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CULTURA MATERIAL Y CONSUMO TEXTIL EN CASTILLA A FINES DE LA EDAD MEDIA E INICIOS DE LA EDAD MODERNA

HILARIO CASADO ALONSO Universidad de Valladolid

Uno de los campos de investigacin que, en los ltimos aos, se est desarrollando con gran intensidad en la historia econmica, en la historia social y en la antropologa histrica es el anlisis de la cultura material. Comienzan a proliferar las publicaciones internacionales, especialmente de historia de Italia, de los Pases Bajos y de Inglaterra, sobre los palacios, las casas rurales o urbanas respecto a su forma, distribucin interna y tamao; acerca de la composicin de los ajuares domsticos (las telas con sus diferentes formas, procedencias y colores, los tipos de ropa y su forma de utilizacin, los sombreros, la vajilla, los muebles, los espejos y abanicos, los tapices, los objetos metlicos, la platera domstica, los instrumentos musicales, los utensilios de cocina, las armas, las obras artsticas y de devocin, los libros, etc.); sobre las caractersticas de la comida y de la bebida, bien dentro o fuera del hogar familiar; el papel de los criados; acerca de los gastos suntuarios expresados en la posesin de carrozas y caballeras, en la caza, en los torneos, en los alardes, en los desfiles procesionales, etc. En suma, se estn abriendo nuevos territorios para la investigacin, los cuales permiten conocer mejor la evolucin histrica de nuestros antepasados.

1.- La historia del consumo y de la cultura material en el mundo preindustrial. Los estudios acerca de la cultura material tienen una larga tradicin en la historiografa internacional. La mayor parte de ellos se enmarcan dentro de los campos de la antropologa, la etnografa y la arqueologa. Por otro lado, es bien conocida la existencia, en numerosos pases y ciudades del mundo, de museos de artes y costumbres tradicionales y/o de objetos artesanales, tanto de culturas locales como de pueblos ms o menos primitivos. Gran parte de esta tradicin historiogrfica y musestica parte del inters por la recuperacin y estudio de los modos de vida tradicional existentes antes de la irrupcin del mundo industrial contemporneo. Su aparicin en Europa y Amrica se remonta al siglo XIX, aunque sigue teniendo una enorme vigencia en la actualidad al calor del auge de la ecologa.

Sin embargo, en los ltimos aos se est desarrollando una nueva corriente de investigacin acerca de la cultura material, que parte del anlisis microeconmico de las pautas de consumo. Tradicionalmente, las visiones macroeconmicas han estudiado el crecimiento econmico en perspectiva histrica desde el lado de la oferta. En virtud de ello, el aumento de la productividad y del producto total, fruto entre otros factores del desarrollo de la tecnologa, de los recursos y de la acumulacin de capital, son las causas de dicho crecimiento. Frente y al lado de tal explicacin, hoy se han sumado las visiones que analizan este mismo fenmeno desde el lado de la demanda y del consumo. Los cambios en las pautas de consumo son para estos economistas los que inducen a aumentos de la elaboracin de determinados productos, con el consiguiente crecimiento econmico. Modificaciones en el consumo, que se expresan en el menor protagonismo de los gastos familiares en alimentacin y un mayor papel de los bienes semiduraderos y duraderos. Tal como veremos a continuacin, hoy se cree que dichos cambios no fueron espontneos, sino provocados. El conocimiento de nuevos productos, la importancia de la moda y de las novedades, las formas de comercializacin y los nuevos hbitos sociales y culturales, que aparecen en las sociedades europeas en un determinado momento, son los generadores de los cambios en las pautas de consumo. El primero que comenz a reflexionar sobre la importancia de la cultura material y del consumo en la historia econmica fue hace aos M. Mackendrick. Para l los cambios en las pautas de consumo acaecidos en la sociedad britnica, especialmente entre las poblaciones campesinas desde mediados del siglo XVII, hacia la demanda de bienes duraderos y semiduraderos son los que anteceden y favorecen el posterior triunfo de la Revolucin industrial 1 . Es lo que l denomin con el apelativo de la Revolucin del consumo. A la estela de las argumentaciones de dicho historiador han aparecido numerosos trabajos de diversos investigadores anglosajones, que siguen los mismos planteamientos, resaltando el protagonismo que el aumento de la demanda de los objetos nuevos y del cambio en las pautas de consumo han tenido en el origen de la Revolucin Industrial 2 .

MACKENDRICK, M., Josiah Wedgwood: an eigteenth-century entrepeneur in salesmanship and marketing techniques. The Economic History Review, 2n. series. Vol. XII, 1960, nm. 3, pp. 408433. 2 MACKENDRICK, M., BREWER, J. y PLUMB, J. H., The Birth of a consumer society. The commercialisation of eigtheenth century England. Londres, 1982. BREWER, J. y PORTER, R. , Consumption and the world of goods. Londres y Nueva York, 1993. MOKIR, J., Demand vs. Supply in the Industrial Revolution, in J. MOKYR (ed.), The Economics of the Industrial Revolution, Londres, 1985. pp. 97-118.

Esta nueva visin ha sido revalorizada por J. de Vries, que ha llamado la atencin sobre la paradoja que supone el hecho de que el deterioro del poder adquisitivo de los salarios en el periodo anterior a la Revolucin Industrial coincidiera en el tiempo con la difusin cada vez mayor de bienes de consumo, bien desconocidos o reservados a unos pocos, entre la poblacin. Tal hecho lo explica por la mayor imbricacin de las familias campesinas en los circuitos comerciales. Ello les hizo que, instigados por las mejoras en las tcnicas de comercializacin, optaran por comprar bienes de consumo en el mercado, abandonando la produccin casera. Pero todo ello implicaba que renunciaran a la holganza, prefiriendo trabajar ms a cambio de poder comprar ms bienes, muchos de los cuales antes slo estaban al alcance de las altas clases sociales. Es lo que ha denominado como la Revolucin industriosa. Segn el, la difusin de este fenmeno a partir del siglo XVII y, especialmente, en el XVIII entre las poblaciones campesinas inglesas y holandesas hizo que hubiera un aumento en la cantidad y en la variedad de los bienes que forman el entorno material domestico 3 . El aumento del consumo de determinados bienes ha sido, tambin, estudiado desde la ptica de la historia social, que ha analizado los cambios sociolgicos y mentales de la Inglaterra del XVIII. Es la generalizacin del lujo y el nacimiento de la nueva sociabilidad burguesa 4 . La irrupcin de tal cantidad de nuevas publicaciones sobre el nacimiento de la cultura del consumo ha puesto de actualidad las viejas hiptesis de F. Braudel, que dedic varios captulos a tales cuestiones en su Civilizacin material, economa y capitalismo 5 . Pero, al mismo tiempo, este inters renovado por la historia del consumo y de la cultura material ha hecho que las investigaciones se hayan llevado a tiempos anteriores a los de la Revolucin industrial. Si para D. Roche la aparicin del deseo por

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las cosas banales aparece en el siglo XVII 6 , ser la historiografa sobre la historia de Italia la que ha rastreado ms y mejor el nacimiento de tal fenmeno en los aos finales de la Edad Media. Segn diversos investigadores, la aparicin del inters por el consumo y el lujo debe de buscarse en los grupos dirigentes urbanos del siglo XV 7 . Tal hecho se constata de manera clara en las oligarquas urbanas italianas, pero tambin, aunque con diferente nivel, en las flamencas, alemanas, francesas e, incluso, espaolas. Todos los anlisis coinciden en un punto central: el auge del comercio y las nuevas formas de comercializacin, acaecidas en ese momento, son las que nos explican la aparicin de las nuevas pautas de consumo y el deseo de acumulacin de bienes materiales, muchos de ellos meramente superfluos 8 . Varios son los campos de anlisis de la cultura material en los tiempos preindustriales. En primer lugar, el conjunto de bienes domsticos: la casa (el palacio, la casa popular, la casa campesina, ), y el ajuar (zapatos, sombreros; muebles, camas y arcas; relojes; vasos, cristales, vajillas, platos y menaje de cocina; objetos metlicos; libros; abanicos; armas; coches, carrozas y sillas de mano;); y, en segundo lugar la alimentacin 9 . Por otro lado, es la distincin entre los bienes materiales de los ricos frente a los de los pobres. En el primer caso se han estudiado los gastos de las familias
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nobles, a partir de sus inventarios y libros de contabilidad, desde los momentos en que el lujo y el decoro pasan a ser los distintivos de la alta sociedad. A ello se suman los trabajos que analizan la aparicin de determinados objetos (muebles, porcelanas, abanicos o relojes) en dichas casas nobiliares 10 . Frente a la cultura material de los ricos est la de los pobres, bien sean campesinos o simples trabajadores urbanos y criados domsticos. Cuestiones, como el ajuar campesino, sus niveles de vida, su alimentacin, sus menajes y los objetos de su vida cotidiana, han centrado su atencin. Pero, en este anlisis una preocupacin fundamental es saber si todos estos bienes son de factura domstica o han sido adquiridos en el mercado, ya que de su respuesta se derivan consecuencias muy diversas y, especialmente, a las formas del crecimiento econmico 11 . De ah que sea muy importante no tanto conocer la cultura material en un momento determinado, sino ver su evolucin temporal dentro de un grupo social o en el conjunto de la sociedad. Todas estas publicaciones coinciden en sealar cmo desde el siglo XV estn comenzando a cambiar las pautas de consumo de las poblaciones urbanas, que tienden a gastar en mayores cantidades y, sobre todo, a imitar las normas de comportamiento de la nobleza y de la corte. En palabras del profesor R. Goldthwaite, estamos ante la difusin del imperio de las cosas, donde el acaparamiento de objetos comienza a convertirse en el smbolo de posesin de un status social elevado 12 . Evidentemente, estos cambios afectaron en los siglos XV y XVI a una minora de la poblacin, la perteneciente a la nobleza, al alto clero y al patriciado urbano, pero sus influjos se extendieron a algunos otros grupos sociales e, incluso, a los campesinos acomodados. Indudablemente, esta aspiracin al lujo y al decoro vino acompaada de la generalizacin de los gustos y de las mentalidades caballerescas entre aquellos sectores urbanos formados por mercaderes, pequeos nobles, clrigos de las catedrales y grandes artesanos. Pero, tambin, en estos cambios influy el gran auge que experiment el gran comercio

