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-b-
IR A DIOS

AUTOR: Dr. Csar Augusto Dvila Gavilanes.

TRABAJO RECOPILATORIO

Portada: Fotografa del Tungurahua vista desde el cantn Patate

Libro digitalizado para su difusin.

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NDICE

PRLOGO VII
DEDICATORIA IX
SALMO CSMICO XI
ENSEANZAS MSTICO-FILOSFICAS 1
EL REGRESO A DIOS 1
LOS NIOS 3
EL GRAN DRAMA CSMICO BAJO LA MIRADA DE L 4
LA COMPRENSIN DE LOS MISTERIOS DE DIOS 6
EL HOGAR COMUNIDAD DE AMOR Y DE SERVICIO 8
PARA CONOCER LA DIVINA ESENCIA DEL PADRE 9
TODO DISPUESTO PARA DARNOS EJEMPLO 10
NO DESCUIDAR LO MS IMPORTANTE: DIOS 11
HACER UN ALTO EN EL CAMINO 12
HUNDMONOS EN DIOS 13
TODO EST UNIDO A DIOS 14
LOS GOCES DEL ESPRITU 15
EL PADRE NUESTRO EN LA MEDITACIN 16
EL FIN DE LOS TIEMPOS 20
PARA QU ESTAMOS AQU? 24
EN L VIVIMOS, EN L NOS MOVEMOS, EN L EXISTIMOS 26
LOS SEUDO-MAESTROS 27
EL SANTO HERMANO MIGUEL 31
COMO PREPARARNOS A LA PASCUA DE RESURRECCIN 34
EL VERDADERO AMOR 35
SAGRADA EUCARISTA 36
CRISTO VINO PARA TODOS 40
MIRAD LAS AVES DEL CIELO 40
DISCERNIMIENTO 42
VOSOTROS SOIS MI CORONA, MI GLORIA Y MI RECOMPENSA 43
SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS 45
NUESTRO REINO VERDADERO 48
SANTUARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA 50
EL VERBO ENCARN 54
RAZN DE LA NAVIDAD 56
AYUNO Y ORACIN DE JESS, EN EL DESIERTO 57
CRISTO CSMICO Y CRISTO HISTRICO 62
-iv-
LA ACCIN Y EL TRABAJO EN EL MUNDO 64
L, UN BUSCADOR DE ERRORES? 70
SANTA MISA 73
VOTO DE ORACION 74
LA ENCARNACIN DE ESE YO DIVINO 75
SER COMO NIOS PARA IR A DIOS 77
EL VERDADERO ALIMENTO ESPIRITUAL 81
DNDE EST LA PAZ QUE BUSCAMOS 82
LA DIVINIDAD DE CRISTO 83
LA ORACIN VERDADERA 84
TODOS PRESENTES EN LA MENTE DIVINA 85
DIOS EST EN NOSOTROS 85
TENER NUESTRO PROPIO SANTUARIO 86
LA PATERNIDAD ESPIRITUAL 87
EL MISTERIO DE UN DIOS TRINO 89
EL DOLOR HUMANO 91
LA PALABRA DE DIOS ES VIDA Y ESPRITU 94
LE CRUCIFICARON 95
L, IMN DE TODA LA HUMANIDAD 96
CRISTO APARECE COMO UN HOMBRE ENTRE LOS HOMBRES 98
LA DIVINIDAD DE CRISTO 99
L SE MANIFIESTA A LOS SENCILLOS 101
DILOGANDO CON JESS 102
DIALOGANDO CON LAS PIEDRAS 109
LA CONSAGRACIN 112
EL ESPIRITU SANTO 115
EL VALOR DEL TRABAJO 117
EL SUEO DE JOS 120
UN DA DE TRIUNFO 121
NECESITAMOS DE UNA EXPERIENCIA DE DIOS 129
LUGARES SAGRADOS 130
LA FE DE PEDRO 132
ASI NACI JESS 135
EL LENGUAJE DE LA ORACIN 138
SERMON DEL MONTE 139
CONCEPCIN DE LA VIRGEN MARIA 145
MARIA EJEMPLO DE ORACIN 150
MARA, MANIFESTACIN DIVINA 151
-v-
EN EL LXXV ANIVERSARIO DE UN MILAGRO 152
DESDE EL ARCANO DEL SILENCIO 154
EXPOSICIN EN EL CONGRESO MUNDIAL DE RELIGIONES 159
ABRAZO ESPIRITUAL ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE 159
CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y
OCCIDENTE EN EL ORDEN MATERIAL 161
CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y
OCCIDENTE EN EL ORDEN FILOSFICO Y RELIGIOSO 168

-vi-
PRLOGO

Recurriremos, a las mismas palabras del Padre Dvila para que

sean ellas las que prologuen su obra.

Mis queridos hermanos, nosotros tenemos que IR A DIOS,

tenemos que buscarlo a L. Yo creo que las presentes charlas
por donde se mire, por cualquier lado, por cualquier ngulo, s
comenzamos por las lecturas ms pequeas o por las ms
grandes, SIEMPRE nos llevan a un trmino: L (Dios). Yo me
imagino as.

Ese Dios Bendito: es como ese sol que nos alumbra todos los
das. Pero ese sol no tiene la capacidad de penetrar en las
rocas, tuviera esa capacidad s fueran esos rayos como lo que
ha inventado el hombre- esos potentes rayos lser, pero
necesitamos todava otra clase de rayos, que penetren todas
las sustancias, sin lmite; entonces tendramos, mis queridos
estudiantes, una imagen aproximada de lo que es L.

l es una fuente infinita de energa, fuente de luz. Pero Luz

que penetra todos los rincones, Luz que penetra
absolutamente todos los planos, absolutamente. Entonces
nosotros, de donde quiera que miremos, de cualquier plano
que miremos, en donde nos ubiquemos pues, desde all
podemos IR A L y estas charlas pretenden inspirarnos para
ello, desde esto podemos ubicarnos en l con nuestra mente
con nuestra fe, desde all podemos contemplarle. Luego, decir
como el profeta Bendecid al Seor porque es bueno, porque
es eterna Su misericordia.

P. Csar Dvila

-vii-
DEDICATORIA

Este esfuerzo recopilatorio est dedicado a todos los

estudiantes del Padre Dvila, los que fueron los que son
y los que sern.

-ix-
 SALMO CSMICO

Quiero alabarte, Dios mo.

Pero cmo encontrar una alabanza digna de Ti?
Quiero cantarte, Dios mo.
Pero cmo encontrar un canto que diga todo lo que Eres?
Quiero amarte, Dios mo.
Pero cmo encontrar un corazn que sea capaz de encerrarte?
Quiero baarme en Tu Luz!
Pero cmo podr mi pequeez encerrar el brillo de Tu grandeza?
Oh Bendito Dios!

Eres el Dios del hombre a quien le diste el privilegio de

conocerte, de amarte, de gustarte, de vivirte, de gozarte.
Eres el Dios del judo, del mahometano, del hind, del parsi, del
semita, del mongol, del atlante, del lmur, del ario
Eres el Dios del justo, del pecador, del pobre, del rico, del
catlico, del protestante, del chico, del grande
Eres el Dios del Tabor que envolvi con Su luz a Tu Hijo Amado.
Eres el Dios del salvaje que te adora en la jungla
Eres el Dios del cientfico que te descubre en el laboratorio.

No eres el Dios guerrero que arma huestes homicidas que se

solazan en la sangre derramada entre hijos y hermanos.
No eres slo el Dios trepidante y terrible del Sina en la teofana
de Tu gloria revelada al caudillo de Israel.
No eres el Dios slo de unos y no de otros

Eres el Dios csmico.

El Dios de todos, absolutamente de todos.
Eres el mismo para todos, absolutamente de todos.

-xi-
 Eres el mismo para el insignificante tomo que vibra en
llamaradas de luz y para el Serafn que arde en insondable Amor
en la gran pira de Tu divina esencia!

Eres el mismo para el santo que Te conoce, que Te busca y que Te

ama y para el pecador que no siente la bendicin de Tu
presencia.
Eres el mismo, absolutamente el mismo, para todos los seres sin
excepcin.
Si no lo fueras, no seras Dios.
Si no lo llenaras todo con Tu Bendita Presencia, qu podra llenar
aquello que T no lo llenas?

-xii-
ENSEANZAS MSTICO-FILOSFICAS
EL REGRESO A DIOS

Es tiempo de un nuevo amanecer; es tiempo del regreso a

Dios, desde el da de Pentecosts a travs del Espritu Santo
se inici el regreso de la humanidad toda a Dios, dicen
grandes msticos como Swami Abhishiktananda1. Y an
cuando haya muchas fuerzas negativas queriendo impedirlo
nada podr contra el inevitable torrente de Dios actuando
sobre sus hijos en su inevitable reencuentro, es as, que han
encarnado mahatmas, swamis, santos en todas las religiones
con el fin de ensear a sus hermanos menores digamoslo
as, la forma de R A Dios.

Sin embargo debemos estar atentos ya que existen

negatividades que pueden causar ms de un sufrimiento y
dolor en este camino hacia el Padre.

1
Swami Abhishiktananda (Henri Le Saux) (1910-1973) fue un monje francs, que
lleg a la India en 1948 en busca de la vida contemplativa. Adopt sannyasa de
acuerdo con la tradicin de la India y se convirti en uno de los pioneros del
dilogo entre hindes y cristianos.
-1-
El trnsito ms seguro es: el de la humildad y la oracin en
Cristo, pero esa oracin de espritu, esa oracin de silencio
que nosotros conocemos como meditacin.

Recordemos siempre el ejemplo de nuestro Bendito Maestro

Swamiji2 Jess, siempre humilde, siempre sabio, siempre
prudente, pero no pensemos que prudencia es quedar bien
con los dems, no, esa es prudencia para los hombres,
prudencia es actuar de acuerdo a la voluntad de Dios con
inteligencia con discernimiento que proviene de la sabidura
de su gracia la cual obtenemos por la meditacin.

Tomen en cuenta que la humildad depende de nosotros, de

nuestro desapego. Quin tiene humildad verdadera es quin
ha triunfado en todas sus batallas internas; lean la vida de
San Francisco y mediten sobre este gran misterio. Ahora
profundicemos en cmo ir a Dios?

Cmo ir a Dios? Nosotros somos como una botellita

pequea, bien corchadita y echada al mar. El agua del mar
la circunda, pero no entra en la botella porque est tiene un
corcho. Quitemos el corcho y vern como el agua entra. Esa
botella es nuestro yo, y lo que est afuera es ese yo divino y
ese yo Divino tiene que llenar mi yo para que exista una
sintona. Y lo de destapar la botella lo hace la meditacin.

No encontrarn ustedes, busquen en donde busquen, lean lo

que lean, hagan lo que hagan, nada que pueda suplir a la
meditacin. Y ningn libro, maestro o instructor podr
ensearles nada que supla a la meditacin. El mismo Dios no
puede sacar el corcho de la botella y decir: bueno ahora si
voy a entrar. Por qu? Porque l es supremamente
respetuoso de la libertad humana, de nuestro libre albedro.

2
Swamiji Titulo honorifico hind que significa dueo de s mismo, la
terminacin ji- hace referencia a afecto.
-2-
Quien va entonces a sacar el corcho? Somos nosotros cmo?
Por la Meditacin.

Pero Qu es meditar? Es hacer lo que hace la gallina:

escavar, escavar dentro de nuestra propia conciencia hasta
descubrir el gusanito, es decir el alimento substancioso: Dios.
La gallina no descansa sino cuando ha encontrado la comida.

LOS NIOS
Muchas veces me he preguntado cmo sera la sonrisa de
Dios en este mundo? y la respuesta es: que sera difana,
llena de luz, de sinceridad, de amor, de inocencia, de
felicidad como es la de nuestros queridos nios.

Si mis queridos estudiantes en la sonrisa de los nios se

encuentra la sonrisa del mismo Dios, qu responsabilidad
tan grande tienen: los padres de familia y toda la sociedad
misma, el de hacer a sus hijos felices, velar por ellos por su
cuidado, por su salud, por su progreso espiritual.

-3-
Tengan mucho cuidado que un hijo no es un ser para darnos
alguna satisfaccin egosta o para figurar un entorno
familiar, no, un hijo es el centro de la familia y de las
sociedades, es nuestra responsabilidad que sean personas
felices, educadas, en el futuro tiles, espirituales y que
evolucionen y ayuden a los planes de Dios.

En Oriente se considera como uno de entre los tres pecados

ms terribles que puede haber el atentar contra los nios, el
otro es atentar contra un santo, bueno, el otro trataremos en
otra oportunidad ms afn.

Siempre seamos responsables y encomendemos a las manos

de Dios siempre a estos queridos nios, recuerden que el
mismo Cristo los quera que estn junto a l Dejad que los
nios se acerquen a m (llamaba la atencin a sus discpulos)
acaso no saben que el Reino de los cielos es para quienes son como
ellos?- deca el Maestro. Ante esto que es tan claro acaso
alguien necesita ms explicacin?...

EL GRAN DRAMA CSMICO BAJO LA MIRADA DE L

Veo en mi mente, el desfilar de

los mundos. Veo en mi mente
la caravana incontable de seres
inteligentes, como los vio un
da Pablo de Tarso cuando
cont las jerarquas celestiales,
o como cuando iba contando
Juan el nmero de elegidos de
las doce tribus de Israel; y

-4-
cuando ya no pudo contar ms porque ya no haban nmeros
para contarlos te parece? ya no haba nmeros! eran tantos,
eran incontables!

Veo que todo, absolutamente todo se mueve en medio de

una Luz inaccesible a la mente humana. En esa Luz entra en
escena el gran drama csmico, el drama, la tramoya, el
escenario, algunos personajes solamente, tanto actores como
espectadores tienen masa vibratoria, desde la frecuencia ms
baja hasta la ms sutil.

Pero en el drama csmico, querido estudiante, hay

igualmente tramoya, escenario, actores y espectadores en que
ya no hay vibracin, o mejor, ya no hay vibracin que
registre instrumento manual alguno, slo registra el gran
instrumento de la mente; solo ella, mide las oleadas de ondas
mentales que brotan de las dems mentes.

En este drama csmico hay tramoya, escenario, actores y

espectadores cuyas vibraciones no registran otros
instrumentos, ms que el espritu. Porque el hablar, el hablar
de espritu a espritu no es posible describir con palabras: El
hablar de Espritu a espritu slo se traduce a travs del
espritu.

Pero lo maravilloso es, queridos estudiantes, que todo ese

drama csmico, no importa la tramoya, no importa la escena,
no importa los personajes, no importa la escala vibratoria de
cada escena, no importa el tiempo y el espacio en que se
desarrolla, todo ese drama csmico est bajo una sola
direccin, bajo una sola mente, bajo una sola voluntad, bajo
una sola mirada: la direccin, la mente, la voluntad, de la
mirada de L.

-5-
LA COMPRENSIN DE LOS MISTERIOS DE DIOS
La comprensin de los misterios de Dios solamente proceden
de la gracia3 de l mis queridos estudiantes, solamente de l,
y, esta comprensin se da en la medida en que lo que los
telogos llaman la gracia acta en nosotros.

Pero, cmo se da esta gracia? Cmo es que se da esta accin

de Dios en nosotros? qu es lo que tenemos que hacer
nosotros para que se de esta gracia? Son temas que debemos
detenernos a reflexionar por un momento.

Los grandes msticos nos han hablado del valor de la

humildad, del valor de dejar que Dios actu, de hecho en la
oracin ms grande pronunciada en este plano Jess nos
enseo a pedir que se haga la voluntad del Padre tanto en el
cielo como en la tierra, y cul es el camino que han seguido
todos los santos sin excepcin, es el camino de seguir el
ejemplo evanglico de Cristo, ese ejemplo de humildad, de
oracin, de infinito amor al Padre y a su voluntad.

Cuando Cristo ora en varios pasajes del evangelio, hace notar

que al final pide por que se haga la voluntad del Padre, pero
porque? Porque simplemente la voluntad del Padre es

3
Gracia Divina Accin de Dios en los seres humanos.
-6-
sabidura, amor y perfeccin en grado infinito, en un grado
que el ser humano ni lejanamente podra imaginar y asimilar
de alguna manera sino es por la gracia del mismo Dios.

Pero como es que la grandeza se puede manifestar en un

plano tan alejado digmoslo as del plano espiritual, pues es
por la accin del Espritu Santo; ustedes sepan que uno de los
consejos a Santa Teresita era la de orar pidiendo ayuda al
Espritu Santo el cual segn su confesor hace avanzar en
poco tiempo lo que con nuestras solas fuerzas tarda mucho.

Ahora bien, como podemos abrirnos a la accin de Dios, pues

la respuesta la da el mismo Cristo en esta frase de
profundidad infinita: Dichosos los pobres de espritu, porque
de ellos es el Reino de los Cielos, pero quienes son estos
pobres de espritu sino los humildes, sino aquellos que han
dejado todo en las manos de Dios, aquellos que estn
abiertos a la accin de Dios durante su meditacin.

Metafsicamente es muy difcil, por no decir imposible para

un ser humano, actuar todo el tiempo bajo la voluntad de
Dios, as que para esto el Seor nos recomienda la disciplina,
y proceder de forma sistemtica en la ejecucin de nuestras
actividades, mientras ms sistemticos y disciplinados
seamos en nuestras obligaciones, ms nos acercaremos a la
voluntad de Dios.

Otra aspecto muy importante que debemos cuidar es los

pensamientos que debemos tener, es decir que debemos ser
vigilantes y muy celosos de los pensamientos que tenemos,
de tal manera que mantengamos una mente serena y
calmada, muchas de las frustraciones que tienen las personas
-7-
pasa precisamente por esto la falta de cuidado en lo que
pensamos.

Cada vez que meditamos, dejemos que Dios actu en

nosotros, olvidmonos de nosotros, simplemente
contemplemos, simplemente tengamos paciencia,
simplemente digamos No yo no yo solo Tu solo Tu. En el
momento en que nosotros nos abandonamos a l, en el
momento en que dejamos de luchar con nosotros mismos y
simplemente contemplamos, en el momento en que nuestra
mente ha logrado concentrarse en su amado, es cuando Dios
acta, es cuando lo vemos y lo vivimos.

La meditacin es eso, abandonarnos a l, ser uno con l,

amar a l, ser humildes de corazn para l, ser pobres de
Espritu frente a l.

Queridos hermanos, por l con l y en l somos nosotros.

EL HOGAR COMUNIDAD DE AMOR Y DE SERVICIO

Yo entiendo, que el hogar en donde se fragua la sociedad

familiar o los hijos, es algo tan grande, es algo tan precioso,
es algo tan sagrado. Cada hogar es una comunidad de
servicio -entiendo-, de servicio ms que de exigencia. El
padre tiene una obligacin de servicio respecto de la esposa y
de sus hijos. La esposa tiene una obligacin de servicio
respecto de su esposo y de sus hijos. Los hijos tienen
tambin, una misin de servicio respecto de sus padres.
Entendamos bien todo esto mis queridos estudiantes: que
ante todo la vida de hogar es una vida de servicio.

-8-
En segundo lugar, esa vida de hogar es tambin una vida de
amor. Pero de amor entraable, de amor que significa
desinters, de amor
que significa
abnegacin, de amor
que significa sacrificio,
de amor que significa
comprensin. Cuando
estas virtudes se
cultivan en un hogar,
entonces ese hogar
marchar siempre
bien, como march ese
hogar de Joaqun y
Ana, padres de la
bienaventurada
Virgen Mara. Y como
marcha tambin
volvamos a la idea
anterior- ese hogar elemental, porque hasta cierto punto, es
un hogar el que forma una pequea ave, unos animalitos.
Todava ese aspecto, mis queridos estudiantes, de esa vida de
comunidad, no est suficientemente estudiado por quienes se
dedican a estos estudios de la vida de las aves y de los
animales; pero si se concluye que hay una verdadera
sociedad, an entre ellos.

PARA CONOCER LA DIVINA ESENCIA DEL PADRE

Para descubrir cualquiera de esas Divinas facetas de esa

pursima esencia Divina, que por sus infinitas caras de luz,
de ese Padre Divino que est presente en m, en ti, en todos y
en todo, hay que ir a Cristo. Hay que identificarse con Cristo,
hay que ver a travs de Su mirada, hay que sentir a travs de
Su sentir, hay que conocer a travs de Su conocimiento. Hay
-9-
que tomar conciencia a travs de Su conciencia, para saber en
la medida en que nosotros podemos saber y conocer la
Divina esencia del Padre.

La presencia de Cristo entre nosotros

mis queridos estudiantes, ac en ste
minsculo planeta, en sta gotita de
agua en el inmenso mar del cosmos,
en ste granito de polvo perdido, si
perdido en la vastedad infinita del
gran cosmos sobre el que viajan
millones y millones de incontables
galaxias, de mundos de todo gnero.
Para m, esa venida de Cristo,
representa el episodio ms grande en
el drama csmico!

TODO DISPUESTO PARA DARNOS EJEMPLO

Nosotros tenemos que estudiar la vida de los grandes

maestros y de los santos, para recabar la enseanza, la
enseanza que ellos nos dan.

Es disposicin Divina esto, que exista

un hogar. Acabamos de visitar algo
que a vosotros os ha llamado
profundamente la atencin, aqu en
sta visita que estamos realizando:
ese hogar, esas familias en los
animales, en las avecitas. Ellos
tambin instintivamente, han
asumido mis queridos estudiantes,
han asumido deberes y deberes que
en ese instinto que es tambin una
manifestacin de Dios, deberes y
-10-
responsabilidades que ellos cumplen a cabalidad. Si, tambin
ellos forman familias, ellos tambin cumplen sus
responsabilidades respecto de sus hijos, los cuidan con que
esmero, los alimentan y tambin los educan. Y los educan
para qu? Los educan para que esas avecillas puedan volar
libremente. Esa es la educacin que les dan, para que puedan
ellas mismo ms tarde, buscar por s el alimento con toda
libertad, pero tambin trabajando. Hay una especie de
educacin elemental en todas esas criaturas, salidas de las
manos de Dios, lo mismo en las dems especies.

He aqu, lo que yo os deca hace un momento, la

comprobacin de una gran verdad: de que todo est
dispuesto por Dios, para que nos sirva de ejemplo, y
siguiendo ese ejemplo vayamos a l.

NO DESCUIDAR LO MS IMPORTANTE: DIOS

Es preciso que nosotros

reflexionemos en esto.

Y que procuremos no ser

digmoslo as- del montn,
de ese montn de
despreocupados. De ese
montn de personas que no
viven sino el momento. De
personas que no quieren otra
cosa que la satisfaccin
material de los sentidos. De
personas que no tienen otro fin en esta tierra, que el de hacer
un poco de dinero. No! Est bien que trabajemos, est bien
que por medio de nuestro trabajo adquiramos lo necesario y
ms de lo necesario para la vida esto est correcto! Pero lo
que no est bien, es que por la ambicin de dedicarnos a la
-11-
adquisicin de estas cosas materiales descuidemos lo ms
importante, lo que no pasa: Dios. No est bien que por lo
transitorio, dejemos lo permanente. No est bien que por lo
efmero, perdamos lo eterno.

No est bien que por la apariencia, perdamos la realidad. No

est bien que por las ilusiones, las apariencias de maya4,
perdamos lo que de hecho nos hace estables, nos vuelve
firmes; pero firmes en la verdad, firmes en la felicidad, firmes
en el bienestar.

Entonces, es preciso que reflexionando en esto, nosotros pues

no dejemos nuestra meditacin.

HACER UN ALTO EN EL CAMINO

Mis queridos
estudiantes, debemos
hacer de cuando en
cuando un alto. Cuando
hemos emprendido un
largo viaje, a veces nos
sentimos cansados y
tambin queremos echar
una mirada hacia atrs
hacia el camino que
hemos recorrido, para
ver lo que hemos
adelantado y lo que nos

4
Maya significa ilusin, su comprensin es compleja, trata acerca de los mapas
mentales que desarrollan las personas equivocadamente en busca de lo que
consideran felicidad, concepciones de xito e incluso filosficas. El atesmo, toda
forma de fanatismo, la bsqueda de poder; son ejemplos de la consecuencia de
maya (ilusin csmica). La nica forma de liberarse o al menos reconocer a maya
es la prctica de la meditacin y/o oracin contemplativa.
-12-
resta por caminar.

Esto es lo que debemos hacer siempre en nuestra vida mis

queridos estudiantes: hacer este alto, para entrar en nosotros
mismos. Y este alto lo hacemos en la meditacin.

Luego, en la meditacin, en este alto en el camino, hemos de

reflexionar lo bueno que hemos hecho, lo imperfecto que
hemos realizado, y quiz tambin lo que hay que enmendar
definitivamente. Hacer este alto, para realizar esa
introspeccin, ese examen ntimo de nuestra vida. Para all
encontrarnos con nosotros mismos, y decirle al Seor: que
cualquier deficiencia la olvide, y nos perdone.

HUNDMONOS EN DIOS

Hundmonos en Dios,
es decir, busquemos a
Dios sin dejar la
superficie, es decir, sin
abandonar las cosas de
este mundo.

Hundmonos en Dios,
es decir, busquemos a
Dios.

El Seor lo dice tambin, en otras palabras, en estas: Buscad

primero el Reino de Dios y lo dems vendr por aadidura5.
Lo mismo!

Y si nosotros mis queridos estudiantes, si vosotros no hacis

esto segundo, esto qu es lo ms importante: buscar a Dios,
hundirse en Dios, comulgar con l y llegar a l, y

5
Mat 6:33
-13-
sintonizarse con l, y vivir en l, y sentirle a l, y gozar en l;
si vosotros no hacis esto, habris perdido el tiempo de
vuestra vida, como lo han perdido y lo pierden tantos
hermanos vuestros.

TODO EST UNIDO A DIOS

Qu hay que no est intrnsecamente, ntimamente, unido a
Dios? Qu hay que no est supremamente unido a Dios,
dependiendo de Dios? Puede haber algo?...

Absolutamente nada!

Todo viene del Padre y va hacia el Padre. Todo, todo sin

excepcin: La brizna de hierba y el arcngel, la hoja seca que
levanta el huracn y la mente ms sutil y sabia, el ltimo
planeta que viaja en el espacio y el amor de la madre

Todo, todo viene del Padre y va al Padre. Por esto, todas las
cosas son criaturas de Dios, en todo est escrito su nombre.
Las cosas son criaturas de Dios.

El Cristo es la imagen de Dios perfecta. Quien conoce a Cristo

ve al Padre, quien siente a Cristo, quien vive a Cristo, conoce
al Padre, va al Padre, vive al Padre. Cristo y el Padre, el
Padre y Cristo son uno.

Esto lo revel el Seor a Felipe cuando le pidi que le

mostrase al Padre: Jess le respondi: El que me ve a m, ha
visto al Padre.6

En conclusin, todo, absolutamente todo est ntimamente

unido a Dios

6
Jn. 14, 8-9
-14-
LOS GOCES DEL ESPRITU

Nosotros estamos aqu para disfrutar

de los bienes que el Padre nos ha dado,
de sus bienes materiales; para hacer
ms fcil, ms placentera la vida, y para
disfrutar de todos esos bienes. Pero lo
grave, es que la mayora de la gente
piensa que ha venido ac, solamente
para ese disfrute material. Y lo
importante, es que nosotros vivamos
ese equilibrio: de goce de esos bienes,
teniendo en cuenta que el goce de los bienes espirituales, de
esos bienes que se relacionan con Dios, son infinitamente
superiores a aquellos goces de orden meramente material.

Yo podra decir tambin, algo que yo observo en cada uno de

vosotros, y es lo siguiente: que observo que vosotros, cuando
disfrutis de una Convivencia, cuando disfrutis de estos
bienes que Dios ha puesto a vuestra disposicin, en un viaje,
etc., lo hacis pero con una intensidad muy grande. Y no lo
hicierais con esa intensidad, si no tuvierais ese lastre
espiritual, eso que os hacer sentir hondamente an en esas
cosas de orden material, de orden temporal, la obra de Dios.
Si, a nosotros nos hace gozar -precisamente- profundamente
todo esto, porque comenzamos por los goces del espritu.

Y esos goces del espritu dira- sensibilizan y multiplican

tambin, esos goces del orden meramente temporal. Y para
nosotros mis queridos estudiantes, yo lo digo, os digo con
profunda alegra, no existe ninguna frustracin en ese
aspecto. Esa frustracin, ese vaco que siente aquella persona
que abandona los goces materiales; que se apart de esos
goces materiales, siente pues, esa profunda frustracin
cuando los deja despus de haber gozado de esos bienes
-15-
materiales. En cambio mis queridos estudiantes, para quien
comienza a disfrutar primero de esos goces del espritu, de
esa bienaventuranza, de las cosas divinas, entonces tambin
disfrutan con mayor intensidad an de las cosas meramente
temporales.

EL PADRE NUESTRO EN LA MEDITACIN

Para el crecimiento espiritual se debe saborear el nctar

divino que est la oracin del Padre Nuestro, comenzando
por la primera palabra que nos ensea a pronunciar Nuestro
Bendito Seor Jesucristo en esta oracin: Padre, ABBA7. Esta
palabra es la clave para la vida humana, porque los padres8
respecto de los hijos, son seres que Dios nos ha dado como
los seres ms grandes en nuestra vida, en quienes confiamos
y cuya incondicionalidad es nica.

En el Padre Nuestro nos

dirigimos a nuestro Padre
verdadero en todo el
sentido de la palabra, a
nuestro Padre Espiritual,
porque el ser humano es
un ser eminentemente
espiritual.

El Padre como tal, no deja un solo instante de nuestra vida

presente, ni un solo instante de la eternidad, de ejercer ese
oficio de Padre. Ese Padre Bendito que es Padre de Su Propio
Hijo Unignito Jesucristo, y al mismo tiempo es tambin
Nuestro Padre, Nuestra Madre, Nuestro Dios y Nuestro
Todo es el ser ms cercano y verdadero a nosotros.

7
ABBA significa Pap en Arameo
8
En la palabra padres normalmente se hace referencia tanto al padre como a
la madre.
-16-
Cada palabra del Padre Nuestro tiene una trascendencia
infinita. All est resumido, todo lo que podemos primero
agradecer y luego lo que debemos pedir a Dios! , porque
decir Padre Nuestro que ests en el cielo santificado sea tu
nombre, equivale a reconocerle como Padre y glorificarle
por su santo nombre, que es la esencia de su silencio.

El Padre Nuestro es la oracin clave que resume todas las

oraciones, todas las plegarias del Antiguo y del Nuevo
Testamento, y todo lo que se ensear sobre oracin No hay
nada mejor como la oracin del Padre Nuestro!

Cada vez que meditamos vivimos la oracin del Padre

Nuestro de una forma que trasciende los lmites de las
palabras y de la misma oracin vocal.

Y cmo? Primero debemos entrar en nuestro aposento para

orar al Padre que est en los cielos.

Entrar en el aposento es entrar en el cuartito de nuestra

propia conciencia. En el cuartito de nuestra propia
individualidad. En el cuartito propio nuestro, en el cual
nadie sino Dios y los que estn con l, pueden entrar, es
decir en nuestro propio ser.

En la oracin, como nos dice Nuestro Bendito Seor

Jesucristo, en la oracin interior, en la oracin contemplativa,
el primer paso que hay que dar es entrar en nuestro cuartito,
en nuestro aposento. Y as como tenemos que tener nuestro
aposento bien limpio y bien preparado, tambin ese aposento
que es nuestro cuerpo, necesita disponerse para la oracin, y
por antes de la oracin, se debe hacer esas prcticas de
purificacin; que no es ms que la gimnasia que se practica y
las respiraciones que se realiza para pulir nuestra
concentracin. Luego, tambin los dems actos que hacemos.
-17-
Y luego ya all en el cuarto, no vamos a utilizar como dice
Nuestro Bendito Seor, palabras y palabras.

Nuestro Bendito Seor nos dice, que tenemos que orar al

Padre que est en lo secreto, en ese cuartito en que estamos
nosotros, all est ese Padre Bendito! Basta solamente decirle
pero con todo amor, basta decirle con todo nuestro corazn,
basta decirle desde las profundidades de nuestro espritu:
Padre Nuestro! Y sentir solamente la intensidad de esa
Presencia Divina en nosotros. All entonces, comienza la
verdadera oracin como nos ensea Nuestro Bendito Seor
Jesucristo.

Una vez dicho esto, sabemos y sentimos que, el Padre est en

el cielo, en el cielo Infinito propio de su ser y en el cielo de la
profundidad de nuestra conciencia.

Est en el cielo en donde se escucha: lo santo de su nombre,

lo santo de su silencio, para qu? para entrar en su reino, o
ms bien para que venga a nosotros su reino.

El Reino de perfeccin infinita y de armona infinita, el reino

que solo se puede dar cuando se da la voluntad de nuestro
Bendito Creador, es decir cuando se hace su voluntad tanto
en la tierra9 como en el cielo.

Con esta oracin de silencio, de contemplacin del Padre,

recibimos el Pan que es su mismo Hijo Jesucristo durante
cada da, es decir nos da el pan de cada da, ese pan que es
toda la materia csmica del universo, toda la energa csmica
del universo traspasada por su bendita presencia la cual se
une a nosotros mismo en comunin de amor en el mundo
espiritual.

9
Se refiere a los actos que nosotros realizamos en este mundo fsico.
-18-
En la oracin de silencio desciende lo que se conoce como la
gracia, que es la accin de Dios en nosotros, fruto de esta
gracia nuestras ofensas y pecados son perdonados, pero
evidentemente primero debemos perdonarnos a nosotros
mismos y perdonar a nuestro prjimo, que en el mundo
espiritual es parte de nosotros mismos.

Orad para que no caigas en tentacin, recomienda Jess a sus

discpulos, con la oracin contemplativa que se realiza de
forma regular y asidua durante cada da y cada noche, dios
no nos deja caer en la tentacin, y adems nos libra de todo
mal, fruto del pasado de nuestro karma, del presente
mientras actuamos, y del futuro que nos espera.

No tenemos que hacer otra cosa, ni exponerle tales ni cuales

necesidades nuestras, l, Dios Bendito lo sabe, lo dice
Nuestro Bendito Seor Jesucristo, sabe lo que necesitamos; y
no debemos ser entonces palabreros, repetidores de cosas
que el Padre sabe que necesitamos. Ah en el secreto,
debemos repetir el mantram sagrado ABBA o simplemente
Padre, en cualquier idioma que sea, porque Nuestro Bendito
Seor, entiende todos, todos los idiomas y conoce todos,
absolutamente; y cualesquiera que le dirijamos, son
escuchados por l.

Y basta eso, para sentir despus la gran bendicin de esa

comunin con l, la gran bendicin de vivir durante el da,
Esa permanente unin que pide Nuestro Bendito Dios, para
que ni un momento de nuestra vida sea perdido. Qu
hermoso es entonces! Qu hermoso es esto! Que cuando
hemos hecho bien en la oracin, y tenemos la prctica quiz
de mucho tiempo esa oracin espontneamente viene en las
distintas horas del da, a tenerle presente a ese Padre Bendito,
an cuando tengamos que hacer muchas cosas, muchsimas
cosas, pero ah vendr como una chispa, como una luz pero
-19-
tan dulce, tan grande, tan agradable, que se siente
inmediatamente esa ayuda, esa compaa de ese Padre, de
esa Madre Divina que est siempre unida a nosotros.

Hay que meditar muchas veces, en esta manera de orarle de

Nuestro Bendito Seor. Que vuestra oracin se inspire en
estas enseanzas que nos da Jesucristo en esos pocos
versculos del captulo VI de San Mateo. No os olvidis de
esto, tened una y otra vez en cuenta lo que ensea Nuestro
Bendito Seor sobre la oracin.

EL FIN DE LOS TIEMPOS

En la Sagrada
Escritura mis queridos
hermanos,
especialmente en los
libros profticos hay
anuncios del fin de los
tiempos, muchos de
esos libros como el
libro de Daniel, el
Apocalipsis y el
Evangelio de San
Mateo y tambin San Marcos, contienen esta clase de relatos
relativos al fin de los tiempos. Pero en esto mis queridos
hermanos, nosotros debemos siempre tener mucha cautela
cuando consideramos estos pasajes de la Sagrada Escritura.
El da de hoy hay una corriente bastante marcada entre cierto
grupo de protestantes y otros, en que estn tomando
demasiado a la letra estos textos bblicos y dan muchos de
estos interpretes, que en realidad no podemos llamarlos
serios, estn dando una dimensin que estos textos, en
realidad no lo tienen.

-20-
Tengamos en cuenta lo que dice el Seor cuando anuncia el
fin de los tiempos acerca del da y de la hora, El dice: el da y
la hora nadie la sabe, ni los ngeles del cielo, ni el Hijo solo el
Padre con esto quiere el Seor una vez por todas aclarar
todas esas especulaciones falsas dira yo- acerca de que en
tal tiempo, en tal poca, en tal ao suceder el fin de los
tiempos, esto debemos conceptuarlo como un verdadero
error. Y hace poco una pastoral colectiva del Episcopado
Ecuatoriano llamaba la atencin tambin sobre este aspecto,
nosotros debemos tener ideas muy claras acerca de estas
enseanzas de la Sagrada Escritura.

Nosotros tenemos que partir desde otro punto de vista y

tenemos que tener una mirada un poquito ms amplia, una
mirada hacia la ciencia, una mirada a la historia y una
concepcin digamos mis amados hermanos- una concepcin
verdadera acerca de DIOS mismo.

En primer lugar, qu afn tendr el Padre en su eternidad,

que afn tendr el Hijo, que afn tendr el Espritu Santo, la
Trinidad Beatsima de terminar en un momento dado de
destruccin, de destruir -digamos en otras palabras- de
destruir Su obra en un momento dado? no hay ningn afn,
tendr Dios algn apresuramiento en eso? ninguno, yo no
veo entonces razn por la cual en un momento dado puede
destruir todo.

En segundo lugar, tengamos en cuenta esto, s la ciencia nos

est enseando despus de estos ltimos descubrimientos y
de los ltimos ensayos y luego de los ltimos experimentos
que se hace a travs del carbono 14, etc., s la ciencia nos est
demostrando que la edad de la Tierra es de unos 4 mil
millones de aos de edad actual, que comenz su formacin
en ese tiempo; y tengamos en cuenta entre parntesis mis
amados hermanos, que esta evolucin de la cual nos habla
-21-
especialmente uno de los grandes cientficos y telogos
tambin antroplogos modernos, Teillard de Chardn y otros
sabios: la evolucin no est mis queridos hermanos
condenada por la Iglesia. Entonces dentro de esa teora, s la
Tierra tiene actualmente 4 mil millones de aos desde su
comienzo y que segn la ciencia tambin le resta otro tanto
de existencia hasta que sea imposible para la vida del hombre
digmoslo as, le falta mucho tiempo todava por
desarrollarse, muchos pasos que andar a nuestro Planeta y a
nuestra Galaxia por lo tanto.

