Historia de La Lectio Divina

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

Ecclesia, XXIV, n. 4, 2010 - pp.

371-382

Historia de la lectio divina.
2. Los Padres del Desierto
Antonio Izquierdo
Profesor de Nuevo Testamento en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, Roma

ESDE LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO, la Palabra de Dios oral o escrita ha
desempeado un papel esencial en la vida de los fieles cristianos.
La Palabra divina es el pan que alimenta el pensamiento, la brju-
la que orienta y dirige el comportamiento, la palanca que mueve las volun-
tades, el fuego que arde en el corazn de los cristianos.
Hemos tratado ya de la prehistoria de la lectio divina (LD), refirindo-
nos al puesto de la Palabra de Dios sea en el judasmo, sea en la vida de
Jesucristo y de los Apstoles, sea finalmente en las comunidades cristianas
en los dos primeros siglos. Continuando con la presentacin histrica de la
LD, es nuestro propsito exponer la relacin existente entre la Palabra de
Dios, la lectura orante de la Escritura, y los Padres del Desierto. Dividire-
mos nuestra exposicin en los siguientes apartados: La radicalidad de los
Padres del Desierto; ausencia de la Escritura en los Padres del Desierto?;
los Padres del Desierto y la Sagrada Escritura; hermenutica bblica en los
Padres del Desierto; beneficios de la Palabra de Dios en la vida de los Pa-
dres del Desierto.
El radicalismo de los Padres del Desierto
Quines son esos hombres que, a mediados del siglo III d. C., dejan
familia, bienes, lugares habitados, y se internan ms y ms en lugares de-
srticos y solitarios? Qu les movi a tomar una decisin tan dura y radi-
cal? Qu voz escucharon en el corazn que les llamaba al Desierto de
Egipto primeramente, y, con el pasar del tiempo, tambin al de Siria y de
Palestina?
Los primeros Padres del Desierto eran cristianos comunes, pertenecien-
tes a diversas clases sociales, poseedores de diferentes niveles culturales y
econmicos, que en un determinado momento de su vida se sintieron lla-
D
D
372Antonio Izquierdo

mados con una fuerza extraordinaria a vivir el Evangelio en plenitud
1
. An-
tonio era un rico propietario, Arsenio haba ocupado los ms altos cargos
de la corte imperial, Moiss se convirti siendo jefe de una banda de foraji-
dos, Zacaras lleg siendo todava un nioellos y millares como ellos de-
jaron tras de s sus familias, sus bienes, sus sueos terrenos, sus ambicio-
nes humanas, sus propias vidas. Dos les pareca que eran las formas para
llevar a cabo con radicalidad el Evangelio: el martirio y la renuncia al mun-
do con el fin de vivir slo para Dios. Al menos en Egipto, donde comenz la
vida eremtica, la forma ms accesible para lograr vivir el Evangelio tout
court era el retirarse a la soledad y a la oracin en algn lugar apartado de
la vida social y urbana
2
, buscando a toda costa salvarse y reducir al mnimo
el peligro de perderse, poniendo entre ellos y las seducciones del mundo
una barrera infranqueable
3
.
El apartarse del mundo era el primer paso de la radicalidad con la que
los Padres del Desierto se lanzaron tras el seguimiento de Cristo y de sus
enseanzas. Otro paso era la extraordinaria austeridad de vida con que viv-
an, una vez instalados en algn lugar deshabitado en el desierto de Nitria,
en la Tebaida, o en el desierto de Judea. Austeridad en el comer y en el ves-
tir, en el hablar y en el dormir, en el lacerarse las carnes, en poseer lo m-
nimo necesario y lo dems distribuirlo a los pobres, en el duro trabajo ma-
nual, etctera. Habr tambin que mencionar los frecuentes y prolongados
ayunos, la lucha encarnizada contra el Maligno y sus seducciones, el com-
bate espiritual para alcanzar la pureza de corazn, resumen del hombre
moral y espiritualmente realizado. Animando y dando vida a estos aspectos
duros de la vida en el Desierto, la lectura orante de la Biblia y el canto de
los salmos cada da, y los domingos la reunin para la celebracin de la
Eucarista y el gape fraterno.

