Sociabilidad, Poder y Política Peonal en Atacama 1830-1850
Sociabilidad, Poder y Política Peonal en Atacama 1830-1850
Sociabilidad, Poder y Política Peonal en Atacama 1830-1850
Paulina Cruz Alarcn Liza Fuenzalida Caris Profesor Gua: Pablo Artaza Barrios. Santiago, diciembre, 2007.
NDICE
Agradecimientos3 Introduccin.......5 Captulo I: Del Reconocimiento mutuo a la accin colectiva. Empoderamiento y Poder del peonaje minero..13 1.1 Identidad y Sociabilidad peonal: la base para La conformacin de redes sociales13 1.1.a Identidad y Sociabilidad peonal..16 1.1.b Redes sociales..24 1.2 Poder peonal: accin, socializacin y confrontacin..29 1.2.a De la accin al poder ......29 1.2.b Ejerciendo el poder .....38 Captulo II: Estudiando el movimiento social peonal; Haciendo poltica desde otras lgicas"51 2.1 2.2 El Movimiento Social del peonaje y su dimensin poltica...51 Acciones colectivas: las manifestaciones de una lucha poltica.........62
Captulo III: Autonoma peonal: la coexistencia entre un proyecto popular alternativo y un proyecto de modernizacin capitalista...74 3.1 Lgicas oficiales versus lgicas peonales...74 3.2 Autonoma y proyecto alternativo de coexistencia.77 Conclusiones94 Bibliografa..97 Fuentes documentales....101
AGRADECIMIENTOS
Como somos dos, partir yo, Liza, agradeciendo en primer lugar a mis padres. Gracias a mi madre por la paciencia, por las conversaciones, por ser tan amiga ma como de las personas que me quieren, gracias por ensearme a ser cada da mejor persona. A mi padre, por hacer de mis ideas, sueos, esperanzas, metas, por dejarme libre para tomar mis propios caminos. Gracias por hacerme entender que no estamos solos en este mundo, que ojal todo lo que hagamos en la vida tenga un sentido mayor que las expectativas individuales.
A mi Elbita, gracias por quererme desde el principio y hasta siempre como una hija, sabes que es recproco a pesar de la distancia. A mi abuela, tos y primos, quienes siempre se han interesado en lo que he ido aprendiendo ao a ao, gracias por la preocupacin constante y sincera.
A mis amigos de la vida, Maca, Lauri y Felipe, gracias por quererme sin condiciones, por entendernos tan bien, a pesar de las diferencias, por ser tan compaeros a pesar de las distancias. A ti, Danny H, por estar siempre, porque la preocupacin y el cario son la base para poder emprender proyectos en la vida, gracias por eso. A mis amigas y eternas compaeras, Ani, Pauli y Pame, gracias por hacerme entender el amor de otra manera, porque el estar siempre ah, lo aprend gracias a ustedes. A ti Pauli en especial, por haberme acogido sabiendo que el trabajo en conjunto no nos resulta muy simple, no lo he olvidado y no lo olvidar nunca.
Gracias a todos mis amigos de la U, en especial a Rodolfo, Alonso, Nico, Pollo por compartir tantas experiencias, por ensearme a ver la vida desde tantas otras perspectivas, por aprender de cada uno algo nuevo e importante, por acompaarme y sentirme querida con ustedes. Al profesor gua de esta tesis, Pablo Artaza, por su enorme paciencia y dedicacin, gracias porque hizo que el peso de sta fuera menor, no slo por lo enseado, sino tambin porque pudimos siempre conversar como amigos y entendernos.
Muchsimas gracias por todas las infinitas cosas que aprend con todos ustedes.
El espacio es breve para tantos a quien nombrar y tanto que decir de cada uno de ellos, as que ms all de prembulos me limitar a escribir las palabras que creo ms concisas, pero significativas a las personas que han sido mi motivacin y apoyo en las distintas etapas de mi vida, y lo ms importante, han perdurado hasta hoy.
A Fernando, mi padre, por su amor sin lmites y porque todo esto es por l y para l; a mi madre, Nicol, por ser madre y amiga, las mujer ms importante en mi vida; mi hermana Jeannette, porque ser el motor de una alegra constante en nuestra familia, y a mi cuado Carlos, por ser su compaero. Y muy especialmente a mi tata Benito, porque casi sin conocerlo ha formado parte de mi pasado y mi presente.
A mis amigas y hermanas: Pamela, por ensearme a disfrutar cada segundo de la vida, y por ser parte importante de la idea original de esta tesis; Liza, por ser la mejor compaera de tesis, pero por sobre todo mi cable a tierra y mi partner, y Anala por su cario y amor sincero. A Leonardo, mi pololo, por el amor, el apoyo y la felicidad, y por ser lejos lo mejor de este ltimo tiempo.
A mis amigas: Ivonne, porque a pesar de la distancia y las diferencias seguimos siempre juntas y eternas e Ivette, por ser simplemente la mejor. A mis compaeros y amigos de la universidad: Alonso, Pollo, Rodolfo, Pablito, Nico B., Nico H., Wale y los compaeros de seminario de grado.
A la mis tos Ruth y Juan, por estar siempre a mi lado y a mis primos Pancho y Miriam. A la familia Salazar Vicencio y a Bernardita por acogerme en sus casas durante extensas jornadas de trabajo o de carretes, con un sin fin de atenciones y cario desinteresado.
A mi profesor gua de tesis Pablo Artaza, por el inters y la confianza depositada en nosotras y por comportarse ms que como un profesor, como un consejero y amigo. A mis compaeras de Liceo: Naty, Astrid, Dora, Paula, Pepi, Karla, Paloma, Luca, Mnica y Romina. Y por ltimo, pero no menos importante, a mi profesor de historia Juan Jaur por nuestras constantes discusiones y cuestionamientos, que me ensearon a ver que la historia era mucho ms que manuales.
INTRODUCCIN
Sujetos vagabundos y ociosos eran los que deambulaban por cerros, valles y ciudades diversas, todos en su conjunto conformaban la masa marginal de mediados del siglo XVIII, siendo en su nmero, mayor que cualquier otro grupo social del pas. Aquellos hombres entraron al siglo XIX, sin ser verdaderos sujetos de derecho, puesto que en ninguno de los estatutos (indiano y espaol) que regan hasta entonces se defina de manera clara a toda esa masa de mestizos y criollos pobres que transitaban por el territorio nacional. Es ms, en la Recopilacin de Leyes de los Reinos de Indias, de 1680, se les categoriz como vagabundos, descritos como hombres libres sin lazos de dependencia que, debiendo sujetarse a servir o aplicarse en algn oficio, no lo hacan1. De esta manera, llegado el siglo XIX, recay sobre todos ellos un derecho patronal de facto, el cual lanz a todos los patrones coloniales a ocupar de manera desmedida todos los factores de reserva del pas, tanto los naturales (espacios fsicos y los recursos que all se encontraban), como tambin los humanos, la reserva de mano de obra constituida por aquellos vagos a los cuales ya nos referimos. Aquellos sujetos al margen del derecho, prefirieron continuar viviendo como saban hacerlo, libres siguieron recolectando de la tierra sus reservas, trasladndose de un lugar a otro, arranchndose con sus familias unos, otros deambulando por donde la vida los llevara. Para qu integrarse a un sistema colonial o republicano que no les reconoca derecho alguno y que los exclua por razones tnicas, sociales y policiales? De un modo u otro, los vagamundos haban tejido un modo de vida que, punto por punto, pareca ms vital, sociable, atractivo y relajado que el de los seores del valle. Por esto, aunque no eran sujetos de derecho, los mestizos y criollos pobres tenan una identidad que se iba a prestar mal al proyecto laboral esclavizante que los patrones, como nube tempestuosa, cernan poco a poco sobre ellos.2 As fue como este grupo numeroso de hombres y mujeres re-colonizaron las tierras nacionales, repartindose por todo el territorio, desde las zonas mineras del norte, pasando por los valles centrales y los suburbios de las chimbas, llegando hasta las regiones del sur para trabajar en el agro y ganadera. El hecho de que los sujetos vivieran libres por el territorio, hizo que el proceso de protoesclavizacin de aquella masa social fuera una tarea difcil de llevar a cabo, por lo mismo los patrones tuvieron que ingenirselas para desarmar todos los espacios sociales
1 2
Ver: Alejandra Araya, Ociosos, vagabundos y malentretenidos, LOM Ediciones, Santiago, 1999, p. 17. Gabriel Salazar, Historia de la acumulacin capitalista, LOM Ediciones, Santiago, 2003, p. 66.
y las relaciones de camaradas, socios y familiares establecidas entre ellos. Adems de crear una institucin laboral proto-esclavista para que no pareciera esclavista, sino de derecho, para que exprimiera plusvala maximizada y para que pareciera una cruzada civilizadora ms que una situacin llena de abusos. De esta manera comenz la expoliacin sobre los distintos sujetos, en especial sobre aquellos que se haban arranchado en tierras vacantes, que tenan casa, familia y una produccin que les permita transar en el mercado local, aquellos que haban escapado de las trabas patronales, debido a que disponan de un microproceso productivo y acumulativo propio. Esos sujetos se convirtieron en el objetivo principal sobre los que cayeron todas las formas de expoliacin desarrolladas a travs del Mercado, la Iglesia y el Estado, que comenzaron a desarmar, erosionar y perseguir a todos esos productores, hasta reventar sus familias y proyectos micro-acumulativos. As comienza a aparecer una enorme masa peonal sobre el territorio que deambulaba por un sinnmero de zonas buscando un lugar donde vender su fuerza de trabajo por lo que el patrn le pudiera ofrecer. 3
Entrando de lleno a lo que fue el siglo XIX, podemos decir que ha sido materia comn en la historiografa econmica y social de Chile reconocer ciertas tempranas adecuaciones que hacen de este siglo el escenario de una ntida transicin hacia la modernizacin capitalista. A partir de esto se reconocen sectores de la economa que fueron ms permeables a dichas transformaciones, en particular las reas mineras del Norte Chico se materializaron como las zonas pioneras en experimentar este trascendental cambio, desarrollndose como un sector minero-exportador, en donde comenz a configurarse una nueva realidad que paulatinamente fue incorporando elementos tan importantes como la creacin de un mercado laboral, una nueva productividad y la asimilacin de tcnicas y mecanismos de acumulacin, determinando la posterior proletarizacin del peonaje itinerante. Esta era una de las caractersticas ms importantes del nuevo proceso que se estaba experimentando en Chile, puesto que el desarrollo del capitalismo se sustentaba en la base y transformacin de las fuerzas productivas, es decir, en la transicin de formas coloniales hacia formas capitalistas de produccin. Esto signific para la clase dirigente de la poca un desafo, puesto que al hacerse cada vez ms necesaria una gran cantidad de mano de obra, se haca evidente el impedimento que exista para mantener a un nmero considerable de trabajadores en las
3
Ibdem, p. 65-73.
faenas mineras. La existencia de una masa laboral con relativa libertad de movimiento y habituada a circular de un empleo a otro fue percibida a la vez como una ayuda y un problema para el desarrollo de nuevas actividades econmicas. Una ayuda, porque el inicio de una empresa no deba enfrentarse con el obstculo de una mano de obra insuficiente o imposibilitada de trasladarse hacia donde se la requiriese. El carcter peonal de esta masa, sin embargo, poda tambin obstaculizar la constitucin plena de tal mercado. En la medida que el pen tradicional valoraba y protega su independencia, y no reconoca como suyos los valores de deferencia y sobriedad que se le pretenda inculcar desde arriba, era difcil que su compromiso con un empleo o un lugar de residencia se prolongase por mucho tiempo4. Todas las conductas del peonaje (desorden, desarraigo, indisciplina, etc.) se constituan como una conspiracin contra la necesidad de una fuerza de trabajo estable, de esta manera, se hizo imperiosa la implantacin de un sistema legal que normara y disciplinara al descarriado mundo peonal.5
A partir de lo anterior, surgen varias interrogantes en torno a nuestro sujeto de estudio, Quines eran los peones?, De qu manera se desenvolvan?, Qu tipo de actividades realizaban?, Cules eran las relaciones que establecan entre ellos y los dems sujetos populares? Son varias las preguntas que surgen en torno al peonaje del siglo XIX y su desenvolvimiento en una sociedad que experimentaba cambios profundos. La historiografa ha dado respuestas a estas interrogantes y a muchas otras, como tambin a abierto nuevas perspectivas de anlisis.
En trminos generales el peonaje decimonnico se ha observado desde variadas perspectivas historiogrficas. Una de las aristas los ha definido como sujetos sin ningn proyecto ni sentido ms que sobrevivir, se les ha reconocido como sujetos frustrados, criminales y violentos, absolutamente marginales socialmente, negndoles por lo tanto, su historicidad y su carcter de actor histrico, definiendo sus formas de vida desde un marco pintoresco y contemplativo. Estas investigaciones se articulan regularmente en torno a las manifestaciones de la vida popular, cuyo enfoque tiende a ser mayormente
Julio Pinto Vallejos.Peones Chilenos en las Tierras del Salitre, 1850-1879: Historia de una Emigracin Temprana, en: Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas n 109, USACH, Santiago, p. 48. 5 Ibdem.
descriptivo en lo que se refiere a las acciones de estos sujetos populares6. Es ms, tienden a relatarnos los quehaceres del mundo popular, como espacios netamente de diversiones, construidos con el fin de evadir aquella cruda realidad que los aquejaba. Estudios como los de Jorge Pinto7 se enmarcan en la descripcin de parasos artificiales construidos por el peonaje para resistir a sus pauprrimas condiciones de vida, caracterizadas por la sobreexplotacin, una vida desarraigada, lazos familiares dbiles y una marcada frustracin. Esto hace que la peonada encuentre en la evasin una manera de resistir frente a su cruda realidad, resistencia que podramos decir, es solamente virtual, ya que a travs de la evasin el peonaje permanece en su misma situacin de pobreza y marginalidad. Jaime Valenzuela8, por su parte, describe de manera bastante rigurosa las distintas formas de sociabilidad desarrolladas por el peonaje, sin embargo, su estudio esta centrado netamente en la contemplacin de aquel pintoresco mundo popular.
Estos y otros estudios han intentado ya no slo centrarse en la perspectiva marxista donde se reconoca a un sujeto en relacin a la estructura socioeconmica, es decir, centrados en las categoras como proletariado o burguesa, o de manera ms general en el determinismo que tena la estructura econmica sobre el sujeto de estudio. Desde un tiempo a esta parte se reconoce la amplitud y heterogeneidad del mundo social en el que se constituiran multiplicidad de identidades donde confluiran una variedad de sujetos haciendo ms complejo, pero a la vez ms rico, el campo de estudio. De esta manera a travs de la Nueva Historia Social, los diversos trabajos se han centrado en el rescate del sujeto popular, en torno a sus relaciones sociales y formas de vida alternativas, indagando por los caminos de sus asociaciones horizontales, entre pares, reconociendo su capacidad de construccin histrica y el despliegue de su historicidad,
Ver: Jos G. Daz Bahamonde, Transgresores a la paz, quietud y sosiego: vida popular en Copiap, 1740-1840 en; Julio Pinto Vallejos [et. al.], Episodios de historia minera. Estudios de historia social y econmica de la minera chilena siglos VIII-XIX. Ed. USACH, Santiago, 1997; Fernando Purcell. Diversiones y juegos populares. Formas de sociabilidad y crtica social. Editorial LOM, Santiago, 2000; Francisca Muoz Cooper, Sociabilidad popular durante la primera mitad del siglo XIX. Santiago desde la mirada de la elite. Tesis para optar al grado de Magster en Estudios Latinoamericanos, Santiago, 2003. 7 Jorge Pinto, Tras las huellas de los parasos artificiales, en: Proposiciones N 20, SUR Ediciones, Santiago, 1992. 8 Jaime Valenzuela. Diversiones rurales y sociabilidad popular en Chile Central: 1850-1880, en: Maurice Agulhon [et. al.], Formas de Sociabilidad en Chile, 1840-1940, Fundacin Mario Gngora, Santiago, 1992.
como generadores de proyectos sociales alternativos a la transicin capitalista del siglo XIX en el caso de los diversos sujetos populares que confluyeron en este contexto. Algunos historiadores se han preocupado de develar los proyectos propios de cada grupo de sujetos que conforman el mundo popular estableciendo como base para su consecucin ciertas categoras especficas tales como la asociatividad o la autonoma9. Sin embargo, el anlisis y materializacin de estas categoras como proyecto histrico tienen directa relacin, en su mayora, con un enfoque inclusivo o de integracin al sistema oficial imperante.
Por otra parte, existen autores como Gabriel Salazar, que si bien ha reconocido un proyecto histrico fuera del sistema, ha visto este slo en sujetos que han podido desarrollar un proyecto de autonoma sustentado en lo econmico con bases socialproductivas. De esta manera reconoce que slo la empresarialidad y la acumulacin determinaran consecutivamente la capacidad de los sujetos populares de desplegarse asociativa y autnomamente, limitando la capacidad de desarrollar redes sociales alternativas, que no estn determinadas por el despliegue de un proyecto econmico (social-productivismo). Dicho proyecto habra sido desarrollado, segn el autor, por el campesinado y artesanado del XIX, dejando al peonaje como sujetos secundarios dentro del proyecto artesanal, o como una masa laboral excedente estancada, quedando en un estadio intermedio entre su origen campesino y su destino proletario- industrial, luego de que fuera derrotado el proyecto de empresarialidad popular del campesinado.10
Nuestra investigacin estar centrada especficamente entre los aos 1830 y 1850, perodo en el cual diversos autores confluyen en reconocer la configuracin un nuevo proceso a nivel poltico, social y econmico. En el mbito poltico se estructura y organiza el Estado desde un marcado carcter conservador, constituyendo los grupos terratenientes y comerciantes la principal base de apoyo para este nuevo orden, representados en las figuras del General Jos Joaquin Prieto y Manuel Rengifo, respectivamente. A nivel social se establece una nueva Constitucin en 1833, la que
Ver: Gabriel Salazar Vergara, Labradores, peones y proletarios. Formacin y crisis de la sociedad popular chilena S. XIX, Ed. Sur, Santiago, 1985; Empresariado popular e industrializacin: la guerrilla de los mercaderes. Chile, 1830 1885, en: Proposiciones N 20, SUR Ediciones, Santiago, 1991; Mara Anglica Illanes. La revolucin solidaria. Las sociedades de socorros mutuos de artesanos y obreros: Un proyecto popular democrtico. 1840-1910, en: Chile des-centrado. Formacin sociocultural republicana y transicin capitalista (1810-1910), Ediciones LOM, Santiago, 2003. 10 Gabriel Salazar Vergara, Labradores.op.cit.
9
tena como propsito construir un rgimen estable, que tuviese la capacidad de sofocar en todo momento cualquier rebelin social, de esta manera, las libertades individuales se supeditaron al orden. Por otra parte, se hizo patente el problema que acarreaba para las autoridades y empresarios de la zona el peonaje en ese perodo, llevando a cabo acciones de contrabando y robos se hizo imperioso reglamentar en esas materias con el fin de evitar males mayores. En materia econmica se busc promover y consolidar el desarrollo econmico, de esta manera, en las zonas mineras, se procur modernizar las faenas con la introduccin de tecnologa para la explotacin de la plata y para la fundicin del cobre, adems fueron modernizados los medios de comunicacin, con el propsito de otorgar mayor fluidez al comercio exportador11.
Si bien se establece un orden conservador a nivel poltico, en materia econmica se manifiesta una actitud opuesta. Los gobernantes, al estar conscientes de la estabilidad social que poda otorgar la prosperidad econmica, consideraban fundamental y un signo de progreso el permitir libertad de accin a los empresarios. Ante esta situacin, el Estado slo deba procurar que estos agentes econmicos contarn con las mayores facilidades para su gestin.
Frente a esta realidad, y en un afn por desligarnos de las lgicas institucionales, en tanto que referente social, cuestionamos los planteamientos e interpretaciones en que se han basado los varios autores ya mencionados con respecto al sujeto de estudio, el peonaje del siglo XIX. A partir de esto, es que intentamos ver al pen ms all del sujeto errante, desarraigado e itinerante12 , conceptos en los que comnmente se los ha encasillado. Nuestro principal argumento, para reafirmar lo planteado es que encontramos en este pen minero una importante particularidad por sobre el desarraigo tradicional con que se lo ha identificado; lo vemos convertido en un sujeto con poder, el cual va adquiriendo paulatinamente por medio de sus acciones colectivas, acciones que estaran sustentadas en una identidad y sociabilidad, las cuales conformaran redes sociales, convirtiendo la accin individual en colectiva, todo esto en su conjunto y
11
Ver: Ulises Crcamo Sirguiado, Mineros y Minera en el Norte Chico: La transicin. Desde la Colonia a las primeras dcadas de la Repblica, http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/carcamo_u/html/index-frames.html. 12 Ver: Luis Alberto Romero, Rotos y gaanes: trabajadores no calificados en Santiago, 1850-1895, en: Cuadernos de Historia N 8, Santiago, 1988.
10
retroalimentacin sera lo que conforma la cultura propia de dichos sujetos y en definitiva, su modo de vida.
Lo que comnmente se ha visto a nivel historiogrfico como simples manifestaciones de una identidad peonal comn y una sociabilidad sustentada en la mera evasin de una dura realidad, nosotros lo entenderemos en tanto que el pen se constituye como un actor histrico, en la medida que desarrolla un movimiento social sustentado en las redes sociales, como forma organizativa peonal, que se manifiestan en diversas acciones colectivas, que le permiten reproducir y de esta manera mantener su autonoma frente a los cambios experimentados en el pas. A partir de lo anterior, es que intentaremos reivindicar la condicin del peonaje, reconociendo en su identidad y sociabilidad, el proceso por el cual dichos sujetos paulatinamente se fueron empoderando, de esta manera, su poder se hace manifiesto a travs de sus acciones colectivas, acciones que al estar sustentadas en el poder desarrollado entre los sujetos, hacen de stas, acciones polticas, concepto que ser reinterpretado en dicha investigacin.
De esta manera el peonaje decimonnico acta polticamente manteniendo y reproduciendo su sociabilidad a travs de la configuracin de redes sociales, la cual se manifiesta hacia dentro (entindase como las relaciones establecidas entre los mismos sujetos) como dinmicas propias que los caracterizan y hacia fuera de manera trasgresora y como una oposicin al cambio social fundamental, como se observa en las habituales acciones del peonaje, el robo de minerales, la fuga del trabajo, los amotinamientos, entre otras. Dichas acciones si bien responden a la manera de vivir del pen, representan para la elite un freno u obstculo para sus objetivos, orientados a integrar forzadamente al peonaje al sistema capitalista, domesticando de esta manera la mano de obra e impidiendo su movilidad. De esta forma, las acciones peonales se transforman en una resistencia consciente frente a la proletarizacin, resistencia que se fundamenta en el objetivo de mantener sus lgicas de vida. A partir de lo anterior es que reconocemos y pretendemos comprobar cmo se fue gestando el proyecto alternativista13 de coexistencia autnoma del peonaje minero de la regin de Atacama conformada como fuente del desarrollo capitalista, en la medida que logra
13
Ver: Gabriel Salazar, El desafo social del peonaje: delincuencia, desacato y rebelin (1820-60 y ms all), manuscrito, p. 11. [extrado el concepto del alternativismo para fundamentar nuestro proyecto].
11
desenvolverse como sector minero-exportador-, en un contexto de inminente proletarizacin y constante disciplinamiento14 durante la primera mitad del siglo XIX.
El desarrollo de esta investigacin se centr mayormente en la recopilacin y anlisis de fuentes judiciales de Copiap. Sin embargo, para poder reconstruir las tensiones y conflictos existentes entre la elite y el peonaje minero de aquella poca acudimos a los archivos de la Intendencia de Atacama y Coquimbo, utilizando particularmente los reglamentos y bandos all encontrados. Todo esto en su conjunto nos permiti comprobar lo que a continuacin se presenta.
Ver: Mara Anglica Illanes, Azote, salario y ley. Disciplinamiento y rebelda de la mano de obra en la minera de Atacama (1817-1852), en: Chile des-centrado. Formacin socio-cultural republicana y transicin capitalista (1810-1910). Ed. LOM, Santiago, 2003.
14
12
CAPTULO I: DEL RECONOCIMIENTO MUTUO A LA ACCIN COLECTIVA. EMPODERAMIENTO Y PODER DEL PEONAJE MINERO.
Uno de los conceptos ms utilizados para adentrase al mundo tan particular de estos sujetos es el de sociabilidad. Son varios los autores que se han centrado en describir y analizar las distintas formas y espacios de sociabilidad que el peonaje ha desarrollado a lo largo del territorio nacional. Sin embargo, y como varios estudios as lo han evidenciado, no se puede hablar de sociabilidad sin referirse al concepto de identidad15. Ambos, al estar tan relacionados, hacen del anlisis un entrecruzamiento tal que nos permite observar de manera ms profunda y compleja el mundo configurado por el peonaje.
Al hablar de identidad, nos referimos a un concepto cambiante, dinmico y en permanente construccin, puesto, que como lo explicita Julio Pinto y Gabriel Salazar, la identidad aparece definida en la accin, es por eso que se puede decir que los sujetos no son, sino que siempre estn siendo. Se reconoce, por lo tanto, la dialctica del accionar social que diversifica las experiencias, percepciones y modos de representacin de la vida social, todo lo cual influye en la constitucin de identidades y culturas heterogneas. 16
Por otra parte, es posible reconocer la identidad, no slo en trminos colectivos, en la accin comn, sino tambin en las construcciones individuales que se establecen en relacin con la anterior. De esto es precisamente lo que nos habla Manuel Castells cuando define las identidades como fuentes de sentido para los propios actores y [que] por ellos mismos son construidas mediante un proceso de individualizacin17. Si bien, stas pueden originarse en las instituciones dominantes, slo se convierten en tales si los
Ver: Fernando Purcell. Diversiones y juegos popularesop.cit; Jaime Valenzuela, Diversiones rurales, op.cit; Francisca Muoz. Sociabilidad popular durante...op.cit.; Anicia Muoz Arias. El Paisanaje y la cultura del cada da. Identidad peonal: Prcticas cotidianas y espacios sociales. Santiago, Rancagua y Talca, 1850-1860, http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2006/munoz_a/html/indexframes.html. 16 Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia contempornea de Chile, Vol. II, Editorial LOM, Santiago, 1999, p. 94. 17 Manuel Castells, La era de la informacin. Economa, sociedad y cultura; Vol. II, el poder de la identidad, edicin castellana Siglo XXI Editores, Mxico D.F., 1999, p. 29.
15
13
actores sociales las interiorizan y construyen su sentido en torno a dicho proceso individual. Sin embargo, la individualizacin responde no slo a un sujeto en particular, sino tambin a la cultura en la que este se encuentra inmerso y es desde ambos frentes donde se le entrega sentido a las acciones. Como tambin lo explicita Jorge Larran, al formar una identidad personal, la mayora de los individuos comparten determinadas lealtades de grupo o caractersticas en comn, de esta manera, plantea que toda identidad personal est enraizada en contextos colectivos culturalmente definidos18, conformndose las identidades colectivas.
Siguiendo la misma lnea de anlisis, Luis Alberto Romero se centra en el estudio de la identidad desde el concepto de cultura entendiendo sta como un conjunto amplio de representaciones simblicas, de valores, actitudes, opiniones, habitualmente fragmentarios, heterogneos, incoherentes quiz, y junto con ellos, los procesos sociales de su produccin, circulacin y consumo, cuya consideracin permite superar la idea tradicional de las representaciones como reflejo y las ubica en su doble carcter de constituyentes del proceso social y constituidas por l.19 De esta manera, reconoce en la experiencia el mecanismo que permite explicar el modo de cmo se constituyen representaciones sociales a partir de vivencias individuales, y a la vez el modo de cmo esas experiencias son asimiladas e interpretadas por los sujetos a partir de situaciones ya acumuladas, decantadas y convertidas en representaciones simblicas. Por lo tanto, y a partir de lo anterior, un sujeto social se constituye tanto en el plano de las situaciones reales o materiales como en el de la cultura, sencillamente porque ambos son dos dimensiones de una misma realidad20
As es posible observar, que la identidad no se entiende como un atributo inmanente, establecido de una vez y para siempre, sino como un proceso en constante construccin que se estructura o modifica de acuerdo a las experiencias de los sujetos tanto con su entorno comn, como a la relacin que se establece con otros, ya sea a travs del dialogo o la confrontacin.
18
Jorge Larran, Modernidad, razn e identidad en Amrica Latina, Editorial Andrs Bello, Santiago, 2000, p. 114. 19 Luis Alberto Romero, Los sectores populares urbanos como sujetos histricos, en: Proposiciones N 19, SUR Ediciones, Santiago, 1990, p 271. 20 Ibdem. p. 272.
14
A su vez, la identidad para el caso de dicha investigacin, no es posible entenderla sin tener presente el concepto de sociabilidad, puesto que, cuando planteamos entender la(s) identidades como potencia(s), hacemos referencia a analizar la identidad como capacidad generadora, como elemento aglutinador tanto de los proyectos como de las experiencias.21 Para entender a qu nos referimos cuando hablamos de identidad como potencia o potencial, se hace imprescindible definir lo que entenderemos por sociabilidad.
