Etnomotricidad

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Estudios Pedaggicos XXXVIII, Nmero Especial 1: 249-266, 2012

INVESTIGACIONES

Etnomotricidad: juegos de resistencia cultural en la comunidad caizara de Ilhabela Brasil*


Ethnomotricity: cultural resistance games in community of caizara de Ilhabela Brazil Etnomotricidade: jogos de resistncia na comunidade caiara de Ilhabela Brasil Luiz Gonalves Junior, Denise Aparecida Corra, Clayton da Silva Carmo, Silmara Elena Alves de Campos, Sergio Alejandro Toro-Arvaloa
aUniversidade

Federal de So Carlos, Brasil. Departamento de Educao Fsica e Motricidade Humana. Telf: +55 16 3351-8769. Correo electrnico: [email protected]

RESUMEN Entendemos la Educacin Fsica como uno de los componentes curriculares que puede y debe contribuir a la presentacin del dilogo acerca de la diversidad cultural, razn por la cual proponemos el estudio de la etnomotricidad orientada a las manifestaciones relacionadas con juegos, luchas, danzas, fiestas, cantos y cuentos, caractersticos de un pueblo / comunidad desarrolladas con intencionalidad y asociadas a procesos educativos de tradicin y resistencia cultural. Especficamente en este estudio, se pretendi caracterizar y comprender la etnomotricidad caizara intentando la comprensin de las prcticas y los procesos educativos en ellas involucrados, particularmente, junto a la comunidad caizara considerada tradicional (Playa Mansa y alrededores). Utilizando metodologa cualitativa de inspiracin fenomenolgica, despus de la insercin y consentimiento formal de la comunidad, se realiz el registro sistemtico de los datos a partir de diarios de campo. A partir del anlisis de las unidades de significado emergieron cuatro categoras: a) Desconfianza aprendida; b) Maritorio ldico; c) Convivencia emergente; y d) Festividad religiosa. Consideramos que los resultados en esta investigacin pueden contribuir con propuestas didcticas en el mbito de la educacin fsica, especficamente en el nivel de la educacin bsica, para el conocimiento y reconocimiento de prcticas de otros culturas o grupos tnicos minoritarios. Palabras clave: etnomotricidad, motricidad humana, diversidad cultural, cultura caizara. ABSTRACT Understanding the physical education as one of the curriculum components that can and it should contribute to the dialogue concerning cultural diversity we propose the study of the ethno-motricity, understanding it as manifestations related to the games, fights, dances, parties, songs and stories, characteristics of the people / community developed with intentionality and related to educational processes of tradition and resistance of such manifestations. Specifically in that study, we aimed to characterize and to understand the ethno-motricity inhabitant of the seaside looking at the understanding of the practices and the educational processes in them involved, particularly, close to the community inhabitants of the seaside considered traditional, of Tame Beach and adjacencies. Using qualitative methodology of phenomenology inspiration, after insertion and the community's formal consent, we accomplished systematic registration of data in field diaries. Ruled in the analysis of the units of meaning four categories emerged: A) Learned distrust; B) Play-oriented category which we name Maritorio; C) Emergent coexistence; D) Religious festivity. We considered that the results reached in this research can contribute with proposed didacticisms in the ambit of the physical education, especially in the basic education, for the knowledge and the recognition of practices and manifestations of other cultures or minority ethnic groups. Key words: etno-motricity, human Motricity, culture inhabitant of the Seaside, cultural diversity. * Este artculo fue solicitado por la Revista Estudios Pedaggicos en diciembre del 2011 en el contexto del proyecto de Investigacin FONDECYT (Fondo de Investigacin Cientfica y Tecnolgica) N 11110016, titulado Educacin Fsica y su funcin de transformacin de las desigualdades sociales: profesorado del rea y documentacin ministerial. El artculo fue aceptado en junio de 2012.

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ETNOMOTRICIDAD: JUEGOS DE RESISTENCIA CULTURAL EN LA COMUNIDAD CAIZARA DE ILHABELA BRASIL

RESUMO Entendendo a Educao Fsica como um dos componentes curriculares que pode e deve contribuir para a apresentao do dilogo sobre a diversidade cultural, prope-se o estudo da etnomotricidade, cuja compreenso se volta para manifestaes relacionadas a jogos, lutas, danas, festas, cantos e contos caractersticos de um povo / comunidade desenvolvida com intencionalidade e associada a processos educativos de tradio e resistncia cultural. Pretendese caracterizar e compreender a etnomotricidade caiara visando compreenso das prticas e processos educativos nela envolvidos, particularmente aquelas relacionadas comunidade tradicional caiara de Praia Mansa e seu entorno. Utiliza-se metodologia qualitativa, de inspirao fenomenolgica, e registra-se sistematicamente, aps consentimento formal da comunidade, dados a partir de dirios de campo. Das anlises das unidades de significado, so criadas quatro categorias: a) desconfiana aprendida, b) maritorio ldico c) convicncia emergente e d) festividade religiosa. Acreditase que os resultados desta pesquisa possam contribuir com propostas educacionais no campo da Educao Fsica, sobretudo na Educao Bsica, para o conhecimento e reconhecimento de prticas e manifestaes de outras culturas ou grupos tnicos minoritrios. Palavras chave: etnomotricidade, motricidade humana, diversidade cultural, cultura caiara.

1. INTRODUCCIN En las clases de educacin fsica1 escolar, comnmente observamos el deporte como un contenido prcticamente exclusivo, lo que acaba por reducir el universo de la Motricidad Humana, circunscribindolo, no es de extraar, al contexto cultural estadounidense y/o europeo del ftbol, vleibol, bsquetbol y hndbol, en detrimento de potencialidades que pueden ser exploradas al proponer la vivencia de otras manifestaciones de la Motricidad Humana (juegos, luchas, danzas, fiestas, cantos y cuentos), oriundas de la diversidad cultural de diferentes pueblos que construyeron y construyen el Brasil, tales como los africanos, los indgenas y los orientales (Gonalves Junior, 2007). Comprendemos, con Freire (2005: 156), que no se trata de yuxtaposicin de culturas, mucho menos en el poder exacerbado de una sobre las otras, sino en la libertad conquistada, en el derecho asegurado de moverse cada cultura en respeto de la otra, corriendo el riesgo libremente de ser diferente, de ser cada una para s. En este sentido, los Parmetros Curriculares NacionalesPCNs (Ministrio da Educao e do Desporto, Gobierno Federal de Brasil, 1997: 7) indican la importancia de conocer y valorizar la pluralidad del patrimonio sociocultural brasilero, bien como aspectos socioculturales de otros pueblos y naciones, posicionndose en contra de cualquier discriminacin basada en diferencias culturales, de clase social, creencia, sexo, etnia o caractersticas individuales y sociales. El mismo documento indica:
La Educacin Fsica permite que se vivencien diferentes prcticas corporales provenientes de las ms diversas manifestaciones culturales y se observe como esa variada combinacin de influencias est presente en la vida cotidiana. Las danzas, deportes, luchas, juegos y gimnsticas componen un vasto patrimonio cultural que debe ser valorado, conocido y disfrutado. Adems de eso, ese conocimiento contribuye para la adopcin de una postura no prejuiciosa y discriminatoria frente a las manifestaciones y expresiones de los diferentes grupos tnicos y sociales y de las personas que de ellos hacen parte (Cit. Ministrio da Educao e do Desporto, 1997: 28-29).
1

