Manuel F. Lorenzo, "Teoría Ambital e Historia de La Filosofía", El Basilisco Nº 13, 1992.

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Artculos

Temr{n
Aambtm$
e
Ffrsora
de
Km FtEw$&f{m
Manuel Fernndez Lorenzo
Oviedo
n un artculo anterior (<Los cuatro mbitos
de 1a fiiosofa>>, El Bqsilisco,no 8,1991),
pre-
sentamos una estructuracin de la Filosofa
partiendo de la idea de Ambito. Segun ella,
ia Fiiosofa resultaba, bsicamente, de su im-
plantacin o enraizamiento en cuairo Arnbi-
tos dilerentes
(poltico, religioso, cultural
y
csmico), a partir de los cuales
y apoyndose en ellos podan
elcvarse,sus.ifi.io'msbriilantesysistemticos.Talestruc-
tura nuclear, topolgica o, mejor, topogrfica'
pues sus conte-
nidossecorrespondenmsconldeaspositivas,reaiiciadesbien
grlicas y palpables para todos, gue
c.on Ideas negativas de
iipo lgiio'-poclra
parecer en principio arbitraria
y todo lo
oitif.iJru
que'se quiera' Poclra parecer' Pero en realidad ello
rio cs asimlsmo ms que una apariencia,
pues' en el orden
cicl clescubrimiento,
clicha estructura ha sido buscada
y calcula-
Jo r.gun una compleia est.rategia
que' no solo nos iia llevado
a elefrrla a eila como la frmula ms clara y sistemtica' sino
que iambin hizo que se desechasen otras frmulas dcspus
cle haber sido mnimamenie
ensayadas'
Tal estructura,
por ianto' tiene un cierto fundamento'
ha
sido, en parte, probada y con ella se pueden ver aspectos de
iu istoria cle la Filosofia
que, segn las teoras tradicionales
dominantes, no podan ser
justificados' Por el1o, en este artcu-
lo, nos proponemos hacet una breve fundamentacin
de ella'
--primeio
de tipo estructural
y despus de tipo gentico-' por
lauiactesuaplicacinalestudiodelmaterialhistrico-filosfico'
La funciatnentacin
estructural de la configuracin
que
atribuimos
(en el rnencionado artculo), a la Filosofia requiere
una scrie de aclaraciclnes
previas acerca de 1o que entendemos
i)or
eso que se llama Irilosofa' Comr-'
ya expusimos en el
I'it.ulo .it"do, la Filosola es para nosotros una forma cle
concicncia objctiva, no ya especular, acijetiva o l'etleja' sino
cristalizada,
por ejemplo, en vn corpus filosfico lingstico,
en corporaciones sc'ciales, histricas
y actuales, etc', y que
est envuelta por otras fornas de conciencia de ias que se
aiimenta, ias iuales consti',uyen
para ella su mbito mqterial'
La Filosofa es, por el1o, para nosotros, un saber de segundo
grario, es decir, un saber de otros saberes, de sus lmites, posi-
itiu.t, relaciones, conflictos, etc. En tal sentido slo si en-
tendemos, en la lnea por ejemplo de Max Scheler,
que el
amot es una forma de conocimiento, un conocimiento intuiti-
vo, pero no por ello menos riguroso
y complejo, como de-
nlu.itru en si Esencia
y
forrna
de la simpata
(1913)' podra-
mos seguir manteniendo 1a frmuia traCicional de la Filosofa
.o*o un amor al saber. Por tanto, si la Filosola es' por
clefinicin, un saber,
y un saber dilerente de otros, la tarea
primordial que se nos plantea es establecer en qu consisten
esas difeencias
y que es lo especfico de ese tipo de saber'
En la poca moderna, sobre todo a partir del siglo xlx'
el saber na iio monopolizado cada vez ms por las ciencias
positivas (Fsica,
Qumica,
Biologa, etc') hasta tal punto que
iti.ht.
y Hege1, por ejemplo, llegaron a identilicar saber cou
saber-cientfio;
1 primero entendiendo la tarea central de ia
Filosofa como una Teora cle la Ciencia
(Wissenschaftslehre)'
y el segundo identilicando incluso la Filosofa con la Ciencia'
La icleritificacin hegeliana fue un pecado de soberbia
y degene-
r en una forma de metafsica iclealista, saltrdose las cautclas
crticas de Kant, siendo despus tremendamente
criticada en la
Filosofa contempornea. La Teora de la Ciencia de Fichte
cay en el olvid por sus propias dilicultades
y oscuridades'
Por otra parte, en la Filosola contempornea,
la Filoso-
fa de la Ciencia, monopolizando
la temtica
gnoseolgica'
ha hccho forina como una de las disciplinas ms vivas e
importantes, llegando a eclipsar parcialmente incluso a la Me-
rafsica, Ontologa
y ciems. Hoy casi lradie duda de que el
t4
o 1992. EL I]AsII-IsCo, 2l Epoca, n9 13, pgs, ]4.20 (Aptdo. 360. 3]080 ovicdo - Espaa)
EL BASILffiCO
conocimiento modelo de rigor y de verdad por antonomasia
es el conocimiento cientfico, que, adems, se ha extendido
hasta rotuar prcticamente (tcnicamente) todos los mbitos
de la realidad. Hasta el punto de que es imposible dar un
paso, cuando tratamos de conocer algo sin su colaboracin,
ya sea ofrecindonos su ayuda, sus mtodos, o sus resultados
debidamente contrastados-validados por la propia comunidad
cientfica, etc. En tal sentido, adems, tenemos la ventura de
contar en la filosofa espaola actual con el trabajo ciclopeo
de elaboracin de una teora materialista de las ciencias que
ha empezado a ser publicada recientemente bajo el ttulo gen-
rico de Teora del Cieme Categorial (Pentalfa, Oviedo 1992).
Por ello, los anlisis que desarrollamos aqu presuponen dicha
teora y se nutren de algunos de sus brillantes resultados, aun-
que slo de aquellos que modestamente creemos haber podido
entender o nos han sido tiles para nuestros propsitos.
