Encuentra Tue Quil I Brio Interior

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equilibriointeriorok OKtrz 5/12/07 12:18 P gina 1

Composici n
C M Y CM MY CY CMY K
Encuentra tu equilibrio interior
Coleccin EL POZO DE SIQUEM
218
Anselm Grn
ENCUENTRA
TU EQUILIBRIO
INTERIOR
Editorial SAL TERRAE
Santander 2008

Ttulo del original en alemn:
Mit Anselm Grn
zur inneren Balance finden
2006 by Verlag Herder,
Freiburg im Breisgau
www.herder.de
Traduccin:
Ramn Alfonso Dez Aragn
Para la edicin en espaol:
2008 by Editorial Sal Terrae
Polgono de Raos, Parcela 14-I
39600 Maliao (Cantabria)
Tfno: 942 369 198
Fax: 942 369 201
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www.salterrae.es
Diseo de cubierta:
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Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley,
cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica
y transformacin de esta obra sin contar con la autorizacin
de los titulares de la propiedad intelectual.
La infraccin de los derechos mencionada
puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual
(arts. 270 y s. del Cdigo Penal).
Con las debidas licencias
Impreso en Espaa. Printed in Spain
ISBN: 978-84-293-1738-1
Depsito Legal:
Fotocomposicin:
Sal Terrae Santander
Impresin y encuadernacin:
Grafo. S.A. Basauri (Vizcaya)

ndice
Introduccin. Una pequea escuela de vida . . . . . . . 7
1. Permanece abierto a cuanto te acontece,
pero sigue tu propia estrella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
2. Asume tu tiempo,
pero busca tu propio ritmo, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
3. Configura el mundo,
pero no permitas que te absorba . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
4. Busca la energa interior,
que se halla en la entrega, no en el ego . . . . . . . . . . . 47
5. Asume tu responsabilidad
y fomenta las posibilidades ajenas . . . . . . . . . . . . . . . 55
6. Que no te absorba el trabajo,
pero haz a gusto lo que haces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
7. Ama el presente
y aprende a vivir con serenidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
8. Vive tus propios valores,
pero no valores ni juzgues a los dems . . . . . . . . . . . 81
9. Persigue tus propios objetivos,
pero busca tambin la paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
5

10. S bueno contigo mismo
y abre tu corazn a los dems . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
11. Acepta tus propios miedos
y transfrmalos en energa vital . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
12. En la vida no hay slo das soleados:
acepta tambin las crisis como oportunidad . . . . . . . 121
13. Vive tu deseo,
porque lo que existe no lo es todo . . . . . . . . . . . . . . . 129
14. Acepta tu finitud, pero no olvides
que eres infinitamente amado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
15. Busca incesantemente
el silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
6

INTRODUCCIN:
UNA PEQUEA ESCUELA DE VIDA

8
Sucedi en Manhattan, en la maana del 7 de
agosto de 1974. Los neoyorquinos que aquel da, poco an-
tes de las ocho, salan en masa como de costumbre de las
estaciones de metro y de los trenes suburbanos, para acu-
dir con la prisa acostumbrada a sus oficinas y puestos de
trabajo, se quedaron inmviles en las estrechas calles de la
ciudad. Primero fueron unas pocas personas, y despus ca-
da vez ms, las que se detuvieron para mirar fijamente, sin
poder crerselo, lo que suceda en lo alto de las Torres
Gemelas, las torres plateadas del World Trade Center, que
iba a ser inaugurado un ao ms tarde. All arriba, en el
punto ms alto, donde las torres casi tocaban el cielo, flo-
taba en el aire una persona. Era el equilibrista francs
Philippe Petit. Se mova a una altura de ms de 400 me-
tros, con una prtiga de funambulista, sobre un fino cable
de acero que haba sido lanzado con una ballesta de una
azotea a otra.
Antes de que terminara de cruzar, la polica ya estaba
esperndolo. Cuando los agentes lo detuvieron, l no ter-
minaba de entender por qu le preguntaban la razn por la
que haba hecho aquello: Sencillamente, tena que hacer-
lo. Era una necesidad interior. Si veo tres naranjas, tengo
que hacer juegos malabares. Ysi veo dos torres, tengo que

