Histori Adela Sant 01 L Pez
Histori Adela Sant 01 L Pez
Histori Adela Sant 01 L Pez
y Eacuadernacin del
Seminario G. Central. -
Santiago
EX LIBRIS
WALTER MUIR
WHITEHILL JNIOR
DONATED BY
MRS. W. M. WHITEHILL
1979
'^^JmtS^.'-
-^
fe..^COLL.
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f^/onto,
00^-^'
HISTORIA
DE LA
mn i IGLESIA miim n mmim
HISTORIA
DE LA
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DE GOMPOSTELA
1=01^ EXj
j^IC.
p.
y^NTONIO pPEZ J^ERREIRO,
CANNIGO DE LA MISMA
y
correspondiente e la Real Academia de la Historia.
(CON LICtNCIA DE LA AUTORIDAD ECLKSIASTICA)
Ton^o I
Imp. y Enc. del Seminario Conciliar Central
1.333
Es PROPIEDAD.
6lu2a
k&cio ct dijMto axu nvatca
?r
??!9*f*5
TiiittTiTnTnimTrTnrTrrTmTrnTrrtTiiTi
(Crisinn tomado del Tumbo ^ de la Santa Apostlica Metropolitana
Iglesia de Santiao^o. fol. LXIX v.**)
PBMIFACrO
"^ff la larga serie de ateTicioiies
y
deferencias que debo
/^j t'
al Exemo. Cabildo Conipostelano, habr de aadir
otra muy especial que tuvo bien hacerme, confindome,
con el beneplcito
y
consentimiento expn^so de nuestro
6 PREFACIO
Einmo.
y
Revino. Prelado, el honroso encargo de escribir
la historia de la Insigne, Apostlica
y
Metropolitana
Iglesia de Santiago. No se me oculta lo arduo
y
difcil de
la empresa, capaz de detener
y
hacer titubear an otro
cualquiera que contase con mucho mayores bros
y
ma-
yores fuerzas que las mas.
Dado el desarrollo que hoy han tomado las ciencias
histricas, es muy difcil reunir en un slo individuo la
suma de conocimientos que se precisan, para hacer una
obra literaria en conformidad con las exigencias de la
poca. Luego no basta por s sola una suma de conocimien-
tos tan considerable como se quiera; es necesario adems
un recto, firme
y
perspicaz criterio que sepa discernir
y
apreciaren su justo valor las fuentes histricas deque
haya de brotar limpia
y
serena la corriente narradora de
los sucesos pasados. Y tanto ms firme
y
recto tiene que
ser este criterio, cuanto que su perspicacia
y
su exacta
precisin habrn de verse constantemente prueba entre
dos contrapuestos escollos, igualmente peligrosos; de un
lado la facilidad en admitir las vulgares consejas, las pa-
traas, las supercheras
y
todo cuanto en la serie de los
siglos se ha forjado la imaginacin popular para presen-
tar los hechos de modo que puedan halagar, en muchos
casos legtimos, por lo menos disculpables, sentimien-
tos; de otro lado el espritu dominante en nuestl'a po-
ca, espritu de duda, de desconfianza
y
de preocupado^
nes contra todo lo pasado, mxime cuando se trata de
asuntos religiosos; espritu llamado crtico filosfico^
PREFACIO
pero que veces resulta infantil por la minuciosidad
inconsideracin con que todo pretende inquirirlo, inves-
tigarlo
y
escudriarlo; espritu, en fin, reliacio admitir
nada de lo que no pueda darse entera
y
cabal cuenta.
Sucede veces que la tradicin
(y
esto se entiende en
especial de las tradiciones expresamente aceptadas por la
Iglesia) ha revestido ciertos hechos de una como ptina
que los preserva
y
los hace ms venerables. Y as como
obrara necia
y
torpemente el que pretendiera limar
y
raer el xido ptina que recubre
y
resguarda muchos
de los monumentos que nos leg la antigedad, as tam-
bin no procedera con mayor cordura el que intentara
triturar
y
desmenuzar la corteza tradicional que envuel-
ve, conserva
y
sostiene muchos de los atestados histri-
cos que sucesivamente nos vinieron transmitiendo los
siglos. Por desgracia, en nuestros das, contra esta especie
de concrecin, que lentamente fu formando el genio tra-
dicional, es contra quien en especial se emplea, so pretex-
to de puro celo
y
amor la verdad, la lima de la crtica,
sin tener en cuenta, que en muchos casos el resultado de
este trabajo, sera el reducir menudo
y
fugitivo polvo
monumentos harto ya mutilados, carcomidos
y
desfigura-
dos por la accin inexorable del tiempo. Poco importa
[ue con frecuencia los que se dedican sta hoy tan acre-
ditada
y
enaltecida tarea, al ejecutarla, revistan cierto
tono pedantesco, irnico, de conmiseracin, si no menos-
preciativo; cuentan siempre con la fcil aquiescencia de
todos a(][uellos quienes se hace cmodo, prudente
y
cir-
8 PBEFACIO
cunspecto, el dejarse llevar de las dominantes corrientes,
mayormente cuando stas se palian con el manto del pro-
greso
y
de la ciencia.
En este punto ciertos criticos, aun catlicos, siguen
un criterio diametralmente opuesto al que tienen adop-
tado los Antroplogos
y
Paleontlogos. stos no tienen
reparo en retroceder miles
y
miles de siglos para hallar
alguna explicacin, que crean plausible, al desenvolvi-
miento
y
evoluciones de los seres, que al cabo de innume-
rables ensayos
y
transformaciones, llegan por fin cons-
tituir la humanidad en el estado en que hoy la conoce-
mos. Pero para aquellos el tiempo, an pasado, es como
un tesoro que hay que escatimar toda costa. Siempre
que se trate de los orgenes de las iglesias, de la fecha
de sucesos instituciones eclesisticas, no hay evolucin,
ni analoga, ni induccin que valga; son imprescindible-
mente necesarios datos reales, positivos, que hagan tan
visible
y
tan patente el hecho de que se trata, que des-
lumbre con la fuerza de su notoriedad, sin que por otra
parte haya que preocuparse por los antecedentes que lo
hubiesen preparado
y
que puedan explicarlo. Esto no
les importa los tales crticos; lo que les afana inte-
resa es no desperdiciar un siglo cincuenta sesenta
aos,
y
prefieren la nada, el vaco, escudriar
y
des-
cifrar, siquiera conjeturalmente, aquellos misteriosos he-
chos,
y
proyectar alguna luz que alumbre las sombras
de aquella memorable poca, la que invenciblemente
tienden las aspiraciones v afectos de toda alma, ci-istiana.
PBEFACIO
^
Tales procedimientos crticos resaltan con toda clari-
dad
(y
traemos esto por va de ejemplo) en las tesis que
sienta en varias de svis obras el Director de la Escuela
Francesa en Roma, el insigne Duchesne. En La France
Chrtientie
(1),
por ejemplo, afirma que Marsella en el si-
glo I de nuestra Era contaba cerca de 700 aos. Esto no
ofrece ningn gnero de duda. Mas cuando se trata de la
introduccin del Catolicismo en Francia,
y
en particular
en Marsella, aqu, s, que ocurren las dudas
y
las dificul-
tades. Confiesa que Marsella era uno de los puertos ms
frecuentados del Mediterrneo,
y
punto de escala, casi
obligado, para toda clase de navegantes que viniesen con
rumbo Occidente; afirma tambin que todos los puer-
tos de este mar interior, figuran
y
son muy notados en los
itinerarios apostlicos;
y
sin embargo,
y
pesar de la
arraigada tradicin del arribo de San Lzaro
y
sus her-
manas Santa Marta
y
Santa Mara Magdalena al famo-
so puerto masiliense, afirma en redondo que para llegar
cosas tangibles, pour arriver d dioses tangibles, es preciso
economizar un siglo
y
trasladarnos desde los tiempos de
Nern los de Marco-Aurelio, bajo el cual, en el ao 177,
padecieron glorioso martirio innumerables cristianos de
todas clases
y
condiciones,
y
entre ellos, el Obispo Poti-
no, el dicono Sancto, la sierva Blandina, el mdico Ale-
jandro, talo, Maturo, etc Duchesne no se detiene en
averiguai" quin quienes fueron los que consagraron
(1)
Pars, 1890: lib. I, cap. I.
10 PREFACIO
al anciano Potino y
evangelizaron tantos cristianos,
ni las dificultades que tuvieron que superar, ni las lu-
chas que hubieron de sostener; lo nico que lo conmueve
es la cosa tanfjMe de la inmolacin de tantos mrtires.
Esto es aplicar crudamente al estudio de las antigeda-
des eclesisticas el criterio de los positivistas.
Mas adelante,
pg.
11, dice, que fines del siglo IV las
ciento trece ciudades de las Gallas deban de tener ya
cada una su Obispo
y
su Iglesia. Duchesne no nos decla-
ra si espontneamente se lleg este resultado; pero al
ver la indiferencia
y
desdn con que mira la solucin de
este problema, da margen que se crea que es partida-
rio de la generacin espontnea del Catolicismo en Fran-
cia, aunque ya en el siglo IV, , lo ms, mediados
del III,
y
no antes
(1).
Esto supuesto, habr que decir que aquello de San
Marcos (XVI, 20)
de que los Apstoles ya haban pre-
dicado en todas partes, lo de San Pablo los Roma-
nos (I,
8)
de que su
fe
era anunciada en todo el mundo,
y
de
que (X, 18) la palabra de los enviados del Seor haba llegado
los ltimos confines de la tierra,
y
aquello del mismo Aps-
tol los Colossenses (I,
6)
de que el Evangelio fructificaba
y
creca en todo el mundo, no debe de entenderse de este
mundo viejo, sino de otro mundo desconocido del mun-
do de las estrellas.
Los Paleontlogos usan
y
abusan, como les place, de
(1)
V Origine des dioceses piscopavx dans V ancienne Gaule,
PBE^ACi 11
la conjetura. Con slo los indicios que puede suministrar-
les una vasija de barro otro utensilio cualquiera, recons-
tituyen una civilizacin entera, describen las viviendas,
el mobiliario, la indumentaria, el gnero de vida, las apti-
tudes
y
liasta las creencias del pueblo quien se supone
que perteneci aquel objeto. Esto se admite
y
corre sin
que cause alarma, ni infunda recelos, ni produzca protes-
tas en el campo de la crtica. En asuntos religiosos de los
primeros siglos de la Iglesia, ya es otra cosa; en estas ma-
terias la conjetura ms fundada, an la que se apoye en
las ms patentes analogas
y
en las ms lgicas deduccio-
nes, no puede obtener el pase de muchos de los crticos
modernos, que requieren, reclaman
y
exigen cosas tangi-
bles, que puedan verse
y
palparse con los sentidos corpo-
rales. Con lo cual se ve que si la crtica es de suyo desapia-
dada, impoiiihle, como dice Ducliesne, tiene, sin embargo,
sus veleidades
y
preferencias. Para estos crticos la conje-
tura sirve, s, para destruir, para impugnar; pero no pai*a
probar
y
edificar.
Pero por muy desapiadada que se quiera suponer la
crtica, no ha de obligrsenos que dejemos de ser razo-
nables,
y
que renunciemos explicar los efectos por sus
propias causas. As lo entendieron nuestros mayores, que
juzgai'on deban recoger con la ms profunda veneracin
y
respeto aquellas memorias
y
leyendas en las cuales se
explicaba la introduccin del Catolicismo en cada comai*-
ca,
y
se exponan los trmites por que haba pasado tan
feliz
V
trascendental acontecimiento.
12 PREFACIO
No puede negarse que muchas de estas narraciones
abundan, de una parte en incongruencias, inepcias y
ana-
cronismos que nuestra cultura estima sandeces neceda-
des;
y
de otra, en prodigios
y
maravillas que causan es-
cndalo
y
hasto las preocupaciones de nuestra poca.
Mas aqu, s que est la tarea de la verdadera crtica, el
discernir lo que haya de verdad en estas antiguas narra-
ciones. Nunca con ms oportunidad que ahora pudo re-
petirse aquel consejo, que en el nmero CXXIX del Apa-
rato para sus Anales^ daba Baronio los nobles ingenios,
saber: que deban trabajar con empeo para que cada
vez pudiese permanecer ms firme lo que se encuentra
admitido en la Iglesia desde hace mil seiscientos aos,
corrigiendo
y
enmendando este fin lo que se oponga
las costumbres ya recibidas
(1).
Por de pronto, lo maravilloso no puede ser parte para
que rechacemos buen nmero de esas relaciones; pues, en
realidad, no sabemos si de hecho an seran ms porten-
tosos los sucesos con que se inici en aquellos tiempos
privilegiados en cada pas la predicacin del Evangelio,
que lo que suponen las mencionadas leyendas. Nuestro
Seor Jesucristo, dirigindose todos sus discpulos,
y
sin
exceptuar ninguno, les deca que ellos haban de hacer
milagros,
y
todava mayoi-es, que los que cada momento
(1)
Nobilia ergo inajis laborent ingenia, quomodo, quod per mille ac
sexcenbos ferme annos ostenditur in Ecclesia receptum, consistere possit, et
ut firmum persistat, quaeque adver.santia receptae jam consuetudini, licite
Corrigant et emendent.
PBEFACIO 13
estaban presenciando. Y an, como privilegio
y
caracte-
rstica de los primeros creyentes, indica el Seor la virtud
y
poder de arrojar en su nombre los demonios, de hablar
lenguas extraas, de destruir las serpientes, de apurar
sin peligro mortferas bebidas
y
de curar las enfermeda-
des
(1).
Con (ju derecho, pues, pretender la critica
proscribir, por el slo hecho de estos
y
semejantes prodi-
gios, las leyendas de los tiempos Apostlicos en que se
nos relatan tales maravillas? Esto la sana crtica nunca
lo hizo: lo hacen las ideas
y
sentimientos en que fu
educada
y
de que est imbuida nuestra sociedad, que la
obligan persuadirse de que las cosas no pudieron ser de
otra manera (jue la (|ue ella concibe,
y
mirar con desdn
y
hasta con enojo todo cuanto no pueda ajustarse los
moldes de lo })uramente natural
y
humano, sin tener en
cuenta que lo prodigioso siempre ha de i-esultar inveros-
mil la pura razn humana. Los que as obran, demues-
tran completo desconocimiento de los resortes con que se
desai'roll la, piimitiva propagaciii del Catolicismo. El
mundo no hubo de convertii'se con solos discursos
y
ra-
ciocinios. Kl mismo Salvador, en ms de una ocasin,
apel las obras, para confrmar la verdad de su pala-
bra: con mayor razn sus discpulos hubieron de apoyar
con l'a eficacia, de los sif/vos
y
])rodigios la. ilacin de sus
(1)
Si^ijna autein eos qui credideriut, haec sequeiitur; In nomine meo
doemonia ejicient; lin^nis lo(iuentur novis; serpentea tollent; et si mortife-
nint quid biberint. non eis nocebit; super aej^ros mnnus im|)onent. et bene
habobnnt. (S. Marcos, XVI, 17
y 18).
14 pbefaCio
discursos
y
el valor de sus testimonios. La crtica quiere,
es cierto, que todas estas cosas se contemplen
y
examinen
framente, sin pasin, sin nada que demuestre parcialidad
juicio anticipado: pero lo que de ningn modo puede exi-
girnos la crtica es que frise con la imbecilidad esa frial-
dad imperturbabilidad de juicio. Porque la verdad es, que
pai'a muchos crticos la serenidad imperturbabilidad de
juicio consiste en hacer tabla rasa de todas las tradicio-
nes
y
antiguas leyendas eclesisticas,
y
completar, fuer-
za de anlisis, reparos, dudas
y
objeciones la obra de los
antiguos perseguidores de la Iglesia,
y
extinguir
y
borrar
para siempre las escasas memorias que nos hayan podido
quedar de los primeros campeones de la Fe catlica
(1).
Tal programa podr tener aceptacin en nuestra poca;
pero slo estar bien en los que no rehusen el hacerse
hasta cierto punto cmplices de la incredulidad de la
indiferencia, por lo mismo que implica un desmo velado
y
equivoco, que en teora admite lo sobrenatural,
y
en la
prctica, por cierto no recomendable pudor, lo desdea
(l) En el Peristephanon, Him. I, deca Prudencio:
Cartulas blasphemus olim nam Satelles abstulit,
Ne tenacibus libellis erudita saecula
Ordinem, tempus, modumque passionis proditum,
Dulcibus linguis per aures posterorum spargerent.
Con esto la mayor parte de las antiguas memorias religiosas tuvieron
que quedar slo grabadas en el corazn de los pueblos. Mas en los tiempos
modernos la persecucin crtica levantada contra estas venerandas reliquias,
trata de extirparlas
y
borrarlas de la memoria de los hombres con el inespe-
rado
y
valioso apoyo que le presta la fuerza inventiva de los falsos Cro-
nicones.
[
PREFACIO 15
y
evita. Siquiera en sus criticas lucubraciones viramos
empleadas slidas pruebas y
correctos raciocinios; pero
slo con ftiles razonamientos
y
vansimos argumentos
pretenden conmover la firmeza de nuestras convicciones,
contando acaso deslumbrar nuestros ojos con la fascina-
dora ciencia del detalle. Si nos propusiramos buscarla,
no podramos hallar prueba ms convincente de la peque-
nez inconsideracin de los hombres, que el ver la acti-
tud que toman muchos crticos respecto de la mara-
villa de las maravillas, la maravilla que hizo estreme-
cer los Cielos, la bajada del Verbo Eterno la tierra
para tomar carne humana
y
redimir los hombres. Creen
que lo procedente es, regatearle
y
escatimarle los signos
prodigiosos de su poder
y
de su gloria. En otro tiempo los
hombres construyeron torres pai'a escalar el Empreo;
hoy quieren levantar barreras para contener la accin de
Dios en el mundo.
Por lo que mira las incoherencias, anacronismos
y
confusiones de lugares
y
de personas de que suelen ado-
lecer la mayor parte de las antiguas leyendas religiosas,
no pueden por s constituir un argumento concluyente.
para que, sin ms, refutemos, como fbulas fantsticas
invenciones, los hechos que sirvieion de niicleo geinien
aquellos piadosos relatos. Discuriiendo de otro modo,
incuri'iriamos en el vicio que reprueban los lgicos en
la regla Latins ho.s,
y
que consiste en dar la conclusin
mayor alcance que el (]ue consienten las jnemisas. Si hu-
bisemos de desechar como falsos
y
supuestos, todos aque-
IG PBEFACIO
los hechos, de los que las versiones que conocemos, son
incompletas, incoherentes, contradictorias,
y
veces
absurdas, entonces tendramos tambin que dudar de la
verdad de muchos graves
y
pblicos acontecimientos con-
temporneos, en cuyo relato vemos de ordinario tantas
discrepancias
y
versiones, cuantos son los conductos por
donde han llegado nuestro conocimiento. Nadie, sin
embargo, ser tan osado que por slo estos equvocos
y
sospechosos indicios, se niegue admitir la realidad del
hecho.
El exigir que la piedad
y
el fervor religioso del pue-
blo deje de componer
y
ataviar su manera esas vene-
randas tradiciones, en las cuales se lialla encarnado lo
ms puro
y
lo ms ntimo de sus sentimientos, es preten-
der que se de^^prenda de una parte de s mismo; porque,
como con mucha razn dice Duchesne, il a la une par de
nous-^neme:
y
esta parte es la paite de nuestro corazn en
que est reservado el tesoro de nuestras esperanzas
y
de
nuestras creencias. En semejante labor no puede menos
de hallarse mucho de exagerado, nnicho de indiscreto,
mucho de ideal
y
fantstico, como conviene una obra
en la cual ha tomado parte tan activa el genio popular;
pero debajo de estos atavos, debajo de esos adornos,
veces tan poticos
y
romnticos, pa]})ita el hecho, que si
es fundamento de todo derecho, no lo habr de ser me-
nos de toda legtima, tradicin. Bueno es que cortemos
del rbol
tradicional las ramas postizas ingeridas: pero
justo es ta.mbin que en esta, opeacin piocedamos con
{
PBEPACIO
ir
tal pulso
y
tiento, que no nos expongamos daar el
tronco primitivo
(1).
No en vano se dice que en muchos
casos la novela, la leyenda encierra ms profunda ver-
dad, que la misma historia; la cual con frecuencia suele
pasar por encima de los sucesos como por ascuas.
Si recogiendo los despedazados restos de un espanto-
so naufragio, nos propusiramos reconstruir los objetos
que hubieran podido pertenecer, nos encontraramos con
muchos espacios
y
huecos que no podramos llenar,
y
con
muchas piezas, cuya colocacin slo por conjetura po-
dramos precisar. Lo mismo sucede con las leyendas ecle-
sisticas. Son en su mayor parte reconstrucciones de an-
tiguas memorias, que con las injurias del tiempo pade-
cieron repetidos naufragios,
y
cuyos restos flotaban en el
recuerdo de los hombres, alterndose tal vez
y
cercenn-
dose, pero sin jams sumergirse. No es de extraar, por
tanto, que en estas reconstrucciones, hechas no siempre
por manos hbiles, hallemos huecos
y
vacos, junturas
mal aderezadas,
y
piezas, que sin dejar de ser autnticas,
no se ajusten bien en su sitio, que tengan muy diver-
'
sa procedencia de la que se las ha destinado;
y
que
(1)
Esto se ve en el Clovis de Godofredo Kurth, publicado en Tours el
ao pasado de ISiG. El eminente crtico fu descartando tantos detalles de
la conversin de Clodoveo, que poco ms lo deja sin bautizar. Pero ms
claramente se advierte en la manera con que muchos crticos tratan las
Actas de los Mrtires. Si hubiramos de prestarles fe, habra que decir que
casi todos los antiguos hroes del cristianismo padecieron martirio como
de rc2)cvte^ sin ningn incidente sensible
y
digno de atencin; pues los por-
menores que se conocen,
i>or
lo mismo que nos vienen |X)r conducto de las
acostumbradas leyendas, no merecen aprecio alguno.
Tomo i.2.
18 PREFACIO
veces resulten, por todo esto, formas inverosmiles, pero
nunca completamente falaces fingidas.
Dirse que aqu entra la obra de la depuracin,
y
que
esta penosa tarea cede en gran honor de la Iglesia San-
ta, que de este modo aparece justificada contra las acu-
saciones que le suelen lanzar algunos, de patrocinar, por
lo menos acoger, necias
y
ridiculas fbulas invenciones.
Laudable sera el propsito, si se contuviera dentro de los
justos lmites, no desechando ms,' que lo que realmente
conste ser fabuloso
y
quimrico. Porque si la pauta
y
me-
dida de tal depuracin la hubiesen de dar el clamoreo de
los incrdulos la intemperancia de ciertos crticos, en-
tonces tal podramos llegar, que tuvisemos que poner
mano en las mismas entraas del Catolicismo,
y
extraer
de all lo ms augusto, lo ms ntimo, aquello, que segn
San Pablo, era escndalo para los Judos
y
necedad para
los Gentiles. Pero oh santas
y
discretas necedades, que en-
sean los hombres conocer sus destinos
y
los condu-
cen su ltimo fin!
De todos modos, nunca saldramos del crculo de las
leyendas. A las viejas leyendas, sucederan, si ya no su-
ceden, las leyendas crticas
y
racionalistas, en las cuales,
por indulgentes que queramos mostrarnos, no se ven cier-
tamente mritos
y
ttulos que las hagan ms acreedoras
que las antiguas, nuestra estimacin
y
nuestro recono-
cimiento.
Tanto ms son de extraar las modernas tendencias
con relacin las leyendas religiosas, cuanto que las ms
PEEFACIO 19
antiguas y remotas mitologas son hoy da uente hist-
rica que se busca
y
utiliza con atan
y
decidido empeo.
Las leyendas religiosas, cuando ms, slo sirven para
conocer el estado psquico, las afecciones ilusiones, que
en tal cual poca padeci la humanidad; pero en las
investigaciones histricas hay que prescindir de ellas por
completo. Y sin embargo, los mismos monumentos, si no
hay una tradicin que los explique, que ponga en nues-
tra mano el hilo para llegar descubrir su verdadero
signicado, son letra muerta, son como cantos rodados,
arrastrados
y
perdidos en la mole inmensa de ruinas en
que confusamente se resuelven todas las generaciones
pasadas.
En todo caso, no ser que quiera decirse que el Cato-
licismo se introdujo en cada regin de una manera invi-
sible
y
sin ningn gnero de pblica
y
ruidosa manifes-
tacin, es necesario admitir, al menos como conclusiones
provisionales, las antiguas leyendas recibidas por la Igle-
sia, mientras tanto no se demuestre de un modo evidente
y
tangible su falsedad
y
repugnancia. Y tanto ms debe
decirse hoy esto, cuanto que, como advierte Pablo Allard
en su Hisfoire des perscuiions pemJant les ilenx premiers si-
des
(1),
despus que los estudios de la Arqueologa Cris-
tiana han recibido del genio de Mr. de Jlossi tan poderoso
impulso, sucede con frecuencia que los documentos ha-
giogrficos en apariencia ms sospechosos, reciben, si no
(1)
Introductiii,
i)g.
X.
20 PREFACIO
en los detalles, al menos en las indicaciones topogrficas
y
veces en las lneas generales del relato, inesperada
confirmacin.
i
i
CAPTULO I
Misin del Apstol Santiago el Mayor. Sus trabajos apost-
licos
en Espaa. Su predicacin en Judea.
Su mar-
tirio en Jerusaln.
nisti
ITMPLIDO haban ya los Romanos su
misin providencial. Destinados ser
como los roturadores de los caminos
del P]va]igelio, si con la fuerza de las armas sub-
vuoraron el mundo entonces conocido, tambin
lo sometieron un organismo por el cual todos
los pueblos eran solidarios
y
miembros de un
mismo cuerpo social. Kn virtud de esto San Pa-
blo, desde un confn del Imperio, pudo hacer
sentir todo el peso de la autoridad central; ape-
l Roma,
y
Roma fu conducido.
Y en efecto, los Romanos, de tal modo intro-
dujeron en nuestra Pennsula sus costumbres, su
idioma
y
su organizacin poltica, civil
y
admi-
ativa, que, como nota Allard
(1),
Espaa fu uno
(*) Inicial de un Breviario Compo.stelano del niglo XV.
(1)
Situation du Paganisme au viilieu da IV svkle, en las Actaj del
28 LIBRO PllIMEttO
de los pases en que ms pronto se estableci
y
arraig
la civilizacin latina. Merced, pues, los Romanos, los
habitantes de la antigua Iberia tenan carreteras, acue-
ductos, circos, teatros, gimnasios, academias, foros
y
baslicas, estaban en frecuente relacin con los dems
pueblos que reconocan al Imperio
y
gozaban de todas las
ventajas
y
beneficios, que las naciones proporcionan la
civilizacin
y
la cultura.
Una cosa no haban introducido los Romanos;
y
sin
embargo era lo esencial, lo imprescindible, para el bien-
estar
y
felicidad de la futura sociedad ibrica. Pues
esto que los seores del mundo no supieron, ni pudieron
traer nuestra patria, lo trajo un obscuro personaje, un
hombre rudo
y
vulgar en su porte
y
en sus maneras, pobre
ignorante, al menos sin ttulo alguno acadmico
y
destituido de todo humano auxilio. Ciertamente, lo que
traa este desconocido aventurero
(y
permtasenos que
as lo llamemos), no era ningn gnero de comercio de
importantsimas aplicaciones, ni ningihi invento de ma-
ravillosos resultados; lo que el aventurero vena intro-
ducir en nuestra patria era la guerra; primero, la
Religin establecida
y
profesada por el Estado; segundo,
al ascendiente influencia de los sacerdotes interesados
en sostener su posicin
y
defender
y
propagar sus creen-
cias; tercero, errneas
y
funestas preocupaciones pro-
fundamente arraigadas en el corazn del pueblo; cuarto,
los vicios
y
pasiones humanas, erigidas entonces, por
efecto de la misma Religin dominante, en mvil
y
tercer Congre.-io internacional Catlico^ habido en Bru^ielah en el ao l^l4,
OU Ja
Seccin de CienciaB hit^tricaH, ng. 131,
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 29
norma de todas las acciones, no slo en la vida pblica,
sino tambin en la privada.
Sera tan insensato aqnel extrao advenedizo, que
no previera la serie interminable de obstculos
y
dificul-
tades que se haban de atravesar en la ejecucin de sus
propsitos? No le hara retroceder la fiera oposicin de
los Poderes pblicos, entonces tan fuertemente constitui-
dos
y
tan interesados en sostener el antiguo culto, que en
cierta manera
y
hasta cierto punto con ellos se identi-
ficaba? Nada re.celara de las asechanzas de la clase sa-
ceixlotal tan rica, tan numerosa, tan influyente
y
tan res-
petada? No titubeara ante el unnime consentimiento
con que todos los elementos morales, sociales
y
materiales
se haban de conjurar para rechazarlo
y
aniquilarlo
como un criminal, reo de lesa paz pblica
y
de divina
y
humana majestad? Nada de esto lo conmovi, ni le
hizo desistir en lo ms mnimo de la realizacin de sus
designios.
Conocemos la empresa que se meditaba sobre nues-
tra patria; pero quin era el protagonista? Era el hijo
primognito de un pobre pescador del lago de Genesa-
reth en G-alilea, llamado Zebedeo; el cual, dueo de un
barquichuelo
y
un pequeo aparejo, ayudado de sus dos
hijos ganaba honradamente su sustento
y
el de su fami-
lia con el liumilde ejercicio de la pesca. Ordinariamente
residan en Bethsaida de Galilea, orillas del lago; pero
segn una antigua
y
respetable tradicin, Jacobo, que
ste era el nombre de nuestro extranjero, haba nacido
en Saffa, Rafia Yafa., pequea villa sita entre dos em-
pinadas alturas unas tres millas de Nazareth (i).
(1)
La tradicin concreta ms
y
seala el solar que ocupaba la caaa en
3 LIBRO PRIMERO
Haca como vinos cinco seis aos que haba aban-
donado de improviso su oficio,
y
que se haba hecho dis-
que naci nuestro Apstol. Desde el ao 1(>41 est en poder de los Reve-
rendos Padres Franciscanos; los cuales consagraron el sitio edificando sobre
l una capilla en honor de Santiago. Destruida por la accin del tiempo
y
por el odio de los herejes
y
dems enemigos del nombre cristiano, ha sido
reedificada en estos ltimos tiempos por el celo
y
piedad de los Padres
Franciscanos espaoles. Atestiguan esta tradicin, entre otros autores de
nota, Adrichomio (Theatrum Terrae Sanctae), Quaresmio (Elucidatio Te-
rrac Sanctae, tom. II, lib. VII, Pereg. IV, cap. I); Fernndez Sn3hez
y
Freir (Santiago^ Jerusaln^ Roma, tom. II,
pg. 778). Mas elP. Cooper (Ac-
ta Sanctorum, tom. VI del mes de Julio), fundado en que Yafta dista bas-
tante del mar de Galilea,
y
adems en un texto de Teodoreto exponiendo
el Salmo LXVII, v. Privcipes .Tuda, duces eorum, etc., tiene por ms se-
guro que Santiago era natural de Bethsaida, que estaba orillas de dicho
mar. El texto de Teodoreto es como sigue: Ex his namque tribubus (las
de Jud, Zabuln
y
Nephtal) caeteri Apostoli originem duxerunt; et illi qui
vocahautur fra^res Domini ex tribu Judae genus duxerunt. Petrus autem et
Andreas^ lacobus et loannes et Phippits ex oppido Bethsadae fiierunt.
Mattheus et lacobus dicti sunt habitare Capkarnaum. Pero por lo menos este
texto implica
y
es inconducente para el caso; porque si de algunos Aps-
toles pudo decirse que eran llamados hermanos del Seor, stos eran San-*
tiago el Menor
y
los dos hijos del Zebedeo. De lo cual resulta que, segn
el mismo Teodoreto, Santiago el Mayor
y
los dems Apstoles llamados
fratres Domini, eran de la tribu de Jud. Mas en este pasaje, el Obispo de
Cyro no se atuvo precisamente al lugar de origen nacimiento, sino al de
la residencia, como l mismo lo insina cuando dice que MaVheus et lacobus
dicti sunt habitare Capharnaum; pues su objeto era ms bien que puntuali-
zar hechos histricos, hacer una exposicin moral
y
acomodaticia de los
Salmos. Indudablemente alude en las palabras citadas aquel pasaje del
Evangelio (S. Mat. III) en que se nos refiere que el Salvador, abandonan-
do Nazareth, pas habitar en las marinas de Cafarnaum en los confines
de Zabuln
y
Nephtal, en donde encontr Simn
3'^
Andrs
y
Ja-
cobo
y
Juan.
La distancia de Yaffa del mar de Galilea (cuatro cinco leguas) no era
tanta, (jue pudiera impedir el que Zebedeo con sus hijos pudiese trasladarse
otro sitio en donde le fuera ms fcil el atender las necesidades de la
vida. Nuestro Seor, pesar de ser de Nazareth, residi por mucho tiempo
en Cafarnaum.
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 31
cpulo de un hombre extraordinario llamado Jess, con
el cual tena relaciones de parentesco
(1).
En la escuela
de Jess aprendi Jacobo que las cosas que entonces te-
nan los hombres en mayor estima, saber, los dolos
y
las
falsas divinidades, slo eran dignas de abominacin
y
del ms profundo desprecio; que era de todo punto ne-
cesario combatir
y
exterminar su culto engaoso, por
medio del cual el demonio tena seducida, degradada
y
esclavizada la humanidad; que ni las riquezas, ni los
honores, ni la gloria mundanal deban de ser principal
objeto de las aspiraciones del alma humana, pues todos
estos bienes son caducos
y
deleznables,
y
el alma, inmor-
tal
y
creada para destinos ms altos; que, por lo tanto, la
(1)
Aunque pescador de oficio, su linaje era de los ms distinguidos
en Galilea. San Jernimo (Epist. XCVl, Ad Principium. en el tomo IV,
col. 780 de la ed. de Martianay), hablando de San Juan Evangelista, dice
que por la nobleza de su familia era conocido del Pontfice Caifas. Umle et
Jesits Joanhem Evangelistam amabat plurimuyn, qui projjfer geuers nohila-
tem erat notus Pontifici et Judaeorum insidias von timehat, in tantutn, ut Pe-
trum iutroduceret in atrium et staret solus Apostolorum ante Crucem. Segn
Nicforo, en su Historia eclesistica, haba vendido Caifas parte de una
casa en Jerusaln, que le corresponda por su padre Zebedeo. Adems, se-
gn San Marcos (I,
20),
el Zebedeo
y
sus hijos tenan jornaleros su ser-
vicio, niercevarii;y Orgenes (ContraCelso, lib. I) dice que Zebedeo
y
sus hi-
jos no eran precisamente pescadores, como lo eran San Pedro }' San Andrs,
sino tambin vautae, dedicados al cabotaje. El P. Cooper (Act. Sanct.,
tom. VI del mes de Julio) no quiere creer en la nobleza del Zebedeo
y
su
familia;
y
para ello se funda en varios testimonios de algunos SS. PP. que
hacen resaltar la humilde condicin de los Apstoles. Mas bien se com-
padecen ambas cosas; as como se compadecen en San Jos, que era de san-
gre real
y
se vea obligado ganar el su.stento con el trabajo de sus manos.
San Epifanio. (Honres. LVIII) dice que Santiago, el primer Obispo de Je-
rusaln,
y
los dos hermanos Santiago
y
Juan, guardaron {>er|X)tua virgi-
nidad, nunca se cortaron el |Xlo, ni usaron bao, se abstuvieron de tocio
manjar animal
y
vistieron slo una tnica con un pequeo palio manto de
lino.
32 LIBHO PBIMERO
actividad de nuestro espritu no ha de emplearse slo en
la adquisicin de esos bienes falaces
y
efmeros, sino de-
dicarse con preferencia trabajar en la propia perfec-
cin, proponindonos por modelo la Divina,
y
refrenando
la codicia, abatiendo la soberbia
y
el orgullo, contenien-
do los movimientos de la ira
y
reprimiendo los instintos
impulsos de la carne,
y
todo esto no como fin, sino
como medio que nos conduzca de grado en grado, con los
auxilios sobrenaturales de la gracia, la visin
y
pose-
sin del verdadero Dios, que es el ltimo fin para que
hemos sido criados; que slo as se puede restablecer en
espritu
y
en verdad el culto del nico verdadero Dios,
Criador del cielo
y
de la tierra;
y
que para la consecu-
cin de todos estos fines. El, que era Dios verdadero.
Hijo del Eterno Padre, haba bajado al mundo
y
se ha-
ba hecho Hombre para padecer
y
morir
y
poder dar su
sangre como precio del rescate del linaje humano
y
fun-
dar una sola sociedad, en la cual exclusivamente, por los
medios que El instituira, se aplicasen todos los hom-
bres que en El creyesen
y
lo confesasen, los frutos
y
be-
neficios de la Redencin.
Al cabo de tres aos de estas salvadoras enseanzas,
que El confirm con toda suerte de prodigios, Jess ex-
pir ignominiosamente en un patbulo; pero al tercer da
resucit gloriosamente,
y
durante los cuarenta siguien-
tes estuvo conversando con Jacobo
y
con los dems dis-
cpulos que haba elegido, completando, por decirlo as,
de este modo, su instruccin religiosa. Al cabo de este
tiempo, reunindolos todos, su vista se elev lleno de
majestad los cielos, no sin haberles manifestado antes
que ellos eran los destinados continuai' su obra sobre
la tierra, para lo cual delegaba en ellos la misin
y
los
OBaENKS DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 33
poderes que haba recibido de su Padre celestial,
y
que,
por lo tanto, su orfandad slo durara diez das, pues pa,
sado este plazo, les enviara desde el cielo al Espritu
Santo, que los confortase
y
les infundiese los dones nece-
garios, con que pudiesen serle testigos en Jerusaln, en
Judea
y
en Samara
y
hasta lo ltimo de la tierra
(1).
Tal era el varn extraordinario que, con muy distin-
tas armas que las de Augusto, vena conquistar Es-
paa para la verdad
y
para la fe. No traa legiones,
y
su
nica arma era el bastn del caminante; no traa rique-
zas, que las redes de Genesareth
y
otros bienes que po-
sea, apenas daban ms que para el sustento de cada da;
no contaba con amigos ni con relaciones, que nunca ha-
ba estado en Espaa, ni aun se supo que jams hubiese
estudiado el idioma de los espaoles. Y sin embargo,
pesar de su absoluta carencia de medios naturales, su
conquista
y
su triunfo fu incomparablemente ms per-
durable que el de los romanos;
y
Espaa abriga la dulce
y
firme esperanza de continuar siendo del Apstol San-
tiago hasta la consumacin de los siglos.
Mas si Jacobo se hallaba desprovisto de medios natu-
rales propsito para la realizacin de su empresa, po-
da recurrir los poderes de que lo haba investido su
Maestro
y
las gracias con que lo haba enriquecido el
Espritu Santo
(2).
A los que le interrogasen acerca de
los fundamentos
y
legitimidad de su misin, poda con-
(1)
Et eritis mihi testes in Jeriisalem, et in omni Judaea et Samara,
et usque ad ultimum terrae. (Act. Apost. I, 8).
(2)
Esto es lo razonable, porque no ha de exif]jrsenos que admitamos
efecto sin causa,
y
causa ])roporcionada,
y
adems lo conforme con las en-
seanzas instrucciones del Seor
y
con lo que consta que practicaron
loe demi Apstoles.
Tomo I.8.
34 LIBBO PBIIIEHO
testar como su Maestro: los ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
resucitan
y
los pobres son evangelizados
(1).
Y podra
aadir con San Pedro
(2):
Varones espaoles, por qu
os admiris por qu me contemplis como si yo con mi
sola virtud hubiese hecho estos prodigios? El Dios, cria-
dor del mundo
y
de todo cuanto existe, ha querido glo-
rificar de este modo su nico Hijo Jess, quien yo os
predico,
y
que se hizo Hombre para traernos todos la
redencin.
>
He aqu propuesto histricamente, por lo que con-
cierne nuestra patria, el gran problema de la humani-
dad; problema en que nos dej envueltos nuestro primer
Padre con su desobediencia en el Paraso; problema cuya
solucin vislumbraron todos los antiguos pueblos de la
tierra, esperaron con fe firme los Patriarcas
y
anuncia-
ron los Profetas de la Antigua Ley; problema que resol-
vi el Hijo de Dios tomando carne humana
y
muriendo
en ella por nosotros; problema, en fin, que as resuelto,
cambi los destinos del linaje humano
y
abri un ma-
nantial perenne inefable de dones celestiales, de los
cuales los Apstoles fueron instituidos dispensadores en
toda la redondez de la tierra,
y
en particular, Jacobo
para nuestra Espaa.
Lleno, pues, Santiago del Espritu Santo, abandon la
Judea hacia el ao 32 83 de nuestra Era
(3),
unos tres
aos despus de la Ascensin del Seor,
y
probablemente
al mismo tiempo que San Pedro se encaminaba Antio-
(1)
S. Mat.JCI.
(2)
Ac. Ap. III.
(3)
Se(n el cmputo que coloca la muerte de Nuestro Seor en el
ao 29 de la ra cristiana.
ORGENES DE LA IGLESIA COIIPOSTELANA S5
qua para establecer en esta ciudad su primera Ctedra.
Es indudable que durante el tiempo que Santiago perma-
neci en Judea, no se demostr indigno de las distincio-
nes
y
deferencias con que su Maestro lo haba sealado,
y
que con el celo
y
ardor que lo caracterizaban, no ces de
predicar primeramente los judos, los cuales los Aps-
toles haban convenido en guardar esta atencin
(1),
aquel Nombre augusto del cual penda la salvacin de
todos los hombres. En el libro I, cap. LVII de las Reco-
gnitiones, recopiladas en el siglo II III de la Iglesia,
y
publicadas bajo el nombre del Papa San Clemente, se re-
fiere el siguiente episodio, acaecido antes del martirio de
San Esteban, de los trabajos apostlicos de Santiago en
Judea: Sarnarcieus vero qtlam, contrara populo et Deo loqiiens
et eque mortuos asserens resiirrecUiros^ eque eiim qii'i est
in Hierusalem cultun Dei tenemlum, sed montem Gariz'm ve-
neranchim, addidli contra nos etiam haec, quod Jes2is noster
non esset ipse, quem Moi/ses proplietayn venturvm esse praedixe-
rit, Adversnm huyic et alimn qui cum ipso haec eadem proseque-
hatur, Zehedaei
fiUi,
Jacobus et Joaymes, vehementer ohnisi sunt, et
quamvis hoberent mandatmn, ne ingrederentur civitates eorum
neqtie verhum eis Traedicatlonis inferrent, tamen ne sermo eo-
rum, si confutatis yion esset^ aliornm luederet fidem, ita pru-
denter et fortiter respoyuJerunt, ut perpetuuyn eis silentium da-
rent, Nayn Jacohus de resurrect'oyie niortuornyn cum totius
popul favore peroravit, Joaymes vero osteyulit, qu'a si cessarent
ab errare ynoyitis (rarizin, consequeyter arpioscereyt ipsum esse
Jesuyyi, qui secundurn prophetiam Mojjsis expect(d)atur esse vey-
turus
(2).
(1)
Vobis (Judacis) opi^ortebat primum loqui verbura Dei. (Act. Apo-
stol, XIII, 40);
{2)
Migne, Patrol. gracca, tom. I, col. ()46.
36 LIBBO PRIMERO
Que Santiago se hubiere ya entonces asociado algu-
nos discpulos para que lo auxiliasen en las tareas apos-
tlicas, parece innecesario el insinuarlo, porque asi lo
hicieron los dems Apstoles.
Si es que la pequenez humana puede poner plazos
trmites la accin del Espritu Santo, la ocasin que
Santiago debi de elegir para dejar Palestina, fu pro-
bablemente aquella en que, segn los Hechos Apostli-
cos
(1),
la Iglesia gozaba de gran calma
y
tranquilidad
en toda la Judea, Galilea
y
Samara. Eccles'a qu'dem per
totam Judaeam et GaVlaeam et Samariam hahehat pacem.
Adems, convenia que los Apstoles permaneciesen
juntos por algn tiempo para que mejor pudieran poner-
se de acuerdo acerca del plan que todos uniformemente
deban seguir en la predicacin del Evangelio
y
en la
institucin
y
organizacin de las nuevas comunidades
que sucesivamente se fuesen formando. Uno de sus pri-
meros cuidados fu el redactar una frmula, en la cual
estuviesen clara
y
sucintamente expuestos los principa-
les dogmas que todos debiesen de creer
y
profesar,
y
que
sirviese, no slo de regla de fe, sino tambin de tessera
seal por la que pudieran seguramente reconocerse todos
los verdaderos creyentes. Esta frmula es el Credo
Smbolo de los Apstoles, del cual ya hablan San Am-
brosio, Rufino, San Jernimo, San Len Magno, Scra-
tes, Venancio Fortunato
y
otros autores eclesisticos
(2).
No se limit eso slo la diligencia de los Apstoles
(1)
Cap. IX, 31.
(2)
En un aermn atribuido San Agustn, que es el 115 de los De
(empore. se dice que la frase que dict Santiago en la redaccin del Credo,
fu: et in Jesum Christum filium ejus unicum, Dominum nostrum.
ORaKNES DE LA IGLESIA COMPOSTELAN 37
mientras permanecieron juntos en Jerusaln. Tambin
redactaron como un Manual, no solamente de preceptos
morales, sino adems de reglas litrgicas
y
disciplinares.