Basndonos en el estudio que elabora Maurice Agulhon, sociabilidad la entenderemos en trminos generales como la manera en que los hombres viven sus relaciones interpersonales en el lugar que los rodea (y) vara en los medios sociales, tal vez con el pas, ciertamente con las pocas22. De esta manera, se hace posible estudiar la sociabilidad histricamente en tanto marco de observacin y clasificacin de lo intersocial cotidiano23. En base a estas dos premisas es que se han realizados diversos estudios y tesis en torno a dicho concepto, trabajos como el de Fernando Purcell24, Jaime Valenzuela25, Francisca Muoz Cooper26, entre otros, nos describen un mundo popular en distintos espacios geogrficos, ricos en tradiciones, fiestas, diversiones y juegos, reconociendo todas stas prcticas como partes constitutivas y de constitucin de la sociabilidad peonal, es decir, como generadas y generadoras de una identidad popular, a la vez que configuran espacios (fsicos) en los cuales se materializan dichas formas de sociabilidad. Como lo explicita Jaime Valenzuela, la experiencia vital, a nivel social, al ser distinta para cada grupo, estrato o clase en que se divide la sociedad, moldear distintas subculturas, distintas visiones de mundo y maneras de enfrentarse a l []. Valores, creencias y actitudes, as como sus expresiones de conducta, tendrn connotaciones diferentes y muchas veces contrapuestas, pero no por ello invalidables27. De esta manera, la identidad, sociabilidad y en general la cultura peonal tendr sus
21
Nicols Holloway, Identidad, sociabilidad y poltica en el movimiento mutualista: La Sociedad de Artesanos La Unin de Santiago, 1862 - 1888. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Seminario de grado: Experiencias de politizacin del movimiento popular chileno, 1830- 1891, p. 12. 22 Jaime Valenzuela. Diversiones rurales, op. cit., p. 369. 23 Maurice Agulhon, La sociabilidad como categora histrica, en: Maurice Agulhon, et al. Formas de Sociabilidad en Chile, 1840-1940, Fundacin Mario Gngora, Santiago, 1992, p.8. 24 Fernando Purcell. Diversiones y juegos popularesop.cit. 25 Jaime Valenzuela, Diversiones rurales op.cit. 26 Francisca Muoz. Sociabilidad popular durante...op.cit. 27 Jaime Valenzuela, Diversiones rurales op.cit, p. 370.
15
pautas y cnones de conducta propios de acuerdo a lo que entre ellos se construya y vivan.
Por otra parte, Alguhon nos entrega otras aristas que acotan an ms el anlisis sobre dicho concepto. La nocin de sociabilidad nos permitira ver emerger la vida asociativa a partir de la vida social informal, y por la otra, distinguir ms claramente en cada asociacin el hecho puramente social de la vida en grupo junto a la actividad (cultural, poltica, ldica u otra) que constituye su objetivo especfico. Las personas se asocian no solamente para hacer alguna cosa; muchas lo hacen en primer lugar para gozar de la vida en grupo y luego para realizar tal o cual actividad.28. Esta premisa nos conduce en direccin a lo que aqu se intentar realizar. Nos habla de sociabilidad como potenciadora de asociaciones entre sujetos que podran desembocar en actividades o acciones colectivas. A su vez estas asociaciones nos permitiran reconocer y estudiar la configuracin de distintas redes sociales.
Por lo tanto, y partir de los planteamientos anteriores, entenderemos por sociabilidad la capacidad de aglutinarse que posee el peonaje en torno a factores culturales comunes que los identifican como un grupo cohesionado. A partir de esto, se reconocer como constitutiva de esta misma, tanto las formas de sociabilidad, ya sean los juegos, las apuestas, la ingesta de alcohol, etc, como los espacios en las que esta mismas formas se desenvuelven, las pulperas, bodegones, chinganas y tambin espacios abiertos como las calles.
Explicados ambos conceptos, resulta importante definir lo que entenderemos por identidad peonal y a partir de esto reconocer las formas y espacios donde se desenvuelven los sujetos a travs de su sociabilidad.
Cuando nos referimos a identidad peonal hay que tener presente el sinmnero de situaciones ocurridas durante la primera mitad del siglo XIX a nivel nacional, y
28
16
especficamente en el Norte Chico. Como ya fue presentado anteriormente, Chile no se qued al margen de la transicin que se experimentaba hacia la modernizacin capitalista, proceso que llev a las zonas mineras a convertirse en la punta de lanza de aquella importante transformacin. Es por esto, que cuando hablamos del peonaje existente en dicha poca es importante tener en cuenta el contexto en el que se desenvolva. Sujetos que vivan libres, acostumbrados a una vida itinerante, con un empleo ocasional y movilidad permanente, con un abanico de opciones legales e ilegales donde elegir, y enfrentados a un poder todava bastante permeable, los peones chilenos lograron conservar una dosis significativa de libertad.29 En el nasiente descubrimiento del mineral de Chaarcillo, cuantos movientos tumultuarios no se han aquietado! Cuantas incomodidades no causan diariamente al Gobierno! No es bastante para moderarlos, la presencia de un Jues especial ni la tropa armada que se destaco, para hacerlos guardar [ilegible], y subordinacin, todo lo atropellan, Jueses, Soldados y Amos.30 En este contexto, el peonaje opt por seguir conservando sus formas de vida, su modo de relacionarse, su identidad y sociabilidad, mantenindose al margen de los grandes cambios que experimentaba el pas. De esta manera, el peonaje habra desarrollado una identidad propia que estara sustentada en las relaciones socioculturales que entablara con sus pares, que a la vez son la base de una cultura propia y alternativa31.
Son diversas las caractersticas que conforman al pen y que hacen de su cultura una forma alternativa de vida, en las causas es posible reconocer una variada gama de calificativos en los que el alcohol y la violencia se convierten en tpicos comunes para definirlos. Todas a su vez coinciden en clasificar a dichos sujetos como hombres incorregibles, perturbadores de la moral y el orden, ladrones y viciosos.
Leiton es un joven gaan cuyas costumbres, es bienordinarias, como las detodos los de sus clase [] a quien no es capaz de contener en la carrera del crimen, ni el trabajo, ni la vergenza pblica, ni el temor de un severo castigo, y que por ser enteramente incorregible, se ha hecho el azote y la
29 30
Julio Pinto, [et. al], Peones mineros en las Tierras del Salitre, op.cit., p. 47-48. Archivo Nacional (desde ahora AN), Archivo Judicial de Copiap (AJCop), Legajo 21, Pieza 11, foja 32, ao, 1838, Querella criminal promovida por Luis Villegas contra Don Manuel Romero sobre maltratamientos injurias que ste le h inferido. [en todas las causas se conservar la ortografa original] 31 Anicia Muoz Arias. El Paisanaje y la culturaop.cit.
17
plaga de la sociedad, aquien mantiene en perpetua alarma con su constante reincidencia en el mismo delito []. 32 Las normas y castigos se hacan cada vez menos efectivos, pues no limitaban en lo ms mnimo al peonaje en su actuar delictivo y sedicioso.
El Inspector que suscrive, cumpliendo con el decreto de V.S fecha 19 de corriente dise: Que los individuos que firman el escrito que antecede son dos vagos perurbadores del orden, de la tranquilidad y sosiego de las familias; Por esto por continuos alborotos, y actos de la mas desacarada inmoralidad han sido ambos amonestados, y apremiados varias veces, por el que informa sin que se note en la conducta de estos discolos y mal entretenidos hasta hoy, ninguna reforma; ni con las severas reprensiones que el Seor Governador como Juez de alta Policia, les dio al tiempo de ponerlos en libertad de la Justisima prision que por corregirlos les impuse en desempeo de mi dever. 33
El desacato a las normas y castigos se materializaba tambin en el no reconocimiento de las distintas autoridades, como es posible observarlo en el siguiente proceso donde se acusa a Andrs Toro por ser perturbador del orden pblico y petulancia con el Subdelegado. El que subscribe [Subdelegado Federico Schell] informa que pasando por los Bacanales de Malpaso a Nantoco encontr dos hombres que parecan ebrios se atrabesaban por el camino y dos veces llegaron con sus caballos prximos a pecharlo. Entonces se dirigi al que se manifestaba ms atrevido que luego supo llamarse Andrs Toro ylo reconvino diciendole que si estaba ebrio poda retirarse a su casa y no molestar a los que pasaran por el camino. A esto contest Toro que elhasia lo que le diera gana que no reconoca autoridad en hombre ninguno para contrariar su voluntad yque esta era de molestarnos. Entonces le dije que si me conoca ysi dudaba quien era, le adverta que era Subdelegado de la Seccion y contest lo he conocido a usted desde que lo encontr y ahora con las ganas le digo que seguire haciendo lo que quiera.34 Incluso hay sujetos que se mofan del cargo de autoridad asignado. [] estando [Antonio Seplveda] en la tarde del domingo trece del presente, sentado ala sombra en la calle inmediata deuna de las puertas de la casa de D. Ignacio bio que benia unombre de abajo borracho pa. arriba que como beinte otreinta baras antes de llegar de donde, lo alcanso de atrs otro
32 33
AN, AJCop, legajo 42, pieza 2, ao 1845. Criminal contra Manuel Leiton alias Cadenal por robo. AN, AJCop, legajo 23, pieza 38, ao 1842. Querella criminal de Don Francisco Aguirre y Don Francisco Segundo Sapiain contra el Inspector Don Isidoro Monandes. 34 AN, AJCop, legajo 24, pieza 17, ao 1843. Causa criminal contra Andrs Toro por perturbador del orden pblico y petulancia con el Subdelegado Dn. Federico Schell.
18
ombre aquien no conoci, y se dirigieron juntos donde el estaba sentado, que tan luego como llegaron serca de donde el estaba lepregunto el borracho si hera el gobernador que haviendole dicho queno, le dijo que sera entonces el Jues Pinto el tal, que haviendole recomvenido que porque lo insultaba le contest dndole un [ilegible] en el pecho, que habiendosebisto insultado y ultrajado por este borracho ledio [ilegible] desde sentado y lo tiro al suelo, y que haviendo separado lo tomo el otro; sin embargo de insultarlo siempre, que haviendo visto esto seretiro asu cuarto.35
En todos estos casos el alcohol acta como aliciente para llevar a cabo las distintas acciones convirtindose en el estmulo comn para los peones, llevndolos incluso a cometer actos de violencia en los que su conciencia se encuentra trastocada, en algunos casos, de manera significativa. En la siguiente causa, nos encontramos con el pen Jos Eugenio Burgueo, quien sin recordar nada de lo ocurrido, debido a la ebriedad en la que se encontraba, hiri a una mujer con un cuchillo. Preguntado [a Jose Eugenio Bugueo] porquese mantiene negativo cuando de las declaraciones que se han tomado consta que el fue quien hirio a Seferina Caro, dijo que quiz se le ha entendido mal, sobre sus respuestas anteriores, pues no niega que el confesante fue quien hiri con el cuchillo a una muger que no conocia, y despus le contaron que la herida habia sido pequea causado solo con la punta del cuchillo en el pecho, pero ha ignorado quien era la muger hasta ahora que se le dice haber sido Seferina Caro, y no recuerda el motivo que pudo tener para ello, y sin duda lo hizo maquinalmente por estar ebrio y malo de la cabeza, en cuyo estado saldria de la casa de Felipe Gomez adonde estubo bebiendo. 36 Ahora bien, retomando una de las premisas anteriormente nombradas, que tienen relacin con el potencial que posee la identidad y sociabilidad peonal, reconocemos en ambas la capacidad que poseen dichos sujetos para aglutinarse, reunirse, agruparse en funcin de diversos estmulos; el alcohol, el juego o la diversin en general. Es innegable que los elementos que constituyen el espacio chinganesco principalmente alcohol y juegos de azar- actan como aglutinantes, en la medida que son factores que posibilitan la convergencia de gran nmero de personas, conocidas o desconocidas entre s, en torno a estos espacios, razn por la que son un producto de consumo popular exitoso37. Por lo tanto, si bien reconocemos todas las caractersticas del peonaje en
35
AN, AJCop, legajo 22, pieza 22, ao 1840. Causa criminal contra D Cristobal Zavala y Dn. Julian Pinto por haber herido gravemente a Antonio Seplveda Ao 1840. 36 AN, AJCop, legajo 22, pieza 3, ao 1840. Causa criminal contra Eugenio Bugueo por haber herido a Serafina Caro. 37 Anicia Muoz Arias. El Paisanaje y la cultura del cada da, op. cit.
19
tanto sujetos violentos, rebeldes y malentretenidos, observamos en dichos calificativos acciones que trascienden a los meros hechos de desorden o pendencia, puesto que todas ellas respondan a una identidad de grupo y al desarrollo de una sociabilidad tal que adems de expresarse en acciones tpicas de la peonada, tambin se materializaba en actos que posean un sentido mayor, el de oponerse al cambio social experimentado durante el siglo XIX.
Como se evidencia en un sinnmero de causas, las reuniones en torno a distintos estmulos eran comunes en la peonada. Se haca habitual que los sujetos se reunieran en torno a juegos prohibidos, como lo evidencia la siguiente causa judicial.
Anoche a las once e sorprendido una mesa de juego en la casa particular de Doa. Antonia Pinto en la cual en una garita dispuesta el interior se allavan los individuos siguientes D. Pedro Melendes, D. Manuel Pinto, D. Vicente Savala, Ramon Zuleta, Pedro Quiroga, Mateo Gonzales Jos Vargas, Abelino Oviedo, Juan de las Damas, Mariano Jisa, Juan Patosriza, Juan Quevedo, i Ramon Pinto, i varios que se fugaron entre estos D Manuel Pinto. El tallador D. Pedro Melendes con fondo de ocho reales poco mas o menos con dos juegos de naipes inclusa la reserva, los apuntadores Ramon Zuleta Pedro Quiroga, Mateo Gonzales en dos cartas descubiertas ensima de la mesa de juego de monte los restantes ltimos de mirones en la circunferencia de la mesa, centados i parados. E dinero que circulava seria como de a tres o cuatro pesos, i segn la respuesta del garitero Zavala estaban rifando un asafate de dulce, i el encargado de esta casa de juego desde tiempos atras es Dn Manuel Pintos, de lo que doi cuenta a SS []38. O esta otra, en donde el alcohol acta como estmulo de reunin en los distintos sujetos agrupados.
Que el domingo veintiocho del mes anterior como eso de las dies once de la noche, habiendo estado en la Chingana de Jose Maria Catalan se iban de recojida el declarante, Eucebio Varas, Isidoro Ordenes y otros varios, cuando unos dos mineros que tambien habian estado en ella, trataban de atajar unas mugeres que ban por la calle y atropellaban otras gentes de las muchas que tambien se recojian de la Chingana, en cuyas circunstancias les dijo Isidoro Ordenes que iba malo de la cabeza, que saliesen para arriba
38
AN, AJCop, legajo 55, pieza 18, ao 1848. Proceso verbal, seguido contra los reos D. Pedro Melendes, D. Manuel Pinto, D. Vicente Zavala, Don Ramon Zuleta, Pedro Qiroga, Mateo Gonsales, Jos Bargas, Avelino Oviedo, Juan de las Damas, Mariano Jisa, Juan Passorisa Juan Quevedo i Ramon Pinto, por juegos prohibidos.
20
[]habiendo salido ambos de la Chingana fonda malos de la cabeza por el licor que haban tomado. 39 Aqu se evidencia un acontecimiento comn en los lugares de sociabilidad popular. La confluencia de sujetos a aquellos sitios muchas veces traspasaba las fronteras de lo peonal, unindose a la diversin los mayordomos de minas, como queda expuesto en la siguiente causa.
Haviendo notado desde algunos dias que en el mineral de mi cargo andavan algunos operarios algo tomados mande y redoble la vigilancia sobre esta materia hasta aberiguar de donde salia este licor hasta que el jueves en la noche se tomo en casa de Manuel Antonio Moreno un mayordomo y un barretero con una botella de aguardiente en este estado al efecto en uso de mi jurisdiccin []. 40 La prctica de la reunin en torno a juegos de carta tambin fue adquirida por los mayordomos, comportndose de manera muy similar al de la peonada. [] dijo que como a las siete de la noche jugaban brisca en la piesa principal de la faena el que declara con los mayordomos D. Miguel Nosoa, D. Soilo Castillo y D. Blas Barrera, y que el ltimo se incomod de resulta de un renuncio que habia el hecho el declarante despus de haver jugado algunos juegos, y por cuyo motivo lo insult hechandolo a mala parte, y el declara le contest que podia recombenirlo de otro modo y no como lo hasia, y sin mas motivo que este se levant Barrera y le di unas trompadas[]41
Todas estas formas de sociabilidad se desarrollaban en espacios particulares, convirtindose en los lugares ms concurridos por el peonaje, quienes a travs de la diversin, el juego y el licor impregnaban dichos sitios de su sociabilidad caracterstica. Es un hecho averiguado indubitable, que el finado Gavarra, concenta y fomentava en su casa reuniones de hombres mal entretenidos, proporcionandoles medios de cevarse en el vicio del juego, y de la embriagues: esto tambien, que no pocas veces tomava el mismo parte en estos desordenes []42.
39
AN, AJCop, legajo 21, pieza 12, ao 1838. Causa criminal de oficio seguida contra Santiago Campusano y Francisco Olguin por haber herido Eucebio Varas. 40 AN, AJCop, legajo 23, pieza 30, ao 1841. Criminal contra Jose Guzman por cangallero e introductor de licores. 41 AN, AJCop, legajo 24, pieza 37, ao 1844. Causa criminal, seguida de oficio contra el mayordomo de la mina del Rosario D. Blas Barrera, por haber herido al de igual clase D. Juan Francisco Ovalle. 42 AN, AJCop, legajo 23, pieza 28, ao 1841. Causa criminal contra Jos Mara Figueroa y Santiago Torrejon por el homicidio perpetrado en la persona de Don Juan Gabarra.
21
Bodegones, chinganas, fondas, ramadas y casas particulares, eran los espacios en los que se materializaban las distintas formas de sociabilidad desplegadas por el peonaje.
La noche del dia veinte de Noviembre proximo pasado, estuvo el declarante [Jos Maria Muoz] con Bernardo Lemus dibiertiendose en el Distrito de Ramadilla en el Bodegn de Gabriel Villavicensio y siendo ya como la una de la maana se salio con dicho Lemus por haber dicho el dueo de casa que ya era tarde. Estavan pues de la parte de afuera cuando llego a caballo Juan Morales (alias Chico) que tambien habia estado dibirtiendose en el mismo bodegn []43
Las calles y las mismas faenas tambin se alzaron como sitios en donde dichos sujetos, rean, jugaban, peleaban y se divertan. Esto es posible reconocerlo en la siguiente causa, donde se encuentra un grupo de peones bebiendo en la mina Contadora, llevndose detenida a la nica mujer que all se encontraba, quien reconoci haber ido a ver a su marido, Manuel Navarro, sin tener por ningn motivo la intencin de prostituirse.
[] la causa de su pricion es por haberla encontrado [a Mercedes Vega] en una de las faenas de la mina Contadora [] en una noche que hubo una pendencia ntre los peones de dicha mina Contadora en que todos estaban bebiendo aguardiente aunque la confesante no estaba bebida. 44
A partir de esto, es posible reconocer que para las autoridades era mucho ms grave encontrar a una mujer entre los peones, que ver a estos mismos divirtindose, es por esto, que en los decretos y bandos se establecan apartados diferentes para las mujeres a las que se les reglamentaba su estada en chinganas y bodegones. toda mujer que se encuentre en reunin y fondas o chinganas que no sea casada y bien entretenida ser conducida a la crcel, de donde no saldr sino despus de haber encontrado patrn.45
43
AN, AJCop, legajo 23, pieza 39, ao 1842. Causa criminal contra Jos Maria Muoz y Bernardo Lemus por haber herido a Juan Morales. 44 AN, AJCop, legajo 42, pieza 1, ao 1845. Criminal contra Mercedes Vega por haberse encontrado vestida de hombre en una de las labores de la Mina Felicia Oriental. Mineral de Pajonales. 45 AN, AICoq, Vol. 10, N 66. Bando establecido por Don Jos Mara Benavente, brigadier de los ejrcitos de la Repblica, Coronel del Regimiento de Cazadores a caballo, e Intendente de la provincia de Coquimbo. Serena 24 de Abril de 1827.
22
Para ambos sexos se estableci una hora determinada, despus de la cual ningn pen poda andar por las calles divirtindose. El bando de 1827 as lo establece.
25 [] toda persona que se encuentre en las calles de las doce de la noche para adelante como en actitud de acechar, que sea sospechosa, desconocida, o que ande disfrazada ser conducida la carcel por la policia, donde permanecer hasta que el gobierno determine lo que halle por conveniente. 26 se prohben las reuniones de hombres en la calle de las doce de la noche para adelante; y los que falten este artculo sufrirn la pena asignada en el anterior.46 Tanto las formas como los espacios se retroalimentan en su desenvolvimiento, permitiendo a los distintos sujetos que all concurran desarrollar cnones de conducta propios. De esta manera, las distintas acciones que all se manifiestan permiten a la peonada adems de compartir un vaso de licor, un juego de naipes, o un divertido momento, conformar redes sociales en base a las cuales desplegarn su accionar colectivo. As es posible entender la configuracin de identidades individuales y la forma como stas conforman identidades colectivas en un proceso de retroalimentacin, en el que tambin est involucrada la sociabilidad. Todas estas caractersticas del peonaje al estar tan estrechamente relacionadas se nutren una a travs de la otra. El pen no es slo un sujeto que pretende seguir siendo libre, porque no conoce otra forma de vida, sino tambin porque sus conductas y sus relaciones con los otros alimentan estas actitudes. Las reuniones en torno a un juego de naipes o a un vaso de licor, se daban a cualquier hora sin importar que tuvieran que trabajar al otro da, de esta forma, se acostumbran a una vida sin restricciones, socializando las acciones, transformando las identidades individuales haciendo que un sujeto se sienta parte de un grupo, de una identidad colectiva.
Por lo tanto, si bien asumimos que no todas las formas de sociabilidad y espacios donde ests se desenvuelven actan como potenciadoras de redes sociales, puesto que no todas las acciones se vuelven colectivas, permiten la conformacin de ests en la mayora de los casos, debido a que se comparte una identidad comn, que les permite identificarse, reconocerse y relacionarse en distintos mbitos de su sociabilidad.
46
AN, AICoq, Vol 10, N 82. Bando, establecido por el ciudadano Jos Santiago Aldunate, General de brigada, Intendente de la provincia de Coquimbo. Serena 1 Enero de 1834.
23
En trminos generales entenderemos por red social como ciertas relaciones de conjunto entre puntos correlacionados entre s47. En otras palabras, una red social se define por las relaciones que se establecen entre los individuos, ya sean stas centradas en un individuo en particular que acta de nodo frente a distintos sujetos, o relaciones ms extensas en que todos se asocian con todos de acuerdo a motivaciones colectivas. Las distintas redes sociales son posibilitadas por la existencia de una identidad social grupal. En efecto, esta identidad social del peonaje chileno, se estructura en torno al autoreconocimiento social, es decir, se reconocen, ellos mismos, en los lugares cotidianos de la vida social.
48
peonada, quienes confluyen en acciones colectivas generando lazos de reciprocidad y confianza. De esta manera, es posible plantear que tanto la identidad, sociabilidad y las redes peonales, se retroalimentan unas a las otras, logrando conformarse cada una slo en relacin con la otra.
Todas estas redes sociales, se establecen de acuerdo a distintas variables; algunas se configuran desde una relacin de parentesco, otras desde la amistad o del conocerse sin tener una relacin tan emocionalmente fuerte. Esto es lo que es posible observar en las siguientes causas.
[] viendo Arcayaga que no pareca la tropa, se fue con el cuyano a pie para la aguada donde estaban las mulas: que all pill una, vino al alojamiento encill y se fue, dejando al compaero al cargo de carga y media de metales que haba llebado de la sierra que la tropa que conducia los metales y el cuyano, march en seguida: que el declarante march despus y los alcanz como a las tres leguas alojando antes de llegar al agua de las lomitas []. 49
Aqu se evidencia una relacin de confianza entre los sujetos en cuestin, puesto que uno deja al otro a cargo de los metales robados, volviendo a juntarse ambos
47
Larissa Lomnitz, Cmo sobreviven los marginados, Siglo Veintiuno Editores, Mxico, D.F, 1998, p. 141. 48 Abel Corts Ahumada. "Delincuencia, redes sociales y espacios en la vida cotidiana rural de Chile central.Valle de Aconcagua, 1820-1850, http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/cortez_a/html/indexframes.html 49 AN, AJCop, legajo 21, pieza 1, ao 1837. Causa criminal de oficio sobre la averiguacin del autor y complices del homisidio perpetrado en la persona de Don Fernando Gallo.
24
avanzado el camino. En este robo en particular el nodo donde confluyen otros sujetos es Arcayaga, conformndose una red ms extensa en donde no slo se observa la amistad como variable unificadora, sino tambin relaciones menos estrechas de ayuda. De esta manera, avanzada la causa comienzan a aparecer nuevos sujetos relacionados con el robo y comercio de metales.
Que el veinte y tres de Junio, viernes, luego que serr la noche sali el que declara [Francisco Arcayaga]de la faena de la Trinidad con el aguatero de la de Loreto que le llebaba el metal, y como distancia de dos cuadras se le junt Pascual Reveneira [el cuyano] con otros dos mineros mas que le ayudaban llebar ste su metal, y habiendo caminado un trecho mas hasta la quebrada que llaman de las Cuevas, serca de la faena de Don Jos Urvina, se volvieron los unos y acompaaron al deponente, Reveneira, el dicho aguatero y un rucio, de cuyos nombres no se acuerda, hasta el mineral del algarrovito 50.
Se configura una red tan extensa, que dicha causa se amplia a otra encontrada en el mismo legajo en donde aparece un nuevo acompaante de Francisco Arcayaga. A consecuencia del asesinato perpetrado en el Mineral de Chaarcillo fines de Junio del presente ao en la persona de Don Fernando Gallo, sigui el Juez de aquel distrito una sumaria indagatoria de la que resulta presunciones vehementes contra Don Francisco Alcayaga y un Argentino, cuyo nombre se ignora, que acompa este en el Mineral y en su regreso al Huasco. Instruido que fui mand una partida de tropa armada la Ciudad de Vallenar con el fin de que fuesen aprehendidos; mas desgraciadamente no se logr el objeto por que aquellos hallandose en antecedente de que se le perseguia emprendieron mui en tiempo su fuga. En estas circunstancias apareci aqu Francisco Alvares que venia sin pasaporte de Vallenar y descubr que era mandado por el referido Alcayaga para que de su cuenta cobrase en este Departamento un Pagar, el mismo que adjunto, cargo de Don Pedro Pablo Campana y por la cantidad de doscientos ochenta y cinco peso siete reales. Aun golpe de vista se deja ver que Alvares debe presisamente saber el paradero de Alcayaga por que probablemente este debio instruirle del punto en que lo encontrara despues de reembolsada la cantidad; mas sin embargo de los convencimientos que se le han hecho no ha querido decir el lugar en que pueda ser encontrado aquel.51
50 51
Ibdem. AN, AJCop, legajo 21, pieza 9, ao 1837. Expediente promovido sobre indagar la complicidad de Francisco Alcayaga en la muerte de Don Fernando Gallo. Tiene relacion a un documento de aquel endozado a fabor de Francisco Alvares.
25
Si la sociabilidad era extensiva hacia otros sujetos no necesariamente peones, las redes experimentaban la misma situacin, como es posible observar en el siguiente auto cabeza de proceso.
Por cuanto se me ha presentado el mayordomo de la mina Rebenton Colorado Don Alejandro Pringueles anoche las diez y media, pidiendo le d auxilio para tomar unos ladrones, que dijo le estaban robando en la mina de su cargo, en el acto mand el auxilio y las doce y media llegaron ste cuartel traendo consigo al barretero Eusebio Cubillo, el apir Pedro Rodrguez, y el mayordomo de viveres Juan Flores, los dos primeros se han encontrado dentro de la mina, y el mayordomo por que se dice ser complice; por haber abierto este el candado que sierra la puerta de la boca mina; fin de poner el remedio que ecsije la tranquilidad, y la vindicta publica en ejercicio de la jurisdiccion que tengo[]. 52 De esta manera, es posible observar la variedad de redes establecidas entre los mismos peones y entre estos y otros sujetos en relacin, quienes despliegan sus acciones individuales hacia objetivos comunes, lo que las convierte en acciones colectivas. De acuerdo a lo que Abel Corts plantea en su tesis con respecto a la definicin de red social establecida en funcin de los delincuentes (peones y bandidos) del valle central de Chile, consideramos sus premisas un tanto limitadas para el caso de nuestra investigacin. Define la red como una estrategia social desplegada por los delincuentes -ocasionales y bandidos- para posibilitar la creacin de mecanismos de subsistencia en la vida cotidiana. Los delincuentes, y en general todos aquellos sujetos con relaciones precarias con el sistema social central, deben desplegar un tendido reticular, deben tejer redes sociales para obtener alimentacin, alojamiento y amistades.53 Si bien, reconocemos en el peonaje del Norte Chico la conformacin de tejido social, de relaciones de amistad y muchas veces la configuracin de redes con el objetivo de conseguir alimento o una simple ayuda fsica en el momento de necesitarlo, no limitamos la construccin de dichas redes al mero hecho de subsistir, ms bien las reconocemos como la forma de organizacin desplegada por el peonaje. Como lo explicita Jos Ignacio Porras las redes sociales facilitan o restringen el acceso de las
52
AN, AJCop, legajo 23, pieza 23, ao 1841. Causa criminal de los peones del Reventon Colorado, Eusebio Cubillo, Pedro Rodrguez, y Juan Flores. 53 Abel Corts Ahumada. "Delincuencia, redes sociales y espacios en la vida op. cit.
