Revitalización Sin Gentrificacion
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Revitalizacin sin gentrificacin? Cooperativas de vivienda por ayuda mutua en los centros de Buenos Aires y Montevideo
Ibn Daz Parra1 | Pablo Rabasco Pozuelo2
Recibido: 05/03/2013 | Aceptado: 27/11/2013
Resumen
Actualmente, las principales ciudades de Amrica Latina estn en pleno proceso de recualificacin de sus centros urbanos. La necesidad de rehabilitacin de barrios histricos degradados, abandonados durante dcadas, choca con las consecuencias sociales que tiene su rehabilitacin: el aburguesamiento residencial y el desplazamiento de la poblacin ms pobre. En este sentido, es de inters la bsqueda de frmulas que permitan la regeneracin urbanstica partiendo de unos mnimos criterios de justicia social. El presente artculo examina las posibilidades de las cooperativas de vivienda por reciclaje creadas en Montevideo y Buenos Aires, que han jugado un papel en la intervencin reciente de los centros histricos de estas dos ciudades. Se propone de partida que estas iniciativas muestran una forma de renovacin sin desplazamiento de las clases populares. Palabras clave: cooperativas de vivienda por ayuda mutua, renovacin urbana, gentrificacin, desplazamiento.
Abstract Revitalization Without Gentrification? Mutual-Aid Housing Cooperatives in Buenos Aires and Montevideo City Centres
Currently, major Latin-American cities are regenerating their urban centres. After decades of decline, demand for the revival of run down, but historically important, areas is accompanied by the negative social consequences that result from regeneration: gentrication and displacement of the most poor. Therefore, the search for urban regeneration policies preserving social justice is of major interest. This paper focuses on the experience of mutual-aid housing cooperatives in Montevideo and Buenos Aires, which have had a role in recent historical city centre renewal. It is proposed here that the housing cooperatives show a way of renewal without the displacement of low income tenants. Key words: mutual-aid housing cooperatives, urban renewal, gentrification, displacement.
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Rsum Revitalisation sans Gentrification? Coopratives Entraide Logement Buenos Aires et Montevideo centres-villes
Actuellement, les principales villes de lAmrique Latine vivent un processus de requalification de leurs noyaux urbains. Aprs des dcennies de ngligence, la demande de rhabilitation des cits historiques dgrads, est-il confront aux ses consquences sociales, son embourgeoisement, et au dplacement des populations le plus pauvres. Ainsi, la recherche de la politique de rgnration urbaine en prservant la justice sociale est un sujet principal. Cet article se concentre sur lexprience des coopratives dhabitation dentraide Montevideo et Buenos Aires qui ont eu un rle dans le renouvellement du centre historique rcente. Il est propos que les coopratives dhabitation montrent une voie de renouvellement sans le dplacement de classes populaires. Mots-cls: coopratives dhabitation construit par aide mutuelle, coopratives des habitants, habitat participatif, rnovation urbaine, gentrification, dplacement.
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Los cambios han variado en intensidad segn el caso y mientras determinados sectores histricos, anteriormente degradados, se han transformados en enclaves con una posicin central econmica y socialmente, otros barrios permanecen en una situacin menos definida. Lo que resulta indudable es que la mayora de las grandes ciudades de estos mbitos han desarrollado una estrategia de revalorizacin de sus espacios centrales mediante diversas frmulas operadas tanto desde el capital pblico como del privado. Dos parecen haber sido las grandes lneas en torno a las que se han producido las transformaciones. La primera es el aburguesamiento residencial o gentrificacin3, sustentado por el crecimiento y los cambios en los patrones de localizacin de las clases medias urbanas y favorecedor de una intensa especulacin inmobiliaria que ha dinamizado la economa de estas ciudades. La segunda es la tematizacin y explotacin de los recursos histricos-patrimoniales para la atraccin de turistas, lo que ha generado procesos ms o menos intensos de terciarizacin que han podido prolongar o acelerar el vaciamiento de algunos centros urbanos, pero que ms a menudo crean sinergias con los mencionados procesos de gentrificacin. Las consecuencias dramticas para algunos sectores de la poblacin de este tipo de procesos son bien conocidas. El desplazamiento y sustitucin de la poblacin ms vulnerable parecen requisitos inevitables. Durante dcadas los barrios centrales de las grandes ciudades iberoamericanas, desinvertidos y abandonados, han tendido a convertirse en enclaves propios de los grupos ms pobres y vulnerables dentro de la estratificacin social urbana, clases populares con escasos recursos. En no pocos casos se han transformado en tugurios marginales asociados a actividades de carcter ilcito como la prostitucin, la ocupacin irregular de edificios abandonados, la economa sumergida, etctera. En este contexto, las formas que adopta el desplazamiento van desde el acoso a inquilinos de rentas reducidas al desalojo policial de edificios ocupados. El traslado de la poblacin pobre a sectores menos visibles de la ciudad, mientras que el enclave central se rehabilita y se pone en valor, difcilmente entra dentro de lo moralmente aceptable. No obstante, al mismo tiempo, la rehabilitacin de los sectores histricos y patrimoniales e incluso su