De este manual compendio nada ha quedado; pero que
los Apstoles se ocuparon en ello, nos lo* hacen ver cier-
tas colecciones posteriores, que son como ecos lejanos,
y
si se quiere desfigurados, de aquella primitiva exposicin
de los deberes cristianos.
Sea la primera el opsculo intitulado. Doctrina de los
doce Apstoles, Doctrina del Seor por los doce Apstoles las
gentes, que public el ao 1883 en Constantinopla el Me-
tropolitano de Nicomedia, Fileteo Briennio, tomndolo de
un Cdice del siglo XI hallado en la biblioteca del Pha-
nar. Est escrito en griego
y
dividido en diecisis cap-
tulos, los cuales contienen manera de un Declogo,
instrucciones que dan los impostles para la Administra-
cin del Bautismo, de la Sagrada Comunin, etc.. Se-
gn la opinin ms problable, fu redactado fines del
siglo I. Adanse esta Doctrina apostlica, las colecciones
intituladas Cnones Apostlicos
y
Constitnclones Apostlicas,
obras ambas, lo que se cree, del siglo IV,
y
que confir-
man la persuasin en que entonces se estaba de que los
Apstoles compusieron una cosa parecida
(1).
Clemente Alejandrino, en el libro VI de las Institucio-
nes
(2)^
atribuy Santiago, juntamente con San Pedro
y
San Juan , la ereccin de la Sede de Jerusaln
y
la con-
sagracin de su primer Obispo, Santiago el Justo. Post
Hervatoris ascensum Petrum, Jacohum, et Joannem, quamris Do-
(1)
Loa captulos XII, XII, XIV
y
XV del libro VIII de lw Consti-
iuciones, se presentan como redactados por nuestro Apstol Santiago.
(2)
Citado por Eusebio, Hist. eccl., lib. II, cap. 1.
88 LIBRO PRIMERO
minus ipsos cazteris Aposto!s pradullsset, non dcrco de primo
honoris grada nter se contendlsse, sed Jacohmn cocjnomne Ju-
stum Hierosolijmormn Epscopum eleglsse
(1).
A dnde se dirigira Santiago al abandonar Ju-
dea? A la nacin que le haba tocado en suerte, para pre-
dicar en ella el nombre del verdadero Dios. San Jerni-
mo da entender que los Apstoles, antes de separarse
para cumplir el mandato que haban recibido de su
Maestro, echaron suertes para determinar, de este modo,
el pas que cada uno corresponda
(2).
No fu sta la
nica vez que los Apstoles emplearon tal medio para
adoptar una resolucin. Cuando trataron de dar sucesor
Judas, despus de invocar el divino auxilio, confiaron
la suerte la decisin entre los dos que se hallaron dig-
nos del Apostolado, saber, Matas
y
Jos el Justo
(8).
No es fcil sealar el primer puerto que arrib
Santiago al dirigirse nuestra afortunada Pennsula;
casi todas las ms importantes ciudades martimas de
Espaa pretenden esta gloria. A ninguna intentamos
desairar, ni impugnar los ttulos que cada una, con no-
ble emulacin, present en su favor. Slo notaremos que
las costas de la antigua provincia de Galicia, en especial
desde la desembocadura del Duero hasta el promontorio
Neri, eran muy ricas
y
florecientes,
y
sostenan desde
muy antiguo frecuentes relaciones comerciales con el
(1)
Santiago, como los dems Apstoles, antes de salir predicar el
Evangelio, vendi todos sus bienes
y
los distribuy entre los pobres. (V. Eu-
se., Hist, eccl., lib. III, c. 37). Este era uno de los consejos de perfeccin que
tanto les haba inculcado su Divino Maestro.
(2)
Spiritus Illius congregaverit eos, dederitque eis sortes atquo divi-
serit, ut alius ad Indos, alius ad Hispaniaa, alius ad Illyricum, alius ad Grae-
ciam pergerot. (In Isai., c. XXXJV).
^3)
Act. Apost, I,
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELAA 39
Oriente. En particular la ciudad de Iria, por su venta-
josa posicin
y
por lo frtil
y
ameno de su comarca,
deba de ser ya entonces uno de los puertos ms frecuen-
tados de nuestra regin.
Bueno es, empero, oir sobre el particular los seo-
res P. Fita
y
Fernndez Guerra
(1):
Santiago vino
Espaa. Pero,
qu regin, qu punto venturoso arri-
b primero? Las naves de Fenicia
y
Palestina surcaban
todos los aos el mar interno, siguiendo las costas de
Egipto, Libia
y
Mauritania, haciendo estacin en los
emporios de estas regiones
y
en los espaoles de Carta-
gena, Almera, Adra, Mlaga
y
Cdiz. Algunas dobla-
ban luego el cabo de San Vicente, alargndose al de
Finisterre, ganosas de recoger el estao de las islas Ga-
laicas, el oro del Mio,
y
no menores riquezas. Por las
boreales orillas del interno mar, iban las naves griegas,
cruzando el Adritico, el Tirreno, el Ligstico, el Ba-
lear;
y
detenindose en Marsella, Ampurias, Tarragona,
y
en la desembosadura del Ebro, donde cargaban con
ganados, frutos
y
manufacturas, acopiadas all por los
cerretanos, indgetes, laetanos, berones, vascones, edeta-
nos, ilergetes
ilercaones. Otros buques descendan
hasta
Cartagena
y
las antiguas colonias griegas
diseminadas
entre las fenicias de Andaluca.
>E1 Hijo del Trueno, como ya es de inferir, arrib
Espaa en .las naos de Palestina,
y
S3 ha de tener por
muy probable que las costas del reino de Granada, la
reina del Betis,
y
su vecina la famosa Rdlim,
recibieron
las primicias de la predicacin de Santiago;
y
que tal
vez liaya de contarse entre los primeros discpulos del
(1)
Rtcuerdos de un viaje Santiago de Galicia,
pg.
67.
40 LIBBO PRIMEHO
Apstol, San Geroncio Italicense. Braga, apoyndose
en inmemorial tradicin, vindicada por el clarsimo Fl-
rez
(1),
se ufana de haber all el hijo del Zebedeo cons-
tituido por Obispo otro discpulo, Pedro, el cual pa-
deci martirio en Rates, al occidente de Braga, entre los
ros Cavado
y
Dave;
y
Zaragoza une la predicacin de
Jacobo su glorioso timbre del Pilar. Jalones son stos
valiosos al intento de conocer por dnde, cmo
y
cundo
se propag entre nosotros la buena nueva;
y
que el
Apstol verosmilmente rode la Pennsula, siguiendo
los famosos caminos romanos de Itlica, Mrida, Coimbra
y
Braga, Iria
y
Lugo, Astorga
y
Palencia, Osma, Nu-
mancia
y
Zaragoza. Desde aqu, por el Ebro, pudo tomar
ya la va Augusta de Tortosa Valencia, Chinchilla
y
Cazlona para venir un puerto murciano andaluz,
y
en las naves de Oriente regresar Palestina. Que no vol-
vi Palestina por Tarragona, parecen indicarlo tam-
bin los monumentos relativos la predicacin de San
Pablo en aquella ciudad,
y
la de Sergio Paulo en
Narbona. >
Lo que no puede dudarse, es que Iria fu el principal
teatro de la predicacin del Apstol, pues en ella es en
donde ms vivas se conservan las memorias de sus he-
chos. Baste recordar aqu lo que este propsito dice el
clebre Ambrosio de Morales en su Viaje Santo: Es cosa
de mucha consideracin en la venida del Santo Cuerpo
del Apstol ac, porque par ms all que en ninguna
otra parte de Espaa viniendo como vena de Jerusa-
ln. Lleg Espaa por aquellos puertos de encima de
Barcelona, no par en toda aquella costa Oriental, ni en
(1)
Esp.Sag.,XV,m-m,
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 4l
la del Medioda, hasta el Estrecho, antes embocando por
l
y
dejando atrs el Meditarrneo, naveg por el Oca-
no rodeando todo lo que resta de Castilla
y
todo Portu-
gal
y
buena parte de Galicia hasta meterse por la boca
de la Ulla
y
por ella subir en el ro Sar hasta la ciu-
dad de Iria, dejando atrs tantas magnficas ciudades
y
tantos puertos
y
ros
y
regiones tan insignes, como ha-
ba entonces,
y
vemos agora en todo el contorno de Es-
paa. Fuera de la secreta Providencia de Dios, no se
puede dar otra razn, buena conveniencia, que en esto
ms satisfaga, que pensar fu Nuestro Seor servido
viniese el Cuerpo del Santo Apstol parar en la tierra
donde ms le haba asistido
y
predicado para que la
ilustrase
y
la ennobleciese
y
la amparase con la presen-
cia de su Santo Cuerpo muerto, como vivo la haba
alumbrado con su predicacin. As se conserva en aquel
lugar
y
sealadamente en una montaa en la otra parte
del ro, junto l, la memoria de la morada
y
asisten-
cia del Santo Apstol all el tiempo que ac estuvo.
Subiendo por la montaa media ladera est una igle-
sia donde dicen oraba el Apstol
y
deca misa
(1),
y
debajo del altar mayor sale afuera de la iglesia una
fuente con gran golpe de agua, la ms fria
y
delicada
que yo vi en toda Galicia. All beben
y
se lavan los Pe-
regrinos en reverencia por haber bebido
y
lavdose el
Santo Apstol con ella
(2).
Subiendo ms arriba en un
pico alto donde hay muchas peas juntas
y
algunas de
ellas abiertas
y
horadadas, se dice que querindose el
(1)
Es decir, en el sitio que hoy ocupa la iglesia capilla.
(2)
Segn la creencia del pueblo, Santiago h7X) brotar o^^ta fuente
para bautizar, con su agua, k una noble seora do Iria,
42 libso rimeko
Apstol esconder de los Gentiles, porqiie no haba de
padecer ac, yndole persiguiendo, horad con su bculo
la pea
y
detuvo los malvados con el milagro
(1).
<Este lugar visitan los peregrinos como muy princi-
pal de su romera, subiendo de rodillas las gradas que
estn cavadas en la pea
y
rezando en cada una
y
pa-
sando tendidos por aquellos dos agujeros
y
por otro que
est un poco ms abajo;
y
estos son los agujeros de que
comunmente el vulgo con una simplicidad devota dice
que se han de pasar en vida en muerte. Tambin di-
cen un refrn en aquella tierra:
Qiien va Smitlago e non va Padrn,
O
faz
romera o non
(2),
> Muestran tambin otra pea donde dicen dorma el
(1)
Tal vez este grupo de peascos habr sido uno de tantos altares
megalticos, como ha})a antiguamente en las costas del Atlntico, cuyas
abominaciones purific Santiago con su palabra
y
con su bendicin.
La iglesia de que habla Morales, es una pequea ermita que exista por
lo menos desde el siglo XIV, pero que en el XVII ha sido casi completa-
mente renovada. Estuvo servida por varios ermitaos, de los cuales el pri-
mero de quien hemos hallado noticia es Juan Rodrguez de Villardefrancos,
que con su mujer alarg la ermita hizo la pequea casa que est conti-
gua. Sucedile Juan de Pousadeiro, tambin con su mujer. Plant castaos
alrededor. Despus fu ermitao Juan Vilar de Astramundi con su mujer.
Scietu^es historiques,
pg.
70.
(3)
Grce a Aldhelm, la composicin de nos Catalogues peut et doit
116
LIBRO PRIMERO
ba la tradicin durante los siglos VII
y
VIII respecto de
la venida de Santiago Espaa. Veamos ahora lo que
por el mismo tiempo se crea en nuestra Pennsula. Esto
podemos fcilmente averiguarlo por medio del Rezo
Oficio que usaba la Iglesia en Espaa durante ese tiem-
po. En el himno de Vsperas del Oficio de Santiago se
contienen dos estrofas, que dicen as:
Magni deinde filii tonitrui
Adepti fulgent prece matris inclytae
Utrique vitae culminis insignia;
Regens Joannes dextra solus Asiam
Eiusque frater potitus Spaniam.
O ver digne, Sanctior Apostle,
Caput refulgens aureum Spaniae,
Tutorque nobis vernulus et Patronus
Vitando pestem, esto salus caelitus,
Omnino pelle morbum, ulcus, facinusque
(1).
He aqu, pues, lo que profesaba la Iglesia Grtica Es-
paola en el siglo VII, respecto de la predicacin de San-
tre reporte jusqu' au Vil sicle. II ne serit mme pas impesible de les
faire remontar un peu plus haut.
Los Catlogos, que aqu alude Duchesne, son los Catlogos griegos su-
positiciamente atribuidos San Hiplito, Doroteo, Obispo de Tiro, So-
fronio
y
Epifanio; los cuales se supone que vivieron del siglo 111 al V.
Duchesne los acusa de haber confundido Santiago el Mayor con el Me-
nor; pero en esta misma falta incurri, como notamos en otra parte, el Mar-
tirologio Jeronimiano.
(1)
V. Flrez, Esp. Sag., tom. III, cap. III,
. VIH.Para eludirla
fuerza de este argumento, deca el P. Mtro. Natal, que el Oficio Gtico no
haba sido aprobado por la Sede Apostlica. A lo que le contesta miy opor-
tunamente el P. Flrez, que aqu no se trata ms que de mostrar testimonios
antiguos que califiquen la tradicin de Santiago. Pero qu sirviera este
OEaENES DE LA IGLESIA COMPOS'ELAA ll7
tiago. No nos importa averiguar quin haya sido el autor
de este himno; porque aunque los Misales muzrabes ten-
gan al frente, Secwidum recjulayn Btl. Isldori, como de-
muestran el Marqus de Mondjar en el cap. XXIV de
la Pred'cacn de Scmtiago,
y
el P. Flrez en el
.
VII de
la Dlssertacin de Ice Mlssa ant'gua de Espaa, el Oficio divi-
no que se usaba en Espaa por aquellos tiempos es muy
anterior San Isidoro. Bstenos saber que en el Conci-
lio IV de Toledo, ao 633, se mand que en todas las
iglesias se rezase uniformemente el Oficio divino,
y
que
no se omitiesen los himnos compuestos in laudem Dei,
atqm Apostolorimi et Martyrum trimnphos.
Los Doctores de la antigua Iglesia visigtica, no po"
dan ensear otra cosa. En efecto, San Isidoro en el libro
De ortu et db'tu Patrum, cap. LXXI, escribe:
Jacobus, filius Zebedaei, frater Joannis, quartus in
ordine, duodecim tribubus quae sunt in dispersione gen-
tium scripsit, atque Hispaniae et occidentalium locorum
gentibus Evangelium praedicavit et in occasu mundi
lucem praedicationis infudit. Hic ab Herode Tetrarcha
gladio caesus occubuit. Sepultus in Marmarica
(1).
Es verdad que algunos niegan que este libro sea de
San Isidoro;
y
an ltimamente Duchesne afirm que
era seguro que este opsculo no haba podido salir de la
autor el que el Breviario Muzrabs e.^tuvlera aprobado por la Silla Apost-
lica?... Aprobado est el Breviario del iSag. Orden de Predicadores... Aucto^
rtate Apostlica...
y
precepto formal de obediencia puesto por el Rmo. Pa-
dre General de todo el Orden de Predicadores... Pues li quien no le haco
fuerza su Breviario... qu fin reciu're k que el Breviario Muzrabe no est
aprobado por la Silla Romana?
(1)
Divi Isdori Hispalensis Episcopi opera; Madrid, 1778; tom. I,
part. II,
pg. 200,
118 LIBBO PRIMEBO
pluma de San Isidoro
(1).
Pero tambin es cierto, que
San Braulio, discpulo de San Isidoro, en la Vida que
escribi de su Maestro, asienta resueltamente que el
Santo Arzobispo de Sevilla, De ortu et ohtu Patrum U-
hrum unum.,. sentental hrevtate subnotavit;
j
en este punto,
entre San Braulio
y
Duchesne, con los ojos cerrados
deferimos lo dicho por el discpulo de San Isidoro,
que tambin puede invocar su favor el testimonio de
San Ildefonso.
Despus de San Isidoro podemos citar al Metropoli-
tano de Toledo, San Julin, el cual en el Comentario
sobre Naliiim
(2),
dice as:
Isti (Apostoli) ergo pedes Domini fuerunt, qui eum
praedicando per universum orbem detulerunt. Petrus
enim eum Romam, Andreas Achaiam, Joannes Asiam,
Philippus Galliam, Bartholomaeus Parthiam, Simn Ae-
giptum, Jacobus Hispaniam, Thomas Indiam, Matliaeus
Aetiopiam, Judas Tliaddaeus eum relulit Mesopotamiam;
Jacobus Alpliaei eum retinuit Hierosolymam.
Quizs las
ideas
y
las costumbres de aquellos tiempos, exigiesen que los bueyes que se
usaban para tales casos, tuvieran ciertas marcas condiciones que no era
fcil hallar en todos. De aqu la licencia dada por Lupa para escoger en el
Ilicino los bueyes toros, en los cuales se viese cumplido el exigido ritua-
lismo.
ORGENES DE LA IGLESIA
COMPOSTELANA 147
se haba enterado de todo lo que haba ocurrido. Ya no
hubo ms higar dudas, ni vacilaciones, ni recelos.
La noble Seora se rindi al ver tanto prodigio,
y
libro
y
espontneamente prometi hacer donacin del terreno
que eligiesen para la apostlica sepultura. Con esto los
discpulos haban ya conseguido todo lo que legalmente
era necesario para que el sepulcro de su Maestro pudiese
gozar de todas las inmunidades
y
exenciones que la Le-
gislacin romana otorgaba los lugares en donde repo-
saban los muertos.
Mas Lupa no se satisfizo con esto; quiso enterrar
para siempre sus antiguas creencias
y
preocupaciones;
abri sus ojos la luz de la fe
y
su corazn las insi-
nuaciones de la gracia; reconoci su Criador
y
su
Redentor,
y
pidi que tambin ella con el bautismo se
le aplicasen los frutos de la redencin. Y en prueba de
lo sincero de su conversin arroj hizo pedazos los do-
los, que por tanto tiempo haba adorado,
y
pidi que se
purificasen de las antiguas abominaciones los lugares de-
dicados antes al culto de la supersticin idolatra. As
lo hicieron los discpulos;
y
del monte Ilicino se sabe que
ahuyentaron de all las potestades infernales, que lo li-
braron de toda influencia diablica,
y
que lo purificaron
rocindolo con agua bendita. Por tal circunstancia, co-
mo dice el Obispo Compostelano Sisnando I
(1),
dej el
antiguo nombre de Ilicino,
y
tom el de Scicro 6 Sagrado.
Lo propio hicieron los discpulos con un gran dolo
que hallaron en el sitio en donde liaban parado los bue-
yes. Lo derribaron, lo lucieron pedazos,
y
purificaron
y
consagraron aquel lugar hasta entonces dedicado al culto
(1)
Yepes, Coronica de >. Benito., tom. IV, Apnd. XIII.
148 LIBRO PRIMERO
de las torpes
y
falsas deidades del Gentilismo. Por lo de-
ms, aquel sitio no se hallaba del todo despoblado. Esta-
ba al pie de un pequeo castro, que dio nombre una
de las calles de Compostela;
y
esto es lo bastante para
suponer que all, cuando el caso lo requera, se celebra-
ban juntas
y
reuniones. Ciertas sepulturas que se halla-
ron habr dos tres aos al abrir los cimientos de una
casa junto la iglesia de Santa Salom, debieron perte-
necer los siervos que Lupa tendra destinados la
guarda
y
cultivo de aquella tierra
(1).
No ha de olvidar-
se tampoco que habr unos treinta aos, en otro pequeo
castro que est como dos kilmetros de aquel sitio, al
lado de la carretera de la Corua, se encontraron cuatro
torqes de oro, alguna urna cineraria,
y
otros objetos por
el estilo. Ntese, por ltimo; que el sitio designado para
el mausoleo de Santiago estaba casi equidistante d dos
carreteras vas romanas, entre la tercera
y
la cuarta
de las que conducan de Braga Astorga,
y
como unos
diez kilmetros de cada una. El nombre de la regin era
Amaaea de los Amaaeos, que acaso venga del galo
celta amaetli, que significa labrador cultivador
(2).
Procedise despus dar sepultura al Santo Cuerpo;
pero antes nos habremos de hacer cargo de algunos repa-
(1)
La forma de las sepulturas, alguna de las cuales posteriormente
haba sido ensanchada
y
destinada otros usos, era muy parecida la de
las que los arquelogos italianos llaman tomhe pozzo. Consisten en un
pozo circular que se va estrechando hasta que como , un metro de profun-
didad se halla cortado por un ancho
y
grueso ladrillo que cubre una peque-
a cavidad en la cual se conservaba guardada la urna cineraria. Vimos
y
tu-
vimos en la mano algunos de los trozos de ladrillo do estas sepulturas de
Santiago.
(2)
D' Arbois de Jubainville, Les premiers habitants de V Europe; to-
mo II,
pg.
33; segunda edicin.
OKGENESDE LA IGLESIA COMPOSTELANA. 149
ros, que varios autores han movido contra algunas de las
circunstancias de este relato de la traslacin de Santia-
go. Ambrosio de Morales, despus de haber dado en su
Crn'ca
(1)
un extracto de esta narracin, dice que es ms
probable que la traslacin se llevase cabo como la ex-
pone San Len III en la carta en que anunci todos
los fieles el descubrimiento de las reliquias de nuestro
Apstol, sin tener en cuenta que siendo esto el objeto de
la carta, bastaba al Pontfice el hacer una ligera refe-
rencia la traslacin. Luego, aade Morales, que los mi-
lagros que se refieren en nuestro relato, no tienen edifi-
cacin; que la Historia Compostelana no liabla nada de
tales milagros; que en dicha narracin aparece un Rey
en Espaa, siendo as que entonces nuestra Pennsula
estaba dominada por los Romanos;
y
por ltimo, que el
libro de Calixto II, donde l haba recurrido para es-
cribir su narracin, contena muchas cosas fabulosas, in-
dignas de tan gran Pontfice. Cuando Morales escribi
esto, an no se haban publicado, ni el Comentario del
Annimo de Fleury, ni la relacin del Monasterio Mar-
chianense cerca de Arras, ni otros documentos referentes
al asunto;
y
si bien nuestro insigne cronista se hizo eco
de la tradicin oral, se cuid poco de investigar sus fun-
damentos
y
de consultar sobre este punto los Breviarios
antiguos de las iglesias de Espaa,
y
los testimonios de
los extranjeros. Si Ambrosio de Morales hubiera llegado
estudiar
y
comparar todos estos documentos con algu-
na detencin, estamos seguros de que habra retirado las
dudas que sembr sobre los sucesos de la traslacin de
(1)
Lib. IX, cap. VIL
150
LIBBO PRIMEBO
Santiago, no contenidos en la carta de San Len, ni en
la Historia Compostelana
(1).
Los Padres Antuerpienses procuraron convertir las
dudas de Morales en fuertes argumentos, movidos sin du-
da por este obvio razonamiento. Cuando Morales, diran
ellos, pesar de mediarse en esto el inters patrio, dud
de tales acontecimientos
y
milagros, es claro que en Es-
paa no debe ser sta una cosa muy cierta
y
averiguada.
En esta disposicin de nimo, se decidieron combatir
la relacin detallada de la tradicin,
y
reprodujeron las
dificultades de Morales. En primer lugar, dicen, que no
les satisfacen tantos milagros, multiplicados sin necesi-
dad
(2),
ni que se mencione rey en Espaa en aquel tiem-
po^ ni el suceso de la serpiente que tiene muchos visos de
fbula
(3).
Notan, en segundo lugar, las contradicciones
(1)
De hecho las rstir en el Discurso que compuso en latn en los l-
timos aos de su vida sobre la traslacin de Santiago. En este notable tra-
bajo, que vio por primera vez la luz pblica en el ao
1590, y
se insert
despus entre sus opsculos en el tomo II de la edicin de Cano, la pgi-
na 328, dice: Prosequar ergo deinceps, quae sequuntur eadem probandi et
confirmandi certitudine, quam rei de qua agitur, natura praestabit. Hujus-
modi illa sunt, quae de adventu Sancti Corporis in Hispaniam per tot maria
non sine ingentibus m'iraculis delati, appulsi atque sepulti, in sacris Matutino-
rum lectionibus, vetustissimisque manuscriptis libris passim per totam late
diffusam provinciam l:!guntur, et prisca nimium ac sine origine traditione
retinentur, creduntur et religioso in nostratium omnium animis insede-
runt. Pero de esta retractacin hicieron caso omiso los que se vean empe-
ados en impugnar los sucesos prodigiosos de la traslacin.
(2)
Para cundo guardarn los crticos los milagros que Nuestro Se-
or prometi sus discpulos que haban de hacer? Acaso para mejor
ocasin.
(3)
Non placent hic multiplicata dicen los Antuerpienses sine no-
cessitate miracula, rex eo tempore in Hispania, aliaque non pauca, quae pru-
dens lector facile observabit. (Acia Sanctorum^ tom. VI del mes do Julio,
ala 25,
parto I,
.
IV).
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 151
que hay entre unos
y
otros documentos; as, por ejemplo,
en la relacin del Annimo Floriacense, se dice que pe-
reci el Rey en la ruina del puente de la fuente,
y
en
la del Marcliianense se supone lo contrario. En tercer lu-
gar, aaden, que en la Historia Compostelana nada se
habla de Lupa, ni del Rey de Espaa, ni de tantos por-
tentos como se suponen acaecidos en la traslacin.
Nosotros, nuestra vez, notaremos en primer lugar,
que de la inconsecuencia no van siempre exentos los
grandes hombres,
y
que, lo que es ms de extraar, pa-
rece que los Padres Antuerpienses en aquel mismo trata-
do procuraron aniquilar la fuerza de sus propios argu-
mentos. En efecto, al fin del Comentario sobre la vida del
Apstol, publicaron estos clebres crticos, como docu-
mento digno de toda fe, un relato de la traslacin de par-
te de la cabeza de Santiago desde Compostela Pistoya.
En esta relacin se describen los muchos portentos, que
durante el viaje
y
al instalarse las reliquias en la ciudad
italiana, obr el Seor para manifestar la gloria de su'
Apstol. Despus de narrar detalladamente hasta unos
veinte milagros, se concluye diciendo, que fueron innu-
merables los dems que se hicieron. Desebamos ahora
que nos dijesen los Antuerpienses, si tantos prodigios se
haban multiplicado con, sin necesidad. Ellos no po-
dran menos de decir, que cuando se obraron, motivo
necesidad hubo para ello. Pues bien; si hubo motivo para
obrar tantos prodigios, cuando se traslad parte de la
cabeza de Santiago desde Compostela Pistoya dejara
de haberlo cuand'o se traslad su cuerpo desde Jerusaln
Compostela? En el prner caso quiso Dios manifestar
la gloria de su Apstol; en el segundo haba adems un
motivo muy poderoso, cual era el convertir
y
edificar
152 LIBRO PBIMERO
un pueblo idlatra
y
obstinado en sus errneas creencias.
Sin embargo, los milagros que se suponen sucedidos en
este caso, no pasan de media docena. Francamente, nos-
otros creemos que debieron ser muchsimos, tantos por lo
menos, como cuando se traslad un pequeo hueso de la
cabeza Pistoya.
En segundo lugar, es de advertir, que los monumen-
tos que nos quedaron relativos la traslacin de Santia-
go, se redactaron en los siglos VIII, IX, X, XI
y
XII;
por lo que sus autores se atemperaron en su lenguaje,
como de ordinario sucede, las instituciones que regan
en su tiempo. Y como entonces en Espaa haba reyes,
y
no legados, ni pretores, ni procnsules, por eso atribu-
yeron aquellos, lo que quiz deba referirse stos.
No concebimos qu suerte de imposibilidad invero-
similitud pueda haber en el suceso de la serpiente. Que
entonces haba serpientes, culebras vboras, se ve por
los hechos
Apostlicos
(1):
y
que los discpulos deban te-
ner virtud para matarlas nos lo dice San Marcos
(2),
y
eso aunque queramos suponer
(y
no es mucho suponer en
aquella ocasin), que aquella serpiente no era ms que
un
instrumento del demonio. En el relato de la trasla-
cin de un hueso de la cabeza de Santiago Pistoya,
tambin se habla de una paloma brava que su manera
reconoci la verdad
y
la virtud de las reliquias del Aps-
tol. No
comprendemos qu motivo pudo haber para que
los PP.
Antuerpienses, que nada haban tenido que opo-
ner este suceso, se extraaran tanto de el de la ser-
piente. El caso es que este suceso de la serpiente, entre
(1)
Cap.
XXVIII,
3,
4
y
5,
(2)
Cap. XVI, 18.
OBGENES de la iglesia COllPS'rELAA 163
todos los acaecidos durante la traslacin, es uno de los
ms comprobados
y
averiguados, pues tiene en su favor
un testimonio gravsimo, la aseveracin del insigne Obis-
po de Compostela, Sisnando I.
Es verdad que entre las diversas relaciones se advier-
ten algunas divergencias; asi el Annimo Floriacense di-
ce, que el Cuerpo del Apstol lleg Iria en siete das
desde Joppe,
y
el Marchianense dice que lleg al otro da
de haber sido embarcado; el mismo Floriacense
y
el Cdi-
ce de Calixto II indican que el rey pereci al caer el puen-
te,
y
los dems documentos suponen lo contrario; el Flo-
riacense aade que los animales que trasladaron el Cuer-
po del Apstol desde Iria al lugar del sepulcro, eran ju-
mentos,
y
en las dems relaciones se lee unnimemente
que eran bueyes. Pero quin no v que todas estas dife-
rencias son accidentales,
y
que en nada afectan la subs-
tancia del hecho? Que el Cuerpo del Apstol tardase sie-
te das uno tan slo; que fuese transportado por medio
de bueyes jumentos; que el rey, lo que fuera, pere-
ciese no en la cada del puente, el caso es que, en el fon-
do, el hecho es el mismo en todos los documentos. Esto
mismo lo confiesan los Antuerpienses; pues excusndose
de publicar el Comentario del Annimo Floriacense por
su demasiada extensin, dicen que en su lugar dan la re-
lacin del Annimo Marchianense, que slo en algunas
cosas accidentales difiere de la de aquel
(1).
En lugar
de esta larga narracin, dicen, damos otra ms breve
muy semejante la primera, si se exceptan algunas cir-
(1)
Breviorem ejusdem translationid narrationem substituimus, quae
longiori admodum similis eat, si pauca de reliquiarum bajulis, aliisque a<.l-
junctis excipias. (Loe. cit.)
154 LIE 1>RME!E
cunstancias, como la de los animales portadores de las
reliquias
y
otras. Tenemos, pues, que en la substancia
ambas narraciones concuerdan perfectamente,
y
que son
muy semejantes. Brevor longiori admodum smilis est. Ni
queremos, ni necesitamos ms. Por lo dems, la expe-
riencia de todos los das nos ensea, que aun tratndose
de sucesos de actualidad, las versiones que acerca de un
acontecimiento se reciben por diversos conductos, jams
coinciden en todos sus detalles
y
pormenores. A nadie,
sin embargo, se le ha ocurrido, por sola la falta de esta
coincidencia, el negar la realidad del hecho.
Objetan tambin los PP. Antuerpienses que la rela-
cin de la traslacin de Santiago, que nos refieren los au-
tores de la Compostelana, es mucho ms sencilla
y
breve,
que la del Floriacense, Marchianense
y
dems que he-
mos expuesto
(1).
El objeto de los autores de la Compos-
telana no era historiar la vida del Apstol Santiago, ni
la fundacin de la Iglesia de Compostela, sino narrar los
hechos del Arzobispo D. Diego Grelmirez;
y
as para su
objeto dijeron acerca de la traslacin de Santiago, lo que
era muy suficiente. En este argumento, preciso es confe-
sarlo, est el pecado ms grave de inconsecuencia que
cometieron los Antuerpienses en este tratado. Extraan
los Antuerpienses el laconismo de la Historia Composte-
lana, respecto de la traslacin de Santiago,
y
no extra-
an su completo silencio respecto de la traslacin de la
cabeza Pistoya. Y cuenta, que esta traslacin entraba
(1)
Despus de insertar la narracin de la Compostelana, dicen los
Antuerpienses: Adverte in hac narratione nullam de Lupa, aut rege Hi-
spaniae mentionem fieri, eque tam crebra, tamque portentosa miracula re-
ferri. (Loe. cit.)
^
OHGENES Di LA IGLESIA CO^tPOSTELANA 1d6
en su programa, porque se hizo en tiempo de D. Diego
Gelmirez,
y
este gran Prelado fu el que por sus propias
manos tom del sepulcro el hueso que se haba de enviar
Pistoya,
y
despus escribi al Obispo de esta ciudad pa-
ra saber si las reliquias eran tratadas con la reverencia
y
el decoro debidos;
y
sin embargo, los autores de la Com-
postelana, que con gran diligencia recogieron las actas
del pontificado de Gelmirez, de esta prodigiosa traslacin
no dicen ni una sola palabra. Este silencio de la Compos-
telana, injustificable si se quiere, no excit en el nimo de
los Antuerpienses la menor sospecha acerca de la veraci-
dad de la relacin de Pistoya;
y
en qu se fundaron, lue-
go, para objetarnos, no ya el silencio de la Compostelana,
sino el que no se hubiese extendido tanto como ellos hu-
bieran deseado en la traslacin de Santiago, que estaba
fuera de su programa? De todo esto se infiere lo que est
ya muy demostrado, esto es, cuan falaz es el argumento
negativo, que se toma del silencio de los autores.
El P. Flrez, que tambin se ocup de propsito de
la traslacin de Santiago, procedi con ms cautela;
y
sin embargo, este varn eruditsimo, cuyo tacto histri-
co-crtico era tan singular, al tratar de este punto se em-
brolla
y
vacila. Despus de poner delante la autoridad
de Morales; despus de recordar el silencio de la Com-
postelana
y
del Papa Len respecto de algunas de las
especies contenidas en otras relaciones; despus de notar
las contradicciones (accidentales) de las distintas versio-
nes; despus de acusar al Breviario Compostelano, por-
que cita Beleth, en vez de alegar documentos propios
de su iglesia; despus de sospechar que las especies no
contenidas en la carta del Papa Len, ni en la Compos-
telana, son posteriores quizs al primer tercio del si-
166 LIBR PUlMEaO
glo XII, concluye diciendo qne dichas especies no son
imposibles
(1),
ni el ms riguroso examen puede conven-
cerlas de falsas. Pero como, son sus palabras textua-
les lo que puede oponer la delicadeza de los escrupulo-
sos, no convence del todo,
y
las especies referidas se hallan
apoyadas en breviarios antiguos de las iglesias de Espa-
a, las dejaremos en su ser para que cada uno las estime,
segn el modo que aprenda en su eficacia
(2).
Vemos,
pues, que las dificultades movidas contra las citadas es-
pecies, no llegaron persuadir al P. Flrez, por ms que
este docto escritor, no se detuvo en examinarlas
y
des-
vanecerlas. Sin embargo, insiste principalmente en dos;
en suponer que la tradicin acerca de la traslacin de
Santiago, fu importada del extranjero,
y
en el silencio
de la carta del Papa Len
y
de la Compostelana.
Oigmosle: Si de hecho, dice el P. Flrez, se escri-
bi aquel comentario (el del Annimo de Fleury) seiscien-
tos aos antes del mil seiscientos cinco, sin duda pre-
cedi Juan Beleth, al Papa Calixto II
y
la Historia
Compostelana; pero de esto necesitamos pruebas
y
ver
los fundamentos que un escritor Francs tuvo cerca de
los aos de mil para publicar las individualidades inclui-
das en aquel comentario, pues parece que no se gui por
documentos propios de la Iglesia Compostelana, segn
sta d entender en el citado breviario, en que para
las cosas mencionadas, recurre al escrito de Juan Beleth;
pues si la misma Santa Iglesia tuviera monumentos pro-
pios para aquellas especies, no deba autorizarlos con un
escritor particular extranjero; porque ella no recibe auto-
(1)
Espaa Sag., tom. XIX, cap. IV, nm. 15.
(2)
Espaa Sag., Loe. cit., nm. 17.
orgenes de la iglesia compostelana 157
ridad de ste, sino al contrario, ste por documentos de
la Iglesia. Teniendo, pues, la Compostelana monumen-
tos propios de que recibi el cuerpo del Apstol,
y
no de
las individualidades referidas sobre la traslacin, pue-
den quedar en su fuerza las extraezas que se notan en
aquellos pasos
y
portentos, no porque no sean posibles,
sino porque sus particularidades necesitan de ms auto-
ridad
(1).
Toda esta argumentacin se funda en el supuesto de
que la Iglesia de Santiago, ni tiene, ni tuvo ms docu-
mentos propios acerca de la traslacin del Apstol, que
la carta del Papa Len. Todas las especies no contenidas
en esta carta, la Iglesia Compostelana las tom de escri-
tores extranjeros,
y
particularmente de Juan Beleth, te-
logo Parisiense, que floreci en el siglo XII. Pero cmo
el P. Flrez pudo escribir esto, habiendo publicado en el
mismo tomo la carta de D. Alonso III al clero
y
pueblo
de Tours en el ao 906, en que les deca que muchas
eran las verdicas historias que contenan la traslacin
del Apstol, ut multae veridcae continent lilstoriae^
y
que si
quisiera detenerse en todas las circunstancias tendra que
traspasar los lmites de una carta,
y
que por lo tanto
para otra ocasin les remitira una narracin detallada,
tomada de las cartas de algunos Prelados, de las histo-
rias de los Padres
y
de los testimonios de muchas perso-
nas? Cmo el P. Flrez pudo fundarse en tal supuesto,
siendo as que no le era desconocido el privilegio conce-
dido principios del siglo X por el Obispo Sisnando al
monasterio de Montesacro, en que se habla de los siete
discpulos de Santiago que bendijeron el monte
y
lo li-
(1)
Tomo XIX, cap. IV, nm. 15,
158 LtBHO PHIMEKO
braroii del terror de la serpiente? No conoca el P. Fl-
rez la inscripcin de una columna que se conserva en
San Payo de Ante-Altares
(1),
en que se lee que los dis-
cpulos del Apstol trajeron con su cuerpo dicha colum-
na
y
el ara que estaba encima,
y
de una
y
otra hicieron
un altar? Por ventura, estas especies estn contenidas en
la carta del Papa Len,
y
los monumentos, que nos lo re-
fieren, son extranjeros? De ningn modo. Luego la Igle-
sia Compostelana, la de Espaa, tiene documentos pro-
pios acerca de la traslacin de Santiago anteriores al
Annimo Floriacense
y
Juan Beleth;
y
as stos
y
los
dems extranjeros pudieron tomar informes
y
recibir au-
toridad de los documentos de la Iglesia de Santiago,
y
no
stos de aquellos, como supone el P. Flrez. Por lo tan-
to, si eh Breviario antiguo Compostelano cita Beleth,
no lo hace para sealar la fuente de donde sac las lec-
ciones de la traslacin, sino para indicar un autor co-
nocido, en quien podra verse bien descrito
y
circunstan-
ciado dicho suceso; pues dice que Beleth escribi con to-
da diligencia la traslacin: Qiti Jianc translationem diligenter
exquisivit.
Es de advertir que el monasterio de Fleury floria-
cense estaba no lejos de Tours, orillas del Loira,
y
que
por consiguiente el autor del comentario sobre la trasla-
cin pudo beber sus noticias de los documentos remiti-
dos aquella Iglesia por Alonso III. As vemos que el
Annimo llama al punto en que aport la nave, que con-
duca el Santo Cuerpo, Birvus, cuya voz se diferencia
muy poco de Bisr'a
(2),
que fu el nombre que le dio
(1)
La public en el tomo III de la Kspaa Sagrada.
(2)
La denominacin de Birivus Bisria no se refiere la ciudad que
OBIGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 159
D. Alonso III en la carta citada. Lo mismo podemos de-
cir de Juan Beleth.
La segunda dificultad no es menos insubsistente. Aca-
bamos de ver, cuan sin razn se objeta el silencio de la
Compostelaiia,
y
no creemos necesario aadir ms. Resta,
tan slo la Carta del Papa Len, que fu el argumento
que ms esforz el clebre Agustino. Dice, en primer
lugar, que el Papa se explica de un modo que parece
no autoriza semejantes especies (las que se refieren
Lupa, etc.)
(1).
Y un poco ms abajo aade: Que con
la relacin del Pontfice parece no se acomodan bien
las referidas especies; pues, para cavar en la gruta que
hallaron en el despoblado, no era necesario el aparato
de acudir la reina, con lo dems referido. Extraa
pretensin la del P. Flrez en suponer, que entre la re-
lacin del Papa Len
y
las dems que hemos citado, me-
dia oposicin
y
antagonismo!
El P. Flrez arguye la oposicin
y
antagonismo en-
tre dichas relaciones de esta circunstancia. Una vez
que el Papa dice que el sepulcro se hizo en despoblado,
ninguna necesidad tuvieron los discpulos de acudir
Lupa,
y
exponerse tantas aventuras. Tal es el racioci-
nio de nuestro crtico. Pero no es cierto que el Papa
diga, que la cripta sepulcro se hizo en despoblado. El
Papa dice terminantemente que el sepulcro se hizo en
una pequea granja, llamada Libredn: in quodan prae-
(lilo vocitato Lyerum clonum; la cual no estaba abandonada,
pues en ella haba dolos instrumentos propios de can-
teros. Por lo tanto los discpulos, antes de ponerse la
se llamaba Iria: sino precisamente aquel punto en que se renen los dos
ros Ulla
y
Sar.
(1)
Esp. Sag., Loe. cit., niim. 11.
160 tTBUO PRIMEBO
obra, debieron tratar con el dueo duea de la granja.
No hay, pues, la oposicin
y
repugnancia que pretende
el P. Flrez. Por lo dems, para que los discpulos pu-
dieran dar justa sepultura al Cuerpo de su Maestro, fuese
en poblado, fuese en despoblado, necesitaban contar, se-
gn hemos dicho, primero, con la licencia de la autori-
dad local; segundo, con la cesin donacin del terreno
propsito para la sepultura.
Mas lejos de haber oposicin entre la carta del Papa
y
las dems relaciones, hay concordancia
y
armona.
Quisiramos que el P. Flrez nos contestase estas pre-
guntas, que con invencible espontaneidad se desprenden
de la relacin del Papa. De quin era el huerto, en que
los discpulos hicieron el monumento para sepultar al
Apstol? Cmo los paganos consintieron que se les de-
rribasen
y
destruyesen sus dolos? Quin ayud
y
prote-
gi los discpulos en la obra? El P. Flrez, en las rela-
ciones de los Breviarios
y
dems que citamos, encontra-
ra muy satisfactorias respuestas. El huerto era de Lupa;
los paganos, movidos por los prodigios obrados por los
discpulos, no se opusieron la destruccin de sus dolos;
quien ayud
y
protegi los varones apostlicos, fu
Lupa. Y esto qu quiere decir, sino que todas estas re-
laciones se ajustan
y
engranan perfectamente, como ya
not el autor de la relacin atribuida al Papa Calixto II?
Por ltimo, el fin del Papa Len no fu hacer una
relacin detallada de la traslacin de Santiago: su ob-
jeto no fu otro que hacer sabedor al mundo catlico de
la traslacin del Apstol
y
del descubrimiento de sus re-
liquias sagradas;
y
para esto no era preciso ms, que
contar grandes rasgos aquellos sucesos. As vemos que,
cuando Eugenio III anunci los Obispos de Italia la
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 161
traslacin de parte de la cabeza de Santiago, desde Com-
postela Pistoya, mencion simplemente el hecho, sin
detenerse en describir ninguno de los milagros que acom-
paaron esta traslacin.
Resulta, por tanto, que nada puede oponerse con fir-
meza estas relaciones de la traslacin de Santiago;
y
que si el P. Flrez confiesa, que el ms escrupuloso exa-
men no podr concluir alguna cosa contra ellas, nosotros
por nuestra parte podremos afirmar, que contra unos he-
chos credos
y
grabados
y
conservados religiosamente en
la memoria de nuestros antepasados desde poca remot-
sima inmemorial, como dice Ambrosio de Morales, no
sin temeridad se movern dudas, cuando para ello no
haya grave fundamento, como no hay en nuestro caso.
Prosigamos ahora nuestra narracin. No es necesario
suponer un prodigio para admitir que durante todo este
tiempo el cadver se hubiese conservado incorrupto. Co-
mo advierte el Cardenal Bartolini
(1)
debi de ser em-
balsamado segn la costumbre de os Judos
(2)^ y
es de creer
que ya se le hubiese prestado este ltimo obsequio en
Jafa, en casa de la piadosa Tabitha, quien haba resu-
citado San Pedro
(3),
y
que todo su caudal, toda su ac-
tividad, empleaba en obras de caridad
y
misericordia.
Respecto de la designacin del terreno en que se ha-
ba de abrir la sepultura
y
elevar el monumento funera-
rio, dice la tradicin que despus que los discpulos co-
locaron sobre el carro el Santo Cuerpo del Apstol, para
sacarlo de Iria, ya que no poda ser sepultado en la ciu-
dad, dejaron que los bueyes siguiesen la direccin que
(1)
Cenni hiografici..., pg.
62.
(2)
Sicut mos est Judaeis sej)elire. (8. Juan, Evang. XIX, 40).
(3)
Act. AposL, IX, 40.
Tomo. I. 12.
