El Camino Espiritual Como Camino Saludable A Grun

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De acuerdo a C. G.

Jung, el conocido psiclogo suizo, la enfermedad del hombre moderno se origina por haber ste cortado los lazos que lo mantienen unido a su origen: el manantial divino. El ser humano se ha convertido en un extrao hasta para s mismo, alejadsimo de su naturaleza divina, lejano a la esencia de su ser. Ciertamente intuye la existencia de esa otra dimensin: la espiritual, trascendente y divina. Sin embargo no llega a experimentarla en este nuestro mundo. Las palabras relacionadas con Dios no le tocan. Tampoco lo hacen las que provienen de Dios, -las palabras de la Sagrada Escritura-, ya que no aciertan a darle en el blanco. Si a pesar de todo llegan a acertarle en el corazn, se disipan cual estrellas fugaces que para nada iluminan su tenebroso camino. No modifican ni un pice su vida. Son tantos los que actualmente buscan ayuda en la psicoterapia, en el esoterismo y hasta en otras creencias religiosas! Por qu ser que siguen de largo sin descubrir el camino espiritual que el cristianismo les ofrece? Habremos olvidado el adecuado lenguaje? o ser que lo recorremos poco convincentemente? Mi propsito es el de formular, con absoluta sencillez, unas pocas ideas atingentes al camino espiritual como sendero saludable. Lo har cimentado en mi experiencia cris-

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CuadMon 151 (2004) 507 - 515

Anselm Grn es monje benedictino de la abada de Mnsterschwarzach (Alemania).

Reconocido como maestro espiritual de nuestro tiempo y autor de numerosos libros: La mitad de la vida como tarea espiritual; Nuestras propias sombras; Buscar a Jess en lo cotidiano; La oracin como encuentro y muchos otros.
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Traduccin del alemn realizada por el P. Max Alexander, osb (Monasterio Benedictino

Santa Mara, Los Toldos, Pcia. de Buenos Aires. Argentina).

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tiana y, sobre todo, benedictina. Formulndolo de este modo en manera alguna pretendo falsear la verdadera finalidad de dicho camino. Si lo recorremos no es en primer lugar para ser curados y sanados, sino que partimos en bsqueda de Dios. Pero al ir buscando a Dios no dejaremos de toparnos con la salvacin saludable, ya que Dios sana y salva3. De los elementos del camino espiritual cristiano, voy a seleccionar meramente cinco que siendo sanadores se convierten, al mismo tiempo, en mbitos de experiencia de Dios. 1. Oracin y auto-conocimiento La oracin, tal como la entendan los antiguos monjes, no se realiza con la finalidad de obtener, en primer lugar, la salud. Son muchos los que rezan para que Dios los libere, de ser posible!, rpida e indoloramente, de cada una de sus dolencias y enfermedades. Piden ser librados de lo que les resulta incmodo y desagradable, o de aquello que los aqueja, como por ejemplo: miedo, depresin, desasosiego... De esta forma usan y abusan de Dios en provecho propio. Esperan que Dios acte hacia ellos a la manera de un tpico y vulgar curandero o hechicero, eso s: sin correr riesgo alguno de verse involucrados. Rezar supone y exige correr el riesgo de exponer4 ante Dios la propia existencia. Es imposible que yo pueda rezarle a Dios sin encontrarme con mi propia realidad. Al orar debo afrontar y enfrentar mis propias sombras, mi bronca reprimida, mis desilusiones, las heridas que la vida ha ido provocando en mi, mis miedos e insatisfacciones, mi tristeza y soledad. Orar significa exponerme desde la verdad ante Dios. Slo si me expongo tal cual soy, la oracin me proporcionar paz y sosiego interiores. Aquello que pretendo mantener escondido ante Dios, ser precisamente lo que eche de menos en mi propia vitalidad. Es imposible experimentar a Dios si slo pretendo exponerle la cara piadosa de mi existencia. Si alguno me dice que es incapaz de experimentar a Dios, yo a mi vez le pregunto,y lo hago a boca de
El autor juega con la cercana etimolgica y sonora que en alemn, al igual que en casteExponer quiere traducir fielmente el hinhalten del alemn, pero hay que entenderlo en

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llano, existe entre sano y salvo, entre sanacin y salvacin. (NdT).


