Nacer Del Agua y Del Espíritu
Nacer Del Agua y Del Espíritu
Nacer Del Agua y Del Espíritu
2 Cuando Jesús habla del agua viva, no se refiere al agua del bautismo, que es
para Dios, una muerte en unión con Cristo para saldar el precio del pecado
heredado. El agua viva que Cristo ofrece, es “…la enseñanza que nos llega
del espíritu, para poder expresar cosas espirituales en términos espirituales”;
(1Corintios 2:13) es: “…la enseñanza sana que está en armonía a la gloriosa
buena nueva del Dios feliz”. (1Timoteo 1:11) Aquellos que por fe en Cristo,
beben de esta agua, caminan bajo la guía del espíritu de Dios, y dice Pablo que:
“…todos los que están guiados por el espíritu de Dios, son hijos de Dios”,
(Romanos 8:14) por esto él sacia la sed del espíritu de los que le buscan,
con el agua de la enseñanza de su espíritu, descubriéndoles su secreto
sagrado mediante la buena nueva; entonces, esta agua que por fe en su
propósito ellos beben, hace brotar en su interior una fuente que corre cómo un
río, para dar vida eterna a los que a su vez la beben, poniendo fe en los
designios de Dios mediante Cristo.
5 Sin embargo, el pueblo elegido para recibir al Cristo de Dios y las bendiciones
del Reino, le rechazó, “…él vino a su casa y los suyos no le recibieron, pero a
todos los que le reconocieron, les dio la facultad de hacerse hijos de Dios; a los
que ponen fe en su nombre y que no han nacido de la sangre ni de la voluntad
del hombre, si no que han nacido de Dios”. (Juan 1:11-13) Pablo dice con
respecto a esto: “…no es que la palabra de Dios haya venido a menos, puesto
que no todos los que descienden de Israel son verdaderamente Israel, ni por
el hecho de ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos…” (Romanos
9:6-7) porque “…dice la Escritura que ‘Abraham ejerció fe en Yahúh y por esto
fue declarado justo’... De esta manera, llegó a ser el padre de todos los no
circuncisos que tienen fe para que también a ellos se les atribuya la
justificación, y padre de los circuncisos, que no solamente lo son, si no que
caminan en las huellas de la fe que tenía nuestro padre Abraham antes de ser
circunciso”, por esto “…la promesa recibida por Abraham y su descendencia de
ser los herederos del mundo, no fue en virtud de la Ley si no en virtud de la
justificación que deriva de la fe…” pues “…en realidad, si los herederos
fuesen los que se adhieren a la Ley, la fe seria inútil y la promesa sin valor”.
(Romanos 4: 3,11-14)
8 Jesús había exhortado a los judíos y prosélitos que para fiesta los
Tabernáculos se habían reunido en Jerusalén, diciéndoles con voz fuerte: “Si
alguno tiene sed, que se acerque a mí y beba; del seno de aquel que ponga fe
en mí, brotarán, cómo dice la Escritura, ríos de agua viva…” (Juan 7:37-39) Y
esta invitación se extiende hasta nuestros días, porque si en el día de
Pentecostés sus seguidores se llenaron de espíritu y los ríos de agua viva que
brotaron de ellos llegaron a toda la tierra conocida de aquel tiempo, también han
llegado a través de los siglos hasta nosotros mediante sus escritos, dándonos a
conocer la buena nueva del verdadero e inalterable propósito de Dios, y
haciendo posible que pongamos fe en su enseñanza, de modo que podamos ser
generados por él para la vida eterna, “…no mediante una semilla corruptible, si
no mediante una que es incorruptible: la palabra de Dios, que vive para
siempre y que jamás viene a menos…” (1Pedro 1:23-24).
9 Pablo escribió a los discípulos de las naciones que había visitado para llevar la
enseñanza del espíritu: “…yo he sido el que a través de la buena nueva, os ha
generado en Cristo…” (1Corintios 4:14-15) Y también podría decírnoslo a
nosotros, porque por medio de sus cartas y de las demás Escrituras, hemos
llegado a conocer “…la verdad que conduce a la fe basada en la esperanza de
vida eterna, que fue prometida desde la antigüedad por el Dios que no puede
mentir…” (Tito 1:1-2) y “…el modo en que Dios concede la justificación que la
Ley y los Profetas declaran, aquella que Dios concede mediante la fe en Cristo, y
que está al alcance de todos los que tienen fe, sin distinciones…” (Romanos
3:21-22) puesto que “…el Dios y Padre de nuestro señor Jesús Cristo… en su
gran misericordia, nos ha hecho renacer a una esperanza viva mediante la
resurrección de Cristo de entre los muertos”. (1Pedro 1:3)
10 Desde las Escrituras, Yahúh, el Creador de los cielos y la tierra, nos insta a
que apaguemos la sed de nuestro espíritu con la enseñanza del suyo.
Obedezcamos su llamada, escuchando las palabras de su Primogénito, que nos
dice: “Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para dar a conocer estas cosas a la
congregación, yo, la raíz de David y la fulgurante estrella de la mañana. El
espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! Y cualquiera que lo oiga, repita: ¡Ven! Quien
que tenga sed ¡Venga! Y quien lo desee ¡Beba gratuitamente el agua de la
vida!” (Apocalipsis 22:16-17)