explotacin econmica, pueden valorarse como un derecho que repercute de forma beneficiosa en la poblacin mediante la creacin de puestos de trabajo y la entrada de divisas por parte de los visitantes, especialmente cuando se trata de maltrechas economas urbanas. Esto es muy matizable, por supuesto, porque siendo necesaria la conservacin patrimonial como elemento transmisor de valores culturales, en lo referente al impacto econmico, gran parte de la riqueza generada tiende a tener un fuerte carcter especulativo, donde en muchas ocasiones los beneficios repercuten en las lites sociales mientras que las clases populares apenas recogen una parte nfima de los mismos. En cualquier caso, ante el dilema de la necesidad de rehabilitar el patrimonio comn y de instrumentalizarlo como recurso, la bsqueda de frmulas que permitan una revitalizacin de este tipo de espacios evitando las consecuencias sociales injustas parece una tarea de gran inters a la que se presta el presente artculo. Este documento es fruto del trabajo de campo realizado entre junio y septiembre de 2012 en el marco del Proyecto de Investigacin Arquitectura y autogestin. Estudio crtico de las condiciones generadas por la prctica autogestionada en la arquitectura y el espacio pblico (Plan Nacional de Investigacin Cientfica. HAR2010-20715), con Pablo Rabasco como investigador principal. Los autores de este texto desarrollaron un trabajo de campo consistente en el estudio de las experiencias autogestionarias relacionadas con la arquitectura y el urbanismo en Buenos Aires (MOI) y las cooperativas de vivienda por ayuda muta en la Ciudad Vieja de Montevideo (espe3. Aqu se entiende la gentrificacin en un sentido clsico, como aburguesamiento residencial. Para una discusin sobre esta cuestin ver Daz (2013).
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cialmente Covicivi-1, incluyendo la estancia de uno de los investigadores en este espacio durante un corto periodo de tiempo), fundamentalmente entrevistas en profundidad con informantes clave y observacin directa de los proyectos autogestionarios y de los entornos urbanos en los que se localizaban. Adems de las dimensiones de la propia ciudad, son diferentes las dimensiones del movimiento cooperativo, en este caso de manera favorable a Montevideo. Esto hace que la explicacin de este caso requiera ms extensin que el de Buenos Aires. No obstante, la similitud de los planteamientos y el hecho de que la experiencia del MOI est directamente inspirada en COVICIVI hacen interesante la comparacin, aun teniendo en cuenta las diferencias de escala.
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criminalizados como inmigrantes, precarios que generan economas incontroladas, o actividades de ocio alternativo al comercial, como concentraciones de jvenes o expresiones subculturales callejeras. De este modo, se contribuye a la polarizacin de la ciudad en zonas seguras e inseguras, zonas privilegiadas y zonas marginales. En definitiva, la intervencin pblica puede reforzar los efectos inicuos de las dinmicas segregadoras del mercado (Smith, 1996; Davis, 1993). No obstante, tambin existen iniciativas pblicas que actan frente a la segregacin y el desplazamiento. Parte de la atencin reciente sobre la relacin entre gentrificacin y polticas pblicas se ha centrado en las promociones de vivienda que mezclan grupos de bajos y altos ingresos en EEUU y Reino Unido (Chaskin, et al., 2012). La intervencin sobre barrios en declive, redesarrollndolos como reas de ingresos mixtos, persigue el doble objetivo de revitalizar estos sectores al tiempo que se desconcentra la pobreza y se favorece la inclusin. Los resultados son ambivalentes. Al mismo tiempo que en los casos estudiados puede apreciarse una mejora en la calidad de vida de los residentes de bajos ingresos y la dispersin (sic) de la pobreza, se generan otros conflictos. Algunas investigaciones sealan como en este tipo de mezclas, los grupos de bajos ingresos se ven obligados adaptarse a las normas morales y de comportamiento de la clase media, que implican por lo general fuertes restricciones en el acceso y el uso de los espacios pblicos provocadas por la demanda de seguridad y de valorizacin de las propiedades (IBDEM). Adems, estas polticas implican un desplazamiento parcial de la poblacin originaria y con bajos recursos. Preocupaciones de este tipo tambin han proliferado en Amrica Latina, donde el problema presenta una mayor novedad, pero donde se percibe claramente la dificultad de rehabilitar reas centrales sin que esto suponga un claro aburguesamiento residencial. As, algunos autores han desarrollado propuestas ms o menos concretas de renovacin urbana, evitando la gentrificacin a travs del desarrollo de la misma como un proceso participativo, emanado de las organizaciones vecinales. Por ejemplo, para un caso en Santiago de Chile, donde la propiedad es predominante entre los residentes, se seala que la participacin adems de transparentar la repolitizacin del urbanismo y reforzar la democracia local, se presenta como una oportunidad de resistencia colectiva a la amenaza de desplazamientos inherentes al mercado inmobiliario oligoplico de baja regulacin (Lpez, et al., 2012: 60). Aun as, no queda del todo claro en qu medida es la participacin la que puede frenar el proceso y no el predominio de la propiedad entre los residentes, algo que, por otro lado, no se produce en muchos centros histricos. La participacin es tambin una clave para Coulomb (2009), as como la bsqueda de cierta diversidad social para el caso del centro histrico de Mxico. Esta heterogeneidad, estara en el