El Tiempo de La Araña

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El tiempo de la araa

Rachel Ortecho Surez

Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs Bello


Mercedes a Luneta - Parroquia Altagracia Apto. 134. Caracas. 1010. Venezuela Telfs: 0212-562.73.00 / 564.58.30 www.casabello.gob.ve

El tiempo de la araa

Rachel Ortecho 1ra edicin Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs Bello Caracas - Venezuela 2009

Diagramacin: Giovanina Valero Diseo de portada e ilustraciones: Homero Herndez Correccin de textos: Ximena Hurtado Libro al cuidado de: nghela Mendoza Dep. Legal: lf60520098003420 ISBN: 978-980-214-231-6

A mis padres, Teresa y ngel Mario, races; mis hermanos, Beba y Paolo, compaeros de principio a fin. A Laura, con todo mi cario. Por su gua y amistad. A mis queridas amigas, Doribell y Luisa. Por tantos momentos compartidos. Y por su solidaridad. Y para quien contempla la llama que est encendida desde los primeros tiempos. Te aseguro que jams te cansars de ver el amanecer.

La autora

Pues hay todava tantas cosas que yo jams he visto: en todos los bosques y primaveras hay un verde distinto. J. R. R. Tolkien

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Captulo I

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siempre que tena un poco de tiempo, lo observ largamente antes de continuar. Por ese lado que daba a la avenida, el pasto se vea tupido y recortado, los rboles le cedan bastante espacio para que se luciera. El ruido se disipaba en la calma del conjunto, en sus movimientos espaciados. No era nada extrao que buscara el silencio y mirara con inters esa extensin amplia de vegetacin, que estaba en medio de la ciudad. Siempre le gustaron los bosques. Tal vez porque todos los cuentos que haba ledo de nia se desarrollaban en ellos, porque recordaba que jugaba con su hermana a buscar refugio en el bosque luego de una larga caminata. Y porque haba ledo la leyenda de Robin Hood.

Ruth se detuvo esa tarde frente al parque. Como

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Si se acordaba de Robin Hood mirando los rboles, entonces comenzara a imaginrselo all, en el parque. Si miraba una sola parte de este, poda aislarla y pensar que no haba carros, ni postes de luz; era otro lugar, fuera de la ciudad. Entonces no habra problema, se encontraran. Los vea desde lejos: su propia imagen y la de l. Cada vez era como si fuese la primera, nueva y distinta. Emerger desde un pensamiento era recorrer un camino desconocido, y encontrar lo que no haba visto antes. Siempre la sorprenda algn detalle: la pose de Robin Hood, su calma, el color de las plantas bajo la sombra de los rboles o bajo un determinado matiz del cielo, el viento en ese momento, imprimiendo un poco de movimiento a la escena de sonrisas y miradas sostenidas. Pero trataba de no prolongarlo mucho. Regresar era duro. Volva siempre indefensa; los ruidos le parecan ms fuertes e inoportunos, las voces ms agresivas, el ritmo del trajinar diario que conoca de memoria, muy apresurado, mientras que de ella brotaba todo lo opuesto. Prosigui su camino tratando de recordar una cancin que haba escuchado en el autobs. Caminaba por el pasillo del liceo con otras dos compaeras. Era la hora que tenan libre, despus de la clase de Matemticas. Vamos al bao juntas dijo Erica, no quiero que me quiten el pantaln como a esa muchacha de tercero.
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Llevaba uno de marca? le pregunt Orqudea, que estaba a su lado. Eso dicen. No se sabe quin fue? No se, pero dicen que no eran del liceo. Ruth iba detrs oyendo la conversacin. No intervena. Solo lo hara si tena algo concreto que quisiera aclarar o preguntar, de otra manera, lo ms probable era que terminara hablando sola, antes de darse cuenta de que sus compaeras se haban acercado ms la una a la otra para contarse sus cosas en voz baja y ya no la escuchaban. Sabes la ltima? dijo Orqudea, prohibidos los suteres cerrados. Y hay que portar el carnet sobre la insignia. Eso es bueno, as no se metern los que no son del liceo. Tu crees?, si se meten por el muro. Quin va a estar vigilando? Todos se sentan amenazados por los maleantes que rondaban el liceo. La cercana de los barrios de donde provenan esas personas indeseables siempre haba
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creado problemas. De vez en cuando se haban metido tambin saltando el muro que los separaba de ellos y haban asaltado a los estudiantes y a los profesores. Despus de un rato, Ruth dej a sus compaeras y subi sola al saln. Estaba vaco. Dej los cuadernos all y sali al pasillo. Los salones lo rodeaban, todas las puertas se abran hacia esa nica va de circulacin. No vea muchos estudiantes, la mayora estaba en clases. Mir por el balcn que desembocaba en un espacio vaco en el centro de forma cuadrangular. Este delimitaba al pasillo por dentro, cerrndolo por tres lados; por el otro, adems de la baranda, lo demarcaban las dos escaleras que se vean desde all y que se unan en un descansillo para dar paso a la amplia escalera principal que se inclinaba hacia adentro, llegaba hasta el pasillo del segundo piso y una vez all volva a bifurcarse. En cualquiera de los pisos, haba adems, en el lado opuesto a la principal, una escalera lateral en cada ngulo. Desde el balcn se poda ver el piso de abajo idntico, y en la planta baja, el patio central, donde se lograba distinguir una parte de la tarima a un costado. Mientras vea hacia abajo, al patio, recordaba los primeros das de clase de ese ao en curso. Cuarto ao. Para entonces los tiempos en que pegaban chicles en el asiento de su pupitre y las mariposas negras que le ponan en el cabello haban pasado. Mir fugazmente alrededor, por la puerta abierta del saln. Los pupitres conservaban los dibujos obscenos hechos con marca.14.

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dor, de aos anteriores, y las paredes tenan marcas muy viejas tambin, de antes de que ella estudiara all. El tiempo pasaba realmente. Ahora no era tan malo, porque as como ya nadie haca caso de su presencia en lo cotidiano, tampoco lo hacan en las situaciones extremas, como en Carnaval. Preferan tomar como blanco a otras jvenes, que por la familiaridad en el trato, la fama y atribuciones (verdaderas o inventadas a partir de su comportamiento expansivo), generaran reacciones divertidas y comentarios que alargaran la hilaridad y la distraccin. Haban pasado tantas cosas solo en ese ao y faltaba todava bastante para finalizar. Se haban reducido en nmero; de treinta y seis a diecisiete alumnos en su saln. Muchos compaeros se fueron, abandonando los estudios; otros, los menos, se cambiaron a otro instituto y tambin vinieron algunos de otras secciones; esto ltimo debido a la intencin de los profesores de distribuir equitativamente a los alumnos que quedaban. Conoci una nueva amiga, la nica persona que haba venido de fuera del liceo a su seccin. Conoci otros proyectos, materias interesantes. Pero tambin otras cosas haban pasado. Roxana se fue. Ella haba sido esa nueva amiga. Una tarde abandon el saln en plena clase. Se haba sentado atrs. Ruth saba que no regresara. Las lgrimas escondidas tras sus manos, ocultando la cara,
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se lo insinuaron claramente. Tena tanta prisa que no guard sus cosas, Erica le llev el bolso despus. Ruth no quera mirarla, pero la vio cuando sali. No volvera. Algunos das despus su representante haba venido a retirar todos sus papeles. Abajo, un profesor de Educacin Fsica cruzaba con paso lento el patio central; dos alumnos llegaron corriendo hasta l. Profesor!, venga, venga, que se estn peleando. Otra vez?, djenlos que peleen, son hombres, pero eso s, sin navajas; solo con los puos dijo el profesor mientras corra detrs de ellos hacia el patio de atrs, al aire libre, donde estaban la cancha de voleibol y la de baloncesto. All tambin estaba el muro que separaba al liceo del barrio La Broncanera. La edificacin no era muy alta, solo dos pisos, y ella miraba desde el segundo. Varios alumnos ms estaban asomados, otros conversaban recostados de espaldas en el pretil de cemento. Ruth comparaba mentalmente el ancho de la baranda con el riel que utilizaban en la clase de gimnasia. A su lado, Jessica observaba tambin a los que pasaban por el patio o al otro lado, apoyando los antebrazos a lo largo del pasamano y el mentn sobre las manos entrelazadas. Haba cambiado bastante desde tercer
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ao; ahora llevaba su cabello negro, que haba sido liso, con un corte a la moda, ondulado y suelto, cuando antes lo traa recogido en una sencilla cola. El da que la vio celebrar con sus amigas su transformacin, Ruth lleg a envidiar la facilidad con que algunas personas podan conseguir la felicidad. Ruth no se dio cuenta de que estaba all mientras pensaba cmo sera caminar por encima de la baranda, como en la prctica de gimnasia, cuando lo haca en el riel, que era casi tan delgado como la superficie por donde ahora pasaba las manos. Se preguntaba si podra hacerlo tan bien: dar tres pasos, bajar lentamente, girar sobre la punta de los pies. Ruth miraba el techo encima del patio y le daba vrtigo. Era una sensacin soportable e irresistible de prolongar. El techo era irregular, con bastantes salientes, y elevado; pegadas a l en las paredes que lo sostenan, haba ventanas laterales por donde entraba la luz del da. De pronto escuch una voz a su lado, volte la cara hacia su compaera, pero esta vea hacia el patio mientras hablaba: Si uno cae bueno depende, si caes de cabeza, plas!, los sesos estallan con el impacto. Todo termina rpido, no se siente nada; el problema es si uno cae de pie, porque el fmur se te debe de clavar hasta los hombros.
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Para Ruth era sumamente desagradable escuchar lo que deca. Pero no dijo nada ms. Podran caer globos pensaba Ruth, s, no, mejor papelillo, o flores pequeas; la msica comenzara entonces. Podra hacerlo, creo que podra caminar por la baranda sin caerme. Pas las manos por su superficie, abriendo los brazos, recorrindola hasta donde poda alcanzar sin moverse de ese lugar. Y se imaginaba los globos cayendo del techo, las flores, la msica. Repleg los brazos llevando las manos a juntarse nuevamente, deslizndolas de regreso con el mismo movimiento. Cruz los antebrazos sobre la baranda y apoy la frente sobre ellos ocultando su rostro. La primera clase de Educacin Fsica. Haban pasado dos semanas de clases y por fin les haban asignado un profesor. Aunque las clases regulares eran ahora en las tardes, la de Educacin Fsica sera un da de la semana, en la maana. Al profesor ya lo haban visto, estaba por all, pero todava no se haba acercado. No quedaba ms que esperar. En un banco largo pegados a la pared cerca de la tarima estaba la mayora, sentados, conversando. Jorge, inclinado hacia adelante, apoyaba el mentn en el puo cerrado de su mano. Unos rizos castaos, desordenados, le cubran la cabeza y caan largos hacia atrs. Ahora llevaba un short azul y franela blanca como todos los dems, pero generalmente usaba una camisa a cuadros abierta sobre el uniforme y zapatos deportivos. Cargaba los cuadernos en un bolso de tela, rojo, muy gastado.
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En el patio haba algunos estudiantes. Jorge observaba a dos de primer ao que venan de distintas direcciones y se encontraron frente a la tarima. Saba que eran nuevos porque se vean muy menores, aparte de la corta estatura. Uno de ellos salud al otro. Hola le dijo, y le dio un bolsazo que lo hizo retroceder varios pasos. pale respondi el aludido, y aadi al saludo una patada que tumb al otro en el piso. Este se levant inmediatamente y se abalanz sobre su compaero. Se revolcaron en el suelo y se dieron con los bolsos, que se desgarraron por donde estaban cosidas las manijas dejando los cuadernos al descubierto. Continuaron un rato ms, hasta cansarse, y luego se fueron juntos, como amigos. Erica estaba sentada al lado de Jorge y despus de ella estaba Ruth. Haban visto la escena. Jorge sonri. Sin vaina, no recuerdo que yo haya sido as dijo. Como cambian los tiempos. Hablas como un viejo de 80 aos dijo Orqudea que se haba acercado y estaba ahora de pie frente a ellos. Cada vez hay ms violencia dijo Ruth, y Jorge sin cambiar de pose, ni voltear, la mir y al hallar sus ojos hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
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El profesor lleg y los mand a trotar. Roxana se acerc a Ruth mientras daban la vuelta al patio. Hola Ruth, as es tu nombre? Si, hola ehmm Me llamo Roxana Ah, s, Roxana. Me han dicho que la Educacin Fsica es tu caballito de batalla. Es qu? respondi Ruth sin entender. Que lo haces bien. No. En un segundo record que haba aplazado la materia en el primer lapso del ao pasado. Pudo pasarla al final de ao en la raya, pero eso haba bajado su promedio a diecisis. Roxana se ri. Y a ti te gusta? le dijo Ruth, que no quera quedarse callada esta vez.

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Claro, practico el baloncesto. Ah respondi Ruth desilusionada. Aqu tienen equipo de baloncesto? La verdad no s, de voleibol s, creo. Nos vemos, quiero terminar las vueltas, ya fueron por los balones, no te quedes atrs le dijo Roxana amablemente. Si, okey dijo Ruth, tomando aire por la boca, mientras la miraba irse. Algunos se dirigan ya a la cancha, al aire libre.

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Ruth haba llegado temprano al liceo y esperaba a que sonara el timbre recostada en la pared, cerca de la reja que era el lugar ms despejado y tranquilo. Todava faltaban veinte minutos para la hora de entrada. Miraba a las dems personas como si estuvieran detrs de una pantalla, detallaba los peinados y el arreglo de las chicas y la pantomima de los chicos. La placita estaba llena de alumnos y seguan llegando ms. Inusualmente se haban acercado varias muchachas. Hablaban alrededor de Ruth, una de ellas era de su saln. Su compaera. No llamaba a nadie su amigo. Si la amistad conservaba algo de bueno, era quiz un valor utilitario, la necesitaba para conectarse con el mundo, con el grupo del saln, as poda estar al tanto de todo. No insista en ella, pues en el fondo no era ms que una norma social. Ahora vea mejor, las imgenes estaban
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ms cerca y poda escucharlas. Probablemente le tocara actuar tambin. El grupo se disolvi, pero una de las muchachas se qued, era de otro saln. Entonces Ruth le habl. No era su deber, pero despus de todo, la muchacha no pareca antiptica y ambas estaban fastidiadas por la espera. En un momento dado conversaron abiertamente de sus metas, de lo que soaban hacer cuando salieran del liceo; pero las de verdad, sus deseos ms all de sopesar las posibilidades y recomendaciones de los adultos, ms all, donde poda llevarlas el ansia de libertad. Ruth no se desilusion cuando su compaera no supo precisar exactamente lo que quera. La escuch atentamente y despus le refiri que a ella le gustaba escribir. No le dijo que le gustara ser escritora porque deseaba hacer otras muchas cosas ms, adems crea pero esto no lo dijo que era un plan en caso de emergencia, como una manera de, si todo fallaba, poder ser al menos testigo de los sueos que no haba podido concretar. Recordaba que Roxana le haba dicho: Las palabras mueren escritas sobre un papel. Sin embargo, antes de darse cuenta, estaba contando la historia que escriba para ese tiempo, sin ttulo. Los minutos pasaban sin sentir. Estaban ajenas al mundo que las rodeaba; Ruth continuaba hablando y la otra segua escuchando, no se iba, la miraba en silencio, abstrada. Otra alumna se acerc para decir alguna cosa, dirigindose, por supuesto, a la ocasional compa.23.

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era de Ruth, quien call y esper a que se fueran, pero la acompaante de Ruth no se fue. Sabes que es interesante? le respondi interrumpindola apresuradamente a la primera oportunidad, la historia que ella est escribiendo, tienes que escucharla, es maravillosa! Despus fueron dos las personas que escuchaban a Ruth, que debi hacer un pequeo resumen para la nueva oyente. El suspenso de los extraos hechos que llevan a descubrir mundos nuevos, el mgico perro Melchn, las piedras perdidas que convierten a quien las devuelve en una nueva amistad para el verdadero dueo, el protagonista. Invent muchas ms cosas que las que tena escritas y el timbre son. El encanto se desvaneci. La profesora se molest cuando los llam y se hicieron los sordos. Pero haban pasado los diez minutos de tardanza medidos rigurosamente por uno de sus alumnos y los que aguardaban el paso del tiempo exacto se fueron volando. La profesora acababa de llegar y al verla subiendo por la escalera principal, se ocultaron tras la baranda y bajaron por una de las escaleras laterales; su saln estaba entre las dos, al lado de una de ellas. De todas maneras la profesora vio escapar a algunos rezagados. Eran pocos los que esperaban todava en el saln. Ellos tuvieron que ir a llamarlos diciendo que la profesora los haba visto. Solo algunos subieron, los dems no quisieron; la materia, Ingls, era aburridsima. Era matador escucharla dos horas seguidas, a la
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una de la tarde, y de todas maneras la mayora se haba ido ya al patio de afuera. La profesora rega a todos los presentes por igual y puso materia vista. Habra un examen la siguiente clase acerca de eso. Cuando bajaba por la escalera lateral uno de los muchachos se asom y le grit desde arriba. Vieja bruja! Los dems no lo saban, pero la profesora lo escuch, y no solo eso, sino que la coordinadora del ao vena subiendo las escaleras cuando esto ocurri. A la seccin le cay otro regao ms. Pero esta vez estaban todos reunidos en el saln, justo antes de comenzar la clase de Qumica. La coordinadora le pidi unos minutos a la profesora para dirigirse al curso. Sus padres no los soportan en casa les dijo, levantando la voz, despus de hablar largo rato acerca de la disciplina, enfrentndose a unos rostros que reciban impasibles sus palabras, por eso los mandan aqu, para deshacerse de ustedes ni siquiera vienen a las reuniones aadi con un gesto de cansancio, bajando el tono de su voz. No deberan comportarse tan mal con sus profesores. La hicieron llorar. Quin fue?, quin grit?nadie respondi. Bueno, entonces se
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acabaron las concesiones para todos. Nadie se podr ir antes de la hora, ni faltar a clases, con veinticinco por ciento de inasistencias pierden el ao, sin importar la justificacin. La profesora de Ingls tambin impuso severas medidas. Nadie poda levantarse en clase, ni hablar, no se podan hacer preguntas ni consultas en los exmenes y tenan que entregar la prueba a la hora exacta. Aunque con el tiempo se fue suavizando un poco ese rgimen, nunca volvi a ser lo mismo que antes. A Ruth no le importaba mucho, nunca fraternizaba con ningn profesor, y las medidas, severas para muchos, ya que no tenan ninguna compensacin con la mezquina vida dentro del liceo; le resultaban justas, simplemente apegadas a un reglamento que era necesario cumplir, pero que con frecuencia era olvidado. Erica y tambin Orqudea lo sintieron bastante porque siempre trataban de cultivar una amistad respetuosa con sus profesores. Ruth supona que eso les haca la vida ms llevadera. Conversaban con ellos, antes o despus de clases, acerca de la materia o alguna cosa acerca de sus vidas, del trajinar del da a da. Se sinti algo feliz por ese rompimiento, pero a la vez estaba indignada. Record a los profesores que firmaban la carpeta de asistencia y se iban sin dar la clase bajo la proteccin y complacencia de los alumnos, registrando un tema que no haban dado. Tambin cuando revis el libro de Matemticas, y al ver el ndice
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se dio cuenta que en todo el ao no haban visto ms que un cuarto del contenido que all se sealaba y que tambin sealaba el Programa de Educacin vigente. A quin trataban de engaar?, y venan a regaarlos como si hubiesen cometido el peor crimen de sus vidas. Sin embargo, era poco lo que se poda hacer si los mismos alumnos queran huir y no les importaba su educacin. Cerca de las doce de la noche, Ruth, recostada en su cama, con la ventana abierta, desde su habitacin en el segundo piso de aqul edificio donde viva, esperaba a que toda la absurda realidad se apagara, a que el da terminara. Se levant y recogi en la oscuridad algunas cosas que haba tirado en la papelera, el nombre de Robin Hood que haba recortado varias veces de las hojas donde lo pintaba. Los sacudi y regres a su cama, extendi la mano y coloc los recortes dentro de uno de los libros que estaban sobre la mesa de noche. Al llegar esa tarde, poco antes del anochecer, haba comenzado la limpieza de su cuarto sin esperar al da siguiente, sbado, cuando acostumbraba hacerla. Era la primera vez que revisaba su cajita de recuerdos con este fin. Casi la haba vaciado. Adems del nombre de Robin Hood escrito en un tipo de letra antigua, haba tirado algunos recortes de peridico, de la cartelera de cine, donde estaba anunciada la pelcula de Robin Hood que no pudo ir a ver. Se deshizo tambin de cosas ms antiguas que solo conservaba por apego, como
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su coleccin de muecas de papel; ahora tena catorce aos, no volvera a jugar ms con ellas poniendo su nombre a alguna y hacindola lder de un grupo (con un magnfico guardarropa) al cual guiaba, buscando refugio en un bosque. Las hojas decoradas con figuritas, tarjetas y cartas rosa haban corrido igual suerte. Solo haban quedado en la caja una moneda de otro pas que le regal un compaero de infancia, un pndulo de piedra de forma triangular que le haba regalado un seor desconocido que atenda en una tienda donde entr corriendo de nia, y las fotos. Las revis detenidamente: eran de distintos lugares y tiempo. En todas apareca al lado de su hermana Sol de Mar, ao y medio mayor que ella. Poda pensar gracias al silencio. El recuerdo de las voces inconexas del da era en esa hora como el oleaje de un mar lejano. Era el despertar, cuando todos, cansados, dejaban de hablar, cuando la luz dibujaba contornos y el corazn se inflamaba de rojos delicados. Y pens en l, en la fuerza de sus convicciones y el valor de ese personaje: Robin Hood. Te asomas a mis pensamientos como el rugido del len, la clera hace doler mi garganta, pero s hasta dnde he de aguantar y como te quiero de verdad, ojala pudiera vencer si de eso se trata.