El sol mis queridos hermanos, el sol tarda unos 150 millones

de aos solamente al rotar a travs de la Galaxia; y ahora
bien, s dentro de esos conceptos de millones y millones de
aos qu significa 10 aos, 1000 aos para nosotros?
absolutamente nada; y la Tierra desaparecer cuando sea
invivible, inhabitable para el hombre, cuando el sol acabe
tambin de emitir sus radiaciones y tiene todava para
muchos millones de millones de aos, la emisin de sus

-22-
radiaciones que dan la vida a la Tierra.

Entonces no hay motivo absolutamente, ni bblico, ni

cientfico para esta clase de especulaciones que, con que se
quiere engaar a la gente. No mis amados hermanos, la obra
de Dios y la accin de Dios es una accin y una obra diversa
de los que piensa el hombre Nosotros debemos estar ante
una realidad eso s, ante esta realidad clara, terminante de
que para nosotros personalmente, para nosotros
personalmente se terminar esta Tierra, se terminar este
plano en que vivimos el da de nuestra muerte fsica, esto s
es una gran realidad. Eso s podemos decir con certeza,
ninguno de los que me estn escuchando aqu podr, llegar
ordinariamente al ao 2050. Porque es una condicin natural
de que la vida humana no se extiende ordinariamente ms
all de los 80, 90 o 100 aos: y hay excepciones en eso, pero la
regla es general en ese aspecto para nosotros. Para nosotros
llegar entonces el fin cuando llegue el momento de nuestra
muerte fsica, pero hablo solamente en ese aspecto, nuestra
muerte fsica.

Pero tampoco nosotros mis amados hermanos tenemos fin. Y

todava ms mis queridos hermanos, s la Tierra, el cielo -
hablando de ese cielo siderio- la tierra y los planetas y todo
desaparecern, porque se acabar la fuente de energa de la
cual procede, en cambio nosotros no mis queridos hermanos,
absolutamente. Ellos desaparecern, nosotros no
desapareceremos porque tenemos mis queridos hermanos,
tenemos nosotros en nosotros mismos, en nuestra sustancia
espiritual, en nuestro espritu el germen de la eternidad,
somos creados para la eternidad y toda sustancia espiritual y
nuestro espritu son ETERNOS porque son incorruptibles,
son chispas de Dios, chispas desprendidas de esa Esencia
Divina somos cada uno de nosotros y por eso mis queridos
hermanos nosotros tenemos tambin este destino eterno.
-23-
Brillaremos perpetuamente -como dice el apstol- como
estrellas en el firmamento.

Entonces la conclusin cual es? Esta, la que nos dice el

Seor: el da y la hora nadie sabe, referente a la terminacin
de esta tierra, la terminacin de nuestro sistema solar, la
terminacin de nuestra galaxia. De esto nadie sabe el da y la
hora, ni los ngeles del cielo dice- no yo dice El como
hombre naturalmente como Dios lo sabe- sino el Padre
Celestial.

Hermanos s esto es cierto y por otro lado es cierto que

nuestra vida s se termina entonces, lo que importa es que
este espritu que hemos recibido de Dios nuestro Seor ese s
encuentre su realizacin, encuentre la plenitud de su
realizacin por el servicio, el amor, la dedicacin a Dios
nuestro Seor..

PARA QU ESTAMOS AQU?

Si uno observa un
poquito las
costumbres, la
conducta, la vida de las
personas que nos
rodean, vamos a
descubrir algo que nos
va hacer pensar
realmente en la
superficialidad con la
cual el hombre vive aqu en la tierra.

Yo me imagino a la humanidad, no solamente a una parte de

la humanidad sino a toda la humanidad: a una Escuela
donde hay muchos nios, muchsimos nios; pero nios que

-24-
no estn en las aulas, nios que estn en los patios de recreo.
Esos nios se ocupan en todo, y luego encuentran un motivo
para jugar con todo lo que les rodea.

Y esta comparacin la emplea tambin San Pablo: ve a los

hombres como una inmensa muchedumbre formada de
nios que se ocupan en todos los menesteres, es decir, en
todos los juegos propios de ellos.

Pero en realidad ser esta mis queridos estudiantes, la razn

de existir del hombre aqu en esta tierra? vendra para esto?
Para pasar durante su vida, y hay muchos que pasan
ntegramente su vida jugando. Porque no es otra cosa lo que
hacen en realidad.Las creaciones de los hombres llevan
siempre el signo de la muerte, la seal de lo efmero. Y de
hecho, por ms que el hombre haya agotado su talento en sus
creaciones, esas creaciones siempre tendrn sus grandes
limitaciones. Las obras de los hombres son para que se
acaben. Si se acaban tambin las mismas obras de Dios, o se
transforman hablando en sentido filosfico- porque todo se
transforma en la naturaleza, no hay nada estable!

Entonces cabe aqu la pregunta: Para qu estamos aqu?

Estamos solamente para jugar, para entretenernos en estos
menesteres en que nos entretenemos todos los momentos de
nuestra vida a veces. Estamos aqu para no tener ese tiempo
que necesitamos para dedicarlo a Dios y para averiguar cual
es nuestro destino, y para averiguar qu somos, a dnde
vamos, de dnde venimos.

Pues es preciso que nosotros reflexionemos en esto, y que

procuremos no ser digmoslo as- del montn, de ese
montn de despreocupados. De ese montn de personas que
no viven sino el momento. De personas que no quieren otra
cosa que la satisfaccin material de los sentidos. De personas
-25-
que no tienen otro fin en esta tierra, que el de hacer un poco
de dinero. No! Est bien que trabajemos, est bien que por
medio de nuestro trabajo adquiramos lo necesario y ms de
lo necesario para la vida esto est correcto! Pero lo que no
est bien, es que por la ambicin de dedicarnos a la
adquisicin de estas cosas materiales descuidemos lo ms
importante, lo que no pasa: DIOS.

No est bien que por lo transitorio, dejemos lo permanente.

No est bien que por lo efmero, perdamos lo eterno. No est
bien que por la apariencia, perdamos la realidad. No est
bien que por las ilusiones, las apariencias, perdamos lo que
de hecho nos hace estables, nos vuelve firmes; pero firmes en
la verdad, firmes en la felicidad, firmes en el bienestar

EN L VIVIMOS, EN L NOS MOVEMOS, EN L

EXISTIMOS

Nosotros hermanos, hemos de procurar cada da, progresar

en la meditacin, para que Ese Dios Bendito no sea algo que
-26-
estaba tan distante. No hermanos, Ese Dios Bendito no est
distante de nosotros.

El apstol Pablo dir que: En l vivimos, en l nos

movemos, en l existimos. De tal manera que Ese Dios
Bendito vive en nosotros, y nosotros existimos en l. Esto es
lo que dice el apstol Pablo hermanos. Y esto lo descubrimos,
cuando nosotros meditamos profundamente, entonces, Ese
Dios Bendito ya est palpable digmoslo as-, est sentido,
est vivido como una verdadera realidad en cada uno de
nosotros.

De manera que cuando meditamos hermanos, reflexionemos

en esto: Que este Dios Bendito no va a ser buscado fuera, que
este Dios Bendito no est afuera, que este Dios Bendito est
en nosotros, pero en nuestro espritu y nosotros entramos
en comunin con ese Bendito Dios de Espritu a espritu,
entonces nos sentimos uno con ese Bendito Dios. Y en ese
momento en que nos sentimos uno, entonces ya cesan las
nociones de espacio y tiempo hermanos. El momento que
nosotros tenemos la primera experiencia de Dios, cesan ya
esos conceptos de espacio y tiempo, entonces nosotros ya EN
ESE DIOS BENDITO, SENTIMOS LA ETERNIDAD DE ESE
DIOS mismo. Sentimos que nosotros, partcipes de esa
eternidad divina, tambin somos eternos, que nunca nacimos
ni nunca tendremos fin, porque estamos en l
perpetuamente.

LOS SEUDO-MAESTROS

Mis queridos hermanos, vamos hacer una brevsima

reflexin sobre estas palabras de la Segunda Carta del
apstol Pablo a Timoteo, en el captulo IV, versculo 4. Le
advierte a su discpulo, primero que l tenga conciencia de la
necesidad de ser mensajero autntico de la palabra, no de
-27-
Pablo sino de Cristo, el Bendito Maestro. Y hace esta
advertencia, sobre la que vamos nosotros hacer esa reflexin:
Vendr tiempo en que la gente no soportar la doctrina
sana, sino para halagarse el odo, se rodear de maestros a
medida de sus deseos.

Hermanos, la frase es clara:

los hombres buscarn dice-
maestros a la medida de sus
deseos. Y esto es
precisamente lo que acontece
sobre todo cuando se trata de
maestros de vida espiritual,
de verdaderos maestros que
trasmiten a sus discpulos el
mensaje.

La gente as es
desventuradamente el
espritu humano- busca lo que satisfaga sus deseos, sus
aspiraciones, su conducta personal; en otras palabras, a
travs de la enseanza que busca, no busca la pureza de esa
enseanza, sino una enseanza acomodaticia, una enseanza
que le satisfaga ampliamente su yo personal.

Y hemos visto hermanos, cmo personas hay, que quieren

vivir satisfaciendo el instinto sexual a sus anchas, y todo el
tiempo. Y hay tambin, unos que sacrlegamente digamos, se
llaman maestros, y ensean prcticas precisamente sexuales
para halagar a estos hombres, a estas personas que son
indulgentes con el sexo; y luego, para tragarse esa piedra de
molino segn la cual, el uso y el abuso del sexo, es un camino
de realizacin. Eso lo hemos visto, eso he presenciado
tambin hoy, yo he presenciado aqu, en Quito he
presenciado estas aberraciones. Y ustedes tambin habrn
-28-
tratado a esta clase de embaucadores, a esta clase de
pervertidos, que quieren convertirse tambin en guas de los
dems. Pero, cmo? Con estas cosas.

Hay otros, desde luego menos culpables que estos primeros

que acabo de sealarles, que creen que si aprenden una
palabra, un mantran, o una frase mntrica, ya con eso
pueden llegar a la realizacin y que se realizan sin ms
aunque vivan la vida que a ellos les provoque. Seudo-
maestros que hacen la propaganda de palabras, que hacen la
propaganda de signos, que hacen la propaganda de ciertos
ritos, porque creen que esos signos, esas palabras, esos ritos
le da la realizacin a las personas. No, hermanos! estos
tampoco son maestros, ni merecen siquiera el nombre, estn
profanando ese sagrado nombre de maestro. Porque pueden
aprender y pueden ensear estos hombres, toda clase de
palabras, pero si no se acompaa con la vida, tampoco un
mantram como tal, no puede salvar. Y el mantram
pronunciado sin que sienta aquel que lo pronuncie, ese efecto
que tiene que producir un mantram sagrado, es
sencillamente una palabra vaca.

Hermanos, a estos se refiere el apstol Pablo cuando dice,

que hay personas que se rodearn de maestros a la medida
de sus deseos. Si, personas hay que quieren ya tener la
realizacin, pero sin hacer el esfuerzo que necesitan hacerlo.
Hermanos entonces, nosotros tenemos que estar prevenidos
acerca de todo esto.

Lea esto, en uno de tantos libros que hay ahora sobre

meditacin, sobre maestros, etc.: que uno de estos falsos
llamados maestros pues, aconsejaba por ejemplo la dieta
vegetariana, y deca que era imprescindible la dieta
vegetariana para realizarse. Y le observaron si l segua esa
enseanza; cuando le vieron en un restaurante en donde
-29-
solamente se venda carne de toda clase, a quin? al maestro
vegetariano que para los dems si quera que se impusiera
esa dieta, pero l no se atreva a seguir eso que aconsejaba,
hermanos. Esto puede llamarse maestro? No, hermanos!

El verdadero maestro experimenta en s lo que es bueno para

los dems. y si no es bueno para s, no puede ser bueno
tambin para los dems. al verdadero maestro se le conoce a
travs de su experiencia, a travs de sus propias experiencias
si dice o no la verdad, ah est la gran sinceridad de un
maestro! Hermanos entonces, nosotros debemos tener
presente estas palabras del apstol Pablo, para saber nosotros
discernir a tiempo las cosas.

Creen muchos que se dedican al sendero espiritual, que el

sendero espiritual es demasiado fcil: que basta estar en una
reunin, que basta hacer una lectura, que basta hacer una
ligera reflexin; que basta llenarse de conocimientos, de
ciertos conocimientos superficiales desde luego, y que este si
es el camino para la realizacin personal. Y estn mis
queridos estudiantes, profundamente equivocados, quienes
piensan que el camino de la realizacin es as de fcil.

Hermanos, recordemos que se trata de vivir una vida divina,

de despertar ese Yo divino en cada uno de nosotros, porque
tenemos mis queridos hermanos un Yo divino que es la
manifestacin de Ese Yo Infinito del Padre. Ese Yo divino
tiene que estar despierto. Pero para que se despierte hay que
caminar, pero hay que caminar con constancia, hay que
caminar con perseverancia, hay que caminar con ambos pies
y no hay que retroceder, as hermanos llegaremos a la
realizacin.

Desconfiemos hermanos, de quienes nos dicen que la vida

espiritual, la realizacin personal divina en nosotros es
-30-
demasiado fcil. Que basta por all, aprender unos cantos,
seguir el comps de un instrumento, escuchar una msica,
luego entrar en una especie de trance, y que esto es todo, que
eso es la realizacin. No es realizacin tampoco! Y no es el
camino de la realizacin aquellos caminos que solamente
conducen a una nocin muy pero muy lejana, a una nocin
distorsionada, a una nocin que est lejos, lejsimos de una
verdadera experiencia divina

Hermanos, que el Espritu de Dios nos gue a todos, para

hacer el discernimiento que necesitamos, y para seguir el
sendero que hemos comenzado.

EL SANTO HERMANO MIGUEL

En su corta vida de nacin

independiente que no alcanza
an dos centurias, el Ecuador
cuenta con hijos que le han dado
lustre dentro y fuera de sus
fronteras, no solamente en los
campos del saber humano sino
en los muy poco trajinados
caminos del espritu. Si
intentramos realizar un balance
entre el esfuerzo, la constancia, la
tenacidad, y hasta el herosmo
que requiere la realizacin de
cualesquiera obra humana cuyas
proyecciones no rebasan casi siempre los limitados linderos
de espacio y tiempo y si tratramos de evaluar este mismo
esfuerzo, constancia, decisin y herosmo que se requieren
para llegar a la meta de los logros del espritu, tendramos
que decir que la distancia entre lo material y lo espiritual, es
muy grande.
-31-
No es comn que un hombre posea la doble corona: la de los
iluminados en el campo de los conocimientos humanos y la
de los poseedores de la ciencia trascendental del espritu que
culmina en la unin vivencial con ese Dios Bendito.

Nuestro compatriota cuyas pupilas se abren a este mundo en

la ms bella de las ciudades ecuatorianas, Cuenca cuya
tradicin ancestral se finca esencialmente en las conquistas
del espritu. Ha ceido su frente con esta doble corona: de la
gloria humana y de la gloria divina. Atildado escritor,
fillogo de altos quilates, acadmico, humanista, poeta,
brillante estilista y gramtico, y sobre todo, genial educador,
aporta a la Patria un acervo incalculable de gloria y prestigio.

Las pginas de la historia del hombre estn jalonadas por

nombres que siguen iluminando el sendero de sus hermanos
con sus obras y con sus grandes virtudes humanas. Nuestro
Hermano Miguel no solamente pertenece a esta clase de
hombres. l dio un paso ms, que contados hombres
solamente lo dan: El pas a la santidad, es decir, a esa
comunin real con ese Dios Bendito. Cul es el camino para
conseguir esta meta? La prctica de eso que los hombres
llamamos virtudes, dira mejor- esa disposicin del hombre
para que Dios se manifieste en l. La santidad es esto: dejar a
Dios que realice Su obra, dejar que ese soplo divino, que el
Espritu Divino se manifieste en el hombre y por el
hombre; abrir de par en par y desde adentro las puertas del
santuario de nosotros mismos para que la Luz de Dios que
denominamos gracia, entre a raudales y realice Su obra. La
santidad no es otra cosa que la armona cabal del Yo Divino
con el yo humano. Cuando el yo humano cede el paso a ese
Yo Divino, su fruto es la santidad. Pero sta no es tarea fcil
como alguien pudiera imaginar.

-32-
Nuestro querido Hermano Miguel realiz esta tarea durante
toda su vida, lo diramos sin equivocarnos. En el lenguaje
litrgico el reconocimiento oficial por parte de la Iglesia de
este hecho comprobado plenamente, se llama canonizacin.
En esto no caben equivocaciones. Quien realiza oficialmente
esto en nombre de Dios y de la Iglesia, es el Papa.

Cuando despus de cerca de una centuria le admiramos,

sucede lo mismo que cuando miramos una hermosa pintura
desde lejos: se destacan mejor, su humildad, su paciencia, su
obediencia, su profundo amor a la niez, y algo que sus
bigrafos frecuentemente olvidan: su oracin. La oracin es
la llave con la cual todos podemos abrir el Reino de Dios que
cada uno llevamos dentro de nosotros mismos. Sin ella es
imposible.

Querido Hermano Miguel: Cul sera su mensaje a su

querido Ecuador en el da de su glorificacin? Seguramente
nos recomendara que amemos como usted am a los nios, a
los jvenes; que trabajemos para que la paz en el orden
poltico y social reine entre nosotros, que los poderes del
Estado no desvirten su accin con esas luchas estriles y
fratricidas que avivan las pasiones del odio, de la intriga, del
egosmo, que trabajen por todos los asociados; que la Iglesia
ecuatoriana compenetrada del momento histrico que le ha
tocado vivir, profundice en tomar conciencia de la misin
eminentemente espiritual que est llamada a desempear,
que todos los ecuatorianos tratemos de comprender que
antes que cualquier otro valor, antes que cualesquiera otra
meta, antes que cualesquiera otro fin, antes que todo y sobre
todo, primero est dios. l es el valor sobre todo valor, la
meta suprema, el fin sobre todo fin.

Esto lo comprendi y lo vivi nuestro nuevo santo

compatriota.
-33-
COMO PREPARARNOS A LA PASCUA DE
RESURRECCIN

En estos das de Carnaval en que hay tanta despreocupacin,

tanto descuido, tanto abandono de las cosas de Dios, el Seor
nos ha permitido que salgamos de estos compromisos que
tiene la mayor parte de la gente mundana, y nos dediquemos
exclusivamente a l, desde luego, a tener tambin un
descanso como l lo quiere que tengamos. Un descanso que
no significa disipacin,
un descanso que no
significa alteracin de
nuestra vida cristiana.

Hermanos, en estos das

especialmente en
Latinoamrica y en
alguna o algunas de las
naciones
latinoamericanas, es
esperado ese tiempo de
Carnaval para el desenfreno, para dar rienda suelta a las
pasiones desbordantes de lo que el apstol san pablo llama el
hombre animal. Se ha interpretado que estos das son para
esto, inclusive para la orga. Y qu triste entonces mis
queridos hermanos, es descubrir cmo el mundo est tan
descuidado de las cosas de Dios. Cmo piensa el mundo, de
que para consagrar los das de la Cuaresma a Dios, primero
hay que pecar. As juzgan hermanos, las cosas los hombres.

Pero nuestro Bendito Seor juzga de una manera diferente. Y

la mejor manera de prepararnos a la celebracin de la Pascua
de Resurreccin, la mejor manera de entrar en la Cuaresma
es con este espritu de oracin. Y es ese espritu de oracin el
que va a nosotros a motivarnos a esta preparacin, al
-34-
acontecimiento ms grande de la vida cristiana: el triunfo de
nuestro bendito seor sobre la muerte.

Hermanos entonces, sigamos adelante. Y en este momento

que vamos a consagrar a la meditacin, despus de dar
gracias a Dios porque l se ha dignado reunirnos en torno a
este altar, en este lugar tan hermoso en donde tenemos
nuestras convivencias, en donde hemos pasado y pasaremos
los minutos ms bellos de nuestra existencia humana. En
estos momentos es preciso hermanos, que vayamos cada vez
ms profundizando en la oracin contemplativa, que nos
abre el camino del Reino de Dios.

EL VERDADERO AMOR

Este amor divino que

viene de l y que
compartimos con
nuestros hermanos,
este s es el verdadero
amor, hermanos.
Cuando no hay este
verdadero amor, es
decir, ese amor que
viene de Dios, y
cuando ese amor que sentimos por el hermano es solamente
un amor humano, un amor natural, un amor de una criatura
a criatura con independencia de Dios, entonces ese no es
verdadero amor; y eso es lo que pasa, eso es lo que termina,
eso es lo que desaparece, porque hermanos queridos se no
es el verdadero amor. El verdadero amor es ste que
sentimos, pero cuando nosotros nos unimos a nuestro
Bendito Dios y cuando ese Dios Bendito refleja en nosotros
los rayos de Su amor; y ese amor a su vez, lo proyectamos a
nuestros hermanos.
-35-
Ese si es el verdadero amor, hermanos queridos!

Y por eso nosotros, debemos siempre tener en cuenta esto:

que el amor que nos pide Dios no es el amor humano, amor
egosta. No es el amor humano, amor interesado.

No es el amor humano, amor que es de un da.

No es el amor humano, ese amor que nos pide Dios, ese amor
engaoso, ese amor que traiciona. No. Ese verdadero amor es
repito- es de Dios y viene de Dios. Y cuando nosotros
tenemos ese verdadero amor, debemos sentirnos felices y
debemos agradecerle a nuestro Bendito Dios, y debemos
pedirle que siga acrecentando cada da en nosotros, ese
verdadero amor a nuestro hermano. Ese s es un amor que se
eterniza! Ese si es un amor que dura siempre! Por qu?
Porque el verdadero amor dura eternamente como Dios. Y
nosotros si amamos as, tambin participaremos de ese
mismo Amor eterno divino.

SAGRADA EUCARISTA

l mismo, nuestro Divino Seor, es el autor de este que

nosotros llamamos sacramento de la Divina Eucarista, y que

-36-
como dije al principio, los primeros cristianos lo reconocan
como Fraccin del Pan.

Ahora bien, explicando a mis estudiantes, ya el mismo hecho

de la presencia Divina de nuestro Bendito Seor en el pan y
en el vino, sobre los cuales el sacerdote pronuncia la mismas
palabras que pronunci nuestro Bendito Seor en la ltima
Cena, cuando hace esto, se realiza una cosa igual a la que se
realiz entonces en la ltima Cena que celebr nuestro
Bendito Seor con sus apstoles. Cuando dijo esas palabras,
ah entonces hubo un verdadero milagro, una transformacin
de eso que se llama pan y de eso que se llama vino, en el
cuerpo y en la sangre de nuestro Bendito Seor.

Ahora bien, qu es lo que sucede entonces en una

celebracin eucarstica? Pues, se realiza ste mismo milagro,
miren. Y nuestro Bendito Seor es el que acta en este caso.
Nada tiene que ver en la eficacia de la presencia del Seor,
las palabras que pronuncia el ministro, el sacerdote, porque
en este caso el sacerdote, an cuando sea el romano Pontfice
o cualesquiera de los obispos o cualesquiera de los
sacerdotes, solamente -en este caso- nosotros somos slo
instrumentos y nada ms que instrumentos. Quien realiza
esa transformacin de ese pan y de ese vino es el mismo
Cristo, y se sirve de las palabras que pronuncia el sacerdote o
el obispo, para realizar esto.

Ahora bien, hay algo que nosotros debemos considerar en

todo esto, y es lo que dijo el Padre Celestial acerca de la
entrega de Su Hijo. Y esto lo recuerda el evangelista San
Juan: Tanto am Dios al mundo que envi a Su Propio
Unignito Hijo. Y nuestro Bendito Seor dijo tambin a sus
apstoles: He aqu que estar con vosotros todos los das,
hasta la consumacin de los siglos. Es decir, hasta que la
humanidad desaparezca de este planeta.
-37-
De tal manera que aqu, en la Divina Eucarista es donde
cumple esta Promesa que hace de permanecer con el hombre
hasta la consumacin de los siglos. Porque todo el tiempo
habr sacerdotes que repitan esas palabras del Seor y que
verifiquen la presencia en el pan y en el vino del mismo
Bendito Seor Jesucristo. Si nosotros celebramos la Divina
Eucarista, es porque nuestro Bendito Seor est cumpliendo
esta Promesa de quedarse de compaero nuestro en este
tiempo, como qued compaero de nuestros hermanos en los
primeros siglos y sucesivamente, y as mismo permanecer
de compaero siempre -como l lo promete-, hasta la
consumacin de los siglos.

Ahora bien, cuando vosotros os acercis a la Sagrada

Eucarista, a la comunin, entonces fijaos en esto: que tomis
el pan y tambin tomis en muchas ocasiones el vino
consagrado y comulgis Qu pasa entonces con ese pan y
con ese vino consagrado? Pues, la forma del pan, el color, el
sabor del pan y del vino lo percibs eso lo tomamos. Ahora,
esto es lo que se asimila como cualquier alimento a nuestro
cuerpo Esta parte primera que estamos examinando de la
Divina Eucarista, esa parte que se ve, se asimila entonces y
se convierte en una sustancia corporal, an cuando no sea
sino una milsima de partcula, aunque no sea sino unos
pequeos tomos; pero eso que nosotros recibimos en la
Divina Eucarista se asimil primero al cuerpo. Pero, esto no
es lo importante. Si. Lo importante es esto otro: Qu pasa
con esa otra parte que no se ve?

Ahora bien, eso que no se ve, es decir, ese Espritu, esa

Persona invisible de Cristo, sta tambin se asimila a
nosotros; pero ya no se asimila al cuerpo, se asimila a algo
tan importante en nosotros: el espritu. Miren ustedes, que
belleza! nosotros una chispa divina, nosotros una parte de
ese Espritu Divino, nosotros una, un aliento Divino, nosotros
-38-
que tenemos, que tenemos algo de Dios mismo en nosotros:
si nosotros en la Sagrada Eucarista asimilamos a ese espritu
de cristo que est presente. De tal manera que el Espritu de
Cristo y nuestro espritu entran en ese momento de
comunin y as como ese pan que hemos visto, se asimila a
nuestro cuerpo- ese Espritu de Dios, ese Espritu de Cristo se
asimila ntimamente a nosotros mismos. De tal manera que
somos uno en este caso, ya no hay diferencia entre nosotros,
porque ah no hay nada que impida esta unidad total, esta
unidad completa Este es el gran significado de la Santa
Eucarista! Hay por una parte la asimilacin de esa forma
visible del pan y del vino, y hay por otra parte lo ms
importante la asimilacin del espritu de dios, de cristo, a
nuestro propio espritu. Ah est toda la grandeza de la
Santa Comunin!

Y nosotros debemos tratar de sentir esta unin a nuestro

Bendito Seor Jesucristo, de vivir esta unin y luego de darle
gracias porque l cumpli esta Promesa de la Divina
Eucarista.

Entonces, tengamos en cuenta todo esto, porque l pues nos

ama tanto a nosotros, que no nos deja un instante y nos dice:
Aqu me tienen para ayudarles a ustedes en todos sus
problemas, en todas sus inquietudes, en todas sus
frustraciones. Yo estoy dispuesto a ayudarles.

Y por eso el catlico debe tomar conciencia, una conciencia

completa de lo que significa la Divina Eucarista para l, y no
tomarlo eso como una costumbre, como una rutina, como
algo que no tiene importancia. Nosotros debemos celebrar la
Sagrada Eucarista pero dndonos cuenta de que ah est
revelado de una manera clara, el inmenso amor que nos tiene
nuestro bendito seor a cada uno de nosotros.

-39-
CRISTO VINO PARA TODOS

La accin de Cristo, Nuestro Seor, se prolonga en todas

direcciones a travs del tiempo y el espacio. Cuando l vino
por primera vez a esta tierra, y cuando Su Bendita presencia
la consagr, l quiso que esta bendicin la recibieran todos
los hombres, no solamente quienes le conocieron, quienes
compartieron con l sus angustias, sus dolores, sus
preocupaciones y sus triunfos. l, mis queridos hermanos,
quiso que tambin nosotros compartiramos de cuanto l
realiz por todos y cada uno de nosotros.

MIRAD LAS AVES DEL CIELO

Dijo Jess a las multitudes reunidas en la montaa de las

Bienaventuranzas: Mirad atentamente a las aves del cielo,
cmo ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en trojes; y
vuestro Padre Celestial las alimenta: No valis vosotros
mucho ms que ellas? (Mt. 6, 26)

Francisco de Ass, en uno de

sus clebres y nicos
discursos a estas aves que
pona como ejemplo Jess en
el Sermn de la Montaa,
dijo: Hermanas mas
avecillas, vosotras tenis
mucha obligacin de ser
agradecidas a Dios vuestro
Creador y debis alabarlo
siempre y en todas partes;
porque os dio vestido doble y
an triple, adems os
concedi libertad para ir a todas partes y guard vuestra raza
en el Arca de No para que no viniese a faltar en el mundo; le
-40-
debis tambin gratitud por el elemento del aire que se os ha
destinado; aparte de esto, vosotras no sembris ni segis y
Dios os alimenta; os da ros y fuentes para beber, los montes
y valles para guareceros y los rboles altos para hacer
vuestros nidos; y no sabiendo vosotras hilar ni coser, Dios os
viste a vosotras y a vuestros hijos; mucho os ama el Creador,
pues os hace tantos beneficios; por eso debis guardaros,
hermanas mas, del pecado de la ingratitud y cuidad de
alabar siempre a Dios (Florecillas, P. I cap. 16 p.51)

Qu bella filosofa de Dios de parte de un hombre santo que

nos dej la herencia de la hermandad universal, de la cual
nada, absolutamente nada se escapa!

Dios cuida de nosotros, de m, de ti, de todos. No olvidis

nunca esto. Cuida como cuida de sus aves que creo, de su sol,
de sus montaas, de esta tierra suya, de esos astros y
planetas que comenzaron su viaje csmico hace muchos
millones de aos. Nos tiene escritos en Sus manos, ocupamos
un sitio en Su mente y un lugar en Su corazn.

Francisco de Ass record

a esas aves a las que
predic y que le
escucharon con toda
atencin, los beneficios
que Dios les hizo y les
mand que se cuidaran
del pecado de la
ingratitud. Si las aves recibieron tantas cosas para su
provecho, cunto hemos recibido nosotros? Si Dios cuida
con tanto esmero de ellas, no cuidar con mayor esmero de
nosotros?

-41-
Entra dentro de ti mismo y piensa lo que ha hecho, lo que
hace y lo que seguir haciendo por ti Aquel Padre que est en
los cielos. No te imagines sin embargo que cuando digo est
en los cielos, est lejos, muy lejos de ti. Slo quiero decir que
est en la plenitud de su felicidad dentro de ti mismo y en
todas las cosas.

DISCERNIMIENTO

Uno de los ms nobles atributos del ser humano es el que se

expresa en esta palabra discernir.

En la escala de los seres que habitan esta tierra, slo el

hombre es capaz de distinguir claramente una cosa de otra,
un objeto de otro; ms an una idea de otra, un pensamiento
de otro.

De este discernimiento necesitan todos. El cientfico en el

laboratorio, el astrnomo que escrudia en la lejanas del
Universo las masas de luz que se desplazan a velocidades
impresionantes, el filsofo que evala lo que piensan los
otros, el telogo o el tesofo que estudian las cosas de Dios, el
mstico que va adentrndose en los mtodos de su
reencuentro con el Infinito.

En fin, todos, necesitan este discernimiento.

En estos ltimos tiempos, cerca ya del final de este milenio,

se han desplazado desde Oriente, muchedumbres
verdaderas muchedumbres- de Swamis, Sanyansins,
Renunciantes, chelas, Gurus, o como quieran llamarse. En las
grandes metrpolis europeas y sobre todo en Estados Unidos
de Norteamrica y tambin entre nosotros, cobran no slo
simpatizantes sino tambin muchos adeptos.

-42-
No vamos a examinar las causas de la proliferacin de las
corrientes filosficas cuyos portadores son ellos. Queremos
solamente recordar esta palabra que motiva mi comentario:
Hay que saber discernir, es decir, hay que saber distinguir
o diferenciar no slo entre lo blanco y lo negro, sino entre los
matices de estos colores. No slo entre la piedra falsa y la
esmeralda o el diamante, sino entre los distintos grados de
quilates que tienen estas ltimas.

No. No podemos aceptar todo, absolutamente todo lo que se

nos trae de allende los mares o aparentemente de los
santuarios de Oriente o de los Maestros que habitan las
cuevas de los Himalayas. Hay que saber discernir lo
aceptable y lo que no lo es, lo confiable y lo que no lo es. No
todo lo que nos viene de all es bueno o muy bueno. Ni todo
lo que llega es malo o muy malo. No. Hay que hacer la
necesaria evaluacin. Esto es saber discernir. Si no lo
podemos hacer por nosotros mismos, busquemos la ayuda
de quien o de quienes puedan ayudarnos. Pero tengamos
cuidado eso s, de no buscar a otros ciegos como nosotros,
porque entonces ambos caeran en el mismo abismo.
Busquemos a quienes puedan ayudarnos a este
discernimiento.

VOSOTROS SOIS MI CORONA, MI GLORIA Y MI

RECOMPENSA

...Para mi repito constituye un privilegio y una bendicin de

Dios ms, el estar con ustedes. Yo s mis queridos
estudiantes, yo me conozco, yo no merezco tantas
bendiciones de l pero sin embargo l me bendice as, yo
qu tengo que decirle? sino agradecerle a l ntimamente. El
apstol Pablo deca a sus fieles de Corinto, hablndoles as
mismo en la intimidad: vosotros sois deca- mi corona, mi
gloria y mi recompensa. Yo puedo decir otro tanto de cada
-43-
 uno de ustedes:
vosotros sois mi
corona, vosotros sois
mi gloria, vosotros sois
mi recompensa.

Cuando a una gran

educadora de hogar y
eran tan raros, tan
raros esos apstoles
del hogar y mucho
menos cuando todava
no brill en ese hogar la luz de Cristo; cuando a la madre de
los Grcolas le preguntaron: t como matrona romana debes
tener y eres muy rica, debes tener joyas preciosas como
tienen las dems matronas porque todas en sus fiestas salan
a exhibir sus joyas- mustranos decan sus amigas-
mustranos tus joyas, y ella se fue sencillamente a donde
estaban sus hijos, los trajo y les dijo: estas son mis joyas; yo
puedo decir otro tanto de ustedes y puedo decir eso con una
satisfaccin plena, con una satisfaccin grande y con una
satisfaccin sincera de ustedes a quienes les llevo conmigo
siempre.

En los Salmos, se me viene en este momento en los Salmos se

dice, que el Seor llevaba a Su pueblo escrito en las palmas
de Sus manos, el nombre de Su pueblo en las palmas de Sus
manos; yo creo que la metfora es muy plida en ese aspecto,
Dios les llevaba, llevaba a Su pueblo escrito no en las palmas
de Sus manos sino escrito en Su Corazn, y es lo que hago yo
con ustedes y espero hacerlo siempre y espero llevarles
siempre conmigo

-44-
SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS

Debe tener en cuenta un estudiante, cuando realiza estos

estudios eminentemente espirituales: la necesidad de que se
convenza de que lo que hace o realiza, no es obra suya. Esto
es importantsimo. Y cuando no tiene este convencimiento,
sencillamente l est lejos de comprender lo que es la verdad
espiritual.

Por eso, entiendo que debe hacerse conciencia en cada uno

de ustedes, estudiantes de Autorrealizacin, esto: que cunto
realizan en el sendero, que cunto progresan en el sendero,
es el fruto por una parte es claro- del esfuerzo que realizan,
pero por otra es efecto de la ddiva de Dios.
-45-
Y esto es lo que nos ensean los grandes maestros. Y esto, lo
que nos recuerda el Bhagavad Gita a cada paso. Y esto es lo
que nos recuerda tambin San Pablo.

Vamos a leer un pasaje del captulo III de la Primera Carta a

los Corintios, en la cual el apstol hace una aclaracin peo
muy seria acerca de su accin respecto de ellos. Y acerca de lo
que realizan sus compaeros con relacin a ellos. Y qu
injerencia tienen ellos en lo que realizan.

Dice l, hablando de esta accin y hablando tambin de la

accin que realiza por ellos su Maestro: Cristo, Maestro de
maestros: Cuando uno dice, yo soy de Pablo, y otros, yo soy de
Apolo, no sois como hombres mundanos? Qu, pues es Pablo! Y
qu Apolo! sino miembros por medio de quienes cresteis, y eso
segn el Seor le ha dado a cada cual. Yo plant, Apolo reg, pero
Dios dio el aumento. De manera que no es nada, ni el que planta, ni
el que riega, sino Dios que da el aumento. El que planta y el que
riega son una misma cosa, ms cada cual recibir su propio
galardn conforme a su mismo trabajo. Porque nosotros somos
colaboradores de Dios. Vosotros sois la labranza de Dios, sois el
edificio que Dios fabrica.

Ven aqu expresada claramente la misin que Pablo y Apolo,

su compaero, tienen respecto de aquellos a quienes fue
dirigido el mensaje. Ellos son, segn la expresin de Pablo:
solamente unos colaboradores de Dios. Ellos plantaron, ellos
regaron, pero no hicieron nada ms ni nada menos que eso. Y
quien hizo crecer la planta fue Dios.

Esto se aplica tambin a nosotros: en nuestro progreso

espiritual. Si nosotros adelantamos, si continuamos en el
camino, y si nuestro progreso es grande o pequeo, eso se
debe a esa iluminacin Divina, a ese auxilio Divino que est
constantemente presente; auxilio con el cual nosotros

-46-
tenemos que trabajar. Y si nosotros comenzamos a realizar
una obra en pro de nuestros hermanos menores, y si esa obra
comienza a dar fruto, ese fruto no nos pertenece a nosotros.
Ese fruto le pertenece a l, le pertenece a Dios, que es el que
da.

Bien, de manera que de esto debemos nosotros hacer algo

vital, algo que debe informar toda nuestra vida, para que
entonces esa accin Divina quede claramente manifestada en
nuestra vida y tambin en la vida de aquellos a quienes
dirigimos ese mensaje.

Y eso de ocultarse digamos, eso de reconocer esa obra de

Dios, lo vemos tambin en la misma accin del Gran Maestro
de maestros: Cristo. l en definitiva, afirma que la obra que
realiza no es obra Suya, sino es obra del Padre, y todo le
atribuye al Padre. Y l realiza Su obra por encargo del Padre.
l mantiene esa actividad csmica, por encargo del Padre. l
en una palabra- realiza todos, absolutamente todos los
actos, por encargo del Padre.

