Operacion Claridad-Valeria Zurano

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CLARIDAD

Mencin especial de
hanz polilla
III Concurso de
Poesa y Prosa Potica
TODO POTICO (2008-9)
V a l e r i a Z u r a n o
operacin
2
Anotaciones sobre el ttulo


Operacin Claridad fue un operativo que implement el Gobierno
Militar de 1976, en Argentina, a partir del Proceso de
Reorganizacin Nacional, en el cual deba reunirse informacin
para combatir los focos subversivos, a travs de la vigilancia, la
identificacin, y el espionaje sobre personas del mbito educativo y
cultural. Esta operacin llev a cabo la censura, la prohibicin, la
quema de libros, las listas secretas y listas negras, en donde
incluyeron 231 nombres del ambiente cultural, artstico, educativo,
estudiantil y periodstico. La desaparicin y el exilio de personas
que figuraban en estos archivos secretos, los cuales bajo ningn
motivo deban ser conocidos, fueron hallados en 1996.

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Memoria y testimonio


Lo primero que llama poderosamente la atencin en este libro es
cmo golpean brutalmente sobre una nia los procesos sociales de
los cuales son absolutamente responsables los adultos, sacndola
del entorno que le corresponde en el derecho de sus juegos y edad.
El percibir de los sentidos de este ser que va comprendiendo en el
avance hacia la adultez, el horror que significa la privacin de su
inocencia.

los hombres uniformados espiaban desde los pastizales nos
pararon en los bordes del camino revisaron el equipaje revolvan las
valijas pesquisaron las ropas y los lpices de colores cayeron al piso
queran saberlo todo pens en la abuela que me los haba
regalado nos miraban sagaces pidieron documentos pens en
los techos de las casas que pintara pens en la abuela en la muerte ms
que nunca en la abuela luego seguimos hacia la capital y pap
manejaba en silencio

Con los ojos muy abiertos, la nia observa y graba en su mente
acontecimientos que conformarn inevitablemente su visin de
vida, vida que nace desde ese instante, presurosa al camino de la
madurez, viendo el real entorno que se le present.
En la actualidad, la escritora que cuenta con treinta y tres aos supo
reflejar poticamente una visin de los procesos ocurridos.

Operacin Claridad, tal cual el ttulo del libro, fue un aparato
coercitivo organizado desde el Gobierno Militar, que puso en
marcha una de las tcticas estratgicas, para acallar la voz de una
importante parte de la Sociedad Argentina. Una poca que da
profundamente la democracia, desestabiliz toda norma de respeto
por la vida. Fundamental testimonio este ver, indistintamente de
la edad y las ideas de quienes tuvieron el destino de existir en ese
tiempo, entre ellos, el ser nios. Ya lo dice su autora en la
presentacin, lo importante que es para ella este viaje a la memoria.

Valeria Zurano va rescatando de la evocacin (afortunadamente la
memoria existe) en un lenguaje fluido: imgenes, acontecimientos
de la existencia de un sector del proletariado, nos hace partcipes de
los oficios en el quehacer del lugar y sus habitantes. Hechos,
situaciones, elementos, que nos reflejan la imagen local, la forma de
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vida. Tambin los pjaros, los juegos, los recuerdos que habitaron la
casa familiar, la solidaridad. La faena en un pueblo capaz de tomar
lo nico que tiene y forjar los sueos, interrumpido por la cruel
realidad que llega a entorpecer ms an el desarrollo de la
existencia. La orfandad de la gran casa sin concebir el por qu de
aquello que sucede.

En una particular expresin de prosa potica, la autora maneja la
palabra caracterizada, entre otras, especialmente por la supresin
deliberada de ciertas formas gramaticales, dando con ello
connotacin especial al desarrollo mismo del tema, llevando, de
esta manera, al lector en un temple por momentos vertiginoso y
hacindonos partcipes de las situaciones vividas.

Las imgenes ntidas de los sucesos narrados combinados en vuelo
potico homogneo nos hacen valorar no solamente la esttica
literaria que contiene esta prosa potica, y que apreciamos como
testimonio histrico social, que la autora nos entrega sin
resentimientos sino con esencial respeto por la vida.

