Fernando Martínez Pérez. La Constitución de Cádiz de 1812 y Sus Consecuencias

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LA CONSTITUCIN DE CDIZ DE 1812


Y SUS CONSECUENCIAS
FERNANDO MARTNEZ
Historia del Derecho
Universidad Autnoma de Madrid
ndice Histrico Espaol, ISSN: 0537-3522, 125/2012: 157-193
RESUMEN
Este trabajo actualiza el estado de la cuestin sobre la Constitucin de
Cdiz. En primer lugar, repasa la historia de la historiografa sobre este
objeto desde los aos cincuenta. En segundo lugar, expone los principales
rasgos del debate historiogrfco en los ltimos veinte aos. Estos rasgos
son: la internacionalizacin de este objeto, la asuncin de una perspectiva
comparada y la extensin de estudios basados en el rechazo de las cate-
goras que los especialistas de Derecho Constitucional utilizan para si-
tuar los orgenes de la Espaa contempornea en la Constitucin de 1812.
SUMMARY
This work updates the state of art on the Constitution of Cadiz. In the
frst place, it reviews the history of the historiography on this object from
the 50s. Secondly it exposes the main characteristics of the debate among
historians in the last twenty years. These characteristics are: the inter-
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nationalization of this object, the assumption of a compared perspective,
and the coming out of studies based on the rejection of the categories used
by the specialists of constitutional law in order to locate the origins of
contemporary Spain in the Constitution of 1812.
FERNANDO MARTNEZ PREZ
Es profesor titular de Historia del Derecho en la Universidad Au-
tnoma de Madrid. Especialista en Historia Constitucional y de
la Justicia. Forma parte, desde su fundacin, del grupo investi-
gador en Historia cultural e institucional del constitucionalismo
en Espaa y Amrica (HICOES). Entre sus publicaciones en este
tema destacan: Entre confanza y responsabilidad. La justicia del
primer constitucionalismo espaol 1810-1823 (Madrid, 1999), Ley
expresa, clara y terminante. Orden normativo y paradigma juris-
diccional en el primer constitucionalismo espaol. Historia Cons-
titucional, 3 (2002); Constitucin en Cortes. El debate constituyente.
1811-1812 (Madrid, 2011); y su participacin en Historia y Consti-
tucin. Trayectos del constitucionalismo hispano (Mxico, 2010) y en
El momento gaditano. La constitucin en el orbe hispano (1808-1826)
(Madrid, 2012).
Introduccin
19 de diciembre de 2011, el candidato a la Presidencia del Go-
bierno de Espaa expone su discurso de investidura en el Con-
greso de los Diputados. En esa intervencin se menciona espe-
cfcamente el tema que es objeto de estas pginas. En sede de
las propuestas de la accin exterior del Estado del nuevo go-
bierno, el candidato propone aprovechar el Bicentenario de la
Constitucin de Cdiz para estrechar los lazos del vnculo
iberoamericano y el papel de la lengua espaola como nexo de
unin e instrumento econmico de primer orden, trasladando
al mismo tiempo el mensaje del valor de la cultura en espaol y
la calidad de nuestra democracia.
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No ha de extraar que, en un contexto donde la crisis econ-
mica condiciona cualquier poltica, la conmemoracin de la efe-
mride constitucional gaditana se ponga en valor como marco
para el reforzamiento de una identidad hispanoamericana, y esta,
a su vez, como instrumento econmico. Obviamente, las efem-
rides existen porque quienes las conmemoran encuentran una
utilidad de presente a hechos pasados que, de esta manera, son
construidos para servir a esa determinada utilidad. Pues el he-
cho es hoy notable precisamente por el sentido que le apor-
ta un historiador al que le merece la pena, por las razones que
sean, conceptuarlo as. Resulta banal recordar esto, y tambin
las consecuencias consistentes en la enorme contingencia de las
interpretaciones resultantes sobre los hechos califcados de no-
tables. Pero cuando referimos estas consideraciones al objeto
que aqu interesa, la Constitucin de Cdiz, la contingencia y
pluralidad de interpretaciones se multiplica exponencialmente,
y la disputa metodolgica e historiogrfca sobre su estudio de-
viene irreductible.
Resulta evidente que cualquier examen de las consecuen-
cias de la Constitucin de Cdiz no puede desentenderse ya del
contexto en el que se produce ese examen, ya de la opcin his-
toriogrfca por la que se decante cada especialista. De manera
que cualquier enunciacin de unas consecuencias de la Cons-
titucin de Cdiz, para su momento, para la historia contem-
pornea y aun como legado para el presente, supondra inme-
diatamente una toma de posicin tan contingente como la que
est en la base del discurso de investidura del presidente del go-
bierno de Espaa.
Por todas estas razones, se proceder aqu, en primer lu-
gar, a recordar la historia de las historiografas sobre la expe-
riencia constitucional gaditana desde los aos cincuenta has-
ta la actualidad, tratando de sealar sus principales etapas y
sin entrar en el detalle de los motivos de sus consensos y dis-
crepancias. Se har, adems, muy someramente, por razn de
espacio y porque con motivo del Bicentenario tambin se mul-
tiplica la publicacin de estados de la cuestin y balances
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historiogrfcos.
1
Solo despus se presentarn los que me pare-
cen los puntos de debate fundamental sobre la valoracin de la
experiencia gaditana en los ltimos veinte aos. Pues, desde en-
tonces, no han variado sustancialmente los trminos de la dis-
cusin, salvo en algn aspecto relevante que tiene que ver, pre-
cisamente, con la dimensin americana de esta Constitucin.
Historia de la historiografa constitucional gaditana
La experiencia constitucional gaditana estaba ciertamente lla-
mada a convertirse en mtica desde el momento en que se pro-
dujo. Los artfces de la revolucin constitucional hispana eran
conscientes de estar asistiendo a la divisoria de aguas en un tiem-
po histrico. Las tribulaciones posteriores del texto gaditano con-
tribuyeron a convertir el conjunto de la experiencia constitucional
1. Y se remite aqu a algunos de estos trabajos para quien se interese en un
mayor desarrollo de las refexiones sobre el propio quehacer, y en mayor informa-
cin de las referencias bibliogrfcas que sirven de soporte a este repaso de histo-
riografa. Esta remisin es obligada porque algunos de sus autores son adems
representantes seeros de las diversas sensibilidades que se han tomado en cuen-
ta en la elaboracin de estas pginas. Cindome a los aparecidos en los ltimos
diez aos FLAQUER MONTEQUI, Rafael. Las Cortes de Cdiz diez aos despus:
historiografa y balance. En ARTOLA, Miguel (ed.): Las Cortes de Cdiz. Madrid:
Marcial Pons, 2003, pgs. 249 ss.; LORENTE, Marta. Cultura constitucional e his-
toriografa del constitucionalismo en Espaa. Istor, Revista de Historia Interna-
cional, nm. 16, 2004, pgs. 113-135; FERNNDEZ SEBASTIN, Javier. Cdiz y el
primer liberalismo espaol. Sinopsis historiogrfca y refexiones sobre el bicente-
nario, y LORENTE, Marta. mbitos constitucionales e historiografa de la Cons-
titucin: la nacin doceaista. En LVAREZ JUNCO, Jos; MORENO LUZN, Ja vier
(eds.): La Constitucin de Cdiz: historiografa y conmemoracin. Homenaje a Fran-
cisco Toms y Valiente. Madrid: CEPC, 2006, pgs. 23-58 y 143-154, respectivamen-
te; CLAVERO, Bartolom. Cdiz en Espaa: signo constitucional, balance historio-
grfco, saldo ciudadano. En GARRIGA, Carlos; LORENTE, Marta. Cdiz 1812. La
Constitucin jurisdiccional. Madrid: CEPC, 2007. As pues, con algunas excepcio-
nes sealadas porque se cite o aluda expresamente a la obra en texto, reservar
las notas a las obras aparecidas desde 2006, pues entiendo el balance de Clavero
sufcientemente informativo para las publicadas anteriormente.
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en mito y a comenzar la historia de la interpretacin constante
de su signifcado. El restablecimiento del sistema en 1820 fue
uno de los primeros ejemplos de la fractura de la familia liberal
en torno a una diversa lectura del texto constitucional (y, como
se dijo entonces, de su espritu). La quiebra del absolutismo,
tras la desaparicin de Fernando VII, sigui propiciando relec-
turas de la obra gaditana (algunas de ellas debidas a algunos de
sus ms destacados protagonistas, como es el caso de las memo-
rias de Argelles o del conde de Toreno)
2
hasta el punto de que
el proceso constituyente que se abri en 1836 se present como
una reforma del texto gaditano. Desde entonces, en Espaa, la
experiencia constitucional pudo asociarse a una versin progre-
sista del constitucionalismo. Y en la misma medida, esta experien-
cia se minusvalor por un pensamiento reaccionario que concep-
tu el texto gaditano como una copia del texto revolucionario
francs, ajeno por ello a la tradicin espaola, y de una aplicacin
y efcacia limitadas en tiempo y espacio. Ni la Restauracin, ni
mucho menos la dictadura franquista fueron contextos polticos
que favorecieran la conmemoracin de la experiencia gaditana.
Y tambin por estas razones resulta pacfco para la historiogra-
fa constitucional espaola, cualquiera que sea el mbito profe-
sional o disciplinar en que se incardinen sus autores, reconocer
en Los Orgenes de Miguel Artola la obra del pionero que abra
camino en un contexto nada propicio.
3
Obra no sufcientemente
2. Son dos de los ejemplos ms conocidos de esta literatura retrospectiva que
los protagonistas del primer constitucionalismo formaron sobre los acontecimien-
tos de los que ms o menos fueron testigos. Representantes adems de una visin
liberal, han merecido ms de una reciente reedicin. Tal es el caso del CONDE DE
TORENO. Historia del Levantamiento, Guerra y Revolucin de Espaa. Madrid, 1839
(VARELA SUANZES-CARPEGNA, Joaqun (ed.): Madrid: CEPC, 2008); (HOCQUELLET,
Richard (ed.): Urgoiti: Pamplona, 2008). Tambin ARGELLES, Agustn de. Exa-
men histrico de la reforma constitucional que hicieron las Cortes Generales y Ex-
traordinarias desde que se instalaron en la Isla de Len..., Londres: Imprenta de
Carlos Wood e hijo, 1835 (Bibliolife, 2008).