1
La frmula evanglica que sintetiza la llamada al desierto son las palabras de Jess al
joven rico: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dselo a los pobres, y ten-
drs un tesoro en los cielos; luego sgueme (Mt 19, 21). Otras frases inspiradoras de la
marcha al Desierto se hallan en Mt 10, 37-39 y paralelos. Los cristianos marchaban gozo-
sos al Desierto, como lo hacan tambin al martirio; el vivir en el desierto equivala a un
martirio incruento.
2
Pudo haber adems otras motivaciones secundarias como el ejemplo del profeta Elas y
de san Juan Bautista, la insatisfaccin de un cristianismo acomodado, el ponerse al abrigo
de las posibles persecuciones contra los cristianos despus de la terrible persecucin de
Decio (249-251 d.C.), en la que no pocos cristianos renegaron de su fe.
3
Cfr Apotegmas de los Padres del Desierto, Sgueme, Salamanca 1986, Introduccin, pp.
11-12
Historia de la lectio divina 2.373

Como ilustracin de las afirmaciones precedentes, tomemos algn que
otro ejemplo de entre los apotegmas de los Padres del Desierto. Cuando al-
guien pregunt a san Antonio qu deba hacer para agradar a Dios, le res-
pondi: Haz lo que te mando: All donde vayas, ten siempre a Dios ante los
ojos; cualquier cosa que hagas o digas, bsate en el testimonio de las San-
tas Escrituras; a cualquier lugar que vayas, permanece en l por un buen
tiempo. Observa estos tres preceptos, y te salvars. Otro de sus dichos reza
as: Quien reside en el Desierto para custodiar la paz con Dios est libre de
tres guerras: la del or, la del hablar y la del ver. Le queda una sola: la del
corazn. De gran fuerza expresiva es la siguiente sentencia: Obediencia y
continencia amansan a las bestias. De san Antonio se cuenta una ancdota
que resume muy bien el espritu del Desierto: Un da Antonio recibi una
carta del emperador Constantino, que le invitaba a ir a Constantinopla. Se
puso a reflexionar sobre qu hacer. Pregunt a Pablo, su discpulo: He de
ir?. Le respondi: si vas, te llamas Antonio; y si no vas, Padre Antonio
4
.
La vida de Arsenio puede ilustrarnos sobre varios aspectos: la necesidad
del retiro para salvarse: Arsenio, viviendo an en el palacio, ruega a Dios
en estos trminos: Seor, condceme por el camino de la salvacin. Y una
voz vino a decirle: Arsenio, huye de los hombres y te salvars. Del mismo
Arsenio se cuenta que as como nadie en el palacio llevaba vestidos ms
bellos que l cuando all viva, ahora en la reunin dominical nadie los lle-
vaba ms vulgares. Sobre el dormir: Daniel deca que Arsenio pasaba to-
da la noche sin dormir y, cuando al amanecer la naturaleza le constrea a
hacerlo, l deca al sueo: Ven aqu, esclavo perverso. Entonces, sentado,
dorma un poco y se despertaba al instante. Sobre la oracin: Se deca de
l que la noche del sbado, cuando el domingo se aprestaba para la salida
del sol, volva la espalda a ste y tenda sus manos hacia el cielo rezando
hasta que nuevamente el sol iluminaba su rostro. Entonces se sentaba
5
.
Acudamos tambin a algunos dichos de otros Padres sobre temas siem-
pre pertinentes a la vida espiritual y a la salvacin eterna. La palabra de
Moiss sobre la vida retirada es luminosa: Un hermano lleg a Escete para
ver a Moiss y le pidi una palabra. El Anciano le dijo: Ve, sintate en la
celda y tu celda te ensear todas las cosas
6
. De Evagrio Pntico se re-
cuerda esta frase: Piensa sin cesar en cundo saldrs de este mundo y no
olvidar el juicio eterno. As no habr pecado en tu alma. He aqu dos di-
chos del Padre Poemen. El primero, muy breve, dice: La seal para reco-