162 LIBRO PRIMEHO
les dictase su instinto; los cuales, habiendo caminado co-
mo unas tres leguas tierra adentro
y
hacia el Oriente, se
detuvieron en un predio que era de Lupa,
y
estaba en la
regin de los Amaeos
(1).
Lupa no quiso saber ms para
hacer donacin de aquel terreno, el cual sin duda por
esta razn se denomin Libernm donum, Y no slo dio el
fundo, sino que suministr todo lo necesario para la
construccin del monumento. Porque no juzg puesto en
razn,
y
en esto haba de estar en completo acuerdo con
los discpulos, que los restos venerandos de Santiago se
confiasen una humilde huesa, una urna cineraiia
como las propias del comn de las gentes, sino que so-
bre la tumba del Evangelizador de Espaa deba edifi-
carse un monumento, que indicara la importancia
y
ca-
lidad de la persona all sepultada.
De este monumento se han descubierto, no h mucho,
dentro del bside de la Catedral Compostelana, consi-
derables restos que trazan con toda precisin la plan-
ta, que deba de tener;
y
juzgar por dato tan claro
y
manifiesto, su forma deba de ser muy parecida la
de los monumentos funerarios de Absaln
y
Zacaras,
que todava pueden hoy visitarse en el valle de Josaat,
cerca de Jerusaln, contemplarse en las vistas
y
dibu-
jos de cualquiera obra ilustrada sobre la Tierra Santa.
Redcense ambos monumentos un cuerpo de fbrica
de planta cuadrangular, cuyo paramento exterior est
adornado de pilastras
y
semicolumnas. El de Absaln
est coronado por un cono en forma de bocina,
y
el de
Zacaras por una pirmide.
(1)
El sitio preciso en que pararon los bueyes, lo seala la tradicin en
la pequea caj)illa de Santia^o en la calle del Franco.
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 163
Esta forma tpica de monumento funerario, era muy
conocida
y
muy usada desde la ms remota antigedad.
Baste citar las mastaJbas de los Egipcios del imperio Fa-
ranico, las cuales venan ser una pirmide de cuatro la-
dos
y
de ocho metros de altura por trmino medio. Tales
pirmides estaban divididas interiormente en tres com-
partimientos; el
1.*^
era la capilla oratorio; el
2.
el lu-
gar en donde se depositaban los dolos;
y
el
3.
el sitio
de la sepultura, abierto casi siempre en las entraas de
la tierra. De los Egipcios se comunic los dems pue-
blos, con ms menos variantes, esta traza de monumen-
tos funerarios.
En nuestro pas tal forma tpica ya era muy conoci-
da desde muy antiguo, sin ms que diferencias acciden-
tales. As, en lugar de mrmoles sillares labrados, para
formar el nicho sepulcral, se empleaban grandes losas en
bruto clavadas en el suelo,
y
rodeadas
y
cubiertas con
otras losas, tierra
y
escombros; en vez de afectar la for-
ma piramidal, cbico-piramidal, tomaban la semiesf-
rica semiovoide. Muchos son los monumentos de esta
clase que se conservan an en nuestro pas,
y
que todos
conocemos con los nombres de arcas
(1),
mmoas, del latn
bajo ynamyyiula, por la forma que afectan,
y
minas por los
objetos preciosos que en ellos se tienen encontrado
(2).
Tal fu el monumento que los discpulos con Lupa
(1)
Varias son las aldeas
y
lu^^ares (^ue an conservan el nombre de
Arca, como las parroquias de San Miguel de Arca, Santa Eulalia de Arca,
Arca de Suraoas, de Caramial, etc.; que indudablemente tomaron de algn
monumento parecido.
(2)
Los nombres de arca
y
mammula^ son los antiguos, pues ya sue-
nan con frecuencia en documentos del siglo VIII
y
siguientes. El de mina
es mucho ms moderno.
164 LIBRO PRIMERO
elevaron para gnardar el sepulcro de Santiago. Los na-
turales, vista la semejanza que guardaba con los dems
de su clase que ellos construan, le denominaron arca;
y
como en su edificacin se emple tambin el mrmol,
aadieron el calificativo de marmrica 6 marmrea
(1),
Ms adelante haremos una descripcin detallada del mo-
numento; aqu, entretanto, diremos que estaba dividido
en dos compartimientos separados por un muro de mam-
postera recubierto de estuco, pero comunicando entre s
por medio de una puerta, cuyo gastado umbral tambin
se ha descubierto en su propio sitio. El compartimiento
ms interior era la verdadera cmara sepulcral. Tena
el pavimento de mosaico formado de pequeos cubos de
mrmol con algunas cenefas de serpentina. En el centro
se abri la huesa que haba de contener los restos del
Apstol,
y
que sin duda se cubri con una, losa de mr-
mol. Sobre el sepulcro se levant un altar compuesto de
dos piezas; un trozo de columna de mrmol crdeno
y
de vara
y
media de alto de planta semicircular, de modo
que deja un lado completamente plano;
y
un tablero de
mrmol blanco finsimo de 85 centmetros de largo por
G7 de ancho, el cual tena grabada una inscripcin se-
pulcral. Es de advertir que los cubitos blancos del mo-
saico se tomaron de un sarcfago de mrmol, que se hizo
pedazos para este objeto, pero del cual se han hallado,
lio obstante, trozos considerables que indican con toda
claridad su primitivo destino
(2).
Probablemente el ta-
(1)
Confrntese este nombre de Arca marmrica con el de Arca petri-
nea, que se halla tambin en algunos antiguos Diplomas.
(2)
Entre los escombros
y
los pedazos del sarcfago se hallaron tam-
bin algunos cubitos sin pulimentar, que, por lo visto, ya no se necesitaron
para la obra.
w^
orgenes de la iglesia compostelana 165
blero de que acabamos de hacer mencin era el apndice
del sarcfago para indicar la persona personas que en
l deban sepultarse. Los nombres que contiene son los
de una sobrina
y
de una ta; sta llamada Atiamoe Tat-
telumpsa; aquella Viriamo, que falleci los 16 aos de
edad. Ahora bien; no podra admitirse que la ta fuese
la misma Lupa, que adems de los nombres propios de
su nacin, cltica ibrica, tomase el sobrenombre ro-
mano de Lupa, despus de haberse naturalizado como
romana? Y no pudo suceder tambin que dicho sobre-
nombre lo tomara al recibir el bautismo? Esto es muy
probable, pues se sabe de muchos cristianos que en los
primitivos tiempos tomaron sobrenombres deshonrosos
y
despreciativos, tales como los de Injurosus, ContumeliosuSy
ImportiiniiSy Exitiosus, Foedulus, Pecorms, etc., en seal de
luimildad.
El otro compartimiento estaba enlosado de baldosas
cuadradas de ladrillo de unos 24 centmetros de lado
por 6 de espesor. Vena ser como el prtico pronaos
del monumento;
y
por la parte anterior
y
por los lados
deba liallarse rodeado de columnas.
El venturoso da de 2o de Julio, probablemente del
mismo ao
44, fu acaso el en que se dedic el mausoleo
de Santiago,
y
en que se dio sepultura su Santo Cuerpo.
Cayo, que floreci principios del siglo III, deca
que poda mostrar quien quisiese verlos, los trofeos,
los insignes monumentos en que haban sido depositados
los cuerpos de San Pedro
y
San Pablo, el primero en el
Vaticano, el segundo al hxdo de la va Ostiense
(1).
El
(1)
Euaebio, Hist. eccL, lib. II, cap. XXV,
166 LIBRO PHIMEEO
mausoleo de San Juan Evangelista se vea del mismo
modo cerca de feso,
y
el de Santiago el Menor existi
en las afueras de Jerusaln hasta el ao 70 de nuestra
Era, en que esta ciudad fu destruida por los Romanos.
Ctanse adems el de Santo Toms en Edesa, el de San
Felipe en Hierpolis de Frigia, el de San Andrs en Pa-
tras de Acaya. El de Santiago el Mayor se elevaba en
Arca marmrica en Amaaeay regin de los Gporos, en la an-
tigua Callaecia.
Isaas predijo del sepulcro de Nuestro Seor, que se-
ra glorioso,
y
de esta gloriosa memoria quiso el Seor que
participasen sus amados Discpulos. Y si por algn tiem-
po permiti que esta memoria se obscureciese, hizo, cuan-
do le plugo, que de nuevo apareciese ms radiante
y
glo-
riosa. El sepulcro de Santiago fu construido en lugar
lunnilde, obscuro
y
casi del todo ignorado; pero cuando
lleg el momento sealado por la Providencia, el trofeo,
como dira Cayo, de nuestro Apstol, hasta entonces ol-
vidado, brill
y
resplandeci con luz celestial,
y
sus ful-
gores se extendieron por toda la tierra.
Mas el mausoleo de Santiago, bien que hubiese de
estar fuera de poblado, no haba de quedar del todo slo
y
desierto, ni el altar que se levantara sobre su sepulcro
se hizo para que estuviera sin sacerdote, especialmente
en el aniversario del martirio del Apstol. La tradicin
asegur siempre,
y
esto es hoy una verdad incontestable,
que dos discpulos haban quedado para guardar el se-
pulcro de Santiago,
y
continuar evangelizando la comar-
ca. Estos dos discpulos fueron San Teodoro
y
San Ata-
nasio. Ni esto quiere decir que los dos discpulos tuviesen
que asistir de continuo personalmente en aquel sitio.
Ellos podan residir como Obispos en las ciudades circun-
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 167
vecinas,
y
confiar aquellos cuidados a psrsonas aptas
y
celosas.
Y quines fueron los discpulos quienes cupo la
honra de custodiar
y
funerar el Cuerpo de Santiago,
y
de elevarle este trofeoy
monumento, cuyos cimientos se
conservan hoy da en el recinto ms augusto de la Bas-
lica Compostelana,
y
que son como el ncleo, el pequeo
germen del que brota toda la majestad, toda la grande-
za, toda la santidad de esta insigne
y
metropolitana Igle-
sia? La tradicin no se olvid de indicrnoslo. Fueron,
en primer lugar, dos de los discpulos que Santiago haba
dejado en Espaa, saber, Atanasio
y
Teodoro,
y
ade-
ms los siete que le haban acompaado Jerusaln,
Torcuato, Ctesifonte, Segiindo, Indalecio, Cecilio, Hesi-
quio
y
Eufrasio.
No fueron estos los nicos que debieron tomar parte
en la obra; pues no era natural que Santiago dejase slo
dos discpulos en Galicia,
y
se llevase siete Jerusaln,
los cuales seran los ms jvenes
y
como los diconos
y
ministros del Apstol {!)'. En efecto, en el acta de consa-
gracin de la Baslica Compostelana, fines del siglo IX,
se lee que al altar de Santiago no se os tocar, porque es-
taba ya consagrado por siete discpulos del Apstol,
saber, adems de Teodoro
y
Atanasio, por Calocero, Ba-
silio, Po, Crisgono
y
Mximo
(2).
Ambrosio de Morales
conjetur muy oportunamente
(3),
que Calocero
v
los
(1)
Siete eran los discpulos que acompaaban 4 San Pablo en sus ex-
cursiones por el Asia, Macedonia
y
Clrecia, saber, Sopatro, Aristarco, S3-
gundo, Gayo, Timoteo, Tychico
y
Trfirao. (Act, Apost. XX,
4).
(2)
Esp. Sag., tom. XIX. Apend.
y
t. XIV,
pg. 457, seg. ed.
(3)
Coronica general de Espaa, tom. IV, lib. IX, cap. VII; Madrid,
1791;
pg.
349.Pero liLso mal Morales en su|X)ner en la pgina anterior,
168 LIBHO PEIMEBO
dems nombrados con l, predicaron all en Gralicia
y
en
sus comarcas. Por lo tanto, stos, con algunos otros, de-
bieron ya quedar instituidos como Obispos por el Apstol.
Mas lo que ahora nos importa, es llamar con todo en-
carecimiento la atencin del benvolo lector sobre el
nombre de Arca marmrica, que tom el sitio en que se
hallaba el mausoleo de Santiago. Este nombre, al ser
transcrito en diversas pocas
y
en diversos idiomas, se
alter
y
desfigur, como otros muchos, de mil maneras,
segn vamos ver; pero conservando siempre algunas
slabas, que cual rasgos salientes en una gastada
y
bo-
rrosa moneda, nos declarasen de un modo suficiente su
verdadero origen
y
filiacin. Que Arca ynarmrica fuese el
verdadero nombre del referido sitio, nos lo demuestran
casi todos los Diplomas otorgados por nuestros piadosos
Monarcas durante los siglos IX, X
y
XI la Iglesia de
Santiago. No hay ms variante que la de usar el Arca
marmrica en plural Arcis ynarmoricis, D. Alfonso III, en el
Diploma de 17 de Agosto del ao 883, habla de loco, arcis
marynoricis, iibi corpus sel, et hmi. patron nostri iacohi apostoli
requiescit
(1),
En el de 11 de Agosto del mismo ao, dice
que el Montesacro no distaba mucho loco, arcis marmori-
cis
(2).
En otro del ao 885 se refiere in lociim, arcis maryno-
ricis (3), La misma referencia,
y
con las mismas palabras,
que los Discpulos de Santiago no haban sido ms que San Calocero
y
los
otros seis nombrados con l, pues el texto que l se refiere, que es el
Cronicn de Sampiro, glo dice que esos siete fueron los que consagraron
el primitivo altar de Santiago, lo cual no quita que el Apstol tuviese ms
Discpulos que los siete consagrantes.
(1)
Tumbo A de la Santa Iglesia de Santiago, fol. 3,
(2)
Tumbo cit., fol. 3.
(3)
Tumbo cit., fol, 3 vuelto.
OKGENES DR la KoJtifiSl CMPOSTELAA 169
hace en el de 25 de Noviembre de 895
(1).
Ordeo III, en
un Privilegio de 18 de Mayo de 952, afirma que la vene-
rable casa, domiis, de Santiago estaba sita in hcutn, arcls
marnwris (2).
En el de 12 de Septiembre de 954, declara
que la Baslica del Apstol estaba sita sobre su tmulo,
super tumidum eius in loco, arcls marmorlcis
(3),
D. Sancho
el Craso asienta en su Diploma de 13 de Noviembre
de
956,
que la Iglesia de Santiago se halla edificada loco,
arcis fnarnwricis
(4),
Otras veces los Reyes se contentan
con decir que el Cuerpo del Apstol est sepultado sub
arcis marmoricis in arcis niarmoricis; pero tambin ex-
presan este mismo nombre con algunas variantes. As
D. Ordeo II, en su Diploma de 22 de Abril de 911, ma-
nifiesta que hace la donacin en honor del Apstol San-
tiago de la Marmrica arce, in honore apostoU sel, iacbi mar-
morice arcis (o). Por ltimo; en otro Diploma de 27 de Fe-
brero de 961
(6),
el lugar propio del Apstol Santiago se
llama Arce rnannorica, hti, iacohi apostoU arcls marmorke.
En algunos de estos Diplomas,
y
en otros muchos que
pudiramos aducir, se precisa la situacin de Arca Ar-
cis inarmoricis, diciendo que estaba en la provincia de Ga-
licia, in provincia Gallele,
y
en los confines de la Amaa,
infnibus Anmee
(7),
Frases son stas que parecen remi-
niscencias de textos antiguos,
y
que debieron servir de
(I
(2
(3
(4
(5
(6
Tumbo cit., fol. 4.
Tumbo cit., fol. 14.
Tumbo cit., fol. 14 vuelto.
Tambo cit., fol. 10.
Tambo cit., fol. 10.
Tumbo cit, fol. 13.
La Amaaea era una pequea regin comprendida entre el Sar
y
el
Tambre. El prximo valle de la Maha an lleva su nombret
c
170 LIBBO PBIMEHO
dato importantsimo para la identificacin del sepulcro
de Santiago.
Pero volviendo nuestro tema de Arca marmorka, te-
nemos, que mientras tanto esta denominacin no fu sino
yna designacin vaga incierta del lugar en donde re-
posaban los sagrados Restos del Apstol, estuvo sujeta
mil variantes, cada cual ms extraas, como siempre
suele ocurrir en semejantes casos. As lo advirti ya Am-
brosio de Morales en el ejemplar de la Historia Composte-
lana que tuvo entre manos, en el cual, al margen del
cap. II, lib. I, escribi: Hic nimirum tumulus marynoreus
Arcae illae siint mannoricae, toties in Regum privilegiis Jioc
ipso nomine repetitae. Et saepe equldem corruptissime legun-
tur (1).
Cinco seis son, por lo menos, las variantes
(y
ninguna es la verdadera) con que se halla escrito en los
diversos ejemplares que se revisaron de San Isidoro
(2),
el nombre del lugar en que estaba el sepulcro de San-
tiago. Sepultus in Marmarica; alias, in Carmarica; al. in Ar-
chis Marmaricae; al. Achimarmarica. En el ejemplar que
posean los Bolandos
(3)
se lea Arce marmaria; intra mar-
moricayn escribe Freculfo de Lisieux; Acliaia fnarmarica se
lee en el Martirologio Wissenburgensi,
y
Acaia marmarica
en Cristiano Druclimar. Mariana ya haba acertado con
la verdadera leccin, pues en el cap. VII de su Tratado
De Adventu lacohi Apostoli in Iiispaniam, dice: Ego utramque
Uctionem (se refiere Marmarica
y
Carmarica) corruptam
statuo, et castigandam ex Breviario Toletano, uhi in festo Sti,
Jacoh', Uctione sexta, hdl)es; sepultus est in arca marmorica
(4),
(1)
Esp. Sag., tom. XX,
pg. 8, nota.
(2)
De Ortuet Ohitu Patrum; Madrid, 1778; tom. I, pte. II, pg. 200.
(3)
Act. Sanct., tom. VI de Julio al da 25.
(4)
En el Breviario del Card. Cisneros, impreso en 1506, se lee: Et ut
OBaEITES DK LA IGLESIA COlCPOSTELANA 171
De todo esto resulta que no puede admitirse la co-
rreccin que propuso Castell
y
Ferrer, el cual, en lugar
de Martnarica Cannaricay lea Tamarka^ fundado en que
ste era el nombre de la regin en que fu levantado el
mausoleo del Apstol
(1).
Pero aunque prescindamos de
lo antes expuesto, esta razn de Castell no convence,
porque la referida regin perteneca, no los Tamricos,
sino los Amaeos, los cuales venan ser una numero-
sa tribu de los Cporos.
Ahora fcilmente se deja adivinar, como habrn de
leerse ciertos textos griegos, que citan Tillemont
(2)
y
Duchesne
(3),
y
que por lo menos son del siglo Vil, es
decir, anteriores el descubrimiento del Cuerpo del Aps-
tol. En ellos se lee que Santiago fu sepultado en Mar-
marica, en Carmarica,
y
an alguno dice que en Cesrea
de Palestina. La variante de Cesrea, que traen el Me-
nologio griego del Emperador Basilio
y
algunos catlo-
gos griegos ms antiguos, naci sin duda de haber
confundido Arca rnarmorica con Arca Caesarea en Feni-
cia. Posteriormente se confundi Arca Caesarea con Ce-
srea de Palestina, que era ciudad ms conocida
y
cita-
da en los antiguos documentos.
Tillemont dice que Marmrica, quizs sea la Lyhia
Marniarica la Cyrenaica, provincia de frica, al Oeste
de Egipto; pero luego concluye, que como quiera que
dicit Btus. Isidorus, sepultus est in arca rnarmorica. Lo mismo en el del
Card. Silceo impreso en 1550. En el impreso en 1483, in arca marmrica.
V. Mondojar; Predicacin de Santiago en Espaa, cap. Vil,
pg.
28.
(1)
Hist. del Apstol Santiago, lib. II, cap III, fl. 127.
(2)
Memoires, etc..., tom. I, St. Jacque le Majeur, nota VII,
p.
fi29;
Pars, 1693.
(3)
Les anciens rectieils des legendes a^wstoliques.
1?2 LSO iMeA
sea, no se ve qu clase de relacin pueda haber entre
Mannarca Iria Gralicia. Mais quoy qii' il en soit, on ne
volt point, que cela at de raport avec Irle ni la Galice. Mas
aqu, s que entra la tarea de la verdadera crtica. Tille-
mont no se cuida de investigar, cul pueda ser el signi-
ficado
y
el valor de Marmarlca 6 Carmarca; lo que le
importa es asentar redondamente que esto nada tiene
que ver, ni con Iria, ni con Gralicia, con lo cual se despa-
cha muy orondo
y
satisfecho. En verdad, esta dejadez
y
abandono, inslitos en Tillemont, nada tienen de crtico.
Es evidente, que dichos textos, por mendosos que estn,
forzosamente habrn de referirse alguna localidad;
porque no puede suponerse que con ellos slo se haya
querido hacer un logogrifo. Ahora, despus de lo que
acabamos de exponer, dgasenos qu otra localidad po-
drn referirse, si no es Arca Arcae marmorlcae en la
provincia de Galicia,
y
en los confines de la Amaa. Tene-
mos, por tanto, que la noticia del sitio en que haba re-
cibido sepultura el Cuerpo de Santiago se divulg desde
los tiempos ms remotos en todas partes, as en Oriente,
como en Occidente; slo que, primero por lo apartado,
y
despus por lo obscurecido ignorado del lugar, los escri-
tores se vieron imposibilitados de precisarlo identificar-
lo. As se dio ocasin que los amanuenses lo escribiesen
su manera
y
segn lo que cada cual mejor pareca;
y
de aqu las numerosas variantes, hasta ir dar Marma-
rka, Caesarea 6 Kaiaapsia
que se encuentran en los diversos
ejemplares de San Isidoro, en los Catlogos griegos que
cita Duchesne,
y
en otros textos
(1).
En estas mismas va-
(1)
Tales variantes, aun sin darse los motivos que se dan en nuestro
caso, eran muy frecuentes en los siglos medios. Slo citaremos como ejemplo
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELAA 173
riantes, sin embargo, se conservaron siempre algunas si-
labas caractersticas, las cuales, si para aquellos quie-
nes fuese extrao el nombre primitivo, sonaban de una
manera confusa incomprensible, para los que lo co-
nociesen eran notas expresivas que incUcaban la verda-
dera leccin.
Para resumir, diremos que los nombres con que suce-
sivamente fu conocido el lugar del sepulcro de Santia-
go, fueron los siguientes: Lberiim donum, Arca marmorica,
y
Campns Stellae Compostella. El primero, aludiendo sin
duda la espontnea donacin de Lupa, designaba el
fundo en que fu levantado el sepulcro. El segundo na-
ci de la forma
y
materia del monumento sepulcral,
y
sirvi por mucho tiempo para la designacin del lugar.
El tercero se debe las circunstancias maravillosas del
descubrimiento del Cuerpo de Santiago principios del
siglo IX,
y
desde entonces qued como el nombre pro-
pio del lugar. No obstante, hasta mediados del siglo XI,
en los Diplomas de nuestros Monarcas continu usndose
el antiguo nombre tradicional de Arca Arcae marmori-
cae;
y
D. Fernando I en su Privilegio de 10 de Marzo de
1063 fu el primero, que emple la denominacin ya en-
tonces corriente. Ciiiiis (Sancti Jacobi) Corpus requiescit
GaUecia in urhe Compostella
(1).
la que sealan Rossi
y
Duchesue en los Prolegmenos,
pg.
LXXV, del
Marti rolorio Jeroniniiano, sal^er, Britiania |X)r Brixia.
(1)
Tumbo A, fol. 26.
L
TrnmTrrrrTTmiTrrTTrrTTiTmTtiTrt'!'"^
CAPITULO lY
Documentos referentes la Traslacin de Santiago.
UESTO que la tradicin de la venida,
predicacin
y
trabajos apostlicos de
Santiago en Espaa, es un hecho uni-
versalmente aceptado en la Iglesia Catlica,
por precisin debi tener en su principio fir-
mes
y
veraces testimonios que lo acredita-
sen
y
atestiguasen. Era natural que estos
documentos
y
testimonios en el transcurso de los siglos,
por las inevitables contingencias de las cosas humanas,
fuesen olvidndose
y
desapareciendo,
y
que esta triste
suerte cupiese con preferencia aquellos que, sin duda,
eran los ms respetables, pero que, por su misma ancia-
(1)
Inicial tomada del Turnio A de la S. 1. M. de Santiago.
176 LlBBO PBIMEBO
nidad, estuvieron ms expuestos las injurias del tiem-
po. Sin embargo, estos testimonios no pudieron desapa-
recer sin dejar algn rastro de s en la obscuridad de lo
pasado;
y
en efecto, aun pesar del poco cuidado
y
es-
mero con que siempre se distingui nuestro pas en con-
signar por escrito sus gloriosas memorias; de ellos adver-
timos algunos vagos
y
plidos reflejos, que unidos
y
com-
binados nos hacen vislumbrar claramente el conjunto
y
lo esencial de los sucesos, por ms que no nos permitan
apreciar, con la precisin que fuera de desear, todos los
detalles
y
cricunstancias.
Hablando la Compostelcma
(1)
del altar apostlico de
la Catedral de Santiago, dice que como consta de las en-
seanzas de los antiguos Padres, enseanzas que cono-
cemos no solo por la tradicin oral de los fieles, sino por
escritos ciertos
y
fidedignos, dicho altar fu erigido por
los discpulos del Apstol, ab ejtisdem ApostoU aliimnis, (no
columnis, como trae el texto de Flrez)
(2).
Estas ense-
anzas en aquella ocasin deban de molestar bastante
D. Diego Gelmrez, que se propona derribar tan ve-
nerable monumento; sin embargo, se vio precisado re-
conocer su completa veracidad,
y
para apoyar su inten-
to, recurri la inconveniencia
y
desproporcin que se
notaba entre la pequenez del altar
y
la grandeza
y
mag-
,
(l) Lib. I, cap. XVIII.
(2)
Crescente denique in fidei cognitione christianae profesionis reli-
gione, aliam arulam aliquantisper majoratam a cultoribvis sanctae fidei su-
\)er imponitam, antiqua antiquorum Fatrum memoria^ tam fidei ium verbo-
rum enuntiatione, quam certa literarum suhmimstralione^ nobis evidenter
insinuavit.
OBaENES DE L IGLESIA COMPOSTELANA 177
nificencia de la baslica. Estos documentos
y
memorias
que cita la Compostelana, hoy no existen, ni sabemos cua-
les pudieran ser; sin embargo, existieron
y
gozaron de
gran estimacin, hasta el punto que, en circunstancias en
que Gelmrez deba de hallarse propenso dejarlos pa-
sar inadvertidos, no pudo menos de reconocer su exis-
tencia
y
su crdito. Y as como existieron estos docu-
mentos, que vieron los autores de la Coyvyostelana, del
mismo modo existieron otros que debieron ver
y
compul-
sar los que en la sucesin de los tiempos fueron consig-
nando los pormenores de la predicacin de Santiago en
Espaa
y
de su traslacin desde Palestina. Reunamos,
pues, en un slo haz estos documentos; pues de su. com-
binacin
y
confronte no puede menos de brotar luz que
aclare
y
alumbre los acontecimientos, infunda en nues-
tro nimo rme
y
racional persuasin.
La Epstola de San Len III.
Entre los documentos referentes la traslacin de
Santiago ocupa el primor lugar la Epstola de San
Len III
(1),
el cual, sabedor probablemente por aviso de
(1)
Los Sres. P. Fita
y
Fernndez (luerra (Bernerdos de un viaje,
etc.,
pg. 125),
no se deciden sealar cul de los Papas, que llevaron este
nombre, haya de atribuirse esta Epstola, si bien se inclinan en favor de
San Len IX, Len VIII. Mas siendo el objeto de la Epstola el notificar
el descubrimiento del Cuerpo del Apstol, parece que tal notificacin debi
tener lu^jar poco despus de este suceso,
y
por consi'fcuiente ser hecha por el
Papa que rega la Iglesia en aquel tiemix). (V. Esp. Sig., t. III, Ap. IX,
pg. 412).
Tomo I.13.
178 LIBRO PRIMEBO
Alfonso II, del descubrimiento del Cuerpo de nuestro
Apstol, quiso comunicar al mundo catlico,
y
en espe-
cial todos los Espaoles, esta buena nueva,
y
al mis-
mo tiempo indicar sumariamente cmo Santiago, que
haba sido martirizado en Jerusaln, haba ido parar
con sus sagrados restos al ltimo confn de Espaa. El
texto original de este importantsimo documento es de
creer que se ha perdido; pero por los diversos trasuntos
versiones que de l se conservan, unos ms extensos
y
parafrsticos, otros ms breves
y
compendiosos, pode-
mos darnos entera cuenta de su contenido. Para ello
daremos aqu confrontados los tres principales textos
que se conservan de la Epstola, tomados, el uno del C-
dice llamado de Calixto II, el otro de una Coleccin can-
nica que se hizo en el siglo XII
y
se guarda en el Esco-
rial
(1), y
el tercero del Breviario de Evora, impreso en
el ao 1548.
(1)
Fu descrito este Cdice del Escorial por los Sres. P. Fita
y
Fer-
jvmlcz Guerra (Bccuerdos de unvajCj etc.
y^.
120
y
siguientes)
y
por
Ewakl (Cdices monvscripti IJispanici ad hisiorian medii aevi, et praeser-
tim ad res histricas Germaniae, spedantes, pg. 255).
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182 LIBRO PRIMEHO
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orgenes de la iglesia compostelana 183
Estos tres textos son extraos Santiago; pero,
como era natural, la Iglesia Compostelana no poda
menos de poseer, ya que no el original, alguna copia
exacta
y
autntica. Prescindiendo de la msncin que de
la Carta de Len III se hace en la Escritura de Concor-
dia con el Abad de Antealtares San Fagildo del ao
1077, la Historia Compostelana, en el cap. I del lib. I, trae
la siguiente clusula, que indudablemente deba leerse al
fin del segundo prrafo de la Epstola: Integrum corpus
(Bti. lacobi) cum capite extra civitatem projiclentes, canibus,
anbus atque feris devorandum, consumsndumqiie, exposuertmt.
Asimismo el antiguo Breviario Compostelano, en el p-
rrafo V de la Epstola, despus de in fidei agnitione plehibiis
edoctis, pone este inciso, sqiiallentbiis prins campis, que se
echa de menos en los tres textos arriba insertos.
No es esto slo; al referir sumariamente la Compostela-
na en el citado captulo la traslacin del Apstol, no ha-
ce ms que extractar la Carta de San Len, empleando
veces las mismas frases.Vase, si no: Sed illius (Bti. Jacobi)
Discipidi cd) dio vvente praemonlti, quatenus corpus siiiim cum
capite, teste Leone Papa, nocturno tempore arripientes littus ad
usque maris citato calle pervenerunt; cumque tbi de navigio
quo in Hispaniam transmearent, soUc'di essent, navim sibi di-
vinitus paratam in littore maris invenerunt. Quam, Deo
gratias unanimiter referentes sacratissimo corpore imposio,
ovantes conscenderunt; et Scgla cum (Jirtbd atque periculosis
Syrtihus, manu Domini gubernante, deviiats, ^9rmK/> ad
Iriensem portum felici navigio pervenerunt; deinde vene-
rabile corpus ad locun qui tune Liberum donunx vocaba-
tur, mmc autm ComposteUa dicitur, deferentes, ipsum corpus
sub marmoreis arcubus eclesistico more ibidem sepclierunt.
Es de advertir que este prrafo de la Compostelana fu
184 LIBRO PRIMEHO
escrito
en los primeros aos del siglo XII, antes del ao
1112, en que sus primeros autores los cannigos Munio
y
Hugo fueron consagrados Obispos;
y
por consiguiente
antes que se conociese en Santiago el Cdice llamado de
Calixto II.
X I
La Carta de D. Alfonso III al Clero
y
pueblo de Tours,
y
la Escritura de
Sisnando I.
Al lado de la Epstola de San Len III debe colocar-
se la que D. Alfonso el Magno dirigi en el ao 906 al
Clero
y
pueblo de Tours. La public por primera vez An-
drs Duchesne en sus Notas la Biblioteca Cliiniacense,
y
despus la reprodujo Flrez en el tomo XIX de la Espa-
a Sagrada, Aqu slo copiaremos los prrafos que hacen
nuestro propsito;
y
en ellos podr notar el lector cier-
tas expresiones, que son como el eco de lo que haba pro-
clamado el Papa San Len.
De cetero quod conquaeritis, cujus Apostoli tumulus hic pe-
nes nos habetur, certissime pernoscite. Jacobi Apostoli Zebedei
Boanergis, qui ab Herode decollatus est, sepulchrum habemus, in
archis marmoricis provincia Gallele. Manu enim Domini guber-
nante, ut multae veridice continent historie, usque ibidem per ra-
tem Corpus ejusperlatum est tquea sepultum. Cujas sepulchrum
multis claret hactenus mirabilibus, lancinantur demones, cecis red-
ditur lumen, claudis gressus, surdis auditus, mutis eloquium, mul-
tisque et alus mirabilibus, que cognovimus et vidimus, et pont-
fices et cleri ipsius narraverunt nobis. Nam quomodo in Jerosoli-
ma ab Herode decollatus est et huc sportatus atque sepultas, vel
quo tempore, vel quomodo, evidenter manifestum mnibus, et ve-
jridice
nostrorum archiepiscoporum epistole, et patrum historie
OBIQENES DE LA IGLESIA COMPOSTELAA 185
et multorum tesfcantur eloquia. Quod si ad singula modo volueri-
mus ea vobis narrare, ia longius vexetur stilus, quo modum exce-
demus epistole juxfca imo festinationem gerulorum, qui noluerunt
remorari. Sed opitulante Deo, dum vestri ad nos devenerint clerici,
omnia liquidius et enocleata, nullaque lucubratione retenta, sed
quod a sanctis patribus accepimus et teneinus in scripta vobis di-
rigere non denegamus. Deo annuente et amota omni hesitatione,
certe credatis quod rectum et justum tenemus.
Quod autem. exquisistis, quantum ab ocano mari eminus di-
stat ejus tumulus, vel in quo loco situs est; a mare virio pernoscite
usque ad locum ubi, Domino gubernante, dos fluvios quos anti-
qua vetustas nominavit Voliam et Sarem, in locum qui dicitur
Bisria vestre Sedis Iriensis ecclesie Snete Eolalie, habentur mil-
lia X, et exinde usque ad gloriosum ejus sepulchrum habentur
millia XII.
El P. Cper
(1)
not en esta Carta algunas cosas quo
le causaron extraeza, como el que D. Alfonso la hubie-
se datado valindose, no de la Era espaola, sino de la
de Christo,
y
que hubiese dado al Prelado de Composte-
la el ttulo de Arzobispo. La Era de Cristo era conocida
en Espaa, como puede verse en Flrez, tomo II, parte I;
y
era natural que D. Alfonso, al dirigirse al Clero
y
pue-
blo de Tours, emplease el cmputo por estos ms conoci-
do. Por lo que mira al ttulo de Arzobispo, no debe en-
tenderse en sentido riguroso
y
estricto, si bien en este
mismo sentido lo entendi unos cincuenta aos despus
el Abad Cesarlo respecto del Prelado de Compostela,
sino en el sentido de un Prelado digno de toda conside-
racin por su antigedad,
y
por la nobleza
y
excelencia
de la Sede que ocupaba.
(l) Acta Sanct., t. VI del mes Je Julio, da
25,
parto I,
^. V.
186 tlBBO HMICIIO
En el Diploma que en el ao 914 otorg al monas-
terio de San Sebastin de Monte Saoro Picosagro el Obis-
po de Santiago, Sisnando I, expresa los motivos que ha-
ba tenido para fundar este monasterio, cuya iglesia ya
haba sido consagrada en el ao 899
(1).
Dice, pues:
Labore nostro et expensa nostra in monte quod quondam lUi-
cinus dictas est, post adventum Sancti Jacobi Mons Sacer est ap-
pellatus, qui a septem pontifioibus, disoipuUs beati Jacobi aspersus
sacramento saUs et aquae et ab omni spurcitia diaboli et fiatu
pestiferi draconis purgatas. In ipsius ergo montis cacamine edifica-
mus monasterium sub norma sancta.
III
La Traslacin de Santiago segn se halla descrita en el lib. III, cap. I,
del Cdice de Calixto II.
V-c
Iv -u^
Srci^t Translatio sci. iacobi apostob fratris sci. iohannis apostoU et
euangehste, que IIi Kls. januarii celebratur; quahter ab iherosoli-
mis translatus in Gralleciam. (Fol. 156
y
siguientes).
Post saluatoris nostri passionem, eiusdemque gloriosissimum
resurrectionis tropheum, mirabilemque ascensionem, qua paternum
usque scandit ad solium, necnon et paracliti pneumatis flammiuo-
mam super apostlos effusionem, sapientie radio irradiati ac cele-
sti gratia illustrati, passim gentibus nationibusque, quos idem
elegerat, Xpisti nomen sua predicatione patefecerunt discipuh.
Quorum precluenti nmnero mire uirtutis sos. extitit iacobus, uita
beatus, uirtute mirificus, ingenio clarus^ sermone luculentus, cuius
uterinus iohannes habetur euangehsta et apostolus. Huic nempe
gratia fuit tanta concessa diuinitus, ut etiam idem inestimabiUs
glorie dominus incomparabili claritate coram eius uisibus super
montem thabor transfigurari non sit dedignatus^ adstantibus cum
(1)
V. Yepes, Cornica general de San Benito, t. IV, Apend. n. XIII.
OBIGEES Dl LA IGtLSiA tiOMPOSTELAA 87
eo pefcro et iohanne ueridicis tesfcibus. Hic uero, alus diuersa cosmi
climata adeuntibiis, nutu dei hesperie horis appulsus hominibus
ibi degeutibus, pabriamque incolentibus, uerbum dei predicando
disserit intrpidas. Ubi dum parua seges, que tune excoli uellet
nter spinas fructifica inaeniretuir, paululum commoratus, fertur
septem clientulos preelegise Xpisto subnixas quorum nomina hec
sunt; Torquatus, secundus, endalecius, Tisseplions, Eufrasius, ce-
cilius, ysicius, quorum collegio lolium euellendo extirparet radici-
tus, uerbique semina telluri diu sterili permanenti, committeret
propensius. Cumque diei immineret supremus, iherosolimam ten-
dit festinus, a cuius contubernali solacio predictorum uernularum
nullus extat subtractus. Quam saducea ac pharisaica, dum stipat
manus improba, antiqua serpeniis illecta uersutia innmera oppo-
nit de Xpisto problemata. Verum Sancti Spiritus debriatus gratia,
ejus eloquentia a nemine est superata; unde eorum fremens ira,
furit in eum acrius incitata. Que in tantum stimulante inuidie
zelo, succenditur atque bacoatur, uti importunitate seua uiolento-
rum mpetu caperetur, herodisque praesentie necem percepturui^
traderetur. Qui capitali ac aigiadiak sententia plexus, rosei q no-
que cruoris sui unda perfusus, triumphali martirio coronatus, ad
celum euolat inmarcessibili laurea laureatus. Examine uero cor-
pus magistri sui discipuli furtim arripientes, summo cum labore
et percita festinatione ad littora deueunt, nauim sibi paratam in-
ueniunt, quam ascendentes alto pelago committunt, atque die
sptima ad portum hirie, qui est in gallecia perueniunt, remisque
desiderabile solum carpunt. Nec est hesitandum rerum auctori
tune temporis copiosissimas grates ac digna persoluisse preconia;
tum pro tanto] muere sibi a deo concesso, tum eo quoniam, nunc
piratarum insidias, nunc uitabundas scopulorum allisiones, nunc
hyantium cecas vorticum absque uUius detrimento transegerant
fauces. Igitur tanto ac tali subnixi patrono, ad cetera suis usibus
profutura nimos intendunt, quemque suo martiri requiescendi lo-
cum dominus preelegerit, explorare pertemptant. Itaque itinere
ad orientem directo, in cuiusdam matrone luparia nomine uredio-
lum fere quinqu miliariis ab urbe semotum sacratum cTopErrrtTTt
atque deponunt loculum. Quis autem illius fundi possessor habea-
tur sciscitantes, quorumdam cum prouincialium ostensu compe-
188 LIBHO miMEBO
riunt, sueque indaginis compotes effici vehementissime atque ar-
dentissime gestiunt. Demum quippe feminam adeuntes collocutum,
narrantesque per ordinem rei euentum, sibi impend quoddam ex-
petunt delubrum, ubi ad adorandum statuerat simulacrum, atque
illic^uoque[^deuioj quoque gentilitatis errore frequentabatur pha-
num. Que clarissimis natalibus orta, hac etiam supprema interue-
niente sorte uiro uiduata, tam et si sacrilege fuisset superstitioii
dedita, non sue nobilitatis oblita iuxta nobilium et ignobilium sese
appetentium abdica ret coniugium, ne tamquam scortum prio-
rem pollueret maritalem thorum. Hec quidem eorum petiionem
et uerba sepius reuoluendo, priusquam responsum daret ullomodo
cogitat cotdis in imo quonam modo eos traderet ferali extermi-
nio, ac tndem sermonem reciprocat seuiens in dolo. Ite, in-
quit, petite regem qui moratur in dugio, locumque postlate
ab eo, in quo uestro sepulturam paretis mortuo. Cuius dictis
parendp, pars exequiarum ritu apostolicum corpus uno excubat
in loco, parsque ocissime ad regale pala/ium calle peruenit cita-
to, anteque eius ducti presentiam eum quidem more salutant re-
gio, qui et vSte sint et quamobrem aduenerint aperiunt narran-
do. Eex autem licet in exordicionis inicio libenter eorum auerteret
assercionem attentus atque beniuolus, tamen incredibili stupore
.^..
attonitus, esitans quid sit acturus demoniaco iaculo iaculatus Mam
insidias tendi atque xpisticolas necari iubet admodum efferus. Ast
enimuero hoc uelle dei comperto clanculum diuertendo, propere
abscedunt fugitando. Ut autem regi est intimatum de eorum fuga,
acrrima commotus ira, rabbidi quidem leonis imitatus ferociam,
cum bis qui in eius erant curia, fugientium dei colarum pertinaciter
insequitur uestigia. Cumque iam ad id foret uentum, quo pene cru-
delium manibus cederentur, cuiusdam fluminis, isti trepidantes, illi
confidentes, una subeunt pontem uno eodemque momento cum
sbito dei omnipotentis indicio, quem gradiebantur pons dissolui-
tur cemento ac funditus diruitur in imum ab alto. Sicque decreuit
deliberata iudicis eterni regis censura, quatinus ex omni insecuto-
rum turba, ne unus quidem superesset, qui ea que faerunl gesta
renuntiaret regis in aula. Sancti autem ad armorum lapidumue cor-
ruentium sonitum sua uertentes capita dei preconanda insonant
magnalia prospectando magnatum corpora equosque et militara
orgenes de la iglesia compostelana 189
arma miserabiliter rotata sub fluminis unda, aut secus quam quon-
dam in plebe exercitus acceperat canopica. Igitur dei auxiliatrice
dextera adiuti atque erepti, ac re animati ac accensi, salubrem us-
que ad prefate matrone domum peragunt callem, edocentque quem
admodum regis sententia exasperata eos perditum ir uoluerit in
necem, et quid deus in eum egerat ad sui ulcio;iem. Insuper effla-
gitando instant, uti domum predictam oemoni dicatam, deo conce-
dat dicandam. Idola manufacta que neo sibi prodesse, nec aliis pos-
sunt obesse, queque oculis non uidere, nec auribus sermonem au-
dire, non naribus odorare, et que penitus nullo membrorum officio
utuntur, respuat hortari insistere. Cuius mens quoniam in regis
dimersione de propinquorum aut affinium morte uerebatur com-
mota, ideoque salubris consilii, uti sepe fieri in humanis solitum est
rebus, ignara, longe aliter quam dicebantur fraudulenti ac friuola
maohinabatur machinatione cassa. Dum uero adhuc uehementius
eam urgerent precibus, ut uel predioli aliquantulum ad sacratis-
simi uiri membra preberetlTiumanda, noua et inusitata meditata
prelia, putans eos aliquo posse interire dolo huiuscemodi senten-
tiam est exorsa. Quandoquidem, inquit, uestram tam efficaciter
intentionem ad hoc cerno intentam fore, nec quando ab ea uos de-
sipere uelle. Sunt michi domiti boues quodam in monte, quos cun-
tes assumite, et quicquid uobis maioris uisum fuerit utilitatis, que
necessaria erunt cum eis deferentes, edifcate. Si quid uictus de-
fuerit, propense uobis et illis impertir curabo. Hoc apostolici
uiri audientes, eque muliebria fgmenta perpendentes, gratanter
adeunt, ad montem usque perueniunt; at aliud, quam non mere-
bantur, cernunt. Dum enim montis confinia gressibus calcant, ex
improuiso ingens draco cuius frequenti incursu uillarum habita-
cula circum circa uicina eadem tempestate agebantur deserta, pro-
prio digrediens ab antro in sanctos deiflammiuouos ignes emouen-
do, quasi impetum facturus euolat exicium minando. Quem contra
fidei dogmata recolendo, impauide crucis munimina intentando,
illum propulsant resistendo; dominicique signum stigmatis ferr
non ualens, uentris rumpitur medio. Quo bello peracto, oculorum
figentes lumina celo, regi summo uota reddunt cordis ab imo. De-
mum ut demonum frequentia illinc omnino esset explosa, aquan
exorcizan
t,
quam totum super montem undique aspergunt. Is autem
190 ilBHO PEIMERO
mons, antea uocitatus illicinus, quasi diceretur illiciens, quod plures
ante id temporis mortalium male illecti, ibi ritum demonis exibe-
bant, ab his mons sacer, id est, mons sacratus, appellatus est. Inde
qnoque boues dolse sibi poUicitos perlustrando babeantes, procul
contemplantur indmitos ac mugientes, cornibus summa fronte ag-
gerem nentilantes, pedumquo ungulis fortiter terram terentes. Quos
sese per montis deuexa imitando et mortis crudelitatem cursu in-
festissimo nnitando, tanta extimplo lenitatis irrepsit mansuetudo,
ut qui prius precipites atroci ferocitate ad inferendam cladem pro-
perabant currendo, submissi colla sanctorum manibus cornua depo-
nunt nitro. Sancti ero corporis delatores, mnlcendo animalia, ex
immitibns mitia facta absque mopa snperimponunt inga, ac recta
incedendo semita, ingatis bubus mtrant mulieris palacia. Illa qui-
dem stupefacta mira agnoscens miracnla his tribus enidentibns sig-
nis excita eornm obtemperans petitioni, ex proterna obediens facta,
illis domnncnla tradita et trino fidei nomine regenerata, sna cnm fa-
milia Xpisti nominis efficitur crdula. Sicque, inspirante deo, fidei
dogmate imbuta, que prius fantstico errore delusa efflagitarat hu-
milis et prona super erecta proterit ac frangit simulacra, queque
sub eius fuerant dominatu fundit (its?) diruit pkana. Quibus obrutis
atque minutatim in pulnerem redactis, canato in altum solo con-
strnitur sepulcrum miro opere lapideo ubi apostolicum reconditur
Corpus artificiali ingenio. Cuius quantitatis ecclesia eodem super-
edificatur in loco, que altari ornata dio felicem denoto pandit adi-
tum populo. Post aliquantum ero temporis ab einsdem apostoli
alumpnis fidei agnitione plebibus edoctis, scalentibns prius campis
celesti rore roratis, breui adoleuit fecunda ac deo multiplicata mes-
sis. Do autem magistri pedisece pro reuerentia illins, dnm summo
cnm affectu prefatum sepulcrum peruigiles indesinjnter peruigila-
rent, definito dubio termino jfite nature debitum persoluentes, felici
excessu spiritum exalarunt, celisqne animas gaudendo intnlerunt.
