Alex

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TRADUCCIN HECHA POR:

Tessa Scott y Alee;D [Alejandra Morales]


Administradoras de Saga Delirium, pgina en Facebook.
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LLEGA A TI GRACIAS A:

Ministry of Lost Souls - Blog
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jame decirte algo sobre morir: no es tan malo como
dicen. Es traer de vuelta a la vida partes que hieren.
Era un nio otra vez en Rhode Island, corriendo a travs de la
galera, con direccin al ocano.
Lo que llambamos galera era el largo pasillo cubierto que iba
desde el puerto hasta llegar a la plaza vieja, donde todava se podan
encontrar bombas sin detonar, incrustadas en el ladrillo.
Haba un rumor que circulaba entre nosotros si pisabas una,
explotaras. Este chico, Zero, me desafi a hacerlo, y lo hice solo para
que me dejara en paz. Nada pas. Aun as, no lo hara otra vez.
Nunca se sabe. Una segunda vez podra hacer boom.
La galera estaba ladrillada y albergaba tiendas que hace cientos
de aos debieron haber abastecido a turistas, personas de vacaciones,
familias. Los escaparates se haban ido, tal vez salieron disparados,
pero probablemente solo se haban roto tras el bombardeo cuando
quien sea que sobrevivi los saquearon para obtener provisiones.
Estaban en orden: Lick n Swirl Ice Cream; Benjamins Pizza; The
Arcade; The Gift Gallery; T-Shirts-n-More; Grannys Ice Cream. Las
mquinas de helado haban sido desmontadas para chatarra, pero el
horno en Benjamins segua ah, grande como un auto, y a veces
solamos meter nuestras cabezas dentro e inhalbamos, pretendiendo
que olamos el pan horneado.
D
Haba tambin dos galeras de arte, y curiosamente, la mayor
parte del arte segua colgando de las paredes. No se pueden utilizar
las pinturas como palas, o los lienzos como mantas, no tiene sentido
robar arte, no hay a quien vendrselo despus de los bombardeos, y
no hay dinero para comprarlo. Haba fotografas de turistas, de
Antes, vistiendo camisetas brillantes y sandalias, comiendo helados en
conos repletos de bolas de diferentes colores, y pinturas de la playa
al amanecer, al atardecer, por la noche, bajo la lluvia, y en la nieve.
Haba una pintura, recuerdo, que mostraba un amplio, despejado
fragmento de cielo y el ocano dibujado hasta el horizonte; y la
arena llena de conchas, cangrejos, monederos de sirenas
1
, y trozos de
algas. Un chico y una chica se encontraban a cuatro pies de distancia,
sin mirarse, sin reconocerse de cualquier manera, all de pie, mirando
el agua.
Siempre me gust la pintura. Me gustaba pensar que tenan un
secreto.
As que cuando mor y me volv un nio otra vez, volv all, volv
a la galera antes de Portland, del traslado hacia el norte, y de ella.
Todas las tiendas haban sido reparadas, y haba cientos de personas
detrs del vidrio, con las palmas pegadas al cristal de una ventana,
mirndome mientras corra. Todos me gritaban, pero no poda or. El
vidrio era muy espeso. Todo lo que poda ver era la fantasmal niebla
de sus alientos contra el cristal y sus palmas, planas y plidas, como
cosas muertas.
Cuanto ms corra, ms lejos pareca el ocano, y ms pequeo
me haca, hasta que era muy pequeo, no mayor que una mota de
polvo. Hasta que no era ms grande que una idea. Saba que iba a
estar bien si slo pudiera llegar al ocano, pero la galera segua
creciendo, enorme y llena de sombras, y toda esa gente segua
llamndome silenciosamente por detrs del vidrio.

1
Cpsulas que contienen los huevos fertilizados de algunos tiburones, rayas y quimeras.

Entonces, una ola vino, me empuj hacia atrs, y me estrell
contra algo hecho de roca; y me volv grande otra vez.
Mi cuerpo explot hacia afuera como si hubiera pisado en una de
aquellas bombas, y rompindome en diez mil pedazos.
Todo estaba en llamas. Incluso mis ojos dolan cuando trataba de
abrirlos.
No lo creo, fueron las primeras palabras que escuch:
alguien debe cuidar de l.
Luego, alguien ms: Nadie se ocupa de esta basura.
Estaba vivo otra vez.
Quera morir.