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Prendi la lmpara y tom uno de los libros que estaban a su lado, sobre la mesa de noche, y reley unos fragmentos de la Leyenda de Robin Hood. estaremos desde hoy juntos para siempre Nos internaremos en la espesura de este Bosque de Sherwood sigui diciendo Robin, donde nadie nos podr hallar. All haremos una vida de hombres libres, viviendo de lo que ponga a nuestro alcance la madre naturaleza y hostigando en la medida de nuestras fuerzas a los poderosos que esclavizan a nuestros hermanos... Mientras lea, lo iba imaginando, el bosque, Robin Hood: el ideal, ser completamente libre y actuar. Podra lograr muchas cosas. Y pasaran porque s, no habra obstculos ms que para hacerlo interesante. Pero sus sueos quedaban al margen de una existencia que no se acercaba nada a esas metas que deseaba alcanzar, se quedaban en ese bosque lejano, donde el cielo estaba siempre nublado. Cerr el libro y lo guard, para tomar un su lugar un cuaderno. Esta vez se acomod bien sobre su almohada y se cubri con las sbanas, ponindose de espaldas a la luz con lo cual llegaba al cuaderno la suficiente para poder leer su letra grande y clara, lo que haba escrito una vez.

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Existe la soledad, una soledad en el canto, en el abrazo, en el beso, y existe la compaa en la lejana, en la misma lucha que se hace odiosa y egosta, y no es que no te quiera pero t res en fugaz alegra y yo estoy sola en mi ser, en esta lucha sin cuartel. Robin Hood, cada da me dices desde ese bosque, cuyo cielo est nublado, que al salir de l hay un final solemne, un solemne final..., la vida es muy estrecha y hay muy poco aire para respirar, esas palabras escritas resuenan en un lugar solitario y lejano, viven, estn guardadas all. Ella lo ha visto alguna vez, en la noche, en el reflejo de la luz artificial sobre el metal, en la tierra desvestida por la sequa. Imgenes: enormes bloques de piedra dan sombra bajo un da plomizo, hay implcito un brillo metlico entre las nubes y el aire no es transparente, sino turbio y denso, la tierra blanquecina es ceniza al paso que se levanta confundindose con el cielo; lo llamaba el lugar de piedra y luz. Ruth se pas la mano por el cabello en desorden, castao oscuro, de formas ondulantes y rebeldes, que nunca pudo controlar. Mientras afuera la noche se debata con el tiempo que pasaba, ella soaba con una meloda lejana como el recto horizonte, fugaz, que dur no ms de cinco segundos, en los que se imagin una vida distinta; la suya era solo un devenir de complicaciones.

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En el mundo ms superficial las canciones congelan la noche, y las palabras se confunden con su letra, riman con cadencia hacia profundidades estudiadas y desenlaces previstos. Pero los retazos de canciones, que el viento le acercaba desde el caf de la avenida eran confortantes, porque a veces, tomaban otras formas gracias a la imprecisin con que llegaban. El sonido apagado por la distancia, pero ntido y claro por momentos, continuaba, era viernes y tocaran hasta el amanecer. Ruth sac un lpiz de debajo de su almohada. Escriba. Olvidar que la noche ya pas y que prest su casita para refugiar la vida es imposible. El amor hizo brillar ms la luna tmida, poda suceder cualquier cosa, (y sin embargo nos mantuvimos recatados, el mar nos rodea y al amanecer ya no se ocultar su tristeza, solo ello restringe la libertad: lo que no puede ser olvidado). La alegra se asil entre las sombras juguetonas de algunos rboles que a escondidas se balanceaban al ritmo de un viento nuevo y limpio. Tiempo que no dur, y a la noche gracias doy por ser amiga, por estar conmigo en este destierro, prometindome que he de volver al amanecer de un da, y recobrar ese sol que he perdido.

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Tantos sonidos envuelven el alba, el roce de la vida con el vaco en el despertar, el optimismo en las aves, la tristeza en el agua que cay anoche, y ba los pocos rboles viejos y curtidos; sobrevivientes que levantan el cemento de las aceras con sus fuertes races. Todo est vivo, la tierra, el cielo, el polvo y el agua, y en cada uno est escrita la historia del mundo. El viento muere en cada rincn, como un nudo, un sollozo agudo que nos recuerda al ser humano. Otro da comienza. Sol de Mar se alistaba para salir. Ruth no se haba despertado todava. Despus, mientras se peinaba en su cuarto, escuch la puerta del bao. El da anterior, sus padres se haban ido de viaje a otra ciudad para resolver un asunto legal con respecto a una propiedad, volveran el lunes, y Sol de Mar estaba a cargo de la casa hasta entonces. Ella daba gracias al
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cielo por este respiro, aunque hubiera preferido que sus padres se separaran. Lo deseaba desde haca tiempo, as ya no discutiran tanto y quiz seran ms felices, cada quien por su lado. Pero por lo que haba podido entender de las discusiones, no era econmicamente viable. Su padre no tena adonde ir, y no poda cubrir a la vez los gastos de su alojamiento y la manutencin de la familia. Ruth en cambio no quera que se separaran porque extraara la presencia de su pap. Lo quera, aunque al igual que l, no lo expresaba. Ruth pas por la entrada de su cuarto sin mirarla, aunque tena la puerta abierta. Haban sido muy unidas en otra poca. Desde pequeas haban compartido todos los sueos que se les ocurrieron, la tan cercana infancia, las peleas, los juegos. Pero desde haca un tiempo ya no se hablaban mucho. Su madre trabajaba por las tardes como empleada en una pequea tienda del centro, donde vendan adornos y manualidades que ella elaboraba en parte. Las hermanas tenan clases por las tardes tambin, y el padre trabajaba en una oficina el da entero. As que a partir de medioda, la casa quedaba vaca. La conversacin con su madre no tena variacin, sus expresiones eran las mismas: Si, claro, tienes razn, y por el estilo, intercaladas entre las cosas que ella le contaba; siempre los mismos hechos pasados, los mismos ejemplos, comparaciones entre su propia
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vida y la de la hija. Sol de Mar haca tiempo que haba dejado de discutir con ella sus desacuerdos. Pero cada vez con mayor frecuencia ahora tampoco soportaba escucharla, por eso decida estar lo menos posible en casa. Cuando su madre quera que hiciera algo, deca algo como: Vayan a ordenar la sala. Estuviese Ruth presente o no. Y era lo mismo. Su madre deca ustedes, pero saba que ella ira, que solo ella tena que ir, sencillamente porque era la mayor, y siempre sera as. Por eso trataba de desligarse de esas responsabilidades y cambiarlas por otras por las que obtuviera algn reconocimiento. Ya que de todas maneras, as cumpliera con todo, su mam nunca estaba contenta con ella, siempre se quejaba por el modo como haca las cosas. Si era sbado y la madre tena que salir, entonces dejaba encargado: Si pueden, laven los platos y las ollas y saquen la basura. Y para evitar una discusin, Sol sala de inmediato a hacer lo que haba pedido y apenas terminaba se iba tambin a la calle. En cambio Ruth se la pasaba la mayor parte del tiempo en su habitacin, encerrada, ajena o evadiendo todo eso, como pensaba a veces Sol. Pero cuando su hermana se iba, y su mam se quedaba en casa, sala
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para ayudarla y acompaarla. Ruth tampoco le deca mucho, solo la escuchaba lamentarse acerca del comportamiento de Sol de Mar. Un da, luego del desayuno, Sol miraba avanzar la maana por la ventana de la sala cuando la mam se acerc. Trataba de iniciar una conversacin con ella cuando not su prisa por quitarse de all. No te gusta hablar? le dijo. Es que todos quieren hablar solo de lo que les gusta, y no quieren escuchar al otro le respondi Sol y se retir. Su mam siempre la haba criticado duramente cuando le comentaba entusiasmada su anhelo por lograr mejoras en el liceo y por eso ya no le contaba nada. Ella quera agrupar a los estudiantes, motivarlos a realizar jornadas de conservacin y otras actividades en pro de su Instituto, de manera que a partir de all, se pudiera formar una fuerza comprometida que fuera capaz tambin de exigir ms a los profesores y dems autoridades, obligndolos a cumplir con sus responsabilidades y as, a la par de un desarrollo integral donde se tratara de mejorar el entorno, conseguir elevar el nivel acadmico de los alumnos, con el esfuerzo de ambas partes. A la madre le pareca que era muy egosta de su parte pensar en los dems y no primero en su familia, que a veces necesitaba quien la ayudara en casa y ella
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no colaboraba, que por eso no terminaba a tiempo los pedidos que tena, que lo que ganaba su pap alcanzaba apenas para comer Ruth que estaba en la sala viendo televisin, vio pasar a Sol a su cuarto, y luego la vio salir de la casa. Su mam estaba de pie en la sala, y volvi la vista de un lado a otro, visiblemente molesta. Ruth se dio cuenta y no se movi, solo desvi la mirada con disimulo para que no se encontraran sus ojos y esper todo lo que vendra despus. Ahora tambin esperaba en la sala. Pero a que Sol saliera de su cuarto. Necesitaba hablar con ella, necesitaba su ayuda. Pensaba que podran tratar los asuntos con calma ahora que sus padres no estaban. ltimamente haba querido acercarse a ella, pero ahora Sol estaba menos tiempo en casa, casi no la vea, ni siquiera en el liceo. Cuando sali de su cuarto se le olvidaron todas las frases que haba pensado para iniciar la conversacin y solo le dijo: Oye, por qu no te quedas? Para qu? Nunca ests ya aqu y pens que era por mam, pero...
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Bueno lo que pasa es que me da mucho sueo cuando estoy aqu, y no me dan ganas de estudiar, adems tengo otras cosas que hacer. Es por m? pregunt Ruth como si no la hubiera escuchado. Tambin respondi me duele ver tu cara de tristeza a todas horas. Es la verdad. Ya no lo soporto. No s que te sucede. Te lo dira, si tuvieses tiempo. No es lo mismo de siempre?: que no te gusta el liceo, que ya no quieres ir. Si te digo que hagas una cosa o intentes hacer la otra, dices que ese no es el problema. No puedo hacer nada! Entiendes? Entindeme t tambin, me han tenido a monte demasiado tiempo, yo no ped ser hermana mayor, vamos, nos llevamos solo ao y medio. Quiero vivir un poco sabes?, yo tambin he soado alguna vez. Pero es que quera hablar contigo, decirte que Como hermana he hecho lo mejor que he podido. Trata de vivir tu vida no? Busca algo ms que hacer, pinta o escribe, no me dijiste una vez que te gustaba?... Sol

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Bueno qu, dime. No, ya no, no puedo... All est de nuevo, no s que sacas con llorar. Me voy. Hablamos despus.

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El liceo permaneca activo desde temprano en la maana hasta poco despus de las seis de la tarde. Trabajaba en dos turnos. En la maana reciban clases sptimo, octavo y noveno grado, y en la tarde primero y segundo ao del Ciclo Diversificado. A las diez y media haba un descanso prolongado de veinte minutos. Por los pasillos, los alumnos hablaban de todo. Dos amigas de sptimo conversaban ese lunes durante el receso: Qu es esto! exclam una de ellas examinando la hoja que tena en las manos, acababa de salir del saln. Qu pasa? inquiri la amiga que estaba a su lado.
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Chama ya va, la otra vez me equivoqu al colocar reflexin con doble c en lugar de x y me puso la equis del tamao de la hoja, a lo mejor volvi a pasar. No, chama respondi la otra despus de echar una mirada al examen de su amiga, a nadie le quitan 10 puntos por ortografa, creo que significa que todo lo que escribiste est malo. Cunto sacaste t? Nueve. Ya bot esa broma dijo sealando la papelera. Ay yo no s, pero lo que nos da en clase no se parece a nada de lo que est en el libro de Geografa. De pana, est loco. A mi me dijeron y que estudi Filosofa en la universidad, pero sea lo que sea no debera tratarnos as, viste como trat a Rolando?, le dijo burro en su cara. Que vaina con ese tipo. Y quin ser ese profesor del que habl con tanto odio. Casi no dio clase, solo habl de eso y de la alienacin; de los programas de la tele. Quien sabe.
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Ese profesor, tan criticado por el de Geografa, le daba clases a Ruth. Era italiano e imparta el Castellano a todas las secciones del primer ao del Ciclo Diversificado y eso era lo que el profesor de Geografa criticaba con tanto ahnco. Ruth amaba esa materia. S, era verdad, tena un fuerte dejo italiano, pero pronto se dio cuenta de que nadie daba una clase de Castellano con tanta pasin como l. Describa a Don Quijote como si fuera el hroe de un hecho histrico. Les peda imaginar el dolor del Cid al separarse de Jimena y sus hijas por haber sido desterrado, hacindoles interpretar la frase escrita en el poema para describir la escena: como la ua de la carne as apartndose van. Haba aprendido mucho con l. Lo consideraba como una excepcin dentro de la mayora. Esa tarde le tocaba su clase. Ruth caminaba por un costado del patio central, cuidando de no estar justamente bajo los balcones. Iba a subir por una de las escaleras laterales cuando escuch su nombre. Se volte buscando el origen de la voz que le haba parecido lejana, hasta que vio en la puerta de uno de los salones por donde acababa de pasar, a una profesora bajita y con el cabello teido que agitaba su mano para que la viera. Ruth se devolvi entonces a ver lo que quera. Mientras iba, observ a su alrededor. Se preguntaba cuando quitaran toda esa propaganda que tapizaba las paredes. La propaganda que cubra el interior del liceo era de los grupos que haban aspirado al dominio del Centro
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de Estudiantes. Los mejor organizados fueron como siempre la plancha nueve y la diecisis. La plancha diecisis tena el control del Centro de Estudiantes y haba luchado por la reeleccin. No gozaban de mucha simpata entre los involucrados directamente en la competencia, dado que reciban el apoyo de un partido poltico. Pero la mayora de los estudiantes no senta ms que un descontento indiferente hacia ellos, como hacia todo lo referente al sistema. En los ltimos das haban conseguido algunas donaciones para el liceo: balones de voleibol y de basket, una red, y colchonetas para hacer gimnasia. Asimismo no se poda negar que sus carteles estaban muy bien hechos, eran grandes y vistosos, adems de abundantes, como los volantes que repartan. Ellos slo se metan en la protesta cuando grupos del mismo partido que los apoyaba venan a buscarlos de las instituciones de Educacin Superior. Sol de Mar era la coordinadora de la plancha nueve. Lograr que su grupo estuviera al frente del Centro de Estudiantes le habra dado cierta ventaja en la realizacin de los proyectos que tenan. Ivn haba sido originalmente el coordinador, pero despus de un incidente con el director, lo haban expulsado por tres das y Sol, que era miembro activo y haba estado siguiendo de cerca todo el proceso, ayudando a Ivn, se hizo cargo de sus funciones mientras tanto, y cuando estuvo de vuelta hizo todo lo posible por colaborar, en esos ltimos das previos a la eleccin, presentando batalla hasta el ltimo momento por el dominio del Centro.
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El incidente que le haba costado la expulsin a Ivn era un hecho aislado que se haba salido de lo previsto. Ellos, en su origen, antes de que Sol de Mar formara parte activa de su equipo, fomentaban la protesta estudiantil independiente como medio para conseguir lo que queran, se declaraban, dentro de su esfera, en contra de los partidos y del Gobierno. De los partidos por querer manipularlos para sus intereses y del Gobierno por no escucharlos y desatender sus necesidades. Por eso aprovechaban la menor oportunidad para fomentar el desorden sin hacer caso a las autoridades, representadas por el director y los profesores. En una protesta, Ivn coloc cadenas y un candado a la puerta del liceo, y junto con su grupo, intent lograr el apoyo de todos los estudiantes, pero nadie pareca entender de qu se trataba. Al hablar, desde un lugar alto, obtuvo la misma atencin que hubiese tenido si en vez de alumnos hubiesen sido gallinas. Despus vino el director y sucedi el enfrentamiento. Al final de una acalorada discusin el director le arranc las llaves y quit el candado. Haban fracasado. Para los alumnos, esos episodios solo representaban una posible excusa para evadir las clases. No desafiaran la autoridad frente a frente como lo hizo Ivn. En un momento como se preferan volver a clases, es decir, a la obediencia, para evitar el castigo y tambin probablemente el regao de los padres.
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Ruth haba ido, tres semanas atrs, al liceo, en la maana, con los miembros del Centro de Estudiantes, para animar a los del Ciclo Bsico a votar; era su deber como delegado suplente de su seccin, en ausencia del delegado principal. Y cumpli, aunque a los del Centro de Estudiantes les daba igual que fuera o no. En todos los salones pedan permiso, se presentaban, y el presidente del Centro hablaba. Intervena tambin alguno de los miembros, mientras una parte de los delegados haca bulto atrs y los otros esperaban afuera. Haban llegado al ltimo saln que faltaba por visitar, all Ruth no pudo aguantar ms, no haba ido para perder el tiempo, se supona que se turnaran para hablar y ya haba escuchado bastante. Al entrar al saln, esos estudiantes que eran de sptimo, los miraron en un primer momento con el inters prestado por la curiosidad, pero al continuar el torrente de palabras por parte del presidente, sonrieron entre ellos, volviendo a su antiguo desorden, que nadie, ni aun la profesora que para ese momento se encontraba dando clase, era capaz de extinguir en su totalidad. Al cabo todo fue dicho, se disponan a marcharse, pero Ruth asumi que haba llegado su turno y se adelant para hablar. Los otros se detuvieron y esperaron. Comenz hablando con sinceridad y vehemencia acerca de lo que podran lograr por s mismos. Hubo un cambio drstico en la actitud de los dems. Todos la miraban atentos, en absoluto silencio. Tal vez era el tono
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de su voz o que dentro de sus palabras ellos eran los protagonistas y las sentan vibrar muy adentro, despertando sensaciones vivificantes. No dejen que los dems les digan lo que pueden o no pueden hacer. Ellos no pueden decidir eso, pero nosotros s. Hagmoslo. El liceo es nuestro, no es de los profesores ni de un grupo: es nuestro. Por qu estn aqu?, hay una razn, somos parte del Liceo, ser un sitio agradable si luchamos para que as sea, no podemos ser indiferentes con lo que nos rodea. Podemos levantarlo, hacer que sea mejor y cuidarlo que sea nuestro lugar. Pasamos tanto tiempo aqu podemos hacer muchas cosas, arreglarlo, pintarlo, buscar los fondos necesarios para no depender de los dems. Entonces no los necesitaremos, y los que nos dieron la espalda, necesitarn de nosotros, pero no dejaremos que nos manipulen nunca ms Vislumbrar la posibilidad de llevar adelante responsabilidades sin la obligacin impuesta por terceros era nuevo para ellos, y lo sentan tan posible en ese momento como sentan poder lograr lo que se propusieran. Pero no solo ellos sentan una repentina inspiracin, Ruth tambin haba sentido el cambio a su alrededor; nunca pens que podra transmitir esas ideas, aunque fueran parte de ella, sin embargo pasado el momento lo olvidara y se negara a creer que pudiese realizar tales prodigios.

