Luis Villoro, La Significacicón Del Silencio
Luis Villoro, La Significacicón Del Silencio
Luis Villoro, La Significacicón Del Silencio
Rector General
Dr. Julio Rubio Oca
Secretaria General
M. en C. Magdalena FresW Orozco
UNlOAD AZCAPOTZALCO
Rector
Lie. Edmundo Jacobo Mollna
Secretario
Mtro. AdriW de Garay Sinchez
Coordinador de Extensi6n Univenitaria
Llc. Alberto Dogut Mutrieu
Jefe de la Secci6n editorial
Lie. Valentin Almaraz Moreno
Primera edici6n: 1996
Primen reimpresi6n: 1997
Di!ei'lo: Alfredo Herren. Patiilo
D.R.. C 1996 Luis Villoro
D.R.. 0 1996 Unive11idad Aut6nom.a Metropolitana
Unidad Azapotzalco. Av. S:ut Pablo nfun. 180
Col. Reynosa Tarnaulipas, CP 02200, Mexico, D.F.
D.R.. 0 1996 Verdeh:alago,
Cristina Leticia JimC:nez Vizquez,
.Alicante 157, Col. Postal,
CP 03410, MC:xico, D.F.
Tel. 6967778 Fax. 6967814
http:/ /www.verdeh:alago.com.mx
[email protected]
ISBN: 968-6767-52-5
Impreso y hecho en Mexico
Printed :utd made in Mexico.
Luis Villoro
La signi.ficaci6n
del silencio
~ ~ VERDEHALAGO
c..-.... a p ~ z a b
Cuando los griegos quisieron de-
finir al hombre, lo llamaron zoott
l6gon ejott; lo que, en su acepci6n
prirnitiva, no significa "animal ra-
cional" sino "animal provisto de la
palabra". La palabra, en efecto, es
patrimonio que el hombre no
comparte con ninguna otra crea-
tura. El mundo humano llega has-
ta donde alcanza ellenguaje; y este
no seria nuestro mundo si no se
conformara a las significaciones
que ellenguaje le presta.
Para estudiar ellenguaje mu-
chos fil6sofos suelen partir de Ia
proposici6n y limitar el habla al
5
lenguaje predicativo, conforme a
reglas logicas y provisto de signifi-
caciones invariables. Todo lo que
tuviera sentido podria ser traduci-
ble a ese lenguaje. Asi se tiende a
reducir la esfera de la significacion a
la dellenguaje discursivo; cualquier
otra forma de expresion solo signi-
ficaria en la medida en que pudiera
transportarse a ese lenguaje.
Pero para explicar la palabra
discursiva es menester adrnitir una
posibilidad previa de la existencia:
la posibilidad de comprender el
mundo en torno aludiendo a ei
significativamente. Y esta referen-
6
cia significante al mundo en torno
es anterior allenguaje predicativo;
se encuentra ya en la percepcion,
en la conducta practica, en el ges-
to. No necesito de palabras para
significar; cualquier conducta di-
rigida al mundo puede hacerlo.
Por ello dira Heidegger que las
significaciones no resultan de las
palabras, las preceden. "A las sig-
nificaciones les brotan palabras,
lejos de que a esas cosas que se
Haman palabras se las provea de
significaciones".
1
Ellenguaje dis-
cursive es solo una de las actuali-
I Stin uttd bit, 34. (Seguimos la tr:aducci6n de El Str
y ll Tiempo, Fonda de Culmra Mexico,
\951. )
7
--------------------------------------
zaciones de una actitud significati-
va previa que Heidegger llama el
"habla". La mimica y la danza, la
musica, el canto y la poesia son
modos del habla; y, como vere-
mos, tambien lo es el silencio.
Posibilidad originaria del ha-
bla es tanto el decir como el callar,
escribe Heidegger.
2
Entre esos dos
extremos se tended toda forma de
lenguaje. Podemos preguntar:
relaci6n guardan esos dos
terminos en el seno dellenguaje?
En particular: Si el silencio es au-
sencia de palabra, puede
ser una posibilidad del habla? No
2
Ibid.
8
pretendemos resolver aqui estos
dificiles problemas. Tan s6lo ex-
pondremos algunas reflexiones
- provisionales aun- que ayu-
daran, esperamos, a mejor plan-
tearlos.
Dirijamos primero nuestra
atenci6n a la palabra discursiva.
Como todo lenguaje, la palabra
discursiva intenta designar el mun-
do circundante. que medida,
al designarlo, lo altera?
Antes del discurso, estamos en
contacto directo con las cosas, las
experimentamos y manejamos, nos
9
conmovemos con elias o en elias
actuamos; pero siempre necesita-
mos de su presencia. Sin ellengua-
je no podriamos referirnos al mun-
do en su ausencia. Con la palabra
aparece Ia posibilidad de despren-
dernos de las cosas y de referirnos
a ellas sin contar con su actual exis-
tencia. La palabra pone a distancia
las cosas y a la vez mantiene nues-
tra referencia a ellas. Segun W undt
y su escuela, habria que colocar el
inicio dellenguaje en el momento
en que elhombre no acierta aaprehen-
der una cosa para manejarla y se li-
mita a seiialarla. La indicacion su-
10
pliria el acto faliido de prensi6n e
iniciaria el Ienguaje: trato de aga-
rrar algo pero, por alguna causa,
noto que esci fuera de mi alcance;
entonces lo indico, primero con el
declo, luego con un sonido articu-
lado que reemplaza al objeto
inmanejable. Se ha descubierto
en efecto, que en muchas l e n g u ~
prirnitivas las primeras palabras
fueron demostrativas.
3
La palabra
brotaria aside un intento fallido de
manejo; supliria Ia presencia in-
mediata del objeto con Ia simple
referencia a ei. Con ese in ten to se
J [.-''iaJe: Cassiser, The Philosophy cif Symbolic Forms, Tale,
vol. I, pp. 180 y rs., 202 y ss.