3. ARTOLA, Miguel. Los Orgenes de la Espaa Contempornea. Madrid: IEP,
1959. Del carcter revolucionario era consciente el propio autor en aquel tiempo
cuando decida utilizar el trmino para titular las separatas de unos escritos que
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valorada en su tiempo, este libro es hoy considerado por todos
un clsico. Esto es, la obra de Artola inaugur la disciplina de
la historia constitucional moderna en Espaa: tena a su favor la
distancia con el tiempo gaditano, y en contra un contexto pro-
fesional y poltico en el que la Constitucin, siempre en sentido
moderno, no estaba ni se la esperaba. El trabajo de Artola, como
tambin es de sobra conocido, suscit la reaccin de unos histo-
riadores agrupados en torno a la fgura de Federico Surez que
haban tomado como objeto de su actividad la experiencia gadi-
tana y las tribulaciones de una historia poltica espaola en las
primeras dcadas del sigloXIX. Resulta tambin banal aqu abun-
dar en los presupuestos y posiciones de uno y otro autor, y en las
razones de sus discrepancias que tenan que ver, fundamental-
mente, con las consecuencias que, para su presente, pretendan
extraer de los episodios que conformaban aquella historia pol-
tica. El primero reivindicaba, en una palabra, la modernidad de
la experiencia constitucional gaditana, situando en este momen-
to los orgenes de la Espaa contempornea. El anlisis del se-
gundo enlazaba con aquella visin tradicional sobre esa misma
experiencia que la denostaba como copia francesa, ajena a una
tradicin poltica espaola, que se supona, a su vez, que no tena
que ver con un constitucionalismo de derechos y separacin de
poderes. La disparidad de intereses en la reconstruccin del epi-
sodio gaditano condicionaba asimismo las perspectivas, las he-
rramientas, pero tambin los mtodos de seleccin y aprovecha-
miento de fuentes de uno y otro.
El advenimiento en 1978 de un rgimen constitucional en Es-
paa alter sustancialmente el contexto poltico y profesional de
los estudiosos que podan llegar a estar interesados en extraer
unas nuevas consecuencias de la experiencia constitucional ga-
ditana. Como era de esperar, este hecho oblig inmediatamen-
estn a caballo entre Los afrancesados y Los Orgenes, y que recupera ahora Julio
Pardos, ARTOLA, Miguel. La Revolucin espaola (1808-1814) (=Estudios preli-
minares en los volmenes de Memorias de tiempos de Fernando VII, Biblioteca
de Autores Espaoles, vols. XCVII y XCVIII). Madrid, 1957 (Madrid: UAM, 2010).
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te a reinventar una cultura constitucional asociada a un tipo de
fuente muy particular. El 6 de diciembre de aquel ao se inaugu-
raba un sistema poltico establecido a partir de un texto funda-
mental, pero no se contaba previamente con una historiografa
que, por diferentes motivos, tuviera a la norma y al texto cons-
titucional como objeto central de su atencin. En efecto, en las
vsperas del advenimiento del rgimen constitucional en el lti-
mo tercio del siglo pasado, exista ciertamente una disciplina de
Historia del Derecho espaol, de la que hubiera podido supo-
nerse la responsabilidad y competencia para hacerse cargo del
objeto. Sin embargo, entre fnales de los setenta y principios de
los ochenta la etapa constitucional quedaba por estos lares, sal-
vo alguna excepcin, todava lejos de la atencin del historiador
ubicado en las Facultades de Derecho. La Historia del Derecho,
que haba hecho un gran esfuerzo para incorporar la Edad Mo-
derna a los contenidos de los que entenda que deba responsa-
bilizarse, solo muy marginalmente se adentraba en el terreno de
la Edad Contempornea. Para la Historia del Derecho de pro-
fesin ese era an un tiempo que tocaba analizar, sectorialmen-
te, a cada uno de los especialistas de derecho positivo. De esta
manera, tras la recuperacin de la democracia en Espaa, el es-
tudio del momento gaditano qued confado a estos juristas de
derecho positivo, o a los especialistas de un viejo Derecho po-
ltico reconvertidos en politlogos o constitucionalistas. Pero
esta dejacin de responsabilidad a favor de los juristas historia-
dores tuvo otros motivos tambin de sobra conocidos. En aquel
entonces no corran buenos tiempos en el seno de la historiogra-
fa profesional para la valoracin del fenmeno jurdico como
factor principal de causalidad en la quiebra revolucionaria del
Antiguo Rgimen y en el surgimiento del Estado Liberal. La Re-
volucin se caracterizaba entonces de burguesa ms que de
liberal, y sus etiologas y ritmos ms determinantes poco te-
nan que ver con la historia poltica institucional, y an menos
con los efectos de una enunciacin normativa, aunque fuera de
rango constitucional. Por estas razones la Constitucin de Cdiz
devena evento, acontecimiento o episodio que tena, a juicio de
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aquella historiografa, alcance limitado en la transformacin de
la sociedad poltica espaola. Esta transformacin se ubicaba,
antes bien, en otros tiempos, como eran, por ejemplo, los aos
treinta del Ochocientos. A esta dcada se atribuan algunos pro-
cesos que entonces se conceptuaban como mucho ms pertinen-
tes, relevantes o determinantes, como por ejemplo los cambios
en el rgimen jurdico de la propiedad de la tierra. As, a fnales
de los ochenta poda cundir entre algunos estudiosos incluso
la sensacin y preocupacin de que no exista una historia del
constitucionalismo. Esto es, que faltaba historiografa que se
tomase el fenmeno constitucional en serio, empezando por la
pieza gaditana.
4
Los estudiosos del fenmeno constitucional gaditano termi-
naron conformndose con leer la Constitucin de Cdiz a travs
de las categoras forjadas y proyectadas desde 1978 a 1812 por
constitucionalistas necesitados de construir los antecedentes his-
tricos de una (para Espaa) nueva dogmtica jurdica.
5
La pre-
suncin de encontrarse a partir de la crisis de 1808 ante un tiem-
po nuevo o, mejor dicho, ya en nuestro tiempo y en nuestro
espacio facilitaba, y sigue facilitando, esta labor de identifcacin
y proyeccin. La identifcacin tambin liberaba, y sigue libe-
rando, al especialista de aplicar en el anlisis del fenmeno cons-
titucional las reglas del ofcio que se utilizaban respecto de otros
tiempos, que ms claramente se tenan como ajenos, como por
ejemplo el cuidado y rigor en la seleccin y tratamiento de las
fuentes. La coincidencia con la conmemoracin del Bicentenario
de la Revolucin Francesa y sus consecuencias constitucionales,
proporcionaba a los constitucionalistas que hacan historia un
4. CLAVERO Bartolom. Materiales primeros para una historia constitucio-
nal de Espaa. AHDE, 59, 1989, pgs. 841-857.
5. El ms afortunado de los ejemplos de este tipo de literatura es el caso de
la obra de VARELA SUANZES-CARPEGNA, Joaqun. La teora del Estado en los or-
genes del constitucionalismo hispnico. Las Cortes de Cdiz. Madrid: CEC, 1983.
Esta interpretacin sigue vigente y goza de no poco predicamento, de lo que es
muestra su recientsima reedicin, Madrid: CEPC, 2011.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
motivo adicional para seguir centrando el foco en la caracteriza-
cin de ese proceso de constitucionalizacin de la sociedad po-
ltica espaola, a la luz de los modelos de cultura constitucio-
nal que se haban producido en toda Europa.
Ahora bien, a fnales de los aos ochenta y principios de los
noventa, desde una perspectiva no solo espaola, varios fenme-
nos se reunieron y conspiraron para fomentar la atencin hacia
la Constitucin y la cultura constitucional. A partir de entonces,
no es que no hubiera historia del constitucionalismo. Ms bien,
y en esto la situacin espaola no resultaba particular, la histo-
ria constitucional apareca como un cruce de caminos donde se
encontraban o ms bien se desencuentran especialistas mo-
vidos por diversos intereses en su tarea de investigacin. En pri-
mer lugar, la historia profesional y contempornea que se haca
fuera de las Facultades de Derecho haba desechado ya la po-
sibilidad de construir una historia total sobre un paradigma
historiogrfco marcado por la prevalencia estructural y expli-
cativa de lo social y lo econmico. Estos especialistas, aunque
seguan desconfando de la formalidad y artifciosidad del dato
normativo, reconocan, sin embargo, el carcter estructural de
la cultura y las mentalidades, lo que permita entonces empe-
zar a dar juego al estudio de un constitucionalismo, entendido
como cultura constitucional del tiempo contemporneo. En se-
gundo lugar, los historiadores del derecho se hacan eco de esta
tendencia y as lo refejaba un sector preocupado cada vez ms
por el estudio del pensamiento jurdico, de categoras culturales,
y menos por una dimensin estrictamente institucional o dema-
siado confada en la efcacia de la enunciacin normativa. En esta
lnea poda comenzar a entreverse una recuperacin de una his-
toria poltica e institucional que no poda dejar de tener el fen-
meno constitucional por objeto. Adems, despus de una dcada
de rgimen constitucional en Espaa, en el conjunto de la histo-
riografa jurdica ya se asuma abiertamente el tiempo y la expe-
riencia constitucional como propios de su competencia acadmi-
ca y de investigacin.
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Presente de la historiografa constitucional gaditana:
algunos rasgos
Ahora bien, a partir de mediados de los noventa era posible cues-
tionarse todo lo anterior por una razn que es, adems, el pri-
mero de los grandes rasgos que informa la produccin cientfca
sobre este objeto en los ltimos aos. Este rasgo puede enunciar-
se como la desvinculacin o autonoma de la historiografa pro-
fesional respecto de las categoras, pero tambin respecto de los
intereses y motivaciones que hasta entonces haban monopoli-
zado la recuperacin de una historia constitucional en el ltimo
tercio del siglo pasado. Fue entonces cuando, a pesar de que la
literatura sobre la Constitucin de Cdiz no era precisamente es-
casa, y que proliferaban en el mercado no pocas historias y
evoluciones del constitucionalismo espaol, algunas voces re-
clamaban que todava no sabamos muchas cosas del Estado li-
beral. Puede incluso llegar a sealarse un momento, un autor y
una obra en que se explicitaba esta denuncia. En 1994, Toms
y Valiente participaba en el libro homenaje a Miguel Artola con
un trabajo titulado Lo que no sabemos del estado liberal, en
el que pona de manifesto que el hecho de contar con abundan-
te bibliografa no siempre era garanta de conocimiento de una
experiencia constitucional como la gaditana.
6
El socrtico reco-
nocimiento se concretaba en iniciativas de investigacin. Solo
un ao ms tarde, siendo el mismo Toms y Valiente su director,
el Anuario de Historia del Derecho Espaol, suerte de rgano de
expresin de la historiografa jurdica espaola, haca cuentas
con aquella experiencia constitucional. Aquel nmero dedicaba
su seccin de estudios a la Constitucin de Cdiz. Cotjese este
volumen con el que, apenas cuatro aos antes, inaugur la revis-
6. TOMS Y VALIENTE, Francisco. Lo que no sabemos del Estado liberal. En
FERNNDEZ, E. et al. Antiguo Rgimen y liberalismo. Homenaje a Miguel Artola.