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internacional en dichos siglos, el cual permiti que productos, hasta ese momento exticos y muy caros, pudieran comprarse o imitarse. Y entre este conjunto de productos hay que sealar los objetos artsticos desde las obras de pintura o escultura hasta los que hoy catalogamos dentro del amplio abanico de las artes decorativas y de la historia del traje - cuyos mercados se estn expansionado de manera continuada. Paralelo al inters que hoy suscita la economa de la cultura, se estn analizando temas como el usos y comercio de libros, la artesana de lujo, las curiosidades y el comercio de objetos artsticos de cualquier factura y calidad. No estamos ante los tradicionales trabajos sobre el mecenazgo cultural y artstico, sino ante otros intereses. No interesa tanto estudiar las grandes obras y objetos artsticos como los de factura menos elaborada, ms baratos y ms accesibles al gran pblico: los brocados, los encajes, los bordados, las alfombras, las telas de oro y plata, las sargas pintadas y, sobre todo, las tapiceras en los objetos textiles, junto con los alabastros, los sombreros, los cueros repujados para cubrir paredes y muebles, las arcas, bales y cofres, el mobiliario, las cajas, las joyas, los objetos de metal, los espejos, los relojes, los vidrios para las ventanas, los libros, los instrumentos musicales, las armas, etc. Se abre un campo de investigacin histrica, donde se mezclan la historia del arte y la historia econmica. Todo ello nos lleva a una nueva visin del Renacimiento, en el que la demanda de objetos artsticos y de cosas mundanas adquiere un nuevo significado 13 .

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2.- La moda y el consumo textil en el mundo preindustrial. La industria textil, como es bien conocido, ha sido uno de los sectores clave de la economa en la Europa preindustrial. La bibliografa publicada sobre su produccin es enorme y viene de antiguo. Si, tradicionalmente, la atencin se centr en la que localizaba su actividad en las ciudades, en los ltimos aos ha cogido protagonismo la situada en los ncleos rurales, lo que ha impulsado perspectivas nuevas para su investigacin. Todo ello, ms o menos unido al debate sobre la protoindustrializacin, ha permitido que conozcamos mejor las economas y sociedades rurales. Incluso, ms recientemente, las viejas concepciones emanadas de la ilustracin y del liberalismo decimonnico acerca de las manufacturas urbanas, agrupadas en gremios, estn siendo revisadas a la luz de nuevas concepciones acerca de su valor como elementos para la difusin de las tcnicas, el aprendizaje o el ahorro de los costes de transaccin. Pero, al mismo tiempo, en los ltimos aos estamos asistiendo a nuevas reflexiones sobre la comercializacin textil, dentro de la emergencia de los estudios sobre la economa del consumo. Dentro de este campo de investigacin, uno de los aspectos ms estudiados ha sido el consumo de productos textiles. Por una parte, eran los bienes semiduraderos ms demandados por las poblaciones, al mismo tiempo que el gnero ms fabricado en el mundo preindustrial. Pero lo que interesa es analizar la comercializacin y el consumo de dichos tejidos bajo todas sus formas, desde los ms sencillos hasta los de lujo. Qu cantidad se consuma, cul era su difusin social y geogrfica, cmo evolucion su demanda en el largo plazo, qu determinantes y condicionantes afectaron tanto a la cantidad como a la variedad de los textiles que se consuman, etc. Cuestiones, como los tipos de tejidos, sus fibras, su hechura, sus colores, sus formatos o la moda textil, que apenas haban estudiado los investigadores de las manufacturas cobran ahora importancia. Pero, tambin, las preguntas se dirigen a saber qu pautas y a travs de qu mecanismos de promocin, distribucin y venta se produjo la comercializacin textil. Si hubo iniciativas y mecanismos que incentivaron el consumo de unos tejidos respecto a otros. Anlisis que entroncan con los estudiados por los historiadores del traje y de las artes decorativas. Pero buscando no tanto la historia de los vestidos, sino en saber cules eran las formas de distribucin textil (tiendas estables y especializadas, crdito al consumo, promocin y publicidad, etc.), as como el mundo de los sastres, de los ropavejeros o la reutilizacin dentro de la casa de los

vestidos y de la ropa. De ah que las formas de comercializacin textil hayan pasado a ser una parte fundamental en cualquier estudio de historia del consumo 14 . Pero, al mismo tiempo, la circulacin de productos textiles, entendida en todas sus maneras, es uno de los aspectos ms importantes para comprender el desarrollo de los intercambios comerciales, tanto a nivel local, como nacional y mundial. As, vemos cmo, desde el siglo XV y, quizs, desde pocas anteriores, los tejidos eran la parte ms importante de las mercancas que se intercambiaban, lo que produjo paulatinas especializaciones productivas entre una economas regionales respecto a otras. Paos flamencos, ingleses o toscanos; lienzos holandeses o bretones; sedas italianas; y fustanes alemanes son algunos de los ejemplos de este fenmeno en el siglo XVI. Tal situacin trajo consigo flujos mercantiles que dieron lugar a situaciones de dominacin comercial a escala europea e, incluso, global. La aparicin de un determinado tejido, un tipo de tinte y de color, una forma de elaboracin distinta, el empleo de tal o cual fibra, etc. produjo un predominio de los gneros fabricados en determinadas zonas manufactureras sobre los de otras. Muchas veces, stas ltimas respondieron copiando las modas que venan de fuera, pero en otras ocasiones el aumento de tejidos forneos trajo consigo la desaparicin de los gneros locales. De ah que se comience a hablar de una primera globalizacin textil. La ocupacin, en determinados nichos del mercado, de unos productos en sustitucin de otros no slo se produjo como efecto de la aparicin de innovaciones tcnicas, mejoras en la calidad o precios ms bajos, sino merced a la existencia de unas redes de comercializacin textil ms eficaces que otras. Aqu la forma de distribucin, los mtodos de comercializacin al por mayor y al por menor, las tcnicas de marketing, etc. jugaron tambin su papel. El resultado final fue la penetracin de determinados tejidos en cada vez ms amplios mercados. Los anlisis no slo deben constatar cuando aparece un tejido determinado y con qu caractersticas, sino cmo y merced a qu protagonistas se ha producido. De la misma manera hay que estudiar quienes son los consumidores ltimos de los tejidos y valorar en cada momento la existencia de un determinado tipo de tejidos para pobres y otro diferente para ricos. Comparacin que
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debe de extenderse al tipo de vestidos o al uso diferenciado de los colores por los grupos sociales. Pero, de la misma manera, investigar si hubo disimetras entre los consumos textiles de los habitantes de la ciudad respecto a los del campo. Recurran estos ltimos, como tradicionalmente se ha venido diciendo, a la fabricacin casera o, por el contrario, desde el siglo XV amplias capas de la poblacin campesina adquiran sus tejidos en el mercado, ya fuera en tiendas, ferias locales o comerciantes ambulantes. De ah que, para una poca anterior a la revolucin de los transportes de los siglos XVIII y XIX, el estudio de la circulacin de los tejidos permita analizar el grado de integracin econmica de unos territorios y, al mismo tiempo, la insercin de stos en espacios econmicos ms amplios 15 . Por todo este conjunto de razones, los tejidos han de considerarse como mercancas guas para estudiar el grado de integracin e interrelacin de unos espacios econmicos respecto a otros. De ah el inters del estudio de la comercializacin textil. Pero, igualmente, en este juego variable de corrientes de intercambio mercantil no todo es meramente econmico. En los cambios en las pautas de consumo tambin intervienen otros factores. Cuestiones, como las practicas de acumulacin de tejidos como smbolo de status social, las formas de sociabilidad o la difusin de nuevos valores sociales y mentales, deben de tenerse en cuenta. Todo ello nos hace que tengamos que adoptar una visin dinmica para estudiar la produccin y el comercio textil, donde se han de mezclar realidades econmicas, sociales y culturales. En suma, estamos ante un vasto campo para investigar. Tal corriente est dando muchos frutos, algunos de los cuales se refieren al caso espaol 16 . Algunas de las cuestiones estn siendo investigadas, pero los interrogantes y los problemas a resolver son muchos: Cmo, cuando y por qu evolucionaron los colores de las vestimentas a finales de la edad media, con la imposicin de la moda borgoona ms tarde denominada espaola -, plasmada en la sustitucin del color rojo

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y el dorado por el negro 17 ?; existieron diferencias en el colorido de los vestidos de los hombres respecto a los de las mujeres 18 ?; haba diferencias en los trajes segn las diferentes etapas de la vida?; qu importancia jugaron los vestidos en la apariencia social 19 ?; hubo formas de emulacin en los sistemas de vestir el cuerpo y la casa entre los diferentes grupos sociales y/o entre el campo y la ciudad 20 ?; qu importancia y protagonismo tuvieron los sastres en las ciudades preindustriales, donde su nmero, a juzgar por los diversos censos demogrficos, fue muy elevado 21 ?; cmo era la comercializacin al por menor de los tejidos, los vestidos y la ropa de casa 22 ?; qu papel desempe el reciclado de los vestidos y de la ropa usada y vieja 23 ?; etc. En suma, lo que es indudable es que, desde la segunda mitad del siglo XIV, Europa est asistiendo a profundos cambios en las formas de vestir y en el significado social y mental de la ropa, encontrndonos en los orgenes de lo que se ha venido en llamar la prehistoria de la moda y cuyo nacimiento se ha situado en la corte de Borgoa de esos aos 24 . Cambios, que no solo fueron puramente econmicos y del gusto, sino que produjeron mutaciones en el orden social establecido. De ah la proliferacin de las leyes suntuarias a partir de finales de la edad media, cuya finalidad era la prohibicin de determinados trajes, telas y colores a los grupos sociales no privilegiados 25 . En conclusin, como ya he dicho, en la historia de la moda y del consumo textil se mezclan
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aspectos de historia econmica, historia social, antropologa histrica, historia cultural e historia de las mentalidades.