Y es norma igualmente, norma de vida, norma de conducta

de todos, absolutamente de todos los grandes maestros, el
reconocer: que lo que son ellos, que el grado de evolucin al
cual han llegado se debe a sus maestros. Esto es lo que se ve
en cualesquiera de las declaraciones que han ellos. Cosa que
para nosotros, debe ser tambin una cosa absolutamente
natural: reconocer en este avance espiritual que damos,
reconocer la obra de ese Dios que quiere manifestarse en
nosotros.

Esta es la conclusin pues, que podemos sacar de ese examen

que acabamos de hacer, de estas palabras del apstol Pablo:

-47-
Segn la Gracia de Dios dice- que me ha sido dada, cual
arquitecto sabio, yo ech el cimiento, y otro edific sobre l. Pero
mire cada uno, cmo edifica sobre l, porque nadie puede poner otro
fundamento fuera del que est ya puesto, el cual es Jesucristo. Y si
alguno edifica sobre ese fundamento, oro, plata, piedras costosas,
madera, heno, rastrojo, la obra de cada cual ser puesta de
manifiesto, porque el da lo declarar; pues que a su fuego es
revelado y el fuego mismo probar la obra de cada cual qu tal es.

De modo que el cimiento y la estructura, todo pertenece a

Cristo; y todo pertenece a Dios. De modo que, CUIDADO. A
veces nosotros cuando ya conocemos algo, como se dice-
cuando ya nos sentimos con alas para volar, entonces
comenzamos pues por manifestar un poco de autosuficiencia
y esto no est bien! Esto impide ms bien, nuestro progreso.
Siempre es preciso que nos manifestemos y estemos
enteramente convencidos de que SLO SOMOS
INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS.

NUESTRO REINO VERDADERO

Jess habl muchas veces de

un Reino. Muchos de Sus
hermossimas parbolas de
sabor oriental se relacionan
con este Reino. l mismo se
present a los hombres como
Rey de este Reino.

En hora trgica, cuando la

perfidia humana luchaba a
muerte con la divina
mansedumbre, cuando Pilato, representante del poder
efmero de los emperadores de Roma, pregunt de manera
solemne al Cristo, convertido en criminal por delitos que

-48-
jams cometi, si era Rey: sin vacilar dio esta respuesta: Lo
soy. Para esto nac. Para esto vine al mundo, para dar
testimonio de la verdad Jn. 18, 37

Aclar sin embargo la naturaleza de Su reino diciendo. Mi

Reino no es de este mundo: Si de este mundo fuese mi Reino,
entonces pelearan mis siervos, para que yo no fuese
entregado a los judos: Ahora empero, mi Reino no es de
aqu Jn. 18, 36

Otro da los fariseos, le preguntaron cuando habra de venir

el Reino de Dios. l les contest: El Reino de Dios no viene
con manifestacin exterior. Ni dirn: Helo aqu o helo all!
Porque el Reino de Dios est dentro de vosotros Lc. 17, 20

Querido lector: hay un Reino que quiz t an no lo has

descubierto, tal vez ni has sospechado que exista. Este Reino
es el tesoro escondido. No lo has descubierto porque tu
conciencia, tu mente, tu espritu, tus actividades, tus sentidos
estn dirigidos solamente hacia afuera, a este mundo fsico.
Este mundo que ves, que tocas, que mides, que sientes, en
que gastas tus energas y que es objeto de tus afanes, no es el
mundo verdadero, no es el mundo para el cual fuiste hecho
por el Creador.

El verdadero Reino segn la enseanza de nuestro Maestro

Jess: No viene con manifestacin exterior. No hay en l ni
oro, ni plata, ni billetes de banco, ni casas de cambio, ni
palacios, ni automviles lujosos, ni siquiera catedrales de
mrmol, ni torres que desafan las alturas

El Reino verdadero no tiene nada de esto, ni nada que se

parezca

No est afuera. Est dentro. Dentro de ti, dentro de m,

dentro de todos los hombres, nuestros hermanos.
-49-
Se entra en los dominios de este Reino con una luz que
ilumina ms que toda luz: La fe. Se los siente con la
conciencia, se lo percibe con la mente, se lo saborea con el
corazn, se los goza con el espritu.

Si hasta ahora no has encontrado este Reino, trata de

buscarlo. Afnate en descubrirlo. Cuando lo hayas
encontrado, nunca podrs abandonarlo.

Si tienes a Dios, tendrs tambin todo lo dems que slo es

un complemento: dinero, placeres, felicidad, paz. El Reino de
Dios es Reino verdadero.

SANTUARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA

Estamos mis amados hermanos, en uno de los Santuarios

ms clebres no solamente de la ciudad de Paris, sino de toda
Francia. An ms, la devocin a la Santsima Virgen bajo el
ttulo de la Medalla Milagrosa, ha trascendido los lmites de
esta gran nacin por medio de las Hijas de la Caridad

La historia de la Medalla
Milagrosa, como se llama a esta
devocin, se remonta al ao
1830, un sbado 27 de
noviembre, la Virgen Bendita se
apareci a una hermana de la
Caridad, a sor Catalina Labour.
Esta hermana nos describe de
una manera muy particular y
detallada esa aparicin y otras,
que tuvo lugar en distintas
circunstancias. Y la Virgen
Bendita mis queridos hermanos,
se dign hablar con esta

-50-
religiosa, con esta novicia entonces, de las hermanitas de San
Vicente de Pal.

Viene a mi mente un recuerdo, el recuerdo aquel de la Virgen

de Amrica, la Virgen India, la Virgen del Tepeyac, que se
dign dialogar con el indiecito Juan Diego; y Ella misma se
dign estampar Su imagen en la tilma del humilde indio. Y
esta vez, esta misma Bendita Virgen se aparece a una
religiosa, en el corazn mismo de una de las grandes
metrpolis del mundo como es la ciudad de Paris.

Hermanos, esta ciudad no es clebre solamente porque tiene

tantos y tantos monumentos histricos por las conquistas de
uno de los ms grandes emperadores del mundo no mis
queridos hermanos, esta nacin no solamente tiene esos
timbres de gloria para los humanos; la nacin francesa cuenta
tambin entre sus santos: a reyes, obispos, tambin
sacerdotes santos y tiene tambin religiosas que estn en los
altares. Cerca de Lyon est precisamente uno de los lugares
ms clebres para nosotros, especialmente los sacerdotes del
clero secular, est esa imagen y esos recuerdos de uno de los
santos ms sencillos y ms dulces del cristianismo: el santo
Cura de Ars, como se le conoce a Juan Mara Vianney; es el
santo de la sencillez, el santo del amor de Dios, el santo de la
oracin. Muchas veces mis queridos estudiantes, vosotros me
habis odo comentar de l estas dos palabras que estn entre
las obras de su realizacin personal, que resumen toda la
vida cristiana, deca: si vosotros amis y oris, habis descubierto
el secreto de la felicidad sobre esta tierra.

Hermanos, tenemos la dicha de estar en el mismo santuario

en el cual la Virgen Bendita se dign manifestarse con
Catalina Labour. La Virgen Bendita dialoga con ella y pide
que se mande a trabajar una medalla, la medalla milagrosa:
que es la imagen de la Inmaculada Virgen Mara pero en esa
-51-
actitud de gloria, en esa actitud de esplendor que se narra en
el Apocalipsis, en la visin que tuvo entonces Juan
evangelista. El obispo de entonces acude a Roma despus de
haber hecho un examen minucioso de lo que era aquella
aparicin y la conclusin a la que llega es la siguiente: La
rapidez extraordinaria dice- con la cual esta medalla se ha
propagado, el nmero prodigioso de medallas que han sido
acuadas y distribuidas, los hechos maravillosos y las gracias
singulares que los fieles han obtenido con su confianza, parecen
verdaderamente los signos por los cuales el cielo ha querido
confirmar la realidad de las apariciones, la veracidad del relato de la
vidente y la difusin de la medalla. Y en 1846 como
consecuencia de la conversin del judo Ratisbona, el Papa
Gregorio XVI confirm con toda su autoridad, las
conclusiones del Arzobispo de Paris

Pero entendamos bien eso s: no basta llevar un signo externo

en la solapa o sobre el pecho, no. No basta llevar un signo de
la Virgen Bendita, no basta llevar una cruz, no basta llevar
una medalla sobre el cuerpo, esto no basta si no va unido
tambin a la vida. Lo ms importante es que nosotros
unamos nuestra devocin a la Virgen, a los santos, unamos
esa devocin a la vida que llevamos. Que esa medalla que
llevamos, esa cruz, ese signo que llevamos y que nos
recuerda nuestros deberes para con Dios y que nos motiva la
asistencia divina, que esos sean siempre llevados con honor,
sean siempre llevados por cristianos que saben entender su
cristianismo

Por eso, en este momento en que estamos visitando un

santuario consagrado a la Virgen Bendita, bajo la advocacin
de la Medalla Milagrosa, recordemos que la mejor manera de
honrarla es imitando Sus virtudes, y esto es lo que quiere
tambin Ella.

-52-
Y cuando la Virgen Bendita se manifiesta, tambin aqu en el
Continente europeo: en Lourdes con Bernardita Soubirous,
tenemos tambin en Lisboa un santuario muy clebre, el
Santuario de la Santsima Virgen de Ftima. Hermanos, todos
estos hitos que pone la mano de Dios en los continentes, estos
hitos que ha puesto tambin la mano de Dios en Amrica,
que puso en Mxico con la devocin de la Virgen Bendita de
Guadalupe; ese hito que ha puesto tambin en nuestra
querida Patria, el Ecuador, en el Santuario de la Santsima
Virgen del Quinche o en el Santuario de Nuestra Madre la
Virgencita Dolorosa, esos hitos son para que recordemos
nuestro deberes para con Dios y para que recordemos que
ese Dios Bendito nos ha dado a una Madre para que Ella siga
bendicindonos, para que el pueblo recuerde que tiene una
Madre sobre todas las madres, que nos ama intensamente.

La Virgen Bendita es para m y lo es tambin para vosotros,

el mayor signo de la predileccin divina por los hombres.
Nosotros nos sentimos siempre atrados por el corazn de la
madre, porque la madre es la que mejor nos comprende Y
por eso, el signo de la madre es el signo de proteccin, el
signo de amor por excelencia. Y Dios ha querido poner en
todas las partes de la tierra, estos hitos de la predileccin
divina en las distintas apariciones de la Virgen Bendita.

Ahora, hemos de elevar una oracin especial aqu en este

Santuario, por nuestras familias, por nuestra Patria, para que
el Seor le libre de los peligros que le amenazan y le ayude
pronto a salir de esos peligros para que contine siempre, eso
s, fiel a Cristo y a la Virgen Bendita, y para que contine
siempre por el camino del progreso.

-53-
EL VERBO ENCARN

Uno de los misterios ms grandes para el hombre, es el que

nos revela lacnicamente el evangelista Juan en estas
palabras: Y el Verbo se hizo carne (Jn 1, 14) Todas las
cosas fueron hechas por l y sin l no se hizo nada de cuanto
ha sido hecho (Jn 1, 3) En l estaba la vida y la vida era
luz de los hombres (Jn 1,4)

Dios con todas las prerrogativas y con todos sus atributos se

hizo como uno de nosotros. Naci de una mujer aunque su
concepcin fue por obra del Espritu Santo. Creci como
crecimos nosotros. A medida que adelantaba en edad,
adelantaba tambin en gracia y sabidura delante de Dios y
de los hombres.

Quiz muy poco

reflexionamos en el
significado de ese Gran
Misterio de Dios que se
encarna, de un Dios que
toma nuestra propia
naturaleza humana, que
se hace hombre, que vive
y que muere como un
hombre.

Cada da esta humanidad

se expande ms y ms.
Sus dominios van ya ms
all de los linderos de la
tierra. El hombre
descubre da tras da
otros mundos y otras
cosas. Pasarn miles de aos y todava no conocer sino
-54-
apenas una pequea parte de la obra divina. El tiempo le
reserva al hombre todava muchos misterios. Pues, all donde
existe un ser, all donde palpita un tomo, all donde vive
una vida, all donde nace un destello de luz, all donde brota
una hierba, all donde el hombre no tiene sino el misterio del
vaco, all est Dios.

Y es este Dios el que se hace carne, el que se reduce, se

empequeece y se anonada, el que se oculta en un tomo de
polvo como es la naturaleza humana. Y es este Dios el que
nace, el que vive y el que muere por los hombres y para los
hombres.

El puede manifestarse como quiera y en donde quiera,

porque es Dueo Absoluto de todas las cosas. Pero Su
presencia entre nosotros, no por ser una manifestacin de
humildad, de pobreza, de anonadamiento, deja de ser una
manifestacin plenamente divina.

Esta presencia Suya entre nosotros, nos obliga a amarle ms

que todo, a buscarle sobre todo y a gozar de l sobre todo.

Toda Navidad debe encontrarnos con las puertas del corazn

abiertas de par en par, para recibirle y hospedarle en
nosotros.

El principal motivo de Su Encarnacin es el recordarnos

constantemente que nosotros le pertenecemos en absoluto.

-55-
RAZN DE LA NAVIDAD

En medio de vosotros est uno a quien no conocis (Jn. 1,26)

En cada Navidad recordamos el gran acontecimiento de la

Presencia del Verbo de Dios que encarn y habit entre
nosotros.

Vino a cumplir la misin que el Padre le encomendara. Esta

misin sacudi en sus cimientos las caducas estructuras
filosficas sobre las cuales se edificaron los destinos de los
seres humanos.

Su mensaje de luz disip las tinieblas que se haban

apoderado de la mente humana y la haban esclavizado a
esta tierra. En el pueblo de Israel vivi como un desconocido
para la clase intelectual y religiosa que haba adulterado la

-56-
verdad sobre el destino al que est llamado el ser humano en
esta tierra.

Las palabras de Juan Bautista recogidas por el otro Juan,

Amado del Seor: En medio de vosotros est uno a quien no
conocis, describen con meridiana claridad lo que era
Nuestro Bendito Seor para aquel pueblo. Para unos, menos
que un profeta; para otros un embaucador, un farsante, el
humilde hijo del carpintero Jos

Desde hace dos mil aos cuando viene al mundo, Jess,

como el da de hoy, la humanidad muy poco ha cambiado. El
mensaje de Jess y Su presencia entre los hombres,
ciertamente son conocidos desde el punto de vista histrico o
a travs de la mente humana. Pero, cun equivocados estn
quienes juzgan que ste es el verdadero conocimiento de un
Enviado de Dios! Saber que existi Jess, que vivi en la
tierra, que hizo milagros, que imprimi una enseanza no
es conocerle. Le conocen s, los que viven Su enseanza, los
que se vuelven Uno con l en espritu y en verdad, los que se
identifican con l en pensamiento, en palabra, en accin.

AYUNO Y ORACIN DE JESS, EN EL DESIERTO

En la lectura de esta parte el Evangelio de Mateo que

acabamos de escuchar, Mateo y los evangelistas Marcos y
Lucas, nos narran aquel episodio de la vida del Seor: de Su
ayuno de cuarenta das y cuarenta noches all en el desierto
de Judea.

-57-
 Por algunas ocasiones he
tenido la bendicin de
visitar ese lugar en Tierra
Santa, en donde la
tradicin cristiana
conmemora este ayuno y
esta oracin de Jess
durante este tiempo. El
lugar est completamente
alejado de la civilizacin.
Est a bastante distancia
de la ciudad de Jeric,
ciudad bblica que tiene
tantos recuerdos para los
israelitas, como para el
pueblo cristiano, ya que ah se realizaron muchas cosas entre
ellas el milagro que obr el Seor con el usurero Saqueo. De
all hay que subir por una empinada hasta el Monasterio, en
donde actualmente es un lugar de peregrinacin para el
pueblo cristiano.

Hermanos, nosotros podemos preguntarnos que haca Jess

en aquel lugar? l se dedic durante todo ese tiempo no solo
al ayuno corporal, es decir, a todo cuanto nosotros
realizamos en el cuerpo, para buscar a Dios. Esto slo es una
condicin, nada ms que una condicin, para mejor
disponernos al servicio de Dios y para que la mente y el
espritu mediante el ayuno estn completamente libres. Para
qu, hermanos? Para la oracin constante, para la oracin
continua. Y esto es lo que hizo Nuestro Bendito Seor
durante esos cuarenta das y cuarenta noches, ayunar para
que el espritu entrara de una manera mejor, en comunin
con ese Bendito Dios, con el Padre. Pero todo el tiempo mis
queridos hermanos, oraba.

-58-
Pero uno puede preguntarse y darse cuenta qu oracin
haca entonces. Qu oracin hizo durante ese tiempo?
Estuvo quiz dedicado l a la oracin vocal? Quiz l haca
reflexiones sobre los escritos de los profetas del Antiguo
Testamento? No hermanos, l tena otra clase de oracin:
Oracin profunda, oracin silenciosa. Oracin contemplativa
es la que practicaba l all, en ese inhspito lugar. Por eso
escogi un lugar propicio para el silencio, para la soledad,
para que nadie le perturbara en Su comunin con el Padre.

Aqu tenemos un ejemplo palpable del modo de orar de

Nuestro Bendito Seor, de la profundidad con que l oraba,
que la demostr con Su palabra y con Su ejemplo Haca
pues, esta oracin silenciosa, esta oracin profunda, esta
oracin que no consista sino en pensar en entrar en
comunin perpetua, con ese Bendito Seor. Y esa comunin
de un Dios a otro Dios, del Hijo de Dios al Padre Dios era
una comunin interior, una comunin de mente, voluntad,
conciencia y espritu. La totalidad de ese Hijo estaba tambin
entregada a Su Padre, y la de ese Padre entregada a Su Hijo.
De tal manera que entre el Padre y el Hijo haba una unin
total, perfecta, absoluta, una unin en la cual poda decirse
que no haba distincin alguna.

Hermanos de esta oracin es la que nos hablan los msticos

cristianos y orientales: esta oracin de comunin, de fusin.
De esta oracin nos habla tambin un modelo de Prrocos,
un santo que hizo poca y sigue haciendo todava poca,
ahora en estos momentos: el santo cura de Ars, De l voy a
citar solamente un hecho, lo que haca y lo que entenda por
oracin. l era un hombre de profunda oracin. Y cmo
define la oracin? La oracin -dice l- es la unin con Dios;
luego define cmo es esta unin, qu resultados produce sta
unin. En sta unin dice- Dios y el alma son como dos
pedazos de cera -escuchadme bien-: Dios y el alma son como
-59-
dos pedazos de cera que se funden en uno, en uno solo y
nadie puede separar. Es decir hermanos, en la verdadera
oracin, en esta oracin profunda que nos pide el Seor, Dios
y nosotros, nosotros y Dios nos fundimos como si furamos
dos pedazos de cera. De tal manera, que en esa oracin, la
fusin es tal que no se puede establecer distincin alguna.
Esto est en la vida del santo cura de Ars.

Yo cito tambin a otra gran mstica cristiana, a santa Teresa

de Jess llamada la doctora por excelencia. Ella emplea
tambin una comparacin semejante a la del santo cura de
Ars. Dice: Que la unin del alma con Dios, es como aquella
de una llama de una velita pero en la llama no hay dos hay
una sola. Cuando el alma est unida con Dios es como esa
llama que est brillando y el espritu est brillando en esa
Luz Divina. Luego dice, tambin empleando otra grfica
comparacin: As como el arroyo que desciende de la
montaa y llega al mar y ya no hay como separar el agua del
mar con el agua de ese arroyo que viene de la montaa, as se
produce -dice ella- esta misma fusin entre aquel que ora con
esta oracin contemplativa, con la meditacin. Esto lo dice
santa Teresa de Jess en la Sptima Morada, en la ltima de
las moradas de su camino de ascencin a Dios.

Hermanos queridos, aqu nosotros debemos tener conciencia

de lo que dice el Santo Evangelio sobre la oracin. Hay
distintos grados de oracin comenzando con la oracin vocal,
oracin que conocen la mayor parte de los catlicos. La
oracin del Santo Rosario es una oracin buena como las
dems oraciones que se recitan. Pero ms all de la oracin
vocal, est esta oracin profunda, esta oracin en que se
verifica la fusin del alma con Dios. Entonces all ya no hay -
como dice san Juan de la Cruz igualmente Santa Teresa de
Jess y los msticos- ya no hay dos, sino uno solo.

-60-
Aqu tenemos un ejemplo palpable del modo de orar de
Nuestro Bendito Seor, de la profundidad con que l oraba,
que la demostr con Su palabra y con Su ejemplo Haca
pues, esta oracin silenciosa, esta oracin profunda, esta
oracin que no consista sino en pensar en entrar en
comunin perpetua, con ese Bendito Seor. Y esa comunin
de un Dios a otro Dios, del Hijo de Dios al Padre Dios era
una comunin interior, una comunin de mente, voluntad,
conciencia y espritu. La totalidad de ese Hijo estaba tambin
entregada a Su Padre, y la de ese Padre entregada a Su Hijo.
De tal manera que entre el Padre y el Hijo haba una unin
total, perfecta, absoluta, una unin en la cual poda decirse
que no haba distincin alguna.

Hermanos de esta oracin es la que nos hablan los msticos

cristianos y orientales: esta oracin de comunin, de fusin.
De esta oracin nos habla tambin un modelo de Prrocos,
un santo que hizo poca y sigue haciendo todava poca,
ahora en estos momentos: el santo cura de Ars, De l voy a
citar solamente un hecho, lo que haca y lo que entenda por
oracin. l era un hombre de profunda oracin. Y cmo
define la oracin? La oracin -dice l- es la unin con Dios;
luego define cmo es esta unin, qu resultados produce sta
unin. En sta unin dice- Dios y el alma son como dos
pedazos de cera -escuchadme bien-: Dios y el alma son como
dos pedazos de cera que se funden en uno, en uno solo y
nadie puede separar. Es decir hermanos, en la verdadera
oracin, en esta oracin profunda que nos pide el Seor, Dios
y nosotros, nosotros y Dios nos fundimos como si furamos
dos pedazos de cera. De tal manera, que en esa oracin, la
fusin es tal que no se puede establecer distincin alguna.
Esto est en la vida del santo cura de Ars.

Yo cito tambin a otra gran mstica cristiana, a santa Teresa

de Jess llamada la doctora por excelencia. Ella emplea
-61-
tambin una comparacin semejante a la del santo cura de
Ars. Dice: Que la unin del alma con Dios, es como aquella
de una llama de una velita pero en la llama no hay dos hay
una sola. Cuando el alma est unida con Dios es como esa
llama que est brillando y el espritu est brillando en esa
Luz Divina. Luego dice, tambin empleando otra grfica
comparacin: As como el arroyo que desciende de la
montaa y llega al mar y ya no hay como separar el agua del
mar con el agua de ese arroyo que viene de la montaa, as se
produce -dice ella- esta misma fusin entre aquel que ora con
esta oracin contemplativa, con la meditacin. Esto lo dice
santa Teresa de Jess en la Sptima Morada, en la ltima de
las moradas de su camino de ascencin a Dios.

Hermanos queridos, aqu nosotros debemos tener conciencia

de lo que dice el Santo Evangelio sobre la oracin. Hay
distintos grados de oracin comenzando con la oracin vocal,
oracin que conocen la mayor parte de los catlicos. La
oracin del Santo Rosario es una oracin buena como las
dems oraciones que se recitan. Pero ms all de la oracin
vocal, est esta oracin profunda, esta oracin en que se
verifica la fusin del alma con Dios. Entonces all ya no hay -
como dice san Juan de la Cruz igualmente Santa Teresa de
Jess y los msticos- ya no hay dos, sino uno solo.

CRISTO CSMICO Y CRISTO HISTRICO

Es privilegio de muy pocos hombres, tener conceptos

universales que puedan abarcar en una sola mirada la
unidad y la multiplicidad de los seres y de las cosas del
Universo visible e invisible. Esta visin est reservada a los
msticos, pues la mstica en su genuino sentido, no consiste
en otra cosa que ver el Uno en el Todo y el Todo a travs del
Uno. Con esta visin se puede llegar a comprender la
persona de Cristo. Quienes no estn en condiciones de
-62-
abarcar con esta mirada a ese Cristo presente en la historia y
al mismo tiempo actuante en todo el Universo visible e
invisible, no estn en condiciones de comprenderlo.

Cristo tiene pues este doble carcter: es un Cristo histrico y

un Cristo Csmico. En el primer caso es hombre verdadero,
en el segundo es Dios verdadero. Por su doble condicin es el
centro en torno del cual gira todo sin excepcin.

Esto no lo puede comprender como es natural el hombre

carnal, cuya mirada se centra en las cosas de orden
meramente material, pues el hombre animal no percibe las cosas
del Espritu de Dios; son para l una locura y no las puede
entender, porque hay que juzgarlas espiritualmente (I Cor 2,14).
El mismo Iniciado Pablo advierte que no ha hablado con
estudiadas palabras de humana sabidura, sino con palabras
aprendidas del Espritu, adaptando a los espirituales las
enseanzas espirituales. Estas enseanzas hay que aceptarlas
espiritualmente. La sabidura humana es incapaz por su
propia naturaleza de penetrar en los misterios de Dios. Esta
visin csmica de Cristo, hay que adquirirla no por la
humana sabidura sino por esa sabidura que viene de Dios.

Ese Cristo histrico esta magistralmente descrito en la carta a

Los Hebreos (4,15), como el sumo sacerdote capaz de
comprender nuestras debilidades porque l ha sido probado
en todo igual a nosotros, excluido el pecado (Heb 4,15). Este es el
Cristo histrico de los Evangelios, el Cristo del Sermn de la
Montaa, de las Bienaventuranzas, del Mar de Galilea, de
Getseman, de la Crucifixin, el Taumaturgo, el que se
conmueve al contemplar desde el Monte de los Olivos la
ciudad deicida. El Cristo doliente y resucitado En fin, el
que aparece hombre entre los hombres, menos en el pecado.
Este es el Cristo ante el cual, el mrtir San Ignacio de
Antioquia, recomienda a su discpulo Policarpo mantenerse
-63-
firme como un yunque golpeado por el martillo, que le
describe por encima del tiempo. Al intemporal, al invisible,
que por nosotros se hizo visible, al impalpable, al impasible que por
nosotros se hizo pasible; al que en todas las formas posibles sufri
por nosotros (Carta C1, 1-4,3.- Funk, 1,247-249).

Este Cristo pasible, temporal, visible, palpable es el Cristo

histrico. Pero este mismo Cristo intemporal, invisible,
impalpable, impasible es el Cristo Csmico.

Pero nadie hasta ahora ha podido en unas pocas frases hacer

la descripcin ms completa de ese Cristo Csmico como
Juan el evangelista en el Prlogo de su Evangelio. El Cristo
Csmico es el Verbo, que es Dios, Verbo por el cual todas las
cosas han sido hechas y sin l nada de lo que ha sido hecho
existe. En l est la vida, la vida que es luz de los hombres,
luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este
mundo.

Para tener una idea exacta de lo que es Cristo, tenemos que

verle en sus dos caras, si as cabe la expresin: no podemos
prescindir del Cristo histrico cuando nos hundimos en el
abismo de la Infinitud del Cristo Csmico; de igual manera,
no podemos detenernos solamente en la inefable quietud y
bienaventuranza de ese Cristo Csmico, olvidando que ese
mismo Cristo es el centro de la historia humana y de todas
las cosas visibles e invisibles. Ambos se complementan,
ambos son Uno, ambos se juntan indestructiblemente, ambos
deben nacer y crecer juntos como Uno solo en las
profundidades abismales de nuestro ser: Aqu est el primer
escaln de nuestra bienaventuranza y aqu est tambin el
ltimo.

LA ACCIN Y EL TRABAJO EN EL MUNDO

-64-
 "El que vive en este
mundo de accin y la
rehye; el que
aprovechndose de los
frutos de accin del
mundo se niega a dar
su parte de actividad,
debe avergonzarse de
vivir. El que se
aprovecha de los
resultados de la accin
de los dems sin dar
nada en cambio se comporta como un ladrn."( Bhagavad
Gita)

Mis queridos hermanos vamos a reflexionar acerca de un

tema muy importante, muy prctico para nuestra vida, el
Bhagavad Gita, tambin mencionado como la Biblia de los
hindes, es un libro sagrado del cual ustedes pueden beber el
nctar de su sabidura, en cada frase se encuentra un mensaje
de la Voz de Dios.

Bueno el Bhagavad Gita nos dice: El que vive en este

mundo de accin y la rehye; el que aprovechndose de los
frutos de accin del mundo se niega a dar su parte de
actividad, debe avergonzarse de vivir. El que se aprovecha
de los resultados de la accin de los dems sin dar nada en
cambio se comporta como un ladrn.

El mundo en general y las sociedades humanas viven en

constante accin, es decir viven en constante desarrollo y
-65-
evolucin, el motivo para esto es mejorar sus condiciones de
vida de tal manera de que esta sea confortable, los estudiosos
de los siglos ensean que esta determinacin a nivel de
sociedad es fruto de la filosofa propia que rigen a sus
pueblos.

En definitiva, el mundo y las sociedades y absolutamente

todo est en constante accin, movimiento y evolucin.

Hay personas que creen que la vida religiosa es de

inactividad, o una manera de huir a los problemas reales
dicen. En Oriente existen sadhus, swamis, renunciantes, al
igual que existe en occidente monasterios y grupos religiosos
que se dedican a la Oracin, pero equivocadamente las
personas se imaginan que estas personas viven en
inactividad, por dar un ejemplo en un Centro donde se sigue
la enseanza del Santo Hind Ramakrishna, la hora de
levantarse suele ser antes de las 5 de la maana, ya que a esta
hora se empieza con la meditacin del da la cual dura
alrededor de tres horas, luego de lo cual empiezan con las
labores para la subsistencia propia y la ayuda social que
realizan, en la tarde retoman sus acciones de Sadhana
(prctica espiritual) para luego continuar con la oracin.

De hecho la vida de estos centros religiosos es muy constante

y demanda de vocacin, que como es claro, es el amor a los
dems, escchenme bien, la vocacin del religioso no es la
inactividad o el querer huir, o el querer fungir de gua, No, la
vocacin del religioso es el amor a los dems. Ahora bien, si
esta vida es sacrificada por as decirlo, pues porque estas
personas religiosas se ven felices, y de alguna manera
-66-
realizadas, pues es simplemente que el hacer algo sin
egosmo y por amor a los dems es un trabajo gratificante.

Muchas veces se mal interpreta y se piensa que estas

personas son felices porque hacen poco o son perezosos,
nada ms alejado de la realidad, simplemente la accin
desinteresada realizada con humildad, es decir sin pregonar,
y realizada con amor es bien recompensada con la alegra
que proviene como un regalo del ms humilde de todos,
nuestro bendito Dios.

En occidente se considera que los frutos de la accin es algo

que nos merecemos, no es difcil escuchar Yo tengo mis
cosas porque he trabajado, si l no tiene es por vago, Lo
que he logrado es por mi esfuerzo, nadie me lo ha dado, Y
porque voy a dar algo, a mi quien me dado o quien me
ayudado y muchas otras frases que denotan orgullo
personal.

Bueno, las grandes fortunas provienen de una ley la ley del

trabajo, y esta ley produce una recompensa, pero es nuestra
decisin qu hacer con esa recompensa, en todo caso,
debemos tomar conciencia de varias cosas.

Primero de dnde proviene nuestra vida?, si una persona no

cree en Dios porque se ha oscurecido su intuicin, por lo
menos deber aceptar que naci de unos padres, los cuales le
ayudaron a nacer y a sobrevivir, y si no tuvo padres alguien
debi ayudarlo, no hay que olvidar que el ser humano es un
ser totalmente insuficiente al menos hasta los 10 a 15 aos, no
se diga a los 2 o 3 aos, o antes, es decir, necesariamente el
humano necesita de ayuda en su vida; otro ejemplo, el
-67-
humano que vende su mercadera para hacer su fortuna,
necesariamente necesita que alguien le compre, en otras
palabras, si nadie le compra sus productos, nada vende y
quiebra. La interaccin y colaboracin humana es un hecho,
y quien cree que ha logrado algo slo, ha exaltado su ego, y
esto es tremendamente negativo para s y para toda la
sociedad.

Para el hombre de fe, cuya intuicin ha despertado aunque

sea un poco a la mirada del Creador, y sabe que Dios es
dueo de la vida, porque l es la Vida, debe tomar conciencia
que lo que ha logrado en su vida es porque ha tenido la
oportunidad de nacer en este plano de existencia, en este
mundo fsico, luego porque Dios le ha dado dones para su
vida tales como: inteligencia, capacidad, oportunidades, en
fin todo lo que posee, el Maestro de Maestros Cristo
menciona a estos dones como talentos, en la Parbola de los
Talentos la cual les recomiendo que la estudien y sobretodo
mediten, en esta parbola el mensaje es el siguiente: los
talentos, o dones, son para fructificar y entregrselo a su
dueo, y cul es el dueo de los talentos?, pues es Dios y en
l son todos sus Hijos, nuestro prjimo, nuestro amigo,
nuestro enemigo, nuestro hermano que sufre, nuestro
hermano enfermo, en fin todos nuestros hermanos
incluyendo al prjimo. Cada vez se va aclarando el tema.

Y que le podemos dar a Dios, pues no es dinero, no son

riquezas, lo que necesitan nuestros hermanos, es escchenme
bien: es Amor incondicional, es afecto, es hermandad, y lo
que Dios demanda es acciones por Amor, no acciones por
egosmo, no acciones por orgullo, no acciones por figurar,
-68-
demanda una y mil veces acciones por Amor. Cada accin de
Amor nos une al Dios Amor, nos une a nuestros hermanos,
nos une a Dios en Espritu y en verdad.

En la misma parbola de los talentos, Cristo bendito

menciona que, al perezoso se le quitar y se le dar a la
persona de accin, y al temeroso de igual manera. Por tanto
nosotros debemos ser personas de accin y de valenta para
trabajar en bien de los dems. Cuntos de ustedes no se
avergenzan cuando se les manda a que hagan algo por los
dems? Cuntos de ustedes no sienten miedo al rechazo de
la sociedad, cuando le dicen no al alcohol, no al vicio?
Cuntos de ustedes comparten la enseanza de primera
mano que se les ha dado? Cuntos de ustedes han
fructificado en beneficio del amor los talentos que se les ha
entregado?

El mejor talento que han recibido, no es el dinero que han

acumulado, la inteligencia con la cual algunos discriminan a
los hermanos, no es el nombre de reputacin pomposa que
algunos han ganado y pregonan, no, el mejor talento que
han recibido es la enseanza de la MEDITACIN la cual les
hace purificar su mente, la cual a travs de sus misterios une
el Espritu Humano con el Espritu Divino, la cual va
despertando a cada instante la llama del Amor Puro, del
Amor Incondicional, para que puedan actuar por amor, de
aquel amor que como dira Ramakrishna,- nace de las
profundidades del alma inmortal-.

Y de este talento se les pedir cuentas, ya que muchos no

tuvieron la bendicin de recibir este talento, y por tanto
-69-
tendrn menos culpa de quien si lo recibi y no hizo nada
con ello ni en beneficio de l y peor an en beneficio de los
dems.

Hermano querido, cada da medita, con mayor conciencia,

con mayor fe, con mayor amor, con mayor fuerza, con
mayor pureza, con mayor concentracin, cada da Bendice al
Dios del Cielo por los dones y talentos recibidos, cada da
cultiva el amor y aleja el egosmo de ti. No te dejes engaar
por el mundo de maya, por el mundo que te ofrece las mieles
de lo efmero, pero a la final solo produce frustracin y
hasto. Hermano querido es tu decisin.

L, UN BUSCADOR DE ERRORES?

Una de las almas ms grandes de nuestro siglo ha venido a

este plano, all en el Oriente legendario, en donde han nacido
los ms grandes
hombres de la
humanidad, los que
se han distinguido
por su gran espritu,
los que han puesto
en el pinculo de la
gloria, las causas de
lo ms noble del
hombre:
Paramahansa
Yogananda, se
dirige as a Swami
Shankara en la
plegaria 27 de
Susurros de Eternidad:

-70-
T has dicho que Dios no es un sombro y vengativo
buscador de errores, sino que Su rostro esta aureolado por las
sonrisas de la condescendencia.

Cuntos mortales han trazado caricaturas grotescas de l,

precisamente de l que es luz, pureza, amor, sabidura,
bondad, grandeza, dulzura inefable, infinita.

De l en quien no hay ni siquiera una leve sombra de

imperfeccin, de negatividad!

Sin embargo muchos, s, muchsimos mortales le han

convertido en un vulgar empedernido, sombro y vengativo
escudriador de errores.

Nuestra autodefensa, nuestro natural amor al bien nos hace

repugnante y repulsiva as sea la sombra del criticn, del
murmurador, del que quiere medir con su mirada, as fuera
moral y espiritual de alguno de sus hermanos, internamente
sentimos asco, repugnancia, tedio, rechazo y profunda
tristeza hacia el buscador de errores al que con una lupa
grande, pero bien grande ve la pajita en el ojo ajeno pero no
la viga en el suyo propio.

Sobre ste lanz un da el Seor, el ltigo de su anatema:

Hipcritas, hipcritas, hipcritas!

No obstante muchos mortales, -Qu horror!- quieren hacerle

a l uno de estos.

Uno de los que con una lupa grande pero muy grande, ve
slo defectos y peros en sus pobres criaturas, como que si l
no supiera que somos muy pequeitos pero que seguimos
siendo siempre Su propia obra.

-71-
Como que si l ignorara que somos Sus propios hijos.

Como que si l desconociera que somos Su propia imagen,

amor de Su amor, vida de Su vida, espritu de Su Espritu,
gozo de Su gozo, por quienes y para quienes envi a Su
propio Hijo.

Me pregunto, y te pregunto hermano mo:

Vendra l, el Cristo, el Verbo de Dios, el Dios encarnado en

pos de una piltrafa despreciable?

Vendra tras el estircol, para estercolizarse?

Tras del pecado, para contaminarse?

Tras del repugnante leproso del alma, para l tambin

tomar la lepra?

No! El Padre Bendito no mand a Su Hijo para que

escudriara a sus hijos, los hombres: la miseria, faltas,
errores, pecados, deficiencias que le hagan repugnante, sino
para decirnos lo que somos: hijos suyos.

S, hijos suyos llamados al banquete eterno.

Vino a decirnos que tenemos un Padre, no un juez, un

amante, no un enemigo, un Dios, no un verdugo, una madre,
no un tirano, una luz, no un rayo que hiere, que mata.

Padre Bendito!

Permite que da a da, comprendamos ms y ms el gran

secreto que encierra Tu amorosa Esencia.

