Alfabetización Siglo XVI

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NIVEL DE ALFABETIZACIN EN UNA CIUDAD CASTELLANA DEL SIGLO XVI: SECTORES SOCIALES Y GRUPOS TNICOS EN VILA

Serafn de Tapia
Universidad de Salamanca

Estas lneas se redactan con la voluntad de contribuir, desde el anlisis local, a un mayor conocimiento de un fenmeno social tan importante y poco conocido como el del nivel cultural del conjunto de la poblacin de las ciudades castellanas del siglo XVI. Hasta ahora en nuestro pas las lites son las que han recibido la mayor atencin a este respecto y ello por dos motivos; el primero porque quienes ms precozmente se interesaron por el asunto fueron los historiadores de la literatura quienes, como es lgico, orientaron sus trabajos hacia los consumidores de la produccin impresa, que resultan ser los miembros de las clases acomodadas '; el segundo, porque la mayora de los historiadores ha preferido rastrear el nivel cultural de las sociedades a travs de un instrumento tan seguro al efecto como el anlisis de los inventarios de bibliotecas, lo que necesariamente conduce a ocuparse fundamentalmente de los privilegiados, ya que hasta no hace mucho tiempo la posesin de libros ha sido monopolio de las lites a causa de su elevado precio2. Es tal el campo abierto en el examen de las bibliotecas y con tantas posibilidades de conexin con otros mbitos ms all de los literarios (historia de las ideas religiosas, polticas, jurdicas, estticas, filosficas...) que muchos historiadores interesados por estos temas han preferido dejar para mejor ocasin
1

Es el caso, por ejemplo, de M. Chevalier. Lectura y lectores en la Espaa del siglo XVI y XVII, Turner, Madrid, 1976. 2 Aqu la nmina puede hacerse muy larga, tan slo recogeremos algunos ejemplos: C. Batlle. Las bibliotecas de los ciudadanos de Barcelona en el siglo XV en Livre et lecture en Espagne et en France sous l'ancien rgime, Colloque de la Casa de Velazquez, A.D.P.F. Paris, 1981 pp. 15-31. M.A. Ladero y M.C. Quintanilla. Bibliotecas de la alta nobleza castellana en el siglo XV en Livre et lecture ... pp. 47-59. Y finalmente J.E. Gelabert. La cultura libresca de una ciudad provincial del Renacimiento Actas del II Coloquio de Metodologa Histrica Aplicada. La Documentacin Notarial y la Historia, II, Universidad de Santiago de Compostela, 1984, pp. 147-163.

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un trabajo tan arduo y resbaladizo como la investigacin del nivel de alfabetizacin del pueblo llano. Sin duda la excepcin ms notable sea, en el mbito espaol y para el siglo XVI, el trabajo de Ph. Berger sobre Valencia en el que, gracias al volumen de informacin allegado, tambin se da cuenta de la situacin cultural de las clases trabajadoras3; en honor a la verdad hay que decir que no son las dificultades derivadas de un trabajo ingente lo que suele retraer a la mayora de los colegas a la hora de encarar una lnea de investigacin sino las dudas respecto a la garanta cientfica del trabajo emprendido; en este caso la dificultad proviene de que el nico indicador utilizable cuando se trata de detectar el nivel de alfabetizacin de las masas populares es la firma y es sabido que no hay acuerdo respecto a la equivalencia entre saber firmar y saber leer y, mucho menos, escribir4. Slo recientemente han comenzado a aparecer en el panorama nacional trabajos del tipo del que aqu presentamos, es decir recurriendo a la firma como indicador y, por tanto, aspirando a establecer el nivel cultural de todos los grupos sociales5. Y es que las dudas respecto a la verosimilitud de la ecuacin firma = lectura no pueden disuadir de hacer el trabajo, por dos razones contrapuestas; primera porque, sin perjuicio de que posteriores investigaciones aclaren esta cuestin, no hay duda de que la destreza de rubricar supone un nivel superior, una cierta capacidad de representacin simblica, que quien es incapaz de firmar no posee, pudindose establecer, en consecuencia, las fronteras de una cultura elemental; la segunda porque, incluso aunque se demostrara que saber firmar equivale a dominar la tcnica lectora, no hay garanta de que tal habilidad lecto-escritora supusiera que tales sujetos hubiesen transpasado el umbral de lo que hoy denominamos analfabetismo funcional, es decir que fueran capaces de comunicar a los dems por escrito o entender un mensaje medianamente complejo que necesitaran para poder actuar eficazmente en su entorno, y que pudieran servirse de la lectura y escritura para su propio desarrollo y el de su comunidad6. Obviamente los alfabetizados funcionales son los nicos que se pueden considerar como poseedores de un nivel cultural tal que les va a permitir consumir literatura y otra produccin impresa y facilitarles el xito social en cualLa lecture a Valencia de 1474 1560 (Evolution des comportements en fonction des milieux sociaux) en Livre et lecture... pp. 97-110. 4 Ver a este respecto las reflexiones de Lawrence Stone (Literacy and Education in England, 1640-1900 Past and Present, 42 (1969) pp. 69-139, especialmente p. 98) y de Roger Chartier {Livre et lecture... p. 109). En todo caso a nosotros nos parece convincente el trabajo de F. Furet y W. Sachs quienes mostraron que a la altura de 1866 la tasa de correlacin entre los que firman y los que declaran saber leer y escribir est cerca de la correspondencia absoluta (La croissance de l'alphabtisation en France, XVIIIe-XIXe sicle Annales. Economies, Socits, Civilisations, 29 (1974), pp. 714-737); es de suponer que lo que vala para 1866 sirviera para tres siglos antes. 5 . Bennassar hace una presentacin del estado de la cuestin en Las resistencias mentales en el libro colectivo dirigido por l mismo: Orgenes del atraso econmico espaol, Ariel, Barcelona, 1985, pp. 147-163. 6 As entendi la UNESCO el concepto de analfabetismo funcional en su 20? Conferencia General en 1978 (Cf. J.A. Fernndez Fernndez (coord.) Libro Blanco de la Educacin de Adultos, Ed. Ministerio de Educacin y Ciencia, Madrid, 1986, p. 182).
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quiera de los mbitos. Con otras palabras, lo relevante no es conocer si firmar equivale a leer, sino tener informacin de cuntos y quines haban superado la barrera del analfabetismo funcional y esto es muy difcil de establecer, entre otras razones, por la existencia de niveles intermedios de madurez intelectual7. Sin embargo, parece claro que tal dificultad no es argumento suficiente para desinteresarnos por el conocimiento de los niveles de dominio de estas destrezas tan fundamentales para el desarrollo de los individuos y de las sociedades. As pues, merece la pena dedicar algn esfuerzo a echar luz sobre la cuestin de en qu medida la gente saba o no saba firmar en la poca del Renacimiento castellano mxime cuando se tiene la fortuna de disponer de este tipo de informacin desde los primeros aos del siglo XVI, circunstancia poco frecuente. De las posibles fuentes judiciales, fiscales y notariales 8 la nica que satisfaca las exigencias del marco cronolgico, el quinientos, era la informacin aportada por las escrituras notariales, concretamente la rbrica o la indicacin de no saber escribir puesta por el titular de las escrituras notariales al final del documento en cuestin 9 . Es sabido que, tratndose de este material tan voluminoso, se impone trabajar mediante tcnicas de muestreo; en el caso de los fondos del Archivo Histrico Provincial de vila (AHPAv) son casi un millar los volmenes de la Seccin de Protocolos pertenecientes al siglo XVI; por ello se ha optado por revisar todas las minutas notariales conservadas que se refieren a los aos 1503, 1528, 1553, 1578 y 1603, es decir cinco cortes de 25 en 25 aos 10. Han sido 56 volmenes los vistos (algunos no completamente). Como es lgico el nmero de escrituras existentes en cada uno de estos cortes va aumentando a medida que transcurre el siglo n . Para superar el inconveniente que supondra trabajar con muestras muy desproporcionadas en cada uno de los aos (es decir, mucho ms pequeas en los primeros cortes cronolgicos que en los ltimos), nos ha parecido oportuno ampliar el mbito cronolgico de los dos primeros sondeos a los
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Daniel Roche ya fue consciente de esta dificultad al sostener la imposibilidad de establecer una correspondencia entre la habilidad de escribir que permite la liberacin y la afirmacin de la personalidad por una parte y la capacidad de leer pasivamente por la otra (La culture popular a Paris au XVIII sicle: les faons de lire en Livre et lecture... p. 160). 8 Cf. B. Bennassar. Las resistencias mentales, o.c. 9 El recurso a esta fuente hace tiempo ya lo sugiri el mismo B. Bennassar en su Valladolid en el Siglo de Oro (Ed. Fundacin Municipal de Cultura, Valladolid, 1983) donde escribi: Se podra llevar a cabo un estudio estadstico a partir de los protocolos notariales, analizando sistemticamente todas las actas. Casi todo el mundo, en la poca, pasaba un da u otro ante el escribano, y cuando no saban escribir lo decan en el momento de firmar (p. 468). 10 Se han revisado las escrituras notariales de todos los escribanos de los que se conservan registros, para evitar la seleccin social que cada uno de ellos pudiera hacer con su clientela; lgicamente de 1503 y, quiz, de 1528 se han perdido algunos aunque se han conservado un nmero suficiente de ellos. 11 Esta documentacin procede del Archivo Histrico Provincial de vila, seccin Protocolos. Concretamente corresponden a cada uno de los aos siguientes: Ao 1503: 144, 2, 405, 146, 411 y 1; Ao 1528: 184, 1.980, 268, 252, 1.195, 7 y 496; Ao 1553: 21, 215, 294, 488, 315, 322, 67, 250, 1.538, 323, 402 y 410; Ao 1578: 415, 75, 455, 234, 418, 489, 107, 257, 414, 177, 288, 478 y 256; Ao 1603: 545, 622, 1.138, 679, 529, 791, 642, 585, 205, 750, 627, 570, 510, 650, 1.108, 138, 139 y 525, siempre ordenados de mayor a menor segn el nmero de personas aportadas por los diversos libros de protocolos.