Una vez, cuando tena doce aos, quem una casa.
Nadie estaba viviendo all. Es por eso que la escog. Era slo una
casa de madera blanca medio destartalada, situada en medio de un
montn de departamentos abultados y graneros, como excremento
de ciervos reunida al pie de una gran colina. No tengo ni idea de lo
que le pas a la familia que viva all, pero me gustaba imaginar que
ellos se haban ido a la Tierra Salvaje, que hicieron una fina ruptura
en la frontera una vez que las nuevas regulaciones haban golpeado,
una vez que la gente comenz a quedar encerrada por estar en
desacuerdo.
Estaba cerca de la frontera, a solo cincuenta pies de la valla.
Es por eso que la eleg tambin.
Empec con pequeas cosas: cajas de fsforos, papeles, luego
montones de hojas apiladas cuidadosamente en un cubo de basura, y
luego un pequeo cobertizo cerrado, de madera, en Rosemont
Avenue. Yo observaba desde Presumpscot Park, sentado en una
banca, mientras los bomberos venan a apagar el fuego del cobertizo,
el silbido de las sirenas aumentaba.
Observ mientras los vecinos se reunan, hasta que eran tantos
que bloqueaban mi vista y trat de levantarme. Pero no poda
ponerme de pie. Mis pies y piernas estaban entumecidos. Como
ladrillos. As que me sent y permanec sentado, hasta que la multitud
se hizo ms liviana y vi que el cobertizo, no era ms un cobertizo,
slo una pila de madera quemada, metal y plstico fundido, donde
un montn de juguetes se haba fusionado.
Todo debido a la chispa ms pequea. Todo por el clic de un
encendedor en mi mano.
No poda parar.
Luego, una casa. Fue un verano, seis en punto, hora de la cena.
Pens que si alguien ola el humo podra pensar que era una
barbacoa, y tendra tiempo de sobra para salir de all. Us trapos
rellenos de kerosene y un encendedor Bic que haba robado del
escritorio de la oficina del director de mi escuela: amarillo con caras
sonrientes.
De inmediato supe que era un error. La casa se deshizo en menos
de un minuto. Las llamas slo... La tragaron. El humo bloqueaba el
sol y el aire se volvi borroso por el calor. El olor era horrible. Tal
vez haba habido animales muertos en la casa, ratones y mapaches.
No haba pensado en comprobar.
Pero lo peor fue el ruido. Era fuerte, an ms fuerte de lo que
haba esperado. Poda or la madera reventndose y dividindose;
poda or astillas individuales explotar y crepitar en la nada.
Como si la casa estuviera gritando. Pero extraamente, cuando la
azotea cay, no hubo ningn sonido en absoluto. O tal vez yo no
poda or para entonces, porque mis pulmones estaban llenos de
humo, mi cabeza palpitaba y yo estaba corriendo tan rpido como
poda. Llam al departamento de bomberos desde un viejo telfono
pblico, disfrazando la voz. No me qued a verlos llegar.
Salvaron el granero, por lo menos. Me enter ms tarde. Incluso
fui a algunas fiestas all, aos ms tarde, en las noches que no poda
aguantar ms: todos los engaos, los secretos, el sentarse a esperar
para obtener instrucciones.
Incluso, la vi all, una vez.
Pero nunca volv sin recordar el fuego, la forma en que se comi
el cielo, el sonido de una casa, un algo, encogindose a nada.
Era por esto que era como despertar en las Criptas. No muerto.
Pero sin ella.
Como quemndome vivo.



No tengo nada que decir sobre mis meses ah. Imagnalo, luego
imagnalo peor, entonces desiste y date cuenta que no puedes
imaginarlo.
Crees que quieres saber, pero no quieres.
Nadie esper que yo viviera, as que esto era como un juego para
los guardias, ver cunto tiempo duraba. Un tipo, Romn, era el peor.
Era feo labios gruesos, ojos vidriosos como un pez en la tienda de
comestibles e infame como el demonio. Le gustaba poner sus
cigarrillos en mi lengua. Cort el interior de mis prpados con
navajas. Cada vez que parpadeaba, senta como si mis ojos estuviesen
explotando. Sola permanecer despierto en las noches y me
imaginaba envolviendo mis manos alrededor de su garganta,
matndolo lentamente.
Ves? Te lo dije. No quieres saber.
Pero lo peor fue dnde me pusieron. La antigua celda donde una
vez haba estado con Lena, mirando las palabras grabadas en la
piedra. Una sola palabra, en realidad. Slo Amor, una y otra vez.
Le haban remendado el agujero en la pared, reforzado y
clausurado con acero. Pero todava poda saborear el exterior,
todava poda oler la lluvia y escuchar el rugido lejano del ro debajo
de m. Poda ver la nieve que dobla rboles enteros en la sumisin,
podra lamer los carmbanos que se formaban en el otro lado de los
barrotes.
Fue una tortura ser capaz de ver, oler, or, y estar atrapado en
una jaula. Como estando en el lado equivocado de la cerca, a slo
unos metros de la libertad, y sabiendo que nunca la vas a cruzar.
S. As.