11
abre una posibilidad exclusiva del
hombre, de poseer las cosas de un
modo mas sutil que !a prension:
poseerlas en figura, por medio de
un signo que las mantenga ante la
conciencia como terrnino de refe-
renCla.
AI vincular un fonema con un
objeto, podemos dirigimos a este
en su ausencia. El fonema indica
primero el objeto (como el gesto
del declo indice), pero luego -y
este es el paso decisivo- toma sus
veces, lo suplanta; entonces se ha
convertido en "simbolo". La fun-
cion simbolica, esto es, la posibili-
12
dad de referirnos a las cosas por
medio de signos que las suplan,
constituye la esencia dellenguaje
discursivo. Gracias a ella puede el
hombre aludir al mundo entero
sin estar obligado a sufrir su pre-
sencia. y esta posibilidad solo per-
~ t e n e e af Fiombre. Muchos ani-
males pueden asociar a objetos
determinadas palabras; mas las uti-
lizan como senales de la presencia
de esos objetos, no como s{m/Jolos
que los suplan. Vinculan dos heclws
distintos de su campo perceptivo;
igual que los perros de Pavlov
asociaban el sonido de Ia campana
13
ala presencia del alimento. Siem-
pre un hecho existente remite a
otro igualmente existente; es se-
iial, no simbolo, del otro. Obser-
vemos como reacciona un perro al
escuchar el nombre de su amo: de
inmediato para las orejas, olfatea el
aire, alerta, para buscar al amo. El
fonema esci asociado a Ia presencia
del amo, a los olores y formas que lo
acompaiian, es, en ultimo termino,
un elemento mas en el complejo
de cualidades ligadas habitual mente
con la percepci6n del cuerpo del
amo. El perro vincula un fonema
con un contenido olfativo y visual,
no "comprende" una palabra.
14
Es probable que tambien en el
hombre pase primero ellenguaje
por una fase semejante. Pero des-
pues la rebasa; el fonema se con-
vierte entonces en simbolo. Si en
una conversaci6n se menciona el
nombre de "Socrates", a nadie se
le ocurrira buscarlo por el cuarto.
La palabra no funge aqui (aunque
a veces, en un uso circunstancial,
pueda asumir esa funci6n) como
un fonema asociado a una presen-
cia sino como un signo colocado
"en Iugar" de ella.
"Comprender" unsimboloquie-
re decir: poder referirnos a un ob-
15
jeto sin tener necesidad de perci-
birlo. El simbolo "representa" la
cosa; literalmente: provee una pre-
sencia que suplanta a otra.
De ahi la funci6n liberadora de
la palabra. Gracias a ella tuvo el
hombre aquello de que el animal
carecia: el poder de referirse a las
cosas sin estar esclavizado a perci-
birlas, de comprender el mundo
sin tener que vivirlo personalmen-
te. El hombre, con Ia palabra, cre6
un instrumento para sustituir el
mundo vivido y poder manejarlo
en figura.
Por eso, el ideal del lenguaje
seria suplir las cosas de
16
modo tan perfecto que Ia estruc-
tura de las palabras correspondiera
a Ia estructura de las cosas que reem-
plaza. Un lenguaje de ese tipo es la
meta regulativa de todo lenguaje
discursivo coherente. Ellenguaje
proposicional, ha dicho Wittgens-
tein, es una "figura" o un "mode-
lo" de la realidad.
4
El lenguaje
"figura" el mundo en el sentido de
traducir en una estructura de sig-
nos una estructura de objetos.
Wittgenstein nos da un simi!: el
lenguaje reemplaza Ia realidad a!
modo como la notaci6n musical
substituye una sinfonia, y las irre-
'Trac:tatus Lcgicus Philosophicus, 4.01.y 4.011.
17
gularidades de las rayas del disco
gramof6nico substituyen una y
otra.
5
La estructura entera de la
sinfonia queda traducida, en la
partitura yen las ondulaciones fisi-
cas del disco, por otras estructuras.
Cada estructura "figura" o "mo-
dela" la otra. Pero no nos dejemos
engaii.ar por el simil. Esta capaci-
dad figurativa dellenguaje no debe
entenderse como si cada palabra
duplicara un rasgo de la realidad.
No es la lengua una especie de
"dibujo" o "imitaci6n" de las co-
sas. Mas bien hay que pensar en
5
0p. cit. 4.014.
18
dos formaciones paralelas -Ia de
los signos lingiiisticos y la de la
realidad- que pueden traducirse
entre si segun reglas determinadas,
pero ninguna de las cuales "copia"
a la otra. Se trataria de la proyec-
ci6n de una formaci6n en la otra,
en el sentidci en que los matema-
ticos emplean esa palabra. Cual-
quier forma geometrica puede fi-
gurarse en signos algebraicos y, ala
in versa, cualquier ecuaci6n puede
proyectarse en una figura geo-me-
trica; para hacerlo basta conocer
las reglas especificas que regulan
esa proyecci6n. Pero no podemos
19
decir que los componentes de Ia
ecuaci6n "copien" o "dibujen"
los elementos de Ia forma espacial,
sino mas bien que Ia estructura del
algebra es convertible en Ia de Ia
geometria y viceversa. Asi tam-
bien el lenguaje seria una "pro-
yecci6n" de la realidad que, a!
figurarla en una estructura distin-
ta, podria reemplazarla. Y Ia 16gica
seria el conjunto de reglas que
rigen esa proyecci6n. Un lenguaje
al6gico no podria pues "figurar" Ia
realidad.
