Lesbianas en America Latina Mujeres en Red
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de introduccin: identidades lsbicas en Amrica Latina Ser lesbiana en Latinoamrica tiene muchos significados, el principal es la posicin poltica de las que se nombran como tales. La construccin de la identidad lsbica implica la conciencia de la discriminacin histrica del ser lesbiana; en la medida en que esta palabra tiene connotaciones negativas en la sociedad, la mayora de las mujeres que aman a otras mujeres y que tienen relaciones sexo-afectivas con ellas no desean denominarse con esta palabra. Como afirma Alfarache, el nombre es una marca identitaria que posiciona a las mujeres en el mundo y ante los otros, desde la cual las mujeres definen tanto su autopercepcin como sus relaciones con las y los dems (Alfarache: 2003, 242). El proceso de nombrarse implica pensarse en el contexto de una sociedad cuya norma es la heterosexualidad obligatoria para mujeres y hombres (Rich: 1999), y las consecuencias que trae consigo transgredirla. Segn Adrienne Rich: La existencia lesbiana comprende tanto la ruptura de un tab como el rechazo hacia un modo de vida obligatorio. Es un ataque directo o indirecto a los derechos masculinos de acceso a las mujeres (Rich: 1999, 189). Ser lesbiana significa tambin romper con el modelo de mujer de sociedades patriarcales como las latinoamericanas; es en ese sentido que Monique Wittig dice que las lesbianas no somos mujeres por no cumplir con la normativa heterosexual (Tron: 2003). El objetivo de este artculo es mostrar rasgos de la situacin social, organizativa y legal de las lesbianas en Amrica Latina y el Caribe que permitan a las personas que lean conocer un poco ms acerca de esta realidad. Para ello, partiremos de una posicin poltica identitaria que pretende deconstruir una identidad esencialista que niegue las diversas formas que existen de ser lesbiana, sobre todo si se asocia a una nica forma biolgica de ser mujer; de hecho, existen personas con cuerpos diferentes a los concebidos tradicionalmente (personas transgneros) que se identifican a s mismas como lesbianas. Por supuesto que no pretendemos en este artculo ni ser exhaustivas nombrando todas las diferencias, ni proporcionar una visin monoltica y uniformizadora. Discriminaciones hacia lesbianas en lo privado y en lo pblico. Descripcin analtica de las formas de discriminacin hacia lesbianas. Algunos ejemplos Es muy conocido el discurso lsbico segn el cual las lesbianas somos doblemente discriminadas: por ser mujeres y por ser lesbianas. Pero en muchas ocasiones no est muy claro en qu consiste esta doble discriminacin, ni por qu es doble. Por otro lado cuando se habla de las mujeres como sector discriminado se piensa en las mujeres heterosexuales, se pretende abarcar las mujeres en general. Las lesbianas constituyen la excepcin o el aparte tanto cuando se habla de mujeres como cuando se habla de homosexuales (generalmente se habla de homosexuales hombres). De hecho las grandes persecuciones en los diferentes pases de Amrica Latina han sido a homosexuales varones. Esta circunstancia ha podido resultar cmoda para las mujeres lesbianas porque las pona a salvo de las persecuciones policiales, pero el silenciamiento y la ocultacin