Madrid: Alianza Editorial, 1994-1995, vol. I: Visiones Generales, pgs. 137-145.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
ta Ayer, tambin dedicado monogrfcamente a las Cortes de C-
diz.
7
El cambio era ms que sustancial.
Pero la novedad y fortuna o, si se quiere, la diversidad res-
pecto del paradigma historiogrfco existente de algunas de las
contribuciones contenidas en el volumen 65 de aquella revis-
ta, no obedeca a razones formales de adscripcin discipli-
nar.
8
Pues, como ponan de manifesto otras tantas contribu-
ciones contenidas en aquel nmero, la historiografa jurdica
poda seguir (e incluso sigue) mayoritariamente ubicada en un
paradigma interpretativo an tributario de las categoras y
conceptos formulados en el seno de la ciencia de derecho p-
blico y constitucional.
9
Quiere signifcarse con esto que la
distinta manera de abordar la interpretacin (y sus conse-
7. ARTOLA, Miguel (ed.): Ayer, 1, 1991 (=Las Cortes de Cdiz...).
8. En cuanto a la fortuna, parece pacfco entre la historiografa destacar la
importancia del propio trabajo del director del nmero, que abra el volumen,
TOMS Y VALIENTE, Francisco. Gnesis de la Constitucin de 1812. I. De muchas
Leyes Fundamentales a una sola Constitucin. AHDE, nm. 65, 1995, pgs. 13-125.
Sobre la que hubo traduccin italiana al hilo de ese proceso de internacionali-
zacin al que se ha hecho referencia ms arriba, con un ttulo, adems, que ya
sealaba la oportunidad de adaptar una perspectiva comparatista, que inclu-
so elevaba Cdiz a modelo de constitucionalismo, TOMS Y VALIENTE, Francis-
co. Genesi di un costituzionalismo Euro-americano. Milano: Giuffr, 2003. Re-
cientsimamente este trabajo, ya de referencia para todos los estudiosos, vuelve
a editarse de forma exenta, con prlogo de Marta Lorente, Urgoiti: Pamplo-
na, 2012.
9. En este sentido, vase el nmero extraordinario de la Revista de la Fa-
cultad de Ciencias Sociales de la Universidad Miguel Hernndez, nm. 5, 2009,
dedicado a la Constitucin de Cdiz, que, en principio, debera haber acogido
las intervenciones en el Congreso Vigencia y repercusiones de la Constitucin
de Cdiz, segn noticia aparecida en Historia Constitucional, nm. 10, 2009,
pero que ahora encontramos en la obra colectiva ESCUDERO, Jos Antonio (dir.):
Cortes y Constitucin de Cdiz. 200 aos. Madrid: Espasa Fundacin del Pino,
2011. En el mismo sentido MORENO ALONSO, Manuel. La Constitucin de Cdiz.
Una mirada crtica. Sevilla: Alfar, 2011, que incorpora una edicin del texto
constitucional glosada por el autor. En la misma lnea se mueve, con alguna
excepcin, la obra colectiva de significativo ttulo El legado de las Cortes de
Cdiz. GARCA TROBAT, Pilar; SNCHEZ FERRIZ, Remedio (coords). Valencia:
Tirant, 2011.
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cuencias) de la experiencia constitucional gaditana, no tena
(ni tiene) que ver con la adscripcin disciplinar o acadmica
de los estudiosos.
10

Porque los autores que protagonizan la operacin de rein-
terpretacin de la experiencia constitucional gaditana vienen a
coincidir con los que practicaban, desde los aos sesenta, una
historia de las instituciones de la Edad Moderna guiada por un
modo de mirar diferente al entonces dominante en el seno de la
historiografa jurdica. Esto es, son algunos de los especialistas
incardinados en lo que Hespanha ha denominado historiogra-
fa jurdica crtica los que afrontan la historia cultural e insti-
tucional del constitucionalismo espaol, trasladando a este tiem-
po de ruptura las herramientas forjadas en la reconstruccin de
las experiencias jurdicas medievales y modernas.
11
La apuesta
por una lgica de la discontinuidad y la utilizacin de un pa-
radigma interpretativo no estatalista en la reconstruccin del
pasado jurdico son dos postulados de esta forma alternativa de
hacer historia que, ensayados hasta entonces para tiempos y es-
pacios indubitadamente tenidos por ajenos como el medieval o
el moderno, se predican ahora de otros que la dogmtica jurdi-
co constitucional quera (y sigue queriendo) hacer pasar ya como
propios. Veremos en el siguiente epgrafe que la utilizacin de
esta metodologa ha sido rica en consecuencias para una rein-
terpretacin sustantiva del primer constitucionalismo hispano.
Pero en este momento conviene apuntar que la desvinculacin
de una historiografa profesional respecto de las categoras, ob-
jetivos e intereses de la fundamentacin histrica de la dogm-
tica jurdico-constitucional, de entrada ha generado una nueva
10. Un ejemplo del reconocimiento de diversas orientaciones en el seno de la
historiografa jurdica es el ltimo nmero publicado del Anuario de Historia del
Derecho Espaol, nm. 81, 2011, dedicado tambin a la conmemoracin del Bicen-
tenario de la Constitucin de Cdiz, y en el que entran a partes iguales las apor-
taciones que pueden incardinarse en las corrientes de una historia constitucional
tradicional o crtica.
11. HESPANHA, A. M. Cultura jurdica europea, Sntesis de un milenio. Madrid:
Tecnos, 2004, caps. 1-3, pgs. 15-57.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
preocupacin por una distinta lectura de las fuentes ms transi-
tadas, y ahora ms reeditadas.
12
Tambin otros historiadores no juristas han comenzado a abor-
dar el estudio de una cultura constitucional, que poda tener la
Constitucin de Cdiz por objeto. Desemboca esta tendencia en
una historia de los conceptos como heredera de esa historia que
tomaba las mentalidades y la cultura como elemento estructural
entonces, y explicativo ahora, de las sociedades pretritas.
13
Esto
es, la historia profesional y un sector de los historiadores juristas
tratan de reconstruir los sentidos locales de unos signifcantes que
resultan hoy familiares, intentando desentraar con ello las claves
estructurales de la mentalidad de la sociedad poltica hispana para
unas coordenadas espacio-temporales, que no tienen ya que regir-
se ni estar delimitadas por acontecimientos polticos ni por eventos
normativos. De manera que han aparecido propuestas como la de
Portillo que concepta el constitucionalismo gaditano como el
punto de llegada de un itinerario cultural que arranca en el ltimo
tercio del sigloXVIII y que abarca ms espacio que el peninsular.
14
12. Porque, en efecto, a partir de los aos ochenta un contexto de nuevo cons-
titucional invitaba a la recuperacin y reedicin de fuentes normativas y doctri-
nales (principalmente impresas) del constitucionalismo espaol. En esta empresa
no se ha cejado desde entonces. Pero son fundamentalmente reediciones o reim-
presiones, de materiales ms o menos conocidos, que sirven a la generalizacin
del mito. En este sentido, ha de citarse la coleccin de Clsicos del Centro de Es-
tudios Constitucionales, ahora Centro de Estudios Polticos y Constitucionales,
que tiene continuidad en el muy meritorio esfuerzo editorial en coleccin dedicada
especialmente a la conmemoracin del bicentenario. Pero, adems, la renovacin
o, por mejor decir, la incorporacin de una historiografa constitucional no de-
pendiente de dogmtica jurdico constitucional, ha llevado a un inters por recu-
perar textos ms escondidos, pero tambin las ediciones originales de las fuentes
ms emblemticas, como la propia constitucin, la de su proyecto y la del discur-
so preliminar al mismo; o ahora la de su debate constituyente.
13. Ejemplo de los resultados que cabe esperar de esta historia conceptual
son los que resultan de las investigaciones promovidas por FERNNDEZ SEBASTIN,
Javier, responsable ahora del Diccionario poltico y social del mundo iberoameri-
cano. Madrid: Fundacin Carolina, SECC/CEPC, 2009.
14. PORTILLO, Jos Mara. Revolucin de nacin. Orgenes de la cultura consti-
tucional en Espaa, 1780-1812. Madrid: CEPC, 2000.
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El segundo rasgo que, a mi modo de ver, caracteriza y aco-
muna las distintas propuestas historiogrfcas sobre la Consti-
tucin de Cdiz en los ltimos aos consiste en la internacio-
nalizacin del objeto y del esfuerzo de investigacin. A partir de
los aos noventa se comenz a cuestionar la insercin de la ex-
periencia gaditana en el contexto europeo pero tambin en el ame-
ricano. Concurren varios fenmenos que propiciaron este efec-
to. Adems del sealado de la conmemoracin de la Revolucin
Francesa, existi entonces un inters por empezar a identifcar
los rasgos esenciales de las tradiciones constitucionales europeas.
En este sentido, los estudiosos de la Constitucin de Cdiz parti-
cipan de un debate europeo avivado por la efemride de un cons-
titucionalismo atlntico, pero tambin por la reaccin surgida
en mbitos como el italiano al encasillamiento de su constitu-
cionalismo como derivado del modelo revolucionario francs.
As, por ejemplo, se ha empezado a discutir que los rasgos del
primer constitucionalismo para un mbito mediterrneo puedan
explicarse casi exclusivamente con la referencia a ese modelo.
15

De manera que ha comenzado a valorarse la posibilidad de que
esas experiencias constitucionales pudieran obedecer o tomar
caracteres de otros modelos o incluso constituir un modelo es-
pecial de constitucionalizacin, como se haba afrmado para la
esfera germnica ya desde el sigloXIX.
16
El tercer rasgo, por fn, de la historiografa constitucional que
se prctica en los ltimos aos sobre la Constitucin de Cdiz,
y que a su vez est relacionado con los dos anteriores, tiene que
ver precisamente con el hecho de que la perspectiva estrictamen-
te del presente nacional en la valoracin de la importancia
15. Il modelo costituzionale inglese e la sua recezione nellarea mediterrnea
tra la fne del 700 e la prima met dell800 (=Atti del Seminario Internazionale di
studi in Memoria di Francisco Toms y Valiente). ROMANO, Andrea (ed.). Milano:
Giuffr, 1998.
16. Una sntesis de modelstica constitucional segn una visin clsica, con
indicacin adems de bibliografa en VARELA SUANZES-CARPEGNA, Joaqun. Lhis-
toire constitutionnelle compare: tapes et modles. Historia Constitucional,
nm. 12, 2011, pgs. 31-43.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
de aquella experiencia constitucional comparte el espacio con
otras perspectivas que, hace tiempo, han dejado de estar al ser-
vicio de proyectos (ms o menos compartidos, interiorizados y
con ello ms o menos explicitados) de invencin de tradiciones
nacionales. Porque, ciertamente, el mismo concepto de nacin
ha sido uno de los que ms se ha puesto en cuestin desde me-
diados de los noventa. La inminencia de la conmemoracin de
los Bicentenarios de la Constitucin de Cdiz, pero tambin
de las Independencias americanas, ha servido para reforzar los
discursos de construccin retrospectiva de nacin.
