2003csc191 Juan Carlos Guardela Viaje A La Indolencia
2003csc191 Juan Carlos Guardela Viaje A La Indolencia
2003csc191 Juan Carlos Guardela Viaje A La Indolencia
PAS: COLOMBIA
Un viaje a la indolencia Afuera Las imgenes de la escena fueron filmadas con una cmara casera; las tomas estn saturadas de luz, tienen un amarillo intenso que, ligado a la oscuridad del sitio, le dan un toque de ultratumba. Al fondo hay voces y murmullos. La cmara se mueve demasiado pero logra enfocar muchas cosas. Se ve que una ambulancia parquea frente a la vieja reja de la entrada. Hay un corte. De nuevo voces, esta vez de mujeres detrs de las rejas. Ruidos. Es difcil saber que se trata de la entrada del hospital San Pablo, pues parece una especie de garaje olvidado o en reparacin. Dos hombres con guantes uno de ellos vestido de blanco bajan algo. Se puede ir identificando que lo que parece un objeto es en realidad una mujer, y que el armazn de varillas, esa especie de carrito de supermercado viejo encima del cual han colocado cartones, es una camilla con cuerina color caf. El cuerpo de la mujer semeja un manojo o una saliente, pero puede apreciarse su rostro y parece el de una mujer de unos 90 aos. Sus extremidades llaman la atencin: son desmedidas. Los hombres colocan a la mujer sobre unos cartones encima de una especie de andn al lado de la reja cerrada. Se escucha la voz entrecortada de uno de los hombres: No me la reciben en ninguna parte. Unos instantes despus se oye a la mujer: Que se haga la voluntad de Dios. Djame, djame aqu, que ellos tienen que atenderme algn da, aqu no me van a dejar tirada... Luego dice que tiene ardor en el estmago y da seales de intenso dolor. Hay un corte. Luego la mujer sigue hablando pero no se entiende. La cmara se queda enfocndola, los hombres salen del cuadro y el rostro de esta mujer ocupa toda la toma. Hay un desenfoque. Una luz amarilla ilumina lo que es su rostro. Ella pone
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una mano sobre la pared. Se oyen otra vez las voces. Una sombra venida del fondo se traga a la mujer. La toma se oscurece. Estas imgenes, sin mayores explicaciones, sern emitidas por los noticieros nacionales de televisin. Y en ellas se culpar a una sola persona: el hombre vestido de blanco, el que aparece al lado de la mujer en el video borroso. Este hombre escuchar durante das las declaraciones de autoridades, ministros, gerentes, superintendentes, defensores de derechos humanos. Los escuchar sentado en la soledad de su casa viendo rostros indignados, enfurecidos y acusadores por la televisin. Me mostraron como un monstruo, como un tipo sin consideracin, pero nadie se tom la molestia de averiguar qu haba pasado. El hombre de blanco en el video es Marlon Ahumada, un cartagenero de 37 aos, conductor de la ambulancia que aparece en la cinta, y quien ahora toma caf frente a m. Es de estatura mediana y es fornido, tiene un corte ralo, como militar, y sus ojos siempre estn enrojecidos por un implacable pterigio. Su labio superior se mueve cuando habla y el tic parece acentuarse ya que Ahumada es locuaz. Su joven mujer, Claudia Apreso, una rubia enrgica y delgada, ha dejado de hacer oficios al fondo de la casa y ha encendido el televisor de la sala en busca de canales internacionales. Ocurre una coincidencia significativa: el canal que sintoniza est emitiendo un programa de paramdicos y ambulancias. Se ve toda la parafernalia de las urgencias en una ciudad de Estados Unidos. Hay muchas cosas que no se ven en el video dice Ahumada mientras mira el canal. El incidente ocurri el 17 de octubre de 2001 y, a pesar de lo impactante de las imgenes, stas se emitieron slo tres meses despus, como primicia, por el Canal 8 de Cartagena. Es ms, se supo que alguien haba tratado de sacar provecho econmico de la cinta de video, pero no pudo. Slo a finales de enero de 2002 se conoci la intervencin de las autoridades. Claudia me dice que das antes del 17 de octubre haba tenido un sueo inquietante: en l vea numerosos platos de comida, y al despertar le dijo a su esposo: Mircole, mijo, vamos a pasar una escasez tremenda. El martes 16 de octubre de 2001 haba llovido todo el da. Marlon Ahumada lleg a la Central de Atencin en Salud del Nuevo Bosque a las dos de la tarde. La Central es un sitio pequeo, una especie de centro de salud con un patio y era el sitio de trabajo de Ahumada desde haca dos aos. En esta entidad conduce una mvil, como le dice a la ambulancia de la entidad prestadora de salud ESE