3.- El consumo textil en Castilla a fines de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna: una aproximacin. La moda y el consumo textil en Castilla en los siglos XV y XVI son muy poco conocidos 26 . Otro tanto se puede decir sobre la cultura material de dichos aos, donde predominan ms los estudios descriptivos que los puramente econmicos 27 . Por el contrario, los estudios rigurosos sobre dicha temtica se han concentrado preferentemente en los siglos XVII, XVIII y XIX 28 . Las razones de tal hecho son debidas, a mi entender, a la dificultad de encontrar fuentes seriadas para analizar dicho fenmeno. Para las centurias anteriores es muy difcil localizar numerosos inventarios post-mortem y testamentos de diversas fechas y de fallecidos de diferente condicin social, que son la documentacin bsica utilizada en la mayor parte de los estudios europeos. Igualmente, en el caso castellano, dada la legislacin existente, donde la mujer tena derecho a heredar, no se pueden utilizar, como en otras reas geogrficas, los inventarios de los ajuares de las dotes de las novias. Cuando se han conservado, son puntuales y no reflejan el patrimonio material de sus propietarios. De ah que haya que recurrir a otro tipo de fuentes. Una de ellas son las judiciales, ya que en muchos pleitos por herencias o disputas patrimoniales se hacan descripciones de los bienes de los litigantes. Sin embargo, su bsqueda en el Archivo de la Chancillera de Valladolid, aunque da resultados excelentes, es muy lenta y dificultosa. Ms beneficios se obtienen de la consulta de la documentacin mercantil, ya que los tejidos para la casa y el cuerpo eran una de los productos ms negociados por los mercaderes: en este aspecto, los libros de cuentas de mercaderes y de tenderos, ms la mltiple documentacin comercial diversa nos puede aportar muchas luces acerca del consumo textil por parte de la sociedad castellana a fines de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna. A partir de

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esta documentacin dispersa presentar una primera aproximacin al tema, que es muy provisional y no pretende ser definitiva. Un primer hecho que constatamos es que, al igual que en otras partes de Europa, la posesin de productos textiles bien ropa o menaje de casa y su acumulacin es considerada por los habitantes de la poca como smbolo de riqueza y de prestigio social 29 . La consulta de los pocos inventarios post-mortem conservados y, en menor grado, de los numerosos testamentos nos revela tal fenmeno. En los primeros, junto a la descripcin de los bienes inmuebles, aparecen los muebles y, destacando entre ellos los tejidos. Los documentos nos sealan, de manera global o habitacin por habitacin, cuanta ropa de vestir y de casa se conservaba guardada en sus estancias y en las diferentes arcas existentes. En el caso de las mandas testamentarias es, igualmente, frecuente la donacin de telas y ropas a los criados y herederos y, en ocasiones, a los pobres y a alguna cofrada y hospital. Evidentemente, la posesin de textiles variaba mucho segn la condicin social de sus propietarios. Los pertenecientes a la oligarqua hacen listas extensas, habitacin por habitacin y arcn por arcn, de sabanas, cobertores, ccedras, almadraques, cosneos, cabezales, colchas, colchones, tablas de manteles, toallas, pauelos, cojines, etc, ms la descripcin de las diferentes ropas y sombreros con citas a su estado y su posible utilizacin o reutilizacin - que en ellos se guardaban. Por ejemplo, el inventario de los bienes dejados por Gonzalo Rodrguez de Maluenda, regidor de Burgos, realizado el 18 de abril de 1438 30 , seala la existencia de una rica y abundante ropa de casa: 9 mantas (tres de ellas al uso de Flandes), una alfombra, dos paos franceses con el escudo de armas y con grifos, 3 alcatifas 31 con los escudos de armas, 3 tapetes, 4 reposteros, 8 poyales (2 franceses), 14 piezas de sarga, 15 paramentos, 12 cobertores, 8 colchas (2 de seda y 2 de lienzo de Flandes), 18 almadraques (8 de fustn), 2 cocedras, 4 almazelas, 8 colchones, 61 almohadas (29 de Flandes y 3 de cuero guadamec), 32 sabanas, 17 tablas de manteles (2 de Flandes), 8 azulejas 32 a la morisca y 80 varas de toballejas 33 . Sin embargo, no se hizo inventario de la ropa personal, que deba de ser muy abundante y lujosa, a juzgar porque posea, amn de otros bienes muebles y de numerosas casas, tierras, censos y juros, una mula, dos
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GOLDTHWAITE, R. A., The Empire of Things ARCHIVO DIPUTACIN PROVINCIAL DE BURGOS. Berberana. Leg. 38 (antiguo). 31 Tapetes. 32 Pauelos de manos. 33 Toallas, aunque tambin se utilizaban como manteles.

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caballos, 500 cantaras de vino, 300 fanegas de trigo y cebada, y, junto a todo ello, abundantes joyas, armas 34 y 32 libros. Todos estas posesiones las tena el finado en Burgos, Orbaneja, Celada del Camino, Medinilla, Mazariegos, Covarrubias, Ura, Punteura, Mecerreyes y Barbadillo del Mercado, incluida una torre en Retuerta. En suma, un patrimonio digno de un mercader y caballero. Otro caso de un abundante ajuar domstico es el del yerno del anterior, Diego Alonso de Burgos, regidor y mercader burgals. Su inventario post-mortem data del 27 de mayo de 1479 35 . En l se documentaron una alfombra; un tapete; 3 cobertores; 12 mantas; una cama de sarga; 18 bancales de verduras, de alfombra y de telas; 18 cojines de verdura y de cuero con sus armas; 8 reposteros con sus armas; 12 almadraques; 2 piezas de fustn para camas; 9 antepuertas de verduras y francesas; 10 colchas de lienzo de Bretaa; 2 paos de silla con sus cojines y freno; 2 cielos de cama; 6 sargas; 8 cosneos 36 ; una alcatifa; una sobremesa; un almofrix 37 ; 23 almohadas de pluma, de cuero, de lino y de perrillos; 6 cabezales de cama; 14 sabanas de lienzo de Flandes y de Castilla; 24 manteles de lino de Flandes y de Castilla; 6 tobajas de Flandes; 17 azulejas; 5 paezuelos de mesa; 24 manteles de lino y de estopa; 17 piezas de faja de seda para vestir; un peinador de oro y seda; una albanadega 38 de oro y plata; una ropa de seda; un monjil; un tabardo; 2 sayas de velarte; una casulla de seda; un jubn; un brial; una ropa de velarte; 5 mantos; una pieza de sarga de vestir; una camisa de Cambray; un corridezuelo de oro y seda; 6 randas 39 de oro y seda; ms otra ropa no descrita. Indudablemente, estos inventarios, como otros muchos conservados, reflejan el ajuar domstico y personal de la lites sociales urbanas de Burgos, donde una gran parte de ellas tena vnculos con las actividades del gran comercio internacional. Sin embargo, el panorama, aunque en otra escala, es parecido si analizamos el de un miembro de la oligarqua rural. Es el caso de Juan de Ordua, vecino de Saldauela, localidad situada a 12 kms. de Burgos 40 . Este tena en 1517 en diferentes arcas y muebles de su casa, que constaba de 3 cmaras, un recibimiento, un portal, una cocina, un horno, un pajar y una bodega, los siguientes tejidos: 16 paezuelos, 11 mantas, 11 sabanas de lienzo y estopa, 10 sargas, 6 tablas de manteles de lienzo, 5
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Dispona de una cmara dedicada a guardar exprofesamente las armas. ADPB. Berberana. Sin catalogar. 36 Almohadones. 37 Funda de cama. 38 Tocado femenino. 39 Encajes. 40 ARCHIVO HISTRICO NACIONAL. Clero. Leg. 1001.