hacen difcil la comprensin de los problemas de las lesbianas asimilndolas a los hombres homosexuales o a las mujeres heterosexuales. En esta seccin, abordaremos muy brevemente en qu se traducen concretamente las discriminaciones de gnero en Amrica Latina y el Caribe. Para ello abordaremos cuatro aspectos bsicos que ilustran esta situacin: la economa, la poltica, la educacin y la violencia, y veremos brevemente la situacin de las mujeres y de las lesbianas respecto a estos temas. El PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) cre el ndice de Desarrollo Humano para poder medir la situacin de los pases de una forma ms amplia que el PIB (Producto Interior Bruto) per capita. Este ndice est compuesto por 3 variables que son: la esperanza de vida, la educacin y el PIB per capita. Como esta medicin no reflejaba las desigualdades entre mujeres y hombres, se cre el ndice de Desarrollo Humano Relativo al Gnero, donde se miden las 3 variables que citamos anteriormente pero diferenciadas para hombres y mujeres. La disparidad de ingresos que se constata es muy considerable. Tomemos algunos pases como ejemplo (en dlares USA por persona y ao): en Colombia, la estimacin de la media de ingresos para las mujeres es de 4.429 $, mientras que para los hombres es de 8.420 $; en Mxico es de 4.915 $ para las mujeres y de 12,967 $ para los hombres; en Paraguay es de 2,175 $ por mujer por ao y de 6,641 por hombre por ao; y en Repblica Dominicana es 3,491 por mujer y por ao y de 9,694 $ por varn y por ao (PNUD: 2004, 217-220):. Es decir los hombres, en Amrica Latina perciben el doble o ms del doble de los ingresos de las mujeres. Respecto a la participacin poltica, tomemos como ejemplo el porcentaje de mujeres que ocupan escaos parlamentarios, siempre basndonos en los datos del PNUD: en Bolivia, un 17,8 %; en El Salvador, un 10,7%; en Nicaragua, un 20,7 %; en Guatemala un 8,2 %; en Brasil un 9,1%; en Uruguay un 11,5% (idem). En educacin las cosas cambian un poco, en la mayora de los pases la tasa de matriculacin neta para las mujeres es de ms del 90% en primaria (Bolivia, Ecuador, Repblica Dominicana, Paraguay, Per, Colombia, Brasil, Venezuela, Panam, Mxico, Cuba, Uruguay ) y en otros, ms del 80% (Guatemala, Nicaragua, El Salvador), pero en a partir de ah el porcentaje se reduce hasta llegar a la educacin terciaria, con los siguientes porcentajes: por ejemplo, Bolivia y Paraguay, 22 %; Brasil, 21 %; Colombia, 25 %; Venezuela, 31 %; Panam, 42%; Mxico, 21 % (PNUD: 2004, 225-228). Agreguemos un dato ms, la violencia contra las mujeres: el ser vctima de agresin sexual. El informe del PNUD slo cuenta la poblacin femenina en este apartado1. Y encontramos cifras espeluznantes: el 1,7 % de vctimas sobre la poblacin total en Asuncin (Paraguay); el 4,8 en Bogot (Colombia); el 6,4 en Buenos Aires (Argentina)... si lo pensamos en cifras reales son muchas las mujeres y mucho el sufrimiento imposible de medir. Segn las estimaciones del propio PNUD, entre el 25 y el 50% de las mujeres en Amrica Latina han sufrido alguna forma de violencia domstica2. Se trata de un fenmeno que conlleva graves consecuencias en la sociedad. Con estos distintos aspectos podemos hacernos una idea de la situacin de las mujeres en Amrica Latina, y aunque no est todava a nuestro alcance desagregar los datos por orientacin sexual, si podemos afirmar que las mujeres lesbianas formamos parte de esa mitad de la poblacin en situacin de desventaja.