cruzar de una a otra. Y les cont que, cuando vio las dos
torres de Notre-Dame en Pars, hizo lo mismo. Los polic-
as de Nueva York no lo creyeron y lo llevaron a un psi-
quiatra. Pero el mdico certific que Philippe Petit no es-
taba loco. El diagnstico fue: Sano y rebosante de fuerza
vital. Finalmente, los policas se convencieron de que no
haba caminado sobre el alambre por afn de sensaciona-
lismo ni tampoco para ganar dinero o exhibirse ante la
gente. Haba sido, sencillamente, un impulso interior: vio
las torres y sinti la necesidad de salvar la distancia entre
ellas. Al final todo se resolvi amistosamente. El artista no
fue castigado, pero tuvo que prometer que realizara su pa-
seo, a menor altura, en Central Park, para disfrute de los
nios.
La prensa internacional escribi en aquel momento so-
bre la hazaa, y artistas de todo el mundo lo tomaron co-
mo modelo. Tambin Henri J.M. Nouwen, el gran escritor
espiritual, que siempre vio el circo como modelo de la vi-
da espiritual, se sinti fascinado por Philippe Petit, porque
haba respondido sin dudar a la necesidad que senta en su
interior.
En nuestra vida no tiene por qu ocurrir algo tan sen-
sacional como lo acaecido en Nueva York. Muchos han vi-
vido la fascinacin del funambulista en un pequeo circo.
Qu es lo que produce esa fascinacin? Lo que hacen no
es til, no les aporta un reconocimiento especial; tampoco
dura mucho, sino que es un acontecimiento totalmente
transitorio. Cuando termina el espectculo, tan slo queda
una sensacin... y el recuerdo de una imagen. Pero esa
emocin y esa imagen nos afectan en un nivel muy pro-
fundo y que tiene que ver con el miedo a perder nuestra fe-
licidad. Es el deseo de mantener nuestro equilibrio en si-
9

tuaciones difciles y la esperanza de no fracasar en nuestra
vida a pesar de todos los peligros.
Encontrar el justo equilibrio es un arte. Los funambu-
listas dominan este arte sobre el alambre, con lo cual co-
sechan aplausos y son objeto del entusiasmo de los espec-
tadores. Sobre todo si manifiestan su arte precisamente all
donde nosotros, llenos de miedo, perderamos el equili-
brio. Philippe Petit sinti el impulso interior de mostrar
que era posible caminar sobre el alambre en el punto ms
alto sin caer al vaco. Y nosotros, como espectadores, nos
sentimos tocados e interpelados en lo ms hondo de nues-
tra percepcin anmica por esta mezcla de peligro y segu-
ridad, de habilidad, ligereza y tensin.
El lenguaje muestra ya de qu trata tambin esta expe-
riencia: la palabra alemana Balance (equilibrio) se deri-
va de la misma raz que Bilanz (balance, balanza). El
balance equilibra debe y haber, ganancias y prdidas, gas-
tos e ingresos. Los empresarios compensan ambas cosas y
tienen la esperanza de poder presentar un balance equili-
brado al final del ejercicio. Lo que vale para la cuenta de
resultados de la empresa lo hemos aplicado tambin a
nuestra vida personal. En este sentido se habla de balan-
ce de la vida. Ala hora de hacer dicho balance, deseamos
que tambin en l estn equilibradas satisfacciones y de-
cepciones, altos y bajos, alegras y sufrimientos, y no caer
en una presentacin sesgada de nuestra alma. Deseamos
mantener el equilibrio interior y no caer por la fuerza de la
gravedad.
Los latinos hablan a este respecto del aequo animo,
que es el equilibrio del alma o la ecuanimidad. San Benito
pide al cillerero, responsable de los asuntos econmicos
del monasterio, que realice su trabajo aequo animo. Lo in-
10