4
Vita e detti dei Padri del Deserto, Citt Nuova, Roma 1996, detti nn. 3, 11, 31 e 36.
5
Ibidem, p. 45.
6
Apotegmasp. 122
374Antonio Izquierdo

nocer a un verdadero monje aparece en las tentaciones; y en el segundo
se muestra verdadero maestro espiritual: Vigilar, estar sobre s mismo, y el
discernimiento, estas tres virtudes son guas del alma
7
.
Para terminar, propongo algunos dichos de las Madres del Desierto. De
Madre Teodora se recuerda esta sentencia: La Madre Teodora dijo: Esfor-
zaos en entrar por la puerta estrecha (Mt 7,13). Sucede como con los r-
boles: si no pasan a travs de los inviernos y las lluvias, no pueden dar fru-
tos. Para nosotros, el invierno es el mundo presente. Solamente a travs de
muchos sufrimientos y tentaciones podemos llegar a ser herederos del Rei-
no de los cielos. He aqu, finalmente, dos dichos de Madre Sincltica:
Como es imposible ser al mismo tiempo hierba y semilla, as es imposible
que, gozando de gloria mundana, demos frutos celestes y Como es impo-
sible construir una nave sin clavos, as es imposible que el hombre se salve
sin humildad
8
.
Ausencia de la Escritura en los Padres del Desierto?
Parece sta una pregunta algo extraa, pues es sabido que los Padres
del Desierto fueron movidos a una vida retirada por el mismo Evangelio y
por los ejemplos de Elas y Juan el Bautista. Leyendo, sin embargo, los apo-
tegmas resulta claro que las citas bblicas son ms bien escasas. Por otra
parte, se da un alto nivel de analfabetismo entre los monjes, al menos en
los primeros decenios, junto con la resistencia en muchos de ellos a la po-
sesin y lectura de los libros sagrados para vivir radicalmente la pobreza
9
.
Se deja entrever igualmente una cierta reticencia en no pocos Padres del
Desierto a hablar de las Escrituras, que en modo alguno es indiferencia si-
no grandsima veneracin. No ha faltado quien afirmara, con cierta precipi-
tacin, que los monjes, fuera de la proclamacin de la Palabra en las sy-
naxeis semanales o en las reuniones, no tuvieron contacto alguno con las
Escrituras
10
. Si tomamos el libro de los apotegmas, no son muchas las refe-
rencias a la Escritura. Por ejemplo, de los 44 apotegmas de Padre Arsenio,
slo en tres (2, 32, 42) se cita la Escritura, y en cuatro (25, 28, 33, 40) se
hace alusin a ella; o, por aadir otro caso, de los 29 de Teodoro de Ferme,

7
Vida y dichosEvagrio 4; Poemen 13 y 35.
8
Ibidem, Teodora 2; Madre Sincltica 22 y 27.
9
Un apotegma de Hilarin deca: Para cumplir el evangelio, que manda venderlo todo y
drselo a los pobres, he vendido mi evangelio (HILARI RAGUER, Lectio divina, 24).
10
Cf DOUGLAS BURTON-CHRISTIE, I Padri del Deserto, en: La lectio divina nella vita reli-
giosa, Qiqajon, Comunit di Bose, 51.
Historia de la lectio divina 2.375

en ninguno se cita directamente la Escritura y slo en cinco (8, 23, 25, 28 y
29) se hace una referencia. No obstante todo, la Escritura no dej de ser el
centro de su espiritualidad. Escribe J.-C. Guy: El uso asiduo de la Biblia
parece ser una doctrina comn en todos los centros monsticos del Bajo
Egipto
11
.
No son pocos los apotegmas que se refieren a la autoridad de la Escritu-
ra y a su importancia para la vida de los eremitas. Padre Antonio, a algunos
hermanos que haban venido a l para escuchar una Palabra que les
ayudase a encontrar el camino de la salvacin, respondi: Habis escu-
chado la Escritura? Eso es lo que necesitis
12
. Antonio no precisa si lo que
les recomienda es leer u or la Escritura. Lo importante es que, en el futu-
ro, los interlocutores escuchen atentamente las palabras de la Escritura.
Haba, sin embargo, otras palabras dotadas de valor entre los Padres del
Desierto: las palabras de los Padres dichas a quien busca una respuesta de
salvacin. Estas palabras eran recibidas como si gozasen de la misma auto-
ridad que las de la Escritura. La razn es que las palabras de los Padres
eran consideradas partcipes de la autoridad de la Palabra de Dios y una
continuacin de la misma Escritura
13
. Entre la poblacin numerosa del De-
sierto, las palabras sean de la Escritura que de los Padres, eran fundamen-
tales para la bsqueda de la salvacin.
Pudiera ser que los monjes no tuvieran libro alguno de la Escritura, no
por desprecio sino por pobreza
14
, pero haban aprendido de memoria no
pocos versculos de los salmos, muchas frases del Evangelio, relatos de las
grandes figuras bblicas, incluso libros enteros del Antiguo y del Nuevo Tes-
tamento
15
, y todo ello era el alimento que nutra da tras da sus horas de
trabajo y noche tras noche sus horas de oracin. En tales textos hallaban
poder de curacin interior, de estmulo, de ayuda en la lucha contra los

