Jacotot o El Desafio de Una Escuela de Iguales
Jacotot o El Desafio de Una Escuela de Iguales
Jacotot o El Desafio de Una Escuela de Iguales
INS DUSSEL*
RESUMEN: El libro de Rancire es un texto provocador para los pedagogos. A travs de la historia del maestro Jacotot, que dice que puede ensearse sin saber, se despliega un tratado sobre la igualdad, tejido a travs de la crtica a las relaciones pedaggicas que construy la modernidad. La critica tiene dos lneas: por un lado, la educacin escolar y profesoral es vista como embrutecimiento, en contra del mito pedaggico que siempre se crey igualitario y emancipador; y por otro, se cuestiona la figura del intelectual crtico como reproductor de la misma desigualdad que critica. La intervencin de Rancire es bienvenida en un debate educativo crecientemente despolitizado, virado a las didcticas tecnocrticas, y donde las urgencias del hambre y la violencia dificultan pensar en otras proyecciones politico-educativas. Palabras clave: Rancire. Pedagoga. Igualdad. Intelectual crtico. Jacotot. JACOTOT OR THE CHALLENGE OF A SCHOOL OF EQUALS ABSTRACT: The ignorant schoolmaster, by Rancire, is a provocation to any educator. Through the story of Jacotot, a schoolmaster who claimed that no knowledge is needed to teach, Rancire wrote a treatise on equality based on a critique of the pedagogical relationships produced by modernity. His critique is twofold: on the one hand, in contrast with the pedagogical myth that always thought of itself as emancipating and egalitarian, he describes the teacher and professor education as stultifying. On the other, he sees the critical intellectuals as reproducers of the very inequality they criticize. This intervention of Rancire is welcome in an educational debate less and less politicized, dominated by technocratic
FLACSO,
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pedagogies, and where the urgency of hunger and violence makes it difficult to think about renewing the educational policies. Key words : Rancire. Pedagogy. Equality. Critical intellectual. Jacotot.
omentar el texto de Rancire es una tarea ardua para una educadora que est contenta de serlo. Ya desde sus primeras pginas, El maestro ignorante provoca incomodidad a cualquiera formado en la tradicin pedaggica y comprometido con alguna forma de transmisin de saberes, ms o menos escolar o acadmica. El ensayo (o ms bien fbula, como la llama su traductora al ingls, Kristin Ross) que el filsofo Jacques Rancire escribi sobre la aventura educativa de Joseph Jacotot a principios del siglo XIX, cuestiona todos los presupuestos sobre los que se basa la razn pedaggica moderna. Jacotot dice, para horror de los pedagogos: no hace falta saber para ensear. Una se pregunta qu anduvo diciendo y escribiendo todos estos aos. Imagina tambin la cara de espanto de quienes lean el libro en las facultades de educacin. Pero hay ms, porque la hereja de Jacotot sigue. No quiere educar a sus alumnos para que sean acadmicos que buscan la verdad; lo que vale es que sean sujetos libres, con una inteligencia emancipada, que no se sienta inferior a ninguna. No hay un saber mejor que otro: no importa que el maestro no sepa matemtica o pintura, slo es necesaria la voluntad de emancipar a los sujetos para ensearles a ser libres, que puede aprenderse por la matemtica, la pintura o la literatura, o cualquier otro saber. Jacotot denuncia: el profesor, defensor del orden de saberes y poderes actual, es un embrutecedor de inteligencias, porque slo busca garantizar su superioridad subordinando la inteligencia y capacidades de los otros. El maestro ignorante, al contrario, al no tener el saber sabio del profesor, al suponer a sus alumnos como iguales, puede ensearle a los otros a usar sus propios saberes, esto es, a desarrollar sus capacidades de comparacin, de contrastacin, de argumentacin. Puede ensearle al alumno, nio o adulto, rico o pobre, hombre o mujer, que l o ella puede aprender si trabaja y se dedica, si pone su voluntad en juego. Porque, para Jacotot, todos tenemos la misma capacidad de inteligencia; es la voluntad la que la subordina, la que la distrae, la que la sujeta. Pero, quin es este Jacotot que Rancire redescubre ahora? Como tantas otras biografas de la poca, su historia lo lleva adonde va la revolucin. Profesor de retrica en 1789, Jacotot se suma a la
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Educ. Soc., Campinas, vol. 24, n. 82, p. 213-219, abril 2003