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Cartagena de Indias, responsable de una especie de 911 el nmero de urgencias paramdicas en Estados Unidos para toda la ciudad y sus corregimientos. Con el fin de convertirse en conductor de ambulancias Marlon Ahumada pas varias pruebas y cursos. Pero como era experto en el manejo de camiones no tuvo muchos problemas para conseguir el puesto. Ahumada padre de seis hijos, tres de ellos varones trabaja solitario cada noche atendiendo casos delicados, pacientes entre la vida y la muerte, y tena que entrar a barrios de difcil acceso. Pero lo que realizaba bsicamente eran traslados de un centro hospitalario a otro. La mvil es un furgn al que le han puesto vidrios polarizados a los lados, un pequeo extractor de aire y una luz tenue en su interior. Esta ambulancia no es como las que estn apareciendo en la televisin de Ahumada; carece de medicamentos y de desfibrilador (esos aparatos que sueltan estallidos elctricos para resucitar) y de los artefactos de los equipos paramdicos. Lo que s tiene es un tanque de oxigeno y la camilla plegable (ecualizable, le dice Ahumada). El asunto empez cuando Bartolo Alvarado, el conductor de la mvil durante el turno de la maana, fue llamado por radio desde la estacin de la Cruz Roja, una central de operaciones de la ciudad, ubicada en el barrio Espaa. En ese momento el operador le inform que en el corregimiento de Pasacaballos, a pocos minutos de Cartagena, despus de la zona industrial de Mamonal, haba una paciente en estado de deshidratacin crtico. El camino es sinuoso, pues se realizaban arreglos en un tramo de ocho kilmetros, Alvarado lleg al puesto de salud de Pasacaballos y con slo ver el rostro de la mujer supo de qu se trataba: una paciente con deshidratacin aguda a causa del VIH. La mujer era Carmen Helena Ruiz. Una familia del pueblo le haba dado albergue por unos das en un cambuche construido en el patio. All durmi y recibi alimentos hasta cuando su estado de salud se complic por una diarrea intensa. Algunos vecinos decidieron llevarla al centro de salud en una especie de carretilla, donde habitualmente los lugareos transportan escombros. Al pie de la mujer est Rosa Bermdez, una auxiliar de enfermera: Est descompensada, y adems es una vinculada dijo Rosa. En el sistema de salud se utiliza el eufemismo vinculado para designar a quien est en realidad desvinculado de todo el sistema de salud y no puede recibir ninguna atencin mdica. No hay paales desechables, as que con bolsas y con esparadrapos improvisaron una especie de taparrabos para tratar de detener las secreciones de Carmen Helena.
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Alvarado inform a la central de radio que trasladaran a la paciente a otro centro asistencial en donde pudiera recibir atencin adecuada. All comienzan las complicaciones. El Hospital Universitario de Cartagena, el nico de tercer nivel en la regin, llevaba cerrado ms de un mes. Las urgencias las estaba atendiendo el San Pablo, que antes era un centro con especialidad en enfermos mentales y pneumopatas, pero que en ese momento, despus de unas reparaciones locativas, trataba de ampliar la gama de sus servicios. Llegaron al hospital San Pablo, y en la puerta de urgencias le dijeron que no podan atender a la enferma, as que Alvarado y Bermdez tuvieron que devolver a la paciente al puesto de salud de Pasacaballos. A las dos de la tarde Marlon Ahumada recibi su turno y Alvarado le inform sobre la situacin de la enferma terminal. Cuando Ahumada se comunic con la central de la Cruz Roja, le dijeron que deba buscar a la paciente porque ahora s estaban seguros de que le iban a prestar atencin. All, ayudado por Rosa Bermdez, Ahumada subi a la paciente a la ambulancia. Bermdez decidi acompaarlo para hacer los trmites de ingreso. En el camino, Bermdez dio datos breves sobre la enferma: es una paciente terminal, los vecinos no saben qu hacer con ella, tiene familiares en Buga, tiene hijos que no conoce, un amigo suyo la haba llevado a Pasacaballos haca un tiempo. En la entrada de urgencias del hospital San Pablo en el barrio Zaragocilla, Ahumada y Bermdez bajaron de la ambulancia con la orden remisoria, pero el vigilante dej entrar slo a Rosa Bermdez y a la paciente. A Marlon lo detuvo. El vigilante cerr la reja de la entrada y mirando a Marlon a los ojos, le dijo: Esa enfermera slo sale de aqu con la paciente. Y eso? replic Ahumada. Esa paciente no se puede atender aqu. Rosa Bermdez se qued adentro con Carmen Helena y pudo ver que en cada rincn haba pacientes de urgencia que se quejaban, algunos estaban en el piso y haba heridos. Rosa sinti el olor a medicamento esparcido y ese tenue aire de angustia de los hospitales. Not cerca de 50 personas apretujadas en un espacio muy reducido. No se sabe qu logr hablar con los mdicos, pero cuando trat de salir el vigilante la detuvo y la rega: Usted no sale de aqu sin la paciente.