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Cuando termin de hablar, el presidente, que estaba atrs, se adelant. No olviden la fecha, martes once, para que elijan a los que los representarn este ao. Gracias. Terminada la faena se separaron, algunos en grupos, otros individualmente; los del Centro por un lado y la mayora de los delegados por el otro. Al salir, Ruth se encontr con Sol de Mar que observaba de lejos lo que hacan mientras pasaba, cruzando el patio con Ivn y otros amigos. En realidad se hallaban all por lo mismo, para invitar a los estudiantes a votar, haciendo a la vez propaganda para su plancha. Al final fue la diecisis la que gan. Ahora, caminando por los pasillos de la planta baja, la misma profesora que estuvo en el saln donde diera el discurso, la llamaba. Se conocan desde mucho antes de eso, tambin le haba dado clases a ella. Le coment lo impresionados que haban quedado los muchachos, y que haban preguntado quin era ella, pues haba olvidado presentarse. Tambin comentaron que les haba gustado su manera de hablar y su voz. Pero Ruth no se interes mucho, ya no le daba importancia a esas cosas desde que Roxana, su amiga, se fue. Jams pens que los profesores se comportaran as con ella. Cuando Roxana lleg, ese mismo ao, se hicieron amigas de inmediato. Era un tipo de persona que nun.46.

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ca haba conocido; se entendan con mucha facilidad, como si se hubiesen criado juntas, a pesar de lo distintas que eran. Solo con los gestos eran capaces de entenderse a tal punto que podan armar una conspiracin en el momento mismo en que se presentara la oportunidad, pero generalmente preferan conversar y lo hacan casi todo el tiempo. Viva lejos como ella, y tomaban el primer autobs hasta la parada final juntas, separndose all para tomar rutas distintas. Hacan los mejores trabajos en grupo. Roxana era mayor que ella, y recin regresaba, despus de mucho tiempo, de otro pas, donde el pensum era diferente y al llegar aqu la haban colocado en esa clase para nivelarse en ciertas materias, aunque posea un amplio conocimiento sobre temas acerca de los cuales la mayora de sus compaeros estaban desinformados. Ella le cont que se encontraba viviendo con unas tas, mientras que su madre se haba quedado trabajando en el extranjero. Juntas, trataron de hacer un peridico para el liceo y de fomentar la formacin de un equipo de basket, deporte que Roxana practicaba. Haba un equipo masculino de voleibol que haba ganado varios premios, por lo que toda la atencin y preferencia se centraba en ste. Las ideas novedosas de Roxana, reconocidas como buenas, encontraban, empero, bastante resistencia. No se maquillaba y por eso era considerada poco femenina. Su manera de hablar era diferente, teida de acentua.47.

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da correccin, y aunque tena razn en muchas cosas, sus ideas no eran escuchadas con agrado. La presin creca da a da. En los ltimos tiempos haban estado un poco distanciadas ya que Roxana haba intentado ganar el apoyo de varios compaeros que tenan inquietudes compatibles con sus proyectos. Como Ruth los conoca, no tena inters en acercarse a ellos. Le haba dicho lo que pensaba de los compaeros, pero ella pareca no darle importancia a sus referencias. Al final solo obtuvo un pobre apoyo. Eran inconstantes, y en los momentos determinantes solo les importaban sus intereses. Eran buenos amigos si no se les exiga responsabilidad o compromiso. Una tarde, en aquella poca, unas risas burlonas y desbocadas estallaron desde atrs del saln. Pal casi vomitaba de la risa, secundado por toda su corte. Roxana acababa de entrar. Ruth se la qued mirando. En contra de su costumbre haba fijado en ella su vista abriendo ms los ojos inconscientemente. No tena nada en contra de un estilo agresivo en el maquillaje, pero no se trataba solo de eso, se notaba ms bien excesivo: demasiado colorete, demasiada sombra, demasiado labial. Era la manera tpica de pintarse cuando uno lo haca a solas y sin permiso, por primera vez, a los cinco aos, con la torpeza propia de esa edad. Ya para entonces, ni siquiera se sentaban juntas. Esa distancia le impeda hacerle una observacin oportuna y discreta, y no se trataba solamente de la distancia espacial.
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Roxana conversaba con los que estaban a su alrededor, los mismos interesados que la buscaban para hacer grupo con ella en los trabajos. Se vea que no podan evitar sonrer al mirarla, aunque trataban de disimularlo y no le decan nada, hablaban de otras cosas. Ruth se senta incluso un poco apenada y molesta de que no hubiese confiado en ella para consultarle acerca del maquillaje o al menos comentarle su inquietud. Pero record que Roxana se comportaba siempre de manera independiente y autosuficiente, seguramente no haba pedido ayuda ni siquiera a su familia. En ese momento la profesora de Qumica lleg. Vio a Roxana y le dijo: Vas a actuar? Dnde es la obra? Yo? Por qu? Ah, porque me imagino que por eso te has pintado as. Pareces un payaso. Ruth volte la vista hacia otro lado. Por alguna razn, ya sea intuicin o algn gesto presente en el rostro serio de la profesora, la observacin le haba parecido irnica y la falta de tacto en su respuesta, intencional. Lo entendi mejor cuando su amiga se retir de forma definitiva. Una profesora coment entonces a los
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dems alumnos de su saln que Roxana tena complejo de superioridad, y todos estuvieron de acuerdo. Ruth escuchaba sorprendida todo lo que decan pero no coment nada. Era evidente que algo en ella les haba molestado, tal vez era su acento, o su manera de expresarse, pero Ruth no poda descifrar ms all, y tampoco lo poda justificar. Todo lo que saba es que haban sido muy injustos. No esperaba que los profesores se comportaran as, se supona que como docentes deberan dar muestras de tolerancia y respeto ante las peculiaridades que pudieran presentar los estudiantes, y ayudarlos si era necesario. Lleg por fin al saln, la clase de Castellano estaba por comenzar. El profesor haba explicado la primera vez el modo como los iba a evaluar. Los exmenes obligatorios compartiran equitativamente el puntaje con los trabajos de investigacin que mandaba y que revisaba cada clase, luego de discutirlos. Despus, hacia el final de la hora, empezaban all mismo a investigar sobre el siguiente tema. Yo no quiero una ficha haba dicho, dos lneas, tres lneas, no. Mnimo una hoja, o sea, dos pginas si es un cuaderno grande o cuatro si es pequeo, pero completas para cada mini biografa. El profesor tambin acostumbraba contar alguna ancdota o chiste en clase. Ya haba pasado casi medio ao, pero todava se conservaba la rutina, as que ese da no fue la excepcin.
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Ustedes se acuerdan de los chistes de Jaimito?, bueno, en Italia tambin existe ese personaje, pero all se llama Pierino. Y comenz a contar uno de esos irreverentes chistes, con los que aun el ms aptico soltaba una sonrisa. Pierino dijo, que entonces era pequeo, un bambino, como dicen all, estaba en la mesa con sus padres y otros parientes, en una reunin familiar, y comienza a decir a su mam delante de todos: Mamma, quiero hacer pip! Y su mam, avergonzada, se lo llev, y le dijo despus: Pierino, cuando tengas ganas de hacer pip, di: quiero cantar, eso es lo que vas a decir bien? As le ense, y entonces, cada vez que necesitaba que lo llevaran al bao, Pierino deca: Mamma, mamma quiero cantar!. Y la mamma se lo llevaba mientras la gente comentaba: Al bambino le gusta la msica. Hasta que en una ocasin le toc pasar un fin de semana con sus abuelos. En la noche, Pierino entr al cuarto donde dorman y despert a su abuela:
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Quiero cantar! Quiero cantar! le dijo. Pero Pierino es tarde le respondi ella, maana cantas, vamos a dormir. Pero Pierino repiti desesperado: Nona, quiero cantar! Entonces ella le dijo: Bueno, anda, acrcate a tu abuelito que est all dormido y cntale, despacito, al odo. Generalmente Silvia deca alguna cosa en clase. Rea atenta, esperando la oportunidad de realizar alguna observacin ante el extravagante comportamiento del profesor, de alguna manera era como una reaccin necesaria con la que todo el saln se identificaba. Ahora, despus de haberse redo con ganas al igual que los dems, haba dicho: Profesor, mientras nosotros nos remos usted nos raspa en los exmenes verdad? No! Yo quiero que salgan bien. No s por qu algunos salieron mal en el ltimo, lo que se pregunt all, todo, es lo que hemos visto en clase.
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Ya los corrigi? pregunt otra alumna con ansiedad. Me faltan todava algunos por corregir, se los traigo la prxima clase. Corrigi el mo? Cuanto saqu yo profesor? dijo Silvia al mismo tiempo que se mova inquieta en su pupitre. Silvia, Silvia. T pasaste, pero tienes que estudiar ms. No se justifica que saquen notas tan bajas. All empezaron a preguntar todos. No me acuerdo de todas las notas dijo el profesor. La prxima clase las traigo. Y la campana que son a continuacin puso fin a la clase. Los alumnos se levantaron, unos insistan en preguntar, otros salan resignados a la espera, y as se fue quedando solo el saln. Cuando todos salieron y Ruth se haba quedado dentro como siempre, el profesor le dijo: Un hombre no puede ser una isla, pinsalo. Citando una frase muy conocida sin duda. Ruth no dijo nada, y sali al pasillo luego que el profesor se fue.
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Pero no se encontraba cmoda afuera con los dems. Mir a su alrededor. Sus compaeros iban de un lado a otro. Pal estaba con su grupo, dejando caer desde el balcn vasos de plstico con agua que haba llenado en el bao, de la poceta. Ella se recost en el balcn, frente a la puerta de su saln, pues estaba pendiente de su bolso. El ao anterior haba habido secciones que hablaron con la coordinacin para que no los separaran. Algunos no le dieron tanta importancia en el momento y se fueron tranquilos de vacaciones, y a otros sencillamente los echaron. Ese fue el caso de Pal. Ruth se haba enterado en los pasillos, los primeros das, de que nadie lo poda soportar en su saln. Todos los integrantes de la seccin, que haba decidido mantenerse unida, fueron juntos a hacer la peticin y anotarse en una lista, ellos saban que Pal no ira, aunque estaba informado. Ese ao, la dinmica para la presentacin en la primera clase haba sido cambiada: un alumno escoga a quien tena curiosidad por conocer; esa persona se levantaba, se presentaba, y responda algunas preguntas que le hiciera el que lo escogi o algn otro compaero; luego le tocaba entonces a esa persona escoger a otro. La profesora de Geografa comenz preguntando a un alumno a quien quera conocer, y ste dijo:
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A ella, a la de las pulseras, la que tiene el reloj verde. Se refera a Ruth. Ella se levant y se present mirando a todos. Era menos tmida cuando hablaba con un grupo numeroso. Finalmente se sent. Dos muchachas hablaban muy juntas mirndola, estaban sentadas cerca de ella, un poco ms adelante, en la otra fila; una era morenita y la otra catira de cabello rizado, sta ltima se decidi a preguntarle: Esa pulsera que llevas est hecha de cabello? No respondi Ruth, es de cuero. Ruth llevaba varios tipos de pulseras; de caucho, pintadas con esmalte de uas, y tambin de cuero. Entonces Silvia, que era la que le haba hablado, le cont que haba visto pulseras hechas con cabello y otras hechas con pelo de elefante. No hablaron mucho porque tenan que escuchar en silencio las presentaciones de los dems. Ruth observ despus que se rean de algunos de los compaeros que se presentaban y eso no le gust. Sobre todo Silvia, que al presentarse haba respondido un poco ofensivamente a algunas de las bromas que le hicieran sus compaeros. A Ruth le pareca que lo que
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le haban dicho tena como intencin un acercamiento, aunque luego se converta en un arma defensiva frente a la risa sarcstica de Silvia, cuando los ignoraba desdeosamente dndoles la espalda o cuando responda con alguna cosa ambivalente para prolongar el dilogo de manera beligerante. Si la profesora no hubiera intervenido, habran pasado a mayores. Ahora, las dos se decan cosas al odo. La otra se haba presentado en voz muy baja, rpidamente. Hubo pocas preguntas adems, porque Silvia apoyaba a la amiga cuando tena dificultad en responder o de atrs preguntaban cosas que estaban fuera de lugar. En algn momento un muchacho le pregunt: Ustedes son hermanas? Y Silvia respondi: S, por qu? Por supuesto no eran hermanas, y no hubo respuesta porque la profesora intervino, y le toc el turno a otra persona. A Ruth no le gustaba para nada la pelea y decidi, al ver todo eso, mantener su distancia. Pasaron los cinco minutos de receso y volvi a sonar el timbre. Vino la otra clase. Despus salieron. No tendran Fsica, la profesora estaba de permiso.

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De regreso a casa, a veces pasaba por el parque, cuando sala temprano, generalmente los das que le tocaba prctica de laboratorio y estaba en el primer grupo. Aunque detestaba cruzar la calle, cualquier calle; era capaz de hacerlo por ir hasta all sabiendo que tendra que devolverse y cruzar nuevamente para tomar el autobs. Se puso en camino sin pensarlo dos veces. Al llegar entr por el lado de la biblioteca. All el terreno se ondulaba, elevndose suavemente y los rboles dispersos se intercalaban en forma ordenada. Atraves lentamente ese amplio espacio despejado de maleza adyacente al cercado, que era por donde caminaba siempre que visitaba el parque. Del otro lado de la biblioteca ms hacia dentro se encontraban las canchas de basket. A veces unos muchachos jugaban all. Nadie ms se acercaba. Era de ellos, su territorio. Se distrajo mirando los pjaros que abundaban en el lugar. Cuando los observaba trataba de darle una interpretacin a sus acciones. Ya saba que se restringan las reas unos a otros, como lo hacan tambin las personas. Haba visto por ejemplo un grupo de cayenas que nicamente perteneca a los colibres. Cuando se acercaba una reinita, inmediatamente la atacaban hasta que se alejaba. Le gustaban las palomitas silvestres. Siempre caminaban en parejas o en grupos por el pasto, como polli.57.

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tos, y ahora estaban varias de ellas en torno a un pequeo charco, entre las races sobresalientes de un rbol. Se acerc tanto como le pareci que poda sin que se asustaran, y las observ. Las aves la miraron, pero ella se mantuvo inmvil para no espantarlas. Tomaron agua y algunas se baaron salpicndose y erizando el plumaje. En un momento dado, volaron todas, menos una, que se qued echada a un lado, en el pasto. Se haba baado tambin y tena las plumas esponjadas, por lo que pareca dos veces ms gordita de lo que era. El ave mir a su entorno cuando las dems echaron a volar, pero no se movi. Ruth supuso que al no ver peligro prefiri quedarse a descansar, porque se acomod mejor y hasta cerr los ojos despus, durante unos segundos. Luego los abri y pas una mirada calmosa alrededor, incluyendo a Ruth. Ya no durmi, pero entorn los ojos y baj el pico, estremecindose como si se acurrucara sobre s misma. De pronto un ruido fuerte atraves, desde las calles, la calma del parque. Los pjaros se desprendieron de las ramas, en bandadas, trasladndose a otros rboles ms retirados. La paloma que observaba no vol. Elev la cabeza primero, gradualmente, estirando el cuello en toda su longitud y se levant despacio, como si soportara el peso de la lluvia y el fro. Mir a Ruth con un ojo y despus volte pausadamente la cabeza para verla con
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el otro. Pareca preguntarle por qu. Pareca quejarse. Como si le hubiesen quitado algo y lo reclamara. Por qu. Pero Ruth no poda explicarle, no poda hacerle entender a un ave la necesidad del ruido de un auto en la calle, que rompa la paz del parque.

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Ruth entr al saln. Ya haban llegado casi todos. Ayer pasaron una pelcula buensima deca Jorge, hablando con Orqudea, de un Instituto, all aparecamos todos, estaba yo, hasta t estabas dijo sealando a Ruth, y esta sonri. Tena una mejor disposicin ante la certeza de que ese da saldra ms temprano. Le tocaba ver laboratorio y entrara con el primer grupo. Despus de la clase de Geografa, Erica se acerc para discutir con Freddy cmo iban a hacer por fin con el trabajo de Historia que les haban asignado haca como quince das. Freddy, era un bromista nato. Rara vez conversaba seriamente. Y cuando lo haca con Erica, no era la excepcin. l no se dejaba impresionar por su bonita apa.60.