Tal teora se caracteriza por ejercitar el punto de vista
gnoseolgico, como alternativo a otros enfoques posibles (lgico-
formal, psicolgico, sociolgico, informtico, epistemolgico,
histrico). Peo dicho enfoque se circunscribe abrumadoramente
al anlisis del conocimiento cientfico, o mejor an de las cien-
cias mismas como estructuras objetivas, anlisis importantsi-
mo sin duda, y previo tambin para abordar el tema que a
nosotros nos interesa ms directamente, el anlisis de la propia
filosofa. Por ello la taea que nos proponemos aqu es com-
plementaria con la anterior,
-aunque
no necesariamente ar-
mnica en toda lnea-, y la presupone. No se trata de elabo-
rar una teora de la ciencia, sino una teora del saber estricta-
mente filosfico. Dicha teora sera, en rigor, una Meta-filosofa,
si consideramos que ia Filosofa es un saber que a su vez
podra ser analizado por otro saber y as sucesivamente ad
infinitum. Pero si consideramos que la Filosofa es el lugar
donde el saber alcanza su ltima orilla, su ltima fundamenta-
cin,
-ms
all de la cual se abre el mar tenebroso de la
Metafsica o de la mstica-, entonces dicha tarea no sera
propiamente meta-filosfica, sino filosfica ella misma, en tanto
que la filosofa sera un saber lmite que inciuye internamente
el trmite de su propia fundamentacin, como saber asimismo
del propio lmite, en el sentido que seala por ejemplo Euge-
nio Trias
{Los
lmites del mundo, Ariel, Bacelona 1985).
En un sentido similar, e1 ltimo Schelling, en su poca
de Berln, consideraba que la Filosofa era, a la vez, Fiiosofa
positiva y Filosofa negativa (Ver mi libro, La llimq orilla,
Pentalfa, Oviedo 1989, cap. III). Pues como saber positivo
o sustantivo que ia Filosofa es, aunque su positividad no sea
del mismo rango qu la positividad cientfica, incluye un tr-
mite necesario de autojustificacin, un trmite crtico, adjetivo
si se quiere, pero insosiayable. Dicho trmite es el que quisi-
ramos abordar aqu, aunque sea esquemticamente.
Para empezar, entenderemos la Filosofa como un sabe
de otros saberes. Como una forma de conciencia, de saber,
que se alirnenta de otras fomas de conciencia a ias que toma
como materiales. Como una forma de conciencia ya no inten-
cional
-como
pensaban Husserl y Scheler-, sino como una
Conciencia implantada, como afima Gustavo Bueno, o como
una conciencia encarnada, corporeizada, como deca Meleau-
Ponty. Ahora bien, desde una perspectiva estrictamente gno-
seolgica, y para que sta se constituya debidamente, es preci-
so determinar no slo la estructura fomal de dicho saber (su
Lgica), sino tambin la estructura material conformada por
ella (su Esttica, su <lgica sensible>).
En el artculo anteriorment citado ofrecamos una primera
exploracin de dichas estructuras materiales, estticas, topogr-
ficas, definidas como Ambitos en los que se enraizan las lormas
del saber filosfico, a Ia vez que presentamos una tipificacin
bsica en cuatro mbitos distintos: religioso, poltict.r, cultural,
csmico. Una tarea previa que, sin embargo, nos da pie para
tatar de construir a partir de ella una teora gnoseolgico-
material o esttica de la Filosofa misma, una'Ieora que llama-
remos Teora Ambital. Pues desde un punto de vista materialis-
ta, la gnoseologa debe girar en torno a la materia misma del
saber, lo que no excluye la consideracin de su forma, por
supuesto. Pero sta, ahora, se entiende como inseparable de
la materia, consistiendo la forma en una materia especial, sim-
bolizada, que sirve para unificar una materia mltiple.
Por tanto, lo que nos es dado previamente es la materia,
los propios Ambitos que han sido producidos por un suje-
to-corporeo, por url Cuerpo
-y
no por un Yo como crea
Fichte-, por un individuo o conjunto de individuos dolaclos
de un cuerpo vivo que opera quirrgicamente sobre oto medio
asimismo material, suministrnclonos unos saberes, unos cono-
cimientos que se elevan desde los tecnolgicos-culturales hasta
los cientficos-categoriales que, a su vez, ger\etan las Ideas fllo-
sficas que los agrupan. Estas Ideas resultantes son mirltiples
y muy variadas a 1o largo de la tradicin histrico-filosfica.
Pero la tarea dei saber filoslico consiste precisamente en agru-
parlas sistemticamente en una forma
jerrquica,
de lal mane-
ra que se eligen algunas de entre ellas como las fundamentales,
a partir de las cuales se analiza el resto, etc.
Toda filosofa que ha alcanzado gran influencia ha tenido
que eiegir alguna o algunas Ideas, que no suelen pasar del
nmero de los dedos de una mano, cmo las Ideas trascenden-
tales o las que ms interesaon al filsofo en cuestin. E,n
el artculo anteriormente citado elegimos,
-no
sabemos si para
bien o para mal, pues esto 1o decidir el propio desarrollo
de esta Teora y en tal desarrollo es fcil equivocarse-, cuatro
Ambitos (poltico, religioso, cultural y csrnico), cada uno de
ios cuales rotura un espacio presidido por na ldea (Estado,
Dios, Cultura, Cosmos); y estabiecimos una estructura, especie
de <cudruple raiz>> de la Razn filosfica, que envuelve o
pone en conexin, y a Ia vez separa, unas Ideas con otras.
Es claro que tales Ideas, segn lo dicho, son las formas lirnites
en que se organiza ei saber filosfico, una especie de lo que
Ortega llamaba Creencias o Foucault <epistemes>. Pero dichas
formas presuponen a su vez un ser material, asimismo lnite,
a partir del cual han sido producidas. Dicho ser, desde una
perspectiva ontolgica es la Materia Trascendental, tal cono
sostiene Custavo Bueno en sus Ensayrss materialistos. Pero den-
tro de una perspectiva gnoseolgica el <dador de fomas> no
puede ser otro que el sujeto corporeo, homo
faber,
el hombre
de carne y hueso, que acta y padece.
Por tanto, como todo sistema de ldeas debe a su vez
tener un fundamento que las amarre, una fuente que galanticc
asimismo su identidad de origen, este fundamento es para no-
sotros (ordo cognoscendi) el sujeto-corporeo. Como bien vea
Fichte, no basta con descubrir en filosofa muchas verdades
si despus no tenemos un hilo conductor que nos evite perder-
nos entre ellas: <si originariamente se hallan en nuestro espri-
tu una multitud de hilos que no estn enlazados, en tai caso
no estamos en posibiiidad de luchar tampoco contra nllestra
naturaleza; nuestro saber, hasta donde se extiende, es siu duda
seguro, pero no es un saber nico, sino que son muchus cien-
cias. Nuestra casa, entonces, se mantendra sin duda slida,
EL BASILISCO l5
pero no sera un edificio coherente, sino un agregado de cma-
ras, de ninguna de las cuales podramos pasar a otra; sera
una casa en la que siempre nos extraviaramos
y nunca nos
aclimataramos. No habra luz en ella, y en medio de todas
nuestras riquezas permaneceramos pobres, puesto que jams
podramos calcular las mismas,
jams
contemplarlas como un
todo,
jams
saber lo que propiamente poseeramos; nunca po-
clramos emplear una parte de las mismas para el mejoramien-
to del resto, ya que ninguna parte se relacionara con el resto>
(Sobre et concepto de la Docfrta de lq Ciencia, Unam' Mjico
1963, p. 26).