Esta lectura nos remite a deliberar sobre otros procesos en pases
del hemisferio Sur de Amrica, que como procesos de esta misma
trama, dejan una experiencia humana de las transformaciones
violentas: la imposicin, el temor, el terror, la prdida de valores
esenciales.

Ya nadie va a venir a visitarnos le dije a mam un da cuando se neg a
cocinar manzanas asadas nadie volver a atravesar el umbral de la
entrada repet la familia pensara que salimos de viaje los vecinos
que estbamos muertos no tendremos visitas ni llamarn a la puerta
espiarn por las rendijas y vern pramos golpearn sus manos y
ladrarn los perros estamos perdidos sentenci estamos perdidos
por eso era necesario el perfume de las manzanas cubiertas de azcar.

Mi pap llevaba un plato de comida hacia el stano lo dejaba a un
costado de la puerta el aire fro y lgubre de aquel hueco invada el
resto de la casa una mano tomaba enrgicamente el plato el vaso un
trozo de pan siempre la racin a un lado de la puerta como si se
tratara de un condenado a muerte cuando todos estbamos
condenados al mismo sufrimiento y en silencio lo sabamos.

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La prosa potica impregnada de imgenes nos hace partcipes de la
labor diaria, las cotidianas vivencias, desde los minsculos y
elementales objetos y situaciones.

Los secretos de las canteras las arenas de las rocas iban y venan
atravesaban da y noche las silenciosas calles del pueblo no haba
descanso ni alma que estuviera ajena a las explosiones a los sismos
un pueblo que hubiera tenido que unir la realidad para comprender que
estbamos en guerra

Testimonio esencial es este libro, entre otros de nuestra Sociedad
Latinoamericana, en los cuales los nios se ven enfrentados a un
mundo ajeno de seguridades necesarias, a la imposibilidad del
natural desarrollo de sus edades.

..tena miedo mucho miedo de que le hicieran dao a mis muecas que
vinieran por ellas que me separaran de ellas que les arrancaran sus
hermosos sueos de muecas de trapo

Nuestras gratitudes a la autora por este recorrido a su infancia en los
contenidos que nos entrega. Documento que contribuye a
reflexionar, no slo sobre el presente de una vida digna en derechos
y posibilidades, sino a velar constantemente por las generaciones
que conformarn el futuro de la Sociedad Latinoamericana.


Magdalena Fuentes Zurita
Santiago de Chile, 2009
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A modo de Prlogo o Introduccin


No es de mi agrado esbozar una especie de prlogo o suerte de
introduccin explicando lo que uno mismo escribe, sin embargo,
estas palabras tienen la certera intencin de reivindicar la memoria
de la infancia. sa que a veces es cuestionada o puesta en duda por
el mundo de los adultos. Como si los adultos fueran los nicos
capaces de atesorar recuerdos veraces. Es ms, los acontecimientos
y las percepciones que se consolidan en la infancia forman parte de
los mitos indispensables para la construccin de un ser reflexivo,
capaz de construir un dilogo interior rico y autntico. Si la
memoria estuviera liberada de compuertas y represiones podramos
ir ms all del recuerdo, tal vez, llegar a ese espacio donde el
tiempo no existe.
Visitar el pasado nos permite encontrar respuestas sobre preguntas
que se enuncian en el presente. El tiempo pertenece a los nios,
justamente porque es la etapa de nuestras vidas en la que menos
conciencia y formulacin tenemos de l.
El psiclogo alemn Carl G. J ung, dice: El tiempo es un nio que
juega como un nio. Yo soy uno pero contrapuesto a m mismo, soy
joven y viejo al mismo tiempo...

En este libro emprend el viaje de la remembranza. Es decir, que no
slo invoqu el pasado, sino que viaj hacia l, fui a su encuentro y
permit que tambin l se desplazara hacia m.
La memoria de aquellos momentos es fidedigna, probablemente
porque la sensibilidad de un nio es difana, y goza de cierta
despreocupacin en cuanto a obtener algn inters provechoso de
los hechos.
Inevitablemente el tiempo hace lo suyo, la memoria termina
sufriendo ciertos desgastes naturales, sin embargo, hay una
reminiscencia innegable que est unida por fuertes cuerdas al
espritu. La poesa es uno de los caminos para refrescar y recobrar
los tiempos que algunas veces parecen postergarse.