Quos preceptor non deserens egregins celo terraque secum collo-
cari obtinuit dininitus, stolaque purpurea purpuratus in etlierea
curia suis cum asseclis micat redimitus corona, miseris se depo-
scentibus inuioto suffragio patrocinaturus. Auxiliante domino ac
saluatore nostro ihsu Xpisto cuius regnum et imperium cum pa-
tre et snete spiritu perhenniter manet in scula seculorum amen.
orgenes de la iglesia compostelana 191
Veamos ahora lo que acerca del origen de este relato
se lee en el Prlogo de dicho libro tercero:
Sed quid de libello huius translationis circa quemdam bbi. iaco-
bi peregrinum nostris temporibus accidifc, nobis est dicendum.
Clericus quidam miohi^notus saacti iaoobi amator et peregrinas
hanc translationem cun quibusdam aliis apostoli miraculis uolens
secum ad patriara suam deferre, cuidaiu fredernando scriptori in
urbe ejusdem apostoli scribere fecit, et viginti rothomagenses in
precium impertiit. Qui cum libellum dato precio acciperet et in
apostlica baselica ngulo quodam. secrete solus legeret, super gre-
mium suum tot nummos, quot scriptori dederat, repperit, quos a
nullo mortali, sed ab apostlo diuinitus imposuisse credidit. Qua-
propter btus. apostolus largissimus remunerator esse creditur donis
celestibus, qui tam cito seruum suuDa terrenis remunerauit mune-
ribus.
Es ms que probable que esta relacin ya se hallaba
redactada de antes,
y
que el trabajo del scrptor Fer-
nando se limit copiarla para entregrsela al devoto
peregrino, que ansiaba, como era natural, volver su
patria con tan grato
y
expresivo recuerdo. Por su con-
textura se v que la relacin est formada de retazos
tomados de otros mucho ms antiguos documentos,
cuyo especial estilo
y
lenguaje resalta vivamente en
aquel cuadro. Ya advirtieron los Sres. P. Fita
y
Fernn-
dez Guerra
(1),
que el prrafo en que se describe la es-
cena de la serpiente en el monte Ilicino, acusa el estilo
del siglo VIII, por lo menos del siglo IX. Lo mismo
debe decirse del siguiente, en (|ue se desci'ibe el ninrtirio
del Apstol.
Qui capitali ac digladiabili sententia plexus,
(1)
Recuerdos, etc.,
pg.
1-3.
192 LIBRO PEIMERO
rosei quoque cruoris sui mida perfusus,
trinmphali martirio coronatus
ad celum euolat inmarcesibili laurea laureatus.
ITT
Comentario sobre la Traslacin de Santiago, escrito por un autor annimo del
monasterio de Fleury en Francia
y
publicado por Juan du Bois en su B-
bliotheca Floriacensis, part. II,
pg.
195.
*>
Igitur post admirandam, et adorandam Domini nostri Jesu
Christi in coelos ascenssionem, antequam Sancti Apostoli praedi-
cationis gratia secuudum Domini Jesu praeceptum dispergerentur
in mundum, Deo dilectas Apostlas Jacobus, omnium Apostolo-
rum primus, velut athleta fortissimus, martkyrii coronam suscepit
promptissimus, ab Herode nequissimo rege interemptus
(1).
Qui
non multo post, Angelo Dei percutiente, ad nihilum est redactus.
Periit ergo ejus memoria cum nomine; justus autem est in comme-
moratione sempiterna, et laus ejus in ecclesia sanctorum et con-
gregatione. De cujus Apostoli sanctissimi effusione sanguinis, quia
jam Jatius et lucidius, tractatum est a viris eloquentibus, nos
omnino supprimimus; translationisque ipsius tenorem, quem scri-
bere disposuimus, nunc adoriemur.
Ordine, quo diximus, Dei dilecto Jacobo clice passionis Jesu
Christi Domini potato, atque gloria et honore a Deo justo retribu-
tore coronato, beati discipuli sui sanctissimum thesaurum, illorum
Magistri videlicet corpus, prout res, tempusque exegit, terrae oc-
culuerunt latebris, maerentes ad tempus de absentia pii Doctoris,
laetaturi postmodum unanimiter in praesentia egregii Pastoris.
Siquidem benignissima Creatoris et reformatoris omnium Dei
Omnipotentis miseratio, ne clarissimum mundi lumen diutius ter-
rae absconderetur in antro, incomprehensibili sua sapientia, quam
(1)
Vase lo que hemos dicho en la pgina 104
y
105 acerca del silen-
cio de este documento sobre la predicacin de Santiago en Espaa.
OHGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 193
nemo principum hujus mundi cognoscere potuit, fidelibus suis in-
nofcescere volait, quo ordine tantae lucis claritas saeculi hujus
irradiaret tenebras. Mirabilis, itaque in Sanctis suis Deus, mirabi-
liter mirabilem huno Jacobum Apostolum pusillis corde re me-
tuentibus hoc revelavit modo.
Cum totus mundus jugo demoniacae servitutis teneretur de-
pressus, tenebrisque ignorantiae suae esset obcaecatus, Smi. Apo-
stoli, juxta Domini Salvatoris edictum, eum a suae perfidiae squa-
lore eruere cupientes, universis mundi partibus in fide Christi for-
tissimos, et lege sancta doctissimos evangelizare divini verbi gra-
tiam direxerunt viros. Unde factum est, ufc prudentissimum,
omnique militia Spiritali instructum eligererent virum Ctesiphon-
tem sanctissimum, quem ordinaverunt. Episcopum, adjunctis sibi
Coepiscopis sociis, in hoc opere satis stremussimis. Hi missi Domini
ad Hispanias delegantur; quo barbarae gentis sxea corda, unguine
Sancti Spiritus delibuta mollescerent, gratiam Christi susceptura.
Qui verissimi, et rectissimi Cliristi famuli, injunctam sibi praedi-
cationis gratiam ocyus implere cupientes, navali evectione illuc
properare satagunt. x^ptata itaque navicula, et quae sibi videban-
tur necessariis impositis, sbito divinae dispensationis muere sibi
collato, consiiium ineunt, ut corpus Smi. Jacobi secum deveherent;
quatenus dum ipsi praedicationis officio solicitius intenderent,
Sancto resplendente miraculis Apostlo, efferae nationis hominum
mentes ad Baptismatis fidem suscipiendam paulatim mansuesce-
rent. Quod et factum est, ut patefacient sequentia. Etenim Btus.
Ctesiphon cum sociis ad sepulchrum properans gloriosi Apostoli
cum ingenti devotionis honore, et tremore inaestimabilis pretii
pretiosissimam margaritam a loco terrae humili sustollentes, cum
magno et spirituali gaudio in hymnis piae jubilationis conlaudan-
tes Dominum, decenter in navi composuerunt sua. Ergo absque
reraige, absque naucleri juvamine, inscii rectores, mari, eo tantum
conscio, cujus vectabant ossa, se credentes, sola Dei manu ductrice,
sex dierum circuitione per marianas procellas usque ad locum a Deo
sibi ante mundi constitutionem praeelectum, navis eorum ferebatur
certissime. O mira Dei potentia!
;0
mira arcanae virtutis ejus my-
steria! Ecce etenim rediviva prioris saeculi exoriuntur miracula!
Qui enim dudum super undas dihivii arcam, no mergeretur, gu-
ToMo. I. -14.
194 LIBRO PRIMEBO
bernavit, mirabilis in altis Dominas, inter mirabiles elationes
maris in translatione sui dilecti Jacobi navem sanctissimum feren-
tem thesaurum, ne marinis absorberefcar flucfcibus, excelso suo
brachio protexit, et mirabiliter, quo voluit, exposuit. At vero mi-
randum satis erat tam immensum profundi abysi pelagus, tam in-
finita aequoris spatia, ab ignaris sub brevissimi temporis spatio
pervolata fuisse, nisi quod ille, qui mensas est pagillo aqaas, et
molem terrae tribas digitis adpendit, hoc implevit meritis Jacobi
Apostoli. Ne deniqae memoria ipsias solammodo dilataretar in
terris, constitait, qaod etiam mare illi praeberet testimoniam. at,
qaem sibi dilectissimam fecerat jam in coelis gloriosam, miracalis
corascantibas trra mariqie redderet honoratam.
Nec hoc sine mysterii intellecta. Senarias nameras in Sacris
Scriptaris aeramnas et flactaationes hajus saeculi crebro signat.
Septimam vero sacra Pagina reqaietioni donat. Sex diebas sammi
Opificis manas, qaicqaid creatam fait, et est, decenter, et rnate
institaens, varia donoram et bonoram saoram manera nobis con-
ferens, septimum sacravit reqaiei saae. Cessantibas dilavii aquis,
colamba per fenestram emissa sptima die ramascalam paciferae
rostro ferens olivae, placatum Dominam, et terris pacem datam
denantiat. Sexta aetate, in qaa nanc laborantes, dacente Deo, ten-
dimus ad reqaiem perfectae beatitadinis, doee ocarramas in glo-
ria resarrectionis Domini nostri Jesa Christi, mirabilia demon-
stravit Deas servis sais, dam corpas transferretar Jacobi Apostoli
et Martyris. Senario denique dieram namero in mari, ut dictam
est, flactaantes ejas discipali, sptimo, dextera Dei gabernante,
reqaieverant in porta, qui Birivas nancapatar, eo qaod inibi in
mare bini proflaant rivi, abi ostendit Deas fataris saecalis, quanti
apud se Apostlas saas haberetar meriti, Sabito namqae a con-
spectibas intaentiam sablatas, atqae asqae ad poli centram splen-
dore gneo rutilatas est elevatas, et ad locam saae tumalationis
proximam, propitia Divinitate sibi concessam, inenarrabili clarita-
te conspicaas devenit. Nec hoc incredibile caiqaam debet videri.
Qai enim theologum Joannem praerogativa singalaris devotionis
sibi anitam, miro, qao volait, modo, etiam corpore in coelos assam-
psit, potait et fratris ejas sanetissi mam glebam indicibili virtate
saa de loco uno ad alterum transvehere locam. O Dei et Domini
OEGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 195
nostri mira, et admiranda virfcus! mira dispensatio! mira operatio!
qui omnia, quaecumque voluit, fecit in coelo, mari, efc trra. Btus.
autem Ctesiplion cum sociis parentes tanto carere coelitus sibi co-
llato dono, flentes, et maerentes, atque Dei piissimi misericordiam
semper orantes ad locum tumulationis Apostoli Dei, anglico ductu,
utpote ignari locorum, propere accedunt duodecim millibus distan-
tem ab ipso maris freto.
Degebat eo loci, in extremis videlicet Grallaeciae finibus gentilis,
et nobiiis matrona, quae erat multae familiae, et amplissimi fund
possessor, et domina. Haec in idolio suo multa simulacra daemonio-
rum recndita habebat, quae saepissim adorabat, quia factorem et
Creatorem suum Dominum verum ignorabat, quem nec nominare
hactenus audierat. Haec secundum proprietatem linguae ferocissi-
mae gentis suae, feralis et rbido atque superbo vocabatur nomine;
nam Luparia dicebatur. Nec immerito; nam, sicut Btum. Paulum
ex tribu Benjamin exortum, qui prius Saulus dictus esb, saepius
in Sacris Voluminibus Lupi cognomine ob nimiam in Christianos
crudelitatem invenimus descriptum (prius enim circumcisus exsti-
tit superbus, postea autem baptizatus iiumilis est factus) sic et
haec gentilis mulier, prius superbiendo desipiens, et secundum vo-
cabulum sui Christi serves ore rbido exsecrando vehementer de-
terrens; postea autem Spiritus Sancti inspiratione illuminata,
ferocitatem belluinam trucis deponens animi, Iota lavacro salutari,
ubi omnes veterem hominem deponentes, novum induuntur, agna-
rum Christi est sociata collegio.
Comperta itaque praedicti venerabiles viri hujus nobilissimae
mulieris amplissima fama, multa Dei iducia fisi, adeunt illam ora-
turi, ut in fundo, quem tenebat, facultas sibi concederetur
ossa
tumulandi Apostoli beati. Quos illa rigidae ments vesania acerbis-
sime exsecrans, et exsecrando refutans, insani furoris typho reple-
ta, ad Regem terrae illos talia petituros properare ocyus jubet.
Qui nil cunctati, ut mandatum eis erat, solicite perquirere Regem
satagunt. Quo rcperto proponunt illi de Fide sancta sermonem,
simulque orando satis ingeminant preces, dari sibi locum Aposto-
lici corporis sepulturae aptum. Ergo Rex truculentus, gentilitatis
errori deditus, venerabilium virorum auditis verbis et precibus,
cognoscens eos Christicolas esse (jam enim Jesu Christi Domiiii
196 LIBRO PRIMEEO
nomen in totam mundi latitudinem difusum erat) exacerbatus
nimium, cupiens vindicare in ipsis, non solum, quae pefcebanfc,
praestare noluit, verum pravo corde, malo ore, perversa acfcione in-
terimi eos jussit, nesciens miser imminere sibi velocius vindicfcam
solius Eegis, Dei.
Sanctitatis autem Ministri fragilitate carnis adducti fagam ca-
pesserunt, inscii mirandae virtutis Dei, quae in ipsis per ipsum,
Apostlica interveniente declaranda erat, gratia. Nec miram vero
si carnales oarnaliter metuebant; cum Patres inultos instantiam
legamus devitasse gladii, non timore perculsi passionis, sed ad
meliora se servantes, gratia praedicationis ao roborandae fidei.
Haec vero omnia agebantur, ut amplior magnificentia Apostolicae
dignitatis claresceret adhuo per impiam impiissimi E-egis temeri-
tatem; nempe maerentium consolator, Deus, qui contritis corde
medetur, cujus oculi sunt super eos, ut eruat eos a morte; super
injustos autem, ut disperdat eos de trra, certo ostendit, quia non
aliquando salvatur E-ex fidens in multitudine virtutis suae. Deni-
que sancti illi per viam, qua venerant, revertentes, devenerunt ad
fluvium Thare (Tamare) dictum, in portum Nicrariae, juxta quem
erat fons amplissimus, arcuato opere, sxeo ambitu circumseptus;
penes quem publica via discurrebat, quem, delitescere cupientes,
introgressi sunt. Sed repente, mutato consilio, ut pleniorem ma-
gnificentiae gloriam gloriosus in servis suis demonstraret Jacobus
Apostolus, praesago spiritu inde egressi sunt.
Ut vero cognovit pestifer Rex sub umbra alarum protectionis
Dei Sanctos clam effugisse, dum sitit Sanctorum sanguinem, non
valens ferocitatem pravissimi leniri animi, coUecta militari manu,
sicut equus effraenis ruens, justo se Doi prosequente juditio, non
destitit doee in praecipitium sempiternum cum suis mnibus
caderet. Aestimans enim justos in praescripto fonte absconsos, cum
suis comitibus ingressus est intus. Ecce vero mulfciplici Dei virtu-
te, cujus immensao brtitudinis et sapientiae non est finis, qui
reprobat consilia Principum, et deducit consilia oorum in fiiiem
stultum, egregio orante Jacobo Apostlo, omne illud aedificium
criptae hujus, quod in tanta perstiterat saeculorum soliditate, miro
modo sbito corruit. Et qui simplices et innoxios opprimere mo-
liebantur, tanta ruina oppressi, in profundum abyssi sunt demersi,
obgenes de la iglesia compostelana 197
ut patenter innotesceret, condoler veaeraudum Aposbolum Jaco-
bum contumeliis servorum suorum.
Tune liberati sublimi Christi potentia discrimine tanto, isti
novelli filii Israel, transito quasi altero mari Rubro, repedarant
lacres carmen illud mosaicum Deo decantantes. Qui excelsum du-
dum Pharaonem et exercitum ejus demersit in mare. Sed Sancto-
rum a bonae actionis certitudine deviare nescius est animas. Nam
a Spiritu Sancto praemoniti praescriptam rursus adeunt mulierem,
solicite eam praemonentes de tumulatione venerabilis Apostoli. At
illa necdum verbis eorum crdula, sed adhuc impoenitens, et more
elati Pharaonis obduratum cor habens, doee mens sua ampliori
gratia apostolicorum signorum reverberaretur, conspiciens eos flen-
tes, dixit illis: In monte hoc prximo, qui lUicinus dicitur, ar-
menta nostra pascuntur. Erat enim ipsa more gentis suae poUens
copiosa animalium multitudine, quae passim per lati soli marginem
absque pastore, utpote agrestia, quo libebat, discurrebant. Eun-
tes ergo illuc, quotquot cupitis, tollite, e4, quo vobis corde fuerit,
ducite, et in ipsis laborantes operam impendite aptari domum, ut
dicitis, Apostoli vestri. Haec dixit diffidens illos ea agere posse,
ignara virtutis Dei, qua omnia creata subjecit sub pedibus me-
tuentium se. Contiguus est mons sanctissimo et venerabili, totique
orbi sumae devotionis plenitudine excolendo loco, in quo caelestis
tliesaurus, corpus Smi. Jacobi, decenter et honeste in marmreo
mausoleo conditum est. Vocatus est autem ante mons Illicinus,
nunc vero Sacer dicitur ob glorificationem apostolicorum signorum,
quae Dominus per excellentissimum Apostolum Jacobum fidelibus
suis declarare dignatus est.
Praesumpserat enim sibi plurimam partem supradicti montis,
quasi in possessionem, immanissimus draco, qui omnes circum se
psitos pagos horrendo et horribili flatus sui anhelitu exinaniverat,
omnes extinxerat, animantia deglutierat, et reliqua omnia protri-
verat. Gradiebantur itaque Sancti illi per ascensum montis, doee
ad locum devenirent, quo illa sanguinaria et trucissima jacebat
bellua. Quos praesentiens, elevato capite, impetum direxit in eos
cum multo stridore insibilans. Tune apostolici Discipuli fide Dei
firmi, nihil haesitantes, et absque terrore permanentes munimine
armati invictissimi vexilli salutiferae crucis, apostlica defensoris
198 LlBBO PBIMBBO
sui protecti gratia, invocata majestte Jesu Christi, beatae signum
Crucis obtutibus opponunt adversarii. At ille non ferens vim vir-
tatis Dei, et Jacobi Apostoli gloriosi, velut fumus periit a facie
terrae. Et nec miram, si a conspectibus quaerentium Deum fagatus
est draco, quia ipse poUicitus est ipsos fore super serpentes et
scorpiones impune gradituros.
Erepti itaque ab imminente tantae cladis exitio, liberatori suo
Omnipotenti Deo magnificas grates, protectori suo Jacobo Apost-
lo devotas laudes, raddiderunt unnimes. Ex hio factus est mons
ille ante funestus, mons Dei, mons sanctus, mons sanctificationis
pinguedine inexb.au sti olei, operae scilicet misericordiae indefi-
cientis, mons, in quo placuit Deo inhabitare, quia Deus noster,
qui perforavit maxillam Leviatham, operatus est salutem in medio
terrae suae confringendo caput draconis antiqui. Sic impleta est
Scriptura dicens: Quia in cubilibus draconum animalia Dei re-
quiesoent. Quia non habitabit ibi amplius mala bestia; Et qui
liberati fuerint, venient in monte Sion laudandes Dominum.
Exiade bonae voluntatis affectu caeptum prosequentes iter, tn-
dem diu quaesita reperiunt animalia. Quae, dum comprehendere
nisi essent, effugiendo manus eorum, a conspectibus ipsorum de-
lapsa sunt: indmita quippe erant. Aestimaverat saepe scripta mu-
lier, infidelitates adhuc caligine obtenebratum habens cor, servos
Ckristi se decipere posse, doeo Omnipotens, qui in Sanctis tuis
semper gloriosus permanet, ostenderet illi, quod nulla adversus
eum praevaleat fortitudo, nullum sit utile consilium. Deridetur
enim, ut Propheta denuntiat resurrectionis, justi simplicitas, lam-
pas contempta apud cogitationes Principum parata ad tempus sta-
tutum. Denique Sanctorum corda ab amore Dei numquam discre-
pantia, cum se delusa esse a mullere intellexissent, ad orationum
sanctarum slita se convertunt munimenta, pia supplicatione san-
ctam Dei exorantos Majestatem, simulque Patroni sui inclyti Jaco-
bi Apostoli gloriosa poscentes suffragia, ut illam caelestem miran-
dorum signorum clarificationem, quam hactenus exerouerat, tuno
quoqu3 ostendere digaarefcur, neillusio essent Gentium dicentiiim:
Ubi est Deus eorum.
Tanc demum spe caelesti animatl, et robore fidei christianae
confortjiti, resamentes animi constantiam, rursus ad eadem per-
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 199
quirenda jumenta se praeparant. Confestim Dei Omnipotentis, qui
prope est se fideliter requirentibus, et voluntatem ipsoram perficit
largitor promptissimus, prosperante actione, reperta animalia sub
manibus eorum sunt edomita, sicque libere, quo voleurunt, dedu-
xerunt, et ad eam, quae se miserat, gaudentes reversi sunt. Inte-
rea, visis tot miraculorum signis, ea matrona (non jam Lupa di-
cenda, quippe ovis Christi mox erat futura, atque gregi Ecclesiae
socianda), quae ante reniti conabatur praesumptione praevalida,
oorde et ore est compuncta. Terrebat eam velox E-egis sui submer-
tio, pavebat belluae crudelis subitam dejectionem, mirabatur ju-
mentorum suorum emollitam ooyus acerrimam feritatem; moxque
omnis illa dubitatio versa est in credulitatem, scandalum in fideli-
tatem, illusio in admirationem. Et haec omnia fassa est a Deo fieri
ad dilecti sui Jacobi declarandam gratiae celsitudinem.
Benigna itaque pietas, et indulgentissima clementia misericor-
dissimi Dei, qui ad se illam pertrahere volebat, nigerrimum an-
trum pectoris ejus clarificans, et vitiis mnibus purgans, super can-
dorem nivis dealbatam effecit. Quae recto, principalique spiritu
confirmata, perennis ablutione fontis sanctificata, ismaeliticae ni-
gredinem cutis in candorem omnium conmutavit bonarum virtu-
tum. Ver haec mutatio est dexterae excelsi Dei. Spiritus enim
Sanctus, quem vult, adspirat, et inspiratum salvificat, suaque replet
gratia. O sanctae misericordiae Dei, et immensae pietatis ejus
novae vocationis mysterium! O mira operatio mirabilium rerum!
Ob spem itaque veniae promerendam, et salutem perpetuam
adipiscendam. jubente jam beata muliere, delubra sunt demolita,
simulacra dejecta, idola confracta. Et domus illa, quae ante erat
spurcitiae, et contaminationis, purgata aspersione hyssopi verae
inundationis templum facta est sanctificationis, et in honorem Dei,
ac venerabilis Jacobi Apostoli solemniter est consecrata. O fidele
commercium! O felix sanctumque mercimonium, dum pro terreno
fragilique palatio, aeterniter manens in caelesti Hierusalem com-
mutatur habitatio!
Gratuito autem clementissimae miserationis Dei Omnipotentis
muere fidelibus concessum est, ut una edemque die Passionis et
Translationis ejus sanctissima occurreret solemnitas, ut duplicato
Apostolici honoris gaudio, multiplicaretur plenius et credentium
200 LIBRO PRIMERO
devotic. Tantam praeterea salutiferam immutationem illa sancta
conversio gentibus eisdenx attribuit, ut praeeunte Apostlica gra-
tia, relicto errore simulacrorum, ad agnitionem veritatis unius
Dei properare gauderent. In mnibus enim Iberiae finibus diffusa
et dilatata est ex tune a Deo Eoclesia divinae cognitionis soliditate
fundata, ut inplenitudinem gratiae caelestis, eundo de virtute in
virtutem, Deo cooperante, quotidie augmentaretur.
mnibus Lis rite hoc ordine perfectis, vir Dei Ctesiphon, et
Bmi. Socii ipsius, Sedes sibi secundum SS. Apostolorum, qui eos
miserant, praeceptum, ad divini cultus deligunt solemniter mini-
sterium peragendum. Nam ipse in civitate Vergi resedit, oaeteris in
propriis commeantibus locis, orationi semper et omni sanctitati in-
tenti, doee expleto laboris sui felici agone, praemium susciperent
bene promeritum.
Tu autem, inclyta Gallaecia, gaude, quae es ethymologia tui no-
minis feliciter potita; quia dulcedine caelestis lactis uberius es enu-
trita; exulta, inquam, et gaude, quia divini gaudii meruisti esse
particeps, et splendore lucis mundi, amici Dei, reverentissimi Jaco-
bi Apostoli es clarificata. Flix trra tua tanta felicitate ditata,
feliciter Apostlico culmine sublimata, felicissimo virtutis Dei
robore stabilita. Beata gens tua, quae ad tantam arcem gratiae est
elevata, ut concessum sit ei Deo possidere Apostolum proprium,
protectorem et specialem patronum. Beatus populus tuus, cui ex
sacrosancto Provisoris sui tmulo fluunt incessanter caelestia balsa-
ma et fragrant suavissime orationum sanctorum non deficientia
aromata, ex quibus quotidie reficiendo pascitur et sine tabe sagi-
natur.
Ave beate, et beatisime, juste, et justisime, fili sublimis tonitrui,
Jacobe piisime, amice Dei, lux mundi, judex saeculi, splendor per-
petuae lucis, qui salutiferae dispensationis Dei muere cunetas ab
Oriente usque in Occidentem, sol orbis terrae illustras tenebras.
Quando enim tibi famulata sunt elementa, mare, caelum, trra, tune
illuxerunt Divinae claritatis dono coruscationes tuae orbi terrae;
dum ex Oriente in Occidentem per mare mirabili potentia divinae
operationis vehebaris. O inenarrabilis Tlieologe! Insuperabilis testis
perpetuae veritatis! Inoxpugnabilis assertor inviolabilis fidei, pre-
tiosissime Jacobe! Tu ante conspectum divinae gloriae inverberatis
OBiaENES DE LA IGLESIA COMFOSTELANA 201
adstans oculis, in choro sanctorum innocentum innaccesibili splen-
dor refulges, ubi jocundaris perpetua exultatione. Tu columna es
orthodoxae religionis, super quam reolinatorium consistit aureum,
ad hoc in fundamento Dei domus super basim Christum consolidata;
ut omnium imbecillium in te se inclinantium impossibilitates sus-
tentes et foveas. Et quia quod nostris meritis adipisci nos apud Do-
minum posse difidimus, sancta intercessione assequi confidimus tua,
quibus nuUa digna est confessio, satisfaccio nulla, nulla poenitentia,
quippe contrito corde, et humiliata mente, oramus proni, implora-
mus cernui, viscera amplissimae pietatis tuae, concessa tibi Domini-
ca vooe potestate remittendi peccata, male commissa nostra dele,
crimina terge, scelerum maculas ablue, exilis servitutis nostrae
obsequia suscipe; et quamvis te non augeant nostra praeconia, ta-
llen offerimus; quia supplicatione tua mitissima confidimus, posse
provenire nobis salutis aeternae remedia. Praetorea fisi multimode
de sanctae tuae protectionis sanctissima gratia, deposcimus supli-
citer, ut glorificantes te glorifices, disidentes, ut filius Dei, discor-
dantibus pacifices, in fide Dei unitatem largiaris, invocantes te
protegas, et robores, memoriam tui celebrantes tuearis, et confortes,
requirentes te benignissime respicias, et visites: ut dum memineris
nostri in beneplcito tuo, laeiemur perpetim sanctis tuis precibus
cum Christo.
Eoce vero, perfectissime Dei amice Jacobe, excellentissime Dei
martyr, et Apostle, in omnem terram exivit sonus tuus et in fines
orbis terrae verba praedicationis tuae. Quia in cunctis terrarum
loois, quibus Christi auditum est nomen, tu possides perpetuum ho-
norem. Nam radiis tuae sanctae claritatis, etiam ita extimas totius
christianitatis perlustrasti partes, ut ad sanctisima, cum tremore et
honore dicenda, ossa tua fideliter concurrat. Siquidem ex hono-
rando, et venerabilissimo sepulchro tuo emanat
j
ugiter praeluci-
dissimus fons innumerabilium sanitatum, de quo multimodae spe-
cies variarum infirmitatum saepissime dilutae curantur. Nec tan-
tum corporaliter, sed et spiritualiter gloriosius, clara ostensione,
quotidianis patefacit indiciis, pium se dilectoribus suis praebere
auditum. Dum leprosos, omnium faedatos varietate peccatorum
curat; claudos rectitudine viarum Dei exorbitantes redintegrat;
febres vitiorum diablico algore torpentes expellit; surdis, in lege
Tomo. I. -15.
202
LIBRO PHIMERO
Dei obturafcum habentibus auditum, aperit; caecis quoque, clarita-
tem mandatorum Dei intueri non valentibus, lucem restituit; ora
ad Dei pronnncianda magnalia muta, in laudibus Christi reserat.
Sic miris, mirandisque praecellentisimi Apostoli virtutibus, spe-
rata provenit credentibus indulgentia, quia praestantior est sa-
nitas animarum, qiiam corporum.
Et non solum in hoc omni reverentia excolendo, verum in
mnibus ejus sancto nomini dicatis locis, Divina haec operatur pie-
tas. Est namque in Neustriae partibus Ecclesia sanctae ejus memo-
riae sacrata, in qua ipsius gloriosissimae venerantur Reliquiae, Flo-
riacensi S. Benedicti subdita Basilicae; ubi tanta fieri quotidiana
operatione novimus miracula, quanta decet tantum operari Apo-
stolum, quae etiam alias in plurimis pretiosorum sufficerent Ba-
silicis Sanctorum. Pro his mnibus gratias agimus tibi sacrum vo-
cabulum majestatis, Sancta Dei Trinitas, et Unitas; immensam
maje^tatis tuae implorantes pietatem, ut cum Beato Jacobo Apo-
stlo vitam mereamur possidere perpetuam.
El P. Juan dii Bois intitul as esta narracin: Ve-
tiistissimi anonym auctoris ante sexcentos annos in Floriacen'
sibus memhranis defcriptus commentarhis de translcdlone Sanct
Jacohi aiJostoll, fratris Joann's evangelstae, d Hkrosolyms Vi
Gcdlaeciam.
Merecen conocerse las discretas
y
atinadas reflexio-
nes que acerca de este texto hizo el P. Fita. El autor
de esta leyenda, si mal no imagino, dice, fu Aimoin,
monje de Fleury, celebrrimo escritor de la Historia re-
gum Francorum. Compuso una leyenda muy parecida
la presente de Santiago por su plan
y
estilo, que deba
recitarse en el da de la festividad de San Benito, pa-
triarca
y
fundador de la orden benedictina, cuyo cuerpo
venerando estaba en Fleury desde la segunda mitad del
siglo Vil. Cabalmente en el ano 1005 traz Aimoin la
biografa de su abad
y
amigo San Abbn, donde testifi-
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 203
ca
(1)
que entre los Santos ms venerados por su monas-
terio con culto solemne
y
con altar especial en la basli-
ca dedicada la Virgen, estaba Santiago el Mayor. El
altar del Apstol, gracias la piedad ferviente de San
Abbn, se adorn con un frontal de plata maciza;
y
en
este frontal no haban de faltar relieves, que representa-
ban los prodigios ocurridos durante la translacin del
santo cuerpo Galicia, prodigios de que se hace eco
entusismente nuestra leyenda... De todas maneras,
consta ciertamente que el calendario ms antiguo de
Fleury, muy sobrio en sealar las fiestas de los Santos,
expresa la de Santiago
(2);
por donde se ve que los
monjes no tardaran en desear
y
obtener la posesin de
algunas reliquias (del Apstol). Tampoco debemos olvi-
dar que Fleury, enclavado dentro de la dicesis de Or-
leans
y
situado entre esta ciudad
y
la de Turs, fcilmen-
te pudo alcanzar algunas de las noticias expresadas
por Alonso III en su carta del ao 90G. Un siglo antes
era Abad de Fleury
y
Obispo de Orleans, el espaol
Teodulfo, quien asisti probablemente al Concilio de
Oviedo del ao 808 por comisin expresa de Garlo-Mag-
no...
(3).
As que la gran leyenda Floriacense, escrita, segn
opino, por el monje Aimon,
y
sin duda alguna hacia el
ao 1005, merece alto aprecio los ojos de la crtica, no
slo por su antigedad, sino adems por las fuentes de
que dimana.
(1)
Migne, Pafrol. lat., t. CXXXIX, 405.
(2)
Migue, Patrol lat., t. CXXXVII, 1187.
(3)
Esp. Sag., t. XXXVII,
p.
172.
204
LIBRO PRIMEBO
Relacin de la Traslacin de Santiago segn el doctor parisiense Juan Be-
leth, que floreci fines del siglo XII, en el Hationalc Divinioriim
Offioio-
nim, (Cap. CXL),
De fesfco S. Jacobi.
Festum hoc lacobi esfc maioris, fratris loannis Eaangelistae, et
filii Zebedaei. Huius corpus quiesoifc in Compostella, quae Hispaniae
pars est. Missus enim fuifc ut Hispanis verbum Pei concionaretur.
Sed propter malitiam et duritiam Principum extra vnum ad fidem
Christi neminem convertere potuit. Quod cum videret vir Sanctus
Hierosolymam rediit, ut conspiceret an illi, quos isthic reliquerat,
etiamnum satis essent in Christi fide confirmati, et invenit miiltos
in e errantes, imo qui iam fere omnino eam deseraerant propter
Hermogenem et Philetum, qui magicis artibus quasi miracula fa-
oiebant, quibus homines misere decipiebant. Yeram hos Magos
aggrediens Apostolus ad fideni convertit, populumque ad cultura.
Dei reduxit. Deinde vero quum ad Herodeni duoeretur, in via para-
lyticum quemdam sanavit et qui ipsum ducebat ad fidem convertit
ac baptizavit. Tndem ab ipso Herode fuit obtruncatus. Tum Magi
illi, qui iam eius facti erant disoipuli, cum alus tribus eiusdem di-
scipulis cum corpore in navim ascenderunt, et sese sine rectore ma-
ri commiserunt, ut ei divina providentia sepulturae locura tribue-
ret. Tndem nauis illa Hispaniae applicuit ad regnum Lupae.
Erat autem tura temporis regina quaedam in Hispania isthoc
nomine, cuius vita et mores nomini plae conveniebant. Ad hano
ergo reginara discipuli aliqui exierunt, et illi dixerunt hoc pacto:
O
O
242 LIBKO PHIMEBO
p.
o;
a
bu
c
Cq
Ph
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 243
l
(1)
los comarcanos de la vocacin de San Antonino,
le llaman tambin Castro de San Antonino
(2).
La planta de esta antiqusima fortaleza es de forma
de herradura. Adems de la plaza de que habla Caste-
ll, tena otro re into exterior que la circua en todo su
contorno,
y
estaba cerrado por otra muralla ms baja.
Su situacin es entre las parroquias de San Juan de
Calo
y
la de Santa Marina de Ribasar.
Deba de estar aqu la capital de los Arnaaeos, pues
era la principal fuerza de la comarca. Posteriormente,
en el primer perodo de la Edad media, tuvo aqu pro-
bablemente su residencia el Comes res^io mandatario
de la Am^taca.
Prescindiendo de si este Castro Lupario, de Francos,
de Veca, como tambin se le llama por un lugarcillo
que est su falda, fu uno de esos Oppula clticos ibe-
ros de los que tan numerosos ejemplares se encuentran
en nuestra re^'in, es indudable que fu tambin man-
sin romana, quizs un castro pruesklimn en donde es-
tuviese aloiado un destacamento de alo:una de las dos
legiones (quizs de la VI, Victrlx) que guarnecan As-
turias
y
Galicia. As lo demuestran algunos tro-
zos de ladrillo romano que se encuentran en la misma
superficie del terreno,
y
una va romana que lo rodeaba,
la cual su falda oriental atravesaba el pequeo ria-
chuelo de Paradela por el puente que el vulgo an lla-
ma dos Mou,\js (de los Moros),
y
cuya forma puede verse
(1)
Ms bien, ii su falda, en el cani;)0 on que se celebra la eria de
San Martn.
(2)
Castell, Hist, de Santiago, lib. II, cap. IV.
u
t
o
c
( .5
oeqenes de la iglesia compostelana 251
de la Vereda. En efecto, por aqu deba pasar la va, que
partiendo de Celens^ Caldas, se diriga por la costa hasta
Grandimiriim, Brandomil, desde cuyo punto volva me-
terse tierra adentro. Cerca del Tambre
y
no lejos de esta
parte, deba estar la estacin Ad Ditos Pontes, que es la
segunda que el Itinerario de Antonino seala despus de
Celenisy
y
la que antecede inmediatamente Grandimlrum.
La distancia que el Itinerario citado pone entre estas es-
taciones, favorece grandemente dicha colocacin.
La denominacin de Puente Pas, P'ar, es muy an-
tigua. Pa,
i:ear piar, es voz gallega, que significa pila
pilar;
y
por lo mismo el puente se llam Pas Piar
por los pilares machones que de l quedaron. Estos an
subsistieron por mucho tiempo;
y
quizs sean los mismos
que hace refereiicia D. Jua^i Froila Marn Marino
en su testamento otorgado en el ao 1220. Al ordenar
este ilustre caballero su ltima voluntad, dej un copio-
so legado para restaurar el Puente de Pas, de modo que
sobre las cepas pudieren echarse vigas quq permitiesen
los transentes el paso sobre el Tambre
(1).
Por ltimo, en la parroquia de Liayo, cerca del
Tambre, hay una ermita, que antiguamente fu parro-
quia, dedicada Nuestra Seora. Es conocida esta er-
mita en el pas con el nombre de capilla de Pontevedra,
(Ponte vcter/J, 6 del Buen Suceso. Estas denominaciones,
en especial la ltima, parecen una alusin al glorioso
triunfo de los discpulos de Santiago.
(1)
Mando ad poiiteiii (le Pm6 X casales... et lioc totum habeat pona
usque dum sit factiis ipse pons de piaribus petrinis et de trabis super eis.
(Testamento de D. Juan Froila Marn, en el Archivo Histrico Nacional).
252
LIBRO PEIMEEO
La ciudad de Dugiwn^ Duyo.
Ya hemos visto cmo Estrabn refiere que los Arta-
bros, que habitaban las cercanas del promontorio Ne-
rio Cltico, hoy Cabo de Finisterre, tenan all mu-
chas ciudades, liahent cofnphires urbes. Antes haba dicho
el insigne gegrafo, que entre los Artabros exista uno
de los primeros centros mineros de Galicia
(1).
Aquellos
puertos eran tambin punto de escala para las islas Cas-
siterides
y
para las Britnicas,
y
para el mar del Norte,
de donde asimismo se exportaba el estao, el mbar,
las perlas
y
otras preciadas mercancas.
A este motivo positivo de la abundancia de los me-
tales que llamaba hacia aquella parte multitud de es-
peculadores, se unan otras razones fundadas en recuer-
dos mitolgicos, que rodeaban aquel pas de cierta mis-
teriosa aureola, muy propia para estimular el ansia
y
curiosidad que sienten muchos espritus por todo lo
nuevo
y
fantstico. Cuntase de Dcimo Junio Bruto, el
vencedor de Galicia, que tuvo empeo en acercarse la
costa para poder contemplar el espectculo de la estre-
pitosa sumersin del ardiente astro del da en las aguas
(1)
Apud Artabros autem... eflorescere terram stanino ureo albo, addit
Possidonius; est enim permixtum argento; hanc terram fluviis deferri et
a mulieribus sarculis exauriri, lavarique intextis cratibus.
An se conservan en la comarca de Jallas, pas que tambin perteneci
los Artabros, largas
y
profundas galeras subterrneas, que abrieron los
Romanos, para beneficiar lo que se hallaba encerrado en las entraas de la
tierra.
obgenes de la iglesia compostelana 253
del Ocano. Julio Csar no soseg hasta que visit
y
re-
conoci aquellas costas, dobl el promontorio Nerio
y
se intern por el que entonces se consideraba ya como
lado septentrional de Espaa, hasta llegar al puerto de
la Corua. Hacia esta direccin se supona que haban
tenido lugar las fbulas de Faetonte, de las Helades
hijas del Sol, de Cucnos, etc
y
ms all de este mar
occidental, se crea que existan los Campos Elseos.
Como comprobacin de todas estas creencias, en uno de
los promontorios prximos al Nerio, probablemente en
el de Tourin, se levant un templo dedicado al Sol,
del cual hace mencin Tolomeo, con el nombre de Ara
Sols
(1).
Que el Legado, ms bien Sublegado de Galicia,
visitase con frecuencia aquellos sitios,
y
que entre las
ciudades puertos de los Artabros hubiese uno con el
nombre de Dugmn (hoy Duyo) con la terminacin wm,
tan frecuente en la nomenclatura geogrfica de los cel-
tas, nada tiene, pues, de extrao improbable,
y
antes
bien es muy verosmil
y
creble
(2).
Tal vez los discpulos se resolviesen encaminarse
hacia aquel sitio del fin de la tierra, porque conceptua-
(1)
En las ms conocidas ediciones de Tolomeo se lee: Post Nerium
promontorium, aliud promontorium, in quo Arae Sestil. >Este Sestio debe
ser el Cnsul Sexto Apuleyo, que fu Cnsul con Augusto en el ao 29 an-
tes de nuestra Era,
y
triunf de Espaa dos aos despus. Segn Plinio,
estas Aras, pues eran tres, estaban dedicadas Augusto; pero el sitio invi-
taba elevar un monumento al Sol, que quizs se querra ennoblecer con
el nombre del famoso Emi)erador.
(2)
Segi'in D' Arbois de Jubainville (Les premiers hahitants de V Eu-
rope, t. II,
p. 358,
2.'*'
ed.), el cltico tena una raz, trebo, que si^nifica ^ru-
j)o de habitaciones que no estn amuralladas. Do tt'ebo so form Arrotrebcis^
equivalente de Artabros.
254
LIBRO PRIMEBO
ron que ninguno era ms propsito para contener la
sepultura del denodado Campen, que probablemente
hasta aquel extremo del mundo haba llevado el estan-
darte de la fe
y
las msticas insignias del imperio espi-
ritual de Jesucristo; pero hallando all la acogida que
hemos visto, les fu forzoso esperar de los designios de
la Providencia indicacin segura
y
eficaz del lugar que
buscaban.
La tradicin coloca el sitio de la antigua Dugium en
unos braales que hay cerca del arenal de Lagosteira,
que est en la costa interior de la pennsula que forma
el cabo de Finisterre al avanzarse sobre el mar. En este
lugar se han hallado trozos de ladrillo, maderos, mone-
das
y
otros restos de remota antigedad. Las parroquias
de San Vicente
y
San Martn de Duyo, las cuales per-
tenece dicha localidad, conservan an el antiguo nom-
bre de Dugium, En las mismas parroquias se conservan
cimientos de antiguas edificaciones.
Hacia estos parajes conduca desde Brandomil (Gran-
dimirum) una va, de la cual an se ven muy claros
y
manifiestos indicios.
El Picosagro.
El Picosagro, Pico-sacro, es uno de los lugares ms
estrechamente
unidos los sucesos de la traslacin del
Apstol.