Tal hilo conductor unificado fue para Fichte la Idea de
Yo, pero como traduccin liloslica no ya del homo sapiens,
tal como ocurra en Descartes, sino del homo
faber,
pues la
eserrcia clel Yo es la accin (Talhandlung), a pesar de 1o cual
su filosola tom un aire idealista, intelectualista, fantasmal
y, en gran parte, oscuro. Desde una perspectiva materialista,
como la que intentamos mantener aqu, la ldea-gua debera
ser por el contrario, la Idea de Cuerpo, de sujeto-corporeo,
Idea que tiene ya toda una prehistoria en la filosofa contem-
pornea que arranca no ya del corporeismo de un Hobbes
o del, as llamado, <materialismo vulgar>, sino de la misma
ctica e inversin de la Idea dei Yo de Fichte que lleva a
cabo Schopenhauer, o de la Idea del <yo pienso> cartesiano
criticada por Husserl y ms recientemente por Merleau-Ponty.
Sobre esto nos remitimos a nuestro libro, aun indito, Del
Yo al Cuerpo.
No podemos detenernos ahora tampoco en el anlisis de
lo que significa la Idea de Cuerpo, actuaiizada en esa especie
de <homo ludens> que domina actualmente. Nos basta con
sealar que la Idea-gua que vamos a utilizar en nuestros anli-
sis histrico-filosficos es su complementaria, la Idea de Am-
bito. As el Ambito de una Filosofa ser <el conjunto de
los cculos de conciencia que la rodean, as como el conjunto
rie las determinaciones bsicas que conliguran estos circulos
(ontbitu.s de ambir =
rodear). El mbito de una filosofa
ser normalmente inconsciente para ella misma (por ejemplo
ejercdo y no representado)>>,
(G. Bueno, La Metafisica Preso-
crtica, Pentalfa, Oviedo 1974, p. 17). Ambitus tambin signi-
fica, como seala Bueno, inters, deseo, ambicin. Y este es
precisamente el sentido que le da un alcance de Idea Trascen-
dental, en tanto, como ya reconoca Espinosa, la Ambicin
acompaa siempre necesariamente a las otras pasiones: <Pues
siempre que el hombre es poseido por algn deseo, lo es a
l;r vez, necesariamente,
por la ambicin. 'Hasta los mejores
-dice
Cicern- se guan en el ms alto grado por el deseo
de gloria. Incluso los filsofos hacen constar su nombre en
los libros que escriben sobre el desprecio de la gloria" etc>.
(Etico, ParLe III, Prop. XLIV, Editora Nacional, Madrid 1975).
Tambin Schopenhauer se apercibi con claridad del papel que
juega la ambicin en la Historia de la Filosofa: <'..todo sist-
ma filosfico piensa ya, apenas nacido, en la desaparicin de
toclos sus hermanos, como un suitn asitico al subir al trono.
As como en el panal slo puede haber una reina, as slo
puede haber una filosofa de actualidad. Los sistemas son tan
insociables como las araas que estn sentadas en su red, mi-
rando cmo las moscas se dejan cojer, pero se pelean cuando
otras araas se aproximan>>,
(El amor, las muieres y la muerte,
Eciaf, Madrid 1963, p. 198). Aadiramos
que los lmites a
la ambicin los debe marcar la conservacin
y el respeto al
Cuerpo (sea este el corpus philosophicus, o el propio cuerpo
profesoral frente al que Schopenhauer no contuvo su, por otra
parte justificado, resentimiento).
La Idea de Ambito que manejamos aqu, es una Idea nor-
malmente inconsciente, pero que puede devenir consciente. Es
por ello una estructura trascendental que se podra caracterizar
no tanto en trminos ontolgicos o 1gico-formales, ni siquiera
en trminos cientfico-categoriales (Umwelt, milieu), cuanto en
trrninos esttico-filosficos. Pues requiere un tipo especial de
intuicin, la intuicin esttica (y no ya la intuicin intelectuai
de que hablaban Kant y Fichte), para ser captada. En este
sentido recordamos las palabras de Schelling: <Si la intuicin
esttica es s1o la trascendental objetivada, entonces es evidente
que el arte es el nico rgano verdadero y eterno al mismo
tiempo documento de 1a filosofa, que continuamente testimonia
siempre de nuevo lo que la filosofa no puede presentar externa-
mente, a saber, lo inconsciente en el actuar y producir y su
identidad originaria con lo consciente>, (Sitema del ldealismo
trascendental, Pennsuia, Barcelona 1987, p. 156).
Como realidades estticas, los Ambitos de la Filosola pue-
den ser estructurados y compuestos para ser expuestos siguien-
do principios no ya igicos u ontolgicos, sino estticos' Nos
acogemos aqu a lo que en tai sentido Eugenio Tias caracteri-
z como el Principio de Variacin, como fundamenfo de un
mtodo de exposicin que se ha revelado muy lecuudo en
su reciente produccin filosfica (ver E. Trias, Filosofa del
futuro,
Ariel, Barcelona 1983). No obstante ello, nos parece
que tal Principio debe ser contextualizado, como haemos ms
adelante, dentro de una teora dialctica de las estructuras filo-
sficas, una teora dialctica de la esencia, que nos permite
determinar en ellas un ncleo o centro de ia Variacin que
la inicia y, a la vez, encierra en los imites de un curso o
recorrido filosfico. Sin tales lmites el Principio de Variacin
degenerara en un Principio catico y arbitrario.
Aplicando entonces este enfoque gnoseolgico-esttico, fi-
gurativo si se quiere, al saber filosfico, resulta que el campo
de la Filosofa, definido topogrficamente, est integrado por
cuatro mbitos (religioso, politico, culturai y csmico),
por
el conjunto de todos ellos (el espacio ambital) y por el espacio
no-ambitai o yermo, en el que la Filosofa no puede ya enrai-
zar y se anuncia su muerte. Adems debemos indicar de entre
los cuatro mbitos uno que juegue un papel nuclear en Ia
clula filosfica, a partir del cual toma cuerpo alimentado y
dirigido por el desarrollo variacional, hasta que en el curso
de tal desarollo se produzca eventualmente, la destruccin
del propio ncleo, el final de la sinfona, y por tanto la muerte
de la planta filosfica.
