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La felicidad aorada y jams alcanzada: una Odisea contempornea. El camino a taca, presencia de omero en la no!ela de "arlos Liscano Profesora Margarita Carriquiry Para Italo Calvino, un clsico es entre otras muchas posibilidades- un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir, es decir, una obra pasible de infinitas lecturas e interpretaciones, de aquellas que, segn l, acumulan un incesante polvillo de discursos crticos que la obra se sacude continuamente de encima. Los grandes clsicos tienen vida propia, al margen de lo que en torno a ellos ha an construido siglos de hermenutica, as! pasan a la memoria colectiva, transformndose en instrumentos imprescindibles para nuestra interpretaci"n del mundo# Por eso su relectura resulta inacabable, en la medida en que partimos siempre desde un punto diferente, el de nuestra propia situaci"n en un hori$onte cambiante# Los clsicos son libros que e ercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimeti!ndose con el inconsciente colectivo o individual. Partiendo de estas premisas podemos plantearnos la pregunta% &'u nos dice a nosotros, urugua os del ()*), una obra como La +disea, -e inmediato nos sorprende la actualidad de sus temas% el e.ilio incertidumbres, memoria sus infinitas penurias, el obsesivo deseo del retorno a la patria con sus riesgos e an el insilio de los que quedan en la tierra sometida a la volver a contar son las la vida misma no es ms opresi"n# /pelando s"lo a lo medular del poema pico encontramos adems la el olvido como temas recurrentes0 contar formas de defender la propia identidad que un insensato tra2!n# 3.ilio nuestro aqu! dese.ilio, memoria olvido, temas de innegable centralidad en ahora, se suman a otros muchos que activan otros tantos puntos de encontrar un sentido al sufrimiento

vivido# 1i la historia se olvida, todo carece de sentido

sensibles en el mundo de ho % la condici"n miserable del forastero, el desprecio la soberbia de los poderosos, la importancia de los afectos familiares como 1

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elementos estructurantes de la identidad, los espe2ismos de enga4osos para!sos como el de Calipso# -esde una relectura actual, La +disea tiene mucho para decir, tanto que corremos el riesgo de for$ar el te.to al actuali$arlo en demas!a perder de vista sus valores ms permanentes0 porque La +disea nos habla del via2e del hombre, de su condici"n de peregrino, de los avatares de fortuna e infortunio, de su necesidad de restablecer la 2usticia, de su porfiada esperan$a su cora2e# 5odo ello e.presado en un lengua2e potico que un nos sorprende# 3stas resonancias de La +disea , de indudable vigencia, nos hablan de una obra que ha impregnado nuestro modo de mirar la realidad0 los clsicos sirven para entender qui"nes somos y a d#nde $emos llegado dice Italo Calvino# %s clsico lo que persiste como ruido de fondo incluso all donde la actualidad ms incompatible se impone. Conscientes de que la humanidad no de2a de vivir sus propias odiseas, espaciales o terrenales, de que cada vida humana puede encontrar, en similitudes aventuras en contrastes con la de 6lises, su propio via2e de desgracias, recuperamos la actualidad del poema de 7omero# otras veces oculto en que se

3li2o la novela de Carlos Liscano, %l camino a &taca de *889 como un e2emplo revelador del modo a veces e.pl!cito manifiesta la presencia de 7omero en la literatura urugua a de ho # 3l t!tulo, a la ve$ que impone la referencialidad a La +disea, sugiere un desarrollo paralelo al periplo del hroe homrico que, por momentos, ser violentamente contrastante con el de :ladimir, protagonista de la novela# 3ste se presenta a s! mismo como un impenitente via2ero% 'odo empe!# yo no s" c#mo. (e cualquier modo $aca tiempo que yo me las estaba buscando. Me picaba el cuerpo de tantas ganas, y eso $ay que pagarlo. )*+ Me $aba ido de ,ruguay a Paraguay. (e Paraguay a -rasil. (e -rasil a .uecia. / de .uecia a %spa0a, a -arcelona. 1$ora estaba volviendo a .uecia. Creo que en el camino ya me entraron ganas de irme a otra parte. 1 cualquier sitio. ,no es as, a2n no $a llegado y ya quiere marc$arse, como si las cosas fueran a me orar porque uno cambie de lugar. ;pgina <= 3se despla$amiento insensato est en las ant!podas de la centralidad del ob2etivo del hroe homrico% regresar a la patria# Para 6lises el via2e es consecuencia del encono de los dioses que retardan el a4orado retorno, su 2