En los das de mi niez, mis padres y yo, vivamos en un pueblo
llamado Sierras Bayas, ubicado en la Ciudad de Olavarra, al Sur de
la Provincia de Buenos Aires. All, la mayor parte de las personas
trabajaban en la produccin de cemento. La fbrica divida a la
poblacin en sectores. Nosotros vivamos en el sector bajo de la
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ciudad, desde ese lugar pude comenzar a construir mi propia casa,
enlazada con el juego y la inocencia de la infancia, las distintas
percepciones, la manera consternada de mirar a los otros.

Despus, regresamos a la Ciudad de Buenos Aires. Una tarde
jugbamos con un primo en las calles de la casa de mi bisabuela,
espibamos por las rendijas del portn verde del Olimpo
1
, teniendo
un conocimiento diferente sobre lo que suceda, y desconociendo al
mismo tiempo la exactitud de lo que ocurra en ese lugar. Mi primo
temeroso me susurr al odo; ac estn matando a las personas.
En ese instante comprend que mi conocimiento sobre la realidad
estaba emparentado con el horror y la desesperacin de ser apenas
una nia ante situaciones terriblemente injustas.

La niez transcurri conjuntamente con el momento ms aciago del
pas, por ende la construccin de este libro demand un trabajo
silencioso, donde fui hilando el pensamiento y la mirada translcida
de la infancia.
Recorrer esos tneles siempre es una cuestin de eleccin personal,
la sensibilidad humana es complicada de codificar, para lo cual es
necesario observar a cada persona como lo que es; un ser nico, con
un mundo nico. El respeto y la verdad son valores indispensables
para intentar comprender la heterogeneidad de la vida.
Siempre se trata de una eleccin personal. Una decisin que al
abordarla puede entregarnos las llaves de lo profundo. Una decisin
que si se evade nos condenar eternamente a permanecer en la
comodidad de la superficie.


Valeria Zurano
Buenos Aires, marzo de 2008





1
"El Olimpo" fue un centro clandestino de detencin ubicado al oeste de la
ciudad de Buenos Aires, barrio de Vlez Sarsfield entre las calles Olivera, Ramn
Falcn, Lacarra, Fernndez y Rafaela. El centro tena en la entrada un cartel que
deca "Bienvenido al Olimpo de los Dioses. Los Centuriones". El centro slo
funcion durante seis meses, desde agosto de 1978 a enero de 1979, sin embargo
all fueron alojados 700 detenidos de los cuales sobrevivieron solamente 50.
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Un nio y un cuchillo, enamorados carne y hierro, buscan en el alma la
selva que los salve.
Aromas y llantos boca de hielo sobre cicatriz de pureza.
Ir a devorar temblores ir la tierra alzando mares.
Sueo del nio que muere en su Casa de Silencio en el cielo del espanto,
hierba de tristeza amor de nadie.

Miguel ngel Bustos
(1932 - desaparecido en 1976)
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A mi madre

Cuando digan el nombre de ese pueblo dirn el nombre del mundo
cuando piensen en los que ya no estn invocarn a los vivos
cuando entiendan la sombra de esos largos aos sabrn que el
dolor ha trasmutado all constru el pequeo universo de
los que siempre vuelven.

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ALGUIEN VINO A VISITARNOS
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La sirena de la fbrica anunciaba el amanecer como si fuera el triste
final de una nueva vida como si se tratara de un barco soltando el
puerto de la memoria para perderse en los mares del olvido
entonces el pueblo se pona en marcha.


El silencio de una ciudad haciendo la gran mentira del mundo
escondiendo la verdad de los muertos maniatando a los recin
nacidos no hubo remordimientos porque no existi nunca el ojo
que fuera capaz.