Efectivamente, como ya hemos visto, la tradi-
cin nos refiere, que de l los Varones Apostlicos toma-
ron los bueyes, probablemente nunca uncidos, que pre-
cisaron
para la conduccin del cadver de su Maestro,
y
OBGKNES DE LA IGLISIA COMPOSTELANA
255
para la obra del sepulcro; que en l exterminaron un
horrible dragn serpiente que tena aterrado el pas,
que abatieron en l el culto de los dolos,
y
lo libraron
y
purificaron de las influencias diablicas rodndolo con
agua bendita;
y
que por ltimo, merced esta especie do
consagracin, dej su nombre antiguo de Ilicino (deri-
vado sin duda de ilex la encina)
(1), y
tom el de Sacro,
Sagrado.
Se equivoc Huerta
(2)
al pretender que otro haba
sido el motivo por que este monte tom el nombre de
Sacro Sagrado. Citando un texto de O^ustino
(3),
dice
que tal calificativo ya se lo haban dado los Romanos
por el mucho oro que en l se crtaha,
y
que hizo que se le
considerase como un lugar sagrado. Justino, es cierto,
habla de un monte sagrado, sacer mons, que haba en
Galicia; pero dice que estaba en la regin de los Anipli-
lochos, no lejos del Mio;
y
por consiguiente hacia aquella
parte,
y
no en esta de los Caperos, debemos buscar aquel
aurfero
y
afortunado monte.
Es de creer que Lupa tuviese bueyes toros tambin
en otros sitios. El motivo que la inducira encaminar
los discpulos al Ilicino, sera tal vez el deseo de expe-
rimentar si era ms fuerte
y
poderoso el dios que predi-
caban aquellos nuevos dogmatizantes, los dioses que se
(1)
No es necesario entender en sentido literal el suceso del dragn.
En el antiguo lenguaje simblico de los Cristianos, bajo el nombre de dra-
gn se entenda el poder de los espritus infernales, que al advenimiento del
Cristianismo estaban enseoreados del mundo.
(2)
Ajiales de Galicia, tomo I, lib. II, cap. VII.
(3)
In liujus geutis finibus sacer mons est, quem ferro violare, nefas
habetur; sed si quando fulgure trra proscissa est, quae in his locis assidua
res est, detectum aurum velut Dei munus colligere permittitur.
256 LIBEO PBIMERO
veneraban en aquel empinado lugar. Querra probar aca-
so, si stos se dejaran arrebatar impunemente los ani-
males que pacan en aquellos bosques, que eran consi-
derados como sus dominios.
Aunque el druidismo en los pueblos clticos de Es-
paa no tuvo el inujo que conserv en los de la Galia
y
Grran Bretaa, sin embargo no pudo menos de suceder
que los que vinieron nuestra Pennsula, trajesen vivos
recuerdos de dicha institucin tan arraigada entre aque-
llas gentes,
y
aun trabajaran para establecerla en las
comarcas,
.
que ello se prestasen. Ningn lugar ms
propsito para este objeto en Galicia, que el monte Ili-
cino, el cual con su mismo nombre de ynonte del Encinal
evoca el recuerdo de una mansin de los druidas
(1).
Su-
puesto esto no es de extraar que en las faldas de aque-
lla sierra hubiese toros
y
serpientes. Con la baba
y
el
sudor de las serpientes formaban las druidas, segn Pli-
nio
(2),
el misterioso huevo, al que ellos atribuan tanta
virtud;
y
cuando sobre alguna encina acertaban en-
contrar la maravillosa planta del murdago, sacrifica-
ban, segn el mismo Naturalista
(3),
dos toros blancos
y
que nunca hubiesen sido uncidos.
No se extraar el ver asociado el monte Ilicino los
sucesos de la traslacin de Santiago, si se tiene en cuenta
que casi por su falda pasaba la antigua va romana que
una Iria con Lugo. Esta va era la nica que podan
tomar los discpulos del Apstol, en su propsito de in-
(1)
An hoy da en las falJas del Picosagro existen algunos lugares
que con sus nombres hacen alusin al antiguo de El Encinal. Tales son, el
do
lloboredo (do Rohur)
y
los de Sobrede
y
Sobroiro (de Sube?').
(2)
Hist. nat., lib. XXIX, c. %ll,
(3)
Lib. XVI, c. XGV.
OBIGENES D LA IGLEStA COMOSELAIA 25?
temarse en el pas con el Cuerpo de su Maestro. Porque
de esta manera, sin quererlo ni saberlo, los Emperado-
res, romanos preparaban los caminos los pregoneros
del Evangelio. Vase la vuelta un miliario levantado
en esta va unos cuatro aos antes de el en que ocurrie-
ron los sucesos de la traslacin. Adems, casi la* falda
del Ilicino estaba muy verosmilmente la antigua ciudad
de Asseconiuj entre cuyos moradores no dejaran de hallar
los Varones Apostlicos quien los acogiese, quien los so-
corriese
y
protegiese,
y
quien los ayudase en su empresa.
Para admitir esto basta la simple induccin histrica,
porque en ningn pas dejaron de encontrar los Apsto-
les, sus discpulos, alguna persona que se rindiese sus
insinuaciones,
y
los auxiliase en sus trabajos.
Hay que aadir, adems, que en la cumbre de este
famoso Pico, existen pedazos de ladrillo
y
fragmentos
de cermica de la poca romana.
Por todas estas razones, desde los tiempos ms remo-
tos el monte Ilicino goz de cierto prestigio
y
venera-
cin, que se propuso autorizar con su ejemplo el insigne
Obispo de Compostela Sisnando I, que ocup esta Sede
desde el ao 80G hasta el de 920. Movido por los glorio-
sos recuerdos (jue despertaba, determin fabricar en su
cumbre un monasterio, cuya consagracin llev cabo
con toda solemnidad en el ao 899 con asistencia de
diecinueve Obispos, los mismos que haban concurrido
poco antes la consagracin del templo de Santiago en
Compostela
(1).
(1)
Castell (Hist. de Sant., lib. II, cap. IV) au lleg ver dos colum-
nas de mrmol que deban de estar en la portada de la iglesia de San Se-
bastin; pero que hoy no existen, porque dicha portada fu reedificada x)S-
teriormente.
268
LIBllO PBIMEBO
Del monte Ilicino deca el maestro Parucha, multa
TWaIcY
fruge
tondetur;
y
en efecto, los moradores de las vertien-
(1)
Cajus Caesar Augustas Germanicus, Germanici Caesaris filias,
obqenks de la iglesia compostelaka 259
tes del Picosagro conservaron siempre vivos estos re-
cuerdos,
y
lo mismo los peregrinos que transitaban por
aquellos sitios con direccin Santiago. El presbiterio de
la iglesia parroquial de Santa Mara de Lestedo se ha-
llaba antiguamente ornamentado con interesantes pintu-
ras murales que parecen del siglo XIII. Hoy slo se
conserva en el lado de la Epstola un fragmento en que
se ve representado un barbado peregrino con su bordn
y
calabaza, su esclavina de ante, su sombrero con el ala
levantada por la parte anterior, sentado en un banco
y
descansando de las fatigas del viaje con el rostro apoya-
do sobre la diestra. Y de aqu tambin, que desde los
tiempos ms remotos las vertientes de aquella empinada
sierra estuviesen pobladas de monasterios, como el de
San Juan da Coba, el de San Sebastin, el de San Loren-
zo
y
el de San Nicols, de iglesias parroquiales como
las de Lestedo
y
Vilanova,
y
de ermitas como las de San
Adriano, San Lus
y
Santiago. A fines del siglo XI hizo
all vida anacortica el monje Leovigildo, que despus
fu abad de San Martn Pinario. En su falda septentrio-
nal se levanta el pequeo cerro de Rebrdelo, en el
cual, por lo menos desde principios del siglo X, en los
Tibei Caesaris Angust Nepos, Divi Augusti Pronepos, Pater Patriae,
PoDtifex Maximus, Tribunitiae Potestatis IIII, cnsul II. Millia...
Las fechas de la Tribunicia Potestad
y
del consulado, sin duda por
yerro, no convienen. El ao IV de la Tribunicia Potestad comenz en 18 de
Marzo del ao 40 de nuestra Era; el Consulado II en
1.
de Enero del ao 39.
La piedra es cilindrica
y
tiene 1,70- de alto.
El Sr. Hiibner en el primer Suplemento al tomo II del Corpus I. L.
duplic<'> esta inscripcin, poniendo un ejemplar en San Versimo de Sergude
y
otro en San Flix de Sales. La piedra apareci enterrada en el confn de
las dos parroquias, dentro, sin embargo, de la de Sales, en el lugar de Gn-
dara. Ca.si contiguo est en Sergude el antiguo emplazamiento de Asseconia,
26 tmno i^RiMBao
das prescritos, se reunca el Clero de la comarca para
cantar las Letanas
(1).
-^11
Vas romanas que debieron recorrer los discpulos de Santiago.
All donde termina su relato
y
calla la tradicin, all
comienzan hablar los monumentos. Acabamos de ver
cmo la tradicin pone un puente sobre el Tambre hacia
las parroquias de San Julin de Negreira San Martn
de Liayo, pero sin preocuparse de la razn de ser de
tal puente. Veamos ahora si la Arqueologa
y
la Histo-
ria profana justifican rechazan la existencia de dicho
puente en el lugar indicado. Para esto
y
para mayor
esclarecimiento de la materia, tomemos las cosas desde
ms lejos.
Un centro de vas antiguas, al menos desde la poca
de Tiberio, dice el sabio arquelogo D. Emilio Hb-
ner
(2),
fu Braga, la antigua Bracara Augusta, capital
del convento Bracarense de la provincia Tarraconense,
comprendiendo el Norte de Portugal
y
parte de los an-
tiguos reinos espaoles de Galicia
y
Len. Cuatro cami-
nos diferentes salan de Braga hacia Astorga
(3).
De
(1)
Et inde per Rebordellam, ubi est congregatio Sacerdotum in die
Litaniarum,se lee en el Diploma otorgado por Sisnando I San Sebastin
en el ao 914. ( Yepes, Crnica general de San Benito, tom. IV, Apnd.)
(2)
La Arqueologa de Espaa; Barcelona, 1888; pg.
102-103.
(3)
Est hoy generalmente reconocida la utilidad del estudio de las
antiguas vas romanas para investigar el curso de los viajes de los Varones
Apostlicos,
y
los trmites de la difusin del Cristianismo en los diversos
OEGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 2G1
estos cuatro caminos, los dos ms cortos atravesaban en
parte lo que es hoy provincia de Orense; el tercero
llegaba 1]uy, Caldas, Iria, Lugo, etc.;
y
el cuarto,
dando mayor rodeo, iba por los pueblos de la costa, per
loca maritima, como dice el Itinerario de Antonino, hasta
empalmar con el anterior en Lugo. Do estos caminos
arrancaban otros secundarios, que eran como vecinales,
tambin atajos, compendia; pero los que nos interesan
para nuestro objeto son, el que pasaba por Caldas (Aquis
Celcnis) Iria,
y
el que se diriga per loca maritiina.
Del primero de estos dos caminos bstanos saber,
que de Iria iba Asseconia
y
Lugo,
y
que en el ao 40
de nuestra Era, como consta de la piedra miliaria ha-
llada en la Gndara, parroquia de S. Flix de Sales, ya
estaba hecha
(1).
A sta podemos aadir otra inscripcin dedicada
tambin Calgula
y
hallada por el Cannigo de Lugo
y
despus Den de Barbastro, Sr. D. Jos Trucharte,
en el corral de la casa del Cura de San l^omii de Re-
torta, dos leguas
y
media al Sudoeste de Lugo, la cual
inscripcin deca as:
pueblos de Europa. El P. Gams (Bie Kirchevgeschichte von Spanien; li-
bro II, cap. V
y
siguientes) apel este recurso para determinar la verda-
dera situacin de las Sedes fundadas en el Medioda de Espaa por los sie-
te Varones Apostlicos, discpulos de Santiago,
y
por consiguiente la di-
reccin, que cada uno tom partiendo de Acci Guadix. Claro es, que no es
ste un medio seguro indefectible de investigacin, porque no consta que
los Varones Apostlicos se hubiesen comprometido no seguir otras rutas
que las trazadas por las vas romanas; debemos |)resumir, emi:K3ro, que, fue-
ra de los ca.sos extraordinarios, debieron usar los caminos ms trillados
y
conocidos.
(1)
Vase
pg.
258.
262 LIBBO PRIMEEO
C- CAESAR-DIVI
AV-PRONEPOS
AVGVSTVSPONT
MAX-TRIB-POT- III
COS-III-P-P
Podr cuestionarse sobre la verdadera situacin de
Asseconla, pero lo que no puede ponerse en duda es, que
esta va pasaba por muy cerca del Pico-sacro Monte
Ilicino, como lo evidencia dicha piedra de la Gndara
(1).
Es de advertir que en Iria se apartaba un ramal secun-
dario para las parroquias de Cruces Esclavitud
y
San-
ta Marina de Ribasar, siguiendo el curso del Sar hasta
rodear el Castro Lupario; tomaba despus por los luga-
res de Espino, Cornide
y
Desamparados en la parroquia
de Calo; por los de Seixo, Espasande, Parax,
y
Puente
Aido en la de Luou;
y
por el de Ramallosa en la de
Luc
(2).
En San Juan de Calo, an se encuentran res-
tos perfectamente' conservados, como puede verse en el
fotograbado de la pgina 245. Al fin se una con la va
principal muy cerca de pseconia. Este es el camino que
debieron seguir los discpulos del Apstol, cuando Lupa
los encamin desde el Castro Lupario al monte Ilicino.
La va principal segua el curso del ro Ulla por Er-
(1)
Esta va rodeaba la falda del Picosagro por la parte del Norte
y
del Este, como se ve por una Escritura del ao 914 en que el Obispo de
Santiago Sisnando I acota los trminos del monasterio de San Sebastin de
Montesacro. Al sealar los lindes del terreno perteneciente al monasterio,
nombra tres veces esta calzada. Etinde per illam stratam et per ipsam
slrafam et inde per stratam
(2)
Todo este trozo de va fu recorrido pie por nuestros buenos ami-
gos, los seores D. Eladio Oviedo
y
D. Jos Vrela Menndez, los cuales
creen de la poca romana el puente Aido.
OBaENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 263
bn
y
Carcaca, montando antes la sierra de Miranda
Lapido, hasta llegar la parroquia de San Cristbal de
Reyes
y
la de Santa Mara de Teo, en la cual, hacia el
lugar de Vilar se bifurcaba, dirigindose un ramal
hacia los Baos de Cuntis, por la Estrada (Strada) des-
pus de atravesar el UJla, indudablemente por el mismo
sitio que hoy tiene el puente Vea de VUegia,
y
enca-
minndose el otro por las parroquias de Teo, Vaamon-
de, San Flix de Sales
y
Lestedo hasta Asscconia
y
Lugo
(1).
El camino, que iba per loca martima, era naturalmen-
te el ms extenso; pero aqu nos encontramos con la
singularidad de que, si lo empezamos contar desde
Braga, desde alguna estacin muy inmediata esta
ciudad, las medidas que da el Itinerario no corresponden
con la verdadera longitud, que deba tener la va. Esto
pende principalmente del sitio en que se coloque la pri-
mera estacin despus de Braga, sea la de Aquis Clenls.
Para que nuestros lectores puedan ms fcilmente apre-
ciar la dificultad, pondremos la vista las dos rutas en
que suena el nombre de Aqu's Celens, tomndolas del
texto impreso por los Sres. Fernndez Guerra
y
Saave-
dra
(2)
en vista de la edicin hecha en Berln en 1848
por G. Parthey
y
M. Pinder, con algunas de las prin-
cipales variantes, que van al pie de la siguiente p-
gina.
(1)
Tambin este extenso trozo de va fu recorrido pie por los entu-
siastas inteligentes amigos, que acabamos de citar; los cuales en el monte
Lapido, antes de Carcaca, notaron restos imj)onentes de la antigua calzada.
(2)
Discursos ledos ante la Real Academia de la Historia; Ma-
drid, 1862.
264 LIBRO PRIMEBO
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ORGENES DB LA IGLESIA COMPOSTELANA 265
Todos convienen en poner Aqus Celejiis, quinta es-
tacin de la primera ruta, en Caldas de Reyes. No hay
as la misma conformidad respecto de la situacin de la
Aqus Celenis de la segunda ruta. Por de pronto distin-
guen esta Aqus Clens, de la otra; pero al tratar de fi-
jar su verdadera situacin, cada cual opta por lo que le
parece ms verosmil
y
probable
(1).
Argote la coloc
en la desembocadura del Cavado, ro que pasa por Bra-
ga. Los Sres. Fernndez-Guerra
y
Saavedra, advirtien-
do que con fijar la situacin de Aqus Celenis en la des-
embocadura del Cavado, se desconcertaban las medidas
del Itinerario, supusieron que esta va parta, no de
Braga, sino de Limia, que es la primera estacin de la
primera ruta,
y
colocaron Aqus Celenis cerca de la
desembocadura del Coura en el Mio, junto Camina.
Pero qu razn hay para distinguir la Aqus Cele-
nis de la primera ruta, de la de la segunda? Esta dis-
tincin lucha con varios inconvenientes, que nuestro
juicio la hacen inaceptable. Lufcha en primer lugar con
la identidad del nombre,
y
no de un nombre como se
quiera, sino de un nombre compuesto de un sustantivo
y
un calificativo. Nombre idntico parece que debe se-
alar idntica poblacin, no ser que por otros datos
resulte bien clara la diversidad. Eix segundo lugar, de
admitir que la segunda Aqus Celenis estuviese en la des-
embocadura del Cavado en otro sitio parecido, surge
la dificultad que notaron los Sres. Fernndez-Guerra
y
Saavedra, los cuales para obviarla, supusieron
que esta
segunda ruta arrancaba de Lima,
y
que el Itinerario,
por
(1)
fUbner (Corpus I. H. L.), al liablar de Iria, dice que el Itinera-
rio en esta parte estaba sumamente obscuro.
Tomo I.19.
266 LIBBO PBIMEBO
abreviar, haba pasado por alto esta mansin, as como
en la misma ruta pas por alto la de Interamno
Flavio,
como en la primera de las rutas de Astorga
Zaxagoza
suprimi las mansiones intermedias entre Ocelo Duri,
Tir
tukia
y
Zaragoza, porque ya las haba puesto en la pri-
mera ruta de Mrida Zaragoza. En tercer lugar qu
va era, luego, la que arrancando de Caldas de Reyes se
diriga hacia el N. por los pueblos de la costa, de la cual
va se conservan an admirables trozos? Esta va era in-
dudablemente la tercera de las rutas que el Itinerario
de Antonino pone entre Braga
y
Astorga,
y
la que iba
por los pueblos de la costa, per loca maritima; en la cual
el Itinerario prescindi de las cuatro primeras mansio-
nes porque eran idnticas las de la otra ruta,
y
la em-
pez contar desde Caldas de Reyes (Aquis Celenis).
Con esto se desvanecen por completo las tres dificul-
tades de que acabamos de hacer mrito; la de tener que
admitir una nueva Aquis Celenis, de la cual ninguna men-
cin se halla en los antiguos gegrafos; la del descon-
cierto en las medidas del Itinerario;
y
por fin, la extra-
eza que debe causar esa nueva va, que nace en Caldas,
de la cual, en la hiptesis contraria, ninguna mencin
se hace en el Itinerario, pesar de la gran importancia
que indudablemente debi tener.
No nos detendremos en encarecer la importancia de
esta va, cuyo trazado en parte vamos indicar suma-
riamente; slo recordaremos que este camino se diriga
Bricjantium,
y
las comarcas que haba visitado
y
su-
jetado Julio Csar
(1),
cuya perspicacia no podan
(1)
Inde Brigantium Callaeciae urbem advectus (Julius Caesar), homi-
nes qui classem antehac nunquam vidissent, territos vehementi adnavigan-
OBaENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 267
ocultarse los muchos recursos que Roma poda granjear-
se con el dominio de aquella regin
(1).
Naca, como hemos dicho, en Caldas; pero por espa-
cio de tres kilmetros hasta Bemil (Bina miUia?) segua
el mismo trazado, que la que iba Iria. En Bemil se
apartaba
y
tomaba hacia el Oeste,
y
suba por los luga-
res de Paradela de Monte
y
Andixe (parroquia de Be-
mil), para atravesar por entre las dos sierras de Xiabre
(Sencbre, en los documentos de la Edad media) al Sur,
y
la de la Sinagoga al Norte. Ganaba la altura en el agro
de Mateo Conde,
y
desde all comenzaba descender
por la vertiente que mira al Ulla, bajando al lugar de
Coaxe, por junto la iglesia parroquial de San Pedro
de Dimo,
y
por las aldeas de Campo
y
Mourelos. Entra-
ba despus en la parroquia de Oeste (Honesto),
y
pasaba
por los lugares de Bayuca, de la iglesia de Oeste, de
Fabeira, de Pena
y
de Raa, en donde se v an regu-
larmente conservada. Contina despus bajando por
Monte das Mamas hasta llegar al lugar de Cabreiras, en
donde hay un pequeo muelle sobre el Ulla
(2).
Atrave-
saba el ro por barcas, iba dar al lugar de Bacariza
en la parroquia de Santa Mara de Isorna, en la cual,
tum per fluctus illisos strepitu, in suam potestatem redegit. (Dion Casio,
libro XXX, nm 54).Plutarco en la Vida de Csar dice: Callaicos et Lusi-
tanos bello, petiit domuitque: ac progressus usque ad Oceanum gentes ante
non pacatas Imperio Romano subegit.
(1)
Tambin los Moros reconocieron la importancia estratgica de
esta va. En la Geografa del Edrisi, escrita en el siglo XII, se hallan ano-
tados con bastante puntualidad los puertos, ciudades
y
ros que se encon-
traban en la costa del Atlntico desde Coimbra hasta el golfo de Gascua.
(2)
Este trozo de va fu recorrido pie por nuestro amigo el seor
D. Eladio Oviedo.
268 LIBBO PRIMEEO
cerca de la iglesia, an hay un lugar que lleva el nom-
bre de Calzada de Outeiro.
Pasaba luego la parroquia de Santa Mara de Asa-
dos en direccin del lugar de Marquesa, que conserva
restos de remota antigedad, entre ellos un sarcfago
de granito
(1);
dirigase en seguida la parroquia de
San Salvador de Taragoa por los lugares de Te
y
Bu-
rato, acercndose la costa de la ra de Arosa; atra-
vesaba en la de Bealo (Vialo, en los documentos anti-
guos, quizs de Valis), primero el ro de Beluso
y
luego
otro riachuelo por un puente muy renovado ya, pero
que an retiene la denominacin de iwnte da Brea. Aqu
dejaba estas risueas
y
frtilsimas comarcas
y
se dispo-
na trepar por las speras laderas de la sierra del
Barbanza, encaminndose por los lugares de Vellos de
abajo
y
Velles de arriba (Vigiles?) hasta llegar al lugar de
Enseo, (Signum, insignia?) en la parroquia de San An-
drs de Cures, desde donde, como sin vacilaciones, aco-
meta la agria subida
(2)
ciendo la empinada loma
con una tortuosa faja de
3'70"^
de ancho formada de
enormes baldosas fortsimamente incrustadas en el te-
rreno
(3).
(1)
Este sera acaso el lugar Marquesia, en que se hall la lpida eri-
gida Nern.
(2)
Vanse los fotograbados de las pginas 269, 270
y 271,
que repre-
sentan algunos trozos de esta va.
(3)
La sierra del Barbanza viene ser como el ncleo, desde el cual,
ora por rpidas pendientes, ora por otras ms suaves que se convierten en
extensas llanuras, se deriva la masa de terreno que forma la pennsula que
cierra por la parte de Occidente la ra de Arosa. En lo ms alto de la sierra
se oculta una gran explanada (Chaos de Barbanza) de unos 10 kilmetros
de largo en direccin de N. S. por unos 5 kilmetros de ancho, la cual
proporciona abundantes pastos las numerosas vacadas
y
yeguadas que por
I
OBaENKS DB LA IGLESIA COMPOSTELANA 269
(Fotografa de Fonaliiya.Fotograbado de Laportft),
270 LIBHO PEIMERO
(J'otografia de Penaluya.Fotograbado de Laporta).
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA
271
o
h3
d
(D
c3
bO
O
ta
O
272 LIBBO PEIMEBO
Ganada, por fin, la altura al lado del picacho llama-
do Coto das Amoreras, se pierde la va por entre la en-
cumbrada meseta hasta reapare3er de nuevo al bajar
por la vertiente opuesta, por dos ramales, uno de los que
pasa por cerca de la iglesia de Santa Mara de Nebra,
dirigindose el otro hacia Baroa. Aqu se completan
prximamente los 195 estadios que pone el Itinerario
desde Aquis Clenis, sea Caldas;
y
aqu, por lo tanto, de-
bemos colocar la estacin de Vico Spacormn, que debi
ser un barrio de alguna de las importantes poblaciones
extendidas por aquella costa, como dem,uestran las ins-
cripciones de Attius Attianus
(1), y
la de Diana Vena-
trx
(2), y
otros importantsimos restos de la poca ro-
mana
(3).
all se cran. Todo esto lo haca un punto estratgico de gran importancia
para la dominacin de toda aquella comarca. Como tal fu reconocida desde
muy antiguo, segn lo acreditan las muchas mmoas montculos que de
trecho en trecho surgen como hongos sobre la superficie, los castres que la
rodean,
y
los valiosos objetos de oro en ella hallados. Nada de esto pas
inadvertido los Romanos, los cuales la atravesaron con soberbias calzadas
en todas direcciones,
y,
como era consiguiente, establecieron fuertes destaca-
mentos.
Uno de ellos debi de alojarse en el Gstelo de Vidres, que acaso
tomara su nombre de la legin VI Victrix, as como en el famoso castro de
Aloya, cerca de Tuy, hubo sin duda un destacamento de legin V Alauda.
Ms abajo est el lugar de Escobias (Excuhiat?).
(1)
Hbner, I. H. L. n.^ 2.5G2.
(2)
Hbner, I. H. L. n. 5.G38.
(3)
Ya que la ocasin nos brinda, notaremos, que como nos ha comuni-
cado
nuestro erudito amigo el Sr. Oviedo
y
Arce, la inscripcin de Attius
Attianus Rufinus
Seerisis fu hallada en la parroquia de Queiruga, cerca
del arenal de Sellas. De Sellas se deriv sin duda Seensis,
y
no de Sellium
como
quiere el Marqus de Monsalud en una nota que public en el Boletn
de la Jleal
Academia de la Historia, tomo XXXI,
pg.
52. Ya Hbner haba
advertido,
que su juicio nada tena que ver Seilenss con Sellium, ciudad
de
Lusitania entre Saiitarem
y
Coimbra.
La
inscripcin de Diana no fu hallada precisamente en el puerto del
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSELANA 273
Desde aqu tenda la va hacia el Norte muy prxima
la costa,
y
siguiendo casi todas sus sinuosidades. Pasa-
ba por cerca de los lugares de Cans
y
Puilla en la parro-
quia de Nebra,
y
luego, acercndose cada vez ms la
costa, llegaba Portosn (Portus sinus?), en donde no h
muchos aos se descubri un hermoso pavimento de mo-
saico, que debi pertenecer acaso algn antiguo bal-
neario
(1).
Segua caminando hacia el N., pero sin aban-
donar la costa, atravesando por los lugares de Ornanda
y
Boiro en la parroquia de Miortos, hasta que llegaba
Taramancos, en la parroquia de Boa; desde donde la
caprichosa configuracin de la costa la obligaba retro-
ceder al Sudeste, tomando por los lugares de Parque,
Chan de Maroas, Pocia, Prtela
y
Chainza, en la pa-
rroquia de Obre, por el campo de Noya, por la Pea del
Oro
y
otros lugares en la parroquia de Argalo, hasta
atravesar el ro de Tallara en el sitio que hoy ocupa el
puente llamado de San Francisco. Dirigase luego al
Norte por los lugares de Sueiro, Argote
y
Coto; atrave-
saba el ro Traba,
y
segua por los lugares de Outonil
(Odo millia?), Calzada
y
Maule, que estn al Este
y
al
Norte de Noya.
Si midiramos el trozo de va que hemos recorrido
desde el sitio en que hemos puesto Vko Spacorum, ten-
dramos con poca diferencia 150 estadios, que son los que
el Itinerario da entre la nombrada mansin
y
la de Ad
JJuos Pontes, Por aqu, pues, debe buscarse esta ltima
Son, como trae el Corpus luscriptionum Latinarum, sino en la inmediata
parroquia de Baroa, cerca de la iglesia.
(1)
An hemos podido recoger algunos cubitos de mrmol blanco
y
rosa con algunos trozos de argamasa en la fbrica de Salazn que en dicho
puerto posee el Sr. D. Flix Roig
y
Poch,
274 LiBEo pnntEHO
mansin;
y
efectivamente, muy corta distancia, hacia
el Norte, en una extensa vega que linda con el mar
y
en la cual la tradicin coloca el sitio de la antigua
Noya en la inmediata parroquia de Santa Cristina de
Barro, ha descubierto muy recientemente nuestro ilus-
trado amigo el Dr. D. Eladio Oviedo capiteles
y
bases de
columnas, baldosas
y
tejas de la poca romana.
Desde aqu la va se dispona dejar el pas de los
Presamarcos
y
penetrar en el de los Artabros, siguien-
do el curso del Tambre. Despus de recorrer la parro-
quia de Santa Mara de Roo, pasaba la de Luana, en
donde cerca de la iglesia se conserva un buen trozo de
calzada. Segua luego la parroquia de Santa Mara de
Vicesp, que conserva an un puente de aquella poca
sobre un riachuelo afluente del Tambre
(1);
pasaba la
de Ons
y
al n atravesaba este ro no lejos del sitio en
donde hoy se levanta la capilla de Nuestra Seora de
Pontevedra
(2),
frente al lugar de Gndara, entre las
parroquias de Gonte, anejo de Liayo,
y
Negreira, en
el cual lugar an se v una gran pea tajada para dar
paso la va. Hacia este paraje es donde la tradicin
supone que se hundi el puente con los perseguidores de
los discpulos de Santiago.
Ms all del Tambre trepaba la va por la parroquia
de San Pedro de Gonte, en donde ofrece an algunos
restos, si bien muy deshechos; atravesaba el territorio de
Barcala
y
Jallas,
y
llegaba San Pedro de Brandomil,
en donde se completaban los 180 estadios 23 millas.
(1)
Vase el fotograbado de la
pg.
250.
(2)
Hizo ya mencin, tanto de esta capilla, como de las ruinas del
puente, el P. Sarmiento en sus comentarios las Coplas gallegas.
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 275
que el Itinerario pone entre Ad Dos Paes
y
Grandhni-
rum. El puente sobre el Ezaro, ro que desagua sobre el
Pind, las inscripciones, los fustes de columnas, los la-
drillos, vasos de vidrio, las grandes masas de cemento
y
otros objetos que aparecen la superficie, demuestran
bien las claras que aqu hubo una importante pobla-
cin, que recoga los riqusimos productos metalrgicos
de la comarca para ponerlos disposicin de los expor-
tadores.
Grandimirum Brandomil es el punto ms occidental
que llega la va, segn la trae el Itinerario e Antonino.
Despus tira hacia Oriente; vuelve acercarse al Tam-
bre;
y
haciendo una mansin en Trigundo, Linar-Trigon-
de en la parroquia 'de Santa Mara de Reatando
(1),
se
encamina derecha Brigantimn,
Varios eran los ramales que arrancaban de esta va,
como el que desde Asados se diriga Iria, siguiendo la
margen derecha del Ulla; el que desde Bealo se encami-
naba las minas de Vilacoba, que vuelven ser explota-
das ahora,
y
Rianjo; el que saliendo de Vico Spacoriim
pona en comunicacin con la va general todos los puer-
tos que estaban al Sur en la pennsula del Barbanza
(2)
;
el que mova de Brandomil en direccin Muros, que
quizs sea el Artabrorum portus de Tolomeo;
y
por ltimo
el que desde Brandomil iba hacia la costa que est sobre
Finisterre.
Como fcilmente se comprende, no todos estos rama-
les pueden tener la misma antigedad. Sin embargo, el
(1)
Debemos la indicacin de este lugar nuestro buen amigo, el se-
or D. Jess Fernndez Sudrez.
(2)
De este ramal an se conservan notables restos, el puente de
Rivasioira,
y
otro sobre la famosa laguna de Carregal. Adems, en el lugar
276 LIBBO PUlMEaO
de Muros, que an conserva un trozo de unos 10 kil-
metros de ciclpaa calzada
y
el de la costa de Finisterre
deben ser de los primitivos.
En resumen; vemos que en efecto la Arqueologa nos
dice, que todos los sitios que se supone recorrieron los
discpulos de Santiago, se hallaban en fcil comunica-
cin por medio de las vas romanas.
VIII
Monumentos de la Traslacin en Santiago.
Ms bien que enumerar las memorias, que se con-
servan en Santiago, relativas la traslacin del Aps-
tol, debiramos decir que toda la ciudad no es sino un
insigne
y
perenne monumento de tan grande
y
trans-
cendental acontecimiento. En efecto, la ciudad compos-
telana no reconoce otro origen que la traslacin de San-
tiago; no tuvo otro elemento de vida travs de los si-
glos que la traslacin de Santiago; no tuvo otra causa
de Bretal, parroquia de Olveira, se hall la siguiente inscripcin, que hace
alusin los transentes:
D-MA-TI-POS
MATERNVS
RVSTI-FL
AVIEVXSORIPIE
NTISSIM
ENNOR
XXXIV
D- RO- q-
TRA-SITT-t
LEVIS.
Esto es: Diis manibus. Ti(berius) Pos(tumiua) Maternus Rustie Flavie
uxsori pientissime, annorum XXXIV. Dio, rogo, qui transis, Sit, tibi trra
Jevis.
(Hbner, n. 2567).
OBfaENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 277
impulsiva de progreso
y
desorroUo, que la traslacin de
Santiago. Todos los sillares hacinados en sus monumen-
tales edificios, son otros tantos testimonios de la trasla-
cin de Santiago; todos los hechos que registra su cu-
riosa, cuanto desconocida historia, son como otras tantas
voces que publican la traslacin de Santiago; todas sus
memorias, todas sus tradiciones, que, ya escritas, ya de
palabra, se propagaron de generacin en generacin,
arrancan de la traslacin de Santiago. Y an todo esto
es poco; el importante puesto que la Historia seala
Santiago durante los siglos medios, es decir, cuando el
nombre de Santiago era repetido en casi todas las len-
guas entonces conocidas,
y
cuando Santiago era el cen-
tro de un movimiento que agitaba todos los pueblos de
Europa
y
an reflua sobre los de Asia
y
frica, slo se
explica admitiendo la traslacin de Santiago.
Sin embargo, nuestro propsito no nos permite el
que prescindamos de detallar algunos de los que ms
hacen al caso, como son el ara
y
la columna de Anteal-
tares,
y
los cimientos del antiqusimo edificio ocultos bajo
el pavimento de la capilla mayor de la Baslica com-
postelana.
Del ara
y
de la columna trat ya Castell Ferrer
en su Historia del Apstol Santiago
(1):
Memorias ay, dice
dicho historiador, de que en la aue barca junto con
el santissimo cuerpo Apostlico
(2),
traxeron sus Disc-
(1)
Fol. 120.
(2)
En esto se alarg Castell ms de lo que dice la tradicin, la cual
no afirma que el ara
y
la columna viniesen en la barca, sino que las trajeron
los Discpulos con el Cuerpo del Apstol al sitio de la sepultura. Para poder
decir esto, bastaba que los Discpulos las trajesen con el Cuerpo Ajwstlico
desde Iria, desde otro lugar ms cercano.
278 tIBBO PBIMEHO
I
pulos vna Ara de Marmol blanco riqusimo, sobre que de-
ziam Missa
y
vn pedazo de Columna, Columna pequea
de Marmol del color de vn raso pardo. Estn estas dos
piedras en el Monasterio de San Pelagio de Antealtares
(que fu de monges de la Orden de S. Benito,
y
aora
es de Monjas del mismo hbito) vno de los buenos de
Espaa, no en edificio, sino en calidad; est a cincuenta
passos de la Iglesia Apostlica de nuestro Patrn San-
tiago. La Ara est en el Altar mayor, sobre ella se dize
Missa,
y
siempre se tuuo que sobre ella la dezian los
Discpulos de Santiago, que es de grande autoridad, la
aya tenido en esta veneracin nuestra antigua tradi-
cin,
y
en la misma la tiene el Santissimo Padre Ca-
lixto Segundo
(1)...
>La razn de estar en l (monasterio de Antealtares)
estas dos piedras
y
no en la Iglesia Apostlica, es, que
los Monges que huuo en l tuuieron claustro diuidido
del del Obispo
y
Cannigos en la Iglesia Apostlica,
y
se la ayudaron vn tiempo a seruir, hasta el del Catlico
Rey Don Afonso Sexto, que salieron della
y
hizieron su
asiento adonde aora est (como se tratara adelante);
y
assi llenaron estas piedras consigo, que para su consuelo
y
grandeza se las permitirla
y
concederla de muy bue-
na gana el santo Cabildo, pues los aua tenido por her-
manos.
> Tiene gran Magestad este Altar. Es una hermosa
y
gran piedra de grano assentada sobre cuatro Pilares de
(1)
Malamente invoca aqu Castell la autoridad de Calixto II; pues
este Papa el compilador del Cdice que lleva su nombre, en el lugar aludi-
do se refiere la pea en que los Discpulos depositaron el Cuerpo de San-
tiago, al sacarlo de la barca.
OEQENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 279
riqusimo Marmol blanco, exculpidas en ellos Imgenes
de los Apstoles
(1), y
entre los dos que caen al lado de
Filar de la antigua mesa de altar de Antealtares. (Fines del siglo XI).
la Epstola, est la referida columna debajo del mismo
altar. La frente de l es de bronce con imagineria lo
(1)
De estos hermossimos pilares an se conservan tres, que estn de-
bajo de la mesa del altar, cubiertos por el frontal.
280 LrBHO PRIMERO
antiguo,
y
engastadas en ella piedras preciosas de poco
valor. En l esta engastada la referida ara: tenia letras
romanas; Ambrosio de Morales en su Historia de Espaa
(lib. IX, cap.
7)
dice eran estas:
D- M- S
ATIAMO ETAT
TE TLVMPSA
VIRIA EMO
NEPTIS PIANO XVI
ET S- F- C
^E1 erudito Abad Gaspar Alvarez de Losada me dio
este letrero trasladado diferentemente, que un religioso
de la Orden de S. Bernardo, Lusitano, lo habia traslada-
do de la misma Ara
y
se le habia dado de esta suerte:
D- M- S
ATI-AM-OETAT
TETLVM-PS-A
VIRI-AEMO
NEP.TISPIANOXVI
ETS-F-C
(1)
^ Tengo por mas cierto estaba este letrero de esta
m^anera, por la diferencia con que he visto traslado Mo-
(1)
El P. Acona (citado por el P. Fita, Recuerdos etc.,
pg. 143), copia
asi esta inscripcin:
DM-S-
ATIANO'ET-AT-
T. ET- LVM- P- S
VI.R-I-AMON-
NEPTISPI-ANO
XVIET-SFC-
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 281
rales el de Padrn de como est, segn hemos dicho.
Parecile era sepultura de un gentil,
y
abomina de que
se dijese misa sobre ella fundado en las primeras letras
D'M'S, que se interpretan iewora consagrada d los dioses
de las almas Al fin par su parecer en que insisti con
el insigne Arzobispo de Santiago, D. Juan de San Cle-
mente, que esta en el Cielo, hiciese quitar de all aquel
letrero; el qual instancia suya le mand quitar,
y
poner
otro como la consagraba de nuevo. Infrmeme de los ofi-
ciales que le hbian quitado,
y
afirman que en el reverso
que estaba encajado en el altar, tenia tambin letras;
como no eran curiosos, ni era su profesin, ni las saca-
ron, ni se acuerdan de ellas Cosa maravillosa fu, que
al quitarse estos letreros de la ara, todos cuantos pedazos
y
arena se sacaron de ella guardaron los oficiales,
y
otras muchas personas devotas por reliquias, sin que se
perdiese parte de ellas, ni reparase en la opinin de
Morales.
t
Error grande en Ambrosio de Morales, exclaman
aqu los seores Padre Fita
y
Fernndez Guerra
(1),
deplorable resolucin en tan sabio Prelado, si buena in-
tencin
y
santo celo no excusasen uno
y
otro! Los
cristianos, desde el principio de la Iglesia hasta despus
del siglo VII, no escrupulizaron api'ovechar para sus
propias tumbas los mrmoles paganos con inscripciones
sepulcrales dedicatorias;
y
an al objeto de que sirvie-
ran de altar
y
ara en la Casa de Dios;
y
solamente pi-
caron la inscripcin cuando estaba en ara de algn do-
lo,
y
no poda entenderse de otra manera. Va\ la piedra
(1)
Recuerdos de un viaje Santiago^ cap. XV,
pg.
62.
Tomo 1.-20.
282
LIBHO PEIMEBO
dedicada Magnia rbica, mujer del emperador
Cari-
no, se abri un lculo para guardar reliquias de la Eu-
carista, de la Veracruz, del Sepulcro, del vestido
y
de
la sbana de la Pasin del Seor,
y
juntamente reliquias
de muchsimos Santos. La dedicatoria pagana qued;
y
en los otros lados se pusieron letreros conmemorativos
de haberse erigido en Acc (Guadix) la iglesia de la San-
tsima Cruz en el ao XIV de los gloriossimos
reyes
Chindasvinto
y
Recesvinto, XV del episcopado de Justo.
Sobre esta ara, pues, se consagraba el Cuerpo de Cristo
sin tener en cuenta para nada el primitivo objeto de la
piedra. Fuera de que D MS en el comienzo de una lpi-
da sepulcral, no ha de considerarse frmula que recha-
zasen los cristianos. El hecho es cierto
y
lo atestiguan
ejemplos innumerables. En la explicacin varan los
arquelogos, parecindonos la ms acertada aquella que
entiende ir dirigidos el sacrificio
y
la oracin, hechos
en memoria de los finados, honor
y
culto del nico
Dios verdadero, por excelencia mximo,^
En un inventario que, de las reliquias que se con-
servaban en la iglesia de Antealtares, se hizo fines del
siglo XV, al tiempo que all se recogieron todas las mon-
jas benedictinas de Galicia, se lee: Apparet in maior
altare huius monaderii qudam apis albus alahastri quadran-
gularls ad modum aUaris, qu modo vtdgari nuncupatur, ai'a
de Sant payo, qid cum corpore heati iacoh zehedei venit, et
fuit
conscrala.., (Aqu el texto est borroso ilegible;
pero en una versin castellana, que se hizo despus, se
suple en esta forma):
y
fu consagrada de los dieciseis
obispos que ]^rimero fueron ordenados;
y
fu el primer
altar sobro el cual fu consagrado el Cuerpo del Seor
segn la costumbre de la Iglesia universal..."
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 288
El letrero que mand grabar D. Juan de Sanclemen-
te, es como sigue:
t
IN HONOREM DEI ET B. MARIAE SEMPER
VIRGINIS, S. PELAGII MRTIR. S. lACOBI
APOST. S. BENEDICTI ABBA. ET OMNIUM
SANCTOR. lOANNES ARCHIEPS
COMPOSTELLAN. HOC ALTARE
CUM RELIQUIIS PLURIMORUM
SANCTORUM IN EO RECONDITIS
CONSECRAVIT ANNO DNI. MDC
I. DIE XV MENSIS FEBRUARII IHS. W.
(1).
El ara, tal cual hoy se conserva en el altar mayor de
San Payo, mide 85 centmetros de largo, 67 de ancho
y
7 de espesor.
Compaero inseparable de esta ara, era un trozo de
columna semicolumna, que por primera vez describi
Castell Ferrer en su Historia del Apstol Santiago, en la
forma siguiente: Viendo yo esta ara (la que queda des-
crita) en el ao pasado de 1605, reparando en todo lo
que queda dicho,
y
en que Morales afirma, que all est
(1)
Castell afirma, que segn le haban informado, esta ara tena
tambin letras en el reverso; las cuales fueron picadas como las otras. No
falt; sin embargo, quien quisiese adivinar su contenido, exponindolo de
un modo tan burdo
y
tan ridculo, como es de ver en la siguiente trans-
cripcin, que copiaron Gndara, Huerta
y
otros:
UE en nuestra
poca en el cam-
po de la Historia
se han hecho muy
considerables progresos, es innegable; pero tambin
lo es, que no todo lo que se tiene por progreso, ver-
daderamente lo sea. As, una de las conquistas de la
crtica moderna en asuntos histricos es la duda
(y
en
tal caso resulta conquista negativa), acerca de la exten-
(*) Inicial del Cdice de Calixto II (siglo XII).
848 LIBBO PRIMEHO
sin que alcanz la persecucin de Nern. Algunos,
siguiendo Dodwell, sostienen hoy con calor que se
limit slo la ciudad de Roma;
y
hasta hace unos dos
siglos, la creencia general era que la persecucin nero-
niana, con ms menos intensidad, se haba dejado sen-
tir en todos los confines del Romano Imperio. Entre las
razones que alegan los partidarios de la limitacin, hay
alguna tan poderosa como la de que, siendo Nern indi-
ferente en materia de religin, no poda mostrarse hos-
til, ni prevenido contra ninguna. Pero la indiferencia no
es incompatible con la supersticin, como lo vemos en
nuestra propia poca;
y
adems Nern pudo haber sido,
y
de hecho lo fu, instrumento del espritu malfico. A
ello quizs tambin lo induciran los persistentes rumo-
res de que se hace eco Suetonio
(1),
segn los cuales hom-
bres salidos de Judea llegaran ser dueos del Imperio.