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el sentido de ponerse ante Dios vulnerable y desnudo, como quien se presenta y expone sin tapujos. Hinhalten suscita la imagen de: agarrar la propia persona y tenindola bien en alto mostrrsela tal cual es a Dios. (NdT)

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Si soy capaz de exponerle a Dios todo mi ser, se har ma la experiencia de que soy amado incondicionalmente por l. Me sabr cobijado y rodeado por la amorosa y salvadora presencia del Seor. Dios no me juzga ni me condena y de esa forma me libera de aquel inapelable tribunal propio que me condena ante ese hipercrtico super-yo que en m todo lo sopesa. Rezar significa suspender todo juicio e intento de autovaloracin, exponindole a Dios la propia existencia con confianza de nio. Slo as podr sentirme libre de los miedos que me atenazan o de la obligacin de superar todos mis defectos. S que Dios me acepta. Eso me ayuda a amarme y aceptarme. Y al mismo tiempo me hace humilde. Humildad, en latn humilitas, es el coraje5 de aceptar la propia humanidad. Ella, la humildad, es la condicin para poder llegar a tener una experiencia autntica de Dios. Es sta una actitud tan esencial que resulta imprescindible mantenerla a lo largo de todo el camino espiritual. Al experimentar que Dios me ama de un modo total y absoluto me experimentar libre y sano, a pesar de los sufrimientos que interiormente me desgarran. Dios sostiene lo contradictorio y pacifica lo desgarrador. Si dejo que el amor de Dios embeba mis heridas ms ntimas, en lugar de estar hurgando sin cesar en ellas, entonces cicatrizarn. Actualmente existe la enfermiza tendencia de manipular las propias heridas con harta agresividad, descubriendo y analizando cada una de ellas. La oracin emplea modales mucho ms suaves y delicados. Contemplo mis heridas sin provocarles el ms mnimo rasguo. Confo en que sern acariciadas por Dios, vindose as colmadas por ese su amor que todo lo cura. Entonces, a pesar de todas mis heridas, me experimentar sano y salvo. 2. La experiencia de poseer un manantial interior Son muchos los que en la actualidad se quejan por sentirse estresados, quemados, agotados. El estrs es, segn mi punto de vista, un
En alemn humildad (= Demut) juega con la asonancia y la etimologa de coraje (=

Mut). (NdT).

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jarro!: ser que te percibes (correctamente) a ti mismo? Es imposible que percibas a Dios si ni siquiera eres capaz de percibirte a ti mismo, si slo muestras y expones ideas brotadas de tu cerebro. Exponle tambin tu lado tenebroso, entonces s que surgir entre ti y Dios una fluida comunicacin.

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problema espiritual. Todo pretendemos hacerlo con nuestras solas fuerzas. La oracin es el camino que nos lleva hasta nuestro manantial interior. En nosotros brota y borbotea el Espritu Santo. Si permanezco en contacto con este manantial, si desde all trabajo, podr fatigarme incansablemente, sin agotarme. Al provenir de Dios, el manantial es inagotable. Muchos se agotan porque trabajan de acuerdo a falsos modelos de vida. Se guan por lemas como: ojal que haga todo correctamente! Ojal que no cometa ningn error! Dios quiera que no haya ninguna pelea! Con esta clase de modelos de vida rpidamente termina uno por sentirse quemado, agotado... La oracin, tal como la entiende, por ejemplo un Evagrio Pntico, nos conduce a un mbito de quietud interior. Evagrio denomina dicho mbito: lugar de Dios pues Dios mismo mora y vive all; tambin lo llama Jerusaln ya que es lugar de paz. En nosotros existe un mbito, as nos lo asegura la mstica, en el que reina quietud absoluta y en el que Dios habita. El ruido interior y el exterior, nuestras preocupaciones y problemas, se interponen, cual gruesa muralla de cemento, entre nuestro corazn y ese silencioso mbito interior. Gracias a la oracin horadamos dicha pared hasta llegar al mbito de quietud interior. All en lo ntimo, donde Dios mora en nosotros, los dems humanos no tienen acceso. All no pueden darnos alcance ni los juicios ni las condenas, ni los deseos o las expectativas, ni los rechazos o las ofensas de nadie. Ah estamos sanos y a salvo. A pesar de nuestros miedos experimentaremos, all en nuestro ncleo ms ntimo, que estamos sanos y salvos. Dicho ncleo es invulnerable. Las heridas conciernen meramente a nuestras emociones, no a nuestro autntico ser, no a la imagen interior que Dios posee de nosotros. Orar es el camino hacia ese mbito interior en el que estamos sanos y a salvo. En la Iglesia de Oriente el mtodo preferido para llegar a esas profundidades del corazn en las que habita Cristo mismo, es el de la Oracin de Jess En ese lugar habitan la mansedumbre y la misericordia, el amor y la libertad. All, ni siquiera los propios sentimientos de culpa tienen acceso. Nos encontramos all puros y sin mcula: inmaculados. As nos lo asegura la Iglesia cada ocho de diciembre, en la fiesta de Mara Inmaculada, que es figura de aquello que tambin se realiza y cumple en nosotros, los humanos redimidos por Jesucristo. 3. La transformacin de mis heridas Cada uno de nosotros circula por la vida cargado de heridas. A

