Starobinski La Melancolía Ante El Espejo
Starobinski La Melancolía Ante El Espejo
Starobinski La Melancolía Ante El Espejo
La melancola en el espejo1
la melancola fue la compaera ntima de Baudelaire. En
LLas flores del mal,2 el poema liminar "Al lector" entro-
niza a la grotesca y repelente figura del Aburrimiento. El
posterior "Epgrafe para un libro condenado" es ms explcito
an:
Lector apacible y buclico,
Sombro e ingenuo hombre de bien,
Arroja este libro saturniano,
Orgistico y melanclico. s
Sin duda se haba vuelto difcil pronunciar en poesa el sus-
tantivo mismo, melancola, y el adjetivo melanclico, su descen-
diente directo: e ta palabras se haban erosionado. Demasiado
se les haba asociado a la contemplacin solitaria, en un paisaje
escarpado y ruino o. Las frmulas de la ternura trivial tam-
bin recurran a ella. En Cohetes, al final de un repertorio de
"caprichos de lengua" mimosos, se encuentra: ... "Mi pequeo
asno melanclico...
4
lo raramente Baudelaire emplear en
sus versos, y en el momento oportuno, esta palabra peligrosa.
(Es totalmente diferente en su prosa, en sus estudios de crtico,
en su correspondencia, donde no se requieren las mismas pre-
cauciones.)
Expresar la melancola sin pronunciar demasiado la palabra
melancola, obliga a recurrir a los sinnimos, a las equivalen-
cias, a las metforas. Ello constituye un desafo al trabajo po-
tico. Hay que realizar desplazamientos. Y en primer lugar en_
el orden lxico. La palabra spleen, proveniente del ingls, que
a su vez la haba formado a partir del griego (splen, el bazo,
asiento de la bilis negra, y por lo tanto de la melancola), de-
signa el mismo mal, pero a travs de un circunloquio que lo
convierte en una especie de intruso, a un tiempo elegante e
irritante. Los vocabularios franceses la haban acogido, antes
de que se introdujeran (casi como cmplices, como veremos)
I El pl'cst"nle ensal'O forma p<lrte del libro de Jean Starobinski La mlancolie
all miroir. TroiJ Ir((lIm dr Baudelaire, Julliard, Pars, 1989, p. 15-25.
2 Los lexlOS de Charles Baudelaire son citados en francs segn la edicin de
las Oruvm camplttts, texto establecido, presentado y anotado por Claude
Pichois. P:.ris. Gallimard. "Bibliotheque de la Pliade", 2 volmenes, 1975,
1976. (En adelal1le citados con la abreviatura de O. C.)
o. c., 1, P. (j la visin gene;"'1 expuesta por Pierre Dufouro "Las flOTes del
_al: diccionario de melancola". LitlraluTe, 72 (dic., 1988). p. 30-54.
O. c., 1, p. 660.
Tnduccin de Antonio Marquet
19
las palabras dandy y dandismo. El sitio del spleen, en las Flores,
es predominante: no figura en los versos, sino en los ttulos.
Los poemas intitulados "Spleen" -en la seccin primera:
"Spleen e Ideal"- sin prolUnciar el de la melancola,
pueden ser considerados como emblemas o blasones perifrsti-
(OS de sta. La expresan en otras palabras, en otras imgenes;
la alegorizan -y es difcil decidir si la alegora es el cuerpo o la
sombra de la melancola baudelairiana. A lo largo de este estu-
dio, ser indispensable volver a hablar de esto.
Desde sus primeros intentos poticos, Baudelaire saba mucho
de la melancola: la haba experimentado subjetivamente, y
conoca los recursos retricos e iconolgicos que una larga tra-
dicin haba empleado para interpretarla. Desde el poema que
se dirige a Sainte-Beuve, hacia 1843, Baudelaire demuestra su
aptitud a "beber", como lo dice en el mismo texto, "el eco
lejano de un libro". La evocacin de los "aburrimientos" de
los nios de colegio suscita una bellsima entrada en escena de
la Melancola alegorizada, y la referencia a La religiosa de Di-
derot alegoriza literariamente a la misma alegora: la figura
que se percibe es la de otra, ficticia, juventud cautiva, ex-
puesta a las peores sevicias tras los muros de un convento. El
colegio, el convento: dos aspectos de una misma melancola
claustral:
Era sobre todo en el verano cuando los plomos se
derretan,
Cuando esos grandes muros ennegrecidos de tristeza
abundaban, [...]
