Ponencia Huertas Caseras
Ponencia Huertas Caseras
Ponencia Huertas Caseras
Equipo de Investigacin: Jessica Oyuela, Pablo Pimiento, Adriana Loaiza, Julieth Alarcn, Marcela Ramirez, Sebastin Burbano, Catalina Olaya Resumen: El presente trabajo recoge la experiencia del proceso de investigacin realizado por estudiantes del programa de Comunicacin Social y Periodismo la Universidad de Ibagu de octavo semestre, presentado como trabajo final de las materias de Produccin en Televisin, Periodismo Ciudadano y Comunicacin y Desarrollo; la investigacin que tuvo como objetivo analizar la apropiacin por parte de la comunidad ibaguerea del proyecto denominado Huertas Caseras, liderado por el ente corporativo descentralizado CORTOLIMA (Corporacin Autnoma regional del Tolima) y la corporacin Desarrollo y Paz, Tolipaz, desde la experiencia del barrio Palma de Ro ubicado en el Salado y del barrio Modelia de la ciudad. Palabras Claves: Huertas caseras, Seguridad alimentaria, Soberana alimentaria, Agricultura urbana. Abstract: The present paper is the resume of the investigation process experience realized by social communication and journalism students of the Ibague University from 8th semester, presented as final paper of the subjects such as Television, citizen journalism and communication and development; the investigation had as target analyze the appropriation by the Ibagues citizen community from the project called home garden, leaded by the corporative uncentralized CORTOLIMA (Corporacion Autonoma Regional del Tolima) and the peace and development corporation, TOLIPAZ, since the experience of the rivers palm neighborhood localized in the Salado and the Modelia neighborhood of the city. Keywords: home gardens, food security, food sovereignty, Urban Agriculture. 1
Presentacin La agricultura urbana como prctica ha estado presente en la sociedad desde pocas milenarias, sin embargo y con el pasar de nuestra historia, el cultivo de la tierra se relacion directamente como un tema exclusivo de la vida en el campo; bien sea por el auge de la industrializacin, la globalizacin o las ciudades llenas de cemento que se dan hoy en da en las urbes. Pese a esto, pareciere que el campo ya no es el lugar seguro que algn da fue en nuestro pas, es por esto que desde la poca de la violencia de 1946 al 1959 aproximadamente 2.000.000 de colombianos tuvieron que despojarse de sus tierras y de su nico sustento (Jimnez, 2007, p. 13) vindose obligados a volcarse hacia las ciudades; este tipo de desplazamiento forzado por causa de conflicto armado en los campos colombianos ha obligado a millones de campesinos a desplazarse y as perder la nica forma de trabajo y sustento que conocan, el de trabajar la tierra. Estos procesos de desplazamiento forzado de los campesinos a las urbes, desde siempre se han tomado en trminos de estadsticas, que si bien son alarmantes; por ejemplo durante el periodo comprendido entre los aos 2000 y 2001, el nmero de municipios afectados ascendi en 70 por ciento. Ms an, cerca de 74 por ciento de los municipios del pas presenta en el 2001 problemas de desplazamiento, ya sea de salida o de llegada (RSS,2002). Sin embargo es necesario dejar de entender el problema del desplazamiento forzoso en estos trminos y plantearse en Colombia desde el estado polticas sociales que permitan el desarrollo integral de estas comunidades, con el fin de fomentar las prcticas propias de la vida en el campo, con el fin de lograr reivindicar su papel de campesinos dentro de las urbes y as fomentar al desarrollo desde lo local; esto teniendo en cuenta, que algunos desplazados sufren