuntar hacia ningn aspecto de lo real circundante; lo contrario, parecieran haber nacido debajo de esos grandes peascos donde la oscuridad y el silencio son los ms callados establos que sostienen. Tales conceptos surgen en el lenguaje, como neblinas que si ponemos a andar, nos dejan all, donde comienza ese mbito carente de opuestos de tiempo, de espacios, de semejanzas y tropiezos.
Es cuando nos preguntamos dnde esta el espacio y el tiempo de la nada? dnde mirar el espacio y el tiempo del vaco, del abismo? poseen ellos las medidas que el hombre utiliza para constatar los lmites, la duracin?
Decimos nada y qu ocurre? Nada. Mas, decimos nada, y vale tanto como un bostezo o un suspiro. La nada entonces es algo? Es nada, solo que no tiene elemento de figuracin, ni tiene medida de espacio ni tiempo de marcador. Mas "es nada" y ya deja de ser nada para ser ese "es" del que Parmnides dijo que "del ente es ser", lo que implica "existencia" y con ella darle a la nada una afirmacin de existencia tan plena como la que posee el agua al ser agua. La diferencia entre ambos radicara en que la nada no es virtual, como lo es el agua, y por lo 46 tanto pertenece al orden de lo invisible. La nada es una presencia abarcante, no sumisa ni pedante al querer manifestar la presencia de otros entes que por s mismos, viven y que son para el hombre, para la mujer, el nio. De aqu que podamos asumir que su no figuracin la induzca a poseer una especie de intocable carnosidad sin espacio ni tiempo que contribuyan a incrustarle otro motivo u otra cualidad distinta a la de ser "nada".
Ninguna palabra la puede sustituir. Est, y ningn lazo tiende para rivalizar con el Ser; se mantiene all porque su nico poder es pertenecer a la casa y no al dominio de sta. El dominio es condicin demonaca de poseer, en cambio el de la nada es ser sencillamente nada; que es lo mismo y de alguna manera a ser sincero y a no cubrirse con ninguna mscara.
La nada en su cualidad esencial es una afirmacin que, por s misma, se afirma al decirse nada, vale decir, dentro de ella no hay contradiccin alguna que le pueda arrebatar su total sinceridad de limpia credibilidad. Si dijera; no soy nada, estuviera negndose a s misma al apoyarse en un "no" que contradice su simple presencia de nada; lo que quiere decir: me atengo nicamente a m, sin poder huir de m misma, soy un mbito carente de luz, segundo, abrazo, tristeza, aun "copete de rey", mi mayor libertad consiste en ser "nada", semejante a un bosque donde nunca hubo, ro, aves, rboles que alcancen las nubes y por lo tanto el cielo.
La nada y la palabra conviven y no dominan. La palabra hace de la casa el alimento para el hombre y la nada hace de su nada el ngrimo testigo de la limpia e nsita pureza del Ser. 47
La nada se acerca al Ser por carecer de materia, de tiempo y espacio; ella se acata a s misma, ocurrindole convertirse en el primer escaln que lleva al hombre a la casa del Ser.
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El hombre utiliza la nada incluso para conocerse a s mismo al proclamar "soy nada". Pero esta nada tiene un acento negativo sobre el "soy", obligndola a contener una accin de la que ella no es responsable debido a la falta de recursos lingsticos en el hombre, y al querer especificar la negacin de "no ser" frente a esa inmensidad inacabable que lo cerca constantemente conducindolo a que se sienta disminuido y casi imposibilitado al asirse a la ms profunda entraa del existir. Y de acuerdo a nuestro criterio; son la creencias, los mitos y aun la ciencia, lo que mediante sus imagines y frmulas, nos incrustan dentro de un gigantesco cajn blindado que nos impiden llegar a la frescura, a lo limpio, puro, inocente, de esa simple y genuina casa del Ser.
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Las explicaciones pasan y van quedando atrs como una especie de adis. El Ser queda porque nunca naci, y el nacer y el morir son una explicacin formal del movimiento de la materia.
El Ser est y ya es demasiado, y est igual a las races en lo entraable de la tierra.
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Ocurre entonces que a travs de la repeticin de la palabra "nada" le aparece a ella un tiempo insistente en el pensamiento que la lleva a poseer una figuracin muy especial, nica, y por lo tanto distinta a la palabra mesa, o a la palabra leche. Carecer de piel que fije tiempos de combate, que fije tiempos de destruccin.
En la palabra nada su figuracin se asemejara a un color sin forma ni lmites. En cambio en la palabra mesa o leche, se define la forma con que estos conceptos se presentan en la realidad circundante.