Temporada de ensoacin, en el que la Musa se
suspende
un da entero del badajo de una campana;
En el que la Melancola, a medioda, cuando todo
duerme,
Con el mentn en la mano, en el fondo del corredor,
El ojo ms negro y ms azul que el de la Religiosa
Cuya historia, dolorosa y obscena, es de todos conocida
-Arrastra un pie, agobiada por tormentos precoces,
y su frente humedecida an por las languideces de
sus noches.
5
'o O. c., 1, p. 207-208.
o
oc
"Con el mentn en la mano" (111.1), como sabemos, es la pose
emblemtica que han estudiado Panofsky, Saxl y sus continua-
dores,' en numeroslsimos textos. La hora de medioda es la
del demonio y la de la acedia exasperada. Es la hora en que
la luz aparentemente triunfante llama al asalto a su contrin-
cante; la hora en la que la extrema vigilancia prescrita a la
mente es sorprendida por la somnolencia. La lentitud, la pesa-
dez forman parte de los atributos ms constantes del personaje
melanclico, en caso de que ste no se encuentre en la inmovi-
lidad absoluta. En innumerables texts anteriores, el paso lento
es uno de los signos mayores del habitus melanclico. En el
poema de Baudelaire, el arrastrar el pie, al mismo tiempo que
renueva esta imagen tradicional, prueba tambin que el poeta
no ha olvidado los pies de Susana Simonin (la Religiosa de
Diderot) heridos por los pedazos de vidrio que sus perseguido-
res esparcieron a su paso... En cuanto a la campana, si bien
evoca la que se ve en el grabado de Durero, tambin prefigura
las que "saltan furiosamente" en el cuarto "Spleen".
Semejante a la herona de Diderot, la Melancola alegori-
zada por Baudelaire es joven: sus "tormentos" son "pre-
coces"; padece de "noches" lnguidas. Es pariente de las
"lesbianas" (la continuacin del poema es prueba evidente de
ello) de quienes Baudelaire pretendi ser el cantor; incluso
tena el proyecto de inscribirlas en la pgina de ttulo de su
coleccin; y no tiene ningn parecido, a primera vista, con las
personificaciones que encontramos en Dante, Alain Chartier o
en Carlos de OrIeans: la Melancola (o Marencola o Madre
Encola) les pareca como una mujer de edad, hostil, vestida de
negro, portadora de siniestras noticias. Tampoco tiene analo-
ga alguna con el ngel o la musa de la vida contemplativa, que
invoca el PenseTOSO de Milton. Pero en la figura que traza el
joven Baudelaire, algo ha quedado de esas encarnaciones ante-
riores, aunque slo sea el persistente nombre tipolgico y la
pausada gravedad.
En el pasado, la melancola alegorizada no animaba exclusi-
vamente figuras antropomorfas; tambin se inscriba en obje-
tos, en aspectos del mundo. Recordemos que para Carlos de
Orleans, es el "viento" fro del invierno, la "prisin Ddalo",
el "bosque" en donde se vive como eremita, el "Pozo pro-
fundo" en el que la "Sed de Confort" no logra
Ahora bien, en la serie de los textos estudiados que me gua,
este pozo anuncia de lejos el ro en el que, en As you like it, se
inclina y llora Jacques el melanclico, en una actitud parecida
a la de Narciso. El "Pozo de mi melancola", de Carlos de
Orleans, es tambin el "Pozo profundo" (a deep well) en el
que el rey Ricardo 11, en la tragedia de Shakespeare, compara
6 R. Klibansky. E. Panofsky and F. Saxl, Salurn and Mtla1lhol" Nelson,
1964. Ver Iambin: William S. Heckscher, "Melancholia (1541). An Essay in the
Rhetoric of Description by Joachim Camerarius", in joachif/l Call1trarius (1500-
15741 F.ssa'}S on 1M History 01 HumanSf/l during lhe RtIOT7llalion, Frank Baron,
m.. W.'ink Verlag. Mnchen, 1978, p. 32120; Maxime Praud, Mi/ancolits,
Herscher. Parls. 1982.