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La transformacin de mis heridas en perlas tiene lugar si empiezo a mirarlas como poseedoras de un valor inmenso. Pues ah mismo donde ms duele, se desarrolla una sensibilidad grande hacia las heridas de los dems. Puedo comprenderlos mejor. Justamente all donde tengo la herida, ah entro en contacto con mi propio corazn, con mi ser ms autntico. Abandono la ilusin de ser alguien completo, sano, fuerte y perfecto. Percibo y acepto mi fragilidad. Esto contribuye a mantenerme vivo, humanizndome, hacindome misericordioso y manso. All donde tenga mi herida, tendr igualmente mi tesoro. Es ah donde entro en contacto con mi ser autntico y descubro mi vocacin. All descubro mis dones y talentos. nicamente el mdico enfermo y herido puede y sabe curar. Esa sabidura ya la conocan los griegos. La transformacin de mis heridas en perlas posee adems otro valor suplementario: la valiossima perla que es necesario buscar en el campo de nuestras vidas es Dios mismo. Para cada uno de nosotros las propias heridas son el lugar de una autntica experiencia de Dios. Cmo entender esto? Las heridas me llevan a Dios. Tomemos como ejemplo el miedo. Si lo combato jams dejar de perseguirme. Si por el contrario admito tenerlo y entro en dilogo con l ante Dios, si lo interrogo, preguntndole por el ncleo de mis temores y la verdadera causa de mis miedos, entonces me compenetrar cada vez ms profundamente con l. Y una vez llegado al fondo de mis miedos me invadir una profunda paz. Desde esa hondura experimentar a Dios como aquel que me acepta a m junto con mis temores. Yo y mi miedo estamos ambos en manos de Dios. O, si considero mi sensibilidad y la admito: a pesar de todo el

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todos la vida nos ha ido vulnerando, dejndonos vulnerables. Hoy hay muchos que revuelven y revuelven incansablemente sus heridas. Existe la compulsin, prcticamente un vicio, de descubrir todas y cada una de las tempranas heridas de la infancia para luego elaborarlas. En el fondo se trata de esa (falsa) concepcin que estima necesario llegar a la perfeccin para as demostrar(se) las propias capacidades. Pensamos que es indispensable esforzarnos a fondo en eliminar todas las heridas borrando as del mapa todo lo que nos enferma. Este camino conduce a un callejn sin salida. En cristiano el camino consiste, por el contrario, en reconciliarse con las propias heridas. Para Hildegarda de Bingen el arte de la realizacin humana pasa por la capacidad de transformar en perlas las (propias) heridas. Es posible lograrlo?

