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EL SUEt\J O O E LAS
ESCALINAT AS
eitoria(fontamam
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sueo de. las escalinatas
Colombiana de Cultura, Coleccion Pb
pular, n.O 122. Instituto Colombiano de Cultura,
J:'Y . 1974. Original tomado de la primera edicin; pu-
\' blicl,da pOI' Editorial Tercer Mundo en 1964.
, pprtada: Estudi Dat
",/
", -j
u e4icin: mayo de 1978
. Editorial Fontamara
" JE'n:tenza, 116, 3., 3.
a
- Barcelona, 15
, ", ': . Telt$fono 325 16 83
. Reservados todos los derechos conforme a la ley
:'. .
. ;bp<,51ilto 'legJ: B. 20.307 - 1978

A Cndi, 12-14. Barcelona, 28.
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Nota editorial
EL SUEO DE LAS 'ESCALINATAS
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39
43
47
53
57
Nota editorial
Aunque la obra del escritor colombiano
.Jorge Zalmnea Borda (Bogot, 1905-1969) es
. an muy poco conocida en Espaa, s ha ad-
quirido ya, sin embargo, una notable dimen-
sin internacional, atestiguada por la traduc-
cin a numerosos idiomas del que sea quiz su
n1ejor relato, El gran Burundn Burund ha
muerto, as como por su obtencin del primer
prernio de ensayo Casa de las Amricas (1965)
Y del premio Lenin de la paz (1968).
Jorge Zalamea fue narrador, poeta, crtico,
periodista; y tan1bin militante del
io obrero JI carnpesino colombiano, diplO1nti-
ca y poltico. En 1949 fund la revista Crti-
ca, que dirigi. Despus de su muerte, el
Taller Jorge Zalamea, que agrupa a UJfWi..se-
re de . escritores y sirve de 'U-i:ftfOs,
edita la revista El sueo de la medusa, uno
de los intentos ms serios de abrir cauces p-
blicos a la mejor produccin literaria latino-
americana, y en especial colombiana, en una.
lnea que, mantenindose en el terreno estric-
7
l j
tamente creativo, parte. explcitamente del ca-
rcter conlprometido de la literatura, no al
servicio directo de intereses de partido, sino
considerada como vehculo para el poder civi-
lizador, y en ltna instancia revolucionario,
. de-la cultura misma. Pese a que su obra no es
excesivamente -extensa, Zalamea representa,
pues, un foco de organizacin cultural en el
mundo latinoamericano. Las lneas literarias
,que encuentran en l un punto de referencia
tienden l hacer trascender la literatura en me-
dio emancipador, en contra de su privatizacin
por los grupos de privilegiados; pero se des-
marcan de las concepciones del tipo de las sta-
linianas o maostas sobre el arte de clase.
El sueo de las escalinatas es una muestra
de esta concepcin del arte, constituyendo una
_postulaciJ'Y de principios por parte del artis-
ta. El poeta se alinea con los miserables de la
tierra, no como militante _ poltico -aunque de
su opcin se desprenda esta militncia- s n o ~
precismnente, COlno poeta que identifica, en la
universalidad de la miseria) una representa-
cin de la condicin hUlnana inocente y humi-
llada. El poeta es, a la vez, el taumaturgo capaz
de convocar, por encima de los tiempos y los
pases, a todos los 11'ziserables y humillados, en
su-O monstruosa 11'lultiformidad, transfiguran-
do su' condicin contradicha en exigencia de
accin, igualndolos a todos en la necesaria
. rebelda contra la. eterna denigracin. de la
.. condicin hUlnana.
ZaZamea elige, para s convocatoria de la
8
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. asa.mblea acusadora de todos los nserables,
Zas escalinatas de un ten1.plo a orillas del a n ~
ges. La intensa condensacin de l1'liseria 'en esa
parte de la tierra sirve de ncleo en torno al
que se forma el cuerpo de la asanzblea de to-
dos los hontbres de cuerpos )j espritu.s 11'1.uti-
lados del n1.undo entero. Frente a ellos, el {(Ro-
n'litO, con todo un mundo de dioses, prncipes
y guerreros representado en piedra en sus ri-
ber.as, punto de' interseccin de Zas grandes
traslaciones de pueblos)' culturas, portador de
fertidad y de cadveres, representa a la vez la
eternidad y el transcurrir de. todas Zas cosas, y
es una segunda expresin -' sta terrible, ago-
biadora, perO. tambin fecunda-. de la. misma
universalidad que, en su forma inocente) toma
cuerpo en los miserables de toda poca y todo
pas, en ese n'lundo' o submundo de los hongos
humanos que no alcanza el nivel en que las
. pocas y las civilizaciDnes se difer.encian unas
de otras, siempre idntico a s mismo' en su
cercana a la inocencia de los orgenes. En t o r ~
no a la asamblea, las piedras del Templo, los
grotescos monos y las estpidas vacas sagra-
das encarnan el, mundo de los afortunados,
. que han chado a los viejos dioses alegi-es y
benvolos, los dioses de la inocencia y del arte
fecundo, cambindolos por otros encerrados en
los Templo's y en los ritos, sedientos de. san-
gre y al servicio de la alambicada y bestial tri-
vialidad de la lgica de la opulencia.
Elvdlor tcnico y el poder transfigurador
de Elsueo de .las escalinatas se manifiestan
9
" en ia forma contundente e impecable con que
se logra expresar la nobleza y belleza de la
condicin humana en lo que, en su apariencia,
es la im.agen de su negacin: la deformidad, la
n1utilacin, la el hambre 4istor-
sionadora. Esto se logra mediante el juego sim-
blico (el Templo, el Ro) y con la reiterada
evocacin de la inocencia, expresada en un
retorno a los orgenes a travs del recuerdo
de viejas y olvidadas civilizaciones, del mismo
carde ter mtico del entorno, y del empleo, tn ..
dido y reiterado, de i1ndgenes fetales, con la
evocacin de las antiguas ceremonias funera-
rias, la sobrecogedora contraposicion entre el
reposo y el mnparo del seno 1naterno y la de-
. nigracin y desamparo del miserable una vez
nacido, y 'con la rnisma posicin en cuclillas,
como los viejos escribas, del poeta en un rin-
cn de la "asamblea. Pero la obra consigue un
nivel adicional al transformar este logro lite-
rario en exigencia de accin. Desde este punto
de vista, el final feliz, en el que todo se di-
suelve en una exigencia -Y' una consecucin
inexplicable- de amor universal, resulta in-
oongruente, aunque, por ello mismo, puede no
Gonsiderarse ms que COn'lO un aadido, cons-
tituyendo el verdadero remate de la obra el
asalto a los templos y palacios.
Con este asalto final, El sueo' de las esca-
linatas se encadena a otras obras que, espord ..
di94m?-nte, en la historia literaria, han sido
9flFQQ8.$. de mostrar (1 la chusma como masa
90.mo fuerza redentora, como suhmun-
lO.
do capaz de irrumpir, como una explosin
cdnica, la superficie de civilizaciones cuya
pureza de lneas oculta la inevitabilidad, para
su existencia, del mantenimiento de ese mag ..
ma humano o semihumano que puede y debe
cuestionar, en nombre de la dignidad
na que te es negada, el derecho a la perdura-
cin de las sucesivas civilizaciones. Esa chus-
ma, repulsiva y dignificadora, encuentra qui
zd sus mejores expresiones en el asalto a la
catedral de los gueux en Notre Dame, de Yugo,
y en el ejrcito rebelde de los esclavos de Car-
tago del Salammb de Flaubert, ejrGto en el
que se mezclan intelectuales griegos, cantbales
africanos, guerreros persas, todos los grados
de la civilizacin y la barbarie, cohesionados
en un mismo empuje. Estas dos obras -sin
contar ya la abundante literatura de la chus-
ma que puede haber sido tomada en cuenta
por Zq.lameu, desde la picaresca espaola has-
ta el mundo de los presidiarios in la obra de
Balzac-, con el denominador comn del asal-
to a tos templos, constituyen sin duda los an-
tecedentes literarios ms directos de El sue-
o de las escalinatas, que se enlaza a ellas
como hermana menor.