Como acabamos de decir, las lesbianas no son la excepcin, al contrario, soportan algunas discriminaciones ms (aunque tendramos la obligacin de ir ms all y pensar en la discriminacin tnica y racial, por discapacidad, por idioma, etc. que se aade a muchas mujeres lesbianas del continente y del Caribe) a causa de la orientacin sexual. Miremos entonces la discriminacin a las lesbianas teniendo en cuenta las desigualdades expuestas anteriormente. En el mbito laboral, la discriminacin hacia las lesbianas se traduce en despidos sorpresivos cuando el empleador/a se entera de la opcin sexual de la trabajadora; en la marginacin; en la presin hasta conseguir la renuncia; en la invasin a la vida privada; y en el acoso sexual, donde adems del factor del abuso de poder se agrega la creencia de que la lesbiana es as porque no conoci a un verdadero hombre que casualmente es el acosador, que pretende convertir a esa mujer a la que no puede concebir sin hombre. En la mayora de los casos, las lesbianas deben ocultar su orientacin sexual para conservar sus empleos, lo cual, adems de obligarlas a vivir en una tensin constante por el miedo a ser descubiertas, hace muy difcil para muchas la lucha abierta por sus derechos. Las consecuencias econmicas de que no se reconozcan los derechos de las parejas lesbianas estn relacionadas con el derecho a la seguridad social, a la atencin mdica y a los beneficios familiares. Como vimos por los datos anteriores, las mujeres latinoamericanas perciben salarios inferiores a los de los hombres, en consecuencia, por el hecho de estar formadas por mujeres, las familias lsbicas estn ms expuestas a la pobreza que en las familias en las que hay varones (tanto heterosexuales como de hombres gays) (Hinojosa: 2003, 2). Pero ello plantea un dilema: puesto que la mayora de los Estados han debido plegarse a los famosos programas de ajuste estructural y utilizar sus presupuestos para pagar la deuda externa, han dejado de cubrir (o en algunos casos nunca llegaron a cubrir) reas fundamentales como salud, la educacin y jubilaciones. Estas reas, al privatizarse, pierden su funcin social y llegan slo a sectores con ingresos suficientes. Cuando lesbianas y bisexuales (gais y transgnero) reivindicamos el derecho a la seguridad social, sabemos que los Estados latinoamericanos no garantizan ese derecho a ningn tipo de familia por muy tradicional que sea. Como afirma Hinojosa, reclamar estos derechos es una cuestin de principios, que hace al cumplimiento de la igualdad ante la ley y la no discriminacin, bases fundantes de la perspectiva de los derechos humanos. Por eso seguiremos reivindicndolos (Hinojosa: 2003, 3). Respecto a la participacin poltica, segn el informe del Internacional Gay and Lesbian Human Rigths Commision(IGLHRC), en el pasado ao hubo candidaturas LGTB a las elecciones en Brasil, Mxico y Colombia y ninguna de ellas result electa (IGLHRC: 2004). En el mbito educativo, las adolescentes y jvenes que empiezan a desarrollar sentimientos por otras mujeres se hallan en situacin de vulnerabilidad por la discriminacin de sus compaeras, las actitudes de los colegios y facultades y la falta de comprensin y apertura de las familias. Adems el miedo a que su orientacin sexual sea divulgada las obliga al silencio; por esta razn, pocos son denunciados y publicados. No obstante, la expulsin de una alumna en 2002 del liceo Juan Francisco Vergara en Via del Mar, Valparaso (Chile); la denuncia ante la prensa de alumnas del Colegio Carmela Carvajal de Santiago de Chile en 2003 porque estaban siendo hostigadas por el equipo docente por ser lesbianas (les haban puesto guardias privados para espiarlas); y la obligada renuncia de una alumna de
Liceo Cristiano en El Salvador en 2003, nos ilustran un panorama que es muy frecuente en Amrica Latina y el Caribe3. Pasando al espacio privado, a la familia de origen de las lesbianas, podemos evocar sin equivocarnos mucho las ideas del antroplogo Julian Pitt Rivers en su libro Antropologa del honor, basada en una investigacin sobre este tema hace ms de 20 aos en un pueblo del sur de Espaa (Rivers: 1979). Rivers describe la concepcin de la mujer como guardiana de la moral en del seno de la familia, [d]e modo que el honor de un hombre est implicado en la pureza sexual de su madre, esposa e hijas y hermanas, no en el suyo (Rivers: 1979, 49) Por lo tanto, el comportamiento sexual de las mujeres compromete a la familia en general y de ah que tienda a ocultarse, o que incluso las familias que lo aceptan traten de ocultarlo frente a la sociedad en general, y a veces frente al resto de parientes. Para ejemplificar, veamos unos fragmentos de entrevistas a mujeres distintas de una investigacin indita sobre la invisibilidad lsbica en Paraguay: Cuando le dije que era lesbiana, mi mam me dijo que estaba todo bien, pero que ella me peda que nunca avergence el apellido de mi padre.Incluso uno de mis tos me dijo que lo que yo haca queriendo ser homosexual era darles una bofetada y que la puerta de todas sus casas estaban cerradas para m, que no fuera pero ni aunque me estuviera muriendo. Mi hermano deca ahora yo tengo que ir con la cabeza agachada por ah si es que se enteran (Posa: 2001, p. 10). La violencia domstica en las