Nacidos Despues de Medianoche AW TOZER
Nacidos Despues de Medianoche AW TOZER
Nacidos Despues de Medianoche AW TOZER
A.W. TOZER
PREFACIO HABLARLE A Dios a favor de los hombres es probablemente el servicio ms alto que un individuo pudiera rendirle. El paso siguiente es hablarles a los hombres en el nombre de Dios. Ambos son privilegios posibles para nosotros nicamente por medio de la gracia de nuestro Seor Jesucristo. El sentarse por un momento en la silla del maestro y escribir lo que pudiera afectar la vida y el carcter de numerosas personas no es slo un privilegio sublime sino tambin una grave responsabilidad por aadidura. Los nicos requisitos que traigo a la composicin y confeccin de estas pginas son amor por el Dios Trino y una preocupacin, o inters, o ansiedad colmada de dolor por el bienestar espiritual de la Iglesia que nuestro Seor compr con Su propia sangre. Si hubiera aqu algo que fuera bueno y de ayuda a los hijos de Dios, debe atriburselo a la operacin del Espritu Santo, quien con frecuencia condesciende a obrar por intermedio de instrumentos indignos. Todo el resto de lo que aqu pudiera encontrarse se debe a la debilidad humana y es mejor que lo olvidemos. Mis oraciones acompaan a este libro y a todos los que lleguen a leerlo. A. W. TOZER Chicago, Illinois, Estados Unidos 22 de Julio de 1959
Despus de medianoche
ENTRE LOS CRISTIANOS CON MENTALIDAD DE AVIVAMIENTO he odo la expresin: Los avivamientos nacen despus de medianoche. Este es uno de los proverbios que, aunque no se pueda aceptar en forma literal, seala hacia la direccin verdadera. Si por esta expresin queremos decir que Dios no escucha nuestra oracin pidiendo avivamiento durante el da, desde luego que eso no sera la verdad. Si queremos dar la impresin que las oraciones ofrecidas cuando estamos cansados y exhaustos tienen ms poder que la oracin cuando nos sentimos descansados y refrescados, otra vez, no es la verdad. Dios tendra que ser austero en exceso para requerir que convirtamos nuestra oracin en penitencia, o que Se gozase al ver que nos castigamos a nosotros mismos por la intercesin. Algunos rasgos de estas nociones ascticas se encuentran todava entre algunos cristianos evanglicos, y aunque estos hermanos deben recibir nuestro encomio por su celo, no se les puede excusar por atribuirle a Dios caractersticas de sadismo indignas hasta de los hombres cados. Sin embargo, hay considerable verdad en la idea que los avivamientos han nacido despus de la medianoche. Porque los avivamientos (o cualquier otro de los dones o gracias espirituales) les llega nicamente a aquellos que lo desean con suficientes ansias. Podramos decir sin salvedades que todo hombre es tan santo y tan lleno del Espritu Santo como quiere ser. Es posible que no est tan lleno como quisiera estar, pero estar tan lleno como quiere estar en ese momento. Nuestro Seor dej establecido esto ms all de toda disputa cuando l dijo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados (Mateo 5:6). El hambre y la sed son sensaciones fsicas que, en sus estados agudos, pueden convertirse en verdadero dolor. Ha sido la experiencia de innumerables personas que buscan a Dios que cuando sus anhelos se convirtieron en dolor, fueron llenados de manera repentina y maravillosa, El problema no reside en que nosotros tengamos que persuadir a Dios que nos llene, sino que y anhelemos con suficiente fuerza para que Le permitamos ya que lo haga. El Cristiano corriente es tan fro y est tan contento con su condicin lastimera que no existe un vaco de deseo en el cual el Espritu Santo pueda introducirse con la plenitud y llenura que le satisfara. Ocasionalmente, aparece en la escena religiosa un hombre cuyos anhelos espirituales insatisfechos crecen tanto que son tan grandes e importantes en su vida que ahuyentan todos los dems intereses. Dicho hombre rehusa contentarse con las oraciones seguras y convencionales de los hermanos entumidos y congelados que dirigen en oracin semana tras semana y ao tras ao en las asambleas locales. Sus anhelos lo trastornan totalmente y a menudo lo convierten en un molestoso. Sus compaeros Cristianos se miran de reojo y lo observan de soslayo confundidos y mueven la cabeza con lstima, pero como el hombre ciego que a gritos peda su vista y fue reprendido por los discpulos, l clamaba mucho ms. Y si l todava no ha cumplido todas las condiciones, o hay algo que impida la respuesta a su oracin, es posible que siga orando hasta avanzadas horas de la madrugada. No es la hora de la noche sino el estado de su corazn el que decide el tiempo de su visitacin. Para ese individuo es posible que ese aviva -miento llegue despus de la medianoche. Es muy importante, sin embargo, que comprendamos que las largas vigilias de oracin, o incluso fuertes sollozos y lgrimas, no son meritorios en s mismos. Todas las bendiciones fluyen de la bondad de Dios como de una fuente Aun esas recompensas por buenas obras acerca de las cuales ciertos maestros hablan con tan mal gusto en forma ofensiva, y que ellos siempre colocan en marcado contraste con los beneficios recibidos enteramente por la gracia, son, en ltimas instancias, tan ciertamente de la gracia como el perdn mismo de los pecados. El ms santo de los apstoles no puede menos que exclamar que es un siervo intil. Los mismos ngeles existen por la bondad de Dios. Ninguna criatura puede ganar ninguna cosa en el sentido acostumbrado de la palabra. Todas las cosas tienen por causa y proceden de la bondad soberana de Dios. Lady Julin lo resumi de manera bella y amena cuando escribi: Es de mayor honor a Dios, y de mayor delicia, que oremos fielmente a El pidiendo Su bondad y nos unamos a El por Su gracia, y con plena comprensin, y amor constante e inmutable, que si tomramos todos los medios que el corazn pudiera pensar o imaginarse. Porque si nos apropiramos de todos esos medios, serian muy pocos, y no un pleno honor para Dios.
Pero en Su bondad reside la totalidad, y no falla nada de ella. ... Porque la bondad de Dios es la oracin ms alta, y desciende hasta la parte ms baja de nuestra necesidad. Sin embargo, a pesar de la buena voluntad de Dios hacia nosotros. l no nos puede conceder los deseos de nuestro corazn hasta que nuestros anhelos sean reducidos a uno. Cuando hayamos tratado con nuestras ambiciones carnales, cuando hayamos pisado y aplastado al len y al spid de la carne cuando hayamos pisoteado al dragn del amor propio bajo nuestros pies" y nos hayamos considerado muertos al pecado, entonces, y slo entonces, Dios puede levantarnos a la novedad de vida y llenamos con Su bendito Espritu Santo. Es fcil que aprendamos la doctrina del avivamiento personal y la vida victoriosa; otra cosa es tomar nuestra cruz y proseguir trabajosamente a subir la cuesta obscura y amarga de la autorrenunciacin. Aqu son muchos los llamados, pero pocos los escogidos. Por cada uno que en la realidad cruza hasta entrar a poseer la Tierra Prometida, hay muchos que se detienen largo tiempo para mirar con ojos lnguidos la otra ribera del ro, y entonces se vuelven con tristeza a la comparativa seguridad de las desrticas arenas de la vida Vieja. No, no hay mrito en las oraciones de las horas nocturnas, pero requiere una mente muy seria y un corazn muy decidido el orar pasadas las horas comunes y corrientes. Muchos cristianos no lo hacen nunca. Y es muy posible que esa alma singular que prosiga hasta entrar a la experiencia poco comn, arribe a su destino despus de medianoche!
El testigo ausente
UNA CAUSA DEL deterioro en la calidad de la experiencia religiosa entre cristianos en nuestros das es la negligencia de la doctrina del testimonio interior. Hemos emergido del largo perodo de congelamiento teolgico moviendo los pies para comenzar la circulacin y soplndonos las manos para desentumirlas y hacerlas flexibles, pero la influencia de los aos helados todava se siente entre nosotros hasta tal punto que los trminos: testigo, testimonio, experiencia y sentimiento las evitan con cautela los maestros, los miembros y las masas evanglicas. A pesar de la innegable tibieza de la mayora de nosotros, todava tememos que, a no ser que nos cuidemos sobre manera, perderemos nuestra dignidad y nos convertiremos en fanticos exagerados. Le ponemos guardia a nuestras emociones da y noche, no sea que nos volvamos demasiado espirituales y traigamos reproche al nombre de Cristo. Lo que es, aunque yo mismo lo diga, tan razonable como tenderle un cordn policial alrededor de un cementerio para evitar una demostracin poltica violenta de parte de los habitantes. Nosotros que sostenemos las doctrinas del Nuevo Testamento, nos creemos en nuestros das los depositarios en lnea directa, descendiendo de los apstoles, y que seamos la legtima y verdadera prole de la Iglesia Primitiva. Bueno, yo creo que hay algunos que pertenecen a la familia de Dios, que son una generacin escogida y constituyen el real sacerdocio y la nacin santa de la cual se escribe en Primera de Pedro 2:9. Se encuentran esparcidos entre las iglesias donde, ms vale que lo admitamos, suelen ser una causa de vergenza para la mezclada multitud heterognea que constituye la membresa. Eso es verdad; pero el suponer y presumir que todos los evanglicos se encuentren en la sucesin apostlica es ser demasiado optimista para nuestro propio bien. El creer as sugiere un paralelo inquietante entre aquellos escribas y fariseos de los tiempos de Jess que reclamaban descendencia espiritual de Abraham porque podan demostrar que eran sus descendientes fsicos. Somos simiente de Abraham, se vanagloriaban. Jess les replic haciendo una distincin: Yo s que son simiente de Abraham, y les dijo: Si fueseis simiente de Abraham, las obras de Abraham harais (Juan 8:39). Al igual que los fariseos, es posible que cometamos un error de gravedad al suponer que somos hijos de Dios porque mantenemos el credo de Dios. Pero eso no es as. No es la descendencia fsica la que marca a la persona como un verdadero hijo de Abraham, porque Abraham es el padre de los que tienen fe, y la fe no se transmite por procreacin natural. Por lo tanto, no es la descendencia de nuestras creencias lo que comprueba que somos verdaderos hijos de Pentecosts, sino la identificacin del espritu con aquellos sobre cuyas cabezas cayeron lenguas repartidas, como de fuego, segn leemos en Hechos captulo 2. Una de las marcas o seales caractersticas de aquellos primeros cristianos fue una irradiacin sobrenatural que brillaba desde su interior. El sol haba amanecido en sus corazones y su calor y luz hacia innecesarias fuentes secundarias de seguridad. Ellos tenan el testimonio interior. Ellos lo saban con un conocimiento que no requera acomodar las evidencias para darles un sentido de seguridad. El poder sobrenatural y gran gracia marcaban sus vidas, permitindoles regocijarse al sufrir vergenza y oprobio por el nombre de Jess.