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"...El cumplimiento de mi obra es no querer nunca nada. Pues, mientras no quiero nada estoy sola en el, sin mi, y del todo liberada, mientras que, al querer algo, estoy conmigo y pierdo as mi libertad. Y si no quiero nada, si lo he perdido todo fuera de mi querer, no me falta nada: libre es mi conducta, y no quiero nada de nadie..."
"...Pensar ya nada vale aqu / ni obrar ni hablar..."
Margarita Porte (1250-1310)
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Resultando que la nada se nos aparece como una especie de agua seca, no quedando dentro de ella ningn ramaje, ninguna raz que pueda destrozar a otra. Si algn elemento distinto a ella la invadiera, dejara de ser lo que es para ser otra distinta; se detendra all, como un brazo que buscando, no encuentra. 49
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La nada es nada, el Ser es Ser. Qu los identificara? ambos conceptos se distinguen uno del otro? La nada se asemeja a una quieta sinceridad, ngrima como el silencio. Y el Ser? se podra relacionar con la rosa de la que habla Rubn Daro y que es la consecuencia del pensar?
El Ser calla, calla la nada; el Ser no impone, la nada no cie y es el pensamiento lo que les da un poder, tan poderoso que no podra pertenecer a la materia que se impone por s misma, semejante a un parlanchn que nunca deja de hablar. La materia a travs del nmero y de la palabra, nos habla, aquellos callan; callar es silenciarse, nunca dicen: " para eso est la casa, para eso est la palabra" que inocentemente se recogen para acercarnos tanto a la nada como al Ser.
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El vaco, el abismo, la nada, no podran contener lo que son s algn otro elemento diferente a ellos permanecieran all. Surgen como neblinas a las cuales si logramos caminar dentro de ellas nos dejan all donde comienza ese "territorio" carente de tiempos, de espacios, de semejanzas y tropiezos. Dimensin imposible de sealar, imposible de definir, porque no es tangible ni tiene centro donde se pose la mirada para que el pensar intervenga y pueda la rosa entrar en la tierra y echar sus races.
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La nada, el vaco y el abismo constituiran apoyos invisibles para detectarles una dimensin espacial y temporal muy distinta a la habitual que usamos para ubicar un punto, una ciudad, una galaxia. Unido a sto tambin la temporalidad que establecen cada uno por s mismos. La nada, el vaco y el abismo al ser espacios invisibles son ilimitados y atemporales, dndonos la oportunidad de sentirlos como concavidades o recipientes sin bordes, sin principios ni fin, toda una gruta que caminamos sin encontrar ningn gozne, ninguna aldaba que sostenga. Configuracin completamente diferente a lo que es un camino, un horizonte; en ambos, espacio, tiempo, son elementos imprescindibles que sostienen la presencia de camino u horizonte; en los otros; la nada, el vaco, el abismo, se comportan como hechos existentes que no utilizan ninguna otra figuracin para mantenerse.
El hombre usa estos tres conceptos para explicar lo que no es posible definir con otras palabras distintas, lo que nos lleva a decir: son conceptos utilitarios para el lenguaje al contribuir al conocimiento del origen de la propia materia, del hombre, del animal. Y lo pensamos as por una razn lgica, al preguntarnos cuando comenz la vida? cundo terminar la existencia? sentimos un sobrecogimiento que no sabemos explicarlo y sobre ese no saber, contestarnos lo que de alguna manera plantara, un vaco abismal.
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Nada, vaco, abismo; oleajes imprescindibles que al tocar sus aguas nos colocan dentro de la casa de la palabra del Ser. 51
Abismo, vaco, nada; sin races, sin sonoridad, incapaces de mostrar algo diferente a lo que son: velos traspasables. Y nos preguntamos por qu se nos convierten en imgenes? Cun suave es un velo si ese velo nos remite al Ser y si jams se opone a que esos tres conceptos sean los puentes fecundos y primarios del pensar.
Pensar es pensar el pan, la fruta, el beso y el amor; es cuando la palabra nos pone la casa y la habitamos para que el mundo, la vida, puedan correr y seguir y alcanzar el velo y traspasarlo, hasta llegar al Ser. Y desde all tocar, abrazar, amar, conocer, sabiendo que los opuestos solo existen para dividir, separar y al efectuarlo ampliarse cada vez ms el dominio operante del espacio, del tiempo y aun de la vida y la muerte.
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Es posible que el amor pueda convertirse para el poeta en brisa, teja, alero?
Alguien dice: "el canto lleva la raz hasta la cima."
Que el canto lleve consigo la raz no puede sorprendernos, si vivimos y miramos desde el lugar unvoco del Ser.
La metfora se forma por la necesidad inexorable de originar un "canto" al que le fue dado contener una raz y conducirla hasta la cumbre.