26
En funcin de lo anterior y basndonos en la teora de los nuevos movimientos sociales, reconocen todas ellas una nueva manera de organizarse en torno a objetivos comunes55. Tradicionalmente se ha entendido por organizacin como una forma de accin inserta dentro del sistema institucional, si bien la historiografa chilena ha traspasado estas fronteras, en el estudio de los movimientos sociales se ha enmarcado en el anlisis principalmente de organizaciones que configuren un discurso popular, la articulacin de una demanda y en torno a sta una lgica peticionista basada y proclamada bajo un programa de accin.
Porras nos presenta ciertas premisas, las cuales nos abren nuevas perspectivas en torno a las redes sociales. Su anlisis intenta desligarse de aquellos estudios en los que se reconoce organizacin slo en agrupaciones que se configuran dentro del sistema institucional, planteando que desde mediados del siglo XX, perodo en que la ciencia poltica abre su horizonte de estudio, dejando de centrar sus anlisis en la institucionalidad formal, la idea de red comienza a tomar forma en conceptos afines utilizados para identificar el mapa de relaciones interpersonales, la interconexin y la dependencia entre actores dentro y fuera del gobierno56.
A partir de lo anterior, Sidney Tarrow nos plantea una nueva forma de organizacin basada en redes sociales, a esto le llama organizacin de la accin colectiva, que abarca desde agrupaciones temporales de gente insatisfecha hasta la creacin de clulas, ramas y milicias estables. O bien est controlada por organizaciones formales del movimiento que mantiene contacto con las mencionadas formaciones o son completamente autnomas de ellas57. De esta manera se reconocen las redes sociales como forma organizativa peonal; extensivas en su horizontalidad, en
Jos Ignacio Porras, Redes. Fundamentos, alcances y expectativas de una iniciativa editorial, en: Jos Ignacio Porras y Vicente Espinoza, Redes. Enfoques y aplicaciones del anlisis de redes sociales (ARS). Editorial Universidad Bolivariana, Santiago, 2005, p. 6. 55 Ver: Sidney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la accin colectiva y la poltica, Editorial Alianza, Madrid, 1997; Jorge Riechmann y Francisco Fernndez Buey, Redes que dan libertad. Introduccin a los nuevos movimientos sociales, Ediciones Paids Ibrica, B. Aires, Argentina, 1994. 56 Ibdem, p. 7. 57 Ibdem, p. 236.
54
27
permanente construccin y retroalimentacin entre la(s) red(es), el sujeto histrico constructor y la realidad concreta- reforzando de esta manera los lazos de identidad entre los sujetos. Su mayor ventaja y que a su vez diferencia la red respecto de otros tipos de coordinacin, consistira en que su carcter horizontal y voluntario permite potenciar los intercambios, para obtener un resultado superior al que hubiera logrado cada integrante de forma aislada
58
reconocer en las redes sociales configuradas por el peonaje de principio del siglo XIX un objetivo meramente de subsistencia, observando, en cambio, la conformacin de dichas redes en funcin de un objetivo comn y colectivo.
De este modo es posible plantear las redes sociales y la sociabilidad en general como procesos en permanente construccin y que responden a dinmicas propias del mundo peonal. La conformacin de redes sociales llevara al peonaje a responder mediante acciones colectivas en contra del sistema capitalista que se pretenda implantar. A travs de sus reuniones caractersticas en chinganas, bodegones e incluso en las calles, el peonaje alimentaba su cultura y su identidad se fortaleca da a da. Sujetos libres, violentos cuando queran serlo, pasivos cuando las reuniones eran divertidas, pero relajadas. Acataban las rdenes siempre y cuando as se les antojara hacerlo, sino simplemente se fugaban de sus trabajos, hacan escndalos en las calles perturbando el orden pblico, ofendan a las autoridades llegando incluso a los golpes. Si necesitaban dinero acudan a las apuestas en los juegos de naipes y con un vaso de licor en la mano, aunque no estuviera permitido. Ninguna norma o control policial haca al peonaje cambiar sus hbitos y relaciones cotidianas y cuando se intentaba hacerlo dichos sujetos reaccionaban asocindose, conformando redes en base a la amistad desinteresada o el favor recproco, organizndose con otros para el logro de sus objetivos colectivos.
58
Vicente Espinoza, Genealoga de los usos actuales del anlisis de redes en Latinoamrica, en: Jos Ignacio Porras y Vicente Espinoza, Redes. Enfoques y aplicacionesop.cit, p. 37.
28
1.2 PODER PEONAL: ACCIN, SOCIALIZACIN Y CONFRONTACIN. 1.2.a. DE LA ACCIN AL PODER. El poder ha sido entendido de innumerables maneras, y su conceptualizacin ha sido muchas veces funcional, no slo a variadas apuestas metodolgicas en el campo de las Ciencias Sociales, sino a diversas sociedades que lo han utilizado como una herramienta validatoria en el ejercicio de la fuerza de un grupo social por sobre otro. Esta concepcin tradicional del poder, se reafirma en los planteamientos de Max Weber, como la probabilidad de imponer a propia voluntad, dentro de una relacin social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad59. ste, a su vez, se manifiesta en la dominacin, entendida como la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas, sujetas de este modo, las relaciones sociales a dispositivos de dominacin-subordinacin. En sntesis nos enfrentamos ante una concepcin de poder, desde arriba, es decir, a partir de los mecanismos de coaccin que detentan los grupos hegemnicos60.
Cuando hablamos de poder peonal, claramente no nos referimos a la concepcin tradicional de esta categora mencionada en el prrafo anterior. Citando a la alemana Hannah Arendt, creemos que el poder no existe fuera de los sujetos y aparece donde quiera que stos se junten y dialoguen, es decir, es el actuar juntos, de tal forma que se pierde cuando se separa el discurso de la accin61.
La construccin de este poder se nos presenta de forma gradual y su origen concreto radica en las acciones peonales tales como el robo de mineral, la borrachera sistemtica, la fuga del trabajo, los desrdenes en calles y faenas, los motines y las reuniones y diversiones que motivan su posterior ausencia en la jornada laboral, las cuales se presentan desde lo individual a lo colectivo y responden a lgicas particulares de vida. Esta evolucin de lo individual a lo colectivo, mediante la socializacin, no es casual, sino ms bien, es un proceso complejo que va a la par con la conformacin, crecimiento y consolidacin de su poder frente al poder oficial, que se extendi por alrededor de cincuenta aos, y por lo tanto, nos reafirma su importancia.
59
Max Weber, Economa y sociedad: esbozo de sociologa comprensiva, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1964, p. 43. 60 Ibdem. 61 Hannah Arendt, La condicin humana, Editorial, Paids, Espaa, 2005, p. 223.
29
Esta adquisicin de poder, desde la sociabilidad hasta la accin colectiva, se enmarca desde el principio en el vivir juntos, es decir, compartir las palabras y los hechos (de la accin y el discurso)62 y es paulatina, en tanto que, las acciones individuales del pen a medida que se van enfrentando a un, cada vez ms acentuado proceso de proletarizacin, se van socializando de tal forma, que terminan por evolucionar en acciones colectivas y estrategias propias de las dinmicas peonales. Es lo que denominamos como empoderamiento.
Para entender mejor este complejo proceso, nos es indispensable teorizar acerca de la accin, cuya evolucin deriva necesariamente en su socializacin y final colectivizacin, conformando un poder peonal de base amparado en una cultura propia, que le permite al peonaje coexistir con la sociedad capitalista, por medio de un proyecto alternativo de autonoma frente al proyecto modernizante de la elite.
De acuerdo a Arendt la condicin fundamental para que exista la accin es la pluralidad humana, por ende, toda accin es social. Con esto, nos referimos a que el intento de supresin de esta pluralidad equivaldra a la abolicin de la esfera pblica.63. Con palabra y acto nos insertamos en el mundo humano entendiendo que el actuar en su sentido ms general, significa tomar una iniciativa, comenzar (como indica la palabra griega archein, comenzar, conducir, y finalmente gobernar), poner algo en movimiento64.
A la par que nos integramos al mundo tambin nos revelamos ante ste en una doble dimensin de sujeto y actor. Este descubrimiento de quien es alguien est implcito tanto en sus palabras como en sus actos; sin embargo, la afinidad entre discurso y revelacin es mucho ms prxima que entre accin y revelacin, de la misma manera que la afinidad entre accin y comienzo es ms estrecha que la existencia entre discurso y comienzo, aunque muchos, incluso la mayora de los actos se realizan a manera de discurso. En todo caso, sin el acompaamiento del discurso, la accin no slo perdera su carcter revelador, sino tambin su sujeto, como si dijramos; si en lugar de hombres de accin hubiera robots se lograra algo que, hablando humanamente por la
62 63
30
palabra y, aunque su acto pueda captarse en su cruda apariencia fsica sin acompaamiento verbal, slo se hace pertinente a travs de la palabra hablada en la que se identifica como actor, anunciando lo que hace, lo que ha hecho y lo que intenta hacer65. La accin sin un nombre, un quien unido a ella, carece de significado66. Mediante la accin y el discurso, los hombres muestran quienes son, revelan activamente su nica y personal identidad y hacen su aparicin en el mundo humano67.
La cualidad reveladora del discurso y de la accin pasa a primer plano cuando las personas estn con otras, ni a favor ni en contra, es decir, pura contigidad humana68 que se manifiesta en la socializacin tanto de las acciones como de los discursos debido a que el actor siempre se mueve entre y en relacin con otros seres actuantes, nunca es simplemente un agente, sino que siempre y al mismo tiempo es un paciente [] la historia que un actor comienza est formada de sus consecuentes hechos y sufrimientos. Dichas consecuencias son ilimitadas debido a que la accin [] acta en un medio donde toda reaccin se convierte en una reaccin en cadena y donde todo proceso es causa de nuevos procesos. Puesto que la accin acta sobre seres que son capaces de sus propias acciones, la reaccin, aparte de ser una respuesta, siempre es una nueva accin que toma su propia resolucin y afecta a los dems. As la accin y la reaccin entre hombres nunca se mueven en crculo cerrado y nunca pueden confinarse a dos partcipes69.
Tal como se puede inferir de lo anterior, la accin para Arendt presenta una condicin dual, la considera ilimitada e imprevista. Ambos calificativos tienen un carcter de incertidumbre e inestabilidad que tradicionalmente ha justificado las leyes y limitaciones de los hombres respecto a la accin para mantener lo que la autora llama como estabilidad de los asuntos humanos.
Es ilimitada, puesto que, el acto ms pequeo en las circunstancias ms limitadas lleva la simiente de la misma ilimitacin, ya que un acto, y a veces una palabra, basta para cambiar cualquier constelacin [] La ilimitacin de la accin no es ms que la
65 66
Ibdem. p. 202. Ibdem. p. 205. 67 Ibdem. p. 203. 68 Ibdem. p. 204. 69 Ibdem. p.p. 213-214.
31
otra cara de su tremenda capacidad para establecer relaciones, es decir, su especfica productividad70. Esta condicin, sin duda, favorece la socializacin de las acciones, cuyo proceso y desenvolvimiento ya explicamos anteriormente. Traducindose en una natural omisin de las normas impuestas para limitarlas.
Y es imprevista, ya que en la naturaleza del actuar est intrnsicamente el comienzo, que implica que se inicie algo nuevo que no puede esperarse de cualquier cosa que haya ocurrido antes. Este carcter de lo pasmoso inesperado es inherente a todos los comienzos y todos los orgenes71. El hecho de que el hombre sea capaz de accin significa que cabe esperarse de l lo inesperado, que es capaz de realizar lo infinitamente improbable [] esto es posible debido slo a que cada hombre es nico, de tal manera que con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra al mundo72.
Debido al carcter de inseguridad que refleja la accin, la autora se sumerge en lo que ella llama la fragilidad de los asuntos humanos, es decir, el frgil significado de las acciones. A lo largo de la su historia el hombre ha buscado una cierta estabilidad, la cual generalmente se ha materializado en lmites y barreras, cuya explicacin proviene de la tradicin griega de la fundacin de la polis, que precisamente simboliza y se erige en razn de darle significacin a las acciones. Ya con Platn se sistematiza este pensamiento en el afn de sustituir el hacer por el actuar, cuyo fin de darle sustento a los asuntos humanos, se hace patente en lo que representa la solidez inherente del trabajo y la fabricacin, y que posteriormente evoluciona en modelos, medidas y normas de conducta73. Pensamiento que se ha traspasado a las lgicas institucionales y, por ende, arraigado firmemente en la sociedad occidental.
Sin embargo, para Arendt, esta instrumentalizacin de la accin [] nunca ha logrado eliminar la accin, impedir que sea una de las decisivas experiencias humanas, o destruir por completo la esfera de los asuntos humanos74; es ms, la autora traduce esta necesidad de consistencia a los asuntos humanos en la bsqueda de un sentido, de un valer la pena para las acciones y el discurso, lo que denomina como un remedio
70 71
Ibdem. p. 214. Ibdem. p. 201. 72 Ibdem. p. 202. 73 Ibdem. p. 246. 74 Ibdem. p. 250.
32
para la futilidad. Sin embargo, vislumbra en la condicin humana de vivir juntos, compartir las palabras y los hechos (de la accin y el discurso), el sentido que le dara estabilidad y permanencia a la frgil condicin de los asuntos humanos.
A pesar de la solidez que puede cobrar el significado de la accin, sta denota su fragilidad en que no puede aprehenderse totalmente hasta su finalizacin. El significado de la accin slo puede revelarse cuando la historia ha terminado, definindose sta como el producto de la accin, en tanto que comienza y se establece tan pronto como pasa el fugaz momento del acto75. Por lo tanto, legitima el trabajo del historiador en el marco de que la accin slo se revela plenamente al narrador, es decir, a la mirada del historiador, que siempre conoce mejor de lo que se trataba que los propios participantes76, destacando su importancia, puesto que aunque las historias son los resultados inevitables de la accin, no es el actor, sino el narrador, quien capta y hace la historia77. Por lo cual se nos hace indispensable preguntarnos el cmo comprendemos stas acciones, de acuerdo a qu criterios revelamos su significado y lo validamos, desde la ptica de la Historia, la Sociologa y las Ciencias Sociales en general, es decir, desde la racionalidad, fuente de la comprensin moderna del mundo78. Frente a estos cuestionamientos, Jrgen Habermas se propuso teorizar las acciones por medio de categorizaciones que nos revelan a stas en relacin con el mundo, con el fin de develar su comprensin y entendimiento. De acuerdo a lo planteado por el autor, nos han parecido relacionables (aunque no del todo) con las acciones que identifican particularmente a nuestro sujeto, los modelos de la accin racional con arreglo a fines y de las acciones reguladas por normas79.
Para entender ambas, no es necesario desmarcarnos de lo meramente terico y extrapolarlo a lo emprico. Sobre esto nos advierte Habermas al explicar el modelo de accin con arreglo a fines Confrontamos la accin fctica con la que, desde un punto de vista teleolgico y segn reglas causales generales del tipo experimental, sera la racional, bien sea para establecer el motivo racional que pudo haber guiado a la gente y
75 76
Ibdem. p. 215. Ibdem. p. 215. 77 Ibdem. p. 215. 78 Jrgen Habermas, La teora de la accin comunicativa, Vol. I: Racionalidad de la accin racionalizacin social, Editorial Santillana, Madrid, 1992, p. 23. 79 Ibdem.
33
cuya averiguacin nos importa, mostrando que sus acciones fcticas constituyen medios adecuados para un fin que el agente pudiera haber perseguido o bien para hacer comprensible por qu un motivo del agente que ya nos resulta conocido tuvo un resultado distinto del que el agente esperaba, a causa de los medios que ste eligi80. Razonamiento que debe considerar las lgicas especficas frente a las que se mueven por un lado el agente y por otro el intrprete, que responden a estndares de validez particulares. Una accin puede ser interpretada como ms o menos racional con arreglo a fines si existen estndares de enjuiciamiento que tanto el agente como su intrprete aceptan como vlidos, es decir, como criterios de enjuiciamiento objetivo e imparcial. Al proponer, como Weber dice, una interpretacin racional, el intrprete est tomando postura frente a la pretensin con que las acciones racionales con arreglo a fines se presentan; abandona la actitud de tercera persona para sustituirla por la actitud de un implicado que somete a examen a una pretensin de validez problemtica y que, si es menester, la critica. Las interpretaciones racionales se hacen en actitud realizativa, ya que el intrprete presupone una base de enjuiciamiento compartida por todas las partes implicadas81.
Para el caso de la Historia constituida como ciencia hace ms de un siglo atrs, nos es imprescindible enmarcar su campo de investigacin a partir de la comprensin moderna del mundo, que Habermas plantea como punto central de la tesis de su obra con el objetivo de probar la afirmacin, mucho ms fuerte, de que con el acceso en trminos de comprensin al mbito objetual de la accin social se plantea ineludiblemente la problemtica de la racionalidad82. Sin embargo, y tal como nos revela el autor en su libro, no excluye las concepciones del mundo que no sean modernas, comentando incluso los contrastes entre una y otra, cuya complejidad especfica desemboca en lgicas distintas (sobre las que ya profundizaremos en el captulo siguiente), y que, por ende, no necesariamente deben responder a las orientaciones de accin antes mencionadas. Es ms, no responden del todo a un entendimiento integral de las acciones de nuestro sujeto, es decir, stas no necesariamente deben ajustarse a un modelo u otro -ya sea, con arreglo a fines o regulado por normas-, no obstante, estos modelos nos interesan en tanto que, nos
80 81
34
proporcionen herramientas tericas concretas, cuya utilidad se refleje en la interpretacin coherente de las acciones del peonaje.
Por otra parte, el terico nos presenta un modelo de accin, cuyo enjuiciamiento prctico-moral de normas de accin pone ciertamente al intrprete ante mayores dificultades que las que supone el control, por va de resultados, de las reglas, de la accin racional con arreglo a fines.83 Este tipo de acciones reguladas por normas consideran que un actor slo puede seguir aquellas normas (o violar aquellas normas) que l, subjetivamente, considera vlidas o justificadas; y con este reconocimiento de pretensiones de validez normativas queda expuesto a un enjuiciamiento objetivo84. Esta comprensin de la accin sustentada en base a una lgica normativa proviene de su ya mencionada condicin ilimitada, y la consecuente fragilidad de su significado. En pos de darle un sustento terico y fctico a sta se ha establecido una divisin entre el saber que hacer, el cmo comenzar y la ejecucin neta de la accin, que tiene su origen en Platn, y que, posteriormente, se ha tomado como base de la mayora de las teoras de dominacin la identificacin de conocimiento con mando y gobierno y de accin con obediencia y ejecucin85. Esta supuesta divisin entre el conocer y el hacer en la esfera de la accin, no sera lgica en nuestro anlisis teniendo en cuenta que al momento en que se separan pensamiento y accin, sta ltima pierde se validez y significado.
De acuerdo a lo anterior y apoyndonos nuevamente en Arendt, la accin puede eliminarse totalmente pasando a ser la simple ejecucin de rdenes86 en el cumplimiento u obedecimiento de medidas y modelos de conducta. Lo cual claramente puede adecuarse a nuestro concepto de accin, pero desde la negacin, es decir, el no cumplimiento y desacato de stas por parte de los peones. Cuyas acciones, en tanto que creacin de poder desde dentro confrontan las normas, coexistiendo autnomamente, respecto del proyecto de sociedad oficial de la elite, enfrentando la proletarizacin, y, por ende, el disciplinamiento y subordinacin que los patrones pretenden con ellas. Por lo tanto, la no ejecucin de rdenes, refleja fehacientemente el actuar como concepto, es decir, una iniciativa, un comienzo, un precedente para el autogobierno.
83 84
Ibdem. p. 150. Ibdem. p.p. 149-150. 85 Hannah Arendt, La Condicin, op. cit, p. 245. 86 Ibdem. p. 243.
35
Realizada esta aclaracin, Habermas si bien nos presenta este modelo normativo de la accin como una alternativa para su comprensin, tambin nos hace cuestionarnos el pilar de su estructura, es decir, la norma. La accin normativa desafa al intrprete a examinar, no slo la efectiva conformidad de una accin con una norma o la vigencia fctica de una norma, sino tambin la rectitud de esa norma87, es decir, discutir la fiabilidad de los juicios o razonamientos que sustentan su validez.
Como ya hemos mencionado reiteradamente, y profundizaremos de acuerdo al desarrollo de esta investigacin, reafirmamos en palabras de Habermas la siguiente consideracin. Es evidente que la accin orientada al entendimiento [] no representa en modo alguno el tipo de accin con que uno se topa como caso normal, siempre y en todas partes, en la prctica cotidiana. Yo mismo he llamado la atencin [] sobre los contrastes entre las orientaciones de accin que tpicamente se presentan en las sociedades arcaicas y las que tpicamente se presentan en las sociedades modernas88.
A lo que hemos querido llegar argumentado la accin como precedente del poder, ha sido explicar la verdadera fuente de ste, para de este modo, derrumbar el mito planteado por Weber, donde el poder ha sido tomado generalmente como sinnimo de fuerza, en oposicin a lo planteado por Arendt al atribuirle a sta la cualidad natural de un individuo visto en aislamiento el poder de unos pocos puede ser mayor que el de muchos, pero en una lucha entre dos hombres no decide el poder sino la fuerza, y la inteligencia, esto es, la fuerza del cerebro, contribuye materialmente al resultado tanto como la fuerza muscular. [] Slo donde los hombres viven tan unidos que las potencialidades de la accin estn siempre presentes, el poder puede permanecer con ellos89. Entendiendo de lo anterior que lo que realmente mantiene al pueblo unido despus de que haya pasado el fugaz momento de la accin y lo que, al mismo tiempo, el pueblo mantiene vivo al permanecer unido es el poder90.
Esto se explica porque la autora no entiende el poder desde las esferas de la oficialidad o desde lo hegemnico, menos an siendo ejercicio a partir de mecanismos de dominacin-subordinacin, como s lo entiende Weber. Para Arendt cobra mayor
87 88
Jrgen, Habermas, La teora de la accin comunicativa, Vol. I Racionalidad, op. cit, p.p. 149-150. Ibdem. p. 192. 89 Hannah Arendt, La Condicin, op. cit, p.p. 223-224. 90 Ibdem. p. 224.
36
importancia el escenario propio de las relaciones sociales o espacio de aparicin (como ella lo denomina), entendido como lo poltico, en el cual se conjuga la accin y el poder. A su vez, en la accin est implcita el habla, como propuesta que se consigue a travs de la accin. De igual forma, el dilogo que se genera en el estar juntos gua la accin, en lo que podramos llamar persuasin (que se desplaza de la accin al discurso). No es ms que en este contexto, que la autora reproduce como realidad, donde puede existir el poder. Es decir, ste es real en tanto que palabra y acto no se separen, con la particularidad que sean palabras (discurso) empleadas para descubrir realidad y actos empleados para establecer relaciones y crear nuevas realidades91.
En relacin a ello podemos concluir que el desarrollo y anlisis del concepto de poder se ha sustentado mayormente en los planteamientos de esta autora al respecto, definiendo a partir de sta el empoderamiento de los peones, a travs de la socializacin de sus acciones que desembocan en su natural colectivizacin, entendiendo que el poder mantiene la esfera pblica, el potencial espacio de aparicin entre los hombres que actan y hablan. El poder es un poder potencial [] surge entre los hombres cuando actan juntos y desaparece en el momento en que se dispersan. Debido a esta peculiaridad, que el poder comparte con todas las potencialidades que pueden realizarse pero jams materializarse plenamente, el poder es en grado asombroso independiente de los factores materiales, ya sea el nmero o los medios92. Sin embargo, la autora reconoce que El nico factor material indispensable para la generacin de poder es el vivir unido del pueblo93.
Para Arendt el real significado del poder radica en la permanencia de los hombres en el mundo Sin que los hombres hablen de l y sin albergarlos. El mundo no sera un artificio humano, sino un montn de cosas sin relacin al que cada individuo aislado estara en libertad de aadir un objeto ms; sin el artificio humano para albergarlos, los asuntos humanos seran tan flotantes, ftiles y vanos () Y sin poder, el espacio de aparicin que se crea mediante la accin y el discurso en pblico se desvanece tan rpidamente como los actos y palabras vivas94.
91 92
37
Una vez empoderados los sujetos peonales, reconocemos sus acciones, en tanto que ejercicio de poder95, es decir, la manifestacin de poder del peonaje, en una construccin solidaria e identitaria de grupo, y en la confrontacin de ste con la superestructura. Ambas expresiones constituiran una resistencia conciente del peonaje minero a la proletarizacin.
En este apartado pretendemos caracterizar las distintas acciones peonales que se dieron efectivamente, y en concreto, en la regin de Atacama durante dos dcadas, y que en trminos prcticos interpretamos como ejercicio de poder de un grupo constituido, el peonaje, a partir de una identidad comn, en oposicin a las tradicionales interpretaciones que privan al sujeto peonal de su carcter poltico.
Cuando hablamos de la manifestacin del poder desde la accin (y el discurso) colectiva peonal, nos referimos a que el poder se hace patente en la cimentacin de identidad y la materializacin de sta en la socializacin de las acciones peonales y el espacio en donde esto se hace extensivo96. Lo cual quiere decir, que acciones tales como el robo de metales y la borrachera sistemtica, que en un comienzo pueden ejercerse de forma individual, en un contexto de vida comn generado por las relaciones cotidianas entre sujetos, lgicamente tienden a socializarse, ms an entre pares considerados parte de un mismo grupo o cultura popular.
Es lo que se refleja en esta causa de robo de metales, que al parecer tiene origen en una concertacin de dos peones, pero que en el transcurso de las declaraciones iremos descubriendo a varios implicados ms, que conforman un circuito de sujetos manifestado no slo en la accin conjunta de los peones, si no tambin en la participacin de sujetos de otros grupos sociales.
En la ribera de Chaarcillo a ocho dias del mes de Diciembre, de 1833: El juez de este mineral, Dn Juan Barrera, por noticias que se le dieron que en la faena de Dn Rafael Torre Blanca, se hallaban alojados dos paysanos, vecinos de la villa de Ballenar con el objeto de (arepirar piedras y metales
95 96
Sidney Tarrow, El poder, op. cit., p. 17. Hannah Arendt, La condicin, op. cit.
38
de plata robados, comiciono este juzgado a Ignacio Romero, con partido de tres militares, llevando la orden de registros prolijamente la faena y ranchos, y a percibir a los estados paysanos como el mayordomo de ella, en el caso de ser cierto dicho acopio de metales; [] para dar cumplimiento a la espresada orden paso con su comitiva a la faena de Dn Rafael Torre Blanca, donde encontro dentro del rancho una petaca con diez arrobas poco mas o piedras de plata en colpa [ilegible], y preguntandole el que declara al mayordomo de la citada faena Domingo Mancilla (que presente se hallaba) a quienes pertenecan los metales, le contest que heran de dos alojados, que por orden su patrn Torre Blanca, cuando baj para la villa les dejo alli hospedados; y que se llaman Hipolito Navarro, con otro hermano de este, y pidiendo el que declara a Mancilla tras sacar de lona, para traspasar dichas calpas, se las concedi y verificado el embolso, cargaron el metal para este juzgado a presentarlos y mas cuando iban llegando a mediaciones de las cuebas, habitacin de Feliciano Abalos, le sali al camino el pen barretero Jose Don Arancibia insinuandose que le digese el que declara si se hallaban presos los dos Navarros, le contest que s y seguidamente principio Arancibia ha decirle que ya era perdido, que el era el vendedor de esos metales, a los Nabarros, en doze onzas de oro... sellado []97 Vindose acorralado el pen Arancibia intenta sobornar a los soldados:
...y suplicndole al que declara y a los soldados, no presentaron ante mi ni los indicados metales abrindole al que declara dos onzas de oro, y a los soldados una buena gratificacin98 Y el soldado Romero simula entrar en el negocio y no acusarlo a la justicia, precisamente porque a pesar de la actitud especficamente sumisa que notamos en Arancibia, tema que los otros peones de la faena, sus socios o compaeros, pudieran atacarlos en conjunto a l y a sus soldados, situacin en la que se refleja el peligro que los peones como grupo representaban incluso para las instituciones policiales, no teniendo un control de peso sobre ellos. Sin embargo, Romero fragua este plan que adems de resguardarse de un posible ataque colectivo le permitir sacarle informacin al pen sobre sus cmplices, para luego volver a apresarlo con mayor resguardo policial.
el esponente para saber cautivamente a que mina correspondan los referidos metales y por consiguiente [ilegible] de que Arancibia viniese con un numero de acompaados y la situacin en que se hallaba sumamente peligrosa y sin recursos tambin como no poder apresar a Arancibia, acudi
97
AN, AJCop, legajo 20, pieza 35, ao 1834. Causa criminal contra Feliciano Avalos por comprador clamentina de metales. 98 Ibdem.