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Pero si ella necesita ayuda- respondi. Ya le dije que usted no sale de aqu si no es con ella. Afuera Ahumada vea lo que pasaba. Un hombre mediano, algo obeso, se le acerc a Bermdez. Su bata mostraba algunas manchas de sangre, tena guantes y sudaba. Esa paciente no puede entrar aqu. Est en fase terminal y es imposible atenderla- le dijo a Bermdez. Nadie le explic a Marlon que ese hombre era el mdico, pero l lo dedujo. El mdico seal con su mano enguantada el panorama de pacientes en el poco espacio. Mire! Cualquiera podra contaminarse. Entonces cmo hago con esta paciente? dijo Ahumada desde el otro lado de las rejas. No s. Pero aqu no se puede quedar respondi el mdico desde adentro. Le dije que no saba dnde llevarla me asegura Ahumada mientras conversamos en su casa, que la paciente era indigente y que el Universitario estaba cerrado y el que la institucin obligada a cumplir el plan de contingencia era el hospital San Pablo, pues haba hecho una contratacin con el Departamento de Salud Distrital, pero nada. Sali la jefa de turno, Mary Castillo, una seora gordita y con cabello rubio, y me dijo lo mismo. Que no poda quedarse. Ahumada y Bermdez decidieron devolverse con la paciente a Pasacaballos. En el camino, Ahumada inform por radio sobre la situacin al controlador de la Central de la Cruz Roja. Esta vez la llevaron a la casa donde estuvo alojada, pero al llegar vieron con asombro que la gente estaba aglomerada en la calle, Comenzaron a dar vueltas en torno a la ambulancia y miraban por los vidrios a la enferma. Ms de uno tena el ceo fruncido. Del gento sali una voz: Esa mujer no debe quedarse aqu, deben evitar una contaminacin en el pueblo. Aqu nadie est preparado para eso. Decidieron, entonces, llevarla al puesto de salud hasta al da siguiente. All consiguieron una camilla, en donde Carmen Helena logr dormir unas horas.
