El documento proporciona información sobre Juan de Mal Lara, un escritor español del siglo XVI. Tuvo una sólida formación humanística y ejerció como maestro en Sevilla, difundiendo un humanismo inspirado en Erasmo. Sus obras más importantes fueron In sintaxin scholia, In Aphtonii progymnasmata scholia y Philosophia vulgar, una colección de refranes con comentarios sobre la vida y costumbres del pueblo español del siglo XVI.
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El documento proporciona información sobre Juan de Mal Lara, un escritor español del siglo XVI. Tuvo una sólida formación humanística y ejerció como maestro en Sevilla, difundiendo un humanismo inspirado en Erasmo. Sus obras más importantes fueron In sintaxin scholia, In Aphtonii progymnasmata scholia y Philosophia vulgar, una colección de refranes con comentarios sobre la vida y costumbres del pueblo español del siglo XVI.
Descripción original:
Mal Lara, Juan de (1524 - 1571) - Recibimiento del Rey Felipe
Título original
Mal Lara, Juan de (1524 - 1571) - Recibimiento del Rey Felipe
El documento proporciona información sobre Juan de Mal Lara, un escritor español del siglo XVI. Tuvo una sólida formación humanística y ejerció como maestro en Sevilla, difundiendo un humanismo inspirado en Erasmo. Sus obras más importantes fueron In sintaxin scholia, In Aphtonii progymnasmata scholia y Philosophia vulgar, una colección de refranes con comentarios sobre la vida y costumbres del pueblo español del siglo XVI.
El documento proporciona información sobre Juan de Mal Lara, un escritor español del siglo XVI. Tuvo una sólida formación humanística y ejerció como maestro en Sevilla, difundiendo un humanismo inspirado en Erasmo. Sus obras más importantes fueron In sintaxin scholia, In Aphtonii progymnasmata scholia y Philosophia vulgar, una colección de refranes con comentarios sobre la vida y costumbres del pueblo español del siglo XVI.
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MAL LARA, J UAN DE (1524-1571)
Escritor espaol natural de Sevilla. Adquiri una slida y pluridisciplinar formacin
humanstica en las Universidades de Salamanca y Barcelona, y durante muchos aos ejerci un influyente magisterio cultural en su academia humanstica de Sevilla, que le vali innumerables elogios y menciones de los escritores contemporneos. Aparte de ciertas prosas y poemas de circunstancias, y de alguna comedia de gusto italiano que no se ha conservado, su labor ms importante fue la de difusin de un tipo de humanismo que, muy en la onda erasmista, combinaba el estudio del latn, la gramtica y la cultura clsica con el de la lengua vulgar en cuanto reflejadora de la historia, las costumbres y la mentalidad del pueblo. Gran predicamento alcanzaron en su poca los In sintaxin scholia (1567) e In Aphtonii progymnasmata scholia (1567), y, sobre todo, la extraordinaria Philosophia vulgar (1568), coleccin de refranes con comentarios de tipo literario, artstico y cultural, costumbrista y folklrico, que constituye una riqusima fuente de informacin sobre la vida, costumbres e ideologa del pueblo espaol del siglo XVI.
(Enciclonet)
RECIBIMIENTO DEL REY FELIPE
NDICE
PRLOGO
Recibimiento que la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla hizo a la Catlica Real Magestad de el Rey don Felipe, Nuestro Seor
PUERTA REAL ARCO PRIMERO HRCULES BETIS PARNASO PUERTAS DEL ARCO LAS NUEVE EMPRESAS MUSAS LUGARES DE SEVILLA LEBRIJ A LA PUEBLA SANLCAR LA MAYOR CORIA CASTIL DE LAS GUARDAS HINOJ OS VILLAMARTN MANZANILLA CALA PILAS ZUFRE AZNALCZAR LA HIGUERA SALTERAS CUMBRES HUVAR LA SIERRA ALJ ARAFE AROCHE AZNALCLLAR CORTEGANA ESCACENA ARACENA PATERNA ALANS TOMARES CONSTANTINA VALENCINA CAZALLA GERENA FREGENAL BOLLULLOS ALCAL DE GUADAIRA GUILLENA UTRERA ALCAL DEL RO DESCRIPCIN DE SEVILLA EL SEGUNDO ARCO VICTORIA LA IGLESIA MAYOR LOS FUEGOS LA GALERA EL ALCZAR LOS FUEGOS EL DRAGN
A las armas del Muy Ilustre Seor don Fernando Carrillo de Mendoza, asistente de Sevilla, Conde de Priego
De Carrillo y Mendoza ilustre rama a Sevilla gobierna un asistente, que adorna el ser de justo y de clemente con la prudencia en encendida llama.
Aunque cuanta nobleza hay lo llama a conocer de abuelos clara gente, en el cristiano celo est presente, y el santo nombre de Fernando ama.
El continuo servir al Rey de Espaa lo tiene y lo regala en sueo, en vela, porque en amor divino siempre arde.
Obedecer fue su mayor hazaa, y pues por nuestro bien y salud vela, a Dios roguemos que lo rija y guarde.
A las armas de Sevilla que estaban en el segundo arco
Divina empresa, insignia piadosa, que tienes sobre estrellas alta cumbre, con Isidro y Leandro en pura lumbre, y diestra de Fernando hazaosa.
Por ti Sevilla vive gloriosa en lealtad eterna, y fe que alumbre sus servicios y grata mansedumbre al gran Philipe en muestra generosa.
La religin, nobleza, celo, estado, fertilidad, valor, y rica tierra son armas de ciudad tan eminente.
El corazn abierto a su Rey dado en dolor, en placer, en paz, en guerra, seal es de ser nica obediente.
PRLOGO
A los Ilustrsimos Seores. Sevilla. J uan de Mal Lara
Suelen muchas veces las ocasiones no pensadas traernos a la mano lo que mucho desebamos, perdida casi la esperanza; y cuando se nos ofrece, lo que Dios tuvo por bien de mostrar visible y presente, es menester acudir con la diligencia, para que no se pueda quejar aun el mismo negocio (que se present) de nosotros, que con descuido lo dejamos ir perdido, como en estos tiempos la felicsima entrada de la Catlica R. M. del Rey D. Philipe Nuestro Seor, que por nuevos medios se vino acercando a Sevilla para entrar en ella, y hacerle merced de mirarla tan benignamente. Siendo el nmero de todas las ciudades la que ms le sirve, vistas por la obra, la devocin y entera voluntad que declara siempre en su servicio. Y as, sabido por V. S. de cierto que vendra, propuso de hacer en breve tiempo muestra de lo que en ms largo pensaba de ofrecer. Y como sea costumbre antigua de todas las naciones (que tienen rey) poner toda su magnificencia en recibirlo el da que nuevamente entra por sus puertas, seal V. S. lugar por donde fuese ms apacible y cmoda la entrada de Su Majestad y, determinado todo prudentemente, el aparato cual pudo ser en doce das pareci tan bien, que dej clara la imaginacin de lo que se pudiera hacer en ms tiempo. Y habindose derramado muchas relaciones de todo esto no verdaderas, y confusas, fuera de la razn y elegancia que tales cosas deben tener, mandme V. S. que, pues yo me haba hallado con los diputados en el trabajo de lo ms de ella, gozase de ponerlo en limpio y lo escribiese para que los de la misma ciudad y los ausentes, que estaban en la misma falta y deseo, lo leyesen, y como aficionados a Sevilla, se holgasen. Pdelo hacer por ser ayudado de mi diligencia y de relaciones verdaderas de los que en todo se haban hallado; dilatme algo en la descripcin de la tierra de Sevilla porque los extranjeros tengan entendido lo mucho que se present a Su Majestad en las cincuenta figuras, que de un arco a otro haba, donde se ofrecan las mayores virtudes que tiene un rey, y con qu se sustenta, que eran Fundacin, Nobleza, Riqueza, Fertilidad, Obediencia, Victoria, Clemencia, Alegra, Religin, Valor, Santidad, J usticia, Prudencia y Fe, lo cual todo podr ver V. Seora sembrado, as en lo pintado, como en lo escrito. Declarse en romance el latn porque s que tambin se sirve V.S. en ello, a quien Dios prospere en vida de rey tan bienaventurado.
Recibimiento que la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla hizo a la Catlica Real Magestad de el Rey don Felipe, Nuestro Seor
Habindose rebelado los moros del Reino de Granada el ao del Seor de 1569, fue necesario (despus de varios sucesos en la guerra) que S. M. viniese a Crdoba, donde hizo Cortes; y la ciudad de Sevilla (pensando luego en la merced que poda recibir con la venida de su Rey) envi a suplicar a Su Majestad tuviese por bien de venir a visitar aquella su ciudad, que tanto lo deseaba ver, para poner en obra la voluntad que siempre tuvo de servir a sus Reyes, no hallndose en algn tiempo fuera de la devocin y obediencia dellos. A esto le fue respondido que, aunque haba deseo de verla, que los negocios de la guerra importaban ms para detener su persona real en Crdoba y que, en habiendo lugar, l vendra; y as, agradecido por el Regimiento y ciudad de Sevilla, y tenido en lo que deba, se dejaron todos de aquel cuidado que haba entrado en sus nimos para poner todas sus fuerzas en el recibimiento de su natural seor, y desta suerte no se procuraron las ropas y aderezos que, para la Majestad de la que vena, se requera; hasta que por abril de este ao de mil y quinientos y setenta se comenz a divulgar la merced que Su Majestad haca a Sevilla. Y luego se alborot con el nuevo gozo y sealada alegra, pregonndose por la ciudad con atabales y trompetas, y regocijando la plaza de San Francisco, que presto haba de ver su Majestad, aunque la misma presteza le quitaba parte de su contento, porque se va asaltada sin poderse valer en su grandeza, por lo mucho que imaginaba hacer, si tuviera tiempo, y por lo poco que va que, por falta dl, hara. Y cierto, que mayor trabajo tiene una persona poderosa para hacer algo en que le va su honra toda, si no le alcanza tiempo, que la pequea, pues a proporcin, ms lugar tiene para salir con su intento que la grande.
Ponasele delante a Sevilla quin era el que vena con su corte, la estimacin en que est por todo el mundo, la opinin de su grandeza y riqueza; y lo que ms le cerraba el aliento para pasar adelante era querer recibir a quien tanto ha sido servido en generales triunfos por toda Espaa, Italia, Flandes y Alemaa, donde ningn capitn romano o Csar antiguo pudo llegar con la solemnidad de sus fiestas, con los juegos de los teatros, con las escenas poderosas que espantaban al mundo y todas aquellas obras que en los juegos circenses, o el anfiteatro, leemos haber pasado. De lo cual es testigo el Viaje del Prncipe, que ahora recibimos ya Rey felicsimo. Todava se hallaba con dos ventajas Sevilla, que la misma naturaleza le ofreci: la multitud de la gente y el sitio de tierra y agua en donde est puesta, para dar hermosa muestra a todos los que esperaban de ella grandes maravillas; y por esto, se aprovech de dar a la gente lugar extendido, en donde pudiese hacer su representacin, y poner delante la vista la parte del Ro que ms poderosas armadas ha despachado, mayores riquezas ha tenido, ms levantados atrevimientos ha efectuado, ms altas hazaas ha visto, y en fin, despus de la Nao Victoria (que dio una vuelta al mundo), haba de tener en su presencia a la catlica Majestad de nuestro Rey y Seor, que la Revolucin de los Cielos (despus de cuarenta y cuatro aos) nos trajo a darnos en edad de perfecto varn aquel que dentro de nuestra patria tuvo principio de su bienaventurada vida el ao de mil y quinientos y veinte y seis, despus de la tempestad que los aos pasados ha estragado las personas, haciendas y alegra que esta ciudad sola tener, por las temerosas borrascas de la peste, hambre y guerra, que cualquiera de ellas suele asolar grandes reinos. Y no menos ventura fue para nuestra ciudad sta, que cuando el invictsimo Carlos Quinto, Csar Mximo, celebr sus felices bodas en la Real Alczar de Sevilla con la Serensima Imperatriz nuestra seora D. Isabel, los cuales eternamente viven con Dios, gozando de la nueva alegra, que su obedientsima ciudad recibe con la deseada venida de su Majestad, y que la gente haga por ella muchas cosas no es razn que se tenga por bisoera.
Dejen ahora holgar a la ciudad, que tantos aos ha que no goza de la vista de lo que ellos tienen, y peque antes ella de las graciosas demasas (en el celebrar su contento con todos los sentidos, sin tomar consejo de la discrecin) que de corta y seca, por parecer avisada y sbitamente cortesana; aunque no es falta de buen entendimiento ser magnfica y esclarecida en celebrar la entrada de su Rey, pues tiene en s lo que ninguna otra ciudad, y parezca antes el baile de David, que la reprehensin de Micol.
Sabido, pues por los que haban ido a Crdoba a ver a S. M., y los que no lo haban visto, que entraba por la tierra que tenemos desta parte del ro Guadalquivir, no caban en s de gozo. Porque ciertamente (poniendo a una parte el culto divino) ninguna otra cosa tiene Sevilla sobre sus ojos, sino los de su seor. Y desta suerte fue recibido aquellos das por asistente don Fernando Carrillo de Mendoza, Conde de Priego, a quien su majestad mand venir adelante (llegando de una comisin y embajada que haba hecho en Portugal) para que aprestase la ciudad y hubiese cabeza en aquel general regocijo. Y, despus de haber consultado en cabildo lo que se deba hacer en negocio tan grande, y de tanta brevedad, dieron comisin a Francisco Duarte, veinticuatro de Sevilla y factor de la Casa de la Contratacin, que juntamente con el aderezo del ro y Torre del Oro, entendiese en el ornato de la puerta de Goles, por donde se determin que S. M. entrase. Aunque hubo opiniones que por la puerta de Macarena (segn los reyes pasados, y principalmente el Csar Mximo Carlo Quinto) porque se le representase toda la ciudad partindola por medio, con una calle continuada casi hasta el Alczar. Pero habiendo muchos inconvenientes para ello, por no ser tan cmoda la disposicin del lugar, ni tan hermosa la vista, ni estar las calles para recibir la multitud de la gente, que en los tiempos pasados era de ms pequeo nmero, no habiendo entrado el trato de las Indias en la riqueza y frecuencia de Armadas, que hasta ahora tuvieron. Y pues gran parte de la grandeza y crecimiento haba venido a la ciudad del ro, era justo que por el mismo se celebrase la entrada de su Rey invictsimo. Y as por agua y tierra lo pase Su Majestad, declarando el contentamiento que tan agradable ro le daba.
Y para hacer la fiesta de mayor momento, se adelantaron los duques, que son vecinos desta ciudad, por tener sus casas en ella de tiempo antiguo, y ser alcaldes mayores.
Y as, en el mes de abril, a veinte y nueve, sbado en la tarde, entr el Ilustrsimo Cardenal don Diego de Espinosa, Presidente del Consejo Real e Inquisidor General de Espaa, a quien recibi la ciudad con todos los caballeros, y Audiencias, y Universidad, por la misma parte del ro y por la Puerta Real que se estaba aderezando para la venida de Su Majestad; y de all fue a posar a las casas de J uan Antonio Corzo, para estar cerca de la Alczar, por donde se poda comunicar con Su Majestad, que estaba ya tan cerca, que el sbado mismo durmi en la Rinconada, pueblo pequeo, casi a la ribera de Guadalquivir, junto a Alcal del Ro. Y luego, domingo postrero de abril, se vino a San J ernimo, que es monasterio grande y antiguo, extremado en el edificio, de la religin de San J ernimo, y donde estn dos figuras de barro, a los lados del altar mayor, que son, a la mano derecha un San J ernimo en la penitencia, y a la izquierda una Nuestra Seora, que las hizo maestre Pedro Torrejano; y encarecer el artificio dellas no es para mi mano, sino para los ojos de los que lo vieren, y luego aprobarn ser las ms raras que hay en el mundo. All oy misa Su Majestad, comi y estuvo en vsperas.
Tena mandado al Asistente, cuando le fue a besar las manos a la Rinconada, la tarde antes, que le enviase unas barcas, porque quera por el ro recogerse a Bellaflor. Y as el Asistente, yendo a casa del factor Francisco Duarte, a las dos de la noche, le pidi se encargase de poner en obra lo que S. M. mandaba, y tuviese a punto las barcas, por el orden y de la manera que conviniese para semejante efecto, y l lo ejecut por el orden que convino. Y fue a las cuatro de la tarde al puerto de San J ernimo con una barca tan grande, que cabran en ella ochenta personas, y de mucho sostn, y que peda muy poca agua, y toda por de dentro estaba aforrada de tablas bien labradas, y hecho un suelo de ellas tan llano como el de la popa de una galera, y en torno de toda la barca iban hechos sus bancos bien guarnecidos, para en que se pudiesen asentar, y el sitio y comps que haba donde S. M. pudiese estar, y los grandes que con l venan, era ms que dos popas de galera ordinaria, en el cual estaban hechos tres arcos de madera por muy buen orden, sobre que cargasen los toldos, que se pusieron. A la popa tena un corredor guarnecido de balastes, en donde, sin entrar ni tocar en la barca, estaban dos hombres, para el servicio del timn, y lo dems, que as fuese menester. Y a proa, ocho remeros bogando, sin impedir ni llegar al sitio que estaba dedicado para Su Majestad, y los que con l iban, y hacan su oficio de manera, que no se parecan ms de la cinta arriba. Y todo lo que tomaban los tres arcos era toldado de paos de brocatel carmes y amarillo, con azanefas y apaaduras de terciopelo carmes, bordadas de terciopelo blanco, y aguardadas de cordones de seda blanca y carmes, que hacan muy buena vista; y este toldo caa por los lados hasta llegar al bordo de la misma barca, de suerte, que ni por ellos, ni por la popa poda entrar sol alguno, ni verse los que all venan, si no fuese alzando la banda del toldo, que Su Majestad holgaba de descubrir las naos o la ciudad, y por donde ms poda gozar de la marea, y con menos ofensa del sol. Los bancos de la barca iban cubiertos de los mismos doseles, con cuatro cojines de brocado, y raso carmes tejido de oro, y salteado de muchas flores de seda de colores; y por el suelo de la barca iba esparcida mucha juncia verde y flor de paraso, muchas rosas y, en el corredorcillo de la popa, haba macetas de claveles y albahaca y poncellas. Y aunque la barca (segn su grandeza) era harto ligera, iba otro barco pequeo con doce remeros que la remolcaban, de suerte que ningn barco, por muy ligero que fuera, pudiera correr ms que ella. Y con esta misma barca mand Su Majestad al factor Francisco Duarte que le sirviese otras dos veces que se hubo de embarcar: Una, para ir desde el hospital del Marqus de Tarifa a las Cuevas, donde estuvo retirado tres das; y otra, para venir desde las Cuevas a ver la galera real que en este ro se estaba haciendo para el Seor don J uan de Austria; y, de all, el ro abajo a ver pescar y entretenerse buena partes de la tarde el primer da de pascua de Espritu Santo. Y aunque esto se hizo con mucho secreto, ya toda la ciudad alborotada por ver a su Rey, en breve tiempo, haba cercado el ro por ambas partes con muchos millares de hombres y mujeres. Desde que vio Su Majestad que no poda salir sin ser visto de toda la gente y molestado del polvo, no quiso hacer su jornada, y quedse en San J ernimo a dormir, mandando al factor Francisco Duarte que le aguardase por la maana el da siguiente en el mismo puesto. Y as lunes, da de San Felipe y Santiago, que contamos primero de mayo, y felicsima entrada de su nombre, sali de S. J ernimo y se entretuvo un rato mirando La Florida, que es una casa y huerta de don Pedro Lpez Puertocarrero, en el camino del Algaba en frente de San J ernimo, a la parte septentrional del ro, toda muy blanca, pintada, y con muchas rejas azules, y jardines con cruceros de arrayn, y fuentes de muchos caos de agua, poblada de arboledas de cidras y naranjas, y de yerbas rarsimas y flores nuevamente plantadas en esta tierra, con corredores altos y gelosas, y pinturas artificiosas. Toma desde el camino, que tengo dicho, hasta el ro, donde hay una alberca de peces y de mucha agua; y no fue poco entretenimiento esto para Su Majestad, y as se detuvo hasta que, certificado que tambin estaba all cercado de gente que con los pensamientos ya lo tenan visto, segn estaba deseado, llegndose al vallado que ms cerca estaba del ro, lo mand romper, y por all sali a la barca, que lo esperaba, y entr en ella. Con l iban el prior don Antonio, caballerizo mayor; el Duque de Feria, capitn de la guarda; el Conde de Chinchn, mayordomo; el Conde de Buenda; D. Rodrigo de Mendoza, D. Diego de Acua, gentiles hombres de la cmara; y el factor Francisco Duarte. Los Serensimos Prncipes de Bohemia, Rodulfo y Ernesto, quedaban en la Rinconada y vinieron a comer a San J ernimo, con que se detuvo algo la gente. Pero, en sintiendo embarcado a Su Majestad, corra por lo largo de las riberas que se hacen por ambas bandas del ancho ro, solemnizando con grandes aplausos ya su entrada. Lo cual no pareci ingrato espectculo a quien iba en la barca, pagndoles Su Majestad con mirar a todas partes, y preguntando a Francisco Duarte de los edificios que por all parescan. Llegando al Almenilla, adonde es combatida la ciudad de las avenidas del ro, y por los muros, paresca puesta gran multitud de gente. Descubrise luego a Su Majestad el cerro de Santa Brgida, con toda aquella verde montaa que va hasta adelante de Gelvs, por donde se da principio al Aljarafe, mostrando un pao hermossimo de verduras con sus extendidos prados y casas blancas, llevando a la mano siniestra los muros de la ciudad, desde la puerta de Bibaragel y San J uan, hasta dar en la parte del ro que hace las islas enfrente las Cuevas a mano derecha, donde se desembarc Su Majestad, y fue recibido del prior don Fernando de Pantoja, y los monjes y frailes de aquel religioso monasterio de Santa Mara de las Cuevas, que es uno de los monasterios de magnificencia, religin y grandeza mayor que hay de la cartuja, as en rentas y en edificios suntuosos, como en cuidado del culto divino y loable recogimiento, que por no hacer demasiado volumen y ocupar lo que se hizo de servicio, sbitamente aderezado, a lo que es perpetuo para los ojos de todos lo dejo.
Habiendo odo misa S. M., y de la misma manera cercado de sus vasallos, hurtndoseles, sali por la puerta que responde al ro, aunque con gran desconsuelo de los monjes y frailes, a los que despus benignamente acudi tres das, que estuvo con ellos. All se embarc en un barquillo que peda poca agua, y se meti por una canal, que hace la isleta y la tierra de la otra parte. Lleg a la barca que en ms agua lo estaba esperando, donde subi; ya iban arredradas dl muchas barcas de hombres que, con el demasiado deseo, tenan por larga tardanza esperar a la tarde para verlo. Y pasando la barca por medio de la puente, que para eso se haba mandado romper, entr en el comps de las naos, que tienen lo ms hondo del ro, las cuales haba ordenado Francisco Duarte que se llegasen a la banda de Triana, todas sencillas, popa con proa, para que, desde la puente hasta la ermita de Nuestra Seora de los Remedios, fuesen haciendo una hermosa muestra de sus torreados castillos, espesas jarcias y lustrosos costados. Pasando Su Majestad, comenzaron a disparar todas las naos, y as se hizo una grande salva, y lo mismo la Torre del Oro, donde estaban trescientos arcabuceros aprestados, para que disparasen al punto que diese fin la salva de los navos. La Torre del Oro estaba limpia por el pie, y ella toda aderezada de banderas y estandartes grandes, con las armas reales, y una flmula que vena desde la punta alta de la torrecilla (que sube por medio de la torre) y llegaba dos estados del suelo, que revolando por el aire daba hermosa muestra de las colores y pinturas que tena. Desta manera pas S. M. hasta junto a las huertas que vienen de Bellaflor al ro, que es ms adelante del rincn de Tablada. Iba con semblante muy alegre preguntando a Francisco Duarte cuanto se paresca, mostrando contentamiento por lo que tambin poda ver de la ciudad, hasta que lleg a desembarcarse. All le tena don Diego de Crdoba, Teniente de caballerizo mayor, un caballo morcillo a la brida, en que subi S. M.; y todos puestos a caballo fueron a raz de las huertas, hasta que entr en Bellaflor, la cual es una casa de placer, que se sola llamar Las Aceas de Doa Urraca y, en poder de la Duquesa de Bjar, tom aquel nombre; y ahora es de Don Manrique de Ziga, su hijo.
Aqu cierto se me recrece un nuevo gnero de trabajo, por el mucho descanso que tom en verla, y es que quisiera yo poder tambin describir esta Bellaflor, o con ms elegancia que Ovidio la casa del sol, Claudiano la del amor, Estacio, el Tiburtino de Manlio Vopisco; Marcial, la aldea de Faustino; Plinio Menor, el Tusculano de Apolinar; Paulo J ovio, su Museo; y principalmente ser aqu otro Filstrato, que gast tanto tiempo en alabarle, que no tena tantas partes como aquella casa. Porque considerando primero el sitio y lugar tan extendido que es el campo de Tablada, y por aquella parte irse cortando con el poderoso crecimiento de Guadalquivir, a vista de la sierra fertilsima y partes del Ajarafe, que desde la vuelta de Merlina hasta la ermita de Santa Brgida se va extendiendo, vista la abundancia de los diversos ganados que all entran, y que los ms, o todos, vienen a beber junto a las aceas de la casa, en una vuelta grande del ro y venida de Guadaira, que atraviesa toda Tablada, pasando por debajo de la casa, y a la redonda, que con su creciente o rebalaj della hace una tendida tabla de agua, que muy ancha se muestra para poderse pasear con barcos por ella y hacer las naumachias que los emperadores romanos, con tanto trabajo, celebraban; cercndola una fresqusima alameda y crecidos rboles, que dan compaa y ser a la huerta, que poblada de frutales y repartida con sus calles, demuestra de grande trabajo para los curiosos hortelanos. Por all debajo de las casas, toda Sevilla se sirve de aquel paso, como llave de la ciudad para todos los campos que en aquel rincn de Tablada se extienden. El edificio de la casa parece de fortsimo fundamento, cortado en el mismo ro, con sus patios altos y galeras grandes, de donde se ven aquellos espaciosos prados y vueltas del gran ro, con la hermosa perspectiva de los navos y armadas enteras que, a la continua, se registran por la Torre del Oro y muelle. Y hacen corte (si se puede decir) de mar en Sevilla; y aquellos lejos que muestra de puente y Cuevas. Pues, entrando por las salas, es gran deleite ver cun acompaadas de cosas, en que se emplea la vista, si no quieren gozar de lo que naturalmente ofrece el campo y admirable pintura del ro, ahora por la tierra ver diversos trajes de caminantes y muchedumbre de ganados, ahora por agua el ir y venir de navos, carabelas y barcas de todo gnero, contentando la vista de lejos verdaderos, y de cerca se ofrecen tablas, lienzos y retratos que al entendimiento dan diversas consideraciones, preguntando o declarando lo que en cada uno se muestra. No menos el mirador (que cae sobre el recibimiento que hace Guadaira, que por la parte de levante viene a entrar en Guadalquivir, para acompaarlo hasta la mar) cuntas partes tiene de vista deleitosa, as en agua como en tierra! Aqu los vivares hechos artificiosamente para ver presentes los que en el bosque y dehesa se esconden por sus hondas cuevas; all los peces del estanque, y la azacaya y caos que llevan el agua adonde riegue todo lo que es menester en la huerta. Aqu tienen los aires gran frescura, templados de parte del ro y del campo. Lo que se ve all y considera es faltar palabras para declarar el gusto que recibe el que all se aparta de los negocios de Sevilla, adonde pueda vivir con grande honra, queriendo gustar de la quietud que tiene tan buen edificio. Y aunque haya otros en la tierra ms suntuosos, y ms cumplidos, ste tiene en s cierta moderacin, con que ni quita enteramente el gusto de la ciudad, que tan cerca est, ni da tanto deseo de ir a ella, que no deleite ms pasear aquella morada, en donde tenemos, por ahora, a S. M. reposando. Y entre tanto trataremos de lo que la ciudad orden para recibirle.