Los habitantes giraban para dar vida al cemento las manos de mi
padre esculpan el destino en los fragmentos de las rocas todos
los caminos conducan al gran portn verde de la cementera las
manos de aquel hombre de cemento.


Los secretos de las canteras las arenas de las rocas iban y
venan atravesaban da y noche las silenciosas calles del pueblo
no haba descanso ni alma que estuviera ajena a las explosiones a
los sismos un pueblo que hubiera tenido que unir la realidad
para comprender que estbamos en guerra.


Los pobladores dorman sobre el himno gris de las cenizas una
foto con los rostros de la cementera en esos ojos las cenizas de
los huesos un pueblo cubierto con la msica misteriosa de lo
quieto los hombres de la fbrica en el retrato del pasado el
cemento que para vivir necesitaba de los sueos de esos hombres.


El pueblo de cemento la piedra ancestral juzgando la oportunidad
del trabajo de vivir aplastados por el peso de la historia por seguir
sacrificando da tras da la libertad.


En ese momento no hubo palabras para decir todo era escuchado
los pjaros en la ventana el viento en las maderas de la casa las
voces de los otros narrando el mundo haciendo la infancia el
cuchillo ocupando los espacios del abismo interior.
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La sombra de un hombre se acerca por el camino que llega hasta la
casa la polvareda de la siesta lo envuelve el sol a veces lo hace
invisible alguien ha venido desde lejos a visitarnos alguien
ha regresado para hablarnos de los muertos.

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EL SILENCIO NECESARIO
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Acordate pequea mueca cuando nos abrazbamos buscando
reparo en ese rincn de sbanas gastadas que colgaban de la silla y
te deca que sa era nuestra casa nuestro pequeo e insignificante
mundo el lugar donde podamos construir nuestro propio
infierno.


Se haban equivocado yo quera levantar una mano y tatuarla en
el sol mientras mam cerraba para siempre el stano de la casa.


Los nios desde el otro lado del alambrado tal vez un costado
cruel del mundo bajo el sol inventaban un juego oculto con la
perversin del momento alguien les haba enseado la crueldad
el tiempo en la tarde se estiraba como el dolor de la piel ardiendo en
el alambre de pas.


Debajo de la sombra del ciruelo mi madre lavaba la ropa las
manos batan el jabn y encrespaban su imagen en el espejo del
balde el rostro de la tarde en las manos de una mujer que se
deshizo como la espuma.


La radio se escuchaba desde el otro lado de la habitacin igual que
en este domingo donde el tango atraviesa las paredes tristes del
recuerdo y trae en su letra el olor a casa aeja la sombra
nostlgica de lo que no pudimos ser.


Rara vez salamos del pueblo hacia la ruta y emprendamos el viaje
de madrugada los hombres uniformados espiaban desde los
pastizales nos pararon en los bordes del camino revisaron
el equipaje revolvan las valijas pesquisaron las ropas los lpices
de colores cayeron en el piso queran saberlo todo pens en
la abuela que me los haba regalado nos miraban sagaces pedan
documentos pens en los techos de las casas que pintara
pens en la abuela en la muerte ms que nunca en la abuela
luego seguimos hacia la Capital y pap manej en silencio sin dejar
de mirar hacia atrs.

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Repeta una y otra vez en mi mente las palabras que deba callarme
nadie dijo que lo hiciera pero yo presenta que era un silencio
necesario una forma de adorar la vida en silencio.


Esta infancia era el gran sntoma del genocidio tena miedo
mucho miedo de que le hicieran dao a mis muecas que vinieran
por ellas que me separaran de ellas que les arrancaran sus hermosos
sueos de muecas de trapo.
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LOS ABUELOS
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Desde la ventana miro el cuerpo de aquella mujer que cuelga las
ropas en la soga el cielo parece descender sobre su coronacin
sus manos tienden las nubes aunque no lo sepa sus manos
acarician el algodn de esas nubes cuando acerco una silla a la
ventana y me subo para poder espiar el alma de mi madre.


Estbamos tan solos en esa casa vieja donde las maderas crujan y
faltaban las ventanas era una casa que estaba debajo de la tierra
una casa que estaba por encima de nosotros como si fuera una
lpida.


