Ella Es Tan Dulce Susan Elizabeth Phillips Ersi Sa
Ella Es Tan Dulce Susan Elizabeth Phillips Ersi Sa
Ella Es Tan Dulce Susan Elizabeth Phillips Ersi Sa
La chica que había logrado hacerse odiar por todos ha vuelto a Parrish, la pequeña ciudad que
había jurado dejar para siempre. Como una princesa rica y malcriada. Sugar Beth Carey había
destrozado corazones y arruinado amistades. Pero han pasado quince años, y la vida le ha enseñado
unas cuantas lecciones. Ahora vuelve a casac sin dinero, desesperada y demasiado orgullosa para
permitir que se note.
Los habitantes de Parrish no creen en el perdón y el olvido. Cuando sus viejas amigas encuentran
la oportunidad de desquitarse no se lo piensan dos veces. Y Winnie Davis, la enemiga más enconada
de Sugar Beth está resuelta a infligirle las peores humillaciones.
También está Colin Byrne. Quince años atrás Sugar Beth había intentado arruinar su carrera.
Ahora él es rico, poderoso y propietario de la antigua casa de Sugar. Y lo que es peor: este príncipe
oscuro de la modernidad planea exactamente el tipo de venganza que podría dejar de rodillas a una
hermosa princesa.
Ninguno de ellos, sin embargo, cuenta con la fuerza inesperada de una mujer que ha aprendido las
lecciones más dura de la supervivencia. Mientras el corazón maltrecho de Sugar Beth lucha por
superar viejos errores, Colin debe elegir entre la venganza y el amor. ¿Merece una segunda
oportunidad la chica más mala de la ciudad, o algunas cosas no se pueden perdonar nunca?
RIGHT SQUARE BRACKETYa sé qué estás pensando, Gordon, de modo que más vale que lo
sueltes. Piensas en cómo caen los poderosos. ¿Me equivoco? RIGHT SQUARE BRACKETSoltó una
risa amargaRIGHT SQUARE BRACKET. Pues que te den. Mira lo que te digo... RIGHT SQUARE
BRACKETParpadeó para contener las lágrimasRIGHT SQUARE BRACKET. Que te den.
Como la hilera de casas con tejado de zinc que acababa de dejar atrás, Sugar Beth estaba un tanto
deteriorada. El largo cabello rubio que le caía en remolinos sobre los hombros ya no brillaba tanto
como antes, y los diminutos corazones de oro que adornaban los lóbulos de sus orejas ya no danzaban
a un ritmo desenfadado. Sus labios fruncidos ya no tenían ganas de esbozar sonrisas seductoras, y sus
mejillas de muñeca habían perdido la inocencia hacía ya tres maridos.
Pestañas tupidas seguían enmarcando unos ojos claros asombrosamente azules, aunque delicadas
líneas empezaban a dibujar patas de gallo en las comisuras. Quince años atrás había sido la chica
mejor vestida de Parrish, pero ahora una de sus botas altas hasta la pantorrilla y con tacones de aguja
tenía un pequeño agujero en la suela, y su vestido de punto escarlata ceñido al cuerpo, con su recatado
cuello de cisne y su no tan recatado largo, eran de una tienda barata en lugar de una boutique de lujo.
Parrish nació en la década de 1820 como ciudad algodonera del nordeste de Misisipi, y
posteriormente se libró de las antorchas del ejército de ocupación de la Unión gracias a la astucia de
su población femenina, que recibió a los muchachos de azul con tal encanto perseverante y tal
infatigable hospitalidad sureña que ninguno de ellos tuvo el valor de encender la primera cerilla.
Sugar Beth era descendiente en línea directa de aquellas mujeres, aunque en días como ése le costaba
recordarlo.
Reguló los limpiaparabrisas al acercarse a la calle Shorty Smith y dirigió la mirada al edificio de
dos plantas, abandonado en esa tarde de domingo, que todavía se erguía en la esquina. Gracias al
chantaje económico de su padre, el instituto Parrish representaba uno de los pocos experimentos
acertados en educación pública integrada del Sur profundo. Hubo un tiempo en que fue reina de
aquellos pasillos. Ella y sólo ella decidía quién podía sentarse en la mejor mesa de la cafetería, qué
chicos eran aceptables para salir con ellos y si estaba bien llevar un bolso Gucci de imitación cuando
tu padre no era Griffin Carey y no podías permitirte el auténtico. Rubia y divina, había sido la reina
suprema.
Su dictadura no siempre era benévola pero raras veces habían desafiado su poder, ni siquiera los
profesores. Uno lo había intentado y Sugar Beth zanjó el asunto de forma expeditiva. En cuanto a
Winnie Davis... ¿qué posibilidades tenía esa estúpida torpe e insegura contra la fuerza y el poderío de
Sugar Beth Carey?
Mientras contemplaba el instituto a través de la lluvia de febrero, empezó a sonar en sus oídos la
vieja musiquilla: INXS, Miami Sound Machine, Prince. Aquellos días, cuando Elton John cantaba
Candle in tbe Wind, sólo se refería a Marylin.
La expresión desdeñosa de Gordon le dijo que le importaba un comino .En los tiempos que corrían,
a ella también
Consultó el indicador de la gasolina. Estaba en las últimas, pero no quería gastar dinero en llenar
el depósito hasta que no fuera absolutamente necesario. Mirando el lado bueno: ¿quién necesita
gasolina cuando acaba de llegar al final del camino?
Giró en la esquina y vio la parcela vacía que señalaba el lugar donde antaño se erguía la casa de
Ryan. Ryan Galantine y ella eran como Kent y Barbie. El chico más popular; la chica más popular.
«Te querré siempre.» Le partió el corazón cuando cursaban el primer año en la universidad y ella lo
dejó por Darren Tharp, la estrella del atletismo, que iba a convertirse en su primer marido.
Sugar Beth recordó el modo en que Winnie Davis solía mirar a Ryan cuando creía que nadie la
veía. Como si esa paria inepta tuviera alguna oportunidad con un galán como Ryan Galantine. El
grupo de amigas de Sugar Beth, las Sauces del Mar, se habían desternillado a sus espaldas. Ese
recuerdo la deprimió todavía más.
Conduciendo hacia el centro de la ciudad descubrió que Parrish había sacado provecho de su recién
adquirido renombre como escena protagonista principal del éxito de no ficción Ultimo apeadero de la
línea a ninguna parte. La nueva Oficina de Turismo había atraído a una incesante corriente de
visitantes, y era evidente que la ciudad se había puesto a tono. La acera ya no se combaba delante de la
iglesia presbiteriana, y las feas farolas de su infancia habían sido sustituidas por encantadores postes
estilo belle époque. A lo largo de la calle Tyler, las históricas residencias estilo antebellum,
Victoriano y renacimiento helénico lucían nuevas manos de pintura, y una llamativa veleta de cobre
agraciaba la cúpula de la monstruosidad italianizante de la Eulie Baker. Sugar Beth y Ryan se habían
besado en el callejón de detrás de aquella casa la noche antes de consumar definitivamente su
relación.
Enfiló hacia Broadway, la calle central de la ciudad, que medía cuatro manzanas de longitud. El
reloj de los juzgados ya no estaba petrificado en las diez y diez, y la fuente del parque se había
sacudido la mugre.
El banco unto con media docena de otros negocios, lucía toldos a rayas verdes y marrón y la
bandera de la Confederación no se veía por ninguna parte. Torció a la izquierda en la calle Valley y se
dirigió a la vieja y abandonada estación de trenes, una manzana más allá. Hasta principio de los años
ochenta el Central de Misisipi pasaba por allí una vez al día. A diferencia de los demás edificios del
centro de la ciudad, la estación necesitaba grandes reformas y una buena limpieza.
Ya no podía aplazarlo más. Puso rumbo al pasaje Mockingbird y la mansión conocida como "La
Novia del Francés".
Aunque "La Novia del Francés" no pertenecía a los edificios históricos de Parrish, era el más
grandioso de la ciudad, con sus altísimas columnas, sus anchas verandas y sus graciosas ventanas
saledizas. Una hermosa amalgama de arquitectura típica de las plantaciones sureñas y del estilo reina
Ana, el edificio descansaba sobre una suave elevación del terreno, bastante alejado de la vía, y estaba
rodeado de magnolias, azaleas y matas de cornejo. Sugar Beth había crecido en esa casa.
Como los edificios históricos de la calle Tyler, también éste estaba bien cuidado. Los postigos
lucían una mano reciente de pintura negra brillante, y el montante de abanico que coronaba la entrada
de doble batiente resplandecía a la luz suave de la lámpara de araña encendida en el interior. Sugar
Beth había dejado de recibir noticias de la ciudad hacía años, salvo la información dispersa que su tía
Tallulah había tenido a bien enviarle de vez en cuando, de modo que no sabía quién había comprado la
casa. Mejor así. Ya había bastantes personas en su vida a las que detestar, con su propio nombre
encabezando la lista.
"La Novia del Francés" era una de las tres únicas residencias del pasaje Moikingbird. Ya había
dejado atrás la primera, una romántica casa de dos plantas de estilo colonial francés. A diferencia de
"La Novia del Francés", sabía quién la habitaba. Su destino era la tercera casa, la que había
pertenecido a su tía Tallulah.
Gordon se movió. Ese perro era malo pero Emmett, su difunto esposo, le quería, y Sugar Beth se
sentía obligada a quedárselo hasta encontrarle un nuevo amo. Hasta el momento no había tenido
suerte. Resultaba difícil encontrar un hogar para un basset con un grave trastorno de la personalidad.
Ahora la lluvia caía con más fuerza y, como no sabía bien adonde se dirigía podría haberse pasado
del camino cubierto de frondosidades que se abría del otro lado del alto seto protector que delimitaba
"La Novia del Francés" por el este. Las lluvias se habían llevado la gravilla hacía tiempo, y los
neumáticos desgastados del Volvo protestaron al enfilar el camino lleno de baches.
La cochera tenía un aspecto más deteriorado de lo que ella recordaba pero sus paredes de ladrillo
blanco cubiertas de musgo, sus aguilones gemelos y su tejado a dos aguas empinadas aún le daban
cierto encanto de de cuento de hadas. Construida al mismo tiempo que "La Novia del Francés", jamás
había albergado nada remotamente parecido a un carruaje pero la abuela de Sugar Beth consideraba la
palabra «garaje» muy vulgar. A finales de los años cincuenta habían convertido aquel lugar en
residencia de la tía Tallulah, que vivió allí el resto de su vida. Cuando murió, la cochera formó parte
de su legado a Sugar Beth, una auténtica seña de los desesperados, puesto que la tía Tallulah jamás
había aprobado a su sobrina.
«Sé que no quieres ser vana y egocéntrica, Sugar Beth, que Dios te bendiga. Estoy segura que
algún día dejarás de serlo.»
Tallulah se creía con el derecho de insultar a su sobrina cuanto se le antojara, siempre que la
bendijera en el momento de hacerlo,
Sugar Beth se inclinó sobre el asiento del copiloto y abrió la puerta para Gordon.
Al perro no le atraía la idea de mojarse las patas y la miró dándole a entender que esperaba que lo
llevara en brazos.
Sí espérate sentado.
Sugar Beth agarró su bolso, lo que quedaba de un paquete de la comida para perros más barata que
había encontrado y un pack de seis CocaRIGHT SQUARE BRACKETColas. Lo que había en el
maletero podía esperar hasta que cesara la lluvia. Salió del coche con el vestido corto hasta medio
muslo y sus largas piernas purasangres marcando el camino.
Gordon se movía con rapidez cuando quería; la adelantó corriendo y subió como una flecha los
tres escalones que conducían al pequeño porche de la entrada. La placa de madera, pintada de dorado y
verde que un obrero había clavado al ladrillo cuarenta años atrás, aún ocupaban un lugar de honor
junto a la puerta delantera.
EL GRAN ARTISTA
Quien había dejado a Tallulah una valiosa obra de arte que ahora pertenecía a su sobrina, Sugar
Beth CareyTharp Zagurski Hooper. Un cuadro que Sugar Beth necesitaba encontrar cuanto antes..
Escogió una de las llaves que le había enviado el abogado de la tía Tallulah, abrió la puerta y entró
en la casa. Inmediatamente la envolvieron los olores del mundo de su tía: Ben Gay, moho, ensalada de
pollo y desaprobación. Gordon echó un vistazo, olvidó que no le gustaba mojarse las patas y volvió a
salir al exterior. Sugar Beth dejó sus paquetes en el suelo y miró alrededor.
No existía un esquema decorativo organizado. La raída alfombra oriental de la sala competía con
el sofá de descolorida zaraza floreada. La llama bordada en amarillo y rojo coral de un sillón asomaba
entre una variedad de cojines con fundas hechas a ganchillo. La otomana era de piel verde desgastada;
las cortinas, de blonda amarillenta. A pesar de todo, aquellos colores y diseños, apagados por el uso y
la edad, acababan conformando una especie de armonía cansina.
Sugar Beth se acercó al aparador y apartó una telaraña para abrir el cofre de plata. En su interior
había doce juegos de cubiertos de plata de ley Gorham Chantilly. Cada dos meses, desde que Sugar
Beth tenía memoria, Tallulah usaba las cucharillas de té cuando se reunía con su grupo para jugar a la
canasta los miércoles por la mañana. Sugar Beth se preguntó cuánto le pagarían por doce juegos de
cubiertos de plata de ley
Necesitaba ir al lavabo y estaba hambrienta, pero no podía esperar, más para ver el estudio. La
lluvia no amainaba. Agarró un viejo jersey cursi de color beige que Tallulah había dejado junto a la
puerta, se cubrió los hombros y volvió a salir. El agua entró por el agujero de su bota cuando enfiló el
sendero enlosado que conducía a la parte posterior de la casa, donde se encontraba el garaje. Las viejas
puertas de madera colgaban de sus goznes. Utilizó una de sus llaves para liberar el candado, y las
abrió.
El lugar estaba exactamente como lo recordaba. Cuando la cochera fue convertida en hogar de
solterona, Tallulah se había negado a permitir que los carpinteros destruyeran aquella parte del viejo
garaje donde Lincoln Ash había tenido su estudio. Se contentó con una sala de estar más pequeña y
una cocina más estrecha, y conservó aquello como un templo. En los estantes de madera basta aún
estaban las latas de pintura seca que Ash había desparramado sobre sus lienzos cincuenta años atrás,
para crear las pinturas que habrían de ser sus obras maestras. Puesto que las dos únicas ventanas del
garaje admitían sólo una mínima cantidad de luz, el pintor trabajaba con las puertas abiertas y
disponía sus lienzos por el suelo. Hacía años su tía había recubierto el pavimento salpicado de pintura
con gruesas capas de plástico protector, ahora ya tan cubierto de grima, polvo y bichos muertos que
los colora apenas resultaban visibles. Una escalera salpicada de pintura, también envuelta en plástico,
descansaba en uno de los extremos del garaje cerca de una mesa de trabajo sobre la que había una caja
de herramientas, una colección de los viejos pinceles de Ash y una serie de espátulas, todas
desparramadas como si el pintor acabara de tomarse un descanso para fumar un cigarrillo. Sugar Beth
no esperaba que su intratable tía hubiera dejado el cuadro esperándola junto a la puerta, pero bueno, no
habría estado mal. Reprimió un suspiro. Empezaría a buscar en serio a primera hora de la mañana.
Gordon la siguió de vuelta a la casa. Cuando encendió una lámpara de pie con pantalla adornada
con flecos, la desesperación que llevaba semanas atormentándola arremetió con fuerza. Hacía quince
años había dejado Parrish con toda arrogancia, una muchacha tonta y vengativa que no podía concebir
un universo que no girara en torno a ella.
Se acercó a la ventana y descorrió la cortina cubierta de polvo. Por encima de los setos sucesivos,
vio las chimeneas de "La Novia del Francés". El nombre provenía del hogar original. Su abuela había
diseñado la casa, su abuelo la había construido, su padre la había modernizado y Diddie la había
dispensado todo su amor. «Un día "La Novia del Francés", será tuya, bomboncito.»
En los viejos tiempos se habría abandonado al llanto por las injusticias de la vida, Ahora corrió la
cortina y se dio la vuelta para ir a dar de comer a su desagradable perro.
Colin Byrne estaba de pie delante de la ventana del dormitorio principal de "La Novia del
Francés", en la segunda planta de la casa. Su aspecto invocaba la elegancia melancólica de un hombre
de otro período histórico, probablemente de la Regencia británica, o de cualquier época en la que
destacaran los impertinentes, las cajas de tabaco y las reuniones de salón. Tenía los ojos color jade
hundidos y un rostro estrecho y alargado, esculpido con pómulos prominentes sobre dos cuencas en
forma de comas. Las colas de las comas se curvaban hacia las comisuras de una boca que no sabía
sonreír. Era el rostro de un hombre exquisito, vagamente decadente, o lo habría sido de no ser por su
nariz enorme, larga, huesuda y aristocrática, increíblemente fea y, sin embargo, perfectamente
conjuntada con cuesto de sus facciones.
Llevaba un batín de terciopelo púrpura con la misma desenvoltura que otro hombre llevaría una
sudadera. Completaban su atuendo unos pantalones de pijama de seda negra sujetos con un cordón y
unas zapatillas adornadas con símbolos chinos de color escarlata en las puntas. Las prendas habían
sido perfectamente confeccionadas para vestir ese cuerpo excepcionalmente alto y ancho de hombros,
aunque sus grandes manos trabajadoras, de palmas anchas y dedos gruesos, advertían que no todo lo
relacionado con Colin Byrne era exactamente lo que parecía.
Mientras desde su ventana veía encenderse las luces de la cochera, la línea ya adusta de su boca se
endureció todavía más. De modo que los rumores eran ciertos. Sugar Beth Carey había regresado.
Habían pasado quince años desde la última vez que la había visto. Era poco más que un crío
entonces. Tenía veintidós años y estaba segurísimo de sí mismo, un pájaro exótico que había
aterrizado en aquella pequeña ciudad del Sur para escribir su primera novela y... ah, sí, para ejercer de
maestro en su tiempo libre. No dejaba de ser placentero, dejar que un rencor fermentase tanto tiempo.
Como los buenos vinos franceses, ganaba en complejidad y adquiría matices y sutilezas que una
solución más rápida habría hecho imposibles.
Las comisuras de sus labios se torcieron de impaciencia. Quince años atrás estaría impotente ante
ella. Ahora no.
Llegó a Parrish procedente de Inglaterra para enseñar en el instituto local, aunque no sentía pasión
alguna por esa profesión ni tenía talento para desempeñarla. Parrish, no obstante, como otras pequeñas
ciudades del Misisipi, necesitaba maestros desesperadamente. Con la idea de exponer a sus jóvenes a
un mundo más amplio que el propio, un comité de ciudadanos ilustres del estado se había puesto en
contacto con las universidades del Reino Unido, ofreciendo puestos acompañados de visas de trabajo
para sus licenciados.
Colin, fascinado desde siempre con los escritores norteamericanos, no dejó pasar la oportunidad.
¿Qué lugar mejor para escribir su propia gran novela que el paisaje literariamente fértil del Misisipi
hogar de Faulkner, Eudora Welty, Tennessen, Williams y Richard Wright.
Redactó una presentación elocuente que exageraba enormemente su interés en la enseñanza, reunió
deslumbrantes referencias de sus profesores y adjuntó las primeras veinte páginas de la novela que
apenas había empezado, pensando RIGHT SQUARE BRACKETacertadamente, según se
demostróRIGHT SQUARE BRACKET que un estado con una herencia literaria tan impresionante no
podría por menos que apoyar a un escritor. Un mes después recibió la noticia de su aceptación y
pronto se encontró de camino a Misisipi.
Se enamoró del maldito lugar desde el primer día: de su hospitalidad, de sus tradiciones, de su
encanto de ciudad pequeña. No ocurrió lo mismo, sin embargo, con su posición en la enseñanza, que
de difícil llegó a convertirse directamente en imposible, gracias a Sugar Beth.
Colin no había elaborado un plan específico para su venganza. Ninguna trama maquiavélica a cuyo
ardid hubiera dedicado los últimos diez años de su vida. Jamás había concedido a Sugar Beth tanto
poder sobre él. Aunque esto no significaba que pretendía dejar de lado su largamente alimentado
rencor. Bien al contrario, se tomaría su tiempo y esperaría a ver qué le sugería su imaginación de
escritor.
Sonó el teléfono y Colin abandonó la ventana para contestar con ese escueto acento británico que
sus años en el Sur americano no habían suavizado.
RIGHT SQUARE BRACKETEstamos todos aquí dispuestos a lo que sea. Los chicos están
viendo las noticias de Daytona y nadie te ha visto en siglos. ¿Por qué no vienes? Te echamos de
menos, señor Byrne.
A Winnie le gustaba tomarle el pelo recordándole su vieja relación de profesor y alumna. Ella y su
marido eran sus amigos más íntimos en Parrish y, por un momento, se sintió tentado. Pero las Sauces
del Mar y sus medias naranjas estarían allí. Generalmente, esas mujeres le divertían, pero esta noche
no estaba de humor para sus cotilleos.
RIGHT SQUARE BRACKETNecesito trabajar un rato más. Iré la próxima vez, ¿de acuerdo?
Miró al otro lado del césped, deseando no ser él quien tuviera que darle la noticia.
Winnie ya no era una adolescente insegura, y un tono acerado impregnó sus mullidas vocales
sureñas:
Winnie entró en su cocina justo a tiempo de ver a Leeann Perkins cerrar su teléfono móvil con ojos
que bailaban de agitación.
Las otras cuatro mujeres que estaban en la cocina dejaron de hacer lo que estaban haciendo. La voz
de Leeann tendía a ser chillona cuando estaba alterada, sonaba un poco como una Minnie Mouse
sureña.
RIGHT SQUARE BRACKETEra Renee. ¿Os acordáis que es pariente de Larry Cárter, quien
trabaja en el Mercarrápido desde que salió de rehabilitación? Nunca adivinaréis quién pasó por caja
hace un par de horas.
Mientras Leeann hacía una pausa deliberadamente dramática, Winnie cogió un cuchillo y se
esforzó en concentrarse en cortar la tarta que había preparado Heidi Pettibone. Su mano apenas
temblaba.
Leeann metió el móvil en su bolso sin apartar los ojos de las demás.
Leeann se arrepintió.
RIGHT SQUARE BRACKETNo debí anunciarlo tan bruscamente. He vuelto a ser insensible,
¿No es cierto?
Leeann metió una mano dentro de su largo escote para ajustarse los tirantes del sujetador. Tenía
los pechos más bonitos de las Sauces del Mar y le gustaba presumir de ellos.
RIGHT SQUARE BRACKETNo mucho. Apostaría por ello. Dios, éramos unas pequeñas
arpías.
El silencio se apoderó de la cocina. Amy lo rompió para decir lo que todas estaban pensando:
Por que Winnie no era una de ellas. La única que no había pertenecido a las Sauces del Mar. No
dejaba de ser irónico, dado que ahora era su líder,
Sugar Beth había concebido la idea de las Sauces del Mar cuando tenía once años. Había elegido
aquel extraño nombre por un sueño que había tenido aunque ya ninguna de ellas recordaba de qué iba.
Las Sauces del Mar sería un club privado, les había anunciado, el club más divertido de la historia
para las chicas más populares del colegio que, por supuesto, habría de elegir ella misma.
Esencialmente, había hecho un buen trabajo y, transcurrido más de veinte años, las Sauces el Mar
seguían siendo el club más divertido de la ciudad.
En sus mejores momentos había llegado a tener doce miembros, aunque algunas se habían ido de
la ciudad y Dreama Shephard había muerto. Ahora ya sólo quedaban las cuatro mujeres que estaban
con Winnie en su cocina. Se habían convertido en sus amigas más entrañables.
Phil, el marido de Heidi, asomó la cabeza en la cocina. Traía el pote de arcilla vacío que había
contenido la salsa Rotel que los hombres insistían en tomar en cada reunión, una mezcla picante de
tomate y Velveeta en la que les gustaba remojar sus Tostitos.
RIGHT SQUARE BRACKET Clint nos obliga a ver un partido de golf. ¿Cuándo cenaremos?
RIGHT SQUARE BRACKET Pronto. Y nunca adivinarías qué nos acaban de decir. RIGHT
SQUARE BRACKET Los pendientes de osito de Heidi bailotearon
RIGHT SQUARE BRACKET Esta tarde. Leeann acaba de recibir la noticia. Phil las miró
fijamente por un momento, luego meneó la cabeza y desapareció para ir a dar la noticia a los demás.
Las mujeres pusieron manos a la obra y el silencio reinó en la cocina durante unos minutos,
mientras cada una de ellas era presa de sus pensamientos. Los de Winnie eran amargos. De jóvenes,
Sugar Beth había tenido todo lo que Winnie deseaba: belleza, popularidad, confianza en sí misma y a
Ryan Galantine. Winnie, por su parte, sólo tenía una cosa que Sugar Beth deseara. Una cosa valiosa,
sin embargo, que al final demostró ser la única que importaba.
Amy sacó un jamón de un horno, junto con una bandeja de las famosas batatas Drambuie de su
madre. Del otro horno Leeann sacó unas tortas de queso con ajo y una cacerola de espinacas con
alcachofas. La espaciosa cocina de Winnie, con sus taquillas de cálido color cereza y su enorme isla
central, hacía de su casa el lugar más conveniente para sus reuniones. Esa noche habían dejado a los
niños con la sobrina de Amy. Winnie había propuesto a su propia hija que hiciera de canguro, pero
últimamente se había vuelto díscola y se negó.
Sureñas de pura cepa, las Sauces del Mar se vestían en toda regla para reunirse, es decir, se
pasaban la primera parte de todos sus encuentros comentando la ropa que llevaban. Ése era el legado
que habían recibido de unas madres que se ponían medias de seda y tacones altos para ir hasta el
buzón de correos. Winnie, no obstante, no era una Sauce del Mar y, a pesar de las regañinas de su
madre, le había costado más tiempo que a las demás descubrir cómo adecentar su aspecto.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Has podido hablar con él, Winnie? RIGHT SQUARE
BRACKETPreguntó AmyRIGHT SQUARE BRACKET Las noticias nos ha despistado tanto que no te
lo hemos preguntado
Winnie asintió.
Ése era un tema familiar. Habían pasado cinco años desde que Colin volviera a Parrish, y apenas se
habían acostumbrado a tener como miembro de su grupo de amigos al hombre que antaño fuera su
profesor más temido
RIGHT SQUARE BRACKETYa sabes que lo harás si tienes la oportunidad RIGHT SQUARE
BRACKETrepuso LeeannRIGHT SQUARE BRACKET. Todas lo haremos, porque nos morimos de
curiosidad. Me pregunto qué aspecto tendrá.
Rubia y perfecta, pensó Winnie. Luchó contra las ganas de ir corriendo a mirarse en el espejo para
cerciorarse de que ya no era aquella Winnie Davis torpe y rechoncha. Aunque sus mejillas nunca
perderían la redondez y ella nada podía hacer para remediar la baja estatura que había heredado de su
padre. Estaba delgada y en buena forma gracias a sus cinco torturadoras sesiones semanales en el
gimnasio. Como las otras mujeres, se aplicaba el maquillaje con maestría y lucía joyas de buen gusto,
aunque más caras que las demás. Llevaba el cabello oscuro en melena corta según los últimos dictados
de la moda, obra de la mejor peluquería de Memphis. Esta noche llevaba una camiseta bordada, unos
pantalones verdes y zapatillas a juego. Todo lo que poseía seguía la moda, a diferencia de sus años
escolares, cuando andaba torpemente por los corredores enfundada en prendas informes y aterrorizada
de que alguien pudiera dirigirle la palabra.
Colin, él mismo un inadaptado, la había comprendido. Se había mostrado amable con ella desde el
principio, más amable que con el resto de sus compañeras de clase, que a menudo eran blancos de su
lengua cínica y afilada. A pesar de ello, las chicas soñaban con él. Heidi, una apasionada de los
romances históricos, fue la que le puso el sobrenombre.
«Me recuerda a aquel atormentado joven duque inglés, enfundado en una gran capa negra que
ondea al viento y que, cada vez que hay tormenta, se pasea por las almenas de su castillo, porque
todavía llora la muerte de su joven y hermosa esposa.»
A Colin empezaron a llamarle el Duque, aunque no a la cara. No era el tipo de profesor que
inspirara esa especie de familiaridad.
Los hombres comenzaron a llegar a la cocina, atraídos por el olor a comida y por ver las
reacciones de sus mujeres a la noticia del regreso de Sugar Beth.
Merylinn quiso espantarles agitando los brazos.
Los hombres no le hicieron caso, nunca hacían caso cuando llegaba la hora de la cena, y las
mujeres iniciaron su danza habitual en torno a ellos, llevando la comida de la cocina al aparador estilo
finales del siglo XVIII que ocupaba una de las paredes del elegante comedor formal de Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Sabe Colin que Sugar Beth ha vuelto? RIGHT SQUARE
BRACKETpreguntó Deke, el marido de Merylinn.
RIGHT SQUARE BRACKETY vosotras, dulces criaturas, os quejáis porque en Parrish nunca
pasa nada; RIGHT SQUARE BRACKETClint, el marido de Amy, era de Meridian pero conocía bien
las viejas historias locales que a veces olvidaban que no era uno de ellos.
Brad Simmons, que tenía una tienda de electrodomésticos, rió por lo bajo. Era la cita de Leeann
para la velada. En realidad, a Leeann no le gustaba pero, desde su divorcio, se había propuesto probar
todos los solteros disponibles de Parrish, además de algunos que no estaban disponibles, aunque las
mujeres no hablaban del tema, porque Leeann lo tenía difícil. Con dos niños, uno de ellos
discapacitado, y un ex marido que siempre se retrasaba en pagar la pensión de los hijos, Leeann se
merecían todas las diversiones que podía encontrar.
El marido de Winnie fue el último en hacer su aparición. Era el más alto de los hombres, delgado y
de facciones refinadas, con el cabello color trigo y los ojos color caramelo, y una de esas caras
varoniles perfectamente simétricas que en más de una ocasión había impulsado a Merylinn a decirle
que debía cumplir con la misión que le encomendara Dios y apuntarse como donante habitual de
esperma. Las Sauces Mar eran demasiado bien educadas para dejar lo que hacían e interrogarle, como
hubiesen deseado, pero le observaban con el rabillo del ojo mientras cogía el sacacorchos y se
disponía a abrir el vino que Winnie había traído a la mesa.
Winnie sintió el viejo dolor familiar en el pecho. Llevaban algo más de trece años casados. Tenían
una hija preciosa, una casa maravillosa, una vida casi perfecta. Casi porque, por mucho que Winnie se
esforzara siempre ocuparía un segundo lugar en el corazón de Ryan Galantine.
Después de pasar dos días alimentándose con Krispy Kremes rancias y CocaRIGHT SQUARE
BRACKETColas, Sugar Beth ya no podía aplazar más la visita al supermercado. Esperó hasta última
hora del martes, con la esperanza de que habría ya poca gente en la Gran Estrella, y se dirigió al centro
con el coche. La suerte la acompañó y pudo comprar lo que necesitaba sin tener que hablar con nadie,
excepto con Peg Drucker, la cajera, que se conmocionó tanto que escaneó dos veces el código de
barras de la mermelada de uva, y con Cubby Bowmar, quien la alcanzó mientras
Peg metía la compra en las bolsas y le reveló un hueco oscuro en el lugar que solía ocupar su
diente canino derecho.
RIGHT SQUARE BRACKETEh, Sugar Beth, estás aún más preciosa de lo que recordaba
muñequita.
Su mirada bajó de sus pechos a la entrepierna de sus pantalones de pinza y cintura baja.
RIGHT SQUARE BRACKET Lo siento, Cubby, pero renuncié a los hombres guapos el día en
que decidí hacerme monja.
RIGHT SQUARE BRACKET Pues esto sí que será una sorpresa para mi buen amigo el Papa.
RIGHT SQUARE BRACKET No eres católica, Sugar Beth. Sólo estirada, como siempre.
RIGHT SQUARE BRACKET Eres un hombre inteligente, Cubby. Dale recuerdos a tu mamá,
de mi parte.
Al salir de la Gran Estrella, no quiso mirar el cartel que la había hecho parar en seco cuando
entraba:
Le pareció que la noche se le caía encima y puso rumbo al lago, sólo para descubrir que no tenía
dinero suficiente para gasolina. Hizo un giro de ciento ochenta grados en la calle Spring, no lejos de la
entrada de la Fábrica de Ventanas Carey, el negocio que fundara su abuelo, sólo que ahora se llamaba
CWF. Le resultaba difícil imaginarse a Winnie y a Ryan organizando una serie de conciertos.
Llevaban más de doce años casados. La idea no tenía por qué causarle dolor, puesto que había sido
Sugar Beth quien le rechazara. Con su característico mal criterio, había echado un vistazo a Darren
Tharp y se había olvidado del «Te querré siempre». Ahora Winnie era la fuerza promotora de la
revitalización de la ciudad y miembro de la mayoría de las juntas de organizaciones cívicas.
La furgoneta de Limpieza de Alfombras Bowmar se cruzó con ella, en dirección contraria. Cuando
iban al instituto, Cubby y sus amigotes aparecían sobre el césped de "La Novia del Francés" a
medianoche, aullando a la luna y coreando su nombre:
Generalmente, su padre seguía durmiendo, pero Diddie se levantaba de la cama para sentarse
delante de la ventana de Sugar Beth, donde fumaba sus Tareytons mientras los observaba.
RIGHT SQUARE BRACKETSerás una mujer que recordarán, Sugar, cariño RIGHT SQUARE
BRACKETsusurrabaRIGHT SQUARE BRACKET . Una mujer que recordarán.
La mujer que recordarían enfiló con su Volvo maltrecho el pasaje Mockingbird y echó una mirada
a la casa colonial francesa que había sido el hogar del dentista más rico de la ciudad y ahora
pertenecía a Ryan y a Winnie. El último par de días no podía haber sido más desolador. Sugar Beth
había limpiado la cochera para que fuera habitable, pero no había descubierto ni rastro de la pintura de
Lincoln Ash. Mañana tendría que enfrentarse a la ingrata tarea de buscarla en la estación arruinada.
No podría la tía Tallulah haberle legado bonos y acciones, en lugar de una miserable cochera y una
estación ferroviaria que debía haber sido demolida hacía años?
Llegó al final del pasaje Mockingbird y frenó cuando los faros del Volvo iluminaron algo que no
estaba allí cuando había partido: una gruesa cadena que obstruía la entrada a su camino de grava.
Apenas había estado ausente dos horas. Alguien se había dado mucha prisa.
Bajó del coche para investigar. El cemento rápido era muy eficaz, y un par de fuertes patadas no
consiguió mover los postes que sostenían la cadena. Obviamente, los nuevos propietarios de "La
Novia del Francés"· no sabían que aquel camino de grava no formaba parte de su propiedad.
Sus ánimos se hundieron todavía más e intentó convencerse de que sería mejor esperar hasta la
mañana para plantarles cara, pero había aprendido la dura lección de nunca postergar la resolución de
los problemas, de modo que se encaminó hacia el largo camino que conducía a la entrada de la casa en
que había crecido. Incluso con los ojos vendados habría reconocido el dibujo familiar de los tochos
bajo sus pies, el punto donde el camino se hundía, el lugar donde trazaba una curva para evitar las
raíces de un roble caído durante una tormenta, cuando ella tenía dieciséis años. Se acercó a la veranda
principal con sus cuatro elegantes columnas. Si recorriera con el dedo la base de la más cercana,
encontraría el lugar donde había grabado sus iniciales con la llave de El Dorado de Diddie.
En el interior de la casa brillaban luces. Sugar Beth quiso creer que el vacío que sentía en el
estómago se debía a la falta de comida, pero sabía que esa no era la razón. Antes de ir a la ciudad
había tratado de estimular su autoconfianza con una camiseta ceñida de tono rosa caramelo, que
dejaba al descubierto unos centímetros de barriga, unos pantalones de cintura baja ceñidos a sus largas
piernas, y unos zapatos de tacón de aguja que la elevaban hasta casi los dos metros. Completó su
atuendo con una cazadora negra de motociclista RIGHT SQUARE BRACKETimitaciónRIGHT
SQUARE BRACKET y con tachones de diamantes falsos del tamaño de un guisante, comprada en
sustitución de los auténticos, que había tenido que empeñar, Aquel atuendo, sin embargo, no
conseguía fortalecer su moral en esos momentos y, al cruzar el porche de su viejo hogar, sus tacones
marcaron el ritmo lejano de todo lo que había perdido. «Sugar Beth Carey ya no vive aquí.»
Irguió los hombros, levantó la barbilla y llamó al timbre, pero, en, lugar de la familiar campanada
de siete notas, oyó un resonante gong a dos tonos. ¿Qué derecho tenía nadie de cambiar las
campanadas de "La Novia del Francés"?
La puerta se abrió. Un hombre apareció en el umbral. Alto. Majestuoso. Habían pasado quince
años, pero supo quién era incluso antes de que le hablara.
Veo que estás temblando RIGHT SQUARE BRACKETdijo aquella voz odiosaRIGHT SQUARE
BRACKET. No voy a pegarte si te comportas bien.
Ella intentó recuperar el aliento. Tallulah no le había dicho que quien compró "La Novia del
Francés" había sido él, aunque su tía sólo le comunicaba las noticias que quería que Sugar Beth
supiera. Los años se esfumaron. Veintidós. Ésa era la edad que él tenía cuando ella arruinó su carrera.
Apenas más que un crío.
Tenía un aspecto rarísimo en esa época, con su cuerpo a lo Ichabod demasiado alto, demasiado
delgado, el cabello demasiado largo, la nariz demasiado grande, todo él demasiado excéntrico para
una ciudad del SurRIGHT SQUARE BRACKET, su físico, su acento, su actitud. Naturalmente las
chicas quedaron deslumbradas. Vestía siempre de negro, por lo general ropa raída, con pañuelos de
seda anudados en el cuello, algunos con flecos, uno de cachemira pálida, otro tan largo que le llegaba
a las caderas. Empleaba frases como «terriblemente mal» y «no fastidies» Y en una ocasión dijo «veo
que estamos un poco debiluchos hoy»
La primera semana de clase le pillaron con una tabaquera de carey. El día que oyó a los chicos
murmurar que parecía un marica, les miró por encima de su larga nariz y les dijo que lo consideraba
un cumplido ya que muchos de los grandes hombres de la historia habían sido homosexuales. Por
desgracia RIGHT SQUARE BRACKETañadióRIGHT SQUARE BRACKET, yo he sido condenado a
una vida de vulgar heterosexualidad. Sólo espero que algunos de vosotros seáis más afortunados.
El joven profesor que ella recordaba sin embargo no era más que un pálido antecedente del hombre
imponente que se erguía ante ella. Byrne seguía siendo raro aunque de un modo mucho menos
inquietante. Su cuerpo desgarbado había ganado en musculatura y se veía atlético. Era delgado pero ya
no enclenque y, por fin, se había conjuntado con su cara, incluso con aquella nariz de bocina, mientras
que los pómulos que antes parecían feroces ahora poseían un aire patricio.
Sugar Beth conocía el olor del dinero, y le envolvía como una nube. La última vez que le viera, su
pelo le llegaba a los hombros. Ahora seguía siendo espeso pero corto y cuidadamente despeinado,
como el pelo de las estrellas del cine. No era fácil distinguir si su brillo se debía a algún producto
costoso de peluquería masculina o a su buena salud, pero una cosa resultaba obvia: aquel corte no se lo
habían hecho en Parrish, Misisipi.
Llevaba un jersey acanalado de cuello de tortuga que se proclamaba a voces Armani, y pantalones
de lanilla negra con finísimas rayas doradas. No sólo Ichabod Grane había crecido sino que había
asistido a unos cursos de estilo, antes de comprar la academia y convertirla en franquicia
internacional.
Sugar Beth casi nunca tenía que levantar la cabeza para mirar a un hombre, especialmente cuando
llevaba tacones kilométricos, pero ahora tuvo que levantarla. Para mirar aquellos ojos de jade altivo
que tan bien recordaba. Su viejo resentimiento brotó enseguida:
Tuvo ganas de hacerle un corte de manga y mandarlo al infierno. Pero la huida era uno de esos
lujos que ya no se podía permitir, junto con los berrinches y el abuso de las tarjetas de crédito. El
desprecio que contraía las comisuras de los finos labios de Byrne demostraba que sabía muy bien
cuánto dolía su invitación. Saber que él esperaba que ella huyera despavorida le dio la fortaleza
necesaria para erguir los hombros y cruzar el umbral de "La Novia del Francés".
La había estropeado. Lo vio enseguida. Otra hermosa residencia del Sur arruinada en manos de un
invasor extranjero.
Diddie había insistido en que el artista añadiera un caniche de peluche a la composición, aunque
no tenían un caniche ni ninguna clase de perro, a pesar de las súplicas de Sugar Beth. Su madre había
declarado que no admitiría en su casa a nadie que acostumbrara lamer sus partes íntimas o las partes
íntimas de cualquier otro.
Los desgastados suelos de madera habían sido sustituidos por losas de mármol unidas con bandas
de mármol de color gris oscuro. Las antiguas cómodas habían desaparecido, como también el espejo
dorado, estilo María Antonieta y el par de sillas tapizadas con brocados dorados. Ahora dominaba el
espacio un piano de media cola de reluciente lacado negro. Un piano de media cola en el vestíbulo de
entrada de "La Novia del Francés"c Puede que la abuela de Sugar Beth, con sus gustos vanguardistas
supiera apreciar la extravagancia, pero sin duda Diddie estaba revolviendo en su tumba.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿De veras? RIGHT SQUARE BRACKETSu expresión no podía
ser de mayor desinterés.
Pretendía mantenerla de pie en el vestíbulo. No se merecía un trato mejor pero tampoco iba a
arrastrarse, de modo que optó por un término medio entre lo que le debía a él y lo que se debía a sí
misma.
No pensaba perdonarla, como era de esperar. No obstante, sus disculpas no habían sonado
demasiado sinceras y, puesto que él se merecía esta sinceridad, la integridad de Sugar Beth le exigía
intentarlo de nuevo. No allí, sin embargo, no mientras estuviera de pie en el vestíbulo como una
criada.
Las paredes grises hacían juego con las listas de mármol del suelo, mientras los mullidos sillones
de cuero y el sofá de diseño repetían el marrón oscuro del vestíbulo. Cuatro fotografías de bustos de
mármol en sepia estaban simétricamente dispuestas sobre la chimenea, que no era la misma que ella
recordaba. La vieja repisa de roble, con sus marcas de fuego de las veces que Diddie había olvidado
abrir el humero, había sido sustituida por una repisa neoclásica maciza., con una cornisa voluminosa y
un pedimento tallado reminiscentes de un templo helénico. En otra casa le habría encantado la
atrevida yuxtaposición de lo clásico y lo moderno, pero no en "La Novia del Francés".
Tenía que reiterar sus disculpas y, en esta ocasión, con el tono apropiado, pero el desprecio con
que él la observaba, unido a la profanación de su hogar, se interponía entre ella y su propósito.
RIGHT SQUARE BRACKETExacto. Nunca has querido preocupar tu mente con nada más
exigente que las revistas de moda. ¿Me equivoco?
RIGHT SQUARE BRACKETOye, si nadie las leyera, habría un montón de mujeres yendo por
ahí en ropa de poliéster. Piensa en lo triste que sería eso. RIGHT SQUARE BRACKETAbrió los ojos
mesuradamenteRIGHT SQUARE BRACKET. Vaya... Ahora me vas a detener por vulgar.
RIGHT SQUARE BRACKETLas detenciones no surten efecto contigo. ¿Verdad, Sugar Beth?
Tu madre nunca las permitía.
RIGHT SQUARE BRACKETDesde luego, Diddie tenía sus propias opiniones acerca de lo
bueno o malo para mí. RIGHT SQUARE BRACKETLadeó la cabeza lo suficiente para que su melena
se apartara de los diamantes falsosRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Sabías que no quiso dejarme
competir por el título de Miss Misisipi? Dijo que ganaría con toda seguridad, y ella no iba a permitir
que una hija suya se acercara siquiera a una ciudad tan ordinaria como Atlantic City. Tuvimos una
gran pelea pero ya sabes cómo era Diddie cuando tomaba una decisión.
Claro que se acordaba, pensó ella. Diddie había sido quien lograra su despido. Había llegado el
momento de dejar de torear e intentar de nuevo la largamente debida disculpa.
Su forma lenta de pronunciar las últimas palabras revelaba que sabía exactamente qué hacían Ryan
y ella en el asiento trasero del Camaro Rojo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo, no llamó. Y yo no tuve el valor de confesarle la verdad a mi
padre. RIGHT SQUARE BRACKETGriffin se había enterado, a pesar de todo, cuando estuvo
revisando los papeles de Diddie pocos meses después de su muerte y descubrió la confesión escrita de
Sugar BethRIGHT SQUARE BRACKET. Debes reconocer que papá te hizo justicia. Prácticamente
puso un anuncio en el periódico declarando que yo había mentido.
RIGHT SQUARE BRACKETHabía pasado casi un año, ¿no es así? Un poco tarde. Ya me
había visto obligado a volver a Inglaterra.
Sugar Beth quiso decir que había conseguido regresar a Estados Unidos RIGHT SQUARE
BRACKETen la solapa de su libro ponía que ya era ciudadano estadounidenseRIGHT SQUARE
BRACKET, pero sólo parecería otro intento de justificarse. Él se apartó de la puerta y se dirigió a un
aparador que contenía un pequeño bar. Un bar en la sala de estar de Diddie Carey...
RIGHT SQUARE BRACKET¿Te apetece una copa? RIGHT SQUARE BRACKETNo era la
invitación de un anfitrión educado sino la trampa edulcorada del gato que juega con el ratón.
Él se sirvió unos dedos de lo que parecía una muy cara malta escocesa. Sugar Beth había olvidado
el tamaño de sus manos. Solía decir a quien quisiera escucharla que era el afeminado más grande de la
ciudad, pero, incluso entonces, esas manos voluminosas la desmentían. Seguían sin parecer las manos
de alguien que recitaba sonetos de memoria y, en ocasiones, se ataba el pelo con una cinta de
terciopelo negro.
Una tarde en que su grupo salió con retraso del instituto, le vieron en el campo contiguo con una
pelota de fútbol. El fútbol no tenía adeptos en Parrish, y nunca antes habían visto algo como aquello.
Byrne pasaba la pelota de una rodilla a la otra, la hacía rebotar en el pie y los muslos; la mantuvo en el
aire hasta que perdieron la cuenta. Luego empezó a fintar campo abajo, corriendo a toda velocidad con
la pelota entre los pies. Después de aquello, los chicos cambiaron de opinión acerca de él y no pasó
mucho tiempo antes de que le invitaran a jugar en la liga local de baloncesto.
RIGHT SQUARE BRACKETUna cosa nunca cambiará en Parrish. El cotilleo sigue siendo el
pasatiempo favorito de esta ciudad. RIGHT SQUARE BRACKETUna caricia de aire fresco rozó su
barriga cuando metió las manos en los bolsillos de la cazadora de cuero y tiró hacia atrás. Su camiseta
corta rosa caramelo llevaba la palabra BESTIA estampada con letras brillantes sobre el pecho.
Resultaba un poco chillona, pero estaba rebajada a cinco dólares con noventa y ella era capaz de
prestar elegancia a casi cualquier prendaRIGHT SQUARE BRACKET. Te agradecería que retiraras
esa cadena de mi camino de entrada.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿En serio? RIGHT SQUARE BRACKETSe arrellanó en uno de
los sillones de cuero sin invitarla a hacer lo propioRIGHT SQUARE BRACKET. Tu historial
matrimonial es terrible.
RIGHT SQUARE BRACKETDarren Tharp, un ídolo americano. Jugó con los Braves durante
un tiempo RIGHT SQUARE BRACKETEsbozó con la mano un hachazo formidable.
RIGHT SQUARE BRACKETSe llamaba Samantha. A diferencia de mí, ella consiguió una
licenciatura universitaria, aunque no fue su título lo que atrajo a Darren. Tenía un don natural para las
felaciones.
Ella le dedicó su más exquisita sonrisa sureña, aquella que recorría todos los caminos menos aquel
que la acercaría a la sinceridad. Con algunos arreglos RIGHT SQUARE BRACKETy si Diddie no
albergara una animadversión tan grande hacia Atlantic CityRIGHT SQUARE BRACKET aquella
sonrisa podría haber colocado algo más impresionante que una corona de bienvenida sobre su cabeza.
RIGHT SQUARE BRACKETSupongo que el intelecto no puede llevar a una chica demasiado
lejosRIGHT SQUARE BRACKET añadió.
RIGHT SQUARE BRACKETQué amable de tu parte mostrar tanto interés en mis asuntos.
RIGHT SQUARE BRACKETSeguro que no debí de entender esto bien. ¿Tu segundo marido
fue una especie de ángel del infierno?
RIGHT SQUARE BRACKETEso habría sido más emocionante, pero me temo que Cy no era
más que un especialista que doblaba actores en escenas peligrosas. Tenía muchísimo talento, hasta el
día que se mató tratando de saltar con su moto desde el muelle de Santa Mónica hasta la cubierta de
un yate de lujo. La película trataba de los males del tráfico de drogas, así que prefiero pensar que
murió por una buena causa, aunque yo misma fumaba algún canuto que otro en aquella época.
RIGHT SQUARE BRACKETProtesto, señoría. Creía que sólo eran cigarrillos que olían raro.
Había dejado a Cy unos meses antes del fatal accidente. No había mujer en la tierra que igualara su
talento para casarse con perdedores embusteros. Emmett había sido una excepción, aunque tenía
setenta años el día de su boda, y la edad aporta sabiduría.
Había empezado como hostelera de un restaurante decente en Los Ángeles, pero la despidieron por
discutir con un cliente. Después trabajó como camarera en una coctelería. Cuando perdió aquel
empleo, sirvió lasaña en un restaurante italiano barato, para acabar en una hamburguesería todavía
más barata. Tocó fondo el día que se pilló leyendo los anuncios que pedían chicas para una agencia de
acompañantes. Más que nada, aquello la hizo comprender que había llegado el momento de madurar y
asumir las responsabilidades de su propia vida.
RIGHT SQUARE BRACKETY ni siquiera te hizo falta escuchar los cotilleos de Parrish para
enterarte. RIGHT SQUARE BRACKETLa sonrisa de Sugar Beth ocultó todo rastro de dolor.
Un magnate cuyas inversiones se habían ido a pique incluso antes que él enfermara. Emmett había
sido su amigo del alma, su amante y la persona que la ayudó a completar la tarea de madurar.
Byrne la apuntó con su copa. Era la viva imagen de un modelo de Gucci, aburrido pero muy
varonil,
RIGHT SQUARE BRACKETMis condolencias por tu pérdida.
El nudo que tenía en la garganta le obstaculizaba ofrecer una respuesta ocurrente, pero lo
consiguió:
RIGHT SQUARE BRACKETTe lo agradezco, pero cuando te casas con alguien tan mayor, ya
sabes lo que te espera.
Le gustó ver el desprecio en los ojos de jade. El desprecio es mejor que la lástima, sin duda. Lo
observó cruzarse de piernas, movimiento inquietante que combinaba la gracia felina con la fuerza
masculina.
Sugar Beth se preguntó si estaría casado. Si no lo estaba, las solteras de Parrish debían de hacer
cola delante de su puerta, con tartas de coco y carne a la cacerola. Se acercó a la chimenea e intentó
sonar segura.
No tenía aspecto de saber disfrutar de nada, excepto tal vez la conquista de la India. Contemplando
su ropa de corte impecable, Sugar Beth se preguntó quién habría hecho el trabajo sucio de clavar los
postes de cemento tan rápidamente
RIGHT SQUARE BRACKET¿No crees que sería embarazoso tener que llamar a la policía?
RIGHT SQUARE BRACKETY yo que te consideraba toda una autoridad en temas de Parrish.
Mi padre cedió la cochera a mi tía en los años cincuenta.
RIGHT SQUARE BRACKETLa casa sí. Pero no el camino de entrada. Eso aún forma parte
de "La Novia del Francés".
RIGHT SQUARE BRACKETMi abogado es muy bueno y se fija en detalles como los límites
de una propiedad. RIGHT SQUARE BRACKETSe levantó del sillónRIGHT SQUARE BRACKET.
Puedes leer el informe topográfico tú misma. Te haré llegar una copia.
¿Pudo su padre ser tan estúpido? Claro que sí. Griffin Carey era meticuloso cuando se trataba de
asuntos relacionados con la fábrica de ventanas y notoriamente descuidado en todo lo referente a su
hogar y su familia. ¿De cuántos cuidados era capaz un hombre que tenía su esposa y su amante en la
misma ciudad?
RIGHT SQUARE BRACKET¿Qué quieres, señor Byrne? Mis disculpas no, es evidente, de
modo que más vale que me lo digas.
Sus palabras sedosas le causaron un escalofrío. Evitó dirigir una mirada de anhelo a la copa de
whisky que él acababa de depositar en la mesilla; no había probado el alcohol en casi cinco años, no
iba a empezar de nuevo esa noche.
RIGHT SQUARE BRACKETVaya, vaya, esto sí que va a resultar muy divertido. ¿Dónde
esperas que aparque, exactamente?
RIGHT SQUARE BRACKETMe trae sin cuidado. Tal vez te ayude alguna de tus viejas
amigas.
Ése era el momento apropiado para un berrinche, pero ya no recordaba cómo se conseguía. Así
pues, Sugar Beth se encaminó a paso lento hacia él, imprimiendo un contoneo a sus caderas, aunque le
parecía que sus huesos tenían un siglo de edad.
RIGHT SQUARE BRACKETA tomar por culo, señor Byrne. Y a tomar por culo tu lástima.
Ésas fueron exactamente sus palabras, y Sugar Beth hubiese querido morderse la lengua. En
cambio, se levantó el cuello de la cazadora y puso rumbo a la puerta.
Apenas había dado tres pasos cuando percibió el aroma de una costosa colonia. El corazón le dio
un vuelco cuando él la asió del brazo y la obligó a darse la vuelta.
Besosc Cuántos había habido en su vida. Los besitos sonoros de adoración que le daba su madre en
la mejilla. Los que le daba tía Tallulah con sus labios fruncidos y resecos. Los besos adolescentes y
empapados de sexualidad que intercambiara con Ryan. Darren había sido un hombre de primera plana
y un besador fracasado. Luego vinieron los besos torpes y borrachos de Cy y los que ella le devolvía,
impregnados de ginebra. Después los besos de una serie de hombres que apenas recordaba, excepto
que todos tenían el sabor de la desesperación. La salvación había llegado bajo la forma de los besos de
Emmett, besos amables, necesitados, temerosos y, al final, resignados.
El último beso que había recibido provenía de la hija de Emmett, Delilah, quien le había rodeado
el cuello con los brazos y había dejado reguero de lágrimas en la mejilla. «Te quiero más que a nadie
en el mundo, mi Sugar Beth.»
Tantos besos, y no podía recordar ni uno que se pareciera a éste. Frío. Calculador. Pensado para
humillar.
Byrne se tomó su tiempo administrando justicia. Le sostenía la barbilla sin hacerle daño aunque
obligándola a abrir la boca lo suficiente para atacarla con la lengua. Ella no respondió ni se resistió. A
él no le importó.
Siguió otra exploración clínica, como si no hubiera una persona real debajo de la piel, sólo carne y
huesos, sin un alma. Byrne sostuvo su pecho en una de sus manazas y frotó la curva con el pulgar. Al
rozar el pezón, la recorrió una descarga de anhelo. No fue deseo..., estaba demasiado vacía para eso, y
aquello no tenía que ver con el sexo sino con venganza. Lo que experimentó fue un profundo anhelo de
ternura, irónico en alguien como ella, que tan parca había sido dispensándola.
Durante su matrimonio con el especialista cinematográfico había aprendido mucho sobre peleas
callejeras, y le pasó por la mente morder a Byrne o encajarle un rodillazo en la entrepierna. Pero eso
sería injusto. El hombre tenía derecho a su venganza.
Finalmente, él se apartó y el aroma del whisky que había bebido le acarició la mejilla.
Él se pasó la yema del pulgar por el labio inferior. Viniendo de otro hombre, habría sido un gesto
de ternura pero, en este caso, era la huella de un conquistador. Le debía contrición pero lo único que le
quedaba era un poco de dignidad, y preferiría morir antes que dejar caer una sola lágrima.
Él bajó el brazo.
Ella rebuscó en sus reservas de fuerza, casi agotadas aunque no del todo, y consiguió sacar la
suficiente para acariciarle una mejilla.
RIGHT SQUARE BRACKETEn todo este tiempo me odiaba por haber sido una embustera.
Gracias, señor Byrne. Me has quitado un peso de encima.
Byrne sintió la frescura de su mano contra la mejilla y supo que ella se estaba arrogando la última
palabra. Eso lo dejó anonadado. La victoria debía ser suya. Ambos lo sabían. Pero ella intentaba
arrebatársela.
Observó la boca que acababa de someter. No tenía el sabor que él hubiera esperado... Tampoco
esperaba algo en concreto, puesto que no había planeado su ataque. Aun así, se había preparado
inconscientemente para enfrentarse a la mezquindad, a la astucia y al ego monstruoso que la
caracterizaban. Espejito, ¿quién es la más bella? ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! Pero había descubierto algo diferente,
un gesto valiente, resuelto e impertinente. Esto último, al menos, resultaba familiar.
Ella bajó la mano y le señaló con el índice, una pistola apuntando directamente a su autoestima. En
el instante antes de apretar el gatillo esbozó una sonrisa de sabiduría cortesana.
¡Pum! Y desapareció.
Él permaneció inmóvil. El perfume de Sugar Beth, un aroma a especias, sexo y obstinación, quedó
suspendido en el aire incluso después de que ella cerrara la puerta. Ese horrible beso debía haber
puesto punto final. En cambio, lo había empezado todo de nuevo.
A los dieciocho, era la criatura más hermosa que se hubiera visto jamás en Parrish. Verla
contonearse en la acera que conducía a las puertas del instituto Parrish era observar el arte sexual en
movimiento: aquellas piernas interminables, el balanceo de sus caderas, el bamboleo de sus pechos, el
brillo de su largo cabello rubio.
Los chicos se empujaban para verla pasar, mientras la música de sus transistores tocaba la banda
sonora de su vida. Billy Ocean le suplicaba que saliera de sus sueños y entrara en su coche. Bon Jovi
caía rendido a primera vista. Los Cutting Crew estaban más que dispuestos a morir entre sus brazos
esa noche. Guns n' Roses, Poison, Whitesnake, todas las grandes bandas melenudas... las había
reducido de rodillas, y mendigaban las migajas de su amor.
Sugar Beth seguía siendo hermosa. Esos ojos asesinos de color azul claro y esos rasgos
perfectamente simétricos se irían con ella a la tumba y esa nube de cabello rubio era para cubrir una
almohada de seda en el desplegable central de Playboy. No obstante, su frescor de rocío había
desaparecido. Aparentaba más de treinta y tres años y era más dura. También más delgada. Byrne
había visto los tendones marcados en la larga curva de su cuello, y sus muñecas parecían casi frágiles.
Sin embargo, su peligrosa sexualidad continuaba ahí. A los dieciocho era nueva e indiscriminada;
ahora estaba bien afinada y mucho más letal. Puede que la rosa hubiera perdido el primor, pero sus
espinas tenían puntas envenenadas.
Recuperó su copa y se arrellanó de nuevo en el sillón, más deprimido de lo que hubiera querido
tras el encuentro. Recorrió con la mirada la lujosa casa que había comprado con su dinero y recordó
las mofas de su padre, un albañil irlandés, cuando Colin se vio obligado a volver a Inglaterra después
de que le despidieran de su puesto de profesor
«Conque vuelves a casa en desgracia, ¿eh? Este es el resultado de tus ideas y de las fantasías de tu
madre, muchacho. Ahora tendrás que hacer un trabajo honrado, como el resto de nosotros.»
Eso sólo bastaba para que Colin no perdonara nunca a Sugar Beth Carey.
Alzó la copa, pero ni siquiera el sabor del whisky escocés añejo pudo borrar la determinación
desafiante que había visto en los ojos de Sugar Beth. A pesar de la ofensiva que él había lanzado en
forma de beso, ella seguía considerándose vencedora. Dejó la copa a un lado y empezó a pensar
exactamente de qué manera podría despojarla de esa convicción.
RIGHT SQUARE BRACKET¿He hecho algo mal? ¡Tantas personas recatadas mirándome
como si no pudieran dar crédito a sus ojos!
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Por qué no lo superas de una vez? No es mi culpa que Emmet
me quisiera más que a ti.
El perro puso a prueba su expresión a lo Christopher Walken despótico, pero los basset juegan con
desventaja cuando se trata de mostrarse amenazantes.
El perro intentó chocar con ella al pasar al trote, pero Sugar Beth que conocía sus trucos y dio un
paso a un lado. Después le siguió fuera a la mañana gélida y lluviosa de febrero. Pero estaban en
Misisipi, y la temperatura podía subir a los treinta en pocos días. Se lamentó por no haberse ido
mucho antes.
Mientras Gordon olisqueaba el suelo, ella echó una mirada a "La Novia del Francés". Había
intentado no pensar más en su encuentro de anoche con Colin Byrne. Al menos, no se había
desmoronado antes de llegar a la cochera. Las viejas culpas colgaban de su alma como telarañas.
Debía haberse esforzado más en la disculpa pero, según parece no había madurado tanto como quería
creer.
¿Por qué tuvo que ser él quien comprara "La Novia del Francés"? Si alguna vez habló con la prensa
de su intención de regresar a Parrish, ella no lo había leído. Además, tenía fama de huir de la
publicidad y no había concedido muchas entrevistas. Hasta su foto en la cubierta del libro era distante
y granulosa, o ella habría estado mejor preparada para enfrentarse a ese hombre peligroso.
Se dirigió al seto de boj que separaba las dos propiedades y apartó las ramas más bajas.
A pesar de lo que dijera a Byrne, había leído "Último apeadero" de la línea a ninguna parte como
lo hiciera el resto del país. ¿Cómo no hacer caso de una historia que trataba de personas de las que
había oído hablar toda su vida? Las familias de blancos y de negros, de ricos y de pobres, que
poblaban Parrish en los años cuarenta y los cincuenta incluían a sus propios abuelos, a tía Tallulah, al
tío abuelo de Leeann y, por supuesto, a Lincoln Ash.
El apetito del público de crónicas auténticas ambientadas en el Sur había sido estimulado por el
enorme éxito de ventas de John Berendt, Medianoche en el jardín del bien y del mal. Pero, mientras
que Medianoche trataba de asesinatos y escándalos entre la rica clase aristocrática de la vieja
Savannah, "Último apeadero" había encontrado oro cavando en las vidas provincianas de la gente
común. La historia de Colin Byrne sobre una pequeña ciudad del Misisipi que se recupera de su legado
segregacionista estaba llena de los personajes excéntricos y los dramas domésticos que tanto encantan
a los lectores, junto con una fuerte dosis de folclore sureño. Otros libros habían intentado hacer lo
mismo, pero el afecto que sentía Byrne por la ciudad, combinado con sus ácidas observaciones de
extranjero, habían instalado "Último apeadero" en una categoría exclusiva.
Vio que Gordon se dirigía al trote hacia la casa, en absoluto intimidado por su grandeza.
RIGHT SQUARE BRACKETSabes muy bien que intentarás morderme si voy a buscarte.
Sugar Beth volvió a la cochera. ¿Qué se puede decir de una persona a la que hasta su propio perro
odia?
Agarró su bolso, se caló un viejo sombrero vaquero de paja y se dispuso a buscar la pintura en la
estación de trenes. Cuando llegó a donde había dejado el coche, en el extremo de su camino de
entrada, encontró una multa de aparcamiento debajo del limpiaparabrisas. Genial. La guardó en la
visera y puso rumbo a la ciudad.
El negocio de recambios automovilísticos de Purlie aún estaba abierto pero una tienda de
suministros de oficina ocupaba el lugar de la vieja sombrerería Caprichos de Primavera. Diddie la
llevaba allí cada año para comprarle un sombrero nuevo por Pascua, hasta que Sugar Beth se rebeló al
llegar al sexto curso.
A Diddie le temblaban las aletas de la nariz como alas de mariposa cuando se sentía contrariada.
RIGHT SQUARE BRACKETNiña desagradecida. ¿Cómo se supone que nuestro amado Señor
sabrá que es el día de la Resurrección si te ve sentada en la iglesia con la cabeza, descubierta, como
los paganos? Contéstame a esto, señorita Sugar.
Sugar Beth la había enfrentado con un temblor de aletas de nariz como respuesta.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Realmente crees que Jesucristo se quedará en la tumba sólo
porque yo no llevo sombrero?
La añoranza de su madre amorosa e imperfecta la invadió con tanta intensidad que le hizo daño,
aunque sus sentimientos hacia su padre eran amargos.
Sugar Beth Carey, cierra la boca. Que tu padre sea un réprobo no significa que yo también lo sea.
No quiero oírte hablar así nunca más.
El azul plateado de los ojos de Sugar Beth, la réplica perfecta de los ojos de su padre, le hizo
imposible aferrarse demasiado tiempo a la fantasía del amante secreto de Diddie.
Suponía que el matrimonio de sus padres había sido inevitable, aunque no podían hacer peor
pareja. Diddie era la hija extravagantemente hermosa y amante de las diversiones de un tendero local.
Griffin era el heredero de la Fábrica de Ventanas Carey. Bajito, feúcho y de brillante inteligencia,
Griffin cayó rendido a los pies de la reina de la belleza de Parrish, mientras que Diddie despreciaba en
secreto a aquel chico al que consideraba «un renacuajo malcarado». Al mismo tiempo, ambicionaba
todas las cosas que la unión de ambos podría proporcionarle.
Griffin debía de ser consciente de que Diddie sería incapaz de mostrarle la adoración que
anhelaba, pero se casó con ella de todas formas para luego, por no amarle, castigarla viviendo
abiertamente con otra mujer. Diddie contraatacó fingiendo indiferencia. Al final, Griffin empeoró las
cosas dando la espalda a la persona que Diddie amaba más en el mundo: su hija.
A pesar de sus mutuos sentimientos de odio, jamás consideraron el divorcio. Griffin era el líder
financiero de la ciudad; Diddie, su líder social y político. Ambos se negaron a renunciar a lo que el
otro podía ofrecerle y el matrimonio siguió su curso accidentado, arrastrando a una niña confusa en su
estela de destrucción.
Sugar Beth pasó por delante de un McDonald's que funcionaba desde sus días del instituto y de una
agencia de viajes acicalada con uno de esos toldos marrón y verde que tanto se veían en el centro de la
ciudad. Enfiló la calle Valley. Esta calle, que medía una manzana de largo y terminaba en la estación
de trenes abandonada, había escapado a los esfuerzos revitalizadores de la ciudad, y Sugar Beth aparcó
el coche en un parche de asfalto agrietado. Contemplando el deteriorado edificio de ladrillo rojo, vio
el lugar donde Colin Byrne había posado para su borrosa foto de autor.
El viento se había llevado las tablillas del tejado de la estación, y viejos grafitis cubrían las tablas
de contrachapado que cubrían las ventanas. Las hierbas que crecían junto a las vías estaban llenas de
latas y botellas rotas. ¿Por qué había estimado Tallulah importante conservar esta vieja ruina? Su tía,
sin embargo, igual que el padre de Sugar Beth, estaba obsesionada con la historia local, y obviamente
no le había parecido razonable demoler aquel edificio.
Mientras bajaba del coche, Sugar Beth recordó la carta arrugada que yacía en el fondo de su bolso:
Te dejo la cochera, la estación y, por supuesto, el cuadro, ya que eres mi única pariente viva y, a
pesar de tu conducta, la sangre tira. La estación está en mal estado pero, cuando la compré, no tenía
ni las energías ni el dinero necesario para las reparaciones. El hecho de que le permitieran llegar a
ese estado de deterioro no habla bien de esta ciudad. Sin duda querrás venderla, aunque dudo que
encuentres a ningún interesado. Ni siquiera la Asociación Promotora de la Comunidad de Parrish
siente por la historia el respeto que se merece.