La opinin que se tiene de la riqueza y grandeza de Sevilla, ofrecidas ambas al servicio de Su Majestad, eran grande impedimento a la misma ciudad para hacer el recibimiento que queran. Porque jams se puede creer de las ciudades grandes que les falt tiempo, sino voluntad para gastar; y no slo el dao es quedar en tal crdito, sino ponerles falta por la tibieza que de haber gastado poco se entiende. Lo cual no puede parecer en Sevilla, habiendo tan liberalmente tratado las cosas de la guerra de Granada, en tiempo que la peste y la hambre la apretaba, cuando se dej entregar a la guerra enviando sus hijos, para que acudiendo a la defensin de la fe catlica, de su misma obligacin, de la antigua lealtad que a sus reyes han tenido, pagase los diezmos a Dios y a su seor. Viniendo, pues, a las manos la ocasin, tomronla todos por los cabellos, y ofreciendo lo que sbitamente pudieron, dieron para siempre sus intenciones por satisfechas delante de la presencia de un su seor, que tan fcilmente alcanza dnde llega la potencia de sus pueblos. Y en Sevilla no se puede acusar negligencia, sino dificultad de tiempo, porque no faltaban riquezas, ni habilidades con que se pudiera igualar a lo que ms se ha gastado e inventado para semejantes triunfos.
Luego se determin el primer cabildo, que los veinticuatros saliesen vestidos de brocado y los jurados de tela de plata. Pero Su Majestad mand que no se vistiesen de aquella suerte; y as se mud en sedas. Propsose luego fuesen muchos hombres aderezar los caminos que, por donde S. M. vena, se haban de reparar, donde en tres partes principalmente se puso grande trabajo: La primera, en quitar un paredn antiguo de argamasa, que estaba al pie de la Torre del Oro, que haca angosto aquel paso. Y tomar en el ro tambin parte, con palizada y piedras, que de all sacaron, haciendo un ancho camino; y luego, pasando hacia do estaba la lea, se form un puente de gruesos pinos, y cubierta de mucha tierra por espacio de ms de cien pasos a lo largo de Tagarete, que es un arroyo grande, que hace foso a Sevilla, desde la fuente que llaman de Caldern, hasta el ro, pasando por de bajo de la puerta de J erez. Asimismo, en el molino de Camargo se trabaj ms que en todo, para que lo que antes era puente y paso angosto, fuese campo, y bastase para sufrir toda la gente que haba de venir por aquella parte. Y aunque henchir fosos no sea mucho, pera esto dio que hacer a muchos, porque se haba de dar paso a dos grandes arroyos, que por Tablada van al ro, que son Tagarete y Aritaa.
Y porque Su Majestad no poda entrar luego aquel da, pensse el venir a descansar a Bellaflor, y dello se dio una hermosa traza, en que tuviese Su Majestad, y toda su corte, un aposento alegre, fresco y provedo de lo que era menester a quien vena fatigado, caluroso, de sobresalto y a la ligera. Para esto hubo la comisin de la ciudad don J uan de Sandoval, teniente de alguacil mayor, el cual, con el celo de hacer lo que la ciudad le mandaba, y de servir a su rey, dejando gusto en ambas partes, se fue a Bellaflor y discurriendo por lo que convena, viendo que la casa de Bellaflor, aunque fuese tan fresca y tan apacible como la que habemos mostrado en su descripcin, estaba desacompaada de aquel aparato que para tal husped deba tener, y tambin que faltaba el dueo, que pudiera aderezarlo prestamente a gusto de la merced que, en posar all Su Majestad, l reciba. Luego se provey de hacer una grande caballeriza, arrimada a la muralla de la huerta, que corre por la delantera de la casa, armando un toldo con mstiles grandes de navos, que tendran ms de quinientos pasos de largo, y catorce en ancho, con todo lo que se requiere para arrendar caballos y acmilas, hechas sus pesebreras, que por su orden a trechos servan para el efecto, cmodamente aderezadas, de la materia que la brevedad del tiempo les dio lugar, con la provisin de lo que para el bastimento de todas las cabalgaduras se provee. En otra parte estaban armadas tiendas muchas, y diversos ranchos, para la guarda de a pie y servicio de casa. Haba en la puerta y patio muchas verduras, y al un lado, grande nmero de tinajas de agua reposada. No haba en todas las partes de la casa lugar descubierto, donde el sol tuviese alguna jurisdiccin, que no se le hizo reparo con rboles y diferencias de flores, que cierto daba grande contento la compostura de ellos, y el nuevo verano que se representaba en entrando hasta la escalera, por donde se sube con grande luz por las ventanas, que tiene tan abiertas a la marea fresca de un jardn muy deleitoso, que por ella se va descubriendo. Viene a dar esta vista en un patio grande alto de muchos mrmoles, con una fuente enmedio, de extrao artificio, paresciendo a los edificios antiguos de los romanos. Luego, a mano derecha, parescan los aposentos, donde estaba aderezada mesa para S. M. Y teniendo repecto a ser casa de campo y el buen parescer y frescura, se aderez toda de cueros dorados, con que todo estaba lustroso y muy fresco. Las ventanas acompaadas de aquellos huertos adonisios, que son vasos con tierra, en que haba muchos claveles y albahacas, que con lo verde y colorado daban una hermosa vista. Haba por los suelos, despus de estar muy limpios, cantidad de rosas sembradas, y en partes de la sala muchos perfumes de pastillas y pebetes que, con el olor de lo que se pisaba, ayudaban a sustentar la fragancia que por el aire se iba suavamente comunicando.
Aqu no se descuid la diligencia del comisario a proveer lo que tambin era menester en los oficios de ms necesidad, as como la naturaleza, al formar de todo cuanto hace para nuestro servicio, no dej sin orden cuantas cosas hay, por bajas y menudas que sean. Adornse deste mesmo jaez todo el aposento, no dejando pieza que no se sirviese, as para los prncipes, como para los estados de cmara y boca, los cuales fueron muy abundantemente regalados. Porque imaginando cunto era menester para una ciudad que se mueve y anda en pie, como la corte, y que se parece a un ejrcito por tierra, o armada por mar, que son ciudades porttiles, y a proporcin de la ciudad edificada deben tener provisin al igual, sin que le falte nada. As en piezas de la casa se repartieron los servicios, y en los unos haba todo gnero de vasos, para la cocina y mesas, que se hallaban de barro las ms plidas y de mejor forma, que se contaron en grande nmero; en otras haba aves vivas, apartadas en sus jaulas por sus especies; a otra parte se vean muchos pavos, las mesmas aves y todo gnero de caza, muertas y puesto a punto para aderezarlo, con todas las carnes que se pueden imaginar y que se cran en la fertilidad de toda la Andaluca, no faltando pan masado, de muchas suertes, fresco. Estaban apercibidos muchos vinos de Cazalla, Cabeza la Vaca y Ribadavia, con el Clarete y el de Ocaa. Estaba otra pieza ocupada con muchas tablas, donde haba en orden infinitas empanadas de pavo, conejos palominos, perdices, jabales y todo gnero de venazn. Todo ello en mucha abundancia que, segn pareci, habase provedo para quince das. Y as, fuera de las mesas principales, fueron enteramente satisfechos todos los estados (el servicio y la guarda) de pan y vino, y carne y otros regalos, que para aquel efecto estaban diputados.
Por la parte desta pieza iba una hilera de mesas, donde por su orden estaban puestos muchos gneros de conservas, en que se representaba toda la isla de la Madera, Sevilla y Valencia en aquellas calles, que ms uso hay de hacerlas y representarlas; porque no faltaban muchos barriles y grandes cajas de limones cubiertos de flor de azahar, confitura de dragea, de panales de rosa, guindas, membrillos, duraznos y bocadillos de muchas maneras. Cidras enteras, cajas de mermelada y otras diferencias de colacin, de que hacan los antiguos sus segundas mesas. Y junto a esto, pilones blancos de azcar y arroz, as en grano, como en harina. No faltaban especias infinitas, molidas y enteras, todo en grande abundancia, para que prestamente se aderezasen los manjares en tanta diversidad que verdaderamente el campo estaba hecho ciudad. Quedaban las cosas que dan apetito al estmago. Porque, en otras tablas por la mesma orden, iban barriles de aceitunas de todas las suertes, y adobos, que se hacen especialmente en Sevilla con alcaparras, pasas y almendras y piones. Qu nos falta ya para perfeccionar las cenas antiguas de Lculo, o Cleopatra, o los aparatos de Persia, sino beber fro? Y para esto se apercibieron de mucho salitre, para enfriar el agua y el vino, en defecto de la nieve, la cual hubo despus en abundancia. Hacan excelente muestra de s otras tablas de hermossimos vidrios, y barros de Flandes, y Venecia, lo cual fue muy extremado, por ser las piezas extraas. Y as se repartieron por aparadores de las diversas mesas. Pero en lo que ms haba de considerar era una tabla de muchas garrafas, pomos y almarrajas de aguas olorosas, y de redomas de vinagre rosado, y de saco para contra el calor, cansancio y polvo.
No engendre fastidio haberse contado esto por menudo, pues tengo dicho que la ciudad acudi a cuantas necesidades pudo imaginar en los que venan de camino, y tan temerosos del calor de Sevilla. Y tambin tuvieron los ministros, que all se pusieron, grandsima cuenta con repartirlo todo de manera que a nadie faltase, y aprovechase.
Con esto se recibi Su Majestad, y los que con l venan, agradablemente, donde a la entrada, Don J uan de Sandoval le bes las manos, y le dio con mucho recado lo que era menester para reposar all aquella tarde. Y a la una llegaron los Serensimos Prncipes, que desde el Monasterio de San J ernimo haban atravesado por Tablada a Bellaflor.
Faltaba suelo de campo (siendo tan extendido y tan llano) para la gente, que tan apriesa haba acudido adonde tena a su Rey aposentado, y que esperaba presto con grande alegra, ya casi vencedora en su intento, que no poda dejar de mostrrsele.
Comenzaban a encaminar las partes de la ciudad por sus cuadrillas al recibimiento, y entre los primeros fue la infantera ordenada, la cual era toda de los ms ricos oficiales, y de aquellos que quedaron para guardar su patria, gente de vergenza y de valor. Porque luego en el Cabildo, cuando tuvo por cierta la venida de S. M., entre otras cosas que en l se determinaron, fue representar a Su Majestad una buena copia de infantera, y que saliese al campo hecha en escuadrones, y aguardase a su Seor puesta en lo llano de Tablada, y al pasar se le hiciese una salva de arcabucera; y para que esto tuviese efecto se dio la comisin a J uan Gutirrez Tello, caballero de la Orden de Santiago y alfrez mayor desta ciudad, y tesorero de S. M. en la Casa de la Contratacin della, para que se levantase esta gente, aunque por su oficio de alfrez mayor le tocaba. El orden que tuvo fue mandar llamar de todos los oficios dos hombres, los ms viejos y que ms autoridad tenan entre los de su oficio, y destos se inform la cantidad de gente que haba en cada uno, y les mand que los apercibiesen a todos, que estuviesen los ms aderezados que fuese posible de vestidos y armas para salir al recibimiento de Su Majestad; y nombr de cada oficio un alfrez para que rigiese y gobernase la gente dl. Y luego se echaron bandos, apercibindoles para que el da antes que Su Majestad entrase se haba de hacer una resea; la cual se hizo para dos efectos: el uno, para que el Ilustrsimo Cardenal los viese; el otro, para ver cmo estaban aderezados de armas y vestidos. Salieron de la plaza de San Salvador (porque est ms cerca a la casa del alfrez mayor) en orden y pasaron por la posada del Cardenal y por la puerta de J erez, y volvieron a entrar por la de Triana y se vinieron a casa de J uan Gutirrez Tello, donde se les dio orden que otro da, a las ocho de la maana, estuviesen todos en la plaza que dijimos de San Salvador, porque desde all fuesen al recibimiento de Su Majestad.
El da siguiente se juntaron todos en el lugar concertado, a son de doce atambores y dos pfaros, que la ciudad mand vestir con seda de muchos colores y jubones de tafetn verde picados, cueras blancas cortadas y sombreros de tafetn azul. Los cuales, con maravilloso estruendo, regocijaban la ciudad. Tenan asmismo doce banderas ricas y de diferentes seales y colores. Salieron en orden. Don Francisco Tello, caballero del hbito de Santiago (hijo de J uan Gutirrez Tello) Teniente de Alfrez mayor, como capitn delante, con coselete dorado y grabado, calzas de carmes con brocados, gorra aderezada de camafeos, espada, daga dorada y un venablo en la mano. Delante iban cuatro pajes con calzas de saya entrapada, rojas, y terciopelos negros, casacas de raso verde con alamares de la mesma color, cerradas por delante. Cuatro rodelas aceradas, grabadas y doradas y muy bien guarnecidas de terciopelo con fluecos de seda y oro, embrazadas, y cuatro morriones. Venan luego en las primeras hileras, que eran de tres, doce gentiles hombres, con buenas calzas y coseletes, muy bien grabados y algunos dorados, con alabardas doradas, guarnecidas de terciopelo. Todos eran de buena disposicin y talle. Tras ellos vena la gente de los oficios en la mesma orden, muy aderezados de calzas jubones y cueras gorras aderezadas de botones de oro y perlas y cadenas. Pudese bien certificar que en ninguna parte se ha visto tanto oro labrado junto, de tan costosas hechuras y tanto artificio. Las armas que llevaban eran arcabuces y algunas alabardas. Y en este orden fueron hasta el campo, adonde se mudaron de cinco por hilera. Sera la gente de Sevilla de todos los oficios (los ms principales y de mejor lustre dellos) ms de tres mil hombres. All se junt la gente de Triana, que est de la otra parte del ro, como una muy rica villa. Traa calzas y jubn blanco de terciopelo el capitn, y la gente vena aderezada y armada como la de Sevilla. Seran quinientos hombres, poco ms o menos. Fueron marchando todos hasta ponerse a trescientos pasos de Bellaflor y Su Majestad, desde una ventana, se par a verlos. Y luego, a las dos y media, aunque haca gran sol, y todo el campo estaba cubierto de gente de a caballo y de a pie, baj Su Majestad donde haba venido el Ilustrsimo Cardenal, con los Serensimos Prncipes; ellos cuatro se puesieron a caballo y comenzaron a caminar hacia la ciudad, que por aquella parte muestra toda la longitud que hay desde el hospital grande del Marqus de Tarifa, hasta la Torre del Oro, quedando toda ella encubierta en este espacio. Aunque algunos antiguos de nuestra patria dieron forma de hierro de lanza gineta a Sevilla, que la punta sea la puerta de Macarena, y el ojo por donde se enhasta el Postigo del Alczar, y los lados anchos la Puerta de Carmona y el costado del Ro, no va esto fuera de razn, pues unos comparan a Espaa a cuero de vaca; y otros a Cerdea a suela de calzado. En fin, desde Bellaflor se vena descubriendo una apacible vista, porque de la mano derecha quedaba el campo de Tablada, que tendr ms de una legua por cuadrado, de solos pastos de ganado. Llano con tres arroyos que la van partiendo, uno junto al muro, que es Tragete; otro, que pasa por el molino de Camargo, y otro en Bellaflor, que muelen algunas aceas, con presas de pescados y huertas por ambas bandas, y puentes, y muchas casas de placer. A la mano izquierda, quedaba el ro poblado de infinito nmero de gente, por donde se representa la ermita de los Remedios, a la banda de Triana, estando toda con aquel deseo que Leandro en el paso del Helesponto, para dejar la ropa y venir a presentarse, o como a las nereidas o doridas que el anfiteatro sola mostrar en los lagos, que a mano se hacan. Asimesmo, la otra gente que posea la parte de Tablada, continuando su apretado escuadrn, se vena al lado de Su Majestad. Yendo por la ribera del ro la corte, haciendo el ro mesmo reparo a la otra que estaba de la banda de Triana, que tanto deseo tenan los unos y los otros de acercarse.
Lo que ms muestra daba del edificio de la ciudad era la iglesia con su alta torre, nuevamente acrescentada y adornada por industria del maestro mayor de la iglesia, Fernn Ruiz, excelente arquitecto, que tuvo tan buen espritu que, contra la opinin de muchos, que teman la ruina de la torre, dio en proseguirla, y la levant ciento y cincuenta pies sobre lo que sola tener de alto, desde las campanas. Adornndola toda de nuevo lustre, blanco y colorado. Siendo toda de ladrillo y formando las ventanas con sus barandas de piedra blanca, de unas claraboyas, y subiendo con unos remates de bella muestra, dorando muchas cosas en ella, que con el sol resplandecen admirablemente, y las mesmas luces parescen ms con la luna. Vinese haciendo un curucheo de extraa labor, y luego una bola dorada de cinco pies de altura, y encima una victoria, que es una hermosa imagen de bronzo dorada, y a partes encarnada do lo ha menester, que es de doce pies de altura. Ha menester todo esto un libro por s. Dicen que tiene desde el suelo hasta las plumas de la Victoria cuatrocientos y cuarenta pies; y cada pao de travs, cincuenta. Y que cost el ornato ms de cincuenta mil ducados. Ayud a esta grandeza de torre la mano hermossima de Luis de Vargas, que la pint y enriqueci con su artificio, as de figuras blancas, como de bronzo y coloridas. Dio fin a todas sus obras en acabando la torre, y en aquella iglesia comenz y acab con un nacimiento para vivir siempre en la memoria. Agravio hacemos a la torre en tratar tan ligeramente della. En tanto que S. M. la iba mirando, tratar algo de los tribunales que salieron al recibimiento deseado.
En las ciudades (donde se ejercita la parte pblica de la filosofa moral, que condesciende con todos los que en ella viven, y aun con los que han de vivir, es la poltica) hay diferencias de jueces, como se vio por el consejo que recibi Moiss de su suegro para gobernar el pueblo de Israel; as en Sevilla han venido las cosas pblicas a tales trminos, que han menester muchos que tengan cuidado dellas, y remedien los males, y se tengan los nimos de los hombres, que arremeteran a hacer insultos desaforados si no hubiese freno de penas y quien las ejecutase, lo que declara el reino de Eolo sobre los vientos. En fin, poco a poco, ha tenido esta ciudad grande regimiento. Y as el primero, y de ms importancia para la defensin de la fe es el Santo Oficio de la Inquisicin, donde hay de ordinario tres o cuatro inquisidores, un fiscal, un juez de bienes confiscados, seis consultores y telogos, clrigos y frailes, para calificar las proposiciones; otros tantos y ms consultores juristas, que asisten a la vista y determinacin de los procesos, cuatro secretarios, un receptor, un alguacil, un abogado del fisco, un alcaide de las crceles secretas, un notario de secreto, un contador, un escribano del juzgado del juez de bienes, un nuncio, un portero, un alcaide de la crcel perpetua, dos capellanes; sirven tambin un mdico, un cirujano, un barbero, un despensero y ms de cincuenta familiares en esta ciudad, que tienen todos sus privilegios concedidos por los bienaventurados reyes don Fernando y doa Isabel, Reyes Catlicos de buena memoria, y confirmadas por los que han sucedido. Viven en el Castillo de Triana los jueces y oficiales deste santo oficio.
Hay Audiencia Real, donde hay un regente, seis oidores, cuatro alcaldes del crimen, un fiscal, cinco relatores, ms de cincuenta abogados, cuatro secretarios, cuatro receptores, dos alguaciles, cuatro porteros, doce procuradores. Tienen crcel que se hace ahora nueva en la plaza de San Francisco.
El arzobispo y cabildo hacen un senado por s (el eclesistico) en que hay once dignidades, que son den, arcediano de Sevilla, chantre, tesorero, maestrescuela, arcedianos de cija, de J erez, de Niebla, de Reina, Prior, arcediano de Carmona, cuarenta cannigos; cuarenta racioneros. El arzobispo provee un visitador, el juez de la iglesia visitador de monjas, juez de testamentos, visitadores del arzobispado, juez de pecados pblicos; en cada uno de los tres consistorios, un fiscal, un abogado, de todas las fbricas del arzobispado, el mayordomo mayor dellos, cuatro notarios mayores, alguacil mayor, que trae vara, diez alguaciles que no la traen, y muchos procuradores. Tienen casa y crcel junto a la iglesia y juzgados della.
El Cabildo desta ciudad, dems de su asistente, que siempre suele ser seor de ttulo, ejercitado en negocios arduos de otras ciudades, tiene alguacil mayor, y su teniente; los alcaldes mayores emanaron de los alcaldes que sola haber en esta ciudad, que lo eran los seores y grandes, que en ella haba. Hay alcaide de los alczares, alfrez mayor, escribano de Cabildo, veinticuatro regidores, aunque est crecido el nmero, el teniente de escribano de Cabildo. stos representan aquel senado romano de senadores y cnsules. Luego los jurados, que sucedieron por los tribunos. El Asistente tiene dos tenientes, un alcalde de la justicia, un ejecutor de la vara, que asiste con los fieles ejecutores, un teniente de la tierra, los cuales todos tienen cabildo y asientos en la plaza de San Francisco, y su crcel pblica.
En la Hermandad hay un provincial, dos alcaldes, uno del estado de los hijosdalgo, otro de los buenos hombres llanos, un alguacil ejecutor, un escribano, muchos cuadrilleros; tienen su crcel aparte.
En la Casa de la Contratacin hay una audiencia de los jueces y oficiales de ella, que son factor, tesorero y contador, los cuales tienen diversos oficiales para la administracin de sus oficios; hay un juez asesor, un fiscal, un relator, dos secretarios principales y ocho escribanos, un alguacil, dos porteros, un alcaide de la crcel, que est dentro en la misma Casa; hay un piloto mayor, dos cosmgrafos, dos visitadores de las naos, un catedrtico que lee una leccin cada da de la parte de astrologa y cosmografa que pertenece a la navegacin. Hay un receptor de averas, y un contador dellas, y un escribano de las armas.
Hay Consulado y en l un prior y dos cnsules, que conocen de algunas diferencias y pleitos que se ofrecen entre mercaderes de los que tratan en las Indias, y once consiliarios para tratar y consultar los negocios de cualidad tocantes al dicho Consulado y universidad de mercaderes.
Dems destas audiencias y jueces, que son como ordinarios y ms principales, hay alcaldes de la mesta, juez del Adelantamiento de la Andaluca, del Almirante de Castilla, jueces de los daos, del almojarifazgo, alcalde de sacas, y otros muchos. Sola haber cinco alcaldes, los cuales se quitaron, y en su jurisdiccin sucedieron los alcaldes del crimen de la Audiencia Real, los cuales libran los pleitos civiles y hacen sus audiencias en la Plaza de San Francisco, martes y jueves y sbado de cada semana. Tiene el Mestrescuela de la iglesia jurisdiccin sobre el Colegio de San Miguel. Tiene el rector del Colegio de Maestro Rodrigo jurisdiccin en su colegio y universidad de los doctores. Hay alcaldes de corredores de lonja de todos los oficios.
Antes que S. M. llegase al toldo cerca de Bellaflor, lleg el Santo Oficio, con todos sus familiares, que iban vestidos de raja, terciopelo negro y raso, con muchas cadenas de oro y aderezos ricos en las gorras; y el fiscal llevaba el guin con las insignias, que suele. Luego inmediatamente lleg el gobernador del arzobispado con sus jueces y los cannigos de la iglesia colegial de San Salvador, y los beneficiados de la universidad. Aqu lleg la Audiencia Real con los oficiales que habemos dicho en muy buena orden, y besaron las manos a S. M., y en todos los tribunales el presidente llegaba el primero y daba el nombre, de la suerte que los nomenclatores antiguos que estaban par de los cnsules romanos. Pasado el molino de Camargo, se recogi S. M. al toldo, que estaba sobre mstiles altos levantado, para que se reparase del gran calor y polvo, en tanto que los otros tribunales llegasen a besarle la mano. Estaban con S. M. los Serensimos Prncipes de Bohemia y el Ilustrsimo Cardenal; ya haba llegado all el teniente del escribano del cabildo (que es don Pedro de Pineda, que est ausente en la guerra de Granada) para decir a S. M. los nombres de los veinticuatros.
El Cabildo de la ciudad sali vestido en esta manera: los veinticuatros, con ropas largas hasta los pies, del modo de las pretextas senatorias; eran de terciopelo morado, forradas en raso blanco, y algunas en damasco; calzas y jubones y zapatos de terciopelo y raso blanco; las medias eran de punto; cadenas de oro al cuello y las gorras aderezadas con muchos botones de oro y perlas, de que asmesmo las ropas iban sembradas. Eran cincuenta y seis los veinticuatros, que en otro tiempo fueron del mesmo nmero. Los jurados iban con ropas largas de terciopelo carmes, forradas en raso amarillo, calzas y jubones de raso y terciopelo amarillo, con cadenas asimismo de oro, como los veinticuatros; eran de nmero sesenta y dos. Desta misma suerte sali el juzgado de los ejecutores. Los alguaciles de los veinte se vistieron de ropas de tafetn carmes y capas de damasco verde y gorras aderezadas. Besaron la mano a su Majestad y fueron a pedirlas a los serensimos Prncipes, y sus altezas no quisieron darlas, ni las dieron a ninguna persona de las que all llegaron.
Vena con la ciudad el Asistente y traa a su mano derecha a don Diego de Sandoval, alguacil mayor, y a la izquierda al conde de Olivares, alcaide de los Alczares de Sevilla. Fue el Duque de Arcos con la ropa de la suerte de las que haban hecho los regidores, aunque no mud jubn ni calzas; el Marqus del Algaba sali de la misma manera. Despus de los alguaciles y jurados, besaron la mano a S. M. los regidores, y usse con el Duque de Arcos lo que con los grandes: diole Su Majestad muestras de ms afabilidad, y lo mismo hizo con el Asistente, y don Fernando Enrquez, sucesor del Duque de Alcal.
Salieron los procuradores y escribanos del Rey, y los escribanos pblicos, que sern veinte, y los del crimen de la justicia, con calzas y jubones de terciopelo y raso negro y sayos de lo mesmo, y algunos con ropas guarnecidas de terciopelo, y otros con tudescos de raso. Los corredores de lonja fueron aderezados de la suerte que los escribanos pblicos.
Sali el Cabildo de la Iglesia Mayor con sus dignidades, cannigos y racioneros vestidos de ropas de raja en sus mulas aderezadas; iba el pertiguero delante, en un buen caballo, vestida una ropa de terciopelo negro, con su ceptro. Lleg el den, D. Cristbal de Padilla, a pedir la mano a S. M. y no se la dio, y luego los dems, y pasaron adelante haciendo el mismo comedimiento con los serensimos Prncipes, y sus altezas no dieron las manos.
Sala S. M. del toldo, cuando lleg la Hermandad con ciento y sesenta varas, antes ms que menos (pintadas la mitad o ms de verde); traa consigo gran nmero de cuadrilleros con sus ropas y monteras verdes, y ballestas al hombro, y carcajes a las espaldas, con cantidad de saetas, que parecieron muy bien; son stos los que por la tierra de Sevilla estn repartidos para la ejecucin de la Hermandad. Asimismo lleg la universidad del Colegio (que el maestro Rodrigo de Santaella instituy, llamado de Santa Mara de J ess, a la puerta de J erez) con el rector, colegiales, doctores y maestros, en que haba nmero de colegiales con lobas de pao negro y becas de grana morada, y los que eran maestros o doctores, con las insignias de su ciencia; iba bien autorizada por haber crecido tanto y estar tan ampliada de doctores. Llevaban sus bedeles con mazas de plata, de gran peso y hechura; todos iban vestidos de terciopelo negro, damasco o raso, si no eran los colegiales y doctores en teologa.
Ya Su Majestad haba salido del toldo y llegado a San Telmo; entrse all, y refrescndose el rostro se detuvo un poco. Y viniendo casi delante la Puerta de J erez, llegaron los jueces y oficiales de la Casa de la Contratacin, a quien acompaaban ms de ciento y cincuenta capitanes, maestros y pilotos de la carrera de las Indias, vestidos todos costosamente, porque llevaban jubones de raso blanco pespuntados y picados, calzas de terciopelo y raso blanco con cordoncillos de plata, cueras de terciopelo negro, y tudescos de damasco con muchos botones de oro y perlas aderezados. Gorras de terciopelo negro ricamente guarnecidas y sembradas de muchas piezas de oro, espadas doradas; algunos llevaban ropas francesas forradas en damasco blanco, y todos cadenas de oro; los dems iban vestidos de terciopelo y raso negro y raja. Iban luego los oficiales y ministros de la Casa de la Contratacin. Despus el prior y cnsules. Seguase el general J uan Velasco de Barrio y el almirante de la flota que se aprestaba para las Indias; a la postre los jueces oficiales de la dicha Casa, iba el doctor Vzquez, del Consejo de las Indias, entre el Factor Francisco Duarte y el Contador Ortega de Melgosa, el cual bes las manos a Su Majestad, y luego los jueces, el prior y cnsules, el general y los dems.