-72-
SANTA MISA

La Santa Misa mis queridos hermanos, no es como a veces

nos imaginamos: el sacrificio que el Seor dio a su Iglesia,
para su Iglesia y exclusivamente su Iglesia y para los suyos.
No es as. El Santo Sacrificio de la Misa es el SACRIFICIO
CSMICO, el acto de liturgia csmica, que abarca a todos los
hombres y que se extiende a todos los hombres, ya que no es
otra cosa que la aplicacin de la Redencin al hombre.

La Santa Misa pues, tiene un carcter universal. Y el Seor

cre este signo del pan y del vino en el cual l puso Su
presencia, para que todos los hombres por medio de l se
SANTIFICARAN y llegaran a la comunin con el Padre.

Por eso la Santa Misa tiene pues, una eficacia particularsima

cuando se pide en ella por cualquier intencin, porque la
Santa Misa no es una oracin particular ES LA ORACIN
DEL MISMO CRISTO, ACTUALIZADA EN LA SAGRADA
EUCARISTA! Del mismo Cristo actualizado bajo las
especies del pan y del vino! Es el mismo Cristo que se ofrece
una vez ms por los hombres sus hermanos! Por eso nosotros

-73-
en la Santa Misa, cuando tenemos cualquier intencin
especial, hemos de tener muy en cuenta que estamos
unindonos a la oracin de Cristo y que nuestra oracin no es
una oracin aislada, no es una oracin parcial sino es la
oracin del mismo Cristo!

VOTO DE ORACION

Mis queridos estudiantes, van hacer unos compaeros de

ustedes su voto de oracin, y van a renovar unos este mismo
voto. Cuando les hablaba por primera vez sobre ste paso
que dan los estudiantes de Autorrealizacin les deca y les
repito nuevamente esto- cmo debis entender esto del voto
de oracin? debis entender sencillamente, como el ticket del
seguro diario para vuestras actividades diarias, un ticket de
seguridad total. Porque cuando uno pone su vida, pone su
actividad, pone su iniciativa en manos de Dios, sencillamente
el xito es infalible. Aparentemente mis queridos estudiantes,
pueden parecer que nosotros estamos quiz- todava
pasando una prueba, prueba muy grave, que no salimos de
esa prueba y que estamos todava lejos de Dios. No, no.
Nosotros tenemos que entender de otra manera ste
llamamiento divino. Repito, es el ticket de seguro, del seguro
de nuestra felicidad diaria.

Entonces lo importante es orar, pero orar como aprendemos

aqu. Orar con esa oracin interior, con esa oracin que brota
de lo ms recndito de nuestro espritu. Con esa oracin que
es sintona, que es relacin ntima, que es vivencia de Dios.
Esa es la oracin que hacemos y as tenemos que entender la
oracin que hacemos en Autorrealizacin Es ese
intercambio de miradas, intercambio de vibraciones -esa es
la palabra!- intercambio de vibraciones entre Dios y nosotros.
Ese Dios Bendito nos enva toda Su potencia infinita
vibratoria a nosotros, y nosotros le devolvemos la pequeez
-74-
nuestra a l, y l convierte nuestra pequeez en infinitud;
convierte nuestra debilidad en fortaleza, convierte nuestro
estado de tinieblas en luz. Es decir, en ese intercambio
vibratorio quin es el que gana? El no, nosotros! Por qu?
sencillamente, porque entramos en el camino de la
divinizacin de nuestras acciones. Uno de los grandes Padres
de la Iglesia: Evagrio Pntico, hablando de sta sintona con
Dios, deca esto: la persona, el alma que se ha sintonizado
con Dios tiene un carcter especial, sus actos tienen un
carcter especial, son actos sacramentales fijaos bien en la
profundidad de sta palabra!- son actos sagrados, son actos
sacramentales. Por qu? porque estn inspirados en ese
Bendito Dios, no son actos cualesquiera hermanos queridos,
No. Cuando est la mano de Dios all y cuando est Dios
adentro, esos actos toman un carcter completamente
diferente, esos actos se divinizan y esos actos como dice
Evagrio Pntico- tienen un carcter de un sacramento, de una
cosa sagrada. Esto es lo que aprendemos -mis queridos
estudiantes- en nuestra Asociacin!

Espero que los que estn camino del conocimiento de nuestra

Asociacin, lleguen a la comprensin total, para que nuestro
Seor Bendito tambin les ayude, y un da, si quieren
porque eso es completamente espontneo- si quieren,
tambin aseguren, tomen ese seguro de felicidad diaria, con
su voto de oracin. Este es el testimonio mis queridos
estudiantes, de todos los estudiantes compaeros vuestros
que han recibido su voto de meditacin, ellos sienten las
bendiciones de Dios, sienten su felicidad diaria.

LA ENCARNACIN DE ESE YO DIVINO

Vamos a celebrar despus de pocos das, una fiesta ms de

Navidad, y qu mejor entonces que nosotros tratemos de este

-75-
punto vital: de lo que significa la Encarnacin de Ese Yo
Divino.

Bien, si por un momento nosotros nos trasladamos a la

historia que precede al Nacimiento de Este Yo Divino,
tenemos entonces un gran vaco. El pueblo judo a quien se
revela Yahv; el pueblo judo conoce pero conoce digamos a
un Dios, pero a un Dios hasta cierto punto metafsico, a un
Dios que lo imaginaba ah est la palabra- lo imaginaba
antropolgico, pero que todava, aquello que imaginaba no
era algo que iba a concretarse, es decir, haba un gran vaco,
pues no estaba ya colocado ese hito tan claro por el cual ese
Yo Divino de Cristo va a tomar al hombre en todo su
conjunto y en toda su complejidad: tomando lo que significa
el ser humano, lo que es, lo que tiene el humano: cuerpo,
alma, espritu. Entonces all ese gran vaco llev tambin a
tantas confusiones especialmente al parecer al judasmo, una
cosa realmente inaceptable e increble, desde luego
inaceptable, increble bajo el punto de vista meramente
humano.

Miren ustedes, la Encarnacin de Ese Yo Divino pues, aclara

esa relacin que tiene Dios no solamente con el hombre sino
absolutamente con toda Su Creacin. De ah que la
Encarnacin de Cristo significa: ese impacto, impacto total,
absoluto sobre todos los seres creados. pero impacto que
incorpora a toda la creacin visible e invisible y la une a Dios.
De manera que Dios, ese Bendito Dios fjense ustedes- ya
por Cristo, en Cristo y para Dios, pues est internamente no
hay otra palabra ms significativa, no hallo en este momento,
pero- est, y totalmente ya incrustado en toda la obra de Su
Creacin. Y como acabo de explicar tambin cmo hace
esto? Tomando todos los elementos, absolutamente todos los
elementos de Su Creacin, incorporndole l a S mismo. Por
eso, en Cristo, por Cristo, queda divinizada toda la
-76-
naturaleza visible e invisible. Esto lo digo especialmente en el
libro El Dios Vivencial y en muchas ocasiones que he
hablado sobre este punto.

De manera que este es el significado de esta celebracin de la

Navidad.

SER COMO NIOS PARA IR A DIOS

en este Santuario
consagrado a la Virgen
Bendita bajo la advocacin
de Nuestra Seora de
Guadalupe, nos sentimos
mis queridos hermanos
vosotros y yo muy felices. Y
por qu esto? Porque
estamos sintiendo el amparo
de las manos maternales de
esa Virgen Bendita, porque estamos cobijados bajo Su manto.
Porque sentimos mis queridos hermanos, como siente el hijo
querido, las caricias que le brinda su madre por eso nos
sentimos aqu tan a gusto! Por eso pudiramos decir lo
mismo que dijeron Pedro, Santiago y Juan cuando estaban en
el Tabor transfigurados ellos tambin en espritu, cuando se
transfigur su Maestro.

Esa Virgen Bendita mis queridos hermanos, tambin aqu

est obrando hasta cierto punto este mismo milagro de la
transfiguracin que realiz entonces el Seor. Y todos
quienes venimos aqu de las distintas partes, ya no de la
Amrica sino de todo el orbe, prcticamente de la tierra,
sentimos esa misma bendicin maternal de Mara.

-77-
 Nosotros mis queridos hermanos, tenemos entonces que dar
gracias rendidas a Dios. Porque El ha puesto aqu un signo,
pero no un signo pasajero, no un signo que se esfuma, no un
signo que se pierde al pasar de los tiempos, sino un signo
real, un signo verdadero, un signo inequvoco de la Divina
Presencia entre nosotros porque esto es lo que significa ese
cuadro bendito de Nuestra Seora de Guadalupe!

Vosotros sabis toda la historia. Este cuadro no fue pintado

por mano alguna, este cuadro no fue hecho prcticamente
aqu, fue hecho de una manera extraordinaria.

Entonces que est manifestando esto? que el Seor quiere

decirnos: aqu estoy presente, por medio de la Virgen Mara
que llev en sus entraas a mi Divino Hijo. Aqu estoy
presente para atenderles a ustedes en todos los momentos, en
todas circunstancias de vuestra vida.

Hermanos entonces, nosotros debemos considerarnos

siempre muy felices de esto -pero este recuerdo que puede
ser quiz pasajero y momentneo- encontrarnos a la sombra
de la Virgen Mara, de sentir en lo ms ntimo del Espritu las
vibraciones que vienen desde ese Cuadro Bendito. Esto mis
queridos hermanos no debe constituir para nosotros
solamente un acto pasajero, algo que se esfuma, algo que se
pierde, algo que lo olvidamos cuando llegamos a la casa con
el paso de los aos. No, este recuerdo debe permanecer
siempre, y por el contrario debe seguir ms bien cada vez
ms grabndose en nuestro corazn y configurndose mejor
la imagen de esa Bendita Madre en nosotros.

Hermanos, pero nosotros pudiramos hacer una evaluacin

de las lecciones que Ella nos da a travs de esa Bendita
Imagen del indiecito Juan Diego. Hermanos, solamente
quiero llamar la atencin sobre una cosa muy importante
-78-
para nuestra vida espiritual, para que el progreso sea
siempre permanente, para que ese progreso sea siempre
creciente, ese progreso en la vida espiritual. Hermanos
cuando nosotros nos acercamos a Dios, cuando nosotros
vamos a la Virgen Bendita tenemos que tener la sencillez que
tiene un nio, tenemos que tener la entrega, la generosidad,
la humildad que tiene un nio; no podemos recibir de Dios
nada, absolutamente nada si nosotros no nos volvemos como
esos nios.

Y de hecho, quien quiere ir a Dios mis queridos hermanos, no

necesita abrir los volmenes y volmenes de Teologa que se
hablan de Dios. No necesita leer nada -si es posible- de
cuanto los grandes telogos han dicho acerca de la Virgen
Mara, No! Todo esto cuando se trata de ir a Dios, y cuando
se trata de sentir en el corazn es secundario. Lo que importa
es una sola condicin: esa entrega y esa humildad de un
nio. Esto, esta enseanza que nos da la Virgen Mara
cuando escoge a un indiecito ignorante, a un indiecito
analfabeto, a un indio que apenas poda entablar un dilogo
con una persona para que l sea el mensajero de Su voluntad.

Ella no escoge a nadie, a nadie importante segn el espritu

del mundo, a ninguna persona importante segn la
apreciacin humana. Ella escoge a un humilde indio, a un
pobre indio, de esos indios que entonces eran vctimas de la
explotacin, vctimas del ltigo, vctimas del castigo de
quienes dominaron esta Amrica. Hermanos, Ella escoge
precisamente a ese pobre indio para demostrar que en los
caminos de Dios esos instrumentos dbiles, esos
instrumentos ms pobres, esos instrumentos intiles -como
dice en otras palabras el apstol San Pablo- sirve para
cumplir los designios de Dios a cabalidad.

-79-
Entonces nosotros mis queridos hermanos, frente a ese
ejemplo: para ir a Dios -repito- tenemos que ser as, nios que
nos dejemos conducir de Su mano, que olvidemos aquello
quiz que mal hemos aprendido de las cosas de Dios.
Aquello quiz- que tengamos de prejuicios por, de malas
interpretaciones de todo eso. Tenemos que despojarnos de
todo eso y decirle al Seor: Seor aqu estoy! hblame, aqu
estoy, estoy listo hacer lo que T quieres!

Hermanos entonces la conclusin es muy clara, es: para ir a

Dios. Y todos tenemos que ir a Dios, todos aqu en esta tierra
tenemos la obligacin, pero no dir la obligacin sino la
necesidad de Dios, absolutamente todos; el pobre, el rico, el
sacerdote, el Pontfice, el simple bautizado, todos tenemos
necesidad de Dios y sin El no podemos caminar. Entonces
para poder llegar a El, pues ah tenemos el ejemplo que nos
da la Virgen Bendita en ese indiecito que es escogido para
cumplir sus designios.

Hermanos, tengamos presente en este momento a nuestros

hermanos ausentes, por algn motivo tambin quienes se
quedaron en la casa, quienes se quedaron frente a los
negocios, quienes se quedaron frente al cuidado de la familia,
no han podido venir como nos ha tocado a nosotros venir ac
a este Templo pero tambin ellos estn unidos a nosotros.
Por ellos hemos de rezarle a la Virgen Bendita una plegaria
ntima de nuestro corazn. Y basta que nosotros digamos, le
digamos pues unas palabras, basta que le digamos las
primeras invocaciones de la Salutacin del Angel Gabriel
para que Ella se sienta complacida, basta que, eso s brote de
lo ntimo de nuestro corazn un solo pensamiento, un solo
sentimiento para Dios, para Su Hijo para que Ella est
complacida y Ella nos bendiga.

-80-
Que Dios os bendiga a cada uno de vosotros, que la Virgen
Bendita os d a cada uno de vosotros, una bendicin especial.
Bendicin que dure hoy, y bendicin que dure siempre hasta
el momento de vuestra muerte. Y que la mirada de esa
Virgen Bendita os siga siempre a todas partes, por qu?
porque es una mirada de amor, porque es una mirada de
ternura, porque es una mirada de proteccin, porque es una
mirada que lo tiene todo y porque lo abarca todo.

EL VERDADERO ALIMENTO ESPIRITUAL

Todos los hombres son peregrinos

a travs del tiempo. Y as como el
pueblo de Israel peregrin por las
tierras de Egipto hacia la tierra
prometida, as toda la humanidad
tiene que emprender: quiera o no,
piense o no, este viaje de
peregrinacin a travs del desierto
de la vida.

Y le falta naturalmente, porque esta vida del hombre sobre la

Tierra -cuando se trata del verdadero alimento espiritual que
necesita- es un desierto. Cuando atraviesa a travs del
desierto, necesita de un alimento confortante para sobrevivir
y para llegar al trmino. Y este alimento confortante mis
queridos estudiantes, nos da el mismo Seor en la Sagrada
Eucarista como l prometi al pueblo judo. Y l quiere ser
el alimento de todo hombre que viene a este mundo, en la
Sagrada Eucarista.

Por eso confortados con este alimento, s podemos afrontar

cualquier problema y cualquier dificultad de la vida, hasta
llegar a la tierra en la cual ya no habr ms lgrimas, no
habr ms sufrimientos, no habr ms dolores. Hasta ese
-81-
momento tenemos mis queridos estudiantes, que soportar
todas las incomodidades del camino.

Pero esas incomodidades sern dulces incomodidades, sern

llevaderas incomodidades, si sabemos constantemente tomar
de este Pan que nos dar la fortaleza necesaria. Y as como
los israelitas llegaron despus de su peregrinaje por el
desierto a la tierra de promisin, as tambin nosotros
llegaremos seguros a esa tierra prometida.

Ya veis mis queridos estudiantes, cualquiera de las palabras

que pronunci el Seor nos sirven para cada momento.

DNDE EST LA PAZ QUE BUSCAMOS

l, el Seor, mis queridos

estudiantes, nos da el
secreto para encontrar esa
paz que anhelamos, esa
felicidad que buscamos.
Esa paz y esa felicidad
estn en Dios! Estn en las
manos de la Virgen Bendita,
estn en las manos de ese
Espritu tan evolucionado! Y est tan cerca de nosotros, y est
en nosotros; y que por otra parte, tiene tambin todo el
deseo, todo el anhelo de ayudarnos.

Busquemos la paz, mis queridos estudiantes. Busquemos la

paz, pero la paz que viene de l: la paz verdadera, la paz que
consiste en aquietar la mente, en aquietar la voluntad, en
aquietar la conciencia para no tener deseos intiles, deseos
insatisfechos, deseos que nos producen esa frustracin...

Y a Mara, a la cual hemos dedicado nosotros esta semana,

pidamos que Ella nos ayude a encontrar esa paz que
-82-
buscamos y que procede de Dios. La Iglesia que siempre
consider a la Virgen Mara como la Estrella ms
resplandeciente de sus cielos, de su bienaventuranza; esa
Iglesia en esas diversas metforas que le aplica, le aplica sta:
la Reina de la Paz, ruega por nosotros. Ella es la Reina de la
Paz, como Cristo es el Rey de la Paz -como le vieron los
profetas-.

Invoquemos en nuestras luchas, en nuestras dificultades, en

nuestros problemas, para que Ella nos d la paz que
anhelamos.

LA DIVINIDAD DE CRISTO

Sabemos, que Cristo es una encarnacin divina. Es un Dios

verdadero, que se encarn y habit entre nosotros como dice
San Juan: hemos visto Su gloria, gloria como del unignito
del Padre lleno de gracia y de verdad.

Y toda la Teologa de San Pablo se endereza a probar esa tesis

de la divinidad de Cristo. Cristo no es un hombre, al igual
que Zoroastro, el Buda, o cualquiera de los grandes maestros
orientales que no traspasan el lmite de hombres. l es el
Hijo de Dios!

Y el mismo Cristo dice: sta es la vida eterna, que Te

conozcan a Ti oh Padre! y a Tu enviado Jesucristo.

Es decir, la esencia de toda religin est en esto: de que se

conozca al PADRE primero, y luego a Su enviado
JESUCRISTO a Su Hijo-, y por medio de l al Padre.

De tal manera que el baha, o el mahometano, o cualesquiera,

tienen que reconocer a Cristo. Pero, y ellos tambin tienen
que abrir su conciencia para aceptar a Cristo como un Dios,
porque l es as, es un Dios. Y este es el punto cardinal
-83-
digamos- de la enseanza cristiana, del credo cristiano. Aqu
est la diferencia de la enseanza cristiana y la enseanza del
resto de todas las religiones y todas las filosofas.

LA ORACIN VERDADERA

La oracin verdadera es la
que penetra en lo ntimo
de nuestro ser y la que
produce esa comunin con
Nuestro Bendito Dios: de
espritu a Espritu, de
conciencia a Conciencia,
de ser a Ser, del finito al
Infinito, de la nada al
Todo. Esa oracin que nos
hace descubrir en las
intimidades de nuestro
ser, sa es la verdadera oracin! Oracin que llamamos
contemplativa, meditacin contemplativa. En la meditacin
contemplativa no hay razonamiento, en la meditacin
contemplativa no hay imaginaciones, no hay divagaciones,
no hay nada de eso.

Contemplar es abrir los ojos del espritu y ver, y ver dira- la

cara de Dios. La oracin contemplativa, es el encuentro del
Padre con el Hijo, pero ese encuentro en el cual el Espritu
del Padre y el Espritu del Hijo se funden: en el cual el
Espritu del Hijo se realiza en toda Su plenitud en la
comunin del Espritu del Padre. As la entendemos esta
oracin! Esta oracin es la que nos lleva a la experiencia de
Dios. Esta oracin es la que nos introduce en el camino de la
realizacin. Esta oracin es la que nos abre esos horizontes
inconmensurables del Infinito.

-84-
TODOS PRESENTES EN LA MENTE DIVINA

As como estamos
nosotros en nuestra
insignificancia en la
Mente Divina, As
estn tambin todos los
dems seres de la
creacin. Estn en la
Mente Divina todos. Y
nosotros, de esa Mente Divina venimos a encarnar aqu en
esta tierra, De ese eterno presente viajamos aqu a esta tierra
para las experiencias que necesitamos realizar, y despus de
realizar esas experiencias tenemos que emprender el retorno
a Dios que es nuestro principio y es nuestro fin.

DIOS EST EN NOSOTROS

A ese Bendito Dios, no se le encuentra afuera, a ese Bendito

Dios no se llega a travs de los sentidos del cuerpo, no se le
conoce por medio de ellos; Su presencia es ms ntima.

Cuando callan las voces de afuera, a medida que nosotros

vamos penetrando en el interior de nosotros mismos, ese
Dios Bendito se nos comunica y nos habla, nos habla en un
lenguaje que solamente nosotros, cada uno de nosotros
entendemos.

Ese lenguaje, nos vuelve, mis queridos estudiantes, siempre

mejores. Ese lenguaje siempre nos purifica de tantas
imperfecciones, de tantas cosas que en el andar del camino
de la vida, se adhieren a las plantas de nuestros pies.

-85-
TENER NUESTRO PROPIO SANTUARIO

Todas las maanas mis queridos estudiantes, vemos que el

sol se levanta dominando las colinas y los picos de
las montaas, cada maana es distinta de otra. Si vosotros os
tomarais la molestia de contemplar una salida de sol,
constatarais que esto es as: las nubes de cada maana se
presentan con tonalidades y formas diversas, pero siempre
de una hermosura incomparable, porque son pintadas con
las manos del mejor de los pintores: Dios. Cada brochazo de
Esa mano tiene el toque de eternidad, de belleza, de
grandeza, de hermosura. Esto mismo mis queridos
estudiantes, debiera ser para nosotros cuando nos reunimos
para la meditacin, o cuando en nuestras casas nos retiramos
a ese lugarcito apartado en donde dialogamos con Dios.

En el libro Las llaves de tu Reino, se recomienda una y otra

vez insistentemente, el tener en la casa, sino un cuarto
especial por lo menos un biombo que separe la sala de ese
lugar de oracin, o el dormitorio de ese lugar de la de
oracin. Desventuradamente las costumbres que se han
introducido posteriormente, esas costumbres que nacen de
ese hedonismo sin freno, caracterizado por lo que se llama
avances de este siglo, eso ha hecho que olvidemos de las
cosas de Dios y que nos preocupemos ms bien de las cosas
del orden meramente temporal.

En nuestras casas, los arquitectos y los ingenieros quienes

tienen siempre en miente el dotar a esa casa, desde el lugar
en donde tiene que colocarse el sombrero o los sombreros, la
ropa cuando uno va de visita, la sala de visita, el comedor,
los dormitorios, la sala de estar, baos, etc.; pero no hay un
lugar de la casa que diga en este lugar puedo encontrarme
con Dios.

-86-
Esto mis queridos estudiantes, tenemos nosotros que
suplirlo. Antes que nada primero l, ya que l es el dueo de
todo, absolutamente de todo. Para que nosotros podamos
pedir que l bendiga nuestra habitacin, para que l bendiga
nuestros trabajos, nuestras inquietudes, nuestros problemas;
y para tener la seguridad de que esto es as, tambin
hagamos el pequeo esfuerzo de tener en nuestra casa ese
pequeo lugarcito en donde encontrarnos diariamente con
Dios.

LA PATERNIDAD ESPIRITUAL

El Padre que tena muchos hijos y que poda ya anciano

contar a sus hijos, en esas generaciones de los hijos de sus
hijos, era considerado el ms feliz. Y una de las bendiciones
con las cuales los ancianos patriarcas bendecan a sus hijos
era esta:

Y que tu generacin sea muy numerosa y que veas a los

hijos de tus hijos hasta la tercera, cuarta y quinta
generacin.

Para m esto mis queridos estudiantes es solamente un

smbolo, pero un
smbolo muy lejano,
de lo que acontece
con sta generacin
de los verdaderos
hijos de Dios, no
nacidos de la sangre
o de la carne, sino
nacidos del Espritu.

Y en este da se me
ha venido a m, mis queridos estudiantes, al verme rodeado

-87-
de vosotros. Y en vuestra presencia, tambin sentir la
presencia de todos vuestros hermanos ausentes, de los que
pertenecen a Autorrealizacin, sentir lo que significa esa
paternidad espiritual, sentir lo que vosotros sois para m, lo
que cada uno de vosotros representis para m.

Si los patriarcas podan bendecir a Dios. Tambin en este da,

para m la mayor bendicin y el premio que
inmerecidamente l me ha dado, sois vosotros. Ese es el
premio, ese es el regalo mayor, que Dios me ha dado a m
aunque indigno de recibir esta recompensa.

Recompensa a lo que yo tena que hacer, a lo que yo senta el

deber y siento el deber de hacer por cada uno de vosotros.

Yo me siento feliz realmente, al pensar que el Seor me ha

dado esta recompensa de teneros a cada uno de vosotros. No
muy cerca -eso lo he dicho en otras ocasiones- no muy cerca
de m, sino en m mismo.

Es distinto un objeto que est cerca y objeto de est en,

dentro, como cuando sumergiramos un recipiente en el mar
y all est el agua de ese mar en ese recipiente; as puedo
decir que sois vosotros. Yo siento, os siento a cada uno de
vosotros. Y por eso, para m este da, que reflexionen esto, es
un da de inmensa bendicin. Espero firmemente, que la obra
de Autorrealizacin ha de perpetuarse a travs de vosotros.
Hay un principio filosfico que dice:

bonun et so difusivu el bien dice- tiende por naturaleza a

expandirse. Se expande s. Y eso espero de cada uno de
vosotros, que cada uno de vosotros seis apstoles de la
mstica de Autorrealizacin. Mientras haya un slo
estudiante verdadero de Autorrealizacin, Autorrealizacin
no desaparecer. De manera que esa es nuestra
-88-
responsabilidad. Estamos ante una obra que tiene que durar
y tiene que durar siempre, porque no es una obra nuestra es
una obra a favor de nuestros hermanos para Dios .

Nosotros no hacemos sino esto: cultivar las flores de un bello

jardn y en un momento dado arrancarlas y ponerlas a los
pies de la Madre Divina. Yo puedo decir en este da, que
tambin tomo esas flores de ese jardn de aqu, de Guayaquil,
de Cuenca, de Quito. Tomo esas flores y las pongo a los pies
de la Madre Divina para que la Madre Divina las bendiga.

Para quela Madre Divina se deleite con su perfume. Para que

la Madre Divina goce, si, goce con esos colores tan finos que
esa misma Madre Divina coloc con todo cuidado en cada
uno de vosotros. Yo hago esto -pues- ofreceros a todos
vosotros a esa Madre Divina. Y decir nuevamente: aqu
estoy, aqu estoy todava, para trabajar con vosotros, junto a
vosotros y en cada uno de vosotros. Para continuar sta obra,
sta obra que NO ES NUESTRA: es obra que la realizamos a
favor de nuestros hermanos para Dios para ese Cristo
Bendito. Para que l vea tambin, que Su sangre Divina no
fue estril en este rinconcito del mundo, que fue fecunda y
que esa fecundidad cre verdaderos hijos de Dios nacidos del
Espritu.

EL MISTERIO DE UN DIOS TRINO

Qu es el mundo? El mundo es una harpa armoniosa en la

que flotan inspiradas y sublimes notas y cada nota es un
misterio.

Qu son esa multitud de astros que habitan en las

inmensidades del Espacio?

Conocemos su naturaleza su constitucin ntima su origen s

u nmero? Todava es un misterio.
-89-
Qu es el hombre? Es un ser rodeado de misterios y
misterioso en s mismo.

Qu es la vida humana?
Qu sabemos de las leyes
de la mecnica fsica
qumica biologa? Muy
poco casi nada. La
naturaleza visible est llena
de misterios. As como hay
misterios es
decir cosas ocultas cuya
existencia conocemos pero
que no podemos explicar:
As en Dios el Ser por
esencia hay misterios
impenetrables: Dios es
semejante a esta Naturaleza que nos rodea.

En la naturaleza hay innumerables astros que habitan la

inmensidad; en Dios innumerables atributos y perfecciones.
En la naturaleza hay ros mares montaas hermosos paisajes
que deleitan la vista y arrebatan el espritu; en Dios todas
estas bellezas creadas existen en grado eminente. En la
naturaleza hay misterios en Dios los hay infinitsimamente
superiores. Uno de los ms sublimes misterios que existen en
Dios es el misterio de la Santsima Trinidad. Este misterio
consiste en la existencia de un Dios en tres personas:

Las tres personas tienen la misma esencia pero se diferencian

realmente entre s: El Padre es distinto del Hijo el Hijo es
distinto del Espritu Santo sin embargo no son tres dioses
an cuando tengan los mismos atributos: El Padre es
Omnipotente el Hijo es Omnipotente el Espritu Santo es
Omnipotente sin embargo no son tres omnipotentes.
-90-
Eterno es el Padre eterno es el Hijo eterno es el
Espritu Santo sin embargo no son tres eternos sino uno solo.

Increado es el Padre increado el

Hijo increado el Espritu Santo sin embargo no son
tres increados sino un solo increado

EL DOLOR HUMANO

Si vamos examinando
personalmente nuestra
vida, no importa que
esa vida mis queridos
estudiantes, sea corta o
sea larga, tenga pocos
aos o tenga muchos
aos, pero en la vida,
la vida del hombre
tiene ese signo del
sufrimiento. ste signo del dolor. Es una cosa digamos-
congnita de la naturaleza humana. Y por eso mis queridos
estudiantes, tenemos nosotros los seres racionales de este
plano, tenemos el gran recurso de las lgrimas, lo que no
tienen otros seres. Si, tienen otros seres como los perritos,
como las aves ciertas aves- tienen tambin sus expresiones de
dolor, pero no tienen como el hombre la expresin ms
sublime digmoslo as- del dolor como son las lgrimas.
Entonces, si nosotros estamos colocados frente a frente de
estos hechos, debemos preguntarnos y hacer una evaluacin,
y decirnos:

Bueno, por qu es esto? qu significa esto que Pablo, que

Francisco, que los primeros mrtires, que
Los santos, que nosotros; que el mismo Cristo, el mismo Cristo, el
Hijo de Dios
-91-
se haya familiarizado con el dolor; y ese mismo Cristo, haya unas
tantas veces llorado?

No lo dice el Evangelio, pero cuando iba la viuda del hijo

de Nam, a sepultar a su hijo, l seguramente llor con esa
mujer. Pero, nos dice el Evangelio que El llor cuando Marta
y Mara lloraban la muerte de Lzaro. Y que llor cuando
contempl desde el Monte de los Olivos, la ciudad en la cual
iba l a sufrir la muerte. Pero mis queridos estudiantes,
entonces debemos encontrar una explicacin a esto: Y por
qu, por qu es esto? No somos hijos de Dios, pero hijos en
el verdadero sentido de la palabra? No nos ense el Seor a decir
al Padre, y a llamar al Padre: Padre Nuestro? Y si somos sus
hijos, entonces por qu por qu es esto?

Sencillamente porque es NECESARIO el DOLOR! Es

necesario el dolor!

Porque nosotros tenemos mis queridos estudiantes, que

experimentarlo amargo para saber lo que es lo dulce.
Tenemos que experimentar lo que es lo oscuro, para saber lo
que es lo claro. Tenemos que experimentar lo que es el dolor,
para saber lo que es el gozo. Quien nunca ha experimentado
lo amargo, no puede decir lo que es lo dulce. Y as, quien no
ha experimentado alguna vez el dolor, no podr
experimentar tambin lo que significa el gozo, la dicha, la
paz, la bien aventuranza. Y si nosotros mis queridos
estudiantes, aqu en este plano estamos sujetos al dolor, es
porque tenemos que realizar nuestras experiencias en este
plano signado por el dolor, para que podamos tambin un
da experimentar lo que significa aquello de:

Enjugar toda lgrima, como dice el apstol San Juan en el

Apocalipsis captulo 22. Dice:

-92-
 Habr un cielo nuevo y una tierra nueva en donde ya no habr ms
llanto, no habr lgrimas, no habr dolor, porque el mundo, ese
mundo pasajero pas ya.

Y luego, la nueva Jerusaln, la Jerusaln celestial comienza para los

elegidos.

Es que mis queridos estudiantes, si el Seor nos pone una

prueba, y esa prueba que para nosotros significa dolor,
quiere tambin experimentar, cmo soportamos esa prueba
para l darnos tambin lo que merecemos como premio de
haber llevado esa prueba.

Y si no, qu mrito habra en que el Padre, el Padre nos d

una recompensa, el Padre nos d un premio? El Padre se
d a Si mismo, pero sin trabajo, sin esfuerzo? Sin haber
experimentado la oscuridad de la noche. Sin haber
experimentado el fragor de la tempestad. Sin haber
experimentado el dolor de la ausencia. Sin haber
experimentado el aguijn de la culpa. Sin haber
experimentado el bofetn de la injuria, el bofetn de la
calumnia, el bofetn de la maledicencia, el bofetn de la
negatividad. El bofetn de ese espritu del mal, que pulula
aqu en este plano. Todo esto que os acabo de mencionar,
esto nos causa a nosotros dolor: Cuando alguien habla de
nosotros, cuando alguien nos insulta, sentimos una rebelin
interna, todo nuestro ser protesta; ese dolor que sufrimos
cuando somos inocentes y cuando nos insultan, cuando nos
calumnian, ese dolor es mucho ms grande que cualquier
dolor fsico. Pero esa prueba es mis queridos estudiantes,
para que nosotros purificados con ese fuego de la
contradiccin , nos hagamos DIGNOS de recibir a ese DIOS
en el seno del cual ya no habr ni lgrimas, ni dolor, ni
sufrimiento.

-93-
Pensemos en esto, reflexionemos profundamente,
meditemos en esto. Y cuando el dolor nos visite recordemos:
repasemos la vida del Seor, la vida de los santos, la vida de
los maestros, la vida de los grandes hombres iniciados.
Recordemos! Y yo -a lo menos- no puedo asegurar que haya
habido una excepcin en la vida de un solo hombre sobre la
tierra, de una sola criatura sobre el universo criatura
racional- que haya sido eximida de esta prueba que se llama:
dolor, no conozco. La criatura ms grande, que ha salido de
la manos de Dios mis queridos estudiantes: la Virgen Mara,
pues no sufri?S! De eso se ha escrito mucho y se ha dicho
mucho y se hablado mucho; aunque no se ha profundizado
en la razn intrnseca de lo que es el dolor

LA PALABRA DE DIOS ES VIDA Y ESPRITU

La Palabra de Dios es vida y espritu. Esta palabra producir

En ti una renovacin, una transformacin, un cambio total.

Esta palabra hay que entenderla y hay que gustarla

espiritualmente. Esta palabra es el hilo oculto que te une
ntimamente, irresistiblemente con Dios. Por ella, t sers
partcipe de la gloria, de la paz, de la felicidad, de la
sabidura, de la bienaventuranza que hay en Dios.

Cuando cae el velo exterior que cubre la Palabra de Dios,

comienza a actuar el Espritu de Dios, en tu propio espritu
que es una centella del Espritu Divino. Sigue por este
camino, contina adelante. Ya has encontrado el Reino de
Dios que, segn la expresin de Cristo, est dentro de cada
uno de nosotros.

-94-
LE CRUCIFICARON

La Cruz era un suplicio humillante. Los reos, los que haban

cometido crmenes horrendos deban pagar en este suplicio
el precio de su culpa. No lo conocan los judos. La Palestina
estaba bajo la dominacin romana cuando el Seor fue
crucificado. Los romanos haban reservado este suplicio a los
criminales extranjeros.

Un ciudadano romano estaba exento de este suplicio y era

condenado a la espada del verdugo. El da de hoy, el
peregrino puede detenerse sobre aquel mismo lugar en el
cual Jess fue levantado en alto. El misterio de la Cruz
consumado en la pequea colina del Calvario, se hace vivo,
real, patente, como hace dos mil aos, cuando se abren los
ojos de la fe, all en aquel sitios aturado por la presencia de
Cristo crucificado (Mt. 27,35) y muerto en la cruz.

Cuando Can descarg el garrote en la cabeza de su hermano

Abel, record el Seor al fratricida:

-95-
La voz de la sangre de tu hermano, est clamando a M desde la
tierra (Gen. 4,9). La voz de este nuevo Abel, de Cristo
inocente, siempre est clamando desde la tierra.

Pero este clamor no es de odio, de venganza, de

menosprecio, de retaliacin, de castigo. Es el clamor del Hijo
al Padre por sus hermanos. Es la voz que clama por el perdn
de la raza pecadora. Le crucific su propio pueblo. Vino a los
suyos y ellos no le comprendieron. Brill la luz en la lbrega
noche del pecado y las tinieblas se volvieron ms densas.

All le crucifiqu yo, le crucificaste t, le crucificaron todos

los hombres. Porque todos pecamos. Nuestro pecado es el
autor de esta crucifixin. l no pec, pecamos nosotros. l no
delinqui, delinquimos nosotros. l no fue culpable, lo somos
nosotros. l se hizo vctima. l carg con el peso de los
pecados de todos los mortales. Se hizo pecador en cada
pecador. Su muerte fue un hecho pblico. Presenci la
ciudad de Jerusaln. Presenci todo el
pueblo judo congregado en Jerusaln con motivo del da de
la Pascua. Presenci la humanidad toda en esos testigos,
jueces y culpables. Por otra parte, Su muerte fue voluntaria.
Muri porque quiso morir. Muri para dar cumplimiento al
divino decreto que peda la expiacin del pecado. Muri para
obedecer la voluntad del Padre. Muri para restaurar no slo
la naturaleza humana, sino toda la naturaleza visible e
invisible. Muri para lavar todos los pecados del mundo.
Muri para que nosotros viviramos. Muri para hacernos
herederos de la gloria inmortal. Muri en la Cruz con los
brazos abiertos para invitarnos al abrazo de la reconciliacin.
Qu gran don, qu responsabilidad de parte nuestra!

L, IMN DE TODA LA HUMANIDAD

El domingo de Ramos cuando entr Jess al Templo dijo:

-96-
En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo cae en
la tierra y no muere, quedar solo; pero si muere, llevar
mucho fruto (Jn 12,24).

Cuando se cubren de esmeralda los campos, cuando se

mecen las espigas doradas al soplo del viento de verano,
cuando el labrador recoge esas espigas y guarda en los
graneros dice: Estos campos se cubrieron de esmeralda y ms
tarde de dorado trigo, porque antes murieron muchos granos
en el campo y de su cuerpo menudo brotaron los renuevos.
Para que viva la planta ha de morir la semilla. La muerte de
la una es la vida de la otra. Jess era la semilla que sembr el
labrador, el Padre Celestial. Esta semilla fue echada en un
pueblecito muy pequeo de la antigua Palestina, hoy Israel.
Esta semilla germina por treinta aos, muere en el Calvario y
de ella nace un rbol que cubre la redondez del planeta: La
Iglesia.

Al anunciar su prxima muerte dijo tambin:

Y Yo, si fuere levantado de la tierra, atraer todo hacia M

(Jn 12,32).

