Anonimo - Cuentos de La India
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Anonimo - Cuentos de La India
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Annimo
El len y la cigea
Una vez, en el tiempo en que Brahama reinaba en Benars, estaba un enorme y fiero len
devorando su recin cazada presa, cuando se atragant con un hueso. Irritsele la garganta
de tal manera, que el pobre animal pas varios das sin poder probar bocado. Y sufriendo
terriblemente.
Una cigea, que le contemplaba desde un rbol, le pregunt una maana, al ver cmo se
retorca de dolor:
- Qu os pasa, amigo?
El len explic con apagada voz el motivo de su sufrimiento.
- Yo podra libraros de ese hueso -dijo la cigea cuando el otro animal ces de hablar,-
pero no me atrevo a hacerlo por miedo a que me devoris.
- No temas -contest el len, que como rey de los animales hablaba de t a todo el mundo.-
No te devorar. Te suplico que me libres enseguida del estorbo que tanto dao me hace y
que no me deja comer.
- Confo en vuestra palabra. Echaos sobre la espalda y abrid bien la boca.
La fiera hizo lo que le indicaba la cigea. Entonces el ave, no queriendo ahorrarse
ninguna seguridad, coloc un palo entre las dos imponentes mandbulas para que el len no
pudiese cerrar la boca; enseguida, metindole el largo pico hasta la garganta cogi el hueso
y en un momento libr al animal de lo que le haba hecho pasar tan malos ratos. Despus,
con la punta del pico, apart el palo que impeda cerrar la boca al rey de la selva, y sin
aguardar ms, vol a posarse sobre una rama.
A los pocos das de esta escena, el len, ya del todo curado, estaba devorando un gran
bfalo, cuando la cigea, que le contemplaba desde un rbol cercano, decidi sondearle.
As, recit este primer verso;
Por el favor que yo os hice
Con la mejor voluntad
Dadme vos, Gran Majestad,
El premio que se merece.
La contestacin del rey de los animales fue la siguiente:
Cuentos de la India Annimo
Me pides t la merced
Que la accin de m merece.
No te parece estar viva
Merced ms que suficiente?
A lo que la cigea replic:
Vos no sois agradecido,
Mi seor, el rey Len
Habis dado ya al olvido
El favor que os hice yo.
Algn da os hallaris
Otra vez en gran apuro,
Y entonces no tendris
Ningn asilo seguro.
Y dicho esto, el ave vol lejos de la tierra.
Tiempo despus, cuando el dios Buda contaba esta historia a sus discpulos, sola aadir:
- En aquella poca el len era Devadata, el traidor, y la blanca cigea era yo mismo.
El hijo del Raj y la princesa
Labam
Un Raj, que gobernaba una importante provincia de la India, tena un solo hijo, a quien le
gustaba ir de caza diariamente. En una ocasin la Ran, su madre, le dijo:
- Puedes cazar hacia el Norte, hacia el Este y hacia el Oeste, pero nunca se te ocurra ir
hacia el Sur.
Dijo esto porque estaba segura de que si su hijo iba en aquella direccin, oira hablar de la
hermossima princesa Labam y entonces despedirase de sus padres para ir en busca de la
bella muchacha.
El joven Prncipe obedeci por algn tiempo el consejo materno, pero una vez, despus de
recorrer el Norte, Este y Oeste sin haber encontrado un solo animal sobre el cual disparar
sus flechas, record la advertencia de la Ran acerca del Sur, y decidi investigar el motivo
de la prohibicin. Sin la ms pequea duda, prepar el arco y penetr en el bosque que se
extenda hacia el Sur.
De momento slo vio una selva muy densa, sin encontrar en ella nada anormal, a no ser
una cantidad enorme de loros. A falta de mejor caza, el hijo del Raj dispar varios dardos
contra los hermosos pjaros, que enseguida huyeron a esconderse en los rboles ms altos.
En realidad no huyeron todos, pues el viejo Hiraman, que era su rey y a quien los achaques
no permitan volar con la misma rapidez de sus sbditos, quedse en la rama que le serva
de trono, y con voz cascada grit a los fugitivos loros:
- No me dejis solo, para que sirva de blanco a las flechas del prncipe! Volved
enseguida o le contar a la princesa Labam lo que habis hecho!
Al or estas palabras todos los pjaros regresaron junto a su soberano, balbuciendo
humildes excusas.
El hijo del Raj quedse grandemente sorprendido al or hablar tan bien a unos animalitos
tan pequeos.
Decidido a enterarse de quin era la princesa Labam, que tanta importancia pareca tener
entre ellos, pregunt a Hiraman:
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- Quin es la princesa Labam? Dnde vive?
El rey de los loros no quiso contestar a la pregunta del prncipe, limitndose a decir:
- No te molestes preguntando por la princesa, pues nunca podrs llegar hasta su morada.
El hijo del Raj trat de obtener ms informacin, pero fue completamente intil. Al fin,
cansado de preguntar, tir el arco y las flechas y regres a su palacio, donde estuvo cinco o
seis das encerrado sin comer ni beber.
Al fin, comprendiendo que de aquella manera no poda vivir, sali de sus habitaciones y
dirigiese a las de sus padres, a quienes anunci que quera ir a conocer a la princesa
Labam.
- Tengo que ir -dijo.- Es necesario que la vea. Decidme dnde se encuentra.
- No lo sabemos, hijo -contestaron a la vez el Raj y la Ran.
- Entonces ir yo mismo a buscarla, -dijo el prncipe.
-No, no -protest el padre.- No debes dejarnos. Eres nuestro nico hijo. Ser mejor para ti
que no salgas de nuestros dominios, pues nunca logrars encontrar a la princesa Labam.
- Es necesario que lo intente. Tal vez Dios se apiade de m y acceda a mostrarme el
camino. Si la encuentro volver con ella a vosotros; pero si muero no volver a veros.
Adis, padres queridos.
El Raj y la Ran, vertieron ardientes lgrimas al despedirse del joven. El padre le dio
hermosos vestidos, un magnfico caballo, un arco que lanzaba las flechas ms de
trescientos metros, y un talego lleno de rupias.
Cuando el prncipe haba montado ya a caballo, acercse la Ran, y despus de abrazarle
estrechamente, le tendi un pauelo lleno de golosinas, dicindole:
- Cuando sientas hambre, hijo mo, come dulces de estos.
El joven guard el obsequio de su madre, y conteniendo las lgrimas que pugnaban por
brotar de sus ojos, alejse hacia la ventura.
Al cabo de varias horas de cabalgar a travs de una selva virgen, lleg a un estanque
bordeado de frondosos rboles. Despojndose de sus vestiduras base en l, y cuando
hubo terminado, fue a tenderse a la sombra de uno de los rboles, con la intencin de
comer alguna de las golosinas que le diera su madre.
Al desatar el pauelo y coger el primer dulce, vio que una hormiga haba empezado a
comrselo. En el segundo encontr otra hormiga. Dej los dos pasteles en el suelo y cogi
otro, y otro y otro. Fue intil; todos estaban como los anteriores.
- No importa -murmur.- No comer los dulces. Dejar que los terminen las hormigas.
Al or esto, la reina de las hormigas abandon su pastel y dirigindose al prncipe, le dijo:
- Has sido bueno con nosotras; si alguna vez te encuentras en peligro, piensa en m y
acudir en tu ayuda.
El hijo del Raj le dio amablemente las gracias, y montando a caballo, continu el viaje.
Al cabo de varias horas, sali de la selva para entrar en otra ms espesa, y despus de
cabalgar largo rato por ella, vio a un tigre que ruga de dolor.
- Por qu ruges de esa manera? -pregunt el joven prncipe.- Qu te pasa?
- Hace doce aos que me clav una espina en esta pata -contest el animal.- En todo ese
tiempo no ha dejado de dolerme, y por ello me quejo desde que nace el sol hasta que
muere.
- Yo te quitar ese estorbo -prometi el prncipe.- Pero has de prometerme que, cuando te
haya curado, no me devorars.
- Oh, no! No te devorar. Te suplico que me libres de este dolor tan terrible.
El hijo del Raj sac un afilado pual, y con un rpido movimiento, arranc la espina. Esta
se hallaba tan hundida en la pata de la fiera que, al salir hzole lanzar un rugido tan fuerte,
que su hembra lo oy desde donde se encontraba, y temiendo que algo malo le hubiera
ocurrido a su pareja corri a ayudarle.
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El tigre la vio venir y ocult al prncipe a fin de que ella no le encontrase.
- Quin te ha herido? -pregunt la tigresa.- Por qu has lanzado ese rugido tan fuerte?
- No me ha herido nadie -replic el tigre.- El rugido ha sido de alegra porque el hijo de un
Raj me ha quitado la espina que me clav hace doce aos.
- Dnde est ese prncipe? Quiero verlo enseguida!
- Si me prometes no matarlo, le llamar.
- Te juro que no le har ningn dao -asegur la tigresa.- Slo deseo conocerle.
El tigre llam entonces al joven y cuando ste sali de su escondite, la pareja de tigres le
saludaron con numerosas demostraciones de afecto. Despus le sirvieron una excelente
cena. Durante tres das el prncipe permaneci con ellos y cada maana miraba la herida
del tigre. Cuando estuvo completamente cerrada despidise de sus amigos, quienes le
dijeron:
- Si alguna vez te encuentras en peligro, piensa en nosotros y correremos en tu ayuda.
El prncipe prometi hacerlo as y, montando a caballo, lleg a una tercera selva. En ella
encontr a cuatro faquires cuyo maestro haba muerto, dejndoles en herencia cuatro
cosas: una cama que trasladaba de un sitio a otro a quien se sentase en ella; una bolsa que
proporcionaba a su poseedor todo cuanto le pidiera, joyas, comida o ropas; un vaso de
piedra capaz de ofrecer siempre agua a su dueo, por muy lejos que estuviera de la fuente
y un palo y una cuerda a los cuales slo se tena que ordenar: "Palo, golpea a todos los
hombres que hay aqu, menos a m" para que el palo golpease uno tras otro, a todos los
enemigos, seguido de la cuerda que los ataba.
Los cuatro faquires se peleaban por stas cuatro cosas. Uno deca:
- Yo quiero la cama!
El otro replicaba:
- No puede ser, porque la cama es para m.
Y as por el estilo, sin que, ni por un momento lograran ponerse de acuerdo.
- No os peleis por vuestra herencia -dijo el prncipe.- Voy a lanzar cuatro flechas. Aquel
de vosotros que coja la primera se quedar con la cama. Quien consiga la segunda, tendr
la bolsa. El que me traiga la tercera ser el dueo de la taza de piedra y al que se apodere
de la ltima se le dar el palo y la cuerda.
Los faquires se mostraron de acuerdo con estas condiciones y cuando el prncipe lanz la
primera flecha, los cuatro echaron a correr tras ella. Cuando le trajeron el primer dardo, el
prncipe lanz el segundo, y cuando ste tambin le fue devuelto dispar el tercero y
despus el cuarto.
Al quedarse solo por ltima vez, el hijo del Raj, dejando en libertad a su caballo, sentse
en la cama, cogi la taza de piedra, la bolsa, el palo y la cuerda y dijo:
- Cama, deseo ir al pas de la princesa Labam.
La cama elevse por los aires y vol, hasta llegar al pas de la princesa, donde se pos
sobre un verde campo. Para asegurarse, el joven pregunt a unos campesinos:
- En qu pas estoy, amigos?
- En el de la princesa Labam -le contestaron.
Entonces el prncipe dirigise a una casa en la que vio a una anciana, quien le pregunt:
- Quin sois y de dnde vens, noble seor?
- Vengo de un pas muy lejano, seora -contest el prncipe, inclinndose respetuosamente
ante la anciana.- Ruego que me dejis pasar aqu la noche.
- No puede ser, noble seor, no puedo permitir que durmis en mi casa porque nuestro rey
nos ha prohibido albergar a extranjeros.
- Por lo menos dejadme estar en vuestra casa hasta que amanezca. Ya es muy tarde y si
durmiese en la selva correra el peligro de ser devorado por las fieras.
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- Bien, podis quedaros, pero maana, a primera hora, os marcharis, pues si nuestro rey se
enterase de que os haba dado cobijo, harame pasar el resto de mi vida en un calabozo.
Dicho esto, la buena mujer entr en su vivienda, seguida del joven y se dispuso a preparar
la cena, pero el prncipe la contuvo, diciendo:
- Seora, no os molestis en preparar comida, ser yo quien os la sirva. Y metiendo la
mano en la bolsa dijo en voz baja:
- Bolsa, dame la cena, -y la bolsa sirvi en dos platos de oro los ms excelentes manjares
que jams viera la anciana.
Cuando hubieron terminado, la mujer quiso ir a buscar agua para beber y lavarse las
manos, mas tambin sta vez la contuvo el prncipe, diciendo:
- No os molestis, bondadosa seora, tendris tanta agua como queris. -Y sacando la taza
de piedra le orden:
- Taza, dame agua.
Inmediatamente se llen la taza de agua fresqusima que el prncipe verti en los diversos
recipientes. Cuando todos estuvieron llenos, orden a la taza que cesase de dar agua, e
inmediatamente qued vaca.
Como la noche ya haba llegado, y el hijo del Raj se extraase de que la anciana no
encendiera ninguna luz, pregunt el motivo de aquella particularidad.
- No es necesario -explic la mujer.- Nuestro rey ha prohibido que sus sbditos
encendamos luces, pues, en cuanto anochece, su hija, la princesa Labam, se asoma al
mirador de palacio y, es tanto el brillo que despide, que su luz alumbra todos nuestras
casas y calles con la misma fuerza que la del sol.
En efecto, en cuanto cerr la noche, que era oscura como boca de lobo, la princesa
asomse al mirador. Vesta un traje hecho con rayos de luna tejidos por los dioses
protectores del pas. Alrededor del cuello, la cabeza y el cuerpo, llevaba largas hileras de
perlas y brillantes, que, unidos a su belleza, convirtieron en un momento la noche en da
claro.
El prncipe contempl embelesado a la princesa y su corazn fue muy feliz. En voz baja
murmur una y mil veces:
- Qu hermosa es!
A las doce, cuando todos los habitantes de la nacin se hubieron acostado, la princesa
retirse a sus habitaciones.
El joven prncipe aguard hasta que supuso que la princesa se habra ya dormido, y
entonces, sentndose en su cama, dijo:
- Cama, quiero que me lleves al dormitorio de la princesa Labam.
Y la cama obedeci inmediatamente, trasladando al prncipe a la habitacin donde dorma
la bellsima joven.
El hijo del Raj cogi la bolsa y pidi:
- Quiero un enorme montn de hojas de betel.
Apenas acababa de formular la peticin, la bolsa se fue hinchando. En un momento se
form a los pies de la cama, un montn de las hojas pedidas. Entonces el joven sentse de
nuevo en su cama y regres a casa de la anciana.
A la siguiente maana los servidores de la princesa encontraron el montn de hojas de
betel, y se pusieron a masticarlas.
- De dnde habis sacado eso? -les pregunt la bellsima muchacha.
- Lo hallamos junto a vuestro lecho -contestaron los criados, que ignoraban por completo
la visita del hijo del Raj.
Entretanto, la anciana fue a despertar al hermoso prncipe, y le dijo muy triste:
- Debis abandonar esta casa, pues si el rey supiese que he faltado a sus rdenes
seguramente me hara matar.
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- Hoy me siento enfermo, buena seora -contest el joven.- Os ruego que me permitis
quedarme hasta maana por la maana.
- Bien, -replic la anciana, que senta un gran afecto por l.
Aquel da comieron y cenaron de lo que les dio la bolsa encantada. Al llegar la noche la
princesa Labam sali al mirador de palacio y el prncipe permaneci todo el rato con la
vista fija en ella.
A las doce, la princesa se retir a su dormitorio, y al poco tiempo, el hijo del Raj sentse
en su lecho y solicit ser trasladado al cuarto de su adorada. Una vez en l, pidi a la bolsa
el ms bello chal del mundo, y como de costumbre, la bolsa obedeci.
Apoderse el prncipe del chal, que estaba hecho de azul de noche y espolvoreado con
estrellitas cadas del cielo, y cubri con l a la hermosa princesa, que pareci ms bella que
nunca. Enseguida regres a la casa donde se hospedaba y durmi hasta el da siguiente.
Al despertarse la princesa y ver el chal, que tan bien armonizaba con su traje de rayos de
luna, se sinti muy feliz.
- Mira, mam -dijo a la Ran.- Este chal tan hermoso debe de habrmelo trado Kuda.
- S, hijita -replic la madre, que tambin se senta muy feliz.- Sin duda es un regalo de
Kuda.
En aquel mismo instante la anciana que hospedaba al hijo del Raj le indic:
- Ahora ya podis marcharos, noble caballero.
- Por favor -suplic el prncipe.- Os ruego me dejis quedar unos das ms, pues an no me
encuentro completamente bien. Os prometo no salir para nada de casa, y as nadie me ver.
La anciana, cautivada por las palabras del joven, cedi una vez ms.
Aquella noche, lo mismo que las anteriores, la princesa Labam sali al mirador de su
palacio. Y asimismo el prncipe estuvo todo el rato con la mirada fija en ella, sintiendo
arder su corazn, de amor hacia la hermosa joven.
A las doce y media, un rato despus de haberse retirado la princesa, el prncipe sentse en
su cama y se traslad al dormitorio de su amada. Al llegar all, sacando la bolsa, le pidi:
- Bolsa, dame el anillo ms precioso del mundo.
La bolsa obedeci, entregando a su dueo una sortija hecha con sol del medioda y
adornada con una estrella de medianoche. El hijo del Raj coloc suavemente el anillo en
la mano de la princesa, mas, en este momento, despertse la joven y le mir asustada.
- Quin eres? -pregunt.- De dnde vienes? Por qu ests en mi dormitorio?
- No te asustes, hermossima princesa. No soy un ladrn, sino el hijo de un poderoso Raj.
Hiraman, el rey de los loros de la selva donde yo cazo, me dijo tu nombre e
inmediatamente dej a mi padre y a mi madre para venir a verte.
- Si eres el hijo de un Raj -murmur la muchacha, que haba quedado prendada del
hermoso joven,- no te har matar, y dir a mis padres que quiero casarme contigo.
Loco de alegra, el prncipe regres a casa de la anciana; pero era tanta su felicidad, que
aquella noche no pudo dormir.
A la maana siguiente la princesa, que tampoco haba podido descansar, dijo a su madre:
- Ha llegado a nuestro pas el hijo de un poderoso Raj y deseo casarme con l. Te suplico
por favor que se lo comuniques a mi padre.
- Est bien -asinti el Raj al enterarse por su esposa del deseo de su hija.- No tengo
ningn inconveniente en que ese prncipe se case con mi hija, pero antes ha de hacer lo que
yo le diga. Si fracasa le matar. Voy a darle cincuenta kilos de simiente de mostaza y si no
logra extraer en un da todo el aceite que contiene, ser decapitado.
Entretanto, el prncipe haba despertado y lo primero que hizo fue explicar a la buena
mujer que le hospedaba, que pensaba casarse con la princesa Labam.
- Marchaos enseguida de este pas y olvidaos de la princesa! -exclam la anciana.-
Muchos Rajs y prncipes han venido a pedir su mano y el rey los ha mandado matar. A
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todo el que intenta casarse con su hija le impone una serie de condiciones tan terribles que
no hay quien pueda cumplirlas. Si intentis hacerlo moriris como los dems.
Aunque los consejos de la anciana eran muy acertados, el prncipe no quiso escucharla. Era
joven, adoraba a la princesa y nada poda detenerle.
Al poco rato de sostener esta conversacin, lleg a casa de la anciana un mensajero del rey,
que invit al prncipe a acompaarle hasta palacio. All, el soberano, rodeado de toda su
corte, le entreg cincuenta kilos de semilla de mostaza, ordenndole que extrajese el aceite
que contena y se lo llevara a palacio el da siguiente a la misma hora.
- Quien desee casarse con mi hija tiene que hacer cuanto yo le ordene -explic el Raj.- Si
no es capaz de ello, tengo que matarlo. Por lo tanto, si no consigues extraer todo el aceite
de esas simientes, te mandar decapitar.
Al or esto y ver lo que abultaban los cincuenta kilos de semilla, el prncipe sintise muy
desanimado, pues comprendi que le sera imposible salir airoso de aquella prueba.
Como no poda hacer otra cosa, cogi la semilla y se la llev a casa de la anciana. Estuvo
reflexionando varias horas acerca de su situacin, sin llegar a decidir nada. De pronto,
acordse de la reina de las hormigas, y apenas acababa de pensar en ella la vio aparecer.
- Cul es el motivo de tu tristeza? -pregunt el animalito
El hijo del Raj le mostr el montn de simiente de mostaza y replic:
- Cmo puedo extraer en un da todo el aceite que contiene esta semilla? Sin embargo
tengo que hacerlo antes de maana, o ser decapitado por orden del Raj de este pas.
- No te preocupes -contest alegremente la reina de las hormigas.- Ve a tu lecho y
descansa. Mientras tanto, entre mis sbditos y yo, haremos ese trabajo.
Confiado en aquella palabra, el prncipe fue a acostarse, y efectivamente, los pequeos
insectos extrajeron todo el aceite.
Al otro da, el prncipe se traslad al palacio del Raj y le present el resultado de la
laboriosidad de las hormigas. Pero el soberano movi la cabeza y dijo:
- An no puedes casarte con mi hija. Es necesario que antes luches con mis dos demonios
y los mates.
Aos atrs, el Raj haba logrado cazar en una trampa a dos terribles demonios. No supo
qu hacer con ellos, y como tema soltarlos, los encerr en una jaula, esperando que algn
da se presentase un hombre lo bastante fuerte para matarlos.
Hasta entonces ninguno de los prncipes que intentaron vencerlos lo consigui, y el Raj
empezaba a temer que, aquellos demonios, se convirtieran en una carga eterna.
Cuando el joven vio a los dos terribles demonios, se dijo:
- Cmo podr vencer a dos seres tan espantosos?
En aquel momento record a sus dos amigos los tigres, quienes inmediatamente
aparecieron ante l.
- Qu te ocurre? -le pregunt el tigre.
- El Raj de este pas me ha ordenado que luche contra sus dos demonios y los mate.
Cmo podr hacer semejante cosa?
- No te apures -contest la hembra.- Nosotros los mataremos.
En efecto, los dos tigres vencieron en pocos momentos a los demonios, y el Raj se sinti
mucho ms tranquilo al verse libre para siempre de la amenaza de los dos demonios.
- Est muy bien -dijo felicitando al prncipe.- Mas, para conseguir a mi hija, debes hacer
an otra cosa. En lo alto del cielo tengo un enorme tambor. Es necesario que llegues hasta
l y lo hagas sonar. Si no lo consigues, ya sabes lo que te espera.