Llegando S. M. a la Torre del Oro se le descubri una admirable vista por tierra y agua, as para la guerra como para la paz, llena de todas las comodidades que los elementos forman para la vida humana. Por aquella parte que Su Majestad pas el Tagarete (segn dijimos) estaba hecha una puente, que tomaba grande espacio del arroyo sobre gruesos pinos y, como dice Marcial, podase decir aqu fue ro una vez, y otra vez, aqu fue tierra, segn suele venir aquel arroyo con las avenidas y compaa de ro, y segn estaba hecho campo, quitaba la memoria del agua que por all entra en Guadalquivir.
Mustrase la Torre del Oro, que es grande y alta, dozavada con doce garitas, que salen una en cada ngulo haciendo proporcin hermossima para desde all defender a los que quisieren picar la torre, y luego se parescen las almenas con muchas ventanas formadas, que las abraza un grueso cinto de hierro, con que se encadena lo alto de la torre, para no acabarse de abrir, segn tiene las muestras; sube desde el suelo otra torre, que es redonda, y muy galana, con ventanas y almenas, que en aquellos antiguos tiempos adornaban los edificios de aquesta manera. Desde esta Torre, hasta la muralla que cerca la huerta de las Atarazanas, va una coraza de muro con tres torres, que sirve de trnsito para la torre, y por aquella parte tiene su puente levadiza, y es muy fuerte, aunque cuando se hizo estaban bien descuidados, los que la edificaron, de la artillera que haba de inventarse. Llamse Torre del Oro porque se guardaba all el tesoro de los reyes antepasados. De all pasaba la cadena que tena atajado el ro, la cual quebr Ramn Bonifacio, cuando el Rey Santo tena cercada a Sevilla; aqu haba un estribo o tajamar grossimo, que se desbarat, y de las reliquias dl se hizo una manera de dique, junto al muelle, con que aquel paso vino a ser capaz de mucha gente. Estaba el ro (dejo de decir su grandeza, su origen, riqueza, fertilidad, hermosura y abundancia) bravo y hermoso, con toda la banda de Triana poblada de muy altas y hermosas naos y bajeles, porque como la ciudad pidi al Factor Francisco Duarte que tomase a su cargo lo que tocaba al ro, con todo su ornato, entendiendo l (como hijo del que fue proveedor y comisario general de los mayores ejrcitos y armadas que reyes y emperadores han tenido) el orden que en semejante negocio se deba tener, y de cunta importancia era el acertarlo, pues toda la fuerza del recibimiento se pona en la buena muestra del ro, y entrada de la ciudad, hizo juntar en la Casa de la Contratacin todos los maestres, capitanes y seores de navos, y con los jueces, oficiales de la mesma Casa, les encarg pusiesen en orden todas sus naos, y especialmente todas las de mayor muestra, y las aparejasen como mejor convena, y aderezasen sus personas muy lucidamente para servir, el da que Su Majestad entrase, de la manera y por la orden que se les dira; lo cual admitieron con gran contentamiento y fueron a ponerlo en ejecucin. Y aderezaron cincuenta naos, que all se hallaron, con toda la bizarra y curiosidad posible, y en el tope de cada una haba banderas grandes, pintadas las armas reales, y todas las gavias con sus toldos pintados, y dellas pendan algunas flmulas, de diversas colores y pinturas, y de las puntas de las entenas y alguna jarcia de la principal, muchos gallardetes y banderas de diversas colores y maneras, y en el cuartel de popa de cada nao, una bandera de campo de tafetn de diversos colores, que todas juntas tremolando hacan tan agradable y terrible muestra, que en cosa de esta calidad, no se poda ordenar ni ver otra mejor; y desta manera las pusieron todas de luengo del ro, por la parte de Triana, que hacan tres efectos: el uno, cubrir con su grandeza el barranco que hay por aquella parte sobre el agua; y el otro hacer una extendida y desocupada vista de agua, y dar lugar a los barcos en que Su Majestad haba de pasar, y a los que haban de correr la seda; y lo tercero, para que las dos naos, que estaban puestas a medio ro, se pudiesen descubrir y ver mejor.
Asimismo hizo juntar toda la artillera de metal y hierro colado que, al presente, se pudo haber en esta ciudad y que se repartiesen hasta trecientas piezas de metal en las naos, con que recibiran menos dao, y que, detrs dellas, por la parte de tierra, se pusiesen hasta cuatrocientas piezas de hierro, y en la Puerta Real sesenta piezas de metal muy grandes y bien en orden y en lo alto de la Torre del Oro hasta trescientos arcabuces nuevamente hechos. De ms de esto, estaba en medio del ro, junto a la puente, una excelente nao, de que es dueo y capitn Antn Snchez de Armas, muy bien aderezada y pintada, todas las obras muertas, y adornada de gallardetes y banderas, y enfrente de ella, junto al muelle, la nao de que es dueo y capitn Francisco Ruiz, no menos compuesta por el mesmo orden, y la una y la otra, con cantidad de gente de guerra dentro, y de atambores y trompetas, y menestriles, y banderas de campo. En la nao de la puente, estaban tres precios para los que haban de correr la seda en barcos. El primero era seis varas de tela de oro carmes. El segundo, seis de terciopelo verde. El tercero, de raso amarillo. La razn por que estaban sealadamente all aquellas dos naos fue para que Su Majestad viese bien de cerca (cuando pasase) de qu manera van las naos aderezadas para Indias; y aun pensaban tambin (si les ayudara el viento) dar las velas y hacerse a largo lo que pudiese durarles la vista de Su Majestad. Y para esto, y para los efectos que se han dicho, se haba mandado despejar el ro de mucho nmero de carabelas, naos y barcos intiles, y habanlos alargado por la parte del castillo, rompiendo la puente que les impeda el paso. No faltaron muchos barcos de damas y otra gente, muy bien aderezados ellos y ellas, que llegaron a la orilla del ro a gozar de la presencia del rey, sirviendo con alegre aplauso y bendiciones a quien les dio vida para ver esta hora tan deseada, y a los padres que le engendraron, con tan entraable gozo, como si lo fuera natural de cada uno de los que le miraban.
En llegando Su Majestad a lo llano, que est a la Torre del Oro, comenz la salva del arcabucera, que en ella estaba, con mucha priesa y buen orden; y luego prosigui el artillera de las naos, con el estruendo y braveza que en un asalto furiossimo suele oirse, poniendo cada uno de los artilleros el cuidado necesario en que fuese mayor el estruendo de la pieza de artillera que en su nao se disparase, que el de las otras, y sin cesar, dur la salva gran espacio de tiempo, y de presto se encubri con el humo todo lo que con el agua y en tierra paresca, no sin gran ruido que rebramando nuevamente por el aire ocupaba los sentidos de la gente, que en tanta tormenta jams se haban visto; y los desusados golpes venan atormentando todo cuanto arrebataban de vista y odo, dejando a las mujeres suspensas y trasportadas, con la no esperada furia, y oscuridad del humo, y sonido horrendo, parecindoles que haban sido por encantamento puestas en los muros de alguna fortaleza a que se diese batera, porque el polvo de la tierra, la espesura del humo que con el ro la oscureca, los rayos y truenos en el aire engendraban esta imaginacin. Hasta que se seren el cielo, esparcindose el humo, sosegndose con la quietud de la gente el polvo, aclarndose con la presteza de la salva el aire, y entonces vieron ir a Su Majestad, cuya serenidad les asegur el miedo, y movi a risa de su imaginacin, alegrndose con la oscuridad que tal luz les haba dado, viendo en sus tiempos, y delante de sus casas, a su seor, su Rey y su padre. Aqu haba las aclamaciones que se daban, segn Elio Lampidio y Esparciano a los emperadores, de Csar Augusto Emperador, padre de la patria, convertido todo en el nombre de nuestro Rey, y seor nuestro. Y pues el corazn del rey est en la mano de Dios, las partes que lo visten no estn fuera de esta orden y ventura, que con otra felicidad son los Reyes, y con otro respecto criados, que los sbditos. Aunque todos sean hombres, el medio ms cercano y subalternado a Dios es el Rey, y as cra en los nimos de los hombres aquella reverencia y aquel amor, siendo su benignidad y clemencia tan digna de ser amada, querida y respetada, por el bien que a los hombres hace.
A este punto estaban, desde el muelle hasta la otra parte de las naos, por lo ancho del ro, puestos nueve barcos bien aderezados, de ocho escalamos, en que estaban ocho remeros en camisa y zaragelles blancos, con bonetes de grana, y en cada uno haba un timonero. Concertronse en tres cuadrillas, y as partieron, cuatro con la ligereza que sus brazos valentsimamente formaron, batiendo los remos con la fuerza, que si en ello les fuera la vida, aventurndola por la honra, llamando para aquel trance cuanto valor tenan, tomando cada barco la parte que ms derecha lnea formaba con el viso al Palio de Brocado, y fue la suerte del barco (en que Su Majestad haba entrado la maana que sali de las Cuevas), tal, que lleg el primero de todos, aunque hubo disensiones. Y luego corrieron los otros cuatro, y los cinco a la postre, cuando Su Majestad ya miraba en ello. Desde la Torre del Oro hasta salir de la Carretera, que es un arrabal de la ciudad, que entra en la collacin de la iglesia mayor, estaba todo lleno de la gente que se haba puesto all desde la maana, allende de la infinita que en Tablada quedaba, lo que les fue ocasin de no poco trabajo, por impedirse los unos a los otros el paso, queriendo los que venan de la Torre y muelle ocupar el lugar de los que le haban hasta entonces no sin dificultad conservado, y los que le tenan defendrselo; as la mayor parte de la gente iba por la Puerta de J erez, y acudan al postigo que decan del Carbn, y ahora llaman del oro, pero no todos podan salir, porque la misma dificultad que a los de la Carretera les impeda el paso, y volvanse a la Puerta del Arenal, adonde no hallaran menor inconveniente. Pero, haciendo camino, los que ms podan, pudieron conseguir su deseo de ver a Su Majestad, que iba en medio de la guarda de a pie, y de la de a caballo, y la de a pie iba delante. Desta suerte pas mirando aquella llanura, que se hace en la Puerta del Arenal, poblada de gente innumerable, adonde dijo al Ilustrsimo Cardenal, que iba con el Serensimo Prncipe Ernesto de Austria, a las espaldas de la persona real: Esto basta por recibimiento. Fue cierto palabra de tan alta discrecin, pues constituyendo Dios al hombre por seor de las cosas para su servicio nuevamente criadas, se las puso delante para que tomase posesin dellas, ponindoles sus nombres, la cual consideracin justamente movi su claro entendimiento, vindose seor de tantos millares de hombres, que tienen la mesma sustancia que Adn el primero, rey y seor de todo cuanto cri Dios con sus manos, y acompaado y venerado de ellos.
Quit mucho el lustre a este recibimiento venir Su Majestad de luto, por haber fallecido el ao pasado sus clarsimas prendas, ocasin general de dolor y lstima a toda Espaa, aunque por hacer merced a los que lo reciban, alegraba el rostro: en la guarda y otros criados suyos, las hermosas colores de la Casa de Austria; en los caballeros, la diferencia de libreas; en la ciudad, las fiestas que universalmente se hicieran, dando muestra de su alegra; los aderezos de sus personas y criados, las luminarias y otros instrumentos que suelen en semejantes casos alegrar el pueblo con bailes y juegos diversos, que se podan inventar, todo estaba suspenso, aunque no falt lo que pudo en este tiempo mostrar el nimo que tienen de servir a su rey y seor, en el cual ponan todos los ojos, no contentndose de verle una vez, volviendo infinitas con mucha presteza a ponrsele delante, donde quiera que podan, dejando el lugar adonde le haban visto para tomar puesto en otra parte, con la dificultad que he dicho, que era grandsima, por estar todo continuamente ocupado de gente, que en tablados y en el suelo no dejaban palmo descubierto de lo uno ni de lo otro, de suerte que casi era imposible gozar una persona en tan largo trecho, como hay de campo en aquella parte por donde Su Majestad entr, de postura de cuerpo diferente de la que tena una vez tomada.
Pasado lo largo del ro as mirando las naos, que hasta la puente estaban puestas, como la parte de la ciudad que por all, aunque es fuera della, est cubierta de casas hasta la Puerta de Triana, pas los arcos de la puente, que desde la ciudad hasta la de madera tiene ciertos ojos de arcos, o alcantarillas por donde se desagua el ro, cuando en sus avenidas se embravece. La puente est armada sobre barcos grandes, es de gruesos maderos y tablas que vienen a parar al Altozano de Triana, junto al castillo adonde est el Santo Oficio de la Inquisicin; desde all se hace una anchura entre el ro y el muro, que es pared a la calle que llaman de Cantarranas, la cual hallo haberse dicho as por unos caos y husillos que tiene, por donde se limpia la ciudad. Y as dice Celio Rodigino, en el octavo libro, que dicen a los albaares en Miln cantarranas, y no como algunos piensan del canto de las ranas. Ya desde all se paresca la Puerta de Goles, y las invenciones que all estaban hechas para el recibimiento de Su Majestad, en lo cual entendi el Factor Francisco Duarte, como veinticuatro de Sevilla, por particular comisin, y el jurado Francisco Carreo, el veinticuatro Bartolom de Hoces, obrero mayor de la ciudad.
Caminando Su Majestad a vista de esta puerta, antes de llegar a ella se le hizo otra salva, con sesenta y dos piezas de artillera de metal gruesas, que parecan estar en guarda y defensa de aquella puerta, y por ser alto el lugar, hicieron mejor muestra.
Tratar ahora de la disposicin, sitio y grandeza de Sevilla, con todo aquello que se cuenta de su origen, no es de este tiempo; slo diremos que, entre las puertas que tiene hay unas ms cerca del ro que otras y algunas que no le ven. Y parsceme que Su Majestad, por la maana, tomando desde la Almenilla, pas por las dos que estn junto al agua, que son las del Almenilla y San J uan, y dio vista a la de Goles, la de Triana y del Arenal, y apartndose por el mismo ro dio en Bellaflor, que est a la parte occidental de Sevilla. Volviendo, pues, ahora por tierra, llegaba cerca de la Puerta de Goles, cuya descripcin, denominacin y honrado recibimiento debemos tratar.
PUERTA REAL
Era antiguamente llamada la puerta de Hrcules, o de Hercoles, y despus corrompindose el vocablo se llam de Goles, porque de unos a otros ha venido esta memoria de Hrcules a Sevilla, adonde estn los cuatro mrmoles que denotan su grande majestad, metidos en una casa a San Nicols, y junto a la calle de Abades, y hllase haberse descubierto pedazos de calzada en que estn fundados. Y que Hrcules vino a la parte de Sevilla vieja, y mud all la gran ciudad es cosa notoria; despus los romanos, y principalmente J ulio Csar, la ennobleci, edificando junto al ro Betis, de que se llam la Btica toda que es Andaluca; y los moros mudaron el nombre a este ro Betis y llamronle Guadalquivir.
Es esta puerta al poniente; tiene una calle de las ms anchas de Sevilla, que corre hasta ella y llmase de las Armas. Dicen que entr por ella el Santo Rey Fernando, y as estaban dos versos antiguamente puestos encima della, con su rey a caballo y la espada alta, que deca:
Regia Fernandus perfregit claustra Sevillae Fernandi et nomen splendet, ut astra poli.
Fernando quebrant las reales cerraduras de Sevilla y el nombre de Fernando resplandece como las estrellas del cielo.
Estaba desechada esta puerta, y baja, que se le venan a cubrir con la tierra que haba crecido, casi la mitad, y tenan delante un montn grande de tierra, donde don Fernando Coln, hijo de don Cristbal Coln, el que hall las Indias Occidentales, comenz a hacer un edificio y plantar una huerta de ms de cinco mil rboles, por lo largo del ro, haciendo que la ciudad por all tuviese lustre, y la ribera quedase ms fresca; junt en ella copia de casi veinte mil libros. Esperbase de hacer all un verdadero monte Parnaso, as por la frescura de la huerta, como por la casa y multitud de libros, la cual est ahora en la iglesia mayor de Sevilla, en una pieza que corre desde la torre hasta el Sagrario.
Ya comenzaba la Puerta de Goles a lucir nuevamente y a tener fama con este edificio, y vecino tan bueno, hasta que vino don Francisco Chacn, Asistente que fue desta ciudad, y mand con orden de Sevilla que se edificase y se alzase del suelo; y as se alz de piedra labrada, con sus frontispicios y remates de unos grandes globos y puntas, poniendo de la parte del ro las armas de Su Majestad, y de la parte de la ciudad, las que en ella tiene en su sello, el santo rey don Fernando y los santos Arzobispos della, San Isidro y San Leandro. Y tres torres de la muralla se aderezaron, y empedrse todo aquel espacio, haciendo una ancha calzada, y arrimando al terrapleno donde estn las casas de Coln una pared algo baja, que tuviese compaa a la muralla, y no dejase desbaratar la buena muestra de la calzada. En sta, pues, se orden la entrada, por la brevedad que se dio a la ciudad, queriendo levantar all un arco y hacer una razonable muestra de su voluntad.
Vmonos en grandsima fatiga para dar, en espacio de solos diez das, y falta de aquellos maestros que en tan grande abundancia tienen Italia y Flandes, para acabar algo que pareciese bien; y habiendo de aderezar las paredes y hacer dos arcos, psose luego la mano, y determinse que se hiciese en aquellas tres torres, que tenemos sealadas, y el paredn bajo que a la parte del ro iba, la traza de la entrada como por toda la ciudad se poda servir a Su Majestad. Y para hacer esto, se igual la parte baja del terrapleno con las tres torres y el muro, llevndolo en proporcin, que pareciese todo uno y formase un recibimiento de la puerta muy espacioso y de hermosa vista. Y as se blanque la muralla y torres de la una parte y el lienzo de la otra, con maderos y tablas fuertemente trabados. Hacan una muestra que, a tener tiempo, la ciudad la hiciera de obra, que pudiera quedar en memoria de aquella merced, que Su Majestad hizo a aquella puerta, que tuvo felicidad en acordarse de ella, por la que vino desde los tiempos pasados hasta ahora, que la adornaron todos con cuanto mejor aparato pudieron, porque se vea la diligencia que se tuvo.
ARCO PRIMERO
El primero arco era de tres arcos de obra drica y en esta forma ordenados, que el arco de enmedio era ancho veinte pies, y los de los lados de diez y ocho pies de cuadrado, adornados con dos columnas dricas, y en medio dellas un emperador puesto dentro de un nicho, y debajo de las columnas haba un pedestal grande, que sustentaba las columnas, y todo el pilar, sobre los cuales, que eran cuatro, corra un arquitrabe con su frisco y cornija, de obra drica, con sus remates al derecho de las mismas columnas. Iba todo pintado como piedra blanca, y en los mismos pedestales sus tondos de jaspe, y dentro de las puertas o entradas de los arcos, tres insignias o empresas, con sus letras hieroglficas de medallas antiguas, que los emperadores romanos traan o reciban, por su pretensin, o por la bondad que tenan para bien de sus pueblos. Y por estas causas se levantaban arcos triunfales, se edificaban memorias entre los antiguos, por dar premio a la virtud, que es el estmulo de todo cuanto hay bueno, y por animar a los que tienen tomada la mano de hacer bien.
HRCULES
En la frente que tiene la torre a la parte de la ciudad, haba un coloso, que es figura de las que se hacan mayores que la estatura humana. Estaba un Hrcules desnudo, con solamente la piel del len, que mat en la montaa Nemea, cuando el rey Euristeo se lo mand. Tena encajada la cabeza del len en la suya, y en la una mano un ramo con tres manzanas o frutos de oro, y en la otra mano la clava, que es un bastn ferrado, guarnecido con puyas, y l de pies sobre el Dragn de las Hesprides. Haca grande efecto puesto all, as por ser el primero que en Sevilla poda parescer como fundador, y por el nombre de la puerta, y por lo que ofreca a Su Majestad, que eran las tres manzanas, y por la postura en que estaba. Las Hespridas eran (segn los poetas) tres hijas de Hspero, hermano de Atlante, Rey de la Mauritania; y en frente de frica, donde ponen ahora el Cabo Verde, estaba la isla de las Hespridas, que se llamaron Egle, Aretusa y Hesperetusa, que tenan un huerto todo plantado de frutos de oro, guardado por un dragn, que jams dorma adonde Euristeo mand a Hrcules fuese, y le trujese aquellas frutas, y as lo hizo; lo que yo tengo largamente escrito en mi Hrcules, en octava rima, adonde puse cuanto tesoro hall en poetas griegos y latinos. Hay grande opinin sobre qu fuesen aquellas manzanas; tomadas moralmente, son las virtudes heroicas que un rey, o prncipe, debe tener. Estaba antiguamente (como dice Pierio Valeriano, en un libro que hizo de las letras egipcias, llamadas hiereoglficas) la estatua de Hrcules desta mesma forma puesta en el Capitolio romano, hecha de bronzo; las tres manzanas significaban las tres virtudes principales, que el rey o hroe ha de tener: la una EXCANDESCENTIAE MODERATIO; la segunda, AVARICIAE TEMPERAMENTUM; la tercera, GENEROSUS VOLUPTATUM CONTEMPTUS. Moderacin del enojo y ardiente saa. Templaza de la avaricia. Menospreciar hidalgamente los deleites. Son cierto tres maravillosas virtudes para el estado de la justicia y clemencia, para el temple de la avaricia y liberalidad, para saber dar de mano a los contentos y apetitos, que daan la Majestad real. No lo puede ofrecer esto sino un Hrcules, que es el entendimiento poderossimo, vestido del despojo del len, que significa la generosa fuerza del nimo y la excelencia de su valor, pues es rey de los animales y animal sujeto al sol, que es claridad de todo el mundo, que como dice Homero, todo lo ve y todo lo oye, retrato verdadero del rey humano para transformarse en la idea divina. Haber muerto el dragn y tener los pies sobre l es (segn declar Filn) tener postrada la deleitosa blandura y amoroso regalo de la lascivia y apetitos venreos; la clava es la razn y disciplina con que se rompen y desmallan las corazas del apetito y hacanla de alcornoque, por ser materia que no se corrompe, y as los antiguos con este rbol sealaban firmeza y fuerzas. Tena nudos y puyas la clava por los escrpulos y dificultades que hay en el ir tras la virtud, que nos demuestra la verdadera. Aunque algunos tuvieron que Hrcules fuese el sol y las manzanas de oro, las estrellas, porque Hesodo hace las Hespridas hijas de la noche, y as podran significar otras cosas. Aunque est mejor en la primera declaracin, porque presenta las mayores y ms altas virtudes que en un Prncipe (que tiene a cargo los pueblos, como dice Homero) conviene que resplandezcan y fructifiquen, que es el oro en la fruta que le da una persona tan celebrada.
Tena el Hrcules un pedestal con estos versos latinos, ofrecindose a Su Majestad:
Alcides adsum, Patrio demissus Olympo, Vt tibi dona feram, quae Hesperis alma tulit. Maximus his niteas semper virtutibus heros.
Serus vt ad coelum, quae Pater auctus, eas. Hanc urbem statui, posuit tibi moenia Iulus. Carolus ornabit, tu meliora dabis.
Yo, Hrcules, vengo enviado del cielo de mi padre para que te d presentes, que me dio la santa Hesprida; t, gran Prncipe, resplandezcas con estas virtudes, para que vayas al cielo despus de largo tiempo, del cual est tu padre acrecentado. Yo fund esta ciudad; J ulio Csar puso los muros en tu servicio; Carlos la adorn y t le dars cosas mejores.
Soneto:
Yo soy Alcides, que del alto cielo, adonde vivo en soberana gloria, vengo a rendirte la mayor victoria que real valor gozar pudo en el suelo.
Ves aqu el don, que el amoroso celo me dio de Hesperia, de inmortal memoria, con que se engrandeci tanto mi historia que del veloce tiempo vence el vuelo.
Con este el premio de virtud ardiente gozars eternamente la luz pura, que en ti del claro padre revertiera.
A esta ciudad di yo principio y gente, fuerzas dio J ulio, Carlos hermosura, pero de ti, seor, ms bien espera.
BETIS
En la torre, que estaba hecha de madera y lienzo, pintada de la parte del ro estaba, a la mesma medida, un coloso de bronzo, que representaba al ro de Guadalquivir, el cual se llam Betis, del Rey Beto, sexto rey de los iberos, llamados despus hispanos, 1836 aos antes del advenimiento de Nuestro Seor, y de all el Andaluca toda, Btica, que los vndalos llamaron Vandalia. Estaba all en pie, aunque los ms de los ros se figuran recostados, pero aqu Betis fingmoslo que vena de vuelta, con la creciente, por embajador a Su Majestad, de parte del Ocano, padre de todas las aguas, a decirle lo que veremos en los versos. Tena la barba larga, los cabellos envueltos en una guirnalda de caas, olivas y espadaas, y la mano derecha sobre un gobernallo, y a lo postrero dl, revuelto, un delfn, declarando lo que con la ncora y el delfn solan los antiguos, all con ms prudencia, revuelta la velocidad en los negocios. Tena el pie siniestro sobre una urna, que lanzaba gran golpe de agua de s, y a la ribera dos cisnes en seal de los poetas que cra este ro, de no menor ingenio y espritu que los dems. En la mano izquierda tena un vaso con muchas barras de plata y oro, que es lo ms preciado que se trae de las Indias, y unos versos que decan:
Me Pater Oceanus celerem refluentibus undis, Dive Philipe, tuos iussit adire pedes. Ut tibi pollicear, quicquid Neptunus in undis Gemmarum, atque auri, quicquid habet Zephyrus. Hispalin ingredere et nostros proficiscere in hostes. Non deerunt et opes, non elementa tibi.
El Padre Ocano me enva ligero, con las aguas de la creciente, gran Philipe, y mand que llegase a tus pies, para que te prometa cuantas perlas, o piedras, tiene en las aguas Neptuno, y cuanto oro tiene el Cfiro, que es el Occidente. Entra en Sevilla y parte contra nuestros enemigos, que no te faltar potencia, ni los elementos dejarn de favorecerte.
Soneto
Mi padre Ocano, oh Rey esclarescido, a cuyo reino fue de Eolo trada la nueva de tu prspera venida que para m tan summo bien ha sido,
de oro y perlas, cuantas han nascido, doquiera que Neptuno les da vida, y es la beldad de Zephyro esparcida, te avisa que por m sers servido.
En Hispalis ilustre en fe y belleza, que jams meresci mirar tu ira, entra, Prncipe, lleno de alegra,
y partirs de aqu no sin riqueza, a vencer el furor que en vano aspira a resistir tu ira y cortesa.
PARNASO
En lo alto del arco, desde torre a torre, pasaba un bosque fresco de rboles, y puestas a mano muchas cajas llenas de yerbas, que parecan haber nacido all encima, representando un huerto pensil, de los que en los muros de Babilonia plant Semramis, poderossima reina de los asirios; en medio estaba una grande montaa, hecha artificiosamente con sus peascos, a partes colorados de la pea, a partes verdes de la yerba, con rboles que de entre ellos salan verdaderos. Era ste el monte Parnaso de Boecia, tan celebrado de los poetas, y tena al pie una fuente, que despeda de s un cao de agua de azahar, tan grueso como el dedo pequeo; y porque no manchase las ropas se dio orden, que no corriese. Ms adelante haba una silla alta, cavada en la pea, adonde estaba sentado el dios de las musas y poetas, Apolo, vestido de una ropa de brocatel labrado de blanco, y con dos cinturas de tafetanes azules; y sus borcegues labrados como los coturnos antiguos, y su guirnalda sobre el cabello rubio. Tena una harpa en la mano. Estaban, ms abajo, asentadas las nueve Musas, que las cinco dellas eran doncellas, de extremada voz, y manos en taer harpas y vihuelas de arco y violones, entre las cuales haba una nia que diestramente taa; las otras cuatro eran cuatro msicos, vestidos en hbito de musas, de la otra parte. Tenan unas ropetas, de tafetn presado unas, y carmes otras, con basquias de terciopelo, y todas a dos cinturas, y con cabelleras y guirnaldas y instrumentos en las manos. Las doncellas estaban vestidas riqusimamente, y tocadas a lo moderno, enlazados los cabellos en unas redecilas de oro. Acompabanlas otros tres msicos en figura de las Gracias. Estaban all sentadas (cada una en su pea) descubriendo sus personas para hacer la representacin del monte muy hermosa. Taan todas las veces que sala, o pasaba por debajo del arco alguno de los tribunales que iba, o vena de besar las manos a Su Majestad. Este monte daba mucho contento por hacer una muestra antigua.