parejas heterosexuales en un tema difcil sobre el cual los Estados latinoamericanos han hecho esfuerzos gracias a la lucha del movimiento de mujeres y, aunque las denuncias aumentan, la proteccin a las vctimas sigue siendo insuficiente. En el caso de las parejas lesbianas, si existe la violencia domstica, las dificultades para denunciarla y poder salir de ella se agravan por la falta de formacin del personal de las instituciones que trabajan el tema, por la presin social debida a la discriminacin por ser lesbianas. Existen iniciativas interesantes al respecto, por ejemplo el proyecto Desalambrando4 que, en Argentina se dedica exclusivamente a la cuestin de la violencia domstica entre lesbianas. Pero se trata de un tema que sigue siendo poco conocido y escasamente abordado por el movimiento lsbico. Avances legales Para evaluar los avances legales en el reconocimiento de los derechos de las lesbianas en Amrica Latina es preciso ubicarnos primero en los derechos humanos de las mujeres consagrados en las convenciones y pactos internacionales. Estos instrumentos, as como las distintas conferencias internacionales con implicaciones para los derechos de la mujer, tales como la Conferencia sobre Derechos Humanos de Viena (1993), la Conferencia Internacional sobre Poblacin y Desarrollo de El Cairo (1994), o la IV Conferencia Mundial de la Naciones Unidas sobre la Mujer de Beijing (1995), han tenido un impacto fundamental en la discusin en Amrica Latina. Dos son los principales instrumentos internacionales que es preciso tener en cuenta a estos efectos: la CEDAW y la Convencin de Belem do Par. La CEDAW (Convencin para la eliminacin de todas las formas de discriminacin hacia la mujer), adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1979, define la discriminacin hacia la mujer como toda distincin, restriccin o excusin basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas poltica, econmica, social, cultural o civil o en cualquier otra esfera. La CEDAW fue
ratificada por todos los pases de Amrica Latina y el Caribe y ah, los Estados se comprometieron a adoptar medidas para eliminar la discriminacin en distintos campos. Cuando una mujer lesbiana es expulsada de su trabajo porque no se adapta a los roles determinados por la normativa de gnero se pone en evidencia que los Estados no tomaron las medidas suficientes para modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminacin de los prejuicios y las prcticas consuetudinarias y de cualquier otra ndole que estn basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres(CEDAW, Artculo 5). Cuando en el mbito de la docencia se le persigue y despide a mujeres con apariencia masculina (lesbianas o no) los centros educativos se olvidan de que su Estado se comprometi a eliminar todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseanza(CEDAW, Artculo 10). En el contexto especfico de Amrica Latina y el Caribe, el texto de referencia es la Convencin interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, Convencin de Belem do Par, fue firmada por los pases de la Organizacin de Estados Americanos (OEA) en 1994. Esta convencin reconoce el derecho de todas las mujeres a una vida libre de violencia en lo pblico y en lo privado, sirviendo de impulso para la adopcin de leyes contra la violencia domstica en muchos pases de la regin. Sin embargo, queda mucho trecho por recorrer y ms, como vimos anteriormente, para las mujeres lesbianas. Lo interesante de la Convencin de Belem do Par es que ampla el concepto de vida libre de violencia que incluye el ser libre de toda forma de discriminacin, y al derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones estereotipados de comportamiento y prcticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinacin (Convencin Belem do Par, Artculo 6). La convencin es tambin interesante en la medida en que puede servir de base para la accin de los rganos del sistema interamericano de derechos humanos, permitindose el recurso a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos (y, en determinadas circunstancias, a la Corte Interamericana), en casos de violacin de los derechos reconocidos en la convencin. Sin embargo, no existe todava una amplia jurisprudencia interamericana al respecto. Queremos dar dos casos como ejemplo, uno es el caso de Colombia a favor de Alba Nelly. El 11 de octubre 2001, la Corte Constitucional de Colombia fall a favor del recurso de tutela interpuesto por Alba Nelly Montoya para garantizar su derecho a recibir la visita privada de su compaera en el centro de reclusin de mujeres de Rirasalda. El recurso haba sido negado en primera instancia por el Tribunal superior de Pereira el 2 de agosto 2001. Revocando este fallo, la Corte Constitucional orden a la directora de la prisin que concediera la visita lsbica solicitada en las mismas condiciones en las que se concede a otras reclusas que reciben visita heterosexual. En este caso, la accin de tutela formaba parte de una estrategia ms El recurso de tutela fue una estrategia jurdica ms amplia, complementando la lucha iniciada unos aos antes en el caso de Marta lvarez v. Colombia, un caso de caractersticas similares que est siendo analizado por la Comisin Interamericana de Derechos Humanos.