Pero para traducir Ia figura
.geometrica, Ia ecuaci6n algebraica
20
tiene que prescindir de su modo
propio de existencia, el espacio
intwtivo; ninguna cualidad mera-
mente perceptiva del espacio pue-
de traducirse. Asi tambien el dis-
curso: con tal de figurarlas en una
estructura simb61ica, la palabra
discursiva hace abstracci6n de Ia
presencia actual de las cosas; al
prescindir de su presencia, tiene
que olvidar todas las cualidades
vividas ligadas con ella; y solo
gracias a este olvido puede comu-
nicar Ia realidad en figura. Porque
el disco hace abstracci6n de la vi -
vencia actual de Ia orquesta, puede
21
comunicar la sinfonia; porque la
ecuaci6n prescinde de la percep-
ci6n espacial, puede enseiiar la
forma geometrica.
Para cumplir con su fin, un
lenguaje discursivo deberia estar
constituido de significaciones
riables y objetivas; de tal modo que el
interlocutor pueda en todo mo-
mento proyectar con exactitud Ia
misma realidad que ese lenguaje
haya figurado. En unlenguaje dis-
cursivo perfecto no cabria la menor
ambigiiedad, el menor equivoco.
Ninguna lengua existente cumple,
por supuesto, con ese ideal; pero
22
todas, en Ia medida en que son ins-
trumentos para figurary comunicar
la realidad, tienden a eL Los 16gicos
modemos han tratado de indicar las
caracteristicas de una lengua ideal.
En ella no habria Iugar para las
vacilaciones que de-
penden de las circunstancias cam-
biantes de Ia experiencia personal.
Las palabras dellenguaje cotidiano
que Russell llama "egocentricas" y
Husser! "ocasionales", tales como
"yo", "ttl", "aqui", "ahora", "esto",
"aquello", deberian descartarse, pues
hacen referencia a contenidos de
experiencia variables con cada in-
23
dividuo y, por lo tanto, inca paces
de ser comprendidos sin esa expe-
riencia. Por otra parte, todas las
significaci ones subjetivas, que de-
penden de Ia perspectiva personal,
deberian igualmente omitirse. Asi,
un lenguaje discursivo puro solo
constaria de significaciones inva-
riables y objetivas.
Tal es, sin duda, el lenguaje
cientifico. De el quedan elimina-
das todas las significaciones varia-
bles y subjetivas. En lenguaje cien-
tifico no se diria, por ejemplo:
"veo ahora un meteoro", sino "un
meteoro es visible a las 8 p.m. del
24
M. G., a tantos grados de latitud
norte y tantos otros de longitud
oeste". Ni tampoco: "un prado
alegre" y "esa tragica noche'', sino
"un prado cuya vision se acompa-
iia en la persona X de un senti-
miento de alegria" y "la noche en
que la persona Z fue protagonista
de un acontecimiento tragico" .
Por ultimo, la palabra elimina
el caracter singular con que las
cosas aparecen y, por ello, tran-
quiliza. Antes del lenguaje todo
para el hombre es nuevo; nada,
habitual ni previsible. Conforme
se desarrolla un lenguaje, el asom-
25
bro que primero le producen las
cosas va cubriendose de un tenue
velo de familiaridad; y solo enton-
ces empieza a sentirse seguro en su
mundo. Cuando el nino ve u oye
algo desusado, lo primero que hace
es preguntar por su nombre. Una
vez que lo sabe, aunque no lo
comprenda, empieza a tranquili-
zarse. Porque ya sabe que "aque-
llo" tiene un nombre y no es, por
lo tanto, algo absolutamente in so-
lito: si tiene un nombre puede
reconocerse. Algo sin nombre es
insufrible; pues no podria jamas
saber a que atenerse con dlo; si
26
tiene un nombre, en cambio, pue-
de clasificarlo, hacerlo un poco
suyo, manejarlo por medio de su
simbolo. El niiio qui ere saber como
se llaman todas las cosas para poder
hacerselas hospitalarias. Para los
primitivos, poseer el nombre de
una cosa o de una persona es ya, en
cierto modo, apropiarsela. Y aun
entre nosotros no hay mejor prue-
ba de confianza que descubrir al
amigo el nombre propio y permi-
tir que lo emplee a su gusto.
Asombroso es siempre lo inso-
lito, es decir, lo que solo se da una
27
vez y no sabemos como ni cuando
podra repetirse; asombroso es "lo
que no hay", lo inesperado y sin-
gular. Y el nombre permite reco-
nocer cualquier objeto. Nombrar
algo es identificarlo con otro fe-
n6meno que ya ha aparecido y, a
la vez, poder reconocer sus ulte-
riores apariciones. La recognici6n
elimina la alteridad absoluta, la
singularidad de lo ins6lito, y con-
vierte en habitual el mundo en
tomo. Ademas, con cada nombre
estan ligadas ciertas notas fijas y
excluidas otras. Nombrar es pues
proyectar el objeto en una estruc-
28
tura 16gica que determina las cua-
lidades que sean compatibles con
ei. Por ello elimina las posibilida-
des inusitadas e imprevisibles.
En suma, un lenguaje discur-
sivo perfecto, para poder figurar y
comunicar la realidad con exacti-
tud, tendria que prescindir de la
perspectiva personal del observa-
dor; para ello, habria de hacer
abstracci6n de Ia presencia de las
cosas con todas sus notas vividas,
asi como de su caracter ins61ito y
singular. Porque ellenguaje discur-
sivo no habla de un mundo vivido
sino de un mundo representado.
29
Por else que el sol que cada dia
se levanta es siempre el mismo e
irradia en toda hora una luz seme-
jante. Pero en mi mundo vivido,
anterior al discurso, ese disco lu-
minoso es nuevo cada dia y co-
bra en momentos fulgores de es-
plendor inesperado.
Ellenguaje discursive encubre
mas no elimina Ia extrai'ieza del
mundo, ni suprime Ia capacidad
de asombro. Debajo de las pala-
bras, las casas siguen siendo singu-
lares e imprevistas. Todo puede
ser novedoso, aun lo mas cotidia-
30
no. ~ a y alga m;is extrai'io que el
suave tintineo de una copa de
crista! corriente entre las manos?