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riencia. Incluso ahora que tenan que ponerse de acuerdo para reunirse, no perda la oportunidad para pasar un rato divertido. Maana, psst, maana no puedo. Pasado dice Freddy. Pero, Qu vas a hacer? Responde Erica con impaciencia el trabajo es para el viernes. Maana me toca hacer mercado, en serio, adems tengo que arreglar y planchar mi uniforme... aade en tono ligero, si quieres te vienes, a ver si podemos adelantar algo pero tengo que avisar a mi mam. Y por all se va, hasta que suelta alguna ocurrencia final, inofensiva y graciosa. Luego Erica se da cuenta del disparate que acaba de responderle, y l se re y escapa. Muy chistoso dice ella y trata de atraparlo, pero no lo logra. Tal vez ella le agrada, piensa Ruth. Pero mientras lo observa le nace una sonrisa espontnea que no recordar. En realidad, sus ocurrencias le causan ms gracia a ella que a Erica y a Orqudea, quienes parecen llevarse mejor con el amigo de l, con Carlos. Sin embargo, todo termina bien. Freddy tiene adelantada parte de la investigacin y se reunirn en la
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biblioteca pasado maana, con suficiente tiempo para terminar. La profesora de Matemticas entr en ese momento para comenzar su clase y todos los que estaban afuera se fueron incorporando. Al terminar, nadie se qued en el saln. La prxima clase sera en el laboratorio que estaba en el primer piso. Ruth subi al primer piso cinco minutos despus del receso porque la profesora siempre apareca un poco despus de la hora. Al llegar frente a la puerta del laboratorio se dio cuenta de un movimiento raro. Vio a Pal irse riendo, entre los ltimos, con un grupo de amigos. No vea a sus otros compaeros. Erica y Orqudea, que haban llegado un momento antes que ella, estaban detrs de l; pareca que le preguntaban algo, pero l no se detena sino que les haca un gesto evasivo con la mano. Hasta que se dio vuelta sin dejar de sonrer, como siempre, sarcsticamente. Que no hay clases chica! Los dos grupos van a entrar juntos a la segunda hora, entendiste? Pal no perda la oportunidad de insinuar que ellas eran brutas o que eran menos que l, poda argumentar cualquier cosa para hacerlo, pero le bastaba el hecho de que l sacaba calificaciones altas, mientras que ellas tenan un bajo promedio.
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Siempre haca lo mismo; era una de sus tcticas. Trataba de recabar la informacin hacindose el responsable de difundirla para luego decrselo a su grupo o a quien le agradara, haciendo sufrir a los dems. Dependiendo de la persona, aplicaba sus mtodos descarada o encubiertamente, para hacerle caer y poder burlarse de ella a su gusto. Ruth ya haba escuchado pero se acerc a sus compaeras por un extrao arranque de solidaridad. No le gustaba que las maltrataran. Aunque tambin odiaba que ellas se dejaran irrespetar tanto por l, que le hablaran y lo toleraran tanto. Ella lo detestaba y estaba segura de que el sentimiento era mutuo. Nunca le haba dado ni la confianza ni la oportunidad de descargarse en ella. Erica y Orqudea siempre le avisaban cualquier cambio o novedad, la mantenan en contacto con ese mundo del liceo, sin ellas no habra podido soportar ni un da all. Mientras bajaban se encontraron con otros compaeros a quienes informaron lo que la profesora haba dejado dicho. Siempre se rotaba a los grupos para que uno entrara temprano una semana y el otro, la siguiente. Ninguno podra irse ms temprano ese da. Pas el tiempo y ya era casi la hora en que entraran los dos grupos. Algunos esperaban en el pasillo. Erica estaba sentada junto a Jorge en el suelo, recostados en la pared, al lado de la puerta. Le haba tomado la mano.
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l conversaba con otro compaero que permaneca de pie frente a l. En determinado momento como hablaban con entusiasmo levant su mano, liberndola toscamente de la de Erica, sin darse cuenta. Ella sonri bajando la cabeza. Fue su compaero quien se lo hizo notar. Pana, que animal soy, disculpa! le dijo, mientras intentaba tomarle la mano. Rstico! exclam Erica escapando de su contacto y echndose a un lado, animada por sus palabras, pero l se inclin hacia ella, pas su mano suavemente por su cabeza y la acerc hacia l. Erica tena una foto de Jorge. Una vez ayudando a la coordinadora a arreglar las boletas y otros documentos que se entregaran a finales del ao escolar pasado, haban dado con muchas cosas que ya no eran necesarias: copias, carpetas viejas. Algunos compaeros estaban por all, entre ellos Ruth, a quien entregaron la boleta sin necesidad de traer a su representante. Sus notas altas le daban un voto de confianza. Algunas fotos que ya no eran necesarias aparecieron, y se entregaron a quienes pertenecan, si estaban por all. Erica encontr una foto de l. Jorge no estaba y Erica pidi permiso para quedarse con la foto de su compaero. Ruth le pidi que se la mostrara, tambin le hubiera gustado tener una foto de l.

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Erica era delgada y tena una figura esbelta, el cabello suelto, castao oscuro, le llegaba a la cintura. Utilizaba bastante rimel para acentuar los ojos y que se vieran a travs de los cristales de los lentes que usaba, los cuales eran de marco pequeo, pero de vidrios un poco gruesos. Tena labios delgados, as que no importaba el color que se pusiera o la cantidad, siempre se vea bien. Orqudea era ms llenita que Erica, ms alta, morena, de cabello largo, ensortijado en bucles delgados de varios tonos marrones, que eran su orgullo. Pero a Jorge le gustaban las rubias, l lo haba dicho una vez durante una conversacin. Era su sueo, su princesa rosada era rubia. Jorge tena adems su personal manera de ser, a veces clido, a veces pareca no importarle ser considerado con los derms. En una ocasin Erica se haba quitado los lentes, tena dos marquitas rosadas una a cada lado de la nariz. Jorge la vio al entrar al saln. Ponte los lentes le dijo. Por qu? pregunt Erica. Te ves mejor con lentes. Cmo puedes decir eso? Dijo Ruth, cmo se va a ver mejor con ellos? No son parte de ella

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Es que no te reconozco sin lentes, te ves diferente respondi sencillamente, casi sin mirar, dirigindose a Erica, mientras sala del saln otra vez. Ruth le haba dicho una vez a Erica que el rimel era muy fuerte para usarlo todos los das, que le poda hacer dao a la piel. Erica estaba consciente, pero no quera realmente dejar de usarlo, hasta que una vez vino sin l. Se le vea toda la piel maltratada alrededor de los ojos, el prpado inferior se haba plegado en muchas pequeas arrugas, pero Ruth le dijo que se vea mejor ahora, para que no se sintiera mal, porque saba que se daba cuenta de como estaba y por qu, y adems el efecto pasara en unos das. Orqudea le pidi a Jorge que le diera su opinin. l la mir fijamente a los ojos, ella estaba tensa, con una sonrisa forzada, contrada. De pana, te ves mucho mejor le dijo, Orqudea y Ruth que los observaban respiraron aliviadas y retornaron a la rutina. No los dejaron ir hasta que son el timbre de salida. Esta vez no tena tiempo de visitar el parque, pero fue de todos modos. Necesitaba ir. Adems, no conoca ningn bosque, pero cuando el cielo estaba nublado como lo estaba en ese momento, el parque tena la apariencia de un bosque remoto, soado, y eso era demasiado tentador.
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En esta ocasin se arriesg y cruz la va lo ms rpido, sin esperar, como lo haca siempre, a que los carros estuviesen a una cuadra de distancia. Cuando lleg del otro lado respir, siempre senta una inseguridad enorme mientras caminaba por el asfalto. Por supuesto que saba cruzar la calle desde la edad en que normalmente se aprende. Solo que, de un tiempo para ac, se haba convertido en un imn para los carros. An en una va de varios carriles, donde no se vea venir ninguno, cruzaba y era casi seguro que apareca uno a toda velocidad, y coincidan, en esa va tan ancha, en el mismo carril. Era absolutamente ridculo. El carro frenaba y el sonido de la corneta le reclamaba, acaso siempre sera su falta?, ella corra mientras la gente se la quedaba mirando del otro lado. Eso era difcil de olvidar. De cualquier manera ya haba cruzado y mientras caminaba, iba recordando cuando de pequea escuch por primera vez hablar de los lugares encantados o sagrados, aquellos a los que no te puedes acercar, no debes tocar o visitar en soledad. Ella crea que era bueno respetar a la Naturaleza. Al crecer, dejando de lado la fascinacin que senta por esas historias, le parecan que eran tiles en ese sentido. Tenan mensajes como: No retires las piedras de esa fuente, han estado all por siempre, No persigas los animales del bosque, Respeta sus rboles y otros por el estilo. Esa tarde tena ganas de caminar bajo los rboles. Estaran Robin Hood y ella, como otras veces, en las
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aventuras que haba ledo, con todas las variantes que se le ocurrieran. Pero si simplemente dejaba transcurrir el tiempo sentada al pie de un rbol, y vea las nubes del cielo pasar por encima de sus ramas; comenzaran a aparecer en su mente las imgenes de una historia distinta, como si alguien se las mostrara. No tenan ninguna relacin con ella, o con lo que quera ver, tampoco se encontraba presente en las secuencias, pero las senta cercanas, como si le hablaran de alguien conocido. Se detuvo bajo uno de los rboles y mir hacia arriba, se dijo que descansara all solo un momento. Ruth siempre saba lo que suceda en las imgenes que le venan a la mente, no tanto por la abundancia de detalles en los cuadros, donde rara vez poda distinguir los rostros o el ambiente que les rodeaba, sino por las sensaciones; ellas eran las que se convertan en sombras, en imgenes, en acciones. Esta vez poda ver a una persona que caa al suelo vencida por otra que estaba de pie frente a ella, sosteniendo una espada. La que estaba en el suelo apenas poda levantar la cabeza, y miraba suplicante. Pero Ruth saba que la otra no la ayudara. Tena un halo de dignidad que era como un aire limpio. Aunque la haba vencido, no estaba feliz, tampoco senta rencor; sin embargo, aunque le pesara, solo saba que no poda ayudarla. Haba algo que aprender en todas las lgrimas vertidas, la derrota no significaba siempre perder, vencer no era ganar todas las veces. La verdadera justicia era ms perfecta que el
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perdn y era difcil de alcanzar, pero era la nica que devolva lo que haba sido despojado, la que curaba todas las heridas. Le pareci de pronto que muy pocos seran capaces de arriesgarse a vivir toda una vida para alcanzarla. Ruth crey entenderlo de esa manera mientras miraba una rama rgida que se balanceaba quedamente con el viento, solitaria. Era una sensacin sublime, podra pasar toda la vida contemplando esa rama y descender despus con ella en paz al sepulcro, o nacer otra vez y vivir una vida diferente. Se levant despus de estas reflexiones, preguntndose cunto tiempo habra pasado. Mir su reloj. Solo haban sido unos minutos. Decidi regresar entonces a su casa.

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La clase de Castellano haba tenido esa tarde sus acostumbrados intervalos bulliciosos. Sin embargo, desde fuera, se notaba la ausencia de una cuota de entusiasmo acostumbrada a hacerse or, algo que los dems no eran capaces de percibir dentro del propio desorden que creaban. Silvia se encontraba all pero ese da su voz no se escuch, y el profesor, que hablaba de Virgilio y su Eneida, comenz a relatar que por culpa de Silvia se desencadenaron las guerras en el Lacio, utilizando el parecido de su nombre con el de Lavinia, la hija del rey Latino, para llamar su atencin. Ella, sentada en el medio de la fila que estaba pegada a la pared, donde en el mismo lado pero al frente, se hallaba el escritorio del profesor; apoyaba los co.70.

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dos sobre el pupitre y sostena a la altura de la cara, un lpiz en su mano inmvil, mientras lo escuchaba, sin emocin ni sobresalto, como si no le importara. Su mirada desolada, abierta ahora hacia l, expresaba por s misma una excusa muda, lo abarcaba como abarcaba todas las cosas de su entorno, dcilmente, sin la presencia de esa rebelda que le era caracterstica. En el fondo pareca como si sintiera pena por el profesor, porque aunque buscara, no encontrara a la Silvia de siempre. La clase continu. Luego el profesor dict lo que tenan que investigar y se pusieron en grupos. Silvia se qued con Elizabeth, que mova los labios como si fuese a hablar cuando su compaera se le acercaba para decirle algo al odo, apartaba hacia atrs el cabello que esconda su rostro, pero no deca nada. Su silencio particular, estaba siempre hermticamente sellado, con una inexpresividad facial prcticamente imposible de penetrar por simple observacin. El bullicio creca a ratos porque la mayora aprovechaba el estar reunidos para conversar de otras cosas muy distintas a la materia. El profesor, que iba llamando uno a uno para revisar la tarea de la clase anterior, se detuvo un momento y dijo: Silvia querida! con esa voz potente que se impona sobre cualquier ruido. Por qu a verte volv, Silvia querida? continu con mesura Ay
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triste, para qu? Para trocarse mi dolor en ms triste despedida. Todos lo miraban y se miraban unos a otros, algunos sorprendidos, otros ya sonrean. l sigui recitando: Lloro, s pero mi alma as llorosa unida a ti con plcida cadena, en la dulce esperanza se reposa y ya presiente el fin de nuestra pena. Luego explic que era una elega que hizo un poeta peruano, dedicado a Silvia, una jovencita a la que am mucho, tan bella como la Silvia que estaba all presente. Acot que su autor tambin haba estudiado a Virgilio, pero se inclin a escribir poesa romntica. El timbre son interrumpiendo la explicacin, y el saln se pobl del ruido de pupitres arrastrados y de voces. Desde el pasillo, el bullicio de los que ya haban salido, penetr al saln como una llamada urgente, animal, convocndolos como por instinto a una migracin masiva, hacia el cafetn, al patio o simplemente a reunirse fuera de los salones. Mientras sala, Ruth ech una mirada a Silvia. Al igual que los dems no se haba dado cuenta de lo que suceda, del silencio de Silvia que el profesor quera aliviar. Ruth estaba en la biblioteca del liceo, aprovechando las dos horas libres despus de Castellano, para investigar de una vez lo que haba indicado el profesor. La
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sala de lectura tena cuatro mesas y un estante con algunos libros de consulta: una hilera clara de libros de matemticas, todos idnticos; el resto de los ejemplares, de distintos gneros, se vean muy viejos, no solo por el uso sino por el nmero de aos que tenan. Haba pedido un libro de la materia en la oficina y lo revisaba, estaba sentada en la mesa cercana al estante. Freddy logr asomarse a la biblioteca mientras Carlos y una amiga que era de otro saln, trataban de evitar casi a la fuerza que entrara, queran que los acompaara al patio. Freddy vio a Ruth con un gesto de alivio y se despidi all mismo de sus compaeros. No haba entrado a la primera clase, vena llegando. Baj las escaleras que daban acceso a la sala y se acerc a su mesa. Ruth ya lo haba visto. Ruth, usted sabe cul es la tarea que dejaron para historia? Si, aqu lo tengo anotado busc en una de sus libretas Diferencias entre guerra y revolucin. Investigar algunos ejemplos. Fue lo que mandaron el lunes. No viniste ese da, verdad? No dijo, mientras copiaba, tampoco pude entrar hoy a la clase de Castellano, dejaron alguna tarea? Freddy faltaba con frecuencia, o llegaba tarde a clases, pero los profesores no lo regaaban demasiado o
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hablaban con l aparte; a veces algn profesor preguntaba cuando pasaba la lista y el gochito no vino hoy tampoco? En ocasiones sala mal en los exmenes por eso, pero trataba de mantenerse al da con los deberes, y todos saban que cuando estudiaba sacaba buenas notas. Siempre llegas temprano, verdad? pregunt Freddy, ya con un libro de historia en la mano, pedido en la oficina, despus de haber copiado tambin la tarea que el profesor de Castellano haba mandado. Si, es que vivo lejos. Tengo que tomar dos transportes y en un camino largo muchas cosas pueden pasar. Salgo siempre a la misma hora y a veces llego faltando diez minutos para que suene el timbre y otras llego media hora antes. Y cuando tenamos el horario de la maana, cmo hacas? Si supieras que era mejor para m, me levantaba ms temprano, pero no haca tanto calor y el tiempo en la maana se pasa rpido. Una vez el reloj se haba adelantado una hora y cuando baj del primer transporte todava estaba oscuro, me pareci extrao, luego cuando llegu aqu estaba amaneciendo apenas. Yo me par frente a la entrada, el portero no haba abierto todava, se acerc y me pregunt a qu haba venido, a clase, le dije, a clase? A recoger mango, venga
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para que me ayude, me dijo. Ambos rieron. No fue tan malo, me llev unos cuantos, muy buenos. Despus de unos instantes pregunt: T vives cerca, no? Si, yo vivo en El Remate. Pero no eres de aqu. No, yo nac en Cali, Colombia. Revisando unos almanaques mundiales que haba tomado del estante, porque Ruth quera ver en qu lugar de Colombia quedaba Cali, encontraron el himno de ese pas. Te lo sabes? le pregunt. Si, es hermoso. Estudi all un tiempo, la primaria. Lo cantbamos todos los das. Cntalo, a ver como es. Bueno, si no te da pena. No, est bien. Bajito, para que no escuchen los dems dijo Ruth, echando una mirada fugaz a los tres muchachos que estaban en la mesa ms lejana, pegada a la pared.
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En lugar de estudiar, parecan esforzarse para que su relajo pasara desapercibido, aunque no podan evitar levantar la voz de vez en cuando, y de arriba, de la oficina, ya les haban llamado la atencin en dos ocasiones: La prxima se van, les haban advertido la ltima vez. Freddy lo cant. No se senta extraado, pareca complacido de que lo escuchara. A ella le gustaba su voz, su acento que a veces era como si arrastrara las palabras, y pensaba, qu diferente a los dems, tal vez sea porque aparte de estudiar tambin trabaja. Le haba alegrado que bajara solo; no conoca a la chama, y no se llevaba bien con Carlos que era amigo de Freddy. No poda creer que alguien pudiese ser tan lento, tan tonto. Nunca entenda lo que le deca; aunque sola ser as con los dems tambin, Ruth no lo soportaba. Siempre preguntaba qu?a casi todo lo que se le deca, o peda que repitiesen la idea. Una vez Freddy le dio atrs en la cabeza, con la mano, para que no siguiera diciendo estupideces, cuando vio que Ruth callaba y pona una expresin que proclamaba clarsimo que ya estaba harta de ser interrumpida con sus preguntas cada cinco segundos mientras se esforzaba en explicar lo que haban visto en clase. Carlos se molest, pero se tranquiliz. Generalmente con los otros compaeros continuaba hasta que le gritaban: Pero yaaaa!y l se rea. Eso s, echaba unos cuentos picantes, nada tontos, cuando tena ocasin.