Consideramos que esta obra presenta en
Espaa un triple inters: el del logro litera-
rio, tcnico; el de hacer accesible en Espaa
una muestra de la obra de un excelente' escri-
t9r, injustamente desconocido pese a la a1n-
" plia difusin de la' literatura latinoamericana
en los ltimos diez o doce aos; y, finalmen-
11
te, el de constituir un exponente ms de la
posibilidad, para el escritor, de comprometer-
se con su tiempo, con la causa de los oprin'Li-
dos, sin por ello renunciar a mantenerse por
entero en el terreno de la pura creacin.
-12
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1,
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1
COMO LOS lectores de libros sacros, los
pregoneros de milagreras y los loteadores de
parasos y nirvanas, tambin yo he de sentar-
, me de espaldas al Ro, frente a las escalinatas
plagadas de creyentes y obsedidas por dioses
vivos y muertos; frente a los Templos de la-
drillo y cobre sobre cuyas ,escamas la luz hier-
ve y crepita; bajo los empinados Palacios en
cuyas azoteas cunde la algaraba de los monos.
TAMBIN yo he de llamar a los creyentes
para que formen corro en torno mo I y me
escuchen.
PERO no he de leerles milagros "de dioses 1
ni hazafias de hroes, ni amores de prncipes,
ni proverbios de sabios. Pues respondiendo a
lo que viera el ojo, el duro brazo de la clera
arrebat el libro abierto sobre" mis rodillas y
lo destroz contra el viento. Y ahora el viento
dispersa sus hojas sobre el Ro, como ahuyen-
ta el huracn a una bandada de pjaros de
mal agero. " '
j AH! he repudiado el libro.
" HE ,abolido los libros.
13
SLO quiero ahora la palabra viva hirente
qU; COmo piedra de honda, henda los pechos
y, cOmo el vahoroso acero desenvainado, sepa
hallar el camino de la sangre. Slo quiero el
grito que destroce la gargqnta, deje en el
ladar. sabor de entraa y calcine los labios
firientes. Slo quiero el lenguaje de que se
hace uso en las escalinatas.
PUES tengo el designio, oh creyentes! de
abrir audiencia aqu, sobre las escalinatas, de
espaldas al Ro, frente a los Templos y bajo
los Pa.lacios.
DESIGNIO de incoar un proceso -el
tr0----'j de armar un alegato -el vuestro-;
de reanudar, fomentar y dirimir la ms
gua' querella-la vuestra.
APELO a vosotros, creyentes! Necesito de
vosotros y de todos los seres de condicin
tradicha.
HE aqu, p\'les, mis citaciones a esta
da: .,
EN primer trmino, cito a los hongos
manos que proliferan sobre las o
agonizan en ellas:
. ESCULTURAS vivientes, gesticulantes y
mientes que abren avenida hacia la abierta
sala de nuestra audiencia:
el adolescente epilptico que hace
tar el ritmo de las plegarias con su alarido de
entusiasmo y su bramar de espanto;
el enano que salmodia su irreparable men-
dicidad bajo el lujo de su enorme turbante
amarillo;
14
.\'
r
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el paraltico que, con sus tablillas ambula
w
torias, remeda sobre la sorda piedra la invi ..
tacin de las castauelas a la danza;.
la leprosa que, mendicante, pdica, coque ..
ta, desesperada, exasperada, cierra o hace
flotar el vuelo violeta de su manto sobre su
desleda carne gris;
el nio que pone al sol los cogulos
cos de sus ojos
el hermoso mozo mutilado por sus propios
padres para que la muda y nuda plegaria de
sus muones le garantice el pan de cada da:
el demente,
el sifiltico,
el calenturiento,
el idiota,
el varioloso,
el pianoso,
el tioso,
el sarnoso,
el caratoso,
el tuberculoso,
y toda la horda innumerable de los con ..
suntos. .
QUE' vengan aqu, que se acuclillen en prJ
mera fila, muy cerca de m para que su yerta
brasa haga borbollar las palabras en mi pecho
hasta que broten de l lenguas de fuego.
PUES quiero desatar n gran incendio.
DOY luego precedencia en mis invitaciones
a las gentes que viven un poco ms all.de las
escalinatas, detrs ,de los Templos y los Pa ..
lacios:
15
las muchachas que acarrean las arenas y
reciben en pago de su afn minp.sculas hojue-
las de estao; i
los vendedores de leos para las piras fu-
nerarias; ,i
los vendedores de tierras de para
los tf;ltuajes de la casta y el rito; I
los vendedores de rosarios 'de sndglo, nue-
ces o vidriera, que amansan la ira e inoculan
la resignacin;' . \
las nias que venden guirnaldas para ador-
nar las esquivas gargantas del Ro; I
.las nias que venden diminutas almadas
de paja con dos velillas encendidas para ofren-
dar al Ro;
las solitarias abuelas varicosas que
con tmido orgullo, sobre un pingajo de saco,
seis nueces, cuatro pimientos rojos y ,n man-
go marchito; . .
. que copian 'la de las
mIsenas Iletradas: de la madre que ousca al
hijo para que le d un sud:trio; de' la nia
abandonada que no quiere perder el' dielo del
',,' ,'. pecho su amante; del jornalero ,que chima
, ,contra una justicia de exprop'iadores; I
,
l'
i
los vendedores de tortillas; ,
los vendedores de especias;
los vendedores de hojas de betel;
los vendedores de buuelos en que \se arra-
c.iman las abejas;
los vendedores
, los vendedores
los vendedores
de emplastos;
de pjaros;
de blsamos y laxalptes;
",'i6
v'' ,
los de ceniza; l
los vendedores de sal;
los. vendedores de agua ...
OH delirante confusin del coruercio de
las cosas ms nimias y necesarias! BI
ciante cuenta en fracCones de rupias sus
nancias y el comprador irrita su propia
bre con un puadito de garbanzos o
dos granos de arroz.
QUE abran el parque de los profetas y los
dejen venir hasta m,' con sus salientes ojos
alucinados, sus arrmolinadas greas, sus
bas', cundidas de piojos y sus inciertas piernas
de ehrios de Dios. Que los dejen llegar hasta
nosotros, pues su testimonio. Su
demencia corrobora nuestra razn y sus
bras nuestro designio.
CRECE, crece la audiencia! Hay ya silbos
de llama en la brasa.