Un segundo caso que est sustancindose ante los rganos del sistema interamericano de derechos humanos por discriminacin contra las lesbianas es el caso de Karen Atala, en Chile, un caso que ha mantenido en vilo a numerosas organizaciones LGTB de la regin. Se trata de un caso en el que la Corte Suprema de Justicia chilena revoc un veredicto del Tribunal de Apelaciones que haba otorgado la tenencia de sus tres hijas a su madre, la jueza Karen Atala, en el hogar que form con la historiadora Emma de Ramn tras separarse del padre de las nias. En su sentencia de mayo de 2004, la Corte Suprema dictamin contra Atala, concediendo custodia y tutela de las nias a su ex marido. A pesar de todos los estudios que indicaban que las nias no sufran ningn dao psicolgico, los jueces consideraron que la situacin expona a las nias a ser discriminadas. Tras agotar las instancias internas, el caso se encuentra actualmente ante la Comisin Interamericana de Derechos Humanos. Junto con los casos ante el sistema interamericano de derechos humanos, varias instancias en Amrica Latina y el Caribe estn promoviendo un instrumento interamericano que reconozca los derechos sexuales y los derechos reproductivos, en el marco de la denominada Campaa por la Convencin de los Derechos Sexuales y Reproductivos, y que incorpora los derechos de lesbianas, bisexuales, gais y transgneros5. Por muy lejos que estn estos conceptos de las voluntades de las personas que dirigen los Estados, es fundamental que se pueda recurrir a los instrumentos internacionales, aunque sean muy pocos los procesos que llegan hasta la justicia internacional. Es un camino que tenemos que andar. Lo que nos preguntamos desde las asociaciones civiles es cual es el mecanismo que hace que nuestros polticos (y polticas) adopten un talante progresista que les hace ratificar todas las convenciones internacionales de derechos humanos, mientras que despus eso apenas se refleja en las actitudes de las diferentes instancias de Estado al interior de los pases. Las lesbianas organizadas en Amrica Latina: la lucha por ser visibles La historia de las luchas de las mujeres en el mundo durante muchos aos no existi: no conocamos los nombres, ni las caras de las pioneras que iniciaron el camino para el reconocimiento de los derechos de las mujeres, mucho menos lo que ellas haban hecho. Sabamos los nombres de los protagonistas de la Revolucin Francesa, los hombres que lucharon por la libertad, la igualdad y la fraternidad, sin embargo hasta hace muy poco no sabamos de las mujeres de aquella revolucin, que ya en ese entonces pedan la aprobacin de la Declaracin de los Derechos de la Ciudadana; hasta hoy muy pocas personas conocen quien fue Olimpia de Gouges, la revolucionaria feminista francesa que muri en la guillotina. Pero hace ya unos aos que las mismas mujeres organizadas desde diferentes grupos e instituciones vienen escribiendo y rescatando las historias de luchas por los derechos. Entre ellas est la de las lesbianas, una historia que contina inacabada pues faltan nombres, imgenes, relatos y experiencias que fueron olvidadas y que en muchos casos permanece todava a invisibilizada y poco difundida. Segn la abogada feminista costarricense Alda Facio la historia de las lesbianas es la menos conocida entre todas: Y si las mujeres hemos sido invisibilizadas como constructoras de la historia de la humanidad, presentndonos en su relato oficial, cuando aparecemos, como objetos de los afectos, miedos, odios o
necesidades masculinas, ms an lo hemos sido las lesbianas, de las cuales ni siquiera se menciona nuestra existencia en la historia oficial o no de Costa Rica (Facio: 2003, 7). Las lesbianas comienzan a organizarse en Amrica Latina hacia finales de la dcada de los setenta. Uno de los primeros acontecimientos que se relata en la historia del movimiento como el inicio de la irrupcin pblica en defensa de sus derechos a nivel latinoamericano es lo sucedido en la Conferencia de Naciones Unidas por el Ao Internacional de la Mujer, realizada en Mxico D.F. en 1975. Durante la conferencia, la representante de los sindicatos de estudiantes de Australia subi al escenario para demandar que se discutiera el derecho de las mujeres al lesbianismo. Segn los diarios de la poca, la activista recibi aplausos y agresiones verbales que decan: Squenla!, Vete a ver al mdico! (Hinojosa, 2003: 2). En esa misma poca estaban emergiendo en la regin latinoamericana varios grupos mixtos y otros exclusivos de lesbianas. En Mxico algunos de los primeros fueron el Frente de Liberacin Homosexual, que integr una de las primeras activistas mexicanas Nancy Crdenas, y Lambda, que tena entre sus lderes a Claudia Hinojosa, que contribuy a la creacin del Comit de Lucha Feminista dentro del mismo. En Brasil, la organizacin lsbica se inicia con el ingreso de algunas lesbianas a la organizacin SOMOS, constituido hasta ese entonces por homosexuales, que se autodenominaron Faccin Lsbica Feminista (o Subgrupo Lsbico Feminista, o Accin Lsbica Feminista), convirtindose luego en un grupo independiente que todava existe, denominado Red de informacin Um Outro Olhar. Con el impulso de la nueva ola del movimiento feminista de los ochenta se crearon las primeras organizaciones lsbicas feministas. En el I Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de Bogot, Colombia, el lesbianismo fue un tema de pasillos. Dos aos ms tarde, en el II Encuentro de Lima, Per, el lesbianismo pas a convertirse en el tema de un taller separado, que result ser multitudinario. Este acontecimiento promovi la creacin del Grupo de Autoconciencia de Lesbianas Feministas (GALF) en Per y Ayuqueln en Chile que, junto con otras organizaciones (incluyendo Las Entendidas de Costa Rica, Mulas de Mxico, Mitilene de Repblica Dominicana, y GALF de Brasil) promovieron la realizacin del I Encuentro Lsbico Feminista Latinoamericano y del Caribe que se llev a cabo en Mxico en el ao 1987, das antes del IV Encuentro Feminista realizado tambin en Mxico. Los encuentros feministas y los lsbicos feministas sirvieron para la interaccin, las relaciones y el fortalecimiento entre varias organizaciones de la regin latinoamericana y caribea que iniciaban su andadura en aquel entonces, incluyendo tambin activistas espaolas, de EE UU y de otros pases. El pensamiento y la reflexin construida desde el movimiento feminista sirvieron para sustentar las primeras demandas y propuestas de las lesbianas. Como seala Hinojosa, la identidad poltica y el aliento inicial de los primeros grupos visibles de lesbianas provino directamente de los argumentos del feminismo; de su crtica radical a la opresin sexual, que ilumin entonces nuevas formas de entender no slo la sexualidad, sino tambin la poltica (Hinojosa: 2003, 5). Igualmente, las lesbianas feministas han enriquecido con sus reflexiones al movimiento. Existen experiencias muy positivas como las que relatan las integrantes del GALF de Per: La lucha contra la lesbofobia al interior del movimiento feminista de Lima no afect negativamente, todo lo contrario, benefici enormemente las diversas oportunidades que tuvimos de trabajar juntas en grupos de discusin y en la organizacin de campaas y
celebraciones. Las integrantes del GALF formaron parte de la nueva estructura del movimiento, el Colectivo Coordinador Feminista (Jitsuya y Sevilla: 2004, 15). Sin embargo, no sucedi lo mismo en otros pases como Chile, donde el grupo Ayuqueln fue duramente cuestionado por la organizacin feminista La Morada, con la que se encontraba vinculada , usando el local de La Morada para sus reuniones, siendo descalificada por sta (Riquelme: 1999, 1). En la Argentina suceda algo parecido: Ya sea por el temor de ser confundidas con las lesbianas, o porque las prioridades que estaban siendo consideradas no eran lsbicas, las feministas argentinas heterosexuales generalmente no vean la presencia de lesbianas dentro del movimiento feminista como algo positivo (Csmyei y Palumbo, cit. en Jitsuya y Sevilla, 2004: 6). Luego de estos inicios en la dcada de los ochenta, llegaron los aos noventa y con ellos las conferencias de la ONU, en las que el reconocimiento de los derechos de las lesbianas fue demandado sin xito, pues siempre formaron parte junto a otros temas de sexualidad de lo negociable para las agendas del movimiento ms amplio. El derecho a la opcin sexual no fue incluido en ninguno de los documentos de esas conferencias, sin embargo el hecho de demandar gener debates importantes que sirvieron para visibilizar la existencia de las lesbianas. El activismo de las lesbianas feministas ha estado ligado al movimiento feminista en su conjunto, y entre ambos colectivos se han establecido relaciones complejas marcadas por tensiones. Las lesbianas hemos aportado al movimiento cuestionamientos y debates sobre la sexualidad de las mujeres, as como sobre lo que implica la institucin de la heterosexualidad obligatoria y la importancia y formas de cmo reconstruirla. Pero no hemos logrado que nuestros temas formen parte de la agenda comn de las feministas. Todava sigue siendo el desafo. Frente a una dinmica histrica que nos ha persistentemente sustrado, aislado, extirpado, desaparecido de la agenda ms amplia del movimiento feminista, una alternativa fundamental es continuar haciendo visibles los vnculos entre institucionalizacin de la heterosexualidad obligatoriay el sistema de gnero que acta en detrimento de todas las mujeres (Hinojosa: 2003). La relacin con el movimiento gai y transgnero Las relaciones con el movimiento gai han sido y continan siendo conflictivas. En varios pases de Amrica Latina y el Caribe existen experiencias de organizaciones mixtas que han atravesado procesos de rupturas y resquebrajamientos organizacionales. En la mayora de ellos, las lesbianas luego de haberse integrado a los grupos compuestos por homosexuales los han abandonado para formar organizaciones exclusivas de lesbianas. La lucha por la visibilidad de las lesbianas se inicia con la demanda de ser nombradas, la necesidad de convertirnos en sujetas con una identidad propia frente a lo masculino que es utilizado como genrico. Por ello, la integracin de las lesbianas a los colectivos homosexuales signific una lucha interna por la visibilidad: La invisibilidad nos condena al silencio, y la palabra homosexual que se usa tanto para hombres como para mujeres se ha convertido en un falso neutro que denota nicamente la realidad masculina, del mismo modo que la palabra hombre en el sentido de humanidad recoge nicamente la experiencia y la visin masculina del mundo (Gimeno: 2004, 2).
En muchos casos, las lesbianas lograron que la letra l se incluya en los nombres de las organizaciones, pero eso solo fue el primer paso. Por ejemplo la Asociacin Gay Internacional (IGA, por sus siglas en ingls) fundada en Inglaterra, y que tambin integra al continente Americano, luego de ocho aos de su fundacin pas a denominarse ILGA (International Lesbian and Gay Association). En Brasil, las lesbianas conmemoran el Da de la Visibilidad Lsbica desde el ao 1996, fecha en que fue creado el primer Seminario Nacional de Lesbianas (SENALE). Igualmente, las distintas organizaciones brasileras de lesbianas de organizaron para crear la Liga Brasileira de Lsbicas. Tanto en Brasil como en Mxico se realizan anualmente marchas lsbicas por separado. Hoy sucede algo parecido con las y los transgneros. Muchos colectivos han optado por incluir la letra t a su nombre, lo que en la mayora de los casos no se traduce en una inclusin de las especificidades y demandas de las personas transgnero. Pero este es un debate nuevo que tenemos que dar, ya que es necesario repensarnos crticamente para ver las formas nuevas de exclusin que nuestras prcticas fomentan. Por ello, la alianza con el movimiento transgnero debe ser construida sobre otras bases y con un pensamiento que signifique un avance en nuestras reflexiones. A modo de conclusin Como hemos visto, la lucha por los derechos de las lesbianas en Amrica Latina y el Caribe es una cuestin poco conocida y silenciada, pero no por ello exenta de infinitos pequeos logros, miles de horas de trabajo de norte a sur, de incontables caminos que nos quedan por recorrer. No hemos pretendido ser exhaustivas. Cada pas tiene sus propios recorridos, algunos empezaron en los aos sesenta y otros recin en la dcada de los noventa, y siempre es muy difcil tratar de abarcar algo tan amplio como es la lucha por el reconocimiento de los derechos en un contexto tan diverso como el de la regin. Sabemos que tenemos elementos en comn tanto con otras luchas como con otros continentes. La cuestin no se agota evidentemente aqu, ha sido una forma de Mirar con otros ojos6 a Amrica Latina. Bibliografa Alfarache Lorenzo, ngela G. (2003) Identidades lsbicas y cultura feminista. Una investigacin antropolgica, Mxico, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM; Plaza y Valds. Facio, Alda (2003) Ser lesbiana a finales del siglo pasado en U. Rehaag Kopanke, Ursula y D. G. Surez eds. (CIPAC/DDHH) Justicia para todas. Discriminacin contra las lesbianas en Costa Rica, IGLHRC. Hinojosa, Claudia (2003) Historia sobre la presencia pblica de las feministas lesbianas, en http://creatividadfeminista.org/articulos/lesb_2003_clhinojosa.htm Hinojosa, Claudia y Sard, Alejandra (2003) Consecuencias econmicas y sociales de la discriminacin contra las lesbianas en Amrica Latina. El precio de ser diferente, en http://www.galf.org/cendoc.php Gimeno, Beatriz (2004) La marginacin de las lesbianas en los grupos gays y en el movimiento feminista en http://www.galf.org/cendoc.php
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Deberamos escribir las mujeres de la poblacin porque dentro de la poblacin femenina caben perfectamente los hombres, ya que las mujeres no somos dueas de la feminidad, ni los hombres de la masculinidad. 2 Vase http://www.undp.org/rblac/gender/campaign-spanish/itsourright.htm 3 Todos estos casos estn desarrollados en: IGLHRC International Gay and Lesbian Human Rights Commission Informe sobre la situacin de las mujeres lesbianas y bisexuales en Amrica Latina 20002003. Novena conferencia regional sobre la mujer de Amrica Latina y el Caribe. 4 de Junio de 2004 4 Hay iniciativas similares, hasta donde sabemos, en Mxico, Brasil y Puerto Rico. Ms informacin en : http://www.desalambrando.com/ 5 Las organizaciones que impulsan esta campaa son: Campanha 28 de Setembro, Catlicas por el Derecho a Decidir, CIDEM, CLADEM, Comisin Internacional de Derechos Humanos para Gays y Lesbianas Programa para Amrica Latina, COTIDIANO MUJER, FEDAEPS, FLORA TRISTAN, Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, Rede Sade, Red Feminista Latinoamericana y del Caribe contra la Violencia Domstica y Sexual , Red Latinoamericana y Caribea de Jvenes por los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos, REPEM-DAWN, SOSCORPO. Vase: http://www.convencion.org.uy/default.htm 6 Mirando al Paraguay con otros ojos fue el lema del Primer Encuentro Feminista del Paraguay, convocado por la Coordinacin de Mujeres del Paraguay (CMP), y celebrado el 15 y 16 de noviembre de 2003 en la ciudad costera de San Bernardino, el Primer Encuentro Feminista del Paraguay, convocado por la Coordinacin de Mujeres del Paraguay (CMP).