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lenzuelos, 4 almadraques, 4 cabezales, 3 alfombras, 3 almohadas, 3 colchones, 3 paos de manos, 3 sobremesas, 2 antepuertas, 2 cielos de cama, 3 colchas, 2 paramentos de sarga, 1 brocado, 1 cinta, 1 delantecama, una sobrecama y un cobertor de cama entre la ropa de casa; y 2 jubones, 1 almayzele 41 , 1 cabrichel, una camisa de lienzo, 1 camisn, 1 capuz, 1 pao negro, 1 papahigo 42 , unas pasteras de lienzo, 1 tabardo de pao, unos zahones de venado, 1 zamarro, una grebe 43 y una vara y media de lienzo, entre la ropa de vestir. Como se puede apreciar la abundancia de tejidos, frente a otros bienes muebles, es manifiesta, siendo stos el mejor smbolo de acumulacin de la riqueza, ya que apenas nos encontramos all con joyas o muebles ricos. Su semejanza con los inventarios urbanos descritos anteriormente es evidente. Sin embargo, aqu no tenemos la abundancia de tejidos extranjeros (Flandes, Francia, etc.) o de seda. Las alfombras son de Salamanca, los lienzos son castellanos, los paos son bastos (terlices, irlandas, docenos, catorcenos o dieciseisenos, aragoneses, etc.), y hay una abundancia de sargas y otros textiles baratos. Fenmeno que vemos ms acusado si analizamos el inventario post-mortem de un campesino, el de Pedro de Porres, vecino de Vivar, realizado en 1476 44 . Slo tena 3 manteles de 7,5 varas, 3 cabezales de sayal, 2 lenzuelos, 2 jubones de fustn, 2 capotes de sayal, una cocedra, una abuchanada de lino, una manta, un capuz celeste de pao de Segovia, unas sayas, un sayo, unas sayuelas, 8 varas de sarga blanca y 2,5 varas de sayal blanco. Como se puede apreciar, la bastedad de las telas y su pobreza son las que marcan la condicin social de su propietario. Caractersticas que vemos, tambin, en el inventario de la prostituta burgalesa Mara de Segovia, que dej en 1484 sus escasas ropas a sus compaeras de oficio y a la iglesia de Santiago de la Fuente, junto con un joyel de plata y una sortija de mbar 45 . Pero en los casos de este simple campesino o de esta prostituta, as como en los de las familias acomodadas, la acumulacin de riqueza en bienes muebles viene marcada por el acopio textil, mientras que los muebles y otros objetos domsticos estaban menos presentes y eran menos importantes 46 . Sin embargo, es muy difcil poder

Tocado. Prenda para cubrirse el rostro con el fin de protegerse del fro. 43 Posiblemente, unos calzones. 44 AHN. Clero. Leg. 1053. 45 ARCHIVO PARROQUIAL DE St GUEDA (Burgos). Legajo 3. 46 En las casas burgalesas de esta poca parece que, salvo la cocina, la bodega y la cuadra, no haba una diferencia funcional entre las habitaciones de la casa. De hecho, las arcas el lugar donde se guardan los tejidos y dems objetos domsticos aparecen repartidos por doquier. Los armarios, salvo los
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establecer su cuantificacin. No obstante, a modo de ejemplo, puedo aportar el inventario post-mortem de los bienes muebles del mercader burgals Andrs de Pesquera y de su mujer Catalina del Castillo, patrones del monasterio de La Merced de Burgos, donde se hizo un valoracin monetaria de su patrimonio mueble 47 . Lo podemos ver en el CUADRO 1.
VALORACIN DE LOS BIENES MUEBLES DEL MERCADER BURGALS ANDRS DE PESQUERA Y CATALINA DEL CASTILLO ( 6-8-1517 )

maravedes Tejidos de la casa Tapices y Alfombras Ropa de vestir Muebles Vajilla y menaje de cocina Armas Monturas de caballos Plata Joyas Libros Instrumentos Musicales 56.506 21.191 43.744 23.330 6.379 3.157 5.291 105.451 23.230 1.300 187

% 19,50 7,31 15,10 8,05 2,20 1,09 1,83 36,39 8,02 0,45 0,06

289.766

100

FUENTE: AHPB. Protocolo 5507

Como se puede apreciar, si sumamos los tejidos de casa, los tapices, las alfombras y la ropa de vestir tenemos un porcentaje del 41,9 % del total de valor monetario de los bienes muebles que posea esta rica familia burgalesa. Monto que slo se ve ligeramente superado por el de las joyas y la plata. Situacin que es comn en gran parte de los ajuares domsticos de las oligarquas de las ciudades castellanas en el siglo XVI 48 . Todo ello confirma, de nuevo, la importancia del consumo textil en las sociedades preindustriales. Consumo que, a juzgar por datos indirectos, ya que no es posible establecer una cuantificacin, se incrementar conforme avanza el siglo XV, llegando a su mximo apogeo en la centuria siguiente. Cada vez los ajuares castellanos fueron ms ricos, abundantes y, sobre todo ms variados, siendo frecuente la existencia

de la cocina, son casi inexistentes. Incluso, como es el caso del citado Juan de Ordua, en el arca, que tena a los pies de la cama donde falleci, estaban mezcladas las telas con el sebo y otros alimentos. 47 ARCHIVO HISTRICO PROVINCIAL DE BURGOS. Protocolo 5507. 48 BENNASSAR, B., Valladolid en el Siglo de Oro. Una ciudad de Castilla y su entorno agrario en el siglo XVI. Valladolid, 1989. pp. 420-433. GARCA FERNNDEZ, M., Familia y cultura material en Valladolid a mediados del siglo XVI. Entre el nacimiento y la muerte, in J. L. CASTELLANO CASTELLANO y F. SNCHEZ-MONTES GONZALEZ, Carlos V. Europeismo y diversidad. Madrid, 2001. Vol. IV. pp. 275-296.

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de tejidos lujosos, muchos de ellos de procedencia extranjera. El caso ms espectacular con el que me encontrado es el regidor de Burgos y gran mercader internacional, que durante algunos aos vivi en Run, Brujas y Amberes, Andrs de Maluenda, cuyo patrimonio se tas en 1573 en 37.947.267 mrs 49 . De esta suma el 90,6% corresponde a bienes inmuebles (casas, heredades y censos en Burgos y Quintanilla de Ropico), rentas (regimiento, censos y privilegios de juro) y el dinero puesto en la compaa mercantil, mientras que el 9,4% valan los bienes muebles. Sus cifras aparecen reflejadas en el CUADRO 2.
CUADRO 2

VALORACIN DE LOS BIENES MUEBLES DEL MERCADER Y REGIDOR BURGALS ANDRS DE MALUENDA ( 4 de mayo de 1573 )

maravedes

GANADO, APEROS Y HERRAMIENTAS MATERIALES DE CONSTRUCCION MUEBLES ROPA DE CASA MENAJE DE COCINA Y DE CASA VESTIDOS, ZAPATOS Y SOMBREROS TEJIDOS EN BRUTO ALIMENTOS Y DROGUERIA LIBROS Y PAPEL CABALLOS Y MONTURAS OBJETOS SUNTUARIOS cuadros y esculturas espejos reloj tapices y verduras alfombras armas objetos de hilar y lana tiendas de campo plata joyas 26.027 7.922 774 892.940 31.066 31.168 4.586 5.625 487.662 54.581

226.256 40.000 112.431 563.158 115.481 427.952 247.195 130.653 14.217 240.032

6,18 1,09 3,07 15,39 3,16 11,69 6,75 3,57 0,39 6,56

1.542.351

42,14

TOTAL FUENTE: AMB. CC 29/1

3.659.726

100,00

49

ARCHIVO MUNICIPAL DE BURGOS. Condes de Castilfal. Maluenda, 29/1.

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Como se puede apreciar, la abundancia y el gusto de las cosas fueron muy altos por parte de este hombre de negocios burgals de la segunda mitad siglo XVI 50 . Pero, dejando de lado las cantidades de dinero, las caractersticas de este inventario son semejantes a los de otros miembros de la elite local de aos anteriores. En primer lugar, vemos la importancia de los bienes del espritu, toda esa serie de objetos suntuarios que definen el modo de vida caballeresco: obras de arte, joyas, espejos, monturas de caballo, libros y, sobre todo, tapices, alfombras y artculos de plata. Tapices, verduras, antepuertas, reposteros, etc. muchos de ellos con su escudo de armas - representaban los bienes ms preciados para las oligarquas castellanas. Gran parte de ellos son de factura flamenca. No es extrao, pues, que una parte muy importante (en volumen y en dinero) de las importaciones castellanas de los Pases Bajos, junto con los lienzos, sean estos objetos textiles. De ah el gusto por la moda de Flandes, de la que hablar ms tarde. Pero, lo peculiar del caso castellano, frente a los de otras elites europeas, es la abundancia de objetos de plata. Incluso en una fecha, como la del inventario de Andrs de Pesquera de 1517, donde no se han producido an las llegadas masivas de plata americana. Pero si dejamos de lado estos objetos suntuarios, lo segundo en importancia en los ajuares domsticos son los tejidos. Telas y paos, de mltiples apariencias, colores y procedencias, para vestir la casa y para vestir el cuerpo se constituyen en la forma de acumulacin de riqueza. Por una parte, sirven para transmitir sta de generacin en generacin y, en caso de dificultades econmicas, conseguir liquidez. Pero, al mismo tiempo, crean lazos entre los miembros de una misma familia a lo largo del tiempo. Por ello, la acumulacin de tejidos no debe de entenderse de una manera exclusivamente econmica, sino tambin social y cultural. En la ropa y en los tejidos no hay que ver slo maneras de vestir al cuerpo y a la casa, cubriendo primeras necesidades. Hay ms cosas. De ah la importancia del estudio del consumo textil en las sociedades preindustriales. El consumo textil en Castilla a fines de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna se puede estudiar, tambin, desde el observatorio de la comercializacin de los tejidos. Para ello contamos con un maravilloso mirador: las ferias de Medina del
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La situacin treinta aos antes era muy parecida, aunque la acumulacin de riqueza y de objetos se haban incrementado ostensiblemente, al calor del enriquecimiento producido por el comercio internacional. As, cuando se cas en 1546 con Isabel de La Torre, hija del regidor Pedro de La Torre, tena bienes muebles por valor de 1.131.774 maravedes. Sus bienes totales sumaron la cifra de 5.738.549 maravedes, ms diversas deudas por cobrar (AMB. Condes de Castilfal. Maluenda, 31).