Pero antes de proceder as, debemos aclaar que ms que
hablar de Filosofa en generai, hablaremos de las semejanzas
y diferencias entre la Filosofa moderna y la antigua, pues
la Filosofa antigua, por ejemplo, todava se entiende ella mis-
ma no como un saber, sino como una aspiracin al conoci-
miento, y ese amor-aspiracin se considerar desde 1a Filosofa
moderna como una especie de ignorancia. No se puede equipa-
rar el conocimiento filosfico antiguo con el moderno por la
sencilla razn de que la mayor parte del saber lilosfico anti-
guo (la filosofa de la Naturaleza sobre todo), no era propia-
mente un saber, sino mitologa, fbula, falso saber en definiti-
va. Ni siquiera la Filosofa Poltica de los antiguos ha resistido
el paso del tiempo, a pesar de que muchas de sus teoras
fueron recuperadaas e integradas en la modernidad (ver Gusta-
vo Bueno, Primer ensayo sobre las categorias de las <ciencias
palticas>, Logroo 1991, p. 355, s.s.).
La Filosofa antigua constituye por si misma, sin embar-
t6
EL BASILISCO
go, un macrociclo que cubre desde su nacimiento griego hasta
su ocaso y deasaparicin literal en el mundo romano. La Filo-
sofa moderna creemos que tambin debera constituir una
variacin-recreacin de un macrociclo semejante, pero que an
no habra concluido. Eilo nos lleva, entonces, a tratar, en
primer lugar, de hacer una lectura de la Teora de los Cuatro
Ambitos que se repiten histricamente, aunque variando, en
relacin con dichos macrociclos o ciclos de radio mximo que
se encuentran en la Historia de la Filosofa.
Tales macro-ciclos lo son en relacin con los microciclos
histrico-filosficos. Como ejemplo de anlisis de uno de estos
microciclos observables en una perspectiva <corpuscular>,
-es
decir, en una exposicin en la que comparecen filsolos o
sucesiones de ellos-, valga el que ofrecimos en el artculo
antes citado, sobre el Idealismo alemn, y sobre el que volve-
remos ms adelante. Dicho anlisis debera ser aplicado tam-
bin a otros microciclos tales como el Racionalismo, el Empi-
rismo, el Positivismo, la Fenomenologa, etc. Ello excede aho-
ra mismo de nuestras posibilidades y debe ser tomado nada
ms que como un programa que merecera ser ensayado. Por
nuestra parte lo hemos puesto a prueba en habituales cursos
y seminarios docentes y esperamos poder ir publicando estos
resultados, si tenemos tiempo y ocasin para ello.
Tal proyecto es ciertamente ambicioso, pues abarca inclu-
so hasta la Fiiosofa medieval, al menos a partir del siglo
xu. Adems dichos lmites temporales necesitan asimismo, ser
justificados.
Con esa intencin entenderemos la Historia de
la Filosofa moderna como una Historia de la Fiiosofia euro-
pea, en contraposicin a la Historia de la Filosola greco-
romana o antigua. Nos parecen mejor estas denominaciones
que las ms ideolgicas y posicionales de <antigua> y <moder-
na>. Pues estas, traducidas en trminos histrico-positivos, son
la greco-romana y la europea. Ortega mismo utilizaba esta
contraposicin para distinguir el modo de vida mediterrneo
(que inclua el Norte de Africa: Cartago, Alejandra), del modo
de vida europeo, en el que Africa quedaba fuea o al margen
de la Civilizacin. Por ello, segn Ortega, no se deban identi-
ficar, aunque haya muchas correspondencias, a los pueblos
del Sur de Europa con la civilizacin greco-romana y medite-
rrnea. Pues ello olvidara la traslacin del eje civilizatorio
hacia el Noroeste que se produce, histricamente hablando,
con las invasiones brbaras y musulmanas.
De ah que los nicos macro-cicios histricamente obser-
vables, en una perspectiva <ondulatoriar en la que no compa-
recen los filsofos, sino las escuelas, corrientes, etc., sean esos
dos, el greco-romano y el europeo. La dilerencia entre ambos,
que permite 1a vaiacin, reside en que as como el primero
est acabado y clausurado desde Tales a Justiniano, el segundo
an contina abierto. Por ello, la lilosofa greco-romana, a
pesar de alimentarse de tantas falsedades, conserva todava
ese carcter de modelo insuperado, en tanto que acabado y
muerto. Lo mismo que para los estudiosos de la poltica suele
ser la Historia de Roma un rnodelo y banco de pruebas para
sus teoras. No obstante no debe olvidarse que tal modelo
tiene sus limitaciones. Pues no en vano se han producido nove-
dades que obligan, en parte, a rebasarlo y criticarlo.
Se suele decir que la lilosola griega alcanza su sistemati-
zacn y madurez nuciear en la poca de Scrates. Antes de
ella se dio el llamado perodo metafsico presocrtico, con sus
diferentes fases, que los interpretes suelen agrupar en varios
grupos, escuelas o crculos de pensamiento. Pero dichas clasifi-
caciones suelen ser en el mejor de los casos, f'enomnicas,
y en eilas se hecha de menos una fundamentacin filoslica
que nos manilieste la esencia de dicho pensamiento metafsico.
Desde Husserl para aca, la filosofa moderna ia redescubjerto
la necesidad de las esencias en la Filosofa. Pero la Fenonreno-
loga no ofreci ms que la posibilidad de establecer descrip-
ciones y tipoiogas de las esencias o estructuras de las cosar
mismas. No se represent la posibilidad de establecer definicio-
nes dialcticas de tales esencias. Tal posibilidad se inici cuan-
do dicha tradicin entr en conexin con el marxismo. En
tal sentido se cita la obra pionera de Tran-Duc-Thao, F-enome'
nologa y materialismo dialctico (1951). Sin olvidar, por su-
puesto, los casos de Sartre o Merleau-Ponty. Sin embargo has-
ta llegar ha Gustavo Bueno no hemos encontrado una expresa
y manifiesta dialectizacin de la teora lenomenolgica de las
esencias, con lo que ello supone de crtica y superacin cle
los aspectos idealistas o metafsicos que todava arrastraba la
doctrina husserliana. Por ello nos atendremos a la teora cle
la esencia que Bueno ha expuesto por primera vez en El ani-
mal divino (Parfe I, <La lase ontolgica: teora de la esencia>,
Pentalfa, Oviedo 1985, p. 99 s.s.). La interpretacin de nues-
tro esquema ambital en trminos de dicha teora liloslica
de la esencia, nos obliga a deterninar uno de los nbitos
como ncleo constituyente a partir del cual se generan los
otros tres mbitos restantes, segn un curso sucesivo qur cot)-
duce en ltimo lugar a la degeneracin y eventLral deslruccin
(negacin dialctica) del propio ncleo generador.