fuertes impactos sobre su bienestar debido probablemente a la dificultad de vincularse a un mercado laboral para el cual no estaban preparados (Ibez y Querubn, 2004, p.3), lo que conlleva a una afectacin considerable en su situacin socioeconmica y por ende, una bsqueda de otras formas de empleo. Como se seal anteriormente, el desplazamiento forzoso es una problemtica reflejada en un momento en las urbes, las cuales a su vez atraviesan por procesos globalizantes y macroeconmicos los cuales no les permiten considerar, en trminos estatales, el valor de la 2
microempresa en el desarrollo local y regional. Desde hace ms de una dcada, las tambin llamadas PyMes (Pequeas y medianas empresas), a parte de perder protagonismo en el escenario econmico, a su vez responden principalmente a las necesidades que el estado plantea y no a las que realmente necesita su comunidad circundante. En el panorama anterior, se dan proyectos en ciudades como Bogot, Cucut, y en departamentos como en el Tolima y Antioquia, los cuales buscan desde la agricultura urbana una salida a las fallas del estado en trminos de garantas de necesidades bsicas de sostenibilidad social, sin embargo son una opcin desde entes que responden a la lgica gubernamental paternalista y por ende no se tienen en cuenta las necesidades alimentarias de cada comunidad. Desde la FAO para el mundo El concepto de agricultura urbana permite evidenciar que las prcticas basadas en cultivos orgnicos no es algo que competa nicamente a los campesinos de las zonas rurales; a su vez, la estrategia de agricultura urbana es adoptada principalmente en los pases con altos ndices de pobreza y desnutricin, con el fin de presentar una posible solucin en torno a estos problemas directamente relacionados con la falta de intervencin estatal en las dimensiones bsicas de garantas para una vida digna y saludable. Bajo esta perspectiva, nace como estrategia dentro de la agricultura urbana la implantacin de huertas caseras sostenidas por la familia o por un grupo de personas que habitan un barrio en comn; es necesario aclarar que este tipo de prcticas no son algo nuevo, segn la FAO (Food and Agriculture Organization), Las huertas familiares son cultivadas desde la prehistoria en los aledaos del hbitat. Las caractersticas ms salientes de las huertas familiares son: su localizacin contigua a la vivienda familiar y la vasta diversidad de los cultivos, practicados, bsicamente, con el objetivo de subvencionar las necesidades de la familia. (FAO, p.10). Desde esta mirada de la FAO, se distinguen diversos tipos de huertas, las cuales son (FAO, p.12) Huertas tradicionales, que son el resultado de una larga adaptacin de las plantas a las condiciones locales Las huertas experimentales, a menudo concebidas a partir de aportes externos respecto a su diseo y tecnologas utilizadas.
En las zonas urbanas y en las zonas agrcolas ms remotas, se pueden hallar huertas caseras manejadas con menores recursos una pequea parcela de tierra que produce las hortalizas y los aderezos necesarios a las comidas cotidianas, base de estudio de la experiencia de investigacin presentada en esta ponencia.
Una superficie ms grande y mayor disponibilidad de capital dan lugar a las huertas mixtas, las cuales integran las producciones vegetales, la ganadera y la acuicultura, proporcionando, en consecuencia, mayores posibilidades de reciclado de los deshechos familiares.
En las huertas agroforestales, el espacio limitado es utilizado intensivamente mediante el cultivo de especies plurianuales rboles, plantas trepadoras, plantas de sotobosque y plantas productoras de races-.