39
a la solicitud de este, y aporta que lo hacia con tal que le comunicase de que mina eran los metales, y que donde los iba a depositar, le dijo lo segundo, mas no lo primero, que all inmediato tenia un marchante con quien habr tenido otras ocasiones negocios de esta naturaleza que le vendera los metales, y les dara la gratificacin ofrecida, y propuso el que declara que una saco de metales, y le ofreci llevara chanqueados que los sacara de donde Abalos, acepto el que declara principiando Arancibia; ha acarrear los sacos, a la habitacin de Abalos, aproximadamente el que declara con su comitiva como unas cincuenta varas de distancia, hagasapados entre las piedras a observar los movimientos de Abalos, y Arancibia, que para esto era mas de media noche y palparon haber recibido Abalos, los antes dichos, metales por Arancibia y encontrada la pacotilla, llego el citado Arancibia, con la saca de metales chanqueados dicindole el que declara con su comitiva entreg en este juzgado una saca con dos o tres arrobas de metal, poco mas o menos y dio parte de lo ofrecido He inmediatamente, mande yo el Juez, apresar al peon barretero Jose 2 Arancibia [] yo el Juez le recibi juramento a el mayordomo Domingo Mancilla que dijo: que por orden de su patrn D. Rafael Torre Blanca quedaron alojados los dos hermanos Navarros en la faena de que se habla cuando su patrn se bajo para el rio que los metales decomisados son de otros sujetos, q por lo mismo luego que se presento el comisionado entreg los metales en calpas [ilegible] que se hallaban en una butaca de cuero, y que no saben donde pueden estar los citados Navarros, que las sacas en que condugeron los metales eran de la faena, y que no saben si los Navarros tengan metales en otra parte [] En la misma hora como a las nueve del dia mande yo el Juez a Ignacio Romero, y al cabo de el Piquete Clemente Ossorio pasasen con dos soldados a los Cuevas a la avitacion de Feliciano Abalos a registrarlo, y hallados metales, o piedras, de plata todo lo pusieran a disposicin de este jusgado como igualmente la persona de Abalos [] hize yo el juez declarar a Ignacio Romero dijo: que esos metales y todo lo entregados eran hallados en la habitacin de Feliciano Abalos a cuya cueva fueron el Cabo y los soldados a registrar, y que no se encontraron mas metales; que la demora habra sido por la resistencia que le hacia la mujer de Abalos para dejar principiar el registro con innumerables insultos por ser mujer mui vors; y que Abalos segn dice la mujer declara donde estaban los metales en colpas que anoche compr su marido, le contest la mujer que no sabia de tales metales, que ella estaba durmiendo cuando su marido hablo a la medianoche con un hombre pero que ignora si compro oro, metales, que tambin le pregunto el exponente de quien era la carga de metales que all estaba, y la saqueaba, como la piedra y poco chanqueado en semi-barra: dijo que todo era de un tal Contreras alojado que all tenia y que la semibarra la habia Contreras sacado en Rifa [ilegible] Que es todo lo que ha sabido y pasado: En el mismo instante mande yo el Juez apresar al referido Contreras, al que no se encontr99
99
Ibdem.
40
A medida que vamos sabiendo ms datos nos percatamos que cada vez se va ampliando ms el nmero de peones implicados en estas acciones de compra y venta de metales robados de la mina del patrn, y encontramos implicada a una mujer que dice ser la esposa de Abalos y contiene la investigacin policial resistindose a la irrupcin de los policas en su habitacin, en pos de la defensa de su marido.
En el siguiente dia hice yo el Juez sacar de prisin al barretero Jose 2 Arancibia y recibindole el juramento dijo: Que los metales en colpas que se le pregunta, se los vendi el confesante a D Hipolito Navarro en doce onzas de oro sellado, que eran como diez arrobas de buena calidad [] los metales eran de la faena Mina de su patrn [] va a vender ese de las cuevas los metales a un marchante que es Feliciano Abalos que siempre le ha comprado, [] y que en diversas ocasiones le havendido a Abalos metales cuando estuvo trabajando a Dn Santiago Espos [] En la misma hora mand ha apresar a el peon Apire Eustaquio Arancibia el que no pareci [] En el mismo acto mand yo el juez apresar a Feliciano Abalos, al que no se encontr []100 En la anterior declaracin de Arancibia ya reafirmamos el fuerte nexo comercial entre l y Abalos, el primero extrae los metales de la mina de su patrn y el segundo se transforma en el comprador de los metales robados. Pero no podemos dejar de remarcar tal como nos muestra la causa que esta relacin comercial ya est afianzada, puesto que, lo han hecho en retiradas ocasiones y desde hace un tiempo considerable, lo cual inferimos de la confesin de Arancibia, que expresa recordar que esta compra-venta de metales robados entre ambos se remonta al tiempo en que l tena otro patrn. Adems de explicitar que ha existido desde siempre. Es decir, la cangalla para estos sujetos pasa a formar parte de sus dinmicas cotidianas, que se transforman en acciones fundamentales en su vida, las cuales tienden a reproducir ya sea en s mismos y en la socializacin con otros sujetos, hasta ejercerlas colectivamente. ...En la sierra de Chaarcillo a quince das del mes de Diciembre de Ochocientos treinta y tres ao yo el juez, mediando la demora de no parecer este juzgado Feliciano Abalos, y teniendo indicios que pudiera de la noche a la maana suspender sus intereses, pas con los testigos que les fueron Dn Tomas Contreras, Dn Pedro Sepeda, el Cabo de este piquete Clemente Osorio y dos soldados a la habitacin del dicho Abalos, y hacindole presente a la muger que supuesto no habia llegado su marido, que en el
100
Ibdem.
41
instante facilitase registro en su habitacin; esta se neg despticamente, y desaforada con sus insultantes palabras; tratara el Juez y testigosconvencerla con razones polticas y suaves, para esta muger eran vanas todas, llegando al extremo su resistencia de tratar al juez de un ladron y querindose escapar dejando todos sus intereses por calumniar; en vano eran palabras suaves a una fiera, al cabo se pudo recluir despues de un grande esfuerzo101 Si bien el encabezado de la causa anterior corresponde a robo de metales, a medida que se iban presentando los sujetos en cada declaracin, sus acciones nos iban revelando diversos comportamientos propios del peonaje, como las concertaciones y redes que conformaban el negocio ilegal, y por medio de las cuales se constitua y mantena su poder. Tambin vislumbramos en la misma causa- acciones tales como la fuga de las faenas y lugares de trabajo, cuyo fin consista en evitar ser atrapados y sometidos a la justicia de la elite, lo cual traducimos como la confrontacin del peonaje con sus patrones y el aparataje policial que los amparaba. Estructura opresiva que los peones comnmente burlaban, impidiendo de este modo, recayeran sobre ellos las penas impuestas por la justicia arbitraria de la sociedad capitalista.
De acuerdo a la causa anterior, vemos en acciones tales como el robo de metales, la fuga del trabajo y el desacato a la justicia, un permanente conflicto con la estructura, a partir de lo que Sydney Tarrow denomina como accin colectiva contenciosa con capacidad de interaccin. sta se refleja en el peonaje en tanto que, es utilizada por gente que carece de acceso regular a las instituciones, que acta en nombre de reivindicaciones nuevas o no aceptadas y que se conduce de un modo que constituye una amenaza fundamental para otros102, y en el contexto atacameo de primera mitad de siglo XIX, jug un rol primordial en la constante obstaculizacin de las formas laborales de transicin capitalista.
La cangalla se ha interpretado por los historiadores de formas contradictorias, es ms, pocos estudios, a excepcin de los que mencionar a continuacin, han estudiado las fuentes desde el sujeto con respecto a este tema. Palma, en su estudio sobre esta actividad en el contexto de la placilla de Chaarcillo, desarrolla la tesis de que el robo de las piedras de plata gener un flujo de metal que conduca a redes informales e ilegales, donde intervinieron prcticamente todos los trabajadores de los minerales o
101 102
42
cangalleros peonales que de esa forma resistieron el disciplinamiento y la proletarizacin. Situacin que nos revela cmo peones y patrones se debatieron en un permanente tira y afloja en defensa de sus intereses, luchando cada cual por apropiarse de lo mejor que ofrecan las minas.103
Por otra parte, Gabriel Salazar se refiere a sta estableciendo diferencias funcionales de acuerdo a perodos distintos. La cangalla era, a fines del siglo XVIII, un impuesto popular ilegal aplicado a los grandes mineros, ya que era ejecutada por el peonaje de minas, de hecho estaba estimulada y amparada por los grandes mercaderes que, por entonces, tenan un inters vital en expoliar a los pequeos y medianos mineros. Y solamente despus de 1830, con la formacin del grupo bancario mercantil de grandes mineros, la cangalla tendi a disociarse de la acumulacin capitalista y a consolidarse como ramal salarial suplementario a la economa peonal. Sin embargo, Salazar es taxativo al plantear que el robo de metal no era el causante del atraso de la industria minera104. El atraso que manifest la industria minera del siglo XIX no se debi, en justicia, a los autoservicios de subsistencia popular, sino a la expoliacin establecida por los mercaderes sobre los productores, y a la dbil tasa mercantil de inversiones reproductivas105.
A diferencia de lo planteado por Salazar, Mara Anglica Illanes aprehendiendo no slo la cangalla, sino la mayora de las acciones peonales como formas de rebelda, nos dice que stas desembocan en una importante y peligrosa obstaculizacin al desarrollo del capitalismo en Atacama. El espritu de rebelda del pueblo se materializaba con la mayor intensidad en los minerales, expresado en saqueos en las faenas, en la intensificacin de fugas con adelantos, en la multiplicacin de robos de minerales negociados por una gran cantidad de traficantes de todos los calibres. La proliferacin de bodegones y tabernas para el expendio de licores, el juego y la presencia de cantidad de mujeres de vida alegre, estimulaban el relajamiento laboral y dificultaban la domesticacin y proletarizacin capitalista106.
103
Daniel Palma Alvarado, Historia de cangalleros. La sociedad minera y el robo en Atacama, 18301870, en: Fernndez, Marcos [et. al.], Arriba quemando el sol: estudios de historia social chilena: experiencias populares de trabajo, revuelta y autonoma (1830-1840), LOM Ediciones, Santiago, 2004, p.2 104 Gabriel Salazar, El desafo social del peonaje...op. cit., p.p. 78-79. 105 Ibdem, p. 79. 106 Mara Anglica Illanes, Azote, salario, op. cit., p 27.
43
Tal como plantea Illanes las acciones se conjugan, coexistiendo todas en una sociedad, potenciadas por una cultura en comn cuyos sujetos entre ms unidos estn, proporcional ser el poder que puedan ejercer. Y acciones que podran considerarse individuales como la borrachera, solemos encontrarlas, generalmente, como parte de reuniones y diversiones, o como justificaciones de la ausencia del trabajo o de los desrdenes en calles y faenas. Las cules interrelacionndose, coexistiendo reproducindose y permaneciendo se tornan colectivas, si es que no lo son antes.
Es lo que encontramos regularmente en espacios como fondas, chinganas, bodegones y garitos. En los cuales se desarrolla la reunin y el encuentro, bases de la sociabilidad popular.
y como viese una luz (pues era de noche) lleg all a preguntar por ponche. Estuvo tomando, y al rato lleg Marn a la misma casa sin haberse convidado, y compr otros dos vasos, con los cuales convid a dos mugeres y dos mosos que all habian107 Sociabilidad que se desarrolla entre hombres y mujeres, desplegndose en stos todo su potencial identitario, por medio de la transmisin de experiencias cotidianas que se entremezclan al son de la diversin y el alcohol. Sin embargo, la combinacin de ambos elementos, tiende a intensificar el conflicto en las acciones. Marin y Escudero llegaron al bodegn de Castillo, y compraron unos basos de ponche de que bebieron hasta las mugeres que alli habia [] no vemos sino una pelea trabada a influjos de la rabiosa furia de los selos, de la bebida del ponche que suministr Castillo, y de los denuestos e injurias conque provoc MarnTal es el suceso que presenta el sumario, a pesar de la parcialidad que se nota en los testigos: suceso engendrado por los vapores del ponche y de los zeloshise atendiendo al origen de la ria, vemos q. lo fueron la raviosa furia de los zelos, la borrachera del ponche q. suministr Castillo, y las injurias de palabras y de hechos q. este infiri a Marn; cuyas circunstancias afectarian mas ala vindeta pblica aberigundolas pa. corregirlas, que olvidandolas pa. no entenderlas108 Conflictos cuyos alicientes son el alcohol, la diversin y las pasiones en general, atentan gravemente a la moral de la elite enmarcada en sus lgicas oficiales. Con la moral como bandera de lucha, hipcritamente se esmeran en disciplinar este tipo de
AN, AJCop, legajo 22, pieza 10, ao 1840. Causa criminal contra Antonio Escudero y Jos Mara Marn por haber herido gravemente a Mariano Castillo. 108 Ibdem.
107
44
manifestaciones, ya que por sobre la moral, su real preocupacin radica en el descontrol permanente de este tipo de acciones que necesariamente revela, por una parte, un afianzamiento del tejido social peonal, por medio de la socializacin de sus acciones y la transmisin cultural, que afianzara al peonaje como grupo, consolidando su poder de base. Y, por otra parte, los desrdenes provocados por stos, dentro de las lgicas de orden capitalista, representaran un atentado hacia el normal funcionamiento de la sociedad, junto con la apropiacin de espacios autnomos por parte de ste. Nunca, durante ese siglo, pudo el patriciado chileno estibada del gigantesco peonaje109. neutralizar por completo las ondas
El alcohol, como parte importante de la sociedad peonal, simboliza por medio de la embriaguez casual o de la borrachera sistemtica, una accin ms que solo puede ser explicada bajo las lgicas de vida del peonaje. Sin embargo, para la elite se convierte en el principal detonante de todos sus dolores de cabeza relacionados con el empoderamiento de estos sujetos. con infraccin de las ordenes libradas por el seor Gobernador Juez Mayor de minas las que fueran promulgadas por V. en estos minerales y faenas de beneficio se a vendido y vende aguardiente en las ayacuncias [ilegible] de estos establecimientos, introduciendo en ellos el desorden consiguiente a la embriaguez en que se sepultan los trabajadores de dichas minas e ingenios; denuncio a V. la venta del ante dicho [ilegible] se ha hecho y se esta haciendo en los ranchos situados al piso de los cerros [] De estos minerales cuyos resultados infiriendo tales y tan graves perjuicios a estos establecimientos de mi rango [] los compradores heran peones de ingenios y minas y responde que los mas de ellos lo eran110 Tal como se demuestra en las causas el alcohol y la borrachera, constituan un medio concreto y recurrente por el cual se obstaculizaba la proletarizacin y se propenda al desacato.
mas habiendole replicado que aquel hecho habia probenido de lo divertido que entonces habian estado, y por los efectos del licor111
Gabriel Salazar, El desafo social del peonajeop. cit., p. 1. AN, AJCop, legajo 20 pieza 7, ao 1829. Causa seguida de oficio contra Juan Gallo como infractor de las leyes de minera. 111 AN, AJCop, legajo 20, pieza 56, ao 1836. Varios escritos sueltos de causas criminales, en f. 5.
110
109
45
y que aun que no save porque lo tomaron preso, pues que se hallaba malo de la cabeza por embriaguez de licor.112 Tampoco a los historiadores les ha sido indiferente el fenmeno del permanente consumo de alcohol del cual se nutra el peonaje, cuya interpretacin, de acuerdo a lo afirmando por Jorge Pinto, se cuenta dentro de una fuerte raigambre social de
estimulacin de diversiones y fantasas populares, necesarios como forma de evasin frente a una dura vida de sufrimientos y privaciones. La generosidad, el consumo desbordante del vino y aguardiente, la valenta para defender el honor y el xito entre las prostitutas, elevaban a los sujetos a categoras que no siempre alcanzaban en la faena. Los ordenadores de vida eran ah diferentes, muy propios de un espacio donde la comunidad construa un mundo aparte, una especie de paraso artificial, de apariencia infernal, regido por reglas establecidas por sus propios pobladores113.
Un mayor contendido a la lectura de la embriaguez nos entrega Marcos Fernndez Labb en un estudio de mayor profundidad al respecto. Ms que como evasin o resistencia a la proletarizacin, el autor vislumbra las borracheras sistemticas y masivas como parte de un conjunto de prcticas culturales arraigadas histricamente en la vida del pen, constituyendo el alcohol parte de su identidad. El consumo inmoderado de bebidas alcohlicas, en el segmento particular de los hombres trabajadores chilenos, fue una prctica que convivi con el resto de los factores determinantes de la vida laboral, y que alcanz grados de legitimidad social admitidos incluso por los mismos patrones y jefes de faenas, que toleraron sistemticamente el ausentismo de los primeros das de cada semana114.
De acuerdo a las causas, hemos encontrado caracterizados espacios especficos en que se despliega y afianza el poder y la autonoma de los peones, a travs de sus reuniones y diversiones que conforman espacios de sociabilidad, encuentro, concertacin y conflicto. La transmisin de cultura peonal enmarcada en sus prcticas y lgicas especficas, se desarrolla desde espacios ms locales y propios como las
AN, AJCop, legajo 22, pieza 3, ao 1840. Causa criminal contra Eugenio Bugueo por haber herido a Serafina Caro. 113 Jorge Pinto, Tras las huellas, op. cit., p. 237. 114 Marcos Fernndez Labb, Beber para trabajar o trabajar para beber: el consumo inmoderado de alcohol entre los trabajadores chilenos y el problema de la alienacin en el movimiento obrero organizado. Chile, 1900-1930. XVI Jornadas de Historia de Chile, Universidad de Los Lagos, Osorno, 4-7 de Octubre de 2005, p. 11.
112
46
chinganas y fondas, hasta espacios donde la coexistencia con otros grupos sociales se vuelve mucho ms directa y contenciosa, como las calles.
dijo que conoce a Jos Pereyra de vista, que save se halla herido, y que sabe lo hiri Jos Mara Salamanca, en la calle a inmediaciones de lacasa de Don Bicente Quesada, como a las dos de la maana del savado veinte y dos del corriente, que las circunstancias fueron, que la noche ya citada viniendo el declarante dela fonda en compaa de Manuel Brito, y el herido Pereyra pasaron porlacasa de Marcos Salamanca, y Brito pidi licencia a la mujer de Salamanca para dentrar, esta lo resisti, y aluir subieron unas voses, que Pereyra peg ungolpe con una Guasca en la puerta dela casa, y sali Salamanca de un palo de adentro, entonces se retir Pereyra algunos pasos atrs, lo siguio Salamanca armado del palo, y le dio un golpe, que dio voses Pereyra para que lo socorrieran le comenso adar mas golpes, hasta que se aproccim a ellos el declarante, en actitud de apartarlos, o de faborecer a Pereyra, que se hallo en el suelo herido, quien efecto logro separarlos, y dentraron a Pereyra a la casa de Salamanca, y lo dejaron halli, y el declarante con Brito se retiraron [] entre reglones el herido Pereyra vale: que debe aadir a su declaracion, quedelafonda salieron juntos. Salamanca, su mujer, Pereyra, Brito y eldeclarante [] que el motibo dela pendencia fue que el confesante la noche delsabado que se hace referencia, viniendo solamte. consu mujer, y otra joven de la fonda pa. su casa, ocurri la circunstancia que no tenia vela prendida, y se dirigi acasa de Jos Ma Muoz a vuscar luz dejando a sumujer enla puerta desucasa conla joben, y un oficial que tiene asu servicio, que cuando regres hallo enla puerta asu mujer que la estavan injuriando de palabras el minero, y otros dos individuos115 La apropiacin de espacios tales como las calles estaba ntimamente relacionada con las borracheras de los peones. vio que Antonio Seplveda benia borracho por la calle y que al llegar ala puerta de calle de la casa de Zavala, separ y vio que estaban como en altercado...116 De igual forma, el alcohol, era el protagonista infaltable en las chinganas. El veinte y sinco del presente mez; como alas ocho dela noche estando en su caza asociado del finado el hechor- Agustn Nion Mica Peres todos juntos salieron a pasiar a la Chingana de Agustn Janson; donde tomando un licor; el mensionado Nion, dijo a Manuel Yaes; que se retirase de la caza
AN, AJCop, legajo 22, pieza 20, ao 1840. Causa criminal contra Jos Marcos Salamanca por haber apaleado y herido a Jos Pereira. 116 AN, AJCop, legajo 22, pieza 22, ao 1840. Causa criminal contra D Cristobal Zavala y Dn. Julian Pinto por haber herido gravemente a Antonio Seplveda.
115
47
del finado Jos Ant Monardes; que tambin estaba alojado en dha. caza117 Tambin en los bodegones se extendan diversas relaciones de socializacin entre los sujetos, en donde incurran en lo que la elite denominaba como prcticas ilegales graves, tales como el juego. ste se encontraba totalmente prohibido por las
reglamentaciones, dado sus alcances de sociabilidad popular entre peones y otros sujetos, adems de la obtencin de dinero por una va ilegal, del mismo modo que la cangalla. En la Villa de Copiap de ocho das del mes de Diciembre de mil ochocientos cuarenta se presentaron verbal y criminalmente Jos Rodrguez y Vicente Villafae tambin herido por tratar de apartar o de conseguir que no hiriesen tanto al anterior, y dijeron que el sbado sinco del corriente n la noche fue el primero al bodegn del Fraile Chucuyo (que es el nombre por que lo conoce) y estando all con varias otras personas divirtindose, el referido Fraile sac un naipe y puso un monte para sacar coima poniendo de tapador a Calisto de N. que hoy se encuentra en las minas del Algarrobito, y el dueo de casa apuntaba y cobraba la coima. Que el declarante le empe un vito en un peso para jugar, y cuando ya lo perdi, le pidi otros dos reales sobre una cuchilla que le pas. Que el le dijo no tener dinero; pero el declarante le pidi que se la guardase, y el la mand guardar. Que apunt el declarante dos reales a una jota que jugaba contra un seis, y los gan. Que el Fraile le pidi en treces, y habindolos jugado se los gan tambin. Que en seguida l mand a correr todas las cartas, y faltaban una sota y un seis. Que entonces le dijo que haba de volverle los cuatro reales porque haba ganado mal con cartas menos en la baraja, y que nadie se movera hasta que pareciesen las cartas, y en el acto arrebat el sombrero al declarante, quien dijo registrarse para que se viese que nos las tena, exponiendo que aun as era buena la ganancia porque faltaban las dos cartas que jugaban; pero que al punto de no encontrarle las cartas en su cuerpo, lo agarr y sacudi los hombros y de la camisa hasta romprsela. Que el declarante tambin lo agarr; pero que luego se apartaron, y el exponente se sent diciendo que no quera pelear. Que en seguida lleg Manuel Chucuya hermano del Fraile, con un cuchillo en la mano y le dijo: que entregase luego la plata que haba ganado, y a sino lo cocera a pualadas [] El testigo Manuel Manrrique dijo: que vi que Rodrguez dio en [ilegible] a Cipriano, y despus de haberlo ganado, ste hizo correr las cartas, y como faltasen una sota y un seis, que eran las mismas cartas que jugaban, dijo Manuel que se volviesen la plata, Rodrguez se neg y Cipriano tir a arrebatrsela, delo cual se form el pleito [] y llamado Cipriano Aguirre (alias Chucuya o el Fraile) [] dijo que est preso desde el domingo seis del corriente [] y despus de estar en el Cuartel pidi licencia al ayudante para ir a serrar las puertas
AN, AJCop, legajo 22, pieza 12, ao 1840. Causa criminal contra Agustn Nion por haber muerto a Jos Antonio Monardes.
117
48
del bodegn. Que se le concedi dndole de custodia al soldado de guardia Luis Gatica. Que llegados a la casa donde haban otros amigos, se puso a tomar con ellos aguardiente, y al soldado le di bino que fu lo que quiso tomar, del cual para la vuelta tambin le dio una botella. Que seguramente el declarante volvi ebrio, y en la calle cay a una azequia lo cual al soldado parecera astucia o resistencia para volver a la prisin, y con este motivo all en el suelo le golpe la cabeza con la balloneta, y tambin lo hiri con la punta en la espalda.118. De acuerdo a todas las experiencias descritas en las causas, hemos comprobado como se ha manifestado el poder del peonaje minero, ya sea por medio de sus acciones que tienden a colectivizarse, luego de una previa socializacin motivada por lazos de identidad y sociabilidad populares; y tambin, a travs de su permanente conflicto con la sociedad hegemnica, el cual se haca patente, adems, en las apropiaciones o reapropiaciones del espacio en que coexista con la elite.
En sntesis, como hemos dicho a lo largo de todo este captulo, el poder del peonaje no se anida desde arriba tal como lo define Weber, de acuerdo a la institucionalizacin de las prcticas hegemnicas de una sociedad. Reconocemos que el poder del peonaje se va constituyendo a travs de un proceso complejo, en primera instancia, a partir de sus acciones, acciones que para Arendt, conforman lo poltico, en tanto se desarrollen en un espacio de relaciones sociales. A partir de esto, las acciones tienden naturalmente a la socializacin, y sta se hace ms intensa de acuerdo a mayor sea el nivel de unin entre los sujetos, unin en que se hace patente el fortalecimiento de su identidad, sociabilidad y redes sociales, que conforman en lo concreto, el
afianzamiento cultural propio del peonaje. De estos elementos ya mencionados anteriormente, que corresponden a la base de la sociedad peonal, se origina la colectivizacin de acciones tales como la cangalla, la borrachera sistemtica, la fuga del trabajo, los desrdenes en calles y faenas, los motines y las reuniones y diversiones que motivan su posterior ausencia en la jornada laboral, las cuales, en su ejercicio, tal como plantea Arendt, establecen relaciones y crean nuevas realidades, lo que para el peonaje se traducira en la mantencin y reproduccin de sus formas autnomas, y en la nueva realidad en que el peonaje se vio inmerso mediante su coexistencia con la sociedad capitalista y su proyecto modernizador.
AN, AJCop, legajo 22, pieza 15, ao 1840. Causa criminal contra Manuel Aguirre por haber herido a Jos Rodrguez y Vicente Villafae.
118
49
Podemos decir adems, que la accin en s implica un comienzo, una conduccin que se refleja entre los propios sujetos en el momento en que stos se revelan, mostrando quienes y como son mediante su identidad, en el momento mismo de la accin. Este actor social, va asumiendo su condicin poltica, en tanto, tiene la capacidad de socializar tanto sus acciones como sus discursos, colectivizndolos y consolidando de sta forma un empoderamiento, es decir, entre ms unidos estn los hombres, ms se potencia la accin, adquiriendo, de esta forma, un poder desde dentro que permanece tras el fugaz momento de la accin, manifestndose polticamente a modo que se ejerce, como accionar propio del grupo a travs de la sociabilidad y las redes sociales, consolidando as una cultura basada en practicas propias de una identidad peonal; y, adems, en el enfrentamiento con la estructura capitalista y su proyecto de proletarizacin.
Esta poltica desde dentro le permitira al peonaje coexistir con la sociedad capitalista, por medio de un proyecto alternativo de autonoma frente al proyecto modernizante de la elite.
50
CAPTULO II: ESTUDIANDO EL MOVIMIENTO SOCIAL PEONAL; HACIENDO POLTICA DESDE OTRAS LGICAS. 2.1 EL MOVIMIENTO SOCIAL DEL PEONAJE Y SU DIMENSIN POLTICA. Son variados los estudios que se centran en reconocer en el mundo popular la conformacin de un movimiento social, sin embargo, para los fines que persigue la investigacin propuesta, resulta necesario explicar las diferencias entre los trabajos revisados. Entrando de lleno a la historiografa que define el mundo popular en tanto movimiento social encontramos trabajos como los de Julio Pinto119, Sergio Grez120 y Gabriel Salazar121. Todos estos autores reconocen durante el siglo XIX el desarrollo de un movimiento social desplegado por los sectores populares, en donde los distintos sujetos actan colectivamente con el objeto de transformar una realidad considerada adversa o problemtica. Todos confluyen en reconocer la capacidad popular para concebir y luchar en funcin de proyectos propios, alternativos al orden impuesto. Sin embargo, no todos definen la articulacin del movimiento de la misma manera al reconocer distintos sujetos que lo conforman y constituyen. Sergio Grez reconoce un movimiento social desarrollado por el artesanado, por l denominado moderno, quienes se articulan en torno a un proyecto democrtico e ilustrado; reformista institucional, logrando llevar el estandarte poltico del mundo popular. Tal movimiento se caracteriza por presentar organizaciones permanentes que estn determinadas por una naciente identidad y conciencia de clase. Este proyecto se manifiesta como el germen del movimiento popular revolucionario del proletariado del S. XX, caracterizado por la creacin de lentos mecanismo de conquista poltica, de carcter institucional. De acuerdo a estas premisas es que reconoce al peonaje como sujetos pre-modernos y sus acciones las enmarca dentro de formas primitivas pre- polticas de lucha, tales como; el bandolerismo, la violencia individual y los motines peonales122, tales manifestaciones
Julio Pinto, Movimiento social popular: hacia una barbarie con recuerdos?, en: Proposiciones N 24, SUR Ediciones, Santiago, 1994. 120 Sergio Grez, El movimiento popular urbano en Chile entre el cambio de siglo y la poca del centenario. Avances, vacos y perspectivas historiogrficas, en Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas N 109, USACH, Santiago, 1995 y De la regeneracin del pueblo a la huelga general. Gnesis y evolucin histrica del movimiento popular en Chile (1810-1890). DIBAM, Centro de Investigacin Diego Barros Arana: Ediciones Ril, Santiago, 1997. 121 Gabriel Salazar, El desafo social, op. cit. 122 Sergio Grez, El movimiento popular, op. cit.