Tomaremos, pues, como mbito nuclear o generador de
la Metafsica el religioso. Como ya vea Max Scheler, la expe-
riencia religiosa es el horizonte previo de la lr4etafsica. As,
el origen de la Metafsica presocrtica queda situado, como
es habitual por ota parte, en el final del perodo en que
se gest la Mitologa griega (Homero y Hesiodo). El ncieo
metafsico se forma en Tales de Mileto por la interseccin
de dos elementos: el racionalismo geomtrico, por el inventa-
do, que se intersecta con las doctinas mitolgicas, generndo-
se con ello el pensamiento metafsico. Tales estuvo iltnrerso
en una atmsfera religiosa ((todo est lleno de dioses>), que
muchas veces se olvida, aunque 1o atestige un texto de Aecio
en el que se nos dice que el Agua. para Tales, era divina.
La primera de las diferentes especies o escuelas en que toma
cuerpo esta Metafsica despus de ser generada por los Mile-
sios es la Escuela Pitagrica, en la cual se desarrolla ya clara-
mente una metafsica de implantacin poltica al cistalizar el
ncleo racionalista teolgico en un mbito individualista y dc-
mocrtico que abre paso a la Isonoma. La segunda especie
metafsica que sigue a esta es ms difcii de acuar bajo el
nombre de un grupo o escuela. No obstante suele ser caractcri-
zada por la aparicin de la dialctiea, cuya ligura emblenitica
fue Herciito. La filosofa de ste gira en torno a la Idea
de Logos, por lo que puede ser delinida como de implantacin
cultural. La tercera y ltima especie metafsica se lornrara
en torno a otro grupo de nombes como Parmnides, Enipedo-
cles, Anaxagoras, en los que destaca la concepcin de la reali-
dad como un Ser redondo, una Esfera sujeta a ciclos de vicla
y muerte, o como una realidad homeomrica. Asimismo hay
que incluir aqu al atomismo clsico de Leucpo y Derncrito.
Son lilosofas de implantacin csmica que se abren paso a
partir de la oposicin egtre Herclito y Parmnides. En este
ltimo perodo se destruye con el aieismo, a causa del cual
Anaxagoras fue expulsado de Atenas, el ncleo religioso mito-
lgico del que naci la metafsica presocrtica. Como esulta-
do suyo queda el ideal de la vida contemplativa, aunque desli-
gado ya de la religin.
EL BASILISCO
t'|
Este ideal que aicanza su expresin filosfica en el Nous
cle Anaxagoras, aunque permaneciendo por ello estril, al con-
lluir con el racionalismo social
que madura en Atenas definiti-
vamcnte con Pericles, empezar a dar pruebas de su fecundi-
clari. Scrates, a quien le interesan no tanto las piedras y los
rboles como, los hombres en la ciudad' ser el primero que
se iije en esta inconsecuencia de Anaxagoras. Utilizar el Nous
para explicar los fenmenos de la polis. La experiencia
poltica
en sentido amplio es a partir de ahora el verdadero horizonte
cle la Filosofa, constituye un nuevo ncleo a partir del cual
debe ser reformado enrgicamente el pensamiento griego' A
partir de este mbito poltico nuclear, ahora filosfico y no
nletafsico, se generan las tres especies que habitualmente se
clistinguen como encarnando tres perodos histricos diferen-
ciacioJ: el cosmopolitismo helenstico
(implantacin csmica),
el culturalismo romano
que inaugura Cicern
(implantacin
cultural) y por ltimo, el fideismo cristiano de los Padres de
la Iglesia
(implantacin religiosa). En esta ltima fase se des-
truye, precisamente, el ncleo lilosfico
-poltico
antiguo, lal
como se pone de manifiesto con la misma destruccin de Roma
como centro
poltico (410-476), y con el cierre de ias escuelas
lilosficas en Atenas por Justiniano
(529).
Con ello creemos haber expuesto lo esencial de la Filoso-
la antigua, definiendo su nircieo (interseccin de la vida con-
templativa del Nous con la vida poltica), su curso histrico
y su iinal. Dejamos de lado la encarnacin corporativa de
iicho ncleo en las figuras sucesivas del comopolita helensti-
co, clel animador cultural romano y del sacerdote cristiano'
Despus la Filosofa desapareci de la escena histrica, cual
Guacliana,
para refugiarse en las cortes rabes, en las que
permaneci, como en conserva, sustentada
por los comentaris-
tas, hasta que volvi a emerger en la Europa cristiana' sobre
todo a travs rie la Escuela de Traductores de Toledo (s' xtt)'
Es precisamente en torno a esa poca cuando se puede
clecir que surge un pensamiento rico y riguroso
precursor in-
rnecliato de la modernidad con Abelardo
y dems' Realmente,
lo que se engenclra en ese momento es, a nuestro
juicio,
-y
por analoga con el mundo griego, en el cual tambien se habla
,l* unu faie medieval
(siglos xn al vn) en la que se forjaron
las <summas mitolgicas>-, es mas bien la Metafsica euro-
pea, o, como tambin se 1a suele llamar, la Ontoteologa' El
ncieo de esta Metafsica europea, tambin llamada Metafsica
moderna, se forma por la confluencia de los dogmas de la
'fcologa
con las .uhillus bien afiladas de la Lgica y del
Algebra que aportaron los rabes' No es casual,
por ello, que
el
*aconteciminto
que abre en este sentido dicho mbito
metafsico-religioso sea la famosa controversia sobre los Uni-
versales, y qu. todo ello culmine en la sntesis tomista de
Fe y Razn. A diferencia de lo que ocurre en el mundo anti-
guo aqu no es Ia Mitologa ni la naciente Geometra de los
irilesios, sino la Teologa como equivalente mitolgico de una
religin monoteista
y los comienzos de la Lgica moderna
y
del Algebra. La complejidad de este ncleo metafsico viene
.*pr.ridu
por la Escolstica medieval, ejemplo eminente de
un p.nt"*i"nto de implantacin religiosa de la Filosofa'
Dicho ncleo escolstico-religioso se desarrolla posterior-
menteenuncursohistricogeneradordelasdiversasespecies
de la Metafsica moderna, las cuales se pueden agrupar en
tres momentos marcados respectivamente
por las cumbres del
Racionalismo
(implantacin poltica), del Idealismo alemn (im-
plantacin cultuial)
y de la Fenomenologia
que pregona la
<<vuelta a las cosas mismas>
(implantacin csmica)' La ltima
especie metafsica incluye como trmite suyo la constatacin
expresa de la destruccin del ncleo religioso de la Metafsica
moderna
(<Dios ha muerto)) e, incluso, la percepcin de tal
acontecimiento como el ltimo episodio de la Metafsica' El
tema de la <muerte de la filosofia)),
que se vcntila en Nietzsclie
y en Heidegger tiene perfecto sentido cuando se entiende
por
ial la Metafsica moderna. Pues, por otro lado ocurre ms
bien lo contrario,
ya que hoy estamos, como intuan Hussel
y Scheler, en condiciones de asistir al surgimiento de una Filo-
sofa moderna en sentido estricto' Dicho surgimiento requiere
precisamente la crtica de la Metafsica moderna desde una
implantacin poltica (nuclear) de la Filosofa' que en este caso
ya no se puede dar, como en la Antigedad, a partir de la
democracia cantonalista de la Ciudad-Estado, sino a partir como
mnimo del Estado-nacin. Como mximo el filsofo se con-
vierte en el <funcionario de la Humanidad> del que hablaba
tambien Husserl. La Filosofa hoy, como en el ayer griego,
debe alimentarse del cordn umbilical socrtico
que la mantie-
ne enraizada en la poltica, ya sea en el Estado-nacin o en
formas ms amplias de organizacin como ias confederaciones
o uniones de E,stados naciones. La Filosofa est llamada, a
nuestro
juicio, a intervenir decisivamente en la profunda crisis
abierta en las sociedades occidentales ms desarrolladas, en
las que no le es suficiente a la democracia
y ia ciencia moderna
haber acabado con el poder social de la religin y de las su-
persticiones, si no pueden ofrecer a la vez una comprensin
profunda y bien fundada de las cosas que llos permita no
recaer en las creencias abandonadas
y superadas. Y esa tarea
es la Filosofa quien la puede llevar a cabo, siempre
que los
poderes sociales y polticos se convenzan de ello y renuncien
a marginar a los filsofos en beneficio de los demagogos y
otras gentes que viven de alagar la vanidad y los bajos instin-
tos del as llamado ahora, hombrc de la calie.