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El 17 de octubre a la dos de la tarde llamaron otra vez a mi compaero Bartolo Alvarado para el traslado de la paciente. En Pasacaballos la licenciada Rosa Bermdez le dijo que haba hablado con un funcionario del DADIS (Departamento Administrativo Distrital de Salud), de nombre Otto Durn, quien le asegur que la paciente poda ya ir al San Pablo, que la recibiran sin ningn problema. En vista de eso, Alvarado se traslad hasta el San Pablo. All el vigilante le dijo de nuevo: Esa paciente no la recibimos. Molesto, Bartolo se desplaz con la paciente a la Clnica Central y a la Clnica Club de Leones. En la Central, entidad duea del sistema de ambulancias, el mdico le dijo que ya no haba contrato con el DADIS, y en la Clnica Club de Leones que no podan recibirla por tratarse de una paciente terminal. Bartolo volvi al San Pablo. De nuevo le dijeron que no podan atenderla. A la entrada est Oscar Filadelfo Palomino, un lavador de carros que vio la escena varias veces en esos dos das y se acerc a la puerta abierta de la ambulancia. Mir un momento a la mujer y le regal una bolsita de agua. Cuando regresaron a Pasacaballos, un cordn humano les impidi llegar al centro del pueblo, y un hombre, al parecer el lder, se les acerc con amenazas: si dejan a la enferma en el centro de salud, apedrearan la ambulancia. En ese momento, Carmen Helena, comenz a quejarse del dolor y empez a llorar, despus de veinte horas de diarrea imparable. Rosa Bermdez se las ingeni y logr ponerle con bolsas de basura otro taparrabo mientras el gento alrededor aumentaba. Horas ms tarde Marlon Ahumada tom su turno, y lo primero que hizo fue prometerle a Carmen Helena: -Te van a recibir en algn sitio, tienen que atenderte! Yo pensaba en lo que pensaba ella me sigue diciendo Marlon. Me parta el alma ver cmo una persona poda quedar en ese estado por el desorden de su vida, pero lo que me molestaba era el desdn. En ninguno de los centros adonde llegaba esa muchacha ningn mdico se acercaba a verla, siempre haba otros asuntos ms importantes A cada rato me peda agua. Compr varias bolsas y se las iba dando. Era lo nico que poda hacer. Yo me protega de sus secreciones, pero estas caan en el piso de la ambulancia... Llegu al San Pablo nuevamente y me baj con la remisin. A esas alturas una aficionada con una cmara de televisin me estaba buscando. Alguien le haba dicho lo que estaba pasando, pero no pudo verme porque estaba dentro de la sala de urgencias. Afuera el personal de turno v olvi a decirme: Esa paciente aqu no entra. Sali el mdico gordito y dijo: Esta paciente aqu no entra. Apareci Mary Castillo, la jefa, y dijo: No puede entrar porque es una paciente terminal y aqu no se puede
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entrar. La mujer levant la mano al aire y me dijo: Entienda!. Nos fuimos a las palabras. Les dije que tuvieran sensibilidad, porque eso le poda ocurrir a un familiar de ellos. Nada. Ahumada volvi al Club de Leones, all un mdico de urgencias le dijo que era necesario estabilizar la diarrea. Regres a la Clnica Central y volvieron a explicarle lo del contrato, el mismo argumento del da anterior. Decidi volver al hospital San Pablo. En el camino se bajo y revis a la paciente. Estaba muy mal. Peda agua. Le mir a los ojos y solt una de las frases que Ahumada nunca olvidar en su vida: -Cuando sea ms tarde me dejas en un parque, y listo! Pero le dije que no, que alguien tena que ayudarla. Que alguien tena que ayudarnos. Cuando llegu al San Pablo encontr un candado puesto en la reja. De nuevo sali el grupo de Urgencias. Yo comenc a rogarles. Que no saba qu hacer con esa paciente, que lo hicieran por una vida, o por lo menos para que muriera como la ley manda, y dijeron: -Eso se sale de nuestras manos. El controlador de la central de operaciones de la Cruz Roja, Alberto Bobadilla, hizo una lnea 500 buscando a Rosa Bermdez y al doctor Otto Durn, pero fue imposible. Me desplac hasta las oficinas de la ESE Cartagena de Indias, mis jefes, en el barrio La Esperanza, pero nada: cuando llegu slo estaba el vigilante.