La cochera es patrimonio nacional reconocido. Manten el estudio de Lincoln tal como está. De
otro modo, acabaría todo en manos de la universidad. En cuanto al cuadro... lo encontrarás. O no.
Cordialmente,
La insistencia de Tallulah en haber sido el gran amor de la vida de Lincoln Ash volvía loca a
Diddie. Tallulah afirmaba que Ash le había prometido volver a Parrish a buscarla en cuanto terminara
su exposición individual en Manhattan, pero lo atropello un autobús el día antes de su clausura. Diddie
decía a todo el mundo que aquel cuadro era un producto de la imaginación de Tallulah, aunque Griffin
aseguraba que no. «Claro que existe el cuadro, lo tiene Tallulah. Yo lo he visto.» Sin embargo, cuando
Diddie intentaba averiguar detalles, se reía de ella. Tallulah nunca quiso exponer la pintura, alegando
que era lo único que le quedaba de Ash y no pensaba compartirlo con los curiosos ni con los pomposos
críticos de arte que tanto despreciaba Ash en vida. No harían más que analizarlo hasta matarlo. «El
mundo podrá admirar todo lo que quiera cuando haya muerto RIGHT SQUARE BRACKETsolía
decirRIGHT SQUARE BRACKET. De momento, lo que es mío, es mío.»
Sugar Beth introdujo la llave en la cerradura. La puerta estaba combada y tuvo que hacer fuerza
con el hombro para abrirla. En el momento de entrar, algo voló hacia su cabeza. Se agachó soltando un
chillido. Cuando su pulso recobró la normalidad, se caló el sombrero más hondo y acabó de franquear
el umbral.
Pudo ver lo suficiente para desanimarse. Una capa putrefacta de suciedad y excrementos de pájaro
cubría los viejos bancos mellados lo que antaño fuera la pequeña sala de espera de la estación.
Regueros de óxido corrían por una pared, un charco fétido cubría el centro del suelo de madera y
trozos de muebles rotos yacían diseminados por todas partes, como viejos huesos desparramados. Bajo
la ventanilla de billetes una pila de mantas mugrientas, unos viejos periódicos y unas latas vacías
indicaban que allí había vivido un mendigo. Su alergia al polvo se despertó y Sugar Beth empezó a
estornudar. Cuando pudo recuperarse, sacó la linterna que había traído y se puso a buscar el cuadro
Sucia, alérgica y asqueada, finalmente se dejó caer en un banco. Si Tallulah no lo había escondido
en la cochera ni en la estación, ¿dónde Lo había metido? Mañana mismo tendría que empezar a
interrogar a los miembros supervivientes del club de canasta de Tallulah. Se sentirían impulsadas a
chasquear la lengua al verla, pero habían sido las amigas más íntimas de su tía y era muy probable que
conocieran sus secretos. Saber que sólo le quedaban cincuenta dólares no hacía más que aumentar su
desconsuelo. Si quería seguir comiendo, tendría que buscarse un trabajo.
Sugar Beth estornudó y se volvió para descubrir a Colin Byrne en el umbral de la puerta. Tenía
aspecto de venir de un paseo por los pantanos: llevaba botas, pantalones marrón oscuro, una americana
de tweed y el cabello elegantemente revuelto. La expresión de frío cálculo de su mirada, sin embargo,
hacía pensar más en un cazador furtivo que en un inglés civilizado.
RIGHT SQUARE BRACKET Si has venido para atacarme de nuevo RIGHT SQUARE
BRACKETcontestóRIGHT SQUARE BRACKET , más vale que te ajustes los suspensorios, porque no
pienso ser tan comprensiva esta vez.
RIGHT SQUARE BRACKET Gracias a ella ganaste una fortuna. Podrías ser un poco más
agradecido.
RIGHT SQUARE BRACKET "Último apeadero" habla de la ciudad. La estación no fue más
que una metáfora.
RIGHT SQUARE BRACKET Creía que Metáfora era la marca de una bebida dietética.
¿Siempre vas tan almidonado?
RIGHT SQUARE BRACKET Y tú, por supuesto, eres el árbitro de la moda por excelencia.
RIGHT SQUARE BRACKETEchó una mirada de desprecio a sus tejanos mugrientos y su camiseta
manchada.
RIGHT SQUARE BRACKET Se supone que los profesores deben potenciar la autoestima de
sus alumnos. Tú nos llamabas renacuajos.
RIGHT SQUARE BRACKET Sólo cuando estabais delante. Me temo que os llamaba cosas
peores a vuestras espaldas.
Había sido realmente un profesor malísimo, sarcástico, impaciente y criticón. De vez en cuando,
sin embargo, también se mostraba espléndido. Sugar Beth recordó cómo en clase solía leer en voz alta,
las palabras brotando de su boca como una umbrosa cascada de música. A veces reinaba en el aula un
silencio tan intenso que parecía, medianoche y ella se imaginaba que estaban todos sentados en la
oscuridad en una hoguera. Tenía el don de inspirar a los alumnos menos dotados, de modo que los
chicos más estúpidos se encontraban leyendo libros, los atletas escribían poemas y los estudiantes más
tímidos se atrevían a alzar la voz, aunque sólo fuera para protegerse de la descalificaciones abrasivas
del profesor. Un poco tarde recordó que él también le había enseñado a redactar un párrafo que tuviera
sentido.
Mientras ella se volvía a poner el sombrero, Byrne contempló con repugnancia el charco de agua
estancada en el suelo.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Es cierto que no fuiste al funeral de tu propio padre? Parece
un acto de ignonimia, incluso viniendo de ti.
RIGHT SQUARE BRACKETEstaba muerto. Supongo que no se dio cuenta. RIGHT SQUARE
BRACKETSe levantó del banco con esfuerzoRIGHT SQUARE BRACKET. Sé que te hicieron la foto
para tu libro delante de la propiedad. Quiero cobrar derechos. Algunos miles de dólares.
Tuvo ganas de agarrar la pata rota de una silla para atizarle, pero sin duda él le habría devuelto el
golpe. Prefirió mostrarse más práctica.
Byrne pasó el dedo por uno de los barrotes de hierro, contempló la suciedad recogida y se sacó del
bolsillo un pañuelo impecablemente blanco para limpiarse.
Ella no se molestó en preguntarle cómo sabía que lo estaba buscando. Ya todos en la ciudad debían
de conocer los términos del testamento de Tallulah.
RIGHT SQUARE BRACKETNo es asunto tuyo. RIGHT SQUARE BRACKETSeñaló una pila
de cajonesRIGHT SQUARE BRACKET. Hay un pájaro muerto ahí detrás. Haz algo útil y sácalo de
aquí.
Byrne inspeccionó los cajones pero no hizo gesto alguno de ocuparse del cuerpo del delito.
Si Sugar Beth no se hubiera convertido en una buena persona. habría preguntado si había asesinado
a su esposa con su agudo sentido del humor. Al mismo tiempo, sintió curiosidad. ¿Qué mujer había
cedido a unirse a un hombre tan insufrible y criticón? Entonces recordó cuántas chicas del instituto
suspiraban por él, incluso después de ser zaheridas por alguno de sus comentarios malévolos. Las
mujeres y su debilidad por los hombres difíciles. Menos mal que ella había conseguido romper la
pauta.
RIGHT SQUARE BRACKETYa estamos otra vez, despreciando las revistas de moda.
Él esperó pero Sugar Beth no tenía intención de hablarle de aquel año terrible.
Había empezado muy bien. Ella era la chica más popular del primer curso del Ole Miss, y tan
enfrascada estaba en el torbellino de actividades de la vida en el campus que se olvidó por completo
de las Sauces del Mar, no respondía a sus llamadas y las dejó plantadas cuando fueron a visitarla.
Entonces, una mañana de enero, Griffin la llamó para comunicarle que Diddie había muerto la noche
pasada, víctima de una hemorragia cerebral. Sugar Beth estaba inconsolable. Pensaba que aquello era
lo peor que podía pasarle hasta que, seis semanas después, Griffin le anunció que iba a casarse con su
amante de toda la vida. Esperaba que su hija estuviera en un banco de la primera fila durante la
ceremonia. Ella le gritó que le odiaba y que jamás volvería a poner los pies en Parrish, y mantuvo su
palabra, a pesar de que su padre amenazó con desheredarla. Pasó el día de la boda en la cama con
Darren Tharp, tratando de ahogar su dolor en mal sexo. Poco después de aquello, mientras ordenaba
las cosas de Diddie, Griffin encontró la confesión de culpabilidad de su hija. En cuestión de días, todo
el mundo sabía lo que Sugar Beth le había hecho a Colin Byrne, y aquellas personas a las que antes les
caía mal ahora la odiaban. Las Sauces del Mar, ya dolidas por su modo de abandonarlas, nunca
volvieron a dirigirle la palabra.
Tampoco tuvo la oportunidad de reconciliarse con su padre. Justo antes de sus exámenes finales,
apenas tres meses después de la boda, su padre murió de un ataque de corazón. Sólo entonces supo ella
que había cumplido su amenaza de desheredarla. En el lapso de cinco meses había perdido a su madre,
a su padre, a sus mejores amigas y "La Novia del Francés". Era demasiado joven para sospechar
cuántas más pérdidas le esperaban en el camino.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Es cierto que te casaste tres días después del entierro de
Griffin? RIGHT SQUARE BRACKETpreguntó Byrne sin mostrar excesivo interés en la respuesta.
RIGHT SQUARE BRACKETEn mi descargo debo alegar que lloré a mares durante la
ceremonia.
RIGHT SQUARE BRACKETDespués. Primero debo encontrar trabajo. Una ceja negra y
poblada se arqueó con sorpresa.
RIGHT SQUARE BRACKETLa prensa dijo que Emmett Hooper murió en la bancarrota, pero
creía que habrías conseguido rescatar algo. Sugar Beth pensó en Gordon.
Byrne paseó la mirada por el calamitoso interior de la estación, y luego la enfureció levantando la
comisura de los labios en lo que ella supo reconocer como una sonrisa lacerante.
RIGHT SQUARE BRACKETEstás realmente arruinada, ¿no es así?
RIGHT SQUARE BRACKETLo haré. Puedes contar con ello. RIGHT SQUARE
BRACKETAl pasar por su lado para dirigirse a la puerta, tuvo que hacer un esfuerzo para no echar a
correrRIGHT SQUARE BRACKET Siento que no puedas quedarte un rato más.
Él se tomó su tiempo para seguirla fuera, con la sonrisa siempre colgada de sus labios inflexibles.
RIGHT SQUARE BRACKETA ver si lo he entendido. ¿Ahora tienes que trabajar para
mantenerte?
RIGHT SQUARE BRACKETSi no consigues encontrar trabajo, ven a verme. Puede que tenga
algo.
RIGHT SQUARE BRACKETClaro, eso es precisamente lo que voy a hacer. RIGHT SQUARE
BRACKETAbrió la puerta de un tirón y se volvió para mirarloRIGHT SQUARE BRACKET. Si no
quieres que nuestra batallita vecinal se convierta en una guerra, más vale que quites esa cadena de mi
camino antes del anochecer.
Se detuvo en el drugstore para comprar el periódico y se topó con Cubby Bowmar en la caja. Se
estaba metiendo en el bolsillo el cambio de una botella de Gatorade.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Has visto mi nueva furgoneta en la calle, Sugar Beth?
RIGHT SQUARE BRACKETMe temo que no.
RIGHT SQUARE BRACKETLa limpieza de alfombras es un buen negocio estos días. Muy
buen negocio.
Se relamió y la invitó de nuevo a tomar una copa. Sugar Beth apenas pudo escapar con los restos
de su virtud. De vuelta en el coche, desplegó el periódico sobre el volante y consultó los anuncios de
trabajo. No tendría que trabajar por mucho tiempo, se recordó a si misma, únicamente hasta encontrar
el cuadro. Después volvería a Houston.
Nadie buscaba camarera, lo que la alivió, porque la idea de servir hamburguesas a todos aquellos
que antaño había avasallado le revolvía el estómago. Trazó un círculo alrededor de tres posibilidades:
una panadería, una agencia de seguros y una tienda de anticuario; luego se dirigió a casa a darse una
ducha rápida. Una copia del informe topográfico la esperaba delante de la puerta. La abrió y comprobó
que el camino de entrada pertenecía a "La Novia del Francés".
Deprimida, tomó la ducha, se puso rimel y carmín, se recogió el pelo y se vistió con el conjunto
más conservador de cuantos tenía, una viejísima falda de estilo Chanel y una camiseta blanca. Añadió
una rebeca rosa frambuesa, se puso medias y un par de botas. Salió a la calle. Ya que la agencia de
seguros ofrecía el mejor sueldo, decidió empezar por ella. Por desgracia encontró a Laurie Ferguson
sentada tras la mesa de contrataciones.
Laurie le caía bien cuando iban al instituto y Sugar Beth no podía recordar que le hubiese hecho
nada especialmente despreciable, pero no tardó en darse cuenta que los recuerdos de Laurie no
coincidían con los suyos.
RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth Carey. Oí que habías vuelto a la ciudad pero jamás
que te vería aquí. RIGHT SQUARE BRACKETSu espeso cabello tenía ahora un color rojo vivo en
lugar de castaño, y sus pendientes eran demasiado grandes para sus facciones pequeñas y agudas.
Tamborileaba la superficie de la mesa con una uña acrílica que tenía pintada una diminuta bandera
AmericanaRIGHT SQUARE BRACKET. Estás buscando trabajo. Figúrate. RIGHT SQUARE
BRACKETDio una calada a su cigarrillo sin invitar a Sugar Beth a sentarseRIGHT SQUARE
BRACKET. Supongo que lo comprenderás. Sólo contratamos a personas seriamente interesadas en
hacer carrera.
Para Sugar Beth, un puesto de oficinista no cualificado no representaba exactamente una carrera,
pero repuso con una sonrisa:
Sugar Beth sabía que llegarían a eso y, a pesar de la aversión que sentía por cualquier
manipulación de la verdad, se vio obligada a defenderse:
RIGHT SQUARE BRACKETHabrás oído que ahora tengo una casa aquí.
El fulgor de malicia en los ojos de Laurie la hizo sospechar que sus indagaciones tenían que ver
más con el deseo de Laurie de alimentar el cotilleo local que con su intención de ofrecerle un trabajo.
Por otro lado, la idea de ser jefa de la hija de Griffin y Diddie Carey podría ser atractivo suficiente
para que Laurie la aceptase, y el paquete casi vacío de pienso para perros que esperaba en la cocina de
la cochera impulso a Sugar Beth a responder con amabilidad:
RIGHT SQUARE BRACKETNo puedo prometer quedarme hasta que esté muerta y enterrada,
pero pienso quedarme por un tiempo. RIGHT SQUARE BRACKETCuánto, nadie lo sabía
La panadería La Créme de la Créme se llamaba El Café de Glendora cuando Sugar Beth era
pequeña. Por desgracia, la nueva propietaria necesitaba a alguien capaz de realizar labores de
mantenimiento a la vez que hornear, y la entrevista terminó cuando dio a Sugar Beth una llave inglesa
para que hiciera una demostración de sus habilidades. Ya todo dependía de la tienda de antigüedades.
El encantador escaparate de Los Tesoros del Ayer incluía un caballito de balancín, un viejo baúl
lleno de edredones y una silla provista de ruedas, un cántaro pintado a mano y una palangana. Sugar
Beth se sintió animada. Qué lugar tan encantador donde trabajar. Quizás el dueño fuera nuevo en
Parrish, como la propietaria de la panadería, y desconociera la reputación de Sugar Beth.
La antigua campanilla de la puerta tintineó y las dulces notas de las suites para violoncelo de Bach
envolvieron a Sugar Beth al entrar. Inhaló un popurrí de aromas picantes y el olor agradablemente
mustio del pasado. Juegos de porcelana inglesa y de cristal irlandés relucían sobre mesas antiguas. Los
cajones abiertos de una alta cómoda de cerezo exhibían exquisitas telas antiguas de lino. Un raro
escritorio de palosanto mostraba una variedad de leontinas, collares y broches. Todo lo que había en la
tienda era de máxima calidad, dispuesto a la perfección y cuidado con amor.
Sugar Beth estaba admirando un alegre cuadro de sombrereras victorianas, violetas de seda y
canastas de junco hechas a mano y llenas de huevos pardos moteados cuando una mujer emergió de la
trastienda. Su cabello oscuro caía en una melena sofisticada que terminaba justo a la altura del
mentón. Vestía elegantemente unos pantalones grises un jersey a juego y un sencillo collar de perlas
exquisitamente conjuntadas en el cuelloc.
La mujer sonrió.
Y calló. Se detuvo en seco debajo de la araña francesa, un pie torpemente delante del otro, la
sonrisa congelada en los labios.
Eran del mismo tono azul cristalino que le devolvía el espejo cada mañana. Los ojos de su padre.
La vieja amargura se revolvió en las entrañas de Sugar Beth. Los hombres inteligentes mantienen a
sus hijos legítimos separados de los ilegítimos, pero Griffin Carey no. Las tenía a ambas en la misma
ciudad, a apenas tres millas de distancia y, en su total egocentrismo, se negó a reconocer cuan difícil
resultaría para Sugar Beth y Winnie ir al mismo colegio.
Había dejado a sus dos mujeres embarazadas en menos de un año, primero a Diddie y después a
Sabrina Davis. Diddie mantuvo la cabeza en alto, esperando que él superara su pasión por una mujer a
la que ella consideraba una don nadie melindrosa. Cuando vio que no la superaba, optó por mostrarse
filosófica. «Las grandes mujeres aprenden a elevarse por encima de las circunstancias, Sugar Beth.
Que él tenga su escoria. Yo tengo La Novia del Francés.»
Siempre que Sugar Beth rabiaba por tener que ir al colegio con Winnie, Diddie se tornaba
inusualmente dura. «No hay nada peor que la gente te tenga lástima. Mantén la espalda erguida y
recuerda que, algún día, todo lo que él posee será tuyo.»
Diddie estaba equivocada. Al final, Griffin había cambiado su testamento y lo había dejado todo a
Sabrina y Winnie Davis.
La mujer elegante que tenía delante poco se parecía a la réproba introvertida que tropezaba con sus
propios pies cada vez que alguien le dirigía la palabra. La vieja sensación de impotencia invadió a
Sugar Beth. De niña no había sido capaz de controlar el comportamiento de los que formaban parte de
su vida, de modo que ejercía su poder de la única manera que sabía: sobre la hija ilegítima de su
padre.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿De dónde sacaba aquella pose? La Winnie Davis que Sugar
Beth recordaba se ruborizaba cuando alguien le hablaba.
RIGHT SQUARE BRACKETCada vez que veo un viejo frasco de perfume, me pregunto
cómo sería la mujer que lo llevaba. RIGHT SQUARE BRACKETSus dedos acariciaron el collar en
gesto liberado. Cruel.
Sugar Beth no lo soportaba. No podía quedarse allí mirando las perlas Diddie en el cuello de
Winnie Davis.
Se volvió hacia la puerta en un movimiento tan rápido que chocó contra una mesa, igual que
Winnie solía chocar contra los pupitres en el colegio. Un candelabro de latón se tambaleó, cayó y rodó
hasta el borde de la mesa. Sugar Beth no se detuvo para recogerlo.
La cena será terrible esta noche, y no sólo porque hay filete, que me niego a probar por culpa del
calentamiento del planeta, etcétera, sino por culpa de ella. ¿Por qué no puede parecerse más a la madre
de Chelsea, en lugar de ir tan estirada como si llevara un palo metido en el culo? Yo no soy como ella,
a pesar de lo que diga la yaya Sabrina. Y tampoco soy una zorra con pasta.
Cuando su madre llamó desde el pie de la escalera, Gigi cerró de mala gana la libreta en espiral
que contenía su diario secreto, el que llevaba desde el año pasado, cuando iba séptimo curso. Lo
guardó debajo de la almohada y bajó de la cama sus piernas enfundadas en bombachos de pana.
Detestaba su dormitorio, decorado con las mierdas de Laura Ashley que tanto enRIGHT SQUARE
BRACKETcanRIGHT SQUARE BRACKETtaRIGHT SQUARE BRACKETban a su madre. Gigi
preferiría pintar la habitación de negro o púrpura y cambiar sus antigüedades prehistóricas por los
muebles fantásticos que había visto en Muelle Uno. Ya que Winifred no se lo permitía, Gigi había
pegado carteles de rock por todas partes, cuanto más provocadores, mejor.
A ella le correspondía poner la mesa pero, cuando llegó a la cocina, vio que su madre ya lo había
hecho.
RIGHT SQUARE BRACKETNo, mamá, las he ido arrastrando por el polvo mientras bajaba.
Su madre apretó los labios
La madre de Chelsea llevaba pantalones de cintura baja, pero la de Gigi seguía con los sosos
pantalones y el jersey grises que había llevado en el trabajo. Quería que Gigi siguiera vistiendo como
el año pasado, en séptimo, con las mierdas del catálogo de Bloomingdale's. Su madre no entendía
cómo era tener a todos llamándote Señorita Zorra Rica a tus espaldas. Aunque Gigi se había ocupado
de eso. Desde septiembre pasado no se había puesto nada que no proviniera de la tienda de rebajas del
Ejército de Salvación. Eso volvía loca a Winifred. Gigi también había dejado de comportarse como
una inútil en el colegio. Y había hecho amigas nuevas muy guai, como Chelsea.
RIGHT SQUARE BRACKETUn suficiente está bien. No soy tan lista como tú.
Su madre suspiró porque sabía que no era cierto y, por un momento, compuso una expresión tan
triste que Gigi quiso decirle que sentía mostrarse tan desagradable y que volvería a trabajar a pleno
potencial, pero desistió. Su madre nunca entendía nada.
Winifred puso el último plato de ensalada en la mesa. Esta noche usaban la vajilla china decorada
con hojas de té, probablemente porque su padre cenaba en casa, para variar. La mesaRIGHT SQUARE
BRACKETvelador de roble no Era tan bonita, ni mucho menos, como aquella fabulosa mesa rústica
que Winifred había vendido delante de sus mismísimas narices aunque a Gigi la encantaba y no
necesitaban el dinero. Gigi deseaba que su madre cerrara la tienda o, cuando menos, contratara a más
personas para ayudarla, así podrían cenar algo decente de vez en cuando en lugar de esa basura
congelada. Su madre le dijo que si el asunto la preocupaba tanto, podía cocinar ella misma. A todas
luces, no entendía nada
La ensaladera de teca contenía una de esas ensaladas de bolsa que tienen lechuga y unos trozos de
zanahoria seca. En los viejos tiempos a pesar de sus eternas reuniones de junta, su madre solía
preparar ensaladas de tomate, queso suizo y orzo, que era como granos de arroz grueso aunque en
realidad era pasta. Hasta hacía picatostes de cualquier cosa, con mucho ajo, que a Gigi le encantaba, a
pesar del mal aliento.
RIGHT SQUARE BRACKETNo he tenido tiempo. RIGHT SQUARE BRACKETSu madre fue
a la puerta de atrás y asomó la cabezaRIGHT SQUARE BRACKET: Ryan, ¿ya están los filetes?
Su padre asaba la carne en el patio en todas las épocas del año. No le gustaba mucho asar, pero su
madre insistía en que así la carne tenía mejor sabor, y él se sentía culpable porque la mitad de las
veces no iba a cenar a casa. Era jefe de operaciones de CWF, un puesto de gran responsabilidad. Su
abuela Sabrina era propietaria de la fábrica de ventanas, aunque la dirigía la junta directiva, y su padre
había empezado trabajando desde abajo, como todo el mundo, sólo que Gigi había oído a su madre
decir a la yaya que trabajaba más que la mayoría, porque siempre le parecía que tenía que demostrar
su valía. La abuela vivía en una mansión muy guai de la calle Pintoresca, en el Paso del Cristiano, en
el Golfo, que, según su padre, casi estaba suficientemente lejos de todo. Las finanzas de la familia
eran complicadas. Algunas cosas, como la fábrica de ventanas, pertenecían a la yaya, pero "La Novia
del Francés" había sido de su madre. Ella, no obstante, no quería vivir allí, y la casa permaneció
cerrada hasta que la compró Colin. A Gigi la encantaba Colin, incluso cuando se ponía sarcástico
porque ella no había leído rollos como Guerra y Paz. Hacía dos años se había ofrecido como
entrenador voluntario del equipo de fútbol del instituto, y el año pasado habían llegado a jugar en la
liga estatal.
El olor de la carne le hizo la boca agua y se obligó a pensar en los. eructos de las vacas, que
destruían la capa de ozono y provocaba el calentamiento del planeta. Hacía dos semanas, cuando
decidió ser vegetariana, trató de explicarlo a la hora de la comida, pero Chels le dijo que dejara de
hablar como una imbécil. La rara de Gwen Lu la oído, sin embargo, y quiso entablar una gran
conversación inteligente sobre el tema. Como si la reputación de Gigi pudiera permitirse que la vieran
charlando con Gwen Lu.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Tomamos vino esta noche o no? RIGHT SQUARE
BRACKETpreguntó el padre de Gigi
RIGHT SQUARE BRACKETPor supuesto. RIGHT SQUARE BRACKETSu madre sacó del
horno unas asquerosas patatas fritas de la tienda de congelados y las sirvió en una fuente.
En séptimo, cuando Gigi aún era amiga de Kelli y todas las demás. Kelli había dicho que el padre
de Gigi se parecía a Brad Pitt, cosa que era una mentira podrida. Para empezar, Brad Pitt era
encorvado y viejo, y tenía los ojos muy juntos. Además, ¿quién en sus cabales podría imaginarse a su
padre yendo por ahí todo el día con el pelo revuelto y con aspecto de no afeitarse nunca? La indignaba
que algunas chicas dijeran que su padre era un bombón.
Gigi se parecía más a su padre, especialmente en la boca y la forma de la cara. Su pelo, en cambio,
era castaño oscuro en lugar de rubio, y no tenía sus ojos dorados. Los suyos se parecían a los ojos de
su madre de un azul claro y un poco espeluznante Ojalá fueran castaños dorados como los de su padre.
Dijera lo que dijese la yaya Sabrina, Gigi se parecía más a su padre que a su madre.
Ojalá su padre no tuviera que trabajar tanto. Entonces quizá su no habría abierto la tienda. Desde
luego no les hacía falta el dinero. Su madre había dicho que con Gigi en el colegio y Ryan haciendo
jornadas tan largas se aburría sin nada que hacer, a pesar de todos sus comités. En opinión de Gigi,
podría quedarse en casa y preparar ensaladas decentes.
Su padre llevó las copas de vino a la mesa y se sentaron. Su madre dijo la oración y Ryan pasó la
bandeja con los filetes.
Sus padres intercambiaron una mirada que la hizo desear haber mantenido su boquita cerrada.
Ellos pensaban que una de las razones por las que sacaba notas cada vez peores era el pobre estímulo
intelectual que recibía en clase, cosa que era cierta, aunque nada tenía que ver con sus notas.
Últimamente le había entrado miedo de que la enviaran a un internado para niños superdotados, como
habían hecho los padres de Colby Sneed, y eso que Colby no era ni la mitad de inteligente que ella.
RIGHT SQUARE BRACKETSobre todo por culpa de los chicos RIGHT SQUARE
BRACKETse apresuró a añadirRIGHT SQUARE BRACKET. Esta semana las clases han sido muy
interesantes, y mis profesores son excelentes.
Su madre arqueó una ceja y su padre meneó la cabeza. Una cosa tenía que decir de sus padres: no
eran estúpidos.
RIGHT SQUARE BRACKETQué raro, con unas clases tan interesantes no has podido sacar
más que un suficiente en tu examen de historia.
Gigi sabía que estaba en la cuerda floja. Ser el cerebro de la clase con excepción de esa ñoña de
Gwen LuRIGHT SQUARE BRACKET y encima la chica más rica de la ciudad hacía que todos la
odiaran, pero, si permitía que sus notas bajaran demasiado, podría acabar en un internado, y entonces
tendría que suicidarse.
RIGHT SQUARE BRACKETMe dolía el estómago. Seguro que me irá mejor la próxima vez.
Los ojos de su padre asumieron esa expresión preocupada que tantas veces le veía últimamente.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Por qué no vienes a la fábrica conmigo el sábado por la
mañana?
No estaremos mucho rato, y podrás jugar con los ordenadores.
Gigi levantó la mirada al techo. Cuando era pequeña le encantaba ir al trabajo con él, pero ahora le
parecía aburrido.
Puso cara larga pero no tenía el valor de contestar a su padre como contestaba a su madre, porque
él se enfadaba, y justo acababa de recuperar el privilegio de usar el teléfono.
Su madre apenas habló durante el resto de la cena, cosa bastante extraña porque cuando su padre
cenaba en casa, trataba de mostrarse particularmente divertida, charlaba animadamente e incluso
proponía temas estimulantes de conversación. Esa noche, sin embargo, ni siquiera parecía prestar
atención, y Gigi se preguntó si su mutismo tenía q ver con el regreso a la ciudad de aquella
cuyoRIGHT SQUARE BRACKETnombreRIGHT SQUARE BRACKETnoRIGHT SQUARE
BRACKETdebeRIGHT SQUARE BRACKETpronunciarse.
El que aún no hubieran tocado el tema la ponía furiosa. Gigi había tenido que enterarse por
Chelsea, quien lo sabía por su madre. Los padres de Gigi se comportaban como si ella fuese todavía
una niña, pero todo el mundo sabía que la yaya Sabrina no se había casado con el padre de mamá,
Griffin Carey, hasta que mamá estaba en el último curso del instituto, y que él tenía esa otra familia,
pero ¿a quién le importan eso? Aunque Gigi tenía que reconocer que sentía mucha curiosidad Sonó el
teléfono y ella corrió a contestar, porque sabía que era Chelsea.
RIGHT SQUARE BRACKET Esperaba que su madre dijera «no», como hacía siempre, pero
no fue así. Gigi agarró el teléfono y subió corriendo a su habitación. Esa noche todo resultaba muy
extraño.
Winnie siguió a Gigi con la mirada y se preguntó qué le había pasado a la niña pequeña que era
feliz sólo de estar con ella. El año pasado, por esas mismas fechas, Gigi volvía del colegio tan ansiosa
por contarle las noticias del día que las palabras le salían entrecortadas.
RIGHT SQUARE BRACKETPreferiría que no le permitieras salir tanto con Chelsea. Esa
niña parece salida de un anuncio de pornografía infantil.
Winnie apretó el puño en su regazo pero mantuvo la voz tranquila.
Él suspiró.
RIGHT SQUARE BRACKET Lo siento. Es pura frustración. Siempre pienso que superará
esta etapa y recuperaremos a nuestra hija.
Ella y Ryan no solían intercambiar palabras duras. Tenían sus desacuerdos pero, en más de trece
años de matrimonio, nunca habían ido más allá de atrincherarse en unos fríos silencios. Winnie no
entendía cómo podían soportarlo matrimonios como el de Merylinn y Deke. Durante una de sus
peleas, Deke había abierto un agujero en la pared de un puñetazo, y se lo habían contado a la gente.
«Bueno, no podía golpearla a ella», dijo Deke, y Merylinn se había reído. Winnie Se creía incapaz de
soportar ese tipo de tensión. Rvan se reclinó en la silla.
Otra cosa que era culpa suya. Hoy Gigi se había puesto esa horrible camisa que había insistido en
comprar en la tienda de rebajas del Ejército de Salvación. Winnie sabía que la ropa cara de su hija la
convertía en blanco de las envidias y no se opuso, pero como quería que Gigi se sintiera bien en su
piel había esperado demasiado tiempo para permitirle vestir con desparpajo.
RIGHT SQUARE BRACKETEsta vez tendrás que hablar tú con ella. A mí ya me odia
bastante
¿Cómo habían llegado a eso?, se preguntaba Winnie. Quería ser para Gigi el tipo de madre que
tanto le hubiese gustado tener cuando era joven. Winnie suponía que Sabrina había hecho lo mejor que
podía, pero la supervivencia económica de su madre dependía de la buena voluntad de Griffin Carey, y
Sabrina había dedicado todas sus energías a hacerle sentir bien y no reservó nada para su hija
emocionalmente necesitada. Sabrina odiaba apasionadamente a Diddie Carey, y le atormentaba saber
que Diddie había traído al mundo a la deslumbrante Sugar Beth, mientras que ella había parido a una
niña tan poco agraciada. Ni siquiera podía calmar su ansiedad el hecho de que Gríffin adoraba a
Winnie. Sabrina conocía la naturaleza sin escrúpulos de su amante y siempre esperaba el momento en
que transferiría sus afectos a su hija legítima. Sin embargo, eso nunca había ocurrido, y Winnie
todavía echaba de menos a su padre.
RIGHT SQUARE BRACKETEs más que eso. Me hubiera gustado abofetear a todas esas
niñas por volverse en contra de ella el verano pasado. No fueron más que celos.
RIGHT SQUARE BRACKETGigi les siguió el juego. Ya lo resolverá. A pesar de sus
palabras, Winnie sabía que él estaba tan preocupado como ella. Se levantó para llevar los platos al
fregadero.
RIGHT SQUARE BRACKETMuy bien. ¿Por qué no preparas un poco de café mientras recojo
esto?
Tirando los fragmentos más grandes de vidrio a la basura, se preguntó por qué no se sentía más
satisfecha de la experiencia del día. Los años habían dejado su huella en Sugar Beth y, por primera vez
en la vida, Winnie había salido vencedora.
Empezó a florecer en el último curso del instituto, cuando Sugar Beth y Ryan ya se habían ido a la
universidad. Dejó de comer en exceso y reunió el valor de cortarse el pelo. Puede que en su interior
siguiera siendo la adolescente desmañada de siempre pero exteriormente empezó a comportarse con
una seguridad recién hallada, que sólo aumentó cuando Griffin y Sabrina se casaron. De repente, ella
era la chica rica que vivía en "La Novia del Francés".
Los dedos de Winnie treparon hasta las perlas que llevaba al cuello. La expresión de asombro de
Sugar Beth era la culminación de cualquier fantasía revanchista que pudo albergar jamás. Debió
disfrutar más de ella.
El pasado se abrió camino entre el sonido de la caldera que se encendía y el olor al café que molía
Ryan. Volvía a tener dieciséis años. Había cogido un atajo a través del gimnasio cuando tropezó y su
libreta de álgebra cayó abierta a los pies de Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETEscuchad todos. Winnie ha hecho mucho más que resolver
problemas de álgebra avanzada.
Las Sauces del Mar interrumpieron su charla. El corazón de Winnie latía con tanta fuerza que
temió que reventaría.
Pero ésta sonrió y subió una grada más. Winnie quiso seguirla pero se le enganchó la zapatilla en
un asiento. Tropezó con una mueca de dolor.
RIGHT SQUARE BRACKETNo sé por qué te pones así. Aquí sólo hay chicas. Amy tocó la
cruz dorada en su cuello.
Winnie parpadeaba furiosamente para contener las lágrimas. Deseaba poder defenderse, aunque
sólo fuera por una vez, pero Sugar a era demasiado poderosa.
RIGHT SQUARE BRACKET«Después deslizó su mano ancha y fuerte dentro de las braguitas
de encaje. RIGHT SQUARE BRACKETEl énfasis que puso en la palabra «braguitas» como un no tan
sutil recordatorio de que las bragas de Winnie no eran tan pequeñasRIGHT SQUARE BRACKET. Yo
me abrí más de piernas.»
Winnie jamás podría volver al instituto Parrish
RIGHT SQUARE BRACKET«Deslizó la otra mano por el interior de mi muslo... Los ojos
azules de Sugar Beth se abrieron desmesuradamente afectando sorpresaRIGHT SQUARE BRACKET.
Pero bueno, Winnie Davis, esto es pornografía.
Los oídos de Winnie zumbaban y el gimnasio empezó a girar. Emtió un suave gemido de
impotencia.
Ryan Galantine se acercaba desde el fondo del gimnasio, acompañado de Deke Jasper y Bobby
Jarrow, los tres con sus chaquetas con la inicial del equipo, porque aquella noche se jugaba un partido.
Winnie sólo vio a Ryan, alto, rubio y dorado, el objeto de todas sus fantasías
RIGHT SQUARE BRACKETVoy de camino. Estaba leyendo algo que ha escrito Winnie. Es
realmente muy bueno.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Ah, sí? RIGHT SQUARE BRACKETRyan le dio un beso,
pasando por alto las normas de la moral pública del instituto, y luego miró a Winnie y le dedicó las
migajas de su sonrisaRIGHT SQUARE BRACKET. Yo también quiero oírlo.
Winnie tenía que huir de Parrish para siempre. Al dar un paso atrás, sin embargo, su pie resbaló en
las gradas y cayó redonda, quedando sus caderas atrapadas entre las filas de asientos.
RIGHT SQUARE BRACKETYa basta RIGHT SQUARE BRACKETdijo Amy aunque, igual
que las demás, le tenía un poco de miedo a Sugar Beth y no habló con demasiada autoridad.
RIGHT SQUARE BRACKETNo; sigue leyendo. Quiero oír más. RIGHT SQUARE
BRACKETLeeann hizo petar otro globo.
Los ojos de Sugar Beth se fijaron en Winnie y luego retornaron a la página de la libreta.
Ryan rió y rodeó los hombros de Sugar Beth con un brazo posesivo:
Sugar Beth miró a Winnie y dijo con voz empalagosa de tanta mala intención:
RIGHT SQUARE BRACKET¿O sería mejor empezar por donde pronuncia el nombre de su
amante?
Todos se volvieron de golpe al brusco acento británico. Winnie logró ponerse en pie y siguió con
la mirada al señor Byrne, su profesor favorito, que se acercaba a las gradas. Ese día llevaba un chaleco
a rayas grises y blancas por encima de su viejo jersey negro de cuello alto y el largo pelo recogido en
una coleta.
Aunque era el profesor más joven del instituto, casi todos le tenían miedo, porque podía mostrarse
muy sarcástico, pero también lo respetaban. No pasaba películas en clase y esperaba que todos
trabajaran duro. Winnie le adoraba. Nunca se mostraba sarcástico con ella y hasta le prestaba algunos
de sus propios libros para leer, porque pensaba que necesitaba ampliar sus horizontes.
Sugar Beth no parecía nerviosa ni preocupada, como lo habría estado cualquier otro chico o chica
en su lugar. Bien al contrario, lo miró directamente a los ojos:
RIGHT SQUARE BRACKETHola, señor Byrne. Sólo nos estamos divirtiendo. ¿No es verdad,
Winnie?
RIGHT SQUARE BRACKETAhora tengo una reunión, señor Byrne RIGHT SQUARE
BRACKETdijo Sugar Beth destilando dulzura y amabilidadRIGHT SQUARE BRACKET. Del comité
de bienvenida. ¿Estará en su despacho dentro de una hora? RIGHT SQUARE BRACKETSonaba
exactamente como Diddie, famosa por organizar las reuniones de la junta escolar según los horarios
de emisión de sus programas favoritos de televisión.
Los demás profesores no se oponían nunca a Sugar Beth, porque no querían estar a malas con
Diddie, pero el señor Byrne todavía no había descubierto la gran importancia de Diddie para el
instituto.
Las paredes amarillentas se le caían encima mientras iban desde el gimnasio hasta el aula del
señor Byrne. Sugar Beth charlaba despreocupadamente, sin importarle que él no contestara. Winnie
les seguía arrastrando los pies.
Cuando llegaron a la puerta del aula, el profesor se detuvo. Winnie fijó la mirada en las feas
baldosas marrones del suelo. Él llevaba viejos mocasines negros, tan lustrados como siempre.
Ella le miró a través de los velos de su desdicha y vio la altivez familiar de sus ojos, junto con una
bondad que nadie parecía percibir nunca excepto ella. El señor Byrne le tendió la libreta. No se podía
creer que se la estaba devolviendo y la recibió con mano temblorosa
RIGHT SQUARE BRACKETSeñor Byrne, antes debería leer lo que ha escrito Winnie. Todo
el mundo sabe que es muy inteligente, pero apuesto que ni usted imagina cuan creativa puede ser.
Winnie asintió torpemente y apretó la libreta contra el pecho. En el instante de darse la vuelta vio
de pasada la expresión de Sugar Beth. El viejo odio familiar iluminaba sus ojos. Winnie sabía
exactamente por qué estaba allí. Por qué nunca desaparecería de su vida. Aunque Sugar Beth tenía
todo lo que le faltaba a Winnie RIGHT SQUARE BRACKETbelleza, popularidad, seguridad en sí
misma y a Ryan GalantineRIGHT SQUARE BRACKET, ésta tenía la única cosa que la otra deseaba
con desesperación.
El amor de su padre.
Winnie tiró a la basura el último trozo de la copa rota. Su pensamiento saltó al otro recuerdo
señalado de aquel año, un recuerdo infinitamente más doloroso que la exposición pública de sus
fantasías sexuales, tan doloroso que, aun transcurrido tanto tiempo, todavía no podía afrontarlo.
Dirigió la mirada a Ryan, ya un hombre adulto. Se había arremangado la camisa azul claro que llevaba
al trabajo. A Winnie le gustaban mucho sus muñecas, la estructura de sus huesos, su fuerza
Fue su novia de rebote, la que estuvo allí para consolarle aquel verano en que Sugar Beth le
abandonó para casarse con Darren Tharp. Aunque Winnie no se había transformado en un cisne
mientras él estaba en la universidad, tampoco era ya el patito feo, y Ryan se dio cuenta.
El sexo formaba parte del plan de ella, no de él, y Ryan casi se sintió perplejo la tarde en que se
encontró en la cama con ella, mientras su padres estaban en el trabajo. Cuando Winnie descubrió que
estaba embarazada tuvo miedo de contárselo, pero él puso cara de póquer y se casó con ella. Hasta
llegó a decirle que la quería, y ella fingió creérselo. No obstante, entonces sabía, como ahora, que su
amor por ella no era más que una pálida imitación del que había sentido por Sugar Beth. hasta el día
de hoy, ni una vez la había mirado como solía mirar a su hermanastra.
Sacó dos tazones de cerámica del armario y los dejó sobre el mostrador.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Te acuerdas de... de cuando Sugar Beth encontró mi libreta en
gimnasio y quiso leerla delante de todos? Ryan metió la cabeza en la nevera.
RIGHT SQUARE BRACKETDetrás del zumo de naranja. Yo había escrito una fantasía
sexual sobre nosotros dos.
La cafetera emitió su último eructo y Ryan retiró la jarra llenaba los tazones, Winnie supo que ya
no podía seguir evitando el tema
Ryan llenó los tazones, volvió a colocar la jarra en su sitio y se apoyó contra el borde del
mostrador.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo curioseaba, imagino. No creo que supiera que la tienda es
mía.
A Ryan le gustaba el café con leche semidesnatada pero bebió un sorbo sin abrir el cartón.
Ryan se encogió de hombros como si el asunto no le interesara aunque seguía tomando su café
solo. Winnie quería cambiar de tema pero no se le ocurría nada más que decir. Puede que él sintiera lo
mismo, porque dejó el tazón y dirigió la mirada hacia ella.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo tenía dieciséis años, era bastante inocente. Aunque podrías
persuadirme para ingeniar algo mejor cuando Gigi se haya dormido.
La encantaba su sonrisa pero se sentía cansada, vapuleada, y lo que realmente le apetecía era tomar
un baño caliente y meterse en la cama a leer. En cambio, recorrió la distancia que les separaba y
deslizó una mano en la entrepierna de Ryan.
Él le acarició el pecho.
Una vez a solas, Winnie envolvió el filete sobrante y lo guardó en la nevera antes de que Gigi lo
tirara a la basura. Después cogió su de tazón e café y fue a su estudio. Tenía que ocuparse de algunos
documentos de la Asociación Promotora de la Comunidad y hacer algunas llamadas para el concierto.
En cambio, se acercó a la ventana.
Solo tenía treinta y dos años, era demasiado joven para perder la libido. Debería comentarlo con su
médico, pero Paul y Ryan habían sido compañeros de equipo en el instituto. «¿Desde cuándo tienes
este problema de falta de deseo, Winnie?» «Desde hace algún tiempo.»¿Podrías ser más precisa?»
Podría mentir y decir un año. No sonaba como tres años o, incluso, cuatro. Cinco, tirando largo. «¿Lo
has comentado con Ryan?»
¿Como puede una mujer confesarle al hombre que ama que ha estado fingiendo en la cama? Ryan
no sólo se sentiría dolido sino también estupefacto. Era un amante amable y considerado, pero habían
empezado mal. Winnie, que no quería ser la segundona detrás de Sugar Beth, lo había hecho todo
antes de estar realmente preparada. Aunque Ryan era el más experto de los dos, ella había asumido el
papel de la parte que toma la iniciativa y, por alguna razón, nunca habían roto ese esquema. Winnie
estaba siempre disponible, siempre tenía ganas, Jamás alegaba dolor de cabeza, nunca obligaba a Ryan
a esforzarse para estimularla. Ella era la perseguidora; Ryan, el perseguido. Y, por mucho que lo
amase, le guardaba resentimiento también por eso.
Sugar Beth cambió de mano las bolsas del supermercado, pero las dos pesaban lo mismo y el
cambio no ayudó demasiado. Recorría la calle Jefferson en dirección al pasaje Mockingbird tratando
de relajar los músculos de los hombros. Los pocos alimentos que había comprado, junto con una caja
de comida para perros y otro pack de CocaRIGHT SQUARE BRACKETColas, le habían pesado menos
en la tienda.
No hacer caso a sus multas de aparcamiento no había contribuido a hacerlas desaparecer, y esa
mañana se había visto obligada a recurrir a su arsenal de armas de mujer para librarse del joven cachas
que conducía la grúa encargada de llevarse su Volvo embargado. Después de aquello, tuvo la
precaución de aparcar en la parcela de Arby, a medio kilómetro de distancia. Sería un paseo agradable,
si no lo hubiera hecho ya dos veces en un día, y ahora, además, cargada con las compras. Consiguió
distraerse un poco imaginando terribles venganzas contra Colin Byrne, aunque ya había estado allí, ya
lo había hecho, y eso quitaba interés a sus fantasías.
Su suerte no había mejorado durante la semana transcurrida desde su desastrosa visita a la tienda
de antigüedades de Winnie. No había podido encontrar trabajo y tampoco el cuadro, y en su monedero
no quedaban más que polillas. Al menos había conseguido localizar a los miembros supervivientes del
club de canasta de Tallulah, aunque sólo Sissy Tooms afirmaba haber visto el cuadro. Por desgracia,
también afirmó estar de camino a Las Vegas, donde iba a cenar con Frank Sinatra.
El teléfono móvil sonó en su bolso. En el momento de dejar las bolsas en la acera, se preguntó
cuánto tiempo pasaría antes de que le cortaran la línea.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Soy yo! RIGHT SQUARE BRACKETcanturreó una voz suave
cuando Sugar Beth contesto.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Genial! Ayer pintamos. Y Meesie dijo que hoy podía llamarte.
Sugar Beth había olvidado que era miércoles, el día en que habitualmente charlaba con Delilah.
RIGHT SQUARE BRACKETTomo jarabe para la tos cada noche. Me ayuda mucho. Y he
pintado algo para ti.
Sugar Beth dio la espalda al frío viento y clavó el tacón de una bota en la acera. El día anterior
había sido cálido pero hoy volvía a hacer fresco, y su cazadora de cuero imitación no estaba a la
altura.
Delilah empezó a describirle la imagen del océano que había pintado y luego le habló del nuevo
angelote del acuario. Cuando, al fin, llegó el momento de colgar, Delilah se despidió como siempre:
RIGHT SQUARE BRACKETTe quiero, Sugar Beth mía. Y tú también me quieres, ¿verdad?
A Sugar Beth le escocieron los ojos. Costara lo que costase, iba a proteger a esa criatura dulce y frágil.
Mientras metía el móvil en el bolso, sintió aflorar la vieja ira contra Emmett. ¿Cómo pudo ser tan
negligente y no ocuparse del futuro de Delilah?
«Hice provisiones económicas para ella RIGHT SQUARE BRACKETle había dicho cuando
hablaron del temaRIGHT SQUARE BRACKET. Pero cuando las cosas empezaron a ir mal, tuve que
tomar dinero prestado de aquel fondo. Nunca me lo perdonaré.»
Sugar Beth recordó la primera visita que hizo a Delilah en Brookdale, la institución privada de lujo
donde había pasado la mayor parte de su vida de adulta. Se habían caído bien una a la otra a primera
vista. La madre de Delilah había muerto pocos años antes de que Sugar Beth conociera a Emmett, y
Delilah la echaba en falta desesperadamente. Para gran sorpresa de Sugar Beth, la hija de Emmett
había transferido sus afectos a su nueva madrastra. Delilah era una persona dulce, divertida y muy,
muy vulnerable: una mujer de cincuenta años con una mente de niña de once. A ambas les gustaban
las cosas chicas, la ropa, el maquillaje, las reposiciones de Friends y Pixie Sugar Beth le había leído
casi todos los libros de Judy Blume, La bruja del estanque del mirlo y las aventuras de MaryRIGHT
SQUARE BRACKETKate y Ashley. Cuchicheaban acerca de Leonardo DiCaprio, a quien Delilah
adoraba, jugaban al Cluedo y salían a dar paseos cogidas de la mano.
Si no fuera por Delilah, Sugar Beth no se habría visto obligada a volver a Parrish, pero se había
terminado el dinero destinado a la institución. Sugar Beth no podría mantener a su hijastra en
Brookdale si no encontraba el cuadro de Ash. A pesar de ello, no sentía lástima, sí misma. El amor
incondicional es un regalo de valor incalculable y Sugar Beth sabía reconocer las bendiciones cuando
las veía.
Mientras recogía las bolsas de la compra, una familiar Lexus berlina color coñac se detuvo a su
lado. La ventanilla del conductor bajó apareció el rostro del Duque del Infierno en persona, sonrisa
burlona incluida.
Sugar Beth supuso que lo decía por las bolsas, no por sus tejanos o su cazadora de motera.
La hizo esperar mientras quitaba lentamente los seguros de las puertas. Sugar Beth abrió la puerta
trasera y dejó las bolsas detrás del asiento del pasajero. Después, ya que el orgullo tiene cierto peso, se
sentó en el asiento trasero y cerró la puerta.
Él rodeó el respaldo del otro asiento con el brazo y la miró por encima del hombro.
RIGHT SQUARE BRACKETEs malo para el vecindario tener a una vagabunda por sus calles.
La complació ver que él pisaba el acelerador con más ímpetu del necesario y que su tono de voz se
tornaba mordaz.
RIGHT SQUARE BRACKET Por favor, si puedo hacer algo más por ti, no dudes en
decírmelo.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿De modo que lograste persuadirle de que no se te llevara el
coche?
RIGHT SQUARE BRACKETNo corras tanto. Las damas del Sur no hablan de los besos que
dispensan.
Esperaba que le contestara que ella no era una dama, pero él estaba por encima de los comentarios
obvios e inició una escaramuza más.
RIGHT SQUARE BRACKET Las decisiones profesionales me estresan, y voy poco a poco.
Puedes dejarme aquí mismo.
RIGHT SQUARE BRACKETSe rumorea que incluso Louis Higgins se negó a contratarte en
el Mercarrápido, y eso que él contrata a cualquiera capaz de chapucear dos frases seguidas en inglés.
RIGHT SQUARE BRACKETPermíteme que lleve las bolsas hasta la cochera RIGHT
SQUARE BRACKETEs lo menos que puedo hacer.
Sugar Beth estaba demasiado asombrada con la prenda para contestar. Y eso que estaban en
Misisipi.
RIGHT SQUARE BRACKETNo te preocupes RIGHT SQUARE BRACKETdijo ella, por fin
recuperadaRIGHT SQUARE BRACKET. Con el ejercicio extra, he podido despedir a mi entrenador
particular.
Al parecer Gordon había estado escondido en la veranda, porque apareció trotando a través del
patio. Byrne la asombró con su expresión de contento. Cargó todas las bolsas en una mano para tener
libre, se agachó y rascó al perro detrás de las orejas.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Ya ti qué te importa si le he estado alimentando o no? Ella
suspiró.
RIGHT SQUARE BRACKETAquí hay delincuencia, como en cualquier otro sitio. A partir de
ahora, cierra con llave.
RIGHT SQUARE BRACKETComo si eso fuera a detenerte. Te bastaría con darle una buena
patada y...
RIGHT SQUARE BRACKETOdio ser yo quien te dé la mala noticia pero, en caso de que se
encontrase mi cuerpo sin vida, tú eres quien más rencor me guarda.
Observó la sala con disgusto, a pesar de que ella lo había limpiado, de arriba abajo.
RIGHT SQUARE BRACKETEn realidad no. Si ves algo que te gusta, no dudes en hacerme
una oferta.
RIGHT SQUARE BRACKETNo apostaría por ello. RIGHT SQUARE BRACKETSe dirigió a
la cocina, el sobretodo ondeando a cada paso.
Sugar Beth se quitó la cazadora con movimientos bruscos de los hombros, dejó caer su bolso en
una silla, y le siguió a la cocina.
RIGHT SQUARE BRACKETYo sí apostaría a que sacarías el billetero por el cuadro de Ash.
RIGHT SQUARE BRACKETMe temo que sería demasiado, incluso para mis finanzas.
RIGHT SQUARE BRACKETDejó las bolsas sobre la encimera, llenando el pequeño espacio con su
corpulencia.
RIGHT SQUARE BRACKETTú hablaste con Tallulah, Crees que el cuadro existe, ¿no es así?
RIGHT SQUARE BRACKETEspero que ésta sea tu particular manera británica de decir: «Sí
Sugar Beth, claro que existe.»
RIGHT SQUARE BRACKETImposible. Era su posesión más valiosa. ¿Por qué iba a
destruirla?
RIGHT SQUARE BRACKETNunca quiso compartirla mientras vivía. ¿Por qué querría
hacerlo después de muerta? Y para no andarnos con remilgos: ¿por qué iba a compartirla con una
sobrina a la que consideraba un poco ramera?
Byrne recogió la caja de comida para perros que ella acababa de tirar.
RIGHT SQUARE BRACKETQue me aspen. Ese perro apareció al mismo tiempo que tu
¿verdad?
Aparentemente, Byrne decidió que ella ya se había divertido bastante a su costa, porque empezó a
pasearse por la cocina, inspeccionando los armarios con puerta de vidrio y los viejos
electrodomésticos. El pomo de porcelana de la vieja panera se le quedó en la mano, y sonrió mientras
lo examinaba:
RIGHT SQUARE BRACKETEs una pena que te cueste tanto encontrar trabajo.
RIGHT SQUARE BRACKETBueno, no hace falta que tu arrogante cabezota se preocupe por
eso. RIGHT SQUARE BRACKETSu top de punto subió cuando se estiró para guardar una bolsa de
patatas fritas en el estante superior. Supo que Byrne lo advirtió porque tardó un segundo de más en
retomar el hilo.
Byrne apoyó un hombro contra la pared y empezó a pasarse el pomo de una mano a la otra.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo haber mencionado que podría tener un trabajo para ti.
¿Estás ya lo bastante desesperada?
RIGHT SQUARE BRACKET ¿El trabajo implica dejar que me cachees otra vez?
Byrne inspeccionó la panera y luego se dedicó a enroscar de nuevo lentamente el pomo en su sitio,
mientras ella contenía la respiración. Cuando por fin terminó, se volvió hacia Sugar Beth con ojos
perspicaces.
RIGHT SQUARE BRACKETSé lo que significa. ¿Por qué me ofreces el puesto a mí?
RIGHT SQUARE BRACKETMe resulta muy tentador. La hija adorada de "La Novia del
Francés", obligada a fregar los suelos y a servir de rodillas al hombre que intentó destruir. Los
Hermanos Grimm en versión de Colin Byrne. ¿No te parece delicioso?
No intentó ocultar un tono de desprecio altivo, y ella pensó que todavía no estaba tan desesperada.
Pero lo estaba.
Byrne mencionó un salario que le levantó los ánimos, y ella corrió a la sala.
RIGHT SQUARE BRACKETAcepto. Será por cada día de trabajo, ¿me equivoco?
En el otro extremo de la sala, Byrne vio iluminarse su rostro y supo que debería sentir vergüenza
de sí mismo. Pero no la sentía. No se había sentido mejor desde el día de la llegada de Sugar Beth.
No tenía intención de destruirla aunque, desde luego, se proponía ver alguna sangre o, cuanto
menos, algunas lágrimas de sincero arrepentimiento. Hasta la persona más comprensiva reconocería
que se merecía más de lo que había recibido hasta el momento. Cercar el camino de la entrada con la
cadena había sido como perseguir un elefante con una honda. Esto otro, en cambio, daría mejores
resultados.
Sugar Beth agarró la silla con más fuerza, todavía anonadada por la ofensiva oferta de salario.
RIGHT SQUARE BRACKETNo olvides que te daré de comer, y que sin duda utilizarás mi
teléfono. Y siempre hay que tener en cuenta el despilfarro que uno ha de esperar del servicio. RIGHT
SQUARE BRACKETLos ojos azules de Sugar Beth destellaban como baterías antiaéreasRIGHT
SQUARE BRACKET. Y para demostrarte que me atengo a razones quitaré la cadena de tu camino de
entrada. RIGHT SQUARE BRACKETHizo una pausa inspiradaRIGHT SQUARE BRACKET Y, por
supuesto, pagaré el uniforme.
Oh, sí. Verla moverse por su casa con pantalones ceñidos y camisetas seductoras sería demasiada
distracción. El simple hecho de verla guardar las compras había puesto a prueba su capacidad de
control. Sus largas piernas, los diez centímetros de abdomen que quedaron al descubierto cuando se
estiró para alcanzar el último estante. Ése era el lado negativo de la masculinidad. Su cuerpo no
reconocía el veneno, ni siquiera cuando su mente sabía perfectamente que estaba allí.
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo, hijo de perra. Pero la comida de Gordon la compras
tú.
RIGHT SQUARE BRACKETSerá un placer. Te espero mañana a las siete. RIGHT SQUARE
BRACKETHizo ademán de marcharse pero aún no estaba del todo satisfecho. Necesitaba cerciorarse
por completo de que ella comprendía las condiciones exactas del acuerdo, y pensó detenidamente
hasta encontrar el último clavo para su ataúd.
¡Ama de llaves de Colin Byrne! Sugar Beth recorría la cochera una y otra vez con largas zancadas
furiosas, hasta que Gordon se sintió tan molesto que atrapó su tobillo entre las fauces y se negó a
soltarlo hasta estar seguro de que ella lo tomaba en serio. Sugar Beth se agachó para soltarse el tobillo,
pero él estaba empecinado.
RIGHT SQUARE BRACKETUn día de éstos me dejarás marcas, perro del infierno, y ése será
tu último día conmigo.
Ella subió al baño, con la esperanza de que un rato en remojo conseguiría calmarla. El cuarto de
baño tenía una bañera con patas en forma de garras y una única ventana con un visillo amarillento.
Dejó caer la ropa al suelo de baldosas blancas y negras que formaban un anticuado diseño en forma de
panal, se recogió el pelo en la coronilla echó al agua sales con aroma a lirio silvestre. Se metió en la
bañera e intentó ver el lado positivo de la situación.
Lincoln Ash llegó a Parrish en la primavera de 1954. Hasta entonces había vivido en un piso de
Manhattan sin agua caliente y frecuentaba, en compañía de un también paupérrimo Jackson Pollock, el
Cedar Bar de Greenwich Village. La comunidad artística instituida se mofaba de «los manchados»,
como les habían apodado, pero el público empezó a fijarse en su trabajo, incluida la abuela de Sugar
Beth, que se consideraba a sí misma patrona de las vanguardias. Ella se ofreció a proporcionar al
artista techo y comida durante tres meses, además de un estudio donde trabajar y un modesto
estipendio. A cambio, reclamaba el derecho a jactarse de ser la primera mujer en el ni Misisipi en
tener su propio artista residente. Griffin tenía dieciséis años en aquella época, y le encantaba contar a
la gente cómo había aprendido a fumar cigarros puros y beber buen whisky del propio Lincoln Ash.
El agua casi rozaba el borde de la bañera y Sugar Beth cerró el grifo con el pie. Pensaba en "La
Novia del Francés", en sus armarios profundos y en los intrincados espacios de sus chiribitiles. Y lo
que era más tentador: el armario secreto del desván... Su abuelo había mandado construirlo «para el
caso de que los idiotas de Washington decid reinstaurar la Ley Seca». ¿Conocía Byrne la existencia de
ese arma Tallulah ¿ Desde luego sí.
La teoría según la cual Tallulah pudiera haber destruido el cuadro no le parecía digna de
consideración pero, mientras se hundía cada vez más en el agua de la bañera, la asaltó un pensamiento
no menos alarmante. Byrne había comprado la casa.
¿La transacción incluía el contenido? ¿Qué pasaría si él fuera ahora el dueño del cuadro? Sugar
Beth no conocía los entresijos del derecho de propiedad y tampoco podía permitirse contratar a un
abogado. Si consiguiera encontrarlo, sencillamente tendría que sacarlo de la casa sin que él se diera
cuenta, una perspectiva muy poco halagüeña. No obstante, estaba dispuesta a correr ese riesgo y
muchos otros, porque la venta del cuadro de Ash le proporcionaría, por fin, el dinero necesario para
mantener a Delilah en Brookdale. En cuanto a su propio sustento, volvería a Houston y trabajaría
como camarera hasta conseguir sacar una licencia de agente inmobiliario.
No pudo dormir hasta bien pasada la medianoche, y pronto la despertó una pesadilla. Yació
inmóvil por un momento, la piel empapada en sudor, el corazón desbocado, el sueño todavía presente.
Normalmente, los ronquidos de Gordon la irritaban, pero ahora el sonido rasposo que llegaba de los
pies de la cama constituía un recordatorio consolador de que no estaba totalmente sola en el mundo.
Había vuelto a soñar con Winnie. No la mujer sofisticada que vio en la tienda de antigüedades la
semana anterior, sino la muchacha insegura que había acechado a sus espaldas hasta conseguir robarle
lo que más amaba en el mundo.
Nunca podía recordar exactamente cómo llegó a enterarse de la otra familia de su padre. Detalles
delatores aquí y allá, retazos de conversaciones, el hecho de ver a su padre en lugares incongruentes.
Con el tiempo llegó a comprender la dinámica más sutil de su relación con las dos mujeres de su vida.
Diddie representaba a su Escarlata O'Hara inalcanzable y voluble; Sabrina, a su amante y
reconfortante Melanie. Sus primeros recuerdos, sin embargo, eran sencillamente de su padre dándole
la espalda.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tengo tiempo. He de trabajar para pagar esos zapatos que
estás arrastrando por el polvo.
Se le acercaba con un libro en la mano, sólo para verle ponerse de pie antes de que ella tuviera
tiempo de trepar a su regazo. Su padre se acordaba de hacer una llamada justo cuando ella aparecía
con un dibujo hecho expresamente para complacerle. Sospechaba que el flirteo se le daba tan bien
gracias al arsenal de trucos que de niña había tenido que emplear para llamar la atención de su padre.
Estaba en tercero cuando descubrió que no era la única hija de su padre, y todo por su
desaprobación de las notas de Sugar Beth. «¿Te han puesto un insuficiente en aritmética? Tienes el
cerebro de un mosquito, Sugar Beth. Otra de las cosas que has heredado de tu madre.»
Él no comprendía el suplicio que representaba el colegio para ella, estar sentada tantas horas,
cuando lo único que quería era reírse y bailar, saltar la comba con Leeann y jugar a las Barbies con
Heidi. Decorar bizcochos con Amy y cantar canciones de los Bee Gees con Merilynn. Un día en que su
padre la hizo llorar tachándola otra vez de estúpida, Sugar Beth llegó a la conclusión de que no la
quería por culpa de sus malas notas.
Durante seis largas semanas se esforzó al máximo para cambiar las cosas. Estaba quieta en clase y
terminaba sus aburridísimos deberes. Prestaba atención a la maestra en lugar de parlotear, dejó de
dibujar caras sonrientes en los libros de texto y, al final, consiguió sobresalientes.
Cuando llevó el boletín de notas a casa aquella tarde de abril, estaba prácticamente enferma de
emoción. Diddie la recibió con mimos, pero no era la aprobación de Diddie lo que anhelaba.
Mientras esperaba el regreso de su padre, se imaginaba cómo le sonreiría al ver sus logros y cómo
la levantaría en brazos y se reirían juntos.
«Qué inteligente es mi niña. Estoy muy orgulloso de ti, Sugar Beth Dale a tu papá un besote.»
Estaba demasiado ansiosa para cenar. Se sentó en la veranda a esperar la llegada de su coche.
Cuando se hizo de noche y él todavía no había aparecido, Diddie le dijo que daba igual y la obligó a
irse a la cama
Pero no daba igual. El sábado por la mañana, cuando despertó y descubrió que él ya se había ido,
agarró su preciado boletín de notas RIGHT SQUARE BRACKETel pasaporte mágico al amor de su
padreRIGHT SQUARE BRACKET y salió a escondidas la casa. Todavía recordaba cómo cruzó el
patio corriendo hasta su bicicleta con asiento en forma de plátano y cómo echó el boletín en la cesta.
Montó de un salto en la bici y se lanzó pasaje Mockingbird abajo, pedaleando con sus zapatillas de
deporte y con sus pasadores en el pelo, el corazón gozoso. «¡Por fin, mi papá me querrá!»
Ya no recordaba cómo supo dar con la casa donde su padre dormía a veces con esa otra señora, ni
por qué creía que iba a encontrarlo allí esa mañana, aunque sí recordaba el aseado bungaló de ladrillo
visto, la distancia que lo separaba de la calle y las cortinas echadas tras las ventanas delanteras. Dejó
la bici en el camino de entrada, detrás del coche de su padre, cogió el boletín de notas de la cesta y
corrió hacia la puerta.
La detuvo el sonido lejano de su voz, que venía de la parte posterior de la casa. Sugar Beth se
volvió hacia la empalizada que rodeaba el patio arbolado y se acercó a la puerta parcialmente abierta
con el boletín de notas en las manos sudorosas y una sonrisa embelesada en la cara.
Mirando a hurtadillas por la puerta, le vio sentado en una gran tumbona en medio de un patio
empedrado. Llevaba el cuello de la camisa desabrochado, dejando al descubierto el vello negro y
sedoso del que nunca, jamás le había permitido tirar. La sonrisa se borró de la cara y la invadió una
sensación de hormigueo, como si unas arañas enormes estuvieran trepando por sus piernas. Porque su
padre no estaba solo. Una niña de segundo, que se llamaba Winnie Davis, estaba acurrucada en su
regazo y apoyaba la cabeza en su hombro con las piernas colgando, como si se sentara así cada día de
su vida. Él le estaba leyendo un libro imitando las voces de los personajes, igual que Diddie cuando le
leía a ella.
Las arañas ya trepaban por todo su cuerpo, incluso por la barriga, y le entraron ganas de vomitar.
Winnie se rió con una voz de falsete y él le dio un beso en la cabeza. Sin que ella tuviera que
pedírselo.
El boletín mágico se le cayó de la mano. Debió de hacer algún ruido, porque su padre volvió la
cabeza bruscamente y la vio. Apartó a Winnie y se puso de pie de un brinco. Sus pobladas cejas negras
chocaron cuando frunció el entrecejo.
Las palabras se le atragantaron a Sugar Beth. No le podía hablar del boletín de notas mágico, de lo
orgulloso que debía sentirse de ella.
Él se acercó con pasos regios, un hombre paticorto de tórax abultado y actitud de gallito peleón.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Qué crees que estás haciendo? Vuelve a casa ahora
mismo.RIGHT SQUARE BRACKETPisó el boletín de notas, que yacía en el sueloRIGHT SQUARE
BRACKET. Nunca debes venir aquí, ¿me oyes? RIGHT SQUARE BRACKETLa agarró del brazo y la
llevó a rastras al camino de la entrada.
Winnie les siguió y se detuvo junto a la valla. Sugar Beth echó a llorar.
RIGHT SQUARE BRACKETPorque es una niña buena, por eso. Porque no se mete donde
nadie la llama. Ahora sube a la bici y vete a casa.
A Sugar Beth le dolía tanto el estómago que no podía soportarlo. Alzó la mirada hacia su padre a
través de un mar de lágrimas.