Mejor, de alguna forma, milagrosamente, sin quererlo, sin estar
dispuesto, sin intentarlo. Mi piel se uni, sellando en la bala, todava
alojada en algn sitio entre dos costillas. La fiebre baj, y dej de ver
cosas cada vez que cerraba los ojos: personas con agujeros en la cara
en lugar de bocas, edificios en llamas, cielos llenos de sangre y humo.
Mi corazn sigui andando, y una pequea, distante parte de m se
alegr.
Poco a poco, lentamente, volv a crecer en mi cuerpo. Un da, me
las arregl para ponerme de pie. Una semana ms tarde, a caminar
por la celda, tambalendome entre las paredes como un borracho.
Consegu una paliza por eso por curar demasiado rpido.
Despus de eso solo me mova por la noche, en la oscuridad, cuando
los guardias eran demasiado perezosos para echar vistazos aleatorios,
cuando dorman, beban, o jugaban a las cartas en vez de hacer las
rondas.
Yo no pensaba en escapar. No pensaba en ella. Eso vino despus.
No estaba pensando en nada en absoluto. Era solo voluntad, que
forzaba mi sangre a travs de mis venas, a mi corazn a mantenerse
abriendo y cerrndose; y a mis piernas a intentar y moverse.
Cuando recordaba, recordaba cuando era un nio pequeo.
Pensaba en la casa en la costa de Rhode Island, mucho antes de
mudarme a los caseros con algunos otros y venir a Maine: la galera,
el olor de la marea baja, y todo el ladrillo cubierto de capas de
excremento de pjaro, crujiente como niebla salina. Recordaba los
barcos que este chico, Flick, hizo con madera y chatarra, y el tiempo
en que me llev a pescar y atrap mis primeras truchas: el rubor
rosado de su vientre y lo bien que saban, como nada de lo que
haba comido antes.
Recuerdo a Brent, quien tena mi edad y era como un hermano; y
de cmo su dedo se vea despus de que se cort con un viejo
pedazo de alambre de pas, hinchado y oscuro como una nube de
tormenta; y cmo l grit cuando se lo cortaron para detener la
propagacin de la infeccin. Dirk, Mel y Toadie: todos ellos muertos,
me enter ms tarde, muertos en una misin secreta a Zombilandia Y
Carr, en Maine, que me ense todo acerca de la Resistencia, que me
ayud a memorizar hechos sobre mi nuevo yo cuando lleg mi
momento de cruzar.
Y me acord de mi primera noche en Portland, el cmo no poda
sentirme cmodo en la cama, cmo me mov al suelo por fin y me
qued dormido con la mejilla contra la alfombra. Qu extrao era
todo: los supermercados repletos de comida que nunca haba visto
antes y basureros amontonados de cosas que todava eran utilizables,
y las normas, reglas para todo: comer, sentarse, hablar, incluso orinar
y limpiarse uno mismo.
En mi mente, estuve reviviendo toda mi vida de nuevo,
lentamente, tomando mi tiempo. Retrasndolo.
Porque saba que, tarde o temprano, llegara a ella.
Y entonces Bueno, ya haba muerto una vez. No podra
sobrevivir a esto otra vez.
Los guardias perdieron inters en m despus de un tiempo.
En el silencio y la oscuridad, me hice ms fuerte.



Eventualmente, ella lleg. Apareci de pronto, exactamente
como haba hecho ese da; dio un paso a la luz del sol, salt, ri y
ech la cabeza hacia atrs, por lo que su larga cola de caballo casi
roz la cintura de sus jeans.
Despus de eso, no poda pensar en otra cosa. El lunar en la parte
interior de su codo derecho, como una mancha negra de tinta. La
forma en que se arrancaba las uas a pedazos cuando estaba
nerviosa. Sus ojos, profundos, como una promesa. Su estmago,
plido y suave, precioso, y la pequea cavidad oscura de su ombligo.
Casi me volv loco. Saba que ella deba pensar que estaba
muerto. Qu le haba sucedido despus de cruzar la valla? Lo haba
logrado? No tena nada, ni herramientas, ni comida, ni idea de a
dnde ir. La imagin dbil, y perdida. La imagin muerta. Bien
podra estarlo.
Me dije que si ella estaba viva seguira adelante, me olvidara,
sera feliz de nuevo. Intent decirme a m mismo que era lo que
quera para ella.
Saba que nunca volvera a verla.
Pero la esperanza lleg, no importa cun duro y rpido trat de
sacarla fuera. Al igual que esas hormigas coloradas diminutas que
solamos tener en Portland. No importaba lo rpido que las mataran,
siempre haba ms, un flujo constante de ellas, resistentes, siempre
multiplicndose.
Tal vez, dijo la esperanza. Tal vez.



Es curioso cmo el tiempo sana. Al igual que la bala en mis
costillas. Est ah, s que est ah, pero apenas puedo sentir nada ms.
Slo cuando llueve. Y a veces, tambin, cuando recuerdo.