QUE vengan tambin el herborista y el
camuelas; el botero y el gua; el alfarero y
tejedor de mimbre; el astrlogo y el sastre';
el homepata y el'acupuntista ...
las mujeres que trituran las piedras al
de de las carreteras; ,
los ancianos' que rasuran el vello amarillo
de la tierra secaD.a; ,
el nio tuerto que teje los sares de
ra y de oro; .,
los hombres que tiran de los carros
dos con grandes vasij as de gres;
los encan:ta,dores de serpientes;
los cornacas;
17
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,1
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ros colectores de boiga;
los nios que pastorean jabales y bfalos;
los hombres que cuidan de los monos en
lbS templos olorosos a orina y benju;
los remendones de babuchas;
los barberos que, en cuclillas, rasuran y
tonsuran a sus clientes' entre las ruedas locas
de los rickshaws;
los mozos de tiro de los ricksha ws;
los ganmedes de leche de coco;
los trenzadores de cuerdas;
los basureros y los recogedores de colillas;
los esquiladores y cardadores;
los camelleros y burreros;
los poceros y los pregoneros;
los estafetas y las plaideras;
la mujer que tuesta los garbanzos;
la que cuece el arroz;
la que sabe parar los flujos;
la que maquilla a la nia impber;
la casamentera y la amortajadora; ,
los que baten el cobre, los que graban el
cobre) Olas que nielan el cobre ...
y los incineradores de cadveres,
y las parteras de la miseria recin parida!
i OH lancinante algaraba de los humildes
menesteres! Y de los bajos oficios. Oh -ina-
,ca bable necesidad de las manos que ofrecen
su trabajo! Oh codicia fatal de las manos que
reciben el trabajo!
i CRECE, crece la audiencia!
QUE vengan todas las gentes de sudor y de
pena de Benars) y me den todas ellas su v ~
18
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.
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nia para citar a los campesinos rebeldes de
Hayderabad; .
. a los. artesanos maldicientes. de J aipur;
a los tasadores de basuras de Bombay;
a los pescadores acongojados de Madrs;
a los pastores de Cachemira; .
a los tejedores del Deccan;
a los chferes de Delhi;
a los leadores del Punjab;
a los colectores de cadveres de Calcuta ...
QUE vengan todas las gentes de sudor y de
pena de la India, pues plantearemos un gran
pleito y fomentaremos una gran querella con
su asentimiento y testimonio.
AUDIENCIAS entre el Ro y los Templos;
sobre las escalinatas y bajo los Palacios. Sin
esperar la tarde: bajo el colrico sol que de-
nuncia hasta el hongo en la axila del notable.
~
2
DETRAS ESTA la ciudad; henchida clueca,
erizada de cpulas, minaretes y terrazas, em-
pollando sus muchos siglos; rumiando su pa-
sado, tal una vaca bajo el bordoneo de los
tbanos; pasando y repasando su de
soles y de lunas como un fakir encenizado;
censando sus caudillos; sus khanes, emires,
emperadores y gobernadores; empadronando
sus hechiceros, sus brahamines, sus lamas, sus
imanes; haciendo balance de invasiones y
tabilidad de. lenguas; recitando crnicas, ana-
les y memorias de pestes, desliza-
mientas, inundaciones, terremotos, tifones, se-
quas, guerras y hambrunas; suputando sus
muertos que descienden hacia el Ro e inven-
tariando sus recin nacidos que suben hacia
el hambre. .
EN la confusin de los elementos -cuan-
do el aire, el fuego, las aguas y la tierra eran
un comn hervor-, surgi del lgamo' el
lgam legatario y esparci su quemante es
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perma, confirmando las inciertas riberas, dan-
do cauce al Ro y engendrando la ciudad.
UNAS cuevas en las escarpadas orillas, unos
montoncillos de adobes ms arriba, tal fue su
origen, su remoto comienzo. Y la necesidad
rondando desde entonces, en torno, como oce-
lada fiera.
SU rumia secular le repite a la ciudad el
sabor de los sudores inidales, la quemadura
de las primeras lgrimas; el hedor de las pri-
meras negras sangres' humeantes.
FERMENTACIN bajo el sol altanero; pro-
liferacin sobre el humus del Ro. Y el infati-
gable conato del hombre de reproducir sus :rna-
. nos pedigeas y su boca insaciada. y sU: pre-
cipitado corazn.
AH! rumia la ciudad sus gemidos de par-
turienta permanente: ora pariendo fosos y
murallas; ora pariendo fuertes y fronteras;
ora pariendo mezquitas y pago,das; ora pa-
riendo palacios y vanas tumbas. Toda cosa
parida -hermosa, grandiosa, fabulosa- en-
vuelta en la amarilla placenta del hambre.
VIENTRE cuyo fluj o no reconoce tasa ni
peaje, en el impudor de su celo milenario ex-
. pele generaciones como vastas ovadas de re-
nacuajos y pone. esos huevos csmicos bajo
cuyo esculpido dombo se refugian los diofies
, y tratan de recalentar los hombres la yerta
metafsica del hambre. .
INDIFERENTE al destino de sus criaturas,
adorna su gran cuerpo polvoriento con pui-
dos falos de piedra, de madera, de cobre, de
l. ,
hierro, de oro ... por su eterna herida supu-
rando generaciones necesitadas.
A CADA vuelta de siglo, se hacen m.s dis-
tintas en el clamor de sus cra u ~ s palabras,
quejas, gemidos, gritos, alaridos de hambre,
reclamos de justicia y de paz. Los siente en
sus flancos como breve quemadura, como fu-
gaz herida recurrente . .Y se voltea sobre su
propia desazn tal una barcaza abandonada
da tumbos sobre la ola contraria.
SOBRE la rumia de la ciudad, el cielo azul,
impasible, surcado por el vuelo lllstico de
lasapsaras y el vuelo escandaloso de las gua-
camayas.
MANAN los hombres de la ciudad hacia
el Ro; se vierten por las escalinatas como
una lava lenta y escabrosa; extraviado cada
uno en' un sobresaltado ensueo de vian das
humeantes y divinos visajes.
CONSOLACIN de los colores: el incierto,
el inquieto descendimiento de la Jl?uchedum-
bre por las graderas, se afirma e ilumina
con las rojas t'Tenzas de un turbante, los plie-
gues de un manto amarillo, los visos de un
sar violeta, el 'breve vuelo de un velo verde
y la vasta palpitacin de un gran lienzo blan-
co entregado al mudo furor del viento.
23
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3
YA ESTAIS aqu, creyentes, en torno mo,
poblando las escalinatas. Y va a ser posible
abrir audiencia, pues otras gentes de vuestra
misma condicin han venido de todos ] os
rumbos: ora por sobre las sobresaltadas pra-
deras ma;rtimas; ora traspasando las monta-
as en que tienen sede sabios, santos y otros
fantasmas; ora por los polvorientos caminos
que el rbol niim sombrea con sus' ramas ca-
ritativas y sus hojas sanatorias.
NOMBRARLOS, enumerarlos! Cada hom-
bre ser una nueva brasa y cada nmero otra
ira.
QUE nuestra condicin se muestre en toda
la majestad de su horror.
CENSAR, censar es mi retrica!
VEDLOS aqu: venidos de todo foco de in-
feccin, de todo hogar de miseria, de la ub-
cua sede 'de la necesidad:
de Nagasaki e Hiroshima y Okinawa las
madres frustradas, los hombres mutilados y.
los campesinos, desposedos;' ,
25
'de las islas de Sonda los caucheros de quie-
nes nadie recogi' la leche de su fatiga ni la
resina de sus huesos;
de Indonesia las vctimas de los remotos
especuladores del estao;
de Turqua los aldeanos que .devoran al ras
del suelo; en competencia con las bestias, las
hierbas .
del Irak los supervivientes de las matanzas
de Basrah, de Habanieh y ele las islas letales;
de Ceiln las vctimas de los avisados
culadores del arroz;
del Irn los rehenes de la guerra cruda del
petrleo y los habitantes famlicos de las cue-
vas de la prestigiosa Tehern, so el miraje de
los palacios: como aqu;
de Argelia los macilentos prceres que roen
con sus dientes de leche las cadenas del
1 nita;
) de Egipto los fellahs que perdieron en el
;1 turbin de los siglos el crdito de su angustia
y el dbito de su clera;
de !(enya los kikuyus engaados por las
grandes fbricas del saber occidental; los roa"
sai empenachados con su propia belleza, pero
ampollados por la consuncin; los
exorcisndose a s lnismos en un tenebroso en"
sueo de ira y reconciliacin;
. de Sur frica los mseros viejos negros so-
llozando sobre el destino de sus hijos terroris-
tas y sus hijas prostitutas; .
de Madagascar Jos sobrevivientes de la or-
ga represiva ...
