ACTAS VIII JORNADAS Web

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IBERISMO.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y


PORTUGAL. HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
Y OTROS ESTUDIOS SOBRE EXTREMADURA
Jornadas de Historia en Llerena (8. 26 y 27 octubre de 2007. Llerena)
Iberismo. Las relaciones entre Espaa y Portugal. Historia y tiempo actual : y otros estudios
sobre Extremadura / [coordinacin Felipe Lorenzana de la Puente, Francisco J. Mateos
Ascacibar]. Llerena : Sociedad Extremea de Historia, 2008. 432 p. : il.
D.L. BA. 198/08 ISBN 978-84-612-3264-2
1. Espaa-Relaciones-Portugal. 2. Portugal-Relaciones-Espaa. 3. Llerena (Badajoz) -
Historia - congresos y asambleas. I. Lorenzana de la Puente, Felipe, coord. II. Mateos
Ascacibar, Francisco J., coord. III. Sociedad Extremea de Historia. IV. Ttulo.
930.85(460+469)
946.222.21Llerena(063)
La Sociedad Extremea de Historia expresa su agradecimiento a cuantas instituciones,
empresas y particulares han hecho posible, con su colaboracin, la celebracin de las VIII
Jornadas de Historia en Llerena.
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y
PORTUGAL. HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
Y OTROS ESTUDIOS SOBRE EXTREMADURA
SOCIEDAD EXTREMEA DE HISTORIA
Llerena, 2007
VIII JORNADAS DE HISTORIA EN LLERENA
Llerena, 26 y 27 de octubre de 2007
ORGANIZACIN
SOCIEDAD EXTREMEA DE HISTORIA
COMISIN CIENTFICA
Jos Manuel Aznar Grasa (IES Fernando Robina, Llerena)
Manuel del Barco Cantero (Universidad Popular de Llerena)
Luis Garran Villa (Cronista Oficial de Llerena)
Alfonso Gutirrez Barba (IES Fernando Robina, Llerena)
Flix Iesta Mena (IES Cieza de Len, Llerena)
Felipe Lorenzana de la Puente (IES Alba Plata, Fuente de Cantos)
Francisco J. Mateos Ascacbar (Archivo Municipal de Llerena)
Rogelio Segovia Sopo (IES Ramn Carande, Jerez de los Caballeros)
PATROCINIO
JUNTA DE EXTREMADURA. PRESIDENCIA DE LA JUNTA
Centro de Profesores y Recursos de Azuaga
Diputacin de Badajoz
Ayuntamiento de Llerena
Caja de Badajoz
Caja Rural de Extremadura
Caja de Extremadura
COLABORACIN
Universidad Popular de Llerena
Oficina de Turismo de Llerena
Imprenta Grandizo
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL. HISTORIA Y
TIEMPO ACTUAL Y OTROS ESTUDIOS SOBRE EXTREMADURA
Edita: Sociedad Extremea de Historia
Plaza de Espaa, 1
06900 LLERENA (Badajoz)
www.jornadasdehistoriaenllerena.com
Llerena, 2007
COORDINACIN
Felipe Lorenzana de la Puente y Francisco J. Mateos Ascacbar
De la presente edicin: Sociedad Extremea de Historia
De los textos e imgenes: los autores
I.S.B.N.: 978-84-612-3264-2
Depsito Legal: BA-198-08
Imagen de la portada:
Traducciones de los resmenes: Antonio Lemus Muro
Maquetacin, impresin y distribucin:
Imprenta Grandizo
C/ Santiago, 25. 06900 LLERENA (Badajoz)
Tfno. 924870077
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HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1640-1670)
Robert Stradling
Semelhanas e diferenas nos processos de implantao do Liberalismo em Portugal e
Espanha
Antonio Ventura
Espaa y Portugal, siglos de incomprensin en la vecindad
Diego Carcedo
Un maestre santiaguista entre Portugal y Castilla: aproximacin a un itinerario de Pelay
Prez Correa
Manuel Lpez Fernndez
Pedro I el Cruel y sus relaciones con Extremadura y Portugal
Mara Remedios Gordillo Moreno
Poltica y economa en una sociedad de conflicto. Breves reseas entre la Baja Extremadura
y el vecino reino de Portugal, siglos XV-XVII
Pablo Iglesias Aunin
La corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
Jos Manuel Daz Blanco
La Jornada de Felipe III a Portugal: ceremonia y negociacin poltica
Jaime Garca Bernal
Los herejes de la frontera hispano portuguesa
Fermn Mayorga Huertas
Entre la guerra y la paz: La Guerra de Restauracin portuguesa en Extremadura y las nego-
ciaciones de paz con Portugal (1640-1668)
Antonio Jos Rodrguez Hernndez y Patricia Rodrguez Rebollo
Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin de
Portugal (1640-1668)
Julin Garca Blanco
Guerra en la frontera: La independencia de Portugal y sus efectos sobre Extremadura
Felicsimo Garca Barriga
La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal. Devocin, monar-
qua y fiesta en la Edad Moderna
Jos Gmez Martn
O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias
Maria Dulce Antunes Simes
Portugal visto desde Extremadura
Ral Aguado Bentez
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
Andrs Oyola Fabin
Mirada a la gastronoma de Portugal
Felisa Zamorano
Los expositores eucarsticos portugueses durante el siglo XVI. Originalidad e influencia
espaola
Antonio Joaqun Santos Mrquez
Relaciones artsticas entre Espaa y Portugal. De la teora del tratado de Sagredo a la
prctica de la construccin de la capilla mayor de la Misericordia de Oporto
Joana Balsa de Pinho
Influencias de la construccin verncula portuguesa en la arquitectura tradicional extre-
mea. Hacia un estudio del gremio de los alarifes en la Baja Extremadura
Juan Diego Carmona Barrero y Jos ngel Calero Carretero
OTROS ESTUDIOS SOBRE EXTREMADURA
El patrimonio prehistrico en Llerena: una reflexin necesaria
Jos Juan Rafael Penco
Controversia sobre una moneda de Arsa en la Comisin de Monumentos de Badajoz.
Intrahistoria y refutacin de una sospecha
Pablo Ortiz Romero
El papel de la Compaa de Jess en el episodio de los alumbrados de Extremadura (1566-1582)
Antonio Gonzlez Polvillo
El concejo, justicias y regimiento de Azuaga durante el Antiguo Rgimen
Manuel Maldonado Fernndez
Francisco Pacheco y las bvedas de la iglesia llerenense de Santa Clara. Un estudio iconogrfico
Julin Ruiz Banderas
La inspeccin en las escuelas de Primaria de nios de Llerena (1874-1893)
Carmelo Real Apolo
La Instruccin Primaria en el Partido Judicial de Llerena (1857-1900). La batalla por la lecto-escritura
Jos Soto Vzquez y Jess Bez Nez
Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz durante la Rep-
blica: La huelga campesina de 1934
Antonio Manuel Barragn Lancharro
Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes Romero Flores
Francisco Javier Garca Carrero
Relacin de autores
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE
ESPAA Y PORTUGAL. HISTORIA Y
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VISIN Y TRANSICIN: ESPAA, PORTUGAL E INGLATERRA
ENTRE DOS MUNDOS (1640-1670)*
VI SI ON AND TRANSI TI ON: SPAI N, PORTUGAL AND ENGLAND
BETWEEN TWO WORLDS ( 1640- 1670)
Rob Stradling
Universidad de Gales
Cardiff (Reino Unido)
[email protected]
RESUMEN: Teniendo en cuenta que las dos grandes conferencias de paz de
Westphalia (1644-48) y Pirineos (1659-60) pueden situarse en un mismo plano
de continuidad, nuestra hiptesis es que Europa occidental haba entrado en una
fase de transicin desde un mundo hacia otro. Hasta cierto punto, y durante dos
dcadas, el proceso de paz servir de vehculo para trasladar el foco de atencin
de las llamadas potencias martimas a un contexto ocenico. A pesar de haber
sido oficialmente excluido de ambos congresos, el estado rebelde de Portugal se
hallaba en el centro del torbellino, siendo potencialmente, y al mismo tiempo, el
principal damnificado del proceso de paz y el medio a travs del cual otros
estados esperaban acceder a los tesoros del nuevo mundo. Las principales po-
tencias del litoral atlntico crean en un futuro marcado por la expansin poltica
y econmica, pero era Inglaterra la que destacaba por su vehemencia y ambi-
cin. Nos enfrentamos a dos visiones, ambas completamente radicales, pero
tambin radicalmente opuestas. Mientras el estado Braganza estaba obsesiona-
do por su mera supervivencia -a cualquier precio-, Inglaterra pretenda acabar
con el Imperio Espaol (Cromwell) o despojarle de todos sus intereses econmi-
cos en el exterior (Carlos II). Las dos etapas de la alianza de Inglaterra con
Portugal tambin sugieren una evolucin en el contexto cultural e ideolgico. La
iniciativa de Cromwel estuvo determinada por la religin, y la del Estuardo por
una motivacin econmica. Y en este escenario tan complejo, situado en una
discreta esquina, podemos localizar a nuestro protagonista individual del drama,
Agostino Coronel Chacn, un converso portugus, banquero, doble agente y
saboteador financiero.
ABSTRACT: If we consider the two great peace conferences of Westphalia
(1644-48) and the Pyrenees (1659-60) as one continuous singularity, the
proposition arises that western Europe had entered a period of transition from
one world to another. If only up to a certain point, over these two decades, the
peacemaking process served as a medium via which the so-called maritime
states began to shift the focus of policy towards an oceanic perspective. In spite
of being officially excluded from these conferences, the rebel state of Portugal
occupied the centre of the vortex, being potentially at once the main victim of
* Traduccin del ingls por M. Isabel Garca Bacas y Felipe Lorenzana de la Puente.
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the peace process and the means by which other states might access the wealth
of the Atlantic World. The main competing nations of Europes western littoral
considered a future of expanding power and profit, but it was England which had
the most intense and ambitious ideas. We are dealing with two visions, both
utterly radical, but also radically contrasting. Whilst the Braganza state had eyes
fixed on mere survival - at any price - England demanded the destruction of the
Spanish Empire (Cromwell) or a takeover of its entire exterior economy (Charles
II). The two stages of Englands alliance with Portugal also suggests an
evolutionary change in cultural-philosophical ambience. Cromwells intiative was
inspired by religion, that of the Stuarts by the drive for material gain. Within this
vast canvas, occupying one of its darker corners, we can locate an individual
protagonist of the drama - Agostino Coronel Chacon, Portuguese converso, banker,
double-agent and financial saboteur.
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 11 - 27
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
I. 1648: EL NUEVO DESORDEN INTERNACIONAL
En 1644, los embajadores de los estados de Europa occidental se
congregaron en las poblaciones germanas de Munster y Osnabruck. La
anarqua internacional usualmente denominada Guerra de los Treinta Aos
haba provocado una desolacin sin precedentes en buena parte del continente.
Millones de vidas sucumbieron ante el horror de la guerra, quiz la nica vez que
nuestra civilizacin se ha aproximado tanto al apocalipsis del bellum omnium contra
omnes. Toda una generacin de europeos experiment la miseria de forma
ininterrumpida. Las poblaciones fueron asoladas por toda una variedad de desgracias
en las que caban las privaciones personales y el sufrimiento colectivo, desde el
pillaje a las plagas, desde una mortalidad incontrolable debido a las epidemias al
expolio del fisco. Por cada combatiente activo que mora en el frente, podemos
calcular que el nmero de prdidas civiles era de diez. En trminos comparativos, la
preocupacin que en la actualidad se tiene por los daos colaterales de las guerras
no deja de ser una insignificancia
1
.
Por supuesto, este fenmeno no fue -en su sentido cosmolgico- una singularidad.
La Pennsula Ibrica, por ejemplo, sinti los efectos de la guerra de un modo diferente
a la actual Alemania, y lo hizo durante dos dcadas ms, cincuenta pues, no slo
treinta aos (1618-1668)
2
. Pero, tanto si los agrupamos o no en la llamada Crisis
General del siglo XVII, o bien en la Revolucin Militar, o en cambio les damos
cualquiera de las denominaciones contenidas en al menos una docena de manuales
de historia, lo cierto es que estos acontecimientos apocalpticos tuvieron caracteres
comunes. Por esta razn, no ponemos en duda que el congreso de Westfalia marc
un punto de inflexin en la historia europea y mundial. Cada una de las naciones
que particip directamente en la guerra estuvo representada en las conferencias, y
otras (como la rebelde Portugal) asistieron de forma extraoficial. En cualquier caso,
y aunque remotamente, el congreso fue tambin, sin duda alguna, un paradigma de
nuestro mundo moderno en el mbito de las relaciones internacionales. Marca un
instante crucial en la progresin de los estados laicos hacia la adopcin de ideas e
instituciones comunes, comparables en cierta manera a las que haba promovido la
Iglesia catlica en el siglo XII. Naturalmente -como seal Javier Solana con ocasin
del 350 aniversario de Westfalia- no debemos imaginar que en fecha tan temprana
como la dcada de 1640 los embajadores o sus mandatarios fueran conscientes de
1
La historiografa reciente ha ignorado en buena medida el congreso de Westfalia. De hecho, los manuales univer-
sitarios publicados en los ltimos veinticinco aos han renunciado a explorar o reflejar su trascendencia y su
contexto ideolgico. Los autores an tienden a presentar una informacin cuyas lneas maestras parecen dictadas
por la evolucin de los estados-naciones. No deja de ser ello una irona si recordamos que la comunidad univer-
sitaria, y el bienestar de los estudiantes y el profesorado, se han beneficiado enormemente gracias a la idea de
Europa. Sobre la participacin de Espaa y Portugal, no obstante, vase el venerable estudio de M. FRAGA IRIBARNE,
Don Diego de Saavedra y Fajardo y la diplomacia de su poca, Madrid, 1956; y ms recientemente Jos A. CABEZAS,
Negociacin de paz de Westfalia: la misin del plenipotenciario D. Gaspar de Bracamonte, conde de Pearanda y la
participacin del secretario D. Pedro Fernndez del Campo, Pearanda de Bracamonte, 1992 (consultado en la versin
digital on-line inglesa, reedicin del original publicado en Historia 16, n 272). Vase tambin P. CARDIM, Portuguese
rebels at Munster. The diplomatic self-fashioning in mid-17
th
century European politics, Historische Zeitschrift, 26,
1998, pp. 293-333; y A.M. HOMEM LEAL DE FARIA, Duarte Ribeiro De Macedo, a Modern Diplomat (1618-
1680), e-JPH, vol. 4, n 1, summer 2006.
2
De hecho, en el periodo 1652-1668, los padecimientos que soportaron las regiones situadas a ambos lados de la
frontera entre Portugal y Castilla (especialmente la Extremadura espaola y el Alentejo portugus) recuerdan los
de la Baviera renana en las primeras fases de la Guerra de los Cincuenta Aos. Vid. L. WHITE, War and Government in
a Castilian Province: Extremadura, 1640-1668, tesis doctoral indita, Universidad de East Anglia, 1985, especialmente
pp. 328-67; as como varios trabajos de F. CORTS CORTS contenidos en su libro Militares y Guerra en una Tierra
de Frontera: Extremadura a mediados del Siglo XVII, Badajoz, 1991. Sobre la Guerra de los Cincuenta Aos espaola,
R.A. STRADLING, Spains Struggle for Europe, 1598-1668, Londres, 1994.
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estar dando los primeros pasos en la creacin de una comunidad internacional de la
forma en que empez a concebirse un siglo ms tarde
3
. Y dicho esto, tambin
expresamos nuestras dudas de que el congreso de Versalles, dos siglos y medio
despus, representara una mejora substancial al respecto.
Fueron las prioridades de la poltica en un contexto cultural conmocionado las
que promovieron este proceso embrionario. Invirtiendo el aforismo de Clausewitz,
fue la poltica la continuacin de la guerra, esto es, los acuerdos de Westfalia fueron
aceptados como una prolongacin de la misma en otros trminos. De hecho, lo ms
fascinante de todo es que el congreso inaugur un periodo de transicin (otros
podran sugerir hiato como trmino ms apropiado) entre dos mundos de
machtpolitik: primero, el mundo eurocentrista marcado por las disputas dinsticas
y la dinmica religiosa, despus los estados laicos del capitalismo comercial y la
visin globalizadora. Y en este punto hemos de ser precavidos. Lo veo como el
esbozo de una realidad algo posterior antes que una realidad en s misma. Westfalia
fue el instrumento que, sin poner fin a la anarqua internacional, comenz, sin
embargo, a transformar sus objetivos, sus formas de expresin y su teatro principal
de actuaciones. Para fortuna de los europeos y desgracia de los dems, se crearon
las condiciones para cambiar el emplazamiento central de la lucha por el poder.
Durante la siguiente generacin, en las cancilleras europeas, los ministros (y sus
cada vez ms profesionales consejeros) se esforzarn continuamente por transferir
el centro de gravedad poltico desde Europa occidental al extenso mundo atlntico.
Gradual pero inexorablemente, las rivalidades dinsticas fueron reemplazadas por
(o mejor, fueron subsumidas en) un afn colectivo de lucro, y la poltica por la
geopoltica. Podramos afirmar que el planeta tierra fue testigo de la primera carrera
imperial. Los acuerdos de paz firmados entre 1644 y 1659 parecan haber restablecido
en Europa una apariencia de paz y una cierta recomposicin de las relaciones
internacionales, pero en realidad lo que se hizo fue, simplemente, exportar la anarqua
internacional a lo largo y ancho del mundo
4
.
Portugal fue un husped no convidado en la fiesta de las potencias de Munster.
Pero los agentes del duque de Braganza no fueron, en modo alguno, meros
observadores. El joven estado portugus estaba ansioso por convencer a sus
potenciales aliados de que no slo tena que recuperar, sino tambin conservar la
independencia. La tradicin renacentista de construir arcos de triunfo efmeros para
glorificar la llegada de los monarcas y generales victoriosos an era un gnero
artstico floreciente en las ciudades Westfalianas prximas al Rhin
5
. Pero en esta
ocasin el estado Braganza atrajo la atencin de Europa con un prtico deslumbrante,
nada menos que la salida hacia el extenso mundo del lucro y del poder. Portugal
regal los odos de los congregados con
El azcar y las especias
(y los esclavos)
y todas las cosas deliciosas
6
3
Vid. http://www.nato.int/docu/speech/1998/s981112a.htm, URL accessible desde una colaboracin de Wikipedia,
14 de julio de 2004.
4
La historia del Caribe en la segunda mitad del siglo ilustra a la perfeccin estas nuevas circunstancias. Vanse, por
ejemplo, TORRES RAMIREZ, B. La Armada de Barlovento, Sevilla, 1981, y RAHN PHILLIPS, C. Six Galleons for the King
of Spain: Imperial Defence in the Seventeenth Century, Princeton, 1986.
5
Tales edificaciones se encuadran en la arquitectura efmera que citaba en su ponencia del pasado ao mi
distinguido predecesor Bartolom BENNASSAR: El arte y la exaltacin del poder en las monarquas europeas
del siglo XVII, en LORENZANA DE LA PUENTE, F. y MATEOS ASCACBAR, F.J. (coords.) Arte Poder y Sociedad y
otros estudios sobre Extremadura. VII Jornadas de Historia en Llerena, Llerena, 2006, p. 11.
6
Estas lneas son un extracto de una cancin infantil inglesa -a la que he agregado entre parntesis un aadido un
tanto sarcstico.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
sta fue una propuesta tentadora para los poderes reales de Europa -ya prncipes,
nobles, mercaderes, o banqueros- y s, incluso para los soldados.
II. LISBOA Y LONDRES: AGENDAS COMPLEMENTARIAS?
En paralelo a las sesiones oficiales del congreso de Westfalia se desarrolla todo
un submundo de operaciones secretas avaladas por todos los delegados, un verdadero
mercado de subastas, de ofertas y contraofertas, tratos y traiciones, espionaje e
intrigas. Ya antes del congreso, Portugal haba negociado una tregua limitada con
los holandeses y acuerdos secretos con Francia, Inglaterra e incluso con Suecia
7
. En
la prctica, estos acuerdos se revocaban ms o menos unos a otros. Los tres
principales pretendientes de Portugal albergaban profundos recelos entre s, y adems
tenan agendas claramente diferentes. El holands buscaba desmantelar las
comunicaciones externas de Portugal con el fin de aislar sus posiciones y reemplazar
el complejo comercial ibrico por otro nuevo bajo su control. La prioridad de Francia
era destruir la hegemona continental de la Monarqua Hispnica. Por su parte,
Inglaterra estaba ahora enteramente dominada por la oligarqua militar aliada a los
empresarios londinenses. Ambos, cierto es, enardecidos de un entusiasmo religioso
antiespaol, pero, ms importante an, determinados a competir en el nuevo concepto
de mercado global con sus correligionarios protestantes, los holandeses. En este
contexto, entendieron a la perfeccin el significado y el potencial que representaba
Portugal en la lucha por el control de los nuevos centros de poder: frica, Asia y
(sobre todo) el Atlntico
8
.
A primera vista, el contraste entre las ambiciones de Portugal e Inglaterra no
poda ser mayor: la angustia por la supervivencia por un lado, y nada menos que el
liderazgo mundial por otro. Juan IV estaba atrapado en un dilema insoluble (por
utilizar un clich: en un callejn sin salida). Para obtener la independencia definitiva,
Portugal necesitaba la segura y permanente cooperacin de (al menos) una de las
potencias emergentes de Europa. Sin embargo, no haba ninguna posibilidad de
lograrla si su independencia no era percibida por sus potenciales aliados como una
realidad de hecho. El problema era que Espaa no mostrar la menor intencin de
reconocerla de jure hasta el final de la guerra. A pesar del xito puntual que tuvo el
golpe de estado de diciembre de 1640, tan slo fue el inicio del surrealista relato en
que se convertira el proceso de independencia portugus
9
. Nadie podra haber
aventurado que tendra que pasar casi una generacin para que Espaa se tomara
en serio la reconquista de Portugal y el destronamiento de el tirano Braganza. Por
otra parte, an as, era de sobra conocida la absoluta determinacin de Felipe IV por
alcanzar este objetivo.
Es necesario situar tal determinacin en su contexto. Durante el largo reinado
del cuarto Felipe, Espaa haba ido recuperndose repetidas veces de las virtuales
prdidas materiales y los reveses militares del pasado. En la dcada de 1620, los
7
STURDY, D.J. Fractured Europe 1600-1721, Oxford, 2002, pp.116-17. Sobre las circunstancias del intento de alianza
con Francia, vid. VALLADARES, R. Felipe IV y la Restauracin de Portugal, Mlaga, 1994, pp. 68-70.
8
En los aos 50 del siglo XVI asistimos al comienzo del proceso por el cual el estado toma la determinacin de
poner sus recursos al servicio de la guerra comercial y de la lucha por las colonias, lo que caracteriz la poltica
exterior inglesa durante los siguientes 150 aos nunca antes se haba adoptado conscientemente una poltica
semejante: HILL, C. Oliver Cromwell, en People and Ideas in the 17
th
Century, Brighton, 1986, p. 88. Vase
tambin DAVIS, R. The Rise of the Atlantic Economies, Cornell, 1973, y del mismo autor: A Commercial Revolution,
London, 1971.
9
El profesor Valladares ha cuestionado el mito nacional de la guerra de la independencia de Portugal como
producto de un impulso nacionalista. Vid. Felipe IV, p. 26. Hablando en trminos generales, estoy de acuerdo con
sus reservas. No obstante, Valladares ha expresado su desacuerdo como reaccin, un tanto radical (y un poco
insensible), al intento anacrnico de J.V. SERRAO de preservar la esencia de aquella idea en los vols. IV y V de su,
por otra parte indispensable, trabajo de conjunto Histria de Portugal, Lisboa, 1979-1980.
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tercios salan por las puertas de Praga, Bruselas y Miln para dominar Renania y los
territorios del Danubio. Reconquistaron las colonias brasileas en 1626, la violentada
frontera vasca en 1638, Npoles y Sicilia en 1647, Catalua en 1652, y las poblaciones
del norte de Italia en el mismo ao. Soldados espaoles haban, incluso, marchado
(cierto es que de noche) por el sur de Inglaterra
10
. Seguramente, a los observadores
mejor informados -entre los que se encontraban los diplomticos venecianos, quienes
entre 1645 y 1669 no dejaron de hacer campaa para obtener la ayuda de Espaa
y salvar a Creta del imperio otomano- no les faltara razn cuando daban por hecho
que Portugal, finalmente, (como el Hijo Prdigo de las Escrituras) volvera al seno
de la familia hispnica
11
. Y a fin de cuentas, si Portugal no hubiera sido oficialmente
excluida, Espaa nunca habra aceptado enviar delegados a Alemania y nunca hubiera
sido posible la existencia de un Congreso en Westfalia
12
.
Los apuros de Portugal tenan su razn fundamental en el hecho de que se vea
impotente para obtener por s misma beneficios de sus incalculables recursos en el
exterior, excepto como garanta que ofrecer a los aliados por su ayuda. En los aos
50, su economa se hallaba colapsada por las demandas de la guerra contra Castilla
y Holanda, mientras su maquinaria fiscal estaba virtualmente en ruinas
13
. Portugal
no era duea de s misma. Una vez finalizado Westfalia y arreglados (relativamente)
los conflictos europeos, Portugal era la nica nacin en todo el litoral atlntico europeo
bajo la amenaza real de un enemigo -de hecho, en peligro real de extincin mortal,
tan inmediata como completa. A pesar de la aparente ausencia de una ofensiva
inminente desde Espaa, (y como seal un observador) Portugal estaba a una sola
derrota de su aniquilacin
14
. Aunque los portugueses pudieran repeler a los espaoles
en el campo de batalla una y otra vez, las evidencias geogrficas indicaban que el
ejrcito de Felipe IV tan slo necesitaba un triunfo para, a continuacin, dirigirse su
victorioso general a Lisboa y tomarla por las armas sin oposicin. De hecho, Portugal
se hallaba en estado de sitio, y los sitios, como es bien conocido, producen una
mana persecutoria.
Al tiempo que las relaciones entre los estados europeos involucrados de algn
modo en la lucha portuguesa por la supervivencia eran turbulentas y caticas, las
prioridades de Lisboa estaban claras, y eran firme y estrictamente militares -
demandando soldados, barcos y material de guerra, en este orden. Desde 1648,
Espaa estaba en paz con los estados del norte, y cuatro aos despus la cada de
Barcelona puso fin a la guerra de secesin de Catalua, al menos como amenaza
prioritaria. El ambiente diplomtico era ahora tan envenenadamente cnico y
ferozmente despiadado como lo fue en su momento el del Renacimiento italiano, y
en este contexto Juan IV necesitaba con urgencia un aliado en el que pudiera confiar.
Cul sera el precio de la lealtad?, a dnde dirigirse?, a cul elegir?
El patriarca Braganza no poda confiar an en sus propias elites nobiliarias o
eclesisticas. Varios miembros de las primeras desertaron a Espaa en los aos 40,
10
Vid TAYLOR, H. Trade, Neutrality and the English Road, 1630-48, Economic History Review, 25, 1972, pp. 236-260.
11
Vid. The Calendar of State Papers, Venetian (1655-70), 6 vols, Londres, 1929-1937, passim.
12
Originalmente, esta hiptesis, que rebate ideas largamente asentadas en torno a la decadencia de Espaa, en
especial en el contexto estratgico internacional, fue expuesta por vez primera en 1979. Vid. STRADLING, R.A.
Seventeenth-Century Spain: Decline or Survival?, reimpreso en el libro Spains Struggle for Europe, pp. 3-32.
Nunca ha sido traducido al espaol, si bien un facsmil bastante fiel apareci en la colaboracin de D. FEROS
CARRASCO, Poltica Exterior, Historia de Espaa, Barcelona, Planeta, 1988, vol. VI, pp. 336-388. La ms reciente
extrapolacin de mis argumentos se halla en STORR, I. The Resilience of the Spanish Monarchy, 1665-1700, Oxford,
2006.
13
BENNASSAR caracteriza a Portugal como una sociedad bloqueada, en La Europa del Sigo XVII, Madrid, 1989, pp.
26-7. Vase tambin LEAL DE FARIA, Duarte Ribeiro de Macedo..., especialmente p. 7.
14
Vid. VALLADARES, R. Felipe IV, p. 69.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
abandonando sus estados, sus rentas e incluso, en ciertos casos, sus familias; y
muchos de quienes formaban las segundas obedecieron la moratoria ordenada por
el papa relativa al culto y al pago de los impuestos
15
. El apoyo sin fisuras de Roma
a Espaa signific, por ejemplo, que la orden dominicana, que controlaba el
funcionamiento de la Inquisicin, trabajase en realidad para obstaculizar el proyecto
de independencia de Portugal. En la corte de Juan IV y en todo el pas estaban muy
extendidas la conspiracin, la traicin y la intriga. A partir de 1652 fue cobrando
fuerza la idea de que Felipe IV haba puesto en marcha los preparativos de la campaa
militar definitiva. Mazarino, aparentemente, haba hecho fracasar las opciones de
Portugal, y en cualquier caso tena las manos atadas. La larga guerra contra los
depredadores holandeses haban agotado las reservas de los banqueros lisboetas,
mientras que los propios holandeses se posicionaban siniestramente en Madrid junto
a sus antiguos seores y enemigos
16
.
Y qu pasaba con Inglaterra? A comienzos de la dcada de 1650, la nueva clase
gobernante de la Inglaterra republicana, tras desmantelar la monarqua filo-vaticana
de los Estuardo en las guerras civiles de 1642-1648, se arriesgaba a desafiar a sus
competidores holandeses en la primera de las tres guerras navales
17
. Estos conflictos
fueron como la obertura, en tres piezas (largo-moderato-vivace) de una nueva
pera -que pudo haberse llamado La carrera imperial
18
. He sugerido que los estados
estaban comenzando a cambiar de tctica
19
. Pero ello no iba a consumarse en una
sola noche, y en todo caso slo tuvo serias implicaciones para los estados martimos
situados en una posicin estratgica favorable -la repblica holandesa, Inglaterra y
quiz Francia, no tanto Suecia, y en ningn caso Dinamarca. El desafo ingls, de
hecho, no pudo impedir que los holandeses an liderasen la carrera mediados los
aos 50.
Portugal haba obtenido notables xitos luchando contra las tentativas holandesas
de establecer una colonia en Sudamrica, va con la que podran acaparar el comercio
atlntico de esclavos y azcar. Pero mientras, en el ndico y en todo el este, los
holandeses enrollaban inexorablemente la rada alfombra oriental portuguesa que
conduca a sus factoras comerciales. La Francia de Mazarino se hallaba sin aliento
y buscaba un respiro prolongado en su rivalidad estrictamente continental con
Espaa
20
. Fue una casualidad afortunada para Portugal que en 1653 Oliver Cromwell
acabase con el Parlamento Largo y estableciese una nueva y dinmica autocracia.
No puede considerarse accidental que la primera accin de Cromwell como jefe del
estado fuese insistir en la consecucin de un compromiso de paz con los holandeses.
Holanda era, por supuesto, una nacin que se haba constituido a travs de la
rebelin y la guerra civil, entregada al republicanismo como forma de gobierno y,
sobre todo, era un pas en el que haba arraigado una reforma religiosa radical. La
simpata con la que Cromwell contemplaba a sus vecinos burgueses tena una causa
muy concreta, y sta formaba parte de su rgido programa. Necesitaba eliminar la
15
Un xodo similar ocurri tardamente en 1660 ante la amenaza de la reconquista espaola: vid. VALLADARES, R.
Felipe IV, p. 180 y ss.
16
ECHEVARRA BACIGALUPE, M.A. La cooperacin econmica hispano-holandesa, 1637-1659, Hispania, LIV/
187, 1994, pp. 467-504; SALINAS, D. La diplomacia espaola en las relaciones con Holanda durante el Reinado de Carlos
II (1665-1700), Madrid, 1989, pp. 17-24.
17
Hace aos, los patriticos libros de texto britnicos solan reclamarla como una victoria total, pero en trminos
militares el resultado fue, realmente, una derrota. Vid. CAPP, B. Cromwells Navy: The Fleet and the English Revolution,
1648-1660, Oxford, 1989.
18
Desde la dcada de 1650 en adelante, la creciente conciencia de la dimensin colonial que tenan las polticas
impulsadas por las clases dirigentes de Europa occidental se refleja tanto en elementos exticos como en los
trasuntos de muchas obras dramticas (musicales o de otro tipo).
19
Los fundamentos de esta idea proceden, en parte, de SALINAS, D. La diplomacia espaola
20
STRADLING, R.A. Europa y el declive de la estructura imperial espaola 1580-1720, Madrid, 1983, pp. 191 y ss.
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dinasta de los Estuardo, cuyos representantes, los hijos y sucesores en el exilio del
ejecutado Carlos I, esperaban obtener la ayuda de Francia y recuperar el trono
ingls. Pero Cromwell, ante todo, no era sino un entusiasta combatiente anti-catlico.
Su propsito era condensar los dos enemigos de Inglaterra, reyes y catlicos, en un
solo adversario monstruoso y odioso, forzando a los Estuardo a identificarse ellos
mismos con la causa de la Monarqua Hispnica
21
. Cromwell se prepar para librar
una guerra ideolgica. Iba a ser una lucha encaminada nada menos que a borrar de
la memoria a Espaa, que tanto l como innumerables ingleses consideraban la
agencia poltica del diablico Imperio Babilnico de Roma
22
. Para conseguir este
objetivo, Oliver se prepar para alcanzar acuerdos ventajosos con los diablos menos
peligrosos del Pandemonium catlico, como Portugal, y quiz tambin con Francia
23
.
De hecho, y en parte gracias a sus estrechos contactos con la bolsa de Londres,
pero tambin inspirado en la lectura de ciertos pasajes profticos del Antiguo
Testamento, percibi que incluso los judos podan ser utilizados como un arma del
Seor contra Espaa.
La revolucin diplomtica cromwelliana se inicia al aprovechar en beneficio propio
la refriega habida entre dos diplomticos -Alonso de Crdenas y Joo de S e Meneses-
en Londres en 1654. El reconocimiento del regicida rgimen ingls por parte de
Felipe IV haba sido una amarga concesin personal, y para el caso presente poco
importaba. El primer y ltimo Protector de Inglaterra, Cromwell, de hecho un dictador
militar, hubo de haber simpatizado hasta cierto punto con S e Meneses y su ayudante
Francisco de Melo Torres. Despus de todo, no eran ellos, como el propio Cromwell,
representantes de un estado rebelde que, adems, haba sido tambin anatemizado
por Roma? En cualquier caso, el Protector se entrevist con Crdenas y le exigi -
como un clebre embajador de Felipe se atribuy a s mismo- ser los dos ojos de
mi seor
24
. El desenlace de la (falsa) contienda tuvo un resultado inevitable. Sin
embargo, si Cromwell qued impresionado con los mensajeros, por su parte Juan IV
qued menos impresionado con el precio que ellos acordaron pagar a cambio del
apoyo de Cromwell. Aunque todos saban que, tras la cada de Barcelona, el siguiente
objetivo de Felipe IV era Lisboa, el tratado no contena promesas de tropas ni de
suministros por parte de Inglaterra, y finalmente Lisboa fue intimidada a ratificarlo
por la presencia de la armada inglesa. Aparentemente, esto confirma la imagen que
se tiene de la asociacin anglo-portuguesa como un caso de faut de mieux a dos
bandas.
El plan que llenaba la imaginacin de Cromwell era enviar un destacamento
especial para conquistar y ocupar el Caribe. Pensaba, con el rigor con que lo hubiera
hecho cualquier marxista del siglo XX, que las leyes de la Historia (que l denominaba
la Providencia de Dios) haban predeterminado la cada del imperio espaol. l, y
no otro, iba a ser el instrumento elegido. Su misin se vio alentada por asesores
personales como su secretario de Estado, John Thurloe, y por el poeta John Milton
(que era quien redactaba los discursos incendiarios de Cromwell ante el parlamento,
en los que caracterizaba a Espaa como enemigo natural de Inglaterra). Todos
estos visionarios eran fanticos religiosos convencidos. Pero quiz la misma
importancia tuvo el lobby de los mercaderes de Londres, obsesionados por explotar
21
STRADLING, R.A. Anglo-Spanish Relations from the Restoration to the Peace of Aix-la-Chapelle, 1660-1668, tesis docto-
ral indita, Universidad de Gales (Cardiff), 1969, especialmente pp. 5-10.
22
Vase, por ejemplo, HILL, C. Oliver Cromwell, sobre todo pp. 87-9; y CRABTREE, R. The Idea of a Protestant
Foreign Policy, Cromwell Association Handbook, 1968-69, pp. 2-19.
23
Pandemonium fue una palabra inventada por un agente diplomtico de Cromwell, el poeta John Milton, en su
epopeya El Paraso perdido, 1674, para describir un parlamento formado por todos los demonios del infierno.
24
GARDINER, S.R. History of the Commonwealth and Protectorate, 3 vols., Londres, 3 ed., 1903, vol. III, p. 76.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
las rutas del oeste controladas por los espaoles, la conocida como Westward Ho!
en direccin a The Spanish Main
25
.
Pareca, en todos los sentidos, que Portugal, como Inglaterra, haba encontrado
finalmente a su Protector. El puerto de Lisboa, el ms seguro del mundo atlntico, y
las Azores portuguesas haban de ser puntos cardinales en los acontecimientos que
sucedern a partir de ahora. La guerra entre Inglaterra y Espaa comenz con y
estuvo fundamentada en la alianza portuguesa. En el ambiente patriotero de mediados
los aos 50, la propaganda de Cromwell procur restablecer todo lo que para la
memoria colectiva significaban la figura de la reina Isabel y el ao de 1588
26
. Adems
de las dos flotas existentes, que operaban en el Canal de la Mancha y en las costas
ibricas, una expedicin nueva e independiente formada por 40 barcos y 3.000
hombres parti de Portsmouth para cruzar el Atlntico. El proyecto de Cromwell de
atacar y conquistar La Espaola en 1655 lleg a ser conocido como El Plan Oeste
27
.
Clausurado el teatro de operaciones cataln, la ms larga guerra habida entre
Francia y Espaa haba terminado en tablas. La guerra de Cromwell era ahora el
nico escenario posible para los soldados y proveedores militares de Europa. El
generalizado proceso de paz amenazaba el bienestar de toda una red de intereses
mercantiles, un complejo multiorgnico que haba crecido hasta proporciones
monstruosas durante las guerras habidas desde 1618. En los aos 50, Europa se
hallaba repleta de soldados sin ocupacin (alemanes, italianos, escandinavos,
irlandeses, escoceses) y, an ms importante, de capitales tambin desempleados.
Estos caudales estaban en manos de quienes haban satisfecho los costes ms
precisos de las guerras europeas, habiendo obtenido por ello unos beneficios
cuantiosos. Haban movilizado y suministrado el combustible necesario para poner
en marcha todo un complejo de intermediarios -los empresarios militares-, cuyo
trabajo era reclutar soldados y hacerles llegar sus pagas, sus armas, su ropa y
comida, as como organizar sus traslados de un frente a otro, e incluso de un pas a
otro
28
. La Inglaterra protoimperialista de Cromwell necesitaba ahora el concurso de
estos bienes y servicios: en la prctica significaba atraer capitales desde lugares
como Amsterdam y Hamburgo. En trminos crematsticos, los gobiernos de Lisboa
y Londres buscaban la inversin de capital-riesgo a gran escala para sus guerras
contra Espaa.
III. EL SUBMUNDO DEL ESPIONAJE
Cromwell contemplaba el acuerdo alcanzado con los Braganza como parte de un
proceso estratgico que inclua tambin admitir la entrada de judos en Inglaterra,
lo que ocurrira por vez primera desde su expulsin en el ao 1290
29
. Varios son los
25
El relato que hacemos aqu sobre la poltica cromwelliana es necesariamente breve. Para un anlisis ms completo
de los orgenes y consecuencias de la poltica colonial de Oliver (en consonancia con lo que sigue) puede consultarse
HILL, C. Radical Pirates?, en People and Ideas, pp. 161-87.
26
Tal y como argumenta HILL, Cromwell, nacido en 1599 y educado como un Hombre de Dios en un contexto
religioso radicalizado, fue en todos los sentidos el guardin de la herencia isabelina por su obsesiva oposicin a
Espaa: Oliver Cromwell, op. cit.
27
No existe an un estudio especializado sobre la Guerra de Cromwell de 1655-1660 (The Anglo-Spanish War).
Sobre el Plan Oeste, vid. STREET, L. An Uncommon Sailor: A Portrait of Admiral Sir William Penn, Bourne End, 1986,
pp. 70-86.
28
REDLICH, F.R. The German military enterpriser and his work force, 2 vols., Wiesbaden, 1964-1965. Se ha investigado
muy poco sobre este significativo parntesis en el mercado de crdito europeo. Algunas notas sobre uno de sus
aspectos, los rendimientos de la banca privada flamenca, se hallan en BUSTOS RODRGUEZ, M. Burguesa de
negocios y capitalismo en Cdiz: Los Colarte (1650-1750), Cdiz, 1991, en especial pp. 35-41.
29
Lo que sigue a continuacin se basa principalmente en el amplio y estimulante trabajo de A. FRASER, Cromwell, Our
Chief of Men, Londres, 1975, pp. 558-68. En l se indicara que los judos procedentes de la Pennsula Ibrica habran
entrado subrepticiamente en Inglaterra en pequeo nmero a lo largo de las ltimas dcadas, de forma que en
Londres ya exista una colonia de orfebres (prestamistas).
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motivos que explican esta histrica decisin, pero sin duda primaron las
consideraciones religiosas. De acuerdo con la interpretacin de la Biblia que se
haca desde las posiciones ms radicales del protestantismo ingls, se crea que la
conversin de los judos era una de las misiones esenciales encomendadas por el
Seor. No slo eso: una minora significativa de los radicales (muchos de los cuales
estaban poltica y personalmente muy prximos al Protector) mantenan que slo
con la realizacin de esta misin se abrira el camino que hara posible la segunda
venida de Jesucristo. Podra decirse, pues, que exista una relacin simbitica entre
las vertientes hispnica y judaica de la poltica cromwelliana: ambas se hallaban en
el centro de una visin utpica y milenarista del mundo y de su salvacin. No
obstante, exista tambin un objetivo pragmtico y material detrs de la bienvenida
ofrecida a los judos gracias al decreto de Cromwell de 1656. Para su gobierno, ello
significaba el acceso a fuentes de informacin sobre los entresijos polticos de las
cortes de Europa occidental, que los judos conocan como nadie, tanto en trminos
cualitativos como cuantitativos. Para los hombres de negocio de Londres, por su
parte, significaba el acceso a nuevas fuentes de financiacin para engrasar la
maquinaria de sus proyectos ultramarinos.
La comunidad juda en cuestin era la de los sefarditas, portugueses de origen,
que haban residido ltimamente en Holanda, pero con extensas conexiones familiares
en Lisboa y en ciertos casos tambin en Madrid. Entre ellos haba operadores
modestos, pero otros representaban a importantes hombres de negocio, con intereses
y experiencia en el comercio internacional de asientos de dinero. Muchos sentan los
estragos financieros causados por la nueva era de paz en Europa occidental, y se
hallaban ansiosos por reanimar su cuenta de resultados. Desde su cada en 1643,
como bien se sabe, quienes haban sucedido en el gobierno de Espaa al Conde-
Duque de Olivares decidieron cortar las relaciones con los banqueros conversos
portugueses, que haban financiado la maquinaria blica de la monarqua desde
finales de la dcada de 1620. En concreto, desde la publicacin del decreto y medio
en 1647, las firmas judas se vieron forzadas a abandonar sus negocios en Madrid.
Al mismo tiempo, una vez desaparecido el patronazgo de Olivares, muchos temieron
que se reactivara la persecucin inquisitorial, por lo que abandonaron Espaa
definitivamente. A mediados de los 50, la parte del len de los asientos haba revertido
en los genoveses. Por tanto, los banqueros sefarditas, en mayor medida que los
dems, buscaban penetrar en un mercado que se haba vuelto ferozmente competitivo
como nunca antes
30
.
Entre aquellos que llegaron al Londres de los aos 50 estaba un tal Agostino
Coronel Chacn. Coronel aseguraba ser un leal sbdito de Juan IV, y era cierto que
tena conexiones con la embajada lusa a cuya cabeza se hallaba D. Francisco de
Melo. Al parecer, haba sido uno de los agentes de inteligencia o espas judos -
apreciados por sus extensas redes de informadores entre familiares y amigos-
reclutados por John Thurloe para recabar informacin acerca del estado de las
defensas espaolas en Andaluca y el Caribe
31
. El propio Coronel fue una especie de
pcaro sefardita al estilo de su contemporneo Estebanillo Gonzlez, un aventurero
30
BOYAJIAN, C. Portuguese Bankers at the Court of Spain, 1626-1650, New Brunswick, 1983; VALLADARES, R. Banque-
ros y vasallos: Felipe IV y el medio general, Cuenca, 2002, sobre todo pp. 199 y ss.
31
WOLF, L. Cromwells Jewish Intelligencers, en ROTH, C. (ed.) Essays in Jewish History, Londres, 1934, pp. 91-115,
en especial pp. 110-111.
32
C. ROTH caracteriza a Coronel como individuo de dudosa reputacin en su History of the Marranos, Filadelfia,
1932, p. 305, y revela tambin que a Carlos Estuardo le gustaba llamarle el pequeo Jue: History of the Jews in
England, Oxford, 1941, pp. 176-77. Se puede especular que (al igual que Estebanillo) se trataba de un enano, uno de
aquellos desdichados que despertaban una peculiar fascinacin en las cortes de la poca.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
de fortuna, sin capital propio, dicharachero y con una abultada agenda de contactos
32
.
Era un producto caracterstico de la guerra de la independencia portuguesa, de una
lucha por la supervivencia en la cual, la confluencia de todo tipo de ruindades -la
conspiracin, la traicin, el engao y, sobre todo, el espionaje profesional-, haba
llegado a convertirse en norma de conducta. Tal y como ha demostrado el profesor
Valladares, haba habido una poca en el bando espaol en que la fiebre del espionaje
haba provocado furibundas purgas, atribuyndosele tanto derrotas militares como
amotinamientos en la tropa y deserciones masivas. En Madrid, muchos creyeron
que uno de los peores estallidos de violencia ocurridos en Extremadura -durante el
catico verano de 1648, tan cruento como cualquier otro episodio de la Guerra de
los Treinta Aos- estuvo causado por la accin de los espas y saboteadores. Incluso
las rdenes religiosas se vieron implicadas. La favorita de Felipe IV, la de los dominicos,
agitaron el temor y el odio hacia los jesuitas lusitanos, acusados de colaborar con
una dinasta rebelde y hertica. Los franciscanos portugueses, por su parte, fueron
acusados de propagar el derrotismo y la deslealtad en Castilla. Las cosas estaban
revueltas por igual en Portugal, donde, como hemos visto, los Braganza apenas
podan confiar en unos pocos de los suyos y vean cmo sus actuaciones no slo
eran obstaculizadas constantemente por la Inquisicin, sino que adems estaban
siendo socavadas activamente por ella
33
.
Pero Coronel era partidario de una nueva clase de espionaje: el sabotaje financiero.
Otros historiadores han reparado tambin en este fenmeno, a menudo difcil de
discernir y describir con todo detalle. Por ejemplo, mi distinguido predecesor en
estas Jornadas, Tony Thompson, ha prestado atencin a las vagas pero intensas
sospechas de Madrid en los aos 40:
Qu obligaciones tenan los portugueses con el rey de Espaa? No podran
ser estos asentistas una suerte de quinta columna determinados a minar y destruir
la Monarqua Hispnica no por la fuerza sino a travs del fraude? Fue un pensamiento
que hubo de ocurrrseles a muchos [fue] un error confiar la seguridad del pas
a extranjeros de dudosa lealtad y depender de ellos para las provisiones era
manifiestamente peligroso
34
.
Poco despus de la muerte de Cromwell en septiembre de 1658, Coronel, que ya
se haba hecho de una fortuna en la bolsa londinense, contact con la corte de los
Estuardo exiliada en Bruselas. El momento no poda ser ms oportuno. A pesar de
los buenos augurios, la guerra contra Espaa haba ido mal, especialmente en cuanto
a su repercusin econmica -de hecho, la empresa cosech unas prdidas monetarias
sin precedentes. Para comenzar, el Plan Oeste haba sido en s un fracaso militar
y financiero. Repelida sin mayor dificultad de Santo Domingo, la desmoralizada
soldadesca que ocup Jamaica de rebote fue asolada por una epidemia; lo nico
que logr esta ocupacin fue indignar a Felipe IV, puesto que no produjo beneficios
materiales. La gran empresa de Cromwell haba sido un desastre sin paliativos -
cara, desprovista de gloria, expresiva de la resistencia, que no debilidad, que an
ofreca la Espaa imperial. A pesar de (y en parte a causa de) las exitosas campaas
a cargo de marinos protestantes fanticos como Blake y Lawson en aguas ibricas,
33
VALLADARES, R. Felipe IV, pp. 82-85, 170-175 y 188. El profesor Valladares expone tambin que las cantidades
destinadas al espionaje fueron incluidas en los presupuestos de Madrid para la guerra con Portugal de 1647, por
ejemplo (Ibdem, p. 72). De hecho, las cuentas de los proveedores militares contienen captulos que ilustran sobre
esta forma de hacer la Guerra (gastos secretos) al menos desde principios de siglo, como bien puede compro-
barse en diversos legajos de la seccin Contadura Mayor de Cuentas del Archivo General de Simancas (AGS). Sobre
la evolucin de la inteligencia, vid. CARTER, C.H. The Secret Diplomacy of the Habsburgs, 1598-1625, Londres,
1964, y ECHEVARRA BACIGALUPE, M.A. La diplomacia secreta en Flandes, 1598-1643, Leioa, 1984.
34
THOMPSON, I.A.A. War and Government in Habsburg Spain, 1580-1620, Londres, 1976, p. 260.
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los corsarios de Dunquerque-Ostende causaron enormes daos en las poblaciones
de la costa este de Inglaterra. Al oeste del pas, los mercaderes y fabricantes laneros
padecieron los males causados por los embargos y secuestros impuestos por Felipe
IV como represalia a la injustificada agresin inglesa. En 1658, las presiones de los
hombres de negocio forzaron a Cromwell a organizar una costosa campaa para
conquistar Dunquerque -que slo pudo verificarse gracias a la alianza con Mazarino.
En 1659, ya desaparecido Cromwell, la economa inglesa estaba en bancarrota y la
mayora de los ricos mercaderes de Londres clamaba por la paz
35
.
Lo ms probable es que justo en este momento Coronel fuera a Bruselas y
obtuviera una audiencia con Carlos Estuardo, quien encontr su carcter divertido y
sus ideas fascinantes. Adelant dinero al Pretendiente ingls precisamente cuando
la causa de los Estuardo estaba ms necesitada de liquidez. Los subsidios de Espaa
se hallaban totalmente congelados y Carlos necesitaba con desesperacin un adelanto
urgente para (primero) explotar las posibilidades de un retorno triunfal a Inglaterra
y (segundo) viajar a Espaa y personarse en Hondarribia, donde las negociaciones
entre Luis de Haro y Mazarino amenazaban con dejar a los Estuardo completamente
aislados en la banda
36
. Quiz fue por entonces cuando Coronel sugiri a Carlos las
ventajas de una alianza matrimonial con los Braganza
37
. De todos modos, una vez
restaurado Carlos como rey de Inglaterra en la primavera de 1660, los servicios de
Coronel fueron reconocidos. Obtuvo como premio una barona, pasando a ser Sir
Augustine Coronel, y se hizo miembro de la Iglesia Anglicana, nuevamente restaurada
junto con su rey
38
.
IV. EL EFECTO CORONEL
La competencia encarnizada entre Madrid y Lisboa por conquistar el corazn de
Inglaterra, que se inici con la refriega diplomtica de 1654, conoce ahora un segundo
episodio tan dramtico como el primero. En los primeros aos de la nueva dcada,
las dos dinastas restauradas, Braganza y Estuardo, intentaron formar una coalicin
destinada a garantizar la supervivencia poltica de la primera y amplias
compensaciones imperiales para la segunda. Ignorando las splicas de aquellos que
deseaban normalizar las relaciones con Espaa -un lobby con buenos fundamentos
y una slida mayora- Carlos, sin embargo, continu la poltica de Cromwell, quien
ya haba sido oficialmente condenado por regicida, y cuya cabeza haba sido exhumada
y empalada a la entrada del Puente de Londres.
Las razones esenciales de la poltica del nuevo monarca se encontraban en su
bolsillo y en su cartera. A pesar de las ruidosas celebraciones por su retorno, el
Parlamento continuaba determinado a limitar el poder y las prerrogativas de la
Corona. El Acuerdo de Restauracin restringa con severidad sus ingresos y su
capacidad para imponer tributos unilateralmente
39
. Una vez instalado en Whitehall,
Carlos advirti que su situacin no era muy distinta, por desgracia, de la que haba
vivido hasta haca poco tiempo como pensionista de Felipe IV. La depresin econmica
causada por la guerra contra Espaa haba provocado el descenso de la recaudacin
fiscal hasta niveles preocupantes. El rey haba heredado del rgimen anterior una
35
STRADLING, R. Anglo-Spanish Relations, sobre todo pp. 10-14 y 19-20; dem: La Armada de Flandes: poltica
naval espaola y guerra Europea, 1568-1668, Madrid, 1992, pp. 179-202 y 265-94.
36
ROUTLEDGE, F.R. England and the Treaty of the Pyrenees, Liverpool, 1953.
37
ROTH, C. History of the Jews in England, op. cit.
38
STOKES, H.P. A Short History of the Jews in England, Londres, 1921, p. 73. Su nombre fue apropiado, atento a que es
el mismo que el del fundador de la Iglesia Anglicana, St. Augustine de Canterbury.
39
Una relacin de las cuentas del rey se halla en la moderna y a la vez clsica biografa de R. HUTTON, Charles II: King
of England, Scotland and Ireland, Oxford, 1991, pp. 133-213.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
deuda de 1.200.000 libras -el coste intil de la ambicin de Cromwell. Mas l
necesitaba ahora pagar al Ejrcito de Cromwell -que, a fin de cuentas, le haba
repuesto en el trono- y tambin satisfacer los primeros y enormes compromisos
pecuniarios del Tratado Matrimonial, que inclua el envo de sendas expediciones
martimas para tomar Tnger y Bombay.
Carlos II necesitaba desesperadamente dinero en efectivo, pero tena muy escasa
capacidad de maniobra. La primera deuda pendiente que nunca podra satisfacer
era su solemne compromiso de firmar la paz con Espaa y ayudar al rey Felipe IV
contra los rebeldes portugueses. Tampoco poda ni plantearse la devolucin de
Dunquerque y Jamaica a Espaa, pues con ello se arriesgaba a perder la popularidad
entre sus sbditos, que necesitaba desesperadamente. No le quedaba otra salida,
pues, que seguir los complejos planes de Coronel conducentes a una provechosa
alianza matrimonial con los Braganza. En mayo de 1661, la alianza portuguesa se
convirti en una realidad. Negociada brillantemente por Melo Torres, muchas de las
clusulas financieras fueron obra del mismsimo Sir Agustine Coronel. El acuerdo
fue sellado a pesar de las protestas espaolas y en medio de una batalla campal
entre los cuerpos diplomticos espaoles, portugueses y franceses en las calles de
Westminster. Cuando Melo Torres regres a Lisboa, dej como sustituto a un joven
diplomtico, pero confi expresamente en Agostino Coronel la administracin de las
estipulaciones econmicas y financieras del Tratado Matrimonial
40
.
En el ltimo lustro de su largo reinado, Felipe IV, sintindose engaado y
traicionado, emple todas las tcticas posibles, sin desechar la posibilidad de una
guerra abierta, para presionar a Carlos y conseguir que rectificase. Lo cual tuvo una
consecuencia sorprendente y poco conocida. Felipe orden a su embajador en
Londres, Batteville, que organizara una red de agentes en Inglaterra que auspiciase
la cada de la corte del Estuardo. Su labor lleg a un punto crtico en 1663, cuando
un complot inducido desde Bruselas por el gobernador de Felipe IV, el marqus de
Caracena, y liderado por el general cromwelliano exiliado Edmund Ludlow, con el
propsito de asesinar a Carlos y provocar el levantamiento de varias plazas, fue
descubierto y desmantelado. Era un caso ms de poltica secreta, tan familiar y
clsica en las relaciones anglo-espaolas
41
. Pero otro visitante secreto de la embajada
espaola en el verano de 1661 fue ni ms ni menos que el pequeo Jue del rey
Carlos. El barn Batteville se reuni con el Baronet Coronel, y ste acepto su oferta
de emplearse al servicio de Espaa:
Me ha prometido Coronel que dilatar lo posible el dar el dinero que debe para
el despacho de los bajeles que han de ir a Tnger [y] con este embaraso y con otras
diligencias da por indubitable Coronel que se romper el casamiento
42
Coronel se converta as en un doble agente, en apariencia al servicio de Inglaterra,
pero de hecho dispuesto a arruinar la alianza entre los Braganza y los Estuardo.
Coronel llev a cabo con habilidad su cometido. Utilizando sus contactos y su buena
reputacin en la bolsa londinense, obtuvo una serie de crditos de los hombres de
negocio con los que suministrar ingresos inmediatos y regulares al rey Carlos. Estos
40
El anlisis y detalles del mismo, en STRADLING, R. Anglo-Spanish Relations, pp. 23-54. Discrepancias no
exentas de inters sobre alguna cuestin concreta en BELCHER, G.L. Spain and the Anglo-Portuguese Alliance of
1661: A Reassessment of Charles IIs Foreign Policy at the Restoration, Journal of British Studies, 15, Autumn 1975,
pp. 67-88.
41
Vid. STRADLING, R. Spanish Conspiracy in England, 1661-1663, en Spains Struggle, pp. 177-93, y tambin pp.
286-87.
42
Batteville a Felipe IV, 9 de noviembre de 1662: AGS, Estado, lg. 2531. El embajador, sin embargo, consider necesa-
rio recordar al rey que no fiarse de veros de este gnero de gente es principio infalible. Su encuentro con
Coronel probablemente se produjo algunas semanas antes de la fecha de la carta.
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prstamos a corto plazo fueron avalados con la dote de la nueva reina (Catalina),
que se esperaba cobrar pronto
43
.
En septiembre de 1661 haba ya rumores que pronosticaban que la dote de los
Braganza podra retrasarse bastante: quizs hasta el ao nuevo quiz ni entonces
an. Justo en este punto, una flota de cuatro barcos pertenecientes a la portuguesa
Compaa Brasilea que regresaba a Lisboa con azcar y especias, fue desviada por
una tormenta hacia la costa meridional britnica. Coronel aseguraba, con notoria
falsedad, que su seor, el rey Alfonso, haba aprobado la maniobra, y Carlos, deseoso
de satisfacer a sus acreedores, embarg el cargamento y lo coloc en el mercado
libre
44
. El balance comercial de esta operacin, que Carlos confi en Coronel, fue (al
parecer deliberadamente) un desastre, hasta el punto que hizo aumentar antes que
apaciguar la ira de los banqueros de la Corona. En la primavera de 1662, entre
acusaciones de corrupcin y operaciones ilcitas a doble banda, Coronel interrumpi
de repente todos sus pagos y fue acusado por Lisboa de malversar unas 14.000
libras. Le sigui la cada de la bolsa londinense. Se emiti una orden de arresto
contra l, pero escap y consigui huir a Bruselas, donde buscara la proteccin
espaola
45
.
Sobrevinieron el caos y el desastre. El gobierno portugus se sinti ultrajado y
elev todo tipo de protestas. Los privilegios recientemente concedidos a los
mercaderes ingleses fueron suspendidos. Los agentes de la Compaa Brasilea en
Londres demandaron indemnizaciones, quejndose de que el comercio con Lisboa
estaba acabado
46
. De hecho, las repercusiones de la conspiracin de Coronel fueron
enormes. Una costossima expedicin inglesa enviada para tomar Bombay se encontr
con la negativa de las autoridades portuguesas a prestar cualquier colaboracin:
cientos de marineros murieron a causa del hambre y las enfermedades. Cesaron de
inmediato los suministros de dinero y enseres a las tropas inglesas en Portugal. Los
impagados veteranos de las guerras de Cromwell -hroes de la victoria de Las
Dunas contra el Ejrcito de Flandes en 1658- desertaban ahora en buen nmero y
se ofrecan a los espaoles en Extremadura
47
. Excepto algunas cuotas llegadas a
Londres a lo largo de 1662, pagadas mayormente en especies y alhajas pero no en
efectivo, la dote de la reina nunca fue abonada por completo. Durante un ao
aproximadamente, la corte vivi sumida en una miseria humillante, incapaz de
mantener el servicio, de pagar a los criados y de satisfacer a los acreedores
48
.
Al mismo tiempo, el ambiente se llenaba de rumores sobre conspiraciones contra
el trono en Inglaterra e Irlanda. No fue un accidente que en 1663 Carlos decidiese
43
De hecho, Coronel fue contratado para invertir la dote de los Braganza. Un atractivo aadido para varios inversores
fue la perspectiva de lograr mercedes por socorrer al rey, un recurso que el anterior rgimen republicano no tuvo
a su disposicin.
44
El conde de Southampton a los inspectores de aduana, 9 de septiembre de 1661: British National Archives (Kew,
Londres), Treasury Papers (NAT), 51/9, f. 85.
45
Conde de Miranda (embajador de Portugal en La Haya) a Sir Richard Fanshawe (emisario ingls en Portugal), 21
de abril de 1662 (en espaol): Fanshawe Papers (Valence House, Londres), Vol II; marqus de Caracena a Felipe IV,
3 y 19 de mayo de 1662: British National Archives, State Papers (NASP), 94/44, ff. 313-14.
46
The Humble Petition of Edw. Bushell and William Byrd, substitutes and agents for the Brazil Co. of Portugal,
13 de septiembre de 1661: NASP 89/5, f. 49 (vanse tambin ff. 50-66, sobre las ramificaciones del asunto Coro-
nel).
47
Una vez a sueldo de los espaoles, los mercenarios ingleses podran haber llegado a conocer a los soldados
irlandeses a los que haban combatido y derrotado una dcada antes, y de hecho haban sido vendidos entonces
por millares a Felipe IV por los negociantes de Cromwell: vid. STRADLING, R.A. The Spanish Monarchy and Irish
Mercenaries: The Wild Geese in Spain, 1618-68, Dublin, 1994.
48
Samuel Pepys hace frecuentes referencias a los escndalos que surgan a causa del estado de penuria de la corte:
vid. The Diary of Samuel Pepys, Londres, 1906, reimpr. 1947, Vol. I, por ejemplo pp. 188-189, 200, 262, 300, 323 y ss.
Algn alivio se obtuvo gracias a la venta de Dunquerque a Luis XIV a finales de 1662.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
por vez primera echarse adelante y visitar diversas partes de su reino
49
. El Tratado
Matrimonial haba causado ms problemas que beneficios. Sobre 1664, y tras haber
quedado expuesto al asesinato al menos una vez, Carlos estaba completamente
decepcionado de su alianza con los Braganza. Ahora era poco ms que une mariage
de fausse convenance. El rey y sus ministros llegaron a la conclusin de que a nada
conduca una relacin hostil con Espaa, por lo que toda una sucesin de diplomticos
-Sir Richard Fanshawe, el conde de Sandwich y otros- fue enviada a Madrid. La
persistencia en esta decisin demostraba que no estaba siendo nada sencilla la
negociacin para llegar a un acuerdo pleno. Al cabo de seis aos, todas las cuestiones
importantes sobre poltica, colonias y comercio -y, sobre todo, la independencia de Portugal-
fueron ajustadas en una serie de tratados (1667-1670) construidos sobre bases duraderas
50
.
V. TRES CORTES EN BANCARROTA Y LAS CENIZAS DE LA AMBICIN
Al darle las instrucciones a Fanshawe (1664), el secretario de estado de Carlos,
Sir Henry Bennet, le dijo:
Usted debe siempre representarles que la monarqua espaola ha cado en
una gran decadencia, muy especialmente todas sus fuerzas martimas, y no slo
por haberse desmembrado y separado de ella por completo todo el reino de Portugal
Y que la monarqua inglesa, en consecuencia, ha subido y ha alcanzado una
fuerza infinitamente superior a la que nunca antes ha tenido, y por tanto se halla
en condiciones de reclamar
51
Esta aparatosa retrica se hallaba, sin embargo, distante de la realidad, sobre
todo la absurda reivindicacin de la grandeza inglesa. Lo que se oculta tras el cambio
de parecer de la monarqua de los Estuardo - que ahora suplicaba la paz en Madrid-
era ms que nada el deseo de obtener el sustancioso asiento de negros, recientemente
restablecido por Espaa. Mientras esperaba la llegada del premio gordo portugus
en 1661, Carlos invirti mucho en una nueva y ambiciosa empresa comercial
atlntica
52
. Dos aos despus, los nuevos asentistas genoveses, Grillo y Lomellini,
fueron apremiados por Felipe IV para que ofertasen a Londres (antes que a La
Haya) ser socio subcontratista. Quiz esto fuera tan slo una falsa maniobra que
formaba parte del elaborado programa del rey de ofrecer diversos tratos e incentivos
pensados para atraer a Inglaterra a la mesa de negociaciones
53
. En los aos 60, las
infraestructuras martimas inglesas, como toda la economa del pas, de naturaleza
eminentemente domstica, sin proyeccin al exterior, no estaban preparadas para
afrontar un reto de este calibre. Adems, en comparacin a la Monarqua Hispnica
y su imperio, los recursos de Inglaterra eran nimios, su infraestructura administrativa
subdesarrollada y anclada en el Bajo Medievo, y su experiencia en las grandes
estrategias eran las propias de un principiante.
Ya en sus ltimos aos, la corte de Felipe IV -Madrid, Corte y Villa- se hallaba
tambin completamente depauperada, tan digna pero tambin tan rada como el
hidalgo del Lazarillo de Tormes. En los aos 60, las campaas militares en Portugal
y los correlativos apremios fiscales forzaron al rey a mantener unas relaciones de
49
HUTTON, en su Charles II, p. 210, sugiere que este tour era la prueba de que el rey se senta cada vez ms seguro.
Yo dira lo contrario: que Carlos, como su padre, se senta vulnerable en Londres. En 1663, de hecho, prefiri
eludir el compromiso, con los gastos ya pagados por los interesados, como demandaba la tradicin, con los
afortunados nobles y burgueses a los que l mismo eligi para honrarles con una visita!
50
Un anlisis detallado de todo el proceso, en STRADLING, R. Anglo-Spanish Relations, captulos IV-IX.
51
BEBINGTON, T. (ed.), The Earl of Arlingtons Letters, 2 vols., Londres, 1701, vol. II, pp. 4-5.
52
DAVIES, K.G. The Royal African Company, Londres, 1957.
53
STRADLING, R. Anglo-Spanish Relations, sobre todo pp. 69-98.
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dependencia con las Cortes, un panorama no muy distinto al que tena Carlos II con
su Parlamento
54
. Una situacin similar exista en Lisboa, donde el angustiado rgimen
de los Braganza viva bajo el encantamiento de un joven y perturbado monarca y el
control de una oligarqua que dependa por completo de la burguesa lisboeta y de
los gobiernos extranjeros para pagar a su Ejrcito. Los Braganza eran incapaces de
cumplir las obligaciones estipuladas en el Tratado y hubieron de demostrar no poco
ingenio para soslayarlas. La guerra en las fronteras de Portugal haba cesado de
puro agotamiento. Extremadura estaba repleta de desertores de todas las
nacionalidades -alemanes, irlandeses, ingleses, franceses-, presa de bandidos y
alborotadores, de la opresin y del hambre: pueblos y campos desolados, agitadores
irredentos, oportunistas y, en fin, todos los parsitos de la guerra
55
Nunca sabremos las razones que motivaron las mltiples traiciones de Coronel.
De hecho, an se hace difcil discernir de qu lado estaba -si es que estaba de
alguno
56
. Sir Agustine no era diferente, con seguridad, en cuanto a condicin humana,
a los prncipes reales, nobles burcratas y socios mercantiles cuya confianza y
ambicin tuvo a bien explotar. Parece poco probable que hubiese razones de tipo
religioso, vindolo como si fuera una especie de idelogo pro-sionista que se
desdoblaba para vengar a las supuestas y annimas vctimas de la Inquisicin. l
era ms bien el perfecto prototipo de una nueva generacin marcada por el
advenimiento de la era del secularismo, en la cual la poltica internacional, aunque
no cambiase en s misma, ser conducida por gobernantes que tan slo repararn
en los intereses puramente materiales y pragmticos -en otras palabras, por hombres
como Carlos II y no como Oliver Cromwell.
Los proyectos imperiales de Inglaterra durante estas dcadas no fueron sino la
demostracin de una petulancia ridcula, prematuros en medio siglo o ms. A pesar
de la revolucin cromwelliana, Inglaterra era an un actor relativamente secundario
en la escena europea. El completo fracaso de las expediciones a ultramar, como las
de La Espaola (1655) y Bombay (1661-1662), contrastaba por desgracia con el
impresionante registro que Espaa, Portugal y Holanda haban logrado en la puesta
a punto de una logstica global. Aun sin Coronel, la codicia impulsiva por el lucro y
el poder de la que adoleca la dinasta restaurada, tambin se habra frustrado. En
54
VALLADARES, R. Banqueros y Vasallos, especialmente pp. 19-23 y 95.
55
Las conclusiones a las que llega L.M.E. SHAW apoyan el punto de vista del profesor Valladares ya comentado
(vase nota 9). En su obra The Anglo-Portuguese Alliance and the English Merchants in Portugal, 1654-1810, Aldershot,
1998, censura con acritud la carencia congnita de principios, la poca fiabilidad y la corrupcin inherentes a la clase
gobernante portuguesa (vanse en concreto pp. 1-29). En el otro extremo, el lamento de J.V. SERRO sobre la
indecente explotacin de Portugal por Inglaterra como si se tratase de una colonia suya atrae las simpatas del
profesor BENNASSAR: vid. Histria de Portugal, t. IV, pp. 66-8, y La Europa del siglo XVII, pp. 26-7, respectivamen-
te.
Tambin hubo aspectos positivos de la relacin entre Inglaterra y Portugal. Sir Richard Fanshawe, el emisario de
Inglaterra en Lisboa en los aos 1661-1662, qued muy impresionado por los anhelos nacionales de Portugal y
por su dilatada historia. Probablemente seducido (en concreto) por la determinacin mostrada en la guerra
contra Holanda, llev a cabo una traduccin en verso de Os Lusadas de Luis de Camens -la primera que se hizo
en Inglaterra. Su entusiasta apoyo a Portugal prosigui durante su posterior etapa como embajador en Madrid, en
la que sent las bases para la redaccin del Tratado final de 1668.
56
A Coronel se le permiti regresar a Inglaterra con la condicin de que se presentase ante una comisin de
investigacin. Cumpli la pena de crcel que se le impuso, pero ms tarde intent recuperar la confianza del rey
Carlos ofrecindole diversos servicios de inteligencia: correspondencia entre Felipe IV y el marqus de Caracena,
19 de julio y 9 de agosto de 1662: Archives de Royaume de Belgique (Bruselas), Secrtairerie dEtat et de Guerre,
registro 271, ff. 90 y 153-153v; Comisin para examinar a Sir Augustine Coronel, 20 de septiembre de 1662: NASP,
29/104, f. 142. Las ltimas cartas de Coronel a Carlos II se pueden hallar en NASP, 104, 139 y 140. De todas formas,
la impression es que todo el tiempo continu trabajando para Espaa!: vid. conde de Molina a la reina regente, 19
de noviembre de 1670: AGS Estado, lg. 2.545.
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Visin y transicin: Espaa, Portugal e Inglaterra entre dos mundos (1644-!664)
57
Le estoy muy agradecido a mi amigo y colega Dr. Meirion Hughes por el siempre provechoso intercambio de ideas
en torno a este trabajo.
1660, tanto Portugal como Inglaterra se hallaban entre dos mundos. Para Inglaterra,
seran las guerras contra Luis XIV de Francia las que le abriran el camino hacia el
imperio; para Portugal, tambin por entonces, fue el descubrimiento de nuevas
minas de oro en Brasil. Pero, por supuesto, el futuro es siempre otra historia
57
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SEMELHANAS E DIFERENAS NOS PROCESSOS DE
IMPLANTAO DO LIBERALISMO EM PORTUGAL E ESPANHA
SI MI LARI TI ES AND DI FFERENCES I N THE PROCESSES OF
ESTABLI SMENT OF LI BERALI SM I N PORTUGAL AND SPAI N
Antonio Ventura
Departamento de Histria
Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa
Alameda da Universidade
1600-214 LISBOA
[email protected]
RESUMEN: A Histria de Portugal e a Histria de Espanha esto profunda-
mente ligadas ao longo dos sculos. Com um passado comum anterior s
definies de fronteiras polticas que s terminaro, no fundamental, nos finais
do sculo XV, com a formao da Espanha moderna, as relaes peninsulares
foram complexas, alternando perodos de grande aproximao -tratados, cau-
sas comuns e casamentos reais- com outros de confronto que no me repugna
classificar de fratricida. No entanto, na poca contempornea, assistimos a uma
evoluo desse paralelismo que, com algumas descontinuidades, se revela
aliciante para o historiador.
Nesta comunicao analisaremos os processou de implantao do liberalis-
mo em Portugal e Espanha desde 1808 at 1839, tomando como balizas
cronolgicas o incio da Guerra Peninsular ou Guerra da Independncia e o final
da I Guerra carlista. Procuraremos determinar as coincidncias e dissemelhanas
entre os dois processos, nos quais se detecta uma inegvel interaco.
ABSTRACT: The History of Portugal and the History of Spain have been deeply
linked during two centuries. With a common past previous to the drawing of
political frontiers which will finish, fundamentally, at the end of the 15th century,
with the formation of a modern Spain, the peninsular relations were complex,
alternating between periods of big approximation treaties, common causes
and royal weddings with others of confrontation which can be classified as
fratricidal. However, in present times, we now witness an evolution of such a
parallellism which, with certain irregularities, shows itself very attractive for the
historian.
In our essay we will analyse the process of the implantation of liberalism in
Spain and Portugal from 1808 to 1839, taking as chronological beacons the
beginning of the War of Independence and the ending of the First Carlist War.
We will try to determine the coincidences and differences between both processes,
in which one can detect a clear interaction.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 29 - 40
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Semelhanas e diferenas nos processos de implantao do liberalismo em Portugal e Espanha
A Histria de Portugal e a Histria de Espanha esto profundamente ligadas
ao longo dos sculos. Com um passado comum anterior s definies de
fronteiras polticas que s terminaro, no fundamental, nos finais do sculo
XV, com a formao da Espanha moderna, as relaes peninsulares foram
complexas, alternando perodos de grande aproximao -tratados, causas
comuns e casamentos reais- com outros de confronto que no me repugna
classificar de fratricida. No entanto, na poca contempornea, assistimos a uma
evoluo desse paralelismo que, com algumas descontinuidades, se revela aliciante
para o historiador.
O processo de desagregao do Antigo Regime em Portugal e Espanha, bem
como a instaurao do liberalismo em ambos os pases apresentam, nas primeiras
dcadas do sculo XIX, diversas semelhanas. As coincidncias cronolgicas no
so absolutas mas as influncias recprocas afiguram-se inquestionveis. A Guerra
Peninsular (ou da Independncia, como conhecida em Espanha) unificou a Pennsula
convertendo-se num nico campo de batalha. No se pode entender o curso dessa
guerra sem a entendermos como total, em que muitas vezes aces militares de um
e outro lado da fronteira so apenas partes de operaes muito mais vastas em
termos geogrficos. Dessa luta de libertao nasceram as Cortes de Cdis e a primeira
Constituio espanhola, iniciando-se assim um processo de implantao do liberalismo
interrompido em 1814 por Fernando VII. Em Portugal, a situao foi diferente. Ao
contrrio de Espanha, o poder legtimo nunca deixou de existir, embora no Rio de
Janeiro -o Prncipe Regente D. Joo refugiou-se no Brasil nos finais de 1807- e a
tutela inglesa condicionou, entre 1808 e 1820, toda a vida poltica portuguesa. Por
isso mesmo, no nosso pas no houve qualquer mudana no plano institucional. No
entanto, registamos a conspirao do general Gomes Freire de Andrade, Gro Mestre
da Maonaria portuguesa, que pertencera Legio Portuguesa ao servio de Napoleo,
a qual ocorreu em 1817, no mesmo ano em que em Espanha tem lugar o malogrado
pronunciamento de Espoz y Mina e a revolta de Lus de Lancy na Catalunha. Todas
com funestos resultados.
Em 1820 detecta-se novo paralelismo. Em Janeiro, o pronunciamento de Rafael
de Riego e Nuez Quiroga obriga Fernando VII a repor a Constituio de 1812. Em
Agosto, na cidade do Porto, um pronunciamento liberal inicia um movimento que
culminar no ms seguinte com a adeso de Lisboa. Renem-se Cortes. O rei regressa
a Lisboa. Em 1822 aprovada a primeira Constituio portuguesa. Portugal e Espanha
esto em sintonia, mas em completo contraste com a Europa conservadora sada do
Congresso de Viena. O Trinio Liberal espanhol terminou em 1823 com os Cem Mil
Filhos de S. Lus. Em Portugal, a contra-revoluo interna foi suficientemente forte
para dispensar uma interveno estrangeira. O Infante D. Miguel, filho do rei D.
Joo VI, organizou o golpe conhecido com o nome de Vilafrancada. Ambos os pases
regressam velha ordem. Mas o combate entre as duas concepes antagnicas do
Estado e da sociedade no param. Em Portugal, o confronto entre liberais e
absolutistas converteu-se em luta armada, existente desde 1822, aflorando aqui e
ali com maior ou menor intensidade at realeza de D. Miguel, em 1828, com a
restaurao plena da monarquia absoluta. Entre 1832 e 1834 foi a guerra civil total
que terminou com a vitria completa dos liberais, com amplo apoio das novas
potncias liberais europeias -Gr-Bretanha e Frana. Desde os finais de 1833 que
em Espanha, aps a morte de Fernando VII, se registaram levantamentos em apoio
de seu irmo D. Carlos Maria Isidro -que se encontrava em Portugal junto de D.
Miguel- dando incio I Guerra Carlista. Enquanto em Portugal a vitria liberal
total em 1834, em Espanha os cristinos somente a alcanaro em 1839-40 -tambm
neste caso com o precioso apoio francs e ingls. Nesta poca, as relaes entre
Portugal e Espanha e entre os grupos polticos rivais foram significativas.
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Os temas so infindveis, e todos eles susceptveis de abordagens a nvel nacional,
regional e local.
Vamos destacar, nesta nossa comunicao. Alguns dos momentos que nos
parecem fundamentais. E o primeiro , sem dvida, o envolvimento de Portugal e
de Espanha no turbilho que avassalou a Europa no seguimento da Revoluo
Francesa. Inicialmente aliados contra a ameaa revolucionria, os dois Estados
peninsulares alinharam em campos diferentes a partir de 1796: a Espanha aliou-se
Frana e Portugal conservou a tradicional ligao Inglaterra. Esse desfasamento
conduziu Guerra das Laranjas, em 1801, um conflito luso-espanhol motivado e
provocado pelos aliados indesejveis de ambos os pases.
I. A GUERRA PENINSULAR
Outro momento importante foi a chamada Guerra Peninsular ou Guerra da
Independncia. Inicialmente, a Espanha, aliada da Frana, participou activamente
na invaso de Portugal em 1807. A operao militar contra Portugal foi uma aco
conjunta franco-espanhola. Junot comandava um exrcito de 28.000 franceses e
11.000 espanhis -juntara-se a ele, em Alcntara, o General Juan Carrafa-, com 64
peas de artilharia. Mas, paralelamente, o General Francisco Francisco Taranco y
LLano, Capito-general da Galiza, entre no Minho com 12.000 homens, avanando
em direco ao Porto, onde chega a 13 de Dezembro; o Marqus do Socorro penetra
no Alentejo com 6.000 homens dirigindo-se a Setbal. No total temos 26.000
franceses e 27.000 espanhis.... A 1 de Dezembro de 1807 uma diviso espanhola
comandada pelo General Solano, Capito-general da Andaluzia, com instrues para
ocupar as provncias do Sul de Portugal, entrou no Alentejo por Elvas.
No entanto, o 2 de Maio de 1808 tudo alterou. Os levantamentos antifranceses
em Espanha rapidamente contagiaram as tropas espanhola estacionadas em Portugal,
que aderiram na sua maioria ao movimento, regressando ao seu pas. No Porto, a 6
de Junho, O General D. Domingos Ballesta, que substitura Taranco, entretanto
falecido, recebeu ordens da Junta da Galiza para se retirar para aquela regio, mas
antes de o fazer, prendeu o General Franois-Jean-Baptiste de Quesnel e outros
oficiais franceses, no lhes dando tempo para se refugiarem no forte de So Joo da
Foz do Douro, onde pensavam resistir. Mandou reunir a cmara, que aclamou o
Prncipe Regente e nomeou o Brigadeiro Lus de Oliveira da Costa como Governador
das Armas. A partir de ento, portugueses e espanhis lutaro lado a lado contra os
franceses, auxiliados pelos ingleses, numa longa campanha que s terminar em
territrio francs em 1814.
Mas as consequncias da luta contra os franceses em Portugal e Espanha foram
distintas. Enquanto em Portugal, com a Famlia Real no Brasil desde 1807, uma
forte presena inglesa e uma Regncia conservadora que reprimia todos os suspeitos
de francesismo no ocorreram alteraes polticas significativas, em Espanha, pelo
contrrio, tudo mudou. Com as Cortes e a Constituio de Cdis inicia-se a primeiro
experincia liberal que s terminar em 1815, por iniciativa de Fernando VII, apoiado
pelos sectores mais conservadores da sociedade espanhola.
II. A REVOLUO LIBERAL PORTUGUESA DE 1820
A Revoluo de 1820 foi, de facto, um pronunciamento militar, organizado na
cidade do Porto por elementos socialmente heterogneos -militares, comerciantes,
juristas- mas que tinham um objectivo comum: fazer com o que o rei regressasse a
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Semelhanas e diferenas nos processos de implantao do liberalismo em Portugal e Espanha
Portugal, depois de tantos anos em terras brasileiras, e que terminasse a tutela
inglesa. Uns eram liberais inspirados pelas Revolues Americana e Francesa, que
procuravam transformar as instituies, com uma constituio que dividisse os
poderes e liquidasse o Antigo Regime; outros eram burgueses saudosos do tempo
em que o Brasil constitura uma fonte de bons negcios, e sonhavam com o regresso
situao anterior a 1808; outros, ainda, eram militares desejosos de afastar a
oficialagem inglesa que povoava os regimentos e impedia, desse modo, a progresso
dos portugueses.
Pacientemente, aprendendo com o malogro da conspirao de 1817, o Porto
tornou-se o alfobre de um grupo de conjurados organizados no Sindrio. Manuel
Fernandes Toms e Jos da Silva Carvalho eram os seus mais proeminentes membros,
mas eles souberam aliciar numerosos elementos, com destaque para alguns oficiais
do exrcito, como os coronis Bernando Seplveda, comandante de Infantaria 18,
Sebastio Drago Cabreira, comandante de Artilharia 4, o brigadeiro Antnio da
Silveira Pinto da Fonseca, irmo do Conde de Amarante, os tenentes-coronis
Domingos Antnio Gil de Figueiredo Sarmento (Infantaria 16), Francisco Antnio
Pamplona, Manuel Vaz Pinto Guedes, Jos Pereira da Silva Leite de Berredo
(comandante do Real Corpo de Polcia), e os majores Jos Pedro Cardoso e Silva
(Milcias da Maia) e Jos de Sousa Pimental (Milcias do Porto).
No dia 24 de Agosto de 1820 eclodia o movimento. Foram presos em suas casas
os oficiais ingleses. Os regimentos de Infantaria 6 e 18, o de Artilharia 4, bem como
a Polcia e Milcias do Porto saram para a rua vitoriando a futura constituio e as
futuras Cortes. Na sala do Senado, e sob a presidncia do Juiz de Fora, realizou-se
uma assembleia das pessoas mais notveis da cidade e foi eleita uma junta presidida
pelo coronel Pinto da Fonseca, com Cabreira como vice-presidente, incluindo mais
uma dzia de nomes entre os quais sobressaiam os de Manuel Fernandes Toms e
Fr. Francisco de S. Lus, Para secretrios foram eleitos Ferreira Borges, Jos da Silva
Carvalho e Francisco Gomes da Silva. Na praa de Santo Ovdio, no Porto, perante
as tropas em parada, era lido o Manifesto aos Portugueses, onde os chefes do
movimento expunham os seus objectivos e justificavam o acto. Nessas palavras,
escritas com peso e medida, nada transpira de revolucionrio, bem pelo contrrio.
No se trataria de uma revoluo, mas sim da restaurao das antigas liberdades,
do reencontro do rei com a nao, para resolver, atravs do reatamento dessa
aliana e de algumas reformas necessrias, os problemas polticos e econmicos
que ameaavam o Pas. Apelava-se formao de uma junta provisria que
convocasse cortes, cuja misso essencial seria a elaborao de uma constituio,
cuja falta a origem de todos os males. O monarca, tratado com considerao
filial, no s no era hostilizado como a seu respeito de teciam os mais rasgados
elogios, assumindo por vezes laivos de ingenuidade ou de hipocrisia: em nome e
conservando o Nosso Augusto Soberano, o Senhor D. Joo VI, que h-de governar-
se. A contradio no podia ser mais gritante. Os rebeldes proclamam a sua
fidelidade ao monarca ausente, e promoviam um movimento insurreccional em
nome do rei, quando este desconhecia o que se passava. Para mais, o pronunciamento
foi desencadeado com o objectivo de alterar uma situao existente em Portugal
com o beneplcito do mesmssimo D. Joo VI
A revolta organizada pelo Sindrio triunfou beneficiando de factores internos -a
ausncia de Beresford, que se encontrava no Brasil e que, de regresso a Lisboa, foi
impedido de desembarcar pelas novas autoridades -e externos- o pronunciamento
vitorioso de Rafael de Riego, em Janeiro de 1820, que forou Fernando VII a repor
a Constituio de Cdis. Houve mesmo contactos entre os chefes da conspirao e
o novo poder liberal de Madrid. Mas, embora a situao vigente no pas vizinho
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fosse favorvel aos rebeldes portuenses, a Europa conservadora, a Europa sada do
Congresso de Viena, seguia atentamente as perturbaes que ocorriam na Pennsula
Ibrica.
A Constituio de Cdis
Curiosamente, em Portugal adoptou-se Constituio de Cdis, parcialmente,,
restringindo-se o seu uso s instrues eleitorais. Da resultou a adopo, a 22 de
Novembro de 1820, de novas instituies para a eleio de deputados, constitudas
segundo o mtodo espanhol de Cdis. As eleies realizaram-se nos dias 10, 17 e
24 de Dezembro de 1820, com base no recenseamento de 1801 e seguindo o modelo
da Constituio de Cdis. Processaram-se por sufrgio universal e indirecto,
abrangendo todos os cidados maiores de 25 anos. Cada freguesia elegia um eleitor
por 200 fogos, que, por sua vez, votaria na sede da comarca os deputados da
Nao.
A grande realizao das Cortes foi, porm, a Constituio. Inspirada nas suas
congneres francesas de 1791 e espanhola de Cdis (1812), compunha-se de 6
ttulos com 240 artigos.
A Contra-revoluo de 1823
A receptividade obtida pela Constituio de 1822 esteve longe dos desejos dos
seus mentores. A morte prematura de Manuel Fernandes Toms, em Novembro de
1822, desferiu um golpe profundo nos sectores mais avanados do regime privando-
os do seu chefe natural. Realizaram-se eleies para as Cortes ordinrias, mas em
vrios pontos do territrio nacional ocorreram manifestaes de desagrado: cmaras
municipais recusaram jurar a constituio e registaram-se mesmo incidentes violentos
envolvendo militares, um pouco por todo o pas, isoladamente, como em Elvas, ou
colectivamente como em Vila Viosa. Os mais graves tiveram como palco Trs-os-
Montes, quando o 2.o conde de Amarante, Manuel Silveira Pinto da Fonseca Teixeira,
levantou os corpos de milcias que ascendiam a 6.000 homens, e proclamou a
abolio da constituio. A revolta, circunscrita quela provncia, foi debelada pelo
general Lus do Rego, aps um combate travado com as foras governamentais
junto ponte de Amarante, internando-se os sublevados na Galiza.
A conjuntura internacional no era, porm, favorvel aos liberais portugueses.
As grandes potncias conservadoras da Santa Aliana, preocupadas com a
instabilidade que se vivia na Pennsula Ibrica, decidiram intervir. Congressos
anteriores Troppau, Leibach - ditaram a sorte de Itlia. Em Verona (Outubro/
Dezembro de 1822) foi decidida a interveno em Espanha que, naturalmente,
preocupava mais as potncias conservadoras, em especial a Frana, dada a sua
proximidade. Lus XVIII, a 28 de Janeiro de 1823, pronunciava o clebre discurso de
abertura nas Cmaras, anunciando solenemente que cem mil franceses estavam
dispostos a marchar, invocando o Deus de S. Lus, para conservar no trono de
Espanha um neto de Henrique IV. Assim nasceu a designao -Cem mil Filhos de
S. Lus- por que ficou conhecido o exrcito francs que, sob o comando do duque de
Angoulme, entrou em Espanha a 7 de Abril de 1823 e que na realidade era constitudo
por 60.000 homens. A eles se vieram juntar 30.000 voluntrios realistas espanhis,
comandados pelo general Quesada e pelo Conde de Espanha. A campanha terminou
a 21 de Setembro, com a tomada do Castelo de Sancti-Petri, em Cdis. Tudo findou
na mesma cidade que fora bero da segunda experincia constitucional espanhola.
A 30 do mesmo ms, Fernando VII demitiu os ministros. A Constituio de Cdis foi
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Semelhanas e diferenas nos processos de implantao do liberalismo em Portugal e Espanha
derrogada e Rafael de Riego executado. Desta forma, com a colaborao entre as
potncias conservadoras da Europa e o monarca espanhol, desejoso de recuperar o
poder perdido e apoiado pelos sectores absolutistas, terminou o Trinio liberal.
A presso exercida a nvel europeu e os acontecimentos que tiveram lugar em
Espanha esto ligados ao movimento desencadeado em Portugal a 27 de Maio de
1823. O infante D. Miguel, acompanhado por foras militares, instalou-se em Vila
Franca de Xira e lanou uma proclamao aos portugueses, na qual traava um
quadro calamitoso da situao portuguesa, apelando aos portugueses para que
libertassem o rei que estaria manietado nas mos de facciosos. Era o golpe de
estado que ficou conhecido como Vilafrancada. As Cortes reagiram, e a comisso
parlamentar de defesa e segurana pblica foi de parecer que se devia declarar a
Ptria em perigo, encarregando o general Seplveda de manter a segurana em
Lisboa. Decises que no tiveram qualquer consequncia prtica... Em Vila Franca
estavam cerca de 3.000 soldados que tinham desertado de Lisboa, um corpo de
milcias, o prprio Seplveda e o conde da Cunha. Para defender as instituies
restava o Regimento de Infantaria 18, as Milcias de Torres Vedras e a Guarda
Nacional.
Aps algumas hesitaes das Cortes e do prprio rei, a situao clarificou-se. D.
Joo VI, que condenara inicialmente a aco do filho, dirigiu-se a Vila Franca a fim
de se lhe juntar, acompanhado pelo Regimento de Infantaria 8, subscrevendo uma
proclamao aos habitantes de Lisboa, na qual anunciava o propsito de modificar
a constituio: eu no desejo, nem desejei nunca o poder absoluto e hoje mesmo
o rejeito. Evocava depois a interveno francesa no pas vizinho, insinuando que
ela poderia estender-se ao territrio nacional -a guerra estrangeira est iminente.
Curiosamente, o manifesto real era, em certos aspectos, mais crtico em relao
aos liberais do que o de D. Miguel. O Governo foi dissolvido e a constituio suspensa.
Na Vilafrancada convergiram absolutistas e liberais moderados, entre os quais se
contou Mousinho da Silveira. Adversrios da Constituio de 1822 e colaboradores
activos, ou cmplices passivos, do golpe foram Saldanha, S da Bandeira e Vila Flor,
todos figuras gradas do liberalismo portugus, nesse momento mais preocupados
em travar os perigos do radicalismo. Para todos os efeitos, D. Joo VI comprometeu-
se a dotar o pas de uma Carta Constitucional, rejeitando o regresso ao absolutismo,
e dando posse a uma comisso presidida por Palmela, que tinha como misso elaborar
um projecto constitucional.
Tal como ocorrera em 1820, com uma sintonia peninsular quanto implantao
do liberalismo, em 1823, ambos os pases voltaram atrs.
Portugal vai conhecer um perodo de grande agitao. Com a morte de D. Joo
VI, em 1826, sucedeu-lhe por breves dias seu filho D. Pedro IV. No pleno uso das
suas prerrogativas rgias, o novo monarca outorgou uma constituio para Portugal
(23 de Abril) inspirada na que j concedera ao Imprio, mandou proceder a eleies
(30 de Abril) e abdicou a favor da sua filha D. Maria da Glria (2 de Maio). Mas a
sociedade portuguesa encontrava-se profundamente dividida entre liberais e
absolutistas, reunidos estes ltimos em redor do Infante D. Miguel, que assumiu a
realeza em 1828, depois de confrontos fratricidas e de uma tentativa de conciliao
que no surtiu efeito. O novo monarca assumiu sem rebuos o absolutismo, seguindo-
se uma nova guerra civil que se prolongar at 1834. Foi no mbito desta guerra
que novamente Portugal e Espanha se encontraram, at porque com a morte de
Fernando VII, em 1833, comearam em territrio espanhol os levantamentos a
favor de D. Carlos Maria Isidro, que se encontrava refugiado em Portugal
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III. A INTERVENO DE RODIL
A 22 de Abril de 1834 era assinado em Londres um tratado de Qudrupla Aliana,
entre representantes dos governos ingls (Palmerston), francs (Talleyrand), e dos
liberais portugueses (Cristvo Pedro de Morais Sarmento) e espanhis (Marqus
de Miraflores). A Frana e a Inglaterra comprometiam-se a impor e a manter na
Pennsula Ibrica as instituies parlamentares. O caso portugus era prioritrio,
uma vez que D. Carlos se encontrava em Portugal. Com D. Miguel fora do poder, o
Pretendente perderia um apoio fundamental e, se fosse capturado, a guerra
terminaria, naturalmente, em Espanha.
Nesse contexto se insere a operao comandada pelo general Juan Ramn Rodil,
que atravessou a fronteira e surgiu frente a Almeida, onde se encontrava o Infante
D. Carlos, a 13 de Abril de 1833. A Crnica Constitucional de Lisboa comentava:
vigiaram to bem as portas que noite D. Carlos saiu da praa com os seus e
chegou pela meia noite a Pinhel e seguiu caminho da Guarda. No nos parece que
a fuga de D. Carlos fosse to in extremis como o articulista insinua, mas a verdade
que ele escapou aos perseguidores, acompanhado por duas centenas e meia de
homens. Passou por Abrantes a 19 de Abril e foi ficar Chamusca. No so muito
rigorosos os nmeros sobre os efectivos de Rodil. Luz Soriano, na sua Histria da
Guerra Civil, fala em 10.000 homens. O prprio general espanhol, no Manifiesto del
Marqus de Rodil a la nacin Espaola, publicado em 1837, aponta para apenas
4.000, talvez com o objectivo de sobrevalorizar os resultados obtidos. O que certo
que as foras espanholas avanaram at Lardosa, onde surpreenderam quatro
carros que transportavam as bagagens de D. Carlos, escoltados por partidrios do
Infante, os quais sofreram algumas baixas, 15 ficaram prisioneiros e os carros
foram capturados. A 19 de Abril, as tropas espanholas dirigiram-se para a Capinha,
ascendendo ento os efectivos estacionados na Guarda a 6.000 homens.
Noutros pontos do pas assinalava-se pontualmente a presena de carlistas. O
general Jorge de Avilez dava conta de que partidrios de D. Carlos colaboravam
com a guarnio miguelista de Bragana, e que alguns deles haviam sido detidos
em Barca dAlva. A 22 de Abril, o Coronel Antnio de Sousa Valdez, Governador da
Praa de Almeida, informava que tinham dado ali entrada 46 carlistas presos e
alguns cavalos. A relao nominal dos detidos foi enviada ao Governador de Ciudad
Rodrigo.
Rodil estabeleceu o seu Quartel General na Guarda e escreveu ao Duque da
Terceira, que se encontrava em Lamego, propondo-lhe uma aco coordenada. O
general portugus enviou-lhe o seu Ajudante de Campo, Mousinho de Albuquerque,
para o cumprimentar e assentar nas bases dessa colaborao. Terceira marchou
ento para Viseu, com o seu flanco esquerdo protegido pelas tropas espanholas que
desceram pela estrada da ponte de Murcela em Gouveia. A 4 de Maio os dois generais
reuniram-se em Mangualde para definir movimentos futuros. Terceira tomaria a
direco de Coimbra e Rodil, para alm de manter pequenas guarnies em localidades
estratgicas, vulnerveis s aces das guerrilhas, miguelistas, dividiria as suas
foras em duas colunas. Uma estabeleceu-se em Gouveia, Vila Pouca, Mangualde e
Fundo; outra encaminhou-se para Castelo Branco e da para sul, em direco ao
Tejo. A 10 de Maio teve lugar uma nova conferncia entre os dois chefes militares
no Senhor da Serra. O exrcito liberal dirigiu-se para Tomar pela margem direita do
Tejo, ao passo que os espanhis atravessaram o rio, internando-se no Alentejo com
o objectivo de estabelecer ligao com os defensores de Marvo e de cortar as vias
de comunicao com Elvas.
Entretanto, mais a sul, novos efectivos espanhis tomavam posio. A 7 de
Maio, cerca de 3.000 homens, dos quais 500 de Cavalaria, sob o comando do general
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Semelhanas e diferenas nos processos de implantao do liberalismo em Portugal e Espanha
Serrano, que estavam concentrados em Paymogo, atravessaram a fronteira frente a
Serpa; dois dias depois chegavam a Mrtola. Rodil inflectiu para leste, ocupando
Campo Maior e Santa Eullia, onde se encontrava a 27 de Maio.
A 17 de Maio, D. Miguel e D. Carlos abandonaram Santarm e encaminharam-se
para sul, chegando a vora a 21 daquele ms. O objectivo de Rodil passou a ser o
que sempre foi e que se afigurava ento mais exequvel, com o controle do norte do
Alentejo -capturar D. Carlos Maria Isidro. No mesmo dia em que os chefes absolutistas
entraram em vora, Rodil aceitava a rendio de Castelo de Vide, onde se conservou
durante alguns dias, obrigando depois o Governador de Portalegre a tomar igual
atitude. Convencidos da impossibilidade de continuar a luta, alguns oficiais miguelistas
contactaram o comando liberal. A 22 de Maio, o general Azevedo Lemos escrevera
ao duque da Terceira, que marchava sobre Estremoz, e a Saldanha, que avanava
sobre vora, propondo-lhes uma suspenso das hostilidades e uma conferncia. As
negociaes decorreram em vora-Monte entre os trs generais. A 27 de Maio era
assinado o documento que tem o nome daquela localidade alentejana, e que ps
fim ao conflito. A 1 de Junho D. Miguel embarcava em Sines, no navio ingls Stag,
a caminho do exlio de onde jamais voltaria ptria. Contrariando as pretenses
espanholas, D. Carlos tambm foi objecto de uma conveno especial celebrada a
26 de Maio, em vora, e assinada por Terceira, Saldanha e Jonh Grant, Secretrio
da Legao Britnica em Lisboa. Atravs dela assegurava-se ao Pretendente a
possibilidade de deixar Portugal, devendo os seus partidrios que o acompanhavam
ficar internados. Este processo, que suscitou durssimos protestos de Rodil e do
governo espanhol, permitiu a D. Carlos dirigiu-se a Londres, de onde se evadiu
secretamente, assumindo a chefia dos seus partidrios numa guerra que se
prolongaria ainda por mais seis anos!
IV. PORTUGUESES NA I GUERRA CARLISTA
Existem alguns estudos sobre o auxlio prestado pelas novas autoridades liberais
portugueses, aps a Conveno de vora Monte, ao governo de Maria Cristina ,que
ento se debatia com os levantamentos carlistas em diversas regies de Espanha, e
com o lento estruturar de um exrcito rebelde que, no obstante a enorme
desvantagem em homens, material, logstica e apoio internacional, se estribava em
slidas convices e numa dedicao ilimitada quele que consideravam ser o
verdadeiro rei -Carlos Maria Isidro, ou Carlos V. Correspondendo ao auxlio que
desde finais de 1833, de um modo discreto, e, aps a Qudrupla Aliana, de maneira
clara, os liberais espanhis proporcionaram s fileiras pedristas, D. Maria II enviou
algumas foras para o pas vizinho a fim de auxiliarem Maria Cristina a debelar a
insurreio. Foi a Diviso Auxiliar Espanha, que actuou desde Outubro de 1835 a
Setembro de 1837, com um desempenho irregular, e que viu a sua misso abreviada
em virtude do agravamento da situao interna portuguesa decorrente da Revoluo
de Setembro e das tentativas palacianas ou castrenses - com relevo para a Revolta
dos Marechais -que tiveram como objectivo restaurar a carta Constitucional. No ,
porm, a participao liberal portuguesa na guerra que nos interessa; embora j
existam alguns elementos publicados sobre ela
1
, reconhecemos que carece de
novos estudos actualizados. Como referimos no incio, vamos abordar unicamente,
e de forma sumria, a participao de miguelistas no outro lado da barricada, isto ,
nas fileiras carlistas.
1
Vid., por exemplo, o conjunto de documentos apresentados por Henrique DE CAMPOS FERREIRA LIMA com o
ttulo de Diviso Auxiliar Espanha em 1835-1837, in Boletim do Arquivo Histrico Militar, Vol. 8, 1938, pp. 61-159,
e o livro de Eduardo MONTUFAR BARREIROS, Os papis de meu Pai, Lisboa, 1904, M. Gomes Editor, 1 volume.
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No exrcito de D. Carlos combateram algumas centenas de portugueses apoiantes
de D. Miguel, para os quais a sua causa e a do pretendente estevam intimamente
ligadas. Uma vitria carlista em Espanha facilitaria certamente um levantamento
miguelista em Portugal e o hipottico regresso do rei exilado. A investigao que
estamos a levar a cabo ainda preliminar, pelo que, neste momento, apenas
alinhamos algumas ideias iniciais sobre este tema.
Alguns miguelistas acompanharam D. Carlos ainda em Portugal, e infiltraram-se
no territrio espanhol no fim da guerra civil portuguesa, juntando-se s guerrilhas
carlistas. Existiram grupos mistos, de portugueses e espanhis, que actuaram nas
fronteiras no norte e das Beiras. Na sua maior parte, os miguelistas saram do pas
depois da Conveno de vora Monte, seguindo para diversos destinos e dali passaram
a Espanha. Uns foram para Itlia, para junto de D. Miguel, outros para Inglaterra,
onde Ribeiro Saraiva lhe deu algum apoio, outros directamente para Frana. Desses
pases passavam Espanha pela fronteira francesa, geralmente junto a Bayona,
onde atravessavam a linha divisria clandestinamente, com a ajuda de guias ligados
aos carlistas. Naquela cidade francesa existiam agentes de D. Carlos que tinham
como misso fazer passar para territrio controlado pelos carlistas esses voluntrios,
de vrias nacionalidades, que que queriam juntar s suas fileiras. Outra fonte de
recrutamento foi a prpria Diviso Auxiliar enviada por D. Maria II.. Dezenas de
desertores provenientes daquele corpo engrossaram as fileiras carlistas e chegaram
a formar uma companhia domandada por um familiar do general Teles Jordo, o
Capito de Infantaria Antnio Teles Jordo.
A integrao de miguelistas obedeceu a alguma organizao. O prprio D. Miguel
incentivou esse recrutamento impondo critrios de qualidade. Quatro oficiais
miguelistas merecem uma referncia especial nesse contexto. Em primeiro lugar, o
brigadeiro Lus Guilherme Coelho (1791- 1836), que D. Miguel enviou expressamente
o D. Carlos, e que, aps uma viagem aventurosa, com documentos falsos, conseguiu
iludir a vigilncia da polcia francesa a apresentar-se no quartel-general carlista em
Abril de 1836. Antigo comandante de Artilharia, com uma aco destacada na guerra
civil, o brigadeiro Coelho acompanhara D. Miguel na Stag, vindo a morreu em combate
a 26 de Outubro de 1836 no cerco de Bilbau, depois de se ter distinguido no ataque
a Larraga. Outro oficial que merece uma referncia especial foi Vitorino Dantas
Pereira (1804 - 1867), filho de Jos Maria Dantas Pereira, Conselheiro do Almirantado,
que morreu no exlio, em Montpellier a 23 de Outubro de 1836. Vitorino Dantas
Pereira alistou-se de imediato nas fileiras carlistas, onde teve o posto de capito de
Artilharia. Comandou a artilharia de Irn, teve uma participao destacada nos
combates de 16 e 17 de Maio de 1837, em virtude do que foi graduado em tenente-
coronel e agraciado com a Cruz de 1 Classe da Real Ordem Militar de S. Fernando.
Ferido e capturado, foi libertado depois da Conveno de Vergara. O terceiro oficial
miguelista cuja aco merece ser aqui sublinhada foi o marechal de campo Raimundo
Jos Pinheiro (1770- 1839). Heri da Guerra Peninsular -foi ele que iniciou a
insurreio do Porto, em 1808, contra os franceses- teve uma carreira militar longa
e plena de percalos, apoiando calorosamente D. Miguel ao ponto de voltar ao
servio activo. Fez a guerra civil; foi Governador Militar de Braga, de Cascais e do
Forte de S. Julio da Barra comandando uma das colunas encarregadas de reprimir
as guerrilhas liberais no Ribatejo e Alto Alentejo em Julho de 1833. Governador das
Armas do Minho com o posto de Marechal de Campo, partiu para o exlio em Londres
depois da assinatura da Conveno de vora-Monte. Dal passou Espanha, onde
se juntou a D. Carlos, em cujo exrcito conservou a patente de Marechal de Campo.
Morreu em Agosto de 1839 em Tolosa, Pas Basco. O quarto e ltimo militar, foi,
sem dvida, o mais importante de todos e o que atingiu maior notoriedade
internacional -D. lvaro da Costa de Sousa de Macedo (1789-1840), conde da Ilha
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Semelhanas e diferenas nos processos de implantao do liberalismo em Portugal e Espanha
da Madeira, ttulo concedido por D. Miguel em 26 de Outubro de 1833. Irmo do
conde de Mesquitela e heri da Guerra Peninsular, D. lvaro da Costa possua uma
carreira militar brilhante, nomeadamente na Diviso dos Voluntrios Reais de El-Rei
que participou na campanha de Montevideu. Aqui se manteve at 1823, conservando-
se fiel a D. Joo VI, quando o general Lecor apoiou D. Pedro e a independncia do
Brasil. Governador de Setbal e das Armas do Minho, foi, desde 1830, Capito
General e Governador da Madeira, apoiando D. Miguel at ao fim. Depois de vora-
Monte exilou-se e passou ao servio de D. Carlos com o posto de Tenente General,
o mesmo que detinha quando a guerra civil terminara em Portugal. O seu
comportamento durante a I Guerra Carlista foi famoso em toda a Europa, divulgado,
em especial, pelo Prncipe Lichnowsky
2
.
O levantamento completo de todos os militares portugueses que combateram
nas fileiras carlistas no fcil. Embora muitos deles fossem militares em Portugal,
e, por esse motivo, existem elementos biogrficos sobre eles, nomeadamente no
Arquivo Histrico Militar, uma boa percentagem tinha aqui postos inferiores -sargentos
ou soldados- ou eram mesmo civis. Alguns eram realistas assumidos desde 1822-
1823, participando nos levantamentos chefiados pelo conde de Amarante, e, depois,
seguiram os regimentos sublevados, comandados por Magessi e Teles Jordo, aps
a promulgao da Carta Constitucional em 1826. Mesmo assim, conseguimos
identificar mais de meia centena de militares, embora este nmero esteja longe da
realidade. De facto, em Abril de 1840, o cnsul portugus em Bayona informava o
seu governo que se tinham apresentado a ele 120 oficiais portugueses de todas as
graduaes e que estavam nas fileiras carlistas mais de 100 soldados desertores do
Exrcito Portugus...
Estes foram alguns dos momentos que seleccionmos e que ilustram o paralelismo
mas tambm a especificidade dos processos de implantao do liberalismo em
Portugal e Espanha.
A partir de ento, o paralelismo parece desaparecer. Em Portugal o jovem regime
liberal caminha com dificuldade, entre lutas polticas intensas que dividem liberais
moderados e radicais, com a Revoluo de Setembro (1836), as revoltas castrenses,
a redaco de uma nova constituio e a restaurao da Carta Constitucional, a
ditadura cabralista que culminou com a guerra civil. A Regenerao ps fim a esse
perodo de grande instabilidade e abriu novas perspectivas em Portugal. O rotativismo
e o fontismo proporcionaram um longo perodo de acalmia, em que a Janeirinha
(1868) constituiu uma excepo. Em Espanha, pelo contrrio, a instabilidade
institucional e a constante interveno militar prosseguiram com a regncia de
Espartero, os pronunciamentos de Dulce e ODonnell, a Vicalvarada, o pronunciamento
de Prim e La Gloriosa, o motim de S. Gil, a deposio de Isabel II, a coroao de
Amadeu e o assassinato de Prim. No olvidemos toda a complexa problemtica
gerada em torno da sucesso ao trono espanhol, a hipottica candidatura de D.
Fernando e a magna questo do iberismo e do federalismo. O surto republicano,
sensvel em ambos os pases, deu os seus frutos em Espanha, com a I Repblica,
abreviada pelo pronunciamento de Martnez Campos e a subida ao trono de Afonso
XII. Em Portugal, a Gerao de 70 questiona, embora infrutiferamente, uma situao
que estagnara. O Ultimam ingls de 1890 agitou conscincias e lanou entre a
juventude as sementes da revolta. a gerao do Ultimam que far a Repblica.
Em Espanha, a perda de Cuba e das Filipinas lanar o pas numa profunda crise de
identidade. Mas a gerao de 98 no uma espcie de Gerao de 70 portuguesa,
para a qual a questo colonial no foi, nem de perto nem de longe, significativa.
Depois, j no sculo XX, interessante comparar as experincias autoritrias de
2
Prncipe FLIZ LICHNOWSKY, Recuerdos de la Guerra Carlista (1837-1839), Madrid, Espasa-Calpe, 1942.
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Antonio Ventura
Pimenta de Castro e Sidnio Pais, entre ns, e a ditadura de Primo de Rivera, em
Espanha, a I Repblica Portuguesa e a II Repblica Espanhola, o Franquismo e o
Salazarismo, o fim das ditaduras e a edificao de regimes democrticos.
Situados numa realidade geogrfica singular -uma pennsula- Portugal e Espanha
possuem uma rica histria comum feita de encontros e desencontros. Chegou o
tempo em que, integrados num espao mais alargado que a Comunidade Europeia,
ambos os pases podem assumir, sem preconceitos, um convvio fraternal e destitudo
de reservas.
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ESPAA Y PORTUGAL. SIGLOS DE INCOMPRENSIN EN LA
VECINDAD
SPAI N AND PORTUGAL. CENTURI ES OF I NCOMPREHENSI ON I N
THE NEI GHBOURHOOD
Diego Carcedo
Asociacin de Periodistas Europeos
Cedaceros, 11, 3 F
28014 MADRID
[email protected]
RESUMEN: Espaa y Portugal comparten muchas cosas, desde una frontera
comn que en la realidad geogrfica une ms que separa, hasta una cultura y
una lengua muy prximas, pasando por una historia paralela que en muchas
etapas result tan agitada como compartida. La caracterstica que tradicional-
mente ha marcado las relaciones entre los dos pases peninsulares ha sido la
suspicacia agravada por el temor, la incomprensin y el desconocimiento, males
todos ellos a menudo estimulados por los gobiernos de Madrid y Lisboa, lo cual
ha mantenido alejados y con frecuencia enfrentados a ambos pueblos. Tanto
que se ha convertido en un tpico la definicin que describe a los pases ibricos
como dos hermanos siameses unidos por la espalda.
La tradicin de encuentros y desencuentros entre Espaa y Portugal, con
frecuentes enfrentamientos fratricidas y un rechazo visceral y crnico al enten-
dimiento, pas por momentos esperpnticos como el protagonizado muy recien-
temente por las dictaduras franquista y salazarista, que durante tanto tiempo
compartieron el poder peninsular unidas por afinidades ideolgicas y estrategias
de autodefensa frente al exterior pero curiosamente volcadas -especialmente la
portuguesa- en el empeo de mantener las distancias entre los ciudadanos y
vivas las tesis nacionalistas que tanto propiciaba el enfrentamiento unas veces y
el miedo o el desdn, otras.
La situacin empez a cambiar felizmente con la implantacin de la demo-
cracia en los dos pases y su incorporacin a la Unin Europea. Actualmente,
aunque de vez en cuando todava saltan a la opinin pblica los ltimos coleta-
zos de los viejos resabios peninsulares, Espaa y Portugal, o lo que es lo mismo
espaoles y portugueses, usufructan las consecuencias, benficas siempre, de
un conocimiento recproco que ha surgido de ese descubrimiento del vecino que
slo la libertad ha hecho posible. Por primera vez en muchos siglos, Espaa y
Portugal son dos pases vecinos que se respetan, cooperan en infinidad de cam-
pos, se desarrollan al unsono, disfrutan las ventajas de la proximidad y han
dejado de mirarse con desconfianza.
ABSTRACT: Spain and Portugal share many things, from a common frontier
that, geographically speaking, joins them rather than separate them, to very
close cultures and languages, passing by a parallel history which, in many stages,
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resulted as agitated as shared. The main feature that traditionally has marked
the relations between these peninsular countries has been the mistrust,
aggravated by the fear, the incomprehension and the ignorance, evil harms
which were often stimulated by the governments of Madrid and Lisbon, and
which have kept both countries severely distanced and frequently confronted. It
has been so that the definition describing the Iberian countries as Siamese brothers
joined together on their backs has become a clich.
The tradition of encounters and disencounters between Spain and Portugal,
with frequent fratricidal confrontations and an irrational and chronic rejection to
mutual understanding, went through bizarre moments such as the one recently
starred by Francos and Salazars dictatorships, which for a long time shared
the peninsular power, both deeply linked by ideological affinities and self-defence
strategies against the exterior, but at the same time curiously determined -
specially the Portuguese one- to maintain the distances among the citizens and
to keep the nationalist ideas alive, sometimes atoning for a direct confrontation
and sometimes directed to cause fear or superiority.
The situation began to change happily with the establishment of democratic
regimes in both countries and their incorporation to the European Union.
Nowadays, although from time to time the last throes of the old peninsular bad
habits still emerge to the public opinion, Spain and Portugal, or, which is the
same, Spaniards and Portuguese citizens, take advantage of the consequences,
always beneficial, of a mutual understanding that has finally arisen after that
discovery of our neighbour which only freedom has made possible. For the first
time in many centuries, Spain and Portugal are two neighbouring countries that
respect each other, cooperate in many fields, grow together, enjoy the advantages
of their proximity and have stopped looking at each other with mistrust.
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 41 - 54
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Espaa y Portugal. Siglos de incomprensin en la vecindad
Boas tardes para los portugueses, buenas tardes para los espaoles. Ante
todo quiero agradecer a la organizacin de estas Jornadas la invitacin para
estar aqu y felicitar a la Sociedad Extremea de Historia por la idea y el
xito que estas Jornadas de Historia en Llerena vienen acumulando y
superando un ao tras otro.
Hablar de Portugal y de algunas de las facetas de las relaciones entre Espaa y
Portugal resulta para m de un enorme inters y, por supuesto, estar aqu con
ustedes -muchos de mis compaeros de sesin me consta que son verdaderos
expertos en la temtica a tratar-, supone para m un doble inters. Ms que exponer
mis conocimientos o experiencias me estimula escuchar y aprender de cuanto aqu
se trate en torno al Iberismo o, al menos, a las relaciones entre Espaa y Portugal.
Portugal y Espaa comparten una frontera comn, una frontera terrestre, de
ms de 1.200 kms. Sin desear ser excesivamente preciso creo recordar que comparten
aproximadamente 1.234 kms. de raya fronteriza. Es la frontera terrestre ms amplia
de la Europa occidental y la ms antigua de Europa. An podramos decir ms pues,
como frontera de dos Estados soberanos estables, es probablemente la frontera
ms antigua del mundo.
Estos dos pases con una frontera comn despus de tantos siglos, siendo para
Portugal, adems, la nica frontera terrestre con que cuenta, y excluyendo la frontera
martima con el reino de Marruecos, que es mucho ms reciente, continan
manteniendo cierto distanciamiento que, con el ingreso de ambos en la Unin Europea
y la bsqueda de intereses comunes, se va progresiva y rpidamente disipando. La
raya hispano-lusa separa, o une, a dos pueblos: uno, el portugus, con unos once
millones de habitantes, y otro, el espaol, con cerca de cuarenta y cuatro millones.
La poblacin espaola multiplica por cuatro, por lo tanto, los habitantes de Portugal.
A lo largo de los ochocientos aos de compartir esta frontera, el pueblo espaol
y el pueblo portugus, que tiene por otra parte multitud de elementos comunes,
siendo uno de ellos el compartir el mismo territorio de la Pennsula Ibrica,
curiosamente han vivido casi siempre enfrentados o cuando menos mucho ms
alejados de lo que se podra esperar de una proximidad geogrfica tan cercana. Hay
que aadir que esta frontera terrestre que ustedes, los extremeos, tan bien conocen,
no es una frontera que est fsicamente marcada por grandes accidentes geogrficos
que pudieran definirla claramente y establecer una notoria separacin espacial que
justificase el alejamiento poltico o cultural antes mencionado. Si desde el punto de
vista orogrfico o hidrogrfico existen algunas fronteras naturales, en realidad, en
la mayor parte de la misma no existen indicadores fsicos que establezcan un obstculo
material de separacin. De hecho, es una frontera sumamente abierta y que lleva a
que no se explique o justifique la consciente ignorancia mutua que han desarrollado,
llegando hasta el enfrentamiento blico, pues los enfrentamientos blicos a lo largo
de la historia entre Espaa y Portugal han sido frecuentes.
Indudablemente la razn que ha llevado a esta situacin, a la vista de la historia
y a la vista de la realidad, podra resumirse en el escaso inters que los gobernantes,
de una manera habitual y simultnea, han mantenido por los caracteres culturales
del pas vecino en el correr de los siglos, evitando intencionadamente que los dos
pueblos se conociesen y llegasen a identificarse como una cultura comn, llegando
a un entendimiento ms cercano y fluido. No podemos olvidar que el buen
entendimiento surge entre las personas del conocimiento mutuo. As, el
desconocimiento propicia la aparicin de leyendas negras o ideas distorsionadas del
uno por el otro que conducen, en multitud de ocasiones, a un enfrentamiento en
mayor o menor medida cruento. Este enfrentamiento ha sido permanente porque
ha respondido siempre a intereses de diferente tipo. Intereses de poder en muchsimos
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casos como consecuencia de disputas y reyertas familiares, pues las relaciones
entre las Casas Reales espaola y portuguesa han sido de enorme familiaridad a lo
largo de la historia. Los casamientos han sido muy frecuentes, y este hecho, desde
el lado portugus, ha dado lugar al dicho popular que se resume en "de Castela ni
bom vento ni bom casamento".
Estos problemas han existido desde hace muchos siglos. No es necesario
remontarnos hasta los primeros aos de la Reconquista pero, sin duda, este
enfrentamiento de intereses por afanes territoriales, por deseos de grandeza de
tipo imperialista, por constituir una constante el deseo de controlar una gran parte
del Mundo, y a ser posible toda, dio lugar al nacimiento, de una manera muy especial
sobre todo a partir de principios del siglo XV, de un enfrentamiento fruto del carcter
naviero y mercantil de ambos pases y su afn por expandir su reas de control
sobre las terrae incognitae de frica primero y de Amrica despus. Derivada de
esta tensin mercantilista surgen otros focos de tensin a partir de una
correspondencia entre los intereses agrcolas, econmicos, estratgicos y territoriales
que facilit y acrecent un negativo proceso de competencia entre ambos pases.
Es a principios del siglo XV, y a partir de esta centuria, cuando las disputas sobre
las nuevas tierras a conquistar externas a la Pennsula Ibrica, hemos de referirnos
en concreto a los deseos de control estratgico sobre las costas atlnticas de frica
y Amrica, aumentan un enfrentamiento que no cejara sino que se extendera
sobre los deseos de control de otros territorios, como por ejemplo los del Extremo
Oriente. Curiosamente ambos insistan en que la legitimidad su expansin y control
territorial se basaba en la extensin de la religin catlica, es decir, que asuman
una labor de evangelizacin que les autorizaba a rivalizar por esta santa meta con
cualquier pas, aunque ello encubriese intereses ms mundanos, como son los
econmicos.
Esta reflexin viene a colacin en cuanto que la falta de organismos de arbitraje
internacional, como lo es hoy la ONU, era suplida por la labor de intermediacin del
Papado, que solventaba las disputas mediante el recurso de las bulas. Curiosamente,
la expedicin de bulas por parte del Papado para solucionar querellas entre Espaa
y Portugal, se ha repetido a lo largo de los siglos, no existiendo otros dos pases que
hayan sido destinatarios de tan abultado nmero de bulas papales, que supusieron
en muchos casos el nico medio pacfico para finalizar un conflicto entablado entre
estos dos entes territoriales colindantes. De entre estas bulas, hay destacar por su
inters la de 1435 que, bajo peticin de los portugueses por sus conflictos con los
espaoles, permiti que el Papado atribuyese las Islas Canarias a Espaa, fallando
a favor de Castilla. De esta manera, esta bula fue verdaderamente decisiva para el
futuro de lo que hoy son dos provincias ms de la organizacin administrativa
espaola.
En fin, las decisiones del Papado, cuyos sumos pontfices y dems altos cargos
de la esfera eclesial catlica, intentaron repartir sus dones en un intento de agradar
a todos, privilegiando en unas ocasiones a uno de los litigantes, optando por apoyar
las pretensiones del contrario en el siguiente conflicto de intereses. En la lnea de
esta afirmacin, veinte aos despus de la concesin de la bula indicada ms arriba,
fue emitida otra bula por la que se estableca que a partir del paralelo de Canarias y
hacia el sur el derecho a descubrir y a colonizar nuevas islas e incluso el continente
africano se otorgaba en exclusividad a Portugal.
Esta decisin de la cpula catlica provoc serios recelos de Espaa por el
engrandecimiento comercial y poltico que podra suponer para Portugal, pues los
marinos portugueses y la poltica portuguesa se desplazaron hacia el sur, dando
origen a la lusitanidad de Cabo Verde, Santo Tom y Prncipe y, por supuesto, de
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Espaa y Portugal. Siglos de incomprensin en la vecindad
Guinea Bissau, Angola o Mozambique; naciones que hoy, por el proceso de
descolonizacin, se han convertido en pases independientes, sin romper
drsticamente los lazos de unin con Portugal.
Esta ltima bula papal reseada, a pesar de su expresado catolicismo, rpidamente
fue violada por nuestros Reyes Catlicos, que inmediatamente enviaron barcos
castellanos hacia reas atlnticas africanas en busca de distintas materias primas,
aunque les estuviera prohibido desde la Santa Sede y desde Lisboa, llegando hasta
lo que hoy es Guinea Conakry, y esta violacin acrecent los muchos problemas que
fueron surgiendo sistemticamente entre las cortes reales de los dos pases ibricos.
A partir de ese status quo de conflictividad y recelo, el descubrimiento de Amrica
por Cristbal Coln se convirti en un nuevo foco de conflictos entre Espaa y
Portugal porque el rey y el Reino de Portugal inmediatamente reivindicaron sus
derechos en funcin de la bula papal de reparto de influencias hacia el sur, y que
estableca la divisin de actuaciones de conquista y colonizacin por parte de un
pas y otro, alegando que Espaa estaba desobedeciendo los acuerdos tomados al
respecto, actuando en contra de la bula, del papa y hasta de Dios. Adems, las
condiciones de exploracin, conquista y explotacin haban sido matizados mediante
la firma conjunta del tratado hispano-luso de Alcaovas. Esta situacin se solucion
mediante otra bula, la Inter Caetera, y mediante otro tratado de reparto de influencias,
el de Tordesillas de 1495, que estableca nuevas normas de expansin territorial
ante la evidencia de la aparicin de nuevas tierras antes desconocidas. El tratado de
Tordesillas s determin una buena forma, quizs la primera y ms importante,
donde Espaa y Portugal consiguieron entenderse de manera conveniente, al
establecer un tratado que fue estable y se convirti en un referente determinante
para el futuro de los descubrimientos. Sin embargo no dej de ser una paz rodeada
de continuos recelos, y el enfrentamiento volvi a resurgir con acritud cuando los
espaoles anexionaron el archipilago de Las Filipinas y los portugueses se sintieron
engaados por lo que consideraron una actitud expansionista e imperialista de los
espaoles. Esta convivencia de pacfica tensin poltica y diplomtica marc el carcter
de ambos reinos durante los restantes siglos de historia.
Despus vinieron otras disputas que ocasionaron serias complicaciones
diplomticas en torno al proceso de colonizacin de las Amricas y al reparto de los
territorios que la misma conllevaba, siendo especialmente agrias las relaciones
hispano-lusas por las delimitaciones espaciales del cono sur, en especial las realizadas
para establecer un trazado fronterizo entre lo que hoy son los pases de Argentina,
Uruguay, Paraguay y Brasil. El proceso de delimitacin en esta zona fue objeto de
continuos problemas.
En este proceso de tensiones imperialistas, se desarroll un periodo de cierta
tranquilidad. Pero una tranquilidad artificial, pues se hallaba impuesta por una etapa
atpica, polmica y sistemticamente rechazada por Portugal, siendo sin embargo
observada por los espaoles con cierta indiferencia, y que los portugueses llaman
"o periodo de los Filipes", y que no es otro que el periodo temporal y poltico datado
entre los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, es decir entre los aos 1580 y
1640, unas seis dcadas, en las que los reyes espaoles asumieron las dos coronas,
la espaola y la portuguesa.
Insisto que es una etapa recordada en Portugal con mucho pavor y con mucho
rechazo, crendose en estos momentos el personaje ms odiado de la historia
portuguesa, no existiendo en Espaa un equivalente tan unnimemente rechazado
como lo es en Portugal Miguel de Vanconelos, tal vez comparable con la
animadversin producida entre los espaoles por Fernando VII, aunque a un nivel
infinitamente mayor en el pas vecino, considerado este personaje luso como el
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Diego Carcedo
individuo ms repulsivo de su historia. La razn de este odio generalizado se debe a
que fue el noble portugus que actu eficazmente para que se consolidara el poder
espaol en Portugal a travs del mantenimiento de la dinasta Habsburgo en toda la
Pennsula Ibrica, encabezando a la nobleza portuguesa que defenda la opcin de
mantener unidas Espaa y Portugal.
En realidad fue una unin relativa, porque entonces no lleg a producirse una
integracin completa de ambos Estados: los reyes de la casa de Austria ejercieron y
desempearon sus funciones como reyes de las dos coronas, a imagen del papel
desempeado en la unin de las dos coronas histricas espaolas, es decir del
control simultneo de las Coronas de Castilla y Aragn, sin conseguir que Portugal
llegase a sentirse parte indisoluble de Espaa o de Castilla. Es ms, Felipe II pas
los dos primeros aos de su reinado como rey tambin portugus, en torno a 1581-
1583, viviendo en Portugal, siendo su aceptacin ms que discutible, pues aunque
el reconocimiento oficial se materializ en las Cortes de Tomar, ante las cuales jur
fidelidad y proteccin a Portugal, tal como ejerca en Espaa, mantenindose en
esta lnea los sucesores de Felipe II, su hijo Felipe III y su nieto Felipe IV, tomando
decisiones que podramos definir como desaciertos para la conclusin de ese
sentimiento de unidad poltica y cultural, sin llegar a formar la concepcin de una
nica corona ibrica. Por el contrario, es en este momento cuando se forma y se
acrecienta en Portugal un profundo sentimiento de rechazo hacia Castilla, al
considerarla como una oportunista por arrebatar a Portugal su poder econmico e
incluso su idiosincrasia, consolidndose un sentimiento de recelo permanente ante
los posibles acercamientos de sus vecinos espaoles. Portugal se enorgulleca de su
capital, Lisboa, y la consideraba centro del organigrama imperialista luso, y no
aceptaba que esta ciudad, referente inexcusable de las relaciones comerciales con
Amrica y Europa septentrional, se convirtiese en una ciudad secundaria tras Madrid.
Todo ello explica que este periodo finalizase de manera violenta, a travs de
revueltas populares que actuaban en sincrona a otras revueltas, por ejemplo en
Catalua, y que se extendi hasta que Portugal recupere la independencia de su
Monarqua, se produzca la separacin plena de los dos pases, y que a partir de ah
se desarrolle una etapa de convivencia muy complicada, cuyos momentos ms
delicados se desenvolvieron en Amrica del Sur, agravndose, por ejemplo, las
exigencias mutuas por el control y dominio de los territorios sureos antes indicados.
Ante la falta casi absoluta de entendimiento, de nuevo fue necesaria la intervencin
neutral de los papas, que se consideraban legitimados para discernir quin haba de
entregar u otorgar un territorio, en funcin a la labor evangelizadora sobre los
infieles de las nuevas tierras descubiertas y colonizadas. As, bajo la obligacin de
catequizar, poda otorgar a un pas u otro la colonizacin y la implantacin del
cristianismo, ejerciendo cierta soberana mundial como rbitro nombrado por el
poder celestial para poner paz entre los poderes temporales. Esta funcin de
intermediacin deba, ante todo, conseguir el contento de ambas partes en litigio,
para lo cual la diplomacia, en el amplio sentido de la palabra, deba estar siempre
por encima de la fuerza militar. Ello no implica que el Papado se encontrase influido
por muchos factores personales que le acercaban ms a un bando que a otro, en
este caso entre el espaol y el portugus, y ello quedaba reflejado en su decisin de
pacificacin mediante la emisin de sus bulas, que beneficiaban significativamente
ms a uno de los peticionarios.
Las continuas rencillas imperialistas consiguieron que aumentase el
distanciamiento mutuo entre las dos naciones, contemplndose como enemigas no
slo en el territorio peninsular sino tambin enemigas por el territorio colonial,
determinando una situacin de permanentes enfrentamientos que no se solucionaban
cuando surgan otros de parecida ndole.
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Espaa y Portugal. Siglos de incomprensin en la vecindad
El enfrentamiento que tanto hemos indicado se produca por las rencillas no slo
entre las familias reales, curiosamente emparentadas en multitud de ocasiones,
sino tambin entre las familias nobles que controlaban diferentes poderes polticos,
e incluso entre familias burguesas que controlaban diferentes poderes econmicos,
en las que los dos pueblos eran objeto de una intoxicacin permanente, generando
rechazo hacia el vecino y fomentando una actitud de marginacin, dejando al margen
al pueblo colindante, aunque compartiesen intereses y aliados y as pudieran haber
alcanzado brillantemente la consecucin de sus metas.
Naturalmente, el pueblo acataba las directrices de las altas esferas polticas,
vindose arrastrado a guerras y luchas por decisiones incomprensibles, o justificando
estas guerras favoreciendo el sentimiento de recelo y temor bilateral entre aquellos
que compartan multitud de factores de unin, desde los familiares a la religin, la
etnia, la cultura, hasta casi de idioma, integrando al pueblo en litigios que les
afectaban muy tangencialmente y cuya discutida ganancia podra resumirse en perder
la vida en el campo de batalla o en el asalto de las ciudades, sobre todo de las
fronterizas, las ms afectadas por esta poltica de beligerancia. Mltiples son los
espaoles y los portugueses que a lo largo de la historia que murieron fruto de
enfrentamientos de gran escala o de dimensiones menores entre los dos pases.
La poltica de dar la espalda al estado vecino se mantuvo durante las siguientes
centurias. Portugal orientando sus intereses siempre hacia el ocano y los espaoles
dirigiendo sus intereses hacia una multiplicidad de espacios (Europa, Amrica, Asia),
pero siempre considerando a Portugal el origen de su desconfianza, desprecio y
resentimiento. Tambin hemos de analizar otro interesante trmino que caracteriza
las relaciones de Espaa y Portugal a lo largo de los siglos, y este es el de la
ambicin, ms propia de Castilla, pues siempre consider posible reintegrar Portugal
al Reino de las Espaas. Por parte lusa, tambin se han producido movimientos de
su Estado para actuar sobre el desarrollo histrico espaol. No puede decirse que la
Corte portuguesa haya tomado una actitud pasiva en algunos momentos cruciales
para Espaa por su incidencia en el mbito interno o externo.
Para actuar en la poltica espaola, se aliaron desde antao con Inglaterra, muy
interesada sta en crear una cua de presin sobre un rival econmico y mercantil
como era Espaa. Existen momentos en los que Portugal ha actuado muy
directamente en los acontecimientos que afectaban al futuro poltico espaol, como
por ejemplo durante la Guerra de Sucesin Espaola, cuando recibi en 1703 en
Lisboa al archiduque Carlos de Austria, el cual se entrevist con el rey portugus D.
Manuel II para negociar cmo a cambio del apoyo de Portugal a su candidatura
como sucesor a la Corona espaola, la nueva Espaa que sera del archiduque-rey
Carlos V dara a Portugal una serie de concesiones territoriales en Amrica e incluso
dentro de la Pennsula Ibrica, concretamente algunas comarcas fronterizas de
Andaluca y Extremadura. De esta manera, de haber prosperado esta negociacin,
hoy Extremadura podra ser entera o parcialmente portuguesa.
Las injerencias polticas de ambos pases tambin fueron notables despus del
asesinato en 1908 del rey y del prncipe heredero, con la consecuente proclamacin
de la Repblica. Este periodo fue altamente conflictivo. En quince aos de gobierno
republicano se sucedieron ocho presidentes y diecisiete primeros ministros.
Paralelamente, en Espaa la monarqua estaba muy alarmada con lo sucedido en
Portugal, por el temor a que la repblica fuera copiada en Espaa, lo que implicaba
el fin consecuente de la monarqua. Una situacin de recelo y de impermeabilidad
que se mantuvo en los aos veinte, cuando se asent en Portugal el rgimen
salazarista, una dictadura que se prolong hasta 1974, en que un golpe de Estado,
la Revolucin de los Claveles, acab con la dictadura mediante un proceso
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revolucionario que implant una democracia todava vigente, de la que Portugal se
beneficia.
No obstante, es necesario recordar que durante bastantes aos coincidieron en
el tiempo las dictaduras existentes tanto en Espaa como en Portugal, y durante
estos aos las dos dictaduras mantuvieron una actitud de cierta discrepancia, si no
de enfrentamiento, con respecto, por ejemplo, a la toma de partido durante la
Segunda Guerra Mundial. El salazarismo fue menos complaciente con los gobiernos
del Eje, a la vez que tampoco ocultaba sus simpatas o sus relaciones con Inglaterra,
manteniendo una mayor proximidad hacia los Aliados, al contrario que la actitud
mostrada por Espaa..
Cuando el gobierno de Franco constat el desfallecimiento y progresiva cada del
entramado blico alemn, Portugal y el rgimen de Salazar se convirtieron en un
apoyo de primer orden que Franco utiliz como tabla de salvacin, como puente de
enlace, como medio de acercamiento hacia el bando que claramente se habra de
convertir en poco tiempo en vencedor de la gran contienda, y que obviamente no
habra de ser el Eje germano-italiano. El apoyo portugus ofrecido por Salazar a
Franco sirvi para que se desarrollara un acercamiento, mnimo en un principio,
entre Espaa e Inglaterra, pero que permitira despus afianzar las relaciones entre
estos dos pases, y sobre todo cuando los Estados Unidos consideraren que Espaa
era una nacin necesaria para su organigrama de defensa y oposicin a la rbita de
control sovitica. Al estar integrados ambos dentro del bloque occidental capitalista,
y a pesar de representar ambos regmenes dictatoriales, por supuesto consentidos
por sus aliados, Espaa y Portugal mantuvieron excelentes relaciones de conveniencia.
Compartan algunos intereses, partiendo del propio autoritarismo poltico, el cierre
o el control frreo de las libertades y un anticomunismo feroz y primario. En otros
aspectos, los dos dictadores mantenan una relacin de cordial respeto, de cordial
tolerancia, que en realidad encubra un claro desprecio mutuo hacia sus personas,
mostrando en ciertas ocasiones una verdadera animadversin del uno hacia el otro,
pero manteniendo una buena relacin diplomtica y difuminando la enemistad
personal que se profesaban. Esta situacin explica que sus entrevistas polticas
mantuvieran siempre un aspecto meramente protocolario, enclavadas en ciudades
fronterizas y no transmitiendo nunca un acercamiento de amistad personal entre
ambos.
Una de las pocas salidas al extranjero programadas por Franco en la etapa de la
forzosa autarqua y bloqueo por los pases vencedores de la Segunda Guerra Mundial
se efectu a Portugal, organizndosele en Lisboa un recibimiento verdaderamente
triunfal, con un inmenso despliegue de personas que aplaudan y vitoreaban al paso
solemne de la comitiva franquista por la capital lusa; recibimiento que supona todo
un esfuerzo propagandstico de comunin de ambos gobiernos, pero que en realidad
quedaba ms como un acto teatral que como muestra de esa comunin de ideas o
de intereses nacionales y personales.
Existi un claro desinters de ambos dirigentes por mantener y establecer unas
relaciones slidas entre los dos gobiernos y, sobre todo, entre los dos pueblos,
evitando tajantemente un posible acercamiento mutuo. Simplemente coincidan en
establecer una dura represin sobre los comunistas, o los demcratas en general,
que eran perseguidos y capturados en uno y otro lado de la frontera; y en esto
colaboraban frecuentemente.
El espacio territorial extremeo es escenario del asesinato de Humberto Delgado,
un general del Ejrcito que intent dar un vuelco a la dictadura portuguesa e implantar
una presidencia de carcter democrtico, lo que le costara la vida al ser asesinado
por la polica poltica portuguesa en territorio badajocense.
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Espaa y Portugal. Siglos de incomprensin en la vecindad
Por otra parte, adems de mantener cerradas y obstaculizadas todas aquellas
acciones que pudieran favorecer un mejor conocimiento de los dos pueblos ibricos
y establecer un acercamiento cultural y poltico, se impidi que se produjera un
posible fortalecimiento de los lazos de buena vecindad entre ambos pueblos.
El comportamiento de ambas entidades polticas y sociales fue diferente desde la
Guerra Civil. Si desde el punto de vista del gobierno espaol se mostr un evidente
desdn e indiferencia hacia Portugal y el salazarismo, en Portugal se estimul una
enorme agresividad hacia Espaa impulsada desde el rgimen, y que alcanzaba a
todos los rdenes de la vida. Los libros de texto para los alumnos de la Enseanza
Primaria comenzaban a inculcar en la poblacin una profunda actitud antiespaola,
extendiendo la idea de que Portugal estaba amenazaba por Espaa, que Espaa se
mantena permanentemente en alerta para aprovechar cualquier debilidad lusa que
le permitiera hacer realidad sus deseos largamente proyectados; a saber, invadir,
conquistar y convertir a Portugal en una regin ms bajo el control de Madrid. Por
ello, los portugueses mantenan una actitud de permanente alerta ante lo que
significase un acercamiento a Espaa, pues ese acercamiento podra interpretarse
como la debilidad que Espaa llevaba siglos esperando.
Este fue el argumento que Portugal esgrimi en numerosas ocasiones durante
todo el gobierno de Salazar y durante el gobierno de su sucesor, Marcelo Gaetano,
tratando de conservar alta la moral de la sociedad portuguesa, con la intencin de
mantenerla firme en la lucha del ejrcito portugus en las colonias lusas de frica,
fundamentalmente en Cabo Verde, Guinea Bissau, Angola y Mozambique, proceso
blico paralelo al que se produca en Asia, en Timor, dentro del proceso general de
la descolonizacin, por el cual la inmensa mayora de los pases occidentales haban
decidido otorgar la independencia a sus antiguas colonias, adquiridas, sobre todo,
durante el siglo XIX. La actitud de Portugal de no permitir la segregacin de sus
colonias implicaba una crtica internacional hacia este pas, crtica que podra ser
encabezada por Espaa, que tambin haba decidido liberar parte de sus colonias
africanas. Por todo ello, la propaganda poltica de los gobiernos portugueses se
sustentaban en hacer creer que el mantenimiento del imperio colonial supona el
medio por el cual preservar la propia independencia de Portugal, pues un Portugal
dbil sin sus colonias podra dar lugar a una situacin que aprovechase Espaa para
iniciar un proceso de absorcin territorial en la propia Pennsula Ibrica, con la
consecuente desaparicin fsica del Portugal independiente.
Los propios mapas y eslganes salazaristas abundaban en Portugal sembrando
esta idea del "peligro espaol", incrementando los recelos de los portugueses hacia
cualquier acercamiento poltico o econmico entre ambos pases, pues un posible
beneficio portugus en este acercamiento supondra a medio plazo la unin con
Espaa y la desaparicin de Portugal. La mentalidad portuguesa sobre los espaoles
se resuma en que era un pueblo cruel, despiadado, agresivo e insaciable por
naturaleza, demostrndose este hecho, segn la propaganda antiespaola lusa, en
actos de cultura ldica como la fiesta de los toros, comparando la crueldad que
sobre el toro se ejerce en Espaa (banderillas, picador y muerte por espada del
matador) con la fiesta que se desarrolla en Portugal, en la que el toro es sujeto por
los forados, que lo retiran de la plaza sin proceder a su muerte en pblico. Ello
demostrara que los portugueses seran menos agresivos, por naturaleza, que los
espaoles, y que seran muy diferentes culturalmente a stos.
Es evidente que esta poltica propagandstica haba creado un espritu antiespaol
sobre principios falsos, pues los portugueses tambin cometieron atrocidades en
distintos momentos histricos y en distintos espacios geogrficos. Un ejemplo del
uso de la fuerza o de la violencia se materializa en el asesinato del rey y del prncipe
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heredero cuando regresaban de Villaviiosa a Lisboa tras unas vacaciones, o la
crueldad mostrada en las guerras de descolonizacin africana en tiempos de Salazar,
que no se caracterizaron por una poltica de "guante blanco" con los nativos. En
esta misma lnea, la actuacin de la polica poltica portuguesa, la PIDE, puede
considerarse como una anttesis de la fuerza de orden pblico que respetaba los
derechos de los ciudadanos. Las torturas y asesinatos, como la citada muerte de
Humberto Delgado, dan fe de una actuacin agresiva que desbordaba los marcos
del respeto y la actuacin democrtica que el gobierno portugus nicamente
otorgaba a Portugal. Lo cierto es que esta poltica descrita tuvo xito, pues consigui
mantener la cohesin nacional y enaltecer una sociedad portuguesa plenamente
enfervorizada en torno a los ideales de la lusitanidad y de la justificacin del
mantenimiento del imperio colonial.
Las relaciones hispano-lusas durante el gobierno de los dictadores Franco y Salazar
no han sido estudiadas en profundidad desde el punto de vista del comportamiento
personal de ambos dirigentes, pues no demostraron en ningn momento tener
afinidad personal y, sin embargo, quisieron convertirse en paladines de un "bloque
ibrico" frente al comunismo, siendo en realidad dos personajes peculiares
enemistados entre ellos y con pocas metas afines, lo que se demuestra en el
mantenimiento de una frontera cerrada a cal y canto, dificultando las comunicaciones
entre ambos pases, no favoreciendo un entramado viario ibrico que permitiese un
trasiego de productos y personas de manera fluida y que beneficiara a ambos entes
territoriales.
A fines de los aos setenta y principios de los aos ochenta, las fronteras de
Elvas o el Rosal era cerradas a las seis de la tarde, y no se poda pasar de un pas a
otros a partir de esa hora hasta el da siguiente. Incluso pasar la frontera hispano-
portuguesa supona un mayor esfuerzo que el traspaso en cualquier otra frontera
europea, pues las fuerzas del orden pblico de la frontera analizaban
concienzudamente los pasaportes, registraban maleteros, maletas y cap de los
vehculos, etc. mostrando una actitud de desconfianza basada en un recelo artificial,
pues las relaciones entre ambos pases eran supuestamente cordiales, hecho que
era negado en las trabas de un acto tan cotidiano para las gentes que habitan las
rayas, como eran el caso de las poblaciones de las fronteras de Espaa y Portugal,
que optaron, ante las dificultades de relacin, por darse mutuamente la espalda.
Era impensable en Espaa que el estudio del portugus pudiera regularizarse u
ofrecerse de manera general en universidades o en las Enseanzas Medias, pues las
relaciones entre empresas o entidades econmicas eran bastante escasas. Aquellos
que decidieron estudiar el idioma portugus, mi caso particular, eran observados
con cierta extraeza, incomprendidos a la hora de entender que desesemos
acercarnos a la cultura portuguesa, pues se consideraba que la cultura lusa no tena
ningn elemento interesante o digno de ser conocida o estudiada, a excepcin del
fado, que no exista ningn proceso de smosis, que la literatura portuguesa era
desconocida porque desde Espaa se consideraba que no exista calidad en su
literatura fuera de las obras de Camoes o Ea de Queiroz, de tal manera que incluso
pareca que la poltica o los hechos histricos que se desarrollaban en Portugal
carecan por completo de importancia. Ello explica que fuera imposible ver un peridico
portugus en los kioscos o en los hoteles espaoles. Situacin casi copiada en
Portugal, con un fuerte rechazo hacia lo espaol, su cultura o sus acontecimientos
polticos contemporneos. Todava en la poca revolucionaria, cuando Portugal
deseaba abrirse al conocimiento del exterior, Espaa continuaba siendo una
excepcin; poda encontrarse algn peridico espaol, pero casi con seguridad de
das anteriores y, por lo tanto, algo desfasados desde el punto de vista periodstico,
mantenindose todava el desconocimiento de ambos pases de una manera casi
absoluta.
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Espaa y Portugal. Siglos de incomprensin en la vecindad
La situacin anteriormente descrita empez a cambiar con el golpe de Estado
portugus que derroc al gobierno de Caetano mientras, y paralelamente, en Espaa
la muerte del general Franco condujo a un proceso de democratizacin. Estos procesos
convergentes consiguieron, como uno de sus logros ms importantes, que estos
dos pases hayan logrado alcanzar buenas relaciones de vecindad, con deseos de
conseguir una estrecha relacin de cooperacin.
Un logro admirable teniendo en cuenta el proceso poltico inmediatamente anterior,
del que ya hemos hablado en lneas anteriores; merece la pena indicar que las
diferencias, pese a cierto acercamiento terico, eran verdaderamente palpables desde
los aos cuarenta y cincuenta, especialmente a finales de la Segunda Guerra Mundial.
En este momento el gobierno espaol estaba estigmatizado por los vencedores. Un
repudio internacional mayor que el ejercido sobre el portugus, pues a pesar de ser
igualmente una dictadura militar, Portugal supo guardar las formas diplomticas
para preservar de hecho su neutralidad, y mantuvo la ficcin de una pseudo-
democracia al permitir que cada cierto tiempo se pudiera elegir al Presidente de la
Repblica, aunque su designacin estuviera ms que decidida de antemano por el
gabinete salazarista. Ello explica, junto a su ancestral alianza con Gran Bretaa,
que Portugal no tuviera problemas para ingresar en la OTAN o en la ONU como pas
de pleno derecho, aumentando su presencia internacional en un espacio democrtico
a pesar de ejercer realmente una dictadura frrea, aunque nunca catalogada como
dictadura fascista, consideracin que s era aplicada desde el exterior al gobierno
espaol bajo el general Franco, equiparado a la poltica desarrollada por Musssolini
en Italia o Hitler en Alemania.
La dictadura portuguesa, en el mbito de las relaciones internacionales, apoy al
rgimen de Franco acercndolo hasta Gran Bretaa, que sera utilizado como puente
de acceso hacia otros pases occidentales de la rbita capitalista o democrtica, en
clara oposicin a la rbita sovitica. As, cuando se produjo el abandono de los
embajadores en Espaa y el bloqueo diplomtico y comercial internacional, Portugal
fue uno de escassimos pases que no quisieron practicar este bloqueo y proceso de
aislamiento.
Pasados los aos, curiosamente sucedi todo lo contrario. Hacia la dcada de los
setenta, e incluso a finales de los sesenta, Portugal se estaba convirtiendo en la
ltima potencia colonial de frica, despus de que Francia, Gran Bretaa, Blgica e
incluso Espaa (dando la independencia a Guinea Ecuatorial) hubiesen iniciado su
proceso de descolonizacin. Portugal se resista a ceder la soberana sobre sus
territorios africanos, estallando las guerras de descolonizacin en Guinea Bissau,
Angola y Mozambique, se produjo la ruptura de relaciones con gran parte de los
nuevos pases africanos, o para ser ms concretos en realidad no se establecieron
las relaciones diplomticas que daban firmeza a la existencia de estos nuevos pases
africanos, y otros pases de Asia o de Amrica Latina, en protesta, tambin rompieron
sus lazos diplomticos con Portugal, y fue precisamente Espaa el pas que actu
como mediador para que Portugal no quedase por completo aislada polticamente
de gran parte de frica, Asia o Iberoamrica, siendo su papel el de negociador
especialmente destacado en el rea americana, fruto de su peso tradicional en este
espacio geogrfico. Espaa, de esta manera, le devolvi el favor a Portugal, en
agradecimiento a su labor de acercamiento diplomtico elaborado al final de la II
Guerra Mundial.
El proceso de descolonizacin llevado a cabo por Espaa, en mayor o menor
medida de manera aceptada, implicaba necesariamente el mantenimiento de las
relaciones polticas y comerciales con estos pases, antes colonias, sobre todo porque
en caso contrario perdera una importante fuente de materias primas de primera
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necesidad, as como un mercado de consumo para los productos, manufacturados o
no, procedentes de los pases de la Pennsula Ibrica. Sin embargo, la descolonizacin
de Guinea Ecuatorial por parte de Espaa fue interpretada en un principio por Portugal
como una afrenta, pues pona en evidencia el deseo portugus de mantener su
imperio colonial, intentando hacer ver que no posea colonias, sino que stas eran
provincias de ultramar. Su decisin de no abandonar la tutela de estos territorios
rompa la tendencia general del resto de naciones europeas y converta al pueblo
luso en el ltimo baluarte del colonialismo europeo.
El desarrollo paralelo de la historia espaola y la portuguesa se acrecienta cuando
el gobierno espaol observa con verdadero recelo los acontecimientos del 25 de
abril de 1974; se despert con la noticia de que un golpe de Estado haba conseguido
que en muy pocas horas Portugal dejase atrs su bagaje salazarista, representado
en el gobierno de Marcelo Caetano. El hecho que ms sorprenda al Gobierno Espaol
era cmo un rgimen que en apariencia contaba con el apoyo popular y sobre todo
militar haba sido desmantelado pacficamente y con celeridad por la Revolucin de
los Claveles. El rgimen espaol sinti una fuerte zozobra, pues ya no consideraba
tan seguro su mantenimiento y permanencia en el poder, ni siquiera observando el
apoyo popular que gran parte de la poblacin le profesaba.
La posibilidad de que los acontecimientos ocurridos en Portugal pudieran
extenderse a Espaa provocaban desasosiego al rgimen de Franco. El trasiego de
comunicaciones entre estos dos pases no haba sido fluida durante el siglo XX; eran
caracterizados como dos hermanos siameses unidos de costas dadas, es decir,
dndose mutuamente la espalda.
Durante la etapa revolucionaria portuguesa, desde 1974 hasta 1977, asistimos a
fuertes tensiones polticas y sociales, sobre todo cuando Espnola intenta fructificar
un contragolpe, que fracas huyendo hacia Badajoz, buscando asilo, y en Espaa
los ltimos fusilamientos, por mandato del gobierno del dictador, desencadenaron
fuertes protestas en el pas vecino, con el asalto a la embajada espaola, palacio de
Palhv, en la Plaza de Espaa, y a su cancillera, en la Ra Salitre, ambas en Lisboa,
siendo incendiadas y saqueadas por la poblacin, disconforme con la actuacin del
gobierno contra los terroristas de ETA. El malestar espaol, que retir a su embajador,
cortando las relaciones diplomticas, se super gracias a que los gobiernos lusos
revolucionarios actuaron con mucha sensatez y racionalidad, alegando que los actos
ocurridos se haban producido sin previo aviso y con dificultades para ser atajados
por el gobierno portugus con eficacia. Junto a las disculpas, se comprometieron a
reconstruir los edificios destruidos. Espaa acept el buen hacer de Portugal y las
relaciones se restablecieron con prontitud. A partir de este momento, las relaciones
hispano-lusas van a disfrutar de un progresivo y sincero acercamiento, obviamente
fortalecido conforme la democracia se asentaba en Espaa durante el periodo de la
transicin.
La confluencia de intereses y la creacin de un frente comn se consolidaron en
el ao 1985 con la entrada conjunta de ambos pases en la Unin Europea. A partir
de ese momento ambos gobiernos colaborarn estrechamente para beneficio de
ambos pases, independientemente de que hayan coincidido o no las tendencias
polticas a uno u otro lado de frontera. Independientemente de que en Portugal
gobernase el derechista Cavaco Silva y en Espaa el socialista Felipe Gonzlez, o
mientras gobernaba el socialista Guterres en Portugal y en Espaa lo haca el
derechista Aznar, las relaciones se han acercado considerablemente, y han formado
frente comn ante el empuje de intereses contrarios venidos incluso de otros
miembros de la UE, OTAN, OSCE o la ONU. As, establecen un poltica anual de
coordinacin a travs de las Cumbres Peninsulares, forman parte de las Cumbres
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Espaa y Portugal. Siglos de incomprensin en la vecindad
Iberoamericanas, como la reciente que se celebr en Chile, estando presentes en
todos los foros internacionales.
Esta panorama es verdaderamente esperanzador, a pesar de ciertas intoxicaciones
que plantean un Iberismo diferente al de la cooperacin de dos entes territoriales
diferentes. La frontera hispano-lusa se ha roto de manera que el inters por conocerse
mutuamente se observa no slo en los actos polticos sino tambin en otros tan
cotidianos como ir a comprar a una librera y encontrar en Espaa ejemplares de
autores portugueses e incluso en legua portuguesa, y viceversa. Se est produciendo
una mayor penetracin de la msica portuguesa, y no nicamente de los ya admirados
fados, sino de la msica moderna creada en suelo luso, y las relaciones comerciales
y econmicas son muy intensas y en progreso ascendente. Espaa es el principal
proveedor de Portugal, Portugal es el quinto proveedor de Espaa; Portugal exporta
a Espaa el doble que toda Amrica Latina, y muy posiblemente Portugal importe
mayor cantidad de productos y servicios espaoles que toda Amrica Latina y Estados
Unidos juntos. El acercamiento de Espaa y Portugal beneficia grandemente a la
primera, y la intensificacin de este comercio se observa en productos de consumo
diario como aquellos que tienen incluido en su etiquetado ambos idiomas, lo que
indica que son comercializados indistintamente y a la vez en ambos territorios,
superando la economa las fronteras territoriales. En este sentido, es importante
sealar que a Espaa llegan multitud de productos, especialmente textiles, que son
desconocidos por el pblico en general, pensando que Portugal no aporta materiales
manufacturados a Espaa, siendo este hecho un error que se va subsanando
progresivamente. En el mbito de las inversiones, Portugal est recibiendo un aluvin
de inversiones espaolas. Espaa recibe igualmente inversiones lusas, aunque en
un volumen menor, en ocasiones porque les ha faltado ese impulso por intentar
ocupar parte del mercado espaol. De todas maneras, la implantacin de entidades
financieras como el Banco do Espiritu Santo, o la cadena de combustibles Galp, van
abriendo camino a la llegada de otras empresas portuguesas. Hace unos doce aos,
el monto de las relaciones comerciales entre Espaa y Portugal apenas alcanzaba
un ocho por ciento y hoy posiblemente alcancen tmidamente un veinticinco por
ciento. Se ha producido un sensible aumento, aunque ha de acrecentarse an ms,
pues la media de relaciones comerciales entre pases fronterizos en Europa alcanza
un treinta y tres o un treinta y cinco por ciento.
La intoxicacin antes mencionada hace referencia a aquellas afirmaciones que
plantean como colofn de este proceso de acercamiento mutuo la posibilidad de
una unin territorial y poltica, fundando esta afirmacin en una encuesta en la que
se afirmaba que el veintiocho por ciento de los portugueses aceptara de buen grado
esta "unin". Real o no esta encuesta, lo que s es cierto es que estas afirmaciones
vuelven a levantar el antiguo temor portugus de la avaricia territorial espaola.
Por ello, cuestionando la veracidad del porcentaje antes indicado, el lanzamiento de
estas noticias siempre estn amparadas en intereses particulares que desean cierto
distanciamiento entre Espaa y Portugal aludiendo a la penetracin econmica
espaola como antesala de la temida anexin, el "retorno de los filipes" a travs de
la compra de las empresas portuguesas, por la adquisicin de sus edificios
emblemticos, etc. Tambin, por el contrario, otros colectivos, con la misma
afirmacin, pueden pretender remarcar las diferencias econmicas actuales entre
Espaa y Portugal, puntualizando que, debido a una cierta crisis econmica lusa,
hallaran el arreglo de su precaria situacin sumndose a la maquinaria econmica
espaola. Los grupos interesados en promover un distanciamiento entre Espaa y
Portugal podran identificarse con partidos de extrema derecha que abogan un
trasnochado patriotismo exacerbado, o por otros colectivos como "Los Amigos de
Olivenza", que defienden la devolucin de esta localidad a la soberana portuguesa,
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Diego Carcedo
y en algunos casos por la propia prensa portuguesa sensacionalista, que utiliza este
recurso fcil para aumentar sus tiradas diarias.