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aos colindantes, naturalmente recogiendo informacin slo de individuos que no hubieran aparecido en el ao central; de esta manera en vez de las 46 personas de las que conocemos si firmaba o no el ao 1503 se ha pasado a 277 y en el ao 1528 la cantidad inicial, 78 personas, se pudo ampliar a 192 12. Como es lgico el nmero de personas que aparecen en los miles de escrituras revisadas es muy superior a las 1670 con las que vamos a trabajar; pero slo se han tenido en cuenta los vecinos de la ciudad de vila y de ellos casi exclusivamente aquellos de los que se indica el oficio (excepto en el caso de las mujeres y de los nobles, de los que casi nunca se seala su ocupacin); de esta manera se han excluido los habitantes de la tierra (clientela mayoritaria de muchos escribanos) y los de la ciudad de oficio desconocido. Adems hay que tener en cuenta que prcticamente todas las personas aparecen ms de una vez en las escrituras, sobre todo los miembros de ciertas profesiones, como los mercaderes; evidentemente en nuestra base de datos slo se recogen en una ocasin. Tampoco se registran los clrigos, no slo porque en el marco de esta investigacin resulta intil (todos saban firmar) sino porque al no incluirlos se facilita la comparacin de los resultados ahora obtenidos con los de la estructura ocupacional resultante de la informacin aportada por los padrones del repartimiento del Servicio, en los que slo aparecen los pecheros13. Finalmente, tambin han sido excluidos de los cuadros bsicos los moriscos, una importante minora que supona del 8,3 al 19,1 por cien de la poblacin abulense, dependiendo de los momentos; en la ltima parte de este trabajo se comparar el nivel de alfabetizacin de este grupo con el de la mayora cristiano-vieja. El cuadro 1 (columna 3) refleja que la muestra con la que se va a operar supone como media a lo largo del perodo el 14,7 por cien de los vecinos, lo que puede considerarse una cantidad aceptable. El nivel de alfabetizacin es desde el primer momento sorprendentemente alto, alcanzando casi cotas francesas14 y superando el 38,5 de firmantes de Toledo (aos 1540-1600), el 44,2 de Badajoz (2.a mitad del s. XVII) y el 45,4 de Madrid (ao 1650); nicamente se coincide con el 52,5 de Santiago de Compostela en 1635 15. Encontramos dos tipos de expliEl nmero de individuos referidos a cada ao, en el corte de 1503, son los siguientes: 1503, 46; 1504, 141; 1506, 3; 1508, 7; 1509, 10 y ao 1510, 74 personas. En el corte de 1528 son: 1526, 7; 1527, 77; 1528, 78; 1529, 18; 1530, 8; 1531, 1 y 1531, 3. 13 Cf. S. de Tapia. Estructura ocupacional de vila en el siglo XVI en El pasado histrico de Castilla y Len, Ed. Junta de Castilla y Len, Burgos, 1983, pp. 201-224. 14 Cf. R. Chartier. Lectures et lecteurs dans la France d'Ancien Rgime, d. Seuil, Paris, 1987 (especialmente el cap. Ill, Strategies editoriales et lectures populaires, 1530-1660, pp. 87-124) y del mismo autor La circulation de l'crit dans les villes franaises, 1500-1700 en Livre et lecture... pp. 151-157. 15 Cf. M.C. Rodrguez y B. Bennassar. Firmas y nivel cultural de los testigos y acusados en los procesos de la Inquisicin del Tribunal de Toledo (1525-1817) y del Tribunal de Crdoba (1595-1632) Caravelle 31 (1978) pp. 17-46; F. Marcos y F. Corts. Educacin y analfabetismo en la Extremadura meridional (siglo XVII) ed. Serv. Publicaciones Universidad Extremadura, Cceres, 1987, p. 40; C. Larqui. La alfabetizacin de los madrileos en 1650 Anales del Instituto de Estudios Madrileos, t. XVII (1981) pp. 223-252; J.E. Gelabert. Lectura y escritura en una ciudad del siglo XVI: Santiago de Compostela en La ciudad hispnica durante los siglos XIII al XVI, ed. Universidad Complutense, Madrid, 1985, pp. 161-182.
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Cuadro 1 NIVEL DE ALFABETIZACIN DE LA POBLACIN LAICA CRISTIANO-VIEJA DE VILA EN EL SIGLO XVI POR PERODOS
Ao Vecinos vila Personas de las que tenemos informacin saben firmar no saben firmar

n?
1 (i) 1503 (2) 1528 (3) 1553 1578 1603 Total 1.529 1.945 2.863 2.740 2.299 11.376 2 277 192 192 434 575 1.670

n? 4 126 100 106 232 312 876

n? 6 151 92 86 202 263 794

3 18,1 9,9 6,7 15,8 25,1 14,7

5 45,5 52,1 55,2 53,4 54,2 52,4

7 54,5 47,9 44,8 46,5 45,7 47,5

(1) Excluida la poblacin eclesistica. Estos datos proceden de nuestro artculo Las fuentes demogrficas y el potencial humano de vila en el siglo XVI, Cuadernos Abulenses, 2 (1984), pp. 31-88. (2) En este bloque se acumula informacin de una serie de aos comprendidos entre 1503 y 1510. El nmero de individuos referidos a cada ao es el siguiente: 1503 = 46; 1504 = 141 ; 1506 = 3; 1508 = 7; 1509=10 y 1510 = 74. (3) Id. ntrelos aos 1526 y 1532; concretamente: 1526 = 7; 1527 = 77; 1528 = 78; 1530 = 8; 1531 = 1 y 1532 = 3.

cacin a este hecho; el primero se deriva del tipo de fuente empleada: escrituras notariales que recogen actuaciones sociales casi siempre de carcter econmico por lo que, si bien se hacen eco con exactitud de la presencia de los personajes ms ricos y activos (mercaderes, gente que hace contratos...), tienen cierta proclividad a infrarrepresentar a los sectores sociales ms modestos o con actividades profesionales de escaso dinamismo (asalariados, campesinos, ...), que eran los grupos de menor nivel cultural junto con las mujeres; no obstante, ms adelante se ver que, en este caso, no es minoritaria la presencia de los menudos; por lo que se refiere a la informacin respecto a las mujeres, se trata de una carencia generalizada 16. El segundo tipo de explicacin del alto nivel de alfabetizacin guarda relacin con las caractersticas y condiciones de esta ciudad en el siglo XVI; vila era por entonces un centro urbano de nivel medio en el contexto de la Corona de Castilla, con un importante incremento, a lo largo de la centuria, de su actividad artesanal, sobre todo la textil17; tal desarrollo de su capacidad productiva (por otra parte frenado drsticamente en el trnsito del siglo XVI al XVII) no fue lo suficientemente duradero ni profundo como para lograr que las tradicionales seas de identidad de la ciudad fueran alteradas: estamos en una ciudad que conserva grandes dosis de centro eclesistico y donde se ubican los servicios
16 17

Cf. el caso valenciano en Ph. Berger, o.c. p. 99. Cf. nuestro artculo Estructura ocupacional... o.c.