Manuel Sergio (1994), uno de los principales pensadores de la Ciencia de la Motricidad Humana, prefiere el uso de la expresin Educacin Motora en lugar de Educacin Fsica. Nosotros preferimos Motricidad Escolar, no obstante, en esta investigacin no haremos diferenciacin entre una expresin y la otra, pues se considera la educacin fsica la nomenclatura oficial del respectivo componente curricular.

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Frente a esta situacin y entendiendo la Educacin Fsica como uno de los componentes curriculares que puede y debe contribuir a la presentacin, dilogo, reflexin y valorizacin de la diversidad cultural, proponemos el estudio de la Etnomotricidad, conceptualizando sta como prcticas corporales (juegos, actividades ldicas, luchas, danzas) con caractersticas propias de un pueblo/comunidad, desarrolladas con intencionalidad2 y relacionadas a procesos educativos de tradicin y resistencia de tales manifestaciones (Gonalves Junior, 2010: 51). Explicitamos que la etnomotricidad se ancla en la ciencia de la motricidad humana de Manuel Sergio y en la pedagoga dialgica de Paulo Freire, las cuales, entre otras influencias, tienen base en la fenomenologa existencial de Maurice Merleau-Ponty (Gonalves Junior, 2010). Consideramos que en la perspectiva fenomenolgica se entiende al ser en el mundo a partir de los existenciales bsicos, a saber: afectividad, comprensin y expresin, que estn siempre en un mismo nivel de importancia, siendo, por tanto, equi-primordiales. De esta manera, son fundantes de la constitucin del ser: son modos del existir-ah. Existiendo-ah-en-el-mundo, el ser se encuentra en una condicin de abertura a la experiencia y, en esa abertura, no hay un sentir anterior o posterior al comprender y expresar y vice-versa. El hombre que siente es al mismo tiempo el que comprende y expresa. Al expresarse, el hombre abre espacios de comprensin, y toda comprensin, en s, ya es afectiva (Silva, 1991: 8). En palabras de Merleau-Ponty (1996: 235), un orador no piensa antes de hablar, incluso mientras habla; su hablar es su pensamiento, el pensamiento no existe fuera del mundo o para s antes de la expresin; ni siquiera la pretensin de silencio susurrando es el hablar. Del mismo modo, no es preciso que el ser represente el espacio exterior y su cuerpo para mover uno de otro; basta que ellos existan para el ser, pues todas las funciones en el hombre, desde la sexualidad a la motricidad y a la inteligencia, son rigurosamente solidarias; es imposible distinguir, en el ser total de lo humano, una organizacin corporal que tratsemos como un hecho contingente, y otros predicados le perteneceran con necesidad. Todo es necesario en el hombre. Entonces, de acuerdo con Merleau-Ponty:
() la conciencia se proyecta en un mundo fsico y tiene un cuerpo, as como ella se proyecta en un mundo cultural y tiene hbitos: porque ella slo puede ser consciencia jugando con significaciones dadas en el pasado de la naturaleza o en su pasado personal (). En fin, esas claridades nos permiten comprender sin equvoco la motricidad en cuanto intencionalidad original. () El movimiento no es el pensamiento de un movimiento, el espacio corporal no es un espacio pensado o representado () la motricidad no es como una sierva de la conciencia que transporta el cuerpo al punto del espacio que previamente nos hemos representado. Para que podamos mover nuestro cuerpo en direccin a un objeto, primeramente es preciso que el objeto exista para l (Merleau-Ponty, 1996: 192-193).

La motricidad humana, conforme lo dicho por Srgio, se trata de un movimiento intencional de la trascendencia, es decir, el movimiento de significacin mas profunda (Srgio, 1999: 17) en el que lo esencial es la experiencia originaria, donde emerge tambin la historia de las conductas motoras del sujeto, pues no hay experiencia vivida sin la
2

Se refiere la intencionalidad de comportamiento corpreo-mundano (existencial), en la cual se construye y reconstruye el mundo significado, pues el encuentro de consciencia y mundo es el origen de ambos (Fiori, 1986).

