Misa Negra - Chucho Valdes 1969
Misa Negra - Chucho Valdes 1969
Misa Negra - Chucho Valdes 1969
1. Encuentro de universos musicales Al escuchar esta obra surge una pregunta de entrada: cmo es posible una misa en el momento actual?, aunque esta sea una produccin de 1979. Por otro lado, qu criterios estticos provenientes del pensamiento actual nos pueden ayudar a comprender una produccin como esta? Si afrontamos la primera tenemos que mirar la misa como gnero musical europeo, que se origina con los cantos gregorianos de tipo mondico, lo que alude a msica que consta de una nica meloda sin acompaamiento. La misa es el canto litrgico que celebra la ltima cena y sobre ella se van a producir desarrollos ulteriores con la aparicin de la polifona y la gradual aceptacin de lo instrumental, que para la Iglesia Catlica va a ser siempre objeto de sospecha por su incitacin a la sensualidad. Este ltimo aspecto est presente en la msica popular medieval, construida alrededor del amor corts y de las prcticas carnavalescas que sobreviven por encima de todos los
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controles religiosos. El logro cultural alcanzado por la polifona, es decir, mltiples voces o lneas meldicas simultneas, se relaciona con una apertura del estrecho marco religioso a nuevos valores culturales surgidos a partir del siglo X por la emergencia de las lenguas vernculas y el desarrollo de la notacin musical, escritura clave para la evolucin de la armona, elemento central en la rica msica europea. Es preciso sealar que la monodia est ntimamente sujeta a la hegemona de lo cannico que la Iglesia Catlica pretende. La persecucin de las herejas, adems de todas las formas de brujera y satanismo, se basa en el establecimiento de una nica interpretacin de las escrituras. As, la monodia es tambin una exclusiva visin del mundo que se racionaliza y homogeneiza. La polifona es entonces una revolucin solapada y paulatina que tardar siglos en alcanzar su mxima expresin. La msica instrumental entrar de lleno en la cultura europea a partir del Renacimiento, que tambin ser punto de partida para la pera y
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el ballet, gneros integradores de lo coral, lo instrumental, la danza y el teatro. El punto cumbre de creatividad musical se dar con el Barroco y el Clasicismo a travs del desarrollo de obras sinfnicas y concertadas en las que la polifona halla potenciacin en las formas fugadas. En esta poca la misa se convertir en un gnero autnomo estticamente hablando no slo restringido a lo coral sino integrado a lo instrumental, configurando con los otros gneros el campo de la msica que denominamos convencionalmente culta. Se nos revela entonces la irona presente en esta Misa negra, que sin negar los aspectos formales propios de la tradicin culta europea invierte los trminos de una religiosidad que encuentra un terreno frtil para desarrollarse en las tradiciones culturales nativas y en las aportadas por el elemento africano que de manera violenta se integran en el mundo americano. Irona duplicada por la impotencia de las pretensiones de hegemona cultural europea para doblegar el afn vital de comunidades esclavizadas o sometidas, pues (como lo seala Pedro Gmez Valderrama en Muestras del Diablo) en Amrica la Inquisicin no alcanz el impacto que tuvo frente a las prcticas religiosas y culturales populares europeas1. Esta misa responde formalmente ms a un tipo de suite, por los tres movimientos que la componen; el primero alrededor del saxo, el segundo del piano y el tercero de la percusin. Y, aunque la suite suele ser considerada como una sucesin de pginas musicales sin profunda interrelacin, en la diversidad que integra esta obra podemos encontrar el sentido unitario que caracte-
riza a la sonata. En efecto, hay una dimensin que viene a constituirse en plano articulador de esos movimientos heterogneos: el ritmo. Sin embargo, antes de entrar a examinar esto es preciso mirar un poco hacia el aporte afroamericano a la msica del siglo XX. Frente a la atrofia rtmica2 de la msica europea, que se da en oposicin a su riqueza y multiplicidad meldicas, en las diversas expresiones musicales afroamericanas se encuentra una multiplicidad rtmica. Esto se desarrolla de tal manera que, por ejemplo, como lo seala Joachim Berent3, no sea inslito en el jazz moderno que los instrumentos de meloda adopten funciones rtmicas, mientras que los instrumentos de ritmos desempeen la parte meldica. Frente al despotismo de la armona, como concepto esttico central en el pensamiento clsico europeo, la msica afroamericana aporta una ruptura en la que la misma heterogeneidad que la constituye se libera, aunque en muchas ocasiones (sobre todo en las producciones co-
1. Hay un sortilegio inicial que es el de la tierra nueva, que a pesar de todo le desnuda un poco el alma, la libera de pudores y miedos. Y esto mismo evita la ola colectiva a la que seguan las hogueras gigantescas que evaporaban los espritus. Amrica camina, desde entonces, y por los caminos secretos de las brujas, a su declaracin de independencia. Pp. 117. 2. Sealada por Joachim Berent en su libro El Jazz. Pp. 299. 3. Id. Pp. 299.