Lo imposible ocurri en enero, en una noche como todas las
noches de invierno, fra, negra y larga.
La primera explosin me despert de un sueo. Seguido, dos
explosiones ms, enterradas en algn lugar, debajo de capas de
piedra, como el estruendo de un tren lejano. Las alarmas empezaron
a silbar pero con la misma rapidez vino el silencio.
Las luces se apagaron todas a la vez.
La gente estaba gritando. Pasos resonaban en los pasillos. Los
prisioneros comenzaron a golpear las paredes y las puertas, y la
oscuridad estaba llena de gritos.
Supe de inmediato que deban ser luchadores por la libertad.
Poda sentirlo, de la forma en que siempre poda sentirlo en mis
manos, como una gota, cuando tena que hacer un trabajo y algo
estaba mal: un polica encubierto dando vueltas, o un problema con
un contacto. Entonces, mantendra mi cabeza abajo, en movimiento,
reagrupando.
Ms tarde me enter de que en los pisos ms bajos las puertas de
doscientas celdas se abrieron simultneamente. Problema elctrico.
Doscientos presos tomaron un respiro por esto y una docena haban
logrado salir antes de que la polica y los reguladores se presentaran y
comenzaran a disparar.
Nuestras puertas estaban cerradas con cerrojos, y permanecieron
cerradas.
Golpe en la puerta con tanta fuerza que se me partieron los
nudillos. Grit hasta que mi voz se sec en la garganta. Todos lo
hicimos. Todos nosotros en el Ala 6, todos nosotros olvidados,
dejados a pudrirse. Los minutos que haban transcurrido desde que se
apagaron las luces parecieron horas.
Djenme salir! grit una y otra vez. Djenme salir. Soy
uno de ustedes.
Y entonces, un milagro: un pequeo cono de luz, una linterna
barriendo el pasillo, y el golpeteo de unos pasos rpidos. Lo admito.
Grit para que me liberaran primero. No estoy muy orgulloso de
decirlo. Me haba pasado cinco meses en ese infierno, y el escape
estaba al otro lado de la puerta. Das, aos, pasaron antes de que mi
puerta se abriera.
Pero lo hizo. Se abri.
Reconoc al tipo con las llaves. Lo conoca como Kyle, aunque
dudo que ese fuera su verdadero nombre. Lo haba visto en una o
dos reuniones de la Resistencia. Nunca me cay bien. Vesta
camisetas de botones realmente ajustadas y pantalones que le hacan
parecer como si tuviera un calzn chino constantemente.
En ese momento, l no estaba usando una camisa de botones.
Vesta todo de negro, y llevaba una mscara de esqu hacia atrs en
su cabeza, por lo que poda ver su rostro. Y en ese momento, podra
haberle besado.
Vamos, vamos.
Era un caos. Un infierno. Luces de emergencia parpadeando,
iluminando intermitentemente a los presos que se araaban unos a
otros para pasar a travs de las puertas y guardias pasendose en
equipos, o disparando aleatoriamente, entre la multitud para
detenerlos. Cuerpos en los pasillos, y sangre manchando el linleo,
salpicada en las paredes.
Yo saba, de todos mis tiempos en las Criptas, que haba una
entrada de servicio en el stano, junto a la lavandera. Cuando llegu
a la primera planta, los policas de ojos saltones en su equipo de
antimotines, estaban circulando. Los gritos eran tan fuertes. No se
poda siquiera escuchar lo que los policas estaban gritando. A cinco
metros de m, vi a una mujer que llevaba un vestido del hospital y
pantuflas de papel golpear un polica directo en el cuello con una
pluma. Yo pens: Bien por ella.
Como ya dije: No estoy muy orgulloso.
Hubo un estallido, una efervescencia, y algo sali rebotando por
el pasillo. A continuacin, un fuerte ardor en mis ojos y garganta,
supe que haban tirado gas lacrimgeno, y que si no sala entonces,
nunca saldra. Busqu el conducto de la lavandera, tratando de
respirar a travs del algodn sucio de mi manga. Empujando a la
gente cuando tena que hacerlo. Sin importarme.
Tienes que entender. No estaba solo pensando en m. Estaba
pensando en ella, tambin.
Era una posibilidad remota, pero no tena eleccin. Me met en el
conducto de lavandera, tan estrecho como un atad, y me dej caer.
Cuatro largos segundos de oscuridad y cada libre. Poda or la
respiracin resonando en la jaula de metal.
Entonces, estaba abajo. Aterric en una gran pila de sbanas y
fundas de almohada que olan como a sudor, sangre y cosas en las
que no quera pensar. Pero estaba a salvo, y nada estaba roto.
La lavandera estaba oscura, vaca, las mquinas antiguas
permanecan.
Toda la habitacin tena esa sensacin hmeda que todas las
lavanderas tienen, como una gran lengua.
Todava poda escuchar los gritos y disparos provenientes de
arriba rodando por el conducto de la lavandera, amplificados y
transformados. Sonaba como si el mundo se estuviese acabando.
Pero no era as.
Fuera de la lavandera, alrededor de la esquina, no haba
problemas en absoluto. La puerta de servicio se supone tena alarma,
pero saba que el personal siempre la desactivaba para poder salir a
tomar descansos y fumar sin subir las escaleras.
Por lo tanto: Estaba fuera, y al precipicio negro del Ro
Presumpscot.
A la libertad.
Para m, el mundo estaba comenzando.



Cmo la am?
Djame contar las maneras.
Las pecas en su nariz, como la sombra de una sombra; la forma
en que se morda el labio inferior cuando estaba pensando, la
manera en que su cola de caballo se balanceaba cuando caminaba y
cmo cuando corra se vea como si hubiera nacido para ir rpido;
cmo encajaba perfectamente contra mi pecho, su olor, el tacto de
sus labios y su piel que estaba siempre clida, y cmo ella sonrea.
Como si tuviera un secreto.
Cmo inventaba siempre palabras durante el Scrabble. Hyddyn
(msica secreta). Grof (comida de cafetera). Quaw (El sonido que
hace un pato beb). Como eruct a su manera el alfabeto una vez, y
me re tanto que escup refresco por la nariz.
Y cmo me miraba, como si yo pudiera salvarla de todo lo malo
en el mundo.
Esta era mi secreto: Ella fue la que me salv.