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intesubjetividad que la praxis supone. El ser humano est todo en la motricidad, en una continua abertura hacia la realidad ms radical de la vida (Cit. en Srgio, 1999: 17-18). An mas, el autor agrega que la motricidad humana significa que el ser humano es fundamentalmente relacin con el Otro, con el Mundo, con lo Absoluto (Srgio, 1994: 71). En tal perspectiva el ser es comprendido en su integralidad existiendo-ah-en-el-mundocon-los-otros, dotado de la posibilidad de transcendencia (de ser ms), en condicin de abertura para la experiencia y, en esa abertura, no hay posibilidad de fragmentacin. De modo que al chutear el baln, por ejemplo, se est impregnado de experiencia de ser en el mundo, es decir, cargado de emocin, de sentimiento, de su cultura y de intencionalidad. Por lo tanto, ese gesto tan comn en nuestros das est muy lejos de ser un mero acto mecnico restrictivo y muy cerca de una accin compleja de constituir mundo al mismo tiempo que constituir identidad. Como escriben Martins y Machado (1997), el comportamiento humano no es una serie de reacciones ciegas a los estmulos, ni es la proyeccin de actos motivados por la idea pura producida por la mente desencarnada y sin mundo; ms bien es un interrelacionamiento dialctico y dialgico entre el ser y el mundo que no puede ser expresado en trminos de causalidad. Desde esta matriz, ampliamos el marco de anlisis para adentrarnos en la Etnomotricidad, entendida desde la particularidad que constituye un grupo humano en una determinada localizacin espacio-temporal, en una dinmica relacional, simblica y funcional singular. En otras palabras, podemos entender la etnomotricidad como ese estar ah en el mundo de un grupo de seres humanos que les otorga identidad, historia, proyeccin diferenciada. Por lo cual, no es slo conductas diferentes que pueden manifestar en relacin con un determinado marco dominante, sino ms bien es una percepcin radical de mundo diferenciada que favorece determinadas comprensiones e interpretaciones de la accin humana, de su sentido y habitabilidad en el mundo. En consecuencia slo sera posible compreder las acciones de un grupo social si nos adentramos profundamente en su mundo simblico y comprensivo de su da a da y cara a cara, como nos propone Schutz (1995). De manera que juegos, luchas, danzas, fiestas, cantos y cuentos se configuran en forma particular tanto en su ejecucin como en su comprensin, lo que tambin podra considerar, obviamente, diferenciaciones morfo-funcionales. En esta investigacin, en particular, nos centramos en la Etnomotricidad Caizara, especficamente de la comunidad de Playa Mansa y alrededores (playa de los Castellanos y Playa Roja), que corresponden al Municipio de Ilhabela, litoral norte del estado de San Pablo. Explicitamos tambin que Caizara es un trmino proveniente de la lengua indgena tupi, que denominaba originariamente las ramas de rboles colocados en el mar para cercar los peces en una jaula. Posteriormente pas a ser utilizado, tambin, por los habitantes y comunidades de zonas litorales de los estados de So Paulo, Rio de Janeiro y Paran, los cuales, en el pasado, tenan un modo de vida exclusivamente ligado a la pesca y la agricultura. Las comunidades caizaras nacieron a partir del siglo XVI, produto del mestizaje de blancos (principalmente portugueses), indgenas (tupinambs) y negros (transportados como esclavos desde de Africa al Brasil) (Cfr. Principalmente Adams, 2000; Diegues, 2005; Campos, 2008). Esta investigacin pretende contribuir al fortalecimiento de la identidad de grupos/ etnias/culturas socialmente marginados, favoreciendo el respeto por la diversidad cultural y el medio ambiente; y tambin apoyar a profesores de educacin bsica en la

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formacin de escolares, promoviendo el conocimiento y respeto sobre la motricidad de diferentes culturas. 2. ANTECEDENTES GENERALES DEL MUNICIPIO Y LOS HABITANTES DE ILHABELA Partiremos con una descripcin general de la isla a fin de comprender con mayor claridad tanto la formulacin del objetivo, como el trabajo desarrollado en Ilhabela. Dicha Isla se encuentra localizada en el litoral norte paulista, a 230 kilmetros de la ciudad de San Pablo y, en realidad, es un archipilago compuesto por las islas de: San Sebastin, Victoria, de Bzios, de las Cabras, Sumtica y de Serraria, teniendo la mayor concentracin poblacional en el rea urbanizada de la Isla de San Sebastin. En estas ltima se encuentran las playas ms frecuentadas por los turistas: Curral, Armazon e Feiticeira (Campos, 2008). Desde el punto de vista de su geografa humana y de acuerdo con Diegues (2005), la poblacin caizara de dicha regin est ntimamente ligada a la Selva Atlntica,3 pues de ella obtienen la madera utilizada en la construccin de canoas y otros artefactos, tambin practican la extraccin de frutos y hiervas y la agricultura de alimentos y plantas medicinales. Por otra parte, conforme lo presentado por Corra (1981), los caizaras provienen de antiguos cruces entre indgenas brasileros y colonizadores europeos y, en la poca de la esclavitud, de nuevas combinaciones tnicas con el contingente de esclavos africanos quienes tuvieron una importante participacin no slo en trminos numricos, sino tambin culturales en la conformacin actual de la cultura caizara. Especficamente, dicho autor sostiene que Predominan caracteres del colonizador blanco (). En la sociedad local, la religin, los hbitos y las costumbres son del colono europeo de los primeros siglos del conquista brasilera, cuyas caractersticas, principalmente culturales se conservan (Corra, 1981: 19). Actualmente, motivados por el crecimiento del turismo, el desplazamiento de los caizaras desde el borde costero hacia el interior de la isla, junto a las leyes ambientales que les prohben cortar rboles para la produccin de canoas o la delimitacin de una cuota de rboles. Al mismo tiempo, en la misma regin se han desforestado grandes extensiones de Mata Atlntica para la construccin de mansiones de veraneo, lo que ha potenciado el desplazamiento de los caizaras y el consecuente dificultad para mantener su modo de vida original, especialmente en las regiones ms urbanizadas del archipilago (Campos, 2008). Segn Villela (2003), con la llegada de la actividad turstica en la ciudad, las nuevas relaciones introducidas afectaron profundamente al caizara, provocando su dislocamiento fsico y social. Los caizaras pasaron a instalarse en lugares ms separados de la playa y del centro, perdiendo sus zonas originales. Las comunidades que, de alguna manera, mantuvieron su cultura, son las que se encuentran en lugares de mayor dificultad de acceso, las cuales son denominadas comunidades caizaras tradicionales.
3

La denominacin en portugus es Mata Atlntica y corresponde a la vegetacin de selva tropical lluviosa, abundante en especies vegetales y animales. Este tipo de vegetacin abarcaba toda la costa del Brasil, baada por el ocano Atlntico en la poca de la conquista; actualmente se encuentra reducida a menos de la mitad.

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El proceso anterior se entiende mejor si se considera que, segn Diegues, la tradicin se entiende como un proceso histrico por el cual elementos de la cultura llamada moderna son continuamente reinterpretados e incorporados al modo de vida (Diegues, 2005: 275) y que la cultura caizara desarroll un conjunto de prcticas materiales e inmateriales, valores, visones de mundo ligadas al mismo tiempo al mar y a la tierra. En sus propias palabras, es definida como:
() un conjunto de valores, visiones de mundo, prcticas cognitivas y smbolos compartidos, que orientan a los individuos en sus relaciones con la naturaleza y con los otros miembros de la sociedad y que se expresan tambin en productos materiales (tipos de moradas, embarcaciones, instrumentos de trabajo) y no materiales (lenguaje, msica, danza, rituales religiosos) (Diegues, 2005: 275).

Vale destacar que los primeros puntos de poblamiento europeo en Brasil acontecieron en la regin litoral y slo ms tarde ocurrieron procesos de colonizacin hacia el interior del territorio. Este aspecto resulta relevante si se considera que Diegues (2005: 282) especifica que la poblacin caizara es originaria del indgena, del colonizador portugus (en algunas reas, tambin espaol) y, en menor grado, del esclavo africano. Tal poblacin, dispersa en la zona costera, estuvo ligada a los ciclos econmicos, generalmente marcados por la monocultural agrcola, abasteciendo de productos de primera necesidad, como harina de mandioca, pescado y lea, a los ncleos urbanos regionales. El autor parte de la hiptesis que las poblaciones y los sitios caizaras surgieron en los intersticios y en el periodo de la pos-desorganizacin de las monoculturas coloniales y pos-coloniales como el de la caa de azcar, en el litoral sur de Ro de Janeiro y el norte de San Pablo:
La formacin de las comunidades caizaras est, sin duda, asociada a una vuelta de parte de la poblacin a las actividades agrcolas de casi subsitencia y hacia la pequea pesca, pues el final de cada ciclo econmico signific, en muchos casos, la vuelta de actividades con relaciones tenues con el mercado, como la micro-agricultura y pesca, marcando la marginalizacin de la poblacin local (Diegues, 2005: 282).