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Campo 51 . Si dejamos fuera la negociacin bancaria y las transacciones de dinero, el comercio textil centraba una parte apreciable de la actividad mercantil de la villa, tanto en poca ferial como fuera de ella. Los datos fiscales indican su importancia, ya que a fines del siglo XV slo los impuestos cobrados por la venta de los paos castellanos los vendidos en las Cuatro Calles - representan el 30% del valor total de las alcabalas medinenses, el 20 % durante los aos 1508 a 1537 y el 27% en el segundo cuarto de siglo 52 . Su comercializacin estaba regulaba por sucesivas pragmticas que sobre la venta de paos y lienzos dieron los monarcas, comenzando con la de los Reyes Catlicos en Medina del Campo en 1494, que recogi gran parte de la legislacin anterior. En ellas se indica con claridad cmo se han de vender de manera separada los diferentes tipos de tejidos de lana, seda, algodn y lino, procurando velar para que no se cometieran fraudes ni en lo relativo a medidas, tipo de ligaduras, tinturas, mezcla de fibras, acabado, etc 53 . Legislacin acorde, en cierto sentido, con la que en esas mismas fechas se est haciendo sobre el obraje de paos en la industria textil 54 . A travs del anlisis de diversa documentacin, sabemos que la oferta de productos textiles comercializados en Medina del Campo durante la primera mitad del siglo XVI fue amplia y variada. Abarcaba tanto tejidos nacionales, como gran nmero de extranjeros. Entre los primeros, destacaban los de lana, que iban desde los de alto precio contrays, refinos, velartes, treintenos, veinticuatrenos y veintidosenos de Segovia, Toledo y Cuenca -, los de tipo medio perpianes de Catalua, veintenos y dieciochenos de Cuenca, Segovia, Toledo, vila, Piedrahita, Ciudad Real, Aragn y Cameros y los baratos los catorcenos, burieles, sargas, bernias, irlandas, cordellates, pardillos, papales, frisas y frisetas de vila, Palencia, Dueas, La Nava, Tordesillas, Valladolid, Burgos, Logroo, etc. En suma, una amplia variedad segn las ligaduras, que se incrementaba de acuerdo al valor aadido que suponan los colores con que

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estaban teidos los tejidos. Junto a ellos, en el mercado medins haba una amplia gama de textiles extranjeros: de Flandes (contrays, sargas, arbines, tunes, paos de diferentes quarteles, bocacines, ultrafinos, sanbertines, anascotes, armentiers y frisas), de Inglaterra (londres y frisas), de Francia (ruanes), y de Italia (rajas). En suma, haba paos de muy diferentes precios, ligaduras, colores y calidades, suficientes para satisfacer a todas las demandas y gustos de los diversos grupos sociales. Junto a los paos, el otro gran comercio textil desarrollado en Medina del Campo era el de los lienzos. La lencera local era, por lo general, de mala calidad y apenas sala de los circuitos domsticos. Los lienzos portugueses, que en ocasiones aparecen en el mercado medinense, eran tambin bastos. De ah la fuerte penetracin de la lencera extranjera en las ferias de Medina del Campo y, por extensin, en Espaa y Amrica para confeccionar manteles, camisas, ropa interior, cojines, colchas y ropa de cama. Cronolgicamente los primeros lienzos en aparecer en el mercado medinense fueron los de los Pases Bajos que suponan el 44 % de todos los tejidos exportados a la Pennsula Ibrica por dichos territorios a mediados del siglo XVI 55 . Aqu encontramos lienzos de Holanda, Audenarde, Brabante, Hainaut, ms algunos otros procedentes de Calicud y Run. Todos ellos aparecen citados en Medina desde finales del siglo XV, pero desde entonces su comercio va a ir en aumento, hasta llegar a mediados del siglo siguiente en el que irrumpen de manera triunfadora los lienzos bretones de la mano de multitud de compaas importadoras castellanas, siendo una de las ms importantes la de los Ruiz 56 . Tambin de procedencia extranjera eran los tejidos de algodn (fustanes y cotonias), generalmente comercializados por los mismos mercaderes que venden lienzos. Estos mismos eran los que, tambin, comercializaban las mantas, cobertores y frazadas de Palencia, Burgos y de otras partes. En la cspide de los tejidos estaban los fabricados en seda. Aqu, nos encontramos con rasos, tafetanes, damascos y terciopelos de Granada, Toledo, Valencia, Florencia y Gnova, aunque, tambin, no es raro ver cmo se vende seda no tejida (en hilo, en madeja y seda morisca en bruto y al peso). Relacionado con el comercio textil, aunque con particularidades propias, exista tambin en la villa de Medina del Campo un intenso trato de mercera. Los inventarios
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de algunas de sus tiendas sealan cmo stas tenan mercancas muy diversas: bolsas, sombreros y gorros, cintas, cordones, cuentas, botones, espejos, estuches, cuellos, puos y manguitos, guantes, hilos de diversa suerte y procedencia, brocados, bordados, encajes, agujas, alfileres, cuchillos, etc. Gran parte de ellos eran de procedencia extranjera, especialmente de los Pases Bajos y de Francia. Y, junto a todos estos tejidos, otros de los productos comercializados en grandes cantidades en las Ferias de Medina fueron las alfombras y, especialmente, los tapices. Estos ltimos con temas de figuras, vegetales (verduras) o de armas - procedan de Flandes y se empleaban para cubrir las paredes, en otros casos para hacer cojines y para cubrir asientos, para antepuertas, como colgaduras y cielos de las camas, para reposteros, para paramentos de ras, etc 57 . En suma, la oferta textil en el mercado de Medina del Campo durante la primera mitad del siglo XVI fue amplsima 58 . Mas, cmo se organizaba la comercializacin de dichos productos textiles?. En primer lugar, hay que sealar el sinnmero de mercaderes que acudan a las ferias a vender directamente sus productos al por mayor. Dentro de ese amplio grupo de agentes, hemos de contar a los comerciantes importadores de tejidos extranjeros. En esta poca los ms poderosos eran los burgaleses, los grandes mercaderes internacionales castellanos. Un ejemplo de ello es el de Sancho Gallo, perteneciente a una extensa familia de comerciantes asentados en diversas ciudades castellanas y, de forma especial, en Burgos y Brujas. Segn su Libro de Ferias de 1527 59 , haba vendido, preferentemente al por mayor (por piezas o fardeles), tejidos por la elevada suma de 2.715.433 maravedes, de los cuales el 89% procedan de Flandes, seguidos de los ingleses (CUADRO 3). Estos tejidos son de dos tipos. Por un lado tendramos los londres y las frisas de Inglaterra, paos de una calidad y, sobre todo, de precio medio, lo que les haca que fueran muy competitivos y tuvieran una gran demanda entre la clientela castellana. Junto a ellos, estn el resto de paos flamencos, parte de ellos ms caros y mejores, como los paos de Brujas, los ultrafinos, los tunes, los de 10 y 9

CASADO ALONSO, H., Al uso de Flandes. Cultura material y comercio artstico... PARTEARROYO LACABA, C., Comercio textil en las Ferias de Medina del Campo, in Comercio, Mercado y Economa en tiempos de la Reina Isabel... pp. 69 72. 58 Otro tanto se puede decir del de Valladolid. Ver a este respecto, BENNASSAR, B., Valladolid en el Siglo de Oro... pp. 55-91 y 417-430. ROJO VEGA, A., El Siglo de Oro : inventario de una epoca. Valladolid, 1996. GARCA FERNNDEZ, M., Familia y cultura material en Valladolid ... 59 H. CASADO ALONSO, La gestion dune entreprise de commercialization du pastel toulousain au dbut du XVIe sicle, en F. BRUMONT (ed.)., Le commerce du pastel, de la laine et des draps, XIVe XVIe sicles. Nmero especial de Annales du Midi, Revue de la France mridionale. Tomo 113, n 236, 2001. pp. 457-479.

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quarteles, sargas y bocacines. E, igualmente, las afamadas holandas, utilizadas para ropa de cama, de mesa y para hacer camisas.

CUADRO 3 TIPOLOGIA DE LOS TEJIDOS Y DE LA ROPA VENDIDOS POR LA COMPAA DEL "MERCADER DE FERIAS" SANCHO GALLO
(18 - 3 - 1527 / 28 - 12 - 1527)

tipo londres sargas tunes paos holandas bocaines paos de 9 cuarteles paos de 10 cuarteles sargas de ras sargas arbines cozuelos ultrafinos paos de 9 quarteles paos armentiers sanbertines frisas refinos paos frisas mantos mantas de verdura terciopelos fustn

procedencia Inglaterra Flandes Flandes (Courtrai) Flandes Flandes Flandes Flandes Flandes Flandes Flandes (Hondschoote) Flandes (Brujas) Flandes Flandes Flandes (Arlaveque) Flandes (Brujas) Flandes (Armentiers) Flandes Inglaterra Castilla ? Flandes ? Flandes Valencia ?

maraveds 582.888 563.127 392.009 301.750 149.131 93.413 75.700 74.250 72.695 66.106 64.800 64.250 63.539 35.900 29.700 26.500 23.560 11.297 9.075 8.680 1.875 1.700 1.680 1.400 408 2.715.433

Sus compradores aparecen reflejados en el MAPA 1. Proceden de 25 lugares distintos de Castilla y Portugal y, como hemos dicho, son generalmente comerciantes al por mayor. Estos, a su vez, vendan dichos paos por otras ferias y plazas peninsulares a otros comerciantes, a buhoneros, a regatones o, simplemente, a clientes finales. Estamos, pues, ante el caso de un comerciante-importador que satisface la demanda del nicho de mercado de los tejidos ms caros.