~ a y alga mas sorprendente que
Ia lengua de fuego que surge de
pronto, vivaz, en la estufa cotidia-
na? Cualquier cosa puede sera la
vez alga habitual, representable en
el discurso, y una presencia viva e
irrepresentable. Y ambos caracte-
res no se contradicen, porque de-
penden de Ia actitud con que sig-
nifiquemos el mundo en torno y
de Ia forma de habla que emplee-
mos para expresarlo. Enla prim era
actitud significamos el mundo tal
31
como es en SI , independiente-
mente de las emociones o valora-
ciones que en nosotros suscite; en la
segunda, tratariamos de significado
tal como se presenta "para noso-
tros", revestido de todas las notas
que acompaiian su mera presencia.
Al primer modo de signiticar el
mundo corresponde el lenguaje
discursivo; al segundo la poesia y,
en propiedad, el silencio.
"El mundo esd escrito en len-
guaje matematico" decia Galileo.
Es cierto: Ia estructura total del
universo podria proyectarse en
unas cuantas formulas, en una bre-
32
ve estructura simb6lica que la fi-
gurara adecuadamente. Esos sim-
bolos encerrarian todo lo que del
mundo pudiera predicarse objeti-
vamente. Los signos que Henan
una pequeii.a libreta supliendo Ia
presencia del universo: tal seria el
ideal de Ia ciencia. Mas tambien
Pascal tenia raz6n cuando excla-
maba: "El silencio de los espacios
infinitos me espanta". Porque el
mundo es a Ia vez palabra discursiva
y presencia silenciosa, claro siste-
ma matematico y asombroso por-
tento.
Supongamos ahora que que-
remos expresar y comunicar a los
33
demas esa presencia vivida del
mundo. El habla originaria tendra
que buscar una forma de lenguaje
distinta a Ia discursiva. Inventara
varias, u ~ s es rica en recursos.
Desde Ia piedra burda con que
erige sus edificios hasta el sutil
ademan de la danza, todo podra
servirle de signo para nuevas len-
guajes. Pero tambien tendra otra
posibilidad que aqui nos interesa
particularmente porque nos pon-
dra sabre la traza de nuestro tema
central, el silencio: podra signifi-
car el mundo vivido, mediante la
t1egaci6n de las significaciones
invariables y objetivas dellenguaje
discursive. Es decir, intentar;l utili-
zar ellenguaje discursive a modo de
negar justamente su caracter
discursive. Significara por un ro-
deo: mostrando c6rno las palabras
reducidas a significaci ones objetivas
son incapaces de significar cabal-
mente lo vivido. Nacera entonces
un lengu;Ue parad6jico basado en la
ruptura, en Ia destrucci6n de los
significados habituales del discurso.
Y asi como el lenguaje objetivo
perfecto er.a el ideal de toda palabra
discursiva, asi este lenguaje parad6-
jico sera, en el fonda, ellimite a que
tiende toda verdadera poesia.
35
Un ejemplo bastari son los
dias de la canicula. El sol esta en el
cenit. Es el momenta del medio-
dia. Ellenguaje discursive nom bra
lo que ve: si qui ere designar casas
reales dira, por ejemplo: "el soles
visible en el cenit a tal hora del M.
G. yen tallugar preciso"; si desea
designar el simple data de percep-
ci6n, tal vez diga: "en el centro de
la semiesfera celeste se ve un disco
luminoso de color amarillo clara".
Habra captado todo lo que el fe-
n6meno tiene de objetivo y podra
suplantarsu presencia vivida. Pero
un poeta, refiriendose al mismo
fen6meno, dira:
36
Coronado de sf el dia extiende sus plumas.
;Alto grito amarillo,
caliente surtidor en el centro de "" cielo
imparcial y benljico! ...
6
El mismo fen6meno es ala vez
un astra en determinada posicion
sabre el horizonte y un "alto grito
amarillo" en un cielo "imparcial y
benefico".
,:Que ha tratado de designar el
poeta? En primer Iugar, la presen-
cia concreta del fen6meno tal co-
mo es vivido en ese instante privi-
legiado. Par ella no pudo hacer
6
0 ctavio Pu , "Him no entre ruinas", en Libt rtad b.ljo
Fondo de Culcuu Econ6 rn.ica, Mhico, 19.J9.
37
caso omiso de las notas que su si-
tuaci6n y enfoque personales reve-
laban en eL Ellenguaje poetico no
ha hecho abstracci6n de las cuali-
dades que Ia emoci6n o Ia fantasia
muestran en el objeto; al contrario:
ha tornado el objeto en toda Ia ri-
queza de contenido que present:.1.
Porque no ha tratldo de significar el
objeto "en si", sino el objeto tal co-
mo se muestra "para el hombre".
Esto se hara mas claro al obser-
var el cambio de significado que se
opera al intentar traducir el len-
guaje poetico en lenguaje objeti-
38
vo. "Alto grito amarillo", por
ejemplo, ocultaria una significa-
ci6n objetiva que expresaria algu-
na frase como esta: "mancha de
color amarillo, situ ada a gran altu-
ra respecto del observador, tan
brillante que puede asociarse a un
sonido_ de tono muy agudo". A
primera vista parece que las dos
frases difieren por su forma y eufo-
nia mas no por su significado. Con
todo, por poco que las compare-
mos, nos percatamos de que Ia
traducci6n discursiva no solo alte-
ra Ia forma verbal del poema, sino
tambien su significado. Las dos
39
frases no dicen lo mismo. "Alto
grito amarillo" designa una uni-
dad de cualidades vividas en Ia que
estan ligados datos de percepcion,
datos de fantasia y cualidades
emotivas, referidos al mismo ob-
jeto; su traduccion discursiva, en
cambio, designa una multiplici-
dad de hechos objetivos (Ia man-
cha amarilla, el sonido agudo, Ia
asociacion entre ambos), no nece-
sariamente vividos por nadie. El
sentido inherente al simple enun-
ciado es, por ello, distinto en uno
y otro caso. Del sentido pleno de
la frase poetica forman parte notas
40
"subjetivas" por tanto.
que estan ausentes delsentido de Ia
frase discursiva.