Las nueve de la noche Marlon Ahumada siente ms intensa su desesperacin y ve que nadie hace nada. Da unas vueltas por algunas calles, recorre dos o tres barrios. En la avenida Pedro de Heredia, a la altura de Mara Auxiliadora, se detiene a comprar agua. Sube y ve de nuevo a Carmen Helena. Esta lo vuelve a mirar y le repite: -A las diez me dejas en un parque, oste, mijo? Lo de mijo le cala hondo a Marlon. El hedor es intenso y el pequeo extractor es insuficiente para sacar el aire contaminado. Vuelve al hospital San Pablo y ahora est lleno de ira. A quien primero encuentra es al vigilante, y entra en polmica. El vigilante se mantiene en su posicin. Manoteando el aire, Ahumada suelta varios madrazos. Pero eso no le importa a nadie y vuelve a or la frase:
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-Esa paciente aqu no entra. La gente que est afuera se amontona para ver el asunto. Desde el tercer piso Delys Pernett, una trabajadora social que tiene su hermana hospitalizada, est viendo lo que ocurre. Ahumada vuelve a comunicarse con la central de la Cruz Roja y recibe una aclaracin definitiva: -Marlon, no podemos hacer nada, t sabes que somos simples tramitadores. Ahumada enciende de nuevo la ambulancia, esta vez para aplacar su ira y da otras vueltas sin destino, llevado por la rabia. Piensa en la posibilidad de hacer lo que ella le pide desde hace varias horas: dejarla en un parque, pero se arrepiente de pensarlo. Llega a una conclusin: que la fetidez nunca se le quitar de las fosas nasales. Mientras tanto, Alberto Bobadilla, el operador de radio, trata de llamar por celular a uno de los mdicos, pero es imposible. Nadie puede comunicarse con las autoridades ni con los responsables. Ahumada y Bobadilla deciden llamar a la Fiscala, en donde les dicen que en pocos minutos llegar la polica, porque se trataba de un caso de omisin de socorro. Ahumada vuelve a las urgencias del San Pablo. Y al subir a la parte trasera de la ambulancia siente otra vez el hedor y se da cuenta de que a Carmen Helena se le ha acabado el lquido de hidratacin. Lo nico que puede hacer es darle agua. Carmen Helena repite que no le de ms vueltas y que la deje en un parque. Pero llegan los agentes de polica De Meza y Freddy Vsquez a eso de las diez y media de la noche. El portero, quien recibe rdenes de Mary Castillo, se poneen la entrada, coge aire y les dice a los agentes: -Lo siento, pero esa paciente no puede entrar. Enseguida cae una lluvia de argumentos de Mary Castillo, del mdico y de los auxiliares. Castillo le advierte al vigilante que bajo ninguna circunstancia deje entrar a esa paciente. Los policas discuten con los mdicos, pero al final desisten y le dicen a Marlon: -No podemos encuellar a los mdicos para que reciban a esa paciente... -Mi hermano, qu hago- les pregunta Ahumada. -No s, pero eso se nos sale de las manos.
La noche avanza. La ambulancia empieza a gotear por la puerta y est mojando la entrada del San Pablo. La gente se aglomera de nuevo. Marlon enciende la mvil y la echa a andar unas tres cuadras, pero no tiene a donde ir. As que decide volver y dejarla en donde ella se lo pide. Ahumada recuerda que en el Centro de Salud del Nuevo Bosque le haban dado unos guantes y un tapaboca. Entonces, a las diez y cuarenta de la noche, ayudado por Oscar Filadelfo Palomino, decide usarlos para bajarla. Ah es donde ella me dijo: Bjame, mijo. Bjame. Y yo le contest: No, t no te puedes quedar aqu. Pero la verdad es que era ms deprimente verla como estaba en la mvil que como la dej ah en la puerta. En ese momento, apareci una muchacha con una cmara de televisin y grab todo y es lo que sale diciendo ella, lo de que se haga la voluntad de Dios. En ese instante todos los funcionarios del San Pablo se asoman y se quedan en silencio, incluso quienes ms se haban opuesto a atender a Carmen Helena. Ese instante, slo ese instante, qued grabado para la posteridad. Pero tanto Ahumada como Palomino saban que la escena estaba siendo grabada. La paciente me lo dijo tantas veces hasta que me convenc de que lo mejor era dejarla en la puerta de la Urgencias. Presum que con la grabacin las autoridades se enteraran de lo que estaba pasando. Me toc comprar el hipoclorito para lavar la mvil toda la noche. A las 11 y 20 por radio me avisaron que a los pocos minutos de haberme ido metieron a Carmen en el hospital. El video sali al aire slo el 14 de enero, tres meses despus de haber sido grabado. Los medios de informacin calificaron el hecho como un episodio de indolencia, y las autoridades se encaminaron a buscar culpables. Una vez divulgado el video, la ESE Cartagena de Indias, la entidad responsable de la mvil, nombr un investigador. Todos los hechos de esas dos noches quedaron anotados en unos papeles que se llaman bitcoras. Los funcionarios de la ESE Cartagena de Indias se llevaron estos papeles, pero Marlon Ahumada tuvo la precaucin de hacer fotocopias, y con ellas pudo defenderse. No me siento culpable de nada porque no tuve mala fe. Pero me dio soberbia que para hacer noticia destrozaron la integridad moral de mi persona. Conmigo barrieron y trapearon todo el pas, qued como un asesino. Ahumada aduce que, por haber recibido durante largo tiempo los gases de las excrecencias de Carmen Helena, se infect seriamente las amgdalas y que por ello lo hospitalizaron. An recuerda con nitidez esos olores.