terior y lo exterior deben corresponderse. Su tarea no con-
siste slo en presentar al convento un buen balance al fi-
nal del ejercicio, sino tambin en mantener el equilibrio en
su interior. No debe permitir que los problemas de la ad-
ministracin perturben su equilibrio interior, sino que ha
de valorarlo todo con un corazn grande y sosegado.
Segn Benito, para lograr el equilibrio hace falta magna-
nimidad interior. Quien estrecha la base donde se apoya no
tiene firmeza y puede ser derribado fcilmente. Necesita-
mos una base amplia para no perder el equilibrio ante
cualquier decepcin o herida.
El psiclogo suizo C.G. Jung afirma que cada ser hu-
mano tiene siempre dos polos: el polo de la razn y el del
sentimiento; el del amor y el de la agresin; el de lo cons-
ciente y el de lo inconsciente; el de lo masculino y el de lo
femenino. El arte de ser persona consiste en prestar aten-
cin de manera equilibrada a ambos polos. La mayora de
las veces sucede que, en la primera mitad de la vida, el ser
humano vive conscientemente desde un solo polo y, como
consecuencia, el otro queda en lo inconsciente. Jung ha-
bla, en este contexto, de la sombra. En la sombra se ins-
tala todo cuanto hemos excluido de la vida. Pero mientras
todo ello permanezca en la sombra, tiene un efecto des-
tructivo sobre nuestra alma. El sentimiento reprimido se
manifiesta en forma de sentimentalismo: nos vemos inun-
dados por los sentimientos y ya no podemos tratarlos ade-
cuadamente. La agresin reprimida se exterioriza en for-
ma de juicios severos sobre los dems, o quiz en estados
de nimo depresivos. Muchas veces dormita bajo una fa-
chada amable. Pero detrs de esa amabilidad se perciben
las flechas agresivas que lanzan esas personas. La acepta-
cin de la sombra y su integracin forman parte del cami-
11

no por el que llegamos a ser nosotros mismos. Debemos
mantener el equilibrio entre lo consciente y lo inconscien-
te. Pero este equilibrio no es esttico. Los psiclogos pre-
fieren hablar de un equilibrio fluido. Tenemos que en-
contrar continuamente este equilibrio vivo.
En la tradicin espiritual fue sobre todo el filsofo de
la religin Romano Guardini quien trat, en el siglo pasa-
do, el tema de la justa tensin y el justo equilibrio en el ser
humano. Su espiritualidad se asienta sobre la filosofa del
contraste que l haba desarrollado. Guardini seala que
todo lo vivo se presenta como contraste: contraste de di-
nmica y esttica, de forma y plenitud, de totalidad y par-
ticularidad, de originalidad y norma, de inmanencia y tras-
cendencia. La vida tiene siempre dos caras, es bipolar. Y,
sin embargo, ansa la unidad. Pero esta unidad no anula el
contraste, sino que produce una tensin sana, un buen
equilibrio. As, Guardini estaba inmunizado contra todos
los excesos que aparecen constantemente en la espirituali-
dad catlica. Guardini se incorpora aqu a una buena y lar-
ga tradicin, pues ya los primeros monjes afirmaban:
Todos los excesos provienen de los demonios. Y con
ello queran decir que si me limito a ser piadoso y paso por
alto mis necesidades humanas, en mi piedad se mezclarn
con frecuencia necesidades muy banales, como la de reco-
nocimiento y atencin, la de poder y prestigio. En la ver-
dad de esta intuicin no ha cambiado nada hasta el da de
hoy.
Se podra describir este libro tambin como una pe-
quea escuela de vida. Se ha dicho siempre que no
aprendemos para la escuela, sino para la vida. De un
aprendizaje que dura toda la vida hablan hoy los pedago-
gos cuando observan las exigencias siempre nuevas de la
12

sociedad moderna. Hoy aprendemos muchas cosas, pero
el saber elemental para la vida se queda corto en compa-
racin con lo que antes se transmita a travs de la tradi-
cin o del ejemplo personal. Porque no se trata slo de ha-
bilidades aplicables y aprovechables, al menos si habla-
mos de una vida lograda o buena. Por el contrario, si nos
preguntamos acerca de lo que hace que una vida sea feliz
y llena de sentido, se trata tambin del justo equilibrio, de
la compensacin entre las diferentes exigencias que aco-
meten al individuo por todas partes; se trata de la actitud
correcta que necesitamos para que nuestra vida se logre.
La enseanza de este equilibrio es cosa de todos los d-
as. Y el adiestramiento en este equilibrio es nuestra tarea
continua y siempre nueva.
La maduracin y el desarrollo nunca terminan. En la
escuela de nuestra vida se trata de encontrar el justo equi-
librio entre los polos que hay en nosotros mismos. Por eso,
los 15 breves captulos de esta escuela de vida estn for-
mulados siempre de modo que, al tratar un aspecto deter-
minado, se preste atencin tambin al polo contrario.
En cuanto a mi manera de presentar esta escuela de vi-
da, me siento deudor de san Benito, el cual, en la Regla
que escribe para los monjes, afirma que quiere instituir
una escuela para el servicio del Seor: Vamos, pues, a
instituir una escuela del servicio divino, y al hacerlo espe-
ramos no establecer nada que sea spero o penoso. Pero si,
por una razn de equidad, para corregir los vicios o para
conservar la caridad, se dispone algo ms estricto, no hu-
yas enseguida aterrado del camino de la salvacin, porque
ste no se puede emprender sino por un comienzo estre-
cho. Mas cuando progresamos en la vida monstica y en
la fe, se dilata nuestro corazn, y corremos con inefable
13