Haba nombres que no podan decirse nombres que estaban
guardados junto con los libros debajo de los pisos sabamos que
estaban all respirando golpeando da tras da la culpa de los
sobrevivientes.


Sala por la maana a poblar de diminutos pasos el jardn un
lugar donde los rboles y los pastos altos dorman el sueo de la
chatarra las sbanas blancas tendidas al sol se agitaban como
velas de barcos mientras los peces traan sonidos que se
quedaban titilando en la red del alambrado.


Esperaba y corra por la casa para que llegaran los abuelos haca
canciones mientras venan en camino los imaginaba golpeando
las manos en la puerta ansiaba el momento en que la abuela abra
el bolso para extraer del fondo las galletitas dulces y los caramelos
de miel.


El da domingo una paloma se posaba sobre la cabeza de mi padre
teja en sus prpados un nido de placidez despus del almuerzo
los tres bamos a dormir l y el ave indefensos felices se
aferraban al nido mientras navegaban las aguas azules de los
sueos.


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De noche la luz de la lmpara nos mostraba la miseria en las
paredes de la casa Ellos pensaban en los que haban quedado
guardados con el secreto de los muros mientras yo intentaba
comer con las manos la ltima racin de arroz y descubra en las
paredes las sombras de sus cuerpos.


Una tarde los abuelos llegaron con un triciclo rojo de regalo
entonces at un carrito a la parte de atrs guard las dos muecas un
trompo de madera y emprend el viaje mientras caa el sol el
mismo carrito que an sigo arrastrando el mismo viaje que llega a
destino.

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LA SOMBRA DE UN RBOL
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Lentamente mi madre pegaba hojas secas en una cartulina blanca
esparca el engrudo sobre el papel y pareca acariciar la superficie
como si fuera su rostro de nia luego colgaba las cartulinas
sobre las paredes una cerca de la ventana la otra al costado de la
puerta tomaba distancia para observarlas yo la vea lejos
soando un mar de hojas.


Llevaba un chocolatn derretido en los pliegues de mis manos y asa
el domingo al vrtigo de una hamaca mientras las risas de los otros
nios me desbordaban haba dejado de sentir la voz del viento
entonces present que algo terrible estaba pasando.


Una luz dbil ilumina sobre la mesa el tazn de mate cocido y la
figura de mi padre que se sienta pero no es cierto es la
sombra de un rbol que se inclina por el viento un da de tormenta y
bebe de los charcos la palabra anudada en la garganta.


Era una gran exigencia el silencio pensar detenidamente cada
palabra que poda ser dicha cuando la dicha de la infancia era
cuestionada por el juego dictador y perverso de la locura del
escuadrn de escorpiones que se ocultaban debajo de las piedras.


No me dejes escondida en las dolorosas llagas de tus manos no me
dejes acunada en el foramen de tu pecho no me dejes dormida en la
complacencia de que al final no ha pasado nada cuando el eco del
miedo an sigue golpeando a mi puerta da y noche.

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TIEMPO DE SIEGA
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Mam tomaba mate los ojos verdes escapaban de su rostro y la boca
abrazaba la bombilla mientras ambas escuchbamos esa cancin
triste de las tardes de otoo que ejecutan las hojas mientras se
espera.


Cualquiera saba que hubo que callar sobre el destino del piano de
mam un piano acariciado por manos desconocidas con melodas
de extensos cancioneros y ejecutando los sueos de una
mujer que lea partituras en la salsa de tomate.


Era el tiempo de la siega cortando la lluvia que se vea desde la
ventana el tiempo de pensar que era precioso crecer hacia
adentro era el tiempo de la siega pero mis manos crecan mis
brazos crecan mis piernas crecan y era el tiempo de la siega
la lluvia me estaba mirando iban a venir a buscarnos.


En las noches de verano escuchaba el sonido distante de un piano
la msica lenta y apesadumbrada palpitaba en la oscuridad como si
fuera un fantasma bailando aunque todo fuera tan triste aunque
danzramos apenados por la culpa de vivir as haciendo la
dicha de la infancia.