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Se baj del autobs y mir su reloj. Otra vez haba llegado demasiado temprano. Si cruzaba la avenida, luego la transversal que estaba all mismo, continuaba hasta la otra calle, doblaba, y bajaba un par de cuadras, llegara en diez minutos a las puertas del liceo y tendra que esperar todava treinta y cinco minutos ms para entrar. Contempl la soledad del lugar extendindose en todas direcciones. Camin un poco ms hacia la esquina, apoy las manos en el muro que se extenda a lo largo por ese lado hasta un poco ms all de la parada, delimitando una parte del parque, y brinc para sentarse sobre l. Quiz entrara al parque, pero primero se puso a mirar la avenida; al frente las puertas de los comercios estaban cerradas a esa hora; una tienda de repuestos y otras que no tenan aviso. Llamaba su
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atencin la transversal, que despus de cruzar, bajaba como un tobogn desapareciendo de la vista, y la imagen recortada de unas torres lejanas que emergan de ese vaco. La gente sola bajarse y esperar el transporte con mayor frecuencia en la siguiente esquina, aunque no era una parada oficial. All, la Casa Club solo mostraba un muro blanco, elevado, envolviendo el recodo y parte del frente que daba a la principal. El mismo muro continuaba, subiendo a lo largo de la transversal hasta perderse de vista. La entrada estaba bastante arriba y luego vena otra vez el muro. No poda ver ms all, el parque creca empinado hacia atrs y los rboles lo tapaban todo, solo poda distinguir lo nico que sobresala, mucho ms lejos: el cerro verde que dominaba la ciudad. Los edificios pequeos, residenciales, comenzaban subiendo por la avenida, pasando la edificacin del club. Un autobs se detuvo en la parada levantando una polvareda gris que se le pegaba en la piel, en el cabello, en la pintura de labios que llevaba puesta. Bajaron un hombre y una muchacha. l se dirigi con rapidez para cruzar en la esquina. La muchacha delgada y morena, de cabello negro y liso, comenz a caminar despacio por la acera; llevaba un morral que le cubra la espalda, al andar sujetaba con ambas manos la tira que lo sostena sobre su hombro para mantenerlo en su lugar.

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Ruth no se detuvo a observarlos, los haba percibido con su vista perifrica mientras se fijaba en una fila de bachacos que caminaban al pie del muro. Le extra que la muchacha se desviara acercndose. Ya poda ver claramente sus zapatos deportivos, ahora se detenan frente a ella. Al mismo tiempo, escuch con dificultad, a travs del ruido del autobs que se alejaba, una voz apocada y tranquila, sin pretensiones. Tuvo que levantar la vista. Hola Ruth. Hola, cmo ests... no recordaba su nombre. Qu haces all. Es quees muy temprano, voy al rato La otra muchacha no se movi, pareca esperar todava su respuesta. No sientes calor? pregunt de pronto. Qu? El sol dijo balancendose hacia atrs, como si le venciera el peso del bolso. Era medioda, el muro no alcanzaba la sombra de los rboles a esa hora. No, ni me haba dado cuenta intent sonrer.

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Elizabeth la mir un momento ms, se encogi bajo su morral y sigui caminando. Ruth crea haber percibido en su pasividad una vaga seal de comprensin, quiz en su mirada o en la calma de su rostro melanclico; pero no estaba segura, solo deseaba que as fuese. Pero, acaso podra llegar a entender que era mejor soportar el sol de medioda que a los compaeros y profesores?, pens Ruth, e hizo un pesaroso gesto negativo con la cabeza a la vez que diriga su mirada hacia otro lado para no verla alejarse. Comenz a golpear con fuerza el muro, sin ser consciente de ello, utilizando la parte posterior de los pies que haba estado balanceando de cuando en cuando en el aire. Era lo que haba querido evitar: encontrarse con compaeros, tener que saludar o contener el saludo, estar pendiente de los dems. Continu hasta que el dolor se hizo insoportable. A los cinco minutos baj con brusquedad, se rasp la espalda, maldijo su suerte en silencio y se dirigi al liceo. Estaba ahora en el saln esperando a la profesora. Erica y Orqudea llegaron juntas y la saludaron, tambin a Silvia que estaba sentada sobre el escritorio, as como a los dems, a cada uno de ellos con un beso en la mejilla. Era algo que Ruth admiraba; incluso saludaban as a Pal que a veces demostraba su soberbia voltendoles la cara cuando se inclinaban hacia l, hacindolas enojar. Si Ruth llegaba de primera al saln, lo cual era
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frecuente, finga leer un libro para no sentirse en la obligacin de hablar, ni aun de levantar la vista cuando llegaban sus otros compaeros. Ruth no entenda por qu Erica y Orqudea hablaban con Pal. Las trataba mal, con desprecio. En son de broma haba tomado la costumbre de sobrepasar los lmites que impone la confianza para dar paso al vejamen. El da anterior, Orqudea se haba quedado sentada en su puesto al terminar una de las clases. Erica acababa de salir luego de haberla acompaado un rato. Ruth estaba de segunda, dos filas ms cerca de la puerta. Por un comentario que haban intercambiado en voz alta, supo que la mam de Orqudea estaba enferma desde haca ya un tiempo. Pareca que solo Erica saba los detalles y que no hablaba de eso con los dems. Lo pens un momento, pero era difcil para Ruth, incluso en ese instante, acercarse a ella. No quera molestarla. En realidad, le costaba reconocer que pensaba demasiado en lo que sera correcto porque, el inters y el impulso para prestar ayuda, que emergan naturalmente en estos casos, se haban apagado haca tiempo dentro de ella, o se haban aplacado tanto que los senta ausentes. Pal entr, y se par al lado del escritorio, apoyndose en l. Se dio cuenta de que Orqudea se vea preocupada y nerviosa y le dijo con sarcasmo:
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Orqudea la prostituta Qu te pasa? Te hace falta un hombre? Bueno, ponte un vestidito de esos que usas por las noches. Y te echas el cabello hacia adelante para que no te vean la cara, si no, saldran corriendo. Orqudea no le hizo caso, se levant para irse. l le agarr por un brazo. Djame, Pal, coo! dijo Orqudea zafndose de su mano, mientras Pal se rea. Ya eran las dos y media, y la profesora de Ingls no llegaba todava. Tenan que seguir esperando. De todas maneras haba otras clases despus de esa, hasta las seis; sin embargo, la tarde se senta ms pesada que de costumbre. Un desorden creciente reinaba en el ambiente como el zumbido de las abejas, aunque el aire quieto se senta saturado, como si no cupieran ms sonidos en l; cualquier ruido que lo sobrepasara (un grito, un golpe lejano) lo vaciaba por un momento, pero despus volva a fluir, llenndolo nuevamente. Elizabeth y Silvia cantaban al unsono baladas en voz alta, nunca lo haban hecho antes. Haca calor, pero ellas estaban sentadas en sus puestos una detrs de la otra y parecan no darse cuenta de eso, ni de nada a su alrededor. El tema y el tono de la cancin eran me.82.

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lanclicos. Ruth tena ganas de dormir, aunque fuese un segundo, apoyando la cabeza sobre sus manos entrelazadas encima del cuaderno, pero sus voces la alejaban de ese umbral del sueo. Deseaba que cesaran. Poda preguntarles, poda hablarles de cualquier cosa para que dejaran de cantar, pero no lo hizo. Las mir y se levant al mismo tiempo para salir; por primera vez senta la urgente necesidad de movimiento. En ese momento la propuesta estall como un balazo en un tanque de gasolina, asesinando al enjambre de ruidos montonos que se haba tejido alrededor, sac del sopor a ms de uno que no esperaba nada de esa tarde aburrida y por la misma razn obtuvo un apoyo unnime. Jubilacin masiva! dijo el que encabezaba al grupo que acababa de entrar al saln para recoger sus bolsos. Okey. Pero nadie debe quedarse afirm precipitadamente otro que lo haba escuchado. Todos miraron a Ruth. No me voy a quedar dijo levantando las cejas con arrogancia y decisin, sin mirar a nadie. Vyanse, yo vigilo que no quede nadie agreg el que haba hablado primero.
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Todos se pusieron en movimiento y hubo ruido de pupitres por los tropezones que se daban contra ellos, llevados por la prisa, y cuando los apartaban tratando de moverse entre las filas. Ssshhhh!, nos van a descubrir decan los dems. En la puerta alguien vigilaba que no viniera ningn profesor. Vamos en grupos continuaron diciendo los dems mientras se dirigan a la puerta del saln. Mircoles, de quien es ese cuaderno dijo el de la puerta, despus de echar una ltima mirada; estaba sobre la tabla de un pupitre, atrs, entre los ltimos puestos. Otro muchacho lleg en ese momento, tard un momento en hablar, haba subido corriendo las escaleras. Por este lado est despejado dijo, el portero no est. Era el dueo del cuaderno, as que bajaron. En la calle se dispersaron, algunos se dividieron en grupos tambin. Unos haban decidido ir a pasear por los comercios del centro, otro grupo conoca dnde haba un rbol cargado de mamn en un jardn privado.
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Freddy y Carlos iran a la manguera, as le decan a un lugar donde se hallaban varios rboles de mango, en el parque. Puedo ir con ustedes? pregunt Ruth dirigindose directamente a Freddy. S, claro. Erica y Orqudea se iran a casa. A Ruth no le importaba, pero Erica al saber adonde haba decidido ir, le dijo a Jorge: Por qu no vas con ella, Jorge? Pero l se excus; tena que ir a su casa, no se senta bien, le dola la cabeza. Entonces Erica y Orqudea se despidieron de Ruth. Cudate mucho le dijo Erica, y Ruth, que no le haba dado ninguna importancia a la preocupacin que demostraba, sinti de repente un poco de miedo, mientras en son de broma amenazaba a Freddy y a Carlos con el dedo hacindolos responsables de su seguridad. Sin embargo, una vez que se separaron sinti una sensacin de bienestar, era libre por fin. Ruth iba al lado de Freddy, pero pronto se hallaron conversando los tres; comentaban en son de broma de que iban a castigar a la seccin entera, sin darle mayor
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importancia, aunque saban que as sera en verdad. Al llegar al parque no tomaron la entrada principal que llevaba primero a la biblioteca sino que continuaron, dejando atrs la parada, hasta un lugar donde la malla de metal que haca de cerco estaba rota. Entraron por all. No haban dado ms que unos pasos cuando un hombre les sali al encuentro y se detuvo frente a ellos. Qu hacen aqu? les dijo, no saben que este lugar es inseguro?, hganme caso, vyanse este sitio no es bueno, aqu hay gente muy peligrosa, es mejor que se vayan rpido vyanse, yo s lo que les digo termin diciendo con una voz misteriosa y ronca. Sostena en la mano una lata de cerveza y mientras hablaba, la mova lentamente en crculos frente a ellos como si fuera una varita mgica. Su aliento heda a licor. Si seor, est bien, ya nos vamos dijo Freddy, solo para seguirle la corriente. El borracho se tambale y sali por donde ellos haban entrado. A Ruth le pareci curioso, pero no se asust ya que despus de todo no estaba sola. Cuando vieron que se alejaba continuaron caminando. A su izquierda, abajo, en una hondonada, se hallaban las canchas de bsquet vacas, las dejaron atrs rpidamente. El parque era muy grande; pronto la avenida y aun el ruido de los carros se ocultaron tras
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los rboles y los arbustos. Miraban alrededor antes de hablar en voz alta. Pero si haba muchos arbustos y no podan estar seguros de que alguien estuviese por all, hablaban en una voz medida, casi baja. Llegaron donde haba algunos rboles de mango, pero ninguno tena fruto, varias capas de hojas cubran el claro que abra la arboleda. Ruth les pregunt y ellos le dijeron que todava haba que caminar ms adentro. Carlos comenz a contar historias acerca del lugar, de que en uno de esos mangos se haba ahorcado un seor, Ruth no le crea mucho, pero luego le seal un rbol muy alto: de una de sus ramas penda un pedazo de soga. Al fin llegaron donde queran, pero evidentemente ya otros haban visitado el lugar, solo haba uno que otro fruto en las ramas ms altas e inaccesibles. Decidieron adentrarse ms, pero cuando estaban caminando Carlos dio la voz de alarma, alguien se acercaba entre los arbustos. Se detuvieron, estaban seguros de que los haban visto. Freddy le dijo a Ruth: Pngase detrs de m. Carlos se adelant un poco y se detuvo. Lo conoces? le pregunt Freddy. No s respondi Carlos sin voltear a mirarlo espero que s.
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A Ruth la tensin del encuentro se le haba convertido en miedo, al ver el comportamiento de sus compaeros. Los del barrio Los Espinos eran quienes ms visitaban el lugar debido a su cercana. Carlos se la pasaba por all porque tena muchos conocidos a pesar de no ser de ese barrio. De cualquier manera fue al encuentro del chamo cuando ste sali al descubierto; demostrar temor era fatal en estos casos. El chamo era un negrito alto con el trax descubierto, tena puesta una gorra y unas botas de goma altas, donde llevaba metidos los ruedos de su jean; traa un machete en la mano. Hablaron unos instantes, y Carlos volvi despus con una expresin de alegra en el rostro. Si lo conozco dijo, vamos, nos va a llevar donde hay mangos. Carlos regres trayendo a sus dos compaeros y los present, Freddy lo haba visto antes y se dieron la mano a la manera como se saludan los panas. Carlos le dijo que Ruth era una amiga y que estudiaba con ellos, y l la mir y pareci conforme. Caminaron detrs de l a travs de un sendero oculto por la espesura que formaban la maleza y los arbustos. Pronto llegaron a un lugar ms despejado. Tenan que cruzar una quebrada; era bastante ancha y no tena agua corriente, pero todo el fondo estaba cubierto de basura mezclada con un barro negro muy hmedo y haba charcos por aqu y por all. Caminaron a lo largo
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de la quebrada hasta un tubo de concreto que la atravesaba. A Ruth le pareca que no iba a poder cruzar. Efectivamente, apenas puso el pie en el tubo perdi el equilibrio y se cay hacia adelante, sobre sus dos manos, sus pies tambin se hundieron en el barro, Freddy la ayud a levantarse. Ests bien? le pregunt. Ella haba sentido un ardor al tratar de limpiarse la mano, la mir y a travs del agua sucia y el barro pudo ver que tena una cortada atravesando la palma, era poco profunda porque casi no sala sangre, seguramente al caer sobre la basura se haba cortado con un vidrio. S, no me pas nada dijo ocultando la mano, y rogando a Dios que la herida no tuviera consecuencias por estar expuesta a la suciedad. Freddy vio sus zapatos llenos de barro y las rodillas tambin. Ruth, la regaan por eso? le dijo; ella se contempl y mientras senta que se le formaba un nudo en la garganta, respondi, forzando la voz para que se oyera natural: No, no creo. Por fin cruzaron (Ruth de la mano de Freddy). Del otro lado, despus de adentrarse otra vez por caminos ocultos entre la maleza, salieron a un sitio donde haba un rbol con abundantes frutos en sus ramas ms al.89.

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tas. Cerca, ms all, se vean unas chozas. Empezaron tirando piedras a ver si los podan bajar, pero luego Freddy decidi subir. El rbol era realmente grande, deba tener como doce metros de alto, y estaba bien enramado, al poco de subir, Ruth lo perdi de vista y cuando l hablaba su voz se escuchaba lejana. Segua subiendo, Ruth apoyaba sus manos en el tronco del rbol mientras acercaba la cara a ste, tratando de distinguirlo entre las ramas. De pronto sinti que la herida le quemaba, ella retiro la mano y mir, pero el tronco estaba rugoso y limpio de insectos y su mano tambin. Volvi a apoyarla y lo volvi a sentir, pero no era solo una sensacin quemante, tambin un malestar en el estmago, una pesadez, un disgusto, pero cuando quitaba la mano ya no senta nada. Entonces dijo: Freddy, mejor baja, no subas ms alto. Ya falta poco respondi l, aqu hay una rama con bastantes mangos. En eso se acerc un seor, vena de las chozas y les dijo a Ruth y Carlos que le dijeran a su amigo que bajara, que ya hace poco haba ocurrido un accidente, una persona haba cado del rbol y no quera tener que llamar a la ambulancia ni tener ms problemas. Carlos llam a Freddy en voz alta para que lo pudiera escuchar, y le dijo que all estaba un seor que deca que se bajara. Entonces Freddy descendi. Mientras bajaba Ruth volvi a poner la mano encima del tronco; ya no quemaba ni lo acompaaba sen.90.

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sacin desagradable alguna. Al retirar la mano sinti algo fresco y hmedo sobre su piel, la mir, algo semilquido y transparente se le haba adherido a la palma, como si el rbol hubiera rezumado resina, pero volvi a mirar el tronco y estaba limpio. Se restreg la mano que ola a esencia vegetal y esta vez no sinti ardor al deslizarla sobre el pantaln. Escuch un ruido de alas, fuerte, como de un ave grande y se volvi a mirar, pero solo consigui ver, un poco ms lejos, una sombra entre las hojas de los rboles, detrs de un pino, el nico que haba visto en todo lo que haban caminado. Era admirable, grande y simtrico, el viento empez a silbar sobre l. Hubiera querido acercarse, pero el seor les pidi que lo acompaaran. Fueron hasta donde estaban las chozas, haba cuatro o cinco alrededor de un espacio de tierra. En la entrada a esa especie de patio haba una jaula grande donde estaban encerrados algunos conejos. El seor les ofreci unos mangos que estaban en una batea, le haba dicho al chamo que los haba conducido hasta all que los trajera. Tomen lo que gustenles dijo, y Freddy y Carlos tomaron algunos mientras les contaba que no les convena que hubiese accidentes porque tenan que llamar a la ambulancia y tambin podan venir los policas. Pareca no querer que se acercaran por all. De regreso, Ruth pregunt a sus compaeros quines eran esas gentes y por qu vivan all, y Carlos con.91.