26
CRECE, crece la audiencia!
PUES tambin de la orgullosa pennsula
minscula derivan aqu nuestros semej antes:
de Francia, la bien garnida, los niineros
cosos, los recogedores de remolacha, los
nes sin techo, los ancianos que' abren la espita
del gas y escuchan la silbante cancin del gas
como final meloda de su desamparo; las n1a-
quilla das marionetas mecnicas de la prostitu-
cin; los obreros "rodos por las hormigas de
los dividendos; ,
de la Espaa bronca, los cosecheros de
aceitunas de Andaluca, los vascos de sellada
furia, los asturianos cosido's de recuerdos como
de cicatrices: todos los espaoles humillados
y ofendidos; ,
de la imperial Britania, los lemures huma-
nos de los slums londinenses; los labriegos
que revientan de fatiga y de halnbre sobre
los terrones de' Irlanda; las viej as que
diman el vino de su embriaguez en lagares
de esperanzas fallidas y mancillados recuer-
dos; los marinos que buscan en los siete ma-
res el olvido del hogar ingrato, y todos los
que, ruborosos, se dicen a s mismos, como
Charlot: no hay miseria comparable a la de
Londres;
de la Italia azul y miel, las mondadoras de
arroi que son mondadoras de sus propios sue-
os; los pastores de Calabria que apacientan
la negra ira; los vidrieros 'vnetos que tras-
pasan el agonizante fuego de sus venas a las
cintilantes copas que saciarn a otros labios;
27
I
I
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I
I
I
las nlnas negociadas de Npoles; los carusi
de Sicilia, precozmente corrompidos por la
opresin y contrahechos por la explotacin;
las muchachas vergonzantes de Roma a las
que encontrar la muerte ms blancas y tem-
blorosas que una hoja de papel, ms yertas
que el .alba del desahucio, y toda la innmera
emigracin desesperada;
de Grecia, toda Grecia, la traicionada y vili-
pendiada: el devorante chancro de nuestros
vicios, nuestra ms secreta vergenza.
i QUE numerosa audiencia!
QU tumultuosa audiencia!
y AN crecer la audiencia sobre las esca-
linatas. Pues no ha finido el censo.
DEL quieto pas de muchos lagos y volca-
nes de agua, han venido los guatemaltecos, tra-
tando de revivir entre sus manos desposedas
un quetzal malherido;
de Mxico -sangrante, agonizante- han
llegado los agraristas engaados, los guerre-
ros vendidos, los revolucionarios frustrados 1
los sindicalistas abozalados: toda la gente
m e ~ c n como un erizado bosque. en marcha
de cactus; .
de otras naciones del Caribe, blancos y ne-
gros, indios, mestizos, mUlatos, zambos y cuar-
terones. han venido, alzados todos ellos CQn-
tra la sangrienta demencia que sirve de Ce-
lestina a los rijosos partones del azcar y el
banano;
de las glidas mesetas en que el guanaco
28
- .
curiosea, han venido otras vctimas de
motos especuladores del estao;
de Venezuela la rica, la ms rica, la mil
ces rica, la riqusima -inesperado centro de
musicaHa, sede de la ms audaz arquitectura,
lonja de artistas, mecenas estrellado (i oh a,n-
tifaz, oh mscara, oh irrisin! )-, de
la humeante de petrleo, humeante de pan,
han venido cinco millones de pobres venezo-
lanos y los' millares de sombras -que toman
aqu, entre nosotros, vacaciones de los pena-
les, presidios y creeles en que pagan el plan-
teaini.ent<? de un pleito: el vuestro, el nuestro!
QUE cada palabra ma fuese ahora como
piedra de cien filos: llave inmisericorde que
abra y -destroce todo corazn. O como dente-
llada de lobo que tiene prisa por llegar a la
entraa .palpitante de su presa. Pues mi pobre
corain- est desnudo y llagado viendo llegar
a escalinatas la delegacin de mi pueblo:
mis hermanos, mi ms inmediata semejanza.
HELOS-'ah,. taciturnos y atnitos; doblega-
dos bajo 'la lluvia de su propia sangre y con el
guijarro' de un por qu? en la garganta.
ENT.ENADOS de una desptica familia de
prceres; -libertos de una vand,osa casta
dal;, hijos putativos de las cadenas; ahijados
de sus propios explotadores; pupilos de los
grandes empresarios; mesnada de los
tidos filntropos, del paternalismo; catecn1e-
.nos de la iglesia cesrea; hombres de leva
bajo las banderas de la demagogia; hombres
de presa bajo los uniformes del poder; hom-
29
bres de pena bajo los grandes cuadros estads-
ticos que registran la proliferacin cancerosa
de los valores burstiles. .
LA RESACA de remotas perversiones lleg
y. henchi, corno ponzoosa esponja, el cora-
zn de toda esa casta codiciosa y paternalista.
La cruz gamada volte en el -espacio y siendo
ya signo de infamia en los pases momentnea-
mente liberados, se troc en dolo devorador
en la tierra colombiana, mi dulce y tremenda
tierra. Para enrodar a los humildes y
rar a los poderosos. .
LA CONCUPISCENCIA del poder, primero;
la codicia luego, engendraron la crueldad y
abonaron el odio. Una y otro abortaron ese
feto: el terror. Burundn-B.urund
do de siervos y patronos.
A ESPALDAS del tartamudo locuaz, del va-
quero venido a ms cuando se consagr ma-
tarife, del sordo a lo que no fuera reteir de
monedas y de la bestia militar que tuvo tantas
estrellas como pezuas -a espaldas del muI-
tifactico Burundn-, los especuladores del
. platino, del petrleo, del caf, del hierro, del
uranio y del mismo cielo azul hicieron de la
sangrienta titeretada su agosto, ofreciendo
como diversin a la agona de un pueblo la al-
haraca de los engredos cubileteros de la liber-
tad condicionada y la democracia de papel.
PERO ya estn aqu sus vctimas, mis her-
manos, nuestros hermanos. y tienen grito y
veto en nuestra querella.
CRECE, crece la audiencia!
30
4
.... "" .... ,. j'? i b __
DETRAS DE Mt est el Ro.
LO SIENTO correr sobre rnis nnones v
cmo cie con su fluyente y yerta cadenn
de plonlo, invitndome al lento viaje de la
muerte, como a vosotros: seres de condicin
contradicha y de incierta.
PERO sigue la audiencia y se inici.a la acu-
sacin.
, y TE acuso,' Ro hipcrita. Con ,tus aguas
de adobe desledo y de caas podridas crees
ocultar tus crmenes de inundador y saque8-
dor de aldeas; con la Inimosa sonrisa de tus
breves ondas y los arrebatos de tus rC11101inos
danzantes, procuras disimular el rapto de Jos
nios y las n10zas que bajaron de los pueblos
sedientos para mirarse en' tus sucias agl..l.s.
ests ah) a mis espaldas, con
tu lengua salaz de Celestina y el rumor ca-
nalla de tus vanas promesas. Todo burbujean-
te y espumeante de historias y misterios. Ex-
halando el vaho de lui.lchos siglos. S01'biendo
31

I ...