El joven prncipe record enseguida su lecho, y sin perder un minuto, corri a casa de la
anciana que le hospedaba, y sentndose en la cama, orden:
- Cama, llvame hasta el tambor del Raj.
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El lecho obedeci en seguida, y a los pocos minutos el prncipe haca sonar el enorme
instrumento.
A pesar de haber odo el Raj las notas del tambor, no quiso entregar su hija al joven,
dicindole que an quedaba una ltima prueba.
- Cul? -pregunt el joven.
El soberano le cogi de la mano y acompandole al jardn del palacio, le mostr un
grueso tronco, dicindole:
- Maana por la maana debers partir este tronco con esta hacha de cera.
Esta vez el prncipe quedse muy triste. No vea solucin posible al nuevo problema, pues
estaban ya agotados todos sus recursos. Convencido de que al da siguiente iba a ser
decapitado, quiso despedirse de la princesa Labam, y por ello, trasladse a sus habitaciones
montado en su lecho volador.
- Vengo a despedirme de ti, hermosa princesa -dijo.- Maana tu padre har rodar mi cabeza
por el suelo.
- Por qu?
- Me ha ordenado que parta un rbol muy grueso con un hacha de cera. Cmo podr hacer
semejante cosa?
- No te preocupes -replic la princesa, que habindose enamorado del joven no quera
dejar de ser su esposa.- Toma este cabello mo y colcalo extendido sobre el filo del hacha.
Maana, cuando nadie te oiga, ordena al rbol: "Djate cortar por este cabello; te lo manda
la princesa Labam".
Al otro da, el hijo del Raj, sigui las instrucciones de la princesa, y en efecto, tan pronto
como el cabello toc el tronco, ste qued partido en dos.
Maravillado por todos aquellos prodigios, el Raj cedi al fin, diciendo:
- Has ganado a mi hija, y puedes casarte con ella.
Al casamiento de los dos prncipes acudieron todos los Rajs de los alrededores, y los
festejos duraron varias semanas. Cuando se terminaron, el prncipe dijo a su esposa:
- Quieres que vayamos al pas de mi padre?
La princesa Labam acept complacida y al poco tiempo los dos esposos partieron hacia los
dominios del Raj.
El padre de la princesa Labam les regal una enorme cantidad de camellos y caballos
cargados de rupias y objetos de oro. Tambin les dio una escolta de numerosos criados que
les acompaaron con gran pompa hasta la capital del vecino reino, donde, de all en
adelante, vivieron.
El prncipe conserv siempre su cama voladora, el tazn, la bolsa, el palo y la cuerda; slo
que esto ltimo, como vivi siempre en paz, no tuvo que emplearlo nunca.
Punchkin
Hubo una vez un Raj que tena siete hermosas hijas. Todas eran buenas y honradas, pero
la ms joven, llamada Balna, era muchsimo ms inteligente que las otras. La Ran, su
madre, muri cuando las hermanas eran an muy jvenes, dejndolas sin nadie que pudiera
cuidar de ellas.
Como el soberano tema ser envenenado por alguno de sus enemigos, las siete princesas
encargronse de prepararle la comida. Adems, mientras estaba ausente, discutan con los
ministros los asuntos de la nacin.
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Por entonces muri el Gran Visir, dejando mujer y una hija. Cada da, mientras las siete
princesas preparaban la comida del Raj, la viuda acuda a visitarlas, pidindoles unos
carbones encendidos para su cocina. Balna, que no se fiaba de ella, no se cansaba de
repetir a sus hermanas:
- No hagis lo que pide esa mujer. Si quiere fuego que lo encienda en su casa. Estoy segura
de que alguna vez nos arrepentiremos de haber sido tan complacientes.
Pero las dems princesas no se dejaron convencer.
- No seas as, Balna -contestaban.- Por qu ests siempre pelendote con esa pobre mujer?
Qu importa que le demos unos carbones? Somos ricos y no nos puede causar ningn
perjuicio.
As, la viuda del Gran Visir, con la excusa de recoger en un plato de cobre unas ascuas, y
aprovechando algn momento en que nadie la observaba, pona un poco de barro en la
comida del Raj.
El soberano que quera mucho a sus hijos, se extra al ver barro en los manjares y como
nadie ms que ellas entraba en la cocina, supuso que sera un descuido de alguna de las
princesas. Pero como la cosa se repitiera das y ms das, al fin decidi descubrir el
motivo, aunque sin decir nada a las jvenes, pues no deseaba disgustarlas.
Oculto en la habitacin prxima, observ a sus hijas por un agujero abierto en la pared.
Pudo ver cmo las princesas lavaban cuidadosamente el arroz y preparaban los diversos
ingredientes de la comida. Al poco rato advirti la llegada de la viuda del Gran Visir que,
como otras veces, pidi unas brasas para su cocina. Balna se encar furiosa con ella y le
dijo:
- Por qu no encendis fuego en vuestra casa, en vez de venir aqu a molestar? Una vez
ms os digo, hermanas, que no debis darle ni una pavesa.
- Deja que esa pobre mujer coja el carbn que necesite replic la hermana mayor.- No
puede hacernos ningn dao.
- No ests tan segura. Si sigue viniendo cada da, no me extraar que nos cause ms de un
disgusto.
En aquel momento el Raj vio que la viuda del Gran Visir echaba un puadito de barro
dentro de la cazuela.
Irritado por lo que acababa de presenciar, orden a sus guardias que la detuvieran y la
condujesen a su presencia. Pero, cuando la mujer lleg ante l, le dijo que haba hecho
aquello porque deseaba obtener una audiencia suya. Habl de manera tan persuasiva que el
Raj, no slo le perdon el haberle echado barro en la comida, sino que, prendado de ella,
la hizo su esposa.
La nueva Ran odiaba profundamente a las siete princesas y decidi hacer lo posible por
librarse de ellas, a fin de que su hija heredase todos los tesoros. Olvidando las bondades
que las seis mayores haban tenido con ella, hizo cuanto pudo por mortificarlas. Para
comer les daba slo pan y agua, pero en tan poca cantidad que las pobres apenas podan
sostenerse. Era tanta la tristeza e infelicidad de las muchachas, que se pasaban largas horas
llorando ante la tumba de su madre, y diciendo:
- Oh madre, madre! No ves lo desgraciadas que somos y lo mal que nos trata nuestra
madrastra?
Un da mientras sollozaban sobre la tumba, empez a crecer un naranjo al lado de la losa.
En pocos momentos sus ramas quedaron llenas de dorados frutos, con los cuales las
princesas calmaron su apetito. Desde entonces, en vez de comer los malos guisos que les
daba su madrastra iban a la tumba de su madre y se alimentaban con las excelentes
naranjas.
Extraada la Ran por lo inslito del caso, dijo un da a su hija:
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- No comprendo cmo esas muchachas, que se niegan a comer lo que yo les doy, estn
cada da ms sanas. En vez de menguar, su belleza va en aumento, y son mucho ms
hermosas que t misma. Viglalas bien y dime si alguien les da algo.
Al da siguiente, la hija de la Ran, sigui a las siete princesas y las vio coger naranjas.
Balna, que se haba dado cuenta de que eran seguidas, advirti a sus hermanas:
- Habis notado que la hija de nuestra madrastra nos est espiando? Marchmonos de
aqu, o escondamos las naranjas, pues de lo contrario, se lo dir a su madre.
- No seas as, Balna -replicaron las otras.- Esa joven no ser tan mala que haga una cosa
as. Al contrario, lo que debemos hacer es ofrecerle algunas de estas frutas.
Diciendo esto, la mayor de las princesas, llam a la hija de la Ran y le dio dos naranjas.
Apenas las hubo comido, corri a explicar a su madre lo que ocurra.
Al enterarse la Ran de lo bien que se alimentaban las hijas de su marido, irritse mucho y
orden a sus criados que derribasen el naranjo y la tumba de la antigua reina. No contenta
con esto, al da siguiente, fingi estar gravemente enferma y cuando vio que el Raj se
hallaba muy acongojado, le dijo que en sus manos estaba salvarle la vida.
- Slo existe un remedio para m, -murmur- pero ya s que vos no seris capaz de
proporcionrmelo.
- Os juro que, lo que sea, os lo traer -replic el soberano.
- Pues bien, el nico remedio para mi enfermedad consiste en que me echis en la frente,
en la barbilla, en el pecho, en los pies y en las palmas de las manos, una gota de sangre de
cada uno de los cadveres de las siete princesas, vuestras hijas.
Al or estas palabras, el Raj retrocedi horrorizado, mas como no poda faltar a su
juramento, contuvo el dolor y fue a buscar a sus hijas, a quienes encontr llorando junto a
la destrozada tumba de su madre.
Al verlas tan hermosas, dise cuenta de que no podra matarlas, y con dulces palabras les
pidi que le acompaasen a la selva virgen. Al llegar a un sitio muy alejado del palacio,
hizo que encendieran una hoguera y preparasen un poco de arroz. A poco, como el calor
era muy intenso, las siete princesas se quedaron dormidas; entonces el Raj se alej
presuroso de ellas dicindose:
- Es preferible que mis pobres hijas mueran aqu a que su madrastra las asesine.
En aquel momento se cruz con un ciervo y le dispar una flecha matndole. Cogi un
poco de sangre, y con ella, regres junto a su esposa. Esta, creyendo que la sangre del
ciervo era la de las princesas, san inmediatamente.
Al cabo de unas horas se despertaron las jvenes. Al verse solas en la espesa selva, se
asustaron mucho y empezaron a llamar a su padre. Pero ste se hallaba muy lejos y no
hubiera podido orlas aunque sus voces hubieran tenido la fuerza del trueno.
Dio la casualidad de que los siete hijos del Raj del vecino pas haban ido a cazar a
aquella selva. Regresaban a su palacio cuando el ms joven de ellos dijo a sus hermanos:
- Me parece que alguien pide socorro. No os voces? Dirijmonos hacia donde suenan y
veamos lo que ocurre.
Los prncipes partieron hacia el lugar de donde salan las voces de las princesas y, al
descubrirlas, su asombro no tuvo lmites. Pero an fue mayor cuando se enteraron de su
historia. De mutuo acuerdo, decidieron que cada uno de ellos se casase con una de las siete
hermanas. Y as el primero tom por esposa a la mayor de las princesas, el segundo a la
segunda, el tercero a la tercera, el cuarto a la cuarta, el quinto a la quinta, el sexto a la
sexta, y el sptimo, que era el ms bello de todos, casse con la bellsima Balna.
El pueblo del padre de los siete prncipes se alegr mucho al ver a las hermosas princesas
que los hijos de su seor haban tomado por esposas y los festejos duraron das y das.
Al cabo de un ao, la hermosa Balna tuvo un hijo hermossimo. Los prncipes y las seis
princesas restantes quedaron tan prendados de l que en vez de dos padres pareca tener
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catorce. Ninguno de los otros matrimonios tuvo hijos y por ello todos decidieron que el
nio sera el heredero de la corona.
Durante varios aos una gran felicidad rein en el palacio del rey, pero, un da, el marido
de Balna sali a cazar y no regres.
Los seis hermanos partieron en su busca y aunque transcurri mucho tiempo, ninguno
volvi a su hogar, sumando en hondsimo tristeza a las siete princesas que teman que sus
esposos hubieran hallado la muerte.
Poco tiempo despus de este triste suceso, mientras Balna meca la cuna de su hijito y sus
hermanas trabajaban en las habitaciones inferiores, un hombre santo fue a pedir limosna a
las puertas del palacio.
- No puedes entrar -le dijeron los criados.- Los hijos del Raj han partido todos y creemos
que deben de haber muerto. Por ello no se puede interrumpir el dolor de las esposas.
El faquir no hizo caso de la prohibicin y replic:
- Soy un hombre santo y debis dejarme el paso libre.
Los estpidos criados no opusieron ya la menor resistencia, sin darse cuenta de que en vez
de un santo faquir, era un brujo llamado Punchkin.
Tras mucho vagar por el palacio, Punchkin lleg a la habitacin donde Balna meca a su
hijito.
La princesa gust al brujo mucho ms que las otras cosas hermosas que haba visto en el
palacio, y sin vacilar un momento, le pidi que accediera a ser su esposa.
Sin embargo, la princesa movi negativamente la cabeza y replic:
- Mucho temo que mi marido haya muerto, pero mi hijo es an muy pequeo y quiero
ensearle a ser un hombre de bien. Por ello no deseo casarme otra vez.
El mago, al or estas palabras se enfureci mucho, y murmurando unos encantamientos, la
convirti en un perrito que cogi en brazos diciendo:
- Ya que no quieres venir conmigo de grado, te llevar por fuerza.
Y as la pobre princesa fue sacada de palacio sin siquiera poder enterar a sus hermanas de
su triste suerte.
Cuando Punchkin iba a salir, los guardias le preguntaron:
- De dnde has sacado ese perrillo tan mono?
- Me lo ha regalado una de las princesas -contest el brujo.
Convencidos por estas palabras, los servidores no opusieron ningn reparo a que saliese.
Al cabo de un rato, las seis restantes hermanas oyeron el llanto de su sobrinito. Cuando al
entrar en su habitacin vieron que estaba solo, quedaron muy sorprendidas. La sorpresa
aument al no encontrar a Balna por ninguna de las dependencias de palacio. Por fin
interrogaron a los criados, y al enterarse de la visita del faquir y de su salida acompaado
de un perrillo, sospecharon lo ocurrido. Sin prdida de tiempo enviaron numerosas fuerzas
en busca del falso santn y del perro, mas los soldados regresaron sin haber hallado el
menor rastro.
Qu podan hacer seis pobres mujeres? Nada. Comprendindolo, las princesas, perdida
todo esperanza de volver a ver a su hermana y esposos, dedicaron sus cuidados a la
educacin de su sobrinito.
Cuando ste tuvo catorce aos, sus tas le explicaron la historia de la familia. Apenas la
oy, el muchacho sintise posedo de tan gran deseo de partir en busca de sus padres y tos
para devolverlos a su casa, que, desde aquel momento, no pens en otra cosa. Alarmadas
por estas intenciones, las princesas trataron de disuadirle diciendo:
- Hemos perdido a nuestros maridos y a nuestra hermana. T eres nuestro nico consuelo.
Qu ser de nosotras sin ti?
- No os desanimis -contest el muchacho.- Volver pronto y, si es posible, traer conmigo
a mis padres y tos.
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Al da siguiente parti a caballo y durante varios meses busc en vano el rastro de sus
familiares.
Por fin, un da, despus de recorrer un sin fin de leguas, lleg a una extraa selva, llena de
grandes piedras y aosos rboles, en el centro de la cual se levantaba un enorme palacio
con una torre altsima. No lejos del edificio elevbase la msera cabaa de un leador.
Mientras observaba el lugar, el prncipe fue visto por la mujer del leador, quien, saliendo
de la choza, le pregunt:
- Quin eres, hijo mo, y por qu te atreves a venir solo a un lugar tan peligroso como
ste?
- Soy el hijo de un Raj -contest el muchacho.- He venido en busca de mis padres, que
perd hace mucho tiempo.
- Ese palacio y este pas pertenecen a un poderoso mago -replic la buena mujer,- y si
alguien le disgusta lo transforma enseguida en piedra o rbol. Todos los rboles y rocas
que aqu ves, son hombres y mujeres encantados. Hace aos vino el hijo de un rey y fue
transformado en piedra, y lo mismo les ocurri a sus seis hermanos, que llegaron a los
pocos das.
Adems, en la torre del palacio vive una hermosa princesa, prisionera del brujo porque no
accede a casarse con l.
Al or esto, el joven se dijo que, sin duda, aquella princesa era su madre. Entonces explic
su historia a la bondadosa esposa del leador, pidindole permiso para hospedarse en su
casa a fin de llevar a cabo las investigaciones necesarias para volver a la vida a sus tos y
rescatar a su madre.
Ella accedi a la peticin del prncipe, pero le aconsej que se disfrazase de mujer para que
el mago no sospechase nada. El prncipe estuvo de acuerdo y visti un sari que le prest su
protectora. Despus convinieron que, en adelante, pasara por su hija.
Un da, el brujo, que paseaba por su jardn, pudo ver a la que l crey linda joven y le
pregunt que quin era. El prncipe contest con fingida voz que era la hija del leador.
- Eres muy simptica -dijo el mago.- Alguna vez llevars un ramo de flores a la hermosa
seora que vive en la torre.
El joven sinti una enorme alegra al or estas palabras, y enseguida, corri a la cabaa de
su protectora a contarle lo ocurrido. La buena mujer le aconsej que conservase su disfraz
y confiara en la suerte que sin duda le prestara una oportunidad para hablar con su madre.
Al nacer el prncipe, Balna habale regalado un anillo de oro, y el anillo, agrandado
convenientemente por sus hermanas las princesas, segua adornando el dedo meique del
joven. La mujer del leador le dijo que si tena ocasin de quedarse a solas con la cautiva
le mostrase la sortija para que ella le reconociera. Esto no dejaba de tener sus dificultades,
pues el mago ejerca sobre la princesa una fuerte vigilancia a fin de que no pudiera
comunicarse con el exterior.
Por fin un da se present la ansiada oportunidad y el joven entreg a su madre el anillo
entre el ramo de flores. Al ver la joya, la princesa tuvo una gran alegra, sobre todo cuando
la que ella crea una muchacha se transform en su hijo, a quien ya no esperaba volver a
contemplar. Con voz entrecortada por la emocin, la princesa Balna cont al joven su
terrible cautiverio, y la imposibilidad de salir de l.
Pero el prncipe era muy valiente y no se desanimaba por las contrariedades.
- No temas -dijo.- Lo que ante todo hay que hacer es descubrir la verdadera fuerza del
mago, pues deseo libertar tambin a mi padre y mis tos a quienes tiene convertidos en
piedras y rboles. Durante tu cautiverio te has mostrado esquiva con el brujo. Pues bien,
ahora haz ver que ya no le odias. Dile que, como has perdido la esperanza de volver a ver a
tu marido, consientes en casarte con l. Haz lo posible por enterarte de si es inmortal o no.
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Balna decidi seguir el consejo de su hijo. Al da siguiente, hizo llamar a Punchkin y le
habl en la forma indicada por el prncipe.
El brujo, entusiasmado por aquella noticia, le suplic que se casara con l lo ms pronto
posible.
La princesa dijo que antes era conveniente que ambos tratasen, a fin de ir cobrando
confianza, pues, despus de tantos aos de ser enemigos, la amistad deba llegar poco a
poco.
- Y decidme - aadi.- Sois realmente inmortal? Os respetar siempre la muerte?
- Por qu me preguntis eso?
- Porque, habiendo decidido ser vuestra esposa, deseo estar enterada de todo cuanto pueda
ser de importancia para vos, as evitar los males que pudieran atacaros.
Satisfecho con esta contestacin, el brujo dijo:
- En verdad no soy como los dems. Lejos, muy lejos, en plena selva virgen, hay un claro
rodeado de altas palmeras. En l se encuentran seis recipientes llenos de agua, colocados
uno encima de otro. Debajo de esos recipientes hay una jaula con un loro verde. De la vida
de ese animal depende la ma. Si muriese, yo morira tambin. Sin embargo, es muy
improbable que lo maten pues, aparte que el lugar es inaccesible, est defendido por una
legin de genios que asesinan a todo el que consigue acercarse all.
Balna comunic a su hijo lo que Punchkin le haba dicho, pero suplicndole al mismo
tiempo que abandonase toda idea de apoderarse del loro.
- Mam -replic el joven.- Es necesario que me apodere de l, pues de lo contrario t, mi
padre y mis tos seguiris prisioneros. No tengas miedo, pues volver pronto. Entretanto,
ve aplazando el casamiento con pretextos.
En cuanto se hubo equipado convenientemente, el prncipe parti hacia la selva virgen.
Muchas leguas recorri hasta que, al fin, echse a dormir bajo un frondoso rbol.
Despertle un fuerte roce, y al mirar a su alrededor, descubri una enorme serpiente que se
encaramaba por el tronco hacia un nido de aguiluchos.
Al ver el peligro que corran los dos pjaros que, en aquellos momentos ocupaban el nido,
el prncipe sac su espada y de un tajo mat al reptil. En el mismo instante oyse un batir
de alas. Eran los padres de los aguiluchos, que regresaban a su casa. Al ver muerta a la
serpiente y al prncipe con la espada desenvainada, las dos guilas comprendieron lo que
haba ocurrido. La madre, dirigindose al joven, le dijo:
- Durante muchos aos nuestros pequeos han sido devorados por esa cruel serpiente. T
la has matado y con ello salvas a cuantos hijitos podamos tener de ahora en adelante. Si
algn da nos necesitas, no tienes ms que llamarnos y acudiremos en tu ayuda. En cuanto
a los aguiluchos, tmalos como servidores.
El prncipe agradeci el regalo. Entretanto, las dos pequeas aves, abandonaron el nido, y
cruzando las alas, formaron un asiento para el prncipe. Este lo ocup, siendo enseguida
transportado por los aires hasta el claro de la selva. All pudo ver los seis recipientes de
agua. Era medioda y haca un calor sofocante. Alrededor del claro veanse numerosos
genios dormitando.
Cruzar a travs de ellos hubiera sido una locura, pero gracias a los aguiluchos, el prncipe
pudo descender silenciosamente. Derribando los recipientes, cogi la jaula del loro.
Despus, sentndose en las alas sus amigos, huy de all en el momento en que los genios
despertados por el ruido, lanzaban lastimeros alaridos.
Los aguiluchos condujeron al prncipe hasta el rbol donde vivan las dos guilas, a
quienes dijo el joven:
- Os devuelvo a vuestros hijos, que me han sido muy tiles. Si alguna vez os necesito para
algo, os llamar.
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- Hazlo as -contest la hembra.- Ahora, antes de que te vayas, quiero decirte una cosa: de
la vida del loro que llevas en esa jaula depende la del mago Punchkin, pero si quieres
inutilizar su poder, no tienes ms que cortarle las uas de la pata derecha. De esa forma no
tendrs que temer nada de l y te ahorrars la necesidad de matarle.
El joven, dando las gracias por el consejo, sigui su camino hacia el palacio del mago.
Cuando estuvo ante la puerta del edificio se puso a jugar con el loro. Punchkin le vio desde
una ventana y baj enseguida a su encuentro.
- Muchacho -le dijo- de dnde has sacado ese pjaro tan hermoso? Te pido por favor que
me lo regales.
- De ninguna manera -replic el prncipe.- Se trata de un amuleto. Lo he tenido en mi
poder durante largos aos y me ha trado mucha suerte.
- Si es as dime el precio que pides por l.
- No deseo venderlo.
- Puedes pedir cuanto dinero quieras. Por mucho que sea lo tendrs. Y si deseas otra cosa
pdela tambin.
- Perfectamente -sonri el prncipe.- Slo quiero que devuelvas a su primitiva forma a los
hombres y mujeres que convertiste en rocas y rboles.