origen de los propios centros histricos y se garantizara ahora mediante la construccin de vivienda por el gobierno. No obstante el mismo autor asume que el mantenimiento de familias de muy bajos ingresos mediante la intervencin pblica, en una zona donde los precios del suelo alcanzan un valor relativo muy alto, es imposible de replicar a una escala significativa. Una de las ideas que apunta, para salvar la escasez de recursos de los inquilinos pobres, es imitar el proceso de edificacin progresiva que se desarrolla en los barrios perifricos de autoconstruccin, pero aplicndolo a la rehabilitacin. Esta idea es muy aproximada a la aplicada en los casos que se tratan en el presente artculo. Por su parte, en el Estado espaol, las escasas medidas que se han adoptado, han ido dirigidas a la correccin de algunas de las nefastas consecuencias de la intervencin pblica. En Andaluca, las polticas de rehabilitacin concertada, con compromiso de permanencia de inquilinos, han podido funcionar bien en algunos casos (Cdiz), siendo poco relevantes sus resultados en otros (Sevilla). Invariablemente se ha debido intervenir, ms bien tmidamente, sobre el mercado de la vivienda mediante acuerdos con los propietarios, expropiaciones y realojos puntuales (Daz,
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2012). No obstante, las medidas llevadas a cabo para evitar desahucios han sido infinitamente menos relevantes que las elaboradas para favorecer el negocio inmobiliario en estos enclaves. Frente a esto, las formulas ensayadas en Montevideo y Buenos Aires han buscado la permanencia de las clases populares en sus centros histricos. Mediante cooperativas de viviendas se ha combinado la accin desde organizaciones populares con polticas activas desde la administracin, al menos mediante cambios legislativos favorables. Hasta qu punto estas frmulas podran tornar la gentrificacin en un proceso positivo, o suponer un tipo de revitalizacin urbana aplicable a una variedad de casos, eludiendo as las consecuencias sociales regresivas de la gentrificacin, o hasta qu punto pueden acabar siendo convertidas en un instrumento de esta ltima es algo que se debe valorar. Dicho de otra forma: Puede tornarse la gentrificacin en un proceso positivo? Pueden las iniciativas propuestas promover la revitalizacin residencial evitando las consecuencias sociales negativas del proceso? O pueden por el contrario acabar siendo instrumentos de intereses econmicos de planteamientos antagnicos?
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dejarse notar la decadencia demogrfica en el centro, acompaada de una cierta terciarizacin. Esta sangra de poblacin se prolongara durante todo el siglo XX en San Telmo y en el resto de arrabales al sur (Hertzer, 2008). En Montevideo, al freno de la llegada de inmigrantes se le sum la crisis econmica que asol el pas a partir de la dcada de los cincuenta implicando fenmenos emigratorios, as como la degradacin progresiva de la edificacin y la desvalorizacin de Ciudad Vieja. En este contexto hubo un proceso de expulsin de familias a la periferia que se sumaba a la emigracin hacia otros pases y que afect a la poblacin joven y con recursos limitados, conduciendo al vaciamiento del centro urbano que alcanzara su cnit en la dcada de los ochenta (Piperno, 1994) Con el proceso militar se implementaron polticas econmicas neoliberales, tales como la liberalizacin de los alquileres, en 1974 en Uruguay y en 1979 en Buenos Aires, medidas que inevitablemente afectaran a los inquilinos pobres del centro urbano, causando un inmediato aumento de los precios del alquiler, as como algunos primeros movimientos especulativos y la demolicin de casas (Trier, 2005). Junto a esto, aparece la cuestin de la renovacin urbana como solucin para el deterioro de los cascos histricos, dentro de las concepciones de la CIAM. Estas seran especialmente relevantes en el caso de Buenos Aires, donde las operaciones ms contundentes se asocian a la creacin de autopistas, que conllevaran cierto desplazamiento de clases populares desde el centro hacia el cono urbano (Cicolella, 1999). El centro sur se vera especialmente afectado por la autopista 25 de Mayo que segrega San Telmo de los arrabales del extremo sur (Constitucin, Boca y Barracas) generando una nueva barrera social. En Montevideo tambin se foment una lgica de renovacin por sustitucin con la demolicin indiscriminada de inmuebles aunque sin operaciones a gran escala (Berdia, et al., 2008). Diversos autores sealan, tanto para Montevideo como para Buenos Aires, que las dictaduras tuvieron como poltica para el centro urbano la erradicacin de los sectores populares. Por el contrario, con el comienzo del nuevo periodo democrtico se iniciara un regreso de estos grupos a las zonas centrales (Di Paula, 2007). A principios de los noventa la situacin en San Telmo y Ciudad Vieja era de envejecimiento y subutilizacin. El proceso estaba asociado al deterioro progresivo y a las viviendas desocupadas, con un perfil social extremadamente humilde y un porcentaje de hogares en alquiler elevado siendo los principales sectores aquellos donde se concentraban los conventillos (Piperno,1994; Daz. et al., 2001). No obstante, junto a la descongestin que vena dndose desde haca algunas dcadas se produce una progresiva tugurizacin. En este sentido, se mantienen las situaciones habitacionales precarias como los conventillos, cada vez ms deteriorados, y se multiplican las tomas de edificios4. En San Telmo, en la dcada de los ochenta se instalan grupos populares ocupando inmuebles y constituyendo falsos hoteles-pensin que encubren precarias y flexibles condiciones de locacin (Rodrguez, 2009; Torres, 1996). En Ciudad Vieja es conocido el caso de los hoteles tomados a finales de la dcada de los ochenta, en parte por familias del barrio que no podan pagar una pensin o un alquiler y en parte por familias con bajos recursos que se desplazan desde la periferia hacia el centro (Naohum, 2010; Piperno, 1994). Todava a finales de los noventa se sealaba la notable divergencia de los casos latinoamericanos con respecto a los europeos. En Buenos Aires la suburbanizacin habra sido una opcin de las