Es obvio que el cristiano evanglico corriente de hoy no tiene tal radiacin. Los esfuerzos de algunos de nuestros maestros por alegrar nuestros espritus marchitos son ftiles y vanos, porque esos mismos maestros rechazan el fenmeno que en forma natural producira el gozo, ste es el testimonio interno del Espritu Santo. En su extrao temor o fobia de las emociones religiosas, ellos han tratado de eliminar y descartar las Escrituras que ensean de este testimonio, tales como Romanos 8:16: El Espritu mismo da testimonio a nuestro espritu, de que somos hijos de Dios y El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en s mismo (l3 Juan 5:10). En vez del testimonio interno, ahora sustituimos conclusiones lgicas que deducimos de los textos. Una conversacin entre un penitente y un obrero en un cuarto de consejera bien podra ser la siguiente: -Quiere usted que el Seor le reciba y le haga Su hijo? -S. -Bueno, lea esto: "Al que a M viene, no le echo fuera" (Juan 6:37). Cree usted esto? -S. -Si l no le echa fuera, qu hace? -Supongo que me recibe. -Amn. Ahora l le ha recibido y usted es Su hijo.Por qu no le cuenta a otros acerca de su experiencia? As que el confundido buscador asume una sonrisa forzada y testifica que l se ha convertido a Cristo. l es sincero y tiene buenas intenciones, pero ha sido mal encaminado. Ha cado vctima de una lgica sin el Espritu Santo. La nica seguridad que l tiene descansa sobre un silogismo temblante. No existe testimonio, ni ningn conocimiento inmediato propio, ni siquiera un encuentro con Dios, ni una conciencia de un cambio interior. Donde haya ocurrido un acto divino dentro del alma, siempre habr una conciencia correspondiente. Este acto de Dios tiene validez propia. Es su propia evidencia y se dirige directamente a la conciencia religiosa. Puede existir abundante evidencia externa que una obra se ha realizado, y en esto puede regocijarse la razn; pero tal evidencia no puede ser suficiente para garantizar que haya ocurrido una obra salvfica. Todo lo que pudiera ser juzgado por la razn est sujeto a las limitaciones y errores de la razn. Dios espera asegurarnos que somos Sus hijos de manera que elimine la posibilidad de error, esto es, por el testimonio interior. En uno de los himnos ms triunfantes de Carlos Wesley aparece la idea: "Su Espritu responde a la sangre, Y da testimonio que nac de Dios.A los devotos de la salvacin por conclusin lgica, dicho lenguaje es una hereja. Si esto es hereja, yo corro a unirme a tan gloriosa hereja. Y que Dios nos mande muchas ms!
La fe es un viaje, no un destino Y perseveraban en la doctrina de los apstoles, en la comunin unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hechos 2:42). As DICE Lucas de los millares que recibieron la Palabra y fueron bautizados despus de la predicacin de Pedro el da de Pentecosts. La conversin para esos primeros cristianos no fue un destino; era el comienzo de un viaje o jornada. Y es precisamente all donde el nfasis bblico difiere del nuestro. Hoy se hace que todo dependa del acto inicial de creer. En un momento dado se hace una decisin por Cristo. y despus de eso todo es automtico. Esto no se ensea en esas mismas palabras, pero tal es la impresin inadvertida que se crea por nuestro fracaso al no asignarle un nfasis escritural a nuestra predicacin evangelistica. Nosotros, los de las iglesias evanglicas, casi siempre somos culpables de este punto de vista desequilibrado o desproporcionado de la vida Cristiana y, porque los fundamentos no siguen la lnea de la plomada, el templo de Dios se inclina peligrosamente y amenaza con desplomarse, si no se hacen las correcciones inmediatas. En nuestra ansiedad y premura de hacer y conseguir convertidos, permitimos que nuestros oyentes capten y absorban la idea que ellos pueden descargar su responsabilidad entera de una vez por todas en un acto de fe o creer. En alguna forma vaga se supone que esto honre la gracia y glorifique a Dios, mientras que en la realidad hace a Cristo el autor de un sistema grotesco, inoperante que no tiene ningn paralelo ni contrapartida en las verdades de las Sagradas Escrituras. En el Libro de los Hechos, la fe fue para cada uno de los creyentes un comienzo, no un fin; era una jornada o viaje, no una cama en la cual acostarse mientras esperasen el da del triunfo de nuestro Seor. La fe y el creer no eran un acto automtico de por vida; era ms que un acto, era una actitud de corazn y de mente que inspiraba y capacitaba al creyente a tomar su cruz y seguir al Cordero doquiera El fuera y les guiara. Perseveraban escribe Lucas, y no queda muy claro que era solamente por continuar y proseguir que ellos podan confirmar su fe? En un da dado ellos creyeron, fueron bautizados y se unieron a la compaa o congregacin de creyentes. Todo muy bien, pero, Qu del maana? Y del da siguiente? Y la semana prxima? Cmo podra saber alguno que su conversin haba sido genuina? Cmo podran confrontar los cargos en contra y las acusaciones de sus crticos que se les haba obligado o presionado a hacer una decisin? Podran defenderse que no haban cedido a la presin sicolgica de las masas y la excitacin y fervor religioso? Es obvio que haba una sola manera de cerrar las bocas de los opositores: Ellos perseveraban. Ellos no slo continuaron, y siguieron adelante, sino que perseveraron. Lucas escribi que perseveraban, lo que indica que continuaban a pesar de seria oposicin. Se requiere la perseverancia nicamente cuando estamos bajo ataque mental o fsico, y la historia de esos primeros cristianos es una historia de fe bajo fuego. La oposicin era real. Cristianismo Bblico y el de los evanglicos de la era actual, en los Estados Unidos, en particular. En ciertos pases, se me cuenta, algunos de nuestros hermanos estn sufriendo penosa persecucin y no escatiman ni sus propias vidas de valor personal con tal de ganar a Cristo. Para stos no me resta ms que la ms profunda admiracin. No me refiero a ellos, sino a la multitud de dbiles religiosos dentro de nuestro rebao evanglico en las Amricas. Para conseguir convertidos aqu nos vemos forzados a menoscabar la importancia de las dificultades v exaltar la paz de la mente y el xito mundanal que disfrutan los que aceptan a Cristo. Debemos asegurar a nuestros oidores que el Cristianismo es algo respetable ahora y bastante popular hasta con las autoridades polticas, los magnates del comercio y el mundo de los negocios y los personajes estelares cuyas figuras adornan las piscinas de Hollywood. Con esta bienvenida y confianza, los pecadores que no merecen nada ms que el Infierno acuden en multitudes a aceptar a Cristo para sacarle provecho al mximo; y aunque alguno de vez en cuando derrame una lgrima como prueba de su sinceridad, es difcil escapar la conclusin que la mayora de ellos est condescendiendo para patronizar, fomentar, auspiciar y apoyar al Seor de la gloria, tal como una joven pareja pudiera halagar y adular a un to rico pero aburridor con miras e intenciones que les recuerde en el testamento ms adelante. Nunca seremos totalmente honrados con nuestros oidores a no ser que les digamos las crudas y duras verdades que como miembros de una raza de rebeldes morales estn en un serio aprieto, y uno del cual no se podrn librar con facilidad. Si ellos rehsan arrepentirse y creer en Cristo, cierto que perecern: si ellos se vuelven a Cristo, los mismos enemigos que Le crucificaron a El tratarn de crucificarles a ellos. Por un lado, tendrn que sufrir solos sin esperanza; por otra parte, tienen la posibilidad de sufrir con Cristo por algn
tiempo, pero en medio del sufrimiento ellos gozan Su tierno y amoroso consuelo y Su apoyo interno y se les hace posible regocijarse incluso en medio de la tribulacin. Esos primeros creyentes se volvieron a Cristo con la comprensin plena que ellos estaban abrazando una causa impopular que les pudiera costar todo. Ellos saban que de ese momento en adelante ellos serian los miembros de un grupo minoritario aborrecido, con su vida y libertad en peligro constante. No gozaron un periodo floreciente. Despus de Pentecosts algunos de ellos fueron encarcelados, muchos perdieron todos sus bienes terrenales, unos pocos fueron asesinados brutalmente y centenares fueron dispersados por el mundo conocido de entonces. Ellos hubieran podido escapar de todo esto por el sencillo expediente de negar su fe y volver atrs al mundo; pero ellos perseveraron y rechazaron dicha alternativa. Al hacer una comparacin o un paralelo entre ambos, es el Cristianismo de los evanglicos hoy el mismo que .sostuvieron y defendieron en el primer siglo? Me hago la pregunta. Pero, por otra parte, creo que s la respuesta!
El defecto en el evangelismo actual yace y reside en su propuesta humanstica. Se esfuerza en ser supernaturalista. Pero no lo logra totalmente. Con toda franqueza, le fascina el gran mundo bullicioso y agresivo con sus grandes nombres, la adoracin a sus hroes, sus riquezas y su deslumbrante y ostentosa pompa de mal gusto. A los millones de personas desilusionadas que siempre" anhelaron la gloria mundanal pero nunca la lograron^ el evangelio moderno les ofrece un atajo o camino corto al acariciado deseo de su corazn. La paz mental, la felicidad, la prosperidad, la aceptacin social, el xito en los deportes. En los negocios, en el mundo del entretenimiento y. por ventura, sentarse ocasionalrnente a la misma mesa de banquete con alguna celebridad- todo esto en la Tierra y el Cielo por aadidura al final- Creo que ninguna compaa de seguro pudiera ofrecer ni siquiera la mitad. En este esquema casi Cristiano de las cosas. Dios se convierte en la lmpara de Aladino que est para cumplir la voluntad de todo aquel que acepta a Su Hijo y firma la tarjeta de decisin. Toda obligacin de parte del pecador se descarta cuando ste acepta a Cristo. Despus de esto, lo nico que tiene que hacer es venir con su canasta para recibir el equivalente religioso de todo lo que ofrece el mundo y gozarlo al mximo. Aquellos que no han recibido a Cristo tienen que contentarse con este mundo, pero el cristiano consigue este mundo y el venidero aadido como bono. Tal es el mensaje Cristiano como lo interpretan vastas multitudes de lderes religiosos actuales. Esta crasa falsedad o tergiversacin de la verdad est detrs de mucha (casi dije la mayor parte) de nuestra actividad religiosa del presente. Determina direcciones, construye programas decide el contenido de sermones, fija la calidad de iglesias locales e, incluso, de denominaciones completas, fija el modelo v rumbo de los autores religiosos y forma la poltica editorial de numerosas publicaciones evanglicas Este concepto del Cristianismo es un error radical, y debido al hecho que toca las almas de los hombres, es un error peligroso, y hasta mortal. En su fondo, es poco ms que un humanismo dbil asociado con un Cristianismo dbil para conseguirle reputacin y respeto eclesistico. Puede identificarse como una propuesta religiosa. De manera invariable comienza con el hombre y sus necesidades y entonces empieza a buscar a Dios; el, verdadero Cristianismo revela a Dios buscando al hombre para librarle de sus propias ambiciones. Siempre, y sin lugar a dudas que siempre Dios tiene que ser primero. El Evangelio en su contexto Escritural ubica la gloria de Dios en primer lugar y la salvacin del hombre en el segundo. Los ngeles, descendiendo de lo alto, cantaron, Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lucas 2:14). Esto ubica la gloria de Dios y la bendicin sobre la humanidad en su debido orden, como tambin es el caso en las palabras iniciales de la oracin Padre nuestro que ests en los Cielos, santificado sea Tu nombre (Mateo 6:9). Antes de elevarse ninguna peticin, el nombre de Dios tiene que ser santificado. La gloria de Dios tiene que permanecer para siempre como el verdadero punto de partida del cristiano! Cualquier otra cosa, sea la que sea, no es el Cristianismo del Nuevo Testamento!