A veces desconoca el motivo pero sbitamente apagaban las luces
y las respiraciones cesaban como lucirnagas perdindose en la
espesura de la noche jugbamos a que nadie viva para
simular la muerte y rasguar con vehemencia el deseo de ser parte
de ese mismo aire que nos delataba.


Hubiera querido dejar una carta debajo de la almohada y salir a
recorrer los caminos de mi infancia nicamente con lo puesto
con esos zapatitos nuevos que me haba regalado el padrino en la
historia familiar que tambin era la historia de un pas.


Adnde vamos abuelita te pregunto me gustaba cuando tus
manos se entrelazaban para crear el pan el mismo pan que va a
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alimentarme y a dejarme sola para siempre la masa que har la
semilla de otros panes en mi conciencia de otras manos que surgen
a partir del alimento adnde vamos abuelita cuando los das
me han quitado la fortuna de abrigar tus manos en la hora ms
helada adnde vamos abuelita desterradas de las tardes
perfumadas por el pan confinadas a esas vidas sin importancia
adnde vamos abuelita adnde.
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MANZANAS ASADAS
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Me escond detrs de la cortina tema una traicin ese silencio
esa conspiracin en nombre de alguien esa forma de presentir el
ardid el engao creciendo ese silencio obligado cocieron
mi pequea boca como si fuera un sapo la costura del miedo
entrando en la carne la familia zurca con cierto encanto como si
fueran las telas del remordimiento las costureras sujetaban
los brazos buscando la puntada final.


Era la siesta sigilosa de 1978 la calma vistiendo el aire que entraba
como un punzn en el cuerpo el recuerdo del calor se funde en
una calle donde el polvo arremolinaba el exilio los brazos
frgiles de esta nia que haba muerto con mi nombre sujetaban un
trapito de repente el viento el calor la luz trajo las voces
agonizantes que escapaban de esos rostros que la nia muerta
intentaba ocultar bajo el lienzo.


En nombre de esa cruzada debimos dejar la casa salir a caminar
por el campo bajo la luz de las estrellas el campo nos hunda
lentamente en su secreto nocturno mientras las lucirnagas bajaban
el cielo a la tierra y entonces los libros prohibidos palpitaron
a pesar de que alguien le contaba a mis padres sobre cmo las
llamas devoraban las hojas sent que la oscuridad nos dola
como nunca.


Ya nadie va a venir a visitarnos le dije a mam un da cuando se
neg a cocinar manzanas asadas nadie volver a atravesar el
umbral de la entrada repet la familia pensara que salimos de
viaje los vecinos que estbamos muertos no tendremos visitas ni
llamarn a la puerta espiarn por las rendijas y vern pramos
golpearn sus manos y ladrarn los perros estamos perdidos
sentenci estamos perdidos por eso era necesario el perfume de
las manzanas cubiertas de azcar.
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EL ESCONDITE
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La sombra de una sombra ha pasado en la penumbra sobre la pared
de mi sueo trajeron a alguien a altas horas de la noche
crujieron las maderas los murmullos el movimiento de los cuerpos
las respiraciones sofocadas nadie pintaba sobre la pared de mi
sueo mariposas de colores nada viva en el stano de la casa
nada ni nadie podr olvidar las mariposas de colores que aparecan
en el stano cuando apagaban la luz.


Mi pap llevaba un plato de comida hacia el stano lo dejaba a un
costado de la puerta el aire fro y lgubre de aquel hueco invada
el resto de la casa una mano tomaba enrgicamente el plato el vaso
un trozo de pan siempre la racin a un lado de la puerta como si
se tratara de un condenado a muerte cuando todos estbamos
condenados al mismo sufrimiento y en silencio lo sabamos.


Dej que mi ojo esa mirada escudriante se deslizara por el tnel
metlico de la cerradura el olor del stano pasaba por el nfimo
espacio como si fuera un torrente de viento de un lugar ajeno y
distante como si fuera la selva oscura y frondosa colmada de
insectos de animales salvajes de una brisa que permitiera adivinar la
cercana de un salto de agua pero un silencio profundo denso
mortuorio un silencio de niebla espesa se escuchaba mas all de la
cerradura y de repente el corazn de alguien lata conjuntamente
con el mo la bomba del miedo a punto de estallar alguno
deba correr y no me detuve hasta el escondite dos sillas y una
sbana debajo del ciruelo.