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nica felicidad posible est en >taca# Para :ladimir no ha una patria a la que regresar, la vida es una permanente fuga# 7uir de un pasado asfi.iante a4orando un nuevo paisa2e es su modo de pro ectarse hacia el futuro, en un permanente 2uego de ilusi"n-desilusi"n# 1cababa de llegar y ya estaba partiendo3 por ms que yo me alentara este no era un buen comien!o. Pero al rato volva a darme nimo. Me deca que no estaba del todo mal. ;pgina *(?= La ansiedad que rige la vida contempornea, generadora de deseos siempre nuevos, la insaciabilidad sus correspondientes frustraciones contrastan con los lugar para certe$as, sino a la soledad esencial# apenas espe2ismos valores que rigen el comportamiento de los hroes homricos# 3n nuestro @imperio de lo ef!meroA no ha detrs de los cuales corremos# 3l via2e es s"lo la ilusi"n del cambio para un persona2e condenado a la infelicidad (onde nadie lo conoce uno puede empe!ar de nuevo. 1s pensaba, como si uno pudiera de ar de ser el que es por el solo $ec$o de cambiar de paisa e. 4o era cierto, claro. ,no via a consigo mismo a todas partes, es el que es, en .iberia o en la Luna. %so no tiene arreglo. (espu"s que se nace nada tiene arreglo, uno ya es el que va a ser, mierda o cielo para toda la vida. 1in embargo, aunque su evoluci"n lo conduce a una degradaci"n cada ve$ ma or, a someterse a todas las ve2aciones a la ve$ perpetrar todo tipo de iniquidades, ha en el persona2e de Liscano un sentido tristemente heroico de la e.istencia que lo postulan como una verdadera contracara de 6lises% .i uno no es digno, puede por lo menos intentar ser totalmente indigno* eso sera tener cora e, entrar en la indignidad vestido de gala, con todas las velas desplegadas, sin inmutarse, cargado de gloria. %l cora e solo, puro, duro, tampoco vale nada, pero un poco puede ser 2til. /o lo $ubiera necesitado, tal ve! me $ubiera servido, un tanto as de cora e. Pero ni eso. ;pgina 8= :ladimir se somete a una prueba, en una especie de ascesis laica que es e.actamente inversa a las que enfrenta +diseo% no ha ninguna 2usticia que reivindicar ni patria a la que valga la pena retornar0 pero su orgullo radica precisamente en vencer todo vestigio de dignidad, ir superando las barreras que se hab!a autoimpuesto como no llegar a comer de la basura o no recoger puchos 3

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de la calle# Cuando lo hace es porque decide superar ese obstculo,

no porque

la necesidad se lo imponga# /s!, la miseria se torna una victoria# La degradaci"n ms grave, con la que 2ams transige, es la de acomodarse a la rutina @normalA, contentarse con la mediocridad cotidiana0 contra ella se rebela hundindose cada ve$ ms en la autodegradaci"n# Como el coro de las 1irenas, la tentaci"n del bienestar lo acosa% /o nunca $aba querido nada. 5 no saba si aparte de querer llegar una tarde a la costa y verle la cara a la mu er que me esperaba en la caba0a $aba algo ms que me interesaba. Pero s saba que no quera meterme en la guerra general de todos contra todos. %so s lo saba bien. ;pgina *9B= La +disea narra las desdichas del via2ero, los padecimientos de la soledad la miseria, la desconfian$a que se ci4e como una sombra sobre el desconocido, el nufrago, el mendigo# La novela de Liscano ahonda en la tragedia de los @metecosA de ho , condenados a los traba2os ms degradantes, a lidiar con los aspectos ms s"rdidos de la sociedad, a vivir entre la mugre, el desprecio miseria moral# Para :ladimir todo es transitorio% los afectos, los traba2os, las habitaciones, las ciudades# 1i las aventuras de 6lises lo ponen ante individuos, pueblos lugares diferentes, en @3l camino a >tacaA el protagonista enfrenta a la ve$ a todos los pueblos todas las lenguas en la inmensa torre de Cabel del mundo contemporneo, donde l, le2os de ser el nico, integra la triste masa de los desterrados, los e.cluidos, los despreciados, en fin, @los otrosA# 6ramos un grupo multicolor y fantstico de metecos llegados de todas partes. 1lgunos $ablaban lenguas que sonaban como insultos y otros se comunicaban en lenguas como de p aros. %n la clase $aba de todo. ,na oven prostituta tailandesa, que alg2n vie o $aba comprado en un prostbulo por a$, dos salvadore0os catoliqusimos, una pare a de c$inos anticomunistas de 7ong 8ong, un fsico de &ra9, tres o cuatro iranes ricos de 'e$ern, varios 9urdos de las monta0as de 'urqua que apenas $aban ido a la escuela, musulmanes que salan de la clase y se $incaban a orar en el corredor mirando a la Meca, como cuando cuidaban los camellos all en su tierra* ;pgina 99= Dientras en La +disea la causa de las desgracias es el odio de los dioses 4 la