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El hecho del pecado introduce un elemento confuso en nuestro pensar acerca de Dios y del universo, y requiere que suspendamos el juicio sobre muchos asuntos. Pablo escribi en 2a Tesalonicenses 2:7 que ya est en accin el misterio de la iniquidad, y nos corresponde aceptar sus palabras inspiradas como la nica respuesta posible en el tiempo presente para el tema del pecado. El hombre sabio tomar nota que las cosas que no podamos comprender no tienen nada que ver con nuestra salvacin. Somos salvos por medio de la verdad que conocemos v sabemos. Si somos verdaderos Cristianos podemos saber esto a. ciencia cierta, que el poder ilimitado de nuestro Dios infinito est a nuestro alrededor, envolvindonos, preservando nuestro ser y guardndonos en nuestra salvacin que ha de ser revelada. Miremos con confianza a Dios y esperemos la operacin del poder de Su fuerza, la cual oper en Cristo, resucitndole de los muertos y sentndole a Su diestra en los lugares celestiales (Efesios 1:19 y 20).
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Qu entonces? Tomar un voto de silencio? Dejaremos de orar y cantar y escribir y testificar hasta que nuestras acciones alcancen y se pongan al da con nuestras palabras? Eso no ayudara. Nosotros los cristianos hemos sido dejados en el mundo para testificar, y mientras tengamos aliento debemos hablar a los hombres acerca de Dios y a Dios acerca de los hombres. Cmo, entonces, hemos de escapar de la asechanza de las palabras sin acciones correspondientes? Es sencillo, aunque no sea fcil. Primero, no digamos nada que no sea totalmente sincero. Rompamos el hbito de charlar o parlotear de la religin, o el de la conversacin religiosa convencional. Hablemos nicamente cuando estemos listos a confrontar las consecuencias. Creamos las promesas de Dios y obedezcamos Sus mandamientos. Practiquemos la verdad, y entonces podremos con toda propiedad hablar la verdad. Las acciones le dan cuerpo a las palabras. Al realizar y efectuar acciones de poder, nuestras palabras cobrarn autoridad, y un nuevo sentido de realidad invadir y llenar nuestros corazones!
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pecado y el error. El asna de Balaam fue usada por Dios para reprender a un profeta. De esto pareciera que Dios no requiera gran perfeccin en el instrumento que l usa para advertir y exhortar a Su pueblo. Cuando las ovejas de Dios estn en peligro, el pastor no debe contemplar los cielos v meditar sobre temas inspiracionales. Tiene la obligacin moral de coger su arma y correr en su defensa. Cuando las circunstancias lo requieran, el amor puede usar la espada, aunque por su naturaleza preferira vendar el corazn roto y administrar sanidad y salud a los quebrantados. Ha llegado la hora en que el profeta y el vidente se hagan or de nuevo. Durante las ltimas dcadas, la timidez disfrazada de humildad se ha escondido en su rincn mientras que la calidad espiritual del Cristianismo espiritual ha deteriorado paulatinamente empeorando de ao en ao. Hasta cundo, Seor, hasta cundo!
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esto a la inversa; o sea, el enfocar a Satans en nuestra visin y empujar a Dios fuera del margen. No puede ocurrir nada sino tragedia de esta inversin. La mejor manera de mantener afuera al enemigo es retener a Cristo dentro. Las ovejas no tienen para qu estar aterradas del lobo; no tienen ms que permanecer cerca del pastor. No es a las ovejas que oran que Satans les teme, sino a la presencia del Pastor! El cristiano bien instruido, cuyas facultades se han desarrollado por obra de la Palabra y del Espritu de Dios no le temer al diablo. Cuando sea necesario, l se parar firme contra los poderes de las tinieblas y les vencer por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. El creyente reconocer el peligro en el cual vive y sabr qu hacer al respecto, pero practicar la presencia de Dios y nunca se permitir caer en la trampa de ser consciente en exceso del diablo!
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Para estar bien hay que pensar bien Lo QUE PENSEMOS cuando estemos libres para pensar a nuestra propia voluntad v discrecin -eso es lo que somos, o pronto llegaremos a ser. La Biblia tiene mucho que decir acerca de nuestros pensamientos; los evanglicos de la actualidad no tienen prcticamente nada que decir acerca de los pensamientos. La razn por la cual la Biblia dice tanto al respecto es que nuestros pensamientos son de vital importancia para nosotros; la razn por la cual los evanglicos dicen tan poco es que estn reaccionando contra los cultos al pensamiento, tales como la Nueva Era, el Unitarismo, la Ciencia Cristiana y otras sectas similares. Estos grupos o sectas hacen que nuestros pensamientos sean casi todo, y ciertos evanglicos proponen lo contrario, considerndolos como casi nada. Ambas posturas son erradas. Nuestros pensamientos voluntarios no slo revelan lo que somos; stos predicen lo que seremos. Con la excepcin de la conducta que surge de nuestros instintos naturales, todo comportamiento consciente es precedido por nuestros pensamientos y surge de stos. La voluntad se puede convertir en un siervo o sirviente de los pensamientos y en gran grado aun nuestras emociones siguen a nuestros pensamientos. Mientras ms pienso acerca de algo, ms me enojo es la manera en que lo dice el hombre comn y corriente, y al hacerlo no siempre informa con exactitud de sus propios procesos mentales, sino que le rinde un tributo inconsciente al poder del pensamiento. Los pensamientos promueven los sentimientos, y los sentimientos conllevan a la accin. As es nuestra manera de ser, y ms vale que lo aceptemos. Los Salmos y los Profetas contienen numerosas referencias al poder de pensar bien, a un sentimiento religioso, y a incitar a la conducta correcta. Consider mis caminos, y volv mis pies a Tus testimonios (Salmo 119:59). Me acordaba de mis cnticos de noche; Meditaba en mi corazn, y mi espritu inquira (Salmo 77:6). Vez tras vez los autores del Antiguo Testamento nos exhortan a tranquilizamos y pensar acerca de las cosas sublimes v santas como un preliminar a enmiendas a la vida, o a las buenas obras, q a un acto valiente. El Antiguo Testamento no est solo en este respecto en cuanto al poder o facultad del pensamiento humano otorgado por Dios. Cristo nos ense que los hombres se contaminan con los malos pensamientos y, aun lleg al punto de equiparar, igualar, o identificar un pensamiento con una accin. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulter con ella en su corazn (Mateo 5:28). Pablo recit una larga lista de brillantes virtudes y orden, En esto pensad (Filipenses 4:8). Estas referencias son slo cuatro de centenares que podran citarse de las Escrituras. El pensar en Dios y en las cosas santas crea un clima moral favorable al crecimiento de la fe y del amor y de la humildad y de la reverencia.- No podemos por medio de los pensamientos regenerar nuestro corazn, ni podemos quitar nuestros pecados, ni cambiar las manchas del leopardo. Ni tampoco podemos por el pensamiento aadir a nuestra estatura, ni hacer que el mal se convierta en bien, ni transformar la oscuridad en luz. El ensear as es representar mal la verdad escritural y usarla para nuestra propia destruccin. Pero, por medio del pensamiento inspirado por el Espritu Santo, podemos convertir nuestras mentes en santuarios puros en los cuales Dios se complacer en habitar. En un prrafo previo me refer a nuestros pensamientos voluntarios, y us las palabras avisadamente. En nuestra jornada a travs del mundo maligno y hostil, se nos impondrn muchos pensamientos que no nos gustan y a los cuales no les tenemos ninguna simpata moral. Nuestra necesidad de ganarnos la vida tal vez nos obligue por das enteros a entretener pensamientos que no nos elevan, ni inspiran de ninguna manera. La mera conciencia de los actos de nuestros contemporneos nos trae pensamientos a nuestra alma Cristiana. stos no tienen para qu afectarnos en gran manera. No somos responsables por ellos, y pueden pasar por nuestras mentes como un ave vuela por el aire, sin dejar rastro alguno. No tienen para qu dejar un efecto o huella sobre nosotros, porque no son propiamente nuestros. Son intrusos no bienvenidos, a los cuales no les tenemos ningn amor y de los cuales nos deshacemos a la brevedad posible. Cualquiera que quisiera controlar o revisar su verdadera condicin espiritual propia puede hacerlo notando cules han sido sus pensamientos voluntarios durante las ltimas horas o das. En qu ha pensado cuando estaba libre para pensar de lo que quisiera o le agradara? Hacia qu se volva su corazn cuando estaba libre para tornarse donde quisiera? Cuando el ave del pensamiento se lanzaba al vuelo, cmo se avalanzaba el cuervo sobre los cadveres flotantes? O cmo la paloma circunvolaba y regresaba al arca de Dios? Es fcil ejecutar tal prueba, y si somos honrados y sinceros con nosotros mismos, podremos descubrir no slo lo que somos, sino tambin lo que llegaremos a ser. Pronto nos convertiremos en la suma total de nuestros pensamientos voluntarios. Mientras que nuestros pensamientos muevan nuestros sentimientos y, por lo tanto, influyan con fuerza sobre nuestras voluntades, todava es verdad que la voluntad puede y debiera ser el maestro de nuestros pensamientos. Toda^ persona normal puede determinar en lo que pensar. Por cierto que el hombre atribulado o tentado 19
puede encontrar bastante difcil controlar sus pensamientos, y aun cuando est concentrando sobre un objeto digno, pensamientos indmitos y fugitivos pueden lanzarse sobre su mente como el calor del rayo en una tarde de verano. Es probable que stos sean de ms molestia que dao mismo y, en ltima instancia, a la larga, no harn gran diferencia para ningn lado. La mejor manera de controlar nuestros pensamientos es ofrecer la mente a Dios en sumisin total. El Espritu Santo aceptar y tomar control en seguida. Entonces ser relativamente fcil pensar en las cosas espirituales, de manera especial si entrenamos nuestros pensamientos por medio de largos perodos de oracin diaria. La prctica larga y constante en el arte de la oracin mental (es decir, el hablar con Dios en forma interna a medida que traba]amos o viajamos) nos ayudar a formar el hbito del pensamiento santo!.