Tuve problemas encontrando la vieja casa. Me llev casi un da
entero. Haba cruzado sobre el ro a una parte de la Tierra Salvaje.
No lo saba, y no haba puntos de referencia para guiarme. Yo
saba que tena que rodear el sureste, y lo hice, manteniendo el
permetro de la ciudad en la mira. Haca fro afuera, pero haba
mucho sol, y el hielo corra en las ramas. No tena chaqueta, pero no
me importaba.
Era libre.
Deban haber luchadores por la libertad alrededor, prisioneros
evadidos de las Criptas. Pero el bosque estaba silencioso y vaco. A
veces vea formas movindose a travs de la calle y me daba la
vuelta, slo para ver un ciervo saltando lejos, o un mapache
movindose, encorvado, a travs de la maleza. Ms tarde me enter
de que los incidentes en Portland fueron llevados a cabo por un
pequeo grupo bien entrenado, de slo seis personas en total. De
ellos, cuatro fueron capturados, juzgados y ejecutados por
terrorismo.
Encontr la vieja casa al fin, mucho despus que oscureci,
cuando estaba usando la luna para navegar, y amontonando ramas
como marcadores para poder estar seguro de que no estaba solo
caminando en crculos. Ol humo y lo segu. Sal al largo callejn, que
el abuelo Jones, Caitlyn y Carr usaban para establecer sus
remendadas carpas y casas improvisadas, donde los viejos remolques
permanecan. Pareca que haca una eternidad me haba acostado en
la cama con Lena, sentido su aliento hacindome cosquillas en la
barbilla y haberla abrazado mientras ella dorma, sintiendo que su
corazn lata a travs de su piel a la ma.
Fue hace mucho. Todo era diferente.
La casa haba sido destruida.
Haba habido un incendio. Eso era evidente. Los rboles en los
alrededores eran desnudos dedos rechonchos, sealando
oscuramente al cielo como si lo acusaran de algo. Pareca que haba
habido bombas tambin, por la cubierta de metal, plstico y vidrio
roto esparcidas sobre la hierba. Slo unos pocos trileres estaban
intactos. Sus paredes estaban negras del humo, paredes enteras se
haban derrumbado, as que los carbonizados interiores eran visibles:
formas desiguales que podran haber sido camas, mesas.
Mi antigua casa, donde haba yacido con Lena, escuchado su
respiracin y deseado que la oscuridad se quedara para siempre, y
que as pudiramos estar all, juntos, por siempre eso haba
desaparecido por completo.
Puff. Slo alguna hoja de metal y los escombros de hormign de
la cimentacin.
Tal vez deb haberlo sabido. Tal vez deb haberlo tomado como
una seal.
Pero no lo hice.
No te muevas.
Haba una pistola contra mi espalda antes de que me diera
cuenta. Yo era fuerte otra vez, pero mis reflejos eran dbiles. No
haba odo el chico venir.
Soy un amigo le dije.
Demustralo.



Gir lentamente, con las manos hacia arriba. Un hombre estaba
de pie all, extremadamente flaco y alto, como un saltamontes
humano, con la mirada de ojos entrecerrados como alguien que
necesita gafas pero no puede obtenerlas en Tierra Salvaje. Sus labios
estaban agrietados, y se mantena lamindolos.
Sus ojos se posaron en la cicatriz falsa en mi cuello.
Mira le dije, y me recog la manga, donde haban tatuado mi
nmero de admisin en las Criptas.
Se relaj entonces, y baj el arma. Lo sientodijo, pens
que los otros estaran de vuelta a estas alturas, yo estaba
preocupado...
Entonces sus ojos se iluminaron, como si apenas se hubiera
percatado de lo que dijo.
Funcion dijo. Funcionaron... Las bombas?
Se acab dije.
Cuntos salieron?
Negu con la cabeza.
Se lami los labios de nuevo. Soy Rogers dijo. Vamos.
Sintate Tengo una fogata.
Me dijo sobre lo que haba pasado mientras estuve dentro: un
gran barrido en las granjas, extendindose desde Portland todo el
camino a Boston y en Nueva Hampshire. Haba habido aviones,
bombas, un gran espectculo de poder militar para el pueblo en
Zombilandia que haba empezado a creer que los Incurados eran
reales fuera de ah, y estaban creciendo.
Qu pas con los colonos? Le pregunt. Estaba pensando en
Lena. Por supuesto. Siempre estaba pensando en Lena.
Consiguieron escapar?
No todo el mundo. Rogers estaba nervioso. Siempre
movindose, levantndose y sentndose, golpeando su pie.
Aunque, muchos de ellos lo lograron. Al menos, eso es lo que he
odo. Fueron hacia el sur, empezaron a hacer el trabajo para la R all
abajo.
Hablamos durante horas, Rogers y yo. Con el tiempo, otros
vinieron: los presos que haban cruzado a travs de la frontera con la
Tierra Salvaje, y dos de los luchadores por la libertad que haban
lanzado la operacin. A medida que la oscuridad se hizo ms
apretada se materializaron a travs de los rboles, dibujados en la
hoguera, apareciendo repentinamente de entre las sombras, con la
cara blanca, como si entraran en este mundo provenientes de otro. Y
lo hacan, en cierta forma.
Kyle, el chico con el constante calzn chino, nunca apareci
otra vez. Y entonces me sent mal, muy mal.
Nunca le agradec, si quiera.