Su padre ni se molestó en mirarla mientras la alejaba todavía más RIGHT SQUARE BRACKETde
la casa.
RIGHT SQUARE BRACKETNo te preocupes por eso. Sollozando, se volvió hacia Winnie.
Entonces ella se soltó y se lanzó camino abajo, dejando atrás su bicicleta rosa con asiento en forma
de plátano. Alcanzó la acera, sus zapatillas resonando a cada paso, su pequeño corazón a punto de
estallar en su pecho.
Él no la siguió.
Pasaron los años. A veces, Sugar Beth veía a Griffin en la ciudad con Winnie, haciendo todas esas
cosas que nunca tenía tiempo para hacer con ella. Poco a poco, empezó a comprender por qué prefería
una niña a la otra. Winnie era tranquila. Conseguía buenas notas y le encantaba la historia, igual que a
él. Winnie no tenía berrinches porque él no la llevaba a la granja Reina ni llegaba a casa custodiada
por el jet de policía por estar bebida siendo menor de edad. Y, por supuesto, Winnie nunca le provocó
un fallo cardíaco en su último año de instituto porque no le venía la regla y pensó que estaba
embarazada de Ryan. No, la Winnie perfecta había esperado que Griffin muriera para hacerlo. Y lo
más importante: Winnie no era hija de Diddie.
Sugar Beth no podía castigar a su padre por no quererla, de modo que se dedicó a castigar a
Winnie.
Gordon se movió a los pies de la cama. Ella se volvió e intento volver a dormir antes de que los
recuerdos la arrastraran por el camino de las tinieblas, pero su mente no quería colaborar.
El último curso. La lectura vespertina de poemas a la que el señor Byrne requirió que sus alumnos
asistieran...
Al final del acto el escenario quedó a oscuras, y dos figuras manchadas con pintura fluorescente
amarilla aparecieron bañadas en pálida luz ultravioleta. Stuart Sherman y Winnie Davis. Sugar Beth
ya no recordaba qué poema habían dramatizado. Sólo recordaba que algo la hizo volverse hacia la
parte posterior del auditorio, donde vio a Griffin de pie bajo el rótulo luminoso de la salida. El padre
que el pasado octubre había estado demasiado ocupado como para esperar cinco minutos en la
escalinata de los juzgados y verla pasar sentada en el respaldo del asiento trasero del Mustang
descapotable de Jimmie Caldwell con la corona de bienvenida en la cabeza, no estaba demasiado
ocupado para ir a escuchar a su otra hija recitar poesía. Sugar Beth sabía qué tenía que hacer.
Hizo tiempo en el aparcamiento con Ryan y algunos de sus amigos y, transcurrido un buen rato,
anunció que iba a buscar el rizador de pestañas que se había olvidado en su taquilla del gimnasio. El
sonido de la ducha la recibió al abrirse camino por la zona casi vacía de las taquillas. Winnie, con la
cara y el cuello manchados de pintura amarilla fluorescente y los brazos y las piernas pintados, era la
única participante de la velada que necesitaba ducharse antes de volver a casa. Sugar Beth trabajó con
rapidez y, en el momento de salir de los vestuarios se imaginó la pintura amarilla yéndose por el
desagüe y llevándose consigo a la hija ilegítima de su padre.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Sabéis qué? RIGHT SQUARE BRACKETDijo a los chicos
cuando volvió al aparcamiento. Los vestuarios de las chicas están vacíos. Desde el primer curso habéis
amenazado con entrar allí. Esta es vuestra última oportunidad antes de licenciarnos.
No hizo falta esforzarse demasiado para convencerles que la siguieran Deke Jasper, Bobby Jarrow,
Woody Newhouse y, por supuesto, el componente más importante de su plan. Woody y Deke se fueron
a buscar papelitos para escribir las notas que querían dejar caer dentro de las taquillas de sus novias.
Hacían demasiado ruido,
Todo sucedió tal como se lo había imaginado. Winnie estaba desnuda delante de las taquillas
cuando ellos entraron, el cabello aplastado en la cabeza, la piel todavía mojada y una expresión de
perplejidad al no encontrar la ropa y la toalla que había dejado encima del banco.
Habían desaparecido, escondidos en la taquilla de Sugar Beth. Hasta la pila de toallas que solía
haber en el rincón había desaparecido, oculta tras el arcón de las herramientas.
Winnie pudo haber reído y vuelto corriendo a la ducha y todo habría terminado. Pero no lo hizo. Se
quedó allí inmóvil, paralizada por aquella inesperada flecha envenenada.
No tenía el cuerpo estilizado de Sugar Beth. Sus brazos y piernas eran cortos y los muslos y
caderas, un poco anchos en proporción a los hombros. No era gorda, sólo lo bastante llenita para
hacerla parecer ancha de caderas. Una línea blanca atrajo la atención de Sugar Beth y algo
desagradable se removió en el fondo de su estómago. Un hilo asomaba bajo la mata húmeda de vello
púbico en la entrepierna de Winnie
Tenía la regla.
Los de Winnie se clavaron en Ryan. Sólo en él. Todos los chicos vieron el hilo pero Ryan era el
único que importaba. Fue exactamente como había planeado Sugar Beth, aunque ahora se sentía
enferma, como si fuera ella la que estaba allí de pie, desnuda y humillada.
Winnie emitió un agudo lamento contenido y permaneció inmóvil, los brazos caídos a los
costados, el hilo de algodón blanco asomando bajo el vello púbico.
Profirió un juramento en voz baja al ver a Winnie. Sus manos volaron hacia los botones de su vieja
camisa negra. En cuestión de segundos, se la había quitado y envolvía a Winnie con ella.
La expresión de sus ojos verdes heló la sangre de Sugar Beth. El profesor sabía que no se trataba
de un accidente, y sabía también quien era la responsable.
Huyó de los vestuarios y del edificio sintiéndose tan desnuda como Winnie, con un calambre en el
estómago como si fuera ella quien tuviera la regla.
Ryan la llamó:
RIGHT SQUARE BRACKET ¡No huyas, Sugar Beth! Sólo conseguirás empeorar las cosas,
No le hizo caso. Llegó a la carrera hasta su coche pero no acertaba a encontrar las llaves. Cayó de
rodillas, abrió el bolso con ambas manos y empezó a rebuscar entre pañuelos de papel, su estuche de
maquillaje, bolígrafos y el permiso firmado para participar en la excursión, que se había olvidado de
presentar. Un tampón con el envoltorio roto yacía en el fondo. Sugar Beth se mordió el labio.
Con el rabillo del ojo vio que el señor Byrne se acercaba. Con el torso desnudo y el largo cabello
negro suelto.
Ella forcejeó con el bolso. Intentó pensar en lo que debía hacer. Mentiría, diría que no sabía que
Winnie estaba allí. El director era amigo de Diddie. ¿En qué lío se había metido?
Poco a poco, su corazón se tranquilizó. No tenía por qué estar tan alarmada. Agarró el bolso,
volvió a guardar el contenido en su interior y se puso de pie.
Dios, cómo le odiaba. El primer día que le vio le había parecido guapo; raro, pero tan sofisticado
que hasta Ryan parecía inmaduro a su lado. Sin embargo, cuando después de clase se le acercó para
coquetear un poco, él se había comportado como un cretino y se había mostrado completamente hostil.
Deke, Bobby y Woody esperaban en el gimnasio, junto a la puerta. Ryan no la delataría y Deke y
Bobby eran duros, pero Woody temía a su padre, de modo que Sugar Beth le dirigió una mirada
implacable para indicarle que más le valía mantener su bocaza cerrada, o le haría algo diez veces peor
que el peor castigo que pudiera idear su padre.
El torso de Byrne era delgado y sin su camisa parecía ridículo, aunque esto al parecer no le
preocupaba.
Sugar Beth se dijo que no había hecho nada tan terrible. Winnie debió volver corriendo a la ducha.
Dios, qué estúpida era. Debió reírse de todo el asunto. Es lo que habría hecho Sugar Beth en su lugar.
Se preguntó si Winnie se lo contaría a su padre. En toda su vida, Sugar Beth jamás le había oído
pronunciar el nombre de su otra hija.
RIGHT SQUARE BRACKETNo sabíamos que ella estaba allí RIGHT SQUARE
BRACKETdijo DekeRIGHT SQUARE BRACKET. Creíamos que el vestuario estaba vacío.
Un pequeño temblor agitó el mentón de Byrne. Sugar Beth se concentró en ello, porque se sentía
mejor sabiendo que tenía tics nerviosos.
La mirada de Byrne pasó de un rostro al otro en busca del eslabón, y lo encontró en la expresión de
WooRIGHT SQUARE BRACKETdy.
RIGHT SQUARE BRACKETEntonces, ¿dónde está su ropa? Nadie tenía una respuesta a eso.
RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth, ven conmigo. El resto podéis iros.
RIGHT SQUARE BRACKETSi no tiene inconveniente, señor, me quedaré aquí, con ella.
RIGHT SQUARE BRACKETSí tengo inconveniente. Quiero hablar a solas con ella.
Ryan asumió una expresión obstinada, que indicaba que iba a quedarse exactamente allí. Pero
estaba esperando que le concedieran una beca, y Sugar Beth temió que Byrne tratara de saboteársela.
Además, no quería que Byrne pensara que necesitaba la protección de su novio.
Justo en ese momento se abrió la puerta de los vestuarios y apareció Winnie. Llevaba una sudadera
y la camisa de Byrne en la mano, el pelo colgaba enredado y goteaba sobre el jersey, con el estampado
de un bulldog. No miró a Sugar Beth sino a Ryan, con una expresión angustiada que Sugar Beth
hubiese querido sacudirla. ¿No teñía orgullo?
Winnie agachó la cabeza y se alejó hacia la fachada del edificio llevándose la camisa de Byrne,
como si hubiera olvidado que la tenía en la mano.
Ryan miró a Sugar Beth con expresión de tal perplejidad que la llenó de vergüenza. No quería que
él estuviera allí, no quería que fuera testigo de lo que seguiría. Se alzó de puntillas y le dio un beso.
RIGHT SQUARE BRACKETLlámame cuando vuelvas a casa del trabajo. Ryan no parecía
contento de marchar pero, al final, se dio la vuelta y puso rumbo al aparcamiento.
Sugar Beth se dio cuenta de que le tenía un poco de miedo, y le odió aún más por ello.
Él esperó.
RIGHT SQUARE BRACKETNo debería estar aquí, ¿lo sabe? Son los vestuarios de las
chicas.
Sugar Beth pensó en dirigirse a otra taquilla, la de Amy o la de Leeann, pero le pareció que Byrne
se daría cuenta de la treta.
Al infierno. Si él quería hacer de eso un gran problema, era cosa suya. Sugar Beth rodeó dos filas
de taquillas hasta la suya y marcó la combinación. Sus dedos estaban torpes y necesitó tres intentos
para conseguirlo. Finalmente la cerradura cedió, pero ella no abrió la puerta.
El brazo desnudo de Byrne le rozó el hombro cuando estiró la mano delante de ella. Tiró de la
portezuela metálica.
Byrne se limitó a mirarla, y Sugar Beth tuvo la terrible sensación de que sus ojos eran capaces de
atravesarla.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Es ésta la clase de persona que quieres ser? Sugar Beth se
sintió pequeña y fea. Tuvo que morderse la lengua para no contarle cuánto querría su padre a Winnie y
cuan poco a ella, había intentado ser guapa, dulce y especial para llamar su atención sin conseguirlo
nunca. RIGHT SQUARE BRACKETDile a tu madre que pasaré a verla esta noche. Sugar Beth sintió
alivio. Diddie lo cortaría en trocitos. Quiso reírse en su cara pero no logró encontrar la risa en su
interior.
Cuando Byrne llegó a "La Novia del Francés" aquella noche, Sugar Beth ya había hecho su trabajo.
No le había acusado de atacarla RIGHT SQUARE BRACKETpasaría varias semanas antes que se le
ocurriera esoRIGHT SQUARE BRACKET, sólo se había quejado de él ante Diddie. Cómo la
despreciaba en clase, cómo la humillaba delante de sus amigas. Cómo su actitud la había turbado tanto
que llegó a hacer algo realmente estúpido, algo que tenía que ver con Winnie Davis.
Diddie no estaba predispuesta a sentir simpatía por la hija ilegítima de su marido y, cuando recibió
a Colin Byrne, una cordialidad de acero contratradijo su rubia belleza etérea.
RIGHT SQUARE BRACKETNo veo la necesidad de montar un escándalo por una travesura.
Estoy convencida de que Sugar Beth no pretendía nada malo.
Byrne no era del Sur y no comprendía cuánto poder puede tener una mujer de habla delicada y, a
diferencia de muchos, no se sentía intimidado por Diddie.
RIGHT SQUARE BRACKETSí que pretendía algo malo. Ha estado acosando a Winnie Davis
sistemáticamente desde principios de curso.
Su franqueza irritó a Diddie, por no mencionar el hecho de llevar el pelo largo, rasgo que ella
desaprobó desde el principio.
RIGHT SQUARE BRACKETUsted es un educador. Espero que comprenda que las causas
más profundas de esta situación embarazosa no yacen en Sugar Beth sino en el lamentable estilo de
vida bohemio de mi esposo. Mi hija es una unto como esa... chica.
RIGHT SQUARE BRACKETTal vez sea una cuestión cultural, señora Carey, pero en
Inglaterra las jóvenes selectas no someten a las demás a humillaciones.
Al final, Sugar Beth no recibió más que una leve reprimenda del director, un hombre que debía su
cargo a la influencia de Diddie.
Winnie, entretanto, se dejó el pelo largo y caminaba con la cabeza baja para ocultarse tras él.
Gordon levantó la cabeza. Sugar Beth se levantó y fue al cuarto de baño en busca de un vaso de
agua. Winnie había cuidado bien de sí misma. Lo mejor del talante de Sugar Beth RIGHT SQUARE
BRACKETaquella parte que creía que cualquiera que luchaba contra las adversidades y salía
ganadorRIGHT SQUARE BRACKET quería alegrarse por ella. Sin embargo, los viejos fantasmas se
cernían ominosos y no lo conseguía. Un punto más a añadir a la larga lista de cosas por las que todavía
tenía que hacer penitencia.
Volvió al dormitorio con la esperanza de conciliar el sueño. Mañana sería probablemente uno de
los peores días de su vida, y necesitaba estar despejada para afrontarlo.
6
Sin duda me atribuías una lamentable falta de modales. Puedes sentarte. A mis pies.
A Sugar Beth no le gustaba el aleteo de mariposas que le revolvía el estómago mientras cruzaba el
césped húmedo hacia "La Novia del Francés". Lamentablemente, ya llegaba una hora tarde. Después
de su incómodo viaje por el sendero de los recuerdos la noche pasada, había dormido tan mal que
apagó el despertador sin pensar en las consecuencias. Byrne no estaría contento. Mala suerte. Ella
tampoco lo estaba.
Gordon se detuvo para olisquear un trozo de césped y se oyó la llamada de un sinsonte. No tenía
intención de entrar furtivamente por la puerta trasera, a pesar de lo que dijera Byrne, de modo que
subió la escalinata frontal pero, cuando llegó al final, vio una nota pegada al picaporte: «Cerrada con
llave. Entra por atrás.»
¡Bastardo! El pestillo no se movió y Sugar Beth descargó su furia contra el objetivo que tenía más
cerca:
RIGHT SQUARE BRACKET¿Qué has de decir de tu elección de amigos, eh? Espero que
estés orgulloso de ti mismo.
Gordon le dirigió una mirada de desprecio pero no se apartó de su lado mientras ella bajaba furiosa
los peldaños; no por lealtad sino porque no le había dado de comer. Sugar Beth siguió el sendero
empedrado que conducía a la parte posterior de la casa y, de repente, se detuvo en seco.
Una nueva y elegante adición, invisible desde la calle y también desde la cochera, se erguía en el
espacio donde solía estar el patio. La adición comprendía un espacioso porche acristalado y un solario
anchos y altos ventanales. Una nueva profanación.
Entró por el porche en lo que antaño había sido la cocina donde reinaba Ellie Myers, la cocinera y
ama de llave de Diddie. Nada seguía igual. Habían desaparecido paredes, se habían elevado los techos,
se habían añadido ventanas cenitales, y todo junto suponía una cocina de acuerdo con los últimos
dictados de la moda. Sugar Beth contempló los armarios de arce que cubrían todas las paredes y los
electrodomésticos de acero inoxidable. Una gruesa plancha de vidrio templado colgaba suspendida
sobre una sección de la encimera de pizarra natural. Uno de sus extremos se curvaba, formando un
saliente escultural que separaba la cocina del solario, decorado al gusto asiático: paredes traslúcidas y
muebles lacados en rojo oscuros junto con algunas piezas europeas. Un sofá Adams, tapizado en
dorado bruñido salpicado de tachones de latón, se encontraba cerca de una decorativa jaula de madera
estilo Victoriano. Varios recipientes bambú lacado y algunas piezas de cerámica cocida contenían una
frondosa selección de plantas de interior. El discreto estampado de pagodas del sillón y la otomana
combinaba con el vecino arcón chino, sobre el que descansaba una pila de libros y un ordenador
portátil al parecer fuera de uso.
La casa de su niñez había desaparecido. Sugar Beth necesitó unos momentos para reunir fuerzas y
quitarse la chaqueta. Mientras lo hacía, vio una lista pulcramente mecanografiada apoyada en la
encimera de pizarra. Su mirada se detuvo en el primer artículo: «Desayuno en mi despacho: zumo de
naranja natural, crepés de arándano, salchicha, tomates asados y más café.»
Era imposible que Byrne desayunara así todas las mañanas, no con ese cuerpo delgado que tenía.
Sugar Beth sabía reconocer una prueba y bajó la mirada hacia Gordon.
Puso manos a la obra. Tardó un poco en encontrar la comida para perros, que vertió en una
exquisita fuente Waterford, que puso en el suelo, cerca de las puertas del porche.
Cuando la recorrió con la mirada, Sugar Beth se dio una buena puntuación por su elección de ropa
de trabajo.
Se supone que las amas de llaves visten de negro, sí, pero ¿acaso su misión en la vida no era
alegrar la vista?
Su ceñida blusa de encaje negro tenía un pronunciado escote en V y sus viejos pantalones negros
aún conservaban soltura suficiente para acariciarle las caderas. Byrne miraba la pequeña mariposa
turquesa que colgaba de una cadenita de plata entre sus pechos. Ojalá tuviera una delantera realmente
espectacular para mostrarle. Aun así, con el sujetador apropiado todo era posible y, juzgando por el
tiempo en que tardó en volver la mirada a su rostro, no lo hacía nada mal. Uniforme, y un cuerno. En
contraste con su atavío casi prostibulario, él llevaba pantalones de tono oscuro, una camisa de mangas
largas de seda color burdeos y unos elegantes tirantes. ¿Qué hombre viste así para trabajar en casa?
Mientras Byrne la contemplaba desde las alturas de su engreimiento, Sugar Beth supo que era un ser
atrapado en el siglo equivocado. ¿Vuelve de su cabalgata matutina por Hyde Park, mi señor?
Esbozó una pequeña reverencia no del todo eficaz, ya que ella se encontraba detrás de la encimera
y Byrne no pudo ver su genuflexión.
RIGHT SQUARE BRACKETEstoy segura que dijiste a las ocho. ¿Verdad, Gordon?
El maldito chucho estaba demasiado ocupado congraciándose con Byrne respaldar su versión de la
historia.
Sugar Beth cogió una naranja del frutero que había sobre el mostrador.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Es cierto que tus padres eran miembros de la familia real
británica?
RIGHT SQUARE BRACKETA un paso del trono. RIGHT SQUARE BRACKETByrne vio el
cuenco Waterford camino del solano pero no hizo ningún comentario.
RIGHT SQUARE BRACKETEs fácil decirlo. No serás tú quien tenga ampollas en las manos.
Byrne salió por la misma puerta de arco por la que había entrado, con un libro en la mano. La luz
de los altos ventanales trazó una raya luminosa de color caoba en su cabello, ya bastante llamativo.
Sugar Beth rodeó como una flecha el extremo de la encimera y asomó la cabeza al pasillo.
Sugar Beth observó con repulsa al perro traidor que seguía a Byrne hacia su despacho.
Media hora más tarde había conseguido preparar un desayuno semidecente, que consistía en dos
huevos escalfados servidos encima de una tostada, un bol de cereales de receta tradicional cubiertos
con una montaña de azúcar moreno y un vaso pequeño de zumo natural. Por desgracia, ya estaba
abriendo la puerta de la vieja biblioteca cuando se le ocurrió que podría escupir en él.
Como el resto de la casa, la biblioteca no se parecía en nada a estancia sobria y revestida con
paneles de nogal que ella recordaba.
Persianas blancas, típicas de las antiguas plantaciones, se abrían a la extensión de césped del lado
occidental del inmueble, dejando entrar la luz. El batiburrillo de antigüedades entre las que había
crecido había sido reemplazado por relucientes muebles estilizados de vidrio y granito. Gordon yacía
sobre la alfombra de diseño abstracto, no lejos de los pies de Byrne, entre papeles arrugados que no
habían acertado a la papelera. Sugar Beth depositó la bandeja en un extremo del escritorio. Byrne
apartó la mirada de la pantalla de su ordenador y examinó el desayuno a través de unas gafas sin
montura a lo Richard Gere.
Los libros están en el estante superior de la despensa. RIGHT SQUARE BRACKETByrne examinó
los cerealesRIGHT SQUARE BRACKET. Detesto las gachas de avena. ¿Dónde están mis tomates
asados?
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que sí. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth agarró el
bol con los cereales y la cuchara y los llevó al sofá, donde se sentó en uno de los brazos y hundió la
cuchara en el azúcar morenoRIGHT SQUARE BRACKET. Es mejor con pasas pero no he podido
encontrarlas. Tampoco los arándanos, así que de todas maneras no habría podido prepararte tus crepes.
RIGHT SQUARE BRACKETSe llevó una cucharada de cereales a la boca y con la lengua saboreó el
gluten cálido y reconfortante. Hacía una eternidad que no comía algo decente, porque nunca cocinaba
para sí.
RIGHT SQUARE BRACKETVe a comprar. ¿No es por eso que estás aquí? Y no recuerdo
haberte invitado a sentarte.
Sólo para ser malvada, Sugar Beth se inclinó hacia delante, lo suficiente para ofrecerle una vista
generosa de su pronunciado escote
Él se tomó su tiempo en observarla, arrellanándose en el sillón sin preocuparse por ser sutil. Al
final, fue ella quien se sintió incómoda y utilizó los cereales como excusa para volver a enderezarse,
cosa que Byrne encontró tan divertida que sobraban los comentarios.
RIGHT SQUARE BRACKETDeberías tener cuidado con la exposición de tus mercancía
Sugar Beth. Podría pensar que deseas ampliar tus servicios.
RIGHT SQUARE BRACKETQuizás éste sea el momento apropiado para decirte que siento
debilidad por las mujeres complacientes.
RIGHT SQUARE BRACKETPero con las furcias como yo te quitas los guantes. ¿Es eso?
RIGHT SQUARE BRACKETNo te llamaría exactamente una furcia. Pero soy de miras
amplias.
Byrne dirigió su atención a los huevos, dándole la oportunidad de observarle de arriba abajo, un
menester nada desagradable. No era un chico guapo, como sus primeros dos maridos. Darren era un
seductor y Cy había posado como Mister Enero para el calendario de los extras especiales. Aunque
Colin Byrne tenía algo...
Pómulos letales, labios demasiado carnosos para esa larga cuchilla de nariz. Tenía pies grandes
aunque no patosos, porque eran de planta estrecha. Estudió sus manos. Deberían ser delgadas y
elegantes.
En cambio, parecían hechas para cavar zanjas. Una peligrosa descarga de calor recorrió su cuerpo.
Puede que Byrne fuera el diablo en persona pero también era demasiado sexy para su tranquilidad. Al
parecer no se había deshecho de todos sus viejos instintos suicidas en lo que a hombres inadecuados se
refería.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Cómo piensas que sobreviví después de perder mi puesto de
profesor?.
RIGHT SQUARE BRACKETMe temo que mi capacidad de escribir cualquier cosa digna de
ser leída quedó en suspenso cuando acabaste de divertirte.
No tendría que lograrlo poniendo tochos, sin embargo. A Sugar Beth se le bajaron los humos.
RIGHT SQUARE BRACKETQuisiera hablar con Colin RIGHT SQUARE BRACKETdijo una
mujer al otro extremo la línea.
Byrne tendió la mano para recibir el auricular, seguro de que debía esperar lo peor. Pero Sugar
Beth tenía algo que demostrar y le dio la espalda.
RIGHT SQUARE BRACKETEl señor Byrne está trabajando. ¿Desea dejar un mensaje?
Sugar Beth reconoció vagamente el nombre de una dama de la sociedad neoyorquina y exageró
más su acento sureño:
RIGHT SQUARE BRACKET ¿De veras? Dios mío, esto sí que es un honor. No veo la hora de
contarles a mis amigos que he hablado con usted en persona. Déme el número de teléfono.
Tomó una cucharada de cereales mientras la irritada Madeline dictaba un número que ella no se
tomó la molestia de anotar.
RIGHT SQUARE BRACKETEs muy importante que Colin me llame antes de la noche.
RIGHT SQUARE BRACKETSe lo diré en cuanto le vea, aunque todavía tiene mensajes
pendientes de la semana pasada y ha estado trabajando tan duro que apenas sale de su despacho, pobre
diablo.
RIGHT SQUARE BRACKETLevantó un pulgar hacia él mostrándole que era capaz de hablar
su jerga.
RIGHT SQUARE BRACKETClaro que sí. Un placer hablar con usted, señora Farr. RIGHT
SQUARE BRACKETColgó y miró a Byrne con satisfacciónRIGHT SQUARE BRACKET. Toma nota:
no le he dicho que se vaya a tomar por saco, aunque es obvio que es una arpía. He sido amable,
encantadora, casi. Al mismo tiempo no te he comprometido en nada. En caso de que no seas
suficientemente listo para verlo por ti mismo, tener a una pecadora como yo para contestar el teléfono
es una verdadera ventaja. Yo miento y tu conciencia queda tranquila. RIGHT SQUARE BRACKETSe
levantó del sofáRIGHT SQUARE BRACKET. En cuanto al aumentó de sueldo...
Sugar Beth agarró el bol con los cereales y se encaminó hacia la puerta.
Colin se quedó escuchando el taconeo de sus zapatos, ridículamente altos, que se alejaban por el
pasillo. Su imaginación de escritor podía ser una ventaja o una maldición y, en esos momentos, le
persiguió la imagen de los ceñidos pantalones negros ajustados a sus nalgas y de la pequeña mariposa
turquesa que palpitaba entre sus pechos. Tenía que localizar una empresa de uniformes cuanto antes.
Era irónico. Cuando llegó al instituto Parrish tenía veintidós años y estaba dominado por sus
propias descargas hormonales. Tuvo que hacer acopio de todo su autodominio para evitar que su
mirada se posara largamente en muchísimas faldas cortas y muchísimos pechos sinuosos. No obstante,
Sugar Beth, jamás le había tentado. ¿Cómo era posible que ahora, siendo mayor e infinitamente más
sensato, se viera bombardeado por fantasías de su cuerpo desnudo tendido en su cama?
Estaba advertido. Su dolorosa experiencia le había enseñado a mantener relaciones sexuales sin
complicaciones aunque, a veces todavía tenía que luchar contra ese lado de su carácter que se sentía
instintivamente atraído por las mujeres dramáticas. Ésta era, sin lugar a dudas, una de esas ocasiones.
La edad, sin embargo, le había enseñado a controlar su vieja debilidad. No tenía por qué preocuparse.
Había heredado su estúpido romanticismo de su madre. Cuando era niño, soñaba despierto con
matar dragones y rescatar princesas en apuros demasiadas veces para el gusto de su padre y, tras
recibir varias palizas, Colin aprendió a confinar esa parte de sí en el reino de historias que escribía en
su cabeza. A pesar de ello, fueron sus cinco años de desastroso matrimonio con una muy neurótica
poetisa americana de cabello azabache, piel nívea y ojos atormentados, los que le hicieron comprender
que nunca podría volver a expresar aquella parte de sí mismo excepto sobre el papel. Amó a Lara con
desesperación pero no había en el mundo amor suficiente para satisfacer sus necesidades. Una de esas
noches lluviosas de Nueva Orleans, nueve años atrás, ella había empotrado el coche en un muro de
cemento, poniendo fin a su propia vida y a la de su hijo todavía sin nacer. Aquél había sido el peor
período de su vida, un infierno tenebroso que le tragó entero durante casi dos años. Había jurado no
volver a someterse a nada parecido nunca más.
Por enésima vez se planteó la sensatez de tener en su casa a una hembra de alta potencia, aunque la
oportunidad de buscar venganza había sido demasiado dulce para rechazarla. De todas formas, no le
permitiría volver a distraerle. A partir de ahora dedicaría todas sus energías donde correspondía. A su
nueva novela.
Oyó el lejano sonido de agua en la cocina. La noche anterior había tardado casi una hora en
inventar esa larguísima lista de cosas que Sugar Beth debía hacer hoy. La cena se estaba gestando
desde hacía un mes de modo que eso fue pura casualidad. Byrne sonrió e hizo examen de conciencia
para ver si se avergonzaba de sí mismo, pero al muchacho romántico que antaño soñaba con matar
dragones y rescatar princesas en apuros le había salido un corazón de cínico, y su conciencia no dijo ni
mu.
Sugar Beth tiró a un lado la lista de Colin mucho antes de leerla hasta el final y se concentró en lo
esencial. Tal y como imaginaba, el congelador estaba atestado de cazuelas escarchadas, gentileza de
las buenas señoras de Parrish, pero el resto de la nevera estaba casi tan vacía como la suya propia.
Byrne había dejado en el sofá una pila de ropa para la tintorería, y había que llevar a correos un
paquete dirigido a una agencia literaria de Nueva York. También le había dejado una nota sobre unos
libros que debía recoger de la librería. Si terminaba las tareas imprescindibles, puede que por la tarde
pudiera empezar a registrar la casa.
Apuró su café, dejó el bol de cereales en remojo en el fregadero y agarró las llaves del Lexus. Por
supuesto, no iba a gastar la gasolina de su Volvo para hacer los recados de Byrne. En el último
momento, se le ocurrió dejar las llaves del viejo Volvo en la encimera, por si surgía una emergencia.
No podía mostrarse más considerada.
El Lexus olía a colonia de diseño y a cartera de acciones. Sugar Beth dejó su bolso en el asiento.
Dentro llevaba el sobre con los cien dólares que le había dejado Byrne, junto con una nota en que le
advertía que esperaba un recibo por cada centavo gastado. Bastardo receloso.
Al salir de la tintorería se topó con Sherry Wilkes, una de sus antiguas compañeras de clase, quien
la entretuvo para ofrecerle un informe detallado de todos sus problemas de salud, incluida su acidosis,
su eccema y una endometriosis incipiente. Sugar Beth pensó que debería de estar agradecida de que
una mujer se interesase en hablar con ella, pero ese encuentro no hizo más que agudizar su añoranza
de las Sauces del Mar. Hasta el momento no se había encontrado con ninguna aunque esto no podía
durar eternamente. No anhelaba, precisamente el momento de enfrentarse a las mujeres cuya amistad
había vendido tan barata.
Sonaba Glen Gould interpretando las Variaciones Goldl Bach. Dos señoras mayores charlaban
delante de los libros de cocina y una madre con su pequeño examinaba la sección dedicada a la crianza
de los hijos, con la ayuda de una dependienta de cabello rubio rizado. Sugar Beth solía pensar que
nada huele mejor que el departamento de perfumería de unos grandes almacenes, pero los libros
también olían de maravilla.
Se le acercó una negra bajita, cuya cabeza rapada revelaba la forma elegante de su cráneo. Llevaba
un top azafrán de mangas largas ceñido al cuerpo, un collar de cuentas de madera y una falda estrecha
hasta media pantorrilla. Tenía cuerpo de bailarina, por menudo que fuera y sonreía mientras ocupaba
su puesto detrás de la caja.
Aparentaban la misma edad y era muy posible que hubiesen ido juntas al colegio, pero Sugar Beth
no la reconocía. Los niños blancos no se relacionaban demasiado con los negros, aunque se esperaba
que se llevaran bien, gracias a la influencia de la política de contratación que seguía su padre en la
fábrica de ventanas. Aunque Griffin Carey era tradicionalista sureño en muchos aspectos, su ideología
social era liberal y había utilizado su poder económico para reforzar sus ideas. La moderna Parrish,
con su comunidad afroamericana relativamente próspera y cuarenta años de integración racial, había
cosechado los beneficios.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Jewel? RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth no pudo creer
que esa mujer fuese Jewel Myers, la hija marimacho del ama de llaves de DiddieRIGHT SQUARE
BRACKET. Pues... no te había reconocido.
RIGHT SQUARE BRACKETMe hice mayor mientras estabas fuera. RIGHT SQUARE
BRACKETParecía divertirseRIGHT SQUARE BRACKET Me convertí en una feminista lesbiana
radical.
Un cliente las interrumpió para hacer una pregunta, y Sugar Beth tuvo tiempo para resituarse antes
de que Jewel volviera a dedicarle su atención. La observó de arriba abajo.
RIGHT SQUARE BRACKETSolía usar tu ropa vieja. Mamá la arreglaba para mí.
RIGHT SQUARE BRACKETNunca lo mencionaste. Año tras año aparecía en el colegio con
ropa vieja, pero ni una vez te reíste de mí.
RIGHT SQUARE BRACKETCariño, eras la arpía más grande del colegio. Si yo hubiese
representado una amenaza, como era el caso de Winnie, lo habrías publicado en el periódico del
instituto. No obstante, he de reconocer que nunca te metiste demasiado con las chicas negras. Al
menos, mientras ellas no se metieran contigo. Bien. ¿En qué puedo ayudarla, señorita Sugar Beth
Carey?
RIGHT SQUARE BRACKETMe temo que no necesito a nadie. Además, sólo contrato
lesbianas y miembros de otras minorías discriminadas. RIGHT SQUARE BRACKETSonrió y observó
el top de encaje negro que llevaba Sugar BethRIGHT SQUARE BRACKET. No serás lesbiana,
¿verdad?
RIGHT SQUARE BRACKETDe momento no. Pero no creas que no me lo plantearía para
conseguir un buen empleo.
Jewel rió, una risa asombrosamente sonora viniendo de una mujer tan menuda.
RIGHT SQUARE BRACKETMucha gente se está partiendo de risa. Hasta yo, una persona
ecuánime y sin motivo para odiarte, lo encuentro divertido. ¿Sabes que fue Colin quien me ayudó a
conseguir una beca universitaria? Los consejeros no me hacían caso.
Sugar Beth la siguió hasta el pasillo de los best sellers. Libros Gemima era un lugar acogedor y
bien surtido. De los estantes colgaban fichas con los comentarios manuscritos de Jewel, que
recomendaba determinadas lecturas. Sillas cómodas invitaban a sentarse y curiosear.
RIGHT SQUARE BRACKETSoy afortunada. Pese a todos los turistas que atrae la asociación
de la comunidad, Parrish sigue siendo un lugar demasiado pequeño para interesar a las grandes
cadenas.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿De dónde viene el nombre de la librería? Libros Gemima
Charlaron de libros durante un rato. Jewel prefería la ficción de contenido social, pero no se
mostraba esnob sobre el tema y Sugar Beth habría pasado gustosamente el día entero con ella. Otros
clientes entraron en la tienda y Jewel les saludó a todos por su nombre, salvo a los turistas.
Le recomendó a Sugar Beth el libro de una autora de origen hispano y una nueva novelista de
temática femenina destinada a ser un éxito de ventas. Resultaba tan agradable estar con alguien que no
se mostraba hostil, que Sugar Beth tuvo que resistir la necesidad de abrazarla y pedirle que fuera su
amiga. Cosa que sirve para demostrar hasta qué punto puede llegar a abatirnos la soledad.
Jewel preparó el pedido y dirigió a Sugar Beth una sonrisa traviesa al entregarle el paquete.
RIGHT SQUARE BRACKETEspero que Colin disfrute de las lecturas de Georgette Heyer.
La respuesta de Jewel no fue precisamente entusiasta pero tampoco del todo desfavorable, y Sugar
Beth había oído decir que a veces ocurren milagros, aunque nunca le ocurrieran a ella.
Volviendo al coche echó un vistazo a su reloj. Tenía que hacer más recados pero se había
demorado más de lo necesario. Dejaría el resto para mañana.
Aquélla resultó la decisión apropiada, porque había problemas en la residencia del Duque. Al
parecer, su excelencia se había tornado impaciente esperando el regreso de su humilde ama de llaves...
RIGHT SQUARE BRACKET¡Tonterías! Lo dices sólo porque conduje tus caballos RIGHT
SQUARE BRACKETreplicó ella.
Byrne cogió las llaves del coche de la encimera y las guardó en su bolsillo.
RIGHT SQUARE BRACKETHoy no. Son las dos de la tarde y sólo he tomado un café y dos
huevos escalfados. Fríos.
RIGHT SQUARE BRACKETNo hubieran estado fríos si los hubieses comido enseguida,
como te dije.
RIGHT SQUARE BRACKETHostilidad o descaro, esto es lo que hay. Elige lo que prefieras.
RIGHT SQUARE BRACKETPermíteme recordarte que uno de tus deberes consiste en
prepararme la comida, que espero tener servida precisamente a la hora de comer RIGHT SQUARE
BRACKETLe dio la espalda poniendo fin a la discusión pero, en lugar de volver a su despacho, se
dirigió al solario, donde se dejó caer cuan largo era en el gran sillón junto a los ventanales, todo
hosquedad y elegancia.
Sugar Beht le observó mientras guardaba los comestibles. Colin tamborileaba con los dedos en el
brazo del sillón, y cruzaba y descruzaba las piernas. Después de guardar las cebollas en la despensa,
Sugar Beth decidió que le preocupaba algo más que su descaro. Recogió una bolsa de compras que se
había caído al suelo y dijo:
RIGHT SQUARE BRACKETCountry malo. Cy era un tipo dulce, incluso cuando estaba
borracho que, debo reconocer, era casi siempre. Borracho o sobrio, sin embargo, cuando se bloqueaba
y no se le ocurrían las letras, empezaba a gritarme.
RIGHT SQUARE BRACKET¿En qué parte de la conversación se supone que debo mostrar
interés? RIGHT SQUARE BRACKETSonó más presumido que el demonio pero no mostró intención
alguna de marcharse. Sugar Beth se felicitó de haber adquirido algunos conocimientos de la naturaleza
humana.
RIGHT SQUARE BRACKETEl que te hace comportarte como un gilipollas, que Dios te
bendiga.
"Último apeadero" llegaba hasta 1960, así que era lógico que en su continuación los padres de
Sugar Beth figuraran entre los protagonistas. Teniendo en cuenta lo que Byrne sentía por Diddie,
debería conseguir un ejemplar cuanto antes.
RIGHT SQUARE BRACKETPor el título imagino que mis padres y la Fábrica de Carey
representarán un papel importante.
RIGHT SQUARE BRACKETSin la fábrica, Parrish habría muerto después de los años
sesenta, como tantísimas pequeñas ciudades del Sur. ¿Está ya la comida?
RIGHT SQUARE BRACKETHe viajado un poco. Investigando para una novela. RIGHT
SQUARE BRACKETSe levantó y se acercó a los ventanales, tapando el sol con el cuerpoRIGHT
SQUARE BRACKET Una saga familiar. Hace años que la tengo en mente.
Sugar Beth recordó las hojas arrugadas dispersas por el suelo de su despacho.
RIGHT SQUARE BRACKETDiría que no. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth removió
con la lengua un trozo metido en un diente.
Byrne permaneció inmóvil, y su manera de observar su boca le reveló a Sugar Beth que era
sensible a su presencia, le gustara o no. En el pasado las mujeres que no sabían excitar a un hombre
constituían un misterio para Sugar Beth, que encontraba facilísimo seducirles. Luego, un día descubrió
que las mujeres inteligentes usaban su cerebro para valerse en el mundo, no su cuerpo. Y vaya si no se
sintió estúpida al darse cuenta.
A pesar de todo, a veces has de utilizar lo que Dios ha querido darte, y Sugar Beth continuó el acto
de sexo oral con el Twinkie, nada descarado RIGHT SQUARE BRACKETsería una vulgaridad
demasiado grande para comentarlaRIGHT SQUARE BRACKET, sólo unos movimientos lentos y
circulares de la lengua para demostrar a ese británico arrogante que no podía intimidarla. No
demasiado, al menos.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Te gustan los juegos, ¿no es así, Sugar Beth?
Él le dirigió una sonrisa enigmática y se apartó del ventanal. Sugar Beth pensó que volvería a su
despacho, pero Byrne empezó a inspeccionar las compras que ella no había guardado todavía.
RIGHT SQUARE BRACKETVeo que no leíste mis instrucciones sobre los alimentos
orgánicos.
RIGHT SQUARE BRACKETVaya hablabas en serio. Creí que era una especie de prueba,
para averiguar si puedo pensar por mí misma en lugar de seguir ciegamente indicaciones ridículas.
Otra vez la ceja arqueada. Sugar Beth terminó su Twinkie y se acercó a la encimera.
RIGHT SQUARE BRACKETSin duda tu primera comida decente desde que llegaste a la
ciudad. Aunque comiste, sobre todo, el azúcar moreno.
Byrne descubrió la bolsa de la tienda de Jewel y perdió interés en las compras del supermercado.
Por desgracia, el primer libro que sacó de la bolsa era de Georgette Heyer. Sugar Beth se lo quitó de
las manos.
RIGHT SQUARE BRACKETSi necesitas ayuda con ese capítulo que estás escribiendo, el que
te hace estar tan animado, llámame. Tengo muchas ideas.
RIGHT SQUARE BRACKETSupongo que sí.
Era hora de retirarse, pero Sugar Beth aún no había aprendido a controlar su tendencia a los
excesos.
RIGHT SQUARE BRACKETPor ejemplo, estoy convencida de que podría escribir una
magnífica escena de sexo.
Byrne paseó la mirada de su cuello a sus pechos. Este hombre nunca se perdería en el cuerpo de
una mujer.
RIGHT SQUARE BRACKETPero no ha de ser sexo entre lesbianas. Ya sé que a los hombres
os gusta mucho, pero son las mujeres quienes compran más libros en este país, y no es éste el tema
que más nos excita. RIGHT SQUARE BRACKETRecordó a Jewel. Aunque supongo que no te
perjudicaría meterle una.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que fue por eso que inventaron la pornografía.
Byrne no mordió el anzuelo. Se sentó en un taburete delante de la encimera y abrió uno de sus
libros. Fantasías impúdicas invadieron el pensamiento de Sugar Beth, imágenes de sí misma desnuda
en la cama con Colin. Añadió a George Clooney y a Hugh Jackman de propina. Jugueteó un poco con
la fantasía, dejó que la película se desarrollara en su cabeza hasta que se dio cuenta de que aquello no
funcionaba. En lugar de prestar atención a su cuerpo desnudo, George y Hugh hablaban de fútbol.
Intentó reconducir el argumento, pero eran dos auténticos fanáticos del deporte y, al poco, la habían
abandonado para jugar una de Chargers. Eso quería decir que ella y Colin estaban solos y desnudos.
Sus pezones se endurecieron. Por suerte, Byrne estaba abstraído en su lectura y no se fijaba en ella.
Sólo había pasado un año desde que la salud de Emmett fallara, y ahí estaba ella, teniendo
fantasías sexuales con un hombre que la odiaba. Muy típico. Justo cuando creía haberse vuelto
sensata, sus viejos hábitos masoquistas volvían a escena.
«éteme, Sugar Beth, que no perderás el tiempo llorándome. Has vivido como una monja durante
más años de los que quisiera reconocer. Ya es suficiente». Pero no había sido suficiente. Le recordó
postrado en cama durante meses, su cuerpo fuerte consumiéndose, y la invadió el viejo amor cargado
de ira. «¿Por qué tuviste que enfermar, viejo chocho? ¿Y, mucho menos, morir? ¿No sabes que te
necesito?» Él había sido el amor de su vida, y había días en que no se sentía capaz de resistir el dolor.
Colin se levantó y fue a su despacho. Ella preparó apresuradamente la comida, un sándwich de pan
integral con pavo y RIGHT SQUARE BRACKETcomo colmo de los castigosRIGHT SQUARE
BRACKET un generoso puñado de brotes de judías orgánicas. Colin estaba escribiendo, de modo que
dejó la bandeja en una esquina del escritorio, sin interrumpirle.
Su manual de deberes domésticos establecía que una mujer de la limpieza iba una vez por semana,
pero Sugar Beth tendría que ocuparse de su entorno personal, es decir, de hacer la cama ducal y
limpiar el baño imperial. Puesto que ambos quehaceres le ofrecían una excusa para investigar, subió al
primer piso. Gordon, aburrido de la vida literaria, fue tras ella.
Una pintura de color humo había sustituido el diseño floral del empapelado de Diddie, y unos
modernos candelabros de pared enmarcaban los ventanales del rellano. Cuando alcanzó el primer piso
miró a su derecha y vio algunos cambios menores: la pintura y las molduras, una iluminación distinta,
una delgada escultura de acero sobre un bloque de cristal esmerilado. A la izquierda, en cambio, todo
era diferente. En lugar del pasillo que conducía a los dormitorios separados de de Diddie y Griffin, un
arco neoclásico enmarcaba una puerta de doble batiente. No se lo pudo creer. ¡La vieja puerta del
desván estaba colocada al final de un pasillo que ya no existía!
Entró apresurada en el dormitorio principal, una suite vasta con arcadas, piezas de arte y
mobiliario elegante, que incluía una cama enorme con cuatro postes de metal torneado. La puerta mas
cercana conducía a un baño tamaño catedral. La segunda puerta daba a un lujoso vestidor de dos
piezas, perfumado con aroma de cedro y equipado con un banco de teca. Miró por todas partes pero, al
no encontrar ningún acceso al desván, se dirigió a la otra ala de la casa.
Su viejo dormitorio y el antiguo cuarto de la costura habían sido reconvertidos en un gimnasio
privado completamente equipado. Una de las habitaciones de huéspedes contenía un pequeño estudio
revestido de libros, mientras que la otra había sido decorada con todo lujo para recibir compañía.
Sugar Beth metió la cabeza en los armarios mirando detrás de las cómodas, buscó en todos los lugares
imaginables La puerta del desván había desaparecido.
Ryan no concilio el sueño hasta la medianoche y se despertó antes de las cinco. Tenía una reunión
importante esa mañana y no quería llegar tarde, aunque últimamente le costaba dormir. Debería
hacerlo como un bebé. Su vida era maravillosa, tenía una familia que adoraba. Un trabajo que le
inspiraba, una casa hermosa, buenos amigos. Era el hombre más afortunado del mundo.
Winnie suspiró suavemente en sueños y se apretó contra él. Olía ligeramente al perfume que se
había puesto en la base del cuello antes de volver él a casa la tarde anterior. Siempre hacía cosas así,
iba bien peinada y recién maquillada. Otros hombres se quejaban de la dejadez de sus mujeres, pero
Winnie estaba más guapa cada día. Era perfecta en todos los sentidos: lista, considerada, afectuosa.
Muy distinta a Sugar Beth, exigente, temperamental, envanecida y malcriada.
Aunque también era maravillosa, una mujer que le mandaba del éxtasis a la desesperación y de
vuelta al éxtasis en un abrir y cerrar de ojos. Cuando le había a roto el corazón, pensó que el dolor le
mataría. La mirada de adoración de Winnie había sido como un bálsamo para sus heridas de juventud.
Winnie puso la mano sobre su muslo. Estaba desnuda. Solía dormir así. Dispuesta. Disponible.
Ryan aún no se hacía a la idea de la suerte que había tenido. Puede que a veces deseara que ella no se
esforzara tanto, pero eso sólo ocurría porque se sentía culpable, sabía que ella aportaba más que él al
matrimonio. ¿Qué podría aportar él, sin embargo cuando ella ya lo había previsto todo?
Consciente de que no volvería a dormir, se levantó y el radar de Winnie se activó, como siempre.
Nunca habían intentado ocultarle la verdad, y Gigi conocía desde siempre la relación de parentesco
que existía entre Winnie y Sugar Beth aunque las complejidades secretas de aquella relación estaban
más allá de la capacidad de comprensión de una niña de trece años, Ryan suponía que era natural que
sintiera curiosidad, pero su hija se mostraba tan rebelde últimamente que sus preguntas empezaban a
ponerle nervioso.
La creía perfectamente capaz de abordar a Sugar Beth por la calle y preguntarle las mismas cosas
que le preguntaba a él. Tuvo que prohibirle cualquier contacto con la recién llegada,
Cuando llegó al despacho, Ryan ya volvía a sentirse el de siempre. Le recibió el gran vestíbulo
restaurado al estilo modernista, de tres pisos de altura y con anchos ventanales de CWF. Nunca se
había hecho del todo a la idea de que, a sus treinta y tres años, era un alto directivo de la empresa
donde sus padres habían trabajado toda la vida, su madre como archivadora y su padre como pintor.
Había alcanzado su posición, junto con el respeto de sus empleados, gracias al duro trabajo y la
dedicación que ofrecía a la empresa, y jamás daba su cargo por sentado.
Los productos de la fábrica eran de probada seguridad y la reunión marchaba bien cuando su
secretaria le apartó del grupo de visitantes que estaba guiando para informarle que la directora del
colegio de Gigi esperaba al teléfono. Eva no lo llamaba nunca, y Ryan se excusó para atender la
llamada en la oficina del área de carga y descarga
RIGHT SQUARE BRACKETElla está bien. Pero Chelsea Kiefer tiene una muñeca rota. Gigi
la empujó dentro de una taquilla.
RIGHT SQUARE BRACKETSe ha ido a Memphis. Tienes que venir tú. Había olvidado que
Winnie había ido a comprar material. Ryan cambió de posición para ver mejor por la mampara.
RIGHT SQUARE BRACKETNo puedo ir ahora mismo pero uno de nosotros estará allí a las
cinco. RIGHT SQUARE BRACKETSi Winnie no había vuelto para entonces, cambiaría su agenda.
Gigi jamás había visto a su padre tan enfurecido. Sus nudillos blanqueaban de tanto apretar el
volante del coche y en la comisura de los labios tenía un persistente tic. Nunca le había pegado, pero
ella tampoco había hecho nunca antes algo tan malo, y le pareció que ésta podría ser la primera vez.
No le había dicho ni una palabra desde que salieran del despacho de la directora. En parte prefería
que empezara a gritar para terminar cuanto antes, pero en parte deseaba aplazarlo lo máximo posible.
En realidad, no había tenido intención de romperle la muñeca a Chelsea
Solo recordarlo le daba dolor de barriga. Chelsea llevaba toda la semana comportándose como una
arpía, quizá porque había estado riñendo con su madre, pero eso no justificaba que acusara a Gigi de
ser niña estirada y rica. Al final, Gigi se enfadó tanto que la acusó de estar poniéndose gorda, cosa que
era verdad. Chelsea respondió gritando que la odiaba, como la odiaban todos, y entonces Gigi la
empujó, no para hacerle daño, sólo para zarandearla un poco, pero la puerta de la taquilla estaba
abierta y Chelsea se dio contra ella y se rompió la muñeca. Y ahora todo el mundo le echaba la culpa a
Gigi.
El trozo de pizza que había comido en la cafetería le subió a la garganta. Aún podía oír el sonido
que hizo la muñeca de Chelsea al romperse y su pequeño grito ahogado. Gigi tragó con fuerza para
volver a bajar el trozo de pizza.
Cuando su padre entró finalmente en el despacho de la directora, Gigi estaba tan asustada por la
madre de Chelsea, que amenazaba con denunciarla a la policía, que hubiese querido esconderse entre
sus brazos y llorar, como hacía cuando era pequeña. Pero él ni siquiera la había mirado como tampoco
lo hacía ahora.
La señora Whitestone la había expulsado del colegio por el resto de la semana y la había hecho
esperar fuera del despacho mientras los adultos hablaban. A la madre de Chelsea siempre le había
gustado el padre de Gigi. Hasta había intentado flirtear con él, cosa que a Gigi le parecía repulsiva
pero que resultó ser beneficiosa, porque al final la mujer dejó de gritar. Sin embargo, su padre salió
del despacho con cara de querer asesinar a alguien, y Gigi no creía que pensara en la madre de
Chelsea.
Las otras chicas siempre le decían que era afortunada de tener unos padres tan jóvenes, porque
podían recordar lo que significa ser adolescente. Su padre, sin embargo, no parecía recordar nada de la
adolescencia en esos momentos. La indignación la remordía. Cuando su padre iba al instituto, le
habían nombrado el chico más popular. Lo había visto en el anuario. Y su madre nunca se metía en
líos. Bien, pues Gigi no era como ellos.
No podía soportar el silencio que reinaba en el coche ni un segundo más y tendió la mano hacia el
botón de la radio.
RIGHT SQUARE BRACKETSabía que estarías de su parte. Ryan la fulminó con la mirada.
Gigi lo intentó pero aquello era muy injusto, y le dolía que no hubiera dado uno de sus grandes
abrazos de oso y dicho que todo iba salir bien.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Y todo esto porque no soy tan perfecta como lo fuisteis mamá
y tú!
RIGHT SQUARE BRACKETEsto nada tiene que ver con tu madre ni conmigo. Esto tiene que
ver con que llevas meses comportándote como una mocosa malcriada y hoy has llegado a agredir
físicamente a alguien. Tienes suerte de que la madre de Chelsea decidiera no denunciarte. Cada acto
tiene sus consecuencias, Gigi, y créeme, vas a sufrir unas consecuencias muy serias
Aquella tarde, cuando su madre volvió a casa, hicieron sentar a Gigi en la sala de estar. Fue su
padre quien habló sobre todo. Le dijo que se sentían muy decepcionados de ella y que su ofensa había
sido muy grave. Gigi esperaba que añadiera que, a pesar de haber hecho algo tan malo, él la quería
como siempre. Pero no lo hizo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo podrás utilizar el teléfono durante dos semanas RIGHT
SQUARE BRACKETdijo su madreRIGHT SQUARE BRACKET. No podrás ver la televisión y
tampoco saldrás de casa sin que uno de nosotros te acompañe.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Esto no es justo! Ni siquiera os cae bien Chelsea. Pensáis que
es una mala influencia. ¡Y os encanta Kelli Willman!
Su padre no hizo caso de su estallido.
RIGHT SQUARE BRACKETTambién tendrás que estudiar mucho para recuperar las clases
que perderás durante tu expulsión.
RIGHT SQUARE BRACKETY tendrás que disculparte ante Chelsea RIGHT SQUARE
BRACKETañadió su madre, Gigi se puso de pie de un brinco,
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Primero tiene que disculparse ella! Fue ella quien empezó.
Ni caso. Volvieron a empezar, sin comprender que Gigi ya estaba hecha polvo y no necesitaba oír
de nuevo lo mala que era. Sus padres habían olvidado por completo lo que significa ser adolescente,
aunque a ellos no les odiaban todos como odiaban a Gigi. Sus padres habían sido perfectos. Bueno,
Gigi no era perfecta. No era como ellos.
Erac
La palabra rodó por su cabeza como si fuera una canica grande y reluciente. Su tía. No tenía mucha
familia: la yaya Sabrina y la abuela Galantine y su tío Jeremy, que era un solterón mucho mayor que
su padre. Solo quedaba una persona. Puede que Sugar Beth Carey fuera solo su tía sólo a medias pero
aun así...
Las Sauces del Mar hablaban mucho de ella cuando creían que Gigi no las oía, de ella y de cómo
todos le besaban el culo cuando iban al instituto. En cierta ocasión oyó decir a Colin que Sugar Beth
era también una de las alumnas más inteligentes de su clase, pero las Sauces del Mar no lo creían,
porque sus notas eran siempre pésimas. No obstante, Colin había visto la puntuación de los exámenes
de todos y era el único que podía saberlo, aunque se negaba a revelar cuál había sido esa puntuación.
Sugar Beth comprendería muy bien lo que tenía que soportar Gigi. Pero su padre le había
prohibido que hablase con ella. Le dijo que si la veía por la calle ni siquiera podría decirle hola,
porque él sabía cómo era Gigi, que no se conformaría con un hola, y nadie tenía ganas de desenterrar
viejas historias.
Eso sin embargo no era una vieja historia. Era la vida de Gigi. Tenía que hablar con alguien capaz
de entenderla. Aunque la castigaran el resto de su vida.
8
La voz de Colin acarició la piel de Sugar Beth como una gota de agua fría.
RIGHT SQUARE BRACKETYa te has vuelto a olvidar de la sonrisa, ¿eh? RIGHT SQUARE
BRACKETEstiró las piernas y balanceó el peso de su cuerpo sobre la punta de un pie doblando la otra
rodilla e inclinándose exageradamente sobre la cama para obligarle a admirar su mobiliario trasero.
Era la única arma que le quedaba, y la había utilizado tantas veces como le fue posible a lo largo de
los nueve días que llevaba trabajando para Byrne. ¿Y qué si sus tretas sexuales conseguían que ella
también pensara en él más de lo que quisiera? Byrne no lo sabía. ¿O sí? Esto es lo que pasa con los
juegos sexuales. Nunca se puede estar del todo seguro de quién pilla a quién.
A «quién». Es un asco vivir con tu viejo profesor de literatura especialmente cuando tu viejo
profesor de literatura no es tan viejo y tiene exactamente el tipo de cuerpo que te atrae, alto y esbelto,
ancho de hombros y estrecho de caderas. Y luego estaba su intelecto. Sugar Beth había tardado años en
reconocer el atractivo de esa parte especial del hombre pero, cuando por fin adquirió el hábito, ya
nunca pudo deshacerse de él.
No se dio prisa en arreglar la última almohada. La cena festiva tendría lugar la noche siguiente, y
pronto llegaría la furgoneta con las mesas de alquiler. Aunque el comedor de "La Novia del Francés"
era amplio no tenía espacio suficiente para los treinta comensales que Byrne había invitado, y Sugar
Beth había alquilado mesas más pequeñas para distribuir por la planta baja. El editor y el agente
literario llegarían en avión desde Nueva York, pero Byrne había realizado gran parte de su
investigación en Ole Miss, y la mayoría de los invitados vendrían en coche desde Oxford.
Aunque no todos.
RIGHT SQUARE BRACKET¿A cuánta gente local me dijiste que has invitado? RIGHT
SQUARE BRACKETByrne no le había mostrado la lista oficial de invitados, y ella no podría relajarse
hasta estar segura de que no tendría que servir a gente cuya presencia preferiría evitar.
Aaron era el alcalde actual de Parrish. Habían ido juntos al instituto pero dado que él era
presidente del club de ajedrez y, además negro, no se habían movido en los mismos círculos. Sugar
Beth le recordaba como un muchacho estudioso y entrañable, de modo que no debió de joderle
demasiado. Verse obligada a servir a un compañero de clase le resultaba humillante pero, tratándose
del alcalde sería llevadero.
¿Y su esposa?
RIGHT SQUARE BRACKETYa hemos tenido esta conversación. Sugar Beth se afanó con la
esquina del cubrecamas.
RIGHT SQUARE BRACKETLo sé. De agradecimiento a las personas que te ayudaron con tus
Reflexiones ¿no serán más las personas que te ayudaron a investigar aquí, en Parrish que en Oxford?
RIGHT SQUARE BRACKETTu tía está muerta, Hank Withers está en el hospital. Shaible ha
ido a visitar a su hija en Ohio. ¿Hemos terminado ya con este tema?
RIGHT SQUARE BRACKETAl menos podrías esperar a que termine mi trabajo aquí, antes
de empezar a desvestirte. RIGHT SQUARE BRACKETLo dijo con irritación, porque no le gustaba la
manera en que la presencia de Byrne había despertado del coma a la furcia que dormía en su interior.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo porque he visto el libro que estás leyendo. La camisa
quedó abierta.
Byrne encajó un dedo en la cintura de sus pantalones con expresión arrogante y peligrosa.
RIGHT SQUARE BRACKETSé que te haces ilusiones. Has subrayado determinados pasajes.
Byrne rió por lo bajo y desapareció dentro del vestidor. A Sugar Beth la encantaba aquel cuarto, la
extravagancia de los estantes de cerezo pulido y los accesorios de estaño, la pulcritud de los cajones,
los percheros y los compartimentos, el olor a telas de importación y a atmósfera altiva.
RIGHT SQUARE BRACKETUn calificativo muy duro. ¿Dónde están los pantalones cortos
de gimnasia?
Todavía llevaba los pantalones aunque se había quitado la camisa. Sugar Beth se preguntó cómo
aquel tórax enclenque, que recordaba de los días del instituto, pudo haberse convertido en un torso tan
magnífico. Byrne puso los brazos en jarras y ella se dio cuenta de que esperaba una respuesta.
RIGHT SQUARE BRACKETY hoy te apetece porque estás bloqueado. ¿Me equivoco?
RIGHT SQUARE BRACKETEstás desechando tantas páginas que debería comprarte otra
papelera más para tu despacho.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Te importaría darte la vuelta para que pueda quitarme los
pantalones?
RIGHT SQUARE BRACKETClaro que sí. Nadie me llama nunca Frances, pero el nombre
figuraba en todos los informes del colegio.
RIGHT SQUARE BRACKETMás vale que no se trate de una hermosa rubia de gusto
impecable.
RIGHT SQUARE BRACKETMe voy a quitar los pantalones estés mirando o no. RIGHT
SQUARE BRACKETDejó el cinturón, se bajó la cremallera y dejó caer los pantalones.
Sugar Beth tuvo un atisbo de muslos largos y musculatura firme antes de darse la vuelta. La
recorrió un escalofrío y tuvo que recordarse que tenía cosas más importantes en que pensar que en el
cuerpo de Byrne.
Fue al cuarto de baño y se llevó una toalla húmeda a la cara antes de colgarla. Habían pasado
nueve días y todavía no había encontrado el acceso al desván. Había preguntado dos veces a Byrne
acerca de la puerta, tratando de que pareciera mera curiosidad. En la primera ocasión, sonó el teléfono
antes de que él contestase. En la segunda una ardilla puso a Gordon en pie de guerra, y la conversación
se interrumpió en seco. ¡Una ardilla, por el amor de Dios! Cómo odiaba a ese perro.
La cena de mañana le ofrecía una buena excusa para volver a sacar el tema. Regresó al dormitorio,
hablando alto para que él la oyese desde el vestidor.
Le pareció que Byrne suspiraba y sonrió para sí cuando él salió del vestidor con unos pantalones
cortos de cachemira gris y una camiseta marinera colgada del brazo.
RIGHT SQUARE BRACKETSi mostraras un poco más de interés en el fútbol, esos rumores
morirían de muerte natural. Aparte, claro está, de dejar de hablar como un mariquita. Los labios de
Byrne se curvaron y eso la irritó, porque su intención era molestarle, no divertirle. Posó una mano en
la cadera, los dedos hacia atrás y asumió una expresión de aburrimiento.
RIGHT SQUARE BRACKETLa cena es mañana, y pienso que la vajilla Spode de Diddie
podría estar todavía en el desván. Subiré esta tarde para comprobarlo.
Winnie vendió todo lo que había en el desván antes de comprar yo la casa RIGHT SQUARE
BRACKETNo hizo ningún esfuerzo por suavizar lo que hasta los más insensibles reconocerían como
un golpe bajo para Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETSí supongo que sí. RIGHT SQUARE BRACKETApretó el puño
a la espalda y se hincó las uñas en la palma. Aunque puede que se olvidara de las bandejas. Diddie
tenía sus escondrijos.
Se enjugó el sudor de la frente y aumentó la velocidad de la cinta en varios puntos. Hoy Sugar
Beth había aparecido con otro de sus tops retractilados, éste, del mismo azul plateado que sus ojos. Y
el escote en forma de corazón bajaba lo suficiente para que él pudiera ver esa maldita mariposa
turquesa aleteando de un pecho al otro. Debería cumplir su amenaza de obligarla a llevar uniforme
pero, por alguna razón nunca se acordaba de ello. El viejo resentimiento ardía. Hacerla caer de rodillas
no le estaba resultando tan fácil como preveía, aunque todavía no había utilizado el as que llevaba en
la manga. Se imaginó aquellos ojos azules empañados de al menos algunas lágrimas de sincero
arrepentimiento. Por fin conseguiría volver la última página de ese viejísimo y muy pesaroso capítulo
de su vida.
«Ojalá tu mamá pudiera ver a su precioso hijito ahora. Ha vuelto a casa con el rabo entre las
piernas.»
Aumentó la velocidad de la cinta y de sus propios pasos, pero no sirvió de nada. Sus manos
anhelaban el tacto familiar del ladrillo y la piedra.
Gordon no era del todo inútil. Empezó a ladrar incluso antes de que sonara el timbre de la cochera.
Sugar Beth dejó a un lado el libro que había birlado de la impresionante biblioteca de Colin. No dejaba
de sorprenderla que Gordon volviera a casa con ella cada tarde, en lugar de quedarse con su adorado
Colin. Cierto que se las ingeniaba para hacerla tropezar cada día al cruzar el jardín, pero aun así la
acompaña y la vida en la cochera parecía un poco menos solitaria.
Sugar Beth se levantó a regañadientes del sofá. Incluso cuando todo va bien, las buenas noticias no
suelen llamar a la puerta a las diez de la noche. Mientras cruzaba la sala, Gordon siguió ladrando.
Descorrió la cortina de la ventana lateral de la puerta pero no vio nada más ominoso que la silueta de
una muchacha joven.
Encendió la luz del porche. Cuando Sugar Beth abrió la puerta, Gordon trotó fuera y dio unas
vueltas exploratorias alrededor de los tobillos de la joven. Tendría trece o catorce años y era delgada,
bisoña y hermosa. La suya era una belleza aún torpe, una hermosura todavía en pañales que, con toda
probabilidad, le hacía la vida miserable. La chica se sujetó la melena corta y lacia detrás de las orejas.
Su ropa era horrible: un par de pantalones informes y, como mínimo, dos tallas más grandes de lo
necesario y una cazadora desastrada que le llegaba a las caderas. Su rostro era redondo y delicado, y su
boca un tanto grande para la fragilidad de los pómulos. Incluso a la luz débil del porche, Sugar Beth
vio sus ojos azul pálido, casi fantasmales en su contraste con su pelo oscuro.
Gordon se alejó del porche para husmear entre los arbustos. La chica miraba a Sugar Beth
fijamente, como si fuera un espectro. Ésta esperó a que la recién llegada dijera algo y, al ver que no lo
hacía, habló ella misma.
Tenía un aire inquietante, casi familiar, aunque Sugar Beth nunca la había visto. Esperó sintiendo
un cosquilleo de preocupación.
Una añoranza aguda y agridulce le oprimió el corazón. La hija de Ryan. La hija que pudo haber
sido suya. ¿Cómo había podido perder a los únicos hombres buenos que había amado en la vida? A
Ryan, por su estupidez y a Emmett... quizá como castigo por lo que le hizo a Ryan.
Esa muchacha sin embargo, era también la hija de Winnie, y eso le heló la sangre. Por eso le
resultaba tan familiar. Los ojos azul plateado de Griffin Carey se habían abierto camino hasta la
siguiente generación.
RIGHT SQUARE BRACKETVerá, sé que es de muy mala educación y todo eso, presentarme
así, quiero decir, pero pensé que quizá no supiera de mi existencia. Y sé que no debería estar aquí ni
nada, pero sólo quería saludarla.
Había sido un día largo. Colin y su torso desnudo. La cena mañana. Después había recibido una
llamada inquietante de Delilah que estaba desolada porque Sugar Beth no podría visitarla el Día de la
Familia. No necesitaba más complicaciones emocionales, que era precisamente lo que prometía la
presencia de esa niña de ojos pálidos.
Sugar Beth no se podía imaginar al pacífico Ryan matando a nadie aunque, claro está, ella
recordaba al muchacho de dieciocho años que a orillas del lago, a su lado sobre la roja toalla de playa,
le decía que una vez casados, abandonarían Parrish y se instalarían en Atlanta.