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El pecado tiene que irse y Adn tiene que darle lugar a Cristo; as dice nuestro Seor en efecto. Por causa del pecado, los hombres han perdido el dominio, incluso su mismo derecho a dominar, hasta que lo vuelvan a ganar por medio ^el servicio humilde. Aunque redimidos de la muerte y del Infierno por la labor vicaria de Cristo en la cruz, el derecho al dominio tiene que ganarlo cada hombre por separado en forma individual. Cada uno tiene que servir un largo noviciado o aprendizaje como siervo antes de estar capacitado para gobernar. Despus que Cristo haba servido (y Su servicio incluy hasta la muerte) Dios tambin Le exalt hasta lo sumo, y Le dio un nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:9). Como un hombre, Jess sirvi y gan Su derecho a tener dominio. Cristo encontr fcil servir, porque l no tenia pecado. Nada en El se rebelaba contra los ministerios ms humildes que requera nuestra naturaleza cada. El saba y conoca dnde reside la verdadera grandeza y nosotros no lo sabemos. Tratamos de subir a una posicin exaltada, cuando Dios ha ordenado que descendamos. El que quiera hacerse grande entre vosotros ser vuestro servidor (Mateo 20:26)
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Bueno, el mundo es grande, enredado y confuso y oscuro, y no podemos estar totalmente seguros dnde se encuentra un verdadero cristiano. Una cosa sabemos segura: mientras ms parecido seamos a Cristo, menos probabilidad habr que un periodista de un diario nos ande buscando para entrevistamos. Por mucho que valore la estima de sus contemporneos, por el momento es probable que se vea forzado y obligado a pararse bajo la sombra de su desaprobacin. O el mundo bullicioso y ocupado, tal vez ni siquiera sepa que el cristiano est all, a menos que se escuche su canto!
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La fe se atreve a fracasar
EN ESTE MUNDO SE JUZGA A LOS HOMBRES por su habilidad de hacer o ejecutar las cosas. Se les califica segn la distancia que han avanzado y ascendido al monte de su autorrealizacin y logros personales. En la parte inferior de la escala est el fracaso rotundo; en la cima est el xito completo, y entre estos dos extremos la mayora de los hombres civilizados luchan y sudan desde la juventud hasta la vejez. Unos pocos dejan de luchar, se deslizan hasta el abismo y se convierten en los habitantes de los miserables bajos fondos. All, cuando se han desvanecido sus ambiciones y se ha roto su voluntad, subsisten de limosnas hasta que la naturaleza emite su fallo, y se los lleva la muerte. En la cumbre estn unos pocos que por una combinacin fortuita de talento, arduo trabajo y buena fortuna logran escalar la cima en todo su lujo, con la fama y el poder que all se encuentran. Pero en todo esto no existe la felicidad. El esfuerzo para lograr el xito pone demasiada tensin y estrs sobre los nervios. Una preocupacin excesiva con el esfuerzo de ganar reprime la mente, endurece el corazn y destierra miles de visiones brillantes que bien pudieran haberse gozado si se hubiera tenido el tiempo libre para disfrutarlas. El hombre que logra subir al pinculo rara vez es feliz por mucho tiempo. Pronto se ve carcomido por los temores de retroceder un peldao y verse forzado a concederle el lugar a otro. Los ejemplos de esto se encuentran en la forma afiebrada en que las estrellas de televisin observan los resultados de sus ratings-, o clasificaciones, y el poltico lee su correspondencia y artculos en los peridicos. Basta que un poltico elegido se entere que las encuestas muestran que es dos por ciento menos popular en agosto que en marzo, y comienza a traspirar como un hombre que va camino a la prisin. El deportista vive por su promedio de goles, el comerciante por los grficos econmicos y la estrella de concierto por el medidor de aplausos. No es fuera de lo comn que un contrincante en el ring llore si no es capaz de llegar a ser campen. Ser el segundo lo deja totalmente desconsolado; tiene que ser el primero para ser feliz. Esta mana de tener xito es una cosa buena que se ha pervertido. El deseo de cumplir el propsito para el cual juimos creados es, por supuesto, un don de Dios, pero el pecado ha distorsionado este impulso y lo ha transformado en una ambicin o codicia del primer lugar los honores ms altos. Por esta ambicin, toda la humanidad es impulsada como por un demonio, y no podemos escabullimos. Cuando venimos a Cristo entramos en un mundo diferente. El Nuevo Testamento nos introduce a una filosofa espiritual infinitamente ms alta y contraria en su totalidad a aquella que motiva al mundo. Segn la enseanza de Cristo, los pobres en espritu son bienaventurados o felices; los mansos heredan la tierra; los Primeros sern postreros; el hombre ms grande es el que mejor sirve a los dems; el que pierde todo es el nico que tendr todo al final; el hombre de xito del mundo ver sus tesoros almacenados arrasados por el juicio; el mendigo justo procede al seno de Abraham y el hombre rico arde en las llamas del Infierno. Nuestro Seor muri en un fracaso aparente, desacreditado por los lderes de la religin establecida, rechazado por la sociedad y abandonado por Sus amigos. El hombre que Le envi a la cruz era el estadista de xito, cuya mano besaban los ambiciosos polticos. Se requera la resurreccin para demostrar con cunta gloria Cristo haba triunfado y cuan trgicamente el gobierno haba fallado. Sin embargo, hoy la Iglesia profesante no parece haber aprendido nada. Todava estamos mirando como los hombres y juzgando a la manera del juicio de los hombres. Cunta labor religiosa de competencia se hace por un mero deseo camal! Cuntas horas de oracin se han malgastado implorando que Dios bendiga provectos que estaban enfocados a la glorificacin de hombres pequeos! Cunto dinero sagrado se ha invertido en hombres que, a pesar de sus apelaciones con lgrimas en la voz, nicamente quieren presentar una demostracin de la carne! El verdadero cristiano debiera alejarse de todo esto! Especialmente los ministros del Evangelio debieran escudriar su propio corazn y examinar las profundidades de sus motivaciones internas. Ningn hombre es digno de tener xito hasta que est dispuesto a fracasar. Ningn hombre es moralmente digno de tener xito en las actividades religiosas hasta que est dispuesto, a permitir que los honores del xito se atribuyan v se concedan a otro, si Dios as lo dispone. Es posible que Dios permita que Su siervo tenga xito cuando El le haya disciplinado hasta el punto donde l no necesite tener el xito para ser feliz. El hombre que est eufrico por el xito y desanimado por el fracaso es todava un hombre camal. En el mejor de los casos su fruto tendr un gusano. Dios permitir que Su siervo tenga el xito cuando haya aprendido que el xito no le hace ms amado de Dios ni ms valioso en el esquema total de las cosas. No podemos comprar el favor de Dios por la concurrencia de las multitudes, o por los convertidos, o por los nuevos misioneros enviados, o por las Biblias distribuidas. Todas esas cosas pueden realizarse sin la ayuda del Espritu Santo. Una buena personalidad y un conocimiento 25
astuto de la naturaleza humana es todo lo que el hombre necesita para tener un xito en los crculos religiosos de hoy. Nuestro ms grande honor reside en ser exactamente lo que Jess fue y es. Consiste en ser aceptado por quienes Le aceptan, en ser rechazado por todos los que Le rechazan, en ser amado por aquellos que Le aman, y ser odiado por todos aquellos que Le odian a l. Qu gloria ms grande pudiera esperarse de algn hombre? NOS podemos dar el lujo de seguir a Jesucristo en el fracaso! La fe se atreve a fracasar! La resurreccin y el juicio demostrarn ante todos los mundos quin gan y quin perdi! Podemos permitimos el lujo de esperar!
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Nadie podra poner en duda el intelecto brillante de Benjamn Franklin y, por cierto que Whitfield predic toda la verdad; sin embargo, no ocurri nada. Por qu? La nica respuesta es que Franklin tena luz sin tener vista. Nunca vio La Luz del Mundo. Para ver La Luz se requiere un acto de iluminacin interna operado por el Espritu Santo, algo que Franklin, evidentemente, nunca recibi. La operacin singular o nica del Espritu Santo es necesaria para la fe salvfica. El Evangelio es luz, pero nicamente el Espritu Santo puede impartir la vista! Cuando buscamos traer a los perdidos a Cristo, debemos orar de manera continuada que ellos puedan recibir el don de la vista! Y debemos confrontar nuestra oracin contra el espritu de las tinieblas que ciega los corazones de los hombres!
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Aceptando el universo
CUANDO THOMAS CARLYLE el historiador escocs, oy que Margaret Fuller haba decidido aceptar el universo se ri de buena gana. Bien, es mejor as!, grit de buen humor. Y ella lo haba aceptado. Y nosotros tambin lo aceptamos. La misma idea la expres mejor un hombre muy sencillo a quien se le pregunt cmo se poda mantener en tal estado sereno de tranquilidad constante a pesar de que se encontraba rodeado de circunstancias en nada agradables ni placenteras. Su respuesta fue tan profunda como sencilla: He aprendido, dijo, a cooperar con lo inevitable. La idea aqu expresada es tan sabia y prctica que se nos hace difcil comprender cmo nosotros, los Cristianos, hemos logrado hacerle caso omiso en nuestra vida diaria. Nuestra conducta y conversacin delatan que la desestimamos. Algunos de nosotros damos coces contra el aguijn toda la vida, siempre creyendo que estamos totalmente rendidos a la voluntad de Dios, como fue el caso de Saulo de Tarso antes de su conversin, segn Hechos 9:5. Algunos de los filsofos morales estoicos parecan haber conocido ms acerca de este secreto que muchos cristianos. Epteto, por ejemplo, nunca so guardar resentimiento contra las circunstancias, ni quejarse por su suerte en la vida. El hacerlo sera rebelarse contra Dios. Segn sus enseanzas, los hombres estn ubicados en un mundo sobre el cual no tienen ningn control y, por consiguiente, no son responsables a Dios por la direccin que asumen las cosas en el mundo. Lo que hacen los hombres malos no debiera molestar y perturbar la tranquilidad del hombre bueno. Esas cosas per-fenecen al mundo exterior. Es el mundo interior lo que importa, porque se es el nico mundo del cual somos responsables. Este mundo interior consiste en nuestros pensamientos y emociones, presididos por nuestra voluntad. A pesar del hecho que no podamos determinar nuestras circunstancias, podemos determinar nuestras reacciones. Y es all donde tiene que librarse la batalla y ganarse la victoria. Esto no es ensear el fatalismo, ni negar la libertad de la voluntad humana. Muy por el contrario, es afirmar categricamente esa libertad. Aunque no podamos controlar el universo, podemos determinar nuestra actitud hacia l. Podemos aceptar la voluntad de Dios dondequiera que ella se halla expresada y podemos dedicarle una actitud de resignada adoracin. Si mi voluntad es hacer la voluntad de Dios, entonces no ocurrir ninguna controversia ni discrepancia con nada que aparezca en l curso de mi diario caminar. Las inclemencias del tiempo, los vecinos desagradables, los defectos fsicos, las condiciones polticas adversas sern aceptadas como la voluntad de Dios para ese tiempo preciso y nos rendiremos a ellas provisionalmente, sujetos a tales alteraciones cuando a Dios Le plazca ordenarlas, ya sea por Su misma providencia soberana, o en respuesta a la oracin de fe del creyente. _E1 aceptar el universo no significa que hayamos de aceptar las condiciones malignas como inevitables sin .hacer ningn esfuerzo por mejorarlas. El ensear eso sera cancelar las enseanzas sencillas de las Escrituras al respecto. Cuando una situacin es contraria a la voluntad de Dios, y hay promesas claras al respecto en las Escrituras, es nuestro privilegio y obligacin orar y trabajar para producir un cambio. Si llegramos a enfermar, por ejemplo, no deberamos rendirnos a la enfermedad como algo inevitable, y no hacer nada. Ms bien deberamos aceptarlo como la voluntad provisional de Dios para ese tiempo y buscar la voluntad de Dios en cuanto a conseguir la recuperacin de nuestra salud. Lo ms grande es que no nos disgustemos ni nos irritemos contra nuestra enfermedad ni que la resistamos como algo que nos haya sobrevenido desde afuera de la voluntad de Dios. O si un examen de los hechos comprueba que nuestra enfermedad tuvo por causa alguna desobediencia nuestra a los mandamientos sencillos y claros de las Escrituras, solamente tenemos que confesarlo y hacer las enmiendas y tomar las medidas del caso indicadas en la Palabra. Esto nos traer de vuelta al centro de la voluntad de Dios y fijar de nuevo el rumbo de nuestra vida. Pero el incomodamos, impacientarnos e inquietarnos y quejarnos contra nuestra afliccin, como un animal cogido en una trampa, es perder el propsito disciplinario de Dios para nuestra vida. Dios sanar y alterar las condiciones, pero l no lo har para las almas irritables que inquietas muerden y roen la trampa de sus circunstancias y se llenan de lstima por sus propios sufrimientos. Aunque la oracin de fe nos permita apropiarnos de la omnipotencia de Dios y lograr muchos cambios maravillosos aqu abajo, hay algunas cosas que no puede cambiar ni siquiera la oracin. Estas residen fuera del campo de la oracin y deberamos aceptarlas con gratitud como la sabia voluntad de Dios para nosotros. Deberamos, por ejemplo, aceptar la sabidura de Dios en la naturaleza. En el transcurso de una vida podra haber miles de cosas que hubiramos deseado que fuesen distintas, pero el trmino deseado no se encuentra en el vocabulario o lxico del Cristiano. La palabra misma conlleva una rebelin displicente contra los caminos o maneras de Dios para con Su universo. Aceptemos ese universo!