Por otra parte, Almeida nos dice que si se estudia la genealoga de las familias caizaras de las ciudades histricas, se observar que son, generalmente, descendientes directos de los fundadores de esas localidades y que an conservan las tradiciones de familia, historia, usos y costumbres de sus ancestros (2005: 48). La posesin de sus tierras les fue otorgada por cartas de sesmaria -cartas de posesin de tierras entregadas en la poca imperial del Brasil- entregadas a los primeros habitantes y fueron sucedidas a los hijos sucesiva e ininterrumpidamente. Tal situacin provoca que los caizaras tengan su historia de vida y familiar fuertemente relacionada con el espacio territorial y con un gran apego a propiedades que recibieron por herencia, y que parecen hacer parte de su yo, transformadas en pedazos de su alma, y de las cuales difcilmente se separan, conservndolas religiosamente (Almeida, 2005: 48). La Selva Atlntica fue de extrema importancia para los caizaras en la primera mitad del siglo XX, pues de ella era retirada la madera utilizada en la construccin de canoas, casas, muebles, utensilios domsticos, equipamientos de pesca, instrumentos musicales. Adems, en ella se implementaban los mtodos de caza, como la ceva.4 An en la ac-

Lugar donde se colocan los alimentos para atraer pesca o caza.

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tualidad, los caizaras mantienen fuerte relacin con la Selva Atlntica, donde hacen la agricultura itinerante para la extransin de diversos productos (Diegues, 2005). Almeida (2005) critica a los autores de su poca que caracterizan a los caizaras como despreciables y vagabundos incorregibles. Y, en su parecer, ms bien se caracterizan como un pueblo hospitalario. Cualidad heredada de los antiguos paulistas, y que debido al aislamiento en que viven, forman una casta diferenciada, en la cual no es fuerte el cosmopolitismo de las grandes ciudades y poblaciones, conservando los usos, costumbres y tradiciones de sus antepasados. Para Diegues, en el territorio caizara se desarroll un modo de vida basado en la pequea produccin de mercaderas, que asocia a la pequea agricultura y a la pesca, adems de elementos culturales comunes, como el lenguaje caracterstico, fiestas y una forma especfica de ver el mundo (Diegues, 2005: 276). Buscando estudiar la etnomotricidad caizara, se realiz una insercin en la comunidad de Playa Mansa y alrededores (Playa de los Castellanos y Playa Roja), localizada en la parte no urbanizada de Ilhabela y considerada como una comunidad tradicional. 3. PROCEDIMIENTOS Se parti de la premisa de que las personas establecen relaciones entre ellas y con los otros grupos/comunidades, siendo capaces de construir, preservar, compartir y reflexionar sus conocimientos y experiencias. En concordancia con Freire:
Consciente de que puedo conocer social e histricamente, s tambin que lo que conozco no podra escapar a la continuidad histrica. El saber tiene historicidad. Nunca es, est siempre siendo () La historia es tan ir-a-ser, como nosotros () como el conocimiento que producimos () Sera impensable un mundo donde la experiencia humana se deje fuera de esa continuidad, es decir, fuera de la historia () No podemos sobrevivir a la muerte de la historia que, que es hecha por nosotros, nos hace y rehace (Freire, 2001: 18-19).

En este devenir del ser, por lo tanto, los sujetos no pueden ser reducidos a objetos de investigacin; tampoco las situaciones en que se encuentran, en las cuales viven, luchan, transforman y producen conocimiento se pueden ver como situaciones inmutables o definitivas, pues el propio ser es inacabado y es sujeto al estar-siendo, al ir-a-ser. A propsito de ello, en el desarrollo de la investigacin, la insercin de los investigadores junto a la comunidad caizara de Playa Mansa y sus alrededores se produjo con una cuidadosa interaccin con los habitantes, los cuales autorizaron a travs de un Consentimiento Libre e Informado (criterio de rigurosidad tica), la realizacin de la investigacin y la publicacin de los datos, alterando sus nombres reales por ficticios, con nombres de peces y animales marinos. En la Tabla siguiente, se presentan los/as participantes de la investigacin:

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Nombre Fictcio Robalo Salmon Lenguado Raya Sirena

Sexo

Generacin

Comunidade que vive

Ocupacin

M M M F F

A A A A A

Portinho Playa Mansa Playa Mansa Playa Mansa Playa Castellanos

Barquero Barquero y Pescador Pescador Do Lar Duea de Restaurante

Delfin Anchoa Pulpo Tiburon Bacalao Pez Gato Congrio Cangrejo Lobo de Mar Pinguino

M F M M M M M M M M

N A A N A N N A A N

Playa Castellanos No caiara Playa Mansa Playa Mansa Playa Castellanos Playa Castellanos No caiara Playa Mansa Playa Roja Playa Castellanos

Estudiante Garzona del Restaurante Pescador Estudiante Barquero y Pescador Estudiante Estudiante Pescador Pescador Estudiante

Tabla 1. Perfil de informantes claves


Leyenda: M: Masculino; F: Femenino; N: Nio; A: Adulto

Como procedimiento bsico en la recoleccin de los datos se utiliz el registro sistematico de notas en diarios de campo, particularmente en las manifestaciones relacionadas con juegos, luchas, danzas, fiestas, cantos y cuentos de la cultura caizara, los cuales posibilitaron el anlisis posterior de las anotaciones. Segn Bogdan y Biklen, el diario de campo es el relato de aquello que el investigador oye, ve, vivencia y piensa en el transcurso de la recogida y reflexiona sobre los datos de un estudio cualitativo (Bodgan y Biklen, 1994: 150). Adems, agregan al respecto de la implementacin y construccin del mismo que las notas de campo consisten en dos tipos de materiales. El primero es descriptivo, donde la preocupacin se centra en captar una imagen a travs de las palabras del local, personas, acciones y conversas observadas. El segundo es reflexivo, parte que evidencia con mayor densidad el punto de vista del observador, sus ideas y preocupaciones (Bodgan y Biklen, 1994: 152).