Sin embargo, la absoluta realidad se materializa en unas relaciones entre Espaa
y Portugal mejores de da en da. Pensar en una unin territorial creo que sera un
proceso conflictivo, altamente rechazado desde Portugal y cuyos beneficios para
Espaa seran ms que discutibles, sobre todo cuando Espaa se haya en el vrtice
de las tensiones centrfugas de los poderes perifricos nacionalistas, que rechazan
el dominio frreo de un Estado centralizado, y donde actualmente existen problemas
para mantener la cohesin nacional. S podra reportar esa unin ciertos beneficios
dentro del marco de la Unin Europea, pues a los cuarenta y cuatro millones de
habitantes de Espaa se le sumaran los once millones y medio de Portugal,
acrecentando el peso hispano-portugus dentro de la institucin europea, aunque
esos beneficios seran mnimos si la supuesta unin conllevara tensiones internas
que empobrecieran las ricas relaciones que hoy se han creado y que crecen
beneficiando a ambos por igual.
Beneficioso en verdad es el proceso actual de acercamiento, de conocimiento
mutuo, de entramado comercial cada vez ms tupido, de disolucin de la frontera
por los contactos comerciales y personales y menos por la unin poltica, por un
turismo in crescendo que permite ver un trasiego normalizado y fluido de personas
de ambos pases visitando, deseando conocer, al pas vecino, dos pases que
mantienen sus fronteras jurdicas nicamente como una lnea en los mapas, pero
que ha desaparecido como obstculo para ambos entes territoriales, dos pases que
comparten ya una moneda comn, unos intereses comerciales que permiten una
absoluta permeabilidad fronteriza, etc. Todo ello conseguido con el mantenimiento
de ambas soberanas, sin necesidad de esa supuesta unin poltica y territorial,
conseguido perfectamente con un funcionamiento democrtico, constitucional y de
Estado de derecho paralelo.
Para finalizar quiero hacer hincapi en que lo verdaderamente beneficioso para
Espaa y Portugal en la actualidad es el acercamiento mutuo, no slo entre sus
gobiernos, sino ms importante si cabe entre sus gentes, sus habitantes. Extremadura
en este sentido es una modelo a seguir, constituyendo un ejemplo excepcional al
estimular, propiciar, facilitar y cultivar la normalizacin de la convivencia de dos
pases independientes pero sumamente parecidos, con una historia comn, pero
tambin con un presente y un futuro comn.
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UN MAESTRE SANTIAGUISTA ENTRE PORTUGAL Y
CASTILLA: APROXIMACIN A UN ITINERARIO DE PELAY
PREZ CORREA
A SANTI AGO MASTER BETWEEN PORTUGAL AND CASTI LE: AN
APPROXI MATI ON TO A J OURNEY BY PELAY PREZ CORREA
Manuel Lpez Fernndez
Av. del Ejrcito, s/n, bloque 9, 3-D
11.300 LA LNEA (Cdiz)
[email protected]
RESUMEN: Entre todos los maestres de la Orden de Santiago, Pelay Prez
Correa es quien mejor personaliza los vnculos existentes entre los reinos de
Portugal y Castilla-Len, al tiempo que lo hace tambin con la Baja Extremadura
hasta el punto de que sus restos descansan hoy en el Monasterio de Tentuda,
por razones histricas y legendarias. Portugus de nacimiento, siendo comenda-
dor mayor de Portugal fue nombrado comendador mayor de Castilla en 1241 y
un ao despus maestre de la Orden. Aunque los asuntos castellano-leoneses
pesaron mucho en su actuacin, no por esto olvid su tierra natal, a la que visit
frecuentemente impulsado por su afn de potenciar la Casa Maestral como r-
gano de gobierno de la institucin santiaguista. Esta poltica personalista fue
producto de su carcter inquieto y no la hubiera podido realizar el maestre sin la
capacidad de movimiento que le caracterizaba; capacidad a la que aqu trata-
mos de aproximarnos incidiendo especialmente en los asuntos relacionados con
Castilla y Portugal.
ABSTRACT: Among all maestres of the Orden de Santiago, Pelay Perez Co-
rrea is the one who best personifies the existing links between the kingdoms of
Portugal and Castille-Leon, together with another link with the Lower Extremadura,
a relationship that he maintained until his death, being buried in the Monastery
of Tentuda, due to legendary and historical reasons. A Portuguese born, when
he was comendador mayor of Portugal was also named comendador mayor of
Castille in 1241, becoming Maestre of the Orden a year later. Even though the
affairs in Castille-Leon had a great weight on his behaviour, he never forgot his
native land, and he visited it very frequently, showing his great effort to increase
the power of the Casa Maestral as the main organ of government in the institution.
Such a personalist policy was the result of his restless character and it would not
have been possible to fulfil had he not been endowed with a great easiness of
movement; such ability is our main focus of study, especially focusing of the
issues related with Castille and Portugal.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 55 - 65
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Un maestre santiaguista entre Portugal y Castilla
I. A MODO DE PREMBULO
1
Nadie pondr en duda que la faceta militar del maestre Pelay Prez Correa
es la ms difundida por los historiadores y la que generalmente ha llegado a
los lectores, debido a que desde cualquier punto de vista es tambin la ms
dinmica y vibrante. Sin embargo, poco se ha difundido sobre su labor
legisladora dentro de la Orden y casi nada se ha escrito sobre el enorme impulso
expansionista que propici a la institucin a la que perteneca. Nada se ha dicho
tampoco de la capacidad viajera de nuestro hombre, facultad que nos llam la
atencin desde el primer momento que entramos en contacto con los documentos
relacionados con su maestrazgo, pues vena a explicarnos el carcter del personaje,
su evolucin dentro de la Orden y, sobre todo, nos ayudaba a entender su tendencia
centralizadora dentro de la institucin santiaguista.
Para entender mejor su actitud no debemos olvidar que sus obligaciones como
maestre le llevaron a relacionarse -polticamente hablando- con los monarcas de
Castilla, Portugal y Aragn, al tiempo que no poda desatender su vinculacin con la
Santa Sede ni olvidarse tampoco de los problemas que surgan en el interior de la
Orden. El Maestre viajaba sin cesar y slo de esta manera pudo llevar a cabo la
poltica centralizadora por la que su maestrazgo se caracteriza y distingue. Para uno
y otro aspecto, el caso de las encomiendas portuguesas nos puede servir de ejemplo.
Hasta su llegada al maestrazgo, el comendador mayor de Portugal gozaba de cierta
independencia dentro de la Orden porque los maestres anteriores no visitaban aquel
reino con la frecuencia que debieran; cuando Pelay Prez fue elegido maestre estas
visitas se hicieron mucho ms frecuentes. En cuanto las circunstancia se lo permitan,
se trasladaba a Portugal y su inters por los asuntos de las propiedades portuguesas
de la Orden fue tal, que consigui colocar un segundo comendador portugus en el
consejo de notables de la Orden en detrimento del nmero de castellanos y leoneses
que componan el Consejo de los Trece. Es cierto que hubo aos en los que el
maestre Correa no pudo acercarse a su tierra natal, pero tengamos en cuenta que
desde su traslado a Castilla hemos contabilizado quince visitas del Maestre a Portugal
y no podemos descartar que realizara otras desconocidas para nosotros. Algunas de
estas visitas se extendieron durante varios meses y la correspondiente a la campaa
del Algarve por ms de ao y medio.
Pero antes de entrar en detalles debemos decir que en la vida de Pelay Prez
Correa existen dos etapas diferenciadas por el grado de actividad militar en la
Reconquista. La primera de ellas, arranca desde su ingreso en la Orden y llega hasta
los aos de recesin en la actividad blica despus de la conquista de Sevilla y de la
campaa del Algarve; coincide esta etapa con la juventud y madurez de nuestro
personaje al tiempo que se vincula a la guerra contra los musulmanes, finalidad
para la que fue creada la Orden de Santiago. Es una fase de su vida caracterizada
por un desplazamiento constante donde las operaciones militares se mezclan con
rpidos y sorprendentes desplazamientos de nuestro hombre. La segunda etapa,
comienza a principios de los aos cincuenta del siglo XIII y se extiende a lo largo de
ms de veinte aos. Son los tiempos en que los monarcas de Portugal y Castilla
tratan de consolidar y repoblar los territorios ganados a los musulmanes; en estos
aos su impronta guerrera se transforma en la de un hombre prximo al poder
poltico, motivo por el que interviene en algunas misiones diplomticas y, finalmente,
coinciden con la fase de decadencia vital del Maestre. Su actividad viajera no cesa
1
Para la elaboracin de este artculo nos hemos apoyado en uno de los apndices de nuestra tesis doctoral: La
Orden de Santiago y el maestre Pelay Prez Correa. Al estar en fase de correccin de pruebas, es posible que este
trabajo sea publicado en breve por el Instituto de Estudios Manchegos.
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Manuel Lpez Fernndez
en estos ltimos tiempos; tal vez no realice ya los movimientos con la celeridad de
la etapa interior, pero sus constantes desplazamientos no dejan de llamarnos la
atencin. Sirva como muestra su periplo a lo largo de 1274, cuando rondando ya los
setenta aos de edad se desplaza de Santarem a Alccer do Sal, Mrida y Sevilla,
desde donde se dirige a Lyon para entrevistarse con el papa Gregorio X.
II. LA ETAPA DE ACTIVIDAD CONQUISTADORA
Todo parece apuntar que el que estaba llamado a ser el maestre santiaguista,
naci en la Terra de Basto y ms concretamente en el couto de Farelaes
2
, que era el
solar de los Correa en el reino de Portugal. No podemos precisar con exactitud la
fecha de su nacimiento, ni tampoco la de su ingreso en la Orden de Santiago; pero
esto ltimo debi hacerlo cuando todava era joven y tal vez bajo la influencia de
algn familiar. Pronto destacara entre sus confreires y quiz en tiempos del maestre
Fernando Prez Chacin -otro portugus que fue elegido para gobernar la Orden
siendo comendador de Alccer do Sal-, pudo llegar Castilla formando parte de los
miembros de la Casa Maestral
3
. No podemos explicar de otra manera su presencia
en Lrida, unos aos ms tarde al lado del nuevo maestre, Pedro Gonzlez, cuando
la condesa de Urgel promete tomar el hbito santiaguista en el caso de que ella
decidiera entrar en alguna orden religiosa. Es la primera referencia documentada
que tenemos sobre el freire Pelay Correa
4
. Despus de esta cita, fechada en agosto
de 1228 no volvemos a tener noticias de l hasta marzo de 1232 en el Captulo
General que la Orden estaba celebrando en Ucls (Cuenca)
5
. En esta referencia
documental don Pelay aparece siendo comendador de Portugal, lo que era tanto
como decir de Alccer do Sal porque all se ubicaba la encomienda mayor de los
santiaguistas en el reino portugus. Lo ms probable es que en ese lugar y fecha se
eligiera a Pelay Prez para tal cargo; en el documento aparece citado en ltimo
lugar
6
y eso nos da pie a pensar que acababa de ser elevado de categora. Sin
embargo, tres meses ms tarde, figura ya en el puesto que mereca por su cargo
dentro de la Orden, esto es, detrs de los comendadores mayores de Castilla y Len
por ser ambos ms antiguos que l
7
. Don Pelay, que hasta entonces poda haber
pertenecido a la Casa Maestral, se traslada luego a Portugal y no volvi a Castilla-
Len excepto para asistir a los Captulos Generales; por esta razn vemos
documentada su presencia en Villaffila (Zamora) en noviembre de 1236
8
.
Dadas las limitaciones de espacio preferimos omitir los detalles relacionados con
su actividad siendo comendador de Alccer
9
. No obstante, debemos resaltar que
durante el tiempo que permaneci al frente de la encomienda mayor de Portugal los
2
Nobiliario del conde de Barcelos. Traducido al castellano por Manuel de Faria y Sousa, Madrid, 1646. Esta edicin
incluye abundantes notas de Juan Bautista Lavaa, lvaro Ferreira de Vera y el marqus de Montalvo. Este ltimo
dice que el solar de los Correa era el couto de Farelaes.
3
La Casa Maestral era la institucin de la que se valan los maestres para gobernar la Orden. En sus primeros
tiempos, y a forma de pequea corte, el personal de la misma acompaaba a los maestres en sus desplazamientos.
4
Archivo Histrico Nacional, rdenes Militares, Ucls, carp. 207 doc. n 13 (en adelante, AHN, OO.MM., Ucls,
207/13).
5
AHN, cdice 1046-B, pp. 273-274.
6
En el documento de que hablamos se cita en primer lugar a los treces de Castilla, despus a los de Len y por
ltimo al nico comendador de Portugal que por entonces formaba parte del Consejo de los Trece.
7
Vase AHN, OO.MM., Ucls, 203/2. Las roturas de este documento hay que recomponerlas con la lectura del
Cdice 1046-B.
8
AHN, OO.MM., Ucls, 211/9.
9
Tales pasos se pueden seguir en SOUSA CUNHA, MARIO RAL. A Ordem Militar de Santiago. (Das origens a 1327),
Porto, Universidad de Porto, policopiada, 1991.
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Un maestre santiaguista entre Portugal y Castilla
espatarios
10
extienden sus dominios a lo ancho del Alentejo y dentro de la actual
provincia de Huelva se asientan en Alfagar de Penna
11
. Hacia el sur llegan a seorear
ciertas plazas del Algarve, como Ayamonte y Cacela; desde esta villa, tal y como
narra la Crnica da Conquista do Algarve
12
, los espatarios debieron colocar a Tavira
bajo el vasallaje de la Corona portuguesa antes del verano de 1241 y, por supuesto,
antes de su paso a la encomienda de Ucls. Este traslado de Pelay Prez Correa de
Portugal a Castilla es para nosotros un cambio premeditado, con el consentimiento
y aprobacin del interesado, la Orden, y hasta de ambas Coronas porque los
comendadores mayores de cada reino eran los representantes del maestre
santiaguista ante sus respectivos reyes.
Fue nombrado comendador mayor de Ucls, y del reino de Castilla por tanto, en
el Captulo de noviembre de 1241 celebrado en Len
13
. Nos consta que luego fue a
Valladolid y en la primavera siguiente intervino en la conquista de la Sierra de
Segura. Estaba de vuelta en Ucls a primeros de julio y despus se movi por
Burgos, Ucls, y Len, donde fue elegido maestre de la Orden en el mes de diciembre
de 1242
14
. De Len se traslad a Burgos, donde estaba la Corte castellana y a
mediados de febrero se encontraba ya en Toledo junto al infante don Alfonso de
Castilla
15
. Establece por aquellas fechas un acuerdo de concordia con el arzobispo
de Toledo reconocindolo como diocesano en las iglesias de la Orden dentro de la
jurisdiccin de la Dicesis de Toledo
16
. Emprende la marcha junto al infante don
Alfonso camino de Alcaraz y Murcia. A la capital murciana debieron llegar a primeros
de mayo y all fue, el ltimo da de este mes, cuando recibi las donaciones que a
don Gil Gomes do Vinhal le haban concedido en la comarca de la Sierra de Segura;
en contrapartida, la Orden le entrega al tambin caballero portugus la encomienda
castellana de Paracuellos
17
. En julio sale del reino murciano y despus de pasar por
Toledo llega a Burgos donde, adems de sustanciosas donaciones, recibe el pblico
y personal reconocimiento del infante don Alfonso de Castilla
18
, el futuro Alfonso X
el Sabio.
A primeros de diciembre de 1244 lo encontramos en Lisboa; es entonces cuando
la Orden recibe la villa de Tavira de manos de Sancho II, que se la entrega, entre
otras cosas, pro amore donnus Pelagii Petris Corrigia
19
. Por Toledo y Ocaa se
dirige de nuevo al reino de Murcia para participar en la campaa militar de aquel
ao y, en palabras del rey Jaime I
20
, desempea un destacado papel en el Tratado
de Almizra, acordado entre el rey de Aragn y el infante heredero de Castilla
21
.
10
As se conoca a los freires santiaguistas en Portugal.
11
Estamos de acuerdo que dicho lugar puede ser la actual Puebla de Guzmn. Vanse ms detalles en GARCA, J.C.
Alfajar de Pena. Reconquista e repovoamento no Andevalo do sculo XIII, Actas das II Jornadas Luso-Espanholas
de Historia Medieval, Porto, 1989, vol. III, pp. 907-925.
12
Conocemos cuatro versiones de la misma con ligeras diferencias entre ellas; estn publicadas en:
- Portugalia Monumenta Histrica. Scriptores, Lisboa, 1861, pp. 415-420.
- Crnica de Cinco Reis de Portugal, ed. de Artur de Magalhaes Basto, Porto, Livraria Civiliao, 1945, vol. I, pp. 202-219.
- Crnica dos Sete Primeiros Reis de Portugal, Lisboa, Edicin de C. DA SILVA TARAUCA, 1952, vol. I, pp. 253- 279.
- Crnica da Conquista do Algarve (Texto de 1792). Separata do n VIII dos Anais do municipio, Faro, 1979.
13
AHN, OO.MM., Ucls, 326/21. As se deduce de la lectura de este documento.
14
Hay que contrastar la informacin que nos proporciona un documento del Archivo de la Catedral de Burgos con
la de otro procedente del Archivo de Ucls para extraer tal conclusin.
15
AHN, OO.MM., Ucls, 311/10.
16
AHN, Sellos, 73/8.
17
AHN, OO.MM., Ucls, 260/9.
18
AHN, OO.MM., 2/I/6.
19
Arquivo Nacional Torre do Tombo (en adelante ANTT), Livro dos Mestrados, f. CLXXXIIr; Livro dos Copos, l. LXXVr.
20
Llibre dels feits o Crnica de Jaime I, traduc. castellana de Enrique PALAU, Barcelona, Editorial Iberia, 1952, vol II, pp.
103-108.
21
Archivo de la Corona de Aragn, Cartas de papel, doc. n 127.
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Manuel Lpez Fernndez
Despus de colaborar en la conquista de Mula y Lorca , se rene con don Jaime I de
Aragn en Biar (Alicante); era septiembre de 1244 y en aquellas fechas el rey de
Aragn le concede la villa de Anna
22
, en Valencia.
El ao de 1245 fue paradigmtico en lo que a desplazamientos del maestre se
refiere. El da 20 de enero don Pelay estaba en Ocaa
23
(Toledo), y el 26 de abril
est documentada su presencia en Oporto
24
debiendo pasar con anterioridad por
Coimbra. En esta ciudad, sede de la Corte portuguesa por entonces, debi acordar
con el rey Sancho II la forma de atender las reclamaciones del obispo de Oporto.
Aqu, en los ltimos das de abril, Sancho II entregaba Marachique al obispo Pedro
Salvadores, al tiempo que los santiaguistas le dan la villa de Odemira. Despus, el
Maestre se debi trasladar a Cartagena, cuyo cerco haba comenzado aquella
primavera. A finales de julio, el Maestre se reuna con Fernando III en Martos (Jan)
25
y todo apunta que desde all emprendi camino hacia Lyon (Francia) con la finalidad
de reunirse con el papa Inocencio IV, que lo haba llamado para que ayudara al
emperador Balduino de Constantinopla en la defensa del Imperio Latino de Oriente.
El viaje a Lyon lo hicieron los santiaguistas por Ucls, Cuenca, Teruel, Montalbn,
Lrida y Barcelona, apoyndose luego en las encomiendas que la Orden tena en el
sur de Francia. La expedicin debi llegar a Lyon en los ltimos das del mes de
agosto y permaneci all durante un mes, poco ms o menos
26
.
En febrero de 1246 estaba don Pelay en el sitio de Jan, segua por all a mediados
de mayo y en el verano se traslad a Valladolid para cerrar las condiciones de ayuda
al emperador Balduino
27
. El convenio al que nos referimos se firm en el mes de
agosto y en los primeros das de septiembre Pelay Prez pasaba por Ocaa camino
de Jan
28
. All asisti al Consejo convocado por Fernando III de Castilla para atacar
el reino sevillano. Despus de una accin ofensiva sobre Carmona y Alcal de
Guadaira, don Fernando orden a los santiaguistas que hicieran una incursin por el
Aljarafe. En diciembre estaban de vuelta en Crdoba
29
. Luego, don Pelay pas por
Ucls y Jan antes de comenzar en la primavera la ofensiva sobre la capital sevillana.
Desde entonces y hasta despus de su conquista, el maestre santiaguista no particip
en otras acciones militares que no estuvieran relacionadas con el cerco sevillano.
La nmina de portugueses que intervinieron en el cerco de Sevilla es amplia
30
y
el personaje ms representativo de los mismos fue el infante don Pedro, hijo de
Sancho I y to de Sancho II y Alfonso III de Portugal
31
. Tambin lo hicieron la Orden
de Avis
32
y la rama portuguesa de los santiaguistas entre quienes cabe destacar la
presencia del entonces comendador de Mrtola, Gonzalo Prez Magro
33
. Por eso, y
22
Archivo del Reino de Valencia, Libro de Enajenaciones, f. 184v.
23
AHN, Sellos, 63/2.
24
Catlogo dos Bispos do Porto II, cap. X , p. 52.
25
Primera Crnica General, cap. 1.069.
26
Nos apoyamos para tal opinin en el Bullarium de la Orden de Santiago, pp. 140-166.
27
AHN, OO.MM., Ucls, 91/2.
28
Ibdem, 152/17 y 18.
29
Ibd., 70/3.
30
Podemos conocer los nombres de algunos de ellos en:
- BRANDAO, Frey Antonio, Cronicas de D. Sancho II e D. Afonso III, Porto, Livraria Civiliao, 1946, pp. 132-142.
- GONZLEZ GONZLEZ, J. Repartimiento de Sevilla, Madrid, 1953, vol. II, pp. 51-52.
31
GONZLEZ GONZLEZ, J. Reinado y diplomas de Fernando III, Crdoba, Publicaciones del Monte y Caja de
Ahorros de Crdoba, 1980, p. 380.
32
JAVIERRE MUR, . La Orden de Calatrava en Portugal, Boletn de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1952, n
CXXX, p. 349. El da 15 de enero de 1248 el rey Fernando III de Castilla prometi al maestre de la Orden de Avis,
Martn Fernndez, unas casas y una renta anual de dos mil maraveds en Sevilla, cuando la ganase.
33
AHN, OO.MM., Ucls, 263/7. Tambin en SALAZAR DE CASTRO, L. Libro de Pruebas de la Casa de Lara, Madrid,
1694-99, p. 679. Tengamos en cuenta que este hombre ya era comendador de Mrtola, y mayor de Portugal, en
abril de de 1245. Permaneci al frente de esta encomienda hasta 1258.
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Un maestre santiaguista entre Portugal y Castilla
en contrapartida, no debe sorprendernos que santiaguistas castellanos-leoneses
intervinieran junto a los espatarios portugueses en la campaa del Algarve cuando
termin el sitio a Sevilla. Por lo que se refiere al maestre de la Orden, la ltima
noticia que lo sita en Sevilla es de enero de 1249
34
. Entonces se traslad a Portugal
porque su presencia est documentada en Alccer do Sal, junto al comendador
mayor Gonzalo Prez, en marzo de 1249 al conceder a Setbal Fuero de Palmela
35
.
Hasta noviembre de 1250 no tenemos documentada la vuelta de don Pelay a Castilla
36
,
en cambio nos consta un par de referencias fechadas con anterioridad en las que
dejaba en manos de sus comendadores la concesin de fuero a Cardeosa (vila),
en julio de 1250, y la particin de los trminos de varias villas castellanas en octubre
del mismo ao; en ambos documentos se hace constar que se realizan por expreso
mandamiento del maestre Prez Correa. Lo que viene a significar que tena
conocimiento de ambos casos y no poda acercarse a Castilla para presidirlos.
Dnde estuvo don Pelay en ese espacio de tiempo que desaparece de la
documentacin castellana? Nosotros creemos que fue entonces cuando se llev a
efectos la campaa sobre el Algarve. Tal como dice la discutida Crnica da Conquista
do Algarve, el maestre y el comendador mayor de Portugal -con huestes santiaguistas
de uno y otro reino-, bien pudieron reunirse con Alfonso III en el lugar de Salir y
mientras el Rey iniciaba el sitio de Faro acompaado del comendador mayor de los
espatarios- don Pelay emprenda la ofensiva sobre Tavira, villa que haba vuelto
bajo el control musulmn y que, por haber pertenecido al seoro de la Orden, a
sta corresponda conquistar
37
. Por tanto, fue a principios de 1249 cuando los
santiaguistas portugueses, castellanos y leoneses- emprendieron la tarea de
reconquistarla. A finales de la primavera de 1249 caa Tavira y, mientras el rey de
Portugal cercaba Faro, Pelay Prez Correa atacaba plazas situadas a la retaguardia
de los sitiadores como pudo ser el caso de Paderne o Loul, lugar este ltimo que
muy bien pudo caer en noviembre de 1249
38
. Para nosotros, el cerco de Faro
continuaba por aquellas fechas y la villa no debi entregarse a los cristianos hasta
marzo de 1250
39
.
Una vez finalizada la campaa del Algarve, don Pelay debi volver a Castilla;
desde luego en el otoo de 1250 ya estaba en Sevilla porque fue aqu, en presencia
del Maestre , cuando Fernando III resolvi en Sevilla varios contenciosos de la
Orden con los concejos de Ocaa, Cuenca y Moya. En diciembre, Prez Correa se
encuentra ya en Montnchez partiendo los trminos de esta encomienda con los de
Trujillo. Desde all contina hasta Len donde la Orden celebrar Captulo General
en los primeros meses del ao, para regresar de nuevo al sur pues en julio estaba
de nuevo en Sevilla. Luego emprende la marcha hacia Ucls pasando antes por la
sierra de Segura. En diciembre de 1251 estaba en Ocaa
40
, villa a la que entonces
se le concedi fuero de Toledo. De all pas a Portugal y por Lisboa est documentado
34
AHN, OO.MM., Ucls, 70/4.
35
ANTT, Livro dos Copos, f. CCLXXXVr.
36
AHN, OO.MM., Ucls 99/26 y 100/II/25.
37
Para ms detalles sobre este tema vase nuestro trabajo: Los cristianos en Tavira. El dominio Santiaguista, en
Tavira. Territorio e poder Catlogo para la Exposicin del Museo Nacional de Arqueologa en Lisboa, Cmara Municipal de
Tavira, 2002, pp.171-182.
38
Defendemos la postura de ROMERO MAGHALAES, J. Uma interpretaao da Crnica da Conquista do Algarbe,
Actas das II Jornadas Luso-Espanholas de Historia Medieval, Porto, 1987, vol. I, p. 131.
39
Alfonso III concede una casas en Santarem a don Joao Peres de Aboim en marzo de 1249 y el documento se data
apud Sancta Maram de Faro. En febrero de 1250 Alfonso III otorg a su canciller el castillo de Porches y el
documento se vuelve a datar apud Sancta Maram de Faro. Sin embargo, en marzo de 1250, al conceder Albufeira
a la Orden de Avis la carta es feyta em Sancta Mara de Faro. Para nosotros es la seal inequvoca de que hasta
entonces no cay Faro en manos de los cristianos.
40
AHN, OO.MM., Ucls, 243/15.
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su paso en el mes de abril de 1252
41
, momento en que reconoce al obispo Aries
Vzquez como diocesano de la Orden en las propiedades de sta dentro de la Dicesis
de Liboa. La convocatoria de un nuevo Captulo en Montnchez lo trajo a Castilla
para luego desplazarse a Sevilla con motivo de la muerte del rey Fernando III. All
debi permanecer todo el verano al lado del nuevo monarca. De nuevo, a finales de
aquel ao, volvi a Portugal. Fue entonces cuando concedi Fuero de Alccer a la
villa de Aljustrel
42
.
III. LOS AOS DE CONSOLIDACIN Y REPOBLACIN DE LO CONQUISTADO
A la campaa del Algarve, tanto en Portugal como en Castilla, sigui una etapa
de recesin en la lucha contra los musulmanes. Los monarcas emprendieron entonces
un proceso de consolidacin de la defensa de los territorios conquistados, potenciando
la repoblacin de los mismos con colonos cristianos. Por entonces, entre los reinos
mencionados se arrastraba una serie de roces polticos por la cuestin del Algarve.
Tema que afect de pleno a la Orden de Santiago hasta el punto de enturbiar
seriamente las relaciones entre santiaguistas y la Corona portuguesa
43
. Pero a partir
de la concesin de fueros portugueses a la villa de Mrtola
44
, en diciembre de 1254,
mejoraron las relaciones entre Corona y Orden. Don Pelay, siguiendo una costumbre
que luego se repetir ms veces, haba visitado Portugal en el otoo y debi
permanecer all bastante tiempo porque, a lo largo del invierno y primavera de
1255, Alfonso III les confirma -en Santarem y Lisboa- las donaciones que ya les
hiciera Sancho II. Todas excepto Tavira, lo que viene a demostrar nuestra postura
de que los santiaguistas perdieron esta villa y al ser reconquistada definitivamente
en tiempos de Alfonso III, corresponda a este monarca confirmar, o denegar tal
concesin. Que nosotros sepamos, el Maestre no volvi a Portugal hasta finales de
1257; en noviembre estaba en Setbal y en diciembre en Ferreira do Alentejo al
concedrsele a esta villa Fuero de Alccer
45
. Debi ser por aquellas fechas cuando
Pelay Prez Correa adquiri el compromiso de actuar como juez en un contencioso
entre la Corona portuguesa y la Orden de Avis; de tal situacin nos informa una
carta de don Pelay en la que delega sus poderes en el resto de los jueces nombrados
para el caso, entre ellos el comendador de Mrtola, Gonzalo Prez. La razn para no
asistir a la vista no era otra -segn se expone en la carta datada en Arvalo (vila),
en el mes de julio de 1258
46
- que el rey Alfonso de Castilla lo comisionaba en misin
diplomtica a Roma.
En febrero de 1259 se reuni la Orden en Montnchez para celebrar Captulo
General. Cuando finaliz el mismo, don Pelay volvi a Portugal. Todo apunta a que
estuvo en vora y en Mrtola, por lo menos. En la primera de ellas efectu con su
obispo una composicin sobre diezmos en las posesiones santiaguistas de Montemor
o Novo
47
. En las proximidades de Mrtola, y de acuerdo con el comendador mayor,
que ya era Menendo Ihoanis, conceden a don Joao Peres de Aboim -en prestimonio
vitalicio- todo cuanto la Orden tena en bidos
48
. En el mes de noviembre de aquel
ao don Pelay curs una visita por el reino de Aragn
49
y en febrero de de 1260 nos
41
Ibdem, 263/9.
42
ANTT, Livro dos Copos, f. CCLXXIv.
43
Este tema lo tratamos en el captulo IV de nuestra Tesis.
44
ANTT, Livro dos Copos, f. XCr.
45
ANTT, Santiago, Documentos Reais, Mao 1, n 32.
46
ANTT, Chancelaria de Afonso III, Livro III, f. XXVIr. Vase la transcripcin de la misma en BRANDAO, Crnicas...., p. 289.
47
ANTT, Livro dos Mestrados, f. CXCIIv.
48
ANTT, Livro de D. Joao de Portel, doc. n XL.
49
AHN, OO.MM., Ucls, 207/39.
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Un maestre santiaguista entre Portugal y Castilla
consta que estaba en Santarem. Alfonso III le hizo donacin entonces de unas
casas en la misma ciudad
50
.
Los aos de 1260, 1261 y 1262 son aos en los que la actividad blica se reactiva
de nuevo en Castilla. Sin embargo, una vez conquistado el reino de Niebla, la situacin
pareci tranquilizarse. El 10 de febrero de 1263 nos encontramos a don Pelay en
Santiago do Cacem
51
. Fue por entonces -6 de febrero- cuando naci el infante don
Alfonso de Portugal
52
y creemos que el Maestre bien pudo ser el padrino de este
nio, cuarto hijo de la unin de Alfonso III de Portugal con doa Beatriz
53
-hija
natural de Alfonso X de Castilla- y al que, como vemos, se le puso el nombre de su
padre y el de su abuelo materno. Las tensiones entre Castilla y Portugal por la
cuestin del Algarve tendan a suavizarse y tenemos la impresin que don Pelay
contribua a ello, porque viajaba de un reino a otro con frecuencia inusual. El 22 de
marzo de 1263 nos consta que estaba en Sevilla donde resida la corte castellana.
Casi un mes despus firma en esta ciudad un acuerdo eclesistico con el obispo de
Silves y el monarca castellano lo pone al frente, en abril de 1263, de la comisin
diplomtica que negociar los detalles con Alfonso III de Portugal para solventar el
contencioso castellano-portugus por la cuestin del Algarve. A la Orden de Santiago
le correspondi entregar en aquel compromiso el castillo de Tavira a don Joao Peres
de Aboim, mayordomo del rey de Portugal, que actuaba como fiador en el pleito
entre ambas Coronas. A cambio, la Orden debi recibir la villa de Aveiras y otras
posesiones en Agomeira, segn veremos ms tarde.
Finalizando la primavera de 1264 estall la rebelin mudjar en Castilla. La Orden
tuvo que atender a la defensa de sus posesiones fronterizas y de manera especial
aquellas que tena en el reino de Murcia. Parece ser que el Maestre se traslad all
desde el primer momento de la revuelta y permaneci en el mismo hasta que, a
primeros de 1265, Jaime I de Aragn conquist la ciudad de Murcia. Pelay Prez
Correa, por supuesto, estaba junto al rey de Aragn en aquellos momentos. La
ayuda del rey de Portugal a Castilla durante la rebelin mudjar de 1264 fue
trascendental para la evolucin de las relaciones entre ambos reinos. En 1267 Alfonso
X decidi poner fin al contencioso del Algarve cediendo a su nieto don Dions, infante
heredero de Portugal, los derechos que tena sobre este territorio. Por el Tratado de
Badajoz se puso fin a tal situacin y se determin que en lo sucesivo el curso del ro
Guadiana, desde su confluencia con el Caya y hasta el mar, constituyera la frontera
entre los dos reinos. Aunque no tenemos constancia documental de la intervencin
directa de don Pelay en el acuerdo de Badajoz, no debe extraarnos que se diera tal
circunstancia porque las relaciones del Maestre con los reyes de Portugal y Castilla
no podan ser mejores por aquellas fechas. Estamos seguros de tal intervencin,
como tambin lo estamos de la presencia del maestre Correa en Portugal despus
del finalizar el acuerdo real en la ciudad pacense. Fue por aquellas fechas cuando
hizo ciertas concesiones a las freiras del convento de Santos, en Lisboa, y concedi
fuero a Garvao
54
.
Tambin pudo ser entonces cuando se dio cuenta que el rey de Portugal nunca
les devolvera Tavira. Las consecuencias del Tratado de Badajoz fueron nefastas
para la Orden; sus posesiones en la margen izquierda del Guadiana quedaron
50
ANTT, Livro dos Mestrados, f. CLXXXv.
51
Vase as en SOUSA CUNHA, A Ordem...., p. 95. El autor se apoya en Singulares, c. 11, m. 2, n 21.
52
FLIX LOPES, F. O infante don Afonso, irmao de el-rei D. Dinis, Itinerarium, n 10, Lisboa, 1964, p. 192.
53
Le precedieron doa Blanca, don Fernando y don Dens. El padrino de este ltimo fue Egas Lureno da Cunha si
hemos de creer a BRANDAO, Frei Francisco, Monarqua Lusitana, Parte Quinta, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da
Moneda, 1976, cap. II, f. 4v.
54
SOUSA CUNHA, A Ordem ..., p. 97. Portugalia Monumenta Historica. Leges et Consuetudines, vol. II, p. 708.
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desconectadas de Portugal, reino de donde procedan sus colonos para repoblar
esta zona. A lo anterior hay que sumarle el hecho de que la Corona de Castilla
mostraba su inters en formar un seoro contnuo y redondo en el antiguo reino de
Niebla; as que poco o nada tenan que hacer all los santiaguistas. Estas fueron las
razones por las que abandonaron sus posesiones en Ayamonte y Alfagar de Penna,
pero indirectamente esta situacin les oblig a entregar Cacela y Tavira a la Corona
portuguesa aunque los espatarios se resistieron porque su situacin -con relacin al
reino de Portugal- no era la misma en estas plazas que en las de la otra orilla del
Guadiana, aunque tenan un serio problema para hacerse con su seoro efectivo ya
que dichas plazas estaban en manos del Rey desde el momento mismo del Tratado
de Badajoz. Porque Alfonso X de Castilla, a tenor de lo acordado en Badajoz, haba
ordenado a don Joao Peres de Aboim que entregara al rey de Portugal, o a quien
ste dispusiera, los castillos algarvios que tena en fianza. De hecho, Tavira no fue
devuelta a los santiaguistas y stos iniciaron por entonces un contencioso con la
Corona por la posesin de la villa entendiendo que a ellos perteneca por donacin
de Sancho II y confirmacin del papa Inocencio IV, aunque tal posesin no hubiese
sido confirmada por Alfonso III de Portugal.
Al ao siguiente y tambin en el invierno, meses de enero y febrero, nos consta
la presencia de don Pelay en Portugal. En Santarem hizo ciertas concesiones vitalicias
a Pedro Estvanez y en Alccer entreg la villa de Canha a don Joao Peres de
Aboim
55
. Despus de terminar sus gestiones en aquel reino volvi a Castilla para
celebrar Captulo General en Mrida. A finales ya de 1270, concretamente el 22 de
noviembre, nos consta que estaba en Almada donde efectu un acuerdo con don
Diego Lpez relacionada con las encomiendas santiaguistas de Cabrela y Setbal
56
.
A finales de diciembre de 1271 tenemos documentada de nuevo la presencia de don
Pelay en Lisboa. La razn de esta visita no era otra que solventar el contencioso con
la Corona portuguesa por la posesin de Tavira, a la que se sumaba la demanda real
sobre Cacela con la aldea y castillo de Castro Marn. La vista de la causa se inici en
los das finales de 1271 y se solvent en los primeros de 1272
57
. Las partes interesadas
se reunieron en un lugar prximo a Lisboa dejando el asunto en manos de distinguidos
juristas, religiosos todos ellos. La solucin de compromiso a la que llegaron los
juristas, y que satisfizo a las partes, fue que el Rey continuara con la posesin de
Tavira excepto las casas que Alfonso III tena en la villa -que fueron de Aben Falira
58
-
y los derechos de patronato eclesistico en todas las iglesias de Tavira, excepto la
de Santiago. El motivo no era otro que el Rey haba concedido tales derechos de
patronato al obispo de Silves y como la cuestin que entonces se dirima no deba
afectar a terceros, los jueces dispusieron que la Corona entregara a la Orden los
derechos de patronato eclesistico de la villa de Santa Mara de Faro. Ahora bien, no
podemos dejar de indicar que, a nuestro juicio y como ya lo indicamos, los espatarios
recibieron la villa de Aveiras y otras posesiones en Agomeira cuando entregaron
Tavira a don Joao Peres de Aboim en 1263. Los trminos del acuerdo as lo hacen
suponer aunque no se explicite en los documentos que citamos.
55
ANTT, Livro de D. Joao de Portel, doc. n XLI.
56
ANTT, Livro dos Copos, f. CLIIIv.
57
Los pasos de tal resolucin pueden encontrarse en ANTT, Chancelaria de Afonso III, livro I, ff. CLIIIv-CLVv. El
documento ha sido publicado por MARQUES, J. Os castelos algarvios da Orden de Santiago no reinado de D.
Afonso III, Actas das I Jornadas de Historia Medieval do Algarve e Andaluza, Loul, 1987, pp. 101-130.
58
Obsrvese que este nombre se aproxima fontica y grficamente al seor que gobernaba la Tavira musulmana
cuando fue ganada definitivamente por la Orden y segn cuenta la Crnica da Conquista do Algarbe. Esta proxi-
midad, reflejada en un documento de 1272 y en la citada Crnica, viene a demostrar que el autor de la misma no
estaba tan equivocado como algunos autores portugueses han querido ver.
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Un maestre santiaguista entre Portugal y Castilla
Se intuye que las partes quedaron conformes con lo determinado por los jueces
ya que -unos das despus que los santiaguistas aceptaran la entrega de los privilegios
de Sancho II y la bula de Inocencio IV, tal y como se haba acordado previamente,
el rey de Portugal y el maestre de la Orden llegaban a un acuerdo de intercambio de
propiedades
59
. Despus, don Pelay volvi a Castilla donde la situacin poltica interna
se complicaba por momentos. Parte de los nobles ms prximos a Alfonso X se
mostraban descontentos con la actitud de ste hacia ellos. Los rebeldes abandonaron
Castilla y se fueron a Granada. La situacin conflictiva de la frontera se mezclaba
con el sueo imperial de Alfonso X. En 1273 don Pelay anduvo por Sevilla, Sabiote
(Jan), Almagro (Ciudad Real), Crdoba y el reino de Murcia. A finales de ao volvi
a Sevilla y de aqu pas a Portugal.
Si el ao de 1245 fue un ao paradigmtico en lo que a movilidad del maestre se
refiere, no lo ser menos el de 1274 tal y como vamos a ver. A primeros de febrero
lo encontramos por ltima vez en tierras portuguesas. Sabemos que por aquellas
fechas estaba en Santarem
60
, lugar donde llega a un acuerdo con Alfonso III sobre
tributos reales; luego el Rey le concede el patronato de la iglesia de Santa Mara del
Oteiro, en Lisboa. A su paso por Alccer do Sal realiza un intercambio de propiedades
con don Pedro Martns
61
. Desde Alccer, y siguiendo una vez ms el mismo itinerario,
se desplaza hasta Mrida porque all se iba a iniciar Captulo General de la Orden.
Luego parece que emprende la marcha hacia Sevilla donde ya estaba el 4 de abril
no sin antes quedar testimonio de su paso por Montemoln (Badajoz), el da 26 de
marzo
62
. En Sevilla efecta unos acuerdos con el concejo de la ciudad, con el arzobispo
don Remondo y con don Esteban de Ferreras. Ms tarde contina su camino hacia el
norte y despus de pasar, posiblemente, por Crdoba y Ocaa, tenemos documentada
su presencia en Pinto (Madrid) el da 4 de mayo
63
. Creemos que despus march a
Zamora donde estaban celebrndose Cortes a comienzos de junio de 1274
64
. Aqu
perdemos su rastro en Castilla y cuando lo volvemos a encontrar, documentalmente
hablando, estaba de nuevo en Lyon. Don Pelay posiblemente superara por aquellas
fechas los setenta aos. Tal vez no pudo hacer el viaje con la misma celeridad que
lo hizo en 1245 porque sabemos que su procurador s estaba ya en la ciudad francesa
el 19 de julio
65
, pero no el Maestre. Su presencia est documentada all en el mes de
octubre en casa de otro distinguido portugus. Se trataba del cardenal Pedro Hispano,
obispo de Tsculo y futuro papa Juan XXI
66
. Tal era el prestigio de este hombre que
don Pelay y el entonces obispo de Silves, don Bartolomeu, confan en sus manos el
contencioso que distanciaba a ambos en relacin con las iglesias santiaguistas dentro
de la jurisdiccin del obispo.
Un mes ms tarde, ya a finales de noviembre
67
, don Pelay estaba de nuevo en
Barcelona. Se presenta a Jaime I de Aragn junto a Gonzalo Anes do Vihal -que era
su primo hermano y estaba casado con una mujer de la familia Cardona- para
intervenir ambos como mediadores en la rebelin nobiliaria que por entonces se
viva en Aragn. A primeros de enero de 1275 emprendi viaje hacia Castilla y
muri cuando pasaba por Montalbn en los das centrales del mes de enero del
ao1275
68
.
59
ANTT, Chancelaria de Afonso III, livro I, f. CVr.
60
Ibdem, f. CLVIv.
61
BRANDAO, Monarqua ..., parte V, cap. XIII, p. 26.
62
AHN, Sancti Spiritus, 414/95 y 415/2.
63
AHN, OO.MM., Ucls, 219/14.
64
Ibdem, 94/44.
65
Ibd, 17/II/ 3; ANTT, Livro dos Copos, f. CLXXIIIr.
66
HERCULANO, A. Historia de Portugal. Desde o comeno da monarqua at o fim do reinado de Afonso III, notas crticas
de Jos MATTOSO, Lisboa, Livraria Bertrand, 1982, vol. III, pp. 553-554.
67
Libre dels feits o Crnica de Jaime I, vol. II, p. 252.
68
Las circunstancias relacionadas con la muerte de don Pelay las tratamos en el captulo II de nuestra Tesis.
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PEDRO I EL CRUEL Y SUS RELACIONES CON
EXTREMADURA Y PORTUGAL
PEDRO I THE CRUEL AND HI S RELATI ONSHI P WI TH
EXTREMADURA AND PORTUGAL
M Remedios Gordillo Moreno
IES Miguel Durn
Miguel Hernndez, s.n.
06920 AZUAGA (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: Durante el reinado de Pedro I de Castilla, conocido por unos
como el Cruel y por otros como el Justiciero, tuvo lugar en la Pennsula
Ibrica la Guerra Civil entre dicho rey y su hermanastro Enrique II de Trastamara.
Ser a lo largo de esta contienda cuando Pedro I solicite la ayuda de uno de sus
reinos vecinos, Portugal, del que proceda su madre Mara de Portugal y con el
que siempre mantendr buenas relaciones. Por otra parte, Extremadura ser
uno de los territorios ms transitados por el rey en su paso hacia las principales
ciudades del reino, como es el caso de Toledo o Sevilla, incluso estar indirecta-
mente relacionado con Llerena, por ser esta villa el lugar donde resida el maestre
de la Orden de Santiago, que era su hermanastro Fadrique. Por lo tanto, Pedro
I establecer importantes relaciones entre Castilla y Portugal, as como
Extremadura ser un escenario fundamental durante su reinado.
ABSTRACT: During Pedro I of Castilles reign, who was known by some as
the Cruel one and by others as the Just one, the Iberian Peninsula suffered
the Civil War between this king and his step-brother Enrique II of Trastamara. It
will be during this struggle when Pedro I will ask for help to one of his neighbouring
kingdoms, Portugal, from which his mother Maria of Portugal came and with
which he would always keep good relations. On the other hand, Extremadura
will be one the most visited territories by the king on his way to the main cities
of the kingdom, such as Seville or Toledo; he will even be indirectly related with
Llerena, this town being the residing place of the Maestre of Orden de Santiago,
his stepbrother Fadrique. Therefore, Pedro I will establish important relations
between Castille and Portugal, and Extremadura will be a fundamental scenario
during his reign.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 67 - 77
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Pedro I el Cruel y sus relaciones con Extremadura y Portugal
I. INTRODUCCIN
Pedro I el Cruel ha sido conocido a lo largo de la Historia como un personaje
poco coherente y bastante agresivo, sin embargo, en la historiografa actual
podemos encontrar una anlisis detallado de sus esfuerzos por conservar el
trono de Castilla y los enfrentamientos a los que lleg con los nobles castellanos
e incluso con sus propios hermanastros.
Es imprescindible mencionar en esta comunicacin la importancia de Pedro Lpez
de Ayala y, cmo no, de su obra Crnicas. El canciller de Ayala permaneci junto a
la corte real castellana a lo largo de toda su vida, ya fuese del lado de Pedro I o
junto a Enrique II y despus sus sucesores: Juan I y Enrique III. Lpez de Ayala
perteneca a la nobleza y por lo tanto en su obra nos ofrecer un punto de vista muy
particular de su condicin social. Desde muy joven aparecer junto al rey castellano,
Pedro I, y a medida que va avanzando su edad tambin lo har su labor junto al
monarca, aunque cambiar de bando a lo largo de la guerra entre Pedro I y su
hermanastro Enrique II.
Sobre la figura del rey don Pedro I el Cruel tenemos varias opiniones contrapuestas,
en primer lugar el parecer de autores como Luis Vicente Daz Martn, cuyas obras
permiten al lector conocer a este personaje y cul fue su trayectoria desde su
llegada al trono en 1350 hasta su muerte en los campos de Montiel a manos de su
hermanastro Enrique de Trastmara en 1369.
En segundo lugar tenemos la obra de Manuel Barrios, en la cual se hace una
defensa a ultranza de la figura de Pedro I, el cual, segn este autor, tuvo poderosos
motivos para actuar como actu y no se dej llevar por la venganza ni por
incontrolados impulsos como afirmaban en otras obras.
Pero, por otra parte, tambin hemos tenido la oportunidad de contrastar las
opiniones anteriores con la de autores como Manuel Soroa y Pineda, el cual hace
una dura crtica sobre la actuacin y el reinado de Pedro I de Castilla, llegando
incluso a afirmar al final de su obra que el rey castellano tena problemas mentales
que rallaban en la locura.
A travs del presente artculo trataremos de analizar el paso de Pedro I por
tierras extremeas y cules fueron sus relaciones con Portugal, puesto que la temtica
de las VIII Jornadas de Historia en Llerena versa precisamente sobre las relaciones
entre Espaa y Portugal a travs de los tiempos.
II. PEDRO I DE CASTILLA
Al morir Alfonso XI en 1350 en el cerco de Algeciras, su hijo Pedro I se convierte
en el sexto rey de Castilla y Len. Pedro de Borgoa naci en Burgos el 30 de agosto
de 1334 y muri en los campos de Montiel el 23 de marzo de 1369. Era hijo de
Alfonso XI de Castilla y Len y de Mara de Portugal, hija del rey portugus Alfonso IV.
La guerra tuvo lugar entre 1366 y 1369, pero para entender el por qu de la
contienda debemos remontarnos a 1350, ao en que el rey castellano Alfonso XI
muere, vctima de la tan extendida en esa poca Peste Negra. La muerte sorprende
al monarca durante el cerco que en esos momentos tena lugar en la ciudad de
Algeciras. Poco despus de conocer su fallecimiento le suceder en el trono Pedro I,
su nico vstago legtimo, fruto de su matrimonio con doa Mara de Portugal.
Hasta ese momento, el heredero al trono y su madre, la reina consorte, haban sido
relegados a un segundo plano dentro de la corte castellana. De este modo, doa
Mara de Portugal, se ve obligada a retirarse de la corte y vivir junto a su hijo
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M Remedios Gordillo
durante varios aos sumida casi en el anonimato, esperando una oportunidad que
mejorase su situacin y la de su hijo, circunstancia que no tardar en llegar al
producirse la inesperada muerte del rey, Alfonso XI.
Leonor de Guzmn era la amante de Alfonso XI con el cual tuvo diez hijos: Pedro
de Aguilar, Sancho el mudo, Enrique y Fadrique (que eran gemelos), Fernando,
Tello, Juan, Sancho, Juana y Pedro, de los cuales slo sobrevivieron cinco y algunos
ms fueron aniquilados por su hermanastro Pedro I andando el tiempo.
De esa larga prole debemos destacar a Enrique, seor de Norea, Cabrera, Ribera,
del Valle de Toro y posteriormente conde de Trastmara, Lemos y Sarri
1
. Don
Enrique, a la muerte de su padre en 1350 no pretende ocupar el trono de Castilla,
algo inimaginable para l en esos momentos. Esa idea ser el resultado de una serie
de circunstancias que van a determinar el que se proclame rey de Castilla en
Calahorra, aconsejado por personajes como el mercenario Bertrand Du Guesclin
para, as, abanderar la causa de los castellanos exiliados por no apoyar la poltica
del rey, Pedro I, y a instancias de algunas potencias como fueron Aragn y Francia.
En un primer momento, Pedro I no adquiere mucho protagonismo dentro de la
poltica castellana por su minora de edad, ya que hereda el trono con tan slo
quince aos de edad. Tras el fallecimiento del monarca se produce de inmediato una
reorganizacin del gobierno, en la cual don Alfonso de Alburquerque vio afianzado
su poder y pudo ufanarse de que el rey se dejara gobernar por sus consejos. Una
de sus primeras actividades junto al joven monarca fue la de establecer una serie
de alianzas que favoreciesen los intereses del rey, primando entre esos intereses el
de contraer matrimonio y que ste reportase unos buenos beneficios a la Corona.
Tras distintos avatares, se concert el matrimonio entre don Pedro I de Castilla y
doa Blanca de Borbn, quedando as asegurada una fuerte alianza con la corona
francesa, aunque este propsito dur muy poco.
1
RUIZ DE LA PEA SOLAR, J.J. Enrique de Trastmara, seor de Norea, Biblioteca de Investigacin de Estudios
Asturianos, Ed. BIEA, 1991 p. 202.
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Pedro I el Cruel y sus relaciones con Extremadura y Portugal
Otro hecho que debe destacarse es que, tras la muerte de Alfonso XI, comienza
la desesperada huda de doa Leonor de Guzmn y sus hijos. La concubina del rey
es apresada por mandato de la reina doa Mara de Portugal, que de esa manera
podr vengar los ultrajes recibidos anteriormente.
De este modo, y tras cambiar de prisin varias veces, segn el discurrir de los
acontecimientos, doa Leonor muere en el castillo de Talavera de la Reina a manos
de un escudero de la reina doa Mara de Portugal.
Pedro I es declarado mayor de edad a los diecisis aos y a pesar de su juventud
toma las riendas del poder, comenzando as un reinado marcado por el filojudasmo
del rey y la dureza con que la nobleza fue tratada por ste hasta casi su total
exterminio.
III. 1366-1369: UNA GUERRA CIVIL CASTELLANA
A pesar de los continuos enfrentamientos entre Pedro I y sus hermanastros
desde que muri su padre, Alfonso XI, el comienzo de la guerra no podemos situarlo
hasta 1366. Sin embargo, ya se producen acontecimientos que sealan hacia un
conflicto blico seguro, por ejemplo, cuando en 1363 Enrique de Trastmara y Pedro
IV de Aragn firmaron el Tratado de Monzn, por el que el rey aragons se
comprometa a ayudar a destronar a Pedro I si a cambio reciba un sexto de los
territorios del reino castellano.
Ante esta amenaza Pedro I busc nuevas alianzas en Muhamad V de Granada,
Pedro I de Portugal y Carlos II de Navarra. Por otra parte, Enrique de Trastmara y
Pedro IV de Aragn contrataron a mercenarios franceses de las Compaas Blancas,
comandados por el capitn Beltrand Du Guesclin.
Con estos refuerzos, Enrique de Trastmara y su aliado aragons consiguieron
conquistar importantes plazas castellanas, hasta llegar a Burgos el 5 de abril de
1366, donde Enrique recibi el apoyo de la mayora de los nobles castellanos,
proclamndose rey de Castilla con el nombre de Enrique II de Castilla, en el
monasterio de las Huelgas. Exceptuando el territorio gallego y algunas ciudades
que permanecieron fieles a Pedro I, el resto de Castilla reconoci al nuevo rey.
Ante esta situacin Pedro I tuvo que huir de su reino y refugiarse en Bayona,
zona controlada por los ingleses, que se hallaban inmersos en la Guerra de los Cien
Aos contra Francia. En esos momentos Francia e Inglaterra no podan luchar
abiertamente por encontrarse en un periodo de tregua, por lo que sellarn alianzas
con Enrique de Trastmara y Pedro I respectivamente y trasladarn el escenario de
la guerra de los Cien Aos a territorios peninsulares.
Pedro I firm una alianza en Libourne con Carlos II el Malo de Navarra y el
Prncipe de Gales, ms conocido como el Prncipe Negro, heredero al trono ingls.
La alianza estableca el compromiso ingls de aportar importantes contingentes de
tropas a Pedro I para recuperar el trono. El rey castellano, a cambio, tendra que dar
grandes concesiones territoriales al Prncipe Negro. Adems, Carlos II el Malo dejaba
paso libre a las tropas inglesas si gracias a ello reciba las Villas de Guipzcoa, el
condado de Trevio y Vitoria.
El 3 de abril de 1367 se produca la batalla de Njera, en la que el bando de
Pedro I sala victorioso y Enrique de Trastmara tena que refugiarse en Aragn y
buscar el respaldo de Francia para continuar con su propsito de conseguir la corona
castellana.
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Pedro I recuper el trono pero su situacin se volvi muy complicada al no
cumplir lo pactado en el Tratado de Libourne y no entregar al Prncipe Negro los
550.000 florines de oro, el Seoro de Vizcaya y la Villa de Castro Urdiales. Esto
provoc la retirada de las tropas inglesas de la Pennsula, ocasin que fue aprovechada
por Enrique de Trastmara para reanudar la guerra, de este modo y con la ayuda de
Francia y Aragn en poco tiempo se apoder de casi todo el reino castellano e
instal un cerco alrededor de una de las ciudades ms importantes del reino, Toledo.
Pedro I, con la ayuda de los nazares de Granada, parti desde Sevilla para
defender la ciudad de Toledo. El 13 de marzo de 1369, en el campo de Calatrava,
cerca de Montiel, tuvo lugar el enfrentamiento entre ambos ejrcitos. En esta ocasin
la victoria fue para Enrique II, no quedando ms remedio a Pedro I que refugiarse
en el castillo de la Estrella o de Montiel, del que no tena escapatoria.
Ante esta situacin, Pedro I intenta pactar con el mercenario capitn Beltrand Du
Guesclin, ofrecindole varias villas importantes si le dejaba escapar. El capitn francs
simul aceptar el trato pero enga a Pedro I citndolo esa misma noche en su
tienda. Pedro I acudi acompaado por Mens Rodrguez de Sanabria, al poco tiempo
entr Enrique II, que no dud en matar a su hermanastro, ayudado por uno de sus
soldados
2
.
Este episodio aparece relatado en las Crnicas de Pedro Lpez de Ayala de la
siguiente forma:
E en tal manera se fizo, que finalmente el rey don Pedro, porque estaba ya
tan afincado en el castillo de Montiel que non lo poda sofrir, e algunos de los
suyos se venan para el rey don Enrique, e otros porque non tenan agua si non
poca, por esto, e con el esfuerzo de las juras que le avan fecho aquellos con
quien Men Rodrguez tratara este fecho, aventurse una noche, e vnose para la
posada de mosn Beltrn, e psose en su poder armado de unas fojas, e en un
caballo. E as como all lleg descavalg del caballo jinete en que vena dentro en
la posada de mosn Beltrn, e dixo a mosn Beltrn: Cabalgad, que ya es
tiempo que vayamos. E non le respondi ninguno, porque ya lo avan fecho
saber al rey don Enrique cmo el rey don Pedro estaba en la posada de mosn
Beltrn. Quando esto vio el rey don Pedro dubd, e pens que el fecho iba mal,
e quiso cabalgar en el su caballo jinete en que ava venido: e uno de los que
estaban con mosn Beltrn trav dl, e dxole: Esperad un poco. E tvole, que
non le dex partir. E venan con el rey don Pedro esa noche don Fernando de
Castro, e Diego Gonzlez de Oviedo, fijo del maestre de Alcntara, e Men Rodrguez
de Senabria, e otros. E luego que all lleg el rey don Pedro, e le detovieron en la
posada de mosn Beltrn, como dicho avemos, spolo el rey don Enrique, que
estaba ya apercebido e armado de todas sus armas, e el bacinete en la cabeza,
esperando este fecho. E vino all armado, e entr en la posada mosn Beltrn: e
as como lleg el rey don Enrique, trav del rey don Pedro. E l non le conosca,
ca ava grand tiempo que non le ava visto: e dicen que le dixo un caballero de
los de mosn Beltrn: Catad que ste es vuestro enemigo. E el rey don Enri-
que an dubdaba si era l: e dicen que dixo el rey don Pedro dos veces: Yo so,
yo so. E estonce el rey don Enrique conoscile, e firile con una daga por la
cara: e dicen que amos a dos, el rey don Pedro e el rey don Enrique cayeron en
tierra de otras feridas. E all mori el rey don Pedro a veinte e tres das de marzo
deste dicho ao: e luego fue fecho grand ruido por el real, una vez diciendo que
era se ido el rey don Pedro del castillo de Montiel, e luego otra vez en cmo era
muerto.
3
2
http://www.fuenterrebollo.com/faqs-numismatica/pedro1.html
3
LPEZ DE AYALA, P. Crnicas, ao XX, cap. VIII, pp. 432-433.
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Pedro I el Cruel y sus relaciones con Extremadura y Portugal
IV. PEDRO I Y SUS RELACIONES CON PORTUGAL
A lo largo de toda su vida, Pedro I mantendr estrechos vnculos con los vecinos
territorios portugueses, puesto que el reino de Portugal estaba en manos de su
abuelo materno. Como ya dijimos anteriormente, Pedro I era hijo de Mara de Portugal
y, por lo tanto, nieto de Alfonso IV de Portugal.
Cuando Mara de Portugal contrajo matrimonio con Alfonso XI de Castilla las
relaciones entre Castilla y Portugal se volvieron bastante tensas. La explicacin la
podemos encontrar en la aventura amorosa que el rey castellano mantuvo,
prcticamente durante todo su matrimonio, con doa Leonor de Guzmn, con la
cual sabemos que tuvo once hijos. Adems, la reina consorte doa Mara y el nico
hijo legtimo de Alfonso XI, Pedro I, fueron relegados a un segundo plano dentro de
la corte castellana. Leonor de Guzmn reciba todos los honores que en realidad
deba haber recibido la reina consorte. A su vez, Pedro I no era tratado como su
condicin de heredero de la corona castellana mereca, sino que permanecer durante
toda su infancia en Sevilla junto a su madre, la reina doa Mara de Portugal,
esperando que el destino les brindase la oportunidad de hacerse valer como hijo y
esposa del rey Alfonso XI.
Lgicamente, Alfonso IV de Portugal no ver con buenos ojos la actitud de su
homnimo Alfonso XI de Castilla. Si en un principio el matrimonio entre su hija
Mara y Alfonso de Castilla se vio como un matrimonio muy ventajoso para mejorar
las relaciones entre Castilla y Portugal, e incluso se poda haber pensado en una
futura unin de ambas Coronas, todo esto se ver truncado al comprobar el rey
portugus que su hija no va a ser bien considerada y honrada por los nobles
castellanos que, sin embargo, se deshacan en halagos hacia la concubina y los
hijos ilegtimos de su yerno.
Mientras tanto, Alfonso XI continuar con la Reconquista del sur de la Pennsula
Ibrica, llegando incluso a cercar importantes puntos como Algeciras y Gibraltar,
que an se encontraban en manos de los musulmanes. Pero esta vez no contar con
la alianza y el apoyo de los portugueses, por la mala actitud del rey castellano hacia
su esposa Mara de Portugal.
En 1350, Alfonso XI de Castilla muere en el cerco de Gibraltar, vctima de la
Peste Negra, enfermedad que en esos momentos asolaba la Pennsula, y ms si
tenemos en cuenta las malas condiciones higinicas que existan en los campamentos
militares, sobre todo si se trataba de cercos prolongados como el que se produjo en
Algeciras hasta la rendicin de dicha ciudad.
Comentbamos anteriormente que una vez conocida la noticia de la muerte de
Alfonso XI, su hijo es proclamado mayor de edad con tan slo 15 aos y toma las
riendas del poder junto con Juan Alfonso de Alburquerque, que se convertir en su
consejero hasta que cae en desgracia ante el rey y tiene que abandonar su puesto
en la Corte castellana.
Ser a partir de ese momento cuando las relaciones entre Castilla y Portugal
mejoren visiblemente. Sobre todo, veremos que ese apoyo se hace ms palpable
una vez que comienza la Guerra Civil entre Pedro I y su hermanastro Enrique II de
Trastmara. Para comprender el apoyo de Portugal a Castilla primero explicaremos
brevemente por quin estaban compuestos los bandos que toman parte en el conflicto.
Por todos es sabido que a lo largo del siglo XIV tiene lugar la Guerra de los Cien
Aos, cuyos protagonistas principales sern Francia e Inglaterra. Cuando comienza
la guerra civil castellana franceses e ingleses se encontraban en un periodo de
tregua, con lo cual van a trasladar el escenario blico a la Pennsula Ibrica, apoyando
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cada uno a un bando diferente, de esa manera las Coronas francesa e inglesa
encuentran una salida al grave problema que tenan con las tropas de mercenarios,
que en periodos de paz se dedicaban a saquear pueblos y hacer diferentes fechoras,
puesto que en periodos de tregua carecan de botn o salario alguno.
Por lo tanto, los dos bandos castellanos quedaron de la siguiente manera:
BANDO DE PEDRO I BANDO DE ENRIQUE II
Parte de la nobleza castellana Parte de la nobleza castellana
Portugal (Pedro I) Aragn (Pedro IV el Ceremonioso)
Inglaterra (Prncipe Negro) Francia (Bertrand du Guesclin)
Reino nazar de Granada (Muhamad V)
Navarra (Carlos II el Malo)
El caso del reino de Navarra merece especial atencin porque a lo largo de la
guerra formar parte de un bando u otro dependiendo de los intereses del rey
navarro, que se gan a pulso el apodo de el Malo, por ser un monarca en el que
no se poda confiar y que miraba ms por sus intereses personales que por los de su
propio reino.
Para conocer los acontecimientos de la poca a menudo recurrimos a las crnicas,
en este caso vamos a incluir algunos fragmentos de las Crnicas de Pedro Lpez de
Ayala, que demuestran esas relaciones entre Castilla y Portugal durante el siglo XIV,
como por ejemplo cuando Pedro I el cruel se rene con su abuelo Alfonso IV de
Portugal en Ciudad Rodrigo en 1351:
As fue que estando el rey en las dichas Cortes de Valladolid fue tratado
entre l, e el rey don Alfonso de Portogal su abuelo, padre de la reyna doa
Mara su madre, que viesen en uno. E fizo mucho porque se ficiesen estas vistas
don Juan Alfonso seor de Alburquerque, que gobernaba el regno de Castilla
estonce, por quanto l ava debdo con el rey de Portogal. E ficironlo as: e
partiendo de las dichas Cortes el rey se fue para Ciudad Rodrigo: e el rey don
Alfonso de Portogal su abuelo vino all. E posaba el rey de Portogal dentro en la
ciudad: e el rey don Pedro de Castilla su nieto pos en el arrabal de dicha ciudad,
que era estonce muy grande: e all se vieron en uno, e fizo el rey muchas honras
al rey don Alfonso su abuelo, e diole muchas joyas, e el rey de Portogal a l. E
estonce firmaron los dos reyes sus amistades, e partironse muy amigos dende,
as como era razn, segn el debdo que entre ellos era. E all rog el rey de
Portogal al rey de Castilla su nieto por el conde don Enrique, que estaba en su
regno por temor dl: e perdonle el rey, e tornse para Asturias. E estaba el
conde don Enrique en Portogal, que se fuera para all quando el rey don Pedro
vino a Burgos, e mat a Garci Laso; ca non os estar en Asturias.
4
En la misma fuente apreciamos constantemente la estrecha relacin y los vnculos
que unan al rey de Castilla con sus familiares portugueses, en un primer momento
esos contactos se establecern con su abuelo Alfonso IV y ms tarde, tras la muerte
de ste, con su to y homnimo Pedro I de Portugal. En las Crnicas de Pedro Lpez
de Ayala encontramos otro fragmento que demuestra esos contactos, como, por
ejemplo, la ayuda que recibe Pedro I en el ao 1359, cuando se encontraba inmerso
en la guerra contra Aragn, en cuya corona se encontraba en esos momentos Pedro
IV el Ceremonioso:
4
Ibdem, Ao II, cap. XX, pp. 51-52.
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Pedro I el Cruel y sus relaciones con Extremadura y Portugal
El rey don Pedro de Castilla fue para Sevilla, e estovo y despus que lleg
dos meses fasta que todas sus galeas fueron armadas, e parti dende mediado
el mes de abril de este ao. E la flota que levaba era sta: galeas suyas del rey
eran veinte e ocho, e dos galeotas, e quatro leos; e naos e castil davante, que
alleg por su regno, eran ochenta; e galeas de moros, que el rey Mahomad de
Granada le envi en su ayuda; eran tres; e de Portogal, que llegaron despus al
ro de Tortosa, segund adelante diremos, que le enviaba su to, hermano de la
reyna doa Mara su madre, diez galeas, e una galeota, de las quales era almi-
rante micer Lanzarote Pezaa, genovs, como quier que viva en Portogal grand
tiempo ava.[]
5
Por otra parte, y citando a autores actuales, podemos encontrar informacin
ms generalizada sobre la guerra en Portugal durante el siglo XIV, en obras como A
guerra em Portugal nos finais da Idade Media, de Joo Gouveia Monteiro, el cual nos
habla en su obra de la guerra civil entre Pedro I y Enrique II para hacer hincapi en
el uso de tropas mercenarias en sus ejrcitos:
Mas parece ter sido a ecloso da guerra civil castellana, que nos incios da
segunda metade do seculo XIV colocou frente a frente D. Pedro e seu irmo
bastardo Enrique de Trastmara, quem acabou por familiarizar definitivamente
a Pennsula Ibrica com a realidade dos corpos militares mercenarios. Na cle-
bre batalha travada em Njera, em 1367, os exrcitos dos irmos rivais
apresentaram se em campo fortemente apoiados por importantes chefes mili-
tares daquela poca: o Prncipe Negro (filho de Eduardo III de Inglaterra e ven-
cedor de algumas das principais batahlas da Guerra dos Cem Anos, como Crcy
o Poitiers); e o lendrio condestvel francs Bertrand Du Guesclin (cujo apoio ao
conde de Trastmara acabou por no ser, desta feita, suficiente).
6
V. PEDRO I Y SUS RELACIONES CON EXTREMADURA
Para finalizar esta exposicin sealaremos los estrechos vnculos que Pedro I
mantuvo siempre con los territorios extremeos, unas veces por ser un territorio de
paso con el vecino Portugal, otras veces para llegar a las ciudades ms importantes
del reino de Castilla y otras por los continuos escarceos que el monarca mantuvo
con diferentes mujeres en estas tierras.
En primer lugar, nos consta que Pedro I estuvo en Llerena, en el ao 1351,
visitando a su hermanastro Fadrique, el cual era maestre de la orden de Santiago y
resida en dicha localidad. De nuevo haremos referencia a las Crnicas de Pedro
Lpez de Ayala, el cual nos cuenta cmo el rey don Pedro viaj de Sevilla a Valladolid
para asistir a las Cortes y pas por Llerena, donde su hermanastro lo recibi con
todos los honores que el monarca requera:
[] As fue que en este ao segundo al comienzo el rey don Pedro
parti de Sevilla, e fue para Castilla, por quanto ava de facer Cortes, las quales
era acordado que ficiesen en Valladolid. E lleg a Llerena, logar de la Orden de
Santiago: e quando ay fue, fall a don Fadrique, maestre de Santiago, su her-
mano, fijo del rey don Alfonso, e de doa Leonor de Guzmn, al qual el rey ava
enviado mandar que saliese a l al dicho logar de Llerena. E fizo all el maestre
al rey mucho servicio de viandas, e de todas las cosas que se podan aver. E los
freyres de la Orden de Santiago, que eran comendadores, e tenan castillos e
fortalezas de la Orden, ficieron all pleyto e omenaje al rey por ellos, que non
acogeran en ellos al maestre don Fadrique sin especial mandado del rey: e en
todas las otras cosas el rey les mand que sirviesen al maestre como deban
servir a su maestre e a su seor. []
7
5
Ibd., Ao X, cap. XI, p. 218.
6
GOUVEIA MONTEIRO, J. A guerra em Portugal nos finais da Idade Mdia, Ed. Notcias, Lisboa, 1998.
7
LPEZ DE AYALA, P. Crnicas, Ao II, cap. II, pp. 28-29.
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Tambin en el ao 1351, aparece citada la localidad de Llerena en la Crnicas,
cuando Fadrique se encuentra all con su madre doa Leonor, antes de ser sta
enviada a Talavera de la Reina, donde Pedro I la manda ejecutar, bajo la supervisin
de su madre doa Mara de Portugal:
Quando el rey don Pedro lleg a Llerena, segund que avemos contado,
vena y la reyna doa Mara su madre, e traa a doa Leonor de Guzmn presa,
e posaba siempre en el palacio de la reyna, pero muy guardada. Et quando en
Llerena lleg la dicha doa Leonor, el maestre don Fadrique, su fijo, pidi mer-
ced al rey que le diese licencia que la pudiese ver, e el rey tvolo por bien. []
8
Adems de sus estancias en Llerena, nos consta que en otras localidades tambin
dej huella el paso del rey don Pedro. Por ejemplo, en la localidad de Capilla Pedro
I mand colgar de las almenas del castillo a su alcalde, el cual fue considerado
traidor por el rey. Otra villa frecuentada por el rey fue la de Hornachos, en la que
Pedro el Cruel tuvo una amante, a la que iba a visitar de vez en cuando desde la
capital del reino, que en esos momentos era Toledo.
Sin embargo, el pueblo que ms merece nuestra atencin es el de Casas de don
Pedro, situado en la Siberia extremea y muy cercano a las provincias de Toledo y
Ciudad Real. Desde el ao 1314 figura Casas de don Pedro como territorio
perteneciente al Seoro de Puebla de Alcocer, zona que perteneca a don Diego
Garca de Toledo, mayordomo del infante don Pedro, que con el tiempo pasar a
convertirse en Pedro I. Por lo tanto, esta localidad debe su nombre a dicho monarca,
adems en este pueblo tambin tuvo el rey diferentes devaneos, por lo que habitaba
all con frecuencia. Y, por si fuera poco, a tan slo dos kilmetros del pueblo se
encuentra un monte llamado Montiel, extraa coincidencia si tenemos en cuenta
que la ltima batalla en la que se enfrentaron Pedro I y Enrique II se llamaba
precisamente batalla de Montiel. Incluso, se sabe con seguridad que una vez muerto
Pedro I su cuerpo es trasladado a Puebla de Alcocer, seoro al que ya hemos dicho
que perteneca Casas de Don Pedro, hasta que es trasladado a Sevilla, donde ser
enterrado posteriormente. Todo esto nos lleva a pensar, que posiblemente los campos
de Montiel, a los que Pedro Lpez de Ayala hace referencia en sus Crnicas, podran
encontrarse muy cerca de estas dos localidades mencionadas, algo que no contradice
para nada la versin de otros historiadores que afirman que Pedro I muri en tierras
castellano manchegas, puesto que Casas de don Pedro y Puebla de Alcocer distan
muy poco de la provincia de Ciudad Real, como ya dijimos anteriormente.
VI. CONCLUSIN
Como conclusin, diremos que la figura de Pedro I el Cruel o el Justiciero, va a
ser muy importante para comprobar cmo los territorios castellanos y portugueses
han estado a lo largo de los tiempos constantemente interrelacionados, utilizando
como nexo de unin las villas y localidades ubicadas en Extremadura. La guerra que
mantuvieron Pedro I y Enrique II contribuir a que estas relaciones sean ms
frecuentes, puesto que la envergadura de esta contienda es bastante importante,
tanto en aspectos blicos como polticos, sobre todo, porque habr un cambio de
dinasta en el trono castellano. A partir de la muerte de Pedro I dejar de reinar en
Castilla la Casa de Borgoa y pasar a hacerlo la dinasta de los Trastmara, que se
consolidar en el trono castellano hasta el reinado de los Reyes Catlicos. Pero a
pesar de ese cambio dinstico, Castilla y Portugal seguirn unidos unas veces y
enfrentados en otras, como ejemplo de enfrentamiento podemos citar la batalla de
Aljubarrota, que tendr lugar aos despus de la llegada de los Trastmara al trono
8
Ibdem, Ao II, cap. III, p. 29.
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Pedro I el Cruel y sus relaciones con Extremadura y Portugal
castellano; como ejemplo de unin podemos mencionar los continuos matrimonios
entre infantes castellanos y portugueses, que tienen su mejor demostracin con la
poltica matrimonial llevada a cabo por los Reyes Catlicos a finales del siglo XV. Por
lo tanto, estos vnculos han existido y seguirn existiendo siempre.
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POLTICA Y ECONOMA EN UNA SOCIEDAD EN CONFLICTO:
BREVES RESEAS ENTRE LA BAJA EXTREMADURA Y EL
VECINO REINO DE PORTUGAL, SIGLOS XV-XVII
ECONOMI CS AND POLI TI CS I N A SOCI ETY UNDER CONFLI CT.
BRI EF DESCRI PTI ONS I N THE AREA OF THE LOWER
EXTREMADURA AND THE NEI GHBOURI NG COUNTRY OF
PORTUGAL, 15- 17
TH
CENTURI ES
Pablo Iglesias Aunin
IES Vegas Bajas
Virgen de Barbao, s/n
06480 MONTIJO (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: En la actual Baja Extremadura, en las antiguas encomiendas de
la zona emeritense, dos ncleos tuvieron un papel decisivo en el nacimiento de
esta zona geogrfica: las villas de Lobn y Montijo. Reconquistada Mrida en
1230 por Alfonso IX, se iniciaba todo un proceso de reorganizacin del territorio,
siendo el primer objetivo su repoblacin. Al leer las crnicas y pasar al estudio
de las localidades que se encontraban a ambas orillas del Guadiana y cercanas a
Mrida, nos encontramos con narraciones de momentos sorprendentes, no ya
por el asedio musulmn, sino por la incursin de un ejrcito portugus que en
determinadas ocasiones puso en serio compromiso la capacidad de albergue de
pequeas ciudadelas como las que existieron en localidades -hoy no existe ras-
tro de nada de ello- como Lobn, enajenada rpidamente de la encomienda
emeritense de la Orden de Santiago y ncleo de extraordinaria importancia en-
tre los siglos XIV y XVII. Lobn, cuyos orgenes algunas crnicas sitan en el ao
1221, cont con una fortaleza que sirvi en ms de una ocasin como lugar de
refugio a los moradores de las aldeas, villas y localidades de alrededor, por
ejemplo en los enfrentamientos bajomedievales con la vecina Portugal. Este
sera el primer extremo de un marco cronolgico que nos llevara finalmente
hasta el 25 de mayo del ao 1644, cuando Montijo y Puebla de la Calzada sufrie-
ron realmente los problemas de secesin de Portugal al ser invadidas por el
ejrcito portugus.
ABSTRACT: In present day Lower Extremadura, in the old land properties
once owned by the military orders around Meridas area, there were two towns
that played a decisive role in the birth of such a geographical zone: they were
Lobn and Montijo. Once Mrida was reconquered in 1230 by Alfonso IX, a
process of reorganization of the territory began, having as its first objective the
resettlement of new population. When we read the chronicles and study the
towns situated in both banks of the river Guadiana and close to Mrida, we find
descriptions of amazing moments, due not to the Muslim besiege, but because
of the incursion of a Portuguese army which on particular occasions set on serious
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trouble the capacity of refuge of small citadels like the ones that existed in
villages like Lobn -today there is not a trace of them-, which was quickly alienated
from the control of Orden de Santiago and which was a very important location
from the 14
th
to the 17
th
centuries. Lobn, whose origins are situated in the year
1221 by some chronicles, had a fortress which was used on many occasions as
a shelter by the inhabitants of the neighbouring villages, as it happened during
the battles that took place during the later Middle Ages against the neighbour
Portugal. This location would be the beginning of a chronological line that would
finally lead us to May 25, 1644, when Montijo and Puebla de la Calzada really
suffered secession problems after their invasion by the Portuguese Army.
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 79 - 90
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Poltica y economa en una sociedad de conflicto
La materia del conocimiento de la Historia
no es el pasado como tal, sino aquel pasado del que
nos ha quedado alguna prueba o evidencia
1
I. INTRODUCCIN
Tratar el tema de las relaciones entre la zona comprendida como la actual
Vegas Bajas del Guadiana en la Baja Extremadura y el vecino reino de Portugal,
desde la interesante temtica que se nos plantea en estas Jornadas de Historia,
abre una perspectiva que ofrece la posibilidad de analizar dentro de un marco
cronolgico muy polarizado y de situarnos dentro de un mismo tiempo, en el que se
dieron lugar unos momentos donde lo ocurrido en la Villas enajenadas de la
encomiendas emeritense de Lobn en el siglo XV por un problema dinstico en
Portugal bien conocido durante la poca de los Reyes Catlicos y, el no menos
conocido e impactante de la Guerra de Portugal en su Secesin, donde la zona en la
que existan algunas grandes propiedades adquiridas por la nobleza desde mediados
del siglo XVI, como lo fueron por la familia Portocarrero y Luna, las Villa de Montijo
y de la vecina Puebla de la Calzada, marc indudablemente el contenido ms que
vlido para atreverse a presentar un tema en las VIII Jornadas de Historia en Llerena.
Esta zona fronteriza que ahora estudiamos, pareca ser reflejo calcado de la idea
general existente de que una vez en manos de la Casa de los Habsburgo, la unificacin
peninsular era ya pan comido. Nada obviamente ms lejos de la realidad y nuestros
pueblos (pueblos peninsulares) y villas (villas peninsulares) y nuestras aldeas (aldeas
peninsulares) iban a ser testigos de todo lo contrario.
No se encontraba Espaa precisamente en una situacin para el siglo XVI muy
adecuada en cuanto a pensar en unidad y buenas relaciones internacionales: de un
lado, la propia Portugal en nuestra Pennsula; Italia, los Pases Bajos y Alemania en
Europa; no olvidemos en este escenario el norte de frica, las Canarias y el Nuevo
Mundo. Lo que para aquellos gobernantes era una constante en las preocupaciones
de sus polticas, lo era tambin para el hombre que lo tomaba como simple espacio
a recorrer: qu complejo era desplazarse y desplazar algo por estos lares espaoles.
Es cierto que este mismo espacio comenz a preocupar desde todos los sentidos
y en todos los extremos cuando ya en el ao 1230 el rey Alfonso IX tomaba la
ciudad de Mrida definitivamente de manos musulmanas y por tal, muchos de
nuestros espacios se convertirn de por vida y en naturaleza en tierra de fronteras:
unas veces cara al infiel (Reconquista), otras al sublevado (Secesin Portugal, S.
XVII) lo ms lejos cuando les toc defenderse del camino tomado por el invasor
(Francia pretexta pasar para tomar Portugal, S. XIX). Tendremos tiempo de ver
cmo ese carcter fronterizo contra uno, nos salv en algunas ocasiones de los
acosos de los otros. Pero, quines eran los unos y los otros? Pues eran los que
protagonizaban una organizacin territorial sobre un solar o mejor dicho, una
desolacin en la que ciertas riquezas naturales como las del Guadiana, que atrajo
ya a una poblacin leonesa en el S. XIII, hasta estas zonas y que permiti la referida
construccin de aldeas que iran por lo general prosperando con el paso lento del
tiempo en el difcil trnsito del Bajo Medioevo a la Modernidad.
Por tal, y sin querer extenderme ms en esta introduccin, lo que pretendo es
nicamente aportar a estas Jornadas mi pequeo grano de arena sobre dos momentos
muy diferenciados en el tiempo, de unas relaciones nada cordiales entre espaoles
y portugueses desde la marca geogrfica de la Baja Extremadura en las tierras
1
MORADIELLOS, E. El oficio de historiador, Madrid, Siglo XXI, 1999, p. 9.
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actuales de las Vegas del Guadiana, y puesto que uno ocurri en el ltimo tercio del
S. XV y otro, que se ofreci en el tambin ltimo tercio, pero del S. XVII en los
mismo lugares y con los mismos protagonistas: extremeos.
II. FORTALEZAS EN LA DEMARCACIN RIBEREA DEL GUADIANA: VILLA DE
LOBN EN LA GUERRA CON PORTUGAL DURANTE EL SIGLO XV
La riqueza documental que guardan las llamadas Actas de Visita de los Libros de
la Orden Militar de Santiago, nadie las puede a estas alturas refutar. Estas actas nos
permiten estudiar el primero de los casos en los que extremeos de las zonas
ribereas del Guadiana y los portugueses tuvieron que enfrentarse debido a los
problemas sucesorios con las hijas de los Reyes Catlicos:
La historia es una ciencia til. El pasado puede decirnos algo acerca del
futuro. La sabidura del historiador puede que radique en saber lo que ha ocurri-
do con anterioridad Nuestro conocimiento de lo que ha ocurrido previamente
tambin puede convertirse fcilmente en el atisbo de lo que nos deparar el
futuro. Confiemos en que dicho conocimiento histrico sea sobre todo un medio
para labrar nuestro destino.
(Jhon Weiss)
La villa de Lobn se haba convertido de manera progresiva en un ncleo de
extraordinaria importancia para la encomienda santiaguista de Mrida. Por su elevada
altura, dominaba todo lo que actualmente es la llamada Vegas Bajas del Guadiana,
en un aspecto indudablemente diferente que el regado ni mucho menos haba
transformado. Se levant una imponente Casa Fortaleza en una de las poblaciones
que ahora, entre los siglos XIV y XV ya era importante. Porque desde ella tena por
su misma orografa la posibilidad de aislar del exterior con una pequea fosa que la
aislaba a ella y la protega, accedindose por medio de un pequeo punte de madera
cubierto de tierra.
De los posibles orgenes de la existencia de esta casa fortaleza, los ojos de la
investigacin apuntan hacia don Diego de Alvarado, pues en ese mismo lugar con
anterioridad a la existencia de la casa fortaleza pareci hubo una construccin de
poca rbe que identificara Lobn con las expresiones del cronista El-Idrisi en el S.
XII. El bastin, para tener unos orgenes rabes, primero fue construido en adobe y
posteriormente reedificado en piedra por los cristianos.
Para hacernos una pequea idea de la importancia que tendr en los
enfrentamientos hispano-lusos durante la herencia de los Reyes Catlicos, los
visitadores santiaguistas decan de ella en el ao 1490:
Subieron por la dicha escalera e fallaron en la puerta de la torre del comen-
dador Juan de Alvarado, el cual, les dio las lleves de la dicha puerta e los poderes
en ella
2
. Le fueron preguntados que si tena lanzas con las que ha de servir a la
Orden. E dixo que tena para servir su persona e con ellas a sus Altezas e a la
Orden cada vez que fusele necesario
3
.
Continuando con la informacin que va dimanando de la trascripcin de las
llamadas actas santiaguistas, la casa fortaleza posea en su interior una primera
lnea o barrera de tapia, que se encontraba ya derribada y sin puertas cuando
fueron visitadas por los seores de la orden, lo que demuestra los restos de antigua
fbrica que sucumbi a ciertos avatares militares de los que posteriormente hablar.
2
Archivo Histrico Provincial de Badajoz, sec. rdenes Militares, Orden Militar del Seor Santiago de la Espada,
localidad: Villa de Lobn, ao 1494, n 1.101 (NC Archivo Histrico Nacional).
3
Ibdem.
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Poltica y economa en una sociedad de conflicto
En el interior de la casa fortaleza, y una vez traspasada la expresa tapiada, apareca
un patio en el que se encontraba a la derecha un aljibe junto con una escalera de
piedra que daba acceso a la obligada fortaleza que toda construccin de este tipo
conllevaba.
Pero lo que s es indudable es que, gracias a la descripcin del ao 1498, la
mencionada casa fortaleza tuvo una enorme importancia cuando el comendador
afirm que cont con una serie de aposentos en torno a la torre donde los moradores
de las villas de Lobn, Montijo y lugares de alrededor podan refugiarse.
La casa fortaleza de la villa de Lobn adquirir una gran importancia en el
enfrentamiento sucesorio de las hijas de los monarcas espaoles. Sabemos que la
guerra civil que aflige el reino de Castilla entre los aos 1475 y 1479 tiene como
aparente objetivo dirimir la sucesin de Enrique IV, fallecido en Madrid el 12 de
diciembre de 1474. Un enfrentamiento entre doa Juana, la excelente seora, e
Isabel. La realidad nos llevara a tratar un problema de ms hondas races pero
indudablemente se me escapara del tema central del trabajo que ahora presento.
Sea como fuere, existieron enfrentamientos que obligaron a la poblacin fronteriza
a buscar refugio en los momentos ms complejos y aos despus, el comendador
de Lobn as lo hace saber a los visitadores santiaguistas buscando tambin el
reconocimiento de stos para obtener posiblemente ayuda econmica con que reparar
su casa-fortaleza:
En el tiempo de las guerras entre Castilla y Portugal, el dicho Diego de
Alvarado, comendador que fue, mando faer alrededor de la dicha torre algunos
aposentos para gente. Y barreras a su costa. Fizo de tierra minuda y desde que
se jur las paces, como no se sostuvo, cayose
4
.
Estas guerras, a las que hacen mencin los visitadores y el comendador, son las
desarrolladas con motivo de la tal sucesin al trono castellano y que se precipitaron
entre los aos 1469 y la paz de Alcaobas de 1479. Aquella construccin salv del
enfrentamiento y de la muerte a una poblacin que para nada estaba preparada en
luchar con ejrcitos de este calado, aunque en las descripciones se nos hablase de
que, en una de las primeras salas, se encontraban los escudos de armas tanto de la
familia pertenecientes a don Diego de Alvarado como a los de la orden: qu lejos
quedaban ya los objetivos por los que estas tierras emeritenses fueron entregadas
al Obispo de Santiago en defensa el moro infiel.
La torre y la casa fueron mandadas construir por Diego de Alvarado y era la torre
de plantas con materiales de buena calidad, utilizndose la piedra, la madera y la
teja. Uno de los primeros mandamientos fue el de la construccin en lo alto de la
torre de unas almenas, en la parte que daba hacia el ro Guadiana. Lo que s queda
claro es que tuvo la casa fortaleza una importancia extraordinaria en la defensa de
la zona, ms que de carcter blico de carcter acogedor y protector sin que por ello
pudiera estar dotada como todos podemos entender del correspondiente armamento.
A modo de primer ejemplo, fueron encontrados en 1498 un total de ms de una
decena de pavesses (escudos ovalados).
Para que nos podamos hacer una idea clara del tema protector y defensivo, la
siguiente tabla recogida del inventario al que se ve obligado el comendador de
Lobn, que lo era tambin de Montijo en estos momentos del ltimo cuarto del siglo
XV, el armamento al que se hace referencia es el siguiente:
4
Ibd. Tambin puede leerse en la p. 267 de la obra de IGLESIAS AUNIN, P. Historia de la Comarca de Lcara desde
poca Medieval al final de los tiempos Modernos, Badajoz, Diputacin, 2000 y 2002.
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Nueve espingardas
5
, cuatro propiedad del comendador y las otras cinco
emprestadas.
Siete ballestas de sierras grandes y pequeas.
Unas cabalgadas propiedad del comendador.
Dos cerbatanas.
Nueve armas de cubierta igualmente propiedad del gobernador.
Un cajn con media arroba de plvora
6
.
Tena adems la fortaleza una casa de bastimento propiedad de la encomienda
situada al lado de la torre. En buen estado se deca por haberse reparado hace poco,
precisamente por las guerras del vecino reino.
No es mi intencin ni mucho menos centrar el presente estudio en la casa y en
sus aposentos puesto que ya tuve oportunidad en unos coloquios de Historia de
Extremadura celebrados en la ciudad de Trujillo de hacer mencin de la poltica que
a este respecto siguieron los Reyes Catlicos en todos los pueblos de las encomiendas
emeritenses, especialmente en ste y en el de Montijo, pero s cmo la situacin de
frontera obligaba en ocasiones a tener fortificaciones que con el paso del tiempo y
la normalizacin de esas mismas situaciones blicas fueron desapareciendo hasta
tal extremo que la localidad de Lobn es incapaz de ubicar con exactitud dnde
debi estar la casa fortaleza y bastimento ms que por algunos posibles restos en
las proximidades de la iglesia.
Igualmente, en algunas ocasiones, las rdenes religiosas, como es el caso que
nos ocupa, se preocupaban de que estos edificios ubicados tan prximos a las
fronteras (tengamos en cuenta que a menos de 24 kilmetros est Badajoz), tuvieran
bienes, provisiones, edificaciones perfectamente reparadas y rentas que aunque
generadas por la Orden, siempre fueron consideradas como suculentos ingresos
para la Hacienda Real y poder as hacer frente en parte a los cuantiosos gastos de
una guerra entre reinos.
III. LA GUERRA DE SECESIN Y EL IMPACTO EN LAS VILLAS DEL GUADIANA
III.1. El testimonio eclesial: don Diego Lpez de Santiago
Podramos quiz decir que de otro calado bien distinto fue lo sucedido en estos
mismos lugares en el S. XVII. Incluso episodios se sucedieron que llegaron a dar
nombre a la afamada batalla del Montijo, que en parte describir en este trabajo no
sin antes recurrir a la realidad transcrita por el cura prroco de la villa de Montijo,
que hace constar en el inicio de los libros de matrimonio dentro de las Series
Documentales de los Registros Sacramentales, una introduccin que bien merece
observar y deleitarnos en su lectura por cuanto describe cmo el ejrcito portugus
haba logrado llegar hasta las mismas puertas de las villas de Puebla de la Calzada
y de Montijo y ejercitar sobre ellas un serio correctivo que conllev la desaparicin
de algunos edificios que jams pudieron volverse a utilizar como tal. Me refiero a
ermitas que en algunos de estos lares llegaron a ser primeros templos parroquiales
y luego quedaron como casas graneros de la nobleza y concejos.
5
Antiguo can de artillera, algo mayor que el falconete y menor que la pieza de batir. Otra acepcin, que bien
pudiera ser la aplicada a este caso, se tratara de una escopeta de chispa muy larga.
6
IGLESIAS AUNIN, P. La poltica econmica de los Reyes Catlicos en la Orden Militar de Santiago. La Mesa
Maestral en la encomienda de Mrida: 1490-1556, Actas XXXIII Coloquios Histricos de Extremadura, Trujillo, 2004, p. 268.
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Poltica y economa en una sociedad de conflicto
Dice as el Libro I de Velados y Casamientos en su primer folio, primero de los
que firm el cura prroco y licenciado don Diego Lpez Santiago:
En uno de los libros de bautizados que tuvo principio en el ao de mil Seiscientos
Cuarenta y Cuatro y concluy el de mil Seiscientos setenta y tres, que se conserva en
este Archivo de la Iglesia Parroquial de esta villa de que se har mencin, se halla por
primera partida la siguiente mora.
En la villa de Puebla de la
Calzada a veinte das del mes
de Julio del ao 1644, que fue
quando el enemigo portugus
vino a estas villas en 23 de
mayo en la tarde del mismo
ao, y estuvo quemns hasta
el Jueves por la maana, da
del Corpus Christi, 26 del mis-
mo mes, de donde parti para
Portugal.
Y en Los Fresnos, al sitio de
La Laguna de Juan de Vera, le
salio nuestro ejrcito por orden
de Torreescusa, General de l.
Y a las diez del da, poco ms
o menos, se dio Batalla a don-
de el rebelde fue rompido, y
desbaratado, viendo siendo su
exrcito el doble mayor que el
nuestro.
Y porque en el saco y en-
trada que hicieron en esta villa
nuestra, entre otras cosas, lle-
varon libros adonde asentaban
a los bautizados y casados y
no haber parecido, el licencia-
do Diego Lpez Santiago, cura
propio de esta dicha villa, y
natural de ella, mand hacer
este libro, para que en el vayan
asentando las personas que
fueren bautizadas y casando.
Y lo firmo, licenciado Diego
Lpez Santiago.
7
Nos encontramos con uno de los documentos que da respuesta a nivel local
sobre lo cierto y lo incierto de lo ocurrido en aquella resonada batalla del Montijo.
Sin embargo, unido a otros documentos, nos viene a completar la dureza de lo que
supuso para las poblaciones residentes en estas zonas aquellos enfrentamientos en
los que los grandes intereses que se jugaban eran los de la Corona del rey Felipe IV
y la soberana de Portugal.
Desde 1637, la villa de Montijo contaba con un destacamento de soldados de
manera casi permanente. A nadie escapa lo que supone desde 1637 a 1644 tal
iniciativa para los propios nativos.
7
Archivo Parroquial de San Pedro Apstol, fondo histrico, sec. Registros Sacramentales, Libro I de Velados y
Matrimonios, aos 1645 a 1672. Villa de Montijo.
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Junto a todo lo anterior, hay un excelente documento del ya referido suceso o
caso de la batalla del Montijo del que el licenciado Diego Lpez Santiago hace
referencia y nombres de claro signo en el desarrollo de una batalla ganada, que no
de una definitiva guerra como por todos es sabido.
Es cierto que, tras la guerra, dependencias como la antigua y primitiva iglesia
parroquial de San Isidro, primera que tuvo la villa de Montijo hasta el ltimo cuarto
del S. XV, en el que la colacin pas a la de San Pedro, y en 1501 por Real Cdula de
los Reyes Catlicos, sufri los efectos de la invasin quedando definitivamente como
casa granero de los Condes, levantndose sobre su fachada principal el escudo de
armas de los Portacerrero y Luna (como se puede observar); hoy es casa particular,
mejor dicho, son varias casas por su antigua amplitud.
III.2. Los sucesos narrados desde la visin militar: la Campaa del Montijo. 26
de mayo del ao 1644
El documento que se encuentra en el Archivo General de Simancas, y una copia
en el Provincial de Cceres a modo de extracto
8
, fue ntegramente incluido en la
obra de don Vicente Navarro del Castillo sin ms interpretacin que la trascripcin.
Otros autores se han limitado posteriormente a copiar a Navarro del Castillo
ntegramente, permtanme la libertad de ni siquiera citarles. De igual forma, las
diferentes notas textuales quedan omitidas al tratarse del mencionado documento
a modo de resumen, lo cual se agradece por aquello de las descripciones militares,
de lo que en mayo del ao 1644 ocurri entre portugueses y espaoles, cuando
recibieron auxilio de hombres desde Francia e Irlanda, al mando de don Matas de
Alburquerque, tratando de tomar la ciudad de Badajoz defendida por el marqus de
Torreescusa (varan igualmente sobre l muchas trascripciones con pequeos detalles
fonticos) y que don Diego, cura prroco, menciona en su primera partida del afamado
libro de registros sacramentales. El ttulo del mencionado documento se expresa en
los siguientes trminos: Relacin verdadera de lo que sucedi en veinte y seis de
mayo pasado, en el reencuentro que tuvieron las armas de S.M, con las del rebelde
portugus en la Campaa de Montijo.
El ejrcito francs, fracasando en el intento de llegar a Badajoz, como es lgico
en toda tctica militar, comenz el asedio de aquellas localidades prximas y se
dirigieron a Puebla de la Calzada y a Montijo, que saquearon e incendiaron. La
oposicin les lleg desde el Barn de Mollinge, que les present batalla en los
alrededores de Montijo, de donde apareca el famoso nombre tan conocido en nuestra
comarca como el La Batalla del Montijo. Dicho documento comienza as:
Por los avisos que tuvo el Marqus de Torreescusa, capitn general del
ejrcito de Extremadura, de que hacan los rebeldes juntas en Campo Mayor de
todas sus fuerzas de esta designio de sitiar la villa de Alburquerque y hacer otros
progresos en ella, y acudiendo al remedio lo ms pronto que pudo, su Excelencia
orden que en lo ms pronto se enviare a aquella villa a don Juan de Pareja,
teniente de maestro de campo general...
El 22 de agosto del ao 1645, el Marqus de Legans, capitn general del Ejrcito
de Extremadura, pide a los soldados de Mrida y su partido que el empuje hacia la
frontera portuguesa continuara con la nica intencin, no de ganar ninguna batalla,
sino de que en territorio extremeo no quedar parte del ejrcito portugus. Se
temi por poblaciones como La Nava, cuyos vecinos vinieron a refugiarse a Montijo.
8
Archivo Histrico Provincial de Cceres, documentos sueltos, mayo de 1644: Batalla del Montijo (1991).
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Poltica y economa en una sociedad de conflicto
Igualmente es cierto que algunas crnicas nos hablan de una victoria en la batalla
del Montijo totalmente espaola, pero eminentemente tctica. Pero para que ustedes
se hagan una idea de la realidad de lo que all iba a suceder, en aquellos alrededores
de Montijo, en torno a la llamada caada la Virgen (en alusin a la cercana de la
ermita donde se ubica la imagen patronal de Montijo) y el ro Guadiana, los ejrcitos
que se enfrentaron fueron:
Obviamente comenz a desarrollarse todo un proceso estratgico militar que
comienza en mayo del ao 1644, cuando el nuevo ejrcito portugus, mandado por
el ya citado Duque Matas de Alburquerque, conduce una incursin hacia Badajoz,
con el deseo de querer llevar la guerra hacia territorio espaol, acampando el ejrcito
portugus el 22 de mayo en los alrededores de Montijo, muy prximo a Badajoz
(unos 32 kilmetros) Entre tanto, el marqus de Torrescuso organiza, entre Talavera
la Real y Lobn, un pequeo ejercito hacia el distrito de Montijo y el 25 de mayo
pasa el ro Guardiana en Lobn. El da siguiente o de campaa para expulsar el
ejrcito invasor. El 24 de mayo, los dos ejrcitos se despliegan en una llanura entre
Lobn y Montijo.
Pero estamos hablando del enfrentamiento entre dos ejrcitos con unas diferencias
considerables, ya que el ejrcito Portugus, dirigido por Matas de Alburquerque
dispona de 9 Teros de infantera
(Ayres de Sal daa, Nuno
Mascareas, Luis da Silva, Joao de
Sousa, Francisco de Melo, Martn
Ferreira, Eustacio Pique holands-
, Sir Davis Cale ingls- y Conde
de Pardo) desplegados en 10
batallones y un destacamento de
400 mosqueteros y de 10
escuadrones de caballera. La
infantera se despliega en el centro
con 5 batallones en primera lnea
y 4 en segunda lnea. Los 10
escuadrones de caballera estn
desplegados en las dos alas con
Gaspar Pi nto Pestanha a l a
izquierda y el Montero Mayor del
Reino a la derecha. El tren de
equipaje est guardado por los 400
mosqueteros y un batalln de
infantera. La artillera, bajo las
rdenes de Joo Da Costa, est
dispuesta en vanguardia al frente
de la infantera.
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Por su parte, el Ejercito Espaol, dirigido por el Marqus de Torrescuso, dispona
de su infantera en el centro con, en primera lnea, 1 batalln Napolitano (Piatelo),
y batalln irlands (Geraldino), reforzados con soldados espaoles, y 2 batallones
espaoles (Xeoler y Pulgar) y 3 batallones espaoles (Monroy, Olivera y Aguro) en
segunda lnea. En el ala izquierda nos encontramos con 6 escuadrones al mando de
Don Francisco Velasco y en el ala derecha 6 escuadrones al mando del Barn de
Molinger. La reserva esta compuesta por 2 escuadrones de caballera, lo que hace
en total 7 batallones desplegados sobre 6 hileras y 14 escuadrones.
A partir de aqu, el 25 de mayo por la tarde, los espaoles cruzan el ro Guardiana
cerca de Lobn, se desplegaron en una llanura al sur de Puebla de la Calzada. Al da
siguiente el ejrcito portugus sale de Montijo y se despliega frente al ejrcito
espaol.
Las consecuencias de dicho enfrentamiento fueron recogidas a modo de balance
de la siguiente manera: el ejrcito portugus fue capaz de retirarse a Portugal sin
problemas, perdiendo unos 3.786 hombres (fuente espaola). Los espaoles tuvieron
unos 433 muertos y 375 heridos, pero no persiguieron al ejrcito de Alburquerque.
Montijo fue la nica victoria espaola importante en una batalla campal en la Guerra
de Portugal (1640-1668). Algunas crnicas hablan de victoria portuguesa, pero los
hechos son que Albuquerque consigue salvar su ejrcito y su artillera, pero que los
espaoles se quedan dueos del campo de batalla. Montijo corresponde a la nica
victoria importante de los espaoles en este frente. Por suerte para los portugueses,
el frente de Extremadura es un frente secundario en la estrategia del monarca
espaol, la mayora de los recursos en hombres y dinero van a Catalua o Flandes.
III.3. Las secuelas de la guerra en la Comarca
Es cierto que la situacin en la que debieron quedar algunos edificios,
especialmente la iglesia parroquial de San Pedro Apstol en Montijo, debi de ser
importante puesto que es ahora cuando por primera vez comienzan a celebrarse
velaciones y matrimonios en la ermita de su patrona, que dista seis kilmetros de la
localidad, acontecimientos que se dan hasta los aos 1686 y 1698:
Fueron velados Francisco Cintado y Figueroa, viudo con Marina GonzlezDon
Pedro Gonzlez Barrena y Gragera, hijo de don Gonzalo Rodrguez Gragera,
familiar del Santo Oficio y de Ins Gonzlez Barrena con doa Brgida de Sols
Montero y lvaro, natural de Oliva. Fueron sus padrinos, los padres del novio,
Testigo, don Juan Fernndez, teniente de cura, el licenciado Juan Rodrguez Cor-
ts y don Gaspar Berris de Figuerora.
9
Lo que quiero con todo ello resaltar es que las consecuencias para las poblaciones
de Puebla y Montijo fueron realmente nefastas, puesto que el ejrcito portugus al
mando de Matas del Alburquerque y de un ejrcito de seis mil hombres de infantera,
mil cien de caballeras y siete caones, junto con ciento cincuenta holandeses,
cruz una frontera hispano-portuguesa desde la que no encontr resistencia alguna,
llegando a tomar las plazas de Puebla y Montijo. En el encuentro de ambas fuerzas,
el licenciado don Diego dice que el ejrcito portugus qued roto y destrozado,
cuando las cartas enviadas al marqus de Torreescusa nos hablan de que el ejrcito
espaol sufri una retirada a causa de sus casi cuatro mil bajas, frente a las
novecientas portuguesas. Son las propias crnicas del citado documento conservado
ntegramente en el Archivo General de Simancas, y en un extracto en el Provincial
9
Archivo Parroquial de San Pedro Apstol, fondo histrico, Registros Sacramentales, libro II de Velados y Matrimo-
nios, aos 1673 a 1728. Villa de Montijo.
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Poltica y economa en una sociedad de conflicto
de Cceres, las que mejor nos hablan del significado de aquel enfrentamiento, sin
olvidar un dato ms que se une al anterior: no hay asientos de velados ni matrimonios
durante todo el ao de 1644.
Respecto al triste episodio de la batalla del Montijo, parte del final de la mencionada
carta es ms que significativa para aportar un poquito ms al conocimiento de las
luchas por intereses de la alta poltica de Estado:
Qedaron muertos en la plaza y aquella campaa tres mil doscientos hom-
bres, y entre ellos el maestre de campo y coron3les y oficiales y muchos hidal-
gos, y fueron prisioneros quinientos ochenta y seis, los ciento sesenta heridos, y
entre ellos nueve hidalgos de casas ilustres, que son los siguientesCumplidas
las rdenes de vuestra Excelencia, fui a las villas de Talavera la Real, Lobn y
Arroyo de Mrida, y en tres das continuos que asistieron los vecinos de ellas en
la campaa. Junto al Montijo, adonde se dio la batalla al rebelde portugus el
jueves del 26 pasado, hice enterrar todos los cuerpos de los soldados all muer-
tos
IV. SNTESIS, BALANCE Y CONCLUSIN FINAL
Lo ocurrido en las llanuras extremeas del Guadiana, que afect de manera
directa a los moradores de localidades como Montijo, Lobn, Puebla de la Calzada o
Talavera, no es ms que el claro ejemplo de un microespacio que reproduce casi con
exactitud los efectos de una poltica con problemas agudos y difciles de resolver en
esta recta casi final de los Austrias. Hay crisis demogrfica, hay crisis social y
econmica que redujeron el nmero de habitantes y las arcas gubernamentales.
La visin realista de los acontecimientos y la situacin socioeconmica de
los territorios espaoles eran muy duras al comenzar la cuarta dcada del siglo
XVII. El tono pesimista de la sociedad se basaba en la decadencia de los idea-
les.
10
Unamos a todo lo anterior el carcter que imprime el ser fronterizos, que hemos
asumido como regin prcticamente durante casi toda nuestra historia. A finales del
S. XV, los problemas de sucesin en la corona espaola hizo que poblaciones como
Lobn y los llanos del Guadiana encontraran cobijo en aquella casa fortaleza de la
encomienda emeritense de la Orden de Santiago. Siglos despus, al entrar la guerra
en Espaa, convierte el mismo escenario en una cruenta batalla que adems supona
para Espaa la llegada consciente de un momento en el que la Monarqua se nos
desbarataba y se rompa en varios trozos, como han afirmado ya muchos
historiadores.
Con un Badajoz convertido en centro de abigarramiento de tropas de todas las
procedencias (castellanos, franceses, alemanes, italianos, gentes aventureras
11
),
otros lugares comenzaron a ser espejo de esa situacin: Alcntara, Zafra, Fregenal,
Montijo, Lobn, Puebla
Pero aquello no contena en lo ms profundo de su sentido ningn beneficio para
los naturales de esas zonas, puesto que las pagas de los soldados no llegaban y se
fue generalizando el robo, el pillaje contra la propia poblacin y las contribuciones
obligatorias de los Ayuntamientos para el sostenimientos de las guarniciones. Vase
el caso de Montijo, habilitada la calle del Ejrcito junto al templo parroquial, poco
ms que su vigilancia al precio de casa y pan, algo que ocurrira con peores
10
AVILS, M., VILLAS, S. y CREMADES, M.C. La crisis del siglo XVII bajo lo ltimos Austrias (1598-700). Historia de Espaa,
t. 9, Madrid, ed. Gredos, 1988, p. 228.
11
CARDALLIAGUET QUIRANT, M. Historia de Extremadura, Badajoz, Biblioteca Popular Extremea, 1988, p. 174.
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Pablo Iglesias
12
Ibdem, p. 177.
consecuencias en el S. XIX, cuando a estos mismos habitantes se les obligaba a dar
cobijo al intruso francs.
Versos ya editados que cierran un captulo que nos abre por otro lado el
agradecimiento a entidades que permiten que la investigacin viva a favor de una
Historia de Extremadura que se reconstruye sin mirar ms fronteras que la que
aporta al devenir de nuestras gentes. Versos sobre una guerra que dicen: La guerra
de Portugal, de tal suerte se gobierna / que para que sea eterna / se dispone toda
mal /. O es falta de general / o es culpa de los soldados /, que unos y otros enroscados,
/ en su insaciable codicia / afretan a la milicia con robos y con pecados
12
.
FUENTES INDITAS
- Archivo Histrico Provincial de Cceres, sec. Documentos varios: Extracto de la
Carta al marques de Torreescusa, mayo de 1644.
- Archivo Histrico Provincial de Badajoz, sec. rdenes Militares: Orden Militar del
Seor Santiago de la Espada: Libro de Visitas 1101 c. MCF, 33, villa de Lobn,
ao 1494; Libro de Visita 1103 c. MCF, 34, villa de Lobn, ao 1498.
- Archivo Parroquial de San Pedro Apstol, fondo histrico, registros sacramentales:
Libros I y II de Velados y Matrimonios
BIBLIOGRAFA
CARDALLIAGUET QUIRANT, M. Historia de Extremadura, Badajoz, 1988.
IGLESIAS AUNIN, P. Historia de la Comarca de Lcara desde poca Medieval al
final de los tiempos Modernos, Badajoz, 2000 y 2002.
La poltica de los Reyes Catlicos en la Orden Militar de Santiago. La Mesa
Maestral en la Encomienda de Mrida: 1494-1556, Actas XXXIII Coloquios His-
tricos de Extremadura, Trujillo, 2006.
MORADIELLOS, E. El oficio de historiador, Madrid, 1999.
NAVARO DEL CASTILLO, V. Montijo, apuntes histricos de una Villa Condal, Mrida,
1974.
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LA CORONA Y LOS CARGADORES A INDIAS PORTUGUESES
DE SEVILLA (1583-1645)
1
THE CROWN AND THE PORTUGUESE CARRI ERS TO I NDI ES I N
SEVI LLE ( 1583- 1645)
Jos Manuel Daz Blanco
Departamento de Historia Moderna
Universidad de Sevilla
Mara de Padilla, s/n
41004 SEVILLA
[email protected]
RESUMEN: Este trabajo estudia las relaciones polticas entre la Corona espa-
ola y los cargadores a Indias portugueses en Sevilla de 1583 a 1645. Comienza
con los ltimos quince aos de Felipe II y termina con el gobierno del conde
duque de Olivares, dos estadistas que facilitaron a los portugueses la participa-
cin en el comercio americano. Entre ambos perodos, el reinado de Felipe III
trajo aos de dificultades para ellos, pero no tan duras como para destruir su
prosperidad.
ABSTRACT: This paper studies the political relationship between the Spanish
Crown and the Portuguese carries to Indies in Seville from 1583 to 1645. It
begins in the last fifteen years of Philip II and finishes with the government of
the Count Duke of Olivares, two statesmen who facilitated the participation in
the American trade to the Portuguese. In the middle of both periods, the kingdom
of Philip III brought about years of hardship for them, but not harder enough to
destroy their prosperity.
1
Este trabajo forma parte de las iniciativas impulsadas por el grupo de investigacin Andaluca y Amrica Latina: El
impacto de la Carrera de Indias sobre las redes sociales y las actividades econmicas regionales (HUM-202).
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 91 - 104
ISBN: 978-84-612-3264-2
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La Corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
Las difciles relaciones entre Castilla y Portugal durante la Edad Moderna
se desarrollaron en escenarios diversos, uno de los cuales tena que
encontrarse forzosamente en Sevilla, importante foco de inmigracin desde
que los Reyes Catlicos la convirtieran en cabecera del comercio atlntico.
Estas pginas estn dedicadas al estudio de la poltica seguida por la Monarqua
hacia un determinado sector de la comunidad portuguesa hispalense: el de
los cargadores a Indias, aquellos que obtuvieron una carta de naturaleza para
comerciar directamente con Amrica, privilegio inicialmente reservado a los
castellanos
2
. Este trmite ha dejado dos conjuntos principales de documentacin:
las informaciones o probanzas, mediante las que se investigaban las circunstancias
del aspirante y su acondicionamiento a la legalidad vigente, y las cdulas de
naturaleza, por las que la Monarqua mostraba su conformidad con extender al
comerciante forneo los privilegios que gozaban los de la tierra
3
. Estas dos fuentes
han proporcionado informacin sobre un total de 87 comerciantes portugueses en
Sevilla entre 1583 y 1643, aunque slo 7 de sus procesos han conservado la
documentacin administrativa ntegra; hay 19 casos de los que slo subsisten las
informaciones y 53 en los que slo constan las ejecutorias
4
. Por supuesto, estas
cifras deben mucho al azar de la conservacin documental, caprichosa como en
tantas ocasiones, pero tambin al desarrollo histrico. Se otorgaron muchas
naturalezas sin levantamiento previo de informacin y el hecho de que tales casos
se condensen mayoritariamente entre 1628 y 1643 no obedece a la casualidad,
como tampoco el que en ese perodo se concediesen ms que en ningn otro
momento, se investigase antes al candidato o no. En un abanico temporal tan amplio,
la poltica regia no se mantuvo inalterable y las naturalezas constituyen el principal
testimonio de aquellos procesos.
CUADRO 1: NATURALIZACIONES CONCEDIDAS A PORTUGUESES EN
SEVILLA (1583-1643)
Fuente: (A)rchivo (G)eneral de (I)ndias, Contratacin, lgs. 50a, 596a y 596b
Partiendo de una clasificacin bsica por reinados, encontramos que la privanza
del conde duque de Olivares se destaca como la poca de mayor generosidad en
este tipo de otorgamientos. Las 60 cdulas entregadas desde la subida al trono de
Felipe IV a la cada del valido suponen bastante ms de la mitad de las concesiones
globales para todo el perodo y su ritmo anual, el ndice ms fiable, alcanza cotas
claramente ms elevadas que las de los dos reinados precedentes. stos se
2
Para la legislacin vigente en torno a la participacin de los extranjeros en la Carrera de Indias, vase GARCA-
BAQUERO GONZLEZ, A. La Carrera de Indias: suma de la contratacin y ocano de negocios, Sevilla, 1992 y Los
extranjeros en el trfico con Indias: entre el rechazo legal y la tolerancia funcional, en VILLAR GARCA, M.B. y
PEZZI CRISTBAL, P. (Eds.) Los extranjeros en la Espaa Moderna, Mlaga, 2003, 2 vols., pp. 73-99.
3
Un tercer conjunto documental, de tremendo inters, lo forman las consultas del Consejo de Indias conservadas
en la subseccin Indiferente General del Archivo General de Indias, donde se tratan los problemas y expectativas
de la poltica de naturalizaciones de la Corona. De hecho, han sido una cantera documental importantsima para
la elaboracin de este trabajo.
4
De los ocho restantes slo poseemos documentacin indirecta como renovaciones de las cdulas.
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encuentran visiblemente ms equilibrados, aunque el verdadero espacio que media
entre ellos slo puede percibirse en sus medias anuales de concesiones, aspecto en
el que Felipe III supone poco ms de la mitad que su padre. Eso parece indicar de
entrada que desde que Felipe II se ci definitivamente la corona portuguesa hasta
que el Conde Duque fue desterrado de la Corte, los aos en que ambos hombres
rigieron los destinos de la Monarqua Hispnica supusieron las pocas de polticas
ms condescendientes con los portugueses, mientras que el reinado de Felipe III se
perfila como un parntesis de menor prodigalidad. Segn creemos, esto sucedi
exactamente as, pero requeriremos un anlisis ms minucioso para delimitar con
mayor nitidez los perfiles generales que pueden percibirse tras esta mirada inicial.
CUADRO 2: NATURALIZACIONES CONCEDIDAS A PORTUGUESES EN
SEVILLA POR FELIPE II
Fuente: AGI, Contratacin, lgs. 50a y 596b
Los quince aos abarcados del reinado de Felipe II, estudiados aproximadamente
por quinquenios, reflejan un ritmo de concesiones relativamente constante, aunque
decreciente. Desde luego, estos guarismos deben ser acogidos con cierta prudencia,
puesto que para el siglo XVI el grado de conservacin de los documentos resulta
mucho menos fiable que en el siglo XVII, pero, una vez dicho esto, puede reconocerse
que no dejan de presentar cierta lgica. Pudo haber naturalizaciones de portugueses
antes del desastre de Alcazarquivir, de hecho se conservan un par de ellas ubicadas
en la baha gaditana
5
, pero sin duda se computaran muchas menos que despus de
la coronacin en Tomar de Felipe II. Como ha destacado Domnguez Ortiz, esta
abundancia resulta excepcional, puesto que las otras naciones apenas si lograron
naturalezas por aquellos aos
6
, y demuestra que el Rey Prudente se senta interesado
por privilegiar a sus nuevos sbditos y crear entre ellos y los de Castilla lazos ms
profundos que la mera coincidencia en su persona de ambas coronas. Lo prueba el
asiento de negros para Amrica firmado con los portugueses en 1585, mediante el
que se intentaba aprovechar su experiencia en la trata esclavista, y las
naturalizaciones, cuyo volumen debi superar en algo las cifras que hemos podido
reconstruir. El punto lgido se encuentra exactamente al principio, en los momentos
inmediatamente posteriores a la victoria del marqus de Santa Cruz sobre los ltimos
partidarios de dom Antonio en las Azores
7
, despus de lo cual, se contempla un
descenso de cierta brusquedad, pero que inaugura un ritmo que se mantiene estable,
aparentemente hasta el final del reinado, en realidad hasta 1595. En 1596, 1597 y
1598, nadie obtiene una ejecutoria. Como siempre, no puede descartarse la simple
casualidad, pero tambin cabe la posibilidad de que refleje decisiones deliberadas,
cuyas razones ltimas se nos escapan.
5
AGI, Contratacin, lg. 50a, s.n.; probanzas de Antonio Lpez (Cdiz, 1575) y Manuel Fernndez (El Puerto de Santa
Mara, 1576).
6
DOMNGUEZ ORTIZ, A. Los extranjeros en la vida espaola durante el siglo XVII y otros artculos, Sevilla, 1996, p. 47.
7
Una sntesis sobre la conflictiva llegada al trono de Portugal por Felipe II en 1580-83 en PARKER, G. Felipe II,
Barcelona, 1996, cap. 9.
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La Corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
CUADRO 3: NATURALIZACIONES CONCEDIDAS A PORTUGUESES EN
SEVILLA POR FELIPE III
Fuente: AGI, Contratacin, lgs. 50a y 596b
Si la inexistencia de naturalezas en los tres ltimos aos del reinado de Felipe II
provino de planificaciones deliberadas, no cabe duda de que stas tuvieron
continuidad en las primeras dcadas del siglo XVII. Las cifras globales analizadas al
principio ya proporcionaban una cierta informacin al respecto y las que reflejan el
cuadro 3 resultan mucho ms elocuentes. Si ignoramos el excepcional bienio de
1608-1609, las concesiones de cdulas de naturalizacin durante el reinado de
Felipe III fueron poco menos que inexistentes: slo 5 en algo ms de dos dcadas.
Obviamente, surgen al menos dos preguntas ante tal panorama: por qu ocurri
esto y qu sucedi entre 1608 y 1609 para romper la dinmica general tan brusca
y efmeramente? Ciertamente una anttesis entre los reinados de Felipe II y Felipe
III nunca puede caracterizarse como anmala. Es bien conocido que la poltica
exterior del primero de los Austrias Menores, la conocida Pax Hispanica, supuso un
giro de 180 con respecto a la que desarroll su padre durante la mayor parte de su
reinado, si bien enlaz con los movimientos ensayados en sus ltimos aos,
especialmente con la Paz de Vervins (1598)
8
. Las naturalizaciones parecen seguir
un esquema casi calcado, sea casualidad o no. Felipe III sigui una poltica restrictiva
opuesta a la practicada por Felipe II en casi todo su gobierno, excepto en los ltimos
aos, aparente antesala de las tendencias triunfantes en las primeras dcadas del
siglo XVII.
Por otro lado, parece que la presin sobre los extranjeros indeseables se recrudeci
durante el reinado de Felipe III de una forma global. En Cartagena de Indias un
proceso de composiciones abierto en 1593 se detuvo firmemente en 1600 y el
siguiente no comenz hasta 1630
9
; en la ciudad de Quito empezaron a negociarse
en 1595, pero la dinmica slo perdur hasta 1603
10
; en la Nueva Espaa los
8
GARCA GARCA, B.J. La Pax Hispanica. Poltica exterior del Duque de Lerma, Lovaina, 1996; ALLEN, P.C. Felipe III y la
Pax Hispanica, 1598-1621, Madrid, 2001. Aunque no centrado exclusivamente en el mbito de la poltica exterior,
tambin resulta de referencia FEROS CARRASCO, A. El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la Espaa de Felipe
III, Madrid, 2002.
9
VILA VILAR, E. Extranjeros en Cartagena (1593-1630), en Aspectos sociales en Amrica colonial. De extranjeros,
contrabando y esclavos, Santa Fe de Bogot, 2001, pp. 1-40. No slo se suprimieron las composiciones, por las que
los extranjeros regulaban su situacin de ilegalidad a cambio de una suma de dinero, sino que se fund el tribunal
de la Inquisicin de dicha ciudad, ante las presumibles prcticas criptojudaicas de los portugueses, mayoritarios
entre los extranjeros cartageneros. Al respecto consltense los datos aportados en este sobresaliente trabajo.
10
ORTIZ DE LA TABLA Y DUCASSE, J. Extranjeros en la Audiencia de Quito (1595-1603), en Amrica y la Espaa
del siglo XVI, Madrid, 1983, pp. 93-113. RODRGUEZ VICENTE, E. Los extranjeros en el reino del Per a fines del
siglo XVI, en Homenaje a Jaime Vicens Vives, 2 vols., Barcelona, 1967, II, pp. 533-46, estudia un proceso de compo-
siciones comenzado en el Alto y el Bajo Per a partir de 1591, aunque slo con respecto al reinado de Felipe III
slo alude a que en 1606 todava quedaban algunos extranjeros por pagar. Tal comentario parece indicar que
tambin en esta riqusima regin se haban detenido las composiciones, aunque esto obviamente no es ms que
una suposicin.
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protestantes noreuropeos sufrieron presiones hasta ahora desconocidas por parte
de la Inquisicin
11
. Puesto que la lucha contra determinados extranjeros adquiri
una dimensin global y no parece plausible atribuir tantas coincidencias a la mera
casualidad, no dabe duda de que ninguna de estas medidas concretas naci
exclusivamente por circunstancias meramente locales. Algo las vertebraba y ese
algo debe haber sido los comienzos de la consciencia de la decadencia de Espaa.
En 1600, muchos hombres pensaban que jamas, ni en cien aos de continua paz,
ha estado Espaa generalmente tan arruynada y pobre como agora
12
y obviamente
eso necesitaba una solucin. Segn pensaban muchos de los ms alarmados, aquella
podredumbre, que era espiritual tanto como material, haba beneficiado a muchos
extranjeros cuya expulsin o castigos sentan tan urgentes como los de moriscos o
gitanos. La crisis de la Carrera de Indias, de la que muchos hablaban abiertamente
a comienzos del siglo XVII, se manifest como uno de los sntomas ms evidentes
del aprovechamiento de los parsitos extranjeros sobre el cuerpo casi exnime de
la Monarqua. Un gobierno como el de Felipe III y Lerma, preocupado por la
reanimacin econmica de Castilla, bien a travs del reparto de las cargas fiscales
sobrellevadas por sta con otros reinos
13
, bien a travs de intentos por dinamizar
estructuras productivas deterioradas durante la segunda mitad del siglo XVI
14
, tena
forzosamente que tratar de liberar el comercio atlntico de las manos extranjeras
en las que era fama que llevaba ya aos atrapado. Tales diagnsticos podan no
generar demasiadas alarmas en la segunda mitad del siglo XVI, pero en los sombros
umbrales del Seiscientos se escuchaban circunspectamente. El pensamiento
mercantilista de la poca apostaba por una economa productiva y una balanza de
pagos favorable con el exterior que garantizase la posesin de metales preciosos
por parte del Estado
15
. Controlada en gran parte por firmas extranjeras que enviaban
ms o menos directamente sus mercancas a los tericamente exclusivos mercados
indianos y luego evacuaban la plata hacia sus respectivos puntos de origen, ms
all de las fronteras de Castilla, la Carrera de Indias pareca un manual de lo que el
Mercantilismo recomendaba exactamente que no deba hacerse. Felipe III y Lerma
debieron sentirse ansiosos por invertir aquella peligrosa dinmica y la forma ms
evidente de hacerlo fue conceder contadsimas naturalezas a ms extranjeros, los
portugueses entre ellos.
Slo las 7 naturalizaciones del bienio 1608-1609 parecen fuera de este marco
comprensivo, aunque, por paradjico que parezca, en realidad se gestaron por
consideraciones idnticas a las anteriores. El Consejo de Indias, que desde comienzos
del reinado haba mostrado su preocupacin por el estado del comercio de Sevilla,
elev a Felipe III en 1608 una consulta de sustancial relevancia para aquel asunto.
Los consejeros denunciaban que las dos terceras partes de la plata llegada en las
flotas correspondan a los extranjeros, situacin intolerable por cuanto la riqueza de
11
POGGIO, E. La migracin de europeos septentrionales a la Nueva Espaa a travs de los documentos inquisitoriales
a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, en prensa.
12
VALLE DE LA CERDA, L. Desempeo del patrimonio de Su Majestad, Madrid, 1600, f. 56r.
13
Algunos de los principales lermistas desarrollaron polticas de desarrollo de haciendas provinciales para aliviar el
peso soportado por Castilla. Vase GALASSO, G. Las reformas del conde de Lemos y las finanzas napolitanas en
la primera mitad del siglo XVII, en En la periferia del Imperio. La monarqua hispnica y el Reino de Npoles, Barcelona,
2000, pp. 154-186; LATASA VASSALLO, P. Administracin virreinal en el Per: el gobierno del marqus de Montesclaros
(1607-1615), Madrid, 1997.
14
LVAREZ NOGAL, C. Sevilla y la Monarqua Hispnica en el siglo XVII. Dinero, crdito y privilegios en tiempos de Felipe
IV, Ayuntamiento de Sevilla, p. 42, refirindose al intento de regeneracin de la economa castellana del norte sobre
el eje de Burgos y su Consulado en tiempos de Felipe III.
15
HECKSCHER, E.F. La poca mercantilista: historia de la organizacin y las ideas econmicas desde el final de la Edad
Media hasta la sociedad liberal, Mxico, 1943; DEYON, P. Los orgenes de la Europa moderna: el mercantilismo, Barcelo-
na, 1970.
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La Corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
las Indias deba ser disfrutada por castellanos y no por quienes sacaban la plata a
reinos extraos y de infieles sin aportar beneficios a las rentas reales. Tenan
bastante claros los posibles antdotos y tanto los preocupaba aquella situacin que
no los consultaron al modo tradicional, sino que los reflejaron en la minuta de una
cdula que Felipe III podra firmar directamente si as gustase
16
. As naci la famosa
cdula del 2 de octubre de 1608, que sent las condiciones que por mucho tiempo
regiran en la Carrera de Indias para la naturalizacin de extranjeros, modificando
lo dispuesto sobre la materia en 1592: 20 aos de residencia en Castilla, 10 aos de
matrimonio con mujer castellana o genzara y posesin de 4.000 ducados de bienes
races demostrados por inventario de patrimonio
17
. La ofensiva mercantilista del
Consejo no se limit a la mera publicacin del documento. Su aplicacin se ejecutara
con rigor, cuestionando la validez de todas las naturalezas concedidas con
anterioridad, cuyos poseedores seran de nuevo investigados, y fomentando
excepcionalmente la concesin de naturalezas a quienes operaban sin ella en Sevilla
para alejarlos de las actividades clandestinas, que obviamente no satisfacan los
derechos del Almojarifazgo de Indias. Incluso se envi comisionado especial desde
Madrid para desarrollar aquella campaa, el licenciado Toms de Morales, que
efectivamente se encarg de buena parte de ella
18
. Eso explica aquel oasis de
naturalizaciones en el desierto mercantilista de Felipe III, as como el hecho de que
todos los portugueses ya naturalizados que quedasen en activo se viesen obligados
a renovar sus ejecutorias en abril de 1609. Toda la generacin de 1580, aquella
sobre la que Felipe II haba depositado tan altas esperanzas e integrada por nombres
de tanta enjundia como los de Jorge Rodrguez Tavares, Ruy Fernndez Pereira,
Diego Rodrguez Castilblanco y otros de no menor talla, vio cuestionada la legitimidad
de su participacin en la Carrera. Lo mismo ocurri con los que se naturalizaron en
los 90, aunque de todos ellos slo queda constancia de que renovase su licencia
Antonio Rodrguez Sierra. Quizs se trate de una coincidencia, que se hayan perdido
precisamente los expedientes de 1590 o que, acaso por tratarse de comerciantes de
menos envergadura, hubiesen abandonado los negocios ya en 1609. Pero tambin
podra argumentarse que hubiesen sido los principales damnificados de la cdula de
1608 y no faltan argumentos con que sostenerlo.
La intensa actividad de 1608 y 1609 debi entenderse como una puesta al da
del enmaraado comercio portugus en Sevilla, despus de ms de una dcada de
casi absoluta sequa de naturalezas. Finalizada la tarea, se volvi a cerrar el grifo de
las concesiones, ya para todo lo que quedaba de reinado, y se ejerci una vigilancia
que aspiraba a ser estricta sobre los extranjeros en general y los portugueses muy
en particular. Nunca se vio mejor que entre 1615 y 1618, cuando un consejero de
Indias designado como nuevo presidente de la Casa de la Contratacin, don Francisco
de Tejada y Mendoza, result comisionado para investigar los abusos cometidos
sobre las condiciones estipuladas en 1608, harto frecuentes, segn opinaba el
Consejo
19
. Tejada deba investigar a todos los extranjeros, pero desde un principio
(y no por casualidad) los portugueses se convirtieron en el principal objeto de sus
pesquisas. Poco despus de llegar, orden que se entrase en las casas de ocho
acaudalados comerciantes portugueses, se requisasen sus libros de cuentas y se les
prohibiese salir de la ciudad hasta nueva noticia. Estos ocho hombres eran cargadores
naturalizados o esclavistas que, por el asiento de negros, no requeran de dicho
trmite. Tejada mand relacin de las cifras que haba conseguido poner en pie tras
16
AGI, (I)ndiferente (G)eneral, lg. 750, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 11 de septiembre de 1608.
17
Existen numerosos ejemplares de esta cdula en el AGI, aunque la forma ms sencilla de conocer su contenido es
consultar el resumen de Recopilacin de leyes de los Reynos de las Indias, 3 vols., Madrid, 1943, III, lib. 9, tt. 27, ley 31.
18
AGI, Contratacin, lg. 50b, s.n.; Autos fechos por el sr. lic[encia]do Thoms de Morales, 1609.
19
AGI, IG, lgs. 752 y 1.136, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 14 de febrero de 1615.
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estudiar sus hojas de contabilidad
20
y explic que, vindolas, por mayor se entender
algo de lo mucho que esta gente a contratado, porque lo ms q[ue] ay viene sin
registrar, cautelndose siempre p[ar]a ymposibilitar las aueriguaiones
21
.
Efectivamente, las averiguaciones de Tejada no haban conseguido demostrar con
datos objetivos los abusos cometidos supuestamente por los portugueses.
Probablemente, eso no significaba que las crticas fuesen desmesuradas, sino que
los encausados haban logrado ocultar sus huellas con la suficiente astucia para que
no fuesen detectadas con posterioridad. Sin pruebas reales, nada poda hacerse,
por lo que en relativamente poco tiempo Tejada tir la toalla y admiti su fracaso
22
.
CUADRO 4: NATURALIZACIONES CONCEDIDAS A PORTUGUESES EN
SEVILLA POR FELIPE IV
Fuente: AGI, Contratacin, legs. 50a, 596a y 596b
A priori la privanza del conde duque de Olivares, cuya defensa de principios
proteccionistas en su poltica econmica ha sido claramente resaltada
23
, debiera
haber supuesto una lnea de continuidad con respecto a lo ya visto durante el reinado
de Felipe III. Los datos referentes a los primeros aos as parecen corroborarlo. En
el trienio comprendido entre 1621 y 1623, aquellos en los que se gestaron y publicaron
(y tambin derogaron) los famosos Artculos de Reformacin, no se concedi ni una
sola naturaleza a ningn portugus. Sin embargo, a partir de 1624 la dinmica
empieza a variar y desde 1628 el nuevo gobierno abre completamente las puertas
de la Carrera de Indias a los comerciantes lusos. Qu sucedi? En nuestra opinin,
la inflexin de 1624 debe ser relacionada con el viaje que Felipe IV y Olivares
realizaron aquel ao a la Andaluca Occidental. Escenario de la nica visita que un
rey espaol hiciese al sur peninsular durante el siglo XVII, aquellas jornadas llevaron
al monarca y su favorito por diversas ciudades, entre ellas Sevilla. La razn
fundamental de aquel viaje estrib en el deseo de que los concejos andaluces
aprobasen el nuevo servicio de Millones pactado recientemente con las Cortes (que
haba encontrado fuerte resistencia entre sus procuradores), pero es bien sabido
que Olivares aprovech la ocasin para observar de primera mano el estado del
comercio sevillano y dictar medidas que lo favoreciesen. Sus decisiones de entonces
evidencian la necesidad de apoyarse en el comercio extranjero. Eso iba en contra de
los postulados mercantilistas de su rgimen, pero no quedaba otra salida ante la
20
AGI, IG, lgs. 752 y 1.136, s.n.; Relacin sucinta y breue de lo que a resultado hasta dos de mayo de 1616 aos contra ocho
portugueses que abajo yrn declarados que an tratado y contratado en las Yndias ocidentales y oro y plata y Reales y
mercaderas que dellas les a benido que tienen iudad por carel por mandado del sr presidente don Francisco de Tejada y
Mendoza cuya rraon se pondra a cada uno de por si, Sevilla, 3 de mayo de 1616.
21
Ibdem, Tejada a Felipe III, Sevilla, 3 de mayo de 1616. Denunciaba que uno de ellos, Jorge de Reinoso, comerciaba
con cdula falsa, lo que parece cierto, puesto que se le deneg en 1609: AGI, IG, lg. 1.431; memorial de Jorge y
Francisco de Reinoso, 1609.
22
SCHFER, E. El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organizacin y labor administrativa hasta la terminacin
de la Casa de Austria, Madrid, 2003, I, p. 196.
23
ELLIOTT, J.H. El conde-duque de Olivares. El poltico en una poca de decadencia, Barcelona, 1998.
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La Corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
innegable insuficiencia del empresariado nacional para devolver a la Carrera de
Indias el esplendor perdido
24
. La novedad ms importante y conocida que entonces
se aprob fue la creacin del Almirantazgo de los Pases Septentrionales, ideado
para proteger y potenciar el comercio con los Pases Bajos, protagonizado en Sevilla
por su poderosa colonia flamenca, posiblemente la nica de dimensiones comparables
a la portuguesa
25
. Junto a esto, deben resaltarse los comienzos de la inflacin de
naturalezas que caracterizase el gobierno de Olivares y que pronto extendiese al
Consulado, hasta entonces predominantemente castellano, los aires cosmopolitas
que podan respirarse por las calles de Sevilla
26
.
Pese a todo, las 34 naturalezas del perodo 1628-1632 denotan un ritmo
claramente superior al de 1624-1627. Quizs no deba descartarse una simple cuestin
de inercias, pero parecen existir motivos ms profundos. Viene a la mente en primer
lugar la famosa alianza financiera establecida por Olivares y los banqueros
portugueses en 1627, consecuencia de la bancarrota de aquel ao y de los deseos
del valido de librarse de los prestamistas genoveses
27
. Se trata de una sospecha
correcta, por cuanto la documentacin demuestra muy a las claras que por esas
fechas comenzaron a concederse naturalezas como adehalas de los asientos
concertados con los capitalistas lusos, lo que convirti a una parte nada despreciable
de la comunidad de cargadores hispalenses en un apndice del ncleo de banqueros
promocionado por Olivares. Pero eso no lo explica todo. Semejante poltica, que
siempre suscit encendidas protestas, continu hasta el final de la privanza de
Olivares, sin que ello permitiese que entre 1633 y 1643 se mantuviera el nivel
alcanzado durante el trnsito entre los aos 20 y 30. Las 21 naturalezas de aquella
dcada final remiten a un ritmo escasamente superior al de 1624-1627, a pesar de
que entonces no dejaron de firmarse asientos en los que las cdulas de naturaleza
servan para devolver parte del dinero prestado. Hace falta, en consecuencia, una
explicacin ms completa para la llamativa poltica de 1628-1632. La fecha de 1628
trae a la memoria el terrible suceso de la derrota en la baha de Matanzas de la flota
del almirante Benavides ante el corsario holands Piet Heyn, quizs la peor adversidad
sufrida por los espaoles durante todos los siglos del monopolio
28
. Para el comercio
sevillano, cuya decadencia ya no pasaba desapercibida para nadie, la prdida de
toda la plata de aquel ao supuso un golpe dursimo, cuyos efectos se proyectaron
sombramente sobre el perodo posterior, reconocido como uno de los momentos
ms crticos. No puede descartarse que Olivares decidiese potenciar la poltica iniciada
en 1624 facilitando casi masivamente la entrada de comerciantes extranjeros para
que revitalizasen la Carrera, maltrecha tras la victoria holandesa en el Caribe, aunque
a despecho de la lgica de esta hiptesis la crisis de la poltica exterior se impone a
nuestro modo de ver como el elemento decisivo en esta cuestin.
24
Ibdem, p. 187.
25
DOMNGUEZ ORTIZ, A. El Almirantazgo de los pases septentrionales y la poltica econmica de Felipe IV, en
Hispania. Revista espaola de Historia, VII, Madrid, 1947, pp. 272-90. Sobre la importancia de la colonia portuguesa
dentro del comercio sevillano y de la vida de la ciudad en general, vase AGUADO DE LOS REYES, J. Lisboa,
Sevilla, Amberes, eje financiero y comercial en el sistema atlntico (primera mitad del siglo XVII), en MARTNEZ
SHAW, C. y OLIVA MELGAR, J.M. (Eds.) El sistema atlntico espaol (siglos XVII-XIX), Madrid, 2005, pp. 101-125.
26
Puede especularse que, al igual que en 1608-1609, se considerase que las naturalizaciones serviran para sacar de
la clandestinidad a un buen nmero de comerciantes que actuaban al margen de la ley. Precisamente, una de las
preocupaciones del Almirantazgo sevillano fueron los portugueses que mantuvieron el comercio con Holanda
pese a las prohibiciones al respecto tras la finalizacin de la Tregua de los Doce Aos. Vase LPEZ BELINCHN,
B.J. Sacar la sustancia al reino. Comercio, contrabando y conversos portugueses, 1621-1640, en Hispania. Revista
espaola de Historia, n. 209, Madrid, 2001, pp. 1.017-1.050.
27
DOMNGUEZ ORTIZ, A. Poltica y Hacienda de Felipe IV, Madrid, 1960, p. 129.
28
DOMNGUEZ ORTIZ, A. El suplicio de don Juan de Benavides. Un episodio de la historia sevillana, en Estudios
Americanistas, Madrid, 1998, pp. 9-28.
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Las fechas en que se repartieron naturalezas a raudales coinciden casi
milimtricamente con las que enmarcaron la guerra de Mantua, al decir de John H.
Elliott, la ms seria equivocacin de la carrera poltica de Olivares
29
. Entre 1628 y
1631, Espaa se entrometi por segunda vez en poco tiempo dentro de los conflictos
sucesorios del estratgico ducado de Mantua y durante esos aos sus ejrcitos
debieron simultanear frentes blicos de mxima exigencia en los Pases Bajos y el
norte de Italia
30
. Los efectivos militares de aquel esfuerzo excesivamente ambicioso
no podran reunirse con facilidad, entre otras cosas por su elevadsimo coste, que
debera conjugarse con el de la armada que acompaase a las flotas, cuyo apresto
resultaba cada vez ms complicado para la Corona. El Consejo de Indias siempre
manifest una notable preocupacin por el conflicto mantuano y en algn momento
incluso se ofreci a mantener 500 soldados hasta que se resolviese
31
. No sabemos
si cumpli su promesa, pero s podemos sospechar que la realiz para evitar que
Felipe IV introdujese todo tipo de expedientes destinados a conseguir dinero rpido
para la guerra. De hecho, apenas dos meses despus de la oferta de los 500 hombres,
ya protestaba por las incautaciones de plata efectuadas en Sevilla para pagar los
ejrcitos que luchaban frente a Francia y los rebeldes holandeses
32
.
La venta de naturalezas constituy un arbitrio comn para conseguir fondos. En
el caso de las ventas directas, no resulta sencillo seguir el rastro del dinero durante
los aos de Mantua, pero no hay duda acerca de la venalidad de muchas de las
ejecutorias entregadas entonces. El Consejo, casi siempre celoso del rumbo de la
poltica indiana, lo denunci abiertamente en 1632, cuando critic a Felipe IV que
se an concedido estos aos algunas [naturalezas] a quatroientos y
quinientos ducados, por otras se an dado a tres mill y a mill y quinientos y
Antonio Nez Gramajo, de la misma nacin [portuguesa] por otra que se le
concedi y facultad de nombrar para otra naturaleza la persona que quisiere, si
bien se apart el fiscal de vn pleyto que contra l se sigua en el Conss por
hauer tratado y contratado en las Yndias, dio catorce mill ducados con que se
sirui a V. Md
33
.
Domnguez Ortiz ha puesto en tela de juicio la suficiencia de esta explicacin,
argumentando que los 500 ducados que pudieran conseguirse por una ejecutoria de
naturaleza poco podran ayudar a la financiacin de la poltica exterior
34
. La cita
anterior sirve para disipar tales suspicacias, puesto que aclara que los 400-500
ducados constituyeron un mnimo no pocas veces superado. Aun as, y pese a que
los 14.000 ducados que pag Nez Gramajo constituyen una cantidad de cierta
notoriedad, el error fundamental consiste en pensar que ese dinero se usaba para
pagar soldadas. Es cierto que 500 ducados no solucionaban demasiado en Flandes,
pero es que esos fondos no se usaban all directamente, sino en la misma Espaa
para tapar los pequeos agujeros domsticos que quedaban desatendidos a causa
de la tirana fiscal de la poltica exterior. Por poner un ejemplo, en 1635, las franciscas
descalzas de Valladolid recordaron al Rey que les adeudaba 200 ducados de la
limosna que se comprometi a pagarles por admitir en el convento sin dote a una
tal Catalina de Peralta y proponan que, para solucionarlo, concediese una naturaleza
al portugus Martn Freyle de Andrade, por cuya graia daua al combento quatro
29
ELLIOTT, J.H. Richelieu y Olivares, Barcelona, 2002, p. 128.
30
Ibdem, cap. 4 y El conde-duque, caps. 9-10. Sobre la primera crisis de Mantua, vase PARKER, G. La Guerra de los
Treinta Aos, Barcelona, 1988, pp. 73-74.
31
AGI, IG, lg. 756, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 28 de marzo de 1629.
32
Ibdem, consulta del Consejo de Indias, Madrid, 20 de mayo de 1629.
33
Ibd., 757, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 7 de mayo de 1632.
34
DOMNGUEZ ORTIZ, A. La concesin de naturalezas para comerciar en Indias, en Estudios Americanistas, pp.
117-134. Este trabajo es, pese a su brevedad, el mejor estudio existente sobre el tema.
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La Corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
mill Rs. Pese a las protestas de los ministros indianos, Felipe IV, que no poda
permitirse faltar a lo prometido a las franciscanas y saba que de ningn otro sitio
podra conseguir el dinero que les deba, dio el visto bueno al proyecto
35
.
La actitud del Consejo no slo responde a un deseo de ajustarse a la legalidad,
sino a la psima reputacin en la que, segn qu crculos, eran tenidos los
portugueses. El Consejo de Indias se hizo eco de tales opiniones en 1633, advirtiendo
sobre el graue inconvuiniente que tiene dar estas naturalezas a portugueses, porque
es en mucho perjuiio del seruiio de V. Mag. as por lo que mira al Gou[iern]o
politico como por el dao del comercio
36
. Segn segua aduciendo en 1634, deban
temerse los inconvenientes que resultaran de conceder semejantes naturalezas,
particularmente a los de la dicha nacin, porque son los que se tienen por cosa
cierta que toda la plata que procede de sus mercaduras la sacan y llevan a reinos
extraos
37
. Ahora bien, las concesiones denunciadas en esta ltima ocasin ya no
provenan de una venta directa, sino de su aceptacin como adehalas de los asientos
firmados por el Consejo de Hacienda con los asentistas portugueses. Las ejecutorias
prometidas como medio de devolucin a los banqueros de los prstamos solicitados
por la Corona conformaron la segunda modalidad venal junto a la venta directa. Se
empez a recurrir a este sistema en 1629, sin duda como consecuencia de la crisis
de Mantua, poca a la que corresponden los asientos ms voluminosos, de ms de
600.000 escudos.
Felipe IV dio al Consejo una respuesta vagamente esperanzadora con respecto a
sus protestas de 1634. En el ao de Nrdlingen, cuando se empezaba a refrenar la
ofensiva sueca en Centroeuropa y la neerlandesa en Flandes, no podan excusarse
las firmas de los asientos ya negociados, pero en el futuro quizs hubiera lugar para
una ley general que frenase la facilidad con que los ministros de Hacienda
aprobaban este tipo de prcticas
38
. Quizs sus homlogos indianos hubiesen debido
exigir entonces una promesa ms firme, porque lo cierto es que, aunque en 1635 el
monarca se comprometi a avisarlo al Consejo de Hacienda para que tenga la
mano en esto
39
, a despecho de que las advertencias sobre la peligrosidad de esa
poltica aumentaron
40
y a pesar incluso de que las ventas directas descendieron
sensiblemente, las naturalezas siguieron poblando las clusulas de los asientos
negociados en los aos sucesivos y, en consecuencia, tiendo de enojo las consultas
que elevaban al monarca. Felipe IV daba largas a su Consejo y evidentemente lo
haca porque reconoca la justicia y correccin de las crticas que le planteaba. Para
quien se preciaba de ser emperador de dos mundos, evadirse resultaba ms sencillo
que reconocerse prisionero de las circunstancias. Sin embargo, en 1639, cuando de
nuevo las pretensiones de las franciscanas de Valladolid (por seguir con el mismo
caso) hicieron resonar por ensima vez las protestas por concesiones inadecuadas
de naturalezas, el soberano no tuvo ms remedio que sincerarse ante sus ministros:
La obra es tan pa como se ve. Si hallsedes otra cosa con q[ue] suplisedes la
cantidad, est bien [negar la ejecutoria]; pero si no, no ay otra cosa menos
perjudicial
41
. Esta escueta apostilla sintetiza la tragedia de un rey. Atrapado por la
35
AGI, IG, lg. 758, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 3 de febrero de 1635.
36
Ibdem, 757, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 25 de agosto de 1633.
37
Ibd., consulta del Consejo de Indias, Madrid, 26 de septiembre de 1634.
38
Ib., Sobre Nrdlingen y la fase sueca de la Guerra de los Treinta Aos, vase PARKER, G. La Guerra de los Treinta
Aos; sobre las alternancias de la guerra de los Ochenta Aos, ISRAEL, J.I. La Repblica Holandesa y el mundo
hispnico, Madrid, 1997.
39
AGI, IG, lg. 758, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 3 de febrero de 1635.
40
Ibdem, 759, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, febrero de 1636, donde se comenta una carta remitida
desde Sevilla por don Pedro de Vivanco, presidente de la Casa de la Contratacin, en la que se analizan los
inconvenientes de las ventas directas y de la conversin en adehalas de asientos.
41
Ibd., 760, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, enero de 1639.
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obligacin moral de auxiliar a la Iglesia y mantener su renombre de monarca catlico
-bien atendiendo a un modesto cenobio femenino, bien defendiendo reinos enteros
contra la hereja; la dimensin no vara la esencia-, sus arruinadas arcas lo obligaban
a recurrir a arbitrios fiscales cuya malignidad no le pasaba desapercibida:
sencillamente no tena nada mejor a su disposicin
42
. Segn parece, el monarca ni
se planteaba el desamparo de la Fe Catlica o la renuncia a la reputacin internacional
de Espaa, no al menos hasta el momento de la ltima exhalacin. Lo contrario
hubiera supuesto la salida del laberinto, pero el sentido del honor tiranizaba tanto o
ms a los reyes que a sus vasallos
43
.
A pesar de todo esto, Felipe IV y el Consejo de Hacienda no debieron ser los
nicos dispuestos a vender naturalezas a los portugueses; posiblemente, ni siquiera
fueran los ms convencidos. Junto a ellos se encontraba el valido, el conde duque
de Olivares, ms difcil de rastrear en la documentacin oficial, pero no por ello
menos responsable de lo que estaba sucediendo. Si los comienzos de su privanza
supusieron el pistoletazo de salida para aquella poca, su cada en desgracia tambin
signific la clausura del ciclo de las naturalizaciones masivas. Podra cuestionarse
qu peso pudo tener la rebelin portuguesa de 1640 en aquel desenlace, pero
habra que responder que muy poco, ms bien nada. Ciertamente, a finales de
aquel ao el Consejo recomend que, a la vista de los sucesos acaecidos en el reino
vecino,
de aqu adelante se cierre la puerta al dar naturaleas a portugueses
que pasen a las Indias o que traten o contraten en ellas i que no permitan que
entren algunos ha habezindarse de nueuo en los puertos, antes se les prohiua,
lo cual es diferente que rebocar y quitar los que oy estan permitidos i casi
naturaliados
44
.
Incluso estos ltimos hubiesen podido tener dificultades despus de que se
secuestrasen los bienes llegados a su nombre en la flota de 1641, sin embargo nada
realmente importante ocurri
45
. Los embargados superaron las dificultades con
relativa facilidad y las concesiones de naturalezas a portugueses no cesaron. En el
mismo ao de 1641, se repartieron tres y entre 1642 y 1643 se firmaron otros
tantos asientos entre cuyas adehalas se encontraban la asignacin de las ltimas
naturalezas a portugueses en Sevilla. Porque en ese momento la dinmica de
concesiones se frena abrupta y radicalmente. Es casual que eso coincida con la
salida del Conde Duque de la Corte? Don Antonio Domnguez Ortiz cuestion
seriamente tal posibilidad con respecto a la desaparicin del poderoso grupo de
asentistas marranos que haba adquirido tanta relevancia para las finanzas regias
desde 1627, acaecida justo entonces
46
. Puesto que en aquellos momentos las ventas
directas eran mnimas y las naturalezas se haban convertido mayoritariamente en
adehalas de los asientos, puede decirse con relativa seguridad que su fin constituy
consecuencia indirecta de la cada de Olivares: primero el valido, luego sus financieros
lusitanos y finalmente los naturalizados (familiares o clientes de stos o los asentistas
42
GELABERT, J.E. La bolsa del Rey. Rey, reino y fisco en Castilla (1598-1648), Barcelona, Crtica, 1997, cap. 2 (cuyo
epgrafe 2.2, pp. 150-216, est dedicado a los arbitrios, aunque sin contemplar entre ellos la venta de naturale-
zas).
43
RODRGUEZ SALGADO, M.J. Un imperio en transicin. Carlos V, Felipe II y su mundo, Barcelona, 1992, pp. 49-61;
DOMNGUEZ ORTIZ, A. La defensa de la reputacin, en Arte y saber. La cultura en tiempos de Felipe III y Felipe IV,
Madrid, 1999, pp. 25-32.
44
AGI, IG, leg. 761, s.n.; consulta del Consejo de Indias, Madrid, 27 de diciembre de 1640.
45
COLLADO VILLALTA, P. El embargo de bienes de los portugueses en la flota de Tierra Firme de 1641 (Anlisis
de las irregularidades normalizadas y del poder lusitano en el comercio indiano de la poca), en Anuario de
Estudios Americanos, XXXVI, Sevilla, 1979, pp. 169-207.
46
DOMNGUEZ ORTIZ, A. Poltica y Hacienda, p. 132.
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La Corona y los cargadores a Indias portugueses de Sevilla (1583-1645)
mismos). En realidad, ningn documento conocido hasta ahora ha avalado esta
hiptesis ni la contraria, pero la mera casualidad se antoja una explicacin insuficiente
cuando, precisamente tambin en el marco de la ausencia de Olivares, las tesis ms
duras contra las naturalezas de los extranjeros en general y los portugueses en
particular van a encontrar un ambiente propicio para su aprobacin. Lo que ni el da
despus de la rebelin general se consider proporcional, vna total y absoluta
reuocaion de todas las dhas naturaleas, se propuso precisamente entonces: el
Consulado lo solicit el 29 de diciembre de 1643; el Consejo lo consult un par de
ocasiones entre 1644 y 1645 y el 22 de abril de ese mismo ao una real cdula
public la conformidad regia
47
.
La cdula de 1645 no imposibilitaba totalmente la reinsercin de los portugueses
que vieron anuladas sus licencias. Quienes demostrasen realmente tener las
condiciones exigidas en las leyes de Felipe III podran recuperar sus privilegios y
algunos lo consiguieron, aunque no muchos. Parece que la mayora de los
naturalizados entre 1628 y 1643 no revalid sus ttulos e incluso se dira que no hizo
ningn esfuerzo por conseguirlo. Tampoco se naturalizaron nuevos portugueses en
Sevilla y eso resulta indicio claro de una nueva poca. Ya hemos mencionado algunos
de los factores que provocaron el cambio, esencialmente los polticos: el fin de la
privanza y la consolidacin en su ausencia de la rebelin portuguesa, triunfante a la
postre tras el infame tratado de 1668. Pero esto no lo resume todo, puesto que en
la segunda mitad del siglo XVII vuelven a registrarse algunas naturalizaciones, pero
no en Sevilla, sino ya exclusivamente en Cdiz. Tal circunstancia nos remite a la
conocida rivalidad entre los dos principales puertos bajoandaluces, condenados a
un enfrentamiento en el que el auge del uno significaba el declive del otro y viceversa.
A mediados de siglo, Cdiz haba apolillado ya muy profundamente la prosperidad
de Sevilla, algo que la peste de 1649 dej dramticamente al descubierto. En
consecuencia, la crisis de la comunidad de cargadores lusos sevillanos no slo fue
consecuencia del nuevo ambiente poltico de la Espaa post-olivarista, sino tambin
de la decadencia general de la ciudad. Los extranjeros, entre ellos los portugueses,
supieron ver que, por su carcter de puerto cerrado, era menos propicia al fraude
aduanero que la amplia baha gaditana, por lo que decidieron emigrar y abandonar
Sevilla a una suerte incierta. Huan de las exigencias fiscales de la Monarqua, que,
salvo durante el parntesis mercantilista de Felipe III, les haba ofrecido privilegios
no desdeables durante la Unin de las Coronas
48
. Y es que en el intento de pacto
entre dos socios nada altruistas, el ms truhn termin sacando mayor tajada.
47
AGI, IG, lg. 764. Incluye las cartas del Consulado y las consultas del Consejo sobre el tema. AGI, Contratacin, lg.
50a, s.n.; real cdula de Felipe IV, Zaragoza, 22 de abril de 1645.
48
DOMNGUEZ ORTIZ, A. Poltica y Hacienda, p. 293.
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Jos Manuel Daz Blanco
CUADRO 5: PORTUGUESES NATURALIZADOS EN SEVILLA
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LA JORNADA DE FELIPE III A PORTUGAL: CEREMONIA Y
NEGOCIACIN POLTICA
1
FELI PE I I I S J OURNEY TO PORTUGAL: CEREMONY AND POLI TI CAL
NEGOTI ATI ON
J. Jaime Garca Bernal
Departamento de Historia Moderna
Facultad de Geografa e Historia
Universidad de Sevilla
Mara de Padilla, s/n
41004 SEVILLA
[email protected]
RESUMEN: La visita de Felipe III al reino de Portugal, en 1619, para jurar sus
privilegios y recibir, a su vez, el reconocimiento de sus vasallos a la sucesin de
su hijo el prncipe don Felipe, fue un acontecimiento con gran densidad de signi-
ficados polticos. Desde el recibimiento a Felipe II de 1581, acontecimiento que
supuso la refundacin del reino sobre las bases de los acuerdos de las Cortes de
Tomar, no se haba producido una estancia del monarca en su corte de Lisboa.
