PDF-Blanca Nieves y El Cazador
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TM
La Novela
Una novela escrita por Lily Blake Basada en la pelcula Guin realizado por John Lee Hancock, Hossein Amini y Evan Daugherty Adaptacin a cargo de Evan Daugherty
rase
una vez
ra el invierno ms fro que el reino haba soportado jams. La escarcha cubra las lpidas del cementerio y en el jardn del castillo los rosales crecan casi desnudos, con las hojas marchitas y de color caf. El rey Magnus se encontraba en los lmites del bosque junto al duque Hammond, a la espera del ejrcito enemigo. El rey poda ver cmo su aliento se condensaba en nubes continuas que se expandan lentamente frente a su rostro, para luego desvanecerse en el glido aire de la maana. Notaba las manos entumecidas, pero no senta el peso de la armadura sobre la espalda ni la presin de la cota de malla en el cuello, aunque el fro metal le irritaba la piel. No le preocupaban los enemigos situados al otro lado del campo de batalla, y tampoco tena miedo. En su interior, ya estaba muerto. Pero tras l se encontraba su ejrcito. Un caballo relinch entre la niebla. Ha pasado casi un ao, pens. Ella muri hace
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casi un ao. Aquel da el rey haba sostenido entre sus manos la cabeza de la reina, mientras la vida abandonaba sus ojos. Qu hara a partir de entonces?, se pregunt. Cmo podra vivir sin ella? Se sent en sus aposentos con su hija pequea en las rodillas, pero el dolor era una carga demasiado pesada. Le resultaba imposible escuchar lo que ella deca. S, Blancanieves, dijo el rey con actitud ausente, mientras la nia lo acribillaba a preguntas. Est bien, cario, lo s. Contempl al ejrcito enemigo en el extremo opuesto del campo de batalla. Eran guerreros de sombras, un clan oscuro reunido por una inexplicable fuerza mgica. Surgan entre la bruma matinal como siluetas fantasmagricas annimas y sin rostro, ataviados con armaduras de color negro mate. En ocasiones resultaba difcil distinguir dnde terminaba el bosque y dnde empezaban ellos. El duque Hammond se volvi hacia el rey con el ceo fruncido y gesto de preocupacin. De dnde demonios sali ese ejrcito? pregunt. El rey Magnus apret la mandbula y sacudi la cabeza, tratando de deshacerse del letargo en que haba permanecido durante meses. Tena un reino que proteger, ahora y siempre. De un infierno al que no tardarn en regresar! bram, y alz la espada para ordenar a sus tropas que atacaran. Se lanzaron al galope hacia el ejrcito enemigo, con las espadas apuntando a las gargantas de aquellos guerreros. Estos no tardaron en estar encima de ellos. Las armaduras de ambos bandos eran similares, pero tras las que vestan los enemigos de Magnus solo haba sombras negras que se desvanecan en volutas como de humo. Un guerrero sin rostro se abalanz sobre el
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rey, con la espada desenvainada. El monarca le asest un golpe con su arma y la figura se hizo aicos, como si hubiera sido de cristal, despidiendo miles de fragmentos negros en todas direcciones. Magnus alz la vista, sorprendido. A su alrededor, sus hombres atacaban las sombras y, uno tras otro, los guerreros se deshacan entre la bruma de la maana. Los brillantes fragmentos caan al suelo y desaparecan sobre la tierra dura cubierta de escarcha. En unos minutos, el campo de batalla qued vaco. Los soldados del rey mantuvieron sus posiciones, sin lograr escuchar nada ms que el sonido de su respiracin. Pareca como si el ejrcito enemigo nunca hubiera existido. El rey y el duque Hammond intercambiaron miradas de confusin. A travs de la niebla, el rey distingui una pequea estructura de madera entre los rboles. Se dirigi hacia ella y, cuando se encontraba a solo unos metros de distancia, descubri que