El mago murmur unas palabras, al mismo tiempo que mova la mano derecha. Al
momento los rboles transformronse en elegantes damas y caballeros.
- Dame el loro -suplic Punchkin cuando hubo cumplido su promesa.
- Enseguida -replic el joven- pero antes quiero tomar una precaucin, pues seras muy
capaz de convertir de nuevo en objetos sin vida a las personas que acaban de resucitar.
Y antes de que el mago tuviera tiempo de impedirlo, el prncipe cort las uas de la pata
derecha del loro.
Punchkin rod por el suelo sin sentido, tan fuerte fue la conmocin por l recibida al
quedar privado de su poder mgico. Antes de que volviera en s, la caravana de los miles
de prncipes y caballeros, con Balna y su marido a la cabeza, estaban ya lejos del valle, en
el cual slo quedaba el palacio del antiguo mago.
El puchero roto
Viva en cierto lugar un bracmn cuyo nombre era Savarakipana, que significa: nacido
para ser pobre. Aquel da recibi una gran cantidad de arroz y cuando hubo terminado de
cenar, an le qued para el da siguiente. Para que no se estropease lo guard en un
puchero que colg de un clavo en la pared, encima de su cama.
Al acostarse, el bracmn no poda apartar el pensamiento del puchero de arroz.
- Si ahora reinase el hambre en el pas -se dijo,- de ese puchero de arroz sacara lo menos
cien rupias, con las cuales podra comprar una pareja de cabras, macho y hembra. Cada
seis meses tendra cabritillas y, en unos aos tendra un gran rebao. Vendiendo las
cabritillas, sacara bastante dinero para comprar un buey y una vaca. Con el importe de los
ternerillos que tuviesen, me comprara unos cebs. Con las cras de los cebs comprara
una pareja de caballos, y con lo que me diesen por los potros sera pronto rico. En cuanto
fuese rico me comprara una casa bien grande a la que ira a visitar el gobernador, quien,
encantado de lo hermosa que sera, me concedera la mano de su hija, dotndola
regiamente. Al poco tiempo de casados tendramos un hijo que se llamara Somasarman.
Cuando fuese lo bastante grande para poderle columpiar sobre mis rodillas lo tomara...
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En aquel momento, el bracmn levant una pierna y tir el puchero, cuyo contenido cay
sobre l, quedando cubierto de arroz de pies a cabeza.
As, a orillas del Sagrado Ganghes los sacerdotes dicen a sus fieles oyentes:
- Quien hace locos planes para el futuro, quedar cubierto de arroz como Savarakipana.
El violn mgico
ranse una vez siete hermanos y una hermana. Los hermanos estaban casados, pero sus
esposas no cocinaban, ya que este trabajo quedaba reservado para la hermana. Por este
motivo las esposas sentan una profunda antipata por su cuada y decidieron desposeerla
de este privilegio, que todas ambicionaban.
- Ella no sale a trabajar a los campos como nosotras, -deca una- sino que permanece
sentada en casa y mi siquiera tiene preparadas las comidas a tiempo.
Reunidas todas las cuadas fueron a ver a un brujo que viva cerca de su casa y le pidieron
les librara de la odiada parienta. El brujo, que les estaba agradecido por unos favores que le
haban hecho, prometi hacerlo, y as, al da siguiente, cuando la joven fue a buscar agua
para la comida, un genio enviado por el brujo la empuj tirndola al ro, donde se ahog.
Pas algn tiempo, y un da su espritu reencarn en un hermoso bamb que creci junto al
ro, en el mismo sitio donde ella se haba ahogado. En pocos das alcanz un tamao
enorme y un yogui que acert a pasar por all, lo vio y se dijo que con la madera poda
hacerse un magnfico violn. Al da siguiente volvi al lugar con una afilada hacha y se
dispuso a cortar el alto y grueso bamb.
En el momento en que se dispona a descargar el primer hachazo, una voz son dentro del
bamb, diciendo:
- Por favor, no me cortes por la raz, corta un poco ms arriba.
Al disponerse a descargar un golpe en el sitio indicado, volvi a or la voz del bamb que
le deca:
- No, por ah no cortes, corta por las races.
Cuando de nuevo el yogui iba a cortar el bamb por las races, el espritu volvi a hablar:
- Corta ms arriba.
Y as continu hasta que el yogui se dio cuenta de que el espritu aquel se estaba burlando
de l y sin vacilar ms, cort el bamb por las races y llevndoselo, se hizo con l un
violn, tan magnfico, que cuantos lo oan quedaban maravillados de su tono.
De cuando en cuando visitaba la casa de los hermanos de la ahogada, quienes siempre que
oan la msica de aquel violn no podan contener las lgrimas. El hermano mayor pidi
varias veces al yogui que le vendiera el violn, ofrecindole mantenerlo un ao entero, pero
el hombre, que conoca el inmenso valor de su violn, se neg a desprenderse de l.
Ocurri que un da el yogui fue a visitar al jefe de un poblado y despus de tocar unas
piezas con el violn, pidi algo para comer.
El jefe del poblado le pidi le vendiera el violn, ofrecindole por el mismo un elevado
precio, pero el yogui se neg a venderlo replicando que el instrumento era su medio de
vida.
Cuando el jefe vio que no podra adquirir el violn, decidi emborrachar al yogui, y para
ello sirvi una excelente comida acompaada de los mejores vinos. Cuando hubo
terminado de comer, el yogui estaba completamente borracho, y valindose de su estado, el
jefe cambi su violn por otro viejo y malo.
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Al volver en s, el yogui se dio cuenta de que le haban cambiado el violn, y protest
airado, pero el jefe neg haberle robado el instrumento, y al fin tuvo que marcharse con el
violn viejo.
El hijo del jefe del poblado haba aprendido msica y en sus manos el violn daba unas
notas tan maravillosas que causaba la emocin de cuantos lo oan.
Cuando todos los habitantes de la casa estaban ausentes, ocupados en sus trabajos en los
campos, el espritu que habitaba dentro del violn, sala del mismo y preparaba la comida
de la familia.
De momento, los dueos de la casa supusieron que alguna joven que estaba enamorada del
hijo del jefe demostraba de aquella manera su amor, y no se molestaron en averiguar quin
era, suponiendo que ella misma se presentara cuando llegara la oportunidad.
Sin embargo, el hijo empez a sentirse intrigado por aquella constancia y al fin decidi
averiguar cul era la muchacha que tanto se preocupaba por l. Para ello ocultse detrs de
un montn de lea y desde all vio salir a la joven que habitaba dentro del violn. Con
profundo asombro la vio peinarse y preparar la comida, y prendado de su belleza, sali de
su escondite y la cogi entre sus brazos y trat de besarla.
- Vete, -exclam ella.- T y yo no podemos casarnos, pues yo soy mitad espritu y mitad
humana.
- De ninguna manera -replic el joven.- T sers de hoy en adelante mi esposa, porque al
quererte yo, volvers a ser slo humana.
Y as fue, y toda la familia se sinti muy feliz al ver a la mujer que el hijo del jefe tomaba
por esposa.
Pasaron los aos y en la casa reinaba la mayor alegra, pues la joven administraba a la
perfeccin los bienes de su marido, y tanta fue su buena administracin que cada da
fueron ms ricos y poderosos.
En cambio, los hermanos de ella eran cada da ms pobres, y lleg un da en que tuvieron
que acudir al jefe del poblado, pues ya ni siquiera podan comer.
La joven les reconoci enseguida, aunque ellos no supieron que era su hermana, y despus
de servirles excelentes viandas, les cont su historia, fingiendo que era la de una amiga
suya. Los hermanos se avergonzaron de no haber procurado salvarla, y hasta el final de sus
das se lamentaron de su mal proceder.
Y sta fue toda la venganza de la joven del violn encantado.
La cigea cruel y el cangrejo listo
En un espeso bosque haba un pequeo estanque lleno de truchas. Como la estacin era
muy calurosa y el ro que verta sus aguas en el estanque muy poco caudaloso, pronto los
peces se encontraron con que el lugar les resultaba bastante incmodo.
Una blanca cigea que les estaba observando se dijo:
- Es necesario que encuentre la manera de engordar a esos peces y convertirlos en mi
comida.
Mientras buscaba la solucin el problema, acercse al estanque y se sent a su orilla.
Al cabo de un rato, los peces, extraados de verla all, le preguntaron en qu pensaba.
- En vosotros -contest el ave.
- De veras? Y qu es lo que piensas?
- Pues me deca que en este estanque hay muy poca agua y por lo tanto muy poca comida,
por lo cual muchos de vosotros no tendris apenas qu llevaros a la boca.
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- Eso que dices es verdad -contest un viejo barbo.- Pero qu solucin puede haber a un
problema semejante?
- Hay una solucin muy sencilla. Si queris os llevar a un estanque que hay cerca de aqu.
Es un estanque muy profundo y est lleno de flores de loto. Puedo cogeros uno por uno,
con el pico, y trasladaros a ese lugar.
- No estara mal si fuese verdad, pero las cigeas tenis la mala costumbre de comeros a
los peces, y ya comprenderis que no vamos a exponernos a perder la vida.
- Estis muy equivocados; ni por un momento se me ha ocurrido comerme a ninguno de
vosotros. Si queris, puedo llevar a uno de vosotros a que vea el estanque tan hermoso que
hay a pocos pasos de aqu. Si vuelve con vida ser seal de que no quiero causaros dao
alguno.
Estas palabras convencieron algo a los peces, quienes delegaron a uno de ellos para que
hiciera el viaje en el pico de la cigea. Era una trucha vieja y tuerta, que haba
demostrado en mil ocasiones que era suficientemente capaz de salir por s misma de
cualquier apuro.
El ave cogi con todo cuidado a la trucha y la llev a que viese el magnfico estanque.
Despus la devolvi con sus compaeras, a las cuales explic que la cigea haba dicho
verdad al describir el estanque.
Los peces celebraron consejo y al fin decidieron trasladarse al otro estanque, y as se lo
comunicaron a la cigea, quien emprendi el primer viaje con la trucha tuerta.
Al llegar junto al estanque, en vez de tirar la trucha al agua, el ave la mat de un picotazo y
se la comi con gran apetito, tirando las espinas al pie de un rbol.
Cuando hubo terminado con la primera trucha, regres al estanque diciendo:
- Ya he trasladado al primer pez, ahora trasladar al segundo.
Y como haba hecho con el primero, hizo con las dems truchas y barbos que fueron lo
bastante tontos para dejarse engaar por ella.
Sin embargo, an quedaba un cangrejo muy viejo, y al verle, la cigea se dijo que debera
estar muy sabroso, tanta era su gordura.
- No quieres reunirte con tus amigos, buen cangrejo? -pregunt con voz dulce la cigea.
- Ya quisiera, pero no veo la forma en que me podrs llevar.
- Te sostendr con el pico.
- No podras, y quiz cayese por el camino.
- No tengas miedo -insisti el ave.- Te aseguro que te sostendr lo mejor que pueda.
El cangrejo reflexion unos instantes.
- Esa cigea es incapaz de coger un pez con el pico y soltarlo en un estanque -se dijo.- Si
me trasladase a otro sitio mejor, sera maravilloso, pero si fuera a parar a su estmago me
causara un profundo disgusto. Seguir reflexionando.
Pasaron unos minutos, y la cigea empez a impacientarse. Por fin el cangrejo asom la
cabeza fuera del agua y dijo:
- Bien, seora cigea, estoy dispuesto a que me trasladis al estanque ese de que me
habis hablado. Sin embargo, utilizando el sistema que habis empleado con los dems
peces no conseguiramos nada. Se me ha ocurrido un medio mejor. Con mis tenazas me
agarrar a vuestro cuello y as, cuando lleguemos al estanque no tendr que hacer ms que
soltarme y caer al agua.
- Perfectamente -asinti la cigea. Y bajando la cabeza dej que el cangrejo se le cogiese
al cuello con sus fuertes tenazas.
Al llegar junto al estanque de los lotos, el cangrejo vio que la cigea no se diriga hacia el
agua, sino hacia el rbol junto al cual haba devorado a los dems peces.
- Eh, amiga! -llam el cangrejo.- El estanque est en otro sitio. Dnde me llevis?
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- Por quin me habas tomado? -replic furiosa la cigea.- Crees acaso que soy tu
esclava? Si te he trado aqu ha sido para comerte, lo mismo que he hecho con tus dems
compaeros. Al pie de ese rbol tienes sus restos.
- Si mis compaeros fueron lo bastante tontos para dejarse devorar por vos, yo no lo soy.
Al contrario, quien va a perecer sois vos, amiga cigea. Sin duda no os habis dado
cuenta de que ests en mi poder, y que s bien yo morir, vos seris destruido antes que yo.
Y al decir esto apret sus tenazas alrededor del cuello del ave.
Este sinti que le faltaba la respiracin y gruesas lgrimas brotaron de sus ojos. Vio la
muerte muy cerca y como amaba la vida, tartamude:
- Os juro que no quera comeros, seor cangrejo. No me apretis ms el cuello y os
prometo llevaros al estanque. Os doy mi palabra de honor!
- Bien -asinti el cangrejo.- Si es as llvame al estanque de los lotos.
La cigea obedeci presurosa y deposit el cangrejo a la orilla del estanque. Pero el
cangrejo, que haba sido muy buen amigo de las truchas y los barbos del estanque, decidi
vengarlos, y antes de que la cigea pudiera retirarse cerr con fuerza sus tenazas y le
cort la cabeza, que cay dentro del agua.
Al ver esto, el genio que habitaba el sauce, junto al cual la cigea haba devorado a las
truchas, agit sus hojas y murmur al viento:
- El malvado nunca prospera en el ejercicio del mal y tarde o temprano acaba como la
cigea, que se dej engaar por el cangrejo.
La hermosa Laili
rase una vez un Raj llamado Dantal, poseedor de montones de rupias, soldados, caballos
y elefantes. Tena tambin un hijo llamado el prncipe Maxnun, que era un jovencito de
dientes como perlas, mejillas sonrosados, cabello color de fuego, labios como rubes, y
cutis como la nieve que cubre las cimas del Himalaya.
Al prncipe le gustaba mucho jugar con Husain, el hijo del Visir, y se pasaban los dos las
tardes en los jardines del Palacio, que estaban llenos de rboles y flores. Con sus cuchillos
de oro, los dos nios mondaban los frutos y se los coman. Tambin iban los dos a estudiar
a las rdenes del profesor que el Raj haba tomado para su hijo.
Un da, cuando los dos muchachos se hubieron convertido en hombres, el prncipe dijo a su
padre:
- Husain y yo quisiramos ir de caza.
El soberano no opuso el menor inconveniente, y los dos jvenes mandaron preparar sus
caballos y arreos de caza. El lugar que escogieron para cazar fue la regin de Falana, ms
no obstante pasar el da entero en ella, slo encontraron chacales y pjaros pequeos.
El Raj de la regin de Falana, se llamaba Munsuk, y tena una hija de peregrina belleza, la
princesa Laili. Esta princesa recibi una noche la visita de un ngel que le envi Kuda con
la orden de que deba casarse con el prncipe Maxnun. Al despertarse, la princesa cont a
sus padres la visin del ngel, pero el Raj no prest atencin.
Desde aquella noche, Laili no dejaba de pronunciar el nombre del esposo que Kuda le
destinaba.
- Maxnun, Maxnun; quiero casarme con Maxnun.
Hasta durante las comidas pronunciaba el nombre del Prncipe. Y a tal extremo lleg, que
su padre, irritado, le pregunt un da.
- Pero quin es ese Maxnun? Quin ha odo hablar de l?
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- Es el hombre con quien Kuda me ha ordenado que me case.
Pasaron los das y Maxnun y Husain llegaron a la regin de Falana. La hermosa Laili, que
haba salido a respirar el puro aire del campo, y por casualidad encontrse detrs de los
cazadores, iba murmurando como de costumbre:
- Quiero casarme con Maxnun; Maxnun, Maxnun. El prncipe oy su nombre, y
volvindose pregunt:
- Quin me llama?
Laili, le mir fijamente y al momento qued locamente enamorada.
- Estoy segura de que ese es el prncipe Maxnun con quien tengo que casarme.
Sin esperar ms, corri a Palacio y le dijo a su padre que deseaba casarse con el prncipe
Maxnun que haba llegado al pas.
- Muy bien -replic el padre,- te casars con l. Maana le pediremos que acceda a ser tu
esposo.
La princesa consinti en esperar, aunque estaba muy impaciente. Pero ocurri que el
prncipe y su amigo abandonaron aquella misma noche el reino de Falana, y cuando se
enter de ello la princesa, crey enloquecer de dolor. Sin hacer caso de sus padres ni de sus
servidores, corri a la selva y se fue alejando, murmurando mientras caminaba:
- Maxnun, Maxnun; dnde estis?
Y as camin durante doce aos.
Al cabo de este tiempo encontr un faquir (en realidad era un ngel, pero la princesa lo
ignoraba), que le pregunt:
- Por qu vas diciendo "Maxnun, Maxnun; quiero casarme con Maxnun"?
- Soy la hija del Raj de Falana, y quiero encontrar al prncipe Maxnun. Dime dnde est
su reino.
- No creo que jams consigas llegar all -replic el faquir.- Ese reino est muy lejos y
tendrs que cruzar infinidad de ros.
Laili replic que no le importaba, que su nico deseo era llegar junto al prncipe Maxnun.
- Est bien -replic el faquir. Cuando llegues al ro Bagirati encontrarais un enorme pez
que se llamo Ro. Pdele que te lleve al pas del prncipe Maxnun.
La princesa lleg al ro Bagirati y vio en efecto un enorme pez que se llamaba Ro. En
aquel momento estaba bostezando y, sin vacilar un momento, Laili se lanz dentro del
cuerpo del pez. Mientras haca esto iba murmurando:
- Maxnun, Maxnun; quiero casarme con Maxnun.
Al or dentro de su estmago estas palabras, Ro llevse un susto enorme, y queriendo huir
de la extraa cosa, metise dentro del ro y nad, nad, durante doce aos hasta que ya no
pudo ms, que fue al llegar al reino de Falana.
Un chacal que tomaba el sol junto al ro qued muy asombrado al or al pez gritar:
- Maxnun, Maxnun; quiero casarme con Maxnun.
- Qu te ocurre, Ro? -pregunt.
- No lo s -replic con lgrimas en los ojos el pez.- Tengo algo dentro de mi cuerpo que
me hace hablar como los humanos. Quieres decirme qu es?
- Tendr que meterme dentro de tu cuerpo, pues desde fuera no puedo verlo.
- Mtete -contest Ro.- Quiero verme libre de una vez de esta molestia.
El pez abri la boca todo lo que pudo, y el chacal metise dentro de l. A los pocos
minutos sali asustado, diciendo:
- Ro, tienes una bruja dentro del cuerpo. Me marcho porque tengo miedo de que me
coma.
Tras el chacal lleg una enorme serpiente, que se detuvo ante el pez, al orte decir:
- Maxnun, Maxnun; quiero casarme con Maxnun.
- Qu significan esas voces? -pregunt.
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- Por favor -suplic Ro,- dime qu es lo que tengo dentro del estmago.
- Abre la boca y me meter hasta tu estmago, y as descubrir este misterio.
El pez abri de nuevo la boca, y la serpiente se desliz hasta su estmago, de donde sali
al momento, diciendo asustada:
- En el estmago tienes una bruja terrible, y si no la sacas pronto de tu cuerpo, acabar
devorndote.
- Pero, cmo me deshar de ella? -contest muy triste el pez.
- Hay un medio. Si quieres te abrir el vientre con un cuchillo y te sacar a la bruja.
- Pero si haces eso me matars.
- No lo creas, porque luego te dar una medicina y quedars igual que antes.
Convencido por estas palabras, Ro consinti en que le abriesen el vientre, y la serpiente,
armada de un cuchillo muy afilado, hizo un largo corte, por el cual sali Laili.
La princesa era ya muy vieja. Doce aos haba pasado en la selva virgen, y otros doce en el
estmago de Ro; no era ya una belleza, y le faltaban todos los dientes.
La serpiente, entreg al pez una botella lleno de un lquido mgico, y tomando sobre sus
lomos a la princesa, la condujo al palacio del Raj Maxnun.
Unos soldados que le oyeron decir: "Maxnun; dnde ests?", le preguntaron qu buscaba.
- Quiero ver al Raj -contest la princesa.
Los soldados avisaron al Raj, dicindole:
- Una vieja muy vieja, quiere veros, Majestad.
- Hacedla pasar y que exponga sus deseos -contest el soberano.
Los soldados condujeron a Laili a presencia del Raj, a quien dijo:
- He venido a casarme contigo. Hace veinticuatro aos fuiste a cazar a las tierras de mi
padre, el Raj de Falana. Entonces quise casarme contigo, pero te marchaste antes de que
pudiera decrtelo y desde entonces te he buscado por toda la India.
- Perfectamente -replic el Raj.- Nos casaremos cuando t quieras.
- Antes es necesario que pidas a Kuda que nos vuelva otra vez jvenes.
El soberano rog a Kuda que devolviese la juventud que l y la princesa haban perdido, y
Kuda, le susurr al odo:
- Toca las ropas de Laili y ardern. Cuando se apaguen las llamas, ella y t seris de nuevo
jvenes.
As ocurri y durante varias semanas el reino celebr grandes festejos en seal de alegra
por el casamiento de su soberano con la hermosa princesa Laili.
Al cabo de un tiempo de casados, el Raj y Laili se trasladaron al reino de Falana, a visitar
a los padres de la princesa. Estos, haban llorado tanto la prdida de su hija que estaban
ciegos, pero Kuda, accediendo a los ruegos de Laili, les devolvi la vista.
Para celebrar este acontecimiento hubo numerosos festejos en el reino, y los esposos
permanecieron all durante tres aos.
Transcurrido este tiempo se despidieron del Raj Munsuk y regresaron al reino de
Maxnun.
De cuando en cuando, los esposos solan a cazar, y un da el Raj quiso entrar en una selva
muy espesa.
- No entremos -le dijo Laili.- Tengo el presentimiento de que en esta selva puede
ocurrirnos algo malo.
Maxnun se ri de los temores de su esposa y la hizo entrar en la selva. Kuda que les
observaba desde el cielo se dijo:
- Me gustara saber cunto quiere Maxnun a Laili. Se sentir muy desolado si muriese?
Volvera a casarse? Voy a verlo.
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Llamando a uno de sus ngeles le orden que descendiera a la selva adoptando la forma de
un faquir. El ngel lo hizo as, y al llegar encima de la princesa, tir unos polvos mgicos,
y Laili cay al suelo convertida en un montn de pavesas.
El Raj Maxnun llor copiosamente al ver a su amada Laili convertida en cenizas, y
lanzando grandes sollozos regres a su palacio, del cual no sali en muchos aos.