52 Movimiento invisible que crea la presencia de una unidad existente sin que alguien pueda destruirla, unidad plena como el sol, unidad mvil donde canto y cima pertenecen a un mismo camino totalmente real por lo sencillo y unido de su razn potica, trans-lumnica, entendindose dicho trmino como lo concibe el filsofo Ernesto Maiz Vallenilla.
Llevados por ese movimiento invisible, y a su vez unitario, nos preguntamos entonces la evolucin de la materia es acaso la presencia ms clara y definida para advertir en su envolvente movimiento, la ausencia de los opuestos? La transformacin de la materia en energa acontece por la carencia de contrarios tal cual ocurre dentro del Ser? Lo decimos por un simple hecho; si la materia llevara consigo la fortaleza irrompible que constituye un objeto podra la materia padecer de esa transformacin al convertirse en energa?
La transformacin es la consecuencia de la no existencia de opuestos dentro de la propia materia, dando la impresin de ser la materia, o aquello a lo que damos el nombre de materia, o la constatacin unitaria cuya presencia no tiene otro camino si no la de ser, es decir, la de ser la materia y la energa un centro donde existencia y esencia no conviven separadamente si no todo lo contrario, son un arco que gira sin girar y rueda sin cambiar debido al traspaso de la energa a la materia y de la materia a la energa; confirmacin de un centro unitario que si pudiramos verlo tal cual miramos la montaa o el agua nos daramos cuenta que existe nicamente en ser del Ser. El Doctor Fernando Risques comenta en su excelente conferencia "Las vrgenes negras" acerca de la alquimia; refirindose a lo planteado por Jung: "la 53 alquimia es el resultado de las maniobras para unir los opuestos."
Si lo opuesto se impusiera en la materia, podramos pensar que el Ser no es su semejante y quin podra respondernos? acaso lo fugaz? Mas lo fugaz qu lleva consigo? si no el limite aparente de un fin que realmente no es fin porque la materia prosigue su proceso evolutivo mucho ms all de la simple apariencia de un gajo cayendo sobre el camino.
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La hoja abre su piel y en la imagen se funda lo entraable de su verdad
Esplendente la palabra que entrega su realidad al hombre en su dolor y su muerte
La palabra del poeta alumbra el propio rbol pronunciado
rbol nuestro, de ayer, de hoy fortalecido por el amor y las aguas, noble en su fijeza, calmo en su esbeltez
rbol l, al or el ventarrn de la angustia nuestra de mil ramajes adheridos al instante de la sombra, al instante del sol en la lejana
Entre el borbotn del aire corriendo hacia aquel otro rbol del bullicio ntimo y la sobriedad redonda
54 Para quien descubre su camino entre el desfiladero y la piedra, entre la hojarasca y la lluvia de azul marfil y grano
En el pensamiento con lo prximo y la sorpresa, con lo asido e hiriente del silencio, nacido en el instante primario de la tierra y entre los aos intocables aun para el sol
En el pasado de un da naciendo para el sueo
rbol s, para las manos que se retiran ante el filo sordo de la desolacin
rbol s, suyo, nuestro: conjuro que atraviesa el rencor, aun el festn del destello y una voz que no responde
Con sus mil astas bajo los cielos clavadas en el fondo de los siglos
Con sus mil gajos creciendo para el ya otro y diferente entre las pupilas que buscan el albergue protector
rbol de la palabra, numeroso, hasta el instante de la desaparicin
rbol de circulo tuyo, mo, en su ida de semilla y la nueva del manjar, de nuestra soledad, de nuestro silencio, de nuestro fin en lo esfumado de la neblina por la palabra de la casa en el iluminado valle del canto metafrico
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La fachada de la casa tiene un semblante parecido al de la inmensidad. Busquemos su altura y no habr fin, miremos su ventanal y no encontraremos limites; as de unvoca es.
Encontramos el Ser al pronunciar casa y brotar ella tan fragante y tan exacta como el mismo rbol que ilumina la palabra: milagrosa presencia que hace del verbo el recinto confortable para que el Ser nos seale la puerta donde se siembra lo que en la propia casa hay de agua, distancia, paladar, encogimiento.
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La races del origen estn en lo prstino de las aves, de las nubes, en el alma y su canto de agua y sol. Son las que ms conocen ese fondo donde ni actan los contrarios ni se destacan puntos superiores junto a otros menores.
La casa es el corazn del hombre. Buscamos su altura y la raz baja hacia los pies. El agua en la techumbre no se derrumba. El calor en lo oscuro del albergue, el silencio subiendo desde las races, ellas no mueren, estn en el ir del agua, del fuego, en el principio de la voz y el ademn.