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Despus de la lectura de los registros de los diarios de campo, se procedi a la identificacin de unidades significativas, las cuales fueron agrupadas en categoras temticas, organizadas a posteriori en una matriz nomottica de inspiracin fenomenolgica (Martins y Bicudo, 1989; Martins, 1992; Bicudo y Esposito, 1997; Gonalves Junior, 2008), formalizando el movimiento intencional en busca de la esencia del fenmeno investigado. La matriz es una organizacin formal resultante del trnsito de lo particular a lo general, en el cual se explicita la comprensin de las proposiciones individuales y sus posibles convergencias, divergencias e idiosincrasias (acepcin encontrada en slo una de las descripciones) con las proposiciones de los dems sujetos informantes de la investigacin (Martins y Bicudo, 1989; Martins, 1992; Bicudo y Esposito, 1997; Gonalves Junior, 2008). 4. RESULTADOS

Los resultados son presentados en cuatro categoras que son analizadas a partir de la matriz nomottica expuesta a continuacin.
Diarios
I II III IV V VI VII VIII IX X

Categoras A) Desconfianza aprendida B) Maritorio ldico 1; 7; 8 2; 4; 6 4; 7; 10d; 16;17d 3 1; 4 8; 11 1; 2; 3; 5; 6; 9; 12; 13 15 2; 3; 4; 5; 6; 8 1; 2; 3; 11; 13 5

C) Convivencia emergente

1; 3; 4

3; 5; 9; 10

1; 2; 4; 5; 6

2; 3

1; 7

5; 6; 8

1; 3; 4

D) Festividad religiosa

4; 7; 10;12; 14

Tabla 2. Matriz Nomottica

4.1. DESCONFIANZA APRENDIDA

Esta categora rene unidades significativas que refieren a comportamientos adoptados por los moradores de la comunidad y, en menor grado, por los propios investigadores. Estos ltimos se posicionaron en contra de la explotacin turstica, que vivenciaron principalmente en el lado urbanizado de la Isla. Ms adelante, se exponen trechos de los

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diarios de campo, que muestran al equipo de investigadores/as quienes despus de haber negociado un determinado valor con Jiperos (tipo de transporte de la Isla), estos ltimos modificaron su precio en el momento que percibieron la posibilidad de mayor ganancia de dinero producto de los barcos cruceros que recalaron en la Isla, transportando al grupo de investigacin a la Baha de Castellanos. Tal situacin se explica por la condicin de los caminos y su consecuente desgaste de los Jeeps (exigencia del equipo investigador), y en contraste, lo ventajoso y cmodo de realizar paseos con los turistas por las playas del sector urbano cercano.
En el camino para el muelle, o Jipeiro telefone al celular de una de las investigadoras para saber lo que habamos decidido y ella le dice que no se consigui ir de canoa o barco, ni tampoco con la ayuda del Parque. No viajaramos para Playa Mansa en aquel momento, pues por una cuestin de principios habamos decidido no someternos a la colusin ejercida por los Jiperos, quienes haban elevado demasiado el precio del transporte (Diario III, 1-A).

En este sentido, podemos citar dos trechos que demuestran los cuidados y proteccin demostrados por las personas al relacionarse con nuestro grupo de extraos. El primero describe una situacin acerca de la caipiria de hoja de mandarina, una bebida tpica del local visitado, que dej al grupo de investigacin curioso, por lo siguiente: () comentamos que Anchoa haba hablado sobre la caipiria de hoja de mandarina y Raya expres que era efectivamente hecha con hojas de mandarina, pero que el modo de extraer el jugo de las hojas era propiamente un secreto (Diario III, 8-A). El segundo retrata la conversacin de uno de los investigadores con una seora de la comunidad de Playa Roja. En dicha ocasin, el investigador fue en busca de harina de mandioca y coco, siguiendo la orientacin de una habitante de la Playa de Castellanos. En esa situacin, la seora inform que no haba harina producida y cuando el investigador pregunt: () si poda llevar algunos cocos ella respondi que la gente de Castellanos comenta un poco sobre el coco de Playa Roja y muchas personas aparecen por all pidiendo, y afirm que estos son slo para los integrantes de la comunidad (Diario VI, 4-A). Los cuidados en su comportamiento, anteriormente citados, son comprendidos como formas de desconfianza aprendida, tienen sus motivaciones explicitadas en las conversaciones que se tuvieron con dos integrantes de la comunidad, quienes se justifican citando experiencias con otros grupos que visitaron la Isla.
() un investigador pregunt si poda ver la canoa junto al hermano de ella y si eventualmente poda fotografiarla. Ella respondi que podramos ver la canoa, pero que para fotografiar o filmar personas deberamos conversar con ms calma, pues ya haba acontecido con otros grupos que los fotografiaron, pero que no dieron copias para ellos o algn testimonio de las mismas. (Diario III, 7-A). Un de los investigadores alert que el objetivo central de la investigacin eran los juegos y la moradora de la comunidad plante que mucha gente va all, no pide autorizacin, no tienen educacin y que no la respetan slo porque ella no tiene mucho estudio (Diario VI, 7-A). Raya comenz a ojear el libro de la cultura caizara, elogiando el autor, pero destacaba que no era caizara. Discord en algunos puntos del libro, como la receta de azul marino (...); la ausencia de identificacin de personas presentes en las fotos (detalle que el grupo investigador ya haba comentado y cuestionado) y consigui la foto de una canoa, cuya denominacin, en el libro, es de una canoa de boga, pero segn ella, ilustra una canoa caizara y no de boga () (Diario VI, 16-A).

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En esta categora tambin se presentan dos divergencias, demostrando que la desconfianza aprendida inicialmente presentada disminuy conforme el grupo de investigacin fue siendo conocido por las comunidades. Los fragmentos de diarios que siguen muestran cmo situaciones anteriormente citadas se desarrollaron de igual forma, posteriormente, es decir, en forma positiva, en la medida que el conocimiento mutuo aumentaba entre el grupo investigador y los habitantes.
En esta ocasin revel el secreto de la hoja de mandarina, a saber: se macera un poco ms de media taza de hojas de mandarina con un poco de cachaza y azcar, hasta extraer el jugo de las hojas (eso es lo que da el color anaranjado caracterstico a la bebida), se aumenta la cachaza y el hielo, se puede tambin colar (Diario VI, 17d-A). Fuimos bien recibidos por ella y los dems miembros de la comunidad, quienes nos presentaron el lugar donde se realiza la produccin de harina de modo artesanal. Despus nos mostraron la huerta de la comunidad, el fogn a lea y sus famosos coqueiros, de los cuales tomamos algunos cocos, juntamente con los moradores, para producir una cocada propia en la Playa Mansa (Diario VI, 10d-A).
4.2. MARITORIO LDICO