Con elio damos por finaiizada la aplicacin de la Teora
Ambital a la consideracin de los Macro-ciclos histico-
filosficos greco-romano y europeo. Pero dicha Teora tam-
bin puede ser aplicada de forma variacional a los Micro-ciclos
y a los ciclos intermedios. As cn nuestro artculo antes citado
se hizo ya un ensayo o prueba de esto aplicando la estructura
de los <cuato mbitos> para explicar lo que se puede llamar
una especie de Micro-ciclo histrico filosfico: el ciclo del Idea-
lismo alemn, desde Kant a Hegel' Ciclo tenido por clsico
y que ha sido explicado muchas veces recurriendo al tpico
risforiogrfico de las <triadas>. As Fichte, Schelling
y Hegel,
po est orden, constituiran la cadena aurea del Idealismo
alemn, como una variacin de otros encadenamientos clsicos
de filsofos de los cuales, el ms socorrido,
por estar en el
origen de la tradicin de la filosofa estricta es e1 de Scrates,
Platn,
Jencrates?
y Aristteles' Ciertamente a Hegel
ya en
su tiempo se le llam el <Aristteies alemn>, a Fichte <Pla-
tn>>, a Schelling tambin <Platn>, a Kant <Scrates>, etc'
Es este,
por otra parte, un procedimiento habitual entre los
historiadores
que hacen los manuales de Historia de la Filoso-
fa. La aplicacin de este esquema tridico a veces, otras tetr-
dico, 1o que denota faita de fundamentacin en 1o que se
dice, se repite tambin en otros casos: as ocurre con las series
Descartes-Malebranche-Espinosa-Leibniz,Locke-Berkeley-Hume-
Reid, Montesquieu-Voltaire-Diderot-Rousseau,
Husserl-Scheler-
Hartmann-Heidegger,
etc' Por ello el anlisis dei Idealismo
alemn en forma de triada no es ms que la aplicacin en
parte de un esquema
general con las variaciones
pertinentes'
Pero, a veces, el esquema parece forzado ante la presencia
de un <cualto hombre>
que incluso
puede hacer sombra a
EL BASILISCO
l8
la triada que Ie sigue. Es el caso de Kant respecto a Fichte-
Schelling-Hegel. La sombra del gigante Kant sobre los enanos
<postkantianos>, dirn algunos. Por ello en el artculo citado
al principio sentimos la necesidad de excavar la tierra que
sepultaba y tena en un olvido relativo a otros filsofos que
contribuyeron notablemente a la construccin del Idealismo
alemn, como Jacobi, los romnticos (Hlderlin, Novalis, etc.),
para tener una Idea ms compleja y, si as se admite, una
clave que explicase el alto vuelo de la famosa triada. Con
ello se incorporaba a Kant en un plano dilerente y previo
al ocupado por Fichte, Schelling y Hegel, ms en relacin
con Jacobi que con los romnticos espinosistas. Podemos aho-
ra tratar de aclarar ms aun esta situacin diferente de Kant
con respecto a sus sucesores idealistas en trminos de la teora
dialctica de las esencias combinatorias o variacionales, como
una diferencia entre el ncleo del Idealismo alemn sustancia-
do en la famosa oposicin kantiana entre la cosa en si y Ia
conciencia, producto del no menos famoso <giro copernica-
no)), y por otra parte el curso esencial que recorre dicho n-
cleo al generar sucesivamente los sistemas de Fichte, Schelling
y Hegel, en cuyo desarrollo la cosa en si tiende a desaparecer
idealizada
y reducida primero a un referente negativo de la
conciencia (No-Yo de Fichte), despus se ia identifica con ella
(Sistema de la Identidad de Schelling) y por itimo en Hegel
queda absorvida como un mero momento en el desarrollo del
Espritu absoluto.
Desde este planteamiento pueden ser explicados y corregi-
dos algunos fenmenos que llaman la atencin de los historia-
dores. As, por ejemplo, el hecho de que Kant y Hegel sobre-
salgan en la valoracin que los propios historiadores les otor-
gan al compararlos con sus compaeros idealistas. Comenzar
por el <caso Hegel>, es decir por la sombra excesiva, a nuestro
juicio, que este filsofo proyect sobre sus pares Fichte y Sche-
lling. Tal ensombrecimiento se suele
justificar
sosteniendo que
Hegel fue capaz de ofrecer una sntesis lgica de la schellin-
guiana Identidad entre la Naturaleza y el Espritu. Pero esta
intepretacin est llena de equvocos. Para desentraarlos de-
bemos complementar la interpretacin que hicimos en el art-
culo antes citado, pues en ella Hegel aparece como una culmi-
nacin del ciclo idealista, si y solo si no se tiene en cuenta,
-como
es habitual en las Historias de la Filosofia hasta des-
pus de la II Guerra Mundial-, la importante obra del Sche-
lling maduro y viejo, la llamada Spdtphilosophie. Su significa-
do general podra sintetizarse etr una propuesta an balbucien-
te de rehabilitar la cosa en s kantana en una lnea convergen-
te con lo que proclama tambin Schopenhauer y posteriormente
culminar con la <vuelta a las cosas mismas> de Husserl. Si
tenemos en cuenta esto nos encontraremos con que Schelling
aparece como la verdadera culminacin-superacin del Idealis-
mo alemn, tal como as lo vi, por ejemplo, Heidegger: <...
pues Schelling es el pensador propiamente creador y de ms
largas miras en toda esta poca de la filosofa alemana. Y
lo es tanto ms puesto que impulsa desde dentro al Idealismo
alemn ms all de sus propios fundamentos> (SchellingsAb'
handlung ber das Wesen der menschlichen Freiheit(1809), T-
bingen 1971, p. 4).