Al fin, el dolor fue menguando, y de nuevo reanud sus paseos con su amigo Husain. Los
cortesanos le aconsejaron que volviera a casarse, pero el Raj se neg.
- Mi esposa slo ser Laili -contest firmemente.
- Pero cmo puedes casarte con Laili, si est muerta? -le pregunt Husain.- Ella no puede
volver a ti.
- Entonces no tendr otra esposa.
Al pronunciar el Raj estas palabras, son un trueno y de un rosal prximo cay una rosa
al suelo. Una nubecilla de humo brot de la flor, y al disiparse, apareci ms bella que
nunca la princesa Laili.
Maxnun se arrodill ante ella y derramando abundantes lgrimas, le jur que nunca ms
dejara de seguir su consejo.
Y cuentan las crnicas del pas, que los dos soberanos reinaron ms de cien aos, sin que
ninguno de ellos envejeciera nunca.
El da en que cumpla el siglo de su reinado, Maxnun y Laili, salieron al mirador de su
palacio y en aquel momento son un trueno lejano y el cielo se oscureci unos segundos.
Cuando volvi a hacerse la luz, los esposos haban desaparecido, y cuando los cortesanos
salieron al mirador en su busca, vieron sorprendidos que de las losas de mrmol haban
brotado toda clase de rosas.
Y aunque jams se regaron, aquellos rosales siguieron viviendo en el mrmol y fuera
verano o invierno, siempre tenan rosas.
Cuentan los palaciegos que cada vez que se cumple un nuevo centenario de la desaparicin
de los reyes, las rosas se agitan aunque no haga viento, y en el mirador se oye una voz
femenina que dice:
- Maxnun, Maxnun.
Y una voz de hombre replica:
- Laili, Laili.
El tigre, el bracmn y el chacal
Hubo una vez un tigre que cay en una trampa. En vano trat de salir por entre los
barrotes; tuvo que darse por vencido y lo proclam con fuertes rugidos.
Por casualidad un bracmn pasaba por all y al verle el tigre le dijo:
- Por favor, venerable santo, aydame a salir.
- De ninguna manera, amigo mo -replic el bracmn.- Si lo hiciese me devoraras.
- No lo har -asegur el tigre.- Al contrario, te quedar eternamente agradecido y ser tu
esclavo.
Tantas fueron las lgrimas que verti el tigre, que el santo hombre se compadeci de su
infortunio y consinti en abrir la trampa.
Libre, el tigre salt sobre el bracmn, y le dijo:
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- Qu estpido has sido! Quin puede impedirme devorarte en un momento? He estado
encerrado mucho tiempo y me muero de hambre.
En vano intent el bracmn convencerle de lo injusto de su sentencia; la nica cosa que
logr fue que el juez se atuviera al juicio de las tres primeras cosas a quienes el bracmn
interrogara. Si stas decidan que la condena era injusta, el tigre no lo devorara.
El bracmn interrog primero a una acacia, pero el rbol le contest framente:
- De qu te quejas? No doy yo sombra a los cansados pastores y sin embargo ellos
arrancan mis ramas para alimentar el ganado? No llores; s hombre.
El bracmn sigui su camino hasta encontrar un ceb que haca girar una noria. Sin
embargo, la respuesta que obtuvo no fue mejor que la anterior.
- Eres un imbcil si confas en la gratitud! Fjate en m! Mientras he dado leche me han
alimentado a cuerpo de rey, pero ahora que ya no sirvo para ello, me atan a esta noria que
terminar conmigo.
El bracmn reanud la marcha por la carretera, a la cual pregunt su opinin acerca del
caso.
- Lo encuentro muy natural, santo padre -replic la carretera.- Lo que no encuentro natural
es que vos, esperaseis otro pago. Fijaos en m! Soy til a todos, ricos y pobres, grandes y
pequeos, y qu obtengo de ello? Que me abran profundos surcos en mi carne y me tiren
los residuos de sus comidas.
El bracmn, abatido, apartse del camino. En esto tropez con un chacal que le pregunt:
- Qu os ocurre, santo bracmn? Parecis como un pez fuera del agua.
El bracmn explic al chacal lo que le ocurra.
- Qu historia tan enredada! -exclam el chacal.- Queris repetrmela de nuevo, a fin de
que me haga cargo de todo lo que ha pasado?
El bracmn repiti su historia, pero el chacal movi la cabeza indicando que no entenda
an.
- Es muy extrao -murmur,- pero me da la impresin de que me entra por un odo y me
sale por otro. Ser mejor que vayamos al sitio donde ha ocurrido eso y as, tal vez, pueda
entenderlo mejor.
Regresaron, pues, junto a la trampa en donde el tigre esperaba el regreso del bracmn.
- Has tardado mucho -le reconvino.- Pero en fin, te perdono. Dispnte a servirme de cena.
- Dadme unos minutos -pidi el bracmn.- Quisiera explicar al chacal cmo ha ocurrido la
cosa. Es un poco duro de cabeza y no me ha entendido bien.
El tigre consinti en ello y el bracmn empez de nuevo la historia, sin omitir detalle
alguno.
- Qu cabeza la ma! -dijo el chacal, apretndose las sienes.- Repetid otra vez ese cuento.
Vos estabais en la trampa, y en esto aparece el tigre...
- Idiota! exclam el tigre.- Yo era quien estaba dentro de la trampa.
- S, s, claro, ya comprendo! Yo estaba dentro de la trampa y... -el chacal se apret de
nuevo las sienes.- No, no era yo! No s cmo tengo el cerebro! El tigre haba cado
dentro del bracmn y lleg la jaula... No, tampoco es esto!
- Claro que no! -rugi el tigre, enfadado por la estupidez del chacal.- Te lo voy a explicar
grficamente, con detalles. Yo soy el tigre, me entiendes?
- S, seor tigre.
- Este es el bracmn.
- S, seor tigre,
- Yo estaba dentro de la trampa. Yo, entiendes?
- S... No... no le entiendo mucho, podra...?
- Qu? -aull impaciente el tigre.
- Podra explicarme cmo cay en la trampa?
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- Cmo? Pues como se cae en una trampa.
- No, no, as no nos entenderemos. La cabeza vuelve a darme vueltas. Cul es la manera
de caer dentro de una trampa?
Al or esto el tigre agot la paciencia y saltando dentro de la trampa grit:
- Esta! Has entendido ahora cmo es?
- Perfectamente -sonri el chacal, y cerrando diestramente la puerta, aadi:
- Con vuestro permiso, seor tigre, os dir que ahora las cosas quedan como antes y
podris reflexionar acerca de la conveniencia de cumplir la palabra que se da.
El anillo encantado
Un mercader entreg trescientas rupias a un hijo suyo y le dijo que se trasladara a otro pas
y probara all fortuna en el comercio.
El hijo obedeci y a las pocas horas de haberse puesto en camino, lleg junto a un grupo
de hombres que se peleaban por un perro que uno de ellos quera matar.
- Por favor, no maten al perro -dijo el joven.- Les dar cien rupias por l.
La oferta fue aceptada enseguida y el alocado joven recibi el perro, con el cual continu
su camino. Poco despus tropez con unos hombres que se disponan a matar un gato.
- No lo maten -les pidi.- Les dar cien rupias por l.
El cambio fue aceptado enseguida y el joven recibi el gato a cambio de su oro. Sigui
adelante con los dos animales hasta llegar a un grupo de personas que se preparaban para
matar a una serpiente.
- No maten a esa serpiente -suplic el hijo de comerciante.- Les dar cien rupias por ella.
Desde fuego, los campesinos no se hicieron repetir la oferta, y el joven se vio dueo de tres
animales, con los cuales no saba qu hacer. Como no le quedaba ni un cntimo, resolvi
volver a casa de su padre, quien al ver cmo haba gastado su hijo el dinero que le
entregara, exclam:
- Loco, ms que loco! Ve a vivir a un establo para que te arrepientas de lo que has hecho.
Nunca ms entrars en mi casa.
El joven lo hizo as. Su lecho era la hierba cortada para el ganado y sus compaeros eran el
perro, el gato y la serpiente, que tan caros haba comprado. Los tres animales le queran
con locura y no se apartaban de l ni un segundo. De noche dorman el perro a su cabeza,
el gato a sus pies y la serpiente sobre su pecho.
Un da la serpiente dijo a su amo:
- Soy la hija del Rey de las serpientes. Un da que sal de la tierra a respirar el aire puro, fui
cogida por aquellos hombres que queran matarme, y t me salvaste. No s cmo podr
pagarte tu bondad. Ojal conocieras a mi padre; tendra una gran alegra en conocer al
salvador de su hija!
- Dnde vive? -pregunt el hijo del mercader.- Me gustara verle.
- Podramos ir los dos -replic la serpiente.- En el fondo de la montaa que se ve all a lo
lejos, hay un pozo sagrado. Saltando dentro de l, se llega al pas de mi padre. Si vamos se
pondr muy contento y te premiar!... -La serpiente pareci reflexionar un instante.- Pero,
cmo te premiar? -pregunt.- Ah, s! yeme bien. Si te pregunta qu deseas como
premio por haberme salvado, dile que quisieras el anillo mgico y el famoso tazn y la
cuchara encantados. Con esas dos cosas no necesitaras nunca nada, pues el anillo tiene
una propiedad tal, que con slo pedrselo entrega enseguida una hermosa casa amueblada
con todo el lujo posible; y el tazn y la cuchara con tanta comida como se desee.
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Acompaado por sus tres amigos, el joven fue al pozo y se dispuso a saltar dentro.
Al ver lo que iba a hacer, el perro y el gato le dijeron:
- Qu vamos a hacer sin ti? Dnde iremos? -Esperadme aqu. No voy lejos, y por lo
tanto, no tardar.- Y al decir esto, el joven salt al agua y desapareci de la vista de los dos
animalitos.
- Qu haremos? -pregunt el perro.
- Quedmonos aqu -replic el gato.- Debemos obedecer a nuestro amo. No te preocupes
por la comida, pues yo ir al pueblo y traer cuanta podamos necesitar.
Y as lo hizo, y durante el tiempo que tard en volver su amo, a los dos animalitos no les
falt nada en absoluto.
El joven y la serpiente llegaron a su destino en completa salud y fueron despachados
mensajeros que anunciaron al Rey su llegada. El soberano orden que su hija y el forastero
aparecieran ante l. Pero la serpiente se neg, diciendo que no poda hacerlo hasta ser
puesta en libertad por el forastero, cuya esclava era desde el momento en que la salv de
una muerte horrible.
Al or esto, el Rey fue al encuentro de su hija y del joven, a quien salud, ofrecindole
cuanto contena el palacio. El hijo del comerciante agradeci las finezas del rey y pas
varios das en su compaa. Al marcharse lo hizo con el anillo mgico y el tazn
encantado.
Cuando sali del pozo sinti una gran alegra al encontrar a su perro y a su gato, quienes le
contaron sus aventuras y escucharon asombrados el relato de su amo. J untos, los tres
pasearon por la orilla de ro y al llegar a un paraje muy hermoso, el joven decidi
comprobar la eficacia del anillo. Lo cogi fuertemente y le pidi una casa. Al momento
apareci una maravillosa casita, con una no menos maravillosa princesa de cabellos de oro,
dientes de perlas y labios de rubes. El joven habl entonces al tazn e inmediatamente
aparecieron fuentes de la ms deliciosa comida.
Locamente enamorado de la princesa, el hijo del comerciante se cas con ella y durante
varios aos fueron muy felices. Sin embargo, un da, mientras la princesa se peinaba, meti
algunos de los cabellos que le cayeron, en una cajita de ncar, que pensaba tirar al ro. Dio
la casualidad que esta cajita lleg a manos de un prncipe que viva a muchas leguas de
distancia, ro abajo, quien curioso por ver lo que contena, la abri, quedando al momento
enamorado de la mujer que tena aquellos cabellos. No la haba visto nunca, pero se
imaginaba que deba de ser muy hermosa.
Loco de amor, el prncipe se encerr en sus habitaciones y no quiso salir de ellas para
comer ni beber; tampoco quiso dormir, y el Raj, su padre, intranquilo por lo que le
ocurra, no supo qu hacer. Su mayor temor era que su hijo muriese, dejndole sin
herederos. Al fin decidi pedir ayuda a su ta, que era una maga muy famosa.
La vieja consinti en ayudarle, asegurando que descubrira el motivo de la tristeza de su
hijo. Cuando se enter de lo que le ocurra al prncipe, se transform en una abeja y
despus de husmear los cabellos de oro, se fue ro arriba, siguiendo el rastro hasta llegar a
la casa de la hermossima princesa. All se transform en una noble dama y se present a la
princesa, diciendo:
- Soy tu ta; me march de aqu cuando t acababas de nacer, y por eso no me reconoces.
Despus de esto, abraz y bes a la hermosa joven, quien qued convencida de que aquella
mujer era en realidad su ta.
- Quedaos tantos das como queris. Esta casa es vuestra y yo soy vuestra servidora.
La hechicera sonri complacida, dicindose:
"La he engaado. Pronto har de ella lo que quiera."
Al cabo de tres das, empez a hablar del anillo mgico, aconsejando a la princesa que se
lo pidiera a su marido, ya que ste estaba siempre de caza y podra perderlo. La princesa
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sigui la indicacin de la que ella crea su ta y pidi el anillo, que su marido le entreg al
momento.
La hechicera aguard un da ms antes de pedir ver la maravillosa joya. Sin sospechar
nada, la princesa se la entreg. La maga transformse inmediatamente en abeja y con el
anillo vol hasta el palacio del prncipe, a quien dijo:
- Levntate y no llores ms. La mujer de quien te has enamorado aparecer ante ti tan
pronto como quieras -y al decir esto entreg el anillo que quitara a la princesa.
Loco de alegra, el prncipe cogi el anillo y le pidi que trajese ante l a la princesa. Son
un trueno y la casa, con su bellsima ocupante, descendi en el jardn del palacio.
El joven entr en la casa y cayendo de rodillas ante la princesa de los cabellos de oro, le
pidi que consintiese en ser su esposa. La princesa, viendo que no haba ningn medio
para huir, accedi a lo que se le peda, poniendo, no obstante, la condicin de que el
prncipe aguardara un mes.
Entretanto, el hijo del mercader que haba vuelto de caza, qued muy sorprendido y
desesperado al ver que su casa y su mujer haban desaparecido. Ante l se extenda el
terreno tal como lo viera antes de comprobar el poder del anillo mgico que le regal el
Rey de las serpientes.
Loco de dolor el joven se sent a la orilla del ro, decidido a aguardar all la llegada de la
muerte. El gato y el perro, que al ver desaparecer la casa se haban ocultado, se acercaron a
su dueo y le dijeron:
- Tu dolor es grande, nuestro amo, pero si nos das un mes de tiempo te prometemos
remediar el mal y rescataremos tu mujer y tu casa.
- Perfectamente, acept el prncipe.- Id y devolvedme a mi mujer. Si lo hacis, seguir
viviendo.
El gato y el perro partieron a toda velocidad en direccin del sitio en que suponan estaba
la casa, y al cabo de unos das de viaje, llegaron al palacio del Raj.
- Esprame aqu fuera -dijo el gato al perro,- que yo entrar a ver si encuentro a la
princesa. Como soy mucho ms pequeo que t, podr pasar inadvertido.
El perro asinti y el gato salt la alta tapia que rodeaba los jardines del palacio y en pocos
momentos lleg junto a la princesa de los cabellos de oro, quien al verle lo abraz llorosa y
le cont lo que haba ocurrido, preguntando al terminar:
- No hay modo de huir de las manos de estas gentes?
- S, -contest el gato.- Decidme dnde est el anillo y con l os sacar de aqu.
- El anillo lo guarda la hechicera en el estmago.
- Perfectamente, esta noche mismo lo recuperar, y una vez en nuestro poder seremos los
dueos de la situacin.
Despus de saludar a su ama con una corts reverencia, el gato baj a los stanos del
palacio y cuando, hubo descubierto un nido de ratones, se tumb junto a l, fingiendo estar
muerto.
Casualmente, aquella noche se celebraba el casamiento del hijo del rey de los ratones con
la hija de la reina de las ratitas, y por aquel agujero deba salir la comitiva. Cuando el gato
vio la procesin de ratitas y ratones, puso en prctica el plan que haba formado, y
cogiendo al prncipe de los ratones lo agarr fuertemente sin hacer caso de sus protestas.
- Por favor, sultame, sultame! -chill el aterrorizado ratn.
- Por favor, soltadle, seor Gato -suplic la comitiva.- Hoy es su noche de bodas.
- Si queris que lo suelte es necesario que hagis algo por mi -contest el gato.
- Qu queris que hagamos? -preguntaron los ratones.
- Deseo que me traigis el anillo que la hechicera tiene en el estmago. Si me lo trais
dejar ir al prncipe; de lo contrario lo matar.
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- Yo os lo traer -dijo un ratn blanco, que pareca ms listo que sus compaeros. -
Conozco el cuarto de la hechicera y adems, la vi cuando se trag el anillo.
El ratoncito blanco, corri a la habitacin de la maga, a la cual lleg por mil intrincados
subterrneos, y despus de asegurarse de que estaba dormida, salt sobre la cama y
metiendo la cola dentro de la boca de la anciana la hizo toser y expuls el anillo, que rod
por el suelo, con alegre sonido.
Sin perder un segundo, el ratoncito galop por los caminos subterrneos, hasta llegar al
sitio donde aguardaba el gato, a quien entreg el anillo. El gato cumpli su promesa y dej
ir al prncipe de los ratones, que fue a reunirse con su novia, que le aguardaba sollozando
junto con su madre.
El gato fue a reunirse con el perro y al llegar junto a l le dijo que ya tena el anillo.
- Entonces -replic el perro,- lo mejor ser que te montes en mi lomo, pues yo corro mucho
ms que t y as llegaremos antes al sitio donde nos espera nuestro amo.
Tres das corri sin descansar el perro, y al fin, jadeando fuertemente, se dej caer a los
pies de su amo, a quien el gato entreg el anillo, cuyo mgico poder devolvi junto a su
esposo a la princesa de los cabellos de oro.
El matrimonio fue muy feliz, y nunca ms volvi a separarse. En su casa, los visitantes ven
un gato y un perro muy viejos y casi ciegos, a los cuales los esposos tratan con mucho
cario. A veces tambin acude a la casa una enorme serpiente que lleva una corona de
diamantes en la cabeza. Y en tales ocasiones, las risas de felicidad suenan muy fuertes y
prolongadas.
El hijo del adivino
Estando en su lecho de muerte, un adivino hizo el horscopo de su segundo hijo, cuyo
nombre era Gengazara, y sta fue la nica fortuna que le leg, dejando todo su dinero y
tierras al hijo mayor. Gengazara ley atentamente el horscopo y se dijo:
- Esto es todo lo que ha de ser mi vida? Mi padre jams fall en sus horscopos, y el mo
no puede ser peor: ser pobre todo la vida. Estar diez aos en la crcel. Morir a la orilla
del mar; lo cual significa que me encontrar lejos de mis amigos y parientes en un pas
baado por el mar. Y ahora viene la parte ms curiosa del horscopo: ms tarde tendr
alguna felicidad. Esa felicidad es un enigma para m.
Cuando terminaron los funerales, el muchacho se despidi de su hermano mayor, y parti
hacia Benars. Como quera evitar las orillas del mar, a fin de vivir muchos aos, se
adentr en un terrible desierto y a los tres das se encontr sin agua y sin comida. La
situacin era desesperada, pero el joven no se inmut.
- Mi padre jams se equivoc en sus profecas, y si me predijo que morira junto al mar, no
hay peligro de que fallezca en este desierto.
Este pensamiento calm un poco la terrible sed que senta, y al mismo tiempo le dio
nuevas fuerzas, haciendo que al poco rato llegase junto a un pozo en ruinas.
Pensando que podra obtener algo de agua descolgando su cantimplora con un cordel, lo
hizo as, y de pronto lleg a sus odos una voz que deca:
- Slvame, hombre. Soy el rey de los tigres y me estoy muriendo de hambre. En los ltimos
tres das no he comido nada. La suerte te ha trado a ti a este pozo. Si me ayudas
encontrars en m un amigo para toda la vida. No creas que soy un animal de presa. Si me
salvos no tocar un pelo de tu ropa. Por favor te ruego que me saques de aqu.
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- Debo sacarle o no? -se dijo Gengazara.- Si le saco puedo convertirme en su comida.
Pero no, no puede ser porque segn el horscopo de mi padre debo morir junto al mar y
esto no se parece en nada al Ocano. Adems, mi padre jams se equivoc.
Sin vacilar un momento ms, el joven tendi al tigre su cantimplora atada al cordel. El
animal se cogi a ella y ayudado por el hombre, salt fuera del pozo. Fiel a su palabra no
intent nada contra Gengazara. Al contrario, dio tres vueltas alrededor de l y detenindose
ante el joven, le dijo:
- Mi bienhechor. Nunca olvidar este da ni tu bondad. En premio a ella te juro ayudarte en
todas las dificultades en que puedas encontrarte. Si me necesitas no tienes ms que pensar
en m y al momento acudir a tu lado.
"Ahora, voy a contarte el motivo de hallarme dentro del pozo. Hace tres das encontr a un
joyero y le persegu para comrmelo. Viendo que no poda escapar de mis garras, el
hombre salt dentro de este pozo y ahora se encuentra en el fondo del mismo. Yo le segu,
pero me qued cogido en un saliente. Un poco ms abajo, en otro saliente, se encuentra una
serpiente de cascabel medio muerto de hambre. Ms hacia el fondo, tambin en otro
saliente, hay una rata. Sin duda te pedirn los tres que los saques del pozo. Pues bien,
como amigo te dir que ayudes a los dos animales, pero que no hagas caso de las
demandas del joyero. Los joyeros no son gente de fiar, y ste mucho menos que los dems.
Por tu bien no le auxilies, podras arrepentirte.
Dicho esto, el tigre se march por el desierto, sin aguardar la respuesta de su salvador.
Gengazara reflexion sobre las palabras del tigre y uno tras otro salv a la serpiente y a la
rata.
Ambos animales dieron tres vueltas a su alrededor, y como el tigre, le prometieron
ayudarle en el momento en que los necesitase. Para tenerlos a su lado no tendra que hacer
ms que pensar en ellos. Pero lo mismo que el tigre, le advirtieron de peligro de salvar al
joyero.
El joven recapacit acerca del consejo dado por los tres animales, pero como tena mucha
sed, dej bajar la cantimplora, para coger agua. El joyero le pidi por todos los dioses que
le salvara del lugar aquel, prometindole ser su amigo eterno.
Gengazara, que era bueno, no pudo resistir las peticiones del desgraciado y le salv como a
los animales. Despus, siempre temiendo que an quedara alguien en aquel concurrido
pozo del desierto, hizo bajar la cantimplora, y al fin pudo saciar su sed.