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merciales) se caiga en un despotismo de lo rtmico. Esta integracin rtmica va asociada a una, a veces convulsa, integracin cultural, tal como lo sealbamos arriba, que corre paralela a nuevas formas de organizacin social y de mediacin cultural. En este sentido la historia del jazz nos permite visualizar algunos procesos culturales y estticos importantes. Sus orgenes se remontan al encuentro de mltiples lneas de produccin esttica: las canciones de trabajo de los esclavos negros en las plantaciones, la msica de los funerales y las canciones espirituales que encauzan la religiosidad por los mrgenes del rigor protestante (inhibidor de la ritualidad de herencia propiamente africana), las formas de expresin musical de la marginalidad urbana, en las que confluyen prcticas de transgresin social y cultural (delincuencia, resistencia y contracultura) y el desarrollo de formas musicales que aspiran a ser legitimadas como cultas, tal es el caso del Ragtime. El jazz resume la potencia creativa alcanzada desde los bordes de la discriminacin, afirmacin de sentido vital que rompe todas las barreras de la marginalidad para constituir un universo sonoro en el que la visin desgarrada (blues) de la existencia se traduce en exploracin de posibilidades. En el jazz, como en casi toda la msica americana, se manifiesta una religiosidad que supera todos los marcos institucionales y se reafirma como comunin con lo divino, y entre los mismos seres humanos, de una manera totalmente distinta de la racionalizada y esttica experiencia catlica y protestante.
Desde este punto de vista esta Misa negra no podra estar lejos del jazz y su propuesta esttica de revalorizacin de lo rtmico y de lo religioso y de apertura a la improvisacin, entendida como afirmacin de la singularidad sin perder el vnculo colectivo; en palabras de Dave Brubeck (pianista y compositor de jazz)4: El jazz es probablemente la nica forma artstica de hoy en la que existe la libertad del individuo sin que se pierda el sentimiento de comunidad. Frente a la calculada y racional creacin clsica el jazz afirma la potencia de lo no racional, de lo a-significante, de la intensidad del momento creativo, cercano a la visin esttica romntica; aunque va ms all del sentimiento puro y la mera espontaneidad de sta al demandar virtuosismo y conocimiento profundo de su universo musical. Por otro lado, la esttica de Irakere se muestra como punto de referencia clave para el jazz contemporneo, pues rebasa todas las fronteras econmicas y culturales, alcanzando reconocimiento en los mbitos cultos, clsicos y de vanguardia, populares y comerciales. La obtencin del premio Grammy en 1980 y las sucesivas nominaciones, tanto para el grupo como para su director, son ejemplo de su impacto en el mercado del disco. Lo que no modifica esa propuesta esttica, ya que la creatividad mantiene su intensidad y no solamente como grupo sino en las experiencias particulares de los integrantes, clasificados varios de ellos en el mbito internacional entre los mejores msicos del mundo en sus respectivos instrumentos y en la composicin. Aparte de la msica europea y el jazz, debemos tomar en consideracin la propia msica afrocubana,
4. Citado por Joachim Berent. Ibd. Pp. 250. 5. En Panorama de la msica popular cubana. Radams Giro, compilador. Pp. 57.
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que se constituye en otro universo musical; pues a pesar de las afinidades con este ltimo, presenta divergencias importantes de destacar. Un primer aspecto a resaltar es la pervivencia a veces velada, otras abierta, de prcticas culturales africanas. Paralelo a sincretismos religiosos como en la santera, se mantendrn tradiciones ms directas como el aiguismo, que actualiza los juegos de oposicin mgica y tribal de las comunidades abaku, por poner un ejemplo. Estas prcticas van ligadas a una rica produccin musical en la que aparece un elemento notable, como lo plantea Emilio Grenet en Msica cubana, orientaciones para su conocimiento y estudio5: En el negro las dos calidades (msica y religin) se fusionan en una sola floracin espiritual, y el tambor que habla la voz de Ecu es su encarnacin ante los hombres. El ritmo es ya la divinidad misma. Estas tradiciones se articulan en la configuracin de un universo musical heterogneo en el que los gneros populares (como el guaguanc, el yamb, la columbia, el son, el bolero y un largo etctera) alternan con otros de pretensin ms culta (como el danzn, la criolla o las exploraciones neoclsicas o vanguardistas que realizan muchos msicos cubanos desde hace ya varias dcadas). En este sentido, Irakere manifiesta la capacidad de moverse con soltura dentro de esa heterogeneidad sin caer en el mero exotismo y con un afn de exploracin creativa que supera y denuncia de manera indirecta los abusos de las reducciones comerciales. La originalidad con que interpretan una obra del repertorio clsico se mantiene frente a un chachach y, con mayor razn, en sus propias composiciones.