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provocado por la conducta del hroe -6lises es perfectamente consciente de sus errores e.ceso a partir de su encuentro con el adivino 5iresias en el 7ades-, en el @3l camino a >tacaA no ha una ra$"n e.pl!cita ni mucho menos religiosa para el hundimiento de :ladimir, que se presenta como un hecho irrevocable arbitrario# Por eso mismo, en la novela de Liscano no ha ningn orden que restablecer, como el que pretende llevar adelante 6lises matando a los pretendientes# :ladimir ni siquiera intenta vengarse de los abusos de quienes lo e.plotan, simplemente contina su via2e, sin reclamar nada# 3n su tra ecto esencialmente solitario no ha afectos duraderos, como los de 6lises% patria, esposa, padre, hi2o# La patria es un lugar al que no vale la pena volver, hi2o, los padre resultan incomprensibles distantes# Como en una nueva inversi"n de La +disea, son sus padres, 5elmaco imp!o% Cuando me llamaron desde :oma me qued" pensando en todo lo que iba a decirle cuando llegara a -arcelona, ver si podamos $ablar no s#lo de mi pasado, sino tambi"n del suyo. /o no tena nada que reproc$arle, pero uno no sale as noms de lo que crey# durante cuarenta y cinco a0os como $aba $ec$o "l. ;uera sabe qu" senta, si pensaba que $aba valido la pena dedicarle la vida al Partido. 1l final no le di e nada, $abra amargado a mi madre, y adems vi en mi padre al vie o que ya era. <i que por ms que $ablara y se elaborara argumentos a s mismo, ya no crea en nada. %ra triste, pero no tena ninguna fe, solo estaba tratando de salvar algo, no de sus antiguas ideas, sino algo de su vida, lo poco que le quedara del naufragio. .e menta y yo le permita que lo $iciera delante de mi cara. ;pgina *B?= 1olo las mu2eres ofrecen un transitorio refugio al via2ero, son hospitalarias compasivas, an en la miseria0 pero de todas ellas hu e el protagonista pues la tentaci"n de quedarse encontrar por fin un hogar ser!a la renuncia a la compulsi"n de peregrinar# 6na tras otra, sin importar cules sean sus virtudes, ni cun miserable sea la situaci"n en que :ladimir se encuentra, sern abandonadas# 5 a vie2os, quienes via2an en busca del

ste se limita a observar despiadadamente sus debilidades, como un

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La piedad ante los dioses, los ancianos, los mendigos, los huspedes para resolver las dificultades, el valor