4. Una de las razones que se apunta para explicar la ocupacin y tugurizacin continuada de un nmero importante de inmuebles en Ciudad Vieja, estn relacionadas con la falta de control sobre la propiedad de los edificios ms antiguos de la ciudad, muchas veces en manos de poblacin de clase alta, en origen inmigrante, retornados sobre los que no queda constancia documental clara, de empresas extranjeras que abandonan el pas en procesos irregulares y con ello se produce un vaco legal sobre los inmuebles o herencias complejas de resolver.
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clases populares, existiendo una heterogeneidad social tanto en el centro como en los suburbios (Torres, 1996), lo que negara la existencia de gentrificacin. Otros sealan la pugna en curso por los mbitos centrales desde principios de los noventa entre los sectores populares y grupos sociales privilegiados (Daz et al., 2001).
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pantes de edificios, desalojos y persecucin policial. En San Telmo, a principios del siglo XXI, se produjo el desalojo de los edificios tomados de mayores dimensiones, saldndose en el desplazamiento de ms de un centenar de familias pobres (Daz et al., 2001; Daz, et al., 2003). De forma similar, en la Ciudad Vieja de los noventa se inici el desalojo de edificios tomados por el subproletariado urbano, siendo notorio el caso de antiguos hoteles abandonados de la zona. Son ms de doscientas familias ocupantes las que fueron desalojadas en procesos judiciales progresivos y realojadas a diez quilmetros de Ciudad Vieja. Se comenta como mucha gente acab dejando esta ubicacin y volviendo al barrio, generalmente de forma igualmente precaria (Nahoum, 2010). En ese quinquenio 1990-95 se llev a cabo un programa de operaciones piloto de reciclaje y rehabilitacin urbana de la zona centro, por programas de ayuda mutua y autogestin. La causa fundamental que impuls el proceso fue la constatacin de los fracasados planes anteriores. Hasta ese momento se pretenda luchar contra la tugurizacin mediante la creacin de barrios en la periferia, a los que se trasladaba sistemticamente a la poblacin afectada. Este proceso present de forma inmediata focos de marginalidad y pobres resultados en las propuestas urbanas y de viviendas. El fracaso se hizo evidente cuando se comprob adems que se haba producido un encarecimiento en la construccin de las viviendas a causa de los excesivos costes de urbanizar zonas alejadas de la ciudad, teniendo que dotarlas de todos los recursos bsicos. Del mismo modo, se presentaron vacos importantes en el casero de Ciudad Vieja que no hicieron sino provocar nuevos focos de tugurizacin (AA.VV. 1997a). Al final de este periodo, se organizaron los Seminarios Taller sobre rehabilitacin en reas Centrales de Montevideo, con la intencin de madurar y externalizar el proceso de discusin sobre las posibilidades de intervencin habitacional en estas zonas. Los debates se centraron no tanto en las formas de organizacin, muy maduras y con larga tradicin en el pas, sino en los problemas de financiacin y marco legal5 (AA.VV. 1997b). La segunda etapa, en curso, se inici con la reactivacin econmica a partir de 2003, ligada al boom turstico argentino (propiciado por la devaluacin del peso) y al nuevo dinamismo del mercado inmobiliario. Los agentes privados lideraron un proceso de rehabilitacin de la edificacin y de apertura de nuevos negocios marcado por la consolidacin de San Telmo como enclave turstico: tiendas de diseo, galeras de arte, locales de moda y dec; todos frecuentados por turistas y jvenes de buen nivel econmico (Girola et al., 2011) (Imagen 1). En la actualidad, el aburguesamiento residencial se deja notar fundamentalmente en San Telmo y en algunos enclaves aislados y especialmente accesibles entre Boca y Barracas, aunque la mayor parte de los arrabales al sur de la autopista del 25 de mayo siguen siendo barrios populares, cuando no estn tugurizados, como sucede con una parte importante de Constitucin y de La Boca. Por su lado, entre 2003 y 2005 se implementa el proyecto Ciudad Vieja Renueva, programa de intervencin integral que combin talleres de formacin y microcrditos con inversiones en rehabilitacin. Se desarrolla en el marco del programa URB-AL, versin del programa Urban en el contexto de la cooperacin internacional al desarrollo, enfocado concretamente a Amrica Latina. A nivel urbanstico implic la rehabilitacin de 35 fachadas y la reforma de las calles Bartolom Mitre y Sarand. En la primera para la concentracin de actividades gastronmicas apoyando en tmido enclave de ocio nocturno de la zona. En la segunda se prolong la peatonalizacin ya existente, que ha permitido la proliferacin de locales gastronmicos y tiendas para turistas. Al mismo tiempo, empezaron a establecerse estudios de artistas, talleres y galeras en el entorno del renovado mercado de abasto, transformado en gran medida en centro comercial dirigido al visitante. Como comentan Berdia et al. (2008) se ha logrado recuperar una identidad que la