- - ------
- -. --- - - --
,
y' convirtienc;lo en onerosa tasa martima la
polvareda de las neCias obras humanas.
TE ACUSO, sede de los grandes seores,'
cmplice de los grandes sacerdotes, alcantari-
lla de los' grandes asesinos.
MILLONES de ojos desesperados, millones
de manos sin empleo, millones de cuerpos.
enfermos I millones de almas extraviadas te
buscaron, te buscan; te siguieron, te sIguen;:
se sumergieron, se sumergen en tus aguas,
buscando en ellas la horrenda remisin de &u
miseria, el perdn de sus supuestos' pecados
'y la garanta de nunca ms volver a vivir so-
bre la tierra madrastra. '
OH blasfemia contra el mundo, la vida y
el hombre!
DICHO esto, tengo algo ms por decir.
EN VOZ ms baja; doblando la cabeza ha-'
cia el vientre, audando mis rodillas 'con la
liana entrecruzada de los brazos -en una repe-;
ticin de la postura fetal y en una anticipacin'
de momia india-, sin pensar pensando, pen-:
, ... que el RO-luito, el Ro cmplice, el
y sagaz me empape con sus aguas.
'<'Pues' slo penetrado por su humedad, asumien- \
do su legamoso hedor, conociendo sus ,tretas,
s,er, verdico mi testimonio en esta audiencia. \
NACIDO de las nis puras nieves, por qu,
Ro, te' prestaste a servir de va de agua por:
el cual se vertiesen los cadveres desmante-
" lados de las viudas cuyos sexos picotean tus i
peces? Por qu tras de regar los altos valles
y las grarides llanuras en que los hombres:
32
;
I .
I
siembran y procuran cosechar frutos de
lidad, aceptaste evacuar los cadveres de los
nios macrocfalos ql1e abren y cierran sus
pobres piernas raquticas y los bejucos de sus
brazos como compases yertamente regulados
por tus grandes agus caudaies? Por qu,
. despus de dar limo propicio a la tierra en
que amorosamente paren las mujeres, te
taste a acarrear los cuerpos muertos de las
altas muchachas cuyos senos, apenas en flor,
fueron trocados por tu humedad en
cidas, trasparentes y fosforecentes anmonas
de baja mar?
MAS gris cuando desde las escalinatas te
ofrendaban las cenizas de los cuerpos mordi-
dos en vida por el hambre y calcinados por las
llamas en la muerte. Y conservando siempre
esa color de herrumbre que. te dieron. en el
desesperado desperezamiento de los siglos los
guerreros innumerables que, con un pequeo
gemido' humano o una gran blasfemia huma-
na, se precipitaron a tus aguas: cubiertos to-
dos ellos, como grandes escarabajos, por
maduras nieladas, por armaduras de mallas J
por armaduras repujadas, por armaduras que
ostentaban el relieve de medusas, furias y. mi-
nervas, por armaduras empavonadas,
das, bendecidas ... y todas ellas vanas!
OH creyentes, el Ro est aqu, y est .con
nosotros y est contra nosotros!
y TODAVA tengo algo ms por decir.
i QU tumulto de pueblos y qu confusin
de razas en la longitud de tus riberas, Ro de
33
",.,
,'.
,";',
1','
tan largo brazo y de tan numerosos dedos
afluentes!
DESDE los muy antiguos ariodravdicos que
vinieron ya, ay!, en son de guerra y de con-
. quista para desposeer} desalojar o avasallar a
tribus que ni siquiera tienen fe de 'bautismo
en los registros de la historia; hasta. los seo-
res de hoy que} para hacer una ablucin hip-
crita en tus aguas cmplices, descienden -su-
. dorosos; lustrosos y obesos- por las e s c l i ~
natas entre una doble fila de policas milita-
res, idnticos stos con su metlico casco} sus
uniformes verde-caa y sus amenazantes bo-
tas blancas, a todos los que hoy vemos desple-
gados sobre la f:tz de la tierra contra la pobre
condicin humana. Esos seores qUe hoy vi-
mos descender por las escalinatas con sus es-
posas, an ms gordas y de bellos ojos vacu-
nos y con sus hijos ya envarados por el pro-
tocolo de la riqueza, y toda la poderosa .fami-
lia descendiendo bajo un enorme parasol
blanco que ostenta, repujadas en oro, las sen-
tencias falsmnente consoladoras y descarada-
mente admonitorias de la antigua fe: esa fe
ausente en los seores pero prfidamente
mantenida en vosotros, i oh creyentes sobre las
escalinatas!
A TUS riberas, Ro-mito, llegaron gentes
arias} gentes macednicas} gentes griegas, gen-
tes prskas, gentes turcas y escitas; y los
ghaznvidas de Mahmud el Mecenas; los uz-
bekos de Tmur el Cojo; los trtaros de Baber
el Letrado y los maharajatas de Aurangzeb el
,
1"
i
.. r Cainita.. Todos ellos, tras la atroz hecatombe,
fi poniendo a relincpar sus caballos, a berrear
sus mehares, a trompetear sus elefantes sobre
el.limo engaoso de tus orillas,
l
Y, EN .otra vuelta de la rueda del tielUpo,
se baaron en tus aguas o pasaron por ellas
a la gran noche gentes de Francia, gentes
sitanas y las gentes de Bri tania, tan1bin ellas
ofreciendo a las asas asesinas del Ro sus
110s quebrados y el esplendor intil de sus uni":
formes y corazas, deshilachados aqullos y
foradas stas por: la sierra dental de tus
ces, impacientes por llegar a ms suculenta
vianda,
CADA invasin buscando y encontrando en
tus aguas, en tu cauce J la ms ancha y
creta va para desembarazarse del feto de su
propia codicia abortada: todas esas bocas
blasfemantes de los reclutas invasores; todas
esas muecas desdeosasperovergonzantes de
los soldados del Imperio; todas
malheridas, todos esos mutilados cadveres de
los defensores de la patda!
EL FISCAL de los hombres constata que
cada uno de esos transitaras imperios edific
en tus riberas primero fortalezas, luego
plos que con su bendicin las justificaran,
nalmente palacios en que unos pocos seores
-bajo el pabelln de las espadas y la asper-
sinde las bendiciones- s ... en su
poder, jadearan. en su vicio y loquearan en
su sobre la infinita miseria de sus seme-
jantes.
35
- _ .. - -----_. -- --- ----
OH indecente complicidad del mito fluv:ial!
PARA que la abominacin fuese posible,
por las escalinatas en cascada y por labernti-
cos . albaales subterrneos, entregaron a tus
ondas los desechos del annimo pueblo que
edific en tus riberas, pero no al alcance de
tus crecidas, Templos y Palacios.
ASf hicieron de ti el furgn funerario qe<
las gentes venidas del Tibet con la cabeza cal::
va y. sus tnicas color de azafrn; de las gen-
tes envueltas en los mantos blancos del Afgan;C-
de las gentes de Han que subrayan su parla
monosilbica con el revolar de sus anchas
mangas, y de las gentes que ostentaban las
rojas casacas senilmente amadas por la empe-
ratriz Victoria ... -llevando t hasta el delta,
hasta ese horrendo desaguadero de la muerte,
toda una plida cargazn de cadveres.
RfO manso en la hipocresa; Ro cmplice
en el silencio; Ro-mito por la vanidad! Fa-
bulosa serpiente sacralizada por cada una de
las religiones que inventaron los poderosos
para distraer el hambre de los humildes!