La jornada real y las ceremonias celebradas en Lisboa dieron lugar a una
amplia literatura poltica, dividida en la interpretacin del acto de juramento del
rey; para unos requisito esencial en la constitucin del reino; para otros, deci-
sin voluntaria y gratuita del soberano. Se estamparon un buen nmero de
relaciones sobre estas celebraciones que, en general, acuan una imagen
soberanista y prudente del rey Felipe, segundo para los portugueses. En esta
comunicacin se analizan nicamente las publicadas por los impresores Juan
Serrano de Vargas y Francisco de Lyra, destinadas a un pblico urbano, lector
de las noticias cortesanas.
Proponemos una lectura ideolgica de estos relatos ceremoniales, con espe-
cial atencin a la representacin de las figuras de autoridad, sus gestos y parla-
mentos: el Duque de Braganza, su primognito el de Barcelos, el rey Felipe III y
su hijo, adems de otros grandes y prelados del reino. En la segunda parte del
artculo examinamos la dimensin pblica del monarca que consolida, en Lisboa,
la tradicin del rey invisible pero omnisciente.
ABSTRACT: Felipe IIIs visit to the reign of Potugal in 1619, in order to
swear its privileges and receive, at the same time, the acknowledgment of its
vassals to his son don Felipes succession, was an event filled with a great political
importance. Since the reception to Felipe II in 1581, an occasion that meant the
reestablishment of the kingdom upon the bases of the agreements of the Cortes
de Tomar, the monarch had never been present in his court in Lisbon.
1
Este trabajo forma parte del Programa I+D La Ciudad letrada en el Mundo Hispnico de los siglos XVI-XVII: Discursos
y Representaciones (HUM 2005-07069-C05-05HIS), financiado por la Subdireccin General de Programas de In-
vestigacin del Ministerio de Educacin y Ciencia.
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The Royal journey and the several ceremonies that occurred in Lisbon produced
extended political literature, divided in the interpretation of the swearing act of
the king; for some it was an essential requisite in the constitution of the kingdom;
for some others, it was just a voluntary and gratuitous decision of the monarch.
A great number of reports dealing with these celebrations were impressed, and,
in general, they show a wise sovereign image of King Felipe, Felipe II for the
Portuguese. In the present essay we only analyze those published by the printers
Juan Serrano de Vargas and Francisco de Lyra, directed to the urban public,
readers of Court news.
We suggest and ideological reading of these ceremonial reports, with special
attention to the representation of authority figures, their gestures and speeches:
the Duke of Braganza, his first born the Duke of Barcelos, the King Felipe II and
his son, apart from others by grandes and clergymen of the kingdom. In the
second part of the essay we examine the public dimension of the monarch, who
consolidates in Lisbon the tradition of the invisible but omniscient king.
IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 105 - 115
ISBN: 978-84-612-3264-2
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La jornada de Felipe III a Portugal: ceremonia y negociacin poltica
La jornada de Felipe II a Portugal, en 1581, sancion el pacto poltico por
el que el reino de Portugal se incorporaba a la Monarqua de los Austrias.
Despus de la tragedia de Alcazarquivir, un amplio sector de portugueses dio
la bienvenida al rey catlico como nica esperanza de la conservacin del
reino. La antigua corona lusitana figur, desde entonces, entre los ttulos del
soberano espaol, y ste rein, en Portugal, como Felipe I, siguiendo el
orden sucesorio de tradicin lusa
2
.
La intitulacin del primero de los Felipes es un ndice de los principios que iban a
regular el vnculo poltico entre el reino y el nuevo soberano, caracterizados por el
respeto a las leyes e instituciones portuguesas y la consolidacin de un organismo
consultivo, el Consejo de Portugal, con fuerte peso de los naturales o regncolas. La
presencia personal de los Habsburgo en Lisboa va a ser, desde entonces, reclamada
como garanta de constitucionalismo
3
.
Sin embargo, el reino de Portugal habr de esperar hasta 1619 para recibir, de
nuevo, a un monarca espaol. Felipe III dilat la visita y, por tanto, el juramento de
los privilegios del reino de Portugal por motivos que difcilmente podan ocultar la
voluntad de demostrar que tal acto dependa de su graciosa decisin soberana y no
era, en consecuencia, cuestin sujeta a negociacin poltica
4
.
Si el recibimiento de 1581 que lig al reino portugus con la Monarqua Hispana
ha sido objeto de notables estudios, no ha ocurrido lo mismo con los acontecimientos
que rodearon la tarda visita de Felipe III (segundo para los portugueses) y de su
hijo el prncipe don Felipe en la primavera y verano de 1619. Ms que el
reconocimiento de las libertades portuguesas, el objetivo del monarca espaol fue
vincular a su primognito a la sucesin de la corona del pas vecino mediante el
juramento de fidelidad de los grandes de aquel reino
5
.
La estancia de Felipe III en Portugal puede considerarse, por tanto, una
demostracin de la voluntad soberanista de Felipe III, apoyada en el principio del
derecho de sangre y la justificacin divina del poder de los reyes, que se afirma
frente al modelo de la monarqua mixta o de contrato, justo en el momento de
mayor solidez y prestigio de la dinasta Habsburgo, cuando est muy avanzado el
proceso de formacin de una sociedad cortesana en Portugal. El acto del juramento
gener una amplia literatura poltica que aqu no podemos apenas enunciar y que
tendr consecuencias en el futuro gobierno del reino. Un asunto de tal calado es
susceptible de distintas lecturas. En siguientes lneas, que no aspiran a ser ms que
un apunte, abordaremos nicamente la dimensin ceremonial de la visita de 1619,
sobre la base de las relaciones de solemnidades que se publicaron a lo largo de
aquel ao, atendiendo especialmente a las que generaron las prensas sevillanas de
Francisco de Lyra y Juan Serrano de Vargas que compitieron por ofrecer al pblico
2
Otros, sin embargo, desconfiaron de que la solucin se hallara en la agregacin de dominios bajo la Monarqua de
Felipe II. Sobre el debate entre los partidarios del reino por s frente al ser con otros en una corona, vase:
BOUZA LVAREZ, F. Portugal en la monarqua hispnica (1580-1640). Felipe II, las Cortes de Tomar y la gnesis del
Portugal catlico, Madrid, Universidad Complutense, 1987, t. I, pp. 180-183.
3
El Portugal dos Filipes es la forma clsica para referirse a la etapa de los Austrias en Portugal. Menos comn es el
trmino Governo dos reis espanhois. Fernando BOUZA (ut supra) ha propuesto el de Portugal catlico.
4
La mejor aproximacin a este asunto de la que nos sentimos deudores en algunos planteamientos de este trabajo
se encuentra en: CARDIM, P. Entre cirimonia y sustancia. Felipe III y el juramento de los fueros de Portugal,
ponencia presentada en la reunin cientfica Fiesta, Religin y Poltica en la Edad Moderna (Zaragoza, 25, 26 y 27 de
octubre de 2006) [en prensa].
5
Sobre la dimensin ceremonial de las reuniones de Cortes en Portugal: CARDIM, P. As Cortes de Portugal (sculo
XVII), Lisboa, Universidade Nova, 1993, pp. 112-159.
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J. Jaime Garca Bernal
castellano el reportaje ms directo y completo de los acontecimientos de la corte en
Lisboa
6
.
I. LAS NUEVAS DE LA CORTE Y EL LECTOR URBANO
La resolucin de la visita de Felipe III a Portugal se vena gestando desde principios
del ao 1619. Los requerimientos del antiguo reino no podan seguir ignorndose y
el Consejo de Estado decidi no retrasar ms la jornada prevista para el 21 de abril,
pese a la inesperada noticia del fallecimiento del Emperador Rodolfo II, que haba
puesto a la corte de luto. As que aquel domingo de primavera, despus de medioda,
comenzaron las prevenciones para desplazar hasta Lisboa la imponente comitiva
real que estaba formada por ms de 5.000 personas.
En paralelo a la organizacin de la jornada, se orquest un despliegue informativo
sin precedentes destinado a transmitir un discurso vivo y directo de los
acontecimientos a un pblico urbano vido de las noticias de la corte
7
. Una densa
red de testigos e informadores, advertidos por los propios impresores, sirvieron
cartas y relaciones manuscritas que llegaron por medio de los correos hasta Sevilla
8
.
Juan Serrano de Vargas y Urea, impresor especializado en las relaciones de
sucesos, tom la iniciativa en Sevilla, anunciando en la primera de las relaciones
que conocemos la publicacin de toda una serie sobre la jornada real. Vargas creaba,
de este modo, la expectacin sobre un acontecimiento que l mismo pretenda
satisfacer:
Aduierta el curioso Lector que el ttulo desta relacin incluye y es cabea de
diez o doze relaciones que se han de imprimir (siendo Dios seruido) de las gran-
dezas desta jornada (...) Todo lo qual ser muy verdadero... En todas se citar
quin emba la relacin y a quin...
9
Pero los planes del impresor sevillano no se cumplieron totalmente. Su coleccin
no pasara de la cuarta copia, y an desde la segunda entrega tuvo que soportar la
competencia de otros editores, como fue el caso de Francisco de Lyra.
Oriundo de Portugal, los pliegos que hizo circular Lira pudieron beneficiarse de
sus contactos en Lisboa donde haba trabajado a principios del siglo en obras
6
La vocacin periodstica de Juan Serrano de Vargas y Urea se evidencia en el impulso que dio a publicaciones
seriadas sobre temas de actualidad internacional o local. Al final de su vida, en Mlaga, firma alguno de sus
impresos como autor. Cfr. ESPEJO, C. y ALAS, A. Juan Serrano de Vargas, impresor y mercader de noticias, en
LPEZ POZA, S. (Ed.). Las noticias en los siglos de la imprenta manual, A Corua, SIELAE, 2006, pp. 37-48. Sobre el
papel de Sevilla como plaza de difusin de relaciones de sucesos, vase: REDONDO, A. Sevilla, centro de Relacio-
nes de sucesos, en torno a 1600: Fiebre noticiera y narrativa, en RUZ PREZ, P. y WAGNER, K. (Eds.) La cultura en
Andaluca. Vida, memoria y escritura en torno a 1600, Estepa, Ayuntamiento de Estepa, 2001, pp. 143-184.
7
BOUZA, F. Cortes festejantes. Fiesta y Ocio en el Cursus Honorum castellano, Manuscrits, 13, 1995, pp. 185-203.
8
Como ha puesto de relieve Carmen Espejo, Serrano de Vargas era consciente de esta funcin mediadora y revela
al lector, como signo de transparencia y honestidad de su oficio, la lista de corresponsales que le proporcionaron
la informacin. Vid. ESPEJO, C. y ALAS, A. Juan Serrano de Vargas..., op. cit., p. 44.
9
DISCVRSO/ Y RECOPILACION/ vniuersal, de la jornada que su Magestad haze/ desde su Real Corte al Reyno de Portugal./
En que se har larga relacion del recibimiento en la ciudad de Badajoz, Cor/ tes de la villa de Tomar, y solene juramento de
los Grandes de Portugal:/ grandioso recebimiento en Lisboa, arcos, hieroglificos, epigramas, y ver-/ sos Latinos y Espaoles:
costosos fuegos e inuenciones de mar y tierra, tor/ neos, sortijas, mascaras y encamisadas, y otras muchas grandezas,/
diuidido en diuersas copias puntuales y verdaderas./ PRIMERA COPIA/ Como su Magestad salio de Madrid, que dia, y con
que acompaamiento, y/ la orden que dex acerca del gouierno de Castilla, grandioso aparato de su/ recamara, criados y
caualleriza, y otras cosas notables, Sevilla, Juan Serrano de Vargas, 1619. Biblioteca Universitaria de Sevilla (BUS): 109/
85 (n 41; antiguo 52).
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La jornada de Felipe III a Portugal: ceremonia y negociacin poltica
devotas
10
. Su Tercera Copia de las fiestas de Lisboa comienza con un elogio a su
ciudad natal que sirve de introduccin a las grandezas festivas
11
.
En todo caso, ambos impresores se retiran del primer plano de la actualidad
portuguesa despus de la Cuarta Copia, bien fuera porque el asunto poltico que se
debata haba quedado suficientemente tratado en los pliegos anteriores, bien por el
natural descenso de inters del pblico en una jornada que se dilataba demasiado
tiempo
12
. El relevo lo toman las prensas catalanas, activadas por el inters de la
lite poltica barcelonesa en los asuntos del pactismo poltico que se trataban en
Portugal
13
.
La rivalidad entre los dos impresores sevillanos se pone de manifiesto en las
estrategias retricas y narrativas de las ltimas relaciones. Mientras Lira apuesta
por la descripcin detallada de las prevenciones festivas dando cuenta, por ejemplo,
del puente de madera que se colg entre san Pablo y el Palacio, Serrano de Vargas
persevera en su relato de las ceremonias de juramento. El portugus se ve obligado
a justificarse cuando describe, en otro folleto, la procesin del Corpus que Felipe III
presenci oculto en algn lugar del desfile:
Y para quitar dudas aduierta el curioso letor, que no porque de una
misma cosa salgan dos Relaciones diferentes, dexan ambas de tener la misma
verdad, porque vnos escriuen lo que otros no aduirtieron , particularmente que
muchas vezes se cuenta vna misma cosa por diferentes modos, y no por esso se
deue o puede imputar de fabulosa
14
Francisco de Lira aprovecha adems, como antes lo hiciera Vargas, para anunciar
las prximas entregas de su reportaje, recordando al lector que el rey entrar por
segunda vez en Lisboa el da de san Antn
15
.
II. LAS CEREMONIAS DE 1619 Y LA IMAGEN DEL REY SOBERANO
Escritas para un lector castellano, amante de las noticias de la corte, si no
participante l mismo de la vida de palacio, las relaciones que se publicaron en
Sevilla exponen una visin oficial y monrquica de los rituales que tuvieron lugar en
10
DOMNGUEZ GUZMN, A. La imprenta en Sevilla en el Siglo XVII, 1601-1650 (Catlogo y anlisis de su produccin),
Sevilla, Universidad de Sevilla, 1992, pp. 25-27.
11
TERCERA/ RELACION/ DE LAS GRANDIOSAS / FIESTAS, QVE LA CIVDAD DE LIS-/ boa tiene preuenidas, para recebir a la
Catolica Mages-/ tad del Rey don Felipe III nuestro/ seor./ Dase relacion de algunas grandezas de aquel lugar, gastos/
colgaduras, fuegos, y otras cosas del mismo/ proposito, Sevilla, Francisco de Lyra, 1619. BUS, 109/85, n 42 (antiguo 46).
12
CUARTA COPIA DE LISBOA. Procesion solemne y fiestas grandiosas que hizo la ciudad de Lisboa... y como aquel dia paso S.
M. encubierto de Almada a Lisboa y estuvo en una ventana presenciandolas. Sevilla, Juan Serrano de Vargas, 1619. Lo
recoge AGULL COBO, M. Relaciones de sucesos I: aos 1477-1619, Madrid, CSIC, 1966 (n 736). Agull cita,
asimismo, una copia de Francisco de Lyra: CUARTA COPIA. Procesion y fiestas del Corpus que la ciudad de Lisboa hizo,
asistiendo en secreto a ellas don Felipe III...., que toma de: PALAU Y DULCET, Manual del librero hispanoamericano,
Barcelona, 1951, t. IV, n 65.601.
13
Relacion nveva, verdadera y muy differente de las que hasta agora se han impresso, donde se trata por estenso de los
solenes recebimientos, fiestas y autos que a su catolica magestad del Rey don Felipe nuestro Seor y Principes han hecho en
la entrada del reyno de Portugal las ciudades de Eluas, Estremos y Euora: con todo lo que su magestad respondio en lengua
portuguesa al alcalde mayor de Lisboa y regidores, prometiendo guardarles sus fueros, leyes, priuilegios y hazerles mercedes
: embiado oy a 8 de Iunio de la Corte a vn cauallero desta ciudad, Barcelona, Gabriel Graells, vndese en la librera, en
casa de Miguel Gracian, 1619.
14
SOLEMNE/ PROCESSION/ Y FIESTAS DEL CORPVS,/ QVE LA CIVDAD DE LISBOA HIZO,/ assistiendo de secreto a ellas la
Catholica Magestad de/ el Rey Don Felipe III nuestro/ seor/ Dase cuanta de los carros, danas, colgaduras, altares, versos,/
y otras cosas, que en este ocasion vuo, y del lugar en que/ assistio el Rey nuestro seor, y los/ Principes, Sevilla, Francisco de
Lyra, 1619. BUS. 109/85 (n 122, antiguo 130).
15
Ibdem, f. 1v.
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J. Jaime Garca Bernal
Lisboa, sin impugnar en ningn caso, la interpretacin absolutista de la toma de
posesin del reino que se escenific en la primavera de 1619. Cosa distinta es la
opinin que corri en algunos circuitos nobiliarios y eclesisticos, prximos a la casa
de Braganza, por medio de memoriales o sermones que evidencian una crtica ms
o menos velada a las formas ceremoniales que exhibi la delegacin espaola en
Lisboa
16
.
El tono encomistico predominante en las relaciones examinadas no impide, sin
embargo, adivinar las fricciones rituales que se vivieron en aquella jornada que, en
ocasiones, salen a relucir de manera palmaria. El punto de referencia siempre son
los acuerdos de Tomar, aducidos como garanta del equilibrio y de la paz del reino
17
.
En aquellas Cortes de 1581, y en los acuerdos posteriores (hasta la configuracin
del Consejo de Portugal en 1583)
18
se pusieron las bases de las instituciones
jurisdiccionales portuguesas, con el compromiso de la continuidad y la garanta de
una autonoma poltica dentro de la arquitectura de la Monarqua
19
. Sin embargo, la
prctica del poder fue introduciendo en Portugal, aunque con ms renuencia que en
otros reinos, el estilo de gobierno ministerial que se afirmaba por doquier. El recurso
a las juntas, como el papel tutelar de los validos, se dej sentir durante los virreinatos
de la etapa de Lerma, aunque sera ms acusado con el conde-duque
20
.
Como resultado de esta evolucin, a las alturas de 1619, la interpretacin de las
decisiones tomadas en las Cortes de Tomar estaba sujeta a discusin. La tradicin
letrada defenda el concepto de razn de estado (razao) necesaria para buen gobierno
de la Monarqua y la fidelidad de los sbditos. Mientras que los cronistas e historiadores
de su majestad ponan por delante la voluntad del rey (vontade)
21
. Segn estos
ltimos el juramento de las leyes portuguesas era una decisin que dependa de la
gracia del rey y no sustancia inherente a la constitucin portuguesa
22
.
Esta es la explicacin que corre, sutilmente, en los pliegos sueltos publicados por
las imprentas espaolas, tal como se infiere de la descripcin del ceremonial de la
entrada de Felipe III, de la procesin del Corpus y del solemne juramento celebrado
en palacio. Vamos a repasar, a continuacin, algunos indicios de esta imagen de la
Monarqua que proyectan las relaciones de fiestas examinadas, con la certidumbre
de que el inventario que proponemos habr de completarse y matizarse a la luz de
los otros discursos.
Para empezar, los textos arrojan una representacin de los espacios de poder
que no tiene nada de inocente. Desde el comienzo del Discurso y Recopilacin
16
CARDIM, P. Ceremonial and Ritual in the Cortes of Portugal (1581-1698), Parliaments, States and Representation,
12(1), 1992, pp. 1-14.
17
BOUZA LVAREZ, F. Portugal en la Monarqua..., op. cit., especialmente los captulos dedicados al Estatuto de Tomar
de 1581 y las Cortes de Lisboa de 1583: El espritu de Tomar. Entre el pacto y la merced real, pp. 208-477. La
inauguracin de un tiempo de concordia se declara, por ejemplo, en la declaracin que pronunci el obispo de
Leira, Dom Antnio Pinheiro, en la reunin del 16 de abril de 1581 (Ibdem, pp. 218-219).
18
Todas las instituciones portuguesas herederas del sistema polisinodial permanecieron en vigor, si bien fueron
retocadas y codificadas en algunos casos: as las Ordenaoes Filipinas de 1582. La formacin del Conselho da Fazenda
en 1591. Y la divisin territorial de los tribunales de justicia realizada por Felipe II en 1582. Vid. ROMERO
MAGALHAES, J. Filipe II (I de Portugal), en Idem, No alvorecer da modernidade, t. III de MATTOSO, J. Histria de
Portugal, Lisboa, Estampa, 1993, pp. 568 y ss.
19
HESPANHA, A.M. As faces de uma revoluao, Penlope. Fazer e desfazer a Histria, 9-10, 1993, pp. 7-16.
20
FERS CARRASCO, A. Gobierno de Corte y Patronazgo Real en el reinado de Felipe III (1598-1618), Madrid, UAM,
1986. BOUZA LVAREZ, F. La soledad de los reinos y la semejanza del rey. Los virreinatos de Prncipes en el
Portugal de los Felipes, en GANCI, M. y ROMANO, R. (Eds.), Governare il mondo. Limpero spagnolo dal XV al XIX
secolo, Palerme, Societ Siciliana per la Storia Patria, 1991, pp. 125-139.
21
SCHAUB, J.-F. Le Portugal au Temps du Comte-Duc dOlivares (1621-1640). Le conflit de jurisdictions comme exercise de
la politique, Madrid, Casa Velzquez, 2001, p. 53.
22
CARDIM, P. Ceremonial and Ritual in the Cortes..., op. cit. passim.
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La jornada de Felipe III a Portugal: ceremonia y negociacin poltica
Universal descolla la jerarqua dentro de la unidad en la que no faltan los nobles e
hidalgos portugueses. El lunes 22 de abril, dice el relator, salieron las carrozas de la
casa del rey, luego el acompaamiento del prncipe, precedidos por las guardias
tudesca y espaola. Detrs iban los grandes y ttulos en gran nmero y, el martes,
se incorporaron 1.500 portugueses. Pero ms interesante es la apostilla final:
En la entrada de aquel Reyno (conforme a las capitulaciones que su Magestad
del prudente y Catolicssimo Rey don Felipe Segundo... fue seruido de conceder
a los Portugueses) han de seruir toda la casa Real los naturales, no vsando de
sus oficios los criados de la casa de Castilla, en tanto que su Magestad estuuiere
en Portugal. Ha se conseruado en aquel Reyno desde que muri el Rey don
Sebastin las colgaduras, joyas, plata y oficios de su Real palacio
23
Expresin del estrecho lazo de la nobleza cortesana con la casa de los Austrias,
el privilegio de los naturales el servicio al rey de Espaa es un signo inequvoco de
la concepcin patrimonial de la Corona sobre el dominio portugus, cada vez ms
alejada de la idea de pacto, y a la inversa, ms prxima al concepto de seoro
natural que se expresa en la ceremonia de la Corte.
As tambin se observa en los gestos de vasallaje de los grandes del reino, que
obsequian al monarca con los mejores adornos de su recmara y acogen a la comitiva
de manera esplndida. Es el caso del Duque de Barcelos, mayorazgo de la Casa de
Braganza, que sorprende al monarca castellano con un imponente obsequio de caza
y volatera, cuando el 11 de mayo Felipe III cruza la raya de Portugal: 300 venados,
100 vacas, 2.000 carneros, 2.000 conejos, 4.000 gallinas, 2.000 pares de pavones,
4.000 pichones, 4.000 pollos, 2.000 jamones y grandssima cantidad de regalos
dulces, pan, vino, frutas del tiempo, y otras cosas de mucha estima
24
.
Una vez asentado en Lisboa, Felipe III se converta en Felipe II, rey de Portugal.
El Consejo de Portugal, alter ego de su Majestad en su ausencia, se disolva de
inmediato y comenzaban las ceremonias de la Corte real.
25
Los grandes y prelados
portugueses desempeaban las funciones de sus homlogos madrileos: el duque
de Braganza fue a recoger al rey a su aposento. El de Torresnovas, primognito del
de Avero, tomaba su mano derecha junto con el Marqus de Villarreal, mientras le
hacan pareja los de Alenquer y Castelrodrigo. El componedor del relato de esta
ceremonia aade no huuo ningn castellano, un modo de enfatizar, de nuevo, la
condicin mayesttica del segundo de los felipes en su corte lusitana. La apostilla
serva, adems, para asentar la imagen oficial de naturales del reino portugus de
los ltimos virreyes, Cristbal de Moura, marqus de Castel Rodrigo y Diego de
Silva, marqus del Alenquer, condicin muy cuestionada por los sbditos
portugueses
26
.
23
DISCVRSO/ Y RECOPILACION/ vniuersal, de la jornada que su Magestad haze/ desde su Real Corte al Reyno de Portugal...,
op. cit., f. 2ro.
24
COPIA SEGVNDA/ MARAVILLOSO/ INSIGNE Y COSTOSO/ Arco, o Puerta, que los Ingleses han hecho en el Pilourio/ viejo,
por donde ha de entrar su Magestad en Lisboa./ Refierese el modo, traa y architectura del, quadros de pintura, figuras de
medio relieue y de bul/ to, su adorno, joyas, ricos vestidos y armas, historias, enigmas y hieroglificos con sus de-/ claraciones:
versos Latinos y Espaoles, y otras muchas curiosidades./ Dase assi mismo quenta del grandioso presente que a su Magestad
hizo el Duque de Bergana:/ y del numero de criados que le acompaaron hasta donde le fue a recebir: y de las muchas pro-
/ uisiones y bastimentos que tuuo preuenidos para los Grandes, seores y criados. Dizese assi mis/ mo donde esta al
presente su Magestad, y que diua entrara en Lisboa: y de la salua, fuegos y lumi/ narias que aquella ciudad hizo el dia que
su Magestad lleg a la vista della, a Almada, lu-/ gar de la otra vanda del rio, media legua en frente de Lisboa./ Sevilla, Juan
Serrano de Vargas, 1619. Biblioteca Capitular y Colombina: 59-5-25 (6).
25
En Madrid permaneci el Duque de Infantado como mayordomo de su majestad.
26
CORONACION/ DE LA MAGESTAD DEL/ Rey don Felipe Tercero nuestro Seor./ IVRAMENTO/ Del serenissimo Principe de
Espaa su hijo. Ce-/ lebrado todo en el Real Salon de Palacio, en la/ ciudad de Lisboa, Domingo catorce de Iulio./ Dase
quenta de la forma y ceremonias con que se celebraron estos solenes Actos..., Sevilla, Juan Serrano de Vargas, 1619. BUS,
109/85, n 70 (antiguo 78).
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Especialmente criticada haba sido la misin del Marqus del Alenquer, un
madrileo de origen portugus que obtuvo el privilegio de naturaleza por voluntad
expresa de Felipe II, algo que no escap a la corriente cada vez ms numerosa de
los que se sentan descontentos y agraviados por la forma de gobernar el reino
27
.
Ms adelante, en esta misma relacin, que forma parte de la serie que edit
Serrano de Vargas, se narra, con todo detalle, la ceremonia del juramento del rey y,
a su vez, del reconocimiento del heredero por parte de los sbditos portugueses.
El primer pasaje que nos interesa es la procesin interior que condujo al rey
hasta el saln donde se produjo el juramento. La estricta etiqueta ceremonial se
quebr dos veces, segn la interpretacin que da nuestra relacin, por la arrogancia
del Duque de Braganza y, en ambas ocasiones, sali reforzada la imagen prudente,
pero firme, de Felipe III en defensa del ejercicio de su poder jurisdiccional. El primer
desacato fue descubrirse, sin permiso, al entrar en el aposento real:
Al entrar el de Bergana el Rey y el Prncipe le quitaron la gorra, y su Mag.
le mand cubrir, y puso el Estoque en la mano (...).
Al comenzar a andar el acompaamiento, el de Braganza volvi a cubrirse,
mientras haca lo posible por retrasarse para ir a la par del monarca. El rey mand
al conde de Portalegre que ordenara al Duque descubrirse:
a que respondi: Su Magestad me mand cubrir y no me ha dicho otra
cosa; el Conde le dixo: su Magestad me mand esto, V. Excelencia vea lo que
quiere hazer. A esto alarg su Magestad el paso, y le dixo: Duque, descubierto
aueys de ir, que ass fue vuestro padre y abuelo, yuase deteniendo por igualar
con el Rey, y dos veces le dixo, que fuesse adelante, siruiendo su oficio
28
El desacato se repiti en el cortejo de regreso. El Duque volvi a cubrirse y
desafi al rey, colocndose a su lado, sin respetar la distancia que marcaba la
superioridad natural del primero. Escena de ceremonia, drama desafiante, que la
relacin trasmite para elogiar la entereza del monarca y la volubilidad del Duque:
Este es mi lugar y orden de yr siruiendo a V. Magestad, y el Rey mi seor
(que est en gloria) padre de V. Magestad, guard lo propio. A que respondi el
Rey: Yo estoy bien informado de lo que hizo mi padre, anda y descubros. El
Duque lo hizo diziendo: Yo no quiero mas consequencia que el seruir a V. Magestad
como fuere su voluntad
29
El juramento del rey se desarroll sin mayores contratiempos, de acuerdo a las
frmulas tradicionales. El obispo de Miranda inici el razonamiento:
el gran contento conque su Mag. se hallaua en auer venido a este Reyno, lo
mucho que lo aua desseado, que aunque ava veinte y vn aos que aua de
auerles jurado sus priuilegios, no lo aua hecho por sus ocupaciones, que aora de
su voluntad los quera jurar y guardar, y que tambin quera que le jurassen su
hijo, de quien dixo muchas alabanas...
La respuesta correspondi a Nuo de Fonseca:
dixo a su Mag. muchos agradecimientos a su venida, y a la merced que les
haza en quererles jurar sus priuilegios, y que se huuiesse dignado de visitar
aquel Reyno... y que tenan mucho gusto y estauan prestos de jurar al serenssimo
Prncipe su hijo, como su Magestad lo mandaua
30
27
BOUZA LVAREZ, F. Portugal en la Monarqua..., op. cit, t. II, p. 836.
28
Ibdem, f. 1vo.
29
Ibd., f. 2vo.
30
Ib., f. 2ro.
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La jornada de Felipe III a Portugal: ceremonia y negociacin poltica
Finalmente, el juramento del rey en lengua portuguesa:
Que juraua a Dios... de guardar los priuilegios y gracias que los Reyes sus
antecessores los auan dado, y en sus buenas y loables costumbres, y gouernarlos
y administrarlos en paz y en justicia, y defenderlos y hazer en todo quanto con
sus fueras como hombre humano pudiesse.
Pero el principal objetivo de la visita de Felipe III al reino vecino era la vinculacin
de su hijo a la sucesin, testimonio que afirmaba un derecho de sangre, por encima
del concepto de monarqua de contrato. El conde de Vilanova fue el encargado de
leer el cartapacio que deca que los haba convocado para que prestasen juramento
su heredero legtimo. Y as hizo el duque de Barcelos:
(...) y que desde aora para entonces le daua la obediencia y le tendra por
su Rey y seor natural, y que con quien tuuiesse guerra la tendra, y conseruara
paz con quien la tuuiesse y que en seal de possesin le besaua la mano
Cuando fue a besar la mano al rey, comenta el texto, ste le alz por los hombros,
con gesto risueo y le abraz fraternalmente. Con este gesto de gracia concluye la
segunda entrega de la crnica circunstanciada de Serrano de Vargas. Un signo que
expresaba la superioridad del poder real, basada en el derecho divino. No dependiente,
por tanto, de la reactualizacin peridica de un contrato entre el rey y el reino como
haban tratado de defender y exhibir personalmente algunos de los nobles
portugueses.
Un jurista portugus de la poca, Pedro Barbosa de Luna, obtena un interesante
corolario de este concepto: Portugal deba figurar por delante de Aragn entre los
reinos de la Monarqua en la medida que el poder del rey era all absoluto y libre, no
limitado por el acuerdo expreso del reino reunido en Cortes
31
.
III. EL REY OCULTO Y LA MONARQUA MANIFIESTA
Los preparativos para la solemne entrada de mayo de 1619 fueron seguidos de
festivos homenajes que rindieron las diferentes comunidades residentes en el reino.
Cada una de ellas alz uno de los arcos del recorrido de la entrada y encarg un
panegrico de su traza, publicado en las prensas lisboetas de Pedro Craesbeeck
32
.
Entre los lectores sevillanos, sin embargo, tuvo mayor eco la procesin del Corpus
de aquel ao, merced a la relacin que estamp Francisco de Lira
33
con intencin de
competir con otra, hoy perdida, de Serrano de Vargas
34
.
El impresor sevillano, de origen portugus, seala en el encabezamiento del
opsculo que despus de la visita a Almada (de la que haba dado cuenta en otra
relacin) Felipe III regres a Lisboa a presenciar las fiestas del Corpus. Lo hizo de
incgnito y contempl el cortejo desde la celosa de alguna ventana del recorrido.
31
BARBOSA HOMEM, P. Discursos de la jurdica y verdadera razn de estado..., Coimbra, Nicolao Carvalho, 1627,
prlogo, apud. SCHAUB, J.-F., Le Portugal au Temps du Comte-Duc dOlivares..., op. cit., pp. 38-39.
32
Edificio y arco Triunfal que los mercaderes alemanes imperiales que assisten en esta ciudad de Lisboa hizieron quando en
ella entro la S. C. R. Mg. del Rey D. Philippe III de las Hispaas y II de Portugal el ao de 1619 a 29 de iunio, Lisboa, Pedro
Crasbeeck, 1619. Biblioteca Nacional (BNE): R/6.170. ARCO/ TRIUNFAL/ QVE LA NACION/ FLAMENCA HIZO LEVAN-
/ TAR A LA ENTRADA EN LISBOA/ de la S.C.R. Magestad del Rey Don Phelipe/ tercero de las Espaas, y segundo de Por-/
tugal, en el ao de mil seiscientos/ y diez y nueue..., Lisboa, Pedro Craesbeeck, 1619. Biblioteca Geral Universitaria de
Coimbra. Misc. vol. CCCXI 5120. Hay otro ejemplar en la BNE, R/6.651.
33
CUARTA COPIA DE LISBOA. Procesion solemne..., op. cit., nota 12.
34
SOLEMNE/ PROCESSION/ Y FIESTAS DEL CORPVS,/ QVE LA CIVDAD DE LISBOA HIZO,/ assistiendo de secreto a ellas la
Catholica Magestad de/ el Rey Don Felipe III nuestro/ seor/ Dase cuanta de los carros, danas, colgaduras, altares, versos,/
y otras cosas, que en este ocasion vuo, y del lugar en que/ assistio el Rey nuestro seor, y los/ Principes, Sevilla, Francisco de
Lyra, 1619. BUS, 109/85
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CAMPOS, M. (DE) Relacin Del Solne recebimiento que se hizo en Lisboa a las Santas Reliquias que se lleuaron a la
iglesia de San Roque, de la Compaa de Iesus, a veynte y cinco de Enero 1588, Alcal de Henares, Juan Iiguez de
Lequerica, 1589.
36
TERCERA/ RELACION/ DE LAS GRANDIOSAS / FIESTAS, QVE LA CIVDAD DE LIS-/ boa tiene preuenidas, para recebir a la
Catolica Mages-/ tad del Rey don Felipe III nuestro/ seor./ Dase relacion de algunas grandezas de aquel lugar, gastos/
colgaduras, fuegos, y otras cosas del mismo/ proposito, Sevilla, Francisco de Lyra, 1619. BUS, 109/85, n 42 (antiguo 46),
f. 1v.
Numeroso fue el acompaamiento de los gremios, las cofradas con sus pendones
y las parroquias con sus cruces. Llaman la atencin las 110 andas con santos,
santas e imgenes de la Virgen, que nos recuerdan la magna procesin que
organizaron los jesuitas con las reliquias del reino de Portugal en 1588
35
. Aquella
gigantesca escena de gloria, que nos describe el jesuita Manoel Campos, coincidi
con el momento de mayor esperanza en el proyecto de la Monarqua catlica,
consumada la victoria de las islas Terceras, liquidado por fin el pleito de la sucesin
y antes de la derrota de la Invencible.
Muy distinto era el panorama en 1619. Los suntuosos carros de triunfo, que
costaron ms de 50.000 ducados, las 40 danzas, los 1.800 frailes de las religiones,
no pudieron borrar la sensacin de deterioro que sufra el reino, ni hacer olvidar la
prdida del mercado de las Indias Orientales o el endurecimiento del comercio interior
despus de la implantacin de los puertos secos.
El predominio de representacin espectacular en las relaciones impresas que
circularon sobre las fiestas de Felipe II de Portugal marca, por otro lado, la deriva
absolutista del poder del Imperio que se ausenta, estratgicamente, de la batalla
poltica, con objeto de acentuar el origen trascendente de su autoridad que queda
libre, de este modo, de la obligacin de la negociacin poltica y por encima de los
errores humanos, imputables a sus hombres.
La relacin de Francisco de Lira transmite, en efecto, una imagen abstracta y
sagrada del monarca catlico por la doble va del ocultamiento de su persona que
contrasta con la visibilidad de los smbolos religiosos de las fiestas de Dios. Una
simbologa estrechamente vinculada a la memoria dinstica de la casa de Austria y,
en particular, a la obra evangelizadora de los portugueses.
La idea de continuidad dinstica estuvo tambin representada en los lienzos que
cubran los principales paramentos de la Iglesia Mayor, donde figuraban: pintados
todos los Reyes de Portugal, desde don Alfonso Enrquez, hasta don Felipe tercero
nuestro seor, con todas las batallas que ganaron a los Moros, y descubrimiento del
Oriente, todo tan bien acabado, y de tanta obra, y curiosidad, como si solo fuera un
pequeo quadro
36
.
Por ltimo, el altar de los plateros, con el que termina el impreso de Lira, sintetiza
en una superposicin de tres calles las tres leyes que rigen el mundo, figura de esta
Realeza omnipresente e inspirada por Dios: la ley de la naturaleza, la escrita y la de
la gracia. Esta ltima representada en una fuente de siete caos cuyo mote aluda al
alimento del alma.
IV. CONCLUSIN
Los autos de juramento del prncipe don Felipe se celebraron el 14 de julio y las
Cortes cuatro das ms tarde. Pese al esfuerzo de propaganda en la calle, la lista de
agravios fue proverbial y puso de manifiesto el resquebrajamiento de la concordia
alcanzada en 1583. Entre las peticiones ms insistentes: la residencia permanente
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La jornada de Felipe III a Portugal: ceremonia y negociacin poltica
del monarca en Lisboa o, en su defecto, de algn miembro de la familia real. Desde
1621 se consigui, al menos, que slo los notables de probada naturaleza lusitana
pudieran representar al rey en su ausencia, antes de que Margarita de Saboya, en
1634, diera plena satisfaccin a la vieja aspiracin del reino. Pero la historia
demostrara que fue demasiado tarde.
Fig 1: Jornada del Rey Nuestro Seor Don Felipe III... al Reino de Portugal. Sevilla,
Gernimo de Contreras, 1619. Real Academia de la Historia, Jesuitas, t. 118, n51.
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LOS HEREJES DE LA FRONTERA HISPANO-PORTUGUESA
HERETI CS I N SPANI SH- PORTUGUESE FRONTI ER
Fermn Mayorga Huertas
Bravo Murillo, 36
06101 CHELES (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: El presente trabajo evidencia la muy coordinada relacin del Tri-
bunal de la Inquisicin de Llerena con la Inquisicin de vora y otros tribunales
portugueses. Documenta sobre el trabajo de los tribunales a ambos lados de la
frontera: sus usos, sus conciertos, sus mtodos y colaboraciones, sus disputas y
desavenencias. La correspondencia entre los tribunales de ambos reinos atesti-
gua el xodo humano que se vivi en la frontera. Cientos de personas buscaban
refugio en las villas de la raya, huan de las crceles secretas de ambos tribuna-
les y de la posible quema en la hoguera de muchos de ellos. La ubicacin de la
Iglesia catlica a ambos lados de la raya hizo que durante varios siglos ondeara
en la zona la bandera de la intolerancia y la persecucin en nombre de Dios.
Muchos hombres y mujeres sufrieron en sus carnes, por pensar de forma dife-
rente, el escarnio, la humillacin pblica y el odio de sus vecinos cristianos.
Personajes que por su comportamiento perseguido forman parte de nuestra
historia.
ABSTRACT: The present study evidences the very coordinated relationship
between the Tribunal of the Inquisition of Llerena and the Inquisition in Evora
and other Portuguese tribunals. It also shows documents about the tribunals
work in both sides of the frontier: their uses, their agreements, their methods
and collaborations, their disputes and disagreements. The correspondence
between the tribunals of both kingdoms testifies the human exodus that occurred
in the frontier. Hundreds of people looked for refuge in the towns of the bordering
line, fleeing from secret jails of both tribunals and from the possible burning in
the stake. The settlement of the Catholic Church in both sides of the line facilitated
for many centuries the wavering of the flag of the intolerance and the prosecution
in the name of God. Many men and women suffered upon their own flesh the
shame, the public humiliation and the hatred of their Christian neighbours just
for thinking differently. They are all characters who, due to their prosecuted
behaviour, play main roles in our history.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 117 - 139
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
I. INTRODUCCIN
Las comarcas fronterizas de Extremadura y Alentejo han permanecido
apartadas de los principales centros de decisin y de las rutas comerciales a
lo largo de la historia. Su ancestral alejamiento, derivado de la instauracin
de una frontera escudo, ha propiciado la pervivencia de nichos ecolgicos y
de modos de vida tradicionales, sin apenas modificaciones sustanciales hasta nuestros
das. La vida en la frontera, amparada en su ancestral aislamiento, discurri
prcticamente inalterable durante siglos, las gentes vivan sometidas a los poderes
feudales, cultivaban las tierras y cuidaban del ganado; en tiempos de guerra se
concentraban alrededor de los numerosos castillos y fortalezas que se esparcan por
la frontera, y cuando podan, se desplazaban a Portugal a visitar a sus parientes y
amigos. En este trabajo vamos a conocer el flujo de personas tanto del reino de
Castilla como de Portugal, que cruzaban la frontera con la nica ilusin de poder
salvar sus vidas, perseguidas y maltratadas por una institucin que estaba situada
en ambos lados de la raya, la Iglesia Catlica. Su nico delito fue pensar de forma
diferente, por ello fueron castigados y ajusticiados por un tribunal situado uno en
Llerena y el otro en vora, el tribunal de la Santa Inquisicin. Comencemos a
desempolvar documentos, y a conocer esta realidad histrica de Extremadura que
al da de hoy es la gran desconocida.
El tribunal de Llerena ejerca su jurisdiccin sobre un territorio cuyo lmite
occidental coincida con un tramo de la lnea fronteriza que separaba Portugal de
Castilla. Esta peculiaridad -compartida con otros tribunales castellanos- determin
en gran medida su actividad procesal durante el siglo XVII. Muchos de los
judeoconversos portugueses entraron en Castilla por la frontera de Extremadura y
se establecieron en las tierras del distrito inquisitorial de Llerena, lo cual oblig al
tribunal a orientarse hacia la represin del criptojudasmo como tarea prioritaria.
Debido a su localizacin fronteriza, por un lado, y las caractersticas de la comunidad
judeoconversa, por otro, se vio en la necesidad de mantener una relacin permanente
con las inquisiciones portuguesas. La frontera era, efectivamente una barrera, pero
cuando se traspasaba se converta en una puerta liberadora. Los tribunales situados
a ambos lados de ella estaban condenados a entenderse y a colaborar si pretendan
realizar sus funciones con alguna eficacia.
La colaboracin entre el tribunal de Llerena y los tribunales de vora, Lisboa y
Coimbra se remontaba a los aos anteriores a 1580, es decir, ya exista antes de la
unin de los reinos. En esos aos se sentaron las bases de dicha colaboracin, que
no estuvo exenta de problemas. En 1544 se lleg a un acuerdo, puesto por escrito
en una concordia que intentaba conciliar las propuestas de las inquisiciones de
ambos reinos. En cartas anteriores a esa fecha, el inquisidor general de Espaa se
mostraba partidario de que se remitiesen los presos al tribunal donde hubieran sido
testificados, mientras el inquisidor general de Portugal pretenda que fueran slo las
testificaciones las que se enviaran al tribunal que hubiera realizado la prisin. Mientras
tanto, los conversos fugitivos atravesaban la frontera en direccin a Portugal, donde
esperaban hallar refugio. Por esta razn, el inquisidor general Tavera mostraba
tanto inters en firmar un tratado de extradicin que permitiera la devolucin de los
presos al reino de donde haban huido.
El contenido de la concordia puede resumirse en cuatro puntos:
Si una inquisicin requiriera a la otra para que efectuase una prisin, sta la
hara y remitira el preso.
Si una inquisicin prendiera a alguien por delitos cometidos en el propio reino,
la otra inquisicin enviara, a requerimiento de la primera, las testificaciones que
tuviera, sin pedir que le fuese remitido el preso.
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Fermn Mayorga
Excepcionalmente, se podra remitir un preso si el delito cometido fuera tan
grave y escandaloso que debiera ser castigado donde lo cometi.
Las inquisiciones se enviaran recprocamente cualquier denuncia que hubiesen
recibido contra moradores del otro reino
1
.
La documentacin conservada de la inquisicin de Llerena relativa a este asunto
revela que, a lo largo del siglo XVII, si bien sigui aludindose a la concordia como
marco de referencia principal, las actuaciones de los tribunales y las rdenes del
consejo no se atuvieron siempre a las normas que haba establecido. El mejor ejemplo
de ello nos lo ofrece el siguiente documento, es una requisitoria que el Tribunal de
Llerena envi a los inquisidores de la ciudad de vora en Portugal y de lo que a ella
respondieron:
Nos los inquisidores apostlicos contra la hertica pravedad y apostasa en
la provincia de Len del Maestrazgo de Santiago y en el Maestrazgo de Alcntara
y obispados de Badajoz, Plasencia, Coria y Ciudad Rodrigo, a los muy
reverendsimos seores inquisidores apostlicos en la ciudad de vora y su dis-
trito. Hacemos saber que en nuestra audiencia del dicho Santo Oficio por el
promotor fiscal de l, han sido denunciados de delitos y crimen de hereja contra
nuestra Santa Fe catlica las siguientes personas de la villa de Alburquerque.
Las mismas se encuentran fugitivas en esos reinos las cuales mandamos pren-
der con secuestro de bienes, los ausentados son los siguientes.
Francisco Daz Pizarro y Mara Rodrguez su mujer, Maria Lpez mujer de
Hernn Duran Ezquerra, Diego Gonzles tejedor de paos y Juana Gonzlez
Arabona su mujer, Juan Rodrguez tundidor alias El Viejo, Juan Prez Tornero
e Isabel Nez su mujer, Alonso Gonzlez zapatero mozo soltero y Domingo
Prez su hermano hijos de Nunes Prez zapatero, Guiomar de Alvarado hija de
Isabel Alvarado quemada en persona, mujer de Juan de Grijalva, Juan Cordero
el mozo y Diego Cordero su hermano, hijos de Jorge Rodrguez y Mari Rodrguez
mujer que fue del organista, Francisco Rodrguez Tocino, Catalina Prez mujer
de Silvestre de Acoyto, Pedro Gonzlez Bermejero y Ana Gmez su mujer, Cata-
lina Rodrguez mujer de Juan Garzn y Alonso Gonzlez Zapatero. Todos vecinos
de la villa de Alburquerque, y Sara de Contreras mujer del bachiller Vivas mdico
vecina de Badajoz, a los cuales y cada uno de ellos mandamos prender sus
cuerpos y traerlos presos a stas crceles de ste Santo Oficio con secuestro de
bienes.
Querindolos prender sta inquisicin en su villa, se ausentaron de
Alburquerque y ciudad de Badajoz, segn noticias referidas, los mismos se en-
cuentran en las villas de Campo Mayor, Uguela, Yelves, y Olivenza y en otras
villas y lugares de ese reino donde residen. Todos ellos estn testificados por
herejes judaizantes, lo cual pedimos encarecidamente los prendan y los manden
a sta villa de Llerena donde vivimos, para que sean encarcelados en las crce-
les secretas de nuestra inquisicin. El trabajo y coste de su traslado lo pagare-
mos de sus bienes confiscados, y nos manden dar aviso para que sta Inquisi-
cin pueda mandar personas a recogerlos y los traigan como dicho es. Todo lo
pedimos y encargamos con todo el secreto y recato que merecen estos asuntos,
en testimonio de lo cual mandamos dar y dimos la presente firmada de nuestros
nombres, sellada con el sello de ste Santo Oficio, y refrendada de uno de los
secretarios de esta inquisicin de Llerena. A 10 das del mes de octubre de 1567
aos, el licenciado Arteaga, el licenciado Muoz, y el licenciado Salvatierra
2
.
La respuesta no se hizo esperar, el Tribunal de la inquisicin de vora mand
su carta rumbo a Llerena, el desencanto se apodera de los inquisidores del
Tribunal extremeo al leer lo que sigue:
1
Archivo Histrico Nacional (AHN), Seccin Inquisicin de Llerena, lg. 1.987, expeds. 16 y 37.
2
Ibdem, lg. 2.701, 84.
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
A 18 das del mes de octubre de 1567 en la ciudad de vora en las casas
despacho del Santo Oficio de la inquisicin, estando los seores inquisidores el
Doctor Maestre Fray Manuel de Vega y el licenciado Diego Mndez de Vasconcelos
en su audiencia. Entre otros papeles que yo el notario present y entregu a los
dichos inquisidores, que vena del Santo Oficio de la provincia de Len en la villa
de Llerena, los seores lo leyeron en audiencia y determinaron lo siguiente.
No podan atender la dicha requisitoria, ni remitir las personas en ella conte-
nidas al dicho Santo Oficio de Llerena, por ser estilo y regimiento de esta inqui-
sicin no remitir presos de una inquisicin a otro Tribunal. Lo nico que atende-
mos son las culpas que se nos manden para aplicarlas a los detenidos, por tener
entendido que el Seor Cardenal mayor de estos reinos as como el Arzobispo de
Toledo Seor Tavera que en tal tiempo era inquisidor mayor de los reinos de
Castilla, se hizo sobre esto cierta composicin con autoridad real. Por todo lo
cual se asent, que de un reino a otro no se remitiesen las personas delatadas
por crmenes de hereja, sino solamente las culpas de las que eran acusadas en
dicho reino. Aseguramos que las personas contenidas en la anterior carta man-
dada desde Llerena, sern detenidas con mucha diligencia y puestas en las
crceles secretas de la inquisicin de vora. Por certeza de todo, yo Benito Nez
notario del secreto de este Santo Oficio
3
.
El desnimo en el tribunal de Llerena era evidente, eran muchas las personas de
su distrito que se refugiaban en el pas vecino huyendo de las atrocidades que se
cometan en la sala del tormento, as como en todo el recinto inquisitorial. Una de
estas pruebas evidentes de que el miedo y el terror se hacan realidad en las salas
de tortura la tenemos en el siguiente testimonio. La protagonista es una mujer de la
villa de Alburquerque su nombre Maria de Herrera, esta extremea fue condenada
por decir lo que otros presos salidos de la crcel le contaron, esto dice el documento
de dicha mujer:
Maria de Herrera Mujer de lvaro Mndez sombrerero vecino de la villa de
Alburquerque. Fue testificada por cuatro testigos mujeres hermanas, de que
tratando de los castigos que se hacan por el Santo Oficio de la Inquisicin de
Llerena, la misma refiri como dos mujeres reconciliadas por este Santo Oficio le
haban contado que las metan en una cmara, que sala el verdugo con la visin
del pecado y algunas de las veces sala con una carantoa a darles tormento, a
este propsito dijo la dicha Mara de Herrera hablando con las testigos: seora
como quieren que no digan lo que no han pensado, que con aquel miedo de los
tormentos le hacan decir lo que no imaginaban. Y que con los tormentos les
hacan decir lo que no era los testigos declararon que la tal Mara de Herrera
era cristiana nueva de judos
4
Los inquisidores de Llerena seguan escribiendo cartas al Tribunal de vora, si en
la anterior pedan trasladasen hacia Llerena las personas de Alburquerque y Badajoz,
en el siguiente documento la Inquisicin trasmite una noticia que va a movilizar y a
cambiar de actitud a la inquisicin portuguesa. El tema que le presenta es una
conexin de judaizantes portugueses con judaizantes castellanos, la misiva que
tenan en comn era que desde sus reinos ayudaban econmicamente a un cometido
que las inquisiciones tenan que abortar. El 6 de noviembre de 1567 la Inquisicin
de Llerena escribi al Cardenal de Portugal y a cada una de las inquisiciones de
aqul reino lo que sigue:
En sta inquisicin hemos tenido relacin, que en ese Santo Oficio existe
informacin y relacin, de que ciertas personas as vecinos de ese reino como
otros vecinos de estos reinos de Castilla, contribuyen y dan dinero para hacer la
sinagoga que los judos pretenden construir en Salonique. Suplicamos a Vuestra
3
Ibd.
4
Ib., lg. 1.988, 46. Relacin de las personas testificadas en la visita que hizo el licenciado Miguel Jimnez Palomino,
Inquisidor de Llerena el ao de 1595.
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Merced con la instancia que el caso requiere, que con toda brevedad y con ste
mensajero que no va a otra cosa, nos manden cualquier informacin que tengan
sobre personas de estos reinos que estn condenadas por dicho asunto. Que lo
mismo haremos nosotros por nuestra parte, as en este caso como en el que se
ofreciere tocante a ste Santo Oficio
5
Mientras estas informaciones iban llegando a las distintas inquisiciones, el tribunal
de Llerena segua apresando portugueses por prcticas de judasmo en las localidades
que habitaban stos. Fueron muchos los lusitanos que sufrieron en sus carnes el
escarnio del Santo Oficio, las crceles secretas estaban abarrotadas de presos
portugueses, as como las celdas de las prisiones civiles. La inquisicin de Llerena
lleg hacer incluso un Auto de Fe exclusivo para personas portuguesas, ste dramtico
espectculo fue hecho en 1669, el mismo fue bautizado y conocido en su momento
como el auto de los marranos portugueses. Sigamos desempolvando documentos y
demostrando con los mismos el gran lazo de unin que exista entre las inquisiciones
de ambos reinos. Si antes leamos cartas del tribunal de Llerena dirigidas al Santo
Oficio de de vora, conozcamos algunas del Tribunal portugus mandadas a los
inquisidores de Llerena pidiendo la detencin de personas fugadas de dicho reino.
El 14 del presente recibimos un despacho del comisario que en Cceres
tiene el Santo Oficio, por el cual, nos aviso que el Obispo de Portalegre haba
enviado un familiar de la inquisicin con una requisitoria suya. En la misma se
dice que buscan a Don Garci Lpez medico, Ana Gmez viuda su hermana, y a
Manuel Rodrguez que iban huyendo de aqul reino, para que quin los hallase
los prendiese y los llevara a su crcel. El familiar llego con estos recados a Las
Garrobillas, lugar de ste distrito donde se encuentran viviendo los tales herejes
fugitivos con la requisitoria requiri a uno de los que all se encuentran para que
prendiese a los suso dichos, una vez presos fueron llevados a la crcel de Cceres
sin quererlos entregar para Portugal
6
.
Ante esta actitud de no querer entregar los reos portugueses a Portalegre, el
Obispo de esa villa mand una carta al Inquisidor General de Portugal Cardenal
Infante, en la misma peda su mediacin para que pudieran venir a Portugal los
apresados en Cceres y poderlos condenar en vora. El Cardenal Infante escuch
las suplicas escrita del prelado y se puso en contacto con el embajador de Portugal
en Castilla, el encargo mandado era que ste escribiera al consejo de su majestad,
pidiendo que intercediera en el desbloqueo de estos presos portugueses y pudieran
ser mandados a Portalegre. La respuesta no se hizo esperar, la carta lleg al Tribunal
de Llerena y la orden fue entregar los presos a los familiares del Santo Oficio de
Portugal que vendran a por ellos a la ciudad de Cceres. A la vez la carta recordaba
a las autoridades eclesisticas portuguesas, que ellos tambin deberan remitir a
Castilla los presos que la Inquisicin de Llerena pidiese. As se hizo, Llerena entreg
los presos y la inquisicin de vora entreg presos fugados y capturados en aqul
reino.
Cumpliendo lo que V. S nos tiene mandado, que guardemos el asiento que
tiene hecho a cerca del remitirse los presos por el crimen de la hereja de un
reino a otro, enviamos a la inquisicin de vora ciertos familiares con requisitorias
para que nos enviasen los presos que all haba pertenecientes a ste Santo
Oficio. Asimismo de aqu les envibamos los que nos pedan, as se ejecut, nos
han enviado 14 personas y dicen que nos enviaran otras que all se encuentran,
para ello tienen que recibir certificacin y recado de cmo V. S tiene aceptada la
concordia y asiento que est hecho en este asunto entre estos reinos. Hemos
enviado requisitoria al tribunal de vora para que los mande prender y nos lo
5
Ib., lg. 1.988, 85.
6
Ib. Copia de las cartas que se han hallado en los libros del secreto de ste Santo Oficio de Llerena en orden a la
remisin de los presos y comunicaciones entre las inquisiciones de este reino y Portugal.
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
remitieran. Los presos que nos pidieron por carta requisitoria los inquisidores de
vora fueron tres personas, el Don Garci Lpez medico, Ana Gmez su hermana
y Juan Manuel Rodrguez los cuales entregamos a los familiares de Portugal que
a por ellos vinieron, juntamente con las haciendas que se les hall al tiempo que
fueron presos. Los dichos reos que de Portugal vinieron son muy pobres no
encontrando cosa alguna, as han de comer por pobres a costa del fisco
7
.
Esta carta se mand en el ao 1570, desde esa fecha aproximadamente empiezan
los intercambios de presos entre los dos Tribunales, en 1571 la inquisicin de Llerena
escribe el siguiente documento a los seores del Consejo.
Los Inquisidores de Lisboa han remitido a ste Santo Oficio tres presos que
de Alburquerque se haban ido a vivir a aquella ciudad, los mismos hace mucho
tiempo que estaban mandados prender los cuales haban sido condenados en
estatua. Tambin se remiti del distrito de vora Silvestre de Coito zapatero que
V. S mand prender antes del auto prximo pasado, y cuando se fue hacer su
captura haca muchos das que estaba ausente de Alburquerque. De ac se le ha
remitido la madre del licenciado Lus de Lemos medico que se prendi en
Salamanca, al mismo tiempo que a su hijo en Jerez de los Caballeros y se hacen
diligencias en buscar otros contra quien se han enviado requisitorias de Portu-
gal
8
.
Son muchas las cartas donde se mandan peticiones de presos entre ambos reinos;
en 1612, por requisitoria de los inquisidores de vora, se manda prender en Badajoz
a Mayor Mndez, fugitiva natural de Serpa, con fecha 14 de agosto 1626 el tribunal
de vora pidi al de Llerena prendiese en la ciudad de Mrida a Francisca de Gama
por hereje judaizante y la remitiese a travs de un familiar a dicho tribunal. La
inquisicin de Lisboa en 1634 envi a Juan Fernndez Toro, su familiar, en seguimiento
de Paula Nez y Silvia Lpez, naturales de la villa de Torresnovas, se mandasen
prender con secuestro de bienes, las cuales fueron presas en la ciudad de Badajoz
9
.
Pero si la Inquisicin de Llerena condenaba a los judaizantes portugueses, la de
vora haca lo mismo con los judaizantes extremeos que cruzaban la frontera.
Ejemplos claros tenemos de esta realidad histrica, conozcamos algunos personajes
que sufrieron en sus carnes el calvario de la Inquisicin lusitana. Maria Prez Rogado,
natural de la villa de Cheles, hija de Andrs Prez, y de Catalina Rogado, fue presa
en crceles secretas de la Inquisicin de vora el 15 de agosto de 1664, sali a auto
pblico de fe en la villa de vora el 1 de junio de 1666, fue condenada por apstata
10
.
Lo mismo le ocurri a nuestro siguiente protagonista: Isabel Mndez, natural de la
villa de Alconchel, de 33 aos de edad, hija de Antonio Lpez, mayordomo de D.
Francisco Simoes, su madre es Leonor Mndez. Estos vecinos de la villa vivan en
Abrotes, Obispado de Coimbra, fue presa el 14 de marzo de 1599 por prcticas
judaizantes, se traslado presa desde Coimbra a Villaviciosa. Sali a Auto de Fe el 31
de marzo de 1599, fue condenada a abjuracin de vehementi, crceles secretas,
penas y penitencias espirituales
11
. Lo mismo le ocurri a una hermana de la anterior
rea llamada Leonor Lpez. Fue condenada por judasmo, siendo presa el 2 de junio
de 1592, fue condenada en el auto celebrado en la villa de vora el 12 de mayo de
1596
12
. Nuestro siguiente protagonista es un hombre de la villa de Almendral, se
desconoce su nombre, sin embargo en el legajo aparece lo siguiente: cristiano
nuevo acusado de judasmo, natural de Almendral, Espaa, morador en Lisboa, de
7
Ib.
8
Ib.
9
Ib.
10
Archivo Nacional Torre do Tombo, Lisboa (ANTT), sec. Inquisicin de vora, proceso 84.
11
Ibdem, 4.366.
12
Ibd., 2.017.
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45 aos de edad. Hijo de Diego lvarez mercader y de Catalina Daz. Casado con
Ins de Vargas, fue apresado el 1 de diciembre de 1573 y su condena fue: abjuracin
de vehemente, crcel y hbito penitencial perpetuo, y ser instruido en la fe catlica.
Su auto de fe se celebr el 31 de enero de 1573 en la villa de vora
13
. Tambin el
caso de un personaje italiano que viva en Olivenza, el cual fue condenado en Llerena
por estar fugitivo de la Inquisicin de vora, ste es su caso: Juan Bautista Lorente,
soldado italiano fugitivo de la Inquisicin de vora por haber roto en la villa de
Olivenza una cruz sagrada y quemarla. Tambin se le acusa de haber renegado de
Cristo y su madre. Fue preso en crceles secretas de la villa de Llerena, sali a auto
pblico de fe el ao 1662, siendo condenado a ser relajado en la hoguera
14
. Claros
ejemplos de las eficaces conexiones entre las Inquisiciones de Llerena y vora, las
cuales, a travs de sus correos, ponan en marcha a sus respectivos cazadores de
herejes. Hasta entonces las relaciones entre los tribunales castellanos y portugueses
se haban desarrollado, a pesar de algunos conflictos surgidos, en un marco de
colaboracin. Desde 1640, a raz de la sublevacin de Portugal, las inquisiciones de
ambos reinos quedaron incomunicadas y sus relaciones de intercambio paralizadas.
Durante los 28 aos siguientes, los archivos de Llerena no recibieron nuevos
documentos procedentes de los tribunales portugueses.
Mientras tanto, muchos judaizantes lusitanos estaban prisioneros en crceles
secretas de Llerena, conozcamos a fondo la realidad de dichas crceles y todo lo
que en ellas se fraguaba.
II. LAS CRCELES SECRETAS DE LLERENA
El miedo que engendro la inquisicin es innegable pero el temor al tribunal en las
villas extremeas no era el principal motor. Los sistemas de justicia que imperaban
en aquella poca, se basaban mayoritariamente en la colaboracin de la comunidad.
Los edictos de fe provocaban esta comunicacin del vecino con la justicia. La denuncia
secreta y annima por parte de la gente, se convirti en parte normal del sistema
judicial. La enemistad y la venganza, inspiraron muchas de las pruebas que se
ofrecan a la inquisicin. El miedo a los vecinos era ms evidente que a la inquisicin,
segn stos, se converta en la primera y ms constante preocupacin de los
denunciados.
Las personas detenidas eran llevadas en secreto a las prisiones de la inquisicin,
donde esperaban juicio. En las mismas haba un alcalde de crcel secreta encargado
de velar por los presos, este personaje dorma en la misma crcel, se levantaba de
maana y daba la racin temprana a los presos. Se le tena prohibido hablar con los
encarcelados, que no comiese nada de stos ni tomase nada de ellos, y estaba
encargado de dar aviso a los inquisidores de los presos enfermos.
En Llerena, el alcalde de crcel secreta tena un ayudante al que pagaban diez
mil maravedes al ao. Estos mozos no tenan llaves de las prisiones, ni podan
hablar con los presos. El Santo Oficio tena una norma a seguir con los jvenes
ayudantes, a veces stos eran persuadidos por las presas con el fin de recibir algo
a cambio. Ms de un episodio vivido de estas caractersticas tuvo que ser abortado
por los inquisidores. Por todo lo cual, stos avisaban al mozo entrante para que no
se revolviera carnalmente con ninguna presa, si esto ocurriese el mozo tendra pena
de muerte
15
.
13
Ib., 2.016.
14
AHN, Inquisicin de Llerena, lg. 2.737.
15
Ibdem, libro 1.231.
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De los varios grados de prisin mantenidos por el tribunal, el ms riguroso era
la crcel secreta con el sentido de privada o propia, para diferenciarlas de las
crceles pblicas, destinadas para presos temporales. La inquisicin supo elegir sus
residencias. En algunas de las principales ciudades de Espaa, se le permiti el uso
de los castillos fortificados con antiguos calabozos muy seguros.
Las crceles del Santo Oficio, contaban con una zona de reclusin, casi siempre
ubicada en los espacios ms profundos y aislados del recinto, orientada a nordeste,
el lugar ms umbro, para que la falta de luz natural, la humedad, una atmsfera
insalubre propiciada por los excrementos del desdichado, la falta de agua y comida,
aceleraran el deterioro fsico y psquico del condenado. En este sentido, es preciso
recordar que las crceles ms horrendas eran las que se hallaban en los espacios
ms profundos de un torren, superpuestas unas sobre otras, y comunicadas entre
s a travs de un reducido alzapn, nica ventilacin que dispona la cmara ms
interior, cuando se sellaba con una losa el final era inminente para el reo all
encarcelado.
En el ao 1595, en el palacio de la Inquisicin de Llerena existan 25 crceles,
stas estaban divididas unas de otras por un tabique, las cuales daban ms de un
problema a los inquisidores. Las paredes eran viejas y delgadas, de manera que se
podan comunicar a viva voz los presos de unas a otras. Para solucionar este problema
el Santo Oficio decide mandar una carta escrita al Consejo del Rey, Nuestro Seor
de la Santa General Inquisicin, pidiendo ayuda econmica.
Como hay testificaciones que se han comunicado presos con presos a tra-
vs de las paredes, incluso abriendo agujeros y con ello conocer las sentencias y
torturas de otros reos, suplicamos a su majestad, fuese servido dar licencia para
que entre una crcel y otra se hiciese una pared de un pie de grueso, quedando
medio hueco entre una y otra, porque seria de mucho provecho para evitar las
comunicaciones. Hemos pedido presupuesto a maestros albailes tanteando el
precio, dicindonos que vendr a ser de 2500 reales, que esto costara las pare-
des que se han de hacer, y 500 reales adecentar las paredes viejas y tapar los
agujeros que en ellas hay, darles un bao de cal para que se puedan ver de aqu
en adelante los agujeros si los hicieren los presos, porque segn testificaciones
los reos hacen agujeros para comunicarse unos con otros y conocer sus senten-
cias
16
ste era el estado de las crceles secretas en 1595, un estado lamentable, con
sus estructuras daadas, imaginemos los interiores de las mismas en los siglos XVI
y XVII. En otro documento encontramos lo que sigue:
En esta Inquisicin de Llerena hemos echado de ver este invierno, como ha
sido muy riguroso lo mucho que padecen los presos por tener las crceles tan
desacomodadas. stas estn faltas de abrigo, de que entendemos ha resultado
la poca salud que muchos han tenido y tienen. Prcticamente todas las venta-
nas, o por mejor decir saeteras tienen agujeros por donde entra la luz, estn sin
poderse cerrar siquiera de noche para defenderse de los aires, humedades y
dems inclemencias del tiempo. Y que las camas, no son ms que un colchn en
el suelo, no siendo todos los que tienen tarima. Sin haber debajo del colchn
como en otras inquisiciones paja larga de centeno con que defenderse de la
humedad y fro. Y as para tratar de remediarlo lo mejor que se pudiera, suplica-
mos a V. S, se sirva de dar licencia para que hagamos poner ventanas con sus
marcos y picaportes, con una cadenilla de que cuelgue un palo para poderlas
cerrar, como lo hay en otras inquisiciones
17
16
Ibd., lg. 2.706.
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Ib., lg. 2.717.
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Por esas mismas fechas, en el ao 1596, ante la cantidad de reos que venan a
sufrir prisin en las crceles de Llerena, la inquisicin toma la decisin de construir
ms crceles. El lugar donde se iban a construir iba a ser el mismo palacio de la
inquisicin, conocido como palacio de Francisco Zapata Portocarrero seor al que
el Santo oficio le compr tal edificio. En este palacio del tribunal se construiran 25
crceles ms, hasta llegar a las 50. El Santo Oficio pide presupuesto a dos albailes
de Llerena para la construccin de las crceles. El siguiente documento acredita
tales hechos, en el mismo el Inquisidor de Llerena, seor Cariacedo, hace comparecer
a Gabriel Serrano y Francisco Delgado albailes, para que den presupuesto de las
crceles a construir y reparar la muralla
18
:
Supuesto que V. S. haya mandado ver la planta alta y baja de esta casa que
se compro de Don Francisco Zapata, en esos papeles de pintura y escrito que los
oficiales hicieron para su inteligencia comunicado con los mismos, en cuanto al
acomodar al Santo Oficio y moradas de la inquisicin. Parece muy conveniente
que V. S mande se ejecute lo que escribi el tribunal en carta de 17 de julio de
1596, que en suma es que en las dichas casas y patio primero sin hacer obra de
nuevo ms que atajos, se podran disponer las piezas de ellas como conviene al
uso del Santo Oficio. Cerrando los arcos altos y bajos del dicho patio y, que en lo
alto y bajo que cae a los corrales que cerca el muro se puedan acomodar tam-
bin sin hacer obra nueva hasta treinta crceles y en los corrales se pueden
acrecentar las otras crceles que fueren necesarias. En el patio segundo se po-
drn acomodar dos aposentos razonables para dos Inquisidores
19
En el Santo Oficio, la regla del secreto impona una incomunicabilidad total
entre presos y entre la crcel y el mundo exterior. Para ello, no deba haber en
principio ms de un detenido por celda, con la excepcin estratgica del chivato, al
que con frecuencia recurri la inquisicin. Sin embargo las crceles de Llerena estaban
constantemente superpobladas, sobre todo por judaizantes, moriscos y junto a ellos,
brujas, blasfemos, alumbrados, y otros tipos de herejes.
Fig. 1: Crceles de la
Inquisicin en el
Palacio de los Zapata
18
Ib., lg. 2.707.
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
En cada celda convivan entre dos y cinco presos o ms. Los inquisidores tenan
una formula infalible para conseguir la delacin de extraos movimientos en las
crceles. stos profesaban con los presos una verdadera tica de la delacin, los
acusados podan esperar mayor clemencia si colaboraban eficazmente con la
institucin. Casi todos los que optaban por esta solucin intentaban mostrar su
buena fe delatando a los otros prisioneros, pues era menos arriesgado y menos
comprometedor.
Los presos salan a diario de las prisiones, eran sacados por l alcalde de crceles
secretas de Llerena al vertedero o estercolero. Este recinto se encontraba en el
patio o corral de stas, donde los prisioneros hacan sus necesidades y tiraban las
basuras de sus celdas. Su aseo personal lo hacan en un pozo con pilar, que se
encontraba en el patio del recinto inquisitorial
20
.
Ante el evidente deterioro de las crceles, suciedad en las celdas, malos olores,
ratas y piojos, en las mismas se iba a incubar un virus mortal para los presos e
inquisidores. La peste haca acto de presencia. En la dcada final del siglo XVI se
increment sustancialmente la mortalidad ya desde antes de la gran epidemia de
peste de 1599. Los inquisidores de Llerena, con fecha 16 de junio de 1582, hacen
comparecer ante el inquisidor Don Pedro Girn al clrigo de la iglesia de Santiago de
dicha villa Don Bartolom de Esquivel, el cual prometi decir la verdad de lo que se
le preguntase. Las preguntas que les hizo el Inquisidor Girn fueron las siguientes:
1) Preguntado, si es pblica voz y fama en este lugar que mueren muchos
de males pestilenciales.
Dijo, que es pblico que mueren muchas personas de males pestilenciales.
2) Preguntado, si sabe que han muerto muchos con tanta brevedad que
pueda entenderse que es mal pestilencial.
Dijo que s, que mueren al tercer da, al quinto, y al sexto, y el que ms
aguarda es a ocho das.
3) Preguntado, si el Santsimo Sacramento de la Eucarista sale muchas
veces a drsele a los enfermos, de la parroquia se Santiago.
Dijo que s, que sale muchas veces y de una vez que sale se suele dar a dos
personas juntas.
4) Preguntado si de poco ac esta ocurriendo estas muertes.
Dijo que s que mueren de pocos das ac, muriendo stos en pocos das
5) Preguntado si es la furia de este mal, despus que entro la menguante de
la luna.
Dijo que despus que entro la menguante de la luna, han cado muchos
enfermos peligrosos, y han muerto muchos.
6) Preguntado si se dice que son de landres las que de este tipo mueren.
Dijo que ha odo decir, que unos mueren de landres y otros de tabardete.
7) Preguntado si es mal que se pega.
Dijo que ha odo decir que s, y que esto es la verdad por el juramento que
tiene hecho
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.
20
Ib., lg. 2.706, 87.
21
Ib., lg. 2.705, 92.
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Fermn Mayorga
Los Inquisidores queran saber la verdad de lo que estaba sucediendo en Llerena.,
el siguiente en declarar iba a ser l sacerdote de la Iglesia Mayor de Santa Maria de
la Granada Don Fernn Snchez Duran. Las preguntas fueron las siguientes:
1) Preguntado que dice, la opinin pblica de la salud de este lugar.
Dijo que la opinin es que de quince das a esta parte a enfermado este lugar
y hay muchos enfermos. Y han muerto un da ocho personas en su parroquia,
otro da siete y otros das dos y tres. Y las opiniones son que han muerto y
mueren de tabardete unos, y otros de calenturas, y de tres o cuatro a odo decir
que han muerto de landres.
2) preguntado si han muerto algunos, con tanta brevedad que pueda
sospecharse es mal pestilencial de lo que mueren.
Dijo que de tres o cuatro a odo decir, que han muerto dentro de tres o cuatro
das cuando enfermaron.
3) Preguntado si se dice que mueren de landres.
Dijo que la voz publica del lugar es que los menos que mueren es de landres,
que los ms dicen que han muerto de tabardete y otras enfermedades.
4) Preguntado si se administra muchas veces el Santsimo Sacramento de la
Eucarista y de la extremauncin.
Dijo que de ordinario suele salir cada da como cuatro o cinco veces.
5) Preguntado si entr con la menguante de la luna la furia de la enferme-
dad.
Dijo que aunque no ha estado en ver eso, pero los ms enfermos que han
cado a sido en esta menguante y que esto es la verdad por cargo de juramen-
to.
Las mismas preguntas le hicieron al licenciado Fernando Moreno, cura de la
Iglesia mayor de esta villa de Llerena. La peste estaba haciendo estragos en la villa,
los ciudadanos se marchaban de sta creyendo escapar del letal virus. Los inquisidores
estaban preocupados, para confirmar esta realidad stos hacen llamar al medico de
la villa el doctor Carmona de 43 aos ste prometi decir la verdad, su testimonio
es el que sigue:
1) Preguntado qu entiende de salud de este lugar, y que diga si hay
males pestilenciales?
Dijo, que desde el segundo da de pascua de Espritu Santo a esta parte, ha
visto y hallado muchos enfermos de calenturas malignas. Las cuales salen unos
tumores pestilenciales en las ingles y debajo de los sobacos y detrs de las
orejas, de las cuales calenturas y tumores han muerto algunas personas con
mucha brevedad, ms que en los que no los ha habido. Que no se puede llamar
pestilencial por no morir la mayor parte de los que enferman. Que es una de las
condiciones que se requiere y la ms principal.
2) Preguntado qu nombre tienen los tumores que dice, y si son de los que
suelen matar?
Dijo que en latn se llaman vulgarmente abscesos y, en griego las que salen
detrs de las orejas parotides, y las que salen en las ingles bubones, y las que
salen debajo de los brazos toman el nombre general de cualquier tumor que
salen en estas partes arriba llamndose apostasis, y en romance vulgar se lla-
man landres, y algunos le llaman secas.
3) Preguntado si son estas de las que en otros lugares donde hay peste se
suelen morir?
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
Dijo que s son, aunque le parece a ste testigo que deben traer menos
venenosidad y malicia pues sanan la mayor parte.
4) Preguntado si creci la furia del mal con la menguante de la luna, y si
con el tiempo se acrecentara?
Dijo que lo que ha visto es que a las confirmaciones y posiciones de la luna,
las cuales ha habido mudanza en este tiempo, ha visto este testigo ms mudan-
za en peligrar algunos y en enfermar otros, y que este testigo sospecha que ha
de venir esto en crecimiento por lo que ha visto y por lo que en medicina esta
dispuesto, salva dei voluntate.
5) Preguntado si en buena, mediana y diciendo conforme a ella si se puede
llamarse el mal pestilencial.
Dijo que s, por ser como es el tumor que la causa venenoso y maligno, pero
que aunque sea as que se llame pestilencial la calentura o el mal, no se debe
llamar absolutamente pestilencial, pues no mueren la mayor parte de stos males,
y que esta es la verdad por cargo de juramento.
Los inquisidores queran saber la verdad de lo que estaba aconteciendo en Llerena.
Buscaban ms explicaciones para ello llaman a otro medico el doctor Ribera medico
vecino de la villa. El cual prometi decir la verdad siendo de edad de sesenta y cinco
aos. Estas fueron sus respuestas:
1) Preguntado qu entiende de la salud del lugar, y si sabe que hayan
muerto algunos de landres?
Dijo que esta el lugar mal sano de varias enfermedades, y las principales y
ms malas son modorras o de su genero, y landres y algunos carbuncos los casi
stos no ha visto.
2) Preguntado si entiende de lo que ha visto y odo qu esto que dice es
peste, y si a lo que parece ha de crecer?
Dijo que le parece que aunque no es pestilencia formada, porque para serlo
han de morir los ms de los herido de ella, pero que con todo en su especie se
puede llamar pestilencia, aunque no mueren los ms, porque el tumor es muy
bellaco y no carece de venenosidad, aunque no viene con tanta crueldad como
habemos ledo en las historias y en libros de medicina y habemos odo decir de
otras pocas.
3) Preguntado si han muerto despus que entr esta menguante de la luna
muchos, y si desde entonces creci el mal?
Dijo que le parece que de pocos das a esta parte a crecido el mal, y han
muerto algunos, que aunque no son muchos todava hacen razonable numero, y
que esto es la verdad por cargo de juramento
22
La poblacin de Llerena estaba sufriendo la embestida de tan preocupante
enfermedad pestilencial. Los Inquisidores estaban asustados, en sus crceles estaban
muriendo algunos presos de dicho mal, estos estaban siendo enterrados en los
corrales de las crceles de Llerena.
Estando presos en las crceles secretas de este Santo Oficio Francisco de
Camora y Gaspar Snchez clrigos por cosas de los alumbrados, y sus causas
recibidas a la prueba, y ratificados los testigos, murieron y sus cuerpos fueron
enterrados en los corrales de las crceles... Llerena 28 de abril de 1581
23
Los Inquisidores tenan el miedo en el cuerpo, la pestilente enfermedad les iba
a dar un duro zarpazo, stos iban a ser tocados por la guadaa de la muerte. sta
22
Ib., lg. 2705, 92
23
Ib., lg. 2.705, 24
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Fermn Mayorga
situacin hace que escriban una carta al Inquisidor General contndole lo que est
sucedido en Llerena. El miedo es latente en el palacio de los Inquisidores, hay
nerviosismo, en el siguiente documento veremos tal realidad.
Por otra que escribimos a V. S. En 17 del presente dimos aviso que en este
lugar se haba acrecentado y declarado el mal tanto, que los mdicos decan ser
pestilencial. Habiendo muerto algunas personas de landres, y como estaba en-
fermo el licenciado Marcos de Piedrola nuestro colega, ste muri el sbado 21
del presente de tabardete a lo que se entendi que el mal va creciendo mucho
cada da. En ste lugar hay dos casas del Inquisidor don Rodrigo de Mendoza, en
ellas les han dado sendas landres algunos de sus esclavos, del que el uno muri
en tres das y el otro esta muy malo en el hospital. Tambin lo est otro que vive
una casa al lado del Inquisidor Pedro Girn, y otras muchas personas del lugar
han cado y muerto de este mal.
Las personas de la villa, se estn ausentando visto que se va encendiendo el
mal. Por todo lo cual pedimos a V. S fuere servido dar licencia para que el Santo
Oficio saliese de aqu en tanto que pasa la furia de esta enfermedad, porque en
este pueblo no hay ms de dos mdicos de poca experiencia. Los cuales dirn a
los apestados y, a todo los dems del lugar que esto ser causa de irse todos.
Especialmente con el mal, orden que el gobernador y regimiento de aqu dan
para el remedio de esto.
Y siendo V. S servido, nos parece que el lugar ms a propsito donde se
podra pasar en tanto, sera Trujillo, o Jaraizejo, suplicamos a V. S. Nos mande
avisar lo que fuere servido. En Llerena a 23 de julio de 1582"
24
.
La situacin se estaba poniendo muy grave, a travs del siguiente documento
comprobaremos que el problema no solo es en Llerena sino en toda Extremadura.
Los Inquisidores queran marchar de la villa, pero los vecinos de otras poblaciones
no queran recibir personas de Llerena por el posible infecto.
En Montnchez 29 de septiembre de 1582. El licenciado Bautista Cenantes
Alcalde Mayor en el partido de Montnchez, por V.mgtt. dice que como es notorio
en este reino y en muchas partes de la Andaluca y la villa de Llerena, de tres
meses a esta parte ha habido gran peste. De cuya causa as en esta corte como
en todos los lugares de Extremadura, se han puesto guardas en las entradas de
los lugares, y estn guardado con gran diligencia y cuidado, y eso mismo se ha
procurado se hiciese en el dicho partido, para que no entrase ninguna persona
que viniese de los lugares que estuviesen tocados de peste, ni de otro lugar
alguno, sin que trajese testimonio de el lugar. Y uno de los lugares ms cerca-
nos, donde se deca haber peste era la villa de Llerena donde mora mucha
gente.
Por esta razn, muchos vecinos se haban salido a fuera parte. Y estando con
esta fama, un Francisco Duarte arrendador de la encomienda del lugar de
Alcuscar que en el partido ech fama, se deca que Don Rodrigo de Mendoza
Inquisidor de Llerena se vena al dicho lugar. Esto causo un escndalo en la
poblacin, diciendo los vecinos de Alcuscar que si vena por all haba de venir
mucha gente con l de Llerena trayendo consigo el infesto de la peste, teniendo
que marchar los vecinos de la villa de Alcuscar
25
El mal rondaba el palacio del Santo Oficio, los miembros de sta se sentan
secuestrados por los guardas que vigilaban las salidas de la villa. Cada da que
pasaba era un triunfo para el que no fuese estigmatizado por la peste, la enfermedad
no entiende de credos, ni posiciones sociales. sta iba a sorprender al tribunal de
Llerena de una forma continua. La peste no se erradicaba de la zona y en este ao
de 1582 el secretario de la Inquisicin escribe la siguiente carta al consejo del Santo
Tribunal:
24
Ib., lg. 2.705, 95.
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Ib., lg. 2.705, 102.
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Despus que part de esa Corte y llegue a esta villa de Llerena, nunca he
tenido boca de salud. De mi casa han faltado cinco personas, y las dems han
estado y estn con muy poca salud. Los mdicos me han aconsejado que muda-
se de aire de esta tierra y as se ha acordado, de salir a visitar por el partido de
Mrida y su tierra que es por donde ms conviene la visita. Suplico a V. S, cuan
encarecidamente puedo mede licencia para que estando para ello pueda salir,
porque de ms que yo recibir muy sealada misericordia, de nuestro seor
ser servido. El cual guarde y prospere la muy ilustrsima persona de V. S mu-
chos aos. Juan Santos secretario del Santo Tribunal de Llerena 29 septiembre
de 1582
26
Pasaban los aos y la peste no se erradicaba en Llerena, en 1605 encontramos el
siguiente documento de la Inquisicin.
El Inquisidor licenciado Don Simn de Gastelu nuestro colega est enfermo
veinte das ha, y aunque ha sido curado con todo cuidado, no se acaba de
limpiar de calenturas. Y est tan melanclico, que conviene para remedio de su
salud mudar de aire como V. S lo mande ver, por la declaracin del medico que
lo cura que con sta enviamos, suplicamos se sirva de mandarle dar licencia
para que salga del lugar hasta que convalezca. Juan Santos secretario de Llerena
a 1 de julio 1605
27
Esta peticin del secretario de la Inquisicin, tambin la iba a pedir el mdico
que atenda al Inquisidor Gastelu, el Doctor Juan Sorapan de Rieros ste es su
testimonio:
En Llerena a 29 de mayo de 1605, de pedimento del seor Inquisidor licen-
ciado Don Simn de Gastelu que ha estado y esta de presente enfermo, declaro
conjuramento el doctor Sorapn mdico que ha curado y cura al dicho seor
Inquisidor Don Simn, que hace das que le cura de una calentura aguda malina
con accidentes de tabardillo, y despus de estar limpio de calentura al cabo de
algunos pocos das, le ha vuelto calentura continua cuya causa a sido humor
graso melanclico terrestre, y para sanar y convalecer de la dicha enfermedad
tiene necesidad el seor Inquisidor, de mudar de aires porque los de este lugar
no son a propsito a su humor, al menos por algunos das mientras durare la
convalecencia. Lo cual digo la verdad por cargo de juramento y firmado Juan
Sorapn de Rieros, mdico y familiar del Santo Oficio de la Inquisicin de Llerena
28
Por estas fechas se especulaba mucho sobre la causa de los brotes. Al principio,
la peste negra era entendida como un castigo de Dios por los pecados de la
humanidad, pero con el paso del tiempo se fueron buscando causas ms terrenales.
Algunos crean que era responsable la corrupcin del aire, con un invisible pero
mortal miasma procedente del suelo, y apuntaban que los recientes terremotos
haban liberado vapores insalubres desde las grandes profundidades.
Los mdicos que afrontaban las epidemias de peste adoptaron en esta poca
vestidos especiales para protegerse del contagio. Llevaban ropas largas y se cubran
completamente la cabeza. En la nariz se colocaban una especie de pico de ave
rellena de algodones empapados en sustancias aromticas para evitar el supuesto
contagio por inhalacin.
Mientras tanto, en las crceles de la Inquisicin los presos enfermaban y moran.
La peste era una tortura ms que reciban los reos. Este es el caso de un Sodomita
portugus que al igual que los clrigos anteriores mora a consecuencia de tan
terrible castigo.
26
Ib., lg. 2.705, 109.
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Ib., lg. 2709.
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Fermn Mayorga
Antonio de Sousa, natural de Castelo Branco en el reino de Portugal. Muri
en las crceles secretas del Santo Oficio de Llerena a consecuencia de males
pestilentes. Fue enterrado en los corrales de las crceles. Su auto se celebro en
1605. Fue acusado de blasfemia heretical tildada de Sodoma, y sus huesos
desenterrados y quemados en el da del auto. Se le confiscaron sus bienes.
Llerena a 25 de enero de 1606
29
Lo mismo le ocurri a
Fernando Gmez portugus vecino Villanueva de la Serena, de oficio mer-
cader, difunto que muri estando preso en las crceles secretas de esta Inquisi-
cin de Llerena por judaizante, se tir a un pozo con desesperacin a tiempo que
tena confesada su causa por ritos de la ley muerta de Moiss. Sali al Auto su
estatua con insignias de ser quemado sus huesos. Se le ley su sentencia en el
cadalso siendo quemados su estatua y huesos, se le confiscaron sus bienes
30
En las mismas circunstancias muri nuestro siguiente protagonista:
Don Duarte Correa Lindo, portugus vecino de la villa de Olivencia, muri
estando preso en las crceles secretas de la inquisicin de Llerena por hereje
judaizante, este reo confes haber hecho ritos y ceremonias de la ley de Moiss,
as como que quera morir en dicha ley para su salvacin. Puesto a cuestin de
tormento reconoci su error y que se quera volver y volva a Nuestra Santa Fe
Catlica
dando muestras de verdadero convertido siendo admitido a reconciliacin antes
de su muerte. Sali al Auto su estatua con sambenito de reconciliado, se le confiscaron
sus bienes
31
.
La severidad de la vida en la prisin, dio por resultado un promedio regular de
muertes, que no deben ser atribuidas a las torturas, sino a enfermedades y a las
psimas condiciones de las crceles.
Las confesiones obtenidas por la tortura jams eran aceptadas como validas
porque, evidentemente, haban sido obtenida por coaccin. Por lo tanto, era esencial
que el acusado ratificara su confesin al da siguiente de haber sido torturado. Si se
negaba a ello, se invocaba un pretexto legal. Como las reglas prohiban que a nadie
se le torturara ms de una vez, el final de cada sesin de tortura era considerado
slo como una suspensin. Los torturadores empleados por la inquisicin de Llerena
eran de ordinario los verdugos pblicos, se requera el que estuviesen presentes en
la sesin los inquisidores, un representante del obispo y un secretario, para que
registrara todo fielmente. La ley eclesistica estableca que los tribunales de la
iglesia no podan matar, ni derramar sangre, aunque la verdad es que la ley a veces
la olvidaban. El que presida las torturas era un ministro de la inquisicin, el cual iba
cubierto con una toca o tafetn, el mismo poda mudar l hbito o vestido para no
ser reconocido. Cada vez que un preso hombre o mujer iba a ser torturado, era
regla general desnudar primero a la victima. Tanto a los hombres como a las mujeres
se les quitaban todas sus ropas, siendo desnudados completamente, excepto aquellas
prendas mnimas para tapar sus vergenzas
32
.
El torturador o verdugo comenzaba su labor explicndole al reo los pasos a
seguir, y el dao que se le iba a ocasionar en su cuerpo. Muchas veces, obtenan una
confesin del acusado con la simple explicacin y un simple vistazo a los aparatos
de tortura. Estas herramientas de trabajo causaban una gran impresin sobre las
29
Ib., lg. 1.987.
30
Ib., lg. 1.987, 39.
31
Ib..
32
Ib., lg. 1.231.
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
mentes de los acusados. Una declaracin en estas condiciones era considerada una
confesin voluntaria. Si el reo no confesaba, se decretaba que su falta de miedo
ante las circunstancias era prueba de su alianza con la hereja. Exista incluso la
posibilidad de utilizar el opio; los presos que tenan una buena economa sobornaban
a los funcionarios de prisiones para que les trajesen tan buena droga. Con sta
soportaban el tormento y el dolor era menor. Encuentro un caso de este tema en el
legajo 2.061, 9 de la Inquisicin de Sevilla, por si algn interesado necesita de l.
Mientras la victima era torturada, el sacerdote o ministro realizaba preguntas y el
notario tomaba nota de la declaracin, la tortura durara hasta que la victima
confesara. Los servicios efectuados por el torturador y dems oficiales eran pagados
con dinero de la vctima. Si el reo no tena dinero, se forzaba a sus parientes a pagar
los gastos de honorarios de los profesionales
33
. Uno de los mtodos de tortura era el
conocido con el nombre de La Toca, siempre decimos que el agua es vida, pero los
verdugos se encargaron de convertirla en muerte. La tortura de la toca consista en
poner un pao hmedo en la boca del reo, deslizndolo hasta la garganta, el verdugo
proceda a echar agua lentamente producindole al infeliz la sensacin de
ahogamiento. En muchos casos se les pona un embudo en la boca, y se le hacia
ingerir grandes cantidades de agua hasta casi reventar. Conozcamos un documento
del Tribunal de Llerena que dice lo siguiente.
En el mes de marzo de 1565 el licenciado Martn Villar Inquisidor ordinario y
visitador de los Inquisidores, realiza el interrogatorio correspondiente a una visita
de la Inquisicin, donde se inquiere por todos los aspectos referentes al
funcionamiento del tribunal del distrito de Extremadura con sede en Llerena. En el
mismo se refiere un problema al que se pondr solucin y que textualmente se
relata as.
...Han dado tormento riguroso y con nueva manera de vinagre fuerte de
que han quedado muchos de los atormentados harto apasionados, roncos, da-
ada la garganta y pechos, y una mujer vieja muri dentro del tercer da des-
pus de atormentada; se puede sospechar que la mat el mucho vinagre que la
hicieron beber en tormento, pues muri tan en breve estando antes sana
34
Nuestra siguiente mquina de producir dolor fsico es la ms usada por la Santa
Inquisicin, el potro. Quin no oy alguna vez hablar del potro? Fue un horrible
elemento de tortura, y se convirti en tal puesto que esta terrible maquina lograba
que los reos confesaran acciones en las que no haban participado. El potro consista
en una rueda de 2 metros de dimetro, en la que era apoyado el reo en el contorno
de su permetro y atado de pies y manos por unas cuerdas que eran tensadas por
medio de un torno. Ante las preguntas del Tribunal, y obteniendo respuestas
desfavorables, se iban tensando progresivamente las cuerdas para infligir dolor
sobre el reo. En muchos casos se llegaba a la dislocacin de las extremidades.
En el AHN, en el libro 1.265 nos encontramos con la forma ordinaria de dar el
tormento en el Potro, es como sigue: Estando en la cmara del tormento, el que
preside dice al reo: Decid la verdad, decid la verdad, o si no se mandar entrar al
ministro de justicia.
Si ha declarado el reo, desde que se le notifica la sentencia de tormento en el
Tribunal, o respondido de esta monicin y advertencias, se le pregunta si tiene
alguna enfermedad o impedimento para que se le d tormento. El inquisidor, a la
vez, consulta con el mdico y cirujano del Tribunal, stos reconocen al reo y conforme
33
La inquisicin, A. HYATT VERRILL.
34
FERNANDEZ NIEVA, J. Inquisicin e inquisidores llerenenses en los siglos XVI-XVII, Revista de Estudios Extreme-
os, LVI, 2001.
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lo que declaran, y a juicio de los jueces, se da o no se da el tormento con ms
moderacin segn pareciere, se manda salir al medico y cirujano y habiendo salido
se dice: Entre el ministro de justicia, y habiendo entrado se hace la seal de la cruz
con los dedos, y se le dice: que juris a Dios y a esta seal de la cruz de hacer el
bien y fielmente vuestro oficio de verdugo y de guardar secreto: respondiendo el
verdugo, as lo juro.
Y se le manda lo cumpla, si no se le aplicar la excomunin mayor y 200 azotes.
Luego se dice al reo: decid la verdad o se os mandar desnudar y estando
desnudndose le dicen: decid la verdad o se os mandar reconoceros. Decid la
verdad. Reconocedlo.
Sentase el reo en la punta del potro, y el ministro de justicia toma una luz y
reconoce al reo la boca, detrs de los odos y le huele el aliento diciendo:
bueno est, decid la verdad, o se os mandar poneros en el potro, ponedlo
en el potro, decid la verdad o se os mandar ligaros por el cuerpo. Ligadlo por el
cuerpo, decid la verdad o se os mandar ligaros por el pie derecho, decid la
verdad ligadlo por el pie derecho. Decid la verdad o se os mandar ligar por el
pie izquierdo, decid la verdad, ligadlo por el pie izquierdo. Decid la verdad o se
os mandar ligaros los brazos, decid la verdad, ligarles los brazos. Decid la
verdad o se os mandar ligar los molleros izquierdo y derecho, ligadlo por los
molleros. Decid la verdad o se os mandar ligar por la mancuerda, ligadlo por la
mancuerda. Decid la verdad o se mandar dar el primer tirn del trampazo, por
la pierna derecha, la izquierda, dad el primer tirn del trampazo. Decid la verdad
o se os mandar dar la primera vuelta de mancuerda, decid la verdad, dad la
primera vuelta de mancuerda, la segunda, la tercera, etc.
A cada vuelta, habiendo estado el ministro de justicia un rato apretando, se le
dice: afianzad, comunicndole al reo que si no dice la verdad se le dar la segunda
vuelta de mancuerda
35
.
A las mujeres las tendan en el potro y les decan: decid la verdad por amor de
Dios, no os queris ver en tanto trabajo. Se le ligaban los brazos y muslos,
repitindosele dijese la verdad, para no verse en tanto trabajo.
Otra de las torturas practicadas por el tribunal de Llerena eran los azotes Pblicos.
stos eran una forma ms de castigo fsico. El uso del ltigo a modo de escarmiento
era muy antiguo en la tradicin cristiana, como forma de castigo de criminales. Sin
embargo era una pena muy severa, pues conllevaba el estigma de la degradacin y
el deshonor, por lo que slo poda emplearse contra las personas de bajo estatus
social. La inquisicin generalmente condenaba al culpable a ser azotado por las
calles, si se trataba de un varn tena que aparecer desnudo hasta la cintura, a
menudo montado sobre un asno para que sufriera una mayor deshonra, siendo
debidamente azotado por las calles por el verdugo con el numero sealado de
latigazos; las mujeres eran azotadas igual que los hombres. Tampoco haba lmite
de edad, hay casos registrados que muestran que menores de edad y ancianos de
ochenta y noventa aos sufrieron el mismo trato, conozcamos algunos menores
condenados por la misericordiosa inquisicin de Llerena:
Miguel de Palma morisco vecino de Zafra siendo de edad de once o doce
aos, fue penitenciado en este Santo Oficio el ao de 1582 por testificacin que
contra l tuvo tres testigos. Se le acusa de haber dicho que mejor era ser moro
que cristiano, y preguntndole si tena la ley de los moros por buena, haba
dicho: que s, si algn ruin no le pona tacha. Fue reprendido por los testigos
y el muchacho volvi a porfiar diciendo: que la ley de los moros era muy
35
AHN, Inquisicin de Llerena, libro 1.265.
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
buena fue condenado a abjurar de levi, y que sea reprendido e instruido en la
fe catlica, y azotado en las crceles
36
He podido verificar en los documentos inquisitoriales cartas de los inquisidores
de vora mandadas a los de Llerena donde intentan influir para que unos nios hijos
de familias judaizantes sean sueltos de las crceles y mandados a Portugal. En el
legajo 1.995 existe una donde me qued asombrado al ver la poca o prcticamente
nula caridad que los inquisidores de Llerena tenan hacia los nios hijos de familias
moriscas o judas. En este legajo los inquisidores de vora piden lo siguiente: Nos
los inquisidores de vora pedimos a los de Llerena que nos manden los presos para
esta jurisdiccin, ya que algunos llevan ms de dos aos en poder del Tribunal de
esa villa. Entre ellos algunos menores, y otros haber muerto en las crceles de
Badajoz. Instamos al Santo Oficio de Llerena a que nos manden los presos, y sobre
todo que suelten a los menores, ya que este Tribunal de vora no tiene por costumbre
prender a nios
37
.
Cosa sta incierta, ya que existen documentos donde el Tribunal portugus tambin
prenda a menores. Cuando el Tribunal del reino de Portugal no consegua lo pedido,
mandaba al padre o pariente de los menores encarcelados, que tambin estaba en
prisin, escribiese una carta al Santo Oficio de Llerena; la carta deca lo siguiente:
Ilustrsimo seores: Yo Andrs Lpez, portugus, preso en la crcel real de
Badajoz por mandado de vuestra seora. Dice que hace dos aos que est en la
dicha crcel con seis personas padeciendo muchas necesidades, sin tener medio
alguno para sustentarse a s y a las otras 6 personas, pues se halla en un reino
extrao. Suplica a vuestra seora ilustrsima por la pasin de Nuestro Seor
Jess Cristo, tomen resolucin en despachar conforme su justicia. Suplico a sus
ilustrsimas manden al comisario de la ciudad de Badajoz deje y suelte de la
dicha prisin a Matas, de 11 aos, y a Ana, su hermana, de 7 aos, cuados del
dicho Andrs Lpez, para que los pueda acomodar, pues no tiene con qu sus-
tentarlo, por ser as justo y razonable
38
Nuestro ltimo protagonista es un menor de 14 aos su nombre Lorenzo Muoz,
y su pueblo natal La Puebla del Prior, esto es lo que cuenta su documento Inquisitorial:
Lorenzo Muoz, hijo de Diego Muoz, ciego, vecino de Puebla del Prior, de
14 aos de edad. El Provisor de esta provincia le remiti preso por declaracin
de dos testigos, que le testificaron de que juraba muchas veces en nombre de
Dios en vano y de otras muchas cosas. Se le acusa de haber pecado contra
natura con una pollina, y otras cosas de muy mala inclinacin. Despus de la
acusacin confes el delito por el que fue preso, diciendo no saber qu cosas
eran pecados. Fue condenado a que fuera reprendido y azotado como muchacho
en las crceles, y desterrado de la puebla del prior por tiempo de tres aos, dos
precisos y uno voluntario
39
A la inquisicin no le interesaba tener en la calle a un reo que haba sido torturado,
no slo por lo que contase en la calle de lo vivido en las crceles, torturas, crceles
secretas, sino por la mala imagen que pudieran dar del tribunal. Los inquisidores no
podan demostrar ante el pueblo que fallaban; por lo tanto, las posibilidades del reo
para salvarse de la mirada de los seguidores de la inquisicin eran prcticamente
nulas
40
.
36
Ibdem, lg. 1.988, 40. Relacin de causas ao 1592.
37
Ibd., lg. 1.995.
38
Ib.
39
Ib., lg. 1.988, 10. Relacin de causas, ao 1576.
40
Terrible realidad que muchos intentan ocultar e incluso censurar siguiendo la misma lnea que la inquisicin que
nos ocupa.
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Los presos que moran en las prisiones eran enterrados en los corrales de las
crceles, en sus tumbas se les pona la insignia con su nombre y la hereja cometida.
stos, como no haban podido salir al auto pblico de la fe a causa de su muerte,
cuando se celebraba el mismo eran desenterrados y llevados en cajas pequeas
sobre jumentos, una vez ledas sus sentencias los huesos del difunto condenado
eran lanzados a la hoguera
41
.
La iglesia de la poca vea indispensable, de necesidad absoluta, quemar a los
reos, porque el tormento de fuego es la pena natural de la hereja, pero antes de
quemarlos tomaba la precaucin de sacarles la lengua, o ponerles una mordaza
para que con sus blasfemias no escandalizasen a los circundantes. Con una cita de
San Juan El que en m no permaneciese ser echado fuera, como un sarmiento, y
se secar, y le cogern, y le tiraran al fuego, y arder, la Inquisicin justifica y
apoya la pena de muerte La amputacin de un miembro enfermo, que en la
poca tiene una base teolgica y jurdica. Eso da pie a que los inquisidores piensen
que:
El quemar a un hereje no slo es por su bien, sino ms particularmente
para el provecho y edificacin espiritual del pueblo catlico; y antes debe ser el
bien pblico que la utilidad de un hombre solo, el cual es verdad que se condena
muriendo en su obstinacin
42
Cierto es que la inquisicin de Llerena fragu una imagen de los judaizantes
portugueses muy negativa en la poblacin extremea. Eran los marranos. En pueblos
de la raya como Cheles, desde pequeo cuando uno atizaba la candela o el brasero
y de l saltaban chispas, nuestros padres nos decan que esas chispas eran los
portugueses. Investigando la Inquisicin de Llerena he descubierto el sentido de
esta enseanza, que todava hoy es muy comn en muchas casas de la raya. La
candela era el infierno, y las chispas los portugueses condenados, los marranos, los
judaizantes de la otra orilla. Hubo incluso romances de ciegos que servan para
desacreditar a los habitantes de dicho reino. Conozcamos un romance que fue
precisamente alentado y censurado a la vez por la inquisicin de Llerena. El mismo
fue secuestrado en la villa de Llerena a un ciego, ste se ganaba la vida contando
historias donde los malos siempre eran los judaizantes portugueses.
El romance cuenta los rigurosos martirios que han ejecutado seis judos y cinco
judas con dos religiosos, cuatro nios y una mujer en la villa de Llerena.
41
AHN, Inquisicin de Llerena, lg. 2.705.
42
EYMERICH, N. Manual de inquisidores, para uso de los inquisidores de Espaa y Portugal, p. 95.
PRIMERA PARTE
Psmese el cielo y la tierra
al or caso tan horrendo,
que en el ao de ochocientos,
con bien contemos,
ha sucedido en Llerena,
rico y abundante pueblo,
honra de la Extremadura,
y asombro del universo.
De tierra de Portugal,
seis mercaderes vinieron
a vivir a esta ciudad,
que ya referida dejo,
con sus hijos y familias,
dando buenos documentos;
porque en misas y sermones
se hallaban de los primeros.
Viva pared enfrente,
de un mercader de estos,
Ana Maria y su esposo,
llamado Pedro Moreno.
dioles el cielo un Infante
hermossimo en extremo,
el cual tiene por edad
hasta dos aos y medio.
A los veinte de diciembre
robaron este cordero;
de los afligidos padres
las penas y los lamentos,
los suspiros y sollozos,
considrelo el discreto.
la ciudad alborotada,
porque en aquel da mismo
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
otros tres nios robaron.
Ms como permiti el cielo
a la tierra, que no haya
nada oculto ni en cubierto,
pasados algunos das,
que pocos seran creo,
el mercader referido,
que vive enfrente de Pedro,
lleg a su casa y le dijo;
seores mos, yo vengo,
si vuestra mujer quisiera,
criarme un nio que tengo,
se lo agradecera mucho.
Consultndolo Moreno
con su esposa, se conviene
ir por dos meses y medio.
a su casa la llev,
a una sala la subieron,
recibieron grande gozo,
la bienvenida le dieron;
y pasada aquella noche,
lleg el da venidero,
que lo tiene deseado.
fue haber a su mujer Moreno,
y le dice: Esposo amado,
por amor de Dios te ruego,
que vengas ac a la noche
que volverme a casa quiero;
y mira que no haya falta,
porque en el sentido tengo
muchas veces que me dicen,
que esta mi nio aqu adentro:
pues quedndome dormida,
me pareci que entre sueos
o su tierno llorar.
calla y no pronuncies eso,
que es ilusin del sentido;
entrambos se despidieron.
luego que llego la noche,
fue a cumplir con el precepto.
lleg tocando la puerta,
le abren, y ha entrado dentro;
preguntando por su esposa,
al punto le respondieron,
dicindole: Seor mo,
ahora poco salieron
las Seoras con el Ama,
y no volvern tan presto;
vuelva usted a las once y media.
Qued confuso Moreno;
se despidi, y luego cierran
la puerta, quedndose dentro
(sin ser de nadie sentido
que as lo ordenan los cielos)
metido en una tinaja,
que est arrimada aun testero,
por vieja y muy derrotada.
No se pas mucho tiempo
sin que llamen a la puerta;
entraron dos Caballeros,
suben por las escaleras,
y un sacerdote con ellos.
Despus se volvi a bajar
otro con grande silencio,
tir al aire dos cohetes,
crujen en los elementos;
seal fue de sus infamias,
como adelante veremos.
No se tardo media hora,
llegaron tres Caballeros,
y tocando una aldabada,
les abren y entraron dentro;
y asegurando las Llaves
con el debido silencio,
bajan otros tres de arriba,
cinco mujeres con ellos,
y tambin los sacerdotes;
las buenas noches se dieron.
A una sala baja entraron,
se oyeron tiernos lamentos
de una voz muy lastimosa.
que dice,vlgame el Cielo!
obscureciendo esta voz,
todo se qued en silencio.
Saliose de la tinaja,
Pedro temblando de miedo,
solo pensando en su esposa,
se haca varios conceptos;
con sigilo abri la puerta,
y se puso en salvamento.
Pero tomando la calle
se encontr seis Caballeros,
estos eran Familiares,
que andaban celando al pueblo
buscando esta sinagoga
por las seales que oyeron.
Y contndoles el caso,
al Tribunal se volvieron,
y a los tres Inquisidores
les informan del suceso.
se arman de lucidas armas,
y algunas bocas de fuego;
siguieron a Pedro, y llegan
a la casa, entraron dentro,
y registrando la sala,
vieron que de un agujero
bajan unas escaleras,
que iban buscando el centro;
oyen voces lastimosas,
diciendo as en tristes ecos:
sagrada Virgen Maria,
hoy servidme de consuelo:
y vos Brbara bendita,
ngel de mi guarda, os ruego
pidis a Dios que me libre
de estos enemigos fieros;
pues en tan grandes conflicto
otra apelacin no tengo.
Y en otra segunda parte
dar fin a este suceso.
SEGUNDA PARTE.
Atencin noble auditorio
en estos segundos versos.
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Fermn Mayorga
uno de los Familiares,
reconociendo lo ecos
de su hermano el sacerdote,
baj ms veloz que un trueno,
y abrazndose con l,
los Judos cuando vieron
que era el Tribunal, se caen
amortecidos al suelo.
Y volviendo la cabeza,
aqu me falta el aliento,
y el alma se atemoriza!
cuando repararon, vieron
dos difuntos religiosos,
bocabajo contra el suelo,
clavados de pies y manos,
ensangrentados sus cuerpos,
y a la cabecera tienen,
pendientes de unos maderos,
a cuatro mrtires nios
con sus costados abiertos,
sus carnes todas punzadas,
los ojos mirando al cielo,
como pidiendo justicia
contra los infames reos.
y registrando la vista,
aqu se me eriza el pelo,
y la lengua balbuciente
no acierta a declarar verso!
y al referir este caso
tiembla y se estremece el pecho.
Miraron a una mujer
atada contra un madero,
quitadas sus vestiduras,
y por la boca un pauelo;
las manos atrs atadas,
y en sus delicados pechos,
asidos de los pezones,
(de emponzoado veneno)
dos vboras o serpientes,
dndole cruel tormento,
por ser la parte mayor
dolorida de su cuerpo.
De la boca le quitaron
aquel ligado pauelo,
y aunque sin alientos, dice:
perdname amado Pedro,
dulce esposo de mi vida,
pues la pena con que muero
fue mirar a nuestro nio
crucificarle sangriento,
y me llamaba llorando,
y no pude socorrerlo;
en este paso imite
a la Reina de los cielos.
Madres las que tenis hijos,
contemplad por vos lo mismo,
pues fue mi dolor tan grande
que no sent mi tormento;
en esto lleg la parca,
cortole el vital aliento;
su esposo del gran dolor
cay difunto en el suelo.
Cmo ngeles no bajis
del Celestial Firmamento
a dar castigo a esta infamia!
Cmo no te abres Infierno,
y a estos malvados te tragas
en tus cavernosos senos!
prendieron a los Judos,
cinco judas con ellos;
al Tribunal los llevaron,
y luego otra vez volvieron;
con sentimiento y dolor,
a espectculo tan tierno;
el pesar de los Patricios
fue igual con el de los deudos.
En diciembre veinte cuatro,
vspera del nacimiento
del Hijo de Dios Sagrado,
los das de ms misterios
buscan para ejecutar
sus depravados intentos.
Pidamos a Dios nos libre
de estos enemigos fieros,
como libr al sacerdote,
por altos juicios del cielo,
y sus buenas devociones,
que a Santa Barbara fueron,
con el ngel de la Guarda,
y los Santos Evangelios.
Encargo a todo cristiano,
lleve guardado en su pecho
estas sagradas reliquias,
pues al or el suceso,
aquel que no las llevare,
si es cristiano dudo en ello.
Tambin quiero referir
la declaracin que hicieron:
por manos de dos mujeres
robaron los nios tiernos;
con artes de hechiceras
volvan gatos, o perros
en presencia de sus madres,
a los mrtires corderos;
dndoles por cada uno
diez ducados en dinero.
Madres, las que tenis hijos,
poned cuidado con ellos,
no los vengis luego haber,
al fin, como hallaron estos.
no quiero ser ms cansado,
solo dir que los reos
en el Tribunal se quedan
entre penas y tormentos.
Y Jos Estvez de Castro,
les ofrece a los discretos
si alcanza a ver su castigo,
dar noticia por entero,
suplicndoles a todos,
que lleven los Evangelios
Santa Brbara y el ngel
en sus catlicos pechos
43
.
43
AHN, Inquisicin de Llerena, lg. 4.459, 17.
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Los herejes de la frontera hispano-portuguesa
Inventaban romances como ste para desprestigiar a las personas que no crean
en Jess de Nazaret, el estigma en el cuerpo de los judeoconversos era evidente. El
catalogo de injurias contra los judos y sus descendientes era interminable. Entre
los ms sorprendente estaba el afirmar que algunos de ellos tenan colillas o rabillos
en el remate del espinazo, porque eran descendientes de los que haban juzgado a
Cristo, otros no tenan saliva y no podan escupir porque sus antecesores fueron los
que escupieron a Cristo, o bien tenan el brazo derecho ms corto que el izquierdo
por abofetear al salvador. Pura monserga de la poca, auspiciada por grandes hombres
de Iglesia que intentaban con estos movimientos inventados bombardear la mente
de los hombres y mujeres analfabetos de Extremadura, para qu estos se convirtiesen
en tanquetas contra los cristianos nuevos o descendientes de judos.
Fig. 2: Auto de Fe en la Plaza Mayor de Llerena
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ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ: LA GUERRA DE RESTAURA-
CIN PORTUGUESA EN EXTREMADURA Y LAS NEGOCIACIO-
NES DE PAZ CON PORTUGAL (1640-1668)
BETWEEN WAR AND PEACE: THE WAR OF PORTUGUESE
RESTORATI ON I N EXTREMADURA AND THE PEACE NEGOTI ATI ONS
WI TH PORTUGAL ( 1640- 1668)
Antonio Jos Rodrguez Hernndez
Patricia Rodrguez Rebollo
Instituto Universitario de Historia Simancas
Universidad de Valladolid
Real de Burgos, s/n
47011 VALLADOLID
[email protected]
RESUMEN: En esta comunicacin se analiza la Guerra de Restauracin de
Portugal (1640-1668) y su trascendencia en Extremadura. En especial se estu-
dia la reactivacin de la guerra acaecida en 1656 y las importantes operaciones
militares de los aos siguientes, hasta que a partir de 1666 la guerra languidez-
ca en espera de una paz entre ambos beligerantes. Dentro de este estudio tie-
nen especial cabida los ejrcitos y soldados que participaron en la contienda,
verdaderos actores de la misma. Tambin se analizan las conversaciones de paz
y la especial importancia de la Guerra de Devolucin (1667-68) como uno de los
principales desencadenantes del fin del conflicto.
ABSTRACT: In this article the Restoration War of Portugal (1640-1668) is
analyzed, together with its importance in Extremadura. We specially study the
reactivation of the war occurred in 1656 and the important military operations of
the following years, until 1666, when the war languishes awaiting a peace between
both belligerent countries. Within this study we will especially focus on the armies
and soldiers who participated in the conflict, true actors of the war. The peace
conversations and the special importance of the War of Devolution (1667-68),
as one of main reasons for the ending of the conflict, are also analyzed.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 141 - 154
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Entre la guerra y la paz: la Guerra de Restauracin portuguesa
La sublevacin portuguesa del primero de diciembre de 1640 pona fin a
60 aos de convivencia y unin entre Portugal y Espaa. La rebelin, que
posteriormente dar lugar a la independencia de Portugal, ser sin duda la
prdida territorial y humana ms grave de todas las ocurridas a la Monarqua
Hispnica durante el siglo XVII. Dentro de la guerra, la importancia de
Extremadura fue indiscutible, al ser el teatro de operaciones ms importante de
toda la contienda. Salvo el parntesis de 1664, cuando el Duque de Osuna intent
entrar en Portugal por la frontera de Ciudad Rodrigo, el resto de las campaas
militares centraron sus objetivos en llegar a Lisboa entrando por el Alentejo
portugus
1
.
Durante las primeras fases del conflicto pocas acciones militares fueron de
relevancia. En los primeros aos la actividad blica de ambos bandos se centr en
saqueos y golpes de mano sobre pequeos pueblos y villas, que no seguan estrategia
alguna ms que el benefici de los asaltantes y causar el terror entre las poblaciones
fronterizas, que en su mayor parte no tenan murallas modernizadas ni guarniciones
fijas. Durante las primeras fases de la guerra ambos bandos evitaban los puestos
fortificados y escogan objetivos dbiles que no pudieran oponer demasiada
resistencia, sin intencin de retenerlos despus
2
. Hasta 1656 el conflicto se centr
en escaramuzas, asaltos y rapias de ganado, no habiendo prcticamente acciones
de relevancia, como batallas o cercos y asedios a plazas fuertes. La nica batalla del
periodo fue la de Montijo, el 26 de mayo de 1644, de la que ambos bandos se
atribuyeron la victoria
3
, algo que permanece an tanto en la historiografa hispana
como lusa
4
. Junto a esta batalla, solamente podemos encontrar otras dos operaciones
de sitio dignas de mencin. Por un lado el intento de cerco espaol sobre Elvas de
1644 -que dur menos de un mes, renunciando el comandante espaol, el Marqus
de Torrecuso, a realizar un asalto sobre la ciudad al estar muy bien defendida-, y el
cerco espaol de Olivenza de 1645, del que el Marqus de Legans tuvo que desistir
por la llegada de invierno
5
.
Durante todo este periodo que va hasta 1656 la guerra se realiz a pequea
escala a lo largo de toda la porosa frontera, tanto en tierras extremeas como en
Galicia, Zamora o Ciudad Rodrigo. Este tipo de actividad militar responda
especialmente a las caractersticas de la guerra. Durante este periodo ambos mandos
no dispusieron de importantes tropas para realizar una conquista a gran escala del
territorio enemigo, por lo que se dedicaron a desgastarlo mediante acciones puntuales
1
Una buena reflexin sobre los corredores militares y las posibilidades de invasin de Portugal a lo largo de la
historia lo podemos ver en: VALLADARES, R. Portugal y el fin de la hegemona Hispnica, Hispania, 193, 1996, pp.
517-539.
2
Buena prueba de ello lo tenemos en la primera ofensiva portuguesa sobre Portugal durante 1643. Aunque los
portugueses tomaron en esa campaa Valverde de Legans, Villanueva del Fresno y Alconchel, abandonaron el
primero ese mismo ao y el segundo en 1646, reteniendo Alconchel hasta 1661. WHITE, L. Estrategia geogrfica
y fracaso en la reconquista de Portugal por la Monarqua Hispnica, 1640-1668, Studia Historica, Historia Moderna,
25, 2003, pp. 81-82.
3
Relacin dos gloriosos svccessos, que as armas de Sua Magestade El Rey D. Ioam IV, tiverao nas terras de Castella, neste
anno de 1644, Lisboa, Antonio lvarez impresor, 1644 . Impreso conservado en la Biblioteca Nacional de Portugal
(Lisboa).
4
Una buena visin de la batalla por ambos bandos la podemos encontrar en: CORTS CORTS, F. Militares y Guerra
en una tierra de frontera. Extremadura a mediados del S. XVII, Mrida, 1991, pp. 18-19.
5
SILVA DUARTE, A.P.D. Linhas de Elvas (1659). Prova de fora, Lisboa, 2003, pp. 6-7.
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Antonio J. Rodrguez y Patricia Rodrguez
y de escaso riesgo estratgico, en las que participaban un reducido nmero de
hombres. Lo ms frecuente eran las entradas de ambas caballeras rebasando la
frontera para capturar ganado y saquear lo posible, algo que siempre intentaba ser
contestado por la caballera contraria, que con rapidez se aprestaba para dar caza al
enemigo y quitarle las presas tomadas, especialmente el ganado
6
.
I. LA REACTIVACIN DE LA GUERRA 1656-1659
En noviembre de 1656 muri Juan IV de Portugal, primer rey de la dinasta
Braganza. Su sucesor era su hijo Alfonso VI, de tan slo 13 aos y con sntomas de
desequilibrio fsico, por lo que hasta 1662 la regencia estar en manos de su madre,
la espaola Luisa de Guzmn, belicosa y de carcter
7
. Esta muerte, y el contexto
internacional, propiciarn un cambio de postura en torno a la guerra entre ambas
potencias. La Corte lusa se decidi a reactivar la guerra, impulsando el reclutamiento
de nuevos contingentes que se deban sumar a los que ya estaban en las fronteras.
Francia pareca estar agotada, por lo que se esperaba que pronto Espaa recuperara
las posiciones perdidas en Flandes y la Guerra en Catalua quedara zanjada, por lo
que todos los recursos militares hispanos podran destinarse al sometimiento de
Portugal. La idea portuguesa era clara, asestar un importante golpe en Extremadura
para tener una baza que negociar y poder establecer un acuerdo de paz, antes de
que Espaa pacificara sus frentes abiertos con Francia e Inglaterra
8
.
La visin de Espaa sobre el conflicto era parecida. Se pensaba que una importante
actividad militar en la frontera podra hacer reconsiderar la situacin a la Corte de
Lisboa y contribuir a que muchos portugueses volvieran a formar parte de la rbita
espaola. Muy pronto se tomaron las decisiones oportunas para incrementar el
ejrcito, aumentando el reclutamiento, adems de los medios econmicos que deban
ser entregados al ejrcito de Extremadura, junto con pertrechos de guerra y artillera.
Pese a todos los aprestos militares, las cosas no parecan fciles en Madrid, como
bien comunicaba Jernimo Barrionuevo en sus Avisos: Dcese no se descuida el
Portugus en reforzar sus fronteras, busca ayudas, valerse de sus confidentes y
amigos, de hacer todos los aprestos y defensas necesarias para ofendernos y
defenderse. Segn el sentir de todos, si no es con un ejrcito grande, parece difcil
la empresa, y el querer ir ganando palmo a palmo de tierra y plaza a plaza, ha de
ser una cosa dilatada, y en que se ha de gastar mucho tiempo y mucho dinero, y si
no se consigue, mucho ms en crdito y reputacin
9
.
Los preparativos para incrementar numricamente el ejrcito de Extremadura
fueron importantes durante todo el invierno, pero se mostraron algo insuficientes,
6
Carta del Marqus de Tbara, Badajoz 14 de marzo 1648. Carta de Alonso de vila, Badajoz 27 de marzo 1648.
Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, lg. 1.704 (en adelante AGS, GA). WHITE, L. Estrategia geogrfica y
fracaso, pp. 73-74.
7
Sobre la muerte del Duque de Braganza y la coronacin de su hijo: Relacin dada a la Corte Espaola de su
muerte. Avisos de Barrionuevo, Madrid 3 de enero 1657. BARRIONUEVO, J. (de) Avisos (1654-1658), Madrid,
edicin de PAZ Y MELIA, A. 1969, t. II, pp. 43-45.
8
VALLADARES, R. La rebelin de Portugal (1640-1680). Guerra, conflicto y poderes en la monarqua hispnica, Valladolid,
1998, pp. 161-162.
9
Avisos de Barrionuevo, Madrid 17 de enero 1657 (BARRIONUEVO, J. DE, Avisos.., pp. 43-45).
10
STRADLING, R.A. Europa y el declive de la estructura imperial espaola 1580-1720, Madrid, 1992, pp. 167-168.
STRADLING, R.A. La Armada de Flandes. Poltica naval espaola y guerra europea, 1568-1668, Madrid, 1992, pp. 194-
202.
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Entre la guerra y la paz: la Guerra de Restauracin portuguesa
al basarse el aumento en la participacin temporal- de las milicias de Extremadura
y Andaluca, adems de tropas aprestadas por nobles, siendo bastante escaso el
nmero de hombres que se reclutaron voluntariamente para servir como verdaderos
soldados.

La monarqua todava mantena demasiados frentes abiertos en Flandes,
Miln y Catalua, adems de una importante actividad naval en el Cantbrico y el
Mar del Norte con la marina inglesa
10
, por lo que no se podan mandar demasiadas
tropas veteranas a la frontera portuguesa. Los nuevos refuerzos que se iban a
destinar a Extremadura deban reclutarse durante el invierno. De esta manera el
Consejo de Guerra orden que se arbolaran banderas en todas las ciudades principales
del reino para ir aumentando las levas voluntarias, al considerarse de mayor servicio
la gente deste gnero, que no la de milicias
11
.
Pese a los esfuerzos espaoles por reclutar soldados profesionales, el gran
problema del ejrcito de Extremadura era su escasa profesionalidad, al estar
compuesto en su mayor parte por milicianos. A comienzos del mes de abril de 1657
en Extremadura haba 13.094 infantes y 4.151 soldados de caballera, a falta de
llegar distintas reclutas. Con parte de estos hombres, 11.144 infantes y 3.534
caballos, el comandante en jefe hispano, Francisco Tutavilla, Marqus de San Germn,
a instancias de la Corte, intenta de nuevo -por cuarta vez- la toma de Olivenza
12
. El
65% de las tropas disponibles, tanto en guarniciones como en campaa, eran
milicianos, ya fueran de la misma provincia o de los cuatro tercios de milicias que
aportaba el Reino de Sevilla. Aproximadamente otro 5% del total de las hombres
haban sido aportados por la nobleza, tanto por el Duque de Osuna, que haba
contribuido con un tercio entero de ms de 500 hombres, como por el Duque de
Medinaceli, que haba reclutado en Andaluca una compaa de 100 hombres
13
. El
resto de las tropas eran soldados voluntarios reclutados fuera de la provincia. Por
un lado estaba el reducido tercio de irlandeses que se haba mantenido de guarnicin
en Badajoz desde haca casi una dcada. Junto a estos profesionales, asista en
campaa el tercio veterano de la Armada del Maestre de Campo Melchor de la
Cueva, recientemente reforzado en Jan, que era la nica tropa veterana de todo el
ejrcito. El resto de los voluntarios eran bisoos que haban sido reclutados
aceleradamente durante el invierno anterior como preparativo para la campaa, por
lo que entre ellos se producirn numerosas deserciones, ante la falta de medios y
sueldos
14
.
11
Consulta de la Junta de Guerra de Espaa, 16 de abril 1657. AGS, GA, lg. 1.895.
12
Relacin del nmero de oficiales y soldados que se hallan sirviendo en los tercios del ejrcito segn la muestra
general que se tomo en la campaa sobre la plaza de Olivenza el da 19 de abril, Badajoz 26 de abril 1657: Ibdem.
13
Consulta del Consejo de Guerra, 7 de abril 1657. Carta del Duque de San Germn, Gobernador de Extremadura,
16 de marzo 1657. Relacin del nmero de oficiales y soldados que se hallan sirviendo en los tercios del ejrcito
segn la muestra general que se tomo en la campaa sobre la plaza de Olivenza el da 19 de abril, Badajoz 26 de
abril 1657. Ibd.
14
Consulta del Consejo de Guerra, 17 de septiembre 1657. Ib., lg. 1.897.
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INFANTERA PRESENTE EN EL EJRCITO DE EXTREMADURA DURANTE LA
CAMPAA DE 1657
Fuente: AGS, GA, lgs. 1.895 y 1.896.
* En abril se encontraba presente el tercio viejo de Melchor de la Cueva, mientras que en julio este ltimo se
reforz con nuevos reclutas y llegaron otros tres tercios: uno de espaoles, otro de irlandeses y el ltimo de
napolitanos, aunque ste slo tena 45 hombres.
Esta accin ofensiva hispana sobre Olivenza de 1657, se sald con la toma de la
plaza, tras un largo cerco en toda regla, capitulando la plaza el 30 de mayo, sin
necesidad de ser asaltada, retirndose la mayor parte de su poblacin a Portugal.
La destruccin de la zona fue completa en olivares y vias, no quedando en la
ciudad ms que 19 vecinos
15
. Los portugueses intentaron contrarrestar el cerco
sobre Olivenza asediando sin xito Badajoz, que en esos momentos no dispona de
unas murallas apropiadas para resistir un duro sitio
16
. Ante el escaso material de
asedio y poca artillera que portaban las tropas portuguesas, el Conde de San Lorenzo,
general en jefe portugus, opt por no completar el cerco de la ciudad y realizar un
asalto sobre las murallas. El asalto general del 17 de mayo, que dur todo el da, se
sald con unas importantes prdidas en el bando portugus, que tuvo 500 bajas,
parte de ellos oficiales de importancia, como tres Maestres de Campo y siete capitanes.
Los asaltos portugueses no consiguieron tomar la muralla, por lo que ante las fuertes
prdidas debieron retirarse, dejando atrs numerosas armas, alguna artillera de
pequeo calibre y las 180 escalas utilizadas. Las bajas en el bando hispano tambin
fueron numerosas, aunque menos significativas, pereciendo el Maestre de Campo
de uno de los tercios de infantera espaola del ejrcito, don Pedro de Toledo
17
.
La campaa de 1657 fue en gran medida victoriosa para los espaoles, que
adems de Olivenza toman la plaza fronteriza de Mouro, conquista efmera, ya que
15
ALMIRANTE, J. Bosquejo de la Historia Militar de Espaa, Madrid, 1923, t. III, pp. 261 y 263. Avisos, Madrid 2 de junio
y 4 de julio 1657 (BARRIONUEVO, J. DE, Avisos.., pp. 87-88).
16
GARCA BLANCO, J. Las fortificaciones de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin de Portugal (1640-
1668), en Aprosuba, Badajoz, 2001, p. 33.
17
Avisos, Madrid 26 de mayo 1657. (BARRIONUEVO, J. DE, Avisos.., p. 82). SELVAGEM, C. Portugal Militar. Compendio
de Histria Militar e Naval de Portugal, Lisboa, 1931, p. 426.
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Entre la guerra y la paz: la Guerra de Restauracin portuguesa
la posicin es reconquistada por los portugueses el 29 de octubre, ante la pasividad
del Duque de San Germn, incapaz de reunir las suficientes fuerzas ante la
desmovilizacin de las milicias
18
. En 1658 las tornas cambiarn. Los portugueses,
desde el primer momento, se mostrarn ms decididos a atacar. En junio un ejrcito
portugus de 14.000 infantes, 3.000 caballos y 22 piezas de artillera pone bajo
asedio Badajoz, completando sobre la ciudad importantes lneas de circunvalacin
que la rodeaban para evitar el socorro espaol
19
. Aunque los portugueses
repetidamente atacaron los fuertes circundantes a la ciudad, no consiguieron tomar
la plaza, ante la enconada resistencia hispana
20
y la formacin de un ejrcito de
socorro a cargo del mismo don Luis de Haro, primer ministro de Felipe IV. En octubre
los portugueses deben retroceder, volviendo a Portugal, tomando la ofensiva el
ejrcito espaol, que sitia Elvas.
Las prevenciones para formar un ejrcito de socorro fueron muy importantes,
envindose numerosas cartas a todos los reinos, provincias y ciudades de toda
Castilla. Este llamamiento, algo desconocido hasta el momento, tena muchos puntos
en comn con los efectuados aos atrs en Fuenterraba y Salses, aunque sus
dimensiones fueron ante todo castellanas. Las cdulas reales firmadas el 31 de julio
y 3 de agosto
21
, para pedir a las ciudades castellanas y andaluzas que sirvieran con
hombres para la campaa, dieron como resultado el apercibimiento de un importante
nmero de tropas. El ejrcito castellano formado en el verano de 1658 pudo
componerse por unos 12.000 hombres, que se reunieron en apenas unos pocos
meses, algo que pudo lograrse gracias a la urgencia de la ocasin y tras acudir a
mtodos de movilizacin de origen medieval. Los apercibimientos dieron como
resultado, segn diversos informes, el envo de 11.623 soldados al socorro de Badajoz,
organizados en tercios y compaas segn su origen geogrfico. Pero los mtodos
de reunin de los hombres, si bien fueron efectivos para reunir tropas, no lo fueron
tanto para mantenerlas o para el combate. Tras pasar la frontera el ejrcito comenz
a reducirse a pasos acelerados, ante las masivas deserciones de los milicianos, ya
que en noviembre slo quedaban 6.009 soldados de los que haban llegado apercibidos
de diferentes partes. Aunque durante todo el otoo se aument el reclutamiento de
voluntarios en toda Castilla, los alistados nunca fueron suficientes para suplir a los
milicianos que volvan a sus casas, lo que contribuy a la derrota hispana del cerco
de Elvas, del 14 de enero de 1659
22
.
II. LA FORMACIN DE UN PODEROSO EJRCITO Y LA GRAN OFENSIVA HISPANA
SOBRE PORTUGAL (1660-65)
Durante 1659 y 1660 las operaciones militares en Extremadura no fueron
demasiado importantes, en parte por el agotamiento de ambos ejrcitos durante los
aos anteriores. Pero a nivel poltico las cosas cambiaron con las negociaciones de
paz con Francia, que condujeron en 1659 a la Paz de los Pirineos. El fin del
enfrentamiento con Francia termin tambin con el resto de los frentes blicos de la
monarqua, pudindose dedicar ms medios y hombres para la frontera extremea.
Antes de la dcada de 1660 el ejrcito de Extremadura, aunque dentro de la pennsula
era el segundo en importancia y tamao, no era para nada un ejrcito profesional,
18
Avisos, Madrid, 4 y 11 de julio 1657. (BARRIONUEVO, J. DE, Avisos.., pp. 90-92).
19
SILVA DUARTE, A.P.D. Linhas de Elvas (1659). Prova de fora, Lisboa, 2003, p. 9.
20
Avisos, Madrid 26 de junio, 10, 17 y 24 de julio 1658 (BARRIONUEVO, J. DE, Avisos.., pp. 200-213).
21
Archivo Municipal de Valladolid, Libro de Actas N 57 f. 765, acuerdos del 5 de agosto 1658.
22
Diversos informes sobre la llegada de tropas y muestras efectuadas, 1658: AGS, GA, lg. 1.932. Consulta de los
Consejos de Estado y Guerra en pleno, 17 de octubre 1658: AGS, GA, lg. 1.914. Carta del Consejo de Guerra, 8 de
febrero 1659. AGS, GA, Libro Registro 257, f. 84.
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cohesionado y disciplinado. El problema era que por las caractersticas de la guerra
en Extremadura se contaba fundamentalmente con tropas de milicias de la misma
provincia, habiendo realmente muy pocos soldados profesionales forasteros.
Tras la paz con Francia, la Guerra de Portugal se convirti en el primer negocio
de la Monarqua, como bien ha dicho el profesor Rafael Valladares
23
, tanto por los
medios econmicos empleados
24
, como por los medios humanos. La posibilidad de
desmovilizar los ejrcitos que luchaban en Flandes y Miln hizo que muchas de las
tropas extranjeras que servan en ellos pudieran venir a luchar a Extremadura. La
masiva llegada de tropas de Italia se producir a partir de 1660, a cargo de dos
expediciones navales que tenan como finalidad traer hombres desde Npoles y
Miln. Por un lado de Miln se enviarn en ese mismo ao tres tercios de infantera
lombarda que haban combatido en ese ejrcito, junto con otros tres regimientos
alemanes. En septiembre todas las tropas se embarcaron en el puerto de Finnale,
contando en ese momento con 3.637 plazas de infantera lombarda y alemana
25
.
Pero tambin llegaron tropas de Npoles, un tercio de infantera napolitana junto a
un regimiento alemn, en total 1.316 infantes napolitanos de nueva leva y otros
1.100 alemanes reclutados mediante la intervencin del Virrey de Npoles
26
.
En 1662 la desmovilizacin del ejrcito de Miln continu, hasta el punto de que
su infantera qued reducida a las unidades espaolas y otros pequeos contingentes
de soldados irlandeses y borgoones, mientras que la caballera disminuy, quedando
en la mitad que dos aos antes. La expedicin naval de junio de ese ao llev a
Cdiz desde Miln otros dos tercios de infantera napolitana de aquel ejrcito con
unas 1.508 plazas, dos regimientos alemanes con 1.038 soldados, 1.351 plazas de
caballera sin un pie organizacin- de nacin fija, siendo italianos, alemanes,
borgoones y espaoles, y 71 especialistas para la artillera de varias nacionalidades
27
.
Tambin se efectu un importante transvase de tropas del ejrcito de Flandes a
la pennsula para participar en la guerra, fundamentalmente caballera e infantera
valona, alemana e irlandesa
28
. La primera expedicin que de Flandes se envi a la
pennsula sali de Ostende en febrero de 1662 con rumbo a Galicia. En total pudieron
desembarcar cerca de 5.500 efectivos de dicho ejrcito, especialistas en artillera y
varias piezas de asedio. Parte de estas tropas, tras cerca de un ao en Galicia,
fueron enviadas a Extremadura para participar en la campaa de don Juan en Portugal
durante el ao 1663
29
.
23
VALLADARES R. La Rebelin de Portugal, pp. 180 y ss.
24
Entre 1660-1665, fueron muy numerosos los asientos econmicos que se emplearon para la guerra. La gran
cantidad de asientos concedidos en esta poca lo podemos ver en: SANZ AYN, C. EL crdito de la corona y los
hombres de negocios en los ltimos aos del reinado de Felipe IV, Cuadernos de Historia Moderna, 9, 1988, pp. 68-70.
25
Relacin de los oficiales y soldados de los infrascritos seis tercios y regimientos que pasan a servir a su majestad
a Espaa, 17 de agosto 1660. Relacin de la muestra que se ha pasado en el hospital de la Marina, 11 de septiembre
1660. Mapa para la embarcacin de la infantera, 10 de septiembre 1660. AGS, Estado, lg. 3.377.
26
Relacin de los oficiales y soldados del tercio de infantera italiana del Maestre de Campo don Manuel Garrafa,
Gibraltar 1 de agosto 1660. AGS, GA, lg. 1.955.
27
Relacin de los oficiales y soldados que estn alojados para pasar a Espaa, 28 de abril 1668. Relacin de los
oficiales y soldados que se han presentado en la muestra tomada en el Finnale, 10 de mayo 1661. Relacin de la
muestra que se ha tomado a la gente que pasa a Espaa, mayo 1661. AGS, Estado, lg. 3.378. Relacin de los oficiales
de primera plana y soldados que han pasado muestra en 23 junio de 1661 a bordo de las embarcaciones que pasan
a Sevilla, Cdiz 30 de junio 1661. AGS, GA, lg. 1.980. Relacin de la gente que ha venido de Miln a servir a
Extremadura en la artillera del ejrcito, 27 de julio 1661. Ibdem, lg. 1.998.
28
Relacin de los tercios y regimientos de infantera de todas las naciones que hay en estos estados de Flandes y la
gente que de ellos podr salir para pasar a Espaa a la campaa de Portugal. Con la carta del Marqus de Caracena,
Gobernador de los Pases Bajos, 23 de octubre 1660. AGS, Estado. lg. 2.098. Copia de un papel del seor Don Juan,
sobre la gente que ha de venir de Flandes. Servicio Histrico Militar, Madrid, Coleccin Aparaci, t. LI.
29
Copia de carta del Almirante Matheo Maes de 5 y 12 de febrero 1662. Consejo de Estado, 16 de marzo, 2 y 4 de
abril 1662. Cartas del Marqus de Caracena, Gobernador de los Pases Bajos, 4 de enero y 8 de marzo 1662. AGS,
Estado. lg. 2.099. Relacin de la gente efectiva que vino de Flandes para servir en el ejrcito de Galicia, Pontevedra
20 de mayo 1662. AGS, GA, lg. 2.024.
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Entre la guerra y la paz: la Guerra de Restauracin portuguesa
Las aportaciones del ejrcito de Miln y las continuas reclutas llegadas desde
Italia fueron importantes para aumentar la calidad y los efectivos del ejrcito de
Extremadura, al igual que los pequeos contingentes enviados desde Flandes. Toda
esta poltica de reclutas extranjeros, junto con la extensin del reclutamiento en
Castilla, produjo que durante los primeros aos de la dcada de 1660 el ejrcito de
Extremadura cambiara hacia un modelo de ejrcito profesional, en el que la
participacin de las milicias segua siendo importante para la defensa del territorio,
pero que usaba soldados pagados y mercenarios extranjeros para las operaciones
militares ms importantes y para todas las acciones en territorio portugus. El
ejrcito de Extremadura se convirti durante esta poca en un ejrcito de plurinacional
compuesto por soldados de las ms dispares procedencias. En los contingentes
peninsulares podemos encontrar gran variedad de orgenes, contando el ejrcito
con soldados extremeos, castellanos, andaluces, valencianos, vascos, canarios,
aragoneses y catalanes, adems de portugueses que haban optado luchar por Espaa.
En cuanto a los extranjeros la disparidad es mayor an, encontrndonos tanto
con soldados que luchaban por su mismo rey -como los napolitanos, lombardos,
valones y borgoones
30
-, como con mercenarios que servan a cambio de dinero y
que haban hecho de las armas su oficio. Entre estos ltimos podemos encontrar en
el ejrcito unidades formadas por alemanes, daneses, irlandeses
31
, franceses,
grisiones, esguzaros
32
, toscanos, saboyanos y piamonteses. Estas tropas haban
sido reclutadas mediante acuerdos particulares, ya fuera a travs de nobles forneos,
militares experimentados que aspiraban a un ascenso o meros empresarios que
ofertaban el reclutamiento de un nmero de hombres a un precio. Ya fuera por una
va u otra, lo cierto es que como mnimo 30.000 extranjeros fueron enviados a
luchar a la pennsula al conflicto con Portugal, llegando la mayora al ejrcito de
Extremadura. Estas llegadas en cierta manera supusieron una internacionalizacin
del conflicto, y un importante aumento del ejrcito de Extremadura, que
estratgicamente ya podr plantearse la realizacin de operaciones militares de
envergadura ms all del lmite fronterizo.
El ejrcito que llev don Juan de Austria a Portugal durante la campaa de 1663,
que culmin con la toma de Elvas y la posterior derrota del ejrcito hispano en
Extremoz, no se pareca demasiado del que pudo disponer el Duque de San Germn
durante 1657 para las operaciones sobre Olivenza. La muestra tomada al ejrcito el
30 de abril, nos muestra a unas tropas muy diferentes, y mucho ms numerosas. La
caballera se haba multiplicado por dos, casi lo mismo que la infantera
33
. Aunque
30
Una buena reflexin sobre el tema se puede ver tambin en: RIBOT, L. Las Naciones en el Ejrcito de los
Austrias, en ALVREZ OSORIO A.-GARCA GARCA B. (Eds.) La Monarqua de las Naciones. Patria, nacin y
naturaleza en la Monarqua de Espaa, Madrid, 2004, pp. 653-677.
31
El reclutamiento de irlandeses para los ejrcitos peninsulares ha sido estudiado por: STRADLING, R.A. The Spanish
Monarchy and Irish mercenaries. The Wild Geese in Spain, 1618-1668, Dubln, 1994.
32
Los esguzaros eran originarios de los cantones de la federacin helvtica, siendo la palabra un antecedente de la
actual suizo. Los grisones eran originarios de los valles montaosos de la Valtelina, y aunque actualmente for-
men parte de Suiza, en esos momentos histricos tenan ciertas diferencias con los resto de los helvticos, tanto
por su idioma como porque su cantn haba estado bajo posesin de los Habsburgo. Con ambas naciones se
ajustarn diversos acuerdos durante 1664, que harn que desembarquen en Espaa 5.700 infantes de estas proce-
dencias para servir en el ejrcito de Extremadura. Captulos ajustados por Alfonso Cassato, Conde de Burgo, del
Consejo de S.M., su embajador en los Seores Grisones con el Coronel Pedro Planta, 19 de mayo 1664. AGS,
GA, lg. 2.055. Relacin de la muestra que se ha pasado en el Finnale a los regimientos de infantera esguzara, 2 de
agosto de 1664. Ibdem, lg. 2.079. Carta de don Carlos Conrrado Berodlinguen, embajador de los cantones suizos,
18 de agosto 1664. AGS, Estado, lg. 3.479, f. 18. Carta de don Luis Ponce, Gobernador de Miln, 4 de julio 1664.
AGS, GA, lg. 2.075.
33
Consulta del Consejo de Guerra, 21 de mayo 1663. Relacin del nmero de oficiales y soldados que tienen los
tercios y compaas que quedan de guarnicin en las plazas y lugares de la frontera conforme la ltima muestra
que se pas, Badajoz 30 de abril 1663. AGS, GA, lg. 2.027.
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las aportaciones de milicias haban decrecido en los casos de Sevilla y Extremadura,
por el agotamiento de las bases humanas de las mismas, en el caso de Granada, la
costa del reino y el casco de la ciudad haban aumentando sus contingentes
34
. Pero
sin duda el aumento ms importante estaba de la mano de los soldados profesionales,
especialmente con el importante aumento de las tropas extranjeras, que en 1663
componan el 23% de la infantera.
INFANTERA PRESENTE EN EL EJRCITO DE EXTREMADURA DURANTE
LA CAMPAA DE 1657
Fuente: AGS, GA, lg. 2.027.
Pese a las importantes tropas de refuerzo que llegaron a Extremadura durante
esta fase de la guerra, lo cierto es que las campaas de 1661 y 1662 fueron muy
poco ambiciosas, centrndose en la toma de pequeas plazas fronterizas, como
Arronches, Juromenha y Ouguela. En 1663 don Juan de Austria se decidi a entrar
en Portugal con un poderoso ejrcito, pero sin tener en cuenta ningn tipo de
estrategia se adentr demasiado en las lneas portuguesas, dejando atrs importantes
guarniciones. Aunque la campaa culmin con la toma de vora, el ejrcito pronto
empez a sufrir las consecuencias de la falta de suministros, al carecer de lneas de
abastecimiento con Extremadura. El resultado fue la derrota y huida de todo el
ejrcito el 7 de junio de ese ao en Extremoz, o Ameixal para los portugueses
35
. Las
cosas tampoco le fueron mejor al Marqus de Caracena, sucesor de don Juan, que
34
Para el tema de las aportaciones de los tercios de Granada en Extremadura ver: RODRGUEZ HERNNDEZ, A.J.
La contribucin militar del reino de Granada durante la segunda mitad del siglo XVII: La formacin de tercios de
Granada, en JIMNEZ ESTRELLA, A. y ANDJAR CASTILLO, F. (Eds.) Los nervios de la guerra: Estudios sociales
sobre el ejrcito de la Monarqua Hispnica (s. XVI-XVIII): Nuevas perspectivas, Granada, 2007, pp. 149-189.
35
Para una narracin de la campaa de 1663: Sucesos del ao 1663. Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 2.390.
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Entre la guerra y la paz: la Guerra de Restauracin portuguesa
el 17 de junio de 1665 cosech otra derrota en Villaviciosa, o Montes Claros para los
portugueses. Esta vez, a pesar de la larga experiencia militar de Caracena en Flandes,
la batalla la ganaron los portugueses, ante su mejor concepcin tctica, la eleccin
del terreno y la calidad de las tropas francesas e inglesas que luchaban bajo el
mando de Schomberg. Durante los aos siguientes (1666-67), la guerra entrara en
fase esttica, ante la falta de medios y dinero que padeca el ejrcito de Extremadura,
pero tambin en parte por la mayor presin portuguesa sobre otras fronteras, como
la de Huelva
36
.
III. LA GUERRA DE DEVOLUCIN (1667-68): FLANDES FRENTE A PORTUGAL
La invasin de Flandes por parte de un ejrcito francs de 50.000 hombres, en
mayo de 1667, pill al gobierno espaol desprevenido e inmerso an en un fuerte
debate tras la muerte de Felipe IV. Todava la guerra contra Portugal estaba presente,
aunque a todas luces estancada ante la imposibilidad de una campaa triunfal y la
falta de medios tras la muerte del rey. La agresin francesa supuso la conquista
rpida de un importante pedazo de terreno de los Pases Bajos espaoles durante
los meses de mayo a agosto de 1667, algo que los franceses culminaron a principios
de 1668 con la conquista del Franco Condado. Desde el primer momento el gobierno
de la monarqua intent socorrer Flandes con tropas, pero la falta de medios y la
precaria situacin del ejrcito y la marina espaola no dejarn las cosas fciles
37
.
Toda expedicin naval de socorro a Flandes estaba comprometida debido a la
continuidad de la guerra con Portugal.
Ya en junio de 1667 desde Flandes se instaba a la Corona a que acabase con la
guerra para poder concentrar todos los esfuerzos y recursos en la defensa de los
Pases Bajos. Poco despus el Consejo de Estado reconoca que antes de poder
enviar tropas a Flandes se deban ajustar las paces con Portugal, condicin necesaria
para poder trasladar las tropas y los barcos disponibles en la pennsula a esas
latitudes
38
. El Marqus de Castel-Rodrigo escribi a la Reina Gobernadora en
septiembre de 1667 afirmando que se sacrifique un miembro por salbar el cuerpo.
Sin duda esta era una sutil manera de decir que Espaa deba olvidarse de uno de
sus miembros el reino de Portugal, para poder salvar toda la monarqua,
reconocindose la vital y tradicional importancia de los Pases Bajos dentro del
entramado poltico y defensivo de la monarqua
39
. La Guerra de Devolucin y la Paz
con Portugal estn ntimamente relacionadas, siendo la primera el desencadenante
del ansiado armisticio. La invasin francesa de los Pases Bajos, en mayo de 1667,
ser el definitivo impulso de la paz, permitiendo la movilizacin de recursos, medios
y hombres de Espaa hacia Flandes, en unas cantidades fuera de lo comn a lo
largo de toda la centuria
40
.
36
Carta del Marqus de Caracena, Badajoz 30 de junio 1667. Consulta del Consejo de Estado, 5 de julio 1667. AGS,
Estado, lg. 2.686.
37
Consultas del Consejo de Estado, 5 de mayo, 18 de junio, 2 de julio, 31 de agosto y 15 de septiembre 1667. Carta
del Duque de Medinaceli, Capitn General del Mar Ocano y costas de Andaluca, 4 de septiembre 1667. Ibdem,
lg. 2.686. Consultas del Consejo de Estado, 26 de agosto y 31 de octubre 1667. Para enviar al secretario don Pedro
Fernndez del Campo y Angulo, Bruselas con carta del 4 de agosto de 1667. Ibd., lg. 2.106.
38
Carta del Marqus de Castel-Rodrigo, Gobernador de los Pases Bajos, 28 de junio y 20 de octubre 1667. Consul-
ta del Consejo de Estado, 29 de septiembre 1667. Ib., lg. 2.106.
39
Carta del Marqus de Castel-Rodrigo, Gobernador de los Pases Bajos, 7 de septiembre 1667. Ib., lg. 2.106.
40
Para ms informacin sobre esta operacin de socorro: RODRGUEZ HERNNDEZ, A.J. Espaa, Flandes y la
Guerra de Devolucin (1667-1668). Guerra, reclutamiento y movilizacin para el mantenimiento de los Pases Bajos espa-
oles, Madrid, 2007, en especial el Captulo 5.
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Antonio J. Rodrguez y Patricia Rodrguez
IV. LA DIPLOMACIA: EL CAMINO HACIA LA PAZ
La complicada situacin internacional, unida a los problemas econmico-militares
para recobrar el territorio luso, hicieron que Felipe IV autorizara, ya en octubre de
1664, al Duque de Medina de las Torres a iniciar unos primeros contactos diplomticos
con el embajador ingls Fanshaw, al amparo de la negociacin de un nuevo tratado
anglo-espaol
41
. La finalidad era que uno de los puntos de dicho acuerdo fuera la
consecucin de una tregua con Lisboa por mediacin inglesa. Pero el camino hasta
la firma de la definitiva paz, que no una tregua como inicialmente se deseaba, fue
largo y complicado, ante la lentitud de las negociaciones, la negativa por parte de
lusos y castellanos a aceptar ciertos puntos, y la ingerencia de Francia, Holanda y la
propia Inglaterra en la guerra. A la vez que Carlos II Estuardo se ofreca como
mediador para intentar solucionar el conflicto, ayudaba, al igual que Francia, enviando
tropas y oficiales experimentados al ejrcito luso. Por su parte Holanda se encargaba
de mandar grano y otras mercancas, a pesar de la prohibicin impuesta por la
Corona castellana en sus acuerdos mutuos
42
.
En enero de 1665 Felipe IV da su permiso para que el embajador ingls enve
una persona a Portugal para sondear la acogida de una posible tregua entre ambos
territorios. Para tratar el asunto de la negociacin de un nuevo tratado con Inglaterra
que renovase los de 1604 y 1630, se haba formado una Junta de Inglaterra, en la
que el duque de Medina de las Torres haba sido facultado para mantener
conversaciones con el embajador y orientarlas a la consecucin de la tregua
43
. En
febrero de 1665 el rey ingls dar una plenipotencia al Conde de Sandwich para
ajustar las paces o tregua con Portugal, pero hasta su llegada en 1666 ser Fanshaw
el encargado de llevar a cabo las negociaciones con los ministros de Madrid
44
. Sin
embargo, las iniciales conversaciones no impiden que la guerra siga adelante. Hasta
la muerte de Felipe IV, dentro del Consejo de Estado se manifiesta en las consultas
como hay consejeros a favor de la guerra, pero tambin otros que apoyan el
sostenimiento de la doble va: guerra al mismo tiempo que la negociacin a tres
bandas entre portugueses, castellanos e ingleses. Durante esos delicados momentos
Felipe IV dud si continuar con la neutralidad espaola ante la guerra desatada
entre Inglaterra y Holanda, esperando que el apoyo a alguno de los bandos ayudara
a las aspiraciones hispanas: mediacin ante Portugal -si la alianza era con Inglaterra-
o bien apoyo militar para recuperar Portugal -si los acuerdos eran con Holanda-
45
.
A lo largo del verano de 1665 Felipe IV ordena a sus consejeros que emitan votos
para saber su opinin sobre el asunto, pero lo cierto es que le sobreviene la muerte,
el 17 de septiembre, sin haber llegado a una resolucin firme. Por este motivo, la
regente Mariana de Austria, tan slo dos das despus del fallecimiento, ordena al
Consejo de Estado que se rena y lea los votos que haban emitido varios ministros,
intentando de esta forma tomar una decisin asesorada por el Consejo
46
. As pues,
Medina de las Torres sigue adelante con las negociaciones, tratando de ajustar los
diferentes puntos del tratado anglo-espaol, pero los artculos referentes a Indias,
Holanda y Francia ralentizan la llegada a un acuerdo. Mientras tanto la reina se ve
41
Consulta del Consejo de Estado, 16 de octubre 1664. AGS, Estado, lg. 2.681.
42
Relacin de soldados ingleses y franceses en el ejrcito portugus, 6 de junio 1664. Consulta del Consejo de
Estado, 1 de abril 1664. Ibdem, lg. 2.681.
43
Consulta del Consejo de Estado, 6 de enero 1665. Los miembros de la Junta de Inglaterra eran el Duque de
Medina de las Torres, el Conde de Pearanda, el Marqus Mortara, el presidente Jos Gonzlez (en realidad
Comisario General del Consejo de Cruzada) y el Conde de Villahumbrosa. Ibd.., lg. 2.535.
44
Plenipotencia, 16 de febrero 1665. Archivo Histrico Nacional (AHN), Estado, lg. 2.797/1.
45
Consultas del Consejo de Estado, 31 de marzo y 15 de abril 1665. AGS, Estado, lg. 2.535.
46
Decreto, Madrid 19 de septiembre 1665. Consulta del Consejo de Estado, 23 de septiembre 1665. Ibdem, lg.
2.535.
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Entre la guerra y la paz: la Guerra de Restauracin portuguesa
presionada por su hermano, el Emperador Leopoldo, que la pide que zanje cuanto
antes la cuestin portuguesa, ya que necesita su ayuda para luchar contra Francia
47
.
En diciembre de 1665 Espaa e Inglaterra firman un tratado por el que se acuerda
una tregua de treinta aos con Portugal, el problema es que para hacerse efectivo
dependa de la aceptacin lusa de ste
48
. En Lisboa, el valido Castel Melhor, no
aprueba las condiciones que le ofrece el embajador ingls, ya que pretende sacar
provecho de la situacin poltica propiciada por la minora de edad del rey espaol,
y presiona para que sea un acuerdo entre soberanos, lo que implicaba que la Corona
espaola aceptara la soberana del territorio luso, algo a lo que no estaba dispuesta
la Casa de Austria
49
.
Richard Fanshaw es sustituido por Lord Sandwich en 1666. La variacin en las
negociaciones entre lo que haba propuesto el anterior embajador y lo que propone
ste, ms la negativa de lusos y castellanos a aceptar ciertas condiciones, hacen
interminables las conversaciones. Lisboa pretende una tregua de sesenta aos y
que se reconozca su soberana, mientras que Madrid no esta dispuesto a ello y slo
firmara una tregua de treinta aos, por lo que el Consejo de Estado rechaza la
nueva propuesta de Sandwich
50
. En la Corte la situacin se complica por la intervencin
en los asuntos de gobierno del valido Nithard y la clara oposicin que se alimenta
contra l. Mariana de Austria duda ante la presin del Consejo de Portugal, que la
pide no ceder y continuar con la guerra. La ralentizacin de las negociaciones hace
que el propio nuncio vaticano insine la posibilidad de cambiar de mediador y habla
de una oferta papal para ello
51
. En este sentido, el propio Marqus de Caracena, al
mando del ejrcito de Extremadura, haba iniciado los contactos por mano de su
confesor para llegar a un acuerdo. Esto supuso un problema ms a la hora de
negociar, ya que cuando el embajador ingls acude a Portugal a entrevistarse con
Castel Melhor, ste aduce que la propuesta del confesor no concordaba con la del
ingls
52
.
En abril de 1666 la reina pregunt al Consejo de Castilla si deba convocar a las
Cortes castellanas para pedir su opinin acerca de una paz perpetua propuesta por
Portugal. El Consejo no consider necesaria la convocatoria, opinando que no deban
firmarse paces de rey a rey, aunque daba su visto bueno para que continuaran
las negociaciones
53
. En diciembre de 1666 se encarga a dos ministros togados del
Consejo de Flandes que cotejen los tratados hechos por Fanshaw y Sandwich ante
el punto del comercio con Holanda -ya que en ese momento era el nico punto que
quedaba por aclarar-, moderndose sus pretensiones
54
.