119
51
de ira, se desatan como rebelda primitiva en palabras del autor. El carcter prepoltico de sus formas de manifestacin y formas de articulacin, los margina del carcter constructor caracterstico de los sujetos histricos, ya que Grez entiende un proyecto poltico en la medida en que este es capaz de nacer o insertarse dentro de la misma institucionalidad.123
Conceptos similares a los vertidos por Grez utiliza Julio Pinto para referirse al peonaje, este autor introduce su anlisis sobre movimiento social popular con la premisa de que referirse a este concepto supone el reconocimiento de que el pueblo ha sido y sigue siendo un sujeto histrico real y actuante, con un sentido comn de pertenencia y con capacidad de comprender su realidad y actuar sobre ella, para preservarla o cambiarla124. El conflicto de la clase popular se enmarcara en una lucha contra la dominacin, por el deseo de remplazar la subordinacin por la autonoma. Sin embargo, no cualquier colectivo movilizado conformara un movimiento social, ya que ste debe poseer una expectativa realista de interpelacin a los poderes dominantes, un programa de cambios, y un proyecto. En relacin con estas premisas, Pinto cuestiona aquel proyecto brbaro, aquel que se sustenta sobre un modelo de vida y de sociedad, en donde las acciones de los sujetos brbaros se articulan como movimiento y se reconoce, por lo tanto, un proyecto de cambio.
Por su parte, Gabriel Salazar, a diferencia de los autores anteriores, reconoce la existencia de un movimiento social peonal, articulado en funcin de una conducta rebelde, afuerina, y alternativista, es decir, que responde a un mundo popular diferenciado del patriciado y culturalmente coherente. Estas caractersticas no podan conducir sino a la multiplicacin de los actos de desacato, alzamiento y rebelin del peonaje, producindose una retroalimentacin dentro del movimiento. Los objetivos de dicho movimiento, no eran de tipo revolucionario, en tanto proponan la transformacin de la sociedad, sino ms bien se centraban en impedir que la sociedad popular se viera afectada por la va patricia de transicin al capitalismo, en este sentido, la rebelda peonal contena la misma disposicin anti- capitalista que la rebelda posterior del
Sergio Grez, Los primeros tiempos del Partido Democrtico chileno, 1887 1891, en: Dimensin histrica de Chile N 8, 1991, UMCE, Santiago. 124 Julio Pinto, Movimiento social popular..., op. cit, p. 214.
123
52
proletariado industrial, pero sin contenidos poltico revolucionario125. Por esta razn es que Salazar reconoce en sus objetivos una direccin que no iba ms all de su subsistencia, es ms su accionar se limitaba a la resistencia establecida en contra de los cambios experimentados a nivel nacional, aunque asume que la enorme fuerza social movilizada era de una consideracin importante. En definitiva, lo que le entrega cuerpo a este movimiento es su espesor cultural, recocindolo como un sistema social popular configurndose y nutrindose de lo social. Sin embargo, para Salazar la limitante que posee dicho movimiento es la carencia de proyecto poltico, y por lo tanto de proyeccin a nivel de sociedad, caracterstica que por todos los autores anteriormente nombrados es compartida. Como lo explicita Julio Pinto, habra que explicar en qu consisti ese proyecto brbaro. De lo contrario, la conducta brbara vuelve a diluirse en una mera expresin de rabia instintiva frente a lo incambiable
126
. Ante este
llamado, no nos queda ms que explicar por qu consideramos como un movimiento social lo ocurrido con el peonaje durante la primera mitad del siglo XIX. Comenzaremos describiendo los conceptos bsicos en torno a nuestro sujeto, conceptos que son la base de dicha investigacin. Existen estudios que se refieren al peonaje como un sujeto social consciente y en rebelda constante con la estructura de dominacin. En esta perspectiva se enmarcan los trabajos referidos al disciplinamiento que intenta imponer un grupo social en funcin del sistema capitalista emergente. Textos como los de Luca Valencia127, Milton Godoy128 y Hernn Venegas Valdebenito129 nos hablan de un continuo enfrentamiento o roces entre la elite y un peonaje al margen de todos los cambios que se van experimentando durante la transicin capitalista, conflicto que se materializa en un disciplinamiento social, laboral y cultural. Uno de los trabajos de Milton Godoy reconoce la violencia observada en la peonada no como mera reaccin al disciplinamiento y control que pretenda imponer el empresariado y el aparataje estatal, sino que vendra de una forma de vida cargada de
Gabriel Salazar, El desafo social del peonaje, op. cit., p. 13. Julio Pinto, Movimiento social popular, op, cit, p. 217. 127 Ver: Luca Valencia, Diversin popular y moral oligrquica: entre la barbarie y la civilizacin, Valparaso, 1850-1880, en: Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas n 122, Usach, Santiago, 1999. 128 Ver: Milton Godoy Orellana, Fiestas, borrachera y violencia entre los mineros del norte chico (18401900), en: Revista de Historia Social y de las Mentalidades N 7, USACH, 2003, y tambin, Cundo el siglo se sacar la mscara! Fiesta, carnaval y disciplinamiento cultural en el Norte Chico. Copiap, 1840-1900, en: Revista Historia N 40, Pontificia Universidad Catlica de Chile, 2007. 129 Ver: Hernn Venegas Valdebenito. De pen a proletario. La minera de la plata el primer ensayo de proletarizacin. Atacama a mediados del siglo XIX, en: Julio Pinto Vallejos [et. al.], Episodios de historia minera, estudio de historia social y econmica de la minera chilena, siglos XVIII-XIX. Universidad de Santiago de Chile, Santiago, 1997.
126 125
53
elementos violentos, lo que en palabras ms simples significara que el peonaje no actuara de una manera mecnica y reactiva, sino que respondera a su forma de ser, configurada dentro de mrgenes de vida extrema (condiciones extrema de trabajo, mala alimentacin, mala higiene y salud, hacinamiento), lo que haran de su actitud una forma violenta de actuar.130
Esta arista que nos presenta Godoy permite plantear que el peonaje al estar en contra, acta no de manera reactiva acudiendo a cualquier arma o estrategia de lucha, sino que responde siempre desde su identidad como sujetos, actuando por lo tanto, de acuerdo a sus lgicas de vida. Desde aqu es posible encontrar semejanzas con el trabajo que nos presenta Luca Valencia, el cual abre an ms aristas, dejando entrever, puesto que no lo reconoce explcitamente, la capacidad del peonaje de construir identidad y desde ah espacios y formas de vida que los mantuvieron al margen de la nueva moralidad que se quera imponer. Reconoce, por lo tanto, una autonoma de la clase popular no slo en el aspecto econmico, sino tambin en el mbito socio-cultural.
Por su parte, Venegas nos presenta una perspectiva general del contexto y tambin del mundo popular que se desarrollaba en la regin de Atacama, reconociendo el conflicto principalmente en la falta de mano de obra necesaria para el importante desarrollo minero que se estaba gestando131. En general todos estos trabajos reconocen una autonoma del peonaje en relacin al sistema imperante. Sus conductas y formas de vida no pudieron ser modificadas tan rpidamente como lo deseaba la elite nacional, de esta manera se fueron poniendo cada vez ms rgidos los bandos, prohibiciones y decretos que atacaban directamente a la sociabilidad peonal.
Trabajos que si bien siguen enmarcados en el estudio del disciplinamiento, se sumergen de manera mucho ms profunda en el mundo popular, reconociendo en el pen no slo su carcter de sujeto social sino tambin de actor histrico, de un sujeto que es capaz de influir en su realidad, desplegando su historicidad para transformar las condiciones adversas. El texto de Mara Anglica Illanes132 se refiere precisamente a esta lucha que se entabla en el interior de una economa y sociedad por
130 131
Milton Godoy, Fiestas, borrachera y violencia entre op. cit, p.p. 82-83. Hernn Venegas Valdebenito. De pen a proletario op.cit, p.p. 259- 282. 132 Mara Anglica Illanes, Chile des-centrado, op. cit.
54
consolidar/obstaculizar el capitalismo como domesticacin social. Un espritu de rebelda individual y colectiva, crnico, cotidiana y, al mismo tiempo, explosivo, espontneo y organizado, dificult seriamente la fuerza organizadora desplegada por los grandes mineros, en un perodo de mpetu productivo minero y de gran necesidad e mando de obra133. De esta manera es posible reconocer en las acciones peonales una rebelda antiproletaria, por medio de la que se intenta evitar la prdida de sus
espacios de autonoma laboral y existencial. Tal rebelda asume un carcter estructural, en la medida que se genera transformacin no slo en el mundo peonal sino que se hace necesario el disciplinamiento de la estructura policial y judicial; otorgando, a causa de tales contradicciones, la oportunidad de recuperar su autonoma, determinando los modos de desarrollo peonal en la medida que se constituyen como resistencia de clase a la antiproletarizacin, es decir; su proyecto consiste en liberarse de su condicin proletaria, mantener libre su fuerza de trabajo de la dictadura del capital, abrindose espacios propios a su campo de accin.134. Su resistencia, por lo tanto, se desarrollaba hacia dentro en la medida que se centra en la asociatividad y en mantener sus espacios autnomos y hacia fuera en que transgredan el orden que se deseaba implantar, no slo estando al margen, sino defendiendo lo que les perteneca. Esta caracterstica es una de las ms importantes para la finalidad que perseguimos y nos lleva directamente a uno de los conceptos ms importantes de nuestro estudio, el de poltica.
Tradicionalmente se ha entendido la poltica como aquella toma de decisiones nacionales en torno al aparato estatal. Se ha buscado, por lo tanto, a los sectores populares como cooptados y con una invitacin a participar de la poltica oficial. Como Sergio Grez lo explicita, para poder hablar de Historia Social con la poltica incluida, debemos centrarnos en sujetos como el artesanado y algunos gremios de obreros calificados urbanos del siglo XIX, donde s es posible encontrar la poltica, y no en el peonaje decimonnico que al ser sujetos pre-modernos actan de manera pre-poltica. La nica manera de incorporar la poltica a su historia es como receptores de las acciones estatales, es decir, sus modos de actuar estaran definidos ms que como acciones, como reacciones frente a las decisiones de la clase dirigente.135 A partir de esto, se ha descrito tambin el proceso por el cual se politizan los sectores populares, es
Ibdem, p. 15. Ibdem. p. 55. 135 Ver: Sergio Grez, Escribir la Historia de los sectores populares con o sin la poltica incluida? A propsito de dos miradas de la historia Social, en: Poltica N 44, Santiago, 2005.
134 133
55
decir, los mecanismos que desarrollan para tratar de incorporarse a la poltica tradicional. Se habla de la elaboracin de un discurso, de la articulacin de una orgnica, de la elaboracin de propuestas programticas para terminar por reivindicar un principio de ciudadana popular, todo esto desarrollado desde dentro del sistema poltico.136 Sin embargo, autores como Mario Garcs137 reconocen en esa tradicional definicin de poltica limitaciones que impiden avanzar en el anlisis de movimientos que no establecen relacin con el Estado. De aqu surge la inquietud por preguntarse sobre aquellos procesos que se dan al interior del propio campo popular, donde la poltica si bien se ha movido en direccin hacia el Estado, tambin se ha desarrollado desde y entre los mismos sectores populares. Si bien, Garcs se centra en el anlisis del movimiento mutualista del siglo XIX, nosotras hacemos extensivas sus premisas hacia el mundo peonal, reconociendo la politizacin no slo como presin organizada, sino tambin a lo que se desarrolla al interior del propio campo popular, que a pesar de estar en relacin con las transformaciones econmicas, sociales y polticas vividas a nivel global por la sociedad, presenta grados importantes de autonoma. De esta manera, es posible reconocer que los procesos de afirmacin de identidad de un actor social, no slo se experimentan por oposicin a un sujeto o actor antagnico, sino que por la propia capacidad que alcanza el actor para autorreconocerse y hacer ms eficaz su propia accin histrica. Y, en este proceso de autoconciencia no puede ser sino un proceso histrico, prctico y concreto. Se trata, sobre todo, de ese ejercicio pedaggicopoltico que normalmente las organizaciones populares realizan para autoconstituirse, para organizar sus demandas, para generar iniciativas de accin, etc.138. Al reconocer esto, estamos hablando por lo tanto, de un sujeto que es capaz de actuar desde s mismo y no enteramente determinado por las condiciones de subsistencia. Estas premisas fundamentales, que nos permiten entender el accionar peonal desde otra perspectiva, se manifiestan tambin en lo que conocemos como la teora de los nuevos movimientos sociales, que nos permite adentrarnos a este mundo en donde la poltica se entiende desde otras dimensiones.
Ver: Julio Pinto y Vernica Valdivia, Revolucin proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politizacin pampina (1911-1932), LOM Ediciones, Santiago, 2001. 137 Ver Mario Garcs, Analizando nuestras prcticas de construccin de poder popular, ECO; Educacin y Comunicaciones, Santiago, 2002; y tambin, Crisis y motines populares en el 1900, Editorial LOM, Santiago, 2 edicin, 2003. 138 Mario Garcs, Crisis y Motines, op. cit, p. 133.
136
56
Para Sidney Tarrow,139 Jorge Riechmann y Francisco Fernndez Buey140 los movimientos sociales para que se configuren como tales, no necesitan plantearse objetivos revolucionarios, en el sentido de dirigir sus acciones hacia la transformacin total del sistema social, puesto que la importancia radica en cmo se conforman, es decir, en su articulacin interna. De esta manera, la atencin estar dirigida ms que nada a las redes sociales que se establecen y los smbolos culturales desde donde los sujetos que constituyen dichos movimientos se reconocen y actan colectivamente. Sin embargo, todos los autores recin nombrados plantean la necesidad de conducir los objetivos hacia una relacin directa con sus oponentes, ya sea a travs de la confrontacin, a travs de la conquista del poder poltico estatal o logrando concesiones por parte de las autoridades. Estas premisas, a nuestro parecer son limitantes para lo vivido y desarrollado por el peonaje de la primera mitad del siglo XIX, puesto que si bien se manifiesta una confrontacin con sus oponentes, se experimentan diversos otros procesos que no se reducen slo a la lucha directa con sus adversarios y que tienen una importancia igualmente relevante. En otras palabras, la confrontacin con el sistema imperante no es lo nico que convierte el actuar del peonaje en algo significativo, sus acciones colectivas tambin dejan entrever el modo en cmo se configuran stas y otras caractersticas de la peonada, proceso que se desarrolla de manera interna, dentro de la misma cultura, entre los sujetos y no necesariamente en oposicin a la sociedad dominante.
Teniendo esto presente, Marisa Revilla Blanco nos entrega una definicin de movimiento social centrada con mayor precisin en lo que pudimos reconocer del peonaje. Describe un movimiento social como el proceso de (re)constitucin de una identidad colectiva, fuera del mbito de la poltica institucional, que dota de sentido a la accin individual y colectiva en la articulacin de un proyecto de orden social141. De esta manera, el sentido que se le entrega a la conformacin de un movimiento social va dirigido ms que nada hacia un proceso de identificacin entre sus pares, articulando significados alternativos centrados en la reapropiacin del sentido de la accin individual y colectiva. A partir de esto, la autora nos plantea que la movilizacin es slo un mbito que conforma al movimiento social, siendo la faceta principal de ste la
Sidney Tarrow, El poder en movimiento, op. cit. Jorge Riechmann y Francisco Fernndez Buey, Redes que dan, op.cit. 141 Marisa Revilla Blanco, El concepto de movimiento social: accin, identidad y sentido, en: Revista ltima Dcada N5, Via del Mar, 1996, p. 15.
140 139
57
interconexin de los individuos involucrados en el proceso de identificacin, su trabajo autoorganizativo de produccin del mapa cognoscitivo que le caracteriza como cdigo distinto a otros cdigos culturales.142 En otras palabras, un movimiento social se entiende como una red de relaciones sociales que produce un sentido alternativo a la accin, por un lado, permitindole a los involucrados inscribirse en un crculo de reconocimiento que les permite reconocerse y ser reconocidos, y por el otro, al ser parte de una identidad colectiva refuerzan su identidad personal, afianzando una cierta continuidad a los valores por los cuales establecen sus preferencias y expectativas.
De esta manera, dicha autora nos entrega las herramientas para reconocer en los movimientos sociales su carcter constitutivo hacia dentro, entre los sujetos que lo conforman, y no necesariamente plantear sus objetivos en direccin hacia fuera, es decir, hacia la confrontacin directa con el Estado o tener una ligazn con el sistema poltico. Sin embargo, la teora de los nuevos movimientos sociales nos plantea la necesidad de que dichos movimientos, si bien no deben ser revolucionarios, deben proponerse trasformar o impedir transformar estructuras sociales relevantes. Esto nos permite plantear que la disputa de poder entre quienes imponen un sistema y quienes se oponen a este no necesariamente tiene que darse en los mrgenes tradicionales de confrontacin. Es decir, utilizando mecanismos como la orgnica partidista y desarrollando repertorios de confrontacin143 tradicionales como la protesta, las marchas, entre otros. Las estrategias de lucha pueden ser variadas, dependiendo de que grupo social las desarrolle, sin embargo el objetivo bsico y principal de movilizacin debe ser el provocar, impedir o anular un cambio social fundamental144. Pero entonces, por qu podemos decir que el movimiento social desarrollado por el peonaje minero del siglo XIX es poltico?
Al referirnos al desarrollo de acciones colectivas, no slo estamos hablando de un grupo que responde en funcin de un objetivo comn, sino que nos referimos tambin a cmo se configura dicho movimiento. Tarrow en su texto nos habla de la accin
142 143
Ibdem, p. 12. Ver: Sidney Tarrow, El poder en movimiento, op. cit, p. 51. 144 Nos basamos en la definicin entregada por Joachim Raschke que dice: movimiento social es un agente colectivo movilizador, que persigue el objetivo de provocar, impedir o anular un cambio social fundamental, obrando para ello con cierta continuidad, un alto nivel de integracin simblica y un nivel bajo de especificacin de roles, y valindose de formas de accin y organizacin variables. Definicin traducida en el texto de Jorge Riechmann y Francisco Fernndez Buey, Redes que danop.cit, p. 48.
58
colectiva contenciosa, que en este caso, la entenderemos como las estrategias que utiliza el peonaje para llevar a cabo su objetivo. Dichas acciones para este autor seran la base del movimiento social, las cuales al conformar identidad, despertar solidaridad en el grupo y desafiar a sus oponentes adquieren poder, lo que le permitira al peonaje seguir reproduciendo sus modos de vida y de esta manera impedir el avance del capitalismo. A partir de lo anterior, se reconoce la poltica en tanto se acte en conjunto, construyendo una identidad colectiva, una sociabilidad y redes sociales, que se retroalimenten mutuamente, adems de conformar un espacio culturalmente coherente.
Para entender de mejor manera lo anterior, recurriremos a las premisas que nos entrega Hannah Arendt. Dicha autora no se enmarca dentro de las definiciones tradicionales de poltica, principalmente porque no atribuye su existencia a un puesto en el Estado, en un movimiento o partido poltico. En otras palabras, define el concepto de poltica como un mbito plural en el que quienes participan se revelan como alguien y conceden durabilidad al mundo145, por lo mismo no reconoce en ningn ente en particular una esencia poltica, sino que sta surge en el entre y se establece como relacin146. En esta relacin, manifestada en la accin y el discurso entre los participantes, se crea un espacio donde los individuos pueden encontrar su propia ubicacin en todo tiempo y lugar, denominado por la autora como espacio de aparicin, es decir, el espacio donde yo aparezco ante otros como otros aparecen ante m, donde los hombres no existen meramente como otras cosas vivas o inanimadas, sino que hace su aparicin de manera explcita147.
La accin poltica, por lo tanto, debe ir siempre ligada a un espacio concreto y definido, en donde se establezca la compaa entre los que son iguales. Sin embargo, este espacio pblico slo llega a ser poltico cuando se establece en una ciudad, se liga a un sitio concreto que sobreviva tanto a las gestas memorables como a los nombres de sus autores, y los transmita a la posteridad en la sucesin de las generaciones. Esta ciudad, que ofrece un lugar permanente a los mortales y a sus actos y palabras fugaces, es la polis, polticamente distinta de otros asentamientos (para los que los griegos tambin tenan una palabra) en que slo ella se construye en torno al espacio pblico, la
145 146
Hannah Arendt, Qu es la poltica?, Ediciones Paids, Barcelona, 1997, p. 39, Ibdem, p 46. 147 Hannah Arendt, La Condicin, op. cit., p. 221.
59
plaza del mercado, donde en adelante los libres e iguales pueden siempre encontrarse.148. Este espacio, se le define como esfera pblica o espacio pblico, entendiendo este como el propio mundo, en cuanto es comn para todo nosotros y diferenciado de nuestro lugar posedo privadamente en l. Est relacionado con los objetos fabricados por las manos de los hombres, as como con los asuntos de quienes habitan juntos en el mundo hecho por el hombre. Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo de cosas est entre quienes lo tienen en comn.149 Es en un espacio donde los sujetos se reconozcan y relacionen, en donde se establezca una sociabilidad que alimente una identidad colectiva, y esta a su vez aporte a las relaciones entre los individuos y a la construccin de redes sociales, donde reconoceremos la poltica. En definitiva, la poltica se dara en un espacio en donde las acciones se construyen desde el actuar juntos, desde el compartir palabras y actos en tanto que permanencia, es decir, que se hagan imperecederos.
De esta manera, la poltica siempre estar ligada al poder (definido en el captulo anterior), puesto que la poltica ser entendida como el ejercicio de poder, es decir, aparecer siempre cuando el poder se manifieste. En palabras ms simples, la poltica se entender como el resultado de lo que los sujetos construyen al empoderarse, al hacer patente el poder que poseen al estar en grupo, cohesionados y relacionndose a travs de la accin y el discurso, por lo mismo diremos que sin poder no existe poltica. La importancia de este proceso, radica en que al conformarse una identidad colectiva, una sociabilidad, redes sociales que se manifiestan en acciones colectivas en contra de la imposicin del capitalismo, se experimenta un proceso circular, no lineal, en el sentido de que todas las manifestaciones recin nombradas se retroalimentan, permitiendo al peonaje reproducir y mantener sus formas de vida. Este proceso que se construye y manifiesta en el movimiento, en el compartir y en el actuar, permite que en el mismo estar haciendo se vaya reafirmando esta forma alternativa de vida. Por esta razn es tan importante que las acciones colectivas respondan a lo que son y caracteriza a la peonada, para que se produzca este proceso circular al cual nos referimos y de esta manera se retroalimenten unas a otras.
148 149
Hannah Arendt, Qu es la poltica ?.... op cit, p. 74. Hannah Arendt, La Condicin...., op.cit, p. 62.
60
A partir de lo anterior, entenderemos la conformacin de la poltica en el mbito peonal desde dos ejes principales. Uno tiene relacin con lo que se configura dentro del mismo campo de lo popular; desde la sociabilidad que se desarrolla, las redes sociales que se van conformando en funcin de una accin colectiva que les permita continuar reproduciendo sus formas de vida. Esto hace que dichas dinmicas propias del peonaje, tomen una dimensin hacia fuera, presentndose como transgresoras y opositoras al cambio social que se estaba intentando implantar en Chile.
La poltica en esta dimensin del conflicto estara dada, como lo define Rancire, por una serie de actos, de una instancia y una capacidad de enunciacin que no eran identificables en un campo de experiencia dado150. A su vez tambin reconocemos poltica cuando quienes no tienen derecho a ser contados como seres parlantes se hacen contar entre stos e instituyen una comunidad por el hecho de poner en comn la distorsin, que no es otra cosa que el enfrentamiento mismo, la contradiccin de dos mundos alojados en uno solo: el mundo en que son y aquel en que no son, el mundo donde hay algo entre ellos y quienes no los conocen como seres parlantes y contabilizables.151 Hay poltica, porque el orden natural de los poseedores es interrumpido por una libertad que viene a actualizar la igualdad ltima sobre la que descansa todo orden social.
Estas dos aristas ponen en evidencia el objetivo principal y el motor que mueve las acciones del peonaje. La lucha se torna poltica cuando la confrontacin de poder se hace patente debido a que lo que se busca es una nueva re-distribucin del poder, en este caso, cuando la lucha del peonaje intenta impedir un cambio social fundamental. Como Rancire lo explicita, la poltica slo comienza cuando el nfasis sale del equilibrio entre prdidas y ganancias, y se sita en la tarea de repartir las partes de la comunidad, es decir, cuando lo que se evidencia es una disputa de poder, puesto que ambas sociedades, la del mundo popular y la establecida por la elite, coexisten a tal punto, que durante muchos aos el peonaje mantuvo sus formas de vida al margen de lo que se pretenda implantar. La actividad poltica es la que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba asignado o cambia el destino de un lugar; hace ver lo que no tena
Jacques Ranciere. El Desacuerdo. Poltica y Filosofa. Editorial Nueva Visin, Buenos Aires, 1996, p. 52. 151 Ibdem, p. 42.
150
61
razn para ser visto, hace escuchar un discurso all donde solo el ruido tena lugar, hace escuchar como discurso lo que no era escuchado ms que como ruido152.
A travs de las distintas formas de accin colectiva el peonaje se hace ver, haciendo patente el objetivo fundamental que los moviliza, el impedir un cambio social que les perjudicaba de manera significativa, puesto que adems de domesticar a la mano de obra y establecerla definitivamente en un lugar, negndoles su movilidad y explotndolos al ms bajo costo, queran transformar sus hbitos, disciplinarlos culturalmente153, instaurando los sistemas de valores y las pautas conductuales de una elite, en funcin de las nuevas estructuras productivas. De esta manera, se pretenda que el peonaje dejara de ser lo que siempre haba sido.
Como ya qued evidenciado de manera categrica, reconocemos la existencia de una identidad y sociabilidad peonal distinta y contraria a la que pretenda implantar la elite. Esta premisa es posible observarla en el trabajo de Anicia Muoz154 quien reconoce en el peonaje un modo de ser inocente, asumiendo que sus formas de vida responden ms que nada a actitudes cotidianas y no a actos de resistencia o desacato. A partir de lo anterior, nosotras rebatimos sus premisas, no totalmente, pero s en uno de los argumentos ms significativos. Vemos en las distintas acciones del peonaje no slo la manifestacin de una cultura construida en funcin de sus propias dinmicas, sino tambin acciones que debido al complejo proceso que se vivenciaba en el pas, tenan como objetivo principal el oponerse a dicha transformacin, a travs de actos de desacato, violencia y desorden. En otras palabras, estamos en presencia de un actor histrico que a travs de dos frentes, hacia dentro, y hacia fuera, luchan por seguir manteniendo su libertad, por negarse a renunciar a lo que son, los caracteriza y les da sentido a su existencia.
Ibdem, p 45. Concepto definido en: Milton Godoy, Cundo el siglo se sacar la mscara!. Fiesta, carnaval y disciplinamiento cultural en el Norte Chico. Copiap, 1840-1900, en: Revista Historia N 40, Pontificia Universidad Catlica de Chile, 2007, p. 10. 154 Ver: tesis de Anicia Muoz Arias. El Paisanaje y la cultura del cada da. Identidad peonal, op. cit.
153
152
62
Las causas que evidencian aquella lucha son numerosas, por lo mismo seleccionamos las ms adecuadas y que presentan de manera clara ambos frentes de la poltica. El conflicto es posible evidenciarlo a travs de sinnmero de bandos y
decretos con los que las autoridades pretendan reprimir el accionar del peonaje en los distintos mbitos en los que se manifestaba.
Las chinganas eran potenciales lugares de reuniones, por lo mismo las reglamentaciones sobre estos y otros espacios comenzaron a aparecer tempranamente. Ya en 1824 se estableca un bando en donde se reducan los das en los que se podan abrir las chinganas, adems de implantar una multa a quienes no cumplieran con aquellos reglamentos.