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LOCALIDADES DE LOS COMPRADORES DE TEJIDOS A LA COMPAA DE SANCHO GALLO, EN LAS CUATRO FERIAS DE 1527

As pues, Sancho Gallo es un ejemplo de mercader que trafica, fundamentalmente con paos de procedencia extranjera. Estos eran muy apetecidos en ese momento por la clientela castellana. Al lado de este tipo de mercader internacional, se encontraban en las ferias de Medina del Campo aquellos otros que se haban especializado en la comercializacin de tejidos nacionales. Estos fueron desde finales del siglo XV los ms vendidos y, por otro lado, los que gozaban de una mayor y variada clientela. Aprecio que se fue acrecentando conforme avanza el siglo XVI, cuando consiguieron arrinconar al resto de tejidos de lana de otras procedencias. Las Ordenanzas de Aposentamiento de Ferias de 1421 y las posteriores regulaciones sealan que mientras la venta de los paos mayores y de procedencia extranjera deba de hacerse en la Rua al lado de los cambistas , el resto deba de hacerse obligatoriamente en la zona denominada las Cuatro Calles (Cuenca, Toledo, Segovia y Palencia), segn la procedencia de ellos. Segn el pleito provocado por las disputas contra el monopolio del alquiler de las casas y de los aposentos de dichas calles, en 1527 acudieron a la feria de mayo 47 mercaderes paeros de Segovia, 37 de

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Rioja y Valdezcaray, 10 de Medina de Roseco, 3 de Riaza, 1 de Tordehumos, 1 de St Mara de Nieva, 5 de vila, 10 de Toledo, 4 de Ciudad Real, 6 de Dueas, 3 de Tordesillas, 5 de Palencia y 2 de Valladolid 60 . No se citan, quizs por estar representados por otros en este pleito, a ningn paero de Cuenca, de los que hay constancia, por otros documentos, de su fuerte presencia en Medina del Campo. La actividad comercial de algunos de estos comerciantes, parte de los cuales eran tambin mercaderes/fabricantes, consista en vender directamente en las ferias a aquellos cuantos acudieran a ellas, pero preferentemente a otros mercaderes revendedores, ya que por lo general vendan al por mayor, por piezas, no por varas. El comercio textil al por menor era ejercido por los tenderos de Medina del Campo. Estos eran los que posean establecimiento fijo en la villa y vendan tanto en la poca de la feria como fuera de ella. En general estaban especializados, eran traperos, paeros, corredores de paos, lenceros, sederos o merceros, aunque no es raro que comerciaran con diferentes tipos de tejido al mismo tiempo. Conocemos determinadas caractersticas de su negocio, durante la primera mitad del siglo XVI, a travs de inventarios y relaciones de deudas de algunas tiendas, restos conservados de una mnima parte de los establecimientos existentes entonces en Medina del Campo 61 . Pero, an ms, disponemos de una serie de pleitos sustanciados a iniciativa del arrendador de la alcabala de los paos contra ciertos mercaderes que disponan de tiendas de paos en Medina 62 y, especialmente, de la contabilidad de una de ellas, la de la tienda de paos de Felipa Gonzlez, viuda de Alonso Leal, que abarca desde el primero de marzo de 1526 hasta el 27 de mayo de 1530 63 .

ESPEJO DE HINOJOSA, C. y PAZ ESPESO, J., Las antiguas ferias de Medina del Campo... pp. 214-225. ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERA DE VALLADOLID. Pleitos civiles. Taboada (Fenecidos) Caja 1119-2. 61 ARCHIVO HISTRICO PROVINCIAL DE VALLADOLID. Protocolos. 7890 (Inventario de Antona Rodrguez, lencera. 1519); 7673 (Obligaciones de Antonio lvarez, lencero. 1532); 7331 (Obligaciones de Hernando de Torres, lencero. 1548); 6098 (Obligaciones de Juan de Medina, lencero. 1549); 7336 (Inventario de la tienda de lencera de Mara de Ayala. 1552); 7336 (Inventario de la tienda de lencera de Diego Rodrguez.1552); 7337 (Inventario de la tienda de lencera de Francisco de Medina. 1552); 7847 (Obligaciones de Juan de Saboya y Juan Garca, merceros. 1536); 6814 (Inventario de la tienda de paos de Garca de la Pea. 1523); 6692 (Inventario de la tienda de paos de Gutierre de la Pea. 1536); 7850 (Inventario de la tienda de paos de Francisco Rodrguez. 1547); 62 OLIVA HERRER, H. R., Abastecimiento local y comercio cotidiano en Medina del Campo a fines de la Edad Media. Las ordenanzas del peso. Medina del Campo, 2005. pp. 39-43. 63 ARCHV. Pleitos civiles. Prez Alonso (Fenecidos). Cajas 250 254. Los descendientes de este matrimonio emparentaron con el banquero vallisoletano Luis de Cocn, origen del pleito. Acerca de la quiebra de ste ltimo en 1542, ver F. J. CARRIN DE ISCAR., Negociantes castellanos en la primera mitad del Quinientos. Valladolid sede mercantil, in Valladolid. Historia de una ciudad. Valladolid, 1999. Vol. II. pp. 653-667.

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De la misma manera, la documentacin indica el enorme volumen de negocios que tenan estos tenderos. As, el tendero Alonso de Portillo dice que durante el ao 1511 haba vendido de paos e sedas e brocados e tapiceras e camelotes a otros comerciantes de Medina del Campo, vila, Salamanca, Segovia, Toledo, etc. por la suma de 1.168.304 maravedes. En 1523, el mercader de paos Garca de La Pea muy posiblemente el padre o suegro del anterior - inventara deudas por la venta de tejidos por valor de 2.008.229 maravedes. En 1532 el lencero Antonio lvarez declara que le deban 258.661 maravedes. Cifras que son superadas por las presentadas por el lencero Juan de Medina, cuya lista de obligaciones alcanzaba en 1549 la suma de 6.984.707 maravedes. A su vez, la contabilidad de Felipa Gonzlez Leal registra las ventas de 12.525,37 varas de 164 variedades de pao y terciopelo, tanto espaoles como extranjeros, efectuadas en 3.454 operaciones de venta a lo largo de esos ms de cuatro aos (1526-1530), por un valor de 4.067.939,7 maravedes. Su procedencia aparece reflejada en el CUADRO 4. En suma, vemos el enorme volumen que alcanz el comercio textil en Medina del Campo, tanto durante los meses de las ferias como a lo largo de todo el ao. A su vez, se comprueba cmo dicha plaza fue en el siglo XVI el principal centro de contratacin y redistribucin de todo tipo de tejidos por la Pennsula Ibrica, con su prolongacin en el mercado americano. Pero, su radio de influencia se centr, especialmente, en las zonas de mayor demanda econmica en la poca. Entonces frente a lo que ocurre en la actualidad-, el interior peninsular era, junto con Andaluca, el espacio ms poblado de Espaa, contando con una densa red urbana, comparable a la de otras zonas de Europa, y era, a su vez, la que contribua fiscalmente con mayores cantidades a la Corona. Igualmente, podemos asegurar que el mercado medinense estaba en aquellos aos muy bien surtido, ofertndose un espectro variado de tejidos, que iba desde los paos, algodones, lienzos y sedas de procedencia extranjera hasta los mltiples nacionales. Poda, pues, satisfacer las demandas de todo tipo de clientela, tanto segn sus gustos como segn sus posibilidades econmicas.

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ORIGEN DE LOS TEJIDOS VENDIDOS EN LA TIENDA DE MEDINA DEL CAMPO DE FELIPA GONZALEZ LEAL (1526 - 1530) Lugar de procedencia Desconocido Cuenca Segovia La Nava Palencia Inglaterra Perpian Aragn Zaragoza Flandes Toledo Piedrahita Agreda Granada Valladolid Avila Frechilla Logroo Valencia Dueas Riaza Tordesillas Burgos Nieva Riofrio Tordehumos Barcelona extranjero Peaflor Zamora Ezcaray varas 4.526,60 2.263,64 1.168,71 991,38 853,43 423,20 358,25 321,53 298,80 230,93 186,52 139,56 111,66 109,94 96,00 91,52 62,33 60,70 59,89 52,04 33,25 27,16 26,00 10,00 6,00 4,00 4,00 3,50 3,16 1,00 0,66 12.525,37 % 36,14 18,07 9,33 7,92 6,81 3,38 2,86 2,57 2,39 1,84 1,49 1,11 0,89 0,88 0,77 0,73 0,50 0,48 0,48 0,42 0,27 0,22 0,21 0,08 0,05 0,03 0,03 0,03 0,03 0,01 0,01 100 maraveds 1.066.392,25 1.290.331,00 499.216,75 147.232,25 125.797,00 187.101,00 152.875,50 92.503,75 78.449,50 106.718,00 72.786,00 26.647,50 19.609,50 84.789,50 11.475,50 17.842,20 8.190,50 8.780,50 43.442,00 6.289,50 5.678,00 3.617,00 2.374,00 1.871,00 2.550,00 544,00 1.360,00 2.100,00 442,00 870,00 64,00 4.067.939,70 % 26,21 31,72 12,27 3,62 3,09 4,60 3,76 2,27 1,93 2,62 1,79 0,66 0,48 2,08 0,28 0,44 0,20 0,22 1,07 0,15 0,14 0,09 0,06 0,05 0,06 0,01 0,03 0,05 0,01 0,02 0,00 100

Pero, quines eran los clientes de estos tenderos de paos nacionales?. Como seal en anteriores trabajos mos 64 , la mayor parte de las compra-ventas de tejidos, al igual que de otros bienes, no se hacan en efectivo, sino recurriendo al crdito. Los grandes mercaderes vendan a los otros comerciantes y as sucesivamente. Por ejemplo, el citado Libro de Ferias de Sancho Gallo de 1527 nos indica que en el 55% de la ventas se deban de pagar mediante cartas de obligacin a abonar en las ferias siguientes,

CASADO ALONSO, H., Comercio textil, crdito al consumo y ventas al fiado en las ferias de Medina del Campo en la primera mitad del siglo XVI, in S. DE DIOS, J. INFANTE, R. ROBLEDO y E. TORIJANO (coords.)., Historia de la propiedad: crdito y garanta. Madrid, 2007. pp. 127-159. CASADO ALONSO, H., Crdito y comercio en las ferias de Medina del Campo en el siglo XVI, in E. GARCA GUERRA (ed.), El mercado de capitales durante la Edad Moderna. Agentes y receptores del crdito en el mbito europeo. Instituto de Historia CSIC (en prensa).