dulzura de caridad por el camino de los mandamientos de
Dios (RB, Prlogo 45-49).
Benito desea que sus monjes aprendan la polaridad de
la vida. El monje consigue tener un corazn dilatado si
previamente pasa por un comienzo estrecho. Benito no
quiere nada spero. No obstante, exhorta a sus monjes a
vivir austeramente. Hacen falta siempre los dos polos pa-
ra llegar a ser personas sabias y maduras. Benito habla del
ars spiritualis, el arte espiritual. Esta expresin significa
que el monje debe adquirir una cierta habilidad en este ar-
te de vivir sanamente. Para ello necesita instrumentos y un
taller. El taller es para Benito el recinto donde viven sus
monjes, el monasterio. Los instrumentos son instrucciones
de la Biblia y conocimientos de la tradicin espiritual.
Nuestro taller, nuestro lugar de aprendizaje, es nuestra
vida cotidiana. Y esta escuela de vida necesita como
cualquier escuela y cualquier aprendizaje ejercicio y as-
cesis. En la filosofa estoica, ascesis significa ejercita-
cin en la virtud. Pero la ascesis es siempre tambin adies-
tramiento en la libertad interior. Benito piensa que los
monjes se ejercitan del mejor modo posible en la libertad
interior y en la virtud si emplean los instrumentos del arte
espiritual y van a la escuela de un maestro espiritual en el
taller del monasterio.
Quisiera invitar al lector/a a que entren ahora en la es-
cuela de los maestros de la vida espiritual, que tambin
fueron y son mis maestros, y aprendan el arte de vivir sa-
namente.
14

1
PERMANECE ABIERTO
A CUANTO TE ACONTECE,
PERO SIGUE
TU PROPIA ESTRELLA

16
El aprendizaje es como un mar sin orillas.
Esta mxima del sabio chino Confucio habla de la apertu-
ra inconmensurable de la realidad, que nos acompaa a lo
largo de toda la vida. Quien quiera aprender tiene que es-
tar abierto a todo cuanto sale a su encuentro. Este proceso
comienza muy temprano en la infancia y se prolonga du-
rante toda la vida. El aprendizaje est institucionalizado en
la escuela. Pero una buena escuela no transmite slo co-
nocimientos y contenidos de aprendizaje de diferentes ma-
terias, sino que ms bien transmite la capacidad funda-
mental de aprender autnomamente durante toda la vida y
favorece las condiciones para que nos orientemos en nues-
tra vida, aun despus de abandonar el espacio protector de
la institucin escolar. En la misma escuela, no todo est en
funcin de la utilidad que podemos obtener inmediata-
mente del estudio y de un saber concreto. Se trata ms
bien de trabajar en muchos campos, para conocer la vida
en toda su diversidad y orientarse en su amplitud. Es im-
portante y bueno dominar determinadas tcnicas de apren-
dizaje. Pero para desarrollar una verdadera capacidad de
vivir hace falta algo ms, algo completamente fundamen-
tal: una actitud de apertura y curiosidad.
Con semejante actitud, uno puede hacer tambin mu-
chos amigos. Cuando pienso en mis aos de escuela, re-