5. Las experiencias estudiadas para analizar estos puntos fueron las de PRETYL, MUJEFA y COVIGOES.
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hace atractiva a las inversiones de capital y aunque el aburguesamiento y la tematizacin no son tan notorios como en San Telmo, es evidente que la Ciudad Vieja sigue el mismo camino que el centro histrico de Buenos Aires.
Imagen 1. Nuevas promociones inmobiliarias en San Telmo (2012)
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tado en valores socializantes que solo encuentran cierto reflejo en la mucho ms extendida autoconstruccin progresiva y en los fuertes lazos comunitarios que tiende a requerir y a reproducir. Adems, desarrolla la idea, ciertamente popular en determinados crculos en la dcada de los setenta, de que la poltica pblica no debe consistir tanto en la provisin directa de vivienda como en permitir el acceso a los recursos para crearlas (Ferrero et al., 1985). La experiencia de Uruguay supone quizs la que de forma ms extensa y organizada ha desarrollado estos planteamientos libertarios, ostentando un peso notabilsimo en la historia urbana del pas y en especial de Montevideo, donde actualmente aloja a decenas de miles de familias. En determinados periodos Fucvam construa casi el 50% de la vivienda social del pas. Esta se concentra preferentemente en la periferia de Montevideo y no es ajena al movimiento moderno, llegando a desarrollar grandes conjuntos arquitectnicos en bloques de pisos en altura, aunque en las ltimas dcadas ha proliferado el modelo de barrios pequeos, de viviendas adosadas de dos plantas que forman entornos cerrados. Fucvam tiene rasgos y dimensiones de movimiento social. Surge en la dcada de los sesenta en pleno estancamiento econmico del pas, con una fuerte tasa de desempleo y un notable dficit material de viviendas que dan lugar a la proliferacin de asentamientos precarios, coincidiendo con una fuerte agitacin poltica (fortaleza del sindicalismo unitario de CNT, guerrilla tupamara, movilizaciones en defensa de la revolucin cubana, etctera). En este contexto se sanciona la Ley Nacional de Viviendas de 1968, la cual supone una tremenda innovacin ya que plantea el sistema de ayuda mutua (autoconstruccin colectiva) y propiedad colectiva. Esta ltima implica que todo el emprendimiento es propiedad de la cooperativa y cada uno de los socios tiene el derecho de uso y goce de una de las unidades habitacionales de por vida. El derecho de uso se puede heredar, se puede vender, pero la propiedad y la gestin son conservadas por la cooperativa. En definitiva se trata de un sistema de suministro de vivienda no mercantilizado. Objetivamente se trata de una frmula externa al mercado capitalista, ya que la primera condicin de la produccin inmobiliaria capitalista es la ruptura de la relacin directa entre produccin y consumo, es la transformacin de la vivienda en mercanca. No obstante es conocido que aunque sea habitual la coexistencia entre la industria inmobiliaria y frmulas no mercantilizadas, estas ltimas tienden a perder gradualmente peso con el desarrollo econmico capitalista (Topalov, 2006).
Imagen 2. Cartel de Fucvam en una calle de Montevideo (2012).
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Por otro lado, como movimiento social, la federacin cuenta con una enorme legitimidad, siendo prcticamente la nica organizacin de izquierdas no ilegalizada durante la dictadura y una pieza esencial en la oposicin al rgimen golpista. Una vez realizado el trnsito a la democracia liberal, conforme el Frente Amplio fue adquiriendo cuotas de poder, empezando por la municipalidad de Montevideo, Fucvam jug un papel importante en los procesos de descentralizacin municipal y participacin ciudadana mediante Concejos Vecinales y Centros Comunales Zonales, donde se dejara notar su peso (Font, 2000). El Consejo Vecinal de Ciudad Vieja sera a su vez el espacio del cual surgira la iniciativa de las cooperativas de reciclaje (rehabilitacin) como una frmula para proveer de viviendas dignas a los barrios ms antiguos de la ciudad.