San Juan explica esta frase y dice: Esto lo deca indicando de

qu muerte haba de morir. Esas palabras eran una profeca:
Cristo iba a convertirse en el imn poderoso que atraera las
miradas de todos los mortales. As como los polos
magnticos de la tierra por ley atraen: As la Cruz, sera el
imn de toda la humanidad. Todos miran a esa Cruz. Los
malos para insultarla, los blasfemos para maldecirla, los
indiferentes miran ese signo con una sonrisa de despecho.

Los buenos son trados tambin por ese signo y desde esta
tierra comienzan a saborear los frutos de bienaventuranza
que da ese rbol.
-97-
El Divino Crucificado no prometi un reino ilusorio, un reino
vano y efmero como los reinos de la tierra: Prometi un
reino verdadero y real que no tiene fin. No prometi este
reino para un futuro incierto sino para el momento presente.
Este reino est dentro de cada uno de nosotros: Es el Reino
de Dios y l ense a descubrirlo. Con Su muerte atrajo a
todos los hombres. Atrajo igualmente a los dems seres de la
creacin. El Bautismo de Su sangre purific todas las cosas.

CRISTO APARECE COMO UN HOMBRE ENTRE LOS

HOMBRES

Deca pues, que hay

una cosa singular
en nuestros
maestros, cosa que
nosotros debemos
tenerla siempre en
cuenta: de que estos
maestros son como
cualquiera de
nosotros; y voy a
explicaros en qu
forma y en qu
medida.

Cristo, cuya
enseanza
seguimos; y despus de l, el apstol Pablo; y despus de l,
Pedro y los dems apstoles; y despus quienes le
sucedieron. Cristo que es el Hijo de Dios, como lo confes
solemnemente Pedro cuando al requerimiento de Jess, ante
la pregunta de l le dice: Quin dice que soy, quien dicen
los hombres que es el Hijo del hombre? Pedro en nombre de
esos apstoles dice: T eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. l
-98-
es el Hijo de Dios! Y ese Cristo mis queridos hermanos, se
presenta a los hombres y vive entre los hombres como un
hombre, quera que permaneciera siempre en la mente de
quienes le escuchaban, de quienes estaban con l.

Y cuando realizaba un milagro, es decir, cuando l se vea

obligado, obligado por Su conciencia de Dios Misericordioso,
compasivo, amoroso, hacer un milagro, l no quera bajo
ninguna forma que se divulgue ese milagro; y quera el
silencio sobre Su vida. Y l se ocultaba, ocultaba Su
divinidad siempre, y quera aparecer hombre entre los
hombres. Cuando momentos, das antes de Su muerte, lleva a
Sus discpulos al Tabor: a transfigurarse Su figura delante de
Pedro, Santiago y Juan, y aparece con l, Moiss y Elas, y
dicen los evangelistas que Su rostro resplandeca como el sol
y sus vestiduras eran blancas como la nieve, cuando apareca
en toda Su Gloria.

Y cuando conversa con los representantes ms grandes del

pueblo de Israel: Moiss que representaba la ley y Elas el
ms grande de todos los profetas. Luego, que se desvanece
esa teofana, esa manifestacin de la Gloria Suya, les advierte
a los testigos: No diris nada, os impongo silencio sobre lo
que habis visto, hasta que Yo haya resucitado de entre los
muertos. l procura ocultar su persona y procura l, no
desdibujar su aspecto humano entre los hombres.

LA DIVINIDAD DE CRISTO

-99-
 Sabemos, que Cristo es
una encarnacin divina. Es
un Dios verdadero, que se
encarn y habit entre
nosotros como dice San
Juan: hemos visto Su
gloria, gloria como del
unignito del Padre lleno
de gracia y de verdad.

Y toda la Teologa de San

Pablo se endereza a probar
esa tesis de la divinidad de
Cristo. Cristo no es un
hombre, al igual que
Zoroastro, el Buda, o
cualquiera de los grandes
maestros orientales que no
traspasan el lmite de hombres. l es el Hijo de Dios!

Y el mismo Cristo dice: sta es la vida eterna, que Te

conozcan a Ti oh Padre! y a Tu enviado Jesucristo.

Es decir, la esencia de toda religin est en esto: de que se

conozca al PADRE primero, y luego a Su enviado
JESUCRISTO a Su Hijo-, y por medio de l al Padre.

De tal manera que el baha, o el mahometano, o cualesquiera,

tienen que reconocer a Cristo. Pero, y ellos tambin tienen
que abrir su conciencia para aceptar a Cristo como un Dios,
porque l es as, es un Dios. Y este es el punto cardinal
digamos- de la enseanza cristiana, del credo cristiano. Aqu
est la diferencia de la enseanza cristiana y la enseanza del
resto de todas las religiones y todas las filosofas.

-100-
L SE MANIFIESTA A LOS SENCILLOS

Tenemos tambin algo que

debemos recoger siempre
como enseanza, ya que l
vino a ensearnos.

Bueno. l se recoge para nacer

en una pequea cueva, porque
en realidad la que hemos visto
y aquel lugar en que l nace,
es una pequea cueva no es
un palacio, no es nada de eso,
es una pequea cueva. Y all
es visitado por gente humilde,
por gente piadosa.

Pero, entendamos bien que quienes le comprenden a l, no

son aquellos que visten digamos- como reyes, o aquellos
con cierta apariencia de grandeza humana. l pues no se da a
quienes aparentan ser lo que no son, es decir, a quienes
llevan una vida realmente materialista, sino a quienes llevan
una vida de sencillez, una vida digamos- espiritual, se
manifiesta a ellos. Y se manifiesta a los sencillos, como se
manifest a los pastores.

Y l en toda Su vida, lo hace as mismo, manifestarse siempre

a los humildes. Por eso l, gusta estar con los nios y dice
pues: que de ellos es el Reino de los cielos y que sus ngeles
ven la Faz de Su Padre Celestial. Y recomienda tambin
volverse nio, dice: si no volvis como nios, no entrareis en
el Reino de los Cielos.

De manera que l busca siempre a quienes le comprenden, a

quienes le siguen. Pero a quienes le comprenden y le siguen

-101-
en espritu y en verdad, porque el Padre y l quiere adeptos
y quiere hijos en Espritu y en verdad. Y cuando no
encuentra esa generosidad de espritu y esa generosidad de
la verdad, entonces sencillamente esos -al que le buscan- no
son dignos de l. Tengamos muy en cuenta para nuestra
vida.

DILOGANDO CON JESS

PADRE DVILA- Este

dilogo que voy a entablar
yo con l, lo hace por
vosotros y por m.

PADRE DVILA - Quin

Eres? Quin Eres?

CRISTO - Mira, ya lo
sabes. T no tienes
ninguna duda de esto, pero
sin embargo, no por ti sino
por tus hermanos que
pueden tener alguna duda, te contesto y te digo: que Yo soy
aquello que me confes mi apstol Pedro Soy el Cristo, el
Hijo de Dios. Y si quieres todava un concepto ms
profundo, te digo, te respondo lo que Juan dice en su Prlogo
del Evangelio: En el principio era el Verbo. Ese Verbo del
cual habla mi discpulo Juan, ese Verbo Soy Yo. l dice: por
el Verbo fueron hechas todas las cosas y nada de cuanto se
hizo por el Verbo, nada de cuanto se hizo dej de ser hecho
por el Verbo. Pues bien, todas las cosas proceden de M Soy
el Verbo!

Pudiera ir declarando ms y ms lo que Soy, pero con esto no

acabaramos nunca. Me basta recordarte esto.

-102-
PADRE DVILA - Si Seor, le digo. Eso yo lo creo, yo lo s.
Ahora te hago otra pregunta, que aclare ms mi relacin
contigo. Bueno, y esta pregunta la hago y la formulo, as a
quemarropa: Y qu es para Ti la tierra? Y qu es para Ti el
hombre?

CRISTO - La tierra, este minsculo planeta, esta arena en la

inmensidad del Cosmos, es una obra Ma, hecha por M. Y el
hombre y la humanidad tambin son obras Mas, hechas por
M, como t lo sabes. Esta tierra y el hombre y la humanidad,
me pertenecen.

PADRE DVILA - Ya lo s Seor, de esto estoy tambin

convencido Le hago otra pregunta y le digo: Bueno, y no
puedo realmente preguntarte si amis a ese hombre, porque
me repugna preguntar eso porque yo s que amis, y le
amis mucho.

CRISTO - Si. Pero t no puedes comprender cunto amo esta

tierra, y cunto le amo a esta humanidad. Que cunto te amo
a ti personalmente, y cunto amo a todos y cada uno de estos
que se llaman hombres, de estos que se llaman mujeres. El
sexo es una cosa total, absolutamente secundaria para M.
Sabes hijo mo, sabes que el espritu no tiene sexo; el espritu
es espritu y nada ms. Y Yo les amo. Y les amo con un
AMOR que t no puedes comprender porque eres finito. T
no sabes lo que es amar con un amor infinito a lo finito; con
un amor grande a lo infinitamente pequeo; con un amor
inmenso a aquello que parece la nada insignificante.

PADRE DVILA - Y luego le hago la otra pregunta, que me

va a dar una comprensin todava ms clara de Su relacin
conmigo. Le digo: Bien, viniste ac a la tierra...Y en este
momento, yo mentalizo el lugar donde viniste. En mi mente
est grabada la figura, la imagen de una cueva a la cual baj
-103-
un da, y vi en esa cueva una inscripcin: Hic gnatus est
Jesus Aqu naci Jess y sent el impacto, la impresin
que quedaron eternamente grabados en esos lugares y en esa
Gruta en que naciste un da. Pero gruta-cueva oscura, cueva
que serva de albergue a animales. Yo recuerdo -y est en mi
mente- clara, absolutamente clara esa cueva. Pero veo
tambin llenarse de Luz esa cueva, y esa Luz encarnarse,
condensarse en un Nio

All, esa cueva brilla con un resplandor especial. Yo Te

pregunto: bueno, y qu haces? y por qu ests ah? l me
invita a reflexionar. Yo no dudo naturalmente, no lo dudo
porque yo s. Pero me invita a reflexionar y me dice:

CRISTO - T mismo tienes que dar una respuesta. T lo

sabes.

PADRE DVILA - Si. Voy a dar la respuesta, Seor. Voy a

dar la respuesta del por qu ests all. Y para m la respuesta
es esta palabra, esta palabra que la encuentro grabada en Ti:
amor, amor, amor.

Pero, en verdad yo merezco tal cosa? Mis hermanos, todos

mis hermanos, todos los hombres merecen tal cosa? Que
T nos ames hasta esta humillacin, hasta esta pequeez?...
el hombre merece esto?

CRISTO -Si lo merece, porque el hombre, t y cada uno de

mis hermanos son otro Yo. As como el Padre y Yo somos
uno, as tambin Yo y mis hermanos somos uno

PADRE DVILA - Si, yo lo comprendo. Y esto creo que me

inhibe de hacerte las dems preguntas. De preguntarte por
qu vas despus de Tu niez a un lugar que los Evangelios
ignoran.

-104-
Por qu ese vaco de los 12 a los 30 aos? En dnde ests?
Qu haces? Te ocupaste, como dicen algunos, en el oficio
de Jos el carpintero? Yo no lo creo, nunca lo he credo as.

CRISTO - Ests en la verdad. Porque no vine Yo para ser un

carpintero. O si quieres, s puedes tenerme por un carpintero,
pero por un carpintero que vino pero a tallar las almas, a
tallar los espritus. A tallarlos y a formar la Imagen de Dios,
la Imagen del Padre en cada uno de mis hermanos. As s
debes entender: como el carpintero de las almas. Aquel que
vino a tallar la imagen de una mujer, que despus de ser
pecadora fue una luz encerrada en un humilde vaso de
arcilla, pero ya una luz purificadora.

Vine a tallar como un carpintero, aquello que estaba

desfigurado. Aquello que era a la manera de un tronco que
viene recin del bosque para ser tallado por el artista. Y vine
a tallar las almas, a tallar los espritus.

Si quieres, puedes decirme carpintero. Y puedes llamarme

carpintero, porque vine para esto.

PADRE DVILA - Seor, lo comprendo. Pero hay mucho

ms en todo eso. T eres el Maestro.

CRISTO - Si. Pero Maestro, Maestro de alumnos, no de

bancas. Maestro de estudiantes, pero no de seres sin espritu.
Maestro de almas. S, eso s lo Soy! Y por eso es este mi afn,
de que Mi mensaje se extienda a todos, absolutamente a
todos...

Y he hablado tanto, de distintas maneras. Hubiera podido

decir una sola palabra a los hombres. Y hablar una sola
palabra y decir aquello que t ests diciendo, aquello que t
ests comentando: esa palabra amor. Hubiera podido decir
hermano mo, solamente al hombre que yo le amo. Pero el
-105-
hombre no estara en condiciones de entender esa palabra, no
est en condiciones. Quiz s algunos, y de hecho, algunos
comprendieron esa palabra en su totalidad sin esperar otra
cosa. Pero no solamente dije esa palabra, sino demostr con
hechos que yo te amaba a ti y amaba a todos y cada uno de
mis hermanos.

Mira, Yo dije esto: El que da la vida por sus ovejas es el

verdadero pastor. Que la gran prueba de que uno ama a
otros es dar su vida por aquel que ama. Yo lo hice! Te di esa
prueba del amor ms grande: el ofrecer Mi vida. Pero no
creas que he ofrecido una sola vida. T ests completamente
equivocado si crees en eso.

PADRE DVILA - No Seor. Yo creo eso, que T no

solamente has dado una sola vida.

CRISTO - S, ya ests comprendiendo y ests en la verdad

hijo mo.

Sabes, Yo he dado no una vida sino mil vidas; he dado

millones de millones de vidas. He dado tantas vidas Mas
cuantos hermanos menores tengo fjate bien-. Y repito, he
dado tantas vidas cuantos hermanos Mos pequeos tengo. Y
por cada uno he dado Mi vida en su totalidad. Y por cada
uno he sufrido una cruz en su totalidad.

PADRE DVILA - Pero, cmo puede eso ser? Permite, una

explicacin mejor de esto: T tienes tantas vidas cuantos
hermanos somos?

CRISTO - S. Te dije al principio que as como el Padre y Yo

somos uno, as Yo y mis hermanos somos uno. Entonces ya
puedes comprender por eso, hermano querido, que estando
Yo en todos mis hermanos, he sufrido en ellos y estoy
crucificado y muero en ellos. Y a su vez, sin que sepan: todos
-106-
estn muriendo en M, han muerto en M y tambin
resucitarn en M. Ya entiendes?

PADRE DVILA - Ahora s entiendo. Y puedo meditar en

esto.

CRISTO - Puedes ir examinando cuntos hechos he

realizado, cuntas cosas que he hecho y cuntas cosas que
sigo haciendo para que te pruebe esto, lo que te dije al
principio: que si vine aqu a esta tierra es por AMOR a mis
hermanos.

PADRE DVILA - Seor, lo comprendo.

CRISTO - Pero quiero hijo mo, manifestarte una prueba ms

de mi amor, y es esta: Yo me he quedado para siempre aqu.
No! Tambin, eso de haberme quedado ests mal
interpretado, porque no es exacto, yo estoy! Porque cuando
t dices que alguien se ha quedado es porque un da no
estuvo, por eso se qued. Pero yo he estado, estoy y estar
siempre en este minsculo planeta, en el hombre y en todos
los seres de todos los planos. Estar siempre, eternamente.
Estoy presente. Mi omnipresencia lo llena, lo invade todo.
Estoy presente siempre.

Yo tengo poder mi querido hermano, Yo tengo poder para

hacer lo que Yo quiero para estar o manifestarme de una o
de otra manera Y he querido estar de una manera distinta
a Mi omnipresencia universal, csmica. He querido que Mi
conciencia csmica, que Mi mente csmica, que Mi voluntad,
que todo Mi ser se condense en ALGO, que t lo sabes ya.

PADRE DVILA -S Seor, yo s. T quieres referirte a lo

que instituiste T mismo en Tu ltima Cena, cuando tomaste
el pan y tomaste el vino y pronunciaste las palabras sagradas,
esas palabras que tienen poder para todo. Esas palabras que
-107-
hicieron tambin la Creacin cuando dijiste: Hgase la luz!
Esas mismas palabras nuevamente realizaron el poder de
condensar Tu omnipresencia, el poder de condensar Tu
conciencia csmica en un signo muy pequeo; en el signo del
pan y del vino.

CRISTO - Y ese poder de condensar Mi omnipresencia te lo

he concedido a ti. Y este mismo poder inicitico, que est
sobre todos los poderes, se lo he concedido tambin al
sacerdote. Y se los he concedido a Pedro, y l -a su vez- los ha
transmitido a todos: ese poder de condensar mi
omnipresencia en un poco de pan. Y quien me recibe
condensado as, me recibe a M: Yo estoy en l y l est en
M.

Y recuerda, t puedes verlo y ellos tambin pueden sentirlo

cuando hayas pronunciado esas palabras sagradas, esa
frmula inicitica de la Consagracin, eso que ves all se ha
transformado! de pan. Y quien me recibe condensado as, me
recibe a M: Yo estoy en l y l est en M.

Y si t tienes bien despierta tu vista astral, veras

perfectamente -y puedes hacer esa experiencia cuando se
adora la Sagrada Eucarista en un Templo- en esa hostia
consagrada un resplandor especial, una luz especial que
puedes verle an fsicamente. Podras ver esa
transformacin de la materia que significa la condensacin
de mi presencia! Podrais verme, eso s, si quieres.

Y el que ha comulgado, recibe una luz. Y esa luz es visible a

una persona que tiene los ojos despiertos. Y quien me recibi
condensado en esa presencia Ma en la Eucarista se
transforma tambin en una luz. En una luz indefinible, en
una luz envidiable, en una luz que adoran las jerarquas

-108-
celestiales, porque Me ven a M en ese hermano mo
transformado.

Yo le veo a ese hermano y siento lo que dije un da y lo que

mi discpulo Juan dice en su Evangelio: Que quien come Mi
carne y bebe Mi sangre, est en M y Yo en l. Y a ese
hermano mo le envo mis bendiciones, para que contine y
persevere en su lucha diaria.

DIALOGANDO CON LAS PIEDRAS

Haba al pie de mi casa, de mi

habitacin, un montn de
piedras, me qued mirndoles,
pero mirndolas fijamente sin
tensin desde luego, sin esfuerzo
de mi parte, sin tratar de hacer
que mi mente indujera en esas
piedras algn pensamiento o
alguna idea. Si, las piedras me
hablaron entonces, y me contestaron. Y siempre que quiero
preguntarles, me contestan. Pero si s que las piedras hablan
en el idioma del silencio, aquel Silencio de Dios.

Nosotros estuvimos en una cantera virgen, all donde no

entr el taladro, ni la dinamita, ni el martillo, ni el cincel del
picapedrero. Cuando nos golpe el picapedrero, sentimos
como sienten todas las cosas, la mano extraa que nos
acaricia, que nos ama o no nos quiere.

El picapedrero nos arranc de los brazos de nuestra madre

roca, y nos puso al pie de tu ventana. Y aqu estamos
mirndote siempre, cuando entras y cuando sales de tu casa.

-109-
Jams dejamos de ver y lo vemos todo. Vemos la salida del
sol y las tardes crepusculares. Cuando hace fro sentimos fro,
tcanos y vers que no mentimos.

Cuando hace calor, el sol de la cancula nos penetra con sus

rayos de luz y de calor, nuestro cuerpo brilla y siente calor.

No creas que entre nosotros no hay castas, ni razas, ni

diferencias, ni categoras, ni variedad de formas ni de belleza.
No creas que slo nosotras al pie de tu ventana estamos
esperando nos coloques donde t quieras, si, donde t
quieras porque somos obedientes. No creas que slo nosotras
somos piedras.

Piedras ms puras que nosotras, ms lindas y brillantes y

multicolores son tambin: la esmeralda, el rub, el topacio, el
diamante, el cobre, el estao, tambin la plata, el oro, porque
son piedras.

Son todas ellas piedras finas, si, ms nobles, si, ms

ambicionadas, si, pero al fin, son piedras y nada ms que
piedras.

Solo que los hombres nos han bautizado con distintos

nombres y nos han colocado en distintos lugares, pero
seguimos siendo piedras en los capiteles de la Acrpolis de
Atenas, o en las coronas de los reyes, en las Catedrales
milenarias de Toledo, de Sevilla, de Barcelona, de Colonia, de
San Pedro, de la Virgen de Guadalupe, etc.

O en las humildes chozas de los indios, cuando ellos nos

colocan junto al fuego, para servir de soporte a las ollas de
barro en que cuecen sus alimentos.

Nosotras lo damos todo sin esperar nada!

-110-
Cuando nos pulverizan para convertirnos en cemento, o
cuando nos labran para convertirnos en un Moiss, o una
Piedad de Miguel ngel, somos las mismas! nunca
protestamos.

Nosotras tambin vivimos nuestro mundo. Es nuestro

mundo, que slo El que nos hizo, sabe bien y conoce.

Pero a nuestro mundo no llegan los profanos, ellos solamente

nos usan y abusan de nosotras. Ellos solamente nos piden
todo y nada nos dan.

T preguntars y qu pueden darnos a cambio del uso que

nos dan a nosotras? Sabes, pueden darnos amor, si, amor,
porque tambin nosotras podemos sentir el calor de un beso
de amor.

Tambin nosotras podemos sentir las caricias de unas manos

delicadas. Si, puedes darnos amor, mucho amor, si formas
con nosotras un coro, si te unes a nosotras en el canto del
silencio que tambin nosotras como todas las cosas, le cantan
a L.

Si, t lo sabes, a quin me refiero cuando decimos a l? con

mayscula. Queremos confiarte un secreto, uno de tantos
que guardamos escondido dentro de nuestro corazn de
piedras. Sabes cul?

Estamos resentidas sabes con quien? sabes por qu?

Estamos resentidas con el jovencito Daniel y con sus
compaeros Sidrac, Misj y Abed-Nego.Sabes por qu?

Porque nos olvidaron en su canto de Accin de Gracias a L,

cuando caminaban en medio del fuego sin quemarse.

-111-
Ellos nos ignoraron a nosotros, mientras llamaban a los
ngeles del Seor para bendecir al Seor, mientras les
invitaban a las aguas, al sol y a la luna, a la lluvia y al roco,
al fuego y al calor, a los rocos y nevados, a las escarchas y
nieves, a la luz y tinieblas, a los cetceos y peces, a las fieras y
los ganados, a los montes y a las cumbres, a las montaas, a
los mares y a los ros, a los hijos de los hombres, a los
sacerdotes, almas y espritus a bendecir al Seor no nos
invitaron a nosotras a bendecir al Seor, por eso ese canto es
trunco, ese canto es incompleto, porque faltamos nosotras.

Este olvido de Daniel y sus compaeros, lo corrigi

ALGUIEN que es ms que ellos, que es ms que todos los
seres: JESUCRISTO. l corrigi ese olvido cuando dijo: que
de vosotras piedras si, de nosotras, fjate bien, de nosotras
piedras- puede el Padre hacer hijos de Abraham.

l cuid de nosotras, cuando impidi que los pecadores

convertidos en jueces, nos arrojaran sobre la mujer adltera.
Por eso nosotras tambin sentimos, tambin se nos parti el
corazn, cuando los hermanos de tu raza, cuando t tambin
en ellos le crucificaron y le hicieron morir en la cruz.
Tambin sufrimos con l, y se parti nuestro corazn. Esto
no lo decimos nosotras, lo dijeron los evangelistas Mateo,
Lucas y Marcos y santos que lo vivieron y lo sintieron en s
mismos en el gran libro de la vida.

LA CONSAGRACIN
He comprendido el significado de las palabras de la
Consagracin.

-112-
Estas palabras histricas fueron pronunciadas por Cristo en
el banquete del Jueves de Nisn. Como todas sus palabras,
stas viven y estn, por as decirlo, flotando en el espacio en
una determinada longitud de onda, como las ondas
hertzianas; yo las pronuncio, es decir, yo soy el radio que
sintoniza dicha onda y la onda en m (el radio), produce el
sonido, las pronuncio yo, como pronuncia por as decirlo la
Radio; pero yo soy la radio consciente,
esta es la diferencia. Las palabras de
Cristo pronunciadas por m (radio
consciente) producen su efecto. Este
efecto llaman los telogos
transubstanciacin de los espacios, yo
llamo simplemente presencia Crstica
Sacramental, o Sagrada. Esto ser
imposible? De ningn modo. No est
Dios manifestado presente en todo, por
qu no puede estarlo sacramentalmente
en la Eucarista?

Pero que significan las palabras de

consagracin Esto es mi cuerpo. Esta
es mi sangre, pues Jess me ha
respondido:

1 Esto es mi cuerpo = todo el gran

cosmos. Todo aquello que fue hecho por
l sin excepcin. Todo a lo que se refiere
Juan en el prlogo de su Evangelio. Esto es mi cuerpo.

2 Esta es mi sangre toda la vida, toda la energa csmica.

La sangre es vida, es vehculo inseparable de la vida. Este es
el gran misterio de la sangre, circula por ella oxgeno e
hidrgeno lquidos.

-113-
3 Haced esto. Ofreced esto mismo, es decir todo el
cosmos, toda la vida, todos los seres del mundo visible e
invisible: A Quin? A mi Padre y a tu Padre, a mi Dios y a tu
Dios.

4 Cuanto encarn tom nuestra naturaleza humana y en este

acto, esta naturaleza qued santificada y divinizada para
siempre.

5 Cuando dijo: Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre

encarn en la materia. As como tom la nuestra. Como es
obvio no poda decir: Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre a
toda la tierra, a todo el cosmos. No le hubieran entendido. Y
cmo hubiera podido tener un signo de esta transmutacin
de toda la materia csmica sin su cuerpo, si no hubiera
escogido el signo del pan y del vino?

6 Tal es el Amor del Hijo a nuestro Bendito Padre, que quiso

que su obra estuviera para siempre y sencillamente a cada
instante, ofrecida y consagrada a l, que quiso que sus
discpulos actualizaran esta consagracin de toda su obra sin
excepcin, cuando acataran su pedido.

7 He aqu porqu la Eucarista representa, y lo es, el signo

ms claro y pattico de la unin de Cristo y toda su obra y la
consagracin hecha una vez para siempre de esta materia,
por la materia de su cuerpo consagracin al Padre; y al
mismo tiempo actualizacin permanente, visible, en cada
fraccin de tiempo, de esa consagracin siempre que el
sacerdote en nombre suyo y de la comunidad, unido siempre
a Cristo, realice esta misma actualizacin con las sagradas
palabras: Esto es

8 Para facilitar que pidiramos identificarnos an

materialmente por el signo del pan y del vino, con lo que
-114-
realiz, escogi estos dos signos accesibles a muchos. De otro
modo, esto hubiera sido imposible.

EL ESPIRITU SANTO

En aquel tiempo, dijo Jess

a Sus discpulos: Si me amis,
guardareis mis
mandamientos. Yo pedir al
Padre que os d otro defensor
que est siempre con vosotros,
el Espritu de la Verdad. El
mundo no puede recibirlo
porque no lo ve ni lo conoce.
Vosotros en cambio, lo
conocis porque vive en
vosotros y est con vosotros.
Si el mundo os odia, sabed
que me ha odiado a m
primero que a vosotros; si
fuereis del mundo, el mundo os amara como cosa suya, pero
como no sois del mundo sino que Yo os he escogido
sacndoos del mundo, por eso el mundo os doy. Recordad
que os dije: no es el siervo ms que su amo; si a M me han
perseguido, tambin a vosotros os perseguirn; si han
guardado Mi palabra, tambin guardaran la vuestra. Y todo
eso lo harn con vosotros a causa de Mi nombre, porque no
conocen Al que me envi.

Cuando venga el Espritu Parclito, Yo os enviar desde el

Padre, el Espritu de la Verdad que procede del Padre, l
dar testimonio de M y tambin vosotros daris testimonio,
porque desde el principio estis Conmigo.

-115-
Quien nos revela la presencia del Espritu Santo en medio de
nosotros es el mismo Cristo. l promete que enviar al
Consolador, que enviar el Espritu del Padre a Sus
apstoles, para que ese Espritu que transformar sus
corazones, les convierta en nuevas criaturas, para que den
testimonio de las cosas que no se ven, de las cosas que Dios
quiere revelarnos. Y esta accin del Espritu Santo, accin
ntima, accin interna, esta accin del Espritu Santo se
patentiza muchas veces, inclusive con ciertos dones
especiales que no podran explicarse sin intervencin
especial divina.

Cuando se encuentran reunidos los apstoles en el Cenculo,

un viento impetuoso sopla sobre aquella casa; en ese instante,
a manera de lenguas de fuego que van a posarse sobre cada
uno de los que estaban presentes, baja el Espritu Santo, y
esas almas pecadoras, esas almas dbiles que todava no
haban recibido esa innovacin que les hara comprender las
cosas de Dios y que les hara interpretar la Sagrada Escritura,
esas almas reciben en aquel instante esa transformacin
ntima, y esa transformacin se debe a la accin del Espritu
Santo.

Pero, qu es el Espritu Santo? El Espritu Santo es esto:

Sabemos que en Dios hay una sola esencia, una sola
naturaleza. Sabemos tambin que en Dios hay tres personas:
la Persona del Padre, la Persona del Hijo y la Persona del
Espritu Santo. Pero estos tres Espritus de la Persona no
hacen que haya una triplicidad de naturaleza o de esencia;
cada Persona tiene la misma esencia, la misma naturaleza. El
Padre tiene la misma esencia divina, el Hijo tiene la misma
esencia divina y el Espritu Santo tiene la misma esencia
divina. Digamos entonces, que Dios se manifiesta bajo ese
triple aspecto: de Padre, de Hijo y de Espritu Santo.

-116-
EL VALOR DEL TRABAJO
La idea dominante del
evangelio que acabis de
escuchar es la de la
apologa del trabajo.

Desde el da en que Dios

pronunci esta severa
sentencia: In sudore aultos
tui veceis pane, el hombre
tiene que cumplir esta ley
dura pero llena de
encantos y fecunda en
frutos sobrenaturales si se
toma esta ley como la
realizacin de la voluntad
del Creador.

Todas las cosas tienen su destino Todos los seres de la

creacin tienen un propsito; desde el menudo grano de
polvo que arrebata en torbellino el huracn hasta le glida
montaa que en su pecho, ahora blanco de nieve en las gazas
de las nubes transparentes; desde la brizna de hierba que
matiza de esmeralda los campos hasta el robusto cedro que
crece en medio de las selvas milenarias; desde el pequeo
insecto que se confunde entre los menudos pliegues de una
fronda, hasta el soberbio cndor que viaja serenamente por el
espacio infinito; desde el nio que abre sus ojos como puras
estrellas en el azul infinito en los albores de la vida, hasta el
arcngel que asienta su trono junto al trono del altsimo
Todos los seres de la creacin cumplen una misin, aquella
misin que Dios les encomend.

Todos los seres consciente o inconscientemente, necesaria o

libremente, por fuerza o de buen grado, estn cumpliendo
-117-
una ley invisible que el Seor les trazara: Pero si hasta los
demonios cumplen un designio soberano, el que les traz la
divina justicia.

Cuando el hombre trabaja est cumpliendo aquella ley

promulgada en los albores de la humanidad, en presencia de
los primeros habitantes de nuestro planeta: In sudore vultus
tui veceis pane.

Os deca que el Evangelio del da de hoy: es una apologa del

trabajo: y es porque fue bendecido y recompensado por aquel
Dios que bendice y reconforta lo que es bueno y lo que es
sagrado.

Pedro, el futuro primer pontfice de la Iglesia estaba

pescando. Las aguas del genesaret no la haban sido
propicias. Pedro, antes de ser elegido para el apostolado, era
un pescador era un obrero, como cualquiera de nuestros
obreros. Si hubiera sido un obrero occidental hubiera vestido
un overol sucio, una camisa no de seda delicada sino de una
confeccin y de una tela resistente, quiz hubiera ido
descalzo; vesta entonces a la usanza de los pescadores: una
camisa, un pantaln arremangado, una gorra de marino.

Pedro nada haba pescado, a pesar de que trabaj toda la

noche. En esto, a la maana se le acerca el Seor y le pide
prestado su pequeo barco y desde all predica a la
muchedumbre que vida de escucharle le segua de todas
partes. Terminada la predicacin indica a Pedro que guiara la
barca mar adentro, luego le pide que echara las redes para
pescar. Pedro le observa: Pero Seor sin embargo confiado
en tus palabras Aqu resplandece: la bondad del Seor:
Pedro le haba hecho un favor, el de prestarle su barca para
desde all predicar, Jess le paga con creces este pequeo
servicio.

-118-
Resplandece la fe del pescador en la palabra de Jess: si de l
dependiera, si fuera por Pedro como Pedro no se tomara la
molestia de abrir las redes para echarlas al mar; pero como
Jess le manda, cumple este mandato: In velio tuo la cabo

Resplandece tambin la necesidad de trabajar con Cristo:

mientras Pedro estaba solo, nada consigui.

Resplandece por fin, como deca al principio, la excelencia

del trabajo pesado con un milagro.

Ahora, la bondad de Dios est siempre a nuestro alcance, es

infinita, por esto el profeta nos invita a bendecir en todo
momento: Benedicite Deum gnoniam bonus, gonomian eternum

Nosotros debemos ser cristianos de bien como lo fue el

Apstol: sine fuit imposibile est place Deo. Si tuvieran fe como
del tamao del grano de mostaza diras a esa montaa
arrncate

Nos hacen falta hombres de fe!

Debemos trabajar con Cristo. Trabajar sin El es perder el

tiempo!

Ahora por desgracia no solamente no se trabaja con El, sino

se trabaja en contra de l. Ahora se le blasfema, se le
escarnece, se le persigue, se le odia, se le desprecia en sus
leyes y mandamientos.

El trabajo por una parte ha vuelto a tener ante no pocas

escuelas filosficas el concepto de mercanca, sujeto a la ley
de la oferta y de la demanda; por otra, al trabajo se le ha
vuelto a dar un concepto pagano: se le considera como una
verdadera maldicin.

-119-
El trabajo para el catlico, es una ley impuesta por Dios, ley
que es dura o suave, infecunda o meritoria, segn se ofrezca
a Dios.

EL SUEO DE JOS

En los planes del Padre

Celestial estaban escritos
desde toda la eternidad el
nacimiento del mismo Hijo
de Dios que tendra lugar en
la plenitud de los tiempos
mesinicos.

San Jos estaba desposado

con la Virgen Mara; pero
antes que conviviesen, el
ngel Gabriel fue enviado de
parte de Dios a Nazaret para
anunciar a la Virgen Mara
que concebir en su seno y
dar a luz un Hijo a quien
pondra por nombre Jess y ser llamado Hijo del Altsimo.

Jos, su esposo, como era justo, no quiso denunciarla y

resolvi repudiarla en secreto. Mientras reflexionaba sobre
esto se le apareci en sueos un ngel del Seor y le dijo:
Jos. Hijo de David, no temas recibir en tu casa a Mara, tu
esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espritu Santo.
Dar a luz un hijo, a quien pondrs por nombre Jess,
porque salvar a su pueblo de sus pecados. Todo esto
sucedi para que se cumpliese lo que el

-120-
Seor haba anunciado por el profeta, que dice: He aqu que
una Virgen concebir y dar a luz un hijo y se le pondr por
nombre Emanuel, que quiere decir: Dios con nosotros.

Al despertar Jos de su sueo hizo como el ngel del Seor le

haba mandado. (Mt I, 19-24)

En estas pocas frases est descrito el gran misterio de la

Encarnacin del Hijo del Altsimo.

En cada Navidad se destaca este gran misterio de la

presencia de Jess en la especie humana. El mismo Hijo de
Dios tiene que encarnarse para redimir al hombre que
cometi el primer pecado llamado original originante porque
es la causa de todos los pecados de la humanidad. Demos
gracias, una vez ms a Nuestro Dios Bendito, por este
inmenso don.

UN DA DE TRIUNFO

El 15 de agosto mis
queridos estudiantes,
afirmara yo, es un da de
triunfo. Triunfo por un
doble motivo, primero
porque es el da consagrado
por la Liturgia a celebrar
uno de los privilegios
especiales del Espritu ms evolucionado que vino ac a sta
Tierra: la Virgen Mara, el misterio de esa Asuncin a los
cielos. Y es tambin da de triunfo para nosotros
especialmente, para quienes formamos parte de la Asociacin
de Autorrealizacin, porque en ste da dos de nuestros
hermanos queridos: Pablito y Mara Eugenia, dejaron ste
plano para entrar en el descanso de Dios, en el descanso de
-121-
las preocupaciones naturales de sta vida. Pero ser as para
nosotros tambin ste un da de celebracin alegre, s
consideramos las cosas desde este ngulo de la fe y s no lo
hacemos as con toda seguridad entraremos pues en grande
confusin

El apstol Pablo al hablar de aquello que trajo a sta tierra el

desorden: el pecado original, dice que por un hombre entro
la muerte en el mundo, s por un hombre vino la muerte, por
un hombre dice- ha venido la resurreccin, s por Adn
murieron todos, por Cristo todos volvern a la vida. He aqu
mis queridos estudiantes, una verdad que nosotros no la
debemos olvidar, es cierto que especialmente segn la
enseanza del Apstol San Pablo que dice: en el desorden del
pecado original, es cierto que la naturaleza humana fue
herida de muerte pero tambin esa misma naturaleza
humana volvi a su primitivo estado de regeneracin por
Cristo Jess.

La Virgen Mara como sabemos nosotros, la Virgen Mara

encarn pero encarn con el objeto de servir como templo de
Ese Espritu de Dios, de ese Unignito de Dios que vendra a
restituir a su primitiva grandeza, esa naturaleza cada. Pero
la Virgen Mara mis queridos estudiantes, cuando tom la
naturaleza humana, fue elevada de tal manera esta
naturaleza que en ese mismo instante la constitucin atmica
digmoslo as- esa vibracin atmica pecadora de la
naturaleza, de la especie humana, al impacto de la
Encarnacin de ese Espritu tan evolucionado como el de
Mara, qued digamos as- purificado hasta tal punto que,
en el mismo instante en que ese Espritu posey la naturaleza
humana, ese Espritu totalmente purificado de cualquier
falta, de cualquier desorden. Este es el privilegio de la Virgen
y que se llama el privilegio de Su Inmaculada Concepcin.

-122-
 La Virgen Mara pues, siendo un espritu tan evolucionado
no contrajo ni un solo instante, esa mancha con la cual la
naturaleza humana se encuentra daada. Y por qu mis
queridos estudiantes, sucedi esto? Porque ese Espritu iba
ser ms tarde, aquel que ms cerca estara de Aquel otro
Espritu, ya no humano, ya no creado, sino un Espritu
Increado, ya no de un ser limitado sino de un Ser Infinito, de
Dios Manifestado como es Cristo. En vista de que la Virgen
tena que desempear esta misin, fue Ella adornada de
todas las gracias como decimos en Teologa- y de todos los
privilegios que puede tener una humana criatura, y entre
estos est este de Su Asuncin a los cielos.