cuerdo que estaba, sencillamente, interesado en lo que los
profesores contaban. La escuela no me disgustaba ni me
aburra. Quera saber lo ms posible. La vida era muy in-
teresante, tena mltiples facetas y estaba llena de colori-
do. Naturalmente, haba materias que me interesaban po-
co. Pero hoy estoy agradecido porque nuestros profesores
pudieron suscitar en nosotros el entusiasmo por la vida y
por el mundo. Nos interesamos por la historia porque no
se limitaron a repetirnos hechos, sino porque nos transmi-
tieron las ganas de conocer los pensamientos de los gran-
des filsofos y el mundo espiritual de los griegos y roma-
nos. Con esta apertura y curiosidad entr tambin en el
monasterio, y me sent apasionado por los primeros mon-
jes. Estaba fascinado por su forma de vida radical, por su
decidida ascesis, aun cuando al principio muchas cosas me
resultaban incomprensibles. Pero como me interesaban,
quera comprenderlas de un modo ms profundo. En el es-
tudio de la teologa se me abri un mundo intelectual y es-
piritual. No quera aprender slo para tener informacin o
hacer un buen examen. Quera ir ms all de lo que haba
en las frases que lea. Me interesaba saber por qu los te-
logos de los siglos pasados haban pensado de esa mane-
ra y no de otra y qu experiencia existencial, social y men-
tal haba detrs de sus pensamientos, qu fue lo que los
movi ntimamente. Esto no era nada abstracto, sino que
tena que ver conmigo y con mis propias preguntas.
Despus de la primera guerra mundial se respiraba en-
tre los jvenes el ambiente de un nuevo comienzo. Cuando
Romano Guardini convoc en aquellos aos a los jvenes
para los das de reflexin en el castillo de Rothenfels, se
reunieron por las tardes en torno a l muchos jvenes pa-
ra debatir largamente con l sobre las preguntas de la fe y
17

de la vida. Era una juventud deseosa de aprender. Se es-
forzaban por comprender la verdadera forma de la fe y el
sentido de la vida y responder a las preguntas fundamen-
tales del ser humano. Hoy los profesores de teologa y no
slo ellos se lamentan de que muchos estudiantes no de-
sean debatir. Slo quieren aprender los temas para el exa-
men, con el fin de sacar buena nota. Todo lo dems no les
interesa, al parecer. Lo cual ocasiona una limitacin del
pensamiento y del horizonte intelectual, una prdida de la
vitalidad mental. Es preciso que la persona est abierta a
los problemas de este mundo para que llegue a conocer
cul es el camino que le corresponde en l.
La apertura puede convertirse tambin en un proble-
ma. La falta de orientacin en medio del mar puede poner
en peligro la vida. El peligro de la apertura, en el sentido
de falta de orientacin y de vinculacin en nuestra propia
vida, consiste en seguir indiscriminadamente las corrien-
tes de moda. Estar abierto a todo puede significar tam-
bin que uno prefiere eludir los conflictos, evita definirse
y con ello encubre que no tiene un punto de vista fijo y se-
guro. Por eso se dice hoy con cierta justificacin: Quien
a todo est abierto deja todo al descubierto. Al ver a una
persona que est abierta en este sentido, tenemos la sen-
sacin de que est derramando todo lo que tiene. No pue-
de permanecer en s misma. No encuentra una postura fir-
me. Si estamos abiertos en este sentido, quiere decir que
estamos interesados en todo, pero que no lo examinamos.
Seguimos las modas, corremos tras el espritu del mo-
mento y cambiamos nuestra opinin y nuestro estilo de vi-
da cada dos aos. Tambin permitimos que los maestros
espirituales que estn de moda nos prescriban cmo tene-
mos que vivir. Ellos establecen lo que tenemos que hacer
18

para que tengamos, segn dicen, una vida lograda. Hoy en
da aparecen permanentemente, tanto en el mbito religio-
so como en el psicolgico, nuevas corrientes que son bus-
cadas con afn porque de ellas se espera la salvacin.
Muchas veces falta la aclaracin personal, la explicacin
propia, es decir, aquella de la que me responsabilizo per-
sonalmente. Algunos piensan que se van a perder algo si
no prueban la ltima tendencia de la vida sana. Sin em-
bargo, saltan de un camino a otro y no avanzan casi nada.
Se mueven continuamente y no tienen ninguna orienta-
cin. Carecen de meta.
El mstico Johannes Tauler encontr una hermosa ima-
gen para el fenmeno del desarrollo intelectual y espiri-
tual. Es la imagen de la serpiente que muda la piel para
que pueda crecer una piel nueva. Busca dos piedras que
estn muy prximas y se arrastra pasando entre ellas. De
este modo se desprende de la piel vieja. Tambin nosotros
tenemos que atravesar algunos pasos estrechos en nuestra
vida. Entonces sta se transforma realmente, y quedamos
interiormente renovados. Si cada poco tiempo subo a un
tren nuevo, estar continuamente en movimiento, pero no
podr atravesar el paso estrecho a travs del cual puedo
experimentar la transformacin.
El encuentro puede realizar el milagro de la apertura.
Cuando las personas varones y mujeres, jvenes y ma-
yores, amigos o enemigos se encuentran realmente, en-
tonces se abre un horizonte ms amplio que permite ver el
mundo con ojos nuevos. El encuentro cambia a las perso-
nas, y la verdadera cercana que se da en l les da una am-
plitud mayor. Y cambia tambin el mundo, hace que sea
ms luminoso. Pero no puedo dejarme absorber por el otro
ni fundirme con l. En el encuentro, si se logra, me expe-
19