Nos tuvimos que mover. Habra represalias por lo que habamos
hecho. Habra ataques areos o ataques desde el suelo.
Rogers me dijo que la Tierra Salvaje ya no era segura nunca ms,
no como sola ser.
Nos pusimos de acuerdo para tomar un par de horas de sueo y
luego despegar.
Le suger ir al Sur. Ah era donde todo el mundo se haba ido
Ah era donde Lena, si hubiera sobrevivido, estara. No tena idea de
dnde. Pero yo la encontrara.
ramos un pequeo, deprimente grupo: un grupo de flacos,
sucios convictos, un puado de combatientes entrenados, una mujer
que haba estado en el manicomio y se alej poco despus que se
uni a nosotros. Hemos perdido a dos personas, de hecho. Un tipo,
Greg, haba estado en el Ala 6 desde que tena quince aos y haba
sido capturado por la polica por distribuir material peligroso:
carteles para un concierto clandestino gratuito.
Deba tener para entonces unos cuarenta aos: flaco como un
palo, con ojos de insectos, y con pelo que le creca hasta el final de la
espalda.
Quera saber cundo los guardias vendran a traernos comida y
agua. Quera saber cundo se nos permita baarnos, cundo poda
dormir, y cundo se encendan las luces. Por la maana, cuando
despert, l ya se haba ido. Debe haber vuelto a las Criptas. Se haba
acostumbrado a estar all.
Roger sacudi a todos hasta despertarnos antes del amanecer.
Habamos acampado en uno de los trileres restantes. Nos protegi
decentemente del viento, a pesar de que le faltaba una de sus
paredes. Por un momento, despertar con una capa de escarcha
revistiendo la manta y mi ropa, con el olor de la hoguera picndome
en la parte posterior de la garganta y las aves recin comenzando a
cantar pens que estaba soando.
Pens que nunca volvera a ver de nuevo el cielo. Cualquier cosa,
cualquier cosa es posible, si puedes ver el cielo.



El ataque se produjo antes de lo que esperbamos.
Fue poco despus del medioda cuando los escuchamos. Supe de
inmediato que no estaban entrenadosfueron haciendo demasiado
ruido.
T Rogers me seal all arriba. l hizo un gesto con la
cabeza hacia un pequeo terrapln; en la parte superior estaban las
ruinas de una casa. Todos hagan paso, extindanse, djenlos
pasar. Puso una pistola en mi mano, una de las pocas que
tenamos.
Haba pasado mucho tiempo desde que haba tenido un arma.
Tena la esperanza de recordar cmo disparar.
Las hojas crujan bajo mis zapatos mientras corra hacia la colina.
Era un da claro y fro, y mi respiracin quemaba en mis
pulmones.
La vieja casa tena el olor podrido de un calcetn sucio. Abr la
puerta y me agach en la oscuridad, dejando la puerta entreabierta
una pulgada para poder vigilar.
Qu demonios ests haciendo?
La voz me hizo girar y casi caerme. El hombre estaba muy sucio.
Tena el pelo largo, salvaje, y le llegaba por debajo de los hombros.
Todo est bien empec a decir, tratando de calmarlo.
Pero l me interrumpi.
Sal. Me agarr la camisa. Tena las uas largas y afiladas, y
apestaba. Fuera. Me oyes? Este es mi lugar. Fuera.
Gritaba cada vez ms fuerte, mucho ms fuerte. Y los Zombis
estaban cerca, estaran sobre nosotros en cualquier momento.
No entiende, intent nuevamente. Est en peligro. Todos
lo estamos.
Pero ahora estaba llorando. Todas sus palabras corrieron juntos
en una sola nota. Fuerafuerafuera.
Lo empuj hacia abajo y trat de poner una mano sobre su boca,
pero ya era demasiado tarde. Haba voces fuera, el crepitar de pies a
travs de las hojas secas. Mientras que me distraje, me mordi en la
mano, con fuerza.
Fuerafuerafuera! empez a subir sus gritos tan pronto como
saqu mi mano. Fuera-fuera-fuera!
Fue silenciado por la primera rfaga de balas.
Lo arroll justo a tiempo. Me tir al suelo y cubr mi cabeza.
Madera blanda y yeso cayeron sobre m tan pronto como vaciaron
veinte rondas en las paredes.
Luego hubo otros disparos, esta vez ms lejos. Nuestro grupo
haba roto la cubierta.
La puerta se abri con un chirrido. Una banda de luz solar creci
alrededor de m. Me qued inmvil, boca abajo, casi sin respirar,
escuchando.
Este est muerto. Las tablas del suelo crujan, algo se desliz
en la esquina.
Y el otro?
No se mueve.
Conteniendo el aliento, deseando que mis msculos no se
movieran, para que no se crisparan si quiera. Si mi corazn segua
latiendo, no poda sentirlo. El tiempo estaba hacindose lento,
extendindose a largos y almibarados segundos.
Haba matado una sola vez en mi vida, cuando tena diez aos,
justo antes de mudarme a Portland. El Viejo Hicks, lo llambamos.
Sesenta aos de edad, la persona ms vieja que he conocido en la
Tierra Salvaje por el momento, paralizado por la artritis, postrado en
la cama, con cataratas y dolor en todo el cuerpo, da tras da. Nos
rog que lo hiciramos. Cuando el caballo no est bien, le ests
haciendo un favor al caballo. Mtame, sola decir. Por el amor de
Dios, mtame.
Ellos me obligaron a hacerlo. As sabra que poda. As sabra que
estaba listo.
Sip. El hombre se detuvo encima de m. Me golpe con la
punta de una de sus botas, justo entre las costillas. Entonces se puso
en cuclillas. Sent sus dedos en mi cuello, en busca de mi nuca, para
tomar mi pulso. Parece bastante muerto para m, toda la R
Me di la vuelta, enganch el brazo alrededor de su cuello y tir
de l hacia atrs, sobre m, el segundo tipo trajo su arma y solt dos
balas. Tena buena puntera.
El tipo que estaba utilizando como un escudo fue impactado dos
veces en el pecho.
Por una fraccin de segundo, el tirador vacil, consciente de lo
que haba hecho, dndose cuenta de que acababa de vaciar una bala
en el pecho de su compaero, y en ese segundo hice rodar el cuerpo
que tena encima, apunt y apret el gatillo. No tom ms que un
solo disparo.
Como montar una bicicleta, pens, y de repente me vino una
imagen de Lena montada en su bicicleta, arrastrndose por la playa,
con las piernas fuera, riendo mientras sus neumticos se estremecan
en la arena. Me pongo de pie buscando en estos hombres sus armas,
identificaciones, dinero.
Las personas, a veces, hacen cosas terribles por las mejores
razones.