11
J.-C. GUY, DS IV, 161.
12
ATANASIO, Vita di Antonio.. Apotegmi. Lettere, Roma 1984, 192.
13
San Atanasio pone en boca de Antonio esta sentencia: La Sagrada Escritura es suficiente
para la enseanza, pero es hermoso que nosotros nos exhortemos en la fe y nos anime-
mos unos a otros con las palabras.
14
Se cuenta de un hermano que posea slo un libro del evangelio. Inspirado por el mis-
mo evangelio, lo vendi y dio el dinero a los pobres diciendo: He vendido esa palabra que
me habla y me dice: Vende lo que tienes y dalo a los pobres (Apophtegmes Anonymes,
d. F. Nau, 392: en adelante Nau)
15
Un Anciano visit a otro. Por la tarde celebraron la Sinaxis y prosiguieron hasta el ama-
necer olvidndose de comer. Uno de ellos termin todo el salterio y el otro recit de me-
moria los dos grandes profetas. Otro declaraba a un Padre: Padre, he memorizado todo
el Antiguo y el Nuevo Testamento (Nau, 150.385).
376Antonio Izquierdo

demonios y de unificacin de sus pensamientos y sentimientos. En el fondo
no tenan necesidad de libros bblicos, aunque los poseyesen, porque la Pa-
labra de Dios la llevaban dentro en la memoria y en el corazn.
Estas reflexiones permiten concluir que no se puede hablar, en sentido
estricto, de ausencia de la Escritura en el Desierto. A lo ms, de ausencia de
libros, y no siempre ni en todos. No les interesa tanto la materialidad de los
libros, de la cual bien pueden prescindir, sino la Palabra de vida y salvacin
que esos libros contienen, y a la que pueden llegar incluso si son analfabe-
tos. Lo que cuenta no es la materia, la letra, sino el espritu de la Biblia.
Los Padres del Desierto y la Escritura
El lugar clsico para conocer la relacin entre la Escritura y los monjes
del Desierto es el libro Apotegmas de los Padres. En ese conjunto de sen-
tencias y breves relatos edificantes se hallan 485 entre citas y referencias
bblicas, 155 del Antiguo Testamento y 330 del Nuevo. El nmero refleja
bien la preponderancia del Nuevo Testamento en la lectura orante de los
eremitas y cenobitas, a la vez que la permanencia y vigencia del Antiguo,
que contina y se prolonga en el Nuevo.
Los monjes del Desierto denotaban una fe grandsima en la Escritura.
Fe, ciertamente, en la autoridad de la Escritura inspirada por Dios, y fe en
la particular eficacia de la Palabra como canal de la gracia divina. Movidos
por esta fe, los anacoretas
16
y los cenobitas
17
meditan la Biblia, la aprenden
de memoria, la repiten numerosas veces durante el da, la cantan varias
horas durante la noche, y se dejan transformar por ella en su interior y en
su vida.
La fe en la trascendencia de la Palabra y en su fuerza sobrenatural se
expresa en dos actitudes bsicas: el acercamiento humilde y constante a la
Palabra para recibir luz y fuerza espirituales de ella, y la muy marcada reti-
cencia a indagar los misterios de la Escritura, a interpretarla e incluso a
hablar de ella. La mejor interpretacin y la ms elocuente era, sin duda, y
as lo pensaban ellos, el testimonio de su vida.