17
Pero, para-
djicamente, tambin la efemride es ocasin para el encuentro
y la colaboracin entre especialistas que han venido interpre-
tando el fenmeno de la crisis del Antiguo Rgimen, los procesos
de Independencia y la constitucionalizacin de sus respectivas
sociedades polticas de una manera harto diferente. Un ejemplo
(no el nico)
18
de este postrer y actual rasgo del quehacer histo-
riogrfco de perspectiva no nacionalista sobre la Constitucin
de Cdiz es el que se concreta, en primer lugar, en la necesidad
sentida por la historiografa espaola de contemplar el escenario
americano como parte del estudio de esta Constitucin. Y vice-
versa, pues siguiendo la senda abierta por Franois Xavier Gue-
rra, la historiografa americana (o americanista) se ha conven-
17. Un ejemplo de este oportunismo historiogrfco es el volumen de actas
Las Cortes de Cdiz, la Constitucin de 1812 y las Independencias Nacionales en
Amrica. COLOMER VIADEL, Antonio (coord.). Valencia: Ugarit, 2011.
18. Pues otro ejemplo es el de valoracin de la Constitucin de Bayona. En la
actualidad se da por supuesta la espaolidad del texto, aunque con matices segn
orientacin y perspectiva historiogrfca. Sobre el particular, puede contrastar-
se el acercamiento de FERNNDEZ SARASOLA, Ignacio. La Constitucin de Bayona
(1808). Madrid: Iustel, 2007; con el de BUSAALL, Jean Baptiste. Le spectre du ja-
cobinisme. Lexprience constitutionnelle franaise et le liberalisme espagnol (1808-
1814). Madrid: Casa de Velzquez, 2012. Las razones del contraste que tienen con
la valoracin de mayor o menor alcance de la transferencia de un modelo napo-
lenico en BUSAALL, Jean Baptiste. El reinado de Jos Bonaparte. Nuevas pers-
pectivas sobre la historia de las instituciones. Historia constitucional, nm. 9, 2008,
pgs. 439-448, nmero adems dedicado monogrfcamente a La Constitucin
de Bayona y el reinado de Jos Bonaparte.
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cido de integrar la experiencia constitucional gaditana como
parte del estudio de los procesos y del carcter de la constitucio-
nalizacin de los Estados surgidos de las Independencias.
19
Es
lo que se ha denominado comprensin bihemisfrica de la Cons-
titucin de Cdiz.
20
19. GUERRA, Franois Xavier. Modernidad e Independencias. Ensayos sobre
las revoluciones hispnicas. Madrid: Mapfre, 1992.
20. Sorprender acaso que se sostenga como nota caracterstica de la histo-
riografa sobre la Constitucin de Cdiz de los ltimos aos esta ampliacin de
rbita, que implica la toma en consideracin del componente americano, cuando
desde los aos ochenta no faltan en el panorama espaol aportaciones referidas,
por ejemplo, al papel de los diputados americanos en las Cortes de Cdiz, o a la
infuencia de la Constitucin de Cdiz en la formacin de los primeros textos cons-
titucionales americanos. Ahora bien, conviene advertir que estos trabajos, que en
todo caso hay que reconocer que suponan un avance respecto de posiciones para
las que Amrica era invisible, seguan, y siguen, lastrados por un punto de vista
nacional. Pues se viene a connotar una visin en cierto grado todava metropoli-
tana segn la cual el Texto de 1812 es un producto espaol (por mucho que para
su elaboracin se tuviera o no en cuenta la voz de la diputacin ultramarina)
que se proyecta y aplica en Amrica, y es su recepcin en aquel continente la que
comienza a desplegar efectos constitucionales de aplicacin, asimilacin o imita-
cin. Esta observacin puede, de alguna manera, tambin predicarse de los auto-
res que son ms sensibles a tomar en consideracin ese carcter bihemisfrico y
a quienes se debe reconocer el carcter de pioneros en esta integracin y visibili-
dad de esta dimensin ultramarina, como son, desde la orilla peninsular, Manuel
Chust y Marta Lorente. Una buena y reciente introduccin a la profusa obra del
primero, dando cuenta de una revisin historiogrfca sobre este tema y una puesta
al da bibliogrfca, se contiene en CHUST, Manuel. Las Cortes de Cdiz y su tras-
cendencia americana. En El legado de las Cortes de Cdiz, op. cit., pgs. 467-484.
De la ltima, vase la reedicin y reunin de sus trabajos de temtica americana
referida al constitucionalismo gaditano, LORENTE, Marta. La Nacin y las Espaas.
Representacin y territorio en el constitucionalismo gaditano. Madrid: UAM, 2010.
Contribuciones relevantes para la superacin de este resabio de lectura metropo-
litana han sido, por seguir citando la orilla peninsular de esta historiografa, las
de Bartolom Clavero, y ahora la de PORTILLO VALDS, Jos Mara. Crisis atln-
tica. Autonoma e independencia en la crisis de la monarqua hispana. Madrid: Mar-
cial Pons Fundacin Carolina, 2006. A partir de aqu, ms recientemente ya se
habla de un constitucionalismo hispano que tendra varias manifestaciones o ex-
periencias constitucionales, siendo la gaditana la ms infuyente, pero no por ello
la primera. Y, por tanto, antes de modelo gaditano habra que hablar de mo-
delo hispano como gnero y experiencias gaditana, neogranadina, riopla-
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
Consecuencias de la Constitucin de Cdiz
En resumidas cuentas, hoy por hoy pueden reducirse las inter-
pretaciones que se efectan sobre la Constitucin de Cdiz a una
alternativa: el empleo de una lgica de continuidad o disconti-
nuidad en el quehacer historiogrfco. Por ello, las consecuencias
que cabe extraer del episodio constitucional gaditano dependen
de una opcin sobre si dicho acontecimiento nos es hoy ms o
menos ajeno. Esto es, sobre si se considera que dicha experiencia
forma parte, o no, de nuestro mundo. Si utilizamos una afor-
tunada expresin que se ha predicado del estudio de la historia
del derecho, y que se ha aplicado ya a los mtodos conforme a
los cuales habra de abordarse el estudio de aquella experiencia
constitucional, la alternativa que acaba de mencionarse se tra-
ducira en hacer historia en una tradicin de constitucionalismo
en el que se confunden y fusionan objetos, instrumentos y fuen-
tes para la reconstruccin de un mundo; o hacer historia de esa
tradicin, esto es, considerando aquel mundo ajeno al nuestro,
respecto del cual, como nos recuerda Garriga, podemos ser ob-
servadores pero no participantes.
21
En este ltimo caso, debemos
conformarnos con elaborar explicaciones sufcientemente con-
gruentes y coherentes obtenidas a travs de mtodos ajustados
a los estndares reconocidos por la comunidad cientfca en ge-
neral, y por los profesionales de la historia en particular.
22
tense, etc., como sus especies. Esta ltima perspectiva es la que ya se contiene en
los trabajos que integran el volumen GARRIGA, Carlos (dir.): Historia y Constitu-
cin. Trayectos del constitucionalismo hispano. Mxico: Instituto Mora, 2010; tam-
bin gran parte de los que integran ANNINO, Antonio (coord.): La revolucin no-
vohispana 1808-1821. Mxico: FCE, 2010, y ms recientemente todos los captulos
de LORENTE, Marta; PORTILLO, Jos Mara (dirs.). El momento gaditano. La cons-
titucin en el orbe hispano (1808-1826). Madrid: Congreso de los Diputados, 2012.
21. GARRIGA, Carlos. Continuidad y cambio del orden jurdico. Historia y
Constitucin. Trayectos del constitucionalismo hispano, op. cit., pgs. 59-140.
22. Y en el debate ms reciente, pueden citarse dos exponentes seeros de es tas
opciones historiogrfcas. El primero, representativo de una historia en la tradi-
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Consciente de que ello implica un tremendo ejercicio de sim-
plifcacin, creo que las cuestiones sobre las consecuencias, tras-
cendencia, o importancia de la Constitucin de Cdiz pueden
reducirse a dos tipos de problemas. El primero tiene que ver con
la consideracin de los sujetos implicados en el constitucionalis-
mo gaditano. El segundo tipo de problemas, que no puede des-
entenderse del primero, se cifra en la defnicin del carcter de
la revolucin constitucional resultante de una u otra compren-
sin sobre la soberana, la separacin de poderes, la concepcin
de los derechos y la gestin del poder poltico, que se deducen del
texto y contexto gaditanos.
En la tarea de la defnicin del sujeto, o sujetos protagonista/s
de la Constitucin de Cdiz, es inevitable toparse con la cuestin
cin constitucional, es el integrado por la escuela de los constitucionalistas de la
Universidad de Oviedo, Joaqun Varela Suanzes e Ignacio Fernndez Sarasola.
Un manifesto metodolgico de esta posicin es el que se encuentra en VARELA
SUANZES-CARPEGNA, Joaqun. Algunas refexiones metodolgicas sobre la his-
toria constitucional. Historia Constitucional, nm. 8, 2007, pgs. 245-259, que se
concreta en obra sustantiva, VARELA-SUANZES CARPEGNA, Joaqun. Poltica y Cons-
titucin en Espaa (1808-1878). Madrid: CEPC, 2007. El segundo exponente de
una historia de aquella tradicin constitucional lo constituye la obra del grupo
HICOES, integrado, entre otros, por Bartolom Clavero, Carlos Garriga, Marta
Lorente, Carmen Muoz de Bustillo, Jos Mara Portillo, Carmen Servn, Julia Solla,
Jess Vallejo, Jean Baptiste Busaall y quien suscribe estas lneas, y que tambin tiene
una traduccin sustantiva en la ya citada GARRIGA, Carlos; LORENTE, Marta. C-
diz 1812. La Constitucin jurisdiccional, op. cit. Al hilo de la conmemoracin del
bicentenario, ambos grupos han publicado confesadas reediciones o actualizacio-
nes de sus respectivas tesis: VARELA SUANZES-CARPEGNA, Joaqun. La teora del
Estado en los orgenes del constitucionalismo hispnico. Las Cortes de Cdiz, op. cit.;
2. ed., Madrid: CEPC, 2011; FERNNDEZ SARASOLA, Ignacio. La Constitucin de
Cdiz, Origen, contenido y proyeccin internacional. Madrid: CEPC, 2011; GARRI-
GA, Carlos (coord.): Historia y Constitucin. Trayectos del constitucionalismo his-
pano, op. cit.; LORENTE, Marta, La Nacin y las Espaas. Representacin y terri-
torio en el constitucionalismo gaditano. op. cit.; LORENTE, Marta; PORTILLO, Jos
Mara (dirs.): El momento gaditano. La constitucin en el orbe hispano (1808-1826),
op. cit., obra esta ltima que incorpora a otros autores que comparten perspectiva
como Antonio Annino o Beatriz Rojas. Salvo otra referencia especfca que se haga
en su lugar, podr encontrarse en estos trabajos el soporte de las afrmaciones que
se vertern a continuacin sobre las consecuencias de la Constitucin de Cdiz.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
nacional. En este sentido hemos de entender hoy defnitivamen-
te clausurados algunos debates y determinadas posiciones que
no pueden sostenerse ya de un modo solvente. Hoy est fuera de
discusin la hispanidad del texto gaditano como puede tambin
estarlo la del Estatuto de Bayona. Antes bien, lo que conforma
en la actualidad el centro del debate sobre el sujeto nacional
concernido en la experiencia gaditana, tiene que ver con la def-
nicin que en el propio texto se formula del territorio de las Es-
paas, y a partir de ah, con la muy diversa lectura que se reali-
za del reconocimiento del alcance, tambin americano, de este
constitucionalismo.