Qu es lo peor que has hecho en tu vida?
Estbamos tumbados en una manta en el patio trasero de Brooks
37, como lo hicimos siempre ese verano. Lena estaba a mi lado, su
mejilla apoyada en su mano, su pelo suelto, hermosa.
La peor cosa que he hecho finjo que lo pienso. Luego la
tomo de la cintura y giro para que quede encima mo mientras ella
me ruega que le deje de hacer cosquillas. Es lo que estoy pensando
hacerte justo ahora.
Ella se re y empuja su cuerpo lejos del mo. Estoy seria dice y
pone una mano en mi pecho. Est usando una camiseta strapple y
puedo ver las correas de su sujetador rosa plido. Extiendo la mano y
paso un dedo a lo largo de su clavcula, mi lugar favorito: como las
siluetas de unas pequeas alas.
Tienes que contestar dijo. Y casi lo hago. Casi le digo. Quera
que me dijera que estaba bien, que me segua amando, que nunca
me dejara. Pero entonces se inclin hacia abajo y me bes, su
cabello hacindome cosquillas en el pecho, para despus mirarme
con sus brillantes ojos color miel. Quiero saber todos tus profundos
y oscuros secretos.
Todos ellos? Ests segura?
Ujum.
Estabas en mis sueos anoche.
Sus ojos estaban sonriendo. Un buen sueo?
Ven aqu dije y te mostrar.
Ruedo sobre la manta para quedar encima de ella. Ests
mintiendo dice, pero est riendo, su cabello est desplegado por
toda la manta. No respondiste mi pregunta.
No tengo por qu digo, y la beso. Soy un ngel.


Soy un mentiroso.
Estaba mintiendo, incluso entonces. Ella mereca un ngel, y yo
quera ser el suyo.
Cuando estaba en las Criptas, normalmente me quedaba
despierto y hacia una lista de las cosas que ella debera saber, cosas
que le dira si alguna vez la encontraba de nuevo, como que mat a
ese viejo hombre llamado Hicks cuando tena diez aos mis manos
temblaban tanto que Flick tuvo que sostener mis muecas para
mantenerlas estable. Toda la informacin que pase mientras estaba
en Portland, mensajes de cdigos y signos, informacin usada no s
cmo, para no s qu. Mentiras que dije y tuve que decir. Veces en
las que deca que no estaba asustado y si lo estaba.
Y ahora, estos ltimos pecados: dos reguladores, muertos.
Y uno ms en el camino.
Porque cuando la lucha termin y baj a la casa para revisar los
daos, vi a alguien familiar: Roman, el guardia de las Criptas, tirado
en el csped con un cuchillo sobresaliendo de su pecho, su playera
cubierta de sangre. Pero vivo. Su respiracin era solamente grgaras
sobre su garganta.
Aydame dijo, trabndose con las palabras. Sus ojos mirando
hacia el cielo, salvajes como caballos, y entonces record al viejo
Hicks diciendo, Cuando el caballo no est bien, le ests haciendo un
favor al caballo.
As que lo hice, lo ayude. l estaba muriendo de todas formas,
lentamente. Puse una bala a travs de su cabeza, as sera rpido.
Lo siento, Lena.