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camino espiritual recorrido sigo tan sensible a la crtica, al rechazo, a no ser tenido en cuenta... Si me reconcilio con ella, entonces mi sensibilidad me conducir cada vez ms hondamente a lo profundo de ese mi herido corazn, que tiene nostalgia de un amor que acepta incondicionalmente. Entonces, llegado a lo hondo de mi corazn herido, vislumbro a Dios como aquel que me protege con su mano paternal y maternal, que acaricindome afectuosamente, me susurra: estoy contigo. No tienes por qu ser fuerte como tan ardientemente deseas. Est muy bien que seas tal cual eres. As, y no de otra forma, eres valioso para m. Te amo, as como eres! O, consideremos la depresin, que afecta actualmente a tantsimas personas. Muchos ven en ella una enfermedad de la que es necesario liberarse lo ms rpidamente posible. Combaten sus sentimientos depresivos. Pero con eso se obstruyen el camino que lleva a su interior y que conduce hacia Dios. No est en nuestras manos elegir tener o no predisposiciones para la depresin, Pero si soy depresivo mi camino hacia Dios no consiste en hacer caso omiso de ella, sino en convertirla en camino que me conduce hasta Dios. La depresin le roba a mi ego la falsa ilusin de poseer un humor siempre parejo, de que veo siempre lo positivo, de que tengo mi vida en mis manos. Tengo una herida, mi taln de Aquiles. No tengo por qu ocultarla o aislarla. Ella es justamente la rendija por la que Dios se escurrir hacia mi. Precisamente all puedo tener experiencia de Dios. Y si a travs de mis heridas logro unirme a Dios, entonces la experiencia de mi unificacin se transforma simultneamente en experiencia de salud salvadora. Pues ser y experimentarse uno6 es ya saberse y estar sano y salvo. La verdadera salud del ser humano pasa para mi persona a travs de mi experiencia de Dios. No podemos exigir dicha experiencia. Slo podemos prepararnos para ella. Pero Dios vuelve una y otra vez a mostrarse sorpresiva y sorprendentemente. Simplemente debemos contar y confiar en que Dios se nos mostrar por mucho que tengamos que sufrirnos a nosotros y nuestra situacin. Si experimentamos a Dios somos uno (y estamos unificados). Sin embargo al instante siguiente volveremos a experimentar la lejana de Dios. Volveremos entonces a sentirnos desgarrados Debemos soportar vivir en tensin permanente: entre cercana y lejana de Dios, entre estar sanos y sabernos enfermos, entre estar en la luz
No es posible traducir adecuadamente el alemn que en una nica palabra implica

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simultneamente el saber que uno es uno-mismo y el saberse unificado consigo mismo y con Dios (NdT).

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4. Rituales que sanan La tradicin cristiana no slo nos ha transmitido caminos que curan nuestras heridas, sino tambin caminos que ayudan a vivir saludablemente. La vida espiritual consisti desde siempre en el arte de llevar una vida saludable. Una parte esencial de esta diettica7 espiritual la constituyen los rituales que sanan. Los rituales nos permiten descubrir un cielo difano all, en ese nuestro plafn cotidiano que tantsimas veces se nos tie de gris. Ellos nos proporcionan la certeza, en medio de dudas angustiosas respecto a nosotros y a nuestra existencia, de que, al fin y al cabo, la vida resultar exitosa. Los rituales ritman lo concreto de nuestras vidas con realidades slidas y concretas: tomo una vela y la enciendo; al despertarme hago un gesto que me pone en presencia de Dios; tomo la cruz en mis manos y me aferro a ella. Veamos cmo Jacob unge esa piedra sobre la que durmi, soando con la escala que llega hasta el cielo. La trata con exquisita delicadeza, cuidado y ternura. La dureza basta y simple de la piedra se le convierte en seal del tierno amor de Dios que lo rodea. Jacob convierte la piedra en memorial, en recuerdo. Los rituales nos recuerdan que en medio de nuestra vida cotidiana Dios est en medio nuestro acompandonos. Con el ritual Dios viene a nuestro interior. Gracias a l hacemos memoria de su saludable y salvadora cercana. Ella penetra hasta lo hondo. Los rituales nos ordenan la vida. Precisamente all donde el alma se halla privada de estructura, por ejemplo en casos lmite8 en los que la persona est interiormente desgarrada, los rituales despliegan toda su virtud curativa. Ellos ponen el alma en orden. Proporcionan sostn y firmeza a las personas depresivas. Los rituales permiten caer en la cuenta de que estoy vivo y de que vale la pena vivir, pues la existencia es toda una fiesta: la fiesta de mi unificacin en Dios! Los rituales (de)muestran que mi vida es valiosa y est llena de sentido. Para mi es un ritual importante, al levantarme, elevar los brazos hacia el cielo: dicho gesto me da la
Diettica = el arte de llevar una vida sana. Personalidades bordline en el original (NdT).

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y en las tinieblas, entre sabernos fuertes y dbiles, entre vaciedad y plenitud de amor.