Haviendo llegado ami noticia, q e sin embargo de qe fueron prohibidad por mi predecesor las reuniones en las chinganas, continuan siempre, resultando de esto multitud de desordenes: mando. 1Los dueos de las chinganas no permitirn en ellas dichas reuniones, ni festejos, sino solamente los Sabados y Domingos hasta las dies de la noche en Invierno y las once en Verano. 2 Los chinganeros qe contravinieren a esta dispocicion, pagarn ocho pesos de multa, qe se aplicarn al ramo de policia; y los concurrentes sern aprehendidos, exigiendoseles la misma multa si tuvieren como pagarla, o de lo contrario, sern llevados a la carcel y destinados a trabajar en las obras publicas por ocho dias. 3 Los Inspectores de Barrio y patrullas, celarn el puntual cumplimiento de lo mandado.155 En contraposicin con lo expuesto en el bando, y ya explicado en el primer captulo de esta tesis, en dichos espacios de reunin era la cultura peonal ama y seora de aquellos recintos, por esta misma razn, resultaba imperioso reglamentarla, hacer presencia y dejar de manifiesto el enorme descontento y por sobretodo el temor presente en la elite porque el peonaje se reuniera y desplegara su sociabilidad caracterstica. En estos lugares se viva la libertad del placer: la msica, el baile, el aguardiente, la risotada, y los garabatos. Donde estaba la vida: el cuerpo y la palabra libres. Intentarn terminar con ellas; liquidar ese espacio libre del pen, dnde adems realizaban su cclica desproletarizacin, traficando metales, haciendo sus negocios particulares,
AN, AICoq (archivo intendencia de Coquimbo), Vol. 10, N 37. Bando hecho por Don Jose Maria Benavente Coronel de este y Gobernador, Intendente de la Provincia de Coquimbo.15 de Julio de 1824.
155
63
Por otra parte, el conflicto se evidenciaba tambin en las faenas mineras, donde el pen por distintos motivos dejaba su trabajo abandonado, se fugaba habiendo recibido un pago adelantado o a menudo por recibir un escaso salario, los desrdenes de todo tipo tambin eran habituales, haciendo de las faenas un caos imposible de ser manejado. En este informe, se hace alusin a las diversas formas en que la peonada se revela ante las formas de trabajo implantadas por los patrones y dueos de minas. Cuando la gente ha estado conmovida por la reciente rebolucion que ha sufrido, parece en conciguiente que la clace plebeya haya seguido su impulso en la desmoralisacion y el desorden. Esto lo vemos prcticamente en mas trabajadores o gaanes que hacen experimentar grandes perjuicios en el importante ramo de mineria: la suspension de muchas faenas, y sucecion de los travajos devemos atribuirlos mas al abandono de estos hombres que a otras causas. Entregados enteramente al ocio, embriagues, robos, y toda especie de corrupcion, vemos diariamente repetirse los asesinatos, y otros crimenes, que para contenerlos sea suficiente el celo del Magistrado, ni la mas estricta precaucion del ciudadano. Parece pues en mi concepto, que no se presenta otro convitrio que proporcionar a estos un travajo reglado, que a mas de traerles su subsistencia tengan una ocupacion con provecho propio, y utilidad en sus Patrones; a que se agrega el mejoramiento del travajo en la Mineria, unico, y exclusivo ramo productivo en la Provincia. Son innumerables los males y perjuicios, que sufre este gremio, por el desorden a que estan acostumbrados los peones, sin que haya sido bastante el empeo de los Dueos de faenas para reprimir sus abusos si la H. A. no pone de por medio su respetable influencia, haciendose circular en los partidos, un Reglamento un informe, que los contenga y reprima. Los mismos jueses, y Gobernadores Locales, como tan interesados en el laborio de sus Minas, deben ser los mas obserbantes de el, y los mas selosos de su cumplimiento, castigando los desordenes que estos hacen de unas faenas a otras y la fuga a otros Minerales fuera del Partido, deviendo a sus Patrones los socorros, y haciendoles perder no solo esta cantidad adelantada, que han recibido, si tambien la paraliciacion del travajo, siendo doblementeperjudicados en sus crditos e intereses i [ilegible] constante, que de este principio emana la perdida de su mas considerables, de los Mineros, y Habilitadores de la Provincia. Por todo lo expuesto, y a fin de cortar de rais tamao desorden tan perjudicial al ramo de mineria, propongo a la H. sala, el adjunto Reglamento de Peones, para en caso de merecer su aprovacion lo hagan circular, y observar en todos los Departamentos de la Provincia por el conducto respectivo.157
156 157
Mara Anglica Illanes, Azote, salario, op. cit., p. 34. AN, AICoq, Vol.66, mocin presentada el 19 de abril de 1831.
64
Como qued explicitado en el documento anterior, los peones a travs del robo, la compra y venta clandestina de metales, la fuga hacia otros minerales y los amotinamientos hacan patente su descontento ante todas las formas de
disciplinamiento desarrollados por la elite. Patrones y mayordomos teman, por sobre todo, que los peones desertaran de las faenas, que introdujesen bebidas alcohlicas al campamento, que se insolentaran e insurreccionaran, que robaran de la mina las piedras ricas y que pernoctaran mujeres en la barraca de los peones. En consecuencia, el poder local se ejerca de preferencia para allanar peridicamente las barracas, las ropas y el cuerpo de los peones, y para perseguir en todas partes a los contrabandistas de aguardiente, los cangalleros y las mujeres que alteraban la disciplina laboral.158
Los peones, por su parte, respondieron a lo que los define y caracteriza, y a travs de todos estos actos de desacato pudieron mantener por un largo perodo sus formas de vida.
Los levantamientos eran comunes en las faenas del Norte Chico, expresndose, no slo en desordenes generalizados, sino tambin en rebeldas contra las autoridades, patrones y mayordomos, quienes vean su vida en peligro cada vez que el peonaje se sublevaba. Ejemplo de ello es lo ocurrido en Copiap el 13 de noviembre de 1848 en las chinganas donde el peonaje se encontraba reunido, momento en el cual les avisan que es hora de retirarse, desde ah los sujetos salen y se revela ante ese llamado. que sin embargo de ser ordenanza del Seor Intendente, en virtud de la poca fuerza que abia, se le orden acompaar al presente subdelegado anoche despues de la queda para poner en orden la placilla: que abiendo encontrado las chinganas i ventas abiertas con mucha jente reunida adentro, se les orden retirase dndoles de trmino un cuarto de ora: los mineros contestaron qe se irian si se les daba la gana, o sin se amanecerian.159 Pese al aviso generalizado, la peonada resuelve hacer lo que se les antoja, quedndose un rato ms en el recinto, salen de aquel lugar con rabia, por esta razn actan en conjunto de manera violenta.
Gabriel Salazar, Labradores, op. cit., p. 208. AN, AJCop, legajo 54, pieza 3, ao 1848. Criminal contra Jos Maria Alqinta i Rosario Marambio por aber sacado cuchillo aciendo resistencia la Justicia.
159
158
65
Echa la intimacin todos se dej pasar mas del cuarto de ora i luego volvi el Subdelegado, con el sarjento y dos soldados incluso el declarante, el inspector don Francisco Alcayaga i algunas otras personas. Luego qe por segunda vez le mand retirarse se fueron saliendo los mineros diciendo una porcion de insolencias i se reunieron asia el estremo de la placilla en nmero de mas de treinta, se pusieron desafiar al subdelegado i a la fuerza tirndoles piedras.160 Desde las relaciones establecidas dentro de la chingana, el peonaje decide actuar, conforman un motn que detona el conflicto. Uno de los mineros qe aora sabe llamarse Jos Maria Alquinta se adelant como aciendo cabeza del motin. El Subdelegado mand tomarlo i cuando el declarante se iva sobre l le dispar una piedra de la cual pudo escapar entonces fue cuando le dio tres planasos con el sable i Alquinta corri reunirse con sus compaeros. A pocos momentos volvi provocarlos con mas empeo, iva la declarante tomarlo otra vez i recibi una peonada de la cual lo voltearon: entonces pas el Sarjento, le dio dos achazos, por qe le carg a pedradas, pero lo tom preso. Se venian ya con el subdelegado i los mineros lo qerian venir a quitar, mas no se acercaban mucho. El otro soldado Gutierres le avis al Sarjento qe el minero de adelante estaba agarrando piedras por lo cual volvi el Sarjento lo tom preso i le quit el cuchillo[]. Que la apreencion del reo i aber disparado un tiro al aire el maestro N. Cabrera hicieron qe se dispersacen los mineros: que cuando ya traian preso al reo se volvieron reunir asta el nmero de treinta con nimos de quitar al preso diciendo que donde moria uno moririan todos: que el declarante vi que se acerc uno asta juntarse con el reo, que cuando el declarante volvi de buscar una pistola, vi que a este tambien lo abian tomado preso, i que el Sarjento Plaza entreg un cuchillo al Subdelegado.161
Con la frase donde moria uno moririan todos queda en evidencia la cohesin de grupo existentes entre los sujetos involucrados, por sobre todo los peones entendan que deban hacer algo para ayudar a su compaero, sin importar el castigo que recibiran si eran tomados presos. En otra de las causas los acontecimientos suceden de forma similar, tambin el conflicto directo con las autoridades detona luego de una reunin en la chingana, esta vez el dueo del recinto era Ambrosio Manso quien se diverta junto con la peonada.
En la noche del Domingo 29 de Octubre ultimo sali de mi casa, la una y media, con el fin de tomar conocimiento de una bulla que se oa, y daba
160 161
66
sospechar que se cometia desorden. Por los gritos descubr que en la chingana de Ambrosio Manso habia una reunion de varios hombre hebrios, hise que el Sargento Andres Cardenas y algunos soldados se apersonasen al dueo de dicha chingana, y dijesen que siendo la hora irregular hiciese salir los que lli habian: El sargento cumpli mi orden, pero hasi que lo sientieron serraron la puerta y continuaron embriagandose hasta que habiendome dado parte con uno de los soldados, de esta ocurrencia, me resolbi pasar personalmente. Asi lo hice y estando la puerta di orden al sargento para que llamase de nuevo, contestaron negandose con algunas palabras descompuestas; por lo que resolvi haserlo ya en persona anunciandome al dueo de la casa y justo alli reunidas; pero desgraciadamente Don Vicente Loyola que la sujetara de adentro, me contest negandose habrir y repiti otras palabras desatentas e hinsultantes. Al fin se abrio la puerta y encontr que Loyola estaba hebrio y en igual estado a Don Policarpio Vallejos hijo del Juez legado Don Felis Vallejos, quienes asociados como con dies y seis peones y algunas mugeres tambien hebrias, dijeron que no tenia yo que haber con ellos, ni menos impedirles continuasen en el desorden inmoralidad en que estaban, y en ese momento Loyola haciendo uso de su caracter conocidamente altanero reprodujo de nuevo contra mi persona y dignidad varios insultos groseros; por lo que le ordene al sargento lo sacara afuera y lo retuviera.162 En dicha causa tambin es posible reconocer una accin propia de la sociabilidad peonal, que se manifiesta a pesar de los decretos y bandos existentes. En esta situacin el peonaje acta desde lo que los caracteriza, desafiando a la autoridad correspondiente. El desacato a la autoridad se convierte en un tpico comn dentro de la peonada. De esta manera, se contina con las reuniones a pesar de lo planteado por el Juez. Posteriormente Loyola tuvo una reunion con varios otros individuos en un punto distante de esta poblacin en el que embriagandose nuebamente, despleg sus desenfrenadas paciones hasta el estremo de brindar por que muriera el Juez, y esta nueba ocurrencia acaesida entre algunos soldados que estan bajo mis ordenes como Gefe de la compaa sivica, d al hecho anterior un carcter de gravedad digno del mas serio castigo, principalmente si se considera las funestas consequencias que se segiran si se deja inpune.163 Como se observa en el prrafo anterior, el peonaje continu con sus actividades cotidianas, las reuniones en torno al alcohol seguan desarrollndose a pesar del conflicto que saban que estallara si eran encontrados. Por otra parte, se reconoce tambin la rabia que senta los sujetos por aquellas personas representantes del orden y la moral, llegando incluso a desear su muerte. El ataque directo a Jueces y Mayordomos
162 163
AN, AJCop, legajo 41, pieza 11, ao 1843. Criminal contra Don Vicente Loyola por eridas i tumulto. Ibdem.
67
se hizo cada vez ms frecuente, las ofensas y golpes a aquellos sujetos era la orden del da en las distintas faenas. que el dia cinco del corriente cuando se sublev la peonada en el mineral concurri [Pablo Espaa, dependiente de la faena de los Seores Condecido y Minichetti] en auxilio del Juez, armado de una pistola de percucion; y con dos caones, cargada a bala, con el noble objeto de sostener su autoridad, contener el desorden, y consultar mi seguridad; que en efecto diviso desde all un tumulto de gente en la faena de San Francisco de la pertenencia de Don Pedro Valdes, y en seguida vi un tiro de arma de fuego, y que al mismo tiempo salian disparando dos soldados pues les perseguian por detras algunos mineros: que entonces se dirijio acia ellos el que declara y como le informasen del motin y que trataban de matar al Juez del mineral, trato de persuadirlos que le acompaasen para ir en su auxilio, y habiendo continuado su marcha con algunos de ellos, y reunidose con otros muchos, persuadi los sublevados que se contuviesen pues ya estaban pegando fuego al rancho donde se habia ocultado el Juez, y en efecto se aquietaron, y habiendoles mandado que se retirasen lo verificaron yendose un serrito inmediato, aunque quis con la intencion de perseguir al Juez asi que el declarante se retirase. 164 En esta otra causa tambin se manifiesta el repudio en contra de los Jueces, pero esta vez la intencin era quitarle a un reo que sera castigado. La solidaridad de grupo tambin es posible evidenciarla aqu, puesto que los sujetos se abalanzan en contra de la autoridad sin importar las consecuencias. [] La notable paradoja con que quiere vindicar el Espiritu insubordinado de los mineros es tanto mas abanzada, quanto que sin mas fundamento que su antojo asienta que apenas aban en el mundo hombres mas insubordinados. Por este principio, la doctrina y maxima de obediente sujecin deviera tomarse de esta clase de gentes. Donde iriamos a parar con tan ejemplares modelos! En el levantamiento poco ha sucedido en Chaarcillo, sin ser insultados se abanzaron al Juez, quitandole el reo que iba castigar, y con tal arrojo acometieron contra su persona, que ano haver huydo y ocultadose abria sido victima de hombres tan subordinados. Ellos se vajan de las minas quando quieren: Suben esfuerzos de los Patrones con improbo trabajo: esto sucede en San Antonio y en todas las minas del departamento. 165 Los levantamientos o motines se daban no slo producto de ver sus espacios y formas de sociabilidad restringidas, intentando con esto ir transformando las conductas
AN, AJCop, legajo 21, pieza 6, ao 1837. Informacion producida por Pablo Espaa sobre su inculpabilidad en la muerte que caus Don Feliz Warleta en el Mineral de Chaarcillo. 165 AN, AJCop, legajo 21, pieza 11, ao 1838. Querella criminal promovida por Luis Villegas contra Don Manuel Romero sobre maltratamientos injurias que ste le h inferido.
164
68
de la peonada, sino tambin debido a malos tratos dado por parte de sus patrones, el escaso pago recibido por su trabajo, actuaba de justificacin para entender muchas veces el por qu de los desordenes y las habituales fugas de los minerales.
Que estando el que declara [Federico Carril, peon de mina] en el dicho Mineral de Animas, llegaron alli tres peones llamados Felipe Reinado, un tal Freires y otro que no se conoce, los cuales le contaron que ban del Mineral del Pueblo Undido con direccion a Paposo, porque alli no habian podido sufrir al Mayordomo de Don Pedro Ignacio Lujan pues que como les pagaban poco y estaban malas las minas no habian querido continuar en su servicio []. El dicho Lemus insisti todos los trabajadores para disponer de todo lo que tenia el mayordomo su cargo y tres individuos mas, le aceptaron con los quales amenas al mayordomo, y al mismo tiempo con demasiada arbitrariedad al rancho de biberes, y probistos que fueron de lo que necesitaban, Lemus amenas al mayordomo, para que sino le daba su papel de cuentas, le sucederia otra cosa, as es que su solicitud le fue conseguida por el temor que le caus al mayordomo, cuyo origen result de que el mayordomo, no quiso entrar por las propociciones que le hacia Lemus con respecto al trabajo por que heran demaciado bentajosas para el, y perjudiciales a la Hacienda, este a sido todo el motibo para que atropellasen las ordenes indebidamente, y aun querian asesinar al mayordomo, para cuyo fin, tomo del mismo rancho unos libes que yo huso para el campo, y los cont con el destino de acomodar unos, para el fin indicado, el mismo que remito asi y ltimamente soy impuesto de su conducta que en todos minerales no dura ningun tiempo, por que ya est acostumbrado handar fugado, y cometer mil de excesos en todas partes, y sin querer intruirse de un por menor de sus iniquidades.166
La fuga con adelanto (adelanto de salario) se ha convertido en una costumbre comn dentro del peonaje, por esta razn es que los bandos y decretos han debido dirigirse tambin a dicho actuar, este reglamento de minera propuesto por el Departamento de Huasco y aprobado por la Asamblea Provincial, hace alusin a dicho hbito en su artculo sptimo.
Art 7. Comprobando la esperiencia que los peones dejan burlada la seguridad de los conciertos por via de papel del ltimo patron quien han servido, por que, finjen estos documentos, concertados legalmente con ellos se fugan de un pueblo a otro, se trasladan de mineral en mineral, robandose de este modo sus adelantos, y haciendo carecer al patron de su servicio insubrogable casi siempre; en adelante desde la publicacion de este reglamento, toda persona dueo de faena, sean cuales fueren sus destinos,
166
AN, AJCop, legajo 21, pieza 4, ao 1837. Causa criminal contra Clisanto Godoy Lemus por desordenes y tropelias cometidas contra el Mayordomo de la faena de Don Pedro Ignacio Lujan en el Pueblo Undido. [el subrayado es nuestro].
69
que tengan cualquier nmero de sirvientes, presentar una lista nominal de cada uno de ellos al Gobernador local de su residencia al mes de la publicacion de este reglamento, y posteriormente en cada un ao contando desde esta fecha, bajo la pena de que ocultando algun individuo, mudandole el nombre apellido, se le hace responsable de todos los cargos que se le demanden por igual infraccion.167 Con ste y varios decretos ms168 se intent frenar este hbito del peonaje, para esto se pedan listas a los Patrones de minas de todos sus trabajadores, con el objetivo de construir un catastro de todos quienes pisaran la faena, quien no estuviera inscrito en alguna de aquellas listas y se encontrara deambulando por el recinto sera puesto en la crcel y el Patrn sera castigado con una multa. Lo que se pretenda con dichos bandos, era terminar de una vez por toda con los sujetos ociosos y vagabundos, pretendiendo cambiar los hbitos de la peonada, por lo mismo se intent a travs de castigos y vigilancia que todos quienes se encontraran en la faena tuvieran un trabajo, para as no tener oportunidad de vagar y dedicarse a la diversin. Por otra parte, se intent tambin educar a travs de medios algo menos represivos, a los sujetos en cuestin, obligando a los hijos de aquellos asistir a una escuela pblica, y as frenar la transmisin de hbitos inmorales. Los Jueces de Barrios seran los encargados de hacer valer este y tantos otros bandos, entregando semanalmente una lista al Gobierno de los padres y madres que no cumplieran con lo estipulado.
Siendo las serias intenciones de este Gobierno abolir el osio, estirpar las malas costumbres, frenar la inmoralidad de hombres corrompidos, poner a salvo la religin, vidas, y Haciendas de los ciudadanos, mira con rabia la indolencia de algunos Padres de familia q crian en este Pueblo sus hijos entregados la ociocidad sin la menor educacion que pueda arreglarlos, y comprimirlos una vida religiosa, y moral; q por el contrario, mas bien se ve en ellos la dedicacion al juego, embriagues, y depravaciones, q son consiguientes al abandono, y ocio con q los crian. Por tanto, y afin de evitar males de tanta trascendencia, ordeno, q todo Padre de familia de la fecha en seis dias la publicacion de este Vando, para poner a sus hijos la escuela publica, bajo la pena qe no lo haciendose asi se les quitaran y pondran al servicio de Personas que puedan, y deban educarlos, ensearlos a leer y escribir sin otra Renta que esta pension sin que ellos tengan en sus hijos intervencin alguna para quitarlos de donde esten aprenderlo alguno son conocimientoy orden expresa de este Gobierno y el que lo hiciese si tuviere
AN, AICoq, Vol 10, N 76. Reglamento de minera consultivo del orden en la administracin de los asientos de minas y de los operarios de ellas, propuesto por el departamento del Huasco cerca de la Asamblea provincial, y aprobado por esta para el arreglo de este ramo en la comprensin de la Provincia, Abril 24 de 1831. 168 Ideas tomadas de AN, AICoq, Vol. 52, N 57-58- 59- 60. Don Adrian Mandiola Gobernador Local de esta Villa, 5 das del mes de Septiembre de 1831.
167
70
responsabilidad sufrir la pena de dies pesos por la primera vez y por la segunda veinte y un mes de pricion aplicados para la enseanza de la juventud en que fuere absolutamente pobre y sin vienes doy meses de carcel y obras Publicas racion y sin sueldo. 169
La trasgresin a las leyes, adems de las diversas formas ya mencionadas, se haca patente tambin en la corrupcin y el robo. La cangalla, descrita en el captulo anterior, era la manifestacin ms comn y constante de los robos que se cometan en los distintos minerales. A partir de este fenmeno, es que reconocemos no slo la extraccin de metales en s mismo, sino tambin los mecanismos soterrados desplegados por el peonaje para llevar a cabo la accin. Una de las maneras de ejecutar el acto era a travs de la asociacin con otros sujetos, quienes en conjunto conformaban redes sociales en base a las cuales se establecan distintos tipos de relaciones entre los participantes, teniendo cada uno un rol dentro de la accin. Por ejemplo cuando deben deshacerse de los metales rpidamente, los ladrones saben a quien vender dichas piedras o en el momento en que los metales deben ser trasladados hacia otras zonas, tienen amigos o conocidos quienes transportan la mercanca y se encargan de comercializarla. Chaarcillo fue el lugar caracterstico donde dichos sujetos se desenvolvieron a travs de la cangalla, quienes fueron capaces de doblar la mano reiteradamente a patrones y autoridades que en vano intentaron acabar con el robo y compraventa de los preciados metales de plata.170 De esta manera, la cangalla lleg a convertirse en una de las manifestaciones ms habituales de la peonada constituyndose en una de las tantas acciones comnmente castigadas.
Repetidos ejemplos de corruccion, [ilegible] culpable de estimulos viciosos, flojedad para perseguir los insitadores llamado cangalleros, ninguna vijilancia, y mucho lenidad para castigar los pillados infragante, daban lugar que con frecuencia se perpetrasen robos de metales; seguros sus autores, que lo peor que les podia suceder, era ir gozar impugnidad fuera de Chaarcillo. Semejante desorden tenia el mineral plagado de insitadores al robo, dotados de bastante capacidad para alucinar, ceducir, y compulsar los trabajadores robar; ya sebandolos con el interes o ya comprometiendolos por medio de la amistad. En contraposicin a lo recin expuesto, y centrndonos desde la perspectiva de las autoridades con respecto a la cangalla y no desde los mismos sujetos que la conforman,
169 170
71
se reconoce en ella una accin desmedida, en tanto que no slo involucra a quien roba, compra o vende las piedras, sino tambin esos mismos sujetos incentivan a otros para que la practiquen, de esta manera, la cangalla se expande, se socializa y se manifiesta, por lo tanto, entre muchas otras personas y lugares. Por lo mismo, y teniendo muy claro lo que suceda realmente con esta prctica, las autoridades la incluyeron en las reglamentaciones y bandos existentes. En el artculo 24 del bando publicado el primero de Enero de 1834 es posible encontrarla.
24 Habiendo manifestado la esperiencia que hay muchas personas que no solo compran especies robadas, sino que excitan y fomentan otras al robo: que lisonjeados con la abominable ilcita ganancia que les ofrece esta clace de compra, han abandonado ya el temor de cargar con la infame nota de complice en el robo; que no pudiendo contenerlos ni la responsabilidad, ni la infamia y otros castigos personales que las leyes y bandos de policia han dictado contra ellos; que no pudiendose tambien cortar el detestable comercio de cambiar pastas personas que suben los minerales corromper la fidelidad de los trabajadores, y sabiendose que estas personas, designadas con el nombre de cangalleros, que viven de este trabajo clandestino, encuentran cada paso habilitadores; y finalmente, que no hallando el gobierno otras medidas que tomar contra estos ladrones pblicos y verdadera peste y corrupcion de la honradez de los sirvientes que el reagravar las penas: desde la publicacion de este bando, todo individuo que compre especies robadas, que fomente cualquiera especie de robo, y de cualquier modo, perder la especie comprada, ser responsable su dueo de su valor, y mas veinte y cinco pesos de multa, una prision equivalente.171 Ya reconocidas las diversas formas de accin colectiva desplegadas por el peonaje, es posible plantear que las relaciones de trabajo en la minera no resultaron fciles, como lo explicita Illanes172 stas se hicieron anrquicas: los empresarios se vieron incapacitados para fijar los trminos de las relaciones sociales de produccin, en una situacin de aguda movilidad laboral, de fugas reiteradas de peones con adelantos de salarios, de prcticas viciosas y delictuales entre los obreros, que disminuan la productividad y provocaban prdidas notorias173. De esta manera, la implantacin del capitalismo liberal en el mbito de la minera debi enfrentarse a su contradiccin fundamental; una economa en direccin haca su consolidacin capitalista y una mano
AN, AICoq, Vol 10, N82, bando establecido por el ciudadano Jos Santiago Aldunate, General de brigada, Intendente de la provincia de Coquimbo. Serena, 1 Enero de 1834. 172 Mara Anglica Illanes, Azote, salario, op. cit. 173 Ibdem, p. 23.
171
72
de obra que se resista a su funcin proletaria-productora de plusvala a los niveles requeridos por ese capitalismo minero en su proceso de acumulacin. Con lo anterior se pretende dejar claro, que las acciones peonales no son vistas por nosotras como un actuar reactivo frente a la transformacin que se estaba experimentando en el pas, ellos ya tenan una forma de relacionarse, de ser, de vivir, formas distintas y opuestas a las que se pretendan implantar. A partir de esta realidad y al verse atacados por los mecanismo de control y disciplinamiento establecidos, comenzaron a reaccionar en funcin de su propia cultura, su identidad y sociabilidad. De esta manera, la lucha se torna consciente, utilizando sus relaciones de reciprocidad y solidaridad, su modo de ser en contra de la implantacin de nuevas formas de sujecin laboral y cultural. Estamos en presencia de un hacer poltica desde otras lgicas, desde la construccin de base, desde el conocerse, el relacionarse, desde el empoderarse y llevar el poder a la materializacin.
A partir, por lo tanto, de un desenvolvimiento hacia dentro, circular, entre los mismos sujetos en cuestin y a travs de su misma forma de vivir, se reproduce y mantiene una vida al margen de lo que a nivel macro se experimentaba. Por otra parte, esta manera de desarrollar la lucha hace que las formas de vida se conviertan en transgresoras, erosionando un poder antes no cuestionado, el poder de un Estado que estaba viendo resquebrajados todos los mecanismos por los que se intentaba someter al peonaje, para ellos no eran ms que sujetos en constante rebelda, viendo en su actuar desorden sin fundamento. Para nosotras representa mucho ms que eso, estamos en presencia de actores sociales que hacen de sus acciones una lucha poltica, por hacer de su vida una realidad para el maana.
73
CAPTULO III: AUTONOMA PEONAL: LA COEXISTENCIA ENTRE UN PROYECTO POPULAR ALTERNATIVO Y UN PROYECTO DE MODERNIZACIN CAPITALISTA. 3.1. LGICAS OFICIALES VERSUS LGICAS PEONALES. Para comprender el significado de las acciones de dos sociedades tan distintas como la del peonaje y la de la elite, segn hemos caracterizado, nos es imprescindible considerar que ambas se desenvuelven de diversas maneras en el mundo, ya que sus relaciones con ste responden a lgicas propias, arraigadas en las condiciones culturales que subyacen a su modo de vida174.
Es por esto, que para un mejor entendimiento de estas lgicas apelamos a la conceptualizacin de Habermas al respecto, en un intento por validar la especificidad y diversidad cultural por sobre concepciones universalitas. Esta forma de proceder [] por una parte, nos obliga a pasar de un anlisis conceptual y un anlisis de base emprica y a inquirir las estructuras de racionalidad simblicamente materializadas en las imgenes del mundo, y, por otra, nos fuerza a no suponer universalmente vlidas, sin ms examen, las estructuras de racionalidad determinantes de la comprensin moderna del mundo, sino a considerarlas desde una perspectiva histrica175.
Cuando nos referimos a la concepcin universalista del mundo, estamos hablando de las lgicas oficiales, en tanto, tradicionalmente han sido validadas por la historia occidental y admitidas universalmente, es decir, como referentes sociales cuyo control descansa en las denominadas sociedades hegemnicas. A la comprensin occidental del mundo vinculamos implcitamente una pretensin de universalidad176.
Estas sociedades hegemnicas-referentes tienden a estructurarse de acuerdo a premisas tales como el orden, la jerarqua y la estructura, todos elementos que cumplen un papel legitimante, establecindose como modelos y normas que regulan una conformacin elitaria de la sociedad. Cuestionan la posibilidad de una fundamentacin
174 175
Jrgen Habermas, La teora de la accin comunicativa, Vol. I Racionalidad, op. cit, p. 70 Ibdem. p. 71. 176 Ibdem. p. 71
74
prctico-moral de las normas de la accin y la posibilidad de compensar intereses particulares mediante intereses susceptibles de universalizacin177.