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Adentro
Carmen Helena Ruiz naci en Buga en 1966. Fue la menor de cinco hijos y vivi con su madre hasta cuando sta muri, estando ella adolescente. Los otros hijos se quedaron con el padre y ella se fue a vivir con su padrastro, Gustavo Ruiz, a quien llamaba pap. Cuando cumpli 15 aos, Ruiz le dijo la razn brutal de su crianza: Todo este tiempo te he criado, pero para que seas ma. Desde ese momento empez a maltratarla. Cuando los hermanos la visitaban, Ruiz le quitaba los obsequios y el dinero, e incluso, pisoteaba los dulces y chocolates que le llevaban. No quera que tuviera contacto con sus hermanos. Todava adolescente, Carmen Helena termin siendo la mujer de Ruiz, quien abusada de ella en forma permanente. Un da, desesperada, intent atacarlo con unas tijeras y un cuchillo, pero no pudo hacerle dao. Ms tarde, despus de escaparse de la casa, conoci a un hombre mayor que ella, con quien se fue a vivir y de quien qued embarazada, y tuvo su primer hijo. Pero su segundo marido tambin la violaba hasta que una noche, cansada de los maltratos sexuales, y mientras l dorma, Carmen Helena se arm con un punzn, lo atac y se fug con su hijo. Nunca supo si la herida lo dej vivo o muerto. A su pequeo hijo lo dej con la hermana de su padrastro, su primer marido. De eso hace 17 aos. Carmen Helena, que por ese entonces estaba hermosa, se fue a buscar una mejor vida al Putumayo. All conoci a un militar casado de quien se enamor de veras y de quien qued nuevamente embarazada. Vivi con l y pudo estudiar hasta cuarto de bachillerato. Un da, ya cercano su parto, ella fue a visitarlo en la base, pero se enter de que lo haban trasladado nadie saba adnde, y nunca ms supo de l. As que decidi regresar con su padrastro, quien viva ya con otra mujer. Una vecina de ste le dio alojo el primer da. La nueva compaera de su padrastro, a escondidas, le dijo que poda vivir con ellos. Delys Pernett es una mujer negra y gruesa, de unos 40 aos, que tiene un marcado aire maternal. Con ella Carmen Helena pas sus ltimos das. Delys me cont, en el patio de la iglesia evanglica a la que asiste, lo que entonces ocurri con Carmen Helena: Ella me dijo en varias oportunidades que le haba tocado trabajar duro, sobre todo cuando dej al primer marido. Carmen Helena recordaba que el padrastro tena carro y la noche en que alumbr cay un intenso aguacero. Sin embargo, l no quiso llevarla. Tuvo que caminar con la seora de ste varias cuadras para tomar un taxi. En ese momento, Carmen Helena tena 18 aos y no haba comenzado a
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consumir drogas. Despus de que Carmen Helena dio a luz, para ella todo fue oscuro. La nia del segundo parto se la dej a la familia de la esposa del padrastro. El ao pasado, su primer hijo cumpli 20 aos, y la nia debi cumplir 19. Nunca ms pudo comunicarse con ellos. Trabaj en muchos bares de varias ciudades del pas. Cuando lleg a Cartagena la ciudad le gust y se qued en el barrio La Candelaria. Empez a tener vida de prostituta, se dedic al sector de Cartagenita, y luego frecuent los barcos de carga ofreciendo sus servicios. Haba sido gruesa, alta, con el cabello largo y con un mechn de canas en su frente. Pero a los 30 aos se le vean ya los estragos de la droga. Los hombres dejaron de buscarla. Yo era hermosa, me deca, yo era la ms linda, pero todo acaba... Todo acaba. Vivi y durmi debajo del Puente Romn durante cuatro aos, donde anduvo con cuanto hombre indigente se acercaba. Y segua subiendo a los barcos. En Pasacaballos vivi un rato en la casa del Mono Jurez, un amigo que la atendi sus ltimos das. l la haba conocido antes y parece que se haba enamorado de ella, pero le toc vivir su etapa terminal. Al principio ella no quiso, pero cuando le empez la diarrea decidi aceptar la invitacin del Mono. Demor mes y medio con la diarrea antes de ir al hospital. Fue El Mono quien la llev al puesto de salud de Pasacaballos. A Delys Pernett le toc presenciar junto con su madre los sucesos de la noche del 17 de octubre. El aspecto de las Urgencias