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test que vivan all escondidos de la polica. Trataban de pasar desapercibidos, tenan cuentas pendientes con la ley y no queran ir presos. Cuando salieron a la avenida, la tarde declinaba, eran ms de las seis y media. Reparta usted Ruth, nosotros estaremos de acuerdo le dijo Freddy. Bueno respondi Ruth con una sonrisa, sbitamente conmovida por lo que consideraba un gran honor. Se sentaron all, en plena vereda, mientras reparta el botn, luego se despidieron y cada quien regres a su casa. Cuando Ruth lleg a casa su padre ya haba llegado, salud a la madre, que estaba en la cocina y quien afortunadamente apenas la mir, no dndose cuenta de que estaba manchada de barro. Luego cruz la sala para ir a su cuarto a cambiarse. Antes de que pudiera entrar, la puerta que estaba ms all, en el angosto pasillo, se abri y apareci su padre, que se haba levantado, interrumpiendo su descanso, cuando escuch que Ruth abra la puerta de la habitacin. Ests llegando muy tarde dijo muy serio y regres a acostarse otra vez. Ruth se qued mirando la puerta que l haba dejado entornada, se mir los zapatos. Casi nunca le hablaba
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por propia iniciativa a menos que fuese muy necesario, y haca tiempo no ocurra una circunstancia que lo justificase. Podra alegrarse por su inters o molestarse porque sus palabras le sonaban extraas, como las de un desconocido que de pronto quisiera tomarse atribuciones de padre. Cuando Ruth le hablaba era como si l no le oyera, tena que repetir la pregunta cuando quera una respuesta y solo responda lo necesario, palabras cortas, sin establecer contacto visual la mayora de las veces. Esto tambin suceda con Sol de Mar, pero a ella pareca no importarle mucho, no se notaba que lo sintiese demasiado. Quiz era ms feliz as, ms libre, al menos eso era lo que Ruth pensaba. Por fin entr, dej el bolso en el cuarto y fue primero que todo a lavarse las manos. Se qued sorprendida. No tena ninguna huella de la cortada; se pas el pulgar de la otra mano sobre la superficie como si ya no confiara en su vista para hallar la lastimadura, pero su piel estaba intacta. Record entonces el parque, los rboles, el pino. Otra vez, como una repentina brisa, brot ntida en la imagen del parque que ahora recordaba, la leyenda de un bosque indomable. El pino era altivo y vigilaba, el aleteo del ave la haba alertado acerca de l; los dems rboles mantenan el acuerdo, seguan sus preceptos. l guardaba algo especial, algo solemne. Todos ellos
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eran reyes en su espacio, no se regan por nada humano y nuestras voces eran para ellos lo mismo que su silencio para nosotros. Haba entendido al palo de mango, lo que comunicaba de su esencia, de su vida de sol y tierra a su esencia de sangre, sinti lo que pensaba en ese momento; no quera que su compaero subiera porque sus ramas ms altas eran dbiles y se romperan con su peso, ya haba pasado una vez y no quera que volviera a repetirse, que se hiciera dao, tan cerca de l.

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Solo haba cruzado la reja, cuando, al ir avanzando con la masa de estudiantes vio a dos muchachas encontrarse dentro de la multitud. Se abrazaron llorando. Una de ellas era de su seccin. No poda recordar despus, en que momento lo escuch, ni quin lo dijo. Era como si el mensaje hubiese llegado con esa imagen. Elizabeth y Silvia se haban suicidado el da anterior. La profesora de Ingls traslad a todos los que podan caber en su carro, hasta la funeraria. Ruth estaba con ellos. El trayecto fue demasiado corto para poder pensar. Ni siquiera se dio cuenta de los compaeros que iban con ella. Cuando llegaron encontraron una gran cantidad de gente. Una buena parte del liceo se haba acercado, adems de las otras personas, probablemente sus familiares y amigos.
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A la entrada de la sala velatoria contempl en la cartelera los nombres de sus compaeras. Silvia y Elizabeth murmur, recordando que apenas ayer las haba visto con vida. Contempl la multitud asistente y a los que seguan llegando todava y se pregunt: son tantos y ninguna de estas personas pudo hacer nada?. Continu mirando alrededor. Se preguntaba por qu era tan fcil llorar para la gente era as de fcil? Tan fcil Qu importaba ahora, de qu valan en este momento las demostraciones de solidaridad y afecto; que les dedicaran palabras hermosas o que comentaran sus problemas. A quin queran engaar. Ya no serva de nada. Mir a sus compaeros. Ahora ms que nunca los detestaba, no quera verlos ni escucharlos. No poda ser como ellos. No poda llorar. Se senta inconsolablemente triste, pero no las haba tratado casi, no se haba acercado a ellas. No poda llorar. Senta mucho no tener ese derecho. Era un castigo terrible, insoportable, pero a la vez necesitaba respetar la barrera que nunca fue capaz de penetrar. Tena que ser
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lo que haba sido para ellas hasta el final. No poda mentirse a s misma, menos en ese momento, cuando se daba cuenta que haba perdido mucho, demasiado, con su aislamiento. Sin embargo, cumplira bien con esa despedida. Hizo la cola para acercarse a los fretros. Las distingui mientras se acercaba, a travs del cristal de sus respectivos atades, all parecan mayores de lo que haban sido, tenan la cara hinchada por efecto del veneno, y el maquillaje que les haban puesto, excesivo, en vez de disimular esto, lo resaltaba. Orqudea haba sufrido una crisis de llanto al verlas as, se haba apartado a un rincn y Erica estaba junto a ella intentando consolarla, aunque tambin lloraba. Ruth pas rpidamente. No eran ellas. Dnde estaban los rasgos finos y delicados de Elizabeth (ahora recordaba su nombre escrito en la cartelera). La carita blanca y redonda de Silvia tambin luca irreconocible, ella jams se hubiese maquillado as, con esa sombra y rojo en los labios, casi nunca se maquillaba, o usaba a veces un labial rosa plido. No podan ser ellas. Cerca de la entrada, una nia pequea, quiz de cinco o seis aos, corra de un lado a otro, ondeando su holgado vestido, de color oscuro e impecable pechera blanca. Un lazo azul sostena una parte de su cabello. Su madre, que conversaba con otras dos seoras, intent retenerla cuando fue hacia ella, pero la nia, despus de abrazarla, se fue otra vez corriendo.
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Al verla, Ruth no pudo soportar ms, sali afuera. Chispas de lluvia caan a ratos mientras caminaba por la calle. En algn momento lleg a su casa. No recordaba el camino recorrido, ni el tiempo. Afuera llova torrencialmente y estaba oscuro, eran alrededor de las cuatro de la tarde pero pareca estar anocheciendo. Le dolan las piernas. Comenzaron a aparecer en su memoria ecos de cosas que haba escuchado: cornetazos, insultos, ruido de carros. Acaso haba caminado por la autopista, y la haba cruzado sin mirar? Si, eso era. Lo record como un sueo: no haba tenido el miedo de otras veces. No mir a los lados. Solo cerr los ojos y las lgrimas retenidas bajaron mientras segua avanzando lentamente, sin detenerse. Los carros pasaron detrs de ella, muy cerca. Ahora estaba en la cama con la ropa puesta, recostada sobre su costado. Miraba su mano derecha inmvil, y su antebrazo al lado de su cabeza, sobre la almohada. Su piel delgada, plida, casi transparente, le pareci algo tan frgil que su otra mano se acerc y pas sus dedos muy lentamente sobre ella, acaricindola. Yo s te quiero dijo, y unas gotas tibias se liberaron y se deslizaron hasta la almohada, y les siguieron ms. Caan copiosamente, una tras otra.

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Al da siguiente, Sol de Mar prepar el desayuno. Sus padres se haban vuelto a ir el da anterior, esta vez estaran fuera un tiempo ms prolongado. Cuando todo estuvo listo llam a Ruth tocando la puerta de su cuarto. La haba visto ms temprano, cuando sala del bao. Despus de comer, como no vena, se asom a su cuarto. Estaba sentada frente a la cama de espaldas a la puerta, y lloraba en silencio. Sol saba lo que haba pasado. Ruth, no haba tenido la oportunidad de hablar contigo quiero decir que lo siento por lo de tus compaeras, no las llegu a conocer pero es que aun as, es muy triste. Eran tan jovencitas unas nias Ruth no dijo nada. Tena la mirada fija en la cama. Pensaba en ese momento en todo lo que no haba podido resolver, en todos los problemas, en cada una de las cosas que le molestaban. Todo se mezclaba con la presencia de su hermana en la habitacin, con las palabras que pronunciaba. Ahora volva a escuchar la voz de Sol. No quieres hablar de eso? Ruth se pas la mano por los ojos antes de responder.

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Preferira que me hubieses escuchado cuando estaba bien murmur con un gran esfuerzo, sin desviar su mirada posada sobre el mismo punto. Sus ojos volvieron a rebosar. Un caudal abundante, incontenible, corra por su rostro nuevamente. Bueno, entonces volveremos a hablar despus cuando ests mejor. Te dej algo de comer en la cocina respondi Sol y sali de la habitacin.

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Entr tarde, no quera ser la primera y ver llegar a los dems. Algunos pupitres estaban ocupados por bolsos o cuadernos, y haba solo dos o tres compaeras dentro del saln. Los muchachos llegaban, dejaban los cuadernos y salan mientras esperaban al profesor. Nadie alborotaba. Esto, como un signo de respeto mudo envolva el comportamiento de todos el primer da, despus del velorio y el perodo de duelo. Aunque solo durara ese da, se revelaba como la ms sincera expresin del luto: la intencin de retomar gradualmente las actividades, de reencontrarse en ese lugar, ya sin ellas. Jorge lleg y pregunt sin dirigirse a nadie en particular cmo se encontraban. Luego habl un momento con Erica y cruz de nuevo el saln con la intencin de salir. Pal estaba cruzado en la puerta, hablando con alguien que estaba afuera, Jorge se abri paso con un
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contacto y sali sin darle ninguna importancia. Pal lo mir un momento antes de entrar. Las dems compaeras salieron despus. Ruth se haba levantado, acomod algo dentro del morral y lo cerr. Pal llegaba a su reino balanceando el bolso en la mano, contento. Le deca al compaero que le haca siempre sombra: Bueno, echamos a una (Ruth saba que se refera a Roxana) y ya terminamos con dos, ahora nos falta se dijo sealando con la cara a Jorge que acababa de salir, y que al igual que Roxana, Elizabeth y Silvia nunca le haba cado bien, solo porque no alababa su asqueroso comportamiento y haca lo que quera, yendo de aqu para all. Ruth lo escuch. Por supuesto no era verdad, era un alarde estpido y sin fundamento, pero la crueldad implcita contra aquellas que no tendran nunca ms la oportunidad de defenderse, fue demasiado para ella, no poda dejar pasar eso. No eso tambin. Cllate! le dijo. Pal la mir sorprendido en una pausa donde ella hubiese podido seguir con su reclamo, pero no dijo nada ms, solo lo miraba fijamente. l se ri con esa risa forzada y burlona que tena en todo momento. Ojal te murieras le dijo.
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Ruth sinti un calor subiendo por su rostro como un incontenible incendio que mora aferrndose a sus ojos, consumindolos con violencia en un nico estallido. No pestae ni se movi. No dijo nada. Pero si la hubiera tocado no habra podido soportarlo. Habra gritado de asco. Entr alguien y sinti vergenza de estar a solas con l, aunque sus compinches no lo dejaban solo, le rondaban por detrs, llegaban y salan, apoyndolo indirectamente, fingiendo indiferencia ante la escena o se rean mirndola de reojo para que supiera que no les importaba lo que ella dijera. Entonces Ruth tom su bolso y sali del saln. El profesor de Castellano, coment un poco acerca de lo ocurrido con Elizabeth y Silvia. Por supuesto lo lamentaba. Ese era el da en el que todos los profesores diran algo acerca de lo sucedido antes de comenzar su clase. Otros llegaron diciendo que se sospechaba por la manera en que lo haban hecho, que pudieran haber estado involucradas con una secta. Las velas, los smbolos, hacan temer eso, e instaban a los alumnos a no dejarse arrastrar por grupos extraos y a mantener una comunicacin abierta con sus padres y profesores. Se haba descuidado apenas un momento. En clase se haba parado para ir hasta el escritorio del profesor. De vuelta, busc su sacapuntas y no lo encontr. Mir
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por todas partes, hasta en el piso. Las risas de atrs le dieron la pista: Pal y su grupito. Se fij bien, Soraya lo tena en la mano, se los mostraba a ellos. Ruth se levant y en un momento estuvo frente a ella. Dame el sacapuntas Soraya le dijo calmadamente, pero lista para decir todo lo que pensaba de ella y del grupo, en plena clase y delante de todos, como lo haba hecho Roxana en una ocasin, ya no le importaba absolutamente nada. Sin embargo, Soraya se lo dio, seria, sin ninguna explicacin. Ruth lo tom, ms con un gesto de derrota que de triunfo y regres a su puesto. Desde el momento en que haba enfrentado a Pal, saba que haba echado su suerte. Antes crea, tena la esperanza, de que un da despertara y se dara cuenta de que haba estado equivocada, o ms aun, simplemente sera igual a ellos y no existira en su memoria el recuerdo de los das previos, hostiles. Pero no sera as, nunca sera as. Ruth pensaba que era increble que Pal hubiese tenido tanto xito. Del grupo del ao anterior, se conservaban, Erica, Orqudea, Jorge, Soraya, y otros cuatro compaeros, de los cuales dos estaban con l y los dems aprobaban implcitamente todo lo que l haca.
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La clase termin a las seis. A esa hora el sol, que declinaba con matiz de fuego y de calma, ilumin a medias el saln y muy especialmente aquel lejano rincn, a un lado de la pared de atrs, junto a la ventana, manchndolo con franjas de ocre y rojo aejo. Lo haba descubierto tiempo atrs, dentro de su espera por ver finalizar las clases. Ese lugar, que el sol llegaba a teir, era una antesala a su visita al parque, la llamaba desde esa luz, de color suave y tangible como si se convirtiera en un pauelo vaporoso, que poda oler y que poda doblar y guardar. Ese sol era distinto al del resto del da, que no le atraa para nada. Se reconciliaba con l en este instante, era ms amigable con ella en su despedida. Al darse cuenta de que era el momento, volte la cabeza para mirar esa parte de la pared como acostumbraba hacerlo. Entonces vio a Jorge, como lo haba visto otras veces. Siempre se sentaba atrs, de ese lado; estaba recostado hacia adelante apoyando el mentn sobre su mano, contemplando sus propios pensamientos con una mirada que haba dejado atrs todo lo que le rodeaba, sin dejar de ser por ello, profunda y decidida. Vio su cabello largo fulgurar a la cascada de luz solar, y como se iluminaban sus ojos reflejando el resplandor. En un momento como ese, la luz con tinte de atardecer se burlaba de la simetra de las formas, de la frivolidad y la indiferencia de las caras que iluminaba, pero no de l.
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Saba quin era, cmo se comportaba, como lo saba tambin de cada uno de los que estaban en el saln, no era tan diferente a sus otros compaeros, sin embargo, antes haba pensado que l podra hacer que las cosas fuesen de otra manera, lo haba demostrado muchas veces. Si no era delegado de su saln era porque no quera, prefera vivir sin responsabilidades. Los dems tambin podran hacer muchas cosas ms que conformarse con las clases y quedarse simplemente en el saln toda la tarde, en un mundo prefabricado, donde siempre son otros los que deciden. Pero esa tarde no pens eso. Pas de largo. No mir ms a Jorge. Ms all estaba ese rincn, ese sitio clido detrs de l, al fondo, donde no llegaban ya los pupitres vacos de los ltimos puestos, sino alguno que otro, inservible, lejano, olvidado. Se volvi hacia delante y dej que el sol le diera en la vista tambin, mirando fijamente su luz tibia y envolvente; su luz roja, su luz ocre, su luz leve. Estaba tambin all como ellos. Pensaba si alguien la mirara tambin y emitira un juicio sobre ella, si llegara a saberlo, si le servira de algo. Haba que enfrentar muchas cosas que a nadie importaban, en este lugar donde la indiferencia marcaba cada uno de los instantes que pasaban. Desde su pupitre, Ruth miraba por la ventana que se extenda a todo lo largo del saln, pero no prestaba realmente atencin, ni tena inters por ver algo en par.106.

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ticular. Todos se haban ido ya, sin haber hecho caso nunca de su condena silenciosa, siempre frenando con su impasibilidad la corriente de las acciones, sin participar jams en las escenas de dolor o alegra, ellos y ella eran tan extraos en trato, como conocidos por todos sus movimientos. Ahora observaba de nuevo aquel rincn, el ngulo que formaba la pared de atrs, los ladrillos rojos garabateados con la ventana lateral por donde entraba la luz amarilla y moribunda de la avanzada tarde, destacando la penumbra. Se levant y se acerc lentamente, entrando poco a poco a ese escenario. Se sent en ese rincn y se recost en la pared. No tena ganas de volver a casa, de seguir la rutina, quera descansar. Trataba de ver claramente, de comprender al mundo que acababa de abandonar al entrar en ese crculo de luz, a los que se haban ido; pero no saba si quera hacerlo en realidad. Tema descubrir algo que la atrapara para siempre, que la hiciese cambiar, que la hiciese aceptar dcilmente todo lo que la rodeaba. Pens en muchas cosas; en aqul compaero, que tena tanto, pero no pareca molestarle el entorno. l era alguien al que todos escucharan, tena un encanto muy especial. Pero no pareca importarle mucho nada ni nadie.
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El desfile de recuerdos la entristeca y las nubes se juntaban en el vaco. De pronto escuch el estruendo, el mismo que otros tambin escucharon alguna vez dentro de s y que era solo una palabra: Basta!. A las seis, el cielo se haba nublado y el saln tom el aspecto de una celda medieval, el sol no iluminaba ms aqul rincn que ahora se vea distinto bajo la luz artificial de las lmparas fluorescentes. En la mano sostena una hoja de examen sin mirarla. Pensar, solo pensar que a principios de ao haban hecho un trabajo, juntos, en clase de historia, Roxana y ella, con Pal, Soraya, y Jorge. Sus nombres estaban en ese papel, intil ahora como un cristal roto. Lo haban hecho bien, haban sacado una nota sobresaliente. Poda recordar la calma de ese da, las contribuciones que hizo cada uno, su participacin en clase. Tena la prueba de que eso haba ocurrido. Solo la pasada noche, revisando los papeles que se iban acumulando sobre el escritorio, haba visto los nombres escritos con su letra, en ese trabajo que le toc guardar a ella. Era increble como podan cambiar las cosas. No poda mirarlo otra vez. Prefera pensar como ahora, con la cabeza recostada en la pared. Record a Roxana. Su antigua amistad la guardaba con profunda devocin. Su cabello haba recogido el fro del entorno mientras haca memoria de muchas noches estrelladas para
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apaciguar su desilusin, aunque no tenan ms significado para ella que las luces en un cielo nocturno. No deseaba sentirse as, le dola desamparar su razn, su amor, su mundo, saba que en algn lugar poda ser verdad, lo saba muy en el fondo, pero aun esto era una dbil esperanza, era una verdad que no encontraba cabida aqu. Senta mucho dolor en la espalda y la frente, pero no se levant ni cambi de posicin. Era la hora, este era el pago por la traicin a una promesa que no haba tenido el valor de hacer. Tena que compensar tantas cosas... tarde o temprano deba pagar el precio por no ser una verdadera persona. Escuchaba como si a lo lejos arrastraran un pupitre. Deban ser como las ocho de la noche. Saba que no haba nadie en el liceo a esa hora; ella, indiferente, segua pensando, se imaginaba el verdor de un bosque bajo el cielo nublado, ese era su mundo: una espera ms larga que los aos, un ayer muy cercano parecido a la eternidad; venme a buscar pareca decir en aqul lugar el alma dormida de un rbol que soaba y viva, y no era solo un elemento ms del paisaje. Ese lugar se extenda por todas direcciones, cubra toda una regin, y ms all haba montaas envueltas en un silencio que siempre haba querido escuchar. No saba por qu perciba ruidos lejanos y lnguidos. Tena la capacidad de ver detrs de las cosas, de ver la
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sombra de las cosas, ese rincn detrs de su compaero era como un sueo lejano, como un dolor conquistado, como una relacin de hechos que no poda recordar, pero que la memoria reclamaba una y otra vez. Tena mucho sueo y un gran malestar; una opresin dolorosa en la frente y en la boca del estmago, pero deseaba prevalecer por sobre todo eso para seguir pensando sin prisa. Y sin embargo, de esos pensamientos se iba alejando el ideal, Robin Hood, como si todo terminara y ya nada tuviera importancia, como una pregunta sin respuesta con el eco perdindose en la lejana. Apoy la frente en las rodillas durante un rato y cerr los ojos, porque todo a su alrededor pareca girar rpidamente. Al sentir ese estremecimiento se aferr sobre s misma, tratando de resistir, pero las fuerzas la abandonaban. No obstante haberse obligado a permanecer rgida, pudo percibir vagamente que se deslizaba al piso. La escena transcurra muy lentamente, hasta que todo se detuvo, menos el tiempo. En la noche, sin la total oscuridad, las sombras iban de un lado a otro sin entrometerse, con una solidaridad silenciosa que es totalmente diferente a la indiferencia; paseaban sus formas como bailarines de fondo en un gran escenario; a Ruth, que ahora haba bajado a las aguas de un mar tan temido por ella, no le molestaba aunque tampoco le interesaba, y observaba el tifn que arrastraba pensamientos, deseos, sensaciones y sobre todo el vaco, el hasto y el cansancio.
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Pero por qu rendirse tena que ser tan complicado?, por qu no el silencio y ya? Ahora los sonidos que haba escuchado durante el da, el bullicio que se haba colado en su interior, le molestaba, era fuerte y le lastimaba los odos y tambin su fuerza primaria, la que estaba alojada en su carne, la que poda ser lastimada por el significado de las palabras y saba diferenciar en ellas, el sentido aparente, del oculto y exacto, esa dola tambin y se manifestaba en su cuerpo. No estaba segura de aceptar que no era fcil rendirse, cada pequeo ideal, cada sonrisa, cada parte de s sufra, lo reclamaba, se lo reprochaba. Pero algo arrastraba los motivos y todo un mundo de vencedores y vencidos daba vueltas alrededor, mientras que los otros miraban de lejos y pasaban de largo en la multitud de universos. El tiempo transcurra y los fantasmas guardaban sus sombras, los salones contiguos cerraban sus puertas, sus mundos y sus sonidos. Luego la noche se hundi hasta lo ms profundo y las nubes cubrieron el cielo como siempre en los sueos de Ruth. Entonces escuch una voz. A veces era ella la que pronunciaba las palabras: tena que responder, pero aun su respuesta era extraa, porque haba estado muy dentro de de ella y nunca antes la haba odo. Quin penetra al Bosque oscuro que re a escondidas, que llora noche y da?
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Masca algo amargo y su corazn es de hielo. El viento se detiene para escuchar tu voz: Amigo, noble amigo, la muerte para m es un favor. En este Bosque dej algo que no poda cuidar, quisiera irlo a buscar mientras la luz de la noche riega poemas, mientras sueo; mientras duermo, mientras la muerte est solo en mis ojos, y de mi boca sale una cancin. Ya viene el alba, ya viene, ya viene el sol.