En este punto, para una historiografa en la tradicin cons-
titucional, que celebra el momento gaditano como origen de la
Espaa contempornea, la dimensin ultramarina de la Cons-
titucin gaditana se expresa en trminos de proyeccin en un
mbito internacional. Esto es, se observa la fortuna del texto
constitucional en Amrica de la misma manera que se aborda su
proyeccin en algunos de los procesos revolucionarios y de cons-
titucionalizacin de Europa. Curiosamente, en esta lnea tam-
bin se mueve una parte de la historiografa americana, que ha
superado el prejuicio nacionalista de considerar la irrelevancia
de la experiencia gaditana en la formacin de las Constitucio-
nes decimonnicas.
23
Pero la consideracin sobre los sujetos con-
cernidos en la experiencia constitucional gaditana no se resuelve
solo en la geografa de la nacin, sino tambin en su composi-
cin. Para esta historiografa ya se encuentra enunciado en este
tiempo el sujeto individual como unidad de medida de orden
jurdico y poltico hispano, sin que a ello obste, lo que adems
es percibido como circunstancia que puede ser predicado de
cualquier tipo de constitucionalismo moderno (dejando acaso
23. Vase en el mismo sentido el ttulo de la ltima seccin de Cortes y Cons-
titucin de Cdiz. 200 aos, op. cit., tomo III, pgs. 459 ss., al que dedicamos una
resea en este mismo nmero: La proyeccin internacional de la Constitucin
de Cdiz con dos partes: A. Infuencia en Europa, pgs. 459-549, y B. Infuen-
cia en Amrica, pgs. 550-766.
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a un lado el jacobino expresado en el texto de la Constitucin
republicana de 1793), el hecho de que tal comprensin del in-
dividuo deje fuera a esclavos, mujeres, menores y trabajadores
dependientes. Pero es en el reconocimiento de los derechos de
participacin poltica donde esta corriente abunda en sealar
la modernidad y aun el carcter democrtico del primer cons-
titucionalismo. La amplitud de este reconocimiento, que se ha
conceptuado incluso como el primer establecimiento de un su-
fragio universal, tendra solo algunos lunares como es el caso
de las castas. Ahora bien, precisamente la encendida defensa
que los diputados americanos hicieron de estos espaoles que
traan un origen africano, sera manifestacin de la interioriza-
cin en aquel tiempo de un concepto individual de la titularidad
de los derechos.
No solo: puede incluso enunciarse que los derechos recono-
cidos por la Constitucin operaran como fundamento del orden
poltico que se inauguraba entonces. En este sentido, se hace hin-
capi en la existencia de declaraciones como las contenidas en sede
de garantas del proceso penal que, a lo largo del texto constitu-
cional, enunciaran el sentido contemporneo de los derechos y de
su atribucin individual.
24
Estas declaraciones se acompaaran
de unas reformas emprendidas por las Cortes (libertad de impren-
ta y de industria; abolicin de seoros, de la tortura y de la In-
quisicin) que, ms all de su efectiva puesta en vigor y su alcan-
ce, se dicen manifestacin clara del carcter revolucionario del
proceso abierto en Cdiz. En este panorama no es bice el hecho
de que el propio texto incluyera otros aspectos, como la intole-
rancia religiosa. Este tipo de falencias obedecera a las necesarias
concesiones a un sector reaccionario. El lenguaje historicista con
el que se present el texto, o el hecho de no incluir una declara-
cin de derechos, seran otras concesiones para con un contexto
adverso a una revolucin constitucional de inspiracin francesa.
24. Vase ALONSO ROMERO, M. Paz. Orden procesal y garantas entre Antiguo
Rgimen y Constitucionalismo gaditano. Madrid: CEPC, 2008.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
Tambin para estos autores, los decretos de septiembre de 1810
marcan un momento fundacional de reconocimiento de los dog-
mas de soberana nacional y la separacin de poderes. La arqui-
tectura de poderes se caracterizara adems por el papel central
y hegemnico que desarroll el Congreso que se arrog, bajo
diversos ttulos, facultades de intervencin sobre todo tipo de
autoridades. Esta asuncin de funciones exorbitantes por parte
de las Cortes y su carcter unicameral son motivos que justifcan
el que se parangone el rgimen gaditano con una suerte de r-
gimen asambleario o de Convencin. La concentracin de los
poderes en el seno de las Cortes, la limitacin de las facultades
del monarca y la inexistencia de una segunda cmara son ade-
ms argumentos que inhabilitaran la comparacin y la infuen-
cia del modelo de constitucionalismo ingls, y permitiran re-
afrmar el carcter liberal radical de la Monarqua diseada en
1812. Cdiz supondra as el primer hito de un modelo de orga-
nizacin poltica en Espaa que, con difcultades, pudo fnalmen-
te abrirse paso a lo largo de la centuria. Pues ya podran ras-
trearse en la obra gaditana las huellas de la construccin de una
Administracin contempornea y el arranque de un programa
codifcador que considera la ley en un sentido formal (esto es,
expresin de la voluntad de la nacin, general, escrita, publicada
uniformemente, etc.) como continente de los derechos y herra-
mienta para la transformacin de la sociedad poltica. Aunque
es cierto que en el desarrollo de estas dos grandes innovaciones
se advierten algunas quiebras, estas habra, de nuevo, que atri-
buirlas a un contexto de fortaleza de elementos ms reacciona-
rios. Y en fn, la imagen de que Cdiz crea un Estado calif-
cado incluso de unitario que obra con instrumentos nuevos,
lleva tambin a algunos de estos autores a sostener que uno de
los rasgos defnitorios del diseo constitucional es el de su cen-
tralismo.
25
25. As por ejemplo, ahora, POLO MARTIN, Regina. Los municipios y el te-
rritorio en la obra gaditana. AHDE, nm. 81, 2011, pgs. 437-468.
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La interpretacin de las consecuencias de la Constitucin de
Cdiz es asaz distinta para otra historiografa que observa esa
experiencia como especie de un constitucionalismo ilustrado pro-
pio de un Imperio que se haba quebrado con la crisis abierta en
1808, y que trataba de recomponerse apelando a nuevos lenguajes
y viejos sentidos. Para estos autores asumir la dimensin bihe-
misfrica del constitucionalismo entraa y despliega problemas
ms complejos. Estos tocan de entrada al poder constituyente
que estara en la base del texto (y que no puede reducirse al exa-
men del papel que tuvieron los diputados por Amrica en el tea-
tro de las Cortes Generales y Extraordinarias), o a la conside-
racin de ese mismo texto gaditano como parte de una familia
de constituciones y no como su modelo.
26
En lo que se refere a
la composicin de esa nacin, estos otros autores parten del pre-
supuesto de la persistencia de un modelo de sociedad corpora-
tiva que, aunque en crisis desde el XVIII, no habra desapareci-
do en el orbe hispano. Es ms, las propias circunstancias de una
triple crisis, dinstica, de soberana y constitucional, abierta con
las renuncias de Bayona, no hara sino reforzar esa dimensin
corporativa, muy presente en los procesos de constitucionaliza-
cin en todo este orbe.
27
En el caso gaditano, esa matriz corpo-
rativa se podra apreciar, por ejemplo, en el mismo proceso cons-
tituyente, en la articulacin ascendente de la representacin, pero
tambin en la ratifcacin de los textos resultantes mediante un
26. Algunos de los rasgos de este constitucionalismo hispano se individuali-
zan en PORTILLO, Jos Mara. La constitucin en el Atlntico hispano (1808-1824).
Fundamentos. Cuadernos monogrfcos de teora del Estado, Derecho Pblico e His-
toria Constitucional, nm. 6, 2010, FERNNDEZ SARASOLA, Ignacio; VARELA SUAN-
ZES-CARPEGNA, Joaqun (coords.), pgs. 123-178.
27. DYM, Jordana. From Sovereign Villages to National States: City, State
and Federation in Central America, 1759-1839. Albuquerque: University of New
Mexico, 2006; VERDO, Genevive. Lindpendance argentine entre cites et nations
(1808-1821), Paris: Sorbonne, 2006; GUTIRREZ ARDILA, Daniel. Un nuevo reino.
Geografa poltica, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada
(1808-1816). Bogot: Universidad del Externado de Colombia, 2010; CALDERN,
Mara Teresa; THIBAUD, Clement. La Majestad de los Pueblos, Nueva Granada y
Venezuela, 1780-1832. Madrid: Taurus, 2010.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
juramento prestado por el conjunto de los cuerpos que compo-
nan el conjunto (y no solo una parte) de esa Nacin Espaola,
trasunto constitucionalizado de Monarqua catlica.
28
Para la
historiografa que sostiene este presupuesto, la reunin de las
Cortes Generales y Extraordinarias no supuso la desaparicin
de entidades que aspiraron siempre a tener un papel decisivo en
la aprobacin e interpretacin del texto, y que retuvieron, so-
bre la base de un fundamento representativo, un papel de garan-
te de ese mismo orden constitucional. Pero tambin para estos
autores la peculiaridad de la nocin del poder constituyente ga-
ditano no tendra solo que ver con la difcil consecucin de su
exclusividad situada en un determinado rgano, sino con el propio
concepto de lo que para esta experiencia signifc constituir.
Ciertamente, en Cdiz se concluy una revolucin constitucional
consistente en encerrar en un solo documento el conjunto de re-
glas que deban regular la organizacin de los poderes y la ga-
ranta de los derechos de los espaoles. Y en ese sentido, la Cons-
titucin pudo pensarse como instrumento para la reunin de una
familia hispana hurfana por la crisis de Bayona. Pero, en su fac-
tura, desde el primer momento, para estos autores tambin se plan-
te como una labor que deba resultar ms de un debate jurdi-
co para el que se invit a gentes de fuera del congreso a que
28. Y este es un punto que distingue la interpretacin de Marta Lorente de
las de otros autores que se han ocupado del juramento constitucional gaditano.