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administrativos del territorio 18; se sabe que en las ciudades de estas caractersticas la alfabetizacin era superior a la de los lugares de impronta artesanal. En la ciudad no exista ninguna actividad editorial ni impresora 19 pero, en cambio, no era comparativamente escaso el nmero de quienes profesionalmente se dedicaban a la instruccin y a la difusin de los libros. El cuadro 2 recoge la informacin que a este respecto aportan los padrones del repartimiento del Servicio a lo largo de los aos y para 1561 las Averiguaciones de Alcabalas 20 ; resulta significativo que en este ltimo padrn, gracias a que se incluan los individuos de los tres estados y no slo los pecheros, el nmero de los que se dedican a instruir aparece notablemente incrementado: en realidad existan cuatro maestros (tres maestros de nios y uno que ensea gramtica), ms cinco clrigos que ensean a nios y otros dos clrigos que ensean gramtica, total once personas, muchas ms que en otras ciudades castellanas de tamao parecido 21 . Estos cinco clrigos que ensean a nios sin duda eran los jesutas a los que en 1570 se refiere Santa Teresa cuando, en carta a su hermano Lorenzo que pensaba regresar desde Amrica con sus hijos, le describe el panorama educativo de la ciudad: Olvidseme de escribir en estotras cartas el buen aparejo que hay en vila para criar bien esos nios. Tienen los de la Compaa un colesio donde los ensean gramtica y los confiesan de ocho a ocho das y hacen tan virtuosos que es para alabar al Seor. Tambin leen filosofa y despus teuloga en Santo Toms [un monasterio de dominicos que expidi ttulos universitarios hasta 1804], que no hay para que salir de all para virtud y estudio... 22
La ciudad de vila basaba su tradicional podero en el control de una de las tierras ms amplias y pobladas 16.000 vecinos de la Corona de Castilla (cf. M. Fernndez Alvarez y A. Daz Medina. Los Austrias Mayores y la culminacin del Imperio (1516-1598), vol. 8 de la Historia de Espaa, d. Gredos, Madrid, 1987, p. 205). 19 No slo lo revela la inexistencia de trabajadores de este sector sino el hecho de que cuando los obispos necesitan publicar algo lo encargan a impresores de fuera, como Andreas de Portonaris que imprimi en Salamanca las Constituciones Sinodales del Obispado de vila en 1557 o Lorenzo de Soto que en 1571 imprimi en Martn Muoz (Segovia) unas Instituciones emanadas por el obispo Don Alvaro de Mendoza. Un ejemplar de las Constituciones se halla en el Archivo Diocesano de vila; de las Instituciones aludidas se encuentra una referencia en el Libro de Becerro, Quentas, Decretos (1512-1667), fol. 251 v., de la Parroquia de San Martn, Arvalo, Archivo Diocesano de vila, 135/1/3. 20 Av., Seccin Ayuntamiento, 59, 6/18 (1514); 59, 6/24 (1517); 61, 7/23, 24, 26 y 28 (1530); 63, 9/3 (1540); 67, 11/23 (1571); 68, 12/8 (1580); 68, 12/14 (1590); 71, 14/10 (1603); 73, 15/19(1626). La Averiguacin de Alcabalas de 1561 en AGS, Exp. Hacienda, leg. 50. 21 . Bennassar recopila los maestros de varias ciudades en ese ao: 12 en Valladolid, 6 en Segovia, 2 en Medina del Campo... (Las resistencias mentales, o.c, p. 157) y J.I. Gelabert indica que en Santiago de Compostela hay 5 maestros (Lectura y escritura..., o.c. p. 166). Obsrvese que Valladolid y Segovia eran bastante mayores que en vila, sobre todo la primera, en concreto en los aos 1531 y 1591 vila tena 1.830 y 2.781 vecinos respectivamente, mientras que en Valladolid eran 6.750 y 8.112 y en Segovia 3.781 y 5.657 (cf. S. de Tapia: Las fuentes demogrficas y el potencial humano de vila en el siglo XVI, Cuadernos Abulenses, 2 (1984) p. 54; B. Bennassar. Valladolid..., p. 158 y A. Garca Sanz. Desarrollo y crisis del Antiguo Rgimen en Castilla la Vieja. Economa y Sociedad en tierras de Segovia. 1500-1814 Ed. Akal, Madrid, 1977, p. 45. 22 Cartas (Toledo, 17 de enero de 1570) en Obras Completas, B.A.C. Madrid. 1979, . 690. Estas palabras de la Santa parecen confirmar la aseveracin de L. Stone de que uno de los factores que contribuyen a elevar el nivel de alfabetizacin en el Renacimiento es la religin (Literacy and Education..., o.c, p. 76). Bien es verdad que si en los pases protestantes este papel de la religin se
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Cuadro 2 PROFESIONES VINCULADAS A LA INSTRUCCIN Y A LA DIFUSIN DE LA CULTURA


1514 1517 1530 1540 1549 1561 1571 1580 1590 1603 1626 escritor librero maestro pergaminero

1 3

3 1 1

5 1 4

9 3 (1) 4

4 4 11 3

5 5 1

4 4 4

1 3 1

1 3 1

2 2 2

(1) Amuestramozos en la casa de la doctrina y maestro de mozos a la iglesia mayor.

Resulta interesante prestar atencin a la evolucin de la tasa de firmantes: se produce un gran incremento hasta 1528 mantenindose en el mismo nivel con ligeras oscilaciones hasta 1603. Con el objetivo de encontrar un significado a tal evolucin hemos desagregado los datos del cuadro 1 distinguiendo entre hombres y mujeres (cuadro 3, a y b). Se observa la gran diferencia entre unos y otras: 58 y 16,6 por cien respectivamente es la media de alfabetizados en el conjunto del perodo. Es este gran contraste entre los sexos, as como la disparidad del nmero de mujeres presentes en cada uno de los cortes cronolgicos, los que en gran manera introducen variaciones ilgicas en las tasas totales del cuadro 1; por ejemplo, el alto nivel de firmantes de 1553 respecto de 1528 viene determinado porque en aquel ao slo haba un 9 por ciento de mujeres mientras que en 1528 eran el 15,1 por cien; otro tanto puede decirse respecto a 1578. Similares distorsiones provoca (aunque en sentido opuesto, es decir por inducir al alza) la diferente presencia de nobles en cada ao, aunque dado su poco volumen absoluto (slo se han recogido 43) la trascendencia es mucho menor que en el caso de las mujeres. A priori, una discriminacin interesante es la determinada por el sector productivo. Utilizamos, por razones de comodidad metodolgica, la divisin clsica en los tres sectores de actividad (primario, secundario y terciario) ms otro que recogera a los nobles, las mujeres sin oficio la mayora y algunos hombres de profesin indeterminada (cuadro 4). Aparte de la claridad con que se manifiesta la distinta capacidad de firmar de los tres sectores, son las actividades artesanales las que gracias al aceptable volumen de la muestra permiten dibujar un comportamiento coherente de esta variable cultural, caracterizado por un avance explosivo en el primer tercio del siglo hasta 1578, seguido de un perodo de declive; esta era tambin, grosso modo, la tendencia reflejada por la tasa de alfabetizacin del conjunto de los hombres.

ha mantenido hasta nuestros das, en las zonas catlicas la Contrarreforma hizo que a partir de ltimo tercio del siglo XVI el acceso generalizado a la cultura libresca no fuera fomentado por la Iglesia Catlica con el mismo mpetu que en las dcadas anteriores.

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Cuadro 3 NIVEL DE ALFABETIZACIN POR SEXOS Y PERIODOS


Ao Pers. de las que tenemos inform. ? 1 a) HOMBRES 1503 1528 1553 1578 1603 Total b) MUJERES 1503 1528 1553 1578 1603 Total 261 162 174 343 506 1.446 16 29 18 91 69 223
% (1)

saben firmar n? 3 125 95 99 217 302 838 1 4 7 15 10 37 7o 4 47,9 58,6 56,9 63,3 59,7 58 6,3 13,8 38,9 16,5 14,5 16,6

no saben firmar n? 5 136 67 75 126 204 608 15 25 11 76 59 186


%

2 94,2 84,4 90,6 79 88 86,7 5,8 15,1 9 21 12 13,4

6 52,1 41,4 43,1 36,7 40,3 42 93,7 86,2 61 83,5 85,5 83,4

(1) Respecto al total de individuos de los dos sexos.