Dada la centralizacin de su discurso, ste tiende a reproducir su modelo de conducta social en cualquier tipo de sociedad con la que se encuentre, apoyndose en categoras legitimantes, utilizadas como estrategias ordenadoras de las relaciones sociales, polticas, econmicas y culturales de la sociedad, y por ende, del mundo. Categoras tales como la dominacin-subordinacin, la clase social, el estado nacin o el capitalismo corresponden todas a la consolidacin de una concepcin moderna del mundo, cuya validez descansa en la racionalidad178. En qu sentido, la modernizacin de una sociedad puede ser descrita bajo el punto de vista de una racionalizacin cultural y social [] Enmarcado en el racionalismo occidental desarrollado por Weber como la cuestin del significado de la modernidad y de las causas y consecuencias colaterales de la modernizacin capitalista de las sociedades que se inicia en Europa, bajo los puntos de vista de la accin racional, del comportamiento racional en la vida y de la racionalizacin de las imgenes del mundo179.
Esta sociedad modernizadora manifiesta su hegemona a travs de mecanismos que determinen normas de conducta, que deben cumplirse como lo correcto, por medio de un discurso moralizante y centralizador. Discurso que implantaba la elite, en la provincia de Atacama de las primeras dcadas del siglo XIX, con un objetivo disciplinario ante lo a-nmico o a-sistmico. El escndalo que se ha dado, y se esta dando con el echo atrs de Dn Jose Mara Lobos acompaado con Dn Francisco Abalos perpetrado en mi casa quinta hace tres das; Este talvez, la desmoralizacin pblica que causa; el atropellamiento, y falta de respeto a las autoridades nacionales, esta vulneracin de las leyes y garantas individuales esta vejacin escandalosisima de nuestra sagrada carta constitucin que acosta de tantos sacrificios a la nasion, y sangre a los ciudadanos se ha podrido sostener y en fin todo el decoro de nuestra nacin que seguramente si habia de observarse el exemplo sucedido, y para todo habia de ser presiso enterdernos con las armas en las manos seria recluido a un estado de salvajes con el suceso acaecido en mi casa, e intereses, todo ha padecido vejacin V aun no ha tomado providencia para reprimir tales desordenes; el amor a V. lo presisa y su decoro, estos casos no permiten ni aun los das feriados; Sr Gobernador
177 178
75
esta mas pues ya en el caso que ser presiso que todo hombre se autorizo por la fuerza a hacer lo que dicte su capricho180 En contraste con las sociedades institucionales-referentes con sus cuerpos legitimadores y categorizaciones de validez, la sociedad peonal se basa en la reproduccin de sus patrones socioculturales a partir de la experiencia, la socializacin y la identidad. En los mbitos que son de importancia bajo los aspectos de reproduccin cultural, integracin social y socializacin, las interacciones no estn tan especializadas como en los mbitos de accin que representan la economa y la poltica181.
Tal como dice la cita anterior, los mbitos en que se mueven las sociedades no hegemnicas, como por ejemplo, la peonal, no estn especializadas en cuanto a normas, categoras y modelos que en conjunto representan todo un aparataje de limitaciones y controles, que le impediran a los sujetos constituyentes de estas sociedades desplegarse potencialmente en base a su condicin humana de pluralidad, de forma libre, autnoma, generando poder a travs de sus acciones, prcticas y experiencias cotidianas. Es por ello que el peonaje busc y hall- sus paradigmas sociales, paramilitares y polticos en las comunidades indgenas de sur y en sus luchas de resistencia, y no en los modelos ofrecidos por el sistema patricio y la cultura democrtico-industrial norteamericana o europea. As orientada, la oposicin peonal ech races en las ms autctona y antigua de las tradiciones populares182. Esta diferencia especfica permiti al movimiento peonal trabajar con un poderoso elemento de cohesin y movilizacin a nivel de las bases mismas183.
Estos sujetos tienen la potencialidad de descentralizar stas lgicas institucionales, por medio de una constitucin de cultura propia, que puede coexistir e incluso confrontar a la sociedad capitalista modernizante, pero jams integrarse ni acceder a sus lgicas, resistiendo o burlando las estrategias desplegadas por la elite para aprehenderla como parte de su sociedad jerarquizada, la cual no se conceba sin la idea de
dominadores y subordinados, ni con la idea del des-orden, que desde su llegada al Norte
AN, AJCop, legajo 20, pieza 20, ao 1831. Expediente promovido por D Ramon Goyenechea contra D Jose Mara Lobos y D Francisco Abalos por lesiones que estos cometieron en la persona y la casa del 1 181 Jrgen, Habermas, La teora de la accin comunicativa, Vol. I Racionalidad, op. cit, p.p. 20-21. 182 Gabriel Salazar, El desafo social del peonajeop. cit., p. 2. 183 Ibdem, p. 13.
180
76
Chico, no haba podido re-construir, para hacerlos (a los peones) funcionales a su sociedad.
Estas sociedades que representan anomia dentro de las sociedades imbuidas por el racionalismo, el progreso y el modelo econmico capitalista, podra ser clasificadas como arcaicas, en tanto que la modernizacin no ha llegado a ellas. Sin embargo, pretendemos comprobar como stas se han caracterizado por un tradicin histrica rica en experiencias y relaciones humanas, y a pesar de verse enfrentadas a un modelo modernizador, teniendo la opcin de ser parte de ste, convirtindose en sujetos inertes y estticos y pasando a ser subordinados de los dominadores, fueron sujetos que valoraron su independencia, manteniendo su autonoma, ejerciendo el poder a travs de sus prcticas cotidianas, y de las tensiones con el estado. Una sociedad frtil en que logr coexistir alternativamente184 con la
sociedad hegemnica. Y, para lo cual, pretendemos desmarcarnos de las lgicas tradicionales que ha impuesto la elite en el pensamiento occidental, priorizando el deber tico de potenciar los pensamientos que los otros estn siendo capaces de producir en sus propios territorios, lejos de los espacios controlados por las clases dominantes. Esta tarea est vinculada a la necesaria descolonizacin del pensamiento crtico, para liberarlo de su carga eurocntrica, masculina, blanca, cientificista y con pretensiones de objetividad185
Resulta complejo entender el concepto de autonoma que le atribuimos al peonaje sin antes comprender las lgicas de accin en que ste se enmarca, y, que en coexistencia con la sociedad capitalista hegemnica, acta independientemente de ella y sus lgicas modernizadoras. Es decir, que las concepciones legitimadas por la sociedad oficial, tales como la nocin de orden, no existen en la mentalidad peonal y menos an forman parte de sus prcticas y modos de vida.
Ya aclaradas en el apartado anterior la oposicin en que se encuentran ambas lgicas, procedemos a definir la autonoma como la capacidad de los sujetos de
184 185
Ibdem, p. 11. Ral Zibechi, Dispersar el poder, Editorial Quimant, Santiago, 2007, p. 8.
77
construir y transformar su propia realidad, de acuerdo a su facultad de decisin, reconociendo, sin embargo, la barrera de la subordinacin. En este sentido, aunque el sujeto este dominado, no pierde su capacidad de accin histrica, puesto que es l quien sigue decidiendo por s mismo. Por lo tanto, podemos afirmar que no existe la autonoma absoluta, sino que podemos identificar grados de sta, en el espacio social, territorial y econmico. Para completar mejor esta definicin, Pinto la explica como una tendencia innata en las personas un deseo irrenunciable de hacerse cargo de sus propios destinos, [] queda claro que la dominacin no es una realidad a la que alguien pueda resignarse pasiva o indefinidamente186. Y de acuerdo al planteamiento de Salazar, que si bien, no nos habla explcitamente de una autonoma peonal, si nos acerca a sta por medio de lo que denomina independencia, en el mbito social y cultural. De este modo, el movimiento peonal encontr en su camino elementos vivos, configurados a su escala y medida, que lo inducan, en momentos crticos, a crear comunidades subalternas independientes187.
A partir de lo anterior, vemos como se manifiesta y despliega la autonoma del sujeto, en base a su poder, en tanto que, a pesar del hostigamiento de la sociedad capitalista, mantiene y reproduce sus formas de vida, a travs de sus practicas, experiencias y relaciones, las cuales se encuentran arraigadas en su cultura, experimentando as, no un sometimiento al sistema hegemnico, si no una coexistencia con ste. Y mientras el sistema patricio evolucionaba internacionalizndose, el sistema popular tenda, a efectos de la comprensin que se ejerca sobre l, a perseverar y desarrollar las formas socioculturales autctonas, locales, de campesinos, indgenas y mujeres arranchadas188. Es por esto que consideramos al peonaje como autnomo, en tanto que considera una propuesta o proyecto de formas de vida alternativas189 a la sociedad capitalista modernizadora, an con la presin constante de sta por subyugarlo. Pues, mientras el sistema patricio se mantuvo generando ms desempleo que ocupaciones permanentes, y retornando a prcticas patronales semi-esclavistas ms bien que creando trabajo asalariado industrial, el peonaje no acept el proceso de
186 187
Julio Pinto, Movimiento social popular, op. cit., p. 215. Gabriel Salazar, El desafo social del peonajeop. cit., p. 12. 188 Ibdem, p. 11. 189 Ibdem.
78
Esta coexistencia entre la sociedad peonal autnoma y la elite, no caba en las lgicas de esta ltima, ya que significaba un caos en el normal funcionamiento de su sociedad, es decir, el desajuste de su concepcin de sta como establecimiento de un orden tradicional, ms aun, al ser el pueblo un componente bsico en ese orden, en la medida que sin el pueblo tal orden no podra existir. Por lo tanto, la ms mnima posibilidad de materializacin de un proyecto alternativo era simplemente inaceptable, adems de rechazar sus particulares modelos de vida y sociedad, representaban un grave peligro para su proyecto de modernizacin capitalista191. ste consista en el desarrollo acelerado del capitalismo, las transformaciones de las formas laborales y la reduccin de los espacios, lo que podramos denominar como cambio social fundamental192.
Y efectivamente, ante estos asomos de autonoma peonal, la elite establece un fuerte aparataje policial, endureciendo el disciplinamiento193 con el afn de destruir este proyecto y as subordinar y proletarizar al peonaje, sin embargo, durante ms de dos dcadas, la resistencia conciente del peonaje a integrarse a la sociedad capitalistamodernizadora se intensifica en base a su proyecto de alternativismo (amparado por el poder que lo sustenta), derivando en una lucha poltica que consolida la autonoma del peonaje. A partir de lo cual intentaremos derribar el tradicional mito del accionar de este sujeto slo como resistencia y no como propuesta como planteara Julio Pinto al afirmar que la conducta brbara vuelve a diluirse en una mera expresin de rabia instintiva frente a lo incambiable, frente al peso de la noche194.
El mantenimiento y reproduccin de las formas de vida alternativa de los peones, sern demostrados mediante las causas que nos han develado como ao tras ao, durante dos dcadas se han reiterado las mismas acciones que histricamente ha desarrollado el peonaje en Atacama, propias de esta cultura, demostrando de este modo, cmo el peonaje a logrado coexistir con la sociedad hegemnica -cuyo modelo
190 191
Ibdem. Julio Pinto, Movimiento social popular, op. cit., p. 217. 192 Jorge Riechmann y Fernndez Buey. Redes que dan libertad, op. cit., p. 48. 193 Mara Anglica, Illanes, Azote, salario, op. cit. 194 Julio Pinto, Movimiento social popular, op. cit., p. 217.
79
capitalista modernizador pretende imponrsele- de forma autnoma, amparado en el poder desarrollado por medio de su entramado social de sociabilidad, redes, prcticas y experiencias comunes.
De acuerdo al siguiente caso vemos como Juan Gallo, vecino de la villa de Copiap, ya en el ao 1829, incurra en el negocio ilegal de venta de alcoholes: para que imponiendo en autoridad ante estos sucesos haga lugar para cuyo fin pongo a difusin de V. dos barriles de carga que contuvieron el aguardiente que se estaba espendiendo por un tal Juan Gallo en el expresado lugar y por tanto A V. pido habindome por presentado con las innumerados dos barriles y ruega proceder como llevo pedido es justa195 Compelida a declarar Mercedes Pea, la duea de la casa en donde se aloj Juan Gallo, se le pregunta lo siguiente: si fue cierto que llego a casa del declarante con los barriles que se mencionan con licor de aguardiente dentro de ellos, y responde que fue mui sierto, se le pregunta mas que si puso venta publica del sitado licor y responde asi lo iso, mas se le pregunta que si los compradores heran peones de ingenios y minas y responde que los mas de ellos lo eran y algunos otros como ingleses.196 De esta declaracin podemos inferir, cmo se conforma un negocio ilegal de alcohol, en base a una red de sujetos constituida por vecinos de la villa que realizan la venta a consumidores dispuestos a ser cmplices del negocio. As es como esta causa nos muestra la bsqueda del pen por encontrar y participar de formas alternativas de adquisicin de especies, cuya comercializacin estaba prohibida en directa relacin con las consecuencias que traa el consumo de alcohol debido a las borracheras del peonaje, que representaban una prctica tradicional arraigada en su cultura, pero que implicaba para la sociedad oficial un obstculo e inconveniente en sus planes de implantar el modelo capitalista y de proletarizacin en la zona. Y, por ende, les hacia notar la poca efectividad que ejercan de facto, las regulaciones que sancionaban la persistencia en las actividades habituales del peonaje.
AN, AJCop, legajo 20, pieza 7, ao 1829. Causa seguida de oficio contra Juan Gallo como infractor de las leyes de minera. 196 Ibdem.
195
80
Otras formas de obtener ganancias alternativas a los salarios que reciban trabajando en las faenas, era a travs del robo de metales, prctica por medio de la cual, como ya hemos explicado en anteriores captulos, se manifestaba o ejerca su poder, al ser socializada y convertirse en masiva y comn entre el peonaje. Cuyos dividendos les permitan gozar de otros modos de sustento econmico, que no necesariamente tena relacin con el trabajo. Pero si con un ataque directo a la estructura misma del capitalismo, al no incorporarse e incluso desacatar e infligir el normal funcionamiento de sus mecanismos, transformndose en un peligro para ste.
Es lo que nos muestra una causa de cangalla efectuada en 1834: Anoche fui instruido por Dn Pedro Nalasco Valdes de que un domestico cuyo que tena destinado en el trapiche de su buitron cuyo nombre ignora habia abusado hasta el extremo de enajenar en diferentes ocasiones parte de los metales ricos que se le confiaron para su molienda y habindome informado de la complicidad que tenia en estos robos Antonino Toro procede a la aprehensin de los dos. Considerando la dificultad que presenta la crcel por su mal estado para poderse llevar como es debido la incomunicacion de los reos y a fin de evitar que el molinero se pusiera de acuerdo [] asegurndome que a Toro le vendiose doce libras de metales de plata que poda llamarse barra en cantidad de noventa y tantos pesos; y que a Dn Tomas Contreras le habia vendido por dos ocasiones cantidades de metal de buena calidad. De estas ultimas partidas exista una enterrada en el buitron que no habia puesto a disposicin del comprador por no ser sentido; lo que hise que descubriese el lugar dondese hallaba y que la entregase a Valdes como en efecto lo verifico. El juzgado para el mejor esclarecimiento de la verdad, mand comparecer a Don Tomas Contreras, quien [] dijo: que el sbado prximo anterior por la noche llego a casa del declarante un hombre que no conoca y le propuso que si quera comprarle unos metales hasta el importe de dos onzas, y que habindole preguntado que erale contesto que era trapichero de Don Pedro Balder y habindose convenido en hacer trato con el, quedo de traerle el metal al siguiente dia, como en efecto lo cumpli trayndole como diez u once libras de metal poco mas o menos, dndole por el cuatro pesos, y un pagare a vale por las dos onzas en que haban convenido quedando de venderle el trapichero como dos arrobas mas que dijo tenia enterradas [] pero que haviendo venido este en la noche del Lunes citado a la puerta de la casa del deponete; advirtiendo que tambin le habia dicho el indicado trapichero que aquel metal que negociaban lo robaban en compaa con otro, cuyo nombre nunca le pudo averiguar; y que tambin le habia vendido metales a Don Antonino Toro en noventa pesos, segn le acreditaba un papel firmado por este que le manifest el declarante. En seguida se hizo comparecer a Don Antonino Toro [...] y habindole preguntado el declarante de donde las habia sacado, respondi que las primeras que le habia sealado
81
eran suyas propias y las otras eran de una nia cuyo nombre le ocult dicindole que sino se las compraban las llebaria conmigo para Santiago: que al fin se convino en comprrselas [] que ignora hasta hoy de donde hubiese obtenido tal sujeto dichas piedras; ni que clase de sujeto era, pues esta ha sido la primera vez que le conoce [] Acto continuo se hiso comparecer al reo Francisco Vargas [] Que hallndose ocupado en el servicio de su patrn Don Pedro Nolasco Baldez y destinado a moler sus metales, le ocurri robarle algunos pocos de los mas ricos que ltimamente le haban traido de las minas y en efecto tomo como unas once libras primera vez, las cuales vino a benderle el sbado diez y ocho del corriente por la maana a Don Tomas Contreras mas como este no conviniese en darle el precio que pedia se dirigi con el mismo objeto a lo de Don Antonio Toro, quien se las compr quedando a pagarle por dichas once libras de noventa y un peso y dos reales, firmndole un pagarecito de esta cantida, sin que de ella le haya dado hasta hoy ni un medio real. Que el domingo diez y nueve del corriente, volvi a proponerle a Don Tomas Contreras que le comprase otras piedras ricas cuyo peso sera como de diez y seis libras y convino en comprrselas por dos onzas de oro cellado y cuatro pesas mas que le dio entonces de pronto firmndoles un pagar por las dos onzas, que aun no se les ha dado, habiendo quedado de venderle como dos arrobas mas de metal de inferior calidad que el declarante tenia enterrados en el salar de Buitron mas arriba del molino, y son las mismas que anoche le ha ido a entregar a su patrn Don Pedro Baldez [] Que absolutamente conoca el que declara a Don Antonino Toro, y que el haberse dirigido a el para venderle las piedras fue por inducion de un tal Aguilera, minero, y que cree que el dicho Toro lo haya delatado al declarante, o a lo menos lo presume, en razn de haberle dicho cuando le cobro el dinero de las piedras, que iba a sacar plata de la aduana197. Este robo y compra clandestina de metales es efectuado por un verdadero circuito de sujetos concertados; desde la extraccin del mineral hasta las transacciones, distribucin y venta del mineral robado. Y como veremos a continuacin, al ser descubierto el delito, ste es duramente reprendido, llevando en s el castigo una evidente carga ejemplificadora para los dems sujetos (peones que roban el metal donde trabajan a salario) que pretendieran seguir reproduciendo estas acciones. En virtud, y merito que suministra lo actuado conforme al proceso verval que antecede, condeno al reo Francisco Bargas a la pena de cien azotes que sufrir en el Buitrn de Dn Pedro Nalasco Valdes lugar donde perpetro el hurto de las piedras y metales de este198 A pesar de las restricciones podemos comprobar a travs de las palabras de los mismos peones, cmo estas prcticas ms que ser extirpadas, debido a la represin que
AN, AJCop, legajo 20, pieza 39, ao 1834. Proceso verbal y criminal contra el reo Francisco Bargas por el robo de unos metales que le hizo Dn Pedro Nalasdo Valdes en su Buitron. 198 Ibdem.
197
82
exista sobre ellas, se continuaron masificando entre el peonaje y las relaciones que establecieron con un amplio crculo de sujetos de otras sectores de la sociedad que participaban en el negocio. pero que un dia que vino el declarante a la carcel donde se alla preso el dicho hombre que le vendio los metales, se oyo a este las siguientes palabras: a mi me han vendido, pero yo he de amolar a mas de veinte: con cuyas palabras indico de que aquellos metales eran robados y que era sabedor de otros que jiraban en igual negocio [] Que tambien le contaron al declarante el otro Barretero Calistro, cuyo apelativo ignora, y el apir Juan que sirven en las misma faena, que havian rovado de ella algunos metales, y los havian vendido a un payaquero [ilegible] yamado Jose Elisalde; y en que todos los peones de la faena han rovado y vendido metales de ella. Que es cierto haver vertido las palabras que ha dicho en su declaracion Dn Hipolito, pero que fueron concepto a lo que les havia hoido a los mismos peones de la faena pues le parece que todos ellos han hurtado considerable cantidad de metales199 Se perciba la desesperacin de la elite, al no poder impedir, este autonomismo del peonaje basado en la mantencin de sus formas alternativa de vida, con reiteradas amenazas y mecanismos de regulacin institucionales y policiacos. Lo cual se refleja, nuevamente, un ao despus de la causa anterior. En virtud de lo actuado en el precedente proceso verbal, condeno a Manuel Billalon alias Chavarro a la pena de dos meses de precidio Nibano [ilegible] alas obras publicas de esta villla a racion y sin sueldo: Ia Dn. Hipolito Raibau a la pecuniaria de cien pesos aplicados en los objetos de Policia, y en los costos de la causa; apercibiendoceles que en caso de reincidencia en el crimen de hurto y compras clandestinas de metales que resultan convictos y confesos, se les aplicara con todo rigor el castigo que les seala las leyes y los Bandos que se han publicado sobre la materia200 Dan cuenta los casos, de la autonoma con que actuaban estas verdaderas redes sociales de sujetos, reconociendo incluso la impunidad en que permanecan estos actos. Planteando, a partir de lo anterior, que el acatamiento y subordinacin a las leyes distaba mucho de cumplirse. Acompao av un oficio que con fha 1 y. del actual me ha dirigido el Juez de Potrero Grande para instruirme de un robo de plata el [pella] que hiso Felipe Dias a los SS. Cabo en el Buitron de la Puerta [] aparece tambien culpable Dn. Jose Araya como comprador; y tanto ms, cuanto que este ha
AN, AJCop, legajo 20, pieza 50, ao 1835. Proceso Verbal por robo y compras clandestinas de metales seguido contra Hipolito Raibau y Manuel Villaln. 200 Ibdem.
199
83
conocido de mucho tiempo h al mencionado. Dias por un miserable peon de Buitron sujeto a un limitado sueldo. Por los antecedentes que he podido recojer de los mismos culpables resulta que la plata pia comprada por Araya asciende a mas de veinte marcos: cantidad que no es indiferente; y que no corresponde a la clace del vendedor. Debo esa ves en obsequio del orden publico noticiar av. Que el referido Araya ha vivido siempre constituido en asociacion de su Esposa a la compra de metales de plata robados: que ha tenido el ardid siempre de hacerlo impunemente: que fastidiado yo dela conducta reprehencible que observava en el distrito de Potrero Grande lo espulc de aquel lugar a peticin de los Mineros de San Antonio y resto de propietarios; y que nada ha bastado de cuantas medidas se han tomado para que se corrija en sus desvios201 Por otra parte, cuando el peonaje se encontraba en espacios de esparcimiento, stos constituan la oportunidad o momento propicio para su reconocimiento, identificacin, socializacin y transmisin de cultura. Precisamente, estos elementos se materializaban en sus prcticas de diversin y reunin ms habituales, porque es ah -en donde estn juntos y unidos los sujetos- donde adquieren su poder, a travs del colectivo, mediante el cual pueden sostener un proyecto autnomo alternativo, coexistiendo, y no integrndose al proyecto modernizador de la elite.
y la Cariaga [mujer de Esteban Nues] para el cuarto de EstebanNues, donde entr la declarante con su marido un rato como de media ora qe all estaban Francisco Gonzales, Pedro Pers, una tal Chepa, el dueo de casa Nuez su mujer i la entonada qe no se acuerda de los otros qe estuvieron pero tiene presente que no estaba all Jos Latorre: qe abiendo empesado los que estaban reunidos a proponer la compra deuna cabeza de chanchoel marido dela declarante no les admiti elpartido ise retiraron a las nueve para su cuarto a dormir que dista como media cuadra, qe como a las dies dela noche por reconvencin de su marido volvi la declarante al cuarto de Esteban Nues apedir la [ilegible] qe se les abia qedado all qe la icieron cantar como dos tonadas i que solo estuvo all como menos de media ora202 Reuniones que, con los alicientes del alcohol y la diversin, provocan permanentes tensiones entre peones y autoridades, al constituir la embriaguez un delito para estas ltimas.
AN, AJCop, legajo 20, pieza 53, ao 1835. Proceso verbal contra Felipe Dias por robo de plata en pella qe. hizo a los S.S. Cobos, y le compr Dn Jose Araya. 202 AN, AJCop, legajo 42, pieza 29, ao 1847. Sumario para indagar el paradero del robo echo a Juan Sanchez i el de sus autores Contra Jos Dom Latorre y Nasario Toro
201
84
El que suscribe da parte a v.s. de haber conducido ala crcel al individuo Jos Luis Soto, por haberlo encontrado bastante hebrio en una de las calles de esta Ciudad [] qe ar como veinte das qe se abia bajado al pueblo deSan Fernando trabajando en diversos puntos, iel sbado diecinueve se bajo ala chimba acobrar unos reales qe le deba un arriero delos Ingleses: qeefectivamente le pag tres pesos Pedro Barrosa qele tenia prestado de antemano de aorros de trabajo, conlos cuales tres pesos se fue avever alos bodegones, ise vevi los tres pesos envino i aguardiente, con algunos platos de comida: qe despus sali del bodegn malo dela cabeza, ino sabe lo qe le sucedi ni como vino ala crcel203 Constituyeron delitos tambin para la elite el juego, actividad que tal como el alcohol, constitua un amplio y extenso negocio de entretencin clandestino, que conformaba una sociabilidad particular en la cual conflua no solamente el peonaje.
Anoche alauna de la maana e sorprendido la taberna de Pedro Espaa sindicado por casa de juego, en el cual encontr en una piesa al interior, los inds. siguientes Trnsito Leiba, Salbador Sol, Ramn Peres, Juan Cierraalta, Martin Jordan, Juan Frites iJacinto Araia todos enbebidos en el jugo de monte. El tallador, Trancito Leiba el primero, ilos cinco siguientes puntadores por [cuantas] onzas ipesos fuertes ipesetas, poca cantidad entretodo el dinero. Los dos ltimos de mirones, estaban sentados, los cuales an cido sorprendidos infragant iqitado el naipe por mi delas manos, iuna cuarta onsa apuntado en una carta el cual adjunto, dando cuenta a SS. Para los fines que ubiese lugar204 Era normal que ambos negocios clandestinos, el alcohol y el juego se conjugaran. Tambin era normal para el peonaje, que a pesar de la legalidad y reglamentacin que caa sobre ellos, se mantuviera indiferente y continuara sus prcticas habituales. Incluso, tal como nos demuestra esta causa, incurriendo a robos para ello. Se le reconvino Como dice haberlo hecho por necesidad y por falta de herramientas para trabajar cuando el mismo ha confezado que la mayor parte del dinero ha perdido al juego [aunque se le hizo reminiscencia de los lugares y personas donde habia jugado y gastado dinero], y no ha dado razon de haber comprado siquiera una herramienta Dijo queha perdido al juego solamente cuatro onzas; que ha prestado viente pesos de los cuales puede cobrarse el dueo205
AN, AJCop, legajo 42, pieza 34, ao 1847. Criminal contra Joce Luis Soto por fuga, iebriedad AN, AJCop, legajo 55, pieza 15, ao 1848.Criminal contra Patricio Leiba dueo del caf, i Trancito Leiba Juan Vicente Sierralta, Ramon Perez y Martin Jordan por juegos prohibidos 205 AN, AJCop, legajo 22, pieza 6, ao 1840. Causa criminal contra Teodoro Basuardo, por Ladron_ 9onzas cucharas pequea con rosario y algunas otras especies.
204
203
85
Los espacios en que convivan las actividades, prcticas y vivencias del peonaje, constituan el principal foco de desrdenes que constantemente pona en jaque al cuerpo policial que amparaba a la elite. cuando a eso de las oraciones fueron all unos peones de Dn Benigno Telles solicitando se les vendiese Licor, y se les vendi media cuarta de vino a dos de ellos, con lo cual se retiraron, y se entretuvieron asi la parte de afuera, y luego a pocos momentos fue instruido el que declara de hallarse en pendencia sus peones con los de Dn Benigno Telles de lo que resulto hiciesen el que declara que los dichos de sus pares se dentrasen puertas adentro de la finca, y luego como a la media hora entr despus de serrada la puerta de calle, que se agolpaban una porcin de hombre de modo violento y estratgico dando golpes a la puerta de calle y haciendo esfuerzo por abrir [] en insultos contra el que declara y los peones amonestndole que abriese la puerta con la amenaza que acabaran con ella sino habran la puerta y que no habindose verificado en ese caso le rompieron a peascos, aunque dicha [ilegible] no les proporciono la entrada y perdida su esperanza por aquella parte trataron de escalar la casa subindose de las murallas dos personas con el objeto de introducirse al interior de la casa, en este caso pudiendo de otro modo el que declara contener este atropellamiento y poner a cubierto su vida los amenaso con un tiro de fusil con polvora lo que hizo se retirasen por pocos momentos, y ponindose luego por otro punto del interior de la misma casa continuaban llevando adelante su intencin de introducirse adentro, y con este motivo volvi de nuevo con golpes a la puerta de calle y para contenerlas mando el que declara que los peones que lo acompaaban de las parte de adentro hisiesen fuego con polvora y al ayre con el fin de hacer que se retirsen y al mismo tiempo las amonestaba el que declara se retiraran y que iva a mandar llamar a Dn Benigno Tellos y al juez de Nantoco, logrando por este medio se retiracen () Que posteriormente desir al dependiente a los mismos peones que no se hallaron en aquel suceso, que la intencion de los agresores era la de entrar en la bodega para sacar de all el licor que apetecan, de que infiere provena la fuerza y empeo que manifestaban206 La independencia de estos sujetos se demostraba tambin en la forma como emigraban de un lado a otro, fugndose de sus trabajos a vista y paciencia de sus patrones, sin poder estos hacer nada para remediarlo: Rojas fue a solicitar que el declarante le diese permiso a si Pen Francisco Patio para que fuese a prestar una declaracin ante el Juzgado de esta Villa, como en efecto se lo franque, y aquella misma noche volvi ste a la casa del declarante donde ensill su caballo diciendole que iba a traer su ropa para venir al siguiente da a esta Villa, pero desde entonces nole ha vuelto a ver hasta hoy, ignorando cual fuese el motivo de su fuga, pues solo
AN, AJCop, legajo 20, pieza 48, ao 1835. Sumaria criminal contra varios individuos por un levantamiento y homicidio cometido en la hacienda de Dn Ignacio en Nantoco.