Pero hay que entender mis queridos estudiantes, en qu

consiste esto de la Asuncin de Mara y en qu sentido dice
la Iglesia que la Virgen fue arrebatada en cuerpo y alma a
los cielos. Nosotros podemos entender mucho mejor estas
expresiones -de la Liturgia- sagradas.

S nosotros consideramos, que la Virgen Mara subi al cielo

exactamente con ste mismo cuerpo, con esta carne, estos
huesos, esta sangre y en fin, estas vibraciones de todas las
clulas que tiene el cuerpo humano. Y s creemos que con
estas vibraciones exactamente iguales, est en los cielos,
estamos nosotros juzgando a nuestra manera, hasta cierto
punto bastante alejada de la realidad. Porque el apstol San
Pablo tambin se encarga de aclarar esto cuando habla de
Cristo resucitado y cuando habla de las cualidades de los
cuerpos resucitados. Cuando dice que los cuerpos
resucitarn, pero s antes fueron oscuros sern entonces
despus de la resurreccin- sern luminosos; s antes fueron
mortales, despus sern inmortales; s antes eran pasibles,
despus sern impasibles y s antes eran corruptibles
despus sern incorruptibles. Y en la resurreccin se verifica
todo esto. La inmortalidad, la impasibilidad, la luminosidad,
-123-
la incorruptibilidad, son propias de los cuerpos que han sido
ya transfigurados despus de la muerte.

As reina Cristo! Y as tambin reina la Virgen Mara. As

tenemos que entender nosotros este misterio. Esto mis
queridos hermanos no lo entienden y no lo pueden entender
muchos que no estn familiarizados con estas enseanzas
que vosotros -a Dios gracias- ya las tenis. S la Virgen
Bendita, tom Su cuerpo humano, pero en el momento de
entrar en la Gloria de Dios, entonces, esa masa atmica
material, esa vibracin atmica material se sublimiz. Ya dej
de ser una vibracin atmica meramente material. Esas
clulas que constituyeron Su cuerpo fsico, todas esas clulas
adquirieron una propiedad particular, o ms bien esas cuatro
propiedades particulares de las que nos da cuenta el apstol
Pablo. Y as, ese cuerpo de la Virgen Mara -como el de Su
propio Hijo- adquiri esas cualidades de luminosidad, de
sutileza, incorruptibilidad e impasibilidad.

Este es el misterio que estamos celebrando el da de hoy. La

Virgen propiamente no sufri la muerte, como sufriremos
nosotros como consecuencia de este pecado de la naturaleza,
que se llama el pecado original. Esa muerte no fue una
separacin dolorosa, una separacin no deseada, una
separacin violenta, una separacin en la cual el cuerpo est
sometido como la parte ms dbil- a tantos sufrimientos.
No, no hubo la tal separacin del espritu y del cuerpo en la
Virgen Mara, esa separacin fue ms bien una separacin
hasta cierto punto simblica, porque como digo, ese cuerpo
en el momento de entrar en la Gloria de Dios, recibi el
impacto de esa Gloria y le transform en un cuerpo
glorificado.

Bien, pasamos mis queridos hermanos a ste otro punto tan

importante, especialmente para nosotros. Deca al principio
-124-
que ste da es tambin un da de glorificacin para dos de
nuestros hermanos de Autorrealizacin: Pablito y Mara
Eugenia.

A Dios gracias, vosotros entendis mucho mejor todo lo que

voy a deciros. S hablara ste mismo lenguaje a quienes no
estn entrenados en el conocimiento de los grandes misterios
de la muerte, sera hablar pues, en un lenguaje ininteligible y
quiz contradictorio para ellos, pero para vosotros, no.

Qu es la muerte para nosotros? Qu es la muerte para

vosotros? La muerte para nosotros no es como la mayora de
la gente o la casi totalidad de la gente imagina, decir el
acabose de algo. Para muchos es como el apagarse eterno de
una luz y despus de la muerte, el humear como humea una
llama que ha sido apagada.

No, el concepto de la muerte para nosotros, no es ese. El

concepto de la muerte para nosotros y ste es el verdadero
concepto mis queridos estudiantes- el verdadero concepto de
la muerte no es sino una separacin momentnea, no es sino
un alejarse momentneo de algo que tiene que separarse y
tiene que alejarse. Para nosotros, la muerte es el dejar el
cuerpo constituido de materia, ah donde tiene que quedarse,
porque no puede el cuerpo desventuradamente ir ms all
del mundo material. Nuestro cuerpo mis queridos
estudiantes, est hecho de elementos materiales y est hecho
para vivir en este plano material. Es un ABSURDO y sera un
absurdo tamao pensar que ste cuerpo nuestro, puede
entrar en otra clase de vida, en otro, en otro plano que en el
plano meramente material. Sera un absurdo pensar que ste
cuerpo mortal, pueda tener otra clase de vida sin un
privilegio especial- otra clase de vida que la vida que tuvo la
vida material. Y por eso, en el momento de la muerte, no hay
sino esa separacin de la parte material y de la parte
-125-
espiritual. El espritu comienza una nueva vida, una vida
verdadera, una vida real pero en otro plano.

Esto es como
antecedente, a lo que
voy a deciros mis
queridos estudiantes.
Nuestros hermanos:
Pablito y Mara
Eugenia, ellos fueron
naturalmente y su
vida que representa?
Esto que acabo de
decir, nada ms que esto, sta separacin de su cuerpo
material y de su espritu. Su espritu contina viviendo en
plenitud, su conciencia contina captando todas las
vibraciones que les enviamos, porque su conciencia
trasciende los lmites de la materia, su vida contina real y
verdadera. Porque la vida mis queridos hermanos, la vida no
se restringe a aquella limitada vida de una clula, la
verdadera vida se identifica con el espritu, y donde hay
verdadera vida all est la accin del espritu. Ellos viven
pues, su verdadera vida: la vida del espritu, ellos estn
recibiendo todos nuestros mensajes, ellos estn recibiendo
todos nuestros homenajes, ellos estn participando de todas
nuestras preocupaciones y de todos nuestros problemas.
Pero preocupaciones y problemas vistos ya desde otro punto
de vista, desde ese punto de vista del cual debemos
acostumbrarnos a ver tambin nosotros todas las cosas, es
decir de ese punto de vista de la realidad.

Mientras peregrinamos aqu en sta tierra, las pequeas o

grandes cosas a las cuales nos dedicamos, esas ocupan un
lugar totalmente secundario, son entretenimientos de nios,
son como los juegos de nios. Nosotros mientras estamos
-126-
aqu en esta tierra, somos exactamente como los nios que
juegan con sus juguetitos de papel, con sus carritos, con sus
cosas pequeitas, que se entretienen en esto.

Pero mis queridos hermanos, el destino nuestro no es ese, el

de entretenernos con estos juguetitos. Nosotros somos
hechos para l: para Dios, y somos hechos para una felicidad
sin fin, para conocerle a l y en l adquirir el conocimiento
de todas, absolutamente todas las cosas.

Por eso os deca mis queridos hermanos, que ste da es un

da doblemente alegre para nosotros. Porque es el da de la
Glorificacin de la Virgen Mara en su Asuncin a los cielos y
porque es tambin el da de glorificacin de dos de nuestros
hermanos que constituyen yo lo digo con plena conciencia-
los pilares sobre los cuales est edificada nuestra Asociacin.

Pero mis queridos estudiantes, recordemos que tambin

nosotros tenemos una misin por delante, la misin de ser
como ellos, de entregarnos como ellos se entregaron, a llevar
adelante la mstica de la Asociacin. Vosotros les conocisteis
y les amasteis, muchos de vosotros estuvisteis muy de cerca.
Y una de las cualidades que sobresalan, sobresala entre
ellos: era su humildad, su profunda humildad y su profundo
amor, ellos lo hacan por amor, todas las cosas lo hacan por
amor. Y tambin su dedicacin a la oracin: a la meditacin.

Recuerdo en este instante, unas palabras de un sacerdote que

es santo: el cura de Ars. Unas palabras, que quiero vosotros
las grabis tambin profundamente en vuestros espritus,
dice l la oracin y el amor a nuestros hermanos,
constituyen la verdadera felicidad del hombre. Hermanos,
dos cosas fundamentales que recomienda tambin el Cristo
orar y tambin amar, en stas dos palabras est contenida

-127-
toda la enseanza y no necesitaramos ms mis queridos
estudiantes.

S resumimos nuestra vida y hacemos que nuestra vida sea

slo eso: una vida de oracin y una vida de amor, tengamos
la plena seguridad de que habremos encontrado el filn de la
verdadera felicidad. Amar y orar, el que ama solamente y no
ora, no hace sino un cincuenta por ciento; y el que ora
solamente y no ama, tambin no realiza sino un cincuenta
por ciento. Pero amar y orar eso s es la PLENA
REALIZACIN. Y esto es lo que supieron hacer nuestros
hermanos, amaron y tambin se dedicaron a la oracin. Pero
eso s, tengo que repetiros una vez ms, muchos se imaginan
pero se imaginan errneamente que esto de amar y sobre
todo de orar, de meditar es para los monjes, para las monjas,
para las personas dedicadas a la vida religiosa. No mis
queridos estudiantes, esto es absolutamente para todos, la
oracin es necesaria para todos. Y el Seor cuando dijo
vigilad y orar para que no entris en tentacin orad sin
interrupcin y luego hizo tantas recomendaciones para que
orramos, no se dirigi a los sacerdotes y a los religiosos, ni a
los aspirantes a la vida espiritual, dijo esto a TODOS,
absolutamente a todos sin excluir a nadie. Por eso nosotros,
tenemos que hacer conciencia de que a travs de la oracin y
a travs del amor a nuestros hermanos hemos de realizarnos.

En sta celebracin Eucarstica mis queridos estudiantes,

vamos una vez ms a dar gracias a Dios porque ha puesto
delante de nosotros dos ejemplos de nuestros hermanos, dos
ejemplos de vida. Y vamos a dar tambin gracias, porque se
dign embellecer a Esa Criatura incomparable: a la Virgen
Bendita, de lo ms precioso de todos sus atributos. Y vamos a
pedirle a la Virgen Bendita que cada da vayamos
progresando en sta escuela del amor a nuestros hermanos y
en sta escuela de la oracin. Escuelas en las cuales Ella
-128-
encontr Su Bienaventuranza, y nosotros le encontraremos
tambin s practicamos de verdad, s llevamos a la prctica
sta consigna de la oracin y del amor a nuestros hermanos.

NECESITAMOS DE UNA EXPERIENCIA DE DIOS

Mi espritu, mi conciencia,
todo mi ser, este yo superior,
esta chispa divina que llevo,
prendida por l en los
inconmensurables abismos
de Su Amor, quiere algo ms.
No se contenta con una
simple afirmacin, ni con un
argumento que tenga ms de
razn que de divino. Cuando
Dios llega no es slo la razn,
es todo el hombre, es todo su
ser que se diviniza.

Pero no resiste ms, no quiere aguardar ms.

Quiere ahora, en este momento, desde este corto episodio de

su existencia terrena, gustar un poquito siquiera de la
inefable bienaventuranza de una experiencia de Dios.

Experiencia que le har entrever por lo menos la

bienaventuranza que espera.

Quiere ya saborear la miel de esa bienaventuranza, aqu en

esta tierra. Aqu mientras lucha. Aqu mientras se desangra el
corazn, en el torbellino de la duda, del egosmo, del odio, de
la desesperacin, de la lujuria, de la soberbia, de la
ambicin

-129-
Quiere sentir aqu las caricias de la mano de su Padre. Quiere
abrazarse en la fragua infinita del corazn de esa Madre
Divina, modelo y prototipo de todas las madres Quiere
tener la experiencia de ese Dios que est en l, que vive en l,
que siempre le acompaa, que siempre est presente en sus
noches de soledad y de presencia: en sus horas sombras y en
sus minutos de gloria; en sus problemas y en sus soluciones;
en sus mortales agonas y en sus horas de luz

Lo que importa es conocer a ese Dios a Quien con toda

verdad puede llamar Suyo, completamente Suyo.

LUGARES SAGRADOS

El que tiene el privilegio de visitar los lugares santos con las

pginas del Evangelio abiertas para ir localizando los
diversos lugares en donde sucedieron los hechos que relatan
los cuatro evangelistas, no puede menos que vivir las mismas
horas y las mismas emociones que vivieron quienes fueron
testigos presenciales de aquellos hechos.

Es preciso sin embargo, hacer esta observacin. El que visita

los lugares santos como un simple turista que va a la caza de
emociones, de cosas externas extraordinarias y que no tiene
despierto el espritu, no puede sentir en las profundidades de
su ser, aquello que vive quien tiene abiertos los ojos para
mirar las cosas del mundo trascendente. Los que tienen ojos
y no ven, los que tienen odos y no oyen, o lo que es igual, los
que slo tienen abiertos al mundo que capta sus sentidos, y
los que slo tienen odos para escuchar el bullicio y la
algaraba externa que producen los hombres y las cosas
materiales, no estn en condiciones de percibir la voz interna
de ese otro mundo que, es ms real que el presente porque es
el mundo que no cambia.

-130-
 Hay un lugar que el peregrino visita con uncin, cuando
atraviesa las puertas de la gran muralla que separa la ciudad
antigua de Jerusaln del resto; el Litstrotos. Palabra griega
que significa empedrado.

El Litstrotos era una parte

de la fortaleza Antonia
cuya historia se remonta a
la poca de Salomn,
llamada as porque
Herodes el Grande para
complacer a Marco
Antonio construy aquel
palacio fortaleza. En la
guerra de los judos contra
la ocupacin romana de
los aos 66 a 70 fue el
baluarte de la ciudad y fue
arrasada por Tito. En esta
fortaleza tuvo lugar el
proceso de Jess y fue
igualmente clebre porque
aqu sufri arresto el
apstol Pablo. El relato
evanglico de Juan (Cap.
19, 1-16) se centra todo, en
este lugar. Aqu Pilatos
tom a Jess y lo azot, los
soldados, trenzando una
corona de espinas le coronaron y le vistieron un manto
prpura, se burlaron de l y le abofetearon. Cuando Pilatos
present as a Jess a la plebe, a los pontfices y sus satlites,
gritaron, crucifcale, crucifcale. Aqu Pilatos sentado en el
tribunal, cerca de la hora de sexta (12 m.), la vspera de la

-131-
Pascua, entreg a la turba sedienta de sangre para que
crucificara al Seor.

El Litstrotos fue localizado y estudiado cientficamente

desde 1930. En 1956 el judo convertido Mara Alfonso
Ratisbonne lo adquiri. En este lugar se camina por las
mismas losas por las que camin Jess rumbo al calvario. A
pesar del paso de veinte siglos y de las destrucciones,
guerras, sitios, terremotos, que sufriera la ciudad de
Jerusaln, aquellas piedras permanecen como entonces. Las
piedras no estn unidas por argamasa alguna, su coloracin
debido al paso del tiempo es algo diferente, hay piedras
blancas, rosadas y de color rojo oscuro.

El Litstrotos evoca no solamente para los cristianos sino

tambin para todos los pueblos de todas las razas y
condiciones, de ayer, de hoy y de maana, la prueba pattica
y evidente de algo que tanta falta hace al mundo: Amor.
Amor que culmina en la oblacin de una vida inocente por
una humanidad culpable, de un Dios humanado que muere
para redimir a una humanidad cada.

El Litstrotos es el escenario en donde el Dios encarnado fue

sentenciado al suplicio de la cruz, en el momento culminante
de su oblacin por los hombres sus hermanos.

LA FE DE PEDRO

Las distintas escenas de las cuales nos dan cuenta los

evangelistas se repiten a travs del tiempo. Estas escenas mis
queridos estudiantes, estas escenas debemos nosotros
recordarlas constantemente, para vivirlas con intensidad y
para que as podamos encontrar la verdadera felicidad que se
encuentra en el recuerdo y ms que todo en el recuerdo, en la
vivencia de esa enseanza bendita del Seor.
-132-
Es verdad que el Seor escogi a doce discpulos, para que
ellos llevaran el mensaje a toda la Tierra, a todos los
hombres.

l necesit de estos
instrumentos para
realizar Su obra. Siempre
las cosas de Dios que
tocan a los hombres, se
realiza por medio de los
hombres. Esta es una ley
y esta ley es la que se
cumple siempre: una obra
de Dios no se realiza sino
por intermedio del
hombre, el hombre es el
instrumento de esa
realizacin divina.

Los apstoles mis queridos hermanos, los apstoles fueron

esos instrumentos de mediacin entre Dios y el hombre. Pero
segn la voluntad del mismo Cristo, del gran Maestro, del
Hijo de Dios, de ese Dios Bendito que vino ac a esta Tierra
para sealarnos el camino de ir a Dios. Ese Dios Bendito que
no quiso que nosotros viviramos una vida desentonada a la
realidad nuestra, sino una vida profundamente incrustada en
el seno de la sociedad. Ese Dios ve que son necesarios los
hombres, para la realizacin de Su obra, y ese es el motivo
por el que escoge a Sus discpulos.

Pero esa obra de Dios, esa obra de Cristo no poda truncarse

apenas nacida, cuando comenzaba recin la historia de la
humanidad. Porque la verdadera historia de la humanidad
comienza con la venida de l. As humilde, as pobre, as
despreciado y desconocido por sus enemigos, as calumniado
-133-
por ellos, as crucificado en la cruz. As quiere, segn la
expresin del apstol, siendo blanco contradictorio de los
hombres, presentarse a la faz de los hombres como el Hijo de
Dios y como el conductor de esta nueva humanidad. Pero esa
obra no deba realizar propiamente l, sino Sus apstoles.

Y a ellos mis queridos estudiantes, a ellos les comunica Su

Espritu, ese Espritu suyo, ese Espritu que lo recibe del
Padre: el Espritu Santo, que les da el da de Pentecosts. Y
con eso, es el arma con la cual conquistan al mundo. De all
de la Palestina -donde estaremos despus de pocos das- de
all de la Palestina viene la Luz, nace la luz. Y luego los
apstoles, primero Pedro y luego Pablo y otros apstoles
vienen ac, al corazn del Imperio Romano.

Aqu en esta Roma Imperial va a establecerse otro reino. Pero

no un reino como los que idearon los emperadores, no un
reino cuyas ltimas resonancias lo vemos nosotros en el foro,
en el Coliseo y en los dems monumentos de la antigedad.
Eso, nosotros hemos visitado todas esas ruinas, esas ruinas
solamente son los smbolos, smbolos de un imperio material
destruido... Lo que ahora subsiste es esa Roma, pero esa
Roma nueva, esa Roma ya no esa Roma imperial sino esa
Roma de Cristo, no importa que a travs de la historia haya
tenido tantas vicisitudes an esa Roma de Cristo. Pero esa
Roma de Cristo tiene mis queridos estudiantes, tiene un
representante y tiene -digmoslo as- una cabeza -porque es
as- tiene una cabeza esa nueva Roma. Esa nueva Roma mis
queridos estudiantes, esa nueva Roma comienza con los
Pontfices, comienza con el primer pontfice.

Esa Roma comienza con Pedro el apstol, que viene ac a

Roma a predicar y a fundar la primera comunidad cristiana.
Y esta Roma de Pedro, esta Roma de Cristo y el apstol
Pedro es la que contina a travs del tiempo y del espacio.
-134-
Por eso aqu, a las puertas de esa gran Baslica en que nos ha
tocado esta celebracin eucarstica, a las puertas de esta gran
Baslica hay una inscripcin que alude a esta gran misin y a
esta desempeanza de esta Iglesia establecida por Cristo
sobre la roca de Pedro, aqu en Roma. Y que es, dice: la
Iglesia, la madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y
del orden de la Tierra.

As es, mis queridos estudiantes. Y por qu? Cul es el

fundamento en realidad, el fundamento sobre el cual se basa
toda esta Iglesia? Lo hemos escuchado en el Santo Evangelio,
es la fe y la FE DE PEDRO. Ese Bendito Seor, no escoge ni a
Pablo, no escoge a Andrs, ni a Bernab, ni a Juan el
discpulo amado aquel que le amaba entraablemente,
escoge a Pedro. Pero lo escoge por una razn y la razn est
determinada en el Santo Evangelio, esa razn es su fe,
despus de que el apstol confiesa que l es el Mesas, es ese
Cristo, le dice: Bienaventurado eres Simn hijo de Juan,
porque esto no te lo ha revelado sino mi Padre que est en los
cielos. Y luego aade, que sobre su fe, sobre su fe edificar mi
Iglesia.

ASI NACI JESS

Al pie del altar de la gruta del nacimiento de Jess el Cristo,

el peregrino que tiene el privilegio de visitar Tierra Santa, se
detiene a leer esta inscripcin latina que dice: Hic De
Virgine Maria Jesus Christus natus est que significa: Aqu
naci de la Virgen Mara Jesucristo. En esta inscripcin
lacnica, sencilla, se resume el drama csmico de la presencia
del Hijo de Dios hecho Hombre en este pequeo planeta
tierra.

-135-
 El evangelista Lucas con una precisin admirable describe
as, aquel momento en que culmin la historia del pueblo
judo del A.T. hubo un empadronamiento segn un edicto de
Csar Augusto, emperador de Roma para que se
empadronase todo el mundo, cada uno en su ciudad. En
acatamiento a este edicto, Jos que viva en la ciudad de
Nazaret en Galilea, subi a Beln ciudad de Judea para
empadronarse porque era judo, descendiente de la casa y de
la familia de David. Mara su esposa estaba encinta y
estando all, se cumplieron los das de su parto y dio a luz a
su Hijo Primognito y lo envolvi en paales y le acost en
un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesn (II,6).

La imaginacin ha ideado aquel lugar en el que vio la luz

primera en esta tierra el Hijo de Mara, como una casa ms o
menos aceptable, como la de aquellos pesebres que la
imaginaria de nuestros tiempos ha creado para adornar
nuestros nacimientos navideos; como nuestros pesebres que
se decoran con los objetos ms originales creados por la
-136-
fantasa: rebaos diminutos de ovejitas muy blancas, un buey
manso reposado que calienta con su aliento a un Nio que
sonre a una joven madre, un borrico que descansa junto a la
cuna, casitas bien alumbradas, calles simtricamente
trazadas, huertos con rboles cargados de variados frutos
escenas y decoraciones en fin, de cuentos de la mil y una
noches, de sabor netamente oriental Todo esto no puede
darnos un idea exacta de lo que era el lugar en donde se
cumpli lo que dijo Miqueas el profeta: Y t, Beln tierra de
Jud, no eres ciertamente la ms pequea entre las
principales de Jud, porque de ti saldr un Jefe que
apacentar a mi pueblo, Israel (4,2). La gruta del Nacimiento
como se la conoce el da de hoy no es otra cosa que una cueva
asimtrica, obscura, pequea, enclavada en la tierra a la cual
se desciende por cerca de unos 20 escalones construidos a los
dos lados laterales. Tiene esta gruta unos 12,4 m. por 3 m.
Actualmente est revestida de mrmol oscuro. Aqu haba
una pila de roca de un metro de longitud por 0,30 de
profundidad, revestida de barro. Sobre esta pila, deca la
tradicin, descans el Nio Dios recin nacido. La tradicin
de los primeros siglos del cristianismo seal siempre esa
gruta como el lugar escogido por el Verbo de Dios para venir
a habitar con sus hermanos los hombres. En esa gruta
sagrada vivi el eremita San Jernimo durante 35 aos. All
realiz la titnica tarea de la traduccin de la Biblia al latn,
traduccin conocida con el nombre de Vulgata. En la
actualidad la gruta est dentro de la Baslica de la Natividad
y se encuentra ubicada debajo del coro. La gran Baslica fue
edificada el ao 330 por Constantino a peticin de su madre
Santa Elena. El emperador Adriano (aos 117-139) con el
nimo de borrar cualquier signo de la tradicin cristiana del
Nacimiento de Jess mand eregir en aquel lugar un templo
a Adonis. Esto contribuy mejor para que se conservara la
memoria de aquel lugar.

-137-
 A esta gruta acudieron presurosos los pastores que moraban
en las cercanas de Beln. Cuando estaban velando las
vigilias de la noche sobre sus rebaos, se les present un
ngel que les dijo: Os anuncio una gran alegra, que es para
todo el pueblo: Os ha nacido hoy un salvador, que es el
Cristo Seor, en la ciudad de David (Luc. 2,11). En lo que en
el da de hoy se denomina el campo de los pastores,
escucharon este canto entonado por el ejrcito celestial que
alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz
en la tierra a los hombres de buena voluntad (Luc. 2,14).
Cunta falta hace que los hombres particularmente los jefes
de las grandes potencias- contribuyan por todos los medios
para que este mensaje de Paz entre los hermanos los hombres
que proclamaron los ngeles aquella noche de Navidad no
sea mero enunciado sino una realidad!

EL LENGUAJE DE LA ORACIN

Hermanos queridos, el tema de la oracin tiene tanta

riqueza, tantas facetas, que a medida que uno avanza en el
camino de la oracin, se descubren nuevamente ms y ms
de estas facetas que se traducen en esa Luz de toda luz: del
Infinito. Esta Luz Divina se pone de manifiesto en nosotros
por las facetas de la oracin. Hermanos queridos, este es el
camino de la comunicacin de nuestro Bendito Dios con
nosotros. l habla hermanos, l habla por la oracin, y
nosotros hablamos con l, le respondemos en este mismo
idioma de la oracin. La oracin pues, es el intercambio de la
vibracin divina, infinita, eterna, llena de bienaventuranza,
de paz, de gozo, con nuestras pobres vibraciones. Y nosotros
solamente hacemos durante la oracin- devolverle a Ese
-138-
Dios Bendito esas mismas vibraciones Suyas. Pero, cmo,
hermanos queridos? Le devolvemos en la medida en que
nosotros con nuestra
cooperacin, las
amplificamos, las
asimilamos. Sern esas
vibraciones mucho
ms profundas y
volvern a Dios con
esa profundidad
inmensa que tengan,
en la medida en que
estemos nosotros
preparados para la
oracin. Hermanos queridos entonces, mirad ya una faceta
de esa hondura del lenguaje de la oracin

SERMON DEL MONTE

Os tengo siempre presentes en mi mente y en mi corazn,

vosotros formis parte de mi misma vida, sois una
prolongacin ma. Una prolongacin a travs de mi
conciencia. He credo necesario y conveniente realizar un
breve comentario, brevsimo quiz, pero no menos
importante, un comentario de una de las pginas ms
hermosas del Evangelio de Mateo; en este Evangelio en el
captulo V, VI y VII est el Sermn de la Montaa. Al repasar
el Evangelio, mi mente vuela all, lejos, muy lejos; y mi
conciencia est presente all, en el mismo escenario de los
acontecimientos. Al frente, el Mar de Galilea, de aguas
azules, claras y transparentes, que refleja en sus orillas esa

-139-
vegetacin silvestre todava el da de hoy. A la izquierda, las
ruinas de la ciudad de Cafarnan.

Tengo frente a m, tambin un escenario de importancia muy

grande para la vida de la nueva sociedad que vino a fundar
l con Su venida. Al frente, una iglesia que el da de hoy se
llama la Iglesia de la Promesa, en la cual se conmemora la
promesa que hizo el Seor de fundar esa nueva sociedad: la
Iglesia, tomando como cabeza de ella al apstol Pedro. El
monte al cual hace referencia el evangelista Mateo, no es una
montaa como las nuestras, ni siquiera una colina de
consideracin como las que rodean los escenarios de nuestras
bellas ciudades andinas. No. Son colinas pequeas. Y el
monte aquel, apenas es una eminencia de unos pocos metros
de altura, fcil eso s- para diferenciarse de otros lugares
menos altos desde el cual desde luego- se contempla el
hermoso panorama que ofrece las llanuras que se extienden a
las orillas del Mar de Galilea. Dice el evangelista Mateo
lacnicamente estas palabras: Viendo Jess a la muchedumbre
subi a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron los
-140-
discpulos y abriendo l su boca les enseaba. Captulo V,
versculos 1 y 2. Viendo a la muchedumbre. Si, l, el Bendito
Maestro estaba siempre rodeado de muchedumbres, era el
imn de los corazones, por eso estaba constantemente
asediado por los pobres, por los enfermos, por aquella gente
necesitada, por aquella gente que peda el pan de Su Doctrina
y que anhelaba la bendicin de la mirada del Seor. Haba
venido gente de toda la comarca de Galilea: de la Decpolis,
de la Judea, de Jerusaln, de Siria, de Tiro y Sidn, en fin, de
todos los alrededores de aquel lugar, pues la fama del
Maestro haba traspasado las fronteras de muchos pueblos.
All va mis queridos estudiantes l, l mismo a dictar
digmoslo as- a dictar la Carta Magna del Cristianismo,
como se ha llamado al Sermn de la Montaa. Y en otros
trminos, diramos, va a promulgar la Primera Constitucin
del gran Estado Universal del Cristianismo. Esta
Constitucin es la que el da de hoy rige an. Esa
Constitucin es aquella que salvara a los hombres, si se la
observara. Dice el evangelista, que sube a un monte. Los
grandes acontecimientos mis queridos estudiantes, se
realizaron siempre en las cumbres de las montaas. Cuando
el padre de la Patria, nuestro libertador Simn Bolvar, desde
la ciudad eterna oteaba el horizonte ennegrecido por la
servidumbre de aquellos que vinieron a traer a estas tierras
de Amrica a ese Cristo Bendito, y que sin embargo no
cumplieron su misin, hizo un juramento, ese juramento de
libertar a esos pueblos; y ese juramento lo hizo en un monte,
en el monte Aventino. Los grandes acontecimientos siempre
tienen lugar en las alturas. El gran caudillo del pueblo de
Israel, Moiss, escogi la cumbre de un monte. Pero escogi
esa cumbre de un monte porque el mismo Jehov le invit a
subir a ese monte, para all promulgar la Ley. El padre de
Israel, ese padre del pueblo judo, heredero de la promesa,
as mismo, subi a un monte, al Monte Mori, a fin de

-141-
sacrificar a su hijo y dar cumplimiento tambin al mandato
divino. Muchas veces el Seor se retiraba a un monte, a una
colina, para all entrar en comunin con Su Padre. Es que las
alturas nos invitan siempre a la elevacin del espritu a las
cosas superiores. Cerca, muy cerca de la ciudad de Jeric, he
visto levantarse aquel monte en el cual la tradicin ha
ubicado el lugar al cual se retir el Seor antes del comienzo
de su vida pblica; es tambin un monte, se llama el da de
hoy el Monte de la Cuarentena, el Monte del ayuno, en
donde el Seor pas 40 das y 40 noches de ayuno y oracin
como preparacin inmediata a la misin que Su padre le
haba encomendado. Cuando el Cristo quiso por unos
instantes manifestar Su gloria a sus discpulos ms
predilectos: Pedro, Santiago y Juan, les invit a ellos
solamente a subir a una montaa, al monte que la tradicin
llama el Monte de Tabor. Mi espritu, mi mente se ubica
nuevamente all, en ese sitio en el cual ocurri el gran
milagro de la Transfiguracin. La tradicin llama a ese Monte
el Tabor. All subi el Seor y en presencia de Sus discpulos
queridos, Pedro, Santiago y Juan se transfigur y apareci
con Sus vestidos resplandecientes como el sol y blancos como
la nieve; Moiss y Elas conversaban con el Maestro para dar
mayor solemnidad todava a la escena gloriosa de la
Transfiguracin del Seor. El Seor suba muchas veces al
Monte de los Olivos y all oraba. Y all un da al ver a esa
ciudad que sera ms tarde el escenario de Su muerte,
derram lgrimas de dolor y de compasin.

Dentro de la ciudad santa de Jerusaln se encuentra una

pequea colina que se llama el Monte de Sin, all se ubicaba
el Cenculo. En este lugar instituy el Seor, la Sagrada
Eucarista. Y en este mismo lugar sucedi tambin el hecho
ms trascendental despus de la Resurreccin del Seor: el
Bautismo de fuego de los apstoles y de la Virgen Mara, en
la Pascua de Pentecosts.
-142-
Jerusaln est sentada sobre los montes, Beln, Nazaret. He
aqu mis queridos estudiantes, por qu el Seor escogi
tambin para la promulgacin de Su Carta Magna, - la Carta
Magna del Evangelio- un monte. Vosotros sabis queridos
estudiantes, que los grandes maestros del Oriente escogen
siempre las cumbres ms elevadas, para all entregarse a sus
prcticas severas de ascetismo: a la meditacin, a esa
comunin con Dios; porque las cumbres nos invitan siempre
a esta comunin. Vosotros tambin aficionaos a las alturas.
Mirad siempre arriba, subid a las montaas. En las montaas
podris vosotros contemplar ms de cerca, la grandeza, la
inmensidad de ese Dios Bendito que precisamente hizo las
cumbres de nuestras montaas, que levant los Himalayas,
que levant nuestras cordilleras de los Andes, como una
invitacin perenne a que nosotros miremos siempre hacia
arriba.

El escenario, o ms bien la Sala del Congreso, el Registro

Senatorial, el Palacio Legislativo para la promulgacin de la
Nueva Ley fue una montaa, una montaa escogida por el
Hijo de Dios. El Delegado del Padre, el Enviado del Padre, el
Mensajero del Padre: el Mesas, Legislador Supremo, va a
dictar Sus Leyes para reglar la conducta de los hombres. Para
que nosotros mis queridos estudiantes, encontremos el
eslabn perdido entre l y Su Dios, entre Su criatura y Su
meta definitiva. Habla el Gran Maestro y comienzan a
descorrerse los velos del tiempo. Con Su visin csmica
contempla la humanidad que ya pas, esa humanidad
presente y la que ha de venir. Para l no hay eso que
llamamos ayer o maana, todo es hoy. Ve, pero ve todo en el
verdadero sentido de esta palabra, porque ver no significa
slo mirar con los ojos del cuerpo, ver tiene otro significado
ms profundo. Ver es intuir, es leer adentro, es escudriar, es
contemplar en toda su extensin, en toda su profundidad, en
todos sus detalles los seres, las cosas. Es penetrar con la
-143-
mirada interna en la esencia misma de todo. Es contemplar
las causas, los orgenes de todo. Es ms: sondear en los
arcanos del espritu, all donde slo dios puede sondear y
donde nosotros podemos interiorizarnos, nadie ms que
nosotros y dios, dios y nosotros. Los siglos se detienen, se
para el lad del tiempo y comienza hablar. Pero Quien habla
mis queridos estudiantes, Quien habla no es un filsofo, es
ms que un filsofo. Quien habla no es un telogo, es ms
que un telogo. Quien habla no es un profeta, es ms que un
profeta. Quien habla no es un sabio, es ms que un sabio.
Quien habla no es un legislador, es ms que un legislador.
Quien habla no es un gran maestro, es ms que un gran
maestro. Quien habla no es slo un avatar, algn hombre
extraordinario enviado en el correr del tiempo para indicar a
los hombres qu ha de seguir. Quien habla es el mismo dios!
Es una divina encarnacin! es el viajero divino que realiz
un viaje pero muy, muy lejano: desde los esplendores de una
Gloria Infinita hasta las oscuridades de llanto y de miseria;
desde los abismos de la Suprema Bienaventuranza hasta las
humillaciones de una naturaleza cada; desde los planos del
Amor Supremo hasta la mansin de los hombres saturada de
odio, de venganza, de retaliacin, de miseria, manchada con
sangre de hermanos. Pero en este corto, brevsimo viaje que
emprende viaje de apenas 33 aos- realizar todo lo que
vino a realizar, cumplir a perfeccin Su obra. Por eso,
cuando abre Sus brazos para invitarnos al abrazo eterno en
ese madero infamante de la cruz, puede decir con todo
aplomo y con toda verdad aquel Consummatum est todo,
absolutamente todo lo he cumplido. Cumpli a plenitud el
mandato de su padre! La nueva Ley que va a promulgar,
cambiar la faz del mundo. Enderezara tambin el curso de
la historia humana. Pero s el hombre hubiera sabido or, si
hubiera sido capaz de escuchar el mensaje Divino y de
ponerlo en prctica la humanidad habra cambiado

-144-
radicalmente: el hombre ya no sera lobo del hombre, no
pensara siquiera en fabricar venenos para matar, en inventar
bombas para destruir, en extraer gases letales para ahogar la
respiracin, en lanzar a los espacios aviones supersnicos y
en lanzar a los mares acorazados de combate para dominar,
en reunir sabios para encerrarles en laboratorios a fin de que
estudien el arte de asesinar con refinamiento. Hemos hecho
un parntesis hermanos queridos, antes de entrar al recinto
sagrado para escuchar el Sermn de la Montaa, el Sermn
del Seor. l no pronunci propiamente un sermn como lo
entendemos nosotros, no pronunci as ciertamente. Mateo el
evangelista le dio esa forma que hoy tiene y que es conocida
por todos nosotros. Mateo recogi lo ms importante de la
Catequesis del Seor y puso en esos tres captulos que
contienen lo que nosotros llamamos el Sermn de la
Montaa. All ciertamente est lo ms importante con
relacin a la Ley, con relacin a los Profetas. All se encuentra
la base de esa Carta Magna. All, los principios
fundamentales de ese nuevo Cdigo, de ese Cdigo del cual
depende toda la suerte de la humanidad, si lo cumple
ciertamente encontrar su felicidad; y su frustracin depende
exclusivamente de que no lo ha cumplido hasta hoy, aquello
que el Seor se dign ensear en aquel Sermn.

CONCEPCIN DE LA VIRGEN MARIA

Vamos a reflexionar sobre uno de los privilegios que es

para la Iglesia catlica, uno de los dogmas ms queridos de
fe, y una de las diademas ms hermosas colocadas en la
frente de la Virgen Mara: Su inmaculada concepcin

-145-
 El Gran Legislador, el
Supremo Legislador:
Dios, mis queridos
estudiantes, del cual
emana toda ley, del
cual viene todo poder,
l no hace excepciones.
No, l da todo igual a
todos. Es que unos le
abren la puerta para
entrar, otros no le
abren; unos le cierran,
no hay cooperacin.

Y qu pas entonces,
con ese Espritu de la
Virgen, con ese
Espritu pursimo? Ese
Espritu pues, le abri de par en par las puertas para que esa
Luz Divina se proyectara enteramente en Ella. Y Ella
entonces, no perdi un solo instante la pureza de esa Luz que
vena desde All, desde la mente de Dios, de esa trayectoria
Divina. Y cuando esa Luz mis queridos estudiantes ya
razonaba, porque sino no podemos entender cmo ya exista
la Virgen entonces, en ese rayo de Luz. Porque debemos
entender, era rayo consciente, rayo de mente, rayo de
voluntad, rayo de conciencia, mente, voluntad, conciencia,
todo luz. Entonces Ella ya razonaba, ya saba.