Cuadro 4 NIVEL DE ALFABETIZACIN POR SECTORES PRODUCTIVOS


Ao Primario firman n? 1 1503 1528 1553 1578 1603 Total % 2 no s. firm. ? 3 % 4 Secundario firman n? 5 32 34 61 135 175 7o 6 25,8 43 52,5 63,3 53,7 no s. firm. ? 7 92 45 55 78 151 7o 8 Terciario firman n? 9 % 10 no s. firm. ? 11 7 o 12 Indeterminado firman n? 13 56 43 21 61 43 7o 14 no s. firm. ? 15 o/o 16

6 100 4 100 3 23 10 77 2 10 18 90 7 24,1 22 76 12 16,7 60

74,2 38 77,5 11 22,4 57 22 88 3 12 47,4 21 80,7 5 19,3 36,6 34 65,4 18 34,6 46,3 87 83,6 17 16,4

57,1 42 42,9 51,8 40 48,2 56,7 16 43,2 40,9 88 59,1 37 73 63

83,3 437 50,9 421 49,1 202 78,9 54 21,1 224 46,4 259 53,6

Habr que esperar a contar con informacin de otros lugares del pas para poder comprobar si estamos ante un fenmeno general o si se trata de un caso particular; no obstante resulta probable suponer que este dato del estancamiento en el nivel de alfabetizacin pudiera guardar cierta relacin con el giro que a partir de 1556-1563 toma la poltica real respecto a la cultura y que transform la

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Espaa del Renacimiento completamente abierta a las influencias humansticas europeas en la semicerrada Espaa de la Contrarreforma 23 . La sospecha y el control a que se someti el mundo del pensamiento y de los libros ha llevado a algn autor a afirmar que de estas pocas arrancan los orgenes del temor y desprecio de los espaoles hacia la letra impresa 24 . No resulta, por tanto, muy aventurado relacionar esta circunstancia con la disminucin del inters por aprender a leer y escribir que parecen indicar la evolucin del nmero de enseantes en la ciudad y quiz ms expresivamente el de los libreros 25 , cuya curva es reflejo grfico del viaje de ida y vuelta de la sociedad castellana en este mbito 26 .

ESTRUCTURA OCUPACIONAL Y NIVEL DE ALFABETIZACIN En el cuadro 5 se desglosa en sectores y subsectores productivos la informacin respecto a si saban o no saban firmar sus componentes. El nmero de personas de cada uno de estos grupos est repartido de manera bastante proporcional a como se distribua el conjunto de la poblacin activa pechera de la ciudad 27 , de manera que en este caso no hay problemas de supra o infrarrepresentacin de algn colectivo laboral. En el cuadro no se incluye el estamento eclesistico (los que aparecen en el subsector servicio eclesistico son laicos que trabajan para la iglesia: ministriles, sacristanes...); nicamente algn modesto hidalgo habr sido incluido en su sector de actividad: los caballeros aparecen al final separados de los activos. Tambin se clasifican las mujeres segn el oficio de su esposo. El sector artesanal est alfabetizado al 50 por cien, con importantes diferencias en su seno, destacando positivamente los dedicados a actividades artsticas (plateros, escultores, pintores...) seguidos de los de la confeccin (sastres y calceteros); esta proclividad de los sastres/calceteros por la cultura, o ms bien su posicin de privilegio dentro del bloque de los artesanos, ya ha sido detectada en otras partes, por ejemplo, en Barcelona, Valencia, Santiago de Compostela y

Cf. J.H. Elliot. La Espaa Imperial, 1469-1716, Ed. Vicens Vives, Barcelona, 1965, pp. 241 ss. Tambin M. Fernndez Alvarez en Los Austrias Mayores..., o.c., especialmente el captulo La infiltracin del luteranismo (pp. 292 ss.). 24 H. Kamen. La Inquisicin espaola, Alianza Editorial, Madrid, 1973, especialmente el captulo 5: El silencio se ha impuesto (pp. 80 ss.). 25 Quiz el nmero de libreros estuviera algo sobredimensionado para la capacidad lectora de la ciudad: as cabe explicar que en la Averiguacin de Alcabalas de 1561 aparezca (fol. 9 .) un tal Juan Luis, librero y tabernero. Es posible que con pluriempleo tan atpico el seor Juan Luis consiguiera salir adelante. 26 Como es lgico el nivel de descenso de alfabetizacin slo puede detectarse como mnimo con un retraso de 15 20 aos respecto al momento en que se produce el desinters por la instruccin generalizada de la poblacin; por ello slo el corte de principios del siglo XVII refleja el cambio de coyuntura. 27 Cf. nuestro artculo ya citado Estructura ocupacional... especialmente las pgs. 205 y 223.

23

490

Serafn de Tapia Cuadro 5 ESTRUCTURA OCUPACIONAL Y NIVEL DE ALFABETIZACIN Pers. de las que ten. informacin n? 1
%

Mujeres (ocup. esposo) escriben n? 3 104 77 25 80 79 41 10 21 437 18 34 78 13 31 8 21 202 12 652 29


%

no s. escr. n? 5 118 36 20 113 79 8 27 22 423 17 1 14 9 3 1 6 51 60 534


%

escriben n? 7
%

no s. escr. n? 9 28 11 7 21 13 3 1 10
%

2(1) 18,8 9,5 3,8 16,4 13,3 4,1 3 3,6 72,5 2,9 2,9 7,7 1,8 2,9 0,7 2,3 21,4 6,1

4(2) 46,8 68,1 55,5 41,5 50 83,7 27 48,8 50,9 51,4 97,1 84,8 59,1 91,2 88,9 77,7 79,5 16,7 55 100

6(2) 53,1 31,1 44,4 58,5 50 16,3 73 51,2 49,1 48,6 2,9 15,2 40,9 8,8 11,1 21,4 20 83,3 45

10

Artesanado: Textil manuf. Textil confec. Metal Cuero/calz. Construccin Artist. Ind. aliment. Varios Subtotal Servicios: Alimentacin Burocracia Comerc/transp. Serv. domst. Serv. sanitario Serv. eclesiast. Varios Subtotal Agricultura TOTAL Nobles

222 113 45 193 158 49 37 43 860 35 35 92 22 34 9 27 254 72

1 2

4 1 4 5 1 2 3 16

4,1

94 1 2 8 1

95,9

6 1 3 42,1 22 9 13,8 85,7 125 2 57,9 100 86,2 14,3

1.186 100 29

20 12

(1) /o respecto al total de activos (1.186). (2) % respecto al total de los que tienen esa dedicacin profesional. Amiens 28 . En el otro extremo se hallan los de la alimentacin (molineros, panaderos, horneros...) y los del cuero (zapateros, zurradores...), lo mismo que ocurre en Santiago de Compostela, Amiens y Lyon 29 .

Cf. C. Battle. Las bibliotecas de los ciudadanos de Barcelona... o.c. p. 33; Ph. Berger. La lecture a Valencia... o.c. p. 100; J.E. Gelabert. Lectura y escritura en... Santiago de Compostela o.c. p. 182; A. Labarre. Le livre dans la vie aminoise du XVIe sicle, Paris-Louvain, Ed. Nauwelaerts, 1971. 29 Ver, para Lyon, N.Z. Davis. Les cultures de peuple. Rituels, sovoirs et rsistances au 16e sicle, Ed. Aubier-Montaigne, Paris, 1979, p. 331. Resultan sorprendentes las similitudes entre el caso lions y el abulense en numerosos oficios.

28

Nivel de alfabetizacin en una ciudad castellana...