7 c. Jean Slarobinski. "La tinla de la melancola", La Nouve/le Revue
Fraru;aSt, XI (mano. 1963) p. 410-423. AIII se cita con mayor particularidad el
rondo "El po7.o profundo de mi melancoli;l" (n. CCCXXV de la edicin de
Pierre Champion: Carlos de Orlcans, Poisits, 2 vol., Champion, Pars, 1927, t.
11. p. 477).
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la corona a la que debe renunciar y en cuyo fondo, como un
balde pesado por el agua, se sumerge l mismo, henchido de
lgrimas; Ricardo 11, en esa misma escena, ordena que le lle-
ven un espejo, para leer en l las marcas de su pena antes de
8 '
quebrarlo.
Es el momento de recordar que la tradicin iconolgica de
la melancola le ha asociado en ocasiones el espejo, con la mi-
rada dirigida a la imagen reflejada. El hecho de que el espejo
haya sido un accesorio obligado de la coquetera y un em-
blema de la verdad no debe hacernos creer que por ello sea
menos adecuado, si se le coloca bajo los ojos del melanclico.
De esta multivalencia resulta una motivacin reforzada. La
coquetera, en el espejo de la verdad, es futilidad, reflejo pere-
cedero. Y no existe m.e1ancola ms "profunda" que la que
surge, frente al espejo, ahte la evidencia de la precariedad,
de la falta de profundidad, y de la Vanidad si'n recursos.
9
Lo saba el joven Baudelaire por la "biblioteca" a la que
estaba adosada su "cuna",1O por las "estampas" de las que ha-
ba estado enamorado?l! En todo caso, en el poema dirigido
a Sainte-Beuve, vienen dos escenas frente al espejo despus
de la aparicin de la Melancola personificada. Un espejo de
voluptuosidad solitaria, y un espejo de dolor igualmente solita-
rio. La Melancola apareca a la hora del medioda. Los
primeros espejos de Baudelaire pertenecen a las horas vispera-
les y nocturnas; son los oficiantes de un placer perverso:
-y luego venan las noches enfermizas, las no hes
febriles,
Que desprenden de su cuerpo la chicas enamorada,
y frente a los espejos, las obligan -e tril
voluptuosidad- a
Contemplar los frutos de su nubilidad- [... JI2
Como se sabe, estos versos reaparecern ligeramente modifi
cados en "Lesbos" (contemplar, sobre todo, ser suplantado
por: acariciar). Al dirigirse a Sainte-Beuve, Baudelaire, in
traduce, al parecer, la palabra "voluptuo dad" para evocar
mejor su lectura de "la historia de Amaury", y para con
fesar mejor la lectura de Voluptuosidad lo condujo a
examinarse a s mismo: rascar suplanta entonces a contemplar:
y frente al espejo he perfeccionado
El arte cruel que un demonio al nacer me dio,
-Del Dolor para hacer' una autntica voluptuosidad-,
h
'd 13
De ensangrentar su mal y de rascar su en a.
M Ri(ardo /l, acto IV. escena i.
!I Vase G. F. Hartlaub. Zauber des Spitgels. Gesehiehtt und Btdeutung dt! Spit-
gt/s in dtr Kunst, Mnchen, R. Piper, 1951. En particular p. 149-157. ef igual-
mente Har! Nibbrig. SpitgeLsehril', Frankfurt, Suhrkamp. 1987.
111 :I.a V07.... (J. e, 1, p. 170.
11 "El "i'tie". (J. e, l. p. 129.
12 (J. e, 1, p. 207.
o. e. l. p. 208. El Dolor, entidad alegorizada. forma parte de la escolta de
lo, Melancola. En su caso es su sustituto. ste permite distinguir una autntica y
una ,Isa melancola. Hgsippen Moreau "llor mucho por l mismo": pero
"no le guslilb<1 el dolor; no lo reconoca como un favor..... (O. C., l. p. 158 Y'
160).
eo
....
Otros enlOmas texlUale no aporlan pruebas de la asociacin
insisteme que Baudelaire lablece entre la melancola y el es-
pejo. Slo dar dos ejemplos, sin detenerme en ellos.
Una estrofa (versos 29 a 36), del "Surtidor" puede leerse
como la exposicin mu cal del tema:
Oh t, a quien la noche embellece,
Cun dulce es para m, inclinado hacia tus senos,
Escuchar la eterna queja
Que solloza en lo e tanques!
Luna, agua sonora, noche bendita,
rboles que os estremecis alrededor,
Vuestra melancola pura
Es 1
. d' 14
e espejo e mi amor.