RIGHT SQUARE BRACKETQuizá debas volver a casa antes de que eso suceda. Gigi bajó la
vista a sus zapatos y golpeó uno de sus gruesos tacones contra las tablas astilladas del suelo.
RIGHT SQUARE BRACKETEsperaba que tal vez podríamos hablar. RIGHT SQUARE
BRACKETLevantó la cabeza con un destello de desafío en la miradaRIGHT SQUARE BRACKET:
Porque es mi tía y todo eso.
RIGHT SQUARE BRACKETNo creo que tus padres estén muy de acuerdo.
Sugar Beth se fijó en el apretón obstinado de su barbilla, reprimió un suspiro y dio un paso atrás
para dejarla pasar. Tarde o temprano alguien tendría que pagar caro por esto, y sin duda Sugar Beth se
encontraría la primera ante la caja.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿De veras? ¿Puedo entrar? RIGHT SQUARE BRACKETCruzó
el umbral con tanto ímpetu que casi derribó a Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo por unos minutos RIGHT SQUARE BRACKETdijo Sugar
Beth y cerró la puerta. Tendrás deberes que hacer, supongo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo, señora. Es viernes. Y además me han expulsado.
Sugar Beth no logró concebir que la hija de Ryan y Winnie pudiera hacer algo tan grave que
mereciera su expulsión del instituto. Ryan nunca se metía en problemas y Winnie era incapaz de
entregar siquiera un trabajo con retraso.
Beth la examinó con más atención. Tenía la cara enrojecida y surcos de tensión entre las cejas.
Parecía pensar que la había traicionado.
La cama vacía le hacía señales, así que optó por la vía de la menor resistencia.
Gigi la siguió a la cocina, donde se agachó para rascar la barriga de Gordon. El perro se despatarró
y agitó las orejas sobre el linóleo, con dicha bassetiana.
RIGHT SQUARE BRACKETLo sé. Mamá solía traerme aquí a veces. No le gustaban
demasiado los niños.
RIGHT SQUARE BRACKETResulta difícil creer que ella fuese objeto de la pasión de
Lincoln Ash.
Sugar Beth se acordó de sus trece años. Fue el año en que le crecieron los pechos, el año en que
Ryan Galantine descubrió que en la vida hay algo más que los deportes y Donkey Kong. Empujó el
plato de galletas hacia Gigi. Ella cogió una pero no se la llevó a la boca.
Si Sugar Beth hubiera golpeado a alguien contra una taquilla cuando tenía trece años, Diddie
habría exhalado un anillo de humo y habría dicho que las señoritas bien educadas no empujan a la
gente contra las taquillas, ni siquiera a las niñas que se lo merecen. Una pequeña dama se limita a dar
la espalda, organizar una fiesta divina y no invitar a la parte ofensora.
Éste era un buen momento para descubrir de qué pasta estaba hecha Gigi Galantine.
RIGHT SQUARE BRACKETNo soy una estirada. Quiero decir, no es mi culpa que seamos
ricos.
Sugar Beth esperó. Gigi volvía a morderse el labio, ya no tan satisfecha de sí misma.
Sugar Beth reprimió las ganas de cubrir las galletas con una servilleta
Gigi tomó otro sorbo de CocaRIGHT SQUARE BRACKETCola y volvió a dejar la lata sobre la
mesa sin apartar la mirada de ella.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que no se encontraba demasiado bien ese día. Y ella no
tiene tantasc ya sabe... tantas ventajas como yo. No tiene padre ni es rica ni nada de eso. RIGHT
SQUARE BRACKETSe formó una nueva nube de tormentaRIGHT SQUARE BRACKET. Aunque su
madre es su mejor amiga. Su madre sí que lo entiende todo.
Gigi levantó la cabeza y a Sugar Beth se le pusieron los pelos de punta. Por un instante tuvo la
impresión de estar viendo sus propios ojos.
RIGHT SQUARE BRACKETPor eso he venido. Para que usted me dijera qué debo hacer.
RIGHT SQUARE BRACKETCariño yo soy la última persona del mundo a la que acudir para
pedir consejo.
RIGHT SQUARE BRACKETPero es la única que sabe cómo es esto. Quiero decir, somos
parecidas ¿no? RIGHT SQUARE BRACKETDe nuevo las palabras salieron a borbotonesRIGHT
SQUARE BRACKET Usted también era la chica más rica de la ciudad, y apostaría que todos pensaban
que era egocéntrica y estirada. Los padres de los otros chicos trabajaban para su padre, como ahora
trabajan para el mío y debían decir cosas desagradables a su espalda. Aunque nadie se metía con usted
como se meten conmigo. Yo quiero ser así. No quiero que nadie se meta conmigo. Quiero ser... ya
sabe... poderosa.
De modo que era eso. Sugar Beth ganó un poco de tiempo tomando un sorbo de CocaRIGHT
SQUARE BRACKETCola. Gigi pensaba que eran parecidas, pero se equivocaba. Esta niña no tenía a
una Diddie que le dijera que era mejor que todos los demás, ni para hacerle creer que la
desconsideración es admisible. A diferencia de Sugar Beth, Gigi tenía bastantes probabilidades de
poder crecer sin tener que aprenderlo todo a palos.
Su sobrina. Sugar Beth se había acostumbrado a pensar que Delilah era la única familia que tenía,
pero esta niña llevaba su sangre en las venas. Dio vueltas a la idea.
RIGHT SQUARE BRACKETQuieres que te cuente cómo lo hacía, ¿es eso? Como
manipulaba a la gente para conseguir lo que quería.
Gigi asintió, y una parte de Sugar Beth tuvo ganas de aplaudirla «Un hurra para ti, niña. Persigues
tu parcela del poder en esta vida y aunque no lo estés haciendo bien... un hurra para ti.» Se sentó
encima de un tobillo.
RIGHT SQUARE BRACKETEran mis mejores amigas, aunque ya no tengo contacto RIGHT
SQUARE BRACKETHizo una breve pausa para que sus siguientes palabras causasen efectoRIGHT
SQUARE BRACKET: Las echo de menos.
RIGHT SQUARE BRACKETPero tiene muchos amigos. Amigos importantes que hizo
cuando vivía en California y en Houston. Ya no necesita a las Sauces del Mar. Quiero decir, no son
importantes ni nada de eso.
Un nudo traidor apretó la garganta de Sugar Beth. Su cuerda emocional era más floja cada día.
No era ésa la respuesta que Gigi deseaba oír, y Sugar Beth vio que su mente ágil se preparaba para
lanzar una nueva descarga de argumentos. Antes de que lo hiciese, añadió:
Gigi pareció derrumbarse. Sugar Beth se dijo que su agenda de problemas no admitía más
anotaciones. Pero comprendía a esa niña mejor de lo que quería y, en el momento de levantarse de la
mesa se ovó decir:
Gigi se animó.
RIGHT SQUARE BRACKETPodría escaparme por la tarde. Mis padres tienen un concierto.
Sugar Beth recordó los carteles que había visto en el centro. «Los conciertos de Ryan y Winnie
GalantiRIGHT SQUARE BRACKETne...»
RIGHT SQUARE BRACKETNo creo que escaparse sea una buena idea.
No podía permitir que la muchacha volviera a casa sola a esas horas y cogió su chaqueta.
RIGHT SQUARE BRACKETY usted y mi madre no se llevaban bien, ¿verdad? Porque ella
era ilegítima y todo eso.
Las luces brillaban en las ventanas de la vieja casa colonial francesa, que hubiese estado mejor
ubicada en el Vieux Garre. Gigi se detuvo antes de que se acercaran demasiado.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tiene que seguir. Mi dormitorio está encima del porche de
atrás y es bastante de fácil trepar por la baranda. No hay peligro
Sugar Beth percibió el desdén en la voz de Gigi y emitió una orden estricta para sí: nada de pullas,
por tentadoras que fueran. Apartó de su pensla imagen de las perlas de Diddie en el cuello de Winnie.
Momentos después vio a Gigi trepar el poste de hierro forjado del pequeño porche trasero. Había
muchos puntos de apoyo para los pies y pronto la muchacha alcanzó el tejadillo. Un instante antes de
abrir la ventana de atrás, se dio la vuelta y saludó con la mano.
Sugar Beth aguardaba en las sombras pero, aunque no se la podía ver, devolvió el saludo.
«He traído a tu hija a casa, Ryan. A salvo y de una pieza»
Colin terminó de afeitarse y se dirigió al vestidor. Gordon solía hacerlo compañía mientras se
vestía, pero esta noche le habían desterrado a la cochera. Lo mejor de Sugar Beth era su perro.
De la cocina llegó el estallido de algo estrellándose contra el suelo. Otra vez el proveedor. O tal
vez se le hubiera caído algo a Sugar llevaba todo el día corriendo arriba y abajo: para abrir la puerta,
para dar el último toque a los ramos de flores, para discutir con el proveedor. Se dedicaba en cuerpo y
alma en pos de su anhelado ascenso.
Colin rezongó al tropezar con el banco del vestidor. No tenía por qué sentirse culpable. Lo que iba
a ocurrir esta noche era de una sencillez brutal que no tenía intención de dedicar el resto de su vida a
la venganza, también sería el final de la historia. Un punto y aparte. Cogió una camisa de su percha de
cedro. Una vez terminada la velada, le firmaría un cuantioso cheque de despedida y nunca volvería a
pensar en ella. Cosa que no resultaría fácil, claro.
Acababa de abrocharse los gemelos Bulgari cuando oyó que llamaban a la puerta.
Sugar Beth entró como un vendaval, como él esperaba. Vestía un conjunto conservador, al menos
para ella: pantalones negros y blusa blanca con cuello de uve. Desde el ángulo apropiado, como era el
caso en ese momento, se podía tener un atisbo del encaje blanco del sujetador.
Colin echó de menos los altísimos tacones de aguja con que había venido, a pesar de que había
sido él quien le hizo cambiarselos con el pretexto de que tendría que pasarse toda la velada de pie,
aunque ambos sabían la verdadera razón. Son las invitadas quienes lucen zapatos de tacones altos, no
los miembros del servicio. Estos tampoco se recogen el cabello dejando sueltos largos y
despreocupados mechones RIGHT SQUARE BRACKETsobre la curva enarbolada de la mejilla, junto
a la línea delicada del cuello, delante de las pequeñas orejas, de cuyos lóbulos colgaba un diminuto par
de corazones de oroRIGHT SQUARE BRACKET, pero Colin hizo la vista gorda.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Me liaré a puñetazos con este proveedor! RIGHT SQUARE
BRACKETexclamó ella, los corazones de oro agitándoseRIGHT SQUARE BRACKET. Debí pedirte
que buscaras a otro en el instante mismo en que me dijo que es de California. Está poniendo tofu en
los hors d'oeuvre. ¡Sin freírlo siquiera!
Estaba en pleno modo «ama de casa». Colin empezaba a sospechar que lo asumía cada vez que se
encontraba a la defensiva, al parecer casi siempre. El rubor de sus mejillas le prestaba un aspecto más
sano que recién llegada a Parrish, aunque sus muñecas todavía eran enclenques y el trazado de venas
azules en el dorso de la mano que plantó sobre la cadera podría ser el mapa de carreteras de todas las
decepciones que la vida dispensa a las viejas reinas de la belleza.
RIGHT SQUARE BRACKETAcaba de romper la jarra nueva que te traje. Y ¿sabías que
pensaba utilizar bandejas de aluminio desechable en la mesa del bufé? He tenido que recordarle que se
trata de una cena formal, no de una francachela improvisada.
Mientras Sugar Beth seguía despotricando, Byrne tuvo ganas de ordenarle que dejara de malgastar
energías en una fiesta que no era suya. Desde el primer momento le había explicado que su cometido
era servir a los invitados, pero Sugar Beth ni siquiera pestañeo. Él intentó recalcar lo dicho
mandándola vestir apropiadamente. Resulta sorprendente lo fácil que es comportarse como un
bastardo cuando uno se lo propone. Si ella inclinara su orgullosa cabeza una sola vez para admitir su
derrota, él lo dejaría correr. Pero Sugar Beth no se humillaba. Y aquí estaban los dos. Y él tenía ganas
de que todo acabara de una vez.
RIGHT SQUARE BRACKETNo lo harás. Con excepción de mi sueldo, eres mister Derrochon
en persona. Incluso cuando se trata de este incompetente proveedor de la Costa Oeste.
Byrne consiguió reprimir la sonrisa en el último momento. No iba a ceder a sus encantos
seductores. El mordaz sentido del humor de Sugar Beth no era más que otra de sus tretas, lo utilizaba
contra sí misma para evitar que el otro tirara la primera piedra.
Sugar Beth recorrió con la mirada sus pantalones negros y la camisa de manga larga color burdeos.
Byrne se había prometido no enzarzarse en esgrimas verbales con ella, pero las palabras le salieron
a su pesar:
RIGHT SQUARE BRACKETAl menos conservo la fusta. Me dicen que su uso se recomienda
para disciplinar a los criados desobedientes.
A Sugar Beth la divirtió el comentario, y le dedicó una ancha sonrisa en el momento de cruzar la
puerta.
La palabra «envarado» quedó suspendida en el aire, como el olor a sábanas después del acto
sexual. Si ella sólo supiera...
Hasta el momento todo bien, pensó Sugar Beth. La casa era preciosa, había flores y velas
encendidas por todas partes. En el vestíbulo, las llamas de una docena de velas blancas se reflejaban
en la oscura superficie lacada del piano de media cola. La joven pianista que Colin había contratado
para la velada alzó los ojos del teclado y sonrió. Sugar Beth respondió y echó una última ojeada al
salón. Pequeñas velas de color crema anidaban entre las hojas de magnolia con que había decorado la
repisa de la chimenea, y otras parpadeaban en las mesillas dispuestas para el solario.
No todos los cambios que Colin había hecho en la casa eran malos. Libres del empapelado chillón,
los espacios de la planta baja parecían más amplios, y la cocina nueva y funcional era decididamente
mejor que la vieja y atestada. También le gustaba que el solario rescatara de las sombras la parte
posterior de la casa. Aun así, echaba de menos las llaves de su padre encima de una mesilla y el
perfume de Diddie en todas las habitaciones.
Se dirigió al comedor para comprobar que el proveedor no hubiera cambiado las cosas de sitio. Las
ramas de pimentero que había entrelazado en los brazos de la araña prestaban un aspecto más
hogareño a la sala, y el centro de rosas naranja pálido y lirios dorados del Perú relumbraba sobre el
mantel de lino moca, como ella había previsto. Ya había disminuido la intensidad de la araña del
vestíbulo, y ahora hizo lo mismo en el comedor. Las viejas paredes la abrazaron. «Deberías ser mía
RIGHT SQUARE BRACKETpensóRIGHT SQUARE BRACKET. No te merezco, ni siquiera te quería,
pero deberías ser mía, a pesar de todo.»
Prefería creer que había trabajado tan duro para esta fiesta a efectos de demostrarle a Colin que no
era una inútil, pero había mas que eso. Necesitaba ver la casa brillar de nuevo. Y necesitaba
mantenerse muy ocupada para no pensar en el papel que le tocaba interpretar esa noche.
Por un momento se permitió imaginar que aún era la hija de "La Novia del Francés", que los
huéspedes de esa noche eran los mismos que ella habría invitado si no se hubiera esforzado tanto en
arruinar su vida. Las Sauces del Mar, Ryan, la vieja chalada de Carmichael solía decir a todo el mundo
que Sugar Beth era tan dulce como su nombre; Bobby Jarrow y Woody Newhouse, el pastor Ferrelle
su esposa, y la tía Tallulah, aunque desaprobara la labor decorativa Sugar Beth.
«¿Dónde están los palitos de queso de tu abuela? Dios de mi alma Sugar Beth, hasta tú sabes que
no se puede celebrar una fiesta en "La Novia del Francés" sin los palitos de queso de Martha Carey.
La lista de invitados imaginaria se esfumó. Lo último que deseaba ver esa noche eran caras
familiares. Resonó un tintineo de cristalería cuando Renaldo, el estudiante contratado para servir las
bebidas, pasó de camino al bar del salón llevando una bandeja con copas de champán vacías.
Ernie, el desgraciado proveedor, con su cara rosada, su cabeza calva y sus cejas pobladas, parecía
una versión demoníaca de Porky el Cerdito. Se había olvidado de traer palillos para las bandejas de los
hors dLoeuvre, y Sugar Beth tuvo que buscarlos por su cuenta. Justo en el momento de entregárselos
sonó el timbre de la puerta. El estómago le dio un vuelco
«Ah no. No vas a acobardarte ahora.» Irguió la espalda y se dirigió a la puerta principal.
Colin había llegado primero. Estaba en el vestíbulo con dos hombres y una mujer, cuyo elegante
vestido negro llevaba «Nueva York» escrito por todas partes. Uno de los hombres debía rondar los
cincuenta y estaba bronceado; el otro era un apuesto licenciado de alguna universidad del nordeste. No
podían ser otros que el agente de Colin, su esposa y Neil Kirkpatrick, su editor. Colin había almorzado
en el Parrish Inn, donde se alojaban, aunque era la primera vez Beth los veía.
La dulce balada que surgía del piano, el suelo de mármol que relucía bajo la luz aterciopelada de la
gran araña, el parpadeo de las velas.. Todo era hermoso. La casa la atrapó en su hechizo y, por un
momento le pareció percibir una exhalación del perfume de Diddie. Sonrió. Se acercó a los invitados y
tendió la mano.
La mujer ladeó la cabeza y los hombres parecieron confusos. Sugar Beth se dio cuenta de lo que
acababa de hacer y sus dedos se contrajeron al retirar precipitadamente la mano. Colin se adelantó un
paso y dijo con voz tranquila:
Ruborizándose de vergüenza, ella se obligó a tender la mano de nuevo para recibir el abrigo.
No le podía mirar a la cara, no soportaba saber que la estaba observando. En cuestión de segundos
había desmentido diez días de obstinación y ocurrencias ingeniosas, diez días de no dejarle entrever
cuánto dolía trabajar como sirviente en la casa que debió ser de su propiedad.
Consiguió abrirse camino hasta el cuarto lavadero, donde había instalado un colgador de abrigos.
Había estado a punto de presentarse a los invitados como si tuviera pleno derecho a ello. Su piel ardía.
Tenía ganas de echar a correr pero estaba atrapada. Atrapada en esa casa en esa ciudad. Atrapada al
lado de un hombre que solo deseaba su mal.
El timbre volvió a sonar, lejano para audible. Sugar Beth pensó en Delilah para recuperar fuerzas y
fue a abrir.
Los nuevos invitados de Colin era un matrimonio ya mayor. Logró recibirles con un simple
asentimiento de la cabeza. Después las llegadas se sucedieron con más rapidez, hasta que aparecieron
el alcalde Aaron Leary y su esposa
RIGHT SQUARE BRACKET Sugar Bethc Ha pasado mucho tiempo RIGHT SQUARE
BRACKETdijo él
La estilizada mujer no era de Parrish y no comprendió por qué su marido le presentaba a la criada.
RIGHT SQUARE BRACKETEs un placer conocerla, señora Leary RIGHT SQUARE
BRACKETNo volvería a cometer el error de traspasar los límites de la familiaridad, no cuando Colin
acechaba para pillarla justamente en falta.
Llegaron varios matrimonios de Oxford, profesores, supuso Sugar Beth. Todos saludaron a Colin
como si fuera uno de ellos a pesar de que no lo sería nunca, ni que pasaran mil años. Sugar Beth sentía
que observaba todos sus movimientos, que deseaba proporcionarle una experiencia espantosa. Ésta era
su venganza. Se obligó a aceptarlo.
Llegó Jewel Myers, acompañada de la rubia rizada que trabajaba en la librería. Sugar Beth recordó
que Ellie solía mandar a Jewel a la veranda con una jarra, para servirla a ella y a sus amigas.
«Esta limonada no es de color rosa, Jewel. Llévala a la cocina y dile a Ellie que la queremos rosa»
RIGHT SQUARE BRACKET Vaya, vayac El mundo resulta más interesante cada día que
pasa.
Sólo la semana pasada Sugar Beth había deseado trabar amistad con Jewel. Ahora se daba cuenta
de la imposibilidad de aquel deseo.
Voces del pasado resonaron en su cabeza. «No quiero jamón, Jewel. Dile a Ellie que me prepare
mantequilla de cacahuete con miel.» «Sí, señorita Escarlata.»
Jewel había llegado a contestarle eso de veras, y Sugar Beth quiso creer que se había reído, aunque
no era muy probable,
En el salón, Colin charlaba con un profesor con aparente interés; ella sabía que era sólo una pose.
Cada partícula de su ser estaba pendiente de ella. La hora de la venganza le había llegado.
RIGHT SQUARE BRACKETNo creo que Meredith quiera quedarse con su abrigo RIGHT
SQUARE BRACKETdijo Jewel con una chispa de diversión en la mirada. Sugar Beth agradeció la
oportunidad de escaparse y, mientras colgaba el abrigo, pronunció una pequeña oración: «De acuerdo,
Dios, ya toca aflojar un poco el nudo. Admito que fui una persona horrible, pero he intentado cambiar
mis actitudes. Algunas, al menos... ¿Crees que ahora podrías apretar menos?»
Sin embargo, Dios tenía ocupaciones más importantes que escuchar las oraciones de una
mancillada belleza sureña, porque la siguiente vez que abrió la puerta Sugar Beth se encontró cara a
cara con las Sauces del Mar.
Aunque no todas, sólo Leeann y Merylinn. Más que suficiente. Sugar Beth contempló sus caras,
tan familiares y a la vez cambiadas, y recordó como Colin había jugado con la verdad. Debió imaginar
que ellas estarían invitadas. Una parte de ella debió saberlo.
Merylinn la contempló sin sorpresa, porque habían estado esperando el momento. Los ojos de
Leeann destellaban con alegría maliciosa.
En un tiempo ambas habían sido sus mejores amigas. Pero en la universidad Sugar Beth se había
olvidado de ellas. Ahora Leeann era enfermera y pesaba unos diez kilos más que en el instituto,
cuando, había sido una de las mejores atletas del último curso. Llevaba un vestido tubo de seda
amarillo vibrante, más adecuado para julio que principios de marzo. En cuanto a Merylinn, llevaba un
conjunto anaranjado de cordoncillo que quedaba bien con su figura alta y ancha; todavía exageraba la
nota de su maquillaje. Tallulah le había dicho que enseñaba matemáticas en el instituto. Resultaba
difícil imaginarse a Merylinn, la compañera predilecta de travesuras de Sugar Beth, en el papel de
maestra.
Sugar Beth se dio cuenta de que les impedía el paso y se hizo a un lado. Por primera vez, se fijó en
la presencia de los hombres. Deke Jasper, el marido de Merylinn, había perdido parte de su cabello
aunque conservaba la mandíbula cuadrada y su atractivo. Siempre había sido un tanto sentimental, y a
Sugar Beth le pareció ver un destello de simpatía en sus ojos. El acompañante de Leeann era un
hombre pulcro y de baja estatura que llevaba demasiada colonia.
RIGHT SQUARE BRACKETHola, Sugar Beth. ¿Te acuerdas de mí? Soy Brad Sirmons.
Era uno de esos chicos que no acaban de encajar en ningún grupo. En el baile de primavera de
octavo la había invitado a bailar y ella casi se mojó las bragas de la risa, porque él era bajito y ella era
Sugar Beth Carey.
Apenas aquella mañana Colin y ella habían intercambiado sonrisas cuando Gordon trotó en la
cocina con una oreja vuelta del revés y una caja de galletas vacía en la boca. Ahora le odiaba por
aquella sonrisa.
Heidi Dwyer RIGHT SQUARE BRACKETahora PettiboneRIGHT SQUARE BRACKET aún tenía
sus grandes ojos color avellana y el cabello rojo, rizado y rebelde. Un osito de plata de ley colgaba de
una cadenilla alrededor de su cuello, y su jersey rojo vivo estaba adornado con un racimo de cometas
que ondeaban a la brisa de marzo. Sugar Beth imaginó que debía de tener una cómoda repleta de
jerséis apropiados para toda estación y ocasión festiva. En los viejos tiempos, Heidi hacía la ropa para
sus Barbies.
Phil, el marido de Heidi, jugaba al fútbol con Ryan. Seguía tan delgado como en el instituto,
aunque ahora tenía el aspecto bronceado y nervudo de un corredor de fondo. Durante el último verano
del colegio, todos pasaron los fines de semana junto al lago, bebiendo la cerveza que les
proporcionaba a escondidas uno de los ayudantes del restaurante local. Phil ya salía con Heidi
entonces, aunque él había intentado besar a Sugar Beth. Como ella no quería estropear su amistad con
Ryan, nunca le contó lo ocurrido, aunque sí se lo contó a Heidi y la hizo llorar.
Amy seguía sin llevar maquillaje, y la cruz de oro visible entre el cuello abierto y su conservador
vestido rosa era una versión más grande de la que llevaba en el instituto, cuando ella y Sugar Beth se
apoderaron de la cocina de Ellie para hacer galletas. El hombre de pelo castaño y gafas debía de ser su
marido.
Leeann saludo con la mano a alguien que estaba en el salón. Había sido la primera amiga de Sugar
Beth. Se habían conocido en el parvulario, donde según contaban sus madres, Leeann había intentado
arrebatarle un teléfono de juguete a Sugar Beth y ésta se lo había estampado en la cabeza. Cuando
Leeann rompió a llorar, Sugar Beth hizo lo propio y luego le dio su nuevo reloj de Miss Piggy para
calmarla.
De todas las Sauces del Mar, Leeann fue la que se sintió más traicionada por Sugar Beth cuando es
dio la espalda para quedarse con Darren Tharp
Sugar Beth al final tuvo que observar lo que no había querido ver: que Leeann llevaba abrigo. Una
chaqueta, en realidad. De lana marrón acolchada, demasiado gruesa para llevar dentro de la casa. Una
prenda que la criada ha de llevarse para colgar. Leeann se estremeció de placer al quitarse la chaqueta
y lanzarla hacia Sugar Beth.
Una docena de insultos pasaron por la cabeza de Sugar Beth pero no profirió ninguno, porque
había dado la espalda a su más vieja amiga por un inútil fracasado llamado Darren Tharp.
Todos la siguieron con la mirada mientras se alejaba por el vestíbulo. La chaqueta que llevaba
colgada del brazo pesaba media tonelada.
El timbre sonó de nuevo. Sugar Beth siguió avanzando, No se permitió oírlo. Casi estaba a salvo.
El terror le revolvió el estómago. Donde hubiera una Mar, pronto aparecían las otras.
El camino hasta la puerta fue interminable. Ya no quedaban Sauces del Mar en Parrish. Las demás
se habían mudado. Aunque algunos de sus novios seguían en la ciudad...
Abrió la puerta.
Le resultó tan familiar como si lo hubiera visto esa misma mañana aunque los años habían dejado
su impronta y, al mirarle a los ojos, supo que el adolescente que ella recordaba no era más que una
sombra del hombre en que se había convertido. Era aún más apuesto de lo que se había imaginado,
seguro y refinado, su pelo rubio un tono más oscuro, pero sus ojos del mismo cálido color caramelo.
Su americana deportiva de espiga blanca y negra combinaba a la perfección con su camisa de discretas
rayas. Ambas prendas eran de confección impecable y muy caras. A pesar de su asombroso atractivo,
Sugar Beth no sintió la mordedura de la pasión. Ni asomo del deseo ardiente que le despertaba Colin
Byrne. En su lugar experimentó una mezcla de nostalgia y profundísimo arrepentimiento.
La chaqueta de lana de Leeann le abrasaba el brazo. La pianista empezó a tocar una balada de
Sting. La familia de Ryan era pobre, comparada con la de Sugar Beth. Su casa era pequeña y atestada y
sus coches viejos, aunque a ella nunca le había importado. Incluso cuando él era un muchacho había
sabido ver su valía. Al menos se podía conceder ese crédito. Por el otro lado, quizá su aprecio no fuera
más que resultado de la atracción sexual.
Ella intentó pronunciar su nombre, pero se le quedó pegado en el paladar y sólo consiguió
saludarle con un asentimiento. Dio un torpe paso atrás, para dejarles pasar. Porque, naturalmente,
Ryan no había venido solo.
Winnie había cambiado las perlas de Diddie por un diamante engastado, y gemas a juego brillaban
en su cabello oscuro. Llevaba un entallado traje pantalón verde albahaca y una blusa de lentejuelas
esmeralda. Esos colores apagarían la belleza de Sugar Beth, pero Winnie había heredado la tez
aceitunada de Griffin y estaba radiante.
No mostró ni pizca de la satisfacción maliciosa exhibida por Leeann y Merylinn. Cuando sus
miradas se cruzaron, sólo dejó traslucir una profunda y fiera dignidad. Que todo el mundo viese que la
réproba torpona se había convertido en un cisne muy hermoso y muy rico.
Ryan rodeó los hombros de Winnie con el brazo. Sugar Beth captó el mensaje.
Colin dio un paso adelante. De pie entre los dos hombres, Winnie aparecía menuda y femenina.
Sugar Beth había olvidado su talla pequeña. Ella y Colin intercambiaron besos en la mejilla,
RIGHT SQUARE BRACKETWinnie, esta noche estás deslumbrante. Como siempre. RIGHT
SQUARE BRACKETSu sonrisa dio a entender a Sugar Beth que, por mucho que estimara a Leeann y
las demás Sauces del Mar, su amistad con Winnie era más profunda.
RIGHT SQUARE BRACKETTemí que llegaríamos tarde. Ryan tuvo una emergencia en la
fábrica.
Cuando alcanzó el cuarto lavadero estaba temblando. No volvería allá por nada en el mundo. Se
iría para no regresar jamás. ¿Dónde estaba su bolso? ¿Dónde lo había dejado? ¿Dónde...?
«Te quiero, Sugar Beth mía. Y tú también me quieres. ¿Verdad?» Delilah... Por un momento, se
había permitido olvidar. La conservación de su orgullo no detendría las facturas pendientes de la
residencia. Una vez más había alcanzado uno de esos momentos clave de la existencia. Emmett
hubiese dicho que esa velada le ofrecía una oportunidad de oro para demostrar de qué pasta estaba
hecha.
RIGHT SQUARE BRACKETDe vidrio, amor mío. Como las ventanas de papá.
RIGHT SQUARE BRACKETDeja de remolonear, amorcito, y haz lo que tienes que hacer.
Embistió el cuello de la chaqueta de Leeann con una percha. Casi podía percibir el dulce sabor de
la venganza en la lengua de Colin. Él esperaba que ella huyera, deseaba que ella huyera y cuanto más
permaneciera encerrada en el lavadero, más le satisfacía.
Se volvió hacia la puerta y respiró hondo. Había llegado el momento de pasar una prueba. Otra
vez.
10
Sugar Beth entró en el salón con una bandeja de canapés y un puñado de servilletas de papel. Las
Sauces del Mar irguieron las cabezas, aves de presa al acecho de su víctima. Estaban reunidas aparte,
dejando que sus maridos cuidaran de sí mismos. Winnie, la vieja réproba convertida en su actual líder,
brillaba entre ellas tanto como los diamantes que lucía. Bebió un sorbo de vino de su copa. Ni fingía
ignorar la presencia de Sugar Beth ni la miraba fijamente, como hacían las demás.
Ryan estaba de pie bajo la arcada de la entrada, separado del resto y observando discretamente a
Sugar Beth. Colin trataba de espolear el ansia justiciera que le impulsaba desde que ella volviera a
Parrish, pero no conseguía encontrarla. Verla obligada a coger el abrigo de Leeann había sido más que
suficiente para satisfacer su apetito de venganza. Ahora lo único que deseaba era terminar la velada,
para olvidar a Sugar Beth y todos los estragos que ella había causado.
El rubor ardía en sus mejillas mientras cruzaba el salón pero, en lugar de evitar a las Sauces del
Mar, como haría cualquier persona razonable fue directa hacia ellas. Colin percibió la predisposición
negativa de ellas deslizándose hacia Sugar Beth como una nube radiactiva. Las había herido a todas, y
no lo habían olvidado. Viéndola avanzar, Colin deseó que dispusiera de cierta munición para
defenderse: los negros tacones de aguja que la había obligado a quitarse, uno de sus tops retractilados
la mariposa turquesa...
En lugar de borrar la sonrisa burlona de los labios de Leeann con uno de sus comentarios
mordaces, como habría hecho la vieja Sugar Beth, la rubia alta con la bandeja de gambas no
respondió. Permaneció inmóvil, dejando que la examinaran como si le hubieran salido hongos.
Colin arrugó el entrecejo. ¿Por qué Sugar Beth no minimizaba las pérdidas largándose ahora
mismo? ¿Tanto necesitaba aquel cuadro?
Heidi tomó una gamba y Leeann, rebosante de dignidad cogió la copa medio vacía de Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETHay que rellenar la copa de Winnie. Trae champán. Colin había
sido el artífice de todo aquello. ¿Cómo podía culparlas por su descarado despliegue de regodeo?
Cuando tramaba su plan veía en él la manera perfecta de ajustar cuentas. La venganza de un caballero:
directa al grano pero sin que la sangre llegara al río. Ahora, embargo, su vieja amargura parecía un
fotograma granuloso que llevaba demasiado tiempo proyectándose en su cabeza.
Sugar Beth pasó las servilletas a la mano que sostenía la bandeja y cogió la copa.
Puso rumbo al bar, la cabeza alta, la espalda erguida, una reina portando una bandeja de gambas.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Habéis visto su cara cuando Leeann le dio la copa de Winnie?
No se vosotras, pero ésta es la velada más divertida de mi vida
Se lo quedaron mirando pero, antes de reaccionar, Sugar Beth regresó con la copa de Winnie. Ésta
la aceptó sin mirarla siquiera, como si su hermana fuera invisible. Colin debería felicitarse. Aquélla
era justicia de salon en su versión más refinada.
RIGHT SQUARE BRACKETHe terminado de leer aquel autor chino que me recomendaste
.RIGHT SQUARE BRACKET. Tenías razón. Disfruté mucho del libro.
Colin sintió una punzada de irritación. Winnie sabía mejor que todas como es sentirse proscrita, y
esperaba algo más de ella. Su propia hipocresía le asombró. ¿Acaso iba a culpar a Winnie de lo que él
mimo había puesto en marcha?
Sugar Beth se marchó a la cocina, y Colin se permitió relajarse un poco. Quizás tuviera el buen
sentido de marcharse. Desde luego, la vieja Sugar Beth lo haría. Con espíritu deportivo, accedió a
comentar la obra del autor chino. Su voz sonaba pomposa pero eso no le preocupó. Además que
demonios, él no era pomposo, dijera lo que dijese Sugar Beth. Sencillamente, le gustaba alentar a la
gente a hablar de literatura,
RIGHT SQUARE BRACKETEs poco probable que lo lea, salvo que haya un hombre desnudo
en la tapa RIGHT SQUARE BRACKETbromeó MerylinnRIGHT SQUARE BRACKET. Quizás hagan
una película.
Todos rieron excepto Winnie. Colin siguió su mirada y vio que Sugar Beth había vuelto de la
cocina e iba directa hacia Ryan.
A Ryan le gustaban las fiestas con buena música y buena comida las fiestas en que los viejos
amigos podían mezclarse con gente nueva e interesante, pero esta noche hubiera preferido no asistir.
Al mismo tiempo, casi no había podido pensar en otra cosa. Por fin volvería a verla.
«Colin se lo restregará en la cara, esperad y veréis» había cacareado Leeann la última vez que
estuvieron todos juntos. No sería humano si no lo hiciera.» Los demás aportaron alegremente sus
opiniones, y sólo Winnie permaneció callada.
No tuvo que ver a Sugar Beth para saber que iba a sentir hacia ella. Lo mismo ocurría en el
instituto. Antes de torcer en una esquina, Ryan ya sabía que se la encontraría del otro lado.
Apartó de la mente aquel susurro oxidado. No habían sido Romeo y Julieta, precisamente. Más
bien Ken y Barbie, como solían llamarles los amigos para tomarles el pelo. Él se acurrucaba a sus pies
como un cachorro enamorado, y ella era exactamente lo mismo que ahora, una mujer nacida
demasiado hermosa y demasiado rica para preocuparse de pequeñeces como la integridad.
RIGHT SQUARE BRACKETHola, tú RIGHT SQUARE BRACKETdijo Sugar Beth con voz
más ronca de lo que él recordabaRIGHT SQUARE BRACKET. Tengo algunas brochetas mediocres
para hombres con buen apetito, pero ni te acerques a lo otro. Es tofu.
Aunque vestía con más sencillez que las otras mujeres, Sugar Beth conseguía hacerles sombra sólo
con su porte. No obstante, había perdido el frescor de su juventud. Estaba demasiado delgada y la piel
en torno a los ojos se veía tensa. Parecía una mujer un tanto usada. No desgastada, pero ya no nueva.
Al mismo tiempo, nada podía ocultar su pedigrí de purasangre.
RIGHT SQUARE BRACKETSeguro que sí. RIGHT SQUARE BRACKETLa sonrisa de Sugar
Beth se tornó más generosa, matiz que sólo consiguió irritarle.
RIGHT SQUARE BRACKETNunca se sabe cuándo la vida nos dará calabazas, ¿verdad,
Sugar Beth?
Y eso hicieron. Una y otra vez, hasta que por fin les salió bien. Lo hicieron en el Camaro, sobre
mantas a orillas del lago, junto a la caldera del sótano de los padres de Leeann. Aun así, no era
suficiente. Se habían prometido que, una vez casados, lo harían al menos tres veces por día «Te querré
siempre.»
Ryan no se había percatado de la presencia de Colin y sintió ganas de protegerla al ver que su
sonrisa se desvanecía.
RIGHT SQUARE BRACKETLo siento, jefe. No tengo tiempo para charlar. He de servir estos
canapés antes de que se enfríen.
La pianista atacó una canción de Faith Hill. Colin miró con ceño la espalda de Sugar Beth. Ryan
tomó un sorbo de cerveza y meneó la cabeza.
Colin suspiró.
A Colin el whisky se le removió en el estómago. Ella se quebraría antes que doblegarse un ápice.
Tuvo ganas de sacarla a rastras del salón y quitarle su obstinación a besos.
Pero Sugar Beth ya no era la adolescente cáustica que ambos recordaban. Colin quiso decírselo a
Ryan pero, consciente de que él mismo apenas empezaba a darse cuenta de ello, se abstuvo.
Oyó una exclamación contenida y volvió la cabeza justo a tiempo de ver a Merylinn volcar su copa
de vino tinto encima de la blusa blanca de Sugar Beth.
Sugar Beth huyó al dormitorio de Colin. No iba a permitirles que la hicieran llorar. En su vida ya
había derramado lágrimas de compasión suficientes para ahogar a una cabra, y lo único que había
conseguido era un cero patatero. El vino que empapaba su blusa parecía sangre recién vertida. Se
obligó a respirar hondo y acompasadamente, pero no logró deshacer el nudo que le cerraba la
garganta. Ya podía llamar las cosas por su nombre. El nudo nacía de la vergüenza. Hay una gran
diferencia entre saber que la gente te odia y ver el odio en sus caras.
En el baño encontró pañuelos de papel para sonarse la nariz. No iba a huir. Las Sauces del Mar ya
podían arrancarle la piel a mordiscos, ella no pensaba irse a ninguna parte. Se sentía como el muñeco
contra el que los niños descargan puñetazos. Por muchas veces que la derribaran, ella volvería a
ponerse en pie. ¿O no?
No se sentía con ánimos de levantarse mientras se quitaba la blusa y se limpiaba el pecho con la
toalla de Colin. El vino había dejado una mancha roja en su sujetador, y eso ya no tenía remedio. Lo
cierto es que pocas cosas tenían remedio. Se sentía tan frágil como el castillo azúcar que una vez
decorara el pastel de su octavo cumpleaños.
RIGHT SQUARE BRACKETSal de aquí RIGHT SQUARE BRACKETle ordenó ella y entró
en el vestidor.
Byrne no replicó que aquélla era su habitación. Se detuvo justo pasado el umbral del vestidor, en el
mismo lugar que había ocupado ella unas horas antes mientras él se vestía.
RIGHT SQUARE BRACKETQuiero que vuelvas a la cochera ahora mismo RIGHT SQUARE
BRACKETle dijo, con una consideración que dolió más que las hostilidades del salón.
RIGHT SQUARE BRACKETNo me digas. RIGHT SQUARE BRACKETRebuscó entre las
camisas de él.
Normalmente a Sugar Beth le gustaba mirarle, pero ahora aquellos ojos arrogantes expresaban una
compasión que la indignaba.
Byrne relajó los dedos pero no la soltó, y sus palabras cayeron sobre ella, frías y ligeras como
copos de nieve:
Si Byrne quería volverse sensible era su problema; ella no pensaba seguirle el juego.
Díselo a ellas. Mejor aún, dilo a ti mismo. RIGHT SQUARE BRACKETTrataba, furiosa, de
abrocharse la camisa.
Él no lo negó. Cada vez que Sugar Beth le había preguntado por los invitados había evitado darle
una respuesta concreta.
RIGHT SQUARE BRACKETArmada y peligrosa. Y que todos sepan lo dura que eres.
RIGHT SQUARE BRACKETMucho más que las comadrejas como túRIGHT SQUARE
BRACKET replicó ella
RIGHT SQUARE BRACKETMe gusta pensar que poseo cierta sensibilidad femenina
Sus manos llegaron a la altura de sus pechos y el dorso de los dedos rozó la suave curva,
enviándole pequeñas descargas de excitación por toda la piel. Esta sensación la asustó más que la idea
de volver al salón. Byrne exudaba la misma fuerza varonil que la había derrotado en el pasado.
RIGHT SQUARE BRACKETDesde luego, no he visto mujeres por aquí. ¿Cuánto hace no
tienes una cita? Con una mujer, quiero decir.
RIGHT SQUARE BRACKETEstoy pasando una temporada sabática.
RIGHT SQUARE BRACKETEs lo que dicen todos antes de empezar a vestir santos.
RIGHT SQUARE BRACKETVe a casa, Sugar Beth. Ya les has demostrado de qué pasta estás
hecha. No necesitas nada más.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Por qué dejar una fiesta justo cuando se pone interesante.
RIGHT SQUARE BRACKETNo podrías estar más equivocado, macho. He enterrado a mis
padres y a un par de maridos. Esto no me afecta en absoluto, salió del vestidor y se dirigió a la puerta
del dormitorio.
Colin no había previsto que las cosas podían empeorar y fue un error. Sugar Beth no pensaba
retroceder. Con la máscara de desapego cordial bien puesta, siguió sirviendo bebidas y pasando la
bandeja con los hors d'oeuvres. Cuando ya no soportó seguir observándola, le quitó la última bandeja
de las manos, ganándose una sonrisa melindrosa y un gesto de desaire.
Cuando la había visto en el vestidor, el sujetador blanco manchado de vino, ni siquiera el deseo
que le despertaba pudo disimular el desprecio que sentía por sí mismo. Byrne se movía por el salón
tratando de concentrarse en sus deberes de anfitrión. Todos los que estaban allí le habían ayudado a
escribir gReflexionesh, de una manera u otra. Las bibliotecarias, los historiadores... Winnie le había
hecho la crítica de su manuscrito cuando necesitó una mirada diferente. Jewel y Aaron Laery le habían
facilitado el acceso a la población negra de la ciudad y la comprensión de la forma de pensar de sus
miembros más ancianos. Las sauces del Mar le habían ayudado a separar los hechos de las
habladurías.
Vio a Winnie de pie junto a una de las mesillas dispuestas en el solario. Estaba contemplando la
oscuridad del otro lado de los ventanales. Detrás de la isla central que dividía la cocina, Sugar Beth y
el proveedor daban los últimos toques a las bandejas con la cena. Ryan y las Sauces del Mar habían
ido al solario, acompañados de algunos invitados más, pero Winnie se había alejado de todos. Parecía
pequeña comparada con Sugar Beth, aunque menos indefensa.
Él hizo un esfuerzo fútil por distanciarse de la crueldad que había puesto en marcha:
RIGHT SQUARE BRACKETYa la había planeado antes que ella volviera a Parrish.
RIGHT SQUARE BRACKETTienes razón. Pero me encantó, Colin. Mentiría si dijera que no
disfruté de cada gota. Él lo comprendía, y esto sólo le hizo enfadarse más consigo mismo.
El editor entró en el solario. La buena disposición de una editorial no se debe tomar a la ligera, ni
siquiera por uno de sus autores más relevantes y Colin debía acercársele para darle conversación. En
cambio, se limitó a observar cómo Sugar Beth llevaba una ensaladera al comedor.
RIGHT SQUARE BRACKETInfluye en ti, ¿verdad? Como influye en todos los hombres que
se acercan demasiado a su telaraña.
RIGHT SQUARE BRACKETSiempre pensé que serías la única persona inmune a ella RIGHT
SQUARE BRACKETdijo Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETMejor para ti, si estás dispuesto a superar las acusaciones de
agresión sexual. Yo no he avanzado tanto.
RIGHT SQUARE BRACKETConvirtió mi vida en una pesadilla, Colin. ¿Sabías que solía
vomitar antes de ir al colegio y que luego me atiborraba de porquerías para sentirme mejor? Ella
nunca perdía la oportunidad de humillarme. En el instituto, planificaba por qué pasillos pasar para no
cruzarme con ella. Sólo tenía que mirarme para que yo empezara a dar traspiés. Si alguna chica daba
señales de buscar mi compañía, Sugar Beth le decía que sólo las perdedoras andaban con Winnie
Davis. Era mala, Colin y esa maldad no desaparece, forma parte del carácter de la persona. Si crees
que ella ha cambiado, me das lástima. Y ahora discúlpame no he tenido la oportunidad de charlar con
Charise.
Byrne reprimió las ganas de seguirla. El lunes pasaría por la tienda para calmar las aguas. Para
entonces habría superado la necesidad que sentía de defender a Sugar Beth. Para entonces no se
sentiría tentado de señalar que las cosas tampoco pudieron ser fáciles para ella, verse obligada a ir al
mismo colegio que la hija ilegítima de su padre y tener a alguien como Diddie como modelo. Quizá
Sugar Beth no hiciera más que luchar de la única manera que sabía.
Más invitados llegaron al solario, atraídos por el olor a comida. Las Sauces del Mar rodearon a
Neil, y Colin las oyó preguntar si conocía buenos libros de dietas y si conocía a Reese Witherspoon en
persona. Sugar Beth se le acercó, pero su deferencia no le engañó ni por un instante.
RIGHT SQUARE BRACKET Disculpe la interrupción, señor Byrne, pero la cena está lista.
Sus invitados pueden ir al bufé.
Para enfatizar su actitud servil, llevaba uno de los delantales del proveedor en la cintura. Colin
quiso arrancárselo, arrancarle toda la ropa y llevarla de vuelta al dormitorio.
RIGHT SQUARE BRACKETYa has hecho bastante. Sírvete un plato y siéntate con nosotros.
Las Sauces del Mar le oyeron. Giraron las cabezas como buitres. Winnie irguió la espalda y Ryan se
dirigió al bar. Pero las hogueras que ardían en los ojos de Sugar Beth le decían que no debía esperar
notas de agradecimiento en el futuro próximo.
RIGHT SQUARE BRACKETEs usted un encanto de jefe, preocupándose por los miembros
de la servidumbre, pero ya me he atiborrado de hors d'oeuvres. Sería incapaz de probar un bocado
más.
RIGHT SQUARE BRACKETPuedes deshacerte de ese maldito delantal y venir a cenar con
nosotros.
Los invitados que no eran de Parrish les escuchaban extrañados, pero las Sauces del Mar
comprendían, y siseos de desaprobación salieron de sus picos. Mañana todo Parrish estaría al tanto de
su traición. Mucho antes incluso. Les cosquilleaban los dedos de las ganas de sacar sus teléfonos
móviles y ser las primeras en informar al mundo que Colin Byrne se había unido a las fuerzas del mal.
Sugar Beth tuvo el valor de darle palmaditas en el brazo.
Neil se le acercó.
RIGHT SQUARE BRACKETEl drama vivo de la vida en una pequeña ciudad del Sur.
Deberías escribir un libro.
RIGHT SQUARE BRACKETEs tal como la describiste. ¿Por qué no me dijiste que había
vuelto?
Neil se resistió cuando Colin quiso conducirle hacia el bufé puesto en el comedor.
RIGHT SQUARE BRACKETAún no. Las Sauces del Mar acaban de entrar. Esas mujeres dan
miedo.
Nadie más lo había leído, sin embargo, y Colin se preguntaba como reaccionarían los ciudadanos
de Parrish a este segundo libro sobre su ciudad, cuando tantos de sus protagonistas aún seguían allí.
Miró también hacia el comedor.
Las Sauces del Mar prefirieron cenar en las mesillas del solario. Cuando todos los invitados
estuvieron servidos, Colin disimuló su falta de apetito haciendo la ronda por las otras mesas. Al final,
regresó al solario y se apostó junto al mostrador con un plato que no tenía ganas de comer y con la
vana esperanza de poder, de alguna manera misteriosa, controlar los acontecimientos desde aquella
posición elevada.
RIGHT SQUARE BRACKETQuiero otro de estos deliciosos rollos. Asegúrate que esté a
caliente.
En cuanto realizaba un recado, las Sauces del Mar la enviaban por otro. Y ella lo permitía. Ni se
deshacía en prisas ni las envió a tomar por saco.
RIGHT SQUARE BRACKETTráeme una toallita húmeda. Tengo las manos pegajosas.
RIGHT SQUARE BRACKETA ver si encuentras el molinillo de la pimienta. Seguro que hay
uno RIGHT SQUARE BRACKETNi siquiera Amy pudo resistir la tentación de unírseles, a su manera
particular, y Colin la oyó susurrar: Jesús puede lavar los pecados de todos, Sugar Beth, incluso los
tuyos. Entrégate a su piedad
Colin apartó su plato con la intención de poner fin a aquella tontería, pero Sugar Beth detectó su
movimiento y le dirigió una mirada que no solo ponía en duda su virilidad sino su propio derecho de
existir en este mundo. Con resignación, Byrne no se movió y se preparó para lo peor.
11
No creo RIGHT SQUARE BRACKETdijo lord Bromford después de someter el tema a su seria
consideraciónRIGHT SQUARE BRACKET que uno deba sacrificar sus principios para satisfacer los
caprichos de su mujer.
Colin comprendió la jugada de inmediato. Winnie había elegido algo nimio, insignificante, pero
que lo simbolizaba todo, para recuperar el tenedor, Sugar Beth tendría que ponerse de rodillas ante
Winnie.
No sabía si Sugar Beth pensaba complacerla ni quiso esperar a averiguarlo. Se apartó del
mostrador como un resorte, sólo para ver que el marido de Winnie se le adelantaba.
La boca de Winnie se torció y, por primera vez, pareció más vulnerable que Sugar Beth. Ésta miró
a Ryan una fracción de segundo antes de dar un paso atrás. Lentamente, él se apoyó sobre una rodilla a
los pies de su esposa, buscó debajo de la mesa y cogió el tenedor que sin duda, Winnie había
empujado hasta allí con el pie.
Colin miraba a las dos mujeres alternativamente. Siempre le habían fascinado los arquetipos
literarios, pero, si alguien le hubiera preguntado cuál era la valiente Cenicienta y cuál la malvada
hermanastra no le habría sido fácil responder.
La velada avanzaba lentamente. Aunque él se sentía desdichado, sus invitados parecían estar
divirtiéndose y eran ya las once pasadas, cuando, por fin, empezaron a despedirse, uno tras otro.
Las manos de Winnie no estaban del todo firmes cuando se puso el corto camisón de encaje negro.
Era uno de los muchos que tenía, de colores distintos. Ryan entró en el dormitorio sin su americana
informal. Sin duda la había dejado tirada sobre el sillón, en la planta baja.RIGHT SQUARE
BRACKET Aún estaría allí cuando volvieran de la iglesia a la mañana siguiente.
Ryan no esperaba que Winnie recogiera sus cosas. Sencillamente, no se daba cuenta de cuántas
cosas dejaba tiradas por todas partes.
RIGHT SQUARE BRACKETSi es rebelde ahora, ¿qué pasará cuando tenga dieciséis?
Winnie no verbalizó su temor más profundo, que la genética seguiría su curso y Gigi terminaría
como Sugar Beth: egocéntrica, vengativa y sexualmente activa a una edad demasiado temprana.
Ryan tiró el póster en la papelera y fue hacia el armario. No hizo ningún comentario sobre el
camisón negro de importación, aunque ¿porqué habría de hacerlo? Winnie tenía una vasta colección
de prendas de dormir sexy, y él la veía con una de ellas RIGHT SQUARE BRACKETo sin una de
ellasRIGHT SQUARE BRACKET casi todas las noches. A veces ella tenía ganas de tirarlas todas a la
basura e ir al mercadillo a comprar unos cómodos pijamas de algodón.
Mientras Ryan seguía su rutina de antes de acostarse, Winnie se deslizó entre las sábanas y abrió
el libro que había dejado en la mesilla de noche, aunque no se esforzó en fingir que leía. La remordía
el feo recuerdo de Ryan arrodillado a los pies de Sugar Beth. Había cometido un terrible error de
cálculo. Había obligado a su marido a tomar partido y él lo había tomado por la persona equivocada.
Sus propios celos la ponían enferma. Ryan se había fijado en Sugar Beth toda la noche. Fue
discreto en su observación, pero no puedes vivir con un hombre tanto tiempo sin llegar a saber qué
está pensando, Esta noche, Winnie tenía que hacerle el amor hasta dejarlo tan exhausto que no fuera
capaz de recordar a Sugar Beth. «Dámelo, amorc» Como una estrella porno de tercera. Pero la sola
idea de los giros, gemidos y el revoltijo le provocaban hastío y resentimiento.
Ryan terminó con el baño y se metió desnudo en la cama. Se volvió de costado para mirarla.
Bastaría con rozarse contra él para provocarle una erección. Ryan tendió una mano para acariciarle el
pelo y luego pasó un dedo por debajo del tirante del camisón y le rozó un pezón «Dámelo, amor
mío...» Winnie se lo debía todo, pero optó por dejar el libro sobre la mesilla, como excusa para
apartarse de él. Y entonces dijo algo absolutamente extraordinario:
RIGHT SQUARE BRACKETNo me encuentro bien. Creo que esta noche dormiré en la
habitación de invitados.
Se levantó sin darle un beso de buenas noches. Estaba asombrada de sí misma. Hoy, de todas las
noches, cuando más necesitaba mostrarse seductora, ni siquiera era capaz de besarle. Se sentía harta
de él. Harta de su gallardía, de su comportamiento impecable, de su solicitud sin fin. Harta de sentirse
la segundona. Y, por encima de todo, estaba harta de fingir que Ryan le gustaba, cuando no era verdad.
Le quería, sí. Le quería con toda el alma. Eso jamás cambiaría. Pero, ahora mismo, no quería verle ni
en pintura. Cogió su bata de los pies de la cama.
RIGHT SQUARE BRACKETPor la mañana, Gigi montará una escena para no ir a catequesis.
Winnie se dijo que más le valía no pronunciar ni una palabra más e irse a la habitación de
invitados y cerrar la puerta antes de echarlo todo a perder.
Cansada y hastiada. Y él sabía por qué, aunque no quisiera admitirlo. Antes fingiría no conocer la
existencia de ese fantasma que se había cernido sobre ellos los últimos catorce años, como fingía ella
misma, porque su matrimonio era frágil como la cáscara de un huevo y ninguno de los dos quería
arriesgarse a romperlo.
Colin entró en la cocina y vio a Sugar Beth de pie encima de un taburete, guardando una bandeja
en el armario sobre la encimera. Era la una de la madrugada, el proveedor ya se había marchado y ella
estaba claramente agotada, aunque aún no había terminado de demostrar que podía aguantar lo que
Colin le echara. ¿Qué hombre intentaría quebrar un espíritu como éste?
RIGHT SQUARE BRACKETLos perros no odian a sus amos. Iría contra el orden natural del
universo.
RIGHT SQUARE BRACKETIntentaré contener las lágrimas. Ahora vete a la cama. Por la
mañana te extenderé un cheque.
RIGHT SQUARE BRACKETYa lo creo que sí. Y me pagarás el doble por las horas extra.
Aunque dos veces nada, sigue siendo nada. Dios, eres tan tacaño. Si no gastaras tanto dinero en
perfumes caros y en discos de Barbara Streisand. quizá podrías pagarme lo que valgo.
Sus palabras la dejaron helada. Colin tuvo la satisfacción de verla parpadear y luego fruncir el
entrecejo mientras buscaba la ofensa encubierta. Aprovechó más su ventaja:
RIGHT SQUARE BRACKETSé que te sentirás decepcionada, pero esta noche ha sido la
última. Estamos en paz. Me he vengado oficialmente de tu mentira adolescente.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Me estás diciendo que esta poca culpa basta para que te retires
con la cola entre las patas? Y te llamas un hombre.
Seguramente había estado leyendo demasiadas novelas eróticas victorianas, porque de pronto tuvo
ganas de tumbarla sobre un sillón y... hacer algo muy malo.
Sugar Beth se acomodó en uno de los taburetes delante de la encimera y apoyó un talón descalzo
en el travesaño.
RIGHT SQUARE BRACKETVerás, aquel día tuve un accidente con el Cámaro (las señales
de stop siguen sacando la rebelde que hay en mí) y temía que papá me quitara las llaves del coche. Así
que no fue sólo el odio que te tenía lo que me hizo mentir.
RIGHT SQUARE BRACKETFue divertidísimo. Nada más decir que habías intentado
manosearme, Diddie olvidó por completo el lateral abollado, y papá también. Ni siquiera me hicieron
pagar la reparación con mi asignación. Aún me río cuando lo recuerdo.
RIGHT SQUARE BRACKETEras una niña, y una niña muy malcriada. Deja de castigarte ya.
Debería haber sabido que la compasión era un error. Sugar Beth se levantó del taburete siseando
como una serpiente.
¿Qué ocurre, milord? ¿Ya no le parece tan buena idea? RIGHT SQUARE BRACKETSe burlaba de
él con su expresión de coquetería cansinaRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Acaso temes no poder
satisfacer las necesidades de una chica?
El sexo y el descaro eran las únicas armas que le quedaban para desquitarse, Colin lo comprendía,
como también que su amabilidad debía de ser como un veneno lento para aquella orgullosa sangre
sureña.
Se estaba comportando como un hombre cínico excitado más allá de su capacidad de resistencia.
Sin embargo, otrora había tenido un espíritu romántico, y eso le ayudó a encontrar fuerzas para dejarla
en el suelo. Después, ya que algún premio se merecía por su contención, le dio un beso largo y
profundo.
Ella respondió como una seductora. Le dio la lengua, gimió con cada aliento y restregó las caderas
contra las suyas, todo falso, todo destinado a darle a entender lo que podía hacer con su compasión.
Aun así a Colin la sangre le palpitaba en las ingles y su cuerpo pedía más. Necesitó todo su
autodominio para no sucumbir, pero mantuvo los labios suaves y receptivos, y le dio tiempo para
descargar su ira. Poco a poco, el frotamiento cesó y Sugar Beth retiró la lengua de su boca. Se apretó
contra él, relajada y cálida. Colin sorbió sus labios. Sabían a terciopelo.
Sugar Beth sintió la delicada succión de la boca de Byrne y supo que la había desarmado, y estaba
demasiado agotada para seguir luchando. Él estaba muy excitado y la sorprendió darse cuenta que ella
también. Su cuerpo había cobrado vida bajo las capas de cansancio. Colin sabía a salud y vigor, a esa
especie de potencia masculina que, ella casi había olvidado que existía. Su beso se hizo mas profundo.
Sugar Beth sentía los músculos fibrosos, la fuerza de su cuerpo. Entreabrió los labios y la lengua de él
se deslizó en su boca. Le rodeo el cuello con los brazos. Él jugueteaba y la acariciaba. Oyó su propio
suspiro cuando Colin dejó de besarla para levantarla de nuevo en brazos. Sin embargo, en lugar de
dirigirse a las escaleras, la llevó a través del vestíbulo y la reacomodó entre sus brazos para poder
abrir la puerta principal.
RIGHT SQUARE BRACKETEsto es lo más difícil que he hecho en mi vida RIGHT SQUARE
BRACKETdijo apretando los dientesRIGHT SQUARE BRACKET, pero cuando hagamos el amor (y
créeme cuando te digo que lo haremos) será un acto de placer, no una maldita pelea para ver quién
queda de pie al final.
Fuera hacía frío. Sugar Beth apoyó la mejilla en la pechera de Byrne, cuyo ritmo de la respiración
no varió mientras cruzaba el césped con ella en brazos y Gordon abriéndoles camino.
RIGHT SQUARE BRACKETTerror sería una palabra más apropiada. Ella se apretó más
contra su pecho.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tienes idea de lo difícil que me resulta esto RIGHT
SQUARE BRACKETdijo Byrne así que no esperes cordialidades cuando venga a verte por la mañana.
Sugar Beth apenas consiguió arrastrarse hasta el dormitorio. Dejó la ropa en el suelo y de algún
lugar sacó fuerzas para lavarse los dientes, pero sería demasiado pedirle que hallara energías para
analizar sus sentimientos confusos. Se dejó caer en la cama, antes de quedar dormida, les oyó. "...
Sugar... Sugarc.Sugarc.
Al principio pensó que era un sueño pero, al darse la vuelta, las voces sonaron con más fuerza.
Sugar... Sugarc Sugar
Cybby Bpwmar y sus amiguetes borrachos estaban allí fuera llamándola como hacían en el
instituto.
A Winnie la despertó el ruido que hacía Ryan al ducharse. Poco después le oyó despertar a Gigi
para ir a catequesis, y la protesta previsible de la chica.
Winnie estaba medio dormida. Percibió el lejano aroma del café, el tintineo de los platos en la
cocina, el golpe de un portazo, el motor de un coche que se alejaba... La vida que seguía sin ella.
Finalmente, se despertó lo suficiente para levantarse de la cama. Pasó por encima del camisón negro
que había sustituido la noche anterior por una vieja camiseta de Ryan y unos pantalones de chándal
rosa que había guardado en el armario para llevarlos a la recogida de ropa vieja de la iglesia. Se
dirigió al cuarto de baño y consiguió lavarse los dientes, aunque no se sintió capaz de una ducha. Se
contempló en el espejo: ojeras, semblante pálido, pelo aplastado a un lado de la cabeza.
Su vida se estaba deshilachando como los fondillos del chándal rosa, hilo tras hilo.
Dio un respingo al ver el reflejo de Ryan en el espejo, por encima de su hombro. Llevaba
pantalones de faena y la sudadera Old Navy que Gigi le había regalado por Navidad.
RIGHT SQUARE BRACKETEstaba preocupado por ti y pedí a Merylinn que llevara a Gigi a
la iglesia con ellos. ¿Cómo va eso?
Ryan cruzó los brazos y se apoyó contra la jamba de la puerta. Ella sabía por qué se había quedado
en casa en lugar de ir a la iglesia. Quería compensarla por lo de la cena. Las cosas siempre le
resultaban tan fáciles a Sugar Beth: su belleza, su encanto, su habilidad de hipnotizar hasta al más
decente de los hombres, incluso a Colin. En cuanto a Ryan... Le bastó una mirada para verse arrollado
por un cargamento entero de posibilidades perdidas.
A Winnie la ahogaba la furia. Había sacrificado la esencia misma de su ser en un vano intento de
competir con el fantasma de una adolescente malcriada. Sentía tanto asco de sí misma que no lo
soportaba.
RIGHT SQUARE BRACKET¿No puedes pensar en otra cosa que no sea sexo? Las palabras
emergieron de su garganta como arrastradas por un géiser prehistórico.
Si le hubiera abofeteado, Ryan no habría parecido más humillado El geiser borboteó y se desinfló
bajo el peso de la culpa.
RIGHT SQUARE BRACKETLo siento. Ay, cariño, Ryan, lo siento mucho no quería decir
eso.
Pero no bastaba con una disculpa para remediar las cosas. Los cálidos ojos castaños de Ryan se
tornaron glaciares.
La injusticia de su propio arranque la puso enferma, pero la ira que ardía en su interior no quería
desaparecer. Toda la vida había creído que no se merecía nada mejor que las migajas y ya estaba harta.
Respiró hondo para serenarse.
El geiser rugió.
SRIGHT SQUARE BRACKETugar Beth se merecía el despecho, pero lo que ocurrió fue mucho
más alla. Os comportasteis como unas crías, y no quiero tener nada que ver con eso.
RIGHT SQUARE BRACKETImagino que no. RIGHT SQUARE BRACKETEl geiser hervía
en su interior, buscando un resquicio por donde erupcionar.
RIGHT SQUARE BRACKET¡No pudiste apartar los ojos de ella! En toda la noche. Cada vez
que te miraba, la estabas observando.
RIGHT SQUARE BRACKETAlto ahí. RIGHT SQUARE BRACKETRyan levantó una mano
admonitoriaRIGHT SQUARE BRACKET. Hablaremos de esto cuando puedas ser razonable.
Él siguió andando.
Winnie corrió tras él, una arpía chillando histérica, fuera de sí.
Ryan se detuvo junto a las escaleras y se volvió para mirarla. Por primera vez, parecía
auténticamente preocupado.
Winnie tuvo que apoyarse contra la pared. Su más infame secreto y a él no le importaba.
Anonadada, volvió al cuarto de baño y se dejó caer junto a la bañera. Nunca se había planteado
atraparle. Pero, una noche, se oyó decir que tomaba la píldora, que él no tenía por qué preocuparse.
Como era Winnie Davis, él la creyó.
Tenía responsabilidades que atender y abrió los grifo de la bañera. Esta tarde tenían el concierto, la
recepción. Si sólo pudiera ser como Sugar Beth... insensible y egocéntrica, totalmente carente de
conciencia. Se echó a llorar. ¿Durante cuánto tiempo hay que pagar por lo viejos pecados? De su
mentira había salido Gigi, y eso no podía lamentarlo. ¿Por qué, entonces, se detestaba tanto a sí
misma.
Sugar Beth olió el café. Y el beicon. Le encantaba el beicon. Se dio la vuelta en la cama, vio que
eran casi las once y fue al cuarto de baño. Veinte minutos más tarde se encaminaba a la planta baja.
Llevaba ropa interior limpia, una bata de seda negra marca VictoriaLs Secret que tenía desde hacía
una eternidad y su más viejo par de botas camperas. Se había lavado el pelo pero no se había
entretenido en secarselo. Tampoco en ponerse maquillaje. Después de lo de anoche Colin Byrne no se
merecía más que un pelo limpio y un poco de loción hidratante.
Le dolían los músculos del duro trabajo y la justa indignación del día anterior, aunque prevalecía
una sensación alivio. Consciente de ello o no, Colin, por fin, la había perdonado. Ya se había librado
de la carga que arrastraba desde hacía tanto tiempo.
Él estaba delante de los fuegos de la pequeña cocina. Le daba la espalda y su presencia dominaba
el reducido espacio. Sólo con verle, Sugar Beth deseó arrancarle la ropa y llevarle a rastras al piso de
arriba.
Ella deseó haberse quedado más tiempo en cama para darle la oportunidad de hacerlo. Era la
misma magia negra de siempre: rendirse al hombre inadecuado. Aunque ya no era tan estúpida como
antes, puede que le hubiese llevado más tiempo, pero al fin había aprendido a distinguir entre deseo y
el amor.
RIGHT SQUARE BRACKET!Santo Dios ¡ ¿Será verdad que llevas tejanos? Dame un poco de
café rápido.
RIGHT SQUARE BRACKETEsos franchutes saben hacer tejanos, desde luego RIGHT
SQUARE BRACKETdijo secamente
RIGHT SQUARE BRACKETSin duda celebraban haber ganado el título de idiotas. ¿Un
huevo o dos? Echó dos en la sartén.
RIGHT SQUARE BRACKETTienes suerte de que las tostadas no sean integrales. RIGHT
SQUARE BRACKETColin se fijó en la bata de seda y las botas camperasRIGHT SQUARE
BRACKET. Sugerente.
RIGHT SQUARE BRACKETEres el único hombre en Parrish con agallas para emplear una
palabra como ésa. ¿Dónde está mi perro?