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Covicivi-110 se form con 23 integrantes, un grupo de vecinos con un perfil militante, en gran medida asociado al movimiento cooperativo y a facciones de la izquierda insertas en el Frente Amplio, que ms adelante se ampliaran hasta los 34 actuales. En principio, segn los entrevistados, Fucvam dara poca confianza al proyecto. Frente a esto, el principal valedor fue la intendencia municipal que sugiri a los cooperativistas orientarse hacia el reciclaje como parte de un plan piloto alternativo a los programas de ncleos bsicos evolutivos desarrollados por el Estado, en aquel momento en manos de un partido de distinto signo poltico. Como la cooperativa no cumpla las condiciones del Banco Hipotecario (banca pblica) fue la propia intendencia la que don el dinero para el desarrollo del proyecto (Imagen 3). Adems, esta ltima institucin proporcion varias parcelas que haban sido expropiadas previamente en un proyecto de ensanche no llevado a cabo, algunos de los cuales se encontraban tomados de forma irregular. Uno de los ocupantes irregulares que acab integrndose en Covicivi-1, describe de la siguiente manera a sus anteriores vecinos: Todo ac eran casas viejas y se haba metido mucha gente de malvivir [] pero gente que con nosotros divino, nunca hubo ningn tipo de problema []. En la zona haba gente muy humilde, pero muy trabajadora, y trabajaba mucha gente en el puerto, muchos estibadores [] luego fue decayendo11. Otro de los cooperativistas narra como cuando se tom posesin de los predios se resolvi que las personas que ya estaban viviendo tuvieran la oportunidad de integrarse como miembros de pleno derecho a la cooperativa: Fueron tres familias que aceptaron, de las cuales queda una [] otra persona falleci y otra se fue, pero la posibilidad la tuvieron todas [] a los que no aceptaron desde un primer momento la intendencia los realoj en barrios perifricos, les suministr materiales y les dio asesoramiento para que se construyeran una vivienda12. La evaluacin de estas primeras experiencias, entre las que destac Covicivi-1, valor muy positivamente el trabajo de los grupos. Se apreci una fuerte identificacin con los inmuebles y el barrio, lo que ayud en el esfuerzo de construccin y en el manejo de las herramientas intangibles de las redes de colaboracin vecinal. Tambin se socializ positivamente el esfuerzo al verse recuperados entornos del centro de la ciudad, espacio con el que muchos habitantes se sentan reconocidos. Por otro lado, aunque los costes de lo planificado en un principio eran bajos, hubo dificultades en las relaciones entre la intendencia, los tcnicos y los vecinos y en algunos casos los proyectos se modificaron de forma excesivamente ambiciosa. Es el caso de Covicivi-1, donde los retrasos y las dificultades de la obra, que no finalizara hasta 1998, generaran grandes sobrecostos, que habran de ser asumidos por la municipalidad. Otra intervencin de inters fue la del grupo Mujefa. Se trat de una cooperativa por ayuda mutua y autogestin en el que todas las adultas del grupo eran mujeres. El grupo llev a cabo la construccin de 12 viviendas en un inmueble en Ciudad Vieja entre agosto de 1994 y febrero de 1996. El tamao de la unidad familiar era de 3.4 habitantes por vivienda, con unos ingresos inferiores a la media del resto de cooperativas y con una estabilidad laboral del 75%. La mayora de mujeres eran del barrio y procedan de un hogar de acogida. La decisin de crear un hogar conjunto en
10. A la que sucederan otras que utilizaran el mismo acrnimo siguiendo la numeracin. 11. Residente en Ciudad Vieja desde su infancia de alrededor de sesenta aos. Habitaba en precario en el edificio sobre el que se desarroll Covicivi-1 y se integr en la cooperativa. 12. Antiguo militante del partido comunista de alrededor de sesenta aos. Cooperativista de Covicivi-1.
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su barrio estuvo basada en el apoyo del grupo para la crianza de los nios en ausencia de los padres. La propia inestabilidad laboral y el sobresfuerzo de la crianza hicieron de este proyecto un punto de referencia lmite sobre las posibilidades de la accin por rehabilitacin en estas zonas. El resto de cooperativas present un esquema parecido, donde la mayora de los miembros eran del barrio, con una baja estabilidad laboral y con una alta carga del trabajo en la construccin por parte de las mujeres, que supondra al menos el 50% en las distintas iniciativas (AA.VV., 1997b)
Imagen 3. Cooperativa por ayuda mutua en ciudad vieja en construccin (2012)
Hoy son ms de dos decenas las cooperativas por ayuda mutua en Ciudad Vieja, terminadas, en construccin o en proyecto. No obstante, el sistema de reciclajes no ha funcionado igualmente bien para todos los grupos. As, se ha dado el caso de cooperativas creadas con grupos vulnerables de la zona, incluidas prostitutas (Covifu), que han fracasado por la insolvencia econmica de los miembros. Por otro lado, segn los informantes consultados, los ocupantes irregulares desplazados, que incluso rechazan integrarse en las cooperativas en curso y son realojados en la periferia, vuelven a Ciudad Vieja a reocupar las viviendas abandonadas, lo que ha forzado la intendencia a tapiar un buen nmero de ellas con el objeto de evitarlo. Tambin parece existir una clara separacin, y en ocasiones rechazo explcito, de los cooperativistas hacia los ocupantes irregulares. Los estilos de vida y el grado de disciplina ciudadana de unos y otros son radicalmente distintos y entran en conflicto. Esto puede verse como la diferencia entre una clase obrera en proceso de promocin social, en un contexto econmico favorable, y el tpico subproletariado urbano que se ha asociado a los centros histricos iberoamericanos en sus periodos de declive urbanstico. Por otro lado, no est del todo exenta la posibilidad de aburguesamiento de las cooperativas. El sistema de ayuda mutua es un obstculo para las clases medias a la hora de entrar en el grupo inicial en este tipo de proyectos, pero pueden costear su ingreso en la medida en que surjan vacantes
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a posteriori. Segn se ha podido comprobar en el trabajo de campo y confirman los entrevistados, la mayor parte de los cooperativistas por ayuda mutua son trabajadores de cualificacin media y baja con cierta presencia de funcionarios pblicos, aunque ocasionalmente han entrado perfiles profesionales. No obstante, en los ltimos aos se estn incrementando las cooperativas que no implican ayuda mutua, es decir, que subcontratan la construccin, con lo que el estatus social de los cooperativistas tiende a subir. A su vez, la poltica de vivienda en Ciudad Vieja orquestada por la intendencia municipal, ha abandonado en parte el discurso de la permanencia de los vecinos con bajos recursos. As, algunas de las ms recientes iniciativas se dirigen a la introduccin de grupos diversos, como es el caso de la cooperativa de vivienda para poblacin gay o las viviendas para estudiantes en inmuebles rehabilitados de propiedad municipal, ambas actualmente en proceso de desarrollo.