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Sin duda el 50 por ciento de lectores en el sector artesanal es una cifra alta pero no aberrante, pues idntico nivel alcanzan los pequeos comerciantes, artesanos y practicantes de oficios subalternos de la ciudad de Crdoba en el perodo 1601-165030 y resulta inferior a los dos tercios de alfabetizados en este sector en Montpellier entre 1574 y 157631; habr, por tanto, que revisar la idea tan comn de que el analfabetismo era cuasi universal entre el artesanado urbano; en tal caso esto vale para el campo pero no para las ciudades, al menos para las del interior y Levante. Posiblemente en otros puntos del pas el panorama fuera otro; as J.E. Gelabert utilizando documentacin de tipo fiscal halla que en Santiago, en 1635, slo saben firmar el 17,5 por cien de los varones cabeza de familia del estado llano 32 . El segundo bloque del cuadro 5 se refiere al sector de servicios, cuyo nivel medio de alfabetizacin asciende al 79,5 por cien, destacando los burcratas (97,1 por cien), los sanitarios (91,2 por cien) y los que trabajan para las instituciones eclesisticas (88,9 por cien); se trata de subsectores en los que la lecto-escritura es profesionalmente imprescindible: los nicos iletrados de entre ellos son un pregonero, tres barberos (de uno de los cuales consta que es asalariado de un barbero tal cual, y los otros dos posiblemente tambin lo fueran) y un santero de una ermita. Los de menor nivel cultural son los dedicados a la alimentacin (fruteros, mesoneros...) y al servicio domstico (mayordomos, criados); este ltimo grupo es muy heterogneo en cuanto al nivel cultural, por ejemplo los 8 mayordomos que aparecen saben firmar mientras que slo lo hacen 3 de los 7 criados 33 . Algo parecido ocurre con el colectivo de los agrupados bajo el epgrafe comercio/transporte: no puede tener el mismo grado de instruccin un mercader-empresario que un arriero asalariado que conduce una reata de muas; no obstante este subsector estaba bastante alfabetizado, no tanto por su curiosidad cultural cuanto por necesidades del oficio; quienes han estudiado el contenido de las bibliotecas de los mercaderes han comprobado que se reducan a algunos libros piadosos y a almanaques para conocer los das de ferias 34 , de manera que se acepta generalmente que eran, de entre las lites, los lectores ms mediocres35 y que slo compraban libros cuando accedan a la nobleza o cuando deseaban ayudar a sus hijos a superar algn grado en la jerarqua social 36 . En todo caso parece que en el sector de los servicios tambin ocurre en vila lo que en Valencia: que la excepcin es el no lector 37 .

M.C. Rodrguez y B. Bennassar. Firmas y nivel cultural... o.c. R. Chartier. La circulation de l'crit... o.c. p. 151. 32 Lectura y escritura en una ciudad... o.c. p. 165. 33 Este fenmeno de que algn tipo de empleado domstico gozase de aceptable nivel de instruccin ya fue observado por M. Chevalier quien les inclua entre el pblico lector de la literatura de entretenimiento (o.c. p. 30). 34 ib. p. 27. 35 Cf. R. Chartier. La circulation de l'crit... o.c. p. 154. 36 Cf. H.J. Martin. Strategies editoriales dans la France d'Ancien Rgime... en Livre et lecture... p. 68. 37 Cf. Ph. Berger. Le lecture Valencia... o.c. p. 101.
31

30

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Serafn de Tapia

Quienes se dedican al cultivo de la tierra son los ms iletrados de todos: slo el 16,7 por cien sabe firmar. Este es un fenmeno que atestiguan las distintas monografas existentes. Muchos de estos hortelanos y trabajadores (as eran llamados los asalariados de la agricultura) eran campesinos recin llegados a la ciudad desde el campo circundante, donde imperaba el analfabetismo. Por lo que respecta a las mujeres, ya vimos (cuadro 3b) cuan pocas podan firmar, slo el 16,6 por cien. Entonces, y todava durante varios siglos ms, la sociedad consideraba que respecto a la educacin de las mujeres lo fundamental era su formacin moral y, a lo sumo, que supieran leer y escribir. Pero la extraccin social de la familia, expresada por la profesin del esposo, determinaba variaciones importantes; as, en el sector secundario slo las esposas de los artistas desentonan, positivamente, del general analfabetismo (de 98 mujeres nicamente pueden firmar 4). Bastante mejor es el panorama entre las esposas de los del sector servicios: el 42,1 por cien de las que tenemos informacin ponen su rbrica al pie de las actas notariales. Obviamente en el sector primario se localiza el mayor nivel de iletrismo: no sabe firmar nadie. Los caballeros y sus esposas figuran al final del cuadro 5. Su separacin respecto a los activos no supone que creamos que todos los nobles fueran ociosos. Este es el grupo social donde el analfabetismo est menos presente: los hombres saben todos escribir y las mujeres lo hacen en un 85,7 por cien. Tambin en este caso se coincide con Valencia; all como aqu el nico segmento social en el que las mujeres saben leer masivamente es la nobleza38.

NIVEL DE ALFABETIZACIN DE LOS DIVERSOS OFICIOS A pesar de que la informacin aportada por el cuadro 5 es muy interesante, tal clasificacin adolece de una carencia importante: no distingue entre los diversos oficios pertenecientes al mismo subsector productivo; por ejemplo, no discrimina entre los dueos de los talleres textiles los fabricadores y los asalariados que all trabajan perailes, tejedores... que, cabe suponer, tendran grados de alfabetizacin distintos, pues es sabido que el nivel econmico influa mucho en el cultural. Para superar este inconveniente se ha procedido a detallar cada uno de los 163 oficios39 que aparecen en algn momento del perodo estudiado; como la mayora de ellos lo hace con poca frecuencia hemos centrado la atencin en aquellos que ms menudean, un total de 28 empleos de los tres sectores
ib. p. 102. El hecho de que supieran leer y escribir no supone que usasen frecuentemente tal habilidad; por aquellos aos el cronista Antonio de Guevara se lamentaba de que a las mujeres slo en vestir y parlar se les pasa el da, y en leer un libro no emplearn ni siquiera una hora {Libro llamado Reloj de Prncipes... Valladolid, impreso por Nicols Tierri, 1529, fol. 173, apud M. Vigil. La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII, ed. Siglo XXI, Madrid, 1986, p. 50). 39 Esta gran diversidad profesional es indicio de la escasa integracin econmica de la poca: los diversos ncleos urbanos deban autosatisfacer casi todas sus necesidades locales y las de la comarca limtrofe. Eran muy pocos los subsectores productivos que en vila superaban el marco local y comarcal.
38

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productivos (cuadro 6), que acumulan el 70 por cien de las personas de las que conocemos su ocupacin. Se presentan ordenados de mayor a menor, segn su capacidad para firmar. Creemos ver en el resultado de este anlisis pormenorizado por oficios una lgica interna determinada por las condiciones objetivas requeridas por las distintas especialidades laborales; parece que ms que la consideracin social e inCuadro 6 LA ALFABETIZACIN EN LOS OFICIOS MS FRECUENTES
Pers. de las que tenemos inform. Boticario Pintor Platero Escribano Mercader Barbero Tundidor Bordador Herrador/albitar Calcetero Fabricador Ensamblador/entallador Carpintero Sastre Cantero Zapatero Pellejero Curtidor Tejedor Batanero Ollero/alfarero Zurrador Tejero Labrador/agricultor Molinero Peraile Hortelano Total 7 7 19 9 70 21 30 16 14 28 26 23 66 47 42 124 18 14 72 21 10 14 14 31 21 12 16 830 saben firmar n? 7 7 19 9 67 18 23 12 10 18 17 15 39 27 20 56 8 6 28 7 3 4 3 6 1 0 0
%

100 100 100 100 95,6 85,7 76,7 75 71,4 68 65,4 65,2 59,1 57,4 47,6 45,2 44,4 42,8 38,9 33,3 30 28,5 21,4 19,3 4,8 0 0

cluso que el nivel econmico atribuido a los diversos empleos, influye el nivel de abstraccin requerido para desarrollarlos con solvencia; bien es verdad que con frecuencia estos supuestos se corresponden, aunque no siempre (ver, por ejemplo, el caso de los bordadores y los fabricadores).