rimento tambin a m mismo de una forma ms intensa y
mejor. Yen toda apertura a lo nuevo en el mundo y a nue-
vos caminos, ya sea en el mbito espiritual, psicolgico o
mdico, tengo que seguir mi propia huella. As como en
mi desarrollo personal y en mi relacin con otras personas
necesito siempre las dos cosas cercana y distancia, roce
y separacin, soledad y sociedad, as tambin es tarea de
toda la vida encontrar el justo medio entre los dos polos:
entre la apertura a todo lo que sale a mi encuentro y el co-
nocimiento de aquello que slo es decisivo para m e im-
portante para mi vida.
Debo hacerme sensible a lo que es conveniente para
m. Y necesito desarrollar la sensibilidad hacia mi unici-
dad. Cada ser humano es nico. Cada uno tiene la tarea de
imprimir en este mundo su huella personal y nica. En de-
finitiva, sta es la meta de mi vida, del tiempo limitado
que tengo a mi disposicin. Hay que tomar en serio esta
perspectiva. Para descubrir la huella por excelencia de mi
vida me ser til abrirme a la realidad de la vida en toda
su plenitud y dejarme interpelar por las muchas cosas que
me llegan desde fuera.
Pero ms importante an es que escuche en el fondo de
m mismo:
Dnde experimento coherencia?
Dnde fluye en m la vida?
Quin soy?
Me he metido por la fuerza en un cors que los
otros me han impuesto con las expectativas que de-
positan en m?
Cul es la imagen nica que Dios se ha hecho de
m?
20

Cul es la palabra que Dios ha pronunciado slo
sobre m y que se tiene que hacer audible en este
mundo a travs de m?
Son preguntas que pueden llevarme a la huella ms
personal de mi vida. Naturalmente, no puedo responder a
estas preguntas con frases hechas. Este sentir dentro de
uno mismo requiere tiempo y paciencia. Requiere tambin
una experiencia que no se da simplemente de un da para
otro. Pero mientras sigo hacindome estas preguntas, po-
co a poco voy entrando cada vez ms en contacto conmi-
go y mi unicidad. Me hago sensible a mi esencia incon-
fundible. Tal vez se formen tambin palabras que expresen
la huella de mi vida.
Una de ellas es para m la palabra amplitud. De-
seara irradiar, con un corazn grande, amplitud y libertad
a mi alrededor.
Otra persona escucha dentro de s la palabra clari-
dad. Ve que la huella de su vida consiste en ser clara, en
crear claridad a su alrededor y en contribuir a que se acla-
re lo que est confuso y turbio.
Otros se sienten interpelados por el valor de la belleza.
Una mujer a la que acompa en su bsqueda de la tarea
propia de su vida senta dentro de s la palabra belleza.
Para ella era importante configurar a su alrededor espacios
bellos y prepararse para que los nios para quienes traba-
jaba disfrutaran de horas hermosas.
En la escuela de la vida tenemos que aprender a cono-
cer lo que sale a nuestro encuentro y lo que determina el
mundo que nos rodea. Slo quien conoce y comprende su
entorno puede tambin comunicarse con l y experimen-
tar la comunidad.
21