Despus pudo ver claramente una imagen; ella de nia con una hermosa ave en sus manos, era feliz. Corra por un lugar donde el suelo bajaba y suba cubierto de un pasto largo, de color verde amarillento, peinado por el viento. Sostena al ave en alto mientras rea y segua corriendo por ese lugar desconocido, bajo un cielo impreciso, velado por una neblina blanca y brillante. De pronto tropez con un tronco seco recostado en el suelo, que no vio por estar mirando hacia arriba. Al caer haba soltado al pjaro y desde el suelo lo haba visto alejarse, y se sinti triste. Amaneci. El final no haba llegado, apenas una visin, pero la lucha an no se haba consumado, ni se haba extinguido todo deseo de realizacin. Ruth se
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despert en un momento dado, sobresaltada, con la piel fra y el cuerpo adolorido, senta cansancio y una opresin molesta en la cabeza que se acentuaba con cualquier movimiento. Se levant con trabajo y escuch con temor el bullicio de los alumnos que iban llegando y esperaban afuera; los del turno de la maana. Pronto tocaran el timbre de entrada. Esper un momento, luego, sali con cautela al pasillo y se asom por el balcn a ver el movimiento. Haba algunos estudiantes en el primer piso del otro lado; a veces hacan excepciones de acuerdo a circunstancias especficas y dejaban entrar a algunos primero que a los dems. Baj las escaleras que estaban a un lado de su saln y se qued en la mitad del ltimo tramo. El timbre son y las puertas se abrieron de par en par; aprovechando que la multitud entraba, Ruth se abri paso entre ellos y sali.

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Lleg a su casa, una casa vaca, Sol de Mar no haba llegado todava. Se haba quedado el da anterior en casa de una de sus amigas. Entr a su cuarto y cerr las cortinas. Eran ms de las diez cuando Sol de Mar lleg. Se iba a reunir ms tarde con Ivn y el resto del grupo. No pareca tener sentido ahora que haban perdido, pero no se detendran por eso; llevaban mucho tiempo haciendo planes para construir mecanismos, que funcionaran de manera independiente de organizaciones cuya cadena estaba deteriorada y mal constituida. Su institucin se vena abajo por la desidia de aquellos que se haban comprometido con su mantenimiento y avance. Ella haba llevado con responsabilidad su parte. Haba organizado algunos actos para la semana aniversaria
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del liceo junto a la coordinacin de su ao. Siempre se involucraba como voluntaria en todo tipo de actividades, en la medida en que poda. En cuanto a Ivn la fogosidad de sus palabras y su beligerancia siempre haban llamado su atencin, pero para Sol de Mar la violencia era contraproducente. El ataque frontal incluso de palabra, sera en estos momentos una provocacin, un desafo, una retaliacin; ni siquiera la injusticia imperante la poda justificar. Tratara de drselo a entender, ahora que volveran a reunirse. Ivn era un buen amigo, pero comenzaba a disentir de sus opiniones, y sostenerlas frente a terceros requera un esfuerzo muy grande; la solidaridad que en un principio surga de manera natural, se haba convertido en un peso difcil de sostener. Ser rebelde ya no le satisfaca, quera saber lo que haca falta para que lo que ella pensaba fuese posible.

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En otra regin, ms cercana al bosque que Ruth buscaba en sueos, el atardecer lmpido marcaba tambin la necesidad del desenlace de acontecimientos guardados en el tiempo. La espera estaba llegando a su fin. La ciudad principal, Bllemin, se encontraba en una zona bastante inhspita, cercana al mar. Aunque su distribucin pareca desordenada, se vean construcciones esmeradas. El clima era muy caluroso. El pas era bastante grande, pero haba pocas tierras cultivables, no era una regin accidentada y la planicie se perda hacia el Norte y el Oeste. En una taberna de esa ciudad del sur, una despreocupada joven vestida al estilo marcial; aunque sin capa, y sin ms resguardo para su cabeza que su cabello oscuro y suelto; cruzaba la sala, pasando entre
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las mesas, antes de encontrar su lugar acostumbrado. Trataba de disimular una sonrisa espontnea pero sus ojos no eran cmplices en esta intencin e irradiaban su alegra. Iba pasando la voz a todos sus conocidos. Se le vea muy bien arreglada a pesar de haber impuesto como emblema de rebelda el deliberado descuido en algunos detalles para el uso de las finas prendas que ostentaba; que por dems, a simple vista se apreciaba, estaban diseadas para dar la sensacin de impecabilidad y perfeccin. De cualquier manera, conocidos o no, todos se volvieron a verla cuando entr. En efecto, pareca extraa su forma de vestir en un lugar donde el relajamiento, la libertad y despreocupacin, reinaban, y que acentuaba en ella un aire muy digno y sobrio a su pesar, que muchas veces trataba de ocultar con un comportamiento informal como en aquel momento, pero que afloraba hasta en su manera de caminar y de moverse, en su manera natural de ser que no poda disimular. Sin embargo, la extraeza no surgi en este sentido. Todos all estaban familiarizados con su presencia, aunque casi nunca haba entrado vestida as, solo cuando representaba la autoridad del Rey, pero en esas ocasiones no saludaba a nadie, por lo menos no abiertamente, as que algo fuera de lo comn ocurra. En realidad, se finiquitaban los ltimos detalles acerca del viaje que Norvania Arquesia, la joven que haba entrado de esta manera, llevara a cabo. Se despeda, pero por corto tiempo, de sus compaeros de armas. Los detalles de su prximo encuentro era lo que discutan en ese momento.
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Hola Norvania exclamaban de varios lugares a la vez, y ella responda al saludo. Finalmente, levant por ltima vez la mano y se sent en la barra junto a Zersn, su ms antiguo compaero desde que llegara a esa regin cinco aos atrs, y el de mayor edad en la compaa. Compaeros, brindemos! dijo Norvania alegremente desde su asiento, levantando su vaso, volvindose por completo para que la invitacin llegara a todas las mesas del lugar. As que partes hoy mismo dijo Zersn despus de eso. S, la paga ha sido muy buena, pero es hora de buscar otro tipo de compensaciones. Eh, Norvania exclamaron de una de las mesas, me tengo que ir a ver a Lthailin, creo que ya se enter del viaje porque mand a decir que no quera saber nada de m. Norvania se volte otra vez para ver al que le hablaba. Lrgate a despedirte de tu enamorada le dijo mientras le vea levantarse apesadumbrado, los dems te informarn.

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Te das cuenta? dijo volvindose a Zersn, no es justo que los obliguen a ir, despus del tiempo tan largo que estuvimos fuera. Se supone que estn de licencia, tienen familia, a mi no me importa emprender un nuevo viaje, de hecho ese es mi deseo, pero a ellos les interesa ms quedarse. Ah, nunca seremos libres ni siquiera por un tiempo, ni aun yo. Bueno Norvania, el Rey nos llam comenz a explicar, vacilando, Zersn. S, s, ya s que el Rey habl con ustedes continu, dirigindose a Zersn. No pude evitar que se enterara de mis planes. l mismo me pregunt que hara en este tiempo, solo le dije que viajara a Lamix para que no fuese a pensar mal si se enteraba en mi ausencia. No quera que l se involucrara, pero me llam despus hizo una pausa mientras beba el contenido del vaso que apenas haba probado al brindar. No me gusta prosigui, sin mirar a Zersn. Me record el juramento de fidelidad. l sabe por qu voy, pero no sabe realmente lo que quiero. Est al tanto en lo que se refiere a la Piedra, sospecha que algo est sucediendo all; todo por ese maldito mago que est ahora con l, de lo contrario no se habra interesado nadie se acordara de ella. Yo ya lo haba estado pensando. Le expliqu que no es un poder que cualquiera pueda tomar, pero l se ha ido por all, est muy interesado en ella y en lo que podra lograr si la tuviera. Mucha gente

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debe pensar lo mismo dijo bebiendo seguidamente el resto que haba dejado en el vaso. Me imagino que fue menos prolfico en palabras con ustedes. Nos dijo que te acompaemos todos, y que observemos lo que all sucede. Como estamos en buenas relaciones, vamos llevando un cargamento para el cumplimiento de un trueque comercial. Estas no van a ser unas vacaciones muy tranquilas. Pero ustedes no tienen de que preocuparse, tenemos suficiente dinero para disfrutar la inmensa variedad de manjares, en esa tierra prdiga . Zersn, serio hasta ese momento sonri. De que te res? Dijo Norvania sonriendo a su vez, no es lo que dicen todos? La tierra ms codiciada, lstima que est ocupada. Qu manera ms irresponsable de pensar agreg meneando la cabeza. En ese momento Avard se levant de una de las mesas y se acerc, se sent en la barra junto a Norvania para escuchar lo que deca. Entonces ella habl en voz alta. Debo ir yo primero, sola. Tengo que hablar con Mixi Rodhelwein. El sabueso ms fino que tiene La Institucin coment Avard. Norvania lo mir un momento muy seria.

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No hables tan a la ligera. No la conoces. Es una de las personas ms eficientes y decentes, a pesar de pertenecer a La Institucin. En fin, nos reuniremos dentro de cuatro das a partir de mi llegada. Informen a los dems dijo, y se escurri con el mayor sigilo, sin despedirse de nadie. Avard mir un momento a Zersn, quien volc su atencin en llenar su vaso, como interrogndole, porque era evidente que Norvania se retiraba molesta, pero al ver su indiferencia, regres a su mesa, mientras Zersn se quedaba pensativo. Pareca cansado. La reunin que Norvania tuvo con el Rey, y que record mientras platicaba con Zersn, haba sido muy significativa en todo sentido. Fue citada en uno de los salones del castillo. El mago estaba presente. Despus de un rato la conversacin recay en el punto que le interesaba al Rey. Seras capaz de encontrarla? le haba preguntado el Monarca a Norvania refirindose a la Piedra. Seor, segn la leyenda Conozco la leyenda dijo, responde la pregunta. Norvania se tom un momento para pensar. No pudo evitar mirar al mago y notar de inmediato que era
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responsable de haber instruido al Rey. Reflexion en la respuesta que le dara; estaba segura de que nunca podra hallarla, pero ya que l lo demandaba, sera exacta adems de veraz. No lo s respondi lentamente pero, si la encontrara, significara que ya no obedezco sus rdenes, por el llamado a una misin ms Ms qu? Elevada? Es un pacto muy antiguo. Un Poder que solo podr ser manejado por la persona que l mismo elegir. Estoy enterado de todo eso. Pens que podras decirme algo ms, algo que quiz sepan solo los de La Institucin. No guardan nada ms, ni siquiera ellos saben su ubicacin. Aunque cualquiera puede intentar encontrarla, ellos precisamente, los Mediadores, estn excluidos de ese derecho. Nunca podran hallarla. Al final el Rey le haba encomendado conseguir ms informacin.

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Haba sentido llegar a Sol pero cuando entr a su cuarto, esta ya se haba ido. Entonces decidi salir y no quedarse ms en el solitario apartamento. Tena la intencin de ir al liceo, pero al bajar del autobs no pudo continuar. El tiempo pareca suspendido. El sofocante calor no la dejaba pensar. Mir el cielo, tena un aspecto desteido, y bajo la luz brillante del sol en su punto ms alto, todo lo que iluminaba se vea difuso, como cubierto por un velo de polvo que flotaba encima de las formas. Entr al parque. Las sombras de los rboles la atrajeron, se vean negras y precisas, parecan impenetrables. Al acercase vio sus siluetas expandindose, con bordes bien delineados, y lo que abarcaban se perciba completamente real y ntido. Un tordo grazn desde un rbol. Ella se sent a observar como el sol se desparramaba tras el paso de una
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pesada nube que haba quitado la luz que velaba todas las cosas. Prefera ver la noche nacer, como lo haca de regreso a casa. Cuando vea encenderse las luces artificiales de la ciudad tambin haca distinciones: la luz blanca, le transmita una sensacin de soledad; la luz amarilla era alegre, como tener compaa. En la noche cada objeto exhalaba su propio fulgor y su significado cobraba ms fuerza. El da con su luz tan brillante pareca absorberlo todo, por eso a Ruth no le gustaba el sol, no le alegraba, al contrario, era molesto, escandaloso, siempre acompaado por el ruido del da. Al menos por esos das lo comprenda de esa manera. En la noche poda encontrar algo de libertad, todo se vea claro, menos pesado y con calma. Pero en el parque era distinto. La noche en la ciudad era como las sombras de los rboles en pleno medioda. Mientras pensaba, las horas pasaban lentamente. Decidi caminar. Lleg ms al fondo hasta unos bancos rodeados en parte por caas de bamb que provean una tupida sombra y el lugar todava conservaba la humedad de pasadas lluvias. De la tierra, al lado de las caas, sobresalan vetas de piedra. No las haba visto antes. Mientras observaba con atencin, fueron apareciendo alrededor otras parecidas, disimuladas, cubiertas por hojas y otros restos vegetales. Al detallarlas vio
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las hendeduras de violentos contornos irregulares que las surcaban. Los tonos tan dispares, de lo brillante a lo oscuro, parecan predominar sobre todo e imponerse en el pensamiento, las piedras plidas, recogan sobre s toda la luz; las grises sobresalientes proyectaban sombras, sugiriendo mundos desconocidos. Encajaban unas al lado de otras, tejiendo entre ellas cavidades que parecan cuevas en miniatura. Le pareca que haba sido apartada de todo. Era el resultado de la dimisin de todo deseo, el fin de todo pensamiento, y no habra conclusin, de nada vala el tiempo vivido. Nunca haba sentido algo as. Los sonidos cotidianos desaparecieron. Las piedras semejaban ahora un ro petrificado, que bajo el contraste de sus antagnicos tonos, cobraba movimiento, flua. Descubri sobre l imgenes de ese lugar, aqul que haba visto fugazmente en otras ocasiones. No era el bosque. Era otro lugar sin rboles, sin nada que ella amara o deseara. Era un panten sin lpidas ni conos, donde terminaba cualquier realidad. Grandes bloques de piedra y arena, y tambin, aunque no lograba verlo, saba que el mar lo rodeaba. Haba pensado demasiado tiempo en sitios lbregos. Quiso apartarse. Mir a su alrededor y no encontr ms que desierto. Se apoy sobre el banco con agitacin y vrtigo, la imagen lo abarcaba todo, no desapareca aunque volviera la mirada a uno u otro lado.
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El sonido de hojas arrastradas por el viento vena de alguna parte, tambin oa como pisadas crujiendo sobre las hierbas y otros sonidos ms. Los escuch por un momento; eran saltos espordicos, abrindose paso. Haba prisa en alguna parte muy cerca, del otro lado de la pared invisible de la imagen presente. Pero a medida que descubra los detalles del nuevo paisaje donde se encontraba, se iba apagando todo sonido, real o imaginario. Dnde estaba lo que ms deseaba? Dnde estaba el bosque?, ese final solemne Dnde estaba ese rbol que poda ser cualquiera, y que despus de su excursin a la manguera tena la imagen de un pino? Ese rbol que no era un elemento ms del paisaje, que le mostraba el camino del bosque. Estaba de pie en el desierto. La brisa vino de atrs con fuerza y silb cortndose sobre ella, la empujaba. De pronto escuch su nombre, y abri los ojos. Pensaba que haba estado mirando alrededor pero en realidad haba cerrado los ojos. Haba estado soando? Estaba arrodillada frente al banco, tena la cabeza apoyada sobre su brazo, recostado sobre el asiento. A su lado estaba Sol de Mar. Por un momento le pareci, al verla, que haba regresado muchos aos atrs y haba estado jugando con ella, imaginando ese lugar. Haca mucho tiempo que no se encontraban en un sitio como ese.
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Ruth, qu haces aqu? Ruth la mir y se incorpor, aferrndose al banco. Se sent. Qu te pas? Ests temblando. Nada contest Ruth. Dnde has estado? No te vi hoy en el liceo. No fui. No te sientes bien? No dorm bien anoche. Y no tena ganas de ir. Lo intent, pero no pude. Bueno, no creo que a nadie le guste mucho el liceo, pero tenemos que estudiar. Las cosas no siempre sern iguales, cambiarn, no te preocupes. Sabes que me contaron algo muy curioso de ti? No es nada malo, todo lo contrario, hablaremos de todo eso con ms calma, acurdate que tenemos una conversacin pendiente. Se est haciendo tarde. Entonces vamos. No, yo no voy a regresar todava. Tengo algo que hacer. Te vas?, pens que habas venido a buscarme.
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Tengo una reunin aqu. Estaba en la biblioteca y te vi pasar. Iba a llamar de todos modos para avisarte. Probablemente tenga que quedarme otra vez donde Clemaris a terminar los carteles y la presentacin que hemos ideado, para el acto de cierre de la semana del liceo, pero ser la ltima vez, por un buen tiempo. No creas, tambin me siento cansada. Ah, dijo Ruth framente est bien. Muy bien. Qu pasa? Hemos tenido que reunirnos con ms frecuencia desde la semana pasada, t sabes, por eso de las elecciones. Pero las elecciones terminaron y ahora le toca el turno a la semana del liceo. S, bueno, nos atrasamos por lo mismo, ambas cosas se juntaron. Siempre ests ocupada, o no ests, solo hablas con tus amigos. Ah, por favor, no te vayas a poner como mam. Ella llam, me oste, llam en la maana, pregunt por ti y t no estabas.