PUERTAS DEL ARCO
En este arco, como dijimos, haba tres puertas y, en ellas, nueve letras hieroglficas, o empresas, y cuatro figuras, las cuales iban puestas en esta orden: Estaban junto al Hrcules, y por aquella banda, cuatro estatuas de emperadores y reyes, de doce palmos en alto, casi al natural hechos. J unto al Betis estaba el rey don Fernando el Catlico, armado con su espada en la mano, y corona en la cabeza, y en la otra mano una granada, con unas letras a los pies que decan:
D. FERNANDUS V. HISPA. REX. Don Fernando el quinto, Rey de Hespaa.
A su lado luego, a la puerta del arco de en medio, estaba el emperador Maximiliano, con su corona de Imperio, y espada armado; y decan las letras que tena a los pies:
D. MAXIMILIANUS. I. CAESAR Maximiliano primero, Emperador
A la otra parte paresca el Emperador Carlos quinto, Csar Mximo, de la misma suerte, y su nombre:
D. CAROLUS, V. CAESAR Don Carlos quinto, Emperador
A la parte de Hrcules estaba el Rey don Felipe, padre del Emperador Don Carlos y abuelo de Su Majestad; deca:
D. PHILIPUS, I. HISPAN. REX. Don Philipe primero, Rey de Hespaa.
Tenan todos sus paludamentos, o ropas de los capitanes antiguos. No les puse letra, sino solamente en unas piedras toscas, que se hacan sobre los nichios (en donde estaban) ciertas cifras, que no decan nada, para declarar a Su Majestad que aquellos eran su padre y su abuelo, de la una parte, y de la otra el bisabuelo de la casa de Austria, y el bisabuelo de la casa de Espaa, y que aunque sea grandeza tener abuelos tales Reyes y tales Emperadores, y padre de tanto valor y felicidad, en fin no es nuestro todo aquello, sino lo que se hiciere por nuestras manos. Callando todos cuatro decan mucho, porque lo reciban con buen semblante, y le ponan delante la ciudad de Granada, en mano del rey don Fernando el Catlico, que la gan. Y Flandes, en el emperador Maximiliano, que la sustent y defendi. Todo el mundo, en el Carlos, que lo alegr y tuvo en admiracin. Y Espaa, en el cual reino muri el rey don Felipe, su abuelo. Ponanle delante la obligacin; alegrbanse que tan dichosamente la haca suya, dbanle el parabin de honrar la ciudad, que tan devota es a su servicio, y acordbanle la grandeza de obras, que sobre sus hombros estn sentadas, siendo felicsimo heredero de la Casa de Espaa y de Austria, obligado (todas las horas y momentos que los ve con la memoria) a tantas virtudes, hazaas, prosperidad y bendicin, que en todos cuatro hubo. Porque aunque el rey don Felipe el primero no viniera al mundo ms de a darle el fruto de los dos hermanos, Carlos y Fernando, para suceder de all la bendita generacin de los reinos e imperios, como van procediendo, haba hecho una de las mayores hazaas que los hombres han podido imaginar, y tiene parte en todas las glorias, de cuanto en sus herederos se pueden escribir por largos aos, lo cual pedimos a Dios en el Rey Don Felipe nuestro seor, y con ms larga vida. A los lados de dentro destas figuras iban las armas de cada uno dellos pintadas.
LAS NUEVE EMPRESAS
Luego, en la puerta que estaba junto al Hrcules, haba en el cuadro que haca cielo, una guirnalda grande, de ramos de encina con sus bellotas, y dentro una letra que deca:
SALUS GENERIS HUMANI. Salud del linage humano.
Es sta la corona cvica que se daba al ciudadano que, en batalla, libraba de muerte a otro ciudadano; tejanla de los ramos de encina y sus frutos, por significar la vida y nuevo alimento que le daba en librarlo. Aplcase a S. M. porque en la tierra nos lo puso Dios para salud y conservacin de las ciudades, y as se la ofrece Sevilla con dos letras, S. C., que se sola poner en todo lo que haca el Senado de Roma. All en derecho estaba la corneja, entre las mesmas dos letras S. C., que es Senatus consulto, y por letras CONCORDIA SERVIT, declarando que todos unnimes y en general concordia sirven a Su Majestad, y que no hay cosa que ms pueda servir que la concordia. Esta ave sola estar siempre en la tutela de la concordia, como se puede leer en Eliano, que los antiguos solan invocar la corneja cuando se casaban; y Policiano, en sus Miscelneos, hace memoria de una medalla de Faustina, la menor hija de Marco Aurelio y mujer de Lucio Vero, que traa una corneja en el reverso de su retrato, y la letra CONCORDIA. Y as la pone pintada Guilielmo du Choul, en el libro de la Religion des Anciens Romains. Saqu yo del Senatus Consulto nueva significacin, diciendo CONCORDIA SERVIT, porque puede decir esto, y est bien aplicado al Cabildo de Sevilla, que tan en conformidad busc fuerzas para servir siempre a Su Majestad.
En frente estaban dos manos trabadas como en los principios santos del matrimonio y dos cornucopias con un caduceo de Mercurio, que es aquella vara y culebras revueltas que tiene, y una letra EX PACE UBERTAS. Fue reverso de la medalla de J ulio Csar para significar la paz, y as tiene abajo de las manos puesto PAX, porque ya se sabe el darse las manos derechas, que significaba siempre de trabar nuevas amistades entre ejrcitos, provincias, capitanes y personas particulares, y que de all resulta la fertilidad de todas las cosas con el buen gobierno de la repblica, o reino en poder de Su Majestad.
Viniendo al arco de enmedio, estaban en el cielo tres gavilanes, las cabezas juntas en tringulo, y as las colas a la parte de fuera, con las alas tendidas, haciendo una rueda dellas y sus cuerpos, y por entre los seis espacios de fuera, estas letras griegas de dos en dos: N I K H T L K O T A T O . Hacen una hermosa empresa, y es tan antigua que dice P. Valeriano, en el libro 21, que Daro, el que tena pensamiento de seorear todo el mundo, sola traer una ropa rozagante de tela de oro, en que estaba la empresa (que habemos puesto) labrada y bordada artificiosamente. Quiere decir el griego vocablo victoriossimo, porque el gaviln, con las alas as tendidas, significaba en los misterios antiguos de los egipcios victoria perpetua. Las alas son seal de victoria, y el rey Antoco, que haba acabado grandes hazaas, sujetado muchas gentes, rendido muchas ciudades, y que siempre estaba ilustrado de nuevas victorias, se holgaba que lo llamasen Hierax, que es accipiter, segn Teodoro Gaza, en latn, el gaviln. Psose en la entrada, y encima de la cabeza de Su Majestad, para insignia de su perpetua felicidad, y victoria en lo que pone sus manos, y la pretensin de llevar esto adelante. Acompaaban los lados no menos a sta, porque de la mano derecha estaba una gruesa espiga, y granada, entre dos Copias llenas de muchos frutos; y la letra: FELICITAS PUBLICA, 'Felicidad pblica'. Era reverso de la medalla de Severo Emperador, que con su justicia y rectitud hizo que el pueblo romano gozase por algn tiempo del Siglo de Oro, como en los das de S. M. ha tantos aos que todo su reino goza. As est a la mano siniestra enfrente una mano con un peso de platero, que tiene las balanzas en fil, y la letra REGIS AEQUITAS, La equidad del rey. Era reverso de la medalla de bronzo de Tiberio Claudio Csar, y Nern traa el peso sin mano, cuando a los primeros aos se preciaron de conservar la justicia en aquella equidad y temperamento que el buen rey sabe dar al rigor de las leyes escritas, y de que Aristteles trata largamente en el quinto de las ticas. Y aunque los jueces y ministros de los reyes tengan el peso de la justicia (que iguala a todos) hales de dar el rey la mano con la moderacin de lo justo y bueno, que llaman aequitas. Y los telogos conservan el vocablo griego Epikeia.
En el arco junto al Betis, estaba por cielo un ara antigua, con sus fuegos, y a los pies dos guilas, que las colas tenan escondidas detrs del pie del ara, y sus pies fuera, y aleando con los picos hacia el fuego; y la letra MEMORIA FELIX, Memoria dichosa. Esto era reverso de la medalla de Constantino, emperador felcismo, cuya vida escribi Eusebio Cesariense en tres libros. Declrase la venturosa venida de Su Majestad a esta ciudad con el fuego, que siempre arde, y la eternidad de las guilas, que denotan esto. Estaba a la mano derecha una lechuza con un ramo de palma, sobre que vena a sentarse, y una letra: VICTORIA FELIX, Victoria bienaventurada. Porque tenan los gentiles que la lechuza era ave de buen agero, y smbolo de victoria (como lo trae largamente Pierio en el vigsimo libro). En tanto, que decan que los atenienses enderezaban sus negocios (cuando iban errados) con la presencia de la lechuza, que significa la prudencia, consagrada a Palas Minerva, diosa de la sabidura. Era moneda de Atenas una cabeza de la diosa Palas, armada con celada, y plumas sobre sus cabellos, y una lechuza con el ramo de palma, y unas letras griegas que decan Athena, nombre, como dijimos, de Minerva.
En la otra banda, a mano izquierda, est el dios J ano, con dos cabezas coronadas; era moneda de bronce antigua, y la razn est notoria por la historia que Macrobio y Plutarco ponen de J ano. Estaban unas letras que declaraban su prudencia: A FRONTE, ET A TERGO, adelante y atrs, para significar los avisos que se han de tener en los negocios, en ver el principio y fin de todo, y cun a recado ha de estar el que gobierna. Y por ser esta figura de J ano comn en todos los recibimientos no se debe desechar, pues en todo cuanto hay se ha de mostrar la discrecin de los hombres. Son palabras de Aquiles en Homero, cuando reprehende a Agamenn de inconsiderado.
En todas las tres entradas de este arco se ofrecan a Su Majestad tres grandes bienes con sus accidentes: Salud, con la concordia y fertilidad; Victoria, con felicidad y equidad; Memoria con ventura y prudencia. En las cuales cosas nueve, se suman y abrevian todas las virtudes de un buey rey, de un buen capitn, de un verdadero padre.
Pasando todos adelante en su orden, como iban, Su Majestad llegaba al arco de en medio, con la guarda de a pie por los lados, llevando a su mano izquierda al uno de los serensimos Prncipes, Rodulfo, que es el mayor, y luego el Ilustrsimo Cardenal, que traa a su mano derecha al menor, que se llama Ernesto. Recibieron todos contento de ver el arco, y holgronse de la muestra del Parnaso, con las ninfas y musas. Levantse Apolo, y tomando muchas rosas, las esparca diciendo:
Dadme flores y rosas, con que se regocije esta venida, cantad Musas hermosas, aqu emplea la vida, pues que tiene la Laurea merecida.
MUSAS
Y as todas comenzaron a derramar rosas de los regazos, en que las tenan; las cuales como eran slo en hoja y delicada, iban volando por todo el aire aquellas hojas formando una hermosa nube y cubrindose suavemente los rostros de los que arriba miraban y con una agradable risa lo reciban. Ellas, puestas las manos en sus vihuelas de arco y harpas, violones y ctaras, cantaron en acordadas voces juntas, con artificio y meloda:
Bien venga nuestra gloria, nuestra luz, nuestro Rey tan deseado, renueve la memoria del bien aventurado Carlos, que con Dios vive descansado. Bendito sea el da que abri la claridad de su presencia, que con tanta alegra declara la clemencia De tu benignidad y tu potencia. Rey nuestro valeroso, defensor de la fe, lumbre de Hespaa, vengas tan venturoso con Dios, que te acompaa, que quites de la tierra cuanto daa.
As estaba aderezado el arco primero, aunque Su Majestad no pudo parar en lo que se le cant, y si un poco de tiempo se diera para henchir lo de arriba, con las cosas que para este recibimiento tenamos trazado, diera mayor contento y admiracin. Porque el Parnaso haba de tener dos cumbres, una con el templo de Apolo, y el otro de Baco, y de aquellas cumbres suba levantado medio crculo, en que se vean sealados los seis signos del Zodiaco, que se muestran sobre nuestro horizonte; y en llegando Su Majestad, ponase en pie Apolo, y con el dedo sealaba al signo de Gminis, en el cual naci Su Majestad a doce de mayo. Estaban los otros dos lados llenos de veinticuatro nias hermosas, y vestidas de unas ropas de tafetn de varias colores, con sus cabellos rizos y unas alas de mariposas de diversas pinturas. Las doce que estaban a la banda del Betis tenan almarrajas de aguas olorosas, y las otras muchos manojos de flores en las manos y ramilletes, que las unas y las otras lloviendo agua almizcada y las otras flores, alegrasen la solemne entrada. stas significaban las horas, que los poetas fingen ser las que ensillan y tienen cuidado del carro y caballos del sol. Pongo esto aqu, aunque no se acab, porque de mi parte lo di por acabado, y por la de todos, pues solamente falt un da.
Determinse all sbitamente para vestir aquella muralla, la una y la otra, de figuras que acompaasen aquellos cuatro lienzos y torres, pues por ninguna parte estaba la ciudad ms baja de muros, ni ms mal reparados, ni tan viejos, y diose en proponer a la vista de S. M. los lugares y villas de la tierra y jurisdiccin de Sevilla en forma apacible; y cuanto las cosas son fciles de inventarse, tanto son dificultosas en disponerlas, vestirlas y aun adornarlas de palabras. Levantse entre dos lumbres de tres almenas una punta, que ocupaba una lumbre y dos almenas, para que saliese de doce palmos. Divdense en cuatro partidas, que son las que se siguen, como estn en los libros de la ciudad.
Lugares de Sevilla
EL AJ ARAFE Coria La Puebla Hinojos Huvar Escacena Paterna Manzanilla Castilleja del Campo Aznalcllar Gerena El Garrobo Alcal del Ro Burguillos Aznalczar Pilas Guillena La Rinconada Palomares Tomares Valencina Bollullos Bormujos Espartinas Camas San Lcar la Mayor Salteras Benacazn
LA SIERRA DE CONSTANTINA Constantina Cazalla Alans El Pedroso Puebla de los Infantes San Nicols y Villanueva del Camino estn vendidas
SIERRA DE AROCHE Castilblanco Castil de las Guardas Aracena Cumbres Mayores Cortegana Cumbres de S. Bartolom Encinasola Fregenal Zufre Santaolalla Cala Aroche La Higuera Real El bodonal La Nava El Almadn Hinojales Galaroza Cumbres de En medio
LA CAMPIA, O BANDA MORISCA Utrera Lebrija Las Cabezas de San J uan Villafranca de la Marisma Dos Hermanas Villamartn
Repartironse en dos bandas: la sierra, a la parte de la ciudad, y el Aljarafe, a la del ro. Pusironse las ms principales porque quedasen por algn tiempo pintadas. Iban dos en forma de mujer y la tercera en forma de hombre, para ms hermosa muestra. Eran de muy buena mano, bien coloridas, con diversos puestos cada una y en la punta que vena sobre su cabeza un vaso antiguo colorado hermosamente levantado. Trabajse en la variedad de las figuras y colores por parte de los pintores, y de la ma en las razones y palabras varias. Todas eran de un tamao sobre sus pedestales, con igual distancia unas de otras, que parecan haber llegado entonces al recibimiento, y puestas por orden ofrecen a Su Majestad graciosamente lo que Dios fue servido de darles en sus tierras, para todo lo que ha menester y desea el hombre; que ciertamente es tan grande la abundancia, grosura y fertilidad de todas ellas, que aun la ms pequea tiene qu poder ofrecer a Su Majestad, para ser admitidos con gusto, segn se ver en su declaracin. Y as Su Majestad las iba mirando benignamente.
LEBRIJ A
La primera que se ofreca, pasado el arco y torre, a que est pegado, era Lebrija, en forma de mujer, con una basquia azul y ropa morada, y la sobrerropa azul a manera de tornasol. Tiene con ambas manos una fuente de mrmol con un nio, de cuyos pechos sala agua, y a sus pies una garza y un pato en una laguna. Mustrase la cabeza torreada con su guirnalda, en que asienta la fortaleza, y una medalla en el pecho con el retrato del maestro Antonio de Lebrija. Tena encima de la cabeza, como todas, el nombre vulgar, y a los pies en su pedestal dos dsticos. Y por no venir los versos en l, se cort en las otras.
Bachus amat Codes, Cereris labor arua retractat, Stagna sonant auibus, quas videt Oceanus, Meque beat Pallas, Musaeque Antonius auctor, Rex excelse, mihi gloria maior ades.
Baco ama los collados, el trabajo de Ceres trastorna las tierras. Las lagunas suenan con las aves que ve el ocano y Palas me enriquece y Antonio el autor de la ciencia. T Rey alto vienes a serme mayor gloria.
Yo de Baco soy amada, de Ceres no aborrecida, y del ave que se anida en la marisma baada, soy regalada y servida.
Palas no me tiene en poco, Antonio es desto el autor, nada me falta, Seor, si esos pies reales toco, indigna de tal favor.
(En todos estos epigramas que pondremos, para diferenciar los dones de Vino, Aceite, Trigo y Caza, tomamos a Baco para el vino, Palas para el aceite, Ceres para el trigo, Diana para la caza, Pales para los ganados, porque los poetas atribuyen la invencin de todas estas cosas a lo dioses y diosas, que por cierta razn tenan as nombrados). Es notorio ser Lebrija lugar o villa antigua. Dicen haberle puesto nombre Baco, cuando viniendo por el mundo conquistando, descendi a Espaa, y de las gamuzas, que eran unas pieles que sus sacerdotisas vestan, llamadas Nebrides, se dijo Nebrissa; y para esto tenemos en Silio Itlico:
Tempore quo Bacchus populos domitabat Iberos. Al tiempo que domaba Baco a Iberia.
Y adelante:
At Nebrissa Dioniseis concita Thyrsis, Quam Satyri coluere leue.
Mas Lebrija, que fue bien conocida dDe los Tyrsos, que vibra Dionisio, donde ligeros stiros vivan.
Fue celebrada de los romanos con muchos edificios y piedras antiguas, que se han hallado de los Elios y Elianos, clarsimas familias de Roma, como afirma Antonio de Lebrija en el prlogo que hizo sobre su arte, a la serensima reina doa Isabel. Y hasta ahora hay un arco y figuras en la plaza de la mesma villa. Tiene una albina, que es un lago grande, en que hay innumerable cantidad de aves de agua, patos negros, blancos y de otras colores, que por el mes de julio van a desovar y desplumar en unos altos eneales que all se hacen, y entran con barcos a caza dellos, y crrenlos de manera, que matan a palos grande nmero dellos. Hay otros mil gneros de estas aves de marisma.
Est sentada en fertilsima tierra de trigo y olivares. Tiene presuncin de haber sido el ms antiguo lugar de la ribera de Betis. Est cerca de las marismas, de que hace larga memoria Estrabn. Han salido de all algunos insignes varones, principalmente el maestro Antonio de Lebrija, y sus hijos, el que ha enseado a toda Espaa, desbaratando los brbaros y dando principio a las buenas letras.
Esta villa tiene un agua buena, que es el Fontanal, algo apartada. Sus trminos llegan hasta los de la ciudad de J erez de la Frontera, con quien ha tenido diferencias por ellos.
LA PUEBLA
Luego corresponde, en el muro del ro, la Puebla Vieja, cerca de Coria. Es lugar muy antiguo en este reino y, aunque no es muy grande, tiene grandes aprovechamientos de ganados, de tierras de pan; goza de marismas. Hay en ella los mejores melones de la tierra. Es lugar de buenos aires, junto al ro, y tan sano que dicen no haber tocado en l contagio alguno de peste.
Estaba muy hermosa con una basquia colorada y la ropeta azul, con su sobrerropa morada. En la mano derecha, un sbalo, y en la siniestra un plato levantado con melones.
Dedala terra parit flores, iam Doris aperto Emicat alba sinu, piscibus unda salit. Siquid Alosa iuuat. Rex ingens, vescere sodes, Stulta ego, quae pisces credo placere tibi.
Pare la ingeniosa tierra flores, ya la Dorida blanca sale afuera con el abierto pecho, la onda salta con pesces, y si el svalo te aplace, Gran Rey, come, suplico; mas ay necia, que pienso que los pesces te contentan.
Seor, aqu hay muchas flores, todas a vuestro servicio, y viven con mucho vicio los alegres ruiseores en agradable ejercicio.
Hay aqu mucho pescado, pero ninguno mejor que este svalo, Seor; mas mir en qu he trabajado, pues ninguno os da sabor.
Su Majestad en toda su vida no ha probado pescado y por eso La Puebla se reprehende. Paulo J ovio, en el libro de peces, en el captulo de Laccia, dice que los espaoles llaman sbalos a los que los frances y campanos dicen alosas; en toscano y Venecia, clupeas. Estrabn, Eliano, Opiano y Ateneo trisas, que Teodoro Gaza traslada, alosas, y es vocablo que est en Ausonio.
SANLCAR LA MAYOR
J unto a Lebrija est pintada Sanlcar la Mayor, que decan llamarse Solcar de Albayde, un moro cuya era. Es lugar de grande vecindad; viven en l caballeros y gente rica. Tiene un templo principal con su plaza, y insignias de justicia, y extremada devocin con Santo Estacio, que es venerado en una iglesia de su nombre; y a su contemplacin, se llaman muchos as. Hay grandes olivares y es de mucho provecho.
Est pintada como mujer hermosa, la basquia morada, la ropa azul; en la mano derecha tiene un ramo de oliva, y en la izquierda el retablo donde est San Estacio a pie, hincado de rodillas delante del ciervo que trae el crucifijo entre los cuernos, y el caballo y lebrel (remtome a su historia, que se llam Eustaquio, que en griego significa el bien firme y fiel cristiano, que en el servicio del Csar Trajano era dicho Plcido, y su maestre de campo deba de ser de esta nuestra tierra, y es muy sabroso el suceso de su vida). Tiene la figura ms una guirnalda con torres, a sus pies, un toro, un vaso de aceite y una media arroba.
Pallas oliuifera me cingit virgo corona, Vt te Rege pia munera pacis amem. Eustachii bonus euentus et clara decorat Tutela, vt Dominum, te vocitare queam.
La virgen Palas me cie de corona de olivas para que, siendo t mi rey, ame los dones de la santa paz; el buen suceso de San Estacio y la clara proteccin me hace hermosa, para que te pueda llamar seor.
Dice esto declarando haber quedado en la tierra de Sevilla, aunque la quisieron comprar algunos seores ajenos.
Palas me puso, Seor, esta corona, que veis, para que no os desdeis de recibir paz y amor, pues tanto lo merecis. Estacio, en este lugar, mereci segn su historia alcanzar de s victoria, lo cual me hace esperar que de m tendris memoria
CORIA
Est enfrente Coria, que es lugar nuevamente poblado, pero de grande utilidad. Aqu residen las guardas del Almojarifazgo Mayor y de Indias, y del Almirantazgo, y de todas las mercaduras y navos que van a Poniente y Levante, y se toma aqu la cuenta y razn de todo ello.
Cgense, en su tiempo, melones blancos y colorados, roteos y de todo el ao. Hay heredades de olivares y algunas vias. Es lugar apacible, de mucho trato y conversacin, do algunos caballeros de Sevilla tienen sus casas y asientos. Estn Coria y La Puebla juntas a la ribera de Guadalquivir. Gozan de sus pesqueras, frescura, paso de armadas. Pscanse all sollos, sbalos, lampreas y otras muchas suertes de pescados. Tiene una basquia colorada y la ropa morada, y un plato de peces en la mano, y un vaso grande a los pies, declarando las tinajas de Coria, donde se hacen para muchos efectos, principalmente para grandes bodegas de vino y almacenes de aceite y miel, y para guardar agua del ro, que por algunos meses se conserva; y es el barro tan bien templado, que enfra presto y la tiene fresca.
Ad ripas Baetis sedeo visura potenteis Laeta tuas classes, oceania vices Terrea vasa oleo, vino, dulcique liquori Fingo, quibus terrae comnioda reddo piae.
Estoy sentada junto a las riberas de Betis, donde veo tus armadas, con alegra naos y galeras, las vueltas del Ocano trocadas.
Vasos hago de tierra en mil maneras para olio, vino, aguas reposadas, y de la mesma madre tierra hechos, vuelvo a la piadosa sus provechos.
Desde aqu veo, Seor, vuestra poderosa armada, y la grandeza extremada del mar, a cuyo valor ninguna es hoy comparada. De vasos para olio y vino, y para miel les proveo, no hago lo que deseo, pero sirvo de contino con lo mejor que en m veo.
CASTIL DE LAS GUARDAS
En el orden que lleva el muro de la ciudad, viene Castil de las Guardas, que es un hombre anciano, tiene una ropa azul y una sobrecopa colorada, y un tocado turquesco, o morisco, con una guirnalda de una mata con hoas verdes oscuras, las flores blancas, el fruto negro, que es como pimienta negra, de que hay casca y polvo con que se tie la grana, que no hacen falta los murices o caracoles antiguos. En ambas manos muestra una figura de un ro recostado sobre una urna, de que sale agua, con unos pececillos que llamamos picones, que son de buen sabor, y se cran en aquel ro, dicho Guadiamar. A los pies, una cabra.
Es un lugar de la Sierra de Aroche, que los reyes moros cobraban los derechos de los puertos del Andaluca, y haba caballeros que iban con los caminantes y los ponan en salvo; y por esto se llam el Castillo de las Guardas. Y que fue uso antiguo tener en partes puestos hombres de armas que pusiesen en salvo los caminantes, porque el trato de la vida humana no se perdiese. Y as se llamaban guardas, de guardar, y porque hay otro lugar en esta tierra que se dice Castil Blanco.
Rex, si quando velis salientes ducere pisces, In ripis Hamari pendula seta dabit, Murice pro Tyrio mihi coccina grana petuntur, De pretiosa meo vestis honore rubet.
Rey, si alguna vez quisieres sacar los peces, que andan saltando, el sedal pendiente dar esto en la ribera de Guadiamar. Cgense por m los granos de grana, en lugar de Tyros, y la ropa preciosa se para colorada con mi honra.
Dcese en las fbulas que Hrcules amaba una ninfa llamada Tyro, de que se dijo la ciudad Tyros en Fenicia, y tena una perrilla blanca de falda, que yndose una vez por la ribera del mar con Hrcules hall un caracol de aquellas prpuras, y comiendo dl se unt de sangre, y vuelta a las faldas de su seora, Tyro, pareci muy bien la sangre sobre lo blanco, y pidi a Hrcules una ropa teida de aquella manera. Volvi l por el rastro y haciendo pescar muchas de aquellas prpuras y matndolas, hizo teir en su sangre la ropa de su dama, que sali hermossimo carmes, y de all adelante aquel color entre otras denominaciones se llam Tyrio, de que hizo Antonio Thylesio unos versos. No dejar de poner la copla que se hizo sobre esta figura:
Si fusedes pescador bien s yo que se os dara caa y sedal a porfa en vuestro Castil, Seor, que bien os parecera. Pero, si no lo queris, tambin de muy buena gana os darn de fina grana una color, que diris que de la prpura mana.
HINOJ OS
A esta responde otra de hombre, que es Hinojos, anciano con un sayo colorado y la sobrerropa azul, y en ambas manos presenta la Montea del palacio que all tiene el Rey. Es un lugar del Aljarafe que tiene muchos pinares en su trmino, y olivares, de que se coge mucho aceite. Est en el palacio que llaman del lomo del Grullo, que tiene un monte acotado de bestias fieras, jabales, corzos, venados, con una casa de placer bien edificada. Hay en ella alcaide, que guarda el palacio y bosque. Los reyes pasados siempre lo repararon y aumentaron con grande cuidado.
Me Diana fovet, Nomius delectat Apollo, Exornat Cybele, caesia Pallas amat. Ut reges olim, Rex nostra Palatia visus, Delia adest canibus, retia rara ferae.
Reglame Diana con la caza, Apolo Nomio con sus pastos me deleita, adrname Cibeles con pinos y Palas, de ojos garzos, me quiere bien con olivos. Rey, visita nuestro palacio, como los reyes en otro tiempo. La diosa de Delos est a punto con canes, redes hay grandes y bestias fieras.