Mas dejando un lado estas razones, que no salen
de la esfera de conjeturas, ms menos fundadas, bus-
caremos datos
y
testimonios positivos, tangibles, como
son los que requieren los crticos en estas materias. Te-
nemos en primer lugar el testimonio expreso de San
Len Magno, el cual en el sermn In natali ApostoJorum
Petri et Paiil
(2)
hablando de Nern, dice que tanto
lleg su insania, iit prmus nomini CJiristiano atroctateni
generalis persecutionis inferret. Antes de San Len ya
Paulo Orosio, en el libro VII, captulo VII, de su Histo-
riaritm^ haba dicho: Denique mnibus flagitiis suis hoc etiam
addidit (Nern), qiiod primus Bomae Christianos stippliciis et
mortbus affccit,
ac per omnes Provincias pari persecutio-
(1)
In Vespasianum, cap. IV.
(2)
Es el LXXX de la edicin.de Venecia de 1748.
OBQENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 349
ne excruciari imperavit
(1).
Agregese Orosio, Lac-
tancio, que en su tratado De mortibus persecutorum, cap-
tulo II, escribe: Ciim animadverteret (ero) non modo JRo-
mae, sed ihqiie qiiotldie mar/nam multltudinem defcere a ciiltu
idolonmi... 'prosilvlt,., ad excidendiiyn caeleste tempkcm, delen-
damque justitiarn
(2). Pero basta leer lo que han escrito
Pagi, Tillemont, Ruinart, De Rossi
y
otros autores,
y
recientemente P. Allard
(3)
sobre este punto, para con-
vencerse de que la persecucin de Nern no se limit
slo Roma.
Alcanzara nuestra Pennsula el torrente desola-
dor, que parti de Roma impulsos del feroz Nern? As
lo acredita una famosa lpida, cu3^a falsedad estn muy
lejos de demostrar, como en buena lgica procede, aque-
llos que niegan su existencia. He aqu la inscripcin:
NERONI- CLAUDIO
CAESARI- AUG.
PONT- MAX- OB
PROVINCIAM- LA
TRONIBUS- ET- HIS
QUI- NOVAM- GE
NERI- HUMANO
SUPESTITIONEM
INCULCABANT
PURGATAM-
Ambrosio de Morales da, entender
(4)
que esta ins-
(1)
Migue, Patrol lat., t. XXXI.
(2)
Migne, Patrol. lat., t. VII, cap. II.
(3)
Histoire des persecutiorus pendant les deux
premers siecles; Para
1892, pg.
58.
(4)
Goronica general de Espaa, lib. IX, cap. XVI,
350 LIBEO PEIMERO
cripcin se hallaba
repetida en varias piedras
(1),
y
que
ya de antiguo, por relacin antigua, era conocida en Espa-
a. Aldo Manucio da como hallada en la aldea de
Maramesar, la copia que public en 1571 en los Esco-
lios los Comentarios de Csar. El ejemplar que pu-
blicaron Grutero
y
Grevio en su Cuerpo de inscripciones
romanas fu hallado, segn ellos, en la aldea de Mar-
quesia. Otro ejemplar parece que se encontr tambin
en Corua del Conde.
Gams, despus de insertar la inscripcin
(2),
dice sin
ms rodeos, que presenta al frente todos los indicios de
falsedad. A pesar de tan manifiestos indicios, la inscrip-
cin fu reconocida
y
publicada como autntica por per-
sonas competentsimas en estas materias, Baronio, Pagi,
Honorato de Santa Mara, Launoy, Patn, etc.,
y
algu-
nas, en este punto sobrado prevenidas, como Cayetano
Cenni, el cual nada menos que pretendi hacer la
Historia de Espaa el mismo servicio que Hrcules ha-
ba prestado al Rey de la EUde, Augas. A mediados del
siglo pasado, en 1750
y
en 1753, el alemn Walch pu-
blic en Jena dos Disertaciones dando por cierta
y
probada su autenticidad. Claro es que, si la inscripcin
ofreciera esos indicios tan ciertos de falsedad, no po-
dran ocultarse la perspicacia de dichos crticos, que
la examinaran con tanto ms cuidado, cuanto que su
autenticidad comenzara desde Escalgero discutirse.
Hay, sin embargo, ua indicio intrnseco, que los crti-
cos de cierta escuela no puedea perdonarle, porque
(1)
Esto explica por qu en lugar de Caes, en la segunda lnea aparece
en algunas copias Gais k la griega.
(2)
Kirchemjesch. von Spanien, lib. IV, cap. XV.
obqenes de l iglesia compostelana 351
echa por tierra el sistema por ellos establecido acerca
de la poca de la difusin del Evangelio en el Occidente
de Europa. Segn ellos, la inscripcin es falsa, porque
da entender que en tiempo de Nern ya haba con-
siderable nmero de cristianos en Espaa;
y
por otra
parte no puede admitirse este considerable nmero de
cristianos en Espaa, porque la inscripcin es falsa. Con
tal criterio circular
,
que ser muy crtico
y
muy cmodo,
pero que resulta ridculo, no hay cosa que los crticos
no puedan pretender probar, ni hecho por bien sentado
que est, contra el cual no les sea difcil levantar sus
demoledoras mquinas.
Entre las advertencias que hace Cagnat
(1)
para
discernir las inscripciones verdaderas de las falsas, dice
que cuando la inscripcin procede de una persona ho-
nesta, prudente
y
conocida por sus trabajos epigrficos,
como eran indudablemente Grutero
y
Grevio, debe de
ser aceptada por extraas que parezcan las noticias que
contiene. Mas aqu, si se tiene en cuenta lo que acerca
de la difusin del Evangelio escriben el autor de la
Epstola d DtOfjnetOy Hermas, San Justino, Ensebio, San
Holario, etc., etc., no aparecer nada inverosmil ni
extrao que en Espaa ya en tiempo de Nern hubiese
considerable nmero de cristianos. La frmula que se
lee en la inscripcin, novam gencr Jiiiniano superslitlonem,
tampoco tiene nada de inslito
y
extrao. Es la misma
que emplea Suetonio tratando del particular. En el ca-
ptulo XVI sobre Nern, al hablar Suetonio de los orde-
namientos establecidos por este Emperador, dice que
instituy muchas cosas,
y
que reprimi
y
castig) severa-
(l) Cours d* Epigraphe latine, Pars, 1890; pg. 34i,
352
LIBEO PRIMERO
mente otras. Multa suh eo et adnimadversa severe et coerc'da,
nec minus instituta. Entre estas cosas ordenadas por Ne-
rn, cuenta el castigo de los cristianos, como propalado-
res de una nueva
y
malfica supersticin.
AdflcH ( af-
fecti) supplicis Christiani, genus homlnum superstitionis novae
ac maleficae
(1).
Suetonio no dice esto por censurar, sino
por creer que con ello se hizo Nern en alguna manera
acreedor la estimacin pblica
(2)
qu inverosimilitud
hay, por tanto, en que hubiese entonces en Espaa quien
sintiera del mismo modo que el autor de las Vidas de
los Doce Csares? Si en nuestra Pennsula no falt quien
mandara, segn refiere Filostrato en el libro V de la
Vida de Apolonio Tyaneo, que se hiciesen sacrificios en
accin de gracias por la victoria de Nern en los juegos
Olmpicos, tampoco faltara quien tratase de adularle
aprovechando la ocasin del exterminio de la odiada
secta de los cristianos.
Tampoco en la Historia de Roma
y
en la de su pro-
pia familia, le faltaban Nern precedentes para publi-
car el edicto que dio contra los cristianos. Cabalmente
unos cien aos antes los censores, Cn. Domicio Aenobar-
bo (que era ascendiente de Nern)
y
L. Licinio Crasso,
dieron el siguiente edicto contra los profesores de Ret-
rica
y
Filosofa: RenuntiaUm est nobls esse homines, qui novum
(1)
Suetonio; ed. de Burmann, Amsterdam, 173G; tom. II,
pg.
31.
(2)
Este miamo alcance da P. Allard (Le Ghristianisme et l'empire ro-
main; Pars, 1837),
las palabras de Suetonio, pues dice,
pg.
17: < Estas
palabras se entienden de una represin permanente, sistemtica, motivada
por la novedad y
el carcter mallioo de la supersticin cristiana. El contexto
confirma
este sentido, pues la frase que acabamos de citar se lee entre una
larga
enumeracin de medidas destinadas durar algn tiempo, como son
reglamentos, leyes edictos, que tienen por objeto corregir abusos,
y
asegu-
rar el ox'den
pblico.
OBGENS Dfi LA IGtt.fil COlktPOSTtLAlA 563
genus disciplinae nstiticenint,.. Haec 7iora, quae praeter con-
suetudinem ac morem majorum fiunt, nec placent, eque reda
vdentur
(1).
Muratori duda de la autenticidad de nuestra inscrip-
cin, porque su juicio la condicin del Cristianismo
deba de ser tan humilde, que su exterminio no poda
ser cosa que halagase nadie. El Cristianismo aparece-
ra humilde
y
despreciable, pero por eso, como vemos
por Suetonio, no dejaba de ser considerado como una
secta malfica de la cual convena limpiar
y
purgar la
sociedad. Por lo dems, sobradas pruebas tenemos de
hasta qu punto era capaz de dejarse infatuar Nern.
Cuando hizo proclamar rey de Armenia Tiridates,
mand cerrar el templo de Jano,
y
bati medallas en que
se lea: Face popid romani trra mariqne parta, lanutn clusli.
Los ladrones que hace referencia la inscripcin de-
ban de ser las turbas de montaeses de la Espaa sep-
tentrional, que segn Estrabn
(2),
casi peridicamente
abandonaban sus empinados riscos,
y
bajaban las lla-
nuras para robar lo ajeno
y
proveerse de lo necesario
para su sustento.
Y en efecto, de una inscripcin hallada en Rmini
y
publicada por Orelli-Henzen, nmero G767,
y
en el
tomo XI del Corpus nscriptionum latinaruniy nmero 395,
consta que en el ao G6 de nuestra era Marco Vettio
Valente, prlmus plus de la Legin VI Victrix fu conde-
corado por Nern b res prospere gestas contra Astures.
Gams, en el lugar citado, dice que no halla en Espa-
a, ni el lugar de Marquesia, ni el de Maramesar. Si co-
(1)
Suetonio, De daris rhetoribus, cap. I,
(2)
Ber. geog.y lib. III.
354 tilBH PRIMERO
nociramos la verdadera leccin de Marmesar, quizs
no sera difcil hallar este lugar en Espaa
(1).
Por lo que
toca Marquesia, en la parroquia de Santa Mara de
Asados, sobre la margen derecha del Ulla, al lado de una
calzada romana que por all pasaba (era la que una
Caldas con Lugo per loca martma), tenemos el lugar de
Marquesa, que muy bien puede ser el de que se trata
(2).
Pero aunque no tuviramos el texto de esta lpida,
no por eso sera menos cierto que en la persecucin de
Nern haba sido tambin envuelta nuestra Espaa.
Segn vemos por Prudencio
(3),
no hubo en la antige-
dad tormenta que se levantara contra los cristianos, que
no se cebase en el templo de Zaragoza.
Saevus antiquis quoties procellis
Turbo vexatum tremefecit orbem,
Tristior templum rabies in istud
Intulit iras.
Ningn motivo hay para que no contemos la de
Nern en el nmero de las tormentas levantadas en la
antigedad contra el Cristianismo en Espaa. Y si Pau-
lo Orosio estuviera cierto de que en ninguna de las cin-
co provincias en que en su tiempo se hallaba dividida
(1)
De Maramesar dice Gams, que no se halla en el Diccionario Geo-
grfico de Madoz. Tampoco hallar, por ejemplo, Saragossa (Zaragoza).
(2)
En esta misma aldea hemos visto un sarcfago grantico de la po-
ca romana. Actualmente est sirviendo de piln en una fuente. Hallamos
tambin trozos de ladrillo de poca remotsima. En el lugar de Te de la pr-
xima
parroquia de Taragoa, hasta hace muy poco tiempo haba una colum-
na con letras que se emple en la obra de una casa. No diremos que fuese
la piedra de Nern; pero muy bien podra ser un miliario.
(3)
Peristephanon.
OHQENES d La iglesia COltOStLAlA 356
Espaa, se haba dejado sentir la persecucin de Nern,
no podra decir con tanta seguridad, que la fiereza del
cruel Emperador se haba extendido todas las provin-
cias, per omnes provincias. Ni el ilustrado Obispo gallego,
Ceponio, dejara de tener presentes las ms antiguas
persecuciones del Cristianismo en nuestra Pennsula,
cuando principios del siglo V cantaba en hermosos
versos, que la Iglesia de Cristo, despus de cuatrocientos aos
de continuadas luchas, comenzaba florecer con vigor
y
lozana
Vincit, ovat Ecclesia Christi,
Quae quadringentis toties luctata sub annis
Incipit in quinto late florescere saeclo.
Todo, por tanto, hace creer .que las vctimas sacri-
ficadas en Espaa al furor desatentado de Nern fueron
numerosas,
y
que entre ellas debemos contar San
Teodoro
y
San Atanasio, como principales fautores,
que eran, de aquello que se crea perniciosa
y
malfica
supersticin.
Por ltimo, como resulta del dictamen facultativo
suscrito por personas tan competentes como los Doctores
D. Antonio Casares, D. Francisco Freir Barreiro
y
don
Timoteo Snchez Freir
(1),
ni San Teodoro, ni San
Atanasio fallecieron de edad avanzada. El trmino
y
desenlace de su vida no fu el natural
y
de descomposi-
cin impuesto todo ser creado
y
finito; algn incidente
inesperado violento vino cortar de un modo prema-
turo el curso de su existencia;
y
este incidente, despus
de todo lo que llevamos expuesto, parece que no pudo
ser otro que el martirio.
(1)
V. Recuerdos de un viaje d Santiago, Apend. nm. I.
356 lilBEO PRIMERO
Del mismo informe resulta que uno de los* dos Disc-
pulos,
y
justamente el que muri ms joven, deba de
ser robusto
y
fornido,
y
de gran desarrollo
y
corpulencia,
as como los huesos que pertenecen al otro, acusan una
constitucin ms dbil macho menos desarrollada.
Apstol Santiago de una vidriera pintada en la sacrista del Gran Hospital
Compostelano (siglo XVI;.
mTmrrrriTrmrrriTrnTrrrTrrm'rrrTrr'iiTtTt
CAPITULO XI
Notas acerca del primitivo Episcopoiogio rense.^ Lfgcra
resea del Estado de la Dicesis Iriense en tiempo de los
Suevos
y
de los Godos.
n
EGN hemos visto por
la Compostelana
(1),
al
tiempo
y
seguidamen-
te despus del ente-
rramiento del Santo
Cuerpo del Apstol,
haba orecido consi-
derablemente el Cris-
tianismo en nuestra
regin;
y
como, por lo
que ya liemos advertido, estas frases no pueden aplicar-
(*) Inicial del Cdice de Calixto II (siglo XII).
(1)
Floruerat autem antiquitus in illo loco nter catholicae fidei Chri-
358 tlBBO PBIMEBO
se Arca marmorka, que deba permanecer lugar solitario
y
como segregado de todo comercio social, deben enten-
derse de las comarcas vecinas
y
en especial de Iria, que
por su importancia atraa hacia s todos los elementos
de vida, cultura, prosperidad
y
progreso. Es de creer
que San Teodoro, San Atanasio, si le sucedi en la C-
tedra de Iria, quien quiera de ellos que sobreviviese,
para perpetuar la enseanza
y
la prctica de la nueva
Religin, se designase antes en vida sucesor, como hicie-
ron los Apstoles, segn nos advierte San Clemente en
su Carta los de Corinto
(1).
Esta prctica, dictada por
el Divino Espritu, de asegurar por medio de una serie
no interrumpida la perpetuidad del Cristianismo, fu
norma la cual debieron de atemperarse en todas par-
tes los primeros evangelizadores del mundo. De otro
modo ningn valor, ni alcance, tendra el recurso que en
ms de un lugar emple San Ireneo de apelar al testi-
monio oral de las iglesias fundadas por los Apstoles
sus sucesores en Germania, Iberia, Gralia, etc..
(2),
ni la
provocacin que Tertuliano haca los herejes de su
tiempo invitndoles registrar
y
recorrer las series de
los Obispos de sus respectivas iglesias
(3).
stiana Religio. (Lih. 1, cap. /, nm. 2). Crescente denique in fidei cognitione
Christianae professionis Religione, aliam arulam aliquantisper majoratam
a cultoribus Sanctae Fidei superimpositam etc.. {Cay. XVIII).
(1)
Apostoli quoque nostri per Jesum Christum Dominum nostrum
cognoverunt contentionem de nomine episcopatus oborituram; ob eain ergo
causam perfecta praescientia praediti constituerunt praedictos (Episcopos)^
ac dcinceps ordinationem dederunt, ut cum illi decessissent, ministerium
eorum alii viri probati exciperent. (Ed. de Funck, nm. XLIV).
(2)
Adv. Haeres., lib. I, c. III; lib. III, c. III.
(3)
Edant ergo origines Ecclesiarum suarum, evolvant ordinem Epis-
coporum suorum, ita per successionem ab initio de curren teiii... (Deprne-
script., cap. XXXII).
OBaENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 359
El que no se conozcan los nombres de los Obispos
que formaron la serie episcopal Iriense antes del si-
glo VI, no es argumento para afirmar que no los hubo.
Si en una noche cerrada
y
obscura podemos afirmar con
toda seguridad que nada se ve, no podemos deducir de
esto que nada exista
(1).
Por aquellos tiempos hubo Le-
gados consulares en la Espaa citerior, Pretores en la
Lusitania, Procnsules en la Btica;
y
sin embargo de
que estos altos funcionarios solan ser ms dados al faus-
to
y
ostentacin, gozaban de incomparablemente mayor
prestigio, influencia
y
podero en el mundo civil, tenan
ms medios
y,
si se quiere, ms motivos de publicar sus
nombres
y
sus acciones, que un pobre Obispo de Iria, por
ejemplo, condenado la mayor parte del tiempo vivir
oculto
y
en continuo sobresalto, no se sabe que hayan
sido muchos aquellos cuya memoria haya llegado hasta
nosotros. Y, sin embargo, no puede negarse que de unos
y
otros hubo una serie completa. De un silencio, pues,
que tiene tan fcil explicacin, nada de positivo puede
inferirse contra la existencia de Obispos en Iria durante
los primeros siglos. En cambio, hay datos positivos que
la insinan,
y
aun la requieren. El florecimiento del Ca-
tolicismo en esta comarca, que suponen la tradicin
y
antiguos documentos, no se explica fcilmente sin admi-
(1)
Para que se vea hasta dnde llega en este punto la eficacia del ar-
gumento del silencio, recordaremos que en ningn documento antiguo se
ley que hubiese Obispados en las islas que se destacan sobre las costas de
Galicia. Y sin embargo, es indudable que principios del siglo V vivi
en Galicia (que no ix)da ser otro el pas la sazn agitado
y
perturbado
por las intrigas
y
prfidos manejos de los Priscilianistas) el Obispo Consen-
cio, el cual, como l mismo escriba San Agustn, habitaba en unas islas,
in illis in quibus hahitamus, ivsulis, que bien podran ser las de Ons, la de
Arosa
y
Grove.
^
360 iBRO PBIMEBO
tir la accin de personas que por su autoridad
y
por su
carcter promoviesen
y
diesen impulso tan saludable
movimiento. Y fijado este primer eslabn de la cadena,
si no se nos demuestra que ha sido cortada interrum-
pida, hay derecho para suponer que se continu indefi-
nidamente.
La perpetuidad indefectibilidad, dotes ntimas
y
esenciales de la Iglesia universal, han de resultar, al me-
nos en sus manifestaciones exteriores, de la perpetuidad
indefectibilidad relativas de las iglesias particulares.
Este es un argumento a prlori; pero lo expuesto en los
captulos III
y
VIII lo demuestra perfectamente aplica-
ble nuestro caso. Hay adems otro argumento que lo
hace ver verificado en Iria de un modo real
y
concreto.
En la Crnica gallega de Ira, escrita copiada me-
diados del siglo XV por el Presbtero Huy Vzquez, se
lee la siguiente clusula, sobre la cual debemos detener-
nos: E contense nos privllegeos da eigreja de Irea que en ele son
sepultados vinte
y
oytj Blspos santos, por reverenda dos caes
ende son aotorgadas v'nte
y
oyto carentenas de perdn. Aqu
nos hallamos con una tradicin documentada (e contense
nos privilegeos)
y
autorizada por los Prelados que conce-
dieron las indulgencias, segn la cual, en la iglesia de
Iria se hallaban sepultados los cuerpos de veintiocho
Obispos Santos. Los testimonios de esta tradicin pro-
vienen de poca bastante remota. Castell
y
Ferrer
(1)
cita una lpida, que estaba en el cuerpo de la iglesia de
Iria, al pie
y
al lado izquierdo del altar de San Fruc-
tuoso, la cual cubra el nicho en que se hallaban deposi-
tados los restos de los veintiocho Obispos. Tiene un
(1)
Hst. del Apost. Santiago, fol. 238.
OBiaENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 361
letrero, aade, que est en tres renglones,
y
el ltimo
tan gastado que no se conoce en l la letra;
y
los extre-
mos de los dos deshechos, de suerte que es imposible re-
conocerse. Algunas letras se dejan leer, como son: EPIS-
COPIS
y
VT ET IN CELIS DEPRECETVR CVLTIS;
pero no porque por ellas podamos entender el sentido de
lo que contena el letrero
(1).
Sin embargo, como ad-
vierte el P. Fita, el sentido general de estas palabras es
obvio; tratan de Obispos vcyierados con piadoso culto
y y
toma-
dos por intercesores eyi el cklo.
Tenemos adems un texto explcito, terminante, de
fe indudable
y
de gran autoridad. Al restablecer D. Die-
go Gelmrez en el ao 1134 la Cannica Iriense
(2),
des-
pus de reconocer el archivo de esta antiqusima iglesia,
expidi el Diploma de restauracin, en el cual expresa-
mente se contiene que en la Sede de Iria se hallaban
sepultados los Santsimos Cuerpos de A^eintiocho Obis-
pos
y
que por esta razn haba parecido justo al Roma-
no Pontfice que no se suprimiese su memoria,
y
que fue-
se considerada como la segunda Sede, an despus de la
traslacin de la Ctedra Compostela. Unde idem Legio'
(1)
En una Historia 'medida de Galicia, escrita mediados del si-
glo XVII por los dos eruditos hermanos D. Juan Francisco
y
D. Pedro Fer-
nndez de Bon, se trae esta inscripcin en la .siguiente forma:
XII PRL^T^S C^ND^S L' l'
VtS^^s
IN CELIS: DPRtvR: C^iMCT^ nS
E D. L. V. K. IV.
Parece (|ue se seala aqu la era DL, sea el ao de C. 512;
pero como
los autores gozan de ton mala fama en punto sinceridad
y
veracidad his-
tricas, poco caso puede hacerse de esta copia de la inscripcin.
(2)
Hist. Comp., lib. III, cap. XXVI. nm. 3.
Tomo I.aS.
562 LIBRO PRIMEBO
nensis Princeps, colledo ctim potentihus regni sui conslo, per
mssarios et arclrd'aconos Iriensis FonVfcs aimd Rcmanum
Font'ficern smnmis pj^ecibtis impetravlt, qtiatnus Sedem Irien-
sem ad Compostellanam transmigrare jussisset ecdesiarn, ea vi-
dellcet semper ratione srvala, id memrala Iriensis ecclesia,
opibus et gazis refecla, consistens secundaria Sedes Ponlificis,
hdberelur in honore el poteslate mxima utpote ubi XXVIII
Fontificiiyn Sanctissima sepulta corpora conquiescunt
(1).
Resta ahora averiguar de qu poca eran estos vein-
tiocho Obispos. No cabe admitir lo que desde kiego pu-
diera ocurrirse, saber, que estos veintiocho Obispos
seran de los que, al tiempo de la invasin de los ra-
bes, se refugiaron en las provincias septentrionales de
Espaa. Esta hiptesis, aunque primera vista parece
muy conforme con los datos histricos que poseemos, si
bien se estudia
y
examina, es del todo inadmisible. En
los primeros tiempos de la invasin agarena, Iria, como
casi toda Galicia, corri igual suerte que el resto de la
Pennsula;
y
por consiguiente mal pudo prestar seguro
refugio los Obispos fugitivos de las provincias meridio-
nales. Slo desde el tiempo de D. Alfonso I pudo gozar
de alguna tranquilidad, pero no tard en verse acome-
tida por nuevos enemigos, los Normandos; los cuales,
como se dice en el privilegio de Gelmrez que acabamos
de citar, publicado en los Monumentos ant'guos de la
Iglesia Ccmpostelana, pgina 8-11, hicieron imposible al
mismo Obispo Iriense su permanencia en Iria. Es cier-
to que posteriormente algunos de los Obispos que te-
nan sus Sedes en pases dominados por los rabes, se
refugiaron en la dicesis Compostelana. As lo dice
(1)
Monumentos antiguos de la Iglesia Compostelana,
pg.
9.
ORaENES DE LA laLESIA COMPOSTELAN fS
D. Ordoo II en un Privilegio otorgado la Iglesia
compostelana en el ao 915. Aliqianti Episcoporiim pro-
prlas desnentes Sedes vlduas et lgubres in maniis impo-
run , cw tendentes ad Episcopum supramemoratae Sedis
Irienss propter honorem Sci, Jacoh coTeglt eos humanitate
praestante. Mas estos Obispos refugiados en la dicesis
Compostelana Iriense no se detuvieron en Iria, sino en
ciertas granjas distritos ms metidos tierra adentro,
que el Diocesano les seal para que en ellos pudiesen
vivir tranquilos
y
seguros. As lo dice el mismo D. Ordo-
o II seguidamente despus de las palabras que hemos
copiado. Et ordinavlt (Epscopus Ir'ensls) decayias unde tole-
ratlonern habuissent. Por esto vemos que en el ao 912, el
Obispo Nausti de Coimbra, el cual haba sido uno de los
refugiados, fu sepultado, no en Iria, sino en la iglesia
parroquial de San Andrs de Trobe, en cuyo trmino
probablemente haba vivido. Lo mismo debe decirse del
Obispo Argemiro, que mediados del siglo IX, se retir
al monasterio de San Martn de Jubia, cerca de Fe-
rrol
(1),
cuyo territorio perteneca entonces la dice-
sis Iriense.
No es menos inadmisible la otra hiptesis de que es-
tos veintiocho Obispos fuesen Prelados que hubiesen re-
nunciado sus Sedes
y
se hubiesen retirado Iria, como
lo hicieron algunos al monasterio de San Esteban de
Rivas de Sil, para entregarse con mayor ahinco
y
so-
siego la contemplacin
y
los ejercicios de la piedad
cristiana. No creemos Iria lugar apiopiado para este
objeto, al menos con preferencia cualquiera de los mu-
chos monasterios que haba en nuestro pas enteramen-
(1)
Argaiz, La Soledad laureada, tomo III, pgs. 103
y
475.
364 LIBBO PBIMEBO
te aislados de todo trato del mundo. Hasta mediados del
siglo XI, en que el Obispo Cresconio barre por comple-
to el curso del UUa, Iria apenas ofreca seguridad para
las personas;
y
por consiguiente menos proporcionara
lugar tranquilo
y
sosegado la concentracin del esp-
ritu. Adems, de los nueve Obispos que se retiraron San
Esteban de Rivas de Sil, conocemos los nombres,
y
de
algunos an se pueden identificar las personas; de los
veintiocho Obispos de Iria, ni an conocemos un slo
nombre.
Hay otro recurso para explicar la presencia
y
sepul-
tura de estos veintiocho Obispos santos en Iria,
y
es el
suponerlos pertenecientes la poca goda
y
sueva. Mas
aqu nos sale al paso un Episcopologio Iriense-Compos-
telano, escrito en tiempo del Arzobispo D. Alvaro de
Isorna (1445-1449), el cual Episcopologio da entender
que los veintiocho Obispos fueron por lo menos anterio-
res al periodo de la dominacin de los Godos en Gralicia.
He aqu sus palabras:
Sequitur numeras Episcoporum et Archiepiscoporum, qui fue-
runt in ecclesiis yriensi et compostellana a fundatione ipsarum
vsque nunc.
In ecclesia yriensi fuerunt XXVIII episcopi, qui in eadem sunt
sepulti, et vocantur per vnum preuillegium Corpora Sancturum,
exceptis alus sequentibus, domino Cresconio, domino Sisnando;
Sancto Samuel, domino Dominico, domino Teodomiro qui jnuenit
Corpus beati Jacobi.
Segn esto, los veintiocho Obispos fueron anteriores
Domingo, que fu el primer Prelado Iriense, despus
que los Godos se enseorearon de Galicia.
En vista de todos estos antecedentes, lo nico que,
OBQENES DE LA IGLESIA C0MP09TELANA 365
nuestro juicio, cabe racionalmente suponer es, que estos
veintiocho Obispos santos fueron los que formaron la no
interrumpida serie de los sucesores de San Teodoro
y
San Atanasio durante los cinco primeros siglos de la
Iglesia. Los catorce quince Obispos que rigieron la
Sede Iriense durante los doscientos cincuenta aos, que
corrieron desde el ao 560 hasta el 810,
gozaron cada
uno por trmino medio de la dignidad episcopal por es-
pacio de quince aos. Es el mismo resultado que hall
Gams
(1)
re apesto de la duracin probable de los Obis-
pos en la Sede de Tole lo. Suponiendo tambin que es-
tos veintiocho Obispos permaneciesen cada uno en la
Sede Iriense quince aos, tenemos 420 aos, que conta-
dos despus del ao G5 60 de nuestra Era, en que de-
bi morir San Teodoro San Atanasio, quien quiera
que fuera el primer Obispo de Iria, dan prximamente
486 aos.
Si se objeta que este perodo de quince aos es de-
masiado tiempo para cada Prelado en aquella poca,
como se ve por lo que pas en Roma, puede contestarse
que entre los veintioclio Obispos santos sepultados
en
Iria no estn incluidos tolos los que vivierou
durante
los cinco primeros siglos; pae? necesxriamente
habrn
de faltar los que murieron desterrados,
y
los que no me-
recieron el honor de ser habidos como santos.
Esto nos conduce pensar en el primitivo
cemente-
rio cristiano de Iria,
y
en que la iglesia actual fu en su
origen una baslica cementerial, en la que, en los das es-
tablecidos, se reunan los cristianos para celebrar los ani-
versarios de los mrtires en ella sepultados,
y
orar
por
(1)
Series Episcoporum Ecclesiae Catholicae,
366 LIBEO PaiMEBO
los difuntos enterrados en el rea campo contiguo. Es-
to explicara satisfactoriamente la existencia de vein-
tiocho sepulturas de Obispos en aquel sitio
(1).
Algunos de estos venerables Obispos debieron verse
sin duda empeados en la tenaz
y
tremenda lucha con
que los Pricilianistas en el ltimo tercio del siglo IV
y
en la primera mitad del V envolvieron Oalicia,
y
su-
friran, como el ilustre Ortigio de Clenos, persecucin
y
destierro en defensa de la verdad. Al fin ellos
y
sus su-
cesores supieron en medio de aquella furiosa tormenta,
conducir puerto seguro la nave que les estaba confiada.
Durante los ltimos tiempos de la dominacin roma-
na, Iria, ya que no progresase, no decay de su antiguo
esplendor, como lo dan entender la inscripcin dedica-
da Graciano
y
Valentiniano II (375-379):
DNN
GRATIA
NOPERP
(2)
y
la sepulcral del senador miembro de la Curia muni-
cipal de Iria:
(1)
MucKo podran contribuir para resolver el problema profundas
y
bien dirigidas excavaciones que se hicies3n tanto en la iglesia como en el
terreno adyacente; por de pronto los numsrosos sarcfagos de granito que se
encuentran enterrados ei a^uel vasto camanterio estn rau}'- lejos de ofrecer
nada en contra de nuestra tesis.
(2)
Dominis nostris Graflauo perpetuo... Es de creer. que siguiesen los
dictados de fortissimo, invicto, triumphatori, que despus en los documentos
de la Edad Media se aplicaron los Santos patronos de las iglesias. Gur-
dase
actualmenle esta piedra en la Biblioteca del Seminario Central Com-
postelano,
OBaBNES DK I/A IGLESIA. COMPOSTBLANA 367
CAAAB
CORALI-F],
ENATORIP-I;
IinINIIiI
X:vT,,^,iB
llf^ii
te^^Lii
m
(1)
Lo mismo demuestran las muchas monedas romanas
recogidas de pocos aos esta parte en aquella comar-
ca. No sera difcil formar con ellas la serie casi comple-
ta de todos los Emperadores romanos desde Augusto
hasta la irrupcin de los Brbaros. Por las monedas po-
demos saber tambin con qu pueblos se liallaba Iria
desde muy antiguo en relaciones comerciales. Se lian
hallado monedas, que actualmente poseen los seores
D. Felipe Nez, D. Marcelino Vrela
y
D. ngel Bal-
tar, de Cascante, Lrida, do Cartagena, de Carteya, de
Cdiz, de Mrida, de Celsa
y
Tarazona con caracteres
celtibricos, de Blbilis Calatayud, etc.
(1)
Camhauius Coral f(ilius), senaior iries(is) annonim L h(ic) s(ttas)
ses LIBRO PRIMEBO
Hay an otro medio para conocer de un modo que
no deja lugar duda, la importancia que debi alcan-
zar Iria durante el tiempo de la dominaoin romana.
Una ciudad de la cual salan seis siete carreteras, ade-
ms de la va de mar, no poda menos de ser un centro
e(st), 8(it) t(ih) i (erra) l(evis). Ya que la ocasin nos brinda, damos aqu
reunidas las inscripciones que se conservan, de que hay noticia, de la an-
tigua Iria.
i
iiilll|l!f|plifiil!ip
r
l'lUlil"""'"!'"''' miuuu,inliiihir:llllillil
sil?
i::;:!:
i
l.*^
2.' 3/
1*
D(iis)
M(anibus) S(acrum)
Cor(nelio) Cliresimo an(norum) p(lus)
ni(inus)
L lulia Valentiia C(arissiino) p(atri) p(osuit)
2.*
Diis Manibus Sacrum,
Secundianus Secundi annorum LVIII, hic
situs est
Flaccinius Secundiaf^M^...
3,*
Diis
Manibus Sacrum lulia Amm(aia) (o Materna?) filio pi(entiss-
OBlGENfiS DB L l^LElA CMl>OSlBLAA S6d
importante de movimiento comercial, social
y
poltico,
que nadie poda dejar desatendido. Estas carreteras
eran: la que iba Caldas Cdens; la que iba Lugo
por Asseconia; la que por la margen derecha del Ulla
iba enlazarse en Asados con la gran va que iba por
loca maritina hasta Brigantium
y
Lugo; la que, siguiendo
el curso del Sar, rodeaba el Castro Lupario, iba pa-
rar Asseconia; la que iba por el lugar da Reten, faldea-
ba el monte Miranda, pasaba por Lampay (Lampadlo)
y
empalmaba en Luou con la anterior; la que iba Cam-
paa
y
Cordeiro;
y
por ltimo la que sala de la del
Castro Lupario, pasaba por cerca de Santiago por el
lado del NO., atravesaba el Tambre hacia el sitio en
que hoy se halla la barca de Chayan (Flavano),
y
se en-
lazaba con la que una Trigundo con Brigantium
(1),
La segunda, sea la que iba Lugo por Asseconia^
deba de ser la que, segn conjeturaba el insigne ar-
quelogo espaol Sr. Fernndez Guerra
(2),
se continu
mo) Navio Coiion(i) libe(rto), an(n)orum XIIII.
V. Recuerdos de un viaje
Santiago
, p. 24, y
C. I. L., Vol. II, Supplom. n.*' 5029, 5G30
y
5631.
NETA CI
VEIL FERI
CAE-SVL
PICIVS
SE
VERVS
V
S
L
M.
FL
TERTVLLA
ME
SAN
FL
F
MARITO
Netaci veilfericae Sulpicius Se- Fl(avia) Tertulia Me8aD(ae)
verus V(otum) S(olvit) L(ibens) Fl(avii) f(ilio) raarito.
M(erito)
(1)
A esta ltima va debe referirse la mencin que hace de carrale ati-
tiquum una Escritura del monasterio de Vilouchada del ao 818. (V. Tum-
bo de Sobrado en el Archivo Nacional Histrico, tom. I, ni'im. XLII).
(2)
Revista Arqueolyicaj I, 82.
3? LlBaO f^lIltfEttO
desde la parroquia de Santa Mara de Teo para unir
Iria con los Vettones. Desde Teo atravesaba el Ulla
en el puente Vea, segua por la Estrada,
y
en vez de re-
troceder Cunts, tiraba hacia el S. E., recorra el pas
de Montes (Montani), pasaba por el Carballino
y
Parto-
via (Portus vlae), segn la interpretacin del P. Sarmien-
to, se encaminaba Orense,
y
desde aqu Chaves
(Aquae Flavlae)
y
hasta el Duero.
Tampoco en lo eclesistico debi de perder Iria nada
de sus antiguas preeminencias
y
prerrogativas,
y
acaso
fuese una de aquellas ciudades catlicas que en los lti-
mos aos del siglo III reedificaron, segn dice Ensebio
en su Historia Eclesistica
(1),
con esplendor
y
magnificen-
cia sus antiguas baslicas,
y
an erigieron otras nuevas.
Quizs de esta restauracin proceda el pavimento de
baldosas que hemos hallado en la iglesia de Iria; pero si
no es de esta poca, no podr menos de ser de la poca
de Constantino, en la cual se renovaron
y
reedificaron
todas las iglesias, que haban sido arrasadas durante la
ltima persecucin.
Con gran probabilidad conjeturan los Sres. P. Fita
y
Fernndez-Gruerra
(2),
que hubo en Iria dos baslicas,
una dedicada Santa Eulalia
y
otra Nuestra Seora,
en la cual estaba la Sede episcopal. Si se admite, como
parece razonable, que la actual iglesia de Iria fuese en
(1)
Quo factum est, ut priscis aedificiis jam non contenti, in singulis
urbibus spatiosas ab ipsis fundamentis extruerent ecclesLas. (Lib. VIIIj
cap.
IJ.
Jam vero, haba ponderado antea, quis innumerabilem hominum
quotidie ad fidem Christi confugientiam turbam? quis numerum Ecclesia-
rum in singulis urbibus? quis illustras populorum concursus in aedibus
sacris cumlate possit describere?
(2)
Recuerdos etc.,
pg.
31.
OBaENES D L IGLESIA tOkPOS'ELAIA l
SU principio baslica cementerial, entonces se explica
que hubiese otra iglesia ms cntrica
y
por consiguiente
ms prxima al ro, dedicada Santa Mara, cuyo ttulo
mediados del siglo XI traslad la de Santa Eulalia
el insigne Obispo Cresconio, receloso sin duda de poder
conservarlo en su propia iglesia, que habra sido destrui-
da en alguna de las irrupciones de los Normandos. Desde
entonces la antigua iglesia, que suponemos cementerial,
perdi su ttulo de Santa Eulalia, que tomara al tiempo
de la restauracin de la poca de Constantino con oca-
sin de algunas reliquias que se trajesen de la insigne
mrtir de Mrida,
y
sigui con el de Santa Mara
(1).
Pero volviendo al Episcopologio Iriense, tenemos
que ya en esta poca comienza delinearse lo que an-
tes slo de un modo vago, indefinible
y
confuso se divi-
saba en los ltimos confines del horizonte histrico.
Ponen algunos como Obispo mediados del siglo V
Agacio, fundados en una inscripcin que copiaron,
Gril Gonzlez
(2),
Gndara
(3),
Huerta
(4)
y
otros; la
cual deca as:
AGATIVS EPISCOPVS IRIENSIS.
ERA CCCCLXXXVIII.
Los mismos autores, excepcin de Gndara, traen
otra inscripcin, segn la cual Lucrecio, sptimo Obispo
(1)
Vase el fotograbado de la
pg. 372,
que representa la iglesia de
Iria en su estado actual.
(2)
Teatro eclesistico...; Madrid, IG45; tom. I,
pg. 30.
(3)
El Cisne occidental etc.; Madrid, 1G53,
pg.
45.
(4)
Anales de el Reino de Galicia; Santiago, 1733; tom. I,
pg.
334.
Huerta la trae con la siguiente variante: Agathius episcopus iriensis.Ar-
m
Lifilio ptinlio
o
es
<s
13
C
T!
ei
i
u
(H)
o
O
p^
I
O
a
O
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 373
Iriense, comenz el palacio episcopal, que termin el
Obispo Andrs en el ao 572. He aqu el texto:
DOMVS EPISCOPORVM INCHOAVIT
LVCRETIVS SEPTIMVS EPISCOPVS
IRIENSIS PERFECIT ANDREAS
MIRO REGNANTE ERA DCX
Ambas inscripciones son ms que sospechosas. No es
esto decir que no hubiesen existido; pero desde luego
puede asegurarse que han sido mal ledas interpreta-
das. Ambas inscripciones debieron ser desconocidas cosa
extraa! por Castell
y
Ferrer. La oficina de donde salie-
ron fu la de los dos famosos hermanos Fernndez Bon,
los cuales, por lo general, no inventaban las inscripcio-
nes, sino que las adulteraban
y
desfiguraban de modo,
que no dijeran ms que lo que ellos pluguiese
(1).
gaiz La Soledad laureada, Alcal, 167G; tom. III, asesorado por los falsos
Cronicones trae tambin una serie de Obispos irienses tan llena
y
tan ates-
tada que difcilmente se acomodaran en ella tantos Prelados desde fines
del siglo IV, en que comienza. Amando, Agathio I, Flix, Agathio Aca-
cio II, Abundancio, Flix II, Domicio, Gelio, Juan, Lucrecio, Andrs, Pe-
dro, Pedro II, Diego el Rstico, Dominico, Amato, Pedro III, Samuel Go-
tomaro, Vincible, Sindigio, Pedro IV, S. Ildulfo Flix, Flix III, Selva,
Leonesindo, Torcato, S. Flix IV, 8. Sagisainundo, S. Julin, Atalfo, Ar-
cadio, S. Teodomiro, etc.. Esto slo bastara para aborrecer
y
abominar de
tales inventos.
(1)
Muchas de las inscripciones por ellos copiadas son ciertas
y
legti-
mas
y
regularmente interpretadas. Tal es, por ejemplo, la de San Julin de
Requeijo, publicada por Murgua en el tomo de Galicia (Espaa
y
sus Mo-
tmmentos)j
p.
5)7, nota; de la cual inscripcin an se conserva un fragmen-
to empotrado en el hastial del N. de la antigua iglesia, que no debieron ver
los Boanes. He aqu la inscripcin con el fragmento entre parntesis
y
con
las correcciones que claramente sugiere el sentido: In. vme. Sci. Salvatoris.
Sce Mariae. S. Peiri. (S. Jacohi. S. M. Magdalene). S. Juliani et conjuyis
374 LBBO PBIMEBO
Reprobable es sin duda este empeo de esforzar con
ficciones
y
falsedades las antiguas memorias; pero ms
reprobable es, si se quiere an, el dejarlas en olvido
y
en
silencio por preocupacin desidia. Lo primero revela
al menos un profundo convencimiento
y
un sentimiento
hasta cierto punto disculpable; lo que revela lo segundo
no es sino marcada indiferencia respecto de lo pasado.
El Cronicn Iriense
(1)
dice que el rey de los Suevos, Miro,
despus de convertido al Catolicismo por la predicacin
de San Martin Dumiense, puso en Iria por primer Obispo
Andrs. (Ordinatus est 'bi Episcopus prirnus Andreas), Esta
asercin, para la cual el autor del Iriense no debi de
haberse molestado en compulsar los documentos de la
iglesia de Iria, como lo hizo Gelmirez cuando lleg el
caso, fu con razn impugnada
y
desechada por el Pa-
dre Flrez
(2);
pues mal pudo haber sido Andrs nom-
brado primer Obispo de Iria despus de la conversin del
rey Suevo, cuando ya lo era antes, como se ve por el
Concilio I bracarer.se, en el que aparece como ms anti-
guo que San Martn de Dumio. Era, pues, concluye
Flrez en el lugar citado, la iglesia de Iria una de las
establecidas antes de ser catlicos los Suevos,
y
consi-
guientemente no fu Andrs su primer Obispo en reali-
eius. Oduario cmn
filis.
Era MCLIIII KJs. Otb. (Ao 1116,
1. de Oc-
tubre?).
En el ao 1600, por acuerdo de la Real Audiencia de este Reino (Obras
del Cura de Fruime, t. III,
p. 200) se arrasaron los restos que quedaban del
antiguo palacio episcopal de Iria. Es muy probable que entre estos restos se
contuviesen inscripciones que pudiese utilizar algn curioso. Pero quin
responde ahora de su genuina interpretacin?
(1)
Esp, Sag., t. XX,
p.
599.
(2)
Esp, Sag., t. XIX,
p.
52.
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 375
dad, sino primer Obispo de los que tenemos noticia; por-
que los antecedentes no conservan memoria, como ni los
reyes suevos que estuvieron manchados con la hereja
de Arrio. Ciertamente, el sentido en que puede decirse
que Andrs fu el primer Obispo de Iria, es el mismo
que el en que la Compostelana
(1)
pudo decir que el rey
Miro haba sido el primero que instituyera Sedes Ponti-
ficales en las provincias espaolas segn la norma de la
Iglesia de Roma. Prmiis Pontificales Sedes per Hispantae
provincias juxta Romanae Ecclesiae normam, divina gratia in-
spirante, constituit.