Llega el ao 1667 y no se ha conseguido firmar un tratado anglo-espaol que
incluya la ansiada paz con Portugal. En febrero el Consejo de Estado admite que el
acuerdo est estancado ante la negativa de Sandwich a ratificar la tregua, que
alega no tener instrucciones para ello, puesto que su rey no quiere obligar a los
portugueses a firmar y dejar as de asistirles. Algunos consejeros abogan por pedir
la opinin de don Juan de Austria y del Consejo de Castilla, otros slo que don Juan
acuda al Consejo y hable con ellos de un asunto que nicamente atae a Estado y
47
Carta del Emperador a Mariana de Austria, Innsbruck 18 de octubre 1665. Ibd., lg. 2.378.
48
Tratado de paz, Madrid 17 de diciembre 1665. AHN, Estado, lg. 2.797/1.
49
Copia de proyecto de paz con Portugal, 20 de febrero 1666. Ibdem, lg. 2.797/1.
50
Consulta del Consejo de Estado, 21 de diciembre 1666. AGS, Estado, lg. 2.537.
51
Minuta de despacho, Madrid 24 de mayo 1666. AGS, Estado K, lg. 1.410.
52
Consulta del Consejo de Estado, 4 de marzo 1666. Ibdem, lg. 2.536. Posiblemente la fecha de esta consulta est
equivocada y sea del 4 de febrero. Lo cierto es que la propia reina disculpa a Caracena, prefirindose la va de
acuerdo inglesa.
53
Consulta del Consejo de Estado, 8 de abril 1666. Ibd., lg. 2.538.
54
Consulta del Consejo de Estado, 19 de diciembre 1666. Ib., lg. 2.538.
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Antonio J. Rodrguez y Patricia Rodrguez
no al de Castilla. La reina se impacienta y no est de acuerdo en pedir ms opiniones,
quiere que el asunto se resuelva cuanto antes, ya que sospecha que este nuevo
escollo no es ms que una maniobra de Inglaterra para alargar la negociacin y
beneficiarse de la debilidad espaola
55
. Llegan noticias a Madrid de un posible acuerdo
franco-luso, y se suceden las reuniones del Consejo ante la negativa reiterada del
enviado ingls para firmar el tratado. La situacin se agrava con la Guerra de
Devolucin, impacientndose el gobierno de la regencia. Por fin en noviembre parece
que todo esta dispuesto, quedan algunos flecos en cuanto a la ratificacin de
plenipotencias, pero Sandwich se dispone a realizar el pertinente viaje a Lisboa
para firmar la paz. A su vez, la reina da poder como plenipotenciario al Marqus del
Carpio (preso en Lisboa) para que negocie y firme la paz en su lugar
56
. Para lograrlo
la Monarqua Hispnica ha tenido que ceder y se aviene a firmar una paz perpetua
y de rey a rey, es decir, acepta la soberana de Portugal.
El 13 de febrero de 1668 se firma el Tratado de Lisboa por el cual se reconoca
la independencia de Portugal, se restituan las plazas conquistadas a excepcin de
Ceuta y se acababa as con veintiocho largos aos de lucha. De esta manera se
terminaba con un problema que haba desgastado la regencia de Mariana de Austria,
tanto por las discusiones habidas dentro del seno de la monarqua acerca del camino
a tomar, como por el difcil contexto internacional en que se insertaba la guerra,
ante la continua injerencia en ella de otras potencias, as como por los problemas
internos en materia econmica y militar que haban imposibilitado una actuacin
blica adecuada. As pues se abandon Portugal para poder asistir a Flandes. Las
prioridades de la monarqua pasaban a ser otras y el debilitamiento espaol se
haca, de esta manera, patente ante toda Europa
57
.
55
Consulta del Consejo de Estado, 20 de febrero 1667. Ib., lg. 2.539. En palabras textuales de la reina: pues se
reduze, a querer dejarnos enpeados, con un nudo, difiil de salir de el, gozando entre tanto los Ingleses de su
benefiio con gran descredito de esta Corona, y deviendose ocurrir, a tan grave y pesado inconveniente no es
justo bolver de nuebo a pedir nuebos parezeres, porque no se acreziente el ruido con el descredito de que se
esplaye el fin como sera ierto
56
Consulta del Consejo de Estado, 26 de noviembre 1667. Ib., lg. 2.541.
57
Para un estudio ms profundo de las negociaciones de paz con Portugal se pueden consultar los trabajos de Rafael
VALLADARES, fundamentalmente su obra La Rebelin de Portugal, y RODRGUEZ REBOLLO, P. El Consejo de
Estado y la Guerra de Portugal (1660-1668), Investigaciones Histricas, 26, 2006, pp. 115-136.
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LAS POBLACIONES DEL CORREGIMIENTO DE BADAJOZ
DURANTE LA GUERRA DE LA RESTAURACIN DE PORTUGAL
(1640-1668)
SI TUATI ON OF THE TOWNS BELONGI NG TO THE DI STRI CT OF
BADAJ OZ DURI NG THE WAR OF RESTORATI ON OF PORTUGAL
( 1640- 1668)
Julin Garca Blanco
IES Castelar
Ramn y Cajal, 2
06001 BADAJOZ
[email protected]
RESUMEN: Con motivo de la guerra (1640-1668), las poblaciones ms cer-
canas a la Raya quedaron expuestas a los ataques portugueses. La escasez de
fondos y soldados hacia imposible fortificar y guarnecer adecuadamente a todos
los ncleos habitados, por ello, la mayor parte slo cont con fortificaciones de
campaa que eran adecuadas para hacer frente a las incursiones de pequeos
destacamentos de caballera, pero resultaron intiles cuando fueron acometidas
por verdaderos ejrcitos en 1642 y 1643. En ambas campaas los portugueses
conquistaron y arrasaron las poblaciones de los alrededores de Badajoz, lo que
vino a precipitar el proceso de despoblacin del lado extremeo de la Raya.
ABSTRACT: Due to the war (1640-1668), the closest towns to the Raya
resulted exposed to Portuguese attacks. The scarcity of funds and soldiers caused
the impossibility to fortify and garnish all the inhabited villages, and therefore
the majority of them were only endowed with campaign fortifications, which
were adequate to face the incursions of small cavalry units, but were totally
useless when attacked by true armies in 1642 and 1643. In both campaigns the
Portuguese army conquered and devastated all the surrounding towns of Badajoz,
which provoked a process of depopulation in the Extremeo side of the Raya.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 155 - 169
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
I. MBITO GEOGRFICO
En 1230 el rey Alfonso IX conquist Badajoz y concedi a la ciudad un
amplsimo trmino. No obstante, el Concejo de Badajoz estaba rodeado de
vecinos ambiciosos que poco a poco fueron recortando su trmino. As, las
rdenes del Temple, Alcntara y Santiago aumentaron sus respectivos
dominios territoriales a costa del alfoz badajocense. Otra parte del trmino pas a
Portugal en 1297 a raz del tratado de Alcaices. Finalmente los grandes seores
(Surez de Figueroa, Fernn Snchez de Badajoz, Hernn Gmez de Sols, etc.)
consiguieron anexionarse poblaciones que en un principio dependan del Concejo de
Badajoz. Como consecuencia de este expolio, a comienzos del siglo XVII el
corregimiento de Badajoz se compona nicamente de las poblaciones de Manzanete,
Valverde, Talavera, Villar del Rey, la Albuera y el arrabal de Telena
1
. El proceso de
desmembracin no haba concluido, pues en 1628 la poblacin de Manzanete fue
vendida al conde de la Roca (cambiando su nombre por el de la Roca). Por ltimo,
hemos de advertir que hemos excluido a Badajoz ya que sus fortificaciones han sido
estudiadas por numerosos investigadores
2
.
II. FRONTERA
La situacin fronteriza del Concejo de Badajoz ha marcado buena parte de su
devenir histrico. No obstante, entre 1580 y 1640 Castilla y Portugal estuvieron
unidas bajo la misma corona y Badajoz pas a ocupar una posicin de retaguardia
en la dinmica blica de la Monarqua Hispnica. La guerra de la Restauracin (1640-
1668) y especialmente la independencia de Portugal (tratados de Lisboa y Madrid,
1668) volvieron a reubicar a Badajoz en la frontera.
La Raya que delimitaba los reinos de Castilla y Portugal en el siglo XVII haba
sido trazada en el Tratado de Alcaices (1297) y no coincide con la actual ya que el
trmino de Olivenza, con sus aldeas, se introduca como una cua al sur de Badajoz
3
.
Por otro lado, la fortuna de la guerra hizo que algunas poblaciones pasasen del
dominio castellano al portugus y viceversa (Alconchel, 1643; Villanueva del Fresno,
1643; Oliva de la Frontera, 1654; Olivenza, 1657; Mourao, 1657; Arronches 1661;
Ouguela, 1662, Juromenha, 1662, etc).
La frontera extremea sufri como ninguna otra los estragos de la guerra ya que
tanto en Madrid como en Lisboa consideraron que el principal teatro de operaciones
1
RODRGUEZ AMAYA, E. La tierra en Badajoz desde 1230 a 1500, Revista de Estudios Extremeos, VII-2,3, Badajoz,
1951, p. 414; SOLANO DE FIGUEROA, J. Historia eclesistica de la ciudad de Badajoz, I-1, Badajoz, Diputacin
Provincial, 1976, p. 34. Debemos precisar que Talavera era villa eximida y las poblaciones de Villar del Rey y
Valverde fueron enajenadas durante la guerra. En 1645 Villar del Rey estuvo a punto de pasar a manos del conde
de la Roca, pero la presin del Concejo de Badajoz hizo que la venta no se materializase aunque no pudo evitar
que el 11 de febrero de 1647 el Rey emitiese una cdula por la que entregaba Valverde al marqus de Legans.
Poco despus Felipe IV redondeaba los dominios del marqus de Legans entregndole Villar del Rey (el Marqus
tom posesin de ella el 22 de mayo de 1654).
2
CORTS CORTS, F. El Real Ejrcito de Extremadura en la Guerra de la Restauracin de Portugal (1640-1668), Cceres,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1985; CORTS CORTS, F. 1640-1668. Fortificaciones
en Extremadura, Revista de Estudios Extremeos, XLII-1, Badajoz, 1986; CRUZ VILLALN, M. Badajoz. Ciudad amu-
rallada, Badajoz, Junta de Extremadura, 1999; TEIJEIRO FUENTES, J. y MELNDEZ TEODORO, A. La fortificacin
abaluartada de Badajoz en los siglos XVI y XVII, Badajoz, Tajo Guadiana, 2000; GARCA BLANCO, J. Las fortificaciones
de Badajoz durante la guerra de la Restauracin de Portugal (1640-1668), Badajoz, Aprosuba-3, 2001; TESTN NEZ,
I.; SNCHEZ RUBIO, C. y SANCHEZ RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, Mrida, Junta de Extremadura, 2003.
3
LIMPO PRIZ, A. Olivenza, una espina clavada en el flanco sur de Badajoz, Apuntes para la Historia de la Ciudad de
Badajoz, Documentos Actas, R.S.E.A.P., Mrida, Editora Regional de Extremadura, 1999, pp.139-149.
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Julin Garca Blanco
deba situase en la zona extremeo-alentejana
4
. La ciudad de Badajoz se convirti
en la plaza castellana ms importante de la frontera ya que Real Ejrcito de
Extremadura, que llev peso de la lucha contra Portugal, se acuartel en Badajoz.
Fig. 1: La Raya extremeo-alentejana
III. GUERRA
III.1. Carcter de la guerra. Saqueo y pillaje
La guerra result especialmente terrible tanto por su duracin (28 aos) como
por la proliferacin de acciones de saqueo en las que primaba la obtencin de botn
sobre los objetivos puramente militares. Estas acciones eran realizadas por
destacamentos de caballera que conformaron una verdadera guerre de course. En
las cabalgadas los soldados combinaban el pillaje con la destruccin de los recursos
de enemigo. La generalizacin de las acciones de pillaje dio lugar, en la prctica, a
una guerra de desgaste que result terrible para la economa de los pueblos situados
a ambos lados de la Raya.
Las partidas portuguesas operaban fundamentalmente desde las plazas de
Olivenza, Campomayor, Ouguela y Elvas pero cuando las lluvias impedan el paso
del Guadiana slo podan operar desde Olivenza y Campomayor. A las plazas
4
CORTS CORTS, F. Militares y guerra en una tierra de frontera. Extremadura a mediados del s. XVII, Cuadernos
Populares, 35, Mrida, E.R.E., 1991, p.5; CORTS CORTS, F. Guerra e presso militar nas terras de Fronteira (1640-
1668), Lisboa, Livros Horizonte, 19990, pp.34-39.
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
anteriores debemos aadir las de Alconchel (1643-1661), Villanueva del Fresno
(1643-?) y Oliva (1654-?) que fueron conquistadas y utilizadas por los portugueses
durante algn tiempo como puntos de apoyo en sus correras.
III.2. Estrategia de lucha
En 1640 la Monarqua Hispnica tena abiertos varios frentes y no contaba con
recursos suficientes para atenderlos a todos. En esta coyuntura, Felipe IV y sus
consejeros relegaron la guerra con Portugal a un plano secundario y volcaron sus
recursos econmicos y humanos en los dems frentes. No obstante, debemos precisar
que en los primeros momentos de la guerra se desarroll una dura polmica sobre
la conveniencia de dar prioridad al frente cataln o al portugus. En cualquier caso,
Felipe IV saba que tendra que llevar a cabo una guerra de conquista en Portugal
pero esta guerra ofensiva slo se puso en marcha cuando concluy la guerra en
Catalua (1652), se firm la paz con Francia (1659) y se dispuso de recursos
suficientes para armar a un ejrcito de invasin a cuyo frente se pondr don Juan
Jos de Austria (1661-1664). Hasta ese momento el Real Ejrcito de Extremadura
no estuvo en condiciones de afrontar la tarea de reconquistar Portugal, y aunque
algunos de sus Capitanes Generales haban ideado planes de conquista ninguno de
ellos fue aceptado (Juan de Garay, 1641; conde de Santiesteban, 1643; marqus de
Torrescuso, 1644; marqus de Legans, 1645, duque de San Germn, 1657, etc.).
En la primera fase de la guerra los portugueses supieron sacar partido de la falta
de recursos e iniciativa del Real Ejrcito de Extremadura, aunque algunas ofensivas
portuguesas fueron consecuencia de los acuerdos internacionales en los que Portugal
se comprometi con Francia a activar el frente extremeo para aliviar el frente
cataln en el que luchaban los franceses. En la segunda fase de la guerra, los
portugueses se fueron replegando y hacindose fuertes en su territorio, si bien
lanzaron algunas ofensivas muy potentes (sitio de Badajoz de 1658). Cuando Felipe
IV decidi pasar a una guerra de conquista, el ejrcito portugus supo imponerse y
frustrar todos los intentos castellanos (Ameixal, 1663; Castelo Rodrigo, 1664 y
Montes Claros, 1665).
IV. FORTIFICACIONES
El programa de fortificacin de la frontera debemos enmarcarlo en este contexto
blico caracterizado por una orientacin defensiva y en el que el protagonismo
recae en pequeas partidas dedicadas al pillaje.
La proteccin de las localidades ms expuestas a las incursiones portuguesas
era esencial para fijar en ellas al mayor nmero posible de habitantes, asegurar la
continuidad de las explotaciones agrcolas de su entorno, garantizar la recluta de
milicias en caso de necesidad, mantener un control lo ms amplio posible sobre el
territorio, etc. Es decir, las fortificaciones no obedecan a la misma motivacin. As,
con la fortificacin de Villar del Rey se pretendi dificultar la entrada de partidas
portuguesas procedentes de Campomayor. En el caso de Telena el objetivo era
asegurar la explotacin de los campos ms cercanos a esta poblacin. Las poblaciones
de la Albuera, Talavera y Valverde de Legans eran vitales para garantizar los
suministros a Badajoz. Esta ltima era adems un puesto clave para hostigar el
territorio de Olivenza.
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El conocimiento que tenemos de estas defensas es bastante preciso gracias a la
magnfica coleccin de estampas que aparecen en la obra de Aires Varela, los planos
de la coleccin del marqus de Heliche y la documentacin de la Coleccin Aparici
5
.
La mayora de las obras con las que se procur poner en defensa a las poblaciones
de la Raya se limitaban a cercar, es decir, cerrar el permetro exterior del casero con
obras de campaa compuestas por parapetos a modo de barricadas (trincheras en
la terminologa la poca). Las obras se disponan en la entrada de las calles para
impedir que las partidas de caballera entrasen en el casero al vuelo. En algunos
casos el parapeto estaba precedido de una estacada que actuaba como las modernas
alambradas. Dependiendo de las circunstancias el parapeto poda ser de tierra,
piedra y barro, etc. En algunos casos contaba con troneras para caones y aspilleras
para arcabuces y mosquetes.
Las defensas ms slidas se articularon en torno a la Iglesia que se convirti en
el ltimo reducto defensivo de la poblacin. En este sentido resultan sumamente
explcitas las observaciones que se recogen en el informe del Den y Cabildo Catedral
sobre la situacin de los pueblos de la Dicesis de Badajoz en 1648:
[las iglesias] se hallaban cerradas y terraplenadas sus puertas, quedando
slo una para entrar a misa los domingos y fiestas. An la nica puerta de
acceso deba estar especialmente protegida con reductos y barbacanas delante
para defenderse; las torres de las iglesias servan de atalayas donde se montaba
guarda y vela, pues todos los das los molestaba el enemigo sin consentir que
tuvieran ganados ni poder cultivar las heredades
6
Fig. 2: Fortificaciones de Alconchel y Cheles segn Aires Varela
Como ya hemos adelantado, las fortificaciones estaban pensadas para hacer
frente a pequeas partidas de caballera y fueron arrolladas cuando tuvieron enfrente
a un ejrcito dotado de artillera y soldados especializados en proyectar y ejecutar
aproches (ingenieros, zapadores, etc). As, en la ofensiva portuguesa del ao 1643
las poblaciones situadas al sur de Badajoz fueron arrasadas sin mayores problemas
5
VARELA, A. Sucessos que ouve nas fronteiras de Elvas, Olivena, Campo Maior e Ouguela, o segundo anno da recuperaao
de Portugal que fez comenou em 1. de dezembro de 1641 e fez fim em ultimo de novembro de 1642, Elvas, Typographia
Progresso, 1906, pp. 40-41 (La Codosera y Alconchel), pp. 76-77 (Cheles y Villanueva del Fresno). TESTN NEZ,
I.; SNCHEZ RUBIO, C. y SANCHEZ RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, pp. 30 (Oliva de la Frontera), 34 y 38
(Almendral), 40 (La Albuera), 86 (Telena).
6
MNDEZ VENEGAS, E.: Situacin de los pueblos de la Dicesis de Badajoz en la frontera. Segn informe del
Den y Cabildo Catedral-1648, Revista de Estudios Extremeos, XXXVIII-3, Badajoz, 1982, pp. 585 y 586. Berta M.
BRAVO ESCUDERO ha puesto de manifiesto los componentes defensivos de la arquitectura religiosa de la Raya:
Aspectos defensivos en la arquitectura religiosa de la Raya luso-extremea, Norba-Arte, XXV, 2005, Universidad
de Extremadura, 2007, pp. 89-102.
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
(Valverde de Legans, Telena, la Albuera, Higuera de Vargas, Alconchel, Villanueva
del Fresno, etc). En la campaa de 1644 las poblaciones de la banda norte tampoco
pudieron hacer frente al ejrcito portugus, que se apoder de Villar del Rey, La
Roca, Montijo, etc. La nica plaza que consigui soportar el ataque portugus de
1644 fue Alburquerque, que era la que contaba con las defensas ms slidas y
haba reforzado su guarnicin poco antes del ataque.
V. TORRES Y OTRAS DEFENSAS
Las atalayas eran un elemento bsico para la defensa y seguridad del territorio,
aunque no estaban concebidas como puntos de resistencia sino como puestos de
vigilancia y alerta. Por este motivo se levantaban en lugares estratgicos. Las atalayas
tambin jugaron un gran papel en la seguridad de los cultivos y los caminos. En
efecto, la destruccin de la atalaya de Caya fue causa suficiente para que se cancelase
un contrato de tres aos para cultivar la Caada de las Cuestas
7
. En otros casos
fueron los propietarios de las tierras cercanas a las atalayas los que corrieron con el
gasto de su construccin (atalayas de Cascajoso, Prado Ruano, Vado del Moro y
Vado de la Piedra).
Como complemento de las fortificaciones hemos de sealar los puestos de guardia
situados sobre todo en los vados, aunque tambin conocemos otros lugares en los
que se apostaban patrullas y vigas. Entre ellos destacan Granja de Cspedes (junto
al viejo puente de Caya), la Casa del Rey (entre Campomayor y Badajoz), risco del
Barrueco (Almendral), Sierra de las Pernillas (Burguillos del Cerro), etc.
VI. LAS POBLACIONES DE LA FRONTERA
VI.1. La Albuera
La Albuera era uno de los puestos ms importantes para asegurar Badajoz, pues
desde esta localidad entraban en la capital buena parte de los suministros y pertrechos
que eran fundamentales para su defensa
8
.
La primera noticia sobre las fortificaciones de la Albuera la encontramos en el
Atlas del marqus de Heliche. En efecto, el Atlas recoge un proyecto para fortificar
la poblacin con dos recintos de trincheras
9
.
El recinto exterior impeda que el enemigo entrase en el pueblo al vuelo. El
recinto interior, articulado en torno a la iglesia y la plaza, se utilizara como ltimo
bastin defensivo en el caso que el enemigo consiguiera romper el primer cinturn.
Aunque el plano no permite conocer las caractersticas constructivas de las trincheras
si podemos identificar tres modelos distintos:
- El modelo ms simple viene a ser una simple barricada de trazado recto que
cerraba la entrada de la calle.
- El segundo modelo presenta un trazado apuntado a modo de rediente. En
este caso la trinchera se construa delante de la boca de la calle con objeto de
flanquear el terreno colindante.
7
Biblioteca Nacional (BN), Madrid, Ms. 2.385, f. 78v.
8
En una carta, fechada el 11 de diciembre de 1643, del conde de Santiesteban, Capitn General del Real Ejrcito de
Extremadura, dice que los portugueses no pretendan atacar directamente Badajoz sino que primero cortaran
sus lneas de abastecimiento atacando la Albuera y Talavera (Instituto de Historia y Cultura Militar IHCM-,
Madrid, Coleccin Aparici-XXVI, f. 55).
9
TESTN NEZ, I.; SNCHEZ RUBIO, C. y SNCHEZ RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, pp.40-42.
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- El tercer modelo se utiliza para aquellas calles que no estaban cerradas al
trnsito. En este caso se opt por dos traveses paralelos de modo que se consegua
una entrada en recodo. Este modelo pese a su simplicidad era muy efectivo pues en
caso de ataque por sorpresa impeda que la caballera enemiga pudiese pasar
rpidamente entre los traveses dando tiempo a que la poblacin y la guarnicin se
pusiese a salvo.
Fig. 3: Fortifica-ciones de la Albuera segn Leonardo de Ferrari (TESTN NEZ, I.;
SNCHEZ RUBIO, C. y SANCHEZ RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, p. 40).
La poblacin fue arrasada durante la campaa portuguesa del ao 1643 aunque
despus se construy un fuerte razonable en torno a la iglesia
10
. Debemos suponer
que era una fortificacin de campaa levantada con tierra y fajina. La primera
referencia que conocemos del fuerte de la Albuera se remonta finales del ao 1652
11
.
Las poblaciones de Almendral y la Torre de Miguel Sexmero deban entregar la lea
necesaria para el mantenimiento del fuerte
12
.
VI.2. Talavera
Talavera fue aldea de Badajoz durante ms de 400 aos, pero fue separada de su
jurisdiccin poco antes de la guerra con Portugal
13
. Pese a todo la incluimos ya que
desde Talavera y la Albuera entraba en Badajoz la mayor parte de los suministros y
pertrechos que la ciudad necesitaba
14
.
10
SOLANO DE FIGUEROA, J. Historia eclesistica de la ciudad de Badajoz, p. 72.
11
Archivo Histrico Provincial de Badajoz, Prot. 1791, ff. 235 y 139.
12
PREZ GUEDEJO, J.J. El caso de Almendral en la guerra de Restauracin portuguesa (1640-1668), Actas del XXVI
Congreso de la Asociacin Espaola de Cronistas Oficiales, Mrida, Editora Regional, 2001, p. 122.
13
SOLANO DE FIGUEROA, J. Historia eclesistica de la ciudad de Badajoz, p. 60.
14
Juan SOLANO DE FIGUEROA nos dice que Talavera es bien conoida por ser paso de Badajoz (Historia eclesis-
tica, p. 60). La opinin del conde de Santiesteban, Capitn General del Real Ejrcito de Extremadura, ya la hemos
comentado al hablar de La Albuera (IHCM, Coleccin Aparici-XXVI, f. 55). En un informe del ingeniero Diego de
Bordick (14 de abril de 1729) se apunta que Talavera es fundamental para evitar que Badajoz quedase totalmente
aislada y sin suministros (Ibdem: Razon que da el Yngeniero Xefe Dn. Diego de Bordick del Proyecto General que
empeo en 1720, Catlogo General de Documentos 4014, 5-5-5-11, ff. 9v-10).
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
Desconocemos cundo se fortific, pues no aparece citada en los informes de
Juan de Garay en los que se describa el estado de las fortificaciones de las principales
poblaciones de la frontera al comienzo de la guerra (informes de 18 de noviembre
de 1641 y 7 de septiembre de 1642)
15
. Como quiera que fuese, en 1658 ya contaba
con fosos y otros dispositivos que no podemos determinar. Estas obras se reforzaron
considerablemente con motivo del sitio portugus a Badajoz en 1658, pues Talavera
era la garganta de Badajoz por la cual entraba todo lo necesario para resistir el
sitio
16
. En un primer momento se aument la guarnicin al tiempo que se consider
muy oportuno que tanto las tropas acuarteladas como los vecinos se encargasen de
reparar las fortificaciones de modo que la poblacin estuviese libre de vn asalto
repentino
17
.
El 26 de julio de 1658 el capitn Juan de la Carrera recibi orden de situase en
Lobn para ir reuniendo fuerzas con las que socorrer Badajoz. Asimismo se le orden
que cuando hubiera logrado reunir 1.500 hombres se dirigiera a Talavera para
fortificarla.
Fig. 4: Plano de Talavera segn Bernab de Gainza (TESTN NEZ, I.; SNCHEZ RUBIO, C.
y SANCHEZ RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, p. 56).
En el plano-croquis de Bernab Gainza (1658) observamos que la fortificacin se
levant en torno a la iglesia con el arroyo de los Limonetes protegiendo su flanco
oeste. La fortificacin tena planta cuadrada y contaba con baluartes y foso aunque
sospechamos que Bernab Gainza exager la consistencia de las obras
18
. Si
combinamos el plano de Bernab de Gainza con la informacin que nos proporciona
Jess Rincn, podemos suponer que el recinto fortificado de Talavera dispona de
dos puertas. La Puerta de Badajoz, situada frente al puente o en la entrada del
camino de Madrid, y la Puerta de Madrid en el otro extremo.
El 1 de septiembre de 1658 los portugueses atacaron Talavera. Segn Ericeira, el
ejrcito de asalto inclua ingenieros y mineros, lo que nos habla de la existencia de
fortificaciones de cierta entidad, ya que los ingenieros eran los encargados de dirigir
los trabajos de ataque a las plazas fortificadas. Los defensores se hicieron fuertes
15
CORTS CORTS, F. El Real Ejrcito de Extremadura, pp. 67-68.
16
BN, Madrid, Ms. 2.386, f. 18.
17
Ibdem, ff. 22-24.
18
TESTN NEZ, I.; SNCHEZ RUBIO, C. y SNCHEZ RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, p. 56.
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en la iglesia y en un reducto vizinho a ella aunque los portugueses no tuvieron
problemas para dominar estos puestos y el convento de Carmelitas Descalzas
19
.
VI.3. Telena
La aldea de Telena se encontraba a unos 15 kilmetros al S.O. de Badajoz siguiendo
el curso del Guadiana. Desde 1599 contaba con una muralla aunque sospechamos
que se construy para impedir la entrada de apestados en la poblacin. En cualquier
caso, la cerca de Telena no poda garantizar la seguridad de los vecinos cuando
estall la guerra.
El cronista portugus Luis Marinho asegura que desde el inicio de la contienda
cont con trincheras y una guarnicin compuesta por una companhia de cavallos &
hum regimento de 300 irlandeses
20
. Segn Aires Varela, la guarnicin de Telena
participaba en acciones de pillaje y saqueo en territorio portugus. Pese a todo, ni
las trincheras ni la guarnicin impidieron que los vecinos la abandonasen y acabase
despoblada
21
. La despoblacin de Telena no debe sorprendernos, ya que dada su
proximidad a la frontera sufri desde el primer momento los devastadores efectos
de las incursiones portuguesas
22
. De hecho, parece ser que el primer lugar que
atacaron los portugueses fue precisamente Telena. Las partidas portuguesas tambin
provocaron el abandono de los campos de su entorno.
El da 5 de mayo de 1645, Francisco Carnero, Corregidor y Maestre de Campo,
inform a las autoridades municipales que el marqus de Legans, Capitn General
del Real Ejrcito de Extremadura, haba decidido fortificar Telena para garantizar el
cultivo de los campos cercanos y controlar las entradas de partidas portuguesas. No
obstante, el ejrcito careca de medios para levantar la obra y el Ayuntamiento slo
consigui fondos imponiendo arbitrios extraordinarios (sobre la lea, huertas, olivares
y ganado) y dando licencia para que se sembrasen por un ao las dehesas de Prado
Ruano y Aguas Fras
23
. En conjunto, la ciudad logr reunir 3.000 ducados frente a
los 9.000 en los que el marqus de Legans haba presupuestado la obra, por ello se
pens prologar las medidas durante tres aos. Las autoridades municipales decidieron
convocar un Cabildo Abierto para el da 4 de junio para votar el asunto. El Cabildo
Abierto aprob la propuesta aunque algunos vecinos dijeron que el coste de la
fortificacin slo agravara la penuria de muchos vecinos sin aumentar la seguridad,
otros incluso apuntaron que con una guarnicin en Telena los frutos del campo no
seran robados por los portugueses sino por los soldados del fuerte.
El 6 de noviembre de 1645 ya se haban iniciado las obras. Segn Ericeira, el
marqus de Legans consigui poner el lugar en defensa en slo doce das
24
. Podra
parecer exagerado pero una carta del marqus de Legans, fechada el 17 de
noviembre de 1645, parece confirmarlo
25
.
19
MENEZES, L. Histria de Portugal Restaurado, Livraria Civilizaao, Srie Regia, Biblioteca Histrica, Porto, 1946, vol.
III, p.126.
20
MARINHO, L. Comentarios da guerra da Alentejo, Lisboa, 1644, p. 63.
21
CORTS CORTS, F.: Una ciudad de frontera, pp. 196-197.
22
GARCA BLANCO, J. Las fortificaciones de Badajoz, pp. 82 y 91, n. 78.
23
CORTS CORTS, F. Una ciudad de frontera, p. 90; GMEZ-TEJEDOR CNOVAS, M.D. y DE PERALTA OLEA,
M.A. Aportaciones sobre Telena, p. 449: Archivo Histrico Municipal, Badajoz, Libro de Acuerdos, 24 de mayo
de 1646, ff. 36v-37v. La documentacin municipal tambin puede consultarse en Coleccin Aparici (IHCM, XXVI,
ff. 81-93v).
24
MENEZES, L. Historia de Portugal restaurado, vol. II, p. 123.
25
IHCM, Coleccin Aparici-XXVI, f. 94.
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
Es posible que el proyecto del marqus de Legans se inspirase en otro ms
antiguo
26
. Como quiera que sea, el da 17 de noviembre el Marqus remiti a la
Junta de Guerra la planta del fuerte que haba construido, o al menos haba puesto
en condiciones de defensa. La fortificacin se levant en torno a la iglesia y estaba
fabricada con tierra y fajina. La fbrica del fuerte (tierra y fajina) hacia que la obra
fuese muy vulnerable a las lluvias. As, los estragos causados por los temporales
obligaron a efectuar una reparacin general en 1646. El coste de las reformas ascenda
a 6.000 escudos. La obra fue sacada a concurso aunque posiblemente no pudiera
ejecutase, pues en 1646 los portugueses volvieron a poner sus ojos en Telena. En
efecto, el 15 de septiembre de 1646 un ejrcito portugus al mando de Matas de
Alburquerque se present en Telena. Los portugueses tomaron el fuerte, ya que su
gobernador rindi la fortaleza la maana del da 16 sin que el enemigo hubiera
abierto brecha y teniendo hombres y suministros suficientes para resistir
27
. El mismo
da 16 sali de Badajoz un ejrcito castellano de socorro al mando del marqus de
Molinguen. El da 18, cuando los portugueses se retiraban a Portugal, el ejrcito
castellano se lanz al ataque y consigui una brillante victoria (batalla de Telena).
La retirada lusa result tan apresurada que no pudieron destruir el fuerte, como era
su objetivo. Segn explica el marqus de Molinguen, los portugueses haban puesto
ms de cincuenta hornillos pero slo pudieron dar fuego a dos de ellos, que apenas
volaron un lienzo de la muralla
28
. Por el contrario, el cronista portugus Ericeira
seala que los dos hornillos volaron los dos lados principales del fuerte
29
.
Como quiera que fuese, el marqus de Molinguen orden reparar los desperfectos
de fuerte e inspeccion personalmente la reconstruccin.
VI. 4. Valverde de Legans
Durante la guerra de la Restauracin (1640-1668) Valverde de Legans se convirti
en una plaza clave en la estrategia castellana. En efecto, desde un punto de vista
Fig. 5: Planos de Telena. A: Plano de Leonardo Ferrari (TESTN NEZ, I.; SNCHEZ RUBIO, C. y SANCHEZ
RUBIO, R. Planos, guerra y frontera, p. 86). B: Plano del fuerte levantado por el marqus de Legans
(CRUZ VILLALN, M. Badajoz. Ciudad amurallada, Badajoz, Junta de Extremadura, 1999, p. 41).
26
Algunos autores fechan este plano a comienzos de la dcada de 1650 (TESTN NEZ, I.; SNCHEZ RUBIO, C.
y SANCHEZ RUBIO, R.: Planos, guerra y frontera, 86). Nosotros sospechamos que, al igual que sucede con otros
planos realizados por Leonardo Ferrari (Jerez de los Caballeros, Almendral y la Albuera) el dibujo copia un
proyecto de fortificacin antiguo. La fotografa area nos ofrece una planta del fuerte que pese a su escasa nitidez
parece ajustarse mejor con el proyecto del marqus de Legans.
27
BN, Madrid, Ms. 2.377, ff. 231v y 235.
28
Ibdem, ff.232 y 235.
29
MENEZES, L. Histria de Portugal Restaurado..., p. 176.
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defensivo Valverde permita tomar de flanco e incluso cortar la retirada a las partidas
portuguesas procedentes de Olivenza, aseguraba el flanco sur de la plaza de Badajoz,
protega las comunicaciones con Jerez de los Caballeros, etc. Desde un punto de
vista ofensivo, Valverde era uno de los puntos de salida de las partidas castellanas
que realizaban incursiones contra el trmino de Olivenza.
Sancho de Guzmn seala que poco despus de iniciarse la guerra, el conde de
Monterrey envi al Comisario General de la caballera a Valverde para que estorbase
los trabajos de fortificacin que los portugueses estaban realizando en Olivenza y
Elvas.
Valverde era un puesto muy difcil de fortificar ya que est rodeado por varios
cerros (padrastros) que dominan la poblacin (cerro de los Mrtires o del Calvario,
las Matias, San Pedro, La Pina y la Mina). Pese a todo, en octubre de 1641 ya se
haba fortificado aunque Sancho de Guzmn seala que sus tres recintos defensivos
estaban dominados por varios padrastros
30
.
Los autores portugueses nos describen con gran detalle las obras (Ericeira, Jorge
Rodrguez, Aires Varela y Luis Marinho). Segn Jorge Rodrguez, en octubre de
1641 la fortificacin de Valverde
Constaba la fortaleza principal de Valverde de una iglesia grande, cons-
truida en un cerro que seoreaba toda la villa, y cercada por tres trincheras, una
ms alta que otra, y, en el medio de la Plaza, un reducto con sus salidas para las
calles que en ella desembocaban, y todas las trincheras eran grandes de altura,
con troneras para disparar, si se descubra a gente. Las casas estaban pegadas
unas a otras, con las mismas troneras, y en los tejados tenan trampas y parape-
tos en las puertas de las quintas, y toda la circunferencia del lugar estaba con
trincheras de tapias y vallados, con sus estacas y balaustradas ()
A un lado de la villa de Valverde, sobre un monte, tenan () fortificada una
ermita [se refiere a la ermita de los Mrtires] con su cuerpo de guardia
31
Es decir, las fortificaciones de Valverde se ajustan a un modelo que se repite en
otras localidades: trincheras para cerrar la periferia del pueblo y un reducto en
torno a la iglesia. La iglesia de Valverde es un monumental edificio cuya fortaleza
levant recelos desde el mismo momento de su construccin, pues para algunos era
ms castillo que templo
32
.
En la banda del pueblo que mira a los Mrtires se haba construido un revelln de
tierra y fajina. No obstante, las caras del revelln deban tener escasa altura, pues
Aires Varela asegura que podan superarse subido a un caballo
33
. Desde la ermita de
los Mrtires se vigilaba y atalayaba la campaa que se extenda por la parte de
Badajoz, Telena y el camino de Olivenza. En la ermita de San Pedro, situada a un
tiro de pistola de las trincheras del pueblo, exista otro cuerpo de guardia
34
.
La primera gran prueba para la localidad tuvo lugar el 28 de octubre de 1641.
Los portugueses asaltaron el pueblo, superaron las trincheras exteriores, penetraron
y saquearon el casero pero fracasaron en los sucesivos intentos para tomar el
reducto de la iglesia.
30
Relaion de lo que se a obrado en la frontera de Portugal, Biblioteca Nacional, Lisboa, Reservados, Cdice 11.358, f. 15.
31
FERNNDEZ CABALLERO, A. Tras las huellas de un pueblo (Valverde de Legans: su historia), Badajoz, Autoedicin,
1999, pp. 294-295.
32
COOPER, E. Castillos seoriales de Castilla. S. XV y XVI, Junta de Castilla y Len, 1992, ap. doc. 370, p. 1.138.
33
VARELA, A. Sucessos que ouve nas fronteiras..., pp.66-67.
34
MARINHO DAZEVEDO, L. Comentarios da guerra..., p. 131. Ericeira slo habla del puesto del cerro de los Mrtires.
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
El episodio ms violento tuvo lugar en septiembre de 1643 en el marco de la
ofensiva portuguesa de ese ao. La guarnicin de la plaza estaba al mando del
napolitano Juan Bautista Pignatelli. Con motivo del ataque los autores portugueses
vuelven a describir sus fortificaciones. Segn Ericeira
A fortificaao nao havia melhorado muito depois que esta vila a primeira
vez foi entrada (28 de octubre de 1641); e as muitas paredes das hortas e
pomares, que a rodeavam, davam grande comodidade infantaria para cegar
s trincheiras. Os moradores que estavam dentro eram poucos
35
Los portugueses, comandados por el conde de bidos, iniciaron el asalto tomando
las alturas de San Pedro y los Mrtires en las que instalaron sendas bateras. No
obstante, la artillera portuguesa hacia poco efecto en las fortificaciones y por este
motivo el conde de bidos mand buscar dos medios caones a Olivenza.
Ante la resistencia de la guarnicin, el conde de bidos ofreci a Pignatelli una
capitulacin honrosa que ste no la acept. La situacin de los defensores de Valverde
se volva insostenible pues el ejrcito de socorro, al mando del conde de Santiesteban,
no pudo auxiliar a la guarnicin y la artillera portuguesa, reforzada con dos medios
caones que haban llegado de Olivenza, se impuso. Afortunadamente no lleg a
producirse el asalto ya que el conde de bidos concedi a los defensores unas
capitulaciones honrosas y la guarnicin rindi la plaza. Segn Aires Varela, el da 12
de septiembre, a medioda, sali con honores militares la guarnicin de Valverde.
Una vez tomada la poblacin, ningn vecino acept quedarse a vivir. Los
portugueses incendiaron el casero reservando del fuego slo la iglesia. El 27 de
octubre, tras tomar Villanueva del Fresno, los portugueses volvieron a Valverde
para acabar de arrasar las trincheras y edificios que haban quedado en pie tras el
incendio del 13 septiembre.
VI 5. Villar del Rey
La poblacin de Villar del Rey, situada al norte de Badajoz, se vio hostigada por
las partidas que actuaban desde Campomayor desde el comienzo mismo de la guerra
aunque cont con guarnicin propia y era una de las bases de las partidas castellanas
que se adentraban en Portugal.
La primera noticia sobre las fortificaciones de la poblacin aparece en un informe
de Juan de Garay fechado el 7 de septiembre de 1642. En dicho informe se dice que
los lugares de Valuerde y Villar del rrey eran abiertos anse fortificado de
manera que pueden aguardar el socorro
36
Segn Luis Marinho, las fortificaciones se reducan a una lnea exterior de trincheras
y un reducto en torno a la iglesia
37
.
En 1643 se estudi la conveniencia de fortificar Villar del Rey y Btoa
38
.
Desconocemos si esta iniciativa se materializ. En cualquier caso, cuando el 21 de
mayo de 1644 un potente ejrcito dirigido por Matas de Albuquerque tom la
poblacin, las fortificaciones se reducan al reducto de la iglesia y varias trincheras
que cerraban las entradas a las calles, es decir, el mismo circuito que haba descrito
Luis Marinho. Tras tomar el pueblo, Matas de Albuquerque orden quemar la
35
MENEZES, L. Historia de Portugal restaurado, vol. II, p. 420.
36
CORTS CORTS, F. El Real Ejrcito de Extremadura, p. 68.
37
MARINHO DAZEVEDO, L. Comentarios da guerra..., p. 195.
38
BN, Madrid, Ms. 430, f. 635.
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poblacin. Especial cuidado se puso en volar la iglesia para que no volviese se
reocupase como puesto fuerte.
Tras este episodio, la poblacin qued destruida y despoblada, pero a finales de
1545 el rey Felipe IV decidi fortificarla. La fortificacin no estaba proyectada para
proteger al casero y defender a los vecinos, ya que en este momento el pueblo
estaba destruido y despoblado. El objetivo era establecer un puesto fuerte para
controlar un territorio por el que entraban las partidas portuguesas. En efecto, ese
ao una partida compuesta por tan slo 80 jinetes portugueses lleg hasta Cceres
robando los ganados de la villa y sus aldeas
39
. No obstante, el marqus de Legans,
Capitn General del Real Ejrcito de Extremadura, escribi al Rey varias cartas en
las que aconsejaba otras actuaciones antes que fortificar Villar del Rey. El Marqus
estim que para fortificar Villar del Rey eran necesarios 20.000 ducados y en ese
momento no contaba con esos fondos. Asimismo, para garantizar la seguridad de
los trabajadores era necesaria la presencia de una importante fuerza militar durante
los trabajos de fortificacin y despus se deba mantener una guarnicin en el pueblo.
Aada tambin que si sus fuerzas se dispersaban en varias guarniciones para proteger
otras tantas poblaciones sera complicado reunirlas en caso de emergencia o para
efectuar operaciones de cierta envergadura. Por ltimo, sostena que las fortificaciones
de campaa que se pretendan construir en Villar del Rey slo eran adecuadas para
hacer frente a pequeas partidas. Es decir, en el caso de incursiones con grandes
fuerzas las fortificaciones eran intiles con lo que se corra el riesgo de que fuesen
tomadas por el enemigo y su guarnicin apresada. Como alternativa a la fortificacin
de Villar del Rey, el marqus de Legans propona pasar a una guerra ofensiva e
intentar tomar las poblaciones portuguesas de Campomayor y Olivenza. Con estas
poblaciones en manos castellanas las incursiones portuguesas tendran que partir
desde puestos ms alejados a la frontera y no contaran con puestos de retaguardia
cercanos en los que refugiarse en caso de peligro. Es decir, las poblaciones castellanas
cercanas a la frontera quedaran protegidas sin tener que fortificarlas
40
.
El 30 de noviembre, la Junta de Guerra informaba al Rey de las distintas propuestas
sobre el asunto de la fortificacin de Villar del Rey. As, el marqus de Loriana que
consideraba que
Si Vuestra Majestad no se sirve de asistir al Marques de Legans con los
medios que ha pedido para ganar las plazas de Olivenza y Campomayor, que
dice, se sirva Vuestra Majestad de mandarle que en Villar del Rey se haga una
fortificacion que cubra toda aquella parte desde Badajoz hasta Caceres que es
adonde ultimamente ha llegado ahora el Revelde
41
El Conde de Santiesteban se mostr partidario de fortificar Villar del Rey.
Especialmente contundente fue el conde de la Roca, que consideraba que si no se
poda tomar Campomayor deba fortificarse Villar del Rey para controlar la entrada
de los portugueses por aquellas tierras. Asimismo, consider que 20.000 ducados
no eran demasiados para financiar la fortificacin, pues poner en pie un ejrcito
capaz de tomar Campomayor y Olivenza sera muchsimo ms costoso. Asimismo,
estimaba que en quince das podra ponerse en defensa un fuerte en Villar del Rey.
El conde de la Roca tampoco encontraba problemas para guarnecer la nueva
fortificacin
42
.
39
IHCM, Coleccin Aparici-XXVI, f. 103.
40
Ibdem, f. 102v.
41
Ibd., f. 105v.
42
Ib., f. 106v. No sabemos si la vehemencia del conde de la Roca estaba motivada por otras causas (ver nota 1).
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Las poblaciones del corregimiento de Badajoz durante la Guerra de la Restauracin
En realidad, al hilo de la fortificacin de Villar del Rey se estaba poniendo sobre
la mesa otro asunto de mayor calado. En efecto, frente a la Junta de Guerra y al
Rey, que eran partidarios de una guerra defensiva, el marqus de Legans propona
una guerra ofensiva capaz de arrebatar a los portugueses dos de sus plazas ms
importantes y cercanas a la frontera. Desconocemos si estas deliberaciones
fructificaron en algo concreto.
En 1655 se volvi a considerar prioritaria la fortificacin de Villar del Rey y la
ermita de Btoa. El impulsor de las obras fue el duque de San Germn. que pretenda
controlar la entrada de partidas portuguesas por estos contornos y proporcionar
mayor seguridad a los convoyes que abastecan Alburquerque. Segn el Duque, las
ciudades de Cceres y Mrida se haban ofrecido a sufragar parte de los gastos de
ambas fortificaciones. Por su parte, la Junta Guerra solicit la colaboracin de Medelln
y Montnchez para completar los 10.000 ducados en los que se haba calculado la
obra. El Rey dio su conformidad al proyecto y las villas de Puebla de la Calzada y
Montijo aportaron 4.950 y 9.900 reales respectivamente para las obras
43
.
43
GMEZ TEJEDOR CNOVAS, M.D. La Virgen de Botoa, Badajoz, Excmo. Ayuntamiento, 1989, pp. 70-71 y 104;
GARCA BLANCO, J. Las fortificaciones de Badajoz, pp.120 y 123; IHCM, Coleccin Aparici-XXVI, f. 181; BN
Madrid, Ms. 430, ff. 659v-660.
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GUERRA EN LA FRONTERA: LA INDEPENDENCIA DE
PORTUGAL Y SUS EFECTOS SOBRE EXTREMADURA
WAR I N THE FRONTI ER: THE I NDEPENDENCE OF PORTUGAL AND
I TS CONSEQUENCES UPON EXTREMADURA
Felicsimo Garca Barriga
IES Jlama
Blasco Ibez, 1
10840 MORALEJA (Cceres)
[email protected]
RESUMEN: Las relaciones histricas entre Extremadura y Portugal han sido
siempre fecundas e intensas, adems de tener un carcter mltiple. Sin embar-
go, la normalidad de dichas relaciones se ha truncado numerosas veces a lo
largo de la historia por la enemistad que ha existido entre las coronas portugue-
sa y espaola. Uno de los momentos en los que esa conexin se vio en mayor
peligro fue, sin duda, la guerra de Independencia, Secesin o Restauracin de
Portugal, que dio fin a los sesenta aos de unin peninsular iniciados en 1580. El
anlisis de las consecuencias de este conflicto en nuestra regin se ha centrado,
en este caso, en una comarca muy concreta de la Alta Extremadura, situada
entre Alcntara y Cceres, que por tanto se puede considerar rayana aunque no
inmediatamente contigua a la frontera.
ABSTRACT: The historic relationships between Extremadura and Portugal
have been always very rich, intense and multiple. However, these relationships
have been broken several times in history because of the antagonism between
Spanish and Portuguese crowns. One of the most dangerous moments for this
connection was the Restoration War of Portugal, with which the peninsular union,
started in 1580, was destroyed. We analyse the consequences of this conflict
upon the territory situated between Alcntara and Cceres, a rayana land
although it is not exactly situated in the frontier between the two countries.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 171 - 180
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Guerra en la frontera: la independencia de Portugal y sus efectos sobre Extremadura
Las relaciones histricas entre Extremadura y la vecina nacin portuguesa
han sido siempre fecundas e intensas, adems de tener un carcter mltiple:
vnculos econmicos, demogrficos, sociales y culturales se han ido
entretejiendo hasta componer un cmulo de semejanzas entre ambos lados
de la Raya. Sin embargo, la normalidad de dichas relaciones se ha truncado
numerosas veces a lo largo de la historia por la enemistad que ha existido
entre las coronas portuguesa y espaola.
Uno de los momentos en los que esa conexin se vio en mayor peligro fue, sin
duda, la guerra de Independencia, Secesin o Restauracin de Portugal, que dio fin
a los sesenta aos de unin peninsular iniciados en 1580 con la subida al trono luso
de Felipe II y que supuso la llegada al poder en Portugal de la casa de Braganza. Esa
guerra, una de las ms destructivas y largas que afectaron a la Pennsula Ibrica en
la Edad Moderna, mostr con toda crudeza los efectos de un conflicto blico sobre la
sociedad civil, efectos que no slo fueron materiales sino, sin duda alguna, tambin
mentales, por lo que nos atrevemos a decir que supuso un antes y un despus en
las relaciones entre espaoles y portugueses.
El anlisis de las consecuencias de este conflicto en nuestra regin se ha centrado,
en este caso, en una comarca muy concreta de la Alta Extremadura, situada entre
Alcntara y Cceres, que por tanto se puede considerar rayana aunque no
inmediatamente contigua a la frontera. Compuesta por pueblos tan importantes y
poblados como Brozas, Arroyo de la Luz o Casar de Cceres, este territorio vivi
como pocos los efectos de la guerra y sufri daos que minaron de manera irreversible
sus posibilidades de desarrollo futuro.
I. LA GUERRA DE SECESIN DE PORTUGAL: EFECTOS DIRECTOS E INDIRECTOS
Tradicionalmente, la historiografa espaola ha venido considerando al siglo XVII
como el siglo de la crisis; en la actualidad, esa catalogacin est siendo matizada
por multitud de investigaciones que ponen de manifiesto la multiplicidad de
comportamientos en una corona tan diversa como era la espaola de los Tiempos
Modernos. Las matizaciones no sirven, sin embargo, para el caso de Extremadura,
una regin perifrica, relativamente poco poblada, con escasos recursos naturales
y, adems, fronteriza, que tras el auge que vive durante la mayor parte del siglo XVI
se sume en la centuria siguiente en una profunda depresin poblacional, econmica
y social de la que tardar mucho tiempo en recuperarse. Una de las causas de esa
crisis fue, sin duda, la presencia de la guerra en tierras extremeas tras un
prolongadsimo perodo de paz que haba durado ms de 100 aos.
La crisis poltica de la monarqua hispnica se plasm en una serie de rebeliones
en los territorios perifricos, de las cuales la portuguesa fue sin duda la ms grave
pues concluy, como sealamos ms arriba, con la prdida de la corona lusa por
parte de la monarqua de los Austrias y la instauracin en el pas vecino de la casa
de Braganza en la persona de Juan IV. La guerra de Secesin de Portugal tuvo como
escenario fundamental a Extremadura
1
, y ello tuvo diversas e importantes
consecuencias, tanto directas como indirectas. Una de las peculiaridades de este
conflicto es que apenas tiene batallas o asedios dignos de tal nombre, con la excepcin
de los asedios de Alcntara y Badajoz y de las batallas, ya al final de la guerra, de
Montijo y Vilaviosa; por tanto, las acciones militares consistirn sobre todo en
expediciones de saqueo y pillaje a uno y otro lado de la frontera.
1
Para entender las causas de la localizacin del conflicto en la frontera extremea y su importancia estratgica, ver
CORTS CORTS, F. Alojamientos de soldados en la Extremadura del siglo XVII. Mrida, 1996, pp. 31-62.
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En ese sentido, la comarca analizada en este trabajo ser una de las que padezca
con mayor rigor las invasiones portuguesas; sin defensas naturales, carentes de
fortificaciones de importancia (excepto Brozas, que contaba con el castillo de la
Encomienda mayor de Alcntara) y sin guarniciones militares, centradas en la defensa
de las plazas fronterizas de Alcntara y Badajoz, los pueblos de esta zona se vieron
expuestos desde el principio de la guerra a constantes ataques por parte del enemigo.
El dao causado por estas invasiones no era tanto demogrfico, aunque s se
produjeron muertes y asesinatos
2
, como econmico, ya que el objetivo de los
enemigos era robar todo el grano y el ganado que pudieran y destruir el restante,
causando tambin un tremendo dao moral sobre las poblaciones afectadas. Se da
la circunstancia, adems, de que la lejana de la raya no era garanta de seguridad;
buen ejemplo de ello es Arroyo de la Luz, que situada ms de 40 kilmetros de la
frontera por Alcntara y 60 por Valencia de Alcntara sufri desde el principio de la
guerra constantes invasiones y saqueos por parte del enemigo; as lo hacan constar
en un memorial de desagravio elevado en 1649 a su seor, el conde de Benavente,
donde afirmaban que
el rebelde de Portugal ha causado grandes daos en los trminos de esta
villa en llevarle a sus vecinos sus ganados como estorbar se gocen sus pastos y
lavores questa villa tiene en sus trminos (...) y as ordinariamente corren por
sus campos, molestan a los vecinos llevndoles sus ganados y a ellos prisione-
ros en tanta manera que a nueve de julio del ao pasado de 1648 con solamente
80 caballos llegaron a las heras de esta dicha villa que estn junto a los cincheros
y quit los bueyes que estaban trillando y mat algunos vecinos...
3
.
La situacin en esos casos era desesperada debido a la ya mencionada falta de
proteccin, por lo que no quedaba ms remedio que acudir a la autodefensa; de
nuevo Arroyo vuelve a convertirse en ejemplo de las medidas tomadas a tal efecto,
como las prevenciones acordadas en 1642 cuando el corregidor de Alcntara
comunicaba a las autoridades locales que los portugueses se tomaron el castillo
de las Herjas y an entrado en el lugar del Valverde, consistentes en prohibir la
salida de disciplinantes el jueves santo, el registro de todas las escopetas de la villa,
la prohibicin de salir del pueblo a todos los varones entre 18 y 50 aos y la compra
de armas y municin en Badajoz
4
. Otra consecuencia de los saqueos fue el grave
deterioro que se produjo en las intensas relaciones que hasta el momento haban
tenido lugar entre espaoles y portugueses en esta zona de la frontera, y de las que
hablaremos ms adelante; ese deterioro se manifest a veces de manera violenta,
como fue el caso de Brozas; as, en 1646 seis portugueses de los muchos que
residan en esas fechas en la villa brocea fueron linchados por los habitantes de
la villa en represalia por los ataques de sus compatriotas
5
.
2
En veinte y cinco das del mes de febrero de mill y seisientos y quarenta y quatro aos, trajeron muerto a Juan
Alonso Gari Martn de sus colmenas de la dehesa de Turuuelo, que le mataron los portugueses. Llevaron su
cuerpo a Herreruela y su mujer embi por l, y le trajeron, y se enterr en la parrochial...: Archivo Histrico
Diocesano, Arroyo de la Luz, libro 71 (difuntos), f. 193v.
3
Archivo Histrico Provincial de Cceres (AHPC), Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la
Luz), lg. 3.874, ao 1649, s/f.
4
Archivo Municipal de Arroyo de la Luz (AMA), Secretara, Libros de Actas del Concejo, libro 10, acuerdo del 17 de
abril de 1642. Lo mismo sucede en otros lugares de la comarca como Brozas, cuyo concejo se obligaba en 1644 a
pagar 3564 reales por 28 mosquetes, 26 arcabuces y 26 picas enviadas desde Badajoz: CORTS CORTS, F. El Real
Ejrcito de Extremadura en la Guerra de Restauracin de Portugal (1640-1668), Cceres, 1985, p.72.
5
Memorial Histrico Espaol, p. 364, cit. en RODRGUEZ SNCHEZ, A. Guerra, miseria y corrupcin en Extremadura.
1640-1668 en Estudios dedicados a Don Carlos Callejo Serrano, Cceres, 1979, p. 619.
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Guerra en la frontera: la independencia de Portugal y sus efectos sobre Extremadura
Junto a los ataques enemigos, el otro gran mal que cay sobre la poblacin
extremea en general y de nuestra comarca en particular fue, paradjicamente, la
presencia y trnsito constante de ejrcitos pagados por la monarqua para acabar
con la rebelin portuguesa. Ello se deba sobre todo a que los ejrcitos no se
acuartelaban, sino que las poblaciones eran obligadas a darles alojamiento y
manutencin, con los enormes gastos que ello conllevaba para las haciendas locales,
adems de los abusos que los soldados, que no olvidemos eran mercenarios a
sueldo y en su mayor parte extranjeros que no tenan nada que ver con el pas al
que supuestamente defendan, infligan en los pueblos y sus vecinos.
En este contexto, la informacin que nos proporcionan las fuentes municipales
de los pueblos de nuestra comarca es muy abundante adems de prolija en detalles
que nos desvelan los enormes problemas que para estas poblaciones supuso el
constante paso de tropas por su territorio. Desde el principio del conflicto son, de
esta manera, constantes las quejas de los concejos locales por los gastos que los
cuarteles de tropa suponen para sus haciendas, adems del dao que infligan las
tropas a los bienes de los vecinos; de eso se quejaba, por ejemplo, el concejo de
Arroyo de la Luz en 1649, cuando sealaba el pesar y el gran dao que se vive y
an se estn viviendo en los alojamientos y quarteles que ha tenido de caballera
6
. Estos problemas se intensificaron muy notablemente a partir de 1654, cuando la
cada de Barcelona en manos de las tropas de Felipe IV supuso el final de la guerra
en Catalua; ello posibilit a la monarqua centrar sus esfuerzos en la recuperacin
de Portugal, por lo que se produjo un importante aumento de los efectos militares
concentrados en la frontera y sobre todo en la zona extremea de la raya. Y,
naturalmente, fueron los pueblos de esa zona quienes tuvieron que enfrentarse a
un incremento de los gastos ocasionados por los cuarteles y al pillaje de las tropas
reales, que en esos aos finales del conflicto alcanza su mximo desarrollo.
Con respecto al primer punto, ya hemos sealado el grave quebranto que los
alojamientos suponan para la economa de los municipios, ya que no slo tenan
que proporcionar la manutencin obligatoria a los soldados, sino tambin a sus
caballeras; sirvan como ejemplo los gastos del alojamiento de una compaa de
400 caballos que en 1644 se encontraba alojada en Brozas y Alcntara
7
o las 1.000
fanegas de cebada que Brozas tuvo que entregar en 1659 para el sustento de la
caballera del partido de Alcntara
8
. Un caso paradigmtico de estos gastos lo
encontramos precisamente en un pueblo de nuestra comarca, Casar de Cceres,
cuyo concejo elev a mediados de 1666 un extenso memorial detallando punto por
punto todos los gastos afrontados por la localidad slo en los cinco aos anteriores
para pedir la exencin de impuestos. La relacin de trnsitos y alojamientos de
tropas es largusima, con un total de doce tercios y diecisis compaas de infantera
y once compaas ms de infantera, en cuyo socorro, manutencin y trnsito el
concejo del lugar estimaba haber gastado ms de 800.000 reales
9
. Lo mismo suceda
en Arroyo, donde el concejo se queja constantemente a los sucesivos generales del
Ejrcito de Extremadura de los gastos de cuartel que el constante paso de tropas
6
AHPC, Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la Luz), lg. 3.874, ao 1649, s/f.
7
Arquivo Nacional da Torre do Tombo (Lisboa), Consultas del Conselho de Guerra, Mao 4b, n 350, Carta del conde
de Alegrette, Elvas 30 de agosto de 1644, cit. en CORTS CORTS, F. Alojamientos de soldados..., p. 142.
8
CORTS CORTS, F. El Real Ejrcito de Extremadura, p. 53.
9
Archivo Municipal de Cceres (AMC), s/c, Memorial dirigido por el concejo del lugar del Casar de Cceres a su
Magestad y su real Consexo, 16 de agosto de 1666.
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Felicsimo Garca Barriga
ocasionaba al municipio
10
. Todo ello, junto a los gastos ocasionados por los soldados
que cada villa tena que enviar al frente, envos de los que hablaremos con mayor
detalle ms adelante, propiciaron que la crisis financiera fuera el estado habitual de
las haciendas locales durante el conflicto y hasta muchos aos ms tarde; esa crisis
era manifestada habitualmente en las peticiones de perdn o prrroga en el pago
de los innumerables servicios reales que en estos aos agobiaban a los pueblos; por
ejemplo, el concejo de Brozas deba en 1661 ms de un milln de maravedes por
los atrasos en el pago del servicio real de 1653 a 1657
11
. Algo parecido le suceda a
la villa de Arroyo en 1655, cuando se otorg poder a su agente en Madrid para
solicitar la exencin de la quiebra de millones atento no aver tenido para pagarlos,
adems de ser como es frontera del reyno de Portugal y las invasiones que a recivido
del enemigo
12
.
Tan gravosos como los gastos corrientes eran, sin embargo, los perjuicios
ocasionados por la presencia de las tropas y los abusos cometidos por los soldados
sobre una poblacin civil indefensa ante estos ejrcitos mercenarios y, en gran
parte, extranjeros. Apoyados en la fuerza de sus armas, los soldados rasos y tambin
algunos mandos, como los cabos, obligaban a los vecinos que les alojaban a pagarles
una cantidad superior a la establecida por las ordenanzas militares o por los capitanes
de cada compaa
13
o, peor todava, les robaban el grano y el ganado que tan
fundamentales eran para su propia supervivencia, asesinando incluso a los vecinos
que intentaban oponrseles. Las medidas que los concejos ponan en prctica para
intentar evitar todos estos abusos iban desde la amarga queja expresada en acuerdos,
poderes o memoriales, como hicieron durante todo el conflicto concejos como los
del Casar
14
y Arroyo
15
, hasta el levantamiento de compaas locales que, en teora,
no abusaran de la poblacin de la que eran vecinos.
10
Acordse que por quanto a esta villa se le est deviendo gran cantidad de pan de munizin y zevada que a dado
a los soldados y cavallos que a tenido de quarteles y trnsitos que a avido en esta villa y oi de presente tiene
repartido ms de quarenta y un mill rreales de quartel entre sus vezinos para pagar el terzio de don Juan Vlas que
apost de guarnizin en la plaza de Vadajoz que empez a correr desde quinze das del mes de diciembre del ao
pasado de mill i seiszientos y sesenta y tres y por tener alojado algunas conpaas del terzio de don Francisco de
Rojas hasta fin de diciembre de dicho ao que se fueron de esta villa y entraron en ella el dicho da zinco ramos
de soldados desmontados del terzio de guardas viejas de Castilla y estuvieron de quartel alojados al cuvierto
hasta ocho de marzo de este presente ao y por averle cargado en el dicho quartel a esta villa los utensilios del
terzio del dicho don Juan Vlas por no tener la causa personal del dicho terzio y lo que se le rreparti, se vaya a la
villa de Zafra y se pida a su alteza sea servido de mandar se rrevaje la cantidad de utensilios que toca a el dicho
terzio del dicho tienpo que tuvo esta villa el alojamiento rreferido...: AMA, Secretara, Libros de Actas del Concejo,
libro 14, acuerdo del 12 de marzo de 1664.
11
CORTS CORTS, F. El Real Ejrcito de Extremadura, p. 17.
12
AHPC, Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la Luz), lg. 3.875, s/f: Poder a Juan Testal Barrantes
sobre la quiebra de millones.
13
En todos los trnsitos y cuarteles que an tenido los soldados as de la ynfantera como de la cavallera ninguno
de los cabos militares ni soldados an guardado el reglamento de su alteza, llevando a los patrones a veynte y a
treynta reales por cada trnsito y da, cuando estn de quartel, quitndoles la cevada y granos violentamente:
AMC, s/c, Memorial dirigido por el concejo del lugar del Casar de Cceres a su Magestad y su real Consexo.
14
Que todo este partido est padeciendo por los grandes hurtos que hacen los soldados de a cavallo as en
ganados como en los granos del trigo en las heras y por los caminos, quitando lo que llevan los pasajeros y
paisanos, y la ropa de mujeres que van al ro, que ymporta todo lo que se a llevado deste lugar de 6 aos a esta
parte ms de 6000 ducados, con ms quatro hombres que an muerto por quitalles los ganados en este dicho
lugar: Ibdem, s/c, Memorial dirigido por el concejo del lugar del Casar de Cceres a su Magestad y su real
Consexo.
15
As lo sealaban, por ejemplo, los acuerdos tomados por el concejo arroyano en 1655: tan presto como el
labrador sienvra los panes hasta que se rrecojen i puntualmente segadas las hazinas se las juntan y rrecojen los
soldados trayndolo en jergas y las que no hallan segadas las siegan por las cavezas y las meten en las jergas y de
este dao se promete entre los vezinos de esta villa una gran desdicha con los soldados y vezinos de forma que
esta villa no sea dueo del rremedio... (AMA, Secretara, Libros de Actas del Concejo, libro 10, acuerdo del 22 de
mayo de 1655) o 1659: ...Estn en esta villa dos compaas de quartel, una de don Conrrado Camacho y la otra
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Guerra en la frontera: la independencia de Portugal y sus efectos sobre Extremadura
Esto precisamente fue lo que hizo el concejo de Arroyo, en un caso que desde
luego ejemplifica perfectamente las desgracias y desastres que las guerras provocan
en la poblacin que las padecen. En 1649 el concejo arroyano trataba con el marqus
de Legans, capitn general del ejrcito de Extremadura, el levantar una compaa
de 45 caballos corazas que estara bajo el mando del noble local don Juan de Ribero,
para cuya financiacin hubo de venderse la dehesa de Valcajadillo y un molino en la
laguna menor de la villa
16
. Con ello se pretenda eximir a la villa del pago de los
impuestos atrasados, tener un ejrcito propio para defenderse de los constantes
ataques enemigos y, por ende, evitar alojamientos de tropas forasteras y las negativas
consecuencias que ellos acarreaban. Sin embargo, esta compaa local, lejos de
servir para los propsitos iniciales que el ayuntamiento de Arroyo haba planteado,
se comport como si fuera un grupo de soldados ajenos a la localidad; como narra
el propio concejo en un poder otorgado en 1655, la compaa se haba dedicado,
entre otros abusos, a robar el grano de los labradores para hacer negocio con l o a
comer con los caballos las vias de los vecinos, uno de los cultivos ms importantes
de Arroyo; el peor de todos era, sin embargo, el propio capitn de la compaa que,
amparndose sin duda en el poder de las armas, invada con sus ganados las labores
de otros labradores, usurpaba las dehesas arrendadas por los vecinos de la villa,
desobedeca los edictos del concejo, admita por soldados a muchos vecinos para
eximirles del pago de impuestos y haciendo clara dejacin de las funciones que la
compaa tena encomendada puesto que quando se ofrece algn rebato no se
hallan el tercio de los soldados y cavallos y algunas veces no salen diez y este dao
se conoce muy bien porque de sesenta no tiene treinta la compaa actualmente
17
.
La posicin de superioridad que la fuerza de la espada convirti a esos hombres y a
su capitn en opresores de sus propios convecinos en vez de protegerles.
Una vez vistas las circunstancias que afectaron a las poblaciones analizadas en
este trabajo durante este conflicto blico, pasemos a estudiar las consecuencias
que la guerra provoc. En este sentido, junto a las obvias consecuencias econmicas
tanto para las haciendas concejiles como para los vecinos de estas localidades,
nosotros insistiremos fundamentalmente en las repercusiones demogrficas, que
fueron muy importantes.
Como vemos en el cuadro adjunto, todos los pueblos pierden poblacin, con la
notable excepcin de Navas del Madroo. Dentro de esta tendencia al descenso, se
observa no obstante una clara diferencia entre dos etapas perfectamente marcadas;
as, el perodo realmente crtico es el comprendido entre 1591 y 1631, con descensos
muy pronunciados, como el de Malpartida, que pierde en esos cuarenta aos el
60% de su poblacin
18
.
de don Francisco Augusto, capitn de cavallos y los soldados que tiene de su compaa hazen muchas extorsiones
a los vezinos de esta dicha villa haziendo todo ello en contravenzin de la orden que trajo y adems corren sus
canpos y les quitan sus ganados y venden la carne pblicamente en esta dicha villa sin poderlo rremediar...
(Ibdem, libro 13, acuerdo del 13 de febrero de 1659).
16
AHPC, Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la Luz), lg. 3.874, ao 1649, s/f.
17
Ibdem, lg. 3.875, ao 1655, s/f.
18
En realidad, el descenso es mucho ms importante comparando los censos de 1591 y de 1646, aunque hemos
optado por prescindir del uso de este ltimo censo debido a la escasa fiabilidad de sus datos.
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TABLA 1: EVOLUCIN DE LA POBLACIN ABSOLUTA, 1591-1712
19
*Los datos de 1712 han sido incrementados un 40% (BLANCO CARRASCO, J.P. Demografa, familia y
sociedad en la Extremadura Moderna, 1500-1860, Cceres, 1999, pp. 45-47).
Fuente: Censo de la Corona de Castilla de 1591, INE, Madrid, 1987; Archivo General de Simancas,
Direccin General del Tesoro, Inventario 24, lg. 1.168; Biblioteca Nacional de Espaa, Ms. 2.274; AMA,
Secretaria, Padrones y censos, vecindario de 1716; AHPC, Municipal de Brozas, caja 41 (padrones y
censos), vecindarios de 1711 y 1712.
Desde mediados del siglo XVI se producira, sin embargo, una tendencia general
hacia el estancamiento de la poblacin comarcal, con pueblos que siguen perdiendo
poblacin, como Brozas y Casar de Cceres, y pueblos que recuperan sus efectivos
demogrficos, como Arroyo, Malpartida y, de nuevo destacadamente, Navas del
Madroo. El resultado de este proceso es que Brozas es el gran perjudicado por las
vicisitudes negativas del siglo XVIII al perder ms del 50% de su poblacin, mientras
que El Casar y Malpartida, pierden en torno al 40% de su poblacin en el siglo XVII,
y Arroyo slo ve reducidos sus efectivos en un 10% y Navas crece a un ritmo
extraordinario, multiplicando su poblacin de finales del siglo XVI casi por 3.
Las series bautismales refrendan esta imagen; en todos los pueblos esta variable
registra varios descensos repartidos a lo largo del siglo, entre los que destacan sin
duda los vividos a caballo entre los siglos XVI y XVII (entre 1595 y 1605), entre
1630 y 1640 y, sobre todo, la gran crisis de los bautismos que se produce en la
dcada de los 50, cuando en la mayora de las localidades se observa el mnimo de
bautizados de todo el siglo y, por extensin, de todo el perodo moderno. Desde ese
momento se inicia una recuperacin, de diferente intensidad segn los lugares, y
que permite en cierta medida aliviar los desastrosos resultados ofrecidos por la
primera mitad de la centuria.
No por casualidad, la tendencia de los nacimientos se corresponde certeramente
con las prdidas de poblacin absoluta, lo cual explica ese descenso en los bautismos
no slo por la prdida de poblacin, de la que constituira en realidad causa y efecto
al mismo tiempo, sino tambin por el descenso en los matrimonios que tambin se
constata y que sera causado por las nefastas condiciones econmicas y sociales
19
El llamado Vecindario de Campoflorido slo se ha usado para Casar y Navas, mientras que las cifras de Brozas
y Navas proceden de un padrn elaborado en 1712 por el concejo brocense y las de Arroyo de un vecindario
local de 1716.
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Guerra en la frontera: la independencia de Portugal y sus efectos sobre Extremadura
vividas por estos pueblos durante buena parte del siglo XVII. As, mientras que en
Brozas los bautismos caen durante este siglo en casi el 50%, en El Casar casi el
27% y en Malpartida el 46% (descensos que seran mucho ms fuertes si
considersemos los mnimos absolutos de la centuria), en Arroyo el descenso es
apenas del 4% y en Navas el aumento es espectacular, del 192%.
Las causas de esta decadencia poblacional, como suele suceder casi siempre con
las dinmicas demogrficas, son mltiples; en la comarca cuyo estudio aqu nos
ocupa, parece claro que la crisis del XVII se debe, junto a la ya mencionada reduccin
de la nupcialidad y tambin de la fecundidad, a la conjuncin de tres fenmenos
muy negativos para la poblacin: las crisis agrarias, las crisis epidmicas y, lo que
ms nos interesa aqu, los efectos de la Guerra de Secesin de Portugal e,
indirectamente, del resto de conflictos librados por la Monarqua Hispnica en la
Pennsula Ibrica y fuera de ella; todos ellos son factores que, sin duda, tuvieron,
aplicando la terminologa maltusiana, tanto su efecto positivo, tal y como veremos
a continuacin, como preventivo; y es que la contraccin de los matrimonios y,
como consecuencia de ello, de los matrimonios fue muy importante, y slo cuando
la situacin mejor desde el punto de vista blico y epidmico, en el ltimo cuarto
del siglo, la fecundidad matrimonial comenz a recuperarse. Un cuarto factor, un
saldo migratorio claramente negativo se unira, adems, a estos tres como
consecuencia de ellos, y es que ante condiciones tan negativas, sin duda muchos
habitantes de la comarca optaron por marcharse y abandonar sus hogares en busca
de una vida mejor
20
.
Hemos de hablar, en primer lugar, de los desplazamientos de poblacin, voluntarios
o forzosos. La nefasta situacin en la que quedaban tanto los concejos como los
vecinos y el temor a las invasiones forz a muchas personas a buscar refugio en
lugares ms alejados de la raya y por tanto menos expuestos a los ataques
enemigos
21
. Si estos movimientos beneficiaron en principio a los pueblos de nuestra
comarca, relativamente alejados de la frontera
22
, a partir de la dcada de 1650
fueron sus habitantes quienes tuvieron que marcharse tierra adentro para huir
del conflicto, significando prdidas considerables de poblacin
23
. Por ejemplo, en el
ya mencionado memorial dirigido al conde de Benavente, los regidores arroyanos
afirmaban que ...dichos vecinos estn necesitadsimos y la villa muy empeada y
por no poder con las cargas tan grandes que se nos ofrecen han dejado sus casas y
haciendas razn de ms de 60 vecinos y idos a vivir a diferentes lugares con que
esta dicha villa se va despoblando...
24
; el problema reapareci con la reactivacin
de la guerra contra los portugueses, como se puso de manifiesto cuando el concejo
20
En todos los pueblos, el saldo vegetativo no explica en su totalidad la prdida de poblacin sufrida durante todo
el siglo, sobre todo en aquellos que sufren la crisis con mayor intensidad, como Malpartida o Brozas.
21
Sobre las migraciones forzosas debido a la guerra contra Portugal, ver RODRGUEZ CANCHO, M. Migraciones
internas en la Extremadura Moderna, en EIRAS ROEL, A. y REY CASTELAO, O. (Eds.) Migraciones internas y
mdium-distance en Europa, 1500-1900, Santiago de Compostela, 1993, pp. 338-340; IGLESIAS MATEOS, J.M. Fronte-
ra y poblacin en la Alta Extremadura del siglo XVII, Memoria de Licenciatura indita, Cceres, 1990, y BLANCO
CARRASCO, J. P Demografa, familia, pp. 235 y ss.
22
De esta manera, se puede detectar en los libros parroquiales de Brozas y Arroyo la presencia entre 1640 y 1642
de numerosas personas procedentes de los pueblos de los partidos de Valencia de Alcntara y Alburquerque
(Herrera de Alcntara, Membro, Salorino, Herrera, Santiago de Alcntara, Carbajo, San Vicente de Alcntara...) ms
cercanos a la frontera.
23
Segn Jordi Nadal ...en 1643, el Asistente de Sevilla, conde de la Puebla, hace observar que lugares enteros de
Extremadura y algunos de Andaluca, puestos en la raya de Portugal y expuestos a los horrores de la guerra, se
despueblan y sus vecinos acuden a Sevilla y Cdiz con intencin de embarcarse en la primera flota: NADAL
OLLER, J. La poblacin espaola (siglos XVI al XX), Barcelona, 1988, p. 63.
24
AHPC, Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la Luz), lg. 3.874, ao 1649, s/f. El subrayado es
nuestro.
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de Arroyo prohibi en 1664 ...que ningn vezino de esta villa se vaya a vivir fuera
della pena de que los vienes rrazes se les den por perdidos con los frutos y rrentas
de ellos aplicados para gastos de fortificacin de esta villa...
25
. Parecidos problemas
se producan en otros pueblos, como el Casar, donde se atribua la prdida de casi el
50% de los vecinos que el lugar tena antes de la guerra a los excesivos gastos
de guerra y quarteles, trnsito y repartimientos y los grandes tributos que paga por
cuyas causas de va despoblando
26
.
Otro problema que afect de manera muy notable a estas poblaciones provocando
una merma considerable de sus habitantes fueron las constantes levas de soldados
para defender las plazas fuertes existentes en la regin (Alcntara, Badajoz,
Alburquerque, Valencia de Alcntara). Estas levas provocaran tanto muertes
directas en el conflicto como mermas demogrficas causadas por las numerosas
deserciones de muchos soldados que, en bastantes casos, nunca regresaran a sus
localidades de origen. En el primero de los casos, las muertes en la guerra contra
Portugal (22 de Arroyo, 12 del Casar y 10 de Brozas) se producen desde 1645 y,
sobre todo, al final del ciclo, cuando ya hemos sealado que el frente portugus se
convierte en prioritario. Con respecto a las levas, son constantes desde el principio
de la guerra y tambin se intensifican a partir de 1654; por ejemplo, en 1666 el
concejo del Casar tena en el frente una compaa de infantera con 64 soldados en
la plaza de Alburquerque y 16 soldados de a caballo en Badajoz. En Arroyo la
informacin que nos proporcionan los libros de acuerdos del concejo es mucho ms
prolija; por ejemplo, en febrero de 1657 se designan 15 vecinos para completar el
nmero de soldados de caballera estipulado por el duque de San Germn, y en
marzo del mismo ao se elige un total de 70 nuevos soldados para suplir las bajas
que haba tenido la compaa de infantera de la villa, acantonada en Alburquerque,
aparte de tener la ya mencionada compaa de caballos corazas con 45 soldados
desde el ao 1649
27
.
Las repercusiones de estas prdidas poblacionales iban, sin embargo, ms all
de los propios hombres muertos o desplazados; las levas privaban a los pueblos de
su principal fuerza de trabajo, con lo cual las economas locales sufran un grave
menoscabo, adems de reducir el nmero de matrimonios y, consiguientemente, la
fecundidad y natalidad. De ello eran perfectamente conscientes los hombres de la
poca, como demuestran peticiones como la hecha por el concejo de Arroyo de la
Luz en 1641 solicitando que los soldados casados de la compaa de don Francisco
de la Plata y Sandoval fueran eximidos del servicio respecto de que tienen muchos
hijos y la necesidad de esta tierra es muy grande por la falta de xente que tiene
28
.
En conclusin, la situacin en la que los pueblos extremeos, y los analizados en
este trabajo entre ellos, padecan despus de 28 aos de guerra era lamentable,
provocando un notable empobrecimiento y un retraso considerable en el inicio de la
recuperacin demogrfica y econmica; la guerra contribuy a ahondar an ms la
crisis en la que la regin se encontraba sumida, hipotecando en gran parte su futuro
a medio y largo plazo.
25
AMA, Secretara, Libros de Acuerdos del Concejo, libro 15, acuerdo del 25 de agosto de 1664.
26
AMC, Memoriales, ao 1666, s/c.
27
AMC, Memoriales, ao 1666, s/c; AMA, Secretara, Libros de Acuerdos del Concejo, libro 12, acuerdos del 17 de
febrero y del 16 de marzo de 1657 y AHPC, Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la Luz), lg.
3.874, ao 1649, s/f.
28
AHPC, Protocolos, escribano Lucas Holgun Valverde (Arroyo de la Luz), lg. 3873, ao 1641, s/f.
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LA INMACULADA CONCEPCIN, PATRONA DE LOS REINOS
DE ESPAA Y PORTUGAL.
DEVOCIN, MONARQUA Y FIESTA EN LA EDAD MODERNA
THE I MMACULATE CONCEPTI ON, PATRONESS OF THE KI NGDOMS
OF SPAI N AND PORTUGAL.
DEVOTI ON, MONARCHY AND FEAST I N EARLY MODERN AGE
Jos Gmez Martn
Av. Virgen de Lujn, 48, 3 casa, 2 A
41011 SEVILLA
[email protected]
RESUMEN: Las naciones hermanas de Espaa y Portugal han profesado a lo
largo de su historia una especial devocin al misterio de la Inmaculada Concep-
cin de la Santsima Virgen Mara. Los monarcas, autoridades y pueblo fiel de
ambos reinos lucharon siempre por defender esta creencia hasta que la misma
fuera definida como dogma de fe por Po IX en 1854. En 1644, las Cortes Portu-
guesas, bajo la autoridad del monarca Juan IV y tras la independencia del reino
espaol, nombraron a la Inmaculada Patrona de Portugal con la autorizacin del
Papa Clemente X mientras que en 1761 el monarca ilustrado Carlos III consigue
del Papa Clemente XIII que la Inmaculada fuera nombrada como patrona de
Espaa y las tierras de su reino. La vinculacin de la monarqua de ambos reinos
en esta devocin concepcionista la encontramos en la fundacin de dos rdenes
dinstico-nobiliarias de suma importancia en el protocolo de ambas coronas: la
de Carlos III, fundada por este monarca en 1771; y la de Nuestra Seora de la
Concepcin de Villaviciosa, fundada en 1818 por el monarca portugus Juan VI.
ABSTRACT: The fraternal nations of Spain and Portugal have professed a
special devotion to the mystery of the Immaculate Conception of the holy Virgin
Mary throughout their history. The monarchs, authorities and faithful people
from both kingdoms always fought to defend such a belief, since it was defined
as a faith dogma by Pio IX in 1854. In 1644, after the independence from the
Spanish kingdom, the Portuguese Courts, under the authority of King Juan IV,
appointed the Immaculate Conception as the patron saint of Portugal with the
authorization of Pope Clemente X, whereas the enlightened monarch Carlos III
got from Pope Clemente XIII an authorisation to designate the Immaculate
Conception as the patroness of Spain and its lands. The linking of both kingdoms
with the devotion to the Immaculate Conception is reflected in the foundation of
two dynastic-nobiliary orders which were highly important to both crowns in
terms of protocol. One of the orders was founded by Carlos III in 1771, who
named it after himself; the other one was called after Nuestra Seora de la
Concepcin de Villaviciosa, founded in 1818 by the Portuguese monarch Juan VI.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 181 - 194
ISBN: 978-84-612-3264-2
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La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal
Los pueblos de la Pennsula Ibrica han mostrado especial veneracin por
la Santsima Virgen Mara desde los primeros tiempos apostlicos. La devocin
mariana ha estado siempre presente en los avatares histricos de los reinos
hispano y portugus y especialmente el misterio de la Concepcin Inmaculada
de Nuestra Seora, luchando ante Roma por su definicin dogmtica, hecho
que acontecera a mediados del siglo XIX. La unin de Espaa y Portugal en
esta devocin Inmaculadista la encontramos en el hecho de que sea la Pursima la
Patrona de las dos naciones, circunstancia sta con muchos puntos de semejanzas,
entre ellos que el patronato fuera pedido personalmente por el monarca, ratificado
con el consenso de las Cortes Generales y sancionado por la mxima autoridad del
Sumo Pontfice.
Dos rdenes dinsticas de importancia quedan tambin dedicadas a la Inmaculada
Concepcin en ambos pases, creadas igualmente por el Rey en honor de Mara
Santsima Inmaculada.
I. LA PURSIMA CONCEPCIN DE NUESTRA SEORA. DE CREENCIA A DOGMA.
BREVES PINCELADAS HISTRICAS
1
.
La piadosa creencia de la Inmaculada Concepcin de Nuestra Seora, es decir,
que la Madre de Dios fue concebida sin la mancha del pecado original, surge en la
Iglesia de Oriente dado que all en los siglos VII, VIII y IX se celebraba con gran
solemnidad la fiesta de la Concepcin de Santa Ana.
Ya en el siglo XI la devocin haba llegado a Occidente, celebrndose en la catedral
de Canterbury y en algunas iglesias del sureste de Francia.
Los dominicos, siguiendo a Santo Toms, se oponan a esta creencia, no as los
franciscanos, que en 1263 hacen suya la fiesta y lo manifiestan en 1308 representados
por la pluma de Duns Escoto:
E incluso la preserv de un modo ms perfecto e inmediato del pecado
original. Cristo poda hacerlo. Lleg a hacerlo. l estaba obligado a hacerlo y por
eso lo hizo
La Santa Sede permita ya celebrar la fiesta en el siglo XIII y otras rdenes
religiosas se siguen sumando a la defensa de esta creencia, como los cartujos en
1333.
Los franciscanos y los dominicos desde 1387 comenzaron una batalla mariana
concepcionista con cada una de las dos rdenes en defensa de sus encontradas
posiciones. El Concilio de Basilea, el 17 de septiembre de 1439, public un decreto
favorable a la Inmaculada Concepcin y durante el siglo XVII aumenta en el pueblo
fiel la devocin a este Misterio, convirtindose en la devocin predilecta de los
catlicos.
En 1503 se publica en Sevilla la primera obra teolgica en lengua espaola a
favor de la causa concepcionista, el Tratado de la Concepcin de Nuestra Seora la
Virgen Mara, cuyo autor era Luis de las Casas.
En 1615 estalla en Sevilla una verdadera batalla concepcionista tras la predicacin
de un dominico llamado Molina en contra de la piadosa creencia; el 15 de febrero la
Archicofrada Sacramental de la Catedral, a peticin de su cofrade Juan Clemente,
1
De la copiosa bibliografa de la Inmaculada cito, como obras de referencia: ALASTRUEY, G. Tratado de la Virgen
Santsima, Madrid, BAC, 1956; ADAMS Y GERMAIN, C. Inmaculada Concepcin de Mara, en CARROL, J.B.
Mariologa, Madrid, BAC, 1964, pp. 307-370; PREZ, N. La Inmaculada y Espaa, Santander, Sal Terrae, 1954.
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establece una funcin anual y propia de la Inmaculada, y el 29 de septiembre de
ese mismo ao los cofrades de Jess Nazareno realizan un voto de sangre en defensa
de Mara Inmaculada, gesto que fue seguido a los pocos das por la hermandad de
sacerdotes de San Pedro ad Vincula.
El 31 de agosto de 1616 el Papa Pablo V firma el decreto Sanctissimis Dominis
Noster por el que en adelante, hasta que su Santidad lo defina o derogue, nadie se
permita afirmar pblicamente en sermones, lecciones o conclusiones y otros actos
de cualquier naturaleza que la Santsima Virgen fue concebida en pecado original.
En 1622 Gregorio XV concede fiesta propia para la Inmaculada y complementa el
documento de Pablo V.
El 8 de diciembre de 1661 Alejandro VII con la Bula Sollicitudo Omnium
Ecclesiarum establece slidos cimientos para la ansiada definicin. Es sin duda el
documento ms importante promulgado por la Santa Sede antes de la definicin
dogmtica.
En 1709 Clemente XI establece como fiesta de precepto la Inmaculada Concepcin
para la Iglesia Universal.
Mientras la autoridad pontificia sentenciaba estos documentos, el pueblo fiel
demostraba su devocin a la Virgen Pura y Limpia con la fundacin de hermandades
en su honor, solemnes cultos y voto de defender, hasta derramando la sangre si
preciso fuera, este ferviente misterio. As, tambin participaron en los solemnes
votos de sangre a esta devocin las universidades y rdenes militares, tal es el caso
de la Universidad de Valencia, que en 1530 fue la primera de Espaa y cuarta del
mundo en la realizacin del voto, sumndose posteriormente las de Iberoamrica,
tierra que ya profesaba esta fe Concepcionista desde los primeros tiempos, dado
que Coln, el 15 de octubre de 1492, le haba dado el nombre de Santa Mara de la
Concepcin a la segunda isla descubierta en el nuevo continente.
El tan ansiado y esperado momento de la definicin dogmtica llega, al fin, el 8
de diciembre de 1854, cuando el hoy Beato Po IX, con voz emocionada, lee la bula
Ineffabilis Deus:
Declaramos, afirmamos y definimos que la doctrina que sostiene que la
Santsima Virgen Mara en el primer instante de su Concepcin fue, por singular
privilegio y gracia de Dios omnipotente, en prevencin de los mritos de Jesu-
cristo Salvador del gnero humano, preservada inmune de toda mancha de cul-
pa original, ha sido revelada por Dios, y por consiguiente, debe ser creda firme
y constantemente por todos los fieles (...)
Desde entonces Mara Inmaculada es creencia de obligada aceptacin por los
fieles catlicos, habindose rendido solemnes cultos en su honor en todos los
aniversarios de esta definicin, especialmente en el ao 2004, conmemoracin de
los 150 aos, realizndose exposiciones artsticas, solemnes funciones y congresos
mariolgicos en su honor tanto en Espaa como en Portugal.
II. LOS PATRONOS DE UN LUGAR, SU DEFINICIN
2
La significacin general de la voz patrn o patronos podemos fijarla como
los mediadores que el hombre toma como especiales protectores ante Dios de un
2
ROBLES, F.M. y FERNNDEZ, E.M. Ao Mariano. Presencia de Mara en la vida de los hombres, Madrid, Apostolado de
la Prensa, 1958; MARTNEZ DE ANTOANA, G. Manual de Liturgia Sagrada, Madrid, 1943, Corazn de Mara;
ABAD IBAEZ, A.A. y GARRIDO BONAO, M. Iniciacin a la Liturgia de la Iglesia, Madrid, Palabra, 1988; GMEZ
GUILLN, . Religiosidad Popular. Aproximacin teolgica y pastoral, Sevilla, Arzobispado, 1997.
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La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal
territorio o lugar, de una entidad, de una profesin o de una de las necesidades de
la vida.
Estos intercesores del pueblo cristiano son Nuestra Seora y los Santos, que en
el cielo gozan de la presencia divina.
El culto a la Santsima Virgen es anterior al Concilio de feso (431), pues la
presencia mediadora de Mara aparece ya en las confesiones de fe bautismales del
siglo II y en la Anfora de Hiplito, fechada en el ao 615.
El culto a los Santos tambin lo encontramos a finales del siglo II por la costumbre
de celebrar el Dies Natalis de los mrtires, es decir, el aniversario de su martirio,
mediante una memoria especial. Se fija el primer testimonio de esta costumbre en
el Mrtir San Policarpo (165) venerado por sus discpulos en Oriente, que extienden
su devocin a tierras occidentales a principios del siglo III. Tras los mrtires se
aadieron otros Santos como cauces de intercesin divina: primero los confesores,
que eran los ascetas del desierto y los obispos santos, a quienes se consideraban
como mrtires indirectos, sobretodo tras la finalizacin de las persecuciones. Ms
tarde aparece el culto a las vrgenes, pues su lucha por salvaguardar la castidad era
igualada al martirio; unindose despus al santoral los fundadores, misioneros y
simple fieles, hombres y mujeres fieles al mensaje de Jesucristo. El nombre de
estos santos primitivos se conserva en listas sitio Martyrum que datan del ao 354.
La eleccin de patronos parece surgir en los siglos XIV y XV de una forma popular
y espontnea y es en el pontificado de Urbano VIII (1623-1644) cuando, por decreto
del 23 de marzo de 1630, se establece con carcter oficial que la eleccin del patrn
de un lugar hecha por el pueblo con el consentimiento del obispo, ha de ser confirmada
oficialmente por la Santa Sede para que tenga validez.
La Sagrada Congregacin de Ritos el 6 de septiembre de 1698, bajo la firma del
Papa Inocencio XII (1691-1700) promulga el decreto In Alesanen en el cul se fija
el protocolo para la proclamacin de un Patrn, que ha de ser una advocacin de
Nuestra Seora o un Santo, habiendo de ser elegido por voto secreto de la ciudad
con la confirmacin del obispo, quien mandar el expediente a Roma. El documento
establece que el Santo aclamado como Patrn lo sea no slo por motivos devocionales,
sino porque haya sido el primer obispo del lugar, porque se veneren all sus reliquias
o bien porque sea oriundo de la regin.
Los Papas concedieron muchos patronatos con carcter de universalidad para
toda la Iglesia como el de San Luis Gonzaga para la juventud en 1725, el de San
Jos para toda la Iglesia por Po IX en 1870, el de Santo Toms de Aquino para
todas las escuelas catlicas en 1886 por Len XIII o Nuestra Seora de Loreto como
Patrona de la Aeronutica en 1920.
En Espaa son Patrones la Inmaculada Concepcin y Santiago, teniendo adems
muchas regiones sus patrones propios, as para Aragn lo es Nuestra Seora del
Pilar, la Virgen de Covadonga en Asturias, Nuestra Seora de Montserrat en Catalua,
Virgen de Guadalupe en Extremadura, Santiago en Galicia, San Francisco Javier en
Navarra, San Ignacio de Loyola en Cantabria y San Vicente Ferrer en Valencia.
En Portugal la Patrona principal es la Inmaculada desde 1646, incentivndose
esta devocin mariana en el siglo XX tras la aparicin de Nuestra Seora en Ftima
en 1917. La otra devocin portuguesa, San Antonio, es el Patrn de la Nacin.
La Inmaculada Concepcin es la advocacin mariana que posee ms patronatos,
as a modo de ejemplo citar Estados Unidos, Canad, Lbano, Filipinas, Corea, Brasil,
Nicaragua u Honduras, teniendo adems 121 congregaciones religiosas consagradas
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en su honor y multitud de templos, santuarios y ermitas repartidas por el mundo,
pudindose ejemplificar la histrica Capilla Sixtina, consagrada por su fundador
Sixto XV a la Inmaculada Concepcin de Nuestra Seora.
III. LA INMACULADA CONCEPCIN, PATRONA DE ESPAA
En 1759 subi al trono de Espaa Carlos III, que vena de ceir la corona de
Npoles desde 1734 y a la que renunci por la de Espaa. El nuevo monarca realiz
su entrada en Madrid el 13 de julio de 1760, pues all estaban las Cortes para
ofrecerle el juramento de fidelidad. Una de las primeras peticiones que llegan a las
reales manos es la firmada por el obispo de Cartagena y presidente de las Cortes,
Diego de Rojas y Contreras, que en nombre de las mismas anuncia el acuerdo de
que se suplicase () a su majestad se digne tomar por singular Patrona y Abogada
de estos reynos y de las Indias y dems a ellos anexos e incorporados a esta
Soberana Seora en el misterio de su Inmaculada Concepcin () y solicitar Bula
del Sumo Pontfice con aprobacin y confirmacin de este patronato, con el rezo y
culto correspondiente. Las Cortes manifestaban tambin al monarca que pedan el
patrocinio de Nuestra Seora sobre todo para acentuar el bienestar terrenal y
espiritual de la monarqua
3
.
Fig. 1: Mariano Salvador
Maella: Carlos III vesti-
do con el hbito y manto
de su orden
El rey acept de sumo grado la propuesta, acogindola de manera sentida e
impulsndola de buen grado con suma complacencia personal, as el 31 de agosto
fue enviado a Roma el embajador Manuel de Roda y Arrieta, que llevaba para el
Santo Padre un expediente con los siguientes documentos: Peticin del Rey y de las
3
PORTILLO, E. El Patronato de la Inmaculada Concepcin en Espaa y sus Indias, dominio y Seoros, Razn y Fe,
9, 1904, pp. 413-425. Sobre estas Cortes del reinado de Carlos III: LORENZANA DE LA PUENTE, F. Las Cortes
de Carlos III, en Actas del Coloquio Internacional Carlos III y su siglo, Vol II, Madrid, Universidad Complutense, 1990,
pp. 311-333. Mi agradecimiento al autor por su gentileza al enviarme su interesante trabajo.
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La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal
Cortes, juramento y voto de las Cortes celebrados en el ao 1621 y un informe
teolgico firmado por fray Lucas Ramrez, lector jubilado, custodio y ministro provincial
de la provincia de los ngeles, calificador del Santo Oficio y doctor de la Universidad
Literaria de Sevilla.
El embajador presenta la peticin espaola al Pontfice el 23 de septiembre de
1760, y cuatro das despus fallece la esposa del monarca, Mara Amalia de Sajonia,
llegando a Roma la luctuosa noticia el da 18 de octubre, por lo que es posible que
el Papa firmara con antelacin la Bula de concesin para que sta sirviera de consuelo
al viudo rey
4
.
El 8 de noviembre Clemente XIII firm el documento Quantum Ornamenti, por lo
que con su autoridad pontificia declaraba a la Inmaculada Patrona de Espaa, de las
Indias y de todos sus reinos. Su Santidad expona con elogiosas palabras la peticin
espaola y declaraba a la Pursima como Principal Patrona de Espaa
5
.
La noticia lleg a Madrid el 12 de enero de 1761 y Carlos III dio cuenta oficial a
la Nacin del recin otorgado patronato por Real Cdula de 18 de abril de 1761, la
cul llevaba por ttulo Universal Patronato de Nuestra Seora en la Inmaculada
Concepcin en todos los Reynos de Espaa e Indias
6
.
El Papa firmaba con fecha 17 de enero el Breve Cum Primum por el que conceda
al clero secular y regular hispnico el oficio Sicut lilium y la misa Egredimini para el
da de la fiesta de la Inmaculada y para su octava, concesin que posteriormente
extendera a todos los sbados del ao por el Breve Commissi del 16 de marzo de
1767
7
.
Espaa haba seguido dando a lo largo del siglo XVIII pruebas palpables de su
devocin por la Inmaculada, as en 1717 el Ayuntamiento de Toledo acord colocar
un lienzo de la Pursima en el altar de la Capilla del Saln principal de la Casa del
Pueblo y sobre la puerta de la misma una lpida de mrmol con la siguiente
inscripcin: Toledo, por la devocin que siempre ha tenido a la Virgen Santsima
Madre de Dios, su Patrona, hizo juramento y voto solemne de defender haber sido
concebida sin Pecado Original.
La localidad de Onteniente en 1745 obtuvo de la Sagrada Congregacin de Ritos
tener como Patrona a la Inmaculada Concepcin y el Ayuntamiento de Nava del Rey
hace el voto de defender la creencia en la Inmaculada, advocacin a la que daba
culto fervoroso desde dos siglos antes en su ermita del Pico Zarzero
8
.
La concesin del Patronato hizo estallar a la Espaa de las postrimeras del Barroco
en ruidosas fiestas concepcionistas cuya enumeracin escapara de los lmites de
espacio de este trabajo.
En la ciudad de Burgos se promulg oficialmente el Patronato el 18 de julio de
1761. El 17, a medio da y a las ocho de la noche, se echaron a vuelo las campanas
de la catedral y de todas las parroquias y al da siguiente se celebr una Solemne
Procesin con una imagen de la Inmaculada desde la Torre de Santa Mara, con
repiques de campanas, exorno de granadas y fuegos artificiales de todo gnero
9
.
4
ROS, C. La Inmaculada y Sevilla, Sevilla, Castillejo, 1994, p. 287.
5
MARN, H. Doctrina Pontificia. Documentos Marianos, Madrid, BAC, 1954, p. 136.
6
GARCA, Toms de Aquino, Mara Santsima y /a legislacin de Indias, Sevilla, 1930, p. 31.
7
MARN, H. Doctrina Pontificia, pp. 137-138.
8
PREZ, N. La Inmaculada y Espaa, Santander, Sal Terrae, 1954, p. 310.
9
ABAD, C. El culto de la Inmaculada Concepcin en la Ciudad de Burgos, Madrid, 1905, p. 141.
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El Seoro de Vizcaya recibi una Real Orden el 2 de junio comunicndole la
buena nueva del Patronato y el 10 del mismo mes fue solemnemente publicada
con pfanos y cajas en los lugares acostumbrados, a saber, la plaza pblica, el
portal de Zamudio, la plazuela de Santiago y los arenales. El acontecimiento se
celebr el mismo da de forma oficial con el concurso de toda la poblacin. En el
balcn principal de la Casa Consistorial haban colocado una imagen de la Virgen
cobijada por un dosel y teniendo a sus pies el pendn de la Villa, un piquete de
vecinos hizo guardia a la imagen durante todo el da, armados y uniformados
vistosamente de azul y oro. Las campanas de las iglesias no pararon de repicar,
sumndose tambin a la fiesta los fuegos artificiales, los bailes y juegos de barcos
y de fuegos
10
.
En el reino de Navarra se recibi el 11 de junio la noticia por parte de la Diputacin
del reino, que al da siguiente mand se enviasen copias por el primer correo a los
prelados de Pamplona, Tarazona y Calahorra y al den y al abad de Tudela. El celoso
obispo de Pamplona, Miranda y Algaiz, ya haba anunciado a su clero la noticia
mediante carta del 18 de mayo en la que se rogaba que en los territorios de la
Dicesis se organizasen las correspondientes fiestas de alabanza
11
.
Estas tierras navarras procesaban verdadera devocin concepcionista incentivada
sta por la ejemplar figura de la monja Soriana Sor Mara de Jess de greda,
autora de la Mstica Ciudad de Dios, obra cumbre de la mstica espaola donde se
exaltaba las excelencias del misterio mariano concepcionista. La monja agredana,
cuya vida se extendi desde 1602 a 1665, perteneca a la congregacin de monjas
franciscanas concepcionistas, fundada en el siglo XVI por la portuguesa Santa Beatriz
de Silva, estando incoado su proceso de beatificacin
12
.
Especial trascendencia tuvieron las celebraciones concepcionistas por las tierras
de Andaluca, as en Mlaga se conoci la noticia el 11 de junio, siendo comunicada
personalmente por Cdula Real al obispo Jos Franquis Lasso de Castilla. Ese mismo
da, despus de las doce de la noche repicaron jubilosamente las campanas,
Fig. 2: Vicente Lpez:
Carlos III ofrece la orden
de su nombre a l a
Inmaculada Concepcin,
1828. Detalle de la Bve-
da del Saln de Carlos III,
Palacio Real de Madrid
10
MAARICUA, A.E. (DE) La Inmaculada en Vizcaya, Bilbao, Desclee de Brouwer, 1954, p. 180.
11
FERNNDEZ GRACIA, R. La Inmaculada Concepcin en Navarra. Arte y devocin durante los siglos del barroco. Mentores
Artistas e iconografa, Pamplona, EUNSA, 2004, pp. 76-78.
12
PEA GARCA, M. Sor Mara de Jess de greda, greda, 1997.
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La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal
repitindose durante las tres noches siguientes con profusin de luminarias,
celebrndose ese mismo sbado una Solemne Misa oficiada por el Prelado con el
canto del Te Deum volteando todas las campanas de la ciudad mientras se cantaba
el mismo
13
.
En Jan la celebracin se realiz en la fiesta anual de diciembre, por lo que ese
ao se retras la Fiesta de San Nicasio, que tena gran devocin en la ciudad y que
en aos anteriores ambos cabildos haban acordado celebrarla por haber librado el
santo a la poblacin de los estragos de la peste. En la ciudad de Andjar las fiestas
se extendieron durante tres das, con repique general de campanas y luminarias
durante las noches en las casas del Ayuntamiento y de los diferentes vecinos por
mandato del Cabildo Municipal. Este patronato tuvo tambin trascendencia en tierras
jiennenses, pues Carlos III le dedic a la nueva Patrona de Espaa la fundacin de
Nuevas Poblaciones en Sierra Morena, Aldea Quemada, Arquillos, Arroyo del Ojanco,
La Carolina y Guarromn
14
.
Todas las poblaciones andaluzas rivalizaron en honor a la Virgen, incluso las ms
recnditas, puede citarse el caso de Priego de Crdoba, donde los cronistas nos
informan de la rivalidad de los conventos en celebrar solemnes funciones a la Virgen
costeadas tambin por el propio ayuntamiento, que no admita entre sus miembros
a ningn capitular que no hiciera juramento de defender el voto concepcionista
desde que Clemente XI haba establecido como da de precepto el 8 de diciembre
15
.
Sevilla sobresali en esplendor en las fiestas concepcionistas. Carlos III firma en
Aranjuez cdula el 2 de junio anunciando la noticia, la misiva real llega a la ciudad
en las primeras horas del domingo 14, al da siguiente hubo repiques de campanas
desde la Giralda y a cuyo festivo son se sumaron todas las campanas sevillanas
16
.
Las funciones litrgicas de accin de gracias comenzaron en el convento de
Santa Paula de la comunidad jernima el da 17 de junio y se extendieron por das
sin interrupcin hasta enero de 1763, cuando el da 2 se celebra Funcin Solemne
por la hermandad de Nuestra Seora de Regla, sita en el convento de Religiosas
Mnimas de esta ciudad y que por entonces se encontraba ubicado en la calle Sierpes.
En total se celebraron ciento sesenta y seis funciones y se repartieron diecisis
mil hogazas de pan, cuatro mil raciones de carne y multitud de limosnas en metlico
y ropa entre los pobres
17
.
Destacaron por su importancia los cultos organizados por el cabildo catedralicio,
que celebr un Solemne Triduo los das 7, 8 y 9 de agosto, celebrndose el ltimo
da una fastuosa procesin con la imagen de la Inmaculada de Montas conocida
como La Cieguecita, que transcurri por la carrera del Corpus y en la que se gastaron
ciento diecinueve arrobas de cera, setenta y cinco pagadas por el cabildo eclesistico
y cuarenta y cuatro por la ciudad
18
.
13
LLORDN, A., O.S.A. Mlaga y la Inmaculada Concepcin, Mlaga, 2004, pp. 43-44.
14
LZARO DAMAS, M.S. Arte e Iconografa Sagrada en Jan. La Inmaculada Concepcin de Mara, Jan, Diputacin
Provincial, 2001, p. 43.
15
CANTERO Y BERMDEZ, J. La creencia Inmaculista en Priego (Facs. de la disertacin del padre franciscano descalzo
Joaqun Cantero y Bermdez, predicador y morador del convento de San Pedro Apstol de Priego de Crdoba.
Ao 1804), Ed. de E. ALCAL ORTIZ, Priego de Crdoba, 2004, pp. 81-83
16
SERRANO ORTEGA M. Glorias sevillanas. Noticia histrica de la devocin y culto que la Muy Noble y Muy Leal Ciudad
de Sevilla ha profesado a la Inmaculada Concepcin, Sevilla, 1893, pp. 714-716.
17
Ibdem, p. 717.
18
GMEZ MARTN, J. El Sol es tu vestido. La Cieguecita de Martnez Montas y la devocin concepcionista en
Sevilla, en Actas del Simposium La Inmaculada Concepcin en Espaa: religiosidad, historia y arte, celebrado en El
Escorial del 1 al 4 de septiembre de 2005, Coleccin del Instituto Escurialense de Investigaciones Histricas y Artsticas,
22, 2005, pp. 999-1.000.
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IV. LA INMACULADA PADROERIA DO REINO DE PORTUGAL
La presencia de la devocin a la Virgen en tierras de Portugal se confunde en la
nebulosa de los tiempos cuando se da origen apostlico a las dicesis de Braga,
vora, Lisboa y Oporto
19
.
Hito de renombre mariano en la historia portuguesa fue la batalla de Aljubarrota,
cuando el rey de Portugal Juan I y el Beato Nuo lvarez Pereira, hroe nacional que
despus ingresara como carmelita, vencieron con unos pocos hombres al potente
ejrcito del rey castellano, enviado para invadir el territorio luso, alcanzando las
tropas portuguesas la increble victoria al implorar la proteccin a la Virgen
Inmaculada. El Rey, tras el triunfo, levant el santuario dedicado a Santa Mara de
la Victoria y el convento anejo llamado de Batalha, que confi a la orden dominica y
que se encuentra en Leiria, cerca de Ftima
20
.
En 1580 Portugal pasa a formar parte del reino de Espaa, en uno de los proyectos
en los que mostr ms inters el Rey Prudente Felipe II
21
.
El da 1 de diciembre de 1640, sbado dedicado a la Virgen, Portugal inicia el
proceso de independencia de la Nacin espaola siendo proclamado rey Juan de
Braganza, con el nombre de Juan IV. Al parecer, su mujer Luisa de Guzmn era muy
devota de Nuestra Seora e incentiv a su esposo para que comandara la lucha por
la independencia. El nuevo matrimonio real, al conseguir su deseo en el mes de
diciembre y en fechas muy prximas a la fiesta de la Inmaculada, promovi la
devocin al misterio y consigui que una vez constituida la nuevas Cortes de la
Nacin, las mismas aprobaran en sus primeras decisiones el siguiente punto:
El rey, con toda la Nacin reunida en Cortes aclam a la Inmaculada como
Patrona de sus Reinos y Seoros, esperando con gran confianza en la infinita
misericordia de Dios Nuestro Seor, que por medio de esta Seora, Patrona y
Protectora de nuestros reinos y seoros, de la que a honra nuestra nos profesa-
mos y reconocemos por siervos y tributarios, nos amparar y defender de
Nuestros enemigos, con grande expansin de estos reinos, para la gloria de
Cristo Nuestro Seor y exaltacin de nuestra Santa Fe Catlica Romana, conver-
sin de los gentiles y retorno de los herejes
22
.
Esta decisin de las Cortes fue promulgada con rango de ley de obligado
cumplimiento por decisin del monarca.
Por algunos autores se ha dicho que Urbano VIII concedi ese mismo ao la
validez cannica del patronato
23
, pero sta se dilat en el tiempo durante 25 aos
hasta que en 1671 Clemente X enva una bula en la que ratifica la decisin de las
Cortes: Eleio da Bem Aventurada Virgem Maria sob a invocao da Santssima
Conceio, como particular, nica e singular Advogada e Protectora do Reino de
Portugal
24
.
Este beneplcito papal tiene una gran importancia en su contexto histrico, ya
que es bien sabido que la nueva Portugal no tuvo buenas relaciones con la autoridad
pontificia, al pensar el Vaticano que el nuevo rey portugus se haba rebelado no
19
Un atractivo resumen de la historia de la Iglesia Catlica en Portugal, en ACOSTA, A de Jess (DE), Portugal,
Gran Enciclopedia Rialp, Madrid, Rialp, 1974, t. XVIII, pp. 825-832.
20
ROBLES, F.M. y FERNNDEZ, E.M. Ao Mariano, pp. 522-523.
21
FERNNDEZ LVAREZ, M. Felipe II y su tiempo, Madrid, Espasa, 1988, pp. 515-539.
22
Cita tomada del radio-mensaje de Po XII a la Nacin Portuguesa el 13 de mayo de 1946 Bendito seia o Senhor,
en MARN: Documentos MarianosPg 583
23
MARN, H. Doctrina Pontificia, p. 107. El autor cita esta noticia sin citar documento alguno ni fecha de promulgacin.
24
http://carlosnogueira.tripod.com/id27.html.
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La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal
legalmente contra su legtimo Seor el rey de Espaa, por lo que desde Roma no se
realizaron nombramientos de nuevos obispos, producindose un penoso conflicto
entre Lisboa y la Sede Romana, como demuestra el que el obispo titular de Targa
fuera el nico que durante once aos posey una mitra episcopal en tierras
portuguesas. Situacin tormentosa sta que qued en vas de solucin con la firma
de concordato de 19 de diciembre de 1737, cuando la sede arzobispal de Lisboa fue
elevada a patriarcado con derecho a la prpura cardenalicia, siendo tambin nombrado
como rey fidelsimo el monarca portugus
25
.
Se piensa tambin que en este retraso pontificio para la convalidacin del patronato
luso tuvo que ver la actitud contraria a las aspiraciones de la rebelde Portugal a
cargo del rey hispano Felipe IV, que hizo valer su influencia en Roma, por lo que es
posible aventurar que para contentar al rey espaol el Pontfice, el mismo ao que
autoriz la pretensin lusa, firmara el 10 de febrero un breve por el que conceda los
honores de Beato al monarca Fernando III, en lo que fue un acto por parte del
Vaticano de exaltacin religiosa de la monarqua espaola, elevando la figura de
uno de sus miembros, la del reconquistador de Sevilla y Crdoba, al honor de los
altares, compartiendo la aureola de santidad con su primo San
Luis rey de Francia, por lo que ambas monarquas se igualaban
al tener cada una un representante en la gloria de los
bienaventurados, producindose tras el conocimiento de la
noticia papal muchas fiestas por diferentes poblaciones
hispnicas, siendo especialmente importantes las celebradas
en la barroca Sevilla del momento
26
.
Las Cortes tambin decidieron, junto a la promulgacin del
patronato, que los estudiantes de la Universidad de Coimbra no
pudieran recibir su grado acadmico sin antes haber realizado
un juramento pblico en defensa del misterio de la Inmaculada,
as tambin las autoridades decidieron acuar con carcter
conmemorativo una serie de monedas de oro para que quedara
as constancia artstica de la efemride mariana, encargndose
dicha obra en tierras francesas
27
.
Fig. 3: Inmaculada de la
Capilla de San Miguel de la
Universidad de Coimbra
25
ACOSTA, A. Op. cit.
26
Sobre el tema de los festejos por la subida de Fernando III a los altares, vase en el caso de Sevilla una reciente y
completa aportacin en RUBIO MERINO, P. Fiestas de la Iglesia de Sevilla en la Beatificacin de San Fernando a
travs de los acuerdos del Cabildo Catedral. Ao 1671, en Memoria Ecclesiae, Oviedo, 2005, t. XXVI, pp. 183-231.
Como ejemplo de los festejos celebrados en otros lugares de la geografa espaola, consultar AMIGO VZQUEZ,
L. La apoteosis de la Monarqua Catlica Hispnica. Fiestas por la canonizacin de San Fernando en Valladolid
(1671), en La declinacin de la Monarqua hispnica en el siglo XVII, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha,
2004, pp. 189-2006.
27
TAVEIRA DA FONSECA F. A Imaculada Conceio e a Universidade de Coimbra en Estudios, Coimbra, Univer-
sidad, 2004.
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El 8 de diciembre de 1904 la Casa Real lusa junto con las autoridades eclesisticas
y dems estamentos de la nacin, al cumplirse las bodas de oro de la definicin
dogmtica, colocaron la primera piedra de un monumento o triunfo conmemorativo,
dndole as solemnemente gracias a la Virgen por el patronato, contando con la
presencia de las hermandades de la nacin consagradas a la advocacin
concepcionistas, siendo la decana de las mismas la de Anjos, instituida en 1589
28
.
V. DOS RDENES DINSTICO-NOBILIARIAS EN HONOR A LA PURSIMA EN
ESPAA Y PORTUGAL
Al fallecer el 10 de abril de 1771 el infante Francisco Javier de Borbn, hijo
decimotercero de Carlos III, el monarca espaol se sume en un profundo dolor del
que lo consuela el estado de esperanza de su nuera, Mara Luisa de Parma, que se
encuentra en su cuarto mes de embarazo y que dar a luz un nio el 19 de septiembre
de 1771, fiesta de San Genaro, Patrn de Npoles y al que el Rey profesaba una
gran devocin, como lo demostr al crear la Orden de San Genaro cuando cea la
Corona Napolitana.
Para celebrar el nacimiento de un varn primognito de los prncipes de Asturias
que aseguraba la sucesin y que fue esperado durante seis aos, Carlos III decide
la institucin de una Real Orden que se denominara con su nombre bajo la tutela y
patronato de la Inmaculada Concepcin de Mara.
El decreto creador de la orden y sus primeros estatutos fueron promulgados el
24 de octubre, cuando la nuera del rey acudi a presentar a su nuevo hijo en la
llamada misa de parida
29
.
El 7 de diciembre, en la capilla de palacio, el Rey, Gran Maestre de la Orden,
condecor con las nuevas insignias a representantes de la ms alta nobleza, siendo
nombrado Canciller de la misma el Cardenal Lorenzana. En las constituciones de la
corporacin se exiga para ser caballero ser persona benemrita afecta al rey, vivir
y morir confesando la fe catlica y comulgar mnimo una vez al ao. El rey pretenda
premiar a los nuevos caballeros por sus mritos personales, por lo que el lema de la
nueva corporacin fue Virtute et Merito. El monarca manifiesta en las constituciones
de la orden que por la devocin que desde nuestra infancia hemos tenido a Mara
Santsima en su misterio de la Inmaculada Concepcin y ser particularmente sealada
en esta devocin la Nacin Espaola, deseamos poner bajo los divinos auspicios de
esta Celestial Protectora la expresada nueva orden, y mandamos que sea reconocida
en ella por Patrona.
La confirmacin pontificia lleg un ao despus por la bula Benedictus Deus de
Clemente XIV en la que el pontfice expresaba que la nueva orden era conforme a la
piedad del rey e instrumento para fomentar el ejercicio de las virtudes en la nobleza
espaola.
Po VI en 1783 le confiri indulgencias y privilegios y durante el reinado de
Carlos IV hubo algunas modificaciones en los uniformes de los caballeros. Fernando
VII traslad su sede a los monasterios de las Descalzas Reales y de la Encarnacin.
28
AMARAL M. Nossa Senhora da Conceio, padroeira do Reino, en Dicionrio Histrico de Portugal.
29
Un atractivo resumen sobre la historia de esta orden en Dalmiro DE LA VLGOMA, La Orden de Carlos III,
Catlogo de la exposicin Carlos III y la Ilustracin, Madrid, 1989, pp. 71-81. Un estudio sobre sus insignias y su
importancia en el mundo artstico, en RINCN GARCA, W. Iconografa de la Real y Distinguida Orden de
Carlos III, Fragmentos. Monogrfico sobre Carlos III, 12, 13 y 14, Junio 1988, pp. 145-161.
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La Inmaculada Concepcin, patrona de los reinos de Espaa y Portugal
Por ley del gobierno liberal del 26 de julio de 1847 se abole el pedir pruebas de
nobleza, por lo que se convierte en una distincin de carcter condecorativo
gubernamental. Abolida durante las dos repblicas, es restablecida en 1942, siendo
hoy en da la mxima condecoracin otorgada por el gobierno, segn la Real Orden
de 1992 para recompensar a los que con su esfuerzo, iniciativas y trabajo hayan
prestado servicios eminentes y extraordinarios a la Nacin. El Gran Maestre es el
rey y sus grados protocolarios son collar, gran cruz, encomienda de nmero,
encomienda y cruz.
La iconografa concepcionista de la orden la encontramos en el hbito de los
caballeros, con los colores azul y blanco asociados a la pureza de la Virgen desde las
visiones celestiales de Santa Beatriz de Silva y del jesuita Martn Alberro, y con la
cruz de cuatro brazos iguales rematados por ocho esferas de oro en cuyo centro
sobresale, en el anverso, una imagen de la Pursima Concepcin cuyo manto,
esmaltado en azul, luce bordado de luceros de plata, apareciendo en el reverso la
cifra del monarca fundador.
La vecina nacin portuguesa tambin consagr una orden a la Inmaculada. El 6
de febrero de 1816 es proclamado rey de Portugal Juan VI tras la muerte de su
madre, Mara I. La familia real se encontraba desde 1807 en Brasil huyendo de la
invasin francesa y en 1808 se haba dado estatuto al reino de Brasil, proclamndose
el 16 de diciembre de 1815 los Reinos Unidos de Portugal, Brasil y Algarbe.
Fig. 4: Juan VI, rey de Portugal (1816-1826), fundador
de la Orden de Nuestra Seora de Villaviciosa en 1816
Una de las primeras disposiciones del nuevo monarca fue, el mismo da de su
proclamacin, la creacin de la Orden de Nuestra Seora de la Concepcin, estable-
ciendo su sede en el santuario de la Villa de Villaviciosa, con el fin de agradecer a la
Santsima Virgen el que Portugal hubiera sobrevivido a las guerras napolenicas.
Villaviciosa es una provincia del Alto Alentejo, y dcese que en el siglo XV el
condestable Nuno Alvares Pereira construy un templo en honor de la Inmaculada
que tiene el honor de ser considerado el primer lugar sagrado dedicado a la advocacin
de la Pursima en la Pennsula Ibrica.
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Juan VI, tras la proclamacin del patronato concepcionista sobre la nacin ofreci
su corona a la imagen de la Virgen que se veneraba en Villaviciosa, no volvindose
a usar este elemento real por los reyes portugueses a lo largo de la historia por
respeto a la Virgen.
La imagen primitiva de Villaviciosa parece que fue llevada a tierras cordobesas
donde, tras diversos avatares, es venerada en la catedral, contemplndose esta
advocacin en otras hermandades y cofradas espaolas, como en la sevillana del
Santo Entierro
30
.
Los estatutos de la nueva orden se promulgaron el 10 de septiembre de 1819. El
monarca sera el Gran Maestre de la misma y las categoras se distribuiran en
grandes cruces, comendadores y caballeros. Los nombramientos de caballero tenan
que hacerse cada 8 de diciembre y la banda deba ser azul con una raya blanca en
la mitad. La insignia es un medalln con un crculo en el centro donde aparecen las
letras A M Padroeira do Reino. Esta insignia fue diseada por el pintor francs
Jean Debret, discpulo del romntico Louis David y que haba vivido junto a la
familia real en Brasil, donde reflej en su obra escenas costrumbristas de la nobleza
protuguesa y la esclavitud negra
31
.
Fig. 5: Sello Conmemorativo del IV Centenario del Patronato Concepcionista en Portugal donde se
representa a la Inmaculada Concepcin de Villaviciosa, Patrona del Reino
30
VV. AA. Gua Artstica de la Provincia de Crdoba, Crdoba, 1994, pp. 242-242. GMEZ MARTN, J. El duelo de Mara
Santsima de Villaviciosa. Antecedentes y simbolismo de una iconografa sevillana, Boletn de las Cofradas de Sevilla,
530, Abril de 2003, p. 193.
31
Sobre el pintor Francs existe una tesis doctoral de Valeria Alves Esteves presentada en la Universidad Estatal de
Campihas (Unicamp) titulada El Viaje pictrico e histrico de Debret: por una nueva lectura.
Desde tiempos de Juan VI a 1910 la orden fue conferida a los principales miembros
de la nobleza y aristocracia lusa, pero en octubre de 1910 el gobierno republicano la
extingue como orden, aunque los duques de Braganza la hayan mantenido viva
hasta nuestros das confirindola a sus fieles servidores o personas de nobleza
personal, como sucede en otras rdenes de reinos ya extinguidos, siendo ste el
caso de la Anunciata en Italia por la casa de Saboya, o la de San Genaro de Npoles
por el duque de Calabria.
El actual duque de Braganza ha demostrado su devocin a la Inmaculada donando
recientemente una imagen de la Pursima al santuario de Villaviciosa.
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O CASO DOS REFUGIADOS ESPANHIS EM BARRANCOS;
PODERES E RESISTNCIAS
THE SPANI SH REFUGEES OF BARRANCOS; POWERS AND
RESI STANCES
Maria Dulce Antunes Simes
Bolseira da Fundao para a Cincia e Tecnologia
[email protected]
RESUMEN: Barrancos ha sido uno de los pueblos del Baixo Alentejo que ms
ha soportado las consecuencias materiales y humanas de la sublevacin militar
nacionalista, debido a su implantacin en el espacio de frontera y a la red de
relaciones sociales construida a lo largo del tiempo con las poblaciones espao-
las. Paralelamente, la zona de la raya ha sido, vigilada y ocupada por fuerzas
militares. Confrontados con la concentracin de centenas de refugiados espao-
les, junto a la frontera, los militares portugueses han tomado la iniciativa de
improvisar campos de concentracin, contrariando la poltica oficial de Salazar.
ABSTRACT: Barrancos was one of the most endured villages of Baixo Alentejo,
that through years had strongly abided the material and human consequences
of the nationalist coup-dtat, due to its implantation in the boundaries of Spain
and Portugal and all the social relations established throughout time with Spanish
populations. In parallel, the border had been militarized, surveilled and occupied
by law enforcement. Confronted by the convergence of hundreds of Spanish
refugees, close to the borderline, Portuguese military took the charge of
improvising concentration camps, contradicting Salazars official policies.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 195 - 208
ISBN: 978-84-612-3264-2
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O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias
I. SALAZAR E O PODER DO ESTADO
A conjuntura poltica internacional na dcada de 1930 incorporava sinais
contraditrios, que gradualmente vieram a configurar-se em duas categorias
ideolgicas antagnicas, fascismo/comunismo. Para a construo social desta
dicotomia contriburam a ascenso de Hitler, como Fuhrer do III Reich, em
1933, e a poltica socialista de industrializao e colectivizao rural de Estaline.
Em Espanha, Ditadura de Primo de Rivera (1923-1931) sucedia-se a implantao
da II Republica, e em 1936 a Frente Popular vencia as eleies. Em Portugal, na
sequncia da Ditadura Militar (1926-1932), edificava-se o Estado Novo. Antnio
Oliveira Salazar ascendera presidncia do Conselho de Ministros acumulando a
pasta das Finanas, iniciando o processo de construo de um regime totalitrio
1
.
A Constituio Poltica Portuguesa de 1933 representou o primeiro passo na
legitimao do novo regime, e a sustentao dos mecanismos de controlo poltico,
social e ideolgico. Em 1933 institua-se a Censura, herdada da Ditadura Militar de
1926, e um sistema de represso corporizado na formao de uma polcia poltica,
reorganizada em 1933, a Polcia de Vigilncia e Defesa do Estado (P.V.D.E.). Em
1935 criou-se o Comando-Geral da Polcia de Segurana Pblica (P.S.P.), na
dependncia do Ministrio do Interior e em conformidade com a actividade da P.V.D.E.
(Ribeiro, 1995).
A guerra civil de Espanha (1936-1939), e o atentado contra Salazar (1937),
marcaram um ponto de viragem na aco da P.V.D.E. A represso deixou de privilegiar
os resqucios da oposio revilharista e os movimentos operrios, assumindo um
contedo ideolgico definido, orientado para o combate ao comunismo (Ribeiro,
1995).
A centralidade do anti-comunismo no discurso ideolgico do regime teve como
propsito incutir os valores do nacionalismo, do autoritarismo e em certos aspectos
do prprio fascismo, invadindo diferentes espaos de sociabilidade como: a escola,
com a institucionalizao da Mocidade Portuguesa masculina e feminina; o trabalho,
com os sindicatos corporativos; o lazer, com a criao da F.N.A.T. (Fundao Nacional
para a Alegria no Trabalho), e a famlia (Rosas, 1999:11). Por tudo isto, a nenhum
pas europeu interessava tanto, como a Portugal, o desfecho da sublevao iniciada
em 17/18 de Julho, em Espanha, sublevao que se transformou numa guerra
civil, ou na expresso de Salazar, uma guerra internacional num espao nacional
(Oliveira, 1987:139-140).
O apoio incondicional de Salazar causa nacionalista, cuja vitria asseguraria a
sua prpria sobrevivncia poltica, verificou-se na abertura de portos, no transporte
de armamento italiano e alemo, na livre circulao de homens, abastecimentos e
munies para as tropas nacionalistas, e no recrutamento de voluntrios. E ainda
nas campanhas de propaganda atravs do Rdio Clube Portugus e da imprensa,
em que A Voz, el Dirio da Manh y O Sculo fueron los artilleros principales de la
propaganda salazarista en esta cuestin (Pena Rodriguez, 1998:30).
A estrutura poltica do Estado Novo consolidava-se atravs de reformas no aparelho
administrativo do Estado e nas Foras Armadas, onde era urgente colocar homens
de confiana e excluir os indecisos. Nas localidades mais remotas do pas
instalavam-se novos organismos corporativos alicerados numa rede de funcionrios
1
Sei muito bem o que quero e para onde vou, mas no se me exija que chegue ao fim em poucos meses. No mais,
que o Pas estude, represente, reclame, discuta, mas que obedea quando se chegar altura de mandar. Excerto
do discurso proferido a 27 de Abril de 1928, no acto da posse de Ministro das Finanas. Notas do jornal Novidades.
Consultvel em: http://www.arqnet.pt/portal/discursos/abril01 .html, (19 de Julho de 2006).
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fiis ao regime. A dominao do poder central sobre o poder local impunha-se a
todos os nveis da vida social e o reforo das zonas fronteirias tornou-se uma
prioridade para evitar a entrada de elementos indesejveis.
Porm, a fronteira apenas uma imposio do Estado a povoaes que se
encontram na sua periferia, aplicando um sistema econmico e social em torno de
uma linha imaginria, que se esbate perante a interaco social entre populaes
vizinhas. Apesar da fronteira representar um espao estruturado, demarcado,
ratificado, traado e muitas vezes patrulhado, simultaneamente um lugar liminar,
marginal, ponto inicial, perifrico, e por vezes transgredido (Sidaway, 2002).
Neste sentido, Barrancos representa um exemplo significativo sobre a realidade
social das gentes da raia, das suas lealdades para com os vizinhos espanhis face
ao desenrolar da sublevao militar nacionalista que, ao desencadear uma
multiplicidade de acontecimentos a nvel local e translocal, marcaram um antes e
um depois na memria colectiva dos barranquenhos.
II. BARRANCOS E O PODER LOCAL
Barrancos uma vila portuguesa do Distrito de Beja, regio do Alentejo e sub-
regio do Baixo Alentejo, com uma rea total de 168 km2 e uma populao residente
de 1.806 habitantes. Limitada a norte pelos municpios de Valencia del Mombuey e
Oliva de la Frontera, pertencentes provncia de Badajoz. A leste pelo municpio de
Encinasola, pertencente provncia de Huelva. A sul e oeste pelo municpio de
Moura, e a noroeste pelo municpio de Mouro.
A povoao mais prxima de Barrancos Encinasola, apenas a 9 km, quando
todas as outras povoaes vizinhas, portuguesas e espanholas, se situam num raio
de mais de 20 km. Desta forma se justifica a interaco social construda num
tempo longo entre os barranquenhos e os seus vizinhos de Encinasola, unidos por
relaes familiares, de amizade e de parentesco espiritual (Cutileiro, 2004).
Os registos paroquiais do sculo XVII testemunham a grande diversidade de
habitantes de origem espanhola, maioritariamente de Encinasola, Jerez de los
Caballeros, Fregenal de la Sierra, Oliva de la Frontera e Cortegana. A porosidade da
fronteira enquanto espao de mobilidade social efectivou-se historicamente em vagas
de fluxos migratrios de ambos os lados da fronteira, assim como num conjunto de
relaes econmicas diacronicamente materializadas no contrabando (Pires, 2006:
130). E apesar destas povoaes fronteirias pertencerem a diferentes Estados, as
relaes sociais construdas num tempo longo permitiram a manuteno de redes
que entrelaam grupos de parentesco, de amizade e de vizinhana. Comprovando-
se que os processos de interaco social entre povoaes fronteirias so mais
duradouros do que o cumprimento de regras de delimitao de fronteiras impostas
pelos Estados centrais, mesmo quando as populaes locais contribuem para a
construo das suas prprias fronteiras (Sahlins, 1996).
Actualmente, algumas das famlias mais antigas e abastadas de Barrancos tm a
sua origem em Almendro, provncia de Huelva, Andaluzia. A Guerra Peninsular em
Espanha surge como um dos motivos historicamente evocados pelos membros das
respectivas famlias, para fundamentar a fixao dos seus antepassados na vila de
Barrancos (Vasconcelos, 1955). Posteriormente, a guerra civil de Espanha assinala
outro conflito que contribuiu para a fixao de espanhis em Barrancos, apesar do
apertado sistema de controlo sobre estes estrangeiros, considerados perigosos
para o regime poltico do Estado Novo (Delgado, 1979; Oliveira, 1987).
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O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias

Em 1936 a vila de Barrancos tinha cerca de 3.200 habitantes que se dedicavam


maioritariamente criao de gado e agricultura. O sistema de latifndio conferia
posse da terra o que Jos Cutileiro designou como a pedra angular da estratificao
social (Cutileiro, 2004:23). As relaes de produo estabeleciam o carcter das
relaes sociais entre proprietrios e trabalhadores, nas atitudes e crenas que
desenham as classes sociais (Martnez Alier, 1968:333). Os organismos sociais do
Estado Novo as corporaes contribuam para harmonizar e atenuar as relaes
de classe, e o Estado Corporativo defendia que a harmonia podia ser alcanada, ao
mesmo tempo que se mantinham as divises sociais, e o hiato entre ricos e pobres
(Fernandes, 2006:65).
Neste contexto, a sublevao militar de 18 de Julho de 1936, em Espanha, imps
uma ruptura violenta no quotidiano da sociedade barranquenha, conferindo ao
acontecimento um efeito espelho, onde os barranquenhos se revem em funo do
seu posicionamento social. Neste espao de mltiplas memrias, marcadas pelo
mesmo acontecimento histrico, produzem-se diferentes memrias colectivas,
conformes ao posicionamento ideolgico de cada grupo social (Godinho, 2001: 33).
No mesmo sentido em que se produziram lealdades distintas, marcadas por afinidades
ideolgicas, mas tambm por afectos e aces de humanidade.
III. SOLIDARIEDADES E RELAES DE VIZINHANA
O avano do exrcito nacionalista imprimiu nas povoaes fronteirias um clima
de terror entre as populaes, provocando a primeira vaga de refugiados que afluram
a Barrancos, os vizinhos de Encinasola. Este grupo de refugiados, caracterizado em
algumas narrativas como gente da direita ou burgueses, era muito diversificado
socialmente e composto sobretudo por famlias, que temiam os confrontos entre os
carabineiros de Encinasola, que desde logo aderiram ao golpe militar, e as milcias
populares provenientes de Rio Tinto (Simoes, 2007).
Segundo a memria local foram acolhidos por vrias famlias barranquenhas,
com as quais mantinham relaes de amizade e de parentesco. Mas tambm interveio
neste processo de hospitalidade o administrador do concelho de Barrancos, que se
comprometeu junto do Governador Civil de Beja a alojar temporariamente os vizinhos
de Encinasola.
Na madrugada de 12 de Agosto de 1936 o administrador do concelho de Barrancos
enviava um telegrama ao Governador Civil de Beja, alertando para um ataque a
Encinasola, por uma coluna de marxistas das minas de Rio Tinto, da qual fazem
parte muitos portugueses que h anos l vivem, e com um efectivo de 600 homens.
Segundo a mesma nota, o administrador do concelho receava que foras revoltosas
defendessem Encinasola, e que se os comunistas fossem derrotados muitos destes
se pretendessem refugiar em Barrancos
2
.
Perante a ameaa comunista foi rapidamente destacada uma Companhia do
Regimento de Infantaria 17 de Beja, foras de cavalaria da Guarda Nacional
Republicana e uma Brigada Mvel da Polcia de Vigilncia e Defesa do Estado
(P.V.D.E.), que permaneceram na fronteira de Barrancos at ao inicio do ms de
Novembro de 1936, reforando os efectivos da Guarda Fiscal.
A 19 de Junho de 1938 o jornal Diario Odiel, de Huelva, divulgava a visita da
Falange Espaola Tradicionalista e das J.O.N.S.
3
de Encinasola, a Barrancos nos
seguintes termos:
2
IAN/TT, Ministrio do Interior, Gabinete do Ministro, Mc 481, Cx. 34.
3
J.O.N.S. (Junta de Ofensiva Nacional-Sindicalista).
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El pasado domingo, por iniciativa de Falange Espaola Tradicionalista y de
la JONS de Encinasola, se llev a cabo la proyectada excursin al pueblo portu-
gus de Barrancos (Alentejo), para pagar a sus dignsimas autoridades y al
vecindario en general, la deuda de gratitud contrada por Encinasola en el ao de
1936, cuyos habitantes, en su mayora, se refugiaron en el citado pueblo portu-
gus huyendo de la amenaza marxista (Tapada Prez, 1999: 123).
Paradoxalmente, o ltimo alcaide republicano de Encinasola, Candelario Lpez
Lpez, detido e encarcerado em Junho de 1939, foi libertado a 22 de Outubro por
interveno de autoridades de Barrancos e do proco de Encinasola, Eugnio Lpez,
(Tapada Prez, 1999:29-31). Comprovando que na zona da raia, franja de uma
demarcao geogrfica construda pelos poderes centrais, as diferenas se diluem
atravs dos afectos e das redes sociais, propiciando a manuteno de solidariedades
locais. Como refere Paula Godinho, relativamente raia galaico-portuguesa, os
poderes polticos centrais de Lisboa e de Madrid so quotidianamente ultrapassados
por solidariedades locais, assentes em lealdades distintas (Godinho, 2004: 174).
Similarmente, na raia barranquenha, a relao entre os poderes ibricos durante a
guerra civil de Espanha e durante a II Guerra Mundial um exemplo da distncia a
que se encontravam as polticas de poderes centrais, da atitude solidria das
populaes das zonas raianas (Rego, 1999).
IV. VIOLNCIA NA FRONTEIRA; OS REFUGIADOS COMUNISTAS
Na zona da raia do Baixo Alentejo diferentes grupos sociais experienciaram nos
seus quotidianos as consequncias da cruzada, encetada pelo movimento militar
nacionalista, tornando-se vtimas e testemunhas de uma estratgia de violncia.
Apesar da violncia nunca ser um acto totalmente isolado, mas o produto de um
processo histrico resultante de um passado longnquo, acrescentando s vicissitudes
a anlise da trajectria da conflitualidade (Schmidt & Schroder, 2001), ou como nos
diz Paul Preston as origens da Guerra Civil remontam muitos sculos atrs, assentes
na ideia de que a violncia era a maneira mais natural de resolver os problemas
polticos em Espanha (Preston, 2004: 19).
Em Setembro de 1936, quando as foras nacionalistas ocupavam as ultimas
povoaes da Estremadura que desde a sublevao militar tinham lutado pela
Republica, acorreram fronteira de Barrancos milhares de pessoas de diferentes
grupos sociais, que para o Governo Portugus se dividiam em apenas duas categorias:
militares e civis.
Segundo as ordens do Ministrio da Guerra os militares espanhis seriam
desarmados e entregues aos comandos militares mais prximos, permanecendo
em presdios militares at ser encontrado, ou negociado, o seu destino
4
. Os refugiados
civis seriam identificados pela Seco Internacional da P.V.D.E. que faria a triagem
em funo das informaes recebidas pelos nacionalistas, e pelos consulados
portugueses em Espanha
5
. Os servios prestados pela P.V.D.E. ao movimento
nacionalista so abundantemente referidos por vrios historiadores porm, as relaes
4
AHM, 1 Diviso, 38 Seco, Cx. 63-1. Ministrio da Guerra, correspondncia referente Guerra Civil de Espanha.
(Processos privativos da Repartio do Gabinete do Ministrio do Exrcito). A 28 de Julho de 1936 o Ministro da
Guerra formalizara, atravs da Confidencial n 143-2-C, do Chefe do Estado Maior Interino, as disposies a
serem observadas no servio de guarda e vigilncia da fronteira, regulamentando os procedimentos das foras da
Guarda Fiscal, Guarda Nacional Republicana, P.V.D.E. (Seco Policia Internacional) e Exrcito, perante os refugia-
dos espanhis.
5
Podemos encontrar no artigo de Manuel Burgos Madroero um conjunto de documentos que comprovam esta
rede de informaes (Burgos Madroero: 1985).
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O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias
de cooperao foram bilaterais, contribuindo para informar o Governo portugus
sobre o movimento de exilados portugueses em Espanha (Ribeiro, 1995).
Nas Ordens de Servio da P.V.D.E. encontramos registos de entregas, capturas,
interdies e expulses de cidados espanhis, comprovando-se que a rede de
informaes servia para identificar os refugiados espanhis que tivessem ocupado
cargos polticos nas suas povoaes, representando o grupo social mais perigoso,
em ambos os lados da fronteira
6
.
Esta actuao sistemtica da P.V.D.E. obrigou o Governo Republicano espanhol a
apresentar ao Comit de No Interveno de Londres uma acusao contra Portugal,
denunciando a entrega de refugiados republicanos s foras nacionalistas. Iva Delgado
sugere que esta questo estaria relacionada com a conquista de Badajoz pelo general
Yage, que provocou uma fuga massiva de refugiados para territrio portugus, e
com a entrega de centenas desses refugiados para fuzilamentos sumrios em Badajoz
(Delgado, 1980). Embora no seja possvel estabelecer o nmero de refugiados
espanhis entregues pela P.V.D.E. s foras nacionalistas, este procedimento marcou
a memria colectiva em ambos os lados da fronteira
V. A ACO DOS MILITARES PORTUGUESES; O CASO DO TENENTE SEIXAS
O nmero reduzido de militares da Guarda Fiscal para vigiar e controlar a linha
de fronteira de Barrancos, que se estendia por 120 quilmetros, obrigou o tenente
Antnio Augusto de Seixas, comandante da seco de Safara e responsvel pelas
operaes tcnicas no terreno, a dividir esta rea em zonas de vigilncia. Ficando a
cargo da Guarda Nacional Republicana, sob o comando do tenente Oliveira Soares,
a zona de Barrancos e as Russianas, a partir do Cardador at ao Porto de Lobo. E a
restante rea das Russianas sob a responsabilidade exclusiva do tenente Seixas,
reforada por militares do Regimento de Infantaria 17 de Beja.
Todos os oficiais no terreno estavam operacionalmente subordinados ao
Comando Militar de Beja e ao comandante da 4 Regio Militar de vora, que
respondiam directamente ao Ministro da Guerra, Antnio de Oliveira Salazar
7
. Mas
atravs da documentao consultada conclumos que todos os oficiais no terreno
informavam simultaneamente as chefias directas sobre os seus procedimentos, face
aos acontecimentos na fronteira, alargando desta forma a rede de informao sobre
a violncia e o terror que se vivia nas localidades espanholas vizinhas.
A 19 de Setembro de 1936 o tenente Seixas reuniu oficialmente com o Comandante
Militar de Encinasola, informando o Comando Geral da Guarda Fiscal sobre a existncia
de um acordo para uma batida entre as foras militares portuguesas e as foras
nacionalistas, de forma a eliminar daquela rea da raia os refugiados republicanos.
6
IAN/TT, Ordens de Servio da PVDE, Ordem de Servio n 222, Lisboa 9 de Agosto de 1936. Entregas: - Que em
13 do corrente, foi entregue no Posto de Moura, pela G.F. de Barrancos, o sbdito espanhol Emlio Garciaz
Prado. - Ordem de servio n 229. Lisboa 16 de Agosto de 1936. Captura: - Que por interessar a esta Policia, se
proceda captura, onde for encontrado, do sbdito espanhol Alfonso Navalon Peral. Este indivduo agente da
Policia espanhola, conserva em seu poder o crach e a pistola, filiado no partido marxista. Segundo consta
encontra-se em Portugal. - Ordem de Servio n 248. Lisboa 4 de Setembro de 1936. Expulses: - Que em 5 do
corrente foram expulsos sumariamente do Pas pela fronteira de Barrancos, os sbditos espanhis Demtrio
Gonzalez Rodriguez, Francisco Ollera Rodriguez e Juan Antonio Rodriguez Capilla, ficando-lhes interdita a entra-
da no Pas.
7
A partir de Maio de 1936 Salazar acumula a pasta do Ministrio da Guerra com as restantes funes de Estado. E
em Outubro do mesmo ano a pasta do Ministrio dos Negcios Estrangeiros.
(Simoes, 2007).
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A 20 de Setembro informou o Comando Militar de Beja que algumas povoaes
espanholas iam sendo harmonizadas, e que uma coluna de 3.000 nacionalistas
sob o comando de um tenente-coronel tinha tomado no dia anterior Fregenal de la
Sierra, havendo na fronteira da seco de Barrancos bastantes refugiados junto
Ribeira do Ardila, do lado de Espanha. Comunicando que Oliva de la Frontera ia ser
atacada no dia seguinte pelos nacionalistas, tendo seguido para Barrancos afim de
providenciar a vigilncia daquela rea, e de evitar o internamento em Portugal de
fugitivos daquela povoao.
A 21 de Setembro de 1936, aps a ocupao de Oliva de la Frontera, aumentou
significativamente o nmero de refugiados espanhis concentrados junto ribeira
do Ardila e Castelo de Noudar, na linha de fronteira de Barrancos.
A narrativa do tenente Oliveira Soares, da Guarda Nacional Republicana,
justificando a sua aco perante os acontecimentos na sua rea de vigilncia, permite-
nos saber que percorria a cavalo a raia junto ribeira, dialogando com os grupos de
refugiados que ia encontrando. Afirmando que at 22 de Setembro todos os refugiados
que entraram na sua zona foram entregues P.V.D.E. conforme as instrues que
tinha recebido dos meus superiores.
No dia 22 de Setembro ao verificar um aumento significativo no nmero de
refugiados concentrados junto fronteira, do lado de Espanha, informou estes grupos
sobre as condies de entrada em Portugal, nomeadamente a entrega das armas.
Como porm se tratasse de um grupo to numeroso mandei vir minha
presena aqueles que se diziam chefes civis e militares e fiz-lhes ver que se
entrassem teriam que ser desarmados, e que nunca poderiam entrar mais de 25
metros para dentro de Portugal, at que o Governo resolvesse
8
.
Ao regressar de mais um percurso de reconhecimento pela raia o tenente Oliveira
Soares foi informado que os espanhis esquerdistas j tinham entrado e tambm
j tinham feito entrega das armas, isto , que se conformaram e sujeitaram a tudo
quanto os tnhamos prevenido.
Perante o acontecimento deslocou-se a Barrancos, acompanhado pelo agente
Jlio Loureno Crespo da P.V.D.E., para informar o Comando Militar de Beja e o
Comando da G.N.R. sobre o nmero de refugiados concentrados na herdade da
Coitadinha. O agente Crespo contactou a Direco da P.V.D.E., que ter concordado
com a concentrao dos refugiados, informando que seria enviado um Delegado do
Governo ao local. Mais tarde, o tenente Oliveira Soares ser informado pelo
comandante Militar de Beja sobre a visita do general Joaquim da Silveira Malheiros,
comandante da 4 Regio Militar, para oficializar as instrues do Governo.
Na manh de 23 de Setembro, ao ser avisado do avano de colunas nacionalistas
que faziam fogo sobre a zona onde estavam concentrados os refugiados, o tenente
Oliveira Soares dirigiu-se ao local com as tropas disponveis e uma metralhadora
ligeira. Neste confronto teve de dominar os soldados portugueses que estavam a
ser alvejados, para que no ripostassem, e por ser o nico oficial com montada
dirigiu-se ao comandante da coluna nacionalista que os estavam a alvejar, para
saberem que ali era Portugal e portanto no havia que fazer fogo
9
.
Por outro lado, o tenente Seixas declara no seu relatrio ter sido informado
sobre a entrada dos refugiados junto ribeira do Ardila pelo tenente Serro da
Veiga, do Regimento de Infantaria 17, que os recebeu com a condio de os colocar
8
AHM, 1 Diviso, 38 Seco, Cx. 63-2. Inqurito militar, relatrio do tenente Eduardo Varela de Oliveira Soares de
12 de Outubro de 1936, p. 153.
9
Ibdem, pp.153-154.
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O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias
na fronteira, se ordem recebesse em tal sentido, marcando-lhes uma faixa de 25
metros de profundidade em territrio portugus
10
. Esta distncia, considerada
insuficiente para garantir a segurana dos refugiados fora do alcance de fogo das
tropas nacionalistas, levou o tenente Seixas a assumir a responsabilidade pelo avano
para mais 300 metros em territrio portugus. Mas esta iniciativa exigia a legitimao
de uma ordem superior, confirmada pelo general Silveira Malheiro, ps a visita ao
local.
Foi por mim determinado a 23 de Setembro, aos senhores comandantes
das foras do Exrcito, da G.N.R. e G.F. na regio de Barrancos o seguinte,
quanto aos refugiados espanhis da Herdade da Coitadinha: 1 - Os refugiados
espanhis que encontram na Herdade da Coitadinha, na margem esquerda do
Ardila, devem ser imediatamente internados umas centenas de metros. 2 -
Evitar que passem mais espanhis para o territrio portugus. 3 - Que os refu-
giados que quiserem voltar para Espanha, podem voltar. 4 - Que os refugiados
devem ser alimentados com os prprios recursos
11
.
Depois da retirada do general compareceu no Comando da Seco da Guarda
Fiscal de Barrancos o Director Adjunto da P.V.D.E., capito Gaspar Marques de Oliveira.
Ao inquirir o tenente Seixas sobre as ordens deixadas pelo general, este respondeu
ter sido determinado o internamento dos refugiados espanhis, deciso com a qual
concordou. Mas no decorrer da conversao, e tendo o tenente mostrado a ordem,
mudou de opinio, discordando, pois tinha compreendido que o internamento era
em Espanha. Respondendo o tenente Seixas que s podia cumprir o que aquela
ordem dizia, ao que o mesmo oficial ter afirmado que as coisas se modificariam,
porque ia falar para Lisboa.
Na manh do dia 24 de Setembro o tenente Seixas teve conhecimento que o
Director Adjunto da P.V.D.E., depois de demorada conversao telefnica com Lisboa,
tinha afirmado aguardar at s 15 horas uma resoluo de Lisboa, se ela viesse
como ele esperava que ficava, caso contrrio ir-se-ia embora. Efectivamente o
Director Adjunto da P.V.D.E. retirou-se de Barrancos na tarde do mesmo dia, depois
de conferenciar com dois agentes da polcia de Badajoz que se tinham deslocado a
Barrancos a seu pedido.
Depreendemos pelo cruzamento dos relatrios que as decises polticas do poder
central colidiram com os poderes da P.V.D.E. Mais, nesta correlao de foras, entre
o centro e a periferia, o tenente Seixas obtm o reconhecimento das hierarquias
militares e do prprio Ministro da Guerra sobre a permanncia dos refugiados na
Herdade da Coitadinha. Porm, revelia do poder central, vai permitindo a
concentrao de mais refugiados na Herdade das Russianas, apesar de ter procedido
a diligncias junto do Director da P.V.D.E, para juntar todos os refugiados
12
.
No seu relatrio justifica-se, afirmando que estes refugiados aguardavam
confirmao das autoridades das suas povoaes para regressarem em segurana,
esperando a chegada de um comissrio de Oliva de la Frontera -que ter de facto
comparecido no dia 8 de Outubro, quando j se procedia ao transporte dos refugiados
para Moura.
Perante este acontecimento somos conduzidos problematizao sobre as
circunstncias que proporcionaram a concentrao e a permanncia de um nmero
10
Inqurito militar, relatrio do tenente Antnio Augusto de Seixas de 16 de Outubro de 1936, p.164.
11
AHM, 1 Diviso, 38 Seco, Cx. 63-2. Nota Confidencial n. 382-2-C dirigida ao Ministro da Guerra.
12
Inqurito militar, p.140. Segundo o depoimento do agente Jlio Loureno Crespo, da Brigada Mvel da P.V.D.E.
estacionada em Barrancos, o tenente Seixas tinha proposto juntar os refugiados do Sardinheiro com os da Coitadinha,
mas o Director da P.V.D.E. no tinha concordado.
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to elevado de refugiados em territrio portugus, contrariando as ordens e a poltica
adoptada por Salazar, em relao aos refugiados comunistas.
Como anteriormente mencionmos, desde o incio da guerra civil que a prtica
da P.V.D.E. tinha sido a entrega dos refugiados civis s foras nacionalistas, ficando
os militares detidos guarda do exrcito portugus no Forte da Graa em Elvas
13
,
no Forte de S. Julio da Barra, e guarda da P.V.D.E. no Forte de Caxias
14
, em
Lisboa. Atravs da documentao existente nos arquivos consultados, verificamos
que as inmeras detenes se referem a indivduos isolados, ou pequenos grupos
de refugiados. Por isso, e considerando o elevado nmero de refugiados concentrados
junto fronteira de Barrancos, que medidas poderiam os militares portugueses
adoptar para evitar a sua entrada em territrio portugus?
Na correspondncia trocada entre o Ministrio dos Negcios Estrangeiros, o
Ministrio do Interior e a Direco da P.V.D.E., comprovamos ter existido uma proposta
do Governo portugus ao Governo republicano, para o repatriamento de todos os
espanhis refugiados em Portugal. A resposta do Governo espanhol chegou ao
Ministrio dos Negcios e Estrangeiros a 28 de Setembro, aceitando as seguintes
condies:
O Governo portugus encarrega-se do repatriamento, sua prpria custa,
de todos os refugiados que o aceitem, fazendo conduzir todos eles em navio
portugus ao porto de Tarragona. Este porto foi designado pelo Governo espanhol.
Os que no quiserem aceitar o repatriamento, nem seguir sua custa para
qualquer pas estrangeiro, ficaro em Portugal, mas tero que se submeter,
como natural, ao regime a que o Governo portugus tem de os sujeitar, e
sobre o qual bvio no poderemos depois aceitar reclamaes
15
.
Esta resoluo diplomtica correspondeu aos anseios de todos os refugiados
espanhis, assim como s solicitaes do embaixador Cludio Snchez Albornoz,
que dias antes havia pedido ao Ministrio dos Negcios Estrangeiros autorizao de
embarque para Frana, para os oficiais internados no Forte de Caxias.
Apesar de Salazar ter negociado um acordo diplomtico para o repatriamento
de 1.500 refugiados espanhis, colocamos a hiptese desta deciso ter resultado de
um conjunto de circunstncias, entre as quais a resistncia dos militares da fronteira
de Barrancos que, embora subordinados ao poder hegemnico, utilizaram os seus
poderes quando confrontados com uma nova realidade social.
Aps este acordo para o repatriamento dos refugiados de Barrancos as ordens
do Ministrio da Guerra tornaram-se irredutveis, tanto pelo reforo da vigilncia na
fronteira, seguindo para Barrancos a Companhia de Caadores 4 de Faro, como pelo
contedo da confidencial de 2 de Outubro.
1 No entra ningum em nosso territrio. 2 Faz-se avisos por tiros para o
ar, caso no sejam atendidos e atravessem a fronteira efectua-se como uma
barragem de fogo frente desses ncleos ou gentes isoladas, atravessam essa
barragem e introduzem-se mais em nosso territrio, o fogo feito ao centro do
Alvo (Ordens do Sub-secretrio da Guerra)
13
AHM, Idem. Segundo uma carta, do comandante do Forte da Graa, enviada ao Governador Civil de Elvas a 24 de
Setembro de 1936, estariam detidos 136 emigrados espanhis, uns desde 14 de Agosto e outros, desde 9 de
Setembro. O facto destes detidos, partilharem os mesmos espaos dos outros reclusos militares, constitua mo-
tivo de preocupao para o comandante, que afirmava: provvel que esta situao se prolongue por algum
tempo e a estada destes emigrados nesse Forte seja prejudicial disciplina deste depsito, que tem no seu afecto
148 praas incorporadas, umas condenadas pelos Tribunais e outras por motivos do seu pssimo comportamento.
14
AHM, Idem. No possumos dados sobre o nmero de detidos neste Forte, apenas tivemos acesso a um conjunto
de peties, datadas de 22 de Agosto de 1936, feitas por 82 emigrados polticos espanhis internados no
reduto Norte de Caxias, solicitando o fornecimento de roupas interiores e calado.
15
IAN/TT, Ministrio do Interior, GM, M 480/2, Pt-28/2.
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O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias
Na manh de 8 de Outubro, o tenente Seixas foi avisado sobre o transporte dos
refugiados, para o qual providenciou duas camionetas em Safara, conduzindo uma
delas, por falta de motorista, dirigindo-se a Barrancos em companhia do seu filho
mais velho. Porm, no se justificava a sua interveno no transporte dos refugiados,
cuja misso pertencia ao Ministrio do Interior, dirigida no terreno pela Polcia de
Segurana Publica de Beja (PSP) e coordenada pelo tenente Joaquim da Silveira -
cuja aco foi louvada e elogiada pelo Ministrio do Interior.
No dia 9 de Outubro chegou ao conhecimento do tenente Seixas, extra
oficialmente, que o nmero de espanhis reunidos em Moura para embarque era de
1.020, murmurando-se sobre a diferena achada em relao aos 614 refugiados do
conhecimento oficial das autoridades militares, e para cujo nmero havia sido
solicitado transporte.
No dia 10 de Outubro o tenente Seixas foi a Barrancos dar incio s averiguaes
sobre a diferena no nmero de refugiados que expe no seu relatrio. Acrescentando
ter chegado ao seu conhecimento, e por um senhor agente da P. V. D. E. foi-lhe
dito, que toda esta trapalhada era a mim devida. Que eu no estava em bons
lenis e que sobre mim j pesavam algumas confidenciais.
A aco do tenente Seixas, ao legitimar a presena dos refugiados em Portugal e
ao proteger mais trs centenas de refugiados sem conhecimento oficial do Ministrio
da Guerra, representa o outro termo nas relaes de poder, gerador de um
ponto de resistncia forjado num tempo e num espao especficos. Esta estratgia
de resistncia, claramente denunciada nos vrios depoimentos do inqurito militar,
comprova a existncia de uma complexa rede de relaes sociais entretecendo
militares no terreno e a populao local.

Porm, o poder de Salazar impunha-se na
periferia:
Tendo este gabinete conhecimento que o nmero de refugiados espanhis
era de 613 e mencionando a PVDE nas relaes de espanhis a evacuara o
nmero de 1.020, Sua Ex. o Ministro encarrega-se de rogar a V. Ex. se digne
informar qual a razo de um to grande nmero de refugiados espanhis e quais
os dias em que entraram em Portugal
16
.
Esta ordem de Salazar originou a instaurao de um inqurito militar onde foram
inquiridos quarenta e um sujeitos, civis e militares, entre os quais o Administrador
do Concelho de Barrancos, Sebastio Macias Barroso.
A concluso do inqurito, realizado pelo Major Manuel Jos Marques Jnior,
responsvel pelas averiguaes, revela sobretudo conflitos de poder entre os diversos
organismos envolvidos, realando simultaneamente o trabalho realizado pelo tenente
Antnio Augusto de Seixas. Comeando por destacar que houve desarmonia entre
ordens emanadas da Directoria da P.V.D.E. e ordens emanadas do Ministrio da
Guerra, assim como entre as ordens emanadas do Ministrio da Guerra e o Comando
Superior da Guarda Fiscal. Afirmando que a P.V.D.E. era quem se devia informar
directamente sobre o nmero de espanhis internados em nosso territrio e informar
directamente a sua Directoria, porque, segundo a Circular n 143-2-C, era a quem
competia ficar com o encargo dos civis desarmados. Concluindo que a P.V.D.E.
no devia ter retirado o seu delegado a 24 de Setembro para, em acordo com as
autoridades da G.F., G.N.R. e Exercito, proceder vigilncia da fronteira conforme a
Circular determinava.
16
AHM, Idem, Cx 63-1. Ministrio da Guerra, correspondncia referente Guerra Civil de Espanha. (Processos
privativos da Repartio do GME). Confidencial n 406-2-C urgente de 9 de Outubro de 1936 que transcreve a
nota confidencial n 1.665 de 8 do mesmo ms.
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Por ltimo, destaca as qualidades humanas e profissionais do tenente Antnio
Augusto de Seixas, nos seguintes termos:
Que era natural que o Sr. Comandante da Guarda Fiscal, da seco de
Safra, aguardasse informes das autoridades espanholas, que no fariam mal
aos refugiados para ele nessa altura os mandar regressar ao seu Pas, parecendo
ter feito diligncias nesse sentido e, se tal no conseguiu, foi talvez ao embar-
que inesperado com uma pequena preveno, ou ento s prprias autoridades
espanholas no quererem efectuar tal compromisso
17
.
Mas, a responsabilidade sobre o nmero de refugiados espanhis recaiu
unicamente sobre o tenente Antnio Augusto de Seixas, sendo penalizado com dois
meses de suspenso e passagem compulsiva reforma. E, apesar de ter recorrido
da sentena, apenas ser reintegrado na Guarda Fiscal em 1938, como comandante
da seco de Sines.
VI. PODERES E RESISTNCIAS NA FRONTEIRA
Analisando os vrios testemunhos deste processo verificamos que a falta de
meios e de homens, assim como as caractersticas fsicas do terreno, so algumas
das causas enunciadas pelos inquiridos para justificar a concentrao de to elevado
nmero de refugiados espanhis em territrio portugus. Todavia, no devemos
esquecer que a fronteira apenas uma linha imaginria imposta pelo Estado central,
que se esbate perante a interaco social entre portugueses e espanhis,
representando neste contexto um campo de poder.
Para Pierre Bourdieu campo de poder representa um conceito indispensvel
para a compreenso do universo relacional, espao de relaes de fora entre
diferentes espcies de capital, em que a dominao no resultar de uma classe
dominante, investida de poder de coaco, mas do efeito indirecto de um conjunto
de aces, que constituem uma rede de imposies cruzadas, que cada um dos
dominantes, assim dominado pela estrutura do campo de poder, atravs da qual a
dominao se exerce, sofre, da parte de todos os outros (Bourdieu, 2001:34).
Este conceito, parece remeter para uma prtica da autoridade dinmica, na qual
o exerccio do poder se far atravs de um sistema de alianas, entre diferentes
grupos sociais, ou indivduos, variando a base de apoio social na relao directa das
diferentes espcies de capital em jogo.
Ao elegermos o conceito de Pierre Bourdieu para analisar o universo emprico
das relaes de poder nos campos de refugiados, temos igualmente presente a
noo de espao, como princpio relacional do mundo social, que reside na
exterioridade mtua dos elementos que o compem, onde os indivduos ou grupos
existem e subsistem na sua diversidade, resultante das posies que ocupam num
espao de relaes (Bourdieu, 2001).
Neste sentido, os campos de refugiados representaram um espao relacional,
onde se confrontaram diferentes grupos e indivduos com diferentes espcies de
capital, permitindo-nos identificar uma rede de relaes sociais complexa, geradora
de mltiplas relaes de dominao e de subordinao. Mais, permite-nos ainda
reflectir sobre os conflitos de poder entre o exrcito e a P.V.D.E., expressos ao longo
das pginas do inqurito militar, como por exemplo no depoimento do capito Aristides
Coimbra
18
, Comandante da Companhia do Regimento de Infantaria 17 de Beja, que
17
AHM, Idem, Cx 63-2. Inqurito militar, pp.144-147.
18
AHM, Idem, Cx 63-2. Confidencial n 1758/29. A 6 de Novembro de 1936, na mesma nota confidencial do Ministrio
da Guerra que penaliza o tenente Seixas, o capito Aristides Coimbra ser alvo de uma repreenso, acusado de
um procedimento hesitante no cumprimento das instrues emanadas deste ministrio.
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O caso dos refugiados espanhis em Barrancos; poderes e resistncias
afirmava: ter esclarecido o capito Gaspar de Oliveira, adjunto da P.V.D.E., que s
recebia ordens do General Comandante da 4 Regio Militar e do Comandante Militar
de Beja, denunciando que a P.V.D.E. dava ordens aos seus agentes sem ele delas
ser informado
19
.
Neste campo de poder, onde coexistiam diferentes espcies de capital, o
poder do tenente Seixas, como responsvel pelas operaes tcnicas do terreno,
adquire temporariamente uma dimenso estratgica de supremacia sobre os restantes
grupos em confronto, reforada pelo poder das relaes sociais na fronteira. Mais,
vigiar a fronteira no significava apenas o desempenho de uma actividade profissional,
mas a construo de redes sociais tecidas nas relaes profissionais, econmicas,
de amizade e de parentesco ao longo do tempo
A aco do tenente Seixas e a cumplicidade de outros oficiais no terreno,
protegendo os refugiados espanhis, testemunham um tempo de ruptura social e
permite-nos compreender que o poder no se d, no se troca, nem se retoma,
exerce-se, e s existe pela aco (Foucault, 2004:175). Por outro lado, a
solidariedade dos barranquenhos para com os seus vizinhos espanhis comprovam
que o poder das relaes sociais construdas na fronteira se sobrepe ao poder das
polticas do poder central.
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19
AHM, Idem, Cx 63-2. Inqurito militar, p.129.
(Simoes, 2007).
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PORTUGAL VISTO DESDE EXTREMADURA
PORTUGAL BEI NG LOOKED UPON FROM EXTREMADURA
Ral Aguado Bentez
IES Virgen de Gracia
Manuel Matos, 11
06120 OLIVA DE LA FRONTERA (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: Las relaciones entre Espaa y Portugal han ocupado siempre un
lugar central en el desarrollo de Extremadura como regin fronteriza entre am-
bos pases. Al amparo de esta circunstancia, se ha desarrollado el presente
trabajo, que ha partido desde un pormenorizado anlisis de las realidades
socioeconmicas peninsulares y ha finalizado realizando una exhaustiva obser-
vacin de las publicaciones peridicas extremeas, tales como el diario HOY y el
peridico Extremadura, con el fin de estudiar la imagen que tenemos de Portu-
gal a este lado de la frontera, fijndonos principalmente en diferentes cuestio-
nes como las relaciones Espaa-Portugal, infraestructuras, economa, cultura y
sociedad.
ABSTRACT: The relationships between Spain and Portugal have always played
a central role in the development of Extremadura as a bordering region between
both countries. Under such circumstances we have approached the present study,
which has started from a detailed analysis of the peninsular socioeconomic reality
and has finally closed with an exhaustive observation of the periodic publications
of Extremadura, such as the HOY daily and the Extremadura journal, in order to
study the image that we have of Portugal at this side of the frontier, mainly
focusing on different topics, such as Spain-Portugal relations, infrastructures,
economy, culture and society.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 209 - 223
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Portugal visto desde Extremadura
I. INTRODUCCIN
Para comprender las relaciones internacionales entre diferentes Estados,
y ms en la etapa actual y teniendo en cuenta que estamos hablando de
vecinos, es fundamental, al menos desde nuestro punto de vista, analizar la
visin que existe del vecino. Es por ello por lo que creemos necesario saber
cul es la visin que desde Extremadura, al fin y al cabo regin fronteriza, se tiene
de Portugal, pero no se trata de extraer una visin simplista que abunde en los
tpicos tpicos que hacen referencia a costumbres distintas y a diferentes formas de
ver las cosas entre dos pases vecinos. Tampoco redundaremos en cuestiones como
las deportivas, aspecto ste en el que Portugal cuenta con personajes de primer
nivel mundial y de sobra conocidos en Espaa y Extremadura.
Y todo ello tiene su importancia si tenemos en cuenta que Espaa y Portugal han
sido vecinos desde poca inmemorial, como los dos grandes Estados de la Pennsula.
Y Extremadura es una de las regiones fronterizas en dicho espacio peninsular, siendo,
en consecuencia, una de las reas que ms ha conocido la evolucin de dichas
relaciones vecinales, tanto en el sentido positivo, como bien podra ser la construccin
de la autova del suroeste en los ltimos aos como la construccin de un futuro
AVE, que conectara Madrid y Lisboa atravesando tierras extremeas, tanto por los
aspectos ms negativos de las relaciones entre vecinos como son las diferentes
guerras y disputas que se produjeron desde la primera independencia de Portugal,
y que tuvieron una especial incidencia en Extremadura como zona de frontera y
significativamente en sus comarcas ms occidentales.
El actual trabajo aparece como fruto de la curiosidad por conocer el modo en que
vemos desde una regin fronteriza como Extremadura a nuestros vecinos lusos.
Para ello hemos analizado las ediciones digitales de los principales peridicos
extremeos como son Hoy y Extremadura. Concretamente hemos cogido el actual
ao 2007 y, para obtener una cierta perspectiva, el mes de enero, que adems fue
un mes libre de la contaminacin de noticias que ltimamente han colocado a Portugal
en el centro meditico de muchos pases europeos. Adems, hemos obtenido del
anuario digital del Instituto Nacional de Estadstica, unos importantes datos que
permitan realizar un pequeo anlisis detallado de ambos pases. Ante todo esto
cabe preguntarse la razn que lleva al anlisis exclusivo de medios digitales, lo que
puede ser respondido con relativa sencillez, y es que para comprender la visin ms
actual nada como partir de un anlisis de los medios informticos vigentes.
II. COMPARATIVA ESPAA-PORTUGAL
Antes de adentrarnos en la imagen que los extremeos tenemos de nuestros
vecinos portugueses, analicemos una serie de datos estadsticos que nos permitan
comparar la situacin social y econmica de Portugal, Espaa y Extremadura
As, si comenzamos observando las variables demogrficas y el territorio de
cada uno de ellos, la situacin que nos encontramos es aproximadamente la siguiente:
TABLA I: SUPERFICIE, POBLACIN Y DENSIDAD DE POBLACIN
Fuente INE. Elaboracin propia
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Con todo, puede apreciarse, que la nica variable que aparece como positiva
para Portugal es la densidad de poblacin. Variable que viene a reflejar la poca
densidad de poblacin existente en Espaa y, en Extremadura, fruto de la importante
despoblacin del interior de la pennsula.
En cuanto a la distribucin de la poblacin por grupos de edad el resultado sera
aproximadamente el siguiente:
TABLA II: DISTRIBUCIN DE LA POBLACIN POR GRUPOS DE EDAD
Fuente INE. Elaboracin propia
Esta distribucin que se observa en la tabla pone de manifiesto que tanto Portugal
como Espaa tienen una situacin demogrfica completamente moderna, en la que
una hipottica pirmide de edad se encontrara con un modelo puramente regresivo,
mientras Extremadura todava se encuentra en una fase de transicin, el modelo
hipottico de pirmide de poblacin sera de transicin o estacionaria moderna, si
bien es cierto que desde el punto de vista demogrfico Extremadura se est
modernizando a pasos agigantados, especialmente en los ltimos aos, si bien todava
no se acerca en demasa a la distribucin de los distintos grupos de Espaa o de
Portugal.
Una forma de ver la modernidad de las sociedades portuguesa y espaola es
analizar la distribucin de la poblacin en funcin de sus reas de residencia, lo que
nos puede situar ante sociedades rurales y atrasadas o urbanas y plenamente
modernas, como correspondera a dos pases miembros de la Unin Europea:
TABLA III: DISTRIBUCIN DE LA POBLACIN POR ZONAS DE RESIDENCIA
Fuente INE. Elaboracin propia
De este modo, puede observarse que en Espaa la poblacin netamente urbana
supone casi un 77% de la poblacin total, mientras en Portugal la poblacin urbana
se encuentra, con algo menos del 60% de la poblacin final. Con todo, puede
asegurarse que ambos pases tienen, en su mayor parte, una poblacin
eminentemente urbana, si bien en el caso lusitano, el dominio de la poblacin urbana
no es tan evidente como en el caso espaol.
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Portugal visto desde Extremadura
Cuestin aparte, es el anlisis de cuestiones como las variables demogrficas de
natalidad, nupcialidad y mortalidad y esperanza de vida al nacer, desglosadas tanto
para hombres como para mujeres en Portugal, Espaa y Extremadura y la evolucin
de la natalidad, nupcialidad, mortalidad en Espaa y Portugal, desde 1998 hasta
2005, incluyendo el nmero de hijos por mujer.
TABLA IV: TASAS DE NATALIDAD, NUPCIALIDAD Y MORTALIDAD
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA V: EVOLUCIN DE LA NATALIDAD
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA VI: NMERO DE HIJOS POR MUJER
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA VII: EVOLUCIN DE LA NUPCIALIDAD
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA VIII: EVOLUCIN DE LA MORTALIDAD
Fuente INE. Elaboracin propia
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TABLA IX: ESPERANZA DE VIDA AL NACER
Fuente INE. Elaboracin propia
En todas las variables hasta aqu expuestas aparece una cierta similitud entre
Espaa, Portugal y Extremadura, si bien ciertas cuestiones pueden llamar la atencin,
primero es destacable que la natalidad y la nupcialidad vienen siendo ms reducidas
en Extremadura que en Portugal y en Espaa, mientras que la mortalidad es
ligeramente ms acusada en Extremadura, situacin que puede deberse a varios
factores, de una parte a que la esperanza de vida actual es ms elevada en Espaa
que en Extremadura y que en nuestra regin se est produciendo ahora un mayor
envejecimiento que en el resto de Espaa.
Una segunda cuestin que llama la atencin es que mientras en Espaa ha
aumentado la natalidad en los ltimos aos, en Portugal ha disminuido, lo que
puede ser debido entre otras cuestiones a una mayor llegada de inmigrantes a
Espaa, que al ser una poblacin eminentemente joven, producen un aumento de la
natalidad y, en consecuencia, un rejuvenecimiento. Esto mismo se observa tambin
en la evolucin del nmero de hijos por mujer en los ltimos aos, que en Portugal
se encuentra en pleno descenso mientras en Espaa est aumentando.
Por ltimo, las otras variables demogrficas, reflejan un comportamiento parecido
para Espaa y Portugal, si bien en el caso de la mortalidad en Espaa se produce un
cierto estancamiento mientras en Portugal se conoce un descenso en los ltimos
aos. Adems, ambos pases han conocido un importante aumento de la esperanza
de vida al nacer, si bien en Espaa el aumento es mayor en su esperanza de vida
que Portugal, siendo tambin significativo este crecimiento en Extremadura.
Por otro lado, para la comparacin de las grandes magnitudes econmicas se
han tomado datos de gran inters como la evolucin del Incremento de precios al
consumo (en adelante IPC), la evolucin de Producto Interior Bruto(en adelante
PIB), el PIB per cpita, la balanza comercial de ambos pases, tasas de paro,
producciones brutas de cereales, acero y hierro y sus diferentes aleaciones, y, por
ltimo, la situacin actual y evolucin del consumo de ordenadores, telefona mvil
y acceso a Internet, en ambos Estados ibricos, por cada 100 habitantes.
TABLA X: IPC (BASE 2000=100)
Fuente INE. Elaboracin propia
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Portugal visto desde Extremadura
TABLA XI: PIB (millones de )
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA XII: PIB PER CPITA ($ U.S.A.)2004
Fuente INE. Elaboracin propia
La evolucin del IPC resulta mucho ms moderada en Espaa que en Portugal,
indicando una mayor contencin de la subida de precios, lo que en ltima instancia
se refleja en una mejor situacin econmica que la de su vecino luso, algo que
tambin se aprecia en la existencia de un PIB mucho mayor en Espaa que en
Portugal tanto a nivel estatal como al nivel de la distribucin por habitante.
TABLA XIII: BALANZA COMERCIAL (MILLONES $ USA)
Fuente INE. Elaboracin propia
Una cuestin distinta se pone de manifiesto en el dficit de la balanza comercial
de ambas entidades estatales, si bien, dicha balanza puede ser compensada por el
turismo, mucho mayor en Espaa que en Portugal y, por la capacidad de consumo,
mayor en Espaa que en Portugal, por la existencia de una mayor renta disponible
y una mayor capacidad de endeudamiento.
TABLA XIV: TASAS DE PARO
Fuente INE. Elaboracin propia
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Un asunto de vital importancia para las diferentes economas nacionales del rea
peninsular es la cuestin del desempleo. En las tasas sobre el desempleo disponibles
en ambos casos, se aprecia una evolucin distinta. Tanto es as, que Portugal parte
con unas tasas de paro mucho ms bajas, en los ltimos aos ha conocido un
aumento bastante significativo, pasando del 4,9% de 1998 al 7,6% de 2005, lo que
supone un aumento de casi un 3%, que en una poblacin de casi once millones de
habitantes supone un impacto de cierta importancia. En el caso de Espaa sucede
todo lo contrario, si bien tiene un porcentaje de paro superior al portugus, ha
conocido una evolucin distinta, habindose reducido prcticamente a la mitad entre
1998 y 2005.
En lo que a las producciones se refiere, se han seleccionado algunas de especial
inters, as, aparecen las producciones cerealcolas, que nos permiten hacernos una
pequea idea sobre el desarrollo agrcola de un determinado pas, en este mbito la
produccin cerealcola espaola es mucho mayor que la de nuestros vecinos
portugueses, entre otras cuestiones debido tambin a que Espaa cuenta con un
territorio mayor que el de nuestros vecinos, y en consecuencia tambin dispone de
mayores terrenos de cultivo, adems de que posiblemente cuente con unas
instalaciones y una maquinaria ms modernas que las vecinas.
TABLA XV: PRODUCCIN DE CEREALES (MILES DE TONELADAS MTRICAS)
Fuente INE. Elaboracin propia
Mencin aparte merecen las producciones industriales, entre dichas producciones
se han elegido algunas significativas como son las de acero y las de hierro, en los
ltimos aos:
TABLA XVI: PRODUCCIN DE ACERO BRUTO (MILES DE TM)
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA XVII: PRODUCCIN DE HIERRO FUNDIDO Y
FERREOALEACIONES (MILES DE TM)
Fuente INE. Elaboracin propia
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Portugal visto desde Extremadura
Espaa, a pesar de las deslocalizaciones industriales que se estn desarrollando
en la economa globalizada de los ltimos tiempos, mantiene unas producciones
similares a las del inicio del periodo 1998-20005, objeto de nuestro anlisis. Sin
embargo, Portugal ha conocido un importante descenso, fruto de la deslocalizacin
y de una cierta crisis econmica que el pas luso est conociendo en los ltimos
tiempos.
TABLA XVIII: NDICE DE PRODUCCIN INDUSTRIAL (1995=100)
Fuente INE. Elaboracin propia
El ndice de produccin industrial, muestra la existencia de variaciones importantes
en el caso de Portugal, ejemplo de un avance ms titubeante, mientras en el caso
espaol se produce a lo largo de los ltimos aos un avance firme y seguro, fruto de
su estabilidad y fortaleza econmica.
Por ltimo, cuestiones de especial trascendencia que deben ser analizadas y ms
en los tiempos que vivimos, son aquellas relacionadas con las nuevas tecnologas
de la informacin y de la comunicacin, especialmente las relacionadas con la
telefona, tanto mvil como fija, los ordenadores personales o el acceso a Internet
de los habitantes de cada uno de los pases, que tambin pueden ser un indicativo
de la capacidad econmica y del desarrollo social de ambos pases que estn siendo
analizados en el presente trabajo:
TABLA XIX: TELFONOS FIJOS Y MVILES POR CADA 100 HABITANTES
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA XX: ORDENADORES PERSONALES POR CADA 100 HABITANTES
Fuente INE. Elaboracin propia
TABLA XXI: USUARIOS DE INTERNET POR CADA 100 HABITANTES
Fuente INE. Elaboracin propia
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Con todo, puede apreciarse que en la actualidad, el nico ndice relacionado con
las nuevas tecnologas en el que Portugal muestra superioridad sobre Espaa es en
el de la telefona, combinando ambas modalidades, fija y mvil, si bien es cierto que
Espaa ha evolucionado ms que Portugal, recortando la distancia de forma
significativa, en apenas siete aos, incluso Espaa ha pasado de los 57,7 telfonos
por cada 100 habitantes en 1998 a los casi 140 de 2005, mientras en el mismo
periodo de tiempo Portugal ha pasado de los 72,1 a los 149,4. Aunque esta distancia
se ha reducido, en Portugal sigue existiendo una mayor cantidad de telfonos por
cada 100 habitantes.
Por otra parte, en cuanto a la tecnologa informtica la superioridad espaola se
ha acrecentado en los ltimos aos, de manera que prcticamente se ha duplicado
en los aos de nuestro anlisis, mientras que en el acceso a Internet Portugal
comenz con superioridad con respecto a Espaa en 1998, pero ya en 2004 Espaa
consigui la delantera en el acceso a Internet en el mbito peninsular, que se
increment an ms en 2005. Todo ello permite observar que existe en Espaa un
mayor acceso a las nuevas tecnologas.
III. PORTUGAL VISTO DESDE EXTREMADURA.
Para comprender la visin que existe en Extremadura sobre Portugal, se han
analizado las noticias aparecidas sobre el pas vecino en la prensa extremea a lo
largo de enero de 2007, si bien slo se han tenido en cuenta las ediciones digitales
de los principales peridicos regionales. De ambos peridicos hay que reflejar que
en el Hoy, la presencia de cuestiones lusas son mucho mayores que en el peridico
Extremadura. Ello posiblemente sea debido, no slo a la existencia de una mayor
vocacin lusitanista del primero de ellos, sino tambin a la existencia de una realidad
objetiva como es el lugar de edicin de los diferentes peridicos, el Extremadura se
edita en Cceres, ciudad de interior, mientras el diario Hoy se publica en la ciudad
fronteriza de Badajoz, con lo que la realidad vecina estara mucho ms presente a lo
largo de sus pginas y, las cuestiones relacionadas con Portugal se veran con una
mayor trascendencia para la propia ciudad de edicin, en primer lugar y, despus,
para todo el conjunto regional.
En cuanto a la aparicin de la noticia propiamente dicha, en la mayora de las
ocasiones aparece en el mbito de las cuestiones regionales, lo que ya da cierta
idea sobre la importancia lusitana para el desarrollo y evolucin de Extremadura, si
bien, existen casos en que pueden aparecer entrevistas y en apartados como los de
cultura o los de sociedad.
Para el anlisis, hemos distinguido la existencia de varios campos como pueden
ser las relaciones Espaa-Portugal, economa, infraestructuras, cultura y sociedad.
En lo relativo a las relaciones entre Espaa-Portugal, hay una cuestin
trascendental en enero de 2007, propiciada por el diario Hoy. Se trata de la visita
del ex presidente de la Repblica portuguesa D. Jorge Sampaio a Badajoz, donde
pronunci una conferencia el 10 de enero. Conferencia que se encuadra en el ciclo
de conferencias desarrolladas por el Aula Hoy que por un acuerdo con la Junta de
Extremadura realiza un ciclo de coloquios dedicadas a Portugal bajo el ttulo de
Dilogos Ibricos
1
. En dicha conferencia Sampaio, analiz la actualidad de las
relaciones hispanolusas, que se producen en el terreno poltico, econmico, cultural
y social
2
.
1
http://www.hoy.es/prensa/20070107/regional/dialogos-ibericos-nuevo-ciclo_20070107.html
2
SAMPAIO, J. Portugal-Espaa: contornos de un frente a frente, en http://canales.hoy.es/datos/2007/ pdf/ portugal_
espana.pdf
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Portugal visto desde Extremadura
La llegada D. Jorge Sampaio, para mencionada conferencia, provoc, la aparicin
de noticias y eventos relacionados con este motivo, recogidos, lgicamente, por
dicho peridico. Se trata de dos entrevistas realizadas al poltico portugus y de una
serie de preguntas que los lectores digitales de Hoy podan realizarle en el foro del
peridico.
En la primera de las entrevistas
3
nos interesan, muy especialmente, las preguntas
realizadas para el objeto de nuestro trabajo, tanto o ms que las respuestas. As,
puede destacarse la existencia de preguntas relativas a las relaciones entre Espaa
y Portugal o, sobre la hipottica desconfianza de los ciudadanos portugueses para
con los espaoles, especialmente en lo relativo a las cuestiones econmicas, adems
de cuestiones relativas a inmigracin y sobre el proceso de construccin de la
constitucin europea.
Tambin de esta misma entrevista se desglosan algunas cuestiones publicadas
en la edicin digital
4
, que tienen que ver con consideraciones sociales como el hospital
materno de Badajoz y el cierre del de Elvas, con lo que ello puede suponer para la
maternidad pacense y la realizacin de infraestructuras como el Ave Madrid-Lisboa
que, al pasar por Extremadura, terminara fijando a nuestra regin como elemento
central en las relaciones entre los dos grandes pases peninsulares.
Por su parte, la segunda entrevista
5
, recoge preguntas tambin relativas a las
relaciones ibricas, vistas con un cierto enfoque de indiferencia, al menos para lo
que tiene que ver con el pasado, interesando de manera especial la actualidad de
dichas relaciones, y de manera significativa se establece la cuestin sobre las
relaciones entre regiones fronterizas como Extremadura y el Alentejo. Tambin hay
preguntas referentes a la mala situacin econmica por la que atraviesa Portugal y
las posibles soluciones a dicha situacin crtica.
Mencin aparte merecen las preguntas realizadas al ex presidente portugus por
los lectores digitales, de todas ellas nos interesan especialmente las realizadas de
este lado de la frontera
6
. As, de todas las cuestiones establecidas en el foro del
diario Hoy, llama especialmente la atencin una pregunta mayoritaria, no es otra
que la relativa a una hipottica unin futura entre Espaa y Portugal, especialmente
despus de que en la prensa lusa apareciera una encuesta en la que un tercio de los
portugueses quera unirse a Espaa. Relacionada con esta cuestin aparecen otras
como las relativas a los posibles recelos lusitanos (aqu se ve as) a una potencial
invasin espaola, cuestiones territoriales, en las que Olivenza sera la estrella,
creacin de eurociudades como la de Elvas-Badajoz, Euroregiones, sera el caso de
Extremadura-Alentejo y las relaciones firmes entre las regiones existentes a ambos
lados de la lnea fronteriza. Otras cuestiones que se plantean son las relativas a las
relaciones econmicas entre ambos lados fronterizos o el establecimiento de visiones
tpicas sobre nuestros vecinos lusos, a los que se tilda de perezosos
7
que cuanto
menos resultan tremendamente curiosas porque se repiten con otras nacionalidades
y regiones en otros lugares, como puede ser el caso de la visin que catalanes y
vascos pueden tener de los extremeos o que en el mbito internacional franceses,
alemanes e ingleses tienen de los espaoles.
3
http:www.hoy.es/prensa/20070107/regional/relacion-entre-espana-portugal_20070107.html
4
http://www.hy.es/prensa/20070107/regional/entre-madrid-lisboa-prioritario_20070107.html
5
http://www.hoy.es/pg060319/prensa/noticias/Regional/200603/19/HOY-REG-097.html
6
http://blogs.hoy.es/index.php/aulahoy/2007/01/05/jorge_sampaio#comments
7
Cuestin recogida de entre las preguntas realizadas en los foros del diario Hoy en http://blogs.hoy.es/index.php/
aulahoy/2007/01/05/jorge_sampaio#comments
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Ral Aguado
Por ltimo, en la seccin de opinin del da 10 de enero de 2007, el periodista D.
Jos Luis Lucas recoge situaciones hipotticas de un futuro prometedor para
Extremadura y Alentejo, debido al entroncamiento de intereses y expectativas
comunes de ambas regiones fronterizas, que en ltima instancia podran terminar
creando una euroregin, al amparo de la Unin Europea
8
.
Otro asunto de vital importancia para analizar la visin que existe de Portugal en
nuestra regin, es la cuestin econmica, as el da 2 de enero, aparece una primera
temtica de ndole econmica. Se trata en esta ocasin de los intercambios elctricos
entre Extremadura y Portugal
9
. Dichos intercambios sufrieron una importante bajada
a lo largo del ao 2006 (20%) debido a la sequa de dicho ao. Estos intercambios
de energa hidroelctrica se producen principalmente entre Alqueva-Balboa,
Falagueira-Cedillo y, por ltimo Elvas-Badajoz. Dichos intercambios hidroelctricos
suelen ser favorables a Portugal, que coloca en Extremadura una importante cantidad
de energa.
Otras noticias de carcter econmico recogidas en la prensa digital extremea
son las relativas a la existencia de importantes relaciones econmicas, fruto de las
cuales ha aparecido una Embajada Comercial
10
en tierras extremeas y las actuaciones
que ha realizado en nuestra regin o la aparicin de importantes proyectos de
colaboracin entre ambos lados de la frontera, como es el de Badajoz-Portalegre
11
.
Mencionada embajada
12
tendra su punto de partida en la cumbre hispanolusa
de 2005 en vora, su funcin sera colaborar con los empresarios que cruzan la
frontera. En total, en 2006 asesor aproximadamente unos 50 proyectos econmicos
en Extremadura y Portugal.
En cuanto a la cooperacin, perteneciente a un programa de la Unin Europea,
ha sido promovido por COEBA (Confederacin de Empresas de Badajoz), NERPOR
(Ncleo Empresarial de la Regin de Portalegre), ADR/IPP (Asociacin de Desarrollo
Regional del Instituto Politcnico de Portalegre) y AMNA (Asociacin de Municipios
del Norte Alentejano). Dicha cooperacin conllev la aparicin de una federacin
extremeo-alentejana de empresarios. Tambin relacionado con la cooperacin
econmica se encuentra la aparicin de casas en la costa portuguesa en el saln
extremeo de vivienda
13
, la participacin de ASECOR (Asociacin Sanvicentea del
Corcho) en la reunin de la Confederacin europea del Corcho que se produjo en la
localidad lusa de Santa Mara de Lamas
14
y, por ltimo, la creacin en Arroyo de San
Servn del centro de Inseminacin del cerdo ibrico, se vuelven a poner de manifiesto
las buenas relaciones con el empresariado luso
15
.
Siguiendo con las cuestiones relativas a los asuntos econmicos, puede destacarse
otra cuestin de especial inters para Extremadura y de ah su aparicin en la
prensa regional, como el juicio por el fraude del IVA y la colaboracin de las
autoridades lusas en el caso de la evasin del citado impuesto, lo que en la prctica
signific una colaboracin aduanera para evitar fraudes fiscales
16
.
8
http://www.hoy.es/prensa/20070110/articulos_opinion/proxima-estacion-elvas-badajoz_20070110.html
9
http://www.hoy.es/prensa/20070102/regional/sequia-redujo-intercambios-electricidad_20070102.html
10
http://www.hoy.es/prensa/20070117/regional/embajada-comercial-portugal-extremadura_20070117. html
11
http://www.hoy.es/prensa/20070122/regional/proyecto-cooperacion-badajoz-portalegre_20070122. html
12
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/titulares.asp?day=17&month1&year=2007
13
http://www.hoy.es/prensa/20070124/economia/salon-inmobiliario-promocianara-casas_20070124.html
14
http://www.hoy.es/prensa/20070126/economia/asecor-participo-portugal-runion_20070126.html
15
http://www.hoy.es/prensa/20070129/regional/arroyo-servan-acogera-primer_20070129.html
16
http://www.hoy.es/prensa/20070118/regional/semana-proxima-juzga-mayor_20070118.html y
http://www.hoy.es/prensa/20070118/regional/autoridades-portuguesas-colaboran-caso_20070118.html
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Portugal visto desde Extremadura
Cuestin distinta es la referente a las infraestructuras, que en el caso extremeo,
ocupan un lugar central dentro de los grandes planes constructivos de nuevas vas
de comunicacin entre las dos capitales ibricas, ya que Extremadura sera el paso
intermedio entre Madrid y Lisboa. As, en estos momentos la construccin del AVE
Madrid-Lisboa ocupa un lugar central dentro de las grandes obras de infraestructuras.
Dicha lnea ferroviaria ser construida por un importante grupo de empresas espaolas
y portuguesas
17
que para 2010 tendrn a punto la lnea de alta velocidad. Una lnea
que deber tener una velocidad punta de 350 km/h aproximadamente, con 28 trenes
diarios, 14 directos y otros 14 con paradas intermedias
18
, que seran los ms
interesantes para los extremeos y, segn las previsiones del momento el ministerio
de fomento licitara las obras del tramo Badajoz-Montijo para el mes de abril de este
ao y para la segunda mitad el Montijo-Mrida y poco despus Mrida-Cceres,
debiendo comenzar las obras este mismo ao
19
.
Otra cuestin de vital importancia dentro del terreno de las infraestructuras es la
realizacin de la plataforma logstica del suroeste. Se tratara de una gran plataforma
de carcter logstico que abarcara todo el suroeste peninsular y que radicara en las
inmediaciones de Badajoz. Para la construccin de la mencionada plataforma el
gobierno espaol ya contara con trescientas hectreas y que tendra otra plataforma
similar en el lado portugus de la frontera
20
.
Una ltima cuestin de gran importancia para la realizacin de nuevas obras de
infraestructuras es la construccin de la Autova de Levante, que unira la zona
oeste peninsular (Lisboa) con el este (Valencia), por tierras extremeas y, otras
como la de Badajoz-Zafra y la de Badajoz-Granada
21
, que supondran una importante
salida para el sur y sureste regional hacia zonas costeras.
Otro tema primordial para comprender la visin que los extremeos tenemos de
nuestros vecinos lusos, es el relacionado con lo que hemos denominado cuestiones
sociales. Dentro de estas cuestiones sociales hemos incluido asuntos variopintos
como la problemtica de las viviendas antiguas de Lisboa, lo que nos pone de
manifiesto la existencia de una gran ciudad que como todas las grandes ciudades
tiene importantes problemas urbansticos
22
.
En el establecimiento de derechos aparece el derecho al aborto y el establecimiento
de un referndum para el 11 de febrero de 2007 sobre su despenalizacin en el pas
luso
23
, lo que ha producido una fuerte contestacin de la Iglesia catlica portuguesa
24
,
lo que demuestra que a uno y otro lado de la frontera la Iglesia tiene un importante
poder de convocatoria y una gran influencia sobre el conjunto de la sociedad
peninsular.
Un ltimo bloque de cuestiones de cierta importancia, al menos as se observa
desde Extremadura, son las cuestiones de carcter cultural. Es lo que se desprende
de la aparicin de noticias relacionadas con la ltima publicacin del Premio Nbel
D. Jos Saramago, son Las pequeas memorias, en las que el autor narra las
peripecias de su infancia
25
. Sobre el mismo autor y al hilo de esta noticia se ofrece
17
http://www.hoy.es/prensa/20070113/regional/modelo-explotacion-madrid-lisboa_20070113.html
18
http://www.hoy.es/prensa/20070113/regional/hora-como-minimo-trenes_20070113.html
19
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/titulares.asp?day=24&month=1&year=2007
20
http://www.hoy.es/prensa/20070123/regional/plataforma-logistica-caya-logra_20070123.html
21
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=281718
22
http://www.hoy.es/prensa/20070102/sociedad/solucion-complicada_20070102.html
23
http://www.hoy.es/prensa/20070114/sociedad/movilizaciones-portugal-ante-nuevo_200070114.html
24
http:www.hoy.es/prensa/20070110/sociedad/iglesia-catolica-lusa-moviliza_20070110.html
25
http:www.elperiodicoextremadura.com/noticias/titulares.asp?day=26&month=1&year=2007
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en el diario hoy una mayor cantidad de informacin, lo que vuelve a poner de
manifiesto una mayor trascendencia para este peridico de los asuntos lusitanos
26
.
Otros aspectos sobre Portugal que han merecido la atencin de la prensa regional
han sido las conferencias sobre cultura portuguesa
27
, impartidas en las Escuela
Oficial de Idiomas (EOI) de Badajoz, la realizacin de un documental de Carlos
Saura sobre el Fado
28
y las exposiciones de Antonio Varatojo en Malpartida de
Cceres
29
y Antonio Covars en el MEIAC de Badajoz
30
.
IV. CONCLUSIN
A lo largo del presente trabajo, se ha puesto suficientemente de manifiesto la
importancia que tiene para Extremadura, como regin fronteriza, lo que sucede en
Portugal. Y los derroteros por los que atraviesa el pas vecino son analizados de
forma detallada en la prensa regional, especialmente en la pacense. As, Portugal es
visto como un importante espacio poltico e institucional allende la frontera con el
que es preciso la colaboracin transfronteriza. Colaboracin que cada vez est
resultando ms activa y se realiza con menos recelos. Adems, en el mismo orden
de cosas, las relaciones hispanolusas tienen un importante impacto en esta regin
de frontera, que cada vez contempla con mayor inters la buena vecindad y
cooperacin mutua con Portugal.
Tambin, se percibe Portugal como un pas de oportunidades. Oportunidades
que se ponen de manifiesto en dos aspectos fundamentales. El primero de ellos es
el econmico. Portugal se trata de un pas prspero, que si bien est atravesando de
manera coyuntural por un momento crtico, no es menos cierto que se ve a los
vecinos lusitanos como ciudadanos con una buena disponibilidad de renta, alta
capacidad de consumo y con los que no slo es posible sino deseable, la realizacin
de negocios y la participacin en proyectos comunes. As, en Extremadura existe
una embajada comercial lusa y los proyectos de cooperacin econmica son una
realidad, amn de la existencia de un creciente nmero de empresas que opera a
ambos lados de la frontera.
Por otra parte, Portugal tambin significa para Extremadura un importante
conjunto de posibilidades para la adquisicin de infraestructuras. Tanto es as, que
adems de la Autova Madrid-Lisboa que atraviesa tierras extremeas, comunicando
nuestras provincias con las dos capitales ibricas, en un futuro no muy lejano se
erigir la plataforma logstica conjunta de Badajoz, la realizacin del Ave Madrid-
Lisboa, que indefectiblemente atravesar Extremadura, y la realizacin de la Autova
de Levante, que atravesando tierras extremeas unir en sus dos extremos a la
pennsula, el Atlntico (Lisboa) y el Mediterrneo (Valencia).
La cultura supone tambin un importante nexo de unin de Extremadura con
Portugal y claro signo de que interesa en este lado de la raya la cultura del vecino.
Concretamente, se vienen desarrollando importantes ciclos de conferencias sobre
26
http:www.hoy.es/prensa/20070110/sociedad/pequenas-memorias-saramago-reunen_20070110.html
http:www.hoy.es/prensa/20070110/sociedad/realidad-recuerdos_20070110.html
http:www.hoy.es/20070125/cultura/saramago-recuerda-infancia-pequenas_200701251929.html
http:www.hoy.es/prensa/20070126/sociedad/trayectoria_20070126.html
27
http:www.hoy.es/prensa/20070118/sociedad/conferencias-sobre-cultura-portuguesa_20070118.html
28
http:www.hoy.es/prensa/20070108/cultura/carlos-saura-reune-mejores_20070108
29
http:www.hoy.es/prensa/20070128/cultura/pintor-portugues-antonio-varatojo_20070128.html
30
http:www.elperiodicoextremadura.com/noticias/titulares.asp?day=2&month=1&year=2007
http:www.elperiodicoextremadura.com/noticias/asp?pkid=278008
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Portugal visto desde Extremadura
Portugal y la cultura portuguesa, exposiciones tanto pictricas como fotogrficas y
la obra literaria de uno de los ms universales escritores lusos, Jos Saramago,
despierta una inusitada admiracin.
FUENTES
Hemeroteca digital de Diario Hoy: http://www.hoy.es/hemeroteca/
Hemeroteca digital de Peridico Extremadura:
http://elperiodicoextremadura.com/noticias/hemeroteca.asp
INE: http://www.ine.es/inebmenu/menu10_int.htm http://www.ine.es/prodyser/
pubweb/anuarios_mnu.htm
WEBGRAFA
http://es.wikipedia.org/wiki/Portugal
http://es.wikipedia.org/wiki/Espa%c3%B1a
http://es.wikipedia.org/wiki/Extremadura
BIBLIOGRAFA
AA.VV. La Enciclopedia, vols. 7,8 y 16, Madrid, Salvat-El Pas, 2003.
AA.VV. Historia de Espaa, Madrid, Espasa-El Mundo, 2004.
AA.VV. Historia de Espaa, Madrid, Historia 16, 1994.
AA.VV. Historia de Extremadura, Badajoz, Hoy, 1997.
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FESTEJOS TAURINOS EN LA RAYA: BARRANCOS (BAIXO
ALENTEJO) Y SEGURA DE LEN (EXTREMADURA)
*
BULLFI GHT CELEBRATI ONS I N THE LI NE : BARRANCOS ( BAI XO
ALENTEJ O) AND SEGURA DE LEN ( EXTREMADURA)
Andrs Oyola Fabin
Portugalejo, 14
06270 SEGURA DE LEN (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: De una nica tradicin taurina derivan dos manifestaciones cul-
turales paralelas: la corrida reglada y los llamados toros populares. La primera,
reglada y ritualizada hasta el ms mnimo detalle; los segundos, tambin some-
tidos al imperio de la ley, mantienen de alguna manera el ser originario de las
fiestas con toros, la diversin ms extendida en la pennsula y sur de Francia y,
por exportada, en la Amrica hispnica. Lo que los propios protagonistas de esta
segunda realidad creen un hecho cultural de toda la vida no es ms un pro-
ducto del tiempo y de la Historia, como las fuentes documentales primarias y
secundarias y la propia observacin y anlisis dejan ver. Dos casos, los de Ba-
rrancos, en Portugal, y Segura de Len, en Espaa, y sus festejos taurinos tra-
dicionales, estudiados en paralelo, ayudarn a entender lo que, por otra parte,
resulta obvio de toda obviedad, a saber, que cualquier fenmeno o hecho cultu-
ral est sometido al lgico paso del tiempo y al cambio.
ABSTRACT: From one and only bullfighting tradition arise two parallel cultu-
ral manifestations: the ruled bullfighting and the so-called popular bullfights.
The first one, regulated and ritualized up to the minimum detail; the second one,
always subject to the law, maintains in a way the origin of the feasts with bulls,
the most extended diversion in the peninsula and the South of France, and, once
being exported, in the Hispanic America. What the mere protagonists of this
second reality believe as an all life long cultural representation is just but a
product of time and History, as the primary and secondary documentary sources,
together with the mere observation and analysis, reveal. Two examples, that of
the Barrancos, in Portugal, and Segura de Leon, in Spain, and their traditional
bullfighting celebrations, studied at the same time, will help understand what,
on the other hand, seems obvious, that is, the fact that any cultural event is
influenced by the logical passing of time and its subsequent changes.
*
Fotografas de Fernando Agudo Domnguez.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 225 - 239
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
I. INTRODUCCIN
Como se sabe, de una nica tradicin taurina derivan dos manifestaciones
culturales paralelas: la corrida reglada y los llamados toros populares. La
primera, reglada y ritualizada hasta el ms mnimo detalle, encuentra en los
reglamentos taurinos internacionales, nacionales o autonmicos su actual
configuracin. Los segundos, tambin sometidos al imperio de la ley, mantienen de
alguna manera el ser originario de las fiestas con toros, la diversin ms extendida
en la pennsula y sur de Francia y, por exportada, en la Amrica hispnica.
En stas como en muchas otras manifestaciones culturales, la percepcin de los
naturales, lo que los antroplogos llaman las perspectiva emic, se somete a un
desenfoque afectivo patente: por una parte, tales festejos se consideran nicos o
autnticos y, por otra, cannicos o de toda la vida, negando o, al menos,
cuestionando cualquier evolucin o cambio a lo largo de su supuestamente conocida
historia. El estudio de la documentacin disponible, tanto en fuentes primarias como
en fuentes secundarias, y la propia observacin y anlisis de ciertos elementos o
componentes del festejo muestran una realidad muy distinta.
Dos casos, los de Barrancos y Segura de Len y sus festejos taurinos tradicionales,
estudiados en paralelo, ayudarn a entender lo que, por otra parte, resulta obvio de
toda obviedad, a saber, que cualquier fenmeno o hecho cultural est sometido al
lgico paso del tiempo y al cambio. Veamos. El propio lema o eslogan publicitario de
Barrancos como terra nica se magnifica y concreta en sus festejos taurinos,
como se ver a lo largo de nuestro trabajo. De la misma manera, la declaracin
repetida de que las capeas de Segura de Len son nicas y, lo que suena an ms
triunfalista, las autnticas, se entiende desde el amor a lo propio, pero no desde
la constatacin de los hechos culturales, por ms que, efectivamente, cuente con
elementos parciales distintivos o singulares. Lo mismo podra proclamar cada una
de las cientos de poblaciones peninsulares que cuentan con festejos taurinos
tradicionales.
II. LAS POBLACIONES
Las dos poblaciones en cuestin estn situadas en la cuenca del ro Ardila, nacido
en la Sierra de Santa Mara de Tuda y entregado al Guadiana cerca de la ciudad de
Moura, con afluentes por la izquierda como el Mrtiga y su deudor el arroyo
Valquemado o el Astilleros y los dos Bodiones, entre otros. La dehesa
1
, como referente
ecolgico, ha propiciado durante siglos un sistema econmico de explotacin
agropecuaria, en el que la oveja, el cerdo y la vaca han sido objeto de pastoreo y
explotacin tradicionales.
1
De entre las muchas descripciones o definiciones del trmino, nos quedamos con la siguiente, procedente de la
Antropologa Cultural: ... la dehesa es un sistema de uso mltiple del territorio en su ms cabal sentido, no es una
simple coincidencia de usos, pues articula de manera consciente una serie de aprovechamientos en un sistema
global que busca la complementariedad entre ellos y los beneficios mutuos. Se integra as la ganadera, la agricul-
tura y la explotacin forestal y cada una de ellas con usos actividades y especies diversas, lo que da mayor
complejidad y estabilidad al sistema: ACOSTA NARANJO, R. (Coord.) Memoria de la tierra, campos de la memoria
Los agrosistemas tradicionales de Tentuda, Vol. 1: Dehesas y tierras calmas, Badajoz, 2001, p. 48. Diversas especies de
quercus, entre ellos la encina (Barrancos la exhibe en su escudo herldico) y el alcornoque, caracterizan el paisaje
arbreo de la misma. Ibdem: Los entramados de la diversidad. Antropologa social de la dehesa, Badajoz, Diputacin,
2002, passim.
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II.1. Barrancos
Es una villa alentejana, en la frontera, a 10 km. de Encinasola, ltimo reducto
ste de la provincia de Huelva entre Portugal y Extremadura. La poblacin asciende
a unos 2.000 habitantes. Cuando se accede a ella desde Espaa, se hace pasando el
puente sobre el arroyo Valquemado, desde donde la villa presenta el aspecto de un
autntico nido de guilas. Desde Portugal, en cambio, se accede en suave pendiente.
Esta villa fronteriza se form al abrigo del castillo de Noudar y, por los repetidos
enfrentamientos entre Castilla y Portugal, fue despoblada y repoblada varias veces
por vecinos de las villas espaolas de Encinasola, Oliva de la Frontera y otras del
entorno. Este hecho explicar suficientemente su espaolidad, es decir, la huella
de lo espaol en su cultura, aunque no es ste el tema de nuestra comunicacin. As
lo admiten las propias fuentes locales:
[Barrancos] tem uma forte identidade relacionada com as suas caracters-
ticas de povoamento em que o espanholismo dominante e se vai ao amoldar
com o portugus arcaico, resultante do isolamento, criar uma fala especfica,
que se continua nos das de hoje, no que podemos definir como perpetuao e
comunidade lingstica
2

Entre las manifestaciones folklricas locales sobresale la existencia de corrida a


la espaola, es decir con toros de muerte, que haban sido suprimidos por ley en
Portugal en 1927. Contra esta disposicin, la villa alentejana mantuvo su forma de
correr y lidiar toros hasta conseguir la autorizacin en 2002, con tal tesn y resistencia
que, por s misma, se ha constituido en sea de identidad, si hacemos caso a lo que
informa su literatura local. Es la nica poblacin portuguesa que tiene concedido
este privilegio. Un toro de bronce, de diseo desafiante, preside la rotonda de
acceso a la poblacin, precisamente por donde se llega desde el interior de Portugal.
Creemos que no es banal esta apreciacin: su lucha porfiada se ha mantenido
frente a la autoridad lusitana. Todo un parlamento nacional tuvo que debatir la
excepcionalidad del caso de Barrancos, para finalmente autorizar sus festejos. En la
villa se consider un triunfo frente a los polticos de Lisboa. En la prensa espaola y
portuguesa la decisin del Parlamento lusitano tuvo amplia resonancia, como todava
puede leerse apenas demos entrada a Barrancos en cualquier buscador de Internet.
2
ELOY, A. y GALVO, I. Barrancos, resiste, Cmara Municipal de Barrancos, Edies Colibr, Lisboa, 2001, pp. 18-19.
Vase tambin LEITE DE VASCONCELOS, J. Filologia barranquenha. Apontamentos para o seu estudio. Fac-simil da
edio de 1955, Portugal (sic), 2000.
Figs. 1 y 2: Vista general de Barrancos y escultura en bronce a la entrada de la poblacin
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
II.2 Segura de Len
Al suroeste de Badajoz, limtrofe de la provincia de Huelva, a poco ms de media
hora de Barrancos en coche, cuenta con unos 2.300 habitantes. Asentada sobre dos
colinas y su valle intermedio, se ofrece, como Barrancos, al visitante destacada en
el horizonte por cualquiera de los accesos viales. Segura y las dems villas cercanas
a la frontera han sido destino de portugueses emigrados por variadas causas, de lo
que la toponimia, antroponimia y el idioma guardan huellas indudables.
Como en el caso de la villa portuguesa, entre las manifestaciones de la llamada
cultura popular, Segura de Len ha mantenido festejos tradicionales taurinos o capeas,
tambin contra viento y marea. Tras larga y porfiada lucha por su mantenimiento,
en 1967 la villa santiaguista consigui la autorizacin definitiva de estas festejos,
cursada por el Gobierno Civil de la provincia y, recientemente, el ao 2000, la Junta
de Extremadura los incluy entre las Fiestas de Inters Turstico regional.
Figs. 3 y 4: Vista general de Segura de Len y monumento a las capeas
III.1. LOS ELEMENTOS TRADICIONALES DE LOS FESTEJOS
Se habla de tradicin o de tradiciones locales con relativa frecuencia sin que se
haga un elemental anlisis de los componentes que justifiquen tal valoracin. Vamos
a intentar fijar algunos que, a nuestro entender, sirven de criterio para justificar el
carcter tradicional de estos festejos en ambas poblaciones. En cada uno de ellos se
hace patente, adems, la permanencia o el cambio en el transcurso del tiempo.
III.1. Vinculacin religiosa de los festejos
Aunque algunas fiestas ya tradicionales sean de adscripcin meramente civil,
como lo fue o lo es la de abril de Sevilla y algunas otras, la mayora de nuestras
fiestas han tenido y siguen teniendo una adscripcin religiosa, casi siempre
relacionada con santos patronos o protectores de la comunidad, que los celebra
organizando diversos festejos, entre ellos lo taurinos
3
. Otra cosa ser lo que la
autoridad religiosa piense al respecto. Las dos poblaciones que estudiamos se atienen
a la regla general. Barrancos organiza sus festejos de Nosa Senhora da Conceio,
con das festivos en agosto (del da 28 al 31) y diciembre, mientras que la de Segura
de Len los hace en torno a las fiestas del Cristo de la Reja, en pleno mes de
septiembre (das 12 al 18), devocin que tiene origen franciscano y referente en la
talla que debi realizarse hacia 1496, como recientemente se ha podido establecer
4
.
3
Vase: RODRGUEZ BECERRA, S. La religin de los andaluces, Mlaga, 2006, especialmente cap. 5: Fiestas y reli-
gin, pp. 145 y ss.
4
TEJADA VIZUETE, F. La escultura exenta del siglo XVI en el provisorato de Llerena (Catalogacin y estudio),
Memorias de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, II, 1994, pp. 311-312. OYOLA FABIN, A.
Catlogo de la exposicin conmemorativa del 75 Aniversario del Monumento al Sagrado Corazn, Fregenal de la Sierra,
2005, p. 24.
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No son fiestas patronales (lo son las de la Asuncin y San Roque) en este ltimo
caso, pero s tienen en la actualidad la condicin indudable de fiestas mayores de la
localidad. En ambos casos, la fiesta religiosa adquiere gran relieve:
O 28 de Agosto o dia da padroeira de Barrancos, Nossa Sehora da
Conceio. O apego do barranquenho sua terra faz deste dia um ritual de
regresso obligatrio. Pela festa ou pelo reencontro. A procisso vai juntar a
familia,smbolo de religiosidade no homem alentejano, sem grandes
exteriorizaoes, na simplicidade do estarmos todos juntos.[] Mas na festa de
Agosto h sempre que pagar alguna promessa; levar a crianza no cortejo; fazer
o batptizado. As ruas enchem-se de gente. Nos andores as imagens consagram
os seus devotos fiis: Nossa Sehora da Conceio, S. Jose, o Menino. Pequenas
figuras aladas ladeian o cortejo. Os pendes e os andores, as ervas de cheiro no
cho e as mantas em algunas das janelas. A procisso vai passando nas artrias
mais largas da vila apinhadas de gente encostada s paredes.Os foguetes
acompanhan este calcorrear suave e lento da festa religiosa
5
.
El Cristo de la Reja, ubicado en el convento franciscano extramuros de Segura de
Len, no procesiona ms que en ocasiones especiales, como fueron en tiempos
pasados los novenarios por la lluvia o, ms recientemente, su restauracin en los
aos sesenta del pasado siglo o la fecha sealada del cambio de siglo. Su fiesta se
prepara en la iglesia parroquial con un quinario o cinco das de predicacin especial,
presidida por el estandarte. En cambio, la misa del da 14 de septiembre abarrota la
iglesia conventual, claustro y soportales. En la antigua tribuna del rgano toman
asiento las autoridades civiles acompaadas por la Vaquera mayor y sus cuatro
zagalas, denominacin de la reina y damas de la fiesta de cada ao. La coral local
solemniza con sus cantos la misa. Los numerosos exvotos del ao se han quemado
en los das anteriores y los nuevos empiezan a colgar de la reja que divide la antigua
clausura y soporta la tribuna donde se alzan altar y talla del Cristo. Aqu, el prroco
y sacerdotes hijos del pueblo concelebran la misa solemne. Como en el caso de
Barrancos, los segureos emigrados vuelven a casa para esta fiesta o lamentan su
ausencia obligada en los medios periodsticos locales o, ltimamente, en los
consabidos foros de Internet.
III.2. La organizacin del festejo
Hasta la Revolucin de los claveles de 1975, eran los seores de la tierra los que
asuman la organizacin completa del festejo. Desde entonces es la Cmara Municipal,
a travs de su Comisin de Fiestas, la que se encarga de fijar el nmero de festejos
taurinos, de la contratacin de los toreros, la mayora de las veces espaoles, as
como del cobro de la entrada al tabuado. De la compra de los toros y de las vacas
para la capea popular se encargan los carniceros de la poblacin que, con la venta
de su carne, resarcen los costos de su trabajo. Sin embargo
Antigamente, [es decir, hasta los aos setenta del pasado siglo XX!] nas
festas o toiro era doado, normalmente, pelos senhores da terra (e as ganadarias
aqu existem desde meados do seculo XIX, nas zonas ribeirinhas e de alguna
cultura de sequeiro) e fazia parte do momento de comunho comunitaria
6
.
En la documentacin disponible en Segura de Len, como en tantas localidades
por nosotros estudiadas, eran las cofradas religiosas las encargadas usuales de
organizar los festejos taurinos en honor de la advocacin titular de las mismas. El
Concejo organizaba festejos taurinos con motivo de algn evento tal que bodas
5
REGO, M. et alii, Encontros com Barrancos, Cmara Municipal de Barrancos, 1993, sin paginar.
6
ELOY, A. y GALVO, I. Barrancos, resiste..., pp. 21-22 y 44.
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
reales, fin de una guerra, etc. En la actualidad es el Ayuntamiento y su Concejala
de Festejos los que disponen todo lo necesario para que salgan adelante las capeas
de cada ao. La Asociacin de Ganaderos de Capeas, de creacin relativamente
reciente, establece el turno para cada uno de los seis das de fiesta, con ocho
festejos en total, ya que hay capeas para mujeres y para nios. Si en tiempos
pasados se organizaba un festejo taurino por cualquier motivo y con una elemental
preparacin (cerramiento de la plaza, cuando ms) en la actualidad los reglamentos
taurinos, que tambin se ocupan de los festejos populares, exigen medidas de
seguridad complejas, con obligada asuncin de responsabilidades por parte de las
autoridades locales, tanto en Portugal como en Espaa. Contrariamente al caso de
Barrancos, en Segura de Len el fin de la dictadura y el advenimiento de la democracia,
por los mismos aos que en Portugal, no ha influido significativamente en la
organizacin de sus festejos taurinos, pues se hace como consta que viene hacindose
al menos desde el ltimo tercio del siglo XIX.
III.3. El escenario de los festejos
Las dos poblaciones han mantenido la plaza principal o praa da vila como
escenario de sus festejos taurinos, adaptndola para la ocasin con el montaje de
toda una arquitectura efmera. En ambos casos, el suelo empedrado o calcetado de
estos espacios se cubre de arena, para el buen movimiento de reses y toreros. En el
caso de Segura, la adaptacin del espacio urbano se extiende hasta las calles de la
Fuente y de Prez Jimnez, convertidas as en una larga manga de conduccin del
ganado hasta la plaza, ya que todas las esquinas que dan a stas son cerradas con
tablones para evitar la huida de las vacas, una vez que stas llegan al ncleo urbano.
El trmino que define esta arquitectura efmera es comn y derivado del trmino
latino tabulatum: tabudo, para Barrancos y tablado o tablao, en el leguaje de los
habitantes de Segura de Len.
Los tabuados son unas estructuras de madera que, adems de vedar el
espacio donde se realiza la corrida, sirven de bancada. La estructura se asienta
en unas estacas que soportan las bancadas y, por debajo, las tronqueras. Se
puede asistir a las corridas arriba, pagando, o debajo de las bancadas -para
lo que hay quien prepara asientos das antes de las fiestas- o aun dentro del
recinto, caso en el que se suben a las bancadas cuando el toro embiste
7
.
Segn nuestra propia observacin, el actual
8
tabuado barranqueo est formado
por una doble tribuna, levantada sobre maderos firmemente asentados en el suelo
de la plaza y apontocados uno a la fachada de la iglesia parroquial y otro al edificio
antiguo de la cmara local, casas consistoriales en Espaa. La labor de los maestros
carpinteros es de gran perfeccin y solidez constructivas. El soporte es toda una
trama de maderos de distinto grosor, sobre el que se instala una plataforma de
madera o tablado. Cuatro o cinco bancos corridos aseguran el asiento de muchos
espectadores. Segn las fuentes locales el aforo de la plaza es de unos 4000
espectadores. Esta tribuna se cierra con un antepecho de seguridad. Los maderos
horizontales delanteros sirven de asidero para los mozos que presencian el festejo
a pie de plaza. Su construccin corre en la actualidad por cuenta de la cmara y la
ayuda de la autarqua. El acceso al tabuado, est controlado por empinadas escaleras
7
ANTUNES CAPUCHA, L.M. Mosaico de fiestas de toros en Portugal, Demfilo. Revista de cultura tradicional de
Andaluca, 25, 1998, p. 308.
8
Decimos el actual porque en una foto antigua, recogida en un folleto publicitario de la localidad, se puede ver
una estructura de madera ms parecida a los tablaos de Segura de Len que al tipo de tabuado que se levanta en
la actualidad.
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fijas, situada en cada una de las cuatro esquinas de acceso a la plaza. Desde esta se
accede tambin a las tribunas por medio de escalera metlicas mviles, como sucede
cuando la banda de msica, tras llegar desfilando y tocando a la plaza, accede al
centro del tbuado o tribuna situada en la fachada de la cmara. La Comisin de
Fiestas se encarga del cobro de la entrada general de espectadores de pie y de los
asientos numerados de los bancos corridos.
En Segura de Len se adapta el espacio de su plaza mayor levantando tablaos,
segn pautas constructivas tradicionales, como muestra la documentacin,
confirmada por las ms antiguas fotos conservadas ya desde finales del siglo XIX.
Comparada con el caso de Barrancos, resultan de una arquitectura ms elemental o
sencilla que el tabuado.
Los tablaos de Segura se sostienen en seis grandes maderos clavados literalmente
en el suelo de la plaza, para lo que se excavan agujeros circulares, de un medio
metro de profundidad. Los maderos se disponen de a tres, apoyados y ligeramente
inclinados sobre las paredes de las casas aledaas, a distancia regular, y otros tres,
paralelos a los anteriores y delante de ellos. Se refuerzan con rabizas adosadas a
los maderos principales, para dar ms consistencia al soporte. Sobre ellos se cose
con sogas y a cierta altura del suelo un entramado de maderos de menor grosor,
alargados desde la parte trasera hasta sobresalir por la delantera, sobre los que a
su vez se fijan las tablas o tablones que formarn la plataforma de la tribuna. Con
frecuencia se recurre a puertas y portones viejos. Los espectadores asisten al festejo
en pie, sentados directamente sobre la tablazn o en sillas y taburetes trados
expresamente para este menester. Los pinares del trmino surten la materia prima
para los tablaos y troneras
9
.
La construccin de los distintos tablados, as como la adquisicin de madera,
sogas, etc., corren por cuenta de las familias o peas que, ao tras ao, conservan
el mismo lugar en la plaza. En la actualidad, todo el permetro de la plaza se ocupa
con veinticuatro tablados, sin que, al presente, haya posibilidad de levantar ms,
por falta material de espacio. Bajo ellos o a su lado distintas peas levantan ms de
cuarenta burladeros o troneras, estrecho callejn en el que refugiarse de la embestida
de las reses. Se construyen tambin con tablas fijadas por sogas o puntas metlicas
a las estacas o maderos clavados en el suelo de la plaza. Aparte de encargarse de
levantar tablaos y troneras, las distintas peas pagan un canon de ocupacin a
razn, en 2007, de 62 euros por tablao y 42 por tronera.
Tambin hay que disponer un espacio para el encierro de las reses, cuando,
como en el caso de Segura, superan la veintena para lidia de cada da de festejo.
Para ello se acota un espacio en la calle Castillo, conocido como corral o toril donde
se encierran las reses y desde donde se irn soltando una a una para la capea
propiamente dicha. En Barrancos el toril se ubica bajo el tabuado adosado a la
Cmara.
Esta forma tradicional de adaptar el espacio urbano para los festejos taurinos,
con el tiempo sera sustituida por espacios especficos o plazas de toros, algunas
construidas en el interior de fortalezas o castillos, como en los casos de Cumbres de
San Bartolom, Aroche y Almonaster la Real, en Huelva o Barcarrota y Fregenal de
la Sierra, en Badajoz. Las exigencias de seguridad y los sucesivos reglamentos
taurinos fueron determinantes en esta evolucin del espacio donde correr toros.
9
Recurdese la condicin de madereros y aserradores de tablas y pioneros que tradicionalmente se atribuye
a los naturales de Segura de Len: El Folklore Frexnense y Btico-Extremeo (1883-1884), Badajoz, ed. facs., 1988, p. 73.
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
III. 4. Las reses
En ambas poblaciones, la procedencia de las reses lidiadas es o era totalmente
local. En las dos se han toreado bueyes, toros y vacas, que el propio trmino facilita
o facilitaba para el realce de las fiestas locales, aunque en Segura ha habido aos
que se ha contado con ganaderas de los pueblos vecinos de Bodonal de la Sierra,
Cabeza la Vaca, Fuentes de Len o Valencia del Ventoso, hecho que se explica por la
aficin de los ganaderos y sus ganas de lucimiento o porque comparten el trmino
municipal para su pastoreo. Al menos desde finales del siglo XIX, las reses son
cedidas gratuitamente y, una vez toreadas, vuelven a su espacio de pastos, de
forma que muchas vaquillas repiten varias veces su lidia y, si son bravas, llegan a
ser conocidas por los aficionados locales de un ao para otro. Algo parecido a esto
ltimo ocurre en poblaciones del Levante peninsular, donde una vaca o un toro que
destaque por su bravura se placea en distintos puntos geogrficos de ese espacio.
En Barrancos sucedi lo mismo hasta los aos setenta del siglo XX: eran los
propietarios de la tierra quienes cedan sus reses para la diversin de los vecinos.
En la actualidad, las reses de lidia se adquieren en ganaderas especficamente
dedicadas a la lidia que pastan en terrenos espaoles o portugueses.
III.5. La conduccin de las reses
La conduccin del ganado bravo desde la finca de pastoreo al casco urbano y a
su plaza era uno de los grandes momentos del festejo taurino, en el que participan
o participaban caballistas, vaqueros de a pie y la multitud. As lo testimonia una
crnica literaria de Segura de Len fechada en 1922 1923:
Los mozos del pueblo, con sendos garrotes sobre el hombro, cruzaban por
las calles en pandillas y se dirigan al campo para unirse a los jinetes y vaqueros
que desde la dehesa traeran el ganado. [] Veanse hombres de madura edad
con sendos garrotes en la mano y nios de cinco aos con su pequea porra
gritando cual imponentes vaqueros y apaleando las piedras de la calle, los zca-
los de las fachadas, los burros, las gallinas, las personas, como si fuesen
enorme manada de toros
10
.
Figs. 5 y 6: Tabuado (Barrancos) y tablao (Segura de Len)
10
Crnica indita hasta su inclusin en la revista anual de Segura de Len: CASQUETE HERNANDO, A (1897-
1959): Las capeas, un sueo ms , en Revista de Fiestas del Cristo de la Reja de Segura de Len, 2007, p. 42.
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En otro documento de 1928, los ganaderos solicitantes de permiso para las capeas
declaran que para ellos y su servidumbre era sin duda el momento de mayor diversin
del festejo
11
. En la actualidad, las vaquillas se trasladan en camiones hasta la larga
calle Prez Jimnez, que previamente tiene todas sus esquinas cerradas con tablones.
All se sueltan y corren hasta la plaza, momento de alboroto y regocijo multitudinario
como el mismo Casquete Hernando describa en fechas referidas:
El ganado se aproxima. Casi entra ya en las calles del pueblo. Entonces la
multitud, como movida por un resorte, preciptase en vertiginosa carrera hasta
dar de cara con el ganado. Y delante de l, delante de los furiosos caballos,
festoneados cuello y grupas de alba espuma, la multitud corre, corre hasta la
misma plaza de la Constitucin: la capea ya est en la plaza!
12
.
En Barrancos se proceda de modo similar. Veamos dos textos al respecto:
O toiro, que at meados dos anos 70 era trazido em estampido dos
campos, uma vez entrando na praa, dadas as estruturas de uma arquitectura
nica [] s tem uma sada [] s pode sair da praa morto aps finalizada a
lide
13
.
A manh no acabou ainda de nacer. Os foguetes anunciam a chegada dos
touros do campo, At praa, onde vo ficar esperando a corrida ao fim do dia,
os animais vo ter que percorrer um caminho pouco fcil. Vo subir e descer
vrias vezes a ladeira ngreme de acesso aos curros, conforme o espectador e
toureiro improvisado neste encerro se mostre mas afoito. Asustados pelo alvoroo,
as feras vo investir sobre tudo e todos. O corropio estonteante de pesoas e
animais prolonga o percurso at praa ja repleta de curiosos
14
.
En la actualidad las reses son tradas en transportes sobre ruedas hasta las
calles donde, por la maana, se corre ensogado el toro de muerte hasta ser recluido
en el toril de la plaza. All esperar hasta la tarde y hora en que tenga lugar su lidia
y muerte.
III.6. La forma de toreo
Frente a la teora caballeresca o de toreros nobles a caballo, creemos que la ms
popular y extendida era la multitudinaria. Todos citan y todos evitan la embestida
de las reses. Ese es el juego con toros o vaquillas. As se sigue haciendo en Segura
de Len. Como consta en la Historia del toreo, cost mucho vencer la resistencia de
los aficionados acostumbrados a participar en la lidia a pie de plaza. El despeje del
ruedo, del que en las corridas regladas no queda ms que un rito formalizado por
dos jinetes, no ha llegado a establecerse en la localidad portuguesa, donde, la
multitud o parte de ella, permanece en la plaza durante la lidia y muerte del toro a
la espaola. Para nada interrumpen la lidia del torero y su cuadrilla y, llegado el
caso, le sirven de ayuda en algn lance concreto. En efecto, en la primera de las
corridas de este ao 2007, el torero, que haba logrado una buena faena en el
primero de los dos toros, en el segundo, manso de solemnidad, le alcanz con la
espada de forma que sta sali por el costado de la res de mala manera. Uno de los
asistentes, colgado de los maderos del tabudo, extrajo el estoque del astado y se
lo devolvi al torero, como hubiera hecho cualquier miembro de su cuadrilla.
11
Archivo Municipal de Segura de Len, lg. 12, doc. 14.
12
CASQUETE HERNANDO, A. ): Las capeas,..., p, 43.
13
ELOY, A. y GALVO, I. Barrancos, resiste..., p. 84.
14
REGO, M. et alii, Encontros com Barrancos..., s.p.
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
III.7. La muerte del toro
La primera noticia documentada de festejos taurinos en Segura de Len es del
26 de julio de 1738. Este da se lidiaron y mataron dos toros con ocasin de la
inauguracin de un retablo nuevo para su titular por parte de la cofrada de Santa
Ana. Este lance decisivo ha desaparecido en Segura de Len. Las vaquillas se lidian
y vuelven despus a la finca. Como se sabe, aparte del toro de muerte, la multitud
toreaba los cabestros, bueyes o vacas madrinas, que lo haban acompaado hasta
el ncleo urbano. Con el tiempo es lo que ha quedado del festejo taurino tradicional
en Segura. En Barrancos, como en cualquier otra plaza de toros donde se siguen las
pautas de la corrida reglada, ha desaparecido el toreo de los cabestros y queda la
lidia y muerte del toro o toros, que realizan toreros profesionales. El ltimo da de
las fiestas, al menos en las de 2007, se suelta en la plaza una vaquilla para que la
recorten y toreen los aficionados locales o visitantes.
Es tradicional el nmero de reses toreadas y estoqueadas: uno o dos, cada da,
lo que est en consonancia con lo que, hasta la gran prohibicin de la Monarqua
Ilustrada de 1785, se documenta en poblaciones de similares condiciones
socioeconmicas. Esta corrida a la espaola es en realidad una novillada sin picadores,
puesto que el torero y su cuadrilla realizan las suertes de capote, banderillas y
muleta, siguiendo en todo las pautas de la corrida reglada, desde el pasello a la
muerte del toro.
III.8. Destino de la carne de las reses lidiadas
La de los toros lidiados tena un sentido ritual o sacrificial y lograba una valoracin
especial por parte de los devotos o de los vecinos en general. En la tradicin
documentada por nosotros en diversas poblaciones de la comarca, se venda o
reparta por libras, primero entre los cofrades o entre quienes, a escote, haban
adquirido el toro de muerte y, luego, la sobrante, entre los dems participantes en
la fiesta o vecinos de la poblacin. En Segura de Len, al menos en los aos cuarenta
o posteriores a la Guerra de 1936-1939, an se lidiaban y mataban vaquillas o
algn aojo o eral para repartir su carne entre los pobres de la localidad el da de la
fiesta del Cristo de la Reja o das inmediatos. En la actualidad ha desaparecido tal
costumbre o resto del antiguo y tradicional reparto de los despojos de las reses
Figs. 7 y 8: Trada de las reses (Segura) y pasello (Barrancos)
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lidiadas. La carne que estos das alcanza el carcter de comida quasi ritual es la del
guarrito frito.
En Barrancos, sin embargo, la ingesta de la carne de los toros muertos en sus
corridas alcanza una valoracin identitaria como la propia celebracin de las corridas
a la espaola. La comunin de esta carne se ensalza hasta cotas elevadas. Su
preparacin con tomate supone algo ms que un modo culinario al uso. Veamos.
Los autores de Barrancos, resiste! lo formulan sin dudar, cuando seleccionan
Os seis pratos [] emblemticos do processo de afirmao e identidade de
Barrancos que son sopa de peixe da ribeira, caldihlo, migas barranquenha,
carne de toiro con tomate, sopa de batata y mondongo
15
.
Merece transcribir todo el discurso gastronmico y antropolgico sobre la carne
de toro con tomate, para que el lector se site convenientemente. Tambin en este
elemento de la tradicin se hace presente el cambio:
A carne do animal sacrificado ritualmente , nesta receita, cortada aos pe-
dazos, com gordura a acompaa-la.
Tempera-se con moito alho, louro, pimenta preta em p, e deixa-se marinar
em vinho branco, durante algum tempo, dado a carne deste mamfero, de criao
e no domesticvel, ser bastante rija.
Frita-se em azeite e junta-se polpa de tomate.
Antigamente comia-se a acompanhar con migas. Hoje fruto dos tempos
acompanha batata frita.
Esta carne comida num e s num momento. Que so as festas tradicionais.
Antigamente chegaba a ser a nica carne (salvo carne seca de porco) comida
pelos sectores mais carenciados. Antigamente, nas festas o toiro era doado,
normalmente, pelos senhores da terra (e as ganadarias aqu existem desde
meados do seculo XIX, nas zonas ribeirinhas e de alguna cultura de sequeiro) e
fazia parte do momento de comunho comunitaria.
Imposvel dissocia-lo da lgica litrgia que hoje sendo devotada a N.S.
da Concecio, o no dia de S. Gens (S. Jines), santo que recobre locais e
momentos ligados aos cultos zorostricos (do sol e da terra, tambn dada a
associao do toiro, chamado de mitraico)
16
.
IV. CONCLUSIONES
Barrancos y Segura de Len han mantenido en el tiempo una forma de correr
toros, vacas y bueyes que si, por una parte, se considera tradicional o de toda la
vida, por otra, y como no poda ser de otros modo, ha sufrido las consecuencias
lgicas del paso del tiempo. En ambos casos la fiesta taurina se reconoce como
seas de identidad cultural en el mbito local.
Una serie de elementos dan visos de antigedad y tipismo a los festejos, como
son los que hemos enumerado y tratado ms o menos extensamente. En primer
lugar la vinculacin de los festejos a fechas sealadas en el calendario festivo, que
suponen seas de identidad en la religiosidad local. Otro elemento comn y tradicional
es, sin duda, la adaptacin del espacio urbano, en ambos caso la plaza principal de
la poblacin, mediante toda una arquitectura efmera de gran tradicin en la pennsula,
y de diversa realizacin, segn tiempos y lugares.
15
Sus ingredientes y forma de prepararlos nos remiten a la gastronoma tradicional andaluza y extremea, es decir,
espaola, signo de identidad, uno ms de los proclamados por los propios barranqueos.
16
ELOY, A. y GALVO, I. Barrancos, resiste..., pp. 44-45.
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Festejos taurinos en la raya: Barrancos (Baixo Alentejo) y Segura de Len (Extremadura)
Si Segura de Len ha configurado con el tiempo un modelo de fiesta taurina en
la que ha desaparecido el toro de muerte, en Barrancos se da exactamente el caso
contrario: ha mantenido el toro de muerte y ha perdido el toreo multitudinario de
los cabestros acompaantes. En ambas poblaciones se ha perdido en todo o en
parte la conduccin de las reses desde la finca de pastoreo hasta el ncleo de la
poblacin. En Segura se mantiene la ocupacin de la plaza por la multitud que
participa activamente en la lidia de bueyes y vaquillas. En Barrancos, el gento que
ocupa el ruedo se mantiene como espectador de la faena del torero de turno en la
corrida a la espaola. De una parte tan esencial en el festejo tradicional, como es o
era la ingesta de la carne de las reses lidiadas, no tenemos noticia en Segura de
Len, aunque la caracterstica del festejo nos inclina a pensar en su existencia. En
Barrancos, en cambio, se mantiene y valora como elemento esencial identitario y
diferenciador de la poblacin.
En Barrancos, la resistencia misma frente a los poderes centrales se ha convertido
en autntico casus belli desde la ptica y las vivencias de sus vecinos y, por lo
mismo, sea de identidad incuestionable. El orgullo de sus vecinos estriba en que es
la nica poblacin de Portugal autorizada, desde 2002, a celebrar corridas a la
espaola. En Segura de Len no percibimos tal actitud de resistencia belicosa, pero
el hecho es que, contra viento y marea, la poblacin ha mantenido hasta el presente
esta forma de festejos de toros populares o capeas, a pesar de las disposiciones
prohibicionistas de autoridades civiles y religiosas, hasta exhibir, desde el ao 2000,
su condicin de Fiestas de Inters Turstico Regional.
Finalmente, si en Barrancos el fin de la Dictadura salazarista y el advenimiento
del sistema de libertades, propiciados por la llamada revolucin de los claveles de
1975, han influido en aspectos organizativos del festejo taurino, en Segura de Len,
en cambio, las circunstancias polticas de la Transicin no han marcado
significativamente el devenir de sus capeas.
Fig. 9: Faena de muleta (Barrancos)
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Fig. 10: Toreo tradicional (Segura)
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MIRADA A LA GASTRONOMA DE PORTUGAL
A LOOK AT PORTUGUESE GASTRONOMY
Felisa Zamorano Martnez
Corredera, 23
06900 LLERENA (Badajoz)
RESUMEN: Considero que antes de entrar en debates sobre las ventajas o no
de lo que se ha dado en llamar iberismo se impone el conocimiento mutuo de
dos pases alejados por motivos diversos. Slo puede valorarse y querer lo que
previamente se conoce. Intento en mi comunicacin hacer un somero repaso de
la rica cultura popular portuguesa creyendo que sta se halla vinculada a las
ms profundas raigambres de una raza y es lo que mejor denota el carcter de
un pueblo.
ABSTRACT: I consider that before debating on the advantages or
disadvantages of the so-called iberismo we must concentrate on a mutual
knowledge of two countries distanced by several reasons. One can only value
and love what is previously known. In my present paper I will try to make a brief
description of the rich popular Portuguese culture, believing as I do that it is
closely linked to the deepest roots of a particular race and which is what best
describes the character of a people.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 241 - 246
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Mirada a la gastronoma de Portugal
Quisiera, en estos momentos de posibles y aorados encuentros entre
Extremadura y el Alentejo portugus, poner de manifiesto la grandeza de la
cultura popular del pas hermano.
Los grandes monumentos de su cultura, son bastante conocidos o fciles
de conocer hoy da. As, en Literatura sus Cantigas de Amigo pertenecientes
al periodo galaico- portugus, son la primera aparicin de la lrica en las literaturas
peninsulares; gnero mas tarde representado por Gil Vicente, uno de los mayores
dramaturgos europeos, maestro en el dominio de su lengua nativa y del castellano.
La figura dominante de sus letras es sin duda Luis de Camoens, poeta lrico, pero
sobre todo genial poeta pico en Os Lusiadas, la epopeya nacional. Sera largo
enumerar sus historiadores, novelistas (Ea de Queiroz) poetas, destacando en la
actualidad a Fernando Pessoa.
En el arte, hasta el siglo XIII no es posible hacer diferenciaciones entre Espaa y
Portugal (monumentos megalticos, huellas romanas en Evora, iglesias visigodas
como San Pedro de Balmesao o San Fructuoso de Montelios), etc.
La influencia rabe fue mnima, no as las peregrinaciones jacobeas que le dejaron
abundantes rasgos europeos a lo largo de la Edad Media en la que se produjo la
penetracin tarda del romnico (Catedrales de Lisboa, Evora y Coimbra)
El gtico le depar una de sus ms bellas creaciones en el Monasterio de Batalha,
as como el Cisterniense, en Alcobaa, el Manuelino en la torre de Belem y en el
Monasterio Jernimo de Lisboa o el barroco tardo en Mafra.
Su pintura ms representativa est incluida en la escuela Castellana con Snchez
Coello.
Su orfebrera, de prestigio universal donde destac la tcnica de la filigrana,
brill con luz propia gracias a sus consumados artistas y a los metales y piedras
preciosas, tradas en abundancia a la metrpoli, por sus navegantes y descubridores.
Desgraciadamente la produccin en serie ha despojado a esta labor de artfices,
de su carcter individual.
He aqu un repaso somero de su Cultura con mayscula, pero al ser la cultura
popular el verdadero corazn de un pueblo, es obligado detenerse en ella.
Segn la UNESCO, para determinar el nivel cultural de los pueblos atrasados, se
utilizan fundamentalmente tres criterios: la msica, la cermica y la cocina. Porque
en un primer estadio de desarrollo cultural, los pueblos se expresan a travs de
manifestaciones que no requieren el conocimiento de ningn idioma escrito, sino
que son expresiones puras de su capacidad creativa.
Analizando someramente la msica portuguesa popular, lo ms destacable es el
fado. Fue en sus orgenes un canto lrico que comenta el fatum (hado) de un personaje.
Sus orgenes son dudosos, pudiendo ser una derivacin de la modinha portuguesa o
del flamenco espaol y desde luego sus letras romanceadas son muy populares en
Brasil.
El fado alcanz su esplendor en la mitad del siglo XIX, de acorde con el
romanticismo, pero sigue escuchndose con gusto por su carcter sentimental y
melanclico, gracias a las maravillosas voces de artistas como Amalia Rodrgues,
autntico icono de la msica, sin olvidar a Madredeus o a Dulce Pontes que aaden
al fado parte del folklore popular, impregnado siempre de los recuerdos de la tierra
o las aoranzas del imperio perdido (Angola devastada por la guerra en ese magnfico
do de Dulce, con Waldemar Bastos en Velha Chica.
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Felisa Zamorano
La msica del Pueblo con letra de Pessoa y Mario Pacheco deja -segn sus
propias palabras- a Marisa sin lgrimas, por consoladora y triste; deja de llorar al
escucharla. En la misma lnea nostlgica se mueve la Caboverdea Cesaria Evora
con su poesa brasileira ms llena de matices an. No podemos dejar de mencionar
al grupo Acetre por su magnifica labor interpretativa e investigadora en la Raya.
Siguiendo el orden que marca la UNESCO, la cermica portuguesa, popular y
colorista alcanza el culmen en los azulejos de sus monumentos religiosos siendo
admirables adems los barros alentejanos, los de Extremuz o Nisa decorativos o
utilitarios siempre admirables modelos de arte popular, destacando los de Redondo
vidriados con ingenuas flores.
Don Juan Ruiz, el socarrn e irnico Arcipreste de Hita, en el siglo XIV y haciendo
glosa de un aforismo de Aristteles, deca que el mundo se mueve por dos motivos
fundamentales: el comer y el amor (dejmoslo as).
La cocina portuguesa, en lneas generales, puede encuadrarse en la llamada
cocina mediterrnea siendo los tres ejes que la sustentan, el pan, el aceite y el vino.
Es importante resaltar que la cocina portuguesa, no es la cocina espaola, es otro
aspecto de la cocina ibrica con sus distintivos, pese a ser una cocina del terruo,
esencialmente simple.
Bastante desconocida para los propios vecinos de Extremadura pese a que de
ordinario, confluyen centenares de conciudadanos en cualquier pueblo alentejano y
que una si y cien veces tambin, se hacen servir lo mismo: mariscos.
Pero qu platos populares pueden ofertarnos? Empecemos por los que tienen al
pan como elemento principal en la elaboracin del pan no slo entra el trigo tambin
el maiz, parte fundamental de toda suerte de sopas que suelen servirse antes del
plato principal.
Sobresalen la sopa de esprrago bravo, el caldo verde, el ensopado de borrego,
la sopa de cazn, la aorda alentejana con pescado, la de verdolaga con queso etc.
Todas ellas exquisitas, as como sus diferentes migas de bacalao, de batatas, migas
gatas, migas alentejanas con costilla y tocino de cerdo, etc.
Destacan sus platos de legumbres, hortalizas y verduras por la magnificencia de
sus materias primas. Las producciones en el pas suelen ser cortas pero muy
diversificadas en consonancia con la composicin de los suelos (mayormente
delgados) y el extenso reparto de microclimas. Las reas de cultivo -normalmente
pequeas- encarecen las cosechas pero las mejoran cualitativamente.
En el terreno de las carnes se come mucho porcino y se elaboran embutidos
como el chorio, el jamn llamado presunto, frecuentemente curado al humo y
algn otro tipo de salchichas sin pimentn.
El pueblo afirma: No Alentejo, mais que andes, s vs porcos a sombra do
chaparros mas ha sombra nestes desertos? Alentejo nao ten sombra... El pastor
que sirve de modelo a los pinceles vigorosos de Diordio Gomes, en busca de bolotas,
a vara de porcos no encuentra sombras. El cerdo pues, tiene en la gastronoma
portuguesa honras bien merecidas.
En menor proporcin pero muy del gusto de su cocina se encuentran el cordero,
el cabrito y las aves.
Son platos destacados el Bucho racheado, el lombo de porco con almejas, los
enchidos, la cacholeira, la farinheira, la lingisa, el carnero asado, ensopado de
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Mirada a la gastronoma de Portugal
pastora, el borrego de pascua, la liebre con judas blancas, la perdiz a los tres
aromas y una lista interminable de platos que sera imposible enumerar y lamentara
olvidar los mas representativos.
El pescado se consume tradicionalmente fresco, condimentado de la manera
ms simple, a la brasa o con aceite de oliva. Destacan las espetadas casi siempre de
sardinas y sus magnficos mariscos, as como sus platos de cazn.
Es sin embargo el bacalao el pescado rey de la cocina portuguesa y se consume
en grandes cantidades. Suele curarse en salazn y el gran truco es saber desalarlo.
Los cocineros afirman que existen 365 recetas diferentes de este pescado (una para
cada da del ao). Destacan el bacalao a la brasa, el tan demandado bacalao dorado,
al horno, en sopas, con tomate, en tortillas etc.
Antes de pasar al captulo de los dulces, donde afortunadamente hay todava
muchas reminiscencias de las cocinas monacales, merecen especial mencin, platos
como el cocido de liebre, liebre con coles, championes con culantros, las migas del
carbonero, el arroz de pato, las empanadas de arraiolos, los pies de cerdo con
culantros, la friginada, la gallina al Oporto, el queso de cabeza de cerdo, etc.
Como pas en Extremadura, la invasin napolenica dio al traste con muchos
recetarios conventuales tambin en Portugal y casi todos llevan los mismos
componentes que en Espaa: almendras, piones, nueces, azcar, canela, huevos.
En el Alentejo sobresale el Pastel de Almendra del convento de Vidigueira, el del
buen gusto del C. de la Esperanza, el de mantequilla de Sta Victoria de Ameixial, el
tocino de cielo de Portalegre, la tripa de monja del convento de Borba, el requesn
asado de Evora, la Serica alentejana etc, etc.
Entre las bebidas, destacan los vinhos verdes del norte, blancos y jvenes, el
Oporto elaborado en Vilanova de Gaia, el madeira, los vinos de Carvacelo, el moscatel
de Setbal, los tintos de Borba, etc.
A la vista de lo expuesto, la cocina portuguesa del Alentejo no parece diferenciarse
gran cosa de las cocinas de la Raya ni de las extremeas en general.
Cules son pues los distintivos que la hacen tan diferente y tan apreciada?. En
primer lugar la materia prima que se cuida al extremo. En segundo lugar la falta de
prisa. La buena cocina est reida con ella. Portugal es aun hoy da, un pas donde
la aceleracin de la vida, precipitando y absorbiendo tiempos, ciclos y procesos, no
ha rebajado de forma apreciable el culto del pueblo hacia sus arraigadas tradiciones
culinarias. Y en tercer lugar pero muy importante, el uso que sabe hacer de las
plantas aromticas y de las especias.
Los descubrimientos de Vasco de Gama rompieron el monopolio que hasta
entonces haban tenido los traficantes rabes y la bella Lisboa se convirti en el
nuevo emporio para el comercio con el oriente remoto, promoviendo una crisis que
amenaz con hundir todo el montaje del comercio de Europa.
Pero tranquilizados los nimos, al puerto del Tajo empezaron a llegar los veleros
de San Marcos, las galeras genovesas, las naves aragonesas, las carabelas de Sevilla,
etc. En las factoras lisboetas se almacenaban: la canela, la mostaza, el jengibre, la
nuez moscada, los clavos de girofl, la pimienta, el azcar de caa, etc (H de la
Gastronoma Dr. Manuel Martnez Llopis). Desde entonces el portugus ha incorporado
a sus platos las especias, pero no slo eso, tambin las hierbas aromticas que
entran con profusin en todas sus comidas: culantros, laurel, guindillas, pimentn,
hierbabuena, organo, perejil, nuez moscada, hinojo molido, poleo, etc. Maridaje
perfecto: buena materia prima, ausencia de prisas y su adecuado de plantas
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Felisa Zamorano
aromticas y especias consiguen el resultado que podemos degustar en cualquiera
de sus platos an en los ms humildes.
Si a esto unimos otras cualidades distintivas del pueblo: una curiosidad indomable,
una marcada nostalgia, una especie de inocencia, una alegra melanclica, una
educacin exquisita, un trato amable, unas ciudades hermosas, necesariamente
tenemos que conocerlos mejor.
Ojal estas Jornadas ayuden a cambiar viejos prejuicios, a acabar con la mutua
ignorancia entre dos culturas tan cercanas y a valorar las cocinas autctonas, del
terruo, lejos de importaciones, cuando menos extraas.
Muchas gracias. Moito Obrigado.
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LOS EXPOSITORES EUCARISTICOS PORTUGUESES DURAN-
TE EL SIGLO XVI. ORIGINALIDADE INFLUENCIA ESPAOLA
THE PORTUGUESE EUCHARI STI C DI SPLAYS DURI NG THE XVI
CENTURY. ORI GI NALI TY AND SPANI SH I NFLUENCE
Antonio Joaqun Santos Mrquez
Departamento de Historia del Arte
Universidad de Sevilla
Mara de Padilla, s/n
41003 SEVILLA
[email protected]
RESUMEN: En este estudio se aborda uno de los temas ms interesantes de
las artes suntuarias portuguesas, el de los ostensorios y custodias que se labra-
ron en Portugal durante el siglo XVI. La originalidad en sus planteamientos y su
relacin con los restantes talleres hispnicos, ser el fundamento para analizar
aquellas obras ms importantes y singulares de la platera lusa de dicha centuria.
ABSTRACT: This article studies one of the most interesting subjects of the
Portuguese sumptuary arts, the one shown by the sacred vessels and monstrances
which were created in Portugal during the sixteenth century. The originality in
their approaches and their relationship with the Spanish craft houses will be the
base to analyze those most important and singular works of Portuguese silverware
in this century.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 247 - 258
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Los expositores eucarsticos portugueses durante el siglo XVI
El culto externo y pblico de la Eucarista en la Pennsula Ibrica hunde
sus races en el siglo XIV al igual que en el resto de Europa. La aparicin de
las herejas que ponan en cuestin este sacramento durante la centuria
anterior hicieron reaccionar al Papado, que tras una serie de personajes
relevantes y hechos milagrosos que apoyaban su sacralidad e importancia,
decidi exaltar la santidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fue Urbano IV,
en 1264, quien estableci en todo Occidente la festividad del Corpus Christi,
consumando y exteriorizando con ello su veneracin y adoracin general por todo el
orbe cristiano, que finalmente se materializ en la organizacin, a partir del 1300,
de la procesin pblica del Santsimo Sacramento
1
.
Las primeras procesiones peninsulares se desarrollaron en el Levante Espaol,
donde para ello se confeccionaron unos relicarios sagrados que tenan como principal
referente el Arca de la Alianza de Moiss, constituyndose as el reservado donde se
contena el ms sagrado de los sacramentos. Barcelona (1320), Mallorca (1337) y
otros puntos de la zona levantina, comenzaron a procesionar bellos expositores
argnteos que luego seran emulados en los restantes reinos peninsulares, tanto en
Castilla como en Portugal, a partir del siglo XV. En ambas coronas su difusin fue
ms tarda, aunque tuvo una mayor repercusin sobre todo a partir del siglo XVI,
centuria durante la cual, Castilla se convertir en el verdadero centro de las
celebraciones eucarsticas y la creadora de los mejores ejemplos de custodias que
an hoy guardan muchas de sus iglesias y catedrales
2
.
Pues bien, en el caso de Portugal, durante los ltimos aos del siglo XV y primeros
del XVI, la exposicin pblica al Santsimo Sacramento tuvo un importante apoyo
de la Corona, y ser sobre todo en el reinado de don Manuel I, cuando estas adquieran
un desarrollo inusitado. Su celo por preservar el catolicismo y por homogenizar la
poblacin en un nico credo al igual que lo haban hecho los Reyes Catlicos en los
reinos de Castilla y Aragn, demostraban su condicin de hombre fervientemente
religioso, empeado en grandes empresas arquitectnicas religiosas y dador de
gracias y riquezas a muchas de sus fundaciones, entre las que se encontraban los
grandes expositores argnteos para la veneracin del Santsimo Sacramento. Todo
ello vino a determinar un importante desarrollo del culto eucarstico que se vio
incrementado, al igual que en el resto de los pases hispanos, con la reaccin al
Protestantismo a partir de mediados de la centuria. Tras la implantacin de los
dictmenes de Trento y la unificacin de la Corona de Portugal con las de Castilla y
Aragn, se impuso el mismo espritu de religiosidad extrema en toda la Pennsula, y
esto hizo que el culto eucarstico adquiriera un destacado relieve, teniendo sus
mejores resultados durante el Barroco.
Centrndonos en el caso portugus, la celebracin del Corpus Christi se inicia en
las grandes ciudades portuguesas tras su proclamacin cannica de su festividad.
Parece que en los ltimos aos del reinado de Don Alfonso III (1210-1279) ya se
hacan procesiones pblicas en Lisboa y Oporto, aunque habr que esperar al monarca
Joao I (1357-1433) para que stas tuvieran la misma entidad que en el resto de sus
reinos hermanos, ordenando que la celebracin de la Eucarista fuese una
manifestacin de las grandezas patrias y de la autoridad monrquica, conmemorase
as una de sus grandes victorias, la de Aljubarrota, representada por la figura del
combatiente patrn luso, San Jorge, que deba presidir el cortejo, y mandando
asimismo realizar el primer relicario o urna argntea para contener en la procesin
lisboeta la Sagrada Eucarista
3
.
1
GASCN DE GOTOR, A. El Corpus Chirsti y las custodias procesionales en Espaa, Barcelona, 1916, pp. 5-8.
2
TRENS, M. Las custodias espaolas, Madrid, 1952.
3
DUARTE, M. D. Sacrum convivium: Formas e contedos da ceia do rei de Portugal na Idade Moderna a partir das
figuraes icnicas, De arte: Revista de Historia del Arte, ISSN 1696-0319, n. 4, 2005, pp. 89-120
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Todas estas noticias certifican que este fenmeno
estaba plenamente arraigado en el espritu religioso de
los portugueses, por lo que a partir de esta centuria se
comenzaron a labrar expositores argnteos para dichas
fiestas pblicas. Estos ostensorios, al igual que sucedi
en el resto de Europa, mostraron desde un principio el
tipo del relicario medieval con forma de cajita abierta
con pi e que fue adaptada a l a nueva funci n,
reproduciendo a su vez el modelo que tuvo mayor fortuna
en Portugal durante el siglo XVI, la custodia torreada
porttil. Uno de los ms antiguos conservados en
Portugal, y que podemos tomar como ejemplo de estos
iniciticos viticos, es el relicario llamado do Conde D.
Alfonso, que perteneci a la Colegiata de Ourem,
conservado hoy en el Museo Nacional de Arte Antiga de
Lisboa (Fig. 1)
4
. Participando claramente del ms puro
gtico flamgero propio de la poca, y siguiendo los
formatos tambin habidos en Castilla y Aragn, la pieza
ya muestra una de las particularidades portuguesas, y
es la forma de su contendor, que presenta un claro
frontalismo, lo que hace que la planta adquiera un perfil
rectangular, diferente al cuadrangular o achaflanado
habitualmente utilizado en
Espaa. La t pi ca peana
pol i l obul ada cubi erta de
cardina muy plana, el astil de
seccin rectangular con nudo en forma de friso con tondos
calados y baguetones en las esquinas, y el contenedor
reproduciendo un templete con chapitel en forma de
estilizada aguja, prueban la magnitud adquirida por estas
microarquitecturas goticistas que participan del espritu
general que invade los talleres europeos del momento.
En concreto, adquiere especial relieve el expositor, en
forma de caja rectangular abierta, con esquinas
fortalecidas por potentes pilares ornamentados con
traceras y pinculos calados rematndolos, adems de
una cubierta a cuatro aguas coronada por un orbe crucfero
y decorado con cardos enroscados que enmarcan una
herldica esmaltada que hace alusin a la casa real
portuguesa.
Figura 1: Relicario de la
Colegiata de Ourem
4
FERREIRA DE ALMEIDA, C. A. y BARROCA, M. J. Histria da Arte em Portugal. O Gotico, Lisboa, 2002, pp. 260-261.
Figura 2. Custodia del
Monasterio de Alcobaa
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Los expositores eucarsticos portugueses durante el siglo XVI
No obstante, el caso ms antiguo conocido que fue concebido para la funcin
eucarstica propiamente dicha, es el ostensorio realizado en 1412 y conservado en
este mismo museo, el cual perteneci al Convento de Alcobaza (Fig. 2). Sin duda,
este ejemplar simboliza la consolidacin de la originalidad de la traza de estos
relicarios portugueses en contraposicin a los castellanos y aragoneses de la poca
5
.
Fue donado a este monasterio cisterciense por uno de sus priores, don Joao Dornelas,
en su carta testamentaria datada en el mencionado ao. Al igual que sucede en el
anterior relicario, muestra un aspecto puramente arquitectnico, emulando las
grandes empresas del gtico final que tambin se estaban llevando a cabo por estos
aos en Portugal
6
. As, el pie estrellado con perfil muy movido y con su superficie
cubierta por una tracera calada muy delicada y de gran finura, presenta algunos
elementos epigrficos, herldicos y simblicos de gran inters y originalidad, como
son la inscripcin de letras gticas en lengua romance que hace alusin a su donante,
su emblema esmaltado que aparece en el centro de la misma, y las parejas de
garras con las que concluyen los listeles que delimitan los campos de su superficie.
El astil poligonal y con nudo torreado, reproduce igualmente el calado de la traza
gtica propia de los chapiteles gticos para concluir en el expositor, sin lugar a
dudas, verdadero protagonista de esta pieza, que se sustenta sobre un basamento
poligonal. Al igual que suceda con el ejemplar anterior, ste adquiere la particularidad
portuguesa de ser una caja de planta rectangular con un alzado lateral muy estrecho,
totalmente abierto por arcos conopiales adornados con un sogueado de esmalte
que comienza a estar presente en la arquitectura portuguesa de estos aos y que
ser otras de las seas de identidad de la decoracin lusa de la centuria siguiente.
A manera de dosel, el coronamiento adquiere el perfil de torre calada, con gabletes
y pinculos que dan paso a una puntiaguda aguja que se eleva hasta ser coronada
por el emblema crucfero. En los pinculos, unas capillitas dejan ver unas figuras
gticas que representan a la Virgen con el Nio, la Encarnacin, Santa Catalina,
Santa Brbara y la Magdalena, iconografa muy popular dentro del devocionario de
esta centuria en toda Europa. Nada tienen que ver con la obra primitiva las grandes
volutas que enmarcan los ngulos del expositor, que son producto de una reforma
barroca del siglo XVII. Mencionadas las particularidades portuguesas, no cabe duda
que su paralelo con otras creaciones espaolas, como se puede comprobar con un
ejemplar conservado en la catedral de Calahorra, o la que se guarda en el Museo de
la Catedral de Palencia, ambas igualmente de esta misma centuria, por lo que con
estas primeras experimentaciones se hace evidente la vinculacin entre los modelos
y los talleres peninsulares
7
.
No obstante, si en estas piezas ya se intua cierta originalidad en el planteamiento
de estos ostensorios argnteos lusos, durante el periodo del mencionado Manuel I
(1499-1520), se establecer definitivamente un modelo que ser el referente para
todo el pas y que, a partir de este momento, singularizar el tipo portugus durante
todo el siglo XVI. La importancia de su mecenazgo artstico, materializado en una
creatividad artstica de gran personalidad que har del arte portugus del primer
tercio del Quinientos uno de los ms sobresalientes de Europa, tambin se ver
refrendado por una serie de creaciones en metales nobles, producto todo ello de la
bonanza econmica y poltica que dieron al pas su periodo de mayor esplendor. A
todo ello se una su fervor religioso y su gran devocin a la Eucarista, lo que le
llevarn a promover una de las creaciones ms importantes de cuantas se hicieron
5
AA. VV. Inventrio do Museu Nacional de Arte Antiga. Colecao de ourivesaria, Lisboa, 1995, pp. 114-115.
6
Quizs el Monasterio de Batalla es el caso ms singular de la arquitectura final en Portugal, mandado construir por
Joao I y su construccin se desarroll entre los aos 1388 y 1500. RINCN GARCA, W. Arte Medieval, Arte
Portugus, Summa Artis, XXX, Madrid, 1986, pp. 102-112.
7
TRENS, M. Las custodias, ob.cit., figuras 37, 39.
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durante el periodo Manuelino, la custodia de Belm (Fig. 3), llamada as porque fue
labrada para este monasterio jernimo lisboeta. Segn cuenta el cronista Joao de
Barros, la decisin de confeccionar un gran ostensorio fue tomada tras la llegada de
Vasco de Gama a Lisboa en 1503, con cuyo oro de los parias de Quiloa, el monarca
decidi financiar tan magna obra como accin de gracias por sus victoriosas
andanzas
8
. Encomend dicha creacin al orfebre Gil Vicente, destacado artista
portugus que fue igualmente platero de la Reina Doa Leonor, hermana de Don
Manuel, fiel contraste lisboeta y un destacado escritor
humanista y dramaturgo que dio a la literatura portuguesa
relevantes escritos
9
. Dedic tres aos en su elaboracin,
finalizada en oro y esmaltes de mltiples colores en el
ao 1506, momento en el que se deposit definitivamente
en el Monasterio de los Jernimos de Lisboa. Lo ms
destacable de esta creacin es la implantacin en orfebrera
de un estilo propio, el Manuelino, que tendr como sus
caractersticas principales, la plasmacin de una
arquitectura gtica transformada por un original
vocabulario ornamental de origen marino similar al que
se desarrollaba en los edificios de la poca, adems de la
utilizacin del esmalte traslcido, que dar a estas obras
un sentido pictrico de gran suntuosidad, originalidad y
riqueza. El origen de este ltimo elemento se encuentra
en la corte borgoona del siglo XV, de donde fue llevada a
Portugal, segn los especialistas, por el maestro Juan,
que se ha identificado con el Juan van den Staygolstsy,
platero posiblemente borgon o centroeuropeo que
trabaj en la corte manuelina desde principios del 1500
10
.
En la pieza pervive el sentimiento gtico en su trazado, como se constata en la
peana estrellada y alabeada, cuya superficie se ve segmentada por gallones, el astil
poligonal recorrido con ventanales de tracera gtica, y el expositor que, siguiendo
el mismo esquema frontal, muestra dos grandes pilares laterales que enmarcan el
viril cilndrico central rematado por un chapitel torreado, de tracera totalmente
calada y de perfil apuntado. En esta ocasin, la aparicin de este tipo de tubo de
cristal en el centro donde se eriga la media luna para la Sagrada Forma, reafirma
de nuevo la inspiracin europea a la hora de disear esta obra, ya que es un elemento
muy utilizado en Italia y Alemania, y posiblemente se deba a la misma presencia de
oribes extranjeros como mencionbamos con anterioridad
11
. Sin embargo, lo ms
destacado es su ornamento, basado en el lxico manuelino que se plantea en obras
Figura 3: Custodia de
Monasterio de Belm
8
BARROS, J. Da Asia, Decada Primeira, liv. VI, cap. VII, Lisboa, 1945, p. 245.
9
AAVV. Inventrio do Museu Nacional de Arte Antita, ob.cit., pp. 122-124.
10
MORALES, J. L., Artes Industriales, Arte Portugus, ob.cit., p. 588.
11
Valgan de ejemplo los ejemplares conservados en Siena y Florencia, adems de en Colonia. Ver HERNMARCH, C.
The art of the european silversmith. 1430-1830, msterdam, 1977, t. II, plates, p. 332, figs. 877, 878. Asimismo, este viril
fue el resultado de la restauracin que se hizo en 1910 sustituyendo el viril del siglo XVII: AA.VV. Do Modo Gtico
ao Manuelino (seculos XV-XVI), Histria da Arte Portuguesa, Lisboa, 1995, p. 182.
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Los expositores eucarsticos portugueses durante el siglo XVI
arquitectnicas tan reseables construidas bajo el patrocinio regio, como el mismo
monasterio para la cual iba destinada esta custodia o en la famosa ventana del
monasterio de Tomar. De hecho, la cardina gtica aqu se entremezcla con estilizados
tallos de algas marinas, aves exticas y otros animales inspirados en los relatos
legendarios que traan los marineros de sus andanzas atlnticas, los cuales en la
peana adquieren una delicada composicin pictrica gracias al esmalte polcromo,
adems de reproducir igualmente rosetas, sogueados y, como no poda faltar, la
bola armilar, smbolo de la monarqua portuguesa y en concreto de la estirpe
manuelina.
Pero si por algo esta obra constituye un hito dentro de la orfebrera portuguesa
y europea en general, es por la aparicin de una rica y variada figuracin escultrica,
en la que adems se recoge una tradicin iconogrfica muy arraigada en la religiosidad
lusa vinculada tambin al culto de la Eucarstica. As, rodeando al viril aparece un
apostolado de rodillas, adorando al Santsimo Sacramento, que a su vez se corona
por las figuras de la Paloma del Espritu Santo, situada en el primer cuerpo de la
torre, y de Dios Padre, en el segundo, que viene a simbolizar claramente la Santsima
Trinidad y la Venida del Espritu Santo, dos festividades claves, que junto a la del
Corpus Christi, ejemplifican los episodios gozosos del Cristianismo, adems de
representar de manera ascendente el Nuevo y el Viejo Testamento.
La repercusin de esta creacin y el mecenazgo de la corte manuelina tambin
se materializaron en otras custodias que se conservan en diferentes lugares del pas
vecino. Ejemplo de ello sern las custodias de la S de Oporto (Fig. 4), labrada en
1517, y la ms tarda del Museo de Alberto Sampaio de Guimaraes, la cual perteneci
a la colegiata de esta ciudad, fechada en 1534. La primera fue donada por el obispo
Domingo de Sousa y sigue fielmente el esquema de Belm, aunque de apariencia
ms despejada y dominando una mayor frontalidad
12
. El esquema del vstago sigue
el modelo de los clices manuelinos de la poca, peana estrellada y elevada
13
, con
gajos decorados con una decoracin de cardina muy enroscada, astil poligonal con
nudo esfrico achatado decorado con esmalte, y expositor dispuesto a manera de
dosel gtico, con dos pinculos laterales que soportan el estilizado chapitel muy
calado ornamentado con bellas volutas vegetales. Este mismo diseo se repite en el
de Guimaraes (Fig. 5), resultado en esta ocasin de la donacin del cannigo de su
colegial don Gonzalo Ans
14
. El mecenazgo de este prelado para la confeccin de
otras obras de plata para este mismo templo, indican que posiblemente fuese el
orfebre portuense Joao Rodrguez su autor. La diferencia ms plausible es su peana,
donde introduce una fauna fantstica salida de la mitologa clsica aunque con un
tratamiento an de cierto recuerdo goticista. Sirenas y caballitos de mar son los
soportes de la peana estrellada, en la que la filigrana de la tracera calada es muy
compleja. El viril igualmente se ve escoltado por dos ngeles msicos de bulto,
herederos de esa tradicin figurativa que Gil Vicente inaugura en el ostensorio de
Belm.
12
Ibdem, p.187.
13
Es muy parecido por ejemplo al cliz portugus de principios del XVI conservado en la parroquia de Calzadilla de
los Barros. TEJADA VIZUETE, F. Eucarstica 2000, Badajoz, 2000, pp. 64-65.
14
DE ALCANTARA, M. y VASSALLO, N. A colecao de ourivesaria do Museu de Alberto Sampaio, Lisboa, 1998, pp. 88-89.
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Parecido a estos dos casos, es otro ostensorio conservado en el Museo Nacional
de Arte Antiga y que perteneci a la iglesia da Pena de Lisboa (Fig. 6), fechado entre
los aos 1530 y 1540, y en el cual apreciamos un mayor apego goticista, aunque en
la iconografa recogida en su peana adolece de la utilizacin de las estampas europeas
renacentistas divulgadas ya durante estos aos
15
. Finalmente, no podemos olvidar
dentro del repertorio de obras del periodo manuelino, la custodia de la Catedral de
vora (Fig. 7), donada por el obispo cardenal Don Alfonso, hijo de Manuel I, hacia
1530
16
. Sin alejarse en demasa de este esquema, la novedad que aporta este
ejemplar es su doble funcin de cliz-expositor, ya que este ltimo aparece encajado
en la copa del primero, siguiendo esa lnea decorativa y estructural que singulariza
las custodias manuelinas comentadas.
Figura 4 (izquierda): Custodia de la S de
Oporto
Figura 5 (derecha): Custodia de la Colegial de
Guimaraes
15
AAVV. Inventrio do Museu Nacional de Arte Antita, ob.cit., pp. 116-119.
16
MEDEIROS, J.F. Guia do Musu de Arte Sacra da Catedral de vora, vora, 1985, p. 47.
Figura 6 (izquierda): Custodia de la Iglesia da Pena
de Lisboa
Figura 7 (derecha): Custodia de la Catedral de vora
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Los expositores eucarsticos portugueses durante el siglo XVI
La influencia espaola entre los ejemplares de este
periodo, la constatamos en un bellsimo e nico
expositor que rompe con la tradicin portuguesa de
la custodia porttil y se adentra en los derroteros
que en Castilla y Aragn tuvieron tanto xito. Nos
referimos en concreto a la custodia de asiento de la
Catedral de Coimbra (Fig. 8), donada por el obispo
don Jorge de Almeida en el ao 1527
17
. Sin duda,
reproduce un modelo espaol ya que en Portugal esta
tipologa no tendr ninguna repercusin posterior.
Sigue el tipo impuesto en estos mismos aos por
Enrique de Arfe en sus torres argnteas de Sahagn,
Toledo, Crdoba y Cdiz, por lo que, si tenemos en
cuenta la fecha referida, pudo ser el resultado de un
encargo de este prelado a este platero de origen
centroeuropeo, cuyo taller se localizaba en Len, una
ciudad fronteriza con el reino de Portugal, con el que
tuvo vnculos artsticos constatados
18
. En este caso
en concreto, quizs adolece de cierta sencillez
compositiva, ya que la traza de torre calada marcada
por la ascensionalidad de sus pinculos, deriva
claramente de grabados alemanes del momento.
Concretamente la aparicin de los leoncillos
sosteniendo la peana hexagonal y los tres pisos
superiores, nos recuerdan mucho a un grabado de
Wiener Heilthumbhuch de 1502
19
.
Figura 8:
Custodia de la Catedral de Coimbra
Tal y como sucede en el resto de los reinos peninsulares, a partir de 1550, el
Renacimiento penetra de lleno en la plstica portuguesa. Durante este periodo, los
expositores lusos comienzan a transformarse y a utilizar todo un repertorio de
elementos y motivos clsicos que tendrn un mayor apego a partir de 1580 a lo
espaol, momento en el que se producir la unin hispano-portuguesa, aunque
siempre manteniendo sus seas de identidad que comentaremos seguidamente.
Entre las piezas que de forma ms temprana y que mejor ejemplifican este
nuevo devenir artstico, se encuentra una custodia conservada en la Catedral de
vora (Fig. 9), datada a mediados del Quinientos y que mantiene el tipo porttil y
frontal que hemos analizado en las de estilo manuelino
20
. De hecho, este esquema
triunfa tambin en este periodo, aunque la tracera gtica y los estilizados pinculos
son suplantados por composiciones que recuerdan a portadillas clsicas sacadas de
estampas, emulando igualmente esos diseos arquitectnicos que ya comienzan a
aflorar en suelo portugus
21
. En este sentido, este ejemplar en concreto reproduce
un tipo de peana romboidal con astil en forma de balaustre que tiene mucho que ver
con los modos hispnicos imperantes en este momento
22
. Lo ms original es la
portadilla que enmarca el viril, que recuerda en mucho a los portapaces platerescos
17
AA. VV. Inventrio da Colecao Museu Nacional de Machado de Castro Coimbra, Lisboa, 1992, pp. 78-79.
18
SANZ, M.J. La custodia procesional. Enrique de Arfe y su escuela, Crdoba, 2000, pp. 28-52.
19
Ibidem., p. 20
20
AA.VV. Tesouros de Arte e Devocao, Cat. Exp. vora, 2004, pp. 80-81.
21
MORALES, J.L. Renacimiento, Arte Portugus, ob.cit., pp. 240-263.
22
Por ejemplo, un caso cercano puede ser la cruz de altar de la parroquia de Fuente de Cantos (Badajoz), SANTOS
MRQUEZ, A.J. La platera religiosa en el sur de la provincia de Badajoz (en prensa).
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hispnicos, donde el balaustre ornamentado con
mascarones, el frontn avenerado y el calvario superior,
reproducen los mismos esquemas que de estas portadillas
hispnicas, como se puede comprobar en el conservado
en la iglesia de la Granada de Llerena, obra de Pedro de
Torres de hacia 1548
23
. En este sentido, podemos
igualmente hablar de cierta influencia lusa en tierras
castellanas a la hora de plantear el ostensorio de forma
frontal y con una arquitectura que recuerda ms al dosel
portugus que al tradicional templete torreado castellano,
como se constata en los casos vallisoletanos de Nava del
Rey y Alaejos, y en los extremeos de Montemoln y Fuente
del Maestre
24
.
Figura 9: Custodia de la Catedral de vora
Ms avanzada en el tiempo es la custodia conservada en el Museo Machado de
Castro de Coimbra (Fig. 10), en el cual la portadilla del viril se reduce prcticamente
a dos balaustres de los que cuelgan sendas campanillas y a un frontn curvo
avenerado superior
25
. Su astil, con peana circular y con doble escaln, decorada con
tarjas, frutos y gallones, y el nudo aovado con motivos de tendencia geomtrica,
hablan ya de una plena asimilacin del lxico ornamental clsico y un avance hacia
los postulados del manierismo espaol que se comenzarn a imponer en dcadas
posteriores. A este respecto tambin se conserva en suelo hispano un ostensorio
que por su composicin y ornamento delata su procedencia portuguesa. Hablamos
concretamente de una custodia de la catedral de la poblacin fronteriza de Ciudad
Rodrigo (Fig. 11), en la cual se vuelve a utilizar el recurso del cliz-ostensorio, y
donde ya la columna toscana soportando un dosel cupulado nos adentra en los
modelos portugueses del ltimo tercio de la centuria
26
. Quizs este ltimo ejemplar
adolezca de una decoracin ms retardataria, con abultado repertorio de grutescos
y motivos geomtricos, algo que tambin apreciamos en otros casos lusos de la
poca. Ello lo comprobamos en el ostensorio conservado en el Museo Grao Vasco
(Fig. 12), de esta misma poca, en el que de nuevo las columnas toscanas soportan
la cupulilla superior y donde ya hacen acto de presencia motivos herrerianos como
las pirmides con esferillas rematando estos soportes. Este ltimo modelo tendr
una fuerte presencia tambin en las colonias portuguesas, como se puede constatar
en el ostensorio custodiado en la Universidade Federal da Bahia, Brasil (Fig. 13),
donde el modelo de vstago con nudo aovado y columnas enmarcando el viril con
casquete semiesfrico superior, adornado con valos entre tarjas y cintas, ya se
23
ESTERAS, C. El arte de la platera en Llerena. Siglos XVI-XIX, Badajoz, 1990, pp. 25-27.
24
AAVV. El arte de la plata y de las joyas en la Espaa de Carlos V, La Corua, 1999, pp. 214-215; ESTERAS, C. El arte de
la platera, ob.cit., pp. 37-39; TEJADA VIZUETE, F. Platera y plateros bajoextremeos. Siglos XVI-XIX, Mrida, 1998,
pp. 170, 199-200.
25
AAVV. Inventrio da Colecao Museu Nacional de Machado de Castro, ob.cit., pp. 80-81.
26
AAVV. Kyrios. Las Edades del Hombre. Ciudad Rodrigo, 2006, pp. 263-264.
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Los expositores eucarsticos portugueses durante el siglo XVI
adentra en presupuestos manieristas ms avanzados similares a los apreciados en
el ejemplar de Coimbra. Caso excepcional y de clara resonancia espaola es otro
ostensorio conservado en el Museo de Arte Antiga (Fig. 14), donde la superposicin
de tres cuerpos en altura en la torre expositora a manera de templete recuerda el
tipo espaol, fechndose por ello ya en la dcada en 1580
27
.
Figura 10 (izquierda):
Custodia del Museo
Machado de Castro de
Coimbra
Figura 11 (centro):
Custodia de la Catedral
de Ciudad Rodrigo
Figura 12 (derecha):
Custodia del Museo Grao
Vasco.
Figura 13 (izquierda): Custodia de la
Universidade Federal da Bahia, Brasil
Figura 14 (derecha): Custodia del Museo
Nacional de Arte Antiga de Lisboa.
27
AAVV. Roteiro de Ourivesaria, Lisboa, 1975, p. 55.
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Finalmente, el dominio espaol y su fuerte influencia en las artes lusas, viene a
ratificarse en la custodia que se guarda en el Museo de Machado de Castro de
Coimbra y que perteneci a su catedral (Fig. 15), fechada en 1598 y realizada por el
madrileo Luis de Melgar
28
. Una obra de exportacin que viene a imponer el modelo
cortesano madrileo en tierras portuguesas, caracterizado por la desaparicin del
doselete y la utilizacin del tipo sol con estrellas que tanta repercusin tuvo en
Castilla. La geometra impuesta en la estructuracin del basamento y del astil,
adems de la utilizacin del esmalte y el picado de lustre como motivos ornamentales,
son elementos propiamente castellanos, aunque posiblemente su mecenas portugus
impusiera al platero una adaptacin al modelo luso, ya que la gran plataforma
sustentante del sol, recuerda aquellas que an en estos momentos se mantienen
soportando el doselete cupulado caracterstico de este pas. Su emulacin portuguesa
la tenemos plasmada en otra pieza similar conservada en el Museo Nacional de Arte
Antiga de Lisboa (Fig. 16), en la que, si bien reproduce el viril soleado, el astil y la
peana, llena de motivos abultados salidos de las geometras y la flora de recuerdo
an renacentista, adems de los angelillos adorantes postrados en la peana, dicen
mucho de las seas de identidad portuguesas surgidas a principios de siglo y que se
mantendrn, con los consabidos cambios propios de la evolucin estilstica, hasta
bien entrado el Barroco
29
.
Por consiguiente, tras este recorrido por el mundo de los expositores argnteos
portugueses, tan slo nos queda ratificar la originalidad estilstica que se manifiesta
en estas piezas quinientistas, las cuales van a seguir un modelo muy definido tanto
estructural como decorativamente hablando, dejndose seducir en determinados
momentos por la arrolladora influencia de la platera y de los plateros espaoles,
que viven, al igual que los lusos, su edad de oro durante el siglo XVI.
Figura 15 (izquierda): Custodia
de la Catedral de Coimbra
28
AA. VV. Inventrio da Colecao Museu Nacional de Machado de Castro, ob.cit., pp. 82-83.
29
AA. VV. Roteiro de ourivesaria..., ob.cit., p. 58.
Figura 16 (derecha): Custodia
del Museo Nacional de Arte
Antiga de Lisboa
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RELACIONES ARTSTICAS ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
DE LA TEORA DEL TRATADO DE SAGREDO A LA PRCTICA
DE LA CONSTRUCCIN DE LA CAPILLA MAYOR DE LA
MISERICORDIA DE OPORTO
ARTI STI C RELATI ONSHI PS BETWEEN SPAI N AND PORTUGAL.
FROM THE THEORY OF THE TREATI SE OF SAGREDO TO THE
PRACTI CE OF THE BUI LDI NG OF THE MAJ OR CHAPEL OF
MI SERI CORDI A I N PORTO
Joana Balsa de Pinho
Instituto de Histria da Arte
Faculdade de Letras
Universidade de Lisboa
Alameda da Universidade
1600-214 LISBOA - PORTUGAL
[email protected]
RESUMEN: Las relaciones culturales en general y las artsticas en particular,
no toman la forma de relaciones estructuradas o programadas, pero son fruto
del tiempo y del espacio, y originan el reparto de los mismos ideales estticos,
algunos artistas y mecenas. As, partiendo de una obra de arquitectura concre-
ta, buscamos revelar las relaciones artsticas existentes entre Portugal y Espa-
a, teniendo como base la relacin entre la teora y la prctica de la arquitectura
y la influencia de la tratadstica en la arquitectura real. Recurriremos al tratado
Medidas del Romano de Diego de Sagredo y a la capilla mayor de la iglesia de la
Misericordia de Oporto, construida entre 1584 y 1590, con el legado testamen-
tario de D. Lopo de Almeida, capelln de Felipe II.
ABSTRACT: Generally speaking, cultural relations, and particularly artistic
ones, do not take the shape of structuralized or programmed relations; they are
rather the result of time and space, and they share the same aesthetic ideals,
the same artists and patrons. Thus, taking a particular work of architecture as a
starting point, we try to reveal the artistic relations existing between Spain and
Portugal, using the relationship between the theory and the practice of architecture
as our base, as well as the influence of treatise bibliography upon real architecture.
We will focus on the treatise Medidas del Romano by Diego de Sagredo and the
major chapel of the church of the Misericordia in Porto, built between 1584 and
1590, thanks to the testamentary legacy of D. Lope de Almeida, chaplain of
Felipe II.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 259 - 270
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Relaciones artsticas entre Espaa y Portugal. De la teora del tratado de Sagredo
I. INTRODUCCIN
En este texto abordaremos cuestiones relacionadas con las relaciones
artsticas entre Portugal y Espaa y a pesar de no referirnos al Iberismo, el
mbito cronolgico es el periodo de la Unin Ibrica (1580-1640).
El arte del siglo XVI, aunque es bastante heterogneo, trae como novedad
la tendencia a un clasicismo, bien sea por los principios del Renacimiento bien por
los del Manierismo. Pretendemos tratar un aspecto especfico de las relaciones
culturales entre los dos pases, que en la mayora de las veces no toma la forma de
relaciones estructuradas o programadas, pero son fruto del tiempo y del espacio, y
que originan el reparto de los mismos ideales estticos, algunos artistas y mecenas.
As, partiendo de una obra de arquitectura, buscamos revelar las relaciones
artsticas existentes entre Portugal y Espaa, teniendo como base la relacin entre
la teora y la prctica de la arquitectura y la influencia de la tratadstica en la
arquitectura real, recurriendo al tratado Medidas del Romano de Diego de Sagredo
y a la capilla mayor de la iglesia de la Misericordia de Oporto, construida entre 1584
y 1590, con el legado testamentario de D. Lopo de Almeida, capelln de Felipe II.
II. CULTURA ARQUITECTNICA Y TRATADSTICA
El marco de evolucin de la arquitectura quinientista portuguesa se define por no
ser lineal
1
; o sea, es marcado por diferentes corrientes artsticas y en sus extremos
por la persistencia de soluciones gticas que se prolongan por todo el siglo XVI y
por ejemplares experimentales, que revelan lneas de investigacin vanguardistas
primero, renacentistas y despus manieristas. As, coexisten obras con caractersticas
estticas diversificadas, unas con soluciones ms tradicionales, vernaculares y gticas
y otras evidenciando soluciones ms modernas y clasicistas. Debido a esta
complejidad, identificaremos slo las grandes lneas caracterizadoras de este perodo.
Durante la primera mitad del siglo XVI predomin el sistema gtico, utilizado en
la construccin de grandes catedrales y en numerosos edificios religiosos, que
demostr con xito su capacidad para definir espacios sagrados de acuerdo con las
necesidades ideolgicas y funcionales de la Iglesia; lentamente estas estructuras
gticas van incorporando gramtica decorativa renacentista, generada por el
descubrimiento de la antigedad clsica y originando obras de carcter hbrido
2
.
Las obras de los arquitectos ms eruditos siguen una tendencia diferenciada,
iniciando un proceso de decantacin purista que valora la estructura del edificio y
reduce progresivamente los repertorios ornamentales, aproximndose a las
concepciones de la arquitectura clsica, en una alteracin esttica que va a evolucionar
de un nuevo repertorio ornamental al romano para la implementacin de una nueva
espacialidad
3
.
En Italia este proceso fue acompaado por un crecimiento de la literatura artstica
que intenta explicar el fundamento terico de estos cambios, efectuando una ruptura
con el pasado artstico inmediato y estructurando una teora clasicista.
En la segunda mitad del siglo XVI, y despus de una breve y focalizada experiencia
renacentista, se impone el Manierismo, libre de resquicios gticos, y surge como
1
Cfr. SILVA, J. P. 1983, p. 184.
2
Vid PEREIRA, P. (dir.) 1995, pp. 11-113 y SERRO, V. 2002, pp. 22-46.
3
PEREIRA, P. (dir.) 1995, pp. 315-320 y SERRO, V. 2002, pp. 47-55.
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voluntad consciente y deliberada de contestacin a la ortodoxia clsica, vinculndose
a las necesidades ideolgicas de la Contrarreforma y al gusto de los encomendantes.
Se implementa por la asimilacin de valores como austeridad, sencillez, claridad,
funcionalidad, concretizada en la simplicidad de las opciones formales, en el
despojamiento ornamental (de las fachadas, muros interiores, decoracin de portales
y vanos), en las volumetras simples, en la claridad de las proporciones y en la
funcionalidad de los espacios
4
.
En este contexto, la tratadstica desempe un importante papel en la definicin
de la nueva cultura arquitectnica del quinientos. Su funcin fue doble: introducir,
juntamente con otros medios, la esttica renacentista y manierista, y promover la
alteracin del estatuto del arquitecto y de la arquitectura, elevando el nivel cultural
de los maestros de obras, proporcionndoles formacin y actualizacin esttica y
artstica. Las reflexiones tericas sobre la arquitectura, tanto como arte/ciencia
como del papel del arquitecto, destacando su componente intelectual y no tanto
manual, fueron decisivas para un cambio del estatuto del arquitecto, en el contexto
de la organizacin del trabajo en un taller de obra y en la sociedad en general
5
.
El descubrimiento de la obra De Architettura de Vitrvio y su impresin y traduccin
marcan el inicio de un movimiento intenso de produccin terica sobre arquitectura,
tanto de produccin nueva como de traducciones. Destacan las obras de Leon Baptista
Alberti, Diego de Sagredo, Sebastiano Serlio, Andrea Palladio, Jacopo Vignola, Philibert
Leorme, con amplia divulgacin por toda Europa.
La Pennsula Ibrica se incorpor bastante pronto a la dinmica internacional de
los tratados de arquitectura. En Espaa, la obra Medidas del Romano de Diego de
Sagredo es un ejemplo de esta tendencia, pero no un ejemplo aislado, pues todas
las novedades importantes encontraron eco casi inmediato en ediciones espaolas:
en 1552 es realizada la traduccin del Tercero y Cuarto Libros de Sebastiano Serlio
por Francisco Villalpando; la primera traduccin de De Architectura de Vitrvio es
publicada en Alcal de Henares en 1582 y De Re Aedificatoria de Leon Baptista
Alberti en Madrid en 1582. Estas traducciones son slo un refuerzo de la influencia
de estos tratados, pues est probada su difusin por el mundo hispnico en ediciones
originales.
Tambin en Portugal, los diferentes textos tericos de Vitrvio, Alberti, Durero,
entre otros llegaron rpidamente y a finales de la primera mitad del siglo se produjo
un movimiento editorial sin precedentes que coloc el pas al corriente de la tendencia
de la tratadstica. El tratado de Diego de Sagredo, Medidas del Romano, es editado
por el librero real Lus Rodrigues en Lisboa en 1541 y reeditado en 1542, llegando a
alcanzar cerca de tres mil ejemplares. Del Cuarto Libro de Sebastiano Serlio, antes
de la traduccin en castellano en 1552, ya circulaba en Portugal su programa y
estampas; en 1542 el matemtico Pedro Nunes tena el encargo de traducir lo De
Architettura de Vitrvio y en 1551, Andr de Resende concluye la traduccin del
tratado de Alberti
6
.
4
PEREIRA, P. (dir.) 1995, p. 383.
5
Ibdem, pp. 303-306 y 350-351.
6
Cfr. SERRO, V. 2002, pp. 53-54 y PEREIRA, P. (dir.) 1995, pp. 350 y 398-401. Adems de estas traducciones, es
conocido un nico tratado de arquitectura escrito por el portugues Antnio Rodrigues en 1575-1579, vid. MOREIRA,
R.1982.
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Relaciones artsticas entre Espaa y Portugal. De la teora del tratado de Sagredo
III. MEDIDAS DEL ROMANO DE DIEGO DE SAGREDO
El tratado Medidas del Romano escrito por Diego de Sagredo fue publicado por
primera vez en 1526 y es el primer libro sobre arquitectura escrito en lengua romance
en la Europa del Renacimiento. Este hecho demuestra que Espaa se incorpor
bastante pronto a la tendencia europea de tratados de arquitectura, demostrando
que los tratadistas ibricos asimilaron y hacen eco de las doctrinas internacionales;
ms que un pas receptor, demostr capacidad de intervenir activamente en el debate
internacional de las ideas arquitectnicas
7
.
Se sabe poco de la vida de Sagredo y tambin de su obra profesional.
Es probable que habiese nacido en Yunclillos, cerca de Toledo, en una familia
humilde
8
. La primera referencia documental alude a su aceptacin como alumno en
la Universidad de Alcal de Henares el 19 de enero de 1512, por una cdula de
Francisco Jimnez de Cisneros, fundador de la Universidad.
Posteriormente fue nombrado capelln del Cardenal Cisneros, acompandolo
en muchos de sus viajes por Castilla hasta la fecha de su muerte en 1517
9
.
De 1518 a 1522 es posible que estuviese en Italia, pues existe un vaco
documental; en ese viaje debi haber recorrido varias ciudades, interesndose ms
por los vestigios de la antigedad clsica que por las obras de sus contemporneos
10
.
A pesar de que no existen pruebas documentales sobre este viaje, existen bastantes
indicios en su obra, desde descripciones de monumentos romanos y florentinos al
profundo conocimiento del discurso contemporneo sobre teora artstica, citando
directa e indirectamente a Vitrvio y Alberti, Francesco di Giorgio Martn o Pomponius
Gauricus
11
.
En 1522 Diego de Sagredo estaba en Burgos, donde hace los dibujos para la
tumba del arzobispo Juan Rodrguez Fonseca y donde conoce al pintor Lon Picardo
12
.
Ese mismo ao se instala en Toledo. En este lugar colabor en las obras de la ciudad
y al servicio de la catedral, adems de obras efmeras dedicadas a las procesiones y
celebraciones de la Semana Santa, fiestas del Corpus Christi y tambin en eventos
como entradas reales y conmemoraciones
13
.
Fue tambin capelln de Juana la Loca y consejero arquitectnico de Alfonso de
Fonseca, cardenal de Toledo, a quien dedic su tratado. Es decir, se relacionaba con
figuras de relieve de la sociedad de la poca, como figuras de la iglesia, de la
realeza y con artistas; algunos de ellos aparecen referidos en su tratado
14
.
En 1528 muri, probablemente a consecuencia de la epidemia de peste que
afect Toledo en 1527.
Sagredo dej escrito un tratado, que no slo es uno de los grandes tratados del
Renacimiento, sino tambin un precursor de la teora arquitectnica en la Pennsula
Ibrica.
7
Cfr. Juan Antonio RAMIREZ, edicin espaola de WIEBENSON, D. 1988, p. 42.
8
Cfr. Teoria da arquitectura do renascimento at aos nossos dias, 2003, p. 360.
9
Fundacin Diego de Sagredo, http://www.diegodesagredo.com/diegodesagredo.htm.
10
WIEBENSON, D. 1988, p. 163.
11
Teoria da arquitectura do renascimento..., p. 360.
12
Ibdem, p. 360.
13
Fundacin Diego de Sagredo, http://www.diegodesagredo.com/diegodesagredo.htm
14
WIEBENSON, D. 1988, p. 163.
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Joana Balsa de Pinho
Medidas del Romano, publicado en Toledo en 1526, escrito en lengua romance y
dedicado a Alfonso de Fonseca, arzobispo de Toledo y gran mecenas, tena como
objetivo regularizar el sistema de representacin vigente en la poca y sistematizar
el empleo de las rdenes arquitectnicas, presentndose como la primera codificacin
terica de la literatura artstica espaola de la Edad Moderna.
Fue el primero de un conjunto de tratados dedicados a un tema especfico abordado
por Vitrvio, el de las rdenes, cuyo contenido fue extrado de los libros III y IV,
revelndose como un anlisis crtico de esa obra y anticipando el tratado de Sebastiano
Serlio
15
.
Su intencin era contestar a la arquitectura tradicional que an se produca
conforme al formulario tardo-gtico/plateresco y llevar a la arquitectura los ideales
ms prximos del gusto renacentista. Su contenido va dirigido a maestros y oficiales
de la construccin, que quieran conocer los elementos clsicos de los edificios
antiguos, pero tambin a la regularizacin y sistematizacin de las artes plsticas,
expresamente la escultura y la decoracin.
La obra est escrita en forma de dilogo, recurso estilstico comn en la poca,
lo que acenta la orientacin prctica del texto. Dos amigos, Picardo y Tampeso,
disertan sobre el uso de las rdenes arquitectnicas y sobre la teora de las
proporciones. Picardo, que se puede identificar con el pintor francs Leon Picardo,
formula las preguntas y el prelado Tampeso, que se puede identificar con el propio
Diego de Sagredo, da las respuestas. Comienza con consideraciones sobre algunos
de los edificios y proyectos arquitectnicos espaoles de la poca, el papel de la
geometra y consideraciones sobre el arquitecto. Siguen los captulos sobre
decoracin, rdenes y proporciones, columnas monstruosas, candelabros y
balaustres. En este captulo Sagredo presenta una novedad al exponer una orden
con gran influencia local, espaola, y as se asume como el iniciador de la formulacin
de las rdenes nacionales modernas
16
.
Medidas del Romano tuvo gran xito, cont con siete ediciones en menos de
treinta aos, con ediciones en Lisboa y con traducciones al francs; en 1553 se
publica la quinta edicin en espaol y en 1564 la quinta edicin en francs, y por lo
menos un ejemplar en francs, de la edicin de 1542, lleg bastante pronto a
Inglaterra
17
. La obra despert un enorme inters, siendo bien recibida en los
ambientes artsticos conservadores pero tambin entre los curiosos de las novedades.
IV. LA COFRADA DE LA MISERICORDIA DE OPORTO
Las cofradas de la Virgen de la Misericordia, Santas Casas de la Misericordia o
simplemente Misericordias son cofradas de legos que se organizaron bajo la
invocacin de la Virgen de la Misericordia y prosiguen objetivos asistenciales y
espirituales, tanto para sus miembros como para los ms necesitados ajenos a ella,
a travs del cumplimiento de las catorce Obras de Misericordia.
Las cofradas de la Misericordia nacieron con la institucin de la cofrada de
Lisboa
18
. Esta fue fundada el da 15 de agosto de 1498, en una capilla del claustro
15
Ibdem, pp. 23 y 163; Teoria da arquitectura do renascimento..., p. 358.
16
Teoria da arquitectura do renascimento..., p. 360.
17
WIEBENSON, D. 1988, p. 164.
18
La mejor fuente para el conocimiento de la institucin de la cofrada lisboeta es el Compromiso, instrumento
jurdico que fundamentaba y orientaba su accin. Vid. la publicacin de los diferentes Compromisos de las Miseri-
cordias en Portugaliae Monumenta Misericordiarum, vol. 3, 2004.
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Relaciones artsticas entre Espaa y Portugal. De la teora del tratado de Sagredo
de la Catedral de Lisboa, con el incentivo de la reina regente D Leonor
19
, mujer de
D. Joo II y hermana de D. Manuel I, dando permisso, consentimento e mandado
a la idea de alguns bons e fieis cristo y con el apoyo de varias personalidades
civiles y religiosas
20
.
Despus de la fundacin de la cofrada de Lisboa, las Misericordias comenzaron
a constituirse y a organizarse en otros lugares del pas y del espacio ultramarino,
que recientemente haba sido descubierto y ocupado por los portugueses.
En 1499 es constituida la Misericordia de Oporto. La principal fuente para el
conocimiento de su institucin es una carta enviada por D. Manuel I a los jueces,
concejales, procuradores, hidalgos, caballeros y hombres buenos de la ciudad, con
fecha de 14 de marzo diciendo vos emcomendamos () vos queiraees ajumtar e
ordenar como em esa idade se fezese a dicta comfraria
21
. An, la Misericordia de
Oporto slo aparece referida documentalmente por primera vez en 1503
22
.
Hasta 1502 no tuvo instalaciones fijas en la ciudad y ese ao la cofrada pasa a
ocupar la capilla de Santiago en el claustro viejo o antiguo de los Naranjos de la
Catedral de Oporto, realizndose la primera celebracin el 7 de agosto
23
.
Sin embargo, el incremento de la accin asistencial, el aumento del nmero de
asistidos y tambin el aumento del nmero de hermanos y del nmero y tipo de
bienes acumulados, crearon la necesidad de un espacio de mayores dimensiones y
ms funcional, por lo que la Misericordia busc construir nuevas Casas donde realizar
las acciones caritativas y espirituales.
En Oporto se opt por construir un conjunto arquitectnico compuesto por iglesia
(al sur), sacrista (al oeste), Casa do Despacho (al norte y al este) y otras
dependencias dispuestas en torno a un patio descubierto (claustro).
La obra estaba en sus inicios an durante la primera mitad de siglo. Alrededor de
1544 y hasta 1550 se construy la Casa do Despacho; en 1559 estaba en construccin
el cuerpo de la iglesia, atribuido al arquitecto Manuel Lus
24
, prolongndose los
trabajos por lo menos hasta 1568 (fig. 2)
25
. Sin embargo, el 13 de diciembre de
1559 la iglesia fue consagrada por el Obispo D. Rodrigo Pinheiro
26
.
Todava le faltaba una capilla mayor digna debido a la escasez de los recursos
econmicos de la cofrada, por eso se aprovech una disposicin existente en el
testamento de D. Lopo de Almeida, destinada a la construccin de una capilla para
el Santsimo Sacramento
27
.
Entre 1584 y 1590 es levantada la capilla mayor, tambin por el arquitecto Manuel
Lus (figs. 3 y 4). El 29 de enero de 1584, los huesos de D. Lopo fueron trasladados
de Madrid a Oporto y finalmente el 11 de abril de 1590 es colocado el Santsimo
Sacramento
28
.
19
Para la biografa, accin de mecenazgo cultural, religiosa y litrgica de la Reina D Leonor vid. SOUSA, I. 2002.
20
Cfr. copia manuscrita del primer Compromisso da Misericrdia de Lisboa (1498), transcrito en Portugaliae Monumenta
Misericordiarum, vol. 3, 2004, pp. 385-393.
21
Cfr. documento transcrito y facsimil en BASTO, A. M. 1997, vol. 1, pp. 164-165.
22
Ibdem, p. 167
23
Cfr. GOODOLPHIM, C. 1998, pp. 275-276.
24
Cfr. datos biogrficos y profesionales de Manuel Lus en RUO, C. 1995, pp. 116-121.
25
Cfr. Tesouros Artsticos da Misericrdia do Porto, s/d, pp. 29 e 63; BASTO, A.M. 1997, vol. 1, pp. 385, 389 y 390.
26
Tesouros Artsticos da Misericrdia do Porto, s/d, p. 33; cfr., documento transcrito y reproducido en facsmil en BASTO,
A.M. 1997, vol. 1, pp. 387-388.
27
Cfr. BASTO, A.M. 1997, vol. 1, p. 119.
28
Sobre los pormenores de la construccin de la capilla mayor vid, RUO, C. 1995, pp. 109-115 y BASTO, A.M. 1997,
vol. 2, 1997, vol. 2, pp. 3-157.
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D. Lopo de Almeida estudi en Coimbra, Burdeos y la Sorbona. En 1550 fue
detenido y condenado por indicios de hereja luterana, debido a su relacin con los
humanistas del Colegio de las Artes en Coimbra, detenidos el mismo ao. Fue capelln
de Felipe II y partidario de la solucin filipina en la crisis de 1580. En 1584 muere en
Madrid y la Misericordia de Oporto se queda como su testamentaria
29
.
En los siglos XVII y XVIII, la iglesia de la Misericordia de Oporto sufri obras de
ampliacin y renovacin (capillas laterales, sacrista, cobertura), siendo la ms
significativa la que se produjo entre 1748-1755 con la renovacin de la fachada
principal bajo la responsabilidad de Nicolau Nasoni, de acuerdo con el gusto barroco (fig. 1).
V. TRATADO TERICO Y ARQUITECTURA PRCTICA
En el contexto de la arquitectura producida en Portugal, la capilla mayor de la
iglesia de la Misericordia de Oporto, construida entre 1584 y 1590 por el arquitecto
Manuel Luis, se revela un ejemplar manierista erudito.
Evidencia pequea dimensin y se constituye por un tramo rectangular y un
remate semicircular. Los alzados, en pedrera, son organizados en dos registros; en
el tramo rectangular, el primer registro es compuesto por columnas dobles con
capiteles jnicos sobre pedestales y soportando entablamento; entre las columnas
existen nichos de perfil semicirculares y definidos por pilastras y arco de medio
punto rebajado, que albergan esculturas de los Evangelistas, ejecutadas en 1597
por el imaginero Gonalo Rodrigues (figs. 3 y 4). El segundo registro es compuesto
por columnas dobles con capiteles corintios que definen cuatro espacios
intercolumnios ocupados por ventanas rectangulares (figs. 3 y 4).
Fig. 1: Fachada de la iglesia
de la Misericordia de Oporto
Fig. 2: Interior de la Iglesia
de la Misericordia de Oporto
29
Los datos biogrficos de D. Lopo de Almeida, en Tesouros Artsticos da Misericrdia do Porto, s/d, p. 47-48, y PEIXOTO,
A. 1997, pp. 28-38.
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Relaciones artsticas entre Espaa y Portugal. De la teora del tratado de Sagredo
En el pao semicircular se evidencia la misma organizacin en dos registros con
columnas simples con capiteles jnicos y corintios. Los intercolumnios estaban
destinados al retablo mayor primitivo, actualmente estn rellenados por cermica
en relieve con coloracin amarilla (fig. 3).
La cubierta es en bveda de cuna en el tramo rectangular y de cuarto de esfera
en el semicircular; est decorada con retculas rectangulares (fig. 3).
El arco triunfal, de la misma campaa de obras de la capilla mayor pero con
alteraciones posteriores, presenta una estructura semejante a la organizacin de
los alzados de la capilla mayor, con columnas dobles sobre pedestales y encimadas
por entablamento y frontn interrumpido del tico, rematado por frontn curvo (fig. 2).
Los fustes de las columnas, los frisos de los entablamentos, la cobertura de los
nichos y las retculas de la bveda son decorados con vocabulario decorativo
manierista, expresamente ovalos, puntas de diamante, rectngulos y ferroneries
(figs. 3 y 4).
Esta capilla mayor evidencia afinidades con otras obras del mismo periodo
cronolgico y tambin con soluciones arquitectnicas de influencia clasicista
vehiculadas por los tratados quinientistas que recuperaban ideas de Vitrvio y las
actualizaban para el contexto moderno.
En relacin a la primera analoga, constatamos que Manuel Lus estaba atento al
trabajo de uno de los ms relevantes arquitectos de la poca, Joo de Ruo,
expresamente la capilla mayor de la Iglesia de Santa Maria de Beln
30
construida
entre 1565-1572 y la capilla mayor de la Iglesia de la Virgen de la Luz en Carnide,
de 1575-1596. La primera influenci la obra de la capilla mayor de la Misericordia
de Oporto a nivel arquitectnico (cobertura, iluminacin, organizacin de los alzados,
integracin del retablo) y la segunda a nivel ornamental (repertorio ornamental,
soluciones ornamentales), en un manierismo de forma erudita y ornamentada.
Tambin en la estructura y organizacin arquitectnica esta obra manifiesta los
ideales clasicistas y deja traslucir la influencia de la tratadstica, que vehiculaba
esos ideales clasicistas, que durante todo el siglo XVI pasaron a la arquitectura en
formulaciones renacentistas y manieristas.
Recuperamos la influencia del tratado Medidas del Romano de Diego de Sagredo,
a pesar de la diferencia cronolgica, debido a su impacto en la Pennsula Ibrica y al
hecho de ser el primero en difundir esos nuevos ideales estticos en un lenguaje
vernculo y crtico.
Buscamos identificar los elementos y soluciones arquitectnicas existentes en la
capilla mayor de la Misericordia de Oporto que reflejen una influencia del tratado de
Sagredo, siendo posible afirmar que estas influencias se relacionan con la morfologa
de los elementos arquitectnicos y con su organizacin en el espacio. Y en una
tentativa de identificarlas y sistematizar, destacamos los elementos arquitectnicos,
columnas, entablamentos, pedestales y organizacin de los alzados (figs. 3 y 4).
Las columnas aparecen, como indica Sagredo, ms estrechas en lo alto que en el
bajo, siendo los fustes estriados; de acuerdo con el autor, las estras podan aparecer
en todo el tipo de columnas y deben ser separadas por filetes, pudiendo surgir
bozeles dentro de algunas de las estras, que suben hasta un tercio del fuste, de
forma que adornan y dan elegancia a las columnas.
30
Vid. Histria e Restauro, 2000, pp. 17-22. Se sabe que Felipe II segua con atencin las obras que se realizaban en
Beln y que en 1568 solicit al embajador de Portugal en Castilla, D. Francisco Pereira, que enviase la traza de la
nueva capilla mayor (p. 21).
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Los capiteles jnicos y los corintios evidenciados en las columnas presentan la
morfologa tal como est descrita en el tratado Medidas del Romano, expresamente
los corintios, que podran evidenciar diferentes composiciones: las primeras hojas
ocupan un tercio del capitel; el segundo conjunto de hojas, el segundo tercio y los
enrolamientos, el ltimo tercio; estos deben ser diecisis y se agrupan en grupos de
dos en los ngulos y en los lados del capitel; los bacos deberan estar decorados
con pequeas flores.
Las bases de las columnas, no identificndose especficamente con ninguna de
las diseadas, presentan estructura entre la base drica y la jnica.
En el primer registro de los alzados, estas columnas aparecen colocadas sobre
plintos o contrabasa; estos eran aconsejados por Sagredo para acrescentamiento
de mayor autoridad del edificio, muy adecuado para una capilla mayor.
Sobre las columnas se asienta el entablamento, compuesto por arquitrabe, friso
y cornisa; cada una de estas molduras evidencia diferentes dimensiones, debiendo
ser la ms alta ms saliente que la intermedia, y esta ms saliente que la que est
ms abajo, tal como indica Sagredo.
Figs. 3 y 4: Iglesia de la Misericordia de Oporto: capilla mayor (izquierda) y alzado (derecha)
Los frisos de ambos registros presentan la configuracin diseada en Medidas
del Romano para las rdenes jnica y corintia; y tal como se indica en la obra el friso
es el local privilegiado para la ornamentacin. Diego de Sagredo refiere como
elementos decorativos, medallas, hojas, epigramas y muchos otros elementos, pero
Manuel Lus utiliza ya una gramtica manierista privilegiando los ovalos, puntas de
diamante y rectngulos. De igual modo, las bases de las cornisas, de ambos registros,
son compuestas por un denticulado, como fue diseado en el tratado, asocindolo
el arquitecto, un friso de vulos.
En la organizacin de alzados, la capilla mayor de la Misericordia de Oporto,
sigue las indicaciones dadas en el tratado, con la sobre posicin de las rdenes
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Relaciones artsticas entre Espaa y Portugal. De la teora del tratado de Sagredo
jnicas y dricas, una vez que la orden jnica es ms fuerte que la drica y las
dimensiones de las columnas son diferenciadas; las columnas del primer registro
son mayores que las del registro superior.
En relacin a la decoracin en general, Sagredo afirma que cada arquitecto tiene
licencia para utilizar los elementos que quiera para el ornamento de los varios
componentes de los edificios, pero alerta sobre la necesidad de guardar la gracia
que la arquitectura requiere.
VI. CONSIDERACIONES FINALES
En la arquitectura renacentista y manierista en general y en la capilla mayor de
la iglesia de la Misericordia de Oporto en particular, la existencia de modelos que se
deban adoptar y reproducir, difundidos esencialmente por la tratadstica
arquitectnica, a travs de sugerencias escritas pero fundamentalmente de imgenes,
era una situacin frecuente.
Sin embargo, el hecho de que los arquitectos y tambin otros artistas, como
pintores, escultores y plateros, recurrieran a diferentes fuentes en que basar su
trabajo, morfolgica, estructural o decorativamente, no significa falta de creatividad
o de imaginacin; el recurso a fuentes tericas, grficas y literarias, era una seal
de erudicin y actualizacin esttico-artstica.
Si algunos artistas las siguen literalmente, otros parten de ellas para hacer
creaciones diferentes, son distintos modos de relacionarse con las fuentes y tambin
de posicionamiento frente a la creacin artstica.
La pesquisa de fuentes tericas y grficas es para la Historia del Arte y de la
Arquitectura una importante lnea de investigacin para una mejor y ms amplia y
correcta comprensin de la arquitectura de la poca Moderna.
En el caso de la capilla mayor de la iglesia de la Misericordia de Oporto, la
estructura y morfologa de algunos elementos y su organizacin siguen principios
clasicistas vehiculados por la tratadstica, expresamente por el tratado Medidas del
Romano del espaol Diego de Sagrado, el primer tratado en lengua verncula con
gran impacto en la Pennsula Ibrica, que presenta y difunde los principios estticos
que caracterizan el siglo XVI.
Sin embargo, en ninguna situacin se debe resumir el estudio integral de un
objeto artstico a la bsqueda de fuentes de inspiracin. Esta debe ser slo una de
las muchas dimensiones a estudiar y debe ser complementada y cotejada con otras
vas de investigacin.
FUENTES Y BILBIOGRAFA
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INFLUENCIAS DE LA CONSTRUCCIN VERNCULA PORTUGUESA
EN LA ARQUITECTURA TRADICIONAL EXTREMEA.
HACIA UN ESTUDIO DEL GREMIO DE LOS ALARIFES EN LA
BAJA EXTREMADURA
I NFLUENCES OF THE PORTUGUESE VERNACULAR ARCHI TECTURE
ON THE TRADI TI ONAL BUI LDI NGS FROM EXTREMADURA.
TOWARDS A STUDY OF THE GUI LD OF BUI LDERS I N LOWER
EXTREMADURA
Juan Diego Carmona Barrero
Encomienda, 18
06840 ALANGE (Badajoz)
[email protected]
Jos ngel Calero Carretero
IES Santiago Apstol
Ortega Muoz, 30
06200 ALMENDRALEJO (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: Se plantea en esta comunicacin la metodologa empleada as
como los resultados obtenidos del trabajo de investigacin que venimos reali-
zando sobre los albailes o alarifes; profesin condenada a la desaparicin dado
el grado de especializacin al que se est viendo sometido el proceso construc-
tivo de la vivienda. De este estudio del gremio de alarifes en una poblacin tipo
de la provincia de Badajoz, sorprenden los reveladores datos que nos aportan
para el conocimiento de la arquitectura tradicional de la zona. Adems de los
aspectos etnogrficos y antropolgicos del oficio, se vislumbran otros -no menos
interesantes- relacionados con los movimientos migratorios del vecino pas luso
y sus influencias en la arquitectura tradicional extremea.
ABSTRACT: This paper examines both the methodology used and the set of
goals achieved through the research we have been carrying out on builders. It
seems that this occupation is doomed to disappear due to the high degree of
specialization required on current house building. From this study of the guild of
builders, in a place like Badajoz Province, the results are surprising as well as
revealing in order to have a deeper knowledge of the traditional arquitecture in
the Middle Basin of Guadiana River. Together with the ethnographical and
anthropological aspects of this job, we can also see other none the less interesting
aspects related to the migration movements of the neighbour country -Portugal-
and the influences on the traditional architecture of Extremadura.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 271 - 281
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Influencias de la construccin verncula portuguesa en la arquitectura tradicional extremea
La fuerza que los movimientos migratorios tienen en los procesos de
aculturacin de distintas comunidades se escapa a todo intento de prediccin
mediante un anlisis estadstico. A veces resulta difcil creer que el movimiento
de un determinado grupo de personas, mnimo en ocasiones, pueda influir
con tanta fuerza en comunidades que aparecen como grandes colectivos
consolidados. Hasta la fecha, hemos encontrado varios estudios
1
que han relacionado
la arquitectura tradicional portuguesa, y mas concretamente alentejana, con su
coetnea extremea. Es una realidad palpable y visible las similitudes que presentan
las edificaciones (fig. 1), ya sean de tipo vernculo o perteneciente a algn estilo
arquitectnico de carcter culto, de un lado y otro de la Raya/Raia
2
. Pero, hasta la
fecha, conocemos pocos trabajos que profundicen en los movimientos a travs de la
frontera de los creadores de estas obras. Por nuestra parte, pensamos que quienes
construyeron de forma similar aqu y all, debieron tener una formacin en una de
las regiones, que luego transmitieron y ejecutaron en la otra.
Hay documentacin que testimonia la presencia de maestros alarifes portugueses
en el siglo XVII en nuestra regin, pese a la guerra contra el vecino pas y el
encarecimiento que, tras sta, experiment la construccin en Badajoz
3
. En esta
misma ciudad, hacia 1669, se presenta un proyecto de obra para la construccin de
un teatro
4
firmado por el alarife portugus Juan Bautista Machado
5
. En el cambio de
siglo detectamos la presencia de otro maestro albail, Juan Gonzlez, natural de
Braga, que en la localidad de Alange participa en la reconstruccin de la ermita de
San Gregorio. En esta ocasin, la reconstruccin no parece ser afortunada ya que
posteriores documentos detallan un auto contra dicho alarife
6
por amenazas de
ruina del edificio.
Ya en el siglo XVIII, como consecuencia de una importante y febril necesidad de
construccin en unos casos y reconstruccin o rehabilitacin en otros, se documenta
una presencia importante de mano de obra especializada en Extremadura procedente
del vecino pas. As, resulta habitual encontrar documentos de contratos de obras
donde aparecen nombres de arquitectos y maestros alarifes de origen portugus.
Algunos investigadores
7
se hacen eco de esta presencia en ciudades de nuestra
regin ( Mrida se convierte as en importantsimo reclamo al que responden
desde Alcntara, Trujillo, Zafra o el vecino reino de Portugal los ms prestigiosos
maestros de la poca...). Tejada Vizuete deja entrever, de manera acertada, que
se trata de un resurgir constructivo, aunque ms de reparos de obras anteriores
que de nuevas construcciones, dirigido desde las altas instancias del Consejo de las
rdenes Militares y ejecutado mayoritariamente por maestros portugueses,
omnipresentes en la vasta geografa bajoextremea
8
.
1
PREZ GUEDEJO, J.J. Almendral: Caractersticas urbansticas de un pueblo de frontera, Almendral, 1996, pp. 85-86.
2
BERMEJO CASTRO, C. Valencia de Alcntara y Castelo de Vide. Frente a frente, Revista de Estudios Extremeos,
LXII, III, 2006, pp. 1.131-1.144.
3
MARCOS LVAREZ, F. Los teatros fijos de Badajoz en el siglo XVII, Epos, 10, 1994, p. 244.
4
Ibdem, p. 242.
5
Los documentos relativos a este proyecto han sido extensamente estudiados y transcritos por Carmelo SOLS
RODRGUEZ, El corral de comedias de Badajoz, Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las
Artes, v.1, Trujillo, 1983, pp. 379 y ss.
6
VEGA FERNNDEZ, J. (DE LA) Alange. Historia, salud y arte, Alange, 1989, p. 59.
7
TEJADA VIZUETE, F. Fuentes documentales para el estudio de la arquitectura de los siglos XVII y XVIII en Mrida y su
entorno, Badajoz, 2004, p. 12.
8
Ibdem, p. 12.