RIGHT SQUARE BRACKETTe prepararé más. RIGHT SQUARE BRACKETColin sirvió los
huevos en un plato con sorprendente habilidad, añadió una tostada untada con mantequilla y lo dejó
sobre la mesa, delante de ella.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Qué haces comiendo beicon? Tus arterias habrán sufrido un
shock.
RIGHT SQUARE BRACKETLa carne es débil.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Me estás preparando el desayuno porque aún no has superado
tu sentimiento de culpa o sólo quieres ser agradable para echar mano antes al pastel?
RIGHT SQUARE BRACKETImagino que el pastel son esas partes apetecibles de tu cuerpo,
las que ocultas debajo de la bata.
RIGHT SQUARE BRACKETSabes de culpas mucho más de lo que pensaba RIGHT SQUARE
BRACKETcomentó ella. Es curioso cuánto podemos malinterpretar a las personas.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tenía por qué sentirme culpable. Había hecho todo lo posible
por ayudarla.
Sugar Beth conocía la dinámica de las recriminaciones demasiado bien para creer su réplica y
arqueó una ceja.
RIGHT SQUARE BRACKETEntiendo que te resulte difícil entenderlo, pero no. Ni una vez.
Por fin mi vida es exactamente como quería que fuera, y nunca me he sentido mejor. Pero basta de
hablar de mi pasado, resulta aburrido RIGHT SQUARE BRACKETSe sirvió otra taza de café y se
volvió para mirarlaRIGHT SQUARE BRACKET. Dime si hubo algo más allá de lo evidente que te
impulsara a casarte con un hombre cuarenta años mayor que tú.
RIGHT SQUARE BRACKETEn circunstancias normales tendrías razón, pero no descubrí que
era tan rico hasta después de sucumbir a su magia.
RIGHT SQUARE BRACKETTe sorprendería. Era un tipo muy apuesto y parecía quince años
más joven, una versión tejana de Anthony Hopkins aunque sin esa espantosa prótesis dental. RIGHT
SQUARE BRACKETSe le cerró la gargantaRIGHT SQUARE BRACKET. El hombre más encantador
que he conocido nunca. Su encanto era auténtico, le salía de la médula, porque nacía de la bondad. Él
fue el amor de mi vida.
RIGHT SQUARE BRACKETDos años. Estuvo en coma los últimos seis meses.
RIGHT SQUARE BRACKETY aquí estamos. Una viuda desconsolada y un viudo solitario
luchando contra una vida de callada desesperación con un desayuno bien intencionado aunque mal
preparado. Bastaría para hacer llorar a Hallmark. Por RIGHT SQUARE BRACKETcierto, la semana
que viene te haré gachas de maíz. Tengo un antojo.
Colin estaba a punto de llevar el plato de beicon a la mesa pero volvió a dejarlo, con expresión
grave.
RIGHT SQUARE BRACKETNo habrá una semana que viene para nosotros, Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETTe estás acercando cada vez más. Unas semanas más y lo
comprenderás.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Maldita sea, Sugar Beth! Mírate. Te has quedado en los huesos.
Parece que hace semanas que no duermes bien. Y, como guinda la gente te escupe por la calle y tú no
haces nada por impedirlo. Las cosas sólo pueden empeorar. No te equivoques, Winnie tiene poder en
esta ciudad.
RIGHT SQUARE BRACKETSeguro que no. Pero Winnie Galantine es otra historia. Ella es
como Diddie, Sugar Beth. Métetelo en tu cabezota. Winnie tiene todo el poder que antes tenía tu
madre.
RIGHT SQUARE BRACKETMientes. Echamos tantas chispas que las paredes se están
ennegreciendo.
RIGHT SQUARE BRACKETEso lo hace más tentador. ¿Me equivoco? RIGHT SQUARE
BRACKETSu mirada la abrasabaRIGHT SQUARE BRACKET. Evito a las mujeres derrochonas como
el diablo evita el incienso, y no la hay más derrochona que tú.
RIGHT SQUARE BRACKETEsto no tiene nada que ver con tu trabajo, y lo sabes. RIGHT
SQUARE BRACKETGordon aulló al otro lado de la puerta en el instante mismo en que Colin iba a
ponerle la mano encimaRIGHT SQUARE BRACKET. Maldito chucho.
Sugar Beth miró el beicon pero había perdido el apetito. Antes de volver a Parrish, el duelo y la
ansiedad se habían encargado de apagar su deseo sexual. Luego se había reencontrado con Colin
Byrne. ¿Por qué tenía que ser él quien la sacara de su limbo sin complicaciones? Él no mentía cuando
le decía que no le deseaba lo mejor.
RIGHT SQUARE BRACKETDime que no estás recuperando el juicio RIGHT SQUARE
BRACKETdijo él mirándola desde las alturas
Sugar Beth supo que iba a tirar adelante. Al mismo tiempo, necesitaba que él supiera que era sólo
una diversión para ella.
RIGHT SQUARE BRACKETY tú, querida, más vale que seas algo más que palabras, cosa
que, empiezo a poner seriamente en duda.
Las botas camperas chocaron contra las pantorrillas de Colin y Sugar Beth le miró desde lo alto.
Inclinó la cabeza, los labios de él se entreabrieron y sus bocas se encontraron. Colin la besó con una
avidez que debería ser desconocida para un hombre tan refinado.
Él rió por lo bajo y le acarició los pechos, y luego volvió a besarla con la misma avidez. Por muy
grande que fuera el placer Sugar Beth quería más. Quería sentir por todo el cuerpo su boca, sus
dientes...
Gordon ladró.
Y quería intimidad.
Agarró a Sugar Beth de la muñeca y la llevó al dormitorio del primer piso, mientras el perro les
seguía. Cuando Colin cerró la puerta de una patada, Gordon empezó a aullar. A pesar de su anhelo,
Sugar Beth se echó a reír cuando vio la expresión asesina de Colin.
Sugar Beth sólo llevaba el tanga y un par de calcetines púrpura con una chica superhéroe a cada
lado. Los había comprado para Delilah, pero no los quiso porque atravesaba una etapa romántica.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tengo nada que objetar. RIGHT SQUARE BRACKETDe pie
en medio de la vieja alfombra floreada, Colin empezó a quitarse la ropa. Cuando se quedó sólo en
tejanos, ella se levantó y se le acercó.
RIGHT SQUARE BRACKETNo gracias. RIGHT SQUARE BRACKETEl calor del vientre
masculino calentó el dorso de su mano. Recorrió la cremallera con el pulgar. Sintió el bulto
voluminoso, duro (otra sorpresa) muy largo. Las manos, los pies, la nariz: debería haberlo adivinado.
Le deseaba tanto como él a ella, pero no soportaba la idea de que todo terminaría muy pronto... ni
de darle demasiada importancia.
Sugar Beth bajó la cremallera un par de centímetros y se detuvo para hacer pucheros.
Ella soltó la lengüeta. Haciendo caso omiso del dulce letargo que la iba embargando, dio un paso
atrás y le miró enfurruñada.
Eso fue amable de su parte, ya que ambos sabían que estaba demasiado delgada y que sus muslos
no habían visto un gimnasio desde hacía una eternidad. Aun así, unas piernas largas puntúan mucho
para los hombres.
Este beso fue más lento que los anteriores, más intenso, un beso de primera. Colin le pasó los
dedos entre los cabellos. Los tejanos de él le rascaban la piel. Ella sintió que se rendía incluso antes de
que él metiera los dedos bajo el tanga y tirara de él, al tiempo que se arrodillaba.
Sugar Beth echó la cabeza atrás cuando Byrne hundió la cara entre sus muslos. Inspiró su esencia,
como sólo lo hacen los hombres buenos. Los malos también, aunque no tenía por qué preocuparse
siendo ella la única pecadora en la habitación. Colin le separó los muslos y le cubrió las nalgas con
una mano.
La devoró.
Sus piernas se paralizaron, pero él la sostenía con su ancha mano justo en la posición apropiada,
abierta y accesible.
Colin la acompañó en la arremetida y luego la tendió en la cama como si fuera una muñeca. Se
hizo un lío con los tejanos, y su inusual torpeza provocó una sonrisa a Sugar Beth. Descubrió que él
estaba preparado cuando le vio sacar del bolsillo un preservativo previsor aunque innecesario.
Desnudo al fin, la tendió de espaldas y le acarició con los labios los pezones hasta el vientre, y más
abajo. ¿Quién iba a imaginar una generosidad tan terrenal de un hombre tan quisquilloso? Sugar Beth
hundió los dedos entre su cabello espeso y Colin jugó con ella y la llevó a las puertas de un nuevo
orgasmo, sin dejar que las cruzara.
Cogió uno de sus tobillos, el que aún llevaba calcetín, y lo apretó contra la cama. Luego agarró la
otra pierna por la rodilla, la abrió y la penetró con fuerza, sin brutalidad RIGHT SQUARE
BRACKETera demasiado corpulento para necesitarlaRIGHT SQUARE BRACKET pero sin
demasiados miramientos tampoco. Como si pudiera leerle el pensamiento.
Ella le rodeó con las piernas y sus cuerpos se enlazaron al ritmo de unos viejos amantes. La
espalda de Colin temblaba bajo las manos de ella. Él arqueó las caderas, rodeó sus nalgas con la mano
y encontró un nuevo punto donde dale placer.
Sugar Beth arqueó el cuerpo y gritó. Sus miradas se encontraron en un instante prodigioso, les
recorrió a ambos una descarga de reconocimiento, algo muy profundo, muy esencial. Pero la vorágine
los arrastró antes de que pudieran darle nombre.
12
La respiración de Colin seguía agitada y ella temió haberlo forzado al límite de sus fuerzas, pero
lo que acababa de ocurrir la había emocionado más de lo que deseaba reconocer. El sexo sin más
pretensiones estaba permitido para sentirse bien, pero no estaba permitido tomárselo en serio, y eso es
lo que podría suceder si Sugar Beth bajaba la guardia.
Supo que Colin la estaba observando mientras cruzaba desnuda la habitación. Recordó su amenaza
de despedirla.
Con sólo verle recostado en la almohada, el pecho húmedo de sudor, el pelo negro más revuelto
que de costumbre, Sugar Beth deseó zambullirse en la cama y sucumbir de nuevo a su magia. No
obstante necesitaba apuntalar sus barricadas, de modo que cogió los tejanos de suelo y se los tiró a la
cama.
RIGHT SQUARE BRACKETHas estado fabuloso. Inspirado, diría yo. Ve a casa a recuperar
fuerzas. Te veré por la mañana.
La languidez abandonó a Colin, que dobló una pierna debajo de la sábana que le cubría apenas
hasta las caderas.
RIGHT SQUARE BRACKETNo me obligues a luchar por mi empleo con más sexo. Estarías
gastando oropeles.
Tenía razón pero, antes de que pudiera demostrar su argumento, ella intentó refugiarse en el cuarto
de baño. Colin la alcanzó en la puerta y la llevó a rastras a la cama.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tan deprisa. Durante mis recientes investigaciones tropecé
con una perversión interesante.
Él deslizó la mano entre sus piernas, y su manera de mover los dedos la hizo olvidar que aún no
había rehecho sus defensas.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que tocarías el cielo RIGHT SQUARE BRACKETdijo él.
Mucho más tarde, cuando Sugar Beth salió de su segundo baño de la mañana, en su cama sólo
había un basset desconcertado. El rato pasado en la bañera la había calmado, y se sentó pesadamente
en el borde del colchón. Gordon se le acercó y apoyó la cabeza en su muslo. Una larga y flácida oreja
cayó sobre su rodilla.
Sugar Beth agachó la cabeza y luchó por contener las lágrimas. A lo largo de toda la mañana había
intentado evitar pensar en Emmett, pero los fantasmas no se pueden mantener alejados para siempre.
Acababa de romper otro de los vínculos que la unían a él. Eso pasa cuando se es testigo de la muerte
lenta de un ser amado. No se produce un corte claro, un momento de dolor insoportable, sino una serie
interminables de pérdidas. Frotó la cabeza de Gordon. Se rodeó las rodillas con las manos.
Estar con Colin había sido demasiado bueno. Sin embargo, no podía culparse por ello, no después
de tanto tiempo sin haber estado con un hombre. Pero tenía que asegurarse de que sus viejas carencias
afectivas no reaparecieran a traición. Nunca había dependido de un hombre para ser feliz y, desde
luego, no iba a depender ahora de alguien tan desapegado emocionalmente como Colin Byrne.
Las campanadas del reloj sonaron en la planta baja y Sugar Beth se acordó de que era domingo.
Colin iría al concierto, y ella había dicho a Gigi que podía ir a verla por la tarde. No se sentía con
fuerzas para enfrentarse a una adolescente angustiada, pero tampoco podía llamarla para decirle que
no fuera. Se sonó la nariz, se puso los tejanos se retocó el maquillaje y bajó a la cocina para recoger el
desorden del desayuno.
El cheque de despedida de Colin estaba encima del mostrador. Sugar Beth lo recogió. Dos mil
dólares. Byrne debía de sentirse muy culpable. Lo rompió en pedazos. Pensó en Delilah. Por enésima
vez consideró la posibilidad de llevarse a su hijastra a casa y, por enésima vez, la descartó. Delilah
disfrutaba de sus salidas de compras y comidas en los restaurantes pero, transcurridas unas horas lejos
de Brookdale, se inquietaba y quería volver.
Sugar Beth estaba abstraída cuando llegó Gigi, ataviada con uno de esos conjuntos demasiado
holgados y demasiado cutres que debían de poner frenéticos a sus padres. La muchacha se agachó para
prestar a Gordon la atención que exigía. Al incorporarse, parecía incómoda y nerviosa.
RIGHT SQUARE BRACKETSe supone que tenía que ir al concierto con ellos, pero discutí
con papá.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Le apetece... eh... hacer galletas o algo? RIGHT SQUARE
BRACKETSe ruborizó al pensar un poco tarde que su tía de la gran ciudad sería demasiado mundana
para eso.
Sugar Beth reprimió un suspiro. No era capaz de controlar sus propias inseguridades, y menos las
de esa chica.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Podría enseñarme cómo se maquilla los ojos? Le queda muy
bien.
Sugar Beth no se sentía con fuerzas para ahondar en el tema. El maquillaje de ojos no encerraba
peligro. Y sería mejor que Gigi aprendiera los trucos del maquillaje de ella que de su madre o, Dios
nos libre, de Merylinn, aunque a Merylinn se le daba bien el uso del lápiz delineador de labio. Iba a
conducir a Gigi al primer piso cuando se acordó de la cama revuelta.
RIGHT SQUARE BRACKET¿De qué? RIGHT SQUARE BRACKETpreguntó Sugar Beth con
recelo.
La sangre empezó a hervirle a Sugar Beth. Abandonó el plan del maquillaje y se dirigió a la cocina
siguiendo una línea quebrada.
Muy bien. Que se preocupase Ryan por la adicción a la cafeína. Preparó la cafetera, la encendió y
se volvió hacia Gigi, que se había sentado a la mesa y estaba sacando un trozo de papel y un lápiz del
bolsillo, lista para tomar notas.
RIGHT SQUARE BRACKETEn primer lugar, ¿qué cree que es mejor? ¿Ser inteligente o ser
popular? Yo creo que popular.
RIGHT SQUARE BRACKETOdio decepcionarte, pero sacaba notas malísimas porque estaba
hecha un lío. Además, habría sido popular aunque sacara buenas notas.
Sugar Beth estaba harta de permitir que el mundo viera sus heridas y no tenía ganas de abordar ese
tema. No obstante, Gigi se merecía una respuesta.
Sugar Beth echó una mirada de ansiedad a la cafetera, pero el café no estaba hecho todavía.
Necesitaba una dosis de cafeína ya, así que sacó una CocaRIGHT SQUARE BRACKETCola de la
nevera.
RIGHT SQUARE BRACKETClaro que sí. RIGHT SQUARE BRACKETAbrió la lata. Gigi
esperaba con los oídos bien abiertos, Sugar Beth trató de decir algo que tuviera sentido para una niña
de trece años y, de paso, para sí mismaRIGHT SQUARE BRACKET. Nos se trata de ser popular, Gigi.
Se trata de ser fuerte.
RIGHT SQUARE BRACKETNadie se siente fuerte a los trece. Pero es una edad estupenda
para empezar a acumular poder. Del bueno. El semblante de Gigi se iluminó.
RIGHT SQUARE BRACKETUsted era poderosa cuando tenía trece años. Sugar Beth
reprimió una risa amarga.
RIGHT SQUARE BRACKETMi poder era ilusorio. Todos los trucos que empleé para
conseguirlo me estallaron en la cara cuando fui mayor. Lo que se necesita es un poder duradero. Y no
lo conseguirás menospreciándote.
RIGHT SQUARE BRACKETEsto nada tiene que ver con el dinero. Tiene que ver con la
inteligencia y, por lo que me has contado Chelsea no tiene demasiada. Tú en cambio, tienes más de lo
habitual, pero no pareces aprovecharla.
RIGHT SQUARE BRACKETNo pienso ir con idiotas como Gwen Lu y Jenny Berry, si se
refiere a eso.
Sugar Beth recordó a Winnie Davis tratando de pasar inadvertida por los pasillos del instituto.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Porque no te gustan o porque crees que los demás se reirán de
ti si te gustan?
Gigi se había encorvado en la silla, la viva imagen de la desdicha. Sugar Beth hizo girar la lata de
CocaRIGHT SQUARE BRACKETCola entre las manos. Sin darse cuenta esperaba oír el tintineo de su
alianza de boda, pero se había obligado a quitársela el mes pasado. Gigi alzó los ojos para mirarla,
pronto se convertiría en una auténtica belleza, y Sugar Beth deseó de todo corazón que esto no
sucediera antes de tiempo. La belleza a una edad temprana se interpone en el camino de la
personalidad.
Respiró hondo e intentó pensar cómo decir lo que Gigi necesitaba oír.
RIGHT SQUARE BRACKETPuede que haya llegado el momento de trazarte un plan de vida.
realmente ambicioso. Sin cortapisas. Aunque se trate de llegar a se presidenta de Estados Unidos. Es
probable que este plan varíe mientras te haces mayor, pero eso sería aún mejor, porque, mientras te
preparas para alcanzar un objetivo, estarás aprendiendo cosas que te ayudarán a llegar a otras metas.
Éste es el verdadero poder, no perder en tiempo siendo mala porque te preocupa lo que los demás
podrían estar diciendo a tus espaldas. RIGHT SQUARE BRACKETA Sugar Beth la asombró la oleada
de furia que la recorrió. ¿Por qué no pudo Diddie decirle algo así cuando ella tenía trece años? Su
madre había sido incapaz de pensar más allá de su estrecha visión personal del mundo.
Se apoyó en el respaldo de su silla y sacó lo que, hasta este momento, ni siquiera sabía que
conocía.
RIGHT SQUARE BRACKETLa gente siempre intentará quitarte el poder. Si las cosas te van
bien, dirán que es porque eres rica y tus padres son unos peces gordos. También la gente que te aprecia
intentará quitarte el poder, aunque éstos lo harán de otro modo. Si fracasas en lo que sea, intentarán
alentarte diciendo que nadie es perfecto y que no deberías ser tan exigente contigo misma. Te dirán,
por ejemplo, que no debes preocuparte por haber suspendido un examen de matemáticas, porque las
mates son difíciles para las chicas. O que no debes indignarte tanto por la injusticia que reina en el
mundo, porque no podrás remediarla. Y por muy buenas que sean sus intenciones, de esa manera
estarán pidiéndote menos de lo que puedes ser. RIGHT SQUARE BRACKETSintió una opresión en el
pecho y trató de librarse con otra respiración profundaRIGHT SQUARE BRACKET. Una manera de
afianzar tu poder es aprendiendo cuándo hay que dar un paso adelante, cuando reconocer que estabas
equivocada y cuándo plantear batalla.
Sugar Beth no tenía intención de dejarse arrastrar a ese campo aunque agradeció el cambio de
tema.
RIGHT SQUARE BRACKETEl café está listo. RIGHT SQUARE BRACKETSe levantó
ágilmente de la mesa.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Cómo se sabe cuándo una está preparada para tener una
relación sexual?
El dolor de cabeza de Sugar Beth empezó a remitir mientras experimentaba con el contenido de su
estuche de cosmética. Hablaron de cómo evitar que se corra el rímel, de cómo conseguir poder y de
cómo fijar objetivos. A veces Sugar Beth se sentía como una hipócrita, aunque no siempre y mientras
dibujaba el contorno de los ojos de Gigi se preguntó si había adquirido una mínima sabiduría que
transmitir a la nueva generación.
Gig dijo que sus padres volverían a eso de las cuatro, y poco antes de las tres y media se despidió,
muy a pesar suyo.
RIGHT SQUARE BRACKETTampoco vas a trepar por la baranda si yo no estoy allí para
asegurarme que llegas arriba.
Sugar Beth no debió sentirse tan bien por haberse ganado la aprobación de una niña de trece años,
pero lo cierto es que se sintió muy bien.
Una vez cerca de la casa de los Galantine, se escondió en el bosquecillo colindante para vigilar a
Gigi mientras trepaba por la baranda. Antes de llegar arriba, la chica empezó a hacer payasadas,
inclinándose hacia atrás y agitando los brazos y las piernas con la intención de dar un susto de muerte
a Sugar Beth. Y no lo hacía nada mal. Sugar Beth decidió aguarle la fiesta dándole la espalda.
Una rama se quebró. Algo se movió en el bosquecillo delante de Sugar Beth y Ryan emergió de
entre los árboles.
Pareció tan sorprendido de verla como ella de verle a él, e igual de disgustado. Llevaba una
americana marinera, una camisa de vestir azul claro y una corbata discreta, conjunto que Sugar Beth
no podía imaginar que nadie llevara para dar un paseo por el bosque, con la posible excepción de
Colin.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Sugar Beth? ¿Qué...?
Volvió la cabeza bruscamente cuando vio de reojo a Gigi haciendo sus acrobacias sobre el poste
del balcón.
Gigi se agarró al poste. Incluso desde el otro lado del jardín Sugar Beth pudo ver su expresión de
desconcierto. De repente la invadió el recuerdo de la sensación que provoca la desaprobación de un
padre. Gigi bajó centímetro a centímetro, moviéndose con la mayor lentitud posible, que no era
suficiente para que entretanto se enfriara la cólera de su padre, que la agarró del brazo y la zarandeó
en el instante mismo en que puso los pies en el suelo. Sugar Beth corrió hacia ellos instintivamente
pero, cuando les alcanzó, él ya había soltado a la muchacha
RIGHT SQUARE BRACKET¿Qué haces fuera de casa? ¿Dónde has estado? Tu madre y yo te
hemos estado buscando por todas partes.
RIGHT SQUARE BRACKETNo sé qué pretendes, pero no quiero verte cerca de mi hija
nunca más.
Sus palabras no debieron dolerle tanto, pero éste era Ryan, habían visto ScoobyRIGHT SQUARE
BRACKETDoo juntos.
Hacía mucho tiempo desde la última vez que alguien había intentado protegerla, y Sugar Beth se
emocionó. Dirigió una sonrisa forzada a Gigi.
Cometiendo el error flagrante que sólo un adolescente joven puede cometer Gigi se puso terca.
La cólera tiñó de rojo el rostro de Ryan, y Sugar Beth dio rápidamente un paso adelante.
Gigi se revolvió contra sus padres, los puños cerrados, los ojos anegados en lágrimas.
RIGHT SQUARE BRACKETSabía que esto iba a pasar. ¡Estáis robándome el poder! ¡Como
Sugar Beth dijo que haríais!
Winnie tenía la cara cenicienta y Ryan estaba furioso, pero Gigi no había terminado.
RIGHT SQUARE BRACKET¿¡No voy a permitíroslo! No voy a permitir que nadie me quite
mi poder.
Gigi dirigió a Sugar Beth una mirada de súplica, pero ésta no podía hacer nada que no empeorara
aún más la situación.
La chica se alejó con pasos furiosos. En el instante siguiente Sugar Beth oyó la puerta principal
cerrarse de un portazo. Ojalá ella también pudiera ir a su habitación. Se preparó para recibir el ataque
de Winni pero ésta sólo observaba a Ryan, quien miraba a Sugar Beth como si la odiara.
RIGHT SQUARE BRACKETNo te atrevas a acercarte nunca más. ¿Me has oído? No lo
permitiré.
RIGHT SQUARE BRACKETDemasiado tarde. Ya le he dicho todo lo que sé. Como fumar un
canuto. Cómo robar dinero del monedero de papá. Como follar en el asiento trasero de un Cámaro.
RIGHT SQUARE BRACKETFue un golpe bajo y se avergonzó de sí misma. O pronto iba a
avergonzarseRIGHT SQUARE BRACKET Iros al diablo, los dos.
Winnie observó anonadada mientras Sugar Beth se alejaba dando largas zancadas, moviéndose con
su familiar elegancia estilizada. La invadió el pánico. ¿Y si Sugar Beth se lo quitaba todo? ¿A su
marido y también a su hija?
Arriba, tuvieron la escena previsible con Gigi, que, de pie en un rincón de su habitación abrazada a
un cojín de Laura Ashley manchado de tinta, echó la culpa de todo a Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETNecesitaba a alguien con quien poder hablar de verdad. Sugar
Beth me escucha. Ella sí que me comprende.
RIGHT SQUARE BRACKET¡No es verdad! Tú sólo quieres que haga las cosas a tu manera.
Winnie se preguntó quién era ese demonio que habitaba el cuerpo de su preciosa hija.
Ryan intervino.
RIGHT SQUARE BRACKETNo se trata de tu madre. Se trata de ti. Y hoy has renunciado a
algo muy valioso. Has renunciado a nuestra confianza.
Sacó a Winnie de la habitación y cerró la puerta tras ellos RIGHT SQUARE BRACKETOyeron el
chirrido del colchón y los sollozos de Gigi. Era la niña de los ojos de papá, y Ryan dudó por un
momento.
Bajaron juntos a la sala. Winni se sentía enferma. Ryan se quitó la americana informal y se aflojó
la corbata.
De la habitación de Gigi brotó un rugido de música rap. Winnie empezó a recoger las secciones del
periódico dominical que Ryan había dejado dispersas por todas partes.
Ryan se desabrochó el cuello de la camisa y se dejó caer en el sillón de cuero burdeos que Winnie
había comprado en una subasta estatal.
RIGHT SQUARE BRACKETDebí adivinar que encontraría el modo de conocer a Sugar Beth
RIGHT SQUARE BRACKETcontinuó ellaRIGHT SQUARE BRACKET Ya me dio bastantes pistas.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Qué quieres decir?
Hacía muchas preguntas. La prohibí ponerse en contacto con ella, pero Gigi es tan
condenadamente tercac Fue como darle la luz verde.
RIGHT SQUARE BRACKETNo eres precisamente razonable cuando se trata de Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Por qué no? Esconderlo debajo la alfombra no ha dado
resultado.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Sabes de qué estoy harto yo? De caminar a tu alrededor como
si estuviera pisando huevos, de tener miedo de decir algo inadecuado y herir tus delicados
sentimientos.
Winnie le arrebató el mando de un manotazo, haciéndolo resbalar por la alfombra. Los ojos de
Ryan se abrieron de par en par. Winnie arremetió contra él.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Debes ser honesto! ¡Sí tanto deseas a Sugar Beth ve por ella.
RIGHT SQUARE BRACKETEres demasiado decente para eso. La embustera fui yo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo vas a cargarme con esa responsabilidad. Es tu culpa la que te
hace tener reacciones tan exageradas. Es tu problema Winnie no el mío.
Una extraña sensación de paz se apoderó de Winnie. Dejó caer las manos en el regazo y juntó los
dedos.
RIGHT SQUARE BRACKETEstoy celosa. Tan celosa que no puedo ver con claridad pero no
soy una paranoica. Después de tantos años, todavía no lo has superado
RIGHT SQUARE BRACKETEso es una tontería. Por el amor de Dios, me casé contigo.
RIGHT SQUARE BRACKETYa no sé quién soy. Puede que nunca lo haya sabido. Lo único
que sé es que estoy agotada de intentar ser merecedora de ti.
No había planeado eso, ni siquiera había pensado en ello hasta el instante de pronunciarlo. La idea,
sin embargo, la atraía como un bosquecillo umbroso.
La voz de Ryan se tornó grave, como ella nunca había oído antes.
RIGHT SQUARE BRACKETLa palabra «enfado» no se acerca siquiera a lo que siento ahora
mismo. ¿Qué esperas que le diga a Gigi? ¿Que su madre se largó y la dejó abandonada?
13
Colin no había hablado con Ryan desde el sábado por la noche. El lapso había sido deliberado,
puesto que se imaginaba bastante bien que dirección tomaría su próxima conversación. Ryan era el
mejor amigo de Colin. Su vieja relación de profesor y estudiante había transcurrido hacía tanto tiempo
que ninguno de los dos pensaba ya en ella. Jugaban juntos en una liga de baloncesto, a veces salían a
correr los fines de semana, y Ryan le ayudaba a entrenar el equipo de fútbol masculino.
Colin deseaba evitar esta conversación en particular. Sugar Beth había llegado puntual por la
mañana, pasando por alto el hecho de su despido, como era previsible, y luego había desaparecido
cuando él se atrincheró en su despacho para perderse en la pantalla del ordenador. No conseguía dejar
de pensar en ella. Hacer el amor el día anterior había superado sus fantasías más atrevidas, y eso no
dejaba de sorprenderle, teniendo en cuenta sus lecturas de los últimos tiempos. Sugar Beth se había
mostrado obscena, espontánea, fascinante e imprevisible.
Pero la imagen de Sugar Beth como devoradora de hombres a sangre fría no acababa de
convencerle.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Por qué no? Es una buena oportunidad para agrandar el
agujero que tengo el estómago.
Gordon les siguió a la cocina y luego se dirigió al solario, donde se estiró sobre la alfombra. Ryan
sacó uno de los taburetes de la encimera para volver a ponerlo en su sitio y empezar a vadear la
cocina.
RIGHT SQUARE BRACKETOye, Colin, te merecías un desquite, eso nadie lo discute, pero
la situación con Sugar Beth está fuera de control. Ahora hay otras personas perjudicadas y debes
deshacerte de ella.
El lejano sonido de agua en el piso de arriba hizo patente la necesidad de deshacerse de Ryan, y
Colin sólo llenó el tazón a medias antes de ofrecérselo.
RIGHT SQUARE BRACKETWinnie está mucho más que nerviosa. Sugar Beth ha estado
viéndose con Gigi.
Esas sí que eran noticias. Aunque nada de lo que hiciera Sugar Beth podría soprenderle.
Colin maldijo a Sugar Beth para sus adentros. ¿Es que siempre tenía que causar problemas?
RIGHT SQUARE BRACKETSupongo que es normal que sientan curiosidad por conocerse.
RIGHT SQUARE BRACKETNo puedo creerme que haya implicado a Gigi en todo esto.
RIGHT SQUARE BRACKETLas cosas no son siempre lo que parecen, en lo que a Sugar Beth
se refiere.
RIGHT SQUARE BRACKETDebí haber confiado en ti. Pero... ahora mismo mismo estoy un
poco nervioso. RIGHT SQUARE BRACKETMiró el tazón de caféRIGHT SQUARE BRACKET. Lo
cierto es que Winnie se ha ido de casa.
RIGHT SQUARE BRACKETSe ha ido. Se mudó al apartamento que hay encima de la tienda.
Colin se quedó estupefacto. El matrimonio de Ryan y Winnie era el mejor de cuantos conocía. Si ellos
no podían hacerlo funcionar nadie podía.
RIGHT SQUARE BRACKETParece que no. Es como si estuviera poseída. Ya sabes que es
una mujer razonable, pero últimamente... Cree que sigo colgado de Sugar Beth. Después de todos estos
años. Y empezó a decir cosas como que ya no sabe quien es, tonterías salidas de un reality show. Es
como si ya no conociera a mi propia mujer.
Colin se acordó de cómo Ryan no podía apartar los ojos de Sugar Beth el sábado por la noche.
Facilitando la permanencia de Sugar Beth en Parrish, había herido sin querer a las dos personas cuya
amistad más valoraba en el mundo.
RIGHT SQUARE BRACKETOh, muy bien. Le dije que su madre estaba muy estresada por
todo lo que tiene que hacer en la tienda, y que había decidido instalarse allí por unos días, para
ocuparse de todo sin distracciones. Gigi se lo creyó, pero es una chica inteligente y no tardará en ver la
realidad.
RIGHT SQUARE BRACKETEstoy seguro de que Winnie entrará en razones antes que eso
ocurra.
Colin deseó estrangularla. «No has podido quedarte arriba hasta que Ryan se fuera. Oh, no. Para tu
mente retorcida, eso equivaldría a una muestra de cobardía y ¿cómo dejar pasar un solo día sin hacer
la vida difícil al mayor número de personas posible?
El café salpicó del tazón cuando Ryan lo dejó sobre la encimera con un golpe.
RIGHT SQUARE BRACKETY lo hice. Por desgracia, Sugar Beth todavía no ha aprendido a
escuchar lo que le dicen.
Colin se obligó a apartar la vista de sus nalgas, esta mañana enfundados en unos ceñidos
pantalones púrpura.
RIGHT SQUARE BRACKETRyan ha venido para decirme que Winnie se ha ido de casa. Por
tu culpa.
RIGHT SQUARE BRACKETEn mi humilde opinión, los dos deberíais ser más suaves con
ella. Colin intervino antes que la sangre llegara al río.
Por desgracia, lo dijeron los dos a la vez, quedando automáticamente como embusteros. Sugar
Beth fue la primera en recobrar el temple y afrontó la situación a su manera particular.
Asombroso. A veces su descaro le sorprendía hasta a él. No obstante, Ryan había perdido su
sentido del humor.
RIGHT SQUARE BRACKETNunca te ha importado el daño que haces a los demás, siempre
que puedas salirte con la tuya.
Sugar Beth disfrutaba espoleando pero no le apetecía hacer verdadero daño, y el buen humor
desapareció de sus ojos.
Cuando Colin consiguió deshacerse de Ryan, la casa se le caía encima ¿Cómo un hombre que
amaba tanto su intimidad había permitido que las cosas desbarrasen tanto? Nada de lo que había
escrito esa mañana valía la pena, de modo que agarró su chaqueta y salió por la puerta trasera.
Todos los que se encontraban en el comedor la estaban mirando, o al menos eso parecía. Gigi asió
la bandeja de plástico con manos sudorosas y miró alrededor para ver con quién sentarse. Tenía que
pasar la hora de la comida en la biblioteca, pero se había prometido que éste era el día de reclamar su
poder, por mucho que eso la asustara y por mucho que sus padres la odiaran. Sin embargo, se sentía
demasiado joven para reclamar su poder. Debería esperar hasta estar en noveno o décimo.
Hasta el momento, se había sentido bastante contenta de su primer día de vuelta a clase. Nadie
habló demasiado de su expulsión, y Jake Higgins le dijo que estaba muy guai. Jake tenía acné y
levantaba dos palmos del suelo, pero aun así... Antes de acostarse la noche anterior se había pintado
las uñas de negro y había tomado prestada aquella camiseta negra que su madre no usaba nunca,
porque decía que era demasiado ceñida. Por la mañana, se puso unos viejos tejanos negros que le
venían demasiado estrechos y cortos pero que, con calcetines también negros, no llamarían la atención
de nadie, y encontró una gargantilla de cuentas marrones que ella misma había hecho cuando estaba en
séptimo. No era el mejor look gótico que había visto RIGHT SQUARE BRACKETpara ello necesitaría
un cinturón guapo con tachones plateados o una falda negra con medias en blanco y negroRIGHT
SQUARE BRACKET pero la hacía sentir fuerte y en cierto sentido, intrépida.
Winifred había pasado la noche en la tienda para poder empezar el inventario a primerísima hora
de la mañana, y su padre estaba de un humor de perros, así que Gigi esperó hasta llegar al colegio para
ir a los lavabos y maquillarse los ojos con un color realmente oscuro. El maquillaje resaltaba el azul
claro de sus ojos, dándoles un aspecto fantasmal y misterioso, muy enrollado. Sus padres no podían
enfadarse con ella más de lo que ya estaban, y esa noche pretendía cortarse el pelo a capas irregulares
y hasta pintarse unos mechones rojos, si encontraba un rotulador adecuado. Fue estupendo deshacerse
de sus viejas ropas informes.
Una niña de séptimo le dio un empujón y su burrito de judias casi se le cayó de la bandeja. No
podía seguir allí de pie. Chelsea estaba sentada en la mesa de siempre, echándole miradas asesinas.
Con ella estaba Vicki Lenson, quien RIGHT SQUARE BRACKETGigi lo sabía a ciencia ciertaRIGHT
SQUARE BRACKET había accedido a practicar sexo oral para ser popular entre los chicos. La sola
idea de tener sexo oral repugnaba a Gigi. Ella nunca haría eso, jamás, siquiera después de casarse.
Kelli Willman y las chicas con las que Gigi solía reunirse estaban sentadas a una de las mesas de
primera fila. Había una silla vacía entre ellas pero Gigi no tuvo fuerzas para ocuparla. La idea de
comer sola la hizo sudar las axilas. Sólo los perdedores natos comen solos.
Alguien rió en la mesa de Gwen Lu. Todas las subnormales estaban allí. Gwen y Jenny Berry.
Sachi Patel y Gillian Grangec ¿Qué sería peor? ¿Sentarse sola o sentarse con las subnormales?
Cualquiera que tuviera verdadero poder admitiría que Gwen Lu y Gillian Granger eran las chicas más
interesantes de octavo, y simpáticas también pero, si se sentaba hoy con ellas, no podría darles la
espalda mañana. Eso la haría tan mala como Kelli.
La embargó el pánico. No quería que todos pensaran que era una subnormal pero tampoco podía
seguir allí, como una atontada. Sus pies, se pusieron en movimiento. No supo hacia dónde se dirigía
exactamente hasta que se encontró junto a la mesa de Gwen. La lengua se le pegó al paladar.
Gigi se sentó y desenvolvió su burrito. Gwen y Sachi estaban hablando de sus proyectos de clase
de ciencias. Al final, Gwen preguntó a Gigi de qué iba el proyecto.
RIGHT SQUARE BRACKETDe las vacas y de por qué todo el mundo debería ser
vegetariano. Gigi abrió una bolsa de patatas fritas.
RIGHT SQUARE BRACKETYo creo que sería guai RIGHT SQUARE BRACKETdijo
JennyRIGHT SQUARE BRACKET. Me gustan los animales. Pero cuando se lo dije a mi madre, se le
pusieron los pelos de punta. Dice que necesito las proteínas.
El tema las llevó a una interesante discusión sobre cómo los padres nunca quieren que hagas algo
realmente excepcional. Gigi afirmó que creía que todos deberían hacer algún sacrificio por el bien del
planeta, y que sabía que Gwen ya se lo estaba planteando, porque no había terminado su perrito
caliente.
A Gigi la sorprendió lo bien que se lo pasó durante la comida RIGHT SQUARE BRACKETnadie le
preguntó acerca de su expulsiónRIGHT SQUARE BRACKET y le supo mal cuando sonó el timbre de
vuelta a clase. Después de devolver las bandejas y tirar los desperdicios, Gwen y Gillian se dirigieron
a la clase de gimnasia. A Gigi le tocaba lengua, y fue hacia su taquilla para buscar su libreta. Acababa
de cerrar cuando vio que Kelli y Heather Burke venían hacia ella. Quiso bajar la cabeza y fingir que no
las había visto, como solía hacer desde principios de curso, pero cambió de opinión y fue a su
encuentro.
Kelli se sorprendió tanto que dejó de masticar el chicle, y las mejillas de Heather empezaron a
arder, como si previese problemas. Gigi apretó los libros contra el pecho y empezó a hablar deprisa,
antes de acobardarse.
RIGHT SQUARE BRACKETKelli quiero que sepas que me hiciste daño cuando dijiste todo
aquello sobre mí a mis espaldas, ya sabes, que soy una zorra rica. Creo que los amigos de verdad son
sinceros cuando tienen problemas, así que supongo que no éramos tan buenas amigas como yo
pensaba. Y lo siento si iba de estirada. Ya no soy una estirada.
Kelli se encorvó de hombros, como si sólo supiera hablar a espaldas de la gente y no de frente.
Gigi sintió lástima de ella, porque Kelli no sabía como reclamar su poder.
RIGHT SQUARE BRACKETNo es culpa mía RIGHT SQUARE BRACKETdijo Kelli al final,
con una actitud auténticamente inmaduraRIGHT SQUARE BRACKET. No le caías bien a nadie.
Gigi sintió que la cólera despertaba de nuevo en su interior pero supo que renunciaría a su poder si
perdía los estribos.
Kelli no dijo nada, se limitó a mirar al suelo, y Gigi se alejó. No sabía si Kelli y ella podrían
volver a ser amigas alguna vez ni siquiera sabía si lo deseaba pero, cuando entró en la clase de lengua,
contestó a todas las preguntas.
Sugar Beth no daba crédito a sus oídos.
RIGHT SQUARE BRACKETEstoy desesperada, y a ti al menos te gusta leer. Jewel dejó una
pila de libros sobre el mostrador, cerca de la caja registradora. Meredith se despidió sin aviso previo.
Bastó una llamada de una vieja amante para que volviera corriendo a Jackson.
En la cena de Colin había quedado patente que Meredith era más que una empleada, y la aparente
soltura de Jewel no engañó a Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETLo siento. No por tu ofrecimiento, que me alegra mucho, pero
un corazón partido no hace gracia.
RIGHT SQUARE BRACKETLo superaré. No hacíamos buena pareja, las dos lo sabíamos
pero nos sentíamos solas, y la verdad es que en Parrish no hay mucho dónde elegir para las chicas a
quienes les gustan las chicas.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Me tomas el pelo? Después de lo que vi el sábado por la noche
la gente hará cola sólo para poder entrar a torturarte.
Por desgracia, es probable que tuviera razón. Aun así aceptó el trabajo.
Durante el camino de vuelta al pasaje Mockingbird, se dijo que eso simplificaba las cosas. No era
bueno para ella pasar tanto tiempo cerca de Colin. Encendió la radio y empezó a tararear con Lucinda
Williams una canción de mujer enamorada, pero sin conseguir zafarse de sus pensamientos. Tenía que
dejar de dramatizar tanto y empezar a poner las cosas en perspectiva. El día anterior no había sido más
que una juerga. Hacía tanto tiempo que no vivía una, que el deseo se había acumulado hasta no dejarla
pensar en otra cosa. Pero ahora que había experimentado satisfacción con creces, no necesitaría otra
durante bastante tiempo.
Subió el volumen de la radio. En lugar de pensar en juergas, debería estar planeando cómo subir al
desván. Jewel quería que empezara al cabo de dos días, y eso significaba que necesitaba cumplir su
objetivo enseguida. El estómago le dio un vuelco al pensarlo.
Una vez en la casa, encontró la puerta del despacho de Colin cerrada aunque se oía el teclado.
Desde luego, la vida de un escritor sería mucho más glamurosa si no tuviera que escribir de verdad. El
tazón de café de Ryan estaba en el fregadero. A Sugar Beth no le había gustado ver su expresión de
dolor y, con razón o sin ella, culpaba a Winnie de ello. ¿Cuan despiadada tiene que ser una mujer para
abandonar a su marido sólo porque ha reaparecido una vieja novia?
Miro por los ventanales del solario y vio a un obrero cavando en el extremo del jardín. Que ella
supiera, no tenía que venir nadie...
Abrió loss ojos desmesuradamente. Corrió hacia la puerta, cruzó el jardín como un rayo y se
detuvo en seco junto al hombre. Él apoyó una muñeca en el asa de la pala y la miró con su habitual
altivez. Sugar Beth levantó una mano:
RIGHT SQUARE BRACKETPor Dios, no digas nada hasta que mi corazón se recupere.
RIGHT SQUARE BRACKETSolo bromeaba cuando dije que tenías un problema con las
drogas. Si hubiera sospechado por un momento..
Llevaba los Levis más desgastados que ella había visto en su vida RIGHT SQUARE BRACKETla
rodilla derecha deshilachada, el fondillo agujereadoRIGHT SQUARE BRACKET, una camiseta tan
cutre como los tejanos, guantes de trabajo raídos y unas botas medio rotas y cubiertas de barro, una de
ellas con el cordón roto y sujeto con un nudo. Una mancha cubría un lado de su portentosa nariz.
Nunca le había visto más irresistible. Sugar Beth frunció el entrecejo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo estoy bromeando, Colin. Si los de Armani te vieran así, te
pondrían en la lista negra.
Quería arrastrarle entre las pacanas, abrazarlo y hacerle el amor hasta caer rendidos los dos. Y eso
que no necesitaría otra juerga durante mucho tiempo.
Manchas oscuras de sudor teñían su camiseta, y los músculos de los brazos se contraían al clavar
la pala. Arrojó una palada de tierra a la carretilla que estaba a su lado. Estaba cavando una especie de
trinchera. O tal vez una tumba poco profunda...
Él sabía que ella sentía curiosidad, pero siguió cavando un rato más antes de darle una explicación.
RIGHT SQUARE BRACKETHe decidido construir un murete de piedra de baja altura para
definir los límites de la propiedad. La temperatura ya está bastante templada para hacerlo.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Es por esto que tu ordenador ha estado tan parado
últimamente?
Aunque el frente de "La Novia del Francés" se ceñía a un diseño paisajístico exquisito, nadie había
prestado nunca demasiada atención a la parte de atrás. Colin sacó más tierra. Hay algo muy especial
en un hombre que maneja una pala, y el sudor de su cuello puede saber tan bien como salsa de
chocolate. No era justo. Sugar Beth tendría que controlarse para no comérselo a cucharadas. ¿Por
dónde empezar sin embargo?
RIGHT SQUARE BRACKETTengo que subir al desván. Oí que algo se movía allí arriba
mientras estaba en tu cuarto de baño.
RIGHT SQUARE BRACKETLo habrías oído si hubieras estado allí. Colin se interrumpió y
apoyó ambas manos en la pala para observarla.
RIGHT SQUARE BRACKETHas intentado llegar al desván desde que empezaste a trabajar
para mí
RIGHT SQUARE BRACKETMuy bien. Si quieres nidos de ardillas por encima de tu cabeza,
no es mi problema. RIGHT SQUARE BRACKETSacudió el pelo y se dio la vuelta. Desgraciadamente
no fue lo bastante rápida, porque él ya había tirado la pala y se plantó delante de ella.
RIGHT SQUARE BRACKETTodas esas historias que te has inventado... ardillas, vajillas
viejas, Sólo eran excusas.
Ella intentó escabullirse pero todas las salidas estaban cerradas. Así pues decidió plantarle cara.
Sugar Beth trató de idear una manera amable de decirle que no confiaba en que él no reclamara el
cuadro como propio. Era un hombre inteligente. Ya se daría cuenta.
Pero no.
Colin arrugó la nariz. Ladeó la cabeza y esperó. Justo en ese momento ella tuvo una de aquellas
revelaciones cegadoras que te hacen ver lo equivocada que estabas. Quiso salvar la situación.
RIGHT SQUARE BRACKETSe me ocurrió que podrías... Bueno, la casa es tuya y... RIGHT
SQUARE BRACKETSe humedeció los labios.
Pasaron unos segundos hasta que él cayó en la cuenta, y entonces la cólera se apoderó de sus
facciones sucias y aun así elegantes.
Pero había ofendido su honor, y él no estaba dispuesto a aceptarlo. Se inclinó y agarró la pala.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Y si tu cuadro está allí? ¿No temes que te lo robe?
RIGHT SQUARE BRACKETVerás, éste es el problema de tener tan mal carácter. A veces
meto la pata.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tienes tan mal carácter. Pero eres una idiota. RIGHT
SQUARE BRACKETHabló con acento americano para hacerse entender mejor.
RIGHT SQUARE BRACKETNo hay nada allí arriba. Winnie se lo llevó todo antes de entrar
yo en la casa. Puede que haya guardado cosas. No estoy seguro
RIGHT SQUARE BRACKETQuizá no sepas dónde buscar. Por ejemplo... hay un armario
secreto. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth no lo veía convencido del todo, pero detectaba los
primeros signos de curiosidad. Adelantó el labio inferior componiendo una adorable expresión
condolidaRIGHT SQUARE BRACKET. De veras, lamento haber ofendido tu honor.
Sugar Beth quiso pedirle que no se limpiara, que de esa guisa desaliñada le resultaba
perfectamente aceptable RIGHT SQUARE BRACKETmás que aceptableRIGHT SQUARE BRACKET
pero se calló.
Media hora más tarde, el obrero sudado había cambiado los tejanos por unos pantalones Dolce &
Gabbana. La condujo por el pasillo hacia el estudio del primer piso.
RIGHT SQUARE BRACKETTuvimos que cambiar de sitio la puerta del desván cuando se
hizo la reforma. Yo no quería perder espacio de pared y el arquitecto ideó un truco. RIGHT SQUARE
BRACKETSe acercó a las estanterías de libros empotradas.
Sugar Beth ya se había fijado en que la unidad central sobresalía un poco respecto a las laterales,
pero supuso que el diseño obedecía a la necesidad de tender tuberías. Cuando Colin apretó el borde de
un estante, un bloque entero se desplazó varios centímetros hacia delante y luego hacía un lado.
Apareció una escalera estrecha que conducía al desván.
El desván estaba vacío. La última vez que ella había subido allí, las polvorientas reliquias de su
familia abarrotaban el espacio, pero ahora los pasos de Colin resonaban sobre el suelo de madera
desnuda y reverberaban en las paredes con molduras de un verde descolorido.
Las curiosidades de tres generaciones de Carey habían sido eliminadas. Las cajas con los adornos
navideños habían desaparecido, junto con el baúl de viaje de su abuela y los palos de golf del abuelo.
La fea vajilla nupcial de Diddie y las bolsas de plástico con cremallera, que contenían sus viejos
vestidos de noche, ya no estaban allí. Un clavo sobresalía de los viejos paneles pero la pagaya de la
fraternidad de Griffin ya no colgaba de él, y no se veía por ninguna parte la canasta con la preciosa
colección de peluches de Sugar Beth. Winnie Davis se había deshecho de todas las piezas que
componían la historia familiar de Sugar Beth.
Motas de polvo flotaban en las haces de luz que entraban por las pequeñas ventanas, y las tablas
del suelo crujían bajo los pies de Colin, que se dirigió hacia el centro del desván, aquel lugar donde un
tambor de Rubbermaid solía contener los viejos trajes de danza de Sugar Beth.
El desván estaba lleno de recodos y escondrijos formados por las buhardillas y chimeneas. Sugar
Beth se dirigió a un rincón justo a la izquierda de la chimenea central, donde ella y Leeann habían
construido tiendas con dos sillas rotas y una vieja manta.
Diddie le había enseñado cómo abrir el armario, a la vez que se aseguró que Sugar Beth no sentiría
la tentación de hacerlo sola. «Ves, preciosa, aquí dentro no hay nada excepto escarabajos enormes y
arañas peludas»
Sugar Beth se arrodilló delante de un panel de moldura que medía unos sesenta centímetros de
ancho y tanteó la base.
RIGHT SQUARE BRACKETMi abuelo vivía con el terror de que se reimplantaran la ley
seca. Solía decir que la existencia de este escondrijo le permitía dormir tranquilo por las noches.
RIGHT SQUARE BRACKETEncontró el resorte oculto y lo soltó. Hay otro arriba, por encima del
saliente.
Los paneles se habían combado con los años y Sugar Beth tuvo que empujar con fuerza para
moverlos. Colin se adelantó y los levantó.
El armario era demasiado pequeño para contener uno de los grandes cuadros enmarcados de Ash
RIGHT SQUARE BRACKETella ya lo sabíaRIGHT SQUARE BRACKET Aunque el autor pudo
dejarle a Tallulah una obra más pequeña. O un lienzo grande enrollado. Sugar Beth llevaba semanas
soñando con este momento pero, ahora que había llegado, no se atrevía a mirar.
Sugar Beth profirió un pequeño grito cuando él sacó un tubo grueso de aproximadamente un metro
de longitud, envuelto en viejo papel marrón y atado con una cuerda.
Colin se enderezó.
La cuerda se rompió con facilidad y el papel quebradizo se deshizo entre sus dedos cuando quiso
retirarlo. Debajo del envoltorio, sin embargo, no había más que un voluminoso rollo de papel. Nada de
lienzo. Un mero papel.
El le dio un pequeño apretón en el hombro y desenrolló el papel. Cuando al fin habló, su voz
denotaba aún más reverencia que la que le inspirara el whisky.
RIGHT SQUARE BRACKETEstos son los planos originales de la fábrica de ventanas. Son de
los años veinte. Es todo un hallazgo.
Para el puede que lo fuera. Sugar Beth volvió apresurada al armario se agachó y metió la mano
dentro. Tenía que estar allí. No quedaba otro lugar donde buscar. Tanteó las tablas del suelo y los
rincones.
Se sentó sobre los talones. Oyó el crujido del papel cuando Colin dejó los planos a un lado. Fue a
arrodillarse junto a ella, seguido del aroma de su colonia y su compasión. Le remetió un mechón de
cabello detrás de la oreja y le acarició el pómulo con el pulgar.
Sugar Beth, no necesitas el cuadro. Eres perfectamente capaz de mantenerte a ti misma. Quizá no
con todo lujo pero
Él sólo intentaba ser amable y ella lo ofendía, pero no se sentía capaz de ofrecer nuevas disculpas.
De camino hacia las escaleras, se sentía la más desgraciada de las mujeres.
Colin pasó el resto de la tarde en su despacho. Cada vez que Sugar Beth pasaba por delante de la
puerta, oía el sonido amortiguado del teclado. A última hora metió en el horno una de las misteriosas
fiambreras del congelador, puso el temporizador y le dejó una nota diciéndole que le vería por la
mañana. Se sentía demasiado frágil para arriesgar que Colin fuera a la cochera más tarde, de modo que
añadió una posdata: «Tengo la regla y me propongo automedicarme en serio ¡no me molestes!»
Cuando salió de "La Novia del Francés" todavía no le había anunciado que dejaba su empleo para
trabajar con Jewel, todavía no le había agradecido su amabilidad en el desván ni le había dicho nada
de lo que debía decirle.
Había empezado a lloviznar de nuevo y Gordon corrió delante de ella. Sugar Beth le abrió la puerta
de la casa pero ella no entró. En cambio, se dirigió al estudio. Mientras giraba la llave en la cerradura,
trató de convencerse de que lo ocurrido no significaba el final de su búsqueda. Colin había dicho que
la ayudaría. Quizás una mirada nueva pudiera ver lo que sus ojos no habían detectado.
Encendió la bombilla del techo y examinó el taller, la escalera manchada de pintura, las viejas
latas y los pinceles. Incluso a través del plástico sucio que protegía el conjunto, podía discernir
gruesas pinceladas de rojo bermellón, salpicaduras de verde chillón, remolinos de azúl eléctrico y
grandes brochazos de amarillo canario. Sobre la moqueta raída que cubría el suelo había tachuelas y
colillas, la tapa de un bote de pintura y otros objetos, ya irreconocibles, que había quedado
encapsulados como escarabajos fosilizados en ámbar.
Había pintura por todas partes, pero el cuadro no estaba allí. Y el hombre que vivía en "La Novia
del Francés" no abandonaba sus pensamientos. Sugar Beth luchó por dominar la desesperación.
14
Llevó una taza de té sin teína a la mesilla de café francesa que había sacado del escaparate para
tener un lugar donde comer, y contempló la calle fría por la ventana. Eran casi las once de la noche, y
los comercios habían cerrado hacía rato. El rótulo de neón rojo de la tintorería Corner parpadeaba en
la suave llovizna que volvía a caer, y los faros de un coche se reflejaron en el escaparate de la librería
de Jewel. Winnie tenía treinta y dos años y era la primera vez que vivía sola. No es que llevara
demasiado tiempo en soledad. Ésta sería la segunda noche.
Winnie quedó tan sorprendida del conjunto negro de Gigi y de su maquillaje de ojos que no pudo
responder enseguida. ¡Su niña! como había deseado ver el fin de la era de ropas informes del Ejército
de Salvación, Winnie no estaba preparada para esto. ¿Qué vendría después? ¿Tatuajes y piercings en la
lengua?
Tomó un sorbo de café. Ni siquiera las Sauces del Mar sabían que se había ido de casa, aunque
Donna Grimley, la mujer que Winni contratara como nueva ayudante, empezaba a sospechar algo.
El semáforo de la esquina se puso rojo y la silueta alargada de un hombre cruzó la calzada. Era
alto y de espaldas anchas, y llevaba el cuello de la chaqueta levantado para protegerse de la llovizna.
Era Ryan, y el pulso de Winnie se aceleró, como lo hacía cuando era adolescente. Sintió un deseo
sexual que no había experimentado en mucho tiempo, y se levantó de la mesa para acercarse más a la
ventana.
Ryan aminoró el paso al llegar a la acera. Descubrió que Winnie le observaba desde arriba y le
devolvió la mirada. Ella apoyó la mejilla contra el cristal sucio de la ventana y apretó la taza de te
contra el pecho.
Ryan hizo un gesto brusco con la mano. «Abre la puerta, joder y déjame entrar.»
El aliento de Winnie dibujaba círculos opacos sobre el cristal. Hubo un tiempo en que hubiera
trazado las iniciales de él dentro del círculo. Ahora sólo negó con la cabeza.
La ira de Ryan crecía por momentos, la ira de un marido maltratado y cargado con una mujer
histérica y desagradecida. Hizo un nuevo gesto enfurecido con la mano.
Ella volvió a negar con la cabeza. En casa había una llave de respuesto de la tienda. Ryan no se
había dado cuenta o no pensó que podría necesitarla. La lluvia brillaba en su cabello y su cuerpo se
puso rígido. Se alejó con pasos airados, devorando la acera mojada con sus zancadas.
Mucho después de perderle de vista Winnie seguía junto a la ventana, apretando su taza de té y
aguardando la llegada de las lágrimas.
No llegaron.
Sugar Beth durmió hasta tarde la mañana siguiente. Cuby y sus compinches habían vuelto la noche
anterior RIGHT SQUARE BRACKETdos noches seguidasRIGHT SQUARE BRACKET y la habían
mantenido despierta con sus gritos.
Sugar...Sugarc..Sugarc
Se vistió apresuradamente y, cuando llegó a "La Novia del Francés", encontró una nota de Colin: la
informaba de que iba a Memphis por trabajo y no volvería hasta última hora de la tarde. Al final
ponía: «He reservado una mesa para esta noche en el Parrish Inn. Te recogeré a las siete»
Hablando de insensateces... Colin tenía el deseo de muerte subido. ¿Por qué si no iba a hacer algo
tan estúpido? Una cosa era que Sugar Beth trabajara para él RIGHT SQUARE BRACKETa la gente le
gustaba la ideaRIGHT SQUARE BRACKET y otra muy distinta dejarse ver juntos en público. Ella
pronto se iría de Parrish pero él había echado raíces en la ciudad. Y, por muy famoso que fuera, seguía
siendo un forastero. Si la gente descubriera que ya no se dedicaba a hacerle la vida imposible a Sugar
Beth, perdería el respeto que tanto le había costado ganar.
Se levantó y tiró la nota a la basura, que es donde tenía que estar, y luego miró a Gordon que
acababa de tomar su desayuno.
Gordon interrumpió su estirón poscomida para dedicarle una de esas miradas «ya te lo dije».
Sugar Beth agarró una esponja y atacó la encimera. Colin no aceptaría actuar a escondidas, como
cualquier persona sensata. Desde su posición en lo alto del gran caballo de la moralidad, consideraría
la noción de verla sólo por el sexo como sórdida. Pero ¿quién dice que lo sórdido es siempre malo? A
veces lo sórdido es, sencillamente, lo más práctico
Trabajó frenéticamente el día entero. Hizo las compras, limpió la nevera, y ordenó los armarios.
Cuando entró en el despacho de Colin para revisar el correo del día, deseó haberle dicho ya que había
aceptado un empleo en la librería.
Volvió a la cocina y empezó a preparar comida para congelar, como habían hecho todas las
solteras soñadoras de Parrish. Al final no pudo reprimirse más y lo llamó al móvil.
Él, sin embargo, ya había percibido su vacilación y era más listo que la mayoría de los hombres.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Por qué será que esta llamada me resulta cada vez más
preocupante?
RIGHT SQUARE BRACKETDeja de ser tan terca. Trabajando en la librería, estarás a merced
de cualquiera que entre en la tienda. No podrás protegerte de las maldades que tus viejos enemigos
tramen contra ti. Jewel debería saberlo.
RIGHT SQUARE BRACKETPuedes burlarte todo lo que quieras. Mientras trabajes en "La
Novia del Francés", estás protegida. En la librería, serás un blanco fácil.
RIGHT SQUARE BRACKETNo hubo tiempo. Jewel me ofreció el empleo ayer por la
mañana. El tono ominoso que le llegó a través del teléfono le dijo que acababa de cometer un error
estratégico.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Lo sabías desde ayer y sólo se te ocurre mencionarlo ahora?
RIGHT SQUARE BRACKETHubo algunas distracciones. A propósito, gracias por ser tan
comprensivo en el desván. Debí agradecértelo ayer, pero habrás notado que me cuesta expresar mi
gratitud.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿No crees que ya es hora de dar el salto de alegría?
RIGHT SQUARE BRACKETUno de los dos tiene que velar por tus intereses. Llama a Jewel
inmediatamente y dile que has cambiado de opinión.
RIGHT SQUARE BRACKETAlto ahí. El único acuerdo que hemos tenido jamás es que tú
intentarías hacerme tan infeliz como pudieras y yo trataría de sacar el mejor partido de una situación
intolerable, como siempre han hecho la valerosas mujeres del Sur.
Él interrumpió la comunicación antes de que Sugar Beth pudiera decir nada más.
Colin estaba de un humor de perros mientras se vestía para llevar a Sugar Beth a cenar fuera. A su
manera típicamente irreflexiva ella sólo había conseguido complicarse más la vida. Aceptando el
empleo en la librería, quedaba a tiro de todos aquellos que todavía le guardaban rencor. Se puso el
reloj. La noche anterior habían vuelto a aparecer aquellos ruidosos admiradores. Él estaba leyendo en
el estudio del segundo piso y no les oyó enseguida. Cuando bajó, ellos ya se habían ido, privándole de
la satisfacción de echarles.
Inspeccionó el dormitorio con la mirada. Sugar Beth le había dejado ropa limpia, sábanas nuevas y
un surtido de sus frascos de aseo favoritos. Había empezado a acostumbrarse a que alguien cuidara de
su bienestar, aunque era perfectamente capaz de hacerlo él mismo. Aún así, ella cuidaba de los
pequeños detalles, como la reluciente manzana roja que descansaba sobre una servilleta de lino blanco
en la mesilla de noche. Una manzana. ¡Mujer imposible! Colin frunció el entrecejo y se abrochó los
gemelos.
De camino hacia la cochera, se recriminó no haberle aclarado que había sido contratada de nuevo,
aunque dudaba que esto cambiara las cosas. A Sugar Beth le gustaba fastidiarlo todo. No había podido
quitársela de la cabeza en todo el día... Su imagen mientras hacían el amor, la dulzura que había
sustituido su habitual mordacidad, sus ojos plateados, entrecerrados y absolutamente seductores.
Después se había acurrucado entre sus brazos y le divirtió con su descaro. Él nunca había sido una
persona animosa pero, cuando estaba con Sugar Beth al menos intuía la posibilidad de experimentar
esa animosidad, Demasiado tarde deseó haber pensado en llevarle flores, un gesto galante
intrínsecamente sureño, hermoso, complejo y tan ambiguo como ella.
Se acercó al porche de la cochera. La sola idea de volver a verla aligeraba el ánimo tenebroso que
le había pesado durante todo el día. Entonces vio la nota enganchada en la puerta.
Otro período.
Sugar Beth mordisqueaba un trozo de boniato mientras miraba por las ventanas de La Caseta del
Lago. Más allá del embarcadero, el agua oscura y misteriosa aguardaba el retorno de las motos
acuáticas y los bañistas. Cuando iban al instituto, solían reunirse en punta Allister, donde tomaban
cerveza a escondidas, contaban chistes verdes y ligaban. Se preguntó si Colin habría ligado alguna vez
sobre una manta tendida en la playa, entre olores de cerveza y crema de bronceado. Le costaba
imaginárselo.
Empujó a un lado la mitad sin comer de su bocadillo de lomo, una especialidad de la casa, con su
tamal, el pan de maíz y el eneldo frito picante. Había escasos comensales esa noche de media semana
pero, aún así Sugar Beth había elegido una mesa en la esquina más lejana del comedor. Y aún así,
había tenido que echar a Jeffie Stevens.
Había ido allí conducida por la nostalgia y el anhelo del bocadillo de lomo de su niñez. La
decoración rústica de barco ribereño seguía tal y como la recordaba: lámparas de pantalla verde con
brazos de latón paredes de tablas de madera, cenefas color jengibre, sillas de madera con cojines de
vinilo para protegerlas de los bañadores mojados que se suponían prohibidos en el comedor, una regla
convenientemente olvidado de mayo a octubre, cuando La Caseta del Lago recibía su mayor clientela.
En los viejos tiempos, guardamalletas de terciopelo verde pendían sobre las amplias ventanas que
daban al agua. Ahora las guardamalletas eran rojas y rematadas con borlas doradas, y el suelo de
madera lucía una capa reciente de pintura gris. En la esquina había una máquina de discos, junto a una
diminuta pista de baile convenientemente situada cerca de la puerta que conducía al bar.
Sugar Beth alargó la mano para coger su CocaRIGHT SQUARE BRACKETCola, y casi la tiró al
suelo cuando vio a Ryan acercarse al bar. Era su día de suerte. Había escogido ese lugar para que no la
vieran en público con Colin, y ahora aparecía Ryan. Puede que no la viera. Sin embargo, un largo
espejo cubría la pared detrás de la barra y, en el momento en que el camarero le sirvió una cerveza,
Ryan levantó la cabeza.
Sugar Beth se volvió hacia la ventana y fingió no haberle visto, pero él ya se dirigía hacia ella.
Llevaba un traje gris, una camisa blanca y una corbata con el nudo flojo. Todas las miradas se
volvieron hacia ellos. Sugar Beth bajó la vista a su plato y dijo con los labios apretados:
Ryan apartó con el pie la silla colocada frente a ella y se dejó caer en el asiento, con el botellín de
cerveza en la mano.
El adolescente que ella recordaba jamás se habría sentado sin haber sido invitado, pero aquel chico
era mucho más amable que este empresario de mirada acerada. Ojalá estuviera allí su perro.
RIGHT SQUARE BRACKETHablo en serio Ryan. Todos dirán que te seduje para venir aquí
y, francamente, estoy un poco harta de que me hagan responsable de las desgracias de toda la
humanidad.
Ryan no llevaba el pelo revuelto intencionadamente, como Colin. Tenía el aspecto de habérselo
mesado demasiadas veces, y las líneas de su cara estaban más pronunciadas que hacía cuatro noches.
Su chaqueta se abrió cuando estiró las piernas y señaló el plato de Sugar Beth con la botella.
Pero él ya se había puesto delante el plato de Sugar Beth. Cuando le vio coger la mitad que había
dejado intacta, el pasado la asaltó tan deprisa que se sintió mareada. ¿Cuántas comidas suyas se había
terminado Ryan cuando iban al instituto? Sugar Beth no comía, picoteaba, la interesaba más el flirteo
y la diversión que la comida, y Ryan tenía el apetito pantagruélico de los chicos adolescentes. De
pronto deseó que todo volviera a ser como antes: las oportunidades desperdiciadas, la confianza
perdida, la bendita arrogancia que la hacía sentir invulnerable. Quería volver a tener a su madre. A las
Sauces del Mar. Y, por encima de todo, quería tener la vida que habría tenido si se hubiera quedado
con su primer amante, aunque no le amara demasiado tiempo.
A Colin le habría gustado el comentario, pero Ryan apenas pareció entenderla. Nunca habían
tenido el mismo sentido del humor, ni siquiera cuando eran jóvenes. El de Ryan había sido siempre
más literal, como el de Winnie. Ryan rascó la etiqueta de la cerveza con la uña.
Dejó caer la servilleta sobre la mesa y quiso ponerse de pie, pero Ryan la asió de la muñeca.