Lo que hay en esto es, que cuando en tarda edad se
quisieron rehac3r los dpticos de los Obispos de cada igle-
sia, se recurri, como ms fcil expediente, las actas
de los Concilios;
y
de las suscripciones de los Padres se
tomaron los nombres correspondientes cada Episcopo-
logio. Por lo general este trabajo no se extendi ms;
y
de aqu que los antiguos Catlogos de los Obispos de
cada iglesia sean tan defectuosos,
y
contengan tantas
lagunas.
Y en efecto, Andrs asisti al Concilio I de Braga
del ao 561, al de Lugo del ao 569
y
al segundo de
Braga del ao 572; con lo cual se deja adivinar la parte
principalsima que debi tomar en el gran acontecimien-
to de la segunda conversin de los Suevos al Catolicismo.
Al sucesor de Andrs, Domingo
(y
no Diego como
dice Gil Gonzlez), estaba reservado el ser testigo en el
ao 585 de la catstrofe poltica
y
religiosa de la nacin
Sueva sometida al seoro del arriano Loovigildo. Pero
pronto pudo compensar aquellos momentos de amargura
(3)
Lib. I, cap. I, nin. 3.
376
tttfto PBndfiio
al verse en el ao 689 al lado de San Leandro
y
en pre-
sencia de Recaredo
y
de los magnates Godos, para pro-
clamar la unidad religiosa, no menos que la poltica, de
Espaa.
Ntase despus de Domingo una considerable laguna,
pues tambin la hay en la serie de los Concilios nacio-
nales de Espaa. El primero cuyo nombre aparece es
Samuel^ que tuvo la dicha de asistir en el ao 633, bajo
la presidencia de San Isidoro, al ms renombrado de los
Concilios Toledanos. Este es el San Samuel que se men-
ciona en el Episcopologio del tiempo de D. Alvaro de
Isorna, segn hemos visto ms arriba,
y
cuya sepultura
quizs sea la que se venera en el presbiterio de la iglesia
de Iria en un arcosolio al lado de la Epstola
(1).
(1)
Acerca de esta sepultura debemos dar cuenta de una nota que pu-
blic Cernadas
y
Castro
(*),
la cual dice as: Por el mes de Octubre del
ao 1675, visitando la Iglesia Colegiata de Sta. Mara de Iria el Illmo.
y
Excmo. Sr. Girn, mand despejar las naves colaterales de algunos altares
y
urnas sepulcrales de Obispos, porque servan de embarazo para las proce-
siones claustrales. Al remover uno de los nichos, se encontr incorrupto el
cuerpo de un Obispo con todas sus insignias. Los canteros que ya al levan-
tar la losa, que no tena epitafio alguno, haban percibido un no pequeo
estruendo, que los haba inmutado algo, luego que vieron el cadver entero,
exclamaron Santo! Santo! Cuerpo Santo!> Contina despus refiriendo cmo
el Cabildo Colegial, despus de celebrar una Misa del Espritu Santo, proce-
di al reconocimiento de la sepultura. *< Llegando hacerlo en forma de Co-
munidad, hallaron (son las palabras formales del escritor de quien tom la
noticia) el cuerpo casi cubierto de cal, totalmente entero; vestidura ta-
lar muy sencilla, al parecer de estambre, muy descolorida
y
morada, que
se deshaca al ms leve tacto. Debajo del brazo derecho tenia insignia epis-
copal, carcomida de la cal. Las manos puestas sobre el pecho diestra sobre
siniestra
y
debajo un sello de plomo, hecho de dos planchas unidas, que por
haberse gastado la soldadura, estaban ya despegadas. En cada plano haba
() Ohra$ dtl Cura de Fruinu; Madrid, 1779; tom. III, pg.
204-206.
OBGllTES DB LA IGLESIA OOMPOSTELAlA 377
El sucesor del venerable Samuel fu Gotomaro Gii-
tumarOy el cual asisti al Concilio VI de Toledo del
dos lneas circulares, concntrica
y
excntrica. Sigue describiendo el sello,
en el cual se perciba de un lado la Santsima Virgen
y
del otro una figura
sentada en un trono con la diestra levantada
y
sosteniendo con la siniestra
un bculo bastn. En las dos lneas circulares estaba grabada una inscrip-
cin, de la cual no se acert leer ms que TIVS EPISCOPVS IRIEN-
SIS. As me inform (dice el escritor) de los Sres. Cannigos, que estuvie-
ron presentes, e yo alcance
y
de otras personas fidedignas
y
curiosas que se
hallaron al reconocimiento. Debajo del sello una bula doblada, deslucidos
los caracteres. Luego aade que el Arzobispo vino con ciertas precauciones
Iria, pues el pueblo recelaba que le quisiesen llevar el Cuerpo Santo, que
pudo recoger el sello
y
la bula,
y
que dej lo dems en la conformidad en
que estaba.
D. Antonio de la Iglesia public en la revista Galicia^ correspondiente al
ao 1864,
1.
de Abril, un testimonio dado peticin del Cabildo Iriense
por el escribano Domingo de Rial, del reconocimiento que se haba practi-
cado en dicha sepultura 31 de Marzo de 1676; el cual testimonio conviene
en la substancia con la relacin que antecede. Trae, no obstante, algunas
circunstancias que conviene anotar. Dice que lo que mand sacar el Arzo-
bispo D. Andrs Girn, fueron cunas capillas que estaban dentro de dicha
iglesia en las naves dellan
y
dos nichos sepulcros viejos que estaban de-
bajo de la escalera por donde se sube al coro alto... por parecerle que tam-
bin ocupaban, disponiendo respecto de ellos que se sacaran fuera,
y
que se
arrimaran la pared de la iglesia como estaban otros. Aade que en efecto
se sac uno de dichos sepulcros, pero que al sacar el otro se encontraron con
el cadver que tanta extraeza
y
admiracin produjo. Nada habla de insig-
nias episcopales; pero s de un cordn .semejante al de los Padres Francisca-
nos
y
de unos papeles molidos con algunas letras romanas
y
de tres escudos
de papel sobre lacre
y
oblea con una imagen de Nuestra Seora en el uno,
cuatro cuarteles herldicos en el otro,
y
una figura de Obispo en actitud de
l)endecir en el tercero. Los tres escudos con los papeles se hallaban debajo
de la mano derecha. Los recogi por orden del Cabildo uno de los Cannigos.
Habr poco ms de once aos que el actual Den de la Santa Apostlica
y
Metropolitana Iglesia de Santiago Licdo. D. Nicols Rodrguez, el
.Arcipreste Dr. D. Jos M.* Labn,
y
el que esto escribe, convenientemente
autorizados por el Excmo.
y
Revmo. Arzobispo Sr. Dr. D. Victoriano Gui-
sasola, en unin con el Prroco Dr. D. Jos Caamao, hicimos un reconoci-
miento de dicha sepultura,
y
hallamos que el cadver estaba casi cubierto
Tomo I.26.
378 LIBRO PRIMEBO
ao 638,
y
despus al VII celebrado en el ao 646, en
el cual estamp esta humilde subscripcin: Gotomariis
Sandae Ecclesiae Iriensis etsi indignxis Episcopus liaec Statuta
definienSy
siihscriho.
Gil Gonzlez
(1)
llama por equivocacin Bendigo al
sucesor de Gotomaro. El verdadero sucesor de Gotoma-
ro fu Vincihil, el cual, no habiendo podido pasistir erso-
nalmente al Concilio VIII de Toledo del ao 653, envi
como su representante al dicono Sindigis Sindigiso,
que es el Sendigo de Gil Gonzlez. Sindigis daconus Vin-
cbilis Episcopi Ecclesiae Iriensis, subscrSw, se lee al fin de
las j^cLas.
Despus de Vincibil ocup la Sede Iriense Bdulfo, el
cual desde el principio de su pontificado tom el sobre-
nombre de Flix, quizs para hacer olvidar su origen
godo suevo. Lo cierto es que en lo sucesivo slo us el
nombre de Flix. En el Concilio III de Braga del ao 675,
en que por primera vez aparece su nombre, subscribe:
Bdulfus, qui cognominur Flix, Iriensis Ecclesiae Episcopus,
Despus asisti varios Concilios de Toledo, al XII,
ao 681, al XIII, ao
683,
y
al XV, ao
688;
y
en todos
de cal
y
envuelto en una tnica de lana muy suave al tacto que nada tiene
que ver con el tosco sayal de San Francisco, que se conservaba integro,
y
ofreca el aspecto como de una momia, segn dicen los dos documentos que
preceden.
Es muy probable que este sepulcro hubiese sido objeto de repetidos reco-
nocimientos en diversas pocas,
y
que esto se refieran los sellos
y
los pa-
peles bulas en l hallados. El sello con TIVS EPISCOPYS IRIENSIS
quizs date del Obispo Dalmachius Dlmatius (que tambin se escriba
as)
mientras conserv el ttulo de Obispo Iriense. Lo cierto es que el sepul-
cro parece del siglo VII,
y
que por lo tanto no desdice del tiempo del Obis-
po Samuel.
(1)
Teatro eclesistico, tom. I,
p.
30.
oegenes de la iglesia compostelana 379
subscribe con el segundo nombre que haba adoptado.
Con motivo de esta duplicidad de nombres, el Cronicn
Iriense hizo dos Prelados, Ildulfo
y
Flix; pero la Coynpos-
telana no reconoci ms que uno, llamado Ildulfo F-
lix; lo cual, como advirti Flrez
(1),
se ajusta perfecta-
mente con el orden de antigedad que se guarda en las
suscripciones de dichos Concilios. En todas estas juntas
debi tener la satisfaccin de tratar personalmente al
ilustre Metropolitano de Toledo, San Julin; pero no es
probable, ni an verosmil, que, como pretenden algu-
nos, le haya sucedido >en dicha Metrpoli, habiendo
pa-
sado antes por Sevilla
(2).
En el ao 693, como conjetura el P. Flrez
(3),
debi
de hallarse vacante la Sede de Iria; porque en las actas
del Concilio XVI de Toledo, celebrado en el citado ao,
no se halla subscripcin de Obispo Iriense, ni de legado
que lo representase.
Despus, en el ao 694, se celebr el Concilio XVII
de Toledo,
y
hacia el ao 701 el XVIII; pero de ste no
se conservan actas;
y
las del primero que hasta ahora
llegaron nosotros, estn sin subscripciones. Por lo tan-
to, falta este medio para continuar la serie de los Obis-
pos de Iria; pero la Compostelana
y
el Cronicn Iriense,
que gozaran sin duda de actas completas de dichos Con-
(1)
Esp. Sag.,t.XlX,ix 59.
(2)
Hasta el siglo XVII, en la ix)ca en quo tanto empeo haba en
alargar
y
estirar las genealogas hasta Roma, hasta la Grecia,
y
an ms
all, no se supo que Ildulfo Flix era de la familia gallega de los Espaas.
Bien es verdad, que para que la cosa resultase ms pasable, los genea-
logistas, alegando letreros
y
documentos, hicieron al clebre Obisjx) Teodo-
miro de la familia de los Loberas.
(3)
Esp. Sag., t. XIX,
pg.
60.
S80 LIBRO PEIMEEO
cilios, la prosiguen, poniendo Selva como sucesor de
Flix en tiempo de Witiza, es decir, en los ltimos aos
del siglo VII
y
en los primeros del siglo VIII.
Tanto la Comijostlana, como el Irknse, ponen despus
de Selva Leosindo, Leonesndo Leovesindo Teodesindo,
que con todas variantes se escribe su nombre. De l dice
el Iriense que vivi en tiempo del rey D. Rodrigo
(1);
y
por consiguiente fu testigo de la prdida
y
ruina de
Espaa. Gil Gonzlez
(2)
aade, por su cuenta, que pa-
deci martirio al tiempo de la irrupcin de los Sarrace-
nos; el caso no es imposible; pero como en esta comarca
las invasiones fueron pasajeras,
y
adems Leonesindo
tuvo tiempo para prevenirse, es de creer que se ocultase
mientras tanto pasaba el torrente devastador.
El sucesor de Leonesindo fu Ema, cuyo nombre al-
tera de tal modo Gil Gonzlez, que en ltimo trmino lo
reduce Bena. De l dice el Iriense^ que vivi en tiempo
de D. Pelayo.
Aunque aqu
falta la fuente de las actas de los Con-
cilios, no obstante, tanto el Iriense como la Compostelana,
prosiguen sin interrupcin la serie de los Obispos de Iria.
Es de suponer que la tomasen de los documentos del ar-
chivo de esta iglesia, de aquellos documentos que hace
referencia D. Diego Gelmrez en el Diploma otorgado
en el ao 1134 con las siguientes palabras: Praedecesso-
rum nostrorum Iriensium Fontificum sacras constitutiones et in-
stituta legalia sahibri moderalione digesta, slerter relegentes...(3).
El Cronicn Iriense, acomodndose su acostumbrado es-
(1)
Segn las invenciones del siglo XVII fu confesor de este Key; lo
cual, si bien se mira, no es hacerle gran favor.
(2)
Teat. ecles., t. I,
pg.
30.
(3)
Monumentos antiguos de la Iglesia Compostelanaj
pg.
8.
OBGEES DB LA IGLESIA COMPOSTELANA 381
tilo, se contenta con dar slo los nombres de los inme-
diatos sucesores de Emila, saber, Romano, Augustino
y
Honorato, Lo mismo hace la Compostelana, aunque parece
que no deba limitarse tan poco; pero es sabido que la
Compostelana siempre se mostr parca,
y
aun esquiva, en
relatar los hechos que precedieron su poca.
A Honorato sucedi Indulfo Qiiendulfo, como le lla-
ma la Compostelana; la cual discrepa del Iriense, no slo
en el nombre del sucesor de Honorato, sino en poner dos
Quendulfos, I
y
II. En esto quizs la razn est de parte
de la Compostelana; porque tratndose de yerros en la es-
critura, es ms fcil suprimir que aumentar. Lo mismo
debemos decir respecto de la verdadera forma del nom-
bre, pues es casi idntica la que trae un Diploma del
Tumbo de Sobrado
(1),
en el cual subscribe Quendulfo en
esta forma: Snh Cliristi noynine Kndulfus dei gratia episcopus
confirmo (2),
A Quendulfo II sucedi Teodomiro; pero este nombre
memorable cierra este perodo,
y
nos sirve de eslabn
glorioso para continuar nuestro trabajo.
Difcil es sealar los pueblos que en cada poca en-
traron formar parte de la Dicesis Iriense. Como era
natural, la extensin de la Dicesis debi seguir las vici-
situdes de los tiempos, hasta quedar demarcada de un
modo estable
y
definitivo durante el siglo IV. La inva-
sin de los Brbaros principios del siglo V, borr al-
ter por completo el mapa poltico
y
religioso de Espa-
(1)
Tomo I, num. XLII, en el Archivo Histrico
Nacional.
(2)
Con Quendulfo firman varios Presbteros, saber, Baderico
Pedro
Ansueto, Franzemiro, Sisnando
y
Aliulfo, que
verosmilmente
seran
miembros del Clero Catedral de Iria.
382 LIBEO PEIMEBO
a,
y
muchos Obispados hubieron de desaparecer en
aquel formidable cataclismo
(1).
Los que por cii;'cunstan-
cias especiales, pudieron sobrevivir en tan horrenda de-
vastacin, vironse precisados encargarse de la admi-
nistracin espiritual de los territorios colindantes que se
hallaban sin Pastor. Esto no pudo menos de producir en
muchos casos dudas,
y
veces discordias
y
profundas
perturbaciones
(2).
Mas despus que el rey Suevo Teodomiro quiso de
veras poner fin al desorden
y
anarqua que hasta enton-
ces haban reinado en Gralicia, asentar las bases para
una sabia administracin en sus Estados, no menos que
para una paz slida
y
duradera, en el Concilio de Lugo
del ao 569 procur que se demarcasen con toda clari-
dad los trminos dentro de los cuales era comprendido
el territorio de cada Dicesis. Y en efecto, en el extrac-
to que se conserva de las actas de este Concilio
(3),
pues
las originales han desaparecido, se marcan en esta for-
ma los pueblos regiones que pertenecan la Sede
Iriense: Ad Iriensem (Sedem); Morracio, Scdlniensey Contnos,
Clenos, Metazos, Mercienses, Pestoyyiarcos, Coporos, Clticos,
Brecantinos, Fridentos, Fluzios, Bisaucos, Trasancos, Lapacen-
(1)
Baste recordar lo que hicieron los Godos en Astorga, de donde se
llevaron cautivos dos Obispos con todo su Clero,
y
en Braga. Los Suevos
y
los Vndalos no se hallaban posedos de menor furor sacrilego
y
destructor.
(2)
En el Concilio II Hispalense del ao 619, en vista de las quejas
y
reclamaciones de TeoduUb, Obispo de Mlaga,
y
de San Fulgencio, Obispo
de Ecija, que crean usurpados algunos de los pueblos parroquias perte-
necientes
sus respectivas Dicesis, los Padres decrataron que se nombra-
sen
investigadores que averiguasen los antiguos lindes con que se demarca-
ba cada
Obispado.
(3)
Esp. Sag., tom. XL, Apend. V, pg.
343. ^Monumentos antiguos de
la
Ig,
Compost., pg.
33.
OEaENES DE LA IGLESIA OOMPOSTELANA 388
eos et Arros
(1).
Muchos de estos nombres an los llevan
actualmente con pequeas alteraciones algunos pueblos,
arciprestazgos
y
arcedianatos de la Dicesis. As Morra-
co equivale Morrazo; Saliniense Saines; Continos
Cuntis; Pestomarcos Postmarcos; Coparos Tabeirs?;
Clticos Cltigos; Bregantnos Bergantines; Prutentos
Nendos?; Piuzios PruzQs; Bisaiicos Bezoucos. Hay ade-
ms algunas comarcas que en la actualidad no pertene-
cen la archidicesis compostelana, como los Mercienses
(Merza), que son de Lugo,
y
los Jrasancos, Lapaciencos
y
Arros, que hoy corresponden Mondoedo, con cuyo
Obispo el de Santiago principios del siglo XII sostuvo
sobre esto un ruidoso pleito
(2).
Estos territorios de
Trasancos, Lapaciencos
y
Arros se extendan desde el ro
Jubia al mar Cantbrico.
En tiempo de los Godos se hizo tambin una demar-
cacin de Dicesis; pero lo que parece, en la de Ira no
se hizo innovacin alguna. En la famosa hitacin atri-
buida al rey Wamba, de Iria slo se dice: Iriensis teneat
ipsam Iriam: de Issiim usque Gusancaro (Gusanea en otro pa-
(1)
Vase sobre este Concilio el interesante opsculo, Un Concilio cele-
hrado en Lugo el ao
389^ que en
1893, public en la ciudad Lucense el
Reverendo P. Fr. Francisco F. Mara Ferrando, Rector que ha sido del
Colegio de Misioneros Franciscanos de Santiago.
(2)
El Cronicn Iriense debi tener la vista un texto ms extenso,
que quizs sera el original, de la demarcacin hecha en tiempo de los Sue-
vos; pues dice que el Rey Miro asign la Dicesis Iriense las dioecesis
distritos siguientes: Morratium, SaUnensem, Moranam, Clenos, Montes,
Metam, Mertam, Taheriolos, Vtlegian, Lourum et Pistomarcos, Amaeam,
Coronatum, Dormianam, Gentines, CeVigos, Barchalam, Nemancas, Vimian-
tiuni, Salagiam, Bregantinos, 'Fanun, Solitarios, Dubriam, Montanos^ Nem-
tos, Prufios, Bisancos, Trasancos, Lavacengos et Arros, et alias qui in Cano*
nibus rosonant. (Esp. Sag., t. XX,
pg. 599).
384 LIBKO PSIMEBO
saje), et de Caldas de Rege usqtie in oram mars Oceani
(1),
Vemos, por tanto, cuan extensa era la sazn la
Dicesis Iriense. Adems de comprender todo el territo-
rio que hoy pertenece la Compostelana, inclua por
el N. desde el ro Jubia hasta el mar Cantbrico,
y
por
el E. gran parte de la comarca que se extiende desde el
ro Iso, que pasa por cerca de Arza, hasta ms all del
Deza.
En tan vasta comarca no pudo menos de quedar in-
cluido el de algunas antiguas Dicesis que existieron en
otras pocas,
y
que por efecto de las guerras, de las per-
secuciones
y
de las vicisitudes de los tiempos, desapare-
cieron. As fu en realidad,
y
por de pronto la Dicesis
de Aquis Celens Caldas de Reyes al tiempo de la irrup-
cin de los Brbaros, hubo de desaparecer agregndose
su territorio al de Ira. Slo hay noticias de un Obispo
celenense, el incomparable Ortigio, que fines del si-
glo IV fu el campen de la fe contra los Priscilia-
nistas
(2).
A mediados del siglo V, en el ao 447 448,
por or-
den del Papa San Len se celebr un Concilio en Colo-
nes (no en la UUa, como quieren algunos, guiados por
la leccin equivocada de Uenense) para condenar el
Priscilianismo (B). Sin duda se eligi Clenos para es-
te objeto, porque hacia esta parte deba de hallarse uno
de los principales focos de la hereja;
y
porque en dicha
ciudad confluan por lo menos tres vas romanas.
(1)
Esp. Sag., t. IV, trat. III, c. V,
pg.
23.
(2)
Quizs deba sef^uir este nombro en el Bpscopologi Celerllise el
de
Ceponio, segn lo que hemos dicho en los Estudios histrico-crticos sobre
el
Friscilianismo, pg.
188.
(3)
Estudios histrico-crticos sobre el Priscilianismo,
pg.
216
y
sigtes.
OBGENES DE LA IGLESIA CMPOSTELAlA 385
Adems hubo otra Dicesis que con el tiempo qued
incluida en la de Iria,
y
fu la de Aquae Calidae. Acerca
de esto bueno es oir al P. Risco
(1):
Yo no puedo asen-
tir que el pueblo llamado Ceknes Aqttas Clenlas, es el
mismo que se dixo Aquae Calidae, distinguindose slo en
que el nombre primero le fu dado por los Espaoles
antiguos
y
el segundo por los Romanos. Todos los mo-
numentos de la antigedad escritos en lengua latina
retienen constantemente el nombre de Celenes
y
Aquas
Gelenias, de manera que no hay escritor alguno latino,
en cuyas obras se lea el nombre de Aquas Calidas, convi-
niendo todos los modernos en que este pueblo se dixo
as por la regin en que estaba situado, que era la de
los Cilenos Celinos, como escriben otros. Ptolomeo slo
mencion la poblacin que se llam Aquas Calidas, nom-
bre que corresponde al griego
rsaia o-sp^i.
Parece, pues,
que Celenes
y
Aquas Calidas fueron nombres
y
pueblos
distintos, de los cuales el primero se halla mencionado
por muchos escritores antiguos,
y
el segundo por slo
Ptolomeo
y
el Concilio de Oviedo que alega la autoridad
de Idacio. El testimonio de este clebre monumento mo-
vi Wesseling distinguir las dos expresadas pobla-
ciones como se puede ver en sus notas al Itinerario de
Antonino,
y
yo debo inclinarme al mismo dictamen con
mayor fundamento que el citado escritor; porque ha-
biendo reconocido con la mayor escrupulosidad las actas
del Concilio,
y
combinado con gran atencin todas sus
partes, llegu persuadirme que el referido Concilio es
una de las piezas ms dignas de estimacin por las ver-
daderas noticias que nos comunica. Tal es la que nos da
(1)
Esp. Sag., t. XL,
p4g.
33.
386 IiIfiRO PBIMEBO
de los Obispados antiguos de nuestra Espaa en el n-
mero V de sus actas por estas palabras: Omnes igitiir
E'plscojpi ordinati, seu in svbscriptis Sedihus ordinandi, id est,
in Bracara, in Tude, in Dumio, in Ira, in Conimbria, in
Aquas Calidas, in Veseo, in Lamego, in Celenes, in Portu-
gale, in Benes, in Auriense, in B^itonia, in Astorica, in ambas
Legiones, quae sunt una Sedes, in Falencia, in Auca, in Saxa-
mone, in Segovia, in Oxoyna, in Avela, in Salmantica, etc.. Es
pues lo ms probable, que as como en la regin de los
Caperos se instituyeron dos Sedes Episcopales, que fue-
ron las de Iria
y
Lugo, as tambin en la regin vecina
de los Cilenos se establecieron otras dos, una en Celenes,
y
otra en Aquas Calidas.
Acerca de la situacin de estas dos poblaciones, que
distingue el Concilio de Oviedo, soy de sentir que Cele-
nes estuvo cerca del Ocano,
y
que puede reducirse a el
lugar que hoy se llama Caldas, distante tres leguas del
Padrn... De aqu es que debe tenerse por cierto que el
otro pueblo llamado Aquas Calidas
y
condecorado tam-
bin con silla Episcopal, estaba en lo mediterrneo de
los Cilenos,
y
que su determinado sitio debe buscarse
donde se verifiquen baos de agua caliente como lo pide
su nombre. Esto se verifica en Caldas de Cunts, que
en varios parajes de la Compostelana
(1), y
en otros docu-
mentos un tanto ms antiguos, an aparece con el nom-
bre de Termae, Termas. En Caldas de Cunts se conser-
van tambin muchos restos de la antigedad romana
y
an algunas inscripciones, como las que Cayo Antonio
Floro dedic las Ninfas.
Qued asimismo incluida en la Dicesis Iriense, la
(1)
Pg. 109
y
204.
OEGENES D LA IGLESIA COIPOSTELAA 387
que principios del siglo V posea el Obispo Consencio.
Se ignora el nombre de esta Sede; pero por la intere-
santsima correspondencia que sostuvo su Prelado con
San Agustn
(1),
se ve que se hallaba en un pas profun-
damente agitado
y
revuelto por las perversas maniobras
de los Priscilianistas. Este pas en aquella poca, no po-
da ser otro que Galicia. Sabemos adems que Consencio
habitaba en unas islas, las cuales verosmilmente no dis-
taran mucho de Celenes Caldas de Reyes, en donde poco
tiempo despus se reuni un Concilio para condenar los
errores
y
las maldades de dichos herejes. Por otra parte,
en algunos sitios de aquellas costas, como en la pennsu-
la del Grove, en los puertos de la pennsula del Barban-
za, prximos las islas de Slbora, de Arosa
y
de Ons,
se encuentran restos considerables de muy remota anti-
gedad, que demuestran lo poblados que ya en otros
tiempos debieron de estar aquellos parajes.
San Agustn elogia el estilo, la erudicin
y
el perspi-
caz ingenio de Consencio. Todas estas circunstancias le
hacen acreedor que deba atribursele un tratado de
Gramtica, que lleva su nombre. De todos modos Con-
sencio puede figurar dignamente entre aquella plyade
de hombres ilustres, como Carterio, Baquiario, Ceponio,
Cerecio, los Avitos, Orosio, Idacio, San Dictinio, Santo
Toribio, etc., que en aquella poca tanto trabajaron por
enaltecer el nombre de Galicia.
Es muy probable, que an otras Sedes Episcopales,
adems de las indicadas, quedasen suprimidas por las
injurias de los tiempos, incorporadas con la privile-
(1)
Vase el tratado Contra mendaciiim, en el tomo VI de las Obras de
San Agustn; od. Manr.
y
la Eimtola CCV.
388 LliBO PEIMEEO
giada Catedral Iriense. Muchas fueron las ciudades que
formaban parte de la, en tiempo de los Suevos
y
de
los Godos, vastsima Dicesis de Iria, como Novium,
NoelUy Ebora, Artahrorum portus, Grandimiricm, Trigundiim,
Brigantium, Asseconia, Lambrica, Libunca, Lapatia, etc.,
etc.. No debern contarse algunas de estas ciudades
en el nmero de aquellas muchas Sedes, que, segn Al-
fonso VI edificaron los Apstoles en estas partes occi-
dentales de Espaa, de aquellos muchos tabernculos
y
habitaciones, que, segn San Hilario de Poitiers dedi-
caron los mismos Apstoles al nombre del Seor, hasta
en las islas del Ocano? Por lo menos, es muy verosmil.
Esto fu Iria. El depsito que el Apstol Santiago le
habg; confiado, lo guard intacto hasta el tiempo en el
que el mismo Apstol en cierta manera se lo reclam
y
pidi. Mas no dej olvidada
y
obscurecida su fiel depo-
sitarla. Iria fu por mucho tiempo como hermana ma-
yor en la Iglesia de Compostela, cuyos Prelados no se
desdeaban en ostentar como primer ttulo el de Obis-
pos Irienses
(1).
Despus continu viviendo rica con los
tesoros que encerraba en su seno, gloriosa por sus memo-
rias,
y
gozando de la consideracin de la primera Cole-
giata de la Dicesis. En nuestros tiempos se le arranc
(1)
Hasta fines del ao 1095, 4 pesar de haber fijado los Prelados
BU residencia en Compostela, continu siendo considerada como Iglesia
Catedral. En dicho ao, 5 de Diciembre, el Papa Urbano II extin-
gui el ttulo de la Sede Iriense,
y
lo traslad k la Iglesia de Compostela.
Con esto la Iglesia de Iria, qued reducida sus propios recursos, que por
efecto de lo revuelto
y
azaroso de aquellos tiempos vinieron gran falta
y
disminucin. En el ao 1134 el Arzobispo D. Diego se propuso devolverle
algo de su antiguo esplendor,
y
restableci la Cannica, que mediados del
giglo anterior haba organizado
y
dotado el insigne Obispo Cresconio.
OBGENES DE LA laLESIA COMPOSTELAKA 389
este ltimo girn que le quedaba;
y
esta afrenta no es
slo ella, es la memoria de nuestro Padre en la fe,
su fundador.
Estfttua del Apstol Santiago en el Prtico de laQloria (siglo XII).
1
.^?S^^^^^SHS5Sr>;
........... ...
CAPITULO XII
Documentos
hagiogrficos y
litrgicos refe*
rentes ai Apstol Santiago.
(*)
IMOS en el captu-
lo I,
pgina 56
y
siguientes, tomn-
dolo de Ambrosio
de Morales, un ex-
tracto del Oficio de
la Pasin
y
Mar-
tirio del Apstol
Santiago,
segn lo rezaba la antigua Iglesia de Espaa;
empero,
creemos
conveniente
insertar aqu por va de
apndice,
juntamente con otros documentos, el texto n-
(*)
Inicial
tomada dol Cdice de Calixto II (siglo XII). Esta inicial,
lo
mismo que las
anteriores, fu calcada con todo esmero sobre el original
por el excelente
grabador compostelano Sr. D. Enrique Mayer, profesor en
la Escuela
de Artes
y
Oficios.
392 LIBRO PRIMEBO
tegro de dicho Oficio, tal cual se lee en un Pasionario
Santoral de fines del siglo XII, que se guarda en el Ar-
chivo de la Santa Iglesia Catedral de Tuy
(1).
El Cdice
de Calixto II
(2)
contiene tambin el mismo Oficio con
muy ligeras variantes; pero los Breviarios espaoles de-
bieron tomarlo de otra fuente mucho ms antigua, sin
duda del texto que entr en la compilacin de las Actas
de los Apstoles, que se form fines del siglo VI,
y
se
atribuy Abdas, Obispo de Babilonia. Es de advertir
que el Cdice de Calixto II not ya el error en que ha-
ban incurrido algunos Breviarios espaoles (entre los
cuales no se debe contar al Santoral Tudense) haciendo
Heredes Agripa hijo de Arquelao, siendo as que lo
era de Aristbulo. Esto mismo demuestra que el texto
porque se guiaron los Breviarios espaoles era inde-
pendiente de el del de Calixto II.
Passio Sancti Jacobi apostoli, fratris Sancti loannis, qui passuo est sub
Erode rege, die octauo kalendarum augusti.
ln diebus illisjapostolus domini nostri lesu xpisti,
lacobus fratres loannis apostoli et evangeliste, omnem
iudeam et samariam uisitabat ingrediens per sinagogas.
tfT
(1)
Debemos una copia de este Oficio, hecha con la mayor fidelidad po-
sible, al Sr. Penitenciario de dicha Santa Iglesia, Dr. D. Antonino Cervino.
Hemos, sin embargo, confrontado esta copia con el texto del Breviario
antiguo compostelano
y
el del Cdice de Calixto II
y
apuntado algunas de
las variantes ms notables. Las tomadas del Cdice llevan esta indica-
cin (C).
(2)
Lib. I, cap. IX.
OKaKNES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 393
Secundum scripturas ^^erqjsanctas ostendebat omnia a
prophetis predicta que in domino nostro iliu. xpo.(essent3
completa^ Accidit auteni que^ldamp^Jonnogenem magum uT
discipulum suum, letum nomine, mittere ad eum. Qui
cun uenisset cum aliquantis phariseis ad iacobum, co-
nabatur asserere, quod non uerus dei filius esset ihsus
xpistus nazarenus, cuius se iacobus apostolum memora-
bat. Iacobus autem in spiritu sancto fidenter agens,
omnes assertiones eius euacuauit, ostendens ei ex scri-
pturis sanctis hunc esse nerum filium dei.
Reuersus autem ad hermogenem filetus, dixit ei; Ia-
cobum qui se seruum ihu. xpi. nazarei asserit et aposto-
lum eius, scias superari non posse; nam in nomine eius
uide eum demones ex obsessis corporibus eicientem: uidi
eum cecos illuminantem, leprosos mundantem. Adserunt
etiain amicissimi mei uidisse se iacobum mortuos susci-
tantem. Sed quid multis moramur? Omnes scripturas
sanctas memoriter retinet, ex quibus ostendit non esse
alterum filium dei, nisi hunc quem iudei crucifixerunt.
Placeat ergo tibi consilium meum, et ueni ad ipsum et
postula tibi indulgentiam ab eo. Quod si non feceris,
scias tibi artem tuam magicam in nullo penitus profu-
turam. Me autem scias ad ipsum reuerti, et petero ut
eius mercar esse discipulus.
Hermogenes autem hec audiens, repletus est zelo et
fixit filetum, ut se mouere non posset. Et dicebat ei: Vi-
deamus si iacobus tuus soluet te ab bis uinculis.
Tune niisit festinanter puerum suum ad iacobum;
qui cum uenisset et nunciasset ei, statim sudarium suum
misit ad eum dicens: Accipiat eum et dicat: Dminus
ihs. xps. erigit clisos, et ipse soluet compeditos. Statim
autem ut de sudario eius tetigit eum, is qui eum attule-
TOMO I.27.
394 LIBBO PBIMEEO
rat, resolutas a uinculo magi, currens uenit ad iacobum,
insultans nialeficiis eius.
^
Hermogenes autem magus dolens quod ei insultaret,
arte sua excitauit demones et misit eos ad iaoobum,
dicens: Ite ad ipsum iacobum, mihi huc adducite, simul
etiam et filetum discipulun meum ut uindicer in eo,
ne mihi ceteri discipuli mei taliter incipiant insul-
tare.
Uenientes autem demones ubi iacobus orabat, ulula-
tum in aere habere ceperunt dicentes: lacobe, apostle
dei, miserere nostri, quia antequam ueniat tempus in-
cendii nostri, iam ardemus. Dicit eis iacobus: Ut quid
uenistis ad me? Dicunt ei demones: Misit nos hermoge-
nes ut te et filetum ad ipsum perduceremus. Mox autem
ut ingressi sumus, ngelus dei sanctus catenis igneis re-
ligauit nos et cruciamur. Dicit eis iacobus: In nomine
patris et filii et spiritus sancti exsoluat uos ngelus dei;
ita ut reuertentes ad hermogenem non eum ledatis, sed
uinctum illum ad me adducatis. Qui cum abissent, liga-
uerunt ei de restibus manus a tergo, et ita eum adduxe-
runt, dicentes; Misisti nos ubi incensi sumus et torti et
incomparabiliter consummati.
Interea cuna ad iacobum fuisset adductus, dicit ei ia-
cobus apostolus dei: Stultissime hominum, qui cum ini-
mico generis humani rationem te habere credis, quare
non consideras quem rogasti ut mitteret tibi angeles
suos ad lesionem meam, quos ego adhuc non permitto,
ut furorem suum tibi ostendant?
Clamabaiit quoque ipsi demones dicentes: Da nobis
eum in potestate ut possimus et tuas iniurias uindicare
et nostra incendia. Dicit eis iacobus: Ecce filetus ante
uos stat, cur eum non tenetis? Dicunt ei demones: Nos
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 395
non possumus nec formicam contingere quo in lculo
tuo est
(1).
Tune beatus iacobus dicit ad filetum: Ut cognoscas
scolam domini nostri ihu. xpi. lianc esse, ut discant ho-
mines bona pro malis reddere, ille te ligauit, tu eum
solue; ille te uinctum a demoniis ad se conatus est ad-
ducere, tu eum captum a demoniis liberum ir permitte.
At ubi soluit eum filetus, confusus et humilis et deiectus
hermogenes cepit stare. Dicit ei Iacobus: Uade liber ubi
uolueris; non est enim discipline nostre ut inuitus ali-
quis conuertatur. Dicit ei hermogenes: Ego noui iras
demonum. Nisi mihi dederis aliquid, quod mecum ha-
beam, tenebunt me et diuersis penis interficient. Tune
dicit ei iacobus: Accipe tibi baculum itineris mei, et
eum eo perges securus quocumque uolueris. Et accipiens
baculum
(2)
apostoli, abiit ad domum suam et posuit
super ceruicem suam, et super ceruices discipulorum suo-
rum; ac zabernas plenas codicibus adtulit ad apostolum
dei, et cepit eas ignibus cromare. Dicit ei iacobus: Ne
forte odor incendii eorum uexet incautos; mitte intra
zabernas petram simul eum plumbo, et facias dimergi
in mari.
Quod eum fecisset hermogenes, reuersus cepit tenere
plantas apostoli rogans eum et dicens: Animarum libe-
rator, accipe penitentem, quem inuidentem et detrahen-
tem ha^tenus sastinuisti. Respondeas iaoobus dixit: Si
ueram domino penitentiam attuleris, ueram eius indul-
gentiam consequeris. Dicit ei liermogenes; In tantum
domino ueram penitentiam offero, ut omnes cdices
(1)
Cubculo tuo est (C).
(2)
Sceptruin (C).
396
LIBBO PRIMEEO
meos, in quibus erat illicita presiimptio, abiecerim,
et
mnibus simul renuntiauerim artibus inimici. Dicit ei
apostolus: Nunc uade per domos eorum, quos euertisti,
ut per te reuoces suo domino, quos tulisti. Doce lioc
esse uermn, quod dicebas falsum; et hoc esse falsum
quod dicebas nerum. Idolum queque quod adorabas et
diuinationes quas tibi putabas ab eo responderi, con-
fringe. Pecunias, quas de malo opere adquisisti, in bonis
operibus expende; ut sicut faisti filius diaboii, imitando
diabolum, ita efficiaris filius dei imitando deun, qui co-
tidie etiam ingratis prestat beneficia, et se blasphe-
mantibus exliibet alimenta. Si enim cum malus esses
circa deum, bonus circa te extitit dominus, quanto ma-
gis erit circa te benignior, si malus esse cessaueris, et
bonis ei ceperis operibus complacer? Hec et liis similia
dicente iacobo, in mnibus obtemperauit hermogenes; et
ita cepit esse in dei timore perfectus, ut etiam uirtutes
per eum plurime fierent a domino.
Uidentes igitur iudei quia hunc magum quem inui-
ctum putabant ita conuertisset, ut etiam omnes discipuli
et amici eius qui solebant ad sinagogam conuenire, ihu.
xpo. per iacobum credidissent, obtulerunt pecunias cen-
turionibus duobus, qui preerant jerolimis, lisie et teucri-
te
(1),
et tenuerunt eum et miserunt in custodia. Facta
autem a populo seditione, dictum est deber eum edu-
ci
(2),
et secundum legem audiri.
Tune pharisei dicebant ei: Ut quid predicas ihm. ho-
minem, quem inter latrones crucifixum omnes scimus?
Tune iacobus repletus sancto spiritu dixit: Audite, uiri
(1)
theocrite (C).
(2)
adduci (C).
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 397
fratres et omnes qui uos filios abralie esse scitis. Promi-
sit patri nostro abralie quod in semine eius hereditentur
omnes gentes. Semen aiitem abralie non e.st siiper is-
maliel, sed super israel; ismahel enim cum matre sua
agar, eiectus a portione seminis abrahe, exclusas est. Et
dictum est abralie a deo: In isaliac uocabitur tibi nomen.
Amicus autem dei abraham parter noster apellatus est,
antequam circmncisionem acciperet, antequam sabba-
tum coleret, et antequam legem aliquam diuine consti-
tionis sciret. Amicus autem factus, non circuncidendo se,
sed credendo in deum hoc, quod in semine eius heredi-
tentur omnes gentes. Si ergo abraham amicus factus est
credendo, constat inimicum domini fieri, qui non credi-
dit domino.
Dixerunt ad eum iudei: Et quis est qui non credidit
deo? lacobus respondit. Qui non credidit quod in semine
eius hereditentur omnes gentes. Qui non credidit moysi
dicenti: Suscltauit iiobis domnus proplietam magnum: ipsum au-
dietis tamquayn me, per omna quecumqm precepert uohs, Hoc
autem promissum isayas predixit quo ordine fieret. Ait
enim: Ecce uirgo in tero accipiet, et pariet fiitm, et uocabi-
tur nornen eius emrnanuel, quod est interpretatum yiohiscum
deus, Iheremias autem dicit: Ecce ueniet redemptor tuus, ihe-
rusalem; et hoc eius signum erit; cecorum oculos aperiet; siirdis
reddet auditum; et uoce sua excitabit mortiios. Ezochiel autem
adsignat dicens: Veniet rex tuus, syon, et ueniet humilis, et
restaurauit te, Daniel autem dicit: Scut
filius
hominis ita
ueniet, et ipse ohtlnebit prnc'patus et potestates. Dauid autem
dat uocem ilii dei dicentis: Domnus dixit ad me,
filius
meas
es tu, Et patris uox de filio dicit: Ipse inuocauit me, pater
meus es tu, Et ego primogenitum ponam illum excelsum apnd
reges terre. Ad ipsum autem dauid sermo dei loquitur
di-
398 LIBRO PRIMERO
cens: De frucUi uentris tui ponmn super sedem meam. De pas-
sione autem eius dicit sayas: Sciit oids cid occisionem du-
dus est. Et dauid in persona eius dicit: Foderunt rnanus
meas et j^edes meos, dnumerauerunt omnia ossa mea. Ips uero
consideraiierunt et compexerunt me, diuiserunt sib uestimenta
mea, et super uestimentuyn miserunt sortem. Et alio loco idem
dauid ait: Dederunt in esca mea.
fel,
potauerunt me aceto. De
morte autem eius dicit: Caro mea requiescet in spe; quia non
derelinques animam meam in inferno, neo dabis sanctum nidere
corruptionem. Uox autem filii ad patrem dicit. Exurgam
adliuc, et tecum sim. Et iterum: Fropter miserias inopum et
gemitus paiiperum nunc exsurgam^ dicit dominus. De ascen-
sione autem eius dicit: Ascendens in altum captiuam duxit
captiuitatem, Et iterum: Ascendit super clierubin, et uolauit,
Et iterum: Ascendit dominus in iuhilatione, tem anna ma-
ter sancti samuelis dicit: Dominus ascendit in celos, et tonat,
Et multa alia inueniuntur in lege de ascensione eius
testimonia.
lam quod sedeat ad dexteram patris, idem per dauit
ait: Dixit doyninus domino meo, sede a dextris meis, Et quod
uenturus sit indicare terram per ignem, dicit proplieta:
Deus manifest ueniet deus noster, et non silbit. Ignis in con-
spectu eius ardehit, et in circuitu eius tempestas ualida. Hec
omnia in domino nostro ihu. xpo. et impleta sunt que
tune facta sunt, et que nondum facta sunt, implebuntur
ita sicut prophetata sunt. Ait enim ysayas: Surgent mor-
tui, et resurgent qui in monumentis ^unt. Si interrogues
quid erit cu:n resurrexerint, dicit dauid audisse domi-
num
loquentem quid erit. Num ut probetis ita esset,
audite
quid dicat: Semel loquutus est deus; do hec audiui,
r[iiia potestas dei est, et tbi, domine, misericordia, quia tu reddes
^inguls secundum opera eorum.
OEIQENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 399
Unde, uiri fratres, unusquisque uestrum penitentiam
agat, et non recipiat secundum opera sua, qui se sciat
participen! esse eorum qui cruci adfixerunt eum, qui
mundum totum a eruciatibus liberauit. Nam sputamen-
to suo oculos cesi nati aperuit; et ut probaretur ipse esse
qui adan de limo terre formauerat, lutum fecit de
salina sua, et imposuit super loca oculoruin, quos non
cecauerat intirmitas, sed defuerant per facturam. Nam
interrogauimus dominum nostrum ihm. xpm. dicentes:
Qu!s peccauit hc aut prenles eius, ut cecus nasceretur? Et
respondit nobis dicens: Ndc hk peccauit, negu parentes eius,
sed ut manfestentur opera domini in eo. Id est, ut manife-
stus fieret artifex, qui eum fecerat, cum ipse facer
t
quod minus fecerat. Nam et hoc, quod pro bonis mala
recepturus esset, predictum est in persona eius per dauit
cum diceret: Retribuerunt m'hl m%la pro honis et odium pro
dilectlone mea, Denique postquam paraliticos curauit, le-
prosos mundauit, cecos illuminauit, fugauit dmonos et
mortuos suscitauit, omnes una noce clamauerunt: Reas
est mortis! Et quod a suo discipulo tradendus erat, hoc
ordine predictum est per dauid: Qui edehat panem rneum,
amplaut culuersum me sapplantationein,
Hec omnia, viri fratres, filii abrahe, predixerunt pro-
phete, loquente per eos spiritu sancto. Numquid si hec
non credimus, poterimus euadere perpetui ignis suppli-
cium, aut non mrito pugniendi erimus, cum gentes cre-
dant uocibus prophetarun, et non credamus nos patriar-
chis et prophetis nostris? P^rubescenda et pugnienda in
tot factis S3eleribus lacrimosis uocibus lugeamus, ut pe-
nitentiam nostram pius indultor accipiat, ne illa nobis
eueniant, que contemptoribus euenerunt. Aporta est
enim trra et deglut uit datan, et operuit super sinajo-
400 LIBRO PHIMEBO
ga abiron. Exarsit ignis in sinagoga eorum, et flamma
coiisiimpsit peccatores.
Hec efc his similia dicente iacobo, tantam dominus
gratiam apostlo suo contulit, ut oinnes una noce clama-
rent: Peccauimus, iniuste egimus, da remedium quid fa-
ciamus. Quibus iacobus ait: Uiri fratres, nolite despera-
re. Crdito tantum et baptizamini, et delentur omnia
peccata uestra. (His auditis in nomine domini baptizati
sunt)
(1).
Post aliquantos auteni dies tune abiathar pontifex
anni ipsius, uidens tantum populum domino credidisse,
repletus est celo et per pecunias scitauit seditionem gra-
uissimam; ita ut unus ex seribis phariseorum mitteret
fanem in eolio eius et perduceret eum ad pretorium
herodis regis. Heredes autem filius aristoboli
(2)
ius-
sit decoUari eum.
Cumque duceretur ad decoUationem uidit paraliti-
cum iaoentem et dicentem sibi: Snete iacobe apostle
iliu. xpi., libera me a doloribus, quibus omnia membra
mea cruciantur. Et ait ad eum: In nominq crucifixi no-
stri ihu. xpi., pro cuius fide ducor ad deoollationem, ex-
surge sanus et benedic saluatorem tuum. Et protinus
surrexit, et cepit gaudens currere et benedicere nomen
domini ihu. xpi.
Tune scriba illa phariseorum
(3)
qui fanem ei in eolio
(1)
Lo que va entre parntesis se leen en el Cdice de Calixto II. El
Breviario
Corapostelano, que hemos citado, aade al margen sancti spi-
Htus
gratia illuminati... go fero quinqu millia baptizat crodideruut do-
Ininum.
'
(2)
En el Breviario Compostelano archelaL En el Cdice slo se lee:
}erodes
autem rex,
(d)
En el Cdice: nomine iosias
OBGENS D LA IGLESIA OMOSTfiLAlA 40l
misit, et traxit eum, mittens se ad pedes eius, cepit dice-
re: Obsecro te, ut des mihi indulgeiitiam, et facas me
nominis sancti participem. Intelligens autem iacobus ui-
sitatuiu cor eius a domino, dixit ei: Tu credis quia domi-
nus ihs. xps., quem crucifixerunt iudei, ipse est uerus
filius dei uiui? Et ait iosias: Ego credo, et hec est fides
mea ex hac hora, quia ipse filius dei uiui.
Tune abiatliar pontifex fecit eum teneri, et dixit ei:
Si non discesseris a iacobo et maledixeris nomen ihu.,
eum ipso decoUaueris. Dicit ei iosias: Maledictus tu et
omnes dei tui. Nomen autem domini mei ihu. xpi., quem
iacobus predicat, est benedictum in scula. Tune abia-
thar iussit pugnis cedi os eius; et missa de eo relatione ad
herodem, impetrauit, ut simul eum iacobo decollaretur.
Uentum est autem ad locum ubi decollandi erant, et
dixit iacobus spiculatori: Priusquam nos decolles, facito
nobis aquam dari. Et adlata est ei lagena plena eum
aqua. Tune dicit ad iosiam: Credis in patre et filio et
spiritu sancto? At ubi dixit iosias: Credo, perfudit eum
iacobus, et dixi ei: Da mihi pacis osculum. Cumque
osculatus esset eum, posuit manum super caput eius, et
benedixit eum, et fecit signaculum crucis in fronte eius.
Atque ita perfectus in fide domini nostri ihu. xpi. cun
apostlo una hora simul mrtir effectus perrexit ad do-
mirium. Cui est gloria in scula seculorum. Amen.
Hasta aqu el Pasionario Tudense
y
el Breviario Com-
postelano. Lo mismo se lea antiguamente, como asegura
Ambrosio de Morales
(1),
en casi todas las iglesias de Es-
paa. Y ahora, en vista de este texto, se comprender
(1)
Coronica general de Espaa; ed. de Cano; toin. IV, 11b. IX, piig. 35,
402 LlBftO ftiMEaO
perfectamente el sentido de la estrofa octava del Himno
de Vsperas en la fiesta de Santiago en el Oficio gtico
que hemos citado en la nota de la pgina
58, y
aquel pa-
saje de San Julin en el tratado De comprohatone sextae
aetatls cuando dice de Santiago, que longo tractu testi-
MONIORUM DIVINORUM DOCUIT, EA OMNIA QUAE PRAEDIXE-
RAT, iN Domino nostro Jesu Christo fuisse completa.
El Cdice de Calixto II trae tambin esta Pasin del
Apstol Santiago, casi con las mismas palabras, sin ms
diferencia que en el final, que en el Pasionario Tuden-
se
y
en los dems Leccionarios espaoles est compen-
diado,
y
en el Cdice ms por extenso. Trae tambin el
Cdice una oracin que se dice trasladada de un texto
griego,
y
que, segn el compilador, recit Santiago
antes de recibir el golpe del cuchillo. Siguen adems
algunos episodios que tampoco se encuentran en los
Breviarios de Espaa. He aqu la conclusin de la Pa-
sin, segn el texto del Cdice:
Et allata est ei lagena plena aqua. Tune iussit iosiam
expoliari; et acepta lagena dixit ei: losia, credis in deum
patrem omnipotentem creatorum celi et terri? At ille
dixit: Credo. Et apostolus ait: Credis in ihm. xpm., fi-
lium eius unicum, dominum nostrum, natum et passum
et resuscitatum et ad patris dexteram sessum? Et ille
inquit: Credo. Et apostolus, Credis, inquit, et in Spiritum
sanctum, sanctam ecclesiam catholicam, sanctorum
communionem, peccatorum remissionem, carnis resur-
rectionem, uitam post mortem? At ille dixit: Credo.
Tune perfudit eum tercio apostolus sub trino nomine
deifico, et dixit ei: Da mihi, fili mi, osculum pacis. Cum-
que osculatus esset eum, possuit manum super caput
OEQEIS t)E LA GtESU dMlOSTLAlA 403
eius, et benedixit euin, et fecit signaculum crucis xpi. in
fronte eius, et dixit ei: Oremus, frater, ad dominun ut
animas nostras recipere dignetur qui fecit eas.
Et cum a spicuiatore locum orationis beatus iacobus
impetrasset, orauit ad dominum cordis luminibus in ce-
lum, manibus extensis, sursum aspiciens, ebraice dixit:
Domine ihu. xpe., qui cum eterno parte et spiritu sancto
eternaliter regnas, qui adam de trra paradisiaca mira-
biliter formasti, quem malignus hostis decipiendo secum
ad trtara duxit; quem non auro uel argento, sed san-
guine proprio redemisti; qui cum deus esses homo fa-
ctus propter eum, natus ex incorrupta uirgine; passus in
cruce ad inferos descendisti, et eum paradiso unde cor-
ruerat reddidisti; et tercia die a mortuis resurrexisti;
Tu domine duodecim homines ex mnibus qui erant in
mundo elegisti ut essent in orbe testes operum tuorum,
intra quorum numerum non meis meritis set tua ineffa-
bili gratia aggregare me dignasti, dum supra mare ga-
lilee te uceante relictis mnibus et patre secutus una
cum fratre meo iolianne; Nobis enim ostendere dignasti
arcana mirabilium tuorum; dum enim suscitares filiam
archisinagogi in domo, neminem intrare permisisti, nisi
me, petrum et ioliannem ratrem meum; et dum esses in
monte tliabor et transfigurares te in numine patris tui,
nemini apostolorum permisisti hec uidere, nisi mihi, pe-
tro et iohaiini fratri meo. Michi uero cum alus apostolis
post resurrectionem tuam in multis apparuisti argumen-
tis, et digno amore comedisti nobiscum et bibisti; et dum
in die ascensionis tue ad patrem tuum redires; et apost-
los tuos spiritu sancto repletos per uniuersum mundum
mitteres, ut manifestarent euangelium tuum mnibus
gontibus et baptizarent eas in nomine tuo, ego uero uo-
404 LtBEO I^BIAIEBO
men tuum manifestaui, non solum in iudea, uerum etiam
in omni samara, et fui testis mirabilium tuorum usque
ad gentes occidentales, inter quas multa passus sum ob-
probria, blasphemias, irrisiones, contentiones. Et nunc,
domine, sicut famulus domino suo reuertitur a quo mis-
sus est, sic ad te, qui me misisti, reuertor, ut suscipias
me discipulum tuum, et aperias michi ianuam uite eter-
ne, et perducas me in celestibus, ut expectare merear et
uidere fratres meos apostlos, qui uenturi sunt post me.
Tribue, ergo, queso illis qui audierunt et per me cred-
derunt et credituri sunt in te salutem in regno tuo; quia
tu es magister meus xps., quem dilexi, quem amaui, in
quo credidi, quem secutus sum usque in hac ora qua
passurus sum pro te, qui sine fine regnas in eterna s-
cula.
Finita itaque oratione, exuit beatus iacobus uesti-
menta sua et dedit ea persecutoribus, et flexis ad terran
genibus, manibus extensis ad celum eleuatis, extendit
coUum persecutori dicens: Suscipiat trra terrenum cor-
pus meum spe resurgendi; suscipiat celum celestem spi-
ritum meum. Cumque hoc dixisset euaginauit gladium
persecutor et eleuauit in altum, et percussit bis in eolio
eius, et abscidit caput eius sanctissimum, et statim pre-
tiosus sanguis emanauit. Et non cecidit caput eius ad
terram; set beatus apostolus uirtute dei plenus accepit
in brachiis suis, que ad celum eleuauerat; et sic per-
mansit genibus flexis et caput tenens in ulnis, doee
ueniret nox, in qua discipuli eius corpus acciperent.
Interea quidam qui missi fuerant ab herode, caput
eius arripere temptauerunt, set non ualuerunt; manus
enim eorum super beati iacobi pretiosissimum Corpus
rigebant.
OBQENES DE L IGLESIA COMPOSTELANA 405
Statimque persecutor decollauit beatum iosiam mar-
tirem xpi., beati iacobi discipiilum.
Et mox factus est terremotus ingens, et celum aper-
tum est, et mare concussum est, et tonitruum intolera-
bile factum est, et tellus aperta iniquorum pai^tem ma-
ximam deglutiuit, et lux magna in regione illa effulsit,
et anglica turba audita est a multis in aera eorum
ferens animas in celestibus sedibus, ubi sine fine letan-
tur. O quam pessima et amara dies illa prauis! quam pre-
ciosa atque gloriosa iustis! qua sancti ad celum, mali ad
orcum tendunt! Pretiosa enim mors sanctorum in con-
spectu domini; et mors peccatorum pessima est, et qui
oderunt iustum delinquent. Ilico omnes qui aderant per-
territi ac pauore concussi, clamantes dicere ceperunt:
Verus deus est iUe, quem predicauit iste, quem crucifi-
xerunt iudei. Alii uero dicebant: Ver erat homo dei
iste. et iuste destruet dominus locum istum et ciuitatem
istam propter necem eius, quia iniuste decollatus est.
Transacto uero die, sequenti nocte uenerunt disci-
puli eius ad eum et inuenerunt illum, ut predi ximus, ge-
nibus flexis et caput teiientem in ulnis, et posuerunt
Corpus eius et caput in pera cernina cum aromatibus
preciosis, et transtulerunt illud a iherosolimis in gall-
ela angelo domini comitante per mare, et ibi sepelie-
runt illud ubi ueneratur usque in hodiernum diem.
Lo de haber recDgido el Apstol en sus manos la ca-
beza al tiempo de ser degollado, se cuenta tambin de
San Dionisio Areopagita. Esto hace sospechar que en
esta adicin al antiguo texto de la Pasin de Santiago,
debi de haber intervenido algn monje alguna perso-
na afecta al clebre Monasterio de San Dionisio cerca
406 LIBRO fRlMEEO
de Pars. Confirman esta sospecha dos pasajes que se
leen en la Historia de Cario Magno por el Arzobispo Tur-
pn, que es uno de los libros con que se exorn de ltima
mano el Cdice llamado de Calixto II. De dichos pasajes,
el uno se refiere la Iglesia Compostelana,
y
el otro
la de San Dionisio. El primero dice as
(1):
<Tunc in
eodem concilio (adunato in urbe Compostella)... subiu-
gavit rex (Karolus) eidem ecclesiae totam terram hispa-
nicam et galecianam, deditque ei in dote, praecipiens
ut unusquisque possessor uniusouiusque domus totius
Hispaniae et Galeciae quatuor nummos annuatim ex
debito daret, et ab omni servitute, rege praecipiente, li-
beri essent; et constituitur die illo ut illa ecclesia am-
plius vocitetur sedes apostlica, eo quod ibi apostolus
lacobus requiescat, et in ea episcoporum totius Hispa-
niae crebra concilla teneantur, et virgae episcopales et
regales coronae per manus episcopi eiusdem urbis ad
decus Apostoli Domiiii praebeantur. Et si fides in alus
partibus, peccatis populorum exigentibus, vel dominica
praecepta defecerint, ibi concilio eiusdem episcopi re-
concilientur...
De la baslica de San Dionisio dice
(2):
Tune adu-
nato concilio... in baslica sancti Dionysii... omnem Fran-
ciam ecclesiae eius in praedio dedit... et praecepit ut
omnes Franciae reges et episcopi, praesentes et futuri,
pastori eiusdem ecclesiae essent obedientes in Christo,
nec reges sine eius consilio essent coronati, nec episcopi
ordinati... Rursum post plurima dona praecepit, ut eidem
ecclesiae unusquisque possessor uniuscuiusque domus
(1)
Vase la edicin do F. Castets; Montpellier,1880; ;nig. 37.
(2)
Edicin de Castets, pg.
56.
OaQENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 407
totiiis Galliae quatuor niiinmos annuatim ad aedifican-
dam ecclesiam daret...
De estos dos prrafos se deduce, que su autor pre-
tendi aproximar las dos iglesias de Santiago
y
San
Dionisio, demostrando que si tena inters por la una,
no lo tena menor por la otra. Esta consideracin puedo,
en nuestro humilde juicio, contribuir esclarecer la de-
batida cuestin del origen
y
procedencia de algunos de
los tratados que entraron formar parte del Cd'ce de
Calixto II, en la cual cuestin se ocuparon literatos tan
insignes como Le Clerc
(1),
Gastn Pars
(2),
Delisle
(3),
Dozy
(4),
Fernndez Guerra, el P. Fita
(5),
Robert
(6),
Dreves
(7),
etc.
II
Himno de Vsperas en el Oficio muzrabe de Santiago.
O Dei Verbum, Patris ore proditum
Reruin creator, et verum principium
Actor perennis, lux, origo luminis
Enixus alvo gloriosae Virginis
Christi tu noster revela
(8)
Emmanuel.
(1)
fistoire lilteraire de la France, t. XXI, 282.
(2)
Df. Pscvdo Turpino; Fvis, 1865.
(3)
Note sur le Recueil, De miraculis Sancti Jarohi; Pars, 1878.
(4)
liecherches sur V Histoire et la Litferaure de I' Espague;
3."
edic,
t. II,
pg.
3 72
y
siguientes.
(5)
Recuerdos de un viaje SautiaijO] cap. X-XIV
y
Apnd. III.
(()) Etude sur les actcs du pape Calixte II.
(7)
Liturgische Jieimofficieii; Leipzig, 1894.
(8)
Segiin el antiguo Manuscrito citado por Florez, (Esp. Sag., t. III,
pg. 96),
revera.
408 LIBBO PRIMEBO
Rex et Sacerdos, cui sacri lapides
En ter quaterni, onychinus, achates,
Nitens berillus, sapphirus, carbunculus
Vel ainethystus, sardius, topazius,
Smaragdus, jaspis et nitens chrysolitus.
Riteque gemmis sol, dies duodenis
Enitens horis, margaritis optimis,
Glisoensque
(1)
mundo iam fagatis tenebris
Et candelabro tibi superposito
Micans lucernis bis senis Apostolis.
Petrusque Romam; frater eius Acliaiam;
Indiam Thomas: Levi Macedoniam,
Jacobus Jebus, et ^gyptun Zelotes
Bartholomae, Licaon, Judas Edessam,
Mattiias Judaeam
(2)
et Philippus Gallias.
Magni deinde filii Tonitrui
Adepti fulgent prece matris inclytae
Utrique vitae cuhninis insignia;
Regens Joannes dextra solus Asiain
Et laeva frater potitus Hispaniam.
Clari Magistri Creatoris innoxii
Adsistit dexteram pacis unus faedera
Tractus; sinistram alter in sententia
Varieque regno; bis electa pignora
Mitridepoli
(3)
properant ad gloriam.
Adductus, inquam, gloriosus praemio,
Electus isthinc habitus niartyrio
(1)
Inluxit.
(2)
Ponto,
(3)
Utroque polo.
ORGENES DE LA IGLESIA OOMPOSTELAlTA 409
Christi vocatur
(1)
Zebedaei Jacobus,
Apostolatus vitam implens debite
Victorque rapit passionum stigmata.
Divino quippe obsitus suffragio
dem magorum sontes iras, daemonum
Coercens virus, punit aemulantium
(2)
Minasque daemonum in stolis, oraculis
Enodatur paenitens cor credulum.
Perplexus olim voti compos commoda
Ruina petenti aegro adminicula
Optando pandit fides charismata
Vexillo pacis ad salutis copiam,
Enseque functus se communit gloria.
O ver digne sanctior Apostle,
Caput refulgens Hispaniae,
Tutorque nobis et Patronus vernulus,
Vitando pestem esto salus caelitus
Omnino pello niorbum, ulcus, facinus.
Adesto favens gregi, pius creditor
Mitisque Pastor gregi, clero, populo,
Ope superna ut fruamur gaudio
Regno potiti, vestiamur gloria
eterna; per te evadamus tartarum.
Praesta quaesumus, nica potentia;
Replensque gloria cuneta sohis machinam
Virtute firma, ingens adesto gloria
^Eterna; cujus laus et clementia
Et honor jugis affatim per saecula. Amen
(3).
(1)
Vocatus.
(2)
J^mulantia.
(3)
De este himno dice Arvalo (Ht/mnodia hispnica; Roma, 178(3, p-
gina 318, nota) -^Hymnus leges metri non servat; sed in numero syllaba-
TOMO I.-2H.
410 LTBEO PEIMEEO
Acerca de la antigedad de la Liturgia llamada
Gtica Muzrabe, han tratado varones tan eminentes
como representan los nombres de Morales, Mabilln, Bo-
na, Aguirre, Pinio, Flrez, Lesleo, Arvalo, etc.. De
ellos, algunos la atribuyeron San Isidoro; pero otros
on ms acierto,
y
sin negar al clebre Arzobispo de
Sevilla la parte que en ella pudo tener, le dan origen
bastante ms antiguo
(1).
Por lo que toca la antige-
dad de los himnos, que en realidad aparecieron en los
mismos albores de la Iglesia, sienten sin embargo varios
autores
(2),
que hasta principios del siglo VI no llega-
ron formar parte integrante del Oficio Divino ca-
nnico. En Espaa, el Concilio IV de Toledo, en el
can. ,XIII, conden con pena de excomunin los que
pretendan excluir del Oficio Divino los himnos recibi-
dos ya en la Iglesia. Excommunione plectendi^ qui hymnos
rejicere fuerint ausL
La razn que pudieron tener algunos para mostrar-
se prevenidos contra los himnos, fu sin duda el abuso
rum, seu rhj^tmo similis est dactylico asdepiadeo, quales plures sunt in
officio gothico.
(1)
Algunos autores sostienen que durante los cuatro primeros siglos
de la Iglesia la materia litrgica estuvo slo confiada la tradicin oral.
Esto no parece probable, porque la Liturgia se extiende muchos diversos
actos,
y
comprende variadas
y
veces extensas frmulas que difcilmente
pueden conservarse integras invariables con slo la memoria; asi es
que cuando la Iglesia pudo prometerse algn tiempo de descanso
y
tran-
quilidad, no dud en consignarlas por escrito, formando como un cuerpo
litrgico. Esto se deduce claramente de Ensebio (Hist. eccL, lib. VIII, c. II
),
cuando dice que por decreto de Diocleciano fueron arrasadas todas las igle-
sias,
y
quemados todos sus cdices. Estos cdices debian de ser principal-
mente litiirgicos.
(2)
Vase Batiffol, Histoire du Breviaire Bomalne; Pars, 1895;
pg.
169.
OEGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 411
que muchos hacan de ellos, particularmente en Galicia,
por obra de los Priscilianistas, cantando composiciones
profanas, plebeyas idlticcts, como las llaman varios
Concilios. Contra estos himnos exticos,
y
veces extra-
falarios
y
herticos, es contra quien va dirigido el ca-
non XII del Concilio I de Braga. tem placiiit ni extra
psahnos, vel canonkarum Scripturarurn Noviet Veteris Testa-
mentL nihil poetice coynpositimi in Ecclesa psallatur, San
Martn Dumiense, que fu uno de los Prelados que asis-
tieron este Concilio, en su Coleccin de Cnones,
tt. LXVII, insinu cul era la verdadera inteligencia
que deba darse este canon, pues ensea que los sal-
mos que no deben cantarse en la iglesia, son los com-
puestos vulgares, como si dijramos, profanos. Por
lo dems, el mismo San ]Vrartn hizo esculpir en una
baslica, que el P. Flrez cree fu la Catedral de Orense,
un himno que haba compuesto en honor de su homni-
mo el clebre Obispo de Tours. Y el que reparase en
cierto paralelismo que aparece, no slo en los conceptos,
sino an en la frase, entre el primer dstico de este himno,
Post Evangclicum bis soni dogma senatus,
Quod regnum Christi toto jam personat orbe,
y
los tres ltimos versos de la torcera estrol'a del himno
de Santiago,
Inluxit mundo jam fugatis tenebris
YA candelabro tibi superposito
Micans lucernis bis senis apostolis,
quizs no se mostrara iiiiiy i-elincio suponer que San
412
LIBRO PBIMEBO
Martn hubiese
sido tambin el autor de este ltimo
himno,
111
Oficio de Santiago, segn se contiene en el Cdice de Calixto II.
En el antiguo Oficio de Santiago., compuesto, lo
que parece, por Calixto II, cada da de la Octava te-
na su rezo particular. A fines del siglo XII, siguiendo
entonces la general corriente
(1),
se abrevi este oficio
acortando especiahnente las lecciones, que solan ser
bastante largas, como se ha visto en la Leccin del
martirio de Santiago del Pasionario Tadense. Tanto en
los Breviarios, como en los Misales compostelanos, juz-
gar por los restos que se conservan de los siglos XIV
y
XV, se adopt el Oficio, que se cree arreglado por Ca-
lixto II, pero abrevindolo
y
compendindolo segn el
uso entonces establecido.
Bueno ser, no obstante, oir antes Calixto II,
quien quiera que fuese el autor de este Oficio, acerca de
los motivos que lo impulsaron componerlo
y
orde-
narlo.
Set quid de illo (Bto. Jacobo) in ecclesia debeat
legi, nobis insinuandum. Quicquid scribitur in duobus
primis codicibs usque ad consimile signum huius signi
(uncriswn), quod es ihs. xps., in ecclesiis prout ordina-
tum est ad matutinas et missas decantetur et legatur.
Est enim autenticum magna auctoritate expressum. Et
quicquid post signum illud in sequentibus scribitur, in
refectoriis ad prandia legatur; ingentis tamen auctori-
(1)
Vase Batiffol, Hiftolre du Brcviaire Romaiv; Pars, 18D5; cap, IV,
pg.
160
y
sigtes.
OEiaENES Di LA KJLESIA COMPOStELAA
4lB
tatis est. Set que in dviobus primis codicibus habentur,
satis sufficiimt ad matutinas legendum, sique omnes
sermones et miracula beati iacobi que in lioc cdice
continentur diebus festis eius pre magnitudine sua legi
m ecclesia nequeunt, postea per unamquamque liebdo-
madan, tali scilicet die qua eius festiuitas olim fuit, in
refectorio saltim legatur.
Responsoria et missarum cntica que de euangeliis
elidimus et in lioc libro scripsimus, nemo cantare dubi-
tet. Sunt nonnulli qui dicunt esse apcrifa Responsoria
passionis sancti iacobi; apostohis xiolsti iacohus per sinagogas
mgrediens; eo quod cuneta que in passionibus apostolo-
rum scripta liabentur, non apud omnes pro magna auc-
toritate recipiuntur; alii cantant ea; alii non cantant.
In urbe tamen qua fuerae edita, non ad plenum can-
tantur.
Alii responsoria a quodam presule legionensi olim
edita incomposite cantant; alii unius martyris, siue con-
fessoris. Responsorium; Snete kvcohe, xpL apostle. aiuU ro-
gantes seruidos, cantant de Sancto iacobo; alii sancti io-
hannis baptiste. Responsorium: O spcciaJe decus similiter
cantant; alii sancti nicholai Responsorium; quasi de eo
nulla sint propria Responsoria abusiue cantant.
Canonicus quidam sancti iacobi, cantor eiusdem ba-
silice nomine iohannis Rudrici
(1),
dum uice quadam
ebdomadam suam faceret et ex oblationibus altaris mar-
supium suum impleret, sibimet ipsi commemorauit, quod
in quodam responsorio sancti nicholai canitur: nobis suis
famulis prebere presenta commoda, Quapropter usus est can-
(1)
Fu largo tiempo Arcediano, desde fines del .siglo XI hasta loa
primeros afios del siglo XII,
414 LIBBO PRIMEHO
tare in choro sancti iacobi die festo idem Responsorium
auferens confessoris nomen; e conuerso dicens: Beatus
iacohus iam trhimpJio potltiis novit suis famulis prbre presen-
ta commoda. Ut, igitur, nsus ecclesiasticus obtinet ali-
quod Responsorium apostolorum de confessore quolibet
non cantare, sic idem usus obtinet Responsorimn Unins
confessoris, siue martyris, siue sancti iobannis baptiste,
siue cuiuslibet sancti, de quolibet apostlo non can-
tare
(1).
Alii ad missam sancti iacobi introitum Gaudeamus
omnes in domino cantant, quod ecclesia solummodo de
sanctis uirginibus, proprie utitur cantare, agathe scili-
cet, Marie nirginis et mai^ie magdalene; alii introitum
Letemttr omnes in domino; alii autem Miclii aiitem nimis;
alii iuxta animi sui arbitrium, ut ita dicam, suas stro-
phas cantant. Quapropter precipimus, ne aliquis amplius
aliqua Responsoria de eo cantare ad Jibitum suum pre-
sumat, nisi autentica Responsoria euangeliorum, que hic
liber continet; Salvator profjressns ^pusillum, uel Responso-
rium; Ecce ego mltto nos. Similiter ad eius missam nullus
amplius cantet aliquem introitum, nisi: Jhs, uocaut iaco-
bum zehedei cum suis cantibus sequentibus, aut Michi autem
nimis. Quicquid enim de sancto iacobo cantatur ingentis
auctoritatis esse debet. Precipuum famulis illud queque
debet haberi, ut matutinas iacobi deuotio cleri concele-
bret; Sit cum responsis lectio trina; Nec desint ore; Gens
audiat liec peregrina.
Hoc faciendum clero sancti iacobi in eius basilica
(1)
principios del siglo XII an haba poca uniformidad en las di-
versas
iglesias respecto de los Oficios propios de cada fiesta.
(Vase Ba-
tiffol,
Hist. du Brev. Rom., c. IV,
p.
168.
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 415
precipimus cunctis diebus, excepto die natalis domini, et
cene, et parascheue, et subsequentis sabbati, et pasche,
et Pentecosts. Similiter prima missa propria de sancto
iacobo onanibus diebus peregrinis decantetur, exceptis
diebus prefatis; et post primam precem misse, sedule
prosequatur pro peregrinis hec oratio: Pateant aures mise-
rlcordie tue quesumus doynine, precbiis supplicantiiim heati
iacohi peregrinoruyn, et ut petentibiis...
Quisquis, igitur, ea que hic liber continet, inanibus
argumentis uel uacuis disputationibus suis irrita fecerit,
uel spreuerit, uel loqui contra ea presuinpserit, anathe-
ma cum arrio et sabellio sit. Ualete omnes in domino.
Data laterani idus ianuarii
(1).
Al folio 113 del Cdice vienen unas advertencias, que
son como las Rbricas del Ocio de Santiago, las cuales
(1)
Segn los itinerarios de Calixto IT, publicados por Robert (Historia
Calixto II)
y
Mas Latrie (Trsor de Chronologie, d' Histoire et de Ge-
graphie) slo aparecen documentos de este Papa fechados en Letrn en la
primera mitad de Enero de los aos 1 121, 1128
y
1124. En uno de estos
aos debi de haber enviado Calixto II Compostela el Oficio de Santiago,
que despus fu aadido, incorporado, glosado
y
retocado hacia el ao 1140
por el compilador del Cdice llamado de Calixto II, cuyo ejemplar ms an-
tiguo de los cincuenta que se conservan en las diversas bibliotecas de Eu-
ropa, es sin disputa el Cdice Compostelano, por ms que tampoco ste debe
de ser el original.
Y decimos que no debi de ser el original, porque algunas de las adicio-
nes que se ven al margen en los folios 20, 26, 28 v.**', 33 v.*", 40 v.^^, 42 v.*",
45, 4Gv.*", G0v.*o,
71v.<>", 78, 82, 89, etc..., dan entender que fueron des-
cuidos del copista, que por distraccin salt algunas clusulas prrafos. j
Los prrafos preinsertos constituyen la segunda parte de la Carta-
prlogo con que el compilador del Cdice quiso encabezar su obra. La carta
aj)arece dirigida Smo. Conuentui Cluniacensis basilice..., heroihusque fatno-
sis.simis (xnilldmo patriarche hierosolimitano et didaco compostellanensi ar-
chiepiscopo,
y
trae en seguida un relato poco verosmil de las peripecias que
416 LtBao BIMH
deban seguir continuacin de los prrafos que acaba-
mos de copiar, no ser que se suponga que Calixto II
las puso al fin de su libro, pero que el compilador del
Cdice desglos
y
embuti en el captulo XXIII del li-
bro I, en lugar con el cual al parecer no tienen conexin
alguna. He aqu las Rbricas aludidas:
Argumentum Calixti pape de inatunis sanct iacob. Om-
nes nouem psalmi transacti diei festi sancti iacobi, aut
tres saltim dicantur ad matutinas, et tres sedule lectio-
nes de omeliis preordinatis per unumquemque diem us-
que ad octauas. Et omnes ore decantentur sicut in die
festo. Et dem psalmi: Dxit dominus similiter dicantur
ad vesperas. Set in secunda die post festum sancti iabo-
bi dicantur matutino cum IX leccionibus propter festum
beati iosie martiris, quod die debet celebrari; et fiant
lectiones de magna passione, in qua beati josie passio
scribitur. Et dicatur Responsorium. Ecce ego mitto uos;
quia ipse coronam mrtiri i cum apostlo accepit. luste
officium more festino apostlico de illo debetur celebrari.
Set nonum Responsorium: Cmn adpropinquaret, et anti-
phona in laudibus: Immslt inqu'i, sicut in die sancti ia-
cobi, et ore similiter decantentur. Octaua vero sancti
iacobi II Kls. angust cum IX lectionibus sicut in die
festo debent celebrari propter festum sancti petri ad uin-
cula, quod die VIII sancti iacobi colitur.
tem Calixtus papa de missis simul et matutinis sancti
fefri
Calixto II, siendo joven, cOn el Cdice, cuya paternidad se le atribu-
ye. Esta
primera parte de la carta es indudablemente una invencin,
y
no
pasar
de ser sino uno de los recursos, muy frecuentes en la Edad media, de
uue el compilador se vali para recomendar su obra.
OBaENES D LA I(LlA dOAPOSTELANA
41*?
iacobi. Si beati iacobi uigilia die dominica euenerit, sab-
bato in antea cum ieuinio et propria inissa propriisque
matutinis celebretur, uel eadem die dominica sine ieiu-
nio. Si uero eadem die dominica uult celebrari, sex Res-
ponsoria et psalmi duorum primorum nocturnormn tan-
tmn de dominica decantentur; et tres psalmi tercie noc-
turne cntate, et tres Responsoria de vigilia dicantur,
at nouem lectiones de expositione vigilie Noctis sacra-
tissime, et maior missa et laudes et ore, omniaque cetera
de vigilia dicantur.
Si uero die dominica festa euenerint, propria missa
sancti iacobi et matutine proprie eiusdem apostoli de-
cantentur. Satis enim ante et post possunt celebrari
matutine et misse dominicales. Et si dominica infra oc-
tauas, uel in die VII euenerit, missa propria eiusdem
sancti iacobi et matutine nouem lectionum similiter de-
cantentur. Octaua uero sancti iacobi secundo Kls. an-
gust cum propriis matutinis nouem lectionum et missa
propria celebrentur propter festum sancti petri ad vincu-
la quod ibi colitur.
Per unumquemque diem a vigilia eius usque ad
diem VIH eius esti propriam missam ad decus apostoli
edidi spiritu sancto dictante. In capitibus lectionum que
componuntur ad missas sancti iacobi, infra octauas sci-
licet et in present vigilia et in translacione eiusdem,
que uidelicet lectiones trahuntur de libro sapiencie, bea-
ti iacobi nomen, id est, iacobus, composui, partim quia
congruum est, partim quia usus ecclesiasticus a beato
iheronimo et gregorio institutus in libro leccionario ob-
tinet. Ita, Ecce scenlos mcupiiis, Justum deduxit domlnus per
u'as rectas, et lustus si morte preocupatus
fuerit, non eodem
modo inicia earum lectionum in leccionario liabentur,
418 tfiilO PRIMERO
quo in cdice Sapiencie unde trahuntur. Non enim lia-
betur in libro sapiencie, Ecce Sacerdos, set alia uerba pro
his liabentur. Similiter ubi iustum uel iustus scribitur,
aliud in libro sapiencie habetur. Simili modo in complu-
ribus locis in leccionario lioc idem habetur. Quapropter
nemo emulus ueritatis ignarus sancti iacobi nomen, quod
in capitibus lectionum iure composuimus, ab his aufer-
re audeat, nec etiam ad legendum prohibeat.
Similiter lectionem que VI die infra octauas ad mis-
sam componitur, in qua etiam correpcio prauorum hos-
pitum itineris beati iacobi intelligitur, nemo ad legen-
dum in ecclesia repudiat. Quamuis enim de exitu Israel
de egipto illa lectio intelligatur, tamen aliquid ex ea
circa prauos hospites itineris sancti iacobi fas est intel-
ligi. Et quicquit in prefatis lectionibus scribitur, in quo-
rum iniciis sancti iacobi nomen ponitur, quamuis de alus
sanctis legatur, tamen de illo totum fas est intelligi.
Lectionem uero ecclesiastice ystorie Immisit
,
inquit
,
quam ad missam dies festi sancti iacobi composuimus,
nemo ad legendum repudiat, quia ingentis auctoritatis
est. Liber enim ecclesiastice ystorie et codex actuum
apostolorum equali auctoritate habentur, quia de acti-
bus apostolicis uterque non secundum anagogem ut ex-
positores, set ystorice loquitur
(1).
Veamos ahora el Oficio que se supone compuesto
por Calixto II.
(1)
Sigue otro prrafo en que se aconseja qu el da de k vigilia de
Santiago ae bendigan las fuentes bautismales
y
se bauticen los inintea, Si
los hubiere, como en laa vigilias de Pascua, Pentecosts, San Miguel, San
Juan
Bautista, San Pedro
y
San Pablo.
OBlGENE D L taLSA C0\PSl?LA5 419
Vigilia de Santiago en el 24 de Julio.A Maiti-
nes.
Invitatorio.
Regem regum dominum venite adoremus, his sacris
vigiliis beati iacobi.
himno de maitines
Ymnus sancti iacobi a domno fulberto karnotensi episcopo editus
(1).
Psallat chorus celestium
Letetur plebs fidelium
Nunc resonnt perpetuara
Apostolorum gloriam.
In quorum choro iacobus
Primus fulget apostolus
Nam per herodis gladium
Primum sumpsit poli tronum.
Hic zebedei iacobus
Maior uocatur et probus,
Qui facit in gallecia
Miraculorum milia.
Ad templum cuius splendidum
Cunctorum cosmi climatum
Occurrunt omnes populi
Narrantes laudes Domini.
Armeni, Greci, apuli,
Angli, Gali, Daci, Frisi,
Cuete gentes, lingue, tribus,
Illuc pergunt muneribus.
(1)
Fulljerto de Chartrea, insigne Prelado franc, que floreci prin-
cipios del siglo XI.
42v3 tfetio pfeiMi
Zelus patris et filii
Et spiritus paracliti,
Nostra perfundat iiiscera
Per iacobi suffragia. amen.
Antfona para los tres salmos del nocturno:
uenerande xpisti. apostle iacobe, propagator dei
piornin preceptorum, plebis tue uota suscipe, ac pro
nobis aput dominum interceder dignare.
Siguen los tres salmos CIV, CV
y
CVI.
Verso, Ora pro nobis beate iacobe, ut digui efficia-
mur etc
Responsoros para las tres lecciones:
1 I^. Redemptor imposnit simoni nomen petrus, et
iacobo et iolianni nomina boanerges.
'f.
Ascendens
ihs. in montem uocauit ad se iacobum et iohannem et
dedit eis. Nomina boanerges.
II F^. Uocauit ilis. iacobum et iohannem boanerges,
quod est filii tonitrui.
^.
Sicut enim tonitrui uoces fa-
ciunt terram tremer, sic omnis mundus contremuit uo-
cibus illorum. Quod est...
III P^. Clementissime deus, qui nos ad beati iacobi
sollempnia peruenire fecisti, fac nos quesumus mundo
corde et corpore eadem celebrare.
^.
Exue nos a uitiis
et orna uirtitutibus eternis, ut mereamur cum eo frui
soUempnitatibus paradisi. Fac nos quesumus etc... Glo-
ria patri et filio et spiritui sancto. Fac nos quesu-
mus, etc...
y.
Imposuit ihs. iacobo et iohanni.
Nomina boanerges, alleluia, alleluia.
OBGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELA 421
Antfonas a Laudes
y
a Horas,
I. Imposuit ihs. siinoni nomen petrus, et iacobo et
iohanni nomina boanerges alleluia.
II. Uocauit ihs. iacobum et iohannem boanerges,
quod est filii tonitrui, alleluia.
III. Sicut enim tonitrui noces faciunt tremer ter-
ram, sic omnis mundus contremuit uocibus illorum.
IV. Recte filii tonitrui cognominantur
,
quorum
unus e celestibus intonans uocem eniisit, in principio
erat uerbum.
V. lacobus et ioliannes tonitruum de nube terrifi-
cum in montem tliabor audierunt: liic est filius meus di-
lectus, ipsum audite.
Captulo. lacobus dei et domini nostri ihu. xpi. ser-
uus duodecim tribubus, que sunt in dispersionem, sa-
lutem.
Ymnus s. iacobi a domino lulberto karnotensi episcopo editus.
Sme. o iacobe
Qui supplantator diceris,
Frater, qui es in genere Supplanta nos a uiciis
lohannis euangeliste
Ut tuis sacris precibus
Pro nobis ora sedule.
lunganun* poli ciuibus.
Zelus patris et filii etc..
f'.
Jacobus fuit magnus, secundum nomen suum,
alleluia.
Antfona a Benedictus.
. Ascendens ihs. in montem
uocauit ad se iacobum et iohannem, et imposuit eis no-
mina boanerges, alleluia.
Oracin, Uigiliarum sacrarum dilecti apostoli tui
iacobi diem deuotis ieiuniis et officiis dignis iam exe-
(juentes, quesumus, domine deus noster, ut quanto ma-
422 tBR PBDIEBO
gis eius uenerabilis celebritas accedit, tanto deuocius ad
illius digne celebrandum proficiamus salutare miste-
rium, quatinus in celum ipsius mereamur habere con-
sorcium. Per dominum...
A lerda.
Salmo CXII,
Ladate, puere...
II. O quanta sanctitate et gratia beatus iacobus
OHGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 423
refulget in celis, qui in virtute dei tanta iniracula agit
in terris; nulliis enim est qui enarrare queat quanta be-
neficia tribuit petentibus se toto corde.
Salmo CXIIl,
Ladate Dominum.
III. Gaudeat plebs gallecianorum, que tantum du-
ceni ac pastorem nieruit suscipere alinuin iacobum;
exultent gentes occidentales omnesque insule illustrate
tanto patrono; letetur samaria documentis eius imbuta;
gratuletur iherosolima sanguino eius purpurata; omnes
festa eius celebrantes dicant, gloria tibi domine.
Sahno
CXL V, Latida^ anima mea.
IV. Sanctissime iacobe sedule pi'O salute tocius po-
puli xpistani deprecare, qui subuenis periclitantibus ad
et claniantibus, tam in mari, quam in trra; succurre
nobis nunc et in periculo mortis.
Salmo
CXL Vil, Lauda, Jerusalem,
Captido. Immisit, inquit, herodes rex manus suas
affligere aliquos de ecclesia, et interfecit iacobum fra-
trem iohannis gladio. Iv\ Dum esset saluator...
Ymnus santi iacobi a domino guillelmo patriarcha iherosoliinitano eclitus ad
Uesperas et ad laudes cantandus
(1).
Flix per omnes
Dei plebs ecclesias
Denote laudis
Xpisto reddat hostias
Qui confutauit
Domonif? uersucias
(1)
Guillermo ocup la silla Patriarcal de Jerusaln desde el ao 1130
al 1145. Por consiguiente este himno debi de ser aadido al Cdice j)rimi-
tivo de Calixto II.
424 tttlO SIMEHO
Et reparauit
Nobis amicicias,
Que nos conducant
Ad celestes gracias.
Cuius accensus
Amoris flagrancia
Jacobus iuxta
Galilee maria
Pro ipso spreuit
Patrem, ratera, retia
Maius secutas
Dereliquit omnia.
Spargens ubique
Uite seminaria.
Cui nomen xpistus
Boanerges prebuit
In maiestate
Ihm. qua resplenduit
Transfiguratum
Uidere promeruit,
Quique sedere
Dextre eius maluit
ldeos atque
Gentiles edocuit.
lacobus niaior
Uerbi dei uirgula
Si mulacrorun
Contriuit obstacula
Confirmans gentes
In fidei regula.
Diuersa egris
Dat
salutis pocula.
Pie defunctos
Suscitat per scula.
Dum predicaret
Cunctis regem omniun
Apostolorum
Complens ministerium
Passus letalem
Sub berode gladium
Primus eorun
Accepit niartirium
Pro quo corone
Tenet priuilegium.
Herodem autem
ngelus aggreditur;
Eius nam caro
Uermibus conficitur
Spiritus factis
Digna suis patitur:
lacobus dignis
Laudibus extoUitur
In Compostella,
Cuius Corpus petitur.
Ergo pro tanti
Militis uictoria
Cuius attolit
Mdulos ecclesia
Sit patri, nato,
Spiritui gloria
Et nobis boni
Sit perseuerantia
Quam perfruamur
Poltica patria. Amen.
ORGENES DE LA IGLESIA COMPOSTELANA 426
^.
Ora pro nobis, bte. iacobe etc..
Antfona a Magnficat. Honorabilem eximii patroni
nostri diei huius apostoli domini iacobi sollempnitatein
celebreiiius deuotione liumili, iit eius abnis precibus a
noxis cunctis mereamur liberari.
Oracin, Deus qui presentem...
A Compleras.
Antfonas de Laudes.
Captulo. Uocauit
ihs. iacobmn zebedei et iohannem fratrem iacobi, et im-
posuit eis nomina boanerges, quod est filii tonitrui.
i^. O adiutor omninm
(pg.
430).
Himno. Flix per omnes dei plebs
(pg.
423). Verso
Ipse est directas diuinitus, In penitentiam gentis, alia,
alia.
Antfona al Magnficat. O lux et decus hyspanie san-
ctissime iacobe, qui inter apostlos primatum tenes, pri-
mus eorum martirio laureatus. O singulare presidium
qui meruisti uidere redemptorem nostrum adliuc mor-
talem in deitate transformatum, exaud preces seruorum
tuorum et intercede pro nostra salute, omniumque po-
pulorum.
I Oracin. Deus qui diem festum patroni nostri almi
iacobi apostoli tui in laudibus tuis nos expender de-
disti, clemenciam tuam supplices imploramus, ut cui
ueneracinei exibemus in terris, bonorum operum in-
crementis illi copulemur in celis. Per dominum...
A Completas.