Desde el estado colombiano, las huertas caseras han sido concebidas como una solucin posible a la crisis alimentaria por la que atraviesa nuestro pas, para esto enmarca proyectos como este bajo la bandera del concepto de seguridad alimentaria; la FAO lo define como: Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso fsico y econmico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana. (Cumbre Mundial sobre la Alimentacin, 1996), es decir que hace referencia al derecho y la obligacin en la que se encuentra el estado de suministrar y suplir las necesidades alimenticias que beneficien la salud de la comunidad. Segn el informe de polticas de la FAO, de junio de 2006, la seguridad alimentaria incide en cuatro dimensiones: Disponibilidad de alimentos para la comunidad Acceso a los alimentos por parte de la sociedad Utilizacin de los alimentos Estabilidad del proceso de cultivo
Otra definicin es la que ofrece el Instituto de Nutricin para Centroamrica y Panam (INCAP), segn la cual la seguridad alimentaria es un estado en el cual todas las personas gozan, en forma oportuna y permanente, de acceso fsico, econmico y social a los alimentos que necesitan, en
cantidad y calidad, para su adecuado consumo y utilizacin biolgica, garantizndoles un estado de bienestar general que coadyuve al logro de su desarrollo. (PESA, p.2). Esta mirada presentada por la FAO ha sido el pilar de todos los procesos de agricultura urbana que se han gestado en nuestro pas, a partir de esto se concluye que aunque exista la idea de plantearse una solucin para contribuir al desarrollo local no se adaptan los modelos ya establecidos a los contextos especficos, y por lo tanto soluciones como stas no siempre tienen el mismo resultado. Si bien es cierto, la seguridad alimentaria es la condicin en la cual se goza de un bienestar integral en materia alimenticia, la soberana alimentaria, por su parte, es el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante mtodos sostenibles, as como su derecho a definir sus propios sistemas agrcolas y alimentarios. (Va Campesina) Es decir, que la soberana pretende una apropiacin y explotacin de los recursos pero desde la autonoma de la comunidad, para la comunidad y pensado en suplir los requerimientos que ste presente en materia de alimentos, considerando las caractersticas y necesidades de cada localidad. De proyectos Gubernamentales a Iniciativas Ciudadanas Frente a este contexto globalizado e industrializado, a la par han surgido una serie de procesos reivindicatorios por parte de algunos grupos campesinos (principalmente), quienes buscan confirmar su papel de trabajo en el campo y ms all de eso, pretende desde la soberana alimentaria una apropiacin y explotacin de los recursos naturales propios. Desde esta perspectiva asociaciones internacionales como Va Campesina, desde 1993 defiende la agricultura sostenible a pequea escala como un modo de promover la justicia social y la dignidad. Se opone firmemente a los agronegocios y las multinacionales que estn destruyendo los pueblos y la naturaleza.(Va Campesina, 2011, p.1) A partir de estos movimientos sociales se refleja la autonoma por la que estn luchando las comunidades en trminos alimentarios y de organizacin ciudadana, dicho de otra manera, desde la soberana alimentaria se plantean reivindicaciones de carcter relacional del hombre y el medio ambiente en su dimensin simbitica; es mediante procesos de agricultura urbana que se pretende desarrollar un medio ambiente sostenible, sano pero sobretodo que aporte a las necesidades nutricionales y a las apropiaciones territoriales que como comunidad asentada
merecen, lo cual genera otros procesos de identidad en torno a la tierra, el valor de la misma y la conservacin de modelos autctonos de agricultura. Desde esta mirada, son muchas las administraciones departamentales y municipales que han implementado programas en torno a la seguridad alimentaria con la estrategia de rescatar estos procesos productivos de cultivos naturales en las urbes, con el fin de incentivar la siembra y el consumo de alimentos a cero costo y saludables, es decir la implementacin de huertas caseras y comunitarias que respondan a estos procesos, sin embargo y como lo veremos ms adelante, este tipo de imposicin de desarrollo desde las administraciones no siempre responden a los requerimientos ni a las condiciones reales que poseen las comunidades. Una experiencia de huertas caseras en Ibagu Proyectos de agricultura urbana enfocados a la promocin de huertas caseras y comunitarias, se han implantado en nuestro pas en ciudades como Bogot y Ccuta, y en departamentos como Antioquia, entre otros. Desde Antioquia este proceso se dio gracias a la alianza de la gobernacin con la FAO, en este proyecto se desarrollaron cartillas y capacitaciones con el fin de promover la implementacin de huertas desde la seguridad alimentaria en nuestro pas. En Bogot por su parte, se dieron procesos impulsados desde la alcalda en sectores marginados y localidades aledaas a la ciudad con el fin de combatir el hambre, dar otras salidas de uso de tiempo libre a las personas y a su vez a largo plazo como una opcin de vida remunerada. Para analizar la experiencia del departamento del Tolima en torno a la agricultura urbana, se realiz un proceso de investigacin de tipo cualitativo y etnogrfico, en el cual se logr contrastar la mirada oficial en torno al proyecto y la apropiacin por parte de la comunidad del mismo, en este ejercicio investigativo se tom como muestra el barrio Modelia, por ser pionero en el proyecto de huertas caseras y el barrio Palma de Ro ubicado en el Salado. Cronologa
Desde la experiencia del departamento del Tolima, el proyecto de huertas caseras tuvo dos fases por un lado con el inicio desde el 2006 con la Corporacin Desarrollo y Paz del Tolima (TOLIPAZ) de la mano con Cortolima y la alcalda de Ibagu; y una segunda fase con la Corporacin Ambiente y Desarrollo y Cortolima, junto con otras fundaciones como PCURA y Fundacin Social.