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vimientos sociales en un contexto de auge de los mismos. El MOI buscaba un marco normativo que contuviera y financiara las cooperativas autogestionarias y esta nueva legislacin posibilitaba la compra directa de suelo urbano por las mismas y facilitaba la financiacin y la asistencia tcnica. No obstante, segn los informantes consultados, con el tiempo, el gobierno local ha intentado limitar su alcance sociopoltico haciendo que sus destinatarios fuesen estudios de arquitectura. Aunque una parte importante de los procesos iniciados por el MOI acab con el desalojo de los edificios, otra parte de las familias que se vieron involucradas han solucionado sus problemas de habitabilidad, en algunos casos en los edificios que ocupaban mediante la compra de inmuebles de propiedad pblica, en otros mediante la compra de inmuebles distintos. Todos tenan una posicin relativamente central, aunque fuera de la vorgine especulativa de San Telmo y de las zonas ms revalorizadas. Otro aspecto importante de las cooperativas del MOI es la extraccin esencialmente popular y, en ocasiones, marginal de los cooperativistas. Segn algunos informantes consultados, dada la difcil composicin de algunos de estos grupos, los resultados exitosos se consiguieron mediante el establecimiento de una vigilada disciplina y mediando no pocos abandonos por parte de familias que no consiguieron integrarse en el proceso. Volviendo al edificio Ex-Padelai, este haba sido cedido por treinta aos a la Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo para la creacin del Centro Cultural de Espaa. En mayo de 2012, el edificio volvi a ser ocupado por ms de sesenta familias, algunas de las cuales pertenecan al grupo desalojado en 2003, identificndose como Cooperativa de Vivienda Crdito y Consumo San Telmo. Actualmente el edificio sigue ocupado y el proyecto de Centro Cultural de Espaa en Buenos Aires, definitivamente cancelado. Por lo tanto, al menos con respecto a esta pieza, la ltima palabra no est dicha en San Telmo.
4. Conclusiones
Este texto ha examinado procesos de gentrificacin en los cuales la cuestin de la explotacin turstica del espacio tiene un peso mayor que en casos estudiados en otros mbitos. Aun as, no deja de existir un obvio proceso de aburguesamiento residencial, en el que estn implicados el desarrollo de un mercado inmobiliario dirigido a clases medias (ms evidente y avanzado en Buenos Aires) y el desplazamiento de poblacin (notoriamente del subproletariado urbano). Frente a esto, las experiencias del MOI y de las cooperativas de reciclaje del centro de Montevideo han permitido que sectores de bajos ingresos accedan a una vivienda digna fuera de las lgicas propias del mercado, mediante procesos participativos en los que las clases populares se convierten en protagonistas de la construccin de ciudad y materializan su derecho al centro urbano. Esto implica invertir las dinmicas tendentes al desplazamiento de la poblacin con bajos recursos o incluso enfrentarse al aburguesamiento residencial de estos sectores. En ambos casos, los movimientos sociales consiguen pequeas victorias en este sentido, instrumentalizando la maquinaria del Estado para eludir las dinmicas perversas de mercado. La frmula desarrollada parece haber tenido especial relevancia en fases tempranas o latentes del proceso de aburguesamiento, en las que la revalorizacin del suelo no es tan notoria, caso de Montevideo, y en sectores histricos pero perifricos respecto del proceso de gentrificacin, caso de Buenos Aires, en ambos casos en contextos polticos favorables a los movimientos sociales frente a los intereses puramente mercantiles. No obstante, hay que considerar la posibilidad de estar focalizando casos con un peso relevante pero con una capacidad de expansin limitada, mientras el resto del barrio sufre dinmicas raCreative Commons Reconocimiento-No Comercial 3.0 e-ISSN 2340-0129
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dicalmente diferentes. Las dimensiones del proceso cooperativo tal como est planteado en estos casos, no son comparables a las que puede alcanzar la rehabilitacin en el mercado capitalista dirigida a consumidores con elevado poder adquisitivo en una coyuntura propicia, como demuestran los mltiples casos estudiados en diferentes partes del mundo. Respecto de la capacidad de estas iniciativas de frenar el desplazamiento y el aburguesamiento, hay que recordar que los centro histricos se han tugurizado en un contexto en el que nadie quera vivir en unos barrios en decadencia, donde no se reinverta en edificios claramente deficitarios. As, se instalan en el centro aquellos que no pueden elegir donde