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Juan D. Carmona y Jos A. Calero
Algunos casos documentados de presencia de alarifes portugueses en nuestra
regin los recoge Tejada Vizuete, que transcribe contratos del siglo XVIII como la
siguiente referencia, en la que un maestro portugus, que interviene en una obra
de la poblacin de La Garrovilla, se desplaza hasta Arroyolos donde reside:
26-II-1714: Da poder para asuntos relacionados con la obra de la iglesia
parroquial de la Garrovilla, que tiene a su cargo, por tener que hacer viaje a su
casa en la villa de Arroyolos -Portugal-
9
.
En la poblacin pacense de Medelln, intervienen en las obras de reconstruccin
del Convento de la Concepcin hacia el ao 1728, dos portugueses, Domingo Alonso,
de 46 aos, y Manuel Lorenzo, de 36 aos,
10
vecinos de Caminha
11
. Su pericia
constructiva queda reflejada en los documentos de la poca:
... que en esta villa y condado los maestros que ay de alarifes mas inteli-
gentes son Domingo Alonso y Manuel Lorenzo de nacin portugueses...
Estos dos alarifes tambin intervendrn en las obras de recuperacin de la Iglesia
de Santa Mara del Castillo, situada dentro del recinto fortificado de la misma
poblacin
12
.
Un documento recogido por Tejada Vizuete indica la presencia de un maestro
portugus residiendo en la poblacin extremea de Alcuscar.
19-VI-1745: Maestro alarife portugus, residente en Alcuscar, hace conve-
nio con Lorenzo lvarez Santos para realizar entre ambos la obra de la parroquial
del lugar de las Casas de Don Antonio...
13
Fig. 1: Espaa o Portugal? La arquitectura popular de la frontera no presenta
diferencias segn el lado de la raya al que se site
9
Ibd., p. 188.
10
MALDONADO ESCRIBANO, J. y NAVAREO MATEOS, A. Recuperacin de la memoria arquitectnica de
Medelln. Noticias de edificios desaparecidos y olvidados, Revista de Estudios Extremeos, LX, III, 2004, pp.1.143-
1.176.
11
Archivo Histrico Nacional, Consejos, lg. 42.993, exp.8 n/p, ff. 4/r a 5r.
12
MALDONADO ESCRIBANO, J. y NAVAREO MATEOS, A. Art. cit., p. 1.161.
13
TEJADA VIZUETE, F. Op. cit., p. 181.
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Influencias de la construccin verncula portuguesa en la arquitectura tradicional extremea
Otro maestro de origen portugus, cuya presencia se ha documentado en este
siglo, es Miguel Alonso, al que se adjudicaron en 1778 las obras de reparacin de las
bvedas de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Purificacin de Almendralejo, y a quien
se le debe la fisonoma del actual edificio
14
.
Hasta aqu, todas las obras a las que hemos hecho referencia son reconstrucciones
o reformas de edificios de carcter religioso o civil. Es lgico pensar que estos
alarifes estuvieran especializados en obras de este tipo y que la necesidad de estas
reparaciones o reconstrucciones haca que se desplazaran de un lugar a otro en
funcin de la demanda. Adems de esta afluencia de mano de obra especializada,
con posterioridad y ya inmersos en el siglo XIX, hemos constatado otro tipo de
mano de obra dedicada a obras de menor entidad, pero con una repercusin mayor
en cuanto a la inclusin de nuevas tcnicas constructivas en la arquitectura popular
extremea. Independientemente de la necesidad de emigracin que Cayetano
Rosado
15
indica que se produjo en las regiones extremea y alentejana a finales del
siglo XIX y comienzos del XX hacia Latinoamrica, existe otra, interior, de una
regin a otra que viene condicionada por las primeras transformaciones como
consecuencia de la Revolucin Industrial. Esta Revolucin tiene su principal reflejo
en la construccin de las lneas de ferrocarril.
La necesidad de mano de obra para la construccin de las lneas de ferrocarril
que comunicaban Madrid con Badajoz, para posteriormente llegar a Lisboa, requerirn
la presencia de maestros pedreiros (canteros) y alarifes (albailes) que ejecuten las
obras auxiliares: estaciones, apeaderos, cercados, puentes, etc. Lo que en un principio
parece un desplazamiento para una serie de obras puntuales, se transformar en
un cambio de residencia permanente al otro lado de la frontera. Se establece as a
travs de la raya -un concepto que denota separacin-, un proceso de integracin
natural originado, en un principio, por razones de trabajo, que se convertir en
nexos de unin mayores entre las personas y las sociedades a partir de matrimonios
mixtos y la creacin de lazos familiares entre uno y otro lado de la frontera
16
.
Llegados a este punto, procedemos a analizar cul fue el germen de este trabajo
y los interesantes datos que nos revela. Datos que consideramos esclarecedores
para el conocimiento de nuestra arquitectura tradicional y los orgenes de la misma.
Desde que comenzamos a investigar sobre algunos aspectos de la arquitectura
popular extremea
17
, ha ido aumentando el nmero de referencias a albailes
portugueses en nuestra geografa.
Hasta inicios de la segunda mitad del siglo XIX, la arquitectura domstica de la
cuenca media del Guadiana haba mantenido unos patrones constructivos que
presentaban dos variantes esenciales en cuanto a tipologas estructurales se refiere.
Los espacios domsticos se construan mediante muros de carga hechos,
generalmente, con piedra en la parte ms baja y tierra ya en forma de adobe o tapia
en la parte ms alta (fig. 2). Sobre stos, la forma de cubrir los espacios dependa
de las posibilidades econmicas del propietario. As, quien careca de una cantidad
de dinero suficiente, cerraba el espacio con una cubierta vegetal formada por rollizos
de madera y caizos (fig. 3) o tablas sobre las que apoyaban las tejas. Para economas
14
GRUPO EL MUSEO, Hoja didctica de la Parroquia Ntra. Sra. de la Purificacin, Almendralejo, 2004, p. 22.
15
CAYETANO ROSADO, M. Extremadura y Alentejo. Del subdesarrollo heredado a los retos de futuro, Revista de
Estudios Extremeos, LXII, III, 2006, pp. 1.116-1.188.
16
ELIZAINCIN EICHENBERGER, A. Los estudios sobre la frontera Espaa/Portugal. Enfoque histrico, Revista de
Estudios Extremeos, LXII, II, 2006, p. 608.
17
El primer trabajo en el que tuvimos ocasin de hacer referencia a la presencia de alarifes portugueses en la
Cuenca Media del Guadiana fue en CARMONA BARRERO, J.D. La bveda tabicada en la Baja Extremadura. Anlisis
del proceso constructivo en una poblacin tipo, Memoria indita, Cceres, 1999.
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ms holgadas, bajo la cubierta inclinada se poda echar un cielorraso, tambin del
mismo material, permitiendo crear una cmara entre interior de vivienda y exterior
crendose el doblao o sobrao, un pequeo desvn que adquiere las funciones
de almacn en pocas de recoleccin. La tercera variante, de tradicin castellano
leonesa, propone la cubricin de los espacios mediante bvedas de rosca ejecutadas
con ladrillo (fig.4). Este ltimo sistema es el que ms reservas ofrece a la vivienda
en cuanto a resistencia al fuego o a cargas pero, a su vez, es el ms costoso debido
a la cantidad de ladrillos que emplea y la garanta de estabilidad que deben ofrecer
los muros por el aumento de peso al que son sometidos.
Fig. 2: Las bases constructivas se repi-
ten a ambos lados de la frontera. El ado-
be y el tapial estn presentes en la ar-
quitectura tradicional
Fig. 3: El caizo sobre rollizos de made-
ra es el sistema estructural bsico en las
divisiones horizontales
Fig. 4: La bveda de rosca se caracteriza
por la colocacin del ladrillo de canto,
dejando visto su parte ms estrecha
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Influencias de la construccin verncula portuguesa en la arquitectura tradicional extremea
stas son las variantes constructivas que se ejecutan habitualmente en la regin
hasta la mitad del siglo XIX. A partir de esta fecha aparecer un nuevo sistema que
ofrece las garantas de la bveda de rosca pero reduciendo notablemente el peso, el
coste de la ejecucin y la cantidad de material a emplear. Se impone la construccin
de bvedas que reducen su canto de 12 o 24 cms. a 4 cms., siendo stas por tanto,
y como mnimo, un 60% ms ligeras, tan slo cambiando la forma de colocacin del
ladrillo. El nuevo sistema en Extremadura es conocido y se encuentra ampliamente
documentado en la zona del Bajo Alentejo, donde se le denomina abobadilha
alentejana
18
(fig.5).
Fig. 5: La abobadilla alentejana se
construye con l os l adri l l os de
panderete, dejando su cara mayor
vista. sta tcnica desplazar a la
bveda de rosca, por su facilidad de
ejecucin y economa de materiales
La expansin de esta tcnica en nuestra regin en la segunda mitad del siglo
XIX, que comienza a desplazar a la construccin de bvedas de rosca coincide con
la llegada de mano de obra portuguesa especializada. De ello se hace eco el arquitecto
Vicente Paredes Guilln
19
. ste se muestra contrario a la nueva tcnica en la que los
ladrillos se colocan pegando sus cantos con yeso y, por ello, decide redactar un
manuscrito sobre la construccin de bvedas sin cimbra ni molde alguno:
() se hacen en parte alguna y los sustituyan, con gran desventaja, por las
que, colocando los ladrillos pegados por sus cantos con yeso, se construyen en
todas partes, no ofreciendo otra dificultad, ni ms merito que el saber templar el
mortero, viendo este sistema en peligro de que se olvide sin dejar consignados
sus principios en los anales de la construccin; nos hemos decidido a emprender
este trabajo, que otros muchos, pudieran hacerle ms perfecto; pues menos
penoso nos sera dirigir la construccin de otras tantas bvedas como hemos
ordenado, aunque son muchos, para que se viera cmo se hacen, que explicar
cmo se han hecho.
El nuevo sistema, adems de detractores, tendr defensores que justifiquen su
empleo, aun sin conocer las bases de clculo del mismo. As nos encontramos con
ejemplos como el del proyecto de la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Almendralejo,
en cuya memoria el arquitecto Francisco Vaca Morales justifica el empleo de bvedas
tabicadas de la siguiente forma
20
:
18
Las abobadilhas alentejanas han sido estudiadas y publicadas por FIDALGO, Carlos, As abobadilhas alentejanas,
en Actas del 2 ENCORE. LNEC, Lisboa, 1994, y por ASSOCIAAO DOS ARQUITECTOS PORTUGUESES (AAP),
Arquitectura Popular em Portugal, Lisboa, AAP, 1980.
19
PAREDES GUILLN, V. Construccin sin cimbra de las bvedas de ladrillo con toda clase de morteros, Manus-
crito, Archivo Histrico Provincial de Cceres, 1883. Este manuscrito ha sido recientemente publicado por la
Consejera de Cultura de la Junta de Extremadura en edicin facsmil con un estudio de Francisco Javier Pizarro
Gmez y Jos Snchez Leal.
20
CARMONA BARRERO, J.D. Influencia das tcnicas constructivas tradionais portugusas em Extremadura e a
sua situao actual, Actas del 3 ENCORE v. II, LNEC, Lisboa, 2003. p. 869.
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Juan D. Carmona y Jos A. Calero
Todo el piso bajo y parte del 1 se cubrir con bvedas tabicadas de ladri-
llos y enjutas rellenas de material poco pesado. La forma de estas bvedas es la
usual en la localidad, que aunque no son de generacin geomtrica y sus carac-
tersticas mecnicas no son conocidas exactamente, el uso y la costumbre per-
miten proyectarlas en la completa seguridad de solidez y duracin. Su forma
viene dada por un principio de bveda por arista, en la que stas van perdindo-
se hacia el centro sin clave, ni cierre estereotmico alguno, viniendo a convertir-
se en bveda esquilfada.
En esta ocasin el arquitecto, ya entrado el siglo XX, confa en la ejecucin por
parte de la mano de obra especializada, sin necesidad de entrar en clculos, pues
entiende que la experiencia adquirida es el mejor ensayo al que se puede someter
el sistema.
Durante nuestras primeras indagaciones sobre la tcnica de la bveda tabicada,
y en proceso de elaboracin de un catlogo sobre las mismas en la poblacin de
Alange
21
, varios propietarios de las viviendas mencionaron la presencia de un
portugus, haciendo notar que aquel era diestro en construir las bvedas y que
otros albailes de la localidad haban intentado copiar su tcnica.
Fig. 6: Las referencias al portu-
gus en algunas viviendas de
Alange son sinnimo de buena
construccin
Todava hoy se asocia en el pueblo la expresin el portugus a un albail que
lleg a Alange en la segunda mitad del siglo XIX y que construy algunas de las
mejores casas del pueblo (fig. 6), falleciendo en la localidad. Ante tales comentarios
por parte de los vecinos, se revisaron los Libros de Defunciones del Juzgado Municipal
para encontrar a un albail cuyo lugar de nacimiento fuese una poblacin del vecino
pas. Los datos obtenidos resultaron sorprendentes, pues aparecieron referencias a
siete alarifes de origen portugus residentes y fallecidos en Alange en la segunda
mitad del siglo XIX y primera del XX:
Domingo lvarez Prez
Naci en el ao 1817 en Riba de Arosa (Ominho, Portugal) y falleci a la edad de
45 aos el 12 de agosto de 1862 en Alange
22
. Era hijo de Juan lvarez y Juana
Prez. No se identifican obras suyas en Alange. Desconocemos tambin si mantuvo
21
CARMONA BARRERO, J.D. Op. cit.
22
Juzgado Municipal de Alange, Libro de defunciones, tomo s/n, f. 114.
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Influencias de la construccin verncula portuguesa en la arquitectura tradicional extremea
algn grado de parentesco con Manuel Prez Silva y David Prez Silva. En este caso
encontramos sus apellidos en la partida de defuncin con el orden habitual de los
apellidos en Espaa, primero el paterno y despus el materno, no sabemos si por
una transcripcin del escribano de la villa. Se desconoce si tuvo descendencia.
Manuel Prez Silva
Naci en el ao 1818 en Portugal -se desconoce la poblacin- y falleci a la edad
de 45 aos el 17 de septiembre de 1863 en Alange
23
. Era hijo de Jos Silva y Mara
Prez. No se identifican obras suyas en Alange. Era hermano de David Prez Silva,
albail, que tambin vivi en Alange. Pudo tener algn parentesco con Domingo
lvarez Prez. En este caso los apellidos s guardan el orden que marca la filiacin
portuguesa.
Juan Mayeiro Sobral
Natural de Seupas (Ominho, Portugal) naci el ao 1830 y falleci a la edad de
52 aos el 1 de octubre de 1882 como consecuencia de una neumohepatitis en
Alange
24
. Era hijo de Antonio Mayeiro e Isabel Sobral. Sabemos que tuvo un hijo,
Juan Antonio Mayeiro, que naci en Portugal y falleci a los 11 meses de edad el 13
de diciembre de 1865 en Alange,
25
por lo que podemos deducir que Juan Mayeiro
Sobral llega a Alange entre enero y diciembre de 1865. Estuvo casado con Josefa
Romero Rodrguez, natural de Alange, con quien tuvo tres hijos: Manuel (n.17/10/
1873 - f.18/4/1941), Leonor (n. ? - f.15/5/1939) y Dionisia (n. 1869 - f. 7/12/
1932). Juan Mayeiro ser el primer miembro de la familia de los Mayeros, que
permanece activa hasta nuestros das.
Manuel Ramallo Colode
Natural de Moura (Portugal), naci el ao 1836 y falleci a la edad de 56 aos el
15 de septiembre de 1892
26
. Era hijo de Antonio Ramallo y Maria Faustina Colode.
En la partida de defuncin aparece como jornalero, pensamos que probablemente
lleg a Alange como pen acompaando a alguno de los alarifes portugueses.
Desconocemos si lleg a casarse.
David Prez Silva
Natural de Continais (Portugal). No est clara la fecha de nacimiento, en el Libro
de Defunciones del Juzgado Municipal la fecha de su muerte es el 22 de septiembre
de 1894 a la edad de 60 aos
27
, con lo que su nacimiento se podra fijar en 1834. En
cambio, en el censo de electores de 1889
28
, la fecha de nacimiento se fija en el 16
de julio de 1829. Era hijo de Jos Silva y Mara Prez y, por lo tanto hermano de
Manuel Prez Silva. Aparece una referencia a l en uno de los Libros de Bautismo
del Archivo Parroquial, en el que figura como padrino de un nio abandonado el 9 de
diciembre de 1855
29
. Sabemos que se cas con Antonia Pulido Machio y tuvo tres
23
Ibdem, tt. 2-3, f. 45.
24
Ibd., t. 8, f. 14.
25
Ib., tt. 2-3, f. 78.
26
Ib., t. 12, f. 36.
27
Ib., t. 13, f. 75.
28
Archivo Municipal de Alange. Censo de electores de 1889.
29
VEGA FERNNDEZ, J. (DE LA) Alange (Extremadura) y Alanje (Panam), Alange, 1992 p.
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Juan D. Carmona y Jos A. Calero
hijos: Patricia Silva Pulido, que naci en 1873, Juan Silva Pulido que lo hizo en 1874
y falleci al siguiente
30
, y Antonio Silva Pulido que naci el ao 1878. No se identifican
obras suyas. Tuvo su domicilio en Alange en la casa n 5 de la calle Mesilla
31
.
Manuel Garca Tinoco
Naci en Castelo de Euxidia? (Portugal), el ao 1852 y falleci en Alange el 13 de
julio de 1908 a la edad de 56 aos
32
. El apellido Tinoco va ntimamente ligado al
gremio de los alarifes en la comarca, sirviendo como ejemplo ms conocido el de la
Plaza de Toros de Almendralejo, que fue construida por los maestros Joaqun y Juan
Pedrera, hermanos de origen portugus, y Jos Tinoco Mayor y Jose Tinoco Menor
en el ao 1850
33
. Se cas con Blasa Moreno Guijarro, con quien tuvo un hijo llamado
Antonio Garca Moreno, que tambin fue albail. No se identifican obras suyas.
Juan Rodrguez Rueda
Naci el ao 1822 en Seixas (Portugal) y falleci el 30 de octubre de 1908 a la
edad de 86 aos
34
. Aparece por primera vez mencionado en los Libros de Defunciones
del Juzgado Municipal en 1876 junto a su mujer Antonia Chves
35
. Tuvieron tres
hijos llamados: Domingo Daniel (n. 1872), Juan (n. 1874) y Francisco (n.1878). De
l se desconocen obras.
Resulta prcticamente imposible identificar en la poblacin de Alange cules son
las obras de estos alarifes de forma individualizada, aunque s es posible saber qu
casas fueron construidas por un portugus. stas responden al esquema tradicional
de la vivienda bajoextremea de colada. El elemento que las diferencia de las que
no eran ejecutadas por un maestro portugus radica en la decoracin de las bvedas.
Es habitual que estas viviendas respondan a propietarios de una clase media alta
con posibilidades econmicas. Los elementos decorativos de las bvedas reflejan
amplios conocimientos de trazados geomtricos que en otras viviendas no aparecen,
o si los hay son mucho ms simples, de elaboracin menos compleja (fig. 7).
30
Juzgado Municipal de Alange. Libro de defunciones, t. 4, n 30, f. 46.
31
Archivo Municipal de Alange. Censo de electores de 1889.
32
Juzgado Municipal de Alange. Libro de defunciones, t. 21, f. 16.
33
COLECTIVO IDEAL, La Plaza de Toros de Almendralejo, Almendralejo, 1993, pp. 23-24.
34
Juzgado Municipal de Alange. Libro de defunciones, t. 21, f. 38.
35
Ibdem, t. 5, f. 28.
Fig. 7: La riqueza de la or-
namentacin de las bvedas
es una caracterstica de las
viviendas construidas por los
maestros portugueses y por
sus discpulos
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Influencias de la construccin verncula portuguesa en la arquitectura tradicional extremea
El asentamiento de estos alarifes en la poblacin de Alange y su integracin en la
sociedad hizo que surgieran verdaderas escuelas familiares de albailes que
continuaron difundiendo las enseanzas que adquirieron con ellos. Todava hay en
la actualidad descendientes de los clanes familiares que fundaron los portugueses
en Alange y continan construyendo bvedas, pero el futuro es menos halageo y
este sistema est condenado a desaparecer al menos en la prctica (fig. 8).
En el resto de la provincia, podemos seguir el rastro de familias de origen portugus
que llegaron a la regin a finales del siglo XIX y que han mantenido la profesin
vigente. En localidades como Hinojosa del Valle, Ribera del Fresno, Almendralejo,
Villafranca de los Barros, etc. perduran apellidos como Pereira, Silva, Prez o Tinoco
que, vinculados al mundo de la albailera, transmiten desde lejanos ecos en el
tiempo, la saudade por la tierra que un da tuvieron que dejar.
Fig. 8: En algunos casos, la tradicin de los alarifes portugueses se ha mantenido activa hasta hoy. Con un
asterisco (*), albailes que siguen en activo y que se empaparon de los conocimientos constructivos de origen
luso
OTROS ESTUDIOS SOBRE EXTREMADURA
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EL PATRIMONIO PREHISTRICO EN LLERENA: UNA
REFLEXIN NECESARIA
PREHI STORI C PATRI MONY I N LLERENA: A NECESSARY
REFLECTI ON
Jos Juan Rafael Penco
IES Luis Carrillo Sotomayor
Duque de Ahumada, 10
14850 BAENA (Crdoba)
[email protected]
RESUMEN: La presente comunicacin trata de reflexionar sobre el vaco que
existe en el estudio de la Prehistoria en nuestra ciudad y su entorno. Ha habido
un olvido casi absoluto en este sentido que debe ser subsanado. Para ello, se
analiza, en primer lugar, el estado de la cuestin y, a continuacin, las posibles
causas que han desembocado en esta situacin. Del mismo modo, establecemos
un conjunto de propuestas encaminadas a poner en marcha proyectos que nos
permitan estudiar las comunidades prehistricas que vivieron en nuestro suelo.
Finalmente, ponemos de manifiesto las posibilidades que el patrimonio prehist-
rico ofrece desde el punto de vista turstico, pudiendo ser un elemento que sirva
para desarrollar otros aspectos que, hoy por hoy en este sentido, tienen un peso
especfico muy limitado aunque ofrecen unas posibilidades excepcionales.
ABSTRACT: The present work tries to reflect on the emptiness existing in the
study of Prehistory in our city and its surroundings. There has been an almost
absolute oblivion in this respect which must be repaired. In order to do this, first
we analyse the state of the question and next the possible causes that have led
to this situation. In the same way, we establish a set of proposals directed to
start projects which allow us to study the prehistoric communities that lived on
our ground. Finally, we focus on the possibilities that our prehistory heritage
offers from a tourist viewpoint, this being an element which may help develop
other aspects which nowadays have very limited importance even though they
offer exceptional possibilities.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 285 - 296
ISBN: 978-84-612-3264-2
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El patrimonio prehistrico en Llerena: una reflexin necesaria
Un pueblo, para alcanzar su razn de ser debe conocer su historia de una
manera global, sin eludir ninguna de sus etapas ya que, de lo contrario,
corre el riesgo de tener una idea deformada de la realidad pretrita y actual.
Por ello, en ese conocimiento, no es conveniente olvidar el principio, el punto
de partida. Este punto de partida, a nuestro juicio, lo constituye ese espacio
de tiempo en el cual las comunidades humanas hacen su aparicin sobre la
Tierra y comienzan a transformar el espacio en el que viven con las actividades que
desarrollan. Pensamos que, hasta hoy, este periodo de tiempo, al que denominamos
Prehistoria, en nuestra ciudad y su entorno ha sido escasamente estudiado de manera
que, actualmente, nuestro conocimiento sobre l es mnimo. Por ello, este trabajo
pretende hacer una reflexin sobre la delicada realidad por la que atraviesa el estudio
de nuestra Prehistoria profundizando en sus posibles causas. Al mismo tiempo,
hacemos hincapi en la necesidad de estudiar, conservar y dar a conocer nuestro
pasado ms remoto ya que constituye la base sobre la que se han edificado las
etapas posteriores de nuestra historia. Por ltimo, analizamos las posibilidades que
ofrecen los vestigios prehistricos desde el punto de vista turstico buscando que se
conviertan en un atractivo de primer orden, en este sentido.
Cuando analizamos la bibliografa existente sobre la historia de nuestra ciudad y
la de los municipios ms cercanos a ella llama la atencin el vaco que existe de
estudios relacionados con la Prehistoria. Pocos y muy puntuales han sido los trabajos
que se centran en analizar aspectos relacionados con el legado prehistrico que nos
rodea y con el que convivimos de manera inconsciente diariamente. La bibliografa
relacionada con la historia de nuestra ciudad se ha centrado, casi siempre, en el
anlisis de otros captulos que, por ser ms conocidos y existir de ellos mayores
evidencias visibles, han centrado ms la atencin de los estudiosos (ya sean
historiadores o aficionados).
En ese sentido, cualquier persona mnimamente interesada en la historia de
nuestra ciudad y su entorno sabe ubicar con cierta precisin espacio-temporal
personajes o trminos histrico-artsticos tales como inquisicin, Zurbarn,
mudjar...; lugares de inters como las ruinas romanas de Regina o la Plaza Mayor
de Llerena; edificios emblemticos como la alcazaba de Reina, el Palacio Episcopal,
la Iglesia de Nuestra Seora de la Granada...; obras de arte significativas como son
el Cristo Crucificado de Zurbarn, San Jernimo de Martnez Montas y un largo
etctera.... No obstante, muy distinta es la realidad cuando esos trminos hacen
referencia a aspectos relacionados con el patrimonio arqueolgico (prehistrico en
este caso). As, cuando hablamos de vaso campaniforme, horizonte orientalizante,
enterramientos en cistas, monumentos megalticos... difcilmente se sabe en qu
contexto cultural deben ubicarse y a qu poca o periodo pertenecen. Del mismo
modo, ms complicada es la cuestin cuando hacemos referencia a lugares concretos
en los cuales se han hallado evidencias de nuestro pasado ms remoto; eso sucede
cuando nombramos lugares, por otro lado tan conocidos, como El Huertecillo, Cerro
Elas, La Madrona, La Huerta de Dios, Matajacas.....
Esta realidad slo tiene una explicacin; que tenemos un conocimiento
absolutamente parcial de nuestra historia, que hay parcelas de ella de la que no
sabemos prcticamente nada. As es que, poco conocemos del Paleoltico, primer
perodo de la Prehistoria; otro tanto ocurre cuando hablamos del Neoltico y escaso
eco se hacen las fuentes bibliogrficas de los ricos vestigios que alberga nuestro
subsuelo en relacin con la Edad de los Metales y las manifestaciones culturales a
ella asociadas entre las que destacan los monumentos megalticos o el vaso
campaniforme. Y no vale decir que nuestro patrimonio prehistrico es pobre o, peor
an, considerar que los yacimientos arqueolgicos detectados en algunas reas
carecen de inters o no son excepcionales cuando no existe un trabajo cientfico
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riguroso que corrobore esta afirmacin (Mena Cabezas, 2002). Ser ms acertado,
por tanto, considerar que del patrimonio prehistrico no conocemos casi nada y
que, en muchas ocasiones, es ese desconocimiento el que nos lleva a no tenerlo en
cuenta y calificarlo de tal manera.
As, debemos mencionar que se han realizado estudios relacionados con la Edad
de los Metales, yacimientos que, por los materiales que han aportado, pueden
encuadrarse en un horizonte calcoltico aunque sin descartar posibles perduraciones
(Enrquez, 1983; Enrquez e Iesta, 1985 y 1995; Iesta, 1995a y 1995b), algunos
trabajos puntuales se han llevado a cabo tambin sobre el rico sustrato prerromano
(Rodrguez e Iesta, 1984) que existe en nuestra comarca y que, de ser estudiado,
podra ofrecernos una informacin muy valiosa sobre la evolucin que experimentan
las relaciones socio-culturales en este periodo en el cual se unen los elementos
heredados del mundo tartsico con otros incorporados por los pueblos colonizadores
mediterrneos (griegos y fenicios) y sobre cuya presencia e influencia tenemos
algunas evidencias en lugares no muy alejados de nosotros entre los que sobresale
el thymaterium de Villagarca de la Torre (Rodrguez Viuelas, 2003). A ello debemos
unir las aportaciones clticas para enlazar con los elementos propiamente romanos.
Del resto de nuestra Prehistoria no conocemos apenas nada. As, son muy pocas las
evidencias que tenemos del Paleoltico (Rafael, 1995) estando seguros de que debe
haberlas al poder considerar nuestras tierras como una zona de trnsito entre el
Valle del Guadalquivir y la Meseta, reas en las cuales estas evidencias son muy
significativas tanto cuantitativa como cualitativamente. Es muy posible que las
comunidades cazadoras recolectoras paleolticas remontaran los ros como el Viar
buscando nuevas reas de caza, nuevas reas de captacin de materias primas,
nuevos lugares de habitat.... Sus terrazas e inmediaciones constituyen reas vrgenes,
apenas estudiadas que, de serlo, seguro ofreceran valiosa informacin en este
sentido. Del mismo modo, el Neoltico nos es desconocido y, si tenemos un sustrato
calcoltico bastante consolidado (aunque sabemos, por los trabajos realizados en
otras zonas, que los grupos humanos cambian su estrategia de poblamiento cuando
conocen las posibilidades que ofrece el metal), estamos seguros que el periodo
anterior tambin debe estar representado en mayor o menor medida. Tal vez, si se
estudiara en profundidad alguno de esos yacimientos calcolticos (alguno de ellos
de una importancia considerable a juzgar por los restos recuperados en superficie),
podramos encontrarnos con la sorpresa de que encierra evidencias de esa etapa en
la que el hombre comienza a desarrollar una economa productora, lo que sera de
singular trascendencia. Si no se acometen estos estudios nunca podremos avanzar
en este tipo de apreciaciones.
Hasta aqu el recorrido que podemos trazar sobre la investigacin prehistrica en
nuestra ciudad y su entorno ms cercano. La escasez de estudios, a la luz de ella, es
evidente y preocupante. Existen etapas de nuestra Prehistoria de las que no es
posible dibujar una semblanza mnimamente ntida que nos permita reconstruir las
formas de vida de las primeras comunidades humanas que poblaron nuestras tierras
y que, a buen seguro, jugaron un papel decisivo en el origen de los pueblos y
ciudades que hoy conocemos.
Por tanto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que en nuestra ciudad y
su entorno no se ha realizado ningn estudio de conjunto, en profundidad, que nos
permita tener una visin clara de cual es nuestro patrimonio prehistrico. Del mismo
modo, al no contar con trabajos de estas caractersticas no podemos establecer
ningn tipo de conexin entre las comunidades prehistricas que vivieron en nuestras
tierras con otras que vivieron en las que nos rodean (norte de Crdoba, norte de
Huelva...), zonas que s cuentan con algunos trabajos en este sentido, como el
realizado para el norte de la provincia de Crdoba (Gaviln y Vera, 1990). De esta
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El patrimonio prehistrico en Llerena: una reflexin necesaria
forma, nos encontramos que son muy escasos los trabajos de prospeccin realizados
y son prcticamente inexistentes los trabajos de excavacin. A ello hemos de unir
que los estudios realizados tienen un carcter puntual lo que dificulta la conexin
entre los distintos periodos de la Prehistoria; se han centrado en aspectos muy
concretos. No existe una excavacin sistemtica que permita establecer unas bases
firmes de la evolucin que experimentaron las comunidades prehistricas que vivieron
en nuestro entorno. Tal vez no haya, en este sentido, un yacimiento lo suficientemente
excepcional que nos permita tal conexin pero si no lo investigamos nunca lo
sabremos.
Nuestra ciudad adolece, por todo ello, de estudios globales que permitan sacar a
la luz los vestigios prehistricos que ha guardado celosamente para aportarnos toda
la informacin que nos permita reconstruir las formas de vida de las comunidades
que habitaron nuestro suelo en los albores de la Humanidad.
La realidad anteriormente descrita puede explicarse, a nuestro juicio, analizando
distintas causas que, en ocasiones confluyen a un tiempo y, en otras actan de
manera individual.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que, a diferencia de lo que sucede con
otras parcelas de la historia, la ciencia prehistrica y su mtodo de investigacin
presentan unas peculiaridades que reducen bastante el margen de maniobra de los
investigadores que se acercan a su estudio. En ese sentido, puede valer el smil que
compara una excavacin arqueolgica con un libro que a medida que vamos leyendo
se va destruyendo, de manera que slo puede ser ledo una vez. De igual manera,
cualquier alteracin del registro arqueolgico supone una prdida de informacin
que puede resultar de vital importancia para la reconstruccin de un aspecto concreto
del objeto de estudio. Ello no sucede cuando se analiza artsticamente un edifico,
una escultura o una pintura y tampoco cuando se realiza un estudio de archivos; en
estos casos, los elementos objeto de estudio no sufren ningn deterioro y pueden
ser estudiados posteriormente si ello resultara necesario.
A tal fin y para evitar cualquier tipo de deterioro de nuestro patrimonio prehistrico
existen unas disposiciones legales que todos debemos cumplir buscando con ello la
proteccin mxima para unos recursos tan frgiles como los que estamos tratando
en esta comunicacin. Esas disposiciones establecen el proceso a seguir en cualquier
investigacin prehistrica. Todos y todas estamos obligados a conocer y cumplir
estas leyes. En muchas ocasiones, no obstante, el cumplimiento de las mismas no
se ejercita de manera uniforme sino que en funcin de los intereses que primen en
ese momento concreto la vara de medir ser ms ancha o ms estrecha permitiendo
que, a veces, se atente gravemente con total impunidad contra el patrimonio histrico
y, sobre todo, el prehistrico mucho ms vulnerable.
En segundo lugar, no debemos olvidar tampoco el papel que en la investigacin
arqueolgica juegan los poderes pblicos y privados, pocas veces implicados en la
recuperacin del registro arqueolgico en general, y, especialmente impasibles cuando
se trata del registro prehistrico. Si bien en nuestro caso, hemos podido constatar
en los ltimos aos, en este sentido, un cambio significativo que podemos valorar
muy positivamente.
Del mismo modo, debemos decir que cuando se han hallado en nuestra ciudad
evidencias manifiestas de nuestra Prehistoria no se ha seguido ningn protocolo
serio de actuacin, muy al contrario, se ha dejado hacer y se han investigado mal y
tarde tales evidencias ya que la investigacin arqueolgica est aquejada de una
serie de sntomas (minuciosidad y lentitud entre otros) que son incompatibles con
los principios bsicos de la sociedad capitalista y consumista en la que vivimos. As,
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nos encontramos con la sorpresa de que un yacimiento que albergaba, a juzgar por
los restos recuperados en las escombreras que ha proporcionado (digo bien, en las
escombreras), un registro arqueolgico riqusimo ha sido objeto de un estudio
acelerado. Un yacimiento que poda haber aportado una ingente documentacin ha
sido reducido bibliogrficamente a un escueto artculo en la Revista de Estudios
Extremeos (Enrquez e Iesta, 1995) y a otros dos en una revista local (Iesta,
1995a, 1995b). Del mismo yacimiento, el conjunto de cistas que constituan,
posiblemente, la necrpolis del poblado ni siquiera pudieron ser estudiadas y su
existencia es conocida nicamente por fuentes orales.
Igualmente, los poderes pblicos miran para otro lado cuando, en el lugar en
que se encuentra una antigua ciudad prerromana de gran inters cientfico para
conocer los orgenes del sustrato prerromano de nuestra historia local se intenta
destruir al hacer unas remociones de terreno, sin realizar una intervencin
arqueolgica, al menos de urgencia, que pueda documentar de forma cientfica y
contrastada las evidencias arqueolgicas que all se encuentran. Bien est decir
que, al menos en esta ocasin, ha habido ms suerte y que, despus de mltiples
denuncias y gestiones, se ha logrado, al menos, detener la destruccin absoluta a la
que haba sido condenado el yacimiento. Son muchos los ejemplos que, como stos,
se podran poner pero que haran esta reflexin excesivamente reiterativa.
Por ello, es necesario encontrar una frmula que haga posible el estudio del
patrimonio prehistrico y su puesta en valor sin tener que renunciar, por ello, al
desarrollo econmico de nuestros pueblos y ciudades. Se tratara de arbitrar ideas
encaminadas a desarrollar una especie de ecodesarrollo orientado a preservar el
patrimonio prehistrico. Es urgente concienciar a todos que es necesario salvaguardar
nuestro patrimonio y que dentro de l tambin estn los restos pertenecientes a
nuestra Prehistoria.
En definitiva, consideramos que los poderes pblicos y privados deben convertirse
en los garantes del patrimonio prehistrico considerndolo como una fuente, no
slo de conocimiento de nuestro pasado ms remoto sino tambin como un medio
vlido para obtener un beneficio a largo plazo mediante su puesta en valor y su
divulgacin.
En tercer lugar hemos de considerar tambin el factor econmico que no debe
pasar desapercibido, pues cualquier intervencin arqueolgica supone un desembolso
econmico que, en muchas ocasiones, no se puede asumir, escapando a los
presupuestos privados e incluso pblicos. Cualquier intervencin arqueolgica necesita
una ingente inversin encaminada no slo a la obtencin de los datos a travs del
pertinente proceso de prospeccin o excavacin sino que a ello se une la necesidad
de ponerlas en valor para ser contempladas, pues es sta su razn ltima, es decir,
aportar informacin sobre las primeras comunidades humanas que vivieron donde
nosotros vivimos hoy y darlas a conocer al gran pblico para su contemplacin y
disfrute.
En este sentido, consideramos la necesidad de destacar la importancia que tienen
los estudios previos, las labores de prospeccin que son casi siempre el primer paso
a la puesta en marcha de cualquier proyecto de esta naturaleza y que deben
determinar el potencial y la viabilidad del proyecto en cuestin y que tienen un
presupuesto bastante asequible. Este trabajo de prospeccin puede, del mismo
modo, proporcionar restos de la cultura material de esas primeras poblaciones que
pueden contribuir a enriquecer el patrimonio histrico artstico de una ciudad y, por
tanto, a mejorar sus recursos tursticos. As, en la actualidad, gracias a la evolucin
que en los ltimos aos ha experimentado la arqueologa se estn utilizando distintos
mtodos de prospeccin que, en muchos casos, estn sustituyendo a los trabajos
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El patrimonio prehistrico en Llerena: una reflexin necesaria
de excavacin, por ser stos ltimos altamente destructivos abaratando bastante
los trabajos arqueolgicos. Los mtodos que se pueden utilizar son muy variados y
su eleccin estar en funcin de mltiples variables (caractersticas del terreno,
grado de intensidad de la bsqueda...), de manera que podemos utilizar desde los
ms simples siguiendo distintas estrategias de muestreo (aleatorio, sistemtico,
toponmico...) hasta otros ms sofisticados y, por ello, ms caros (fotografa area,
prospeccin geofsica) que pueden considerarse una segunda fase respecto a los
anteriores y que son muy aconsejables para analizar aspectos muy puntuales
(delimitacin de un yacimiento, estructura interna de un asentamiento, visin de
conjunto de una necrpolis...). Todos los mtodos de prospeccin descritos son
perfectamente vlidos para analizar los vestigios prehistricos de un rea de estudio
sin que supongan, en ningn caso, el gasto que puede implicar una excavacin.
Ante esta desoladora realidad, sin ser nuestra intencin dramatizar, se nos plantea
un reto y, al mismo tiempo, una necesidad inexcusable. Es un reto fascinante que
consiste en conocer nuestro pasado ms remoto desentraando las formas de vida
de las comunidades prehistricas que vivieron en nuestro suelo y que, requiere de
la implicacin de todos, pues todos podemos aportar algo. Al mismo tiempo,
constituye una necesidad que debe centrarse no solamente en el estudio de nuestra
Prehistoria sino que debe incluir tambin la puesta en valor y reconstruccin de las
parcelas ms antiguas de nuestra historia para el disfrute de las generaciones futuras.
Ahora bien, no se trata de hacer un discurso catastrofista sino de constatar una
realidad y al mismo tiempo de aportar algunas propuestas constructivas que permitan
alumbrar acciones futuras encaminadas a que el estudio de la Prehistoria de nuestra
ciudad y su entorno no sea una actividad reducida a un puado de eruditos sino que
sea capaz de conectar con el pblico en general con el fin de difundir el conocimiento
y disfrute de esta apasionante etapa de la historia de la Humanidad.
Aunque desde el punto de vista bibliogrfico y, por tanto, cientfico, el
desconocimiento de nuestra Prehistoria es muy significativo, como se ha comentado
con anterioridad, el primer paso es conocer lo que tenemos y a partir de aqu poder
seguir trabajando. Por ello, en primer lugar, debemos realizar un estudio de aquello
que ya tenemos, analizarlo convenientemente e intentar su puesta en valor y su
posterior divulgacin. En este sentido, digno es reconocer el esfuerzo que las
instituciones locales estn realizando al poner en marcha un proyecto encaminado
a la creacin de un museo local que pueda servir de escaparate a los restos con que
ya contamos. Del mismo modo, no podemos olvidar el impresionante esfuerzo que
algunos estudiosos vienen realizando, sin nimo de lucro alguno, con el nico
propsito de que nuestro patrimonio prehistrico no sea condenado al olvido.
El paso siguiente debe consistir en apoyar y subvencionar estudios encaminados
a la deteccin y determinacin de nuevos recursos y establecer las posibilidades
que ofrece el subsuelo de la comarca desde el punto de vista de los recursos
prehistricos. Estos estudios deben estar basados, en primer lugar, en la delimitacin
de regiones naturales que son las nicas que pueden arrojar coherencia en este tipo
de anlisis prescindiendo de los lmites territoriales actuales, totalmente artificiales,
que nicamente contribuyen a generar obstculos de todo tipo y que carecen de
valor cuando estamos estudiando las comunidades prehistricas. A continuacin, se
deben realizar estudios de prospeccin con el fin de localizar vestigios prehistricos
que nos permitan tener una visin de conjunto de los mismos y, por ltimo, si se
considera necesario, realizar algn trabajo de excavacin puntual con el fin de
determinar con mayor precisin aquellos aspectos que puedan proporcionar mayores
posibilidades. Este debe ser el primer paso que conduzca posteriormente a su
necesaria puesta en valor a fin de concienciar a todos que la Prehistoria tambin
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forma parte de nuestro legado cultural y que se merece un trato de igualdad frente
a otras apuestas que han contado siempre con el compromiso y apoyo denodado
desde distintos foros.
Estos estudios no deben constituir una actuacin aislada sino que, como dijimos
antes, deben implicar a todos y todas. Por ello, debe ser una apuesta que implique
a distintos municipios proporcionndoles un nexo de unin al tiempo que se convierten
en elementos de enriquecimiento mutuo. As, como hemos mencionado con
anterioridad, cualquier trabajo que se inicie en este sentido debe, en la medida de
lo posible, superar las barreras artificiales que hoy constituyen los lmites de los
trminos municipales y debe estar presidido por el inters general, por encima de
los mltiples trmites burocrticos que, a veces, hacen que interesantes ideas queden
olvidadas entre montaas de papeles. Al mismo tiempo, se debe hacer un esfuerzo
encaminado a concienciar a la poblacin de la importancia que tiene el conocer
nuestro pasado ms remoto para lo cual el respeto y la conservacin de nuestro
patrimonio prehistrico es imprescindible y hacerles ver que un objeto de piedra,
hueso, asta... perteneciente a la cultura material de las comunidades prehistricas
tiene el mismo valor que un cuadro, una escultura, un edificio religioso, civil....
Ahora bien, estos estudios deben constituir solamente la punta del iceberg .
Debe haber, a continuacin, una fase centrada en la puesta en valor y, por ltimo,
en la divulgacin del patrimonio prehistrico estudiado previamente con el fin de
ser explotado desde el punto de vista turstico.
Sin duda ninguna, el legado prehistrico ofrece mltiples posibilidades relacionadas
con su explotacin como atractivo turstico, actividad que hoy por hoy, est
convirtindose en una fuente de ingresos verdaderamente capital para regiones
que, como la nuestra, tienen unos recursos limitados en otros sectores econmicos
pero un potencial turstico inagotable.
El impulso que est teniendo el turismo rural actualmente hace necesario que las
instituciones, tanto pblicas como privadas, se impliquen en proyectos encaminados
a la explotacin de estos recursos ya que, de lo contrario, corremos el riesgo de
quedarnos rezagados de cara al futuro que, en este sentido, se abre. As, del mismo
modo que Llerena y su comarca son conocidas por algunos hitos que jalonan su
riqusima historia y de los cuales conservamos un patrimonio muy importante, es
necesario que tambin sean conocidas por aquellos otros vestigios que permanecen
enterrados en el suelo y en el tiempo.
Hoy da, existen localidades, comarcas..., que poseen un patrimonio mucho ms
escaso que el nuestro, en lo que a evidencias prehistricas se refiere y, no obstante,
gracias a un esfuerzo generoso, pblico y privado, han sido capaces de explotarlo
tan acertadamente que en la actualidad constituyen un referente desde el punto de
vista , no solamente turstico sino tambin cientfico. En este sentido, podramos
citar mltiples ejemplos que nos demostraran esta realidad.
Del mismo modo, no debemos olvidar que los recursos prehistricos estn
relacionados ntimamente con los recursos naturales pues entendemos que
constituyen una realidad muy prxima. En un entorno natural como el nuestro, tan
rico en recursos relacionados con las actividades de ocio y tiempo libre y poco
explotados hasta hoy, el estudio y puesta en valor de esos vestigios prehistricos
cobra un significado an ms importante. Deberamos reflexionar sobre ello con el
fin de buscar frmulas alternativas de explotacin de los recursos disponibles.
De la importancia de la explotacin de los recursos naturales ya se han hecho
eco algunos autores estableciendo un conjunto de propuestas que tienen como
objeto sentar las bases de un proyecto encaminado a declarar parte de nuestro
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El patrimonio prehistrico en Llerena: una reflexin necesaria
entorno como espacio natural protegido con el fin de salvaguardar los ricos recursos
florsticos y faunsticos que stos espacios albergan, siendo ste el primer paso para
su posterior conversin en parque natural (Mena Cabezas, 2002). Esta situacin, de
producirse, abrira unas posibilidades de explotacin turstica impensables en nuestra
regin. En ese sentido, la explotacin de los recursos prehistricos sera un
complemento perfecto a la hora de poner en valor la zona y convertirla en un
atractivo turstico de primer orden.
En el caso de la explotacin de los recursos naturales algunos pasos ya se han
dado, como ponen de manifiesto la puesta en valor y explotacin turstica de la Mina
La Jayona (declarado Monumento Natural) en el trmino municipal de Fuente del
Arco a cuyo abrigo se han realizado otras actividades igualmente atractivas que han
tenido una gran aceptacin por una amplia mayora de la ciudadana como es el
caso de la Ruta del Rey Jayn. Estas actividades son un ejemplo vivo de cmo se
potencia un bien desde el punto de vista turstico. Hagmonos eco de estas actividades
y extrapolmoslas a los recursos prehistricos.
Muchos de los recursos con los que contamos estn ante nuestros ojos y no
sabemos las posibilidades potenciales que albergan. En este sentido, debemos tener
en cuenta las profundas y acertadas reflexiones as como las actuaciones puntuales
que se han realizado con el fin de poner en valor algunos elementos etnolgicos
caractersticos de nuestro entorno como son las bujardas, hornos, molinos....
As, en las II Jornadas de Historia de nuestra ciudad sali a la luz un profundo
estudio sobre las posibilidades tursticas que ofreca la Ribera de los Molinos (Mena
Cabezas, 2001). De manera similar se public otro trabajo en las IV Jornadas de
Historia de nuestra ciudad. En esta misma ponencia se pona de manifiesto la
necesidad de poner en valor los elementos etnolgicos con el fin de incluirlos entre
los atractivos tursticos que deberan jalonar y, por tanto, enriquecer, las posibles
rutas de senderismo, ecolgicas... que se pudieran abrir (Mena Cabezas, 2003).
He aqu algunos ejemplos que pueden ilustrar a la perfeccin la realidad que
estamos tratando. Si a la posibilidad de disfrutar de los recursos naturales y
etnolgicos en su hbitat natural podemos unir la contemplacin de los recursos
prehistricos habremos dado un paso hacia adelante sin precedentes en la explotacin
de los riqusimos recursos de que disponemos de una manera integral. Por tanto,
los recursos estn ah, nicamente debemos explotarlos y darles utilidad.
Evidentemente, para la explotacin de los recursos prehistricos, adems de
poner en marcha proyectos encaminados a su deteccin y estudio debe haber otros
que se centren en su puesta en valor y posterior divulgacin.
Esa puesta en valor debera tener un carcter selectivo de manera que una vez
conocidos los recursos con los que contamos pondramos en valor aquellos que, por
sus caractersticas, entidad..., tuvieran una mayor relevancia y, por tanto, un mayor
atractivo desde el punto de vista turstico. En ese sentido, la ubicacin de algunos
vestigios de nuestro patrimonio prehistrico podran enriquecer an ms alguna de
nuestras rutas de senderismo ms conocidas y visitadas y que, gracias a la buena
gestin que de ellas se han hecho, constituyen un referente obligado en el catlogo
de actividades tursticas de la comarca como es la Ruta del Rey Jayn, anteriormente
mencionada. Al mismo tiempo, los nuevos estudios permitiran poner en valor otros
restos que haran posible explotar rutas alternativas que hoy estn infraexplotadas
o que carecen de inters. As, en algunas de ellas, el visitante podra disfrutar al
mismo tiempo de elementos varios como son los puramente naturales a los que
debemos unir los etnolgicos y prehistricos y que permitiran aprovechar algunas
infraestructuras que, en la actualidad, no se explotan suficientemente (albergue de
los Molinos).
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Esa puesta en valor debe ir acompaada de una efectiva labor de divulgacin
que se puede realizar atendiendo a mltiples variantes. En primer lugar, es
imprescindible llevar a cabo una divulgacin de carcter cientfica que sea capaz de
dar a conocer la importancia de nuestro legado prehistrico entre la comunidad
cientfica y que slo ser posible si se desarrollan y apoyan proyectos que estn
planteados conforme a un programa detallado y coherente que contenga los requisitos
concernientes a la conveniencia, profesionalidad e inters cientfico. Este anlisis
cientfico debera completarse con la elaboracin de las oportunas publicaciones
que permitan difundir los pormenores de los estudios realizados.
Del mismo modo, deben existir otros cauces de divulgacin encaminados a dar a
conocer estos recursos al gran pblico. En ese sentido, se pueden arbitrar actividades
muy diversas como pueden ser inventarios que se pueden hacer pblicos en las
pginas web oficiales de los distintos ayuntamientos implicados (se podra realizar
un catlogo virtual con una breve descripcin de los restos ms significativos,
ordenados cronolgica y culturalmente, unidos a mapas con la ubicacin de
yacimientos...), exposiciones peridicas de carcter temtico, rutas arqueolgicas
que, en muchas ocasiones, pueden contribuir a enriquecer otras, como hemos
comentado con anterioridad, que cuentan con otros atractivos o incluso, al abrigo
de los restos estudiados, pueden crearse otras nuevas. Un carcter complementario
podran tener los centros de interpretacin situados en lugares estratgicos que
estaran dedicados a profundizar en aspectos que escapan a la vista del visitante o
que no estn presentes en los restos conservados (en este sentido proponemos la
construccin de uno en las ruinas romanas de Regina al contar en sus inmediaciones
con otros recursos igualmente notables como son la alcazaba de Reina o la Huerta
de Dios). En ellos se profundizara en aspectos tales como reconstruccin de los
modos de vida de las poblaciones prehistricas en el mismo lugar donde vivieron
(elaboracin de materias primas, captacin de recursos naturales, estructura
social...).
En ese proceso de divulgacin deben estar presentes tambin otras estrategias
entre las que pueden destacarse conferencias impartidas en centros culturales,
escolares... locales a distinta escala geogrfica (local, comarcal e incluso provincial)
que deben servir para difundir e implicar a los distintos sectores de la sociedad en el
conocimiento y proteccin del patrimonio prehistrico.
Todas estas actividades, con el tiempo, deben suponer beneficios econmicos ya
que necesitan de inversiones encaminadas a poner en funcionamiento mltiples
actividades. En ese sentido podemos citar, entre otras, la construccin de instalaciones
y ampliacin de las ya existentes. Al mismo tiempo, sera necesario aumentar los
recursos humanos que habran de hacerse cargo de satisfacer las nuevas demandas
(guas tursticos, vigilantes, arquelogo municipal o comarcal, personal de
mantenimiento de las instalaciones...) relacionados directa o indirectamente con la
explotacin de los nuevos recursos.
A la luz de lo expuesto hemos intentado hacer ver que nuestro patrimonio es
muy rico pero que, en algunos aspectos, es un gran desconocido, especialmente en
lo que a los recursos prehistricos se refiere. Del mismo modo, hemos tratado de
hacer comprender que es necesario un esfuerzo desde todos los mbitos (pblicos
y privados) con el fin de evitar el preocupante vaco que tenemos en el conocimiento
de nuestra Prehistoria. Igualmente, de nuestra exposicin se puede desprender que
el estudio de la Prehistoria puede constituir una apuesta de futuro al igual que lo
son otras parcelas de la Historia que hoy da atraen a nuestros pueblos a centenares
de visitantes que a buen seguro acogern con entusiasmo estas nuevas iniciativas
ya que seguro estn vidos de nuevas ofertas. Por todo ello debemos, es nuestro
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El patrimonio prehistrico en Llerena: una reflexin necesaria
deber, hacer cuanto est en nuestra mano para evitar que nuestra Prehistoria siga
siendo, en gran medida, desconocida, esforzndonos por estudiarla y darla a conocer.
Hemos de romper los tpicos y hacer ver a nuestras generaciones futuras que
nuestros pueblos y ciudades son mucho ms antiguas de lo que pensamos y que
debemos sacar a la luz los vestigios que quedan de ese interesante y desconocido
pasado. Slo conocindolo podremos admirarlo como se merece en toda su dimensin
y en todo su esplendor.
Nuestra misin como llerenenses, comprometidos con la mejora en el bienestar
de nuestra ciudad y su comarca, es proponer soluciones que permitan mejorar la
realidad cotidiana de nuestra ciudad y, por supuesto, de la comarca de la que
formamos parte. Somos nosotros los que, con nuestras acciones, debemos hacerla
ms grande y prspera.
Nuestra propuesta no debe ser considerada como una comunicacin aislada sino
que pretende ser el punto de partida de una corriente de opinin sensibilizada con la
Prehistoria, con los estudios prehistricos y al mismo tiempo captar la atencin de
los poderes pblicos y privados para que tomen conciencia de la importancia que
tiene para un pueblo conocer su historia, pero no de una forma sesgada sino de una
manera global, con el fin de que tengan una visin de conjunto de cuales son sus
races ms profundas.
BIBLIOGRAFA
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CONTROVERSIA SOBRE UNA MONEDA DE ARSA EN LA
COMISIN DE MONUMENTOS DE BADAJOZ.
INTRAHISTORIA Y REFUTACIN DE UNA SOSPECHA
CONTROVERSY ARI SEN I N THE MONUMENT COMMI SSI ON OF
BADAJ OZ ABOUT A COI N FOUND I N ARSA. EVERYDAY HI STORY
AND REFUTATI ON OF A SUSPI CI ON
Pablo Ortiz Romero
IES Cristo del Rosario
Ctra. Los Santos, s/n
ZAFRA (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: La controversia que se produjo en torno a una moneda de la ceca
de Arsa permite acercarnos a la historia de la Comisin de Monumentos de
Badajoz y al proceso de institucionalizacin de la arqueologa en Extremadura.
La moneda de Arsa fue publicada por Fernando Bernldez en 1868, aunque
Jacobo Zbel la consider falsa. El tiempo dara finalmente la razn a los miem-
bros de la Comisin de Monumentos y Zbel hubo de rectificar cuando tuvo
conocimiento de la existencia de ms testimonios de la ceca de Arsa, que hasta
entonces haba negado.
ABSTRACT:The controversy that took place about a coin of the Mint of Arsa
allows us to approach the history of the Monument Comission of Badajoz and the
process of institutionalization of archaeology in Extremadura. The coin of Arsa
was published by Fernando Bernldez in 1868, although Jacobo Zbel considered
it false. Time would finally agree with the opinion of the members of the Monument
Comission and Zbel had to rectify when he knew of the existence of more
testimonies about the Mint of Arsa, which he had denied until then.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 297 - 307
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Controversia sobre una moneda de Arsa
Durante el siglo XIX estuvieron muy extendidas las falsificaciones de piezas
arqueolgicas, lo que contaminaba en ocasiones el trabajo cientfico de las
Comisiones de Monumentos, por entonces las corporaciones encargadas de
gestionar el Patrimonio y de iniciar la institucionalizacin de la arqueologa.
La actuacin de la Comisin de Monumentos de Badajoz en relacin con una
moneda aparecida en Los Argallenes (Zalamea de la Serena) acuada en
la ceca de Arsa ilustra perfectamente las tenues barreras que separaban los ambientes
cientficos del mundo de los falsificadores y hasta qu punto stos lograban sembrar
las dudas incluso entre los ms eminentes especialistas. El caso de la moneda de
Arsa es, asimismo, exponente de la labor arqueolgica que en el seno de la Comisin
de Monumentos de Badajoz desarrollaron Fernando Bernldez y Toms Romero de
Castilla, Vicepresidente y Secretario de la institucin en los tiempos que siguieron a
la refundacin de 1867
1
.
El caso que nos ocupa arranca de la publicacin en 1868 de un artculo de Fernando
Bernldez sobre una peculiar moneda
2
, al parecer procedente de Los Argallenes,
uno de los lugares mticos de la arqueologa de La Serena. Nada se sabe de las
circunstancias del hallazgo, que hemos de suponer fortuito, slo que la pieza lleg a
manos de Bernldez y que ste, entusiasmado, se la llev a la Comisin Provincial
de Monumentos de Badajoz. Hay que tener presente que Fernando Bernldez Gringa
(1827-1889), adems de Vicepresidente de la Comisin de Monumentos, era
Ingeniero Jefe de Minas de la provincia lo que le facilitaba el acceso a los hallazgos
arqueolgicos que se realizaban en las zonas mineras, entre las que destacaba
especialmente La Serena. As, fue el intermediario que permiti la donacin al Museo
Provincial del conjunto de materiales romanos hallados las minas de Castuera
3
; y
mantuvo contactos de cierta intensidad con eruditos de la zona, a quienes animaba
en la recogida de materiales. De stos, tenemos constancia de su amistad con un
sacerdote de Zalamea de la Serena, Diego Caballero, a quien pidi que redactara
una monografa sobre la historia de la villa y las numerosas antigedades que se
recogan en sus alrededores
4
. Aunque no hay ninguna evidencia de que Caballero
tuviera alguna relacin con el hallazgo de la moneda de Arsa, sirva su persona para
ilustrar los contactos de Bernldez con Zalamea, lo que ayuda explicar la forma en
que la moneda debi llegar hasta sus manos.
El yacimiento arqueolgico de Los Argallenes se encuentra en la cima de la
sierra del mismo nombre, en una posicin estratgica en el control de los accesos a
La Serena desde el sur, por el corredor del ro Guadmez. All se observan diversos
restos de habitacin y fortificacin, los ms antiguos de poca romana republicana,
identificados desde el siglo XVIII con Arsa, escenario del enfrentamiento entre Viriato
y el cnsul romano de la provincia Ulterior, Quinto Servilio Cepin. Arsa, como una
de las ciudades de la Beturia Trdula, aparece citada en la fuentes clsicas: Plinio,
1
Las Comisiones provinciales de Monumentos Histricos y Artsticos fueron creadas por R. O. de 13 de junio de
1844. Aunque en apariencia eran una herramienta para combatir el expolio ligado a la desamortizacin eclesisti-
ca, lo cierto es que se trata de instituciones que tienen una mayor trascendencia, pues persiguen interpretar el
Patrimonio en consonancia con el ideal del Estado-Nacin. Como un elemento ms de la construccin del Estado
liberal, pues, las Comisiones de Monumentos no se librarn de la crisis que afecta al proceso del que forman parte.
En 1865 las Comisiones fueron refundadas a partir de un nuevo Reglamento (La Gaceta, de 24 de noviembre),
aunque la Comisin Provincial de Badajoz no se constituir hasta el 13 de julio de 1867.
2
BERNLDEZ, F. Carta a don Jacobo Zbel sobre una moneda indita de Arsa, Memorial Numismtico Espaol,
Barcelona, 1868, t. II, pp. 269-273.
3
CHICO PAJARES, M.J. y RUBIO MUOZ, L.A. (1982): Materiales mineros romanos del Museo Arqueolgico
Provincial de Badajoz. Museos, 2, Madrid, 1982, pp. 79-84.
4
ORTIZ ROMERO, P. Institucionalizacin y crisis de la Arqueologa en Extremadura. Comisin de Monumentos de Badajoz
y Subcomisin de Monumentos de Mrida (1844-1971), Badajoz, 2007, pp. 177-178.
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Ptolomeo y Apiano. La identificacin de Argallenes=Arsa tiene su origen en el
manuscrito del franciscano Juan Matheo Reyes Ortiz de Thovar: Partidos triunfantes
de la Beturia Trdula, con todas las poblaciones libres comprehendidas vajo el circo
de quince leguas de la Villa de Hornachos (1779)
5
.
La moneda que cay en poder de Fernando Bernldez resultaba clave, pues,
para resolver un problema histrico: la definitiva identificacin de Arsa con el
yacimiento de Los Argallenes. Bernldez y Romero de Castilla, pues, debieron
sentir el vrtigo de estar en disposicin de solucionar todo un enigma, de ah la
extraordinaria importancia que la pieza tendr en la historia de la Comisin de
Monumentos de Badajoz.
La moneda de Arsa es de bronce, en buen estado de conservacin. En el anverso
se ve una cabeza humana, que parece masculina, a la izquierda, de estilo bastante
tosco, con el ojo muy resaltado y peinado de rizo corto. Alrededor de la misma
aparece una leyenda latina (ARSA), de izquierda a derecha, con la A debajo del
cuello y la RSA por detrs de la cabeza. El reverso muestra una espiga en posicin
horizontal, situada entre dos lneas que, segn lectura de Sol, corresponden a una
leyenda neopnica: wr-
6
.
El artculo de Bernldez sobre la moneda de Arsa, fechado en Badajoz en 11 de
junio de 1868, est escrito en forma de carta a Jacobo Zbel de Zangrniz, quizs la
mxima autoridad en cuestiones numismticas de la poca
7
. La respuesta de Zbel
no aparecera publicada hasta 1873, por lo que tan considerable retraso generara
una actuacin de Bernldez al respecto que, a la postre, es lo que ha permitido que
quede constancia de la controversia
8
. Ante la tardanza, Bernldez escribi a lvaro
5
Se trata de un trabajo que en gran medida resulta muy interesante para la arqueologa extremea, pero del que
hay que separar no pocas fbulas y leyendas. Esta de Arsa es una de ellas, repetida hasta la saciedad desde el texto
de Ortiz de Thovar. El manuscrito data de 1779 y se conserva en la Biblioteca del Real Monasterio de Guadalupe,
dentro de la biblioteca de Vicente Barrantes. Hace unos aos fue publicado por Fr. Sebastin Garca, Archivero y
Bibliotecario del Monasterio: REYES ORTIZ DE TOVAR, J.M.: Partidos triunfantes de la Beturia trdula, Madrid, 1779
(reed. 1998). Sobre Arsa, cf. VERA MURILLO, F. De topografa antigua extremea. Azuaga no fue en lo antiguo la
ciudad de Arsa, Revista del Centro de Estudios Extremeos, VI. Badajoz, 1932, pp. 125-132; y GARCIA-BELLIDO, M.P.
Sobre las dos supuestas ciudades de la Btica llamadas Arsa. Testimonios pnicos en la Baeturia Trdula, Anas, IV,
Mrida, 1993, pp. 81-92.
6
Cf. SOL, J.M. El alfabeto monetario de las cecas libio-fenices, Barcelona, 1980. Cf. Figura 1.
7
Jacobo Zbel de Zangrniz (Manila, 1842-1896) es uno de los ms destacados numismticos del siglo XIX. Perte-
neca a una familia burguesa, ilustrada y de gran relevancia social, de padre alemn y madre espaola. Pas su
infancia y adolescencia en Hamburgo; con la pretensin de continuar con la profesin paterna, ingresara en
Madrid en la Universidad Central para realizar estudios de Farmacia. Con diecisiete aos lo conoci Hbner en la
casa de Antonio Delgado en Madrid, volcado en la Arqueologa y, sobre todo, en la Numismtica. Rodeado de
ilustres autoridades encauz su entusiasmo por las antigedades hacia el estudio de las monedas, donde rpida-
mente comenz a destacar con aportaciones innovadoras como el catlogo de las monedas que l denomin
libyo-fenicias, un peculiar conjunto de piezas monetarias que presentan caracteres bilinges (latinos junto a desco-
nocidos elementos de raz fenicia). Zbel defendi que estas monedas del sur de la Btica tenan su origen en
antiguas migraciones procedentes del norte de frica que se haban asentado en la zona del Estrecho. Es destacable
el hecho de que en estos primeros aos de su madurez, con apenas 20 aos de edad, Zbel iniciara una labor tan
novedosa y que, adems, publicara en revistas extranjeras, lo que otorgaba un marchamo de credibilidad y rigor
poco usual en un mundo que en Espaa estaba dominado por los aficionados, lo que le permiti relacionarse con
los ms renombrados numismticos de su poca.
8
La fuentes documentales de la misma: Archivo de la Comisin de Monumentos de Badajoz (en adelante, ACMBA),
donde existen tres documentos sobre el tema integrados en el Expediente n 8: 1. Carta de lvaro Campaner a
Fernando Bernldez, sin fecha. Por el documento n 3 sabemos que el primero la envi en 23 de julio de 1874; 2.
Carta de Jacobo Zbel a Fernando Bernldez, Manila, 31 de diciembre de 1872; 3. Tarjeta postal de lvaro Campaner
a Fernando Bernldez, 4 de septiembre de 1874.
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Controversia sobre una moneda de Arsa
Campaner, reconocido numismtico y editor del Memorial Numismtico Espaol
9
,
interesndose por el particular, y ste le escribi recordndole que le haba enviado
un ejemplar del Memorial en el que apareca la contestacin de Zbel, aunque
supone que debi extraviarse. Mientras, y hasta que le remitiera otro, hizo llegar a
Bernldez el texto manuscrito que Zbel le haba entregado para su publicacin
10
.
I. EL INFORME DE ZBEL SOBRE LA MONEDA DE ARSA
El artculo de Jacobo Zbel sobre la moneda de Arsa apareci publicado en el
tomo III del Memorial Numismtico (1873). Pero desde unos aos antes,
concretamente desde mediados de 1870, Zbel tena ya plenamente cerrado su
juicio sobre la extraa moneda de Arsa. En carta que le dirigi a su amigo lvaro
Campaner el 11 de agosto de 1870 y en la que le trasladaba sus opiniones sobre los
artculos aparecidos en el tomo II del Memorial se puede apreciar cun convencido
estaba de que la moneda de Bernldez era falsa: La moneda que me dedica el
ingeniero seor Bernldez, atribuida a Arsa, es sin duda del estrecho de Gibraltar o
de la Serrana de Ronda, quiz de BAISIPO o BARBASULA o BARBA o MARGABLO.
Las inscripciones del reverso, son de la clase de las publicadas en la primera entrega
del Memorial. Yo le he de escribir una contestacin a ese seor y pedirle que te
remita un vaciado en yeso o azufre, pues mucho me temo que todo el anverso sea
retocado con cidos; la forma de las letras y los extremos de los palos que la forman
(van dibujadas) son altamente sospechosas. Compralas con las del reverso
11
.
Para Jacobo Zbel la moneda de Arsa que publica Bernldez es, pues, falsa de
todo punto, ya que se encuentra retocada en su anverso
12
. El supuesto testimonio
de la Arsa de la Beturia Trdula, es, segn Zbel, despus de una larga reflexin,
obra de las redes de falsificadores de monedas que desde finales del siglo XVIII
vienen llenando las colecciones privadas y pblicas. Las consideraciones de Zbel
son de una exquisita honestidad intelectual, poniendo el dedo en la llaga de lo que
acab deviniendo en verdadera plaga de los estudios histricos. La moneda de Arsa
es, en su opinin, un ejemplo perfecto de los procedimientos empleados para engaar
a los coleccionistas: la manipulacin de una pieza original incorporando detalles que
la convierten en otra distinta. Segn Zbel, todo arranca de 1757, cuando el padre
Flrez public los dos primeros tomos de su obra y despert una gran aficin al
coleccionismo de monedas
13
. Las piezas raras, sobre todo aquellas que contenan el
9
lvaro Campaner y Fuertes fue una de las figuras ms seeras de la numismtica espaola en la segunda mitad del
siglo XIX, junto a Zbel, Antonio Delgado, Celestino Pujol o Carlos Castrobeza. El mismo Hbner lo calific como
insigne numismtico y Zbel, adems de tenerlo como buen amigo, se mostr siempre dispuesto a alabar su
diligencia y rigor en los estudios numismticos. Acumul numerosos honores como erudito y reputado numismtico:
correspondiente de la Real Academia de la Historia en Manacor, socio de mrito de la Real Sociedad Econmica
Mallorquina de Amigos del Pas, miembro del Instituto Arqueolgico Internacional de Roma, miembro del Institu-
to Arqueolgico Imperial de Alemania, miembro de la Sociedad Real de Numismtica de Blgica. Public Numism-
tica balear. Descripcin histrica de las monedas de las islas Baleares acuadas durante la dominacin pnica, romana,
rabe, aragonesa y espaola, Palma, 1879; Apuntes para la formacin de un Catlogo Numismtico Espaol, Barcelona,
1857; e Indicador manual de la Numismtica espaola, Barcelona, 1891.
10
Sobre el original apunta Campaner que estaba mugriento de rodar por la imprenta, lo que resulta ser bien
cierto.
11
MATEU Y LLOPIS, F. Cartas numismticas de don Jacobo Zbel de Zangrniz a don lvaro Campaner y Fuertes
(1862-1881). Seleccionadas y anotadas, Boletn de la Real Academia de la Historia, CXXV, cuad. I, Madrid, 1949, p. 18.
12
ACMBA: Expediente n 8. Documento, n 2: Carta de Jacobo Zbel a Fernando Bernldez, Manila, 31 de diciembre
de 1872.
13
FLREZ, E. Espaa Sagrada. Teatro Geogrfico histrico de la Iglesia de Espaa. Origen, divisiones y lmites de todas sus
Provincias. Antigedad, traslaciones, y estado antiguo, y presente de sus Sillas en todos los dominios de Espaa, y Portugal.
Con varias disertaciones crticas para ilustrar la Historia Eclesistica de Espaa, Madrid, 1747-1775 (29 vols.).
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nombre de alguna ciudad antigua mencionada en las fuentes clsicas, llegaban a
alcanzar excelentes precios en las redes de compraventa. En toda Andaluca y Portugal
empezaron a aparecer monedas nuevas que eran en realidad piezas antiguas
retocadas segn los intereses que tena establecidos la Numismtica: Aliciente
fue este que despert la avaricia y empezaron principalmente en Andaluca y Portugal
a brotar monedas nuevas, es decir, en su mayora antiguas, pero con una o ambas
caras retocadas con ayuda del buril o de un cido, o de ambos agentes, a veces con
una ptina verde artificial de subacetato cprico y tan perfectamente arregladas
que el descubrimiento de su artificio es frecuentemente muy difcil para el que no ha
visto otra retocadas con menos habilidad
14
.
Por lo dems, los falsificadores eran bien conocidos entre los especialistas, como
revela la correspondencia entre Jacobo Zbel y lvaro Campaner, donde se observa
la familiaridad con que ambos se refieren al caso de un habilidoso falsificador llamado
Bcker
15
. El mismo padre Flrez fue, tambin, vctima de los falsificadores y el
Tomo III de su obra estara plagado, segn Zbel, de monedas falsas que haban
sido retocadas. Monedas de Cstulo, Ilipa, Lastigi o Iliberris son transformadas
modificando la simbologa, o incorporando nombres ajenos a las mismas,
frecuentemente el de sitios conocidos en la historia antigua: Osca, Gades, Munda,
Mirbriga Muchas de estas monedas falsas han sido identificadas a lo largo del
tiempo, pero, comenta Zbel, muchas otras permanecen en colecciones particulares,
heredadas de padres a hijos, y all pasan por ser ejemplares notables. Su conocimiento
del mercado de antigedades falsificadas le lleva a desengaar a quienes piensan
que, por el simple hecho de haberlas adquirido de algn labrador aparentemente
inocente, se encuentran a salvo del fraude. Las redes de traficantes son complejas
y van ms all de la elaboracin de la pieza, organizando todos los pasos necesarios
para colocarlas en el mercado sin levantar sospechas. El argumento, pues, de que
la moneda de Bernldez procede de Los Argallenes, donde tradicionalmente se
haba ubicado la antigua Arsa, no es nada ms que un elemento ms dentro del
proceso de falsificacin y fraude que rodea a la moneda.
Zbel no necesita acceder a la pieza para fundamentar su criterio. Para l, la
simple comparacin entre el anverso y el reverso era suficiente para establecer lo
que de autntico y falso haba en la moneda. La espiga y los caracteres que aparecen
en el reverso son autnticos, aunque no puede decirse lo mismo de la otra cara. La
moneda le trajo al experimentado numismtico resonancias de otras piezas retocadas
que haba visto personalmente, especialmente la cabeza. En su opinin, todo el
anverso deja traslucir una escasa espontaneidad, de la que no encuentra eco en las
monedas de la Btica. Una serie de detalles (la ubicacin del ojo, la carencia de
pmulo, la representacin del cabello, el trabajo de los contornos para realzar la
cabeza) hacen de esta moneda una pieza que no encaja en los modelos conocidos.
Adems, las sospechas se acrecientan tras el anlisis de las letras donde aparece el
topnimo ARSA. stas no utilizan la misma tcnica que se aprecia en los caracteres
del reverso y que es la comn en las monedas antiguas: rayas tiradas entre puntos
previamente sealados con el fin de marcar el sitio destinado a cada letra. Los
caracteres estn trazados mediante cuas, lo que es, para Zbel, indito en la
numismtica antigua y s propio de las monedas retocadas por falsificadores que
copian modelos cristianos.
Resulta muy extraa, adems, la distribucin de una palabra de slo cuatro
letras en torno a la cabeza. Tanto en uno como en otro lado de la cabeza hubiera
14
ACMBA: Expediente n 8. Documento, n 2: Carta de Jacobo Zbel... op.cit. En adelante: ACMBA: Zbel, 1872, ms.
15
MATEU Y LLOPIS, F. Cartas numismticas... op.cit., 1949, p. 99.
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Controversia sobre una moneda de Arsa
tenido sitio el epgrafe; sin embargo se pone la A inicial a un lado y el resto al otro.
Para Zbel esto es muestra indudable de que se ha manipulado la inscripcin original
de la moneda, que debi tener, al menos, siete letras. La moneda, pues, haba sido
alterada, tanto que una pieza de la zona del Estrecho se haba trasmutado en otra
excepcional, supuestamente procedente de la antigua Arsa. Zbel cree ver con
claridad que el fraude se realiz sobre una moneda con la leyenda BAISIPO o BAESIPO,
cuyas letras primera, sexta y sptima haban sido suprimidas y las que estaban en
el tercer y quinto lugar convertidas hbilmente en R y A. Desde 1870, cuando en
carta a Campaner manej la posibilidad de que la moneda pudiera pertenecer a
varias cecas, haba depurado su tesis, prescindiendo as de BARBASULA, BARBA y
MARGABLO, nombres todos en los que podra haberse ejecutado la falsificacin
segn el procedimiento de supresin de letras que defenda. En conclusin: Resumir
en dos palabras mi opinin de la medalla que ha motivado su siempre grata epstola
y esta amistosa y franca respuesta. Es un as desconocido de Baesippo con el nombre
de la ciudad en caracteres bastulo-pnicos en el reverso y romanos en el anverso,
pero inutilizados estos ltimos por un retoque general que por mano moderna ha
sufrido este lado de la medalla
16
.
El juicio de Zbel no debi conocerse en Badajoz hasta, al menos, 1874, que es
cuando lvaro Campaner, a requerimiento de Bernldez, le hace llegar el manuscrito
a partir del cual se hizo la edicin del Memorial Numismtico Espaol. La contundencia
de Zbel, que quiso destacar ante Bernldez el inters de la moneda a pesar de la
falsificacin
17
, no hizo desistir a ste ni a la Comisin de la idea de que se encontraban
ante una acuacin de la Arsa Beturiense. En el Resumen de las Actas y Tareas de
la Comisin
18
, Romero de Castilla se muestra orgulloso de la moneda, que destaca
entre todas las que posee la Comisin en su Catlogo
19
. En el escrito se refieren de
forma precisa las consideraciones que sobre la misma hizo Zbel y se apuesta por
su autenticidad basndose en el resultado de su observacin directa y en la aparicin
de al menos dos ejemplares semejantes adquiridos por el Centro Numismtico
Sevillano
20
.
Tambin Bernldez, en una nota de su puo y letra conservada en el archivo de
la Comisin de Monumentos de Badajoz, expresa su convencimiento de que la moneda
era autntica. La pieza es de gran inters para el Vicepresidente de la Comisin, que
la seala como nica, de innegable autenticidad, una puntualizacin que seguramente
pretende neutralizar la opinin que sobre la misma haba vertido Jacobo Zbel:
Entre los bronces que la Comisin ha podido reunir y clasificar no debemos dejar
de hacer mrito e importancia los correspondientes a () y sobre todo uno
recientemente encontrado y de indaputable [sic] autenticidad correspondiente al
municipio de Arsa cuya verdadera situacin era, hasta lo de ahora, desconocida, as
como tambin se ignoraba la existencia de sus medallas: razn por la que no nos
16
ACMBA: Zbel, 1872, ms.
17
No desmaye V., pues porque la moneda en cuestin no sea a mi juicio de Arsa. Como pieza nueva y bilinge de
Baesippo con caracteres bastulo-fenicios de un tamao y una claridad de formas como ningn otro epgrafe
numismtico de su grupo los presenta, esta moneda es de mucha mayor importancia que si hubiese sido un
sencillo as acuado en la ciudad de Arsa. (Ibdem).
18
ROMERO DE CASTILLA, T. Resumen de las Actas y Tareas de la Comisin de Monumentos Histricos y Artsticos de la
provincia de Badajoz desde Abril de 1867 hasta fines de Diciembre de 1877, manuscrito, 1877 (Biblioteca Museo
Arqueolgico de Badajoz). Tambin, ROMERO DE CASTILLA, T. Inventario de los objetos recogidos en el Museo
Arqueolgico de la Comisin provincial de Monumentos de Badajoz, Badajoz, 1896.
19
El catlogo, realizado por Bernldez, contaba en este tiempo con cerca de 2.000 monedas diferentes.
20
Una de estas monedas aparece en el Nuevo mtodo de clasificacin de medallas autnomas de Espaa, de Antonio
DELGADO. La otra moneda la cita Romero de Castilla de odas: al que segn noticias tenemos, hay que aadir
un tercero de ms pequeo mdulo adquirido recientemente por el mismo Centro.
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creemos dispensados de dar una sucinta descripcin de esta moneda, nica que
creemos se haya encontrado hasta el da y cuya descripcin se hizo y public
21
.
Con toda seguridad el dictamen del experto Zbel mengu el entusiasmo que la
moneda de Arsa haba despertado tanto en Bernldez como en Romero de Castilla;
pese a lo cual ambos se mantuvieron convencidos de que era autntica, lo que
resulta extraordinariamente meritorio. Siempre tuvo la Comisin de Monumentos
de Badajoz la certeza de que dispona de una pieza de gran valor, aunque la formacin
de sus miembros en cuestiones numismticas no le permita organizar discusiones
cientficas en las que se cuestionara la opinin de quien, como Zbel, era sin duda
la gran autoridad nacional en la materia. As, aunque de un modo algo apagado, y
con la honestidad de exponer la condena de Zbel sobre la pieza, la corporacin
badajocense siempre habra de insistir en que la moneda de Arsa que se encontraba
en el Museo de Badajoz no era una falsificacin. Slo en este contexto, el del impacto
que el informe Zbel tuvo sobre las entusiastas expectativas que la moneda haba
despertado en Fernando Bernldez y en Toms Romero de Castilla, puede entenderse
la desinformacin en que stos estuvieron sumidos tras la publicacin del numismtico
filipino, as como el vaco que se gener en torno a la moneda de Arsa.
Hay que destacar en este estado de cosas, el respaldo que supuso la publicacin
del Nuevo mtodo para la clasificacin de las medallas autnomas de Espaa, de
Antonio Delgado
22
, que valida la moneda presentada por Bernldez y da a conocer,
adems, otros dos ejemplares anlogos, a los que se referira Romero de Castilla
para insistir en la autenticidad de la moneda de Los Argallenes, como ya hemos
sealado. Delgado respalda las tesis de Bernldez y aporta dos monedas del Gabinete
Numismtico del Sr. Caballero Infante con la leyenda ARSA, una de ellas procedente
de uno de los pueblos de la derecha del Guadalquivir prximos a Crdoba,
plenamente coincidente con la de Bernldez: Cabeza barbada hacia la izquierda
con el ojo dentro de un crculo, como prpados, mirando de frente de manera que
atendiendo a la forma de la nariz y al corte del crneo en su parte alta, donde se ve
deprimida la regin coronal y rebajada la occipital, representa la cabeza de una ave,
con formas humanas: alrededor Arsa. Reverso: Ramo o espiga, tendida de izquierda
a derecha: encima K. E; debajo L. F. (Kosus Aemilius, Lucii filius)
23
.
En opinin de Delgado los pretendidos caracteres tartsicos o lybio-fenicios del
reverso de la moneda procedente de Los Argallenes son en realidad caracteres
latinos, situando el error en una mala lectura de la impronta remitida a Zbel por
Bernldez a travs de lvaro Campaner. Destaca la tosquedad de los caracteres del
reverso, as como lo extrao de la cabeza que aparece en el anverso, aunque le
encuentra algunos paralelos. Delgado comparte plenamente la reduccin de esta
desconocida Arsa al sitio (despoblado) que llaman Los Argallenes o Arsallenes,
que en una lectura curiosa traduce, desglosando el trmino, como Llanura (llenes)
de Arsa, lo que no tiene nada que ver ni con la etimologa del trmino ni con la
realidad geogrfica del lugar.
21
El escrito se encuentra formando parte del Expediente n 20: Relativo a donaciones de monedas y objetos
hechas a este Museo, separado junto a otros en un apartado denominado Fuera de ndice. No tiene fecha, y
parece ser un borrador de una nota sobre las actividades de la Comisin, tal vez dirigida a la elaboracin del
Resumen de las Actas y Tareas de la Comisin (1877). En todo caso es posterior a la fecha de publicacin de la
moneda de ARSA en el Memorial Numismtico Espaol de Barcelona, puesto que se cita.
22
DELGADO, A. Nuevo mtodo de clasificacin de las medallas autnomas de Espaa, Sevilla, 1871.
23
Ibdem, pp. 30-31.
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Controversia sobre una moneda de Arsa
II. LA RECTIFICACIN DE JACOBO ZBEL
Los mecanismos de difusin de la literatura cientfica de la poca,
extraordinariamente lentos e irregulares, no ayudaron a solventar una polmica
que, por lo que respecta a Jacobo Zbel, qued despejada en marzo de 1877,
cuando se convenci de que sus consideraciones de antao sobre la moneda de
Arsa eran errneas. Efectivamente, la controversia continu con algunos episodios
que no llegaron a conocimiento de los miembros de la Comisin de Monumentos de
Badajoz y que, sin duda, les hubiera llenado de satisfaccin al ver refrendados sus
argumentos.
En 3 de noviembre de 1876 haba escrito Jacobo Zbel a su amigo lvaro Campaner
rectificando su antiguo juicio sobre la moneda de Arsa: En cuanto al artculo de
Arsa, no lo publiques, pues he visto algunos ejemplares legtimos y ya aqulla no
tiene razn de ser
24
. Ignoramos a qu artculo se refiere, ya que tampoco Mateu y
Llopis da ninguna pista sobre el particular. Es posible que Zbel hubiera vuelto
sobre el tema de la ceca de Arsa, quiz como consecuencia de las dudas que la
moneda iba planteando. Durante 1876 y 1877 Zbel residi en Sevilla, por lo que
pudo comprobar personalmente que las monedas de Arsa existentes en la capital
hispalense eran autnticas. Unos meses despus, Zbel le sigue manifestando su
inters en corregir su opinin: Deseo rectificar la opinin que en carta dirigida a
Bernldez expres con respecto a la moneda de Arsa que se public en el Memorial,
pues he visto en Sevilla varios ejemplares de ella perfectamente legtimos
25
.
Finalmente, la enmienda llegara en el tomo IV del Memorial Numismtico Espaol,
donde Zbel reconoce pblicamente que existi la ceca de Arsa
26
.
Su rectificacin, no obstante, se mantiene todava divergente de los argumentos
que se manejaban en Badajoz con respecto a la moneda, ya que no localiza su lugar
de emisin. De esta manera, el yacimiento arqueolgico de Los Argallenes, donde
Bernldez situaba la Arsa de Viriato y de donde, segn afirmara, proceda la pieza,
no encuentra el aval de Zbel para ser el punto de emisin de las monedas de Arsa.
No obstante esto, la rectificacin otorga toda la razn a las tesis que manejaban en
Badajoz Toms Romero de Castilla y Fernando Bernldez. Las monedas de Sevilla
certificaban la existencia de la ceca de Arsa, y, por tanto, la autenticidad de la
moneda de la Comisin de Monumentos de Badajoz. Zbel afirma haber visto
personalmente las monedas sevillanas, que no le ofrecen ninguna duda sobre su
autenticidad, con toda probabilidad las mismas publicadas por Antonio Delgado en
el Nuevo mtodo de clasificacin de las medallas autnomas de Espaa y sobre las
que haba llamado la atencin Romero de Castilla.
No consta en el archivo de la Comisin de Monumentos de Badajoz ninguna
comunicacin entre Bernldez y Zbel tras la rectificacin de ste, por lo que en la
Comisin de Monumentos de Badajoz se sigui pensando en la moneda de Arsa en
clave de certeza dubitativa. Del Memorial donde se publicara el nuevo texto del
numismtico filipino no tuvieron conocimiento alguno los eruditos extremeos, que
todava a la altura de 1896 seguan refirindose al caso Arsa con las mismas
consideraciones que emanaron del primer juicio de Zbel (que databa, recordemos,
de 1873). As, en el Inventario de los objetos recogidos en el Museo Arqueolgico de
la Comisin Provincial de Monumentos de Badajoz la moneda de Arsa es presentada
24
MATEU Y LLOPIS, F. Cartas numismticas... op.cit., 1949, p. 119, n. 2.
25
Carta de Jacobo Zbel a lvaro Campaner, de 27 de marzo de 1877; citada en MATEU Y LLOPIS, F. Ut supra.
26
En Memorial Numismtico Espaol, t. IV, pp 76-77. Lo mismo recoge en su Estudio histrico de la moneda antigua
espaola (Madrid, 1880), donde apunta un dato de gran valor: las monedas de Arsa que se encontraban en Sevilla
procedan de La Serena, segn testimonios del coleccionista que las posea.
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con el n 1 de la serie correspondiente a la Btica. En nota a pie de pgina refiere
Romero de Castilla que Bernldez sostuvo en 1868 correspondencia sobre ella con
Jacobo Zbel, para lo que remite errneamente a un Boletn Numismtico Espaol,
tomo II que en realidad, como sabemos, es el Memorial Numismtico Espaol,
tomo II, donde Bernldez publicara su carta-artculo a Zbel. No deja de resultar
extraa la desinformacin de que haca gala Romero de Castilla en este caso, algo
que seguramente es achacable al impacto del informe Zbel, como ya hemos
planteado. Todo parece indicar, pues, que Romero de Castilla desconoca la
rectificacin del filipino.
Posteriormente, la moneda de Arsa fue donada por Toms Romero de Castilla a
la Comisin de Monumentos en fecha indeterminada, tal y como consta en el
Inventario. Romero de Castilla la debi recibir de manos de Bernldez, que
seguramente se la dej en prueba de amistad antes de marcharse a Madrid en 1884
para trabajar en la Comisin Nacional del Mapa Geolgico. Sobre la moneda y su
problemtica, la investigacin ofrece hoy nuevas perspectivas arqueolgicas, aunque,
como una expresin ms de los efectos que ha tenido en la investigacin cientfica
la crisis de la arqueologa extremea, se desconoce el papel que tuvieron Fernando
Bernldez y Toms Romero de Castilla en la historia de la pieza
27
.
Ms all, pues, de la discusin arqueolgica que suscitan monedas como la de
Arsa (han aparecido nuevas piezas, varias en el mercado de antigedades
28
), la
polmica en torno a la moneda que diera a conocer Fernando Bernldez, es un
pasaje de cierto relieve en la historia de la Arqueologa en Extremadura. La crnica
del hallazgo, publicacin y gestin del informe de Jacobo Zbel revela muchas de
las claves en que se organiza la institucionalizacin del hecho arqueolgico en la
regin, siendo muy destacable el papel que juegan tanto Bernldez como Romero
de Castilla, que son capaces de mantener cierto nivel de crtica hacia el dictamen de
una autoridad como Zbel, lo que resulta extraordinariamente significativo.
La presencia de Zbel de Zangrniz en el caso es, a la vez, sintomtica de las
claves en que se mueven los ilustrados de la segunda mitad del siglo XIX ante las
cuestiones arqueolgicas en general, y en la Numismtica en particular. Si la historia
de la Arqueologa en Extremadura tiene sus hitos que van marcando el proceso de
formacin de la disciplina como una actividad cientfica, el caso de la moneda de
Arsa bien merece ser considerado en este plano.
27
Cf. GARCIA-BELLIDO, MP. Sobre las dos supuestas... . op.cit. 1993; pp. 81-92; y RECIO VEGANZONES, A y
CURBERA, J. Los Partidos Triunfantes del franciscano Juan Mateo Reyes Ortiz de Tovar y su valor en la antigua
epigrafa extremea, Anas, 9, Mrida, 1996, pp. 7-20. En ninguno se menciona la polmica entre Bernldez y Zbel.
Sobre la problemtica de esta serie de piezas, ahora revitalizada, cf.: DOMNGUEZ MONEDERO, A.J. Libios,
libiofenicios, blastofenicios: elementos pnicos y africanos en la Iberia Brquida y sus supervivencias, Gerin, 13,
Madrid, 1995, pp. 223-239.
28
Figuras 2 y 3.
Fig. 1: Moneda de Arsa
encontrada en Los
Argallenes
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Controversia sobre una moneda de Arsa
Fig. 2. Nueva moneda de Arsa
29
Fig. 3. Monedas de Arsa subastadas en Internet
30
29
De http://moneda-hispanica.com/libiofenicias1.htm
30
Catlogo de mayo de 2007, casa de subastas de Jos Antonio Herrero, Madrid; y moneda de Arsa subastada en
eBay.es (diciembre, 2005).
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EL PAPEL DE LA COMPAA DE JESS EN EL EPISODIO DE
LOS ALUMBRADOS DE EXTREMADURA (1566-1582)
1
THE ROLE OF SOCI ETY OF J ESUS I N THE EPI SODE OF THE
ALUMBRADOS OF EXTREMADURA
Antonio Gonzlez Polvillo
Departamento de Historia Moderna
Facultad de Geografa e Historia
Universidad de Sevilla
Mara de Padilla, s/n
41004 SEVILLA
[email protected]
RESUMEN: Se estudia la implicacin de la Compaa de Jess en los hechos
alumbradistas denunciados por el dominico fray Alonso de la Fuente que tuvie-
ron lugar en la comarca del distrito del Santo Oficio de la Inquisicin de Llerena
entre los aos 1570-1582. Para ello se analiza la raz de la implantacin en la
zona de una espiritualidad de carcter intimista y personal por parte de los
misioneros jesuitas bajo los obispados de Cristbal de Sandoval y Rojas (1556-
1562) y Juan de Ribera (1562-1568), a travs de la documentacin original,
concretamente de las cartas annuas de la provincia de Andaluca. A partir de la
deteccin de los alumbrados y su erradicacin por los autos de fe llerenenses, se
estudia igualmente la reintroduccin de la Compaa en la comarca adscrita ya a
una nueva ideologa ms pietista y vinculada a la Contrarreforma y al proceso de
confesionalizacin que desarrolla la Monarqua. Para ello, se aportan datos pro-
cedentes de las epstolas del general enviadas desde Roma, sobre la interven-
cin epilogal de la Compaa en la Baja Extremadura con la ereccin de los
Colegios de Fregenal, Villafranca y Llerena.
ABSTRACT: We will study the implication of Society of Jesus in the
alumbradistas events reported by the Dominican Friar Alonso de la Fuente and
which took place in the area within the district of Santo Oficio of the Inquisition
of Llerena between the years 1570-1582. Thus we analyse the root of the
settlement by Jesuit missionaries of a kind of spirituality filled with an intimist
and personal nature, under the bishoprics of Cristobal de Sandoval y Rojas (1556-
1562) and Juan de Ribera (1562-1568), using the original documents, gathered
in the annuas letters of the province of Andalusia. Starting from the detection of
the alumbrados and their annihilation by the autos de fe of Llerena, we also
study the reinsertion of the Society in the area, now joined to a new ideology,
more pietist, and attached to the Contrarreforma and the process of indoctrination
developed by the Monarchy. New data are provided, belonging to the letters of
1
Este trabajo se ha realizado dentro del proyecto de I+D La Ciudad letrada en el Mundo Hispnico de los siglos XVI-
XVII: Discursos y Representaciones (HUM 2005-07069-C05-04HIS).
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 309 - 322
ISBN: 978-84-612-3264-2
the general sent from Rome, about the latest intervention of the Society in
Lower Extremadura with the foundations of the Schools of Fregenal, Villafranca
and Llerena.
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El papel de la compaa de jess en el episodio de los alumbrados
I. LOS HECHOS ALUMBRADISTAS
A travs de este trabajo nos proponemos analizar el controvertido papel
jugado por los jesuitas en el apasionante asunto del alumbradismo extremeo
que tuvo lugar en una zona muy concreta, en torno al territorio sujeto a la
jurisdiccin del tribunal de la Inquisicin con sede en Llerena, alrededor del
tercer cuarto del siglo XVI. Sabido es que entre los aos 1570-1579 en las tierras
comarcanas de Llerena se dieron unos hechos relevantes en torno a un tipo singular
de prctica religiosa conocida como de alumbrados porque, al decir del famoso
especialista en confesiones de almas espirituales, entre ellas la de Teresa de vila,
Jernimo Gracin de la Madre de Dios dezan que les alumbrava Dios desde el
Cielo y dava luz en sus particulares espritus, de lo que avan de hazer: y que no
avian de hazer obras, dexandose del todo en las manos de Dios, y por eso los
llamavan, Dexados, y tambin porque se dexavan caer, diziendo que tenan extasis
y raptos
2
.
El descubridor de este grupo de alumbrados, de esta manifestacin de
espiritualidad tan especial que pronto se desparram por un buen nmero de pueblos
extremeos, fue el dominico, natural de la Fuente del Maestre, fray Alonso de la
Fuente, quien, como conclusin a sus pesquisas en el propio 1570, extenda la
proliferacin de estos grupos a prcticamente toda la dicesis y as aseguraba que
entend que en Badajoz haba grande dao y que todo el obispado estaba tocado
de esta pestilencia
3
. El asunto de los alumbrados se reduce a lo siguiente. Fray
Alonso detecta que un grupo de clrigos a los que indistintamente denomina teatinos,
jesuitas o alumbrados ejercen una especie de autoridad espiritual, por lo que a
veces son tambin denominados maestros, sobre grupos de fieles devotos con los
que conectan a travs fundamentalmente de la confesin sacramental, y que estn
formados en su gran mayora por mujeres a las que fray Alonso denomina beatas,
alumbradas o teatinas
4
.
Nos situamos en la dcada de los setenta del siglo XVI. El Concilio de Trento, las
bases de la Contrarreforma se estn llevando a cabo con su implementacin en toda
la pennsula. Las veleidades espirituales del erasmismo, de la devotio moderna, las
predicaciones y publicaciones dirigidas a la enseanza de una prctica de oracin
interior que desarrollase el espritu y al mismo tiempo el proceso de individualizacin
que nace con el Renacimiento, y que haba florecido en la primera mitad del siglo,
2
GRACIN DE LA MADRE DE DIOS, J. Diez lamentaciones del miserable estado de los atestas de nuestro tiempo,
Bruselas, Roger Velpio, 1611, reed. NAVARRO DE KELLEY, E. (Ed.) Biblioteca de Visionarios, Heterodoxos y Mar-
ginados, Madrid, 1977, p. 305.
3
HUERGA, A. Historia de los alumbrados, I: Los alumbrados de Extremadura (1570-1582), Madrid, FUE, 1978, p. 339. De
sobra es conocida la importancia que esta obra tiene para el estudio de los alumbrados en Espaa. Sin embargo,
para el asunto de los alumbrados de Llerena son fundamentales los Memoriales de fray Alonso de la Fuente, en
particular el Memorial enviado a Felipe II que lvaro Huerga reedita procedente del texto publicado por MIR-
JUSTO CUERVO, Miguel, en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 9, 1903, pp. 203-206; 10, 1903, pp. 64-67; 11,
1904, pp. 179-191; 12, 1905, pp. 459-463; 3, 1905, pp. 57-62; y 13, 1905, pp. 262-271. El mismo Huerga pondera la
importancia de estos Memoriales, a los que ahora como novedad aade la documentacin exhumada de la Inqui-
sicin, cuando dice: los documentos inquisitoriales han guardado con avaricia su secreto profesional, y lo poco
que los eruditos e historiadores han sabido de la misteriosa secta son noticias en su mayora filtradas por la voz
y los escritos de fray Alonso. HUERGA, A. Op. cit., p. 64.
4
Debemos tener en cuenta que no es fray Alonso el primero en tachar a los jesuitas de alumbrados. Las formas de
espiritualidad de los jesuitas haban despertado sospechas desde fechas muy tempranas, tal es el caso de fray
Melchor Cano, igualmente dominico, que denunci en varias ocasiones a los miembros de la Compaa de Jess
de alumbrados. Vase, CABALLERO, F. Vida del Ilmo Sr. D. Fray Melchor Cano, del orden de Santo Domingo. Cuenca,
1990 (facs.), cit. Por MARTNEZ MILLN, J. Transformacin y crisis de la Compaa de Jess (1578-1594), en, I
religiosi a corte. Teologia, Politica e Diplomazia in Antico Regime. Atti del seminario di studi Georgetown University a Villa Le
Balze. Fiesole, 20 ottobre 1995, Roma, Bulzoni Editore, 1998, p. 102.
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Antonio Gonzlez Polvillo
deben quedar cortadas de raz. Se impone a la masa la norma moral catlica y su
control peridico a travs de la confesin auricular, se trata del proceso de
confesionalizacin del estado que apoya Felipe II para evitar as movimientos
reformadores que pudieran afectar a la deseada homogeneizacin ideolgica que
todo Estado Moderno deba tener y mantener. Las formas espirituales de expresin
de los primeros jesuitas, con sus famosos Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola
a la cabeza, estaban muy cercanas a esas prcticas que ahora se intentan erradicar,
muchos de esos jesuitas, con sus obras impresas, estaban en el ojo del huracn de
la Inquisicin valdesiana, aunque algunos como Borja
5
sern luego santos. La
Compaa tendra que dar un giro copernicano a su funcin en la sociedad
contrarreformista, deba dejarse de veleidades espirituales y agregarse a la patritica,
y catlica, empresa de la coercin para lograr ese mejor control de la masa social
que es tambin, o sobre todo, la Contrarreforma. Y vaya que s girara, y de qu
manera! Pero ahora, en la dcada de los setenta de la decimoquinta centuria, quizs
nos encontremos en el punto de inflexin donde la totalidad de los soldados de
Cristo no haban asumido an su papel de defensores de la ortodoxia.
En realidad, y al hilo de lo dicho, no todos los maestros alumbrados extremeos
fueron miembros de la Compaa de Jess, hubo componentes de otras rdenes
religiosas y clrigos seculares implicados; sin embargo, fray Alonso de la Fuente
incide en que el germen del mal hertico proceda de los teatinos, vocablo en el que
insiste machaconamente para transmitirnos que los jesuitas eran tambin de esa
manera conocidos. De cualquier forma, en una sociedad tan sacralizada en la que se
crea profundamente en la cosmovisin impuesta, el demonio conjugaba una accin
de razn ltima en los procesos inexplicables que transgredan ese imperativo
imaginario cosmovisional, de ah que fray Alonso atribuyera a ste la categora de
raz del mal absorbida por esos maestros jesuitas que no haban dudado en pactar
con el mismo diablo:
Los autores de esta hereja son magos y hechiceros y tienen manifiesto
pacto con el demonio [] todos los que hacen la dicha contemplacin, dando
crdito entero a lo que dicen estos maestros, son visitados sensiblemente del
demonio con operaciones subtilsimas y tan dificultosas de entender que es
menester estudio de muchos aos para entender esta armona; y, despus que
se ha entendido, resulta un debuxo del Anticristo, el ms notable que jams se
ha visto en la Iglesia de Dios; el cual debuxo de doctrina est callado en nuestra
Espaa y escondido en los corazones de los Alumbrados y Alumbradas, teatinos
y teatinas de todo el Reino, ayudando a este secreto el mismo demonio
6
Denunciado queda el fenmeno, la hereja; su impulsor, el demonio y sus malvados
transmisores, los jesuitas. Sin embargo, el dominico que analiza el mal hasta en sus
ltimas consecuencias para elaborar esos informes exhaustivos donde diseccionaba
la esencia de estos grupos y que denominamos Memoriales, tambin tacha, en un
camino intermedio en la labor de aislamiento del virus, de peligrosos y de origen,
cuando menos del lenguaje descriptor de las posiciones ideolgicas de los alumbrados,
a los autores espirituales al identificar sus afirmaciones con las que hacen los grupos
sectarios y entre los que se encuentran: los dominicos Johannes Tauler y Lus de
Granada, el beato Juan de vila y la carmelita Teresa de Jess.
5
Si hay algo que define en parte el alumbradismo son las prcticas sexuales entre maestros y discpulas. Pues bien,
se rumore que Francisco de Borja realizaba tales prcticas nada menos que con la princesa doa Juana, de la que
ste era director espiritual. Fue un autntico escndalo hasta el punto de que el general de la Compaa, Diego
Lanez, hubo de ordenar a Borja que saliese de la Corte. Vase CERECEDA, F. Diego Lanez en la Europa religiosa de
su tiempo, 1525-1565, Madrid, 1946, t. II, pp. 11 y ss.
6
FUENTE, A. (DE LA) Memorial en que se ponen los fundamentos de la hereja de los Alumbrados y teatinos de Espaa,
que es la tentacin ms grave y ms subtil que ha padescido la Iglesia. Archivo Secreto Vaticano, Nunciatura de Espaa,
t. 14, ff. 242r-244v. Cit. por HUERGA, A. Op.cit., pp. 456-457.
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El papel de la compaa de jess en el episodio de los alumbrados
II. LOS JESUITAS COMO TRANSMISORES DEL MAL
Fray Alonso de la Fuente no se cansa en sus mltiples Memoriales de acusar a los
jesuitas de ser los causantes de un desarrollo cada vez mayor de prcticas herticas
en la zona; sin embargo, no hay ni un slo miembro de la Compaa de Jess
condenado por la Inquisicin de Llerena. De las acusaciones del dominico reunieron
pruebas los jesuitas, ah estaban sus predicaciones continuas, los memoriales a la
Inquisicin y la denuncia al cardenal-infante de Portugal. Pero hay un hecho relevante
en orden a esta cuestin, su conversacin con el que fuera estudiante de la Compaa,
Juan de Castaeda, que ste relatar ms tarde revelando la acusacin clara y
directa que el dominico hace de los jesuitas como transmisores del mal del
alumbradismo.
Todo parece indicar que, pese a que los religiosos que fueron procesados y sacados
en el Auto de Fe de Llerena fueron clrigos seculares, los jesuitas que misionaron
por la zona afectada de alumbradismo tuvieron una enorme influencia en la cuestin;
adems, estos clrigos penitenciados son citados en alguna ocasin como diez
clrigos, discpulos de la Compaa, es decir, que tuvieron que haber aprendido de
ellos esa oracin interior, base inicitica de sus ritos heterodoxos; otra cosa sera,
desde luego, que estos sacerdotes, maestros de los alumbrados, versionaran las
enseanzas espirituales recibidas por medio seguramente de los Ejercicios Espirituales
de los jesuitas. Fray Alonso de la Fuente denuncia en alguna ocasin la situacin del
obispado de Badajoz culpando de ello nada menos que al obispo Juan de Ribera
7
. La
actuacin del Patriarca en Valencia y su espritu contrarreformista no nos hacen
sospechar flirteos heterodoxos en su persona. Lo que s parece ocurrir es que Ribera
se encuentra en esa situacin de apoyo a la Compaa que en los momentos de su
obispado pacense est en boga en la Corte, en el denominado partido Ebolista,
de claro impulso de la Compaa de Jess en los reinos peninsulares
8
. Hemos
estudiado un valioso documento que nos expresa perfectamente la relacin tripartita
entre Juan de Ribera, los sacerdotes de su obispado y la Compaa de Jess cinco
7
Fray Alonso acude a predicar a Talaveruela, villa cercana a Badajoz donde nos ofrece una afirmacin desconcertan-
te: en donde hall una manada de Alumbradas y un grande Alumbrado que se llama [Alonso] Tojal, privado por
entonces de confesar porque el provisor Picado, que hoy gobierna en Badajoz, haba hecho informacin contra
muchos Alumbrados que eran hechura de Don Joan de Ribera, patriarca de Valencia, y los haba castigado: en
HUERGA, A. Op. cit., p. 334.
En otro Memorial se expresar de la siguiente manera: Supe tambin cmo en tiempo de Don Juan de Ribera
solamente eran cristianos los que imitaban esta doctrina y comunicaban en los efectos de ella. Y si algn predica-
dor hablaba en el plpito contra esta gente y sus ritos, los desterraba de su obispado y les quitaba los plpitos de
l: Ibdem, p. 339.
En el Memorial a Felipe II, afirma fray Alonso que: Despues de Don Cristbal de Rojas falt de este obispado,
sucedi en su lugar Don Juan de Ribera, patriarca de Valencia. Y aunque a los principios se mostr contrario a los
Alumbrados, en muy breve tiempo lo convirtieron a su opinin y le hicieron tan de su mano que, findose de los
dichos Alumbrados, les cometa todo el gobierno de sus iglesias y les haca el mismo favor que Don Cristbal de
Rojas. Y singularmente a las mujercillas Alumbradas haca tanto favor y regalos, que andaban en pos de l como
manada de ovejas tras el pastor. Ibase a la visita de los pueblos y visitaba muchas Alumbradas en sus casas, dbales
limosnas y salarios. Particularmente a las ms perfectas que se arrebataban y sentan las llagas de Cristo daban
muestras de cosas semejantes, las iba a examinar y, aprobando sus efectos y raptos, las canonizaba y haca regalos
muy particulares. Y si algn predicador hablaba en pblico o en particular contra esta invencin, luego le desterra-
ba del obispado y se pona como un len contra los que impugnaban o desfavorecan la dicha secta. De esta
manera se cri el dao que hoy persevera en toda esta tierra, ayudndose los Alumbrados de una profeca que
dej escrita Don Juan de Ribera, en la cual pronosticaba a los Alumbrados la persecucin que les ha venido. Y en
estos tiempos que vino a Sevilla el dicho patriarca, sabiendo lo que pasaba con sus Alumbrados que fue un poco
antes de la primera prisin-, volva por ellos y los santificaba; y murmurando de nuestra diligencia, se quej a
muchas personas de mi Orden y, segn me informaron, trat de hacerme callar echndome de esta tierra por
orden de mi provincial, diciendo que yo persegua a unos siervos de Dios y gente bendita, y que son los presos por
el Santo Oficio: Ibd., pp. 355-356.
8
Juan de Ribera fue obispo de Badajoz en el periodo 1562-1568.
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aos antes de que el famoso dominico detectara a los alumbrados en aquella zona,
y que nos explica la enorme influencia que las prcticas jesuticas tuvieron en aqul
territorio y, sobre todo, entre los clrigos seculares. Se trata de la Carta Annua de la
Casa Profesa de Sevilla fechada el 8 de enero de 1566, la cual, en la parte que
reproducimos, no tiene en absoluto desperdicio:
Otros dos padres fueron embiados a peticin del seor obispo de Badajoz y
del mismo pueblo a Fregenal que cae en la misma dicesis donde fue grande el
amor y benevolencia con que fueron de su seora y de todos recebidos el qual
desocupndose luego de los dems negocios se entr con ellos slo en un apo-
sento por tres horas donde les declar bien la afectin que a la Compaa siem-
pre tuvo y tena mandlos luego aposentar y hazerles todo buen tratamiento y
ultra de otros sermones y plticas a clrigos que les hizo hazer una vez porque
avan de passar de camino por un pueblo, embi con ellos un vicario para que en
llegando aunque era da de trabaxo hiziese seal para el sermn con la campana
de la yglesia y juntamente con esso lo hiziesse pregonar y ass fue que con ser
el da que el dicho se lleg grande multitud de gente al sermn que nuestro
Seor se sirvi mucho.
Despues desta otros dos padres por pedirlo mucho el seor obispo ovieron
de hazer otra peregrinacin al mesmo pueblo que tambin con grandes y conti-
nuos desseos los esperava fueron de la mesma manera recebidos y ellos cum-
plieron bien sus ministerios predicando con mucho concurso y affectin del pue-
blo en las yglesias y plaas confessronse muchos generalmente en especial los
clrigos que entre las dems gente de aquel pueblo nos tienen particular amor,
dixeron la doctrina christiana por las calles
9
Es especialmente interesante este prrafo de la Annua sevillana, a cuyo distrito
pertenecer despus el Colegio de Fregenal. Nos evidencia una especial devocin
de los propios clrigos seculares hacia los jesuitas a los que stos predican y confiesan,
que entre las dems gente de aquel pueblo nos tienen particular amor. Por otro
lado se nos demuestra la implicacin del obispo Ribera en estas misiones de los
jesuitas que parten de su propia iniciativa, dos padres fueron embiados a peticin
del seor obispo de Badajoz, se rene con ellos por espacio de tres horas, queda
muy satisfecho de su actuacin y, para colmo, surge de l la intencin, y las primeras
donaciones para ello, de erigir un Colegio de la Compaa en la villa:
Pero para que de presente aya Collegio su seora da cinquenta mill mrs de
renta por los das del fundador y junto con esto un hospital con su yglesia y
aposentos que est en lo mejor del pueblo, haziendo el Concejo tambin con
mucha conformidad la misma donacin, ha dado ms el seor Obispo una hermita
que a l le pertenece con una buena yglesia aunque pequea y muy buenos
aposentos hechos a propsito para recreacin de otro obispo antecesor suyo,
tiene una huerta y tierra alrededor, una fuente muy hermosa y otras muchas
huertas cerca della, [], pero sobre todos estos ofrecimientos serios hizo otro
muy maior por su seora quando nos combidava con la hermita y era que no
slamente aquello pero de muy buena gana con ello nos diera su sangre si fuera
necessario para que vea V.P. en quanta obligacin nos aya puesto
10
9
Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI), Hispania, 141, f. 111. Carta Annua firmada por Baptista, Sevilla 8 enero
1566.
10
En este mismo acto se produjeron ms donaciones, aparte de las del obispo, tanto provenientes del Concejo de
Fregenal como de vecinos de la misma ms o menos adinerados: Han desseado mucho (como ya creo V.P. sabe)
tener all un Collegio de la Compaa para el qual muchos dellos tienen ofrecidas muchas partes de sus haziendas,
uno especialmente de los ms antiguos hombre de 70 aos nos ha echo donacin por escriptura pblica para
despus de sus das de unas casas principales en que l mora y ciento y cinquenta mill mrs. de renta cada un ao
y otro de la mesma manera ha hecho donacin de mill ducados para que dellos se compren veinte mill mrs de
renta, otra persona tiene hecho testamento en que para despus de sus das nos mand dos mill ducados es de 60
aos y comulga cada ocho das y con esto tiene hecho voto y promessa de no reuocarlo. Entre otras dos personas
tambin se nos dexan en sus testamentos unas casas y ms de quinientos mill mrs otras personas particulares
por la vida del mismo fundador dan ms de setenta mill mrs de renta y el mesmo todo el vino de que tuvieren
necessidad los que all estuuieren fuera de otras cosas a que no se obliga. Ibdem.
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El papel de la compaa de jess en el episodio de los alumbrados
Ni que decir tiene que la Compaa capt por la zona a muchas personas devotas
que no dudaron en llevar a cabo el programa espiritual, y asctico, que preconizaba.
En 1568-69 misionaban en Fregenal y Badajoz el padre Vzquez y el padre Melndez
y un hermano donde se realizaron sermones y plticas con grupos de personas
muy inteligentemente escogidas: a clrigos de por s y al cabildo y a un buen
nmero de estudiantes de grammtica que all ay, con lo cual se conseguan dos
objetivos; por un lado, la adscripcin devocional a la Compaa de aquellos sectores
que ostentaban el poder en la villa: clero y cabildo secular junto con los estudiantes
sostn del ambiente cultural; por otro lado, esta adscripcin reportaba hacia la
masa del vecindario una publicidad de calidad: y desto se sigui en todo el pueblo
gran mudana y en la virtud. El ataque a base de coercin simblica a la elite
social recoga sus frutos en la misma y tambin en la masa; una cosecha que vena
dada en forma de asuncin de praxis jesutica:
muchas confessiones generales as de clrigos como de seglares y los
estudiantes con las exhortaciones particulares que les hizieron se movieron quasi
todos a confessar generalmente y a tratar de mortificaciones y hazer diciplinas
siendo antes estos exercicios tan agenos de aquella tierra que no ava quasi
estudiante que se confessase ms de la quaresma y en aquel tiempo frequentaron
a muchos los sacramentos. Dexaronlos encomendado los padres a ciertos clri-
gos siervos de Dios que los confesasen y tuviesen cuydado de su virtud y perse-
verancia en ella, mostraron mucha aficin a la Compaa y cobraron nimo de
estudiar con esperana de alcanzarla
11
Como se puede apreciar se recogen unos frutos exquisitos y, desde luego, de
amplia significacin para una futura implantacin de una prctica religiosa que pudiera
crear un caldo de cultivo propicio para la fermentacin del alumbradismo: un pueblo
devoto que se entusiasma con las prcticas de los jesuitas, estudiantes que no
confesaban y ahora lo hacen a menudo, con lo que eso significa de adscripcin a la
Compaa por medio de sus confesores y de control peridico de sus consciencias,
gusto por las mortificaciones y las disciplinas carnales siendo antes estos exercicios
tan agenos de aquella tierra; adems, quedaron los estudiantes tan encantados
con la Compaa que cobraron nimo de estudiar con esperana de alcanarla.
Por ltimo, los clrigos seculares servidores de beneficios simples en las parroquias,
encargados la mayora de ellos de la cura de nimas de los parroquianos, encantados
y admirados de aquellos padres enfervorecedores se movieron muchos para la
Compaa, de manera que dos de esos clrigos haban negociado ya su entrada y,
lo que era an ms curioso un escribano conmovido con la doctrina de los padres
dex su escribana y se recogi a mejor vivir. Esta conmocin generalizada debi
incrementarse cuando el pueblo de Fregenal observ incrdulo cmo todo un provisor
general del obispado haba dejado su importante cargo para entrar en la Compaa
y ejerca su ministerio ahora como un misionero jesuita de a pie:
La doctrina se dezia por aquellos pueblos todos los domingos y fiestas por
las calles y se edificava grandemente el pueblo de ver el padre Mellendez que
das antes ava sido provisor en aquel obispado, y lo avan conocido de otra
suerte, llevar la cruz y yrla diziendo y esto movi algunos clrigos de authoridad
a llevarla ellos algunas vezes, era tanta la gente que los seguan que no caban
por las calles y yvan a una iglesia donde el uno de los padres les haza una
pltica con que quedavan consolados y animados para proseguir en el camino
comenado de la virtud
11
Ibd. Carta Annua de Sevilla. Por comisin del Rector, Melchor de San Juan, 1569, ff. 222-223v.
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En efecto, se trata de Gonzalo Melndez Valds, que haba sido provisor del
obispado en tiempos de Cristbal de Rojas y Sandoval (1556-1562)
12
y al que fray
Alonso de la Fuente tambin acusa en su Memorial enviado a Felipe II de favorecer
a los Alumbrados
13
.
III. GIRO COERCITIVO Y REDENCIN EN EL TERRITORIO
Los aos del alumbradismo llerenense coinciden con una etapa convulsa, de
readaptacin, de la Compaa de Jess en Castilla
14
. sta realizar un giro copernicano
durante estos aos, al que se unirn muchos de sus protectores como los obispos
pacenses Cristbal de Rojas y el propio Juan de Ribera quienes finalmente sern
claves para la instalacin de la nueva ideologa tridentina en sus arzobispados de
Sevilla y Valencia respectivamente. La Compaa haba nacido con Ignacio de Loyola
abrazando una espiritualidad cercana a la de los recogidos
15
, vinculada a una
religiosidad interior de vivencias personales y lejana a las tesis conventualistas que,
en nuestra historia, tan bien representan de la Fuente o Melchor Cano y que haban
propiciado ese xito ilusionante que vemos reflejado en clrigos seculares y en un
pueblo vido de quijotescas aventuras. A partir de 1572, con el ascenso al solio
pontificio de Gregorio XIII y, al ao siguiente, de Everardo Mercuriano como general
de la Compaa comienza un giro en la poltica religiosa de la institucin en aras de
lograr una efectiva implantacin de las tesis de Trento y, con ello, llevar a cabo el
proceso confesionalista en los territorios de la Monarqua que convertirn a la
Compaa en una autntica mquina de indoctrinamiento al servicio de esta nueva
ideologa
16
. Aun debera pasar la Compaa, en este periodo de readaptacin a las
12
De este obispo dir fray Alonso de la Fuente en su Memorial a Felipe II: en el principio del mes de noviembre del
ao de setenta y tres fueron presos por el Santo Oficio tres Alumbrados principales: Hernando LVAREZ, capitn
de esta cuadrilla, Francisco ZAMORA y Gaspar SNCHEZ, los cuales andaban ya remontados de esta tierra y
espantados de la predicacin, y se haban recogido al arzobispado de Sevilla donde se les hace mucha honra a
todos los Alumbrados por orden del arzobispo Don Cristbal de Rojas: HUERGA, A. Op. cit., p. 354.
13
Segn fray Alonso de la Fuente, fue Cristbal de Rojas, siendo obispo de Badajoz, quien llev all al padre Gonzlez
el cual comenz a predicar y a: hacer en Badajoz el ensayo de arte mgica que llaman Los exercicios, hallndose
presentes Hernando lvarez y el licenciado Zapata [ambos penitenciados por Alumbrados], discpulos de [Juan
de] vila, que ya saban el arte de mgica, y all se confirmaron. Comenzse a marcar en este tiempo la invencin
de Los exercicios, y acudieron muchos a consagrarse en ellos, porque el obispo favoreca la dicha invencin. Enton-
ces creo se acab de confirmar el doctor Melndez, que estaba tocado de la dicha doctrina, y comenz a manifes-
tarla y ensearla a otros, y prometa premios a los que quisiesen imitarla. De all salieron muchos Alumbrados,
porque el obispo y su provisor Melndez hacan tanto caso de aquella invencin que no tenan por cristiano al que
no la segua. Y particularmente el provisor Melndez, con quien trataba la clereca, estuvo tan perdido, tan ciego,
tan desvariado en esta secta, que no quera dar orden sacro ni miraba a la cara al que no segua la dicha doctrina.
Y hubo personas que en todo su tiempo jams las quiso ordenar porque no quisieron hacer Los exercicios. Y lo
que ms se debe notar y llorar, que tenan puestos por pilares de su nueva doctrina a Hernando Alvarez y al
licenciado Zapata, los cuales eran la regla y censura que determinaban y sealaban todos los que eran idneos
para ser sacerdotes, y aquellos solos se admitan que ellos aprobaban, y todo el resto se tena por gente indigna.
Lo cual hizo tanto dao, que no se puede pensar, porque muchas personas que abominaban aquel camino, eran
necesitados a tomarlo por ser admitidos al sacerdocio; y llevando una cdula de aprobacin de Hernando lvarez,
eran recibidos con aplauso, sin otro examen ni diligencia alguna. Ibdem, pp. 354-355.
14
Para todo este desarrollo es enormemente interesante el artculo de J. MARTNEZ MILLN ya citado.
15
Vase, ANDRS MARTN, M. Los Recogidos, Madrid, 1977, pp. 9-23.
16
Este proceso llegar a su culmen en el generalato de Claudio Aquaviva (1581-1615). As lo afirma MARTNEZ
MILLN, J. Op. cit., p.106: Mercuriano corrigi personalmente la religiosidad de ciertos jesuitas que estaban muy
prximos a la mstica, tales como los padres Antonio Cordeses y Baltasar lvarez. Con todo, fue el impulso del
general Aquaviva (sucesor de Mercuriano) el que introdujo de manera clara y definitiva el nuevo espritu en la
Compaa de Jess tal y como se le ha conocido posteriormente. Tal vez, las dudas de la autntica implicacin
jesuita en el asunto de los alumbrados que tuvo fray Alonso por estos aos obedezca a ese giro tomado por la
Compaa; por ello, en la redaccin de los segundos Memoriales destinados al Consejo de la Inquisicin, no
nombra a los jesuitas, algo que observa y juzga HUERGA as: sin embargo, en estos papeles no los nombra; es un
motivo ms para datarlos en torno a 1573-1575. La complicidad de la espiritualidad jesutica en el negocio de los
Alumbrados es por esos aos, segn su propio testimonio, una duda atormentadora. HUERGA, A. Op. cit., p. 320.
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El papel de la compaa de jess en el episodio de los alumbrados
necesidades confesionalistas, por una etapa de ataques al cambiar las elites
protectoras en torno a Felipe II, as ocurrir entre 1578 y 1591 que sern unos aos
duros de disensiones y abandonos
17
. Por fin, a partir de 1591 comienza una nueva
etapa de esplendor de la Compaa en la pennsula, que se ver confirmada en
1592 con el apoyo del nuevo Papa Gregorio XIV y con la reestructuracin de los
provinciales peninsulares ordenada por Aquaviva todos adictos al general, a Roma,
al rey y a la Contrarreforma. Por fin, todo qued ratificado por la importantsima
Congregacin General celebrada en Roma en noviembre de 1593
18
.
Y ser en ese ao de la reestructuracin provincial, el de 1592, cuando en nuestra
vieja zona alumbradista extremea comiencen nuevas actuaciones misioneras de la
Compaa, esta vez como transmisora de signos radicalmente contrarios a los que
la llevaron all justo veinte aos antes. Si en aquel momento los misioneros acarrearon
a la zona una prctica de la inevitable religin cristiana ms personal, subjetiva y
relativamente libre, de tal manera que se exacerb en el alumbradismo inmanente;
ahora, como veremos, llevarn unas ideas ms pietistas de observacin de la
redencin de Cristo que slo podr conseguirse ajustndose a la coercin moral
impuesta basada en el miedo terrible a la no trascendencia. Para ambas, la primera
y la segunda, la confesin auricular es posiblemente la tcnica ms efectiva y
espectacular de implementacin de esos significantes. En este ao salan de la Casa
Profesa de Sevilla dos misioneros, Pedro de Len y Pedro Tercero con la idea de
recorrer las zonas alumbradas y ganar para la nueva Compaa aqul perdido
territorio. Ocurridos ya los sucesos de Llerena, realizados los autos de fe de 1579 y
1582, la secta haba sido dominada, extinguida, aniquilada
19
; sin embargo, no
ocurrir lo mismo con la memoria de las gentes que vivieron de primera mano el
problema de los alumbrados, sobre todo en los pueblos donde se dieron casos de
relevancia en el asunto de las deshonestidades con las mujeres. Uno de esos pueblos
debi ser Lobn, a las riberas del Guadiana de esta parte, cuatro leguas de Mrida
y cinco de Badajoz, de la otra parte
20
, el cual no aparece en las relaciones de fray
Alonso pero, como veremos, tambin fue afectado de alumbradismo. Estos nuevos
jesuitas fueron a Lobn a peticin del seor de la villa don Alonso Antonio de Crdenas.
La misin por la zona no iba a ser nada agradable, sobre todo al principio, es decir,
antes de la aplicacin de las impresionantes tcnicas coercitivas que dominaban los
misioneros, pues la huella de lo sucedido an surcaba profundamente, con amargura,
los entresijos mgicos de la memoria. Lobn no iba a ser desde luego una excepcin;
as, en este sentido, la relacin de la misin nos aporta datos interesantes como la
razn del rechazo popular a pesar de haber sido invitados por el seor del lugar:
Adonde, por haber pocos aos que haba la Santa Inquisicin castigado a
unos clrigos que parecan de la Compaa por alumbrados, no nos podan ni
ver, ni se queran confesar con nosotros, ni or nuestros sermones y nos miraban
como a toros. Y no bastaba lo que los seores de este lugar decan en abono de
los de la Compaa, y que aquellos clrigos que haba castigado la Santa Inqui-
sicin de Llerena y enviado a las galeras (a los cuales yo haba confesado en la
crcel de Sevilla, antes que los entregaran a las galeras, y despus que estuvie-
ron en ellas algunas veces), ni eran, ni haban sido de la Compaa de Jess, ni
de otra religin alguna
21
17
Vase ASTRAIN, A. Historia de la Compaa de Jess en la Asistencia de Espaa, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra,
1909, t. 3, pp. 99 y ss.
18
Para MARTNEZ MILLN, J. (Op. cit., p.128) esta Congregacin constituy un acontecimiento fundamental en la
historia de la Compaa de Jess que no ha sido suficientemente destacado. Con ella se cerraba un largo proceso,
que se haba abierto en 1573 (tras la muerte de Francisco de Borja) del que sali con la nueva ideologa y prctica
religiosa que la caracteriz en los siglos posteriores.
19
HUERGA, A. Op. cit., p. 304.
20
LEN, P. (DE) Grandeza y miseria en Andalucia. Testimonio de una encrucijada histrica (1578-1616), Ed. de P. Herrera
Puga, Granada, 1981.
21
Ibdem, p. 127.
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En efecto, nosotros sabemos que ningn jesuita haba sido penitenciado en
Llerena; sin embargo, conocemos que eran clrigos seculares, sus discpulos o
seguidores, quienes haban protagonizado aquel drama alumbrado. Pero a Len y a
Tercero, adems del mito de la Compaa, los delataba el hbito idntico al de
aquellos maestros del encantamiento, as que a pesar de que los seores de la villa
reclamaban prudencia a los vecinos, era tanta la ojeriza que tenan al modo del
hbito que traan (que era como el nuestro) que no haba remedio de que se quisiesen
confesar con nosotros, ni ornos. Algo similar ocurri en Montijo, a una legua de
Lobn, al otro lado del Guadiana, donde los misioneros estaban avisados de que no
seran bien recibidos. Fueron advertidos de que no se les ofrecera posada ni comida,
y otros decan que para tantos y cuantos que nos haban de echar a piedra menuda.
Ni siquiera el cura pareca dispuesto a dejarlos predicar, confesar y decir misa en su
iglesia a pesar de que los misioneros traan desde Mrida una licencia del Prior de la
Orden de Santiago que es como el obispo de aquel distrito. Pero todo pareca
indicar que ms motivos an que Lobn tena Montijo para no dejar entrar en la villa
a ningn jesuita, Pedro de Len es consciente de ello:
La ocasin que ms la gente de este pueblo que la de todos los dems del
Maestrazgo tena para mostrar tanta repugnancia, de que fusemos nosotros
all, fue que en este lugar hicieron los alumbrados mucho mayor estrago que en
todos los dems juntos y particularmente uno de aquellos llamado Chamizo
(que cuando lo llevaron a quemar a la chamiza no fuera sin culpa) porque en
esta materia y en este pueblo sobr, pues quieren decir que pasaron de sesenta
y tantas doncellas, hijas de penitencia, las que estupr y mucha cantidad de
casadas honradas que deshonr, de que los padres de las unas y los maridos de
las otras, estaban muy escaldados, y gente que le pareca en algo del traje no la
podan ver ni pintada; y realmente miradas estas cosas sin ms distincin de
personas y de religin, y de modo de proceder tan parecido no hay que maravi-
llarse de que se hiciesen estas demostraciones y extremos, pues vean que ha-
ban empezado aquellos clrigos con muchas muestras de virtud y religin, y
que en realidad de verdad haban vivido algn tiempo virtuosamente, y que
algunos de ellos haban sido de gente honrada como este Chamizo (de quien
decamos) que era hijodalgo y cristiano viejo, y al fin se male tanto, como se
vio en la sentencia que se le dio y ley en el auto pblico de la Fe que se celebr
en Llerena como dicho es
22
22
En efecto, Cristbal Chamizo era un clrigo vecino de Zafra que fue preso por la Inquisicin de Llerena por
alumbrado en 1574, o sea dieciocho aos antes de la misin de Pedro de Len. Conocemos la relacin de su
causa: Cristbal Chamizo, clrigo, natural y vecino de la villa de Zafra, por la dicha doctrina de Alumbrados, el cual
estupr y llev sus virginidades a muchas beatas, sus hijas de confesin, dicindoles que no era pecado y que las
absolvera de todo: porque as como los nios tienen tocamientos lascivos con otros y se meten las manos por
diversas partes sin pecado, as ellos podan hacer los dichos tocamientos carnales; y as las comulgaba luego que
acababan de cometer el tal acto carnal. Y estuvo una noche acostado en su cama con tres beatas desnudas y l se
desnud en curos en los dichos actos carnales, y les deca a las que con l los tenan que si se sintiesen preadas
le avisasen, que l les dara con que pareciese que estaban con su virginidad: y habindole pedido una de sus beatas
este remedio, despus de hecho y aplicado volvi a tener cuenta con ella, diciendo que l quera probar que era
verdad. El cual, en las especies sacramentales, usaba de hechizos y encantamientos. Y en muchas iglesias, el dicho
acceso carnal. Y no quera confesar sino a las mozas de poca edad. Y dio lugar a que ciertas personas se muriesen
sin confesin, por no haberlas querido confesar pudiendo hacerlo. Y haciendo que las tales beatas le prestasen
obediencia, y penitenciaba a las que sin l hacan alguna cosa con otros. Y prohibales que no se confesasen sino
fuese con l, y, si con otro se confesasen, no descubriesen lo que con l pasase: AHN, Inquisicin, lg. 3.716, n. 14,
citado por HUERGA, A. Op. cit., pp. 536-537.
Chamizo fue sentenciado a ser privado del ejercicio de sus rdenes sagradas, desterrado del distrito de Llerena
y a servir en las galeras del rey como galeote al remo durante seis aos. Pedro de Len nos da noticia, al hablar de
la misin de Lobn, de que l confes a estos reos alumbrados en la crcel de Sevilla as como en las propias
galeras y, ahora, hace el juego de palabras chamiza y Chamizo en funcin de la buena disposicin a arder de la
chamiza, pero ello no quiere decir que Chamizo fuese relajado y quemado por sus delitos.
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El papel de la compaa de jess en el episodio de los alumbrados
Era mucho el miedo que gravitaba en las villas comarcanas de Llerena. En Lobn
los misioneros comenzaron su trabajo que deba empezar por la atraccin de los
fieles, hacerles comprender que ellos no eran de la familia de aquellos alumbrados.
Algo de lo que Len estaba completamente seguro puesto que la idea que de s
misma tena ahora la Compaa no era ya ni mucho menos las que tuvieron aquellos
jesuitas que misionaron cuando el obispado estaba bajo las rdenes de Rojas y
Sandoval o Juan de Ribera. Pese a la insistencia en este sentido de los misioneros
los fieles se hallaban recelosos, advertan que los alumbrados comenzaron del mismo
modo: recomendando frecuencia de sacramentos, ofreciendo bondad y luego
cambiaron para engaarlos y hacer las maldades que despus hicieron y el estrago
en las mujeres casadas y doncellas (que sta fue su desventura y de donde tuvo
origen su mal). Pero Len tuvo paciencia, saba que el tiempo lo curaba todo, as
perseverando en la frecuencia de sacramentos y en los ejercicios poco a poco fue
cambiando el pueblo que al final termin exultante con los misioneros. En Montijo
les esperaba la pedrea, pero Pedro de Len se orden el da de San Esteban,
protomrtir que muri apedreado, a l se encomend y solo, sin su compaero, se
encamin al pueblo. Lleg a las cuatro y se dirigi a la iglesia que estaba cerrada, en
la plaza un grupo de hombres entre los que se hallaba el teniente de alcalde, Len
observ cmo la rueda de gente que me haba mirado como a toro, no tena
intencin de favorecer la misin, el misionero tuvo que defenderse y as les advirti
que en nada se parecan a aquellos alumbrados que jams fueron de la Compaa,
que las misiones que realizaban estaban ordenadas directamente por el Papa y que
en el Concilio Tridentino se hizo tan grande caso de los de la Compaa de Jess,
que est probado por muchos Sumos Pontfices. Tras mucho hablar y convencer, la
rueda de hombres advirti al misionero que el cura no estaba, parece claro que se
haba quitado de en medio, adems de que a ellos no les faltaban frailes de rdenes
conocidas para que les predicase. Len pidi un hospital para alojarse. Que no haba
le contestaron, pidi el jesuita una posada sin mujeres, para lo cual enviaron a dos
muchachos a buscarla y mientras tanto vuelta a la charla persuasiva no falt de
qu hablarles en la materia sobre dicha del desengao de nuestra Religin y de su
trato y del de los alumbrados y de otras cosas de edificacin que se iban aficionando.
Nadie quiso acoger al misionero; quizs, algo ablandados, aquellos prebostes de
Montijo enviaron a los muchachos a preguntar si estaba dispuesto a alojarlos en su
casa un viudo, era tanto el miedo a la fogosidad sexual de los jesuitas alumbrados
que as, dentro de la psicosis de pnico sexual, era como estaban conceptualizados
los mismos en la comarca que eligieron a un viudo que ni tena hijas, ni haba
mujer en casa (tanto era el recato y el miedo que tenan cobrado a los de ste
hbito). El viudo, Hernn Prez, haba visto en Sevilla a Pedro de Len y saba la
fama de sus sermones y la labor que realizaba en la crcel hispalense. A partir de
ah el xito estaba asegurado. Tras la misin por tierras extremeas, Pedro de Len
se congratula de su xito toda misin, dice, debe caracterizarse por la conversin
de almas y el logro de cambiar las malas costumbres de los pueblos visitados, ahora
bien, esta misin era especial:
pero con mucha razn se debe hacer mucho caudal de lo que es haber
desecho el grande engao que haba por toda Extremadura, y la mala opinin
que de la Compaa tenan por razn de los alumbrados que hemos dicho, con-
virtindose toda la adversin y ojeriza que tenan contra nosotros en grande
amor y estimacin de nuestros ministerios. De donde se sigue que se aprove-
charon de ellos confesndose y enmendando su vida
23
23
LEN, P. (DE) Op. cit., p. 139. En aos posteriores a ste de 1592, concretamente en 1603, estando Pedro de Len
alojado en el Colegio de Fregenal, sali para varias misiones en la comarca. As, lleg a Oliva de la Frontera, una
villa de casi cuatrocientos vecinos perteneciente al ducado de Feria que se hallaba a cinco leguas de Fregenal y a
legua y media de la frontera. Casi treinta aos despus del asunto de los alumbrados, nunca en Oliva haba estado
un jesuita: jams haba entrado la Compaa, ni tenan noticia de ella, sino que ramos de los alumbrados, como
pueblo de Extremadura, adonde aquella pobre gente estaba muy hostigada de la mala doctrina de ellos: Ibdem, p. 148.
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IV. EPLOGO FINAL: LA COMPAA EN LLERENA
La instalacin de un Colegio de la Compaa de Jess en la capital del distrito de
la Inquisicin que haba dado nombre al escndalo de los alumbrados de Llerena
denunciados por el dominico fray Alonso de la Fuente, se constituira como el smbolo
de la nueva Compaa en la comarca, del triunfo de la Contrarreforma frente a la
espiritualidad primera, ignaciana, de libertad en el acercamiento del yo subjetivo
con la divinidad que provocaron, a las primeras de cambio en una sociedad aherrojada,
demostraciones hasta entonces annimas de la inmanencia esencial del ser humano.
Desde el ao siguiente del ltimo auto de fe contra los alumbrados, en 1583, las
autoridades seculares de Llerena solicitan el envo de jesuitas a la villa para tratar
de un posible establecimiento de la Compaa, lo que ocurrir al ao siguiente de
1594 cuando acude el licenciado Fras y un compaero
24
. A partir de ah se observa
una presencia en ciertos periodos de jesuitas en la villa, sobre todo, para realizar los
sermones de cuaresma; al mismo tiempo, comienzan las dems religiones all
asentadas a realizar una amplia protesta por esta presencia que alteraba el orden
constituido, otorgando pitanzas a unos religiosos que no tenan fundacin en la
villa, tal como ocurre por parte de los religiosos de San Buenaventura, San Sebastin
y Santo Domingo en 1624. A pesar de todo, en 1631 se reconoce el colegio de la
Compaa en Llerena
25
.
Precisamente en ese ao de la protesta indicada, el 4 de noviembre de 1624, el
general de la Compaa Mucio Vitelleschi escriba desde Roma a Andrs de Torres en
Sevilla trasmitindole la alegra que le produca la posible fundacin en Llerena,
aunque para ello era necesaria la plata americana prometida:
Holgarme he mucho que fundemos Collegio en la villa de Llerena, pues es
puesto de tanta gente y tan buena comarca donde la Compaa podr hazer
mucho fruto pero hasta agora no ha venido el dinero de Quito, con que se a de
hazer esta fundacin, y es menester que llegue primero y que sepamos
determinadamente la quantidad que es, y luego resolver lo que juzgare conve-
nir
26
Parece claro que, tal como nos demostr Pilar de la Pea por medio de las actas
capitulares, el cabildo secular se hallaba bastante interesado en la instalacin de la
Compaa en Llerena, aunque ahora en la carta del general observamos que el
inters era compartido por los propios inquisidores llerenenses, ambos estaban
seguros que la nueva Compaa no slo no favorecera el surgimiento de nuevas
prcticas alumbradistas en la comarca, sino todo lo contrario, impondra la adscripcin
tridentina a toda costa. La carta del general se enviaba en respuesta a una de Torres
de 20 de agosto de 1624 en donde a buen seguro ste transmita a Vitelleschi la
presin que ejercan Concejo e Inquisicin. As, mientras llegaba el dinero el general
aconsej a Torres cmo frenar la insistencia de estas autoridades:
en el interim V.R. y los dems padres pueden entretener a la villa y a los
seores inquisidores con buenas esperanas y de quando en quando les embiar
el padre provincial alguna missin hasta que se pueda poner en execusin lo que
desean y piden
24
PEA GMEZ, M.P. (DE LA) Arquitectura y urbanismo de Llerena, Cceres, 1991, pp. 211-213. Tal como advierte esta
autora, no es la primera vez que acudan jesuitas a la villa, pues citando a A. Astrain refiere que en 1575 acudi a
Llerena Diego de la Cruz, donde es denunciado por fray Alonso como maestro alumbrado.
25
Ibdem, p. 213: la Compaa de Jess reconoce en 1631 el colegio de Llerena, que, iniciado por la provincia de
Andaluca, se adjudica despus a la de Toledo. Un ao antes el padre Isidro de Arce da a su favor un censo en
nombre de los reales estudios del Colegio Imperial instaurados por Felipe IV. La figura que actu como bienhe-
chor fue Francisco Ortiz de Porras, cannigo de San Francisco de Quito, en Ecuador.
26
ARSI, Baetica, 5-II, Epstolas General, f. 34.
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El papel de la compaa de jess en el episodio de los alumbrados
Andrs Torres debi ser un jesuita o natural de Llerena o de los que acudan all
regularmente, de modo que escribi al general por su cuenta transmitiendo la presin
de las autoridades percibida al hallarse directamente relacionado con stas. Quizs
por ello Vitelleschi no le dijo todo lo que pensaba, es decir, los problemas que haba
para cumplir otro deseo de dichas autoridades, algo que s coment con el provincial
de Andaluca en Sevilla, Jorge Hemelman en otra carta enviada el mismo da:
Parceme bien que se trate de la fundacin de Llerena, pero en lo que se
pide de que sea de esa Provincia avr difficultad, porque ya sabr V.R. que
quando se hizo el repartimiento del districto que ava de pertenecer a cada
Provincia le cupo a la de Toledo con lo dems que tiene toda Estremadura, y por
esta causa quando se fund el Collegio de Frexenal fue necessaria particular
dispensacin para que fuesse de sa y as antes de resolver el punto de que
agora se trata ser ran que oygamos a los padres de Toledo y despus deter-
minar lo que jusgar convenir al mayor servicio de Nuestro Seor y bien de la
Compaa
27
Pero los jesuitas de Toledo no tardaron en escribir al general alegando el acuerdo
del repartimiento territorial, definitivamente queran a Llerena para Toledo. As, el 9
de diciembre de 1624, Vitelleschi escriba al provincial Jorge Hemelman
comunicndole las pretensiones de Toledo:
La provincia de Toledo me a escrito las razones que hazen en su favor para
que le apliquemos las fundaciones de Llerena y Villafranca y parece que pide
justicia. La principal raon con que la fundan es la que dixe a V.R. en una de 4 de
noviembre. Hasta agora no e tomado resolucin en este negocio tomarla he a su
tiempo con el interim V.R. haga que se vaya cobrando la plata que embiaren
para las dichas fundaciones y adminstrese con cuydado y diligencia de modo
que se pueda dar buena quenta de toda
28
Volvi a insistir Hemelman pretendiendo la adscripcin del Colegio de Llerena a
Andaluca, pero el general Mucio Vitelleschi fue explcito en una nueva carta de 16
de febrero de 1625: Acerca de la fundacin de Llerena ya he escrito a V.R. en
cartas de 4 de noviembre y 9 de diziembre lo que siento y se a de azer no tengo que
aadir a lo que entonzes dixe.
29
Cinco meses ms tarde, el 7 de julio de 1625, el
general volver a escribir en relacin al Colegio de Llerena, pero esta vez sus cartas
enviadas al mismo tiempo fueron para la Inquisicin de la ciudad y para su Concejo:
Al Santo Officio de la Inquisicin de Llerena:
Reconosco como debo la singular merced y favor que V.S haze a la Compa-
a y la estima que tiene del trabajo y zelo con que se emplea en procurar y
ayudar a la salvacin de los prximos conforme al fin de nuestro instituto.
Huelgome mucho que los dos padres que an estado en missin en esa villa ayan
exercitado muchos ministerios con santa edificacin y fruto de los naturales
espero que presto se les cumplir el deseo que tienen de que se funde Collegio
de la Compaa pero hasta agora no a llegado la quantidad de plata que para su
fundacin dex un Cannigo que muri en Quito, quando llegue se tratar luego
27
Ibdem, f. 36v. En efecto, cuando la Compaa acepta el Colegio de Fregenal la inscribe en la Provincia de Andaluca
pero de una forma excepcional, pues a partir de ah quedaba vigente la reparticin territorial previamente reali-
zada entre las distintas provincias, donde Extremadura tocaba a Toledo. As, en una carta del general Claudio
Aquaviva al provincial Francisco de Quesada, fechada en abril de 1598, ste le adverta que: con ocasin de haver
aceptado el Colegio de Fregenal se ha determinado que no obstante que por justos respectos Fregenal queda por
colegio de esa provincia, para lo dems queda en pie el repartimiento de las provincias que da ha se hio y porque
conforme a este Zafra toca a la provincia de Toledo ser bien que los papeles y [] que tiene del Seor Duque de
Feria concernientes al Colegio que all desea, se los embie al Provincial de Toledo para que l los guarde: Ibd., 3-
I, Epstolas General, 1591-1609, f. 354.
28
Ib., 5-II, Epstolas General, f. 41.
29
Ib., f. 48
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de cumplir su ltima voluntad y se ver a qual de las dos Provincias de Andaluca
o Toledo a de tocar ese Collegio y en esto y en lo dems que se ofreciere aten-
der como debo a lo que fuere del gusto y servicio de V.S procurando siempre
corresponder a las grandes obligaciones que la Compaa tienen a ese Santo
Tribunal
30
La carta enviada al Concejo y Regimiento de la ciudad se redacta en los mismos
trminos corteses que la escrita a la Inquisicin:
A la ciudad y Regimiento de Llerena
Muy reconocida est la Compaa a V.S por la grande merced que le a hecho
y haze honrrando y favoreciendo sus ministerios para que sean de tanto fruto
como lo an experimentado los padres que en esa Ciudad an estado en missin
de que van quedado muy edificados y agradecidos como lo avrn significado y
por no faltar a mi obligacion yo doy a V.S. por ello las debidas gracias y me
ofresco de acudir en quanto pudiere a todo lo que fuere de su servicio como lo
har en lo que me manda en esta de 13 de marzo procurando que en llegando la
quantidad de plata que dex un cannigo que muri en Quito para fundacin de
un Collegio en esa iudad se d luego principio a l, y de aqu a que se llegue el
tiempo en que esto se a de hazer se ver a qu de las dos provincias de Andalu-
ca o Toledo a de tocar y se atender en quanto se pudiere al gusto y servicio de
V.S a quien guarde nuestro Seor con mucho aumento de sus divinos dones
31
Finalmente, sabemos por Astrain que el Colegio quedara bajo la custodia de la
provincia de Toledo
32
. Pero lo importante es que la Compaa haba triunfado frente
al rechazo social tras los problemas del alumbradismo y que con estos colegios de
Fregenal, Villafranca y Llerena se reafirmaba en una comarca donde un da algunos
de sus habitantes tuvieron veleidades con formas de expresin espiritual humanas,
demasiado humanas y fuera del control coercitivo de las consciencias que, basado
en la razn trascendente, deban imponer como nadie los soldados de la Compaa
de Jess.
.
30
Ib., f. 69r.
31
Ib., f. 69v.
32
ASTRAIN, A. Historia de la Compaa de Jess, p. 19.
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EL CONCEJO, JUSTICIAS Y REGIMIENTO DE AZUAGA
DURANTE EL ANTIGUO RGIMEN
THE COUNCI L, J USTI CI AS AND TOWN RULERS I N AZUAGA DURI NG
THE ANCI EN RGI ME
Manuel Maldonado Fernndez
I.E.S. San Isidoro
Amor de Dios, 24
41002 SEVILLA
[email protected]
RESUMEN: Entra Azuaga en la modernidad con un trmino jurisdiccional ex-
tenso y una hacienda concejil saneada, circunstancias que repercutan directa-
mente en beneficio de sus vecinos, que lo disfrutaban de forma gratuita y equi-
tativa. Sin embargo, a finales del XVIII se nos muestra con un trmino sensible-
mente recortado respecto a la situacin de partida y, adems, hipotecado, nece-
sitando arrendar las dehesas y baldos concejiles para pagar los intereses de la
deuda. La culpa de tal despropsito hemos de atribursela a la generalizada y
asfixiante presin fiscal que soport durante estos tres siglos a cuenta de las
continuas guerras del imperio, como la mantenida contra Portugal, aparte de
ciertas circunstancias negativas que incidieron especficamente sobre Azuaga.
ABSTRACT: Azuaga enters Modern Age owning a large jurisdictional territory
and a very sound council treasury, circumstances which directly benefited its
inhabitants, who enjoyed it in a gratuitous and fair way. However, at the end of
the 18
th
century, Azuaga shows a territory which has been noticeably trimmed
with respect to the starting situation, mortgaged, and which needs to rent the
council pasture and waste lands to obtain resources to pay the interests of the
debt. The reason for such situation must be attributed to the generalized fiscal
pressure which Azuaga endured during these three centuries due to the numerous
imperial wars, such as the one maintained against Portugal, apart from negative
circumstances that particularly struck upon it.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 323 - 333
ISBN: 978-84-612-3264-2
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El concejo, justicias y regimiento de Azuaga durante el Antiguo Rgimen
El concejo de Azuaga ya estaba reconocido jurisdiccionalmente y
demarcado su trmino en el momento de la donacin de Reina en 1246
1
,
pese a lo cual Fernando III determin integrarlo en dicha donacin. A partir
de esas fechas, por delegacin de la Orden de Santiago, su gobierno y
administracin, como el de cualquier otro pueblo santiaguista, corresponda
al cabildo concejil, rgano colegiado cuyo nombramiento, composicin y
competencias quedaron definidos en los Establecimientos y Leyes Capitulares de la
Orden
2
. Siguiendo sus directrices, dichos cabidos bsicamente estaban constituidos
por dos alcaldes ordinarios (justicias), con competencias judiciales en la primera
instancia, y una serie de regidores (regimiento), generalmente ayudados por otros
oficiales encargados de ejecutar lo dispuesto por los alcaldes y regidores en los
plenos concejiles.
Segn las disposiciones iniciales de la Orden, el nombramiento de alcaldes y
regidores deba hacerse anualmente en cabildos abiertos, teniendo cualquier vecino
capacidad jurdica para elegir y ser elegido. As ocurri hasta los tiempos del maestre
e infante don Enrique de Aragn (1409-1445), bajo cuyo maestrazgo se sustituy el
modelo democrtico anterior por otro de carcter oligrquico, en el que slo un
reducido nmero de vecinos tenan este privilegio.
Los Reyes Catlicos, una vez que asumieron la administracin de la Orden, apenas
modificaron lo establecido sobre el gobierno y administracin de los concejos
santiaguistas. Adems, como vena ocurriendo desde el mismo momento en el que
la Corona cedi a perpetuidad el dominio seorial y solariego de una buena parte de
Extremadura a dicha Orden, defendieron que los aprovechamientos de las distintas
dehesas, baldos y ejidos deban ser compartidos de forma comunal, gratuita y
equitativa por el comn de vecinos de cada concejo, quedando expresamente
prohibido la venta o arrendamiento de cualquiera de estos predios, como as tambin
estaba recogido en los Establecimientos y Leyes Capitulares santiaguistas. Igualmente
se salvaguardaba en este compendio legal la integridad territorial de cada trmino
y la exclusividad de sus vecinos en el disfrute de los distintos aprovechamientos.
Sin embargo, los Austria, sus sucesores, tomaron un rumbo bien distinto en
relacin con la administracin de las rdenes Militares, utilizndolas continuamente
para remediar las necesidades hacendsticas surgidas a cuentas de la ampliacin y
mantenimiento del imperio. Por estas circunstancias, bajo esta dinasta se vendieron
baldos, se constituyeron nuevos seoros, se negoci con los hbitos y encomiendas,
se eximieron villas, se enajenaron oficios pblicos, etc. En definitiva, por encima de
los privilegios de la Orden y de lo dispuesto en los Establecimientos santiaguistas,
los maestrazgos soportaron un tratamiento como si de tierras de realengo se tratase.
Dentro de esta administracin tan abusiva destacamos la prdida de autonoma
municipal a raz de la entrada en vigor de la Ley Capitular de 1563, donde se
regulaba el nombramiento de alcaldes ordinarios y regidores en los pueblos,
ampliando las competencias de los gobernadores -el de Llerena, en nuestro caso-
circunstancia que anulaba prcticamente la opinin del vecindario en la eleccin de
dichos oficios concejiles. No qued en esto la cuestin pues, poco despus y siguiendo
con las reformas administrativas de Felipe II, la prdida de autonoma municipal se
1
As lo entiende LPEZ FERNNDEZ, M. Las Tierras de Reina entre el Islam y la Cristiandad, en Revista de
Estudios Extremeos, LXIII-I, 2007, pp. 187-212.
2
Se imprimieron por primera vez en 1502 (Sevilla), encomendando su recopilacin a FERNANDES DE LA GAMA,
que los agrup bajo el ttulo Compilacin de los Establecimientos de la Orden de la caballera de Santiago del Espada.
Existen otras ediciones posteriores correspondientes a los aos de 1527, 1555.1565, 1577, 1598, 1605, 1655, 1702
y 1752, generalmente actualizadas detrs de algunos de los Captulos Generales de la Orden de Santiago.
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Manuel Maldonado
increment tras la entrada en vigor de la Cdula Real de 1566, que suprima las
competencias judiciales de los alcaldes ordinarios de los pueblos de rdenes militares,
dejndolas en manos de los gobernadores y alcaldes mayores, por motivo de que
la justicia no se administraba segn convena; por ser los Alcaldes Ordinarios Vecinos,
y Naturales de los Pueblos, y no ser Letrados. En efecto, hasta 1566 los dos alcaldes
ordinarios de Azuaga, como los de cualquier otro concejo santiaguista, tenan
capacidad legal para administrar la primera justicia, tambin llamada ordinaria, en
todos los negocios y causas civiles y criminales, quedando las apelaciones en manos
del gobernador del partido de Llerena.
Para complicarle an ms las cosas a los azuagueos -y a todos los castellanos
de la poca, pues estas nuevas medidas fueron generales- por estas mismas fechas
Felipe II decide nuevamente hacer caja, fomentando la venta de cuantas regiduras
perpetuas
3
se solicitaran y pagaran. La enajenacin de oficios concejiles, lejos de
democratizar la administracin municipal, reforz la posicin de los poderosos locales
en el control de los concejos, cuyo ejemplo ms prximo y oportuno lo encontramos
en Azuaga, aunque tambin fue una prctica generalizada entre los concejos
santiaguistas.
En definitiva, malos tiempos para los azuagueos durante el reinado de Felipe II.
Por un lado permiti que diez regidores perpetuos gobernaran y administraran el
concejo y su importantsima hacienda segn ms le convenan; por el otro, no
menos humillante, obligaba al vecindario a desplazarse a Llerena para recibir justicia
o, lo que an resultaba ms gravoso, ver cmo los oficiales de la gobernacin de
Llerena se seoreaban por sus calles y trminos para administrar justicia in situ y,
adems, cobrarles elevadas dietas y gastos de administracin de justicia.
Naturalmente, hay que matizar que el monarca no senta una especial inquina o
animadversin por los azuagueos; simplemente tom estas decisiones de carcter
general para hacer caja y mitigar las deudas de la Hacienda Real, siempre al borde
de la bancarrota a cuenta de los excesivos gastos que representaba la defensa de la
cristiandad y, especial y solapadamente, la expansin y el sostenimiento del particular
imperio de los Austria. En cualquier caso, hay que agradecer el hecho de que el
monarca, aunque forz estas situaciones tan tramposas y abusivas, despus habilit
los medios legales para que los concejos y vasallos eludieran dichas trampas; eso
s, debiendo pagar por recuperar la primitiva situacin lo que tuvo a bien establecer
el monarca.
Y de justicia arbitraria, y de pagar y pechar lo que continuamente se le ofreca a
Felipe II ya saban bastante los azuagueos de la segunda mitad del XVI. Estaba
reciente el caso de la exencin jurisdiccional de la antigua aldea de la Granja, nueva
villa desde que en 1564 compr y pag sus derechos de villazgo, hecho que implicaba
segregar del trmino histrico de Azuaga, el ms extenso de los comprendidos en el
partido de Llerena, la parte que se le adjudic a la nueva villa. En ausencia de la
carta de villazgo, desconocemos los trminos argumentados por los entonces aldeanos
de Granja a Felipe II para solicitar la exencin jurisdiccional de Azuaga y adquirir el
estatus de villa; se supone que alegaran lo habitual en estos casos: vejaciones y
malos tratos por parte de los oficiales del concejo azuagueo, adems del oportunista
deseo de colaborar con el monarca y su real hacienda en el manteniendo del imperio
y en defensa de la cristiandad. Por ello, como tambin era habitual en estos casos,
se le adjudic un buen pedazo del primitivo trmino azuagueo, seguramente muy
superior al que le hubiese correspondido en proporcin al nmero de vecinos que se
segregaban de su jurisdiccin.
3
El carcter a perpetuidad de estos oligarcas concejiles les habilitaba para usar y abusar del cargo, transmitirlo por
herencia, venderlo e, incluso, arrendarlo.
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El concejo, justicias y regimiento de Azuaga durante el Antiguo Rgimen
Tambin se estaba resolviendo por aquellos aos el asunto del cuarto de legua
cuadrada del trmino azuagueo por el que se interes la marquesa viuda de
Villanueva del Ro (y Minas)
4
. Esta otra cuestin se encuentra asociada a la venta de
Berlanga y Valverde (entonces de Reina), en cuyas negociaciones los representantes
del referido marquesado consiguieron, adems de comprar el seoro jurisdiccional
de casi el 50% de las mejores tierras de los trminos de la Encomienda de Reina,
hacerse tambin con dichos derechos en un cuarto de legua cuadrada del ya mermado
trmino de Azuaga despus de la exencin jurisdiccional de Granja. Por el expediente
de venta, parece deducirse que los azuagueos acataron con cierto estoicismo tal
decisin -la propia de la impotencia de enfrentarse a los intereses del monarca-,
aunque se defendieron enrgicamente cuando observaron que en el deslinde los
administradores del marquesado pretendan delimitar, y delimitaron inicialmente,
una legua cuadrada en lugar del cuarto pactado
5
. Finalmente, el asunto se resolvi
por una vez a favor de Azuaga, que slo perdi los derechos jurisdiccionales en el
cuarto de legua cuadrada. En efecto, el trmino deslindado segua perteneciendo a
Azuaga, aunque la imparticin de justicia en las causas relativas a hechos relacionados
u ocurridos en el cuarto de legua cuadrada corresponda al marquesado de Villanueva
del Ro, ms tarde incorporado a la casa de Alba, casa seorial a la que tambin
pertenecan los diezmos, en detrimento de los derechos histricos del comendador
de Azuaga. En definitiva, un nuevo traspi para la ancestral villa de Azuaga pues,
adems de la prdida de jurisdiccin, qued expuesta a la potencial peligrosidad
que supona alindar con tan importantes vecinos, siempre dispuestos a incomodar y
actuar abusivamente cuando se trataba de defender un maraved.