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Por otra parte, acptese a s mismo. Aparte del pecado, que usted ha abandonado y que usted no quiere practicar ms, no existe nada en usted de lo cual debiera avergonzarse. Que usted sea quin es y lo que es; que usted haya nacido en su lnea hereditaria particular; que usted sea del sexo, raza, color y porte que sea; que usted haya nacido en este perodo de la historia y no en otros tiempos -por estas cosas agradzcale a Dios con toda sinceridad y acepte su estado divinamente designado y dispuesto-. No se enfade por ninguna circunstancia sobre la cual usted no tenga control alguno. Guarde su corazn con toda diligencia, y Dios se preocupar del universo! Es increble cunta paz proporciona al alma esta sencilla filosofa espiritual!
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Por tu causa!" Estas son las maravillosas palabras que cuando se encuentran en el corazn como tambin en la boca, convierten el agua en vino y todos los metales comunes en oro!
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Pensar de esta manera es confundir el tamao con la calidad; es creer en forma indigna del Dios Supremo Altsimo; es identificarle a l con la materia y hacerle un siervo del tiempo y del espacio; es degradar nuestro concepto de la Deidad y caer vctimas de la incredulidad. La verdad es que un alma hecha a la imagen de Dios es ms preciosa para El que todo el universo estrellado. La astronoma trata con el espacio y la materia y el movimiento; la Teologa trata con la vida y la personalidad y el misterio del ser. El cuerpo del salmista David, por ejemplo, aunque de tamao corriente, era tan pequeo que pudiera haberse escondido en una hendidura o cueva entre las montaas de Judea y no se le habra encontrado nunca ms, aunque los hombres lo hubieran buscado por mil aos. Ese es el tamao, y no es muy importante. Pero en un momento inspirado, David escribi el Salmo del Pastor! Esa es calidad, y cuan precioso es, puede deducirse del sonido de diez mil voces cantando ese salmo todos los domingos del ao alrededor del mundo! La Iglesia est dedicada a cosas que importan! La calidad importa! No nos dejemos extraviar por el tamao de las cosas!
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La verdad es para siempre la misma, pero las modas y los nfasis e interpretaciones varan. Es un pensamiento alentador que Cristo pueda adaptarse a cualquiera de las gentes de cualquier raza o edad. l dar vida y luz a cualquier hombre o mujer en cualquier parte del mundo sin distincin de sus nfasis doctrinales, o sus costumbres religiosas prevalecientes, siempre que ese hombre o mujer Le tome y confe en l sin reservas. El Espritu Santo nunca da testimonio de un argumento o debate acerca de Cristo, pero l nunca falla en dar testimonio a una proclamacin de Cristo crucificado, muerto y sepultado, y ahora ascendido a la diestra de la Majestad en las alturas. La conclusin de este asunto es que no debiramos suponer que tenemos toda la verdad y que no estemos errados en nada. Ms bien debiramos arrodillarnos en adoracin delante de los pies con las huellas de los clavos de Aquel que es la Verdad y Le honremos a El por medio de la humilde obediencia a Sus palabras!
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Refinado o eliminado?
NOSOTROS LOS CRISTIANOS deberamos poner cuidado en que nuestro Cristianismo sencillamente no refine nuestros pecados sin removerlos, o quitarlos, o eliminarlos. La obra de Cristo como Salvador es doble: salvar a Su pueblo de sus pecados como expresa Mateo 1:21, y reunido para siempre con el Dios con quien se haba enemistado por el pecado. El carcter santo de Dios requiere que l rehse admitir el pecado en Sn comunin. Por intermedio de la redencin que es en Cristo Jess, la misericordia puede perdonar al pecador que regresa y le puede colocar judicialmente fuera del alcance de la ley quebrantada: pero ni la gracia ilimitada ni la bondad infinita de Dios pueden hacerlo moralmente congruente o compatible para que un ser puro tenga comunin con uno impuro. Era preciso y necesario para conseguir la salud moral del universo que Dios dividiese la luz de las tinieblas y que l dijese al final a cada pecador, Apartaos de M, hacedores de maldad (Mateo 7:23). Este no es ningn pensamiento nuevo. Todos los telogos Cristianos han reconocido la necesidad de una limpieza o purga de las fuentes interiores de la conducta moral y el impartimiento de una naturaleza renovada al creyente antes que ste pudiera estar listo y en condiciones para tener comunin con Dios. Nuestros himnlogos tambin han visto y luchado con este gran problema -y gracias a Dios, tambin han encontrado la respuesta. El himnlogo Binney sinti el peso de este problema y lo defini junto con la solucin en un himno profundamente espiritual: Eterna Luz! Eterna Luz! Cuan pura el alma debe ser Cuando a la vista de Jess Puede con valor permanecer Y vivir, y verle en la cruz! Cmo puedo yo, en oscuridad. Con pobre y vil mentalidad Comparecer ante Dios Inefable, Y en mi desnudez y debilidad Percibir la Luz Incomparable? Hay un camino a la ascensin Hasta esa sublime morada: Ofrenda y sacrificio de expiacin. Energa del Espritu ganada. Abogado ante Dios en intercesin. La ofrenda y el sacrificio y las energas santificadoras del Espritu Santo, por cierto, son suficientes para preparar al alma para la comunin con Dios. Esto lo declara la Biblia y esto lo confirman diez mil veces diez mil testigos. El gran peligro reside en que nosotros supongamos que hayamos sido librados de nuestros pecados cuando en realidad nicamente hemos cambiado un tipo de pecado por otro. Este es el peligro que acecha a la espera de todos. No debiera desalentarnos, ni hacemos volver atrs, sino que debiera motivarnos a velar. Por ejemplo, deberamos tener cuidado que nuestro arrepentimiento no sea sencillamente un cambio de ubicacin. Aunque una vez pecbamos en la tierra lejana entre los cuidadores de cerdos, ahora guardamos la compaa de los individuos religiosos, considerablemente ms limpios y mucho ms respetables en su apariencia, pero no estamos ms cercanos a la pureza de corazn que antes. Nuevamente, el orgullo pudiera llegar a ser por su influencia religiosa una tranquila autoestima, cuidadosamente disimulada por un ordenado uso de las palabras de la Biblia que significaban todo para los que las emplearon en primera instancia, pero que slo sirven para cubrir y esconder un profundo amor propio que es para Dios una cosa odiosa e intolerable. El verdadero problema no se soluciona ni sanea as, sino que se cubre y sepulta. La chismosa y causante de problemas suele llegar a ser la consejera espiritual al convertirse, pero a veces una mirada ms de cerca revela que el mismo espritu inquieto e inquisitivo todava est all para molestar, al igual que antes de su conversin. Todo el asunto ha sido refinado y se le ha dado una apariencia religiosa, pero en la realidad no ha sucedido nada radical. Todava mantiene el mismo negocio, o puesto de venta, pero al otro lado de la calle. Ha habido cierto refinamiento del pecado, pero no ha sido removido ni eliminado. Este es el mtodo de mayor xito de Satans para entrar a la iglesia para causar debilidad, descarriar y dividir. Muchas transacciones de negocios que entre hombres mundanos tildaramos de prcticas inescrupulosas, las califica un Cristiano despus de orar al respecto como una espectacular respuesta a la oracin y una prueba de que Dios es un socio en el negocio. Estas son nicamente ilustraciones, con el motivo de mostrar cmo el pecado puede alterar sus apariencias sin cambiar su naturaleza, y no quiero que piensen que estoy en contra de los consejeros o comerciantes Cristianos que oran acerca de sus quehaceres. Todo lo contrario es la verdad. Aquella iglesia es bendecida en verdad que tenga algunas personas con el don de discernimiento a quien puedan recurrir los cristianos dbiles y atribulados para recibir ayuda en momentos de crisis. Y muy bendecido es el hombre de negocios hoy que haya 37
aprendido a orar para encontrar su camino entre la burocracia y los impuestos. Sin la ayuda de Dios, yo no veo cmo los hombres de negocios puedan mantener la razn en esta carrera de ratas que llamamos civilizacin. La tentacin de perdonar lo mejor de las ovejas y del ganado es muy fuerte entre todos nosotros. Como en el caso de Sal relatado en el primer libr de Samuel captulo 15, estamos dispuestos a matar las ovejas flacas y los bueyes viejos, pero Adn y el diablo se unen para persuadirnos a guardar con vida los animales ms gordos. Y muchos de nosotros caemos en la antigua trampa. Nos encariamos y guardamos como mascotas los animales que debiramos haber muerto y sus balidos y mugidos se escuchan en toda la Cristiandad. La voluntad He Dos es que el pecado sea removido, o eliminado totalmente, no meramente refinado! Caminemos en Su voluntad!