Lo anterior se confirma en el papel central que juega en Misa negra el canto a Oduda introducido en el tercer movimiento. Este es un canto ritual yoruba a la divinidad telrica: Oduda es oricha de la tierra. La religin yoruba, como casi todas las africanas, asume la multiplicidad de manifestaciones de lo divino, expresada en la nocin del muntu6 o la de legba, que es desarrollada por Marc Aug en sus trabajos sobre las sociedades africanas Fon7. Irakere (que en lengua yoruba quiere decir selva o vegetacin) integra estas multiplicidades, adems de otros medios formales, a travs de la percusin, que para nada es un acompaamiento sino elemento nuclear de la composicin y del modo concreto de interpretar la obra misma y de afirmar su profundo sentido religioso. El canto a Oduda no aparece como agregado, es ms bien la resolucin de una tensin rtmica y meldica que va emergiendo desde las primeras notas. De este modo la obra recorre e integra, sin homogeneizar, distintos universos musicales que se mues-
tran en su riqueza no excluyente; se exploran como planos ricos en posibilidades expresivas y susceptibles de atravesar registros musicales considerados estancos e irreductibles unos a otros. 2. El paradigma esttico en las humanidades La segunda pregunta que planebamos abordar es: qu criterios estticos provenientes del pensamiento actual nos pueden ayudar a comprender una produccin como esta? Aunque ms bien podramos plantearla a la inversa y preguntarnos, partiendo de la premisa de que los artistas de algn modo abren espacios no pensados a la cultura, qu implicaciones latentes en una obra como sta podemos extrapolar para comprender el momento actual y clarificar nuestro pensamiento como humanistas en el contexto propio de lo latinoamericano? Un primer aspecto sobre el que podemos establecer una analoga es la diversidad de tendencias que nos hacen mirar nuestro momento como particularmente confuso. Dentro de
6. Trmino desarrollado narrativamente por Manuel Zapata Olivella en Chang, el gran putas, y muestra el papel de lo divino para el afroamericano, que habra sido llevado a la condicin de esclavo por la maldicin de Chang a los africanos en su enfrentamiento con los orichas. 7. El legba integrara: una dimensin de destino, un universo de principio vital, una filiacin ancestral, un dios materializado, un signo de apropiacin, una entidad de individuacin, un fetiche a la entrada de casero, etc.. Citado por Flix Guattari en Casmosis. Pp. 62. 8. En el sentido que lo plantea Umberto Eco en La definicin del arte: Es propio de la forma el no ser algo terminado y definitivo de una vez para siempre, sino una posibilidad de perspectivas siempre nuevas, algo `definido que encierra una infinidad. Pp. 25.
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rogeneidad de los registros instrumentales corresponde otra en el plano expresivo, vinculada a su vez a una ms amplia en tantos universos sonoros que remiten a universos culturales, tambin heterogneos. En otras palabras, si vemos la forma artstica como momento final de un proceso formativo8, en el que formacin implica el descubrimiento de las reglas de produccin que la misma forma impone, es decir que si la intencin es crear en lo heterogneo, el reto estriba en mantener la consistencia misma de la heterogeneidad asumida. En el caso de Misa negra encontramos esa consistencia, mantenida a travs del plano de lo rtmico. Si entendemos el ritmo no como medida sino como visin del mundo9, este deviene territorio existencial sobre el que se puede generar una opcin creativa10. La obra en lo rtmico encuentra un atractor para las divergentes y caticas tendencias musicales. esa confusin resulta de inters lanzar una mirada al papel del artista y del humanista como creador, ms an desde una institucin universitaria, pues lo que se ventila frente al acaecer cotidiano es la constante pregunta sobre qu hacer o cmo generar algn tipo de incidencia en los modos de convivencia social que nos caracterizan. En el caso de la msica es notable la creatividad de un grupo como Irakere y sus integrantes frente a la profusin de manifestaciones diversas. La alternativa asumida es producir en la heterogeneidad misma, aunque no con la pretensin de generar homogeneidad sino de abrirse a lo heterogneo para potenciarlo. De esta manera vemos cmo a la hetePodemos asimilar esta forma artstica a una figura fractal en la que desde cualquier nivel de observacin replica sus caractersticas iniciales. Asumiendo el riesgo de ser acusados de impostura intelectual, podemos establecer la adecuacin de las teoras del caos para comprender un fenmeno esttico como este: su estructura fractalizada es clave para alcanzar lo imprevisto de la creatividad. Es clave aclarar que no entendemos caos aqu como desorden, sino como estado de un sistema que en su evolucin toma vas totalmente imprevisibles11. En esta obra vemos claramente asumido el paradigma procesual que seala Guattari, que trabaja con (y es trabajado por) los paradigmas cientficos y los paradigmas ticos12 y que lleva a su
9. As como lo plantea Octavio Paz en El arco y la lira. Pp. 59 10. El concepto de ritornelo desarrollado pro Guattari es clave para comprender el lugar de lo rtmico en esta obra. Op. Cit. Pp. 30. 11. Esto es claramente expresado en matemticas a travs de ecuaciones no lineales, en las que a variaciones mnimas de las condiciones iniciales corresponde cambios de gran magnitud en condiciones posteriores. As lo podemos encontrar desarrollado por Rmulo Gallego Badillo en El constructivismo del caos. 12. Casmosis pp. 131.