Seor, aqu vive Apolo, y Cibeles, y Diana, y Palas la soberana, que nunca me dejan solo de noche, ni de maana Si volvis aqu los ojos, cuando Delia va a cazar, veris los canes soltar los cazadores de Hinojos, que es cosa para mirar.
VILLAMARTN
Volviendo los ojos a la ciudad, sguese Villamartn, en forma de mujer harto hermosa, con una basquia colorada, y la ropa amarilla, la sobrerropa azul, cada al brazo izquierdo. Un plato de fruta y muchas espigas. Parece sobre su rubia cabeza tener una corona de oliva y torreada fortaleza; a sus pies, un toro y un carnero. Cuntase en la banda morisca; es lugar moderno. Cerca della est el nombrado castillo de Matrera, que sirve de guarda del lugar; tiene por alcaide un regidor de Sevilla. Puede haber cincuenta aos (poco ms o menos) que el cabildo desta ciudad la hizo poblar; hase hecho muy grande, que tendr ms de setecientos vecinos. Es lugar propietario y solariego del cabildo de Sevilla, lo que no son los otros lugares, porque son realengos, y as todas sus tierras, que son muchas y muy buenas, son solariegas, que la ciudad las arrienda por sus caballeras, y tiene puesto un mayordomo, que cobra dellos la renta y tiene jurisdiccin sobre el lugar, enviando secutor a l con vara, que cobre las rentas. Est engrosado mucho en la cosecha de pan. Hay aqu un beneficio, que es nombrado, y renta cada ao ms de tres mil ducados; y los vecinos no tienen ms renta de la que el mayordomo les da en las caballeras.
Me rubicunda Ceres grauidis producit aristis, Ad magnos census diuitiasque tuas. Aduentuque tuo crescent felicius arua, Laetius et segetes area nostra dabit.
La bermeja Ceres me produce con preadas espigas, para grandes rentas y riquezas tuyas, y con tu venida crecern ms dichosamente los campos, y nuestra Era ms frtilmente dar panes.
Ceres blanca y colorada muestra aqu su lozana, con la cual alegre cra de espigas tan gran manada, como se vee cada da. Es no pequea riqueza, muy poderoso seor, pero si con buen amor me mira vuestra grandeza, serlo mucho mayor.
MANZANILLA
Enfrente, a la banda del ro, est Manzanilla, mujer con la basquia amarilla y la ropa, azul, y la sobrerropa morada. Tiene ambas manos ocupadas con un plato de uvas, por haber muchas vias en su tierra, y otros frutos que tiene el Aljarafe.
Extincta Semele, Nympharum exceptus in ulvas. Bachus memiro fecit amore suam. Sic Thyrsos apto iam versi coloribus uvis, Rex, mihi si quid opis, dedita viuo tibi.
Muerta Semele, Baco recibido en los brazos de las ninfas con maravilloso amor me hizo suya, y as ya aderezo los tyrsos con uvas de muchas colores. Rey, si algn valor tengo, vivo en tu servicio obligada. Tcase aqu la fbula, que pone Ovidio, en el tercero de sus Transformaciones, cuando Semele pidi (por orden de J uno que la enga) a J piter que viniese con toda su majestad, y l la abraz con los rayos, y el nio fue sacado ardiendo del vientre de la madre muerta y entregado a las ninfas, que lo baasen y refrescasen. Significando el aguar el vino cuando sea menester. Y Tyrsos eran lanzas sin hierro, revueltas en pmpanos verdes.
Cuando Semele muri, qued Baco muy pequeo, y sin madre ni otro dueo; en este lugar durmi, claro Rey, el primer sueo. Las ninfas lo recibieron en este prado florido, y as jams ofendido mis ojos, Seor, le vieron, pero vos lo habis vencido.
CALA
Pintse par de Villamartn, Cala, con una ropa azul y una basquia morada. Tiene en la cabeza una guirnalda, y en la mano derecha un cordel con peces, que se pescan en un arroyo que tiene, y son bogas. Muestra en la izquierda un vaso de vidrio, y a sus pies otros, por haber en ella un horno de vidrio nombrado, cuya invencin fue maravillosa y, si no se quebrara, mejor que de oro.
Sint licet argenti caelati plurima et auri Vasa tuis mensis, aurificumque labor. Vitrea, quae nostris conflantur in ignibus. Heros Si manibus tractes forte, beata ferar.
Aunque en tus mesas haya muchos vasos de plata labrada y oro, y se muestre bien el trabajo de los plateros, poderoso Seor, los vidrios, que se hacen en nuestros fuegos, si los tratas con tus manos, ser dichosa.
Aunque de plata y de oro de copas muy bien labradas tengis las mesas pobladas que valen un gran tesoro, y por tal son estimadas, aqu de metal ms claro, y no de menos beldad, ver vuestra Majestad vasos de valor muy raro, si alcanzasen su amistad
PILAS
Enfrente paresca Pilas, en forma de mujer con una ropa azul y la sobrerropa colorada, una fortaleza en la cabeza y, en la mano derecha, un chrisuelo o candil antiguo ardiendo, y, en la siniestra, un vaso de aceite para declarar cun bastecida es de olivares. Y tiene mucho pescado, porque est al paso de Huelva y otros lugares martimos. Llmanla los moros Pilias Largo.
Viuit inextinctus conspectu Pallados ignis In manibus semper, quem dat oliua mihi. Tu vero praestas rex felicissime nobis Splendidius lumen, quod pietate nitet.
Vive sin apagarse el fuego ardiendo en mis manos, y siempre, porque veo a Palas, que la oliva da creciendo, crece ms en servirte mi deseo, Seor, porque t vas resplandeciendo en ms felice lumbre, do me empleo, ofrzcome a tu larga y clara vida que cielo y tierra tienen conocida.
El fuego de Palas vive aqu con lumbre inmortal, y con mi poco caudal procuro que no se esquive de m su luz celestial. Pero vos solo me dais ms divino resplandor, aunque parece, Seor, Que casi no me mirais, Y es no justo disfavor.
ZUFRE
Mostrbase, a la mano derecha, tras de Cala, un hombre con un sayo largo, pardo, la mano derecha levantada con un almocafre, o escardillo, y en la izquierda un plato de fruta de agro de limas, cidras y naranjas; a los pies, una canasta de lo mesmo, y una azada en el suelo, con algunas varillas (como espiguetas) para enjerir. Es lugar de la Sierra de Aroche ste, que se llama Sufre, muy fresco, de muchas huertas, las cuales todas se riegan de una fuente, que sale de una pea, que est en medio de la plaza, que mana en grande abundancia.
Si vacat, et virides tua lumina vertis ad hortos, Si Pomona placet, si nemus Hesperidum, Assiduas operas tibi rex praeclare dicabo, Atque tuo vivam deditus obsequio.
Si hay lugar, y vuelves tus ojos a los verdes jardines, si te agrada Pomona, si el huerto de las Hespridas, yo, Rey excelente, consagrar en tu servicio mi trabajo y diligencia, y vivir rendido a lo que fuere en tu servicio.
Seor, si hubiere lugar, sobrndome a m ventura, para que tanta frescura queris un poco mirar como en esta tierra dura, pondr todo mi cuidado en hacer muy bien mi oficio para que con mi ejercicio seis muy bien regalado a costa de mi servicio.
Pomona era la que tenan los poetas por diosa de las frutas, segn Ovidio en sus Fastos. Y el J ardn de las Hespridas tena aquellas manzanas de oro que eran naranjas y cidras. Y por la experiencia que se hizo contra la ponzoa eran de tanto valor como se puede leer en Ateneo.
AZNALCZAR
A La banda del ro tenamos pintada Aznalczar, en hbito de hombre, con un sayo amarillo, la ropa de encima morada, sobre la cabeza unos muros; en la mano izquierda, una fuente rstica, que sale de una pea, y a los pies un ro (llamado Guadiamar) con una puente. Tiene una cerca antigua, por donde se ve lo que sola ser. En el ro hay muchos molinos de pan; alrededor van pagos de vias, donde se coge buen vino, con muchas olivares. Est en su jurisdiccin en los libros del Rey un lugar, que se llama Villafranca del Condado. Hay tambin horno de vidrio, donde se hacen buenos vasos. En tiempo de moros, habr quinientos y diez aos, se reparta todo el Aljarafe en cuatro colonias o fortalezas, que eran Aznalczar, Aznalfarache, Aznalcllar y Solcar de Albayde. Recoganse all los frutos que al rey de Sevilla pertenecan, y de all salan a defender la tierra. Donde Aznalfarache, que ahora llaman San J uan de Alfarache, muestra una cerca y fortaleza, y de donde salan a defender el paso de los que por el ro bajasen a Sevilla. Tena lugares anexos a su jurisdiccin, que eran Palomares, La Puebla, Coria, Mairenilla, y otros de su calidad, y es ahora cada uno por s, que corresponde a Sevilla.
Fons hic perpetuis arridet limpidus vndis, Post oleos, vites et sata laeta boum, Rex mihi laetitiam praesenti numine firma, Sic erit aeternum fertilitatis opus.
Esta mi limpia fuente da alegra con las perpetuas ondas, que mantiene, despus de los olivos, cuantos cra, las vias y labranzas que conviene. Rey, confirma el placer en este da con el poder presente, que en ti viene. Porque, si favoreces, ser eterna esta fertilidad, que me gobierna.
Una fuente dulce y clara y de olivas cantidad, y de Baco la amistad, que nunca me desampara, causan mi felicidad. Mas si esa real presencia viese yo alegre algn da, creed, Seor, que sera tan grande la diferencia, que no me conocera.
LA HIGUERA
Estaba par de Zufre figurada La Higuera, de cerca de Fregenal (porque siendo de Sevilla solamente no se ha de llamar de Fregenal) como una mujer hermosa, con una basquia colorada y la ropa morada; las manos ambas tena ocupadas con un monte, de que descienden cuatro fuentes, que daban en una represa. Estaba coronada de hojas de Higuera con sus higos, y una fortaleza arruinada. En este lugar (que era de los Templarios) estn en una puerta de piedra, en la iglesia, sus armas. De aquellas cuatro fuentes, y otras dos, que salen de la tierra, muelen treinta molinos, y los dos son de Su Majestad; parecen estar metidas en una huerta porque la cercan prados y huertas. En su Dehesa, que llaman del Cao, extreman cada un ao ms de veinte mil cabezas de ganado, que descienden de Castilla. Tiene otras muchas fuentes con edificios antiguos. Tratan all en lencera, por el mucho lino que tienen. Dems de esto, es abundante de trigo, vino, miel. Habr como ochocientos vecinos, porque la abundancia de los lugares de la sierra es tan grande, que basta formar ciudades cada uno. Y as es el Andaluca, ms reprehendida por falta de cultivarla que por faltar en ella algo de lo que los hombres pueden desear, sin salir della.
Lux Inspanorum, terris clarisima nostris, sis bona sis felix, cuncta secunda fluant. Triginta e liquidis, qui sunt sex fontibus, alme Trudo molas Cereri, censibus apta tuis.
Luz de los espaoles, clarsima para nuestras tierras, s buena, s dichosa, y todas las cosas te sucedan prsperas. Yo muelo treinta piedras en honra de la santa Ceres, de fuentes claras, que son seis, aparejada a dar la renta.
Clarsima luz de Espaa, por todo el mundo esparcida, tu presencia nos convida a mostrar cunto es extraa cualquiera otra luz de vida. Seis claras y bellas fuentes tengo en diversos caminos, y en ellos treinta molinos movidos de sus corrientes, y dos de ser tuyos dignos.
SALTERAS
Estaba enfrente Salteras, una mujer con una basquia morada, la ropa amarilla y un plato de uvas, porque tiene campia donde goza de aceite y vino. Que si bien miran las colores todas de las figuras, declaran tambin los frutos y tierra que tienen, porque se tuvo atencin a que fuese todo igual, y corresponde la figura al lugar, la ropa al fruto, el color a la calidad, el sexo a su efecto, la postura a su obra, el color a la superficie y las palabras a todo.
Hispalis et virides colles, et Baetios undae Aduentu exultant clare Philippe tuo. Laetitiae Bacchus dator, et Tritonia Pallas Ex hilarant agros tempus in omne tibi.
Los verdes collados de Sevilla y las aguas de Betis se regocijan, oh claro Felipe, con tu venida. Baco, dador de alegra, y Palas Tritonia, alegran los campos en todo tiempo y para tu servicio.
Sevilla y su gran ribera se alegran con tu venida, l'alegra est esparcida, gran Seor, por donde quiera; nunca tal cosa fue oda. Palas tom con Lyeo del regocijo el cuidado, y tienen tan lleno el prado d'alegra, que no veo quien no est regocijado.
Lyeo era nombre de Baco, porque desata de cuidados.
CUMBRES
Volviendo a la mano derecha est Cumbres Mayores, como una mujer bien dispuesta, y parece estar con cuidado de las telas que ha de hacer. Tiene una basquia morada, la ropeta azul; en la cabeza, guirnalda de yerba y torreada. En la una mano, tiene un cayado, y en la otra una ochavilla de lino; a sus pies, un cordero. Represntanse aqu las cumbres, que son las de San Bartolom, las de En medio y las Mayores; son de la Sierra de Aroche.
Rex inuicte, meis in montibus omnia vitae Commoda nascuntur, vestio, poto, cibo. Lina parant vestes triplici de culmine, vinum Faucibus inseruit, datque alimenta pecus.
Rey invencible, en mis montaas nacen todos los provechos de la vida, visto, doy de beber y de comer. De las tres cumbres, el lino da lienzos, el vino sirve a la garganta y el ganado provee la comida.
Invicto Rey poderoso, de memorables costumbres, en estas mis altas cumbres jams faltar reposo, si las ven tus bellas lumbres. Ninguna cosa nos falta que para vivir convenga, lino y ganado no mengua, miel, vino no os hace falta, y aun tal, que traba la lengua.
HUVAR
Represntase enfrente Huvar, en forma de mujer; tiene una basquia morada, la ropa azul, y con ambas manos tiene un media arroba de aceite, midiendo sobre otro vaso grande. Es lugar nuevamente poblado. Tiene muchos olivares; es la mejor tierra dellos que hay en todo el Aljarafe. Hay molinos de aceite en grande nmero. Tienen muchos caballeros de Sevilla en ella sus casas y haciendas de antigua nobleza.
Dii faxint, bene sit, tua coepta secundet Olympus, Rex bone, nam facies te indicat esse bonum. Me torrens olei foecundat, Bacca trapetis Assiduis teritur, tu venias placidus.
Dios lo haga y sea en buena hora, el cielo prospere lo que comienzas, Rey bueno, porque el rostro da a entender que eres varn bueno. Un ro de aceite me hace frtil. En mis molinos continuamente se muele aceituna. Ven ahora manso.
Seis, Seor, bien venido, que en buena fe, que esa cara a mi parecer declara, que si habis de ser temido, el amor no os desampara. Yo tengo para serviros d'aceite algunos molinos, de cualquier cosa son dignos que los veis quera deciros, mas temo que sean indignos.
Aqu se acaba el primer lienzo de una banda y otra, que contienen a ocho figuras. Y luego, en la pared de la ciudad viene una torre, que se blanque toda, de arriba a bajo, y en ella se puso por el lado que mostraba a los que entraban, un tarjn, con una empresa encima como relicario, y dentro dos letras S. C., para declarar la veneracin y ofrecimiento que haca la Sierra de Sevilla, con provisin del Senado y Cabildo desta ciudad. Estaba dentro una octava rima as en castellano:
LA SIERRA
Aqu la frtil sierra de Sevilla, magnnimo Seor, toda se ofrece, que quieras con sus dones admitilla, pues para tu servicio ella florece, y con solo mirar puedes vestilla de cuanto bien por todo el mundo crece. En tal venida, en tal recibimiento, no hay palabras que digan el contento.
Luego, en la frente de la torre, estaba un escudo de las armas reales muy grande, colorido, con la corona labrada de sus puntas, entre las cuales iban sentadas ciertas figuras como virtudes, haciendo hermosa obra, y un rtulo a los lados, que dice:
PHILIPPVS II HISPAN. REX. DEFENSOR FIDEI PHILIPE SEGVNDO, Rey de Hespaa, defensor de la Fe
En el costado del Aljarafe, venan otras armas y otro tarjn en los mismos lugares, respondindose:
ALJ ARAFE
Alto Seor, de Betis, la ribera, con torre, puente, naves adornada de villas y de aldeas, hoy te espera, por tu vista real regocijada. La leche y fruta ahora la primera, con olio, miel y vino est guardada, para que t, gran Rey, con tu venida les des color, sabor, olor y vida.
Bien se puede decir esto al Rey, que con su justicia y gobierno se puede cultivar la tierra, que da estos frutos; porque de otra manera no los diera, ocupada con guerras y trabajos, que ellas traen.
AROCHE
Entrando por el segundo lienzo de muralla, lo primero que se ofrece, a la mano derecha es Aroche, como un hombre anciano, con una ropilla amarilla y sobre ropa azul, y un nudo al hombro izquierdo. Tiene con ambas manos una fortaleza hermosa y blanca, con sus torreones y rebellines; en la cabeza, su guirnalda y tocado antiguo; a los pies, una vaca y un buey. Tiene en abundancia este lugar colmenares, que hay muchos ricos por ellos, y ganado vacuno, y aquella fortaleza en la raya de Portugal de que es alcaide un regidor de Sevilla.
Si domine ad nostras perueneris inclyte turres, Lac tibi non deerit. Dulcis et Ambrosia. Robur inest animis, moles operosior aret, Qua, si hostile parant, arceo finitimos.
Si, nclito seor, en algn hora vinieres a mis torres y majada, leche no faltar, ni dulce ambrosa. Tengo fuerzas, y bro y fortaleza, con que arriedro de m los que en frontera estn, si se atrevieran a daarme.
Llamo Ambrosa a la miel porque se tena por el manjar de los dioses y que conservaba en inmortalidad.
Seor, en esta aspereza que de lejos se parece, la dulce ambrosa florece ygual en gusto y belleza, y la blanca leche crece. Los hombres son de gran fuerza, que yo la tengo conmigo, y as cuando mi enemigo a daarme algo se esfuerza, hasta morir le persigo.
AZNALCLLAR
Est a la mano izquierda Aznalcllar, en forma de hombre tostado del sol, a la morisca tocado, con un sayo colorado y sobrerropa azul; a sus pies tiene una cabra y en las manos un plato de presados, o requesones en sus palmas. Es lugar frontero de la sierra, y como dijimos, uno de los que guardaban el Aljarafe. Hay fama pblica que la mayor parte de las minas de plata que los romanos tenan en Espaa se hallaba aqu, porque se muestran en aquella parte pozos profundsimos hasta el abismo. Hay almrtaga y alcohol; hcese all mucho carbn de brezo para herreras, y hay una en l. Es de mucha caza de perdices y conejos; tiene montes, donde se cran venados, cabras y muchas abejas.
Te Deus omnipotens seruet Rex optime, fausto I pede, fortunet quicquid in arma paras, Exiguum munus, lactentes offero metas, Per me Vulcanus mollius aera domat.
Rey muy bueno, Dios todopoderoso te guarde; ve en buen hora y l prospere cuanto ordenas para la guerra. Aqu te ofrezco unos presados, que es don harto pequeo. Por mi causa Vulcano doma los metales ms blandamente. Decan los poetas que Vulcano era el dios que tena poder sobre la invencin de ablandar y labrar metales, y el carbn de brezo es bueno para ello.
No os desdeis de serviros, Gran Seor, de mi pobreza, ni os ofenda mi bajeza, que no puedo recibiros conforme a vuestra grandeza. Receb este don pequeo de leche, que no es aceda, porque refrescaros pueda y el deseo de su dueo, que otra cosa no le queda.
CORTEGANA
Vueltos a la muralla de la ciudad, estaba Cortegana en figura de mujer; la basquia era azul, la ropeta morada, y con ambas manos ofrece un plato de panales, con algunas abejas, que por cima revolaban. En la cabeza tiene fortaleza y guirnalda de oliva; a los pies, una colmena que derrama gran cantidad de miel, y un carnero al otro lado.
Ingeniosus apum labor hos, dulcissime rerum, Iussit ferre fauos, vt tibi mela fluant. Mons meus Actaeo nunquam concedet Hymeto, Si mea libaris munera; velle, sat est.
Seor ms dulce que cuantas cosas yo s, el ingenioso trabajo de las abejas me mand que te ofreciese estos panales para que corra miel en tu servicio; mi monte jams dar ventaja a Himeto, el de la tierra de Atenas, si gustares de mis dones; y basta querer. Es Himeto, segn dice Stfano, monte par de Atenas, abundossimo de abejas, por las flores y aguas que tiene en grande cantidad; y as compara Cortegana su abundancia a l, y que lo sobrepujara, si su Rey gusta de lo que le ofrece.
El cuidado y la labor de la abeja diligente os enva este presente, Serensimo Seor, como al Rey ms excelente. Si no os pareciere mal la dulzura desta miel, serviris os della y dl, que en Himeto no la hay tal, si no os hallis vos en l.
ESCACENA
Enfrente parece Escacena, una hermossima figura con una basquia amarilla, y la ropeta morada, y as mesmo la sobrerropa retocada de esmalte; en la mano derecha tiene una ciudad, que es la antigua Tejada, y en la mano izquierda un cetro; fue porque aqu en medio estaba antes una ciudad, que hoy da tiene cercas y puertas levantadas y, en medio, una iglesia. Fue reino, y el rey de ella tuvo competencias con el de Sevilla y, en tiempo de moros, el rey que estaba en ella (ayudndole un caballero llamado Ramiro de Guzmn) dio batalla al de Sevilla y lo venci. Qued despus esta ciudad arruinada, y della se poblaron Escacena, Paterna, Manzanilla, Castilleja del Campo porque se anega presto en el invierno todo aquel campo. Tiene un ro, que el agua dl huele mal; es muy doliente sitio, especialmente junto a esta ciudad est un lago, que a la orilla tiene una higuera grandsima, y hay opinin que no se halla suelo en l. Es el agua tan verde y tan oscura, que apenas se puede ver algo en ella. Estos cuatro lugares comprendieron en s toda la tierra que se llama el Campo de Tejada, o porque se llama ella Tejada o porque sea el vocablo corrupto de Trajana, que dicen el Csar Trajano haberle puesto nombre; porque los historiadores declaran que Ulpio Trajano naci en Itlica, que estaba cerca de Sevilla, lo que decan los Campos de Talca, aunque no sabemos lo cierto. Fue el primero de los Emperadores extranjeros, y as del Andaluca; dicen que desta ciudad era su mujer, Plotina, cuya prudencia y castidad ocupa alguna parte de la Historia Romana.
Tienen estos lugares muchas labores de pan; est acompaada de vias y olivares. Sevilla tiene jurisdiccin sobre estos lugares, y as es ahora suya, aunque la compraban.
Palladi Athenaeae, Tegiadae nata vetustae, Viuo, et quem Semele prodidit, acta Deo. Sunt et oues, et rura mihi, sua dona capellae Vberius nobis, te veniente, dabunt.
Yo, hija de la antigua Tejada, vivo en servicio de Palas Atenea, y soy llevada por el dios que pari Semele. Tengo ovejas y cortijos; las cabrillas darn sus dones ms abundantemente en tu venida.
Digo aqu Palas Athenea, doblndole los nombres que tiene, no solamente por variar eptetos, sino para declarar este nombre escondido, y casi nunca puesto en latinos, sino en griegos, principalmente en el primero libro de la Iliada, tratando de la ira que recibi Aquiles de lo que Agamenn le demandaba; y teniendo la mano puesta en la espada para sacarla y matar a todos los que all estaban, le apareci Palas, y tomndolo por la coleta rubia, le dio consejo que se reprimiese, lo cual tiene grande alegora, segn se ver en Plutarco y en Herclides Pntico. Llmase Palas por diferentes nombres, y ste de Athena; y Athenea significa el puro entendimiento de la ciencia, que le atribuan. Es uso de poetas decir Palas Minerva, Febo Apolo. Autores para ello, Suidas, Hesichio, Nucerino, el Tesoro de la lengua griega. Y Servio, sobre Virgilio.
De cabras no una manada se apacienta en este prado, y de ovejas hay recado en la no alegre Tejada, porque no la habis mirado. Volv los ojos a ella, que ya la mir Trajano, y sac aqu de la mano una discreta doncella digna de un Csar romano.
ARACENA
En la sierra se pinta Aracena como mujer, con una basquia colorada y una ropa amarilla, y la sobrerropa morada; con la cabeza torreada, la mano derecha con mucha caza de perdices y conejos y, en la mano izquierda, un manojo de cerezas. A sus pies tiene un pernil y un queso, y ciertos toques de plateros.
Es Aracena el segundo lugar, despus de Fregenal, en la Sierra de Aroche. Tiene mucha fruta, caza, y lo ms principal es lo que hay de salar tocinos, que es la mejor provisin que en las carnes muestra Galeno, tratando de los alimentos; y lo segundo, hacer buenos quesos, que es la segunda fuerza de los bastimentos mayores. Estn en su jurisdiccin muchas aldeas, y grandes, especialmente el lugar de Galaroza, que es de tanta frescura y verduras, que no hay otro que se le iguale. Dcese no haber entrado en ella contagin de peste por la frescura, y fragancia de las flores, que sobrepujan a cualquier corrupcin de aire; y no es mucho que las yerbas y flores olorosas puedan tanto all contra la peste, pues se dice de la montaa Etna (que es Mongibel en Sicilia) que son los sotos y bosques, que tiene, tan frescos y tan olorosos, que quitan el olor, y rastrear a los perros de caza. Y el adagio Aetnaeus venator, cazador de Etna, quiere decir hombre que trabaja en balde, porque aunque lleve muchos canes, no tienen sentido en entrando.
Por all van Cortegana, el Almadn, Zufre, Real, Hinojales, Santa Olalla y Cumbres, de que tenemos dicho. Todos son lugares donde hay mucho lino, grandes colmenares y se hacen tocinos de la mejor sazn que hay en toda la tierra, de que se puede proveer la vida humana para el mar, en tierra, en guerra, en paz; y as tienen mantenimientos perpetuos, y fruta de todo el ao, que es grande riqueza.
Splendide Rex, nostris conuiuia lauta parantur Deliciis, dabit hoc lactea massa, sues. Cum ceraso perdix, dein mensis poma secundis, Argentum, atque aurum fert tibi fossus ager.
Magnificentsimo Rey, los grandes banquetes se aderezan con mis regalos; esto dar el queso y los tocinos, la perdiz con la cereza y toda la fruta, que es para la segunda mesa. Si cavan mi tierra, da plata y oro.
De aqu se proveen, Seor, las comidas ms sabrosas, leche y cerezas hermosas, perdices de buen sabor, y perniles y otras cosas. Hallaris plata, y aun oro, si el verde prado cavis. Slo vos aqu faltis, que sois el mayor tesoro. Suplcoos que me veis.
PATERNA
Corresponda en el otro muro Paterna. Tena la basquia colorada y la ropa azul, con una canasta de uvas en el brazo derecho, y, a sus pies, un vaso de aceite (Ya tenemos tratado de ella).
Ancillor Diuae, quae doctas dixit Athenas, Et Bromio, vt manibus vina oleumque geram. Pasco greges, tu Rex, tu pastor, tu pater adsis, Lacte, oleo, vino, rex, pater, auctor eris.
Sirvo a las diosas que puso nombre a las sabias Athenas y a Bromio para traer en las manos vino y aceite. Apaciento ganado. Sasme t el Rey, t el pastor, t el padre, y con leche, aceite y vino, sers Rey, padre y augmentador mo.
Llamaban los antiguos a Baco por muchos nombres; Bromio era uno, del bramar que hacan cuando los sacerdotes suyos lo invocaban.
A la virgen, que de Atenas fue la soberana gloria, a todo el mundo notoria, de cuya doctrina apenas se conserva la memoria, sirvo, y a Baco sin alas, apacentando esta grey y obedienciendo su ley, mas si t vieses mis galas Baco y Palas seras, Rey.
ALANS
Est luego Alans, en la banda de la ciudad, despus de Aracena, no porque est cerca, sino por poner algunos lugares de la Sierra de Constantina.