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mismos. Cuando la lista calmada de peticiones, y la corts y apropiada gratitud ocupan el lugar de la oracin cargada de emocin que encuentra difcil su expresin, deberamos tener cuidado del prximo paso, porque nuestra direccin es hacia abajo, lo sepamos o no. Las iglesias y las sociedades misioneras siempre deberan tener por delante el conocimiento que el progreso puede hacerse nicamente por los Ohs! y los ahs! de los corazones henchidos del Espritu Santo. Estos son los dolores de parto de la madre frtil que est por dar a luz. Para ellos no existe ningn substituto: ni planes, ni programas, ni tcnicas que pudieran surgir sin estas exclamaciones. Indican la presencia del Espritu Santo haciendo intercesiones con gemidos indecibles, que no pueden expresarse. Y ste es el nico mtodo de Dios en la iglesia local y en el campo misionero!
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A no ser que hayamos sido iluminados profundamente en el Espritu de la verdad, el paso del tiempo no nos ayudar, slo nos confirma en nuestra carnalidad. Existe tal cosa como la senilidad o vejez espiritual. Es el resultado natural del fracaso durante un perodo prolongado, que no hubisemos vivido a la luz de la verdad revelada; y cualquiera de nosotros pudiera deslizarse a este estado si no caminamos con humildad y preocupacin por nuestra situacin. Casi todo lo que los hombres valoran en nuestros das se ha desarrollado de algn prototipo primitivo arcaico: el automvil surgi de la rueda; el rascacielos, del arco de piedra: el avin supersnico, del cometa de papel; nuestro complejo sistema monetario, de la concha marina, o su equivalente en elementos de trueque; nuestros extremadamente complejos mtodos de comunicaciones, de los jeroglficos, o el tambor de la selva. Creo que seria posible trazar casi el 98 por ciento de los objetos que componen nuestra civilizacin moderna a sus prototipos originales primitivos. Sin embargo, afirmo con nfasis que nada nuevo importa, y nada que realmente importa puede modernizarse. Qu importa realmente despus de todo? Mi relacin personal con Dios importa. sta toma prioridad sobre todas las cosas. Podra ser que un hombre naciera en un hospital escptico, que recibiera su educacin en escuelas progresivas, que viajara en automviles con aire acondicionado, que durmiera sobre un colchn de espuma, que vistiera ropa de tela sinttica, que comiera alimentos vitaminizados, que leyera con lmparas fluorescentes, que hablara a travs de 18.000 kilmetros a un amigo al otro lado del mundo, que se librara de sus ansiedades tomando pldoras tranquilizantes, que muriera sin dolor con la ayuda de nuevas drogas y que se sepultaran sus restos en un parque tan hermoso como una escena campestre; sin embargo, de qu le aprovechar si ms adelante tendr que resucitar para confrontar en juicio a Dios, que no le conoce, y a Quien l tampoco conoce? Si llegase al final a presentarse delante de la Corte de la Justicia Eterna sin nadie que defendiese su caso, y que el individuo fuese desterrado perpetuamente de la presencia del Gran Juez, estara en mejor situacin ese hombre que si hubiera muerto un salvaje desnudo en las selvas de una remota isla? Ningn hombre puede darse el lujo de vivir y morir bajo la ira de un Dios a quien ha desagradado. Sin embargo, nombre algn producto descubierto o inventado que pudiera librarle de tal suerte. /Dnde puede encontrar seguridad el hombre? Le podra ayudar la filosofa? O la sicologa? O la ciencia? O el progreso? O los tomos? O las drogas maravillosas? O las vitaminas? No. El nico que puede ayudarle es Cristo, _y Su ayuda es tan antigua como el pecado del hombre y la necesidad humana. El aborigen desnudo est tan cerca a Dios (y tan lejos de l) como el que tiene un ttulo de doctorado en filosofa. Nada nuevo puede salvar mi alma; ni tampoco se puede modernizar la gracia salvfica. Cada uno de nosotros tiene que venir, al igual que vino Abel, por la sangre de la propiciacin y la fe demostrada en el arrepentimiento. No se ha descubierto ningn camino nuevo. El camino antiguo es el verdadero, y no existe un camino nuevo, sino El Cordero de Dios que fue inmolado antes de la fundacin del mundo. Unas pocas cosas ms importantes, pero comienzan en el mismo punto de partida de la salvacin, y de all proceden, y regresan de nuevo all. Esas cosas importantes son que confiemos en cristo de manera completa y cabal, que carguemos nuestra cruz todos los das, que amemos a Dios v a nuestros prjimos, que caminemos en la luz que Dios nos da para comprenderla; que amemos la misericordia, y caminemos rectamente; que cumplamos nuestro cometido o comisin como embajadores de Cristo entre los hombres; que crezcamos en la gracia y en el conocimiento de Dios, y que lleguemos al final de nuestra vida como una mazorca de maz madura en el tiempo de la cosecha. Estas son las cosas que importan. Estas cosas siempre son crticas o trascendentes; sin embargo, pocas personas las reconocen como tales. Es casi imposible en nuestros tiempos conseguir que la gente preste atencin a las cosas que importan. nicamente cuando los siervos de Dios se apartan de estas cosas serias y eternas para hablar de la poltica, o de los acontecimientos del mundo, o de los deportes, o de la ciencia, las vctimas nerviosas y desesperadas del tiempo y del espacio les prestan atencin. Sin embargo, esas verdades eternas son todo lo que ensea la Biblia, y son lo nico que estamos autorizados de proclamar!
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Sin embargo, me pregunto si todo esto no estuviera incluido en las palabras de nuestro Seor como las registra el Evangelio de Juan 16:13 y 14: Pero cuando venga el Espritu de verdad, l os guiar a toda la verdad; porque no hablar por Su propia cuenta, sino hablar todo lo que oyere, y os har saber las cosas que habrn de venir. l Me glorificar; porque tomar de lo Mo, y os lo har saber. El poseer una mente habitada por el Espritu Santo y que sea Su morada es el privilegio del Cristiano bajo la gracia, y esto abarca todo lo que he estado tratando de decir aqu!
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No sigamos a la defensiva
EN EL REINO DE DIOS la manera ms segura de perder algo es tratar de protegerlo, y la mejor manera de mantenerlo es soltarlo. La ley de mantener y guardar lo que rendimos y perder lo que defendemos lo revela nuestro Seor en Su declaracin clebre, pero poco comprendida: Si alguno quiere venir en pos de M, niguese a s mismo, y tome su cruz, y sgame (Mateo 16:24). Aqu se ve la discrepancia notable entre los caminos de Dios y los senderos de los hombres. Cuando el mundo quita sus manos de una posesin atesorada, alguien la agarra y desaparece. Por consiguiente, el mundo tiene que conservar defendiendo. As que los hombres almacenan los tesoros de su corazn, echan llave a sus posesiones, protegen su buen nombre con juicios de libelo o difamacin, se rodean con inventos, recursos, expedientes y ardides de proteccin de todo tipo y defienden sus costas y fronteras con poderosas fuerzas armadas. Todo esto est de acuerdo con la filosofa de Adn que nace y surge de su naturaleza cada y est confirmada por miles de aos de experiencia prctica. El desafiarlo acarrea el desprecio y el desdn de la humanidad; y, sin embargo, nuestro Seor lo desafi. Para ser especfico, Cristo no conden al mundo por defender lo propio; l se volvi y apart del mundo cado y habl de otro mundo totalmente aparte, un mundo donde la filosofa de Adn es invalidada y donde sus tcnicas son inoperantes. l habl del Reino de Dios, cuyas leyes son opuestas a aquellas del reino del hombre. Mucho antes que Cristo dictara Sus principios espirituales que debieran gobernar el Nuevo Reino, Dios haba dicho por boca de Su profeta en Isaas 55:8: Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos, dijo Jehov. Y Cristo dijo en Lucas 16:15: Vosotros sois los que os justificis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominacin. Entre las leyes espirituales y las leyes de la sociedad humana existe un gran abismo. En Su sabidura, Dios se mueve en Su alto camino de acuerdo a Sus propsitos eternos; el hombre avanza por su bajo camino como mejor puede, improvisando y embarrndolo sin ningn plan cierto ni seguro, esperando que las cosas resulten bien al final y casi siempre viendo frustradas sus esperanzas. El verdadero cristiano es un hijo de dos mundos. Vive entre hombres cados, recibe todos sus conceptos primarios de ellos, y desarrolla un punto de vista cado de la vida junto con todos los dems desde Adn en adelante. Cuando es regenerado e inducido a una nueva creacin, se le llama a vivir segn las leyes y principios que radican en el Nuevo Reino, pero toda su enseanza y sus pensamientos han sido segn el antiguo. Por esta razn, a no ser que el creyente sea muy sabio y dedicado a la oracin, es posible que se encuentre tratando de vivir una vida celestial basado en un modelo terrenal. Esto es lo que Pablo llam la vida carnal. Los problemas o puntos en disputa de la nueva vida Cristiana son influenciados por las respuestas automticas y soluciones de la vida vieja y por esa razn resulta confusin. Contra este trasfondo es fcil comprender por qu tantos Cristianos en forma instintiva e intuitiva se aferran a sus tesoros, defendiendo sus posesiones y luchando por su reputacin. Ellos estn reaccionando conforme a las maneras y los modales y modelos antiguos que haban seguido en forma natural por tanto tiempo. Requiere verdadera fe el comenzar a vivir la vida del Cielo mientras que el individuo est sobre la Tierra, porque esto demanda que nos remontemos por encima de la ley de la gravitacin moral e incorporemos en nuestra vida diaria la alta sabidura de Dios. Y debido al hecho que esta sabidura es contraria a la del mundo, es inevitable que surta y resulte el conflicto. Esto, sin embargo, es un precio pequeo que pagar por el privilegio inestimable de seguir a Cristo. Es de importancia vital que procedamos hasta el Espritu y dejemos de defendernos a nosotros mismos. Nunca me he encontrado con un Cristiano victorioso que viva a la defensiva, pero no puedo contar con cuntos Cristianos totalmente infelices me he encontrado, saltones y asustadizos, que estaban gastando y quemando sus energas en un esfuerzo vano de protegerse. Sus pobres almas deprimidas imaginan que alguien siempre est tratando, como ellos dicen, de engaarles, o hacerles una mala pasada. El resultado es ansiedad, resentimiento y una especie de hostilidad incipiente hacia todos los que se imaginan que quieren algo que ellos poseen. Mi consejo sincero a todas estas almas nerviosas es que entreguen y rindan todo a Dios y sigan tranquilos. Un cristiano verdadero no necesita defender sus posesiones, ni su posicin. Dios se encargar de ambos. Suelte sus tesoros y el Seor se los guardar para usted en la vida eterna. Si usted los guarda y se aferra a ellos, no le acarrearn nada ms que problemas, angustia y miseria hasta el final de sus das. Es mejor lanzar nuestro poco y nada a los cuatro vientos que envejecer amargado defendindolo. Es mejor que nos engaen un par de veces que desarrollar una suspicacia constante pensando que alguien est tratando de
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aprovecharse de nosotros. Es mejor que nos asalten la casa y no que pasemos el resto de nuestros das y noches sentados guardndola con un rifle en las rodillas. Rndalo, y lo mantendr. Defindalo, y lo perder. Esa es la ley del Reino y se aplica a todas las almas regeneradas. Podemos darnos el lujo de confiar en Dios: pero no podemos permitimos el lujo de no confiar en Dos!.