La primera fase con Tolipaz, se dedic principalmente a instaurar las huertas caseras en las comunas 6 y 7 de la ciudad, adems de la capacitacin sobre seguridad alimentaria y soberana alimentaria, pilares de esta propuesta y conceptos entendidos desde la FAO, antes mencionados. Durante su gestin, Tolipaz se preocup por realizar visitas semanales y reuniones mensuales con los dueos de las huertas, lo que corrobora la comunidad y por tanto el compromiso de la entidad con el proyecto. Luego de 1 ao de gestin, el proyecto con Tolipaz se termin por cuestiones burocrticas de finalizacin de contrato con Cortolima. Si vemos esto en trminos de desarrollo local, es contraproducente para las comunidades finalizar el proceso de agricultura urbana, ya que ste proceso de cultivo y mantenimiento de huertas requiere de tiempo y recursos que en un ao no fueron suficientes, adems por este cambio de corporaciones se dejaron de lado diversos procesos de implementacin de huertas caseras, es el caso de la huerta del barrio Palma de Ro en el salado, las huertas de la Gaviota entre otros procesos de agricultura urbana en la ciudad. En la segunda fase del proyecto en el departamento, intervino la Corporacin Ambiente y Desarrollo, sin embargo esta corporacin centra en este momento su atencin a la comercializacin de los productos generados en las huertas; dejando de lado la implementacin y control de cultivos urbanos. El proyecto encabezado por la corporacin Ambiente y desarrollo inici en el 2007 con el proceso de promocin de la agricultura urbana como una estrategia que contribuye al mejoramiento de la calidad de vida de las personas en situacin de pobreza y a la conservacin del ambiente (Ambiente y Desarrollo, 2012, p.3); con la ayuda de un seminario taller realizado del 24 al 28 de octubre de ese ao, en el cual participaron lderes comunitarios, organizaciones ambientales y campesinas del municipio de Ibagu, seminario guiado por Roberto Sanchez y Maria Caridad Cruz de la Fundacin Antonio Nez Jimenez de la Naturaleza y el Hombre de la Habana Cuba, a este seminario asistieron 83 personas. Segn Ambiente y Desarrollo para la instauracin de la huerta se necesitan de diversas fases, primero se cuenta con un grupo de personas interesadas en el tema, luego va la fase de concertacin, sta se define como el establecimiento de los acuerdos y compromisos que se adquieren, en cuanto al adecuado uso de los materiales, la asistencia a las actividades complementarias y el inters de darle continuidad y sostenibilidad al proceso. Luego de comprometer a las personas s se hace reconocimiento al sitio para el establecimiento de la huerta en la vivienda, el profesional encargado analiza las condiciones bsicas relacionadas con la disponibilidad de luz solar, el acceso al agua para el riego y que los animales no ingresen al rea de 7
los cultivos, para as realizar el diseo de la huerta casera y poder establecer los materiales que se requieren y asignar las labores de alistamiento. Dentro de la experiencia descrita por el ente gubernamental el proyecto inici con la instauracin de un plan piloto en el 2006, el cual pretendi implementar lo que anteriormente se describi, plan realizado en la comuna 6 en los barrios el Triunfo, Bellavista, San Antonio y Las Delicias, y en el cual se establecieron alrededor de 45 huertas caseras. Ya para el 2008 se ampli la cobertura a las comunas 7, 8, 9 y 13, adems se iniciaron gestiones en otros municipios como en Saldaa y Purificacin. En el 2010 la Asociacin Desafo Nuevas Propuestas para el Desarrollo Humano Sostenible, se uni al proyecto ampliando cobertura en las comunas 1, 2, 5 y 12, a su vez se impulsaron actividades en comunas 3, 4 10 y en la comuna 13. Finalmente en el ao 2011 se ampli la cobertura a los municipios Alvarado, Venadillo, Piedras, Lrida y Saldaa. Segn la Corporacin Ambiente y Desarrollo, en enero de 2010 se realiz un estudio exploratorio en las comunas 6, 7, 8, 9 y 13, este estudio pretendi dar cuenta de los resultados de tipo cuantitativo del proyecto de huertas caseras, a un ao segn el estudio se produjo 297.256 plantas, sembradas en un rea de 8.8 hectreas, en donde se cultivaron 25 especies, 244.130 libras de hortalizas y verduras, segn el estudio en promedio la libra tena un valor de $700 lo que llevara a una produccin de $170.891.156 al ao. No es Gnero, es el Campesino