Por lo tanto, durante el reinado de Felipe II los azuagueos -aparte una presin
fiscal acuciante y generalizada para Castilla, ya muy estudiada y dada a conocer por
numerosos historiadores
6
- tuvieron que soportar cuatro envites directos: la exencin
jurisdiccional de Granja, la exencin jurisdiccional del cuarto de legua cuadrada
referido, la aparicin de los regidores perpetuos en la villa y la autorizacin a los
oficiales de la gobernacin de Llerena para administrar justicia en primera instancia
dentro de la villa y su trmino, competencia que antes de 1566 corresponda a los
alcaldes ordinarios de Azuaga. Por lo contrario, y para ms indignacin, su rival ms
directo en el partido y seoro de la orden de Santiago en Extremadura, el concejo
de Llerena, qued francamente beneficiado al aumentar por estas mismas fechas
sus competencias administrativas y expandirse jurisdiccionalmente asimilando como
aldeas propias los antiguos lugares y trminos de Cantalgallo, la Higuera
7
y Maguilla
8
.
Ante esta situacin tan crtica, los azuagueos deberan haber actuado en
consecuencia, cosa que hicieron a medias. As, respecto a la prdida de trmino y
jurisdiccin aludida, tomaron la prudente decisin de no enfrentarse a los intereses
de Felipe II, salvo en el caso del deslinde del cuarto de legua cuadrada. Es cierto
que podran haber ejercido el derecho de tanteo y retracto sobre la parte del trmino
jurisdiccional que perdan pero, por otras experiencias similares surgidas en distintos
lugares, saban que, aparte gastarse grandes cantidades de maravedes en abogados
4
MALDONADO FERNNDEZ, M. Valverde de Llerena. Siglos XIII al XIX, Sevilla, 1998.
5
Resulta difcil determinar la superficie, por la ambigedad de la medida. Tericamente, una legua equivala a lo que
se andaba en una hora. En cualquier caso, es notable la diferencia entre un cuarto de legua cuadrada y una legua
cuadrada.
6
Remito especialmente, por lo que se ajusta a nuestra situacin, a PREZ MARN, T. Historia rural de Extremadura
(Crisis, decadencia y presin fiscal en el siglo XVII. El partido de Llerena), Badajoz, 1993.
7
MALDONADO FERNNDEZ, M. Tres situaciones jurisdiccionales en Higuera de Llerena: lugar, aldea y villa,
Revista de Fiestas, Higuera, 1997.
8
MALDONADO FERNNDEZ, M. Maguilla, una aldea de Llerena?, Revista de Feria y Fiestas Patronales de Llerena,
Llerena, 2003.
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y procuradores, al final el fracaso estaba garantizado. Por ello, olvidndose de estos
dos asuntos y haciendo los clculos pertinentes, tambin entendieron, y as actuaron,
que no podan hacer nada para recuperar la jurisdiccin suprimida ni sobre el consumo
de regidores perpetuos sin poner en riesgo las dehesas y baldos concejiles.
Esta misma disyuntiva estaba presente por aquellas fechas en la prctica totalidad
de los concejos de la Extremadura santiaguista, salvo en Llerena, donde nicamente
tenan el problema de desembarazarse de los regidores perpetuos, aspecto que
abordaron a finales del XVI, aunque con resultado perverso para sus vecinos
9
. Por
las referencias que tenemos, la mayora de los concejos santiaguistas de la zona
optaron, inmediatamente que Felipe II lo permiti (a partir de 1588), por recuperar
la administracin de justicia en primera instancia, impidiendo de esta manera que el
gobernador de Llerena y sus oficiales se entrometiesen continuamente en dicha
administracin y evitando asimismo humillaciones, molestias y gastos al vecindario,
pero teniendo que soportar los abusos de los vecinos que decidieron comprar el
oficio de regidor perpetuo. Sin embargo, en Azuaga quedaron como paralizados e
impotentes, aguantando simultnea y estoicamente la prepotencia de los diez nuevos
regidores perpetuos y las continuas envestidas de los oficiales de justicia de Llerena;
es decir, iniciaron el siglo XVII con ambos problemas.
Por lo tanto, con los antecedentes relatados, durante el XVII tampoco le fueron
bien las cosas a Azuaga ni, en general, al reino de Espaa. La crisis y decadencia
generalizada de este ltimo siglo se achaca al empecinamiento de los Austria en
mantener su particular imperio y hegemona en Europa. Adems, internamente
hubo que afrontar el intento separatista de Catalua y la guerra contra Portugal,
cuyos naturales decididamente no queran ser gobernados desde Madrid. Por la
concurrencia de tantas circunstancias adversas, los gastos militares fueron cuantiosos
y la correspondiente financiacin se llev a cabo incrementando la ya elevada presin
fiscal heredada de Felipe II.
Pues bien, bajo esta crtica situacin, en 1633 los azuagueos decidieron por fin
abordar parte la comprometida situacin en la que estaban envueltos desde finales
del XVI, tomando la decisin de hipotecar las tierras concejiles y comunales para
hacer frente a los gastos que supona el consumo o recompra de los diez oficios de
regidores perpetuos adquiridos por otros tantos vecinos de la villa y, de esta manera,
por el procedimiento de insaculacin habitual, que cada ao fuesen nombrados los
regidores correspondientes de acuerdo con la Ley Capitular de 1563
10
. Para ello, y
por iniciativa de algunos vecinos que comprometieron su propia hacienda, se sigui
el procedimiento habitual, segn las indicaciones que los funcionarios reales ya
haban habilitado para tal efecto:
Se convoc cabildo abierto por peticin popular.
Tras las pertinentes deliberaciones, se acord ejercer el derecho de tanteo
sobre las diez regiduras perpetuas referidas.
Para ello, se dieron los oportunos poderes a los dos alcaldes ordinarios,
autorizndoles a gestionar y seguir el asunto.
Estos, asesorados y representados por abogados y procuradores, solicitaron
la Real Provisin pertinente que les autorizase a recomprar para el concejo
las regiduras enajenadas por la Corona.
9
MALDONADO FERNNDEZ, M. Crisis en la hacienda concejil de Llerena durante el Antiguo Rgimen, en
Actas de las VI Jornadas de Historia en Llerena, Llerena, 2005, pp. 259-268.
10
Archivo de Protocolos Notariales de Guadalcanal, lg. 9, ff. 58 y ss.
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El concejo, justicias y regimiento de Azuaga durante el Antiguo Rgimen
Con dicha autorizacin, solicitaron otra Real Provisin que les facultase para
imponer un censo sobre determinadas dehesas concejiles y tambin para
arrendarlas
11
.
Seguidamente, el concejo hizo pblico por toda la comarca la necesidad de
pedir prestado 6.500 ducados, cantidad en la que se tas el valor de las diez
regiduras perpetuas consumidas, haciendo constar que como garanta de
pago el prestamista de turno poda establecer un censo al quitar (no perpetuo)
sobre las dehesas autorizadas por la corona.
Pues bien, al parecer fue una viuda guadalcanalense quien se hizo eco de las
necesidades del concejo azuagueo, poniendo sobre la mesa los 6.500 ducados en
los que se tas el valor de las diez regiduras
12
. sta es la circunstancia por la que el
documento de referencia se localice en el Archivo de Protocolos Notariales de
Guadalcanal, donde aparecen amplias referencias a dicho asunto, entre las cuales,
aparte las indicadas y las insistentes seguridades jurdicas del capital prestado exigido
por la prestamista, se relacionan y describen las dehesas hipotecadas como garanta
de pago. stas eran conocidas por los nombres de dehesa boyal Vieja, dehesa boyal
Nueva, otra dehesa boyal denominada dehesilla del Matachel y el baldo adehesado
de Valdenoques.
Por desgracia, no fueron stos los nicos predios hipotecados, pues a medida
que avanzaba el XVII la situacin era cada vez ms crtica, necesitando el concejo
azuagueo recurrir a nuevos prstamos para afrontar la continua demanda de
impuestos, estableciendo para ello nuevos censos o hipotecas sobre el resto de las
tierras concejiles y comunales. La consecuencia ms inmediata fue la necesidad de
arrendar la totalidad de las tierras concejiles para afrontar anualmente los corridos
o rditos del capital prestado, situacin determinante para que dichas tierras, que
tericamente deban ser usufructuadas gratuita y equitativamente por el comn de
vecinos, perdieran ese carcter ancestral y surgiese la necesidad de arrendar en
pblica subasta sus aprovechamientos. Por ello, en Azuaga se consolida ese ya
crnico estado de excepcin, que se saltaba, con la anuencia e inters de la corona,
lo dispuesto en los Establecimientos y Leyes Capitulares santiaguistas, y tambin lo
recogidos en las particulares Ordenanzas Municipales de Azuaga
13
, donde, volvemos
a insistir, se defenda la imposibilidad de arrendar las tierras concejiles y la obligacin
de repartir equitativamente la tierra y sus frutos entre los vecinos.
No hace falta aclarar que esta lamentable situacin fue comn a la mayor parte
de los concejos de los reinos de Espaa, especialmente a los de la corona de Castilla,
donde estaba incluida nuestra villa y la prctica totalidad de lo que quedaba del
seoro de la Orden de Santiago. Tambin conviene observar otro aspecto importante
sobre la fiscalidad aplicada. Me refiero a su carcter indirecto; es decir, se aplicaba
por igual al vecindario (mayoritariamente al consumo y a los bienes comunales,
como acabamos de considerar) con independencia de su particular hacienda, reducida
a las utilidades de las actividades comerciales, artesanales o ganaderas, pues la
tierra en manos privadas no representaba ms del 10% en cada trmino, al menos
en el partido histrico de Llerena.
11
En realidad, como ocurri en la mayora de los concejos santiaguistas, esta autorizacin daba paso a una especie
de estado de excepcin pues, segn estaba dispuesto en los Establecimientos y Leyes Capitulares santiaguistas,
tambin recogido en las ordenanzas municipales de sus concejos, los bienes comunales eran inalienables por
definicin, no pudiendo ser arrendados ni hipotecados, salvo, como en este caso, que se tuviese la pertinente
autorizacin del rey, en calidad de administrador perpetuo de las rdenes militares.
12
En la documentacin consultada no aparecen los nombres de los diez regidores perpetuos. Tampoco se hace
referencia a las negociaciones entabladas para fijar el precio. Al parecer, se pedan inicialmente diez mil ducados,
aunque el precio final, seguramente forzado por los funcionarios de la Hacienda Real, qued en los 6.500 referidos.
13
Segn el Sr. Alfranca, oidor de la Real Audiencia de Extremadura cuando se hizo el Interrogatorio en 1791, dichas
Ordenanzas fueron aprobadas en 1525.
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Pues bien, pese a todos los problemas descritos, liberados ya de los especficos
gastos de la Guerra contra Portugal, en 1674 los azuagueos tuvieron que
replantearse el escabroso asunto de la jurisdiccin suprimida en 1566 pues, al parecer,
las molestias que reciban de los funcionarios de las distintas administraciones
centralizadas en Llerena resultaban ya inaguantables
14
. Por ello, en esta ltima
fecha decidieron poner en conocimiento de Carlos II su crtica situacin, relatndole
los repetidos esfuerzos de la villa para pagar religiosamente todos los impuestos
que se le ofrecan y haban ofrecido a la corona durante la Guerra contra Portugal,
que el vecindario haba pasado en un siglo de 1.630 vecinos (en 1565) a slo 552
(en 1674, incluyendo a religiosos, viudas, pobres y otros no contribuyentes), que
las arcas del concejo estaban totalmente vacas y con numerosas deudas pendientes,
que la Casa del Ayuntamiento se haba desplomado, habiendo sepultado y destruido
en su cada los documentos sobre los privilegios de la villa, y que esta circunstancia
les dejaba en clara indefensin frente a las exigencias de los funcionarios de las
distintas administraciones llerenenses. Finalmente, le hacen saber el deseo de
eximirse de la jurisdiccin de la ciudad de Llerena, relatndole que ha mucho
tiempo que excede de la memoria de los hombres que obtuvieron privilegio de ser
villa por si y sobre si y como tal los alcaldes y oficiales del Ayuntamiento conocan
de todas las causas, de cualquier gnero que fueren en su primera instancia hasta
su fenecimiento por sentencia definitiva
No indicaron los oficiales y procuradores de Azuaga o, lo que es ms probable,
no saban el motivo por el cual haban perdido dicha jurisdiccin en favor del
gobernador de Llerena; slo referan las molestias y vejaciones que les infringan,
as como su indefensin documental por la referida ruina del archivo. Como ya se ha
adelantado, la prdida de la capacidad de administrar justicia en primera instancia
fue la consecuencia directa de la Real Provisin de 1566. Tambin ya se ha referido
que, ms adelante, Felipe II vuelve sobre sus pasos mediante otra Real Provisin,
sta de 1588, devolviendo dicha jurisdiccin, pero con la condicin de que el concejo
que as lo deseare debera ofrecerle 14.500 maravedes por vecino. Sin embargo,
el concejo de Azuaga, al contrario de lo seguido en los pueblos santiaguistas de su
entorno, decidi en aquellas fechas no pagar esa cantidad y seguir administrado
judicialmente de forma directa desde Llerena. Y en esta situacin permanecieron
hasta 1674, ao en el que deciden pagar y librarse de tan molesta subordinacin.
Desconocemos el conjunto de los trmites seguidos, aunque disponemos del
documento final y definido, la Real Provisin de Carlos II devolvindoles la
jurisdiccin
15
, previo pago de 3.036.000 maravedes; es decir, 5.500
16
maravedes
por cada uno de los 552 vecinos o unidades familiares censados en Azuaga y la
aldea de La Cardenchosa. Mediante dicha Real Provisin, saltndonos el ritual y las
consideraciones previas, el monarca tuvo por bien:
de propio motu, ciencia cierta y poder real absoluto usar como Rey y
Seor natural, no conociendo superior en lo temporal, hacer merced a vos, la
dicha villa de Azuaga, de la jurisdiccin en primera instancia civil y criminal para
que como de por s y sobre s puedan los alcaldes ordinarios de ella de cono-
cer, usar y ejercer en ella y su jurisdiccin, trmino y territorio la primera instan-
cia perpetuamente en todas las causas y negocios que se ofrecieren, de cual-
14
Llegados a este punto, huelga indicar que no hemos de buscar a los culpables entre los vecinos pecheros de dicha
ciudad, sino entre los numerosos funcionarios y oligarcas que en ella residan como sede del gobernador y de las
numerosas administraciones civiles que le correspondan, aparte de albergar al provisor y su curia eclesistica, y
ser sede de uno de los tribunales de la Inquisicin. Ms datos en MALDONADO FERNNDEZ, M. Llerena en el
siglo XVIII. Modelo administrativo y econmico de una ciudad santiaguista, Llerena, 1997.
15
Archivo Histrico Provincial de Cceres, lg. 572.
16
Cantidad sensiblemente inferior a los 14.500 maravedes que se exigan inicialmente.
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El concejo, justicias y regimiento de Azuaga durante el Antiguo Rgimen
quier calidad civiles y criminales y sin que el nuestro gobernador de la ciudad
de Llerena, su alcalde mayor ni otra persona en su nombre puedan entrometer-
se tal como ocurre en las dems villas exentas de estos mis reinos y seoros
reservando, como reservo, las apelaciones que de vuestros autos y sentencias
se siguieren al de Llerena
Y en esta situacin, algo menos crtica durante el reinado de Carlos II, llegamos
y asistimos a finales del XVII a la muerte sin sucesin de este enfermizo monarca,
encontrndonos entonces en la rocambolesca situacin de tener que soportar en
nuestro territorio las disputas entre las dos dinastas europeas que aspiraban a la
corona de los reinos de Espaa. Al final, en perjuicio de los espaoles de la poca,
ambos contendientes salieron beneficiados: el Borbn, Felipe V, porque consigui
los derechos histricos de la monarqua hispnica, y el aspirante de la dinasta de
los Austria porque no se fue con las manos vacas.
Se inicia, por lo tanto, el XVIII con una nueva guerra interna y un cambio dinstico
en la monarqua. Esta ltima circunstancia no supuso alteraciones significativas en
el seno de la Orden de Santiago y sus concejos, espacio territorial donde, protegido
de guerras y con una presin fiscal menos acuciante, se observa de forma generalizada
un crecimiento vecinal importante a lo largo del siglo, alcanzndose a finales del
XVIII las cifras de vecindad que ya se alcanzaron en las ltimas dcadas del XVI,
reducida drsticamente a lo largo del XVII como consecuencia de la desastrosa
poltica imperialista de los Austria.
Pues bien, pasando por alto las variopintas circunstancias polticas que afectaron
de forma genrica a los espaoles del XVIII, nos encajamos a mediados de este
siglo con dos importantes referencias sobre Azuaga: el Real Decreto de 1738, por el
que se cre la Junta de Baldos y Arbitrios para reintegrar a la Corona los baldos
usurpados por los concejos y proceder a su venta, y las 40 respuestas de los
azuagueos al cuestionario conocido por el nombre de Catastro de Ensenada, que
representa la mejor referencia sobre la historia de Azuaga.
Si se destaca el Real Decreto de 1738 lo hacemos por dos motivos. En primer
lugar porque representa una especie de intento desamortizador por parte del Estado,
que entenda ser propietario de determinados baldos, justo los que en cada caso
fuesen denunciados por los jueces de baldos nombrados al efecto para cada comarca.
Como se indica, slo fue un intento, porque la cuestin se zanj pagando a la
corona la cantidad que en cada concejo determinaron dichos jueces de baldos. En
lo que se refiere a Azuaga, la cuestin se resolvi pagando a la corona 190.000
reales, que el concejo no tena, por lo que tuvo que volver a hipotecar las tierras
concejiles y comunales. El otro gran motivo por el que consideramos el referido Real
Decreto es el de homenajear a Bernab de Chaves
17
, el mejor cronista de la Orden
de Santiago, quien precisamente redact su famoso y recurrente Apuntamiento
Legal para defender los intereses de la Orden en este intento de la corona por
apoderarse de los baldos concejiles de los pueblos santiaguistas.
Sin duda, la mejor referencia sobre Azuaga en el Antiguo Rgimen la encontramos
en las respuestas generales al Catastro de Ensenada, por las que conocemos, entre
otros muchos aspectos histricos de gran importancia para la villa, datos sobre la
extensin de su trmino, los distintos predios que lo integraban, sus aprovechamientos
y, sobre todo, a quin correspondan dichos aprovechamientos y bajo qu
circunstancias. En efecto, en la cuarta respuesta los azuagueos encargados de
contestar a las cuarenta preguntas de la encuesta citan a todos y cada uno de los
17
CHAVES, B. Apuntamiento legal sobre el dominio solar de la Orden de Santiago en todos sus trminos, Barcelona, ed.
facs. ed. El Albir, 1975.
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bienes de propios, entre ellos las dehesas, ejidos y baldos concejiles, segn la
siguiente relacin:
Tres dehesas boyales (la Vieja, la Nueva y la dehesilla de Matachel).
Tres baldos adehesados (Valdenoques, la Nava y Zurrn de Pollinas).
Varios baldos (Carneril de la dehesa Vieja, Cueva de Peaorodada, Aguda,
Jabata y los sitios denominados Mesa del Castao, el Jaramagal, el Jalln, el
Coto y el Saltillo).
El ejido ansanero, situado en las proximidades del pueblo.
La dehesa de la Serrana que, aunque era propia de la encomienda, la bellota
y el agostadero pertenecan tambin a los propios del concejo.
En total, segn la respuesta nmero diez, 41.815 fanegas de puo en sembradura
de trigo, manifestando que se trataba de fanegas de 93 varas cuadradas castellanas
y, por lo tanto, equivalentes cada una de ellas a 6.043 m
2
; es decir, como era
habitual ante una encuesta fiscal de este tipo, los concejos daban cifras de vecindad,
produccin y trminos inferiores a las reales. En efecto, la cantidad de fanegas del
trmino es estimada claramente a la baja, pues, como es conocido, la superficie del
trmino de Azuaga asciende a 49.731 hectreas, es decir, 82.295 fanegas de puo.
Tambin por motivos fiscales se estimaron a la baja todos aquellos aspectos
econmicos locales por los que se interesaban en el Catastro.
Su distribucin por aprovechamientos, segn tambin aparece en la respuesta
nmero diez, era de 15.080 fanegas dedicadas a pastos en dehesas y baldos,
21.700 dedicadas a la labor, unas 5.000 que consideraban sin aprovechamientos o
intiles y el resto, siempre superficies insignificantes, dedicadas a huertas, vias,
olivos o zumacales.
En la respuesta nmero 20 nos indican algo importante. Concretamente relacionan
las tierras que el concejo haba reservado para ser aprovechadas de forma gratuita
por el ganado del vecindario, reducindose stas a las tres dehesas boyales y los
baldos denominados Zurrn de Pollinos y Valdenoques, adems de las 5.000 fanegas
que consideraban intiles. No obstante, indican con claridad que dichos predios,
con las cargas citadas, tambin se arrendaban a ganaderos mesteos y riberiegos,
como el resto de los predios concejiles. En total, segn indican en la respuesta
nmero 23, el concejo obtena por estos arrendamientos 60.951 reales de velln,
los cuales, junto a los 4.808 derivados de las subastas de abastecedores pblicos
(aceite, vino, aguardiente, pescado y carne), daban unos ingresos para el concejo
de 65.759 reales.
Con los ingresos anteriores el concejo afrontaba los gastos derivados de su
administracin y gobierno, segn explican en la respuesta nmero 25, aunque una
buena parte de ellos, como indicaban en la respuesta nmero 26, eran empleados
en pagar los intereses o corridos de los once censos o hipotecas que afectaban a las
dehesas y baldos del concejo por un montante total o principal de 427.292 reales,
deuda que al 3% de inters supona unos 12.800 reales de rditos anuales. En la
misma respuesta 26 nos dan ms informacin sobre el origen de la deuda, centrada
mayoritariamente (237.292 de los 427.292 referidos) en los gastos derivados del
consumo de oficios que el concejo afront en 1634. Los 190.000 restante
corresponden a la recompra de los baldos en 1747, segn la sentencia de 10 de
noviembre de 1740, asunto ya comentado en lneas anteriores al referiros al Real
Decreto de 1738.
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El concejo, justicias y regimiento de Azuaga durante el Antiguo Rgimen
18
RODRGUEZ CANCHO, M. Y BARIENTOS ALFAJEME, G. (Eds) Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a
finales de los tiempos modernos. Partido de Llerena, Mrida, 1994.
19
El tal Pulgarn, como la mayora de los numerosos clrigos de la villa, aparece reiteradas veces en las respuestas al
Catastro de Ensenada, siempre asociado a negocios privilegiados y sospechosos, entre ellos el de receptor de
bulas de la Santa Cruzada al que tanto partido sac en la segunda mitad del XVIII.
Bajo esta frmula y circunstancias permaneci el gobierno de Azuaga y del resto
de los concejos santiaguistas hasta mediados de la segunda mitad del XVIII, fechas
en las que se ensay una tibia democratizacin municipal, tras las instrucciones de
carcter general que el gobierno central dict para la administracin de los bienes
de propios y arbitrios (1760 y 1786). Asimismo, a partir de 1766 se permiti al
vecindario la intervencin en la eleccin democrtica de dos nuevos oficios concejiles:
el sndico personero, que fiscalizaba el reparto y administracin de los bienes
concejiles, y el sndico del comn, que haca lo propio en la subasta y regulacin de
abastos oficiales. Ambos con voz en los plenos, pero sin voto en las decisiones
municipales.
Sin embargo, a la vista del informe del oidor Alfranca, que aparece tras las
respuestas a las preguntas planteadas por la Real Audiencia de Extremadura en el
Interrogatorio que plante en 1791
18
, las medidas ilustradas no fueron suficientes
para evitar abusos y desfalcos en la administracin y gobierno del concejo y sus
trminos. Estimaba dicho intendente que el alcalde mayor de Azuaga, autoridad
real presente en la villa desde 1752, y los regidores seguan al dictado las instrucciones
y manejos de un tal Jos Pulgarn, presbtero y subdelegado de la Santa Cruzada en
Azuaga
19
, que haba declarado como tierras mostrencas y sin dueo determinado
unas tres mil fanegas del trmino, vendindolas en nombre de la hacienda real a
particulares, segn las instrucciones a aplicar en este tipo de predios. El caso fue
que, como indicaba el propio Alfranca, se vendi a bajo precio no tres mil fanegas,
sino seis mil de las dehesas y baldos propios del concejo que, en realidad, como
sigue insistiendo el Sr. Alfranca, debido al deslinde tan ventajoso que hicieron en
favor de los nuevos propietarios, se aproximaba a las doce mil fanegas, todo ello
mediante escrituras dudosas, con tachaduras y espacios sin rellenar.
Por lo tanto, los azuagueos abordan el siglo XIX con las mismas deudas de
siempre afectando a las tierras concejiles y comunales, pero con menos tierras a
cuenta de los excesos del tal Pulgarn. Adems, tuvieron que hacer frente
inmediatamente a la Guerra de la Independencia y a los desmanes de Fernando VII,
dejando este monarca tras su muerte el terreno abonado para las desamortizaciones
de las tierras de eclesisticos en 1836 y de las concejiles a partir de 1855. Estas
leyes desamortizadoras permitieron que el Estado sacase a subasta pblica las tierras
concejiles, pasando de lo que podramos llamar latifundismo concejil a otro de carcter
privado, que persiste.
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FRANCISCO PACHECO Y LAS BVEDAS DE LA IGLESIA
LLERENENSE DE SANTA CLARA. UN ESTUDIO ICONOGRFICO
FRANCI SCO PACHECO AND THE VAULTS OF SANTA CLARA CHURCH
OF LLERENA. AN I CONOGRAPHI C STUDY
Julin Ruiz Banderas
EOE Sevilla Este
Torregrosa, s/n
41016 TORREBLANCA (Sevilla)
[email protected]
RESUMEN: La pintura mural del Monasterio de Santa Clara constituye un
conjunto artstico que no tiene par en el barroco extremeo. Por suerte, parece
inminente su restauracin, dado su avanzado estado de deterioro, siendo la
humedad el principal factor causante de las patentes prdidas del revoco. Sor-
prende que una obra tan singular no haya merecido un detenido estudio. Tan
slo las alusiones que hiciera Lepe de la Cmara, por los aos sesenta, o la
somera descripcin de Pilar de la Pea en su tesis doctoral sobre el patrimonio
arquitectnico llerenense. Con este trabajo queremos contribuir a un mejor co-
nocimiento de este conjunto excepcional que ahora reconocemos en su verda-
dera importancia por estar ejecutadas, con mucha probabilidad, por Francisco
Pacheco o por algn discpulo suyo. En este ejemplo singular del arte
contrarreformista trentino se despliegan todos los recursos expresivos propios
del barroco espaol como leccin persuasiva y doctrinal, a escasos aos de los
impresionantes autos de fe celebrados en Llerena contra la causa de alumbra-
dos y heterodoxos.
ABSTRACT: The wall paintings of the monastery of Santa Clara constitute an
artistic whole that has not equal artistic level in the Extremadura Baroque style.
Luckily, its restoration seems to be imminent, given its advanced state of decay,
humidity being the main factor for the evident loss of stucco. It is surprising that
such a singular work of art has not deserved a more detailed study, only mentioned
by Lepe de la Camara in the 70s or merely described by Pilar de la Pea in her
doctoral thesis on Llerena architectonic patrimony. With the present essay we
want to contribute to a better knowledge or such exceptional paintings which
only now we acknowledge in its true artistic relevance, due to the fact that they
were executed, probably enough, by Francisco Pacheco. Within this singular
example of counter-reformist art we can admire the display of all the expressive
resources typical of the Spanish Baroque style as a persuasive and doctrinal
lesson, being separated only a few years from the impressive autos de fe
celebrated in Llerena against the alumbrados and heterodox deviations.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 335 - 356
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Francisco Pacheco y las bvedas del iglesia llerenense de Santa Clara
A Beln Sierra, por sus correcciones, sus observaciones inteligentes,
por la paciente y laboriosa lectura de mis artculos y borradores.
A Luis Garran Villa por su inestimable ayuda, por su amabilidad,
por sus gestiones y contactos con Odile Delenda o Jean Louis Aug.
Y a Jos Iesta Mena, cuyo trabajo fotogrfico ha sido determinante
para la realizacin de este artculo.
Sin ellos, nada hubiera sido posible. Gracias.
I. CONTEXTO HISTRICO Y SOCIAL
Durante los siglos XVI y XVII, las clarisas y las concepcionistas fueron los
institutos femeninos franciscanos que ms destacaron en todo el reino
castellano y en la importante poblacin de Llerena. Las clarisas, desde su
llegada a la Pennsula en el siglo XIV, se convirtieron en la primera orden
femenina. En nuestra localidad se organizaron en torno a dos monasterios de clausura:
el de Santa Clara y el de Santa Isabel.
Los orgenes del convento se remontan a dos provisiones de Fernando el Catlico
y una bula del Papa Julio II, en 1508. Estas licencias dieron luz verde al proyecto
testamentario de Rodrigo Porrado e Isabel Delgado, su mujer, para fundar un
monasterio de monjas franciscanas en el intramuros urbano. El citado Rodrigo Porrado
era comendador y caballero de la Orden de Santiago.
Parte de la obra se edific sobre casas confiscadas a judos conversos en 1491 y
cedidas en 1512 para la causa fundacional (Pilar de la Pea, 91). El edificio, el
monasterio propiamente, comenz a levantarse a partir de 1509, dispuestos todos
los materiales y con la supervisin real y de los comendadores de la Orden de
Santiago que se reunieron en Valladolid (Garran Villa, 1996). Recordemos que el
rey Fernando y su hija Juana eran los administradores de todas las rdenes militares.
Entre los privilegios que se reserv el matrimonio fundador constaba el poder
establecer una comunidad conformada por doncellas o mujeres de Llerena (Garran
Villa, 96). Y probablemente se les concedera el derecho a que determinados familiares
ingresaran sin pagar la dote.
Sabemos que este matrimonio de la pequea nobleza llerenense careca de
descendencia directa y que esta circunstancia, posiblemente, motiv la fundacin
para no dispersar la hacienda familiar entre deudores lejanos. Y como la fundacin
se edific sobre el solar familiar, la estirpe se vincula a la casa en que reposarn
eternamente los propios fundadores y descendientes. Pero estos hechos no impidieron
que existiera un sincero sentido espiritual, teniendo en cuenta las caractersticas
religiosas de la sociedad del siglo XVI.
Las obras se prolongan durante toda la centuria, siendo abadesa del convento la
propia Isabel Delgado, que en su larga vida adquiri fama de santidad (Crnica de
la Orden de San Miguel, 1671). Su posicin socioeconmica y su condicin de mujer
sin descendencia garantizaron un caudal suficiente para afrontar la fundacin,
cumpliendo las directrices demarcadas por la monarqua catlica respecto a las
rdenes religiosas femeninas.
El monasterio llevar el ttulo de Convento de la Madre de Dios, de la segunda
orden de Santa Clara, estipulndose que sus monjas queden sujetas a la jurisdiccin
de los franciscanos y a la regla de Urbano IV. Absolutamente acordes con los preceptos
tridentinos que se van a proclamar despus, se insistir por parte de los superiores
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en la forma de la reja y el pao para el cumplimiento de la clausura. Y en las normas
fundacionales se establecern los cargos eclesisticos que asistirn a las monjas:
posiblemente un vicario confesor y un capelln para la misa conventual.
Sabemos que posteriormente Jernima Delgado, viuda de Fernando Delgado,
deudos ambos de Isabel Delgado, amplan, rematan y ultiman la fbrica y ornato
del edificio, adquiriendo el patronazgo de la Iglesia a finales del XVI. Disponan
tambin de cuantiosa dotacin que permiti hacer encargos a diversos artistas
sevillanos (Lepe de la Cmara, 58). La bienhechora se hizo cargo cuando la iglesia
qued pequea y se encontraba en mal estado. En 1591 consta documentalmente
el compromiso de levantar el retablo y la reja.
Por tanto, estamos ante un ejemplo de fundacin mltiple temporal por parte de
una familia de la baja nobleza local a lo largo de la centuria. La fundacin material
y el patronato corresponden a esta familia, aunque nada sabemos del mentorazgo
espiritual, que ejercera quizs algn miembro de la orden franciscana del Convento
de San Buenaventura, instituto que contaba con buenos y solventes telogos capaces
de asesorar sobre el programa religioso del conjunto pictrico que vamos a estudiar.
En la fundacin de este monasterio llerenense existe una leyenda milagrosa
(Crnica de la Orden de San Miguel, 1671). A una sobrina de Isabel Delgado, Violante
Delgado, se le apareci por tres veces Santa Clara anuncindole expreso deseo de
que la mencionada ta fundara convento para su orden y advirtindole que el
comendador, marido de aquella, morira dejndole todos los bienes, y que era mandato
de la santa que la propia Isabel profesara en el convento que fundara en su honor.
Posteriormente, en 1532, testifica la mencionada Crnica que igualmente la propia
Violante Delgado era religiosa del convento llerenense.
Aunque el monasterio qued bajo la advocacin de la Madre de Dios- sucede con
otros mismos de esta orden- fue siempre conocido popularmente como Convento
de Santa Clara.
La propia Crnica menciona tambin la fundacin de una hermandad denominada
de la Madre de Dios de los pobres, encargada de pedir limosna y auxiliar a los
menesterosos, particularmente el Domingo de Ramos. En 1544, el provincial de la
orden les comunic la Indulgencia de la Porcincula que no era sino el privilegio de
otorgar una vez al ao la indulgencia plena para todo el que lo visitara. A tales
efectos, es posible que una de las portadas del convento se dedicara a este menester.
Es decir, se abrira solamente una vez al ao para que todo visitante ganara el
deseado privilegio.
A estos hechos milagrosos se aade la proteccin y las mercedes que hacen al
monasterio algunas familias de la alta nobleza local, siendo el caso que Juana Zapata,
hija de Francisco Zapata, sucede en el cargo a la propia fundadora.
Otro factor que prestigia espiritualmente al monasterio es la posesin de dos
importantes reliquias: un dedo de San Diego de Alcal, santo de la orden que aparece
representado en la iglesia del monasterio (Fig. 6), y la cabeza de santa Pamela, del
nmero de las once mil vrgenes, siendo esta ltima reliquia una de las que
usualmente aparece en la fundacin de diversos conventos del reino. As, el de
clarisas de Santa Ins de Sevilla y otros muchos de toda Espaa, conservan reliquias
parecidas, basadas en la Leyenda de Santa rsula.
En 1604 qued rematada la Iglesia y completada con un excelente retablo mayor,
obra de Juan de Oviedo y de la Bandera, Juan de Uceda y Martnez Montas. Las
pruebas documentales citadas por diversos investigadores indican que la iglesia
quedara prcticamente ultimada respecto a su decoracin. As tuvo que ser, si
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juzgamos por las pruebas referidas y por las pinturas que decoran las bvedas
eclesiales, fechadas en este periodo. Pero no sabemos el ao exacto de su realizacin,
al no contar con documento que lo refrende.
Cabra pensar que las mencionadas bvedas fueron pintadas conforme se
levantaba el retablo mayor para establecer los espacios y las distancias adecuados
o para que las pinturas murales no se solaparan, (tal como sucede hoy por motivos
que se explicarn ms adelante) etc. Pudiera ser que se hubieran pintado con
anterioridad y que el retablo se elevara al final, cuando el conjunto pictrico del
bside quedara rematado. Sea como fuere, estas pinturas se realizaran en torno a
1604, o pocos aos despus de esta fecha, cuando queda instalado el retablo
mencionado. De ste, desguazado en el siglo XVIII, conservamos en la propia iglesia
las imgenes que hiciera Montas: el San Jernimo y una pareja de ngeles (Lepe
de la Cmara, 1969). Sin embargo, quedan dispersas por el monasterio otras
imgenes que merecen un cuidadoso estudio, pues pudieron pertenecer al primitivo
retablo, en el que se incluira tal vez la imagen titular de la Virgen de los pobres.
La iglesia conserva tambin otros retablos que no estudiaremos en esta ocasin,
pero que sern objeto de un trabajo prximo. Entre ellos, algunos trados del Hospital
de Santa Catalina y del Convento de los dominicos.
II. SITUACIN ACTUAL DE LAS PINTURAS MURALES. ALTERACIONES E
INTERVENCIONES
Centrndonos en el tema de este artculo, los frescos mencionados, constatamos
que se desarrollan sobre un soporte estructural de ladrillo, visible hoy en determinadas
zonas descubiertas por prdida de la pintura mural. Sobre el ladrillo se desvela un
segundo soporte: el revoco, que protege al muro. La capa de cal y arena se enfosc
con varias manos. La primera con un mortero basto (arriccio), sirvi de cama a una
segunda, ms densa y rica en cal (intnaco), en la que se pint al fresco, con el
revoco hmedo para que el color fuera absorbido por la carbonatacin de la cal.
La ejecucin de los dibujos se hizo conforme a los mtodos usuales del momento:
el dibujo con cartones, grandes hojas sobre las que se esparce el punteado del
dibujo con polvo de carbn o el uso de ampliaciones por medio de cuadrculas.
Tambin es patente el empleo de plantillas, que se aplican para representar algunos
motivos ornamentales.
Respecto al colorido, nuestra fuente ms importante es la de Pacheco, que en el
Arte de la pintura menciona los colores y tierras ms usuales para pintar al fresco,
en ese momento: blanco de Portugal, blanco de cal, ocres claros y oscuros de
Flandes, Portugal o Castilleja, almagra para el bermelln, azul de vidrio, verdes,
negro de Italia o de carbn, albn para los encarnados Estos colores aparecen en
la bveda de Llerena.
Todo el conjunto pictrico se ubica sobre una planta de saln, jalonada por arcos
formeros en tres tramos que se recubren con bvedas vadas. Las pinturas se
despliegan tanto en estas bvedas, sus laterales, as como en el coro y el bside.
La primera sensacin que obtenemos de este grandioso conjunto mural es
lastimosa por las intervenciones sufridas para paliar la accin perjudicial de la
humedad, factor que ha ocasionado estragos en casi todo el conjunto. Estas son las
conclusiones provisionales que podemos sacar observando detenidamente las fotos
tan amablemente cedidas por Jos Iesta Mena.
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Posiblemente este azote fue constante, dado que lo sufrieron todas las iglesias
de la poblacin. Por ejemplo: las monjas de la orden hermana de Santa Isabel, en
reiteradas ocasiones, buscan ayudas para combatir las humedades del templo. Y ya
en el siglo XVII, segn consta documentalmente (Pilar de la Pea, 90), recababan
ayuda para los deterioros de la iglesia que, sabemos, estaba decorada de forma
similar a las del monasterio de Santa Clara.
Decimos que la intervencin humana desacertada ha perjudicado a todo el
conjunto mural. En primer lugar descubrimos intervenciones para tapar los ventanales
que iluminaban su interior desde el patio del claustro. La iglesia iba a recibir luz a
travs de seis ventanas. Pero tres de ellas se cegaron, lo que explica que el azote
del agua de lluvia haya deteriorado ms el tercer tramo cubierto por la bveda,
recibiendo directamente el rigor de las aguas a travs de las ventanas acristaladas.
No obstante, aquella intervencin supuso la sustitucin de las ventanas mencionadas
por tres arcos cegados con dibujos aplantillados, que groseramente afean algo todo
el conjunto pictrico, cubriendo sin miramientos determinadas partes de los frescos
con pintura blanca. Este descuido indica que tales intervenciones se hicieron
posteriormente a la ejecucin de los frescos.
Las zonas expuestas al azote directo de las lluvias -por rotura quiz de ventanales-
presentan prdidas severas de figuras, dibujos y color, que se intentaron subsanar
con torpes retoques o intervenciones ante el desprendimiento de la pintura mural.
Existen tambin otros factores indirectos que han contribuido a que la humedad
se desarrolle en las techumbres. A simple vista nos consta que sta ha podido
actuar en tres direcciones:
Directamente, a travs de las ventanas o de goteras en las bvedas, como se
puede observar en algunas figuras por la que chorrea literalmente la pintura,
dejando incluso su trazo pictrico en la cada. La accin de las aguas de lluvia
ha supuesto la prdida de extensas zonas murales.
De forma indirecta, quizs por higroscopia, la humedad se ha podido extender
a otras zonas que no estaban en contacto con la lluvia o el agua.
Y tambin, por condensacin de la humedad. En algunas zonas se pueden
detectar extensas superficies oscurecidas por una secular accin de la humedad
estancada en bvedas y muros.
Las repercusiones sobre el conjunto pictrico se manifiestan con diversos
deterioros:
Manchas de eflorescencias, en forma de capas blanquecinas o nebulosas,
tapando o atacando a la pintura. Se forman tambin manchas y lneas de
eflorescencias, decoloracin y huellas de humedades.
La prdida de grandes superficies de pintura mural y el craqueado del enlucido
en yeso.
Prdida de revoque y agrietamientos
Otras intervenciones inexpertas para conservar la techumbre. El excesivo
peso con el que cargaron las bvedas redundara quizs en las fracturas del
revoco, favoreciendo, an ms, la propagacin de humedades.
Por ltimo, la accin de los insectos xilfagos es evidente en la figura del
Cristo que remata el retablo principal.
Para finalizar diremos que recientemente se han adjudicado las obras de
restauracin de todo este conjunto, con objeto de recuperar y consolidar las pinturas
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del bside y del presbiterio, quedando pendiente el resto de pinturas murales de los
otros tramos. La empresa que llevar a cabo la restauracin es TEKNE, siendo la
restauradora encargada Ana Iruretagoyena.
III. ESTUDIO DESCRIPTIVO E INTERPRETATIVO DE LAS BVEDAS DE LA IGLESIA
Para la iglesia contrarreformista espaola, el arte fue un poderoso recurso
evangelizador. Pero no olvidemos que la iglesia utiliz otros instrumentos
intertextuales: los discursos sagrados, los desfiles procesionales, el uso de otras
artes o la liturgia, etc. Lenguajes interrelacionados al servicio del dogma. Por tanto,
estas bvedas debemos interpretarlas en claves parecidas a las que subyacen en
todo discurso sacro. Distinguimos un desarrollo de temas evanglicos o marianos
bajo la direccin de las autoridades eclesisticas. Con estas imgenes estamos
cerca de lo que puede ser un teatro de la memoria: pura oratoria sagrada, retrica
religiosa que no es sino un discurso monoltico surgido de Trento con la
Contrarreforma.
Es llamativa la iconografa desarrollada en esta iglesia por el predominio de
santos varones, mxime en un monasterio de clausura que lleva el nombre de una
santa y que tiene como advocacin a la Madre de Dios.
Como se observa en planta, existen claramente delimitados tres tramos que se
cubren con las respectivas cpulas vadas. Siguiendo este esquema, vamos a hacer
una lectura de estos frescos atenindonos al espritu y a la intencin de sus autores
o fundadores.
III.1. PRIMER TRAMO: EL CORO
Lo conforma tres conjuntos pictricos que tendremos que entenderlos como un
solo texto, aunque aparezca dividido de forma convencional en la propia bveda.
Estos son: los frescos laterales, a derecha e izquierda; las pinturas frontales y el
conjunto pictrico de la bveda, dividido en cinco zonas concntricas con diversos
santos y mrtires dispuestos en un orden jerrquico y concntrico:
III.1.1. Los frescos laterales: exaltacin del misterio eucarstico
a- Los frescos de la derecha
El autor crea una composicin en forma de retablo mediante un juego simulado
y articulado de columnas jaspeadas que guarda simetra respecto a una ventana
cegada central. Artsticamente apreciamos un dibujo slido, con clara demarcacin
de lneas, abocetado casi.
Coronando el arco del ventanal se dibuja un motivo de exaltacin eucarstico,
en forma de escudo sostenido por una pareja de ngeles (figuras sostenes). Enmarcan
este motivo, a ambos lados, la sagrada familia: San Jos con el nio y la Virgen que
lleva una manzana en su mano derecha. La composicin se completa con las figuras
de Santa Apolonia y Santa Luca que acompaan a los misterios navideos de la
Adoracin: el de los reyes y el de los pastores.
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El pintor quiere comunicarnos que en la eucarista se adora a Dios manifiesto,
real, como lo hicieron humildes y poderosos. Esta adoracin se resalta con las
figuras de dos santas que potencian el dogma de la Redencin como salud y salvacin:
eran invocadas contra los males de la vista o de la dentadura. Tambin la imagen de
Mara, portando la manzana, alude al pecado original y a la salvacin por Cristo en
el misterio de su encarnacin.
Como la eucarista era uno de los sacramentos negados por los luteranos y
protestantes, su exaltacin -como hiciera Santa Clara- es un signo del papel militante
que ocupa esta orden en la lucha contrarreformista. Recordemos que quedan cercanas
las fechas de los autos contra los alumbrados: en este momento se pintan estas
bvedas. Los alumbrados defendan una visin interior de lo religioso, con desprecio
de toda muestra de adoracin externa.
b- Los frescos laterales de la izquierda: exaltacin de la evangelizacin franciscana
La disposicin y composicin es similar al fresco descrito anteriormente. Junto a
una ventana, con algunos motivos geomtricos y florales, aparecen esta vez las
figuras de San Miguel y San Gabriel. Por encima del arco se representa la exaltacin
de la orden de predicadores mendicantes franciscanos, con un escudo portado por
dos ngeles mancebos. Y con idntica disposicin aparecen las figuras de los santos
peregrinos: San Roque y Santiago junto a dos escenas tambin de Anunciacin: la
de San Gabriel y la Visitacin de Mara a Santa Isabel.
San Gabriel y San Miguel simbolizan la labor evangelizadora de la orden
franciscana, que extiende su predicacin por todo el orbe. Esta misin evanglica se
refuerza con el ideal de iglesia peregrina o militante en un momento en el que se
combaten diversos dogmas herticos sojuzgados por el Tribunal de la Inquisicin de
Llerena. Por otra parte, la inclusin de dos santos dilectos e importantes para la
religin local: San Roque y Santiago, se debe a que sus festividades eran celebradas
en la Llerena del siglo XVII. San Roque y San Sebastin eran los protectores de la
ciudad contra las temibles epidemias de esos siglos.
Pero los motivos de la anunciacin-visitacin representan a la encarnacin del
verbo. Noticia predicada, anunciada por ngeles o por santos. Gabriel dio la noticia
a Isabel de que quedara embarazada. Tambin su representacin puede aludir a la
divisin de las provincias franciscanas. Y no olvidemos que San Miguel es patrn de
la poblacin.
III.1.2. Las pinturas frontales: la eucarista como signo de la redencin del pecado
original
Por ltimo, en forma de templete jnico, se completa el frente del coro. Por
encima de las celosas o de la reja se enmarcan dos columnas colosales con frontn
clsico. En el tmpano una gran custodia. Cornisa y friso se decoran con guirnaldas,
festones de frutas y cabezas de ngeles. A sendos lados, aparecen dos ventanas
coronadas por dos grandes espejos.
En esta zona destacada del coro se pinta el triunfo de la eucarista... No cabe
duda que este smbolo reasume el desarrollo de las dos escenas ya descritas,
proclamando la defensa y exaltacin de la Orden franciscana como defensora del
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dogma eucarstico. La presencia de los espejos nos avisa que estamos ante un
motivo ms del gusto simblico de la poca por la emblemtica, las empresas o los
jeroglficos. En este caso, el espejo -y ms si aparece empaado- puede simbolizar
el pecado. As lo afirma Julin Gllego en su obra Visin y smbolos de la pintura del
siglo de oro. La encarnacin de Cristo en la eucarista supone la redencin de la
mancha original, simbolizada en la manzana que porta la Virgen en la escena lateral.
Adems, interpretando las decoraciones de frutos y guirnaldas, hay que tener en
cuenta la opinin de Francisco de la Maza: esto de las frutas en el barroco es,
como en el gtico, no slo un bello y fresco adorno, sino una ofrenda y un recuerdo
de los beneficios de Dios. Quien se quede en la superficialidad de creer que es
decoracin pura y no vea en esta integracin de la naturaleza y la arquitectura un
consciente y autntico sentido religioso, no comprender el Barroco (Martnez
Ripoll, 96)
Para terminar este apartado podemos citar el Fructus Sanctorum y Quinta Parte
del Flos Sanctorum de Alonso de Villegas, publicado en 1595, y que es una de las
fuentes usada por Francisco Pacheco y otros pintores de su poca, que dice al
respecto:
El darse Dios en manjar a los hombres en el Santssimo Sacramento de la
Eucarista fue cosa muy conveniente, porque ass como ava en el mundo una
carne daada, que corrompa todas las almas que con ella se juntavan, ass
uviesse otra carne purssima, que purificasse todas las almas que a ella se
juntassen. No ay ms que dos carnes en el mundo: una de Adam, inficionada
con el pecado, y otra de Cristo, concebida de Espritu Santo. Pues, ass como en
juntndose nuestra alma con aquella carne en el vientre de nuestras madres
contrae la mcula del Pecado)/ Original y todos los males que se siguen dl, ass
en juntndose con esta otra carne purssima por medio del Sacramento y Euca-
rista, si no pone impedimento, es llena de gracia y de todos los bienes que se
siguen della. All es el hombre unido con Adam, y ass se haze participante de
todos los males de Adam; aqu es unido con Cristo, y ass se haze participante
de todos los bienes de Cristo.
III.1.3. La bveda del primer tramo: Apoteosis de la Jerusalem franciscana
a- Pechinas: los Santos Padres de la Iglesia
En la exaltacin del dogma eucarstico adquieren particular importancia las
aportaciones de los padres de la Iglesia, representados en las pechinas del tramo.
San Jernimo se muestra con capelo cardenalicio: un hecho anacrnico explicado
por Pacheco en su Arte de la pintura, pues el capelo o pleo se estableci en el siglo
XV por orden papal. San Agustn y San Ambrosio portan la maqueta de una iglesia
y los atributos obispales: mitra y bculo. Y San Gregorio aparece con la triple corona,
el anillo del pescador y la cruz pontifical por su condicin papal.
Es un recurso comn entre los artistas barrocos representar a los padres de la
iglesia como fundamento o pilares en claro paralelismo con los cuatro evangelistas,
ubicados cerca del bside. Adems, la teologa de los padres de la Iglesia afirma con
claridad la dimensin sacramental del pan y del vino. El tema se afront en la sesin
XIII del Concilio de Trento en el ao 1551, donde se aprob el Decreto sobre la
Santsima Eucarista.
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b- Pri mer c rcul o: apstol es y
mrtires. Exaltacin de los santos
En este primer crculo, demarcados
en octgonos, siguiendo un esquema
decorativo de influencia serliana, se
representan 18 figuras de santos y
apstoles, con un atributo caracterstico
de su condicin religiosa o su martirio.
Son: San Sebastin (Fig. 3), Santiago,
San Matas, San Blas, San Bartolom,
San Andrs, San Hermenegildo, San
Vicente, San Pedro Mrtir, San Lorenzo
(Fig. 4), San Juan Bautista, San Pablo
(Fig. 5), San Pedro, San Jacinto, Santo
Toms Becket, San Simn, Santo Toms
y San Benito Abad.
San Benito es representado como uno
de los santos dilectos, pues tena ermita en la poblacin. Como San Sebastin, que
aparece en la escena de su martirio: atado a un rbol y asaeteado (Fig. 3). Su
representacin puede aludir a la orden hermana de franciscanos calzados, que
entonces se asientan en la localidad, en la primitiva ermita de San Sebastin, que
era patrn de los llerenenses y abogado contra las epidemias de peste, junto a San
Roque o San Antonio.
Otra figura destacada en esta bveda es San Pedro Mrtir, representado con uno
de los atributos de su muerte (espada y hacha, como aparece en el retablo de la
propia iglesia). Su inclusin es un homenaje a una de las religiones que tenan
presencia en la localidad: los dominicos, pero sin obviar que era tambin el patrn
de la Inquisicin de Llerena, dato elucidado en un reciente e interesante artculo
(Mayorga, 2007).
San Lorenzo (Fig. 4) y San Vicente, diconos, representan a los primeros mrtires
del cristianismo. San Hermenegildo muestra los atributos simblicos de su muerte y
de su condicin real, cetro, corona y espada, pues muere decapitado por orden de
su padre Leovigildo.
San Jacinto de Cracovia porta un manojo de espigas por uno de sus milagros.
Fue un dominico polaco que cristianiz a Rusia, Kiev, etc. Canonizado en 1594,
fecha cercana a la que se pinta la bveda, presenta paralelismos con Santa Clara:
ante la invasin de los trtaros, Jacinto antepone la imagen de la eucarista (cliz)
y la imagen de la Virgen: los dos temas principales que se exaltan en esta decoracin
pictrica...
Santo Toms Becket, santo medieval ingls, ejemplo de mrtir. La tumba de
Becket fue destruida, dentro de la poltica de desmantelamiento de santuarios
catlicos programada por Enrique VIII.
Entre los apstoles aparecen: San Bartolom, con la piel en la mano, aludiendo
a su martirio; San Andrs, con la cruz aspada; San Pablo (Fig. 5) y Santiago, ambos
con la espada, decapitados por ser ciudadanos romanos; San Pedro, con las dos
llaves signos de la autoridad papal que le confiere Cristo; San Simn, que porta una
sierra, signo de su martirio; Santo Toms, que lleva una lanza, con la que muere en
la India, segn los evangelios apcrifos, y San Matas que muere decapitado segn
las mismas fuentes
Fig. 1:
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Otros mrtires ejemplares representados
en este crculo son: San Dionisio, con la cabeza
en sus propias manos, hecho que responde a
la leyenda de su muerte. Tambin San Blas
(Fig. 2), patrn de los animales y obispo mrtir,
que reciba culto en la Iglesia de Santa Catalina
y en la ermita de San Marcos (Pilar de la Pea,
90).
La inclusin, en fin, de todos estos grandes
santos y apstoles mrtires de la Iglesia
refuerza el discurso anterior: la exaltacin del
dogma de la transustanciacin en la eucarista.
Si la eucarista constituye una representacin
del misterio de la muerte, del sacrificio, del
martirio de Cristo en la cruz, este primer crculo
de santos y mrtires aaden fuerza a esta idea.
Son, ni ms ni menos, los grandes campeones,
los hroes del cristianismo que han dado
testimonio de su fe derramando su propia
sangre.
En todo este tramo observamos escenas e
imgenes relativas al Nuevo Testamento. Un ejemplo ms de la importancia que la
Contrarreforma concede a esta parte de las Escrituras frente al luteranismo, que
hace uso frecuente de hechos y situaciones del Antiguo Testamento. En todas las
representaciones de los santos vistos no siempre aparecen los atributos identitarios,
pero seran reconocidos por los fieles a travs de la fisonoma. Otras veces, como el
caso de San Jacinto, se identifican por el nombre escrito, que ha sido borrado o que
slo aparece tenuemente sealado con el grafito.
Fig. 2: San Blas
Fig. 3: San Sebastin Fig. 4: San Lorenzo Fig. 5: San Pablo
c- Segundo crculo: exaltacin de los mrtires de la Orden
- Los primeros mrtires de la orden en el siglo XIII: Aparecen cuatro figuras de
santos franciscanos. Son los primeros mrtires de Marruecos: Berardo, Pedro, Acursio,
Adyuto y Otn, que fueron enviados por San Francisco a predicar a los mahometanos
en 1219. Y an antes, fray Electo, considerado el primer mrtir franciscano. Predicando
la fe cristiana, fueron detenidos, encarcelados y torturados en Marrakech, hasta
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que se les conden a muerte. Su representacin iconogrfica es el cuchillo o la
cimitarra (smbolo del Islam), hendida en el crneo.
- Otros mrtires franciscanos: Posiblemente se representan en la bveda los
retratos de los beatos Juan de Cetina y Pedro de Dueas, legos mrtires espaoles
del siglo XIV que murieron degollados en el Carmen de los mrtires de Granada.
- Dignidades importantes franciscanas
San Luis de Anjou o de Tolosa, destacado por su condicin de Santo y de
obispo de la orden franciscana y familiar de San Luis de Francia.
Inocencio IV: primer papa franciscano.
El cardenal Hugolino, protector de la orden junto al Papa Honorio III.
El cardenal Cisneros, que aparece tambin representado en los frescos de la
iglesia de San Benito en Segura de Len. Puede ser uno de los retratados en
esta bveda.
- Santos importantes de la orden: Aparecen
representados otros santos difcilmente
identificables: quiz El Beato Raimundo Lulio,
El hermano Gil, el hermano Bernardo, el beato
Juan Duns Scoto, etc.
S son identificables: San Diego de Alcal,
uno de los santos ms importantes de la orden
franciscana, del que queda una reliquia en el
propio convento (Fig. 6). Tambin podran
identificarse algunas figuras con otros santos
eminentes, como San Juan de Capistrano, San
Bernardino de Siena, etc.
Fig. 6 : San Diego de Alcal
d- En los restantes crculos: apoteosis del Santo fundador (Fig. 7)
Contemplamos primero un coro de querubines, guardianes de la gloria de Dios.
Los distinguen sus dos pares de alas y su aspecto humano. Le sigue un crculo de
serafines, de mayor jerarqua celestial, representados con tres pares de alas. En el
sexto y ltimo crculo aparecen los tronos.
Y antes de coronar el ltimo crculo con la figura de San Francisco observamos
una corona con flores, una alusin quizs a Las florecillas de San Francisco, obra
franciscana del siglo XIV. Y al fin, el centro se remata con la exaltacin de las llagas
(Fig. 8), tema primordial de la piedad franciscana que confiere al Santo de Ass la
categora del alter Cristhus.
Sintetizando el mensaje total del tramo, podemos afirmar que todo el conjunto
pictrico no es ms que un pretexto para expresar, por alegoras y paralelismos,
una enseanza moral: la orden franciscana es la ciudad de Dios en la tierra, una
ciudad elegida que tiene en el cielo a sus ms insignes miembros y protectores. Y
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esta alegora culmina con la figura celestial del poverello, situado en el centro de
todas las esferas jerrquicas, presentando los estigmas de las llagas y del costado,
signos de la pasin de Jess. Esta visin celestial, efectista, se resuelve por medio
de la panoplia decorativa de octgonos decreciente, de influencia serliana, que genera
una atmsfera maravillosa e irreal. Una visin celestial apologtica, en sintona con
los nuevos ideales barrocos, que uncen el arte a las nuevas necesidades
propagandsticas propias de una sociedad conservadora y jerrquica.
Figs. 7 y 8: Bveda del primer tramo:
Apoteosis de San Francisco. Detalle de
San Francisco llagado
III.2. EL TRAMO CENTRAL: LA SABIDURA COMO VA DE SALVACIN
III.2.1. Frescos de la izquierda: santas dilectas de la piedad local y memoria de
los fundadores
En esta zona, los frescos estn muy deteriorados por la humedad. Frente a la
imagen posible de Santa Catalina (?) -parece que la imagen del nio pudiera aludir
a los desposorios msticos con el nio Jess- se distingue al lado, con algo ms de
nitidez, la figura de la beata Beatriz de Silva, fundadora de la orden de la Inmaculada
Concepcin, con el hbito de esta orden: tnica blanca, capa azul y velo negro.
Llama la atencin la inclusin de ambas santas, pues en numerosos conventos de
clarisas suelen ser Santa Isabel de Hungra o Santa Isabel de Portugal, las figuras
femeninas ms representadas.
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El resto del muro se completa con los motivos herldicos del Comendador Rodrigo
Porrado y su mujer Un escudo de armas rodeado y acompaado de exorno externo:
dos figuras soportes de guilas enfrentadas... El escudo aparece bipartido. En campo
de plata resalta la cruz de Santiago en gules y sable con el brazo de un guerrero que
sostiene un ramo de hojas, que aluden a la condicin de comendador de la Orden de
Santiago. La mano muestra una armadura. En el segundo campo, en oro, aparecen
cinco porras (del apellido Porrado). Todo el escudo queda rodeado por una bordura
en oro para el primer cuartel y en plata cargada de seis flores de lis. Junto al adorno
exterior de las guilas enfrentadas se dibujan bandas o cintas enlazadas con cabezas
humanas que sostienen todo el conjunto herldico y que a su vez son sostenidas
por una figura alegrica femenina. Todo este conjunto descrito se repite dos veces,
a un lado y otro de un ventanal cegado.
III.2.2. Frescos de la derecha: santos franciscanos dilectos de la piedad local y
memoria de los fundadores
En zona destacada, por encima de una de las puertas del templo, se representa
a San Antonio, santo dilecto de los llerenenses. Su iconografa recuerda a la que
desarrolla en Marchena el pintor Francisco Pacheco. Porta hbito con tres nudos (los
tres votos). Aparece con el Nio sostenido en el libro y el clsico lirio... (Fig. 9).
Dispuesto simtricamente observamos
la figura de San Buenaventura, con
hbito y atributos de cardenal, con un
i nfol i o en l as manos, como gran
telogo...
No deja de ser interesante esta
confrontacin de personajes en el
lugar de acceso al templo. Frente a las
dos santas relacionadas con la piedad
local, que tenan templo en Llerena
(Santa Catalina, las Concepcionistas), se
proponen otras dos figuras masculinas:
San Antonio y San Buenaventura,
tambin titulares de la orden hermana
de San Francisco de Extramuros. Todas
destacan por su importancia teolgica o
fundacional.
III.2.3. Frescos de la bveda central: exaltacin de los fundadores y de las
religiones hermanas de Llerena
En esta zona se desarrolla una decoracin geomtrica de estilo serliano. Se
divide en valos y trapecios jaspeados que circularmente van decreciendo hacia el
centro, creando un bello efecto ptico acentuado por cierto trampantojo pictrico
que tiende a imitar bveda con mrmol.
Fig. 9: San Antonio
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III.3. EL TRAMO DEL PRESBITERIO: LAS VIRTUDES CARDINALES COMO VA DE
SALVACIN
III.3.1. Frescos de la derecha
Con disposicin similar a la del tramo central, se repiten los motivos herldicos
en los dos frentes, pero esta vez son los de los patrones del templo, Jernima
Delgado y Fernando Delgado, que muestran con sus armas ser familiares de los
fundadores del convento. La presencia de stas en lugar tan destacado respeta el
contrato firmado por sus benefactores que, al adquirir el patronazgo, adquieren el
derecho a exponer sus armas herldicas y a tener enterramiento en la propia capilla
mayor. Se trata una vez ms de una disposicin similar a la del tramo medio, con el
conocido escudo rodeado y acompaado de los adornos externos de las dos figuras
soportes de guilas enfrentadas. El escudo queda partido en dos campos. En el
primero, con campo de gules aparece una loba que regurgita alimento a su cra y un
brazo que sostiene un ramo de hojas similar al de los otros escudos. En el segundo
campo, en oro, aparecen tres fajas de plata. Todo el escudo queda rodeado por una
bordura en oro para el primer cuartel y en plata cargada de cinco llaves. Junto al
adorno exterior de las guilas enfrentadas se dibujan las cintas enlazadas a cabezas
humanas, que sostienen todo el conjunto herldico y que a su vez son sostenidas
por figuras alegricas de la fama. Y una vez ms, todo el conjunto se repite dos
veces, a un lado y otro del ventanal.
Junto a los motivos herldicos se nos muestran las virtudes cardinales, como va
para acceder a la salvacin cristiana. La justicia aparece representada por Judit
(Fig. 11), as lo afirma Pilar de la Pea. La fortaleza como Dalila, que hizo que
Sansn acabara con las columnas del templo.
III.3.2. Frescos de la izquierda
No se han conservado los dibujos de las otras dos virtudes que completaran el
conjunto: la Prudencia y la Templanza. Pero el mensaje queda claro: es una alegora
o exaltacin de las virtudes cristianas de aquellos que promocionan la construccin
y ornamentacin de la iglesia del convento.
III.3.3. Frescos de la bveda
Esta vez la bveda se decora con crculos concntricos y motivos fitomrficos. Se
observan signos de deterioro y muestras de rupturas o brechas del enlucido.
Sorprende la similitud de este conjunto con el conservado en el antiguo monasterio
de Santa Isabel, que seguramente tendra una decoracin similar al de Santa Clara.
III.3.4. Pechinas: los evangelios como vas para la salvacin
Aparecen en cada pechina la figura de un evangelista con su correspondiente
smbolo: len (Fig. 10), guila, toro y ngel. Las figuras se inscriben en cartelas
ovales molduradas y decoradas con mascarones o cintas. Debajo de los cuatro
evangelistas se resalta otros de los smbolos franciscanos: la tau.
En las zonas laterales topamos con una disposicin similar a la observada en las
otras bvedas. Pero esta vez no aparecen ngeles, sino figuras alegricas. En estas
representaciones herldicas existe una alegora clara que vincula a la familia
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promotora con la orden franciscana. Aparece el emblema franciscano y los escudos
de armas de los patrocinadores enlazados por cintas y por figuras humanas: una de
ellas coronada de laureles y desnuda: la fama. Podemos hablar aqu de una clara
alusin a las empresas, un recurso clsico de la pintura barroca espaola: empresas,
jeroglficos, smbolos, alegoras, atributos, emblemas, etc.
Adems, las figuras alegricas de Judit (Fig. 11) y Dalila refuerzan la idea de las
virtudes cardinales de fundadores y patrocinadores. Segn este esquema numrico
que se repite a lo largo de toda la nave: cuatro padres de la iglesia, cuatro
evangelistas, cuatro virtudes cardinales Es fcil colegir que las dos figuras
complementarias que no conservamos- la templanza y la prudencia- podran ser las
de Rebeca y Esther o quiz otra figura bblica. Esther simbolizara la prudencia,
como mediadora que fue entre su pueblo y el rey Asuero. Esta alegora resalta las
cualidades morales de los patrones de la iglesia. Y an, estas cuatro virtudes se
potencian con la presencia de los evangelistas, pues cada uno de los evangelios
redunda en una de las virtudes mencionadas, segn algunos tratados de iconografa.
Fig. 10: San Marcos Fig. 11: Judit
III.4. LA BVEDA DEL BSIDE: ADVOCACIN DEL MONASTERIO. MARA
CORREDENTORA DE LA SALVACIN HUMANA
Estos frescos de Santa Clara nos acercan a la pintura barroca sevillana. Entre
otras razones porque uno de los temas ms caractersticos de esta escuela es el de
los ngeles msicos. Numerosas obras del momento introducen angelitos con
instrumentos como el arpa y el lad, la viola de gamba y la viola de brazo entre los
ms representativos. Tambin el rgano, las trompetas rectas, las cornetas negras
o curvas etc.
En el bside se representa el tema principal de la advocacin: la coronacin de la
Virgen por los ngeles, en presencia de Santa Clara y Santa Ins (Figs. 13 a 15). El
motivo parece estar ms cercano a la advocacin mariana de la Reina de los ngeles,
que se adoraba en el convento matriz de la Porcincula de Ass. En esta visin
gloriosa se distinguen tres partes:
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III.4.1. Coros de ngeles msicos
Distinguimos una serie de instrumentos en manos de numerosos ngeles. Por
ejemplo el arpa doble irlandesa, un ngel con una trompa, otros tres que tocan
instrumentos parecidos a las chirimas. Tambin: bombardas, un lad, un rabel,
violas. Por ltimo, un ngel toca un rgano de tubos: un positivo de tubos de madera,
reconocible por presentar seccin prismtica
Un ngel toca una viola de braccio de tres cuerdas.
En el lado izquierdo de la pintura otro ngel toca una corneta curva renacentista
en la que es difcil apreciar la seccin octogonal externa del tubo que la caracteriza.
Resulta muy curioso que, aunque el angelillo sita el instrumento hacia su lado
derecho, coloca errneamente las manos, al ser la derecha y no la izquierda la que
se halla en la parte superior de la corneta. Tambin es posible observar un ngel
que toca una trompeta o aafil (Fig. 12).
Fig. 12: ngeles msicos
III.4.2. ngeles cantores o contemplativos
Otros ngeles sostienen libros o partituras. Aparecen algunos ngeles mancebos
junto a puttis, querubines y serafines con palmas y coronas (3 coronas insertas).
Otros se agrupan junto a algn libro de canto, etc.
III.4.3. Virgen coronada por dos ngeles junto a Santa Clara y Santa Ins:
Es la zona central, en parte destacada del bside como corresponde, se
representan a las santas titulares: Santa Ins y Santa Clara con la custodia y la
advocacin de la Madre de Dios coronada por dos ngeles (Figs. 13 a 15). El dibujo
en esta zona es particularmente esmerado. Se notan repintes y adiciones junto a
Santa Ins por extensas prdidas del revoco.
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III.5. OTROS TEMAS ORNAMENTALES
Estos motivos decorativos se ubican en los arcos y ventanas de las bvedas.
Aparecen en el trasds o en el intrads de las arcadas o formando cenefas alrededor
de las aberturas de las ventanas.
Incluso forman parte de las ventanas cegadas. Se ve que los temas decorativos
se han pintado con la ayuda de plantillas que se repiten de manera algo burda en
estas falsas ventanas. Son motivos fitomrficos o vegetales, cuando no son molduras
geomtricas a base de crculos o de grecas. Tambin se usan en el intrads de los
arcos que separan los tramos. Aparecen tambin decoraciones con candelieri, ms
propia de etapas anteriores tardomanieristas.
IV. FRANCISCO PACHECO Y LA IGLESIA DEL CONVENTO DE SANTA CLARA DE
LLERENA
Se ha dicho ms de una vez que todo este conjunto pictrico hay que atribuirlo
a un pintor de la escuela sevillana. Sabemos que la ciudad hispalense vivi en la
primera mitad del siglo XVII un crescendo ornamental. Los humildes edificios
conventuales del momento se enriquecieron con panoplias decorativas parecidas a
la que observamos en esta iglesia. Los tratados de arquitectura, como el de Serlio,
inspiraron a muchos arquitectos: entre ellos Juan de Oviedo. Y a esta tradicin
ornamental responden tambin los frescos de este convento llerenense. Por las
caractersticas del dibujo, forma y color, estamos ante un conjunto de pinturas de
claro estilo tardomanierista en el que contrasta un dibujo rpido, rudo y abocetado
con otro ms cuidado en determinadas zonas
Tenemos noticias sobre la actividad decorativa mural de algunos pintores sevillanos
o vinculados a esta escuela desde comienzos del siglo XVII. Fuente obligada y
valiosa es el mencionado tratado de Francisco Pacheco, el Arte de la pintura, publicado
en Sevilla, en 1649. En el Libro III su autor nos da noticias sobre la tcnica del
fresco y sobre pintores sevillanos expertos en la misma. Entre los citados menciona
a Pablo de Cspedes, su amigo personal, Alonso Vzquez, Antonio Mohedano,
Francisco de Herrera el Viejo, Blas de Ledesma y otros ms. Todos ellos hacen uso
Figs. 13, 14 y 15: Santa Ins, Virgen coronada y Santa Clara
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de motivos ornamentales que perviven en los diseos y modelos derivados del
estilo manierista, tal como los observados en estas pinturas de Santa Clara, mostrando
marcos y tarjas, escudos, emblemas, empresas, retratos y otros tantos temas
religiosos o hagiogrficos como los descritos en este trabajo.
Hace unas dcadas don Jos Mara Lepe de la Cmara propuso una interesante
hiptesis sobre la autora de estas pinturas, que l adjudicaba con mucha intuicin-
pero sin argumentacin- al pintor y suegro de Velzquez: Francisco Pacheco.
Por otra parte, Carmelo Sols y Tejada Vizuete (Pilar de la Pea, 90) apuntaron a
que la autora de estos frescos se debera a ms de un pintor, tesis que no se
sostiene si aplicamos una mirada atenta a todo el conjunto pictrico. Es evidente
que estas pinturas estn ejecutadas por una sola mano artstica o un solo taller.
Volviendo a la atribucin que hace Lepe de la Cmara, podemos decir que aunque
no contemos con prueba documental sobre la autora de Pacheco, s podemos sacar
conclusiones por medio de estudios comparativos.
En primer lugar, en torno a las fechas en que se remata el retablo, 1604, Martnez
Montas entrega al convento su conocida imagen de San Jernimo. Es sabido que
este retablo fue elevado por Juan de Oviedo el Mozo, formando breve compaa con
el propio Montas. Por entonces Montas trabajaba -y lo hizo muchas veces a lo
largo de su carrera- con Francisco Pacheco, que policroma mucha de sus imgenes
seeras (Palomero, 83). Incluso por estos aos Juan de Oviedo, Montas, Pacheco
o Juan de Uceda colaboran en muchas obras de encargo.
As, que Montas viaje a Llerena, como sabemos, y que entre en contacto con
los herederos de Jernima Delgado, benefactora del monasterio, podra explicar la
hipottica intervencin de Pacheco. No olvidemos que cuando el retablo queda
instalado en 1604, las bvedas no estaran pintadas. Por eso no estamos de acuerdo
con Pilar de la Pea al afirmar que las bvedas se pintaron antes de que se levantara
el retablo. Es posible que la prestigiosa investigadora extremea se deje llevar -un
lapsus, quiz- por el emplazamiento del actual, que no es sino el que se levant en
el siglo XVIII, sustituyendo al de los artfices sevillanos. Ciertamente, el actual
retablo supera y oculta parte de las pinturas del bside. Pero estamos convencidos
de que no sucedera as con el retablo de Oviedo y que el conjunto pictrico se
plasmara a posteriori, pues en la documentacin que se conserva no estaban
previstas y no se menciona ornamentacin de bveda alguna (Pilar de la Pea, 90).
Que Pacheco o un seguidor suyo, por tanto, pudiera ser el autor sera una hiptesis
razonable. Por otra parte, todos los santos de esta bveda fueron pintados al leo
por Pacheco, con similar rigor iconogrfico y estilo, para diversos conventos e iglesias
sevillanas.
Algunas santos laterales de la bveda -San Antonio (Fig. 9) o San Buenaventura,
por ejemplo- estn concebidos con la misma manera y bajo el mismo paisaje
convencional que Pacheco introduce en todas sus series hagiogrficas, algo hierticas,
envaradas, algo convencionales en sus poses. Pacheco busca expresiones elegantes,
pero consigue figuras algo acartonadas, severas. Es interesante comparar la
composicin de estas figuras con las que hace en sus retratos tardomanieristas, con
un fondo de naturaleza convencional y en primer plano. La iconografa de San
Jernimo en las iglesias de San Isidoro o de San Clemente, en Sevilla, y el San
Jernimo que aparece en la bveda de Santa Clara presentan semejanzas en su
concepcin, iconografa, y disposicin, y an -extraamente- a otra figura que
presenta una disposicin similar (Fig. 1). En estas imgenes se evidencian notables
coincidencias de dibujo y composicin. Peculiar es la disposicin del capelo
cardenalicio, ejemplo que aparece en todas las representaciones de este santo por
mano de Pacheco.
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Otro factor que nos acerca a la escuela del pintor sanluqueo es el rigor
iconogrfico con el que estn dispuestas algunas figuras. San Diego de Alcal, por
ejemplo, representado en muchos retablos de la poca en su etapa joven, se muestra
aqu abrazando una cruz, momentos antes de morir, conforme a los hechos histricos
rigurosos (Fig. 6). Es sabido que Pacheco ocupara despus cargos importantes
como veedor de imgenes sagradas. Desde esta posicin goz de mucho prestigio y
poder. Adems, mostr su censura ante la falta de decoro o de rigor histrico que
algunos colegas contemporneos mostraron al no atenerse a lo que las escrituras
estipulan tocante a las figuras sagradas. No obstante, este argumento se contradice,
en parte, con la representacin del nio Jess desnudo, que observamos en el
primer tramo del coro, contraviniendo las reglas que l mismo establece en su Arte
de la pintura, donde critica esta forma de representacin. Pero hay que tener en
cuenta que estas pinturas de Llerena seran en todo caso de su primera etapa
artstica, antes de ejercer los cargos mencionados.
Precisamente la iconografa del nio Jess, presenta, por el contrario, otras
interesantes coincidencias: existen paralelismos en la disposicin del cabello sobre
la frente en la Virgen del Rosario de la iglesia de la Magdalena de Sevilla, o el San
Antonio y el nio de Guadalcanal (desaparecido), con la figura del Nio que
contemplamos en el bside de Santa Clara.
Tema novedoso en la iconografa tardomanierista sevillana es la aparicin del
motivo de San Jos con el nio, derivado del culto carmelita al padre de Jess
(Valdivieso, 90). Y por las fechas en que se pintan estas bvedas, aparecen
importantes tratados religiosos sobre el culto a este santo. El profesor Valdivieso,
experto en la pintura de Pacheco, afirma que la representacin del tema de San
Jos con el nio sera uno de los primeros ejemplos temticos que difunde el pintor
sanluqueo en algunas iglesias y conventos sevillanos. Consta como precedente la
representacin que hace El Greco en Toledo sobre este tema en 1599, o la que har
dos aos despus Alonso Vzquez para el Hospital de las Cinco Llagas. Pues bien:
en el convento de Santa Clara de Llerena contemplamos este tema novedoso, que
refuerza nuestra teora sobre la atribucin de estas pinturas al pintor o a su escuela.
Otra coincidencia atae a la disposicin del rostro de la virgen titular de la iglesia
con algunas representaciones de inmaculadas o santas pachequistas. Nos llama la
atencin esta caracterstica tpica de los rostros, en las que se remarcan las cejas,
muy arqueadas y prolongadas, se enfatiza el dibujo y volumen ocular, se alarga el
cuello de la imagen, que presenta casi siempre una inclinacin lateral y un sombreado
comn en el rostro. Imgenes con un cierto aire de ensimismamiento o ensoacin
en las que se perfila o resalta el dibujo hasta darles un tono escultrico. En esta
Virgen de Llerena constatamos todas estas caractersticas observadas en obras
diversas como las Inmaculadas de Leca, la de la Catedral de Sevilla, Santa Ins del
Museo del Prado, etc.
Concluimos afirmando que la obra estudiada tiene visos razonables de pertenecer
a Francisco Pacheco o en su defecto a uno de sus discpulos muy cercanos. Podramos
clasificarla como perteneciente a la primera etapa del pintor, que como afirma el
profesor Valdivieso es aquella en la que muestra menos cualidades artsticas por su
estilo algo tosco, desmaado, basado en la influencia de grabados flamencos e
italianos. Es evidente en todo el conjunto pictrico la falta de expresividad, el rigor
de las formas, que responden ms a los cnones de las estampas y convenciones
del dibujo. Este estilo varado, rgido, se dulcifica y mejora con los aos, al contactar
con importantes pintores castellanos. Con todo, sus lmites artsticos se compensan
con su personalidad cultural, terica e intelectual.
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Querramos, en fin, que todas estas consideraciones obraran como acicate para
que este hermoso conjunto pictrico se restaurara con los presupuestos adecuados.
Sirvan, finalmente, estas pginas para rendir nuestro homenaje a la comunidad de
hermanas del Monasterio, ahora que se cumple el quinto centenario de su fundacin.
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LA INSPECCIN EN LAS ESCUELAS DE PRIMARIA DE NIOS
DE LLERENA (1874-1893)
INSPECTION IN THE PRIMARY SCHOOLS FOR BOYS OF LLERENA
(1874-1893)
Carmelo Real Apolo
[email protected]
RESUMEN: En este estudio nos aproximamos a la labor de la inspeccin
provincial en la localidad de Llerena en el ltimo tercio del siglo XIX, esclarecien-
do la preocupacin del Estado -materializada en las diversas disposiciones legis-
lativas que promulga- por custodiar los aspectos ideolgicos, polticos y tcnicos
de la inspeccin y hacer ms eficaz la funcin de control, de vigilancia, sobre la
institucin escolar. Las distintas visitas que se realizaron a las escuelas llerenenses
dieron como resultado informes de inspeccin que pone en evidencia su realidad
escolar, no muy opuesta a la del resto de municipios de la provincia de Badajoz.
A travs de dichos informes, analizamos y describimos la situacin de las dos
escuelas pblicas de nios que alfabetiza a la poblacin infantil de Llerena, reve-
lando una escuela pobre en sus elementos fundamentales y que apenas logra
algn influjo en los ciudadanos de esta localidad.
ABSTRACT: In this study we analyse the job of the provincial inspection in
the town of Llerena in the last third of the 19
th
century, clarifying the worry of
the State -materialized in the diverse legislation that it publishes- in order to
guard the ideological, political and technical aspects of the inspection and to
make the function of control and surveillance on the school institution more
effective. The different visits that were carried out to the schools of Llerena
generated inspection reports that classify the school situation as not very different
from that of the rest of municipalities belonging to the county of Badajoz.
Throughout these reports, we analyze and describe the situation of the two
public primary schools for boys that alphabetize the infantile population of Llerena,
revealing a poor school in their fundamental elements and which hardly achieves
any influence upon the citizens of this town.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 357 - 370
ISBN: 978-84-612-3264-2
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La inspeccin en las escuelas de primaria de nios de Llerena (1874-1893)
I. INTRODUCCIN
Las visitas de inspeccin en las escuelas pblicas de primaria de nios de
Llerena es el tema fundamental de este trabajo. Los datos histrico-educativos
que aqu analizamos se desarrollan en el ltimo tercio del siglo XIX, que
coincide con la Restauracin borbnica.
La funcin inspectora, actividad que se entrelaza con el sistema educativo,
constituye un elemento fundamental para despejar ms incgnitas sobre el pasado
reciente de la instruccin escolar y acercarnos a la praxis cotidiana de los maestros.
Los cuestionarios e informes elaborados por los inspectores provinciales suponen
magnficos registros etnogrficos en los que se condensan la teora y la accin
educativa, resultan un soporte bsico para estudiar la escuela de nuestra regin
1
y
son una fuente primaria que emana de la observacin directa y cercana, mostrando
la realidad desde una doble perspectiva, la del maestro y la del inspector.
El Inspector, adems de visitar, informar o proponer mejoras pedaggicas,
simboliza el poder, da forma al dominio, al sometimiento a la normativa y a los
preceptos de las estructuras gubernativas del momento. Sin duda, la Inspeccin
asesor y orient a los docentes sobre aspectos organizativos, metodolgicos,
curriculares o sobre los nuevos avances pedaggicos, tanto que Giner de los Ros la
defini como una especie de Escuela Normal a domicilio
2
, pero tambin -como
sujeto exterior a la propia escuela y como agentes del gobierno- control y corrigi
a la institucin educativa.
A travs del anlisis, y posterior reflexin, de los datos contenidos en los
cuestionarios e informes podemos dilucidar muchos aspectos de la cultura escolar
de Llerena y supone un buen comienzo para el desarrollo de otras investigaciones
que ayuden a conocer ms y mejor el panorama educativo de la provincia, en este
empeo debemos concederle ms valor a estos estudios locales en los que habra
que seguir profundizando, ya que ensanchara nuestra perspectiva histrica que
an esconde sorpresas, pues no en vano el trabajo a pie de obra de los inspectores
se ha realizado en el marco provincial fundamentalmente
3
.
II. GNESIS DE LA INSPECCIN EN EL SISTEMA EDUCATIVO ESPAOL:
REFERENTES LEGALES
El control de la institucin escolar es un factor que siempre ha preocupado a los
Estados y, en la medida en que la administracin educativa se hace ms compleja,
la intervencin se hace ms necesaria, evolucionando y perfeccionndose desde los
1
En los ltimos aos, la historiografa de la educacin ha experimentado un aumento en investigaciones sobre la
inspeccin educativa, algunas de ellas analizan la situacin educativa de nuestra regin, sobre todo la de mediados
del siglo XIX. Si por lo prolijo que puede resultar citar todos estos trabajos, no renunciamos a sealar algunos
sobre nuestra provincia, mencionando los de: CORTS CORTS, F. Un intento de inspeccin educativa bajo
control eclesistico en el Badajoz de 1810?, Revista de Estudios Extremeos, L-I, 1994, pp. 171-179; del mismo autor:
Actuaciones de Inspeccin educativa provincial: Badajoz 1956, Revista de Ciencias de la Educacin, 161, 1995, pp.
35-61; La provincia de Badajoz entre 1856 y 1859: Educacin primaria, maestras y maestros, Badajoz, Diputacin de
Badajoz, 2003; El siglo XIX en el partido judicial de Don Benito: Educacin e instruccin primaria, Badajoz, Ayuntamiento
de Don Benito, 2005; y como resultado de su tesis doctoral: CORTS CORTS, F. Instruccin primaria e inspeccin
de escuelas. La Baja Extremadura a mediados del siglo XIX, Badajoz, Diputacin de Badajoz, 2005. Recientemente ha
sido publicado el texto de: DIOS MARTN, F. (DE) Gua de las visitas de inspeccin a las escuelas primarias en la
provincia de Badajoz en el siglo XIX. Sevilla, Digital @tres, 2007, que en realidad es una parte de su tesis doctoral
donde examina las visitas de inspeccin realizadas en el distrito universitario de Sevilla, y donde merece una
especial atencin las provincias de Badajoz y Crdoba.
2
GINER DE LOS ROS, F. Obras completas, Madrid, Espasa-Calpe, 1993, t. XII, p. 289.
3
SOLER FIRREZ, E. y otros, Estudios histricos sobre la inspeccin educativa, Madrid, Escuela Espaola, 1995, p. 12.
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veedores o visitadores
4
a los inspectores profesionales, lo que evidencia el inters
por vigilar el quehacer pedaggico de maestros y maestras.
Por el Real Decreto de 30 de marzo de 1849
5
-ao en que el extremeo Juan
Bravo Murillo es Ministro de Comercio, Instruccin y Obras Pblicas- se reorganizan
las Escuelas Normales
6
y se sistematiza la inspeccin en la educacin primaria. Este
Real Decreto regula las pretensiones del Estado por saber qu es lo que ocurre
dentro de las escuelas y, para ello, se propone cualificar convenientemente a un
grupo de profesionales. El Real Decreto divide la Inspeccin en: General y Provincial.
Para la primera, localizada en Madrid, se dispondr de 6 puestos; para la segunda,
un puesto por cada provincia. El 20 de mayo de ese mismo ao se publica el
Reglamento
7
para los Inspectores de Instruccin Primaria del Reino, que determina
que podrn acceder a travs de concurso de mritos
8
. Estos inspectores, adems de
apreciar las deficiencias en la institucin escolar en sus dimensiones educativa,
administrativa y organizativa, tambin impartirn algunas asignaturas en las Escuelas
Normales
9
.
Meses despus de estas disposiciones oficiales, el 12 de octubre de 1849, aparece
una Real Orden especificando la metodologa de trabajo y detallando los
procedimientos tcnicos a utilizar por los inspectores provinciales en sus visitas a
las escuelas; pero en ella queda de manifiesto el predominio de las tareas
administrativas y de control de la inspeccin frente a las tcnico-pedaggicas
10
.
Con la Ley de 9 de septiembre de 1857 -Ley Moyano- se reconoce y consolida la
figura del inspector en el sistema educativo espaol, pero dispone que para ejercer
esta funcin debe superar un curso especfico en la Escuela Normal Central (art.
203) y, despus, como requisito el haber ejercido la primera enseanza por espacio
de cinco aos de Escuela pblica, o diez en Escuela privada (art. 300).
Posteriormente, el Reglamento General para la administracin y rgimen de la
Instruccin Pblica del 20 de julio de 1859, completa y sistematiza los aspectos a
observar en las visitas de inspeccin.
En aos posteriores se enrarecer el ambiente sociopoltico
11
por las diferentes
posturas en poltica educativa, la tensin de los intelectuales con el Gobierno y las
4
Los visitadores o veedores -primera representacin de la inspeccin- tienen como cometido comprobar el funcio-
namiento y examinar las acciones escolares con la intencin de resolver problemas o recomendar reformas para
asegurar una calidad en el proceso. Vase: SOLER FIRREZ, E. Veedores y visitadores en los orgenes de la
inspeccin de enseanza, en SOLER FIRREZ, E. y otros, Estudios histricos, pp. 17-41.
5
Con este Real Decreto comienza, para A. Maillo, el periodo tcnico de la inspeccin educativa, antes hubo un
periodo atcnico donde las actividades del inspector no estaban reglamentadas de manera sistemtica. Vase:
MALLO, A. La inspeccin de enseanza primaria. Historia y funciones, Madrid, Escuela Espaola, 1967, pp. 12 y ss.
6
El desarrollo y consolidacin de la Inspeccin educativa est indisolublemente unido a las Escuelas Normales, cada
vez que se efecta una organizacin de estos centros docentes afecta de manera total o parcial a la profesionalizacin
y funciones de la inspeccin. Vase: JIMNEZ EQUIZABAL, J.A. Caracterizacin general de la funcin inspectora
de primera enseanza en el siglo XIX, Historia de la Educacin, 2, 1983 (pp. 299-305), p. 301.
7
Tanto este Reglamento como la Orden de 28 de junio de 1850, determina de forma precisa la actividad de los
inspectores y cuida hasta la forma en la que deben ir vestidos.
8
Pero los nombramientos, finalmente, se resolveran por parte del Gobierno por libre designacin entre aquellos
que tengan cinco aos de experiencia dentro del magisterio. Vase: LPEZ DEL CASTILLO, M.T. El acceso a la
inspeccin profesional en el sistema educativo espaol: 1849-1936, en SOLER FIRREZ, E. y otros, Estudios
histricos, 1995, p. 52.
9
Reglamento para las Escuelas Normales de instruccin primaria del Reino, aprobado por Real Decreto de 15 de mayo
de 1849.
10
Todos los gobiernos han intentado instrumentalizar la inspeccin para ejercer mayor control sobre el magisterio.
11
Para considerar cmo afectaron todas estas divergencias a la educacin remitimos al texto de PUELLES BENTEZ,
M. Educacin e ideologa en la Espaa contempornea, Madrid, Labor, 1991, pp. 161 y ss; y, especficamente: TURN, I.
La educacin y la escuela en Espaa de 1874 a 1902, Madrid, Aguilar, 1967.
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La inspeccin en las escuelas de primaria de nios de Llerena (1874-1893)
dispares concepciones ideolgicas, que se zanjar con la Revolucin septembrina
12
.
El gobierno revolucionario decretar, el 9 de diciembre de 1868, una nueva
organizacin de la inspeccin, ratificada por el Decreto-Ley de 10 de diciembre de
1868.
Tras la efmera existencia de la I Repblica se restaurar en la corona espaola a
Alfonso XII. En estos aos se promulga una legislacin que tiene parcial efecto en la
inspeccin
13
. Los aos de la Restauracin son un periodo de estabilidad sociopoltica,
pero el nuevo orden poltico ingeniado por Antonio Cnovas del Castillo introducir
en el sistema el artificio del caciquismo
14
que viciar la praxis del magisterio y
afectar a la profesionalizacin de los inspectores
15
.
El Real Decreto de 25 de agosto de 1885, firmado por Alejandro Pidal y Mon,
plantea sustantivas modificaciones en la fisonoma del cuerpo de inspectores, creando
los delegados de inspeccin y los inspectores municipales (el reglamento de su
aplicacin se articula en la Real Orden de 24 de noviembre de ese ao); sin embargo,
este Real Decreto secunda lo dictado por el Reglamento General de Instruccin
Pblica de 1859 sobre el procedimiento de visitas
16
. An as, el Real Decreto de
1885 es considerado la segunda formulacin legislativa global de la inspeccin aunque,
desafortunadamente, no llegar a aplicarse por la muerte del Rey Alfonso XII en
noviembre de ese ao y la subida al poder de los liberales, este hecho impulsa otras
disposiciones oficiales en las que se aprecia un claro influjo del pensamiento
institucionista
17
.
En los ltimos aos del siglo se promulga el Real Decreto de 27 de marzo de
1896 que prescribe una jerarqua profesional habilitada para sojuzgar las tareas del
inspector provincial. Para las dems dimensiones de la inspeccin subraya las lneas
marcadas en la legislacin precedente, prolongando la precariedad de la profesin.
Por ltimo, otro Decreto de 11 de octubre de 1898 fusiona la Inspeccin y el Consejo
de Instruccin Pblica y redistribuye las funciones del inspector, pero deja sin
enmendar su inestabilidad que ser aplazada hasta los albores del siglo XX
18
.
En este condensado marco legislativo marcamos algunos referentes en la evolucin
de la profesin del inspector, percatndonos de que en este transcurso se completan
sus funciones, supeditadas antes al registro y control de la actividad educativa, por
12
Las consecuencias derivadas de la noche de San Daniel son claves para entender el por qu las inspecciones
provinciales quedaron suprimidas por la Ley de Instruccin Primaria de 2 de junio de 1868, de brevsima vigencia
(4 meses). Vase: LPEZ DEL CASTILLO, M.T. El acceso a la inspeccin profesional, pp. 63-64. Tambin:
VIAO FRAGO, A. La Inspeccin educativa: Anlisis socio-histrico de una profesin, Bordn, 3, 1999, vol. 51, pp.
251-263. Con esta supresin tambin se demuestra la indisolubilidad de las Escuelas Normales y la Inspeccin.
Vase: GUZMN, M. Vida y muerte de las Escuelas Normales, Barcelona, PPU, 1986, pp. 98 y ss.
13
Citamos como ejemplos el Decreto de 19 de junio de 1874 o la Orden de 4 de marzo de 1882. Vase: LPEZ
DEL CASTILLO, M.T. El acceso a la inspeccin profesional, pp. 69 y 71.
14
Vase: SNCHEZ MARROYO, F. La Restauracin en Extremadura: predominio oligrquico y dependencia cam-
pesina, en VV.AA, Historia de Extremadura, Badajoz, Universitas, 1985, pp. 913-990.
15
Viao Frago expone esta repercusin: ... la consiguiente sujecin a los clientelismos polticos, caciquismos provin-
ciales e intereses personales constituan, por el contrario, rasgos que frenaban la profesionalizacin de la Inspec-
cin educativa. En VIAO FRAGO, A. La Inspeccin educativa..., p. 253.
16
LPEZ DEL CASTILLO, M.T. El acceso a la inspeccin profesional, p. 75.
17
Ibdem, p. 78.
18
Ibid., pp. 99 y ss.
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otras ms diversas como son la orientacin y asesoramiento pedaggico
19
, y se
perfilan aspectos como su formacin, requisitos, titulacin, tareas o funciones
20
.
III. LAS ESCUELAS DE NIOS DE LLERENA A TRAVS DE LAS VISITAS DE
INSPECCIN
En un principio, la labor del inspector se cea a la visita y a elaborar el posterior
informe de inspeccin donde evaluaba la actividad pedaggica y los resultados
educativos
21
. stas son las tareas fundamentales que ocuparon el tiempo de los
inspectores provinciales en sus visitas en el ltimo tercio del siglo XIX al partido
judicial de Llerena. En total fueron cinco inspectores los que valoraron la situacin
socioeducativa de este municipio: Laureano Hernndez Crdenos (1874); Juan Mateo
Prez (1878); Manuel Snchez Navarro (1882); Antonio Ruperto Escudero (1887) y
Pedro Redondo y Poblacin (1893)
La primera visita tiene lugar en 1874. El 5 de diciembre de ese ao se renen en
las dependencias del ayuntamiento de Llerena el Inspector Provincial, Laureano
Hernndez Crdenos, el alcalde Juan Martn y Jos Oteros, secretario del
ayuntamiento y de la Junta Local de Primera enseanza. En ese encuentro el seor
Inspector les comunica el estado de las escuelas pblicas elementales de nios
regentadas por los maestros Jos Mara Brioso
22
y Juan Jos Fernndez y Calonge
23
.
19
Esta funcin toma cuerpo en las conferencias pedaggicas que se celebran en las Escuelas Normales y,
presumiblemente, en los municipios cabeza de partido judicial. Es la Ley de 16 de julio de 1887 quien promueve la
imparticin de estas conferencias pedaggicas por parte de los Inspectores provinciales con el fin de actualizar y
perfeccionar a los maestros en ejercicio. Esta Ley recoge la necesidad de optimizar las competencias docentes en
un intento de involucrar ms a estos profesionales con su actividad educadora, fortaleciendo su motivacin y
sealando la relacin de su accin pedaggica con el progreso de la infancia. El significado e influencia de las
conferencias pedaggicas en Badajoz ya ha sido considerado en un trabajo nuestro: REAL APOLO, C. Innovacin
educativa y formacin del maestro: Las conferencias pedaggicas en la Escuela Normal de Maestros de Badajoz
(siglo XIX), comunicacin presentada en el VIII Congreso de Estudios Extremeos, organizado por el Centro de
Estudios Extremeos, celebrado en Badajoz los das 23 al 25 de marzo 2006, en prensa.
20
A lo largo de la historia de la inspeccin educativa la va de acceso a este cuerpo ha variado segn requerimientos
y disposiciones legales, Viao Frago plantea cuatro modelos: (1) Funcionarios docentes con unos determinados
aos de servicios por libre designacin -que es el que ha primado en la etapa que aqu analizamos-, (2) Docentes
con titulacin universitaria de licenciado o equivalente y unos determinados aos de servicios, (3) No docentes
con titulacin universitaria y (4) Maestro o profesor y titulados universitarios no docentes. Vase: VIAO FRAGO,
A. La Inspeccin educativa..., pp. 254-255.
21
A lo largo del siglo XIX se disean y difunden distintos modelos de cuestionario que los maestros y maestras
deben completar y en los cuales el inspector se apoyaba para elaborar su informe. En nuestro caso, el modelo de
cuestionario que recoge todos los datos que analizamos es el nmero 15, publicado por Real Decreto de 20 de
julio de 1859. Consta de 16 cuestiones que puntualizan aspectos tales como: 1 Situacin, estado o dependencias
del edificio; 2 Estado y colocacin de los muebles y enseres; 3 Medios materiales de instruccin; 4 Materias que
comprenden el programa de enseanza; 5 Nmero de alumnos matriculados con separacin de los menores de
6 aos, de 8 a 10 aos y mayores de 10 aos; 6 Nmero de alumnos que concurren ordinariamente; 7 Nmero
de los que estn dispensados del pago de retribuciones; 8 Sistema adoptado para el rgimen de la escuela; 9
Secciones en que se divide cada clase de enseanza; 10 Tiempo dedicado a la semana en la instruccin de cada
una de las secciones de cada clase; 11 Libros de texto para cada asignatura; 12 Nmero de alumnos de cada
seccin; 13 Sistema de premios y castigo; 14 Edad y estado del maestro, ttulo profesional y aos de servicio en
la enseanza y en el pueblo; 15 Dotacin para el personal y material de la escuela, fondos del que se pagan el
importe de la retribucin de los nios; 16 Puntualidad en el pago de la dotacin y retribuciones.
22
Maestro superior. Ocupa este destino desde julio de 1855, pero antes estuvo como ayudante y maestro interino
en las escuelas de Almendralejo y despus, como maestro particular, en Zafra. El seor Brioso fallece el 9 de abril
de 1876, lo sustituir como maestro interino Pedro de las Heras, tras su nombramiento la Junta Provincial de
Instruccin Pblica de Badajoz y el Rectorado de la Universidad de Sevilla entran en litigio hasta que el 2 de abril
de 1878 es nombrado como propietario Francisco Ruiz Correa. Vase: Archivo Histrico de la Universidad de
Sevilla (en adelante, AHUS), lg. 1.419: Expediente de las escuelas pblicas elementales de nios de Llerena. Acta de
Inspeccin de 1874
.
23
Maestro superior. Lleva 20 aos en la enseanza pblica de los cuales 4 en Llerena. Vase: AHUS, lg. 1.419: Expedien-
te de las escuelas pblicas elementales de nios de Llerena. Acta de Inspeccin de 1874.
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La inspeccin en las escuelas de primaria de nios de Llerena (1874-1893)
De forma general, el seor Inspector considera que las enseanzas en estas escuelas
pblicas, llena por completo las exigencias legales; que el orden, disciplina, sistemas
y mtodos especiales que los profesores han establecido ofrecen un conjunto
armnico
24
.
Por lo general, la ubicacin de las escuelas en nuestra provincia es muy dispar
25
:
casas derruidas, dependencias municipales poco acondicionadas, lugares
inverosmiles, espacios lgubres y poco salubres en los que el ambiente viciado del
aula perjudica la salud de los asistentes. En este contexto no sorprende el
emplazamiento casi en un estremo (sic) de la poblacin, al este, en una calle
solitaria de la escuela de don Jos Mara Brioso; semejante a la de don Juan Jos
Fernndez situada en un inmueble igualmente alejado del centro. En ambos edificios
quedan instaladas escuelas unitarias donde compartan espacio y tiempo nios de
diferentes edades divididos en secciones de enseanzas, donde las condiciones
arquitectnicas tampoco favorecen el desarrollo de las clases
26
.
La matrcula suele ser muy elevada, otro asunto ser la asistencia. La escuela de
don Jos Mara Brioso tiene 147 nios matriculados, de los que 30 son menores de
6 aos, 90 de entre 6 y 10 aos y 27 son mayores de 10 aos, todos ellos distribuidos
en 8 secciones, excepto para recibir las lecciones de Aritmtica que se incrementan
a 10. Similar es el nmero de matriculados para la escuela de don Juan Jos
Fernndez, con 154 nios, de ellos 22 son menores de 6 aos, 123 de entre 6 a 10
aos y el resto son mayores de 10 aos; tambin fracciona el aula en 8 secciones,
y ampla a 10 para Doctrina e Historia Sagrada y Aritmtica
27
. Por el elevado nmero
de nios, la metodologa de enseanza debe ser eficaz y mantener el orden a travs
de una intransigente disciplina de aula. Para garantizarla, en estas escuelas se
sigue el mtodo mixto y el mtodo mutuo
28
.
Cada uno de los maestros utiliza un sistema de premios y castigos con el fin de
estimular el progreso acadmico de sus alumnos. Entre los premios considerados
destacan: manifiesto de simpata y agradecimientos, vales, billetes y ascenso en la
24
Ibdem.
25
Para obtener ms detalles remito a nuestra investigacin: REAL APOLO, C. Prensa y Educacin en Badajoz: El
Magisterio Extremeo (1873-1899), Sevilla, 2003, Trabajo de Investigacin.
26
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales
27
Ibdem.
28
La utilizacin del mtodo mutuo se remonta a finales del siglo XVIII, fue ideado por Andrew Bell -que lo aplic en
sus escuelas de la India obligado por la creciente escolarizacin y los pocos maestros que haba para educarlos- y
por Joseph Lancaster -que lo experiment en las escuelas de Londres por el mismo motivo-. Para la aplicacin de
este mtodo tuvieron que reestructurar la enseanza, subdividiendo a los alumnos en secciones y prepararon y
escogieron a los alumnos ms aventajados de los cursos superiores que pasaran a ser monitores y en los que se
apoyaron para impartir las lecciones. Este sistema detallaba con minuciosidad el desarrollo de la jornada escolar,
destinando unos tiempos que deban imponerse para conseguir un orden y disciplina adecuados. Este mtodo
presentaba algunas ventajas como que poda instruirse a un gran nmero de nios en la misma clase, tena un bajo
coste, los monitores necesitaban de una escueta cualificacin profesional, permita impartir un currculum estan-
darizado y mantena el control y la individualizacin. En Espaa empez a extenderse a principios del siglo XIX, la
falta de escuelas y la carencia de maestros cualificados obligaron a adoptar este mtodo que logr buenos resul-
tados en la educacin popular. Pero para obtener ms datos sobre el origen y desarrollo de este mtodo y su
aplicacin en las escuelas de Espaa remito al estudio de: CORTS GINER, M I. y CALDERN ESPAA, M C. La
enseanza mutua: Su difusin en Espaa: El caso de Sevilla y Cdiz., Archivo Hispalense, 237, 1995, pp. 41-60. Estas
autoras tambin analizan su difusin en las posesiones espaolas de ultramar, vase: CORTS GINER, M I. y
CALDERN ESPAA, M C. El mtodo de enseanza mutua. Su difusin en la Amrica colonial espaola,
Historia de la Educacin, 14-15, 1995-96, pp. 279-300. Y para considerar la organizacin del aula, amueblamiento del
espacio escolar y los materiales didcticos que exiga la aplicacin de los mtodos mutuo, mixto y simultneo
puede consultarse: CARDERERA, M. Diccionario de educacin y mtodos de enseanza, Madrid, Imprenta de A.
Vicente, 1855, t. II, pp. 253-261; tambin: COSTA RICO, A. Mobiliario, dotacin y equipamiento escolar en el siglo
XIX, Historia de la Educacin, 16, 1997, pp. 91-112.
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seccin. Y los temidos castigos consisten en: reprensin secreta y pblica dicindole
al nio que norma ha infringido, descenso de lugar en las secciones, desposeer de
billetes, colocar al nio de rodillas, en pie o separado de los otros por un tiempo
determinado, permanecer en el aula despus de clase vigilado y expulsin temporal
o definitiva
29
.
Los muebles y enseres que encontramos en estas escuelas estn en unas
condiciones de uso psimas y suelen ser muy antiguos, se le suma que el material
de instruccin es insuficiente para tan abultado nmero de nios asistentes
30
. Se
imparte, con apenas alguna diferencia, el mismo currculum escolar que, por supuesto,
se ajusta a lo que dicta la legislacin
31
. Para cada una de las asignaturas se dispone
de unos libros de texto concretos
32
, los utilizados por estos maestros eran: Catecismo
de Doctrina de Francisco Jernimo Ripalda, Catecismo Histrico del Abad Fleury,
Carteles de Flores y Mtodo prctico de ensear a Leer de Naharro para Doctrina e
Historia Sagrada; Pginas de la infancia de Terradillos, Libro de los nios de Martnez
de la Rosa, Evangelio de los nios de Terradillos, Amigo de los nios de Escoiguiz,
Ejemplos morales de Genaro del Valle, Fbulas de Samaniego, Historia de Espaa
de Iriarte, Manuscrito de Florez, Silabario y Catn para Lectura; Eptome de Gramtica
de la Real Academia Espaola de la Lengua para Gramtica
33
; Compendio de Valle
para Aritmtica; Compendio de Iturzaeta para Escritura; Nociones de Genaro del
Valle para Industria y Comercio; Manual y Cartilla de Alejandro Olivn para
Agricultura; y material didctico elaborado por los maestros para las explicaciones
de la Constitucin
34
.
En su informe final, el inspector se muestra satisfecho con los resultados que se
consiguen en estas escuelas, sin embargo, expresa su descontento hacia los locales
35
y reprende al ayuntamiento que no abona los salarios
36
de los maestros con
puntualidad, adeudndoles 5 meses
37
.
29
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales
30
La relacin de material para la escuela de don Jos Mara Brioso es la siguiente: 8 cuerpos de carpintera para la
escritura, 35 tinteros, 2 encerados para la aritmtica, una coleccin de carteles de lectura por Florez, libros,
impresos, manuscritos, muestras de escritura, papel, plumas, pizarrines, punteros, mapas, reglas y compases, esto
para 110 nios. El material del que dispone la otra escuela regentada por don Juan Jos Fernndez es: 6 mesas
con tinteros y asientos, 8 bancas, carteles de lectura, muestras de escritura, una coleccin de mapas, un globo
terrestre y otro celeste, cuadros de pesas y medidas y equivalencias mtricas, 20 pizarras con pizarrines, 2 ence-
rados para Aritmtica y uno caligrfico, un tablero-contador para enteros, punteros, papel, plumas, tintas y otros
enseres de menor entidad destinados a la enseanza, material a utilizar por unos 120 nios que asisten regular-
mente a su escuela. Ibdem.
31
Las asignaturas que se imparten en la escuela del seor Brioso son: Religin y Moral, Lectura, Escritura, Gramtica,
Aritmtica, nociones de Agricultura, Industria y Comercio y Constitucin del Estado. Por su parte, el maestro
Fernndez Calonge ampla conocimientos de esas asignaturas e inicia en las del grado superior a los nios de
carrera y a aquellos que por su estado de instruccin pueden recibirlas completas. Ibd.
32
Distintas disposiciones oficiales, as como muchos pedagogos prestigiosos, publican relaciones de libros de textos
para las escuelas primarias. Estas listas experimentan pocas variaciones durante toda la centuria utilizando, gene-
ralmente, los mismos manuales para la educacin infantil, lo que contribuye a mantener la rutina acadmica y a
prolongar una cultura escolar que perpeta una dinmica de clase alejada de las nuevas experiencias pedaggicas.
33
La circular de 6 de febrero de 1877 insta el envo a los Inspectores de ejemplares originales de esta obra para que
cuiden su uso en las escuelas pblicas y, adems, ofrece indicaciones para que los distingan de los ejemplares
falsificados. Vase: Direccin General de Instruccin Pblica, Estadstica General de Primera Enseanza. Correspon-
diente al decenio que termin en 31 de diciembre de 1880, Madrid, Imprenta y Fundicin de Manuel Tello, 1883.
34
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales
35
La educacin municipal durante la segunda mitad del siglo XIX es gratuita y los gastos son sufragados por los
ayuntamientos que tambin tienen como obligacin proporcionar y mantener el local para escuelas y pagar al
maestro, razn de uno de los problemas ms graves que oprime al magisterio.
36
La cantidad total del salario que percibe un maestro vara en funcin de los aos en ejercicio, la categora de la
escuela que regenta, etc., pero por estas fechas cobra 1.100 ptas., a lo que habr que sumarle unas 275 ptas. para
material.
37
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales...
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La inspeccin en las escuelas de primaria de nios de Llerena (1874-1893)
La prxima visita ordinaria de inspeccin a las escuelas de Llerena, siendo alcalde
Juan Andrs Bereno, se efectuar en abril de 1878, esta vez por el Inspector Juan
Mateo Prez. A partir de las estimaciones del seor inspector descubrimos que las
escuelas permanecen en los mismos locales. En el extremo del municipio, en un
edificio de reciente construccin que ocupa dos salas, est la de Francisco Ruiz
Correa
38
quien lo considera adecuado para su fin; y ocupando tres habitaciones de
la planta baja de una casa alquilada se sita la de su compaero, Juan Jos Fernndez
y Calonge, que estima que la escuela est muy alejada del centro
39
.
A las dificultades propias del oficio del maestro, se le une la escasez de los
muebles y el mal estado de los enseres que no renen los requisitos pedaggicos
para educar en unas aulas multitudinarias. El material didctico es parco y anticuado,
para la escuela de don Francisco Ruiz se dispone de: 28 mesas para escritura, 2
encerados para Aritmtica, una coleccin de carteles para la lectura, 1 tablero
contador, 48 pizarras, libros, papel y plumas, lo que debe de servir para ms de 90
nios
40
. No mejora ni en calidad ni en cantidad este material para don Juan Jos
Fernndez que cuenta con: 8 cuerpos de carpintera con tinteros
41
, bancas, 1 coleccin
de mapas, globos terrestre y celeste, cuadro de pesas y medidas, pizarras, encerados
para Aritmtica y calgrafo, tablero-contador de enteros, punteros, clarin, plumas
y tinta, un material destinado para 80 nios
42
.
La organizacin del aula se acomoda para responder al mtodo mixto y simultneo.
Ambos maestros dividen a los nios en 8 secciones para ensear las asignaturas
de: Lectura, Escritura, Gramtica, Agricultura y Geografa, ampliando a 10 cuando
imparten Aritmtica y Doctrina e Historia Sagrada
43
. Los libros de textos que utilizan
de apoyo para las diferentes materias son: Catecismo de Doctrina de Francisco
Jernimo Ripalda, Catecismo Histrico del Abad Fleury, para Doctrina e Historia
Sagrada; Pginas de la infancia de Terradillos, Libro de los nios de Martnez de la
Rosa, Fbulas de Samaniego, Silabario y Catn para Lectura; Eptome de Gramtica
de la Real Academia Espaola de la Lengua para Gramtica; Eptome de sistema
mtrico para Aritmtica; Manual y Cartilla de Agricultura de A. Olivn para Agricultura;
y el texto de Guilln para Geografa
44
.
En cada una de las escuelas se emplea un sistema de premios y castigos. Mientras
que en el maestro Juan Jos Fernndez no se observa cambio alguno en las tcnicas
empleadas, Francisco Ruiz confa en los premios porque los castigos debilitan los
sentimientos de honor
45
.
En una comparativa entre la situacin escolar de 1874 y 1878 podemos observar
que persisten los viejos problemas. Si anteriormente ya apuntbamos que los locales
38
Maestro elemental. En 1878 tiene 25 aos. Ha ejercido durante 3 aos en la enseanza y cuando se efecta la visita
de inspeccin lleva tan solo 11 das en Llerena. En el informe de inspeccin se expone que tiene una regular
aptitud, aunque el inspector lo exime de culpa porque tiene carencia absoluta de medios y por el poco tiempo
que lleva regentando esta escuela. El 3 de junio de ese ao la Junta Provincial de Instruccin Primaria de Badajoz
informa al Rectorado de su permuta por Aniceto del Barco Rodrigo que ejerce en Barcarrota. Vase: AHUS, lg.
1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales de nios de Llerena. Acta de Inspeccin de 1878.
39
Ibdem.
40
Aunque la matrcula es mayor. En total son 100 nios: 60 de ellos de entre 6 y 10 aos y el resto mayores de 10
aos: Ibd.
41
En la escuela decimonnica es habitual encontrar este tipo de mobiliario, vase: DE GABRIEL FERNNDEZ, N.
Leer, escribir y contar. Escolarizacin popular y sociedad en Galicia (1875-1900), Sada, E. do Castro, 1990, pp. 214-231.
42
En la matrcula oficial esta cifra llega a los 137 nios. Vase: AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas
elementales 1878.
43
Ibdem.
44
Ibd.
45
Ib.
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de escuelas no renen las condiciones arquitectnicas, higinicas y pedaggicas
adecuadas, el seor Inspector vuelve a incidir en que todo esto perdura. No obstante,
mejora la concesin de pagos a los maestros desde que en 1877 ocup la alcalda el
seor Juan Andrs Bereno, quien intenta poner remedio a los atrasos y dotar a las
escuelas del material necesario
46
.
El cuestionario de inspeccin de las visitas ordinarias efectuadas por el Inspector
provincial Manuel Snchez Navarro en noviembre de 1882 deja numerosos datos
que recogen con detalle la gramtica interna de las escuelas llenerenses. No hay
cambio en el nmero de escuelas, hay dos, una regentada por don Aniceto del
Barco Rodrigo
47
y otra por el ya conocido don Juan Jos Fernndez Calonge.
La precariedad se prolonga en estas escuelas, las condiciones de los locales se
mantienen
48
y los muebles y objetos, que los maestros distribuyen segn las
imposiciones arquitectnicas del espacio escolar, son muy pocos y ajados. Tanto
para los 84, en una, como para los 128 nios
49
matriculados en otra, el material
didctico que encontramos es sucinto; reparemos en el destinado para la escuela de
don Aniceto del Barco que est dotada con: 20 muestras, 2 encerados, 16 pizarras,
una coleccin de carteles, 6 mapas de geografa, un sistema mtrico, plumas, papel,
cuadro-contador, coleccin de mximas morales y una caja de pizarrines; y no es
ms esplndido el que utiliza el seor Juan Jos Fernndez en la suya
50
.
El contenido escolar est estructurado en las clsicas materias de: Doctrina e
Historia Sagrada, Lectura, Escritura, Gramtica, Aritmtica y Agricultura. Mientras
que don Juan Jos Fernndez utiliza el mtodo mixto organizando sus clases en 6
secciones, don Aniceto del Barco sigue el mtodo simultneo dividiendo las clases
de Doctrina Cristiana, Historia Sagrada, Lectura y Gramtica en 8 secciones, para
Aritmtica las ampla a 10 y aumenta los contenidos de Geografa e Historia de
Espaa y Geometra en 2 secciones superiores
51
. Don Aniceto no especifica el sistema
de premios y castigos que utiliza y afirma que se acoge a los indicados por el
Reglamento, sin embargo, don Juan Jos Fernndez detalla que recurre al afecto y
a la amonestacin con lo que logra una perfecta organizacin y disciplina
52
.
Los textos que se utilizan en clase son: Catecismo de Doctrina de Francisco
Jernimo Ripalda y Catecismo Histrico del Abad Fleury, para Doctrina e Historia
Sagrada; Carteles de Florez, Carteles de Hernndez Macas, Juanito de Iriarte,
Autografiados de Caballero, Luz de la Infancia de Herrao, Pginas de la infancia de
Terradillos, Libro de los nios de Martnez de la Rosa, Fbulas de Samaniego, Plutarco
de Vicente Barrantes, Silabario y Catn para Lectura; Papel de Rosado para Escritura;
Eptome de Gramtica de la Real Academia de la Lengua Espaola para Gramtica;
Aritmtica de M. Pimentel, para estas mismas lecciones; Manual y Cartilla de
46
Ib.
.
47
Maestro normal. Tiene 32 aos. Antes de ejercer en Llerena estuvo en Barcarrota.
48
Las tres salas que ocupa la escuela de don Aniceto del Barco tienen suficiente iluminacin y estn bien ventiladas;
y la de don Juan Jos Fernndez contina en una casa antigua y ruinosa. AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas
pblicas elementales de nios de Llerena. Acta de Inspeccin de 1882.
49
Estos son los nios que estn matriculados pero acuden a clase unos 80 90 nios en periodos de poca
ocupacin agrcola, aunque el maestro explica que este nmero puede descender a 50 o menos en las estaciones
de mxima actividad agrcola. Ibdem.
El absentismo escolar debido al requerimiento familiar del nio para el desempeo de labores productivas es muy
usual en la poca, interfiriendo negativamente en el tiempo escolar. Vase: VIAO FRAGO, A. Tiempos escolares,
tiempos sociales, Barcelona, Ariel, 1998, pp. 109 y ss.
50
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales 1882: Estado de la escuela pblica elemental de
nios de Don Aniceto del Barco.
51
Ibdem.
52
Ibd.
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La inspeccin en las escuelas de primaria de nios de Llerena (1874-1893)
Agricultura de A. Olivn para impartir esa materia; y el texto de Solano Vitn para
Geografa e Historia y Geometra
53
.
En su encuentro con el alcalde y los miembros de la Junta Local de Instruccin
Primaria, el Inspector determina que, por el mal estado de los edificios deben
realizarse algunas reparaciones (sobre todo en el local que ocupa la escuela de don
Juan Jos Fernndez) y, considerando que la educacin de las nias no est lo
suficientemente atendida, se establezca una escuela para ellas. No olvida el inspector
ensalzar el quehacer pedaggico de los maestros por lograr tan buenos resultados
en condiciones tan desfavorables
54
.
Don Antonio Ruperto Escudero ser el Inspector Provincial que realizar las visitas
en abril de 1887. De su informe se desprende que la corporativa municipal se afana
para que las escuelas tengan las condiciones apropiadas y que los maestros cobren
con puntualidad
55
adems, se comprueba que la infraestructura escolar de la localidad
se ha ampliado con una escuela particular subvencionada por el ayuntamiento
56
.
Pero los esfuerzos del municipio y los cinco aos transcurridos desde la ltima
visita parecen no ser suficientes para que la situacin escolar de Llerena presente
algn cambio significativo y el inspector ratifica las mismas carencias y necesidades
escolares. Los locales siguen emplazados en los mismos lugares, pese a las
advertencias pasadas de los inspectores. Para don Aniceto del Barco el suyo es el
peor de la poblacin, por el mal estado de la calle y por la vecindad; no disiente
don Juan Jos Fernndez que tacha de insalubre el suyo
57
.
Inslitas son tambin las condiciones del menaje y los muebles. Adems de su
mal estado, resultan insuficientes para instruir a la poblacin infantil; 119 alumnos
estn matriculados
58
en la escuela de don Aniceto del Barco, y asisten de 80 a 100
nios; en la escuela de don Juan Jos Fernndez acuden de 100 a 140 nios de los
174 matriculados
59
, en consecuencia, las mesas, bancos, pizarras, tinteros, plumas,
libros, etc., son materiales tan deseados como limitados para escolarizarlos. El
absentismo escolar en pocas de siembra y recoleccin, fenmeno usual de las
zonas rurales, tiene en Llerena un efecto muy marcado. Con relacin a esto, en su
informe el seor Inspector subraya la indiferencia desmedida con la que los padres
60
consideran la educacin de sus hijos
61
.
Las disciplinas escolares no se modifican y don Aniceto circunscribe su prctica
escolar a desarrollar las asignaturas propias del grado elemental; el seor Fernndez,
53
Ib.
54
Ib.
55
El impago de los sueldos a los maestros por parte de los ayuntamientos -responsables de sostener la educacin
municipal- llev a este gremio a una situacin de desamparo y pauperismo absoluto. Las quejas fueron constantes
y muchas las reivindicaciones por parte del profesorado, hasta que el Conde de Romanones, en 1901, hace
responsable al Estado del sueldo de los maestros. Vase: REAL APOLO, C. La prensa pedaggica de Badajoz y su
papel en la cohesin del profesorado de primaria (1873-1899), en BERNAL GUERRERO, A. (Dir.): Identidad
personal y educacin. Actas de las III Jornadas Pedaggicas de la Persona, Sevilla, Universidad, 2004, pp. 1-11; o tambin:
GUZMN, M. Vida y muerte de las..., p. 121.
56
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales 1887.
57
Ibdem.
58
Hay 7 nios menores de 6 aos, 92 de entre 6 y 10 aos y 16 mayores de 10 aos. Ibd.:Estado de la escuela
elemental de nios de Aniceto del Barco.
59
Ib.
60
Este mal endmico se hereda de dcadas anteriores, donde los padres no consideran con especial atencin la
educacin para sus hijos. Vase: CORTS CORTS, F. La provincia de Badajoz, p. 101.
61
El artculo 7 de la Ley Moyano dispona la obligatoriedad escolar de los nios desde la edad de seis aos hasta la
de nueve (a no ser que les proporcionen suficientemente esta clase de instruccin en sus casas en estableci-
miento particular) pero como se puede constatar lo preceptuado por este artculo se incumple inexorablemente.
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adems de stas, completa el currculum con Geometra aplicada a la agrimensura,
Geografa y otras materias, pero solo cuando el nio muestra aptitud y ha conseguido
los objetivos propuestos para el grado elemental. El mtodo didctico en ambas
escuelas es el mixto y son 6 secciones, excepto para las enseanzas de Aritmtica
que son 8, en las que divide la escuela don Aniceto. Don Juan Jos fracciona en 8
secciones el aula para todas las materias.
Poca diferencia se observa en la utilizacin de los libros de textos y siguen
manejndose: para Doctrina e Historia Sagrada el Catecismo de Doctrina de Francisco
Jernimo Ripalda; para la asignatura de Lectura: Catn de Seijas, Cartelario de
Sotomayor, Carteles de Florez, Juanito de Iriarte, Autografiados de Florez, Libro de
los nios de Martnez de la Rosa, Fbulas de Samaniego, Amigo de los nios de
Sabatier y Obligaciones del hombre de Escoiguiz; para Escritura emplea Papel de
Rosado; para Gramtica el Eptome de la Real Academia de la Lengua Espaola;
para Aritmtica el manual de Miguel Pimentel y Loreto Mara Algora; y para Agricultura
el Manual y Cartilla de A. Olivn y el de Ayuso
62
.
Don Aniceto del Barco aplica los premios y castigos que regula el Reglamento y
don Juan Jos Fernndez explica que utiliza manifestaciones de afectos a los nios
que cumplen bien, lugar preferente en las secciones y premios. Reprensin a los
que faltan, manifestndoles el principio que han quebrantado y sus consecuencias,
descenso de las secciones
63
.
A pesar de los determinantes a los que queda subordinada la accin pedaggica
de estos maestros consiguen, segn el Inspector, muy buenos resultados en sus
alumnos, congratulndose por la excelente formacin que posee don Juan Jos
Fernndez
64
. De la reunin que mantienen el Inspector con el alcalde -don Rosendo
Segura- surge la propuesta de creacin de una escuela de prvulos y otra de adultos
65
.
En noviembre de 1893 se desarrolla la ltima visita ordinaria de inspeccin a las
escuelas elementales de Llerena. La realiza el Inspector Provincial don Pedro Redondo
y Poblacin. Al igual que en ocasiones anteriores se llega a una misma conclusin,
se debe mejorar las condiciones de las infraestructuras escolares municipales
66
,
aspecto que apunta en el informe para el alcalde don Juan Domnguez. Y lejos de
mejorar percibimos que las condiciones de estas escuelas empeoran con los aos
67
.
62
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales 1887.
63
Ibdem: Estado de la escuela elemental a cargo de don Juan Jos Fernndez.
64
Ibd. Este maestro muere el 9 de octubre de 1891, poco tiempo despus se nombra como maestro interino a don
Publio Capilla. A don Aniceto del Barco se le destina, en enero de 1892, a Badajoz al ser nombrado Regente de la
Escuela Prctica de la Escuela Normal de Maestros de Badajoz. Tras una sucesin vertiginosa de permutas y
traslados, en enero de 1893 las escuelas de Llerena quedan bajo la tutela de Emilio Olloqui Gmez y Joaqun
Martnez Abadn: Ib.
65
Ib.
66
Pero an est lejos de enmendarse esta situacin en los locales de escuelas, el inspector provincial don Pedro
Redondo y Poblacin describe la situacin en la provincia: los locales destinados a escuelas, alquilados en su
mayor parte, no renen las condiciones para lo que se destina; pues no son otra cosa que casas particulares,
tomadas en renta para escuelas, donde la aglomeracin de nios o de nias no permite hacer ejercicios evolutivos
para que tenga lugar el desarrollo fsico; casi en todos ellos la luz es escasa y la ventilacin no tiene lugar, quedando
al poco tiempo viciado el aire de tal modo que se hace nocivo a la salud de los que le aspiran: REDONDO Y
POBLACIN, P. Memoria del censo escolar de la provincia de Badajoz, Badajoz, Imprenta, Litog. y encuad. De Uceda
Hermanos, 1895, p. 9.
67
Pero esta problemtica no es exclusiva de Llerena; localidades cercanas experimentan el mismo abandono y la
escuela avanzaba a duras penas en una penuria material y econmica. Vase: CORTS CORTS, F. El siglo XIX en el
partido judicial..., 2005, especialmente la parte III de este texto. O, ampliando a la regin: RODILLO CORDERO, F.J.
Datos para la historia escolar de Extremadura, Mrida, Editora Regional de Extremadura, 1998, pp. 59-64.
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La inspeccin en las escuelas de primaria de nios de Llerena (1874-1893)
El maestro don Emilio Olloqui
68
describe as su escuela: no tiene condiciones
higinicas de ninguna clase, carece de luz y ventilacin, comunicando con un corral
de otra casa donde hay un estercolero. Su estado es malsimo en general
69
. La otra
escuela de nios regentada por don Joaqun Martnez
70
, sigue estando en la planta
baja de la casa alquilada con un patio y casa-habitacin en malsimas condiciones
en la que pocos reconocemos una escuela y s lo que es un solar ruinoso
71
.
Este mismo abandono muestran los muebles y dems enseres escolares. Lo
poco o lo mucho que pueden hacer los maestros es disponerlos de la forma ms
adecuada obedeciendo las directrices pedaggicas que marcan los pedagogos. Igual
de desalentadoras condiciones renen los materiales didcticos viejos, deteriorados
e insuficientes que merman las posibilidades de todo avance educativo y contravienen
una buena y completa educacin
72
.
La ratio maestro/alumno es an muy descompensada y la matrcula en las dos
escuelas sigue siendo muy elevada. El seor Olloqui alfabetiza a 93 nios, la mayora
de entre 6 y 10 aos y, el seor Martnez Abadn a 150. Pero como en aos anteriores
este nmero se muestra muy sensible a las estaciones del ao, es decir, el nmero
de alumnos asciende -en invierno- o desciende -en verano- en funcin del incremento
de las tareas agrcolas
73
.
Las variaciones que a continuacin observamos dentro del aula son debidas a la
heterogeneidad acadmica de los grupos. En 8 secciones estructura el maestro
Emilio Olloqui sus clases de Doctrina Cristiana, Lectura, Escritura y Aritmtica, pero
en Historia Sagrada y Gramtica reduce a 5, en Agricultura y Geografa a 1 seccin.
Por su parte, don Joaqun Martnez decide distribuir para todas las asignaturas en 5
secciones a sus alumnos, lo que ofrece un indicio de las caractersticas acadmicas
del grupo
74
.
No encontramos muchas diferencias en los textos utilizados entre los dos
maestros
75
, ni distan mucho de los usados en fechas anteriores. El mismo continuismo
tambin afecta al sistema de premios y castigos o a las metodologas de clase,
donde prevalece el mtodo mixto. Todo ello forma un testimonio palmario del
inmovilismo pedaggico en los contenidos de enseanza y se adivina el aislamiento
de la escuela rural con respecto a los nuevos movimientos de renovacin e innovacin
pedaggica que experimentan las grandes ciudades y que, en buena medida, proceden
de Europa.
68
Maestro elemental. En este ao tiene 52 aos y lleva 11 meses en Llerena. En el informe que emite el seor
inspector se indica que demuestra buena capacidad, instruccin, aptitud, celo y conducta consiguiendo buenos
resultados sobre todo en Gramtica y Aritmtica: AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales
de nios de Llerena. Acta de Inspeccin de 1893: Estado de la escuela pblica de nios de Emilio Olloqui Gmez.
69
Ibdem.
70
Es maestro elemental. Tiene 20 aos y lleva 10 meses en Llerena; desdichadamente muere muy joven, al ao
siguiente, en julio de 1894.
71
AHUS, lg. 1.419, Expediente de las escuelas pblicas elementales 1893: Estado de la escuela pblica de nios de
Joaqun Martnez Abadn.
72
Ibdem: Estado de la escuela pblica de nios de Emilio Olloqui Gmez.
73
Efectivamente, podemos comprobar en que invierno la escuela de don Emilio se llena con 80 nios y la de don
Joaqun con 110; en contraste, en la poca canicular en la primera se reduce a 50 y en la segunda a 90. Vase: Ibd.:
Estado de la escuela pblica de nios de Emilio Olloqui Gmez y Estado de la escuela pblica de nios de
Joaqun Martnez Abadn.
74
Ib.
75
As, para Doctrina Cristiana e Historia Sagrada se siguen utilizando los textos de Ripalda, Fleury e Izquierdo
Ceaceno; para Lectura los de Arocal, Redondo, Calleja, Samaniego, Redondo, Caballero, Florez y Gonzlez; para
Gramtica el texto editado por la Real Academia; para Aritmtica los de Fernndez Macas y M. Pimentel; para
Agricultura los de Gonzlez; y para Geografa e Historia Sagrada los de Calleja. Vase: Ib.
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Carmelo Real
76
En los aos previos al periodo que analizamos se fija en 5691 los habitantes para Llerena (HENAO Y MUOZ, M.
Crnica de la provincia de Badajoz, Madrid, Ed. fcs. Rubio, Grillo y Vitturi, 1870, p. 44). Este nmero contrasta y
matiza con los procedentes de los expedientes de inspeccin. As, en las visitas de 1874 y 1878 Llerena contaba
con unas 6.196 almas, que se reducen a 5.593 en 1882 y, a algo menos, unas 5.590 almas, en 1887; un ao despus
se considera que la poblacin de este municipio est entre los 3.500 a 4.000 vecinos (MONTERO SANTARN, E.
Monografa histrico-descriptiva de la ciudad de Llerena, Badajoz, Tip. de Alberto Merino, 1900, p. 63, ed. Biblioteca
Extremea). Finalmente, el nmero de almas asciende a 6.109 en 1893. Por lo tanto, debemos considerar todas
estas oscilaciones demogrficas, junto a otros factores, para comprender las variaciones y los efectos en la matr-
cula escolar, obviamente, tambin repercute cuando calificamos la red educativa que escolariza a la poblacin
infantil del Llerena.
77
A este respecto, I. Turn explica que se nota la rpida subida de la curva en los aos que siguen a la Ley Moyano
y que engloba la experiencia republicana, despus la evolucin lenta, hasta fin de siglo, en una poca en que Espaa
goza, sin embargo, de una mayor tranquilidad interna: TURN, I. La educacin y la escuela, p. 86.
78
Efectivamente, al despuntar el siglo XX Llerena mantienen dos escuelas para nios y otras dos para nias. Vase:
MONTERO SANTARN, E. Monografa histrico-descriptiva, p. 76.
79
Vase TURN, I. La educacin y la escuela, p. 90.
Esta situacin esttica en la que estn suspendidas las escuelas deviene, en
buena parte, de la desidia de las administraciones locales y el desamparo con que el
Estado premia a los maestros. Se demuestra que escolarizar y alfabetizar a la
poblacin infantil de Llerena no ha sido fcil en las dcadas finales del siglo XIX.
IV. IDEAS FINALES
En este trabajo hemos valorado las distintas dimensiones en las que se desarrolla
la actividad educativa de las escuelas de Llerena. A partir de este anlisis hemos
descubierto una escuela pobre y luctuosa equipada con escasos materiales. Se
descubre una red educativa muy bsica para esta localidad
76
, que no experimenta
grandes cambios en el ltimo tercio del siglo XIX
77
. Interpretamos por los informes
del inspector que el nmero de escuelas para nios es insuficiente para alfabetizarlos,
situacin que se prolonga hasta la nueva centuria
78
, sin embargo, est pendiente de
examinar la oferta de escuelas privadas, por lo que esta primera afirmacin est
sujeta a posibles matices que la reconsideren.
En los cinco momentos sealados (1874, 1878, 1882, 1887 y 1893) no hemos
hallado ninguna influencia de las corrientes pedaggicas que se estn desarrollando
en esos momentos a nivel nacional. El inmovilismo y aislamiento de la escuela rural
tiene como efecto la rutina escolar y el uso de tcnicas de aprendizaje y metodologas
de enseanza invariables en el tiempo que se ejercitan en un currculum esttico
que se cie a los rudimentos esenciales, es decir, leer, escribir y contar. Pero este
escenario escolar decimonnico de Llerena no es distintivo y exclusivo de la localidad,
en este estado de abandono se encuentra el conjunto de las escuelas nacionales,
an siendo la cuestin educativa la que ms enardecidos debates provoca en esta
etapa histrica entre los polticos.
De manera sintetizada tratamos la profesin del inspector y los obstculos que
tuvieron que superar para configurarse como un cuerpo reconocido y slido dentro
del mbito educativo. Su ejercicio profesional no estaba ausente de graves
inconvenientes entre ellos: la escasa dotacin econmica, el recorrerse muchos
pueblos con distintas escuelas en poco espacio de tiempo
79
-este factor itinerante lo
hered de los antiguos veedores o visitadores-, o su inestabilidad en el empleo -
consecuencia directa de la libre designacin de su nombramiento-, etc. lo que exiga
una dedicacin y esfuerzo considerables.
Por ltimo, reconocemos que se deja un margen generoso para que otros estudios
completen lo recogido en estas pginas pues, sin duda, no se agota la temtica
(posponemos para otro trabajo la situacin de las escuelas de nias de esta localidad)
y ofrezcan hechos que nos aproximen con ms exactitud a la historia escolar de
Llerena.
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LA INSTRUCCIN PRIMARIA EN EL PARTIDO JUDICIAL DE
LLERENA (1857-1900)
1
. LA BATALLA POR LA
LECTO-ESCRITURA
PRI MARY EDUCATI ON I N THE J UDI CI AL PARTY OF LLERENA
( 1857- 1900) . THE BATTLE FOR LECTO WRI TI NG
Jos Soto Vzquez
IES Gonzalo Torrente Ballester
Antigua N-V
10.100 MIAJADAS (Cceres)
[email protected]
Jess Bez Nez
IES Fernando Robina
Av. Ancha de Sevilla, s.n.
06900 LLERENA (Badajoz)
[email protected]
RESUMEN: La comunicacin que presentamos versa sobre la labor educativa
desarrollada por la Instruccin Primaria Pblica en el Partido Judicial de Llerena
entre 1857, fecha de promulgacin de la denominada Ley Moyano, y principios
del siglo XX, aos de fundacin del Ministerio de Instruccin Pblica o Educacin
Nacional. Momento de trnsito entre los tradicionales sistemas educativos y las
novedades aportadas por la reforma legal del sistema educativo, en el que el
principal objetivo marcado por la Administracin local y regional fue la abolicin
del analfabetismo en la provincia. Para ello, nuestra investigacin parte de estu-
dios precedentes en la materia, si bien aporta fuentes documentales todava no
investigadas, como son las anotaciones existentes al respecto en el Archivo
Universitario de Sevilla, a cuyo distrito perteneci el Partido Judicial de Llerena
en este periodo
2
.
ABSTRACT: The communication which we present deals with the educational
labour developed by the Public Primary Instruction in the Judicial Party of Llerena
between 1857, date of promulgation of the so-called Moyano Law, and the
beginning of the 20
th
century, years of the foundation of the Ministry of Public
Instruction or National Education. It was a moment of transit between the
traditional educative systems and the new contributions of the legal reform of
the educative system, whose main objective marked by the local and regional
Administration was the abolition of illiteracy in the province. For our purpose,
our investigation starts from preceding studies in the subject, although it also
contributes with not investigated documentary sources, such as the existing
annotations on the matter appeared in the University Archive of Seville, to whose
district the Judicial Party of Llerena in this period belonged to.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 371 - 388
ISBN: 978-84-612-3264-2
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
A Delia y Rafa,
por su ayuda desinteresada.
A Elena, por su paciencia.
I. Introduccin
Nuestro artculo pretende comparar la distribucin geogrfica de la
poblacin escolar entre 1857 y 1900 en el Partido Judicial de Llerena, para
ello nos acercaremos a la normativa vigente en dicho periodo, junto a fuentes
primarias que aporten informaciones novedosas acerca de la situacin
educativa de la zona, mostrando as datos de archivos an no trabajados
3
. Los
principales elementos en los que se centrar nuestro estudio son el nmero de
maestros, tipos de escuelas existentes, dotaciones de dichas escuelas, as como
sueldos y retribuciones de los empleados pblicos.
Entre 1857, momento de entrada en vigor de la Ley Moyano sobre educacin y
1900, el Partido Judicial de Llerena, modelo organizativo del sistema educativo
vigente en el periodo, se compona de veinte poblaciones
4
:
1
La presente comunicacin forma parte del proyecto La enseanza primaria en la provincia de Badajoz: 1857-1900,
aprobado por la Consejera de Educacin de la Junta de Extremadura en el curso escolar 2006/2007, expediente
nmero 12.
2
Como sealaba la Ley Moyano en su Titulo II, Captulo I, artculo 259, para la enseanza pblica se dividi el
territorio espaol en los diferentes distritos universitarios existentes, perteneciendo la provincia de Badajoz al
Distrito de Sevilla. De ah la importancia de los datos que hoy referimos.
3
En este sentido son de gran valor bibliogrficos los estudios de SNCHEZ PASCUA, F. Captulos de la Historia de
la Educacin en Extremadura, Badajoz, UEX, 1998, junto a los artculos de CORTS CORTS, F. La instruccin
primaria extremea en el trnsito del siglo XIX al XX, Revista de Estudios Extremeos, LIV-III, 1998, pp. 877-940
(cuyos datos han sido extrados principalmente del Boletn Oficial de la Provincia de Badajoz) y el artculo indito de
GUTIRREZ BARBA, A. La situacin de la enseanza de las primeras letras en el sureste extremeo, desde
mediados del siglo XVIII a mediados del siglo XIX (cuyas bases documentales abarcan desde el Catastro de
Ensenada de 1755 o los Interrogatorios de la Real Audiencia sobre el partido de Llerena en 1791, hasta el
Diccionario de Madoz entre 1846 y 1850).
4
No obstante, Puebla del Maestre y Usagre se incluan en el Boletn de la Provincia dentro del Partido Judicial de
Fuente de Cantos, mientras que en el registro universitario aparecen dentro de Llerena, por lo que las hemos
incluido en este trabajo. Sobre la informacin que se recoge de los libros de registro de la Universidad de Sevilla
se indicar entre parntesis el nmero del libro del que se extrae la documentacin.
El conjunto global de vecinos con el que contaba el partido en esta franja temporal
ser de 43.000 habitantes, distribuidos de manera diversa, de forma que los dos
principales ncleos de poblacin se concentrarn en torno a Azuaga (8.020 habitantes)
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Jos Soto y Jess Bez
y Llerena (5.538)
5
-motivo por el que nos centraremos especialmente en estas
localidades frente a otras-, junto a stas, en el polo opuesto, Llera no pasaba de los
460 habitantes.
II. LAS PRIMERSIMAS LETRAS
La educacin entre los 0 y 6 aos de edad no estaba contemplada en el sistema
educativo vigente
6
, por lo que la solucin principal que se adopt en la mayora de
las poblaciones fue la de dejar a los nios con la familia, o bien a travs de escuelas
privadas financiadas particularmente por los alumnos. Sin embargo, nos parece
ms acertada la primera solucin puesto que el bajo nivel adquisitivo de la mayora
de la poblacin no alcanzaba para sufragar dichos gastos
7
.
No obstante, tres poblaciones contaron con escuelas de prvulos pblicas
sufragadas por la administracin
8
: Granja de Torrehermosa y Maguilla desde 1872,
y Berlanga desde 1890. La distribucin, de esta manera, no atendi al nmero de
vecinos del partido, ya que poblaciones como Berlanga posean 4.841 almas por
entonces, frente a las 3.488 de Granja de Torrehermosa o las 1.084 de Maguilla. Las
solicitudes realizadas por las propias alcaldas fueron aprobadas por el rgano
administrativo provincial, por lo que debemos entender que el resto de poblaciones
no realizaron dicha peticin.
En Maguilla se ubica la primera escuela de prvulos del partido en 1872. La
escuela estuvo en vigor entre 1872 y 1900, con el sueldo ms bajo de las tres
escuelas localizadas.
5
Los datos referidos a la poblacin de cada uno de los municipios han sido los utilizados por la Administracin
educativa en esos aos, puesto que dependiendo del nmero de habitantes que manejaran, la distribucin de
escuelas y sueldos de maestros era distinta. A pesar de que no incluimos la enseanza privada, queremos resaltar
que en el lg. 1.463, Apertura de funcionamiento de colegios privados de primera enseanza en la provincia de Badajoz
desde 1902 a 1907, del Archivo Universitario de Sevilla (AUS), consta el expediente de apertura del Colegio del
Santo ngel de Llerena en 1905, hecho que pudo descongestionar la numerosa poblacin escolar de aos prece-
dentes, ya que la apertura del colegio existente en la localidad, Surez Somonte, ser de la tercera dcada del siglo
XX, como se reconoce en el Archivo Municipal de Llerena (AMLl), lg. 508/9: Colegio Pblico Surez Somonte.
Expedientes de Centros Escolares, 1926 (2). Otros estudios, CORTS CORTS, F. La instruccin primaria extre-
mea, pp. 881 y ss, hablan de una poblacin en el partido en 1897 de 46.594 habitantes con un total de 54
escuelas, lo que ofrece una media de 863 habitantes por escuela, frente a los 20.859 de 1841 donde haba una
escuela por cada 1.159 habitantes.
6
La enseanza obligatoria para los nios entre los 6 y 9 aos se produce en 1857 con la aprobacin de la Ley
Moyano, por lo que los nios con edad inferior a 6 aos no tenan por qu asistir a la escuela con anterioridad,
AAVV. Los precedentes de la educacin femenina en Espaa y Extremadura hasta el siglo XIX, I Encuentro sobre
mujer y educacin en Extremadura, Mrida, Junta de Extremadura, 1998, p. 24.
7
La educacin de prvulos apareci recogida como muy conveniente desde el Reglamento de 1838, en su Ttulo IX,
artculo 36, si bien, no ser hasta la promulgacin de la Ley de 1857 en que se considere obligatorio en los pueblos
de ms de 10.000 habitantes, cuyo caso no se observa en ninguna de las poblaciones objeto de estudio. VALLECILLO
TEODORO, M.., y NEZ PRIZ, J. Historia de la Educacin en Olivenza (1800-2004), Mrida, Consejera de
Educacin, Ciencia y Tecnologa, Junta de Extremadura, 2005, p. 80. Por otro lado, la ley permita el desempeo de
maestra de prvulos a maestras sin titulacin, exclusivamente era necesario un certificado de aptitud y moralidad
expedido por la respectiva Junta local.
8
AUS, lg. 1.827: Libros de turnos escuelas de prvulos de la provincia de Badajoz 1848-1912.
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La escuela de prvulos de Granja de Torrehermosa, por su parte, estuvo en vigor
entre 1872 y 1898, ao en que falleci la maestra al cargo de la escuela; si bien su
sueldo dependi del municipio, su dotacin fue superior a la de sus colegas de
poblaciones vecinas.
El parvulario de Berlanga dependi directamente del Ayuntamiento, que sufrag
los gastos del local-escuela y sueldo de maestra, como se observa en este cuadro:
Como rasgos comunes en ambas, destacamos su afiliacin a los organismos
locales (Ayuntamiento), quienes costearon los gastos ocasionados. Otra caracterstica
que se aprecia en todas ellas es la ocupacin de dicha plaza por una mujer
9
, as
como el cierre de todas al fallecer la maestra que desempeaba el cargo. Por todo
ello, debemos suponer que si bien se consideraron como una necesidad en su origen,
debieron suponer un gasto adicional a la mermada economa municipal, por lo que
tras el cierre de esas primeras escuelas se decidi terminar con la vida de las
mismas
10
.
III. LAS ESCUELAS ELEMENTALES DE NIOS Y NIAS Y SUS AUXILIARAS
La distribucin escolar del periodo diferenciaba las escuelas de nias frente a las
de nios: sin embargo, la localizacin de escuelas elementales de ambos sexos ser
unnime en todo el partido judicial.
Por una parte, las escuelas de nios se redujeron a una en la mayora de las
poblaciones, y se cont con dos escuelas en Azuaga, Llerena, Maguilla y Malcocinado.
Especial atencin debemos dedicar a Maguilla, que con apenas 1.084 habitantes
gozaba en la poca con dos escuelas elementales de nios, una escuela elemental
de nias y una escuela de prvulos, frente a poblaciones que como Ahillones, Usagre,
Puebla del Maestre o Villagarca, que con un censo superior a los dos mil habitantes
nicamente tuvieron una escuela elemental de nios y otra de nias.
Respecto a la enseanza femenina, la distribucin se corresponde a los patrones
tradicionales, una nica escuela elemental de nias para todas las poblaciones,
excepto en Azuaga y Llerena donde se registran dos.
9
En efecto, el Consejo Pedaggico aprob desde 1882 la dedicacin de la enseanza en los parvularios exclusiva-
mente a mujeres, hecho que ha perdurado hasta hace poco tiempo, RODRGUEZ TEJADA, R.M. La mujer y la
educacin especial en Extremadura, I Encuentro sobre mujer y educacin en Extremadura, Mrida, Junta de Extremadura,
1998, p. 97.
10
En otras poblaciones de la provincia ocurri el mismo hecho, dado que la ingratitud del trabajo unida a una escasa
remuneracin salarial por parte del municipio hizo muy difcil la contratacin de docentes apropiados para tales
puestos, ya que no era necesaria ninguna preparacin, sino la mera aprobacin por parte de la Junta local de
primera enseanza de la validez del docente, VALLECILLO TEODORO, M. A., y NEZ PRIZ, J.. op. cit., p. 80.
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Frente a estos datos, las escuelas de nios y nias en ocasiones estuvieron
completadas con escuelas auxiliares, dependientes de la administracin o del
municipio, que servan de desdobles a las escuelas oficiales. En el Partido Judicial de
Llerena encontramos que se hallaban, al menos de manera oficial, diez escuelas
auxiliares. De las escuelas auxiliares de nios hemos registrado una en Azuaga y
Berlanga frente a las dos que tuvo la poblacin de Llerena. En las femeninas
encontramos dos en Azuaga y Llerena; mientras que se indica una en Berlanga, y
otra en Granja de Torrehermosa.
Por ello, debemos resear la situacin privilegiada que mantuvo la poblacin de
Llerena en todo el periodo, fruto quizs de su localizacin como cabeza de partido,
pues con una poblacin de 2.500 habitantes menos que Azuaga estuvo datada con
el mismo nmero de escuelas masculinas y femeninas, junto a una escuela auxiliar
masculina ms que la primera. Para que nos hagamos una idea clara de cmo
estuvieron distribuidas ambas poblaciones incluimos los datos de las mismas en los
siguientes apartados.
III.1. Escuelas de Azuaga
La localidad de Azuaga inclua siete grupos escolares entre 1857 y 1900: dos
escuelas elementales de nios, una auxiliara masculina, y dos escuelas elementales
de nias con dos auxiliaras.
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
La primera escuela elemental masculina se inici en 1862, aparecen registrados
en las escuelas elementales de nios los siguientes maestros
11
:
Ms adelante, a partir de 1894, se dota de una escuela auxiliar masculina, a
peticin del Rectorado de la Universidad sevillana
12
:
Respecto a las escuelas masculinas, hay diferencias de nombramientos de
maestros como se aprecia en este legajo
13
, bien por la Direccin General, bien por el
Rectorado de la Universidad Literaria de Sevilla, mximo rgano gestor del momento
en la provincia de Badajoz.
Por otra parte, las escuelas elementales de nias de la localidad se inician en
1869, con diferentes maestras y sueldos, como se aprecia en estos cuadros:
11
AUS, lg. 1.834: Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nios 1850-1912 (1).
12
La mayor parte de los nombramientos de docentes en la regin sern realizados por el Rector del distrito
universitario ms cercano, como aprobaba la Ley Moyano de 9 de septiembre de 1857, PULIDO ROMERO, M.. La
Escuela Pblica Emeritense en el siglo XIX, Mrida, UNED, 1985, p. 47.
13
AUS, lg. 1.835: Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-1912 (1).
14
AUS, lg. 1.835: Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-1912 (2).
En el siguiente libro consultado aparece
14
ms completa la informacin y se
aprecia un aumento del sueldo de las docentes:
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Dada la gran cantidad de habitantes en edad escolar, se crearon desde 1894 dos
clases femeninas auxiliares, por lo cual suponemos que hasta principios del siglo XX
las nias de la localidad estuvieron nicamente en dos escuelas:
Por la idiosincrasia de la localidad, dependa de Azuaga una escuela mixta externa
bajo el nombre de La Cardenchosa, que se inaugur en 1872.
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
III.2. Escuelas de Llerena
En la cabeza del partido la situacin fue mucho ms favorable que en el resto de
poblaciones. Llerena dispona de ocho grupos escolares. Dos escuelas elementales
de nios con dos auxiliaras de cada una, as como dos escuelas elementales de
nias con las mismas auxiliaras
16
.
Respecto a las escuelas de nios hay diferencias en los legajos consultados, por
una parte se inicia la primera escuela en 1870, como se aprecia en un cuadro
posterior, mientras que la segunda data de 1892. Los maestros registrados en el
segundo legajo son los que siguen
17
:
15
La grafa del legajo es ilegible, por lo que transcribimos fotogrficamente la imagen del mismo.
16
Respecto a la enseanza femenina anterior, sealaba Fernando CORTS CORTS que existan tres maestras de
labor en la localidad en 1820, si bien especifica que no cobraban ninguna remuneracin, ni eran gestionadas por la
Alcalda, Situacin educativa de la Extremadura Meridional en 1820, II Encuentro sobre la Educacin en Extremadura,
Mrida, Junta de Extremadura, 2000, p. 97.
17
AUS, Legajo 1834. Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nios 1850-1912 (1).
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Escuelas, por otra parte, que contaron con la ayuda de dos escuelas auxiliares
creadas por el Rectorado Universitario desde 1883.
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
Por otro lado, las noticias acerca de las escuelas elementales de nias son muy
anteriores, puesto que su gestin desde la Universidad de Sevilla se inicia en 1853
18
.
Dado el alto nmero de alumnas existentes en las escuelas nacionales se decide
crear dos escuelas auxiliares de tipo femenino en 1887.
18
AUS, lg. 1.835. Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-1912 (1), y lg. 1.835: Libros de turnos
de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-1912 (2).
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IV. CUADROS ANEXOS
19
Los cuadros anexos que presentamos tienen un triple sentido. En primer lugar,
sirven de resumen global de todo el partido, ya que ofrecen informaciones
pertenecientes a poblaciones no referidas con anterioridad. En segundo lugar, cuando
ha sido posible, una comparativa con otras fuentes ya analizadas en estudios
anteriores. Y, en tercer lugar, ofrecen informacin sobre todos los grados educativos
existentes en el periodo, salvo de las escuelas privadas.
19
La informacin incluida en estos anexos ha sido extrada de los legajos que se recogen en la bibliografa de este
artculo, sin embargo, entre parntesis se incluyen las escuelas que tenan esas poblaciones en 1820 segn se des-
prende del artculo de CORTS CORTS, Fernando. Situacin educativa de la Extremadura Meridional en 1820, II
Encuentro sobre la Educacin en Extremadura, Mrida, Junta de Extremadura, 2000, pp. 98-99. Por el contrario, las
recogidas en la segunda columna (cuando se desdobla un apartado) son de fecha posterior, justo en el cambio de siglo y estn
extradas de su artculo La instruccin primaria extremea en el trnsito del siglo XIX al XX, op. cit., pp. 877-940.
NUMERO DE ESCUELAS EXISTENTES EN EL PARTIDO JUDICIAL DE LLERENA
EN RELACIN AL NMERO DE HABITANTES
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
DISTRIBUCIN DE LA ENSEANZA SUPERIOR EN EL PARTIDO
JUDICIAL DE LLERENA
20
20
Acerca de la Enseanza Secundaria utilizamos como fuente la obra de CORTS CORTS, F. Ibidem, pp. 98-99.
21
Sobre las dotaciones monetarias de escuelas superiores de nios desl partido de Llerena se anota que contaban
con 5.400 reales mas 675 reales para menaje y la misma catidad ara tiles de escritura, La instruccin primaria
extremea en el transito del siglo XIX al XX, op, cit., p. 887.
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GASTOS GENERADOS POR EL SISTEMA EDUCATIVO
V. OTRAS CONCLUSIONES DEL CONJUNTO DEL PARTIDO JUDICIAL DE LLERENA
En primer lugar, podemos sealar que el nmero de escuelas pblicas con el
que estuvo dotada la zona fue escaso para el conjunto global de la poblacin
22
. An
as, cabra sealar que la ausencia de documentacin de las Juntas locales en los
archivos de Llerena, Ahillones y Berlanga, donde no se encuentran las actas de la
Juntas locales de Instruccin primaria, es un elemento perdido de gran valor
informativo. No obstante, el cotejo de las actas de plenos, as como el estudio
pormenorizado del conjunto de archivos locales podra modificar los datos aportados
por este trabajo, al menos, en cuanto se refiere a la enseanza privada.
22
En este sentido el distrito universitario de Sevilla crea necesarias en la provincia la creacin de 93 escuelas ms
de las existentes para poder hacer frente al total de la poblacin a finales del siglo XIX, La instruccin primaria
extremea en el trnsito del siglo XIX al XX, op. cit., p. 927, cantidad que pas a ser de 290 en 1908 segn las 691
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
Otra caracterstica reseable es el numeroso abandono que sufrieron las
poblaciones de la hoy denominada Campia Sur por parte de los maestros, en
particular de los docentes de las escuelas auxiliares, que fue un magisterio muy
inestable por tres motivos: la renuncia de maestros a algunas plazas poco apetecibles;
caso excepcional Higuera de Llerena, donde cuatro de los siete docentes nombrados
por el Rectorado no tomaron posesin de su plaza y dos de ellos fueron trasladados
al ao siguiente, mientras que otro docente falleci un ao despus. O Casas de
Reina, a cuya escuela elemental de nios no se presentaron docentes entre 1896 y
1901; de este municipio tenemos la siguiente informacin
23
:
que exiga la Ley frente a las 401 que existan. Por otro lado, la denominada Ley Moyano de 1857 (artculos 100 a
102), estableca la siguiente progresin de escuelas por poblacin: 500 habitantes, una escuela de nios y otra de
nias; 2.000 habitantes, dos de cada sexo: 4000 habitantes, tres de cada sexo, aumentando una escuela de cada
sexo por cada 2.000 habitantes ms. Como se desprende de este estudio no se hizo cumplir la ley en ninguna
localidad.
23
Lg. informativo sobre las escuelas de nios, AUS, lg. 1.834. Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de
nios 1850-1912 (1).
24
AUS, Legajo 1834. Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nios 1850-1912 (1). Advirtase que la
situacin econmica de la provincia en materia educativa era de las peores del pas ya que en 1893 era la segunda
provincia a nivel nacional con mayor deuda al distrito universitario en esta materia 230.076,11 pesetas, La
instruccin primaria extremea en el trnsito del siglo XIX al XX, op. cit., p. 907.
En total, no se presentaron 25 docentes (20 en escuelas de nios y 5 en escuelas
de nias). Otro motivo fue el escaso tiempo que permanecieron los docentes en
estas poblaciones, pues se registra un alto nmero de maestros que concursaron
para obtener otro destino. Unido todo ello al elevado nmero de fallecimientos de
docentes en el periodo, dado el envejecimiento del profesorado, verbigracia, Granja
de Torrehermosa, donde todos los maestros murieron en servicio. En total hubo 26
fallecidos, 13 mujeres y 13 hombres de ms de 200 maestros. Una de las
consecuencias de este hecho, junto a las ya enumeradas, fue la persistencia de los
municipios por conseguir a maestros residentes en las poblaciones para de este
modo paliar la falta de inters de las poblaciones para maestros de otras partes del
pas.
En materia econmica no se aprecian apenas cambios, excepto la necesaria
subida de los salarios, aunque no fue homognea, sino que atendi en cada poblacin
a unas circunstancias distintas. En particular a Fuente del Arco lleg en 1896 un
maestro procedente de Llera porque este pueblo no pagaba el sueldo del maestro,
y otro de Benquerencia de la Serena en 1896 por el mismo motivo
24
, basta ver la
siguiente tabla sobre las escuelas elementales de nios en Fuente del Arco.
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Por otro lado, la posibilidad de cursar estudios superiores para los habitantes del
Partido Judicial de Llerena en esta poca fue una posibilidad al alcance de una
minora. Si bien, la escasez de recursos econmicos de la poblacin no permita a
sus hijos la formacin en el bachillerato, la ausencia de escuelas superiores de
ambos sexos era otra causa que dificultaba dicho hecho. nicamente existan escuelas
privadas, denominadas como ctedras de latinidad, localizadas en exclusivo en Llerena
y Azuaga, a las que debieron asistir varones procedentes de familias acomodadas.