En segundo lugJr, Ia palabra
poetica suple una presencia para
tratar de revivirla de inmediato en
Ia imaginacion y emocion de otra
persona. Solo sirve de fugaz inter-
mediario entre dos experiencias.
En efecto, puesto que la expresion
poetica no ha prescindido de las
cualidades vividas del objeto, solo
sera plenamente "cornprendida"
al revivir esas cualidades. Su tra-
duccion objetiva, en cambio, puc-
de ser comprendida sin acudir a
41
una nueva experiencia,justamen-
te porque su senti do carece de no-
tas "subjetivas". La significaci6n
poetica dota de un uso distinto a Ia
palabra: no solo pretende figurar
una realidad para comunicarla,
tambien intenta suscitar de nuevo
en el oyente todas las cualidades
inherentes a su presencia.
Pero para poder hacer esto, el
poeta ha tenido que emplear las
palabras a modo de negar sus sig-
nificaciones invariablcs y objeti-
vas: "Alto grito amarillo" ha lla-
mado al sol. Mas que decir lo que
es alude a lo que no es; se trata de
42
un "grito" distinto de cualquier
grito conocido, pues designa algo
que a ningun sonido podria con-
venirle. Segun su significado ob-
jetivo, un sonido no puede tener
color ni estar, cual una cosa, eleva-
do en las alturas. "Amarillo" no
responde tampoco a ningun color
recono-cible; pues ningun color
habitual es cualidad de un elevado
sonido. Es un "amarillo" capaz de
estallar en gritos; un color que
consiste en no ser como todo co-
lor; designa una cualidad singular
y unica. Asi, "amarillo" y "alto"
niegan la significaci6n objetiva de
43
"grito" y viceversa; por esta nega-
ci6n, las palabras usuales dellengua-
je discursivo adquieren un nuevo
significado en el contexto poetico.
El poeta ha dotado a las palabras de
un nuevo sentido que se constituye
justamente por Ia negaci6n de su
sentido objetivo. Y este sentido
poetico es indefinible, es decir, es
intraducible a otras palabras provis-
tas de significaciones objetivas; pues
brota de Ia contraposici6n de signi-
ficaciones que se rechazan recipro-
camente y queda constituido por
esa negaci6n reciproca. Por ello, los
significados poeticos no pueden
44
estar ligados en forma invariable a
deterrninadas palabras, surgen en
el contexto, de modo inesperado,
de Ia distorsi6n de los significados
objetivos. Son significaciones in-
s6litas que en rigor nunca podran
repetirse en otros contextos. Y
solo asi puec\e hablar el poeta de
algo singular e irrepetible.
Si era propio de Ia palabra c\iscur-
siva pemiltir la recognici6n de un
objeto y adscribirle ciertas notas fi-
jas, el poeta ha roto esa funci6n nor-
mal del discurso; su lenguaje es una
negaci6n de las significaciones in-
variables de la palabra. Designa lo
45
extraordinario y dice a Ia vez que
la presencia ins6lita de las cosas es
indecible para el lenguaje
discursivo. Y en verdad toda me-
tafora tiende a decir lo mismo, en
Ia rnedida en que rompe la signifi-
caci6n precisa que el discurso exi-
ge; toda metafora es ya un princi-
pio de negaci6n de la palabra.
Pero a menudo fracasa y solo el
gran poeta logra efectivamente sig-
nificar con un lenguaje negativo.
No obstante, tambienla distor-
si6n de la palabra tiene un limite.
Si prolongaramos hasta el fin la
negaci6n de las significaciones del
46
discurso, cesaria Ia palabra. La nega-
ci6n total de la palabra es el si-
lencio. Y tal vez, desde esta perspec-
tiva, Ia poesia podria verse como un
habla en tension permanente entre
la palabra y su negacion, el silencio.
En rigor, solo podria realizarse ple-
namente en Ia total negaci6n del
discurso; mas entonces desaparece-
ria como habla. ..
efectivamente? habria un ha-
bla del silencio?
Con esta pregunta tocamos el
punto crucial de estas breves re-
flexiones. El intento de mostrar el
mundo tal como es vivido condu-
47
cia a Ia negaci6n de la palabra y
esta, en su limite, a! silencio. Pero,
~ s capaz de indicar algo el silen-
cio?
Ante todo debemos descartar
de nuestra consideraci6n el silen-
cio como simple ausencia de todo
lenguaje. El mutismo nada dice.
No pertenece a! habla sino a su
carencia y no puede aqui intere-
sarnos.
Tambien descartaremos otro
aspecto del silencio lleno de posi-
bilidades y sugerencias, pero que
aqui no debe detenernos. Nos re-
ferimos a! silencio como seiial de
48
determinadas vivencias psiquicas:
Ia reserva que distingue a un alma
grave o recogida; el silencio man-
so que oculta una actitud humilde
o el altivo silencio que anuncia
orgullo y desprecio; el noble silen-
cio de quien escucha y el silencio
farisaico de quien juzga. En estos
casos el silencio es indice de una
actitud espiritual ode un estado de
animo y puede ofrecer una venta-
na abierta para el estudio de Ia
intimidad ajena. Pertenece a un
estilo de conducta, al modo como
el hombre se muestra exterior-
m'ente, ante los demas o ante ei
49
mismo. Est;\ ernparentado con el
gesto y Ia fisonornia. Igual que un
ceiio airado o un ademan impul-
sive, puede ser signo de un acon-
tecer psiqui co, mas no significa,
no designa nada acerca del rnundo
en torno. Aquino nos concierne;
ahora solo nos interesa el silencio
como componente de un lenguaje
capaz de referir al interlocutor a
cosas distintas de el mismo; nos
i:1teresa como elemento significa-
tive.