El segundo testimonio es la famosa pgina de Cohetes, en
donde Baudelaire define su ideal de belleza, y la compo-
neme melanclica cuya presencia le parece necesaria. Cier-
tamente hubiera sido suficieme una simple alusin, si no
se hubiera tralado de recordar una "esttica de la desgracia"
(de la cual Pierre Jean Jouve, ms cerca de nosotros, se pro-
clamara heredero). Deseo, sin embargo, citar estas lneas,
porque en ellas escuchamos cmo se emre-lIaman la palabra
melancola y la palabra espejo, y porque, despus, me dejar
guiar por la conjuncin de estos dos trminos:
Yo no pretendo que la alegra no pueda asociarse con la
belleza, pero afirmo que la Alegra es uno de sus oma-
!' (J. 1:.. 1. p. 161.
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memos ms vulgares -miemras que la melancola es por
as decirlo su ilustre compaera, a tal punto que casi
no concibo (ser mi cerebro un espejo hechizado?) un
tipo de belleza donde no haya Desgracia. -Apoyado en
-otros diran: obsesionado por- esas ideas, se com-
prende que me seria difcil no sacar la conclusin de que
el ms perfecto tipo de belleza viril es Satans, -a la
manera de Milton.
ls
En las lneas que preceden al pasaje cilado, Baudelaire haba
analizado la ~ l l z que poda conferir mayor seduccin a un
rostro femenino: lambin existia como requisito una mezcla
"de voluptuosidad y de tristeza". Deseaba "una idea de
melancola, de fatiga, incluso de saciedad", y agregaba: "un
rostro de mujer es una provocacin tanto ms atractiva cuanto
que ese rostro es generalmente ms melanclico.,,16 Baude-
laire es conscieme, con seguridad, de todo el peligro de la
melancola. Y en lo que le seduce, saber leer "el reflujo de
amargura, proveniente de privacin o de desesperanza", o in-
cluso: "necesidades espirituales, ambiciones tenebrosamente
reprimidas."I? Para imerpretar esa represin, no es necesario
recurrir a Freud, sino al mismo Baudelaire, cuando habla de
"ese humor, histrico segn los mdicos; satnico, segn
quienes piensan un poco mejor que los mdicos... ,,18 La ambi-
valencia es complela: Baudelaire "cultiv" su "histeria con
placer y terror", pero desea "curarse de todo, de la miseria,
de la enfermedad y de la melancola. ,,19
S, ciertamente el "cerebro" de Baudelaire es un "espejo
hechizado". Ya que, a propsito de su definicin de Belleza,
no puede evitar la evocacin, en esa misma pgina, de "el
tipo ideal del Dandy". El dandismo tiene la belleza de un cre-
psculo enlutado. En El pintor de la vida moderna se lee (O. C.,
11, p. 712): "el dandismo es un sol en el crepsculo; como el
astro que declina, es soberbio, sin calor y lleno de melancola."
Ahora bien, el Dandy, cuya atencin se centra en el arreglo
personal y en la bsqueda de lo sublime personal, "debe vivir
ydormir frente a un espejo" (O. C., 1, p. 678). En La Fanfarlo,
al hacer el retrato de su hroe, Baudelaire escribe: "Si una
lgrima le naca en el rabillo del ojo con algn recuerdo, iba
a su espejo a mirarse llorar" (O. C., 1, p. 554). Samuel Cramer
se represenla la comedia del sentimiento. Al final de su aven-
tura, lo encontraremos "enfermo de la melancola del azul"
(p. 578), Yposedo por "la tristeza en la que nos arroja la
conciencia de un mal incurable y constilUcional" (p. 580)... Se
impone aqu una observacin: ligado al dandismo, a un ex-
trao placer, al ritual del arreglo personal, mirarse en el es-
pejo es el privilegio aristocrtico del individuo que sabe con-
vertirse en el actor de s mismo. Es un verdadero sacrilegio el
que denuncia Baudelaire en el poema en prosa "El Espejo":
"un hombre espantoso" pretende tener el derecho de contem-
plarse "Segn los inmortales principios de 1789"! \)
1; (J. c., 1. p. 657.658.
ti; (J. c., 1, p. 657.
17 [bid.
1M "El vidriero malo", O. e., 1, p. 286.
'" Diarios ntimos, (J. c., 1, p. 668669.
..