TODA una historia se amotina contra ti,
oh Ro!
y ENTONCES menester es gritarlo:
ACUSA, acusa la audiencia!
PERO tambin el hombre en cuclillas que
soy yo, tu cantor y acusador; el hombre en cu-
clillas sobre las grandes losas de las escali-
natas; el hombre rodeado por gentes de toda
condicin; el hombre obsedido por la belleza
.del mundo y agobiado por la infinita tristeza
36.
de la condicin ht1mana; el hombre que
voca esta audiencia; el hombre que echa
bre sus hombros el censo de la miseria; este
pbbre hombre sobresaltado por sv. propia
audacia, tiene que agregar:
:; BAJO el sol inocente en su carrera y su
tor, sudas, oh Ro, una neblina que los
reros interpretan contra los hombres del
mll y en favor de los seores. Acariciando
tus propias riberas a la manera de un viej o
amante impotente, sollozas un canto de
11ozo que tus altos padrinos interpretan como
la irremisible condenacin de sus feudatarios.
SIN repetir jams lo que se mira en tus
aguas I ni las palabras que se vociferan o
mullan o gimen sobre ellas, fluyes hacia el
rizado mar, esperando hallar en su inmenso
cliz. violeta una evasin, todava otra 'muerte,
la propia tuya! dispersando en el delta de
tantos y ms brazos que el Destructor Divi-
no, los cadveres que te envenenan y aCOll-
o
gOJan.
i PERO no vas a hallar, Ro I esa paz en el
convulso seno del mar! Pues el pilago iracun-
do no quiere resignarse a continuar siendo la
vagina en que se viertan los vicios e inmundi-
cias de los defraudadores del
POBRES hombres!
POBRES dioses!
POBRE Ro!
ACUSA, acusa la audiencia!
37
r
(
,i
,
\
.
. "
5
MONTADA est la escena,
PLENA la audiencia.
AQU, sobre las escalinatas, frente a los
Tenl,plos, bajo los Palacios y con el Ro cien,;
do mis lomos. Una gran audiencia humana que
espera) sorbindose 'los labios amargos y res
M
tregando colrcamente uno contra otro los
nudos de las rodillas, el p'roceso, la acusacin
y la condena de sus ubicuos verdugos.
, LA AUDIENCIA se reanuda y prosigue la
acusacin con este' largo grito: oh cndidos
creyentes!, no estis consintiendo} acaso,
mando e idolatrando aqu mismo} ahora' mis
M
mo, a los avisados delegatarios de vuestros
verdugos?
VED a estos altos simios de pelambre rubia,
de cenicientas crines) de' grisosas lanas e in
M
decente trasero que ostenta la desolladura azu
M
lenca y lvida 'de las grandes heridas;'
los pululando. en tratando de
imitar el lenguaje humano con sus' breves la-
drdos y sus horrendos balbuceos pueriles;
39
ijll
1.1:
1:;1
:'1'
i'
L I
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I
'
I
!I
i
JI

;i;

,mendigando, exigien4q rohando toda cosa;
infatigables en la actividad' codiciosa de sus
largos dedos astutos, de sus engarfiadas ufiJs
y de las rosadas palmas de sus manitassiem-
pre aptas para convertir los votos depositadds
en las urnas en billetes desprecl;tdos para u s u ~
ra de los humildes, beneficio ~ los poderosos
y cll-antiosa comisin para los intermediarios
prestimanos.
VED a esa despreciable horda que pretende
asemejarse al hombre, a nuestr condici:p..
La horda que diezma las cosechas logradas
-con tan largo jadeo y tal angustia. La hord,a
que casca COJ;l sus pequeos dientes aguzad.os
y rechinante s el cacahuete del Erario. La h q r ~
da que, despus del vido expolio, se dispuia
a s misma para ir a chillar y gesticular bajo
las cpulas de los Templos y sobre las terra-
zas de los Palacios.
VED a esos. grandes monos hediondos a su-
dar de codicia, a orn de consentido vasallaje,
. al estril semen de su vanidad sin espejo ni
parej"a -tratando de treparse al rbol' ge-
nealgico del hombre para triturar en sus ms
altas ramas, lo mismo que aqu, sobre las es-
calinatas y entre vosotros; las nueces que les
tributa el creyente y mondar las frutas que
el creyente les ofrece. ,
'1
VED que ni siquiera son la imagen de un
dios arbitrario, ni el portentoso hbrido ge
magia y realidad, ni tampoco los cancilleres
de vuestra voluntad incierta. Sino apenas a
. caricatura del ser humano; los ridculos apb
I ,
i
, .
"
l' "
derados que lograron de vosQtros mismos las
cartas credenciales que les abriesen las arte ..
sonadas salas del Consej o, las yertas curules
del Congreso, las secretas Cmaras E
les, los tufosos Cuartos de Ba,nderas para lle-
var a ellos el yermo testimonio de las promesas
incumplidas, los sucios papeles de las campo-
nendfls clandestinas, la jadeante amenaza de
las leyes represivas, el vitriolo de los impues-
tos y, desde luego, sus propias momias de irri-
. /
sanos proceres.
OH CREYENTES de baja condicin, de
voluble memoria y de voluntad incierta: la pri-
mera exigencia fiscal. en esta audiencia es vues-.
tra ignorancia y el definitivo re-
pudio de esa horda que pretende asemejarse
al hombre. El fiscal de esta audiencia os pide
la proscripcin ahora y para siempre de esa
exigua tribu voraz, capaz de devorar en unas
horas la' cosecha sembrada, cuidada, saneada
y recogida en las cuatro largas estaciones en
las cuales levanta, amasa y cuece el hombre
su pan escaso!
FUERA esa horda gesticulante, mendican-
te, amenazante, orante, blasfemante, gimiente,
demente que. es apenas, en sus trances y con-
vulsiones, la mueca obscena de la condicin
humana!
NO:' ms simios!
NO ms snibolos!.'
SLO' el hombre!
SLO nuestra condicinl
ACUSA, acusa la audiencia!
41
6
DEBO tambin, oh creyentes, denunciar la
estulticia, el abuso y el mito de las Vacas Sa-
; gradas que ambulan, torpes y lentas, por estas
escalinatas.
NO SON aqu -como la novilla alcanzada
'{y penetrada por el dios- criaturas de belleza,
'vida y amor. Sino arilo vaco, matriz estril,
cesta sin fondo de la ignorancia y la miseria,
triste trasunto de la condicin contradicha a
que os han reducido los ubicuos verdugos que
nuestra audiencia busca y
VEDLAS aqu, sobre las escalinatas, vues-
tras Vacas Sagradas: cpn los cuernos en
ma de lira pintados con el similor de los id-
la,tras para disimular la carie interna; con los
saltones ojosente1ados por la tristeza vergon-
zante de las cataratas tejidas en una larga edad
de hambre; plisado el cuello, neciamente enga-
lanado con guirnaldas florales, en la ausencia
del bolo rumiable; exhibiendo en el lomo la
humillacin de la erosionada' cordillera de los
43
"
;
!I
li
.,

11
1:
11
huesos; enjutos los ijares y, bajo el vtentre
pobre, la intil ostentacin de la ubre con sus
cuatro grifos incapaces de' ofrecer al hijo del
hombre su leche solidaria de gran bestia do-
mstica. Desesperadas, acaso, de que ese mis-
mo hombre tema emplear contra ellas la cu-
chilla para su sacrificio redentor de lfigenias
bovinas.