Y si nos diera a nosotros mis queridos estudiantes, la dicha

de preguntarle y dialogar con Ella sobre esas cosas,
tendramos nosotros la plena seguridad de que Ella si ya
saba a qu vena ac a ste plano cuando se encarn. Y su
encarnacin por eso mis queridos estudiantes, fue una
encarnacin que se llama milagrosa.
-146-
Se encarna en el seno de una anciana como era Ana, y recibe
tambin la sustancia material de un anciano, de Joaqun. Y
entonces, de esas dos sustancias que haban prestado eso
para que ese Espritu puro se encarne, esas no fueron
producto digamos- de ese deseo vehemente de las juventud,
de ese deseo vehemente y pasional, eran viejos entrados en
aos. Y la concepcin de la Virgen se hace en esas
circunstancias

Ella toma la naturaleza humana, es decir, toma la sustancia

humana para encarnar. Pero, miremos atrs y veamos cmo
sali ese Espritu del corazn de Dios: puro, limpio.
Entonces, qu hace entonces mis queridos estudiantes al
tomar la naturaleza humana? Es tan violenta, es tan violento,
es tan tremendo digmoslo as- el impacto de ese Espritu
que viene de All, del seno del Padre y que deba ser una
cosa tan grande, cmo el Padre escogi para ese Espritu el
ser Madre de Su propio Hijo! Ese impacto en la unin misma,
en el primer instante de esa unin, cuando se une ese espritu
y entra en esa naturaleza ya humana, entonces, en ese
instante se produce digamos- un gran cortocircuito que
quema, que incendia todo, absolutamente todo resto, todo
vestigio, toda mancha que tiene esa naturaleza, y ese Espritu
es el que exige a esa naturaleza la sublime purificacin. Y ese
espritu es el que reduce a pavesas digmoslo as- y le
purifica en un instante esa sustancia tomada, esa sustancia
material que se llama naturaleza humana, tomada de Joaqun
y Ana.

Y entonces, as viene ese Espritu, y as crece en el vientre

materno ese cuerpo. Pero ya no es un cuerpo como los
nuestros, ya no es un cuerpo que tiene esa mancha, que tiene
esa inclinacin, ese deseo del mal, de la transgresin, ya no,
es otra clase digmoslo as, otra clase de cuerpo. Si, no clase
tomada en el sentido totalmente diferente, especficamente
-147-
diferente. Digamos, la Virgen no toma algo totalmente
distinto, sino toma la naturaleza humana, pero como digo,
ese Espritu lo transforma intrnsecamente al primer contacto
con ese vulo prendido en el seno de la madre. Ya ese vulo
tiene todas las propiedades que viene de la Luz, de la Luz
pura que viene de Dios. Y ese vulo fsico se transforma
tambin en un lmpido cristal.

Si hubiera examinado un vidente ese seno en el cual est

reposando ese vulo que va creciendo, ese seno de Ana,
hubiera visto que tiene esa claridad, esa transparencia
especial, particularsima que no tiene ninguno de los
hombres, ni San Juan Bautista.

Entonces, la Virgen nace como toda nia, como toda criatura,

pero as. Y cuando est ya joven, y cuando recibe la visita del
ngel, ya se da cuenta de la misin que tiene. Y el dilogo
que entabla con el ngel, no es sino un dilogo narrado por el
evangelista San Lucas, -no por Juan porque l no nos narra
ese dilogo-, por el evangelista San Lucas para darnos una
idea de la grandeza de la Virgen Mara. Pero idea digamos,
una idea exotrica, una idea externa hasta cierto punto, una
idea que puede ser comprendida por todos.

Entonces, la Virgen, Espritu pursimo que al encarnarse

transforma la naturaleza humana, transforma
intrnsecamente la naturaleza humana que recibe Ella.
Entonces, as transformado se prepara el Templo, el
Tabernculo del Hijo de Dios. Y no poda mis queridos
estudiantes, no poda bajo ningn aspecto, ese Hijo de Dios
encarnar en otro Tabernculo que no fuera de esa naturaleza.
No poda mis queridos estudiantes, encarnar El en otra mujer
que no hubiera sido purificada as y que no hubiera salido
firme de la prueba a la cual fue sometida, si hubiera tenido
esa Mujer alguna vacilacin.
-148-
De tal manera que la grandeza de Mara hemos de ir a
buscarla all, desde all, en el corazn de Dios primero, y
luego hemos de ir a buscarla tambin en la grandeza de ese
Espritu que sometido a la prueba, sali avante. Este es el
gran significado de la Inmaculada Concepcin de la Virgen!

Entonces, hay razn mis queridos estudiantes para que el

Papa, el gran Papa Po Nono en 1854 el 8 de Diciembre haya
declarado Dogma de fe la Inmaculada Concepcin de la
Virgen Mara. Es decir, que esa concepcin no tuvo ninguna
sombra de pecado, que eso, esa concepcin se realiz sin que
la Virgen en ningn momento haya tenido la menor sombra
de pecado, propio de la naturaleza humana. Este es el gran
significado de esto que vosotros escuchis mis queridos
estudiantes! Y que creo que lo comprendis, o al menos lo
entrevis, entrevis vosotros. Y termino mis queridos
estudiantes, con algo relacionado tambin con las apariciones
de la Virgen Mara.

Tanto en Lourdes como en la gran metrpoli europea, la

ciudad luz -qu cosa tan significativa!- en la gran ciudad luz:
es Pars, all hay un capilla, una capilla de las hermanas de la
caridad, en donde tuve tambin la dicha de celebrar algunas
veces la Santa Misa, en esa capilla de las apariciones de la
Virgen a sor Catalina Labour, a esa novicia de la caridad.
Cuando esa novicia tmida, esa novicia pues que estaba
realmente, como fuera de s ante la aparicin de la Virgen,
cuando dialoga con Ella y le pregunta Quin eres Seora?
Cul es tu nombre? Ella le contesta la Virgen-: Yo soy la
Inmaculada Concepcin, le dice: mi nombre es la Inmaculada
Concepcin. Es decir, este Espritu que sali del corazn de
Dios y se encarn sin tomar nada de lo manchado de la
naturaleza humana, y al encarnarse purific la naturaleza
humana. Yo soy la Inmaculada Concepcin!

-149-
Y tambin en Lourdes dice lo mismo, habla Ella como la
Inmaculada Concepcin. Su gran privilegio y Su querido
privilegio despus de Su Maternidad Divina es ste: de Su
Inmaculada Concepcin.

Mis queridos estudiantes, ya tenemos una idea creo-

bastante clara, bastante exacta, bastante precisa de lo que es
ese Espritu puro, ese espritu limpio de Ella, de la Virgen
Bendita. Y aqu, tenemos el por qu de que nosotros
TENEMOS que CONSIDERARLA ya a ELLA despus de
Cristo, antes que a cualquier otro hombre, antes que a
cualquier otro maestro a la Virgen- como la MAESTRA DEL
MAESTRO, porque es as. Si Cristo es el Maestro de los
maestros, Ella es la Maestra del Maestro! Y Ella lo demostr
as, en todo el Evangelio de San Juan. Y Ella tambin lo
demuestra cuando quiere demostrar a sus hijos enseando,
enseando a sus hijos lo que Ella es.

MARIA EJEMPLO DE ORACIN

S. Hay que orar. Pero hay que orar bien, mis queridos
hermanos. No creamos que bien orar consiste en decir
muchas frmulas de oraciones, en tomar un devocionario y
rezar todas las frmulas de oraciones que encontramos all.
No, mis queridos hermanos, sta no es la verdadera oracin.

La verdadera oracin es simple, es una simple mirada que

nosotros dirigimos a Dios. Oracin es un simple despertar
pero ese despertar en el corazn de Dios. Esa es la verdadera
oracin!

-150-
Orar es sintonizarnos con l y pensar en l; tratar de vivir la
paz que viene de l, la alegra que viene de l, la
bienaventuranza que viene
de l. Esta es oracin, mis
queridos hermanos!

Y quin ms que la
Santsima Virgen va a
ensearnos a nosotros esta
oracin, ya que es tambin
Ella la maestra de oracin!
Por eso, as como pidieron
los Apstoles al Seor,
hemos de pedirle a la
Santsima Virgen que nos
ensee a orar, para que por
medio de la oracin
podamos alcanzar la
bienaventuranza.

MARA, MANIFESTACIN DIVINA

La Virgen Mara es la primera y gran manifestacin divina en

el orden ontolgico y tambin en el orden lgico, como ser
ms cercano a Dios, como manifestacin ms perfecta de
Dios. Esta manifestacin naturalmente en toda criatura es
santa, pura, inmaculada, perfecta en su orden. Y no puede
ser de otro modo, ya que es manifestacin Divina; y lo que es
de Dios, Dios es; lo que viene de la Suma Perfeccin, perfecto
es en su orden respectivo de ser.

La Virgen Bendita conserv siempre este modo de ser puro,

santo, inmaculado. Esta es la esencia de Su Inmaculada
Concepcin. No hay purificacin, no hay ablucin posterior,

-151-
porque ese espritu nunca necesit su ablucin, ni
purificacin.

EN EL LXXV ANIVERSARIO DE UN MILAGRO

La mayora de los hombres no

vive sino de la emocin del
momento, del acontecer diario,
del sensacionalismo
intrascendente de la ltima
noticia, del dato trivial
abultado en grandes titulares
de revistas y publicaciones que
hacen dinero de todo esto.
Qu difcil resulta encontrar
cerebros que piensan, almas
que reflexionan, espritus que
se esfuerzan por penetrar en
los deslumbrantes misterios
del cosmos o en las cimas abismales de las divinas
perfecciones! Qu difcil resulta encontrar la respuesta a
tantos hechos trascendentales de la historia humana! Por
qu? Porque hace falta el verdadero filsofo, el investigador
inquisitivo que se esfuerza por descifrar las inquietudes y los
signos de los tiempos! Nos encontramos frente a un hecho
extraordinario, que trasciende los lmites del vivir prosaico,
que necesita una explicacin, alguna explicacin. Las
circunstancias que forman el marco de este hecho, no son
nada extraordinarias. Qu tiene de extraordinario un
comedor en donde estn cenando en las primeras horas de la
noche unos nios? No sucede esto todos los das, centenares
de miles de veces? Qu tiene de extraordinario que en ese
comedor presida desde el lugar principal algn cuadro,
alguna imagen de Cristo, de la Virgen, de algn santo o
simplemente algn paisaje? No se decoran con estos objetos,
-152-
salas y comedores en todo el mundo? Pero, aqu viene lo
excepcional, lo extraordinario, lo trascendente: Una imagen
de la Virgen Mara, Madre del Verbo, que cre un artista
annimo, bajo la inspiracin del dolor lacerante que
traslad al lienzo el rostro de una mujer nica, tierna como
ninguna; de mirada dulce, con la dulzura de todas las
madres de la tierra; con los ojos nublados por infinita tristeza;
con las mejillas humedecidas con las lgrimas que condensan
todo el dolor de la raza humana, con las manos delicadas de
ptalos de azucena que han florecido la paradoja de agudas
espinas; con el corazn despedazado por simblicos
puales

Que ese cuadro que la noche del 20 de abril de 1906, penda

de una pared del comedor de los nios del Colegio de los PP.
Jesuitas, de pronto cobrara vida, que en ese Cuadro se
produjera una verdadera transmutacin, que toda la
contextura externa de esa Imagen, dejara de ser por unos
momentos la sencilla representacin del smbolo ms excelso
de los cristianos y se convirtiera en la Madre verdadera,
exactamente en esa misma Madre que experiment en su
corazn la muerte del Hijo que ofrend su vida por el
hombre, que palideciera, que moviera los prpados, que
expresara el dolor supremo con el mejor lenguaje: el de las
lgrimas

No es esto, en verdad un hecho excepcional, nico,

imposible de explicar siguiendo los cnones estrictos del
razonamiento meramente humano? Esto sucedi en Quito,
en el comedor del antiguo Colegio San Gabriel, en presencia
de numerosos nios y del sacerdote que ejerca entonces la
vigilancia. Cada quien explique e interprete como quiera la
motivacin de este milagro. El milagro es incontrovertible. La
Virgen Mara quiso manifestarse a nosotros, a nosotros
ecuatorianos. A nosotros que, en la corta vida de Nacin
-153-
independiente, hemos tenido tantos, tantos altibajos en todo
orden: En lo social, econmico, poltico, religioso

Madre Dolorosa, que tu mirada permanezca puesta siempre

sobre el Ecuador. Es tu pueblo. Somos tus hijos engendrados
en el dolor. Vela especialmente por la niez, por la juventud,
por el gobierno de esta Patria terrena para que aqu
aprendamos todos, el arte de prepararnos debidamente a
vivir la vida verdadera.

DESDE EL ARCANO DEL SILENCIO

Y ahora mis amados estudiantes escuchad unos pocos

pensamientos. Pensamientos que sin duda alguna, os
servirn para preparaos a esta gran fiesta de Navidad.

En este momento que os dirijo estas palabras, me siento lejos,

muy lejos. Las luces de este mundo se oscurecen, comienzo a
vislumbrar los signos del Arcano. Quisiera guardar silencio,
profundo silencio. Quisiera solamente escuchar el mensaje
que viene desde all, desde muy lejos; mensaje que es tan
difcil expresar en palabras.

Siento una alegra infinita al dirigirme a vosotros. Un no s

qu, que me hace olvidar cuanto me rodea. Quiero
adentrarme ms y ms, en un abismo cuyo lmite
desconozco. Pero es un abismo de Luz, de Gozo, de
Bienaventuranza, de Paz, de Amor.

Entro en m mismo. Yo siento a cada uno de vosotros, mis

queridos estudiantes, a cada uno de vosotros distintamente y
a todos al mismo tiempo. Yo os veo tan cerca, tan cerca; tan
unidos a m que no se: si soy yo mismo en cada uno de
vosotros, o vosotros en m.

-154-
 Mi espritu se hace grande,
muy grande; adquiere
contornos de infinito. Hay
una fuerza secreta,
tremendamente poderosa
que me une a cada uno de
vosotros y me encadena.
Pero no con esas cadenas
que significan esclavitud,
sino con esas cadenas que
hacen verdaderamente
libres: las del AMOR. Pero
de ese amor que viene de l,
del Bendito Dios, de su Bendito Hijo, de su Santa Vibracin
Omnisciente y Omnipresente que nos da la conciencia para
saborear el gozo inefable de nuestra comunin con l.

A l, le pido para cada uno de vosotros sin excepcin. Para

los que estis ms adelante en el sendero, para los que recin
habis comenzado. Para los dbiles, para los turbados, para
los inquietos, para los atormentados, para los tristes, para los
enfermos, en fin para todos, una ESPECIAL BENDICIN.
Especialsima bendicin como la que descendi la Noche
aquella de la Venida al mundo del mismo Hijo de Dios.

Mi conciencia, mi mente, mi corazn vuelan all, a Beln.

Entro en la pequea Gruta que le vio nacer a ese Nio
chiquito, que hizo estremecer de gozo los quicios de los
palacios celestiales, que inund de luz todos los planos. Que
produjo una descarga de energa divina tan poderosa sobre
esta tierra de pecado, que la transform en un oasis de gracia:
De escenario de odio, en islote de amor. De teatro de
desesperacin y de miseria, en arca de esperanza y de
riqueza.

-155-
Queridos estudiantes, en la noche de Navidad adentraos s,
adentraos, dentro de vosotros mismos. Entrad dentro de
vuestros santuarios y encontrad en ellos a ese Nio Chiquito
que nace en cada uno de vosotros. A ese Cristo Bendito, el
nico que realizar el gran milagro de purificaros y de
transformaros con el fuego del Espritu Santo, el nico que
tiene el poder de haceros nuevas criaturas.

Meditad s, meditad profundamente. Abandonaos en Sus

brazos y tranquilos esperad Su respuesta, esperad Su sonrisa,
Su paz, Su gozo, Su bienaventuranza.

Navidad no es ruido, es el silencio. Navidad no es jolgorio, es

reposo. Navidad no es disipacin, es recogimiento. Navidad
no es fiesta cvica, es fiesta de Dios. Navidad no es vana
alegra, es gozo verdadero. Navidad no es celebracin
humana, es realizacin divina.

Recibid a ese Bendito Nio en vuestros hogares, para que sea

siempre no vuestro husped, sino vuestro gua, vuestro
Padre. En vuestras diarias actividades, en vuestros pequeos
o grandes problemas, recibidlo s; y recibidlo sobre todo, en
vuestros corazones: En cada uno de vosotros, debe encontrar
l y solo l, un trono desde donde pueda gobernar toda
vuestra vida.

Jvenes matrimonios, matrimonios antiguos, estudiantes

todos, felices de vosotros porque se os ha dado a conocer la
hora de Dios. Porque le habis abierto las puertas del
corazn. Conservadlas siempre abiertas por vuestra
humildad, por vuestra devocin, por vuestra mutua
comprensin, por el amor que le debis a l y a vuestros
hermanos.

-156-
Yo, el ltimo de todos vosotros, pido a ese Nio Bendito que
os haga sentir la dulce y al mismo tiempo TREMENDA
VIBRACIN de Su Presencia. Que l os haga muy felices,
estos son mis deseos.

Os transmito tambin esto que hemos sentido

profundamente Pablito, Mara Eugenia y vuestro servidor.
Ellos mis queridos estudiantes, os siguen amando, pero
amndonos profundamente. Sentid su amor, sentid su
mensaje, vivid su amor, vivid su mensaje; y lo sentiris y lo
viviris en la medida en que profundicis vuestra
meditacin. Ellos me dicen una vez ms, que son muy felices,
que quieren compartir con cada uno de vosotros su gozo
inefable, su felicidad inefable de estas Navidades. Ellos os
recomiendan que seis firmes, resueltos, decididos en
vuestras prcticas espirituales. Ellos estarn junto a vosotros
en la Noche Buena meditando con vosotros, gozando con
vosotros, compartiendo vuestras inquietudes, vuestras
pruebas, vuestros quebrantos. Ellos os tienen presentes a
cada uno de vosotros y a cada instante, recordad esto
siempre.

Ellos se unen a vosotros, en el canto de alabanza que

entonaron los ngeles en la Noche Buena sobre el campo de
los pastores: GLORIA A DIOS EN LOS CIELOS Y PAZ EN
LA TIERRA A TODOS LOS HOMBRES QUE CUMPLEN SU
VOLUNTAD. Ellos, Pablito y Mara Eugenia, en las
mansiones celestiales, all donde ya no hay lgrimas, all
donde no hay dolor, all donde no hay inquietud, all donde
no hay quebranto. Ellos, en las mansiones celestiales, se unen
a vuestro gozo en esta Noche Buena.

-157-
EXPOSICIN EN EL CONGRESO MUNDIAL DE
RELIGIONES

ABRAZO ESPIRITUAL ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE

En el verano de 1893, meses

antes de reunirse en Chicago
el Primer Parlamento
Mundial de Religiones,
desembarcaba en Vancouver
un joven "Sannyasn" hind,
por nombre swami
Vivekananda. No traa
consigo cartas de
presentacin, ni conoca a
nadie en la gran ciudad; sin embargo, en la sesin inaugural se
destac como uno de los voceros ms calificados entre los
delegados orientales.

Frente al exclusivismo que tienen las religiones, dijo entonces:

"La unilateralidad es el veneno del mundo; cuantos ms lados podis
desarrollar, tantas ms almas tendris, y podris ver el Universo a
travs de todas las almas". Tomando la comparacin de la maceta
como smbolo de cada religin y la planta como una religin
universal, aadi: "Las iglesias, doctrinas y formas son defensas para
proteger a la tierna planta, pero despus tienen que ser arrancadas para
que la planta pueda hacerse rbol. Del mismo modo, en las diversas
religiones, las Biblias, los Vedas y los dogmas son macetas para la
pequea planta; pero es necesario sacarla de la maceta". "Mira al ocano
y no a la ola; no veas diferencia entre la hormiga y el ngel. Cada

-159-
gusano es un hermano del Nazareno. Cmo dices que el uno es ms
grande y el otro menos? Cada cual es grande en su propio lugar."10

De esta manera se propuso poner las bases para borrar las

fronteras entre las religiones y trabajar por una religin universal
que una a todos los hombres.

Este swami oriental, fiel discpulo de

su gran maestro Sri Ramakrishna,
proclamaba que la Verdad y la
unidad fundamental de todas las
religiones debe ser la meta de todos
los hombres.

Creo tambin que a la Verdad y a la

unidad, debiera aadirse la palabra:
"AMOR" como la sntesis de la unin
del hombre con Dios.

El da de hoy, para conocer a un

pueblo es necesario, no solamente
enterarse de su dimensin
geogrfica, poltica, econmica, social, cientfica, cultural,
artstica, sino filosfica y religiosa. La filosofa y la religin como
hecho social hay que conocerlas ms que los otros.

He dividido esta disertacin en dos partes: En la primera,

presentar una visin panormica de la convergencia y
divergencia entre Oriente y Occidente en las cosas que se
relacionan con el orden material.

Swami Vivekananda- Plticas inspiradas.- Ramakrishna Ashrama.-

10

Buenos Aires Argentina p. 69.

-160-
En la segunda, examinaremos esta convergencia y divergencia en
el orden filosfico y religioso con su proyeccin al tercer milenio.
Por ltimo, sacaremos las conclusiones.

PRIMERA PARTE

CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y

OCCIDENTE EN EL ORDEN MATERIAL

En el orden Poltico

Los hombres, las familias y sus

asociaciones, conscientes de su
insuficiencia para llevar una vida
plenamente humana, se han visto
en la necesidad de constituirse en
comunidades polticas para velar
por el bien comn. Con este
objeto, en estas comunidades se
ha creado la autoridad como
coordinadora de los bienes de sus
asociados.

En la antigedad, el Oriente se ha caracterizado por la creacin

de grandes imperios que florecieron en Persia, Babilonia,
Mesopotamia y otros pases en el Extremo Oriente, cuyos rezagos
subsisten hasta hoy. Esta misma caracterstica se destac tambin
en el mundo antiguo en
Occidente, tanto en Europa
como en Mesoamrica y
Suramrica.

En la poltica de Oriente, se
destaca el hecho de que todos
los seres humanos deben

-161-
caminar juntos, formando una gran comunidad. La persona
humana es colocada en segundo lugar.

En Occidente predomin la tendencia a formar naciones

separadas con sus propios gobiernos. Esta tendencia caus el
resquebrajamiento de la unidad poltica por las guerras a lo largo
de la historia y dio como resultado la formacin de naciones
autnomas en las que la persona humana ocupa el primer lugar.

En el orden Econmico

En Oriente no es el hombre el sujeto de la economa, sino la

comunidad. El individuo est educado a renunciar a sus propias
ventajas en beneficio de la comunidad.

En Occidente predomina el fenmeno del individualismo liberal

econmico que favorece la libre empresa y la industria en
detrimento de la comunidad humana. Esto ha dado origen a la
sindicalizacin de las empresas productivas y ha generado las
desigualdades sociales. Mientras mucha gente carece an de las
cosas indispensables, hay quienes, -an en las regiones menos
desarrolladas- viven opulentamente o malgastan los bienes.

Al evaluar esta caracterstica de Occidente, la Constitucin sobre

la Iglesia en el mundo actual del Vaticano II hace esta sabia
reflexin: "Jams el gnero humano disfrut de tantas riquezas,
posibilidades y poder econmico. Sin embargo, todava una porcin
ingente de los habitantes de la tierra se ve atormentada por el hambre y
la miseria... Jams los hombres han tenido un sentido tan agudo de la
libertad como hoy. Pero estn surgiendo al mismo tiempo nuevas formas
de esclavitud social y psquica... Se busca con ahnco un orden temporal
ms perfecto, pero el progreso espiritual no avanza a la par."11

11
Vaticano II. Constitucin Gaudium et Spes n 4.
-162-
En la sociedad occidental el lujo y la miseria, la riqueza y la
pobreza coexisten. Se dice que, de los mil millones de seres
humanos que tiene Amrica Latina, doscientos millones viven en
la absoluta pobreza; el mismo fenmeno se produce en Asia y
frica.

La filosofa de la socializacin econmica de Oriente y Occidente

no ha cambiado: en Oriente se inspira en la integracin a la
comunidad; en Occidente se orienta al bienestar individual.

En el orden Social

Segn el ordenamiento divino, todos los hombres fueron creados

para formar una sola familia y para tratarse como hermanos. De
este principio nacen los vnculos sociales para el desarrollo del
hombre, de la familia y de la comunidad poltica, que ha dado
origen a las diversas asociaciones e instituciones de derecho
pblico y privado. De este hecho ha nacido la socializacin para
reafirmar y desarrollar la persona humana y salvaguardar sus
derechos.

El orden social ha sido establecido para el bien de las personas, y

no lo contrario; nace del principio divino: "Amars a tu prjimo
como a ti mismo."12

El mandamiento divino quiere que nos acerquemos a todos los

hombres considerndoles como hermanos. "Ancianos abandonados
de todos, obreros nacionales y extranjeros despreciados injustamente,
nios nacidos de una unin ilegtima, hambrientos que encontramos en
las calles; en una palabra: todos, especialmente los necesitados, deben
ser tratados como un otro yo nuestro. Todo lo que degrada la
civilizacin humana, todo atentado contra la vida, todo lo que viola el

12
Mt. 5, 43.
-163-
mandamiento de amar al prjimo como a otro yo nuestro"13 debe
desaparecer.

Estos son los principios del orden social que propugna el

cristianismo de Occidente.

En Oriente la persona est limitada por costumbres y reglas

tradicionales que la subordinan a la comunidad y le impiden su
auto-evolucin.

En el orden Cientfico

En la antigedad, fue la India el pas que comenz por estudiar

los fenmenos astronmicos,
que incursion en la medicina
y en la psicologa, que
descubri la trigonometra; y el
astrnomo rabe AI-Battani
sostiene que la introduccin de
la trigonometra en los clculos
matemticos es de origen
indio.

La India descubri el
Ayurveda, un sistema de
medicina emprica; conoci tambin una tcnica avanzada de
fabricacin del hierro.

La China tuvo un conocimiento avanzado de astronoma que le

permiti seguir el movimiento de los .astros para elaborar sus
calendarios. En este pas, el lgebra tuvo -antes de Pascal y
Geottfried Wilhelm Leibniz- un gran desarrollo; sus
conocimientos mdicos eran adelantados; conoci la acupuntura,
que la medicina de Occidente emplea tambin el da de hoy.
13
Vaticano II. Constitucin Gaudium et Spes n 27.
-164-
A partir del siglo XVI comienza el estancamiento de las ciencias
orientales por la rpida evolucin de la ciencia de Occidente. El
renacimiento y la Reforma Protestante canalizaron fcilmente el
pensamiento occidental cristiano hacia el estudio del cosmos. La
mentalidad occidental se vuelca al mundo material, comienza a
utilizar en toda su dimensin su capacidad para estudiar las
leyes de la naturaleza; sus conquistas en este campo son
extraordinarias.

En Oriente no se dio este fenmeno, conservando sus tradiciones;

su empeo era acatar el poder divino que rige los seres y las
cosas para vivir adaptndose a las leyes del universo.

Algunos pases de Occidente como Portugal, Espaa, Holanda,

Inglaterra, entre otros, en su afn de podero y riqueza
establecieron sus colonias en muchos pases de Oriente, para
abandonarlos despus. La dominacin de Occidente no logr
sepultar la milenaria cultura espiritual de aquellos pueblos.

En el orden Cultural

Por la cultura el ser humano desarrolla sus cualidades fsicas,

mentales y espirituales, participa en la vida social tanto de la
familia como de la sociedad civil y es capaz de acumular sus
experiencias para provecho de los dems. La cultura humana
tiene un aspecto histrico y social que genera estilos de vida
diversos que le permiten servirse de las cosas, trabajar, crear
leyes e instituciones jurdicas, promover las ciencias y las artes,
cultivar la belleza y practicar una religin. Por medio de la
cultura se han cambiado radicalmente las circunstancias de la
vida humana.

La cultura occidental se ha impuesto como meta la bsqueda y

aprovechamiento de los valores materiales. Se centra: en las
ciencias exactas para aprovechar la riqueza de! mundo material;
-165-
en la psicologa para explicar en profundidad la actividad
humana; en los estudios histricos para descubrir el doble
aspecto de la mutabilidad y evolucin de las cosas; en los hbitos
y costumbres que tienden a unificarse cada vez ms.

El creciente intercambio entre las diversas naciones y grupos

humanos permite a Occidente redescubrir los tesoros de las
distintas civilizaciones y adquirir una cultura humana ms
universal que promueva la unidad de la especie humana,
respetando las caractersticas esenciales de las distintas culturas.

Esto ha dado origen al nacimiento de un nuevo humanismo, en

el que el hombre reconoce su responsabilidad para con sus
hermanos y la historia.

La cultura oriental est ligada ntimamente a un patrn

espiritual; gira en torno de l y se proyecta a la comunidad. El
trabajo, las leyes, las instituciones jurdicas, la psicologa, la
historia, la vida social y familiar estn inseparablemente unidas a
lo espiritual.

De estas dos culturas: La cultura humana de Occidente centrada

en lo material est llamada no slo a la bsqueda y
aprovechamiento de los bienes materiales para el goce material,
sino a desarrollarse de tal manera que "cultive equilibradamente
a la persona humana ntegra y ayude a los hombres en las tareas a
cuyo cumplimiento todos, y principalmente los cristianos, son llamados,
unidos fraternalmente en una sola familia humana."14

La cultura humana de Oriente est llamada tambin a

aprovechar de la riqueza del mundo material para el bienestar de
la comunidad.

14
Vaticano II. Constitucin Gaudium et Spes n 56.

-166-
El ideal sera encontrar entre ambas culturas un equilibrio tal,
que permita la armona en la cual Oriente -dando primaca a la
parte espiritual- no descuide el aspecto material; y a su vez, que
Occidente no abandone lo espiritual para dedicarse a lo material.

En el orden Artstico

Cada ser humano a travs de los sentidos que actan como un

filtro, recibe el impacto de los objetos que le rodean y tocan las
fibras emocionales, mentales y espirituales ms ntimas. As
naci el Arte. Las bellas artes, como la pintura, la escultura, la
arquitectura, la msica, la literatura; las artes mecnicas, en lo
que se necesita el trabajo manual o el concurso de mquinas; son
expresiones de la forma, del color, del sonido. En estos tres modos
de expresin (tradico) se revela la infinita sabidura y bondad
del Autor de todas las cosas. El arte es la expresin de lo que
siente individualmente cada ser humano.

El arte occidental se caracteriza por acentuar lo particular, no lo

universal; por una tendencia al anlisis y a la expresin de cada
forma en particular. Esto lo podemos constatar con relacin al
arte cristiano: en el arte clsico de la arquitectura constantiniana,
en el arte bizantino; ms adelante, en la escultura y la pintura del
arte de la Europa monstica y feudal; y por ltimo, en el siglo
XIX en el impresionismo y esculturalismo, en el formalismo
abstracto, en el expresionismo, en el futurismo y otros.

En el arte oriental resalta lo universal. La pintura oriental gira en

torno a dos dimensiones en las que resplandece la unidad infinita
del Todo presente en cada parte; la arquitectura, conservando
esta misma caracterstica, se expresa en variaciones infinitas; en
la msica oriental se destaca la monotona para resaltar la nota
clave; al contrario de la msica occidental de ritmo polifnico
variadsimo.

-167-
En resumen, el arte oriental tiene un fundamento metafsico que
se expresa en la armona del todo; el arte occidental es la
expresin pormenorizada de la belleza.

SEGUNDA PARTE

CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y

OCCIDENTE EN EL ORDEN FILOSFICO Y RELIGIOSO

El concepto filosfico ha sufrido una evolucin en Oriente y

Occidente. En Oriente, la filosofa -desde sus comienzos hasta
hoy- es una ciencia inseparablemente unida a la religin; en
Occidente, la filosofa se ha independizado del concepto religioso
y se ha convertido en una ciencia autnoma de la razn; la
religin es una ciencia separada de la filosofa. Dios, el orden
trascendente, el hombre y su relacin con Dios, han dado lugar al
nacimiento de la teologa especulativa, de la asctica y de la
mstica. En Occidente el campo filosfico y el campo teolgico
siguen por caminos paralelos diferentes.

Este es, a nuestro juicio, el punto clave de la diferencia entre la

filosofa y la religin de Oriente y Occidente.

En el orden Filosfico

La filosofa surge del encuentro entre

el hombre, la sociedad y el mundo
que le rodea. Est vinculada
esencialmente a la historia humana.

La filosofa oriental, se remonta a

unos tres o cuatro mil aos antes de la
era cristiana. El filsofo oriental no
tiene tratados filosficos especficos que nos ofrezcan una sntesis
de su pensamiento filosfico. Lo que se conoce bajo el nombre de
filosofa oriental est expuesta en sus libros sagrados, que se
-168-
conservaron por mucho tiempo slo en la tradicin oral. Esta
tradicin fue ms tarde, consignada por escrito por los Rishis que
moraban en los bosques y en las mrgenes de los ros y lagos,
que fueron considerados como seres de origen divino, que
vinieron en los das precursores de la edad Vdica.

La filosofa oriental se podra definir como una ciencia de la

unin del Uno con el Todo y del Todo con el Uno, esto es, de
Dios con su creacin. Este concepto bsico de la esencia de la
filosofa oriental ha permanecido inalterable. No hay verdadero
maestro oriental hasta el da de hoy, que no ensee y viva este
concepto fundamental de su filosofa.

Para la gran mayora de los occidentales los pueblos de Oriente

en cuanto a su cultura, costumbres, formas de vida, a sus
tradiciones milenarias, su filosofa, su religin, sus conceptos
acerca de Dios, del hombre y del cosmos, su interrelacin con el
universo, pasan desconocidos.

Poqusimos conocen de cerca, en sus propias fuentes o a travs

de contactos personales, su cultura milenaria.

Toda la literatura y la filosofa snscrita, que es ms extensa que

la griega y la latina juntas, estn impregnadas de un profundo
sabor religioso.

Su filosofa no naci en y para la mente, carece de enunciados

metafsicos, ontolgicos, antropolgicos, psicolgicos, sociales y
cientficos Es una filosofa que viene de Dios, se proyecta al
hombre y contina inseparablemente unida a Dios. Dios es el
punto alfa y omega de esta filosofa.

Uno de los ms grandes filsofos de la India, Sankaracharya

sentaba este principio: "La filosofa sin religin degenera en un vano
-169-
y seco intelectualismo; la razn se mueve en un crculo, crea dudas y
nunca arriba a una finalidad total. Puede indicarnos la posibilidad, no
la prueba de la realidad ltima (Dios), pues si no se halla animada por
la fe, vuelve agnstico a quien la utiliza."15

Otro de los filsofos del siglo VIII de nuestra era, swami

Nikhilananda, anotaba que: "En Occidente, especialmente desde el
comienzo de la Era Moderna, la filosofa se ha divorciado de la religin.
El resultado parece haber sido desastroso para ambas; los pensadores
hindes, sin embargo, han mantenido siempre una estrecha alianza
entre las dos. La una es incompleta sin la otra. La filosofa es la
bsqueda de la verdad y la religin es la bsqueda de Dios. Sin
embargo, en la Experiencia final, Dios y Verdad son una y la misma
cosa."16

El oriental es el filsofo de la inmanencia divina. No concibe a un

Dios que no est cerca del hombre y en el hombre.

El concepto antropolgico del filsofo

oriental es mucho ms claro, ms
completo y ms concreto que el del
filsofo occidental. El filsofo oriental
sostiene que: "El ser humano posee distintos
cuerpos (fsico, etrico, astral, mental, causal),
el alma y el espritu. El espritu es el Yo
Superior, el Atman que pertenece al mundo
divino, es como una gota de agua en un grano
de arena de las riveras del mar Infinito, un destello de la llama sagrada,
una chispa divina, es algo de Dios mismo. Nuestro espritu es de la

15
Atmabodha. Bs. As Ed. Hastinapura. 1982 p. 38.
16
Sir Sankaracharya "Atma Bodha", Bs. As. Ed. Hastinapura. 1982 p.
38.
-170-
misma naturaleza del Espritu Divino que, conservando su
individualidad, entra en comunin con Dios."17

El oriental ha creado una filosofa en la cual nada de lo que tiene

el hombre se excluye de Dios. Ha creado la Yoga como ciencia de
la unin del hombre con Dios. Todas las ramas de la Yoga se
encaminan a este mismo fin: "La unin del hombre con Dios. La
Hatha Yoga (ciencia del cultivo del cuerpo fsico), el Karma Yoga (ley de
causa y efecto), Gnani Yoga (ley del conocimiento), el Bhakti Yoga
(yoga devocional), el Raja Yoga (yoga de la concentracin), el Mantra
Yoga (el poder de la palabra), el Laya Yoga (control de la conciencia), el
Nada Yoga (control del sonido), el Kundalini Yoga (ciencia del
despertar la energa de los chakras, y otras clases de Yogas, en la
filosofa hind estn encaminadas a la bsqueda y la realizacin de
Dios)." 18

En la filosofa de Occidente se pueden anotar tres grandes

perodos: El griego, el cristiano y el renacentista. El primero se
implant en Grecia y abarca seis centurias contadas a partir del
siglo VI A.C.

En este perodo, a partir de Hesodo, Tales de Mileto,

Anaximandro, Parmnides, Herclito, Jenfanes, Pitgoras,
Scrates hasta Platn, la filosofa era considerada como la ciencia
de lo divino; los conceptos: Dios, hombre y su interrelacin
formaban un conjunto unitario. Esto no es extrao porque, entre
otros filsofos griegos, Platn asimil los conocimientos de
Persia Babilonia, Egipto, Fenicia, India y otros pases. Como
ejemplo, cito el siguiente: "La comparacin del hombre que se sienta
en el carro (cuerpo), el intelecto (el auriga), la mente (las riendas), los
17
Yogui Ramacharaka. "Lecciones sobre Filosofa Yogui y ocultismo
oriental". Bs. As. Ed. Kier, p. 72.
18
Satyananda Paramahansa. "El Yoga alrededor del mundo", Bogot
1980. Swami Sivananda. "Tantra Yoga Nada Yoga, Kriya Yoga", Bs
Argentina, Ed. Kier, 1979.
-171-
caballos (los sentidos), los caminos que ellos toman (objetos de los
sentidos) 19, Platn los tom literalmente del Katha Upanishad.

En la elaboracin del concepto antropolgico, Platn defini al

ser humano como un compuesto de cuerpo, alma y espritu. Esta
tricotoma de Platn pas a la filosofa cristiana a travs de San
Agustn. Esta tricotoma de San Agustn est claramente
enseada en la Biblia.

