Parábola de LOS TALENTOS

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PARBOLA DE LOS TALENTOS

PARBOLA DE LOS TALENTOS


(Mt 25, 14-29; Lc 19, 11-27) Es tambin (el Reino de los Cielos) como un hombre que, al ausentarse, llam a sus siervos y les encomend su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual segn su capacidad; y se ausent. Enseguida, el que haba recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y gan otros cinco. Igualmente el que haba recibido dos gan otros dos. En cambi el que haba recibido uno se fue, cav un hoyo en tierra y escondi el dinero de su seor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el seor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegndose el que haba recibido cinco talentos, present otros cinco, diciendo: Seor, cinco talentos me entregaste; aqu tienes otros cinco que he ganado. Su seor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de mucho te pondr; entra en el gozo de tu seor. Llegndose tambin el de los dos talentos dijo: Seor, dos talentos me entregaste; aqu tienes otros dos que he ganado. Su seor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de mucho te pondr; entra en el gozo de tu seor. Llegndose tambin el que haba recibido un talento, dijo: Seor, s que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escond en tierra tu talento. Mira, aqu tienes lo que es tuyo. Mas su seor le respondi: Siervo malo y perezoso, sabas que yo cosecho donde no sembr y recojo donde no esparc; debas, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y as al volver yo, habra cobrado lo mo con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y ddselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dar y le sobrar; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitar. Y a ese siervo intil, echadle a las tinieblas de fuera. All ser el llanto y el rechinar de dientes. Mt 25, 14-19

PARBOLA DEL BUEN SAMARITANO

PARBOLA DEL BUEN SAMARITANO


El buen samaritano (Lc 10, 29-37) Pero l (el legista), queriendo justificarse, dijo a Jess: Y quin es mi prjimo? Jess respondi: Bajaba un hombre de Jerusaln a Jeric, y cay en manos de salteadores, que, despus de despojarle y golpearle, se fueron dejndole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino lleg junto a l, y al verle tuvo compasin; y, acercndose, vend sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montndole sobre su propia cabalgadura, le llev a una posada y cuid de l. Al da siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de l, y si gastas algo ms, te lo pagar cuando vuelva. Quin de estos tres te parece que fue prjimo del que cay en manos de los salteadores? l dijo: El que practic la misericordia con l. Djole Jess: Vete y haz t lo mismo.

PARBOLA DEL HIJO PRDIGO

PARBOLA DEL HIJO PRDIGO


Parbola del HIJO PRDIGO. (Lc 15, 11-31) Un hombre tena dos hijos, y el menor de ellos dijo al padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y l les reparti la hacienda. Pocos das despus el hijo menor lo reuni todo y se march a un pas lejano, donde malgast su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel pas y comenz a pasar necesidad. Entonces fue y se ajust con uno de los ciudadanos de aquel pas, que le envi a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que coman los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en s mismo, dijo: Cuntos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aqu me muero de hambre! Me levantar, ir a ver a mi padre y le dir: Padre, pequ contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trtame como a uno de tus jornaleros. Y, levantndose, parti hacia su padre. Estando l todava lejos, le vio su padre y, conmovido, corri, se ech a su cuello y le bes efusivamente. El hijo le dijo: Padre, pequ contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus siervos: Traed aprisa el mejor vestido y vestirle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mo estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta.

PARBOLA DEL SEMBRADOR

PARBOLA DEL SEMBRADOR


El sembrador (Mt 13, 3-9; Mc 4, 1-9; Lc 8, 4-8) Una vez sali un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenan mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto sali el sol se agostaron y, por no tener raz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, Una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga odos, que oiga. (Mt 13, 3-9)

PARBOLA DE LOS DOS HIJOS

PARBOLA DE LOS DOS HIJOS


Los dos hijos (Mt 21, 28-32) Pero, qu os parece? Un hombre tena dos hijos. Llegndose al primero, le dijo: Hijo, vete hoy a trabajar en la via. Y l respondi: No quiero, pero despus se arrepinti y fue. Llegndose al segundo, le dijo lo mismo. Y l respondi: Voy, Seor, y no fue. Cul de los dos hizo la voluntad del padre? El primero, le dicen. Jess les dijo: En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por caminos de justicia, y no cresteis en l, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en l. Y vosotros, ni vindolo, os arrepentisteis despus, para creer en l.

PARBOLA DE LA CIZAA Y EL TRIGO

PARBOLA DE LA CIZAA Y EL TRIGO


La cizaa (Mt 13, 24-30) El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembr buena semilla en su campo. Pero mientras su gente dorma, vino su enemigo, sembr encima cizaa entre el trigo, y se fue. Cuando brot la hierba y produjo fruto, apareci tambin entonces la cizaa. Los siervos del amo se acercaron a decirle: Seor, no sembraste semilla buena en tu campo?Cmo es que tiene cizaa? l les contest: Algn enemigo ha hecho esto. Dijeron: los siervos: Quieres, pues, que vayamos a recogerla? Les dijo: No, no sea que, al recoger la cizaa, arranquis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, dir a los segadores: Recoged primero la cizaa y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.

PARBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA

PARBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA


El grano de mostaza ( Mt 13, 31-32; Mc 4, 30-32; Lc 13, 18-19) El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tom un hombre y lo sembr en su campo. Es ciertamente ms pequea que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace rbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas. Mt 13, 31-32

PARBOLA DE LAS 10 VRGENES

PARBOLA DE LAS 10 VRGENES


Las diez vrgenes (Mt 25, 1-13) Entonces el Reino de los Cielos ser semejante a diez vrgenes, que, con su lmpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lmparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lmparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardaba, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oy un grito: Ya est aqu el novio! Salid a su encuentro! Entonces todas aquellas vrgenes se levantaron y arreglaron sus lmparas. Y las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lmparas se apagan. Pero las prudentes replicaron: No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayis donde los vendedores y os lo compris. Mientras iban a comprarlo, lleg el novio, y las que estaban preparadas entraron con l al banquete de boda, y se cerr la puerta. Ms tarde llegaron las otras vrgenes diciendo: Seor, seor, brenos! Pero l respondi: En verdad os digo que no os conozco. Velad, pues, porque no sabis el da ni la hora.

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