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punto extremo una capacidad mutante de invencin de coordenadas, de engendramiento de cualidades de ser inauditas, jams vistas. Esa condicin fractalizada nos caracteriza como latinoamericanos: no estamos definidos por una identidad homognea, nos movemos en la esquizofrenia de no saber lo que somos. Esta condicin podra tomarse por desventajosa, aunque puede ser la clave de nuestra potencia creadora: si la heterogeneidad nos constituye intensifiquemos esa condicin para alcanzar lo inaudito. Esta Misa comparte esa condicin de no poder ser definida de manera precisa: es culta y popular a la vez, vanguardista y tradicional, elitista y comercial, una suite y una sonata, jazz y clsica... Y nada de eso impide que sea una obra maestra y que promueva la intensidad de las ms altas expresiones estticas y las ms bajas... si es que eso existe. Como humanistas comparten con mayor razn esa condicin: ni cientficos ni artistas, navegando en el mar bravo de los sistemas filosficos que nos exigen militancia y no-contradiccin. Sospechosos permanentes de impostura, poca fundamentacin, improductividad, optamos a veces por las ilusiones de un pensamiento acabado y a prueba de errores. Tal vez la mejor leccin que nos da Irakere es la de la aventura creativa que no cesa, del virtuosismo que para nosotros se
traduce en rigor y trabajo continuo, de la irona que a la vez es juego y humorismo, pues el pensamiento es liberacin y no atadura; lo que nos afirma en el planteamiento del escritor nigeriano Wole Soyinka13 de lo innecesario de la tragedia, entendida esta como sufrir por la verdad. En este sentido lo multicultural en nuestra condicin va ms all del reconocimiento a la diferencia, en el sentido planteado por Charles Taylor14, y conlleva, as sea utpicamente, la vivencia plena de esa multiplicidad, que no puede darse ms que a travs de la exploracin y el trabajo creativo. Aunque no diremos que sea precisamente una novedad, s se trata de enfrentar las tendencias reduccionistas presentes en la ilusin de ser europeos o norteamericanos o ser algo definido. Hay algo sumamente inquietante en esta propuesta esttica: la emergencia por transmutacin de aquello que el catolicismo conden con la denominacin de paganismo, la potencia de lo dionisiaco, la fuerza de la multiplicidad. Como intelectuales, nosotros hacemos eco de la maldicin de Chang al asumir el frustrante designio de buscar identidades, de asumir el drama cristiano en lugar del griego: sufrir por la verdad, martirizarnos, teniendo la opcin (casi siempre vedada en la tradicin del pensamiento occidental) de convertir el pensamien-
to en algo gozoso, eso que se resume en la risa desacralizadora. Esa misma inquietud la podemos sentir en Heriberto de la Calle, personaje dionisiaco por excelencia, que resume en s mismo la fuerza creativa de lo heterogneo. Tal vez por primera vez entre nosotros una potencia, en nada diferente de las manifestaciones de lo divino en sociedades tradicionales, una potencia de tal magnitud se manifiesta. El sacrificio estilo cristiano era previsible, hay aspectos insoportables para toda postura dogmtica en esa manera de asumir el cuerpo, de subvertir las formas del poder instauradas entre nosotros, de generar una risa que socava los fundamentos de la impotencia, que es la otra cara del autoritarismo. Esa posibilidad de rebasar los lmites impuestos por la cultura occidental es particularmente aguda entre los latinoamericanos. Puede ser vista en la profunda renovacin esttica de la literatura en Borges, Cortzar y Octavio Paz. En los tres se muestra la superacin de las identidades: el primero borra las fronteras entre el cuento y el ensayo, el segundo entre novela y ensayo y el tercero entre poesa y ensayo. Es decir, su fuerza creativa estriba en la superacin de la concepcin de la literatura como espacios estancos, en asumir la potencia liberadora de la lengua a travs de la elaboracin ms rigurosa.
13. En la novela autobiogrfica El hombre muerto. 14. El multiculturalismo y la poltica del reconocimiento.
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