El Vinculo y La Mutua Influencia

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El vnculo y la mutua influencia

Olivia del Castillo - SEPA

De los cuadernos de Hester Harding (1922,1925) sobre sus encuentros con Jung:
El doctor Jung habl sobre las diversas formas de relacin, sobre sexualidad, sobre amistadHay un tercer tipo de relacin, la nica duradera, es como si hubiera un cable invisible de telgrafo entre dos seres humanos. Dijo: La llamo para m el Hilo de OroSolo cuando se rasga el velo de maya, de la ilusin, podemos empezar a reconocer el Hilo de Oro El doctor Jung continu hablando de las tres realidades que componen el estado individuado: Dios, el s-mismo y el Vnculo. Y lo mismo que es imposible individuado sin vnculo, tambin es imposible tener relaciones verdaderas sin individuacin. En otro caso, la ilusin irrumpe continuamente y uno no sabe dnde est Esther Harding, Encuentros con Jung

Como dira un gitano, juro por mis muertos que la charla que escribo para presentar aqu, permtanme la expresin, me va a salir del hgado. No quisiera teorizar demasiado, y menos cuando me dispongo a hablar del vnculo y de la influencia mutua.
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Me importa mucho este encuentro. Le doy mucho valor a esta oportunidad ma de participar en este congreso Latinoamericano. No quera faltar esta vez y no quiero desaprovechar la ocasin de vincularme aqu a mi experiencia propia, a ustedes y la mutua influencia que se va a producir entre nosotros a lo largo de estos das. Es curioso, por qu no digo que lo que escriba para presentar aqu: me salga del alma? Digo que me salga del hgado, lo cual, en mi lenguaje espaol, aragons, tiene un significado. Significa que lo que sale de uno est conectado a la emocin y al cuerpo; al aguante y a la sensibilidad que hay que tener para el reconocimiento de lo verdadero en uno. El hgado, no cabe duda, es un rgano del cuerpo, y la bilis que segrega es una sustancia asociada a una importante emocin que el hombre es capaz de sentir: la clera. Tan importante y fundamental es esta emocin, que aparece en el primer canto de la Ilada, en los inicios de nuestra cultura, la bilis, la clera de Aquiles que, segn seala un discpulo de Rafael Lpez Pedraza, el autor venezolano Len Febres-Cordero en su Poema de la Clera, la clera de Aquiles es funesta lo que indica que en su trasfondo se agita la curativa clera de un dios. Tambin podra haber dicho que lo que yo diga aqu: me salga de las tripas. Sin duda, tambin en ese caso estara significando una emocin que est ligada al cuerpo. En tal caso la emocin ira asociada al significado que recoge la idea de digestin, de digestin de alimentos o, por
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asociacin, de digestin de vivencias. Digestin en la que en algunos casos tiene forzosamente que intervenir la amarga sustancia biliar segregada por el hgado. Al nombrar al hgado se activa una imagen que incluye la intervencin de lo amargo, de lo negativo, porque no es agradable, en el proceso de asimilacin. Probablemente el tono con el que entro en el tema que propongo se debe a que, cuando me dispona a preparar esta charla para venir aqu, a