- Mi querido amigo y protector -le dijo el joyero.- He odo la serie de tonteras que os han
dicho esos tres animales. Me alegro infinito de que no hayis hecho caso de sus consejos.
Me estoy muriendo de hambre y os ruego me permitis dejaros. Me llamo Manicasari y
vivo en Ujaini, a veinte kas al Sur de este lugar. Cuando regresis de Benars podis pasar
por mi casa y tendr un gran placer en pagaros un poco de lo mucho que por m habis
hecho.
Dicho esto, el joyero se despidi de Gengazara, quien parti hacia el Norte, en direccin a
Benars.
Lleg a la ciudad Santa y vivi en ella durante diez aos, durante los cuales olvid casi por
completo al tigre, a la serpiente, a la rata y al joyero. Al cabo de diez aos de vida
religiosa, el recuerdo de la casa de su hermano y el deseo de verle le asaltaron tan
insistentemente, que se dijo:
- Con las prcticas religiosas que he hecho, he debido de conseguir suficientes mritos. Es,
pues, el momento de regresar a mi casa.
Recordando la profeca de su padre acerca de morir a la orilla del mar, regres a su pueblo
por el mismo camino que siguiera diez aos antes, y as se dio el caso de que llegase junto
al pozo donde le ocurri la antes descrita aventura. Enseguida le asaltaron los recuerdos de
ella y pens en el tigre y en la prometida fidelidad.
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Cuentos de la India Annimo
Apenas haban transcurrido unos segundos, cuando de detrs de unos matorrales sali el
rey de los tigres trayendo una pesada corona en la boca. Los brillantes y perlas de que
estaba incrustada, brillaban fuertemente a los rayos del sol. El tigre deposit la corona a los
pies de su salvador y dejando de lado todo su orgullo, se tendi ante l como un perrillo.
- Mi salvador -empez con voz dolida.- Cmo es que me has olvidado durante tantos
aos? Siento una felicidad enorme al comprobar que an ocupo un rinconcito en tu
pensamiento. Nunca olvidar el da en que me salvaste la vida, y por ello, como poseo
algunas joyas, te he trado esta insignificante corona, que podrs vender a buen precio en
tu pas.
El joven examin una y otra vez la corona, cont los diamantes y las perlas, y se dijo que
con su importe sera uno de los hombres ms ricos. Dio las gracias al tigre y cuando ste se
hubo marchado, pens en la serpiente y en la rata. Los dos animales acudieron
inmediatamente con su regalo, dieron amplias muestras de cario que sentan por el
hombre que les haba salvado la vida, y despus de saludar humildemente a Gengazara, se
despidieron de l, dejndole reflexionando acerca de la fidelidad demostrada por ellos.
- Si estos tres animales se portan as, cmo se portar Manicasari, que es un ser humano?
Como esta corona es demasiado voluminosa para llevarla as todo el camino, le pedir que
funda el oro y me haga un lingote. As har un paquete con el oro, las perlas y los
diamantes, y podr caminar mucho ms tranquilo.
As pensando, lleg a Ujaini donde pregunt por el joyero Manicasari, cuya casa le fue
enseada al momento. Manicasari se mostr contentsimo al ver de nuevo al hombre que
diez aos antes, a pesar del consejo dado por tres animales, le haba salvado la vida.
Gengazara le mostr en seguida la corona que haba recibido del tigre y le pidi su ayuda
para separar el oro y los diamantes.
El joyero accedi de buena gana e invit a su husped a que descansara, y fuese luego a
baarse. Gengazara que era muy religioso se dirigi al ro, a tomar el bao que ordena la
Religin.
Ahora bien: Cmo lleg la corona aquella a poder del tigre? De una manera muy sencilla:
una semana antes, el Raj de Ujaini haba salido de caza con sus cortesanos. De pronto, un
tigre sali de la espesura, y precipitndose sobre l, lo arrastr hasta su cubil, sin que los
dems cazadores tuvieran tiempo de rescatar el cuerpo.
Cuando los cortesanos informaron de lo ocurrido al prncipe heredero, ste que adoraba a
su padre derram abundantes lgrimas, y proclam que dara la mitad de su reino a aquel
que le llevase noticias del asesino del Raj.
El joyero saba perfectamente que el soberano fue muerto por el rey de los tigres, pues
Gengazara le haba dicho como obtuvo la corona; sin embargo, como deseaba ser ms rico
de lo que ya era, decidi denunciar a Gengazara como el asesino del Raj, y cogiendo la
corona fue a ver al nuevo soberano a quien inform de que el asesino de su padre estaba ya
descubierto.
El Raj cogi la corona y la examin atentamente, convencindose de que era realmente la
de su padre, y sin pensarlo ms dio a Manicasari la mitad de su reino y despus le pregunt
dnde estaba el asesino.
- Bandose en el ro -contest el joyero, dando a continuacin los detalles necesarios para
que le reconociesen.
Un regimiento entero fue en busca de Gengazara, que se hallaba sentado junto al ro,
sumido en hondas meditaciones. Sin decirle ni una palabra, los soldados lo ataron
fuertemente y lo condujeron ante el Raj. ste volvi la cabeza para no ver al supuesto
asesino de su padre, y orden que fuese encerrado en un calabozo subterrneo para que
muriera de hambre y sed, ya que sta era la pena que se impona en el pas a los asesinos.
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Cuentos de la India Annimo
Al quedar encerrado en la celda, Gengazara reflexion acerca de lo ocurrido. Era intil
acusar al joyero o al prncipe, ya que en realidad no eran ellos los verdaderos causantes de
la prisin del joven. El Destino est escrito y ningn mortal puede librarse de sus
decisiones.
- El de hoy es el primer da del horscopo de mi padre. Hasta ahora su profeca ha
resultado cierta, pero cmo voy a vivir diez aos en este calabozo, sin tener ni una miga
de pan que llevarme a la boca? No cabe duda que morir dentro de dos das. Pues bien,
antes de que me alcance la muerte pensar mis fieles animales.
Apenas acababa de formular Gengazara este pensamiento, el tigre, la serpiente y la rata, a
la cabeza de sus ejrcitos se reunieron en un jardn prximo la crcel, y se preguntaron qu
podan hacer. Al cabo de un rato de discutir, decidieron que lo mejor sera abrir un pasaje
subterrneo.
El rey de las ratas dio una orden y todo su ejrcito emprendi la abertura de un tnel que
fuese a parar a la celda donde gema Gengazara. Tanto y tan deprisa trabajaron las ratas,
que en un da abrieron el tnel, y el soberano de las ratos pudo llegar hasta su salvador, con
quien se lament por lo injusto de su suerte. Para animarle le dijo que no le faltara, de
nada, y volvindose a las ratas que formaban su corte, que eran las ms listas, les dijo:
- Ordenad al momento a todos mis sbditos que traigan aqu toda la comida que
encuentren. Decidles tambin que rasquen trozos de ropas, que los sumerjan en agua y los
traigan a toda prisa. As nuestro bienhechor podr exprimirlos y tener agua para beber.
Cuando el rey de las ratas se hubo retirado, lleg lo reina de las serpientes e inclinndose
ante el joven le dijo:
- El dolor me abruma al verte en esta situacin. El rey de los tigres est tambin
desesperado, mas l no puede llegar hasta aqu, por impedrselo su tamao. El rey de las
ratas nos ha prometido que no te faltar comida. Nosotros tambin haremos todo lo posible
por ti. Desde hoy aumentarn las muertes por mordeduras de tigre y veneno de serpiente.
Siempre que oigas pasar algn carcelero cerca de tu celda, grita: "El Raj me hizo
encarcelar bajo la falsa acusacin de haber matado a su padre, cuando fue un tigre quien lo
hizo. Desde aquel da mil desgracias han cado sobre el pas. Que se me deje en libertad y
con mis poderes curar a los heridos y pondr fin a la plaga". Alguien comunicar tus
palabras al Raj y as conseguirs tu libertad.
Los tigres y las serpientes emprendieron enseguida la ofensiva y durante diez aos las
muertes fueron era aumento, llegando a convertirse en una verdadera plaga. Gengazara
continu alimentado por las ratas, y la excelencia de la comida que le llevaban, mejor
mucho su aspecto, convirtindose en un hombre de majestuosa presencia.
La ltima noche de los diez aos, una serpiente lleg al dormitorio de la princesa y le clav
su aguijn, causndole la muerte. Era la nica hija del Raj, y ste sinti una gran
desesperacin, llamando enseguida a todos los mdicos del pas, prometiendo su reino y la
mano de su hija a quien la resucitara.
Dio la casualidad que un criado que haba odo varias veces las palabras de Gengazara, las
comunic al soberano, quien enseguida orden que fuese llevado a su presencia el
prisionero, si realmente haba un hombre vivo all, cosa que nadie crea, pues durante diez
aos la celda haba permanecido cerrada. Sin embargo, los que fueron al calabozo vieron
vivo a Gengazara, y maravillados, se preguntaron cmo habra logrado vivir tanto tiempo.
Alguien susurr que deba de ser un mago y otros dijeron que Bracma deba de ayudarle.
De todas formas lo condujeron a la presencia del Raj.
Apenas vio ste a Gengazara, cay desmayado, tanta era la majestad del cautivo. Los diez
aos de encarcelamiento haban dado a su piel una especie de brillo fantstico. Para que
pudiera vrsele el rostro fue necesario cortarle el cabello, que le llegaba hasta los pies,
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Cuentos de la India Annimo
cubriendo as su desnudez. Cuando estuvo vestido, el Raj se prostern ante l y le suplic
humildemente que devolviera la vida a su hija.
- En el trmino de una hora traedme todos los cadveres que an no hayan sido quemados.
Los resucitar a todos.- Estas fueron las nicas palabras que pronunci Gengazara.
Centenares de muertos fueron llevados ante el Bracmn, quien cogiendo uno taza de agua
tir unas gotas sobre cada cadver, con el pensamiento fijo en la reina de las serpientes y
en el rey de los tigres. Apenas eran mojados los muertos, revivan como si slo hubieran
estado dormidos. Tambin la princesa fue resucitada, y la alegra del Raj no tuvo lmites.
Maldijo el da en que hizo caso del joyero, a quien hizo decapitar sin perder un momento,
ordenando que su cabeza fuera colocada a la entrada de la poblacin, para escarmiento de
los que faltan a la verdad.
Como haba prometido, dio su reino a Gengazara y tambin le dio la mano de su hija. El
Bracmn acept esto ltimo, pero rechaz de momento el reino de Ujaini, diciendo que ya
lo heredara cuando el Seor se llevase al Raj.
Se celebr el casamiento con la pompa acostumbrada en tales casos, y al cabo de unos
das, Gengazara pidi permiso para ir a visitar a su hermano a quien no vea desde veinte
aos antes. El Raj y la princesa aceptaron y Gengazara march hacia su pas natal.
Debido al tiempo que haca que abandon el lugar, no pudo encontrar el camino, y
extravindose fue a dar a la orilla del mar. Su hermano, que se diriga a Benars, tambin
haba tomado aquel camino y as dio la casualidad de que ambos hermanos se encontraron
de pronto y cayeron uno en brazos del otro. Tanta fue la alegra que experiment
Gengazara, que cay muerto de un ataque al corazn.
El hermano mayor era ferviente adorador de Ganesa y como era jueves, da sagrado para
ese dios, llev el cadver a un templo prximo y llam a Ganesa. Este acudi al punto,
preguntando a su adorador qu deseaba.
- Mi pobre hermano ha muerto, y ste es su cadver. Os pido por favor que vigilis su
cadver hasta que termine los preparativos para la quema. Si lo dejara en otro lugar, los
diablos podran llevrselo.
El dios prometi hacerlo y el hermano fue a cumplir los requisitos necesarios para la
incineracin. Ganesa llam a sus servidores y les orden que vigilasen el cadver de
Gengazara, pero stos, en vez de hacerlo, lo devoraron.
Cuando el hermano hubo terminado su trabajo, fue en busca del cadver de Gengazara.
Ganesa llam a sus servidores y les orden que devolviesen el cadver. Los criados
llegaron cabizbajos y temblorosos temiendo la ira de su dueo, y le confesaron su falta.
Ganesa rugi enfurecido y mat a todos los servidores que haban devorado a Gengazara.
El hermano, al ver que no apareca el cadver, empez a quejarse amargamente.
- Este es el premio de mi fe en vos? -pregunt a Ganesa.- Ni siquiera sois capaz de
entregarme el cuerpo de mi hermano.
Avergonzado por estas palabras, Ganesa recurri a su divino poder y en vez de entregar un
cadver devolvi a Gengazara vivo.
As el hijo menor del adivino fue devuelto a la vida.
Los dos hermanos fueron juntos a Ujaini, donde Gengazara rein al cabo de poco tiempo,
confiriendo a su hermano mayor el cargo de Gran Visir, que desempe con gran tacto y
justicia.
Durante el reinado de Gengazara el pas prosper grandemente y la felicidad rein en l.
Y as se cumpli totalmente la profeca del adivino.
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Harisarman
En cierto poblado viva un Bracmn llamado Harisarman. Era pobre y tonto, lo cual le
impeda conseguir un trabajo con el cual poder alimentar a sus numerosos hijos. As, para
conseguir algn sustento iba pidiendo limosna de casa en casa.
Un da lleg a una importante ciudad y quiso su suerte que entrase al servicio de un
hombre muy rico, llamado Estuladata. Sus hijos guardaron los ganados del dueo, y su
mujer cuid de preparar las comidas. En cuanto a l, vivi cerca de la casa de su patrn y
se ocup del cuidado de sus propiedades.
Un da celebrse una gran fiesta en la casa, en ocasin del casamiento de una hija de
Estuladata, a la misma asistieron todos los amigos del potentado. Harisarman tena la
confianza de poderse hinchar de cosas buenas; pero nadie en la casa se acord de l ni de
su familia.
Esto le molest mucho, y aquella noche al acostarse, le dijo a su mujer:
- Es a causa de mi pobreza y estupidez que me tratan de esta manera. Voy a fingir que
poseo un poder mgico, y as Estuladata me respetar. En cuanto se te presente una
ocasin, dile que tengo poderes mgicos.
Reflexionando sobre esto, pas gran parte de la noche, y al fin, cercana ya el alba,
levantse de la cama y cogi el caballo del cuado de Estuladata y lo escondi a cierta
distancia de la casa.
A la maana siguiente, los amigos del novio no pudieron encontrar el caballo por ms que
buscaron, y mientras Estuladata ordenaba a sus criados que buscaran en todas direcciones
hasta encontrar el caballo y el ladrn, la mujer de Harisarman fue a verle, dicindole:
- Mi marido est muy versado en la Astrologa y en las ciencias mgicas. Estoy segura de
que podra devolveros el caballo. Por qu no vais a interrogarle?
Al or esto, Estuladata mand llamar a Harisarman, quien dijo:
- Ayer fui olvidado, pero ahora que han robado el caballo os acordis de m.
- Me olvid de ti, perdname -dijo humildemente Estuladata.- Te pido por favor que me
digas quin ha robado el caballo de mi yerno, y dnde est.
Harisarman asinti en silencio y marc unas lneas en el suelo, donde se sent a
reflexionar. Al cabo de un rato de permanecer sumido en fingidas meditaciones, dijo:
- El caballo ha sido dejado por los ladrones en el bosquecillo que hay a una legua de aqu.
Lo han colocado all para trasladarlo a otro lugar en cuanto anochezca.
Al escuchar estas palabras, los criados de Estuladata se dirigieron al sitio indicado y
regresaron con el caballo, alabando grandemente la sabidura de Harisarman, a quien
calificaron de sabio y le concedieron infinidad de honores.
Pas el tiempo y lleg un da en que del palacio del Raj se llevaron gran cantidad de joyas
de oro y plata. Como no se pudo encontrar el ladrn, el Raj mand llamar a Harisarman,
cuyo conocimiento de los ciencias ocultas era conocido en toda la poblacin.
- Maana os contestar a vuestra pregunta -dijo Harisarman al verse ante el soberano.
Su nico deseo era ganar tiempo, en la esperanza de que sucediera algn milagro.
El Raj orden que le prepararan una habitacin en el palacio y Harisarman se traslad a
ella, lleno de pesar por haber pretendido conocer lo que ignoraba.
Una de las sirvientas del palacio, llamada Lenua, era quien, con ayuda de su hermano,
haba robado las joyas. Alarmada por la presencia de Harisarman, fue a medianoche a
escuchar por la cerradura de la habitacin del falso mago. Este se hallaba en aquellos
momentos maldiciendo su lengua, con la que haba formulado la mentira de que era
prctico en las ciencias mgicas.
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Cuentos de la India Annimo
- Qu has hecho, lengua, qu has hecho? Malvada, pronto recibirs por entero el castigo
que te mereces!
Lenua, que oy estas palabras, crey que Harisarman deca Lenua en vez de lengua, y loca
de terror por haber sido descubierta, entr en la estancia y postrndose ante el sabio mago,
le dijo con voz entrecortada:
- Bracmn, yo soy Lenua a quien habis descubierto. Soy la ladrona del tesoro, que
escond en el jardn de palacio, debajo de un granado. Os pido por favor que no me
descubris y aceptis la pequea cantidad de oro que tengo.
Al or esto Harisarman replic vivamente:
- Retrate; s todo lo que me dices; conozco el presente, pasado y futuro; pero no te
denunciar, porque eres una miserable criatura que ha implorado mi proteccin. Sin
embargo, es necesario que me entregues todo el oro que tienes en tu poder.
La criada acept muy agradecida y se retir de la habitacin, dejando a Harisarman
grandemente asombrado.
- El Destino es inquebrantable -se dijo.- Est decidido que yo sea un sabio mago y a pesar
de haber estado a dos pasos de la muerte, he salido bien librado. Mientras maldeca mi
lengua, la ladrona Lenua se ha arrojado a mis pies, suplicndome que no la descubra.
Cuntos delitos hace descubrir el miedo!
Con estos pensamientos, Harisarman pas alegremente la noche, y cuando al llegar la
maana fue conducido ante el Raj hizo unos cuantos movimientos extraos y al fin
declar haber descubierto que lo robado se encontraba en el jardn, debajo del nico
granado que en l haba. Declar tambin que el ladrn haba huido con parte de lo robado.
Tanta admiracin produjo al soberano la sabidura de Harisarman, que le entreg en
soberana, diversos pueblos del reino.
Pero un ministro llamado Devajnanin susurr al odo del Raj:
- Cmo es posible que un simple Bracmn posea un poder mgico que slo se obtiene
despus de muchos aos de estudios? Tened la seguridad de que ese hombre est de
acuerdo con los ladrones y todo lo que ha hecho ha sido valerse de los informes que le han
dado. Antes de entregarle esos pueblos, ser mejor que lo pongis de nuevo a prueba.
El Raj qued convencido por las cuerdas palabras de su ministro, y cogiendo una taza de
porcelana la llen de agua, metiendo en ella una cra de ranas. La cubri luego con un pao
y se la present a Harisarman, pidindole dijese lo que haba all dentro.
Al or esto, el Bracmn cerr los ojos, pensando que haba llegado su ltima hora, y
recordando lo que le deca su padre cuando haca algo malo, murmur:
- Dnde te has metido, renacuajo!
El Raj y los cortesanos prorrumpieron en aplausos al or estas palabras del Bracmn, ya
que en un momento haba adivinado el contenido de la taza. El soberano aadi otros
pueblos a los que ya le haba donado, adems, un saco de rupias y una hermosa sombrilla.
Y as, gracias a la costumbre de su padre de llamarle renacuajo, Harisarman se convirti en
uno de los hombres ms ricos de la India.
La tortuga charlatana
Un soberano de la India muy amado de su pueblo, tena un defecto enorme: era muy
charlatn.
Su Gran Visir, hombre de gran sabidura y discrecin, estaba enormemente preocupado por
el defecto del Raj. Un da, mientras paseaba por los jardines del palacio, habl as:
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Cuentos de la India Annimo
- Queris que os cuente una historia, Majestad?
- Cuenta -replic el soberano, que por rara casualidad aquel da no tena muchas ganas de
hablar.
- Hace muchos aos -empez el Visir,- viva en un lago del Himalaya una tortuga. Dos
patos silvestres que haban descendido a aquel lago para descansar un poco se hicieron
amigos de la tortuga y le dijeron:
" - Amiga tortuga: el lugar donde nosotros vivimos, el Lago Hermoso, del Himalaya, es
maravilloso, Por qu no nos acompaas all?
" - Pero cmo podr llegar all? -pregunt la tortuga.- Yo no puedo volar.
" - Te llevaremos nosotros -replicaron los patos.- Pero has de conservar la boca cerrada y
no hablar ni una sola vez.
" - Oh, eso es muy sencillo!
" - Perfectamente, cgete con la boca a este palo, y nosotros sostendremos los extremos.
" Y diciendo esto, los dos patos cogieron con el pico un fuerte palo, de cuyo centro se
colg la tortuga.
" Volaron, volaron los dos patos, y de pronto unos campesinos que los vieron exclamaron:
" - Dos patos llevan una tortuga colgada de un palo!
" Al or esto la tortuga no pudo contenerse y fue a replicar:
" - Si mis amigos han escogido este sistema de transporte, qu os importa a vosotros,
mseros esclavos?
" Apenas haba empezado a pronunciar estas palabras, perdi la presa que haca en el palo,
y cay, cay, hasta llegar al suelo, donde qued completamente destrozada.
" En verdad os digo, Majestad, que aquellos que no saben contener la lengua, por muy
grandes que sean sus cualidades, terminan todos como la tortuga del cuento."
El Raj no contest nada y continu su paseo por los jardines; sin embargo, desde aquel
da habl mucho menos y todo fue mejor en el reino.
La serpiente que daba oro
En cierto pueblo viva un Bracmn llamado Haridata. Aunque trabajaba de la noche a la
maana en sus campos, no poda conseguir jams una buena cosecha, y su pobreza era
cada da mayor.
Un da, cuando cansado de trabajar se tendi a descansar a la sombra de un rbol, vio salir
de un agujero una gran serpiente.
"Sin duda debe de ser la diosa de este campo -se dijo el Bracmn- y como no le he
dedicado ninguna ofrenda estar enfadada conmigo y por eso no obtengo ninguna buena
cosecha. Voy a remediar enseguida mi falta."
El Bracmn corri a su casa y regres a los pocos minutos con un tazn lleno de leche que
dej a la entrada del nido de la serpiente, diciendo en voz alta:
- Oh, diosa de este campo, perdname por no haber conocido tu presencia hasta este
momento! Por ello nunca te haba ofrecido ningn obsequio; pero te prometo que de hoy
en adelante no te faltar nada.
A la maana siguiente, cuando volvi al nido de la serpiente, encontr vaco el tazn y
dentro de l una moneda de oro. Desde entonces, cada tarde llevaba un tazn de leche a la
serpiente, y al otro da, invariablemente, encontraba una moneda de oro.