Ello exige una urgente revisin, por tanto, de la excesiva
importancia que se concede a Hegel todava en demrito de
Fichte o Schelling, como si estos fuesen pensadores de tansi-
cin o se hubiesen perdido sus obras. Aplicando el principio
de analoga, es como si alguien considerase a Platn como
una figura de transicin entre Scrates y Aristteies. Sera algo
escandaloso, adems de sectario, pues Platn representa el mo-
mento en que la filosofa griega pisa esa especie de <tierra
prometda> que era el Mundo de las ldeas, al que apuntaba
ya Scrates tratando de definir la Vedad, la Justicia, el Bien,
la Valenta, etc. Platn es el primero que lo pisa iniciando
su exploracin y difcil conquista. Luego viene Jencrates del
que sabemos muy poco y qrizs por ello lo infravaloramos
y por ltimo Aristteles es el que por lin se encargar de
dar una legitimacin legislativa a esa conquista, aunque al pre-
cio de destruir virtualmente la Teora platnica de las ldeas.
Y de ia misma manera que hoy se reconoce que hay ul'l
Platn
joven y un Platn crtico tanbin encontramos un
jo-
ven Schelling y un Schelling tardo y crtico del Idealismo.
Por ello, y atendiendo a esta revisin, Schelling, considerado
giobalmente, pasara a ocupar no tanto el lugar de cuhnina-
cin del Idealismo alemn como pensaba Heidegger, (a nuestro
juicio
este papel le corresponde a Hegel) cuanto el del discpu-
lo que trata de continuar la conquista y contempla sorprendido
como alguien (Hegel) detiene la lucha y trata de administrar
io conquistado ante el peligro de que todo se pierda con cl
triunfo de la eaccin. Schelling no tardar mucho en iniciar
una segunda expedicin de conquista guiado por los omuti-
cos de Munich, pero esta vez, a pesar de su genio inigualable
en estos menesteres, fracasa en su intento de asaltar la tierra
prometida que aquellos romnticos de Munich (el teosofo Baa-
der sobre todo), vislumbran todava de forma muy oscura y
nebulosa. Habr que esperar an a Nietzsche. La prueba de
ello es que slo desde la filosofa contempornea ernpezar
a comprenderse lo mucho de premonitorio que haba en aque-
lla gesta de la filosofa tarda schellinguiana, desdeada
ror
sus contemporneos como una recaida en la mstica o la cho-
chez religiosa. En tal sentido se deberan de valora
-y
dejar
de considerarlas como manifestaciones de un resentido que
envidia al amigo triunfador-, las protestas del Schelling tar-
do cuando consideraba que su filosofa de
juventud,
el Siste-
ma de la Identidad, en tanto que filosofa negaliva, haba
sido deformada por Hegel, <cuco que pone los huevos en nido
ajeno>, dando lugar a un <triste episodio> de la historia de
la filosofa moderna, por no haber penetrado su sistema ni
entendido su mtodo, incurriendo a Ia vez en un <formalisno>
idealista equiparable a una burocratizacin chinesca de la vida
(Schellings S. tf., Xll, 531 s.s.). No es ms que el desprccio
al legislador propio e irreprimible en todo conquistador.
El <caso Kant>, al que muchos historiadores de la Filoso-
fa, sobre todo los de procedencia neokantiana, o inlluitlos
por ella, siguen consideando no superado, sino tergiversado
por los <postkantianos> Fichte y dems, puede recibir una
justificacin
desde la interpretacin dialctico-variacional que
proponemos. La explicacin consistira en que la filosofa de
Kant constituye el ncleo del Idealismo alemn con cuya ayu-
da tiene lugar el parto del primer sistema u organismo iclealista
en Fichte. Y, como tal ncleo, se mueve en un nivel diferente
y previo al nivei en que se configuran sus sucesivos desarrollos
por obra de Fichte, Schelling y Hegel. Podra incluso mante-
nerse la tesis de que el punto en que el ldealismo alcatiza
su formulacin ms equilibrada y autntica es la filosoiia de
Fichte, el verdadeo Platn alemn, pues en sus sucesores,
Schelling y Hegel, puede observarse un progresivo deslizamien-
to hacia el materialismo, el cual acabar allorando en el seno
de la escuela hegeliana de izquierda (Feuerbach, Marx, etc.).
Dicha corriente acabar destruyendo el propio ncleo kantiano
del Sujeto Trascendental mediante la sospecha dirigida hacia
la existencia de un Inconsciente objetivo y material (las leyes
econmicas) que est'a ia base y condiciona a toda conciencia.
EL BASILISCO
l9
Pero volviendo a nuestro tema podemos observar
que ade-
ms de los Macrociclos
que nos daban la estructura
general
de ia filosofa greco-romana y de la europea' y de los Microci-
clos que nos presentan la estructura operatoria de los ciclos
de grandes individualidades filosficas, hay tambin unos en-
foques intermedios muy habituales entre los historiadores, en
los que comparecen corrientes filoslicas pero agrupadas asi-
mismo en grupos cuyo radio de extensin abarca entre un
siglo como mnimo hasta quizs tres como mximo. A diferen-
cia cle los Macrociclos
que se mueven entre los 5 6 siglos
y el milenio, y de los Microciclos cuya duracin va desde
el medio sigio (aproximadamente tres generaciones) al siglo
como mucho. Me refiero a corrientes tales como la filosofa
Renacentista, el Racionalismo, el Empirismo ingles, la Ilustra-
cin, el Positivismo, la Fenomenologa, el Existencialismo, etc'
1'ales figuras filosficas deben ser estructuradas
y ordenadas
segn su desarrollo histrico. De tal manera que si vamos
aplicando la estructura ambital diseada a cada uno de los
cuatro grandes perodos histricos de la Metafsica moderna,
tenclramos una situacin
que a pesar de ser extremadamente
compleja no deja de resultar por ello sumamente clara en su
estructura de fondo. Aqu, desde luego, no podemos esbozarla
en tocla la extensin y profundidad que se merece. Nos limita-
remos por ello a constatarla reducindonos al anlisis de algn
mbito como muestra. Extraido,
por supuesto' de la Metafsi-
ca moderna, pues esta olrece mayor riqueza y seguridad de
informacin que la Antigua en el caso de las relaciones entre
las corrientes filosficas, as como en el anlisis de ciclos de
grandes filsofos.