Perdimos tres de nuestro grupo en esa pelea, pero el resto
empez a moverse. bamos lento, en zigzag, siempre que
escuchbamos rumores sobre un hogar, pasbamos por l. A Roger le
gustaba la compaa, la informacin, la oportunidad de
comunicarnos con otros luchadores por la libertad, reponer nuestras
armas, de mejores provisiones. A m solo me importaba una cosa.
Cada vez que bamos a un campamento, mis ilusiones se disparaban
otra vez. Tal vez en este tal vez esta vez tal vez ella ha estado
all; pero entre ms y ms nos alejbamos de Portland ms
preocupado estaba. No tena forma de encontrar a Lena. Ninguna
manera de saber si ella estaba a salvo, incluso.
Para cuando llegamos a Connecticut, la primavera estaba
llegando. Los bosques se desprendan del frio, el hielo de los ros se
derreta. Haba plantas floreciendo por todas partes. Tuvimos suerte.
El clima se mantuvo, tuvimos suerte consiguiendo unos cuantos
conejos y gansos. Haba suficiente comida.
Finalmente, tuve un respiro. Estuvimos acampando unos pocos
das en las ruinas de un centro comercial, con todas las ventanas rotas
y edificios hechos de cemento con letreros desvanecidos de
HARDWARE o DELI SANWICHES o UAS DE PRINCESA, era un de
edificio que me recordaba a la galera. Nos encontramos a un
comerciante que iba en direccin opuesta, hacia el norte de Canad.
Acamp esa noche con nosotros, y en la tarde cuando desenroll
una manta con todos los productos que traa para vender: tabaco,
caf, antibiticos, un par de anteojos (no sueles ver un par de
anteojos en la coleccin de un comerciante, pero con el ajuste
correcto, se poda tomar como un arma, que era mejor que no tener
nada.)
Despus lo vi: enterrado en una montaa de joyera, basura que
nadie usara excepto como chatarra. Un pequeo anillo turquesa en
una cadena de plata. Lo reconoc de inmediato. Se lo vi usar cientos
de veces. Se lo quitaba cuando quera besar su cuello, su clavcula. Le
ayudaba quitando el pequeo cierre y ella se rea porque mis dedos
eran demasiado torpes.
Me acerqu a l despacio, como si estuviera vivo, como si
pudiera saltar lejos de mis dedos.
Dnde encontraste esto? le pregunt, tratando de mantener
mi voz estable. La turquesa se senta caliente en mi mano, como si
todava llevara un poco del calor de ella en la piedra.
Hermoso, no? Era bueno en lo que haca: un buen hablador,
un chico que saba cmo sobrevivir. Turquesa genuina.
Probablemente fue vendido por una cantidad decente en el otro
lado. Cuarenta y cinco dlares, si es que necesitas dinero en efectivo.
Cunto me das por l?
No lo quiero comprar digo, aunque quiero. Solo quiero
saber dnde lo encontraste.
No lo robe dice.
Dnde? digo otra vez.
Una chica me lo dio dice, y dejo de respirar.
Cmo era? grandes ojos, como sirope de maple, cabello
marrn suave. Perfecta.
Cabello negro dice. No. Equivocado. Probablemente en
sus 20. Tena un nombre gracioso. Bird, no, Raven
2
. Ella pas por
este camino de hecho. Vena del sur el ao pasado con un grupo
completo. Baja la voz y me guia un ojo. Cambi el anillo y un

2
Juego de palabras ya que Bird significa pjaro y Raven significa cuervo.
buen cuchillo, solo por una Prueba. Ya sabes de lo que estoy
hablando
Pero haba dejado de escuchar. No quera saber acerca de la
chica, Raven, o cualquiera que fuese su nombre, quera saber si tal
vez ella lo tom a la fuerza de Lena. Yo saba que esa fuerza
significara que Lena estaba muerta. Pero tambin podra significar
que ella lo logr, que se uni a un grupo en alguno de los hogares.
Tal vez Lena tuvo tratos con esta chica, Raven, por algo que
necesitara.
Esa era mi nica esperanza.
Dnde estaba? me levant. Estaba obscuro alrededor. Pero
es que no poda esperar. Era mi primera mi nica pista sobre
donde podra estar Lena.
En un almacn justo afuera de White Plains, dijo. Es un
grupo grande. Dos o tres docenas entonces frunci el ceo.
Ests seguro que no quieres comprarlo? segua teniendo el anillo
entre mis manos.
Estoy seguro dije, y lo puse abajo cuidadosamente. No
quera dejarlo atrs, pero no tena nada, ni las armas que tom de los
reguladores, ni sus identificaciones. Nada con lo que pudiera hacer el
intercambio.
Los hombres con los que estaba decan que probablemente
estbamos a diez millas de Bristol, Connecticut; eso significaba que
Nueva York estaba a otras cien millas de distancia, y White Plains a
treinta menos de ah. Podra hacer treinta millas en un da si el
terreno era bueno y no me detena a acampar ms que unas horas
esa noche.
Tena que intentarlo. No tena ni idea de si Raven estaba en
movimiento y si Lena estaba con ellos, posiblemente tambin se
movera pronto. Yo haba estado pidiendo, orando, por una forma
de encontrarla, por una seal de que ella estaba a salvo. Y esa seal
vino.
Esa es la cuestin sobre la fe. Funciona.

Roger me dio una linterna, una manta desmontable, y tanta
comida como de la que se poda separar, aunque dijo que era una
locura empezar el viaje de inmediato, en la oscuridad y solo. Y tena
razn. Era una locura. Amor Deliria Nerviosa. La ms letal de todas
las cosas letales.
A veces pienso que tal vez ellos tuvieron razn desde el principio,
la gente del otro lado, en Zombilandia. Tal vez sera mejor si no
pudiramos amar. Si no pudiramos perdernos. Si no pudieran
pisotear nuestros corazones, destrozarlos; si no tuviramos que
remendarlo como monstruos Frankenstein, todo cosido junto y
ligado por no s qu.
Si solo pudiramos flotar, como la nieve.
Eso es Zombilandia: fro, calma, silencio. Es el mundo despus de
una nevada, la paz que viene con ella, el silencio sordo y el sentido
de que nada en el mundo se mueve. Es hermoso, a su modo.
Tal vez estaramos mejor as.
Pero cmo alguien que ha visto el verano grandes explosiones
de verde, cielos radiantemente iluminados con manchados
atardeceres, tumultos de flores y viento que huele a miel, escogera
la nieve?



Agradecimientos

Agradecemos a toda/os los seguidores de nuestra pgina por
animarnos a realizar esta traduccin. Y al blog anjieeeb en tumblr
por compartir las fotos que la hicieron posible.

DIFUNDE LOS DELIRIA, NETE A LA RESISTENCIA!

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