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rebelin y se convierte en artillero, militar, secretario del ministro de Guerra, profesor de matemtica, ideologa, lenguas muertas y derecho, director de la Escuela Politcnica. Hacia el final de la era napolenica, es elegido diputado de la convencin, y debe exiliarse con la restauracin borbnica de 1815. Y es en su estancia en los Pases Bajos que Jacotot descubre, por accidente, un mtodo de enseanza que permite, dice l, la emancipacin intelectual, cuando empieza a ensear francs sin saber nada de cmo ensearlo y, peor an, sin saber una palabra de flamenco para hablar con sus estudiantes. Usa al Telmaco de Fnelon, porque consigue una edicin bilinge que permite comparar palabra por palabra ambos idiomas; y les dice a sus alumnos que lo estudien, que comparen, que verifiquen, que compongan lo que entienden. Sus alumnos lo sorprenden escribiendo en francs. Jacotot dice: podra haber sido cualquier texto. Podra haber sido cualquier enseanza. Lo que import fue mi voluntad de ensearles, de que podan aprender. Los consider como iguales, y aprendieron. Jacotot llama a su mtodo la enseanza universal, edita libros sobre la enseanza de la lengua materna, la lengua extranjera, la msica y la matemtica,1 entre otros, y funda una revista, el Journal de lmancipation intellectuelle. Tiene discpulos, escribe libros, y hasta dirige una escuela militar. Pero sabe que la emancipacin es tarea de un hombre con otro hombre (as, en masculino), y que las instituciones sociales no toleran bien a los hombres libres. Jacotot es interesante porque fue testigo de cmo se gestaron y cmo sucumbieron los ideales igualitarios de 1789, y a pesar de eso sigui sostenindolos. Dice Rancire sobre Jacotot:
su locura fue haber percibido (...) (que el suyo) era el momento en que la joven causa de la emancipacin, la de la igualdad de los hombres, era transformada en la causa del progreso social. ...... Jacotot fue el nico igualitario que percibi la representacin e institucionalizacin del progreso como un renunciamiento de la aventura moral e intelectual de la igualdad, y a la instruccin pblica como lo que qued del duelo de la emancipacin. (1991/2002, p. 184)
Jacotot asiste a esta nueva configuracin de los saberes y los poderes que desembocarn en la escuela pblica obligatoria, en la universidad estatal, en la pedagoga ilustrada. Y tiene bien en claro las jerarquas que instauran, las exclusiones que las fundan, las injusticias que causan.
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Vale la pena dejarse inquietar por este texto provocador. La fbula de Jacotot, contada por Rancire, es un impresionante tratado sobre la igualdad, tejido a travs de la crtica a las relaciones pedaggicas que construy la modernidad. Ese primer anudamiento entre educacin y desigualdad pega duro al corazn del mito pedaggico, que siempre se crey igualitario. Plantear que la educacin ha servido para embrutecer y eternizar las desigualdades es ir contra dos siglos y medio, al menos, de polticas y reflexiones pedaggicas que sostuvieron estar haciendo lo contrario. Pero es precisamente la radicalidad de su crtica lo que permite al texto de Rancire volver a colocar en el centro de las preocupaciones la cuestin de la igualdad. Una igualdad que, en el debate educativo latinoamericano, est acorralada por hambres urgentes que dicen que slo hay que ocuparse de dar de comer, y por la amenaza de muertes prematuras, siempre violentas, que sobrevuela las escuelas, cuyo dramatismo dificulta pensar en otros plazos, otras construcciones, otras polticas. Una igualdad que tambin est borroneada por las retricas de la equidad y la educabilidad que pululan en los discursos educativos, que sacaron hace rato de sus presupuestos la posibilidad de considerar a los pobres, los marginales o los perdedores como iguales y se conforman, en el mejor de los casos, con gerenciar la crisis y silenciar los conflictos. Aunque no tuviera ms mritos que se, el ensayo de Rancire ya hara un aporte fundamental al recolocar a la igualdad en el centro del debate pedaggico contemporneo. El segundo anudamiento entre educacin y desigualdad que plantea Rancire pasa por la figura del intelectual crtico, del intelectual emancipador, que en la Francia de 1820 y 1830 estaba representado por los Boutmy, de Giradin o Saint-Simon, y en la Francia de 1980 en la que escribe Rancire por Althusser y Bourdieu. Este anudamiento tambin es inquietante para quien se reconoce heredera de las tradiciones crticas. El profesor que se anuncia como emancipador de las mentes, dicen Jacotot-Rancire, est reproduciendo la misma jerarqua desigual de saberes y poderes; sigue sin renunciar a ubicarse en el escaln superior de las inteligencias, sealando el conocimiento y el mtodo verdaderos, despreciando la inteligencia de los otros. El intelectual crtico no desmantela las jerarquas; antes bien, las consagra, aunque sea por medio de la condena y la crtica. Al denunciar que los pobres y marginales son privados del nico conocimiento que vale, que es el que l detenta, eterniza la desigualdad y la divisin del trabajo que garantiza su lugar de privilegio.