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que no tenga nada ms que cenizas al final. Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios escribi el profeta en el primer libro de Samuel 15:22. Slo me resta aadir que todo este trgico desperdicio y actividad malgastada es innecesaria. El cristiano creyente se deleita en cada momento en la iglesia, y los aprovecha bien. El Cristiano instruido y obediente se rendir a Dios tal como la arcilla se rinde en las manos del alfarero, y el resultado no ser derrochado ni nada ser malgastado, sino ser algo para gloria eterna!
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La transmutacin de la riqueza
LA BIBLIA TIENE mucho que decir acerca de la riqueza. Nuestro Seor trat el tema con toda franqueza, como tambin lo hicieron Pablo y otros de los autores del Nuevo Testamento. Lo que ellos dijeron est relatado y merece un estudio ms cuidadoso de lo que le presta la mayora de los cristianos. La riqueza, por supuesto, puede existir en muchas formas y en varios niveles. Una cosa podra ser valiosa en s misma, o podra no tener ningn valor intrnseco, pero se le puede atribuir un valor arbitrario y, por consiguiente, podra llegar a ser un tesoro muy apreciado y apetecido entre los hombres. Por ejemplo, sera difcil concebir que de nada menos valioso en s mismo que una concha marina sin valor, por consentimiento comn con esa concha se pudiera adquirir patatas y cerdos, cosas que tienen valor real para la alimentacin y la sobrevivencia de la gente de ciertas islas que subsisten de esos productos. Y por cierto que nadie pudiera imaginarse que un billete de banco, o un cheque tuviera algn valor aparte del que se le atribuye por ley y costumbre. Una forma de riqueza para la cual se puede presentar poca excusa consiste de bagatelas a las cuales se les ha atribuido un valor enteramente artificial, tales como las antigedades, los autgrafos, y las primeras ediciones de libros. Estos objetos constituyen riqueza nicamente en las mentes de unas pocas personas, pero debido al hecho que es la gente ms pudiente y rica, saciada y hastiada de muchas cosas, esos juguetes o curiosidades suelen venderse a precios fabulosos o desorbitantes. Otra forma de riqueza consiste en esos humildes artculos de primera necesidad para la vida humana sobre la tierra: el trigo, el aceite, los vegetales, las frutas, la lana, el agua, la madera; y stos no deben ser despreciados ni siquiera por la persona de mentalidad ms celestial. Son los dones de Dios y debieran ser recibidos con mansedumbre y gratitud! Otros tesoros de los ms finos son los pertenecientes y pertinentes a nuestra condicin fsica, tales como la salud, la vista, el odo; los tesoros de la mente, tales como la libertad, la amistad, el amor, la tranquilidad; los tesoros estticos, tales como la msica, la literatura y todas las cosas buenas y bellas. Por encima de stas, e incomparablemente mayores que cualquiera de las mencionadas, o todas ellas juntas, estn los tesoros eternos en los lugares celestiales de los cuales habl Cristo en Su Sermn del Monte en Mateo captulo 5, y los cuales el Apstol Pedro describe en su Primera Epstola 1:4 como una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los Cielos para vosotros. Estos tesoros llegan a ser ms reales para nosotros mientras ms nos acerquemos a la unin consciente con Dios, y las formas ms bajas de la riqueza pierden su valor correspondiente. Nuestro Seor identific las formas ms altas de la riqueza en Mateo 6:33 como el Reino de Dios y Su justicia. Esto abarca casi todo lo que el hombre redimido pudiera desear a travs de las edades eternas. Sin embargo, no exista en las enseanzas de Cristo nada de esa mendicidad voluntaria que consideraba los bienes terrenales como malos. Esto se desarroll mucho ms tarde entre los monjes y los anacoretas. Surgi de una falta de comprensin de las palabras de nuestro Seor, o bien fue pedido prestado del budismo. Cristo con toda franqueza reconoci el valor de la comida y la bebida y la ropa. l las llam todas estas cosas. Les asegur a Sus seguidores que el Padre saba que ellos las necesitaban, y les prometi que l se las dara como un premio, o aadidura a todos los que buscasen primero las riquezas ms altas. (Vase Mateo 6:25 a 33). Debido al hecho que Cristo conoca la tendencia del corazn humano de apegarse demasiado a los bienes terrenales, l les advirti y amonest contra ello. Las cosas que el Padre nos da deben estimarse meramente como provisionales, y nunca considerarse como nuestros verdaderos tesoros. El corazn siempre regresa a su verdadero tesoro, y si un hombre considera que el maz es una forma real de riqueza, su corazn estar donde tenga su maz. Muchos hombres tienen su corazn encerrado en una bveda de banco, y muchas mujeres tienen su corazn en su caja de joyas, o en sus abrigos de pieles. Es una gran tragedia moral cuando algo tan maravilloso como el corazn humano descansa sobre la Tierra y fracasa al no remontarse a sn lugar que le corresponde en Dios en el Cielo! El tesoro, dicho sea de paso, puede descubrirse por medio de esta prueba cudruple: (1) Es lo que ms atesoramos. (2) Es lo que menos quisiramos perder. (3) Es aquello a lo cual se vuelven nuestros pensamientos con mayor frecuencia cuando estamos libres para pensar a entera libertad de nuestra voluntad. (4) Es aquello que nos proporciona el mayor placer. Una de las glorias de la religin Cristiana es que la fe y el amor pueden transmutar los valores ms bajos a los valores supremos y ms altos. Las posesiones terrenales pueden tornarse en tesoros celestiales. Es as: Un billete de veinte dlares, sin valor en s mismo, puede transmutarse para comprar leche y huevos y fruta para alimentar a nios hambrientos. Los poderes fsicos y mentales, valiosos en s mismos, pueden transmutarse en valores incluso ms altos, tales como un hogar y una educacin para una familia. El lenguaje humano, uno de los mismos dones de Dios a la humanidad, puede convertirse en consolacin para los deudos, 48
o esperanza para los desconsolados, y puede elevarse ms alto y transformarse en oracin y alabanza al Dios Altsimo. Una cosa tan baja como el dinero, sin embargo, puede transmutarse en tesoros eternos. Puede convertirse en alimento para los hambrientos y ropa para los pobres; puede mantener a un misionero trabajando activamente ganando a los hombres perdidos a la luz del Evangelio y en esta forma transmutarse en valores celestiales. Cualquier posesin temporal puede tornarse en riqueza eterna! Todo lo que se d o entregue a Cristo, .l lo toca, o transmuta inmediatamente a la inmortalidad! Hosanna a Dios en las alturas!
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En vista de todo esto, cuan sabio es el hombre que ha hecho del Dios de Jacob su esperanza y ha buscado su refugio en la Roca de los Siglos! El cristiano ha repudiado un mundo que nicamente puede dar validez a sus amenazas y ha huido para buscar refugio en el Salvador, quien le espera largo tiempo antes de cumplir Sus amenazas, pero est presto en cualquier momento a cumplir una promesa. Es posible que los grandes hombres de la Tierra hayan desdeado al cristiano despus de todo. Cuando arribe el gran da, el cristiano podr pararse como Abraham sobre la llanura en llamas y mirar el humo que asciende de las ciudades que se olvidaron de Dios. Ni la ciencia, ni el conocimiento son capaces de apagar los fuegos del juicio en ese da, pero un cristiano puede lanzar una mirada furtiva al Calvario y saber que su juicio ya ha pasado!
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La comunin de la hermandad
UNA COSA QUE de manera instantnea llama la atencin al lector inteligente del Nuevo Testamento es la naturaleza comunal de la fe Cristiana. Los pronombres sociales, nosotros, ellos, nos, se encuentran por todas partes. El ideal de Dios es una comunin de fe, una comunidad Cristiana. l nunca quiso que la salvacin fuera recibida y disfrutada por el individuo aparte de la compaa y comunidad mayor de los creyentes. Es verdad que para cada uno tiene que haber un encuentro personal con Dios, y con frecuencia ese encuentro toma lugar en la soledad y el silencio del aislamiento. En ese momento sagrado tienen que estar nicamente Dios y el alma individual. La operacin misteriosa de Dios en la gracia de la regeneracin y Su obra posterior de la uncin del Espritu Santo son transacciones de tal altura personal que ningn tercero puede conocer y comprender lo que est ocurriendo. Hay otras experiencias profundas y enteramente internas que no pueden compartirse con nadie: Jacob en Betel y Peniel, Moiss en la zarza ardiente, Jesucristo en el huerto, Juan en la isla de Patmos son ejemplos bblicos, y las biografas Cristianas revelan muchos ms. Una comunidad de creyentes tiene que componerse de personas que se han encontrado con Dios en la experiencia personal. No importa cuan grande sea la familia, cada hijo tiene que nacer en forma individual! Incluso los gemelos o trillizos tienen que nacer uno a la vez. Lo mismo ocurre en la iglesia local. Cada miembro tiene que nacer del Espritu Santo en forma individual. No se le debera escapar al lector que aunque cada nio nace por separado del resto, nace en una familia, y despus de eso vive en la comunidad del resto del hogar. Y el hombre que viene a Cristo en la soledad de su arrepentimiento personal y su fe tambin nace en una familia. A la Iglesia se la llama la familia de Dios, y es el lugar ideal para criar a los cristianos jvenes. Tal como un nio no crecer, ni se desarrollar para convertirse en un adulto normal si se ve obligado a vivir solo, tambin el Cristiano que se aisla de la comunin con otros Cristianos sufrir gran dao y perjuicio en su alma como resultado de su aislamiento. Dicha persona no puede esperar su desarrollo normal. Se encontrar con demasiado de s mismo y no suficiente de otras personas; y eso no es bueno en absoluto. Dios nos ha creado para que nos necesitemos el uno al otro. Deberamos entrar a nuestro cuarto de oracin y orar a nuestro Padre Celestial en secreto, pero cuando terminemos de orar, deberamos salir y regresar donde est la gente. Es aqu donde nos corresponde estar. El vivir dentro de la familia religiosa no significa que aprobemos todo lo que all se hace y ocurre. Los profetas de Israel se vieron obligados muchas veces a reprender y advertir a su pueblo, pero nunca se alejaron del seno del judasmo. El mismo Cristo acudi al templo o sinagoga todos los das sbado y ador con el resto de las personas. Los reformadores y evangelistas de los avivamientos posteriores a los tiempos bblicos invariablemente vivieron cerca de la gente. Los ms solitarios y severos de todos tenan su compaa de almas afines en quienes encontraban ayuda y consuelo cuando sus corazones dolidos lo requeran. Su ejemplo no conlleva la autoridad de la verdad revelada, pero s provee una regla que bien deberamos seguir. Nadie tiene bastante sabidura para vivir solo, ni es bastante bueno, ni tiene fuerzas suficientes. Dios nos ha hecho en gran grado mutuamente dependientes el uno del otro. De nuestros hermanos podemos aprender a hacer cosas, y a veces podemos aprender cmo no hacer las cosas. El mejor de los cantantes necesita su maestro para evitar que sus defectos se vuelvan crnicos. El predicador que nicamente se escucha a s mismo pronto aceptar que aun sus peores idiosincrasias sean marcas y seales de excelencia. Necesitamos escuchar a otros para aprender qu debemos corregir en nosotros. Esto tambin es verdad con respecto a los aspectos morales y espirituales dentro del crculo de la familia Cristiana. Un cristiano dbil y lleno de faltas, sin saberlo, puede evitar e impedir que le sigamos en su estilo de vida, y todo santo recto y fructfero dentro de nuestro crculo de comunin se convierte en un aguijn o acicate para estimularnos e impulsarnos adelante hacia una vida ms perfecta. Despus de nuestra necesidad de Dios, nos necesitamos los unos a los otros ms que cualquier otra cosa. Nosotros somos Sus ovejas, y es nuestra naturaleza vivir con el rebao. Y tambin, es bueno que recordemos que si por un momento perdemos de vista al Pastor, lo nico que tenemos que hacer es seguir donde va Su rebao para encontrarlo de nuevo. El Pastor siempre permanece con el rebao!