Es dos leguas de Cazalla; tiene una fortaleza que, aunque est mal tratada y derribada, era de buena presencia; su asiento es llano. Tiene un buen templo y una plaza delante dl. Goza de muchas vias donde se hacen buenos vinos. Es opinin que se llam de los pueblos alanos, que descendieron del norte con los suevos, siendo capitn Gunderico, hijo de Modigisdo, rey de los vndalos, que rein en Galicia cuarenta y seis aos, y tom a Sevilla, y en ella muri, habindose desacatado contra la iglesia. No es maravilla que de los alanos pueblos se diga Alans. Y tiene por insignia dos Alanos.
Hizmoslo en forma de viadero por el cuidado de sus vinas, con un sayo pardo y la ropa encima colorada, cada al brazo izquierdo; en la mano siniestra una lanza pequea, en la derecha, una canasta de uvas embrazada; y a sus pies, otra para acarrerar uva a los lagares. Tiene en la cabeza un sombrero de palma y unos muros encima. Est muy tostado del sol y enojado; calzadas unas botas.
Siquid vina iuuant, Rex maxime, nostra Falernis, Aut Surrentinis cedere posse nego. Namque meum nectar vario cum murmure linguas Nectit, et egregie tentat vtrunque pedem.
Si da algn gusto el vino, Rey muy grande, niego yo que los mos darn ventaja a los de Falerno, o Surrento, porque mi dulce bebida Nctar, con vario tartalear traba las lenguas y escogidamente pone en danza el un pie y el otro.
Seor, si el vino aprovecha, que suele ser de provecho, aunque a veces con despecho el mo no se desecha. Desto estoy bien satisfecho. Traba un poquito la lengua, distrae el entendimiento y un poco saca de tiento, pero si es para unos mengua, para otros es contento.
Otra:
Si los vinos algo aplacen, Rey muy alto y poderoso, ni el Falerno generoso, ni el Surrento mengua hacen. No dan los mos ventaja, porque su bebida fina a las lenguas desatina y a los pies ambos ataja.
TOMARES
Est enfrente, a la parte del ro, Tomares, un hombre anciano con un sayo azul y su sobrerropa morada, y en ambas manos un monte con sus casas. Declara la jurisdiccin que tiene sobre algunos pueblos a la redonda, San J uan de Alfarache, la calle de Castilleja, Camas, una fuente que tiene muy buena.
Atque ego nequaquam minimus sum e pinguibus aruis, Quae Cereri, Baccho, Palladi sacra ferunt Et mihi sunt populi, qui non parere recusent, Omnia sed pedibus Rex meus, apta tuis.
Cuantis que yo no soy el menor en los gruesos campos, que sacrifican a Ceres, Baco y Palas, y aun tambin tengo unos pueblos, que no rehsan de obedecerme. Pero, Rey mo, todo ello es bueno para poner debajo tus pies.
Seor, olio, vino y pan no menos que en otra parte aqu el cielo lo reparte, y fruta y flores nos dan el ingenio, industria y arte. Y a vuestro servicio estoy, por seor de otros tenido; con esto todo os convido, y a eso vine aqu hoy. Sed, de aceptarlo, servido.
CONSTANTINA
Par de Alans levantamos a Constantina, una mujer hermosa con una basquia amarilla, una ropeta azul, y la sobrerropa de tornasol amarillo; tiene a los pechos una medalla o joyel, en que est un rey a caballo, que es el rey don Alonso el dcimo, que la gan de los moros residiendo en Sevilla. Tiene tambin en la mano derecha un plato de mucha fruta y flores; sobre la cabeza una guirnalda de cerezas y otras frutas, un rbol acabado de cortar, y a los pies, dos canastas llenas de mucha abundancia de frutas, castaas, cerezas, guindas.
Es Constantina villa abundosa de aguas: pasa un ro por medio della; y alrededor hay una fortaleza cercada, con un sitio en ella, que en tiempo de los moros no haba ms vecinos de los que all se acogan, que eran ciento y cuarenta. Salan de all a correr la tierra. Tenan grandes contiendas con otra villa y fortaleza, que no est lejos, llamada Montemoln. Tiene por esta parte ms de tres leguas de trmino, en el cual hay grandes lagares y casas principales, heredades, vias, castaares, de que se saca mucha madera y castaa; hay algunos pinos y mucha caza. Cercan la villa muy frescas huertas, de todo gnero de frutas, especialmente manzanas y camuesas. Est asentada en un cerro, y despus un llano, que toma el ro, por donde se ha extendido todo el lugar, en que puede haber ms de mil y doscientas casas. El ro va hecho todo acequia. Hay en la templanza de la tierra una cosa sealada, que puestos en medio del lomo o cerro della, es la tierra caliente tanto como el Andaluca, y por esto se cran all muchos rboles de agro, cidras, naranjas, limas; y la otra cada, hacia el Monasterio de San Francisco, junto a Santa Constanza, es tan fro como lo ms de Castilla la Vieja, y as no hay en aquella parte naranja, ni lima, ni otro rbol que en tierras calientes se suelen criar; as que, en un mesmo lugar, podr el hombre pasar el rigor del invierno con mucho calor viviendo en la parte caliente, y mitigar el furor del verano con mucho fresco, yndose a la parte fra. Lo cual est probado por muchos, que se han remediado del fro y del calor, en tan pequea distancia de tierra. Por este lugar se llama toda la sierra de Constantina hoy. Habr trescientos y cuarenta aos, poco ms o menos, que los cristianos la ganaron de los moros, despus de asentado el Santo Rey don Fernando en Sevilla. Porque, habindola ganado, y querindose volver a Castilla, convidado por un loco en la torre de la iglesia mayor, le ense cun llena de moros quedaba la ciudad; y as se qued, y de all gan todos los lugares del Andaluca, y al rey de Granada hizo que le diese parias. Y este Santo es el que tenemos en la Capilla de los Reyes.
Hesperiae lumen, tua sum, tua dicar, oportet, Nam seruire tibi gloria summa mihi. Herba, frutex, arbor vireant tibi. Mitia poma, Castaneas nuces sic mea sylua dabit.
Lumbre de Espaa, tuya soy, conviene que me diga tuya, porque servirte es Gloria, la ms alta que puedo tener. La yerba, la mata, el rbol estn verdes en tu servicio, la fruta madura, y castaas as las dar mi bosque.
Claro sol y lumbre clara, vuestra soy y no conviene que esa luz se me enajene, pues a nadie desampara, que su maldad no condene. Serviros, Rey, es mi gloria, y no he merecido pena; mi fruto y la yerba amena, cuya beldad es notoria, no permitis que sea ajena.
VALENCINA
A la otra parte de la muralla fingida, estaba Valencina, una mujer aldeana en hbito de cogedera, con una basquia azul y ropa colorada, en la mano izquierda una cesta de aceitunas, con un delantal blanco y unos pollos. Segn dice el cantar, es del Aljarafe. Tiene las particularidades que los otros. Viven en ella algunos caballeros de Sevilla.
Sunt oleae, sunt oua mihi, raucaque palumbes, Et valeo olaceas stringere, robur inest. Paruula sum censu, sed amico magna Philippo Piam, Maiestas si mea rura perit.
Tengo aceitunas, huevos y roncas palomas; puedo coger aceitunas y tengo fuerzas para ello. Pequea soy en la renta, pero podr ser grande con el servir a Felipe, si la majestad viene por mis heredades.
Mirad vuestra servidora, que lo soy por vida ma, y de lo que aqu se cra recibid, que en tan buen hora tengo yo nueva alegra. Pobre soy, pero muy rica, si vos, Seor, me miris y del olio os contentis, si con esta palomica y huevos no os enfadis.
En muchas partes de estos epigramas procur contrahacer la forma de las razones que dira cada uno de los pueblos a Su Majestad cuando le hablase, una ms avisada de que otra, guardando el decoro cuanto mejor pude.
CAZALLA
Psose Cazalla par de Constantina porque fue despus poblada; era un lugar desierto, cuando se gan la sierra del poder de moros, que la tenan sin ttulo o nombre mas de que haba una fortaleza antigua, toda derribada, y las paredes della levantadas. Dicen que yendo un da el Rey Don Pedro a caza (habr doscientos aos) en una laguna que all estaba, en busca de una garza, dijeron los cazadores, que estaba all una, y que dijo: Garza hay? Pues cazalla. De cuya palabra se qued el nombre que ahora tiene. Y as estuvo con sesenta vecinos, poco ms o menos, hasta que (habr cincuenta aos casi) los moradores de aquel lugar comenzaron a poner vias, y visto que aprobaban bien, y daban mucho fruto, los vecinos de Sevilla (como lugar de su tierra) fueron a poblar a ella y plantar vias, de manera que es colonia hoy hija de Sevilla. Y suben en tanta cantidad, que ningn lugar hay en el reino que tenga tantas vias. Habr mucho nmero de vecinos ricos y casas bien labradas; de la parte de la fortaleza se ha hecho un templo grande. Tiene, a dos leguas, el Pedroso, que es lugar de muchos olivares, y vias tambin. Hay caza de perdices y conejos. Es suyo un monte particular, a manera de dehesa.
Y la Puebla de los Infantes es lugar con fortaleza. Hay grandes montes. Cgese en l mucho vino. Llamse de los Infantes porque se dio en un tiempo para ciertos infantes, hijos del rey de Castilla.
En la Sierra de Constantina pone Sevilla un alcalde de la justicia, que conoce de las causas criminales en slo Constantina, El Pedroso y La Puebla, porque en Cazalla ni puede entrar, ni juzgar.
Est la figura de Cazalla hermosamente pintada, porque tiene el rostro alegre y mira a todas partes, segn los ojos estn puestos; con una basquia azul y una ropeta morada. Tiene sobre su cabeza una fortaleza y guirnalda de parras con uvas. En la mano izquierda est sentado el nio Baco, coronado de pmpanos, con un racimo de uvas mollares en la mano; aydase con la derecha a tenerlo. A los pies, tiene una canasta con uvas y cerezas. Est muy rica, los dedos con muchos anillos.
Magne Philippe meis in collibus uva colorem Ducit et aeterno numine Bacchus adest. Est puer in manibus semper, mea praela frequenti Voce sonant. Valles Euhye Bacche fremunt.
Grande Philipe, en mis collados toman las uvas color y Baco se halla presente con perpetuo poder. Tngolo muchacho en mis manos siempre. Mis lugares suenan con voz continua. Y los valles braman dando gritos: Baco, buen hijo.
Gran Felipe, mi Seor, veis toda aquella alta sierra, pues no hay un palmo de tierra en todo aquel rededor donde a Baco hagan guerra. Do quiera es obedecido este nio tan bonito, y as de m no le quito, porque aunque no es comedido, es apacible infinito.
GERENA
Gerena est de la otra parte, en forma de mujer; tiene la ropa morada y la sobrerropa azul, cada al brazo izquierdo, y una basquia amarilla. Muestra un ramo de fruta en la mano, que son manzanas. Est cercada por una parte de campos para sembrar pan y, por la otra, de sierras, adonde hay mucha caza.
Me virides fingunt campi, rupesque superba, In quibus alma Ceres viuit et alma Pales. Poma Philippe potens, qua felix purpura vestit, Ornabunt mensas, dona secunda tuas.
Los campos verdes y las soberbias peas me dan forma, del uno y otro lado en que la frtil Ceres y Palas viven. Poderoso Felipe, las manzanas que la dichosa prpura viste (como fruta de postre) yrn a tus mesas.
Veis, Seor, el monte y prado y la levantada pea, pues no menos pan que lea, y aceite muy esmerado se coge en aquella brea. Hay manzanas olorosas de la color de la grana, y otra fruta ms temprana; si os parecieren sabrosas, drseos han de buena gana.
El prado y alta sierra, adonde fruto y flores, con variedad de gustos y de olores, Ceres divina por su parte encierra, y a do Palas extiende sus favores, de su beldad repartir contigo, y de su fruto se ver adornada tu mesa, si te agrada. Recbela, Seor, que yo te digo que no es en esta tierra despreciada.
FREGENAL
En la parte del muro antiguo, junto a Cazalla, estaba Fregenal, que aunque sea de la Sierra de Aroche, por ser pueblo tan principal, se puso en lugar ms cercano a Sevilla, en figura de hombre anciano, las barbas largas a lo antiguo, y canas. La ropa colorada, la sobrerropa azul, anudada sobre el hombro derecho, con su espada ceida y, sobre su cabeza, una fortaleza; en la mano izquierda una guirnalda, y en la derecha un instrumento que inventaron los curtidores para sacar los cueros. A sus pies tiene un toro. Todo esto tuvo razn porque es antiguo lugar, y el primero de la Sierra de Aroche; tiene por la parte de Portugal los campos de la contienda, que pretenden Portugal y Castilla que sean suyos. Sobre los trminos ha habido disensiones y muertes de hombres entre los dos reinos; hubo acuerdo entre los reyes que se declarasen jueces definidores. Este campo es lleno de montera; hay espacios largos para sembrar y para criar ganado vacuno. Tiene una buena fortaleza. Hcense aqu todos los cueros de solera y curtidura. Pusmosle espada por ser el lugar belicoso. Dmosle aquel instrumento o insignia de oficio, que tanto es menester para la vida humana, como los antiguos sealaban sus dioses con las cosas que haban inventado. Y es el curtir cueros provechossimo para poder pasar en esta vida, y digno de loor quien lo ejercita, y tan ricamente. Pero ya ninguno se precia de su oficio, y hcelo mal, pues no puede alcanzar trmino de vivir el que huye de lo que ha menester la vida. Dicen que Frenegal se dijo de un fresno grande, que tiene.
Vmbrosi colles et prata virentia molli Me cliuo attollunt divitiaeque beant. Nil mihi de toto deerit Telluris honore, Si mea Rex fuerint munera grata tibi.
Los collados sombros y verdes prados me levantaban con un blando recuesto y las riquezas me hacen prspero; Rey, no me faltara algo de toda la honra de la tierra, si mis dones te fueren agradables.
Del alto collado umbroso recib el fruto escogido, que aqu donde estoy subido soy no menos abundoso, claro Rey, que habis odo. Si mi oferta, gran Seor, acierta a ser apacible, como sera posible, cosa no hay alrededor que no sea convenible.
BOLLULLOS
Estaba a la otra banda, enfrente, Bollullos, en figura de hombre simple, con un sayo grande pardo, burelado, unas redondas mangas con ruecas y caones antiguos; su media calza parda y zapato vacuno; la caperuza parda, hecha a cuartos, andaluza, sobre la grea de las que dicen enhetradas; la barba y cabello espeso, las facciones de hombre criado en el campo, y l mostrando alegrarse. Tena en las cuchilladas de las mangas y pecho muchas cintas encarnadas. En la una mano, una canasta de aceituna, que se va parando prieta, y a los pies otra de huevos. Es lugar antiguo del Aljarafe que llamaban los moros Bollullos. Tiene algunas aldeas y casas en su Mitanza, o jurisdiccin, a quien acuden. Hase conservado all la simplicidad rstica, la cual cunto sea loada por los poetas, quien lo quisiere ver lea a Virgilio en las Gergicas, Horacio en sus Odas (y Garcilaso, que lo imit), Policiano en la Silva, y no se desdear de tan quieta vida. Y en recibimiento de tal seor, el que procura mostrar ms contento, se tiene por ms servidor, y que ms sencillamente se huelga, porque trae el corazn abierto, y que d luego muestra de su bondad para ser amado, y que se confen dl en sus servicios, y no le espantarn sus dobleces para dar el premio.
Omnia nunc rident, nunc formosissimus anulis, Pestis et ira Deum saena fames abiit. Nescio, quid causae, nisi te videre Philippe, Es fugere, satur, sic ego et incolumis.
Todo cuanto hay se re, y es ahora el ao hermossimo: la pestilencia y la ira de Dios con la hambre brava se fueron a casa del diablo. No s, pardis, qu sea la causa, sino que os han visto, Rey Felipe, y tomaron las de Villadiego. De esta manera quedo yo harto y sano.
Todas las cosas se ren, y aun me parece que el ao a osadas, si no me engao, que de hoy ms en l se cren cosas de bien poco dao. La ira de dios se acab, y la hambre es ya partida, todo esto aqu me convida, sino que me alegre yo, Rey mo, con tu venida.
No es poco de considerar el buen suceso de este ao, despus de las calamidades que han fatigado a Sevilla, tan espantosas y de tanto dao.
ALCAL DE GUADAIRA
Ofrcese, en las postreras figuras hacia la ciudad, Alcal de Guadaira, en forma de hermosa y dispuesta ninfa, con una ropa azul y la sobrerropa morada, y un mando colorado, cado hacia el brazo izquierdo. Encrespados los cabellos, y una fortaleza casi al retrato de la que tiene, con su guirnalda de olivas, y un plato en la mano izquierda con algunos panes, que son las hogazas de Alcal. A los pies, una pila de mrmol para recoger agua, que manaba del pecho derecho, y con los dedos de la mano derecha estaba ordeando en forma de una mujer que da leche a quien cra. En los pechos tena un joyel de una piedra preciosa y dos ngeles dorados, que la tenan. Y para declaracin desto es menester saber que Alcal es lugar de un sitio alto y excelente para la salud. Su fortaleza, galana y polida; la cual dicen algunos escritores que era guarda y defensa desde Carmona hasta Sevilla. Entre las cosas que tiene de notar, es la fuente de los caos, que llaman de Carmona, no porque vengan desde Carmona, sino porque desde Torreblanca hasta Sevilla vienen por el mismo camino y calzada que van a Carmona. Hay una pea levantada en un cerro, con una profunda cueva, adonde bajan por sus gradas, y hllase siempre all un manantial de agua tan grueso como un cuerpo de un buey, que de tiempos sin memoria a sta nuestra edad, ante de romanos y despus en todos los siglos, esta fuente ha estado con el golpe de agua que ahora tiene, sin apocarse o enturbiarse. Es de tan grande claridad, que mirndose por lo alto della, se parescen las arenas y suelo, con las menudas guijas. sta sale por una canal de piedra tosca. Tiene sus acequias, que duran ms de legua y media, yendo algn espacio por dentro de los montes, llevando sus lumbreras a trechos, hasta que viene a dar en Torreblanca, do pasa un molino y despus va por un lado del camino hacia la cruz, y all vuelve a la mano izquierda y comienza a subir desde el suelo, por arcos de una vara y dos, y estado, hasta otro molino, donde se parte la tercia parte para la Huerta del Rey, y de all van los caos levantndose todo lo que la ciudad tiene de baja, llegando al peso y sitio de Sevilla, subiendo por cima de la puerta donde est el repartimiento del agua, y de all va por los muros que encaminan a la Puerta de la Carne hasta el Alczar mucha de esta agua; en fin es un grande ro que todo se consume dentro de la ciudad, sin salir gota, ni bastar Guadalquivir a no quitar la falta que estos caos hacen, cuando hay algn impedimento en ellos. El principio desta agua en Alcal est con grande guarda, y tiene su llave; corre alrededor del lugar el ro Ira, a quien los moros llamaron Guadaira. Va rodeado de grandes arboledas y frescuras, que es lo ms fresco y deleitoso de toda esta tierra, por la hondura que aquella agua lleva y levantados rboles que le dan sombra. De all, este ro viene por toda Tablada con molinos, azacayas, huertas de grande fertilidad, puentes, tierras de pan, hasta Bellaflor, donde lo recibe la marea del Guadalquivir, y perdiendo el nombre, se queda encerrado en el padre de los ros del Andaluca. Bastece Alcal a Sevilla de pan, en competencia con Utrera, aunque tiene cierta color morena y se llama hogaza. Hay aqu grande nmero de aceituna gordal, y tiene nombre por todo el mundo.
Optime rex nostro descendunt colle fluenta Iugis aqua, Hispalios quae tenes alta lacus. Vbere parua meo genitricem filia lacto, Meque Ceres pascit, grata Minerua sonet.
Rey bueno, de un collado que tengo descienden arroyos de perpetua agua, que puesta en alto posee las pilas de Sevilla y, aunque soy hija pequea, doy de mamar a mi madre.
Ceres me mantiene y la agradable Palas me regala.
Es imitacin sta de la hija, que cuenta Valerio Mximo haber dado vida a su madre, con sustentarla de su pecho por algunos das. Y lo mismo de Cimona con su padre, mostrando su piedad.
Yo humilde hija piadosa a mi madre doy el pecho baando no a mi despecho de Sevilla la hermosa el verde y florido lecho. De Ceres, y de Minerva, soy, Seor, favorecida; Minerva me da la vida y Ceres la espiga y yerba, con que ella es entretenida.
GUILLENA
Enfrente estaba Guillena, en figura de mujer, con una basquia morada y la ropa amarilla; tiene en la mano derecha un vaso de que sale agua, y sobre su cabeza tiene fruta. Es un lugar fresco, adelante de El Algaba. Tiene buenas tierras de pan, muchas huertas de extremada fruta de naranjas, ciruelas. Pasa el ro Buerba par de las casas, por un prado que es muy fresco, porque viene por entre unas peas altas y lugares solitarios y de mucha sombra. Pscanse en l muy buenos albures, y tambin lampreas. Vinese a juntar por El Algaba con Guadalquivir; y en los inviernos es grande.
Sorte fruor laeta, me flumen piscibus, horti Conspicuam reddunt, messibus arua nitent, Quid mihi adhuc superest, nisi me Rex optime visas, Aut placido vultu sumere nostra velis.
Gozo de alegre suerte y gran ventura, que el ro con sus peces me enriquece, las huertas dan sus frutas y frescura, y con mieses el campo resplandece. Y qu me falta ahora en cuanto dura, si mi deseo algn premio merece? Que me visites, o con buen semblante, Gray Rey, aceptes lo que ves delante.
Si este prado y fresco ro, de pescado y perlas lleno, el prado frtil y ameno, de frutas y espigas cro, sin ningn favor ajeno. Algo ms esto desea, invicto y claro Seor, es mirar vuestro valor. Vuestra Majestad me vea que lo merece mi amor.
UTRERA
Estaba Utrera la postrera en el muro de la ciudad para acompaar a Sevilla, hecha una hermosa matrona, con el semblante honesto y vergonzoso, la ropa de encima amarilla, y la de abajo azul. En la mano derecha tena una taza con roscas, pias y uvas; en la izquierda, tambin pias y debajo del brazo, muchas espigas. A sus pies, un vaso antiguo con aceite. En la cabeza, una corona de oliva, y torreada. En los pechos, un joyel, y dentro la imagen de Nuestra Seora de Consolacin.
Es Utrera la principal villa de la banda morisca, o campia, modernamente fundada. Dicen que tom nombre de utrera, que es novilla de tres aos, y que los vecinos de aquella tierra, no habiendo lugar o villa (segn ahora) contribuyeron cada uno con su utrera y fundaron aquella fortaleza y sitio de muros, por do est lo antiguo, para defenderse todos juntos los que vivan por aquellas casas apartadas, de los moros. Poblse despus aquella villa en la forma que ha venido a ser la ms rica y noble de las que tiene Sevilla. En cuyo circuito est, dentro de unos olivares, el monasterio de Nuestra Seora de Consolacin, que resplandece con muchos milagros, y que comenz su devocin el ao de sesenta, habr diez aos, con extrao fervor de toda Espaa, que viene a su altar. Cundo se hall y cmo vino a poder de los religiosos de la Victoria, djolo para su libro. A contemplacin desta Seora hice la obra que se llama Peregrinacin de la vida.
Est cercado este lugar de extendidas vegas de grandes y espesos pinares, de huertas y de olivos siempre verdes, todo en grande abundancia; tiene vias muchas; yerbas muy olorosas a su tiempo. Bastece a Sevilla del mejor pan que hay en Espaa: las roscas y las dems formas. Es poblada mucho. Tiene iglesias y monasterios y hospitales grandes, donde se hacen honradamente los divinos oficios y se ejercitan obras de religin y piedad. Es tan aderezada en todo, y tan frtil, que a no estar Sevilla tan cerca fuera obispado. Hay en ella una hermosa fuente cubierta con una capilla, y su pila de agua, o abrevadero, que se llama el Alamedilla, camino de Lebrija. Aqu estn cerca Los Molares, donde se hace una grande feria de paos y otras cosas por octubre.
Accipe dona meis innata patentibus aruis, Clara Deum soboles, Austriadumque decus. Quamuis flaua Ceres det fruges, vina, Lyaeus, Detque oleum Pallas, lignaque det Cybele. Plus tamen exhilarat me semper Virginis ara, Quo rex praesenti numine tutus eas.
Clara generacin de hroes, honra de la Casa de Austria, t recibe los dones, que en mis campos extendidos nascen a la contina, y aunque frutos me d la roja Ceres, vinos Baco, Palas olio, y de Cybele los pinos, con ms razn que todo esto me alegra el altar de la siempre virgen nuevo, que de Consolacin tiene renombre Gran Rey, con ella irs siempre seguro.
Divina Sobole, clara, de la Casa d'Austria gloria de tan felice memoria, que a s sola se compara tu ilustre y felice historia, Palas, Ceres y Lyeo y Cybele me enriquece, pero no me ensoberbece; una virgen, que en mi veo, es lo que ms me engrandece.
ALCAL DEL RO
En la parte del ro, y enfrente, remataba la obra Alcal del Ro, en figura de mujer. Tiene la basquia morada y la ropa colorada con sobrerropa parda; entre las dos manos desenvolva un esparruel o atarraya, en que se trasluca algn pescado, y detrs por los pies se vea un grande sollo, con la cabeza y cola, que se suele pescar delante de la mesma villa. Es este lugar el primero donde el Rey don Fernando el Santo, que gan esta tierra de los moros, puso cerco; es de mucho pan. Tiene el ro Guadalquivir junto a las casas. Vienen los pescados a ser de otra calidad, pasando de Alcal del Ro arriba, porque la marea de la creciente, que viene de la mar, sube hasta Alcal dos leguas ms, y los pescados hasta all desde Coria son fros y hmidos, en medio de el primero grado, y los de Coria hasta Sanlcar, que reinan en agua salada, son fros y hmidos en principio del primero grado, y los de Alcal hacia Crdoba estn en fin del primero grado, y destos pescados unos hay naturales y otros accidentales.
Los pescados del agua dulce de Sevilla los ms nombrados son diez, albures, robalos, sbalos, sollos, truchas, sabogas, camarones, lampreas y anguillas, bogas, barbos. Dstos, unos hay con escama y otros no. Los robalos desde Cantillana a Alcal son menos fros y hmidos que en otra parte y son sanos; los sbalos de Alcal hasta Coria son mejores que los que se toman della a Cantillana, porque donde no llega la creciente son ms gruesos y engendran fastidio, y no son tan livianos de digerir. Lo cual en los sollos es bueno, que son los mejores entre Cantillana y Alcal. Las anguillas son mejores de Coria a Alcal por muchas causas.
Vale mucho la pesquera de Alcal. Psase all el ro por barca y maroma. Est dos leguas de Sevilla. En su iglesia tiene un sepulcro de piedra antiguo de gran devocin de un santo llamado Gregorio, que hace milagros de ms de mil aos a esta parte, segn paresce por su inscripcin antigua. Vase por all a Nuestra Seora de Aguas Santas, que est en trmino de Villaverde. De all a media legua, en el camino de Sevilla, est La Rinconada, que es de su jurisdiccin, junto al ro que llaman Guadalquivir, con un brazo que entra por tierra. Y es collacin de Sevilla. Tiene privilegio de meter sus vinos en ella y, si las puertas estuvieren cerradas, lo puede meter por encima de las cercas. Aqu vino Su Majestad, segn dijimos al principio.
Alterno Baetis dum me pater alluit aestu, Aggredior pisces retibus, arte manu. Maxime Rex salue, nam tu maioribus vndis Oceani instar adet, praesidiumque tuis.
En tanto que el padre Betis me baa con su marea (que a veces vuelve) acometo los peces con redes, arte y mano. Poderoso Rey, ests en buen hora, porque t con mayores ondas vienes, en forma del Ocano, y para los tuyos traes favor mayor.
Con redes y con la mano, no sin arte engaadora, soy, Seor, gran pescadora, entre el invierno y verano, do a Betis no dejo un hora. Vos, Seor, con mayor bro bais la verde ribera. Parceme, si no os viera venir con ms seoro que por Ocano os tuviera.
DESCRIPCIN DE SEVILLA
En las ltimas torres (donde estaba el otro arco, de una grande apariencia) en las fronteras, haba dos figuras, que representaban mucha majestad y hacan hermoso efecto, porque en la parte de la muralla antigua estaba Sevilla, en hbito de mujer como las otras, aunque muy diferente en grandeza, disposicin, e insignias. Y antes que las pintemos ser razn tratar della (aunque me atrevo a mucho). Y pues los extranjeros viniendo a ella, la describen, bien debemos dar una muestra de lo que mejor sabremos.