Sugar Beth no estaba de ánimos para afrontar el tema. Al dejarse caer de nuevo en la silla, liberó
su mano de un tirón.
RIGHT SQUARE BRACKETAntes de que te animes demasiado, más vale que te diga que
dejé de pensar en ti cuando conocí a Emmett Hooper. Amé a ese hombre con toda mi alma.
La satisfacción se borró de la cara de Ryan y Sugar Beth supo lo que vendría a continuación.
Levantó la mano para impedirlo.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Qué puedo servirle, señor Galantine? RIGHT SQUARE
BRACKETLos ojos de la camarera brillaban de curiosidad cuando se acercó a la mesaRIGHT
SQUARE BRACKET ¿Algo más, señorita?
RIGHT SQUARE BRACKETNo quiero tarta RIGHT SQUARE BRACKETdijo Sugar Beth
cuando la camarera se alejóRIGHT SQUARE BRACKET. Quiero irme a casa. Y ya que eres todo un
santo, parece que no se te ha ocurrido que Winnie se enterará de nuestro pequeño encuentro y me
imagino que no le gustará y que ésta no es la mejor manera de arreglar vuestras diferencias.
En lugar de una réplica enfadada, Ryan resiguió con el dedo la mancha circular de la cerveza.
La camarera volvió con la cerveza, dos trozos de tarta y la cuenta de Sugar Beth. Cuando se fue,
Sugar Beth removió con la pajita los cubitos de hielo de su CocaRIGHT SQUARE BRACKETCola.
RIGHT SQUARE BRACKETEs una chica estupenda, Ryan. Ahora mismo, se está haciendo
las preguntas que la mayoría no se hace hasta que es mayor.
Ryan la contempló largamente. Sugar Beth esperaba que dijera que ella era la última persona en la
que confiaría, pero no lo hizo,
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Te has preguntado alguna vez qué habría pasado si
hubiéramos seguido juntos. Mi impulso de autodestrucción era demasiado fuerte. Si no te hubiera
dejado por Darren Tharp, lo habría hecho por otro.
RIGHT SQUARE BRACKETEspera un momento. ¿No irás a agitar una rama de olivo tan
fácilmente?
RIGHT SQUARE BRACKETTu padre era un hijo de puta insensible. Si te hubiera dado un
poco de amor no habrías adoptado con los hombres tu estrategia de tierra quemada. Las niñas y sus
papás.
RIGHT SQUARE BRACKETNo pasará lo mismo con Gigi, Ryan. Ella sabe que la quieres.
Lo superará. Déjale un pequeño margen para que cometa sus errores.
Él cambió de tema.
RIGHT SQUARE BRACKETNo vayas a por Colin, Sugar Beth. Él sufre como todos nosotros,
y todavía tiene muchas heridas del suicidio de su mujer.
RIGHT SQUARE BRACKETTe creería pero no le daría importancia. No queda ni una chispa
entre nosotros.
RIGHT SQUARE BRACKETGracias por la cena. Y suerte cuando expliques esto a Winnie.
Cuando Ryan llegó a su casa, le pareció abandonada. Su mujer no le esperaba con una copa de vino
y una sonrisa. Del dormitorio de su hija no llegaba el rugido de la música rock. Tiró la chaqueta sobre
respaldo de una silla en la cocina, encima del jersey que había dejado en el mismo lugar el día
anterior. El Sports Illusirttrated estaba abierto sobre la mesa de la cocina. La encimera estaba cubierta
de prospectos publicitarios, mezclados con facturas e informes de su corredor de bolsa, que Ryan
todavía no había tenido tiempo de ordenar. Siempre se había considerado un hombre bien organizado
pero esta mañana, a la hora de vestirse, no podía encontrar su cinturón negro de vestir ni su cortauñas.
Intentó imaginar la reacción de Winnie cuando supiera que había estado con Sugar Beth. Tal vez así
recobrara la sensatez y decidiera volver a casa.
Gigi parecía fuera de sí. Ryan dejó caer el periódico. Esta noche Gigi había cenado con Winnie en
el Inn y al acudir al vestíbulo Ryan imaginó mil catástrofes.
La muchacha se había detenido con los ojos llenos de angustia y el pecho agitado. Parecía muy
joven y desamparada. Ryan la atrajo hacia sí.
Winnie aferraba el volante del coche. No había podido ocultarselo a Gigi por más tiempo. Quizás
ella y Ryan debieron decírselo juntos, aunque así parecería algo muy grave y Winnie no quería asustar
a la chica. Además, dudaba mucho que Ryan accediera a hablar con Gigi en su presencia. Estaba
demasiado enfadado para eso.
Cuando había hablado por teléfono pocas horas antes, él se había mostrado sarcástico y hostil,
interpretando el papel del esposo sufrido que tenía que sobrellevar la carga de una esposa chiflada. Y
puede que tuviera razón ¿Qué mujer en sus cabales abandonaría a su marido porque no la quiere lo
suficiente? A pesar de todo, no se arrepentía de no haberle dejado subir la noche anterior.
Irónicamente, ella y Gigi se divirtieron durante la cena, una vez Winnie superó la conmoción que
le produjo el nuevo peinado de su hija. No sólo se había teñido unos mechones rojos, también se lo
había cortado de forma irregular por un lado. Pero la niña parecía sentirse a gusto de esa guisa, y
Winnie hasta logró dedicarle un cumplido. Tampoco hizo ningún comentario sobre el maquillaje de
ojos de Gigi ni su atuendo negro, excesivamente ceñido al cuerpo. Tras cierta vacilación inicial Gigi
empezó a parlotear sobre cómo las chicas dejan escapar su poder, tema que había asomado su fea
cabeza por primera vez después de aquel encuentro clandestino con Sugar Beth.
ccomo cuando una chica hace tonterías en clase, sólo para hacer reír a un compañero que le gusta.
O como cuando las chicas permiten que los profesores no les hagan caso, incluso las profesoras. La
señora Kirpatrick pregunta a los chicos mucho más que a las chicas, porque ellos siempre están
inquietos y ella quiere mantenerles a raya. Hoy levanté la mano mil veces pero no quiso preguntarme.
Al final, me levanté de la silla y empecé a agitar los brazos, hasta que tuvo que darse por enterada.
Winnie asintió.
Colin no. En algunos aspectos era el peor profesor; en otros, el mejor RIGHT SQUARE
BRACKETAdoptó un falso acento británicoRIGHT SQUARE BRACKET: «Jasper, no levantes el
trasero del asiento hasta que te lo diga. ¡Winnie, habla más alto!» Me aterrorizaba.
Gigi rió y durante unos minutos, todo pareció normal. Entonces les sirvieron la tarta de fresas que
había pedido Gigi y Winnie supo que ya no podía aplazar más la conversación.
RIGHT SQUARE BRACKETHay algo que quiero decirte antes de que lo oigas de otra
persona y te hagas una idea equivocada. RIGHT SQUARE BRACKETSe obligó a sonreír un poco,
como si el anuncio que estaba a punto de hacer no fuera más desagradable que una cita con el
dentistaRIGHT SQUARE BRACKET. He decidido que necesito estar sola un tiempo. No es nada
importante y, por supuesto nada de lo que debas preocuparte. Pero me quedaré un poco más en la
tienda.
RIGHT SQUARE BRACKETNo sólo tiene que ver con el trabajo. Necesito aclararme algunas
ideas. Papá y yo nos casamos muy jóvenes, y la gente cambia con los años. Tengo que reflexionar
sobre ciertas cosas. Será por unas semanas. Un mes, tal vez. No es nada grave, pero tú también te estás
haciendo mayor y sería injusto no decírtelo.
Una niña vulnerable ocupó el lugar de la adolescente hosca y Gigi se echó a llorar.
Entonces Winnie supo que no debía haber elegido el comedor del Inn para darle aquella noticia,
aunque creía que un lugar público quitaría hierro al asunto. De nuevo se había equivocado.
RIGHT SQUARE BRACKETEs por mi culpa, ¿verdad? RIGHT SQUARE BRACKETA Gigi
le goteaba la narizRIGHT SQUARE BRACKET Porque he sido insoportable.
RIGHT SQUARE BRACKETNo cariño. No. Esto no tiene que ver contigo. RIGHT SQUARE
BRACKETNo mencionó que su comportamiento había empeorado las cosas.
La acompañó a los lavabos de señoras, donde la abrazó, le limpió el maquillaje corrido de los ojos
e hizo todo lo posible por convencerla RIGHT SQUARE BRACKETy convencerse a sí mismaRIGHT
SQUARE BRACKET de que aquello solo era transitorio.
Winnie temblaba todavía cuando subió las escaleras y entró en el sórdido apartamento que se
había convertido en lugar de residencia de la mujer más rica de Parrish, estado de Misisipi. Se quitó la
ropa, se puso una camiseta y sus nuevos pantalones de pijama a cuadros blancos y azules, y se sentó
para ocuparse del papeleo de la tienda, pero no pudo concentrarse. Cogió el recetario Southern Living
y empezó a pasar las páginas sólo para caer en la cuenta de que no tenía para quién cocinar. Sonó el
teléfono. Sabía que era Ryan. Gigi ya debía haberle contado su conversación y estaría furioso. Si no
contestaba RIGHT SQUARE BRACKETy no tenía ganas de hacerloRIGHT SQUARE BRACKET sólo
empeoraría las cosas.
RIGHT SQUARE BRACKETWinnie estamos aquí. RIGHT SQUARE BRACKETNo era Ryan
sino MerylinnRIGHT SQUARE BRACKET. Baja ahora mismo y ábrenos la puerta.
Le hubiera gustado que pasaran unos días más antes de que las Sauces del Mar se enteraran de
todo.
Mientras bajaba las escaleras, consideró la posibilidad de decirles que sólo estaba en el
apartamento para adelantar el inventario. No serviría de nada.
Parecían vestidas para una fiesta improvisada. Leeann llevaba leotardos negros y una camisa de
trabajo masculina; Merylinn, un chándal amarillo con chaqueta a juego; Heidi, unos tejanos. Amy
debía de haber ido a la iglesia por la tarde, porque lucía un traje de color rosa y blanco. Invadieron el
pequeño apartamento, impregnándolo de sus perfumes intensos y sus ganas de inmiscuirse.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tendrías tantas infecciones si hicieras pis después de hacer
el amor con Clint. RIGHT SQUARE BRACKETHeidi se dirigió a la cocina y empezó a abrir los
armarios buscando vasos.
Intentar detener a las Sauces del Mar cuando ya estaban en movimiento era como intentar frenar
una avalancha. Winnie se hundió en los cojines deformados del sofá y las dejó hacer. Leeann sacó un
bote de cacao Puffs de de una mochila Radio Shack.
RIGHT SQUARE BRACKETEs el único chocolate que encontré en casa. Los niños se
terminaron mi Hershey's.
La última vez que hubo una emergencia y las Sauces del Mar acudieron con vodka, zumo de
arándano y chocolate, Leeann había acabado divorciándose. Winnie cruzó las piernas.
RIGHT SQUARE BRACKETNi una palabra más hasta que haya preparado los cócteles.
Las Sauces del Mar estaban acostumbradas a trabajar juntas y no tardaron mucho en acomodarse
en el sofá, copas en mano, después de acercar la mesilla de café francesa para tener donde apoyar un
plato de galletas y algunos Skittles que Heidi rescató del fondo de su bolso.
Winnie tomó un sorbo de vodka con zumo de arándano RIGHT SQUARE BRACKETapenas unas
gotas de zumoRIGHT SQUARE BRACKET y miró a Merylinn, que se incorporó en su asiento.
RIGHT SQUARE BRACKETSue Covner debería ocuparse de sus asuntos RIGHT SQUARE
BRACKETreplicó Winni.
RIGHT SQUARE BRACKETTiene bastante con ocuparse de los ajenos. RIGHT SQUARE
BRACKETLeeann cogió un puñado de Cocoa Puffs y se acurrucó encima del sofá.
RIGHT SQUARE BRACKETDeke llamó a Ryan al trabajo esta mañana RIGHT SQUARE
BRACKETcontinuó MerylinnRIGHT SQUARE BRACKET. Me dijo que parecía una piltrafa.
RIGHT SQUARE BRACKETYa sabéis que soy muy intuitiva. Os dije que me parecía que
tenían problemas.
A lo argo de los años, la intuición de Heidi se había demostrado menos fiable que los pronósticos
del tiempo y Winnie deseó que hubiera encontrado otro momento para empezar a acertar.
Merilinn miró a las demás y Winnie sintió una punzada de inquietud al observar la comunicación
silenciosa entre ellas. Amy cogió la copa Leeann y le robó un sorbo. Leeann se volvió hacia Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETCariño, creemos que podría ser algo más que unos baches. Por
eso hemos venido.
Sue me ha llamado dos veces hoy; la segunda, no hace mucho más de una hora. RIGHT SQUARE
BRACKETMerylinn esbozó un gesto de impotencia con la manoRIGHT SQUARE BRACKET Ay,
mierda, voy a llorar.
Amy le dio unas palmaditas en el brazo sin apartar los ojos de Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETLa hija de Sue la llamó desde La Caseta del Lago. RIGHT
SQUARE BRACKETLlevó la mano a su cruz, la viva imagen de la Virgen de los DoloresRIGHT
SQUARE BRACKET. Ryan estaba allí. En La Caseta del Lago. RIGHT SQUARE BRACKETTomó un
lento y profundo respiroRIGHT SQUARE BRACKETCenando con Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETSabes que Ryan jamás miraría a otra mujer. Si no se tratara de
Sugar Beth nadie daría importancia al asunto.
La primera reacción de Winnie fue culparse a sí misma. Esto no habría pasado si no se hubiera ido
de casa, si hubiera dejado que Ryan subiera al apartamento la noche anterior, si se hubiera mostrado
más conciliadora por teléfono... Los ácidos ardían en su estómago. Al menos ya no vivía en un limbo.
No preguntaban «qué vas a hacer» sino «qué vamos a hacer». Fuera por el vodka o por el miedo
que sentía, el corazón de Winnie rebosó de amor por esas mujeres.
Empezaron a analizar y razonar. ¿Qué había hecho Ryan, exactamente? ¿Desde cuándo tenían
problemas? ¿Quién se creía que era Sugar Beth? Winnie apuró su copa, les dijo que las quería mucho
y se negó a contestar sus preguntas.
La novedad de oír llamar bastardo al chico dorado de Parrish, estado de Misisipi, hizo que Heidi
resoplara y el vodka resaliese por la nariz. Todas se echaron a reír, hasta la propia Winnie Poco a poco
se calmaron. Heidi comió una galleta y luego bebió un sorbo de su copa. Amy terminó la bebida de
Leeann. Merylinn volvió a llenar la coctelera. Leeann se rascó su laca de uñas. La amistad de las
Sauces del Mar arropó a Winnie como una manta caliente.
RIGHT SQUARE BRACKETYo también soy especial RIGHT SQUARE BRACKETse oyó
decir Winnie a si misma. Y creo que ha llegado el momento de que Ryan Galantine luche por mí.
RIGHT SQUARE BRACKETDe hecho, creo que debió hacerlo hace mucho tiempo.
15
No podrás mantenerme siempre lejos, hermosa mía. Te deseo. ¿No vendrás a mí?
Georgette Heyer, El cachorro del diablo
Sugar Beth dejó caer su bolso en una silla y se quitó la chaqueta que llevaba encima de un jersey y
una falda tejana corta.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo recordar que te dejé una nota, y también hablamos del
tema por teléfono.
RIGHT SQUARE BRACKETEres tú quien tiene que vivir en esta ciudad, titi.
RIGHT SQUARE BRACKETLo creas o no, puedes vivir una vida decente sin diamantes ni
abrigos de piel.
RIGHT SQUARE BRACKETDisfruto de los lujos que me puedo permitir pero no los
necesito, y desde luego no vendería mi alma para conseguirlas.
RIGHT SQUARE BRACKETHasta que algún cliente exigente te toque las narices.
RIGHT SQUARE BRACKETSolo intento señalar lo que tú prefieres no ver, aunque creo que
ya hemos comentado tus dificultades a la hora de afrontar la realidad. Véase tu insensata idea de
trabajar en una librería.
Colin profirió una maldición confusa y le atrapó los labios en un beso. Al mismo tiempo, deslizó
las manos por debajo de la falda tejanac. Y ella no hizo nada por impedirlo.
En cuestión de segundos le quitó las medias y las bragas. La agarró por los muslos y la levantó. Un
jarrón chino se hizo añicos contra el suelo, cerca de la cabeza de Gordon, que huyó asustado a la
cocina. Sugar Beth le rodeó las caderas con las piernas. Él forcejeó con su ropa y al cabo de unos
segundos la penetró.
Empezó a embestirla con fuerza, hasta que de pronto gimió y empezó a retirarse.
RIGHT SQUARE BRACKETNo llevo preservativo.
La empujó contra la pared, hincando los dedos en sus nalgas. Ella empezó a besarle y se entregó a
la fricción húmeda y caliente, a los sonidos y olores, a su ardor, a su solicitud...
Lo sabía desde hacía días pero no había querido reconocerlo, y ahora no podía, no cuando las
pestañas de Colin rozaban su mejilla y cuando la encantaba tanto sentirle dentro. Chupó su labio
inferior.
Cuando terminó Sugar Beth se dejó transportar al dormitorio, donde se desnudaron del todo y
volvieron a hacer el amor, esta vez más lentamente y con tanta ternura que ella se sintió desarmada.
Estaba perdiendo la batalla de no dejar caer las barreras que les separaban.
Cuando por fin estuvieron saciados, tomaron un baño juntos. Ella se recogió el pelo. Él se sentó a
su lado, las rodillas dobladas, un codo apoyado en el borde de la bañera.
La luz rosada de las viejas velas rojas de Navidad de Tallulah hacía del cuarto de baño un lugar de
otra época. Si sólo fuera verdadc No quería responder a su pregunta, pero Colin tenía derecho a saber.
Tuve un embarazo ectópico a los veintidós años, junto con algunos problemas añadidos. Te
alegrará saber que no puedo tener hijos.
Colin le acarició el otro pecho para darle tiempo a recuperarse. Luego le remetió un mechon de
cabello mojado detrás de la oreja
RIGHT SQUARE BRACKET ¿No habías tenido sexo en casi tres años?
Colin rió por lo bajo. Una de las velas chisporroteó. Cambió la posición de una pierna a una
postura más cómoda y ella apoyó la cabeza en su hombro. Enamorarse no era precisamente un
acontecimiento sin precedentes, ya que le había sucedido en muchas ocasiones. Era su debilidad de
toda la vida, aunque creía haber superado ya el problema de no sentirse viva si no estaba enamorada.
Al menos, ahora era más lista y sabía exactamente qué tenía que hacer al respecto.
Los hombres la habían llamado muchas cosas a lo largo de los años: dulzura, encanto, niña, arpía,
pero nunca mi amor.
RIGHT SQUARE BRACKETMis días en "La Novia del Francés" han terminado, alteza.
RIGHT SQUARE BRACKETLas mujeres que duermen con sus jefes y todo eso.
RIGHT SQUARE BRACKETHas decidido mostrarte imposible, ya veo. Por fortuna, estoy de
un humor excepcionalmente bueno.
El comentario acertó en distraerle unos minutos, pero no lo suficiente porque Colin pronto volvió
al tema que les ocupaba.
RIGHT SQUARE BRACKETAnalicemos con cierta lógica esta química asombrosa que nos
une.
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo, pero pediré a mi abogado que redacte un acuerdo
prematrimonial blindado que me asegure "La Novia del Francés" después de nuestro divorcio.
Colin sonrió.
RIGHT SQUARE BRACKETNo obstante, ahora eres una mujer más sabia y madura.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tan sabia, titi, y tengo un gran antojo de ti.
RIGHT SQUARE BRACKETY creo haber encontrado una solución bastante buena para
nuestro dilema.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿No querrás que redacte un trabajo de fin de curso?
RIGHT SQUARE BRACKETNo, salvo que propongas un tema francamente erótico. RIGHT
SQUARE BRACKETHalló con el pulgar un músculo tenso en la nuca de Sugar Beth y empezó a
masajearlo suavementeRIGHT SQUARE BRACKET. Lo que más necesitamos es tiempo, tiempo para
que esta relación nuestra siga su curso.
RIGHT SQUARE BRACKETTonterías. Soy el hombre más adecuado. Nadie puede serte
menos peligroso que yo.
El cuerpo de obrero desnudo que se apretaba contra ella no parecía poco peligroso.
RIGHT SQUARE BRACKETQue Dios nos bendiga. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth
encontró la anilla del tapón e intentó tirar de ella.
RIGHT SQUARE BRACKETExacto. Ninguno de los dos se hace ilusiones con respecto al
otro, de modo que no corremos demasiado riesgo de que la situación se nos descontrole. ¿No te
parece?
El tapón salió.
La mano que le acariciaba la pierna se detuvo a la altura de la pantorrilla, y Colin habló con
altivez:
RIGHT SQUARE BRACKETNo soy ningún tipo que has pescado en un bar.
RIGHT SQUARE BRACKETLo peor es que hemos estropeado una buena amistad RIGHT
SQUARE BRACKETañadió ellaRIGHT SQUARE BRACKET Empiezo a lamentarlo.
La cautela que asomó a los ojos de él le dijo que, por fin, había dado en el blanco.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Que me estoy enamorando de ti? ¿Por qué no? He tenido
mucha práctica. Y si esto no es suficiente para que huyas despavorido, lo es para que yo me ponga un
par de Nikes. RIGHT SQUARE BRACKETTomó aliento para poder decirlo todoRIGHT SQUARE
BRACKET Por eso te dejo.
RIGHT SQUARE BRACKETY una mierda. No soy uno de tus muñecos, Sugar Beth. No
puedes darme la patada sólo porque tienes un berrinche.
Colin se envolvió las caderas con una toalla raída, estropeando una vista magnífica.
RIGHT SQUARE BRACKETA ver si logro ser más clara. He tenido suficientes relaciones
dolorosas para el resto de mi vida. No pienso tener otra. Nunca más
RIGHT SQUARE BRACKETO estás sordo como una tapia o eres el hombre más estúpido del
mundo.
RIGHT SQUARE BRACKETSi quieres ser un idiota, tú mismo. Pero irás solo a la cámara de
gas. Esta relación ha terminado.
La voz de Colin le llegó por encima del hombro, grave y muy decidida:
16
RIGHT SQUARE BRACKETHa jugado a su antojo con mis sentimientos, señora. Debería
reírme de mí mismo por haberme dejado engañar tanto. Desde luego, no podría esperar otra cosa de
un miembro de su familia.
Fue recompensado con la primera señal de inseguridad por parte de ella: un pequeño, casi
imperceptible, paso hacia atrás. Bien. Estaba harto de ser el único en tener los nervios de punta.
Su mal humor se debía al exceso de cafeína y la falta de sueño. Debería estar sentado a su
escritorio, comiéndose un sandwich de la cafetería mientras adelantaba un montón de informes y una
comunicación que debía haber terminado tres días antes. Pero era incapaz de concentrarse.
Había pasado casi cuarenta y ocho horas desde que viera a Sugar Beth en La Caseta del Lago y
Winnie no le había dicho ni una palabra, aunque ya habían hablado dos veces por teléfono. Ryan sabía
que ya estaba enterada de la noticia. Deke le había llamado para informales que las Sauces del Mar
habían celebrado una reunión de urgencia el martes por la noche. Demasiado tarde se le ocurrió que se
podría haber detenido en Gemima para echar leña al fuego, pero había pasado de largo sin recordar
siquiera que Sugar Beth había empezado a trabajar allí. Lo cierto es que apenas había pensado en
Sugar Beth desde el martes. Le consumía el resentimiento contra Winnie.
Su pelo le pareció más largo de lo que recordaba, cosa que no tenía sentido, puesto que sólo hacía
cuatro días que ella se había ido de casa. Una pequeña horquilla enjoyada, apenas del tamaño de una
uña sujetaba el flequillo a un lado. No parecía mucho mayor que Gigi aunque sí mucho menos
inocente.
Ryan nunca había prestado demasiada atención a la ropa de Winnie. Su estilo era elegante y
conservador y, a primera vista su vestido de color marfil obedecía al mismo patrón. Sin duda se lo
había puesto en ocasiones anteriores. ¿Por qué entonces él nunca se había fijado en la manera poco
discreta en que le marcaba el cuerpo. Winnie siempre se quejaba de tener las piernas demasiado cortas
pero incluso sin ese par de zapatos abiertos en la puntera y de tacones ridículamente altos, su longitud
era más que suficiente para él. La justa para que le rodease las caderas.
Una ola de deseo lujurioso recorrió su cuerpo, no el deseo habitual que un marido siente por su
mujer sino algo más sórdido, que evocaba moteles baratos y votos matrimoniales rotos. «¡No puedes
pensar en otra cosa que no sea sexo!» Ryan se había indignado cuando Winnie le espetó esas palabras,
aunque ahora mismo le costaría encontrar argumentos para rebatirlas.
Ryan sintió un nudo en el estómago. Había tenido la certeza de que la noticia de su cena con Sugar
Beth la conmocionaría lo suficiente para que Winnie se diera cuenta de que no podía seguir así, de que
había llegado el momento de luchar por su matrimonio, en lugar de huir. El momento de pelear por su
marido. Como mínimo, Ryan había pretendido asustarla para volver a sentarse a la mesa de
negociaciones. No se le había ocurrido que a Winnie podría no importarle,
Se vio abrumado por una oleada de emociones desagradables: ira, temor, culpa y algo más
visceral, algo que tenía que ver con la anticuada noción de la mujer como propiedad. Ryan se centró
en la ira, la emoción que mejor podía justificar.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Qué diablos significa eso? Dime qué quieres que haga.
Winni bajó los ojos y, por un momento, Ryan pensó que estaba avergonzada. Cuando volvió a
alzarlos, sin embargo, no parecía avergonzada en absoluto. Parecía dura y resuelta.
La serena dignidad con que lo dijo denotaba inteligencia, decencia, cualidades que a él le hicieron
sentir culpable, algo que no se merecía y Ryan optó por devolver el golpe:
Winnie ni pestañeó. Dio dos pasos hacia él. Se la veía joven, inocente, muy hermosa.
Winnie suspiró con cansancio, como si fuera él quien se mostrara poco razonable.
La sensación de ser maltratado lo carcomía desde hacía días. Incluso más que eso. Había hecho
planes para su vida, y ninguno incluía ser esposo y padre a los veinte años. Ella le había robado sus
sueños, había robado el futuro, y él se había tragado el resentimiento. No de un bocado RIGHT
SQUARE BRACKETsería demasiado para digerirRIGHT SQUARE BRACKET sino a pequeños
mordiscos, tan pequeños y espaciados que nunca acabó de rebañar el plato.
RIGHT SQUARE BRACKETSi quieres mi perdón RIGHT SQUARE BRACKETse oyó decir
RyanRIGHT SQUARE BRACKET, tendrás que esperar mucho tiempo.
Winnie irguió la cabeza. Ryan pensó que más valía dejarlo así, pero sabía que había dado
demasiadas cosas por sentadas, que había dado por sentada la presencia de Winnie, y que ella tenía
razón, sí que le había ocultado algo, aunque ya no le preocupaba ser justo.
Winnie palideció tanto como Gigi la otra noche, sus ojos se abrieron otro tanto y su expresión
denotó la misma agitación. Mala suerte. Ryan se había tragado el resentimiento durante catorce años
¿Y de qué le había servido? Winnie se había ido de casa, estropeándolo todo.
Un denso silencio cayó entre ambos. La cara de Winnie estaba cenicienta; sus labios temblorosos.
Ryan sintió que le faltaba el aire. Había vidrios rotos por todas partes, copas de agua y de vino jarras
hechas añicos. Los trozos cubrían el suelo como desechos centelleantes de una vida de arco iris
quebrada.
Ryan esperaba que se desmoronara, deseaba que Winnie se desmoronara como se había
desmoronado él. En cambio, ella le miró a los ojos y, a través del temblor de su voz, se escuchó toda
una vida de tristeza acompañada de una dureza que él jamás había intuido.
Ryan se dio cuenta de lo que ella acababa de decir. Esto no era lo que él quería. No quería una vida
rota. Quería recuperar su matrimonio, a su esposa, la mujer que solía mirarle como si fuera el dios de
la luna y las estrellas. Todo lo que había dicho era cierto, pero ¿dónde estaba el alivio que se supone
debía sentir por haberse quitado un peso de encima? ¿ Dónde estaba la vieja amargura? Necesitaba
recuperarla. Necesitaba rumiar su ira justiciera para disculpar los vidrios rotos, el matrimonio hecho
añicos.
Pero se había retrasado catorce años en decirle cómo se sentía, y amargura había perdido sabor.
Winnie se inflaba y desinflaba bajo su suave vestido. Ella le había dado todo lo que él deseaba,
todo lo que había soñado y, en lugar de proteger todo eso como un tesoro, ahora se lo echaba en cara.
RIGHT SQUARE BRACKETLo siento mucho RIGHT SQUARE BRACKETsusurró ella con
expresión llena de compasión y discernimiento, también de dolor, aunque no era la agonía aguda que
le afligía a élRIGHT SQUARE BRACKET. Lo siento muchísimo.
En ese momento Ryan supo que lo había estropeado todo y que ya no podría enmendarlo. Su
resentimiento oculto había constituido el fundamento de su matrimonio, había sido el responsable del
anhelo de Winnie por complacerle y de su sutil y punitivo desapego emocional.
Ahora de aquel resentimiento sólo quedaban los rescoldos, y él quería decirle que la amaba.
Aunque Winnie jamás le creería después de todo lo que le había dicho
Los ojos le escocían. Tenía que salir de allí. Se dirigió a la puerta y forcejeó con la llave.
Era el primer niño que se había aventurado en la mal iluminada y difícil de localizar sección
infantil en toda la mañana.
RIGHT SQUARE BRACKETSé que debería dedicarle la misma atención que a las demás
secciones RIGHT SQUARE BRACKETdijo Jewel cuando Sugar Beth le preguntó al respecto por la
mañana, al abrir la tiendaRIGHT SQUARE BRACKET. Pero no me interesa la venta de libros
infantiles. Además, casi no deja beneficio.
RIGHT SQUARE BRACKETMuy bien. Si te crees tan lista, serás la nueva directora del
departamento de libros infantiles.
Sugar Beth tuvo que contenerse de coger el teléfono para comunicar la noticia a Colin. Ya no
podía hacer cosas así. Aunque el hecho de haberle dejado no impedía que él la llamara a ella. Por lo
general, utilizaba a Gordon como excusa; había insistido en la custodia compartida del perro. A veces
llamaba para preguntarle algo. ¿Recordaba Sugar Beth haber renovado su suscripción del Atlantic
Monthy? ¿Había llevado a la tintorería su chaqueta de tweedt? No podía encontrarla. Ella le echaba de
menos con desesperación y a veces deseaba que la invitara a cenar, pero Colin se tomaba su tiempo,
un lobo hambriento al acecho, esperando un momento de debilidad para saltar sobre su presa. Puede
que su estrategia funcionara, porque esta mañana Sugar Beth había tenido que resistir la tentación de
prepararle el desayuno antes de ir a la librería.
No podía permitirse la tristeza, de manera que dedicó su atención al pequeño cliente. Estaba sola
en la tienda, y Jewel hubiese esperado que atendiera a la persona mayor que acompañaba al pequeño,
pero ella no lo hizo. Vio que el chavalín seguía mirando el llamativo desplegable.
Sugar Beth sonrió. ¿Cómo resistirse a tanto entusiasmo? El niño cogió uno de los primeros libros
de la serie que ella acababa de poner en un expositor.
Se sentó en el suelo y pensó que necesitaban comprar sillas pequeñas o, cuanto menos, algunos
almohadones. Dio unas palmaditas al suelo a su lado y Charlie se sentó junto a ella.
RIGHT SQUARE BRACKETLa caída de Daphne, de Molly Somerville. RIGHT SQUARE
BRACKETQuizá por influencia de Colin, pensó que los niños deberían aprender a reconocer los
títulos y los autores desde el principioRIGHT SQUARE BRACKET. «Daphne la Conejita estaba
admirando sus uñas pintadas de violeta brillante cuando Benny el Tejón pasó por su lado como un
rayo en su bici de montaña roja y le hizo perder el equilibrio...»
RIGHT SQUARE BRACKETc Benny pedaleaba cada vez más rápido cuando vio un gran
charco de agua en medio del camino.»
Oyó la campanilla de la puerta y deseó que fuera Jewel, para que atendiera a los demás clientes,
porque Sugar Beth no podía moverse.
Cuando llegaron al final del capítulo, Charlie le dedicó otra ancha sonrisa.
Percibió un movimiento a la derecha y volvió la cabeza para descubrir que Leeann les estaba
observando desde la sección de biografías. Beth dejó a Charlie suavemente en el suelo y se puso de
pie.
Leeann llevaba pantalones y zapatos con suela de caucho, o sea, o bien iba de camino al hospital o
acababa de terminar su guardia.
Sugar Beth estaba tan desconcertada que tardó un momento en encontrar el precio. Leeann acarició
la cabeza del niño.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Y le dijiste que tuviera cuidado con la puerta al salir?
RIGHT SQUARE BRACKETDilo, Leeann. Lo que sea que estés pensando, suéltalo.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo quería decirte que has hecho daño a muchas personas y
sigues haciendo. No te acerques a Ryan.
Sugar Beth quiso defenderse pero Leeann ya se estaba alejando. Devolvió La caída, de Daphne a
su sitio y miró el desplegable con los animales de cartón. Deseó poder vivir en los bosques
Nightmgale. Aunque fuera por un tiempo.
El resto de la tarde pasó tan deprisa que no tuvo ocasión de reorganizar el departamento infantil.
Decidió hacerlo después de cerrar la tienda. Por desgracia, esto suponía tener que llamar a Colin.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Puedes quedarte con Gordon hasta las nueve? Trabajaré hasta
tarde.
En la esquina de enfrente vio a Winnie cerrando su tienda. A lo largo de los últimos días, Sugar
Beth había tenido ocasión de verla entrar y salir de la tienda. Una vez la observó cambiando el
escaparate, tenía buen ojo para el diseño, había que reconocérselo.
Ayer Gigi había pasado por la librería para ver a Sugar Beth, aunque se mostró esquiva y poco
comunicativa, incluso cuando ella le preguntó qué tal su nuevo estilo de ropa. Sugar Beth sabía que
estaba afectada por la separación de sus padres. A la hora de comer del mismo día, había visto entrar a
Ryan en Tesoros del Ayer. Por el bien de Gigi, esperaba que pudieran resolver sus problemas pero
ahora, al ver que se encendían las luces del apartamento sobre la tienda, sospechó que no resultaría tan
fácil.
La llamada de Sugar Beth distrajo el trabajo de Colin. Tocó el piano un rato y, mientras recorría
las teclas con los dedos inventó para sí un juego que consistía en quitarle a Sugar Beth todo su
misterio. ¿Acaso no era cierto que ya había visto hasta el último rincón secretp de su cuerpo? La había
tocado y la había saboreado. Conocía sus sonidos, el tacto de su piel. A ella le encantaba estar encima
de él, aunque sus orgasmos eran más explosivos cuando estaba debajo. Le gustaba que Colin le
volviera la cabeza hacia un lado y la sostuviera inmóvil mientras le comía el cuello a besos. Sus
pezones eran sensibles como pétalos de flor, y la excitaba que la sujetaran por las muñecas.
Pero a cada misterio descubierto correspondían mil más, en espera de ser descifrados. Y aún les
quedaban muchas cosas por explorar. Nunca la había poseído en la cama de él, ni en la ducha. Quería
hacerle el amor sobre una mesa, las piernas abiertas y los talones apoyados en el borde. Quería
tumbarla sobre el brazo de un sillón con las nalgas expuestas. Ah sí, esto último lo deseaba, sin lugar a
dudas.
Se apartó del piano. Esta noche necesitaba algo más tangible que Chopin para entretenerse.
Necesitaba volver a hacer el amor con Sugar Beth.
El vestíbulo había quedado a oscuras. Encendió la araña sólo para volver a apagarla. El domingo,
cuando Sugar Beth le dijo que se estaba enamorando de él, le había sorprendido, pero ahora que había
tenido tiempo de pensárselo, la idea ya no le parecía tan aterradora. No era más que otro de los
habituales ataques de dramatismo excesivo de Sugar Beth. Su cortedad de miras al intentar poner fin a
la relación le causaba frustración, pero el sufrimiento de ella no le dejaba indiferente. Sólo habían
pasado cuatro meses desde que perdiera a su marido. Emmett Hooper, no obstante, había pasado en
coma el último medio año de vida y había estado enfermo muchos meses antes. No se podía decir que
Sugar Beth fuera desleal a su memoria. Colin comprendía sus temores RIGHT SQUARE
BRACKETtambién él se sentía inquietoRIGHT SQUARE BRACKET pero, si ella considerara la
situación razonablemente, vería que era necesario llegar hasta el fin.
No le gustaba la sensación de vacío que se respiraba en la casa sin ella. Él tenía serias dificultades
a la hora de escribir. En los viejos tiempos habría comentado el problema con Winnie, pero ella ya
tenía sus propios problemas. Además, Winnie solía mostrarse demasiado precavida. En cambio, Sugar
Beth tenía la asombrosa habilidad de ir directa al grano y quizá podría ofrecerle una opinión al
respecto.
Por la mañana había llamado a Jewel con la excusa de encargar un nuevo libro, pero en realidad
era para ver cómo le iba con Sugar Beth.
Oh, sí que lo creía. Ya se había fijado en la diversidad de temas que abarcaban los libros que le
hurtaba de las estanterías.
Se dirigió a la cocina para hacerse la cena. Sugar Beth le había dejado el congelador bien provisto,
y cogió una fiambrera. Ella, por descontado, estaría tan inmersa en la reorganización de la sección
infantil que se olvidaría de cenar. O, en caso de acordarse, comería alguna chuchería y lo consideraría
suficiente. Sus hábitos alimenticios eran abominables y no se preocupaba por su salud. Sin embargo,
aunque no era la mejor cocinera de la ciudad distaba mucho de ser la peor, y le resultaría muy fácil
cuidar mejor de sí misma.
¡Conque la relación estaba terminada! ¿De veras creía que le sería tan fácil deshacerse de él?
Sonó el teléfono y Colin descolgó apresurado, con la esperanza de que fuera Sugar Beth, deseoso
de decirle qué opinaba de las mujeres apocadas.
Alguien aporreó la puerta. La tienda había cerrado hacía dos horas y Sugar Beth frunció el
entrecejo al colocar el último estante en su sitio. Resituando algunas estanterías, había hecho la
sección infantil más accesible al público. Por desgracia, para conseguirlo había tenido que robar un
poco de espacio a la adorada sección de poesía y esto significaría una pequeña discusión por la
mañana.
Se limpió las manos y fue hacia la puerta. Su corto vestido de punto rojo coral tenía una mancha
de suciedad. Esperaba poder quitarla. Su escaso guardarropa apenas resultaba suficiente para trabajar
en la librería.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Ya voy! RIGHT SQUARE BRACKETgritó, porque quien fuera
no dejaba de golpear la puerta. Atravesó la sección de biografías y vio a un hombre que esperaba al
otro lado del cristal. Un hombre corpulento, de espaldas anchas, ropa de Versace y una expresión
tormentosa en la cara. Su pulsó se aceleró como si tuviera quince años. Forcejeó con la llave y abrió la
puerta.
RIGHT SQUARE BRACKETFascinante. Tu gata quiere saber por qué hace dos días que no la
llamas.
Sugar Beth tuvo ganas de darse de bofetadas. Había dejado el teléfono de Colin como segunda
opción, por si fallaba el móvil y se había olvidado de cambiarlo. Sólo tenían que llamar allí en caso de
emergencia, pero Delilah era capaz de ser muy cabezota.
RIGHT SQUARE BRACKET¿No la habrás asustado? Colin, te juro que si le has dicho una
sola palabra alarmante...
RIGHT SQUARE BRACKET¿Por qué iba a asustarla cuando reservaba todas mis energías
para asustarte a ti?
No pudo distraerle, sin embargo. Colin se apoyó contra el mostrador, cruzó los brazos y empezó a
dar golpecitos en el suelo con un mocasín exquisitamente lustrado.
RIGHT SQUARE BRACKETNo parecía la voz de una niña. Sonaba como una mujer mayor.
RIGHT SQUARE BRACKETDelilah es mi hijastra. Y ahora tengo trabajo que hacer. Ciao
La mirada de Colin era más firme que los latidos del corazón de Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETMe dijo que vive en un lugar llamado Brookdale. Después de
colgar hice una pequeña investigación en Internet. Tu talento para la ocultación no deja de
asombrarme.
RIGHT SQUARE BRACKETOye, hace semanas que no te oculto nada. Te estás volviendo
ciego.
Colin arqueó una ceja altanera. Ella cogió la fiambrera y levantó una esquina del papel de
aluminio. Lasaña. Colin había incluido un tenedor. Casi no había comido en todo el día y el solo
aroma debería haber bastado para hacerle la boca agua, pero había perdido el apetito.
RIGHT SQUARE BRACKETNo es ningún misterio. Delilah es la hija de Emmett. Nació con
una discapacidad mental. Tiene cincuenta y un años, si quieres saberlo, no cuarenta y uno, y lleva años
viviendo en Brookdale. Es feliz allí. Sólo me tiene a mí. Fin de la historia, Brookdale es una
institución privada muy cara.
Sugar Beth llevó la cena que no quería hacia uno de los rincones de lectura donde había una mesa
y dos sillas. Al sentarse, dijo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo está permitido comer y beber en la tienda, pero en tu caso
haremos una excepción. RIGHT SQUARE BRACKETY le tendió el tenedor.
Colin se le acercó.
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo, comeré. Pero sólo porque estoy famélica. RIGHT
SQUARE BRACKETSugar Beth se obligó a clavar el tenedor en la lasaña.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Ya sé que amabas a ese hombre, pero ¿qué padre no haría
provisiones para una hija minusválida?
RIGHT SQUARE BRACKETEsto explica por qué has estado tan obsesionada con encontrar
el cuadro. Es la pieza que faltaba del puzzle. Nunca te interesaron los diamantes. Debí imaginármelo.
RIGHT SQUARE BRACKETEn serio. Creo que es la mejor lasaña que he hecho nunca.
RIGHT SQUARE BRACKETNecesitas el dinero para que Delilah pueda seguir en Brookdale.
Resulta que al final no eres la mala de la película. No era la diosa rubia viperina que sólo se preocupa
por sí misma. Eres la heroina pobre y desinteresada, dispuesta a sacrificarlo todo para ayudar a los
menos afortunados.
RIGHT SQUARE BRACKETEn pretérito, por favor. Y hago lo que tengo que hacer para
cuidar de mí misma.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Levantando un muro tan alto que nadie pueda ver que hay
detrás? ¿Es ésta tu idea de cuidar de ti misma?
RIGHT SQUARE BRACKETOye, no soy yo quien se pasa sus ratos libres apilando piedras
en el jardín de atrás de "La Novia del Francés". Si quieres analizar tu simbolismo...
RIGHT SQUARE BRACKETA veces un muro no es más que un muro, Sugar Beth. En tu
caso, sin embargo, la erección de barreras es una ocupación preocupante. No vives la vida, sólo finges
vivirla.
RIGHT SQUARE BRACKETHas creado esta personalidad alternativa, una mujer tan dura
que no le importa la opinión de los demás. Tan dura que se enorgullece de proclamar sus defectos a
los cuatro vientos, sólo que estos defectos (no te lo pierdas, ésta es tu auténtica genialidad), estas taras
que exhibes a la vista pública, nada tienen que ver con tu verdadera personalidad.
Aplausos, aplausos.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Por qué entonces no me dijiste la auténtica razón por la que
buscabas el cuadro? ¿Por qué me dejaste en la ignorancia?
RIGHT SQUARE BRACKET¿Y por qué no? ¿Qué iba a ganar diciéndotelo? ¿ Acaso debo
desnudar mi alma sólo porque aparece otro hombre que va a perturbar mi paz de espíritu? Gracias
pero no. Y ahora vete.
Colin la miró de un modo que la hizo sentir como si acabara de suspender otro de sus exámenes.
Pero ella vivía su vida como mejor podía, y si a él esto no le gustaba, pues que se fastidiase.
Colin se le acercó y, al mirarla a los ojos, la ternura reemplazó su habitual expresión de altivez.
Sugar Beth deseaba fundirse entre sus brazos, como la ex reina de belleza necesitada de afecto que
era. En cambio, mantuvo la espalda erguida y los brazos a los costados.
Ella esperó que desapareciera para correr a la puerta y cerrar con llave. Tenía una opresión en el
pecho pero se negaba a llorar de nuevo por un hombre. Agarró la fiambrera y empezó a pasearse por la
tienda comiéndose algún que otro bocado, echando de menos a Delilah, echando de menos a Gordon,
echando de menos al hombre a quien querría cerrar su corazón. Cuando por fin volvió al trabajo ya no
sentía el placer de antes, y a las diez empezó a apagar las luces. Al acercarse al escaparate algo llamó
su atención en la acera de enfrente. Al principió pensó que era una ilusión, un extraño reflejo de las
farolas pero, al mirar con más atención, contuvo el aliento.
De la ventana del apartamento sobre Tesoros del Ayer salía una delgada columna de humo.
17
Sugar Beth observaba el humo que escapaba por la ventana. Las luces estaban encendidas. Winnie
estaba allí.
No hubo respuesta. Miró a través del escaparate pero no pudo ver humo en la planta baja. Sacudió
el pomo de la puerta y, al ver que no se abría, dio un paso atrás y lanzó la grapadora contra el cristal
que se rompió en mil fragmentos.
El olor a humo se intensificó. Vio una estrecha escalera de madera que conducía al primer piso.
Tenía las palabras «trampa mortal» escritas en cada peldaño.
Oyó un golpe sordo y luego una maldición muy poco propia de Winnie.
Aguzó el oído para ver si oía sirenas, aunque no había pasado el tiempo suficiente. Con cierta
vacilación, empezó a subir por la escalera.
El pequeño recibidor conducía a tres habitaciones y el humo salía de la del medio. Fue hacia ella.
Era una habitación alargada y de techo alto al estilo antiguo, una combinación de sala comedor con
cocina. El humo salía espeso de la parte cercana de la cocina. Winnie estaba golpeando el armario
adyacente con una toalla húmeda. Aunque Sugar Beth no vio llamas, la situación no estaba bajo
control y más valía que Winnie saliera de allí.
RIGHT SQUARE BRACKETEstaba friendo pollo y... RIGHT SQUARE BRACKETMiró por
encima del hombro y empezó a toserRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Qué haces tú aquí?
Winnie soltó un grito cuando una pila de servilletas de papel prendieron fuego en la encimera y
empezó a descargar la toalla sobre ellas. Sugar Beth agarró una alfombrilla del suelo y empezó a
golpear una pequeña llama que lamía el calendario de la pared. Oyó el aullido de una sirena. Sus ojos
le escocían y resultaba difícil respirar por momentos.
RIGHT SQUARE BRACKETNo antes de que lleguen. No puedo permitir que el fuego se
propague a la tienda. Abajo hay antigüedades únicas.
Sugar Beth casi la comprendía.. Casi. Dio una palmada a la puerta del armario.
Sugar Beth se dio la vuelta a tiempo de ver caer al suelo una servilleta envueltas en llamas. La
apagó con la alfombrilla y tosió.
El humo se hacía más espeso, las sirenas se acercaban, y Sugar Beth decidió que Winnie ya había
tentado bastante su suerte. Soltó la alfombrilla, dio un rápido paso hacia delante y la inmovilizó con
una llave en el cuello.
RIGHT SQUARE BRACKETCierra el pico. Los bomberos ya casi están aquí RIGHT
SQUARE BRACKETSugar Beth la arrastró hacia la puerta.
Casi habían llegado abajo cuando Sugar Beth relajó la presión y Winnie trató de correr escaleras
arriba, pero el humo que había aspirado afectaba sus reflejos y logró agarrarla de nuevo del cuello.
Sugar Beth no sabía cuánto tiempo más habría podido retenerla si los bomberos no se hubieran
detenido delante de la tienda en ese mismo instante. Winnie también lo vio y, por fin, dejó de
forcejear. A través del cristal roto de la puerta, Sugar Beth vio aparecer varios coches y se dio cuenta
de que empezaba a reunirse una pequeña multitud.
También supo que acababa de presentársele una oportunidad de oro. Desde luego, era la clase de
oportunidad que una persona más honorable declinaría aprovechar. Colin, por ejemplo, ni se lo
plantearía. Ryan tampoco y, por supuesto, Winnie aún menos. Pero el incendio no parecía tan grave, y
ninguno de esos tres estirados poseía el don particular de Sugar Beth Carey para disfrutar del
momento.
Los bomberos saltaron del camión y echaron a correr hacia la puerta rota. Entonces Sugar Beth
metió el pie y le hizo una trabanqueta a Winnie y, como era una persona considerada por naturaleza se
aseguró de sostenerla para que no cayera encima de los vidrios rotos.
Uno de los bomberos quiso acercarse para ayudarla, y Sugar Beth liberó la boca de Winnie el
tiempo suficiente para que ésta empezara a farfullar.
El bombero volvió con sus compañeros y, en el momento de pasar todos a la carrera, Sugar Beth
arrastró a Winnie hasta la acera, una tarea nada fácil, ya que ésta forcejeaba como una posesa.
Los paramédicos llegaron y se ocuparon de Winnie; menos mal, porque ya empezaba a morder.
Sugar Beth se retiró apresuradamente. Dulane Cowié, que ofrecía mucho mejor aspecto con su
uniforme de policía que hurgándose la nariz en el aula de recuperación del cuarto trimestre se le
acercó presuroso.
RIGHT SQUARE BRACKETEs asombroso de lo que eres capaz cuando la vida de otra
persona depende de ti RIGHT SQUARE BRACKETrespondió ella con modestia.
Winnie había empezado a discutir con los paramédicos, y una mujer en la que Sugar Beth
reconoció una versión más vieja y regordeta de Laverne Renke agitó un brazo más allá de la barrera
policial.
Winnie la oyó y asomó la cabeza entre los paramédicos para fulminar a Sugar Beth con la mirada.
Los paramédicos seguían reteniendo a Winnie y de la ventana del apartamento empezaba a salir
menos humo. Sugar Beth se quedó observando con el resto de la multitud. Al poco, un bombero salió
de la tienda para hablar con Winnie. Sugar Beth decidió que había llegado el momento de desaparecer
pero, justo cuando empezó a abrirse camino hacia su coche, un BMW de color tostado frenó en seco
detrás de los coches de bomberos y Ryan se apeó, descalzo, en tejanos y una camiseta gris.
Corrió hacia Winnie y la abrazó con fuerza. Ya que se encontraban apenas tres metros de distancia,
Sugar Beth pudo oír lo que decían.
RIGHT SQUARE BRACKETSí, yo... iba a freír pollo... Charise está enferma y me distrajo el
teléfono. El aceite se calentó demasiado. Ha sido una estupidez.
RIGHT SQUARE BRACKETEl humo ha causado muchos daños, señora Galantine aunque
pudo ser peor. RIGHT SQUARE BRACKETMiró a Ryan y señaló a Sugar Beth con un dedo. Menos
mal que apareció esa señora. Ella sacó a la señora Galantine del apartamento. Su esposa pudo haber
sufrido heridas graves.
Winnie se había olvidado de Sugar Beth, pero el elogio del bombero la hizo recordar y frunció el
entrecejo con enfado. Ryan se dio la vuelta rápidamente.
Winnie abría la boca para increparla cuando Ryan la estrechó de nuevo contra sí.
RIGHT SQUARE BRACKETDios mío... ¿Seguro que estás bien? RIGHT SQUARE
BRACKETParecía respirar con dificultad. Ahora tienes que volver a casa. Se acabó, Winnie. No tienes
alternativa.
No lo dijo en tono triunfalista ni parecía desdeñoso en absoluto, pero Sugar Beth vio que Winnie
se apartaba de él. Con expresión de gran pesar, dio un paso atrás y con sus dedos ennegrecidos se
remetió un mechón de pelo detrás de la oreja.
RIGHT SQUARE BRACKETYo estoy seguro RIGHT SQUARE BRACKETdijo Ryan con voz
cargada de emociónRIGHT SQUARE BRACKET. Nunca he estado más seguro de nada.
Incluso desde su posición, Sugar Beth percibía el amor que Winnie sentía por su marido, pero
Ryan no estaba tan receptivo. En lugar de relajarse y concederle el tiempo que necesitaba, como haría
cualquier persona con dos dedos de frente, él siguió presionándola.
RIGHT SQUARE BRACKETTienes que volver a casa ahora. No tienes otro sitio donde ir.
Winnie se puso tensa y Sugar Beth pensó que hasta el mejor hombre puede comportarse como un
completo idiota.
RIGHT SQUARE BRACKETHabrá tiempo para eso. Entretanto, quiero que vuelvas a casa.
RIGHT SQUARE BRACKETEs lo único razonable. No hay nada que arreglar RIGHT
SQUARE BRACKETinsistió élRIGHT SQUARE BRACKET. Ya no.
Winnie parecía un animal caído en una trampa, y el mismo instinto que había impulsado a Sugar
Beth a ponerle la trabanqueta, ahora le sugirió un curso de acción totalmente distinto, algo que no
sería tan divertido, ni mucho menos. Así que, a su pesar, se acercó y dijo:
Sus expresiones de impaciencia la hicieron sentir como una niña que se inmiscuía en los asuntos
importantes de los adultos. Se llevó una mano al cuello.
RIGHT SQUARE BRACKETPodrías... eh... venir a casa, Winnie. Sólo por esta nochec
Mañana también, tal vez, si es necesario pero... no más... ¡Lo que sea maldita sea!
Se diría que alguien acababa de golpear a Ryan en la cabeza con una maza.
RIGHT SQUARE BRACKETSé bien quién es. RIGHT SQUARE BRACKETY añadió con
gesto inexpresivoRIGHT SQUARE BRACKET al fin y al cabo, me ha salvado la vida.
RIGHT SQUARE BRACKETPuedes venir en cuanto hayas terminado aquí RIGHT SQUARE
BRACKETdijo Sugar Beth a WinnieRIGHT SQUARE BRACKET. Ahora voy a casa a esconder los
cuchillos.
Una hora más tarde, después de que Ryan comprobara que Gigi seguía durmiendo y se tomara un
whisky sin hielo, llamó a Colin para contarle lo ocurrido.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Seguro que las dos están a salvo? RIGHT SQUARE
BRACKETpreguntó éste por tercera vez.
RIGHT SQUARE BRACKETDel fuego sí. Quién sabe qué pasará esta noche. ¿Por qué no te
acercas y lo compruebas? Ahora mismo estoy tan enfadado con Winnie que preferiría mantenerme
alejado.
RIGHT SQUARE BRACKETOlvídalo. Haría cualquier cosa por ti pero, mientras sepa que
están a salvo no pienso acercarme a esa casa. Será mejor que se aclaren ellas solas.
RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth no quiere aclarar nada. Únicamente actuó por
despecho, quiere impedir que Winnie vuelva a casa.
Colin lo dudaba sinceramente. No obstante, quién podía saber lo que pasaba por la cabeza de Sugar
Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETEso me dijeron. Dios sabe que le estoy agradecido pero... ¿Por
qué tuvo que ser ella? Todo esto es un lío. Tenía la vida cogida por las pelotas y ahora es la vida la que
me tiene a mí.
Después de colgar, Colin tuvo que repetirse varias veces que Sugar Beth estaba bien para no ir
corriendo a la cochera. Su presencia la haría sentir como si tuviera que librar dos batallas a la vez, en
lugar de una. Miró por la ventana y vio el Benz de Winnie aparcado junto a la casa. Se dio la vuelta y
se enfrentó a la visión de su cama sin hacer. Desearía que Sugar Beth estuviera allí, desnuda, las
piernas entre las sábanas, los brazos tendidos hacia él.
Ahora que había descubierto la existencia de Delilah, todas las piezas que no encajaban habían
encontrado su sitio. Sugar Beth era una mujer de principios firmes y carácter de ley, el tipo de mujer
que, en tiempos pasados, inspiraba a los hombres comunes a escalar castillos y a los príncipes a ir de
puerta en puerta con un zapato de cristal en el bolsillo.
¿Quién iba a imaginarse que un realista acérrimo como él caería bajo el hechizo de Sugar Beth
Carey? Había caído, sin embargo, y ahora necesitaba pensar exactamente qué iba a hacer al respecto.
Sugar Beth estaba bastante segura de que Winnie no pasaría por su casa para hacerse una maleta,
de modo que dispuso un cepillo de dientes y una muda de ropa en el dormitorio pequeño. Esta noche
no se con fuerzas para enfrentarse a su enemiga nata y, después de tomar un baño rápido, se metió en
la cama.
Por desgracia, no pudo evitar a Winnie a la mañana siguiente. Poco después de las ocho, la oyó
bajar las escaleras. Sugar Beth cerró el grifo de la cocina y le habló sin darse la vuelta.
Sugar Beth la miró por encima del hombro y soltó un bufido. Ya sabía que Winnie no luciría
demasiado con la vieja camiseta de Matrix y sus propios pantalones del chándal gris, pero no se había
imaginado que le vendrían tan grandes.
RIGHT SQUARE BRACKETEra lo mínimo que podía hacer. Después de salvarte la vida y
todo eso.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Te han dicho alguna vez que no tienes sentido del humor?
RIGHT SQUARE BRACKET¿Hay bromas para ti? ¿O tienes siempre ese aspecto de estar
chupando ciruelas?
Entonces Sugar Beth se dio cuenta de que ladraba porque llamaban a la puerta. Con un siseo de
exasperación, salió a abrir. Era Gigi, ataviada con pantalones y un jersey de su talla. Hasta con el
cabello revuelto resultaba muy guapa.
Cuando al fin la soltó, Gigi parecía avergonzada. Se arrodilló para saludar a Gordon.
Gordon se tendió de espaldas para que la muchacha le rascara la barriga, mientras lo acariciaban,
el perro lanzó una mirada hostil a Winnie. Gigi se fijó en el atuendo de su madre y arrugó la nariz.
RIGHT SQUARE BRACKETNo es mío. Te has levantado demasiado pronto para ser sábado.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que tuve una premonición de que algo iba mal. RIGHT
SQUARE BRACKETDio a Gordon un último repaso y se incorporóRIGHT SQUARE BRACKET. Papá
me ha contado lo que pasó. Dijo que podía venir aquí.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Quieres una tostada con canela? RIGHT SQUARE
BRACKETofreció Sugar Beth camino de la cocina.
Sugar Beth se ocupó de los huevos y dejó que Winnie contestara a la pregunta.
RIGHT SQUARE BRACKETSi yo descubriera que tengo una hermanastra me sentiría feliz,
aunque no hubiéramos crecido juntas. Odio ser hija única.
La tregua temporal entre madre e hija llegó a su fin y en la cocina reinó el silencio, interrumpido
sólo por los gruñidos suaves y satisfechos de un basset al que le rascan las orejas. Sugar Beth dio unos
golpecitos a la batidora de mano contra el canto del viejo bol de Tallulah. Gigi pretendía culpabilizar a
su madre y erigir a Sugar Beth en parte perjudicada. Había llegado el momento de poner las cosas en
su sitio. Se consoló a sí misma pensando que se lo debía a Winnie después de la jugarreta que le
hiciera anoche. Vale. A Winnie le debía más que eso.
RIGHT SQUARE BRACKETLa verdad es, cariñín, que yo le hice la vida imposible a tu
madre.
Sugar Beth arrojó un trozo de mantequilla en la sartén. Se había olvidado de encender el fuego, y
la mantequilla se quedó allí sin derretirse. Cogió un trapo para secarse las manos y se volvió para
mirar a ambas. Winnie estaba sentada con el tazón de café en las manos y expresión inescrutable.
RIGHT SQUARE BRACKETEn el último curso le hice lo peor que he hecho a nadie en mi
vida. RIGHT SQUARE BRACKETMiró a Gigi porque no quería mirar a WinnieRIGHT SQUARE
BRACKET. Tu madre participó en una obra de teatro del instituto...
Winnie tuvo el mérito de volver a sentarse. Quizá se diera cuenta, como Sugar Beth, de que había
llegado el momento de ventilar los viejos fantasmas.
Gigi acomodó la cabeza de Gordon más arriba en su regazo mientras Winni mantenía una
expresión pétrea.
Ella asintió.
RIGHT SQUARE BRACKETSí y ella estaba muy enamorada de él. Por eso fue tan malo lo
que hice. A ella le gustaba muchísimo, y se sintió humillada.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Cómo podría explicarle algo que yo misma nunca he podido
entender? RIGHT SQUARE BRACKETdijo Winnie con gesto recio.
RIGHT SQUARE BRACKETNo había razón para ello RIGHT SQUARE BRACKETreplicó
WinnieRIGHT SQUARE BRACKET. Tú lo tenías todo. Eras la hija legítima y tenías una verdadera
familia.
RIGHT SQUARE BRACKETNo todos los padres son como el tuyo. El mío no me pegaba.
Sencillamente, no le gustaba estar conmigo. En cambio, le encantaba estar con tu madre. Por eso la
odiaba. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth se volvió hacia la cocina y encendió el fuego,
consciente de lo mucho que dolía aún el pasado. Cada vez que les veía juntos, él estaba feliz de un
modo que nunca lo estaba conmigo. No podía castigarle por ello, de modo que la castigué a ella.
RIGHT SQUARE BRACKETLos adolescentes hacen tonterías. No sé por qué tiene que seguir
siendo un problema.
Winnie tampoco ayudó esta vez, se limitó a beber otro sorbo de café y no dijo nada. Sugar Beth
dedicó su atención a la tostada francesa. Finalmente, Gigi apartó a Gordon y se puso de pie, con una
arruga de preocupación en la frente.
RIGHT SQUARE BRACKETÉl fue tu novio durante mucho tiempo, ¿no es cieno
RIGHT SQUARE BRACKETHasta que fuimos a la universidad. Entonces le dejé por otro
tipo que no era ni la mitad de bueno que tu padre. Aunque debes reconocer que aquello estuvo bien
porque, si no le hubiera engañado tu padre y tu madre no habrían sido novios y tú no habrías nacido.
Sugar Beth echó una mirada a Winnie, quien tenía una de esas expresiones distantes que a veces
exhibía en el instituto.
RIGHT SQUARE BRACKETYo nunca sería tan estúpida como para quedarme embarazada
sin estar casada RIGHT SQUARE BRACKETdijo Gigi.
RIGHT SQUARE BRACKETSerá porque no tendrás relaciones sexuales antes de los treinta
RIGHT SQUARE BRACKETrepuso Sugar Beth.
Algo parecido a una sonrisa asomó a los labios de Winnie, aunque Gigi no lo consideró divertido.
RIGHT SQUARE BRACKETNo entiendo por qué permitiste que te hiciera tantas cosas
malas. ¿Por qué no te defendiste?
No sabía que lo tenía, hija. Debiste ver a tu tía. Era tan bella, tan segura de sí misma. Su cabello
era perfecto, su ropa, perfecta, su maquillaje siempre a punto. Y tenía esa risa fabulosa que hacía que
todo el mundo quisiera reírse con ella. El aburrimiento desaparecía cuando se acercaba Sugar Beth.
Con ella en la habitación, no se podía mirar a otra persona
RIGHT SQUARE BRACKETOye estoy aquí, por si lo habéis olvidado RIGHT SQUARE
BRACKETterció la aludidaRIGHT SQUARE BRACKET. Y nadie se fija en mí fuera de Parrish.
RIGHT SQUARE BRACKETEs verdad que Griffin Carey me quería más a mí.
RIGHT SQUARE BRACKETCréeme, no se podían comparar. Diddie era como una estrella
del cine. Hermosa e impresionante y con una risa maravillosa. Ella y Sugar Beth eran más como
amigas que como madre e hija. Cuando Sugar Beth no estaba con tu padre ni con las Sauces del Mar,
estaba con Diddie. Todo el mundo sabía que no se podían celebrar reuniones el Sábado por la mañana,
porque ellas veían Josie y las gatitas. Cuando salían juntas se contaban secretos en voz baja y, si
pasabas por delante de "La Novia del Francés", las veías sentadas en el porche, tomando té dulce y
cuchicheando. Lo único que hacíamos la yaya Sabrina y yo era crisparnos los nervios.
RIGHT SQUARE BRACKETLos años han suavizado su carácter. Cuando yo era joven, sólo
tenía espacio para una persona en su vida, y esa persona era mi padre.
Sugar Beth hizo una mueca al oírla llamar a Griffin de ese modo. Al mismo tiempo, reconoció que
Winnie estaba en su derecho.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Tan malo como lo que pasó en los vestuarios? RIGHT
SQUARE BRACKETreplicó su hermanastra.
RIGHT SQUARE BRACKETDeberías estar contenta de que mamá se las quede. También a ti
te quedarían ridículas.
RIGHT SQUARE BRACKETSupongo que tienes razón. Pero, Sugar Beth, ¿no has pensando
nunca que... RIGHT SQUARE BRACKETGigi tocó el hombro de su madreRIGHT SQUARE
BRACKET mamá y yo somos las dos únicas personas en el mundo que tenemos tu misma sangre?
Sugar Beth sintió el familiar nudo en la garganta e hizo lo que pudo para eludirlo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tendrías que mostrarte tan contenta por ello.
Winnie le vertió un poco de jarabe dulce y, de pie delante de la encimera empezó a comer, aunque
ya no parecía tan segura de sí misma. Cuando terminó, dijo:
RIGHT SQUARE BRACKETMe gustaría pasar unas noches aquí, si no tienes inconveniente.
Winnie rió de nuevo y la puerta se cerró tras ella con un golpe decidido.
RIGHT SQUARE BRACKETMe alegra haber dejado atrás la vieja enemistad RIGHT
SQUARE BRACKETsuspiró.
18
Georgette Heyer
Sugar Beth no quitó ojo a las idas y venidas en Tesoros del Ayer en todo el día. A pesar del rótulo
de CERRADO que habían puesto en la puerta tapiada con tablas, la tienda era un hervidero de
actividad, Ryan y Gigi aparecieron en torno a las nueve y media de la mañana. Más tarde empezaron a
llegar las Sauces del Mar. Poco antes del mediodía apareció un camión, y Ryan, que llevaba tejanos y
una camisa de trabajo, estuvo un rato en la acera hablando con los operarios antes de dejarles entrar en
la tienda. Más tarde Gigi salió y volvió con una pizza. La familia de Winnie cerraba filas. Tal vez todo
estuviera en paz en el País de los Galantine.
De ser así, significaría que Winnie no volvería a la cochera por la noche. No es que Sugar Beth
esperara su llegada con impaciencia. A pesar de ello, en su confrontación de la mañana hubo algo que
no le había disgustado del todo.
Interrumpió sus pensamientos una mujer delgada y de mandíbula cuadrada que se acercó a la caja.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Te acuerdas de mí, Sugar Beth? Soy Pansye Tims, la hermana
mayor de Corinne.
Sugar Beth cambió de postura, incómoda. Pansye era, cuanto menos la vigésima persona en entrar
en la librería para darle las gracias.
RIGHT SQUARE BRACKETLo cierto es, Pansye, que han exagerado un poco la historia. En
realidad, no saqué a Winnie de la tienda. Yo sólo...
RIGHT SQUARE BRACKETAsí es, Sugar Beth. Incluso he oído que el alcalde piensa
concederte la medalla Cívica.
Sugar Beth fulminó con la mirada a su jefa, que sabía la verdad. Al llegar por la mañana, le había
contado exactamente cómo había ocurrido. Jewel sin embargo, se había limitado a reír. Cuando
Pansye se marchó, Sugar Beth se encaró con Jewel en el pasillo de los libros de autoayuda.
RIGHT SQUARE BRACKETEsto sólo tenía que ser una broma. Lo hice para divertirme y
para fastidiar a Winnie. Ahora ella evita contar la verdad deliberadamente porque sabe que es lo que
quiero que haga.
Te aseguro, Sugar Beth, que contratarte ha sido la mejor decisión de mi vida, y no lo digo sólo
porque eres divertida. Has atraído más clientes de lo que hubiera soñado nunca.