Tales estructuras intermedias entre las Macrocclicas
y
las Microcclicas tienen tambin la forma habitual de triadas'
Por ejemplo, cuando se analiza ei bloque Renacimien-
to-Racionalismo-Empirismo,
o el bloque Ilustracin-
Idealismo-Positivismo, etc. La misma consideracin
que hici-
mos cuando hablamos de los Microciclos tipo Scrates-Platn-
Aristteles, debe hacerse para estos ciclos de movimientos
filosficos. As, si analizamos el caso de lo que llamamos
el mbito de la modernidad cultural, que suele hacerse co-
rresponder con los siglos xvtlt-xIx, tendremos la serie de la
Iluslracin francesa, el Idealismo alemn y el Positivismo'
Dicho mbito suele ser contemplado como un movimiento
que describe una trayectoria de aurora ilustrada, medioda
iiealista y ocaso positivista cle la filosofa. Este tipo de expli-
caciones son tpicas y comunes. Pero no por ello deben ser
despreciadas,
pues los tpicos encierran muchas veces algn
tipo de verdad.
Si aplicamos a dicha serie el supuesto de que configura
un ciclo deberemos preguntar en primer lugar por su ncleo,
el curso de dicho nircleo y su eventual destruccin, etc. Pues
bien el ncleo de este movimiento a nuestro
juicio, y aventu-
rando opiniones provisionales, estara en la llamada llustracin
inglesa, representada ms por Newton y Boyle que por Locke
o Hume. Pues estos dos ltimos filsofos estn todava inmer-
sos en el mbito de implantacin
poltica anterior. No han
podido asimilar, en el caso de Hume por ejemplo, 1o que
supondr
para la teora del conocimiento ei que Newton haya
priesto a la ciencia moderna en el seguro camino. Es precisa-
mente la fisica de Newton lo que despierta la admiracin de
un Voltaire, o la atencin absorvente de un Kant' Dicha lius-
tracin alimentar la fe en los progresos de la ciencia
para
reclimir a la Humanidad. Un arma tan poderosa que se siente
que a ella deben subordinarse la poltica, sacrificndose si es
preciso hasta ia propia democracia parlamentaria, tal, como
trasluce el gusto de estos Ilustrados por el Despotismo o de
los Idealistas por las revoluciones violentas. Este ncleo de
la Ilustracin inglesa se podra definir
por la aplicacin de
la nueva racionaiidad cientfica a la realidad poitica y social.
La primera especie surgida de este ncleo es la Ilustracin
Francesa, en la que dicho movimiento se conviete por primera
vez por obra de <les philosophes> en una palanca impresio-
nante de transformacin sociai
que culmina en la Revolucin
francesa (una revolucin muy distinta, por ello, de ia inglesa)
y en sus sucesivas Repblicas que van cumpliendo el programa
ilustrado. La filosofa asume entonces el ideal cientfico de
la Enciclopedia, desde Diderot hasta Spencer, pasando por He-
gel. La Ilustracin francesa se extiende a otros pases como
Prusia, Espaa, Italia, Rusia, etc. Pero donde engendra una
transformacin nueva es en Alemania de la mano de Kant,
el cual partiendo de dicho movimiento y criticndolo en parte
alumbra al Idealismo alemn. En dicho movimiento, Fichte
y Hegel proclamarn que la salvacin de Aiemania est en
la cultura cientfica (Wissenschaft). En una Razn cientfica
todava muy metafisica y poco positiva. Con el surgimiento
de nuevas ciencias adems de ia fsica-matemtica de Newton'
como la Termodinmica, la
Qumica,
etc', la Idea de Razn
cientfica exigir un orden interno, una clasificacin de las
ciencias. Esta ser la tarea del positivismo a partir de Comte.
Muchas disciplinas culturales dejarn de ser cientficas y ade-
ms aparecer la degeneracin del especialismo que en el lmite
engendrar el monstruo del <brbaro especialista>
que deca
Ortega, de la posibilidad del cientfico inculto, sin ilustracin
aunque con mucho prestigio y poder social. Con ello el ncleo
ilustrado es destruido internamente cerrndose as dicho ciclo.
El ciclo siguiente de corrientes fiiosficas (Vitalismo, Fenome-
nologa, Existencialismo, etc.), ser incubado en el Romanti-
cismo como primer movimiento cultural
que hace una crtica
frontal a la Ilustracin. Pero este ciclo ya pertenece a otro
mbito filosfico
general, al mbito de la implantacin csmi-
ca, naturalista, vitalista y antimecanicista de la Filosofa.
Deberamos hacer 1o mismo con los movimientos filosfi-
cos que se dan en el mbito religioso medieval, en el mbito
poltico moderno y en el mbito csmico contemporneo. Peto,
atenindonos al cacter programtico de este escrito, desisti-
mos de hacerlo pues consideramos tambin
que este tipo de
explicaciones, si se eiteran o repiten mucho sin pasar a la
aplicacin y ai anlisis pormenorizado
-el
cual exigira el for-
mato de un libro-, pareceran forzadas
y producto de una
combinatoria superficial o arbitraria.
No obstante queremos recordar que la aplicacin a estas
materias de un Principio de Variacin, tal como 1o ha formu-
lado Eugenio Trias, permite recrear o reproducir de forma
cuasi-artstica un tipo de conocimientos
que normalmente,
hasta la fecha, se presentan en las Historias de la Filosofa
al uso como un amasijo catico e indigerible de datos, de
fiiosofas, de corrientes y de filsofos en las que se mezcla
todo, lo esencial con lo marginal, etc. Tal reexposicin mo-
dulante o del gnero combinatorio, no es desde luego inocen-
te, pues presupone una estructura filosfica
que a su vez
surge de una concepcin de la Filosofa, ella misma resultado
de todo un largo desarrollo histrico-filosfico
que la prepa-
ra, etc. Si algn tipo de inocencia se quiere reivindicar aqu
sera aquella inocencia que todava permite al compositor-
lilosfico encontrar nuevas estructuras a travs de las cuales
el torrente filosfico halle unos cauces por los que pueda
fluir de forma
que resulte una armonia sinfnica de sonidos
nunca escuchada antes.
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