del San pablo era el de un campo de batalla. En cada rincn haba heridos, enfermos que se quejaban. Faltaban pocos das para el inicio de las fiestas del 11 de noviembre y en Cartagena no haba, literalmente, un hospital que atendiera las urgencias de una ciudad de casi un milln de habitantes. Pernett vio gente que esperaba a ser atendida en los pasillos, en el piso, e incluso en el patio. Pudo ver al final de un pasillo a Carmen Helena, apartada de todos. El hedor se extenda por todo el recinto. Los pacientes teman, porque algunos tenan heridas serias. Yo vea dice Delys que el conductor se suba y se bajaba una y otra vez de la ambulancia. Al final Carmen Helena le dijo:Djame aqu. Supe por mi hermana que ella se atrevi a decirle a la gente y a la polica: Pgue nme un tiro! Por dios, pguenme un tiro! Una de las cosas que ms me impresion fue que, ya dentro del hospital, la dejaron en un viejo cuarto del patio. Supe despus que era el cuarto en el que dejan a las personas que mueren en el hospital cuyos cuerpos esperan la autopsia o el reclamo de los familiares. Ellos lacolocaron all sin que hubiera muerto.
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La gente iba a verla de lejos. Era como una cosa que causaba curiosidad. Cuando lleg no estaba tan delgadita, se paraba y tena fuerzas para ir al bao, caminaba y hablaba. Al da siguiente, cuando yo baj, ella misma cogi la colchoneta y sali del cuartico de los muertos y se fue a Urgencias, en lo ltimo de Urgencias, al lado de la puertecita para ir al bao. La trabajadora social le hizo varias preguntas y trat de ayudarla. Le trajo comida y jugos, pero slo pudo hacerlo el primer da. Peda que la atendieran pero en todo ese proceso no recibi ninguna ayuda. La dextrosa y los alimentos se los dbamos algunas personas que tenamos familiares hospitalizados. El hospital no le dio atencin. Tengo elementos de juicios para decir que no la atendieron. Incluso el vigilante le tena rabia porque a cada momento molestaba por lo de su olor en la Urgencia. No s por qu, quiz porque tenan hacer muchas cosas, pero los mdicos llegaban y ni siquiera la miraban. Es ms, mi hermana y yo le compramos paales, le conseguimos ropa y trapos para que ella se limpiara. Un da nos pidi una dextrosa: Por favor, cmprame una dextrosa para que ellos me la pongan que estoy segura de que yo me voy a parar de esta. Cuando llegu con la dextrosa haba cinco personas entre enfermeros y enfermeras, a quienes les dije: Esto es para Carmen Helena, y me dijeron sorprendidos: Carmen Helena, la seora que tiene sida? Fulanito, ve t! No, que eso te toca a ti, zutanito t. Se pasaban el baln... Y una enfermera me dijo: Para qu le van a poner esto si ya ella no necesita dextrosa, ella la necesitaba el da que lleg, pero ya no. Sent que se estaba despreciando la vida humana. No vi inters de los mdicos ni de las enfermeras. Fue marginada por el slo hecho de ser indigente, porque yo fui testigo de que all lleg una joven que tambin tena sida, y la aceptaron. En esos das varias personas murieron en ese lugar en condiciones terribles. Vi que un seor de La Boquilla muri en el piso. A mi me toc atender algunos en el patio, pararlos del suelo sucio. No haba tazas sanitarias, el patio tena barro negro. Haba muchos pacientes en la tierra. A mi hermana, que tena una enfermedad grave porque le tuvieron que amputar una pierna, la tuvimos dos noches acostada entre dos personas. Carmen Helena era consciente y reconoci sus errores, yo s que Dios es quien debe perdonarla. Trat de darle un mensaje de amor. Se senta desgraciada. La primera persona que marc su vida fue su padrastro. No deb nacer, deca, para qu nac?. Comenz a sacar lo que era ella. Le hablaba de Dios y durante 15 quince das la ba. Lo que le gust fue que no la rechac. Por esos das le naci el deseo de que la familia viniera a verla. Me dio un nmero telefnico pero nunca contestaron. Hice todo lo posible, mand cartas a una direccin que me dio, y no tuve noticias. Deca a menudo: Si se me