Es importante adems sealar el papel de la mujer en los procesos de agricultura urbana en Ibagu, ya que segn Ambiente y desarrollo La agricultura urbana nace como una posibilidad que tenan las mujeres para alimentar mejor a su familia y de obtener algunos ingresos adicionales, pues muchas de ellas no tenan acceso al empleo o este era ocasional y transitorio, debido a la baja escolaridad que poseen (Ambiente y Desarrollo, 2012, p.3). Es decir, desde la mirada institucional la agricultura urbana es utilizada para reivindicar las relaciones de gnero dentro del imaginario colectivo de la mujer como encargada solamente de las labores del hogar, y no como ejecutiva ni trabajadora, sin embargo tambin seala la importancia de resaltar las tradiciones de cultivo y produccin de alimentos saludables, pero ms que todo propios. A s mismo se reproduce desde la mirada institucional el estereotipo de mujer 8
alejada de la vida industrializada y globalizada, presentada como una persona de bajos conocimientos y precarias condiciones, sin embargo los dueos de las huertas caseras son principalmente hombres y son ellos quienes trabajan la tierra no sus esposas ni sus hijas, por ende se considera que las huertas caseras en Ibagu no se consideran como un problema de gnero sino que presentan problemas de imaginarios y estereotipos sociales en torno a la condicin de campesino en las urbes.
La categora gnero permite adems reconocer que los estereotipos construidos en torno a lo que significa ser hombre o ser mujer en nuestra sociedad, las sitan a ellas principalmente en espacios domsticos, asignndoles funciones y labores de cuidado. Adems, el trabajo de las mujeres no es socialmente valorado como productivo, en contraste con la forma como se valora el realizado por los hombres, y no se reconoce plenamente su aporte a la dinmica econmica y social, y relaciones campesinas. (PNUD, 2011, p.18)
Los Actores
A partir de estos procesos de agricultura urbana, en nuestra ciudad se han tejido asociaciones de productores desde las huertas caseras, tal es el caso de la Asociacin de Productoras de Agricultura Urbana de la Comuna 6 de Ibagu, AUPAC6; y la Asociacin de Productores de Agricultura Urbana en la Comuna 7 Semillas de Paz, fundada en el ao 2009. Si bien estas asociaciones formadas hace 5 aos, permiten generar reivindicaciones en torno al papel del campesino, se encontr que a su vez comparten an la idea de un estado de bienestar y paternalista, el cual debe asegurarle las herramientas necesarias para continuar con su cultivo, esta figura de estado presente en la sociedad colombiana, permite ver que algunos agricultores urbanos siguen con la idea de un proyecto guiado y planteado desde la administracin municipal, sin embargo y como lo planteaba el Subdirector de Desarrollo ambiental de Cortolima, Jos Antonio Patio, estos proyectos desde la administracin se sostienen siempre y cuando de un beneficio econmico y sean rentables para el estado, es por esto que en los controles que se realizan sobre estado de las huertas etc, se realiza recoleccin de informacin a travs de encuestas y no desde la experiencia cualitativa de las personas. Sin embargo, es importante resaltar la labor de personas como Mariela Soto administradora de la huerta Palma de Ro, quien intent transformar el modelo de desarrollo en torno a la agricultura urbana, el cual mediante Tolipaz se aplic, para un modelo que sirviera y lograra dar frutos en 9