Esta categora emerge desde unidades de significado y extractos que favorecen el conocimiento de algunos juegos practicados por las comunidades caizaras, tanto en la agua de mar (tambien de ro), como en la tierra (tambin en la arena de la playa). Del mismo modo, es singular la generacin de un espacio de interface entre mar y tierra, de ah el neologismo maritorio; de igual forma, esta categora tambin revela el estar con y entre personas de la comunidad e investigadores, lo que posibilit diversos momentos de interaccin en la realizacin de los juegos. Los siguientes extractos de los diarios de campo nos permiten identificar los juegos ms practicados en las comunidades observadas.
En un paso por la Playa de Castellanos se observ nios jugando futbol en la arena, siendo los arcos pequeos formados con bamb (Diario III, 4-B). Durante la conversacin () le preguntamos qu jugaban los nios en la Playa Mansa y en la regin cuando ella era nia. Ella respondi que los varones jugaban mucho al trompo en la tierra, en un lugar un poco separado de la orilla de la playa, y tambin hacan barquitos, en general, hechos de madera por los padres () Y las nias, dice ella, jugaban amarillita5 en la arena de la playa en las noches de luna. Jugaban tambin al dormir en la playa para esperar a los hermanos que llegaran de la pesca. Cuando ellos llegaban con las canoas corran detrs de los nios y siempre atrapaban a los ms pequeos y terminaban chapoteando en el mar (Diario III, 6-B). Se observ que los tres nios jugaban a jipitos y canoas. En el dilogo con ellos, comentaban que jugaban a las canoas y que el juego consista en una miniatura de canoa y del remolcador, similar al utilizado por sus padres, quienes haban confeccionado las miniaturas. Los nios empujaban la miniatura de canoa con un cordn amarrado a una piedra que

Similar al juego avin o luche (dibujo sobre la arena o tierra de una sucesin de cuadros con numeros que asemeja un avin).

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funcionaba como una especia de ancla. Al lado y fuera del agua se encontraban dos jeeps (juguetes) y una especie de cuadri-ciclo para el camino de juego, especficamente para jugar a los jiperos. Informaron tambin que comnmente juegan pega-pega, esconde-esconde, ayuda-ayuda y a chutear el baln. Despus del dilogo hicieron demostracin del juego de la canoa en un pequeo ro llamado Barra (Diario V, 1-B). En la Playa de Figueira dice ser tpico el juego de subir una roca grande por medio de una cuerda y de ella saltar al mar (Diario VIII, 11-B).

Adems del gusto por los juegos que se realizan entre las diversas comunidades, tambin se revel el gusto por el canto y la danza de ritmos del genero forr y sertanejo6 a travs de la realizacin de bailes, con sanfoneiros7 y guitarristas de la regin.
() vimos, a travs de una ventana de uno de ellos, una guitarra en la pared, por lo que preguntamos si l tocaba. Dijo que s y que con frecuencia participaban de los bailes realizados en la Playa de Castellanos, donde tocaban canciones sertanejas acompaado de otros guitarristas y sanfoneiros (Diario VI, 11-B). (...) Anchoa coment, con dos investigadoras, que todo los domingos aconteca un juego de futbol all en Castellanos y que venan personas de varias comunidades para jugar, despus de la pesca. Al final de la tarde retornamos a Playa Mansa con la invitacin de Sirena y Anchoa para volver en la noche al Forr que acontecera en el bar de ellas (Diario VII, 8-B).

Dentro de diversos pasajes de los diarios descritos por los miembros del grupo de investigacin en relacin a los juegos, destacamos el da en que dos de los participantes de grupo prestan sus bicicletas a los nios del lugar (Tiburn, Delfin y Pinguino).
() Sirena llam a sus hijos (Delfin y Pinguino) que estaban ansiosos por andar en las dos bicicletas de los investigadores. Prestamos las mismas a ellos y enseguida comenzaron a pedalear. Inmediatamente se aproxim a nosotros otro nio, Tiburon () los tres quedaron revisando las bicicletas, observados por un integrante del grupo de investigacin, que adems los orientaba (Diario VII, 4-B).

La forma de organizacin autnoma de jugar es visible entre los/as nios/as y los adultos, caracterizndose por el cuidado y cooperacin, principalmente en la relacin de los mayores con los menores durante las prcticas. Asimismo, se evidenci la relacin entre gneros. Estos aspectos se pueden apreciar en los extractos expuestos a continuacin:
Observamos que ahora haba un grupo mayor de nios y nias experimentado las bicicletas, la mayora lograba pedalear, pero los menores eran llevados en la parrilla porta equipaje o en el cao del marco por uno de los mayores, en general despus de las orienctaciones de algunos miembros del grupo de investigacin. Se coment la facilidad de algunos nios y

Forr es un ritmo y danza tpicos de la Regin Nordeste del Brasil practicada en las fiestas juninas (fiesta originariamente realizada en celebracin de la cosecha) y otros eventos. Con la migracin de nordestinos en busca de trabajo hacia otras regiones de Brasil, el forr se expandi por el pas. Tradicionalmente, esta danza es producida por tros, compuestos de un sanfoneiro o acordeonista, un tamborilero y un tocador de tringulo. A su vez , en el ritmo sertanejo o caipira (campesino) el sonido de la guitarra es predominante y, en general, cantado por duplas incluyendo primera y segunda voz. Las letras tradicionales acostumbran tener elementos que tratan del cotidiano vivir en el campesino o temas de relaciones amorosas. Dcese de aquel que toca sanfona o acorden, siendo ste un instrumento musical compuesto por fuelle, diapasn y dos cajas harmnicas de madera.

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nias para andar en bicicleta a lo que Anchoa coment que algunos de ellos ya haban tenido bicicletas pero que el roco marino las daa demasiado (Diario VII, 6-B). En este juego los investigadores observaron la actitud de los mayores quienes pasaban el baln a los menores, permitiendo una mayor participacin de los nios y nias en el juego (Diario VIII, 2-B) En el trecho entre la salida del camino hasta el bar de Sirena, dos investigadores observaron siete nios que jugaban tontito () les llam la atencin la presencia de una nia en el grupo que tambin participaba del juego (Diario VII, 2-B).