VED LAS aqu, reducidas a la inutilidad de
los vanos mitos; forzadas a ser los graves y ri-
dculos smbolos de ese prolongado y tambin
miope rezongar de los filsofos que, evadidos
de la condicin humana, en sus polvorientas
bibliotecas y en sus mentes -ms desveladas,
desaladas y. desoladas que la misma miseria
sacralizada de las bestias-, ,rumiaron y ru-
mian las ideas puras reducidas a heno, los
hechos vivos convertidos en paja} la verdad
vital trocq.da en conserva como fruto para la
invernada. De la misma manera como la in-
feccin fantica inoculada al hombre, lo llev
a daros, oh pobres vacas-smbolos, heno de re-
verencias en vez de pastos vivos; paj a de' ora-
ciones en vez de cereales vivos; y esa torta '
congelada del mito que vuestras speras len-
deshidratadas lamen buscando la pulpa
ausente de los frutos vivos.
IV ACAS Sagradas! Filsofos de ayer, hoy
yrnaana: unas y. otros. disimulando las razo-
nesdel hambre con la degluticin de sosa
.clel ideologismo; eludier;t.do sempre los
r 'hechos: ineluctables de la vida, las cosas en-
t... tra:ables del hombre. Slo para disputar los
44
~ l s o o s ante doncellas de anticipada mens;.
truacin literaria, ante iracundas X aritip as
menopusicas, ante adolescentes de sexo in-
cierto y ante rijosos sofistas, su dudoso dere-
cho a escribir textos tan secos como el heno I
tan ftiles como la paja y tan . horras de la.
leche caritativa como vosotras, Vacas Sagra-
das, que aqu, entre nosotros, sobre las esca
. linatas y' bajo la ostentosa complacencia me-
cnica de Templos y, Palacios, no logris ser
cosa distinta al agobiante, al agonizante retra-
to de filsofos engaosos y de usureros me-
cenas!
MAS tengo an por decir.
NO POR oportunamente renegadas por los
padres putativos que las bautizaron con el
agua del mito y la sal del smbolo, dejan de
ser esas novillas y esas vacas la ms cumplida
imagen de las sacras palabras vertidas sobre
ellas por' los arteros verborreantes. .
AQUELLA vaca que estorba nuestra audien-
cia sobre las escalinatas, no responde, acaso,
al nombre de Democracia? Y esa -otra que
atrapa con sus _ vellosos belfos y roe con sus
dientes cuadrados la tnica del demente, no
la bautizaron Libertad? Y no pisotea al inv-
lido y al nio la vaca cegatona que acude cuan-
do la llaman Caridad? Y no da testarudos
testarazos en el hombro del hombre la vaqui-
lla denominada Igualdad? .
TODO un rebao de vacuas ideologas ba-
beando sobre vosotros! Toda una manada de
mentirosos' conceptos vertiendo su estircol'
45
"chirle entre vosotros! Toda una mugiente i m ~
pedimenta retrasando vUestra marcha hacia el
pan de cada da!
46
NO MS rumiantes!
NO MAs falsarios de la razn!
SLO hombres!
SLO nuestra condicin, hasta ahora o n ~
tradicha!
ACUSA, acusa la audiencia!
y YA SE LANZA la carga, oh creyentes,
contra los Templos.
HOMBRES de ayer, de hoy, de maana y
ojal no de siempre" hasta ahora anduvimos
entre el engao y bajo el' terror de innn1eros
dioses incgnitos y adversos: .
todas aquellas galaxias y nebulosas . de tan
lenta o vertiginosa gravitacin, interrogadas
por el hGmbre y sin poder cosa distinta a tras-
pasar al hombre su escamada subienda de es-
trellas, su fulgurante proliferacin de astros
y. ese polvo sideral de los aerolitos que es el
raudo testimonio- ,de la incomprensible clera
del cielo;
todas esas TOcaS retorcidas y esas grandes
piedras agujereadas ante las cuales hacan te-
merosas reverencias los honlbres de endebles .
I huesos;
todas esas hogueras que en el solsticio de
vera!J..o alelaban al hombre mismo que las en-
cendiera;
todos eSOE; surtidores hirvientes, todas esas
47
yertas lagunas, todas esas fuentes, todos esos
ros, y el Mar: veneracin del agua por el '
hombre, por el hombre espantado por el mon-
zn, la inundacin y el diluvio;
todo ese follaje de plumas agoreras, toda
esa muda ritual y misteriosamente amenazan-
te. del plumaje; ,
toda esa sangre vertida en los circenses jue
gos holocusticos; ,toda esa sangre res balan-
do por aquellas otras escalinatas de los
cas; toda esa espesa ducha de sangre de los
bautismos mtricos; toda esa sangre perlada
sobre la piel los derviches flagelantes; toda
esa sangre desatada en las degollinas de los
Bandoleros de Dios; toda esa sangre freda en
las grandes pailas de los inquisidores; j tOAa
esa sangre' exprimida y humeante, en' los la-
gares de los terribles dioses ignotos I
Y DOBLEGADOS siempre vosotros bajo
tal tonnenta dJvina!
CON la planta de los pies desnuda y Q},l,e
mada por la arcilla de las ms viejas edades,
o desollada por el tenIenta de las msnU,eyas
ciudades, buscando vidamente la consolacin
ultra terrena. . . ,
HOMBRE de siempre, hermano mo, law,a
do desde el doble orbe' testicular del padre
, . hacia la noche lacerada del ovariomatenJ,Q:'
aferrndote all y all proliferando;
all en tal tibieza y tal ternura para irrnmpjr,
llegada la hora, por el' valle convulso de '19.8
muslos, con la frente blanda pero ya
pO"la adivinacin del difcil conato de vivir y
'1
,1
;,
"
, i
I
,
,
l
",
!
,

..
..
'.
perdurar entre las amenazas de los dioses y las "
exacciones Templos y Palacios.
TAMBIN tuvieron esos Templos un hu-
milde comienzo; Recordis cmo al filo de los
siglos y al hilo de vuestros sentimientos,
menzisteis por modelar esos tumulos' de
cilla -a medida de un cadver en cuclills-,
ante los, cuales la piadosa familia quemaba
luego bastonzuelos aromticos, granos secos y
cndidos juguetes de papel? EsQS tmulos
contra los cuales se rascaran los bfalos; esos
que serviran de punto de oteo y
ximacin a lasi aves de rapia?
y OTRAS veces, cavando con dedos y uas
en ,los altos farallones de arcilla y de pizarra
burdos nidos -para empollar en ellos vuestros
ensueos y emplumar en ellos vuestras
ranzas. Y ms tarde, recordis cmo
teis de:' esos. modestos nichos el pequeo es-
en' que mimaban' su eterna ternura
Rama .Y' Sita; o pataleaba su pesada danza el
Ganesh, -mi patrono; o el Buda de
me 'omhligo oblicuo se regodeaba con la
lleza del'mundo y la variedad de la vida,
tiendo la .. contagiosa risa que sacuda todos 'los
su Jocunda obesidad?
. DIOSES-creados a semejanza del hombre,
al dictado' de su sed' de alegra, idnticos a su ,
eterno afn de amor. .
Y QUe sucedi luego, oh creyentes? A
dnde pa'Saronvuestros' modestos lares, vues-
tros pequeos nichos aleteantes de cndidos
plumones, vuestros nimios altares urdidos en-
49,
Ere las races de los rboles ms ilustres o es-
culpidos en las losas del torrente en la alta
meseta andina?
CUAN prolongado y tenebroso engao!