En primer Iugar, hay un silen-
cio que acompaii.a allenguaje como
su trasfondo, o mejor, como su
50
trama. La palabra lo interrumpe y
retorna a ei. Parece surgir de su
seno, llenarlo rnientras se pronun-
cia y hundirse en el cuando cesa.
Sin un fondo uniforme y homoge-
neo en que se destaquen, las pala-
bras no podrian separarse, t ~ u
garse, dibujar una estructura. Este
silencio es Ia materia en que Ia letra
se traza, el tiempo vacio en que
flu yen los fonemas. En otras formas
de expresi6n tiene tambiensu equi-
valente: enla pintura, es el fondo sin
color ni fom1a que pennite, por
ejemplo, el matiz del claroscuro; en
Ia arouitectura, los vanos y el vacio
51
que separan y enlazan las masas
tectonicas.
. Este trasfondo de !a palabra
t1ene tambien su Iugar entre los
signos materiales que emplea e1
lenguaje. La escritura cuenta con
los signos de puntuacion para se-
i'ialarlo, Y en Ia notacion musical
hay signos que llevan justamente
el nornbre de "silencios". Las pau-
sas, el ritmo, que encuadran !a
palabra oral, la subrayan
0
desta-
can, son signos lingliisticos igual
que los fonemas. Pero todos ellos
solo fungen como Ia trama
0
e1
Iinde de los elementos propia-
52
mente significativos dellenguaje.
En este sentido, son signos que no
se refieren a nada, sino que solo
permiten la organizacion de los
otros elementos dellenguaje. Ellos
mismos no significan aun nada.
Sin embargo, en casos deter-
minados, los silencios dellenguaje
parecen rebelarse contra ese papel
acompanante y querer, tambien
ellos, significar algo. Por lo pronto
su pretension es modesta: solo
quieren designar palabras que los
suceden en !a trama dellenguaje.
Antes de aparecer una palabra,
puede haber llll silencio que !a
53
anuncie. Hay pausas que indican
clararnente Ia inminencia de una
frase desconcertante o irnprevista;
oradores y actores sa ben hacer buen
uso de elias. Semejante papel pue-
den desempeiiar enla escritura los
puntas suspensivos o los dos pun-
tas y, en Ia musica, algunos silen-
cios tensos que indican la imni-
nencia de un climax o de una
melodia particularmente expresi-
va. En estos casos es obvio que el
silencio no solo enlaza elementos
significativos del Ienguaje, tam-
bien a el empieza a brotarle una
vag:1 significacion propia. Indica
54
algo distinto de et, se refiere a otra
cosa. ~ que? A Ia palabra u ora-
cion q u ~ viene. Pero no significa
una palabra u oraci6n cualquiera,
sino una palabra que tenga cierto
cadcter sorpresivo. En forma vaga
e imprecisa, parece balbucir: " jAten-
ci6n! jAlgo digno de nota va a
pronunciarse!". Indica, en suma,
una palabra tal que de algun modo
no es Ia que facilmente podna
adivinarse o esper:lr5e del anterior
contexto. El silencio empieza a
anunciar la cualidad sorpresiva de
las cosas, aunque solo sea por lo
pronto de las meras palabras.
55
En este nivel, el silencio es aun
simple accesorio, apendice del con-
texto que lo precede de inmedia-
to; prolonga Ia palabra que ante ce-
dey, s6lo por ello, puede anunciar
Ia que viene. Asi, el sentido de Ia
"suspension" de los puntos
suspensivos depende de Ia palabra
que los precede; el de Ia pausa
musical de Ia frase que acaba de
silenciarse. Por otra parte, es pa-
tente que no muestra nada fuera
dellenguaje mismo; Ia funci6n de
mostrar cosas aun le esta vedada.
Pero pasemos a otros casos.
Ahora el silencio suplanta a una
56
palabra u oraci6n y toma sobre si
Ia funci6n significativa que esta
tendria de pronunciarse. Alii don-
de el contexto o Ia situaci6n del
dialogo exigiria una palabra, apa-
rece un silencio. La palabra esta
"implicita", "sobreentendida" en
el y el interlocutor comprende
con el silencio lo mismo que com-
prenderia si Ia palabra se expresase.
Estos silencios son muchos y sus
significaciones varian al infinito.
Hay silencios c6mplices que sin
palabras dicen lo que el otro que-
ria escuchar. Hay silencios que
reprueban y condenan, y otros
57
que otorgan y entregan. Hay si -
lencios timidos que expresan, sin
querer, Ia palabra que no quiere
pronunciarse y silencios perplejos
que vacilan en ofrecer una pal<i-
bra. En todos estos casos, es evi-
dente que el silencio no solo seii.ala
el estado de animo de la persona
(su reprobaci6n o disgusto, su
pudor o su duda), tambien signifi-
ca algo acerca de una situaci6n
objetiva: significa lo mismo que
en cada caso significaria la palabra
que reemplaza. Por ello su signifi-
caci6n es variable, ocasional, de-
pende siempre del contexto en
que se encuentra.
58
Pero a! traves de todos sus
significados variables,
una funci6n significativa com lin a
todos esos silencios, sea cual fuere
el contexto en que se encuentren?
Solo si Ia hubiera podriamos decir
que el silencio mismo significa.
De lo contrario, seria Ia palabra
implicita en el silencio, no formu-
lada pero capaz de ser comprendi-
da o adivinada por el oyente, Ia
que propiamente significaria; el
silencio no aii.adiria ningun matiz
propio a Ia significaci6n de esa
palabra. Para investigar este punto
tenemos un facil expediente: re-
59
emplazar el silencio porIa palabra
correspondiente que sugiere y, SJ
obtenemos exactamente Ia misma
significacion, podremo;decir que
el silencio no ha aiiadido a la
palabra que reemplaza ningun
matiz significative propio. Pero s1,
por el contrario, la palabra no dice
exactamente lo mismo que el co-
rrespondiente silencio, habremos
descubierto la significaci on propi:1
de este.
