Carta A Diogneto
Carta A Diogneto
Carta A Diogneto
ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar inslito, ni llevan un gnero de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulacin de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseanza basada en autoridad de hombres. Viven en ciudades griegas y brbaras, segn les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del pas, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraa es patria para ellos, pero estn en toda patria como en tierra extraa. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en comn, pero no el lecho. Viven en la carne, pero no segn la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadana est en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida.Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo.Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida.Los.judos los combaten como a extraos y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad. Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; as tambin los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible est encerrada en la crcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religin es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, slo porque le impide disfrutar de los placeres; tambin el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres. El alma ama al cuerpo y a sus miembros, a pesar de que ste la aborrece; tambin los cristianos aman a los que los odian. El alma est encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantiene unido el cuerpo; tambin los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una crcel, pero ellos son los que mantienen la trabazn del mundo. El alma inmortal habita en una tienda mortal; tambin los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupcin celestial. El alma se perfecciona con la mortificacin en el comer y beber; tambin los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican ms y ms. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lcito desertar." De la Carta a Diogneto (Cap. 5-6; Funk 1, 317-321) Preparado por el Departamento de Teologa Espiritual de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz