Trabajo Final Política y Legislación Educativa

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Trabajo Final Política y Legislación Educativa

María Constanza Burton

Introducción: el rol del Estado democrático

La principal función del estado es la de garantizar el Bien Común. Con respecto de la


educación de los ciudadanos, particularmente debe promover y coordinar el derecho a la
educación de todos habitantes de suelo argentino, este concepto se encuentra formulado
tanto en la Constitución nacional como en la Ley Federal de Educación. Como garante del
derecho a la educación el estado rige la justicia y equidad educativa, concepto que se
relaciona con la libertad de enseñanza, de conciencia y de currículo y también con el
pluralismo existente en una sociedad democrática. Nos remitimos a la definición de Amy
Guttman quien sintetiza estos aspectos diferenciando las partes que componen los actores
en la educación:

“Un estado democrático de la educación reconoce que la autoridad educativa debe estar
compartida entre los padres, los ciudadanos y los docentes, aun cuando esta división no garantice
que el poder estará unido al conocimiento, que los padres podrán traspasar sus prejuicios a sus
hijos exitosamente o que la educación se mantendrá en una postura neutral entre concepciones de
buena vida (…) un estado democrático debe comprometerse a asignar la autoridad educativa de tal
manera que dé a sus miembros una educación adecuada para participar en la política democrática,
para elegir un rango (limitado) de opciones de buena vida y para compartirla en diferentes
subcomunidades, como las familias, que imparten identidad a la vida de sus ciudadanos” (Guttman,
2001).

El Estado debe asegurar el rendimiento del sistema educativo, y su eficiencia, y lo realiza a


través de las políticas educativas. Uno de los mayores problemas que enfrenta es la
burocratización de estas políticas, dada la estructura sistémica por la que funcionan, y su
tendencia a la centralización. Este aspecto sería el que viene afectando nuestra comunidad
particularmente a través de los cambios con cada estructura de poder que asume el gobierno
nacional. Sin embargo, vemos que la separación de las políticas educativas de la realidad
escolar reside en que ninguna se centra en el educando, su perfil, sus necesidades, su
realidad y cómo sortear las dificultades para poder ayudarlo a adquirir el tan renombrado
“pensamiento crítico”.
La ley de educación 24.195 remite a la formación integral de la persona (moral, intelectual,
volitiva y física) con vocación nacional, en este aspecto se resalta también la
responsabilidad del estado en conformar sus ciudadanos. No querríamos extender el
presente trabajo discutiendo acerca de las libertades que debe garantizar el estado a través
del sistema establecido (enseñanza, consciencia, currículo) - que baste con haber sido
nombradas anteriormente refiriéndose a la justicia y equidad educativas – ya que el tema
que intentamos delimitar es la capacidad de la escuela en lograr una formación integral de
la persona en vistas de un buen ciudadano.

Podemos ver en esta síntesis que alrededor de la enseñanza del alumno, se encuentra un
sistema integrado por: en primer lugar su familia, que siguiendo a Guttman tiene derecho a
“traspasar sus prejuicios a sus hijos”; en segundo lugar el Estado como garante del derecho
a la educación, brindando las posibilidades a todos los habitantes de poder acceder a ella en
igualdad de condiciones (no en desmedro de oportunidades); en tercer lugar la ciudadanía,
integrada por la sociedad entera y sus centros educativos en el cual se integran los docentes.
Todos estos planos o elementos que giran alrededor del alumno, deberían ser guías para
poder ayudarlo en la búsqueda de su propio proyecto de vida, para que el alumno logre ser
un individuo responsable y crítico pudiendo lograr una transformación positiva en la
sociedad. Ahora bien, nos preguntamos ¿en qué medida la educación actual en la Argentina
fomenta verdaderamente estas cualidades en el alumno?

La crisis de transmisión actual y sus incidencias en el sistema educativo

Es frecuente escuchar a profesionales de la enseñanza resaltando las pocas ganas de los


alumnos de aprender, su falta de interés, su mala educación, su impertinencia, su
irresponsabilidad: “Solo piensan en la computadora, su celular y no tiene respeto por nada
ni nadie”. En conjunto con quejas salariales y malas condiciones en el lugar de trabajo,
pareciera que el mayor problema al que tiene que enfrentarse un docente es la
monstruosidad de los alumnos y sus actitudes. Por ello nos preguntamos la razón por la cual
el Estado a través de las reformas en política educativa no ha logrado mejorar este aspecto.
Particularmente porque, como vimos anteriormente, el rol fundamental de una educación
democrática es principalmente la formación de ciudadanos conscientes, y en consiguiente,
¿en qué medida el fracaso de las políticas educativas afecta la relación educador –
educando?

Respecto de este tema tan arduo, el primer problema que llama la atención es la crisis de
transmisión actual. Tedesco en “Educación y hegemonía en el nuevo capitalismo: algunas
notas e hipótesis de trabajo”, resalta “la escasa vocación hegemónica” gracias al
capitalismo y sus fenómenos de exclusión que el autor atribuye a la precariedad y ausencia
o ruptura de los vínculos. No ahondaremos en las razones que manifiesta el autor para esta
“escasa vocación hegemónica” por cuestiones de sinteticidad.

Un factor relacionado con esta falta de hegemonía es la caída de la figura de autoridad,


dada por los cambios radicales que ha sufrido la sociedad. Estos cambios han afectado
directamente a la estructura familiar, y a esto se remite Tedesco cuando nombra “los
fenómenos de exclusión” del sistema. La institución primaria familiar como factor de
enseñanza y de socialización ha caído y se ha roto por un “cambio fundamental que se ha
producido en la familia que es la disociación entre conyugalidad (vínculos de pareja) y filiación
(vínculos entre padres/madres, e hijos/hijas), el proceso de secularización implicó un proceso de
transformación de las relaciones de pareja en relaciones temporales y más igualitarias”. (Tedesco,
2003).

Tedesco resalta que ya no encontramos tan fácilmente familias tradicionales cuyos


regentes, los padres, voluntariamente y conscientemente quieran enseñar a sus hijos sus
valores el prejuicio de los mismos (remitiendo a la definición de Guttman). Y así vemos
como la estructura de la institución de la enseñanza, ya sufre un cambio radical.

“Diversos estudios indican que son cada vez más los adultos que consideran que no deben transmitir
a sus hijos una determinada visión del mundo sino la capacidad para elegir y formar autónomamente
su propia concepción. La familia contemporánea tiene tendencia a asumir la forma de “red de
relaciones” que, en lugar de ser responsable de transmitir el patrimonio cultural y moral de una
generación a otra, tiende ahora a privilegiar la construcción de identidad personal” (Thery, I., 1996).

Si bien al respecto Tenti Fanfani en “Notas sobre la escuela y los modos de producción de
la hegemonía” señala y recuerda que la socialización y la enseñanza de la cultura tanto la
primaria (familiar) como la secundaria (escolarización), no se da solamente a través de la
voluntariedad de la acción del educar, sino también y más importantemente, a través del
ejemplo que brindan los adultos participantes en la educación de los alumnos, retomamos la
visión de Tedesco por la cual se patentiza el rompimiento de la estructura social y cultural
que tenido como resultado la crisis de las relaciones intergeneracionales.

El autor se remite a Laidi quien hace hincapié en la crisis de transmisión en la sociedad


contemporánea. Laidi plantea que la transmisión resulta de una articulación entre tres
elementos: el reconocimiento de una referencia absoluta, la existencia de instituciones
donde dicha obligación tiene lugar, y la aceptación de mediaciones; y en la sociedad actual,
ninguna de estas tres condiciones logran mantener su vigencia. Según este autor francés,
hay una brecha intergeneracional, gracias a lo “no vigencia de referencias absolutas” y
sumado a “la caída de la figura de paternidad y autoridad”, lógicamente desemboca en la
relativización de opiniones y una consecuente democratización en todo ámbito de la
sociedad. En la familia los individuos terminan siendo iguales y solidarios, y los
conocimientos se dan por intercambio. Frente a esto recordamos la cuestión inicial, ¿no es
acaso este mismo problema que plantean los profesionales de la educación cuando se
quejan de la inadaptabilidad de los alumnos y su inconsciencia respecto de sus propios
procesos de aprendizaje? Si sucede esto en el estadio de enseñanza primario, ¿cómo
podemos suponer que no suceda en el estadio secundario de escolarización?

Según Laidi, las nuevas generaciones tienden a concentrarse mayormente en el presente,


gracias a la falta de marcos de referencia estables, frente a esto Tenti Fanfani resalta el
hecho de que cuando un país se encuentra en crisis es común (y hasta lógico) que los
individuos se concentren en el presente, ya que no pueden prefigurar una continuidad y
formas de estabilidad en un futuro cercano: la falta de certidumbre, la ausencia de óptimos
fijos y el reconocimiento de que nada es estable. Claramente, la crisis económica y social
de nuestro país, desde hace varias décadas, ha logrado que los jóvenes intuyan esta
incapacidad de generar para su propia vida esa estabilidad y puntos de referencias fijos a las
que aluden las generaciones anteriores. En este punto es donde la postura de los jóvenes se
ve justificada, ya que mientras los adultos que intentan guiarlos hacia el aprendizaje optan
mostrar posturas rígidas, fijas, estables y logran autonomizarlas de la realidad cotidiana de
los alumnos; los mismos alumnos ven en la realidad un todo variable, cambiante e incapaz
de poder definirse a través de una sola postura. Lógicamente esta situación conllevaría a un
descreimiento absoluto del adulto que enseña y de los conceptos a los que alude.

Tedesco al respecto retoma la posición de Margaret Mead quien diferencia entre tres
modelos de transmisión en las sociedades: un modelo pre figurativo en las sociedades
tradicionales, un modelo co-figurativo en las sociedades en épocas de revolución o
migración, y un modelo post-figurativo en las sociedades actuales. Creemos que en la
argentina actual se varía entre un modelo co-figurativo por el que dentro del sistema
familiar no hay roles prefijados, sino que los individuos coaprenden y comparten sus
conocimientos; y post-figurativo que quizás sea cada vez mas extensivo. El modelo post-
figurativo se basa en que los jóvenes gracias a los avances tecnológicos y evolución cada
vez más rápido del pensamiento humano, parecieran saber más que los propios padres. Los
jóvenes tienen un mayor acercamiento a la información y al uso de las nuevas tecnologías,
y la brecha intergeneracional así se ve acrecentada, los adultos encuentran un obstáculo
difícilmente sorteable, ya que no solo encuentran una incapacidad en la transmisión de sus
conocimientos, sino que además el conocimiento con el que cuentan ya no se aplica
eficientemente a la sociedad actual. Es decir, la aplicabilidad de los conocimientos con los
que cuentan ya no es posible gracias al cambio vertiginoso de las relaciones dentro de la
sociedad, y obviamente, gracias al cambio y crisis actual de relaciones que venimos
definiendo. Quizás sea una exageración afirmar la no adaptabilidad de los adultos al
cambio, no podemos olvidar que si bien - en mayor o menor medida -, ellos mismos
también han madurado acompañando ese cambio. De cualquier forma vemos la enorme
brecha intergeneracional patente en cuestiones de información y conceptos, la caída de la
figura de autoridad y la consecuente consciencia por parte de los jóvenes de que sus padres
y los adultos en general ya no pueden ser guías para ellos.

Frente a esta situación crítica actual, muchos han postulado la ineficiencia de la escuela
como institución válida, alegando que el sistema escolar correspondería a un intento de anti
culturización sarmentina, y un intento de patentizar el sistema capitalista dentro de la
consciencia de los jóvenes. Muchas posturas han surgido proponiendo el hiperaprendizaje
como alternativa de enseñanza. Frente a esto Tenti Fanfani defiende la institución escolar
alegando que es un instrumento que está todavía vigente y al alcance de la mano para poder
llevar a cabo la ardua tarea de escolarización. En este punto coincidimos con Tenti Fanfani,
pero nos preguntamos ¿cómo sortear la dificultad crítica actual para lograr una
escolarización más eficiente, y que logre verdaderamente una formación integral de la
persona?

La vigencia de las políticas educativas

El mayor problema que enfrenta la política educativa es la burocratización y la


centralización que tienen como resultado la disociación entre teoría de las políticas
educativas y la práctica real en el aula de las reformas y propuestas que se postulan desde el
estado. Viñao en “¿Fracasan las reformas educativas? La respuesta de un historiador”
resalta la ceguedad de las reformas respecto de la realidad cotidiana de las instituciones y
prácticas educativas. El autor demuestra que las características de las reformas y el punto
de vista tomado por los reformadores, no encuentra un punto de encuentro con la situación
del docente y el alumno en el aula. La cultura escolar no termina siendo alterada por la
teoría ya que se concentran principalmente en el rol docente exigiendo documentos
(informes, evaluaciones, planificaciones) que por un lado oficialicen la enseñanza y por el
otro la enmarquen en el ámbito científico. Este núcleo de reformas solo logra alejar cada
vez más al docente del alumno, de su práctica como profesional de la enseñanza y de la
reflexión sobre su función y las formas de mejora que podrían implementarse. Frente a la
situación de crisis de transmisión actual que definimos anteriormente nos preguntamos
¿cómo enseñar hoy en la Argentina? ¿Las políticas educativas actuales se orientan
verdaderamente a la reflexión sobre este problema vital para la educación?

La insistencia en políticas educativas que alejen cada vez más al docente de sus alumnos es
seguir manteniendo el estado de las cosas. Viñao señala que los docentes dan cuenta de la
impracticabilidad de las políticas educativas, ya que comprenden que no responden a las
necesidades reales y a las situaciones cotidianas del aula y que por ello optan por no
llevarlas a cabo. Debería haber una mejor disponibilidad por parte de los reformadores e
inspectores para poder nutrirse de las necesidades reales de cada institución, soltando así
gradualmente la tendencia a la burocratización y centralización que se alimenta cada vez
más a través de la manutención de ese rol incomprensivo. Las reformas y políticas
educativas deberían orientarse a la reflexión, y postularse como guía de esa reflexión para
poder lograr una verdadera actualización docente. Recordamos aquella reforma educativa
por la que se establecían las Jornadas de Actualización Docente, y nos preguntamos por su
eficiencia, ya que el discurso del docente luego de las mismas se mantuvo en el lugar de la
crítica del alumno y no en su comprensión y aliento para poder sortear las dificultades.

Si las capacitaciones docentes postularan una reflexión verdadera y posibles estrategias que
ayuden a mejorar la situación de la sociedad actual, y una autoevaluación consciente de
cada institución y docente como profesional, analizando la labor individual y colectiva,
sobre los propios métodos de enseñanza y cómo mejorarlos; y al mismo tiempo los
resultados sean verdaderamente analizados por el sistema educativo, quizás se concrete una
cierta concientización de los problemas que aquejan la labor educativa. Seguir instalando
políticas educativas que no se concentren en los individuos reales, y continúen alimentando
el sistema burocrático no es realmente ocuparse de un plan de mejora.

La política educativa debería orientarse cada vez más al perfil del educando, viendo sus
necesidades concretas y la forma para poder ayudar a que el individuo logre sortear los
obstáculos que se le presentan. Debería recordar a los docentes y a los reformadores que no
son los protagonistas de la educación y que son herramientas dentro del sistema. De esta
forma se podría realmente establecer una labor conjunta entre familias, instituciones,
docentes y estado, en pos de ayudar a los alumnos a lograr una socialización efectiva. Las
políticas educativas deberían colocar como objetivo principal que los alumnos
efectivamente logren el pensamiento crítico, y esto necesariamente conlleva a que
reconsideren el perfil del educando, ya que el educando real gracias a la vorágine de
cambios a los que nos vemos expuestos como sociedad se ha visto transformado. Este
quizás sea el punto por el cual la relación docente-alumnado se ha visto tan afectada.
Bibliografía

Guttman, Amy (2001). La educación democrática. Una teoría política de la educación.


Barcelona, Paidós.
Ministerio de Cultura y Educación (1993). Ley Federal de Educación N° 24.195. Buenos
Aires.

Ministerio de Cultura y Educación (1995). Ley de Educación Superior N° 24.521. Buenos


Aires, Secretaría de Políticas Universitarias.

Tedesco, Juan C. (2003a). “Educación y hegemonía en el nuevo capitalismo: algunas notas


e hipótesis de trabajo”. En: Revista Propuesta Educativa. N° 26. Buenos Aires, Novedades
Educativas.
Tenti Fanfani, Emilio (2003a). “Notas sobre la escuela y los modos de producción de la
hegemonía”. En: Revista Propuesta Educativa. N° 26. Buenos Aires, Novedades
Educativas.
Viñao, Antonio (2001). “¿Fracasan las reformas educativas? La respuesta de un
historiador”. San Pablo, Sociedad Brasileira de Historia de la Educación (SBHE).

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