Andrea Navagero viniendo a Sevilla el ao de 1526, cuando se celebraron los casamientos de los bienaventurados seores nuestros, Don Carlos y Doa Isabel, en esta ciudad, en una epstola a doce de mayo, describe a Sevilla. Pero aunque, en las cosas que dice, trate verdad, es tan diferente el tiempo de entonces al de ahora, en cuarenta y cinco aos que han pasado, y est la ciudad tan de otra manera, han crecido los edificios tan ricamente y los tratos han subido tanto, que se espantara el mesmo Navagero. Dejo ahora de averiguar la antigedad de Hispalis, que fuese Sevilla la vieja, que Itlica, que Constancia Oser; quin fueron los primeros fundadores, su nombre de ellos y della, el sitio, el muro y acrecentamiento dl. Solamente dir un poco del aire, sitio, grandeza y algunas particularidades que tiene.
El aire en Sevilla es caliente y hmido en primero grado a respecto de Crdoba y de los otros lugares de la frontera. Est Sevilla en treinta y siete grados y algunos minutos; llegada a la equinocial seis grados ms que Toledo y uno ms que Crdoba, y por eso es ms caliente naturalmente, y por accidentales causas; tambin porque le hiere el sol ms de derecho, por ser honda y baja, es llana y cercada de ro y pantanos, y tiene algunos terraplenos ms altos, que se hicieron de no buena tierra, tiene sus causas para ser hmida tambin. Fue en un tiempo ms caliente y hmida que ahora; porque se ha enmendado esto alzando las calles y empedrndolas, quitando los perpetuos lodos que tena en calles sombras, haciendo muchos aposentos, limpiando las puertas de la ciudad, desagundose las lagunas y pantanos, quitando los salidizos y todo lo que era causa de continas enfermedades y peste en esta ciudad hasta el ao de veinticuatro.
Est situada Sevilla a la mano siniestra del ro, como viene de Crdoba, y coge por all la puerta del Almenilla, de San J uan, de Goles, de Triana, del Arenal, el Postigo del Aceite, del Carbn, hasta la Torre del Oro, y aun ve la de J erez, que est a la vuelta, con la huerta del Alcoba, hasta la fuente de Caldern y el Postigo del Alczar; y por aqu es lo que ve el ro, dejando a la mano derecha el Aljarafe con Triana. Por la parte del nacimiento de el sol, va Tablada con los tres arroyos, Tagarete, Aritaa, Guadaira. Desde la puerta de la Carne, de Carmona, del Fosario, del Sol, de Crdoba, de Macarena, la puerta Nueva, que junta con el Almenilla, y haciendo de Sevilla tres lneas, hay unas partes ms calientes y hmidas que otras, como estas dos lneas que habemos hecho de Poniente y Oriente. Ir luego otra desde la Puerta de J erez hasta San Clemente, lo cual es negocio de mayor volumen. Esta mesma razn habr en las calles, segn ms o menos occidentales o orientales fueren. Tambin se debe mirar si estn abiertas o cerradas las calles, las casas o plazas, si son bajas o altas, a do tienen las ventanas, si hay anchuras de corrales, patios o miradores. Y si en algn lugar hay reparos para los daos del calor y la humidad, es aqu, donde la riqueza y abundancia, destreza y comodidad suplen y facilitan todo cuanto parece imposible.
Es toda Sevilla cercada de murallas altas, con sus barbacanas y rebellines a las puertas, que en algunas se han desbaratado, como en las de Macarena, de J erez, del Arenal y de Goles, que ahora es la Real.
Tiene veinticinco collaciones. Monasterios de frailes de todas rdenes, y de monjas, donde hay grande riqueza (y) bondad de vida. Edificios sealados. Cuidado extremado en el culto divino. Diligencia en el servicio de los beneficios. Cuentas de grandsimo nmero de misas, solemnidad de fiestas, infinitos jubileos, y en uno se hall los aos pasados nmero de cuarenta mil hombres y noventa mil mujeres, sin los nios, viejos y criados, que quedaran en casa. Continuacin de confesiones, devocin perpetua de Nuestra Seora y de los dems santos. Muchas cofradas de diversas insignias, donde clrigos, frailes y monjas, de noche y de da, se emplean en servir a Dios y aprovechar a su prjimo.
Si comenzamos del maravilloso templo de la iglesia mayor, con Santa Mara la Blanca y Santa Cruz, todo es de admiracin. Tras dello San Salvador, iglesia Colegial, donde hay cannigos; San Niculas, la Magdalena, San Isidro, San Ildefonso, San Bartolom, San Esteban, San Andrs, San Martn, San Miguel, San Vicente, que fue iglesia mayor en tiempos de godos, San Lorenzo, Omnium Sanctorum, San J uan de la Palma, San Pedro, Santa Catalina, Santiago el viejo, San Romn, San Marcos, Santa Marina, Santa Luca, San J ulin, San Gil. Los monasterios de frailes: De los dominicos se hallan cuatro dentro de la ciudad, San Pablo, el Colegio de Santo Toms, Regina, Montesin, y uno de fuera, que es Porta Coeli. Es de grande veneracin y edificio el de San Francisco, y tiene ya en su hbito el monasterio que se llama del Valle, La Merced, el Carmen y los de J ess. De monjas hay San Clemente, Santa Clara la Real, Nuestra Seora de Gracia, la Concepcin de San J uan de la Palma, la de San Miguel, la Encarnacin, el Socorro, Santa Paula, Santa Isabel, las Dueas, Santa Ins, San Leandro, Santa Mara de J ess, Madre de Dios, la Asuncin, de nuevo en la calle ancha de San Vicente, las Recogidas, las nias de la doctrina y algunos emparedamientos. Todo esto es dentro del cuerpo de la ciudad.
En Triana hay una iglesia de Santa Ana, rica y de grande vecindad, el monasterio de la Victoria, las Monjas de Consolacin, la iglesia de San J orge dentro del Castillo, el ro arriba el gran Monasterio de las Cuevas y, una legua de all, San Isidro extramuros, que est reducido a la orden de San J ernimo, edificado por Alonso Prez el Bueno y Doa Mara Coronel, progenitores de la Casa de Medina.
Estn cerca las ruinas de Sevilla la Vieja, donde est el anfiteatro, las termas y seales de una buena ciudad. De estotra parte del ro, est el Monasterio de San J ernimo, que ya dijimos, el hospital de San Lzaro, donde estn los enfermos recogidos y desde all pasan al monasterio de la Santsima Trinidad, que es a la Puerta del Sol. En el Prado de Santa J usta est San Benito, que solan llamar Santo Domingo de Silos; y San Agustn a la Puerta de Carmona, donde est el devotsimo crucifijo. Detrs de la Huerta del Rey, Santo Domingo de Porta Celi, que es de dominicos, y adelante el barrio de San Bernardo, que dicen haber sido el cementerio de Sevilla, donde ha pocos aos que se hallaron dos sepulcros de dos seoras cristianas, que parece haber ms de mil aos que fueron enterradas all, dichas, Paula y Cerbella en memoria de la antigua cristiandad de Sevilla, y fuera de llamarlas clarissimae foeminae, que son muy ilustres, se intitulan siervas de Cristo; parecen del tiempo de San Leandro, arzobispo desta ciudad. A la Puerta de Crdoba est la ermita de nuestras protectoras y patronas de Sevilla, Santa J usta y Rufina, y encima de la puerta, la crcel y torre do estuvo preso y fue martirizado el santo Rey Hermenegildo, porque no quiso ser arriano; lo cual tengo particularmente escrito, para exhortar a los vecinos de Sevilla al culto de su patrn. Es notable la devocin del Prado de Santa J usta, y la estacin de la cruz con su humilladero y ermita en la Calzada, que adornan los arcos y caos del agua que dijimos venir de Alcal de Guadaira. En el campo de Tablada est la ermita del bienaventurado San Sebastin, que es capilla de la Iglesia Mayor. Y, en Triana, Nuestra Seora de los Remedios.
Fuera desto hay encomiendas: de Santiago en Santiago de los Caballeros; de San J uan, en San J uan de Acre; de Calatrava, en San Benito, a la Puerta del Almenilla; otra, en San Antonio, otra, en el Spiritu Santo, en Triana.
Hay colegios: para estudiar Gramtica, San Miguel; para Artes y Teologa religiosos, el de Santo Toms; y hay Colegio de Santa Mara de J ess, Universidad de Sevilla, y otro en los de J ess, la doctrina de los nios y otros estudios particulares.
Fuera desto, hay ms de setenta hospitales, donde acogen pobres, y en que hay rentas para hacer fiestas a santos, y cantar misas y aniversarios por las nimas de los difuntos. Hay algunos sealadamente, donde se ejercitan las obras de misericordia con los enfermos: el del Amor de Dios, del Cardenal, de las Bubas, de los Desamparados, de la Caridad, de las Tablas y de las Cinco Plagas, el grande que instituy el Marqus de Tarifa que fue a J erusaln; y la Casa que llaman de los locos. Decir los edificios, las rentas, los sacrificios, las limosnas, las fiestas y cuanto en todas estas casas tan devotas se hace sera libro en demasa excelente, donde tendra grande parte el Hospital de la Misericordia, que no hay ao que no saca cien doncellas pobres, con sus ajuares, los cuales se representan cada un ao en la Iglesia Mayor, jueves y viernes santo; y tras de esto la Capilla de las Doncellas y la del Obispo de Escalas y su alhol.
No hay parroquia que no tenga su cofrada del Santsimo Sacramento, que con su palio y cera acuden siempre a acompaarlo cuantas veces sale fuera de la iglesia.
Dicho habemos de los lugares pblicos devotos; otros hay para negocios de Repblica y justicia, los Cabildos, los juzgados y audiencias, crceles. Luego, los servicios de toda la ciudad, que son carnicera, pescadera, matadero, edificios que tienen mucho que ver. Las boticas, las tiendas de todos los oficios, atahonas, o molinos de pan sin agua, ms de mil bodegas y tabernas sin nmero, molinos de aceite, para comer y para medicinas, almacenes de aceite, de miel, de cera de cueros de pastel, de cuantas cosas ha menester la vida humana. Hornos de pan, de vidrio, de barro y, de fuera de la ciudad, de teja, de ladrillo, de cal. Hay casa de armas y municin. Hallronse para la entrada de Su Majestad ms de ochocientas piezas de bronzo y algunas de hierro. Hay Casa de Contratacin, de la Moneda, adonde en barras y en labrado es grande la suma de los millones de ducados que, de cuarenta aos a esta parte ha sido registrada y labrada. Hay, para servicio desta ciudad, calles infinitas de oficiales. La Plaza de San Francisco, para la justicia; la Alcaicera para los paos, sedas, plata, oro, perlas y piedras preciosas, lienzo, telas de oro y brocados, todo debajo de sus puertas y alcaide. La calle de Gnova para calzas, jubones y libros. La de Castro, para lancera y todo herraje. La de la Mar, para sombrerera y ballestera. Las gradas, para almonedas, plateros, bancos y boneteros de lana, de pao y seda, y para el calzado. La calle de Francos para cuantos regalos hay de vidros, brinquios, adobos de diversos olores, mercera y todo el ornato que las mujeres inventaron, con la chapinera cerca, y la ropera, donde hay cuantas ropas quisieren hechas; y la calle de Escobas para lencera. La Carpintera y Cerrajera ella se lo dice, con la de la Sierpe para los oficiales de madera, hierro, acero, dorados y armas. Y gran nmero de molinos de yeso, que es muy grande provisin. Y as, desta suerte, las plazas son muchas y grandes: la de San Francisco, con su fuente, Audiencia, Cabildo, Tribunales y San Francisco. La plaza o barrio del Duque de Medina, la de las casas viejas a San Vicente, la de San Lorenzo, la Laguna, que es ms capaz de gente que cuantas habemos dicho, que por una extraa ventura se hizo tan ancha. La Feria, que cerca la iglesia de Omnium Sanctorum; la de don Pero Ponce, la de Santa Catalina y casas del Duque de Arcos, la del Marqus de Tarifa y de don Pedro Puerto Carrero, la de Santa Mara la Blanca, la del Cardenal y la de San Leandro; la del Alfalfa, donde est la calle de la Caza; y luego la plaza de arriba y de abajo y cementerio donde se representa un bosque, una huerta, una isla de la Madera, unas despensas riqusimas de cuanto se puede imaginar de carne, caza, pescado, conservas, frutas verdes y secas, agro, dulce, pan y las golosinas que todos cuantos truhanes hay imaginan en sus comedias. Hay casas ricamente labradas, casi todas ya con mrmoles, y altas, de tres, cuatro y cinco suelos, que en los tiempos pasados eran de uno. Hay pocas casas sin pozo y patio; muchas con fuentes dentro, y a la puerta. Hay muchos jardines y huertas dentro de los muros; aunque se van deshaciendo las huertas y labrndose buenas casas. Fue grande el nimo del que le dio la cerca tan grande, que no se le ha aadido alguna ms, sino en hacer arrabales, y ser la Iglesia Mayor tan grande, que parece haberse fundado para estos tiempos.
Esta ciudad tan hermosa, tan rica, tan noble, tan leal a sus reyes, tan devota de S. M. demanda, que si queremos decir algo, callemos, pues nos dicen los extranjeros que la alabamos poco y la encarecemos menos de lo que merece, y para llamarnos cortos, se suben a la torre de la Iglesia Mayor, y representando aquel ro y aquel campo y aquel pueblo en medio, dicen que todo cuanto tiene Sevilla es grande. Fortifica esto la comn aprobacin y refrn antiguo A quien Dios quiso bien, en Sevilla le dio de comer. Es otra parte del mundo compuesta de lo mejor que las otras tienen. Donde hay tantos grandes seores, caballeros, letrados, mercaderes y gente rica, donde el comn vestido de todos representa una corte natural, y de asiento, con excelencia de artes, con claridad de ingenios. Con sitio de tierra, con salud y templanza de aires, con serenidad de cielo, donde pocas veces o nunca se esconde el sol; y si hay calores en ella, que los de Castilla tienen por excesivos, hay casas fresqusimas y grandes en que repararse de todo ello. Sabalo esto el rey catlico Don Fernando el quinto, cuando deca que el verano se haba de pasar en Sevilla y el invierno en Burgos, por haber reparos en cada una para los golpes del contrario. Ninguna cosa que haya menester la naturaleza, falta en esta ciudad y su tierra. Cuanto puede imaginar el apetito, desear el regalo, inventar la gula, demandar la salud y apetecer la enfermedad, se representa por agua y por tierra, puesta como dijimos en medio del Occidente y Oriente, con abundancia de sabrosas aguas, con hermosura de bosques, facilidad de cumbres y montaas, en que la fertilidad, la riqueza, la sanidad, tienen asiento. Qu podr imaginar el avariento, qu desear el falto, qu se le antojar al enfermo, que no se halle fcilmente en esta ciudad? En qu parte se han visto ms metales? Dnde ms artfices para labrarlos? Dnde ms abundancia de perlas y piedras preciosas? Dnde ms especera, ms drogas? De aqu se provee todo el mundo de vino, aceite, miel, lana, lino y de cuanta fruta en el Aljarafe y Lope se hace. Qu diremos de las minas, pesqueras, salinas caleras, canteras y todo cuanto hay en toda su tierra, que viene a registrarse en esta Casa de Aduana? Que para parecer grande de veras Sevilla, no hay ms que saber en qu precio estn las rentas del Almojarifazgo. No hay hora del da que no entre provisin de todos los tiempos del ao por las puertas, ni hay puerta, por apartada que sea del comercio, que no tenga grande trato y particular en su especie. No deca mal el que afirmaba que entraban en Sevilla seis ros caudales de oro, aceite, vino, leche, miel y el de los Caos de Carmona, dndole a cada uno su puerta.
EL SEGUNDO ARCO
Sevilla, pues, como humilde sierva de su Rey, que a ella vena, se le presentaba en la forma que diremos ahora. Porque estaba en hbito de una matrona honestsima; la ropa que le cubra el cuerpo todo era de un tornasol azul claro, y un volante ceido como manto amarillo claro, oscurecido en rojo. Estaban las ropas labradas ricamente, con el calzado honesto. Toda su composicin modesta, la cabeza torreada, los cabellos apretados con un tafetn verde, con girasol, encarnado; en la mano izquierda, la torre de la iglesia mayor de la ciudad, por ser todo su cuidado la religin, y en los pechos un joyel donde paresca el retrato de Nuestra Seora del Antigua, que es la ms antigua devocin de Nuestra Seora. Est en una pared, que de antes que el Rey Santo don Fernando tomase a Sevilla estaba pintada; y los moros procuraban deshacerla y jams podan, hasta que vino el tiempo que se gan esta ciudad, y el rey mand hacer all un altar y capilla, la cual se ha ido adornando con muchas lmparas de plata y ricos ornamentos; y tiene servicio de sacrista por s. Sevilla, dems desto, mostraba sus pechos abiertos y el corazn partido, y en ambas partes dl, el nombre de PHILIPPVS, con letras de oro, sealando a l con la mano derecha, humillada con una gran reverencia, inclinado el cuerpo y el rostro suavemente humilde y alegre, mirando a Su Majestad que entraba. Haba unos versos en el pedestal, que decan:
SEVILLA
Ingredere o fausto mihi rex, o sidere felix Fernandi auspiciis numinibusque meis. Diuitia viles mihi sunt prae Regis amore, Accipe cor famulae, sum tua, viuo tibi.
Entra, Rey para m dichoso, con prspera estrella, con los buenos sucesos de Fernando y con los santos que me favorecen. Tengo en poco las riquezas, en comparacin del amor del rey. Recibe el corazn de tu criada; soy tuya y vivo en tu servicio.
Entra Filipe felice, goza alegre la ventura del Santo Rey, que procura do nadie vive infelice, tener tu silla segura. Rica soy y poderosa, pero todo mi valor tengo en menos que tu amor. Toma, Rey, la mejor cosa de que puedes ser seor.
Ofreca a Su Majestad el corazn, que es lo ms que puede dar el hombre. Y as tena, a los pies, un cuerno de la Copia, con grande multitud de frutas, que se derramaban por el suelo y, entre ellos, piezas de oro, y moneda labrada.
VICTORIA
De la otra banda, estaba otra figura de la Victoria, armada la cabeza de una celada y hermosas plumas, con unas armas antiguas que eran una coraza moldeada, que reluca con oro. Los brazos mostraban unas mangas de malla. La ropa volante, que sala debajo de las armas, era encarnada, retocada en violado, y un tafetn amarillo, desde el hombro a la cintura; con la mano izquierda presentaba una corona triunfal de laurel verde y con sus frutos, y en medio unas letras: DE TVRCIS. Declarando la corona que le promete a Su Majestad en estos aos que el Turco sucesor de Solimano ha quebrado con los venecianos, y estn los negocios de la cristiandad en buen punto. En la otra mano mostraba dos llaves doradas. Esta figura tena alas, hermosamente retocadas de lo negro con sus realces de oro, que muestra el guila. Entre la coraza y la basquia, tena una ropeta azul y blanca entremetida. Solan los romanos esculpir la Victoria de esta manera en sus monedas, encima de tierra o de popas de naos; otras en manos de figuras.
VICTORIA
Hispalis obsequio atque fide, quibus inclyta semper Viuit, ero felix Diue Philippe tibi Omnes claues populorum. Martisque coronas Spondeo, ab aeterno Hispalis officio.
Poderoso Felipe, a ti ser prspera, con la obediencia y lealtad de Sevilla, en que vive siempre sealada; yo te prometo las llaves todas de los pueblos y todas las coronas de la guerra, por el servicio que te hace Sevilla.
En nombre desta ciudad, que tan leal os ha sido, que sin fin ha obedecido a la real majestad, alto Rey esclarecido, Estas llaves de Sevilla os ofrezco, do se encierra todo el valor de la tierra, con que ganaris la silla, y coronas de la guerra.
(Las coronas de Marte, o de la guerra, eran: la triunfal, de laurel; la obsidional, de grama; la cvica, de encina; la mural y castrense y naval de oro, con diversas formas).
Entre estas dos figuras se haca el otro arco, y desde el primero al postrero, que es ste, haba ochenta varas de largo y treinta de ancho, que formaban un hermoso espacio. El arco era de obra drica, adornado de esta manera para aprovecharse de las dos torres, de la muralla la una, y la otra de madera. Las figuras de Sevilla y la Victoria venan entre dos columnas dricas, sobre sus pedestales, con los versos que dijimos y, sobre cada una, la cornija y pedestal para los santos que luego diremos. Entre estas dos torres venan dos columnas de cada lado, redondas de una parte y otra con sus estras, sobre las cuales asent su arquitrabe, friso y cornija, que venan a igualar con las torres, y sobre stas mova un arco grande y hermoso, que se pareca sobre todos los muros y edificios cercanos, que tena de dimetro veinte y cinco pies; y sobre este arco corra otra cornija y un frontispicio con las figuras que se determinaron para que se representase la mesma persona de Sevilla con sus santos, que los antiguos llamaban tutelares, y nosotros, patrones de la ciudad. Tena el arco de alto sesenta pies hasta la cornija del frontispicio. Sobre la torre que estaba antigua, ya blanca, haba un pedestal, en que se puso una figura del bienaventurado arzobispo de Sevilla, San Leandro, puestas las manos como rogando a Dios que la venida de Su Majestad fuese dichossima para l y para sus vasallos, que con tanto amor lo aguardaban. En la otra torre estaba otro pedestal con San Isidro, Doctor de las Espaas y sucesor de San Leandro, de la misma postura, con sus mitras, bculos y sus capas ricas de brocado. Fueron ambos hermanos, y hijos del Duque de Cartagena, Severiano y Turtura, de la noble sangre de los godos. Su hermana Teodosia estaba casada con Leovigildo, cuyo hijo fue San Hermenegildo. En las enjutas del arco hacia el campo, haba dos figuras de bronzo, la una el Santo Hermenegildo Mrtir, Rey de Espaa, con la cabeza partida con un hacha y sus rayos de la gloria que tena, puestas las manos hacia el cielo, y una palabra que deca: PERFICE. De la otra banda estaba el rey catlico Recaredo, su hermano, mirando atentamente con mucha piedad, y otra palabra que deca: AUDIO. Significan ambas el principio que dio el santo hermano mrtir contra los arrianos, y le dice Acbalo, y el fin que dio Recaredo a la mala secta, respondiendo yolo. Ayudndole San Isidro y los santos prelados de aquel tiempo, cuando se juntaron en el Concilio Toletano setenta y dos prelados, que fue en el ao dcimo de su reinado y en el de Nuestro Redentor de quinientos y setenta y seis. Los arzobispos que se hallaron fueron Eladio de Toledo, Leandro de Sevilla, Mansonio de Mrida, Arsenio de Tarragona, Magicio de Narbona, Parchado de Braga.
En lo ms alto se mostraba el rey Don Fernando el Santo sentado, armado, con la espada en la mano y una bola limpia en la otra y su ropa de capitn y corona; miraba alegremente al descendiente, que entraba en la ciudad, que tan poderosamente haba ganado. A los lados del tabernculo tena la fe, con un cliz y una cruz, y la justicia, con sus insignias de espada y peso. Letras para todos estos santos y virtudes no se pusieron, por estar en alto y la brevedad. Bajando a la entrada de este arco, entre las columnas, estaban hechos dos altares, y encima de cada uno una de las santas que tenemos por patronas de la ciudad, las cuales fueron martirizadas en Sevilla por el pretor Diogeniano, cuyo martirio tengo escrito en verso latino y castellano, porque es justo que, habiendo dado Dios a Sevilla estas santas por patronas della, y declaradas por visin al santo obispo de Len, Alvito (cuando vino por el cuerpo del Santo Isidro, Doctor de las Espaas, el ao del seor de mil y sesenta y tres) todos traten en honrarlos con las partes de ingenio que tienen.
Eran de la grandeza de las otras figuras, vestidas a la antigua de ropas hermosas y convenientes a sus personas. Santa J usta estaba a la mano derecha, en la una mano tena una palma y en la otra un vaso lleno de aceite, con unas letras que decan CLEMENTIA, y unos versos en el pedestal, que era el altar.
Hispalis en fidum populum fidumque senatum, Felici aduentu gaudet uterque tuo. Vt seruire queat, sis clementissimus illi, Et meus et tuus est. Rex bone vtrique faue.
Mira el pueblo leal de tu Sevilla, y el senado leal, que hoy te espera, con tu venida, y nueva maravilla su alma goza siempre la primera. Declara tu clemencia en recebilla, porque pueda servirte toda entera. Buen Rey, al uno y otro favorece, por mo y tuyo cada cual se ofrece.
Mira, Seor, el Senado y pueblo vuestro que os mira, que justamente se admira, y goza de haber mirado lo que tanto ha que sospira. Para que os pueda servir usa de real clemencia que, aunque a mi me da obediencia, a vos toca ahora regir vuestro reino con prudencia.
De la otra banda, entre las dos columnas que tenemos dicho, estaba Santa Rufina, con otro vaso, y era de vino, y en l esta letra: LAETICIA, alegra.
Hispalis ecce tuo aduentis, aut laeta frequenteis Clamores tollit, suspicit aut Dominum, Illos ex hilara Rex, clementissimus intra Vrbem, quae semper laeta fidem coluit.
Mira que con tu prspera venida alza la voz Sevilla alegre en verte, o con slo mirarte detenida gasta toda su vida en entenderte. Alegra, Rey, a quien es tan rendida para sacrificarse en toda suerte; ntrate en la ciudad regocijado, pues pone en te servir slo el cuidado.
Sevilla, claro Seor, para mostrar su alegra, clamores al cielo enva, agradeciendo el favor, que Dios le hace este da. Ayudadle Vos tambin, y entr con bien en Sevilla a sentaros en la silla do nunca se sent quien no mereciese cubrilla.
Desde all, entraban a una grande capilla, que se haca, aderezada de paos de carmes, y un altar en la frontera, con un dosel de brocado. No fue pequeo trabajo hacer cuadrado este espacio en tan breve tiempo, quitando una casa que estaba all, y muralla fortsima, que se rompi y limpi todo brevemente, levantando las paredes de ambas partes y encalndolas; en las cuales se pensaban pintar otras figuras, que fuesen las ms sustanciales, y juntas a la puerta, pero hbose de cubrir prestamente de seda, ya que falt lugar para ms invencin. A la mano derecha estaba la puerta, que ya llamamos Real, dorados los clavos y cuanto hierro tena, as mismo las armas reales, acompaadas de virtudes, que se pintaron en las enjutas, y abajo una inscripcin de letras romanas:
D. PHILIPPO II, HISPAN. REG. FIDEI DEFENSORI OB FELICEM IN HANC VRBEM ADVENTVM, ANNO SERVATORIS NOSTRI MDLXX. S. P. Q. H. PORTAM REGIAM D D.
El senado y pueblo de Sevilla dedic la Puerta real a don Felipe Segundo, Rey de las Espaas, defensor de la fe, por su bienaventurada venida a esta Sevilla, en el ao de nuestro Salvador de mil y quinientos y setenta.
Estaban a los lados dos insignias de su horscopo o nacimiento; El sol resplandeciente de oro y dos nios abrazados que eran Gminis, los dos hermanos Cstor y Plux, en cuyo sino Su Majestad naci.