se trataba de un carro de prisioneros. Desmont del caballo, mir en su interior y vio a una mujer acurrucada en un rincn. Se poda distinguir que tena el pelo rubio a pesar de que un velo ocultaba su rostro. Haba sido capturada por aquel ejrcito; quin sabe qu le habran hecho? Se contaba que las fuerzas oscuras haban asesinado y mutilado a cientos de prisioneros, incluidos nios. Sin vacilar, el rey descarg su espada sobre el candado y lo hizo pedazos. Es usted libre. No debe albergar ningn temor hacia m dijo Magnus, tendindole la mano para que la joven la tomara. Cul es su nombre, mi seora? La mujer se gir lentamente hacia la luz, y su pequeo cuerpo qued visible. Descans su delicada mano sobre la del
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rey y se alz el velo. El rey Magnus clav la mirada en aquel hermoso rostro con forma de corazn. La mujer tena los labios carnosos, los ojos azules y los prpados gruesos, y dos delgadas trenzas doradas evitaban que el cabello le cayera sobre sus marcados pmulos. No tendra ms de veinte aos. Me llamo Ravenna, mi seor respondi ella con suavidad. El rey permaneci en silencio. Todo en ella la nariz, los dedos, los labios era hermoso y delicado. De repente, sinti la calidez de su mano y percibi el fresco aroma a pino que la envolva. Record con claridad el da en que haba conocido a su esposa, hasta ese momento la nica mujer que haba provocado en l aquella sensacin. Haba sido en verano, y la luz del sol se colaba entre las hojas de los manzanos. En aquel instante, el dolor desapareci por fin. All, frente a Ravenna y con el corazn desbocado en el pecho, se sinti vivo de nuevo. El rey regres al castillo acompaado de la hermosa joven. Las estaciones pasaron y la alegra inicial no hizo ms que crecer. El rey Magnus pidi a Ravenna que se casara con l, ya que cada da se senta un poco ms enamorado de aquella muchacha a la que el ejrcito enemigo haba arrancado de su hogar para hacerla prisionera. En su presencia, el rey pareca un adolescente. No poda evitar ruborizarse mientras ella le contaba cmo haba sido su vida antes de conocerlo, cmo haba pasado sus das en los lmites del reino, junto a su hermano Finn y su difunta madre. La hija del rey, Blancanieves, se sentaba junto a ellos durante las comidas y contemplaba a Ravenna con la barbilla
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apoyada en las manos. Era una nia de solo siete aos. Juntos formaban una familia. Lo que el rey siempre haba deseado. En ocasiones, el rey observaba cmo Ravenna le sonrea a Blancanieves o la tomaba de la mano para pasear con ella por el patio del castillo. Pareca muy feliz con ellos
***
El da de su boda, Ravenna aguardaba en la parte posterior de la catedral. A travs de las puertas de madera poda escuchar a la multitud acomodndose en los asientos. Llevaba las mejillas empolvadas, los labios pintados de color rojo intenso y el vestido tan fuertemente acordonado a la espalda que apenas poda respirar. Se mir en el espejo de la pared y su reflejo le devolvi una ligera mueca de desprecio. Esa noche, despus de la ceremonia, dejara de fingir. Por fin conseguira lo que buscaba. Ests muy hermosa susurr una vocecita. Se volvi y encontr a Blancanieves en la puerta, contemplndola. La nia cogi el extremo del largo vestido blanco de Ravenna y lo levant para que no rozara el suelo de piedra. Con un leve movimiento de mueca, Ravenna indic a la hija del rey que se acercara. Eres muy amable, pequea murmur. Especialmente cuando se afirma que tu rostro es el ms bello del reino. Acarici a la nia. Su piel era suave como la porcelana y tena unos enormes ojos castaos y un suave tono sonrosado en las mejillas. Cuando Blancanieves pasaba junto a criadas o soldados, todos quedaban cautivados y se inclinaban ante ella.