16
El anacoretismo se desarroll sobre todo en el Bajo Egipto. Se vive en lugares solitarios,
en soledad, bajo la gua de un Anciano. Cada uno organiza por su cuenta su vida de ora-
cin y trabajo, ayuno y penitencia. Los eremitas solan acudir a algn poblado cercano pa-
ra la Synaxis dominical.
17
El cenobitismo se origin y expandi en la Tebaida, posteriormente en Palestina. Fue
fundado por san Pacomio. Vivan en lugares apartados de las poblaciones, pero en comu-
nidad y bajo una regla, dedicados a la oracin y al trabajo.
Historia de la lectio divina 2.377

Sobre el acercamiento a la Palabra, no era infrecuente que un monje se
acercase a un Anciano y le dijera: Dime una Palabra; a su peticin el An-
ciano responda con una Palabra tomada de la Biblia o de su experiencia
espiritual. Por ejemplo, el Padre Ai solicit de Padre Macario: Dime una
Palabra, y el Anciano respondi: Huye de los hombres, permanece en tu
celda llorando tus pecados, y no ames el trato con los hombres. As te salva-
rs
18
.
Los eremitas del Desierto disponan de mucho tiempo para recordar y
meditar. Mientras trabajaban, primero recordaban alguna Palabra de la Es-
critura o de un Anciano, que haban aprendido de memoria; luego, la ru-
miaban en su interior repitindola muchas veces en silencio o en voz alta
19
;
a continuacin, la meditaban buscando aplicarla a su vida, finalmente tra-
taban de llevarla a la prctica con decisin y generosidad. Para los monjes
del Desierto meditar era moler en el molino del propio corazn uno o dos
versculos de la Escritura o una Palabra de un Anciano, y la meditacin era
considerada una componente indispensable de la vida monstica. La medi-
tacin era principalmente un fenmeno oral; se oye o se ve a un monje
meditar la Escritura. De Padre Aquiles dice otro monje: Le he odo medi-
tar esta Palabra: No temas, Jacob, de bajar a Egipto.
La relacin de los Padres del Desierto con la Escritura nunca tena un
objetivo puramente terico o hermenutico, menos an poda ser motivo
de vanagloria
20
; se relacionaban con la Escritura como una Palabra del Dios
vivo que les habla personalmente a travs de ella y en ella les ofrece el ali-
mento cotidiano para su oracin, y la va espiritual y moral de la salvacin.
La resistencia de los Ancianos a interpretar la Escritura y a indagar en
sus misterios encuentra su razn de ser en la incapacidad que sentan de
penetrar en el Deus absconditus, en sus designios divinos y en la riqueza
inasible e inagotable de su Palabra. Cuando alguien les peda una Palabra,
muchas veces preferan mantenerse en silencio y dejar que Dios hablara.
Entre los apotegmas de Antonio se encuentra este relato. Un da, algunos
Ancianos visitaron a Padre Antonio. Entre ellos estaba Padre Jos. Antonio,
para probarles, les propuso una frase de la Escritura, y comenz, desde el
ms joven, a preguntarles sobre su interpretacin. A la respuesta de cada
uno replicaba Antonio: Todava no has logrado interpretarla. Por ltimo,

18
Vita e dettiMacario, 41
19
Meditacin, salmodia y trabajo manual: estos son los fundamentos (Nua 168).
20
Un apotegma interesante es el siguiente: Podemos conocer toda la Escritura, pero si
nos falta la caridad y la humildad, no tenemos lo que Dios busca (Nua, 222).
378Antonio Izquierdo