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para la diarrea, yo s que salgo de sta... Ora, ora para que se me pare la diarrea.... Ella hablaba y hablaba. Nunca dej de hablar... Estaba en la esquina de Urgencias, de all el vigilante la sacaba a menudo y la gente de Urgencias peda que la sacaran de ah. As que volvan a llevarla al cuartico de los muertos. Pero ella, gateando, volva a su sitio, crea que si estaba con los muertos se iba a morir. Gateaba y llegaba por el pasillo, gateaba quejndose todo el da de su dolor en el abdomen... un dolor constante... Un da una seora me dijo: Hoy amaneci mal, porque est quejndose de todo, y est insultando a Dios. Para ya, mi Dios, yo me quiero morir rpido... P or qu me has dejado as?, gritaba. Pero despus me dijo: Negri, yo me paro de esto, y me soltaba una sonrisa. Un medioda llegu y vi que estaba sin dextrosa, me dijo que una aseadora haba enredado el palo del trapero con el tubo de plstico, pero como no quera tocarla cogi la escoba, la enroll y la ech a la basura... Sin embargo, esa vez ella no se puso triste por eso. Ella tena slo el techo porque ni siquiera tena camilla. Cuando ya la colchoneta no le serva, le conseguimos unos cartones. Nunca se me olvidar el rostro de los celadores porque le decan palabras groseras. Recuerdo uno bajito, de bigotes. Creo que su esposa es enfermera del San Pablo. La comida se la daban en un tarro. Le conseguimos un vaso grande, le conseguimos noni y agrs, y tomaba su jugo. Segua con la diarrea pero coma cualquier cosa creyendo que as sobrevivira. Pero al final todo eso termin en la basura. Una de esas noches llovi torrencialmente y al da siguiente la encontr metida en el agua. No tena fuerzas y temblaba. Una mujer que estaba con un familiar en Urgencia y yo le lavamos la colchoneta. Toda la ropa que le habamos conseguido estaba mojada. As se le fue acabando hasta que se qued desnuda. Esper su muerte completamente desnuda y en el piso. Luego no pude conseguirle ropa, qued desnuda como una semana. Todo el que pas por ese sitio durante esos das pudo ver la indiferencia con la que fue tratada... La tarde antes de morir no pude ayudarla porque era imposible. Ella me miraba como entendiendo, porque no tena por donde agarrarle. Tena llagas en los brazos y las piernas. Los brazos le crecieron. No pude ayudarla. Muri el 31 de octubre de 2001. Cuando sali el video vi que estaban siendo injustos y decid hablar. Es injusto porque a Carmen Helena nunca la atendieron en el hospital y nadie hizo nada. Cuando me enter del problema que se le haba formado a Marlon Ahumada, yo hable con la esposa y decid declarar ante la Fiscala. Pero
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veo que la cosa no ha ido a ninguna parte, todava estoy esperando que me llamen. Dos aos despus del hecho, ni Mary Castillo ni ninguno de los mdicos del hospital San Pablo que atendieron el caso han accedido a ser entrevistados, como tampoco lo han hecho el vigilante e incluso el director. Slo un joven mdico auxiliar, Walter Montalvo, se ha atrevido a hacer unas declaraciones. Me asegur que todo lo que dicen Pernett y Ahumada es falso, que s se atendi debidamente a Carmen Helena Ruiz hasta el momento de su muerte, aunque sta lanzaba insultos y era grosera con todos. Que la verdad es que durante los das del cierre del Hospital Universitario, en los que tuvieron que atender las urgencias de la ciudad, no se tenan los elementos necesarios para dar una atencin debida, pero que en ningn momento Carmen Helena estuvo tirada en el suelo ni en el cuarto de los fallecidos, que recibi una atencin humana y que si ocurri alguna falla es del sistema. Por el evento las autoridades sancionaron a varias entidades: la ESE Cartagena de Indias, la Central de la Cruz Roja, el DADIS y el hospital San Pablo. Pero la responsabilidad moral ante los medios ha recado sobre Marlon Ahumada, quien tuvo que interponer una tutela para no perder su empleo en la ESE. Fue suspendido durante tres meses, confirmando as el sueo premonitorio de escasez que tuvo su esposa. Todava conduce su mvil y, an, sin auxiliares.
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