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La pequea alz los ojos llenos de inocencia, de ingenuidad. Ravenna le devolvi una sonrisa a aquel diminuto rostro, sabiendo que la farsa no tardara en acabar; entonces, vengara las injusticias que se haban cometido contra ella y contra su pueblo. S que es difcil, pequea. Cuando tena tu edad, yo tambin perd a mi madre aadi mientras oa cmo la orquesta se preparaba en el fondo de la enorme catedral. Muy pronto avanzara por la nave central. Todo estaba desarrollndose como haba planeado. Mientras esperaba a que la msica comenzara, sus pensamientos regresaron al da en que los hombres del rey haban irrumpido en su aldea. Ella era muy pequea. Ravenna y su hermano Finn vivan en un carromato con su madre. Siempre haban estado juntos, como un pequeo clan nmada, hasta el da en que apareci el ejrcito del rey. Su madre coloc un espejo frente a su rostro. Esto es lo nico que puede salvarte, le dijo. Luego tom por la mueca la mano de su hija, la sostuvo sobre un recipiente que contena un lquido blanco y empez a susurrar hechizos. Con un cuchillo afilado hizo un corte en la mueca de Ravenna y dej que la sangre goteara en el cuenco. El color rojo resultaba ms vivo en contraste con el blanco. Ravenna bebi aquella pocin rpidamente, hasta la ltima gota. En ocasiones, cuando cerraba los ojos, todava notaba el fuerte sabor metlico de aquel lquido en la lengua. Bebe, le haba dicho su madre. Con esta pocin tendrs la habilidad de robar juventud y belleza. Ese ser tu mayor poder y tu nica proteccin.
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Los hombres del rey recorrieron todos los carromatos para sacar a los gitanos y asesinarlos. Finn gritaba; quera protegerla eso era lo que recordaba Ravenna en aquel momento. Su madre coloc una mano sobre la frente de Finn y otra sobre la suya y murmur ms hechizos, ms palabras, para otorgarles un poder que los conectaba entre s. Siempre se tendran el uno al otro y permaneceran unidos hasta la muerte. De pronto se encontraron corriendo tan deprisa que Ravenna apenas poda respirar. Escaparon, pero su madre se qued atrs. Ravenna not cmo se le erizaba el cabello en la nuca al recordar cmo aquel soldado haba presionado su espada contra la garganta de su madre. Mientras la nia hua a lomos de un caballo, ella haba gritado sus ltimas palabras: Recuerda esta advertencia: el hechizo nace de la sangre de la ms bella, y solo la sangre de la ms bella puede romperlo. A continuacin haba cado de rodillas sobre la hierba, desangrndose por el profundo corte. En unos minutos yaca muerta. Ravenna? una vocecita llam su atencin. Ravenna? Ya es hora. Ravenna abri los ojos. Blancanieves se encontraba detrs de ella, extendiendo la cola de su vestido. Las puertas de madera estaban abiertas y mil ojos la contemplaban, esperando a que avanzara por el pasillo. Se irgui y sus ojos azules se ensombrecieron al divisar al rey. La nia tiene razn. Ha llegado el momento. Esa noche, mientras los ltimos invitados a la boda beban y coman en el patio del castillo, Ravenna condujo al rey hasta
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su dormitorio. Se recost junto a l con su blanco vestido de novia y su largo y ondulado pelo suelto sobre los hombros, contemplando cmo beba el resto de su copa de vino. El rey desliz los dedos por la dorada cabellera de Ravenna hasta posarlos sobre su delgada corona de oro salpicada de rubes y esmeraldas. Los actos festivos del da lo haban debilitado; se mova con lentitud a consecuencia de la bebida. Era un objetivo fcil Ravenna desliz la mano bajo la almohada y sac la daga de plata que haba escondido all unas horas antes. La alz por encima de su cabeza, fijando los ojos en el pecho del rey, all donde las costillas protegan el corazn, y con un rpido movimiento lo apual. Ravenna contempl cmo su cuerpo se estremeca ante el repentino golpe. Primero le arrebat la vida, mi seor susurr cuando el cuerpo del rey se qued inmvil, y luego le arrebatar el trono. Abandon la alcoba y descendi hacia el vestbulo, dejando al rey sobre las sbanas ensangrentadas. Baj con rapidez las escaleras y se dirigi al portn. Su hermano Finn estaba esperando al otro lado de la celosa de hierro. Iba acompaado de su ejrcito, los soldados de sombras, apenas visibles a la luz de la luna. Ravenna alz la puerta metlica y los soldados entraron. En unos minutos haban tomado todos los rincones del castillo. Mientras los soldados peleaban, Ravenna regres a su alcoba. Poda escuchar los gritos en la parte baja del castillo y el ruido metlico de las espadas cuando los hombres se enzarzaban en la lucha. Uno de los soldados de su hermano llev a la