Daremos un par de ejernplos.
Primero: Contemplo con un ami-
go alguna obra de arte, el desea
60
mostrar sus conocimientos y pro-
fiere alguna observacion que, al
querer ser profunda, solo acierta a
ser pedante o cursi. Me mira bus-
cando mi respuesta; yo guardo
silencio. El silencio reemplaza una
palabra de reprobacion cortes. Con
todo, sentimos que silo sustituye-
ramos por esa palabra, algo de la
significacion quedaria perdido.
Pues no solo significa que las pala-
bras de mi amigo son impertinen-
tes, esto es, que no est;in adecuadas
al objeto presente a que se refie-
ren; tambien significa que ante esa
situacion lo mejor es callarse, esto
61
es, que mis propias palabras tam-
poco serian adecuadas. Vagamen-
te expresa mi silencio: "Lo que has
dicho no es pertinente. Pero si te
lo dijera, yo mismo diria otra im-
pertinencia. Ante eso, lo mejor es
callarse". Dira alguien que enton-
ces podriamos suplir el silencio
justamente por estas palabras que
acabo de escribir. Tampoco. Por-
que estas palabras, que intentan
traducir lo que dice el silencio, no
dicen Jo mismo que este. Decir
que ante algo mas vale callarse, es
decir algo, algo que a su vez es
improcedente; quien lo diga no
62
dira lo mismo que quien calle;
quien lo diga forrnulara tambien
unjuicio inadecuado sobre lo que
contempla, puesto que no cum-
plir;1 con el requisito de callarse.
La prueba es que esa frase puedc
sonarnos tan pedante, tan imperti-
nente como cualquier otro enco-
mio semejante.
Es el mismo tipo de silencio
que podria presentarse si alguien
me indicara algun hecho digno de
asombro-y yo respondiera con un
silencio. Sin palabras, mi interlo-
cutor escucha claramente: "no hay
palabras para expresar eso". Massi
63
pronunciara esta frase tampoco
diria palabras que expresaran eso.
Por ello, lo unico capaz de signi-
ficado cabalmente es la negaci6n
de toda palabra. Asi, el silencio
significa, ademas de la palabra que
reemplaza, la circunstancia de que
esa palabra no es adecuada para
figurar ]a situaci6n objetiva en
cuesti6n, o -ala inversa- que la
situaci6n presente no puede
proyectarse en la estructura del
discurso.
Pero pasemos a un ejemplo
contrario: e1 silencio que aprueba
o consiente. Alguien solicita un
64
favor; yo callo y el comprende mi
asentimiento; ,:no dicen que qui en
calla otorga? Mi silencio reempla-
za ahora una afirmaci6n, pero no
significa lo mismo que esta. Signi-
fica tambien que esa afirmaci6n
no debe ser dicha. Dice que es una
afirmaci6n reservada, reticente,
una afirmaci6n a medias. Conce-
de y a Ia vez niega esa concesi6n.
"Te otorgo lo que pides" dice; mas
al no pronunciar esas palabras, sig-
nifica tambien que ellas no se
adecuan al genero de asentimiento
otorgado; al callar dejo sentado que
otorgo pero que no asumo mi asenti-
65
miento. En suma, significo que mi
afirmaci6n no se adecua a Ia situa-
ci6n objetiva, no responde a mi
intima voluntad ni describe laver-
dadera situaci6n de nuestras rela-
ciones personales.
Si analizaramos otros ejemplos
semejantes, veriamos siempre una
situaci6n parecida: el silencio sig-
nifica en cada contexto algo dis-
tinto, pero ademas aiiade a ese
significado un matiz propio: que
Ia palabra no es adecuada a! modo
como las cosas en torno se presen-
tan, que no puede figurarlas con
66
precision. Esa es la significaci6n
propia del silencio. Vemos que
propiamente se refiere allenguaje
en cuyo contexto aparece: deja
comprender una palabra y, al mis-
mo tiempo, Ia cancela al mostrarla
inadecuada a la realidad que pre-
tende denotar. Asi, significa qut la
palabra es algo limitado y que la
situaci6n vivida Ia rebasa. Porque,
al significar los limites de la pala-
bra, muestra indirectamente algo
de las cosas: el hecho de que reba-
san las posibilidades de la palabra.
El silencio se refiere inmediata-
mente ala palabra; pero, al negar la
67
palabra, muestra el hiato que sepa-
ra Ia realidad vivida, del lenguaje
que intenta representarla. El silen-
cio es Ia significatividad negativa
en cuanto tal: dice lo que 110 son las
casas vividas; dice que no son
cabalmente reducibles a lenguaje.
Mas esto tiene que decirlo desde el
seno rnismo dellenguaje.
No es extrai'io que, en el seno
de deternunados contextos expre-
sivos, aparezcan silencios que de-
signen directamente lo singular, lo
portentoso, lo "otro" por exce-
lencia. El silencio indica entonces
una presencia o una situaci6n vi-
68
vida que, por esencia, no puede
traducirse en palabras; algo inca-
paz de ser proyectado en cualquier
lenguaje. Aun en el mundo coti-
diano, doquiera asome un deja de
fantasia, se encuentran estos silen-
cios: Sabre un alambre tendido en
Ia altura baila una peque1ia figura.
El tambor resuena; de pronto, un
silencio. Las miradas se fuan en el
fragil hombrecillo. El silencio se-
iiala la angustia de Ia espera, ade-
mas significa Ia inminencia del
portento. Alga inesperado, mara-
villose va a hacer aquel hombre.
El silencio nos ha abierto de nue-
vo al asombro ante el mundo.