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S, volvi a llamar como a las once, quera hablar conmigo. Lo siento. No quera que tuvieras que mentir por m. No me necesitas para eso... dijo suavemente bajando la cabeza T no me necesitas. Vamos cmo puedes decir eso? Te extrao, en verdad te extrao dijo y no pudo evitar que una lgrima humedeciera sus pestaas. Ruth, lo que pasa es quehan pasado tantas cosas. Tenemos que hablar de eso. Yo te escuchar y t me escuchars, y encontraremos algo que podamos hacer. Seguro que s. Esprame en casa. Esprame hasta maana, y si mam llama, dile la verdad, es solo mi responsabilidad, yo ver como le explico. Ruth se dispona a irse, cuando pareci recordar algo. Sol, espera, quera ver algo dijo y comenz a revisar el suelo alrededor. Las rocas que haba visto sobresalir de la tierra no estaban por ningn lado Qu buscas?

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Quiz no lo vayas a creer dijo detenindose y mirando todava por las cercanas, pero antes de que llegaras, aqu haba unas piedras, estoy segura de haberlas visto en ellas vi otras cosas como un mundo distinto, un lugar de piedra y luz, lejos de todo, aqu mismo, pero ya no estn. T tambin? Entonces, lo conoces? Desde hace un tiempo vengo por aqu cuando quiero estar sola y he visto muchas cosas. No, en serio, me gusta este lugar. Yo s que lo nico que hay son rboles, pero me gusta. Es especial, un lugar para soar. A veces es solo una sensacin lejana acariciando los odos. Algo familiar imposible de precisar. No encaja en ningn recuerdo. Como escuchar una conversacin con voces familiares donde lo nico que alcanzas a or es tu nombre. Y tratas de pensar en algo, de adivinar si es un cario o un regao lo que te espera, o en lo que te mandarn a hacer, si te gustar o no. Te lo dirn, tarde o temprano. En el fondo t sabes que solo lo grato es una sorpresa. Otras veces es como si te esperara algo del otro lado pero tu sabes que no. Que es aqu donde tienes que estar. Y las historias pero crea que lo imaginaba otro da te contar dijo y mir a su alrededorSe ve y se siente diferente ahora muy diferente. Cmo era ese lugar que viste?

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Era un desierto, yo estaba all y no poda volver. No se si fue un sueo, pero era terrible. Es mejor que regreses a casa, mam o pap nos pueden llamar. Vuelve conmigo. No puedo. Los muchachos deben estar a punto de llegar, quedamos en encontrarnos aqu. Pero vete directo a la entrada y recuerda esto: Ten cuidado con lo que piensas, no te dejes atrapar por ningn mundo. Ruth se fue meditando las palabras de Sol. Tenan sentido despus de lo que haba visto. Sol decidi caminar mientras esperaba. Pensaba en los problemas del liceo y tambin en Ruth. Unos nios pasaron corriendo, como persiguindose unos a otros hasta fuera del parque, ella los vio y sigui caminando, dio un rodeo por la biblioteca, despus fue ms all. Quera llegar hasta la frontera, desde donde se podan ver las canchas de bsquet a distancia, pero se encontr con un matorral que se levantaba como un obstculo, y no pudo continuar. Cuando iba a regresar un perro blanco apareci entre esa maleza y se le qued mirando fijamente, sin moverse. Lo haba visto otras veces rondando por la biblioteca. Hizo sonar sus dedos llamndolo, pero el perro baj la cabeza y le gru mostrndole los dientes. Entonces lo dej en paz.
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Escuch algo, como el canto de un ave extraa. El perro huy, pero Sol se qued parada all, mirando hacia un lado y hacia el otro. Lo escuch venir de nuevo, sostenido, como un silbido de flauta, recorriendo una gran distancia; comenz despacio, sosegado, y se hizo ms fuerte, acentundose al final, terminando en una nota fallida, en un grito muy cercano hasta los odos de Sol, un eco que lo abarc todo por un momento. Retrocedi instintivamente. Una intranquilidad dentro de ella haba ido creciendo. No poda ver del otro lado del sonido para saber lo que se acercaba. Ni siquiera poda determinar de donde vena. Cuando dio la vuelta para regresar, algo pas por su lado corriendo, pero tampoco lo alcanz a ver, solo lo sinti deslizarse sobre el pasto y abrirse paso entre los arbustos. No esper ms, tom hacia la va que haba utilizado para llegar hasta all y baj corriendo, trataba de no quitar los ojos del camino, estaba segura de que eso era muy importante. Pero algo la hizo detenerse nuevamente. Esta vez fue un sonido sordo, como una explosin de aire encerrada en la tierra o como si una puerta maciza se hubiese cerrado aprisionando los sonidos. A partir de entonces todo qued silencioso, vaco. Al mismo tiempo, su entorno se esfum dentro de una repentina oscuridad. Se escucharon ladridos distantes, y en seguida la brisa lleg con fuerza, y cuando ces
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solo pudo presentir una quietud de arbustos. Sus pasos sonaban sobre ramas cadas. Se escuchaban insectos, y toda clase de ruidos nocturnos. La repentina oscuridad haba dado paso a la noche silvestre. Sol, con el pensamiento fijo en continuar, recordaba la direccin adonde iba, pero el camino se cerraba en sombras, impidindole ver nada a su alrededor. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, no pudo reconocer el lugar donde estaba, por todas partes se alzaban sombras impenetrables cerrndole el paso. No lograba entender lo que suceda, pero algo grave haba pasado, tena el presentimiento de una voluntad guiando los hechos. No poda llegar ms all. Pens en su casa, pero se sorprendi al no poder recordar cmo llegar a ella desde all, si ese fuese todava el parque; trataba de verse saliendo, pero no poda. Era difcil concentrarse para pensar, y no era solo por el miedo, en realidad no poder hacerlo era lo que ms la desesperaba. El sudor le corra por el rostro. Senta pnico. nicamente pudo fijar su mente en un deseo: quera salir de ese lugar, escapar. Al fin, arrastrando los pasos y asomndose a uno y otro lado, descubri que solo haba un camino, distinto al que ella haba tomado en un principio e inmediatamente percibi que de uno de sus extremos, vena un apagado bullicio que pareca acercarse. La prisa de esos seres que Ruth haba escuchado, atravesando durante un instante la atmsfera del desierto, llegaba. Pasaban ya por su lado veloces; la intensidad del sonido indi.133.

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caba su cercana y luego la lejana otra vez. Algunos parecan grandes, otros pequeos, pero pasaban en tropeles; sombras macizas, tan oscuras como los arbustos y rboles que la rodeaban, vuelos de pjaros como ventiscas desapacibles. El miedo era contagioso: correr, correr, era el nico mensaje, y era lo que haca ahora; los saltos, el camino, no los distingua, no se detuvo a mirar hasta que ya no pudo hacerlo. Haba entrado a un lugar al que no deba, a una cueva subterrnea donde en el da el sol no pasara ms all del umbral. Detrs de ella, la entrada se cerraba, ahora solo vea una grieta luminosa, como una espada suspendida brillando a la luz de la luna, achicndose hasta desaparecer.

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Ruth se levant al da siguiente. Haba soado toda la noche con el liceo y se senta peor. Ya no estaba segura de querer hablar con su hermana. La verdad no quera ver a nadie. Seguramente Sol estara por llegar. Decidi salir. Antes de irse dej una nota para su hermana sobre la mesa de la cocina. Camin bastante hasta llegar a una estacin del metro. Despus de haber visto largo rato pasar los vagones, reuni fuerzas para soportar el hacer un viaje con un montn de gente ms, y lo abord. Dos estaciones despus se baj y tom el autobs. Lleg al parque. Haba pensado ir a la biblioteca a investigar un trabajo que le haban mandado. Traa su bolso y llevaba puesto el uniforme. Tena planeado quedarse hasta que fuese la hora de entrar a clases. Saba que tena que seguir con su vida de alguna manera, no haba tiempo para
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detenerse a pensar ms, sera peor, lo saba por experiencia, no cambiara nada, se quedara atrs y cuando de todos modos tuviese que continuar o fuese obligada a hacerlo, retomarlo todo sera muy difcil para ella. Haba pensado muchas veces en vivir sola, lejos de todo, como la gente que habitaba el parque. Aunque despus, detenindose en los detalles, se haba dado cuenta de que adems de estar agrupados, no estaban completamente desligados de la sociedad. Solo le haba parecido as aqul da, cuando lleg con sus compaeros hasta ellos, como visitantes de tierras lejanas. Empujados nicamente por el anhelo de hallar algo especfico, advirtieron otras cosas y seres en ese camino, otros sucesos que se fueron incorporando a su historia. Eso era lo que poda recordar ms claramente. Subi lentamente por la espaciosa escalinata. Antes de entrar a la biblioteca se detuvo, dio media vuelta y se devolvi hasta la calle, all se par y respir tomando bastante aire como si hubiese salido de un sitio viciado. No poda seguir con la rutina. Camin despacio por la vereda a lo largo del cerco y encontr el lugar por donde haba entrado antes con Carlos y Freddy. Se introdujo por all como aquella vez. No tena planificado nada en especial. Llorar un poco a solas, caminar, eso siempre la haca sentir mejor. Sin embargo, mientras iba avanzando hacia el
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interior del parque se dio cuenta de que buscaba algo ms: ir todava ms lejos que en su ltima visita. Escuch voces y se alej del sendero atravesando las hierbas altas que lo bordeaban, ocultndose tras un rbol prximo de tronco delgado, pero que tena un espeso matorral al pie y unas enredaderas tupidas que suban por su tronco. Cuidado que te puede salir un tigre! le deca un muchacho a uno de los otros que lo acompaaban y que se haba detenido un momento para tantear con el largo palo que llevaba, la maleza aplastada a la orilla del camino, como si hubiese visto algo. Al escuchar la burla de su compaero y los aadidos de los dems, dej lo que estaba haciendo y alcanz al grupo, que con risas salvajes y gritos que imitaban aullidos u otros sonidos animales, anunciaban su presencia y se abran paso a las canchas. Cuando se alejaron, Ruth decidi continuar. Reconoci desde lejos el lugar donde estaban las casitas y no percibi ninguna seal de sus moradores. Pas dando un gran rodeo para no ser vista y lleg hasta el ltimo rbol en el que Freddy subiera. Lo contempl pasndole los dedos brevemente, en un gesto espontneo. Despus mir alrededor buscando el pino, pero no lo encontr. Camin hacia donde crea haberlo visto la primera vez y examin el sitio, pero solo hall, hun.137.

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dido en la hierba crecida, un tronco cado, como en el sueo del ave. Por su aspecto deba tener mucho tiempo as. Estaba tan seco que largas grietas longitudinales lo surcaban, aunque tena los extremos renegridos por la humedad. No haba viento, todo estaba muy quieto y silencioso. El rbol que haba visto, que haba considerado hermoso, se haba convertido en inalcanzable. Hubiera deseado ver su quietud de ramas tendidas, una vez ms. Se arrodill frente al tronco seco. Inclin su cabeza y supuso que se haba equivocado. Pas la mano por el pasto. No importaba. Estaba feliz por haber llegado a ese lugar. No quera regresar. Pareca que una nube pasaba por el cielo porque una sombra se fue extendiendo, avanzando lentamente De pronto como la otra vez, el sonido del vuelo de un ave, como un aplauso repentino, le hizo levantar la cabeza, el pino estaba all nuevamente, exactamente como lo recordaba, pero ahora a una corta distancia frente a ella. El tronco seco haba desaparecido. Se qued mirando el pino. Su sombra tenue la cubra. Se levant y dio unos pasos atrs para verlo mejor. Era como si hubiese estado all siempre. Ruth mir alrededor buscando una explicacin. Todo estaba normal. Esperaba que un sonido, algo, quebrara la calma o que alguien apareciera repentinamente. Pero el ambiente estaba tranquilo y el ritmo continuaba igual,
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haba pjaros que cantaban y volaban pasando de rama en rama, alguna hoja seca caa. El pino llamaba ahora su atencin, record su paseo con Freddy y Carlos, sinti esa misma alegra, completndose al haber podido llegar hasta l. Era aun ms esplndido de cerca. Despus de observarlo largo tiempo se sent en el pasto y se recost sobre l, apoyando tambin la cabeza sobre su tronco. El viento comenz a soplar. El rbol la meca y poda sentir lo fuerte que era. Ruth mir hacia arriba y pens, las ramas se agitan, y el tronco oscila con lentitud, mide su fuerza con el viento, pero solo las races deciden su movimiento. Quera encontrar entrelazada entre sus ramas esa historia nuevamente, como se la haban relatado los dems rboles. Pero que esta vez fuera as su historia, propia, ntida y real, ver la rama de la paz que se contonea lentamente, y que podra ser ese haz de filamentos suspendidos que se mueven ahora. Pero no lo logr imaginar. Ojal todo pudiese cambiar y yo estuviese lejos; sin padres, sin liceo. Sera una historia distinta. Un pensamiento anterior volvi: pero solo las races deciden su movimiento. Se sinti impotente al recordarlo. Y la tristeza que haba dejado a un lado mientras pona su atencin en el camino y que luego haba distrado mirando el paisaje, regres. Solo quisiera saber si Robin Hood existi en verdad, como yo lo le, como lo he imaginado, pens
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tratando de salvar algo de esa sbita llamarada de entusiasmo, si la gente lo record realmente o fue solo ficcin al servicio del arte, para obtener nicamente un beneficio monetario por su interpretacin quiero saber si una persona as puede existir. Observaba insistentemente las ramas del pino, pero no poda concentrarse siquiera para recordar aquellas secuencias que haba imaginado antes. En cambio, descubri que comenzaban a brillar, que se tornaban amarillas como bajo el sol de un atardecer clido y hmedo aunque el cielo en ese momento estaba cubierto de una neblina brillante. En realidad la luz provena del rbol, de su tronco, de sus ramas, y se volvi tan intensa que Ruth se protegi los ojos con la mano. El resplandor dur solo un instante y se apag. Se levant extraada y dio unos pasos hacia atrs mirndolo sorprendida. Pero algo ms poderoso llam su atencin. Detrs de l, los rboles se extendan ahora prodigiosamente, de extremo a extremo, cubriendo una superficie que pareca infinita. El cielo pareca distinto tambin, pero se dio cuenta de que era porque la montaa que dominaba la ciudad, estaba ausente, un sol se asomaba por esa direccin, atravesando por momentos las nubes ms delgadas que pasaban sobre l. Se adelant hasta el borde de la pendiente, se encontraba contemplando todo desde un lugar elevado. Se revelaba un mundo que antes perciba en la sombra, detrs de las cosas. Un paisaje que viva quiz en algn recuerdo y se haca verdadero en ese momento. Tena
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algo de esa melancola de aquel lugar de piedra y luz, pero menos severa y determinante. Ruth pens que era maravilloso: un bosque de verdad. No lo senta como algo totalmente extrao, lo haba visto antes, cuando le llegaban trozos de historias que parecan resistirse al olvido, y pensando que lo estaba inventando, no le daba importancia. Siempre deca para s que eran los rboles los que traan esas extraas historias y las contaban como si sucediesen en ese momento, y quin poda saber si en realidad sucedan. De pronto, el viento, el aire en general, cambi, se hizo ms liviano y fro, fue un cambio brusco, le traa el aroma de las plantas y de esos rboles distintos a los que ella conoca. Se dio vuelta y se encontr con un paisaje diferente: estaba al final de una hilera de pinos, en un terreno en declive; ms atrs una pared de aspecto arcilloso suba verticalmente, era muy alta e inaccesible, se extenda hacia los lados hasta ocultarse entre la vegetacin. El pino que haba dejado atrs, si estaba, seguramente no se hallaba en el mismo lugar. Todos tenan una posicin distinta al rbol que haba visto iluminarse. Se acerc a la hilera de pinos examinndolos mientras suba y lleg hasta donde comenzaba la pared rocosa. No estaba de todos modos muy arriba y no alcanz a percibir nada nuevo, su vista no era capaz de penetrar las compactas barreras de rboles que tena a los lados.
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Regres al mismo lugar que se haba detenido a observar la primera vez. No haba olvidado sus problemas, pero deseaba extasiarse ante aquella visin, contemplar en toda su amplitud esa realidad. Sintindose sbitamente liberada comenz a caminar hacia la parte ms despejada, bajando la cuesta por un camino improvisado donde crecan pequeos arbustos. Al ver el verde del bosque, sus distintos tonos, la invadi la sensacin de que otro origen se superpona al suyo. Muchas veces, en el parque, bajo el cielo nublado que encenda el color de las hojas y del pasto, haba sentido lo mismo, haba podido descubrir en s a una persona oculta, una nueva fuerza, pero crea que era por la alegra de contemplar, en lo que le rodeaba, la imagen de un sueo.

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Captulo I
1....................................... 2..................................... 3...................................... 4..................................... 5...................................... 6...................................... 7...................................... 8...................................... 9...................................... 10..................................... 11...................................... 12.................................... 13.....................................
9 11 32 39 60 70 77 95 101 114 116 129 135

Captulo II
1....................................... 2..................................... 3...................................... 4..................................... 5...................................... 6...................................... 7......................................
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143 155 192 201 218 222 234

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8...................................... 9...................................... 10..................................... 11...................................... 12.................................... 13..................................... 14.................................... 15..................................... 16..................................... 17.................................... 18..................................... 19.................................... 20................................... 21.................................... 22................................... 23.................................... 24................................... 25................................... 26................................... 27................................... 28.................................... 29................................... 30.................................... 31..................................... 32.................................... 33....................................
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242 246 254 258 276 287 314 329 335 348 352 379 388 398 409 413 415 421 424 440 442 453 438 462 466 469

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472 472 481 494 499 503 508 516

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