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sus vidas una comprensin que abarcaba lo divino. Ellos no se sentan solitarios en un mundo de leyes impersonales como estn los hombres hoy. Dios estaba cerca a ellos, y todo en el Cielo y sobre la Tierra les aseguraba que ste era el mundo de Dios y que l gobierna sobre todo. Una vez escuch a un obispo metodista contar que cuando l era un joven ministro le llamaron junto al lecho de una anciana, a quien, obviamente, le restaban pocas horas en este mundo. El obispo admiti que l estaba bastante asustado, pero la santa anciana se encontraba totalmente relajada y radiante de gozo. l trat de condolerse con ella y murmur algo acerca de la tristeza que senta porque ella tena que morir, pero ella no le permiti seguir hablando. Dios le bendiga, jovencito, le dijo con gozo; no hay nada que temer. Solamente voy a cruzar el Jordn en pocos minutos, y mi Padre es el dueo de los terrenos en ambas riberas. Ella comprenda acerca de la unidad de todas las cosas!
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reconciliado en Su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de l (Colosenses 1:21 y 22). El nuevo nacimiento nos hace partcipes de la naturaleza divina. All comienza la obra de deshacer la disimilitud entre nosotros y Dios. Desde all progresa la amistad por la operacin santificadora del Espritu Santo hasta que Dios est satisfecho. Esa es la Teologa de la Presencia de Dios, pero como ya he dicho, incluso el alma regenerada puede a veces sufrir del sentimiento que Dios est lejos de l. Qu debera hacer entonces? Primero, el problema puede residir en nada ms que un quiebro o rompimiento temporal en la comunin consciente con Dios debido a cualquiera de un medio centenar de causas. La cura es la fe. Confe en Dios en las tinieblas hasta que vuelva a irradiar la luz. Segundo, si persistiera el sentido de aislamiento remoto a pesar de la oracin y lo que usted percibe como la fe, mire y considere su vida interior para encontrar las evidencias de actitudes erradas, malos pensamientos, o faltas de temperamento o disposicin. Estas son muy distintas a los atributos de Dios y crean un abismo sicolgico entre usted y Dios. Deshgase de todo mal, crea, y el sentido de la presencia y cercana de Dios sern restaurados! En primer lugar. Dios nunca estaba lejos!
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El trabajo y la adoracin
PARA COMPRENDER la importancia relativa del trabajo y la adoracin es preciso conocer la respuesta a la pregunta familiar: Cul es el fin y propsito principal del hombre? Es difcil mejorar la respuesta que nos entrega el Catecismo de Westminster: Glorificar a Dios y disfrutar de l para siempre, aunque, por supuesto, esto constituye slo un bosquejo y necesita ampliarse bastante si se ha de convertir en una respuesta completa y satisfactoria. El propsito primordial de Dios en la creacin fue preparar seres morales espiritual e intelectualmente capaces je adorarle a l. Esto ha sido tan vastamente aceptado por los telogos y los expositores bblicos a travs de los siglos que no har ningn intento de probarlo aqu. Se ensea en forma total y cabal en las Sagradas Escrituras y se ha demostrado con abundantes pruebas que Dios vive en los corazones de los santos. Con certeza podemos recibirlo como un axioma, y podemos proseguir desde ese postulado. En un tiempo Dios existi en la perfeccin inefable de la belleza con la presencia nica de las Personas del Dios Trino para conocerse y amarse mutuamente. "Cuando el Cielo y la Tierra no existan, Y el tiempo an no transcurra, T en Tu inefable majestad Vivas y amabas en soledad." Entonces Dios trajo a la existencia todas las cosas Porque en l fueron creadas todas las cosas, las que estn en los Cielos y las que estn sobre la Tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de l y para l (Colosenses 1:16). Cuan maravillosa es la Creacin, La obra que hiciste con bendicin! Pero cunta ser la sin par hermosura de Tu inefable L eterna dulzura!" Dios es la esencia de toda belleza, la fuente de toda dulzura espiritual que pueda conocerse, o que sea anhelada por los seres morales. Dios puede amarse a S mismo con un amor santo e inefable, el cual nosotros, criaturas cadas, podemos contemplar nicamente con rostros velados y del cual nos atrevemos a hablar nicamente con reverencia silenciosa y con admisin humilde de todo, excepto ignorancia total. Por ese desastre moral conocido en la Teologa como la cada del hombre, un orden entero de seres fue arrancado con violencia de su lugar debido en el esquema creacional y, literalmente, fue volcado al revs. Las criaturas humanas que haban sido creadas para admirar y adorar a la Deidad, se apartaron de l y comenzaron a verter su amor, primeramente, sobre s mismos y, entonces, sobre cualquier objeto barato y chilln que encontraran sus concupiscencias y pasiones. El primer captulo de Romanos describe el camino del corazn humano por la pendiente hacia abajo desde el conocimiento de Dios hasta la idolatra ms degradada y los pecados de la carne. La historia es poco ms que el relato de los pecados del hombre, y los peridicos no son nada ms que un comentario al respecto. La obra de Cristo en la redencin, a pesar de todo su misterio, tiene un fin sencillo y comprensible: es restaurar a los hombres a la posicin de la cual cayeron y traerles de nuevo a ser los admiradores y amantes del Dios Trino. Dios salva a los hombres para convertirlos en adoradores. El gran hecho central ha sido vastamente olvidado hoy, no por los liberales y las sectas nicamente, sino por los cristianos evanglicos tambin. Por enseanza directa, por historia, por ejemplo, por presin sicolgica obligamos a nuestros nuevos convertidos a ir a trabajar para el Seor. Descartando el hecho que Dios los ha redimido para hacer de ellos adoradores, les lanzamos al servicio, como si el Seor estuviera reclutando obreros para un provecto en vez de buscando restaurar seres morales a una condicin donde ellos pudieran glorificar a Dios y disfrutar de Su presencia para siempre. Esto no es decir que no haya trabajo que realizar; por cierto que lo hay, y Dios en Su amor condescendiente obra en y por intermedio de Sus hijos redimidos. Mateo 9:38 y 39 nos mandan orar al Seor de la mies que l enve obreros a Su campo de trabajo. Lo que estamos desestimando es que nadie puede ser un obrero si no es primero un adorador. El trabajo y la labor que no nacen, ni surgen, ni proceden de la adoracin son ftiles y vanos y slo sern madera, heno y hojarasca en el da en que las obras de todos los hombres sern probadas Podra declararse como un axioma que si no adoramos, nuestro trabajo no es aceptable. El Espritu Santo puede obrar nicamente por intermedio de un corazn que adora y por ningn otro medio. Podemos hacer todos los movimientos y engaarnos a nosotros mismos por nuestra actividad religiosa, pero estamos preparndonos para una desilusin chocante algn da. Sin lugar a dudas que el nfasis en la enseanza Cristiana hoy debera ser sobre la adoracin. Existe poco peligro que lleguemos a ser meramente adoradores y seamos negligentes en cuanto a las implicancias prcticas del Evangelio. Nadie puede adorar a Dios por mucho tiempo en espritu y en verdad antes de sentirse obligado 57
a responder al servicio santo y que ese llamado se haga irresistible. La comunin con Dios conduce directamente a la obediencia y a las buenas obras! Ese es el orden divino y jams puede invertirse!
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LOS PENSAMIENTOS. Nosotros los cristianos tenemos que tomar en consideracin el tremendo poder que reside en los pensamientos sencillos y comunes. Hemos permitido que nos priven y roben un precioso tesoro por las murmuraciones y chchara de misteriosos y horripilantes ocultistas y seudorreligionistas que le conceden importancia excesiva a la mente humana, o sea que la ponderan demasiado, o bien hay otros que no la comprenden en absoluto, ni la cotizan para nada. De la compaa de ellos nos hemos vuelto y apartado, a tal grado que nos hemos olvidado que un hombre se convertir al final en lo que sus pensamientos activos lo hagan. No es demasiado decir que ningn cristiano haya cado en algn pecado, en el que primero no se haya permitido pensar con creciente deseo. Y todas las almas santas conocen cunto han significado las meditaciones espirituales para su xito total en su vida interior. Como el hombre piensa en su corazn, as es.
Por supuesto que hay muchos ms, pero stos se encuentran entre las fuerzas mayores que moldean nuestras vidas. Para resumirlo todo, el Cristiano sabio se aprovechar de todos los medios propiamente tales de la gracia y todas las influencias ennoblecedoras y purificadoras que Dios en Su providencia haya ubicado a nuestro paso. Por el contrario, evitar toda influencia degradante y huir de esas fuerzas que conducen al mal. Slo tiene que cooperar con Dios al abrazar el bien! Dios mismo har el resto!
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de corazn en la forma de una religin llena de placeres, segn el modelo del mundo, pero realizada en el nombre de Jess. As dice la misma gente que afirma creer en la Segunda Venida de Cristo. La historia revela que los tiempos de sufrimiento de la Iglesia han sido tambin los tiempos en que se miraba hacia arriba- La tribulacin siempre ha templado al pueblo de Dios y le ha alentado a esperar y a anhelar el retorno de su Seor. Nuestra preocupacin presente por este mundo pudiera ser una advertencia de das amargos en el futuro. En alguna forma u otra, Dios nos ya a destetar para que no nos amamantemos ms de este mundo; a la buena y de manera fcil, si fuera posible; a la mala y por tiempos difciles, si fuera necesario. De nosotros depende!
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Si usted realiza estas cosas con fe y amor, conocer la paz, pero ser la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. Conocer el gozo, pero ser el gozo de la resurreccin, no la felicidad irresponsable de los hombres que insisten en los deleites carnales. Conocer el consuelo de la morada interna del Espritu Santo que con frecuencia brotar como un manantial de agua en el desierto, no porque usted lo haya buscado, sino porque usted se propuso cumplir la voluntad de Dios a cualquier precio. Podemos darnos el lujo de sufrir ahora! Tendremos una larga eternidad en la cual gozarnos! Y nuestro gozo ser vlido y puro, porque llegar en la forma debida en el momento preciso!
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