Estos o bien cien el inters del juramento a solo un mbito americano, o foral
(por ejemplo, FRASQUET, Ivana. Se obedece y se cumple: La jura de la consti-
tucin de Cdiz en Mexico. En Visiones y revisiones de la independencia ameri-
cana: la independencia de Amrica, la Constitucin de Cdiz, y las Constituciones
iberoamericanas [=V Coloquio Internacional de Historia de Amrica: La Inde-
pendencia de Amrica, Salamanca, noviembre de 2004]: Salamanca: Universidad
de Salamanca, 2007); o bien lo consideran fundamentalmente en su faceta cere-
monial y no en su dimensin jurdica, lo que permite asimilarlo a otras tradi-
cionales juras, o compararlo con la festa revolucionaria francesa. Una sntesis y
estado de la cuestin de las interpretaciones de una y otros en MARTNEZ, Fernan-
do. La dimensin jurdica del juramento constitucional doceaista. En 1808-
1812. Los emblemas de la libertad. RAMOS SANTANA, Alberto; ROMERO, Alberto
(eds.). Cdiz: Universidad de Cdiz, 2009, pgs. 379-394.
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contribuyeran con sus luces que de la realizacin de un pro-
grama poltico. Esta lgica consultiva respondera al arraigo
en la sociedad poltica hispana de unas maneras muy tradicio-
nales de gestin de la decisin poltica, que eran adems cohe-
rentes con el mantenimiento de su carcter estructuralmente cor-
porativo.
La afrmacin de la persistencia de una lgica corporativa
no individualista, como presupuesto de primer constitucionalis-
mo hispano, contrastado en el examen de los discursos y de las
prcticas institucionales de este momento gaditano, se eleva a
clave explicativa de otros rasgos de la experiencia constitucional
gaditana. El propio texto constitucional podra refejar este pre-
supuesto subjetivo cuando mantena privilegios jurisdiccionales
a favor de clero y milicia, o cuando no incorporaba la igualdad
como derecho de los espaoles.
29
En este sentido, para estos
autores, adems, el recurso a una argumentacin historicista, la
distincin entre potestades y poderes o las invocaciones religio-
sas no conforman mera concesin ni un artifcio retrico.
30
An-
tes al contrario, conformaran, de entrada, soporte de validez de
lo que tambin se consideraban soluciones revolucionarias des-
tinadas a transformar la sociedad poltica hispana de arriba aba-
jo. Pero, adems, la religin administrada por un clero cuyos
componentes eran empleados pblicos bien poda operar como
criterio efectivo de inclusin y reconocimiento de ciudadana ga-
ditana. As aconteca especialmente en un mbito americano, en
el que la terica consideracin del indgena como ciudadano de-
ba salvar mltiples requisitos, como el de comulgar con la fe
catlica, el de su tradicional asimilacin con un menor y, antes
que todo (para la misma condicin de espaol), el de estar ave-
29. Vase la puesta al da de estos postulados en SERVN, Carmen. Los de-
rechos en la Constitucin de 1812: de un sujeto aparente, la nacin, y otro ausen-
te, el individuo. AHDE, 81, 2011, pgs. 207-226.
30. Para esto y para lo que sigue, vase CLAVERO, Bartolom. El orden de los
poderes. Historias Constituyentes de la Trinidad Constitucional. Madrid: Trotta,
2007.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
cindado, o, mejor dicho, de ser reputado por vecino. La imagen
entonces de un sufragio universal puede cuestionarse si se toma
en consideracin que el sistema electoral se articulaba en diver-
sos grados, comenzando por el de las parroquias, en cuyo seno
la normativa bien podra seguir amparando un tipo de repre-
sentacin natural, ms que poltica. En fn, la Constitucin de
la Monarqua dejaba a salvo (es ms se apoyaba sobre) todo el
tejido corporativo que compona todava la sociedad hispana.
31

En consecuencia, y siempre segn esta lectura, la Constitucin
bien poda coexistir con otras concreciones que se apellidaban
constituciones militares o eclesisticas, pero tambin con las
entidades de menor mbito que trataron de mantener el vncu-
lo con la Monarqua y afrmar al tiempo su autonoma o inde-
pendencia.
32

Estos autores sealan tambin otras consecuencias relativas
al juego de los poderes gaditanos y de la conceptuacin de sus
funciones polticas. El constitucionalismo gaditano, aunque for-
mulase el propsito de codifcar, desconocera un concepto formal
de ley como expresin de voluntad general. Para quien sostiene
esta interpretacin, no se encuentran en la experiencia gaditana
los mecanismos de proteccin de ley propios del constitucio-
nalismo revolucionario francs (casacin, motivacin de senten-
cias, rfr legislatif ).
33
Antes bien, en la defnicin y alcance de
su actividad las Cortes seguiran obrando conforme a las ma-
31. En este sentido, vase la seccin monogrfca de Iura Vasconiae, Revis-
ta de derecho histrico y autonmico de Vasconia, 8, 2011, nmero que recoge las
contribuciones del Simposio dedicado a Vasconia y el primer constitucionalismo
espaol (1808-1814).
32. PORTILLO, Jos Mara. Crisis Atlntica, op. cit.
33. Es Marta Lorente quien viene sosteniendo desde hace ms de una dca-
da este argumento, que prueba adems con el examen de mecanismos como la
publicacin de las normas. Vase tambin LORENTE, Marta. La doctrina legal
y el silenciamiento de los juristas en una Espaa sin Cdigo (1810-1889). Qua-
derni Fiorentini, nm. 50, 2011, pgs. 135-176; Inconsistencia de un principio y de-
bilidad de un Estado (Una refexin sobre el estado de la publicacin de las normas
y el acceso a su conocimiento en el Ochocientos espaol). AHDE, nm. 80, 2010,
pgs. 243-268.
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neras de gestin del poder propias del rgimen polisinodial de la
Monarqua catlica. Como soberano, pero al tiempo tambin su-
brogado en el papel de centro de autoridad, la actividad de las
Cortes recordara ms bien la actuacin de los viejos Consejos
que la de una Convencin revolucionaria. Por estas y otras ra-
zones, esta historiografa constitucional habla de jurisdiccio-
nalismo para caracterizar el constitucionalismo hispano. Cdiz,
en este sentido, cerrara el ciclo de un constitucionalismo ilus-
trado en el que todava la gestin del poder poltico se expresaba
en trminos jurisdiccionales. Esto es, era un constitucionalis-
mo en el que legislar todava era concretar el derecho conforme
a un orden que se supone trascendente.
34
Pero tambin era un
constitucionalismo en el que la soberana se expresaba en la ca-
pacidad de someter a responsabilidad a todo tipo de agentes p-
blicos sin estar sometido a responsabilidad.
Pero el fundamento corporativo del constitucionalismo ga-
ditano, y su manifestacin de gestin jurisdiccional del poder,
tuvo, para estos autores, un alcance mayor que se sita ahora en
el terreno del legado de esta experiencia. La Constitucin de C-
diz contendra un diseo territorial que salvaba e incluso propi-
ciaba un alto grado de autonoma de pueblos y provincias como
partes integrantes de la Monarqua.
35
La conservacin de facul-
tades jurisdiccionales y de autogobierno tenidas por originarias
en manos de estas entidades, la facilidad para la creacin de ayun-
tamientos constitucionales, sobre todo en Amrica, la dejacin
de la interpretacin sustantiva del derecho en manos de los tri-
bunales territoriales, la atribucin a las Diputaciones del papel
de garantes del orden constitucional, incluso por las armas de
34. GARRIGA, Carlos. Cabeza moderna, cuerpo gtico: la Constitucin y el
orden jurdico. AHDE, nm. 81, 2011, pgs. 99-162.
35. LORENTE, Marta. Esencia y valor del constitucionalismo gaditano (Nue-
va Espaa 1808-1821). Todos en ANNINO, Antonio (coord): La revolucin novo-
hispana 1808-1821. op. cit. ROJAS, Beatriz. El municipio libre. Una utopa perdi-
da en el pasado. Los pueblos de Zacatecas 1786-1835. Mxico DF: CIDE/Instituto
Mora, 2010.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
una Milicia urbana, etc., son para estos autores argumentos que,
en primer lugar, contestan una imagen de la Constitucin de C-
diz promotora de un Estado unitario y centralista. En segundo
lugar, son rasgos de un diseo que habilit y permiti la insos-
pechada consecuencia de una sncresis de cultura constitucional
y cultura indgena, que fue entonces posible porque, en defniti-
va, el modelo de organizacin se pens para que fuera sufcien-
temente dctil para intentar mantener un Imperio plural.
36
Y, ya
en clave de legado, aquellos son tambin argumentos que per-
miten formular explicaciones alternativas para fenmenos como
el federalismo, el cantonalismo, la debilidad de los Estados ame-
ricanos y del liberalismo espaol.
El fundamento corporativo y la gestin jurisdiccional del cons-
titucionalismo gaditano permitiran asimismo aportar una ex-
plicacin a algunos de los rasgos de la Administracin espao-
la contempornea en el siguiente sentido: Cdiz no clausur una
concepcin tradicional de la burocracia hispana. La departa-
mentalizacin, la falta de identifcacin nacional del funcionario
espaol, la patrimonializacin del empleo e incluso la difcil im-
plantacin, o la inexistencia para un mbito americano, de una
jurisdiccin contencioso-administrativa, son fenmenos que tie-
nen que ver ms con el mantenimiento de una tradicional plu-
ralidad de fueros que con una separacin entre lo gubernativo y
lo contencioso.
37
36. CLAVERO, Bartolom. Hemisferios de ciudadana: Constitucin espao-
la en la Amrica indgena. En LVAREZ JUNCO, Jos; MORENO LUZN, Javier (eds.):
La Constitucin de Cdiz: historiografa y conmemoracin. Homenaje a Francisco
Toms y Valiente, op. cit., pgs. 101-142, con abundante bibliografa comentada
para ir ms lejos. PORTILLO, Jos Mara. Jurisprudencia constitucional en espa-
cios indgenas. Despliegue municipal de Cdiz en Nueva Espaa. AHDE, nm. 81,
2011, pgs. 181-205. CLAVERO, Bartolom. Nacin y naciones en Colombia entre
Constitucin, Concordato y un Convenio (1810-1820). Revista de Historia del De-
recho Seccin Investigaciones, nm. 41, INHIDE, Buenos Aires, enero-junio de 2011,
pgs. 79-137.