pregunt a Padre Jos: Y t, qu dices de esta frase?. Respondi: No s.
Entonces Antonio aadi: Padre Jos s que lo ha logrado, porque ha di-
cho: No s
21
.
Hermenutica y exgesis en el Desierto
Aunque los monjes denotan poco inters por la exgesis y la interpreta-
cin escriturarias, con todo su lectura orante implica necesariamente un
modo peculiar de hacer exgesis y de interpretar los textos bblicos. Cul
es ese estilo propio de explicar e interpretar un personaje, un versculo,
una percopa de la Escritura? Siendo los Ancianos hombres espirituales,
pneumatoforoi, el uso que hacen de la Escritura se caracteriza por una
grande libertad del Espritu frente a la letra del texto.
De vez en cuando los Ancianos toman una frase o una imagen de la Es-
critura y la aplican libremente a otro Anciano para expresarle su reconoci-
miento y admiracin. As el gran Antonio acoge a Hilarin, cuando le vino a
visitar, con esta imagen potica tomada de Is 14,12, extrapolndola comple-
tamente del contexto: Bendito, lucero del alba, hijo de la aurora. E Hila-
rin le responde: Paz a ti, columna de luz, que iluminas el mundo, refi-
rindose probablemente a x 13,21. Poemen a su vez contaba del Anciano
Nisteroo: Como la serpiente de bronce, que construy Moiss para curar al
pueblo (cf Nm 21, 9), as era el Anciano: posea toda virtud y en silencio
curaba a todos
22
.
Con mucha frecuencia un personaje de la Biblia viene a ser typos o fi-
gura emblemtica de una virtud o de una actitud fundamentales para la
vida de los monjes. Abrahn es visto como figura de la hospitalidad y Moi-
ss es alabado por su mansedumbre. Juan el persa recoge en sntesis las
figuras ms frecuentes. Hablando de s mismo dice: He sido hospitalario
como Abrahn, manso como Moiss, santo como Aarn, paciente como
Job, humilde como Daniel, eremita como Juan, contrito como Jeremas,
doctor como Pablo, fiel como Pedro, sabio como Salomn. Y concluye:
Creo como el ladrn que Aquel que en su bondad me ha dado todo esto,
me dar tambin el reino de los cielos
23
.
Hay una particular predileccin por la figura del buen ladrn y del pu-
blicano de la parbola. Uno de los apotegmas de Sincltica reza as: Imita

21
Vita e dettiAntonio, 17.
22
Vita e dettiIlarione 1, e nota 64; Nisteroo el cenobita, 1.
23
Ibidem, Giovanni il Persiano, 4.
Historia de la lectio divina 2.379

al publicano, para no ser condenado como el fariseo, y Padre Ammn re-
comendaba repetir incesantemente la oracin del publicano: Ten piedad
de m, pecador. Xanthia interpreta la figura del ladrn en este apotegma:
El ladrn colgaba de la cruz y fue justificado por una sola palabra. Y Judas,
que era uno de los Apstoles, en una sola noche perdi todo y cay de los
cielos al infierno. Por su parte, Epifanio de Chipre une ambas figuras en
una sola sentencia: A los pecadores que se arrepienten, el Seor perdona
toda deuda, como lo hizo con la pecadora, el ladrn y el publicano
24
. En
trminos todava ms fuertes y con una lograda formulacin lo expresa
Juan Clmaco: Una sola palabra del publicano aplac a Dios y una sola pa-
labra, llena de fe, salv al ladrn
25
.
No falta en unos cuantos apotegmas la interpretacin alegrico-
espiritual, bajo inspiracin de la escuela alejandrina, particularmente de la
exgesis origeniana. Los Ancianos parecen tener predileccin por alegorizar
el tema de Eliseo y la Sunamita (cf 2Re 4, 8-17), la muerte del primognito
de Egipto al paso del ngel exterminador (cf x 12, 30), y Egipto como lu-
gar de pecado y de mundanidad. En la exgesis alegrica del Desierto la
Sunamita representa al alma, y Eliseo al Espritu Santo. Padre Cronio dijo a
un hermano: Cuando Eliseo vino a casa de la Sunamita, vio que ella no
tena relaciones con ninguno; por la presencia de Eliseo ella concibi y en-
gendr. Cuando el hermano le pidi que explicara lo que quera decir, el
Anciano aadi: Cuando el alma est vigilante y recogida en oracin, y se
desprende de su voluntad, viene a ella el Espritu de Dios; entonces, la que
era estril puede engendrar
26
.
Con el ropaje de la exgesis alegrico-espiritual se revisten algunos te-
mas teolgicos y ascticos de gran calado, como el retorno al Paraso o nue-
va creacin, la sequela Christi, la escatologa.
Con el retorno al Paraso se significa la reconquista del dominio sobre la
creacin. De un tal Padre Pablo se contaba que coga con las manos escor-
piones y serpientes, y los parta por la mitad. Los hermanos se le postraron
delante y le dijeron: Dinos qu obra has realizado para recibir tal gracia.
Disculpadme, dijo, si uno adquiere la pureza, todo se le somete como a
Adn cuando estaba en el Paraso, antes de transgredir el mandato divi-
no
27
.