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Cuentos de la India Annimo
Ocurri que un da el Bracmn tuvo que ir al pueblo a comprar unas herramientas y orden
a su hijo que llevara la leche a la serpiente. El muchacho as lo hizo, y cuando al otro da
regres a buscar el tazn, encontr una moneda de oro.
" Sin duda la serpiente esa debe de estar llena de oro -se dijo.- La matar y me quedar
todos las monedas."
Aquella tarde, cuando volvi a llevar la leche, iba armado de una hachuela, con la que trat
de cortar la cabeza a la serpiente. Esta se libr de la muerte por verdadero milagro, ya que
la hachuela cay a medio centmetro de ella, y para vengarse del ataque, mordi al
muchacho, matndolo en el acto.
El Bracmn y su familia dispusieron una magnfica pira, donde quemaron el cadver del
joven. El padre llor mucho la prdida de su nico hijo, pero al cabo de unos das volvi a
llevar la leche a la serpiente, olvidando en su avaricia que ella era la causante de la muerte
del muchacho.
Pas mucho rato antes de que la serpiente saliera a tomar la leche, y cuando lo hizo fue
asomando solo la cabeza.
- S que lo nico que te trae aqu es la avaricia -dijo, pues ni t puedes olvidar que yo mat
a tu hijo, ni yo olvidar jams que l intent cortarme la cabeza. Por lo tanto, entre
nosotros ya no puede haber ninguna amistad. No vuelvas ms por aqu, pues ser intil.
Y al decir esto, la serpiente se meti de nuevo en su madriguera, y el Bracmn regres a su
casa, maldiciendo la estupidez de su hijo.
Una leccin para reyes
Por los tiempos en que Brahma reinaba en Benars, era tanta la justicia que haba en sus
actos, que poco a poco, todo el mundo se hizo justo y nadie acuda ya a los tribunales, por
lo cual stos estuvieron a punto de ser cerrados.
" Es necesario que alguien me haga ver mis faltas -se dijo un da Brahma.- No es posible
que mi conducta sea perfecta, pues el hombre no es perfecto y yo al fin y al cabo soy
humano. En los tribunales han perdido ya la costumbre de juzgar, pues mi pueblo no acude
a ellos. Ser necesario preguntar a aquellos que me rodean, para saber mis defectos, y
corregirme de ellos."
Pero los cortesanos, slo tuvieron palabras de alabanzas hacia l, y ninguno le descubri
falta alguna.
"Es por el temor que inspira la realeza, que me hablan as" -pens Brahma, y al da
siguiente sali de palacio y pregunt a los que all vivan, cules eran sus faltas, pero
tampoco encontr a nadie que le prodigase otra cosa que alabanzas.
Entonces decidi salir de la ciudad, y ver si encontraba al fin alguien que descubriera
alguna falta en l. Tampoco lo encontr, y por ello pens en trasladarse a los pueblos de su
reino.
As lo hizo, pero tampoco en ellos encontr a nadie que pudiera decir algn defecto de l,
por lo cual el soberano decidi regresar a su palacio.
Dio la casualidad de que por el mismo tiempo, Malika, el Raj de Kosala, hombre
bondadoso y justo, que gobernaba con gran sabidura su reino, quiso conocer tambin sus
defectos, y como haba hecho Brahma, busc entre sus cortesanos quien se los dijera. Y
como no encontrase a nadie, decidi salir de su Palacio en busca de la verdad. Todo lo que
hall en su camino fueron alabanzas, y al fin, regres tambin a su palacio.
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Cuentos de la India Annimo
Quiso el azar, que los coches de ambos reyes se encontrasen de frente en un estrecho
camino, y el cochero de Malika, dijo al de Brahma:
- Aparta tu coche del camino.
- Aprtate t, -replic el otro cochero.- En este coche viaja el Raj de Benars, el gran
Brahma.
- Pues en ste viaja el Raj de Kosala, el gran Malika.
Al or esto el cochero del soberano de Benars, dijo:
- Si en realidad se trata tambin de un Raj, qu debo hacer? Lo mejor ser que pregunte
la edad de ese rey, y si es ms viejo que mi seor, me apartar. De lo contrario har que se
aparte l.
Pero la edad de ambos soberanos era exactamente igual, y tambin lo era la extensin de
sus dominios, la fuerza de sus ejrcitos, la importancia de su riqueza, la nobleza de su
familia y la antigedad de sus ttulos.
Entonces, el conductor decidi atenerse a la mayor rectitud que demostrase uno de los
soberanos.
- Cul es la rectitud de tu dueo? -pregunt al otro cochero.
- Con los buenos, es bueno; con los justos, justo, y con los duros, duro. Ahora dime las
cualidades de tu dueo.
- Con los duros, es suave; con los malos, bueno; con los injustos, es justo y con los buenos,
ms bueno, Por lo tanto, aprtate de mi camino.
Al or esto, Malika y su cochero descendieron del coche y lo apartaron humildemente,
dejando pasar al Raj de Benars.
El hijo de las siete reinas
rase una vez un Raj que tena siete esposas, pero ningn hijo. Esto era para l un gran
pesar y mortificacin, sobre todo cuando pensaba que al morir su trono quedara vacante
por falta de heredero.
Ocurri que un da, un pobre faquir fue a ver al Raj y le dijo:
- Tus plegarias han sido escuchadas y una de tus esposas tendr un hijo.
Al or esto la alegra del monarca no tuvo lmites. Enseguida dio orden de preparar grandes
fiestas para celebrar el feliz acontecimiento que se avecinaba y se dispuso a salir de caza,
que era su distraccin favorita.
Entretanto, las siete esposas, que vivan regiamente en un magnfico palacio, enviaron un
mensaje a su esposo, concebido en los siguientes trminos:
"Seor. Dignaos no ir a cazar hacia la parte Norte, pues todas hemos tenido malos sueos
esta noche y tememos por vuestra vida."
Para calmar su ansiedad, el Raj contest asegurando que no ira a cazar por aquel lado, y
as lo hizo. Pero dio la casualidad que aquel da no encontr ni rastro de caza, a pesar de
los trabajos de sus monteros. Trat de encontrarla en el Este y Oeste, sin conseguir mejor
resultado. El soberano era un gran cazador, y le dola regresar a su palacio sin haber
cobrado ninguna pieza, as, olvidndose de su promesa se dirigi al Norte.
Al principio no tuvo mejor suerte que en los dems puntos y ya se dispona a volver sobre
sus pasos cuando una hermosa cierva de cuernos de oro y cascos de plata, blanca como la
nieve y hermosa como una diosa, pas ante l, perdindose entre la enramada.
El Raj, a pesar de que slo haba visto un momento al hermoso animal, sintise invadido
de unos incontenibles deseos de poseerlo y enseguida orden a sus monteros que rodeasen
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Cuentos de la India Annimo
la espesura donde se haba refugiado, para poderlo cazar vivo. Se form el crculo y
cuando estaba a punto de cerrarse, apareci de nuevo la cierva, la cual, dando un salto,
pas por encima del monarca, sin que ste tuviera tiempo de cogerla, yendo a refugiarse en
las montaas.
Sin avisar a sus compaeros, el Raj pic espuelas y parti tras la cierva. Cabalg durante
varias horas, creyendo ver siempre a lo lejos la vaga sombra del animalito, y al fin, rendido
de cansancio y perdida ya la esperanza de alcanzarlo, detuvo su caballo ante una miserable
choza, en la cual entr para pedir un vaso de agua.
Una vieja sentada en una desvencijada silla contest a su peticin llamando a su hija, quien
sali de una habitacin interior de la choza, y result ser una joven muy bella, de cutis
como la leche y cabellos semejantes al oro, quedando el rey mudo de sorpresa al ver ten
hermosa joya en tan pobre morada.
La joven tendi una copa de agua al Raj, quien la apur con la mirada fija en ella,
quedando convencido de que no era otra que la cierva blanca que persiguiera hasta all.
La belleza de la muchacha hechiz al soberano, hacindole caer de rodillas a sus pies,
pidindole consintiera en ser su esposa. La joven solt una carcajada, diciendo que siete
esposas eran ms que suficientes para un Raj. Sin embargo, tanto implor el monarca, que
la muchacha dijo al fin:
- Perfectamente, traedme los ojos de las siete reinas y entonces tal vez crea en vuestras
declaraciones de amor.
Tan trastornado qued el Raj por la belleza de la joven, que sin vacilar un momento,
parti hacia su palacio y orden que fueran arrancados los ojos de las siete reinas, y con
ellos regres a la choza del barranco. La joven ri duramente al verlo, y atravesndolos
con un hilo los tir a su madre, diciendo:
- Tened, madre, guardadlos para haceros un collar con ellos, mientras yo estoy en palacio.
Enseguida acompa al enamorado Raj a sus dominios y se cas con l, acaparando para
ella los trajes, los aposentos, las joyas y los esclavos de las siete reinas.
Al poco tiempo las siete desventuras fueron encarceladas, pues su vista molestaba a la
nueva reina, y al poco tiempo la ms joven de ellas tuvo un hijo que despert las envidias
de las seis restantes. Sin embargo, poco despus todas queran con delirio al muchachito,
que era su nico consuelo, y cuando tuvo dos aos se encontr con siete madres a cual ms
amante. El nio se mostr pronto tan til, que las pobres prisioneras no hacan ms que
bendecir la hora de su nacimiento, pues desde aquel momento se haban terminado sus
pesares.
Cuando pudo empezar a caminar, el joven prncipe abri un agujero en la pared, agujero
que ensanch y alarg de tal manera que un da pudo abandonar la crcel, a la cual regres
al cabo de una hora cargado de dulces y golosinas, que dividi en partes iguales entre los
siete reinas.
A medida que fue hacindose mayor fue ensanchando el tnel y cada da sala dos o tres
veces en busca de alimentos para sus siete madres.
El medio de que se vala el joven para conseguir estos dulces y alimentos era su enorme
simpata, que haca que la gente le colmase de regalos que permitan a las siete reinas
seguir viviendo en su calabozo, cuando todo el mundo las supona muertas desde muchos
aos antes.
Cuando ya fue un hombrecito se hizo un arco y unas flechas y fue a cazar. Ello le llev
junto al palacio donde viva la bruja blanca, la cual con slo verle un momento descubri
que era el hijo del Raj, y su corazn se llen de odio, decidiendo matar, costara lo que
costara, al prncipe. Enseguida orden a un esclavo que le hiciera subir, y al tenerte en su
presencia, le pidi le vendiese uno de los pichones que haba matado.
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- No puede ser -contest el joven.- El pichn es para mis siete madres ciegas que viven en
la inmunda crcel y que moriran si yo no me cuidara de ellas.
- Pobrecitas! -exclam la bruja.- No te gustara devolverles la vista? Dame ese pichn y
yo te prometo indicarte dnde encontrars los ojos de tus madres.
Al or esto, el prncipe se alegr muchsimo, y enseguida regal el pichn que haba
cazado. La Ran guard el pichn y en un pedazo de papel escribi estas palabras:
"Mata enseguida al dador, y convierte su sangre en roco matutino."
Esta nota se la entreg al prncipe, dicindole que la llevase a su madre, la bruja, quien le
dara el collar de ojos que tena.
- No dejar de entregrtelo -aadi- si te enseas este papel.
El prncipe, que no haba podido asistir a la escuela, no saba leer ni escribir, y as no se
enter de la cruel maquinacin de la Ran. Despidise alegremente de ella y parti hacia la
cabaa.
En el curso del viaje lleg a un pas cuyos habitantes aparecan tan tristes que el prncipe
les pregunt que les ocurra. Le contestaron que era debido a que la nica del Raj se
negaba a casarse y por ello, cuando muriese el soberano, el pas se encontrara sin prncipe
heredero.
Aadieron los informadores que la princesa haba asegurado que slo se casara con el
prncipe que fuera hijo de siete madres. Desesperado el rey, orden que todo forastero que
llegara a la poblacin, fuera conducido ante la princesa. Por ello, a pesar de su impaciencia
por llegar donde se encontraban los ojos de sus madres, el prncipe fue conducido ante la
princesa, quien apenas lo vio enrojeci intensamente, y volvindose hacia el rey, le dijo:
- Padre mo, este es el hombre con quien quiero casarme.
J ams tan pocas palabras produjeron tanta alegra. Los habitantes del pas celebraron
grandes fiestas populares, pero el hijo de las siete reinas dijo que slo podra casarse
cuando hubiese recobrado los ojos de sus madres.
Al or esto, la princesa pidi a su amado que le ensease la carta de la reina, y como era
muy inteligente, enseguida comprendi el plan de la malvada bruja. Sin embargo, no dijo
nada, y encarg a sus esclavos que le dieran cuanto desease.
Mientras el joven prncipe se baaba en el estanque del palacio, la joven princesa cogi
otro papel e imitando la letra de la Ran, escribi en l lo siguiente:
"Cuida con todo cario de este muchacho y dale cuanto te pida."
Hecho esto, entreg la misiva al prncipe y rasg la verdadera.
El prncipe reanud su viaje y al poco tiempo lleg a la cabaa de la vieja bruja, quien hizo
una mueca de disgusto al leer la carta, y ms, cuando el muchacho le pidi el collar de
ojos.
Sin embargo se lo entreg, dicindole:
- Slo tengo trece ojos, pues la semana pasada perd uno.
El prncipe no se preocup por este detalle, pues estaba demasiado contento al pensar que
podra devolver la vista a sus siete madres.
Cuando lleg a la crcel donde le aguardaban las siete reinas, entreg un par de ojos a cada
una de las ms viejas, y a la joven, su madre, slo le dio uno, dicindole:
- Mamata, de ahora en adelante yo ser tu otro ojo.
Despus de esto, parti a casarse con la princesa, como haba prometido, mas al pasar ante
el blanco palacio de la Ran, vio unos pichones en el tejado y sin pensarlo un momento
dispar una flecha que hiri al ms hermoso de todos.
La Ran, oy silbar la flecha y se asom al balcn, viendo con profunda sorpresa que el
prncipe segua vivo.
Lanzando un grito de rabia llam a un esclavo y le orden que hiciera subir al joven, y
cuando le tuvo en su presencia le pregunt cmo haba vuelto tan pronto. El joven le
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explic lo ocurrido, y la rabia de la hechicera no conoci lmite. No obstante, fingi estar
satisfechsima con el xito, y le dijo que si le regalaba aquel otro pichn, le dara la
hermosa vaca de J ogi, cuya leche mana sin cesar durante el da.
El prncipe acept encantado el cambio y la Ran le dio otro mensaje para su madre,
diciendo que le entregara la vaca, pero en realidad, la carta deca lo siguiente:
"Mata al dador y convierte su sangre en roco matutino."
Pero no contaba la maga con la princesa, quien al preguntar a su futuro marido el motivo
de su tardanza, se enter de lo que le haba dicho la Ran, y del contenido de su carta.
Como haba hecho la vez anterior, la princesa cambi la carta, y as, cuando el joven lleg
a casa de la bruja, sta se vio obligada a entregarle la hermosa vaca que da leche siempre.
El prncipe, pensando slo en sus madres, se apresur a llevarles la vaca, que con su leche,
les asegur el alimento para muchos das.
Como era tanta la leche que daba el animal, las siete reinas empezaron a hacer quesos y
requesn, que vendieron ms barato que nadie, consiguiendo en poco tiempo una bonita
fortuna.
Viendo que sus madres estaban ya en situacin desahogada, el prncipe decidi regresar
junto a su amada princesa, pero al pasar junto al palacio del Raj, no pudo resistir la
tentacin de tirar unas flechas contra los pichones.
Uno de ellos cay muerto ante la ventana de la Ran, quien se asom a ver lo que ocurra, y
con profundo asombro e indignacin, vio todava vivo al odiado prncipe.
Otra vez envi por l y cuando lo tuvo en su presencia, le pregunt cmo haba regresado
tan pronto y al enterarse de lo bien que le haba recibido la bruja, y de que le entreg la
vaca que siempre da leche, estuvo a punto de desmayarse de rabia, mas consigui
dominarse, y le dijo que si le daba aquel pichn, ella le entregara el grano de trigo del
milln de espigas, que germinan en una noche.
El prncipe acept encantado, y a cambio del ave recibi una carta para la bruja, concebida
en los siguientes trminos:
"No faltes esta vez. Mata al dador y convierte su sangre en roco matutino."
Como las veces anteriores, la princesa cambi la carta, y la bruja, a pesar del disgusto que
tal accin le produca, entreg al joven el grano de trigo del milln de espigas, que
germinan en una noche.
Con esto en su poder, el prncipe se convirti en el mayor cosechero de trigo del pas, y en
pocos meses fue el hombre ms rico de la India. A su fortuna se aadi la de su esposa,
quien enterada de la historia de su marido y conocedora por las siete reinas del
comportamiento del Raj, hizo construir un palacio exactamente igual al del monarca, y un
da le invit a comer en l.
El Raj, que haba odo hablar mucho de las riquezas del hijo de las siete reinas, acept la
invitacin, y su asombro no tuvo lmites cuando al entrar en el palacio, vio que era
exactamente igual al suyo.
Sin embargo, su asombro fue an mayor al ver a las siete reinas, vestidas como convena a
su clase, y en quienes reconoci a sus siete primeras esposas.
La princesa, arrojse a los pies del Raj, y le explic toda la verdad de lo ocurrido. El
soberano qued muy apesadumbrado por su comportamiento y decidido a repararlo en lo
posible, hizo prender a la Ran, y la conden a morir en la hoguera.
Dicen las crnicas que al consumirse la hoguera, de las cenizas sali un inmundo gusano,
que fue aplastado por el Sumo Sacerdote, quien reconoci en l el alma de la hechicera.
En cuanto a las siete reinas, regresaron a su palacio, y pasaron felizmente el resto de sus
vidas, mientras su hijo gobernaba con gran acierto sus dominios, en los que jams falt el
pan a nadie.
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El Raj Rasalu
rase una vez una gran Raj llamado Salabam, casado con una princesa llamada Lona, que
a pesar de las muchas lgrimas derramadas, jams haba podido tener un hijo. Al fin, una
noche un ngel le dijo que sus deseos se veran cumplidos.
Cuando naci el hijo, la reina suplic a tres yoguis que fueron a pedir limosna a las puertas
del palacio, que le dijeran cul sera la suerte de su hijo, a quien an no haba visto.
- Tu hijo, hermosa reina, ser un gran hombre -dijo el ms joven de los tres.- Pero es
necesario que durante doce aos ni t ni el Raj le miris el rostro, pues entonces morirais
sin remedio. Tambin es importante que no vea la luz del sol, y como ahora es de noche,
haz que antes de que amanezca lo bajen a una cueva oscura, de donde no deber salir en
doce aos. Transcurrido este tiempo ordena que lo baen en el ro y que le pongan los ms
hermosos vestidos y que lo lleven a tu presencia. Su nombre ser el de Raj Rasalu, y se le
conocer en todo el mundo.
Despus de or esto, los soberanos ordenaron que su hijo fuera conducido a la ms oscura
cueva del palacio, donde le dejaron con un potro recin nacido, una espada, las espuelas y
una coraza. Tambin le dejaron al cuidado de numerosas esclavas y profesores, para que le
ensearan cuanto un prncipe debe saber. Hecho esto, los padres se dispusieron a aguardar
pacientemente el curso de los doce aos.
El joven creci jugando con su potro y charlando con un hermoso loro, mientras las
esclavas y los profesores le enseaban cuanto deba conocer.
Pasaron once aos, y el prncipe empez a cansarse de su encierro. Quera conocer lo que
haba en el mundo, y as un da, aprovechando un descuido de sus vigilantes, ensill el
potro, cogi el loro y a toda velocidad sali del palacio.
Al llegar al ro se ba en l. Mont de nuevo en su potro y se dispuso a correr las ms
fantsticas aventuras.
A los pocos momentos el prncipe se cruz con un grupo de mujeres que volvan de la
fuente, llevando sobre la cabeza unos cntaros llenos de agua.
Divertido por el espectculo, el joven cogi unas piedras y se las tir a las mujeres,
rompiendo los cntaros y mojando a las que los llevaban.
Las mujeres fueron a quejarse al Raj, dicindole:
- Un joven prncipe que cabalgaba en un potro muy hermoso y que iba cubierto con una
brillante armadura, se ha cruzado con nosotros y nos ha roto nuestros cntaros.
Al or la descripcin que hacan del prncipe, el Raj comprendi enseguida que se trataba
de su hijo, que haba abandonado su encierro antes de cumplir el plazo fijado por el yogui.
Como tema que de mirarle el rostro, muriese, dijo a las mujeres que tomaran con calma lo
ocurrido, y para acabar de tranquilizarlas, les regal unos hermosos cntaros de cobre.
Ocurri, sin embargo, que el prncipe no se haba alejado del lugar, y al ver a las mujeres
con sus cntaros de cobre, cogi el arco que penda junto al arzn y dispar una serie de
flechas que agujerearon los recipientes, mojando de nuevo a las mujeres.
Tampoco esta vez envi el Raj sus soldados para que prendiesen al prncipe Rasalu, pero
ste, convencido de que era el ms valiente del mundo, se dirigi a palacio y penetr hasta
la sala del trono, donde su padre, al enterarse de que llegaba, ocult la cara entre las
manos, y no quiso mirarle, por temor a perder la vida.
- He venido a saludarte, Raj, no a hacerte dao -dijo el prncipe, riendo despectivo al ver
el miedo del monarca.- Qu te he hecho para que no quieras mirarme?
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Despus de esto, el prncipe abandon la sala. Iba lleno de ira y amargura, y slo al pasar
bajo las ventanas de las habitaciones de su madre, y orla llorar se calm un poco. Padre y
madre era algo que l jams haba conocido.
- Por qu lloras, hermosa reina? -pregunt.
- Lloro por el hijo que no puedo ver -contest la soberana.- T, que eres hermoso y
valiente, ve por el mundo, que se rendir sumiso a tus pies.
Al or estas palabras, el Raj Rasalu se sinti muy animado y decidi ir en busca de fortuna
y honores.
Mont en su caballo Baunr y cogiendo su loro parti al galope, dejando tras l una densa
nube de polvo, que fue lo nico que de l vio la reina Lona.
Rasalu cabalg horas y horas, hasta que lleg la noche, que le sorprendi en pleno
descampado. Con la noche lleg una terrible tempestad de lluvia, y el Raj se vio obligado
a buscar refugio en una tumba, donde reposaba un cadver decapitado.
El lugar no era muy bueno, mas a falta de otro mejor, Rasalu se conform con l y al ver al
cadver, lo salud con estas palabras:
- Descansa en paz, hermano.
- La paz sea contigo -replic el cadver, levantndose y yendo a sentarse junto al prncipe.
- Cules son tus penas? -pregunt Rasalu.
- Slo tengo una, pero es muy grande. Aqu donde me ves soy el hermano del Raj Sarcap,
quien un da me mand decapitar.