206
86
not que ese mismo da despus que se le habia entrado el sol y que ya lo habia solicitadoDon Jos Rojas para que se le sirviese de testigo, vi el que declara que vino un moso a caballo de la casa de Don Domingo Espos en busca del tal Patio, y retrndose como seis varas asi a la calle, estubo hablando secretamente con l, sin que el deponente alcansase a percibir el asunto que trataban207 En pos de afianzar la coexistencia que hemos demostrado exista entre ambas sociedades, en concordancia con el alternativismo autnomo de la propuesta del peonaje, y tambin como estrategia de resistencia y lucha conciente para contener los embates de la inminente proletarizacin y represin de sus formas de vida por parte de la elite; el peonaje tambin idea formas de lucha colectiva directa en oposicin al proyecto capitalista expoleador de la sociedad oficial. Lo cual se nos revela en la siguiente causa, a travs de unos pasquines atribuidos a Ramn Plata, en donde desafa a los peones de las faenas a actuar frente al abuso de las autoridades.
AN, AJCop, legajo 20, pieza 64, ao 1836. Querella criminal de Dn. Jos Manuel Rojas contra Dn. Pedro Vivanco.
207
87
El apir Abenturero Mineros que estas aciendo habran las rejas no estes durmiendo mira quienes el del gobierno hes el cirujano el labor sin grito el mas hipcrita que salamero si es po lo que hace atizar la lea el [ilegible] estas que una en lo ligero en lo ligero y ley se admira de los mineros y el hes probado en este reino que robo al fisco en erario hentero Ciernen todos y vayan viendo la gran madeja que estn tejiendo los dos cirujanos en unas [ilegible] aquel____ el orefero, por ver y haya algo y llevar el cuento en donde el juez en aquel ambriento en aquel ingrato a nuestro pueblo Ea cumpitas estn espiertos todos del gremio para que si estos no reformasen sus procedimientos a mi mes obra gaste tiempo para poder hacer todos sus hechos y asi terminasen vuestros defectos porque si no estay propenso a disponerles su testamento antes que ha estos falte elaliento o los sepulten Infeliz Sierra En los infiernos donde se aguarda con buen asiento y all los viables le aten sen serro para que le digan sus compaeros a aquellos cirujanos que mucho tiempo all lo esperan con un buen puerto pues este goza de privilegio saca metales en ningn riesgo el otro el juez un compaero y tirar via aun mismo tiempo por lo que vice hayer en estos labrar la ruina ha dos sujetos quitar metales siendo el primero que trajo al suyo como diciendo que cayendo el no habia riesgo de conocer la grande trama que mucho tiempo tienen cernida en este cerro pero no hes sierto mi barretero que eran arrieros como el carneros? por que mas ven [ilegible] con esto me despido con el peso del sentimiento de no desir otras cosas que se quedan adentro pues los dejo de reserva Tuyo tu apir208
208
Sin lugar a dudas, la reaccin de las autoridades, en este caso del juez, ante tales
afrentas, no se hace esperar: Hoy me he conducido desde el mineral por los motivos que subsiguen1 El dia 4 del corriente en las noches aparecieron diferentes faenas del mineral
AN, AJCop, legajo 20, pieza 28, ao 1833.Criminal contra Dn Ramon Plata sobre unos pasquines, y compra clandestina de metales.
208
88
paquetes que contenan los versos n 1 y 2 que incluio, annimos. Su contenido aunque tan brusco, causo en mi por los cargos e insultos que contiene, la mas justa indignacin: mas me fue imposible descubrir el foco de donde salian, hasta la maana de ayer en que supe por un conducto privado que el Ramon Plata y uno de los vecinos suyos eran los autores del papel, o al menos los que se ocupaban de redaccin y aun de formar otros nuevos. Inmediatamente me dirig a su casa acompaado de cuatro S.S que lo fueron Dn Felipe cabo, D. Ramon Ossa, D. Blaz Ossa y Don Tadeo Bargas: pedi al Sr Barrera compaero de Plata en la mina que separase sus papeles y en seguida solicite de este que se hiziese un depocito del resto en una petaca: hasta que yo elevando mi queja ante el gobierno procediese este a resolver en el caso- Asi se executo sellndose la tal caja que asi qued depositada en poder del Sor Barrera, y resiviendole Plata de la llaveEn el numero de papeles que este individuo me present para conberserme de que los versos nada contenan fue el que bajo el numero 3 acompao- Este se conoce, esta hecho de su cabeza por las enmendaturas, y de su misma letra como en el momento podr soltarles [ilegible] Este solo comprobante inatacable bastara para formar un juicio exacto: para agregarse: que en la noche del primero se condujo este Seor Plata a casa de D, Tadeo Bargas y le hizo una formal invitacin de que le ayudase a trabajar en sus libelos; a cuya propuesta se neg el Sor Bargas, y lo puso en mi conocimiento ofreciendo prestar su declaracin jurada sobre el caso, cuando le fuese pedida209 No solo podemos ver este desacato a travs de los escritos subversivos, sino tambin en los mismos hechos: Que en orden a las minas de fuga y amotinamiento fraguadas por el reo durante la prisin, nada le consta, pero que a los dos das de haber el juez sumariamente mandndole poner prisiones para la seguridad de su persona, le ay decir al mismo reo que, la causa era por haberle dicho al Juez en clase de denuncio que el trataba de por la otra banda, y despus volverse a sta210 En base a todas estas causas que han tenido por funcin develarnos las vivencias de los sujetos, es que creemos en la existencia de una propuesta popular especfica en el contexto minero. La propuesta consiste en la elaboracin y mantencin del proyecto alternativista con base autnoma del peonaje. El cual, no se basa en la conformacin de una hegemona en detrimento del sistema capitalista, sino en la coexistencia con ste; como una sociedad conformada por una cultura popular propia, que a travs de su poder (adquirido por su accionar colectivo) ha mantenido sus costumbres y formas de vida
209 210
Ibdem. AN, AJCop, legajo 20, pieza 21, ao 1831. Causa criminal seguida por el procurador sindico contra Francisco Jorquera por varios crimines.
89
autnoma estableciendo una sociedad alternativa. Es decir, probamos la coexistencia entre dos sociedades con lgicas completamente distintas, conformando ambas, el mundo social de la provincia de Atacama de primera mitad de siglo XIX. Estamos ante sociedades en movimiento, o sea, la movilizacin del conjunto de relaciones sociales que componen una sociedad determinada; no sectores de la sociedad sino sociedades distintas, diferentes de la sociedad dominante, conformadas por relaciones sociales que no se reconocen en las relaciones capitalistas211. Ral Zibechi las llega a reconocer como sociedades otras, que las ciencias sociales del sistema tienen dificultad para visibilizar212.
Esta coexistencia, a su vez, se transforma en una permanente lucha poltica, al no ceder el peonaje ante los intentos de dominacin de la sociedad capitalista, resistiendo a la proletarizacin por unas cuantas dcadas. Es decir, este proyecto tiene la particularidad de haberse concretado, en trminos prcticos, durante un perodo de tiempo determinado (dos dcadas), hasta su lapidacin, con el posterior establecimiento y consolidacin de la proletarizacin en el Norte Chico. En este sentido, la rebelda peonal contena la misma disposicin anti-capitalista que la rebelda posterior del proletariado industrial, pero sin contenidos polticos-revolucionarios. A cambio, inclua una dosis mayor de contenido genuinamente popular213.
El alcance del proyecto peonal radica en la perduracin durante ms de dos dcadas de sus formas de vida cotidiana; incluidas prcticas, relaciones y lgicas propias del peonaje, es decir, en la mantencin y reproduccin de su autonoma, constituyndose en una sociedad alternativa a la oficial.
De acuerdo a las propuestas de conceptualizacin de Illanes, en torno al proyecto, sta nos presenta una propuesta de proyecto que se ajuste a nuestro contexto latinoamericano. Comienza por desechar las categoras ms restringidas, referidas a la constitucin de un proyecto moderno ilustrado, vinculado a la poltica institucional, por no calzar en las lgicas de los sectores populares del siglo XIX, y constituirse a partir de
211 212
Ral Zibechi, Dispersar el poder, op. cit., p. 8 Ibdem. 213 Gabriel Salazar, El desafo social del peonajeop. cit., p. 13.
90
la negacin de proyecto histrico alguno, de todos los sujetos que se han movido a travs de orgnicas alternativas, no partidarias, ni ilustradas214.
Por lo tanto, Illanes elabora un concepto de proyecto ms amplio e inclusivo, que incorpora, -de acuerdo a su visin- ciertos cdigos de los sectores populares. ste consiste en la elaboracin social de un lenguaje, instrumento de expresin de la crtica de cualquier sujeto colectivo, junto a una accin en trminos de movimiento, dirigida a intervenir y producir un cambio a cualquier nivel del sistema de orden. A nivel sistmico, un determinado proyecto busca construir o consolidar para sus actores/sujetos un determinado lugar en las relaciones sociales de produccin, as como a nivel del orden poltico/cultural de la sociedad215.
En que radica la diferencia entre el proyecto del peonaje planteado en esta tesis y el clsico proyecto popular propuesto por Illanes?
Esta definicin de proyecto que correspondera a lo que plantemos como proyecto del peonaje minero, en tanto que, ste no puede producir un cambio a nivel del orden, ya que para el peonaje, no existe el orden por el que se rige una sociedad moderna, no es un concepto que se maneje en sus lgicas. Para ellos ms bien existe la experiencia. La creatividad humana que desborda los conceptos previos vacindolos y exhibindolos como lmites del pensamiento216. Adems el Norte Chico tiene la particularidad de haberse convertido en un verdadero laboratorio social, dado los primeros intentos u ensayos por implantar el modelo de una economa capitalista. Esto sin embargo, tena que realizarse a expensas de la expoliacin de una sociedad ya establecida, con modos de vida, prcticas y experiencias comunes que conformaban una cultura particular. Estos intentos de implantacin de una cultura externa fueron rechazados por la sociedad peonal amparados en el poder que detentaban, ejercindolo a travs de su identidad, acciones, asociatividad, redes y cohesin de grupo. Producindose, en su lugar, esta coexistencia entre los peones y la elite, lo cual para esta
Mara Anglica Illanes, En torno a la nocin de proyecto popular en Chile, en: Los proyectos nacionales en el pensamiento poltico y social chileno del siglo XIX, Ediciones UCSH, Santiago, 2003, p. 102 215 Ibdem. p. 102 216 Ral Zibechi, Dispersar el poder, op. cit., p. 23.
214
91
ltima, constitua un total des-orden manifestado en la lucha poltica entre ambas sociedades.
Tambin creemos que al hablar de producir un cambio a nivel sistmico, Illanes lo comprende desde el supuesto de una sociedad de dominadores-subordinados, lo cual tampoco corresponde a nuestro contexto, ya que, los que la historia ha denominado comnmente como sometidos (el peonaje, para nosotros) despliegan su autonoma a travs del poder que vive en ellos y es ejercido a travs de sus acciones. No negando de este modo, la barrera de la subordinacin, aunque en un grado considerablemente menor a lo que comnmente llamamos como sujetos subordinados, tal como lo explicitamos en nuestra definicin anterior donde explicamos que entendemos por autonoma. Por lo tanto ms que cambio, en este proyecto la clave es la mantencin y reproduccin de sus formas de vida.
Es importante considerar, en el mismo mbito, que ms que buscar construir o consolidar un lugar dentro de un sistema, el peonaje establece ya, en los hechos, la mantencin de sus prcticas particulares y alternativas de vida, -lo cual comprobamos a travs de las causas- y a partir de ellas, va construyendo, conformando y consolidando da a da su poder, el cual se retroalimenta en una cultura popular propia. Cuyo entramado sustenta este proyecto. La fuerza social que movilizaban (los peones), tena toda la anchura y vitalidad de una genuina sociedad popular. Por tanto, si no tenan el programa, tenan las fuerzas de los procesos revolucionarios; y esto, histricamente, es digno de consideracin217.
Por ltimo, en su texto, Illanes s reconoce que el proyecto, al menos en Chile, no tiene un contenido nico, puesto que se ajusta a las diferentes etapas histricas en las que se desenvuelve el sujeto. Reconociendo un proyecto de resistencia que jug un importante papel en el largo proceso de transicin al capitalismo. El proyecto popular se define, as, en primera instancia, como la lucha por rechazar la posicin en aquel especfico lugar que el sistema hegemnico busca imponer a lo grupos populares en tanto los determina como proletarios218.
217 218
Gabriel Salazar, El desafo social del peonajeop. cit., p. 13. Maria Anglica Illanes, En torno a la nocin de proyecto popular, op. cit., p. 103.
92
Si bien concordamos con esta ltima cita, la postura global de Illanes no se ajusta a la concepcin de proyecto que planteamos para el peonaje en el contexto especfico de la regin de Atacama, puesto que arma esta definicin en pos de una nocin tradicional del peonaje, en tanto que dominados/subordinados. A diferencia de la condicin autnoma que le hemos atribuido al peonaje, en el Norte Chico especficamente. La idea de nuestra investigacin ha sido releer la resistencia como un proyecto poltico que se concret de facto- por un tiempo determinado, y en esto sustentamos su real alcance.
Hemos comprobado que las lgicas del peonaje no buscan un proyecto de integracin, tampoco pretenden la construccin de un mundo nuevo a largo plazo, ni menos an tienen la intencin de erigirse como una contra-hegemona; sera ajeno a su cultura, su poder no radica en ello, es ms, sus lgicas se basan en su experiencia y de esta forma se vive, tal como saben y siempre lo han hecho. El alternativismo se bas en la bsqueda del peonaje de una coexistencia autnoma con la sociedad institucional, ese fue su real objetivo y en ello se direcciona. Es por esto que consideramos su proyecto con un alto contenido inmediatista, que ha pesar de no ser a largo plazo por el inevitable establecimiento de la proletarizacin, se concret, vivi y experimento, no slo por un par de aos, sino por casi tres dcadas.
93
CONCLUSIONES
Son diversos los conceptos que aqu se han utilizado para poder entender desde otras lgicas las acciones del peonaje en Atacama a principios del siglo XIX. Identidad, sociabilidad y redes sociales han sido tratados y entendidos como conceptos cambiantes y dinmicos, es decir, en permanente construccin, por lo mismo es que la conformacin de cada uno se entiende slo en relacin con los otros. A partir del autorreconocimiento social que experimenta el peonaje es posible establecer una sociabilidad entre los sujetos en cuestin. El sentirse perteneciente a un grupo hace que se desarrolle en funcin de espacios fsicos, como las chinganas y bodegones, una sociabilidad caracterstica. Sin embargo, lo que hace a un sujeto identificarse con el otro es aquella cultura compartida que los hace reconocerse y establecer relaciones cotidianas. De esta manera, tanto la identidad como la sociabilidad son procesos que se retroalimentan, expresndose ambas en situaciones diarias, como las reuniones en torno al juego, las apuestas o la ingesta de alcohol. Todas estas prcticas hacen a lo peones no slo relacionarse y conocerse, sino tambin agruparse y de esta forma, conformar redes.
A partir de lo anterior, se reconocen las redes sociales como la forma organizativa desplegada por el peonaje, manifestndose a travs de distintas acciones colectivas. La cangalla, los levantamientos o motines, las fugas con adelanto, entre otras, se configuran en base a redes sociales, vindose involucrados siempre en actos de este tipo distintos sujetos asociados. En funcin de lo anterior, es que se reconocen las redes como una forma de organizacin distinta a las establecidas en torno al sistema institucional, las cuales se basan en una relacin horizontal entre los participantes, extendindose de esta manera, hacia otros sujetos y lugares.
El poder que hemos atribuido al peonaje se construye en directa relacin con las acciones que configura el peonaje con respecto a sus lgicas propias de vida, es decir, las formas socio-culturales locales o autctonas arraigadas en su cultura. Para entender el complejo proceso de adquisicin de poder, por parte de estos sujetos-actores, tuvimos que recurrir a teorizar la accin, ya que, de acuerdo a la socializacin de sta se produce el empoderamiento del peonaje. Y slo a partir de ste la manifestacin del poder que se anida en los sujetos.
94
Nos resulta coherente, caracterizar la accin, en tanto los sujetos se revelan en sta, es decir, la identidad y significacin de un sujeto en el mundo, sin que stos actuaran, simplemente no existira. Y recprocamente, para que la accin exista se necesita la condicin de pluralidad humana. A partir de esta convivencia entre sujetos y acciones, es en donde se genera la identidad, la sociabilidad y las redes sociales del peonaje, que se constituye como la base de la socializacin de acciones tales como el robo de metal, la borrachera sistemtica, la fuga del trabajo, los desrdenes en calles y faenas, los motines, las reuniones y diversiones que motivan su posterior ausencia en la jornada laboral. Estas acciones al colectivizarse conforman un poder cuyo potencial es proporcional a la unin de los sujetos.
Las acciones del peonaje toman una dimensin poltica en la medida que se desarrollan a partir del poder que se construye en sus relaciones diarias y constantes, proceso definido como empoderamiento. Este es uno de los frentes que conforman la poltica y que en esta investigacin se defini con respecto a las relaciones establecidas por, para y entre los sujetos, se refiere, por lo tanto, a lo que se configura dentro del mismo campo de lo popular, en las relaciones cotidianas, en los espacios y formas de sociabilidad y en las redes sociales que se conforman en funcin de acciones colectivas. Dichas acciones al responder a una cultura propia de la peonada, toman una dimensin hacia fuera de forma transgresora producindose una inevitable confrontacin entre stos y la elite que, con el fin de conseguir la implantacin del sistema capitalista, control, disciplin y subyug al descarriado mundo peonal. De esta manera, la poltica tambin se hace patente en la medida que los sujetos se hacen ver y escuchar en el conflicto, producindose una confrontacin de poder con el sistema dominante. Se entiende, por lo tanto, a partir de las acciones colectivas desplegadas por el peonaje, amotinamientos, fugas, cangalla, etc, una dimensin hacia dentro y hacia fuera que convierten este conflicto en una lucha poltica.
En funcin de este proceso es que reconocemos el proyecto alternativista, cuya propuesta consiste en las coexistencia autnoma del peonaje con la sociedad capitalista. Por otra parte, dicho proyecto al tomar una dimensin hacia fuera en una inevitable confrontacin entre ambas sociedades por la hegemona que quiere ejercer una (la elite) por sobre la otra (el peonaje), hace que la lucha ser torne poltica en la medida que los sujetos se hacen presentes en el conflicto a travs de la accin y el discurso y de esta 95
manera evidencian una situacin constante durante principios del siglo XIX, la intencin de un grupo de establecer un tipo de sociedad sobre otra, materializado en actos de disciplinamiento y represin contra el peonaje minero.
Lo importante
conflicto, y frente a eso rescatar las formas en que se configur todo un mundo peonal al margen de lo que se intentaba implantar en el pas. El peonaje minero se constituy como movimiento social, construy redes, conform a travs de sus relaciones diarias y su identidad de grupo una sociabilidad caracterstica, hizo de sus acciones colectivas las herramientas concretas y efectivas de lucha, despleg su poder e hizo de la poltica algo ms concreto, ms real, ms palpable. Pues, por medio de la unin de palabras y actos, estos sujetos, construyeron un espacio en donde el reconocimiento era mutuo, y as, conformaron un mundo, y con l un proyecto de vida.
96
BIBLIOGRAFA
Agulhon, Maurice, La sociabilidad como categora histrica, en: Agulhon, Maurice, [et al]. Formas de Sociabilidad en Chile, 1840-1940, Fundacin Mario Gngora, Santiago, 1992. Muoz Arias, Anicia. El Paisanaje y la cultura del cada da. Identidad peonal: Prcticas cotidianas y espacios sociales. Santiago, Rancagua y Talca, 18501860. http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2006/munoz_a/html/indexframes.html. Arendt, Hannah, Qu es la poltica?, Ediciones Paids, Barcelona, 1997. Arendt, Hannah, La Condicin Humana, Editorial Paids, Buenos Aires, 2003. Crcamo Sirguiado, Ulises Mineros y Minera en el Norte Chico: La transicin. Desde la Colonia a las primeras dcadas de la Repblica. http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/carcamo_u/html/index-frames.html. Castells, Manuel, La era de la informacin. Economa, sociedad y cultura; Vol. II, el poder de la identidad, edicin castellana Siglo XXI Editores, Mxico D.F., 1999. Corts Ahumada, Abel "Delincuencia, redes sociales y espacios en la vida cotidiana rural de Chile central.Valle de Aconcagua, 1820-1850. http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/cortez_a/html/index-frames.html Daz Bahamonde, Jos GTransgresores a la paz, quietud y sosiego: vida popular en Copiap, 1740-1840 en; Julio Pinto Vallejos. Episodios de historia minera. Estudios de historia social y econmica de la minera chilena siglos VIII-XIX. Ed. USACH, Santiago, 1997 Garcs, Mario, Analizando nuestras prcticas de construccin de poder popular, ECO; Educacin y Comunicaciones, Santiago, 2002. Garcs, Mario, Crisis y motines populares en el 1900. LOM ediciones, Santiago, 2 edicin 2003. Godoy Orellana, Milton, Fiestas, borrachera y violencia entre los mineros del norte chico (1840-1900), en: Revista de Historia Social y de las Mentalidades N 7, USACH, 2003. Godoy Orellana, Milton Cundo el siglo se sacar la mscara!. Fiesta, carnaval y disciplinamiento cultural en el Norte Chico. Copiap, 1840-1900, en: Revista Historia N 40, Pontificia Universidad Catlica de Chile, 2007.
97
Grez, Sergio, De la regeneracin del pueblo a la huelga general. Gnesis y evolucin histrica del movimiento popular en Chile (1810-1890). DIBAM, Centro de Investigacin Diego Barros Arana: Ediciones Ril, Santiago, 1997. Grez, Sergio, El movimiento popular urbano en Chile entre el cambio de siglo y la poca del centenario. Avances, vacos y perspectivas historiogrficas, en Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas N 109, USACH, Santiago, 1995. Grez, Sergio, Escribir la Historia de los sectores populares con o sin la poltica incluida? A propsito de dos miradas de la historia Social, en: Poltica N 44, Santiago, 2005. Grez, Sergio, Los primeros tiempos del Partido Democrtico chileno, 1887 1891, en Dimensin histrica de Chile N 8, 1991, UMCE, Santiago. Habermas, Jrgen, La teora de la accin comunicativa, Vol. I: Racionalidad de la accin y racionalizacin social, Editorial, Santillana, Madrid, 1992. Holloway, Nicols, Identidad, sociabilidad y poltica en el movimiento mutualista: La Sociedad de Artesanos La Unin de Santiago, 1862 - 1888. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Seminario de grado: Experiencias de politizacin del movimiento popular chileno, 1830- 1891, Santiago, 2007. Illanes, Mara Anglica, Chile des-centrado. Formacin socio-cultural republicana y transicin capitalista (1810-1910). Editorial LOM, Santiago, 2003. Illanes, Maria Anglica, En torno a la nocin de proyecto popular en Chile, en Los proyectos nacionales en el pensamiento poltico y social chileno del siglo XIX, Ediciones UCSH, Santiago, 2003. Illanes, Mara Anglica. La revolucin solidaria. Las sociedades de socorros mutuos de artesanos y obreros: Un proyecto popular democrtico. 1840-1910, en: Chile des-centrado. Formacin sociocultural republicana y transicin capitalista (1810-1910), Ediciones LOM, Santiago, 2003. Larran, Jorge, Modernidad, razn e identidad en Amrica Latina, Editorial Andrs Bello, Santiago, 2000. Lomnitz, Larissa. Cmo sobreviven los marginados, Siglo Veintiuno Editores, Mxico, D.F, 1998. Muoz Cooper, Francisca, Sociabilidad popular durante la primera mitad del siglo XIX. Santiago desde la mirada de la elite. Tesis para optar al grado de Magster en Estudios Latinoamericanos, Santiago, 2003. Palma Alvarado, Daniel, Historia de cangalleros. La sociedad minera y el robo en Atacama, 1830-1870, en: Fernndez, Marcos [et. al] Arriba quemando el
98
sol: estudios de historia social chilena: experiencias populares de trabajo, revuelta y autonoma (1830-1840). LOM Ediciones, Santiago, 2004. Pinto, Jorge, Tras las huellas de los parasos artificiales, en: Proposiciones N 20, SUR Ediciones, Santiago, 1992. Pinto, Julio Movimiento social popular: hacia una barbarie con recuerdos?, en: Proposiciones N 24, SUR Ediciones, Santiago, 1994. Pinto, Julio y Valdivia, Vernica, Revolucin proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politizacin pampina (19111932). LOM Ediciones, Santiago, 2001. Pinto, Julio, [et. al], Peones mineros en las Tierras del Salitre, 1850-1879: Historia de una Emigracin Temprana, en: Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas N 109, USACH, Santiago, 1995. Purcell, Fernando, Diversiones y juegos populares. Formas de sociabilidad y crtica social. Editorial LOM, Santiago, 2000. Porras, Jos Ignacio y Espinoza, Vicente, Redes. Enfoques y aplicaciones del anlisis de redes sociales (ARS). Editorial Universidad Bolivariana, Santiago, 2005. Ranciere, Jacques. El Desacuerdo. Poltica y Filosofa. Editorial Nueva Visin, Buenos Aires, 1996. Revilla Blanco, Marisa, El concepto de movimiento social: accin, identidad y sentido, en: Revista ltima Dcada N5, (Falta info), 1996, p. 15. Riechmann, Jorge y Fernandez Buey Francisco, Redes que dan libertad. Introduccin a los nuevos movimientos sociales, Ediciones Paids Ibrica, B. Aires, Argentina, 1994. Romero, Luis Alberto, Los sectores populares urbanos como sujetos histricos, en: Proposiciones N 19, SUR Ediciones, Santiago, 1990. Romero, Luis Alberto, Rotos y gaanes: trabajadores no calificados en Santiago, 1850-1895, en: Cuadernos de Historia N 8, Santiago, 1988. Salazar, Gabriel y Pinto, Julio, Historia contempornea de Chile, Vol. II, Editorial LOM, Santiago, 1999. Salazar, Gabriel, Labradores, peones y proletarios, Editorial LOM, Santiago, 2000. Salazar Gabriel, Manuscrito, El desafo social del peonaje: delincuencia, desacato y rebelin (1820-60 y ms alla).
99
Salazar, Gabriel, Historia de la acumulacin capitalista, LOM Ediciones, Santiago, 2003. Tarrow, Sidney, el poder en movimiento. Editorial Alianza, Madrid, 1997. Valencia, Luca, Diversin popular y moral oligrquica: entre la barbarie y la civilizacin, Valparaso, 1850-1880, en: Contribuciones Cientficas y Tecnolgicas n 122, Usach, Santiago, 1999. Valenzuela, Jaime. Diversiones rurales y sociabilidad popular en Chile Central: 1850-1880, en: Agulhon, Maurice, [et al]. Formas de Sociabilidad en Chile, 1840-1940, Fundacin Mario Gngora, Santiago, 1992, p. 369. Venegas Valdebenito, Hernn. De pen a proletario. La minera de la plata el primer ensayo de proletarizacin. Atacama a mediados del siglo XIX, en: Pinto, Julio (ed.), Episodios de historia minera, estudio de historia social y econmica de la minera chilena, siglos XVIII-XIX. Universidad de Santiago de Chile, Santiago, 1997. Weber, Max, Economa y sociedad: esbozo de sociologa comprensiva, Fondo de Cultura Econmica, Mexico, 1964. Zibechi, Ral, Dispersar el poder, Editorial Quimant, Santiago, 2007.
100
FUENTES DOCUMENTALES
Archivo Judicial Copiap. Legajos: 20 al 24; 41, 42, 54, 55. Archivo Intendencia Atacama. Volumen 5, 11, 31, 70, 71. Archivo Intendencia Coquimbo. Volumen 10, 52, 66, 75, 191.
101