37. MUOZ DE BUSTILLO, Carmen; MARTNEZ PREZ, Fernando. Justicia y
administracin en el primer experimento constitucional; y MARTNEZ PREZ, Fer-
nando. De la pluralidad de fueros al fuero de la Administracin (1834-1845). En
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A da de hoy, estas dos posiciones estn sufcientemente per-
fladas, e incluso se reconocen entre s,
38
aunque, como veremos
inmediatamente, no siempre existe una adecuada interpretacin
de sus respectivas lecturas. Ejemplo signifcativo de esta incom-
prensin es el que tiene que ver con la valoracin del historicismo
de la experiencia constitucional gaditana. Para uno de los repre-
sentantes ms seeros de la corriente actualizadora, que al me-
nos se presta a entrar en un debate historiogrfco, la perspec-
tiva que sostiene la llamada perspectiva jurisdiccionalista niega
el carcter revolucionario de la experiencia constitucional.
39
No
solo: la identifcacin entre el constitucionalismo gaditano y
el actual orden constitucional contextual al investigador, lleva a
que el cuestionamiento de esta equiparacin metodolgica se in-
terprete como la negacin del carcter revolucionario de estos
procesos e incluso la adhesin a posiciones ideolgicas reaccio-
narias.
40
Ahora bien, frente a esta lectura, puede contestarse que
nada tiene que ver el relativismo metodolgico que emplea la
llamada historiografa jurdica crtica con un relativismo tico
ni, an menos, con un compromiso con tesis o posiciones reac-
cionarias, o nostlgicas de un Antiguo Rgimen preconstitucio-
nal. Por todo ello, entre quienes sostenemos esta tesis se viene
introduciendo un matiz, que siempre estuvo presente desde un
inicio, y que tiene que ver con el mayor o menor grado de rele-
vancia que en la reconstruccin de la experiencia constitucional
LORENTE, Marta. La jurisdiccin contencioso administrativa. Una historia de sus
orgenes. Madrid: CGPJ, 2008, pgs. 187-222 y 223-266.
38. Una ltima puesta al da de las perspectivas contrapuestas, pero tambin
de los nuevos temas y cuestiones en torno a la experiencia gaditana, es la que se
contiene en la seccin de debate Teora y Derecho, Revista de pensamiento jurdico,
nm. 10, diciembre de 2011, que lleva el ttulo La Constitucin de 1812: miradas
y perspectivas.
39. FERNNDEZ SARASOLA, Ignacio. La Constitucin...., op. cit., Prlogo,
pgs. 11-15.
40. Ibdem, pg. 12. Otro ejemplo es el de la crtica contenida en PALTI, Elas.
Halperin Dongui y la paradoja de la revolucin. Revista de Historia Intelectual,
nm. 15, 2011, pgs. 161-164.
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
gaditana se concede a su dimensin cultural o a su dimensin
institucional y poltica.
41

Otro ejemplo de esta lectura distorsionada es la crtica que se
formula por parte de la historiografa actualizadora del mtodo
empleado por la historiografa alternativa. Se viene a achacar
que esta adolece de apriorismo o incluso de un acercamiento
dogmtico. En cierto sentido, la crtica es de recibo: los auto-
res que hemos popularizado y generalizado el apellido jurisdic-
cional para califcar el constitucionalismo gaditano corremos
el riesgo de elevar el presupuesto del jurisdiccionalismo a suerte
de quod erat demostrandum. Pero no es tan de recibo cuando lo
que se pretende es la naturalizacin de una dogmtica jurdi-
co-constitucional que s que opera como apriorstico obstculo
epistemolgico para el historiador del derecho.
RESEAS
ESCUDERO, Jos Antonio (dir.). Cortes y Constitucin de C-
diz. 200 aos. Introduccin de Jos Antonio ESCUDERO. Pre-
sentacin de Jos BONO MARTNEZ. Presentacin de Tefla
MARTNEZ SAIZ. Madrid: Espasa Libros. Fundacin Rafael
del Pino, 2011. 3 volmenes (vol. I: LXXII + 636 pgs., vol. II:
709 pgs., vol. III: 773 pgs.). 24 cm. [18 24].
41. Y este matiz de diferenciacin interna que contiene la propuesta de la ca-
lifcacin de la Constitucin de 1812 como una constitucin jurisdiccional se
aprecia en dos de los autores que han intitulado con esta expresin su mirada sobre
Cdiz, Carlos Garriga y Marta Lorente. En la obra del primero puede observar-
se una mayor inclinacin a sostener la prevalencia del factor cultural como estruc-
tural y determinante de soluciones constitucionales, que le lleva, en mayor medida,
a destacar la persistencia de un orden jurdico y como consecuencia poltico.
La segunda es, sin embargo, ms sensible a apreciar la trascendencia de factores
polticos, institucionales y materiales, que son decididamente revolucionarios,
como determinantes de la conservacin y reproduccin de discursos e institucio-
nes antiguas, pero que se ponen al servicio de un proyecto poltico de transfor-
macin de la sociedad poltica hispana.
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En la vspera de la efemride de la Constitucin aparece esta
obra dirigida por el Historiador del Derecho y mltiple acad-
mico Jos Antonio Escudero y auspiciada por la Fundacin del
Pino. El propsito es ambicioso, lo que termina explicando la
extensin del trabajo compuesto por tres volmenes, integrado
por ciento quince voces, precedidas de una introduccin que
no es solo tal, sino adems aportacin sustantiva de la mirada
del director sobre la Gnesis y principales reformas de la Cons-
titucin de Cdiz. La introduccin cumple la funcin de mani-
festo de los presupuestos historiogrfcos a partir de los cuales
se ha planeado este gran edifcio. Pues, en efecto, se connota aqu
ya una perspectiva de continuidad entre aquel pasado y nues-
tro tiempo como presupuesto metodolgico de la reconstruccin
de la experiencia constitucional gaditana. En este sentido se
ha de interpretar el ttulo de un trabajo que hace referencia a los
doscientos aos pasados desde la promulgacin del texto cons-
titucional, y tambin en este sentido se explican las protocolarias
presentaciones que preceden esa introduccin.
Esa lgica de la continuidad que preside toda la obra es la que
precisamente le aporta coherencia interna, operando como un
no explcito denominador comn de casi todas las aportaciones.
La apuesta por la que hoy solo es una manera (si se quiere la ms
tradicional) de mirar la experiencia constitucional gaditana es,
por un lado, un requisito necesario para la confeccin de una
obra colectiva en que se ha implicado a tan variopinta nmina
de autores, pero, por otro lado, supone la negacin de la plura-
lidad como un confesado objetivo que ha animado este traba-
jo. El director de la obra hace protesta de esa pluralidad cuando
viene a afrmar que ni la ideologa, ni el centro o institucin aca-
dmica o de investigacin, ni la nacionalidad de los auto res ha
pesado en la seleccin de los nombres de quienes habran de re-
dactar las aportaciones. Ahora bien, esa pluralidad en el origen
de las personas o de las disciplinas no es garanta de pluralidad
en los planteamientos. Existe hoy en da un planteamiento muy
distinto de abordar el primer constitucionalismo hispano, en el
que desde hace lustros vienen trabajando especialistas pertene-
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
cientes a las mismas disciplinas que vertebran esta obra (histo-
riadores contemporneos, del derecho, americanistas y consti-
tucionalistas), y con los que no se ha podido o querido contar en
esta ocasin. Esta opcin no es merecedora de crtica (pues de
haber contado con estos otros nombres, el resultado probable-
mente no hubiera sido tan coherente). Diverso s es, en cambio,
el formato, estilo y la profundidad de anlisis del conjunto de las
aportaciones que componen este inmenso fresco del primer cons-
titucionalismo espaol. Existen algunos trabajos que suponen
una aportacin al progreso del conocimiento sobre la experien-
cia constitucional gaditana, pero tambin aparecen contribucio-
nes que no aspiran a pasar de ensayo. En todo caso, la vocacin
enciclopdica de la obra impide presentar los resultados y las con-
clusiones de investigaciones recientes.
La obra se divide en dos partes, dedicadas respectivamente
a los argumentos que evoca su ttulo: Cortes y Constitucin de
Cdiz. La primera parte, que ocupa el primero y parte del segun-
do de los volmenes, se subdivide, a su vez, en cuatro secciones.
La primera seccin, Antecedentes polticos e institucionales, es
en realidad una mezcla de contribuciones que responden a este
ttulo (como son las de F. Barrios, P. Molas o J. M. Vallejo He-
via), junto a los ensayos de los pioneros de la historiografa cons-
titucional espaola (M. Artola y F. Surez). En esta sede debera
adems haberse trado el trabajo de S. de Dios, que aparece en
otra seccin, y que no solo responde a este enunciado, sino que
parece sumamente interesante, porque se hace eco de esa histo-
riografa constitucional alternativa a la que no se ha recurrido
en esta obra. La segunda seccin (Convocatoria y composicin
de las Cortes) integra algunos trabajos dedicados al proceso de
convocatoria a Cortes que no van ms all en fuentes y conclu-
siones a las habilitadas y alcanzadas por uno de aquellos pione-
ros. Junto a estos, hay otros captulos dedicados a anlisis de los
diputados, segn el criterio del lugar de procedencia de su dipu-
tacin, que es tambin donde prestan servicios los historiado-
res del derecho que frman cada uno de los estudios. Este criterio
de atribucin, que es lgico en cuanto puede facilitar el acceso
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a fuentes de primera mano, pierde sentido, sin embargo, cuan-
do la fuente prioritaria, sino nica, es la edicin de los Diarios
de Sesiones. Excepcin a lo que acaba de decirse es el docu-
mentadsimo trabajo de G. Monreal sobre los diputados vascos
y navarros, y el de J. M. Vallejo sobre los diputados castellanos y
asturianos, este ltimo porque en realidad funge como una muy
sensible introduccin a las grandes reformas de las Cortes. Pre-
cisamente a este objeto (tras una seccin miscelnea dedicada
al contexto cultural y social de las Cortes) se dedica la ltima
seccin de esta parte. Aqu se individualizan esos logros de las
Cortes de Cdiz, que marcan su carcter revolucionario: aboli-
cin de seoros (Galvn), libertad poltica de imprenta (Senz
Berceo/Prez Juan), abolicin de la tortura y garantas en el pro-
ceso penal (Sainz Guerra), abolicin de la Inquisicin (Escude-
ro). Merece aplauso, en todo caso, la decisin de haber dedicado
una seccin a una labor constituyente de las Cortes que no se
reduce al texto de 19 de marzo de 1812.