A pesar de la cooperacin y la comunin en general observadas por el grupo de investigacin, (...) notamos an que uno de los nios que estaba en la ronda, la menor del grupo, no reciba el baln (Diario VII, 3-B). Lo que indica una divergencia en relacin las caractersticas sealadas mas arriba. La dimensin de tal divergencia no fue posible profundizarla en la experiencia desarrollada en el trabajo de campo realizado.
4.3. CONVIVENCIA EMERGENTE

En esta categora se comprende el proceso de construccin de una convivencia con el otro, donde incluye compartir experiencias, saberes y conocimientos entre los investigadores y los caizaras y vice-versa, un ejemplo que evidencia tal situacin es el siguiente trecho del diario de campo V:
Ya en la playa, preguntaron a Lenguado si solamente los dos conseguiran colocar la canoa en el mar. Dos integrantes del grupo de investigacin oyeron y preguntaron si podan ayudar, llamaron a los dems miembros de grupo que tambin estaban en la playa en ese momento. Todos ayudaron a Lenguado a colocar en el mar su canoa, con la cual l transport a Raya hasta Sombro para que ella recogiera las autorizaciones de los padres para que los nios/as de la comunidad realizaran un paseo al zoolgico de San Pablo das despus. Paralelamente, dos pescadores que venan de Castellanos saban, por Anchoa, que necesitbamos repelente para mosquitos y se ofrecieron para comprar en la ciudad y traer al da siguiente cerca del medioda. Aceptamos, les dimos el dinero y pedimos que trajeran tres unidades. En la tarde, dos investigadoras buscaron a Raya (mujer caizara) en su casa, solicitando ayuda para una tercera investigadora que estaba con inflamacin en los pies debido a las picaduras de insectos (signos de alergia). Raya entr en contacto con el Parque Estatal por radio y dijo que nos informara posteriormente. En ese intertanto, en la playa, un pescador pregunt a un investigador si poda llevar un poco de agua de los investigadores para s, el investigador respondi afirmativamente y adems ofrecio su ayuda y la del grupo para cualquier otra necesidad que se presentara (Diario V, 3-C).

Hubo momentos en los cuales fue posible notar situaciones de involucramiento en el intercambio de informaciones del grupo de investigacin y personas de la comunidad.
Dos investigadores llegaron a la escuela con una bolsa plstica llena de residuos recogidos en el camino. Dijeron que haba mucho ms por recoger, pero que con el aumento de la lluvia no pudieron ms. Cuando la cena estaba casi lista el grupo recibi la visita de Raya () ella vino a preguntar si podamos cargar sus pilas en una de las tomas de energa de la escuela. Obviamente aceptamos y ella realiz lo que precisaba (Diario III, 5-C). Raya dijo que ya estaba oscuro y tarde y que ella no lo haba percibido. Pregunt si alguien tendra una linterna, a lo que una de las investigadoras coment que Anchoa les haba mostrado

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una lata que estaba abandonada en el camino y que era utilizada para ese fin (linterna), por lo que fue llevada a la escuela (Diario III, 10-C).

Con ms tiempo de estada en la localidad, la convivencia entre los investigadores/ as y las personas de la comunidad se acentu y ampli, tanto en tareas propias de la comunidad, como en el intercambio de informacin sobre las mismas. Tal situacin se puede observar en los siguientes trechos seleccionados.
En seguida todos retornaron para el almuerzo y luego que llegaron al alojamiento, encontraron a parte del grupo que se preparaba para salir hacia el cerco localizado en la Playa de Figueira, con Bacalao, () l y los tres del grupo estaban queriendo ir al cerco y como estaba en el lugar de Lenguado, quien estaba en reposo por una lesin en el pie, los invit a ir con l (Diario VII, 5-C). () De inmediato iniciamos la preparacin de la cocada en el alojamiento en que nos encontrbamos, todos fueron ayudando, algunas partan los cocos con un martillo que estaba guardado en la caja de herramientas de la escuela, otros retiraban con cuchillos y cucharas la pulpa de coco de la cascara. Raya, al percibir como hacamos el proceso, nos corrigi diciendo que slo poda quedar la parte blanca del coco, es decir, que debamos raspar bien para no quedar con partes oscuras de la cascara dentro de la cocada (Diario VI, 12-C).

Los cuidados de unos con otros tambin merece ser destacado, pues aclara ms profundamente el sentido de esta categora y revela la convivencia emergente entre los investigadores y los caizaras y vice-versa.
Cerca de las 19.30, Raya vino a visitarnos, trayendo con ella melisa y jengibre para un t, ambos ingredientes estaban dirigidos, prioritariamente, para un integrante del grupo de investigacin que estaba con un poco de dolor de garganta (Diario VI, 13-C). Llegando al cerco flotante Bacalao se dirigi, justamente con otros dos caizaras que lo acompaaban, en la canoa a remos para la retirada de los peces atrapados en la armadilla y pidi a los investigadores esperar en la canoa con motor, posteriormente ambas canoas volvieron a la Playa Mansa. En ese lugar, caizaras e investigadores recogieron las canoas y descargaron los pescados en cajas plsticas, llevndolos a las cmaras fras. Bacalao abri la boca de un pez espada mostrando sus dientes, intentando explicar el peligro que corramos yendo juntos en la canoa menor al cerco flotante. Mostr tambin el pez cabra, conocido tambin como pez volador, abri sus aletas evidenciando el parecido con las asas y que ayudan a planear en sus saltos fuera del agua. Agradecimos la oportunidad, nos despedimos y fuimos a almorzar al alojamiento (Diario VIII, 6-C).
4.4. FESTIVIDAD RELIGIOSA

Esta categora est compuesta por cinco unidades de significado, todas referidas al diario nmero ocho, y revela detalles de la religiosidad del pueblo caizara. Ellas muestran la confluencia de la religiosidad con la fiesta. En una ocasin, por ejemplo, percibimos personas de diferentes religiones organizndose para participar de la Fiesta de San Sebastin. Tal situacin se genera por la posibilidad de encuentro con otras personas, por la celebracin misma, independiente, inclusive, de la matriz religiosa personal. Destacamos que la recoleccin de datos fue realizada en el mes de enero, poca de alta temporada turstica, momento en que se presentan las mejores posibilidades de ganancia en el comercio local, incluyendo los bares y restaurantes. An as, Anchoa cerr

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su tienda para dirigirse a la fiesta de San Sebastin, como se aprecia en los extractos siguientes: () fueron hasta el bar y restaurante de Sirena, entonces Anchoa coment que en la tarde se cerrara el bar para ir a San Sebastin, la fiesta del patrono de la ciudad (Diario VII, 4-D). Otro evento festivo religioso que congrega muchas personas en Ilhabela es la Fiesta de Reyes Magos:
Raya coment adems, de la Fiesta de Reyes Magos, que acostumbra de salir de la Villa (centro de la Ilhabela) hasta las otras playas, a pie o en barco (Diario VIII, 14-D).