RIGHT SQUARE BRACKETLo que sea, pero funciona. RIGHT SQUARE BRACKETLa
mermada sección de poesía llamó la atención de JewelRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Dónde están
todos los libros de Langston Hughes? Él está...
RIGHT SQUARE BRACKETDudo que Parrish, estado de Misisipi, ocupe el primer lugar en
la lista de destinos de la buena de Nikki. Y no es necesario exhibir tres ejemplares de todo lo que ha
escrito.
Jewel no dejó de quejarse hasta última hora de la tarde, cuando descubrió que Sugar Beth había
vendido el nuevo título de «Daphne la Conejita » junto con media docena de libros más.
Cuando faltaba poco para cerrar, Sugar Beth se dio cuenta de que esperaba una llamada de Colin.
Ya debía de haberse enterado del incendio. ¿No estaba ni un poquito preocupado? Parece que no.
RIGHT SQUARE BRACKETEsta noche cenamos en La Caseta del Lago RIGHT SQUARE
BRACKETdijo Jewel. Te invito.
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo. Pero, para que no haya malos entendidos, nunca me
enrollo en la primera cita.
RIGHT SQUARE BRACKETNo te des tanta importancia. Sólo estoy buscando una amiga.
Para cuando llegaron a La Caseta del Lago y pidieron la cena, la conversación entre ambas se
había tornado más seria. Hablaron de sus libros favoritos, de sus viejos sueños y de sus nuevas
esperanzas. Sugar Beth no satisfizo la curiosidad de Jewel sobre Colin, pero le contó por encima lo
ocurrido por la mañana con Winnie.
Era cierto y Sugar Beth lo supo más tarde, cuando llegó a su casa y aparcó en el camino de entrada
vacío. De alguna forma, había deseado que su encuentro con Winnie fuera la base de una nueva
especie dec lo que fuera
Gordon no la tiró al suelo en su desesperación por salir y eso significaba que Colin lo había traído
a casa hacía poco. Sugar Beth resistió la tentación de buscar una excusa para llamar a su puerta y
discutir con él. La encantaba discutir con él, la libertad con que lo hacía. No temía que la golpeara ni
que la zarandeara por la habitación. No temía provocarle un ataque cardíaco fatal. Cuando estaban
juntos se sentía viva aunque siempre había sucedido así. Sólo se sentía viva cuando podía ver su
reflejo en los ojos de un hombre.
Pero eso se había acabado. Ahora era más inteligente, aunque la sabiduría no lograra ahuyentar la
soledad.
De repente le pesaron todos los males de su existencia. Estaba harta de mantener la cabeza erguida
cuando, en realidad lo único que quería era esconderla bajo las mantas; harta de fingir que no le
importaba lo que dijeran los demás; harta de esa necesidad que la impulsaba a enamorarse una y otra
vez. Y sólo conocía un remedio para ese mal
El alcohol.
Se dirigió a la cocina, con la esperanza de obtener resultados de un tazón de chocolate.
Ryan renegó entre dientes cuando vio el Volvo de Sugar Beth aparcado en el camino de entrada de
la cochera. Winnie no estaba allí. Y él le llevaba tulipanes blancos. Tenía que admitir que las diez de
la noche era un poco tarde para ofrecérselos, pero Gigi había cenado con la gente del Club Español en
Casa Pepe, y él acabó haciendo de chófer de las muchachas que volvían a sus casas.
Miró el parachoques del Volvo e intentó relajar los músculos de la espalda que se negaban a
obedecerle. Había albergado la esperanza de que Winnie le hubiera perdonado la fea escena que le
hiciera el miércoles en la tienda, pero había sido un autoengaño. El hecho de no haberse mostrado
declaradamente hostil mientras la ayudaba a limpiar la tienda de los desperfectos causados por el
incendio no significaba que ella hubiera olvidado ni perdonado. Cada vez que intentó abordarla a solas
le había esquivado y, cuando la invitó a volver a casa, le rechazó de plano.
Se deshacía en sonrisas cuando hablaba con los demás, se reía cuando Gigi se probaba unos
sombreros viejos, charlaba animadamente con los obreros que limpiaban el primer piso y bromeaba
con las Sauces del Mar. A él únicamente le sonrió una vez, y Ryan sintió que se le secaba la boca.
Hasta hoy nunca había prestado demasiada atención a las sonrisas de Winnie. Ahora sabía que las
esbozaba lentamente y que acababan inundado toda su cara.
Ella no le había dado las gracias por ayudar a limpiar la tienda ni se había preocupado por él una
sola vez. La Winnie de siempre le habría dicho que no tenía que molestarse. Naturalmente, Ryan
habría insistido y entonces ella hubiese quedado absolutamente pendiente de él dejando su propio
trabajo para llevarle café, preguntándole si le apetecía algo de comer y, en general, consiguiendo
irritarle como un demonio. La nueva Winnie, sin embargo, no era tan dulce ni mucho menos.
Se mostraba cabezota, segura de sí misma y tan seductora que Ryan casi no podía pensar en otra
cosa que en hacerle el amor.
Se dio cuenta de que ése era el primer día en que había pasado más de unos minutos en la tienda.
Aunque conocía la pasión de Winnie por las antigüedades, siempre había considerado la tienda un
capricho de mujer rica. Hoy, sin embargo, al observar a Winnie manipular los artículos y hablar con
Gigi de ellos, comprendió lo buena que era en su trabajo y se sintió avergonzado.
Dejó los tulipanes encima del asiento y salió del coche. No se podía imaginar nada más extraño
que preguntar a Sugar Beth por Winnie, pero rechazaba de plano la alternativa de llamar a Mar. Por
enésima vez se preguntó que debió de pasar entre Winnie y Sugar Beth por la mañana. Gigi lo sabía
pero, cuando intentó sonsacarle detalles, la muchacha se cerró en banda.
Cambió de opinión acerca de los tulipanes y los sacó del coche. Tal vez, si los dejaba para Winnie,
conseguiría ablandarle el corazón. Era necesario que empezara a cortejar a su propia mujer y, para su
sorpresa, la idea no le disgustaba. Siempre le habían gustado los desafíos aunque nunca se había
imaginado que Winnie podría suponerle uno.
Sugar Beth abrió la puerta. Llevaba una camiseta de hombre que le cubría las caderas y dejaba sus
piernas desnudas. Aquellas piernas tan largas, el cabello rubio revuelto y la expresión de hacer
pucheros eran como el anuncio de una reina de la belleza dispuesta a todo. Seguía siendo la mujer más
provocadora que había conocido jamás aunque lo único que sintió en esos momentos fue
arrepentimiento de los catorce años que había malgastado pensando en ella, en lugar prestar más
atención a su mujer.
RIGHT SQUARE BRACKETSon para Winnie y ni se te ocurra decirle que los he traído para
ti. Hablo en serio, Sugar Beth. Nada de trucos ni jueguecitos. Ya has perjudicado bastante mi
matrimonio.
Tenía razón.
Lo cogió por la muñeca y tiró de él hacia el interior mirándole como si fuera un enorme paquete de
golosinas.
RIGHT SQUARE BRACKETPor favor, Ryan. RIGHT SQUARE BRACKETNo pronunció las
palabras, las ronroneó y los pelillos de los antebrazos de Ryan se erizaronRIGHT SQUARE
BRACKET. He estado batallando con el demonio del ron. Quédate un ratito.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Estás borracha? Escucha, Sugar Beth, lo único que quiero es
ver a Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETY lo único que yo quiero es olvidar cuánto necesito un trago.
RIGHT SQUARE BRACKETPor desgracia, uno nunca es suficiente y, antes de darme cuenta,
estoy bailando encima de la barra en ropa interior.
RIGHT SQUARE BRACKETAquí no hay barra, así que no te preocupes.
Sugar Beth le rodeó la cintura con los brazos. Ryan intentó apartarse pero ella le retuvo con fuerza.
Ryan percibió su aroma. La tomó por los hombros y le dijo, con voz no del todo firme:
RIGHT SQUARE BRACKETSólo que me consuelen un poco. Ha sido una mierda de mes.
Una mierda de año. RIGHT SQUARE BRACKETApoyó la cabeza en el pecho de Ryan y deslizó un
pie desnudo por la cara interior de su pantorrillaRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Recuerdas cómo era,
Ryan? Nosotros dos. ¿Recuerdas que nunca nos cansábamos de estar juntos?
Sugar Beth le miró con los mismos ojos azul plata que su mujer.
Ryan había soñado con este momento, con Sugar Beth echándosele encima, suplicándole que la
tomara.
Ryan estaba excitado. ¿Cómo no estarlo, con la manera que ella se frotaba contra él? Tenía una
erección, pero no la tentación. Ni por un solo instante.
RIGHT SQUARE BRACKETLa nobleza nada tiene que ver con esto. Ella lo es todo para mí.
Jamás la traicionaría.
Ryan la compadeció y tuvo el impulso de decirle que ya era mayorcita para esos juegos. Sin
embargo, él no era la persona indicada para dar consejos y, con un breve asentimiento de la cabeza, se
marchó.
El viento de marzo le alborotó el pelo mientras bajaba los escalones de la entrada. Cuando llegó al
último respiró hondo, levantó la cabeza y miró el cielo a través de las ramas de los árboles. Quizas
fuera su imaginación, pero no podía recordar la última vez que había visto unas estrellas tan brillantes
y perfectas. Sonrió.
Dentro de la cochera, Sugar Beth se lanzó hacia la bolsa de Oreo que había dejado medio vacía
encima del sofá. Mientras masticaba con furia, Gordon bajó las escaleras, seguido de Colin y Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKETPor no hablar de lo que me has hecho a mí. RIGHT SQUARE
BRACKETColin le plantó un dedo acusador delante de la caraRIGHT SQUARE BRACKET. Eres una
lunática. Alguien debería encerrarte. Maldita sea, yo mismo voy a encerrarte.
Había aparecido escasamente diez minutos antes, con Colin pisándole los talones. Dijo a Sugar
Beth que la ventana de su habitación estaba encallada y necesitaba la ayuda de Colin. Sugar Beth no la
creyó ni por un momento. Winnie venía con Colin sólo para causarle problemas. Resultó que ellos dos
habían disfrutado de una íntima una pizza en "La Novia del Francés". Maravilloso.
Sugar Beth esperaba que Winnie agarrara el bolso y saliera en busca de Ryan. En cambio, ella
cogió los tulipanes blancos y flotó hacia las escaleras, con una sonrisa soñadora en la cara.
Justo antes de conocer a Emmett. Hasta entonces, la bebida era mi medio de afrontar las crisis.
Colin reguló el fuego y se volvió para examinarla. El ocioso repaso de sus ojos color jade le puso
carne de gallina.
Debería saber que no se juega con los maestros. Colin esbozó una leve sonrisa y la inspección
visual prosiguió, más lenta que nunca. Leves ondas recorrieron el cuerpo de Sugar Beth, mientras él se
regocijaba. Se dio la vuelta deliberadamente para colocar los tazones y el azucarero . No le había
dicho toda la verdad acerca de su indumentaria. Debajo de la camiseta llevaba también unas delgadas
braguitas de color azul y precaria goma elástica.
Colin repartió su atención entre el cazo de leche y las piernas de Sugar Beth. Con el silencio,
aumentó la tensión en la cocina, una quietud que unicamente parecía molestarla a ella. ¿Por qué no se
marchaba Colin? Ni siquiera la presencia de Winnie en el piso de arriba conseguía hacerla sentir
segura y, cuando él sirvió el chocolate ella estaba a punto de saltar de los nervios. Casi lo hizo cuando
Colin al fin, habló.
RIGHT SQUARE BRACKETLo que hice fue hacerle una zancadilla cuando llegamos a la
puerta y luego arrastrarla a la calle, para que todos pensaran que la había salvado.
RIGHT SQUARE BRACKETPuede que sí. RIGHT SQUARE BRACKETSacó su móvil del
bolsillo. Sugar Beth frunció el entrecejo mientras le observaba marcar un número. Colin esperó. Se
oyó el pitido ahogado de un contestador automáticoRIGHT SQUARE BRACKET. Ryan, soy Colin.
Winnie pasará la noche en casa de Sugar Beth, aunque dejó su coche en mi casa. Te llamaré mañana.
RIGHT SQUARE BRACKETVas a contarle que le tendí una trampa, ¿no es cierto?
RIGHT SQUARE BRACKETSería tentador, pero creo que se lo dejaré a Winnie RIGHT
SQUARE BRACKETExaminó de nuevo sus largas piernas.
RIGHT SQUARE BRACKETYa basta.
RIGHT SQUARE BRACKETHuelga decir que no intentaré presionarte para que cambies de
opinión. RIGHT SQUARE BRACKETDio otro pasoRIGHT SQUARE BRACKET. Las reglas
británicas del juego limpio, ya sabes.
Y ella le dejaba hacer, le devolvía los besos, le tomaba la lengua y le ofrecía la suya. Colin utilizó
la rodilla para separarle los muslos, y cerró la mano sobre sus pechos debajo de la camiseta.
El calor de su mano atravesó las braguitas y penetró en su piel. La asaltó un deseo tan intenso que
la dejó sin fuerzas. Sin ninguna fuerza.
La mirada de él se enturbió y los labios, tan tiernos hacía escasos segundos se endurecieron.
Sugar Beth se frotó un brazo, se tocó el cabello y negó lentamente con la cabeza.
Pasar una mañana con él era la peor idea, pero necesitaba su ayuda. Y cuales fueren sus
intenciones, no le permitiría volver a asaltarlas con besos.
A Gigi no le gustaba demasiado ir a la iglesia. A veces los sermones eran buenos RIGHT SQUARE
BRACKETel pastor Mayfair se enrollaba bien y la catequesis no había estado tan mal hoyRIGHT
SQUARE BRACKET, pero no estaba precisamente colada por la Biblia, que contenía demasiados
pasajes deprimentes y, en su opinión debería estar calificada como literatura violenta. Aunque esa
mañana no le había importado que rebanaran la cabeza de Juan Bautista porque, justo antes de que
empezara el servicio religioso, su madre se había sentado a su lado en el banco.
Gigi deseó encontrar un pretexto para intercambiar los asientos y que su madre quedase en el
medio, al lado de papá. En todo caso sus padres se miraron y sonrieron, aunque Gigi no supo si eran
sonrisas auténticas o sonrisas amables «porque la niña está delante». Durante el sermón tuvo que
luchar contra el impulso de apoyar la cabeza en el hombro de su madre y cerrar los ojos, como hacía
de pequeña.
Hasta llevaba una blusa y falda ñoñas de BloomingdaleLs para hacer feliz a su madre. Todavía no
había decidido qué atuendo llevaría al el colegio esta semana, aunque barajaba la idea de abandonar el
estilo gótico. Sugar Beth le había dicho que era un estilo genial para las chicas de octavo, aunque de
una manera que la hizo sentir como si estuviera copiando a las demás en lugar de ser ella misma.
La noche antes había ido a la cena del Club Español con Gwen y Jenny, pero sus padres estaban tan
inmersos en sus propios problemas que ni siquiera le habían preguntado qué tal se lo había pasado.
Gigi se alegraba de que dejaran de meter las narices en sus asuntos, aunque tampoco estaría mal que
mostraran un poquito de interés. Su madre, especialmente. Empezaba a darse cuenta de que su madre
podría no ser tan perfecta como ella pensaba. Y lo que había sufrido en el instituto era mucho peor de
lo que padecía Gigi.
Después del oficio, sus padres se entretuvieron charlando con amigos un rato, aunque entre ellos
no hablaron mucho. Cuando por fin se encaminaron hacia el aparcamiento, Gigi se rezagó a propósito.
RIGHT SQUARE BRACKETGracias por los tulipanes RIGHT SQUARE BRACKEToyó decir
a su madre.
Menudo paleto.
Pero su madre no se mostró tan crítica, antes bien, pareció ruborizarse. Su padre aprovechó la
oportunidad y pasó a la ofensiva.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Te apetece cenar conmigo en el Inn esta noche? ¿A eso de las
siete? Si no tienes otros planes.
¡Sí!
RIGHT SQUARE BRACKETSi prefieres que esté ella... Tal vez pueda hacer sus deberes a
primera hora de la tarde.
Su padre abrió la puerta del Benz y su madre subió al coche. Gigi preferiría que volviera a casa
con ellos, pero su padre no intentó siquiera convencerla. Se limitó a sonreír, cerró la portezuela y se
despidió con la mano.
Durante el trayecto de vuelta a casa Gigi reflexionó en lo sucedido y, cuanto más pensaba en ello,
más preocupada se sentía. Finalmente, bajó el volumen de la radio.
RIGHT SQUARE BRACKETCuando la veas esta noche, pregúntale por la tienda. Le gusta
hablar de ella. No de cuánto dinero gana. Pregúntale cómo decide qué poner en el escaparate y cómo
sabe qué hay que comprar. Cosas por el estilo. Que el tema te interesa.
RIGHT SQUARE BRACKETY lleve la ropa que lleve, no le preguntes si es nueva. Siempre
lo haces. Ella se pone algo que ya ha llevado un millón de veces, y tú vas y preguntas si es nuevo.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Alguna cosa más? RIGHT SQUARE BRACKETrepuso Ryan
en tono levemente sarcástico.
RIGHT SQUARE BRACKETLe gusta hablar de libros. Y vuelve a decirle que es hermosa.
Eso sí que le gustó. Puedes añadir que tiene unos dientes preciosos.
RIGHT SQUARE BRACKETA mí me gustaría que un chico me dijera que mis dientes son
preciosos.
RIGHT SQUARE BRACKETTampoco le preguntes por Sugar Beth. Aún no han solucionado
todos sus problemas.
RIGHT SQUARE BRACKETNo lo haré, créeme.
Gigi sabía que su padre tenía curiosidad por saber qué había ocurrido la mañana anterior. Pensó en
decirle que ya sabía todo lo que había pasado en el instituto, pero el tema le resultaba muy
embarazoso.
Estaban a punto de enfilar el pasaje Mockingbirdc cuando el Lexus de Colin pasó en dirección
contraria. Gigi saludó con la mano.
19
Aparcó con una maniobra un tanto brusca, bajó y cruzó el asfalto resquebrajando hasta la misma
puerta de la estación, donde RIGHT SQUARE BRACKETdado que Sugar Beth tenía llaveRIGHT
SQUARE BRACKET tuvo que esperar, volviendo a ser testigo de sus movimientos. El contoneo
despreocupado y ondulante, la elegancia de sus largas piernas, su agilidad al avanzar. El top, de
material elástico, se encogió levemente cuando subió los peldaños. El cinturón de los tejanos bajó,
dejando entrever su ombligo. Cuando por fin abrió la puerta, Colin había sido zarandeado por un
torbellino de deseo.
Ya que todas las respuestas que le vinieron a la cabeza fueron salaces Colin optó por no responder.
En cambio, le entregó un par guantes de trabajo y señaló la parte de atrás de la estación.
Cuando Sugar Beth llegó a Parrish parecía agotada. Ahora ya no. Su porte había recobrado el
brillo; su cabello, el espesor. Colin quería pensar que habían sido sus encuentros sexuales lo que la
había revitalizado, llenándola de un elixir mágico que devolvía el primor. Pero casi podía oírla
mofarse de esa idea. «Las mentiras que llegáis a creer los hombres.»
RIGHT SQUARE BRACKET¿Piensa pasarse ahí el resto del día, alteza, o puede ayudarme a
mover esta caja?
RIGHT SQUARE BRACKET¿En qué? Llevas cinco minutos mirando esa pared o la derribas
o vienes a echarme una mano, joder.
Colin se había mostrado huraño toda la mañana pero dados sus conocimientos de arquitectura y
construcción, Sugar Beth no podía mandarlo a paseo. Le necesitaba para encontrar lo que ella no podía
y si terminaban con las manos vacías, necesitaría su sarcasmos para consolarla.
RIGHT SQUARE BRACKETEste lugar no está tan mal como parece. RIGHT SQUARE
BRACKETColin empujó la caja a un ladoRIGHT SQUARE BRACKET. Necesita un tejado nuevo y el
agua ha causado desperfectos, pero la estructura está básicamente intacta. Tallula tenía razón. Alguien
debería restaurarlo.
RIGHT SQUARE BRACKETA mí no me mires. No tengo dinero ni para arreglar el golpe que
me dieron en el parachoques.
RIGHT SQUARE BRACKETEs una ruina. RIGHT SQUARE BRACKETEn el instante mismo
de pronunciar estas palabras, Sugar Beth vio la imagen de una librería infantil, provista de un furgón
de cola en miniatura, trenes eléctricos, luces de señalización un gran baúl lleno de disfraces. Suspiró.
RIGHT SQUARE BRACKETOjalá a Jewel le interesara más la venta de libros infantiles. ¿No
te parece que este lugar podría ser una fantástica librería infantil? Pero ella nunca podría restaurarlo,
aunque quisiera.
RIGHT SQUARE BRACKETEstá muy bien situado. No obstante, tiene demasiada superficie
para una librería.
Colin tanteó las paredes, registró las áreas de almacenamiento y aprovechó todas las oportunidades
para mostrarle a Sugar Beth los dientes. Al final, anunció que iba a subir al desván.
Le siguió a la oficina de billetes, donde Colin se subió a un viejo escritorio y quitó la trampilla del
techo. Viéndole izarse a través de la abertura sin esfuerzo aparente, Sugar Beth sintió una oleada de
deseo. Primero desapareció el tórax, luego, el resto de su cuerpo, todo en un único movimiento fluido.
Quería volver a sentir su fuerza sobre ella, dentro e ella. Se alejó de allí.
Colin reapareció cinco minutos más tarde, más sucio y más taciturno.
Beth hubiese preferido encontrar a Winnie en la cochera, para utilizarla como escudo protector
mientras registraban las habitaciones, pero el único en recibirles en la puerta fue Gordon. Colin siguió
metiéndose con ella a cada momento y, cuando le llegó el turno al estudio del pintor, Sugar Beth
perdió la paciencia.
RIGHT SQUARE BRACKET Claro. Como has obtenido tan buenos resultados hasta ahora...
Ella rechinó los dientes y esperó. Él apartó un caballete, miró detrás de una tela y vio el par de botas
desgastadas y cubiertas de salpicaduras de pintura que ella había descubierto en una exploración
anterior.
RIGHT SQUARE BRACKETAsh no las habría dejado aquí si no pensaba volver RIGHT
SQUARE BRACKETdijo Sugar Beth
Mientras colocaba las botas en su lugar original, bajo la mesa de trabajo, Sugar Beth pensó en
Tallulah y en la amargura que invade a las mujeres que definen su vida únicamente por su relación con
un hombre.
Ella había contado con su sarcasmo para digerir el mal trago y tuvo que esforzarse para no echarse
a llorar.
Sugar Beth no podía seguir allí. Le dejó, de pie en medio del sendero, y volvió a la casa. En el
momento de cerrar la puerta, se dijo que el hallazgo del cuadro había sido siempre bastante
improbable. Nunca debió permitirse la esperanza.
Apenas habían transcurrido cinco minutos cuando apareció Winnie, cargada de bolsas del
supermercado. Gordon gruñó y mostró los dientes cuando ella pasó por su lado.
RIGHT SQUARE BRACKETDe momento, tú y yo somos las únicas que le caen mal.
El perro retrocedió la distancia justa para bloquearle la entrada a la cocina, y Winnie tuvo que
pasar por encima de él.
La ironía no hizo mella en Winnie, que empezó a canturrear mientras sacaba las compras de las
bolsas. Sugar Beth examinó el contenido. Un montón de verduras y ni una caja de chocolatinas
mentoladas. Vació el cubo de la basura y cambió la bolsa.
RIGHT SQUARE BRACKETEs por el cuadro, ¿verdad? Colin me dijo que te ayudaría a
buscarlo Supongo que no habéis encontrado nada.
RIGHT SQUARE BRACKETNo lo séRIGHT SQUARE BRACKET Hablar de nuevo con los
miembros del club de canasta de Tallularah, supongo. Intentar averiguar si tenía otras confidentes.
RIGHT SQUARE BRACKETQue yo sepa, no. Era tan criticona que la mayoría de la gente la
evitaba. Me cuesta creer que alguien como Lincoln Ash se enamorara de una víbora como ésa.
RIGHT SQUARE BRACKETNo creo que fuera así siempre. Mi padre decía que de joven era
divertida.
RIGHT SQUARE BRACKET «Nuestro» padre. Me gustaría oírtelo decir, Sugar Beth, aunque
solo fuera una vez.
RIGHT SQUARE BRACKETPor qué no consultas el parte meteorológico. Que yo sepa, aún
no se ha helado el infierno.
Siguieron así durante un rato, intercambiando pullas y entreteniéndose en general. Resultó una
distracción agradable después de la desolación que había sentido Sugar Beth por la mañana. Tantos
años de vida respetable de buena ciudadana hacían que Winnie fuera más torpe en sus arremetidas,
hecho que ella compensaba con su celo de nueva conversa. Al final, no obstante, cerró la boca y se
concentró en la preparación de una ensalada.
Sugar Beth subió al primer piso para asearse y telefonear a Delilah. Después se quedó mirando "La
Novia del Francés" por la ventana. Colin le había dicho que pasaría la tarde escribiendo, pero ahora
estaba en el jardin trabajando en la construcción del murete.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Esperas que comparta esa clase de información con mi peor
enemiga?
RIGHT SQUARE BRACKETYa supe que había algo entre vosotros la noche de la cena. Pues
te has encontrado con la horma de tu zapato. Colin es un hombre con la cabeza bien puesta.
RIGHT SQUARE BRACKETEn estos momentos la mía está más segura que la suya.
RIGHT SQUARE BRACKETSi ese hombre agitara un diamante delante de tus ojos, le
arrancarias el brazo con tal de cogerlo.
Se había puesto seria, y eso le quitaba gracia a su juego. Winnie dejó el tomate, se limpió las
manos con una servilleta de papel y se apoyó contra la encimera.
Sugar Beth asintió, pero si esperaba que Winnie abandonara el terreno, estaba muy equivocada,
porque los ojos de ésta destellaron con auténtico enfado.
RIGHT SQUARE BRACKETYa lo creo que lo ve. Le di plantón la noche del martes pero se
niega a aceptarlo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo te creo. ¿Por qué ibas a darle plantón? Colin es un hombre
rico y exitoso, brillante. Es el propietario de La Novia del Frances Y es el hombre más sexy de
Parrish, con excepción de Ryan. Colin Byrne tiene más carácter que todos tus ex maridos juntos.
RIGHT SQUARE BRACKETMás que dos de ellos, al menos. ¿Cuándo has dicho que llegaría
Gigi?
RIGHT SQUARE BRACKETNo trates de convencerme de que Colin no te atrae. He visto
cómo os comportáis cuando estáis juntos.
Esto dio a Wmnie algo en que pensar, y se dio la vuelta para seguir con la ensalada. Sugar Beth
bebió un sorbo de café frío. Pasó un minuto, luego otro. Al final, Winnie dejó el cuchillo y dijo:
RIGHT SQUARE BRACKETParece que has hecho unos cuantos acerca de ti misma
Winnie sonrió.
Gordon empezó a ladrar con la llegada de Gigi. En esta ocasión, la chica llevaba tejanos y una
camiseta de Ole Miss.
RIGHT SQUARE BRACKETPapá está muy cabreado con Sugar Beth, otra vez. No quería
dejarme venir ¿Qué has preparado?
Gigi acarició a Gordon, que la adoraba tendido a sus pies, y se acercó para examinar la ensalada.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Orzo! Qué guai. Y aguacate. No pongas pollo, ¿vale? RIGHT
SQUARE BRACKETCogió un trozo de tomate con los mismos dedos con que acababa de acariciar al
perro, casi provocándole una apoplejía a Winnie. Sugar Beth enjuagó el tazón de café.
RIGHT SQUARE BRACKETYa ves que tu tía es muy poco considerada, Gigi. He preparado
un bonito almuerzo, pero ¿crees que le importa? No, en absoluto
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo, aunque pienso cambiar los platos en el último
momento, así que no intentes envenenar el mío.
Diez minutos más tarde estaban sentadas a la mesa de cerezo del comedor, con la ensalada, unos
bollos y los vasos de cristal prensado de Tallulah llenos de té frío.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Has decidido qué te pondrás para la cita de esta noche?
Preguntó Gigi a su madre.
RIGHT SQUARE BRACKETNo es una cita. Tu padre y yo iremos a cenar, eso es todo.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que deberías pedirle prestado algo a Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKET¡No voy a reunirme con tu padre vistiendo ropa de Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo una blusa, o algo. Él no se dará cuenta. Su ropa es más
sexy que la tuya.
RIGHT SQUARE BRACKETLa recogerá a las siete. Maquíllala tú, Sugar Beth.
La conversación derivó hacia otros temas y, casi sin darse cuenta, Sugar Beth se encontró
hablándoles de Delilah, sin mencionar el asunto de los problemas económicos que le causaba su
hijastra.
RIGHT SQUARE BRACKETQué cosa, ¿no? Tener una hijastra tan mayor.
RIGHT SQUARE BRACKETEl amor es extraño, Gigi. Nunca sabes cuándo va a llegar ni con
qué fuerza te va a golpear.
Estaba tan concentrado en odiarse a sí mismo que no vio acercarse a la atractiva pelirroja. Carolyn
Bradmond era una de esas mujeres de enérgicas de bajo mantenimiento, de cuya compañía él debería
disfrutar más que nadie. Era inteligente, sofisticada y demasiado entregada a su profesión como para
plantear exigencias emocionales. La mujer ideal para Colin Byrne... ¿Por qué, entonces, no se había
acordado de ella en los cinco meses transcurridos desde la última vez que la viera?
RIGHT SQUARE BRACKETNo podría estar mejor. ¿Cómo te va con el nuevo libro?
Ésta es una de las dos preguntas que más se hacen a los escritores y, si la invitaba a sentarse con
él, no tardaría mucho en formular la otra «Colin, siempre he tenido la curiosidad de saber de dónde
sacáis las ideas vosotros los escritores.» «Las robamos. De los extraterrestres. Hay un viejo almacén
en las afueras de Tulsa...»
No se sentía con fuerzas para mantener una conversación de este tipo, de modo que siguió
charlando con ella de pie, hasta que la mujer pilló la indirecta y se marchó. Al tiempo que el pianista
del bar atacaba temas de Gershwin, Colin terminó su tercer whisky y pidió el cuarto. Antes de que
Sugar Beth viniera a llamar a su puerta, se enorgullecía de su capacidad de confinar sus inclinaciones
románticas en la hoja escrita. Pero ¿cómo podía un hombre distanciarse de una mujer como ella?
No podía permitir que se fuera de Parrish. Todavía no. No hasta que tuvieran la oportunidad de
analizar este desastre de relación que habían entablado. Necesitaban tiempo, pero ella no estaba
dispuesta a concedérselo. En cambio, estaba decidida a huir a la primera oportunidad. Y eso sería un
error.
El sentimiento de culpa caló más hondo. El pianista abandonó a Gershwin por Hoagy Carmichael.
Colin apuró su copa, aunque el alcohol no le dispensaba la absolución que tanto anhelaba.
Hoy había encontrado el cuadro que buscaba Sugar Beth, pero no se lo había dicho.
Ryan jamás se había mostrado tan atento. Hizo docenas de preguntas acerca de la tienda y parecía
sinceramente interesado en las respuestas de Winnie. Le alabó su peinado, su porte, sus joyas, hasta
sus dientes, por el amor de Dios. Ni una palabra sobre la ropa. Detalle que a ella le pareció muy
interesante, ya que llevaba la blusa de encaje negro elástico de Sugar Beth y una falda azul noche, que
en un momento de locura había acortado hasta medio muslo. Vestir como una fulana no dejaba de ser
una novedad, aunque Winnie no repetiría la experiencia, pero le gustó que Ryan pareciera un poquito
disgustado con su escote pronunciado y su falda corta.
Teniendo en cuenta las atenciones recibidas, Winnie debía sentirse muy satisfecha de la velada,
pero no era así. Entre ambos seguía interponiéndose esa especie de elefante, la bestia nacida del
engaño de ella y del resentimiento de él. Ryan fingía no ver el animal, actuaba como si nunca hubiera
pronunciado las palabras iracundas, tanto tiempo reprimidas, que le había espetado la semana anterior
en la tienda. Winnie que estaba harta de interpretar siempre el papel de excavadora emocional no
quiso sacar el tema.
Después de lo que él había dicho a Sugar Beth la noche pasada, Winnie esperaba de su marido
pasión y emoción, pero Ryan se dedicaba a charlar con el camarero, a saludar a Bob Vorhees, sentado
en el otro extremo del comedor, a comentar la calidad del vino y a hablar de cualquier tema
intrascendente. Peor aún, no parecía experimentar esas pequeñas descargas de electricidad sexual que
asolaban a Winnie en los momentos menos esperados: al oír la voz de Ryan por teléfono, al verle de
improviso al volante de su coche o esta mañana, en la iglesia, cuando sus brazos se rozaron durante la
doxología. ¿Y cómo interpretar aquella arremetida de deseo ardoroso y paralizante que la embargó la
noche anterior cuando Ryan rechazó los avances de Sugar Beth? »
Ryan pagó la cuenta y el elefante les siguió hasta el coche. Winnie sabía que las pautas de su
matrimonio estaban demasiado arraigadas para poder cambiarlas fácilmente, y que no debió albergar
tantas esperanzas de su encuentro de esta noche. Ella sería siempre la perseguidora, Ryan el
perseguido. Ella, la adoradora; él, el objeto de adoración. Sin embargo, había perdido las ganas de
seguir interpretando ese papel.
Ryan tomó una curva demasiado rápido y ella advirtió que se dirigían al Sur de la ciudad, en lugar
de al pasaje Mockingbird.
Ryan no respondió.
Su gesto era simbólico. Ella no iba a saltar de un vehículo en marcha. Quiso preguntarle qué
esperaba conseguir con esos efectos especiales, pero la línea firme de su mandíbula la decidió a
esperar.
Cuando alcanzaron la autopista, los faros de un coche iluminaron de refilón el rostro de Ryan,
provocando una nueva descarga de deseo en Winnie.
Él no respondió. El conciliador y cortés Ryan Galantine no le hacía caso, como si no hubiera dicho
nada.
Iban en dirección al lago, aunque sólo estaban en marzo y todavía no había empezado la temporada
turística. Winnie enlazó las manos en el regazo y esperó. Le resultaba muy extraño mostrarse tan
pasiva.
Ryan dejó atrás el desvío que conducía a la cabaña de Amy y Clint y pasó por delante del acceso a
la playa de las Piceas, donde solían ir todos a bañarse y merendar. Las tiendas que vendían cebo
estaban todavía cerradas para el invierno. Ryan tampoco se dirigió al embarcadero ni a La Caseta del
Lago. Transcurrieron varios minutos. Se estaban acercando al lado sur del lago, el menos poblado.
Wnnie raras veces había llegado tan lejos, pero él parecía conocer el camino de memoria.
No se fijó en el sendero estrecho y sin señalizar hasta que Ryan lo enfiló con el coche. No
adivinaba dónde se encontraban.
¡En punta Allister! El lugar donde solían ir las Sauces del Mar con sus novios en los tiempos del
instituto, para beber cerveza y hacer el amor.
Ella había ido una vez con el coche, poco después de obtener el carnet de conducir, sólo para ver
cómo era aquel lugar, aunque nunca había estado allí con un chico. Le costaba respirar.
El sendero terminaba en un pequeño promontorio, protegido por los árboles y abierto al lago.
Hacía tiempo, el condado había pavimentado el camino con grava, de la que ya no quedaba mucha.
Ryan apagó el motor. Winnie tragó saliva y miró al frente. La luz de la luna goteaba sobre el centro
del lago como leche derramada.
RIGHT SQUARE BRACKETHe cerrado las puertas RIGHT SQUARE BRACKETle recordó
él.
RIGHT SQUARE BRACKETPues está por verse, ¿no te parece? RIGHT SQUARE
BRACKETDeslizó un dedo debajo del pronunciado escote de la blusa de encaje negroRIGHT
SQUARE BRACKET. No vuelvas a ponerte la ropa de Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETNo soy del todo ciego. Esperaba que llevases la blusa de seda
azul la que hace juego con tus ojos. O aquel jersey de hilo rosa que transparenta el sujetador. O tal vez
el vestido amarillo que llevabas la última vez que fuimos a Memphis; realza tus piernas de una forma
muy bonita.
El hecho de que Ryan supiera todo eso de su ropa la dejó atónita, por no hablar del detalle de sus
piernas con el vestido amarillo. Él le rodeó los hombros con el brazo, se inclinó hacia ella y le dio un
beso profundo.
Winnie sintió que se derretía. Hacía pocas semanas había pensado que nunca volvería a sentir
deseo. Ahora quiso arrancarse la ropa y abalanzarse sobre él.
Siempre la perseguidora. Nunca la perseguida.
La falda corta se le había subido bastante y ella no hizo nada por bajársela.
Ella se iba a morir allí mismo, disuelta en un charco de lujuria. Sus muslos se separaban, los
pechos le dolían, sus braguitas estaban húmedasc
Empezó a besarla otra vez. No como una pareja casada sino con besos torpes y profundos, con
lengua y saliva. Las braguitas desaparecieron. Sus braguitas. Ryan sudaba debajo de su jersey. Las
ventanillas del coche estaban empañadas. Él asió uno de sus tobillos, le apoyó el pie en el salpicadero
y la penetró con un dedo. Winnie gimió. Él bajó la cabeza y la devoró. La llevó conmocionada hasta el
orgasmo.
Para ser un adolescente calenturiento, Ryan conocía bien el cuerpo femenino. La llevó a un
segundo orgasmo convulso utilizando la palma de su mano. Cuando Winnie se recuperó, bajó el pie
del salpicadero y le miró. Tenía la respiración pesada.
Ella no intentó ayudarle. En cambio, se bajó la falda para cubrirse los muslos. Era una arpía. Una
torturadora.
Después de lo que acababa de hacer por ella RIGHT SQUARE BRACKETy de lo que ella no había
hecho por élRIGHT SQUARE BRACKET debía mostrarse considerada. Pero no.
RIGHT SQUARE BRACKETHace mucho frío.
Ryan bajó del coche. Ella no llevaba medias ni bragas. Se calzó los zapatos y esperó RIGHT
SQUARE BRACKETcomo la buena niña del Sur que no eraRIGHT SQUARE BRACKET a que él le
abriera la puerta. Cuando Ryan lo hizo, miró directamente su entrepierna abultada. Pobre chico.
Ryan le envolvió los hombros con su chaqueta y la tomó del brazo. Winnie llevaba tacones y el
suelo estaba mullido, así que tuvo que caminar de puntillas. Él la condujo hacia la espesura de los
árboles. Winnie percibió el olor a pino y humedad del lago.
El aire frío le acariciaba las nalgas desnudas debajo de la falda. De seguir así, se ganaría el mote
de Winnie la Fulana,
Ryan se alejó, linterna en mano, inspeccionando los troncos de los árboles como si fuera un
guardabosques pervertido. Finalmente encontró lo que buscaba.
Se había detenido delante de un gran roble. Winnie se acercó, tacones altos, falda corta, trasero
desnudo..., una furcia integral.
Ryan bajó la mano que sostenía la linterna, iluminando uno de sus mocasines.
El levantó la mano y arrojó luz sobre el tronco que tenía delante. Entonces ella lo vio, el contorno
borroso de un corazón grabado en la corteza. El tiempo había desdibujado y ennegrecido las letras que,
no obstante se podían leer:
RIGHT SQUARE BRACKETNo tanto. RIGHT SQUARE BRACKETRyan sonrió y sacó una
navaja del bolsillo. Con la linterna en una mano y la navaja en la otra, arrancó el pedazo de corteza
donde estaban grabadas la S y la B y cinceló una W en su lugar. Luego convirtió la C en una D. Las
letras mal dibujadas del nombre recién grabado destacaron sobre la madera vieja. Qué tonto, pensó
Winnie, a ella ya no le importaban las iniciales que un par de adolescentes habían grabado en el tronco
de un árbol hacía dieciséis años, pero a él sí. Y eso era bonito.
RIGHT SQUARE BRACKETNo lamento las cosas desagradables que te dije la semana
pasada. Ya no son ciertas, ni una de ellas, aunque hubo un tiempo en que lo fueron y me alegro de
haberlas pronunciado.
RIGHT SQUARE BRACKETNo tan frágil que no pudiera arreglármelas para atraparte.
Carecía de autoestima.
RIGHT SQUARE BRACKETYo recuerdo que eras la muchacha más dulce que había
conocido jamás.
RIGHT SQUARE BRACKETNinguna mujer debería idolatrar al hombre con el que se casa.
Flores de felicidad abrieron sus pétalos en el alma de Winnie y una sonrisa iluminó sus facciones.
RIGHT SQUARE BRACKETSólo haces esto para que llegue hasta el final. ¿No es cierto?
Winnie rió de nuevo, le rodeó el cuello con los brazos y la linterna cayó al suelo cuando empezó a
besarle.
RIGHT SQUARE BRACKETTe quiero, princesa. Lo eres todo para mí. Por favor dime que
me crees.
RIGHT SQUARE BRACKETDe momento podemos estar desnudos, pero un poema no estaría
mal para más adelante.
Ryan rió, la soltó y se dirigió al coche, de donde sacó una manta. Cuando volvió a su lado le dijo:
En ese instante, de pie sobre la hojarasca y la pinaza húmedas y aspirando el olor del lago, Winnie
sintió la fuerza del amor que Ryan sentía por ella. El elefante había desaparecido. Los fantasmas se
habían ido a otra parte. Les unía un amor con el que podían contar. Un amor que no flaquearía por una
comida no tan perfecta ni palidecería bajo los efectos del malhumor. Un amor que hasta podría
sobrevivir a una buena discusión.
20
RIGHT SQUARE BRACKET¿Y si me caso con vos, mi señor? ¿Me dejareis seguir mi camino?
¿No vendréis a mi lado si yo no lo deseo? ¿ No os enfadaréis conmigo ni seréis mi tiran o?
RIGHT SQUARE BRACKETCariño, esta noche no puedes decirme nada que no me guste.
RIGHT SQUARE BRACKETVale. Has encontrado la única cosa que no quería oír.
RIGHT SQUARE BRACKETYa sé que parece una locura, pero necesito quedarme más de
tiempo con Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETEso es lo que dice todo el mundo, pero yo puedo asegurarte que
estáis equivocados.
Winnie sonrió.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Tú y Colin estabais allí escuchando cómo se me tiraba
encima?
RIGHT SQUARE BRACKETNo tienes que quedarte en su casa para eso. Podéis ir a comer,
por el amor de Dios. O de compras.
RIGHT SQUARE BRACKETNo sería lo mismo. Tenemos que estar a solas, Sugar Beth y yo,
lo resolvemos o nos hundimos. RIGHT SQUARE BRACKETLe dio un beso en la comisura de los
labios.RIGHT SQUARE BRACKET Tengo que hacerlo.
RIGHT SQUARE BRACKETAhora mismo, diría que va viento en popa. RIGHT SQUARE
BRACKETLe mordisqueó el labio inferiorRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Te importaría mucho si nos
citamos por unos días?
RIGHT SQUARE BRACKETEntonces tendremos que discutir, pero, por mucho que me
atraiga la perspectiva, ¿podemos esperar hasta mañana?
RIGHT SQUARE BRACKETSé que algún día lograré comprender este lío pero ahora estoy
demasiado agotado para satisfacer tu insaciable lujuria.
Ryan rió, puso el motor en marcha y la llevó de vuelta a la cochera de Sugar Beth, donde la
acompañó hasta la puerta y le dio un beso buenas noches como un perfecto caballero sureño. Con unas
braguitas azules metidas en el bolsillo.
Sugar Beth no volvió a ver a Colin hasta la mañana del miércoles. Al salir para la librería, le vio
empujando una carretilla cargada de piedras hacia la hilera de árboles que se extendían detrás de "La
Novia del Francés". Gordon se alejó al trote para reunirse con él y ella frunció el entrecejo. En lugar
de acarrear piedras, debería estar escribiendo.
RIGHT SQUARE BRACKETCada uno a lo suyo. Aunque sois un par de cursis, y no puedo
imaginarme vuestras peleas como un peligro.
RIGHT SQUARE BRACKETNos gritamos RIGHT SQUARE BRACKETrepuso Winnie, a la
defensivaRIGHT SQUARE BRACKET Al menos él gritó. Se obstina en que vuelva a casa. Intenta ser
comprensivo pero se siente cada vez más frustrado.
RIGHT SQUARE BRACKETJamás imaginé que pudiera haber tanta pasión entre Ryan y yo.
Veinte minutos más tarde, cuando Sugar Beth volvió al trabajo, Jewel le entregó un sobre.
Sugar Beth lo abrió y encontró un billete aéreo de ida y vuelta a Houston. Miró la fecha. El billete
era para el día siguiente, su día libre. El vuelo salía por la mañana y regresaba por la noche. Sacó una
segunda hoja que resultó el comprobante de un coche alquilado a su nombre.
Se mordió el labio inferior y miró al otro lado de la calle, a Tesoros del Ayer. Tal vez había sido
idea de Winnie tener ese detalle, aunque estaba demasiado preocupada para pensar en ello. Sugar Beth
apretó el billete contra el pecho. Colin.
Menos de veinticuatro horas más tarde Sugar Beth se encontraba en la entrada del pabellón del
segundo piso de Brookdale, observando a Delilah que estaba inclinada sobre un puzzle. Su cabello
cano le caía liso, por debajo de las orejas, pero una cinta decorada con mariquitas impedía que le
cubriera la cara rechoncha. Llevaba el jersey rosa que Sugar Beth le había regalado hacía varios
meses, encima de una camiseta lavanda. Por un momento, Sugar Beth se la quedó mirando luego la
llamó suavemente.
Delilah enderezó el cuerpo. Levantó la cabeza lentamente, los ojos llenos de esperanzas.
Al instante siguiente estaban abrazadas con fuerza y Delilah no dejaba de repetir el nombre de su
madrastra. No pudo dejar de hablar durante media hora.
Mientras charlaba no dejó de sostener la mano de Sugar Beth, y siguió sosteniéndola mientras
salieron a dar un paseo por los jardines. Quiso comer en Taco Bell y luego fueron de compras,
expedición que consumió lo que quedaba del sueldo de Sugar Beth. Ésta no quiso recordar que sólo le
quedaban seis semanas para la siguiente cuota de la residencia.
Más tarde, cuando pudieron hablar a solas, Meesie le dijo a Sugar Beth:
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que vuestra separación te pesa más a ti que a ella. Delilah
te echa de menos pero le va muy bien aquí.
RIGHT SQUARE BRACKETSé que lo harás, mi Sugar Beth. Porque me quieres mucho.
Querido Colin:
Ayer pude ver a Delilah. Te doy las gracias por ello. Estar con ella lo es todo para mí, y retiro
casi todo lo malo que te he dicho hasta ahora.
Dejó la pala. Desde el domingo estaba tenso e irritable, incapaz de escribir, de dormir. La culpa no
era ningún misterio. La culpabilidad no era una compañera agradable, y había llegado el momento de
hacer algo al respecto.
El teléfono sonó a las tres de la tarde del sábado, una hora antes de que cerraran la librería.
RIGHT SQUARE BRACKETSi quieres volver a ver tu perro con vida, ven a Rowan Oak a las
cinco. Sola.
RIGHT SQUARE BRACKETSi avisas a la policía el perro acabará como... comida para
perros.
La casa y sus inmediaciones cerraban al público a las cuatro de la tarde pero obviamente, alguien
tenía contactos importantes, porque un Lexus burdeos estaba estacionado en el vacío aparcamiento y
la puerta estaba abierta. Como hija del nordeste de Misisipi, Sugar Beth ya había estado muchas veces
en Rowan Oak: con la pandilla de las girlRIGHT SQUARE BRACKETscouts con los grupos juveniles
de la iglesia, con las Sauces del Mar y en el último curso del instituto, con la clase del señor Byrne, a
bordo de un autocar amarillo. Faulkner había comprado la decrépita plantación estilo renacimiento
helénico a principios de los años treinta. En esa época, la casa no tenía electricidad ni agua corriente, y
se rumoreaba que la esposa de Faulkner se pasaba los días llorando en el pórtico mientras su marido se
afanaba en hacer habitable su hogar. Hasta su muerte en 1962, Faulkner había vivido allí, donde se
emborrachaba, asustaba a sus hijos con las historias de un fantasma inventando por el mismo y
escribía las novelas que, finalmente, le valieron el Nobel de literatura. A principios de los años
setenta, su hija vendió la casa y el terreno a la Universidad de Misisipi y, desde entonces gente de todo
el mundo acudía a visitar el punto de referencia literario más importante del estado.
Sugar Beth caminó hacia la casa de madera de dos plantas a lo largo de la imponente avenida de
cedros, plantados en el siglo XI. Mucho antes de alcanzar el final del viejo camino enladrillado, vio a
Colin apoyado contra una de las columnas cuadradas de la residencia. Con Gordon tendido a sus pies.
RIGHT SQUARE BRACKETPat Conroy llamaba a Oxford «el Vaticano de las letra del Sur»
RIGHT SQUARE BRACKETdijo él al bajar del porche.
RIGHT SQUARE BRACKETNo lo sabía, aunque sus libros me encantan. RIGHT SQUARE
BRACKETSugar Beth rascó la cabeza de GordonRIGHT SQUARE BRACKET. Veo que mi perro
sigue con vida.
Colin llevaba un jersey blanco y unos inmaculados pantalones grises. El trabajo al aire libre le
había bronceado, y a Sugar Beth la impresionó de nuevo el contraste entre su masculinidad y su
elegancia. Ese hombre era un mar de contradicciones, altivo y cínico, pero también tierno y mucho
más sentimental de lo que quería demostrar. El suicidio de su mujer debió de afectarle mucho.
RIGHT SQUARE BRACKETYa me has dado más que suficiente. Ese billete de aviónc..
RIGHT SQUARE BRACKETNo comparto, sin embargo, su facilidad de palabra. Ese hombre
era un genio.
RIGHT SQUARE BRACKETMientras no tenga que leer uno de sus libros, seré
absolutamente respetuosa.
RIGHT SQUARE BRACKETEs un hombre, y tengo poca paciencia con los escritores
fallecidos de raza blanca. Incluso con los vivos, siendo tú y el señor Conroy notables excepciones.
Ahora bien, Jane Austen, Harper Lee Walker, ellas sí que escriben sobre cosas que interesan a las
mujeres.
RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth siguió parloteando por los codosRIGHT SQUARE
BRACKET. Margaret Micthell. Ya no está de moda pero menudo éxito tuvo en su momento. Luego
tenemos a Mary Stewart, Daphne du Maurier, Lavyrle Spencer, Georgette Heyer, Helen Fielding...,
aunque únicamente la primera Bridget Jones. No, Faulkner no se incluye entre mis favoritos.
Al entrar, Sugar Beth inspeccionó el vestíbulo, desde donde partía la escalera que conducía al
primer piso.
Deambularon por los pasillos, mirando las habitaciones desde la puerta sin entrar en ninguna.
Sugar Beth no pudo resistir la tentación de señalar los libros de literatura barata expuestos en la
mesilla de noche del autor, pero a Colin le fascinaba más su despacho. Mientras admiraba la vieja
máquina de escribir Underwood, reflexionó en cómo habría influido en la escritura de Faulkner los
procesadores de texto actuales. Sugar Beth se abstuvo de comentar que Microsoft no influía en
absoluto en la escritura de Colin y que la única obra realizada en "La Novia del Francés" estos días
estaba hecha de piedra.
Salieron de la casa y caminaron por los alrededores. Empezaba a caer el crepúsculo, pero Sugar
Beth aún distinguía las forsitias y los ciruelos silvestres que florecían en la fronda de Bailey, detrás de
la casa. Pronto ya echarían flores los cornejos. Gordon correteaba al lado de Colin deteniéndose de vez
en cuando para investigar un arbusto u olisquear una mata de hierba. En el camino de vuelta a la casa,
Colin tomó a Sugar Beth de la mano.
Ella sintió la dureza de los callos en su mano y deseó seguir sosteniéndola pero qué sentido tenía
atormentarse más.
Ella tenía una respuesta picante preparada, pero dudó en el momento de disparar.
RIGHT SQUARE BRACKETPor favor, amor mío, déjalo ya. RIGHT SQUARE
BRACKETColin lo dijo con dulzura, y el término afectuoso, que habría sonado pomposo en boca de
cualquier otro hombre, la cubrió como un manto de flores de cerezo.
RIGHT SQUARE BRACKETQuiero que nos concedas un poco de tiempo RIGHT SQUARE
BRACKETdijo élRIGHT SQUARE BRACKET ¿Es demasiado pedir?
RIGHT SQUARE BRACKETTiempo para qué. Ya he fracasado tres veces, Colin. Cuatro, si
contamos a Ryan. RIGHT SQUARE BRACKETPretendía sonar socarrona pero tuvo la impresión de
que sólo sonó tristeRIGHT SQUARE BRACKET. Yo me alimento de hombres. Les seduzco con mis
artes amatorias y les arranco la cabeza con los dientes mientras duermen.
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo, por fin comprendo por qué insistes tanto en el
tema. Quieres que me enamore tan desesperadamente de ti que sea incapaz de pensar en otra cosa.
Entonces, cuando me haya convertido en un guiñapo que mendiga unos mendrugos de afecto, te reirás
en mi cara y me dejarás. Éste ha sido tu plan desde el principio. ¿Me equivoco? La venganza
definitiva por lo que te hice en el instituto.
Colin suspiró.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Por supuesto que tengo miedo! Las relaciones de pareja me
hacen daño. RIGHT SQUARE BRACKETÉl fue a contestar, pero el dolor de ella ya duraba demasiado
y no quiso escucharleRIGHT SQUARE BRACKET. ¿Sabes qué quiero yo? Paz. Un buen empleo y un
lugar decente donde vivir. Quiero leer libros, escuchar música y tener tiempo para entablar amistades
duraderas con otras mujeres. Quiero despertarme cada mañana sabiendo que tengo la posibilidad
razonable de ser feliz. Y escucha lo más triste de todo: hasta que me topé contigo, casi lo había
conseguido.
Las facciones de Colin se habían endurecido. Sugar Beth supo que le había herido, aunque era
preferible este dolor breve y agudo a la aflicción constante que nunca ceja.
Sugar Beth le observó mientras se alejaba, altivo y orgulloso, cruzando el césped de Faulkner con
sus largas zancadas.
RIGHT SQUARE BRACKETGordon Ven aquí RIGHT SQUARE BRACKETgritó Sugar Beth.
Pero su perro había encontrado un nuevo amo y no le hizo caso. Oyó el sonido del motor
alejándose. Al final, miró el sobre que sostenía y sacó de su interior lo que Colin le había traído.
Un ejemplar de Reflexiones.
Colin estaba ya a cuarenta kilómetros de Oxford cuando oyó la sirena. Miró el velocímetro y
descubrió que iba a ciento veinte por hora. Genial. Aminoró y se detuvo en el andén. Gordon se
incorporó en el asiento. Un final perfecto para un día miserable.
Mientras mostraba su carnet, pensó en los acontecimientos de la tarde, tan diferentes a lo que él
había planeado. Le había parecido una buena idea sacar a Sugar Beth de Parrish; y Rowan Oak, una
elección apropiada. Intentó impresionarla con una visita privada, imaginándose que la combinación de
un entorno romántico y su encanto personal la seduciría lo suficiente para que pudiera hablarle de
Reflexiones, para que pudiera explicarse. Olvidó que el encanto personal no era lo que más le
caracterizaba, y Sugar Beth, sin duda, estaba inmunizada contra los entornos románticos ya antes de
cumplir los veintiuno. Desde luego, su intención no era tirarle el libro a la cara. Quería abordar el
tema con delicadeza, explicarle cómo se sentía cuando lo escribía y señalar que lo había terminado
meses antes de la vuelta de Sugar Beth a Parrish. Y, sobre todo, quería prevenirla. Luego, le hablaría
del cuadro.
Colin asintió pero no quiso entablar conversación. No le parecía honorable intentar zafarse de una
multa que se merecía. El agente sin embargo, tenía una esposa apasionada por los libros y un basset en
casa, y le dejó marchar con una simple advertencia.
Colin llegó a las afueras de la ciudad pero, en lugar de dirigirse a "La Novia del Francés", empezó
a conducir sin rumbo por las calles. La fiereza de Sugar Beth le había asustado esta tarde. Ella no
jugaba. Hablaba muy en serio. Y él se había enamorado de ella.
Le pareció que lo sabía desde hacía tiempo, la idea ya le era familiar, como si formara parte de él
desde siempre. Dad su eterno gusto por lo irónico, la situación debería divertirle, pero no tenía ganas
de reír. Había calculado mal, había jugado mal y se había comportado mal. En el proceso, había
perdido algo de valor incalculable.
Sugar Beth quería estar a solas para leer Reflexiones, así que declinó la invitación de Winnie de
acompañarla a la iglesia el domingo por la mañana. En cuanto Winnie se alejó con el coche, se puso
unos tejanos, cogió una manta vieja y se dirigió al lago. Le hubiera gustado la compañía de Gordon,
pero el perro no había vuelto. Empezaba a parecerle que nunca volvería.
Extendió la manta en un lugar soleado, no lejos del embarcadero desierto, y examinó la cubierta
del libro. Rezaba: «Copia sin corregir. Prohibida su venta.» Esto significaba que Colin le había dado
uno de los ejemplares impresos para los críticos y libreros, antes de que la versión definitiva saliera al
mercado dentro de un mes. Pasó la palma de la mano por la tapa y se preparó para leer lo que estaba
segura pondría acerca de su madre. Puede que Diddie fuera despótica pero también había sido una
fuerza impulsora del progreso y, si Colin no lo reconocía, jamás lo perdonaría.
Vine a Parrish dos veces, la primera, para escribir una gran novela y, más de una década después,
porque necesitaba volver a casa.
El autor era un personaje más. Esto la sorprendió. No pasaba lo mismo con Último apeadero. Leyó
de un tirón el capítulo inicial, que hablaba de sus primeros días en Parrish. En el segundo capítulo
utilizaba su encuentro con Tallulah («Tu pelo es demasiado largo, jovencito, incluso para ser
extranjero») para situar la historia en los años sesenta cuando empezó el desmoronamiento económico
de la ciudad. Su relato de la casi bancarrota de la fábrica de ventanas se leía como una novela de
intriga, viéndose la tensión realzada por anécdotas divertidas de la localidad, como el concurso de la
Gran Ensalada de Patatas en la iglesia del Cristo Redentor. Entrando en la década de los setenta Colin
cifraba el coste humano de la política racial de la ciudad en la familia de Aaron Leary. Y hablaba de
Diddie y Griffin, como Sugar Beth ya imaginaba. No la molestó demasiado el retrato que esbozaba de
su padre, pero sus mejillas ardieron de rabia cuando vio que su madre hermosa y altiva quedaba
retratada como una mujer que se paseaba por la ciudad dejando atrás una estela de ceniza de tabaco y
condescendencia. Aunque Colin no olvidaba mencionar sus éxitos, era una descripción devastadora.
Cuando le quedaban unas cien páginas por leer, cerró el libro y bajó hasta la orilla del agua.
Suponía que la historia terminaba en 1982, con la apertura de la nueva fábrica, pero aún quedaban tres
capítulos y la inquietud había formado un nudo en su estómago. Tal vez Diddie no fuera el único
personaje que debiera preocuparle.
En 1986 yo tenía veintidós años y Parrish era mi nirvana particular. Las gentes de la ciudad
aceptaban mis rarezas, mis grandísimos defectos como profesor, mi acento extraño y mis pretensiones
engreídas. Estaba escribiendo una novela y Misisipi ama a los escritores más que a nadie. Por
primera vez en mi vida me sentía aceptado. Era feliz, completa y arrebatadoramente felizc hasta que
mi Edén del Sur fue destruido por una joven llamada Valentine.
A sus dieciocho años era la criatura más hermosa que nadie hubiera visto jamás. Verla
contonearse por la acera camino de la entrada del instituto Parrish, era observar la sensualidad en
movimiento...
Sugar Beth terminó la página, leyó la siguiente y siguió leyendo mientras su respiración se tornaba
entrecortada y los colores le subían a la cara. Valentine era ella. Colin había cambiado su nombre,
había cambiado los nombres de todos los que eran adolescentes en aquella época, aunque nadie se
equivocaría con respecto a sus verdaderas identidades.
Valentine era una vampiresa adolescente que chupaba la sangre de sus desafortunadas víctimas
para acompañar los Chicken McNuggets que tomaba después del instituto. Sin embargo no se tornó
realmente peligrosa hasta que decidió no conformarse con el plasma de los muchachos adolescentes y
salió en busca de presas mayores.
Es decir, de mí.
El sol rozó la superficie del lago y la atmósfera se enfrió. Cuando terminó la lectura, Sugar Beth
estaba temblando. Dejó el libre a un lado y se hizo un ovillo. La parte de la historia dedicada a ella
ocupaba menos de un capítulo, pero se sentía como si las palabras le hubiesen sido grabadas en la piel,
como los tatuajes de tinta que los chicos se hacían en las muñecas con un bolígrafo cuando se aburrían
en clase. Todo estaba allí: su egoísmo, sus manipulaciones, su mentira. Todo expuesto a los ojos del
mundo, para que lo viera y lo juzgara. La vergüenza ardía en su interior. También la ira. Él lo sabía
desde el principió. Mientras se reían, se besaban y hacían el amor, él sabía lo que había escrito acerca
de ella, y que ella lo leería algún día, y sin embargo no la había prevenido.
Se quedó junto al lago hasta que anocheció, envuelta en la manta y las rodillas pegadas al pecho.
Cuando volvió, la cochera le pareció vacía y opresiva. Winnie le había dejado una nota sobre la mesa
pero ella pasó de largo. No había comido en todo el día, y ahora la sola idea de comer le provocaba
náuseas. Subió arriba, se lavó la cara y se tendió en la cama, pero el techo que Tallulah había
contemplado durante cuatro décadas la oprimió como la tapa de un féretro. La vida de su tía había sido
una endecha de desgracia y aflicción, vivida hasta el fin en el nombre del amor.
Sugar Beth no podía respirar. Se levantó y bajó a la planta baja, pero también allí la amargura de
Tallulah lo impregnaba todo. Los muebles deslustrados, el empapelado descolorido, las cortinas
amarillentasc todo manchado de la ira de una mujer que había hecho del amor perdido la obsesión de
su vida. Empezó a dolerle la cabeza. Ese no era un hogar, era un mausoleo; y el estudio del pintor, su
corazón. Agarró la llave y salió a la noche. Forcejeó con la cerradura del estudio en la oscuridad.
Cuando consiguió abrirla, le dio al interruptor que encendía la bombilla desnuda que colgaba del
techo. Mientras observaba el patético monumento que su tía había erigido al amor perdido, trató de
trató de imaginarse las explicaciones de Colin, sus justificaciones. «Escribí el libro mucho antes de
que volvieras. ¿De qué habría servido advertirtelo?»
Se adentró en el caótico corazón del espíritu tenebroso de su tía y empezó a arrancar los plásticos
mugrientos. Ella no viviría su vida de la misma manera. Nunca más. No sería prisionera de sus propias
carencias. Prendería fuego a todo esto, haría que esa energía demencial de cuadros y pérdidas se
consumiera entre las llamas.
Los colores se arremolinaron delante de sus ojos. Su corazón latía desbocado. Las manchas y
salpicaduras frenéticas giraban a su alrededor Y entonces lo vio.
21
La señorita Creed subió desalentada a su dormitorio y se sentó largo rato delante de la ventana
abierta de la habitación, contemplando, sin verlo, el paisaje iluminado por la luna. Acababa de pasar,
lo sabía, el día más desgraciado de su vida.
Se sentó sobre los talones. Incluso a la luz descarnada de la bombilla que colgaba de las vigas, el
tumulto de la composición respondía al caos de su propio corazón. Sugar Beth se tambaleó. Dejó que
el ritmo iracundo de la pintura la dominara. Meció su cuerpo. Se entregó al sufrimiento. Miró dentro
del alma del lienzo.
Un bocinazo. Un silbido.
Estaban sobre el pequeño césped delante de la cochera; eran seis, latas de cerveza en mano, los
rostros vueltos hacia la luna, bramando su nombre.
Bocinazos y aullidos.
Cantaban y bufaban.
RIGHT SQUARE BRACKETLo único que tendréis es una bronca si tú y esas piltrafas no
salís de mi propiedad.
RIGHT SQUARE BRACKETNo hablas en serio, Sugar Beth. Vamos. Tómate una cerveza
con nosotros.
RIGHT SQUARE BRACKETEres la mujer más hermosa del mundo. RIGHT SQUARE
BRACKETCubby metió su mano libre bajo la axila y agitó el codo como si fuera un gallo manco, al
tiempo que volvía a entonarRIGHT SQUARE BRACKET: Sugar... Sugar... Sugar...
Junior le segundó:
Cubby soltó un gruñido de dolor cuando el hombro de Colin le dio en el pecho y lo derribó.
Después fue por Júnior, con un puñetazo en la mandíbula que le hizo aullar al chocar contra un árbol.
Carl Ray Norris intentó huir, pero Colin se lanzó sobre su espalda y lo tumbó arrastrando a Jack
McCall en la caída. Tres metros más allá, Tommy se tiró al suelo antes de que Colin pudiera tocarle.
Al comprobar que nadie ofrecía resistencia, Colin se puso de pie y se plantó con los puños
cerrados y las piernas separadas, listo para enfrentarse a todos ellos. La luz de la luna se reflejaba en
su cabello claro y en la blancura de su camisa. Tenía aspecto de pirata, la oveja negra de una familia
aristocrática obligado a ganarse la vida saqueando galeones españoles y asolando plantaciones
esclavistas.
La mirada de Sugar Beth iba de Colin a los hombres caídos y a Tommy, que gateaba intentando
encontrar su lata de cerveza.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Sois seis contra uno! RIGHT SQUARE BRACKETgritó ella.
RIGHT SQUARE BRACKETEs Colin, Sugar Beth. Es un escritor. Todos nos odiarían si le
pegamos.
Colin retrocedió con un traspié, pillado por sorpresa. Ella le lanzó un puñetazo que impactó en un
lado de la cabeza. Ella soltó un buen bufido de dolor RIGHT SQUARE BRACKETla cabeza era más
dura que su manoRIGHT SQUARE BRACKET, pero no se detuvo. Lanzó una patada y le dio detrás de
la rodilla.
Colin se quedó sin aire cuando Sugar Beth le hincó el codo en el pecho.
RIGHT SQUARE BRACKET¡La de darte de hostias, bastardo traidor, tú! RIGHT SQUARE
BRACKETIntentó ponerse de rodillas para golpearle en la cara pero resbaló sobre la hierba húmeda y
volvió a caer sobre él, de modo que lo aporreó de nuevo en el pecho.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Te vas a hacer daño! RIGHT SQUARE BRACKETLa sujetó
por la cintura de los tejanos y se impulsó con fuerza, haciéndola resbalar y cayendo sobre ella.
Colin hizo una mueca, le agarró los antebrazos y la inmovilizó del todo. Cuando ella quiso liberar
una rodilla, él adivinó su intención y la aprisionó con el muslo. Sugar Beth liberó la otra pierna y le
dio una patada en la pantorrilla. Rodaron juntos. Ahora ella estaba encima de él. En lugar de
contraatacar, Colin trataba de contenerla, actitud que la enfurecía aún más.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Cuidado con la otra rodilla! RIGHT SQUARE BRACKETgritó
Cari Ray.
Su advertencia llegó un segundo tarde, y Colin soltó un aullido. Sugar Beth no había dado en el
blanco pero sí lo bastante cerca. Colin profirió una blasfemia especialmente soez y volvió a rodar
sobre ella.
Colin vio que se sosegaba poco a poco. Relajó la presión en su pecho y se hizo a un lado.
Sugar Beth oyó el chasquido de una lata de cerveza al abrirse, seguido de la voz de Cubby:
RIGHT SQUARE BRACKETParece que la diversión se ha acabado, tíos. Más vale que nos
vayamos.
Sonido de pasos alejándose.
Tintineo de llaves.
Un eructo.