24
Ibidem, Xanthia, 1; Epifanio il cipro, 15.
25
Scala Paradisi, XXVIII, 188.
26
Vita e detti, Cronio, 1.
27
Ibidem, Paolo, p. 435.
380Antonio Izquierdo

La sequela Christi se aplica sobre todo a su anonadamiento al encar-
narse y a su sufrimiento en la Pasin. De Isidoro de Escete se cuenta que se
maceraba las carnes diciendo: No tengo excusa: el Hijo de Dios ha venido
al mundo por nosotros. Volviendo en s Padre Poemen, despus de un x-
tasis, se relata que dijo: Mi pensamiento estaba con la santa Madre de
Dios, Mara, que lloraba junto a la cruz del Salvador; yo tambin hubiera
querido llorar as como ella. A algunos grandes Ancianos, que eran consi-
derados como alter Christus, se aplicaban o ponan en sus labios las mis-
mas palabras de Cristo en el Evangelio. Padre Amn, yendo a visitar a Anto-
nio, perdi el camino. Suplic entonces al Seor que le ayudase. Y le apa-
reci como una mano de hombre, suspendida del cielo, que le seal el
camino, hasta que lleg y se detuvo en la cueva de Padre Antonio
28
.
Sobre la escatologa, en el prlogo de la Historia Monachorum se afir-
ma que los monjes de Egipto no tenan preocupacin alguna por el vestido
o el alimento, sino slo por el canto de los salmos y por la espera del retor-
no del Seor. Y el primer discurso de Antonio sobre la vida monstica, se-
gn san Atanasio, est dedicado a comparar la inconsistencia y brevedad de
esta vida con la herencia dichosa de los siglos sin fin
29
. Padre Matoes, por
poner un ltimo ejemplo, a un hermano que le pide una Palabra le res-
ponde: Llora y haz luto, porque se ha acercado el tiempo (Lc 21,8)
30
.
En estrecha relacin con la exgesis alegrica se halla la lectura cristo-
lgica del Antiguo Testamento. Los libros sagrados son ledos en su unidad,
que tiene en Cristo y en el mandamiento del amor su baricentro a la vez
que su culminacin. Ssoes el tebano, al hermano que le pidi una Palabra,
respondi: Qu te dir? Leo el Nuevo Testamento y me vuelvo hacia el An-
tiguo. Es decir, reconoce en el NT la plenitud de la Revelacin, y slo a su
luz y con esta clave lee el Antiguo. Se cuenta tambin que un Anciano era
atormentado por un demonio; ste, metindose en su camastro, le recitaba
de memoria el libro de los Nmeros. El Anciano se burla de l dicindole:
Ah, con que sabes recitar de memoria?; S, dijo el demonio, el Antiguo
Testamento. Y el Nuevo no lo sabes?, le replic el Anciano. En cuanto el
demonio oy el Nuevo, desapareci
31
. Con este relato se afirma claramente
tanto el cumplimiento de la historia de la salvacin en el Nuevo Testamento
respecto al Antiguo, como la derrota definitiva del Maligno por obra de Je-
sucristo.

28
Vita e detti, Isidoro de Escete, 5; Ammn, n. 7; Nua 144;
29
Vita Antonii, cc. 16-19.
30
Ibidem, Matoes, 12.
31
Vita e detti, Ssoes, 35; Nua 632.
Historia de la lectio divina 2.381