Tambin es posible percibir confluencia de la religiosidad con la fiesta y juegos en el relato de Raya, quien recordando sus tiempos de infancia en las playas de la regin, coment que:
En la Playa Mansa, donde ella vive, cuenta que era comn construir un Judas con el tronco de un rbol de banana invertido, pues las races del rbol parecan el cabello. Adems, comnmente tomaban una chaqueta negra del padre de ella para vestir a la representacin de Judas y muchas veces llevaban el mueco, una vez terminado, a las ventanas de la casa de la abuela y lo dejaban ah para que cuando la abuela abriera las ventanas en la maana se asustar. Los nios y nias disfrutaban mucho de esas travesuras. Posteriormente destrozaban el Judas totalmente (Diario VIII, 10-D).

Tal extracto del dirio de campo revela que se desarrolla un juego infantil a partir de un personaje bblico, Judas, cuyo punto alto es la diversin al asustar a la abuela, atribuyendo sentido ldico en convergencia con el religioso. Raya continua hablando, ahora sobre la Playa Roja:
(...) se dice que hay algunas historias de miedo que los ms viejos cuentan a las generaciones ms jvenes, dentro de ellas se destaca la leyenda que la playa qued roja (de ah su nombre) porque ocurri una falta de respeto en un viernes santo de pasin, cuando los habitantes de la playa jugaron futbol y despus hicieron un asado (Diario VIII, 12-D).

Esto ratifica que el aspecto central de la religiosidad caizara est marcado por procesos afectivos y simblicos, producindose un cruce y confluencia entre aspectos sagrados y profanos, entre riesgo y seguridad, entre alegra-divertimiento y miedo-pecado. De tal manera, la religiosidad se confunde con la fiesta en el sentido ms amplio del trmino, pues, sin perder el carcter sagrado, los elementos profanos se presentan con mucha claridad y relevancia. 7. CONSIDERACIONES FINALES

En virtud de las posibilidades reales que se generaron de interaccin y convivencia con el pueblo caizara de Ilhabela, consideramos que nuestro objetivo fundamental, que consista en: caracterizar la etnomotricidad caizara en funcin de la comprensin de las manifestaciones relacionadas con los juegos, luchas, danzas, fiestas, cantos y cuentos, como los procesos educativos involucrados en sus prcticas situadas y junto a los residentes de la comunidad caizara de la Playa Mansa y alrededores, fue preliminarmente cumplido. Las consideraciones aqu presentadas son resultados de un proceso de aproximacin, dado que, durante la investigacin, el grupo constat la necesidad de continuidad y profundizacin

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junto a la referida comunidad para la elaboracin de una matriz comprensiva comn. Esta misma, de hecho, slo se construye en la cotidianidad, en una convivencia estable y slida que se logra en el transcurso del tiempo vivido en comn. Por otra parte, las relaciones en la sociedad actual, fundamentalmente euro-cntrica (para profundizar, Cfr. Dussel 2001; 2005), tienen como plataforma el individualismo, la fragmentacin (ser/mundo; cuerpo/mente; carne/espritu; civilizado/salvaje; sagrado/ profano; ludicidad/seriedad; trabajo/ocio). Esto se traduce en la idea de dominacin de la naturaleza y, por consiguiente, de las comunidades que a ellas estn ms vinculadas, las cuales son, a veces, subvaloradas y tratadas como deficientes o ajenas a un proceso civilizador. Consecuentemente, desde el punto de vista de las comunidades, tal situacin se va configurando, en el desarrollo del tiempo, en el aprendizaje de la desconfianza sobre aquello que es externo e impuesto como superior y que proviene del continente y del comportamiento de las personas que visitan la isla. En ese sentido, percibimos la categora Desconfianza aprendida, que expresa el comportamiento de las personas de la comunidad,las cuales, en un principio, expresaban acciones de reserva, distanciamiento, contencin. Tal situacin que se present fue constante en los diferentes habitantes que se conocan o con los que se interactuaba por primera vez. Tal situacin fue variando en la medida que se fueron construyendo relaciones de confianza entre la comunidad y los investigadores, posibilitando y generando otras acciones, a saber: disposicin para conversar sobre sus juegos, danzas, fiestas, cantos y cuentos, originando as la categoria Convivencia emergente, caracterizada fundamentalmente por la abertura mtua y por las experiencias contingentes de relaciones simtricas basadas en la mutua aceptacin. Los datos recogidos en la comunidad permitieron la percepcin de la multi-dimensionalidad de la motricidad caiara, basada en la existencia ms que en la performance; una etmotricidad que se caracteriza desde el flujo de la vida, como notamos en las categoras Festividades religiosas y Maritorio ldico, en que lo ldico penetra lo sagrado y vice-versa. Podemos comprender que la dinmica ldica presente en el pueblo caizara converge con las caractersticas geogrficas variadas de la isla, que se co-funden con el mar, el ro, la playa y la tierra, constituyndose un lugar para morar, un lugar para trabajar, un lugar para jugar, un lugar para honrar, un lugar para consagrar, en definitiva, un espacio-temporalidad para co-existir con mltiples formas de vida y diferentes manifestaciones plenas de sentido existencial. Desde el punto de vista metodolgico, y dada la amplitud simblica expresada en los distintos diarios de campo, el grupo de investigacin decidi construir una metodologa que permitiera interpretar consistentemente los datos a partir de una confluencia argumentativa, fundamentada en las distintas miradas que construyen un argumento, desde las personas que estn viviendo el proceso y otras que lo experimentan desde una posicin ms externa. De igual forma, las distintas formaciones profesionales permiten la generacin de una visin del fenmeno ms compleja y densa, favoreciendo de esta forma una comprensin e interpretacin ms consistente de las distintas unidades de sentido. Esta experiencia permite establecer dos procesos: en primer lugar, que cualquier esfuerzo interpretativo convoca diferentes y profundos recursos lingsticos, en el sentido profundo de la palabra, aspecto que se puede lograr con mayor profundidad y pertinencia a travs del concurso de diferentes miradas y experiencias sobre un mismo fenmeno; en segundo lugar, que es precisamente en la riqueza del dilogo y permanente intercambio

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y relacin entre los investigadores con las personas investigadas, que el proceso indagatorio cualitativo va adquiriendo dimensiones transformativas y de generacin de un lenguaje que en s mismo es situado, y es expresin de una nueva configuracin en los dos grupos mencionados. Vale decir, se modifican recprocamente, en lo que Schtz (1995) llamaba referencia cruzada, por lo cual la mirada de personas que no participan de la experiencia de campo puede favorecer la necesaria suspensin y consistencia de las interpretaciones realizadas. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
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