- Es posible que te hiciese decapitar tu propio hermano? Qu clase de hombre es?
- Es muy malo y slo tiene una pasin que es la de hacer decapitar cada da a dos o tres
personas con quienes antes ha jugado a los dados. Un da, no encontr nadie que se
prestara a jugar y me invit a m. Fui tan loco que acept, confiando que al ser su hermano
no se atrevera a hacer conmigo lo que haba hecho con otros, pero me equivoqu, y ste es
el motivo de que me encuentres aqu.
- A m tambin me gusta jugar a los dados -dijo Rasalu.- En cuanto amanezca ir a ver a tu
hermano y le propondr jugar una partida.
- No hagas tal, pues lo primero que te dir es que apuestes tu cabeza.
- Y qu? Si le gano me tendr que dar la suya.
- Desde luego, pero es que no le ganars. Nadie puede ganarle, pues posee unos dados
mgicos y un ratn encantado, que le permiten ganar siempre.
- Es igual, lo intentar.
- Entonces, antes de marcharte coge unos huesos mos y hazte con ellos uno dados. Slo
as podrs vencer.
Raj Rasalu hizo lo que le indicaba el cadver y ayudado por ste pronto tuvo dos dados
magnficos, que guard en un bolsillo. Despus se despidi de su compaero, y como
haba ya amanecido parti hacia el reino de Sarcap.
Tres das tard en llegar, y al atravesar la puerta abierta en la muralla de la poblacin, lo
primero que vio fue un enorme cartel que deca as:
"EL RAJ SARCAP RETA A TODO AQUEL QUE ENTRE EN ESTA
CIUDAD A J UGAR TRES PARTIDAS DE DADOS, EN LAS CUALES
APOSTAR: SU REINO; SUS RIQUEZAS Y POR LTIMO SU
CABEZA."
Despus de leer esto, Rasalu pregunt por el palacio del Raj y al llegar a l vio con
profunda indignacin que dos criados se disponan a matar los gatitos que acababa de tener
una hermosa gata blanca.
- Soltad esos animales! -grit, echando mano a su espada.
Los criados obedecieron aterrorizados y el Raj devolvi los gatitos a su madre. Esta,
llorando de agradecimiento, le dijo:
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- J ams podr pagarte lo que has hecho por m, sin embargo, coge uno de mis hijos y
llvalo contigo. Quiz pueda serte til.
Rasalu dio las gracias y se meti el gatito en el bolsillo, junto con los dados mgicos.
Al decir a los criados del Raj Sarcap que llegaba dispuesto a jugar con l a los dados,
todos le miraron entristecidos, pues saban que sera vencido y su cabeza ira a aumentar la
coleccin que tena formada el Raj. Algunos intentaron disuadirle, pero l no les hizo
caso e insisti en jugar con Sarcap.
El monarca era un hombre muy viejo, y al enterarse de que acababa de llegar un Raj que
estaba dispuesto a luchar con l, su mirada se anim e inmediatamente dispuso se celebrase
una gran fiesta en honor de su visitante.
Cuando Rasalu lleg ante el Raj Sarcap, ste se hallaba rodeado de hermosas danzarinas,
cuyos encantos estaban dispuestos para que l no prestase atencin al juego y perdiera con
ms facilidad su dinero y su cabeza.
- Qu apuestas t contra mi reino, mis riquezas y mi cabeza? -pregunt Sarcap a Rasalu.
- Contra tu reino apostar m armadura; contra tus riquezas, mi caballo; y contra tu cabeza,
la ma. Ests conforme?
- Conforme -contest Sarcap, al mismo tiempo que haca una seal para que empezase la
msica y el baile.
Era tan bello el baile, y tan hermosas las bailarinas, que Rasalu se olvid de sacar sus
dados y jug la primera partida con los dados de Sarcap. Este adems se hacia acompaar
del ratn encantado, con cuya ayuda, era completamente invencible.
El joven perdi su armadura, y al poco rato perdi tambin su caballo.
Cuando se dispona a tirar por tercera vez los dados, not que el gatito se mova en el
bolsillo y esto le record los dados que le diera el hermano de Sarcap, Sac, pues al gatito,
que dej en el suelo y cogiendo sus dados, dijo:
- Hasta ahora hemos jugado con tus dados, Raj Sarcap; en adelante jugaremos con los
mos.
Sarcap no se atrevi a protestar, y como an contaba con la ayuda del ratoncito encantado,
acept. No contaba, sin embargo, con el gatito, quien al ver al ratn se lanz sobre l y le
hizo huir por una ventana.
Rasalu tir los dados y venci a su contrincante, recuperando su caballo, que se puso muy
contento al verse de nuevo con su amo. Recuper despus sus armas y por fin, gan la
cabeza de Sarcap, y antes de que ste pudiera evitarlo, se puso en pie y de un seguro
sablazo, le decapit, entrando enseguida en posesin de su reino y riquezas. Y como el
Raj Sarcap tena una hija muy hermosa, el joven la tom por esposa, aunque retrasando el
matrimonio hasta doce aos ms tarde.
Y como los estados del muerto eran enormes, ya que haba ganado muchos jugando a los
dados, el Raj Rasalu fue el ms poderoso monarca de la India, y su reino, el ms brillante
de todos, destacndose por su justicia y bondad.
El asno con la piel de len
Cuando Bramadatta reinaba en Benars, haba un viejo mercader que viajaba de pueblo en
pueblo, llevando sus mercancas a lomos de un asno. Este mercader se vala de un
ingenioso ardid para alimentar a su burro. Tan pronto como llegaba a un pueblo, lo
descargaba y lo cubra enseguida con una piel de len; luego lo soltaba en un campo de
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arroz o alfalfa. El asno coma hasta hincharse y los dueos de los campos no se atrevan a
echarle, ya que crean que se trataba de un len verdadero.
Un da el mercader lleg a un pueblo, y como haba hecho en los otros, solt al asno en un
campo de verde alfalfa. El dueo, al ver lo que l supona un len huy, aterrorizado, al
pueblo, y cont a sus convecinos lo que estaba ocurriendo. Sin vacilar un momento, todos
se armaron hasta los dientes y corrieron al encuentro del falso len.
Este, al ver acercarse a tanta gente lanz un sonoro rebuzno que descubri a los
campesinos su disfraz, y que tuvo adems por consecuencia irritarlos mucho ms. En un
momento cayeron todos sobre l y lo molieron a palos de tal manera, que cuando al fin el
mercader logr rescatarlo, estaba moribundo.
El hombre se tir de los pelos al ver que por su avaricia haba perdido a un compaero fiel
y til, y mientras el pollino mora, el viejo iba diciendo:
- No es la piel lo que hace temible al len.
El campesino y el prestamista
Un honrado campesino de la regin de Benars, hallbase en las garras de un malvado
prestamista. Tanto si la cosecha era buena como si era mala, el pobre hombre estaba
siempre sin un cntimo. Al fin, un da, cuando ya no le qued absolutamente nada, fue a
ver al usurero y le dijo:
- Es imposible sacar agua de una piedra y como de m ya no podris conseguir ms dinero,
pues no lo tengo, os ruego me expliquis el secreto de hacerse rico.
- Amigo mo, Rama es quien concede las riquezas -contest piadosamente el hombre.-
Pregntale a l.
- Muchas gracias; lo har -respondi el sencillo campesino.
En cuanto lleg a su casa apresurse a preparar tres pasteles redondos. Una vez hecho esto,
parti en busca de Rama.
Ante todo fue a ver a un bracmn y, entregndole un pastel, le rog le ensease el camino
para llegar hasta Rama. Pero el bracmn limitse a tomar la golosina y a seguir su camino
sin pronunciar una sola palabra.
Poco despus nuestro protagonista encontrse con un yogui a quien dio otro de los
pasteles, sin recibir, en cambio la menor informacin. Por fin, tras mucho caminar, lleg
junto a un viejo mendigo, que descansaba bajo un rbol, y, como viese que estaba
hambriento, le dio el ltimo pastel. Despus sentse a su lado y entabl conversacin.
- A dnde vais? -pregunt el pobre al cabo de un rato.
- El camino que se abre ante m es muy largo -contest el campesino.- Voy en busca de
Rama. Supongo que vos no podris indicarme hacia dnde debo dirigir mis pasos,
verdad?
El anciano sonri apaciblemente, replicando:
- Tal vez pueda ayudarte. Yo soy Rama, Qu deseas de m?
El campesino prosternse ante Dios y le explic sus desventuras y deseos. Despus de
escucharle, Rama le entreg una caracola marina, ensendole a hacerla sonar de una
manera especial.
- Cuando desees una cosa -dijo- no tienes ms que soplar dentro de esta caracola, en la
forma que te he enseado a hacerlo, y tu deseo se ver cumplido inmediatamente. Sin
embargo ten cuidado con ese prestamista de quien me has hablado, pues ni siquiera la
magia puede escapar a sus maquinaciones.
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El campesino se despidi del Dios y regres contento a su pueblo. El usurero not en
seguida su buen humor y se dijo:
- Ese estpido debe de haber sido favorecido con algn don muy grande; de lo contrario no
estara tan satisfecho.
Sin perder un minuto corri a casa del labrador y le felicit por su buena fortuna,
pretendiendo estar enterado de todo. Tan hbil fue que, al poco rato, el campesino le cont
todo su historia, a excepcin del mgico poder de la caracola, pues, a pesar de su sencillez,
no era tan tonto como crea el otro.
Sin embargo, el prestamista no era hombre que se dejase vencer con facilidad, y
comprendiendo que la caracola tena propiedades mgicas, decidi apoderarse de ella, ya
fuera legal o ilegalmente.
As, aguard una ocasin propicia y la rob.
Pero como ignoraba el secreto del talismn, lo nico que logr fue enronquecer de tanto
soplar, y al fin tuvo que decirse que haba hecho un mal negocio al robar una cosa tan
intil
Durante varios das trat de encontrar una solucin a aquel problema, y al fin la hall.
Cogi la caracola y dirigise a casa del campesino, a quien dijo:
- Tengo en mi poder el talismn que te entreg Rama. No puedo utilizarlo, pues
desconozco su secreto. Sin embargo t tampoco puedes hacer uso de l, pues no la tienes.
A pesar de todo estoy dispuesto a hacer un trato contigo: te devolver la caracola y jams
me interpondr en tu camino, pero has de aceptar mis condiciones. Todo lo que t obtengas
he de obtenerlo yo al mismo tiempo, por duplicado.
- De ninguna manera! -protest el campesino.- Eso significara ponerme de nuevo en tus
manos.
- No seas tonto -replic el prestamista.- No comprendes que t no pierdes nada? Qu te
importa que yo gane veinte si t slo deseas ganar diez. Tus deseos sern siempre
cumplidos y, por lo tanto, tendrs cuanto ambiciones.
Aunque lamentando ser de alguna utilidad al avaro, el campesino comprendi que no le
quedaba ms remedio que ceder, y acept la proposicin del ladrn de su caracola. Desde
aquel momento todo cuanto obtena era conseguido al mismo tiempo, pero por partida
doble, por el prestamista, y este pensamiento no se apartaba ni de noche ni de da de la
mente del aldeano.
A todo esto, lleg un verano muy seco, tan seco, que las mieses del campesino se moran
por falta de agua. Por fin, un da, cogi la caracola y despus de pedir un pozo, sopl en
ella. Inmediatamente apareci uno en la puerta de su casa, pero tambin en el mismo
instante aparecieron dos ante la morada del usurero.
Esto era ya demasiado para el labrador! Inmediatamente decidi terminar de una vez con
aquel hombre. De pronto tuvo una idea, y cogiendo el talismn, pidi a Rama que le dejase
tuerto.
Formulado este deseo hizo sonar la caracola, y al momento perdi un ojo.
En el mismo instante, el prestamista, que estaba contemplando los dos pozos que acababan
de aparecer ante su puerta, sinti un vivo dolor en los ojos y se qued ciego. Llam a voces
a sus criados que no acudieron, y al querer entrar en su casa tropez con el pretil de uno de
los pozos, cayendo dentro y ahogndose.
Este relato demuestra que un campesino logr vencer a un prestamista, aunque perdiendo
un ojo, lo cual es un precio bastante elevado.
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El prncipe y el fakir
rase una vez un monarca que no tena hijos. En vista de ello decidi un da tenderse en el
cruce de cuatro caminos, a fin de que cuantos pasaran tuvieran forzosamente que verle. Al
cabo de mucho rato, acert a pasar un fakir, quien al ver al rey le pregunt:
- Qu haces aqu?
- Ms de cien hombres han pasado sin preguntarme nada; imtales t y sigue adelante -
contest el soberano.
- Quin eres? -insisti el fakir.
- Soy un rey. No me faltan bienes materiales ni dinero, pero he vivido largos aos y an no
ha alegrado mi vida la risa de un hijo de mi sangre. Por eso he venido a tenderme en el
cruce de estos caminos. Mis pecados deben de ser muchos y necesitan sin duda una larga
expiacin. He escogido esta penitencia con la esperanza de que Dios se apiadar al fin de
m y me conceder lo que tanto ambiciono.
- Qu me daras si tuvieses un hijo? -pregunt el fakir.
- Cuanto me pidieras -contest el rey.
- No necesito oro ni joyas. Voy a rezar una oracin y tendrs dos hijos. Uno de ellos ha de
ser para m.
Dicho esto, el viejo sac dos pastelillos, que entreg al rey, dicindole:
- Haz comer estos pasteles a dos de tus esposas, y dentro de poco tendrs lo que deseas.
El rey cogi los pastelillos y los guard junto al corazn. Luego se despidi del fakir, a
quien dio las gracias.
- Dentro de un ao volver a verte -dijo el viejo.- Recuerda que, de los dos hijos que
nacern, uno es mo.
- Desde luego -asinti el rey.
Los dos hombres se separaron.
El rey se fue a palacio y sigui las instrucciones recibidas. Al poco tiempo nacan dos
hermosos nios. Temeroso de perderlos, el soberano los encerr en un pozo, y cuando
lleg el fakir le ense los hijos de una esclava.
- Son stos tus hijos? -pregunt el fakir.
- S.
- Bien, me corresponde uno. Te ruego que hagas traer unas parrillas, pues deseo asarlo para
comrmelo aqu mismo.
El rey se dispuso a dar la orden, pero el fakir le ataj, dicindole:
- Tu boca ha faltado a la verdad! Esos no son tus hijos. Si lo fueran, no permitirais que
me comiese a uno de ellos. Haz que me traigan enseguida a tus verdaderos hijos, o de lo
contrario, morirn los dos.
El rey derram abundantes lgrimas, pues adoraba a sus pequeos, pero como haba
prometido entregar uno al fakir, orden que los trajesen.
El viejo los examin atentamente y al fin escogi al ms hermoso.
Quince aos pas el prncipe al lado del fakir, quien le ense cuanto saba. Indicle la
manera de hacer oro y piedras preciosas; de convertir el agua en vino, las piedras en pan,
los perros en hombres, las hormigas en camellos y los hombres en rboles. Cuando el viejo
muri, el prncipe no ignoraba nada de cuanto saben los hombres sabios de la India, y con
sus conocimientos, parti dispuesto a ver el mundo y sus maravillas.
Al poco tiempo lleg a la capital de un pas sitiado por un ejrcito invasor. El prncipe
entr en la ciudad, cuyos habitantes estaban a punto de morir de hambre. Los mismos
perros, a los cuales nadie tocaba, pues su religin les prohiba matar animales, estaban en
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los huesos. Al ver al joven, todos se echaron a llorar, pues su llegada, aparte de no
ayudarles materialmente, iba a ser perjudicial, pues habra que alimentarle.
- Quin gobierna este pueblo? -pregunt el prncipe a un viejo guerrero.
- La princesa J ali. Su padre muri al principio de la guerra, y ella ha sostenido toda la
campaa. Pero ya estamos a punto de ser vencidos, y nuestra soberana tendr que casarse
con el rey de nuestros enemigos.
- Condceme a presencia de la princesa. Quiero ayudarla.
El guerrero obedeci la orden del para l hombre santo, ya que ignoraba que era un
prncipe, y a los pocos minutos llegaban hasta la princesa J ali.
Ni en sueos haba visto el prncipe una mujer ms hermosa. Tena quince aos, y su
belleza no era comparable a ninguna otra.
- Qu deseas, hombre santo? -pregunt al que ella supona un fakir.
- Quiero ayudarte, hermosa princesa.
- Y cmo vas a ayudarme, si ya nada puede hacerse? Has entrado en esta ciudad, porque
eres fakir y los sitiadores no se han atrevido a tocarte, pero no me queda ya ningn amigo
de quien pueda esperar socorros, y hoy he repartido los ltimos panes que nos quedaban.
- Haz que me traigan cien mil piedras -dijo el prncipe.
Extraada, la princesa obedeci. Cuando el joven tuvo ante l las piedras pedidas,
murmur un encantamiento, y rocindolas con agua sagrada, las convirti en pan.
- Ahora manda traer mil jarros llenos de agua -pidi.
Al presentarle los jarros, el prncipe murmur otras palabras, y el agua qued convertida en
vino.
Con estos alimentos, los guerreros y el pueblo pudieron saciar su hambre, y reunidos todos
ante el palacio, aclamaron al fakir que acababa de salvarles de una muerte cierta.
Ordena que traigan cien mil hormigas y quinientos mil perros -solicit a continuacin el
joven.
La princesa transmiti la orden, y al momento todo el pueblo parti en busca de los perros
y de las hormigas, que, tras unas palabras mgicas, fueron convertidos en hombres y en
caballos.
Con este enorme ejrcito, el prncipe pudo derrotar fcilmente a las huestes del enemigo de
la soberana, a quien l mismo cort la cabeza.
- Qu har ahora con esos quinientos mil soldados? -pregunt J ali, cuando la batalla hubo
terminado.- Mi reino es demasiado pequeo para ellos, y seguramente morirn de hambre.
- No te preocupes, hermosa princesa -replic el prncipe.- He visto que las huestes
invasoras asolaron por completo el pas, dejndolo sin un rbol frutal; para remediar ese
desastre convertir a los soldados en rboles y los caballos podrs regalrselos a tus
sbditos para que labren sus campos.
As lo hizo, y desde entonces el reino de la princesa J ali es el que tiene los rboles ms
hermosos de toda la India.
En cuanto al prncipe, se cas con la princesa, despus de descubrir su verdadera
personalidad, y fue muy feliz gobernando los dominios de su esposa.
Y refieren las crnicas que jams falt el pan en el pas. Tambin dicen que el oro y las
piedras preciosas que el prncipe regal a su esposa, abultaban tanto, que fue preciso
construir un palacio de mrmol para guardar en l la fortuna inmensa que representaban.
Por qu se ri el pez
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En el momento en que una pescadora anunciaba su mercanca ante el palacio del Raj, la
Ran sali a un balcn y le pidi que subiera a mostrarle lo que tena. En este momento un
pescado dio un salto, mostrando su plateado vientre.
- Es macho o hembra? -pregunt la Ran.- Quiero comprar una hembra.
Al or esto, el pescado solt una ruidosa carcajada.
- Es macho -contest la pescadora, que sigui voceando lo que venda.
La Ran, muy furiosa, fue a encerrarse en su cuarto, y al llegar el Raj y verla tan
enfurecida, le pregunt qu le ocurra.
- Ests enferma? -inquiri.
- No; pero estoy muy disgustada por lo que ha hecho un pescado. Una pescadora pas
delante de palacio y al preguntarle yo si el pescado que acababa de soltar era macho o
hembra, el pescado solt una carcajada.
- Que un pez se ha redo? -pregunt asombradsimo el Raj.- Eso es completamente
imposible!
- No estoy loca! Digo lo que he visto con mis propios ojos, y odo con mis propias orejas.
- Pues es muy extrao. Har averiguaciones.
A la maana siguiente, el Raj cont a su Gran Visir lo que le haba ocurrido a su esposa, y
le orden que investigase hasta descubrir la verdad de todo ello. De no hacerlo as antes de
seis meses, le hara decapitar.
El Visir prometi hacerlo, aunque de antemano se daba por vencido. Cinco meses de
intenso trabajo no dieron el menor resultado, y nadie pudo explicar el motivo de la risa del
pescado.
Comprendiendo que nada podra salvarle de la muerte, pues ni los ms sabios podan hallar
solucin lgica al problema, el Visir lo prepar todo para su muerte, diciendo antes a su
hijo que marchase a recorrer el mundo, en espera de que la clera del Raj se calmara.
El joven se despidi de su padre, y un mes antes de que terminase el plazo dado por el
soberano, se march sin rumbo fijo, confiando que el Destino guiara sus pasos.
Al cabo de unos das de marcha se encontr con un campesino que tambin iba de viaje.
Como el hombre le fue simptico, le pidi si le permita acompaarle. El campesino acept
de buen grado, y los dos viajaron juntos en buena armona.
Al cabo de un rato, el joven dijo al viejo:
- No cree que si de vez en cuando nos ayudsemos, el viaje sera ms distrado?
"Este hombre est loco!", pens el campesino.
Poco despus, pasaron junto a un campo de trigo, a punto de ser segado, y el hijo del Visir
pregunt a su compaero:
- Est comido o no ese trigo?
No sabiendo qu contestar a la extraa pregunta, el campesino se limit a decir que no lo
saba.
Pasaron las horas y los dos amigos llegaron a un pueblo. El joven sac un afilado cuchillo
y entregndoselo al campesino, le dijo:
- Amigo, ve a comprar con esto dos hermosos caballos, pero no olvides de devolvrmelo,
pues lo aprecio mucho.
Entre irritado y divertido, el viejo rechaz el cuchillo, refunfuando que o bien su
compaero estaba loco o trataba de parecerlo.
El hijo del Visir hizo ver que no oa las palabras del campesino y entr en el pueblo,
pasado el cual se encontraba la casa de su compaero. Mientras cruzaban el mercado, que
se hallaba muy concurrido, nadie les ofreci cosa alguno, ni les invit a descansar.
- Qu cementerio ms enorme! -exclam el joven.
"Por qu llamar cementerio a una poblacin tan populosa?", se pregunt el campesino.
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Al salir de la ciudad, pasaron junto a un cementerio, donde varias personas rezaban por las
almas de sus muertos y repartan limosnas y comida a cuantos pasaban por all.
- Qu ciudad ms esplndida! -exclam el hijo del Visir.
"No cabe duda de que est loco!", pens el viejo. "Veremos qu har ahora. Sin duda
llamar agua a la tierra, y tierra al agua. A la sombra la calificar de luz, y a luz de
sombra."
En esto llegaron junto a un ro, que era necesario vadear. El campesino quitse los zapatos
y lo cruz, pero el joven se meti en el agua sin quitarse los zapatos.
"En mi vida haba visto loco mayor!", se dijo el campesino.
Sin embargo, como el joven le era simptico, pens que distraera a su esposa y a su hija, y
le dijo que se hospedara en su casa todo el tiempo que pensase estar en el pueblo.
- Muchas gracias -contest el hijo del Visir.- Pero antes quisiera preguntarle si los
cimientos de su casa son lo bastante fuertes.
El campesino levant las manos al cielo y entr en su casa riendo a mandbula batiente.
- He trado a un amigo que est loco de remate -explic a su mujer y a su hija, que haban
salido a recibirle.- Fijaos cmo estar, que antes de aceptar mi hospitalidad me ha
preguntado si los cimientos de mi casa son lo bastante slidas.
- Pap, ese hombre no est loco -dijo la hija, que era una muchacha muy lista.- Si te ha
preguntado eso ha sido para saber si podas hospedarle sin perjuicio. Mejor dicho, si tu
fortuna te permita tener un husped.
- Ya comprendo! -exclam asombrado el campesino.- Quiz puedas ayudarme a descifrar
otros enigmas. Al principio de nuestro viaje, me dijo que si nos ayudsemos mutuamente,
el camino sera ms divertido.
- Es muy sencillo -contest la joven.- Lo que tu compaero quera decir es que si ambos os
hubieseis contado historias, el camino se habra hecho ms fcil.
- Tienes razn! Bien; quiz puedas descifrar este otro enigma. Al pasar junto a un campo
de trigo, me pregunt si el grano estara ya comido o no.
- Y no comprendiste lo que quera decir? Pues es muy sencillo: deseaba saber si el
propietario de aquel campo deba dinero a alguien, en cuyo caso el producto de la venta del
trigo ira a parar a manos de sus acreedores, lo cual sera lo mismo que si ya estuviera
comido.
- Maravilloso! Te voy a contar otro: al entrar en un pueblecito, me dio su cuchillo y me
encarg que adquiriese dos buenos caballos, pero advirtindome que le devolviera el
cuchillo.
- No son dos buenos palos una ayuda excelente para caminar? No podra llamrseles
caballos del pobre? Al darte el cuchillo te indic que cortases dos palos, debiendo ir con
cuidado.
- Magnfico! Pues bien, al entrar en la poblacin nadie nos invit a refrescar ni a
sentarnos, en cambio al pasar junto al cementerio los que all oraban nos dieron refrescos y
dulces. Mi compaero llam cementerio a la ciudad y ciudad al cementerio.
- Esto tambin es sencillsimo, padre mo. Por ciudad se entiende el lugar donde puede
adquirirse todo. En cambio, a la gente que no practica la hospitalidad se la considera peor
que muerta. Aunque llena de seres vivos, la ciudad os result a vosotros peor que un
cementerio, en cambio, en el cementerio, morada de los muertos, encontrasteis la caridad y
el amor.
- Es verdad! -exclam el asombrado campesino.- Te voy a contar lo ltimo que hizo. Al
llegar junto al ro, en vez de quitarse los zapatos entr con ellos en el agua.
- Admiro su sabidura -replic la joven.- Muchos veces me he dicho que la gente es
estpida al quitarse los zapatos y cruzar descalza la corriente, sembrada de agudos
guijarros. Infinidad de veces he visto que a causa del dolor producido al pisar uno de esas
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piedras, la persona que cruzaba el ro caa dentro de l, y por no mojarse los zapatos se
mojaba todo el cuerpo. Ese amigo tuyo es un hombre sabio. Me gustara verle y hablar con
l.
- Saldr inmediatamente a decirle que entre.
- Antes advirtele que los cimientos de nuestra casa son muy fuertes. Enseguida le enviar
un regalo para que comprenda que somos lo bastante ricos para darle hospedaje.
Dicho esto, la joven llam a un criado y lo envi al visitante con un obsequio, compuesto
de una taza de aceite dulce, doce pasteles, una jarra de leche y el siguiente mensaje:
"La luna es llena; doce meses hacen un ao; el mar rebosa agua."
Por el camino, el criado encontr a un hijo suyo, quien al ver lo que su padre llevaba le
pidi un poco, y el servidor fue lo bastante loco para drselo. Cuando encontr al joven le
dio lo que le quedaba del regalo, y el mensaje. El hijo del Visir lo acept, diciendo:
- Vuelve junto a tu ama y dile que la luna est en cuarto menguante; el ao slo tiene once
meses; y la marea es descendente.
No comprendiendo el significado del mensaje, el criado volvi junto a su ama para
comunicrselo. La joven se dio cuento en seguida de lo que haba ocurrido y castig
severamente al ladrn.
El hijo del Visir fue recibido en la casa con todas las atenciones y cuidados, y al fin de la
magnfica comida que le sirvieron, cont la historia del pescado que se haba redo.
- La risa del pescado significa que en palacio hay un hombre que quiere matar al Raj -dijo
la hija del campesino.
- Magnfico! -exclam entusiasmado el joven.- Volvamos corriendo a mi pas a fin de
salvar la vida de mi padre, y al Raj de todo peligro.
Al da siguiente el joven parti acompaado de la muchacha, y al llegar a su casa contaron
al Visir el motivo de la risa del pescado. El pobre hombre, que estaba casi muerto de
miedo, corri enseguida a las habitaciones del Raj, a quien repiti lo que le haban dicho.
- Es imposible! -exclam el monarca.
- Es la pura verdad. Y para demostraros que no miento, haremos una prueba. Servos
llamar a todas vuestras esclavas, y haced que salten por turno el ancho de una alfombra.
Pronto descubriremos si hay un hombre entre ellas.
As se hizo y de todas las esclavas, slo una consigui saltar por encima de la alfombra.
Esta esclava result ser un hombre, que al momento fue decapitado ante el Raj.
Y as qued satisfecha la Ran, contento el Raj, y con vida el Gran Visir.
En cuanto a su hijo, al poco tiempo se cas con la hija del campesino, y dicen las crnicas
que fueron el matrimonio ms feliz de aquel reino.
De la comida que celebraron el
Sol, la Luna y el Viento
Un da, el Sol, la Luna y el Viento fueron a comer con sus tos el Trueno y el Relmpago.
Su madre, una de las ms brillantes estrellas del firmamento, esperaba sola su regreso.
El Viento y el Sol eran muy glotones y se lo comieron todo, sin guardar nada para su
madre. Pero la suave Luna no se olvid de ella. De cada cosa que le servan guardaba un
poco en las hermosas uas de sus dedos, a fin de que la madre pudiera probar lo que ellos
coman.
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Al volver los tres a casa, su madre, que les haba estado esperando todo la noche, les
pregunt:
- Qu me habis trado del banquete?
- Yo no he trado nada para ti -dijo el Sol, que era el mayor de todos.- Fui a divertirme, no
a divertirte a ti, mam.
- Yo tampoco he trado nada -contest el Viento.- No era lgico que os reservase nada
cuando ni siquiera para m hubo bastante.
Pero la Luna dijo alegremente:
- Mam, trae un plato y te pondr en l lo que te he trado.
Y cuando tuvo ante ella el plato, la Luna deposit lo que haba guardado en las uas.
La Estrella se volvi entonces hacia el Sol y le dijo:
- Ya que slo has pensado en ti, sin acordarte para nada de tu madre, te maldigo y de ahora
en adelante, tus rayos lo abrasarn todo, y la gente te odiar y en cuanto aparezcas se
cubrir la cabeza.
(Y por eso el Sol hace sudar y quema la piel.)
Volvindose al Viento, la Estrella continu:
- T tambin te olvidaste de tu madre. Desde hoy, soplars siempre con fuerza, arrancars
los rboles y la gente te maldecir constantemente.
(Y es por eso que el Viento es siempre desagradable.)
Dicho esto, la Estrella se volvi hacia la Luna y con voz suave le dijo:
- T has sido buena hija, y desde este momento, sers el astro ms dulce, hermoso y
plcido. Los hombres te contemplaran amorosamente, y los poetas no cesarn en el curso
de los siglos, de cantarte alabanzas.
(Y por eso la Luna es tan hermosa y sus rayos tan acariciadores.)
Como fueron engaados los malos
hijos
Un hombre muy rico, creyendo que estaba a punto de morir, llam a sus hijos y dividi
entre ellos sus propiedades. Sin embargo, no muri y al levantarse de la cama, se encontr
con que sus hijos ya no le queran, ni tenan con l las delicadezas que antes, cuando todos
esperaban conseguir mayor parte de su fortuna.
Todos le trataban mal, y no se recataban para decir que deseaban que muriese lo ms
pronto posible, ya que su vida slo originaba gastos y molestias.
El pobre hombre no cesaba de llorar, y un da se encontr con un viejo amigo, a quien
cont lo que le ocurra. El amigo, conmovido por lo que acababa de or, prometi hallar
una solucin a aquel estado de cosas.
En efecto, la encontr y a los pocos das lleg con gran pompa a la casa de su amigo,
seguido de diez criados que eran portadores de unos pesados sacos llenos de piedras.
Cuando estuvieron solos, el amigo dijo:
- Te he trado estas piedras para engaar a tus hijos. Cuando me marche vendrn a ver lo
que te he trado. Diles que he venido a pagarte una deuda muy antigua, y que eres ms rico
que antes. Ya vers cmo todos se desviven por ti. Volver dentro de algn tiempo para
ver cmo van las cosas.
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Cuando, transcurridos unos meses, volvi el amigo, encontr al viejo rodeado de sus hijos,
que todos a una se desvivan por l. Y as siguieron hacindolo hasta que muri,
descubriendo entonces el engao, que tenan bien merecido.
El prncipe que tena una luna en
la frente y una estrella en la
barbilla
En una ciudad de la India, viva un pobre matrimonio que tena siete hijas. Como no poda
pagarles ninguna distraccin dejaba que cada tarde fuesen a jugar con la hija del jardinero
de Palacio.
- Cuando yo me case -deca la joven- tendr un hijo que llevar una luna en la frente y una
estrella en la barbilla.
Al or esto, las siete hermanas se echaban siempre a rer. Sin embargo, un da el rey acert
a pasar cerca del grupo y prendado de la hermosura de la hija del jardinero, se detuvo a or
lo que hablaban, oyndole decir que al casarse tendra un hijo hermossimo.
Esto agrad an ms al rey, a quien sus dems esposas no haban dado hijos, y al da
siguiente llam al jardinero y le pidi la mano de su hija.
El hombre accedi entusiasmado a la peticin del rey, y a los pocos das se celebraron las
bodas.
Pas un ao, y la joven comunic a su esposo que iba a nacer un nio. El rey la abraz
complacido y dio rdenes para que las dems esposas la cuidasen con todo amor.
Pero stas eran unas envidiosas, y a los pocos das dijeron a la favorita:
- Nuestro seor el Raj marcha cada da de caza. Sera conveniente que le pidieras que no
se alejase tanto, pues podra nacer el nio, sin que l lo viese.
Aquella noche, la joven dijo a su esposo lo que le haban indicado las dems mujeres, y el
Raj contest:
- La caza es el mayor de mis placeres. Como no puedo dejarla, te dar un tambor muy
grande y si por casualidad te encuentras mal o me necesitas, no tienes ms que hacerlo
sonar. Yo lo oir y est donde est acudir enseguida.
Cuando las dems esposas vieron el tambor, preguntaron a la favorita para qu serva, y
sta se lo explic:
- Hazlo andar para ver si es verdad que nuestro esposo lo oye -dijo una.
- No me atrevo; podra castigarme al ver que le he llamado sin necesidad.
Pero tanto insistieron las mujeres, que la joven golpe el tambor.
An no haba transcurrido media hora, cuando ya el rey estaba en la habitacin de su
esposa, preguntndole qu le ocurra.
- Nada; slo quera verte.
El soberano bes a su mujer y le dijo que no volviera a tocar el tambor sin necesidad.
La joven prometi hacerlo as, mas al da siguiente, apenas haba partido el rey, las dems
esposas insistieron en que volviera a tocar el tambor.
- No quiero hacerlo porque mi esposo se disgustara conmigo.
- Te quiere demasiado para disgustarse -dijo una de las mujeres.
- No quiero hacerlo.
- Anda hazlo, as veremos si es verdad que est dispuesto a sacrificarse por ti.
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Y tanto insistieron, que al fin la joven golpe el tambor, cuyo sonido lleg hasta el rey,
hacindole interrumpir la caza y volar hacia el palacio.
- Qu ocurre? -pregunt al ver a su esposa.
- Nada, slo quera ver si me sigues queriendo.
- Slo por eso me has hecho interrumpir la caza? En adelante, no vuelvas a hacerlo, pues
me disgustara mucho contigo.
Con los ojos baados en lgrimas, la joven prometi no hacerlo ms; pero al da siguiente
se encontr muy mal y pidi a sus esclavas que hicieran sonar el tambor.
El rey lo oy perfectamente, pero creyendo que se trataba de otro capricho de su mujer,
sigui cazando.
Entretanto naci un nio hermossimo, con una luna en la frente y una estrella en la
barbilla.
Las otras esposas del Raj, llenos de envidia, cogieron al recin nacido y metindolo en
una caja ordenaron a un esclavo que fuera a enterrarlo en el jardn. Para sustituir al nio,
metieron en la cuna una piedra, y cuando lleg el Raj le dijeron que aquello era el hijo
que le haba dado su esposa.
El monarca se enfureci grandemente y orden que la joven fuese ocupada en los ms
bajos menesteres.
El esclavo que deba enterrar al nio hizo lo que le haban ordenado, pero Chankar, el
perro del Raj, le vio y cuando se hubo retirado, desenterr al nio. Al verlo tan hermoso,
decidi salvarle la vida, y como no tena dnde ocultarlo, se lo trag.
Al cabo de seis meses, el perro sali al campo y sacando al nio vio que segua viviendo.
Lo acarici muy contento y cuando se hubo cansado de jugar con l volvi a tragarlo.
Pasaron otros seis meses, y de nuevo Chankar fue al campo a ver al nio de la luna en la
frente y la estrella en la barbilla, que entonces contaba ya un ao. J ug con l y se lo trag
de nuevo. Por desgracia, el guardin de los perros le haba seguido y le vio, yendo
enseguida a comunicar la noticia a las esposas del Raj, dicindoles:
- Dentro del perro de Su Majestad, hay un nio con una luna en la frente y una estrella en
la barbilla.
Al or esto, las mujeres creyeron morir de miedo, y enseguida desgarraron sus ropas y
fueron a ver al Raj, dicindole:
- Vuestro perro Chankar nos ha mordido. Hacedle matar.
- Perfectamente -contest el soberano.- Maana por la maana morir.
El perro oy por casualidad su sentencia de muerte, y temiendo por la vida del nio que
llevaba en el estmago, decidi dejarlo al cuidado de alguien. Este alguien result ser la
vaca Suri, que estaba en el establo del palacio.
- yeme, Suri -le dijo;- quisiera que me guardases algo, pues maana el rey me har matar.
- Ensame eso que quieres que te guarde -replic la vaca.
El perro mostr el principito a la vaca, la cual lanz un mugido de asombro ante su belleza.
- Lo guardar con muchsimo gusto -declar. Y despus de besar al nio se lo trag.
Al da siguiente, Chankar fue muerto por el guardin, y las esposas del Raj respiraron
tranquilas.
Al cabo de un ao, Suri, la vaca, quiso ver al principito, y qued ms prendada que nunca
de su hermosura. Para librarlo de todo mal, volvi a tragrselo, y as lo guard diez aos.
Por desgracia, un da la vio el guardin del establo, quien enseguida corri a decir a las
reinas que la vaca tena dentro un hermoso joven con una luna en la frente y una estrella en
la barbilla.
Las cuatro esposas del Raj se estremecieron de miedo, y rasgndose sus vestiduras, fueron
a ver a su esposo, dicindole:
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- Seor, vuestra vaca ha entrado en nuestras habitaciones y nos ha roto los vestidos. Ha
sido un verdadero milagro que no nos haya matado. De ahora en adelante tendremos
mucho miedo.
- No temis -les tranquiliz el monarca.- Maana mismo har matar a la vaca.
Un pajarillo comunic a Suri su sentencia de muerte, y la buena vaca slo pens en el
principito que guardaba en su estmago. Royendo la cuerda que la ataba al pesebre, fue en
busca de Katar, un caballo salvaje que se guardaba en las cuadras.
- yeme, Katar -le dijo.- Maana morir, y antes quisiera pedirte que me guardases una
cosa.
- Ensame la cosa que es, y entonces te dir si quiero guardarla -contest el caballo.
Suri mostr a Katar el hermoso prncipe, y el caballo accedi enseguida a guardarlo.
Al da siguiente, la buena vaca fue sacrificada por el matarife de palacio.
Katar era un caballo al que nadie haba podido montar jams. Era tanta su fiereza, que
tena aterrorizados a todos los guardianes de las cuadras. Sin embargo, nadie saba que era
un caballo encantado.
Cinco aos guard Katar el prncipe de la luna en la frente y la estrella en la barbilla. Cada
seis meses lo sacaba de su estmago para recrearse con su vista, y en una de estas
ocasiones, fue visto por el palafrenero mayor de palacio, quien, lleno de miedo, comunic
su descubrimiento a las cuatro reinas.
Estas creyeron morir del susto. El prncipe que ellas crean muerto volva a resucitar; y
como teman por sus cabezas, corrieron al Raj, despus de desgarrar sus vestiduras, y le
dijeron:
- Vuestro caballo Katar ha irrumpido en nuestras habitaciones y nos ha destrozado las
ropas. Desde hoy no podremos comer en paz. Siempre temeremos ser destrozadas por ese
salvaje animal.
- No temis -las tranquiliz el Raj.- Maana mismo har matar a Katar.
Como el caballo era muy fiero, el rey no se atreva a hacerlo matar por un hombre solo, y
por ello mand formar a todos sus soldados, ordenndoles que lanzaran sus flechas contra
el caballo en cuanto ste saliera de la cuadra.
El mismo se arm de un arco, para tomar parte en la ejecucin.
Pero Katar, como ya hemos dicho, era un caballo mgico, y cuando oy llegar a los
soldados comprendi a lo que iban. Sacando al prncipe, le dijo:
- Entra en ese cuarto de la derecha y en l encontrars una silla de montar que me pondrs
enseguida. Tambin encontrars un traje de prncipe y una armadura de oro. Son para ti.
El prncipe entr en la habitacin indicada y ensill el caballo, ponindose l el traje y la
armadura, que Katar le haba regalado, crendolos gracias a su magia.
Fuera de las cuadras, el Raj haba ordenado formar a todo su ejrcito, pero antes de que
los soldados pudieran poner las flechas en los arcos, se abri la puerta del establo y Katar,
montado por el prncipe de la luna en la frente y la estrella en la barbilla, se precipit fuera
a todo galope, perdindose en la lejana antes de que los asombrados cipayos pudieran
disparar sus flechas.
Como el mismo rey haba sido burlado no les castig, y para evitarse la vergenza de la
derrota, no dijo nada a sus mujeres, que respiraron tranquilas, creyendo muerto al prncipe.
Mas ste no estaba muerto, sino que cabalgaba sobre Katar, brillando al sol su armadura, y
golpendole las piernas la hermosa espada.
Das y das cabalg sin descansar, hasta que al fin Katar se detuvo a las puertas de una rica
ciudad, a la que afluan gran nmero de personas.
- Qu ocurre? -pregunt el prncipe.
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- Esta es la ciudad de Calcuta, la ms hermosa de la India -contest Katar.- Te he trado
aqu para que tomes parte en el gran torneo que se celebrar. El ganador obtendr la mano
de la princesa Armina, la ms bella entre las bellas.
- Pero yo no s luchar -replic el prncipe.
- No temas -le dijo el caballo.- La espada que llevas al cinto est encantada, y con ella
ganars a todos los enemigos que se pongan ante ti.
Al entrar en el palenque donde deba celebrarse la justa, el prncipe de la luna en la frente y
la estrella en la barbilla, caus verdadera sensacin, sobre todo en la princesa Armina, que
enseguida qued enamorada de l, y dese con toda su alma que fuese el vencedor en la
lucha.
Empez sta, entre trescientos prncipes de todas las regiones de la India, y hasta de Egipto
y Arabia. La espada del joven haca maravillas, y pronto tuvo derribados a ms de treinta
enemigos. Al fin slo quedaron dos, un gigantesco rabe y el prncipe de la luna en la
frente y la estrella en la barbilla.
El rabe posea un hacha mgica y como la espada del prncipe tambin lo era, la lucha
estaba completamente igualada. Fue Katar quien lo solucion, derribando al caballo del
rabe de un fuerte mordisco.
El Raj de Calcuta entreg su hija al vencedor, y al da siguiente se celebraron los
esponsales, que fueron los ms brillantes que se haban celebrado en la ciudad. Tres meses
duraron las fiestas, y cuando hubieron terminado, el prncipe y su esposa fueron a visitar al
padre del joven.
El Raj, enterado de la visita del yerno del rey de Calcuta, prepar una fiesta muy grande,
a la que fue invitado todo el mundo.
Cuando el prncipe de la luna en la frente y la estrella en la barbilla fue recibido con toda
pompa, y cuando l y su esposa entraron en la sala del festn, todos los cortesanos y el
pueblo se levantaron en seal de admiracin, ya que la belleza de ambos esposos era
enorme.
- Est todo el pueblo aqu? -pregunt el prncipe.
- Todo -contest el Raj.
- No falta la hija de vuestro jardinero, que en un tiempo fue vuestra esposa? -sigui
preguntando el joven, a quien Katar haba enterado de su historia.
- En efecto, me olvid de invitarla -dijo el rey, ordenando enseguida que fueran a buscarla
en su mejor palanqun.
Los criados que partieron en busca de la antigua reina, la baaron en agua perfumada, la
peinaron con el mayor cuidado, la vistieron con trajes magnficos y al fin le acompaaron
ante el prncipe, quien inclinndose ante ella la salud con estas palabras:
- Que el Seor sea con vos, madre ma.
La antigua reina reconoci enseguida al hijo con quien tanto haba soado, y presa de gran
emocin, cay en sus brazos, llenos de lgrimas los ojos.
Cuando madre e hijo se separaron, ste desenvain su espada, y de un solo tajo cercen las
cuatro cabezas de las mujeres del Raj, que mudas de espanto asistan a la escena.
Despus explic a su padre la verdad de lo ocurrido, y el Raj se prostern ante su esposa,
pidindole humildemente perdn por su injusto comportamiento.
La reina, que haba adorado siempre a su esposo, le perdon de buen grado, y las fiestas
con que el monarca celebr el hallazgo de su hijo duraron un ao entero.
Al terminarse, muri el Raj de Calcuta, y este reino se uni con el del padre del prncipe,
formando la mayor nacin de la India.
En cuanto a Katar, cumplido ya su cometido, desapareci de las cuadras, y slo reaparece
cuando nace un prncipe en Calcuta. Y por eso, all los caballos, son animales sagrados,
que slo pueden montar los hijos del rey.
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Cuentos de la India Annimo
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