69
~ /
Todo lo inusitado y singular,
lo sorprendente y extrai1o rebasa
!a palabra discursiva; solo el silen-
cio puede "nombrarlo". La muer-
te y el sufrimiento exigen silencio,
y Ia actitud callada de quienes los
presencian no solo senala respeto
o simpatia, tambien significa el
misterio injustificable y la vanidad
de toda palabra. Tambien el amor
y la gratitud colrnada, preclsan ~ l
silencio.
El silencio, por fin, ha sido
siempre el habla para designar lo
extrai'io por antonomasia: lo Sa-
grado. "Yahve esta en su templo
sagrado -dice el profeta Haba-
70
cue- ante El guarde silencio el
mundo".
7
El mundo entero se
mantiene en suspenso; solo al de-
tener su algarabia puede hablar de
su Creador. Por ello, los gnosticos
designaban a Dios con !a palabra
"Sige", silencio. Y cuando los hin-
dues desean significar el primer
principio, el Brahma, solo pueden
decir que es aquello que ninguna
palabra puede significar.
En un Upanishad que solo co-
nocemos por referencias se narra
la siguiente historia: Unjoven pre-
gunta a su maestro por la naturale-
za de Brahma, el maestro calla. El
;Habacuc, II, 20
71
discipulo insiste; identica respues-
ta. Por tercera vez, ruega: "jSeiior,
por gracia, enseiiadme!" Entonces
el maestro contesta: "Te estoy
enseii.ando pero tu no entiendes:
Brahma es silencio" .
8
El callarse
significa aqui algo m;is que esta
palabra "silencio"; de lo contrario
el maestro no hubiera preferido
callar a pronunciarla. El silencio
significa que ninguna palabra, ni
siquicra "silcncio", es capaz de
designar lo absolutamente otro, e1
puro y simple portento. Mas en
por Co menta rio a las Ved{mta Suuas, TI1e
Vedant,r Sutms, Claredon Press, Oxford, 1890, I, 1, 2.
72
que consista esto no lo dice el
silencio; solo muestra "algo" como
pura presencia, incapaz de ser re-
presentada por Ia palabra.
Por paradojico que a primera
vista parezca, en todos estos casos
nos vemos obligados a adrnitir cier-
ta funcion significativa propia del
silencio. No debemos olvidar
empero que este solo puede signi-
ficar en el contexto de un lengua-
je; y solo el contexto determina
cuando un silencio resulta signifi-
cativo. Un silencio separado de
toda palabra no diria nada; su con-
dicion de posibilidad -en cuanto
significaci on- es Ia palabra. Por-
73
que el hombre es un "animal pro-
visto de Ia palabra", puede guardar
un silencio significativo. En Ia
medida en que el silencio signifi-
que es, pues, un elemento del
lenguaje, a! igual que Ia palabra
discursiva, del cual no podemos
prescindir al tratar de definirlo.
Pero es el elemento m;}s rebel-
deal analisis. Los simbolos lingiiis-
ticos figuran Ia realidad para poder
representarla; el silencio significa-
tivo, en cambio, no figura ni re-
presenta nada. Solo muestra una
presencia tal que no puede ser
representada por el simbolo. Por
una parte, seiiala los limites esen-
74
ciales de Ia palabra; por Ia otra,
indica Ia pura presencia ahi, inex-
plicable, de las cosas. No suministra
conocimiento alguno acerca de
como sean las cosas, solo dice que
las cosas son, y que este su ser es
inexpresable por la palabra. DeDios,
de Ia muerte, del sufrimiento, del
amor, del hecho mismo de que algo
exista no puedo dar cuenta con
palabras, solo puedo mostrar su in-
comprensible presencia.
Por otra parte, el silencio es
una posibilidad del habla que, de
realizarse, suprimiria a! habla mis-
ma: es Ia posibilidad de su propia
imposibilidad. Pero es una posibi-
75
lidad que constituye a! habla, de Ia
que esta no puede prescindir. AJ
igual que Ia muerte es una posibi-
lidad que constituye Ia vida y no le
es ajena -de tal modo que no
sobreviene desde fuera sino que
esta entraii.ada en el hecho mismo
de nacery desarrollarse-, asi tam-
bien el lenguaje lleva en si su
propio limite. Tampoco el silen-
cio sup rime desde fuera la palabra;
es, por lo contrario, un caracter
esencial dellenguaje.
El silencio no puede ampliar el
ambito del mundo que el hombre
puede proyectar en un lenguaje
objetivo. Solo puede mostrar los
76
limites de ese lenguaje y Ia existen-
cia de algo que por todas partes lo
rebasa. Asi muestra el silencio que
-por mas que las significaciones
verbales- se enriquezcan siempre
en el mundo habra algo de que el
hombre no puede dar cuenta consu
vano discurso: Ia presencia misma
del mundo en torno.
Con to do, el hecho de que el si-
lencio sea intrinseco a! lenguaje
indica con claridad una capacidad
inherente ala misma palabra: Ia del
lenguaje negative. De el depen-
deria, en ultimo termino, Ia posi-
bilidad de todos los lenguajes no
77
discursivos, de Ia poesia por ejem-
plo, que ocupa un Iugar interme-
dio entre Ia palabra y el silencio.
Vemos cwin poco hemos ade-
lantado en dar respuesta a las pre-
guntas con que iniciamos esta in-
dagaci6n. Solo hemos logrado, a
Ia postre, plantear un nuevo pro-
blema: El silencio seria el caso
extremo de una posibilidad signi-
ficativa mas general, y a ella nos
remitiria: Ia negaci6n. Pero cc6mo
es posible que la negaci6n, en
general, signifique?
Con esta pregunta podemos
terminar nuestras reflexiones. Pues
una reflexi6n filos6fica no con-
78
cluye cuando formula una res-
puesta sino cuando es capaz de
plantear un nuevo interrogante.
79