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Como se indic ms arriba (Cuadro 5) la media de los que saben escribir, de entre los de oficio conocido, es el 55 por cien. La tipologa de las actividades que superan este porcentaje se caracteriza por: * Requerir especial sensibilidad (pintores, plateros, bordadores). * Beneficiarse sobremanera del conocimiento de la lectura y escritura hasta el punto de resultarles casi imprescindible (mercaderes, fabricadores). * Necesitar ms cierta capacidad de abstraccin mental que fuerza fsica (calceteros y sastres especialmente quienes disearan los patrones o los interpretaran, ensembladores/entalladores, carpinteros y, quiz, tundidores 40 ). En cambio la naturaleza de los oficios que estn por debajo del 55 por cien viene determinada por cualidades opuestas a las anteriores: * Requerir la fuerza fsica (molineros, zurradores, bataneros, canteros...). * Ser actividades muy simples y mecnicas (hortelanos, labradores , tejeros, olleros). En este grupo se incluyen de manera especial algunas de las ms significadas operaciones de la manufactura textil, como las de los perailes, bataneros, cardadores y tejedores. * Ser trabajos desagradables como consecuencia de la materia prima elaborada, como el cuero (zurrador, curtidor, pellejero y zapatero). Hecho este breve comentario a los oficios ms frecuentes seguimos sin poder resolver otra carencia de nuestras fuentes, la referida a la posible correspondencia entre el nivel de alfabetizacin y el lugar que los diversos individuos ocupaban en las relaciones de produccin; evidentemente no es lo mismo ser zapatero poseedor de un taller que ser oficial zapatero trabajando en este taller; sin embargo ambos vienen en los protocolos notariales calificados de zapateros y por tanto puestos por nosotros en el mismo apartado. Sera preciso recurrir a la documentacin fiscal, concretamente a los padrones del repartimiento del Servicio, donde aunque slo se inclua a los pecheros sin duda apareceran la mayora de los individuos presentes en la base de datos con la que venimos trabajando, con indicacin de los maraveds que pag; con el fin de poder establecer series homogneas se reduciran a nmeros ndice lo aportado por cada uno en los cinco cortes cronolgicos. La riqueza de la documentacin conservada en el Archivo Histrico Provincial de vila 41 permitira llevar a cabo un trabajo de estas caractersticas que en este momento no vamos a realizar.

P. Iradiel indica que el oficio de tundidor requera cierta especializacin de manera que se vigilaba mucho para que quien pusiera tablero fuera examinado no slo en el momento de iniciar el trabajo sino frecuentemente (Evolucin de la industria textil castellana en los siglos XIII-XVI, ed. Universidad, Salamanca, 1974, p. 204). 41 Hemos llegado a contar 107 padrones anuales del Repartimiento del Servicio de los aos 1503 a 1622, con indicacin de lo que pagaba cada vecino. Aunque en ese perodo no hubo tantas convocatorias del Servicio Real, como el monto de la cantidad total se fraccionaba en pagos anuales era necesaria la realizacin de padrones nuevos cada ao para adecuarse a la gran movilidad demogrfica de la ciudad. Este fenmeno era debido a que vila casi careca totalmente de propios (Cf. nuestros art. Las fuentes demogrficas... o.c. p. 46 y La documentacin fiscal concejil. Un instrumento imprescindible para la historia social en Los archivos y la investigacin, Ed. Archivo Histrico Provincial de vila, vila, 1988.

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U N A M I N O R A MUY A L F A B E T I Z A D A : LOS MORISCOS D E V I L A Si los estudios del nivel cultural de las clases populares cristianas son escasos, los de las minoras tnicas son inexistentes. En esta ocasin vamos a presentar la informacin disponible respecto a la capacidad de firmar de los moriscos abulenses siguiendo un esquema similar al utilizado con los cristianos viejos 42 . Los mudejares castellanos nunca destacaron por su nivel cultural; la mayora de ellos ni siquiera fue capaz de conservar el conocimiento del rabe escrito con soltura, de manera que desde el siglo XIV hubo que recurrir a escribir en castellano resmenes de la ley musulmana 43 . A partir de la forzosa conversin (mejor sera decir bautizo) de 1502 el proceso de degradacin de la propia cultura musulmana se acenta, sobre todo porque la Inquisicin en su afn por lograr la aculturacin de la minora consideraba la posesin de libros o manuscritos en arbigo o en aljama (castellano), susceptibles de transmitir creencias islmicas, como prueba de hereja 44 , procediendo a condenar y confiscar los bienes del acusado. L. Cardaillac cree que hacia 1540 casi ningn morisco castellano hablaba ni comprenda el rabe, conservando nicamente el recitado de viejas frmulas de oracin prcticamente incomprensibles para ellos45. En el caso de la comunidad mudejar de vila el anlisis de los apellidos de los varios centenares de moros identificados nos permite afirmar que al menos desde el siglo XV este colectivo hablaba castellano. Como hicimos con los cristianos viejos, se presentan varios cortes cronolgicos que, por razn de las fuentes empleadas, no coinciden con los anteriores. Puede suponerse que una de las dificultades fundamentales estriba en identificar a los miembros de la minora, ya que al bautizarse tomaron nombres cristianos (los apellidos anteriores eran idnticos a los de la mayora) y se asimilaron a todos los efectos al resto de la comunidad. En otro lugar 46 se han descrito los mecanismos y fuentes empleados para determinar la personalidad morisca de un importante nmero de habitantes de esta ciudad, que a principios del siglo XVI alcanzaban la cifra de 159 vecinos, es decir aproximadamente el 12,5 por cien de
Entendemos por cristianos viejos quienes no fueran convertidos de moros sin entrar en distinguir entre genuinos cristianos viejos y judeo-conversos. 43 Cf. M.A. Ladero Quesada. Los mudejares de Castilla en la Baja Edad Media, Historia. Instituciones. Documentos, 5 (1978), Sevilla, p. 282. Esto que ocurra entre los mudejares castellanos no se puede generalizar al conjunto del pas; los valencianos fueron los que mejor conservaron el rabe (Cf. A. Labarta y R. Garca Crcel. Un fondo de documentos rabes de moriscos valencianos, I Jornadas de Cultura rabe-Islmica, Madrid, 1978, pp. 395-401); algunos moriscos aragoneses mantuvieron hasta 1610 un cierto comercio clandestino del libro en aquella lengua (Cf. J. Fournel-Guerin. Le livre et la civilisation crite dans la communaut morisque aragonaises (1540-1620) Mlanges de la Casa de Velazquez, 15 (1979), pp. 241-259). 44 Cf. J. Fournel-Guerin. Le livre et la civilisation... o.c. pp. 241-242. 45 Moriscos y cristianos. Un enfrentamiento polmico (1492-1640), Ed. F.CE. Madrid, 1979, p. 70. 46 S. de Tapia. La opresin fiscal de la minora morisca en las ciudades castellanas. El caso de la ciudad de vila, Studia Storica, vol. IV, 3 (1986), pp. 17-49, Universidad de Salamanca.
42

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los pecheros de la ciudad; esta gente hacia mediados del siglo slo representaba ya algo menos del 10 por cien pues la ciudad conoci un importante fenmeno de atraccin de poblacin del entorno rural al calor de la expansin artesanal. En 1570 lleg un numeroso grupo de moriscos granadinos que, aunque fueron dispersados por las aldeas de la tierra, no tardaron en reagruparse en la ciudad, Cuadro 7 NIVEL DE ALFABETIZACIN DE LOS MORISCOS DE VILA (Slo hombres)
Ao Vec. mor. vila n? 1 (i) a) Convertidos 1503 1519 1549 1580 1594 1610 Subtotal b) Granadinos 1594 1610 Subtotal Total (conv. +gr.) 159 207 233 172 164 166 1.101 288 269 557 1.658 Pers. de que tenemos inf. ? 2 49 82 98 93 90 93 505 52 48 100 605 % 3 (2) 30,8 39,6 42,1 54,1 54,9 56 45,9 18 17,8 17,9 36,5 Saben firmar n? 4 31 57 76 67 66 68 365 10 14 24 389 % 5 (3) 63,3 69,5 77,5 72 73,3 73,1 72,3 19,2 29,2 24 64,3 No saben firmar n? 6 18 25 22 26 24 25 140 42 34 76 216 % 7 (3) 36,7 30,5 22,4 27,9 26,7 26,9 27,7 80,8 70,8 76 35,7

(1) En esta columna se contabilizan todos los vecinos moriscos, es decir, familias o unidades fiscales; por tanto tambin se incluyen algunas viudas. El resto del cuadro se refiere slo a hombres. (2) Porcentaje respecto al total de vecinos moriscos de la ciudad ese ao. En 1594 y 1610 se distingue entre convertidos y granadinos. (3) Porcentaje respecto al total de vecinos moriscos de los que tenemos informacin (columna 1).

buscando la compaa de los bien establecidos convertidos (as se llamaban a los descendientes de los mudejares locales); de manera que desde los aos noventa hasta la expulsin de 1610-1611 los miembros de la minora representaban del 18 al 19 por cien del colectivo pechero de la ciudad; en trminos absolutos, en 1610 haba 166 familias convertidas y 269 granadinas, lo que significaba que eran el grupo morisco ms numeroso e influyente de la submeseta norte 47 .
47

H. Lapeyre de la cifra de 366 vecinos expulsados de Valladolid y 346 de vila (Gographie de l'Espagne morisque S.E. V.P.E.N. Pars, 1959, p. 198), sin embargo las fuentes locales, mucho ms precisas que los resmenes de los burcratas que controlaron la expulsin, dejan claro que de vila salieron entre 435 y 439 vecinos, aparte de dos docenas familias que permanecieron.