HOMBRES de toda condicin en esta
audiencia; hombres de toda opinin en ella;
hombres de toda fe J de toda creencia, de toda
parcialidad; hombres de idntica miseria bajo
los pendones y los smbolos de los
res: ved en qu se trocaron los nidos en que
tratasteis de albergar el exceso de ternura de
vuestra condicin.
TODO este esplendor de cobre y de ladri-
llo; d piedra y de oro; de mrmol y de plata;
de olorosas maderas y lucientes cuarzos; toda
esta enceguecedora sucesin de los Templos
que sustentan a los Palacios aqu mismo, so-
bre las escalinatas, reflejndose orgullosamen-
te en. el sucio espejo cmplice del Ro.
D E LA misma manera que vuestros verdu-
gos supieron convertir en otros tantos smbo-
los engaosos al mono codicioso y .olvidadizo I .
a la vaca estulta y luansa, al cocodrilo paciente
y voraz, al elefante que puede ser tan iracun-
do como amoroso, tambin transformaron
vuestros tiernos lares en estos Templos osten-
tosos que riegan sus bendiciones de fuego con
las manos calcinadas de los shamanes piro-
ltricos; sus bendiciones de ceniza con los en-
garabitados dedos de los fakires; sus bendi-
ciones de humo con las manos sudosas de los
bonzos dopados con la bella e idiota me-
tafsica ..
50
<;
,
"
l'
I
I

ESCUCHAD bien esos gritos de pregoneros
que se expanden. desde el extrecho pasillo del
alto minarete, anunciando -oh coimes de un
burdel paradisiaco!- el revolar de las hures
a la llegada de los guerreros des jarretados,
desventrados, degollados en la' guerra santa y
condenados luego al eterno deleite de las altas
mozas, menos orgullosas de los racimos de sus
senos, del escudo de su vientre y del delta de
su sexo, que alucinadas por el goloso glogloteo
de sus gimientes gargantas de grandes guaca-
mayas blancas.
y ESOS otros vendedores de bulas e indul-
gencias, vociferando su sagrada mercanca en
el altozano de las iglesias, entre una muche-
dumbrede apestados, de leprosos, de invli
dos 'de guerra, de siervos de la gleba, tasando
el sello rojo o negro de sus ttulos como papel
de peaje para el purgatorio y la bienaventu-
ranza ultraterrena.
y LOS de ms all ofreciendo el nirvana a
cambio del difcil e intil suicdio de los senti-
dos; a trueque de la abolicin de la simple, her
masa y siempre contradicha condicin humana.
01D bien c6mo todos esos vendedores de
p l z ~ s slo os ofrecen una seguridad ultra te-
rrena a cambio de vuestro sudor V vuestra
sangre aqu en la tierra.
NO MS Templos!
NO MAS aras!
SLO campos!
SLO aradas del hombre!
ACUSA, acusa la audiencia!
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i LA CARGA ahora contra los Palacios!
LA CARGA s contra esa crestera de
moles varicosos, de oxidados cobres, de rodos
ladrillos amarillos que aqu, sobre las
linatas, sobre los Templos, frente al Ro y a
espaldas de la ciudad cuitada, impone insolen-
ternente sus falsos ttulos de nobleza, ganados
con la intriga usurera y el cohecho oportuno;
con la tradicin ventajosa o la clandestina si-
mona, y todos ellos chorreante s de la sangre
leucmica del pobre!
MIREMOS de nuevo el teatro de nuestra
audiencia:
las escalinatas establecidas como escenario
ineludible; .
el Ro hipcrita sirviendo de foso de or-
questa;
los Templos, de bambalinas;
los Palacios cegando a la audiencia con las
candilej as de la especulacin y los alternos
mforos del crdito y el rdito.
y EN tal teatro, los Simios actuando de
53
bufones, coin1es e intermediarios; las Vacas
Sagradas mugiendo su papel de grandes
santes inocentes v de vacuas entelequias
osas. Y vosotros, hombres de la gran audien-
cia, condenados a ser el inmenso coro que
repita amplifique las arteras palabras del
consueta invisible en el foso de los' Palacios.
y AHORA tengo que decir:
j OH creyentes: en los Palacios ya no
ran los grandes dementes que con la espuela,
el ltigo, el fuego y la rueda os' sometan!
P!lsaron los caudHlos, los khanes, emperado-
res v gobernadores. Se fueron con las aguas
de1 Ro los prncipes y capitanes que llevaban
en su carcaj flechas embriagadas de veneno y
que no saban .dominar la sed de. sangre de
sus espadas devoradoras.
TAMPOCO Kasyapa el fratricida dej here-
deros que nos explicaran el inefable misterio
de las damas de Sigiriya; ni canta va en sus
loggias Lorenzo la fugitiva juventud: ni ela-
bora en sus estancias el VI Conde de Derby
quejas de amor perdidas; ni desde su cmara
se mofa el de Saint-Simon de la alta ralea real:
ni edifican Pedro en el Neva V Sawai Jaising
en el Rajasthan las ms bellas ciudades del
mundo; no hay ya en los Palacios
res T'ang que calienten en el cuenco de las
manos las ms hermosas cermicas. ni empe-
radores Yuan para leer los largos rollos de
pintura; ni delira en sus terrazas Luis de Ba-
viera; ni hay prncipes en Mnaco que distrai-
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r gan sus ocios con la absorta contemplacin de
r los magnificas monstruos submarinos.
j":
l ~ , PASARON todos ellos y ahora estn all, en
{' esos mismos Palacios, los gerentes ahtos de
,1 poder y de dlares; los planificadores de v u s ~
tro conformismo; los pequeos magos de las
relaciones pblicas; los pregoneros de la men-
tira que ya no se atreven a salir a las plazas
entre un destemplado reteir de clarines y
un desinflado resonar de tambores, sino que
solapadamente y por mano ajena deslizan en
la yerta madrugada, por la hendidura baja
de las puertas, la voluminosa y cotidiana ter-
giversacin de vuestra vida, fabricada en las
grandes rotativas segn sus propias conve-
niencias: unas veces ostentando el horror de]
crimen y la desatada violencia para aumentar
el nmero de sus morbosos lectores; otras
ocultando las races del mal para que perdure
y fructifique su hipcrita traicin a la condi-
cin humana. y mintiendo siempre, mintiendo
siempre, mintiendo siempre con la bendicin
de los Templos y la, subvencin de los Palacios.
NO BUSQUIS en stos eco alguno de v u s ~
tra angustia, ni correspondencia a vuestra
necia lealtad. Ya ni siquiera son los smbolos
de un insensato orgullo patrio. Pues qu po-
dran deciros hoy las siglas de los grandes
monopolios internacionales, de los poderosos
carteles y los ubicuos trusts que acurnulan
riqueza y poder,! Jnientras una erosin incon-
tenible roe las pequeas monedas y los prin-
gosos billetes de los pobres? Y qu podran
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deCiros los nombres, secos como 0.isparos, de
los nuevos seores alojads en los Palacios y
acolitados por la codicia de los mezquinos
merde de Dieu? Qu os dicen esos nombres?
Qu os dicen aquellas siglas? Sino que toda
la. historia memorable del hombre, toda la
crnica convulsionada de su angustia y su
na, han venido a parar en este engao:' los
. Palacios habitados por ellos; los Templos
.. nejados por ellos; parellas usufructuadas las
escalinatas; por ellos sacralizado el Ro; los
Simios alquilados por ellos en sus
nes; las Vacas Sagradas arreadas por ellos
para vuestro desconcierto y vuestro engao.
NO MAS Palacios!
SLO casas!
SLO hogares para el hombre! .
ACUSA, acusa la audiencia!
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