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mientras que al contado slo se pag el 3% y el resto mediante trueques de mercancas u otras modalidades que no se indican en la contabilidad. Pero sucede lo mismo en el caso de los tenderos. Estos vendan mediante la realizacin de contratos formales, sin recurrir al notario, las citadas cartas de obligacin y mediante ventas al fiado, con el recurso de un testigo/fiador que avalara al comprador o, simplemente, recurriendo a la confianza y la buena fe de ste ultimo. De ah que se redactaran miles de escrituras de obligacin que, unas vez cobradas eran destruidas. Sin embargo, muchas de ellas y, sobre todo, las relaciones de su existencia han quedado en los archivos judiciales. Pero, estas listas de deudores, as como los libros de contabilidad, nos permiten conocer las caractersticas econmicas y sociales del comprador de tejidos en las ferias castellanas. As los clientes en el ao de 1532 del mercader de paos y sedas Garca de La Pea fueron desde los artesanos (albarderos, tejedores, zapateros, carpinteros, zurradores, tundidores, tejedores, etc.), hasta los vendedores y los del sector terciario (carniceros, corredores, lenceros, alguaciles, bachilleres, boticarios, escribanos, etc.), pasando por los numerosos clrigos y algunos personajes ms ricos (D. Juan de Acua, corregidor de Medina del Campo, un cambista y varios nobles). De la misma manera, no podan faltar aquellos clientes ms relacionados con el comercio textil: los sastres. Pero, lo que sobre todo abundan son personas de las que no se indica su profesin ni su condicin social, pero que por su localizacin en pequeos pueblos y aldeas eran indudablemente campesinos. Toda esta clientela deudora resida en ms de 150 ncleos distintos, que estn situados en un radio de 60 kilmetros en torno a Medina. Eran, pues, en su mayora campesinos del valle del Duero, que haban comprado los tejidos que necesitaban para hacer sus ropas mediante el uso del crdito. La variedad social del consumo textil se ve, an, ms clara en el caso de la citada tendera de paos Felipa Leal, donde conocemos tanto los clientes que compraron grandes cantidades como los que slo adquirieron una simple media vara de tejido. Pero en todos los asientos contables (3.454 operaciones de venta) se anot, aparte del nombre del cliente, la localidad y la profesin del comprador, la cantidad y las caractersticas de los tejidos adquiridos por lo general las ventas son al por menor, en varas -, la forma de pago (al contado o a crdito), las prendas dejadas en deposito, los nombres de los avalistas y el plazo y la forma de pago. Su clientela, durante esos aos 1526-1530, fue muy amplia. Sus 1.903 clientes residan en 171 distintas localidades situadas en un espacio an ms amplio que en el caso del tendero Garca de La Pea. La mayor parte vivan en un radio en torno a los 120 kilmetros de Medina del Campo, aunque su 26

presencia era sobre todo en las provincias de Valladolid, Zamora, Salamanca y vila. Pero nos encontramos tambin con compradores de Toledo, Burgos, La Rioja, Cceres, Navarra, Crdoba y Madrid. Dentro de esas localidades estn compradores vecinos de villas y ciudades, pero sobre todo de pequeos ncleos, algunos de ellos desaparecidos en la actualidad. Incluso, aparecen clientes portugueses de Lamego, Chaves, Torre de Moncorvo, Miranda Douro, Mogadouro, Portalegre, Santarem, Trancoso y Viseu, lo que confirmara el papel de las ferias de Medina del Campo en el comercio lusocastellano. El abanico social de la clientela es de lo ms amplio. En los diferentes asientos del libro manual de contabilidad se citan las profesiones de 652 de los 1903 compradores. Fueron, por este orden, sastres, clrigos (incluidos el den y los capellanes de la colegiata de San Antoln de Medina), mercaderes, escribanos, carpinteros, tundidores, zapateros, hortelanos, plateros, barberos, cambistas, tejedores, herreros, pellijeros, corredores, colcheros, criados y personal de servicio, bachilleres, el corregidor y regidores, etc. Incluso, nos encontramos con 34 personas que formaban parte de la compaa de armas de D. Diego de Mendoza, en ese momento radicada en Medina del Campo. La mayor parte de estos compradores (88%) adquirieron sus tejidos mediante crditos, bien formales o informales. As, pues, tenemos representantes de todo el espectro de la sociedad castellana de la poca y, en especial, de las villas del valle del Duero. Esta va desde el corregidor de Medina y el del alcalde de Salamanca, hasta el caso de Ana de Arsentyna, mujer de henamorar, que en 1527 compr 1 vara de londres ferrete por 357 maravedes. Pasando por el maestro de esgrima, Juan Sarmiento; un lavador de cubas; una beata de Fresno; el boticario de la reina, Mateo Moreno; el cambista Antonio de Medina o el entallador Antonio de Belver. La galera de personajes y oficios que aparecen como clientes es, pues, enorme, ya que estamos ante unas villas con una economa y sociedad muy diversificadas 65 . En virtud de tal situacin, las compras que cada uno de ellos hicieron fueron muy diferentes, tanto por el valor de los tejidos adquiridos, como por el
La complejidad y diversidad de la estructura profesional de Medina del Campo puede verse en MARCOS MARTN, A., Auge y declive de un ncleo mercantil y financiero de Castilla la Vieja. Evolucin demogrfica de Medina del Campo durante los siglos XVI y XVII. Valladolid, 1978 y SNCHEZ DEL BARRIO, A., Estructura urbana de Medina del Campo. Valladolid, 1991. Para otras villas y ciudades del valle del Duero, ver: GARCIA SANZ, A., Desarrollo y crisis del Antiguo Rgimen en Castilla la Vieja. Economa y sociedad en tierras de Segovia de 1500 a 1814. Madrid, 1977. YUN CASALILLA, B., Sobre la transicin al capitalismo en Castilla. Economa y sociedad en Tierra de Campos (1500-1830). Salamanca, 1987. BENNASSAR, B., Valladolid en el Siglo de Oro BRUMONT, F., Paysans de Vieille-Castille aux XVIe et XVIIe sicles. Madrid, 1993. GONZALEZ PRIETO, F. J., La ciudad menguada: Poblacin y economa en Burgos. s. XVI y XVII. Santander, 2006. MARTN, J. L. (dir.), Historia de Salamanca. III. Edad Moderna. Salamanca, 1999.
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tipo, la procedencia y los colores de los paos y terciopelos. Lgica segmentacin de la demanda, que no impide que nos encontremos a algunos pequeos menestrales (herreros, tundidores, carniceros, zapateros, mesoneros, etc.) gastando elevadas sumas y comprando a crdito tejidos de muy diversa calidad, incluso algunos de ellos extranjeros. Sin embargo, el mayor nmero de clientes esta formado por campesinos de las pequeas localidades situadas en un radio de 100 kilmetros de Medina del Campo. Son compradores que acuden atrados por el mercado medinense, quizs para vender algunos de sus excedentes, al mismo tiempo que para abastecerse de los mltiples gneros textiles u de otro tipo all comercializados. Al igual que lo que ocurriera con los moradores de las villas, los campesinos compran paos nacionales y extranjeros de tipo medio e, incluso, tejidos caros como terciopelos o velartes, aunque lo que ms abunda son las ventas de pardillos, cordellates, burieles y frisas de la Tierra. Todo ello de acuerdo a los gustos imperantes y a la estratificacin social de la demanda. A su vez, tal hecho confirmara el papel de centro de redistribucin textil que, en la primera mitad del siglo XVI, jugaba Medina del Campo. Fenmeno vlido para los negocios que se hacan durante la poca de las ferias, como, tambin, los realizados durante todo el ao a travs de las ventas que se hacan en las tiendas. En conclusin, el panorama, que refleja la documentacin de Medina del Campo, indica que que la mayor parte de la poblacin recurre al mercado para abastecerse de los tejidos con que vestir la casa y el cuerpo. Hecho que es vlido tanto para los clientes residentes en ncleos grandes y medianos (Burgos, Valladolid, Toledo, Talavera, Plasencia, Medina del Campo, Alaejos, Castronuo, Olmedo, Tordesillas, La Nava, La Seca, Rueda, Arvalo, Madrigal, Fontiveros, Fuentesaco, Pearanda, Salamanca, Coca, etc.), como para los campesinos de los pueblos rurales e, incluso, de las minsculas aldeas, muchas de las cuales desaparecieron en aos posteriores. Estamos, pues, muy lejos de las visiones que, a menudo, se han dado del campesinado castellano y, por extensin, del espaol en el Antiguo Rgimen. Esas que nos lo describen con una economa cerrada, de autosuficiencia y de autoconsumo, que incluso les lleva a fabricarse ellos mismos todas las manufacturas que precisan. Si esa visin puede ser vlida para anteriores pocas medievales, no creo que lo sea para los habitantes del valle del Duero en los siglos XV y XVI. Aqu nos encontramos con campesinos que recurren al mercado para comprar las manufacturas y lo hacen mediante el uso frecuente del crdito. Su situacin no es, pues, muy diferente de lo acontecido en 28