torno a las caractersticas de su suelo y las necesidades alimentarias que ella consideraba requera, por lo tanto la huerta despus de casi 5 aos de olvido an funciona y da frutos importantes para su sustento diario, a su vez constituye una manera para ella trabajar y ayudar en su hogar ya que como ella lo plantea, a mi edad ya no me dan trabajo, las dificultades de sostenibilidad de los adultos mayores en Colombia son muchas y en la mayora de los casos deplorables. Como vemos, desde la postura oficialista del proyecto, el desarrollo regional y local esta guiado a cifras y dinero, dejando de lado los aportes de tipo cualitativo como apropiacin de suelo, desarrollo endgeno y cooperacin en torno al desarrollo sostenible. HISTORIA DE VIDA: MARIELA SOTO En el Barrio Palma del Ro en el Salado, hace 5 aos Tolipaz inici un proceso de establecimiento de huertas comunitarias, en donde llegaron a ofrecerles a los habitantes del sector una buena opcin de ingresos y de sustento alimentario con la creacin de nuevas formas de cultivo dentro de sus hogares, el cual durante el primer ao tuvo gran acogida por parte de la comunidad. Sin embargo, la mala organizacin por parte de la administracin municipal y los coordinadores del proyecto, llev al abandono de la huerta por parte de los pioneros del proyecto y de la comunidad. Pero el caso de la seora Mariela Soto es diferente, ella a pesar del abandono que sinti cuando no volvieron por el barrio los ejecutores del proyecto de huertas comunitarias, sigui cultivando y sembrando productos. Actualmente, es la nica administradora de la huerta y su experiencia representa una forma de transformacin del modelo de desarrollo implantado a uno acorde a sus necesidades y a los beneficios de su suelo. A continuacin se presenta el perfil del Mariela Soto. CAMPESINA DE CORAZN Hace 12 aos lleg a la ciudad de Ibagu la seora Mariela Soto, una campesina que haba vivido todo el tiempo en Aranzazu, Caldas; pero esto cambi luego de que en 1990 tuviera que abandonar su pueblo, su vida y su finca, que era lo que ms le doli a ella en el momento en que tuvo que salir, vctima de la violencia. A sus 59 aos de edad, recuerda su vida en Aranzazu, donde conoci el amor de su vida muy joven pero que a la vez la vida misma se encarg de dejarla viuda con una corta edad y con la responsabilidad para sacar adelante a sus cuatro hijos. Lleva 32 aos luchando por sus hijos y su familia, en Caldas compraba y venda caf, recuerda con dolor el da en que qued viuda, donde 10
en un accidente de trnsito fallecieron su pap y su esposo, los cuales recuerda con alegra y admiracin, pues siempre estuvieron pendientes de ella y siempre le ofrecieron lo mejor. Desde esta poca Mariela lucha por sacar adelante sus hijos, trabaja en la finca da y noche, una mujer dedicada, alegre, relajada y echada para delante, sin ver los obstculos que se le haban presentado a sus 27 aos. Luego de la muerte de sus dos seres queridos, de los hombres de su vida, decide ensear la catequesis y colaborar en la comunidad, de la mano del padre del pueblo organiza reuniones y clases en la escuela del pueblo, aunque tambin le gustaba dar clases en las casas donde le solicitaran su servicio. Once aos de catequista en el pueblo esta es la mejor labor que he realizado, me gusta ayudar a la comunidad y sentir que soy importante para ellos, dedicada y consagrada a su labor y a su familia, donde a sus hijos nunca les falt nada. Al tener que salir de Aranzazu, Caldas, vende la finca y llega a Ibagu a vivir en El Totumo, llega con sus cuatro hijos y con una hermana que sufre de Sndrome de Down y a quien acogi y decidi cuidarla como si fuera un hijo ms. A su llegada a Ibagu y al no tener la opcin de cultivar como lo haca en su pueblo natal, decide trabajar en casas, organizando casas y lavando ropa, adems, no deja la religin de lado, se hace miembro de la Legin de Mara, una comunidad que se encarga de ayudar al prjimo, de colaborar a los enfermos, a los ancianos, entre otras funciones que para Mariela son la mejor labor y adems, lo que la hace ms feliz, ayudar a los dems es lo que ms me gusta, porque cuando yo lo necesit siempre hubo una persona que m e extendi la