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Lo interesante, a nuestro juicio, de la postura de Rancire es que no se deja tentar por el populismo, por poner arriba a quien estaba abajo en la jerarqua y viceversa. Busca desarticular esa relacin polticopedaggica no invirtindola sino construyendo otra, con el predominio de la poltica y la voluntad por sobre el saber sabio. No est claro qu saberes portar ese intelectual, si ser poltico, filsofo, o poeta. En otra seccin, Rancire dice que la comunidad de iguales ser una sociedad de artistas, porque los artistas hacen, hablan de lo que hacen, y transforman sus obras en formas de demostrar que la humanidad est en ellos tanto como en otros (idem, ibid, p. 104 ss.). Es esta base igualitaria y este hacer lo que seduce a Rancire como proto-ordenamiento de los saberes y los poderes. Hay que sealar que Rancire construye su texto de una manera extraa. No siempre resulta fcil distinguir quin habla, y eso tambin lo hace atractivo y desafiante. Rancire teje sus palabras en las frases de Jacotot, a quien llama, a veces l, a veces sus fuentes, el Fundador, el Maestro. Es un monlogo a dos voces, una voz con eco, un texto que habla con el pasado, con la herencia de la revolucin de 1789, y con la Francia que sigue a 1968, con las pedagogas progresistas y crticas, con el poder estudiantil y el poder profesoral. En esa confusin de voces, pareciera a veces que no importa si Jacotot existi o no, si las conmovedoras frases del Journal de lmancipation intellectuelle fueron alguna vez publicadas; al final de cuentas, como el Telmaco de Fnelon, el libro es una excusa para incitarnos a pensar, a contrastar, a construir un sentido. Jacotot dijo que la enseanza universal no iba a triunfar, pero tampoco iba a perecer. No poda hacer escuela, pero seguira escuchndose. Quiso poner en su epitafio: Creo que Dios cre al alma humana capaz de ensearse a s misma, y sin un maestro. (Idem, ibid, p. 190). Jacotot fue el Maestro que no era maestro, o que no quera serlo; el maestro que no quera fundar una escuela. Pero puede haber una enseanza sin maestro? Y tambin, puede haber un maestro sin escuela? Rancire parece responder la primera pregunta negativamente: no hay enseanza sin maestro, aunque la enseanza de ese maestro sea distinta a la didctica o la pedagoga que estamos acostumbrados a ver, y tenga ms que ver con transmitir una voluntad, una posibilidad, una confianza en que el otro es un igual y puede llegar por s solo adonde yo, el maestro, he llegado. Los artesanos flamencos que aprendieron el francs podan aprender solos, pero fue la accin de Jacotot de decirles que eran capaces de aprenderlo la que
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les abri el camino. La igualdad fue un punto de partida y no es un punto de llegada, y ese acto de igualarlos fue producido por un maestro. La segunda pregunta, para Rancire, tiene una respuesta taxativa: la escuela institucionaliza, ordena, subordina, y por lo tanto desmantela la emancipacin intelectual que procuraba Jacotot. Se puede ser maestro sin escuela; ms an, se debe serlo, porque la nica forma de mantener el ideal igualitario es resistir al formato escolar-acadmico que desiguala. El tono taxativo, hasta esencialista (la escuela es) de Rancire clausura la posibilidad de pensar en otras formas de escuela que produzcan otros efectos, formas que pueden estar en accin hoy o que merezcan ser creadas. Pero se es tambin uno de sus grandes mritos: la poltica es la prctica de afirmar la posicin propia rompiendo la lgica del arch; esto es, la poltica es un evento iniciado por individuos o grupos que insisten que la configuracin de un cierto ordenamiento poltico est equivocado. (Panagia, 2001, p. 1). Es esta denuncia de que hay un clculo mal hecho, de que hay una injusticia que no se est escuchando, de que hay que volver a pensar sobre la justicia de ese orden, lo que define a la poltica, an cuando no haya una solucin propuesta. La intervencin de Rancire es plenamente poltica, y es bienvenida en un debate educativo crecientemente despolitizado, dominado por las didcticas tecnocrticas. La obra de Rancire nos ayuda a pensar en nuestros alumnos como iguales, iguales no porque estn inmersos en la misma situacin desesperada y sin ley que nos horizontaliza sino porque tienen un lugar de pares en la sociedad ms justa que queremos. Nos hace plantear que hay lugar para ellos en este mundo, no por un acto caritativo sino porque los creemos iguales, capaces, valiosos para nuestras vidas. Y aqu concluimos con Rancire: Es cierto que no sabemos si los hombres son iguales. Estamos diciendo que pueden serlo. Esta es nuestra opinin, y estamos tratando, junto con los otros que piensan como nosotros, de verificarlo. Pero sabemos que este pueden serlo es lo que vuelve a la sociedad humana posible. (1991/2002, p. 107). Recebido e aprovado em fevereiro de 2003.
Nota
1. Es interesante la observacin de Rancire sobre el libro de enseanza de la matemtica segn el mtodo de enseanza universal: obra en la que, manteniendo el hbito frustrante del maestro, no hay una sla palabra de matemtica (1991, 2002, p. 145-146).
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Confrntese esta observacin con los tratados de didctica especializada actuales. De qu hablaran si hubieran mantenido el mismo hbito?
Referencias bibliogrficas
PANAGIA, D. Ceci nest pas un argument: an introduction to the ten theses on politics. Theory and Event, Baltimore, v. 5, n. 3, p. 1-5, jul. 2001. Disponvel em: <http://muse.jhu.edu/journals/theory_and_event/ v005/5.3panagia.html> RANCIERE, J. The ignorant schoolmaster: five lessons in intellectual emancipation. Translated by Kristin Ross. Stanford, CA : Stanford University, 1991. (Em portugus: RANCIERE, J. O mestre ignorante. Belo Horizonte: Autntica, 2002.).
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