El conjunto de escuelas localizadas han sido unitarias divididas por sexos, salvo
las escuelas mixtas que existieron en en Azuaga y Granja de Torrehermosa. Respecto
a las escuelas de La Cardenchosa, mostradas ms arriba, nos llama la atencin
su tarda aparicin, 1872, as como el hecho de que no se mantuviera en vigor nada
ms que por el nombramiento del maestro Francisco Sanz. Por su parte, la escuela
mixta de Granja de Torrehermosa, perteneciente a La Aldea de los Rubios, se
cre an ms tarde, 1894, pero cont con un mayor nmero de docentes como
muestra el cuadro incluido a continuacin
25
. Aunque la escasa dotacin econmica
que perciban los docentes de estas escuelas pudo ser una de las causas de las
dificultades que encontraron las fuerzas locales para cubrir estos puestos, por lo
que se duplic su salario de 250 reales a 500 en 1905.
25
AUS, Legajo 1835. Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-1912 (2).
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La instruccin primaria en el partido judicial de Llerena (1857-1900)
Por todo ello, podemos afirmar que la localidad de Granja de Torrehermosa fue
una de las poblaciones ms favorecidas en materia educativa pues la amplia oferta
educativa con que estaba dotada se compona de escuelas unitarias de nios y
nias, escuela de prvulos, junto a la citada escuela mixta.
Otra caracterstica comn en todo el Partido Judicial es la organizacin del sistema
educativo, en la que apreciamos que los organismos que nombraban a los docentes
fueron siempre similares. De una parte, la mayora de los nombramientos procedan
del Rector universitario de Sevilla, o bien de la persona que le sucediese en el
puesto (Direccin General, Subsecretariado), lo que supone el 90 % de los
nombramientos
26
. De otra parte, existi un mnimo inters por parte de las fuerzas
locales, que pagaron de sus partidas presupuestarias los gastos ocasionados por
algunas de las escuelas existentes, como ocurri con las primerizas escuelas
femeninas de Azuaga, Campillo de Llerena, Casas de Reina, Granja de Torrehermosa,
Llerena, creadas por primera vez en el partido tras la Ley Moyano; las escuelas de
nios de Berlanga, Casas de Reina, Granja de Torrehermosa, Llerena, Puebla del
Maestre, Trasierra, Valencia de las Torres; las escuelas mixtas de La Cardenchosa:
o las escuelas de prvulos de Berlanga, Granja de Torrehermosa y Maguilla.
Para terminar, queremos indicar que una de las localidades ms conflictivas fue
Llera, donde los docentes fueron abandonados por las fuerzas pblicas
27
, segn
muestra el impago de salarios de los maestros encargados de dicha localidad, lo
que supuso su traslado a otras poblaciones cercanas, en particular a Fuente del
Arco.
BIBLIOGRAFA
Fuentes primarias:
Archivo Universitario de Sevilla:
Lg. 1.834: Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nios 1850-
1912.
Lg. 1.835: Libros de turnos de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-
1912.
Lg. 1.462: Expedientes de aperturas y funcionamiento de escuelas privadas en la
provincia de Badajoz desde 1907 a 1928.
Lg. 1.463: Apertura de funcionamiento de colegios privados de primera enseanza
en la provincia de Badajoz desde 1902 a 1907.
Lg. 1.827: Libros de turnos escuelas de prvulos de la provincia de Badajoz 1848-
1912.
Archivo Municipal de Llerena:
Lg. 508/9. Colegio Pblico Surez Somonte. Expedientes de Centros Escolares.
1926(2).
26
Solamente hemos encontrado un nombramiento realizado por la Junta provincial de primera enseanza, corres-
pondiente a la maestra de la escuela de nias de Maguilla, Martina Prez en 1868. AUS, lg. 1.835: Libros de turnos
de provisin de maestros. Escuelas de nias 1850-1912 (1).
27
Del continuo abandono en que tuvieron los gobiernos locales a los maestros de primeras letras da buena cuenta
acerca de la escuela de Mrida PULIDO ROMERO, M.. La Escuela Pblica Emeritense en el siglo XIX, Mrida, UNED,
1985, pp. 54-55.
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Fuentes secundarias:
ALEJO MONTES, J.; MARTN MARN, B. y CALVO POBLACIN, G.F. Los precedentes
de la educacin femenina en Espaa y Extremadura hasta el siglo XIX, I En-
cuentro sobre mujer y educacin en Extremadura, Mrida, Junta de Extremadura,
1998, pp. 21-29.
CORTS CORTS, F. La instruccin primaria extremea en el trnsito del siglo XIX
al XX, Revista de Estudios Extremeos, LIV-III, 1998, pp. 877-940.
Situacin educativa de la Extremadura Meridional en 1820, II Encuentro sobre
la Educacin en Extremadura, Mrida, Junta de Extremadura, 2000, pp. 93-114.
GUTIRREZ BARBA, A. La situacin de la enseanza de las primeras letras en el
sureste extremeo, desde mediados del siglo XVIII a mediados del siglo XIX,
Indito.
PULIDO ROMERO, M. La Escuela Pblica Emeritense en el siglo XIX, Mrida, UNED,
1985.
RODRGUEZ TEJADA, R.M. La mujer y la educacin especial en Extremadura, I
Encuentro sobre mujer y educacin en Extremadura, Mrida, Junta de
Extremadura, 1998, pp. 95-101.
SNCHEZ PASCUA, F. Captulos de la Historia de la Educacin en Extremadura,
Badajoz, UEX, 1998.
VALLECILLO TEODORO, M.. y NEZ PRIZ, J. Historia de la Educacin en Olivenza
(1800-2004), Mrida, Consejera de Educacin, Ciencia y Tecnologa, Junta de
Extremadura, 2005.
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UNA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA CUASIFRUSTRADA
EN LA PROVINCIA DE BADAJOZ DURANTE LA REPBLICA:
LA HUELGA CAMPESINA DE 1934
AN ALMOST FRUSTRATED REVOLUTI ONARY EXPERI ENCE I N THE
PROVI NCE OF BADAJ OZ DURI NG THE REPUBLI C: THE PEASANTS
STRI KE OF 1934
Antonio Manuel Barragn-Lancharro
Av. Ramn y Cajal, 3
06260 MONESTERIO (Badajoz)
[email protected]
http://historiademonesterio.blogspt.com
RESUMEN: Tras el desastre electoral de las izquierdas en las Elecciones Ge-
nerales de 1933, los partidos y sindicatos socialistas radicalizaron sus discursos
y se lanzaron adems hacia la revolucin. En 1934, la Federacin Espaola de
Trabajadores de la Tierra, la rama agrcola de la UGT, decidi desafiar al Gobier-
no de Ricardo Samper (Republicano Radical) y promovi una huelga general. Se
convoc para el cinco de junio, en plena poca de siega. A pesar de ser prohibi-
da por el Gobierno, numerosas filiales de la provincia de Badajoz secundaron la
huelga entre coacciones y destruccin de cosechas. Este pulso al Gobierno no
fue ms que un ejercicio de gimnasia revolucionaria que nuevamente se demos-
tr en los primeros meses de 1936.
ABSTRACT: After the electoral disaster of the leftist parties in the General
Elections of 1933, the socialist parties and unions radicalized their discourses
and launched themselves towards the revolution. In 1934, the Federation of
Workers of the Land (Federacion Espaola de Trabajadores de la Tierra), the
agrarian branch of the Workers General Union (UGT), decided to challenge the
government of Ricardo Samper (a radical republican) and promoted a general
strike. It was summoned for June 5, right in the middle of the harvest season.
Despite being prohibited by the government, numerous branches from the
province of Badajoz supported the strike using coercions and destroying harvests.
This challenge to the government was but a mere exercise of revolutionary
experiment which was newly shown in the first months of 1936.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 389 - 408
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
I. INTRODUCCIN
El 5 de junio de 1934 se inici quizs la ms importante huelga del agro
espaol. Este episodio no signific en su conjunto un estrepitoso fracaso.
Este argumento negativo surgi en ese mismo momento desde el seno del
Partido Socialista. Desde los primeros momentos organizativos existi una
gran oposicin en aqul. Especialmente encabez este enfoque Francisco Largo
Caballero. No hubiera sido de esta manera si no fuese porque el Partido Socialista
estaba preparando un golpe revolucionario de ms alcance, que se desencaden en
octubre de 1934. En referencia a ste, Juan Simen Vidarte dijo que Largo Caballero
se mostr enemigo de todas estas huelgas porque debilitaban a las organizaciones
obreras y agotaban sus fuerzas econmicas, tan necesarias para la insurreccin.
Sin embargo, no consigui que su opinin prevaleciese
1
.
Claro est, la insurreccin era el movimiento revolucionario de octubre,
considerado durante dcadas como espontneo. Estaba organizado con unas
meticulosas instrucciones que eran enviadas a comits provinciales; stos instruan
verbalmente a los locales para evitar ser descubiertos
2
. La nota 54 conclua de esta
forma: nadie espere triunfar en un da en un movimiento que tiene todos los
caracteres de una guerra civil. Sin embargo, de nada sirvieron los argumentos
disuasorios de Largo Caballero con Ricardo Zabalza, lder de la Federacin Espaola
de Trabajadores de la Tierra. Vidarte fue testigo de un dilogo entre estos dos
dirigentes obreros: Le insisti [Largo Caballero] en que evitara la huelga, puesto
que supondra una catstrofe no slo para los trabajadores, sino para los planes
ulteriores del Partido. Zabalza no se dej de convencer, y el 24 de mayo present
los oficios de huelga.
Todos estos hechos se enmarcaron en un proceso que ha sido descrito as por S.
G. Payne: A finales de 1933 un creciente sector de los socialistas haba empezado
a adherirse por primera vez a lo que denominaran bolchevizacin
3
. Es ms, en la
Comisin Ejecutiva de la UGT del 14 de junio de 1934 se hizo esta observacin: Es
curioso y conveniente destacar el hecho de que todas o casi todas (las organizaciones
sindicales) hayan credo que esta huelga constitua la iniciacin de un movimiento
revolucionario. A esta anotacin, el profesor Macarro Vera ha considerado que el
discurso de los lderes socialistas, as como el de su prensa, hablaba de revolucin
todos los das, los dirigentes locales lo difundan con llamadas cada vez ms ardorosas,
y nadie desautoriz pblicamente la preparacin de la mayor huelga campesina,
sino todo lo contrario
4
.
Prueba de que se hallaban estas organizaciones en un proceso revolucionario es
que existan unos cauces legales para dirimir estas diferencias: La Ley de Jurados
Mixtos de 27 de noviembre de 1931, la Ley de Colocacin Obrera, tambin promulgada
el 27 de noviembre (desarrollada en el Reglamento de 6 de agosto de 1932) o la Ley
de Asociaciones Profesionales de 8 de abril de 1932, entre otras. Inspiradas todas
por el Ministro de Trabajo Largo Caballero, slo eran cumplidas por las organizaciones
socialistas cuando estaban en el poder. En la oposicin, sus preceptos no eran
respetados. De esta forma, el artculo 44 de la Ley de Jurados Mixtos deca que las
1
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J.S. El Bienio Negro y la insurreccin de Asturias. Testimonio del entonces Vicesecretario y
Secretario del PSOE, Barcelona, Grijalbo, 1978, p. 151.
2
LARGO CABALLERO, F. Escritos de la Repblica. Notas histricas de la Guerra en Espaa, Madrid, Editorial Pablo
Iglesias, 1985, pp. 93-100.
3
PAYNE, S.G. Unin Sovitica, comunismo y revolucin en Espaa (1931-1939), Barcelona, Plaza-Jans, 2003, p. 66.
4
MACARRO VERA, J.M. Socialismo, Repblica y revolucin en Andaluca (1931-1936), Sevilla, Secretariado de Publica-
ciones de la Universidad de Sevilla, 2000, p. 357. Cfr. MACARRO VERA, J.M. La huelga campesina de 1934 en la
prctica sindical de la UGT de Andaluca, Revista de Historia Contempornea, 5, Sevilla, 1991.
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asociaciones legalmente constituidas que promoviesen huelgas o paros, en los que
no se respeten las disposiciones de la presente ley, no aceptando la conciliacin
obligatoria o vulnerando violentamente los laudos arbitrales acordados, incurrirn
en las responsabilidades que en la Ley de Asociaciones Profesionales se consignan.
Esta tctica nada tena que ver con la reivindicacin de mejoras laborales,
circunstancia en la que se haba avanzado en los aos anteriores. La opinin de
Santos Juli es que de hecho, inmediatamente que perdieron su posicin en el
Gobierno, los dirigentes de la UGT adoptaron a su vez la prctica de la huelga
general revolucionaria cuyo objetivo manifiesto no era ya la simple obtencin de
mejoras para la clase obrera, sino la destruccin de la Repblica y la toma del
poder
5
. Segn Edward Malefakis, desde febrero de 1934 la FNTT, mientras tanto
haba cado bajo una direccin ms extremista, lanzaba declaraciones
semirrevolucionarias
6
. En Montijo aparecieron en la maana del 7 de junio pasquines
en papel rojo con este texto: Viva la huelga revolucionaria! (Hoy, 8 de junio de
1934). Gutirrez Casal ha extrado de las sentencias de la Audiencia Provincial de
Badajoz otras frases de similar tenor:
Durante los das que dur la huelga de campesinos, los acontecimientos
tumultuarios, ocurridos en diversas localidades, dieron lugar a varias detencio-
nes tipificadas como desorden pblico. En la localidad de Zafra fueron deteni-
dos varios individuos por dar gritos de Viva la revolucin social!, Viva la
Juventud Socialista!, La revolucin ha triunfado!. En la localidad de Barcarrota
fue detenido Jos Hernndez Mulero y varios ms por escribir letreros en las
fachadas que decan: Trabajadores: Un grito glorioso a la revolucin, hay
que romper las cadenas que oprimen al trabajador, abajo el clero y las damas
catequistas
7
.
En esos primeros meses de 1934 estaba declarado el Estado de Alarma para
intentar sujetar el orden pblico. A finales de mayo se prorrog esta circunstancia
segn un acuerdo del Consejo de Ministros
8
. La Ley de 28 de julio de 1933 contena
medidas expeditivas para la restauracin del Orden Pblico. El Estado de Alarma -
segn el artculo 38- proporcionaba a la autoridad gubernativa diversos instrumentos:
Prohibicin de grupos de toda clase en vas pblicas, y que no siendo obedecida [la
autoridad] despus de dar tres toques de atencin, har uso de la fuerza al efecto
de restablecer la normalidad. No ser necesaria la intimacin cuando la fuerza fuere
agredida. Tambin poda detener a cualquier persona si con ello se conservaba el
orden (Art. 40). En la vigencia del Estado de Alarma, la Audiencia Provincial se
constitua en Tribunal de Urgencia y era competente para los delitos contra el orden
pblico.
A pesar de que fue declarada ilegal la huelga por el Gobierno, las organizaciones
socialistas desafiaron a las autoridades. En numerosas localidades se prolong durante
algunos das el paro por las coacciones vertidas por las casas del pueblo. Esto
demuestra el alcance de esta experiencia revolucionaria, y que el pretexto de la
huelga era slo el mascarn de proa. Sin embargo, jugaron en su contra varios
factores: El rechazo de gran parte del campesinado por tratarse de la poca de
trabajo ms importante, y por la reaccin del Gobierno. En opinin de Santos Juli,
5
JULI DAZ, S. La experiencia del poder: La izquierda republicana, 1931-1933, en TOWNSON (Ed.), El
republicanismo en Espaa (1830-1977), Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 181.
6
MALEFAKIS, E. Reforma agraria y revolucin campesina en la Espaa del siglo XX, Barcelona, Ariel, 1970, p. 376.
7
GUTIRREZ CASAL, J.L. La Segunda Repblica en Badajoz, Badajoz, Universitas Editorial, 1998, p. 223.
8
Boletn Oficial de la Provincia de Badajoz (en adelante BOPB), 26 de mayo de 1934. Don Jos Carlos de Luna Snchez,
Gobernador Civil de esta provincia, hago saber que en Consejo de Ministros ha sido acordada la prrroga del
Estado de Alarma en todo el territorio de la Repblica. Lo que se hace pblico en este peridico oficial para
general conocimiento. Badajoz, 26 de mayo de 1934. Jos Carlos de Luna.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
las huelgas generales, campesinas y urbanas, que se sucedieron como nunca en la
primavera y verano de 1934 fueron interpretadas por los dirigentes nacionales de la
UGT como un gasto intil de energas
9
. No obstante, esta experiencia revolucionaria
fue un ensayo y se limaron las imperfecciones; justo dos aos despus, rehechas
estas organizaciones sindicales pacenses, estaban otra vez a punto para llevar a
cabo sus objetivos revolucionarios.
II. FUNDAMENTOS Y PREPARACIN DE LA HUELGA CAMPESINA
La huelga campesina fue organizada al son de los preparativos del movimiento
socialista que eclosion en octubre de 1934. Largo Caballero aleg que supuso un
error de clculo y caus no pocas fricciones en la UGT. Por supuesto, produjo graves
contratiempos al movimiento socialista ya citado, cuyo objetivo era tomar el poder
constituido por medio de la violencia. As, el llamado Lenin Espaol dijo que la
Federacin Espaola de Trabajadores de la Tierra haba declarado una huelga general
de agricultores contra el criterio de la UGT, por considerarla perjudicial para el
movimiento que se estaba preparando
10
. Segn Malefakis, la opinin, tan
generalizada, de que los socialistas se vieron arrastrados hacia actitudes
revolucionarias porque la poltica reaccionaria de los nuevos gobiernos Lerroux redujo
a los obreros a una tal miseria que no les dej ms alternativa que devolver golpe
por golpe es incorrecta. La radicalizacin del movimiento socialista se inici con
anterioridad a la subida de Lerroux al poder; la poltica de sus gobiernos no fue de
ningn modo tan negra como ha sido pintada
11
.
Siguiendo esta opinin y los datos disponibles, la Comisin Nacional del Partido
Socialista celebrada el 18 y 19 de septiembre de 1933 -dos meses antes de las
Elecciones Generales- acord defender la Repblica contra la agresin reaccionaria.
Varios das despus de celebrados los comicios, y siendo patente el reducido respaldo
electoral al Partido Socialista, se plante en su rgano directivo del 26 de noviembre
una accin ofensiva contra los futuros gobiernos de derecha si stos pretendan
una restauracin monrquica o la implantacin de un rgimen fascista
12
. Sobre
este particular, Salvador de Madariaga -desde el exilio- afirm que esta era una
tesis falsa: El argumento de que Gil Robles intentaba destruir la Constitucin para
instaurar el fascismo era a la vez hipcrita y falso. Hipcrita porque todo el mundo
saba que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los dems a una
rebelin contra la Constitucin
13
. Opiniones similares haban expuesto en los rganos
de la UGT Julin Besteiro, Trifn Gmez y Andrs Saborit: La victoria del centro y la
derecha no significaba regresin social, pues se haba producido una terrible coalicin
contra nosotros, no contra la Repblica
14
.
La huelga de junio de 1934 se concibi tambin como un pulso contra el Gobierno
del Partido Republicano Radical. As lo manifest en el Congreso de los Diputados
Rafael Salazar Alonso -Ministro de la Gobernacin- el 29 de mayo de 1934. Tambin
haba sido el veredicto de Vidarte: El odio contra el Gobierno era tan grande que la
9
JULI DAZ, S. Preparados para cuando la ocasin se presente: Los socialistas y la revolucin, en JULI DAZ,
S. (Dir.) Violencia poltica en la Espaa del siglo XX, Madrid, Taurus, 2000, p. 180.
10
LARGO CABALLERO, F. Escritos de la Repblica. Notas histricas de la Guerra en Espaa, Madrid, Editorial Pablo
Iglesias, 1985, p. 84.
11
MALEFAKIS, E. Reforma agraria y revolucin campesina..., p. 377.
12
MARTN NJERA, A. Segunda Repblica. El Grupo Parlamentario Socialista, Madrid, Fundacin Pablo Iglesias, 2000, vol.
I, pp. 467 y ss. Archivo Histrico del PSOE, Actas CN PSOE 18-19 septiembre y 26 de noviembre de 1933.
13
MADARIAGA ROJO, S. (DE) Espaa. Ensayo de Historia Contempornea, Madrid, Espasa-Calpe, 1979, p. 362.
14
MARTN NJERA, A. Segunda Repblica. El Grupo, p. 468.
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clase obrera estaba deseosa de lanzarse a la calle
15
. En esa sesin de las Cortes se
ratificaron unas medidas del Gabinete Samper que declararon la cosecha de ese
ao Servicio Pblico Nacional. Salazar quizs no tuvo en cuenta que las
reivindicaciones no eran ms que la coartada para la demostracin de fuerza de las
organizaciones sindicales socialistas. Lo que evidenciaron los acontecimientos fue
que la FETT y su entramado sindical protagonizaron uno de los desafos ms graves
a la estabilidad institucional de la Repblica. Las reclamaciones que present la
FETT como coartada eran las habituales que siempre se hacan, pero que cuando
estaban en el poder sus afines no las materializaban casi nunca:
1 Cumplimiento de las bases de trabajo y la legislacin social. Queremos
que antes del 31 de mayo todas las bases rurales recurridas en el Ministerio
queden despachadas. Salario mnimo agrcola en todos los lugares que carezcan
de bases. Cada localidad tendr una comisin mixta inspectora. Las infracciones
se castigarn fulminantemente con crecidas multas para las Cajas del paro, y se
impondrn arrestos gubernativos a los reincidentes. 2 Obligatoriedad del servi-
cio de colocacin. Turno riguroso. Nadie debe ser boicoteado por sus opiniones.
El trabajo se repartir equitativamente entre todos los que figuren en el censo
profesional agrcola de cada Registro de Colocacin. 3 Reglamentacin del em-
pleo de mquinas y forasteros, llegando a la prohibicin absoluta all donde haya
escasez de trabajo o exceso de brazos. stos se distribuirn siempre por medio
de los servicios provinciales de colocacin y a tarifas de base. Se prohibirn las
mquinas en tanto no haya seguridad de dar un mnimo de cuarenta jornales a
cada segador del censo provincial. 4 Medidas efectivas e inmediatas contra el
paro. 5 Efectividad de la Ley de Arrendamientos colectivos por medio de los
Jurados Mixtos de la Propiedad Rstica. 6 Se facultar al Instituto de Reforma
Agraria para incautarse temporalmente, y cederlas en arrendamiento colectivo a
los campesinos, de las tierras del inventario que no necesite inmediatamente
para asentamientos. 7 Reconocimiento del derecho a barbechar a todos los
beneficiados por la intensificacin de cultivos. 8 Que se efecten antes de oto-
o todos los asentamientos acordados. 9 El crdito agrcola debe habilitar un
fondo especial para crditos anuales a las colectividades arrendatarias campesi-
nas. 10 Rescate de bienes comunales
16
.
Adems, La FETT persisti en la defensa de una legislacin tan antisocial como la
que representaba el Decreto de trminos municipales. ste produjo en los aos
anteriores no pocos conflictos por el hambre que en la prctica caus. Tambin se
puso en peligro la produccin agrcola en un ao de cosechas abundantes en
comparacin con otros ejercicios. En la sesin de las Cortes ya citada del 29 de
mayo, el Ministro de la Gobernacin seal que se puede declarar la huelga frente
al patrono que no cumpla las bases, pero las cosas que caigan fuera del contrato de
trabajo que se refieren al Gobierno o a las Cortes, no pueden ser resueltas por los
jurados mixtos. Nos hallamos ante una huelga en la que los patronos no pueden
convenir acuerdos ante peticiones de obreros, ni los jurados mixtos pueden hacer
nada. La huelga va directamente contra el Poder Pblico: Ataca a los patronos que
cumplen igual que a los que no cumplen. Todo porque se ha derogado la Ley de
Trminos, porque no se ha dado la Ley de Bienes Comunales
17
.
En cuanto a las Bases de Trabajo vigentes en mayo de 1934 eran dos en ese
momento en la provincia pacense: La de los Jurados Mixtos de Trabajo Rural de
Badajoz y Don Benito. Ambos Jurados fueron creados en 1931. El primero estuvo
originariamente en Olivenza, y en 1933 fue trasladado a Badajoz, y agrupaba los
15
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J. S. El Bienio Negro y la insurreccin, p. 151.
16
RODRGUEZ HERMOSELL, J.I. Movimiento obrero en Barcarrota: Jos Sosa Hormigo: Diputado campesino, Badajoz,
Asamblea de Extremadura, 2005, p. 93.
17
Hoy (Badajoz), 31 de mayo de 1934.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
Partidos Judiciales de Alburquerque, Almendralejo, Badajoz, Fregenal de la Sierra,
Fuente de Cantos, Jerez de los Caballeros, Mrida, Olivenza y Zafra. El de Don
Benito congregaba a los Partidos Judiciales de Castuera, Don Benito, Herrera del
Duque, Llerena, Puebla de Alcocer, y Villanueva de la Serena. Las Bases del primero
se acordaron en Olivenza
18
el 28 de noviembre de 1932 y se prorrogaron en 1933
hasta noviembre del ao siguiente
19
. Las Bases de Don Benito
20
fueron acordadas el
28 de marzo de 1934 y estaban recurridas por lo que respectaba a la superficie
asignada a la siega por mquinas.
Los jornales segn las Bases de Don Benito eran los siguientes: Segadores, 10
pesetas, y segadores y arrancadores de garbanzos y semillas, excepto las habas,
que se consideran como el trigo, 7,50 pesetas; servidores de mquinas segadoras,
8 pesetas; alimentadores de trilladoras de primera clase, 7 pesetas; alimentadores
de trilladoras de segunda clase, 5,50 pesetas; auxiliares de trilladoras, 4,50 pesetas;
Los de Badajoz, los segadores, 9,75 pesetas, y segadores y arrancadores de garbanzo
y semillas, 8 pesetas; servidores de mquinas segadoras, 10 pesetas; alimentadores
de trilladoras de primera clase, 9 pesetas; alimentadores de trilladoras de segunda
clase, 7,50 pesetas; auxiliares de trilladoras de primera clase, 8,50; auxiliares de
trilladores de segunda clase, quedan libre de contratacin. Los jornales eran
ligeramente similares, aunque ms bajos los del Jurado de Don Benito que el de
Badajoz.
En localidades importantes como Llerena Accin Popular y Agraria encomend a
sus asociados el respeto a estos laudos laborales. As lo expuso Jos Mara Lepe de
la Cmara en una reunin celebrada por esa agrupacin el 26 de mayo de 1934:
El vicepresidente del partido local, seor Lepe, les comunic los acuerdos
adoptados por el comit provincial relativos a la prxima siega. Les expuso el
seor Lepe el criterio del comit provincial de que no se pagarn jornales inferio-
res a los establecidos en las bases de trabajo, y les invit para que denunciarn
cualquier infraccin a estas bases. Los asistente acogieron con agrado las mani-
festaciones del seor Lepe (Hoy, 29 de mayo de 1934).
Sin embargo, las coacciones de la Casa del Pueblo de Llerena eran ya continuas:
Se vienen sucediendo frecuentes coacciones en los trabajos agrcolas de
este pueblo. Ayer fue la ltima vez que un grupo de seis u ochos individuos
coaccion a una cuadrilla compuesta por unos veinte que se vieron obligados a
abandonar el trabajo (Hoy, 30 de mayo de 1934).
En ambas bases se reconocieron a los campesinos importantes prerrogativas
laborales, y por supuesto, estaban vigentes en ese momento. Adems, justo en
mayo comenzaba la poca del ao en que ms trabajo exista y ms dinero se poda
ganar. En no pocas localidades el sueldo estaba por encima de lo convenido en las
Bases de Trabajo. As, en Nogales los jornales que se estaban pagando das antes
de dar principio la huelga, por jornadas de siete horas, y siete y media, eran de 12,
13 y 14 pesetas (Hoy, 8 de junio de 1934). Hasta tal extremo lleg que incluso se
negaron los obreros de Talavera a trabajar en una finca incautada por el IRA:
Hay en Talavera la Real una finca de las incautadas por el Instituto de
Reforma Agraria, en la que se hallan aposentados unos 200 obreros que, hasta
ahora, pasivamente, siguen sin segar la cosecha, y como no se puede permitir ni
que se pierda la cosecha n que se lesionen los intereses del Instituto de Reforma
Agraria, que aport el dinero para la siembra, se espera que dicho organismo d
18
BOPB, 29 de noviembre de 1932.
19
BOPB, 11 de octubre de 1933.
20
BOPB, 13 de abril de 1934.
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un corto plazo para que se verifique la siega, a la terminacin del cual, si no se
ha verificado, se sobreentender que los aposentados renuncian a sus derechos
y el Instituto proceder en consecuencia a la siega y recoleccin de esas mieses,
perfectamente amparado por la fuerza pblica (Hoy, 12 de junio de 1934).
III. PRIMERA FASE: LOS OFICIOS DE HUELGA Y SU PROHIBICIN POR EL
GOBIERNO
En la ltima semana de mayo de 1934, la FETT -a travs de sus secretariados
provinciales- haba distribuido unos impresos con unos espacios en blanco reservados
para indicar los datos de la organizacin sindical local. Segn Macarro Vera los
oficios de huelga, con formatos establecidos que slo haba que rellenar, comenzaron
a presentarse en las provincias con las mismas peticiones, que, por ello, poco tenan
que ver con las necesidades laborales especficas de cada una, y s mucho con los
objetivos polticos de la FETT; mxime cuando las peticiones no se plantearon a las
patronales sino al Gobierno, del que se reclamaban medidas de poltica general
21
.
Los documentos eran remitidos a los alcaldes para tramitarlos despus al Gobierno
Civil. El texto de aqullos era del siguiente tenor:
Seor: Los que suscriben, como presidente y secretario de la Sociedad de
Agricultores El Renacimiento, y domiciliada en Barcarrota, calle Olivo nm, 4,
tienen el honor de poner en su conocimiento que hemos acordado declarar la
huelga general de nuestro gremio de trabajadores de la tierra en este pueblo a
partir del 5 de junio de 1934, a las seis de la maana, por las causas y reivindi-
caciones expresadas en el certificado de acta que acompaamos. Viva usted
muchos aos. Barcarrota a 23 de mayo de 1934. V B, Jos Snchez. El Secre-
tario, Jos Sosa [sello de estampilla: Sociedad Obrera El Renacimiento. Casa
del Pueblo. Barcarrota (Badajoz)]. Seor Alcalde Presidente del M. I. Ayunta-
miento de Barcarrota
22
.
En Fregenal de la Sierra, el Alcalde deneg -basndose en la Ley de Orden
Pblico- el permiso para reunirse el 23 de mayo los asociados de la Casa del Pueblo
(Hoy, 27 de mayo de 1934). Dos das ms tarde, este rotativo inform que el da
25 fue presentado por la Casa del Pueblo en esta Alcalda el oficio declarando la
huelga de campesinos para el prximo da 5 de junio; es de notar que dicho oficio es
impreso como el que se viene presentando en todos los pueblos y que en l no se
especifican ni las causas ni los fines perseguidos con la proyectada huelga, que
segn nuestras referencias ha sido declarada ilegal. Las organizaciones sindicales
no eran ms que la correa de transmisin de la Federacin Espaola de Trabajadores
de la Tierra, y actuaban adems como vanguardia de choque.
A finales de mayo, el Gobierno de la Nacin haba declarado ilegal la huelga. Sin
embargo, hasta ese momento se publicaron en varias localidades bandos de este
carcter como ste de Lobn:
De orden del seor Alcalde y ordenado por el seor Gobernador Civil de la
Provincia y el seor Delegado Provincial del Trabajo, se hace saber: Que en vista
del oficio de huelga presentado para el da 5 del prximo mes de junio por la
Casa del Pueblo, de esta villa, queda garantizada la libertad de trabajo, proce-
diendo a la detencin de los que por cualquier medio ejerzan coacciones; los
cuales sern considerados como perturbadores de la paz pblica, ponindolos a
disposicin del Tribunal de Urgencia, esperando esta Alcalda la mayor cordura y
sensatez, al objeto de evitar medidas extremas que seran el primero en lamen-
tar. Lo que se hace pblico para general conocimiento (Hoy, 30 de mayo de 1934).
21
MACARRO VERA, J.M. Socialismo, Repblica y revolucin en Andaluca..., p. 349.
22
RODRGUEZ HERMOSELL, J.I. Movimiento obrero en Bancarrota, p. 91.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
Para sortear inevitables actos de violencia de los huelguistas contra la propiedad
agraria, el Gobierno de Ricardo Samper aprob a fines de mayo de 1934 dos decretos.
El primero declar la cosecha de 1934 como Servicio Pblico Nacional, medida
que ya haban pedido los socialistas de Jan en 1932 para vencer la resistencia de
los patronos
23
. Como ya no convena el asunto como en 1932, la Minora Socialista
en el Congreso de los Diputados present una proposicin contraria: Examinado el
Decreto del Ministerio de la Gobernacin sobre la represin de la anunciada huelga
campesina, las Cortes deben de pronunciarse por su falta de vigencia, por
incompatible con las leyes, solicitando, en cambio, las medidas de justicia social
conforme con stas, que puedan constituir el contenido de las peticiones obreras
origen del conflicto
24
. El texto del Decreto era ste:
Entre los diversos fines que al Estado estn atribuidos, ninguno supera en
el orden material al de proteger y fomentar la riqueza del pas. El exponente
ms autntico de esta riqueza se haya en el volumen e importancia de los pro-
ductos de la tierra que, merced principalmente al esfuerzo del pueblo trabajador,
se recolectan anualmente.
Esa recoleccin constituye, para el obrero, trabajo remunerador en el vera-
no y posibilidad de sosiego en el invierno; para el patrono, recuperacin del
capital invertido, premio al esfuerzo realizado y estmulo para nuevas empresas;
para el comerciante, base de su actividad fecunda; para el industrial, materia
prima de su funcin transformadora; para el consumidor, normalidad en su me-
dio de vida; para la Hacienda Pblica, posibilidades crediticias, y para el pueblo
espaol, en su acepcin genrica, conservacin y fomento de la riqueza nacio-
nal, que es, en definitiva, base y sustento de su tranquilidad y de su vida.
Pues bien; si la recoleccin de la prxima cosecha, por las razones apunta-
das, representa una suprema manifestacin de inters pblico, es evidente que
las tareas que integran esa recoleccin constituyan modalidades ejemplares de
un fundamental servicio pblico nacional.
La declaracin de este servicio nacional tiende, pues, a librar de daos
irreparables a la economa nacional, cuya defensa pertenece a un orden superior
al de los singulares intereses de patronos u obreros, correspondiendo a todos
por igual reconocerla y acatarla, para que garantice a los segundos la paz de un
jornal seguro, fuera de los extravos a que puedan ser conducidos inconsciente o
maliciosamente, y para que impida toda clase de excesos egostas por parte de
los patronos que por su condicin estn llamados a dar ejemplo de respeto a la
ley.
Fundado en las consideraciones expuestas, de conformidad con el Consejo
de Ministros y a propuesta de su Presidente, vengo a decretar lo siguiente:
Artculo 1. Se declara servicio pblico nacional la recoleccin de la prxima
cosecha.
Artculo 2. Por los Ministerios de la Gobernacin, de Trabajo, Sanidad y
Previsin, y Agricultura, se dictarn las disposiciones necesarias para la ejecu-
cin y el cumplimiento de este Decreto.
Dado en Madrid a veintinueve de mayo de mil novecientos treinta y cuatro.
Niceto Alcal-Zamora y Torres. El Presidente del Consejo de Ministros, Ricardo
Samper Ibez (Gaceta de Madrid, 30 de mayo de 1934).
El segundo Decreto, del Ministerio de la Gobernacin, firmado por el Diputado
por Badajoz Rafael Salazar Alonso (Partido Republicano Radical) expona las medidas
de orden pblico. As, el artculo primero decret como ilegal cualquier tipo de
23
MACARRO VERA, J.M. Socialismo, Repblica y revolucin en Andaluca, p. 350.
24
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J.S. El Bienio Negro y la insurreccin, pp. 155 y ss.
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huelga: Declarado servicio pblico la recoleccin de la cosecha pendiente, quedan
prohibidos, a tenor del prrafo diez del artculo 28 de la Ley de 28 de julio de 1933,
todos los paros o huelgas que afecten a las labores de recoleccin que se produzcan
o intenten dentro del territorio nacional, ya resulten anunciados o no con anterioridad
al da de hoy, los cuales paros o huelgas tendrn el carcter de ilegales para todos
los efectos de dicha ley.
El artculo segundo de este Decreto de 29 de mayo se refera a las medidas
contra los patronos que vulnerasen los contratos de trabajo o alterasen los salarios:
Se considerarn incursos en las sanciones de la Ley de Orden Pblico -incluso las
de multa, detenciones, registros y cambio de domicilio-, que les sern impuestas
con todo rigor por la Autoridad gubernativa, sin perjuicio de que conozcan de las
infracciones, cuando proceda los Tribunales de Urgencia. El tercero prohiba cualquier
reunin, manifestacin o propaganda contra la recogida de la cosecha:
Los gobernadores civiles prohibirn o suspendern toda clase de reuniones,
manifestaciones y propagandas encaminadas de manera directa o indirecta a
impedir las labores de recoleccin normal de las cosechas pendientes o a susci-
tar o mantener huelgas que las perturben. De igual modo emplearn todas las
medidas que autorizan los captulos 2 y 3 de la Ley de 28 de julio de 1933 -
incluso las de multa, detenciones, registros y cambios de domicilio- contra los
que por actos directos o indirectos, positivos o negativos, o por medio de propa-
ganda, pretendiesen contribuir a la declaracin o mantenimiento de huelgas o
paros o incurran en cualquier infraccin de la Ley de Orden Pblico o de las
dems disposiciones concordantes; todo ello sin perjuicio de la actuacin, en su
caso, de los Tribunales de Urgencia.
Adems, el Fiscal General de la Repblica envi una circular a las Audiencias
Territoriales en la que conminaba a todos los fiscales a que obraran de acuerdo con
la legalidad. Se haca una clara referencia a previsibles atentados contra las cosechas.
El texto fue publicado en la primera plana del diario ms importante de la provincia:
Habindose declarado servicio pblico nacional la recoleccin de la cosecha
pendiente, y prohibido, conforme al nmero 10 del artculo 28 de la Ley de
Orden Pblico, todos los paros o huelgas que afecten a las labores de la recolec-
cin, es deber del Ministerio Fiscal ejercitar con especial celo sus funciones cuando
se realicen actos dirigidos a conseguir la cesacin de los mencionados trabajos
agrcolas, pues tales actos, ya sean imputables a los patronos ya a los obreros,
pueden ser constitutivos segn el modo de su realizacin, ya del delito de sedi-
cin que define el artculo 245 del Cdigo Penal, ya del delito de atentado a que
se refiere el nmero 1 del artculo 253 del mismo Cdigo, sin perjuicio de otros
que puedan ajustarse con aquellos hechos.
Deben, por tanto, los fiscales promover, cuando de oficio no se haya he-
cho, la formacin de los sumarios correspondientes, cuidando, por una inspec-
cin realizada del modo ms eficaz que sea posible, de que el procedimiento
tenga la rapidez que la Ley del Orden Pblico requiere a instar a los Salas de
Gobierno de las Territoriales cuando el nmero o importancia o relacin entre si
los diversos hechos delictivos lo requiera, el nombramiento de jueces especia-
les.
Espero que todos los funcionarios del Ministerio Fiscal pongan en el cumpli-
miento de esos deberes toda la inteligencia y laboriosidad que les caracteriza.
Tan pronto llegue a poder de V. E. la Gaceta en que se publique la presente
circular, se servir acusarme recibo telegrficamente. Madrid, 30 de mayo de
1934. Lorenzo Gallego
25
.
25
Hoy (Badajoz), 31 de mayo de 1934.
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IV. DEMOSTRACIN DE FUERZA POR LAS ORGANIZACIONES SINDICALES:
HUELGA, VIOLENCIA, COACCIONES Y ATENTADOS CONTRA LAS COSECHAS
A pesar de haber sido declarada ilegal la huelga convocada por la FETT, las
organizaciones socialistas locales ms importantes de la provincia decidieron desafiar
al Gobierno y llevar a cabo lo previsto. Comenz el 5 de junio una huelga que se
prolong das despus. Desde el Gobierno Civil y la Delegacin Provincial de Trabajo
se intent contrarrestar esta accin con diversas medidas. La ms destacada fue la
intervencin de la fuerza pblica en la proteccin de los trabajadores que optaron
por no secundar el paro. Cuadrillas de huelguistas se dedicaron a coaccionar a los
obreros e incluso se enfrentaron a la Guardia Civil. En Badajoz, y abusando de su
privilegiada posicin poltica, se iba a poner al frente de los huelguistas el Diputado
a Cortes socialista Rubio Heredia, por lo que fue obligado a abandonar la provincia
26
.
Vidarte ha dado esta versin de los hechos: Para evitar desmanes y controlar
aquel movimiento de incalculables consecuencias, salieron algunos Diputados del
partido a las provincias cerealistas. En Badajoz, el compaero Pedro Rubio Heredia,
conminado por el Gobernador Civil Luna para que abandonase la provincia, supo
burlar hbilmente una orden de detencin, y cuando termin la huelga, expuso ante
el Parlamento los atropellos de que fue vctima
27
. Sobre este particular, el historiador
G. Jackson escribi:
En los primeros das de la huelga de campesinos, al Diputado socialista por
Badajoz, Rubio Heredia, le orden el Gobernador Civil de la provincia que saliera
de su distrito electoral, siendo escoltado en su salida de la ciudad por la guardia
civil. Interpelado en las Cortes, Salazar Alonso indic que Rubio no haba sido
detenido, y prosigui diciendo que el Gobierno habra respaldado a la guardia
civil aunque lo hubiera detenido
28
.
A finales de mayo ya se registraron los primeros atentados contra las cosechas,
recogidas o no. En Fuente de Cantos el 29 de mayo fue denunciado el hecho de
que en las fincas Las Azorrillas y La Morata, de este trmino, un grupo de
individuos ha destrozado 500 y 400 gavillas de cebada. La Guardia Civil practica
pesquisa y se dice que se halla sobre una pista segura para detener a los autores de
este hecho que ha producido general indignacin. Ha llegado un capitn de la
Benemrita con varias parejas de Infantera y de Caballera de dicho instituto para
mantener el orden durante las faenas de la siega
29
. En esta localidad se desarroll
tambin en esos das una autntica actividad revolucionaria, y fue sin duda una de
las que la huelga se despleg con ms ahnco.
Existieron pueblos en los que apenas hubo incidencia. En Campanario como
est anunciado, hoy ha dado principio la huelga de campesinos. El pueblo tiene su
vida normal y en nada se conoce tal huelga, ya que todo transcurre con la mayor
tranquilidad. La mayor parte de los segadores han continuado haciendo su trabajo,
siendo muy escaso el nmero que se ha quedado en el pueblo para secundar la
huelga. Por la maana patrullaron por las calles de la poblacin algunas parejas de
la Guardia Civil, en evitacin de que hiciese algunas coacciones, pero por fortuna no
tuvieron que intervenir en nada. Como medida de prevencin se han concentrado
en este puesto varias parejas de referido Cuerpo, aunque hay la creencia de que no
llegar a alterarse el orden
30
.
26
GUTIRREZ CASAL, J. L. La Segunda Repblica..., p. 220.
27
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J. S. El Bienio Negro y la insurreccin, p. 158.
28
JACKSON, G. La Repblica Espaola y la Guerra Civil. Barcelona, Crtica, 1999, p. 135.
29
Hoy (Badajoz), 30 de mayo de 1934.
30
Hoy (Badajoz), 6 de junio de 1934.
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En Santa Marta de los Barros, el Segundo Teniente de Alcalde tom partido en el
asunto y public este bando el 4 de junio: Que con motivo de ser el da 5 la huelga
general, este da invita a los dueos de los establecimientos de bebidas a que stos
cierren sus puertas. El Alcalde de esta localidad, Francisco Romero Marn fue
suspendido en sus funciones por el Gobernador Civil por fomentar la huelga ilegal.
El origen de su separacin haba sido una reunin clandestina que presidi en Entrn
Bajo, y que haba sido denunciada por algunos de los asistentes a las autoridades
31
.
Sin embargo, los hechos ms graves tuvieron lugar en Alconchel, donde el
Comandante del Puesto de la Guardia Civil fue apualado cuando se percat de una
reunin clandestina. La fuerza pblica haba sido advertida hacia las cuatro de la
tarde de la concurrencia de unos veinte individuos en una cercana alameda. Los
reunidos estaban decidiendo los grupos que se desplazaran por el campo para
coaccionar en los tajos. Acompaado el Comandante de tres nmeros y llegado
hasta el lugar, se adelant para interrogar a los all presentes. Inmediatamente,
varios socialistas se abalanzaron con navajas sobre este agente y uno de ellos le
asest una pualada en el pecho. Adems, le arrebataron el fusil, que recuper al
instante. Fue auxiliado por los tres nmeros y estos hicieron fuego sobre los agresores.
Hubo cinco heridos graves: Laureano Prez Parra, Dionisio Domnguez (a) El
Negrete, Domingo Gmez Tinoco, Manuel Martnez Tinoco (a) El Caete, y Julin
Martnez Gomero (a) Julianito. Estos dos ltimos murieron a las pocas horas.
En la reunin estaban presentes Cipriano Palo Herrera, Alcalde socialista, Vicente
Garca Bravo, Juez Municipal y presidente de la Casa del Pueblo, Vicente Herrera
Daz, vicepresidente de la Juventud Socialista y concejal, Manuel Acosta Carrasco,
Eugenio Garca Piero, Antonia Acosta Carrasco, Jos Gonzlez Gil, Jos Moro Moreno
y Adelardo Saavedra Morales, Manuel Gonzlez Manzano, Manuel Garca Gordn,
Juan lvarez Rodrguez, Fermn Cordero Espacio, Justo Garca Gordn, y Florencio
Cerero Silva. stos seran juzgados por el Tribunal de Urgencia por coacciones. En
cambio, Fernando Berjano Melero, Francisco Calao Bolo, Aureliano Lpez Mulero,
Victoriano Garca Rodrguez y Adelardo Lpez Seco seran juzgados por el Fuero
Militar por agresin a la Guardia Civil.
Tras el ataque a la Benemrita, los socialistas exclamaron: Al cuartel, al cuartel!.
Por esta razn, la fuerza pblica -compuesta por el Comandante, Pedro Fernndez
Velasco, y los nmeros Cipriano Prez Amado, Juan Val Ochoa y Manuel Moral
Gonzlez- regres rpidamente al acuartelamiento. En ste se hallaban sus familias.
No obstante, no hubo ninguna agresin. La lnea telefnica de la poblacin fue
cortada por los socialistas. El Gobernador Civil suspendi en sus funciones al Alcalde,
y el Juez Instructor clausur la Casa del Pueblo. Por ltimo, el Juez de Instruccin
se present en el pueblo con toda la rapidez y junto con l vino el coche de la
ambulancia de la Cruz Roja, donde a eso de las once menos cuarto fueron trasladados
al Hospital Provincial de Badajoz dos de los heridos. Procedente de la capital lleg
un camin con veinticinco guardias civiles al mando del Comandante Pereita [Manuel
Pereita Vela]. Tambin vena el capitn seor Almendros que es quien instruye el
correspondiente sumario como Juez Instructor Militar
32
.
31
Ibdem: Nuestro ex Alcalde se marcha al vecino pueblo de Entrn Bajo y all celebra una clandestina reunin -a las
doce de la noche- con los cabecillas ms destacados de su ideario; pero no contaron con unos ciudadanos que
escucharon toda su no loable ni elocuente peroracin; stos pusieron en mano de las autoridades todo lo que en
ellas se dijo y por ese motivo el seor Gobernador ha suspendido al omnipotente Alcalde socialista.
32
Hoy (Badajoz), 6 de junio de 1934.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
En Montijo hoy ha comenzado la huelga de los obreros del campo. Tan solo se
ejercieron coacciones en un tajo de don Pedro del Viejo en las proximidades de San
Gregorio. En la poblacin reina absoluta tranquilidad, y se teme que maana ocurran
incidentes porque el da de hoy se ha considerado ms bien descanso de quincena,
los obreros se lamentan de que en la poca en que pueden ganar unos jornales se
vean impulsados a un movimiento que carece de ambiente y que nicamente por
disciplina tienen que secundar. Hay concentradas fuerzas de la Guardia Civil y Asalto
que prestan servicio en el campo y en la poblacin (Hoy, 6 de junio de 1934). En la
capital, Badajoz, fue detenido el jefe de los comunistas:
Anoche, aproximadamente a las ocho, ingres en la Comandancia de la
Guardia Civil, esposado y vigilado por el Teniente de la Lnea, seor Carracedo,
el Sargento de San Roque, seor Neira, y el Guardia Morales, el jefe de los
comunistas Luis Gonzlez. Segn nos manifiestan personas bien enteradas, el
Gobernador haba dado orden de detencin contra l en vista de que por la
maana la Benemrita haba detenido en una finca de nuestro trmino munici-
pal a Jos vila Nicols y Manuel Eusebio Castellano cuando ejercan coacciones
cerca de los trabajadores para que abandonasen las faenas del campo y se
sumarn a la huelga, y stos declararon que Luis Gonzlez les haba excitado en
mtines y conversaciones particulares a realizar tales hechos () Los referidos
agentes detuvieron tambin al significado comunista Severo Suero, que tam-
bin fue enviado al cuartel de la Guardia Civil (Hoy, 6 de junio de 1934).
El 5 de junio, el Gobernador Civil manifest a la prensa que en las tres cuartas
partes de la provincia la huelga ha fracasado y que en los puntos donde se han
abandonado las faenas de siega ha sido por las coacciones y amenazas de que han
sido objeto los segadores (Hoy, 6 de junio de 1934). Francisco Morales, Delegado
de Trabajo dijo que respecto a la huelga de campesinos declarada ayer en la
provincia, que en general tenda al fracaso, habindose notado su influencia en
escasos pueblos de la provincia, como lo demostraban los telegramas que los alcaldes
haban remitido. As, en Los Santos, Valencia del Ventoso, Don Benito, Fuente de
Cantos, Alange, San Vicente de Alcntara, Hornachos, Almendralejo, Puebla de la
Calzada, Montijo, Casas de Don Pedro, Talarrubias, Higuera de Vargas, Azuaga,
Fuentes de Len, Granja de Torrehermosa, Quintana de la Serena, Villalba de los
Barros, Campanario, Santa Marta, y Almendral la huelga era parcial. Mientras que
en Mrida, Olivenza y Barcarrota era total. Al da siguiente, 6 de junio, en los Partidos
Judiciales de Fuente de Cantos, Llerena y Olivenza la huelga era muy intensa.
En Fuente de Cantos un oficial de la Guardia Civil public este bando: Habindose
repartido en esta localidad unas hojas de octavilla excitando a la huelga de campesinos
anunciada para el da 5, por el presente bando hago saber: Que queda garantizada
la libertad del trabajo a todos los obreros que deseen acudir a l, esperando de la
sensatez de ellos sabrn evitar con su conducta la intervencin de la fuerza pblica
para el sostenimiento del orden y garanta de la libertad del trabajo en bien de la
Repblica y sus ciudadanos. Fuente de Cantos, 5 de junio de 1934. Fernando Ayape
(rubricado)
33
. En el da seis tampoco han acudido al trabajo, hacindose en la
poblacin la vida normal. El Alcalde public ayer un bando prohibiendo en casinos,
sociedades y bares la venta de bebidas alcohlicas. Tambin mand cerrar las
tabernas. Han sido detenidos y puestos a disposicin del seor Gobernador de la
Provincia los miembros que componen las directivas del grupo socialista y La Unin
(Hoy, 6 de junio de 1934). Adems, se produjeron atentados contra algunos
sembrados en esa localidad:
33
Hoy (Badajoz), 6 de junio de 1934.
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En el Cuartel de la Guardia Civil se ha presentado el vecino Dmaso Yerga
para denunciar que esta noche pasada le haban sido destrozadas ciento veinte
gavillas de cebada, con una prdida de cuarenta fanegas de mencionado cereal.
Dice Dmaso que antes de ayer estuvo segando con sus hijos y por eso conside-
ra este acto criminal como una venganza. Segn nos informan, tambin al obre-
ro panadero Antonio Porras Vzquez les han causado destrozos en una parte
que lleva en la finca Las Maeras. Le han sido destrozadas unos cuarenta
haces de cebadas. Creen que las causas obedecen al grave delito de pertene-
cer a Accin Popular (Hoy, 6 de junio de 1934).
En cuanto al caso de las octavillas de Fuente de Cantos, este hecho fue invocado
como un cargo ms contra la corporacin municipal para ser destituida:
El da 4 del actual aparecieron unas hojas escritas a mquina censurando la
conducta del Gobierno y excitando a la huelga general de campesinos, anuncia-
da para el da 5 del corriente. Tales hojas han sido confeccionadas en el Ayunta-
miento con la mquina de una de sus oficinas y con material del mismo. Este
hecho, si no se realiz con aquiescencia del seor Alcalde, tuvo conocimiento
despus de l, sin que desplegara en su consecuencia el inters, el celo y la
actividad necesarios para descubrir a su autor o autores, sin que por otra parte
tomara medidas encaminadas a mantener el orden pblico ni hacer abortar la
huelga declarada ilegal por el Poder Constituido, sino por el contrario, haciendo
manifestaciones de tibieza, indiferencia y pasividad, indicando al seor Oficial
de la Guardia Civil que efectu la detencin del autor, la conveniencia de que no
lo hiciera, pretextando razones de orden pblico y manifestando que caso de
efectuarse la detencin no responda de lo que pudiera suceder, con cuyas pala-
bras debilitaba a la autoridad militar en vez de robustecerla como hubiera sido
su obligacin, con olvido de los deberes que como autoridad le impone la Ley
Municipal y la de Orden Pblico (Hoy, 23 de junio de 1934).
En no pocas localidades aparecieron octavillas mecanografiadas que llamaban a
la huelga y tambin a la revolucin. Fue frecuente la acusacin de que se hacan en
los ayuntamientos u otros centros sostenidos con medios pblicos. En Alburquerque
Se afirma que el Juzgado de Instruccin de este pueblo ha intervenido una mquina
de escribir de las escuelas nacionales por creer que en ella han sido escritas unas
hojas clandestinas de carcter revolucionario (Hoy, 8 de julio). En Monesterio han
sido encarcelados y puestos a disposicin del Tribunal de Urgencia, el ex Alcalde
socialista Elas Torres, y el actual inspector de polica local Antonio Murillo. Los
motivos de dicha detencin obedecen a haberse encontrado en la maana del lunes
en las calles unas hojitas hechas a mquina, excitando a la huelga, en unos trminos
muy violentos, aconsejando la revolucin
34
. En Azuaga:
la huelga ha transcurrido hoy con tranquilidad, habiendo bastante gente
en las calles por la maana y la noche, no as en el centro del da. La mayora de
los obreros estaba dispuesta a no secundar la huelga, pero el lunes circularon
hojas clandestinas de la Casa del Pueblo excitando a ir al campo a por los
obreros que trataran de no secundarla, habindose trado hoy a casi todos los
obreros de los tajos, unos por conviccin, que fueron los menos, y otros por
miedo. Desde temprano patrulla por las calles la Guardia Civil al mando de un
Teniente, no habindose producido an el menor incidente. La impresin reinan-
te entre el elemento huelguista es que, como no van a conseguir nada, ya que la
mayora ignora su finalidad, comenzarn enseguida a restituirse a sus tajos
respectivos (Hoy, 7 de junio de 1934).
La huelga realmente, como ya se ha citado de forma amplia, no persegua mejoras
laborales. En localidades como en Puebla de la Calzada los trabajadores slo obedecan
la disciplina sindical: Contina en igual estado la huelga de campesinos. El aspecto
34
Hoy (Badajoz), 14 de junio de 1934.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
de la poblacin es de absoluta tranquilidad. En muchos obreros se advierte la
contrariedad que les produce tener que dejar de percibir un jornal remunerador por
respetar la disciplina sindical y porque no aciertan a explicarse la razn de una
huelga que se lleva a efecto por simples razones de poltica menuda, sin perseguir
reivindicacin social de ningn gnero (Hoy, 7 de junio de 1934).
En otras poblaciones las favorables perspectivas de las cosechas incluso increment
en varias pesetas el jornal tipo estipulado en las Bases de Trabajo. De esta forma,
en Orellana la Vieja todo el vecindario est consagrado a la siega de cebada con
jornales de doce pesetas con cincuenta cntimos. De prolongarse mucho esta jornada
de recoleccin, se llegar a compensar y a mitigar el estado de miseria porque han
pasado los trabajadores de este pueblo (Hoy, 7 de junio de 1934). En Maguilla
concurra una circunstancia relevante. Gracias a la intensificacin de cultivos, buena
parte de la cosecha perteneca a los trabajadores:
La huelga de campesinos se desarrolla en sta con toda normalidad. Han
salido al trabajo todos los gaanes, pero no los segadores. Nadie se explica esta
actitud de los obreros; por cuanto la mayora de lo que hay que segar en el da
de hoy pertenecen a ellos. Tienen sembrados los obreros, por la intensificacin
de cultivos, unas 2.500 fanegas de granos y una buena parte de los pertene-
cientes a los labradores las tienen en aparcera con stos, siendo en su cuenta la
siega (Hoy, 8 de junio de 1934).
En Mrida:
los obreros agrcolas no han salido a segar casi ninguno y los que lo han
hecho han sido objeto de coacciones y amenazas. El sargento de la Guardia Civil
y dos nmeros han detenido, por ejercer coacciones, a Clemente Caquero, Jose
Ledesma, Antoln Jimnez, Fernando Domnguez, Teodoro Ramiro y Antonio
Tejada. Estos individuos han sido puestos a disposicin del Juez de Instruccin
del Partido. En los pueblos inmediatos a Mrida no han salido al campo los sega-
dores, excepcin hecha de Valverde y Mirandilla, donde se han realizado las
faenas de siega con absoluta tranquilidad (Hoy, 6 de junio de 1934). En Cheles
la fuerza de Asalto ha detenido a cinco individuos que ejercan coacciones entre
los trabajadores. Por orden del Gobernador ha sido clausurada la Casa del Pue-
blo (Hoy, 6 de junio de 1934).
En Cheles:
la fuerza de asalto ha detenido a cinco individuos que ejercan coacciones
entre los trabajadores. Por orden del Gobernador ha sido clausurada la Casa del
Pueblo (Hoy, 6 de junio de 1934)
En el segundo da de huelga, el Gobernador hizo pblica esta nota:
En muchos pueblos de la provincia la vida es completamente normal y la
siega se verifica sin coacciones. Se conoce la actitud de algunos pueblos, en los
que los obreros, ciegos y sordos a las voces de la razn y la convivencia, prome-
ten sembrar el desorden y el miedo entre sus convecinos. Todas las medidas
estn tomadas y se equivocan los que crean que pueden sorprendernos con su
criminal actuacin. Por el bienestar de ellos mismos y pese a su tozudez, vea el
Gobierno y yo espero que caiga de sus ojos la venda que les ci un sectarismo
egosta y tirano. Llegan fuerzas de la Guardia Civil y Asalto para mantener el
orden y velar por la libertad del trabajo honrado porque se retribuye con decoro.
Piensen los directivos de esta huelga ilegal y absurda, cuyos hilos mueven desde
unas tinieblas que garantizan su inmunidad personal, que la fuerza pblica no
viene sino a imponer la paz haciendo cumplir la Ley, y sepan todos que la ley se
cumplir sin temores ni claudicaciones
35
.
En el da seis de junio fue detenido el comit de huelga de Santa Marta de los
Barros por ejercer coacciones. Aqul estaba compuesto por el guardia municipal
Manuel Vega y Francisco Amado Rony, cabo de la municipalidad (ambos, en la
manifestacin del primero de mayo, profirieron gritos subversivos contra el rgimen
35
Hoy (Badajoz), 7 de junio de 1934.
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republicano), Jernimo Rueda, concejal socialista, los taberneros Francisco Pozo y
Garca Carballo, y el Presidente de la Casa del Pueblo, Francisco Caldern (Hoy, 8
de junio de 1934). Tambin hubo detenciones en Higuera la Real: A consecuencia
de haber sido encontradas unas hojas subversivas en la Casa del Pueblo, en las que
se incitaba a la huelga, fueron detenidos Ignacio de Sancha, Jos Cobos, Manuel
Rodrguez, Luis Vzquez Gimeno, Juan Pliz y otros individuos, quienes custodiados
por la Guardia Civil, han sido llevados en automviles a Fregenal de la Sierra. En
Zalamea de la Serena hubo tambin coacciones y atentados contra las cosechas:
Los dirigentes socialistas recorrieron los tajos para invitar a los campesinos
a secundar el paro, sin que consiguieran sus propsitos y tan solo algn tmido
bracero, agobiado por la presin de las rondas volantes abandon el trabajo.
Por fortuna no hubo que registrar incidentes desagradables, trabajando casi la
totalidad de nuestros braceros.
En la maana de hoy fueron muy pocos los que no aceptaron las propues-
tas patronales, considerndose completamente fracasada la intentona, an cuando
no habra de extraar represalias de alguna consideracin, pues si durante el da
pareci vivir el pueblo tranquilo, por la noche se cometieron actos que reproba-
mos, cuales son desatar los haces reunidos y esparcir las mieses, pisotear los
trigales y aventar las gavillas de las habas
36
.
En Almendralejo termin la huelga los das 7 y 8 de junio porque no se abon a
los huelguistas la indemnizacin convenida por la Casa del Pueblo. As, abandonaron
el paro los segadores socialistas los cuales unos se lamentan del paro de unos
das, por capricho; otros no se callan en sus ntimos (segn el rumor pblico) de
que se le haba dicho que en el segundo da recibiran fondos en la Casa del
Pueblo para remediar en parte la huelga y los fondos no han llegado y por eso se
restituyen a sus faenas para poder ganar los jornales de 12 y 14 pesetas que estn
percibiendo. A los establecimientos de bebidas hoy, desde las once de su maana,
se les dio orden que podan abrir toda vez que la huelga se considera ya solucionada
(Hoy, 9 de junio).
Al tercer da de la huelga, el Delegado de Trabajo de Badajoz autoriz la utilizacin
de mquinas segadoras por encima de la superficie estipulada en las bases de
trabajo. En Puebla de la Calzada, slo trabajaban los jornaleros ajenos a la Casa
del Pueblo: Los obreros independientes y los de Accin Popular continan trabajado.
La huelga se reduce a los afiliados a la Casa del Pueblo y an entre stos mismos
no halla todo el eco que quisieran sus dirigentes, convencidos como estn los
trabajadores de que a su costa se trama una maniobra poltica (Hoy, 8 de junio de
1934).
Los guardias civiles del Puesto de Solana de los Barros Csar Zaballo Bueno
(Comandante), Miguel Fernndez Lorenzo, Flix Benito Garca y Andrs Palomo
Becerra hicieron una redada en Cortes de Peleas:
Al llegar la fecha de la huelga, El Romo esforz por lo que nos refieren los
vecinos las coacciones en el pueblo y campo, llegando inclusive hasta celebrar
reuniones clandestinas no sin antes haber estropeado el pasto ya segado. Cuan-
do celebraba una reunin en el sitio conocido por finca de Aldea del Retamal
fueron sorprendidos por la fuerza. Entre ellos estaban los que formaban parte de
la Directiva de la Casa del Pueblo ms diez de la Juventud Socialista que eran los
que realizaban en el campo las coacciones capitaneadas por el sobrino del ex
Alcalde Romo, Manuel Zahno (Hoy, 12 de junio de 1934).
36
Hoy (Badajoz), 8 de junio de 1934.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
Das despus an persista el paro: Sigue la huelga de campesinos iniciada
hace unos das, si bien en el da de hoy, segn nos informan han salido al campo
algunos obreros que no pertenecen a la UGT ni a la CNT. Han sido clausuradas la
Casa del Pueblo y el local de la Agrupacin Socialista, confirmando las clausuras
el seor Juez de Instruccin (Hoy, 12 de junio de 1934). En la noche del 11 de
junio explot un artefacto explosivo en la vivienda de Juan Esteban Pagador,
Vicepresidente de Accin Popular. Estos piquetes tambin se dedicaron a la agresin
de militantes de Accin Popular, como ocurri en Usagre el 11 de junio:
Hallndose en su finca Los Matorrales los jvenes Antonio, Santiago y
Julin, hijos de Juan Martnez y doa Juliana Ortiz, presidente de Accin Popular,
lleg un grupo de socialistas armados de garrotes, y a pesar de rogarles los
jvenes que no les hiciese dao, ya que se marcharan a casa, la emprendieron
a palos con Antonio, que es el mayor, dndole uno en la frente que le produjo
una herida de pronstico reservado. Al verse herido y en presencia de tantos,
huy al pueblo para contar a los Guardias de Asalto lo que pasaba. Hecho esto y
practicada la primera cura por el mdico don Rafael Garca, llevronle a su casa
y en el camino encontrse con los otros hermanos que venan con el cuerpo
molido a palos. Han sido detenidos el presidente de la Casa del Pueblo, don
Manuel Camacho Pags, maestro nacional, el presidente del comit de huelga,
seor Mrquez, y los autores de la agresin. En el pueblo ha renacido la tranqui-
lidad y hoy ya han salido algunos obreros al trabajo, esperndose que maana
todos se hayan reintegrado a las faenas de la siega.
En numerosas localidades eran los obreros afiliados al Partido Republicano Radical
y a Accin Popular los que fuera de la disciplina socialista decidieron trabajar. As,
piquetes socialistas intentaban coaccionar a aqullos. El ocho de junio cerca de
setenta socialistas de Llerena se desplazaron a Trasierra para impedir que las
cuadrillas de segadores, integradas por elementos de Accin Popular y radicales,
realizaran las faenas de la siega. Entre los segadores y los coaccionadores se produjo
una colisin, resultando once heridos. Acudi rpidamente la Benemrita que dispers
a los contendientes. Hasta ahora se han practicado cinco detenciones (Hoy, 9 de
junio de 1934). Ms detalles de estos hechos se publicaron en el Hoy del 10:
Los sucesos se produjeron a las catorce horas del da 8. Cuando se encon-
traba segando en el trmino de aquel pueblo una cuadrilla compuesta de unos
diez y seis trabajadores, se presentaron unos setenta y ochenta huelguistas de
Llerena, que les conminaron a abandonar el trabajo, a los que aqullos se resis-
tieron. Entonces, se produjo la colisin, de la que resultaron los siguientes heri-
dos: Juan Carrascal Santos, herida en la pierna izquierda, leve; Jos Friero Molano,
fuertes contusiones con equimosis en el dos brazos, leve; Francisco Friero Herrojo,
fuerte contusin en el brazo izquierdo, leve; ngel Murillo Len, una herida de
cinco centmetros en la cabeza y otra en el hombro izquierdo, reservado; Manuel
Murillo Lpez, tres heridas contusas en la regin occipital, herida inciso cortante
en el tercio superior del brazo izquierdo y fuerte traumatismo en la espalda,
reservado; Guillermo Balo Len, fuertes contusiones con equimosis en la espal-
da y muslo izquierdo, leve; Julin Murillo Len, herida contusa en la espalda,
leve; Jos Fernndez Friero, contusiones con hematoma en la regin temporal y
parietal derecha y contusiones con equimosis en el brazo y glteo derecho, leve;
Ramn Len Guardado, contusiones con equimosis en la espalda; y Rafael Galle-
go Grillo contusiones en la espalda. Todos los heridos lo fueron con palos y
hoces. A las cuatro y media de la tarde se person en Trasierra el mdico forense
seor Gmez Garca, acompaado del capitn de la Guardia Civil de esta pobla-
cin y dos parejas del mismo cuerpo, que practicaron detenciones. Hasta este
momento, los detenidos por los sucesos relatados, son Manuel Rober Castelln,
Manuel Puerto Castao y Manuel Chvez Rodrguez, vecinos de Llerena, y otros
dos individuos de Trasierra hermanos del ex Alcalde Socialista de dicho pueblo.
Al Manuel Puerto se le intervino un revlver, que no habla disparado.
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En otros pueblos del Partido Judicial de Fuente de Cantos tambin se produjeron
atentados contra sembrados: Don Francisco Herrera de Llera, Juez de Instruccin
de esta localidad y su Partido, hago saber que en este Juzgado de mi cargo pende
sumario nmero 191 del corriente ao sobre daos en haces de cebada existentes
en la finca denominada Sobrera, del trmino de Montemoln, en la noche del 9 al
10 del actual, de la propiedad de Jos Noguera Ballesteros [] Dado en Fuente de
Cantos a 16 de junio
37
. Estos hechos son importantes citarlos, pues al ser detalles
a veces difciles de localizar no faltan autores, como Vidarte, que lo han negado:
No hubo quema de mieses, ni asaltos de cortijos, ni manifestaciones violentas con
asalto a los municipios
38
. La inexistencia de violencia est desmentida con todos
los datos expuestos a lo largo de este breve estudio. Tambin haban perjudicado
los huelguistas el trabajo de unos vecinos de la cabecera del Partido:
Don Francisco Herrera de Llera, Juez de Instruccin del Partido de Fuente
de Cantos, hago saber que en este Juzgado pende sumario nmero 165 de esta
ao por daos causados en sembrados de Antonio Iglesias Gonzlez, Jos Daz
Miranda, Luis Ibarra Prez, Dionisio Gonzlez Osete, Antonio Trigo Jimnez, Car-
men Castillo Gala, Bonifacio y Ramn Iglesias Cabrera, al esparcir las mieses
segadas, por la parcela de terreno al sitio Azorrillas, de este trmino, en el
que he acordado interesar de todas las autoridades civiles y militares, agentes
de Polica y fuerzas de la Guardia Civil practiquen diligencias para la detencin
del autor o autores, y caso afirmativo, sern puestos a mi disposicin en la
crcel del Partido. Dado en Fuente de Cantos a 18 de junio de 1934. F. Herrera.
PSM, Eusebio Cornago (BOPB, 2 de julio de 1934).
El 11 de junio, el Delegado de Trabajo de Badajoz emiti una circular que
comenzaba de esta forma: Afortunadamente, la huelga de campesinos iniciada el
da 5 del actual ha decrecido en tales proporciones que hoy da es muy contado el
nmero de pueblos en que los obreros persisten en no reintegrarse al trabajo. Y
preciso es hacer constar que la mayora de ellos no secundan la huelga, y casi la
totalidad de aquellos que la secundaron, total o parcialmente, sus obreros vuelven
a realizar las faenas de siega, con clara percepcin de que aquella actitud a nada
provechoso, a no ser la ruina de todos, poda conducir. Este documento sealaba
el procedimiento a seguir en cuanto a la infraccin de las Bases de Trabajo; y la
normativa aplicable acerca del uso de mquinas segadoras:
a) Para los pueblos de la demarcacin que comprenden el Jurado Mixto de
Trabajo Rural de Badajoz se segar con mquina el treinta por ciento de la
superficie sembrada de cereales. b) Los pueblos pertenecientes a la jurisdiccin
del Jurado Mixto Comarcal de Don Benito segarn a mquina el treinta por cien-
to, por estar recurrido el acuerdo del Jurado Mixto que fijaba el cincuenta. Todo
ello de conformidad con lo establecido en las respectivamente bases de Trabajo
adoptadas por expresado organismo. c) Los pueblos, cuyos obreros se encuen-
tren en huelga total o parcial se exceptuarn de lo prevenido en los apartados
anteriores, y segn las circunstancias, ms o menos apremiantes, el tanto por
ciento a segar con mquina ser fijado por la Comisin creada en la orden de
nueve del actual antes citada (BOPB, 12 de junio de 1934).
Aunque hubo bastantes detenidos preventivos, cuando fueron juzgados por el
Tribunal de Urgencia de Badajoz, muchos fueron absueltos y otros condenados a
menos penas que la pedida por el Ministerio Fiscal. Tambin hay que decir que todos
los encausados eran defendidos por abogados socialistas curtidos en su profesin
tales como Anselmo Trejo Gallardo o Jos Aliseda Olivares. ste era un reconocido
besteirista o del sector moderado del Partido Socialista, y que haba sido diputado
37
BOPB, 25 de junio de 1934.
38
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J. S. El Bienio Negro y la insurreccin, p. 160.
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Una experiencia revolucionaria cuasifrustrada en la provincia de Badajoz
en 1931; no fue elegido en 1933, y segn Vidarte, fueron sus propios compaeros
los que no le incluyeron en las listas de 1936 por ser de aquella observancia
39
. El 13
de enero de 1937, estos letrados fueron expulsados del Colegio de Abogados de
Badajoz
40
. En cuanto a los juicios de 1934, he aqu dos casos, uno referido a Talavera
la Real y el otro a Montijo aparecidos en el Hoy del 23 de junio.
Luis Saurrajo Ordez, en unin de treinta individuos ms, se dirigieron en
el da 13 de junio de 1934 a la finca Valdehombre, de Talavera la Real, en
forma tumultosa, y armados de palos y piedras para impedir, como lo hicieron,
que los segadores continuaran sus faenas, como as lo consiguieron. Para lograr
su objeto la emprendieron a palos y pedradas con los cuadrillas de segadores
que en ella trabajaban, y como resultado, adems hirieron a un obrero, sin que
sepa a quien de los del grupo fuera. El fiscal seor Ms Forns solicit para los
treinta y un procesados la pena de un ao, ocho meses y un da de prisin menor
para todos ellos, excepto para uno, que por ser menor de dieciocho aos el fiscal
apreci en su favor esta atenuante. Defendieron a los procesados los seores
Fernndez de Molina y Aliseda. El Tribunal de Urgencia conden a los procesados
a la pena de dos meses y un da de arresto mayor y 250 pesetas de multa para
el procesado menor de dieciocho aos.
El pasado da 8 un numeroso grupo de vecinos de Montijo, entre los que se
hallaban los veintisis procesados, se dirigieron a la finca Valle Reales, del
trmino de Badajoz, y amenazaron a su propietario con romper las mquinas si
no dejaba de segar. En el camino se encontraron con otra mquina, la que
destrozaron. Igualmente, causaron daos en otra, hasta que, sorprendidos por
la Guardia Civil y de Asalto, dejaron de causar destrozos en las mquinas sega-
doras. En el acto del juicio, los procesados negaron la participacin en el hecho.
El fiscal, seor Gmez Dgano, pronunci un informe, en el que fustig dura-
mente a los que atentaron contra la cosecha, considerada por el Gobierno como
servicio nacional, igual que Briand y Canalejas lo hicieron. El Ministerio Pblico
se refiere al maquinismo y dice que el destrozar las mquinas es ir contra el
progreso. Analiza el hecho de autos y saca la conclusin de que stos estn lo
suficientemente probados para dictar una sentencia condenatoria, ya que los
mismos procesados han declarados ser los autores del hecho de autos. Defendi
a los procesados el letrado seor Trejo, que sostuvo la inocencia de sus patroci-
nados, ya que, segn declaracin de los propietarios de las mquinas destroza-
das, han declarado en el juicio oral que no pueden afirmar que sean ellos, los
procesados, los que realizaron el hecho. La Sala dict sentencia, absolviendo a
los procesados y disponiendo que sean puestos los mismos a disposicin del
Gobernador.
Entre los meses de junio y julio regresaron la mayora de los detenidos por ser
partcipes de altercados durante la huelga campesina. En muchos lugares, el retorno
fue considerado como una victoria. Esto ocurri en Lobn: Hoy, sobre las once de
la maana, llegaron a esta localidad los seis ltimos detenidos con motivo de la
huelga campesina de los doce que fueron detenidos. Al grito de viva la revolucin
social proferido por los que les acompaaban, hicieron su entrada en esta poblacin,
dirigindose a la plaza pblica, donde la vecina de sta, Atanasia Carranza, joven
de diecinueve aos, conocida por La Nelken, pronunci palabras y gritos subversivos
como los apuntados y gritos como los apuntados anteriormente, y aadiendo que
haba que dar la batalla definitiva a los burgueses en la lucha final. Se cant La
Internacional (Hoy, 6 de julio de 1934).
39
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J.S. Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista espaol, Barcelona, Grijalbo,
1977, p. 38.
40
Hoy, 14 de enero de 1937: Por ltimo, la Junta de Gobierno ha decretado por va disciplinaria siete bajas de
abogados que considera indignos de seguir perteneciendo al Colegio, de convivir con nosotros, por constarnos su
actuacin marxista en el actual Movimiento, tales son don Fernando Miranda Quiones, don Anselmo Trejo Gallar-
do, don Hermgenes Pacheco Gordillo, don Jos Aliseda Olivares, don Juan Simen Vidarte Franco-Romero, don
Carlos Castillo Garca Negrete y don Luis Barrena Alonso de Ojeda.
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Aantonio M. Barragn-Lancharro
41
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J. S. El Bienio Negro y la insurreccin, p. 160.
42
Cfr. BARRAGN-LANCHARRO, A.M. Antecedentes de la Guerra Civil en la provincia de Badajoz: Violencia
poltica tras las elecciones de febrero de 1936, en LORENZANA DE LA PUENTE, F. y MATEOS ASCACBAR, F.
(Coords.) Arte, poder y sociedad, y otros estudios sobre Extremadura. VII Jornadas de Historia en Llerena, Llerena, Socie-
dad Extremea de Historia, 2007.
43
VIDARTE FRANCO-ROMERO, J.S. El Bienio Negro y la insurreccin, p. 155.
44
Cfr. BARRAGN-LANCHARRO, A. M. Fuente de Cantos, julio de 1936: Anlisis crtico de los sucesos ocurridos
al inicio de la Guerra Civil, Actas de la VII Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Badajoz, Lucerna (Asociacin
Cultural de Fuente de Cantos), 2007, y Conflictos sociales y laborales en Fuente de Cantos durante la II Repbli-
ca, Actas de la VIII Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Badajoz, Lucerna (Asociacin Cultural de Fuente de
Cantos), 2008.
45
ROSIQUE NAVARRO, F. Historia civil y procesos econmicos-sociales, en TERRN ALBARRN, M. Historia de
la Baja Extremadura, Badajoz, Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, 1986, vol. II, p. 1.291.
46
RUIZ-MANJN, O. La vida poltica en el segundo bienio republicano, en JULI DAZ, S. (Coord.) Repblica y
Guerra en Espaa, Madrid, Espasa-Calpe, 2006, p. 99.
47
Cfr. BARRAGN-LANCHARRO, A.M. Violencia sindical en la primavera de 1936 en la provincia de Badajoz: Los
asaltos de fincas del 25 de marzo, en Actas de los XXV Coloquios Histricos de Extremadura, Trujillo, Centro de
Iniciativas Tursticas, 2007.
Segn Juan Simen Vidarte, la huelga campesina fracas porque no tena ms
remedio que fracasar, como haba pronosticado Largo Caballero. Como hemos dicho,
los trabajadores del campo fueron a ella engaados, por creer que era el principio
de la revolucin, y desesperados por la miseria y el hambre
41
. Desde el punto de
vista de los planes que desarrollaba el Partido Socialista la huelga s fue un fracaso.
Sin embargo, los actos eran muy graves, y no se atajaron debidamente. Esta
demostracin de fuerza de las organizaciones socialistas locales no fue ms que un
hito en comparacin con lo que ocurrira meses despus, en 1936. Era evidente que
la organizacin era aceptable y la obediencia ciega era un plus para futuras acciones.
Y ms an cuando los responsables de los atropellos y desmanes se aprovecharon
de la impunidad, pues salvo la detencin preventiva por un tiempo limitado, en la
prctica salan de la Audiencia Provincial absueltos o con penas irrisorias dada la
gravedad de los acontecimientos. Esta circunstancia fue en gran medida un aliciente
en 1936 para imponer la violencia en la calle y crear un ambiente de revolucin
latente
42
.
Adems segn Vidarte, nada ms hacerse con la FETT Ricardo Zabalza empez
a enviar manifiestos e instrucciones para cuando llegase el momento de declarar la
huelga
43
. En todo caso, existi una movilizacin muy importante de las
organizaciones de obediencia socialista. Especialmente, donde se produjo este desafo,
ocurrieron importantes actos de violencia al estallar la Guerra Civil; Fuente de Cantos
puede ser un ejemplo
44
. Por supuesto, este estudio desmiente afirmaciones como la
de Rosique Navarro en referencia a estos hechos en la Baja Extremadura: La FNTT
intentaba movilizar el campo, si bien con pocos resultados, pues la huelga de junio
de 1934 haba tenido poco eco
45
. Ruiz-Manjn ha dicho que el fracaso de junio
debilitara sensiblemente al conjunto del movimiento obrero en un momento en que
estaban en marcha planes de subversin poltica de ms largo alcance
46
, pero que
rpidamente se recuper. En 1936 Zabalza fue elegido Diputado a Cortes por la
provincia de Badajoz. Fue tambin uno de los organizadores del asalto de fincas
llevado a cabo el 25 de marzo de 1936, hecho que fue igualmente una demostracin
de potencia sindical
47
.
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REHABILITAR LA FIGURA DE UN PADRE. EL FUSILAMIENTO
DEL GUARDIA CIVIL SSTENES ROMERO FLORES
RESTORI NG THE HONOUR OF A FATHER. THE EXECUTI ON OF CI VI L
GUARD SSTENES ROMERO FLORES
Francisco Javier Garca Carrero
IES Bioclimtico
Juan Mir, s/n
06011 BADAJOZ
[email protected]
RESUMEN: El 17 de abril de 1945, a las 2100 h, irrumpi en la localidad de
Mesas de Ibor (Cceres), una partida armada de huidos de la sierra compuesta
por un grupo de 35 a 40 personas. Despus de un breve tiroteo con el destaca-
mento de la Guardia Civil (cuatro nmeros), el maquis se hizo con el control de
la poblacin. Se llevaron armamento, municiones, uniformes y, adems, deja-
ron malherido a uno de los guardias, que falleci algunas horas ms tarde. Un
da despus, se person en el pueblo el teniente coronel Manuel Gmez Cantos
que, tras practicar las mnimas diligencias, resolvi el inmediato fusilamiento en
la plaza pblica de la localidad de los tres guardias del destacamento. Los tres
fueron acusados de cobarda ante el enemigo. Uno de los tres infortunados se
llamaba Sstenes Romero Flores. Despus de esta terrible experiencia, en las
familias qued un rastro de dolor y un largo peregrinar ante la justicia para
tratar de rehabilitar la figura de maridos y padres. El trayecto concluy, al me-
nos para Sstenes, el da 12 de junio de 2006 cuando el Director General de la
Guardia Civil, Joan Mesquida, seal en el BOD que su fallecimiento fue acae-
cido en acto de servicio.
ABSTRACT: On the night of April 17, 1945 at 9 p.m., an armed group of 35
to 40 peoplo, who had been hiding out in the mountains, burst into the town of
Mesas de Ibor in the province of Cceres. After a short shoot-out with the four-
member detachment of the Civil Guard, the maquis seized the town. Besides
taking hold of weapons, ammunition and uniforms, they also fatally wounded
one of the guards, who died a few hours later. The next day, Lieutenant Colonel
Manuel Gmez Cantos arrived in town. After a brief investigation, he ordered
that the three surviving members of the detachment be executed by firing squad
in the main square. The three were accused of cowardice against the enemy.
One of the three unfortunate killed guards was Sstenes Romero Flores. After
such a terrible experience, which left a trail of sorrow, the families began a long
pilgrimage through the halls of justice to try to restore the honour of husbands
and fathers. The journey ended, at least for Sstenes, on June 12, 2006 when
the Director General of the Civil Guard, Joan Mesquida, stated in the Official
Defence Bulletin that his death took place in the line of duty.
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IBERISMO. LAS RELACIONES ENTRE ESPAA Y PORTUGAL.
HISTORIA Y TIEMPO ACTUAL
y otros estudios sobre Extremadura
Llerena, Sociedad Extremea de Historia, 2007
Pgs. 409 - 422
ISBN: 978-84-612-3264-2
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Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes
I. LOS SUCESOS DE MESAS DE IBOR
Los fusilamientos de Mesas de Ibor constituyen uno de los acontecimientos
ms sobrecogedores que ha sufrido la Guardia Civil en Extremadura. Todo
ocurri en abril de 1945 en una zona escarpada en la ladera norte de la
Sierra de Guadalupe. Por lo abrupto del terreno, era una zona ideal para dar
cobijo a las distintas Divisiones de guerrilleros que pululaban por las sierras
de Extremadura
1
.
Para combatir al maquis se utiliz fundamentalmente a la Guardia Civil. Aunque
tambin intervinieron unidades del Ejrcito y de Falange, fue sobre todo la Benemrita
el cuerpo encargado de hacer frente a la actividad guerrillera durante los aos
cuarenta. F. Aguado, con la subjetividad propia de un miembro perteneciente a
cuerpo armado seala que aunque no estuvo sola, la Benemrita soport el peso
principal y casi exclusivo de la represin, en un periodo que se puede conocer como
la poca gloriosa de la Guardia Civil, con la supresin de ms de 5.000 bandoleros,
tras unas 2.000 refriegas
2
.
No obstante, a pesar de estas cifras tan optimistas, el Instituto armado, pese a
los medios humanos y materiales disponibles para combatir al maquis, no fue capaz,
al menos en los primeros aos de la dcada de los cuarenta, de atajar este movimiento
guerrillero que, lejos de ser reducido, haba aumentado significativamente en la
provincia cacerea
3
.
El destacamento de Mesas de Ibor lo componan cuatro miembros: el cabo Julin
Jimnez Cebrin, que actuaba de comandante de puesto, y los guardias Juan Martn
Gonzlez, Sstenes Romero Flores y Timoteo Prez Cabrera.
La tarde de la incursin del maquis, el 17 de abril de 1945, dos de los guardias se
encontraban en la taberna del pueblo y los otros dos estaban en el cuartel. Era por
tanto una escassima fuerza que poco poda hacer ante una partida armada de 35
40 hombres. Los guerrilleros se dividieron en dos grupos, repartindose las funciones:
unos se dirigieron al puesto de la Benemrita y el otro march hacia la taberna. Los
primeros hirieron de gravedad a uno de los guardias, Juan Martn, que poco despus
de ser evacuado morira, el otro, Timoteo Prez, result ileso:
Dirigindose al cuartel de la Guardia Civil donde se encontraban Martn
Gonzlez y Prez Cebrin Martn Gonzlez ante la presencia de los bandidos,
ofreci resistencia y a pesar de hallarse desarmado cuando le sorprendieron,
reaccion enrgicamente golpeando a uno de los que le encaonaban y dispa-
rando en este momento sobre l otro criminal hacindole caer gravemente heri-
do. El guardia Prez Cabrera, que se encontraba en el interior de la Casa Cuar-
tel, sorprendido por los bandidos y amenazado por ellos, no reaccion y fue
desarmado en el acto
4
.
El otro grupo de maquis, despus de mantener un breve intercambio de disparos
y el lanzamiento de dos bombas de mano contra el establecimiento de bebidas,
consigui rendir a los que all se encontraban: el cabo Julin Jimnez y el guardia
Sstenes Romero:
1
Vase sobre este tema CHAVES PALACIOS, J. Huidos y maquis. La actividad guerrillera en la provincia de Cceres
1936-1950, Cceres, Institucin Cultural El Brocense, 1994 y ms recientemente del mismo autor, Guerrilla y franquismo.
Memoria viva del maquis Gerardo Antn (Pinto), Badajoz, Editora Regional de Extremadura, 2005.
2
AGUADO SNCHEZ, F. El maquis en Espaa, Madrid, Editorial San Martn, 1975, p. 19.
3
Vase sobre este tema el trabajo de CHAVES PALACIOS, J. Fuerzas de orden pblico y oposicin al rgimen de
Franco en los cuarenta. Crtica de la Polica Armada a la Guardia Civil, en El Estado y los ciudadanos. Las claves de
la Espaa del siglo XX, Madrid, Sociedad Estatal Espaa Nuevo Milenio, 2001, pp. 221-233. Para esta cita p. 230.
4
Archivo General del Ministerio del Interior (en lo sucesivo AGMI), Sentencia del Consejo Supremo de Justicia
Militar (CSJM), 12 de julio de 1946.
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Francisco Javier Garca Carrero
El cabo comandante del puesto en unin del guardia Romero Flores
quienes al percibir la presencia de aquellos se refugiaron en unas habitaciones
interiores desde donde hicieron fuego contra los agresores, entablndose ligero
tiroteo y llegando incluso los rebeldes a arrojar una bomba de mano o petardo.
Despus de este tiroteo el cabo pact con los insurgentes, entregndose a ellos
y obligando al guardia que se haba encerrado a que tambin lo hiciera
5
Con posterioridad, se marcharon todos, guerrilleros y guardias detenidos, al
cuartel. El maquis consider que haba llegado el momento de cobrarse el botn:
Se dirigieron al cuartel, que ya haba sido asaltado, y all entregaron el
armamento, municiones y uniformes acompaando despus a los bandidos que
salieron del pueblo cantando La Internacional
6
.
Paralelamente a estos acontecimientos, otro grupo acudi a la casa del secretario
del pueblo, de donde se llevaron armas, embutidos y cuatrocientas pesetas. De la
misma forma, tambin requisaron otras pertenencias personales, como trescientas
pesetas del guardia Cabrera y distintos objetos de todo tipo. Posteriormente, algunos
de estos enseres fueron recuperados a medida que los maquis fueron cayendo, y
entregado a las viudas de los guardias
7
.
De esta forma concluy la ocupacin, por unas horas, de este municipio de la
Alta Extremadura. Una incursin que hizo historia por las consecuencias que estos
hechos tuvieron para los guardias civiles encargados de custodiar este enclave
poblacional.
II. LA ACTUACIN DE GMEZ CANTOS
Manuel Gmez Cantos es uno de esos personajes de infausto recuerdo en toda
Extremadura. Como otros tantos guardias civiles, fue un beneficiado de la Guerra
Civil. Hasta el inicio de la misma, su paso por el cuerpo de la Benemrita haba
estado lleno de polmicas (vase anexo documental n 2). Su fama de hombre
violento y despiadado con los desafectos le convirti en el modelo de mando que
las autoridades del rgimen necesitaban. De esta forma, en la primavera de 1940
como teniente coronel, fue nombrado Jefe del Sector de Huidos con competencias
primero en las provincias extremeas y posteriormente ampliadas a Toledo y Ciudad
Real.
Muy pronto impuso su peculiar estilo de lucha contra la guerrilla antifranquista:
rara vez haba detenidos ni heridos, tan slo muertos. Su primera gran hazaa en
este nuevo puesto ocurri en Las Villuercas. A finales de 1940 detuvo a unas 28
personas sospechosas de actuar de enlaces con el maquis: 12 eran vecinos de
Caamero y 16 eran de Logrosn. Las detenciones se convirtieron en algo trgico.
Cumpliendo rdenes de Gmez Cantos, todos los montaron en un furgn que los
traslad hasta la finca Dehesilla de Mira el Ro, donde fueron fusilados
8
. Se trataba
de un fusilamiento masivo que este guardia deseaba utilizar como escarmiento para
todos aquellos que prestaran colaboracin con los huidos. No obstante, su hoja de
servicio relata este incidente de una manera totalmente inverosmil y completamente
tergiversada:
5
Ibdem.
6
Ibd.
7
LPEZ CORRAL, M. Los fusilamientos de Mesas de Ibor Revista Historia 16, 251, 1997 (pp. 8-27), p. 14.
8
Vase sobre este suceso CHAVES PALACIOS, J. Actividad militar y represin en la Comarca de las Villuercas: La
Guerra Civil en el municipio de Ala, Norba. Revista de Historia, 11-12, 1991-1992, pp.311-330.
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Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes
Entusiasta satisfaccin por el resultado de varios servicios realizados en su
comandancia en persecucin de rojos huidos. Capturando la fuerza a sus rde-
nes en los das 7 al 10 de diciembre anterior a cuatro de los mismos armados y
detener a 26 sujetos de diferentes pueblos, de Zorita, Logrosn y Caamero,
que al conducirlos para la reconstitucin de los hechos a una sola vez y orden de
Jos Mara Delgado Palacn (a) El Papa Antiguo, guerrillero rojo, se abalanzaron
sobre la fuerza resultando sta ilesa de la agresin y los 30 detenidos muertos
en su totalidad
9
.
En agosto de 1942, y despus de otra actuacin del maquis, en este caso en La
Calera, poblado anejo a Ala, volvi a montar en clera mandando detener a un total
de 24 personas por su presunta colaboracin con los huidos
10
, detenidos que
tambin fueron fusilados sin ningn tipo de miramientos en Ala el 26 de agosto de
ese ao
11
. No obstante, y a pesar de lo implacable de la represin ejercida por este
personaje, estos fusilamientos provocaban reacciones contrarias a las que quera
conseguir. Siendo ilustrativa la creciente actividad guerrillera, como la que hemos
descrito para el caso de Mesas de Ibor.
Pero ahora en Mesas, los que se encontraban indefensos no eran los guerrilleros
ni los enlaces, sino los propios guardias que se haban quedado en el pueblo. Las
informaciones contradictorias que le haban llegado a Gmez Cantos sobre lo que
verdaderamente haba sucedido en la poblacin, le llev a la determinacin de que
deba ser l en persona quin tendra que resolver este asunto:
Gmez Cantos como consecuencia de los informes confusos y contradic-
torios que sobre los sucesos fue recibiendo posteriormente, se traslad a Mesas
de Ibor con su correspondiente escolta, en tanto que de otro puesto se concen-
traban algunas fuerzas. Presente ya en la localidad design Juez para la instruc-
cin de las oportunas diligencias al teniente de la Guardia Civil D. Cipriano Sez
(...)
12
.
Gmez Cantos lleg a Mesas en estado de gran nerviosismo que haca prever
una reaccin fatal hacia los guardias civiles all destacados. El cabo y los dos nmeros
seran apresados sin tomarles ni siquiera una mnima declaracin. Para mayor
desolacin de los tres detenidos, desde Cceres llegaron muy malas noticias: el
guardia Juan Martn haba fallecido en el hospital despus de un largo y tortuoso
viaje:
Que el guardia Juan Martn Gmez trasladado a Cceres, falleci poco des-
pus de ingresar en el hospital a consecuencia de las heridas que recibi en el
hecho de autos
13
.
A partir de este momento, Gmez Cantos, siempre acompaado del capitn
Emiliano Planchuelo, otro personaje de infausto recuerdo para Extremadura en general
y para Arroyo de la Luz y pueblos aledaos en particular, lo nico que vea en los
detenidos era un comportamiento lleno de cobarda, desprestigio y bochorno para
el cuerpo de la Benemrita. Sin otro prembulo que hacerles redactar a los reos una
nota donde tenan que relacionar nicamente las pertenencias oficiales que les fueron
sustradas por el maquis, les aplic el artculo 294 del Cdigo de Justicia Militar
sobre cobarda ante el enemigo. Presintiendo que iban a ser fusilados, el cabo
solicit confesin, sacramento que le fue denegado, una negativa que ocasion a
Gmez Cantos graves inconvenientes en el futuro porque choc con otro de los
pilares bsicos del rgimen franquista: la Iglesia.
9
AGMI, Hoja de Servicio de Manuel Gmez Cantos.
10
Vase sobre estos fusilamientos MENDOZA, J. Gmez Cantos, el exterminador, La aventura de la historia, 11,
Madrid, Arlanza Ediciones, 1999, pp. 22-31.
11
Vase la relacin nominal de fusilados en este suceso en CHAVES PALACIOS, J. Guerrilla y franquismo... p. 39.
12
AGMI, Sentencia del CSJM, Ref. Sealada.
13
Ibdem.
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Francisco Javier Garca Carrero
Que practicadas algunas de aquellas diligencias, el procesado hizo firmar a
cada uno, cabo y guardias, un documento en el que expresaban las armas,
municiones y correajes que los rebeldes les haban recogido y con estos datos y
sin esperar siquiera a que el Instructor recibiese declaracin a los acusados,
resolvi su inmediato fusilamiento en la plaza pblica a donde fueron conducidos
el cabo Julin Jimnez Cebrin y guardias Sstenes Romero Flores y Timoteo
Prez Cabrera y despus de leer las cuartillas en que los primeros reconocan el
armamento de que haban sido despojados y de calificar el teniente coronel su
actuacin de cobarda frente al enemigo, tom personalmente el mando de un
piquete compuesto por cuatro guardias, dio las voces de mando necesarias y se
llev a cabo la ejecucin
14
.
Poco despus de cometerse este brutal castigo, se procedi al entierro de los
infortunados guardias. Un reguero de sangre dej su estela a lo largo del camino
que separa la plaza del cementerio del pueblo. Una vez en l fueron arrojados a una
fosa comn
15
. El cabo Julin Jimnez
16
dejaba mujer y una hija, Timoteo Prez
17
,
dej viuda y tres hijos y Sstenes Romero (vase anexo documental n 1), tambin
estaba casado y tena cuatro hijos, todas nias, ms otro varn que vena de camino.
Gmez Cantos no se arrepinti, al menos en los das posteriores, de esta accin,
es ilustrativo sealar cmo poco despus de la ejecucin emiti una circular a todas
las fuerzas de su mando, donde insista que, llegado el caso, no vacilara en volver
a repetir el drama si se produjesen acontecimientos similares:
Hecho tan bochornoso y de desprestigio mximo para nuestro uniforme
... Merecen mi repulsa ... Al comunicar este hecho, que espero no se repita, a
todos los que estn subordinados, es mi deber ineludible advertir que pondr en
prctica en casos anlogos los procedimientos inexorables que me autoricen las
disposiciones legales
18
.
No obstante, la brutalidad ejercida por este mando provoc, por un lado, la
intervencin de la Iglesia, anteriormente sealada, y por otro la llegada a Cceres
del Jefe de la Guardia Civil Rural de Zona, que una vez que tuvo conocimiento de
todo lo que haba sucedido llev al procesamiento ante un consejo de guerra del
teniente coronel Manuel Gmez Cantos.
14
Ibd.
15
LPEZ CORRAL, M. Los fusilamientos..., p. 22.
16
Julin Jimnez Cebrin, natural de Plasenzuela (Cceres), haba nacido el 4 de septiembre de 1915. Ingres en el
Instituto de la Guardia Civil el primero de junio de 1935. En octubre de 1936 result herido en la defensa de la
ciudad de Oviedo. All se encontraba, y no en San Sebastin como asegura el historiador Miguel Lpez Corral,
cuando decidi venir a la comandancia de Cceres aduciendo motivos familiares. El traslado se produjo el 22 de
abril de 1941. Con fecha de 20 de febrero de 1942 fue promovido al empleo de cabo. Casado el 20 de mayo de
1944, dej viuda, urea Delgado Carrasco, y una hija. Era hijo del guardia civil retirado Agustn Jimnez Snchez.
Este padre, al igual que la familia de Sstenes, tambin reclam justicia para su hijo. Entre otras acciones, realiz un
escrito fechado el 25 de noviembre de 1955 al Jefe del Estado suplicndole se instruyeran nuevas diligencias para
esclarecer los hechos y motivos del fallecimiento de su hijo: AGMI, Hoja de Servicios de Julin Jimnez Cebrin.
17
Timoteo Prez Cabrera era natural de Villa del Rey (Cceres), haba nacido el 24 de enero de 1913, hijo de
Faustino Prez Tapia y de Cndida Cabrera Canales. Estaba casado con Manuela Berenguer Leal, con la que tena
tres hijos: Ins, Jos y Faustino. Durante la Guerra Civil estuvo en el Frente de Sesea (Toledo) y posteriormente
en el de Madrid. Tena en su poder una Medalla de Campaa, dos Cruces Rojas del Merito Militar y dos Cruces de
Guerra. Ingres en la 106 Comandancia de la Guardia Civil en noviembre de 1940: AGMI, Hoja de Servicios de
Timoteo Prez Cabrera.
En la actualidad, su viuda, de 92 aos, reside en Vitoria. Uno de sus hijos, Faustino, se hizo Guardia Civil. Actualmen-
te retirado, nos informa que nunca albergaron deseos de venganza, lo nico que quisimos fue sobrevivir. Les
dijeron, mucho ms tarde, que lo haban pasado por las armas, pero no supimos ni quin lo haba matado ni el
porqu. Declaraciones de su hijo Faustino Prez, 3 de enero de 2007.
18
Archivo Histrico Provincial de Cceres (AHPC), Orden Pblico, abril de 1945.
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Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes
III. GMEZ CANTOS ANTE EL TRIBUNAL MILITAR
Pocos das despus de estos acontecimientos, los sucesos se desarrollaron en
contra de Gmez Cantos con inusitada rapidez. El 5 de mayo fue destinado en turno
de libre eleccin al Cuadro Eventual de Mandos. Se le encomend, por pocos das, el
puesto de documentacin y haberes del 6 Tercio, pasando poco despus a situacin
de disponible forzoso en la Primera Regin Militar afecto para documentacin y
haberes al Primer Tercio Rural, causando baja en el Cuadro Eventual y en el 6
Tercio a finales del mes de Julio. La situacin de disponible forzoso (Orden del 12
de julio), slo tena como finalidad el cese de Gmez Cantos en su actividad ordinaria,
pues, como reza su hoja de servicio, su verdadera situacin era la de procesado a
partir del 7 de junio anterior en la causa 131.089 que le instruye el Coronel Juez
Instructor del Juzgado Especial Militar n 14 de Madrid. La situacin de procesado
no se public en el Diario Oficial en atencin a la ndole reservada de la misma
19
.
Comenz, por tanto, a instruirse el oportuno procedimiento para ser juzgado en
consejo de guerra. El Fiscal Militar, en su escrito de conclusiones, le consideraba
autor de un delito de abuso de autoridad, circunstancia que estaba recogida en el
artculo 269 del Cdigo de Justicia Militar. Solicitaba una pena de 6 aos de reclusin.
Obviamente, la Defensa estimaba la absolucin del penado. El consejo de guerra de
Oficiales Generales emiti sentencia que est fechada el 7 de diciembre de 1945:
Despus de dar como probados los hechos Estableci los fundamentos
legales pertinentes y conden al procesado como autor de un delito de abuso de
autoridad con las concurrencias atenuantes de la responsabilidad a la pena de
un ao de prisin militar
20
.
No todos los generales estuvieron de acuerdo con esta resolucin; uno de ellos,
el Auditor de Guerra de la 1 Regin Militar, disiente de la misma, lo que oblig a
elevar toda la actuacin del consejo de guerra ante el Consejo Supremo de Justicia
Militar, que debera estudiar de nuevo toda la causa. La esencia del disentimiento
planteado por el capitn general fue, fundamentalmente, porque no se haba tenido
en cuenta el dao irreparable que se haba producido para las familias de los fusilados:
La agravante del dao producido y que la atenuante de obrar el procesado
en virtud de poderosos motivos de orden moral y patritico no es apropiada por
estar ya compulsada al tipificar la figura delictiva, calificada de abuso de autori-
dad
21
.
La nueva sentencia, fechada el 12 de julio de 1946, no modific en exceso la
anterior, se confirm el ao de prisin militar correccional con la accesoria legal de
suspensin de empleo, pero adems, en concepto de responsabilidad civil, el Consejo
seal que se debera indemnizar a los herederos de las tres vctimas en cuanta
de diez mil pesetas a cada uno de ellos
22
. De la misma forma, y como consecuencia
de la misma, Gmez Cantos tambin perdi en su escala de mando un total de siete
puestos. A partir de este momento apareci colocado a continuacin de Jos Snchez
Pavn.
El teniente coronel Manuel Gmez Cantos fue reducido a prisin el da 6 de enero
de 1947. Estando en la crcel present instancia ante el ministro del Ejrcito, Fidel
Dvila, en la que solicit, y se le concedi, el pase a la situacin de retirado por
hallarse delicado de salud
23
.
19
AGMI, Hoja de Servicios de Manuel Gmez Cantos.
20
AGMI, Sentencia del CSJM, Ref. Sealada.
21
Ibdem.
22
Ibd. De dicha cantidad no lleg a cobrarse ms que 1.200 pesetas, segn consta en la pieza civil separada instruida
en el Juzgado Militar n 14 Especial de la plaza de Madrid, cuyos archivos obran en el hoy Tribunal Militar Territorial
Primero, tambin con sede en Madrid.
23
AGMI, Hoja de Servicios de Manuel Gmez Cantos.
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IV. EL LARGO PROCESO POR LA REHABILITACIN
La sentencia result completamente insuficiente para las tres familias. No alivi
el tremendo desamparo en el que quedaron y que analizaremos a continuacin,
centrndonos en la familia de Sstenes.
Los tres cuerpos estuvieron enterrados en la fosa comn de Mesas hasta el mes
de diciembre de 1945, momento en que las viudas fueron autorizadas a retirar los
cadveres. Amelia Salomn Benito, esposa de Sstenes, con la ayuda de un familiar,
Emiliano, trajeron el cuerpo sin vida del infortunado guardia a su pueblo de
nacimiento. Fue enterrado el 15 de diciembre de 1945 en el cementerio de Arroyo
de la Luz
24
. A partir de este momento, la viuda inici un lento peregrinar buscando
en un principio la mera supervivencia de toda su familia y posteriormente, con la
llegada de la democracia, la honorabilidad del difunto. Segn nos informa una de
sus hijas, Pilar, la esposa y los hijos de Sstenes se encontraban viviendo en el
cuartel de Moraleja cuando sucedieron los hechos. Lo que mejor recuerda de aquella
poca son las muchas penalidades que tuvieron que pasar a partir de la muerte de
su padre:
Nos echaron del cuartel sin nada. Cuando llegamos a Arroyo especialmente
recuerdo el hambre y el sufrimiento de toda mi familia. Mis hermanas llorando
porque queran comer y no podan. Mi madre lleg a vender lo poco que hered
para poder darnos algo que llevar a la boca. Recuerdo perfectamente los viajes
de mi madre a Cceres para vender su sangre y, con lo que le daban, comprar
un saco de pan que traa a casa para todos. Tambin recuerdo la fiesta de los
Reyes Magos, una caja de naranjas que nos regalaban eran todos los Reyes que
tenan cinco nios! nicamente mi abuelo materno, que era vigilante de arbi-
trios, fue el nico que nos ayud en lo que pudo. En cambio, el Ayuntamiento
nunca colabor en nada, ni siquiera con unas sandalias para poder calzarnos
25
.
Estas declaraciones reflejan la situacin de desamparo casi total en que vivi la
familia durante todos los aos de la dictadura. Tambin nos permite hacernos una
idea de la lucha emprendida por la viuda para tratar de sacar a sus hijos adelante.
Por otro lado, y una vez que Amelia Salomn tuvo conocimiento de que el Estado
entregaba a los hurfanos de la Revolucin y de la Guerra una serie de prestaciones
econmicas, se aprest a solicitar, pocos das despus de haber ocurrido el suceso
26
,
el correspondiente socorro para sus hijos, ayudas que ya estaban disfrutando otros
hurfanos del conflicto armado
27
. No tuvo suerte con la instancia anteriormente
sealada. Comenz de esta forma una larga lucha, con distintos escritos, en diversas
instituciones franquistas para lograr el reconocimiento para sus hijos. Dos aos
despus, el 21 de junio de 1947, volva a elevar una nueva peticin, escrito que
denota la situacin angustiosa en la que se mova toda la familia:
Que tiene incoado el expediente oportuno para que le sean abonados los
beneficios de vctima de la Guerra, al igual que las viudas que se encuentran en
su mismo caso, urea Delgado, esposa del cabo Julin Jimnez Cebrin y a la
cual, habindolo solicitado al mismo tiempo que la que suscribe, los expresados
beneficios ya le han sido abonados. Por todo lo cual, y no habiendo recibido
resolucin alguna sobre el particular, y siendo notoria y grande su necesidad.
Suplica los beneficios cursados
28
.
24
Libros de Cementerio de Arroyo de la Luz, 15/12/1945. Sstenes fue enterrado en el nicho n 228, 1 fila, 1 poca.
25
Declaraciones de Pilar Romero Salomn, 29 de diciembre de 2006.
26
Esta primera solicitud est fechada el 22 de mayo de 1945. Con ella pretenda acogerse al Decreto del 23 de
noviembre de 1940 que haca referencia a las pensiones que deban cobrar los Hurfanos de la Revolucin y la
Guerra. Vase el contenido ntegro del presente decreto en el BOE del da 1 de diciembre de 1940.
27
AHPC, Beneficencia, caja 103. En Arroyo de la Luz, desde el ao 1944, los nios hurfanos por motivo de la Guerra
Civil, ya fuesen hijos de fallecidos en un bando u otro, eran socorridos con una pensin de orfandad que oscilaba
entre las 70 y 90 pesetas mensuales.
28
Ibdem.
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Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes
Esta nueva instancia fue, como las anteriores, desestimada por la Administracin.
El 16 de septiembre de ese mismo ao, vuelve a solicitar, en este caso al Gobernador
Civil de la Provincia de Cceres, que atendiese su justa peticin porque Manuela
Berenguer (la esposa del otro guardia fusilado en Mesas), ya disfrutaba del referido
subsidio
29
. Ante las numerosas instancias que llegaban a diversos organismos, el
Ministerio de la Gobernacin, a travs de la Direccin General de Beneficencia y
Obras Sociales le hizo llegar un oficio donde le argumentaban las causas por las que
no tena derecho a prestacin alguna:
Se acuerda desestimar la peticin formulada por haber ocurrido el falleci-
miento del padre posteriormente a la terminacin de la Guerra
30
.
Lgicamente, la viuda no qued conforme con esta respuesta. Vuelve a insistir
con nuevos escritos en los que expona informes ya conocidos. Ante la perseverancia
de la viuda, la Administracin, decidi el 1 de enero de 1948, sin derecho a atrasos
conceder una pensin de orfandad. Esta pensin llegaba muy tarde y, adems, no
se cobraba regularmente. Es significativo sealar como once aos despus de haber
ocurrido el acontecimiento luctuoso, las penurias seguan estando presentes en la
familia Romero. Como la anterior subvencin no llegaba durante muchos meses, la
viuda volva, una vez ms, a dirigirse al Gobernador Civil de la provincia cacerea
de manera angustiosa:
Me echan de casa por faltar al pago, el comestible tambin me lo niegan
31
Pocos das despus contestaba el Gobernador en una carta que fue enviada al
Alcalde:
Comunique a Doa Amelia Salomn, que por no haberse recibido en esta
Junta los crditos precisos, no se le pueden satisfacer las pensiones que tiene
que percibir por sus hijos hurfanos de la Revolucin y la Guerra
32
.
Ante este negro panorama, no qued otro remedio a toda la familia que ponerse
a trabajar en lo que fuese, a pesar de que sus hijos eran todava bastante pequeos.
Pilar recuerda cmo una de sus hermanas se puso a trabajar con Silos por la
comida y ella misma, despus de pasar por el Colegio de Hurfanos en el que
permaneci dos aos, se tuvo que poner, con solo doce aos, a servir por la
merienda, y luego con un mdico hasta que me cas, con este doctor ganaba
doscientas pesetas
33
.
En la dcada de los sesenta consiguen ser recibidos por el general y vicepresidente
del Gobierno Agustn Muoz Grandes, que les entreg 500 pesetas a cada viuda y
posteriormente, en 1964, otras 13.000 y una indemnizacin de unas 70.000 pesetas.
Las cantidades anteriores ponan fin a largos aos de penuria econmica pero no
consiguieron rehabilitar la memoria de Sstenes. Esta fue la segunda gran pelea de
la familia: conseguir que la administracin reconociese que no haba sido un cobarde
ante el enemigo, sino que haba muerto en acto de servicio.
El primer intento por reabrir la causa de Sstenes tuvo lugar el 11 de marzo de
2004. Mediante instancia, firmada por una de las hijas, pretendan, entre otras
cosas, la reapertura de la causa n 131.089 del Juzgado Militar n 14 y la rehabilitacin
del Guardia Civil Sstenes Romero Flores. La peticin fue tomada en consideracin
ya que se lleg a constituir en Madrid un Tribunal Militar con fecha de 20 de julio de
29
Ibd.
30
AHPC, Beneficencia, caja 65.
31
AHPC, Beneficencia, caja 44, 13 de agosto de 1956.
32
Ibdem.
33
Declaraciones de Pilar Romero, Ref. Sealada.
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ese ao. En su parte dispositiva desestim las peticiones formuladas por Marcela
Romero Salomn en cuanto a la reapertura del procedimiento sumarsimo de urgencia
n 131.089 pero accedan que les fuesen facilitados a los solicitantes, los testimonios
de particulares que resulten necesarios, exclusivamente a los fines de orden
administrativo. Fue por tanto una victoria a medias. No haban conseguido reabrir
el caso, pero al menos, se dejaba una puerta abierta para poder rehabilitar la figura
de su padre muerto 60 aos atrs.
Un nuevo trmite ante la administracin fue iniciado el da 7 de abril de 2005.
De nuevo Marcela Romero present una instancia ante la subdelegacin del Gobierno
en Salamanca, ciudad donde reside. En este escrito dirigido al Director General de
la Guardia Civil se expona entre otras cosas lo siguiente:
Que su padre muri el da 18 de abril de 1945 victima de un fusilamiento
ordenado por el entonces teniente coronel Manuel Gmez Cantos ... Que sin
esperar al resultado de las investigaciones, consider que los guardias civiles
que all se encontraban haban cometido un acto de cobarda frente al enemigo
... Que el citado teniente coronel dict una Orden reservada de la Comandancia
el da 23 de abril de 1945, en la que adems de justificar su accin, se vanaglori
de haber ordenado el fusilamiento, imputando conductas deshonrosas que no
fueron probadas en ningn momento ... Que esta orden nunca fue revocada,
con el consiguiente descrdito para los asesinados y sus familias, que han veni-
do sufriendo por ello todos los aos de su vida ... Que es deseo de esta compa-
reciente rehabilitar la figura de su padre por haber sido condenado por un delito
que no cometi ... Que con independencia de la rehabilitacin a que se alude, y
que ha sido solicitada en este mismo da al Excmo. Sr. Ministro de Defensa, la
compareciente entiende que asimismo debe procederse a la declaracin de falle-
cimiento en acto de servicio de su padre, toda vez que su bito se produjo como
ocasin del mismo
34
Una vez presentada la documentacin, la maquinaria de la Administracin se
puso en marcha. Se pidieron informes a la Subdireccin General de Personal, rea
de Asuntos Legales y tambin se solicit informes al Servicio de Recursos Humanos.
Posteriormente se nombr un Instructor y un Secretario que eran los que deban
tramitar el nuevo expediente y dilucidar la peticin formulada por la familia Romero
Salomn. El 8 de marzo de 2006 la asesora jurdica de la Direccin de la Guardia
Civil, emiti un largo informe, donde recoge hechos y una serie de fundamentos
jurdicos que determinaban lo siguiente:
Concurso de factores y situaciones que pudieran llevar a concluir que el
fallecimiento del citado componente del cuerpo acaeci como consecuencia del
servicio
35
.
Unos das despus, el 17 de marzo, se inform al Subsecretario de Defensa y el
29 de mayo se envi notificacin al teniente coronel Jefe de la Comandancia de la
Guardia Civil de Salamanca para que fuese notificada dicha resolucin a la parte
interesada en el proceso. Por fin, y despus de tantos aos, la familia Romero
consigue de la Administracin el ansiado informe oficial:
En cumplimiento a la Resolucin de la Subsecretara de Defensa, de fecha 9
de mayo de 2006, la Orden de 26 de mayo de 1945, publicada en el Diario
Oficial nm. 119, de fecha 30 de mayo, por la que caus baja en la Guardia
Civil, entre otros, el Guardia Segundo don Sstenes Romero Flores, por haber
fallecido el 18 de abril de 1945, queda ampliada, por lo que al mismo se refiere,
en el sentido de que el fallecimiento lo fue como acaecido en acto de servicio.
Madrid, 30 de mayo de 2006.- El Director General de la Guardia Civil, Joan
Mesquida Ferrando
36
.
34
AGMI, expediente FA/2005/0471. Reapertura de causa 131.089.
35
Ibdem.
36
BOD, n 113, 12 de junio de 2006.
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Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes
V. ANEXOS: VCTIMA Y VERDUGO
V.1. Anexo 1
Sstenes Romero Flores, hijo de Fulgencio y Francisca, natural de Arroyo del
Puerco (hoy de la Luz), provincia de Cceres, naci el 28 de noviembre de 1908, de
profesin zapatero, ingres como recluta el primero de agosto de 1929 en Cceres
y posteriormente destinado al Regimiento Infantera La Victoria en Salamanca.
Despus de dos aos fue licenciado. Iniciada la Guerra Civil, el 7 de mayo de 1937,
como tantos jvenes, se incorpor a las milicias de Cceres como voluntario. Fue
destinado a la 4 Bandera destinada en el Frente de Extremadura, sector de
Navalmoral de la Mata. All permaneci hasta el 18 de julio en que toda su compaa
se traslad al Sector de Guadalupe y posteriormente al de Carrascalejo. El 18 de
febrero de 1938 fue propuesto para el empleo de Sargento Provisional de Milicias.
Con este empleo logr poner en desbandada al enemigo ante la eficaz resistencia
del da 9 de abril en Valdecasa del Tajo. El 20 de julio de 1938 intervino en la
conquista del Valle de la Serena. Antes de volver a su pueblo, licenciado, haba
conseguido por su arrojo y valor una Cruz de Guerra, dos Cruces Rojas del Mrito
Militar y una Medalla de Campaa.
La dureza de la posguerra, y acogindose a las disposiciones emanadas de la
Administracin franquista con los excombatientes, decide ingresar el 1 de septiembre
de 1940 en el Instituto de la Guardia Civil como Guardia Segundo de Infantera por
un periodo provisional de tres meses y que luego se vera prorrogado por varios
aos ms. Primero estuvo destinado en Cceres hasta que el 23 de marzo de 1941
se incorpor al puesto de Moraleja, situacin en la que permaneci todo el tiempo
en que sirvi al benemrito cuerpo. No obstante, todos los aos sala concentrado
para el sector de huidos de la provincia. En esta situacin se encontraba en
Mesas de Ibor cuando falleci este guardia a consecuencia de haber sido pasado
por las armas, por cuyo motivo se le da de baja en el Cuerpo de la Guardia Civil y
106 Comandancia Rural
37
.
Sstenes nunca pens que iba a ser fusilado. Significativa es la carta que envi
unas horas antes del suceso a su esposa e hijas. En esta misiva, fechada el 17 de
abril de 1945, el guardia sealaba que lo ocurrido no haba tenido mucha
trascendencia, te lo digo yo antes que nadie para que no te asustes, pues luego las
cosas cada uno las cuenta a su manera y podan aumentar ms de lo que ha sido.
Casado con Amelia Salomn Benito, tena en el momento de su muerte cuatro
hijas: Francisca (20 de julio de 1933), Pilar (14 de diciembre de 1937), Marcela (8
de abril de 1938) y Mara (12 de abril de 1941). Con posterioridad a su fallecimiento
naci el nico varn que nunca lleg a conocer: Lorenzo Eduardo (21 de julio de
1945)
38
.
V.2. Anexo 2
Manuel Gmez Cantos naci en San Fernando (Cdiz), el da 25 de marzo de
1892, hijo de Manuel, oficial 3 de Archivos de Marina, y de Blanca. Ingres como
alumno de infantera en la Academia de Toledo el 30 de agosto de 1912. Tres aos
despus fue destinado al Regimiento de Infantera Guipzcoa n 53 con el grado de
37
AGMI, Hoja de Servicio de Sstenes Romero Flores.
38
AHPC, Beneficencia, caja 103.
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2 teniente. En 1916, como tantos otros militares, march a Nador en frica, all
desempe distintos puestos de cierta responsabilidad. Al finalizar 1916 se cas en
su pueblo de nacimiento con Consuelo Carmelo Ibez. En septiembre de 1918 fue
ascendido a primer teniente de infantera de Marina de guarnicin en San Fernando.
Ese mismo ao obtuvo la Cruz de 1 clase del Mrito Naval con distintivo rojo por
los muy relevantes servicios prestados en Larache. Con fecha 7 de enero de 1920
se le concedi ingreso en el Instituto de la Guardia Civil y destinado como teniente
a la comandancia de Crdoba (Montilla) a la que se incorpor el da 19 de febrero.
En esta situacin estuvo poco tiempo porque en agosto de ese mismo ao fue
destinado a Cdiz y ms concretamente a Puerto de Santa Mara. En este puesto
permaneci varios aos, hasta 1925, en que fue destinado a Huelva (Aracena) y
poco despus el cuartel de La Rambla (Crdoba), destino en el que tuvo su primera
llamada de atencin por sus superiores: se nombr Juez Instructor para dilucidar
la responsabilidad en que hubiera incurrido por atropello cometido con paisanos
en La Rambla, detencin no justificada de los vecinos de la misma e incumplimiento
de las rdenes recibidas. Fue arrestado el 13 de marzo, situacin en la que
permaneci hasta el 11 de mayo. Caus baja en este puesto y a partir de junio de
1925 tuvo su primera incorporacin a tierras extremeas.
Su primer destino fue Hoyos, puesto en el que estuvo hasta noviembre de 1925,
en que fue trasladado a la lnea de Arroyo del Puerco, pueblo de nacimiento de una
de sus vctimas en los sucesos de Mesas aqu analizado. En Arroyo permaneci
hasta finales de agosto de 1926 en que como supernumerario es destinado de
nuevo a Cdiz. El 8 de mayo de 1928 alcanz el empleo de capitn y destinado al 4
Tercio de la Guardia Civil y Comandancia de Caballera. En 1931 volvi a tener un
nuevo incidente, en este caso con un comandante. Se le instruy procedimiento
previo, aunque poco despus fue sobresedo. El 25 de abril de 1931 firm promesa
solemne de adhesin a la Repblica. En julio fue destinado a la comandancia de
Jan y poco despus al 18 Tercio de la Guardia Civil de Caballera. No fue hasta
febrero de 1934 cuando fue destinado a Mlaga, comandancia en la que tuvo nuevos
incidentes, sufri arresto domiciliario por inexactitud en el cumplimiento de
obligaciones reglamentarias.
En marzo de 1936 vuelve a Extremadura, en este caso a la comandancia de
Badajoz (Villanueva de la Serena). All se sublev contra la Repblica, consiguiendo
retener la poblacin en manos nacionales hasta el 29 de julio, que se retir con sus
tropas y con algunos prisioneros hasta Miajadas, en Cceres. El 2 de agosto, simulando
un acto de rendicin, consigui dar muerte a 213 milicianos y recibiendo por ello la
felicitacin de los Excmo. Seores General Jefe del Ejrcito del Sur y Gobernadores
Militar y Civil de la Provincia de Cceres. Se incorpor despus a la Columna
Castejn, encargndose del Servicio de Orden y Polica, interviniendo en la toma de
numerosas poblaciones extremeas. Santa Amalia, Rena y Villar de Rena, entre
otras.
En el ao 1937, fue destinado en distintos frentes de combate, saliendo
urgentemente la mayor parte de las veces: Marbella, Mlaga, pueblos del litoral
malagueo, Valdetorres, Campolugar, Santa Amalia, Fuenteovejuna, Mrida y
Pearroya. La mayor parte de las veces su misin era hacer batidas por los montes
para tratar de acabar con las partidas de marxistas huidos en la sierra. El 30 de
octubre de este ao fue nombrado por el Generalsimo como Jefe de Polica del 11
Cuerpo del Ejrcito del Sur y habilitado para el empleo de comandante.
En febrero de 1938 se hizo cargo de un puesto de enorme responsabilidad y que
tendra enormes consecuencias para los desafectos: Delegado de Orden Pblico
de la Provincia de Badajoz. Al finalizar el ao consigui la Medalla Militar por su
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Rehabilitar la figura de un padre. El fusilamiento del guardia civil Sstenes
espritu militar y un valor, energa y dotes de mando excepcionales. En 1939 se
encarg de la defensa de Azuaga y Granja de Torrehermosa. Poco despus fue
nombrado Gobernador Civil de Pontevedra con rdenes concretas y terminantes
de acabar el asunto de huidos y tomar el mando del Orden Pblico. Segn su hoja
de servicio, cosa que logr despus de entrevistarse personalmente con los 1.500
huidos en el monte. El 25 de agosto, y a peticin propia, cesa en este cargo de
Gobernador, aunque continu en misin especial del Ministerio de la Gobernacin
en Servicios Confidenciales de Frontera Sur y Oeste. Estos hechos provocaron nuevas
quejas de sus superiores ante el propio Ministro, especialmente por la manera de
actuar del personaje. Es significativo el escrito que el Inspector General envi al
Ministro de la Gobernacin el 27 de febrero de 1940, y que dice mucho de la
personalidad de este militar:
Este Jefe con su grupo ha venido actuando, seguramente con eficacia, pero
con cierta independencia y sin control alguno de esta Inspeccin General ...
teniendo a sus rdenes un grupo de fuerza con 1 teniente, 2 brigadas, 4 sargen-
tos, 26 cabos y 38 guardias, de cuyo personal no dispona el Primer Jefe de la
Comandancia ... Nombrado Gobernador de Pontevedra, se llev el citado grupo
de fuerza que tobo a sus rdenes hasta el 30 de septiembre ... como el referido
Comandante no tiene facultades para disponer del personal, ha cometido una
falta
Sin embargo, los mtodos expeditivos contra los desafectos le llevaron, ya
como teniente coronel, a dirigir el Servicio de Persecucin de Huidos (maquis), de
las zonas declaradas de Guerra de las provincias de Cceres y Badajoz (1941), y
ampliadas desde el 24 de septiembre de 1942 a Toledo y Ciudad Real. Bajo su
mando se produjeron las matanzas de Ala y de Caamero, ejecuciones ya comentadas
en el presente trabajo y que son descritas en su hoja de servicio de manera
inverosmil.
No obstante, diversas infiltraciones del maquis en diversos puntos provocaron
que distintos Jefes se hiciesen cargo, exclusivamente, de una zona ms reducida.
Gmez Cantos fue asignado, a partir del 10 de febrero de 1944, al sector de Cceres
(106 Comandancia Rural). En este puesto se encontraba cuando sucedieron los
hechos narrados de Mesas de Ibor, sucesos que, como hemos visto, acabaron con
una carrera militar repleta de sombras y que sobre todo haba sembrado de luto a
numerosas familias extremeas.
Despus de pasar por la crcel, solicit el retiro voluntario. Se le concedi, a
partir de agosto de 1947, derecho de haber pasivo mensual de 1.200 pesetas, ms
183 por la pensin de una Medalla Militar Individual. Esta pensin le era abonada
por la Delegacin de Hacienda de Cceres
39
. Fue en esta ciudad donde estuvo
residiendo un tiempo antes de marcharse a Madrid. Muri el 29 de mayo de 1977
cuando contaba 85 aos y est enterrado en el cementerio de Carabanchel.
FUENTES
Archivo General del Ministerio del Interior (AGMI)
Archivo Histrico Provincial de Cceres (AHPC)
Libros de Cementerio de Arroyo de la Luz
39
AGMI. Hoja de servicios de Manuel Gmez Cantos.
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Francisco Javier Garca Carrero
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Relacin de autores
ROBERT STRADLING
Cardiff, Gales (1942). Licenciado (1965) y doctor (1969) por la Universidad de Gales, en la
que ha trabajado como profesor. Desde 1999 es catedrtico emrito de ella. Ha sido ponente
en distintos congresos de Historia internacionales, entre ellos los de Cartagena (Aulas del Mar,
1988), Prato (1993), Amsterdam (1994), San Sebastin (1994), Piacenza (1994), Santander
(Cursos de Laredo, 1995) y Leiden (1998). Destacado hispanista, ha estudiado durante treinta
aos la historia de la Monarqua Espaola en el siglo XVII, en especial la guerra y la poltica
europea de entonces, si bien en los ltimos aos ha publicado tambin distintos trabajos sobre
la Guerra Civil. Entre sus publicaciones destacan las siguientes: Europe and the Decline of
Spain (1981), traducido al espaol en 1992: Europa y el declive de la estructura imperial
espaola (1580-1720); Philip IV and the Government of Spain, 1621-1665 (1988), traducido
al espaol en 1989: Felipe IV y el gobierno de Espaa, 1621-1665; La armada de Flandes:
poltica naval espaola y guerra europea, 1568-1668 (1992); Espaa y Portugal: Historia y
Cultura de la Pennsula Ibrica, en colaboracin con Mary Vincent, Atlas Culturales del Mundo
(1994, reed. 2002); y Your Children Will Be Next: Bombing and Propaganda in the Spanish
Civil War, University of Wales Press, previsto para 2008.
ANTONIO VENTURA
Portalegre, 1953. Licenciado y Doctor en Historia Contempornea por la Universidad de
Lisboa, es catedrtico del Departamento de Historia de su Facultad de Letras desde 1986, as
como profesor coordinador de la Escuela Superior de Tecnologa y Gestin del Instituto Politcnico
de Portalegre. Director del Centro de Historia de la Universidad de Lisboa. Acadmico
correspondiente de la Academia Portuguesa da Historia. Ha participado en congresos cientficos
en Espaa, Francia, Italia, Suiza, Luxemburgo, Estados Unidos, Canad, Macao, China y Rusia
y profesor colaborador o visitante en las universidades de Toronto (Canad), Extremadura,
Complutense de Madrid, Autnoma de Barcelona y Crdoba (Espaa), Brown y Dartmouth
(USA), Lomonossov (Mosc, Rusia), Pisa (Italia) y Ginebra (Suiza). Su extensa bibliografa
incluye unos 200 trabajos, 57 de ellos libros, entre los que destacan: Guerra de 1801 (1994),
A Carbonria em Portugal (1999), O Marqus de Santa Iria nas Guerras Liberais (2000),
Anarquistas, Republicanos e Socialistas: as convergncias possveis (1892-1919) (2000), Estudos
sobre Histria e Cultura Contemporneas de Portugal (2004), A Guerra das Laranjas e a Perda
de Olivena 1796-1801 (2004), O Algarve visto pelos Estrangeiros (2005), Histria da Carris
de Ferro de Lisboa (2005), y Planos espanhis para a Invaso de Portugal 1796-1801 (2006).
DIEGO CARCEDO
Cangas de Ons (Asturias), 1940. Licenciado en Ciencias de la Informacin y en Historia. En
1975 ingresa en TVE, siendo nombrado corresponsal en Portugal en 1978. En 1989 es director
de los Servicios Informativos de TVE y en octubre de 1991 director de Radio Nacional de
Espaa. Desde 1996 pertenece al Consejo de Administracin de RTVE. Ha sido presidente de la
Asocia-cin de Corresponsales Extranjeros en Portugal y del Servicio Internacional de Noticias,
consejero de la Unin Europea de Radiodifusin y consejero fundador de EURONEWS. Miembro
actual del consejo asesor acadmico para los estudios de Ciencias de la Informacin de la
Universidad Francisco de Vitoria y Presidente de la Asociacin de Periodistas Europeos (APE).
Premio Cceres de Periodismo, Cirilo Rodrguez al mejor corresponsal en el extranjero, Ondas
y Antena de Oro por su labor en la direccin de RNE. Ejerce como profesor universitario de
Relaciones Internacionales, escritor, conferenciante y articulista. Entre sus obras ms recientes:
Fusiles y claveles (1999); Un espaol frente al Holocausto: cmo Angel Sanz Briz salv a 5000
judos (2000); 23-F. Los cabos sueltos (2001); Maquis: guerrilla rural contra el franquismo,
Historia y vida (2001); Jos Antonio Senz de Santamara (2003); El Schindler de la guerra
civil (2003), y Neruda y el barco de la esperanza (2006).
MANUEL LPEZ FERNNDEZ
Natural de Calera de Len. Militar de profesin y doctor en Historia por la UNED con la tesis
La Orden de Santiago y el maestre Pelay Prez Correa. Profesor tutor del Centro Asociado de
la UNED en Algeciras y miembro del Instituto de Estudios Campogibraltareos, sus lneas de
investigacin estn relacionadas con el Estrecho de Gibraltar y con la Orden de Santiago. Sus
trabajos han sido publicados en actas de congresos celebrados en Espaa y Portugal, o publicados
en revistas como Albassit; Almoraima; Cuadernos del Archivo Central de Ceuta; Espacio, Tiempo
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Relacin de autores
y Forma; Historia. Instituciones. Documentos; Revista de Estudios Extremeos; Revista de
Historia Militar; Revista de las rdenes Militares; y otras de menor difusin en las provincias de
Alicante, Badajoz, Cdiz, Murcia y Sevilla.
MARA REMEDIOS GORDILLO MORENO
Licenciada en Historia por la Universidad de Extremadura (1996-2000), posee el Diploma
de Estudios Avanzados por la misma Universidad (2000-2002), para lo cual realiz la Memoria
de Investigacin que lleva el ttulo Tcticas y Estrategias militares durante la Guerra Civil entre
Pedro I el cruel y Enrique II de Trastamara (1366-1369). Ha sido profesora de Educacin
Secundaria del IES Cieza de Len de Llerena (2004-2007) y actualmente ejerce en el IES
Miguel Durn de Azuaga.
PABLO IGLESIAS AUNIN
Profesor de Enseanza Secundaria desde 1997, ejerce en el IES Vegas Bajas de Montijo
(Badajoz), rea de Religin. Diplomado en Ciencias de la Educacin (1988) y licenciado en
Geografa e Historia (1991). Present Memoria de Licenciatura en 2000: Historia de las
Mentalidades en la Extremadura del Antiguo Rgimen (siglos XVI-XVIII). Diplomado en Ciencias
Religiosas por la Universidad de Navarra (2004). Tiene editados cuatro libros: Historia, fe y
Religin en Nuestra Seora de Barbao (1999), Historia de la Comarca de Lcara. Del Medioevo
a la Modernidad (2000, 2 ed. 2001), Historia de la villa de Puebla de la Calzada desde 1494 a
1605 (2001), e Historia de la Comarca de Lcara. De la crisis del Antiguo Rgimen a los
Tiempos Actuales (2002). Ha participado como comunicante en los Coloquios de Historia de
Trujillo desde 1997 y en los Coloquios de Historia de Montijo, y recientemente en el XXIII
Congreso Nacional de Archiveros de la Iglesia (2007).
JOS MANUEL DAZ BLANCO
Licenciado en Historia, especialidad en Edad Moderna, por la Universidad de Sevilla (2004)
y becario de investigacin (Junta de Andaluca y Ministerio de Educacin y Ciencia). Sus lneas
de trabajo se encuadran dentro del mbito de la Historia Colonial durante el Antiguo Rgimen
desde una doble perspectiva: poltica (anlisis del diseo estratgico en la Corte y aplicacin
en las colonias) y comercial (estudio de la comunidad mercantil sevillana de la Carrera de
Indias). Pertenece al grupo de investigacin Andaluca y Amrica Latina: el impacto de la
Carrera de Indias (HUM-202), ha participado en diversos congresos en Espaa y Chile y
actualmente prepara su tesis doctoral, dirigida por el Dr. D. Francisco Nez Roldn y titulada
Razn de Estado y Buen Gobierno. La dimensin americana de la Pax Hispanica.
JAIME GARCA BERNAL
Doctor en Historia. Profesor Asociado de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla.
Director del equipo de investigacin Fuentes para la Historia de Andaluca en el Antiguo Rgimen.
Miembro del Programa I+D La Ciudad letrada en el Mundo Hispnico de los siglos XVI-XVII:
Discursos y Representaciones (HUM 2005-07069-C05-04HIS). Miembro del Grupo de
Investigacin del PAI Andaluca y Amrica Latina: El Impacto de la Carrera de Indias sobre las
redes sociales y las actividades econmicas regionales. Publicaciones: La ciudad y su gente:
historia urbana de Sevilla (2005), El fasto pblico en la Espaa de los Austrias (2006). En
colaboracin: Historia e Historiadores sobre Huelva (siglos XVI-XIX) (1997), Felipe II y la
Monarqua Hispnica (1999). Ms de veinte artculos y ponencias en congresos, entre los
cuales: Vnculo social y vnculo espiritual: la fiesta pblica en la Espaa Moderna, en Ftes et
Divertissements. Ibrica, n 8 (1997), Universit Paris-Sorbonne.
FERMN MAYORGA HUERTAS
Cheles, Badajoz, 1965. Investigador de historia de la Inquisicin de Llerena. Lleva cinco
aos investigando en el Archivo Histrico Nacional sobre dicho Tribunal. Fruto de ello, entre
otros, son sus artculos publicados en las siguientes revistas y jornadas de historia: Los
Herejes de Trujillo (Revista de la Asociacin de Amigos de la Real Academia de Extremadura
de las Letras y las Artes), Heterodoxos en el Ducado de Feria durante la Edad Moderna
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Relacin de autores
(Cuadernos de Zafra, Estudios Sobre la Historia de Zafra y el Estado de Feria), Genocidio
Judo en Fregenal de la Sierra (Races. Revista de Cultura Juda), Los Herejes de Olivenza
(Revista de Ferias de Olivenza). Es colaborador habitual en la Revista Raya Viva con artculos
sobre la Inquisicin de Extremadura. Sus ltimas conferencias sobre los herejes extremeos
han sido en Hervs, Brozas, Alburquerque y La Parra.
ANTONIO JOS RODRGUEZ HERNNDEZ
Valladolid, 1979. Doctor en Historia por el Instituto Universitario de Historia Simancas-
Universidad de Valladolid. Sus investigaciones se centran fundamentalmente en el ejrcito
hispano durante el siglo XVII, y en especial el reclutamiento, que ha sido su tema de tesis
doctoral. Ha sido galardonado con el Premio Ejrcito en Investigacin en Humanidades y Ciencias
Sociales 2006. Entre sus publicaciones destacan: El Reclutamiento de espaoles para el Ejrcito
de Flandes durante la segunda mitad del siglo XVII, en Enrique GARCA HERNN y Davide
MAFFI (eds.), Guerra y sociedad en la Monarqua Hispnica: Poltica, Estrategia y Cultura en la
Europa Moderna (1500-1700), Madrid, 2006, y el libro: Espaa, Flandes y la Guerra de
Devolucin (1667-1668). Guerra, reclutamiento y movilizacin para el mantenimiento de los
Pases Bajos espaoles, Ministerio de Defensa, Madrid, 2007.
PATRICIA RODRGUEZ REBOLLO
Valladolid, 1979. Licenciada en Historia por la Universidad de Valladolid y Becaria Predoctoral
de la misma universidad. Su tema de tesis doctoral es el Consejo de Estado durante el reinado
de Carlos II. A raz de su experiencia ha publicado los siguientes trabajos: El Consejo de
Estado y la Guerra de Portugal (1660-1668), en Investigaciones Histricas, 26, 2006, y Los
aos finales de la Guerra de Portugal: los problemas para llevarla a cabo (1664-1668), en
Enrique GARCA HERNN y Davide MAFFI (eds.), Guerra y sociedad en la Monarqua Hispnica:
Poltica, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna (1500-1700), Madrid, 2006.
JULIN GARCA BLANCO
Licenciado en Geografa e Historia por la Universidad de Extremadura (seccin Prehistoria
y Arqueologa). Profesor de Enseanza Secundaria en el IES Castelar de Badajoz. En la actualidad
estudia las fortificaciones que se levantaron en Badajoz con motivo de la guerra de la Restauracin
o de la independencia de Portugal (1640-1668). Entre sus trabajos se encuentran: La lnea
fortificada de las Cuestas (Badajoz), Revista de Estudios Extremeos, 2001; Las fortificaciones
de Badajoz durante la guerra de la Restauracin de Portugal (1640-1668), 2001; El cuartel
de caballera de Santo Domingo, Apuntes para la Historia de la ciudad de Badajoz, 2004, y
Rodrigo Dosma y la muralla de Badajoz, Arte, Poder y Sociedad y otros estudios sobre
Extremadura. VII Jornadas de Historia en Llerena, 2007.
FELICSIMO GARCA BARRIGA
Cceres, 1975. Doctor en Historia Moderna por la Universidad de Extremadura. Tras acabar
sus estudios de licenciatura en 1998, inici una carrera investigadora prolongada hasta la
actualidad y centrada principalmente en cuestiones como la demografa histrica y la historia
de la familia, adems de elaborar trabajos de carcter local. Fruto de esas investigaciones son
su tesis doctoral, titulada Estructuras y dinmica familiar en la Extremadura del Antiguo Rgimen,
que obtuvo la mxima calificacin de sobresaliente cum laude, y su libro La villa de Brozas en
el Antiguo Rgimen. Evolucin demogrfica y sistema familiar (Cceres, 2005). Profesionalmente
se dedica a la docencia, desempeando actualmente funciones de profesor de Geografa e
Historia en el IES Jlama, de Moraleja (Cceres).
JOS GMEZ MARTN
Estudia Filologa Hispnica, Liturgia y Genealoga, Herldica y Nobiliaria. Caballero Jure
Sanginis de la Sagrada y Militar Orden Constantiniana de San Jorge, entre otras, y Acadmico
Correspondiente de la Pontificia y Real Academia Bibliogrfica-Mariana de Lrida y de la Real
Academia Mallorquina de Estudios Genealgicos y Herldicos. Miembro del Instituto de Historia
Ortiz de Ziga de Sevilla; del Instituto de Estudios Histricos de la Orden del Santo Sepulcro;
y del de Liturgia de San Isidoro. Ha Participado con publicaciones en diferentes revistas, congresos
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Relacin de autores
especializados sobre religiosidad popular, historia, arte e iconografa (Confraternitas, Miriam,
Boletn de las Cofradas de Sevilla, Ctedra del General Castaos, Jornadas de Religiosidad
Popular de Almera y de El Escorial, etc.) y en obras conjuntas (Enciclopedia de las Artes y
Artesanas de la Semana Santa Andaluza, 450 aos de la Compaa de Jess en Andaluca, etc).
MARIA DULCE ANTUNES SIMES
Licenciada en Antropologa por el ISCTE de Lisboa. Doctoranda en Antropologia dos
Movimentos Sociais, FCSH-UNL, en 2006. Trabaja en el projecto: Dominao e Resistncias;
Memrias da Guerra Civil de Espanha em Barrancos. Estudo do Processo de Interaco Social
entre Comunidades de Fronteira. Ha publicado el libro Barrancos na Encruzilhada da Guerra
Civil de Espanha. Memrias e Testemunhos, 1936, y es autora de numerosos artculos sobre la
guerra civil espaola.
RAL AGUADO BENTEZ
Licenciado en Historia por la Universidad de Extremadura (2000), Diploma de Estudios
Avanzados (2002) con la Memoria de Investigacin Las Clases Populares en la Extremadura
del Primer Franquismo (1939-1959). Una Aproximacin. Profesor de Educacin Secundaria en
el IES Virgen de Gracia de Oliva de la Frontera (Badajoz). Ha colaborado en los libros Historia
de la Diputacin de Badajoz, 1812-2000 y La Depuracin de Funcionarios, Maestros y Otros
Colectivos Desafectos en la Provincia de Badajoz. Ha publicado Cceres en el Verano de
1936 (Revista Alcntara), El Cementerio Militar de los Italianos en Campillo de Llerena
(Extremadura) (Piedras con Races), ha participado en las cuatro ltimas Jornadas de Historia
en Llerena: Retamal de Llerena a finales del siglo XVIII: El Caso de Juan Jos Molano,
Apuntes para el Estudio del Cementerio de los Italianos de Campillo de Llerena, Retamal
Durante el Siglo XVIII: Poltica, Economa y Sociedad y Ocupacin del Poder Municipal por
las Tropas Franquistas. En la actualidad est realizando la Tesis Doctoral Economa, Demografa
y Sociedad en la Extremadura del Primer Franquismo.
ANDRS OYOLA FABIN
Catedrtico jubilado de Enseanza Secundaria. Cronista Oficial de Segura de Len. Miembro
del Comit Cientfico del Congreso Benito Arias Montano y su tiempo, codirector del proyecto
Memoria colectiva de Tentuda, coordinador de las VIII (1993) y de las XIX (2002) Jornadas de
Patrimonio de la Sierra celebradas en Cumbres Mayores (Huelva), miembro del Consejo de
Redaccin de la Revista Saber Popular (Revista Extremea de Folkolre) y del jurado del premio
Garca Matos, componente de GIESRA (Grupo de investigacin y estudio de la religin de los
andaluces), Departamento de Antropologa de la Universidad de Sevilla, curso 2005-2006.
Traductor de Arias Montano, Arceo de Fregenal y el Cardenal Carvajal. Prepara su tesis doctoral
sobre Francisco Arceo de Fregenal. Ha publicado seis libros sobre Segura de Len y Arias
Montano y varias decenas de artculos sobre historia, patrimonio, cultura popular y Humanismo.
FELISA ZAMORANO
Profesora de Educacin Infantil (jubilada) y miembro de la Cofrada Extremea de
Gastronoma. Es una entusiasta de la cultura popular Extremea y de la Portuguesa, sobre
todo en el campo de la cocina. Colabora en varias revistas y es coautora con otros miembros
de la Cofrada de varios libros: Recetario de Cocina Extremea, Cuaderno Popular sobre la
matanza, Extremadura Paraso Gastronmico, etc. Ha realizado sobre estos temas espacios
televisivos tanto a nivel nacional como internacional: Francia e Inglaterra.
ANTONIO JOAQUN SANTOS MRQUEZ
Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, siendo profesor de la Licenciatura
de Historia del Arte en la Facultad de Geografa e Historia de la referida universidad. Entre sus
trabajos ms relevantes destacan sus libros dedicados a la platera artstica titulados La platera
religiosa en el sur de la provincia de Badajoz y Los Ballesteros. Una familia de plateros en la
Sevilla del Quinientos, adems de un nmero importante de artculos versados en diferentes
aspectos de las artes plsticas modernas.
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Relacin de autores
JOANA BALSA DE PINHO
Licenciada en Historia del Arte por la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa.
Doctoranda en Arte, Patrimonio y Restauracin, con tesis sobre la influencia de las cofradas de
la Misericordia en la Arquitectura quinientista portuguesa. Becaria de investigacin cientfica
en diversos proyectos referentes a la publicacin de fuentes escritas y al inventario de patrimonio
cultural. Participante en diversos cursos, coloquios y conferencias sobre historia del arte,
patrimonio cultural, conservacin y museologa. Ha publicado en el mbito de proyectos de
investigacin cientfica, expresamente en la trascripcin de fuentes o resmenes de documentos
y tambin con comunicaciones presentadas a las II Jornadas do Mar: Colquio Dos mares de
Cabral ao Oceano de Lngua Portuguesa (Lisboa, 2000), III Encontro Internacional de Histria
da Arte (Oporto, 2004), V Congreso Nacional de Historia de la Construccin (Burgos, 2007), al
Curso La Catedral Fuente de Historia (Cuenca, 2007) y tambin artculos en las Revistas Atlntida
-Revista de Cultura (2006) e Textos de la CiberSociedad (2007).
JUAN DIEGO CARMONA BARRERO
Alange, 1970. Es diplomado en Arquitectura Tcnica por la Universidad de Extremadura.
Ejerce la profesin de Arquitecto Tcnico en Almendralejo, centrando sus trabajos en la
recuperacin del patrimonio histrico-arquitectnico. Ha participado en diversas campaas de
excavaciones arqueolgicas como miembro del equipo tcnico. Ha publicado, entre otros, el
libro Aqvae. Anlisis sobre el desarrollo histrico arquitectnico de Alange y sus baos romanos,
adems de otros artculos relacionados con la historia de Alange. Ha sido miembro de la Secretara
de las Jornadas de Rehabilitacin de Edificaciones Antiguas de Almendralejo, colaborando como
Secretario Tcnico de las mismas. En el mbito de la Didctica aplicada participa en un Seminario
vinculado al CPR de Almendralejo que elabora materiales curriculares, centrndose en los
diferentes aspectos de la arquitectura tradicional y sus tcnicas constructivas.
JOS NGEL CALERO CARRETERO
Salvatierra de los Barros, 1952. Es licenciado en Historia General por la Universidad de
Sevilla, profesor del IES Santiago Apstol de Almendralejo y profesor-tutor de Historia Medieval
y Paleografa y Diplomtica en la UNED, Centro Regional de Mrida. Su campo de investigacin
se ha centrado en la arqueologa, participando o dirigiendo sucesivas campaas de excavacin
en Badajoz, Cabeza del Buey, Mrida, Jerez de los Caballeros, Zalamea de la Serena, Usagre,
Valverde de Burguillos y Alange. Fruto de estas investigaciones son la publicacin de diversos
artculos y la intervencin en Congresos y Jornadas, como las de Viticultura y Enologa de
Tierra de Barros, de las que fue Secretario del Comit Organizador durante varios aos. En el
mbito de la Didctica aplicada participa en un Seminario vinculado al CPR de Almendralejo
que elabora materiales curriculares, destacando entre ellos la Gua Didctica publicada por la
Diputacin Provincial para visitar el Museo de Bellas Artes de Badajoz.
JOS JUAN RAFAEL PENCO
Licenciado en Arqueologa y Antropologa Cultural por la Universidad de Crdoba. Licenciado
con Grado con el trabajo de investigacin Los elementos ornamentales de la Cueva de los
Murcilagos de Zuheros (Crdoba). Profesor de Enseanza Secundaria en el IES Luis Carrillo
Sotomayor de Baena (Crdoba). Miembro de distintos proyectos de investigacin de la Consejera
de Cultura de la Junta de Andaluca, lo que le ha permitido realizar trabajos de prospeccin y
excavacin en diversos yacimientos. Ha participado en numerosos Congresos y Jornadas: II
Congreso de Arqueologa Peninsular (Zamora, 1996); XXIV Congreso Nacional de Arqueologa
(Cartagena, 1997), etc., y ha realizado numerosas publicaciones en revistas de mbito nacional
e internacional relacionadas, principalmente, con el estudio del Neoltico de Andaluca Central.
Ha colaborado en libros sobre la Prehistoria de Andaluca, por ejemplo, Zuheros, un recorrido
por su pasado. Actualmente trabaja en la elaboracin de la tesis doctoral.
PABLO ORTIZ ROMERO
Doctor en Historia. Arquelogo. Ha dirigido las excavaciones en el recinto-torre iberorromano
de Hijovejo (Quintana de la Serena) y codirigido las del complejo orientalizante de La Mata
(Campanario). Ha prospectado la comarca de La Serena en distintos programas de investigacin
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Relacin de autores
financiados por la Consejera de Cultura de la Junta de Extremadura. Ha publicado medio
centenar de artculos sobre diferentes aspectos de la arqueologa extremea, la mayora de
ellos sobre La Serena, y sobre sus aspectos metodolgicos e histricos. En esta lnea se encuadran
libros como Introduccin a una historia de la Arqueologa en Extremadura (Cceres, 1986); e
Investigaciones arqueolgicas en Medina de las Torres durante el siglo XIX. Las excavaciones
de Los Cercos y un manuscrito indito de Jos Antonio Barrientos (Badajoz, 2001), y su tesis
doctoral: Institucionalizacin y crisis de la Arqueologa en Extremadura. Comisin de Monumentos
de Badajoz y Subcomisin de Monumentos de Mrida (1844-1971), en prensa. Su labor
investigadora est vinculada a la Universidad de Extremadura, donde forma parte del equipo
de investigacin Grupo de Estudios Prehistricos Tajo-Guadiana.
ANTONIO GONZLEZ POLVILLO
Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla, Becario de Formacin del Profesorado
Universitario en el Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Geografa e Historia de
la Universidad de Sevilla, posee el Diploma de Estudios Avanzados obtenido en 2006 con la
calificacin de Sobresaliente por su trabajo Confesin y control social: textos para confesores
y penitentes en el mundo hispnico durante la Edad Moderna. En la actualidad ultima su Tesis
Doctoral, dirigida por Len Carlos lvarez Santal, sobre la confesin en la Espaa de la Edad
Moderna. Entre sus publicaciones destaca: Iglesia y sociedad en la villa de Salteras durante el
siglo XVI (Madrid, 1994), La Hermandad de la Vera Cruz de Salteras. Una aproximacin histrica
(Salteras, 2001), y La Virgen de la Oliva de Salteras. Historia, Arte y Devocin en los siglos XVI
al XX (Salteras, 2005).
MANUEL MALDONADO FERNNDEZ
Traserreo y profesor de Instituto, como historiador lleva varios aos dedicados al estudio
de temas santiaguistas, especialmente centrados en Llerena y su partido histrico. Dichas
investigaciones han dado como fruto la publicacin de varios libros sobre la Historia de Casas
de Reina, Llerena, Reina, Trasierra, Valencia de las Torres y Valverde de Llerena. Tambin
colabora habitualmente en la mayora de las publicaciones locales de la zona y en las actividades
culturales que a modo de jornadas, congresos, coloquios, etc. en ella se desarrollan.
JULIN RUIZ BANDERAS
Naci en Llerena, ciudad en la que transcurre su infancia y adolescencia. Trasladado a
Sevilla, estudia Magisterio y se licencia en Filosofa, Historia del Arte y en Ciencias de la Educacin.
Actualmente ejerce como orientador de enseanza secundaria. Ha escrito artculos de pedagoga,
libros de texto para la ESO y obras sobre didctica de la Historia del Arte. Tambin ha impartido
cursos, charlas y conferencias en diversos mbitos. Colabora asiduamente con las publicaciones
llerenenses.
CARMELO REAL APOLO
Natural de Fuente de Cantos, es licenciado en Psicopedagoga y Antropologa Social y Cultural
y doctorando en Pedagoga por la Universidad de Sevilla. Es Asistente Honorario del departamento
de Teora e Historia de la Educacin y Pedagoga Social de la Facultad de Ciencias de la Educacin
de esa misma universidad. Pertenece al grupo de investigacin Recuperacin del Patrimonio
histrico-educativo sevillano (GIPES), subvencionado por el Plan Andaluz de Investigacin.
En la actualidad, ejerce su actividad profesional en el rea de Desarrollo Local de la Diputacin
de Badajoz como Tcnico de Formacin. Ha participado en numerosos certmenes cientficos,
tanto nacionales como internacionales, con estudios sobre la Historia de la Educacin, siendo
su lnea de investigacin preferente el anlisis de las instituciones educativas.
JOS SOTO VZQUEZ
Profesor de lengua y literatura en el IES Gonzalo Torrente Ballester de Miajadas. Licenciado
en Filologa Hispnica por la UEX, obtuvo el Grado en la licenciatura con un monogrfico sobre
el consejero de los Reyes Catlicos Lorenzo Galndez de Carvajal. Su Tesis Doctoral versa sobre
la Literatura de Accin Social en el cambio del siglo XIX al XX. Investigador en el grupo Barrantes-
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Relacin de autores
Moino de la Universidad de Extremadura con estudios sobre la retrica en la Historiografa
Peninsular, la Crnica de Juan II y el Memorial de los Reyes Catlicos. Investigador principal en
el Plan Regional de investigacin sobre la Historia de la Educacin en Extremadura entre 2004
y 2007. Como comunicante ha participado en Congresos sobre el Humanismo en Extremadura,
La tierra de Trujillo, las Humanidades Clsicas, el Congreso de Estudios Extremeos o Congresos
sobre Literatura Medieval, junto a las Jornadas de Historia en Llerena de 2007. Actualmente
trabaja en la edicin de textos literarios utilizados en la instruccin primaria a lo largo de los
siglos XIX y XX.
JESS BEZ NEZ
Natural de Sevilla, ejerce como profesor de Artes Plsticas en el IES Fernando Robina de
Llerena. Tras su paso por la Facultad de Bellas Artes, ha realizado algunos audiovisuales a nivel
amateur sobre el mundo educativo como trasfondo. En 2006 realiz un documental con el
ttulo La violencia de gnero vista desde el aula: una propuesta didctica. Entre 2005 y 2007
ha formado parte de varios proyectos de investigacin sobre la Historia de la Educacin en
Extremadura. El trabajo que presenta hoy es fruto de una lnea de investigacin que pretende
historiar la instruccin primaria desarrollada en la provincia de Badajoz durante la segunda
mitad del siglo XIX.
ANTONIO MANUEL BARRAGN LANCHARRO
Monesterio, 1981. Licenciado en Historia. Ha participado en todas las ediciones de las
Jornadas de Historia en Llerena, su ltima comunicacin llev por ttulo Antecedentes de la
Guerra Civil en la provincia de Badajoz: Violencia poltica tras las elecciones de febrero de
1936. Tambin asiste anualmente a la Jornada de Historia de Fuente de Cantos, en cuya
convocatoria de 2007 present el trabajo Conflictos sociales y laborales en Fuente de Cantos
durante la II Repblica. En los XXXVI Coloquios Histricos de Extremadura (Trujillo, 2007)
defendi la ponencia Jurisdicciones y administracin municipal en el Partido de Mrida a
finales del siglo XVIII. Tambin estuvo presente en el I Congreso de la Memoria Colectiva de
Tentuda y ha publicado en la Revista de Estudios Extremeos.
FRANCISCO JAVIER GARCA CARRERO
Arroyo de la Luz, 1963. Licenciado en historia por la Universidad de Extremadura. Tiene el
Diploma de Estudios Avanzados en el Bienio 2005-2007. Profesor en el IES Bioclimtico de
Badajoz. Ha trabajado en distintos proyectos de investigacin dedicados a la II Repblica,
Guerra Civil y posguerra centrados en Arroyo de la Luz. Son varios los artculos publicados en
diversas revistas extremeas: Revista Innovacin Educativa, O Pelourinho y Revista de Estudios
Extremeos. En el ao 2003 public su primer libro: II Repblica y consecuencias de la Guerra
Civil en Arroyo del Puerco 1931-1940. En 2005 su segundo: Juan Luis Cordero Gmez. Vida y
obra, ambos volmenes en la editorial Luz y Progreso de Arroyo de la Luz. En la VII Jornadas
de Historia en Llerena present la comunicacin que llevaba por ttulo La represin franquista
hacia los nacionales. El caso de Juan Luis Cordero Gmez.
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Relacin de autores

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