Ya toda la gente y caballera haba pasado la calzada de los dos arcos, cuando los veinticuatro, regidores y jurados, entre los cuales haban repartido el palio y sus veinticuatro varas, que eran plateadas y l todo limpio sin alguna labor, de tela de oro frisada, con sus goteras y azanefas de lo mesmo cerraron las puertas esperando a Su Majestad, que vena al medio de la calzada, volviendo sus reales ojos a las figuras, que como vasallos suyos se le presentaban en el mejor ornato que podan, con alegra en rostro y ropas, y fertilidad en manos y pies sealadamente. Llegaron a l Melchior Maldonado y Don Francisco Manuel, veinticuatros, Gaspar Zunres y Hernn Prez, jurados, haciendo saber a Su Majestad que los Reyes pasados, de gloriosa memoria, haban consentido que Sevilla levantase dos mazas de plata, con el sello y armas de la ciudad, que delante el regimiento se llevasen para honra de aquella su ciudad, y representacin de lo que aquel senado vala por la merced de los Reyes, que Su Majestad tuviese por bien de consentir que los llevase la ciudad en aquel solemne recibimiento. Respondiseles que el caballerizo mayor les dira lo que se deba hacer y as se recogieron adonde estaba el palio. El Asistente, el Duque de Arcos y los dems regidores, vestidos como arriba dije, estaban a pie, puestos en orden, los ms antiguos primero. Llegando Su Majestad con su caballo cerca del altar, que sobre una peana alta estaba armado, sali el Asistente, don Fernando Carrillo, adelante y, con grande cortesa y buenas razones, dijo que Sevilla suplicaba a Su Majestad jurase los privilegios, buenos usos y costumbres que tena, y por sus antecesores los reyes de buena memoria le haban sido guardados, y principalmente por el invictsimo emperador Don Carlos Quinto, su felicsimo padre. Respondi Su Majestad con muy alegre semblante: Plceme de muy buena voluntad porque lo merece Sevilla. Y luego lleg Tom Snchez Doria, teniente del escribano de Cabildo, con un libro misal encima de una fuente abierto, y sobre l una cruz de esmeraldas dorada, y le tom el juramento, que se suele proponer en forma, y todo lo jur Su Majestad teniendo la mano puesta sobre la cruz. Esta es una solemnidad en que se verifica la benignidad de los reyes que Dios nos ha dado, que llevan tan alegremente la costumbre de las ciudades, aborresciendo el odioso nombre de los tiranos, que muy apartados estn destos comedimientos.
Acabado esto se dio principio a muchos gneros de msica, que sobre los muros a un tiempo declaraban la merced que Su Majestad haca a Sevilla. Y el Asistente le present las llaves de oro, que tena aparejadas en la mano en seal de la nueva posesin de la ciudad, y abierta con grande estruendo de la msica, y deseo de los que aguardaban, tanto haba, ver a su Rey, se entr debajo del palio, que alzaron el Asistente, el Duque de Arcos, que en aquel da se mostr verdadero vecino de Sevilla y agradable servidor de Su Majestad. Renovse con esto la solemnidad por la msica de menestriles altos, trompetas y atabales. Iba su Majestad debajo del palio, los regidores a los lados llevando con grande reverencia las varas, y delante el Prior don Antonio, con el estoque desnudo sobre el hombro. Ya estaban por l avisados los de las mazas, que las llevasen sobre el brazo algo inclinadas a la parte de fuera. Seguan el palio bien cerca los Serensimos Prncipes, yendo el mayor en medio del Cardenal y el menor. Iban luego la guarda de los archeros. Con esta orden entraron por la Puerta de Goles, que entonces cobr el nombre de Real, como se dice de una puerta de Anvers, que en acabndose de hacer entr el Emperador por ella, y se llam desde entonces Cesrea, y fue el ao de mil y quinientos y cuarenta y cinco. Entrando S. M. por la Puerta Real se renov la salva, que estaba en el Altozano, y en acabando de disparar, le respondieron las naos, y las piezas que estaban en la banda de Triana, y luego las de la Torre del Oro.
En ningn tiempo ha tenido esta ciudad tan general alegra, ni la ha mostrado con tan grandes seales de contento, porque toda Sevilla estaba repartida en un crculo de lugar, que rodeaba por la ciudad en aquellas calles que estaban sealadas y el Ro. Y, como luego se ofreca la calle de las Armas, que fue la primera, que paresci con aquel descanso del espacio ancho, que tiene delante, mostrse, al abrir de las puertas, una hermosa presencia de calle toda adornada de brocados, telas de oro y plata, seda mucha de diferentes colores y guarniciones riqusimas, que en ella no haba un tapiz por muy rica estofa que tuviese. Estaban abiertas infinitas ventanas en las paredes, y muchas puertas nuevamente hechas, las cuales estaban (despus de bien toldadas) llenas de muchas damas aderezadas tan bien, que pusieron espanto, fuera de las seoras, que en hermosura y riqueza se mostraban liberalmente. Y tinese por una cuenta fcil haber costado sola la vista de las ventanas, puertas y miradores ms de doce mil ducados. Encarecer yo la hermosura de las que haba para llevar ventaja a las otras tierras, no se me sufrir, por ser mi patria Sevilla, pero el aderezo en todas comn y igual, no pudo dejar de mover admiracin. Porque cuatro cosas se tuvieron a maravilla a aquellos tiempos, en esta ciudad: La muchedumbre de la gente fue una, y que ninguna pareciese de aldea, ni menos que bien vestida, y que los vestidos eran los que comnmente usan sin haber Corte; y toda est repartida por las azoteas, ventanas, tejados, puertas y plazas, tan apretada y tan junta, que no haba lugar para ms. El vestido en las mujeres tan honesto y tan bizarro, ellas tan galanas y tan modestas, de las cuales quiero advertir una sola cosa: que si algunas fueron liberales en mostrarse por ver a Su Majestad y los cortesanos, fueron tantas las que blasfemaron de la soltura dstas, que en cierta manera quisiera que las que son hermosas no fueran por entonces tan graves y avarientas por ganar la palma de hermosura, como de riqueza, que cierto hay personas tan hermosas, que pretenden ms salir con el intento de favorecer poco que ganar mucho loor, cuando sean vistas, y las que se humillaron a Su Majestad hallaron en l aquel real acogimiento que esperaban, quitndose el chapeo algunas veces, salindose un poco del palio.
El ornato de las calles era riqusimo, y bien dispuesto, porque ya todos tienen en sus casas salas aderezadas de muchas maneras de costosas redes, sedas y de cueros, que con la pintura suplen el no ser de telas de oro, donde la obra sobrepuja a la materia.
Y lo cuarto fue la entrada del Ro, que fue tan acertada en darse entrada a S. M. por tan buena parte, que no torciese ms de una calle para ir a palacio, y las calles fuesen tan anchas y con dos plazas en que se reparase la multitud de la gente, que por todas las bocas de las otras calles trabajaba por tomar buen lugar, y el bueno era ver a Su Majestad. Al medio de la Calle de las Armas, mand al Duque de Arcos dejase la vara del palio, y tomase caballo, lo cual hizo mudando la ropa en su capa negra, yndose con los otros grandes.
Estaban en la ciudad, antes que S. M. viniese, los que eran vecinos de Sevilla: el Duque de Arcos, el Duque de Medina Sidonia, el Marqus del Algaba, el Conde de Olivares, don Fernando Enrquez, sucesor del Duque de Alcal. Los prelados que vinieron con S. M. fueron: El Nuncio; don Fray Bernardo de Frezneda, Confesor de S. M. y Obispo de Cuenca; el Obispo de Cdiz. Los grandes que iban, de ms de los dichos, en este alegre recibimiento y que vinieron con la corte, fueron el Prncipe Ruy Gmes de Silva, el Prior Don Antonio, el Duque de Feria, el Duque de Njara, el Marqus de Mondjar, el Marqus de Aguilar, el Conde de Chinchn, mayordomo; el Conde de Buenda, de la cmara; y ms el Conde de Cifuentes, el Conde de Fuensalida, el Marqus de Velada, el Marqus de Cerralbo; embajadores: Dietristn, ayo de los serensimos prncipes y embajador del Emperador. El del rey de Francia y el de Portugal, el de Venecia y de otras seoras de Italia. Presidentes haba el Ilustrsimo Cardenal, el de rdenes, el de Italia, y algunos oidores del Consejo de Cmara, y de Inquisicin, y del Consejo Real de Indias. Y caballeros de la Cmara, don Pedro Manuel, don Rodrigo de Mendoza, don Diego de Acua, don Alonso de Ziga. Vena tambin Miguel de Antona, a quien la ciudad (llegado Su Majestad al toldo) mand dar una librea de terciopelo morado forrada en tafetn blanco, toda chiada con pasamanos y franjones de oro, y una caperuza de la mesma seda y guarnicin, y un caballo morcillo guarnecido a la brida, de terciopelo morado y plata, para que fuese general alegra a cuerdos y locos.
Pas Su Majestad adelante, por la Plaza del Duque de Medina, y dio vuelta a la Calle de la Sierpe, que es una de las largas y ms acompaadas de oficios, y al cabo est la crcel nuevamente labrada por Sevilla, siendo asistente el Conde de Monteagudo, don Francisco Hurtado de Mendoza, de lo que hay una piedra con una inscripcin latina, que est puesta en el frontispicio la justicia y rematan los lados las figuras de la Fortaleza y Templanza. Llegado all Su Majestad, dieron las presas grandes gritos, pidiendo misericordia a su remedio, que por la puerta les pasaba; y de all se dio el orden, que despus hizo tan grande provecho en hombres y mujeres, que estaban por deudas y por causas criminales que no haba parte, y as de todo fueron sueltos hombres de ms de diez mil ducados de deudas lquidas por mil ducados que Su Majestad mand gastar all la vspera de la Pascua del Espritu Santo, que cierto fue milagro para muchos, que pensaban morir sin remedio en aquellas crceles, habiendo ms de un ao que estaban en aquella desesperacin, hasta que Dios les abri aquel nuevo resplandor para salir de aquellas tinieblas.
De all se sale a la Plaza de San Francisco, donde dijimos que est la Audiencia y casa del Regente, los asientos de los alcaldes y tenientes, y oficios de escribanos; la casa de Cabildo, con unos miradores de mrmoles para ver las fiestas que all se suelen hacer, donde estn pintadas las Armas Reales doradas, y sus Reyes de Armas que las tienen; est el juzgado de los Secutores, y luego el Monasterio grande de San Francisco. Ya estaban en la mesma plaza ms de cuatrocientos frailes de la mesma orden, sentados en sus escaos por orden, hecha una ancha calle, que recibieron a Su Majestad con devotas oraciones y bendiciones, proponiendo todos, ya que lo haban visto de rogar a Dios por su vida y prsperos sucesos, de que depende toda la cristiandad. Luego entr por la calle de Gnova, dejando a la mano izquierda la pila, que es hermoso incensario de una piedra blanca, despidiendo por de fuera mucha agua, por unos caos de bronce, que a trechos van puestos, saliendo de bocas de animales y esfinges de piedra artificiosamente hechas. El aderezo de la Calle de Gnova era de la mesma suerte, que en ninguna fiesta ha parecido tan rica ni tan desembarazada, por tener quitadas todas las compuertas, que sobre las puertas suelen tener.
LA IGLESIA MAYOR
Parescase la Iglesia Mayor, aquel suntuoso edificio, que es todo de piedra, alta y soberbiamente levantado, sin haber en todo l un madero que lo sustente, ni una teja que lo cubra, por ser todo de piedra, con anchos pilares cuadrados puestos por esquina. Tiene cinco naves, siendo la de enmedio, que corre de poniente a oriente, ms alta y con sus andenes de piedra por donde se puede ver toda. Las capillas son grandes, con sus rejas coloradas, y ahora se van mudando en doradas y de ms costa y arte, como en la Capilla del Obispo de Escalas. Tratar del coro, del altar mayor y retablo de las capillas de los Reyes, vieja y nueva, del Antigua y de la Sacrista djolo para obra particular, y lo que Su Majestad quiso ver y notar singularmente otro da. Cercan esta iglesia por las tres partes unas gradas altas, cercadas de mrmoles y cadenas. Aqu, en la Puerta del Perdn vieja, tenan aderezado a Su Majestad lo que se pudo, por la brevedad del tiempo, que ciertamente, aunque se pensaba que el estado eclesistico tuviera grandes aparatos para la demostracin de tanta alegra, mirndolo bien, faltaban muchas cosas que podan adornar aquel solemne recibimiento, porque vinindoles semejante ocasin a las manos, que pocas veces suele segundar, no era mucho salir de su paso ordinario mostrando la grandeza que de tal iglesia se pregona; pero el tiempo, que da a los de la ciudad, ocup a ellos, y la riqueza de los unos no hallaba disculpa en los otros, faltndoles comodidad para desenvolver lo que en ellas hay. Tambin hizo falta grandsima haber enviado la iglesia todo el aderezo del altar, plata y doseles, menestriles y cantores, con su maestro Francisco Guerrero, en servicio de su prelado, para traer a la serensima reina nuestra seora; y as todo fue para servir a Su Majestad.
Ordense en la Puerta del Perdn, que es la ms grande que tiene la iglesia, y que cae a poniente, enfrente del coro y altar mayor, un arco de verdura con flores y yerbas olorosas, ramos de cidras y naranjos, que cubran el arco de la mesma puerta, y por los lados se adornaba la mitad de la cantera y se hacan dos rdenes de ventanas -o ms verdaderamente nichios- en las cuales estuviesen de pies los msicos; haba, de la una parte, seis menestriles vestidos con ropas largas de raso azul, bordadas de oro y sombreros de lo mismo; y a la otra mano, siete msicos con vihuelas de arco, vestidos con ropas de raso carmes de la misma suerte, bordadas de oro y plata, y sombreros de lo propio, representando figuras antiguas. Todo lo dems de la puerta se adorn de doseles de brocado, y junto al pilar de la puerta, por de fuera, se puso un altar con su cruz y candeleros, y delante un sitial de brocado, con almohadas de lo mesmo y otras a los lados.
Ya Su Majestad sala de la calle de Gnova, cuando todas las dignidades, cannigos y racioneros de la iglesia mayor estaban vestidos con las capas ms ricas que haba en la iglesia, como salen en la procesin del da de Todos los Santos. El den sali vestido de preste, con una capa riqusima y el lignum crucis en las manos, en una cruz de oro engastado, y con grandsimo nmero de clrigos que acompaaban la procesin, y veinte y cinco cruces grandes de plata, doradas y esmaltadas, con velos ricos de todas las iglesias parroquiales de la ciudad; los culaes, como sean grandes y abultados con borlas de oro y seda pendientes, y bordadas muchas historias de sus santos al propsito de cada una iglesia, parescan hermosamente. Y la de la iglesia mayor, con sus dos cruces de aquella piedra preciosa colorada, y el velo ms rico. Llegados los clrigos y las cruces a la calle de Gnova quedaban los beneficiados en las gradas, donde parescan muy bien las sobrepellices blancas, las cruces y velos altos, las capas resplandescan con los bordados y oro que tenan, y en medio de la procesin diez y seis nios, los ocho cantando, y los otros ocho bailando, vestidos todos de raso carmes y turquesado, y sombreros de lo mismo bordados, todo lo ms era oro y plata con muchas franjas y antorchados por guarnicin, con bandas de tafetn blanco y borcegues colorados, que ligeramente revolvan por toda la procesin, regocijando con el canto y el baile, mezclado a buen tiempo los aires, y vista de tan gran solemnidad. Duraba esta procesin desde la Sacrista Mayor hasta que llegaba S. M. a la pila del hierro, y entrando por medio de las hileras de los clrigos, lleg a la puerta, donde se ape, y los que venan con l, y se hinc de rodillas delante del altar, y los serensimos Prncipes se pusieron a los lados algo inclinados. All se le tom el juramento de guardar las inmunidades y privilegios de la iglesia. A este punto sonaron de todas partes los instrumentos y voces de los msicos y cantores acordadas.
LOS FUEGOS
La Galera
Est en el fin desta calle ancha de gradas la torre que llaman del Aceite, entre la iglesia y San Miguel, donde en lo ms alto haba dos escudos de armas reales dorados, y en medio penda de una garrucha una galera de la grandeza que es un bergantn, levantada en buena proporcin en el aire; y al punto que Su Majestad lleg, sbitamente se comenz a abrasar la galera y, blandamente, a correr a unas partes y a otras la llama del fuego, haciendo un extrao sonido todo junto, comprehendiendo la materia aparejada para su violencia, peleando por salir todas de un golpe con una brava contienda, que entre las llamas y el humo se oa, y ms escureciendo el aire con la noche, que vena tambin a dar buena muestra de aquellos fuegos. En esta pelea, salen por las partes ms flacas unas grandes bolas ardiendo, que con grandsima ligereza volaban por diversas partes de aire, haciendo camino por donde jams lo hay, despidiendo de grande abundancia de rayos, que con admirable discordia venan furiosamente a dar en el suelo, estrellndose en medio de la gente (que ocupada tena su vista en ver a Su Majestad) y avisada con la braveza del fuego, se apartaba a diversos puestos, y no podan ser tantos, que los mismos rayos no los alcanzasen, cayendo algunas ollas enteras en el suelo, y aun una dio delante del caballo de Su Majestad, que ningn movimiento hizo, por estar enseado a las bravezas de las arremetidas y asaltos de campos y ciudades, o bstale llevar a quien tan poco se le da de cuantas maravillas se le presentan, tenindolo ya por visto mucho antes que los ojos lo gocen. Otros fuegos metidos en voladores iban buscando por la raridad del aire su compaa en la esfera del fuego, subiendo con tanta fuerza y dejndose tanto perder de vista, que los daban por asidos en la ltima regin, y al cabo se remataban en una pequea centella. Otros, revolvindose por entre lo ms cercano de la circunferencia de la torre, hacan revolver los ojos tantas veces al apacible fuego, que de cada uno nacan infinitos, volvindose en diversas figuras al tronar, al romper, al relampaguear, al deshacerse; porque, en tanto que los unos bajaban a tierra, otros suban al cielo, otros revoleaban desasogadamente por las partes colaterales. Salan algunos a un tiempo despedidos del vigor de la encendida plvora, derechamente, sin torcer a ninguna parte y a un comps por todos los lados iguales, con innumerables rieles de fuego, y continundose as acababan su resplandor en una delgada pirmide de centellas y humo, rematndose invisiblemente. Era tan grande el estruendo, que dentro de la galera andaba la batera, que daba el un costado al otro, la priesa del fuego que la abrasaba, con espesos estrallidos y la mucha luz que despeda, alumbrando todas las partes ms altas de la iglesia, que se crea no estar proveda de una vez de fuego y plvora, que la encendan y movan eternamente, sino que por algunos artificiosos ingenios la cebasen para que perpetuamente (sin un punto descansar) disparase, ardiese y reventase en llamas de tan espesos voladores, hasta que con unos recsimos truenos se vino a pacificar el estruendo y dar fin en unos tardos golpes, en unas amortiguadas luces, en un derramar a veces grande tropel de centellas, ennegrecindose las ms partes de donde salan, quedando un poco de fuego claro, que en breve tiempo volvi en ceniza la galera, quedando todo esparcido de muchas llamas y innumerables centellas, que poco a poco por su orden y donde les tomaba la voz del no poder ms, se fueron todas muriendo. Ya iba la procesin adelante cantando lo que suelen, que es el Te Deum laudamus, y el den se qued cerca de S. M. hasta llegar al altar mayor, que estaba riqusimamente adornado con el mejor frontal que hay en la iglesia, candeleros altos de extraa labor y dorados, con ocho blandones de plata y, como el retablo es altsimo, y coge la pared toda y lados, de figuras grandes y pequeas dorado todo, y estuviese la imagen de plata que es de Nuestra Seora con tanta claridad, y resplandeca mucho, estando las gradas del altar cubiertas de brocado, y desde las puertas de la capilla hasta ella otros doseles, y junto a ellas un sitial cubierto de un dosel con sus cojines de brocado, y al lado el cirio pascual que llaman, que es una pieza de notar, porque pesa ms de ochenta arrobas de cera, y est todo dorado y labrado.
Estaba la iglesia primero cerrada y regada, y despus que se abri dio muestra de fresca y olorosa; hincse de rodillas S. M. en donde estaba el dosel, y los serensimos Prncipes, y bes la cruz tocando los menestriles, hasta que el den dijo los versos y oracin que, en semejantes entradas, bendicen a los reyes y ruegan a Dios por la vida y prosperidad del que al presente lo es. Estando S. M. humillado, lleg uno de aquellos nios de los que iban bailando, y con la licencia que en tales regocijos se toma, le demand las espuelas, y alegando con lo que haba jurado le dijo: V. M. tiene perdidas las espuelas conforme a los estatutos de la iglesia. S. M. respondi que lo fuesen en buena hora, que l las enviara. No contento de esto, replicaba el nio; fuele mandado que l y sus compaeros acudiesen a palacio y as fueron satisfechos con una cantidad de reales que despus se les dio. Levantse S. M. y saliendo por la puerta de la iglesia, que est junto al Antigua, torn a tomar su caballo y entr debajo del palio, que despus de haberlo dejado a la puerta del Perdn, haban pasado los veinticuatro con l por lo que haba de gradas y el arco de San Miguel hasta aquella puerta donde estaba la nueva plaza, que haban desembarazado de los cantos, y da presencia al Alczar.
EL ALCZAR
La cual es de grande sitio y de mucha frescura, y como asiento para que los reyes no se desdeen de vivir en ella, porque aunque sea obra antigua, y se hayan mudado muchas partes, que estn a lo moderno, pero siempre quedaron sus entradas y traza de aposentos sin hacer nuevo edificio, porque aunque tiene, segn dicen, doce mil ducados de renta cada ao, consumanse en hacer otros alczares que hay en el reino, y as pueden ser sus hijas, y tambin no se tena pensamiento que S. M. la haba de ver en algn tiempo; y desta suerte, faltando la presencia del seor que da vida y ser a los edificios y siendo el que tan artificiosamente lo sabe disponer por nuevas y antiguas plataformas y monteas, que en Vitrubio se llaman Ichnografas, y Ortografas, no dudo yo que si en Sevilla estuviera la corte, no se pudiera hacer a menos costa y con ms hermosa vista el palacio, pues sobra campo y est acompaada de tantos jardines, huertas y prados, tiene tan buenas fuentes y tan perpetuas, tan admirable vista por todas partes abiertas, porque est en la mejor y ms sana regin de la ciudad junto a la iglesia mayor. Bala el oriente, est fuera de pantanos y de los vapores del ro, que ningn seoro tiene sobre ella, derrama su vista por ms de ocho leguas de campo hacia Carmona, goza de ms larga perspectiva en las Sierras Morena y la de Morn; no es el Aljarafe la menor de las vistas hermosas. Tiene siempre verde lo llano de Tablada y la tierra continuamente vestida para el pasto de los ganados que proveen esta ciudad; donde se ve ermitas, casas, puentes, torres, lugares, arroyos esparcidos por aquel extendido llano, no hay cosa que le pueda dar mal olor o la fatigue con la reverberacin del sol; vistala la marca del ro toda. Pudese salir por los muros encubiertamente hasta la Torre del Oro, que cae sobre el ro y armadas, que siempre lo acompaan. Est cercada de dos muros, uno hacia la iglesia mayor y otro por la huerta del Alcoba.
Tratar de sus patios, de sus aposentos, el crucero de los cuatro huertos debajo de tierra, que sobre fuertes pilares forrados de azulejos, los pretiles dan hermosa frescura junto a la sala que llamaban del Maestre. El cuarto de los jardines, el real, media naranja y el de las muecas, con el jardn del Prncipe, y el nuevo donde ahora pos Su Majestad, donde hay tantas piezas que se pierden en ellas, como en los Laberintos ms famosos de Egipto y Creta. Los mrmoles, la yesera con que estn forradas las paredes y arcos, toda la menudencia de los mosaicos y piezas de azulejos entapizadas. Los pilares preciossimos verdes de jaspe, en que estn muchas piedras engastadas naturalmente. La talla de las puertas, las labores moriscas, los jardines que estn entre la huerta del Alcoba y los aposentos nuevos, con grandes y espaciosos miradores, las leoneras que sola haber en tiempos de los Reyes Catlicos. De estotra parte, los aposentos que mand edificar el rey Don Pedro a la puerta de la Montera. No adorna poco aquella grande huerta del Alcoba, de sombras perpetuas de naranjos, donde est la justa que la sacra Majestad del Emperador don Carlos, nuestro seor, mand hacer y el gracioso edificio, que llaman Alcobilla, donde muy pocos pueden entrar sin que salgan burlados de los innumerables caos de agua que sbitamente saltan del mesmo suelo, donde menos se piensa. Han acaescido en esta huerta maravillosos casos, cavando tesoros, no sin rastros dellos y no menos que encantamentos semejantes a la Gruta de Hrcules en don Clarin he visto yo los pozos con ventanas y principios de aposentos por debajo de tierra; hanse hallado muchas urnas de cenizas, huesos y carbones, y una caja de piedra con la inscripcin de un Nerva y algunas cenizas de plata fina. Ha menester el alczar su descripcin particular.
LOS FUEGOS
El Dragn
Bien junto a ella llegaba S. M. ya que la noche oscureca, y traan por orden de la ciudad muchas hachas, cuando por el aire se oy un espantoso trueno, y tras dl, volviendo todos los ojos, se vieron muchas formas de relmpagos, rayos y tronadores, que de muy alto descendan por la parte que la torre hace una frente al Alczar, comenz a arder un dragn grandsimo, que con escamas verdes, las alas tendidas y la cola enroscada, arda bravamente, esparciendo por cima de todas aquellas casas de los vecinos grande copia de voladores, feneciendo cada uno su braveza en recio sonido. Era maravilla ver la braveza del dragn, que as entero, sin en algo deshacerse, despeda por la boca abundantemente fuego y rayos. Volvase a unas partes y a otras, dando diferentes muestras de furiosas arremetidas, hasta que unas ruedas que estaban sobre las alas se asieron en fuego y comenzaron a dar grandes vueltas con toda la velocidad que la vista humana puede alcanzar, aunque entrase en ella la fabulosa de Linceo, el Argonauta. Revolvindose unas sobre otras, y como estuviesen atados, y tan cerca, era una hermosa batalla la que el rechinar del uno formaba en el arder del otro, donde llamas y estruendo combatan, metindose unas por otras, acabndose con su mesma furia indignados en igual poder. Fue esto la causa de dar fin al dragn, porque ardindose por de dentro y calentndose por de fuera, comenz a parescer el fuego que dentro estaba, traslucindose los hijares con el resplandeciente trasflor de las llamas y fuego, que dentro estaba, y as sali con el mayor mpetu que se puede imaginar, buscando salida (por donde ms vencidas partes se hallaron) en los abrasados costados, y as, siendo el lugar ms alto que el de la galera pasada y ms despejado de edificios, y teniendo espaldas en la torre, y ms siendo oscuro, el aire hizo diferente muestra con mayor estruendo, y vista ms espantosa, porque no salan uno a uno los rayos, sino grandes espadaadas de fuego, que se esparca infinitamente por todas aquellas regiones areas, que comprendidas de la llama que el gran calor haba engendrado, hallaban suficiente fuerza y alimento para sustentarse y renovarse, corriendo ms ligeramente, y alumbrando con ms resplandor, pensando los que estaban subidos en los terrados y miradores cercanos que verdaderamente llova fuego, segn la continuacin de las ardientes llamas, el despedir de centellas, el romper de rayos por los aires rasgados, que furiosamente desmandados volaban por cima de los edificios, que sujetos estn a la soberbia y levantada torre; que aunque los ms tenan entendido, que era fuego artificial todo lo que vean, era tan demasiada y tan continua la fuerza de los cohetes, que por el aire quebraban con maravilloso estampido, que ya el artificio se les volva en espanto, el ingenio de la obra en ira de cielo, y as se confirm cuando se abrieron las entraas de la espantosa sierpe, que rompieron bolas ardiendo por las partes, que mayor lugar tuvieron semejantes a las balas que van a derribar fortsimos muros, y de cada una se multiplicaban tantos rayos, que en cayendo en el suelo, con asigurar las casas cercanas, ponan terrible temor en los de la plaza hacindoles lugar para que tocando en la tierra envueltas en polvo, diese fin a tanto pavor y braveza, que tan sin podella remediar iba arando todo aquel espacio que debajo tomaba con espesos ros de fuego, hasta que su mesmo poder lo acab y as en breve se deshizo aquel espanto, no apartada significacin y excelente presagio de la braveza del turco y enemigo universal de la cristiandad, que en tiempo de tan venturoso rey se debe acabar con sus mesmas llamas de soberbia, para levantar los muros y torre de J erusaln.
Desta manera lleg Su Majestad al Alczar, donde l y los Serensimos Prncipes fueron aposentados, por la buena disposicin del lugar, habiendo aquella noche muchas luminarias, as en la torre como en todas las partes altas de la iglesia. Estuvo la ciudad regocijada toda la noche con lumbres y msica, que declaran el lustre y alegra de Sevilla con la presencia de su deseado seor, el da felicsimo de los bienaventurados San Felipe y Santiago.
Laus Deo
Fue impreso en Sevilla, en casa de Alonso Escrivano, en la calle de la Sierpe. Acabse a veinte y nueve das del mes de Agosto. Ao de mil y quinientos y setenta.