los

e.tran2eros, el respeto a los padres, la paciencia ante las vicisitudes, el ingenio el esfuer$o para enfrentar la vida, son las virtudes heroicas que 6lises encarna, virtudes esenciales a la armon!a del mundo que, si muchas veces quebrantada, ser otras tantas restablecida# Einguna de ellas est presente en el protagonista de @3l camino a >tacaA, en su mundo ca"tico ningn tipo de 2usticia es viable, la piedad es inconducente# La poes!a de 7omero describe maravillosamente un mbito de belle$a esplendor donde hombres hermosos como dioses brindan en crateras de oro en medio de suntuosos banquetes# 3n la novela de Liscano abundan los locos miserables, las prostitutas decrpitas, los ricos ruines# 1i no ha patria, ni padres, ni hi2os, ni mu2eres que 2ustifiquen el regreso, &cul es la >taca a4orada a la que retornar el protagonista, &1e trata de la inacabable aventura de la vida, como la prueba final que deber emprender 6lises navegando a una tierra desconocida donde los hombres nunca hubieran o!do hablar del mar, /lgo de eso ha en el final de la novela de Liscano, donde la muerte se asoma como la tierra definitiva, la de la pa$ asegurada% 4o me importaba, no me importaba ser como todo el mundo, enga0arme un poco si era necesario. La felicidad no e=iste pero uno puede inventrsela. 4o, no, la felicidad era la b2squeda, $aba que seguir, arriesgar, la felicidad no estaba en resignarse, en no buscar ms, en encontrar una rutina pasable y a ella atenerse. 4o, para ser feli! $aba que $acer como el maquinista, <ladimir, saltar, arriesgarlo todo. ;pgina (?)= 1i bien la muerte es el fin inevitable del via2e, no es se el mundo que el persona2e a4ora# 6na otra ve$ los sue4os son, en la novela de Carlos Liscano, la contrapartida del desarraigo# 3s all! a donde siempre desea llegar, donde conflu en todas las formas de felicidad a4oradas% la caba4a con el fuego encendido, en medio de la nieve0 la mu2er que lo espera, la bebida caliente# La caba4a de troncos proviene de otro sue4o literario, el de 3ladio Linacero en @3l Po$oA de +netti, como si misteriosamente provinieran de los mismos arquetipos% el refugio en la soledad, el encuentro consigo mismo, la ilusi"n del amor# Me iba quedando dormido y empec" a entrever la vie a escena del bote que 6

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llega a la costa. ,na escena muy antigua, gastada, que yo vena so0ando desde la adolescencia. %s as. /o llego en un bote, remando, a una aldea en la costa, donde $ay una decena de caba0as desperdigadas. 1traco en el peque0o muelle de troncos* 1l llegar, golpeo los pies en el porc$e, como siempre, para sacudirme la arena de las botas, luego entro. 7ay una mu er sentada, a quien nunca $e conseguido verle la cara, porque est de espaldas a la puerta mirando el fuego. .e sorprende y se da vuelta. 1qu falta siempre un tro!o que no logro so0ar, el momento en que ella se levanta para saludarme* 1$ termina la escena y yo siento que aquello es la pa! que uno busca. .olo me falta verle la cara a la mu er, y para conseguirlo vuelvo a so0ar, mil veces, convencido de que alg2n da lo lograr". ;pgina *B= 3l sue4o evoluciona completndose en la medida en que el so4ador recurre a l una otra ve$ visuali$a detalles nuevos# / medida que la sordide$ del que la miseria la soledad se agravan, ms frecuentemente constitu e la entorno aumenta,

aparece el sue4o# 3se es el otro via2e, voluntario, no compulsivo, el nico en el que el hombre es libre# / este territorio se llega con esfuer$o una mu2er que lo espera lo recibe, como Penlope# s!ntesis de todas las cosas buenas que ha conocido en la vida% un paisa2e nevado, 1$ora saba qu" quera en la vida. Lo 2nico que siempre me $aba importado era so0ar. Me dorma. 'al ve! pudiera volver a %stocolmo, a &ngrid, a :amona, a las ni0as. 7uir del $ambre, de la mugre, de la miseria, y de aquel pas ms all de la frontera, a donde por fin $aba llegado. 1$ se acababa el camino. %se era el fin. Pero en la caba0a todava arda el fuego, a2n se poda seguir so0ando. ;pgina (B8= 5ambin en La +disea aparecen los sue4os, los de la puerta de cuerno o de marfil, como dice Penlope, es decir los que nos enga4an descubrir la verdad# Como los clsicos son libros que nunca terminan que decir lo que tienen que decir, segn afirma Italo Calvino, el @3l camino a >tacaA de Carlos Liscano sigue hablndonos de La +disea por algunas de sus afinidades esenciales% el 7 los que nos a udan a

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via2e, el sue4o, la aventura solitaria de la vida# ;F por ra$ones de tiempo de2o de lado el tema de las mu2eres, 1irenas, Calipsos, Circes o Penlopes, que tambin abundan en la novela del autor urugua o= Pero tambin ha contrastes brutales entre la poes!a ideali$adora de 7omero, con la opulencia de sus palacios, la belle$a de sus mu2eres miserable la noble$a de sus hroes, el mundo decrpito, s"rdido en que deambula :ladimir# / una distancia de tres mil a4os, su bsqueda esencial% >taca# Para 6lises, 2ams alcan$ada# el hi2o amado0 para el hombre de nuestro tiempo, el

ambas obras nos hablan del hombre sern la esposa, la patria sue4o, la muerte, la felicidad a4orada