Colin se incorporó, la respiración áspera en el aire nocturno, el pecho agitado. La miró, tendida en
el suelo, y luego le tendió la mano para ayudarla a levantarse.
Sugar Beth no aceptó su ayuda y se puso de rodillas por sus propios medios. Su codo le escocía y
se había roto los tejanos. Sintió algo caliente en la cara pero tardó un momento en darse cuenta de que
estaba llorando.
A Colin le partió el corazón ver sus hermosos pómulos anegados en lágrimas relucientes. Por fin
lo había conseguido. Por fin tenía a Sugar Beth Carey de rodillas.
Con una exclamación ahogada, se arrodilló a su lado y la atrajo hacia sí. Ella no se resistió. Él
empezó a besarle los párpados, las mejillas, a secarle las lágrimas con los labios. Sus propios ojos le
escocían y parpadeó para contener la emoción. Le acarició suavemente la espalda. La besó en las
sienes. Era un hombre de letras pero no se le ocurría nada que decir, excepto lo más ridículo, que salió
en un susurro estropajoso:
Colin apretó la frente contra la suya. Inspiró cuando ella exhaló. Buscó una manera de hacerlo
desaparecer todo, pero en vano.
RIGHT SQUARE BRACKETYa sé que lo escribiste antes de mi vuelta. Y todo lo que dices
es verdad. Ya lo sé. Me lo merecía. Me merecía cosas peores, Pudiste escribir cosas peores. Incluso
entiendo por qué no me lo dijiste seguida. ¿De qué habría servido? Ahora, al menos, estoy advertida.
RIGHT SQUARE BRACKETNo, amor mío. No trates de justificar algo que te ha hecho tanto
daño. RIGHT SQUARE BRACKETLe acunó la cara entre las manos, besó la huella húmeda de las
lágrimas en sus mejillasRIGHT SQUARE BRACKET. Si pudiera volver a escribirlo, lo haría de otra
manera.
Habría pasado el resto de su vida allí, de rodillas sobre el césped húmedo con ella, pero Sugar Beth
se apartó y se sentó sobre una pantorrilla.
RIGHT SQUARE BRACKETCuando era joven... Todas las veces que busqué en el estudio
desde mi vuelta no supe reconocerlo. No hasta esta noche.
Había llegado el momento de clavar el último clavo en su ataúd. Colin se puso de pie. Ella
también. Un mechón de pelo le cayó sobre la mejilla y ella lo apartó con mano temblorosa.
RIGHT SQUARE BRACKETNo me extraña que mi padre se riera cada vez que hablaba de
esa pintura. Tallulah lo escondió a plena vista.
El botón superior de su blusa se había desabrochado, revelando el borde del sujetador, blanco
marfil como su alma.
Los labios de Sugar Beth temblaron y una lágrima asomó a sus pestañas.
RIGHT SQUARE BRACKETYa lo superarás. Te lo dice una experta. El amor no dura para
siempre.
RIGHT SQUARE BRACKETCreo que sí, o no me habría enamorado tan rápidamente de ti.
El abierto reconocimiento de sus sentimientos debió gratificar a Colin, pero sólo sirvió para
ahondar su dolor.
RIGHT SQUARE BRACKETSi eso fuera cierto, no te irías. Todo lo que necesitas está aquí
en Parrish.
RIGHT SQUARE BRACKETTe equivocas.
RIGHT SQUARE BRACKETTienes que estar aquí. Tienes familia aquí. RIGHT SQUARE
BRACKETTragó saliva.RIGHT SQUARE BRACKET Y me tienes a mí.
RIGHT SQUARE BRACKETPor eso tengo que irme. RIGHT SQUARE BRACKETBajó los
ojos y se apartóRIGHT SQUARE BRACKET. No puedo hacerlo. Lo siento.
Sugar Beth asintió como si lo comprendiera, aunque ni siquiera el mismo podía comprender las
emociones turbulentas que lo embargaban en aquel momento.
Sugar Beth no se enfadó, como esperaba él. No pareció reprochárselo. Al contrario, le miró con
una expresión parecida a la comprensión.
RIGHT SQUARE BRACKETOjalá tuviera magnolias, o gardenias. Algo para acompañar este
grandioso gesto romántico. Soy muy capaz de ello, ¿sabes?
La cobardía de ella le desesperó. Le resultó demasiado familiar, demasiado familiar a sus propias
actitudes pasadas.
RIGHT SQUARE BRACKETNo voy a suplicarte, Sugar Beth. Una vez supliqué a una mujer
y no volveré a hacerlo nunca. O tienes valor suficiente para amarme (valor suficiente para permitir
que yo te ame) o no lo tienes. La decisión es tuya.
Sugar Beth vivió los días siguientes en una especie de entumecimiento. Aparte de vislumbrar el
coche de Colin saliendo a la calle en algunas ocasiones, a él no le vio ni una vez. Hasta había dejado
de trabajar en el murete. Saber que había tomado la decisión adecuada para ambos no le hacía más
fácil la tarea de aceptar que había hecho daño a un ser querido. En cuanto al daño que se había hecho a
sí misma tarde o temprano lo superaría. Siempre lo superaba.
Durante las horas que pasaba en la librería, se decía que Colin se equivocaba al acusarla de
cobardía. Los que no aprenden de sus errores, merecen ser infelices. Ella no podía seguir
precipitándose de un hombre a otro, entregando su corazón a diestra y siniestra, enamorándose del
amor sólo para ver cómo se lo negaban. Colin no entendía que ella le estaba protegiendo.
El miércoles llegaron los ansiosos representantes de Sotheby's para llevarse la tela. El estudio
parecía vacío sin ella, pero Sugar Beth no lo lamentó. Ya tenía bastantes emociones turbadoras con las
que lidiar, no necesitaba ver las que estaban retratadas en aquel lienzo.
La semana transcurría lentamente. Sugar Beth se decía que podía sobrevivir a la humillación que
supondría la publicación de Reflexiones. No sería la primera vez que sobrevivía a una humillación.
No tuvo dificultades a la hora de conseguir un pequeño préstamo del banco, un dinero con el que
vivir hasta que el cuadro se vendiera. El lienzo de Ash era muchísimo mayor de lo que se había
imaginado. Incluso después de crear un fondo para Delilah, le quedaría mas que suficiente para abrir
la librería infantil. Colin tenía razón, la venta de propiedades inmobiliarias no la apasionaba, no tanto
como la posibilidad de introducir a un niño en el mundo de los libros. Nada más llegar a Houston
empezaría a buscar la ubicación perfecta, olvidando ya que la había encontrado en una estación
abandonada de Parrish estado de Misisipi.
Apartó las imágenes de viejas paredes de ladrillo cubiertas de estantes llenos de libros y de un área
de lectura en forma de furgón de cola. No quiso imaginarse una pequeña cafetería al aire libre, sobre
una vieja plataforma de carga, ni las vías cubiertas de hierbajos adecentadas con árboles en grandes
tiestos y jardineras con flores. En cambio se concentró en su trabajo.
Jewel puso un anuncio para una nueva dependienta, pero a Sugar Beth no le gustó ninguna de las
jóvenes entrevistadas.
RIGHT SQUARE BRACKETTienes que encontrar a alguien a quien le guste vender libros
infantiles, se lo debes a los niños.
Y allí mismo, entre Sandra Cisneros y Mary Higgins, Sugar Beth se echó a llorar. Jewel intentó
reconfortarla, pero algunas cosas no se prestan al consuelo.
Winnie anunció que el lunes por la tarde ofrecería una merienda de reconciliación y perdón, para
que Sugar Beth pudiera hacer las paces con las Sauces del Mar antes de abandonar la ciudad.
RIGHT SQUARE BRACKETSé que crees que no la tienes. RIGHT SQUARE BRACKETY
Sugar Beth vio en los ojos de Winnie que también ella se sentía traicionada.
Aquella noche apenas pudo dormir. De pie delante de la ventana de su dormitorio, contemplaba
"La Novia del Francés" por encima del seto divisorio y luchaba contra el poderoso impulso de correr
hacia él.
¿Cómo pudo proponerle matrimonio? ¿Acaso no sabía contar?
El sábado era su último día en la librería. Había corrido la voz de su partida y media población
pasó por la tienda para despedirla. Al menos esta vez no pensarían tan mal de ella. A última hora de la
tarde, cuando por fin las cosas se calmaron, se dirigió a la sección infantil por última vez. Estaba
colocando las pequeñas sillas en su sitio cuando Winnie entró como un vendaval.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Ryan acaba de llamar desde "La Novia del Francés"! Colin se
va de Parrish hoy mismo.
RIGHT SQUARE BRACKETEstá cargando el coche ahora mismo. Le dijo a Ryan que no te
lo contara hasta que se hubiera ido.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Colin ama Parrish! Nunca se iría de aquí. Esta ciudad lo es
todo para él. RIGHT SQUARE BRACKETMientras hablaba, la frase introductoria de Reflexiones
apareció en su mente como un rótulo luminoso: «Vine a Parrish dos veces la primera para escribir
una gran novela y, más de una década después porque necesitaba volver a casa »RIGHT SQUARE
BRACKET. ¿Por qué querrá marcharse? RIGHT SQUARE BRACKETpreguntó con voz débil.
RIGHT SQUARE BRACKETSe supone que debes ponerte en contacto con su abogado y
hacer una oferta.
Salieron corriendo a la calle. El Benz de Winnie estaba estacionado en un ángulo extraño, en una
zona de aparcamiento prohibido. Los neumáticos chirriaron cuando Winnie salió marcha atrás.
Sugar Beth se dio contra la puerta al doblar el coche una esquina a toda velocidad. Se hincó las
uñas en la carne.
RIGHT SQUARE BRACKETEres la mujer perfecta para él. Eso es lo más frustrante. No lo
supe ver enseguida (¿cómo podía, tratándose de ti?), pero ahora está más claro que el agua. Eres la
única mujer con agallas para hacerle frente. A todas las demás las intimida. Y te necesita. Ayer
cuando le vi, parecía estar muy bien pero le faltaba una parte de sí.
Sugar Beth se retorcía las manos y miraba fijamente. Al detenerse delante de "La Novia del
Francés", Sugar Beth vio el Lexus aparcado a un lado y a Colin guardando algo en el maletero. Ryan
bajaba por los peldaños llevando el ordenador en una caja. Sugar Beth se apeó y cruzó el césped
corriendo. Gordon la vio venir y empezó a ladrar. Colin la vio acercarse y miró ceñudo a Ryan.
RIGHT SQUARE BRACKETLas cosas no funcionan así por aquí RIGHT SQUARE
BRACKETrespondió RyanRIGHT SQUARE BRACKET Ya deberías saberlo.
Colin le quitó la caja de las manos y rodeó el coche para meterla en el asiento trasero. Ryan se
acercó a Winnie, y Sugar Beth alcanzó a Colin. Tenía la expresión altiva y distante, aunque el alma de
un poeta y sus camuflajes ya no la engañaban.
RIGHT SQUARE BRACKETTú eres la que decidió que sólo hay lugar para uno de nosotros
aquí RIGHT SQUARE BRACKETcontestó él al tiempo que se agachaba para mover otra caja.
RIGHT SQUARE BRACKETAmbos hemos elegido. Tú decidiste ser una cobarde y yo decidi
darte vía libre.
RIGHT SQUARE BRACKETNo soy cobarde, soy lista. No puedes irte de gLa Novia del
Francésh. Es tu casa. Has puesto el alma y el corazón en ella.
RIGHT SQUARE BRACKETNo, Sugar Beth RIGHT SQUARE BRACKETrespondió él
tranquilamenteRIGHT SQUARE BRACKET. He puesto el alma y el corazón en ti. RIGHT SQUARE
BRACKETElla pestañeó.
Colin se inclinó dentro del coche para recolocar una caja de libros. Sugar Beth vio el bebedero de
Gordon en el suelo. Colin se enderezó y cerró la puerta, la máscara de distanciamiento bien puesta.
RIGHT SQUARE BRACKETHabla con mi abogado sobre la casa. Mandaré a buscar mis
cosas en cuanto haya decidido dónde establecerme, pero entretanto puedes mudarte cuando quieras.
RIGHT SQUARE BRACKETFuiste tú, querida, quien decidió que en este lugar no hay
espacio para los dos.
Sacó algo del bolsillo y se lo entregó. Mientras se alejaba para despedirse de Ryan, Sugar Beth vio
que acababa de darle las llaves de "La Novia del Francés"
RIGHT SQUARE BRACKETDile a Gigi que la llamaré esta noche. RIGHT SQUARE
BRACKETColin abrazó a WinnieRIGHT SQUARE BRACKET. Cuídese bien, señora Davis.
Gordon trotó hacia el coche y subió de un salto, ese horrible perro traidor. Colin cerró la puerta.
Gordon apoyó las patas delanteras en el respaldo del asiento y miró a Sugar Beth. Winnie se acercó y
la tomó de la mano.
Colin le dirigió una última mirada y abrió la puerta del conductor. Pero justo cuando se disponía a
subir, el chucho saltó por encima del asiento y salió del coche.
El perro agachó la cabeza y se dirigió lentamente hacia Sugar Beth, las orejas rozando el suelo.
Ella se acuclilló junto al animal sintiendo un nudo en su garganta.
Pero Gordon soltó un suave gañido y se tendió a sus pies sobre la hierba.
Demasiado tarde. Colin Byrne acababa de abandonar el "Último apeadero" para siempre.
Gordon empezó a aullar, un sonido luctuoso y lacerante que salía de su mismísima alma canina. A
Sugar Beth empezaron a castañearle los dientes. Se apartó de Ryan y, al arrodillarse junto a su perro
recordó el bebedero, en el asiento trasero de Colin. ¿Dónde estaría cuando se diera cuenta? ¿En alguna
gasolinera? ¿Descargando la maleta en algún motel de carretera? Había soportado tantas pérdidasc Del
amor paterno que debió ser suyo por derecho natural, de la esposa que le traicionó por no tener el
valor de seguir viviendo, del hijo perdido, de Gordon... y de ella.
Alzó la vista a tiempo de ver a Ryan atraer a Winnie hacia sí. Ella se apretó contra él, pero Ryan
no la miraba. Miraba a Sugar Beth y en esos ojos dorados y llenos de compasión ella vio su gran
corazón y decencia cabal. Vio a un hombre capaz de ser fiel, un hombre digno de confianza. Un
hombre que sabía amar... para siempre.
Algo estridente rechinó en sus oídos. El corazón le palpitó y se dejó caer sobre la hierba tan
bruscamente que le dolió el trasero. Santo Dios, había vuelto a hacerlo.
Colin dijo que no suplicaría y no lo hizo, pero hablaba su dolor, no su orgullo. No se marchaba de
Parrish únicamente para que ella pudiera quedarse. Se marchaba porque no soportaría el dolor de estar
cerca de otra mujer cobarde.
Él tenía razón, desde el principio. El rechazo de Sugar Beth no era un acto de valentía sino de
temor. Le había rechazado porque no había encontrado en sí misma el valor de darle una oportunidad.
El sol del atardecer asomó debajo de una nube y dio a Sugar Beth en los ojos. Fue como una
descarga eléctrica que la hizo ponerse en pie de un salto.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Mi bolso! Necesito mi teléfono móvil. ¿Dónde está mi bolso?
RIGHT SQUARE BRACKETPor el amor de Dios, no la fastidies otra vez RIGHT SQUARE
BRACKETle advirtió.
Sugar Beth marcó el número de Colin con el corazón desbocado. Había cometido un error garrafal,
la madre de todos los errores, y tenía que corregirlo. Colin y ella no podrían aclarar la situación
estando separados. Cuando el teléfono empezó a sonar, se dejó caer de nuevo junto a Gordon. Un tono,
dos, tres. Saltó el contestador automático.
22
RIGHT SQUARE BRACKET¡Ay, Señor, ojalá supiera dónde ha ido y qué significa todo esto!
Cuando llegó la hora de la cena, Winnie y Ryan ya habían instalado a Sugar Beth en "La Novia del
Francés" haciendo ellos todo el trabajo mientras Sugar Beth deambulaba por la casa y hacía más
llamadas infructuosas al móvil de Colin. Cada llamada sin respuesta incrementaba su ansiedad. Colin
era un hombre duro. ¿Qué pasaría si ella había desperdiciado la única oportunidad que él estaba
dispuesto a darle? Quizás el momento de su partida significara una especie de exorcismo permanente
para él, un acto simbólico que la arrancaba de su corazón para siempre.
De pie en su viejo puesto, junto a la puerta del armario de Colin observaba a Winnie trajinar. A la
vista de su ropa deslucida, colgada entre los trajes caros y las elegantes chaquetas informales que
Colin había dejado, le entraron ganas de llorar.
Sugar Beth le dio la espalda. Gordon la siguió a la planta baja donde Ryan se tomaba un descanso
en el sofá del solario, bebiendo cerveza y viendo el final de un torneo de golf.
RIGHT SQUARE BRACKETLas has tenido durante catorce años. ¿No puedo quedármela
unos días más?
RIGHT SQUARE BRACKETPiensas que soy una egoísta, ¿verdad? Por quedármela.
Ella se acercó a los ventanales. Mirando los montones de piedras aún sin colocar, rezó para que
Colin volviera un día para terminar el murete ¿Por qué tuvo que marcharse de ese modo? Debió
concederle más tiempo y pensaba decírselo en cuanto consiguiera comunicar con él.
Gordon se frotó contra sus tobillos. Ella se agachó y le acarició, buscando consuelo en su calor
perruno.
RIGHT SQUARE BRACKETAhora resulta fácil ver lo poco que congeniábamos RIGHT
SQUARE BRACKETdijo élRIGHT SQUARE BRACKET.Yo soy demasiado aburrido para ti, y tu
melodramatismo me volvería loco.
RIGHT SQUARE BRACKETQuieres que todo se haga a tu manera. Bien, pues estoy aquí
para decirte que las cosas no funcionan así.
Entró como un vendaval en la casa de los Galantine, justo en el momento en que Gigi bajaba las
escaleras. Había cambiado el estilo gótico por unos pantalones recortados de cintura demasiado baja y
un top transparente, que no alcanzaba a cubrirle las costillas. El día anterior cuando Sugar Beth la
interrogó al respecto, había respondido con mirada calculadora que estaba explorando su sexualidad.
Incluso en su estado de invalidez emocional, Sugar Beth supo que la estaba poniendo a prueba y no
había respondido al desafío.
Sugar Beth se dejó caer sobre el último escalón y hundió la cara entre las manos.
Una cosa era que Colin se marchara. Otra, muy distinta, que cortara todas las vías de
comunicación. Sugar Beth no tenía intención de tolerarlo. A primera hora de la mañana del lunes
llamó a su editor y preguntó por las relaciones públicas de Colin. Cuando la mujer respondió Sugar
Beth asumió su mejor acento norteño:
RIGHT SQUARE BRACKETMe sentiría más cómoda si hablara con mi contacto habitual.
RIGHT SQUARE BRACKETPor desgracia sufrió un accidente de coche esta mañana. Nada
serio. Pero estará inmovilizada por un tiempo.
RIGHT SQUARE BRACKETQué raro. Hablé con él hace menos de diez minutos.
La mujer colgó
Winnie cedió a la presión de Ryan y volvió a su casa el sábado por la tarde, eso no significaba que
dejaría a Sugar Beth a su aire, y decidió celebrar la merienda de reconciliación y perdón en "La Novia
del Francés"
Llegó la tarde del lunes. Mientras Winnie aclaraba en el fregadero los platos manchados de
chocolate, pensó que debería estar contenta de cómo habían salido las cosas. Sugar Beth estaba tensa
como un muelle y al principio hubo cierto nerviosismo, pero las Sauces del Mar habían venido
dispuestas a perdonar. La absolución de Amy estaba garantizada de antemano y a Leeann ya la había
ablandado el afecto que Sugar Beth había mostrado por Charlie. Heidi sucumbió cuando Sugar Beth
mostró entusiasmo por las fotos de su niño de tres años, aunque el resentimiento de Merylinn era
profundo, y no cedió hasta que Sugar Beth la rodeó con los brazos y le dijo: «Perdóname o mátame.»
En cuanto a Colin... Dijeron que era muy propio de Sugar Beth llevar a un hombre a esos extremos,
pero no la recriminaron y la tensión de ella se fue relajando. Para cuando desapareció el último pastel
de chocolate de dos pisos preparado por Winnie, Sugar Beth ya volvía a pertenecer a las Sauces del
Mar. Y volvía a ser la líder.
Winnie cogió el último plato y lo metió bajo el chorro de agua. Las otras cinco estaban sentadas en
el solario, riendo y compartiendo recuerdos de cosas que ella no había vivido. No tenía por que
sentirse abandonada RIGHT SQUARE BRACKETella misma había insistido en fregar los
platosRIGHT SQUARE BRACKET pero tenía la impresión de haber vuelto a los dieciséis años.
Agarró el trapo de secar con disgusto. Sabía cuánto había echado de menos Sugar Beth a las
Sauces del Mar y debería estar contenta de haber sido ella quien volviera a reunirlas. Aunque también
eran sus amigas, y a Winnie le gustaba creer que era su líder. Hasta ahora, era ella, quien tenía la
última palabra sobre las fechas de las próximas reuniones y sobre quién llevaría qué a las tertulias. Era
ella quien calmaba los ánimos y escuchaba las confidencias de las demás. Y se le daba bien ese papel.
A partir de ahora, sin embargo, todo sería distinto.
Esta posibilidad la serenó un poco. Ella no quería que Sugar Beth se fuera. Ahora ya eran
hermanas y no pensaba renunciar a ello ni siquiera para aferrarse a su posición como líder de las
Sauces del Mar. Cuando volvió a reunirse con ellas en el solario se sentía un poco mejor, aunque la
conversación prosiguió sin incluirla.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Y recuerdas cuando caminamos a ciegas por el salón de Heidi
y rompimos la lámpara de su madre?
RIGHT SQUARE BRACKET¿Y aquella noche que fuimos a la Punta y luego el coche de
Ryan no arrancaba?
Un silencio denso cayó sobre el grupo. Merylinn se quitó una pelusa de los pantalones. Heidi
empezó a hacer girar su anillo de bodas. Sólo Sugar Beth parecía divertida, y arqueó sus elegantes
cejas para observarlas a todas con fingida sorpresa.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Quieres ser una Sauce del Mar en toda regla o no?
RIGHT SQUARE BRACKET ¿No os parece que ya somos mayorcitas para estas
chiquilladas?
No no se lo parecía.
Al final, Winnie dejó de protestar, en parte porque no le servía de nada y en parte porque Sugar
Beth volvía a dar muestras de su viejo espíritu. Además, quería ser una Sauce del Mar en toda regla.
Y esperar.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Os importaría decirme qué demonios os lleva tanto tiempo?
RIGHT SQUARE BRACKETOh votamos hace rato, pero Amy quería enseñarnos sus nuevos
ejercicios abdominales y se nos ha olvidado llamarte.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Qué os habéis creído? Sólo porque la señorita diosa vuelve a
caerle bien a todo el mundo, no voy a permitir que nadie me pisotee.
Esto bastó para desatar un largo debate, porque nadie recordaba la ceremonia con exactitud aunque
todas estuvieron de acuerdo en una cosa: necesitaban una fotografía de George Michael.
RIGHT SQUARE BRACKET¡No vamos a utilizar una imagen de Jesús! RIGHT SQUARE
BRACKETexclamó Merylinn
Amy pareció decepcionada pero cedió grácilmente a la presión del grupo. La discusión prosiguió
aunque sin conducir a nada, Al final, Leeann se ofreció a investigar los CD de Colin.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Mirad! Tiene el último álbum de los U2. Winnie podría jurar
por Bono.
RIGHT SQUARE BRACKETBesa la foto de Bono y jura amarle por el resto de tu vida
Winnie vaciló un momento.
RIGHT SQUARE BRACKETVale, pero sólo por su dedicación a las buenas causas causas
RIGHT SQUARE BRACKETprecisó.
Por desgracia, la cosa no terminó ahí. Según parece, tenían un saludo secreto que nadie recordaba.
También solían sentarse en el sofá pasando de mano en mano un collar perdido hacía años.
RIGHT SQUARE BRACKETNo muestra demasiado espíritu Sauce del Mar RIGHT SQUARE
BRACKETcomentó Heidi.
RIGHT SQUARE BRACKETDe acuerdo. Hace un par de noches tuve un sueño erótico con
Harrison Ford.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Yquién no? RIGHT SQUARE BRACKETreplicó Heidi, poco
impresionadaRIGHT SQUARE BRACKET. Hace falta un secreto mejor.
El mayor secreto sexual de Winnie RIGHT SQUARE BRACKETla falta de deseo padecida, incluso
respecto a su propio maridoRIGHT SQUARE BRACKET era algo que no pensaba compartir con
nadie. Fingió reflexionar en el tema.
RIGHT SQUARE BRACKETVale ¿Qué tal esto? Merylinn, ¿recuerdas cuando te quedaste a
Gigi para que Ryan y yo pudiéramos ir a aquella conferencia en Miami?
No había tal conferencia en Miami. Reservamos una habitación de hotel en Memphis y pasamos el
fin de semana jugando a los esclavos sexuales.
Sugar Beth no se lo tragó pero mantuvo la boca cerrada, cosa que hizo pensar a Winnie lo
agradable que era tener, por fin, una hermana.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Se le han empañado los ojos! RIGHT SQUARE
BRACKETexclamó MerylinnRIGHT SQUARE BRACKET. Menudo fin de semana tuvo que ser.
RIGHT SQUARE BRACKETNi siquiera yo podría competir con un fin de semana así.
Winnie se reacomodó en el sofá antes de que la embargara una nueva oleada de emoción.
RIGHT SQUARE BRACKETAún no. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth arqueó una
ceja calculadoraRIGHT SQUARE BRACKET. Queda una cosa por hacer...
RIGHT SQUARE BRACKETEs necesario para que Winnie sea oficialmente una Sauce del
Mar RIGHT SQUARE BRACKETrepuso Sugar Beth.
Leeann gruñó.
Unos momentos de silencio. Se miraron unas a las otras. Finalmente, Amy explicó con voz queda:
RIGHT SQUARE BRACKETTenemos que desnudarnos y correr tres veces alrededor de "La
Novia del Francés".
RIGHT SQUARE BRACKETEs verdad. Cada vez que ingresaba un miembro nuevo en las
Sauces del Mar...
RIGHT SQUARE BRACKETQue por fortuna no sucedía muy a menudo... RIGHT SQUARE
BRACKETinterpuso Merylinn.
Siguió un debate sobre los términos y las condiciones pero al final, sólo hicieron una concesión a
la madurez: acordaron no quitarse los zapatos
RIGHT SQUARE BRACKETYa sabía yo que debí ponerme braguitas nuevas RIGHT
SQUARE BRACKETse lamentó Leeann unos minutos después, cuando se estaban desnudando en el
solario.
RIGHT SQUARE BRACKETQue alguien compruebe que todas las luces están apagadas.
RIGHT SQUARE BRACKETEstoy ahorrando para una liposucción. De veras que sí.
RIGHT SQUARE BRACKETMe gustaba más cuando odiábamos a Sugar Beth. Mira qué
piernas.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Oh, Dios mío, Winnie tiene un chupetazo descomunal! Ryan
no perdido el tiempo, ¿eh?
RIGHT SQUARE BRACKET¡Viva las Sauces del Mar! RIGHT SQUARE BRACKETgritó.
Y salieron corriendo.
La decisión impulsiva de Ryan y Gigi de salir a dar un paseo nocturno les llevó hasta el final del
pasaje Mockingbird. Al alcanzar el camino de entrada a "La Novia del Francés", se detuvieron en seco.
Gigi fue la primera en recuperar la voz.
No dijeron nada más durante unos momentos pero, al final, Gigi se sintió tan horrorizada que no
pudo callarse por más tiempo.
Risas histéricas llegaron a sus oídos, un juramento, un chitón. Las mujeres desaparecieron por un
lado de la casa.
RIGHT SQUARE BRACKETSi los chicos del colegio se enteran de esto, no pienso volver a
clase. Hablo en serio.
RIGHT SQUARE BRACKETEstas cosas no pasaban antes de que Sugar Beth volviera.
Gigi contuvo el aliento cuando las mujeres reaparecieron por el otro lado de la casa, con su madre
en cabeza.
RIGHT SQUARE BRACKETLo peor es que dudo que hayan probado siquiera el alcohol
RIGHT SQUARE BRACKETcomentó Ryan.
RIGHT SQUARE BRACKETNo puede evitarlo, cariño. Las mujeres del Sur nacen con el gen
de la locura.
Sugar Beth apagó el despertador. Era martes, el día que pensaba irse de Parrish. Apoyó la cabeza
en la almohada de Colin y aspirando su aroma familiar, rezó por que volviera a casa antes de que ella
tuviera que cambiar las sábanas. Se sentía desgraciada. Intentó desembarazarse de la desdicha
recordando la noche anterior y las Sauces del Mar. Sonrió. Winnie le había hecho un regalo
inapreciable.
RIGHT SQUARE BRACKETPensaba que estarías haciendo las maletas RIGHT SQUARE
BRACKETdije Jewel cuando Sugar Beth le ofreció la tarta de arándanos que había intentado comer.
RIGHT SQUARE BRACKETPor lo que me cuentas, tardarás un tiempo en dar con él. Parece
que no desea ser localizado.
RIGHT SQUARE BRACKETLlamaré a su editor. Alguien tiene que saber dónde está.
RIGHT SQUARE BRACKETMás vale que inventes algo más convincente que ese rollo de
Oprah que me has contado.
RIGHT SQUARE BRACKETPero qué cosas dice, caballero. ¿He de creer que ha extraviado a
uno de sus más relevantes autores?
RIGHT SQUARE BRACKETTal vez quiera ser usted quien informe a Su Majestad de la
desaparición de sir Colin, porque, desde luego, yo no pienso decírselo.
RIGHT SQUARE BRACKETNo sé quién es usted pero tengo trabajo que hacer.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡No hasta que me diga dónde demonios se ha ido Colin,
capullo!
23
RIGHT SQUARE BRACKETEstán locos, todos y cada uno de ellos RIGHT SQUARE
BRACKETdijo Rupert con convicción.
Llamaradas de azaleas y cornejos anunciaban la llegada de abril. Jamás había sido tan hermoso el
norte de Misisipi, pero se sentía desgraciada. Pasaba los días en el limbo, encontrando consuelo
únicamente en que todavía no había aparecido ningún camión de mudanzas para llevarse las cosas de
Colin. A veces intentaba convencerse de que él sólo pretendía jugar con ella y que pronto reaparecería
en Parrish. Al cumplirse la primera semana, sin embargo, empezó a pensar que las intenciones de él
eran exactamente las que había declarado en su momento.
Dos semanas después de la partida de Colin, Ryan llamó a su puerta con noticias.
RIGHT SQUARE BRACKETLo siento, Sugar Beth. Dijo que todavía no quiere hablar
contigo... Tal vez cuando termine el libro. Y quiere que dejes de acosar a su editor. Ah... y quiso saber
cómo está Gordon.
¡La estaba manipulando! Una oleada de indignación justiciera barrió las lágrimas que le inundaban
los ojos últimamente. Sugar Beth apartó a Ryan, condujo hasta La Caseta del Lago y pasó la velada
bailando con Cubby Bowmar.
El enfado la sostuvo durante los siguientes días. Luego Reflexiones hizo su aparición en las
librerías...
RIGHT SQUARE BRACKETNunca había visto nada igual RIGHT SQUARE BRACKETdijo
JewelRIGHT SQUARE BRACKET. Apenas hace una semana de su publicación y ya he vendido
trescientos ejemplares.
Sue Corner la miró con aire de suficiencia por encima del hombro.
RIGHT SQUARE BRACKETYo creo que lo llevas bastante bien. En tu lugar, yo ya estaría en
Méjico. Aunque supongo que no está lo bastante lejos, siendo aún Norteamérica.
El libro subió inmediatamente al número uno de la lista de éxitos del New York Times, y un
periodista de USA Today fue a Parrish. Aunque la prensa ya recogía diversas versiones de la
misteriosa desaparición de Colin este periodista estaba más interesado en localizar a los protagonistas
reales de Reflexiones. La diabólica Valentine encabezaba su lista de personas más buscadas.
Pero si es a Sugar Beth Carey la que busca RIGHT SQUARE BRACKETle dijo Amanda Higgins
segundos después de su llegada a la ciudadRIGHT SQUARE BRACKET. Sugar Beth Carey Zagurski
Hooper.
RIGHT SQUARE BRACKETQuizá recuerde haber leído sobre ella hace unos años RIGHT
SQUARE BRACKETcolaboró su maridoRIGHT SQUARE BRACKET. Es la camarera que se casó con
el magnate del petróleo Emmet Hooper, se llamaba...
La historia salió en los periódicos del día siguiente, y ni siquiera el Tibet estaba ya
suficientemente lejos para esconderse.
A principios de mayo, un mes después de la partida de Colin, salió a subasta el lienzo de Ash, y el
museo Getty lo compró por algo más de tres millones de dólares. Aunque Jewel y las Sauces del Mar
hicieron sus mejores esfuerzos por celebrarlo con Sugar Beth lo que ella quería era estar con Colin. Él
comprendería mejor que nadie lo que esa venta significaba para ella. Sin embargo, el que no llamara
para felicitarla añadió más leña a la pira ardiente de su resentimiento.
Sugar Beth se ocupó del papeleo para el fondo que aseguraría los cuidados de Delilah y luego
cogió un avión a Houston, para pasar unos días con ella y ultimar otros asuntos. Reflexiones la
contemplaba desde los escaparates de todas las librerías por las que pasaba. Se regaló una sesión de
belleza en el mejor salón de la ciudad, seguida de un atracón de compras, pero ni siquiera los nuevos
reflejos rubios y el par de Jimmy Choos de tacón de aguja consiguieron levantarle los ánimos.
Volvió a Parrish un martes a última hora de la tarde seis semanas después de la deserción de Colin,
cansada, sola y con lágrimas en los ojos. Justo cuando apagaba la lámpara de la mesilla de noche sonó
el teléfono y, al contestar, oyó una familiar voz imperiosa:
RIGHT SQUARE BRACKET¿Dónde demonios has estado los últimos tres días. Sus piernas
se paralizaron.
Bajó de la cama y se sentó en la alfombra, para que Gordon que se había escondido debajo de la
cama durante el griterío, pudiera emerger y apoyar la cabeza en su regazo. Sus ojos goteaban lágrimas,
respiró hondo varias veces, para que Colin no supiera que su abandono la había reducido a una llorona
impotente.
Colin sonaba altivo, hasta un poco aburrido, aunque ella le conocía demasiado bien para dejarse
engañar. Le había hecho mucho daño, quizás más que él a ella. Sugar Beth se inclinó y se secó los ojos
con una oreja de Gordon.
RIGHT SQUARE BRACKETEl hecho de que no pudieras evitarlo sólo lo hizo más doloroso.
RIGHT SQUARE BRACKETTenías razón RIGHT SQUARE BRACKETdijo ella con un hilo
de vozRIGHT SQUARE BRACKET. Nunca nos di una oportunidad. Lo comprendí en cuanto te fuiste.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Por qué me has llamado, entonces? ¿Qué quieres?
RIGHT SQUARE BRACKET ¿Es esto lo que quieres, pues? ¿Que vuelva a Parrish para que
vivamos juntos?
RIGHT SQUARE BRACKETSé que es un paso importante, pero estoy harta de tener miedo
(nos sabes cuanto) y estoy dispuesta a darlo, si tú también lo estás.
RIGHT SQUARE BRACKETSeguro que Winnie y las Sauces del Mar estarán más que
contentas de ayudar en los preparativos, y Ryan se ocupará del papeleo.
RIGHT SQUARE BRACKETMe temo que debo colgar, Sugar Beth. He de volver al trabajo.
Felicidades por la venta de tu lienzo. Ojalá hubiera estado allí para celebrarlo contigo.
RIGHT SQUARE BRACKETPero nosotros no somos como la demás gente, ¿no es así?
RIGHT SQUARE BRACKETUsa la cabeza. Ninguno de los dos puede permitirse una nueva
equivocación. Debemos asegurarnos de que nos sentimos absolutamente cómodos juntos.
RIGHT SQUARE BRACKETYo estoy seguro desde hace tiempo. Estoy muy enamorado de
ti.
RIGHT SQUARE BRACKETPor suerte para ti, estoy dispuesto a mostrarme paciente durante
un par de días más, prueba de la profundidad de mis sentimientos por ti.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Estoy embarazada! Tienes que volver ahora mismo para
cuidar...
Y colgó.
Sugar Beth pasó el siguiente par de horas vagando por la casa, llorando y zampándose dos boles de
cereales. Por la mañana se despertó más enfadada todavía, cogió el teléfono y llamó a Bruce
Kleinman, el primer novio de Amy y el más importante constructor de la ciudad, a quien contrató para
que empezara los trabajos de rehabilitación de la estación. A Colin ya no le debía nada. Después
telefoneó a Jewel.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Recuerdas que te dije que tenía esa fantasía de abrir una
librería infantil en la vieja estación?
Se dio una ducha, se puso unos pantalones naranjas, una camisa blanca sin mangas y unas
sandalias, y llamó a Winnie para ponerla al corriente de los acontecimientos. Después salió hacia la
estación donde tenía que encontrarse con Bruce. Cuando terminaron fue a ver a Jewel para concretar
los términos de su asociación y luego secuestró a Charlie de los cuidados de la niñera y le llevó a jugar
al parque. Finalizó la jornada con una rápida visita a Tesoros del Ayer.
RIGHT SQUARE BRACKETJewel no debería meterse en los asuntos de las Sauces del
MarRIGHT SQUARE BRACKETreplicó Sugar BethRIGHT SQUARE BRACKET. Se me rió en la cara
cuando le dije que nos gustaría que se uniera a nosotras.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Cómo evitarlo? Después de ti, ella es mi mejor amiga por no
hablar de nuestra inminente asociación comercial. Y no es la mitad divertida de lo que ella cree. Dijo
que unirse a las Sauces del Mar sería el primer paso, que luego tendría que ponerse un miriñaque y
plantarse en el césped de "La Novia del Francés" agitando un parasol y cantando habaneras.
Winnie suspiró.
Sugar Beth se dejó caer en una trabajada silla de roble, vencida por las emociones de los últimos
dos días.
RIGHT SQUARE BRACKETPiénsalo, una mujer que ha sido siempre obesa, por ejemplo.
Sabe exactamente que hacer para perder peso, aunque esto no implica que pueda lograrlo. ¿Me
equivoco?
RIGHT SQUARE BRACKETSolo pensar en esto me da mareos. Tengo que irme. RIGHT
SQUARE BRACKETAgarró su bolso dio a Winnie un pellizquito amistoso en la mejilla y salió de la
tienda.
Ya hacía bastante calor y, una vez en la acera, se puso sus nuevas gafas de sol modelo aviador,
muy de moda. Un hombre tropezó con sus propios pies al volver la cabeza para mirarla. Sugar Beth se
sentía demasiado fatigada para sentirse halagada.
Gordon salió a recibirla. Se aferraba a ella desde que Colin se fuera, y Sugar Beth se sentó en el
suelo para hacerle mimos, aunque el perro padecía las secuelas de un hogar roto y estaba demasiado
deprimido para hacer más que tumbarse de espaldas. Luego Sugar Beth fue a la cocina cogió una
tarrina de yogur con fresas y empezó a pasearse por la casa. Finalmente, se tendió en el sofá del
solario, sólo para despertarse unas horas más tarde y empezar a pasearse otra vez. Llegó la noche y su
agitación iba en aumento. A las once estaba tan nerviosa que no pudo soportarlo más. Salió a la calle y
fue a aporrear la puerta de Winnie.
Su hermanastra la recibió en pijama, con el pelo revuelto y la mejilla enrojecida del roce de una
barba. Sugar Beth entró como un vendaval.
RIGHT SQUARE BRACKET ¿No podéis pasar una sola velada hablando, como hace la gente
normal?
RIGHT SQUARE BRACKETNo descargues tu frustración sexual contra mí. ¿Qué te ocurre?
RIGHT SQUARE BRACKETNo por mucho rato. RIGHT SQUARE BRACKETSugar Beth la
hizo a un lado y subió las escaleras. Winnie la siguió, renegando a cada paso.
Ryan yacía boca abajo, probablemente desnudo, aunque una fina manta azul le cubría de la cintura
para abajo y Sugar Beth no podía estar segura. Le dio un puñetazo en el hombro.
Ryan se dio la vuelta sobresaltado, la sábana enrollándose alrededor de su cuerpo, parpadeó y miró
más allá de Sugar Beth. A su mujer quien se cruzó de brazos y le fulminó con la mirada:
RIGHT SQUARE BRACKETHablo en serio. Si tanto quiere este matrimonio, lo tendrá pero
más le vale estar preparado para sufrir las consecuencias. RIGHT SQUARE BRACKETSe dio la
vuelta, se dirigió hacia la puerta, bajó las escaleras y se marchó.
Sugar Beth se negó a participar en los preparativos, sólo dijo que deseaba una ceremonia íntima,
con Gigi, Ryan y Winnie como dama de honor. Nadie más, ni siquiera Jewel o las Sauces del Mar.
El plan no contó con la aprobación de Winnie. Ella convocó a las Sauces del Mar, menos a Sugar
Beth, y hasta coaccionó a Jewel para fuera a la reunión. Puesto que Leeann no tenía niñera, se
reunieron entorno a la mesa de su cocina. Winnie sacó una libreta amarilla y puso manos a la obra.
RIGHT SQUARE BRACKETTendremos que organizarlo todo nosotras. Por suene, Colin nos
ha concedido un presupuesto ilimitado. Le dijo a Ryan que quiere que la ceremonia se celebre el
próximo sábado, como muy tarde. Eso nos da diez días. Teme que ella huirá si esperamos más tiempo.
RIGHT SQUARE BRACKETSi Colin quiere evitar que se escape, ¿por qué no vuelve para
ocuparse él mismo del asunto? RIGHT SQUARE BRACKETpreguntó Heidi.
Winnie mantuvo la mirada fija en su libreta, para no tener que mirarlas a ellas.
RIGHT SQUARE BRACKETDijo que antes tenía que terminar su libro. Eso no gustó a
ninguna.
RIGHT SQUARE BRACKETDiría que Sugar Beth es más importante que un libro RIGHT
SQUARE BRACKETbufó Merylinn
RIGHT SQUARE BRACKETEspero que Sugar Beth no descubra el bajo lugar que ocupa en
su lista de prioridades.
RIGHT SQUARE BRACKETYa sabéis que puede ser muy sarcástico RIGHT SQUARE
BRACKETaventuró Jewel en un esfuerzo por defenderle.
Haciendo caso omiso de los deseos de Sugar Beth, Winnie decidió que la ceremonia se celebraría
el sábado por la tarde en la iglesia presbiteriana, seguida de una recepción bajo una carpa que se
erigiría en el césped de "La Novia del Francés". Como no había tiempo para enviar invitaciones
formales, Jewel y las Sauces del Mar telefonearon a todos los que pudieron recordar y, para cuando
terminaron la ronda de llamadas, trescientas personas habían aceptado la invitación. Sugar Beth se
mostró beligerante cuando lo supo. Winnie le dijo que cerrara el pico y buscara un vestido apropiado.
Ryan se ocupó del permiso, y Leeann arrastró a Sugar Beth hasta un laboratorio para el análisis de
sangre de rigor. Sugar Beth no tenía idea de cómo manejaba Colin su parte del asunto, pero estaba
demasiado ocupada refunfuñando para preocuparse de eso.
El viernes por la mañana, un día antes de la boda, llegó a "La Novia del Francés" un equipo para
montar la enorme carpa y, poco después apareció un camión con las mesas y las sillas. Sugar Beth se
caló unos auriculares para no oír el mundanal ruido y pasó el resto del día acariciando a Gordon y
haciendo planes para su librería, mientras un viejo CD bramaba en sus oídos.
No había tenido tiempo para organizar una fiesta de despedida de soltera ni recogida de regalos,
cosa que no supuso ningún problema, ya que Sugar Beth no habría asistido a ninguna de ellas. La
noche antes de la boda Winnie intentó convencerla de que durmiera en su casa, pero ella se negó a
abandonar gLa Novia del Francésh. Eso obligó a Winnie a poner en marcha su plan B y, a las seis de la
tarde del viernes, Gigi llamó a la puerta de Sugar Beth con tres pizzas gigantes Gwen Lu, Gillian
Granger, Sachi Patel y Jenny Berry.
RIGHT SQUARE BRACKETMamá dijo que podemos dormir aquí. Todas quieren oír tu
teoría sobre el poder personal. Y Jenny necesita ayuda con su maquillaje. Sugar Beth fue al teléfono y
llamó a Winnie.
RIGHT SQUARE BRACKET¿A esto ha llegado mi vida? ¿A tener niñas de trece años como
carabinas?
RIGHT SQUARE BRACKETEstás un poco nerviosa RIGHT SQUARE BRACKETexplicó
WinnieRIGHT SQUARE BRACKET. Decidí que necesitabas distraerte.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Un poco nerviosa! ¡He superado la escala Richter de temblores
nerviosos! Todo esto es un montaje. Es el último acto de su venganza. Yo entraré en la iglesia y él no
estará allí. Me dejará plantada delante del altar. Te lo digo, Colin no vendrá mañana.
RIGHT SQUARE BRACKETDejarte plantada delante del altar sería como pegar tiros a un
cadáver RIGHT SQUARE BRACKETseñaló WinnieRIGHT SQUARE BRACKET. Él ya acabó contigo
cuando escribió Reflexiones.
No obstante, Winnie tenía razón en una cosa: le fue imposible deprimirse con la casa llena de
adolescentes que reclamaban su atención. Las nuevas amigas de Gigi eran cursis y patosas, aunque
también tiernas y divertidas. Puede que un día las Sauces del Mar tuvieran que formar una división
juvenil.
Esa noche durmió mal y se levantó mucho antes que las chicas. Bajó a la cocina ataviada con unos
viejos pantalones cortos y una camisa de trabajo de Colin, con el pelo alborotado y marca de la
almohada en la mejilla. Había llegado el día de su boda. Otra vez.
Después de dejar salir a Gordon tiró las cajas de la pizzas y se sentó junto a la encimera, cabizbaja.
Sus piernas estaban sin depilar, tenía las uñas mal cortadas, no había concertado cita en la peluquería
y lo único que deseaba hacer, en realidad, era volver a la cama y taparse la cabeza con la sábana. Dejó
entrar a Gordon e hizo precisamente eso.
Winnie despertó a todo el mundo unas horas más tarde. Se afanó por toda la casa, colmada de
alegría fingida y charlando por los codos. Sugar Beth fue directa al bote de mantequilla de cacahuete
para volver a dejarlo en su sitio, porque su estómago no estaba en condiciones de recibir comida.
Ryan se llevó a las chicas a Denny's para un desayuno tardío y luego las llevó a sus casas, para que
se vistieran para la ceremonia. Gigi abrazó a Sugar Beth antes de irse.
RIGHT SQUARE BRACKET ¡Porque será una maldita sorpresa, por eso! ¿Ha llegado ya
Colin?
RIGHT SQUARE BRACKETNo que yo sepa. Aunque Ryan ha hablado con él. Vendrá.
Por un momento, todas las defensas de Sugar Beth cayeron. Miró a Winnie.
Sugar Beth volvió a erigir sus defensas. Se duchó y se depiló las piernas. Luego permitió que
Janice Menken le hiciera un aparatoso y elaborado peinado que recordaba a un pastel de bodas. Lo
deshizo en cuanto Janice se marchó y volvió a peinarse de manera menos artificial.
No quiso llevar velo y se aplicó un maquillaje sutil, con el énfasis puesto en los ojos y tan sólo un
brillo dorado en los labios. Los rituales que tan bien conocía no consiguieron tranquilizarla, y se puso
todavía más nerviosa cuando las Sauces del Mar empezaron a entrar y salir de su habitación con el
propósito de vigilarla.
Ninguna había visto a Colin, aunque estaban seguras de que andaba por ahí. Sugar Beth decidió
que cuanto menos tiempo pasara en la iglesia mejor, y subió al desván, donde había escondido su
vestido de novia. Se lo puso en el vestidor de Colin. Se estaba calzando los zapatos cuando Jewel y
Leeann aparecieron para llevársela a la iglesia. Ambas fruncieron el entrecejo al ver el vestido.
RIGHT SQUARE BRACKETNo pensarás casarte con eso, ¿verdad? RIGHT SQUARE
BRACKETexclamó Leeann
Los olores nostálgicos de los viejos cantorales, el ambientador de pino y un sinfín de cosas
olvidadas la envolvieron al cruzar la puerta trasera de la iglesia presbiteriana, un edificio de ladrillo
rajo. Winnie, muy elegante con su vestido de seda dorada, la esperaba justo detrás de la puerta.
Entornó los ojos con disgusto cuando vio el vestido de Sugar Beth, aunque tuvo el buen juicio de no
hacer comentarios.
RIGHT SQUARE BRACKETDime que has visto a Colin RIGHT SQUARE BRACKETsuplicó
Sugar Beth, mientras la conducía a una pequeña antesala.
RIGHT SQUARE BRACKETNo he tenido tiempo de mirar. Hubo un mal entendido con la
música, las flores del altar no eran las encargadas y Gigi se maquilló los ojos con purpurina. ¿Se lo
has enseñado tú? No importa. RIGHT SQUARE BRACKETWinnie esbozo una sonrisa animadaRIGHT
SQUARE BRACKET. Nos hemos olvidado de traer algo viejo y algo prestado. Tú tienes el vestido
nuevo y los ojos azules, pero nos falta el resto.
RIGHT SQUARE BRACKETEs tu última boda, y las tradiciones son importantes. RIGHT
SQUARE BRACKETRebuscó en su pequeño bolso bordado con cuentas, sacó las perlas de Didie y
rodeó el cuello de Sugar Beth con ellasRIGHT SQUARE BRACKET. No te hagas ilusiones las
recuperaré cuando termine la recepción.
El organista atacó el preludio, y ellas empezaron a dar saltitos y agitar las manos delante de los
ojos para secar las lágrimas y evitar que arruinaran sus maquillajes. Winnie se sonó la nariz.
RIGHT SQUARE BRACKETColin ya está aquí. La señora Patterson nunca empieza a tocar
antes de que hayan llegado todos.
RIGHT SQUARE BRACKETMe odia desde el recital de noveno, cuando interpreté el Hada
del Confite en lugar de su preciosa Kimmie.
El preludio llegó a su fin. Winnie entregó a Sugar Beth un ramo de lirios blancos de Casablanca,
cogió otro más pequeño para sí y empujó a la novia al vestíbulo. Ésta sólo podía ver las dos últimas
filas de asientos, pero incluso éstos estaban llenos.
El órgano atacó la marcha nupcial, y los dientes de Sugar Beth empezaron a castañetear los
dientes.
RIGHT SQUARE BRACKETNo pienso recorrer el pasillo hasta que asomes la cabeza y
compruebes que ha venido.
RIGHT SQUARE BRACKET¡No quiero oír ni una palabra más sobre Ryan! RIGHT
SQUARE BRACKETsiseó Sugar BethRIGHT SQUARE BRACKET. También tu marido tiene razones
para odiarme. Probablemente forma parte del complot.
Un mar de rostros se volvió hacia ella, trescientos para ser exactos, aunque no el que Sugar Beth
deseaba ver. Entonces ocupó su lugar al final del pasillo... y allí estaba, con Ryan a su lado, ambos
vestidos de esmoquin. Colin llevaba el suyo con tanta naturalidad como otros llevan tejanos. La
camisa blanca con pliegues resplandecía en contraste con su cara bronceada, más delgada y huesuda
que la última vez que la había visto. Al parecer, Sugar Beth no era la única que había tenido problemas
de anorexia. El descubrimiento le dio la satisfacción indignada necesaria para acabar de recorrer el
pasillo.
El corazón de Colin se hinchó al verla acercarse vestida totalmente de negro. Se rió por lo bajo y,
por primera vez en casi dos meses empezó a relajarse.
El vestido era precioso, a pesar del color. Largo, ceñido y sin tirantes, lucía líneas diagonales de
diminutas cuentas negras que se ensanchaban al acercarse al dobladillo. Flotó hacia él, exquisita en
forma, semblante y movimiento, el cabello rubio y los suaves hombros blancos emergiendo del
vestido como la espuma de un mar tormentoso. El desamparo que la envolviera cual segunda piel a su
llegada a Parrish había desaparecido. Se veía más dulce, más exquisita y preciosa de lo que él nunca se
hubiera imaginado, aunque el ominoso destello plateado de sus ojos azules le recordaba la
peligrosidad de su juego. Que todavía no había terminado.
Sugar Beth se detuvo a su lado y entregó el ramo a Winnie. Colin la tomó de las manos. Estaban
frías como el hielo, aunque las suyas también.
Empezó la ceremonia. Colin hubiera preferido escribir sus propios votos, que expresarían más
fielmente la profundidad de sus sentimientos por esa mujer magnífica, pero entonces Sugar Beth
hubiera tenido que escribir también los suyos, y no confiaba en ella para eso. La coacción fue la única
manera que se le ocurrió para matar al dragón que había tenido prisionera a la princesa durante tanto
tiempo. Se pertenecían uno al otro, y él había querido librarla de su sufrimiento de la forma más
rápida posible.
La voz del ministro interrumpió sus pensamientos. El pastor Daniels era un tradicionalista, y a
Colin no se le había ocurrido que pudiera modificar la ceremonia.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Quién entrega a esta mujer como esposa de este hombre.
Se produjo una larga pausa. El público empezó a inquietarse. Colin frunció el entrecejo. Entonces
Ryan sonrió y dio un paso adelante.
El pastor hizo gala de su sentido común y se saltó el «que hable ahora o calle para siempre»,
amonestación que sin duda habría impulsado a más de uno a ponerse en pie y hablar.
Siguieron los votos. Sugar Beth pronunció los suyos con voz inexpresiva, casi enfadada. Colin la
entendió. Había perdido la fe en los votos, y la ceremonia nupcial le despertaba muchos recuerdos
desagradables. Aun así, había que celebrarla.
El resto del ritual transcurrió con monotonía, como algo que tenían que soportar más que como
algo deseado. Sugar Beth tenía un anillo para él, toda una sorpresa, una sencilla alianza de oro blanco.
Colin le puso en el dedo un perfecto diamante de dos quilates y medio. Con esa mujer no se podía
andar con regateos. Hubo nuevos votos y por fin la frase final:
Ryan y Winnie les llevaron rápidamente en coche a "La Novia del Francés" para la recepción. La
entrada de la carpa blanca estaba decorada con torrentes de red, y el techo adornado con festones. Las
mesas, cubiertas con manteles de lino blanco y sobremanteles de raso dorado, tenían amplios centros
de lirios, jacintos y hiedra. Sobre las largas mesas del bufé había bandejas con colas de langosta,
pinzas de cangrejo y gambas, junto con una amplia variedad de platos fríos y calientes. Colin se
preguntó cómo Winnie y las Sauces del Mar habían conseguido organizar todo eso con tanta rapidez, y
si podría agradecérselo como se merecían. No había orquesta ni baile. Winnie sabía que él y Sugar
Beth necesitaban terminar con la recepción cuanto antes, para poder estar solos. Vio que Sugar Beth
pasaba por delante de una bandeja de buñuelos de crema bañados en chocolate sin siquiera mirarlos.
Frunció el entrecejo con preocupación.
Los invitados parecían haber organizado una conspiración para protegerle, porque nadie le sugirió
que posara con Sugar Beth para las fotografías de la boda y nadie dio golpecitos con un cuchillo a una
copa de agua para instar a que se besaran. Cuando llegó el momento de cortar el pastel, Winnie se
levantó precipitadamente con expresión de pánico y dijo que Ryan y ella harían los honores. Sólo
Cubby Bowmar pareció decepcionado de no tener la oportunidad de ver la cara de Colin decorada con
crema de vainilla.
Sugar Beth pasó la mayor parte de la recepción con Las Sauces del Mar o bien con Gigi y sus
amiguitas adolescentes. Finalmente se la llevó para el rito de tirar el ramo y Sugar Beth apuntó
directamente a Jewel, gesto que a Colin le pareció delicado. Nadie mencionó siquiera la ceremonia de
la liga.
Cuando llegó el momento de marcharse, Winnie recuperó las que había prestado a Sugar Beth.
RIGHT SQUARE BRACKETOlvídalo. Tengo planes más importantes para estas perlas
RIGHT SQUARE BRACKETWinnie le dio un beso en la mejilla y guardó el collar en su bolso. Tu
regalo te estará esperando cuando vuelvas de tu luna de miel
Poco a poco, éste consiguió llevarla hasta el coche, que estaba decorado con serpentinas blancas y
una inscripción en la puerta del pasajero que rezaba: «A la cuarta va la vencida.» Llovía arroz,
Merylinn metió a Sugar Beth en el coche. Heidi tiró su bolso de viaje al asiento trasero. Alguien hizo
sonar una bocina. Y se fueron.
Un silencio sepulcral se instaló en el interior del coche. Sugar Beth mantenía la mirada fija al
frente. Colin trataba de pensar en algo que decir pero llevaba semanas durmiendo poco y mal. La
mayoría de las noches las pasaba delante del ordenador hasta la madrugada, cuando se acostaba para
dormir un par de horas y luego se levantaba para seguir escribiendo. En todo ese tiempo no había visto
a nadie, salvo su incursión semanal a la tienda de provisiones. Se le había olvidado afeitarse, incluso
comer. En ocasiones se sometía a brutales y largas caminatas con la esperanza de fatigarse lo
suficiente para dormir más de dos horas seguidas, cosa que raras veces consiguió. No tenía ganas de
comer, no tenía ganas de nada, sólo de escribir y atormentarse con el recuerdo de Sugar Beth.
Dejaron atrás la gasolinera y fue entonces cuando Sugar Beth rompió, por fin, el silencio.
RIGHT SQUARE BRACKETPensé en las islas Vírgenes, pero de momento creo que será
mejor ir al lago Amy y Clint nos han dejado su cabaña para la noche. ¿Por qué estás refunfuñando?
RIGHT SQUARE BRACKETDime dónde has estado estos últimos dos meses.
RIGHT SQUARE BRACKETEn una pequeña casa que alquilé en las afueras de Taos. Tres
habitaciones junto a un bosquecillo de álamos. Sencillo pero cómodo.
Colin sonrió y volvió la cabeza para regalarse con la visión de aquel rostro exquisito.
RIGHT SQUARE BRACKET¡Claro que me preocupa! ¡Acabo de casarme por cuarta vez y no
he tomado ninguna precaución! Aunque bien es cierto que nunca he presumido de sentido común, así
que no debería sorprenderme.
RIGHT SQUARE BRACKETBien, porque el sexo es la única razón por la que te he seguido
el juego.
Permanecieron callados durante el resto del recorrido hasta el lago. Ella parecía resignada RIGHT
SQUARE BRACKETno encantaRIGHT SQUARE BRACKETdaRIGHT SQUARE BRACKET y la
atmósfera se despejó un poco, aunque Colin era consciente de que las cosas aún no se habían arreglado
del todo. Llevó la bolsa de viaje de Sugar Beth a la cabaña RIGHT SQUARE BRACKETla suya ya
estaba allíRIGHT SQUARE BRACKET y no perdió tiempo en conducirla al dormitorio. Ella se detuvo
en seco en cuanto franqueó la puerta.
Montañas de flores frescas y cirios blancos ocupaban todos los rincones de la habitación, decorada
en blanco y gris. Sonaba una suave música de fondo, y un detalle especialmente delicado: el
cubrecama retirado, revelaba pétalos de rosas blancas esparcidos sobre las sábanas gris perla. Incluso
estaban descorridas las cortinas de las ventanas que daban al lago. La madre de Amy había seguido las
instrucciones de Colin al pie de la letra.
RIGHT SQUARE BRACKETSi tú lo dices... RIGHT SQUARE BRACKETLa luz de las velas
se reflejaba en las cuentas negras de su vestido, y su piel parecía opalescente, como si la hubieran
rociado con polvo de pétalos de floresRIGHT SQUARE BRACKET. Tengo un regalo de bodas para ti
RIGHT SQUARE BRACKETañadió.
Sugar Beth sonrió. Colin logró relajarse lo suficiente para cruzar la habitación y buscar en su
maleta un grueso fajo de papeles atados con una cinta roja. En el momento de entregárselo a Sugar
Beth deseó haber bebido más en la recepción.
RIGHT SQUARE BRACKETNo pude terminarla hasta ayer mismo, y no tuve tiempo de
envolverla como regalo.
Sugar Beth le miró y supo que estaba nervioso. Este descubrimiento le dio más satisfacción que
todos los acontecimientos de la jornada, y las últimas capas de su resentimiento empezaron a
desbaratarse. Se dejó caer en la única silla del dormitorio y miró el regalo de Colin.
Se lo había dedicado a ella. Esta debía ser la sorpresa. Sugar Beth sonrió para sí y tiró de la cinta
que sujetaba el manuscrito. Colin se movió incómodo y se aclaró la garganta. Su agitación la
enterneció todavía más. Entonces vio el título de la novela. Y se quedó sin aliento.
RIGHT SQUARE BRACKETCuando los hombres escriben novelas de amor, la heroína suele
terminar muerta.
RIGHT SQUARE BRACKETEsta vez no, te lo aseguro. RIGHT SQUARE BRACKETLa voz
de Colin no era más firme que la de ellaRIGHT SQUARE BRACKET. Nunca podré volver a entrar en
los círculos literarios con la cabeza alta.
Colin cogió el manuscrito para dejarlo a un lado y la ayudó a ponerse de pie, empezando a quitarle
las horquillas del pelo, una tras otra. El cabello le cayó en cascada y él le besó el cuello y los hombros,
susurrando versos de amor que se tornaban más terrenales y explícitos a medida que iban
despojándose de la ropa.
Ella recorrió su cuerpo con las manos, familiarizándose de nuevo con las cuestas tenaces y los
valles musculosos. Él encontró otros pétalos, suaves y húmedos, hinchados de deseo, fragantes de
anhelo, y Sugar Beth creyó enloquecer de excitación. Y en efecto enloqueció del todo cuando él, por
fin, la penetró y vio la emoción que ardía en sus ojos.
A la mañana siguiente, Sugar Beth se incorporó sobre un codo y contempló a su esposo dormir.
Había trabajado duro la noche anterior, le había hecho el amor hasta que ambos estuvieron exhaustos.
Se tomó un vaso de zumo y le hizo mimos a Gordon. Luego cruzó las puertas correderas y bajó al
lago. El sol de esa hora temprana se reflejó en el extravagante diamante que le había regalado su
marido. Colin quería impedirle que olvidara que ahora estaba casada, como si tal olvido hubiera sido
posible. Sonrió y la recorrió una profunda y serena sensación de paz. «Para siempre» es demasiado
tiempo cuando se habla del amor pero, tratándose de Colin Byrne, «para siempre » era lo más
apropiado.
Se volvió y vio a su marido, que se acercaba, sus pies desnudos dejando huellas sobre la hierba
empapada de rocío. Gordon trotaba su lado. Colin llevaba tejanos y una camiseta blanca, y estaba
desaliñado y hermoso: sin afeitar, despeinado y con un panecillo en la boca. Cuando la besó, Sugar
Beth detectó un sabor a migas, a dentífrico y a sexo.
RIGHT SQUARE BRACKETMe resulta impensable que quiera devolver algo que venga de
ti.
Su reacción no la sorprendió. Ella también había necesitado cierto tiempo para hacerse a la idea.
Finalmente, él se recuperó lo suficiente para hacer algunas preguntas. Luego empezó a besarla de
nuevo pero, cuando sus respiraciones se tornaron pesadas, se apartó.
RIGHT SQUARE BRACKETLo siento, amor mío. Ya sé que es nuestra luna de miel peroc
RIGHT SQUARE BRACKETCon un gran esfuerzo, apartó la mano de las nalgas de Sugar beth.
RIGHT SQUARE BRACKET¿Crees que podrías entretenerte sola durante una hora? ¿Dos, como
máximo?
Epílogo
Todos la llamaban Cariñín excepto su padre, que la llamaba Eugenia... O Eugenia la Terrible,
desde el día en que él encontró su nueva corbata marca Helmut Lang nadando en el bebedero de
Gordon. Después de su madre, era la alegría de su vida, un diablillo que había heredado su cabello
negro y los ojos deslumbrantes de Sugar Beth, aderezados con su propio espíritu arisco. Cada mañana,
cuando Colin la llevaba a la planta baja, berreaba en sus brazos al ver el retrato tamaño natural de
Diddie y Sugar Beth, que volvía a ocupar su viejo lugar en la pared del vestíbulo. Todas sus amenazas
de prender fuego al maldito cuadro cayeron en oídos sordos. Sugar Beth declaró que Winnie no podría
haberle hecho mejor regalo de bodas. Con excepción de las perlas de Diddie, claro.
Las tardes de domingo se reunían en casa de Winnie para tomar algo, las Sauces del Mar y sus
maridos, Leeann y su «media naranja». El hecho de que Leeann y Jewel fueran ya pareja estable había
causado escándalo en la ciudad, pero Leeann había declarado que estaba harta de vivir una mentira y
que se sentía realmente feliz por primera vez en su vida, aunque Jewel seguía negándose a formar
parte de las Sauces del Mar, pero sin perderse ni una de sus reuniones.
RIGHT SQUARE BRACKETEres el único hombre aquí capaz de cortar un jamón sin
desgraciarlo RIGHT SQUARE BRACKETle dijoRIGHT SQUARE BRACKET. Pásame a Dulzura.
RIGHT SQUARE BRACKETYo no voy a comer nada que no sea dietético RIGHT SQUARE
BRACKETdecía Colin, dirigiéndose al horno microondasRIGHT SQUARE BRACKET. Si me pilláis
siquiera mirando otra cosa, podéis darme una bofetada.
La mirada de Sugar Beth se encontró con la de Colin entre las cabezas de las mujeres, y ella le
dirigió una de aquellas sonrisas que tanto le encantaban, con un tinte de incredulidad en las comisuras,
como si no acabara de asumir que todo aquello le pertenecía. A veces, al propio Colin le costaba
creérselo.
Una historia de amor para Valentine cumplió con las predicciones de Sugar Beth y se había
convertido en un libro enormemente popular, aunque Colin hubiera preferido prescindir de la
publicidad consiguiente, por no hablar de las súplicas de su editor para que algún día, volviera a
escribir una novela de amor. Colin tuvo un escalofrío. A Sugar Beth, por supuesto, la encantaba la
publicidad y concedía entrevistas a diestra y siniestra. «Los Libros de Valentine», el nombre que había
elegido para su librería, fue un éxito inmediato, y Jewel había ampliado Libros Gemima. El «Café del
Apeadero», que Heidi regentaba para Sugar Beth, se había convertido en el lugar de reunión de todos
los habitantes de Parrish y en un nido de cotilleo como Colinn jamás hubiera imaginado.
La vida era buena aunque no perfecta. Él y Sugar Beth seguían discutiendo cada vez que estaban de
humor para ello. Las Sauces del Mar tramaron una ridícula conspiración para encontrar un compañero
sexual para la madre enviudada de Merylinn. Gigi se echó un novio cosa que hacía rabiar a Ryan. Y a
veces, en noches de luna llena, Cubby Bowmar y sus compinches seguían acudiendo al césped de "La
Novia del Francés" para clamar por Sugar Beth. Colin les toleraba, sobre todo porque sabía que ella
disfrutaba con su admiración.
RIGHT SQUARE BRACKETLa cena está lista. RIGHT SQUARE BRACKETWinnie le quitó
la bandeja con el jamón y condujo a todos hacia el comedor.
RIGHT SQUARE BRACKETUn día de estos traeré sushi RIGHT SQUARE BRACKETdijo
HeidiRIGHT SQUARE BRACKET. Ahora lo venden en la Gran Estrella.
Sugar Beth se llevó a la pequeña de los brazos de Heidi y, abriéndose camino entre Ryan y Deke,
fue a sentarse al lado de Colin, quien le cogió la mano, y ambos dieron las gracias por recibir más
bendiciones de las que nunca hubieran imaginado.
Susan Elizabeth Phillips RIGHT SQUARE BRACKETElla es tan dulce (Novela Romántica by
Mariquiña)