En la Biblia, la palabra ALMA (en hebreo "Nefesh" y en griego

"Psique"), en la versin de los LXX se repite 900 veces con el
mismo significado de "vida" de la literatura griega antigua. "El
alma es lo que hace al cuerpo un ser vivo" 20; "lo vital en el hombre" 21
"morir es exhalar el alma" 22. En el Nuevo Testamento "el Alma
(psique) es la sede de la vida y la vida misma." 23

La palabra espritu ("Ruac" en hebreo y "Pneuma" en griego) se

repite trecientas setenta y nueve veces como la parte autnoma
del hombre. "As como el cuerpo es terrenal porque procede de la
tierra, el espritu es celestial porque procede del cielo." 24

Segn los escritos del Qumran, "El espritu del hombre piadoso ha
sido creado desde siempre"25. La tricotoma antropolgica: cuerpo,
alma y espritu est claramente expresada en San Pablo 26; En el

19
Los Upanishadas. Tercer Vol. nos. 3
20
Gen. 36, 6.
21
Gen. 1, 20.
22
Gen. 15,9.
23
Mc. 8,35.-Mt 10,36,6,25
24
Sab. 15, 11.
25
IQH IV, 21.
26
I Tes. 5, 23.
-172-
canto del Magnificat: "Proclama mi alma la grandeza del Seor, se
alegra mi espritu en Dios mi salvador." 27

Jess usa los dos trminos "alma y espritu" en sentido diferente

cuando dice: "Triste est mi alma hasta la muerte"28; y en la ltima
invocacin al Padre al expirar: "Padre en tus manos encomiendo mi
espritu." 29

Aristteles, como su Maestro Platn, al principio ense tambin

que la filosofa es la ciencia de lo divino; pero se apart de la
lnea de su maestro y ense que la filosofa es una ciencia de la
pura razn, y el concepto unitario de la filosofa se perdi.

Igualmente, en la elaboracin del concepto antropolgico,

Aristteles al principio sigui a su maestro Platn y luego, se
apart de la lnea de Platn y ense que el hombre es un
compuesto de alma racional y cuerpo.

Estos dos pilares de la filosofa de Platn en Grecia y de San

Agustn en los primitivos siglos de la era cristiana, a saber, que la
filosofa es tambin una ciencia de lo divino y que el hombre es
un compuesto de cuerpo, alma y espritu y que fueron
suplantados por la filosofa de Aristteles, convirti a la filosofa
en una ciencia de la pura razn y al hombre en un compuesto de
alma racional y cuerpo. Esta teora aristotlica, a partir del siglo
XIII fue incorporada al cristianismo para explicar los dogmas de
fe, por San Alberto Magno y Santo Toms de Aquino, y
permanece hasta hoy.

La inmersin de la Iglesia en las cosas del orden temporal, por

una parte, y su nueva visin a travs del concepto de la
antropologa de la filosofa aristotlica, dio como resultado una

27
Lc. 1, 46.
28
Mt 26, 38.- Mc 14, 34.
29
Le. 23, 46.
-173-
crisis profunda, que dio origen a la Reforma y al Renacimiento;
continu en el Racionalismo del siglo XVIII con la absolutizacin
de la razn y culmina en aquello que el santo Padre (Juan Pablo
II) bautiz como "El drama espiritual de nuestro tiempo."

En este drama entran en escena hasta hoy: "el secularismo, el

humanismo integral y el atesmo pragmatista, neopositivista,
psicoanalista, existencialista, marxista, estructuralista, Nietzscheano y
las nuevas teologas de la muerte de Dios, de la liberacin de tipo
marxista y otras teologas." 30

Por lo que acabamos de exponer, la polaridad entre la filosofa

oriental y la occidental es profunda. La filosofa oriental tiene
como caracterstica inalterable hasta el da de hoy, la relacin del
hombre inseparablemente unido a Dios.

La filosofa occidental, al convertirse en una ciencia de la razn, a

nuestro juicio, qued mutilada por excluir a Dios; el concepto del
hombre, al ser considerado como un compuesto de cuerpo y
alma (racional) y al haberse excluido de este compuesto al
"espritu", qued tambin mutilado. Aqu est el origen de los
problemas filosficos y religiosos
surgidos posteriormente.

En el orden Religioso

Segn la ltima estadstica de la Iglesia

Catlica, vlida desde el primero de
enero de 1992, la poblacin mundial de
las distintas religiones en el mundo es
de 5.251.238.000 que, por religiones se
distribuyen en el siguiente orden:

30
. Memorias del III Congreso Mundial de Filosofa Cristiana -Quito Ecuador- 1989. El tema de
Dios, un tema Antropolgico. Ed. Pontificia Universidad Catlica del Ecuador- 1990 seccin 1
ponencia: Dios y el hombre realidades antagnicas autor- Dr. Csar A Dvila G. p. 47.
-174-
Cristianos: 1.802.154.000
Catlicos: 928.500.000
Musulmanes: 937.000.000
Hindes: 731.900.000
Confucionistas: 342.430.000
Budistas: 332.900.000
Judos: 19.750.000
Sikhs: 17.580.000
Otras Religiones: 756.254.000
Arreligiosos o Indiferentes: 271.000.000

De los catlicos que existen hoy da en el mundo: El 63.74 %

pertenece a Amrica; el 39.96% a Europa; a Oceana el 26.53%; al
Continente Africano el 13.93%; en el Continente Asitico sobre
una poblacin de 3.149.064.000 hay apenas un 2.73 %.

Ntese bien que en el mundo hay 1.802.154.000 de cristianos y en

el Continente Asitico, 3 mil millones que profesan otras
religiones como: el hinduismo, el budismo, el islamismo, el
judasmo y otras. Esto nos da ya una idea del problema religioso
en el mundo.

Si bien hay puntos convergentes que permiten el acercamiento

entre las distintas religiones, hay tambin serios puntos de
divergencia.

Las divergencias han dado origen, a lo largo de la historia, a

aclaraciones, divisiones, discusiones, sectarismos, persecuciones
y luchas cruentas que no se compaginan con la esencia de una
religin, entendida como la relacin del hombre con lo Santo; es
decir, con Dios. Es explicable -hasta cierto punto- que esto se
produzca, por disputarse un pedazo de tierra, por cuestiones de
carcter poltico, econmico, social, cultural y otros; pero es
inconcebible que se produzca por creencias religiosas.

-175-
Cindonos a las distintas denominaciones de religiones que nos
presenta esta ltima estadstica, vamos a examinar sus puntos de
convergencia y de divergencia.

Todas las religiones tienen un origen comn; segn unos, se

remontan al paleoltico. El hombre primitivo tena ante s estos
tres factores preocupantes: alimentarse, reproducirse y morir.
Esto le hizo reflexionar que, por su condicin mortal, deba tener
alguna seguridad para el Ms All despus de la muerte. Su
espritu intua la presencia de un Ser cuya trascendencia no
poda explicarla. En el correr del tiempo, comienza una accin
directa e inmediata de parte de Dios hacia el hombre.

Esta accin divina se realiza por intermedio de los profetas,

iluminados, santos, maestros, avatares, o como quieran llamarse;
comienza a expresarse por la palabra, las danzas, los lavatorios,
las unciones, las bendiciones y otros actos externos semejantes.

Esta accin divina se ha llamado las "Huellas de la presencia del

Verbo de Dios", "Protosntesis o Religin Patriarcal".

San Agustn la denomina "Religio Vera" que, segn algunos

investigadores va ms all del ao 3.000 A.C.; segn otros, se
remonta a unos 6, 8 o 10 mil aos A.C. Al referirse a estos libros
sagrados de las religiones que tuvo a su alcance, dice el Gran
Padre de la Iglesia: "Le todos sus libros y encontr ah todas estas
grandes verdades: Que el Verbo estaba en Dios, y que el Verbo era Dios;
que Aqul era Dios desde el principio, que todas las cosas han sido
hechas por el Verbo; que de todo lo que ha sido hecho no hay nada que
haya sido hecho sin l; que en l est la Vida; que esta Vida es la luz de
los hombres, pero que las tinieblas no lo han comprendido; que aunque
el alma del hombre rinda testimonio a la Luz, no es ella quien es la Luz,
sino el Verbo de Dios; que el Verbo de Dios es Dios mismo y la
verdadera Luz con la que son esclarecidos todos los hombres que vienen

-176-
al mundo; que l estaba en el Mundo y que el Mundo ha sido hecho por
l y que el Mundo no le ha conocido en modo alguno".

Y aade: "Pues aunque esta doctrina no estuviese en trminos propios

en estos libros, est ah en el mismo sentido, y apoyada por muchas
suertes de pruebas. Ms, que este Verbo haya venido en su propia
morada, que los suyos no hayan querido recibirle y que haya dado a los
que lo han recibido que creen en l, y que invocan su Santo Nombre, el
poder de ser hijos de Dios, es lo que no encontr ah de ningn modo.
Encontr ah que el Hijo ha nacido del Padre y que no usurpa nada
cuando se dice igual a Dios, ya que, por su naturaleza, es de la misma
substancia que Dios, y que esta doctrina est expresada en sus libros, en
muchas maneras diferentes."31

Es clara la voluntad salvfica de Dios por medio del Verbo,

descrita por San Agustn en las otras religiones antes de la
presencia del Cristo hecho Hombre. Esto lo expresa tambin el
Apstol Pablo en su Carta a su discpulo Timoteo: "Dios quiere
que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad." 32

La salvacin no es un privilegio de unos o de otros, de los que

practiquen una religin o de los que practiquen otra. La voluntad
de Dios es salvar a todos los hombres sin excepcin.

En todas las religiones se encuentran estas huellas de la

"Presencia del Verbo". Antes de la venida de Cristo, en los
pueblos de Oriente, del Imperio Romano, Grecia, Amrica y
Mesoamrica, en general en los distintos puntos de la tierra, ya
exista la presencia secreta de Dios; por esta razn, el Concilio
Vaticano II en muchos documentos se refiere a esta presencia.

31
Saint- Yves D'Alveydre. "El Arquemetro". Ed. Luis Crcamo, San Raimundo, 58 Madrid - 20
Cap. II p. 78.
32
I Timoteo 2, 4.
-177-
Puntos de convergencia entre las diversas religiones

Estas huellas del "Verbo", se concretizan en la creencia en un Ser

Supremo Creador, en una vida futura, en el premio o castigo en
el Ms All, condicionados a las buenas o malas obras.

Estas verdades fundamentales son la esencia de las distintas

religiones. No puede haber religin alguna "si faltan el fundamento
divino y la esperanza de la vida eterna." 33

Los libros sagrados del hinduismo, entre ellos el Rig Veda (Veda
de las estrofas) redactado entre los 2000 y 1500 aos antes de
nuestra era, el Sama Veda (Veda de las melodas), el Yajurveda
(Veda de las frmulas) el Atharvaveda y toda la literatura Vdica
completa con las Brahmanas, los Aranyakas y los Upanishads,
que fueron escritos en pocas sucesivas hasta unos 500 aos
antes de la era cristiana; se centran en estas tres verdades
fundamentales: la verdad de la existencia de Dios, la verdad de
la vida futura y la verdad del premio o de la sancin para las
buenas o malas obras.

Estas mismas verdades fundamentales estn expresadas con

otros matices en el budismo, islamismo, judasmo y otras
religiones.

En Egipto, cuyos datos se remontan al ao 5.000 antes de nuestra

era, no hay ningn monumento de piedra que no tenga carcter
religioso; en su literatura escrita sobre papiros y piedras en
caracteres jeroglficos, son raros los textos que carezcan de una
motivacin religiosa. En el Egipto moderno, el nombre de Allah
se encuentra en todas partes; en los sistemas de radiodifusin
egipcia por 10 horas diarias se transmiten cantos con la letra del
Corn.

33
Gaudium et Spes
-178-
 En Grecia se renda culto a Zeus,
el Dios verdadero, Dios supremo,
Padre de los hombres, garante de
la justicia, de la fe y del
matrimonio, Protector de los
dbiles y clemente con quienes lo
invocan. Sus filsofos como
Scrates, Platn Aristteles y
otros tuvieron un concepto claro
de Dios, del Ms All y de la
necesidad de vivir de acuerdo con
las leyes divinas.

Entre los romanos, los chinos, las tribus africanas, asirios y

babilonios; la creencia en el ms all es un hecho indiscutible.

En Meso y Sudamrica: los Aztecas adoraban a Ometeolt, el Dios

dinmico que est junto a todo, Seor del cielo, de la tierra y del
infierno, el que tiene la vida en s mismo y la comunica a todos.

Los Mayas que desde los primeros siglos de la era cristiana,

desarrollaron una civilizacin maravillosa, crean en un Dios
creador y conservador del mundo, llamado Hunabku que era el
Dios Supremo incorporal e invisible. Los Incas del altiplano de
los Andes, como de la costa, adoraban tambin a un Dios
supremo creador llamado Illa Ticsi Wiracocha Pacacik, el
Antiqusimo fundamento, Instructor del mundo. Le llamaban
tambin Pachacamac (creador del mundo).

Esta brevsima sntesis nos lleva a la conclusin que el hombre a

lo largo de su historia ha conservado estas caractersticas de
convergencia religiosa: la verdad de la creencia en Dios, la
verdad de la vida futura y la verdad del premio o castigo en el
Ms All y el valor de la oracin. Los puntos divergentes entre
las distintas religiones se relacionan con el modo de concebir a
-179-
Dios y sus atributos, con la manera de explicar la vida futura en
el Ms All, con el grado de valoracin moral de la conducta
humana merecedora del premio o del castigo, con los ritos de
culto a Dios y otras. Las diferencias entre las religiones en
definitiva son externas.

El hombre en relacin con sus semejantes, con el mundo que le

rodea y con Dios ha conservado siempre su autarqua que, en el
mayor de los casos, es caprichosa y arbitraria, hasta el punto que
piensa que todo cuanto l realiza es algo agradable a Dios si est
de acuerdo con su mundo interior. En la narracin de la creacin
del hombre dice el texto bblico "fue creado a imagen y semejanza de
Dios"34; el hombre tiene tambin la tendencia de concebir a Dios a
su imagen y semejanza.

En Occidente los 1.802.154.000 cristianos que han sido

iluminados por el Verbo de Dios que "se hizo carne y habit entre
nosotros" 35 a quienes ha llegado la plenitud de la revelacin, no
solamente reconocemos a un Dios Padre que envi a su Hijo
Unignito para dar testimonio de la verdad y al Espritu Santo
que nos ilumine para conocerle; creemos tambin en la vida
futura condicionada a las obras de cada uno; poseemos
igualmente los otros medios para vivir unidos a Dios aqu y en el
Ms All.

Existe, pues, los destellos del Verbo y el cristianismo a quien

segn sus escrituras el Padre envi al Verbo que estaba en l,
que "era la luz Verdadera que viniendo a este mundo, ilumina a todo
hombre"36. La presencia del Verbo entre los hombres es el inicio
del cristianismo. El cristianismo que va a terminar su segundo
milenio, no ha conservado su unin monoltica, no ha sido como

34
Gen 1, 26.
35
Jn.1, 14.
36
Jn 1,9.
-180-
Cristo "le pide a su Padre que todos sean uno, como el Padre est en l
y l en el Padre" 37.

Los cristianos estamos divididos. Este es un hecho muy doloroso.

Qu hemos hecho para restablecer la unin monoltica que

existi antes del siglo XVI? Qu hemos hecho para que esta
unin se extienda a las Religiones no cristianas?

A estas preguntas vamos a contestar en los prrafos siguientes.

El Ecumenismo en las Iglesias cristianas

Las Iglesias cristianas, despus de su divisin, no se han

olvidado de la oracin de Cristo al Padre: "Que todos sean uno, a
fin de que el mundo crea que T me enviaste"38. Para el
restablecimiento de esta unin naci el Movimiento Ecumnico.

Este Movimiento Ecumnico naci a principios de este siglo. En

1910 se tuvo en Edimburgo la Primera Conferencia Mundial
Misionera, que la presidi John Mott, y que dio como resultado
la Fundacin del Consejo Internacional de las Misiones. Nacieron
despus dos movimientos: El uno de orden prctico "Life and
Work" (Vida y Accin) en Estocolmo, y en Oxford el de ndole
terico bajo la denominacin "Faith and Order" (Fe y
Constitucin). En 1948, en Ginebra se unen los dos movimientos
y se funda el Consejo Ecumnico de las Iglesias. Este Consejo
tuvo su segunda Conferencia en Nueva Delhi en 1961, en el que
fueron admitidas las iglesias ortodoxas al Consejo Internacional
de las Misiones.

Por otra parte, en 1920 la Iglesia de Constantinopla envi una

encclica a todas las Iglesias del mundo en que invitaba a

37
Jn. 17,21.
38
Jn 17,21
-181-
"manifestar fraternidad y solidaridad entre ellas". Desde esta fecha, la
Iglesia Griega Ortodoxa y las Iglesias de Rusia estn siempre
presentes por medio de sus telogos seglares en los movimientos
ecumnicos a nivel mundial. A partir de la segunda Conferencia
del Consejo Internacional de las Misiones en Nueva Delhi, las
Iglesias Ortodoxas tienen su representacin oficial en el Consejo
Ecumnico.

En la Iglesia Catlica por su parte, se dieron' iniciativas

personales y de algunas instituciones hacia el Ecumenismo. En
Malinas, Blgica (1921 - 1925) bajo la presidencia del Cardenal
Mercier se entabl el dilogo con la Iglesia Anglicana. En 1925,
Dom Lambert Beauduin fund el Priorato de la Unin; en 1926 el
padre Dumont fund "Istina". Estas dos instituciones estuvieron
oficialmente consagradas a los contactos ecumnicos con el
Oriente cristiano. En 1937 el padre Yves Congar public su libro
"Cristianos desunidos" que abog por la unin entre las Iglesias
cristianas. En 1939 se funda en Alemania el movimiento "Unam
Sanctam".

En 1960 se cre en la Santa Sede "el Secretariado para la Unidad",

que lo presidi el Cardenal Sea.

Pero el Pontfice Juan XXIII es el que abri oficialmente las

puertas de la Iglesia al Ecumenismo, cuando en 1962 convoc el
Concilio Vaticano II.

El Decreto sobre el ecumenismo "Unitatis Redintegratio" de 21 de

noviembre de 1964, puso en claro lo que se ha llamado la
"conversin ecumnica de la Iglesia Catlica". En este
documento, la Iglesia abre sus brazos a los "hermanos
separados", eliminando palabras, juicios, y obras que dificultan
las mutuas relaciones con ellos; promoviendo el dilogo entre
peritos debidamente instruidos en las reuniones de cristianos de
las diversas iglesias o comunidades para que todos adquieran un
-182-
ms real conocimiento y una apreciacin ms justa de la doctrina
y vida de cada comunin39 .

La Iglesia, al reconocer el dao ocasionado anteriormente dice:

"Con humilde ruego pedimos perdn a Dios y a los hermanos separados,
as como nosotros perdonamos a nuestros deudores."40

As mismo, ha promovido la Unidad espiritual con las iglesias y

comunidades eclesiales de Oriente separadas de la Sede
Apostlica Romana, ha fomentado el dilogo y la colaboracin
fraterna, evitando la crtica, la controversia, la rivalidad,
olvidando las discrepancias, no slo histricas, psicolgicas,
sociolgicas y culturales, sino tambin en la interpretacin de la
verdad revelada.

Termina el Decreto con estas palabras: "Declara que es consciente

de que este propsito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de
una sola y nica iglesia de Cristo supera las fuerzas y capacidad
humanas, por eso, coloca totalmente su esperanza en la oracin de
Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, en el poder
del Espritu Santo."41. Adems de la oracin ha promovido las
Asambleas Ecumnicas.

Despus del Vaticano II se han producido nuevos acercamientos

entre las Iglesias cristianas.

El dilogo entre las iglesias luterana y catlica fomentado en 1965

por el Comit Nacional de la Confederacin de Iglesias
Luteranas y la Comisin Internacional de Estudio "Evangelio e

39
Vaticano II. Decreto Sobre el Ecumenismo N 4
40
Vaticano II. Decreto Sobre el Ecumenismo N 7.
41
Vaticano II. Decreto Sobre el Ecumenismo N24
-183-
Iglesia" y en 1970 la Comisin Internacional Anglicano-Catlica,
han dado positivos resultados.

De esta manera, si la Reforma Protestante del siglo XVI produjo

la escisin cristiana entre protestantes y catlicos, enfrentndoles
doctrinaria, social y polticamente; la nueva Reforma debera
unir a todos ms all de sus diferencias.

La unidad de las iglesias cristianas llegar un da. Todas caminan

dentro "de un mismo movimiento ecumnico", como decan la
Comisin Mstica de Estudio Ecumnico y el Consejo Ecumnico
al evaluar el actual grado de unidad entre las Iglesias cristianas.

Qu pasos se han dado para la unin con las religiones no

cristianas de Oriente?

El Ecumenismo de la Iglesia Catlica y las dems religiones de

Oriente

A partir del Vaticano II, en las postrimeras de este milenio, en la

Iglesia Catlica se destaca un cambio radical de su relacin con
las dems religiones.

Por primera vez, desde hace ms de 20 siglos, el Concilio

Vaticano II congreg no slo a los obispos del Mediterrneo
oriental como sucedi en los Concilios Cristolgicos de los siglos
cuarto al octavo; no solamente a los obispos de Europa
Occidental como aconteci a partir de los Concilios de Letrn
hasta el Vaticano I; en este Concilio estuvieron presentes los
obispos del mundo entero, fue un autntico Concilio Ecumnico.

La Declaracin "Nostra Aetate" del Vaticano II sobre las

relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas de 28 de
octubre de 1965, puso un hito decisivo en las relaciones con las
religiones no cristianas, cuando sent este principio: "La Iglesia

-184-
Catlica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y
verdadero."42

Antes del Vaticano II la Iglesia, salvo raras excepciones, no se

dedicaba mucho tiempo a comprender a las dems religiones o
simplemente a conocerlas; su accin se centraba en la dialctica
de la defensa, de la oposicin y la dominacin.

Esta Declaracin fue la culminacin de lo que el Concilio trata en

los siguientes documentos referentes a las relaciones de la Iglesia
con todos los hombres.

En la Constitucin "Lumen Gentium", se dice que los no

cristianos "estn ordenados al pueblo de Dios, que Dios no est lejos de
ellos"43; que "todo aquello que hay de germen de bien en el corazn y en
el pensamiento de los hombres o en sus ritos propios y su cultura no
slo hay que no dejarlo perder, sino curarlo, elevarlo, terminarlo "44

En la Constitucin "Gaudium et Spes", la Iglesia abre sus brazos

no solamente a sus hijos y a los que invocan el Santo Nombre de
Cristo; sino a todos los hombres, "A toda la familia humana con todo
el conjunto de realidades entre las que est viviendo; al mundo, teatro
de la historia del gnero humano, marcado con sus afanes, fracasos y
victorias; al mundo que los cristianos creen fundado y conservado por
amor del Creador; esclavizado ciertamente por el pecado, pero liberado
por Cristo; al poder econmico, a la ciencia, a la tcnica y planificacin
y a las dems reas de la actividad humana. Se dirige a la comunidad
humana que forma una sola familia para que los hombres se traten unos
a otros como hermanos."45

42
Vaticano II. Nostra Aetate N 2
43
Lumen Gentium Ns 16 y 17.
44
lbid. N 16 y 17
45
Gaudium et Spes n 24.
-185-
Y sobre todo en la Declaracin "Dignitatis Humanae", se dirige el
Concilio a todos los hombres sin excepcin y proclama que la
persona humana tiene derecho a la libertad religiosa; en el
ejercicio de este derecho ha de estar inmune de coaccin: "En
materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se
le impida que acte conforme a ella en privado y en pblico, slo o
asociado con otros, dentro de los lmites debidos. Declara, adems, que el
derecho a la libertad religiosa est realmente fundado en la dignidad
misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra
revelada de Dios y por la misma razn natural."

Declara tambin que todos los hombres "Tienen la obligacin moral

de buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a la religin. Estn
obligados, asimismo, a adherirse a la verdad conocida y a ordenar toda
su vida segn las exigencias de la verdad."46

Insistiendo en este mismo punto manifiesta que "el poder pblico

comete un abuso al imponer a los ciudadanos por la violencia, el terror u
otros medios la profesin o el rechazo de cualquier religin o el impedir
que alguien ingrese en una comunidad religiosa o la abandone."47

Esta es una condenacin explcita de lo que sucedi en los

tiempos obscuros de la Inquisicin en que se castigaba con la
hoguera la discrepancia en las creencias. "Nadie puede ser forzado a
abrazar la fe contra su voluntad. Porque el acto de fe es voluntario por
su propia naturaleza. Dios llama ciertamente a los hombres a servirle en
espritu y en verdad, en virtud de lo cual stos quedan obligados en
conciencia, pero no coaccionados. Porque Dios tiene en cuenta la
dignidad de la persona humana, que l mismo ha creado, que debe
regirse por su propia determinacin y gozar de libertad"48.

46
Vaticano II. Declaracin Diqntaus Humanae.- Sobre la Libertad Religiosa.
47
Vaticano II. Dignitatis humanae.- Declaracin Sobre la Libertad Religiosa N 7.
48
Vaticano II. Declaracin Dignitatis Humanae.- Declaracin Sobre la Libertad Religiosa N 11
-186-
Pone como ejemplo el modo de obrar de Cristo que "dio
testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que
le contradecan, pues su reino no se defiende a golpes." 49

En el Decreto "Ad Gentes" se reconoce que: "Cuanto haba ya de

verdad y de gracia en los gentiles, a manera de presencia secreta de
Dios, lo libera de los contagios malignos y lo restituye a su Autor,
Cristo, el cual acaba con el poder del demonio y elimina la multiforme
malicia de los pecados, as pues, todo lo bueno que se encuentra
sembrado en el corazn y la mente de los hombres, o en los ritos y
culturas de los pueblos, no slo no se pierde, sino que es purificado,
elevado y consumado para gloria de Dios, confusin de los demonios y
dicha de los hombres."50

El mismo Decreto va mucho ms all todava, al recomendar a

los Institutos Religiosos a aceptar las tradiciones ascticas y
contemplativas de las antiguas culturas religiosas de Oriente:
"Consideren atentamente cmo pueden ser aplicadas a la vida religiosa
cristiana las tradiciones ascticas y contemplativas, cuyas semillas han
sido colocadas por Dios en las antiguas culturas antes de la predicacin
del Evangelio."51

En este mismo contexto, el Pontfice Pablo VI deca que a travs

del rostro de hombre podemos y debemos reconocer el rostro de
Cristo, podemos y debemos reconocer el rostro del Padre
Celestial... Nuestro humanismo se hace cristianismo y nuestro
cristianismo se vuelve teocntrico, hasta el punto que podemos
afirmar: "para conocer a Dios hay que conocer al hombre"52

49
Vaticano II. Declaracin Sobre la Libertad Religiosa N 11.
50
Ad Gentes N 9.
51
Ad Gentes N 18.
52
Pablo VI. discurso del 7 de diciembre de 1965. - La Documentation Catholique, Pars 1966, Col.
66.
-187-
Y especialmente Juan Pablo II, ha sido, sin ninguna duda, el
promotor ms decidido de la unin de cristianos y no cristianos.
Cuando el 12 de junio de 1986 recibi a una delegacin de
hindes residentes en Roma, manifest que cualquier progreso
humano est condicionado al fundamento espiritual que ofrece
la India. Dijo tambin que el dilogo entre los miembros de las
distintas religiones aumenta y profundiza el respeto mutuo, que
el fruto del dilogo es la unin entre la gente y la unin de la
gente con Dios.

Cuando se reuni la Jornada Mundial de Oracin por la Paz

celebrada en Ass el 27 de octubre de 1986, la calific como "el
acontecimiento de mayor resonancia en el mundo."53

Cuando fue creado el Secretariado para los No-Cristianos, que

ms tarde fue remplazado por el Pontificio Consejo para el
Dilogo Inter-religioso, su finalidad no fue nicamente la
investigacin teolgica, sino fomentar el dilogo con los no
cristianos. Juan Pablo II dijo entonces que el Secretariado para los
No-Cristianos debe ser "el abrazo de la Iglesia" y por ello, de Cristo,
que alcanza de manera personal y amorosa a los creyentes de
todas las religiones.54

Estas declaraciones fueron el prembulo de la Declaracin

"Nostra Aetate" sobre la Relacin entre la Iglesia y las religiones
no cristianas. La Declaracin "Nostra Aetate"

Este documento clave comienza recordando que "todos los pueblos

de la tierra forman una comunidad, que tienen un mismo origen, puesto
que Dios hizo habitar a todo el gnero humano sobre la faz de la tierra, y
tienen tambin un fin ltimo, que es Dios, cuya Providencia,
manifestacin de bondad y designios de salvacin se extienden a todos
hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que ser iluminada
53
L' Osservattore Romano. - Enero 4 1987.
54
Discurso publicado en L' Osservattore Romano, el 26 de Abril de 1990.
-188-
por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarn bajo su
luz." 55

Hace luego una valoracin del hinduismo que busca la liberacin

de las angustias de nuestra condicin humana mediante las
modalidades de la vida asctica, la profunda meditacin o la
bsqueda de refugio en Dios con amor y confianza.

Despus de referirse al budismo en sus variadas formas, resalta

la insuficiencia de este mundo mudable y ensea el camino para
que los hombres adquieran el estado de liberacin por la
iluminacin suprema, por sus propios esfuerzos apoyados en un
auxilio superior. Luego hace esta
trascendental declaracin: "la iglesia
catllca no rechaza nada de lo que en
estas religiones hay de santo y
verdadero" y aade: "por
consiguiente, exorta a sus hijos a que
con prudencia y caridad, mediante el
dilogo y colaboracin con los adeptos
de otras religiones, dando testimonio
de la fe y vida cristiana, reconozcan,
guarden y promuevan aquellos bienes
espirituales y morales, as como los
valores socio-culturales que en ellos se
encuentran." 56

A qu bienes se refiere la Declaracin? A los valores

materiales? Oriente como Occidente tienen muchos valores en el
orden poltico; basta citar en nuestro tiempo a un Gandhi quien
sin disparar una sola bala de muerte, con esta sola palabra
"Ahimsa" (la no violencia) obtuvo la independencia de uno de los
pueblos ms numerosos de la tierra. En el orden econmico y
55
Vaticano II. Nostra Aetate N 1.
56
Vaticano II. Nostra Aetate N 2.
-189-
social; en el orden cultural y en el orden filosfico especialmente
en este ltimo, en lo referente a su visin antropolgica es mucho
ms completa, ms clara, ms concreta que en la filosofa de
Occidente.

El Concilio se refiere directamente a "aquellos bienes espirituales

y morales" que tiene Oriente. Cules son estos? sus libros
sagrados, sus maestros, su profundo conocimiento del mundo
espiritual, y lo ms importante todava el camino para
descubrirlo y caminar por l: La meditacin, llamada por
nuestros msticos cristianos: contemplacin u oracin
contemplativa. En esta meditacin no hay razonamientos,
consideraciones, reflexiones, comentarios; esta meditacin
consiste solamente en abrir los ojos del espritu y comenzar a ver,
a mirar a contemplar a Dios y unificarse, fundirse, hacerse uno
con l, sin perder la personalidad. En la meditacin damos
cumplimiento al pedido de Jess a su Padre para que seamos
unos con l, como l es uno con el Padre.

Esta oracin de contemplacin que nos ensean los maestros

orientales requiere primero la preparacin adecuada del cuerpo y
de la mente y especialmente, del espritu para que cumpla con su
finalidad.

Esta oracin de contemplacin, siguiendo los mtodos orientales,

va introducindose lentamente en el cristianismo. La presencia
en este Parlamento de Religiones de miembros de la Iglesia
catlica y nuestra presencia aqu, obedecen a este deseo del
Vaticano II: reconocer en Oriente lo que tiene de santo y
verdadero, aprender sus mtodos de meditacin, aquilatar sus
valores morales y socioculturales e incorporarlos a nuestra
cultura cristiana y tambin de parte nuestra, ser portadores del
mensaje de Cristo, no slo con la palabra sino de un modo
especial con la vida y el ejemplo, como lo hizo l.

-190-
Debo confesar sinceramente, que de Oriente he aprendido que la
religin no es una teora creada para que est en los libros, para
que sea transmitida por la palabra vaca, sino para que sea una
vivencia en cada uno de nosotros como lo dice muchas veces
nuestro Bendito Seor Jesucristo, y que se sintetiza en esta frase
"No todo el que dice: iSeor, Seor! entrar en el Reino de los Cielos,
sino el que hace la voluntad de mi Padre que est en los cielos."57

A travs del conocimiento profundo de sus libros sagrados, de

sus autnticos maestros, de sus mtodos de meditacin y de su
acervo espiritual, he podido descubrir y gozar de ese Reino de
Dios que, segn nos dice el mismo Jess, est dentro de cada uno
de nosotros.

Igualmente, el Seor me ha permitido compartir mis experiencias

con los miembros de nuestra Asociacin de Autorrealizacin y
Meditacin, que fue creada para fomentar los vnculos de
solidaridad y fraternidad entre los socios y entre las personas de
la comunidad sin limitacin alguna, por razn de sexo,
educacin, raza, nacionalidad o credo, sea este poltico, filosfico
o religioso.58 Nuestro carisma es la meditacin.

Esto ha cambiado nuestras vidas; esta oracin de contemplacin

la hemos aprendido y practicado siguiendo los mtodos de los
maestros de Oriente; esta oracin de contemplacin nos ha
permitido, no obstante todas nuestras limitaciones: Sentir, vivir -
en esta tierra- el goce de la bienaventuranza que nos espera en el
Ms All. As estamos dando cumplimiento a lo que nos pide la
Declaracin del Vaticano II, cuando en uno de sus decretos pide
que se incorpore a la vida religiosa cristiana las tradiciones
ascticas contemplativas de las antiguas culturas de Oriente de
antes de la predicacin del Evangelio. He aqu sus palabras:

57
Mt 7, 21.
58
Art. 3 del Estatuto de la Asociacin E. de Autorrealizacin.
-191-
"Consideren atentamente cmo pueden ser aplicadas a la vida religiosa
cristiana las tradiciones ascticas y contemplativas, cuyas semillas han
sido colocadas por Dios, con frecuencia en las antiguas culturas antes
de la predicacin del Evangelio."59

Este mismo mtodo de meditacin est claramente enseado por

el Maestro de maestros de oracin Cristo, cuando dice: "T,
cuando ores, entra en tu cuarto y cerrada la puerta, ora a tu Padre, que
est en lo secreto; y tu Padre, que ve
en lo escondido, te recompensar. Y
orando, no seis palabreros como los
gentiles, que piensan que sern
escuchados por su mucho hablar"60.
Este mtodo de oracin conocido
y practicado en las escuelas
espirituales de Oriente, lo hemos
olvidado y remplazado por la
oracin vocal y por la reflexin
durante la meditacin.

El Vaticano II ha querido poner

en claro que en los pueblos no
cristianos existen no solamente reliquias de las semillas del
Verbo que posea la humanidad antes de la aparicin de Cristo,
sino que all est presente una energa que esperaba su
manifestacin para la incorporacin a Cristo.

Ninguno de los hombres carece de una relacin con Cristo.

Todos los hombres sin excepcin tienen una relacin con l
porque todos han sido bautizados espiritualmente con el
bautismo de su sangre vertida por toda la humanidad; todos

59
Ad Gentes N 18
60
Mt 6-7
-192-
pertenecen a la Iglesia espiritual, como dice uno de los grandes
padres de la Iglesia.

CONCLUSIONES

I.- De la ltima estadstica de la poblacin mundial de las

distintas religiones en el mundo los 4.980.238.000 profesan una
religin; los arreligiosos o indiferentes suman unos 271.000.000.

II.- Todas las religiones tienen estos tres puntos convergentes: la

verdad de la existencia de Dios, la verdad de la vida futura y la
verdad del premio o de la sancin para las buenas o malas obras.
Difieren entre s, por sus tradiciones, ancestros, ritos, costumbres,
modos de rendir culto al Ser Supremo; de entender las dems
verdades referentes al concepto de su relacin con Dios, acerca
de cmo es la vida futura, de sus premios y castigos. Estos
matices han dado lugar a la multiplicidad de las religiones.

III.- No pocos lderes de las diversas religiones y sus

comunidades se han empeado en hacer adeptos desvindose de
los fines de una religin, han empleado la violencia en sus
diversas formas, lo que ha producido un distanciamiento entre
ellas.

IV.- Cuando el 11 de septiembre de 1893 se inaugur el primer

Parlamento Mundial de Religiones, no poda preveerse, como es
natural, lo que sucedera en el presente siglo. Los lderes y sus
comunidades de las distintas religiones no se han cruzado de
brazos; se han dedicado a trabajar intensamente por la
comprensin, la unidad, el respeto, la fraternidad y la libertad
religiosa entre los hombres. Los muros que ha levantado cada
religin para protegerla han comenzado a desplomarse. Est
sembrada la semilla de la hermandad entre los hombres. Esta
semilla ha crecido y se ha fortalecido en nuestro siglo; seguir
creciendo en el II milenio.
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V.- El Consejo Ecumnico de las Religiones con Sede en
Occidente cuenta hoy con ms de 232 Iglesias de miembros con
pleno derecho; van superndose sus rivalidades, polmicas y
divergencias, que parecan insalvables. En cuanto a la Iglesia
Catlica, a partir del Concilio Vaticano II, muestra al mundo su
verdadero rostro, el rostro de Cristo; su verdadero corazn, el
corazn de Cristo abierto a todos los hombres; de ese Cristo que
no impuso su doctrina con la fuerza sino con el amor.

VI.- Para el abrazo espiritual entre las religiones de Oriente y

Occidente hay que tener presente este hecho concreto: las
religiones de Oriente desde su despertar hasta ahora han
caminado sin perder de vista la brjula que ha guiado y gua sus
pasos: Dios. En Occidente los lderes religiosos y sus
comunidades, si bien se han empeado en orientar a sus
seguidores mirando siempre esta brjula, este ideal est muy
lejos de ser una realidad porque el hombre de Occidente est
demasiado inmerso en las cosas de la ciudad terrena. Tanto las
religiones de Occidente como las de Oriente debieran inspirarse
en esta norma dada por Cristo: "Buscad, primero el Reino de Dios y
su justicia, y todas estas cosas se os darn por aadidura."61. Occidente
ha descuidado el reino de Dios por lo temporal; Oriente
continuando por su camino espiritual, debe dedicarse un poco
ms a lo temporal.

VII.- El ideal de un solo rebao bajo un solo pastor est

demasiado lejos para ser alcanzado en esta tierra. Esto lo
veremos realizado en el Ms All cuando seamos "consumados en
la unidad"62, como pide Cristo en su oracin al Padre.

61
Mt 6,33.
62
Jn. 17,3.

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