otras partes de Europa. Incluso, deberamos preguntarnos sobre las razones por las que el campesinado castellano, en los siglos XV y XVI, consigui salirse de los circuitos del autoabastecimiento y estar muy conectado con el mercado, incluso con el internacional. Otra cosa sera hablar de lo que aconteci en siglos posteriores, donde los estudios existentes muestran que el habitante de Castilla tena un consumo menos desarrollado que el de otras regiones espaolas y europeas. Pero, al mismo tiempo, lo que se constata es el elevado elevado nivel de consumo textil que tena la sociedad castellana de aquel momento. Tanto los grupos sociales acomodados, como los populares y campesinos, compran todo tipo de tejidos. Aunque hay una segmentacin de la demanda, segn sus poderes adquisitivos, no es raro encontrarnos con clientes de muy bajo nivel adquisitivo, como una pobre viuda o una prostituta, adquiriendo un tejido extranjero de tipo y precio medio. No es extrao, pues, que los sectores de la confeccin textil (bordador, calcetero, capero, cintero, jubetero, sombrero o sastre) y de la comercializacin de la ropa usada (ropero y ropavejero) estn muy desarrollados en las ciudades y villas castellanas. Segn los padrones del siglo XVI, ocupan una parte importante de la poblacin activa 66 e, incluso, en el caso de los sastres tienen una elevada posicin social y econmica 67 . Un ejemplo de ello es la evolucin de la familia burgalesa de los Pesquer, fundadores de una capilla funeraria en la parroquia de S. Gil. El personaje ms antiguo que conocemos es Antn Snchez Pesquer, que a finales del siglo XIV era sastre. Su hijo, Pero Snchez Pesquer, cuyo oficio era el de jubetero, se cas en 1417 con Constanza, hija de Juan Martnez de Aragn, alfayate, recibiendo una dote de 180 florines 68 . Estamos, pues, ante un tpico matrimonio entre miembros de familias de una misma profesin. Sin embargo, en 1440 Pero Snchez Pesquer ya aparece citado como mercader de paos, habiendo pasado, pues, a pertenecer a una de las corporaciones de ms larga tradicin y ms importantes en el Burgos de fines de la Edad Media: la cofrada de tenderos de paos 69 . Su hijo Antn y sus nietos y biznietos, Diego, Lope y Alonso, irn escalando puestos en la economa y la sociedad burgalesa, participando en negocios internacionales y

GONZALEZ PRIETO, F. J., La ciudad menguada ... pp. 202-205 Las semejanzas con el caso italiano son claras. Ver FRICK, C. C., Dressing Renaissance Florence 68 ARCHIVO PARROQUIAL DE S. PEDRO DE LA FUENTE (Burgos). Legajo 9. 69 CASADO ALONSO, H., Religiosidad y comercio en el siglo XIV...
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entroncndose matrimonialmente con otras familias de grandes comerciantes burgaleses, como los Fras, los Espinosa, los Polanco y los Salamanca 70 . Otro resultado que muestra la documentacin manejada, aunque requerir de futuros trabajos de investigacin, es que, a lo largo de los siglos XV y XVI, hubo un claro aumento del consumo textil, que me parece que fue paralelo lo que ocurri en otras sociedades europeas, especialmente mediterrneas, donde el crecimiento demogrfico, la densificacin de las redes urbanas, el aumento de los niveles de vida y la mejora de las condiciones econmicas, tambin, se produjeron de manera parecida 71 . Observamos, especialmente entre las clases sociales superiores, que hubo una mayor acumulacin textil, tanto de tejidos para vestir al cuerpo como para vestir la casa. Los ajuares domsticos que he estudiado denotan tal aspecto, donde la proliferacin de arcas para contener la ropa es cada vez ms frecuente. Situacin que se repite en los tejidos que servan para decorar la casa (tapices, antepuertas, reposteros y alfombras). Pero el consumo textil por parte de la sociedad castellana no slo cambi en cantidad, sino tambin en variedad. El tipo de telas, segn sus ligaduras, tinturas, fibras, acabado, etc, es cada vez ms diversificado. Modificaciones que observamos tanto en las de factura nacional como en las extranjeras. Aparicin de novedades, al ritmo de la moda, que se manifiesta en lo que se refiere al color de los trajes. Aspecto donde no slo hemos de ver una simple cuestin esttica, sino tambin econmica, ya que hay que tener en cuenta que la tintura era uno de los costes ms elevados en relacin al precio final de los tejidos. Algunos inventarios post-mortem y, especialmente, los asientos contables de los tenderos de Medina del Campo nos indican el color de las prendas y su precio por vara. A modo de sntesis, podemos establecer las siguientes caractersticas: el uso del color pardo como sinnimo de tejidos de los pobres, ya que apenas se haban teido; el empleo del amarillo para los forros de la ropa; y el triunfo del negro sobre el rojo y el dorado como smbolo de distincin. Otros colores, como el verde, el azul y el ferrete, aunque son muy apreciados, van a sucumbir segn nos adentramos en el siglo XVI, ante el negro entre los paos ms caros. En los terciopelos y las sedas la presencia del rojo sigue siendo ms estable. Tal hecho fue, incluso, observado por un annimo mercader milans, que paso por Burgos en 1518, el cual nos

ARCHIVO MONASTERIO DE ST DOROTEA (Burgos). San Ildefonso. Legajos 6 y 7. AHN. Clero. Legajos 991 y 995. Carpetas 191, 192 y 993. 71 MALANIMA, P., Pre-Modern European Economy. One Thousand Years (10th-19th Centuries). Leiden, 2009.

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dice de la ciudad que assay bella et populatta et molto mercantile y de sus habitantes, le signore sone belle et ben inbellatatte et vano con gran gravitate et acompagnatte da servitori che le susteneno; portano le sue cibre altte uno somese et alcune una spanna, vesteno de belle sottane et di sopra per la magiore parte di saya negre, et portano li mantelli forte alti e longhi de dicta saya. bella et bon citt 72 . Esta presencia del negro como smbolo de distincin nos indica que la alta sociedad castellana segua las pautas de la moda ms refinada de Europa, la borgoona. Hecho que no es sorprendente, ya que el gusto por las cosas al uso de Flandes fue una constante en estos aos en Castilla. Se viste a la flamenca, las casas se decoran con tejidos y tapices de dicha procedencia, y se tienen objetos de all (alabastros, sombreros, cueros repujados para cubrir paredes y muebles, arcas, bales y cofres, rosarios, cajas, mesas, escritorios, joyas, campanillas y muecas de Malinas, candeleros de bronce o latn, bandejas de Dinant, espejos, vidrios para las ventanas, libros - iluminados, impresos y en blanco para contabilidad -, instrumentos musicales, armas, etc.). Tal amor por lo flamenco por parte de los castellanos explica, tambin, que, en los siglos XV y XVI, sean los mayores clientes en el mercado artstico de Brujas y Amberes, tal como han sealado diversos autores 73 . Era una moda que estaba en plena concordancia con la cultura material que ellos mismos posean y donde los objetos de los Pases Bajos eran corrientes y muy apetecidos. Dicho gusto artstico abarcaba los mbitos pblicos de iglesias y palacios, pero tambin los privados. Para los mercaderes y caballeros de Sevilla, Burgos, Medina del Campo, Segovia, Valladolid o Toledo era habitual que en sus casas se rodearan de lo mismo que haban visto en las de sus parientes y socios de

L. MONGA (ed.)., Un mercante de Milano in Europa. Diario di viaggio del primo Cinquecento. Milano, 1985. p. ... 73 MARTENS, M. P. J., Some aspects of the origins of the Art Market in fifteenth-Century Bruges, in NORTH, M. y ORMROD, D. (eds.), Arts Markets in Europe, 1400 1800. Aldershot, 1998. pp. 19-27. MONTIAS, J. M., Le march de lart aux Pays-Bas, XVme XVIIme sicles. Pars, 1997. dchanges culturels en Europe. Oostkamp, 2002. VERMEYLEN, F., Painting for the Market. Commercialization.... VV.AA., Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la escultura de su poca. Burgos, 2001. VV.AA., A la manera de Flandes: tapices ricos de la Corona de Espaa. Madrid, 2001. VV.AA., Le sicle de Van Eyck. Le monde mditerranen et les primitifs flamands, 1430-1520. Bruselas, 2002. VV.AA., Comercio, Mercado y Economa en tiempos de la Reina Isabel. Medina del Campo, 2004. VV.AA., El fruto de la Fe. El legado artstico de Flandes en la isla de La Palma. Madrid, 2004. WILSON, J. C., Painting in Bruges at the close of the Middle Ages. Studies in Society and Visual Culture. Pennsyvania, 1998. YARZA LUACES, J., Comercio artstico Flandes reinos hispanos, in La Pintura gtica hispano-flamenca. Bartolom Bermejo y su poca. Barcelona Bilbao, 2003. pp. 107-115.

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Brujas y Amberes, donde las colonias de castellanos fueron muy numerosas 74 . Fenmeno que hemos de hacer extensivo a la propia corte de los Reyes Catlicos 75 . Estamos, en suma, ante la presencia de una cultura material cada vez ms abundante y rica. Tal hecho creo que indica que la sociedad castellana de los siglos XV y XVI tena un nivel de consumo, en trminos comparativos, semejante e, incluso, superior al de otras partes de Europa en aquellos tiempos y al que esas mismas poblaciones tendrn en pocas posteriores, incluso en el siglo XIX y XX en plena revolucin industrial. Como dijo hace aos B. Bennassar, frente a las colectividades del norte de Europa, descubro en el Valladolid del siglo XVI una sociedad cuya primera fuente de placer es la ostentacin 76 .

CASADO ALONSO, H., El triunfo de Mercurio. La presencia de los mercaderes castellanos en Europa (Siglos XV y XVI). Burgos, 2003. 75 GONZLEZ MARRERO, M. C. La Casa de Isabel la Catlica. Espacios domsticos y vida cotidiana. vila, 2005. 76 BENNASSAR, B., Valladolid en el Siglo de Oro p. 433.

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