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A pesar de un innegable sentimiento de solidaridad interna, las diferencias y la separacin entre convertidos y granadinos se mantuvieron muy vivas en todo momento; mientras que los convertidos accedieron a casi todos los puestos a que un pechero poda aspirar, los granadinos ocuparon, salvo excepciones, los grados ms bajos de la escala social y laboral. Concretamente los convertidos tuvieron entre sus miembros a varios escribanos pblicos, as como mdicos y boticarios...; consiguieron ser elegidos alcaldes de la Mesta, diputados de varias cuadrillas... lograron oficios pblicos que requeran tanta confianza social y solvencia econmica como ser mayordomos de la alhndiga o ser ordinarios (correos oficiales) de las ms importantes ciudades del reino, etc. Econmicamente tambin se situaron bien, sobre todo en las ltimas dcadas de su permanencia en estas tierras cuando poco a poco fueron ocupando el espacio econmico que la burguesa castellana iba abandonando. Volviendo al tema objeto del presente trabajo, hay que decir que con los moriscos las fuentes empleadas para detectar su capacidad o incapacidad de firmar han sido ms numerosas y, sobre todo, ms variadas que las de los cristianos viejos; en concreto se han utilizado los protocolos notariales anteriores y otros muchos de los aos que corresponden con los cortes cronolgicos. Adems hemos revisado no slo con este objeto, obviamente las 83 cajas de la Seccin Audiencia del AHPAv referidas al siglo XVI, de donde procede la mayor parte de la informacin a este respecto48; igualmente se ha sacado fruto de ciertos legajos de la Seccin Inquisicin del Archivo Histrico Nacional49. Como resultado de tal convergencia de fuentes los porcentajes que alcanzan aquellos de quien se tiene informacin respecto al total de vecinos moriscos son muy superiores a los porcentajes alcanzados en el caso de los cristianos viejos (comparar la columna 3 del cuadro 7 con la 3 del cuadro 1), exactamente conocemos el nivel de destreza en la firma del 36,5 por cien de los moriscos y slo el 14,7 por cien de los cristianos viejos, de donde cabe inferir que el grado de verosimilitud alcanzado ser mayor con la minora que con la mayora. La columna 5 del cuadro 7 refleja que los convertidos (hombres) constituan una comunidad muy alfabetizada (72,3 por cien de media), mientras que los granadinos lo estaban en un grado muy modesto. Es sorprendente que los varones convertidos tuvieran ms facilidad para firmar que sus coetneos cristianos viejos, incluso desde el momento de su conversin en 1502. Tal fenmeno no deja de ser chocante pues ha sido un lugar comn hablar del nfimo nivel cultural de los moriscos. Por paradjico que parezca, esto tiene su explicacin. Como ocurra con los individuos de la mayora, tambin aqu hay tendencia en las fuentes a proporcionar ms informacin de los componentes ms activos de la comunidad quienes, por ende, cabe suponer que seran los ms letrados. No hay que olvidar que los moriscos de la ciudad de vila constituan un colectivo atpico denLa numeracin de tales cajas es la siguiente: 442 a 444, 447 a 450, 453 a 456, 533 a 588, 656, 702 a 706, 775, 882, 1.044, 1.067 a 1.072 y 1.102; en todos los casos ambas cajas inclusive. 49 En concreto: 2.108 exp. 16; 2.109 exp. 2 y exp. 9; 2.110 exp. 6; 4.599 exp. 1 y exp. 13; 4.600 exp. 6.
48

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Cuadro 8 APORTACIN FISCAL Y NIVEL DE ALFABETIZACIN DE LOS MORISCOS (Excluidas las mujeres)
Ao Saben firmar Pers. de que tenem. infor. 1 1503 1519 1549 1594 1610 suma o media 30 56 71 74 84 315 Aport. fiscal (promedio, mrs) 2 96 98 142 410 2.374 788 No saben firmar Pers. de que tenem. infor. 3 17 23 19 51 63 173 Aport. fiscal (promedio mrs) 4 47 68 157 150 830 377

Cuadro 9 ALFABETIZACIN DE LOS MORISCOS. POR SECTORES PRODUCTIVOS (Datos de 1580, 1594 y 1610 acumulados)
Pers. de que tenem. inform. Saben firmar n? 1 Primario Secundario Terciario 23 120 175 2 7 59 126
%

No saben firmar n? 4 16 61 49
%

3 30,4 49,2 72

5 69,6 50,8 28

tro del conjunto de sus correligionarios del pas: llegaron a alcanzar un status social aceptable y destacaron por su actividad y riqueza50. Este alto nivel de alfabetizacin vena inducido, mucho ms que por intereses estrictamente culturales (entendidos en un sentido convencional), por la necesidad de desenvolverse con cierta holgura en un entorno econmico que no les era a priori precisamente propicio. Hay algunos hechos que avalan esta hiptesis: en los inventarios post mortem de los moriscos son prcticamente inexistentes los libros51; se ha comprobado (cuadro 8) que hay correspondencia directa, excepBaste el dato de que, cuando la Inquisicin de Valladolid conviene con el conjunto de los moriscos de su distrito (casi toda la actual regin castellano-leonesa), que stos aporten 400.000 mrs. anuales a cambio de renunciar a confiscar sus haciendas por delitos que cometiesen tocantes al dicho Santo Oficio, les corresponde pagar de tal cantidad 108.000 mrs. a los de la ciudad de vila (AHN, Inquisicin, 2.109, piezas 1, 2 y 9). 51 Slo dos libros de horas en el legado de un mercader que hizo su fortuna en Sevilla y de una rica y piadosa viuda de otro mercader, ambos pertenecientes a la misma familia.
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to en 1549, entre saber firmar y posesin de riqueza; analizando el nivel de alfabetizacin de los individuos de cada sector productivo (cuadro 9) queda claro el papel instrumental que esta destreza intelectual deba jugar entre los cristianos nuevos; a este respecto pinsese que es consustancial al sector terciario (el ms frecuente entre los moriscos, sobre todo entre los convertidos) precisar de frecuentes relaciones sociales y stas se facilitan si existe cierto nivel cultural, en cambio el sector primario apenas requiere relaciones sociales por lo que no importa que haya un gran porcentaje de iletrados; pues bien, estas premisas son las que se cumplen con nuestra minora. En todo caso el tono cultural de la ciudad no era marcado por estos moriscos ni tampoco por aquellos artesanos cristiano-viejos de aceptable grado de habilidad lecto-escritora. Era la minora culta de hidalgos y eclesisticos la nica que consuma y produca cultura52; eran estos sectores privilegiados quienes no slo detentaban el poder econmico y poltico sino tambin la hegemona ideolgica y el monopolio cultural. Revisando la evolucin del analfabetismo entre los varones de la minora tnica (columna 7 del cuadro 7) vemos cmo va retrocediendo en la primera mitad del siglo; en lo que queda de centuria el impulso alfabetizador se detiene sin que parezcan reflejarse los cambios en la coyuntura ideolgica tal como ocurra entre los cristianos viejos; esta circunstancia vendra a reforzar la idea de que la capacidad escritora de los moriscos tena poco que ver con la cultura. Por lo que respecta a los granadinos, que llegaron a vila en 1570 bastante islamizados53, su castellanizacin y posterior alfabetizacin parece ir a buen ritmo: en 1594 saban firmar el 19,2 por cien y en 1610 el 29,2 por cien; hay que tener en cuenta que esta gente proceda de zonas rurales del reino de Granada (hoya de Baza y vega granadina) y que aqu muchos de ellos conservaron su ocupacin agraria, lo que supona propensin al analfabetismo. Utilizando la informacin aportada por los padrones del repartimiento del Servicio tal como ms arriba se dijo hemos elaborado el cuadro 8 donde se manifiesta la correspondencia existente entre riqueza y capacidad de escribir mediante el recurso de hallar el promedio de lo aportado en aquel impuesto por quienes saban firmar y por quienes no saban54. La cifra media de lo aportado por los letrados es el doble que la de los iletrados; excepto el ao 1549 en todos los
L.E. Rodrguez-San Pedro nos pinta el sugestivo ambiente intelectual de una familia hidalga y judeoconversa, la de Santa Teresa. Libros y lecturas para el hogar de don Alonso Snchez de Cepeda, Salmanticensias, XXXIV (1987), pp. 169-188. Y . Jimnez Duque recoge la obra de un selecto grupo de clrigos locales. La escuela sacerdotal de vila del siglo XVI, ed. Universidad Pontificia de Salamanca y F.U.E., Madrid, 1981. 53 Hablan su lengua entrellos, aunque los ms son ladinos en la nuestra informaba en 1583 el corregidor de vila al Consejo de la Inquisicin (AHN, Inquisicin, 2.111, exp. 3). 54 En 1580 no hemos efectuado esta comparacin pues el listado-base de los convertidos de ese ao no parte de ninguna relacin concreta sino de varias de una serie de aos en torno a esa fecha; caso distinto es el de los otros cinco cortes cronolgicos en que, a partir de listas de moriscos nicas aunque completadas a veces con fuentes colaterales procedentes del Repartimiento del Servicio (aos 1503, 1519 y 1610) o efectuadas para o por el Santo Oficio (ao 1549 y 1594), se ha buscado en el correspondiente padrn del Servicio de ese ao lo que pag cada uno de los moriscos.
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dems se repite el hecho de la equivalencia entre el grado de alfabetizacin y el de la riqueza; estamos convencidos de que si algo similar se hubiera hecho con los cristianos viejos el resultado no variara, lo mismo que no cambian bsicamente las conclusiones a que se llega al calcular el nivel de alfabetizacin de los moriscos por sectores productivos (cuadro 9): como ocurra con los cristianos viejos el mayor grado de iletrismo est en el sector primario (69,6 por cien, menor que entre los agricultores de la mayora), seguido del secundario (50,8 por cien, igual en las dos comunidades) y del terciario (28 por cien, algo superior entre los antiguos moros). En el universo musulmn la mujer se halla en clara inferioridad social respecto al hombre; las nias, destinadas al matrimonio, permanecen confinadas en el hogar y casi privadas de instruccin ya que, a diferencia de lo que ocurre en el mundo cristiano, no es competencia suya educar ni instruir a los nios 55 . Esto es lo que explica el gran abismo que hay entre los hombres y las mujeres de la minora morisca abulense, incluso aunque nos refiramos a las descendientes de los mudejares y excluyamos a las granadinas (cuadro 10). Si los varones moriscos eran ms hbiles firmando que los cristianos viejos, no ocurra lo mismo con sus compaeras, que alcanzaban cotas de alfabetizacin ms bajas que las de la mayora tnica; adems el paso de los aos no parece significar ningn progreso. Cuadro 10 LA ALFABETIZACIN DE LAS MORISCAS CONVERTIDAS
Ao Pers. de que tenem. inform.
?

Saben firmar n? 5 2
%

No saben firmar n? 34 15
%

1580 1610

39 17

12,8 11,8

87,2 88,2

Es casi nula la informacin que ha llegado hasta nosotros respecto al sistema educativo de los moriscos. Una nica referencia nos indica que los hijos de algunos convertidos acomodados acudan a las clases de un tutor particular, cristiano viejo, con quien establecan un contrato privado 56 . En la relacin nominal de 1561 aparece viviendo en el corazn de la vieja morera un tal Flores, que ense-

Cf. D. Sourdel. El Islam, Ed. Oikos-Tau, Barcelona, 1973, p. 64. En las comunidades moriscas en las que el empeo por mantener vivo el Islam estaba muy arriesgado, como era el caso de Aragn, la mujer s jugaba el papel de transmisora de los conocimientos religiosos a los nios en el seno del hogar (Cf. J. Fournel-Gurin. La femme morisque en Aragon en Les morisques et leur temps, d. du CNRS, Paris, 1983, pp. 523-538), claro que estos conocimientos eran tan elementales que con frecuencia se reducan a los ritos alimenticios. 56 AHPAv, Seccin Audiencia, caja 545. El procedimiento ha sido descrito para Valladolid por A. Rojo Vega. Ciencia y cultura en Valladolid. Estudio de bibliotecas privadas de los siglos XVI y XVII, Ed. Universidad, Valladolid, 1985, p. 28.

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a nios57 y en el apeo de los convertidos abulenses que la Inquisicin realiza en 1565 se relacionan 5 moriscos apellidados Flores (un apellido no muy frecuente entre los cristianos viejos) varios de los cuales viven en aquel barrio, se trataba de un maestro de la etnia minoritaria? Lo ms probable es que no; en todo caso, si lo era no estaramos ante un maestro exclusivo para nios moriscos ya que la mayora dominante, siempre recelosa en estas cuestiones, lo hubiera interpretado como un intento de mantener un aparato educativo propio y se hubiera opuesto, de todo lo cual nos habra llegado alguna referencia, dada la gran cantidad de documentacin de toda ndole que ha pasado por nuestras manos referida a los moriscos abulenses. Adems la dbil cohesin institucional de stos comprobada en otras circunstancias hace improbable el mantener una escuela exclusiva para ellos. En cambio los granadinos, ms celosos de su idiosincrasia y/o ms rechazados que los convertidos, intentaron en 1596 una vez que el tiempo haba suavizado el trauma del desarraigo de su tierra abrir una escuela (se supone, por la contestacin de las autoridades municipales, que slo para los nios moriscos), a lo que el Concejo se opone siendo como es tan perjudicial para la crianza dellos [de los nios] y su buena dotrina, acordndose notificar a quien lo intent y a cualquier otro morisco del Reino de Granada que pretendiera hacer lo mismo o usare el ser maestro de nios, que no usen del dicho oficio so pena de 50.000 mrs58. Ntese que la negativa se refiere especficamente a los granadinos y no al conjunto de los moriscos: sin duda la sociedad abulense distingua muy bien entre los descendientes de los mudejares locales y los recin llegados del sur.

CONCLUSIONES * Este tipo de estudios monogrficos de nivel local son la base imprescindible de las necesarias sntesis generales. Ahora bien, se impone homogeneizar los mtodos si no se quiere correr el riesgo de hacer intil todo el esfuerzo. * Si los resultados aqu obtenidos se generalizan en un mbito geogrfico amplio, habr que revisar o matizar la idea tan extendida de que la casi totalidad del artesanado urbano de la poca era analfabeto. * En todo caso el tiempo del progreso en la alfabetizacin de las masas urbanas durante el Renacimiento castellano se divide entre un primer tercio del siglo de gran dinamismo y los dos tercios restantes en que las cosas parecen estables o con cierto decaimiento. * Se manifiesta una relacin directa entre ocupacin profesional y nivel cultural, no slo en el caso de quienes poseen ttulos universitarios sino en el conjunto de las actividades productivas; creemos que lo que determina el diverso grado

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AGS, Exp. Hac. leg. 50, fol. 32 v. AHPAv, Actas Consistoriales, libro 23, fol. 93 v-94 (16-XI-1596).

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de alfabetizacin de los distintos empleos es el nivel de abstraccin requerido para desarrollar cada uno de ellos con solvencia. * Con frecuencia los historiadores nos hemos dejado influir en nuestra consideracin de las minoras tnicas por algunas ideas elementales que respecto a ellas tena la mayora dominante. En el caso de los moriscos, fundamentalmente como consecuencia de los defectos y vicios que los apologistas de la expulsin les atribuyeron a posteriori para justificarla, han sido aceptados hasta nuestros das, sin grandes prevenciones, algunos de los clichs que acerca de ellos se generalizaron: su bajo nivel social y cultural, su fecundidad, etc.. Tambin aqu hay que introducir la duda y la investigacin rigurosa. En las pginas anteriores comprobamos con asombro que los hombres moriscos (no las mujeres) descendientes de los viejos mudejares castellanos haban logrado un grado de alfabetizacin igual o incluso superior al de las clases populares cristiano-viejas.

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