mano, agrega la seora Mariela. Ya son 22 aos que lleva como misionera en esta comunidad a la que asiste todos los martes y donde es la tesorera, adems de la labor que realiza con las dems personas, es devota por conviccin y reza todos los das el rosario. Me gusta cuando los vecinos me piden que rece el rosario en la casa de cada uno de ellos, de esta manera no importa donde lo rece, solo nu nca pasa un da sin hacerlo. Luego de 9 aos de vivir en el Totumo, decide dejar de pagar arriendo y busca un subsidio para tener su propia casita, con la herencia de su hermana y con la que le qued a ella, la juntan y sacan
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para la casita, aunque les quedan pendientes 4 millones de pesos, los cuales sacan un crdito con su hija mayor y lo deciden pagar a 10 aos. Toda su vida la dedic a su trabajo, ya en los ltimos aos, luego de sufrir de venas vrices, de sacar y darles el bachillerato a sus hijas, y de formarlas, Mariela deja de trabajar y en el Barrio Palma del Ro en el salado, se dedica a la casa y al cuidado de su hermana menor. No se preocupa por el dinero cada mes, pues su hija mayor trabaja como vendedora y ella es la que se ocupa de las obligaciones econmicas en la casa, ya una casa propia donde solo le hace falta pagar un ao del crdito que el banco les facilit. Mariela se describe como una mujer amable, buena gente, donde todos los vecinos y las personas la quieren, y no es para menos, una mujer que aunque no ha parado de hacer actividades toda su vida, siempre mantiene con una sonrisa en la cara, una sonrisa de alegra y agradecimiento. Pero hace 5 aos, a su puerta lleg un proyecto que le cambi parte de su vida y que le record su pasado. Unas personas llegaron ofreciendo un proyecto para sembrar en casa, un tema nuevo para ella en el momento pero al que decidi asistir con juicio y con dedicacin. Cada mes tenamos reunin, en esas reuniones nos dieron consejos para realizar la siembra, nos dieron semillas y nos indicaron cmo se deba realizar el proceso, nos ensearon a fumigar de manera casera, donde los productos no se vean afectados, cuenta Mariela. Desde esa poca siembra y as los de el proyecto no hayan vuelto a colaborarles ella mantiene su huerta produciendo y cada vez con ms productos. Para ella esa es parte de su vida diaria, donde cada da al levantarse para por su huerta, que queda en frente de su casa, monitorea los productos que ha sembrado y los cuida como si fueran unos hijos ms. De esta manera, Mariela aporta en su casa, donde tienen sus productos naturales, sus verduras y frutas para el consumo personal, aunque en muchas ocasiones reparte sus productos con los vecinos. Mis vecinos me respetan mucho, por eso de que yo soy buena gente con todos, nunca se me ha perdido algn producto de la huerta, nunca se han metido con mi mini cultivo, y cuando no estoy me la cuidan. Con 59 aos de edad y luego de haber salido de su tierra por problemas del pas, Mariela encontr de nuevo su placer por la siembra, por la naturaleza y por cuidar los productos como le haba 12
enseado su padre de pequea, pues para ella es muy importante sembrar los productos dependiendo de la luna, si es menguante o creciente, pues esto tiene gran significado para ella y son enseanzas que nunca va a poder olvidar. Marcela Ramirez Triana
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CONCLUSIONES
El proyecto de agricultura urbana en Ibagu se da de forma impuesta a la comunidad sin considerar en muchas ocasiones las necesidades alimenticias y caractersticas del suelo que en su contexto se presenta.
Las huertas caseras permiten otra forma de trabajo no remunerado econmicamente pero s en trminos alimentarios.
EL modelo de desarrollo implementado por estas corporaciones y ONGs pretenden salvaguardar el estado y suplir en reas bsicas que fall.
Solo cuando las huertas respondan a las necesidades locales se puede hablar de prctica real de soberana alimentaria
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