Los insectos revelaban la informacin en mis odos cuando jugaba a
la gran guerra del mundo y todos podamos ser crueles menos ellos
les perdonaba la vida a cambio de las palabras confesadas
comenc a cuidarlos para que nada les sucediera cuando supe que
estbamos unidos eternamente y entonces eran ellos los que me
perdonaban la vida.


Esta era la historia que haba heredado reflejada en el espejo de mi
alma ese espejo al que le cuestionaba el destino cuando tena un
presagio espantoso es la historia y el espejo el nosotros y ellos
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haciendo la desgracia del mundo la estada del universo
doliendo en el reflejo del rostro de esa nia que haba muerto.


No puedo fingir esa felicidad a costa de ignorar de quedarme ciega
de entregarme a las vueltas desquiciantes de los brazos de otros
nios no pude olvidar lo que saba lo que haba visto lo que
present no pude salvar mi infancia la dej abandonada para
cantar el ardor de otros.
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LA LTIMA CENA
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Un llanto dbil se escucha escurrirse por las rendijas en la noche de
las puertas es algo que debe olvidarse a la maana es un llanto
suave y ntido como las gotas de roco es un extrao sollozo que me
envuelve triste y me hace buscar el rastro de la conciencia una
mujer llora desconsoladamente en el stano.


Como un fantasma la mujer atraves el pasillo de la casa
comimos los cuatro hundidos en la mesa perdidos en el fondo del
plato mientras yo intentaba dispersar la mirada de ese rostro lvido y
acongojado Ella clav sus ojos negros en mi vista pude
ver la palabra el rayo resplandeciendo en esa noche profunda y
misteriosa.


Al rato adulteraron el caf y todos bebimos complacidos el viento
haba llegado para llevarse las palabras de la mesa el viento nos
acariciaba las espaldas como si estuviera sellando el destino sobre
nuestras vidas.


Nos quedamos en la cocina despiertos toda la noche Ella tena
un nombre que no era cierto y jugaba con los rulos de mi pelo para
olvidar la angustia los tres se miraban silentes sus rostros
cansados lvidos a la luz de la lmpara afuera la luna se
contemplaba en la montaa de chatarra adentro hablaron de la
luna del trabajo de esta infancia de lo que estaba prohibido decirse.


A la maana las tazas an trasnochaban sobre la mesa la puerta
del stano estaba entornada la mujer haba partido todava sus
pasos continuaban marcados sobre la gramilla del jardn todava la
niebla del amanecer retena su silueta alejndose en silencio el
mismo silencio que la haba trado el mismo silencio que a partir
de esa noche sell para siempre el centro de mi pecho.


En vano imagin su figura sobre aquellos lugares que haba
ocupado como si su cuerpo fuera la evidencia de la historia y
sus ojos resumieran el miedo y la tortura en vano dibuj su
itinerario por el pueblo nadie volvi a verla nunca.
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Valeria Zurano naci en Buenos Aires, Argentina, en 1975. Ha
editado los libros: Barco en Llamas (poesas y cuentos) de forma
independiente con el sello Escritores Independientes Unidos en
2003. Las Damas Juegan Ajedrez (poesa en prosa) con Editorial
Alcin en 2007. El Gran Capitn - Crnica de un viaje al Litoral
(poesa en prosa) en Chile con la Editorial Ediciones Cortina de
Humo, en enero de 2008. El libro de las hormigas (poesa) Editorial
Cortina de Humo. Chile, 2009.
Fue seleccionada para integrar la antologa: Voces con Vida, I
Concurso de Cuento Breve, Saln del libro Hispanoamericano
Ciudad de Mxico, Ao 2009. Trnsito de fuego, seleccin de
jvenes poetas latinoamericanos 1972-1990, por la Casa Nacional
de las Letras
Andrs Bello,
Caracas 2009,
Venezuela.
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