vivir. En el momento en el que hay una demanda sobre estos espacios, la lgica del mercado indica que la sustitucin se producir ms tarde o ms temprano. Adems, la posibilidad de realizacin de las potencialidades de los centros urbanos empuja a los gobiernos a provocar los procesos de desplazamiento, necesarios para desalojar usos y perfiles sociales que desvalorizan el espacio y generan rechazo en otros grupos sociales solventes, potenciales consumidores del enclave cntrico. Esta sustitucin, que en el caso latinoamericano parece destinada a ser promovida directamente por el agente pblico, provocar en un determinado plazo el aburguesamiento o gentrificacin. Una vez que los sectores despeguen, las propias dinmicas del mercado de suelo y la vivienda harn el resto. Visto esto, la gentrificacin parece inevitable ante ciertas condiciones favorables. Respecto de la capacidad de estas iniciativas de transformarse en instrumento de la gentrificacin, tras observar los casos tratados, difcilmente pueden llegarse a esa conclusin. Esto es totalmente descartable en el caso del MOI, donde se ha trabajado precisamente con los grupos ms humildes y precarios del centro histrico, siendo consecuentemente expulsada su actividad de los terrenos en lidia de la gentrificacin. Por su lado, si bien la experiencia de las cooperativas de ayuda mutua por reciclaje no puede considerarse en s misma como gentrificacin, muchas de las cooperativas de Ciudad Vieja s que podran llegar a interpretarse como iniciativas de transicin, bisagra entre el tugurio y el futuro barrio aburguesado, que an hoy se vislumbra de forma muy tenue. El propio caso de Covicivi-1, ms all de la buena voluntad de sus promotores, implica desplazamiento y cierta promocin social, aunque sea ms hacia una clase obrera acomodada que hacia las clases medias profesionales. Vista la aparente inevitabilidad de la gentrificacin en ciertas coyunturas de la ciudad capitalista (ante la ausencia de un control pblico del mercado de suelo), cabra preguntarse si todava esta puede resultar ms positiva que negativa. Respecto a esto habra que responder que su carcter negativo o positivo depende de la posicin que se adopte. El proceso es favorable a determinados sectores de la poblacin y, en trminos generales, a la marcha de los sectores inmobiliario-financiero y turstico. No obstante, no parece desde luego positivo para los ocupantes de edificios desplazados. Aunque esto podra contraargumentarse, resulta muy ilustrativo el que los realojados en la periferia traten de regresar al barrio en situaciones de alojamiento precario. El xito de las propuestas del MOI en barrios histricos, que todava no han sido alcanzados por la gentrificacin, tambin muestra la voluntad de permanencia en el centro de las clases populares. En los casos tratados, la gentrificacin sigue expresando las desigualdades econmicas y de poder en la sociedad urbana y sigue implicando el desplazamiento de los grupos con menos recursos. Si estos procesos se juzgan como injustos en nuestro contexto cultural, la gentrificacin no pude ser en ningn caso positiva. Si la bsqueda de una gentrificacin positiva parece perseguir, al igual que en los vecindarios de ingresos mixtos, mantener la heterogeneidad social del barrio en cuestin, estas iniciativas tampoco parecen ofrecer una solucin. De nuevo, esta voluntad se enfrenta con
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las dinmicas propias del mercado de suelo, a pesar de las mejores o peores intenciones de los distintos agentes implicados. Es indudable que dentro de los poderes del Estado, con la voluntad poltica suficiente, sera posible realizar una renovacin urbana y una revitalizacin de los barrios histricos de las grandes ciudades sin provocar desplazamiento ni aburguesamiento residencial. No obstante esto no llega a producirse en los casos que ocupan este texto. Por otro lado, que estas iniciativas a pequea escala no puedan combatir dinmicas estructurales del mercado de suelo ni la voluntad poltica, ms o menos liberal, de diferentes gobiernos, no quita que supongan experimentos e iniciativas que realmente sugieren alternativas para la renovacin de los centros urbanos, creando vivienda digna para las clases populares y no desplazndolas. No obstante, y en relacin a la cuestin del desplazamiento y la gentrificacin, hay que tomarlos de este modo, como experimentos que podran tener una gran relevancia en otro contexto, un contexto de control social efectivo del suelo urbano que no se da por el momento. Si no es as puede caerse en el clsico error de volcarse en salvar un edificio mientras se pierde el resto del barrio.
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