La segunda parte de la obra sobre el anlisis del texto de la
Constitucin de 1812 se subdivide, a su vez, en tres secciones. La
primera, Caracteres generales, agrupa contribuciones de diver-
so sentido y factura. En todo caso, la lgica historiogrfca de la
continuidad entre aquella Espaa y nuestro tiempo sigue presen-
te. Signifcativo es en este sentido el trabajo que abre la seccin
de P. Lucas Verd dedicado a poner de manifesto las ensean-
zas de Cdiz para nuestro presente. Bajo este epgrafe de carac-
teres generales no falta tampoco la contribucin sobre Bayona
como antecedente (Fernndez Sarasola) ni la inevitable mencin
a la infuencia del constitucionalismo revolucionario francs en la
elaboracin del texto gaditano (Perona). Como si se tratase de
la exgesis actual de una norma pretrita, la segunda seccin
de esta segunda parte tiene ya la naturaleza de una suerte de unos
retrospectivos Comentarios a la Constitucin de 1812. Las aporta-
ciones van pegadas a los ttulos y captulos del texto gaditano, y
en ellos se reafrma en trminos generales una lectura acorde con
una visin de una historiografa constitucional que, en resumi-
das cuentas, gira en torno a cuatro ejes: el carcter voluntarista
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
y revolucionario de la Nacin espaola, como sujeto poltico so-
berano titular exclusivo del poder constituyente; la comprensin
actualizadora de las funciones y poderes polticos diseados en
la Constitucin; la presuncin de la toma en consideracin del
individuo espaol como titular de unos derechos humanos; y el
sobrentendido, sobre el diseo del texto constitucional, del carc-
ter centralista del texto gaditano. Sin embargo, existen algunas
aportaciones que vienen a introducir quiebras en esta compren-
sin. As, solo por ejemplo, al hilo de la defnicin del territorio,
R. Garca se hace eco de la discusin historiogrfca sobre la di-
fcil caracterizacin de una polidrica nacin gaditana. En sede
de Tribunales y Administracin de justicia, los artculos de Ayer-
be y Galn sobre uniformismo jurdico, recepcin y reaccin del
texto en los territorios vascos y navarros evocan el cuestionamien-
to reciente de la afrmacin de una concepcin exclusiva y ex-
cluyente del poder constituyente de la Nacin espaola. En sede
Gobierno y Administracin, el trabajo de A. Bermdez matiza
justamente la perspectiva centralista que se desprende de la con-
tribucin inmediatamente anterior de Santana; y, en fn, el ar-
tculo sobre el mecanismo de responsabilidad por infracciones
a la Constitucin como garanta para su observancia sirve a M.
Lorente (la nica reconocida representante de esa otra historio-
grafa constitucional que ha sido incluida en esta acadmica en-
ciclopedia del constitucionalismo hispano) para traer a colacin
sus refexiones sobre la clave jurisdiccional que permea y explica
el diseo y gestin de los poderes, o mejor, de las potestades po-
lticas en el constitucionalismo gaditano.
Se cierra esta parte y esta obra con una seccin dedicada a
la proyeccin internacional de la Constitucin de Cdiz, que
se subdivide, a su vez, en dos epgrafes titulados Infuencia en
Europa e Infuencia en Amrica. Estos enunciados que no
parecen historiogrfcamente problemticos referidos a una geo-
grafa europea, s lo son cuando Amrica es la destinataria de
la proyeccin y la infuencia. Porque, de nuevo, el presupues-
to historiogrfco de la continuidad entre la nacin de hoy y la
gaditana lleva a considerar internacional la entonces Espa-
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a ultramarina. Por ello, la procedencia de los ilustres estudio-
sos americanos que frman las contribuciones en esta parte del
volumen, no garantiza, sin embargo, la superacin de una com-
prensin eurocntrica del signifcado de la Constitucin de C-
diz. Pues estas aportaciones hacen algo ms que superar las tesis
que negaban papel alguno al constitucionalismo gaditano en la
constitucionalizacin de los nuevos Estados independientes: son
trabajos que reproducen ahora la imagen de que la Constitucin
gaditana fue de factura peninsular y aprovechamiento ultrama-
rino. No hay rastro aqu de una reciente historiografa ameri-
canista y constitucional que, en lugar de hablar de infuencia de
Cdiz en Amrica o de modelo gaditano de aplicacin ultra-
marina, comienza a formular la existencia de un constitucio-
nalismo hispano que pudo tener en Cdiz su manifestacin ms
importante, pero ni nica ni primera.
FERNANDO MARTNEZ
Historia del Derecho
Universidad Autnoma de Madrid
BUSAALL, Jean-Baptiste. Le spectre du jacobinisme. Lex p-
rience constitutionnelle franaise et le libralisme espagnol
(1808-1814). Madrid: Casa de Velzquez (Biblioteca de la Casa
de Velzquez, vol. 55), 2012. XII + 446 pgs. [17 24].
Este libro es un buen ejemplo de los cambios que ha registrado
la historiografa sobre el primer constitucionalismo espaol en
los ltimos aos. La sede de publicacin, el origen y formacin
acadmica de su autor, su adscripcin disciplinar, la acotacin de
su objeto, su planteamiento y sus conclusiones, ponen de mani-
festo a primera vista la internacionalizacin de la investigacin
en esta materia. Lo que tambin quiere decir que no podr ha-
llarse en esta obra prejuicio o precomprensin nacionalista es-
paola, pero tampoco francesa. Porque, contra lo que podra
deducirse de su subttulo, este libro no se escribe desde un ob-
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
servatorio ultrapirenaico, ni trata de abundar en la infuencia del
constitucionalismo revolucionario y napolenico galo en los or-
genes del constitucionalismo espaol. Antes al contrario, el pro-
psito de la obra es precisamente revisar este clich extendido
en la historiografa constitucional espaola y gala. Aparece esta
obra, por tanto, en un momento oportuno para terciar en un de-
bate sobre la insercin de liberalismo espaol en los modelos
de constitucionalismo moderno, para discutir dos tesis: que el
Estatuto de 1808 es meramente la versin espaola de un nico
modelo de constitucionalismo napolenico, y que el texto gadita-
no es una versin del modelo constitucional revolucionario fran-
cs de 1789.
El autor, que se ha signifcado como especialista de referen-
cia internacional en el anlisis de la Constitucin de Bayona, for-
ma tambin parte del grupo de estudiosos que, desde hace algu-
nos aos, sostiene una visin alternativa sobre los orgenes del
constitucionalismo hispano basada en presupuestos no tribu-
tarios de las categoras de la actual dogmtica jurdica. En este
sentido, para el autor los imaginarios, las representaciones y los
mitos del pensamiento poltico y de las prcticas institucionales
presentes y circulantes en el seno de la sociedad poltica hispa-
na operan como denominadores comunes de un mismo proceso
de constitucionalizacin que tiene dos momentos, uno josefno
y otro gaditano. En consecuencia, se examinan en la obra cada
uno de estos momentos adoptando una doble mirada que abor-
da, de un lado, el proyecto napolenico para Espaa, o las ini-
ciativas de los que denomina los jacobinos espaoles, y, de otro
lado, se contrapone esta mirada con el anlisis de las manifesta-
ciones doctrinales, pero tambin institucionales de una cultura
poltica endgena que hizo fracasar las pretensiones del empe-
rador y su hermano, pero tambin que dotaron de un peculiar
sentido al primer liberalismo hispano.
La estructura y contenido de la obra cumple solventemente
con este propsito. El libro se divide en dos grandes partes. La
primera de ellas se dedica a la Constitucin franco-espaola de
Bayona como origen de un liberalismo moderado. Esta parte
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se divide a su vez en tres captulos. En el primero da cuenta del
proceso constituyente del Estatuto; el autor se toma en serio el
fundamento declaradamente pactista para sealar la diferencia
entre este texto y otras cartas otorgadas del constitucionalismo
napolenico de exportacin. En el segundo captulo se describe
el diseo institucional contenido en el estatuto, pero poniendo
especial atencin en la adaptacin de algunos de sus elementos
ms importantes (por defnitorios de ese constitucionalismo na-
polenico, como es el Consejo de Estado o el Cdigo Civil) a las
circunstancias del modelo de organizacin y gestin del poder
y a la cultura jurdica circulante en la Monarqua catlica. Esta
parte se completa con la califcacin de la actitud de quienes apos-
taron por la solucin josefna a la crisis de la Monarqua, revi-
sando de paso el dictado cargado de sentido peyorativo de la voz
afrancesado.
La segunda parte de la obra (Rvolution, Constitution de Cadix
et nation: la voie espagnole et le prcdent franais) est dedicada
al examen de la experiencia constitucional gaditana, a su cali-
fcacin y a la revisin de su identifcacin con el modelo revo-
lucionario francs. Dividida en tres captulos, los dos primeros
estn dedicados a dar cuenta de un difcil proceso constituyente,
que viene determinado por desarrollarse en un, hasta entonces,
indito espacio pblico generado por la crisis abierta en 1808. El
autor presenta en este sentido un itinerario sinuoso, en el que,
ms que detallar la gnesis del texto, recupera y clasifca multitud
de materiales, proyectos, folletos, memorias, etc., en lo que de-
nomina una reconstruccin emprica de la cultura patria so-
bre la idea de Constitucin. All encontramos, ciertamente, fuen-
tes doctrinales de sobra conocidas y tratadas por la historiografa
constitucional, pero tambin otra literatura, si se quiere, menor,
que el autor rescata ahora del Archivo y de la publicacin peri-
dica. Todos estos materiales, adecuadamente aprovechados, le
permiten formular un elenco de las corrientes y opciones sos-
tenidas en aquel tiempo, y que bien pudieron operar como fer-
mento de la solucin constitucional gaditana a la crisis de la
Monarqua. Precisamente un captulo dedicado a caracterizar esa
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Fernando Martnez. La Constitucin de Cdiz de 1812 y sus consecuencias
solucin constitucional cierra esta parte y la obra. Aqu se asu-
men los postulados de la corriente historiogrfca que ha apelli-
dado este constitucionalismo de jurisdiccional. De entre es-
tos, se destaca la composicin corporativa de la nacin, y una
defnicin de las Cortes que no soporta ya la asimilacin con la
Asamblea francesa revolucionaria. La comparacin entre el di-
seo institucional gaditano con el supuesto precedente francs,
permite, en fn, formular la siguiente conclusin: Lenjeu ntait
pas de crer un gouvernement reprsentatif et de rpartir les pou-
voirs de la souverainet des organes institus par la Constitution,
mais de dlimiter la juridiction des organes constitutionnels et des
corps qui formaient une nation tendue sur deux hmisphres.
Ahora bien, justamente este ejemplo de una nueva historiogra-
fa constitucional descuida, sin embargo, este importante fanco.
Aunque el autor tiene bien presente la dimensin bihemisfrica
de la Constitucin de Cdiz, es un aspecto que no aborda en su
trabajo.
FERNANDO MARTNEZ
Historia del Derecho
Universidad Autnoma de Madrid
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