Frutos de la lectura orante de la Escritura
La vida de los monjes del Desierto fue una vida de lucha, de combate
espiritual. Tenan que luchar contra el demonio, que estaba siempre al
acecho para hacer caer a los monjes en sus trampas. Tenan que luchar
contra las propias pasiones, especialmente contra los deseos concupiscen-
tes y la pereza y cansancio en medio de la monotona de la vida del Desier-
to. Tenan que enfrentarse con los propios recuerdos y pensamientos de la
vida pasada, que haban dejado atrs al internarse en el Desierto. Final-
mente, no era menor la lucha contra el sentimiento de frustracin y derro-
ta en el esfuerzo por progresar espiritualmente o contra los remordimien-
tos provocados por haber herido la caridad con palabras o acciones. La Pa-
labra fue para todos los monjes el arma privilegiada en ese combate conti-
nuo
32
. Cules fueron las victorias que esa arma produca?
1 - La Escritura protega al monje contra las insidias del Maligno. Para
responder eficazmente a los asaltos violentos de un demonio, usaban pala-
bras de la Escritura. Macario deca a uno de sus discpulos que el mejor
modo de orar en medio de la lucha es simplemente gritar: Seor, ay-
dame!
33
, refirindose a las palabras de Pedro en el episodio evanglico de
la tempestad calmada (Mt 14,30). Los monjes tenan tal conviccin de que
el Nuevo Testamento haba vencido el reino de Satans que la simple men-
cin de la palabra Nuevo era suficiente para hacer desaparecer los de-
monios. El poder de la Palabra meditada se muestra en el siguiente relato:
Un hermano estaba meditando dentro de la celda. Mientras el hermano
meditaba, los demonios no podan entrar, pero cuando terminaba la medi-
tacin, entraban en la celda para entablarle combate
34
.
2 - La lectio divina comportaba tambin al monje conforto psicolgico
y pacificacin interior, en medio de los desafos psicolgicos propios de una
vida solitaria en el Desierto. A un hermano que sufra terriblemente porque
no manifestaba a un Anciano sus dudas, tentaciones, pruebas y tribulacio-
nes interiores, Macario le aconsej: Aprende de memoria fragmentos del
Evangelio y de los dems libros sagrados; si te asalta un pensamiento no
mires hacia abajo sino hacia lo alto, y el Seor te ayudar enseguida. El

32
En esta actitud probablemente han sido guiados por el texto de Heb 4,12 sobre la Pala-
bra de Dios, viva y eficaz, ms tajante que espada de doble filo, como tambin por 1Ts 2,
13: No cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predi-
camos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de
Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.
33
Vita e detti, Macario el egipcio, 19.
34
Nau 366.
382Antonio Izquierdo

hermano sigui el consejo y qued enseguida liberado de los asaltos de su
demonio
35
. La meditacin, en efecto, no slo llena la memoria del monje,
sino que a la vez crea una nueva reserva de pensamientos, potencialmente
curativa.
3 - La Palabra vena a tener tambin un efecto benfico sobre toda la
persona, incluso sobre la enfermedad fsica. Teodora cuenta de un herma-
no que sufra de fiebre y dolor de cabeza siempre que acuda a la synaxis.
Abatido por esta condicin y creyndose cercano a la muerte, determin, a
pesar de todo, levantarse para recitar la synaxis por ltima vez antes de
morir. Al terminar la liturgia, termin tambin la fiebre
36
. La recitacin y
meditacin de la Escritura era considerada medio eficaz para restablecer el
propio equilibrio sea psicolgico que fsico.
4 - La unificacin de la mente y del corazn. Con el frecuente rumiar de
un versculo de la Escritura o de molerlo en el molino del propio corazn,
los monjes, adems de enriquecerse con el contenido teolgico y espiritual
de la Biblia, conseguan la simplicidad y unidad de pensamientos y supera-
ban la disipacin y distraccin del espritu. Padre Moiss lo dice muy acer-
tadamente: Si recurrimos constantemente a la meditacin de la sagrada
Escritura, y elevamos nuestra mente hacia las cosas espirituales, nues-
tros pensamientos ser seguramente espirituales y harn morar al alma en
aquellas mismas cosas sobre las que se ha estado meditando
37
.
A modo de conclusin cito una buena sntesis de Douglas Burton-
Christie: La Escritura fue considerada extremamente importante en el de-
sierto, sea como palabra escrita que como palabra oral. Reviste un papel
fundamental en la vida de cada da y fue muy estimada por su autoridad,
su poder, y su capacidad de mediar la presencia y la proteccin divinas.
Contribuy de modo significativo al equilibrio psicolgico de los monjes
que la meditaban, animando a los que estaban angustiados y creando, en
medio de pensamientos y aspiraciones contrastantes, un sentido de sereni-
dad, de unidad y de conciencia de hallarse ante la mirada de Dios
38


35
Vita e detti, Macario el egipcio, 3.
36
Ibidem, Teodora, 3.
37
CASSIANO, Collationes, 1, 18.
38
I Padri del Deserto, in: Lectio divina nella vita religiosa, Qiqajon, Comunit di Bose
1994, 86.

También podría gustarte