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habitacin un enorme espejo. Pareca un escudo redondo de bronce muy pulido. Una vez que estuvo sola, mientras afuera de la alcoba el aire se llenaba de chillidos y alaridos, Ravenna mir la brillante superficie del espejo. Era mucho mayor que el que su madre haba colocado frente a ella tantos aos atrs, y tambin posea una magia ms poderosa. Espejito, espejito mgico, quin es la ms bella de todas las mujeres? pregunt, inclinndose hacia l. La superficie del espejo se agit. Un lquido se derram en el suelo, alrededor de los pies de Ravenna, y tom la forma de una estatua de bronce casi tan alta como ella. La figura pareca envuelta en una gruesa tela, pero reflejaba la estancia que la rodeaba. La cara de aquel hombre salido del espejo mostr el rostro de Ravenna. Es usted, majestad respondi. Adems, otro reino ha cado a sus pies. Acaso su poder y su belleza no tienen lmites? Al escuchar las palabras del espejo, Ravenna supo que la magia que le haba regalado su madre era infinita. Ante su presencia, los reinos caan, los hombres perecan e incluso los objetos cotidianos adquiran una vida mgica, revelando secretos que nadie ms poda imaginar siquiera. Alz las manos, sintiendo la batalla en la punta de los dedos, recordando todo lo que el rey le haba arrebatado a su familia. Por fin estaba muerto y el reino le perteneca a ella. Nadie podra hacerle dao nunca ms. Cuando los enfrentamientos acabaron y el patio qued en silencio, Ravenna descendi nuevamente las escaleras. Los guerreros de sombras se encontraban reunidos en el patio de
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piedra. La sangre salpicaba mesas y sillas. Haba bandejas rotas por el suelo y los restos del banquete estaban esparcidos doquier. Ravenna no se sobresalt al contemplar los cuerpos, algunos de mujeres, desplomados sobre los asientos. Los invitados a la boda y los nobles supervivientes se encontraban alineados contra la pared, retenidos por el ejrcito de Finn. Qu hacemos con estos? pregunt un general. Las mujeres juntaron las manos, pidiendo clemencia, y algunos nobles incluso rompieron a llorar. Mantenan a sus hijos cerca, intentando, en vano, protegerlos. Ravenna cerr los ojos y record a su madre y cmo todas las mujeres de su aldea haban sido brutalmente asesinadas. Esto era lo que tena que ser. Haba sido culpa del rey, no suya. As deba ser. Mtenlos respondi con voz inexpresiva. Se ajust la tnica al cuerpo y se estremeci al notar el fro de la noche. Luego se gir, dispuesta a marcharse. Pero, por el rabillo del ojo, vio que Finn sujetaba a Blancanieves. Su cuchillo se apoyaba en el cuello de la nia. Algo en el rostro la nia la tom por sorpresa, de la pequea que slo unas horas antes haba sostenido su vestido de novia. Sus labios temblaban y tena los ojos inundados de lgrimas. Finn, no! grit, sin poder evitar que aquellas palabras salieran de su garganta. Su hermano la mir entrecerrando los ojos, como si no estuviera seguro de reconocerla. Ravenna se irgui, tratando de no mostrar debilidad ante l. Finn haba luchado con gran valenta en su nombre, sin cuestionar jams sus rdenes. Encirrala dijo. Nunca se sabe cundo puede ser de utilidad la sangre real.
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Sus ojos se encontraron con los de Blancanieves y ambas se miraron, mientras el caos se desataba a su alrededor. Las mujeres fueron arrastradas al exterior para ser ajusticiadas, mientras los nobles trataban de zafarse de los soldados. Un nio llamaba a gritos a su madre, con el rostro enrojecido y surcado de lgrimas. Pero en ese instante, Ravenna slo vea a Blancanieves, y Blancanieves slo la vea a ella. La mujer se llev una mano al pecho y se pregunt qu era lo que senta por aquella nia, la heredera del rey al que haba derrocado. De algn modo, estaban unidas por una extraa y poderosa fuerza. Ravenna permaneci all, con la mano en el corazn, hasta que Finn parti hacia los calabozos, arrastrando a Blancanieves tras l. Los ojos de la nia permanecieron clavados en los de Ravenna. Sigui mirndola por encima del hombro, volviendo la cabeza, hasta que desapareci tras la pesada puerta de madera.