Sublimis Deus
Sublimis Deus
Sublimis Deus
1537, 2 de junio
Un jaln importante en la lucha por la justicia en la conquista y evangelizacin de
Amrica es el documento del papa Pablo III cuya traduccin damos a
continuacin. El mismo es conocido con varios nombres: Sublimis
Deus, Unigenitus y Veritas ipsa, pero en realidad se trata siempre del mismo
documento.(1)
Con la bula Sublimis Deus, el papa no pretende definir -como errneamente
opinan algunos autores- la racionalidad del indgena, sino que suponiendo dicha
racionalidad en cuanto que los indios son hombres, el papa declara que los
mismos tienen derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones y a la vez
tienen el derecho a abrazar la fe, que debe serles predicada con mtodos
pacficos, evitando todo tipo de crueldad.
Promotores de este documento fueron, sobre todo, dos frailes dominicos: fray
Bernardino de Minaya y fray Julin Garcs, obispo de Tlaxcala. Fray Bernardino
de Minaya, protegido por la emperatriz Isabel de Portugal y sin que lo supiera el
emperador Carlos V viaj a Roma para informar al Papa sobre el mal tratamiento
al que eran sometidos los indios; a su testimonio se sum una carta del obispo
Julin Garcs en la que se explicaban al pontfice los mismos problemas y que
movieron al Papa a promulgar este documento junto con los breves Altitudo divini
consilii yPastorale officium en los que se abordaban problemas conexos con
la Sublimis Deus.(2)
Texto de la Bula
A todos los fieles cristianos que lean estas letras, salud y bendicin apostlica. [El
Dios sublime am tanto la raza humana, que cre al hombre de tal manera que
pudiera participar, no solamente del bien de que gozan otras criaturas, sino que lo
dot de la capacidad de alcanzar al Dios Supremo, invisible e inaccesible, y
mirarlo cara a cara; y por cuanto el hombre, de acuerdo con el testimonio de las
Sagradas Escrituras, fue creado para gozar de la felicidad de la vida eterna, que
nadie puede conseguir sino por medio de la fe en Nuestro Seor Jesucristo, es
necesario que posea la naturaleza y las capacidades para recibir esa fe; por lo
cual, quienquiera que est as dotado, debe ser capaz de recibir la misma fe: No
es creble que exista alguien que poseyendo el suficiente entendimiento para
desear la fe, est despojado de la ms necesaria facultad de obtenerla de aqu
que Jesucristo](3) que es la Verdad misma, que no puede engaarse ni engaar,
cuando envi a los predicadores de la fe a [cumplir] con el oficio de la predicacin
dijo: "Id y ensead a todas las gentes", a todas dijo, sin excepcin, puesto que
todas son capaces de ser instruidas en la fe; lo cual vindolo y envidindolo el
enemigo del gnero humano que siempre se opone a las buenas obras para que
perezcan, invent un mtodo hasta ahora inaudito para impedir que la Palabra de
Dios fuera predicada a las gentes a fin de que se salven y excit a algunos de sus
satlites, que deseando saciar su codicia, se atreven a afirmar que los Indios
occidentales y meridionales y otras gentes que en estos tiempos han llegado a
nuestro conocimientos -con el pretexto de que ignoran la fe catlica- deben ser
dirigidos a nuestra obediencia como si fueran animales y los reducen a
servidumbre urgindolos con tantas aflicciones como las que usan con las bestias.
Nos pues, que aunque indignos hacemos en la tierra las veces de Nuestro Seor,
y que con todo el esfuerzo procuramos llevar a su redil las ovejas de su grey que
nos han sido encomendadas y que estn fuera de su rebao, prestando atencin a
los mismos indios que como verdaderos hombres que son, no slo son
capaces de recibir la fe cristiana, sino que segn se nos ha informado corren con
prontitud hacia la misma; y queriendo proveer sobre esto con remedios oportunos,
haciendo uso de la Autoridad apostlica, determinamos y declaramos por las
presentes letras que dichos Indios, y todas las gentes que en el futuro llegasen al
conocimiento de los cristianos, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar,
poseer y gozar libre y lcitamente de su libertad y del dominio de sus
propiedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y que todo lo que se
hubiese hecho de otro modo es nulo y sin valor, [asimismo declaramos] que
dichos indios y dems gentes deben ser invitados a abrazar la fe de Cristo a
travs de la predicacin de la Palabra de Dios y con el ejemplo de una vida
buena, no obstando nada en contrario.
Dado en Roma en el ao 1537, el cuarto da de las nonas de junio [2 de
junio], en el tercer ao de nuestro pontificado.