Latinoamrica, quise ver de nuevo una pelcula que qued para siempre grabada en mi memoria: Aguirre, la clera de Dios. Aguirre, la bilis, la que sale del hgado de Dios, podramos decir. Fue tremendo volver a ver esta gran pelcula que dirigi Herzog en los aos setenta. Como tremendo fue el dolor que actu en m, colocndome y preparndome para escribir estas lneas. Mientras vea a los espaoles con sus armaduras y a los indios con sus ponchos coloridos pens y anot: Pero, Qu llev a estos dos mundos a vincularse? Qu arquetipo fue el que se constel para que tuviera que vivirse tal horror, tales sacrificios y tal decepcin? Y, qu tendr que ver con eso la bilis y la amargura, en su sentido psquico, de la que habla Jung en Mysterium Coniunctionis cuando dice:
la decepcin, que constituye siempre un choque para los sentimientos, no es slo la madre de la amargura, tambin es el ms fuerte incentivo para la diferenciacin del sentimiento. El fracaso de un muy preciado plan, el comportamiento decepcionante de una persona amada, constituye el empuje para un estallido afectivo ms o menos brutal o para la modificacin y el ajuste del sentimiento, y por consiguiente para su mayor desarrollo. O.C. Vol. 14: I, prrafo 328.
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La respuesta a todas estas preguntas me pareci recibirla al cabo de unos das en mi consulta. Cabra suponer que en este conflicto se constel lo que podramos denominar el arquetipo de los contrarios universales, el que nos vincula con la complejidad de las cosas. .. Este posible arquetipo me lleg a travs del siguiente sueo de un hombre al iniciarse el ltimo tramo de su anlisis:
Entra en el piso de mis padres, en el cual estamos viviendo mi mujer y yo, una gata de la calle. Al verla, se lo comento a mi mujer y a sta parece no importarle, es ms, me dice que la deje quedarse. A continuacin, observo cmo la gata pasea por el pasillo y, de pronto, recuerdo que tenemos un perro de tamao parecido al de la gata y que, cuando la vea, temo se abalance contra ella, ya que son contrarios universales. Y as sucede, el perro nada ms detectarla va a por ella, mordisquendose el uno a la otra y viceversa. Sin embargo y para mi sorpresa, esto solo sucede al principio, ya que despus de la tensin inicial del encuentro, acaban por compartir un pollo, hacindose as, amigos inseparables. De ah, de esa escena, el sueo me trae un nio negro de la misma edad que Alejandro (mi hijo), que adems es hijo mo tambin y que, recuerdo, salvamos de una infeccin cuando era ms pequeo. ste se salv de milagro y ahora quiere que lo abrace, me pide imperiosamente que le de amor. Al principio y a pesar de tan vital demanda, pues su vida depende de mi aceptacin y cario, tengo miedo a que me infecte de sida o algo as. Sin embargo y a pesar de mi resistencia, acabo por abrazarlo. A
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continuacin, le observo, buscndole su atractivo, cosa que obtengo al apreciar sus rasgos faciales, que me parecen graciosos. Adems, pienso en criarlo junto a Alejandro, aunque temo que socialmente no sea aceptado igual que su hermano, que de cara a la cultura en la que vivo, ste, por su raza, lo tendr ms difcil.