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certeza de que ese da no (de)pende de mis logros. No se define por ajustarse a mis planes, sino por el deseo de que hoy el cielo se abra sobre las personas con los que me encontrar. Vale la pena vivir este da. Deseo dejar profundamente grabada mi huella ms personal en este mundo. Slo si mi vida se llena de sentido podr estar sano y ser salvo. 5. Liturgia y ao litrgico

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En cada liturgia podemos experimentar cmo se sanan nuestras heridas. Al estar juntos rezando, cantando o en silencio nos ayudamos mutuamente a intuir y sentir la presencia de Dios. La sanadora presencia de Dios nos rodea y envuelve. Es un mbito de sanacin en el que nuestro corazn podr hallar paz y sosiego. Sobre todo en la celebracin eucarstica podemos experimentar que Jesucristo sana nuestras heridas. En la comunin Jess nos toca de la misma manera como hace dos mil aos tocaba los enfermos. Si paralizado por el miedo me acerco a l en la comunin me dice: levntate, toma tu camilla y vete a tu casa. Si al igual que la hemorroisa me le avecino quemado, agotado, vaco y desesperado porque nadie me muestra la cercana que tanto anso, entonces tocndome me dice: Es bueno que haya personas como t. Vete en paz Ests sanado y eres amado. Acepta el amor que fluye hacia ti, el mo, pero tambin el de tus hermanos y hermanas. C. G. Jung considera el ao litrgico un sistema teraputico. Un camino de sanacin, un camino que nos permite atravesar tanto los valles ms tenebrosos como las ms altas cumbres de nuestra humanidad, con la plena certeza de que Cristo va haciendo camino con nosotros. En las fiestas del ao litrgico le presentamos a Jess todas nuestras heridas para que las vaya curando. En el Adviento, por ejemplo, podemos experimentar la fuerza sanadora del ao litrgico. Adviento es el tiempo que nos permite transformar nuestras dependencias en nostalgia9. Mucha gente tiene actualmente dependencias, vicios, no slo respecto a drogas o alcohol, sino el vicio del juego, la aplauso-dependencia, la trabajo-dependencia, la impostergable necesidad de compaa y de entablar (nuevas) relaciones, el hambre imperiosa de convertirse en don-doa xito. Las dependencias-vicio son siempre indicio y seal de anhelos y nostalgias
Juego de palabras imposible de traducir ya que en alemn vicio, dependencia se dice Sucht

y nostalgia es Sehnsucht! (NdT).

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En Navidad festejamos nuestro propio comienzo. Cristo nace en nosotros. Gracias a la celebracin del nacimiento de Cristo podemos entrar en contacto con el nio divino en nosotros, con esa imagen pura e inmaculada que Dios se ha hecho de nosotros. Navidad proclama: no ests fatalmente encadenado por tu pasado, por el recuento de tus heridas, ni eres el resumen de tus fracasos ni de los sucesivos quebrantos sufridos en tu vida. Dios mismo festeja con nosotros un nuevo comienzo: el mismo Dios nace en nosotros. Y al nacer Dios en nosotros todo cambia y se transforma en bien y en bueno: el pesebre se hace luminoso, la pobreza es un tesoro, el abandonado se ve estrechado en un fuerte abrazo, el herido es sanado. Benediktinerabtei D -97359 Mnsterschwarzach Abtei Alemania

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La palabra spren puede traducirse por sentir y por doler. Pero queda ms clara la para-

doja al traducir: que cuando nos duele nuestra nostalgia nos duele Dios , que decir: que cuando sentimos nuestra nostalgia, sentimos a Dios (NdT)

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soterradas y reprimidas. El tiempo de Adviento quiere permitirnos entrar en contacto con nuestras nostalgias. El anhelo, la nostalgia, es lo ms valioso que el ser humano lleva en s. Es el anzuelo que Dios arroj en nuestros corazones para que recordemos que slo en l nuestro inquieto corazn halla sosiego. La nostalgia introduce en nuestras vidas algo que sobrepasa este mundo, y sobre lo cual, por esto mismo, el mundo no tiene poder. La nostalgia hace santo al ser humano. Para la persona que est y permanece en contacto con su propia nostalgia, sus problemas, enfermedades y heridas se hacen relativos. Ms an: percibe que los sufrimientos que lo agobian espolean todava ms su nostalgia de Dios. En su nostalgia llega a tocar a Dios! La nostalgia es la huella de Dios. Huella que l puso en nuestros corazones. Cuando nos duele nuestra nostalgia nos duele Dios10 Es entonces cuando experimentamos la presencia de Dios en medio del helado y tenebroso fro de este mundo.

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