Pero tambin tenemos que aprender a descubrir en no-
sotros mismos la unicidad y a seguir la propia estrella, que
slo est sobre nuestra vida. Cuando nos dirigimos exce-
sivamente hacia los otros, nos sentimos descontentos y de-
cepcionados, porque no conseguimos con ello el efecto
que desearamos. O nos agotamos. Derrochamos nuestras
energas para un proyecto o una meta que no son adecua-
dos para nosotros. Y ya no nos queda ninguna energa pa-
ra nuestra vida y la huella personal de nuestra vida. El
agotamiento es muchas veces seal de que no seguimos la
huella de nuestra vida, sino que hemos adoptado por la
fuerza una forma que no nos conviene. Y a veces caemos
tambin enfermos si vivimos contra nuestra propia huella.
Seguir mi propia estrella e imprimir en este mundo la
huella de mi vida no significa que deba realizar algo grande
o importante a los ojos de quienes me rodean. Se trata de
otra cosa. Se trata de que estoy en contacto con mi esencia
ms ntima, y ello se irradia en este mundo. Para unos es una
irradiacin de apacibilidad, de alegra de vivir; para otros,
de sabidura y profundidad, de esperanza y confianza.
Oigo continuamente quejas como sta: No he hecho
nada especial: no he escrito un libro, no he puesto en mar-
cha ningn proyecto, no dejar tras de m ninguna obra
especial....
Pero todos nos levantamos por la maana y nos en-
contramos con otras personas. En cada encuentro tengo
una irradiacin. Mi tarea es ver esa tarea. Depende de m
encontrarme con los dems como una persona dispersa,
encerrada en s, descontenta y arisca, o bien como una per-
sona abierta, comprometida y amable. En mis manos est
la posibilidad de separarme de los otros o de escuchar e
irradiar amor y dulzura.
22

Siempre se puede lograr una irradiacin positiva, in-
cluso en condiciones difciles. Una mujer depresiva y to-
talmente resignada me dijo en una conversacin que no
poda irradiar nada. Tena bastante con sufrir su depresin.
Trat de transmitirle otra perspectiva: nadie esperaba que
ella irradiara alegra u optimismo. Pero poda tomar la de-
cisin de reconciliarse con su depresin. Porque, si se re-
conciliaba con su sufrimiento, poda irradiar algo de espe-
ranza y profundidad, a pesar de su temperamento depresi-
vo. Quienes se relacionaran con ella podran sentir que la
vida no es tan sencilla, sino que tiene una profundidad in-
sondable. En el encuentro con una persona como sta vis-
lumbramos algo del misterio del ser humano y de los abis-
mos del alma. Esta mujer puede, obviamente, hacer res-
ponsables de su depresin a los dems, porque no la com-
prenden o no la visitan. Pero entonces irradiara amargura
y se convertira para todos en un reproche vivo. Ella tiene
la alternativa. La decisin est en su mano.
Hay algo que vale para todos, a saber, que no podemos
elegir la huella ms propia de nuestra vida. Pero cuando
nos reconciliamos con nuestra vida y vivimos consciente-
mente nuestra vida nica, con su grandeza y su debilidad,
entonces vamos imprimiendo una huella que tambin in-
vita a los otros a vivir.
23

En tu vida, mantente abierto a todo.
Pero sigue tu propia estrella.
Djate interpelar por todo lo que sale a tu encuentro.
Entra en el misterio de la vida.
Bscalo con todos los sentidos.
Trata de escrutar los altibajos de la vida.
Mantente abierto en especial a los numerosos encuentros
que puedes vivir cada da.
Djate transformar por cada uno de ellos.
No dejes de crecer interiormente,
segn tu forma nica y personal,
gracias a cada persona
que te acompaa en tu camino.
Pero sigue siempre tu propio camino.
Observa tu propia estrella.
S atento contigo mismo.
Desarrolla una buena estima
de tu propia identidad.
Presta atencin
a lo que ms te conviene personalmente.
Eres nico e irrepetible.
Marca lmites para ti
antes de llegar a perderte.
Establece un lmite
si tu energa se te escapa.
Haz una pausa,
cuando tus contornos
amenazan con desdibujarse.
24

Palpa en tu interior.
Siente lo que es justo para ti.
Vive conforme a lo que es bueno para ti.
No te acomodes a los deseos de los dems.
Vive de acuerdo con tu intimidad ms profunda.
Presta siempre atencin
a lo que conviene a tu esencia.
Lo reconocers
si ests en armona contigo mismo,
si sientes una profunda paz interior.
Lo percibirs si tu vida fluye en ti.
25

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