Este hijo psquico del sueo pide que lo abracen, como abraz la madre del Lazarillo de Tormes al hermanico negro que vino a darle, con el que Lazarillo juagaba y al que brincaba y ayudaba a calentar. En el sueo, tras la sorpresa del mordisqueo mutuo de los contrarios universales, los hijos psquicos, el personal y el arquetpico, van a crecer juntos. Sin embargo, hay una cierta resistencia. Probablemente an falta un tramo en la elaboracin y asimilacin de contenidos que dificultan el abrazo a esta criatura que busca imperiosamente que se le d amor. . Es posible que en este congreso, cuyo tema es la amistad, se hable mucho de la enemistad. Lo mismo que de dependencia o de fusin frente a individuacin. Lo que a m me llama la atencin, y traigo aqu, es la funcin psquica y fisiolgica que es necesaria para asimilar lo enemigo, pasando por la amargura que lleva a la diferenciacin en el feeling, en el sentimiento de la que habla Jung. Para esto, cabra honrar la necesidad del vnculo con la psique personal e impersonal, sin cuyo reconocimiento estamos sometidos a los desmesurados vaivenes de la
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influencia mutua, que, con frecuencia, llegan a ser vaivenes paranoides. El hgado asimila y filtra mediante la amargura los elementos que buscan encapsularse en grasa suave y golosa, aislndolos tras lo que podramos llamar el velo de la ilusin. Lo que hace la ilusin es distorsionar, negando la clera que se est sintiendo, e impidiendo el proceso de asimilacin de esos contenidos que buscan ser integrados. Esta actitud defensiva, la de la ilusin, o bien niega la amargura, o bien la hace ver ilusamente como un man redentor, lo que, indefectiblemente, lleva a una intoxicacin, corporal y psquica. Si se sale al quite de estos contenidos, valorando su amargura, no hay ilusin que valga, y, entonces, se siente lo negativo como negativo, como una condena, y no como redencin. A los contrarios universales no les queda ms remedio que asumir y drenar su poder infeccioso y su condena. . En el delicado tejido del vnculo que se establece entre analista y analizando y su mutua influencia, con su gran abanico de tonos, est la clave sobre la que se sostiene el proceso analtico. Entre esos tonos, los amargos, son los ms liberadores. A los contrarios universales o dada inconsciente que se representa en el terreno de la transferenciacontratransferencia, de la que habla Nathan SchwartzSalant, se los puede experimentar, y padecer, de forma
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palpable en los estados fronterizos. Es decir, en aquellos estados en que la psique, como Aguirre, sobrepasa las fronteras de la integracin y se escinde en opuestos irreconciliables; son opuestos de doble cara a los que Jung describi en sus investigaciones alqumicas. De acuerdo a mi experiencia en el anlisis, es necesario dar espacio al reconocimiento de la infeccin implcita en el vnculo que se establece entre las dos psiques que se influyen mutuamente. Claro est que ello supone saborear la amargura que el hgado tiene que destilar para asimilarla. Realmente hay una influencia en el anlisis a la que hay que dar la cara, sobre todo en su parte negativa o infecciosa. Lo negativo hay que tratarlo con bilis. Si no hay hgado que pueda con esa funcin, entonces cabe el peligro de que se produzca una intoxicacin, alterndose la naturaleza de los elementos, tanto los de carcter negativo como los de carcter positivo. Es decir, cabe la posibilidad de que analista y paciente se conviertan en simpatizantes al ansiar, inconscientemente, ahorrarse el trago amargo de separarse o de de verse contrarios o enemigos, para hacerse amigos. Aceptando la cualidad de contrarios y la funesta y, por tanto, curativa clera que conlleva, uno sale de la ilusin, y entra en la desilusin, en la decepcin. De esta forma es cmo se rompe el velo de maya. Cuando se llega a confrontar el amargor de esta ruptura, quizs se pueda empezar a elaborar el final del anlisis y, por tanto, el final de la relacin analtica, que muere para dar inicio a la
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relacin con la realidad del mundo y a la aceptacin del conflicto que significa el estar vivo. A mi entender, slo reconociendo la actuacin del vnculo y la continua mutua influencia que incluye lo enemigo intrapsquico, as como lo negativo en la relacin entre analista y analizando, se produce un verdadero movimiento, una verdadera accin teraputica liberadora. Una vez que se han visto y, sobretodo, experimentado suficientemente estos contrarios, puede iniciarse la experiencia de la coniunctio y de la autntica relacin. Recordemos que coniunctio implica estar juntos y, a la vez, estar con, no confundirse con el otro, lo cual incluye la dualidad. La coniunctio es el motor de la energa creativa que tambin acta en las relaciones. A partir de ah, el paciente puede empezar a despedirse del analista para vivir relaciones personales verdaderas, fundamentadas en el vnculo con su psique, lo que conlleva vnculos con distintas personas con las que se dar a luz a muchos hijos psquicos. Nuevas realidades que no corresponden a uno ni a otro de los que forman la relacin, sino a un tercero que nace de ellos. Quiz la sesin analtica, y la relacin analtica, sean uno de los ltimos reductos en donde se aprecia en detalle la esencia de lo que ms nos importa en realidad a los seres humanos, esto es: lo que sentimos y lo que vivimos en el cuerpo, y cmo nos vinculamos y nos influimos, ante la presencia de otro. No tengo claro an si influye en esto el hecho de que la sesin analtica sea, de por s, uno de los
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pocos reductos en donde se parte del contacto con la humana historia de la cultura o, bien, si es uno de los pocos reductos en donde an se deja penetrar a la cultura honrando y reconociendo a los contrarios universales de las distintas culturas, que hacen difciles las cosas. En todo caso, podramos decir que la relacin, incluida la relacin entre analista y analizando, es un lugar de transformacin del individuo y de las culturas. Y tambin podramos afirmar que, sin el trasiego de la mutua influencia, nada nuevo puede darse. . Tras estas reflexiones y para terminar, me pregunto: Pasar por este tejido de reconocimiento de la amargura, la decepcin y los contrarios universales, el fino Hilo de Oro de la nica relacin verdadera, ese invisible cable de telgrafo que conecta a los seres humanos y que slo cuando se rasga el velo de la ilusin podemos empezar a sentir, vinculndonos a los otros? Muchas gracias. Barcelona, 20 de mayo de 2012

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